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ESTILOS COMUNICATIVOS
Los estilos de comunicación son patrones de comunicación que resultan al fusionar los
elementos verbales de la comunicación, los elementos no verbales y los elementos
paraverbales.
Los estilos de comunicación determinan la forma en la que intercambiamos la
información e interactuamos con los demás. En función de la situación, utilizamos un estilo
de comunicación u otro. No obstante, en cada persona siempre predomina un estilo de
comunicación.
Existen tres tipos de estilos de comunicación: agresivo, pasivo o inhibido y asertivo. En
función del estilo de comunicación utilizado, provocará en alguna otra persona una serie
de reacciones y expectativas con respecto a la conversación.
Algunos estilos de comunicación van a facilitar las interacciones sociales o, por el
contrario, van a dificultar los intercambios comunicativos. Por ello, es importante
reconocer cada estilo de comunicación y entrenar aquel que nos aporta mayores
habilidades sociales y comunicativas.
Elementos no verbales
Mirada directa y fija, reducida expresividad, postura intimidatoria (por
mirada, distancia y orientación), orientación enfrentada, no respeta las
distancias, gestos abundantes y amenazadores.
Elementos no verbales
Expresión facial amistosa, contacto ocular directo, sonrisa frecuente,
postura erguida, distancia adecuada con posibilidad de contacto físico,
gestos firmes pero no bruscos, acompañando el discurso.
2. HABILIDADES SOCIALES
3. AUTORREGULACIÓN EMOCIONAL
3.1. Estrés
El estrés es una reacción normal y sana de nuestro cuerpo para afrontar los
pequeños retos cotidianos y las situaciones excepcionales o difíciles de la vida.
Nuestro cuerpo “se acelera” para tener, instantáneamente si es preciso, la energía
y la fuerza necesarias.
Todas las personas poseemos esta reacción y es necesaria para vivir, pero en su
justa medida. Un poco de estrés es positivo, demasiado es perjudicial, y
demasiado poco también. Se trata de encontrar cada cual el nivel adecuado para
vivir y afrontar su propia vida.
El estrés se convierte en un problema cuando surge sin haber retos ni situaciones
excepcionales, cuando dura mucho tiempo después de que la situación estresante
ha pasado, si aparece ante situaciones que aún no han ocurrido o si no es
suficiente para afrontar los retos de la vida. Este estrés ya no nos ayuda a vivir
mejor sino que nos perjudica.
Un nivel de estrés no adecuado mantenido durante cierto tiempo produce
malestar físico y emocional. Puede influir mucho en cómo nos sentimos y en
nuestra calidad de vida. Además, puede tener relación con algunas enfermedades
como problemas musculares, de la piel, digestivos, dolores de cabeza, insomnio
- La situación ambiental
- Tus reacciones físicas
- Tu comportamiento exterior
- Tu comportamiento intimo
Una buena forma de evitar que las emociones se lleven lo mejor de nosotros, y de
aliviar estrés y las tensiones emergentes de un estilo de vida lleno de presiones,
consiste en participar de un proceso conocido como la “Relajación Progresiva”.