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Antiespana Por MAURICIO CARLAVILLA PDF
Antiespana Por MAURICIO CARLAVILLA PDF
ANTIESPANA
19 5 9
N O S
19 5 9
MAURICIO CARLA VILLA
ANTI-ESPAÑA 1959
AUTORES, COMPLICES Y ENCUBRIDORES
DEL COM UNISM O
NOS
MADRID
1959
OBRAS DE «MAURICIO KARL»
El Comunismo en España (1931).
El enemigo. Marxismo, Anarquismo, Masonería (1934).
Asesinos de España (1935).
Técnica del Komintern en España (1937).
El tenebroso plan Roosevelt-Stalin (1946).
Sinfonía en rojo mayor (T.) (1950).
Guerra (1952).
En tomo al X IX Congreso del Partido Comunista de la U. R. S. S. (edi
tado por un Centro Oficial para personalidades) (1953).
Beria (editado por un Centro Oficial para personalidades) (1953).
Malenkov (1954).
Pearl Harbour, traición de Roosevelt (1954).
Moscú, hoy (1955).
Y alta. Documentación completa del Departamento de Estado, comentarios
y notas (1955).
Sodomitas (1956).
El Rey (1957).
Kruschev (1958).
Anti-España 1959,
OTROS TRABAJOS
Prólogo, epílogo y notas a Yo, jefe del Servicio Secreto Militar Soviético,
de W a l t e r K r i v i t s k y . (1946).
Epílogo a Sucedió en la U. R. S. S., de A. P e s t a ñ a , A. G ide, etc. (1946).
Prólogo, epílogo y notas a Stalin y sus crímenes, de L e ó n T r o t s k y (1947).
Prólogo y ampliación a El misterio del Estado de Israel, de A r t h u r Ro-
GERS (1948).
Prólogo y notas a Los mariscales rojos hablan, de C ir il o K a l in o v (1950).
Prólogo a Yo escogí la esclavitud, de “ E l C a m p e s in o ” (1952).
Prólogo a Un siglo de atentados políticos, de E duardo C o m ín (1952).
Prólogo a Historia secreta de la Segunda República, de E duardo C om ín
(1953).
Prólogo a Yo escogí la esclavitud, de “ E l C a m p e s in o ” (19 5 3 ).
Piólogo y notas a Yo, ministro de Stalin en España, de J e s ú s H e r n á n
dez (1954).
Prólogo, biografía y notas a Yo y Moscú, de I ndalecio P r ieto (1955).
Prólogo y ampliaciones a El dinero de Hítler, de S id n e y W arburg (1955).
Prólogo, comentarios, ampliaciones y notas a Masonería Española, de M i
guel M o r a y ta (1956).
Prólogo y epílogo a Filosofía de la Masonería y Simbolismo de la Maso
nería (1957).
EN PRENSA
El Rey. La historia silenciada del Reinado de S. M. Alfonso XIII
(2.* parte).
RAZON Y FIN
« , Per,° !,0d° , eS° “ ada leS Ímp° rta en absoluto a nuestras clase*
elevadas ; el asunto es ir ellas a la m oda; pues ¿cómo podrían
presentarse ante su sociedad sin haber leído el Platero de Jiménez
— treinta y tantos años ignorado por todos los “ elevado#’—o el
D octor de Pasternak?
Ni saben y, menos aún, les importa que los premios Novel sean
adjudicados por imperativos extraños a la literatura. Los acadé
micos premiantes han obedecido, com o tantas veces, a dictados ma
sónicos, a dictados de sectarismo político.
La simetría masónica en los casos Jiménez y Pasternak resulta
evidente com o nunca. Los masónicos académicos han querido pre
miar a dos “ genios” indígenas adversarios, y sólo por adversarios,
de dos dictadores, uno de derecha y otro de izquierda; y como no
disponían de ningún genio a mano, se han visto en la necesidad im
periosa de arrancar con fórceps a Jiménez y Pasternak de su oscu
ridad. Y así, de ser despreciados por las gentes, los han convertido
en insignes genios para esas mismas gentes...
El auténtico mérito literario y artístico era lo de menos. Tan
6Ólo se trataba de batir con tiros indirectos a Franco y Kruschev, es
cosa demasiado evidente: a Franco por anticomunista; y a Krus
chev, por h eterod oxo, ya que no comulga él con el Comunismo
m asónico.
Dueños Judaismo y Masonería de la máquina mundial de la pro
paganda, la máquina de poner de moda las ideas, tan sólo alcanzan
el rango de doctrinas distinguidas, chic, a la moda, ideas masónico-
demo-comunistas.
Y com o nuestras clases “ elevadas” tan sólo leen cosas chic y de
m oda, sin poseer cultura ni formación para invalidar en sus cere-
bros v conciencias la sofística de sus masónicas
hasta' donde son capaces de comulgar en algo, en ales idea.
I T ellas implícita o expb'citamente, subjetiva u objetivamente,
actual...
ANTi-rsrAtf* 1 —2. -
IVro. repito, en cala situnción (bufo, cumulo e.slá rn peligro no
bólo la existencia del Régim en, sino la tic España ¿p o r no d e
fender al Régim en, puedo y debo 110 defender mi Patriad...
Y o te planteo, lector, tal dilema en este m om en to; pero no de
cidas en el instante. Puedes creer, fallo de in form ación, que la .si
tuación dada no es tal y com o yo Ja planteo y, p or lo tanto, que no
son hoy conexas la defensa de Régim en y Patria. N o decidas, lector,
te repito, en esto m om ento; decide cuando hayas leíd o Ja última
página de mi libro.
En tanto te adentras en su lectura, perm ítem e decirte algo más
de tipo personal.
Ya he afirmado antes que nadie podrá decir que en mi ya c o
piosa producción he deslizado la más leve apología de este R égi
men, el menor elogio en h onor de ninguno de sus hombre,» en el
Poder y ni siquiera he m encionado ni una vez el n om bre de Fran
cisco Franco.
Desafío a que alguien pueda descubrir o averiguar que yo he
recibido del Régimen favor, distinción, h on or, b en eficio, cargo, cu
fin, algo para satisfacer mi vanidad, am bición o interés.
He sido, y el menor tiem po posible para no perder mis derecho»
administrativos, funcionario de la P o lic ía ; un fun cionario más, uno
de tantos; he ascendido, llegando a la categoría que p or antigüedad
extricla me correspondía, y cuando me ha llegado la edad, lio sido
un jubilado más. Es tod o, lector. Si esto es factor, distinción, h onor,
beneficio, cargo político, algo capaz de satisfacer mi vanidad, am
bición o interés... nadie será capaz do afirm arlo... porqu e algo tan
mediocre, una profesión obtenida por oposición , la obtuve en 1921,
me la quitó la República en 1935 y la recuperé com o cualquiera, con
arreglo a la ley, en 1940.
luí es, lector, mi situación oficial pretérita y presente con res
pecto al Régimen actual.
Mi silencio absoluto com o escritor en relación al Régim en y sus
hombres puede ser interpretado com o se quiera. Puede eer consi
derado como indiferencia y hasta com o actitud adversa; mas opí-
nette como so quiera, nadie bagado en hechos ni en palabras mías
podrá calificarm e ,lr f, r un defensor ni ,ln ^
actual...
AU TOPRESEN TACIO N
ANTl-rSPAfÍA 19r>9.— 8.
convertirá en traición si el servicio a potencia extranjera hiere a
Ja propia nación.
Quien sirve a potencia extranjera sin autorización del Estado,
pierde automáticamente su n acion a lid ad; y el servir a potencia
extranjera contra su propia patria es clarísima y neta traición.
Hemos antes reiterado que no calificam os el h ech o del señor
Ansaldo. Creemos que al com eterlo no alcanzó a m edir su ca li
dad real. Su magnífico historial patriótico y m ilitar es prueba
para creerlo así. Llegar a com eter un h ech o de tal naturaleza una
persona con esa historia y form ación , tan sólo puede ser en un
estado pasional que anule conciencia y razón. Condenam os el acto,
pero hallamos tal eximente m oral para el actor.
Formulada nuestra calificación del h ech o en sí, pasem os a exa
minar una característica singular del m ism o, que puede servir
para explicar — no para justificar— lo h ech o p or el señor Ansal
do. Nos referimos a lo que dice se le d ijo para darle a con ocer uno
de los motivos de la misión que se le encom endaba : “ que los ale
manes tenían especial interés en que averiguara ciertas cosas” en
Inglaterra.
Esto lo explica el señor Ansaldo con tod o detalle en las pági
nas siguientes:
a“ Pase por aquí” — exclam ó sonriendo el general V igón , m i
nistro del A ire, al apercibir al agregado aéreo acom pañado p or los
do9 capitanes Avial y Larios, a la hora fija d a , en el lugar m ar
cado , “ pero usted solo, y que sus acompañantes esperen fuera” .
«El ministro hizo las presentaciones — que com o siempre o cu
rre, confusamente pronunciadas, nunca se entienden— pero cuya
idea general, captada por el asom brado visitante, fué la de que
se trataba de altos funcionarios del Servicio de Inform ación A le
mán, con el almirante Canaris al parecer a su frente, y que en
viaje especial desde Berlín habían llegado a M adrid para som eter
lo a interrogatorio sobre su visita a Inglaterra.
«No vamos a “ presumir” que JAN conocía todos los secretos
planes británicos de defensa y de ataque. Seguramente no poseía
ni un solo secretillo, pues buen cuidado tuvieron en Inglaterra
de que así ocurriera, primeramente por ser ello norma general en
’ o'lo 1>ais cn paz ° cn S',erra> y ”*>y especialmente en este caso
t:i que no podía escapar a la perspicacia tradicional inglesa el i e ¿
tino final de tales informes. JAN tampoco habia dudado nunca
de que cuanto el sabía iba a ser conocido por los alemanes, pero
lo que le desconcertó totalmente fué la forma de la “ operación” .
«V olviendo al relato añadiremos que a “ trancas y barrancas”
fue el interesado respondiendo a docenas de preguntas, en la me
dida de sus fuerzas. Solamente una vez no pudo contenerse. Fué
al exigírsele la localización del gran aeródromo de bombardeo del
que partían los aviones hacia Berlín, y en el que experimentara
las hondas emociones que el lector conoce.
a“ Mi general — preguntó a Vigón— : en este campo me han
tratado com o a un hermano. ¿Es que tengo que explicar aquí su
situación, para que inmediatamente lo bombardeen?” Con su son
risa beatífica, aclaró el ministro: “ Sí, Ansaldo, conteste usted a
todas las preguntas1” . Realmente, el juego era pueril, pues en
aquella noche oscura — ahora comprendió y agradeció JAN las
idas y venidas, cruces de carreteras, retrocesos y virajes a que la9
agraciadas “ W . A. F .” sometieron a los vehículos de la “ R. A. F.” —
resultaba totalmente imposible una precisa orientación. Por ello
se lim itó a responder: “ A unas veinte millas al Sudeste de Cam
bridge” .
«Entre apretones de manos, reverencias y nuevas sonrisas ter
minó el interrogatorio aquel día, completado al siguiente en la
Embajada alemana — ya con cierto aire de novela policíaca, en
una habitación privada y entrando por la escalera de socorro—,
en la que mi amo tuvo que examinar la puesta en limpio de las
notas taquigráficas y completar determinados detalles sobie el dis-
positivo de puntería de “ Spitfires” y “ Ilurricans .
«Su asombro al presentarse oficialmente en el despacho
ministro del Aire, finalizada la tarea, en visita de despedida ca-
mino otra v e, de París v Vichy, fué inmenso cuando el genera
Vigón le d ijo : “ Bueno, puede usted irse ahora algún tiempo a
Francia para obtener información y resolver ciertos asun os
“ recuperación” pendientes; pero como “ nuestros alia os
muy satisfechos do su actuación en Inglaterra, lo volveré a mandar
allí dentro de p oco» (3).
Como vem os, el señor Ansaldo confiesa que en su in form e es
crito, y sobre todo en el “ interrogatorio^, in form ó a los alemanes.
Debemos creer, aun cuando 110 lo especifica, pues asi lo sugiere,
que inform ó respondiendo al cuestionario recib id o antes de rea
lizar su v ia je ; es decir, sobre asuntos de interés m ilitar para los
alemanes, cn guerra entonces con la Gran Bretaña.
Claro es, el señor Ansaldo anticipa una exim ente m oral válida
para los ingleses: el haber obrado cn cu m p lim ien to d e órd enes
recibidas.
Pero, sin duda, el señor Ansaldo n o reflexion ó en los posibles
efectos de su9 acusaciones.
Su “ eximente m oral” ante I09 británicos determ ina una grave
responsabilidad ante los mismos de quienes le dieron la orden.
Mas, com o él señala, fué un m inistro del G ob iern o español, y
com o tal, quien le da la orden. Y , com o es evidente, si el Estado
británico hubiera decidido sancionar el h ech o com etid o contra la
nación inglesa, no habría p o d id o hacer que recayera su castigo
sobre la persona del m inistro, sino sobre la nación de la cual m i
nistro era : sobre España.
Sobre su propia Patria, señor Ansaldo.
Como todos podem os recordar, la Gran Bretaña y sus aliados
declararon con reiteración y solem nidad durante ambas que “ no
hacían la guerra contra Alem ania, sino contra el K áiser — en la
primera— y contra H ítler cn la segu nda; pero los muertos y h e
ridos fueron alemanes, y las destrucciones y sanciones, alemanas
también. Fue castigada Alem ania.
Hubiera proclamado Inglaterra que “ hacía la guerra no co n
tra Empana, sino contra V igón o contra Franco” ; pero si, en vir
tud de su delación, Inglaterra la declara, sobre tod o y ante todo
hubieran sido los muertos y heridos españoles... y la castigada
España; la Patria del delator.
¿V erd a d que en bu ofuscación jam ás ha p o d id o usted, señor
Ansa Ido, deducir tamaña consecuencia & » jW w ión de fet-
vicio a potencia extranjera? ’
Estamos plenamente seguros de que no.
Y , dicho esto, que ha brotado de nuestra pluma con fuerza
incontenible y espontáneamente al copiar la delación nominal
pasamos a examinar la característica singular del hecho, cn el afán
de explicar y hallarle atenuantes al delator.
Según las palabras del señor Ansaldo y el contexto de su es
crito, el m otivo capital que determina la orden de que 61 haga
espionaje en Inglaterra es prestar un servicio a Alemania, enton
ces en guerra con aquélla.
Jurídico al fin, el señor Ansaldo, revelando esta característica
el hecho, busca instintivamente — con instinto de abogado— cons
truirse una coartada.
Si yo, ahora, con mi revelación sirvo a potencia extranjera,
ellos, el ministro y general Vigón singularmente, también, y pre
viamente, sirvió a potencia extranjera... ergo, mi servicio a la
enemiga de ésta es una mera compensación y está justificado ju
rídica y moralmente.
fósto está im plícito en la revelación hecha por el señor A n e l
do ; ello es evidente para cualquiera que posea un elemental do
minio de la dialéctica; pero para muchos hombres sencillos ha
de pasar desapercibida la cortada.
Kn el deseo de alegar cuanto sea posible y verdadero en favor
del señor Ansaldo, com o hc ha visto, hemos transformado su jus
tificación implícita en justificación explícita, y estamos seguros
de haber impresionado a la gente sencilla en su favor. ¿No es así,
sencillo lector? n
Lo sentimos mucho, señor Ansaldo; pero su coarta a es
falsa; completamente falsa.
Un G obierno, un gobernante, dentro de su potestad y cum-
oliendo su deber, con fidelidad a la ética política y al patnot.s-
mo. tiene derecho a ordenar acciones de espionaje contra pa.s
extranjero y a exigir el ser obedecido. Sí, señor Ansaldo aun en
el caso, co.no nsted ha delatado, en „ue el serv.c.o o denado y
..jecuta,lo beneficie dire,.ámente, y hasta exclus.va.nente, a
país extranjero... ¡si hasta tiene derecho a perm itir el gobernan
te que los ciudadanos de su país, sin perder la ciudadanía, sirvan
con las armas a nación extranjera! El Estado al que com batan
podrá decir lo que quiera y podrá reaccionar según en tien d a ; pero
ni él ni otro alguno serán capaces de negarle derecho a obrar así.
Cuando para defender el T rono cíe la rama b orb ón ica ilegítim a, el
de Isabel II, permitieron Francia, Portugal e Inglaterra que se
reclutasen y formasen las “ Legiones” portuguesa, francesa e in
glesa y vinieron a luchar contra el Rey legítim o de España, n o se
le ocurrió a ningún país negarle tr.l derecho a las tres naciones
democráticas y, seguramente, tam poco se le ocu rrió a n inguno
de sus isabelinos ascendientes; y, desde lu ego, ta m poco se le ha
ocurrido jamás a usted.
Esa decisión, com o todas las de un gobernante, es legítim a
siempre que se hallen determinadas p or el interés m c io n a l; p or
el interés nacional, por eso tan insignificante que tantas veces ig
nora la pasión y la ofuscación política.
Tan rebelde com o lo haya sido y lo sea usted, señor Ansaldo,
lo ha sido y lo es el autor.
En plena República, y tratando de exaltar a los m ilitares es
pañoles, después de haber proba d o en centenares de páginas que
los gobernantes de la R epú blica eran traidores, term inaba sen
tando esta jurisprudencia:
“ ... la obediencia tiene un lím ite.
La subordinación acaba cuando em pieza la traición d el qu e
manda” (4).
* * *
d¡.
va, en ... última trinchera defensiva, quiene. nada quérían h
.- iw -
lado esto de q u e : uno, paíee» jamás intervienen en lo que pa.«
dentro de los demás” . La Historia nos muestra claramente que e\
mundo ha sido s.empre un todo permeable, y no un conjunto de
cotos cerrados o de campanas pneumáticas. Si ahora experimen.
tan ciertas naciones remilgos y escrúpulos repentinamente, tran
quilicen sus conciencias delicadas. Cortar los envíos de algunos pro-
duelos a determinado país es un acto de estricta jurisdicción pri-
vttdu, de tipo comercial, ajeno a toda intervención en la política
interior de aquél; mucho más ajeno que el afirmar públicamente:
“ Detestamos el régimen de Franco” o “ Apoyaremos a un Gobierno
democrático, capaz de reunir una gran ma6a de opinión, para de
rribarlo” . Esto, sin embargo —palabras que el viento «e llevase—
ha podido hacer sin escrúpulos morales” ...
«“ Sí, claro —finalizaban por conceder los sostenedores de la an
terior tesis— , pero las piritas de Huelva, el azogue, las naranjas,
y, 6obre lodo, el no perder mercados y organizaciones comercialei,
interesan mucho mirando hacia el futuro y a la competencia te
rrible que, forzosamente, el día de mañana habrá de presentarle.
AI fin y al cabo, “ les affaires sont les affaires” » (6).
KI señor Ansaldo, después de mendigar, primero, la interven
ción armada de las naciones extranjeras en su Patria, y después el
bloqueo total económico para servicio de “ sus gustos e intereses par-
tidibtas” , al no lograr una cosa ni otra de las naciones anglo-sajonas,
csle mendigo las insulta motejándolas de no buscar ma< que
“ affaires” .
Le consta dem asiado bien al señor Ansaldo y a su grupo
p ira d o r hasta d ónd e alcanza el od io a España con indepeHdenai.
do su, regímenes, de las Fuerzas Abisales q u e dirigen
los Estados anglo-sajones. Ese odio lia de haber o perci i ,
teniendo tan anestesiad, su ~
frecuentes m aquinaciones contra 1,ucs ‘ ()<) a $er tanta m
destacados h om bres de tales Fuerzas. Y
insensibilidad que ya es incapaz de percibir su odio, su cultura
no ha de ser tan escasa para no haberlo visto plasmado en cada
capítulo de la Historia de la Edad Moderna.
Y siendo así, ¿no se le puede ancanzar al señor Ansaldo y con
géneres que si esas Fuerzas Abisales (Judaismo y Masonería) no se
lanzan a satisfacer su odio a España en ocasión tan propicia, y
contando con tantos cómplices de calidad, algo más que los affai-
res” , que les sobran, debe determinar su moderación en el ataque
a España y a 6U Régimen?
A no ser que ahora sean capaces el señor Ansaldo y eu grupo,
arrastrados por el despecho de ver sus planes frustrados, de afir
mar que el Judaismo y la Masonería, fuerzas todopoderosas en los
países anglo-sajones y en tantos otros, se han convertido de repente,
por mera codicia de “ affaires” , en amantes aliadas de España y de
su Régimen... No podría extrañarnos que el señor Ansaldo y con-
,sortes llegaran a ese “ colmo” . Ya hemos visto con qué desparpajo
han afirmado antes que Franco y Stalin pactaron.
No hay ningún misterio, señor Ansaldo, en esas moderadas ac
titudes de los Estados anglo-sajones. El motivo primero es tan
enorme, que sólo una ceguera total de la mente puede ignorarlo.
No sabemos 6Í le descubriremos al señor Ansaldo y consortes un
“ mundo nuevo” al “ revelarles” cuál es la causa de lo que tanto les
sorprende ahora en los Estados anglo-sajones. Todo es posible. La
causa, señor Ansaldo, eitá en estas cuatro versales: U. R. S. S.
En esa “ pequeña” cosa nombrada con tal anagrama. Una cosa
que ha surgido hace cincuenta años en el planeta, en un país lla
mado Rusia... Una cosa ignorada y despreciada por los estadistas
democráticos del Occidente y que, de la noche a la mañana, de
1945 a 1948, se ha convertido en un Imperio integrado por mil mi
llones de seres humanos y cuyas fronteras, sin solución de conti
nuidad, encierran la mitad de la superficie habitable del planeta
Tierra... Es un Imperio cuyo potencial humano y extensión útil
habitada y dominada no alcanzó, ni de lejos, ninguno en toda la
Historia Universal...
Ya sería digno de atención para los demás Estados algo tan for
midable ; y más lo ha de ser dada la evidencia de que tan colosal
Imperio cuenta, más acá de su, frontera., en ^
fuerzas indígenas pública, y ,ecretas que
y Je rinden ciega obediencia... Algo que tampoco h l ^ S h
Historia de la Humanidad a escala tal.
Y , por último, señor Ansaldo, esa cosa llamada U R S S
sometiendo a sus ciudadanos a un nivel de vida infrahumano' £
d.ca todos sus recursos disponibles -hum anos, económicos, todu.-
tríales y cien tíficos- a forjar una potencia militar que le permita
en fecha próxima lanzarse a la lucha final para esclavizar o exter-
minar a la Humanidad entera...
Esa cosa, lo crea o no lo crea, la vea o no la vea usted, señor
Ansaldo, existe y es así...
Y los Estados anglo-sajones, aunque tarde y lentamente, así la
ven y consideran, lo crea o no, lo vea o no lo vea usted...
Y obran en consecuencia.
Estiman, lo crea o no usted, que ya le regalaron bastantes na
ciones al Imperio Comunista en el segundo quinquenio de los años
cuarentas, y por lo menos buscan su contención desde tal fecha. .
¿No le suena esa palabra “ contención” , señor Ansaldo?... Pues hn
sonado bastante por esos mundos y con gran ruido, como en Corea,
para no ser oída por todos, hasta por sordos tan “ tapia"’ como usted.
Y he ahí la causa de esa conducta moderada de las democracias
para con España, que tanto le sorprende a usted y le irrita.
Sencillamente, no quieren regalarle al Imperio Comunista más
naciones.
Y, por lo tanto, no quieren regalarle una cuyo valor estratégico
A n t i- españ a 1 0 6 0 .— 8 .
derribar •« Régimen, y ni siquiera se atrevieron a intentar el ren
dirla por hambre con al bloqueo...
Consuélese, señor Ansaldo; si no lo hicieron, no fué por falla
d# ganas... pero pudo más en los Estados anglo-sa jones su ambi
ción de hacer un “ affaire” : el “ affaire” de no arriesgar o perder
su propia vida — ¡un gran affaire, en verdad!— entregando España
al Comunismo...
Tales Estados —un poco tarde, ciertamente— han llegado a la
conclusión —lo declaren o no— de que no ya la República, sino
la Monarquía, entregaría España al Comunismo...
¿Cómo no creerlo, si República y Monarquía, por igual, tienen
un programa tal y como lo desea y planea el Comunismo?...
Un programa calcado en aquel de Berenguer, “ el ujier intro
ductor de la Revolución” , como Trotsky lo calificara, gracias al
cual, no siendo la U. R. S. S. de I09 años treintas ni sombra de ésta
de los cincuentas, hizo triunfar el Comunismo en España... ¿Con
qué velocidad no le harían triunfar hoy las mismas causas, p o
tenciadas por las ingentes fuerzas y audacia inaudita del actual
Imperio Comunista?...
Ustedes, los monárquicos, han errado su ruta. Si verdaderamen
te pretendían llegar a la Restauración de la Monarquía en España,
tan sólo debían lograr demostrarle a España, primero, y a las na
ciones aún libres del mundo, después, que un Rey en nuestra
Patria era garantía mayor y mejor que el Régimen actual para
que no triunfase el Comunismo en España...
Y ustedes, tan inteligentes como en 1930, incapaces de apren
der nada de nada, se han dedicado a todo lo contrario: a realizar
y prometer cuanto el Comunismo anhela... para volver a ser due
ño de España.
No lo duden ustedes; no me desmientan, como me desmin
tieron desde 1931 a 1936. Ahora tengo tanta razón como entonces
contra todos.
Y, además, no pasarán muchas páginas sin demostrarles docu
mentalmente que cuanto planean y pretenden coincide perfecta y
exactamente con cuanto planea y pretende Moscú...
En una palabra, como Trotsky I09 llamaría, que son ustedes
los ujieres introductores de la Revolución; de la Revolución comu
nista, que con ustedes, como en el 36, pero más rápida y totalmen
te, triunfaría si lograsen su Restauración.
Se lo demostraré.
¿DON JUAN MASON?
¿No sería terrible que fuera el rey de España masón, que hu-
biera prestado juramento de obedecer a un Superestado interna-
cional y, a través del mismo, a Estados aliados suyos y beneficia-
dos por el, cuyos intereses pueden estar, y están, en pugna con los
de la España cuya Corona ceñirá?...
¿No es terrible para usted que el rey de España sea un traidor,
pues traidor es todo masón, lo sepa o no, lo quiera o no?...
Con su pretendido sarcasmo, dada su alardeada intimidad con
las personas reales, ha clavado el aguijón de la sospecha, y hasta
el de la creencia en los predispuestos, sobre si don Juan es masón.
Créanos, señor Ansaldo, tal ha sido el efecto de las palabras de
usted, lo quiera o no.
Permítame, sin pretender darle una lección, decirle cómo nos
habríamos expresado hallándonos en su lugar, en caso de haber
estimado conveniente salir al paso de imputaciones, para mí ca
lumniosas, sobre el masonismo de don Juan :
Sencillamente, hubiera negado con indignación la calumnia, pro
bando su falsedad, si me resultaba posible, aun cuando comprendo
la dificultad de la prueba en contra implicando negatividad, em
peñando su palabra de honor y hasta desafiando en todos los te
rrenos a quien se atreviese a calumniar a su rey calificándolo de
masón; porque, hubiera agregado, si estaba convencido de e^°‘
rey no podía ser un cripto-hereje sacrilego habitual ni un tra.dor
a España.
Su irónico sarcasmo contra quienes consideran terrible aei' ma
tón, y sobre todo si quien lo es aspira o es rey de España, er, tag
de obrar como habríamos obrado nosotros, da base lógica p q
cualquiera, discurriendo rectamente, piense que si 11 ^ j uan
ni repele violentamente la supuesta imputación
pertenece a la Masonería es porque teme que alguien tenga la prue
ba y la esgrima.
Su prueba, dialécticamente, sólo formal, de la frecuencia del
Príncipe en recibir la Eucaristía, sin ir acompañada de la execración
de la Masonería, todo lo cual invalida su sarcástica ironía contra
los que creemos que sería terrible que fuera masón quien ciñera la
Corona de España, no podemos creer que sea por su parte “ habili
dad” política...
Al producirse así, dejando en el aire si don Juan es o no masón,
podrán pensar los indocumentados que usted, hábilmente, ha pre
tendido sugerir en los masones que don Juan puede serlo o que lo
es, dado que no desprecia, sino que busca su colaboración para
realizar la Restauración. Esa explicación es ingenua. Si don Juan
fuera masón, como si no lo es, los masones, por lo menos los ma
sones importantes, los que deciden y mandan, lo sabrían con toda
seguridad, y no sería necesario sugerirles nada en uno u otro sen
tido para que obrasen consecuentemente.
Hemos querido apurar las razones y hasta las atenuantes en fa
vor del señor Ansaldo para justificar su actitud polémica frente a
quienes creen o sospechan que su pretendiente sea masón.
Sentimos si la lógica conclusión extraída es que, sin pretenderlo
ni de lejos, ha reforzado creencias y sospechas en aquellos que las
abrigaban y las ha suscitado en quienes no había pasado por su
pensamiento tal cosa, pues muchos creen y sospechan hoy que
don Juan es masón.
En nuestra opinión, si algo vale para ellos, no lo es. Natural
mente. por imperativo de conciencia, siempre creemos y decimos
que cualquier persona no es masón si no poseemos pruebas de que
lo es. Así obramos, por ejemplo, con Largo Caballero, negando que
fuera masón hasta saberlo a ciencia cierta. Y si así no 9 comportamos
con un enemigo, con mayores motivos nos comportaremos igual
mente con don Juan, a cuya real persona rendimos cordial afecto
y rendido respeto; aun cuando esos mismos sentimientos nos dicten
una leal y patriótica oposición a lo que consideramos errores suyos.
BEVIN, PRIETO Y GIL ROBLES: TODA
ESPAÑA ES GIBRALTAR
« - •“ “ ' > «
qu e m enos qu e a sí m ism o, p ero, despues de ei,
le jo s en la jerarqu ía m onárquica.
El E nem igo de la M onarquía le * ^ T h o u o r de ser
¡s¡ ¡ s is : R 8 ¡ « a s » S?*
PRIETO “ M ONARQUICO”
“ CURRO, EL COCHERO
Contranota: Quiere decir Ansaldo que Gil Robles decía verdad al afir
mar que no había estampado m aterialmente su firma en el Pacto; pero no
negaba su existencia y vigencia, obra suya y de Prieto, y que sólo conve
niencias personales y tácticas le obligaban a esa negativa meramente fo r
mal, no real, del hecho. ¿No es esto?
(2) Ansaldo. Obra citada, págs. 428-429.
ron al siguiente acuerdo, que a continuación reproducimos, con
las organizaciones socialistas nacionales.» (3).
¿Nacionales?... Suponemos que lo de nacional sea una expre
«ion meramente geográfica; porque el Socialismo marxista y el
Partido Socialista y la U. G. T. marxistas son, y siempre han sido,
internacionales y jamás nacionales. ’
Sigue aumentando su carácter nacional esa Monarquía que se
pretende restaurar en España...
Veamos el documento del Pacto, según lo copia el señor An-
saldo:
«Las fuerzas políticas signatarias de esta declaración, movidas
por su deseo de evitar la ruina de la Patria y de impedir los su
frimientos que entrañarían cualesquiera soluciones violentas del
problema político, se comprometen de modo solemne a atenerse a
los siguientes principios, implantándolos, o ayudando de manera
decidida a implantarlos, durante período de transición, que per
mita a España establecer una normalidad institucional que sea la
expresión auténtica de su voluntad:
«PRIMERO. Dictar una amplia amnistía de delitos político».
aSEGUNDO. Instaurar desde el primer momento un Estatuto
jurídico que regule el uso de los derechos de la persona humana
y que establezca un sistema de recursos judiciales contra las extra-
limitaciones del Poder Público.
«TERCERO. Mantener inflexiblemente -el orden público e
impedir todo género de venganzas o represalias por motivos reli
giosos, sociales o políticos.
«CUARTO. Reajustar, con el concurso de todos los elementos
interesados en la producción, la quebrantada economía nacional.
«QUINTO. Eliminar de la dirección política del país todo
núcleo o influencia totalitarios, sean cuales sean sus matices.
«SEXTO. Incorporar España inmediatamente al grupo de as
Naciones Occidentales del Continente Europeo, asociadas para e
plan de recuperación de Europa, iniciado merced al auxi 10
nómico de los Estados Unidos, e incorporarla asimismo al ac °
de lo. Cinco—Inglaterra, Francia, Bélgica, Holanda y Luxembur-
go— , núcleo inicial de la Federación del Occidente de Europa,
primero, y de la de toda Europa después, siempre dentro de la
Carla de las Naciones Unidas, promulgada en San Francisco.
«SEPTIMO. Asegurar el libre ejercicio del culto y la consi
deración que merece la Religión Católica, sin mengua del respeto
que a las demás creencias religiosas se debe, conforme a la libertad
de pensamiento; y
«OCTAVO. Previa devolución de las libertades ciudadanas,
que se efectuará con el ritmo más rápido que permitan las cir
cunstancias, consultar a la Nación, a fin de establecer, bien en
forma directa o a través de representantes, pero en cualquier caso
mediante voto secreto, al que tendrán derecho todos los españoles
de ambos sexos, capacitados para emitirlo, un régimen político
definitivo. El Gobierno que presida esta consulta, por su compo
sición y por la significación de sus miembros, deberá *er eficaz
garantía de imparcialidad.
«Las fuerzas políticas signatarias de la precedente declaración
proceden a constituir un Comité de Enlace que, con carácter per
manente, estará enc¿:rgado de cuanto concierne al cumplimiento
de los ocho puntos que constituyen la declaración.» (4).
Para no fragmentar o reiterar el análisis y crítica del documen
to y de otros, como el Manifiesto de Lausana, que le precede, y
de otros ulteriores, todos los cuales coinciden y se complementan
mutuamente, por el momento suspendemos análisis y crítica.
Seguidamente, el señor Ansaldo nos ilustra un tanto sobre la
parte silenciada del documento, diciéndonos:
«Este documento, en unión de otro ejemplar idéntico de pro
cedencia socialista, figura en los archivos de los Ministerios de
Asuntos Exteriores de las potencias democráticas.
«Por parte de la Confederación de Fuerzas Monárquicas se
señala que, como componentes de la misma, representados por lo
tanto en el acuerdo, figuran: “ Los elementos supervivientes de
los antiguos Partidos de la Monarquía” ; “ el sector más importante
de Renovación Española” ; “ la antigua C. E. D. A.” ; “ la Liga
Regionalista Catalana” ; “ el grupo de escritores de la Revista
“ Acción Española” , y otros elementos intelectuales. A esto sigue
una lista nominal de sus personalidades más descollantes y el co
mentarlo: “ La Confederación actúa como una organización clan-
destina, para evitar no sólo las persecuciones contra sus miembros,
sino para no atraer las represalias del régimen sobre las entidades’,
negocios, etc., en que actúan las individualidades confederadas..’
Existe en el exterior una delegación que tiene a su cargo todo lo
referente a política internacional y relación con las fuerzas antito
talitarias del extranjero” .»
Días después, una nueva nota complementaria, entregada a los
propios destinatarios y de procedencia semejante, aclaraba algunos
extremos en la siguiente form a:
al. El rey no toma parte en las negociaciones entre los gru
pos políticos, pero conoce, aprueba y alienta todas las actuaciones
de la Confederación de Fuerzas Monárquicas, y en especial la nota
entregada recientemente a las representaciones diplomáticas de
Estados Unidos, Inglaterra y Francia, en Madrid.
«2. La entrevista celebrada entre el rey y el general Franco
el 25 de agosto último, la ida del príncipe de Asturias a España y
las negociaciones que posteriormente puedan celebrarse, tienen
como exclusiva finalidad hacer evolucionar el régimen español
hacia su pacífica liquidación. Con ello, el rey está convencido
de que presta un gran servicio a la democracia y a la paz del
mundo, y hace posible la incorporación de Espana al Bloque anti-
comunista de las Naciones Occidentales, cosa que mientras el ge
neral Franco ocupe el Poder es imposible o lleno de gravísimos
inconvenientes.
«3. La aproximación del rey al dictador, para la finalidad
expuesta en el número anterior, no es obstáculo para que la po
lítica de la Monarquía restaurada se inspire en las normas de
conciliación v paz que ha concretado la Confederación de Fuerzas
Monárquicas en la nota entregada, que a su v e z coinc.de con la
que otras fuerzas antitotalitarias han puesto también en conocí
miento de las potencias democráticas. „iiritar
,4. La evolución esbozada por el general Franco a m tou r
una entrevista con el rey, dependerá en máxima parte de 1. actitud
que observen con el dictador las Naciones extranjeras, principal
mente los Estados Unidos. Si el general Franco se convence de
que mientras esté él en el Poder no hay ayuda, acelerará la evolu
ción y acabará por dar paso al rey. Si, por el contrario, recibe una
ayuda, principalmente económica, se afianzará en el Poder y la
Dictadura se prolongará indefinidamente.
«Puede asegurarse que de los Estados Unidos depende hoy que
el general Franco se marche o que siga por tiempo indefinido.
aNoviembre, 15 de 1948.» (5).
Leyendo estos documentos a la distancia de diez años, tienen
a la vista de cualquiera muy mediocre importancia; pero enton
ces, dado el panorama internacional, cobraban apariencias formi
dables para los conspiradores.
Ahora bien, para cualquiera medianamente observador, iban
acompañados los manejos de tales cosas contradictorias que a los
mismos conspiradores los dejaban perplejos.
Varias páginas dedica el señor Ansaldo a tratar de explicarse
una serie de contradicciones bien patentes, 6Ín llegar a conse
guirlo.
No queremos abrumar a los lectores con sus cuitas y nos lim i
tamos a dar constancia de los hechos, lal y como él puede per
cibirlos :
“ Coincidiendo casi exactamente con la entrega oficial por los
monárquicos del Pacto antifranquista a que anteriormente ee alu
dió, el nieto de aquel rey expulsado de su Patria, muerto en el
exilio y cuyo cuerpo permanece aún en tierra extraña, llegó a
Madrid, “ finalmente” ...” (6).
Y se pregunta saturado de perplejidad :
« ¿Pero qué maniobra está jugando don Juan? ¿Cómo es po
sible que, mientras autoriza y anima a los jefes monárquicos más
caracterizados para pactar solemnemente con las fuerzas antifran
quistas, se entrevista, al parecer amigablemente, con el usurpador
del trono de sus mayores y le entregue su hijo primogénito?», ee
(6) Lenin: Oeuvres choisies. Premiére ébauche des themes sur les
questions nationale et coloniale, pour le IIé Congres de l’Internationale
Commumste. II, págs. 796-797.
(7) Lenin: Obra citada, pág. 796.
tan “ católico” , lo hace para independizar la católica Irlanda de la
protestante Inglaterra?... manda de la
Solo una simple aclaración como respuesta: los comunistas de
berán aliarse con los separatistas y luchar para dar la independen-
cía a toda minoría nacional y a todas las colonias fuera de la Unión
de Repúblicas Socialistas Soviéticas; pero, dentro de las fronteras
del Estado Comunista, aplastarán todo movimiento nacionalista y
exterminarán a los separatistas.
¿Por qué, entonces, la alianza de la Internacional Comunista y
de la Unión Soviética con todos los separatistas exteriores?
Lenin responde:
*E1 resultado de la lucha (el triunfo del Comunismo en el
mundo) depende finalmente de que Rusia, India, China, etc. for-
man la inmensa mayoría de la población que, desde hace algunos
años, ha sido arrastrada con una velocidad increíble a la lucha por
su liberación; a este respecto, no puede haber una sombra de
duda en cuanto al resultado final de la lucha universal. A este res
pecto, la victoria del Socialismo (para Lenin, Socialismo es sinóni
mo do Comunismo) está plenamente asegurada» (8).
Es decir, el triunfo del Comunismo está asegurado porque los
países dependientes y coloniales, como China, India y los demás,
lucharán por su independencia, unidos a la Unión Soviética, que
aprovechará la victoria para imponer el Comunismo al mundo
entero.
Stalin, con más tiempo y más medios que Lenin, dentro de su
misma h'nea, fué aún más claro.
Leamos unos pequeños fragmentos de lo mucho que escribió
eobre los nacionalismos separatistas y el Comunismo.
«... el problema nacional ha dejado de ser un problema par
ticular e interno de los Estados, para convertirse en un problema
general e internacional, en el problema mundial de liberar a los
pueblos oprimidos de los países dependientes y de as co onia
del yugo del imperialismo.
«El problema de las naciones oprimidas se ha convertido en e
“ T e T S : , . revolucionario genera, no
proletariado de la» naciones opresoras no presta un p .
y resuelto al movimiento de liberación de los pueblos oprimidos
contra el imperialismo “ de su propia patria” , pues “ no puede ser
libre el pueblo que oprime a otros pueblos” (M arx);
«Este apoyo significa el sostener, defender y llevar a la práctica
la consigna del derecho de los pueblos a separarse y a existir
como Estados independientes;
«Sin poner en práctica esta consigna será imposible lograr la
unificación y colaboración de las naciones en una sola Economía
mundial, que constituye la base material para el triunfo del so
cialismo ;
«El Comunismo sabe que la unificación de los pueblos en una
6ola Economía mundial sólo es posible sobre la base de la confian
za mutua y del libre consentimiento, que el camino hacia la forma
ción de la unión voluntaria de los pueblos pasa a través de la
separación de las colonias del “ todo único” imperialista y de su
transformación en Estados independientes.
«He aquí lo que dice Lenin acerca de los dos aspectos de esta
labor del Comunismo para educar a los obreros en el espíritu del
internacionalismo:
«“ Esta educación .. ¿puede ser Concretamente igual en las gran
des naciones opresoras que en las pequeñas naciones oprimidas, en
las naciones anexionistas que en las naciones anexionadas?
«“ Evidentemente, no. El camino que lleva al objetivo común,
hacia la completa igualdad de derechos, hacia el más estrecho
acercamiento y la ulterior fusión de Codas las naciones, sigue aquí,
evidentemente, distintas rutas concretas... Si el socialdemócrata de
una gran nación opresora, anexionista, partidario de la fusión de
las naciones en general, se olvida, aunque sólo sea por un instante,
de que “ su Nicolás II” , “ su” Guillermo II, Jorge V, Poincaré y
otros abogan también en favor de la fusión con las naciones pe
queñas (por medio de las anexiones), de que Nicolás II aboga en
favor de la “ fusión” con Galitzia, Guillermo II en favor de la
fusión con Bélgica, etc., ese socialista resultará ser, en teoría,
un ridículo doctrinario, y en la práctica, un auxiliar del Impe
rialismo.
c El centro de gravedad de la educación intemacionalista de
los obreros de los países opresores tiene que estar •
en la propaganda y en la defensa de la Ubertad
a.. « oP„ r , s ,„ „ „ „ „
derecho y el deber de despreciar y calificar de inperialistas y
canallas a los socialistas de las naciones opresoras que no desplie
guen una propaganda de es,e tipo. Es ésta una exigencia incondi-
cional, aunque el caso de la separación no pueda darse y “reali-
zarse” antes del socialismo más que en el uno por mü de los
casos...”
a“ Y, a la inversa, los socialdemócratas de las naciones peque
ñas deben tomar como centro de gravedad de sus campañas de agi-
tación la segunda parte de nuestra fórmula general: “ unión volun
taria” de las naciones*’.
a“ Gentes que no han penetrado en el problema encuentran “con
tradictorio que los socialistas de las naciones opresoras insistan
en la libertad de separación” , y los socialistas de las naciones
oprimidas en la libertad de u n i fi c a c ió n Pero, a poco que se re
flexione, se ve que, partiendo de esta “ situación dada, no hay ni
puede haber otro camino que lleve al internacionalismo y a la
fusión de las naciones” . (Obras Completas, t. XIX, págs. 261-
262.)» (9).
Clara y brutalmente dice Stalin —y hoy practica Kruschev—
que el apoyo del Comunismo a cualquier separatismo del mundo
tiene como fin debilitar a las grandes naciones con las cuales ha
de luchar para imponerle a la Humanidad entera el Esclavismo,
llamado Comunismo, y más fácilmente vencerlas.
Vencidas las grandes naciones, las pequeñas, esa constelación
de atrasados y débiles Estados, cuya independencia lograron con
el apoyo de Moscú, serán esclavizadas fatalmente y con suma fa
cilidad en esa que llama Stalin '"fusión de naciones ; cuyo pn>to
tipo viviente es la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas"...
Eslo, y más, lo dice Stalin en 1924, en sus conferencias dada,
en la Universidad Sverdlov, de Moscú...
Lo decía doce años ante, de que el nacionalismo separatista
vasco, con su fracción confesionalmente católica , se a lase co
el Comunismo contra España... Y fuera tal nacionalismo separatis~
ta “ católico” —Slalin dixit—- “ objetivamente revolucionario”
Objetivamente comunista.
Porque ese nacionalismo separatista católico debilitabaf luchan
do contra él, al Ejército anticomunista español, y, por lo tanto,
luchaba en favor del triunfo del Comunismo en España.
¿Sólo en favor del triunfo del Comunismo en la España tra
zada por la geopolítica separatista?.
No; luchaba para la instauración del Comunismo en la España
total, incluido el país vasco; porque, de haber sido derrotado el
Ejército Nacional español, e instaurado el Estado Comunista, como
premisas y testimonios demuestran... ¿hubiera respetado tal Es-
tado Comunista la independencia del aEstado Vasco” , capitalista y
católico?..
Según Lenin y Sstalin, después del triunfo del Comunismo, lo
grado gracias a su alianza con los separatismos, la “ unificación” , la
esclavización de las naciones vencidas o aliadas ee fatal.
¿Hubiera hecho Moscú una excepción a favor del “ Estado Vas
co” , respetando su independencia?... ¿Por qué?... ¿Por católico y
capitalista?... El mapa europeo da la infame respuesta del Comu
nismo a los torpes o ingenuos capaces de creerlo.
Aparte de la conclusión a que se ha llegado con respecto al na
cionalismo separatista en general, y al nacionalismo separatista
vasco en particular, de que todos ello 9 son 'objetivamente comu
nistas, otra realidad se da en la fracción confesional católica del
separatismo vasco.
Al ser esta fracción, como todo separatismo, objetivamente co
munista, coexisten en la misma un cristianismo subjetixH) y un
antierintianismo objetivo, y sus militantes 6on subjetivamente cris
tianos y objetivamente anticristianos... ya que, al ser objetivamen
te comunistas, han de ser objetivamente anticristianos, porque el
Comunismo, por antiteo y antihumano, es Anticristiano.
Implícitamente, ya estaba condenado el moderno Comunismo,
en línea eu condena con la del Ebionismo, comunismo, la primera
herejía declarada por la Iglesia Apostólica. Hoy esta formal, no
minal y solemnemente condenado.
Y preguntamos : el nacionalismo separalieta, siendo él objeté
vamente comunista, es decir, objetivamente anticristiano, ; puede ger
él subjetivamente católico?..
El que no sepa qué es, y el que no quiera ser objetivamente
comunista, objetivamente anticristiano, ¿lo exime de condena re
ligiosa, y puede seguir dándose en él esa monstruosa aberración
de ser a la vez subjetivamente cristiano y objetivamente anticris
tiano, sin canónica condena previa y autorizada advertencia?
Planteemos el problema, pero negándonos a nosotros mismos
autoridad y ciencia, 110 lo resolveremos públicamente.
Sin duda, es fácil intuir cuál sería nuestra respuesta. Mucho
agradecerá el autor, en sumiso católico, que alguien con autoridad
suficiente le dijera cuál ©s la respuesta jerárquica de la Iglesia.
PINTORESCAS REVELACIONES
T v hu T ntde todo
dificultades dr mpeñar
genero» raisión
(5). tan
¿Qué género de dificultades? Otra vez lo grotesco:
.Como sabemos, a la inversa de lo que con otras ‘í„e«a , a„ti.
franquistas ocurre, la inmensa mayoría de los directivos monár-
quicos residen en España, y, por lo tanto, una delegación de emi
grados pecaría, por lo menos en apariencia, de falta de prestigio
ante el público exterior, no en lo que a las personas se refiere,
sino en cuanto toca a la autenticidad de su mandato» (6).
j Qué horror!... Los lectores extranjeros del señor Ansaldo, al
ingerir los espeluznantes adjetivos dedicados al Régimen español
que esmaltan todo su libro, habrán creído que los monárquicos
padecían un terrorismo como el soviético..., y al llegar, después de
tal masa de fárrago “ de miedo” a esta página 478, les informa de
que “ la inmensa mayoría de los directivos monárquicos (“ directi
vos” , los jefes conspiradores) residen en España” . ¡A pesar del
“ terrorismo franquista” !... Pero antes, al principio de página, nos
ha dicho:
« ¡ Qué distinto sería todo en España si otras personas de su clase
y rango (se refiere a la clase y rango de la duquesa de Valencia)
hubieran preferido el honor de la lucha por el ideal al cómodo
sesteo a la sombra del Poder, compartiendo con gestos fáciles de
lealtad de labios afuera hacia los augustos desterrados de Estoril!
¡Por qué puede resultar tan provechoso jugar con dos barajas en
la m ano!» (7).
No sólo resulta que no hay ningún “ terrorismo” , sino que hasta
resulta provechoso “ jugar con dos barajas ...
«Aquí volvemos a toparnos con la paradoja que tanto comp
el problema español, y es la de la convivencia estrecha que ante
un observador superficial existe entre monárquicos inip<-cient ■ i
derrocar a Franco y otros que no sienten esa necesidad por e mo
mento. Lo, perteneciente, «1 primer grupo, entre quienes habría
compaña en de establecer el
fuerte coalición de elementos políticos capaces
régimen interino en España. Aguirre, jefe del Partido separatista
vasco, que llegó a ésta el pasado lunes procedente de Europa,
a bordo del “ Queen Elisabeth” , ha declarado que este grupo
demostrará que no es verdad lo de que “ no existe otra alterna
tiva que Franco” , como réplica a la afirmación de Acheson de
que no existía alternativa al actual Régimen.
«“ Hay un enorme sector político — dijo el jefe separatista—
que comprende I09 socialistas, catalanes, vascos y liberales mo
derados, desde Prieto hasta monárquicos, capaces y dispuestos
a establecer un régimen provisional” .
«“ Aguirre se unirá en Washington con el resto de la Dele
gación, que está integrada, además de Aguirre, por Trifón Gó
mez, socialista, representante de la Unión General de Trabaja
dores; Jesús Galíndez, de Solidaridad de Trabajadores Vascos?;
Rafael Supervía, republicano de Izquierda Republicana, y Jai
me Miratvilles, representante del catalanismo. Además, Aguirre
ha anunciado la llegada de un representante monárquico, que
actualmente conferencia con don Juan en Lisboa. (Efe)” .
«“ Leí cuanto antecede con verdadera alegría, pues indudable
mente en el interior de España un suspiro inmenso de satisfacción
colectiva habría de corear la noticia, publicada con fines totalmen
te opuestos a este resultado. “ ¡Por fin — dirían masas ingentes de
opinión— cristaliza en algo concreto esta unión (que hace la fuer
za), indispensable para destruir la tiranía cine nos asfixia” * (10).
¡O h !... ¡O h !...
Pero sin Terror ni mártires, el gran acontecimiento, la marcha
al Nuevo Mundo del personaje va deshaciéndose por si sola.
En efecto, según Ansaldo:
«Una nota difundida por la agencia Efe frenó, algún tiempo
después, mi entusiasmo y alegría. Nuevamente volvíamos a aque
llas afirmaciones y desmentidos que tanto ahogaron el clamor sub
siguiente al acuerdo monárquico-socialista del otoño de 1948. In
trigado e inquieto, pregunté, inquirí y averigüé con mis medios de
enlace en Madrid, París y Estoril. Al fin recibí una aclaración, que
hoy transmito al mundo exterior :
«“ La rectificación de la secretaría del conde de Barcelona ,e re-
fiere categóricamente a la noticia del periódico “Arriba” y nada
mas a dicha noticia; don Juan no puede enviar un representante
suyo a una misión política determinada. Es la Confederación Mo-
narquica la encargada de dicho cometido” .
«Y se añadía confidencialmente: “ Esta rectificación era Unto
mas necesaria por ser la persona designada para tal empeño de ca-
tegoría y condición como para crear confusiones entre actuaciones
políticas y augustas gestiones” . Y se añadía aún: “ Se trata del
candidato que tú propusiste” .
«Mitad satisfecho y mitad preocupado ante la explicación que
habría de dar a quienes gustaban más de claridades meridianas que
do habilidades y exquisiteces diplomáticas, respondí: “Llevo un
año proponiendo personalidades diferentes, de modo que no me
extraña que en alguno de ellos haya recaído el nombramiento” .
Pero apenas terminada esta frase, comprendí de quién se trataba,
y aun no figurando su nombre entre aquellos que anteriormente
consigné, me sentí plenamente satisfecho con tal elección...
«En el misterio discreto y perezoso que en nuestro campo en
vuelve estas materias, aún no he podido descubrir si la alta per
sonalidad designada llegó ya a América o si, en espera de impor
tantes informaciones, provenientes de lugares doblemente santos
en estas fechas, que enlazan las dos mitades de una centuria, tar-
dará aún en volar hacia allí, portador de un apoyo hoy más que
nunca necesario para el triunfo de nuestros planes» (11).
¿ Creerán los lectores que Ansaldo vuelve a mencionar esta ma
niobra de monárquicos, masones, separatistas y marxista, en or-
teamérica? En absoluto. No se llegó al famoso parto de lo, mon
tes... ¡Ni siquiera el consabido ratoncillo!.
EN EL PANTANO MASONICO-MARXISTA
pueblo? ,
Naturalm ente, no dejamos de tener en
b re'\ el Extranjero; pero como España también e
para las demás naciones, tal factor se compensa, y en el j g
nuestro juicio s0b re responsab^ d a d es o pucbIo?
Respóndanos la Señora. ,, y y onsabilicemos a lo.
N os permitirá que, por nuestra f ^ , fl| blo e6pflñol
reyes y los Gobiernos escogidos por ellos .
1 5 -1 0 -1 7 .
como totalidad nacional. Es curioso; la tesis de responsabilizar al
pueblo español es inventada y sostenida en España por los más
puros roussonianos, por aquellos que comulgan con la infalibilidad
del que llaman Soberaivo al Pueblo... Sin duda, para ellos, rousso
nianos, demócratas, etc., el pueblo español es la única excepción
entre todos los pueblos del género humano; porque, oyéndolos,
resulta ser el único entre todos capaz de error; es más, de un error
permanente; cual si el error fuera en él una constante histórica...
Dejémoslos con su contradicción filosófico-política; y que se la
resuelvan.
Tampoco creemos que Doña Victoria, de plantearse la prece
dente alternativa, lanzaría contra el pueblo español esas invectivas
de Ortega y Marañón. Si le faltaba cultura histórica, que no le fal
taría, bastaría con dejar hablar a su gratitud de esposa y madre
de Borbones.
El mismo Marañón, estupefacto y dolorido en su fuero interno,
se ha visto en la obligación de reconocer y evocar q u e :
«Por defender, por cambiar su monarquía, los españoles llega
ron a realizar movimientos populares de intensidad inaudita, como
la guerra de la Independencia y las guerras carlistas.»
Y añade:
aNunca se movieron para juzgarla y discutirla» (la Monarquía).
No hace falta ilustrar que los “ movimientos inauditos para cam
biar la Monarquía” , las guerras carlistas, no arguyen contra lo3
Borbones, porque, tanto carlistas como isabelinos y alfonsinos, to
dos querían un Borbón para Rey.
Ningún pueblo del mundo ha luchado en tantas guerras ni vertió
tantos y tan grandes torrentes de su sangre como el español para
que fueran sus reyes de la Casa de Borbón : la guerra de Sucesión,
la guerra de la Independencia, e incluso las guerras carlistas — que
se libraron, primero, contra los cripto-republicanos, y después,
contra la República— constituyen una serie tremenda de gestas es
pañolas, no igualadas por las de ningún país, para mantener en el
Trono a los reyes de la Casa de Borbón.
Si quisiéramos entrar en la parte de responsabilidad que pueda
caber a nuestro pueblo en sus derrotas y decadencia —excluyendo
las altas razones nacionales conexas en tales hechos históricos- p0.
d riamos decir que la culpabilidad popular primera j capital está
en su fanatismo para defender a los Borbones.
Luchó el pueblo con inaudita intensidad por los reyes de la Casa
de Borbón, simplemente por ser suyos; no por ninguna otra razón
o conveniencia. Por ser suyos, repetimos, por estimarlos consuman-
dales con la independencia nacional.
Humanamente, nadie será capaz de negarlo históricamente, José
Bonaparte y Amadeo de Saboya eran infinitamente superiores
a Fernando VII e Isabel II. ¿Y qué sucedió?... Que, creyendo
los españoles a Fernando e Isabel suyos —consustanciales con su
independencia— , sin mirar calidades personales ni conveniencias
internacionales, despreciaron a los que no consideraban suyos. Esto
nos dice la Historia en dos de los tres casos que al pueblo español
se le puso en la necesidad de optar entre monarca y monarca; en
el caso del archiduque Carlos, carecemos de suficientes elementos
de ju icio; pero no necesitaba de dotes humanas muy excepciona
les para superar a las de un Felipe V, soñando toda su vida con
dejar de ser español para ceñir la corona de su primitiva patri,¡.
Francia.
Señora; no ha insultado el actual Jefe del Estado a les Borbones.
Aludió con gran moderación en varios momentos, ayuno en abso
luto de pasión y silenciando mucho de cuanto pudo acusar, al pro
blema de la responsabilidad histórica en la pérdida del Imperio y
en la decadencia española, y, claro es, no se decidió por acusar a
nuestro pueblo...
Pudo hablar de la idiota sumisión de un Fernando VI a su
mujer extranjera y a los masones al servicio de Inglaterra, 9ac
ficando a una y otros a Ensenada, el más grande estadista y p
triota gobernante que ha tenido su Casa, con gran reDocijo
Bretaña y a mayor y mejor gloria de ella.
Pudo hablar del “beato” Carlos III, cuyo
consciente que entregaba el Gobierno a la masónica íee
expulsaba a los Jesuítas, los paladines espaiio es e
eiendo el uJUr introductor en España d e U^deas d e l a ^ ^
y, por sus masones, precursor de la secesión
lástima que no viviera bastante para recoger la cosecha revolucio
naria que sembrara.
Pudo decir de un Carlos IV, por lo menos, lo que dijeran de él
su propia esposa y su hijo...
Pudo hablar de Fernando VII como hablaron y escribieron loa
monárquicos de la Restauración.
Pudo contar de Isabel II, si la decencia no se lo impidiera, un
poco de lo dicho por su marido, por Moltó, Serrano, etc., etc., o
por cualquier hstoriador monárquico de la Restauración.
Pudo hacer, y la hizo, la apología de la reina María Cristina,
como cristiana, mujer y reina.
Pudo hacerle, y se la hizo, justicia muy comprensiva, como no
se la hiciera ninguno de sus políticos y Grandes, al rey Alfon
so XIII, su esposo, Señora...
Al rey, por si os agrada saberlo, que para este autor fué, hu
manamente juzgado, el mejor, y con mucho, de todos los Borbones
antes nombrados; y no es la primera vez que así lo afirma. Claro
e* que, si con intención polémica se le apurara para explicar la
excepción borbónica que se diera en Don Alfonso, podría respon
der, sin réplica, que no sabría si su egregia personalidad humana
la debió a 6er Borbón o Habsburgo... ¡Pero tiene réplica, Señora!. ..
El ser Borbón, como ser de cualquier otra estirpe, no determina
calidades humanas buenas ni malas. Borbones eran también los de
la Rama desposeída—para el autor, la legítima— , y los que histó
ricamente conocemos fueron hombres egregios.
Si es cierto lo que os atribuye Ansaldo, Señora, cometéis una
injusticia diciendo que “ Franco no desaprovechó ocasión para in
sultar a los Borboneá*’ . No sólo no insultó a los Borbones, sino
que 6u censura, tan insultada por sus monárquicos, impidió, no
insultar, sino decir una verdad sobre los Battenberg.
¿Queréis 6aber qué verdad?
Simplemente, impidió publicar el árbol genealógico de la Casa
Battenberg-Mountbalen, por la nimiedad genealógica de figurar el
apellido Hauke en su primera rama, y ser el Hauke un apellido
judío.
¿No lo agradecerá la Señora?... porque, sin duda, la censura
de Franco suprimió el árbol de su Casa debido a que hay gentes
aún —en contra de la cristiana opinión de este autor— que estiman
una determinante nefanda el tener sangre judía en las vena9 ; miran
la sangre judía con más horror que la liemofílica; y estiman como
un sacrilegio el que, por primera vez en la historia de España, se
siente en el Trono de Isabel la Católica quien tenga en su corazón
una sola gota de sangre judía...
EXPLICACION PREVIA PARA ESTA SEGUNDA
PARTE
«PROBLEMA RELIGIOSO.
(1) Tomen buena nota los militares españoles. (Nota del autor d
libro.)
mediante una Ley que fijara la responsabilidad, a fin de evitar que
“ en el momento de cambio del Régimen se lanzara a una carrera
de demagogia y de violencia” , que sería fatal para todos.
«ORDEN PUBLICO.
«SALVADOR DE MADARIAGA.
tGREGORIO m a r a ñ o n .
«INDALECIO PRIETO.
«RODOLFO LLOPIS.
«FELIX GORDON ORDAS.
«DIEGO MARTINEZ BARRIOS.
«VALENTIN LOPEZ APARICIO.
«.[Hasta esta fe
roca. Al parecer
REUNION DE LA C. N. T. (CONFEDERACION NACIONAL DEL
TRABAJO) CON EL P. S. O. E. (PARTIDO SOCIALISTA), LA
ü. G. T. (UNION GENERAL DE TRABAJADORES)
Y DEMAS SECTORES
17 de febrero de 1957 y siguientes
z?i:zicuestioaesquese
“ E l segundo motivo invocado alude a las facilidades que esa
solución procuraría “ para acelerar la caída del Régimen actual” ,
t i l o nos hace pensar que se trata de una concesión que constituye,
probablem ente, una condición previa para poder lograr la colabora'
ción de determinados elementos cuya intervención se reputa de
cisiva en la operación, seguramente prevista, aunque silenciada en
el documento.
aSi esas nuestras conjeturas resultasen justas, carecería ya de
interés el preocuparse de la consulta al país y de la fijación de pía-
zos para llevarla a cabo, máxime cuando, según el enunciado de
la hipótesis, a la referida consulta se le reserva papel tan poco
airoso cual es el de “ legitimar” la forma de gobierno impuesta “ de
fncto” . —
«T am poco podemos prestar nuestra aquiescencia a semejante hi
pótesis, ni por tanto implicarnos ni complicarnos en su desarrollo.
«Queda, por últim o, otra hipótesis, la primera en el documen
to, la cual dice que “ la forma de gobierno fuera elegida por el
pueblo español” .
aE l comentario que a esta hipótesis se acompaña dice que ee
coincide en admitir que esta solución sería más apta para obtener
una adhesión de mayor volumen y para evitar futuros ataques e
im pugnaciones” . Así lo estimamos también nosotros.
«Nosotros queremos contribuir eficazmente a liquidar una si-
tuación que comenzó hace más de veinte años, durante los cu
el régimen dictatorial que padece España se recreó en mantener
vivo el penoso abismo que la guerra civil abrió y la erne P
sión ahondó todavía mucho más.
«Pero para nosotros no se «rata de liquidar solamente la opro
biosa situación en que se consume España, sino e propicia
más una nueva situación totalmente diferente de la « c .u a l.S e r a
de devolver a España plenamente sus 1
p rerrog a t v .. y que lo» -
pañoles dejen de ser súbditos para convertirse en ,u ,e n ,co c.ad.
danos libres. Se trata de interesar a los «panoles en 1. obra
reconstrucción moral y material que el país necesita y que cobren
consciencia de sus derechos y de sus obligaciones; e incorporarlos
a la vida ciudadana, de la que llevan ausentes tantos años, hacién
doles dueños de sus propios destinos.
«Para lograrlo estimamos que la solución nacional pacíñca, hu
mana y digna para todos consiste en crear una situación transitoria
a la caída del Régimen actual, situación transitoria sin signo insti
tucional definido, es decir: que no sea monárquica ni republicana,
que no figure ni prejuzgue la futura forma de gobierno de España.
Esa cuestión se reserva íntegramente a la voluntad soberana del
país, que la expresará libremente y con toda clase de garantías en
el momento más adecuado.
«Defendemos esa fórmula como solución pacífica de la situa
ción actual, por creerla más razonable y más democrática; porque
estimamos la pueden aceptar como transacción eficaz y sin desdoro
ni humillación para nadie los beligerantes de ayer y la nueva ge
neración de hoy, los monárquicos, los republicanos y los indiferen
tes o todavía no definidos en orden a la forma de gobierno, porque
a los republicanos y a los monárquicos se les ofrecen las mismas
posibilidades de conquistar democráticamente su República o su
Monarquía, y porque traduce efectivamente el derecho de los es
pañoles a decidir de sus propios destinos sin previas hipotecas. Que
de bien claro, pues, que no es entre nosotros donde deben discu
tirse las legitimidades históricas, sino ante el país.
Cualquier Régimen puesto a España, es decir, implantado sin
contar con la voluntad del país, expresada de manera inequívoca,
libremente y con toda clase de garantías, sobre continuar los mé
todos de tutela y protectorado que padecen actualmente los espa
ñoles, sería desde el primer momento incentivo para la conspira
ción de los descontentos, que no habrían de faltar, con lo que ee
proseguiría la zozobra, la incertidumbre y la intranquilidad vi
gentes.
«Lo que creemos que España necesita y quiere no es eso, sino
entrar definitivamente en la vida normal para restañar 6us heridas
y para que los españoles se entreguen por completo a la recons
trucción y al progreso del país. Ello se lograría dotando a España
áe un régimen que fuera expresión auténtica d* 1* . j
ritaria de lo. emanóles. Un régimen alumbrado en e « ,
nea, monárquico o republicano, tendrían la obligación de aceptarle
todo» los españoles aunque no le sirvieran quienes no lo g r w j ven
cer los escrúpulos de conciencia que pudiesen asaltarles.
«Si para servir al nuevo régimen definitivo que surja de la
consulta al país son previsibles los escrúpulos de conciencia, en
cambio, para el período transitorio, sin signo institucional, nos pa
rece posible y relativamente fácil la conjunción de fuerzas políti
cas de los antidemocráticos, que coinciden en lo esencial e indispon-
sable previamente convenido.
«Para llegar a esa conjunción de fuerzas de significación diver
sa no se pediría a nadie que renuncie a su respectivo programa, sea
cual fuere, ni que sacrifique sus convicciones, sean las que fue
ren. Todos conservarían sus propios programas y sus propias con
vicciones y el derecho a defenderlos y a propagarlos, con la espe
ranza en cada cual de hacer triunfar democráticamente un día. A
nadie, pues, se pide que renuncie a nada, siquiera todos habrían
de hacer durante el período transitorio las concesiones necesarias
que las coincidencias indispensables exijan para poner en marcha
la nueva España.
«De esa conjunción de fuerzas puede surgir el instrumento na-
cional que ejerza el poder y gobierno provisionalmente durante el
período transitorio; preparado, tras la previa devolución de las li
bertades ciudadanas, que se efectuarán con el ritmo más rápido
que las circunstancias permitan, la consulta al país, a fin de cons
tituir definitivamente el Estado español.
«Quienes suscriben el presente escrito estiman altamente bene
ficiosos para España los contactos que traducen el ocumeri o
cuestión y el deseo que supone el reanudar el d.alogo entr lo,
españoles de muy diversas condicione,, diálogo
actual quiso impedir y que nosotros queramos continuar
tirla" i j
He ahí la razón por la cual insisten e insistirán, a prueba de
fracasos, en tratar de arrastrar al patriota militar a perpetrar et
suicidio de su Patria con pronunciamientos militares.
humano esa invisible gravitación del peligro del Esclavismo, qu© ©s
angustia letal y permanente para todo humano espíritu aiin en li
bertad.
Por ignorada e inconfesada que sea la presencia permanente y
total del Comunismo en el acontecer español, su gravitación en las
almas es tremenda, y toda empresa subversiva, a pesar de sus muy
perfectas apariencias “ cristianas” , “ monárquicas” , de “ orden” , ca
pitalistas y burgueses, chocará con la invisible muralla del sub
consciente del español, en virtud del cual presiente, desde 1936
— fecha magistral de nuestra Historia patria— el feroz acecho del
Imperio Comunista.
Hasta 1936, el militar español, com o los políticos y cualquier
ciudadano, incluso los policías, al intervenir o ser afectados de cual
quier forma por una conspiración tendente a dar golpe de Estado,
Revolución o un movimiento de fuerza, en el caso más extremo,
tan sólo eran capaces de pensar o imaginar superficiales m odifica
ciones de Régimen, inás o menos radicales, o en su suplantación
por otro más o menos extremista; todo lo demás, el más exaltado
podía imaginar un período limitado de violencia y terror contra
determinados adversarios. Pero nadie jamás pudo pensar ni siquiera
imaginar en la violencia como Régimen y en el Terror com o Siste
ma; es decir, en la Revolución permanente... Menos aún imaginó
nadie, ni como hipótesis, la posibilidad de una España asesinada
como nación, y su pueblo, no el pueblo abstracto, sino el real, tú
y yo, asesinado espiritualmente todo él y físicamente los mejores
y sujeto el resto a la esclavitud física, por obra, decisión y potencia
del Imperio esclavista, llamado comunista.
De que nadie fué capaz de imaginar ese Horror hasta 1936,
hasta después de tomar el Poder el Frente Popular, soy el testigo
más excepcional: mis tres libros, así como los impresos clandesti
nos escritos por mí, desde 1931 a 1936, para la Unión Militar Es
pañola, sólo tenían como única finalidad el demostrarle a todo
patriota español, y especialmente al militar patriota, la realidad
e inminencia del Horror del Comunismo... excitándolos a obrar en
consecuencia.
No fui creído por número suficiente de patriotas; no existía en
España ejem plo ni antecedente válido para las mentes- cra
inaudito e increíble aquel Horror, que disculpa tienen los'patriotas
porque padecían de incapacidad innata para imaginar lo inimaci
noble.. . Y de ahí que, hasta no ver el Horror inmediato, tangible'
real, y no por faltarles valor y patriotismo, el resorte de eu con^
ciencia no se disparó lanzándolos a morir y a matar para salvar a
la Patria del asesinato...
Ya no necesita el patriota español hacer ningún esfuerzo con su
imaginación para imaginar lo inimaginable; le basta su memoria
para evocar con toda nitidez aquel horror de crimen y sangre... y
6Í en algún momento le invade amnesia, desde cualquier meridiano
del planeta le llega el angustiado y fatídico grito de una nueva
tragedia nacional y humana, perpetrada por el Comunismo. Y si
la tragedia lejana no bastara, de Polo a Polo, de cénit a nadir, y
hasta en los espacios siderales, presente y potente, con potencia en
progresión geométrica, frente a sí tiene al Horror del Imperio es
clavista, inolvidable...
He ahí, lectores, algo y formidable cuya existencia y presencia
no tenía gravitación de ningún género en las conspiraciones espa
ñolas precedentes. Y de ahí por qué, debiendo atraer a la suya
por el engaño a militares patriotas, vaya la Antiespaña de fracaso
en fracaso...
La causa radical y auténtica está en la invencible resistencia de
la conciencia o subsconsciencia del patriota, cuya voz, sin sonido y
sin palabras, le hace sentir o presentir que el Horror del Comu
nismo en acecho está siempre ahí, dispuesto al asalto en el jno-
mento que los españoles vuelvan a luchar entre sí... El español pa
triota tiene la intuición de que toda lucha entre españoles ha de
ser el definitivo suicidio nacional...
Carentes de patriotismo en absoluto los conspiradores, por tener
lo aberrado o anestesiado, están en situación de incapacidad para
sentir o presentir esa realidad suicida. Y, claro es, también son
incapaces de suponernos a los demás capaces de sentirla o presen
tirla... , ,
He ahí la razón por la cual insisten e insistirán, a prueba de
fracasos, en tratar de arrastrar al patriota militar a perpetrar el
suicidio de su Patria con pronunciamientos militares.
M ONARQUIA, ULTIMO RECURSO
DE LA MASONERIA
A.VTi-EBfASA 1 9 50 .— 10.
cuando se hizo pública la colusión monárquico-masónico-marxista,
fraguada por designio de Londres y cuya paternidad legal asume
Madariaga, debió sufrir los ataques de ciertos republicanos ce
rriles y elementales, incapaces de com prender las tácticas sutiles
de la Intelligence...
He aquí, lectores, el artículo publicado por Salvador Madaria
ga en el diario argentino La Prensa el día 3 de agosto del pasado
año.
Está completo, no habiendo suprimido en él más que los o b li
gados insultos al Régimen español; obligados para estampillarse
de “ leal” y no perder autoridad ante los republicanos cerriles.
He aquí el artículo:
REPUBLICA-MONARQUIA
LA COM UN ID AD DE LOS PR IM E RO S
CRISTIANOS
ÍÍS
(13) 4 C,es* í í ’ 42-47; IV’ 32-37; V> 1~l l > VI> 17 sigtes.
A ctes. II, 44, 46, 47,
(14) A ctes. I, 15.
d o ; comprendiendo a I 03 hermanos que se
crusalén
y uo a todos los que habían creído en Jesús»
La comunidad pasaba largas horas entregada a & oíadón. La
concordia era absoluta. El recuerdo del Maestro, a qaien todos
habían conocido, avivado por la palabra y el ejemplo de sus dis
cípulos, reinaba sobre todos, impidiendo cualquier disputa o que
rella doctrinal. La alegría interior reinaba en todos los corazones.
Ninguna literatura reitera tan frecuentemente la palabra “ alegría”
como el Nuevo Testamento (16).
Pero hemos de fijar nuestra atención especialmente en el aspec
to “ comunista” .
Los Hechos están de acuerdo en que los bienes pertenecían a la
comunidad por donación de aquellos cristianos que entraban a
formar parte de ella (17).
En un pasaje dicen los Hechos que los miembros de la comuni
dad «vendían sus propiedades y sus bienes y partían (acaso, “ com
partían” ) el producto de la venta de cada uno» (18). En otro se
dice que el producto de la venta era depositado «a los pies de los
Apóstoles» (19).
Dos críticos, Jacquier y Loisy, que difieren con frecuencia, están
de acuerdo en atribuir la formalización de la economía de la co
munidad a la afluencia de «los primeros creyentes llegados a Jeru-
salén de Galilea, que, extraños en la ciudad, debieron arreglar 6U
manera de vivir juntos, para lo cual pondrían en común los pocos
recursos de que podrían disponer» (20).
En los primeros m omentos, cuando la comunidad era reducida,
los Apóstoles administraron la economía; pero al engrosar muy rá
pidamente, sobre todo por la llegada de cristianos procedentes de
territorios griegos o helenizados, para no ser distraídos de sus tareas
espirituales, delegaron la administración en siete hombres consi
derados y competentes. La elección recayó en Esteban, Felipe, Pro-
(24) San Pablo. Tim. 5, 17 Rom. 12, 13, Tim. 3, 2. Hebr. 13, 2-3.
frecuentemente a la debilidad. Trajano era fuerte, pero no violen
to ; Calígula era violento, pero no fuerte. T od o pueblo que sienta
horror de la sangre hasta el punto de no saberse defender, acabara
pronto o tarde por ser la presa de cualquier pueblo belicoso» (25).
«Toda élite que no se halle dispuesta a librar batalla para defender
sus posiciones, está en plena decadencia, y no le resta otro recurso
que dejar su sitio a otra clite que posea las cualidades viriles de
que ella carece. Es puro ensueño si la élite se imagina que los prin
cipios humanitarios que ella ha proclamado le serán a plicad os:
los vencedores harán resonar en sus oídos el vae victis. El filo de
la guillotina se afilaba en la sombra cuando, al final del siglo XVHI,
las clases dirigentes francesas se dedicaban a desarrollar su “ sensi
bilidad” . Esta sociedad holgazana y frívola, que vivía cual parásito
sobre el país, hablaba en sus cenas elegantes de “ librar al mundo
de la superstición y de aplastar al Infame” (V oltaire), sin sospe
char que ella sería la aplastada» (26).
Nadie supondrá que Pareto, ni el autor al citarlo y solidarizarse
con él en tal aspecto, reniegan del humanitarismo. Reniegan del
“ humanitarismo” inspirado por el miedo. Y más aún se debe re
negar del neocomunismo adoptado por tantos, creyendo así “ conte
ner” y “ apaciguar” al enemigo mortal del Cristianismo, cuando
carecen de valor para empuñar la espada... Y si de valor humano
carecen para ser héroes, más carecerán del valor sobrehumano para
ser mártires. Y es una realidad viviendo los veinte siglos de la
Era : frente al peligro mortal de la Crisitiandad, sólo prevaleció y
prevalecerá el mártir y el héroe.
(30) Santo Tomás. V ir tu s su pern atu ralis, qua su per omnxa düigxmus
D e u m p i o p t e r se, et p r o x im u n p r o p te r D eu m .
(31) (Deut. 6, 5).
(32) (Lev. 19, 18).
(51) El pobre Pablo usaba mal la palabra que habría cazado al vuelo
cn alguna perorata de Lafargue.
(52) P. Iglenias: Solidaridad, agosto de 1870.
(53) Proudhon: Sistem a de laa contradicciones económicas, pág. 15.
Aguilar. Editor. Madrid.
vimienlo obrero el peligro, «ino el comienzo de 1. . . l vaci6n dp „ „
gran peligro , ( Die Arbeiterfrag<C\ pág. 91); y eJ eco de L
repercute y le vemos adquirir de nuevo precisión rotunda en Cohén
y en lo , discípulos de éste, Vorlánder y Estau.linger. La. palabra,
del maestro de Ortega son éstas:
«f,a idea de la preemineiicia del fin de la Humanidad nos lleva
al socialismo, en el que cada hombre es definido como fin último,
como fin de sí mismo» (54).
El judío Cohén trata de hallarle árbol de nobleza ética en Kant
al Socialismo: el hombre, fin de sí mismo...
No Dios, sino el hombre, fin de mis propias acciones. ¿Y esto es
ética?... ¿Es ahí, en ese absoluto egoísmo, donde puede hallar tí
tulo de nobleza y de altruismo el Socialismo?... ¿Y puede hallar
también ahí su conciliación con el Cristianismo?
Hay entre Cristianismo y Comunismo una antítesis metafísica
irreductible. La misma antítesis resucitada que existió entre el Im
perio divinizado de Roma y el Cristianismo, de Ja misma índole
metafísica. Y sólo 110 viéndola en su auténtica esencia, creyéndola
únicamente política o económica, puede creer alguno en una posible
conciliación. Sólo una grosera concepción del Cristianismo, el creer
lo una cosa humana niás, puede llevar a un error tan capital...
Creer al Cristianismo una cosa humana, repetimos; porque también
contribuye a la falsa creencia de creer al Comunismo algo mera
mente humano... Porque para ser él, como es, negación total de lo
motafísicamente perfecto, de Dios necesariamente también eu nti-
pulno ha de tener un origen metafísico...
Que metafísico es el intento pasional de aniquilar cn la Humani
dad la gravitación universal del Amor, de Dios, para sumirla en la
cierna conflagración heraclitana, kabalista-esenia-ebionita-gnóstic.o
m aniquea y hegeliana-m arxista, donde la lucha, el Mal, resulta ser
°1 “ dem iu rgo” del llam ado “ Bien* , que es mal... jAy de l( s qn
llaman al mal bien y al bien mal! Los qne hacen de la luz tinieblas
y dv. las tinieblas luz. (55).
Mauricio Carlavilla
EL SACERDOTE GAPON, PRECURSOR DEL SO
CIALISMO “CRISTIANO”
rante las descargas se echó de bruces junto con Gapón y miró a su alre
dedor cuando cesó el fuego. “ A mi lado, hecho una pelita, yacía Gapón.
Le sacudí el brazo. De debajo del abrigo salió una cabeza con la mirada
extraviada.
“ —¿Está usted vivo, padre?
“ —Sí, ¡estoy vivo!
“ — ¿Vamos?
“ Arrastrándonos por el suelo, nos fuimos hacia el portal próximo. En
el patio, Gapón se puso el traje de uno de los obreros, Rutenberg le cortó
el pelo y le acompañó a casa de un amigo. “ Su conducta me molestaba
—dice—. Antes sólo había visto a Gapón, de sotana, hablando ante una
multitud que le adoraba- le había visto en la puerta de Narva apelando
a la muerte o a la libertad.
“ Así que salimos de la puerta de Narva, ese Gapón dejó de existir.
Con el pelo cortado, vestido con la ropa de otro, tenía en mi presencia a
un hombre entregado enteramente a mí, inquieto y desconcertado cuando
se hallaba en peligro, vanidoso y superficial mientras se consideraba se
guro.” . (Nota de la edición rusa.)
(9) Gapón: Memorias, págs. 174-175.
(10) Boris Savinkov: Memorias de un terrorista, p. 198. (E¡d. Cénit.
Madrid, 1931.)
habida en el mundo. Hubo una Revolución Francesa, y en ella un
Luis XVI, que nunca permitió tirar contra los manifestantes a sus
soldados. ¿Y qué?... Al parecer, Luis XYI murió guillotinado.
Tampoco mandó disparar Nicolás H en febrero de 1917 contra los
manifestantes. ¿Y qué? Al parecer, fué asesinado con toda su fa
milia. ..
Estúpido es históricamente asegurar lo que hubiera sucedido
en 1905 de no disparar la tropa en el puente de Narva; pero, por
los antecedentes y I09 subsiguientes históricos, cabe deducir que
la capitulación de Nicolás ante Gapón hubiera abreviado 6u vida
en doce años, y en otros doce se habría adelantado la Revolución...
Y nótese: no es deducción mía; es del mismo Gapón, que termina
sus MenDorias con e 9 ta 9 palabras:
«Por todo Jo expuesto, puedo decir con firmeza que la lucha
toca rápidamente a su fin, que Nicolás II se prepara la 6uerte de
uno de los reyes ingleses o del francés de tiempos no tan remotos,
y que los miembros de su dinastía que escapen a los horrores de la
Revolución, en un porvenir próximo, tendrán que buscar refugio
en Occidente» (11).
Y, hecho el inciso, acabemos con el “ caso” del sacerdote Gapón.
Objetiva y efectivamente, ya hemos visto, y la Historia lo re
gistra, quién y qué fué el sacerdote Gapón para la Revolución
munista.
los soldadosy sabiendo que dispararían, poniéndose a pecho descu
bierto en primera fila... para ser la primera víctima.
Esto parece increíble para cualquier cerebro sano...; pues, sé*
pase, fué la tesis de la gran prensa europea, naturalmente, capita
lista y burguesa.
Es mucho más lógico y objetivo el mismo Lenin, aparte de es
tar mejor documentado, pues trató a Gapón y hasta colaboró con él
revolucionariamente.
«¿Es el sacerdote Gapón un provocador?» — se pregunta Lenin
en un artículo (12)— ; y responde :
a... los periódicos extranjeros y los que particularmente nos es
criben hacen resaltar la circunstancia de que la Policía dejase des
arrollarse el movimiento huelguístico con toda libertad y sin em
barazo alguno, apuntando que el Gobierno en general, y el prín
cipe Vladimiro en particular, deseaban un ajuste sangriento de
cuentas en condiciones que no podían ser para ellos más propicias...
Los periódicos ingleses y la Prensa conservadora alemana coinciden
en imputar sin ambages al Gobierno — o sea al príncipe Vladimiro—
este plan. Y probablemente no van descaminados». (Lenin n)o pue
de convertirse en defensor del Gobierno frente a la prensa inglesa
y la conservadora alemana.) «Sin embargo — añade Lenin— , la exis
tencia de esos planes no excluye, ni mucho menos, la posibilidad
de que el sacerdote Gapón fuese un instrumento inconsciente de
ellos.
«Está fuera de toda duda la existencia de un movimiento libe
ral, reformista, que abarca un determinado sector del joven clero
ruso. Este movimiento, que encuentra portavoces en las reuniones
de la sociedad filosófico-religiosa y en la literatura eclesiástica,
tiene incluso su especial denominación : se le ha llamado movimien
to de la “ nueva ortodoxia*’ . No debe darse, pues, por absolutamente
descartada la posibilidad de que el sacerdote Gapón fuese un SO
CIALISTA CRISTIANO sincero, empujado a la senda revolucio
naria por la experiencia del Domingo Sangriento. Nosotros nos in
clinamos a esta hipótesis, tanto más decididamente cuanto que las
cartas escritas por él después de la matanza del 9 (22) de enero, lia-
blando de que “ ya no tenemos Zar” fiu ,
,a libertad, etc hablan en favor de « honradezT^cerid'd p^es
es un poco dA cü que un provocador se crea obligado, por debe
de cargo, a segu,r gritando tan poderosamente para llevar adelan
te la insurrección.
«Analizando los sucesos del domingo sangriento, lo que más
le asombra a uno es esa combinación de simplista fe patriarcal en
el Zar y de desesperados encuentros en las calles, Juchando con las
armas en la mano contra el poder zarista. La primera jornada de
la Revolución rusa ha enfrentado cara a cara la Rusia vieja y la
nueva, nos ha revelado la agonía de la primitiva fe campesina en
el padrecito Zar y el alumbramiento de un pueblo revolucionario
encarnado en el proletariado de las ciudades. No en vano dicen loa
periódicos burgueses de Europa que la Rusia del 10 (23) de enero
no es ya la misma del día 8 (21). No en vano el diario social-
demócrata alemán a que nos hemos referido (el Wonvaerts) recuer
da cómo comenzó, hace setenta años, el movimiento obrero inglés;
cómo en el nño 1838 redactaba, en las cercanías de Manchester,
dose en las calles contra la prohibición de las asociaciones obreras;
cóm o en el año 1838 redactaba, en las cercanías de Manchester,
en magnas asambleas, la “ Carta del pueblo'’ el pastor Stephens,
proclamando: “ Todo hombre libre que respira el aire libre del
cielo y pisa la libre tierra de Dios tiene derecho a un hogar pro
pio” . Y el mismo sacerdote incitaba a los obreros allí congregado*
a empuñar las armas.
«También en Rusia hubo de ser un sacerdote quien marchase
a la cabeza del movimiento, un sacerdote que en veinticuatro horas
se pasó del requerimiento a dirigirse con una petición al Zar, a
llamamiento a la revolución. “ Camaradas, obreros rusos -escri
bía el sacerdote Georgii Gapón despucs de la jornada b
en una carta que se leyó en un mitin liberal . Ya no
Entre él v el pueblo luso se alza el mar de s a n g r e ve i a 10 .
es hora de que los obreros rusos e m p i e c e n a presend.r de el para
librar un combate por la libertad del pueblo. Por hoy, os bend.go.
Mañana estaré de nuevo a vuestro lado.
■No es el sacerdote Georgii Gapón quien habla así. Son los nules
y miles, los millones y millonea <le obreros y campesinos rusos, que
basta hoy pudieron creer ciega y candorosamente cn el padrecito
Zar, que hasta hoy buscaban en el regazo del propio pudrecito los
medios para mitigar su desesperada situación, achacundo la culpa
de todas las vilezas, de todas las brutalidades, de todas las arbitra*
riedudes y todos los latrocinios a los dignatarios que rodeaban y
engañaban al Zar.
«El sacerdote Georgii Gapón supo dar expresión a sus senti
mientos y estado de espíritu, al nivel de sus conocimientos y de su
experiencia política, y en esto precisamente está el relieve histórico
del papel que hubo de desempeñar en Jos umbrales de la revolución
rusa esta figura, desconocida todavía la víspero y convertida en el
héroe del día, no sólo en San Petersburgo, sino en toda la Prensa
europea sin distinción.
«He aquí por qué los sociuldeinócratas pelcrsburgucses recela
ban en un principio, y con razón, de los manejos de este hombre;
no podía ser de otro modo. IJn hombre que viste solana, cree en
Dios y actúa bajo los altos auspicios de Zuhatov y de la Okrnnn.
tenía forzosamente que infundir sospechas. Si había rasgado su
sotana sinceramente o como maniobra, si había obrado o no sin
ceramente al separarse, inaldiciéndolo, de ese clero envilecido que
corrompí* y esquilma al pueblo, es cosa que nadie podía decir con
seguridad, fuera, acuso, de ese puñado de personus que le conocían
íntimamente. Pero se han encurgado de decírnoslo los únicos que
lo podían fallar: los hechos, los hechos históricos, tal como ee han
desarrollado. Y los hechos han falludo ya en favor de Gapón. ¿P o
drá la sornl'irinnrrucia apoderarse «le e*te movimiento espontá
neo.'', re, preguntaban con cierta preocupación los camaradas peters-
biirguenes cuando vieron que la marejada de lu huelga general se
ibu extendiendo a zonas cada vez más extensas del proletariado,
cuando vieron la influencia irresistible que el cura Gapón ejercía
sobre aquellas masas “ ignorantes” capaces de dejarse arrastrar por
un provocador... Lu lógica de la situación do cla*e del proletariado
pudo más que los errores, las simplezas y las ilusiones de Gapón. Y
el príncipe Vladimiro, actuando ron todo el poder del Zar y en su
nombre, se encargó de demostrar a las masas obreras, con su ma
tan/.», lo que 1« socialdemocracia se había esforzado y ,e ,.,forzarí
,,empre |K.r palem izarle» de palabra y por escrito, ( m
Hasta uquí Lenin. Ahora Trotsky:
«l,a forma que l.abíu de adoptar el 9 (22) de enero, fecha h¡,
lom a, no po.lin, naturalmente, preverla nadie. El sacerdote a quien
lu II.Htor.a pus» por uno» día» y t .„ inesperadamente a I. cabeza
.1.- la» .«««a» obrera», imprimió a lo» suceso» el «ello de su perso.
nulidad, de »us idea», de »u dignidad sacerdotal Gapón no creó
la» energía» revolucionarias de los obreros petersburgueses: lo que
hizo, y de un modo que a él mismo le sorprendió, fué hacerlas
estallar.
«Gapon, hijo fie sacerdote, seminarista, estudiante de Teología,
capellán de; cárcel, agitador en los medios obreros con la aquies
cencia manifiesta de la Policía, vióse de pronto al frente de una
multitud que se contaba por cientos de rniles de hombres. Su po
sición oficial, hus hábito* de sacerdote, la excitación inexperta de
las masas, inconscientes todavía de su fuerza, y Ja marcha fabulo
samente rápida de los acontecimientos, pusieron en manos de Gapón
<1 papel de “ caudillo” .
ul,a sociedad liberal creyó durante largo tiempo que en la per
sonalidad de Gapón so encerraba todo el secreto del 9 (22) de ene
ro. Los liberales contraponían la figura del sacerdote a la social-
democracia, aquella secta de doctrinarios, como el caudillo político
que conocía los resortes de la dirección y dominio de las masas.
Olvidaban que el 9 (22) de enero no habría surgido si Gapón no
se hubiera encontrado con unos cuantos miles de obreros ya forma
dos en la escuela socialista. Estos obreros cercaron al sacerdote con
jorreo anillo, del que no hubiera podido escapar aunque hubiese
querido. Pero no lo intentó siquiera. Hipnotizado por su propio
triunfo, se dejó arrastrar por lu corriente. ^
«Ya al día siguiente do ocurrir el domingo sangriento supimo*
asignar a Gapón un puesto político muy modesto, y, sin em arg ,
quien mas quien rnenos, todos e x a g e r a m o s un poco, evidentemen-
„„ personalidad. Visto de lejos, nimbado.por I. «urcol.. d. h
,ól,.r« L . rdo.nl, con su» anatema» <1* « " * * > « . “ Io" “
(iñ) Lenin: Kl Pope (tapón. Vpcriod n.“ 4 de 18-1-1006.
braba la talla de una figura bíblica. Parecía que en el pecho de
aquel capellán de una prisión rusa se había desencadenado de pronto
una potente pasión revolucionaria. Pero cuando la hoguera se ex
tinguió, entre las pavesas vióse que Gapón era una nulidad polí
tica y moral.
«Sus gestos ante la Europa socialista, aquellas simplistas y toscas
cartas terriblemente “ revolucionarias'” escritas desde la emigración,
su llegada a Rusia, sus relaciones secretas con el Gobierno, los de-
narios del conde de Witte, sus interviús pretenciosas y absurdas con
los redactores de la Prensa conservadora, aquella jactancia ruido
sa y, por último, la lamentable traición que había de costarle la
vida : todo fué borrando, hasta matar por completo la idea del
Gapón del 9 (22) de enero. Instintivamente, nos acordamos de
aquellas ingeniosas palabras de Víctor Adler, el jefe de los social-
demócratas austríacos, quien, al recibirse el primer telegrama dan
do cuenta de que Gapón había salido para el extranjero, comenta
ba así la noticia: “ ¡Es lástima!... Hubiera dejado mejor recuerdo
en la Historia desapareciendo misteriosamente, como surgió. Así
habría dejado detrás de sí una leyenda romántica y hermosa : la
leyenda del sacerdote que abrió las esclusas de la Revolución... Hay
hombres —añadió, con aquella fina ironía, tan característica de
— a quienes vale más tener por mártires de la causa que por
compañeros en el partido...” (14)».
No estimo necesaria ni una palabra de aclaración o crítica des
pués de lo dicho por Lenin y Trotsky sobre el sacerdote Gapón.
Si la nítida claridad cínica de sus palabras no basta para que
el más torpe pueda extraer la más perfecta enseñanza., yo renuncio
a la imposible empresa de hacerla comprender.
Tan sólo, dos preguntas y a :
¿Cuántos aspiran a ser el Gapón de la Revolución española?
¿Y cuántos aspiran a morir colgados, como él, de un clavo,
por los mismos a quienes inconscientes sirvan?...
¡Porque así paga el D iab lo!...
INFILTRACION COMUNISTA EN LAS IGLESIAS
CRISTIANAS
de * * - * « * y— •~
Por lo visto, el sino de los Borbones continúa ejerciendo su I„.
nesto y decisivo mflujo sobre todos ellos; sobre todos los deseen-
dientes de la rama isabelina, claro está.
Todo pura Historia, lectores; y yo creo mi deber invitaros a
meditarla.
Mas, antes de meditar, debo daros una explicación, porque no
ignoro, no puedo ignorar cuánta es la gravitación de las palabras
en las mentes actuales y cuán torcido es el significado acuúado en
determinadas frases, provocadoras de un automatismo psicológico.
a impulso de la tremenda reiteración de la propaganda mecanizada.
Cual si con doble vista leyera en las conciencias de mis lecto
res, he apreciado en la mayoría de las mismas una especie d©
traumatismo psicológico cada vez que han leído esa frase mía de
pueblo español antidemocrático... ¿ha sido así o no, lectores?...
Entendámonos. Yo, como escritor, no .puedo, me resulta im
posible inventar nuevos vocablos para emitir mis ideas. Para ser
entendido he de tomarlos tal y cual están en circulación; ¿cóny
no?... No es culpa mía si me llegan con un significado impropio,
suscitando y evocando ideas en oposición radical a la primigenia
y legítima encarnada en la voz al ser inventada.
Estamos viviendo una edad babélica invertida. Si en la bíblica
Babel se produjo la confusión de lenguas con motivo de que lor
hombres empezaron a nombrar cada cosa con distintas palabras.
hoy, por el contrario, pero con el mismo resultado, los hombres
con las mismas palabras nombran diferentes cosas...
Y una de las palabras que significan más cosas diferentes, y hast*
opuestas, es la palabra democracia... . . .,
No tengo tiempo ni espacio para lanzarme a una isquisicion
relación al caso. Me bastará con recordar a los lectores algo pre
sente con enorme reiteración diaria. Enfrentados estan, pongamos
como> ejemplo, Moscú y Washington; pues íen, am *
con
redoblado furor, r e i v i n d i c a n como su mas alta y radical rea
lidad la Democracia... ¿Podrá nadie peiuar siquiera que la palabra
democracia tenga el mismo significado en la Unión Soviética y en
Estados Unidos? ¿No será más cierto que tiene la misma palabra,
democracia, significado distinto, y hasta opuesto, en Washington
y en Moscú?... ¿Y no será distinto, y hasta opuesto, en cada me
ridiano y en cada pueblo?...
¿Y qué hacer yo, como escritor?
Yo he de emplear la palabra democracia en estas páginas, por
que a sí mismos “ demócratas” se llaman personas y fuerzas, y con
el nombre de “ demócratas” son conocidas por las masas. Y siendo
así, partiendo de tal situación dada —no planteada por mí— , ¿cómo
no he de llamar antidemócratas a los enemigos de los llamados “ de
mócratas” , si quiero ser entendido?... Mal entendido, en determi
nado aspecto, en determinada idea conexa significada por la pala
bra democracia; ¿pero qué otro recurso queda, de no inventar un
lenguaje nuevo por nadie hablado ni comprendido?...
Hay en las mentes de la inmensa mayoría una idea que revive
cada vez que a ellas llega la palabra democracia, en virtud de un
automatismo psicológico provocado por la reiteración propagandís
tica ; un automatismo nada racional, pero con más fuerza hoy en
las conciencias automatizadas que ese conocido slogan de prensa,
radio y pantallas: ¡Que sean Philips!...
El automatismo psicológico hace que, infaliblemente, la pala
bra democracia evoque una idea, indiscutida e indiscutible ya en
las conciencias... “ Democracia, gobierno del pueblo por el pueblo
y para el pueblo” ; un “ slogan” más embustero y falaz que cual
quiera de los de la propaganda comercial; pero con una fuerza
de inercia su automatismo psicológico, que resulta incontrastable
en la inmensa mayoría de las conciencias.
Nada importa que la Historia entera no pueda ofrecernos un
solo ejemplo de Democracia de gobierno del pueblo por el pueblo
y para el pueblo; y que siempre, mediata o inmediatamente, la De
mocracia sea consustancial con la tiranía monárquica u oligárquica
republicana o chusmarquía demagógica.
Y no es la peor esta triple realidad democrática de nuestra Hie-
toria. Con toda su triple oposición a la realidad de una Democra-
cía, repito, no es lo peor de lo evidenciado por nuestra Historia •
en ella se plasma episodio tras episodio, desde el segundo d e ^
del siglo XVIII, desde la entrada de la Masonería judío-brit^”
en España, la consustancialidad entre Democracia y Traición a la
Patria. Traición dictada, organizada y realizada por designio de
Estados o Superestados extranjeros y en beneficio de ellos, a par
tir de la traición anglo-masónica que acaba con Ensenada y Rába-
go y termina por imponernos reyes masones extranjeros o virreyes
con título de “ reyes” , obedientes a Superestados y Estados extran
jeros enemigos de España... Y así pudo ser, únicamente así, la pár-
dida de nuestro Imperio, la decadencia permanente de la Patria y,
por último, su asesinato frustrado del 1936; frustrado a costa de
un millón de muertos...
Todo eso — ¡nada menos que todo eso!— se perpetró a pretexto
de imponer a España la Democracia . “ el gobierno del pueblo por
el pueblo y para el pueblo” ...
¡Cómo gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo si
previamente deja el español de ser Pueblo de España, deja de
existir como Nación para ser tan sólo rebaño esclavizado por Esta*
dos o Superestados extranjerosl ...
He ahí la razón por la cual el pueblo español fué y es anti
demócrata” y se lanzó a cinco espantosas guerras contra el Estado
democrático, fuera Monarquía o República; porque su instinto de
vivir, su pasión de independencia y su intuición soberana le decían
a una, con su imperativo categórico, que para ser España Demo
cracia, antes y siempre debía ser España, ser una e independiente...
y no esclavizada o asesinada por Estados o Superestados extranje
ros. Y su esclavitud y asesinato intentaron siempre Esta os y uper
estados extranjeros, en complicidad con los “demócratas m ígc
ñas, a pretexto de darle al pueblo español Democracia
Mas muy poco importa esa psicoló-
sem e. A nulaudo razón, juicio y m ^ ^ ]a mera evocación
gico hace creer a la masa ^ e8ar“ ¿ ¿ el puM o por el pueblo
de la Democracia, que ella es el C de Jos 11a-
y para el pueblo, y, en consecuencia, que los g
mados “ demócratas” son los adversarios del tal gobierno y, por
tanto, amantes de la tiranía...
Tal es el inmenso poder del automatismo psicológico que, a con
ciencia y contra mi voluntad, para ser en parte y mal comprendido,
debo llamar “ demócratas” a los antidemócratas — que nadie es
más antidemócrata que el traidor a la Patria— y “ antidemócratas”
a los demócratas, que nadie es más demócrata que quien lucha y
muere por salvar la independencia y vida de la Patria, porque sin
6er independiente o sin existir la Patria, que es el Pueblo, ¿cómo
ha de tener gobierno del Pueblo, por el Pueblo y para el Pueblo? .
Porque, lectores, la permanente realidad histórica, desde la
Revolución Religiosa, y, más evidentemente aún, desde la Revo
lución Política y, como jamás, en la presente Revolución Social, la
Democracia jamás ha significado para España forma de gobierno,
sino pretexto y medio para que España no sea España, condición
para perpetrar el asesinato nacional y la esclavización del Pueblo
español; ayer, como reblandecido cipayo británico; ahora, como
aterrorizado esclavo soviético.
Nada me importan intenciones, desprecio, y condeno por igual
a malvados y estúpidos; sean partidarios de buena fe de la Demo
cracia o sea ella tan sólo antifaz para los asesinos de mi Patria. Ja
más yo me sustituiré en Dios para leer en las conciencias de tales
hombres; hombre yo, y únicamente hombre, juzgo y califico la
objetividad y efectividad de sus hechos, y d ig o : el “ demócrata”
fué y es, consciente o inconscientemente, subjetiva u objetivamente,
y siempre efectivamente, un traidor a nuestra Patria.
Inmediatamente vamos a contemplar cómo coinciden todos los
“ demócratas” , patentizando tal coincidencia que todos, consciente
o inconscientemente, subjetiva u objetivamente, y siempre efectiva
mente, son Antiespaña.
Ce-^templaremos cómo coinciden estrictamente los “ demócra
tas ’ tipo Londres y tipo Moscú.
Ambos tipos de “ demócratas” conspiran y luchan en alianza
para restaurar la Democracia en España; dándoles igual a los más
que sea Democracia monárquica o Democracia republicana.
Denuncia con elocuencia insólita esa colusión de los “ demócra-
tas” capitalistas y comunistas toda la
«Mttada en un U-
o-- - “ «wiunatismo psicológico en
todo el Occidente, en virtud del cual se ac<
*pta, sin conciencia ni
razón, la existencia de esta única altematiy.
a para el mundo:
DEMOCRACIA O COMUNISMO
111 .
“ anticomunistas” quieren impedir el triunfo del Comunismo... per
mítaseme, y permítanme los “ demócratas” “ anticomunistas” que
dude de su “ anticomunismo” y no dude del comunismo de los co
munistas...
No se ofendan. Yo no dudo del “ anticomunismo” subjetivo de
tantos v tantos demócratas. ¿Me entenderán los más?... Quiero de
cir que no dudo de su “ anticomunismo” intencional, de su propó
sito de “ oponerse” al Comunismo y de “ impedir” su triunfo; es
cuanto puedo hacer y cuanto se me ha de poder exigir.
Ahora bien, si su “ anticomunismo” es de tal naturaleza que
obedece a los comunistas —lo quieran o no, lo sepan o no— ejecu
tando lo exigido por ellos, con su defensa e instauración de la De
mocracia, dialécticamente, debo llegar a esta conclusión:
Su “ anticomunismo” , Lo quieran o no, lo sepan o no, es Comu
nismo. Es objetiva y efectivamente Comunismo.
Si, como proclamara Lenin en 1905 : «El Partido..., en su lucha
por el Comunismo..., debe tener el camino libre, debe servirse de
todas las armas a su alcance, y la democracia y la plena libertad
política son sus mejores armas ..» (13), los que quieren e implan
tan la “ democracia y la plena libertad política” , dan al Comunis
mo “ sus mejores armas” ...
No me lo discutan ni me lo nieguen a m í; discútanlo y niegúen
selo a Lenin.
¿Quién dice la verdad?... ¿Lenin afirmando que “ la democracia
y la plena libertad política son las mejores armas para hacer triun
far al Comunismo” , o los “ demócratas” diciendo que la democra
cia y la plena libertad política son las mejores armas para derrotar
al Comunismo?
¿Quién tiene razón, Lenin o estos “ demócratas” indígenas anti
franquistas?...
Permítaseme, sin ofenderse, creer que Lenin tiene razón sobre
todos ellos y sobre los demás “ demócratas” del mundo entero.
Me basta para decidirme un hecho de cierta importancia : Lenin,
con esas armas, democracia y plena libertad (la kerenskiada), logro
hacer triunfar el Comunismo en Rusia...; ellos, los “ demócratas ,
no han logrado aún derrotar al Comunismo en
¿Es así o no? ninguna parte...
El Comunismo ha triunfado con la Democracia- la •
“ O^ ‘“ 7 “ P - «1 Comunismo. En el úTcopa"
donde ha sido derrotado el Comunismo, ocupando ya el Poder, por
fuerzas nacionales, fue en España; y no fué derrotado por la Demo
cracia, su aliada, sino por los antidemócratas; precisamente por
los antidemócratas, por los que ahora quieren derrotar los “ demó
cratas” y los comunistas en alianza...
Y no se ofendan nuestros “ demócratas” indígenas si negamos su
“ anticomunismo” porque no lo hayan derrotado. Tampoco lo han
derrotado los grandes demócratas, los Roosevelt, los Truman, los
Eisenhowcr, los Churchill, los Edén, los Benes, etc., etc., en nin
gún país...; y también fueron, como ellos, por lo menos objetiva y
efectivamente sus aliados...; recordémoslo de nuevo, ya que tantos
lo han olvidado: el Comunismo fué derrotado en España precisa
mente por nosotros, los que llaman ustedes dictatoriales, antidemó
cratas, en fin, fascistas...
Y es que nosotros, sin haber pasado por las Universidades mar
xistas, teniendo una erudición tan elemental en los clásicos del
Marxismo, no dejábamos de saber lo que había dicho Engels de
nuestra primera República española, que se me permitirá recordar
les, aun cuando nuestros “ demócratas” indígenas, dada su gran cul
tura” y “ sapiencia” , lo han de saber mejor que y o .
«La República española ofrece la ventaja de franquear con su
mayor rapidez los obstáculos que se oponen al socialismot (14).
Como usted sabe muy bien, en boca de Marx, Engels, Lenm, Sta-
lin y de todo comunista verdadero, “socialismo” es *
“ comunismo” , dándole a la primera palabra su significado au.en-
Pm ^ » £ £ * * -s
tir la U. R. S. S., sin existir la K°mmte 4ífran-
nistas en todos los países ^ SP“*S*“ ,*S se oponían al Coma-
quease con mayor rapidez los obsta rapidez en 1873...
nismo” , si por sí sola los franqueaba ya
¿qué debía yo pensar de la segunda República española, que dis
ponía de tamañas ayudas comunistas?
Debía pensar que si por sí misma, como en el 73, “ franquearía
con rapidez los obstáculos que se oponían al Comunismo” , con la
avuda de la Unión Soviética y de su Komintern, la segunda Repú
blica franquearía los obstáculos al Comunismo con velocidad ver
tiginosa... ¡Y así fu é!... Y, además, también sabíamos que había
dicho y practicado Stalin esto:
«La Revolución victoriosa en un país (U. R. S. S.) no debe ser
considerada como una entidad que se basta a sí misma, sino como
un auxiliar, como un medio para acelerar la victoria del proletaria
do (del Comunismo) en todos los países» (15).
Por todo ello, ratificado día por día ante mi vista desde 1931,
desde la instauración de la República, hasta 1936, no dejé de em
plear todos los medios —y ahí están mis tres libros de esos años y
los manifiestos clandestinos de la Unión Militar Española escritos
por mí— para convencer a los españoles de que aquella República
llegada tan risueña y jocunda, tan liberal y democrática y más que
la más, TRAIA EL COMUNISMO A ESPAÑA.
Han pasado veintisiete años, liberada España del Esclavismo
comunista a costa de un millón de muertos, en fracaso total todos
los intentos COMUNISTAS-DEMOCRATICOS (¿tiene elocuencia?)
para abrirle de nuevo las puertas de España al Comunismo; inten
tos desde el exterior, diplomáticos, económicos y difamatorios; en
el interior, guerrilleros, terroristas, saboteadores, conspirativos, et
cétera, etc., sin más resultado que dificultar y retrasar la recupe
ración de los estragos causados en vidas y riquezas, la recuperación
de la potencia económico-militar española, tan necesaria a esas mis
mas democracias atacantes para hacer frente a su “ adversario” so
viético ( “ adversario” internacionalmente y, a la vez, aliado para
atacar a España... ¿es elocuente?). Y cuando esa contradicción pa-
radojal de las democracias se atenúa y casi desaparece, y el Comu
nismo pierde en gran parte el arma de la presión democrática inter-
(i7)~(i8) m
choisies. II. Pág3-
Moscou, 1948.
¿Y quiénes no, señores “ demócratas” y comparsa?... ¿A quién
le amarga la libertad y hablar y obrar a su antojo?...
No somos nosotros quienes nos hemos impuesto esta tremenda
alternativa: la alternativa entre “ dictaduras” y Dictadura :
Entre las que los demócratas y sus consortes democráticos llaman
“ dictaduras” , la única Dictadura verdadera y total conocida por los
hombres, más verdadera y total que las de los Faraones y los Cé
sares, es la Dictadura esclavista, llamada comunista.
En tanto la Democracia, querida por Moscú, sea premisa nece
saria y condición precisa para el triunfo de la Revolución comunis
ta, y las “ dictaduras” , en mayor o menor grado, detestadas y comba
tidas por Moscú, sean garantía más o menos grande de mi vida
física , de mi libertad, aunque esté más o menos restringida y, sobre
todo, en tanto esas mismas “ dictaduras” garanticen la existencia e
independencia de mi Patria... seré partidario de tales “ dictaduras” ;
tanto más partidario cuanto más y m ejor nos defiendan de caer
bajo la Dictadura total que es el Esclavismo, llamado Comunismo :
el genocinio.
Todos esos “ oposicionistas” , demócratas-“ cristianos” , burgueses,
intelectuales, banqueros, etc., etc., tan antidictatoriales, digan y
hagan lo que quieran, están a favor de esas “ dictaduras” , porque
prácticamente, al planteárseles real y personalmente la alternativa
—como a ellos se le planteó en 1936— eligen estas “ dictaduras” y
no la de Moscú...
Deshecha esta PEQUEÑA ESTAFA de que la Democracia es la
defensa contra el Comunismo, y demostrado que es su causa más
eficiente, ya creo que los lectores podrán leer la palabra “ Demo
cracia” en los documentos comunistas, y liberados del automatismo
psicológico no pensarán que yo, y tantos como piensan como yo,
por “ antidemócrata” soy un “ liberticida” .. , pues los auténticos li
berticidas, por ser objetiva y efectivamente comunistas, son los lla
mados “ demócratas” ...
m n P A R T I D 0 C 0 M U NISTA (MOSCU) EN LA CONS
M K n f ° N A R Q U IC A ‘ DEM0 - “CRISTIANA"'
MASONICA-M ARXISTA-ANARQUISTA-
SEPARATISTA
(1) Tomamos
páginas 338-339.
ANTI-ESl'AflA 19*r>9.—ZC*
acciones políticas humanas, no su intencionalidad, sino su objeti
vidad y efectividad práctica, real.
Y ahí tenemos un aspirante a Rey con una aspirante a Dictadora
comunista coincidiendo en llegar a la RECONCILIACION NA
CIONAL.
Si, como pretenden Don Juan y los «monárquicos” , su «monar
quía” es adversaria del Comunismo, se da una imposibilidad moral
(¿sabrán lo que significa?), y, por adversarios Comunismo y M o
narquía, el mismo hecho, la reconciliación nacional, no puede
beneficiar a los dos causas.
Venga un Ortega o un Marías cualquiera para negar ese lógico
axioma...
Claro es, puede ser planteada la siguiente alternativa :
La reconciliación nacional puede beneficiar a Monarquía o
a Comunismo.
En efecto, hipotéticamente, puede beneficiar a una u otro.
Dentro de la estricta lógica, no hay decisión segura en tal alter
nativa. Sólo puede guiarnos el cálculo de probabilidades.
Veamos. El Comunismo y Don Juan de Borbón quieren la r e
conciliación nacional en España. Como no puede convenirles a los
dos, uno está en el error.
¿Cuál de los dos se equivoca, Don Juan o el Comunismo?...
Según el cálculo de probabilidades, incuestionablemente, se
equivoca Don Juan de Borbón y Battemberg.
El Comunismo, en sólo cuarenta años, ha conquistado un Im
perio como no lo ha conocido la Historia; y hazaña tal, se me con
cederá, no 6e realiza cometiendo equivocaciones...
En cambio, los Borbones han perdido en siglo y medio todos los
tronos ocupados por su Casa, entre ellos los de las dos naciones,
España y Francia, que fueron los Imperios más poderosos y grandes
en su época...
Lógico es, a mi parecer, calcular que será un Borbón el equi
vocado y no el Comunismo cuando los dos pretenden la misma
cosa : la reconciliación nacional.
Y sigue La Pasionaria :
«La jornada de reconciliación nacional celebrada el f> de mayo
de este año lia mostrado al Partido Comí,ni...
tido nacional, capaz de movilizar a millones (?) d e T f ^ ^
la dictadura... Y ta realidad demue8tra^ < aJ
de franquismo y de sangrienta represión contra el Partido Cornos
a, este aparece como la fuerza más activa de la op o s ició n "!,
franquista, como la fuerza que es capaz, según ha demostrado en
la jornada del 5 de mayo, de movilizar a éstas.
«En este proceso de eliminación natural en la lucha por la de
m ocracia , van acreditándose como dirigentes aquellas fuerzas polí
ticas capaces de comprender la marcha del desarrollo histórico v
de facilitar con su actividad ese desarrollo, que, impulsado por las
masas, y en primer lugar por la clase obrera y los campesinos, a
pesar de los incidentes y avatares de la lucha, no se detendrá a
mitad de camino.
«La experiencia del año transcurrido entre uno y otro Pleno del
Comité Central muestra que ha pasado el tiempo en que el pueblo
español, quebrantado por la denota, desangrado por las heridas de
la guerra y de la represión, agotado por los inmensos sufrimientos
y privaciones que marcaron los diez primeros años de la dictadura,
aceptaba cualquier solución que le liberase de la tremenda pesadilla
franquista y cifraba sus esperanzas en las providenciales influencias
exteriores, en las actividades de la emigración, en las mismas
intrigas que se desarrollaban en el seno de las fuerzas dominantes.
aEl pueblo español, y al frente de él la clase obrera, los cam
pesinos y los intelectuales progresivos han recuperado la confianza
en sus propias fuerzas, y comprenden que lo decisivo es su propia
lucha y la actúan cada día con más decisión.
«El tercer Pleno de nuestro Comité Central adoptó una serie
•le decisiones tendentes al desarrollo y coordinación de la lucha de
las masas, decisiones que se basaban en el conocimiento de la si
tuación nacional, de los problemas de las d i v e r s a s capas y clases
de la población, del deseo general de libertad; d e e . s . o n e s cu cu o
centro estaba la reconciliación nacional contra la oares de
vida, contra la política económica del régimen, por la amms.ia, por
las libertades democráticas. Mnsní es puesto
En este segundo fragmento de las decisiones de M osc pue
el acento en la 44lucha por la democracia” , en el deseo general de
libertad , en las libertades democráticas...
El capítulo que precede a éste, Dem ocracia y Com unism o , nos
evita exponer aquí el motivo por el cual pretende la D em ocracia
y la Libertad el Comunismo. Aquí mismo, en el fragmento siguiente,
lo dirá para “ combinar las formas legales e ilegales de lucha” . Esto
es la reproducción de la vieja consigna, pero vigente siempre, de
Lenin: aliar el trabajo clandestino con todas las posibilidades
legales. Ya estaba consignado en páginas anteriores.
Bien; el Manifiesto de Lausana nos habla de la instauración de
un aestado de derecho^, y de una «síntesis de orden y libertad »
(5.° párrafo). En el M anifiesto no está estampada la palabra sacra
mental: Democracia , cuyo eco tiene tan amargas resonancias en
tantas memorias españolas y a las cuales también se dirige Don
Juan. Pero promete: «aprobación inmediata, por votación p o p u
lar , de una Constitución política»... «garantía de las libertades po
líticas correspondientes» (párrafo 8.°). No es nombrada la Demo
cracia, pero ahí están todos y cada uno de sus ingredientes.
Y vuelvo a preguntar... ¿A quién beneficiaría la Democracia, a
la Monarquía o al Comunismo?
Y reitero... Pidiendo el Comunismo y Don Juan de Borbón De
mocracia, ¿quién se equivoca, el Comunismo o el Borbón?...
Ya he respondido y o; ustedes dirán.
Cuando se contesten, pueden seguir leyendo el Informe del
Comité Central:
«Poco después de nuestro Pleno tuvieron lugar las elecciones
de enlaces y vocales sindicales, sobre las que nuestro Partido había
tomado posición en favor de la participación y de la presentación
de candidaturas para dar a la clase obrera la posibilidad de arrancar
de manos de Falange el control de la actividad social de los traba
jadores en los lugares de trabajo.
«Y como había previsto el Partido, las elecciones representaron
un paso adelante en la lucha por las reivindicaciones económicas de
los trabajadores, hacia la unidad y la organización de éstos, hacia
la conquista de las libertades democráticas.
«Con gran sentido de clase, loa obreros intuyeron que en ese
momento la preparación de la, candidatura, unitarias n a r , , ,
eion de vocales y enlace, sindicales eran la r Z P
huelgas y ,uchas de masas de la p r im e a " t
«Las consignas que sirvieron de bandera a aauell». 1 u
aumento de salarios, salario mínimo vital con escala móvil, de'ocho
horas de trabajo; a trabajo igual, salario igual; seguro de paro
etcetera, etc., fueron formuladas ahora en lo, programa, presen'
tados por los candidatos.
«Combinando las formas legales y extralegales de lucha y utili.
zando los derechos formales reconocidos por la legislación, fran
quista, los obreros se reunieron y formaron candidaturas y progra-
mas, organizaron la lucha contra los candidatos falangistas y
patronales y contra las coacciones, amaños y maniobras de los je
rarcas. Con la justa indicación del Partido, las elecciones sindicales,
que en otras ocasiones fueron una farsa, se transformaron en una
gran lucha política de los trabajadores contra la dictadora. Y a
pesar de las maniobras de los jerarcas que controlaban las elec
ciones, las candidaturas obreras obtuvieron la mayor parte de los
votos y en la mayor parte de las Empresas un resonante triunfo.
aLa unidad, la conciencia, la combatividad de los obreros ha
roto los planes de los altos jerarcas falangistas. En vez ele la re
afirmación de sus posiciones, que les hubiera permitido la expo
liación demagógica y las maniobras contra otros grupos falangistas,
los jerarcas falangistas se encontraron con una situación nueva o
inesperada. En ella, apoyándose en las formas legales, en la Orga
nización Sindical, nacían formas independientes de organización
y unidad de los trabajadores en las Empresas en torno a sus
enlaces, y a veces, en una industria, en torno a su Junta social. De
hecho, en muchas Empresas, el enlace, consciente de su papel y e
su deber de clase, es hoy un policía diligente, democrático, umfu
cador, para la defensa de lucha de los trabajadores. Y es este hecho
nuevo de la existencia de enlaces que no son ya los ^ pu estos a
seguir las directivas falangistas por lo que ,e puede hablar
exageración de nuevas formas de organización y unidad y
gran progreso en orden a la acción e independencia de la lucha
la clase obrera.
«Cuando el Partido Comunista aconsejaba a la clase obrera vo
tar para los cargos de enlaces sindicales y vocales sociales a los
mejores trabajadores, 110 pretendía copar estos cargos. Los enlaces
elegidos proceden de diferentes sectores y tendencias y la mayor
parte de ellos no pertenece a ningún grupo político o social.
«Al plantear en este terreno la cuestión de las elecciones de los
enlaces sindicales, nuestro Partido rompía con exclusivismos que
fueron en el pasado la tónica de las organizaciones sindicales, abría
camino a la unidad de la clase obrera en los lugares de trabajo,
levantaba ante los jerarcas más reaccionarios y contra el Gobierno
en un bloque a la clase obrera unida en el ejercicio de un derecho
que facilitaría en los precisos momentos la defensa de los intereses
vitales de los trabajadores.
«Las elecciones sindicales, a las que los obreros fueron bajo el
signo de la unidad obrera y de la reconciliación nacional, permitie
ron destacar de sus grupos decenas de miles de representantes suyos,
elegidos entre los más combativos para organizar la defensa de los
intereses y los derechos de los trabajadores, y especialmente la lucha
por la elevación de los salarios.
«Los efectos políticos de las elecciones sindicales se reflejaron
inmediatamente en las luchas económicas que siguieron a esas elec
ciones. Se reflejaron fundamentalmente en la elevación de la con
ciencia política de la clase obrera y en el sentido de responsabilidad,
como lo ha demostrado con su participación en la jom ada de re
conciliación nacional.
«El grupo de las candidaturas obreras no oficiales en las elec
ciones sindicales colocaba la realización de la jornada de recon
ciliación nacional , propuesta por el Partido Com unista , sobre un
terreno más favorable, en el cual la clase obrera aparecía ya con
su propia personalidad y con iniciativa propia.
Restemos cuanto de optimismo exagerado y propaganda pone
aquí el Partido Comunista. Leyendo el fragmento precedente 6e
diría que la C. N. S. es ya la C. N. T. y la U. G. T. Eso, ni de lejos
es cierto. Si en la mitad siquiera fuera una realidad ese panorama
pintado en el Informe del Comité Central, muy otra sería la situa
ción laboral y revolucionaria en España.
Conozco demasiado a fondo el secreto de la fuerza lograda en
lo. tiempo, monárquicos y republicanos por la. organizaciones sin
dicales de socialistas y anarquistas —U. G T v C N T u
que dentro del Régimen, y en tanto sea como empezó siendo" j l ü
podran socialistas y anarquistas reclutar, organizar y mandar im-
portantes fuerzas sindicales obreras.
El conocimiento de las historias reales de la Unión General de
Trabajadores (U. G. T.) y de la Confederación Nacional del Tra
bajo (C. N. T.) demuestra que sólo alcanzaron organizar masas
obreras considerables y lanzarlas a la lucha de clases y revolucio
naria cuando gozaron de impunidad y de complicidad guberna
mental ; es decir, de libertad llevada siempre hasta el libertinaje.
He aquí sencillamente uno de los motivos principales por el cual
demandan libertad y democracia socialistas, anarquistas y comu
nistas : libertad para tiranizar con sus organizaciones coaccionado'
ras y terroristas a los trabajadores, para que sean sus forzados
soldados revolucionarios.
¿Son, como proclaman anarquistas y marxistas, las centrales
sindicales organizaciones para la defensa de los trabajadores y
conquista de sus reivindicaciones morales y sociales?
Esto ya no lo cree nadie, y menos que ninguno, anarquistas y
marxistas.
Desde hace más de veinte años, ya lo decía entonces Spengler,
que el sindicalismo laboral tenga como fin la mejora moral y eco
nómica de los trabajadores manuales, tan sólo es creído en algunas
sacristías.
Jules Guesde, el principal dirigente socialista francés, dirá un
día a Alexandre Zévaés:
,N o es necesario que la situación del obrero me,ore; por co ■
trario es necesario que tenga cada vez más consciencn de que e,
desgraciado. , C ó n J s i no seguirla el proletariado W o revoluoo-
nari)o?D (2).
Lenin es más e x p líc ito :
7 Lictnria de las insurrecciones un lugar
« ¿Vosotros conocéis en la historia ae
----------— A Zévaés en la Revue de París de aquel tiempo,
(2) Referido por A. !Zévaes en i 72.
citado por H. Chilmi en La legón du b
donde las masas han triunfado en uncí lucha a m uerte , sin verse
reducidas a la desesperación por prolongados sufrim ientos y poi
crisis agudas de todas clases?» (3).
«Para la insurrección se necesita... de una parte, la decisión
consciente, firme, inquebranable, de hombres decididos a luchar
hasta la muerte; y, por otra parte, la desesperación de las masas,
que “ sientan” que las medias medidas 110 pueden traer la salva*
ción... y que asientan» también que los hambrientos lo barrerán
todo, lo aplastarán todo, aunque sea de una manera anárqui*
ca...» (4).
Ambas declaraciones, cínicas en verdad, nos demuestran que
110 interesa de ningún modo a los jefes revolucionarios obtener
mejoras morales y económicas para los trabajadores por medio de
la presión sindical, sino todo lo contrario. Si la Revolución para
la toma del Poder sólo puede producirse cuando la mala situación
económica de las masas las lleve a la desesperación, lógico y natural
es que los jefes revolucionarios, jefes a la vez de las organizaciones
sindicales, no deseen conseguir mejoras reales económicas, sino todo
lo contrario, empeorar su situación, ya que su fin único es arrastrar
las masas a la Revolución para que conquisten para ellos el Poder.
Claro es que, aun cuando alguna vez reconozcan que la mala
situación económica y la desesperación consiguiente de las masas
obreras es la mejor palanca de la Revolución, jamás confiesan los
jefes revolucionarios que las luchas sindicales dirigidas por ellos
no tienen como fin la mejora real de la situación económica del
obrero, sino su empeoramiento.
Como sabemos, el arma principal en las luchas económicas
obreras es la huelga. Y la huelga es una pérdida total en la produc
ción; es decir, una merma real de bienes en la Economía nacional...
perdida y merma sin recuperación posible, que, infaliblemente,
pagarán en cuantía proporcional, en la mayor, por 6er los más,
los proletarios, ya que la Economía, obedeciendo las leyes exactas
de las matemáticas, no tolera por ley de interdependencia que se
produzcan mejoras, aumentos de consumo, mermando previamente
Comunistas . . 133.266
Marxistas
Socialistas ... 1.444.474
Termino, lector.
Creo haber dicho bastante; acaso, demasiado; pero más, mucho
más, podría decir si no me dictara poner punto final aquí mi sen
tido de la eficacia. Porque, para mí, escritor político, la eficacia,
llamémosle, si quieres, el bien posible, siempre fué la determinan-
te primera en toda obra mía. Y el bien posible o eficacia no depende
sólo de qué y cuánto yo pueda y quiera revelar, sino también, v en
gran parte, del estado mental y de conciencia dados en el cual se
halla la ma6a de lectores, como el de la mayoría de los españoles.
Yo no me dedicaré al análisis del estado mental y de concien
cia dados para investigar sus causas, razones o sinrazones. Por ser
dado, lo tomo tal y cual es al efecto mi argüir.
Mi auscultación, si no está equivocada, me ha llevado a la si
guiente convicción: en los españoles, salvo muy escasas excepcio
nes, ha desaparecido de su horizonte mental y de conciencia toda
idea del peligro comunista. Ni siquiera hipotéticamente o imagina
tivamente son capaces hoy de forjarse una idea o imagen del triun
fo del Comunismo en España.
Esto, explicable o no, es así a los veinte años justos de haber
padecido nuestra Patria el dominio y el terror del Comunismo,
dueño del Poder y del Gobierno de la nación española.
Yo no me enfrento por primera vez con ese mismo estado de
zón y conciencia español. Lo hallé frente a mi cual muro e in ^
prensión inatacable desde las rebeliones de Ciudad Real y Valencia,
de enero de 1929.
Personalmente, intervine bastante a fondo en la investigación
de aquel frustrado intento revolucionario; hasta donde mis medios
personales me permitieron y hasta donde la* “ Superioridades” me
dejaron...
¿Qué fué aquello para mí?... En dos palabras lo puedo decir:
el relámpago primero de la tempestad, invisible aún, del asesinato
masónico-comunista de España.
Con juicio frívolo se me podrá decir que sólo muy a posteriori
puedo afirmar tal cosa, porque nadie sería capaz, dada la levedad
e intrascendencia de lo acaecido en Valencia y Ciudad Real, de po
der deducir, sin ser profeta, su relación ni remota siquiera con Ja
toma del Poder por el Comunismo en España durante 1936.
Responderé brevemente. Lo visto por mí a través de la investi
gación tras pantalla de personas y anécdotas del acontecimiento
fué tan sólo esto, como veremos, totalmente intrascendente :
El Jefe del Partido Conservador, sin oposición anterior ni desau
torización ulterior, previa y voluntaria expatriación, se presenta en
Valencia cierta noche con todos los requisitos de un revolucioi'
rio profesional, y rodeado de masones, republicanos y anarquista
intenta sublevar a un Regimiento de Artillería, cuya oficialidad
está comprometida, para decidir al Capitán General a una valen-
cianada , técnicamente, como la saguntada ♦
Es el hecho histórico en su esencia y síntesis. Para mí, su sig
nificación y trascendencia era esta :
1.° El Partido Conservador, con su jefe, Sánchez Guerra, en
cabeza y en acción, iniciaba la Revolución. El Partido que había
hecho la Restauración; el Partido garantía del O rden; el Partido
de la Monarquía, de la Aristocracia y el D inero; el Partido de la
Disciplina militar, escindiendo al Ejército, con su Arma la más
aristocrática en cabeza, Artillería, capitaneaba la sedición; el Par
tido “ protector” de la Iglesia, de la Monarquía, de las Fuerzas Ar
madas, de la moral y de la propiedad contra el Ateísmo, la Repú
blica y la Anarquía, se aliaban con la Masonería, con la República
y con la Anarquía contra un Gobierno militar que desde hacía seis
año9 había parado en seco la Revolución que amenazaba Religión,
Monarquía y Propiedad, evitando que la reacción, provocada por la
rarcion de Anual y aprovechada por los revolucionario,, acabase
con
En donarT l ’ tFaJe9.e o RepÚWÍCa y> C° " ésta> el “ 08 anárquico. .
En dos palabras: el Partido Conservador, última reserva política
contra la Revolución, se hacía de repente también Anti-España
Formaban ya un todo Sánchez Guerra y Romanones, jefes de la
derecha e izquierda monárquica; el Duque de Alba, símbolo y
ejemplo de la aristocracia palatina; Weyler, príncipe de la Milia;
con Pestaña, Durruty y Ascaso, pasando por la Masonería y la Fe
deración Anarquista Ibérica, por Martínez Barrio y Azaña; por
Marcelino Domingo y Lerroux; por de los Ríos y Prieto
¿Qué restaba con España?... Sólo una parte del Ejército; una
parte, la mayor; bastante para que Primo de Rivera impidiera
triunfar a la Anti-España por medio de la Revolución violenta...
Pero a condición, una condición absolutamente necesaria, de con
tar sin reservas con la legalidad; con la confianza del Monarca...
Pues bien, lector; en mi personal investigación, además de com
probar tras lo de Sánchez Guerra —tal era su nombre simplista—
la existencia de la Finanza nacional e internacional, de la Masone-
ría y del Comunismo Libertario, también descubrí que a Primo de
Rivera le faltaba, o ya le flaqueaba, la confianza del Monarca...
Y al descubrir sin género de duda que Alfonso XIII empezaba
entonces a fallarle al Dictador, dedujo que su suerte se hallaba
decidida y que su caída le daría el Poder a la Anti-España, que,
a través de la Monarquía constitucional, instauraría la República,
ésta traería la Revolución y con ella triunfaría el Comunismo...
Se me puede argüir que tal deducción es una “ profecía al reves ,
como calificó alguien a la Historia, muy fácil de hacer cuan
hechos han confirmado tal encadenamiento.
Nada me importa personalmente si se cree o no que yo
así entonces. ,
Eso. tan sólo me importa hoy políticamente, a efe,.tos de, « te -
cedente lógico; porque si yo fui entonces capaz e
vista del panorama de finales de la Dictadura, no se m ..p o to
gar la posibilidad, la posibilidad, por lo menos, e a
í , vista del actual p L r a m a político español ¿Es de lógica
ANTI-ESPAÑA 1 9 5 9 .— 28 .
Muy poderosas razones patrióticas debía yo tener el año 1929,
inmediatamente después de lo de Sánchez G uerra , para introducir
me en la conspiración, dándome arte y maña para lograr la más
absoluta confianza del mando revolucionario. Esto lo hice por
propia iniciativa, 6Ín dar conocimiento a la Dirección de Se
guridad, por seguridad mía , dada la comprobada flaqueza de la
Superioridad policial, reflejo del estado de ánimo del Monarca.
Correr el riego por partida doble, por parte de aquellos a quienes
defendía y por parte de los conspiradores, concédaseme, debía im
ponerlo muy alto imperativo; cuyo imperativo no podía ser otro
que tratar por .todos los medios de evitarle a mi Patria la catástrofe
que yo preveía, sin detenerme el saber que, a la vez, salvaba con
mi personal riesgo la vida física y la Corona del Rey, decidido cada
vez más, por propio error y sugestiones ajenas, a perder Corona y
vida. Tan sólo cuando llegó Mola estimé no correr ningún riesgo por
parte de la “ Superioridad” policial, y le hice conocer mi acción ca-
talizadora insertado en el círculo más exaltado de los revolucio
narios.
Acaso, algún lector pueda dudar y, desde luego, han de negarlo
mis adversarios. Pero hay constancia oficial. Y o lo he declarado
y firmado en el expediente incoado por el gobierno masónico-ce-
dista (Portela-Gil Robles) para expulsarme de la Policía en 1935,
como se me expulsó, por el delito de ser M auricio K arl.
Allí consta que yo he dicho y firmado al responder al pliego de
cargos:
«Bajo el seudónimo de “ MAURICIO KARL1” se ataca al Mar
xismo, al Anarquismo y a la Masonería. Al Estado no puede inte
resarle saber quién es la persona encubierta por tal seudónimo,
pues no ha delinquido. Es lógico suponer que su descubrimiento sea
deseado por las fuerzas que han sufrido sus ataques. A la Masonería
le sería posible obtener ese servicio, dándole carácter oficial, ya
qua no faltan personas con autoridad sobre la Policía vinculadas
con la sociedad secreta. (1). Y es rechazable tal enmascaramiento
tras el mimetismo oficial, y razones poderosas lo hacen rechazable
(1) Cuando esto se dice y firm a, el M in istro de la Gobernación, y,
por lo tanto, Autoridad máxima directa sobre la Policía, es Manuel Pór
tela, Grado 33.
en este caso particular. Dar a conocer el nombre de una persona
que ha atacado al Marxismo y al Anarquismo es tanto como pro.
porcionar un blanco a sus asesinos. Y el peligro para esa persona
no decrece si sólo lo sabe la Masonería, pues me consta que hay
masones que asesinan a los enemigos políticos de la citada sociedad
secreta.» (Folio 26 del Expediente).
aPreguntado para que concrete los nombres de las personas que
pertenecen a la Masonería y le conste que han asesinado o puedan
asesinar a sus enemigos políticos, manifiesta: Que lo sabe por re
ferencia directa de un abuelo del dicente, cuyo hermano, Toribio
del Barrio, sorteó (2) para asesinar a la Reina y ambos eran ma
sones; esto como ejemplo de hechos pasados a que se le requiere
para que conteste, y con referencia a los masones que puedan ase
sinar, m a n ifie s t a , a los efectos de aducir hechos en confirmación
con lo dicho por él, que antes de la venida de la República, fué
requerido personalmente por el diputado (3) Juan Simeón Yidarte,
el cual se le presentó como Delegado de la Masonería (4), para lo
grar del firmante el asesinato del Rey Alfonso XIII y de don Mi
guel Primo de Rivera, cuando éste ocupaba el cargo de Presidente
del Consejo de Ministros y aquél el que se indica» (folio 27 del
Expediente, que obra en los archivos de la Dirección de Seguridad
actual).
Llevando las cosas al extremo, podrá decirse que yo mentía en
el Expediente, aun cuando mentir en contra de uno mismo, con
perjuicio económico y provocando su peligro de muerte no sea cosa
muy verosímil...
(9) Debo decir en honor del Marqués de Luca de Tena que cuando
en 1934, a través de don José Bemabéu, le identifiqué al “ Antonio Az-
paitua” con el Javier Bueno del Burean Romain de la Komintern, lo des
pidió fulminantemente.
_ nnr. v •^ ' creo que no menos de
5 000 cubanos mamo, para pelear contra Franco. Además en la
America hay millares de españoles republicanos y otros millares de
dominicanos, mejicanos, venezolanos y puertorriqueños que, inspira
dos en el triunfo cubano, se alistarían en el ejército contra Franco.
— ¿Usted cree que Fidel Castro iría?
— No sé. Conozco que aprecia mucho al general Bayo y odia a
Franco, pero no puedo decirle si iría a acompañarle. Además, Fi
del hace mucha falta en Cuba en este momento. Por mi parte, sí.
¡Con qué gusto iría a España! Me iría de soldado, sin que me re
conociesen mis méritos en esta guerra que acaba de terminar» (De
El M undot de La Habana, 13-1-1959).
Yo arguyo así:
FUERZAS IDENTICAS REALIZARAN LOS MISMOS HECHOS.
Y LOS MISMOS HECHOS PRODUCIRAN EL MISMO EFECTO:
EL TRIUNFO DEL COMUNISMO EN ESPAÑA.
Yo debí anunciar públicamente el triunfo del Comunismo en
España cuando podía frustrarse, antes de ser destituido el General
Primo de Rivera
Per lo menos, debí anunciarlo antes de que se consumara la
traición que a pretexto electoral acabó con la Monarquía.
Es decir, debí anunciar el triunfo del Comunismo en España
.•liando aún era posible lograr evitarlo sin más de una docena de
muertos y no a costa de un millón y por un milagro.
Dime, lector, por el temor de no ser creído y por poder causar
un efecto contraproducente, ¿debo yo esperar a la Restauración
la Monarquía republicana o de la República sin caret , p
tanto, a que no sea evitable el triunfo del Comunismo, para lanza
mi grito de alerta?... „ ...
No, lector; digáis lo que digáis » ]o9 e,
creáis, queráis o no queráis, yo igo o(ra vez el Comu-
pañoles: la Anti-España quiere y pu
nismo a España. ^ (odos ]os vivos; porque
Lo digo y lo dire a pesar y e d muertos, de las
obedezco el silencioso mandato de un millón
vírgenes violadas, de sus madres, esposas e hijas que los lloran... Y
del mismo Dios blasfemado, renegado y profanado.
Yo soy, lector, quien te dijo a ti, o le dijo a tu padre, cuando
vuestra incredulidad era tan absoluta como en el día de h o y :
En 1931, en El Comunismo en E spañ a:
«Un movimiento que no triunfe por sorpresa y haga batallar unas
contra otrns las fuerzas armadas del Estado. En estas circunstan
cias formarían las fuerzas revolucionarias — anarquistas y comunis
tas— en el mismo frente que los del actual régimen para luchar con
tra la reacción; pero vencida ésta, el Gobierno sería aplastado por
sus aliados circunstanciales.»
«He aquí el triunfo del Comunismo» (10).
¿Fué así o no, lector, cinco años después?...
En mayo de 1934, en El E nem igo , al anunciar la próxima Revo
lución :
«Asturias: Puede asegurarse que de esta provincia se adueñarán
el primer día los revolucionarios» (11).
En julio de 1935, al anunciar en aquel verano de euforia masó-
nico-cedista (Portela-Gil Robles) la derrota derechista y el nuevo
y definitivo asalto revolucionario:
«Pórtela ha logrado ORGANIZAR LA DERROTA DEL ESTA-
DO desde dentro del mismo Estado. No era otra la misión sinuosa,
cauta y enmascarada, que le encomendó el p od er a quien obedece y
a quien representa en el G obierno: la Masonería.
«Y así triunfará el Comunismo si se cumple la orden masónica
y se entrega a Pórtela el Gobierno de la Nación.
«Pero ¿cómo es eso? ¿Podéis dormir? ¿No se turba vuestro
sueño? ¿No sentís el ramalazo crudo de la realidad? Pero... ¿no la
veis durante vuestro sueño en pesadilla horrible?
«¡A h í está, pujante, arrolladora, con el fusil de las cobardías y
el cuchillo negro de los rencores! Blasfemando, sucia y desgreñada,
como en los días de octubre... Delante de todos, atrevida y loca.
Audaz y fuerte. Prende las hogueras y destruye la vida; la fábrica,
el taller, la Universidad. Arden calles enteras...
(10) M. Karl: El Comunismo en España, pág. 300.
(11) M. K arl: E l Enem igo: Marxismo, Anarquismo, Masonería; pá
gina 20G.
a os hombres caen asesinados y las madre8 6e mneren de
Cayo tu hermano y tu lujo. Tu amigo y tu maestro
«¡L a , bestias apocalípticas se han cebado en la sangre de lo.
hermanos! Toda la fuña, todo el horror, todo el espanto de los
fieros instintos, ensombrece la luz del cielo, la lu* del buen vivir
«Te violarán la esposa, matarán a tu padre, secuestrarán a tu
hija.
«Te quitarán tu pan y tu vestido. Te asesinarán por la espalda,
y otra vez Europa se levantará horrorizada a mirar cómo desaparecí
España del rango de la Civilización» (12).
Recuerda, recuerda, lector. ¿Fué así o no?... Date un paseo por
Paracuellos del Jarama o dedícate a hojear los macabros álbumes
de asesinados en la Dirección de Seguridad...
Nada omitiré para incitar a ser creído, ni aún a riesgo de pa
recer un vanidoso... Cuanto anuncié a España en el fatídico quin
quenio 1931-1936 ocurrió centuplicado; y resultó centuplicado por
que para merecer crédito de los más, al conocer yo su estado, mo
deré cuanto pude lo trágico del próximo futuro revolucionario.
Y te declaro que si pude anunciar con gran precisión y suficiente
anticipación el triunfo del Comunismo en España, no fué por ca
sualidad ni tampoco por gozar de dote adivinatoria y mucho me
nos profética. Si hubiera sido casualidad, con derecho podrían creer
que ahora no se repetiría, y si adivinación o profecía, que tales do
tes pueden no ser perpetuas y que, de faltarme hoy, erraría.
No, lector; ni acaso, ni adivinación, ni profecía.
El “ secreto” de conocer la verdad futura es muy sencillo. Yo vi
algo bien visible, pero que pasó inadvertido para todos, y,
algunos lo vieron, dada su leve apariencia, lo estimaron intrasc
dente. . .
Sen un ejem plo: Frente a una ecuación algebraica, los que n
saben álgebra, sólo operan con los números grandes, desprecian os
pequeños, los diminutos exponentes..., y claro, se acen un em
F IN