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Derechos Humanos
y Salud
Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH)
Contenido del Curso
Introducción general
Este Curso de Derechos Humanos y Salud es un acercamiento a los fundamentos de los
derechos humanos, su concepción, aportaciones y alcance, con el propósito de brindar un
panorama general que facilite la comprensión de su importancia y la necesidad de sumar
esfuerzos individuales e institucionales, en favor de su reconocimiento, respeto y vigencia
plena.
Este curso presenta los avances que en materia legislativa ha alcanzado México, así como los
organismos nacionales que trabajan para la protección de los derechos humanos, dando
cuenta de los logros obtenidos, sin dejar de reconocer los enormes desafíos que aún enfrenta
nuestro país para consolidar un Estado Democrático que garantice el bienestar de su
población y su derecho a una vida sana.
El participante de este Curso de Derechos Humanos y Salud conocerá los lineamientos del
sistema de protección no jurisdiccional de los derechos humanos, con énfasis en el
procedimiento de queja y la generación de recomendaciones, así como los instrumentos
nacionales, regionales e internacionales que protegen el derecho a la salud, pero además
comprenderá que más allá de los ordenamientos jurídicos, es prioritario generar la cultura de
los derechos humanos en apego al enfoque de integridad del derecho a la salud y la garantía
de la absoluta responsabilidad de los que intervienen en este tipo de servicios.
El trabajo diario de los servidores públicos del sector salud, con sólido compromiso hacia los
derechos humanos, es la expectativa final de este curso, que permita rebasar la comprensión
teórica del tema, para dar paso a su aplicación responsable en ambientes de libertad y justicia.
Introducción
La fundamentación de los Derechos Humanos brinda una serie de elementos necesarios para
elaborar un concepto. En este módulo se pretende ofrecer los elementos que posibiliten
comprender los principales enfoques teóricos y sus aportaciones a la construcción de la
doctrina de los derechos humanos. El mapa conceptual que se presenta a continuación puede
ayudarte a organizar la temática abordada en este módulo:
Los derechos humanos cumplen con la finalidad de evitar el abuso de poder por parte de las
autoridades en contra de los gobernados, es decir, se impide la intervención de los órganos
del Estado de cualquier jerarquía a cierta esfera de actividades lícitas de los gobernados donde
el Estado no puede irrumpir.
Para Antonio E. Pérez Luño, los derechos humanos son: “Un conjunto de facultades e
instituciones que, en cada momento histórico, concretan las exigencias de la dignidad, la
libertad y la igualdad humana, las cuales deben ser reconocidas positivamente por los
ordenamientos jurídicos a nivel nacional e internacional”.
En tanto que J. Jesús Orozco Henríquez y Juan Carlos Silva Adaya, señalan que: “los
derechos humanos —como su nombre lo indica— son todos los derechos que tiene cada
hombre o mujer por el simple hecho de serlo y formar parte de la sociedad en que vive”.
Por su parte, Mario I. Álvarez Ledesma, afirma que son: “Aquellas exigencias éticas de
importancia fundamental que se adscriben a toda persona humana, sin excepción, por
razón de esa sola condición. Exigencias sustentadas en valores o principios que se han
traducido históricamente en normas de derecho nacional e internacional en cuanto
parámetros de justicia y legitimidad política”.
El tratadista español José Castán Tobeñas, ha definido los derechos humanos como
"aquellos derechos fundamentales de la persona humana -considerada tanto en su
Los derechos subjetivos se caracterizan por ser facultades que tienen los individuos, a efecto
de ejercer ciertas prerrogativas otorgadas por el poder público.
Los órganos de gobierno generalmente recogen en sus textos jurídicos los principales
derechos que deben ser reconocidos a la sociedad, los cuales se identifican en gran medida
con los derechos humanos, por lo que éstos pueden ser ejercitados a través de los
mecanismos existentes para el disfrute de los derechos subjetivos y reclamados ante las
autoridades correspondientes.
Los derechos subjetivos están vinculados al derecho positivo, dependen de la vigencia de éste
para su existencia, además del requisito de ser creados formalmente mediante los órganos
de gobierno facultados para ello.
Gaspar Escalona Martínez dice: “Son, en definitiva, derechos creados por el Estado, lo
que implica el abandono de la idea de la existencia de unos “derechos” preestatales
oponibles al propio Estado. Los derechos públicos subjetivos se presentan como ámbitos
de libertad individual, que gozan de una regulación explícita en el ordenamiento jurídico y
que disponen de mecanismos jurídicos de defensa”.
Finalmente, Rafael Preciado Hernández considera que: “[...] el derecho subjetivo viene a
ser el poder, pretensión, facultad o autorización que, conforme a la norma jurídica, tiene
un sujeto frente a otro u otros sujetos, ya sea para desarrollar su propia actividad o
determinar la de aquellos”.
La raíz de los derechos fundamentales se dio en Francia a finales del siglo XVIII y se vieron
plasmados en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.
Los derechos fundamentales se reconocen por estar plasmados en las constituciones o leyes
primordiales de los Estados. Es precisamente por esta razón que los derechos fundamentales
se encuentran en estos ordenamientos, por la magnitud e importancia que los caracteriza.
Miguel Carbonell: “Son fundamentales los derechos que están previstos en el texto
constitucional y en los tratados internacionales”.
Gaspar Escalona Martínez: “[...] Son derechos porque forman parte del ordenamiento
jurídico que los reconoce como tales; son fundamentales, ya que el mismo ordenamiento
jurídico los ha dotado de un rango especial, de garantías reforzadas para su ejercicio y, por
último, constituyen el fundamento de todo el orden jurídico-político del Estado
constitucional...”.
Luigi Ferrajoli ha precisado que “garantía es una expresión del léxico jurídico con la que se
designa cualquier técnica normativa de tutela de un derecho subjetivo”.
Por su parte, Sergio García Ramírez refiere: “[...] en rigor, la garantía suprema de los derechos
proviene del conjunto de la vida social y política, que es el cimiento para la cultura de los
derechos humanos; empero, es verdad que se necesita contar con garantías específicas, de
las que cualquier persona pueda echar mano para proteger o restablecer sus derechos, ellas
son instrumentos, medios o remedios al alcance de cualquier persona”.
Existe aquella concepción que concibe a los derechos humanos como conquistas culturales,
asociada entonces a satisfacer las necesidades que en el devenir histórico de la humanidad
se van generando. Así, los procesos evolutivos de las sociedades y todo lo que en ellos
convergen, generan problemáticas nuevas que deben ser atendidas. Los derechos humanos
deben entonces evolucionar y ampliarse para cumplir su cometido principal y único: hacer
posible la vida organizada para sobrevivir y vivir de la mejor manera posible.
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917 fue la primera en reconocer
los derechos sociales en su texto, por lo que a nuestro país se le considera vanguardista de
los derechos humanos de segunda generación. Los principales derechos sociales se
encuentran contemplados actualmente en los Artículos 2, 3, 4, 27, 28 y 123, y son:
Derecho a la Educación.
Derechos Agrarios.
Derechos Laborales.
Derechos de la Seguridad Social.
Derecho de la Familia y el Menor.
Derecho a la Protección de la Salud.
Derecho a la Vivienda.
Derechos de carácter económico.
Para Jorge Carpizo: “Las garantías sociales protegen al hombre como integrante de un
grupo social y le aseguran un mínimo educativo y económico. Las garantías sociales
implican un hacer por parte del Estado; en cambio, las garantías individuales representan
primordialmente un abstención por parte del propio Estado”.
A su vez, Jorge Sayeg Helú: manifiesta que: “[...] las garantías sociales serían, así, aquellas
que protegen al hombre en tanto integrante de un grupo social”.
Por su parte, Diego Valadés: señala que las garantías sociales: “Son disposiciones
constitucionales que establecen y regulan los derechos y prerrogativas de los grupos
humanos o de la nación en su conjunto, conforme a criterios de justicia y bienestar
colectivos”.
Pedro Nikken miembro del Consejo Directivo del Instituto Interamericano de Derechos
Humanos hace la siguiente reflexión sobre la instauración de dichas obligaciones: “podría
decirse que la magnitud del genocidio puso en evidencia que el ejercicio del poder público
representa un peligro para la dignidad humana, de modo que su control no debe ser
prerrogativa excluyente de las instituciones domésticas, sino que deben constituirse
instancias internacionales para su salvaguardia” (sic).
La puesta en vigor de tratados a través de los cuales las partes se comprometen a cumplir con
las obligaciones en ellos proclamados y que también establecen medios internacionales para
su tutela son una realidad tanto en la esfera de las Naciones Unidas como en los sistemas
regionales; esto resulta de la mayor trascendencia para México ya que a partir de la Reforma
en materia de Derechos Humanos del año 2011, el Artículo 1° de la Constitución señala que:
La obligación de respetar implica la limitación al ejercicio del poder estatal con el objeto de
evitar que se lleven a cabo actos que vulneren la dignidad de los seres humanos. Esta
limitación deriva del respeto a las garantías y prerrogativas que emanan de los atributos
inherentes a la naturaleza humana, las cuales son superiores al poder del Estado.
Obligación de Garantía
La obligación de garantía implica el deber de los Estados para tomar las medidas necesarias
que permitan a todas las personas el goce pleno y efectivo de los derechos humanos.
Obligación de Protección
Todo ser humano por el hecho de serlo, tiene derechos frente al Estado, derechos que derivan
en deberes de variado orden y contenido, como los enunciados anteriormente, lo que implica
que todas las personas tengan acceso efectivo a los órganos del Estado competentes de
carácter jurisdiccional y no jurisdiccional para resolver las reclamaciones y litigios de carácter
jurídico que tengan que ver con sus derechos humanos; pero implica también reconocer la
competencia internacional y acatar los pronunciamientos de los órganos de supervisión
convencionales y extra-convencionales (según estén previstos por los mismos tratados) de
órganos jurídico-políticos (como los comités de las Naciones Unidas) y judiciales (como la
Corte Interamericana de Derechos Humanos).
Sobre todo porque en las últimas décadas se ha adoptado el mayor número de tratados y
declaraciones internacionales relativas a los derechos humanos. En el caso de las
convenciones en las que se han reconocido derechos, se han pactado obligaciones y se han
establecido medios de protección que, en su conjunto, han transformado en más de un
aspecto al Derecho internacional y le han dado nuevas dimensiones como disciplina jurídica.
Además de los mecanismos orientados a establecer sistemas generales de protección, han
aparecido otros destinados a proteger ciertas categorías de personas en mayor situación de
vulnerabilidad –mujeres, niños, trabajadores, refugiados, personas con discapacidad– o
ciertas ofensas singularmente graves contra los derechos humanos, como el genocidio, la
discriminación racial, el apartheid, la tortura o la trata de personas. También se ha gestado la
protección de los llamados derechos colectivos de la humanidad entera, como el derecho al
desarrollo, el derecho a un medio ambiente sano y el derecho a la paz.
Obligación de Promoción
La Declaración de Viena y su Programa de Acción asegura que “Los derechos humanos y las
libertades fundamentales son patrimonio innato de todos los seres humanos; su promoción
y protección es responsabilidad primordial de los gobiernos”.
Las acciones de promoción de los Derechos Humanos son aquéllas tendientes a convertirlos
en tema de interés para todas las personas, con el fin de fortalecer y fomentar los principios
GARANTÍAS CONSTITUCIONALES
Las garantías constitucionales son aquéllas que la Constitución Política Mexicana reconoce en
su texto para hacer valer los derechos fundamentales, mismos que a continuación se
enunciarán de manera breve.
Ambos sistemas son protectores de los derechos humanos, sin embargo, existen
algunos aspectos que los distinguen:
La premisa de que los derechos humanos existen con independencia del reconocimiento y su
cumplimiento por parte del Estado a través de normas jurídicas, es una de las bases de la
fundamentación iusnaturalista.
Para esta corriente de pensamiento, el origen de los derechos nace de las necesidades básicas
de los seres humanos; por lo tanto, los derechos, en especial los conocidos como derechos
La doctrina del derecho natural dominó durante los siglos XVII y XVIII; posteriormente surgió
con fuerza el iuspositivismo (o derecho positivo).
Ollero A.: “Dentro de la óptica de las concepciones iusnaturalistas, los derechos humanos
son por sí mismos realidades propiamente jurídicas, en cuanto exigencias, facultades o
poderes que son naturalmente inherentes a los seres humanos y que, en consecuencia,
tienen una existencia previa a la organización jurídico-política de la sociedad; son
realidades jurídico-naturales”.
Para los seguidores del derecho positivo, los derechos naturales no son tales, debido a que
no cuentan con fuerza coercitiva para hacerlos valer.
Benito de Castro Cid manifiesta que: “[...] dentro de la óptica de las concepciones
iuspositivistas, los derechos humanos son constituidos como realidades jurídicas por las
propias normas que los proclaman y regulan su ejercicio, no teniendo, por lo tanto,
existencia ni contenido jurídico alguno al margen de esas normas... ”.
J. Jesús Orozco Henríquez indica que: “Lo que el iuspositivismo rechaza, a diferencia del
iusnaturalismo, son proposiciones acerca de derechos subjetivos jurídicos que no sean
empíricamente verificables sobre la base de normas jurídicas positivas”.
Actualmente, tanto la postura del derecho positivo como la del derecho natural, se encuentran
presentes en la doctrina jurídica y tiene fuerza en el pensamiento y en la argumentación de
los estudiosos del derecho.
La fundamentación historicista
Esta corriente, parte del argumento de que los derechos humanos son fruto del devenir
histórico del hombre y la sociedad, de los aciertos, los errores y las conquistas que los han
forjado.
La historia nos demuestra la invariable vigencia de los derechos humanos, ya que desde el
reconocimiento de los primeros derechos, como el de la vida y la libertad, éstos siguen “vivos”
en las expectativas sociales y en su positivización. De ahí que podamos reconocer la
constancia en su vigencia, tanto social como jurídica.
Gaspar Escalona Martínez establece que: “Los derechos humanos son una realidad
histórica, algo que surge en el tiempo y que se consolida en diversas etapas del desarrollo
y expansión; los derechos humanos constituyen un concepto histórico que surge en un
momento preciso y arropado por circunstancias y necesidades de ese momento”.
La corriente garantista parte de una síntesis entre las corrientes positivistas dogmáticas y las
aproximaciones historicistas descriptivas. A partir de dichas visiones del Derecho y de los
derechos en particular, el garantismo postula a los derechos fundamentales como la base de
un nuevo sistema jurídico, fundante del moderno Estado constitucional, modelo que perfila el
nacimiento de las contemporáneas democracias constitucionales.
Con este modelo, se perfila a los derechos humanos como precondición necesaria para el
desarrollo de un régimen democrático, y a la democracia como la mejor forma de gobierno
para garantizar estos derechos.
Es por ello que para los neoconstitucionalistas y garantistas de esta cepa, el binomio derechos
humanos-paz es igual o más importante en su justificación y legitimidad que el binomio
derechos humanos-democracia.
Introducción
Las herramientas jurídicas de las que se dispone para hacer efectivo el ejercicio de los
Derechos Humanos, han atravesado una serie de movimientos sociales, en aras de dejar
plasmado en la legislación nacional vigente, el vehículo para la defensa y protección de estos
Derechos. Ante ello, se hace necesario adentrarnos en el conocimiento del contenido de dicha
legislación.
La Constitución de 1814
La Constitución de 1824
Es una Constitución que tomó como modelo la Constitución de Cádiz de 1812 y la Constitución
de Estados Unidos de América de 1787. Esta Constitución no contenía un catálogo de derechos
humanos, ya que se consideró que los mismos se determinarían mediante leyes sabias y
justas que correspondía a los Estados de la Federación dictar. No obstante, podemos
encontrar el reconocimiento de ciertos derechos en algunos de sus artículos: libertad,
seguridad jurídica, propiedad, derechos políticos y en materia de derechos de autor.
En 1843 se reformaron las Leyes Constitucionales para quedar como Bases Orgánicas del
Estado Mexicano de 1843, conteniendo también el reconocimiento de algunos derechos;
manteniendo el corte centralista y a la religión católica como la del Estado.
A pesar de que el concepto del juicio de amparo tardó en madurar y ser reglamentado, se
sentaron las bases en dicha acta, cuyo alcance fue fundamental para la defensa de garantías
individuales en nuestro país y cuya reciente reforma (06 de junio 2011) abre una nueva etapa
para la defensa jurisdiccional de los derechos humanos.
La Constitución de 1857
Derechos de Igualdad
Según la definición de J. Jesús Orozco Henríquez y Juan Carlos Silva Adaya, “los derechos o
garantías de igualdad establecen el goce y disfrute de los derechos y libertades previstos en
el orden jurídico mexicano para toda persona, por igual, sin distinción alguna”. De este
concepto podemos distinguir la ausencia de discriminación, de esclavitud, de títulos
nobiliarios, entre otros.
Prohibición de la esclavitud.
Derechos de Libertad
Para Miguel Carbonell, los derechos de libertad son -en términos de derechos
fundamentales- aquellos que generan ámbitos de inmunidad en favor de los individuos y que
no pueden ser traspasados por el Estado, es decir se constituyen como límites negativos para
el poder público, obligándolos a no interferir tratándose de conductas amparadas por estos
derechos.
Conforme a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos vigente, los derechos de
libertad más importantes son:
Libertad de trabajo, profesión, industria o comercio. Significa que las personas podrán
elegir la labor que mejor les convenga, siempre y cuando sea lícita.
Prohibición de trabajos forzosos y derecho a la justa retribución.
Nulidad de los convenios atentatorios contra la libertad personal.
Posesión de armas en el domicilio para la seguridad y legítima. Todas las personas
podrán tener en su domicilio para su seguridad y defensa, algún tipo de arma, siempre
y cuando ésta sea de las permitidas por la ley y exista previa autorización de la
autoridad correspondiente.
Libertad de tránsito y de residencia. Toda persona tiene derecho para entrar en la
República, salir de ella, viajar por su territorio y mudar de residencia, sin necesidad de
carta de seguridad, pasaporte, salvoconducto u otros requisitos semejantes.
Libertad de expresión. Toda persona podrá expresar libremente sus ideas por
cualquier medio de comunicación (escrito, oral u otro), con la salvedad de los casos en
que estas expresiones, ataquen la moral o los derechos de otros o constituya la
comisión de algún delito.
Derecho a la información.
Libertad de imprenta.
Libertad de conciencia, creencia o religión.
Libertad de cultos.
Libertad de asociación, de reunión en general y con fines políticos.
Libertad de manifestación o reunión pública para presentar a la autoridad una petición
o protesta.
Son los derechos que establecen los requisitos que deben observar las autoridades y/o
servidores públicos en la aplicación de la ley, lo que significa que estos últimos, no pueden
transgredir las normas aplicables al caso concreto y su actuación en todo momento deberá
estar fundada y motivada, es decir, deberán citar los artículos de las normas bajo las cuales
actúan, explicado las causas que dan sentido a la resolución o requerimiento de que se trate.
Como Carbonell lo señala, este tipo de derechos son lo que más clara relación guardan con
el concepto de Estado de derecho, en el sentido que los órganos públicos y sus operadores
deben respetar la ley dentro de su funcionamiento y organización pero sobre todo en su
relación con el ciudadano.
Derechos Políticos
Derechos de Propiedad
Derechos Sociales
Aun y cuando en el módulo anterior se abordó el tema de las garantías sociales, vale la pena
recordar que los derechos sociales persiguen como objetivo primordial, el bienestar individual
y colectivo de las personas, tanto en lo económico como en lo cultural, para lograr una vida
digna.
Los derechos sociales que contempla nuestra Ley Fundamental son en términos generales y
por los rubros específicos, los siguientes:
EDUCACIÓN
SALUD
AGRARIOS
Con estos cambios a la constitución de junio de 2011, incluida la reforma al Artículo 29, se
logra un cambio conceptual del sistema jurídico mexicano, que tiene como consecuencia el
fortalecimiento de los derechos de la persona y la protección de su dignidad, toda vez que
este modelo hoy en día ha sido adoptado por el derecho internacional de los derechos
humanos, del derecho comunitario, por la doctrina constitucional moderna y por el derecho
comparado.
Por lo anteriormente mencionado, se puede tener la certeza de que con la reforma señalada
se logrará una mayor armonización con el derecho internacional de los derechos humanos,
ya que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y los Tratados internacionales
de derechos humanos, establecen un listado taxativo de situaciones en las que de manera
excepcional el Estado puede restringir o suspender el ejercicio de ciertos derechos humanos,
estableciendo un núcleo duro de derechos cuyo ejercicio, la comunidad internacional, incluido
México, ha considerado de carácter insuspendible.
Por ello se agrega al Artículo 29 Constitucional el siguiente listado de los derechos y garantías
que no podrán suspenderse ni restringirse por ningún motivo:
La no discriminación.
El derecho a la vida.
La prohibición de la desaparición forzada.
La prohibición de la tortura.
El principio de legalidad y retroactividad.
La prohibición a la pena de muerte.
El reconocimiento de la personalidad jurídica.
A la integridad personal.
A la protección a la familia.
Al nombre.
A la nacionalidad.
Los derechos de la niñez.
Los derechos políticos.
Las libertades de pensamiento, conciencia y de profesar creencia religiosa alguna.
La prohibición de la esclavitud y la servidumbre.
Ni las garantías judiciales indispensables para la protección de tales derechos.
Los límites por tanto, serán todas las afectaciones a la naturaleza de la persona humana; esto
significa que ante la eventualidad de la restricción o suspensión del ejercicio de los derechos,
Introducción
Los Derechos Humanos constituyen uno de los ejes fundamentales que sustentan al Estado
de Derecho y tienen como fin garantizar una vida digna para todas las personas. Por ello, la
tarea de protegerlos representa para el Estado la exigencia de proveer y mantener las
condiciones necesarias para que, dentro de un ambiente de libertad, justicia y tolerancia, las
personas puedan gozar realmente de los mismos.
Debido a su importancia, existe una tendencia cada vez más generalizada a incluir tales
derechos entre los principios sobre los que se estructura la vida social. En los tiempos
recientes se ha iniciado la construcción de una cultura de respeto de los Derechos Humanos,
con el objetivo no sólo de incluirlos en los ordenamientos jurídicos, sino también de propiciar
y fomentar la corresponsabilidad entre los individuos, en su ámbitos familiar, laboral y
comunitario, así como en el ámbito nacional e internacional.
La fórmula del Ombudsman se encuentra hoy día en los cinco continentes, como: El defensor
del pueblo en España o El promotor de la justicia en Portugal; y se erige como un cause
alternativo de protección de los derechos humanos, para reducir la distancia entre
gobernantes y gobernados, y promover la cultura de los derechos humanos; una fórmula, en
suma, que busca llenar los vacíos en la protección de los derechos fundamentales.
Suele verse a estas comisiones como órganos que ejercen una labor de continua censura a la
actividad de la administración pública, postura siempre criticable si se destaca la función
mediadora entre los intereses de los gobernados y los órganos del poder público, y se exalta
a su vez su capacidad proactiva (y no reactiva) de promoción y defensa de los derechos
humanos, siendo accesibles a toda persona y buscando en especial alcanzar a los grupos e
individuos en condiciones de desventaja o marginación.
Dichas comisiones, velan por los derechos humanos en el ámbito de su competencia, esto es,
actos de autoridad de naturaleza administrativa que violenten los derechos humanos
previstos en el ordenamiento jurídico mexicano; pero tal función por supuesto que no es la
única forma de proteger estos derechos.
El 6 de junio de 1990 nació, por decreto presidencial, una institución denominada Comisión
Nacional de Derechos Humanos, constituyéndose como un Organismo desconcentrado de la
Secretaría de Gobernación.
Su naturaleza jurídica parte del Artículo 102 apartado B constitucional, que la erige como uno
de los organismos de protección que ampara el orden jurídico mexicano, la cual cuenta con
autonomía de gestión y presupuestaria así como con personalidad jurídica y patrimonio
propios, para conocer de quejas contra actos u omisiones de naturaleza administrativa,
provenientes de cualquier autoridad o servidor público, excepto del Poder Judicial de la
Federación.
El Consejo Consultivo es el órgano colegiado de la CNDH integrado por diez miembros que
gocen de reconocido prestigio dentro de la sociedad civil elegidos por la Cámara de
Senadores, quienes definen los lineamientos generales de actuación de la CNDH, aprueban
su reglamento interno, dictan las normas internas de la institución y colaboran con el
Presidente opinando sobre el proyecto del informe anual, solicitan información adicional
sobre los asuntos en trámite y conocen el informe sobre el ejercicio presupuestal.
Los Visitadores Generales tienen encomendada como función esencial dentro de la CNDH la
admisión e investigación de las quejas e inconformidades: realizan las actividades necesarias
para lograr, por medio de la conciliación, la solución inmediata de las violaciones de derechos
humanos; realizan investigaciones y los estudios necesarios para formular los proyectos de
recomendación y acuerdos correspondientes. Por delegación del Presidente pueden
interponer denuncias penales y dar seguimiento a las diligencias y actuaciones; entre otras
funciones.
La Secretaria Ejecutiva y la Secretaria Técnica del Consejo Consultivo son órganos auxiliares
de la Presidencia de la CNDH.
Atribuciones
Concurrencia de competencias
Conocer de inconformidades
Tiene competencia en todo el territorio nacional, para conocer de quejas relacionadas con
presuntas violaciones a los Derechos Humanos en materia laboral cuando éstas fueren
imputadas a autoridades y servidores públicos de carácter federal, con excepción de los del
Poder Judicial de la Federación o en asuntos de carácter jurisdiccional.
Incompetencias
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos está impedida para conocer de los siguientes
asuntos:
Lo anterior, en virtud de que estos asuntos cuentan con otros mecanismos de control
jurisdiccional o administrativo, ya sea ante una instancia impugnativa, disciplinaria o de
vigilancia, tales como la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el Consejo de la Judicatura
Federal, la Comisión de Administración o la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación.
Además, la CNDH, por conducto de su presidente y previa consulta con el Consejo Consultivo,
puede declinar su competencia en un caso determinado, cuando así lo considere conveniente
para preservar la autonomía y autoridad moral de la institución.
Facultad de atracción
En consecuencia, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos podrá ejercer esta facultad,
en los casos siguientes:
Fe pública
Debemos entenderla como la facultad que la ley les provee a determinados servidores
públicos (en el caso particular de la CNDH, a quienes ocupan los cargos de Presidente,
Visitador General y visitadores adjuntos), para autentificar documentos preexistentes o
declaraciones y hechos que tengan lugar o estén aconteciendo en presencia de dichos
servidores públicos, y que estén consignados en la queja o se refieran al procedimiento o
tramitación de ésta.
Acta circunstanciada
En todos los casos que se requiera, el personal autorizado de la CNDH levantará acta
circunstanciada en la que deberán detallar los datos completos y suficientes del asunto
tratado, con la que certificarán la veracidad de sus actuaciones.
La CNDH a través del Visitador General podrá solicitar en cualquier momento, a las
autoridades competentes, que se tomen todas las medidas precautorias o cautelares
necesarias para evitar la consumación irreparable de las violaciones denunciadas o
reclamadas, o la producción de difícil reparación a los afectados, así como solicitar su
modificación cuando cambien las situaciones que las justificaron.
La reforma del 10 de abril de 2011 al segundo párrafo del Artículo 97, de la Constitución,
eliminó la facultad de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de nombrar a algunos de sus
integrantes para averiguar algún hecho o hechos que constituyeran una grave violación de
alguna garantía individual, y la trasladó a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos,
estableciendo en el nuevo texto del apartado B del Artículo 102 constitucional, que la CNDH
“podrá investigar hechos que constituyan violaciones graves de derechos humanos, cuando
así lo juzgue conveniente… ”.
Esta facultad puede ser ejercida discrecionalmente (“así lo juzgue conveniente”), “o lo pidiere
el Ejecutivo Federal, alguna de las Cámaras del Congreso de la Unión, el gobernador de un
Estado, el jefe de gobierno del Distrito Federal o las legislaturas de las entidades federativas.”
Introducción
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (en adelante “la Comisión Nacional” o “la
CNDH”), de conformidad con el Artículo 102 Apartado B de la Constitución Federal, es un
Organismo del Estado Mexicano encargado del respeto, promoción y divulgación de los
derechos humanos, así como de la protección y defensa de éstos o la investigación efectiva
de las presuntas violaciones de esos derechos atribuidas a servidores públicos de carácter
federal.
La CNDH no conoce de casos en los que pudieran estar involucrados servidores públicos del
Poder Judicial de la Federación, como Jueces de Distrito, Secretarios de Acuerdos y
Magistrados, ya que el Consejo de la Judicatura Federal tiene competencia para vigilar a dichos
servidores públicos para que actúen siempre dentro del marco de la Ley de Amparo de 2013,
y de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación. Como se sabe, la Comisión Nacional
carece de competencia para conocer de asuntos electorales.
La protección no jurisdiccional (no judicial) de los derechos humanos a nivel federal está cargo
de la CNDH. Sus decisiones no son obligatorias, pero en virtud de la reforma constitucional en
materia de derechos humanos de 2011, si las autoridades responsables rechazan o incumplen
las recomendaciones emitidas por la Comisión Nacional, deberán fundar, motivar y hacer
pública su negativa; además, la Cámara de Senadores o en sus recesos la Comisión
Permanente, podrán llamar, a solicitud de la CNDH, a las autoridades o servidores públicos
responsables para que comparezcan ante ellas, a efecto de que expliquen el motivo de su
negativa.
Presuntos Desaparecidos.
Asuntos de la Mujer, la Niñez y la Familia.
Atención a Víctimas del Delito.
El Programa de VIH/SIDA y Derechos Humanos.
La Segunda Visitaduría General atiende las quejas de las que se desprende presunta
violación de derechos humanos atribuibles a autoridades tales como:
El Artículo 25 de la Ley de la CNDH (en adelante “la LCNDH”) establece que cualquier persona,
directamente o a través de un apoderado o representante legal, puede presentar denuncias
por presuntas violaciones de derechos humanos; cuando los interesados estén privados de
su libertad o se desconozca su paradero, los hechos se podrán denunciar por parientes o
vecinos de los afectados o inclusive por menores de edad; las Organizaciones No
Gubernamentales pueden acudir a la CNDH a denunciar violaciones de derechos humanos de
las personas en situación de vulnerabilidad (pueblos indígenas, migrantes, mujeres, personas
que viven con el VIH, privadas de su libertad, entre otras).
La queja es uno de los medios específicos y de mayor relevancia que tiene la CNDH para
conocer de las violaciones de derechos humanos. No se necesitan formalismos para presentar
una queja ante la Comisión Nacional.
Sólo puede presentarse dentro del plazo de un año, contado a partir de que se hubiera
iniciado la ejecución de los hechos que se estimen violatorios, o de que el quejoso hubiese
tenido conocimiento de los mismos. Pero respecto de violaciones graves de derechos
Las causas por las cuales se puede legalmente no admitir una queja radican en que, por una
parte, la CNDH no sea competente para atenderla, en cuyo caso se proporcionará orientación
al reclamante, en términos del Artículo 33 de la LCNDH. Es incompetente la CNDH si la queja
se interpone en contra de servidores públicos del Poder Judicial de la Federación, como Jueces
de Distrito o Magistrados de los Tribunales Colegiados de Circuito. Y, por otra parte, cuando
la queja se presente de manera extemporánea, la CNDH no la admitirá a trámite.
Deberá presentarse por escrito, pero en casos urgentes (como detenciones ilegales,
arbitrarias, torturas, ejecuciones arbitrarias o desaparición forzada de personas), la queja
podrá formularse por cualquier medio de comunicación electrónica. Cuando los quejosos o
denunciantes se encuentren privados de su libertad en un centro de detención o reclusorio,
sus escritos deberán ser transmitidos a la Comisión Nacional sin demora alguna por los
encargados de dichos centros de reclusión; los escritos de los quejosos tendrán que ser
recibidos por los Visitadores Generales o adjuntos de la CNDH.
No se admitirán comunicaciones anónimas, es decir, escritos sin firma o huella digital del
interesado, por lo que toda queja deberá ratificarse dentro de los tres días siguientes a su
presentación, si el quejoso no se identifica y la suscribe en un primer momento. El motivo de
este requerimiento se basa en la necesidad de contar con la adecuada identificación del
quejoso. Si la queja no se ratifica en el plazo establecido por el Artículo 27 de la LCNDH, se
tendrá por no presentado el escrito y se enviará al archivo.
Sin embargo, la CNDH, a pesar de recibir una comunicación anónima, puede iniciar la
investigación de oficio (es decir, a iniciativa propia) si estima que dicha comunicación expone
violaciones graves de los derechos humanos (por ejemplo, ejecuciones arbitrarias o
desapariciones forzadas, o un patrón de dichas violaciones).
La CNDH siempre ha designado a personal de guardia para recibir y atender las reclamaciones
o quejas urgentes a cualquier hora del día y de la noche.
Cabe agregar que la Dirección General de Quejas y Orientación tiene a su cargo el Sistema
Nacional de Alerta de Violación de los Derechos Humanos en el que se analizan los indicadores
de violaciones por autoridad y entidad federativa, sector y programa.
La finalidad de este Sistema Nacional de Alerta es tener un instrumento útil que permita
detectar la repetición de quejas presentadas en contra de autoridades en una entidad
federativa y la frecuencia con que se violan los derechos humanos de acuerdo a la calificación
que se realiza conforme al manual para la calificación de hechos violatorios de los derechos
humanos.
La CNDH, en los casos que se requiera, levantará acta circunstanciada de sus actuaciones. Los
visitadores adjuntos tienen que levantar dichas actas o documentos acreditativos de hechos
o sucesos, en los casos sometidos a su conocimiento. Al ser circunstanciada, dicha acta debe
contener, de manera detallada, la narración de los hechos o eventos. Estos son los supuestos
o casos:
Cuando la queja sea formulada por medio de comunicación electrónica o por teléfono.
Cuando se requiera al quejoso la ratificación de su queja que no tenga su huella digital
o su firma o datos mínimos de identificación, y no haya sido ratificada dentro del plazo
de tres días siguientes a su presentación.
Con respecto de los casos calificados como urgentes, el Presidente de la CNDH, los
Visitadores Generales o adjuntos, deberán establecer de inmediato comunicación
telefónica con la autoridad señalada como responsable o su superior jerárquico para
conocer la situación y solicitar la adopción de medidas cautelares para evitar la
consumación irreparable de las violaciones denunciadas; en este caso, se deberá
De la lectura de los Artículos 80, segundo párrafo; 81, 104, 105, 111 y 117 del Reglamento
Interno de la CNDH (en adelante “el RICNDH”), los funcionarios que pueden levantar actas
circunstanciadas son los siguientes:
El Presidente de la CNDH.
Los Visitadores Generales.
Visitadores adjuntos.
Los Directores Generales, de Área, los Coordinadores de Programas Especiales, los
Coordinadores de Procedimientos Internos adscritos a las Visitadurías Generales.
Funcionarios de la Dirección General de Quejas y Orientación, que es la dependencia
encargada de recibir las quejas.
Admisión de la instancia
Solicitud de informes
Una vez admitida la queja, ésta deberá ponerse en conocimiento de las autoridades presuntas
responsables, para que éstas rindan su informe sobre los actos, omisiones o resoluciones que
se les atribuyan en la queja; dicho informe lo tienen que presentar dentro del plazo máximo
de quince días naturales (o días calendario) por escrito o medios electrónicos. La CNDH podrá
requerir el informe antes mencionado en casos urgentes (tortura o tratos crueles) por
cualquier medio de comunicación electrónica.
Si se admite la queja y no plantea una violación grave, la CNDH se pondrá en contacto con las
autoridades responsables para intentar lograr una conciliación entre los intereses de las
partes involucradas y supervisará el cumplimiento de la conciliación. La CNDH abrirá el caso
cuando no se haya cumplido el compromiso en un plazo de 90 días naturales. En este
supuesto, la CNDH dictará el acuerdo correspondiente en el plazo de 72 horas, siguientes al
mencionado con antelación, para ordenar las acciones que procedan para reparar al quejoso
o a la víctima.
En el informe que deberán remitir las autoridades responsables a la CNDH, se tendrá que
hacer constar los antecedentes del asunto, los fundamentos y motivaciones de los actos u
omisiones impugnados, si efectivamente éstos existieron, así como la información que
estimen necesarias para la documentación del asunto. La falta de rendición del informe o de
la documentación que la justifique, así como el retraso injustificado en su presentación,
genera responsabilidad administrativa y tendrá el efecto de que se presuman o tengan por
ciertos los hechos expuestos en la queja, salvo prueba en contrario.
Cuando para la resolución del asunto se requiera una investigación, el Visitador General
tendrá las siguientes facultades:
Las pruebas que presenten el quejoso y las autoridades señaladas como responsables, así
como las obtenidas por la CNDH durante la investigación, serán valoradas en su conjunto por
el Visitador General o adjunto que corresponda, de manera lógica, con base en el principio de
la experiencia y sin apartarse de la normatividad de la CNDH.
Proyecto de recomendación
Acuerdo de no responsabilidad
En el caso de que no se comprueben las violaciones a los derechos humanos, atribuidas a las
autoridades señaladas como responsables, la CNDH emitirá un acuerdo de no
responsabilidad.
Las recomendaciones
a) La autoridad o servidor público de que se trate deberá fundar, motivar y hacer pública
su negativa, y atender los llamados de la Cámara de Senadores o en sus recesos la
Comisión Permanente, a comparecer ante dichos órganos legislativos, a efecto de que
expliquen el motivo de su negativa.
b) La Comisión Nacional determinará, previa consulta con los órganos legislativos
referidos en el inciso anterior, en su caso, si la fundamentación y motivación
presentadas por la autoridad o servidor público que se hubiese negado a aceptar o
cumplir las recomendaciones emitidas, son suficientes, y hará saber dicha
circunstancia por escrito a la propia autoridad o servidor público y, en su caso, a sus
superiores jerárquicos, para los efectos del siguiente inciso.
c) Las autoridades o servidores públicos, a quienes se les hubiese notificado la
insuficiencia de la fundamentación y motivación de la negativa, informarán dentro de
los quince días hábiles siguientes a la notificación del escrito referido en el inciso que
antecede, si persisten o no en la posición de no aceptar o no cumplir la recomendación.
d) Si persiste la negativa, la Comisión Nacional podrá denunciar ante el Ministerio Público
o la autoridad administrativa que corresponda a los servidores públicos señalados en
la recomendación como responsables.
Las recomendaciones serán notificadas a los quejosos por correo certificado dentro de los
siguientes seis días a aquél en que la suscriba el presidente de la Comisión Nacional.
Aceptación de la recomendación
Al concluir el plazo sin que la autoridad o servidor público al cual se le dirigió la recomendación
realice manifestación alguna, ésta se tendrá por no aceptada.
Se entiende que la autoridad o servidor público que haya aceptado una recomendación
asume el compromiso de dar a ella su total cumplimiento.
Las visitadurías generales que conocieron del asunto, a través de sus directores generales,
directores de área y visitadores adjuntos, darán seguimiento a las recomendaciones y
reportarán al presidente de la Comisión Nacional el estado de las mismas de acuerdo con los
siguientes supuestos:
I. Recomendaciones no aceptadas;
II. Recomendaciones aceptadas, con pruebas de cumplimiento total;
III. Recomendaciones aceptadas, con pruebas de cumplimiento parcial;
IV. Recomendaciones aceptadas, sin pruebas de cumplimiento;
V. Recomendaciones aceptadas, con cumplimiento insatisfactorio;
VI. Recomendaciones aceptadas, en tiempo para presentar pruebas de cumplimiento;
VII. Recomendaciones en tiempo de ser contestadas, y
VIII. Recomendaciones aceptadas, cuyo cumplimiento reviste características peculiares.
RECOMENDACIONES GENERALES
La Comisión Nacional también podrá emitir recomendaciones generales a las diversas
autoridades del país, a fin de que se promuevan las modificaciones de disposiciones
normativas y prácticas administrativas que constituyan o propicien violaciones a los derechos
humanos. Estas recomendaciones se elaborarán de manera similar que las particulares y se
fundamentarán en los estudios realizados por la propia Comisión Nacional a través de las
visitadurías generales, previo acuerdo del presidente de la Comisión Nacional. Antes de su
emisión, estas recomendaciones se harán del conocimiento del Consejo Consultivo para su
análisis y aprobación.
1. Antecedentes;
2. Situación y fundamentación jurídica;
3. Observaciones, y
4. Recomendaciones.
Introducción
En ese módulo se brindas elementos reconocer al paciente como persona que goza
plenamente del derecho a la salud, con sus consecuentes deberes, así como los derechos,
deberes y responsabilidades asociados al personal que brinda el servicio de salud. De esta
menara, se redimensiona la relación médico-paciente en el marco de un movimiento nacional
e internacional que se esfuerza por abrir caminos en favor del derecho a la salud y el
reconocimiento de la dignidad humana, elemento de vital consideración en los dilemas que
los avances científicos y tecnológicos han impuesto a la bioética como disciplina encargada de
su estudio.
Mary Robinson, cuando fungía como Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos afirmó que:
El derecho al grado máximo de salud que se pueda lograr (denominado “derecho a la salud”)
se consagró por primera vez en la Constitución de la Organización Mundial de la Salud
(1946) y más adelante se reiteró en la Declaración del Alma-Ata de 1978 y en la
Declaración Mundial de la Salud adoptada por la Asamblea Mundial de la Salud en 1998.
Ese derecho ha sido reafirmado en toda una serie de instrumentos internacionales y
regionales de derechos humanos.
El derecho al goce del grado máximo de salud que se pueda lograr, previsto en el derecho
internacional relativo a los derechos humanos, entraña la reivindicación de que mediante un
conjunto de mecanismos sociales -normas, instituciones, leyes y un entorno propicio-, se
puede garantizar de la mejor manera el disfrute de ese derecho. La interpretación más
autorizada del derecho a la salud es la que figura en el Artículo 12 del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1976) que ha sido ratificado por 160 países (al
mes de septiembre de 2011).
Sobre los grupos vulnerables y marginados de la sociedad recae una proporción desmedida
de problemas de salud. La discriminación explícita o implícita infringe uno de los principios
fundamentales de los derechos humanos y a menudo es la causa de la mala salud.
Por lo que respecta a la salud y la atención de salud, las razones por las que se prohíbe la
discriminación han evolucionado y actualmente, en resumen, está proscrita “toda
discriminación en lo referente al acceso a la atención de la salud y los factores determinantes
básicos de la salud, así como a los medios y derechos para conseguirlo, por motivos de raza,
color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o posición social,
situación económica, lugar de nacimiento, impedimentos físicos o mentales, estado de salud
(incluido el VIH/SIDA), orientación sexual y situación política, social o de otra índole que tengan
por objeto o por resultado la invalidación o el menoscabo de la igualdad del goce o el ejercicio
del derecho a la salud.”
Los gobiernos deciden libremente si pasan o no a ser partes en los tratados de derechos
humanos. Sin embargo, una vez que lo son, tienen la obligación de actuar de conformidad con
lo dispuesto en el instrumento correspondiente. Los tratados internacionales de derechos
humanos más importantes; esto es, el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales (PIDESC) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
(PIDCP), abordan en mayor profundidad los derechos establecidos en la Declaración
Universal de Derechos Humanos (DUDH) y establecen obligaciones legalmente vinculantes
para los gobiernos que los ratifican. A menudo se alude a ese conjunto de documentos como
la “Carta Internacional de Derechos Humanos”.
Sobre la base del principio de transparencia, los Estados tienen que presentar a los citados
órganos sus informes sobre los progresos realizados en la esfera correspondiente, y darles
una amplia difusión entre su población.
Así pues, los informes pueden desempeñar una importante función catalítica, esto es,
contribuir a que se entable un debate nacional sobre las cuestiones de derechos humanos,
alentar la participación de la sociedad civil y generalmente promover un proceso de
supervisión de las políticas gubernamentales por parte del público. Al término de su período
de sesiones el órgano de vigilancia formula observaciones finales, en las que incluye
recomendaciones sobe la manera en que el gobierno interesado puede mejorar la situación
de los derechos humanos en su territorio.
Las medidas destinadas a lograr la plena realización de los derechos deben ser deliberadas,
concretas y orientadas lo más claramente posible hacia la satisfacción de las obligaciones que
incumben a los gobiernos. En ese sentido, es preciso utilizar todos los medios oportunos, en
particular adoptar disposiciones legislativas, ofrecer recursos judiciales y tomar las medidas
administrativas, financieras, educativas, y sociales.
Ello no exige ni concluye que cualquier tipo específico de gobierno o de sistema económico
pueda ser utilizado como vehículo para la adopción de las medidas de que se trate.
A ese respecto, es importante distinguir, si un Estado Parte no puede o no quiere cumplir con
sus obligaciones. Durante el proceso relativo a la presentación de informes, los Estados Partes
y el Comité establecen indicadores y puntos de referencia nacionales para fijar objetivos
realistas para el siguiente período sobre el que se habrá de informar.
Los principios fundamentales que habría que aplicar en esos procesos podrían ser los
siguientes:
En términos generales, tener en cuenta los derechos humanos en las actividades de salud
pública puede resultar beneficioso en la medida que:
Se reconoce explícitamente el goce del grado máximo de salud que se pueda lograr
como un “derecho humano” (y no como un bien o producto concedido por caridad o
posición social).
Al seguir un enfoque basado en los derechos humanos para concebir, aplicar y evaluar
las políticas y programas de salud, se dispone de una herramienta que permite mejorar
los resultados sanitarios.
Se aplica una estrategia que “potencia” el papel de la salud, y en la que los grupos
vulnerables y marginados interesados tienen una participación valiosa y activa.
Se cuenta con un marco, un vocabulario y un tipo de orientación útiles para definir y
analizar los factores determinantes básicos de la salud para darles respuesta.
Se dispone de normas que sirven de referencia para evaluar los resultados obtenidos
por los gobiernos en materia de salud.
Los gobiernos asumen una gestión más responsable de las cuestiones sanitarias.
Este derecho en cuestión fue revisado por la Observación General 14 del Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas, comprende los siguientes
elementos esenciales:
El enfoque de integridad en los derechos humanos resulta de gran relevancia en relación con
el disfrute del nivel más alto de salud, dado que el ejercicio de este derecho humano es
determinante en el acceso a otros derechos, y a la vez es posible que se violen derechos civiles
y culturales relacionados con el acceso a la salud. La indivisibilidad e interdependencia de
los derechos humanos se manifiesta en la estrecha vinculación que existe entre el
derecho a la salud y el derecho humano a una alimentación adecuada, a un medio
ambiente sano, al acceso al trabajo y a condiciones adecuadas de trabajo, entre las que
se encuentran las relativas a la higiene y seguridad laborales.
El debido cumplimiento del derecho a la salud adquiere vital importancia en todo el ciclo de
vida de las mujeres, por su calidad de proveedoras tradicionales de salud en las familias y en
los sistemas público y privado de salud.
Sin lugar a duda, la atención a la salud en México representa un gran reto. La dinámica
demográfica y los cambios sociales, políticos y económicos requieren de un gran esfuerzo por
parte del sistema de salud para responder a las necesidades de la población en la materia.
Algunos derechos humanos no pueden ser objeto de restricciones bajo ningún concepto,
como el derecho a no ser torturado ni sometido a esclavitud, o el derecho a la libertad de
pensamiento, conciencia y religión. Las disposiciones en materia de limitación o derogación
previstas en los instrumentos internacionales de derechos humanos reconocen la necesidad
de limitar los derechos humanos en algunas ocasiones.
Los Estados a veces limitan el ejercicio de los derechos humanos alegando motivos de salud
pública, sin embargo se deben de reunir los cuatro criterios de los Principios de Siracusa sobre
las Disposiciones de Limitación y Derogación del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos:
Incluso en los casos en que se permita limitar los derechos para proteger la salud pública, esa
limitación debe tener una duración determinada y ser sometida a revisión.
Los derechos humanos proporcionan criterios con respecto a los cuales se pueden evaluar las
políticas y los programas sanitarios existentes y observar las diferencias en el trato dado a los
distintos grupos de personas, por ejemplo, en las manifestaciones, la frecuencia y la gravedad
de las enfermedades, así como la respuesta aportada por los gobiernos. Las normas y reglas
de derechos humanos también ofrecen una base sólida para que los sistemas de salud den
prioridad a las necesidades sanitarias de los grupos de población vulnerables o marginados.
Cuando se tienen en cuenta los derechos humanos, la atención no se centra en los promedios,
sino en los grupos de población de la sociedad que se consideran más vulnerables (por
ejemplo, los pueblos indígenas y tribales; los refugiados y los migrantes; las minorías étnicas,
religiosas, nacionales y raciales, etc.), y se hace hincapié en aquellos derechos concretos que
pueden contribuir a orientar la formulación de políticas y de programas sanitarios y los
procesos del sistema de salud (por ejemplo, el derecho de las personas a las que pueden
afectar las políticas, estrategias y normas sanitarias, a participar en el proceso en que se
adoptan las decisiones que les atañen).
1) Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su
familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la
asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los
seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de
pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su
voluntad.
La Convención Americana sobre Derechos Humanos (adoptado en San José, Costa Rica el
22 de noviembre de 1969) en su Artículo 26, establece la obligatoriedad de los Estados de
buscar su cumplimiento progresivo, y señala que es el Estado quien debe hacer uso del
máximo de sus recursos disponibles para garantizar el derecho a la protección de la salud.
1) Toda persona tiene derecho a la salud, entendida como el disfrute del más alto nivel
de bienestar físico, mental y social.
2) Con el fin de hacer efectivo el derecho a la salud los Estados Partes se comprometen a
reconocer a la salud como un bien público, particularmente a adoptar las siguientes
medidas para garantizar este derecho:
a. La atención primaria de la salud, entendiendo como tal la asistencia sanitaria
esencial puesta al alcance de todos los individuos y familiares de la comunidad;
b. La extensión de los beneficios de los servicios de salud a todos los individuos
sujetos a la jurisdicción del Estado;
c. La total inmunización contra las principales enfermedades infecciosas;
d. La prevención y tratamiento de las enfermedades endémicas, profesionales y
de otra índole;
e. La educación de la población sobre la prevención y tratamiento de los
problemas de salud, y
f. La satisfacción de las necesidades de salud de los grupos de más alto riesgo y
que por sus condiciones de pobreza sean más vulnerables.
El derecho a la salud está consagrado en el Artículo 4º constitucional, que establece que “Toda
persona tiene derecho a la protección de la salud”. Por su parte, la Ley General de Salud,
reglamentaria del citado Artículo constitucional, señala en el Artículo 2º, las finalidades del
derecho a la salud:
I. El bienestar físico y mental del hombre, para contribuir al ejercicio pleno de sus
capacidades;
II. La prolongación y mejoramiento de la calidad de la vida humana;
III. La protección y el acrecentamiento de los valores que coadyuven a la creación,
conservación y disfrute de condiciones de salud que contribuyan al desarrollo
social;
IV. La extensión de actitudes solidarias y responsables de la población en la
preservación, conservación, mejoramiento y restauración de la salud;
V. El disfrute de servicios de salud y de asistencia social que satisfagan eficaz y
oportunamente las necesidades de la población;
VI. El conocimiento para el adecuado aprovechamiento y utilización de los servicios de
salud, y
VII. El Desarrollo de la enseñanza y la investigación científica y tecnológica para la salud.
a) Carácter preventivo.
b) En materia de prestación de servicios médicos.
Por otra parte, las correspondientes leyes de salud locales, en su conjunto normativo, le dan
sentido práctico y operativo al derecho a la protección de la salud que consagra el Artículo 4º,
párrafo tercero, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y cuyas
directrices esenciales desarrolla la Ley General de Salud.
El personal de salud que labora en el Sector Salud tiene reconocidos ciertos derechos
conforme a la legislación nacional, las normas oficiales mexicanas y la carta de derechos de
los médicos.
Antecedentes
En esta carta se establecen los derechos de los médicos y en general del personal de salud.
Finalidad
Es indiscutible que toda profesión debe fundamentarse en una ética y la medicina desde sus
orígenes ha sido consistente con ello. La ética médica es la base para generar confianza en el
ejercicio de la medicina. Sin ella no es posible establecer, como todos lo sabemos, una
satisfactoria relación médico-paciente. La sociedad debe saber que los médicos responden a
una ética y que por tanto, aplicarán todo su conocimiento y experiencia para mantener y, en
su caso, recuperar la salud de los miembros integrantes del cuerpo social.
La deontología médica establece los deberes del personal de salud con un referente ético. Sin
embargo, las leyes, en la mayoría de las veces con contenido ético, establecen tanto los
deberes como las sanciones por la no observancia de las mismas.
El deber o la obligación es la conducta que de acuerdo con la ley, se debe hacer u omitir.
Mal praxis
Por consecuencia, la conducta del profesional de la salud, no acorde con la lex artis, da lugar
a lo que comúnmente se denomina malpraxis. Desde el punto de vista jurídico-volitivo se ha
considerado que la malpraxis deviene por dolo o culpa.
En el contexto del acto médico, la culpa “se singulariza como una falta, como un defecto de la
conducta o de la voluntad del intelecto; una desatención o un descuido, la carencia de los
conocimientos científico necesarios para el caso, o de la técnica aplicable. Estas limitaciones
evidencian que no se previó lo que era previsible o se le previó, pero no se observó la conducta
para evitarlo.
Por otra parte, resulta conveniente acotar que normalmente la mal praxis comprende el
concepto “iatrogenia” por lo que es oportuno abordar las características que conceptualizan
este término; así, la “iatrogenia”, que siguiendo la etimología del término, nos conduce a una
significación que vendría a empañar, más que aclarar el manejo del vocablo, en el campo de
la ciencia médica se refiere a “toda alteración del estado del paciente producida por el
médico”.
Los medicamentos o fármacos prescritos, que pueden ser contraindicados y por tanto
afectar la salud del paciente,
La actividad quirúrgica y la utilización inadecuada de material de curación o
instrumental médico, y
El menosprecio de la información proporcionada por el paciente.
a) Error
La medicina es una ciencia en constante evolución y, sobre todo, porque aun cuando
se conozcan las causas de las enfermedades, es decir, la etiología de las patologías,
siempre existirá el factor de reacción individual de cada enfermo, infinitamente
variable e imposible de ajustar a normas homogéneas de atención.
En México, como en el resto de los países occidentales, los casos más graves de mal
praxis son aquéllos en los que no se ha empleado la terapéutica adecuada a
consecuencia de un diagnóstico erróneo. El buen médico se revela por el diagnóstico,
siendo la parte más importante de la medicina, pues de éste depende el tratamiento
que deberá seguirse y, por tanto, la recuperación o deterioro en la salud del paciente.
Suele también denominarse error por ignorancia y tiene lugar cuando el médico emite
un diagnóstico equívoco, respecto de una enfermedad con síntomas patognomónicos,
provocado por el desconocimiento de elementos que debía saber. Se entienden por
síntomas patognomónicos aquéllos que son reveladores del mal en cuanto son
exclusivos de una sola afección; en otros términos, estas enfermedades tienen
características propias e inconfundibles, que por sí solas determinan su diagnóstico.
En estos casos el error es grave, pudiendo asimilarse a ignorancia, que es inexcusable,
Para estimar que un médico incurre en este tipo de error, se deberá considerar que se
compromete la responsabilidad desde el momento en que no lo habría cometido uno
prudente, situado en igualdad de condiciones. Con objeto de evitar incurrir en el error,
se debe verificar la exactitud del diagnóstico, utilizando para ello todos los medios al
alcance para efectuar un buen pronóstico, toda vez que la omisión de uno o más
exámenes puede inducir a equivocaciones en el diagnóstico y, consecuentemente en
el tratamiento o demoras inútiles, así como su cuidadosa interpretación.
Actúa en forma negligente, luego, el médico que no delega en un especialista los casos
que trascienden a su competencia e incurre, por ese hecho, en un error de diagnóstico.
Este deber de referencia al especialista no puede ser interpretado con un criterio
absoluto que deje de lado las urgencias y, en general, las vicisitudes que rodean a la
actividad médica.
e) Impericia
f) Imprudencia
La culpa por imprudencia consiste en no obrar con la debida precaución que la ciencia
médica hace aconsejable para evitar el riesgo a que puede llevar el acto médico
ejecutado sin mayor reflexión. Así, se caracteriza esta forma de daño por la omisión de
la debida precaución.
g) Negligencia
Responsabilidad Profesional
Responsabilidad penal
El código penal establece, en el segundo párrafo del Artículo 9, que “obra culposamente el que
produce el resultado típico, que no previó, siendo previsible, o previo confiando en que no se
produciría, en virtud de la violación a un deber de cuidado, que debía y podía observar según
las circunstancias y condiciones personales.
En delitos específicos que generalmente se agrupan en el capítulo de "Delitos cometidos por
servidores públicos”.
Responsabilidad civil
Artículo 1910 Código Civil Federal: El que obrando ilícitamente o contra las buenas costumbres
cause daño a otro, está obligado a repararlo, a menos que demuestre que el daño se produjo
como consecuencia de culpa o negligencia inexcusable de la víctima.
Responden los profesionales contractualmente, por negligencia, impericia o dolo 2615 Código
Civil (obligaciones de dar).
Responsabilidad objetiva 1913 del Código Civil Federal: Cuando por el uso de sustancias,
instrumentos o aparatos peligrosos por sí mismos se cause daño, se está obligado a repararlo.
Artículo 495 Ley Federal del Trabajo. Si el riesgo produce al trabajador una
incapacidad permanente total, la indemnización consistirá en una cantidad equivalente
al importe de mil noventa y cinco días de salario.
Artículo 500 Ley Federal del Trabajo. Cuando el riesgo traiga como consecuencia la
muerte del trabajador, la indemnización comprenderá: I. Dos meses de salario por
concepto de gastos funerarios; y II. El pago de la cantidad que fija el Artículo 502.
Artículo 502 Ley Federal del Trabajo. En caso de muerte del trabajador, la
indemnización que corresponda a las personas a que se refiere el artículo anterior será
Asimismo, en materia civil la víctima puede demandar la reparación por daño moral.
Artículo 1916 Código Civil Federal. Por daño moral se entiende la afectación que una
persona sufre en sus sentimientos, afectos, creencias, decoro, honor, reputación, vida
privada, configuración y aspecto físicos, o bien en la consideración que de sí misma
tienen los demás. Se presumirá que hubo daño moral cuando se vulnere o menoscabe
ilegítimamente la libertad o la integridad física o psíquica de las personas.
Artículo 1916 Bis Código Civil Federal. En todo caso, quien demande la reparación
del daño moral por responsabilidad contractual o extracontractual deberá acreditar
plenamente la ilicitud de la conducta del demandado y el daño que directamente le
hubiere causado tal conducta.
Cuando un hecho u omisión ilícitos produzcan un daño moral, el responsable del mismo
tendrá la obligación de repararlo mediante una indemnización en dinero, con independencia
de que se haya causado daño material, tanto en responsabilidad contractual como
extracontractual. Igual obligación de reparar el daño moral tendrá quien incurra en
responsabilidad objetiva conforme al Artículo 1913, así como el Estado y sus servidores
públicos, conforme a los Artículos 1927 y 1928, todos ellos del Código Civil.
Responsabilidad administrativa
En las leyes de responsabilidades de los Servidores Públicos, se establecen las conductas que
se consideran ilícitas, los procedimientos, las sanciones y el órgano de control que deberá
conocer.
Por otra parte, el Artículo 8 de la misma ley establece un catálogo de deberes que debe de
cumplir cualquier servidor público.
En la Carta de los Derechos Generales de los Pacientes se enumeran los derechos de toda
persona y familiares que recibe una atención médica así como otros servicios de las
instituciones del sector salud.
La paciente o el paciente tiene derecho a que la atención médica se le otorgue por personal
preparado de acuerdo a las necesidades de su estado de salud y a las circunstancias en que
se brinda la atención; así como a ser informado cuando requiera referencia a otro médico (Ley
General de Salud, Artículos 51 y 89. Reglamento de la Ley General de Salud en materia de
Prestación de Servicios de Atención Médica, Artículos 21 y 48.)
El paciente tiene derecho a que el médico, la enfermera y el personal que le brinden atención
médica, se identifiquen y le otorguen un trato digno, con respeto a sus convicciones
personales y morales, principalmente las relacionadas con sus condiciones socioculturales, de
género, de pudor y a su intimidad, cualquiera que sea el padecimiento que presente, y se haga
extensivo a los familiares o acompañantes (Ley General de Salud, Artículos 51 y 83.
Reglamento de la Ley General de Salud en materia de Prestación de Servicios de Atención
Médica, Artículos 25 y 48).
El paciente, o en su caso el responsable, tienen derecho a que el médico tratante les brinde
información completa sobre el diagnóstico, pronóstico y tratamiento; se exprese siempre en
forma clara y comprensible; se brinde información con oportunidad con el fin de favorecer el
conocimiento pleno del estado de salud del paciente y sea siempre veraz, ajustada a la
realidad (Reglamento de la Ley General de Salud en materia de Prestación de Servicios de
Atención Médica, Arts. 29 y 30, NOM 168 SSA1-1998, del expediente clínico, numeral 5.5).
Lo anterior incluye las situaciones en las cuales el paciente decida participar en estudios de
investigación o en el caso de donación de órganos (Ley General de Salud, Arts. 100, frac. IV,
320 y 321. Reglamento de la Ley General de Salud en materia de Prestación de Servicios de
Atención Médica, Artículos 80 y 81. NOM-168-SSA1-1998 del Expediente Clínico, numeral 4.2 y
10.1.1).
El paciente, o en su caso el responsable, en los supuestos que así lo señale la normativa, tiene
derecho a expresar su consentimiento, siempre por escrito, cuando acepte sujetarse con fines
de diagnóstico o terapéuticos, a procedimientos que impliquen un riesgo, para lo cual deberá
ser informado en forma amplia y completa en qué consisten, de los beneficios que se esperan,
así como de las complicaciones o eventos negativos que pudieran presentarse a consecuencia
del acto médico.
El paciente tiene derecho a que toda la información que exprese a su médico, se maneje con
estricta confidencialidad y no se divulgue más que con la autorización expresa de su parte,
incluso la que derive de un estudio de investigación al cual se haya sujetado de manera
voluntaria; lo cual no limita la obligación del médico de informar a la autoridad en los casos
previstos por la ley (NOM 168-SSA1-1998 del Expediente Clínico, numeral 5.6 Ley
El paciente tiene derecho a recibir por escrito la información necesaria para obtener una
segunda opinión sobre el diagnóstico, pronóstico o tratamiento relacionados con su estado
de salud (Reglamento de la Ley General de Salud en materia de Prestación de Servicios de
Atención Médica, Arts. 29 y 30, NOM 168-SSA1-1998 del Expediente Clínico, numerales 4.9 y
5.5).
Cuando está en peligro la vida, un órgano o una función, el paciente tiene derecho a recibir
atención de urgencia por un médico, en cualquier establecimiento de salud, sea público o
privado, con el propósito de estabilizar sus condiciones (Ley General de Salud, Artículos 55.
Reglamento de la Ley General de Salud en materia de Prestación de Servicios de Atención
Médica, Artículos 71 y 73).
El paciente tiene derecho a que el conjunto de los datos relacionados con la atención médica
que reciba sean asentados en forma veraz, clara, precisa, legible y completa en un expediente
que deberá cumplir con la normativa aplicable y cuando lo solicite, obtener por escrito un
resumen clínico veraz de acuerdo al fin requerido (Reglamento de la Ley General de Salud en
materia de Prestación de Servicios de Atención Médica, Artículo 32. NOM 168-SSA1-1998 del
Expediente Clínico, numeral).
El paciente tiene derecho a ser escuchado y recibir respuesta por la instancia correspondiente
cuando se inconforme por la atención médica recibida de servidores públicos o privados.
Así mismo tiene derecho a disponer de vías alternas a las judiciales para tratar de resolver un
conflicto con el personal de salud (Ley General de Salud, Artículo 54. Reglamento de la Ley
General de Salud en materia de Prestación de Servicios de Atención Médica, Artículos 19, 51 y
52. Decreto de Creación de la Comisión Nacional de Arbitraje Médico, Artículos 1, 2, 3 y 4).
Mientras que la palabra bioética es un neologismo acuñado en 1971 por el oncólogo Van
Rensselaer Potter (en su libro Bioethics: bridge to the future), en el que este autor englobaba
la "disciplina que combina el conocimiento biológico con el de los valores humanos".
En la actualidad abarca no sólo los aspectos tradicionales de la ética médica, sino que incluye
la ética ambiental, con los debates sobre los derechos de las futuras generaciones, desarrollo
sostenible, etc. (De hecho, el libro de Potter trataba las cuestiones éticas en relación al medio
ambiente con perspectivas evolutivas, pero posteriormente el término bioética se ha usado
sobre todo para referirse a la nueva ética médica y a la ética de los nuevos avances en
biomedicina).
Pero ¿qué acontecimientos intervinieron en este nacimiento de la moderna bioética? Hoy está
claro que un factor determinante fue el surgimiento de una serie de "paradojas" creadas por
el propio avance de la medicina y la tendencia a extender las prestaciones sanitarias:
En 1972 se divulga el llamado "caso Tuskegee", un estudio hasta entonces secreto, en el que
400 pacientes habían dejado de ser tratados contra la sífilis (a pesar de que ya existían
tratamientos eficaces) con objeto de estudiar la evolución "natural" de la enfermedad. El
congreso de los EE.UU. establece la "Comisión Nacional para la Protección de los sujetos
humanos en el campo de las Ciencias Biomédicas y del Comportamiento".
En 1978 esta Comisión publica el llamado "Informe Belmont", con directrices para la
protección de los individuos que participen como sujetos de experimentación en Biomedicina,
basados en los principios de autonomía, beneficencia y justicia.
A partir de 1967, con los primeros trasplantes de corazón, se plantea el problema de cómo
definir la muerte clínica. En 1968 la facultad de medicina de la Universidad de Harvard
publica un artículo donde plantea el nuevo criterio basado en la muerte cerebral.
A su vez esto conectaba con algunos dramáticos casos de coma irreversible, lo que animó el
debate sobre la eutanasia y el "derecho a la propia muerte". En 1975 Karen Ann Quinlan
entra en coma irreversible y queda en estado vegetativo persistente. Los padres piden que
la desconecten del respirador artificial para que pueda morir en paz. Tras una denegación
judicial, hay un recurso, en el que el Tribunal Supremo de Nueva Jersey autoriza la
desconexión sobre la base del "derecho a una muerte digna y en paz". Se reconocía por
primera vez que la propia tecnología de soporte vital planteaba la cuestión sobre la eticidad o
no de mantener en estado vegetativo a individuos que nunca volverían a tener una vida
consciente.
David Vetter nació con inmunodeficiencia severa combinada (SCID). Se trataba de una enfermedad
genética, muy poco frecuente, que se parece al sida. Los niños que la padecen nacen
aparentemente bien, pero en unos meses desaparecen de su sangre los anticuerpos protectores
que su madre les había proporcionado durante la gestación y su salud se deteriora rápidamente.
Su sistema inmune no puede elaborar de manera adecuada linfocitos, que se encargan de destruir
los agentes extraños que invaden nuestro organismo, y los niños acababan muriendo en meses o
en pocos años. Puesto que el problema genético de David suponía un defecto en la elaboración
de células T y B y estas células se producen en la médula ósea, los doctores decidieron aplicarle
un tratamiento innovador: destruir la médula de David —con fármacos y radiación— y sustituirla
con células de un donador sano, su hermana Katherine. Si el tratamiento funcionaba, David podría,
Uno de los factores principales en la transición hacia la bioética fue la crisis del concepto
paternalista de beneficencia médica heredado de la tradición hipocrática. El médico ya no puede
imponerse, ni siquiera benevolentemente, al paciente, sino que éste ha de ser informado, para
que pueda ejercer sus irrenunciables derechos de autonomía y pueda conceder el consentimiento
a los tratamientos.
La universalización de los servicios sanitarios en gran parte de los países occidentales ha obligado
a plantearse cómo financiar y distribuir equitativamente unos recursos limitados, y cómo regular
el acceso a distintas tecnologías por parte de los ciudadanos. ¿Cómo se atienden las necesidades
básicas sanitarias de todos los pacientes? Pero ¿qué son necesidades básicas? ¿Cómo se diferencia
entre lo necesario y lo accesorio?
En los años recientes, los avances en Genética y el desarrollo del Proyecto Genoma Humano,
en conjunción con las tecnologías reproductivas, están ampliando aún más el campo de la Bioética,
obligando a buscar respuestas a retos nuevos:
Cuestiones sobre reproducción humana asistida. Estatuto ético del embrión y del feto.
¿Existe un derecho individual a procrear?
Sondeos genéticos y sus posibles aplicaciones discriminatorias: derechos a la intimidad
genética y a no saber predisposiciones a enfermedades incurables.
Modificación genética de la línea germinal: ¿es moral "mejorar" la naturaleza humana?
Clonación y el concepto de singularidad individual; derechos a no ser producto del diseño
de otros.
Cuestiones derivadas de la mercantilización de la vida (por ejemplo: patentes
biotecnológicas).
Desde 1997 las discusiones o estudios sobre temas de reproducción asistida, trasplante de
órganos, genética, filiación y paternidad, entre otros, tomen como referente la clonación de
Dolly, acontecimiento que se constituye como el parte aguas de la investigación biomolecular
del siglo pasado. Aunque a primera vista, la oveja pareció impactar solamente al campo de la
experimentación animal, al percatarse del posible traslado de esta técnica a la
experimentación humana, los científicos, juristas, filósofos y bioeticistas, empezaron a prever
Con Dolly se comprobó que el Ácido Desoxirribonucleico (ADN) de las células somáticas de
mamíferos, aun decantada la diferenciación, no sufre modificaciones genéticas irreversibles
que las incapacite para desarrollar un adulto a término. Dentro de estos dos aspectos
señalados se enraíza el quid de las células troncales, que para entenderlo mejor, es pertinente
remontarse a los acontecimientos sucedidos después de Dolly: Gran parte de lo que hoy en
día sabemos sobre las células troncales proviene de los experimentos pioneros realizados a
cabo con ratones desde hace más de 20 años, de los que se han tomado las células
embrionales pluripotentes para efectuar cultivos celulares en el laboratorio. Pero en 1998 se
dieron a conocer, simultáneamente, los primeros experimentos con células troncales
humanas, los cuales fueron llevados a cabo, de forma separada e independiente, por dos
grupos liderados por los científicos norteamericanos Thomson y Gearhart, respectivamente.
James A. Thomson del Centro de Investigación Regional sobre Primates de la Universidad de
Wisconsin, utilizó células troncales embrionarias de embriones humanos congelados o recién
fertilizados y, publicó en la revista Science, el 6 de noviembre de 1998, los resultados de su equipo
en el artículo intitulado “Embryonic stem cell lines derived from human blastocysts” [Líneas celulares
troncales embrionarias derivadas de blastocitos humanos]. John D. Gearhart de la Facultad de
Medicina de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, tomó como punto de partida células
fetales, publicando sus hallazgos en el artículo “Derivation of pluripotent stem cells from cultured
human primordial germ cells” [Obtención de células troncales pluripotentes a partir de cultivos del
primordio germinal humano], aparecido en la revista Proceedings of the Nacional Academy of
Sciences USA, también en el mes de noviembre.
1
Roslin Institute Edinburgh. “Briefing notes on Dolly”. http://www.roslin.ac.uk/public/12-12-97bn.html Citado por
Garbiñe Saruwatari Zavala.
2
Óp. Cit. P. 142
Concepto de bioética
Principios de la bioética
Mc Farlane Burnet, premio Nobel de medicina en 1952 expresó: "El propósito de la medicina
en el más amplio de los sentidos, es proporcionar a cada ser humano, desde el momento de
su concepción hasta su muerte, salud, en toda su magnitud y la expectativa de vida que le
permitan su constitución genética y los accidentes implicados en el vivir" y en consecuencia
con este magnífico planteamiento la Bioética ha de hacer lo posible por respetar
escrupulosamente y, al mismo tiempo, la autonomía, la beneficencia y la justicia del individuo.
Está obligada a ello aunque en la práctica resulte muy difícil y a veces rigurosamente
imposible. Ella obliga a extremar las precauciones y fundamentar del modo más estricto los
posibles criterios de decisión con independencia de la urgencia de los problemas concretos y
cotidianos.
El problema es que hasta hace poco, el médico podía imponer su propia manera de hacer el
bien sin contar con el consentimiento del paciente (modelo paternalista de relación médico-
paciente).
Actualmente este principio viene matizado por el respeto a la autonomía del paciente, a sus
valores, cosmovisiones y deseos. No es lícito imponer a otro nuestra propia idea del bien.
No se puede buscar hacer un bien a costa de originar daños: por ejemplo, el "bien" de la
experimentación en humanos (para hacer avanzar la medicina) no se puede hacer sin contar
con el consentimiento de los sujetos, y menos sometiéndolos a riesgos desmedidos o
infligiéndoles daños.
Como dice Hans Jonas (1997 edición española), aunque la humanidad tiene un interés en el
avance de la ciencia, nadie puede imponer a otros que se sacrifiquen para tal fin. Matizado de
esta manera, el principio de beneficencia apoya el concepto de innovar y experimentar para
lograr beneficios futuros para la humanidad, y el de ayudar a otros (especialmente a los más
desprotegidos) a alcanzar mayores cotas de bienestar, salud, cultura, etc., según sus propios
intereses y valores.
También se puede usar este principio (junto con el de justicia) para reforzar la obligación moral
de transferir tecnologías a países desfavorecidos con objeto de salvar vidas humanas y
satisfacer sus necesidades básicas.
Este principio envuelve acciones de tipo positivo: prevenir o eliminar el daño y promover el
bien, procurando el mayor beneficio posible y limitando al máximo el riesgo (es necesario
aclarar que este principio no puede dejar de lado lo que el afectado entienda por beneficioso).
Pero se trata más bien de un continuo, de manera que no hay una separación tajante entre
uno y otro principio.
Principio de no maleficencia
Este principio ya se formuló en la medicina hipocrática: Primum non nocere, es decir, ante todo,
“no hacer daño al paciente”.
Se puede definir como la obligación de respetar los valores y opciones personales de cada
individuo en aquellas decisiones básicas que le atañen vitalmente.
Supone el derecho incluso a equivocarse a la hora de hacer uno mismo su propia elección. De
aquí se deriva el consentimiento libre e informado de la ética médica actual.
Ser respetado como persona autónoma significa, en primer lugar, reconocer el derecho de las
personas a tener su propio punto de vista, a elegir y a realizar acciones basadas en los valores
y creencias personales. Pero implica también tratar a los agentes de manera tal que se les
permita e incluso se les facilite actuar autónomamente. Sin embargo, la autonomía no es el
principio supremo (no funciona como una especie de principio “triunfo”), sino “un principio
moral en un sistema de principios”. Algo importante es señalar que en principio y mientras no
se demuestre lo contrario, toda persona es capaz de tomar decisiones sobre aquello que
afecte su vida.
Principio de justicia
Que los diagnósticos, tratamientos, medicamentos e insumos sean accesibles a todos los
pacientes en igualdad y equidad.
El principio de justicia y no discriminación (por raza, sexo, color, idioma, preferencia sexual,
etc.) en sentido formal significa que una persona no puede ser tratada de manera distinta que
otra, salvo que entre ambas se dé alguna diferencia relevante. Pero existen diversas teorías
de la justicia que interpretan de manera distinta los criterios materiales (sin los cuales aquel
principio es vacío).
Concretamente, los autores consideran que hay tres grandes tipos de teoría: las igualitaristas,
que hacen hincapié en el igual acceso a los bienes que toda persona racional desea; las
liberales, que destacan los derechos a la libertad social y económica; y las utilitaristas, que
Su idea viene a ser que estos cuatro principios no tienen el mismo rango, precisamente
porque su fundamentación es distinta: “La no-maleficencia y la justicia se diferencian de la
autonomía y la beneficencia en que obligan con independencia de la opinión y la voluntad de
las personas implicadas, y por tanto, tienen un rango superior a los otros dos”. Entre unos y
otros hay la diferencia que va entre el bien común y el bien particular. Por eso, añade Gracia,
los primeros configuran una “ética de mínimos y los segundos una ética de máximos”.
“A los mínimos morales se nos puede obligar desde fuera, en tanto que la ética de máximos
depende siempre del propio sistema de valores es decir, del propio ideal de perfección y
felicidad que nos hayamos marcado. Una es la ética del “deber” y la otra la ética de la
“felicidad”. También cabe decir que el primer nivel (el configurado por los principios de no
maleficencia y justicia) es el propio de lo “correcto” o (incorrecto), en tanto que el segundo (el
de los principios de autonomía y beneficencia) es el propio de lo “bueno” (o malo). Por eso, el
primero se corresponde con el derecho, y el segundo es el específico de la moral.
El fundamento de esa jerarquización (el hecho de que unos obligan con independencia de la
opinión y la voluntad de los implicados) parece envolver una suerte de petición de principio:
si se acepta el criterio, entonces, obviamente la autonomía ha de tener un rango subordinado,
pero lo que no se ve es por qué ha de ser ése el criterio de la jerarquía; esto es, queda sin
fundamentar por qué la opinión y la voluntad de los implicados – o sea, la autonomía – ha de
subordinarse a alguna otra cosa, a algún otro valor.”
Por otro lado, Gracia entiende que los principios del primer nivel “son expresión del principio
general de que todos los hombres somos básicamente iguales y merecemos igual
consideración y respeto”; pero si se acepta esto, no se entiende muy bien por qué la opinión
“Finalmente, la distinción entre esos dos niveles presupone dos ideas que no parecen
aceptables. Una es la tesis (no afirmada, explícitamente por Gracia, pero implícita en su
planteamiento) de que causar un daño a una persona es moralmente peor que no hacerle un
bien (por ejemplo, que matar es peor que dejar morir); esto es lo que parece estar en el fondo
de la prioridad que él atribuye al principio de no maleficencia sobre el de beneficencia, a pesar
de que se esfuerza (pero en este punto su exposición no parece del todo clara) por no
presentar estos dos últimos principios como el reverso y el anverso de una misma realidad,
sino como “una diferencia, entre el bien común y el bien particular”.
Pareciera que con lo antes expuesto se da una vuelta a la deontología médica tradicional, o
sea, la concepción de la ética médica y, por extensión, de la bioética como un código único de
preceptos y obligaciones aplicados según procedimientos burocráticos y respaldados
coactivamente.”
Es importante introducir algunas aclaraciones sobre cómo pueden plantearse las relaciones
entre el derecho y la bioética, y en qué consiste la aplicación de las normas jurídicas que llevan
a cabo los jueces y tribunales.
Aunque pueda considerarse que el derecho configura un mínimo ético, esto no quiere decir
que la moral empieza donde el derecho termina. Sin duda, esta última afirmación contiene
una idea ampliamente aceptada en nuestras sociedades (aunque bastante menos clara de lo
que parece a primera vista): la de que el derecho o, al menos, el derecho penal debe
abstenerse de regular –de prohibir- conductas que sólo tienen que ver con las opiniones
morales de los individuos; dicho de otra forma, que el derecho debe permanecer neutral
frente al pluralismo moral: no debe tratar de imponer un determinado código moral frente a
los demás; o como escribió John Stuart Mill:
“El único fin por el cual es justificable que la humanidad, individual o colectivamente,
se entremeta en la libertad de acción de un o cualquiera de sus miembros, es la
propia protección. (…) la única finalidad por la cual el poder puede, con pleno
derecho, ser ejercido sobre un miembro de una comunidad civilizada contra su
voluntad, es evitar que perjudique a los demás”.
Ahora bien, no hay ninguna contradicción en aceptar lo anterior y entender, al mismo tiempo,
que en un importante sentido, el derecho empieza donde termina la moral; esto es, que sin
una regulación detallada (legalista) unas instancias encargadas de aplicar las anteriores
normas a los casos concretos (los jueces) y el respaldo de la fuerza física para asegurar el
cumplimiento de esas decisiones (la coacción estatal), la moral (cualquier moral, incluida,
“Sólo la ley puede decirnos cuándo y en qué condiciones puede practicarse un aborto
o realizarse un trasplante de órganos. La fecundación artificial y sus consecuencias
jurídicas: filiación y herencia es también de la incumbencia del legislador. El
internamiento psiquiátrico imperativo, la vacunación obligatoria, las condiciones de
experimentación con humanos, la aceptación general de lo que se considera muerte
biológica, son entre otros, exponentes de campos para los que es inexcusable el
pronunciamiento de la ley.
La propuesta de legislar la ética se refiere, sin embargo, a otro aspecto de la cuestión. No tiene
que ver propiamente con lo que cabría llamar la conexión “material” entre el derecho y la
bioética, sino más bien con una conexión de tipo “metodológico”. Hay un tipo de conflicto
jurídico cuya resolución consiste justamente en “ponderar” principios contrapuestos y que,
para tratar con esos casos, se ha ido desarrollando una cierta metodología que podría resultar
de utilidad también para la aplicación a los casos concretos de los principios de la bioética.
La ética tiene la característica de ser única, en el sentido de que son los mismos principios
éticos los que rigen en cualquier ámbito de lo humano. Esto excluye que exista, por ejemplo,
una ética peculiar de la esfera de la política y contrapuesta a la que ordena la vida privada. En
relación con la medicina –o con la biología- ocurre lo mismo: los principios éticos que aquí
rigen no pueden ser otros que los principios generales de la ética, que adquieren una especial
modulación –como ocurre en el caso de la política- de acuerdo con ciertas características
típicas de esas esferas de actividad.
1. Principio de autonomía. Cada individuo tiene derecho a decidir sobre aquello que le
afecta (aquí, en particular, sobre su vida y salud).
2. Principio de Dignidad. Ningún ser humano puede ser tratado como un simple medio.
3. Principio de Universalidad (o de igualdad). Quienes están en las mismas condiciones
deben ser tratados de manera igual.
4. Principio de información. Todos los individuos tienen derecho a saber lo que les afecta
(aquí, lo que afecta a su salud).
Estos cuatro principios –y así formulados- es probablemente todo lo que necesitamos para
resolver lo que podemos llamar –recurriendo a terminología jurídica- casos fáciles. Así,
aceptamos sin más que es el paciente, y no el médico, quien tiene que decidir si se lleva a cabo
o no una intervención que comporta determinados riesgos; rechazamos que a una persona
pueda usársele como simple conejillo de Indias (lo que, por cierto no implica asumir que con
los conejos –sean o no de Indias- quepa hacer cualquier cosa); aceptamos también que nadie
puede estar excluido de los servicios de salud; y exigimos que cualquier persona que vaya a
participar en un ensayo clínico sea debidamente informada al respecto.
Pero hay también otros casos, los casos difíciles, en los que esos principios parecen resultar
insuficientes. Por ejemplo, ¿qué hacer cuando la persona afectada no puede tomar decisiones
sobre su vida o sobre su salud por su corta edad, por padecer ciertas insuficiencias de tipo
psíquico o porque está en estado de inconsciencia? ¿Y no es el trasplante de órganos un caso
en que parece usarse a un ser humano como un medio? La realización prácticamente de
cualquier ensayo clínico, ¿no presupone que, de alguna forma, unos enfermos –los que
integran el grupo de control- vayan a recibir un mejor trato que el grupo experimental y que
el resto de los enfermos que no participan en el ensayo?
Y si todos tenemos derecho a conocer lo que afecta a nuestra salud, ¿significa esto que el
médico tiene siempre la obligación de decirnos todo?
Si bien se mira, las insuficiencias de los anteriores principios para contestar a estas cuestiones
no derivan de que consideremos que hay casos en que no se pueden respetar esos principios.
Si hiciéramos lo mismo en relación con los otros tres principios de dignidad, universalidad e
información, descubriríamos otros tantos principios, respectivamente, principio de
utilitarismo restringido, de la diferencia y del secreto.
Estos últimos podrían considerarse principios secundarios (los otros serían primarios), pues
derivan de los anteriores, en el sentido de que su fundamento son las ideas de autonomía,
dignidad, igualdad e información; parece también por ello plausible establecer en el discurso
práctico –por ejemplo, en su utilización en un comité de ética –una cierta prioridad en favor
de los primeros, que podría adoptar la forma de una regla de carga de la argumentación:
quien pretenda utilizar, para la resolución de un caso, uno de estos últimos principios (por
ejemplo, el de paternalismo frente al de autonomía, etc.) asume la carga de la prueba, en el
sentido de que es él quien tiene que probar que, efectivamente se dan las circunstancias de
aplicación de ese principio. De acuerdo con lo que, constituirán esos conjuntos de
circunstancias, la formulación de los nuevos principios podría ser:
I. De paternalismo justificado. Es ilícito tomar una decisión que afecta a la vida o salud
de otro si: a) este último está en una situación de incompetencia básica; b) la medida
supone un beneficio objetivo para él, y c) se puede presumir racionalmente que
consentiría si cesara la situación de incompetencia.
IV. Del secreto. Es lícito ocultar a una persona informaciones que afectan a su salud, si con
ello: a) se respeta su personalidad, o b) se hace posible una investigación a la que ha
prestado consentimiento.
Si ahora volvemos la mirada hacia el derecho (que, al fin y al cabo, no pretende otra cosa que hacer
posible la solución de problemas prácticos desarrollando – o al menos, sin conculcar- los principios
de la moral), convendremos seguramente en que hay dos vías, no necesariamente alternativas,
para llevar a cabo esta operación, esto es, el paso de los principios a las reglas: la vía legislativa y
la judicial.
La primera tiene indudables ventajas (que se incrementan cuando los órganos que establecen las
reglas poseen una legitimidad indiscutida –por ejemplo, por su origen democrático- que podría
faltar en los jueces), pero también algunos inconvenientes.
En particular, no parece que éste sea el procedimiento –o el único procedimiento- a seguir cuando
las reglas tienen que referirse a circunstancias altamente imprevisible (como ocurre cuando
dependen de cambios científicos o técnicos) o que envuelven juicios de valor, opiniones morales,
etc., que están lejos de suscitar un consenso por parte de los legisladores. El riesgo en estos casos
es que las normas producidas no alcancen el nivel de concreción deseable y/o resulten
excesivamente rígidas. El desarrollo de la bioética ofrece algunos ejemplos de este vano empeño
por seguir única o preferentemente una vía “legislativa”.
Sin embargo, estas exigencias no tienen –como se pretende – carácter ético, sino que, a lo sumo,
se basan en criterios de oportunidad que son contingentes; es decir, es posible que, dado el estado
de opinión existente al respecto, sea mejor proceder de acuerdo con esas dos exigencias.
Y algo parecido ocurre con la prohibición de efectuar ensayos con niños, con enfermos mentales
o con embarazadas que no necesariamente –cuando se entiende como una prohibición absoluta
–redunda en beneficio de esas categorías de personas. Se diría que, en todos estos casos, el afán
comprensible por evitar abusos lleva a situar la línea de lo éticamente prohibido más allá de donde
sería razonable trazarla.
¿Qué sucede con estos documentos y la crisis que plantea el sida? ¿Pueden estos códigos dar
cuenta de estos nuevos planteamientos?
Principales argumentos
Uno de los argumentos más fuertes provistos por los activistas del sida se basa en el rechazo
de la distinción entre terapia e investigación; ¿es necesario tirar por la borda esta distinción?
El rechazo de la distinción entre investigación y terapia fue uno de los argumentos que se
esgrimió para cuestionar la necesidad de los ensayos clínicos o la relevancia de ciertos
criterios científicos como el uso del placebo.
Uno de los argumentos en contra del derecho a drogas experimentales dice lo siguiente: “las
personas tienen derecho a la protección de riesgos evitables”. La mayor parte de la gente no
está en la posición de poder evaluar riesgos y beneficios de una sustancia experimental, sobre
todo cuando la ciencia no está segura. (Una vertiente de este argumento subraya la
incapacidad de los pacientes-sujetos de investigación para tomar decisiones). Por tanto, la
sociedad tiene la obligación de identificar medidas terapéuticas para prevenir la explotación
y el daño a sus miembros.
Quien argumenta a favor del acceso irrestricto, puede conceder la diferencia entre terapia e
investigación pero puede reforzar su argumento utilizando al “consentimiento informado”
como criterio y no el de “riesgo-beneficio”. Desde este punto de vista no hay limitaciones en
la experimentación salvo el consentimiento.
Ante esta posición se puede objetar que el consentimiento identifica a la persona que quiere
realizar el experimento pero no puede definir el alcance de la investigación permisible.
Si los investigadores creen que no hay que evaluar los riesgos y beneficios para justificar un
experimento, pueden creer que cualquier cosa es permisible y que los sujetos deciden o no
tomar esos riesgos. El análisis riesgo-beneficio pasa a los sujetos posibles. Y aunque ello debe
formar parte de cualquier deliberación respecto de entrar o no en una investigación, aquí se
transforma un análisis personal en el sustituto para determinar si cualquiera puede ser
invitado a participar. El consentimiento legitimaría cualquier experiencia.
Si se realiza una reconsideración de los puntos que los códigos de ética plantean veremos que
están presentes:
a) El consentimiento informado;
b) La posibilidad de retirarse de la investigación si así lo deseara;
c) La idea de un comité independiente del investigador y la entidad patrocinadora o la
propuesta de un representante de los pacientes;
d) El cálculo riesgo-beneficio, y
e) Un buen diseño científico.
Estos son recaudos que deben continuar presentes después de la crisis del sida aun cuando
se modifiquen y flexibilicen ciertas regulaciones.
En la propuesta actual se percibe una mayor flexibilidad, una mayor toma de conciencia de
los derechos y los intereses de pacientes con enfermedades terminales o en peligro de
muerte. Hay una crítica a criterios rígidos o procedimentales que en lugar de proteger,
obstaculizan; a burocracias ineficaces, y a tiempos de aprobación demasiado lentos.
En México, la Ley General de Salud (L.G.S) es el ordenamiento idóneo para la regulación del
tema que nos ocupa, no sólo por tratarse de la materia sanitaria, sino también por el ámbito
de competencia, ya que es de aplicación federal; pero aún no se ha reformado en el sentido
de incluir los temas de reproducción asistida, clonación terapéutica, investigación con células
troncales o terapia genética.
Las únicas disposiciones vigentes en cuanto a las llamadas “células progenitoras”, se refieren
a la disposición de órganos para trasplantes:
El Artículo 318 de la L.G.S., por su parte establece que la disposición del embrión y de
las células germinales, se sujeta a lo dispuesto en la propia Ley y demás ordenamientos
que resulten aplicables.
Sólo podrá darse destino final a un feto previa expedición del certificado de muerte
fetal (Artículo 350 bis 6 de la Ley General de Salud).
Los fetos serán sujetos de investigación solamente si las técnicas y medios utilizados
proporcionan la máxima seguridad para ellos y la embarazada (Artículo 52 del
Reglamento de la Ley General de Salud en Materia de Investigación).
Conclusiones
Dentro del vasto campo de la bioética caben cuestiones tan diversas como la liberación en el
medio ambiente de compuestos basados en la tecnología del ADN recombinante, las ciencias
biomédicas y la guerra, las investigaciones sobre y con niños, la ética sexual, el suicidio, la
política del control obligatorio de la natalidad, ingeniería genética, terapia génica, etc.
La Bioética toma y considera al ser humano en su relación estrecha con sus factores
ambientales, como naturaleza, cultura, religión, política y sociedad, entre otros. Su campo es
mucho más amplio y, sobre todo más interdisciplinario que el de la ética biomédica, la cual se
Entre otras, al Instituto Mexicano del Seguro Social, al Instituto de Seguridad y Servicios
Sociales de los Trabajadores del Estado, a la Secretaría de Salud, al Instituto de Seguridad
Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas y al Hospital de Pemex.
Violaciones observadas
Recomendaciones
Autoridades responsables
Violaciones observadas
Recomendaciones
Reparación del daño e indemnización, así como el apoyo psicológico y médico de por
vida.
Se dé vista a la Procuraduría General de la República.
Se dé vista al titular del Órgano Interno de Control en el IMSS.
Identificar a las personas que fueron sometidas a procedimientos de trasfusión
sanguínea, con el objetivo de descartar que se pudiera haber presentado algún otro
contagio.
Se establezcan cursos de capacitación y evaluación relacionados con los derechos que
les asisten a las personas que padecen de VIH/SIDA.
Evitar realizar acciones discriminatorias como el etiquetar a los pacientes con VIH.
Recomendación 49/2009
Autoridades responsables
Violaciones observadas
Recomendaciones
Se amplíen las vistas dadas al Órgano Interno de Control del IMSS, Contraloría General
del Estado de Sonora y Contralor Municipal de Hermosillo Sonora.
Recomendación 01/2011
Autoridades responsables
Violaciones observadas
Privación del derecho a la vida, por una inadecuada atención médica de un menor por
reacciones post-vacunales.
El médico, AR1, médico adscrito a la Unidad de Medicina Familiar número 53 omitió
realizar el manejo de V1 con antivirales como el aciclovir, que permitiera disminuir la
reacción de la administración de los virus de las vacunas, tratamiento que debió ser
administrado durante las primeras 24 horas de aparición del cuadro y por el contrario
se decidió iniciar el manejo de la víctima con antibióticos.
Se incumplió con la Norma Oficial Mexicana NOM-168-SSA1-1998, del Expediente
Clínico, toda vez que en varias constancias del expediente, tales como diversas notas
médicas y de prescripción, entre otras, se encuentran incompletas, son breves e
ilegibles, presentan exceso de abreviaturas, el nombre del médico tratante es ilegible,
no se precisa ni su firma, cargo, rango, matrícula, y especialidad.
Recomendaciones
Se repare el daño a quien tenga mejor derecho a ello, que se diseñen e impartan cursos
integrales de capacitación y formación en materia de derechos humanos, así como del
conocimiento, manejo y observancia de las Normas Oficiales Mexicanas en materia de
salud;
Que se establezca en los hospitales de ese Instituto Mexicano del Seguro Social, la
obligación para el personal médico, el entregar copia de la certificación y recertificación
que tramiten ante los Consejos de Especialidades Médicas, con la finalidad de acreditar
Recomendación 09/2011
Autoridades responsables
Violaciones observadas
Recomendaciones
Se indemnice a los familiares de V1 o a quien tenga mejor derecho a ello, con motivo
de la responsabilidad institucional en que incurrió AR1.
Se reparen los daños psicológicos a los padres de V1, tendentes a reducir los
padecimientos que presenten, a través del tratamiento que sea necesario para
restablecer su salud física y emocional.
Entregar copia de la certificación y recertificación que tramiten ante los Consejos de
Especialidades Médicas, con la finalidad de que acrediten tener la actualización,
experiencia y conocimientos suficientes para mantener las habilidades necesarias que
permitan brindar un servicio médico adecuado y profesional.
Recomendación 21/2011
Autoridades responsables
Violaciones observadas
Inadecuada atención médica en agravio de v1, con un cuadro clínico de fimosis esclerosante,
balanitis y retención aguda de orina (RAO).
Recomendaciones
Recomendación 24/2011
Autoridades responsables
Violaciones observadas
Inadecuada atención médica en Hospitales del Instituto Mexicano del Seguro Social en
Saltillo, Coahuila, en agravio de V1 y V2.
Paciente V1, Madre, con un cuadro clínico de embarazo de 40 semanas de gestación,
en trabajo de parto e indicó como plan de manejo su ingreso al Servicio de Tococirugía,
así como realizarle una tricotomía y un enema.
Paciente V2, recién nacido con cardiopatía congénita.
El perito médico-forense de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos observó
que AR1 omitió realizar a V1 una adecuada exploración física con toma de signos vitales
y de la pelvis materna, con la finalidad de detectar oportunamente la desproporción
cefalopélvica, indicación absoluta de cesárea desde su ingreso, además de que le
suministró oxitocina, fármaco que se encuentra contraindicado cuando existe
desproporción cefalopélvica, situación que expuso innecesariamente a V1 y V2 a un
riesgo del bienestar materno-fetal y tuvo como consecuencia que se presentara una
distocia del parto (anormalidad en el mecanismo del parto que interfiere con la
evolución fisiológica del mismo), que terminó en una cesárea aproximadamente 14
horas después.
El hecho de que AR1, el 20 de agosto de 2009, haya instruido que a V1 se le practicara
una amniotomía solamente con la finalidad de adelantarle su parto, sin tener otra
justificación por escrito y sin haber realizado una adecuada valoración y vigilancia
estrecha, constituyó una inadecuada atención médica, toda vez que no había premisa
alguna que indicara la necesidad de realizar el mencionado procedimiento invasivo,
aunado a que omitió suministrar inmediatamente a V1 antibióticos con la finalidad de
disminuir el riesgo de infección ascendente materna al feto, ya que fue hasta 12 horas
después de la ruptura artificial de membranas que se realizó la cobertura
antimicrobiana, dejando de observar el contenido de la Norma Oficial Mexicana NOM–
007-SSA2-1993 para la Atención de la Mujer Durante el Embarazo, Parto y Puerperio y
del Recién Nacido, Criterios y Procedimientos para la Prestación del Servicio.
Recomendación 27/2011
Autoridades responsables
Violaciones observadas
Recomendación 37/2011
Autoridades responsables
Violaciones observadas
Recomendación 39/2011
Autoridades responsables
Violaciones observadas
Recomendaciones
Instruya a quien corresponda, a efecto de que se tomen las medidas necesarias para
reparar el daño e indemnizar a V1.
Se reparen los daños físicos y psicológicos a V1, tendentes a reducir los padecimientos
que presente, a través del tratamiento médico, psicológico y de rehabilitación que sea
necesario, en los hospitales de ese Instituto a su cargo; se diseñen e impartan cursos
integrales de capacitación y formación en materia de derechos humanos, así como del
conocimiento, manejo y observancia de las Normas Oficiales Mexicanas en materia de
salud.
Se les exhorte a entregar copia de la certificación y recertificación que tramiten ante
los Consejos de Especialidades Médicas con la finalidad de que acrediten tener la
actualización, experiencia y conocimientos suficientes para mantener las habilidades
necesarias que les permitan brindar un servicio médico adecuado y profesional.
Se adopten medidas efectivas de prevención que permitan garantizar que los
expedientes clínicos que generen con motivo de la atención médica que brindan no se
extravíen.
Se colabore ampliamente con este organismo nacional en la presentación de la queja
que se promueva ante el Órgano Interno de Control.
Se colabore debidamente en las investigaciones derivadas de la denuncia que con
motivo de los hechos presente la Comisión Nacional de los Derechos Humanos ante la
Procuraduría General de la República.
Recomendación 57/2011
Autoridades responsables
Violaciones observadas
Inadecuada atención médica, por AR1, auxiliar del área médica adscrita a la Unidad Médica
del IMSS, ubicada en San Nicolás Obispo, municipio de Morelia, Michoacán, quien aplicó a V1,
Recomendaciones
Recomendación 58/2011
Autoridades responsables:
Inadecuada atención médica por AR1, quien omitió elaborar la historia clínica de V1, y dejar
constancia del tratamiento que se le proporcionó a la víctima, en contravención con los
lineamientos establecidos en la Norma Oficial Mexicana, NOM-168-SSA1-1998, Del Expediente
Clínico, y de forma inadecuada indicó como plan de manejo una ultrasonografía abdominal,
sin haber efectuado previamente el control de laboratorio sanguíneo correspondiente, el cual
le hubiera permitido detectar que la víctima en realidad, estaba atravesando por una urgencia
médica; es decir, con un problema médico quirúrgico que requería de atención inmediata
conocido con el nombre de pancreatitis.
Recomendaciones
Se reparare el daño.
Que en los hospitales del Instituto Mexicano del Seguro Social, especialmente en el
Hospital General de Sub Zona No. 6, se diseñen e impartan cursos.
Se emita una circular en la que se les exhorte a entregar copia de la certificación y
recertificación que tramiten ante los Consejos de Especialidades Médicas con la
finalidad de que acrediten tener la actualización, experiencia y conocimientos
suficientes para mantener las habilidades necesarias que les permitan brindar un
servicio médico adecuado y profesional.
Se adopten medidas efectivas de prevención que permitan garantizar que los
expedientes clínicos que generen con motivo de la atención médica que brindan se
encuentren debidamente integrados.
Se colabore ampliamente con este organismo nacional en la presentación de la queja
que se promueva ante el Órgano Interno de Control en el Instituto Mexicano del Seguro
Social en contra del personal involucrado en los hechos de la presente recomendación,
enviando a esta Comisión Nacional las constancias que le sean requeridas.
Se colabore debidamente en las investigaciones derivadas de las denuncias que con
motivo de los hechos presente la Comisión Nacional de los Derechos Humanos ante la
Procuraduría General de la República, y remita a este organismo nacional las
constancias que le sean solicitadas.
Recomendación 89/2011
Sobre el caso de la pérdida del expediente clínico de V1, en el Hospital General de Zona No. 3
“Dr. Héctor González Guevara” del IMSS en Sinaloa.
Violaciones observadas
Recomendaciones
Referencias bibliográficas
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Módulo 4
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