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TEMA 4. LOS RECURSOS.

Una política pública no se lleva a cabo en el vacío, los recursos de que dispone
cada actor influyen desde el principio en los resultados intermedios y finales.
Tradicionalmente, los analistas identificaban como recursos únicamente el derecho
(bases reglamentarias) y los económicos y personales. Sin embargo, se ha puesto de
relieve que la información, la organización, las infraestructuras públicas, el tiempo
y el consenso también son recursos, y en algunos actores, la capacidad de
movilización.
La dotación de recursos, su producción y gestión pueden tener gran influencia
sobre el proceso, los resultados y los efectos de una política pública, por lo que deben
considerarse como decisiones políticas que no pueden depender exclusivamente de
los poderes públicos. La Nueva Gestión Pública aconseja dejar en manos de
órganos ejecutivos el monopolio de la explotación de recursos como organización,
el tiempo y el consenso, a fin de limitar la influencia del Parlamento y otros
órganos gubernamentales, entendiendo esta influencia como trabas a una buena
gestión, y no como garantía de ella.

4.1 LOS DIFERENTES TIPOS DE RECURSOS.

El peso de cada recurso es relativo, varía de una política a otra. Los actores
intercambian algunos de éstos recursos para alcanzar sus objetivos, siendo éste
intercambio la parte esencial de las interacciones a analizar. Durante tales
intercambios, pueden modificarse los recursos (P.ej. una información privada que se
convierte en pública desde que todos los actores tienen acceso a ella, el derecho que
asiste a unos actores limitando a otros, etc.). Se trata de analizar cuales son los
recursos de que dispone cada actor y su utilización (exclusividad/no exclusividad) y
la cantidad (rivalidad/no rivalidad en su consumo) para establecer las reglas
institucionales que regirán una política pública. Para los politólogos y sociólogos son
esenciales la obligatoriedad y la legitimidad, para los economistas el trabajo, el
capital y la organización, para los juristas el derecho de intervención.
Proponemos distinguir 10 recursos que los actores públicos y privados tratarán de
producir y movilizar (ó no) durante la formulación y ejecución de una política pública.
Esta tipología se inspira en diversas fuentes, y se encuentran repartidos de manera
desigual entre los actores participantes, aunque en su mayoría son accesibles a
todos por su carácter público (P.ej. el recurso jurídico está a disposición
prioritariamente de los actores político-administrativos, el derecho de intervención
puede conferirse a un actor privado, etc.). Pueden existir más recursos que hasta ahora
no se hayan puesto de relieve. (ver gráfico 6 pág. 73).

4.1.1 EL RECURSO JURÍDICO (EL DERECHO)

Los recursos de carácter jurídico se distinguen principalmente por estar a


disposición de actores públicos. El derecho constituye la fuente de legitimación por
excelencia de toda acción pública, siendo un recurso importante, ya que proporciona
las bases legales y reglamentarias sin las cuales los actos administrativos pueden
ser incluso anulados por los tribunales competentes. El derecho es la columna
vertebral normativa de un programa de actuación política, organizando tanto el
contenido como la selección de los otros recursos.
Se definirá por las reglas del derecho constitucional, civil, administrativo, etc. En los
regímenes democráticos, el legislador se encuentra frecuentemente implicado en el
proceso de producción de éste recurso, aunque en la mayoría de los casos, los
parlamentos se limitan a la aprobación de las normas y la afectación de los
recursos económicos, con lo cual decide la dotación de ésos recursos.
El derecho puede perder parte de su legitimidad dependiendo de su uso ó abuso.
En un plano más general, los juristas consideran que el derecho debe ser “dicho y
redicho”, evitando que se convierta en letra muerta. Muchos actores de cada
política pública tratan el recurso del derecho a través de servicios jurídicos
propios. Sin embargo, las rígidas exigencias de la gestión del derecho, impuestas
muchas veces por las propias Constituciones, pueden entrar en conflicto con el uso
de otros recursos, y los actores negocian “compensaciones” extralegales para
subsanar éstas deficiencias (P.ej. en Suiza una población consiguió ciertos beneficios
por soportar el ruido de una base aérea, aunque tal compensación no estaba prevista en
la ley, en España compensaciones a los municipios en que se instalan centrales
nucleares).

4.1.2 RECURSOS HUMANOS (EL PERSONAL)

Presente tanto en términos cuantitativos como cualitativos, está en función de


las capacidades de reclutamiento y formación que posean los distintos actores, y es
uno de los recursos en que las organizaciones asientan su poder, y es frecuentemente
objeto de una gestión específica.
Los actores de una política pública desarrollan un leguaje específico del sector en
cuestión, apoyándose en técnicas específicas, y por tanto, las personas involucradas
deben poseer cualificaciones profesionales cada vez más especializadas (P.ej., en el
sector público cada vez hay más programas de formación continua). A fin de evitar un
funcionamiento excesivamente tecnocrático, la gestión de recursos humanos debe
velar para que no se excluya a ningún actor del proceso de aplicación de las nuevas
terminologías y especificidades. Es esencial la organización de cursos dirigidos de
manera conjunta a la administración, el sector económico y las organizaciones
sociales, profesionales y científicas. En todos los países se diseñan programas
específicos: en Francia en las grandes escuelas profesionales, que son el vivero de los
funcionarios, con un alto grado de especificidad (la mayoría de los profesores son
miembros de la administración), en España, el INAP y sus equivalentes en CC.AA.
tratan de ejercer ésa labor y también se incluyen materias específicas en distintas
carreras universitarias y posgrados.
De manera más general, podemos señalar que las políticas públicas han dado lugar a
profesiones (y trayectorias profesionales) específicas. Diversos estudios insisten en
los efectos negativos de la existencia de tales “cuerpos” por el riesgo de falta de
transparencia, coleguismo y rotación de sus miembros entre lo privado y lo
público.
Los recursos humanos juegan un papel cada vez más importante, dado que muchas
veces pueden verse en la necesidad de pronunciarse acerca de proyectos
normativos, planes, informes evaluativos, etc. con plazos muy cortos, y por eso es
precisamente por lo que tienen que estar especializados en seguir de manera continua
determinadas políticas públicas (P.ej. en España, Ecologistas en Acción ha ido
contando con el asesoramiento de expertos en distintas materias).
En ocasiones, el déficit de personal (ó de la cualificación de éste) conlleva a su
búsqueda en el exterior de la administración. Tanto ésta como otros actores pueden
encargar informes ó estudios a empresas especializadas en un sector determinado.
Esto se da sobre todo en procesos de reducción de personal propio de las
administraciones, que repercuten en la prestación de ciertas políticas públicas.

4.1.3 LOS RECURSOS ECONOMICOS (EL DINERO)

Sin lugar a dudas, el más evidente. Su movilización y asignación no se reduce a


las políticas distributivas ó redistributivas, sino a que también se utiliza cuando se trata
de políticas regulativas ó constitucionales. Es impensable que una política pública
pueda llevarse a cabo sin medios financieros que permitan el pago de su personal,
locales ó equipos informáticos, tanto para actores públicos como privados. Un gran
número de organismos públicos adquieren fuera de su ámbito administrativo
labores de consultoría, análisis, etc. Y además, algunas políticas se valen de ciertos
incentivos (P.ej. subvenciones) para conseguir que los grupos-objeto modifiquen su
conducta. Por todo ello, la dotación en recursos financieros se considera un acto
político importante en el cual participa de manera regular y concreta el legislador.
Aunque este tipo de recursos debiera figurar en el programa fijado por el
Parlamento, con frecuencia el nexo entre las políticas públicas y las decisiones
presupuestarias es bastante indirecto. Las partidas del presupuesto reflejan sólo de
manera parcial las políticas y sus prestaciones específicas en relación con el tipo de
gastos, y no en función de la producción de ésa política. En muchos casos, tales
partidas se aplican al conjunto de administraciones (salarios, estudios, subvenciones).
El presupuesto tradicional no permite conocer de manera precisa las dotaciones
financieras de las diversas políticas efectuadas por las administraciones. El
carácter anual y la casi imposibilidad de cambiar partidas de un capítulo a otro,
dificultan la modificación y combinación de éstos recursos. Esta rigidez ha sido
criticada por los defensores de la Nueva Gestión Pública, que proponen reemplazar
el sistema por contratos de prestación, y partidas plurianuales establecidas para
cada política concreta según los servicios a prestar.
El cambio hacia una contabilidad analítica (estimación del coste de cada producto a
partir de los gastos de producción y gestión directos e indirectos) puede inducir a
cambios profundos en el funcionamiento de la administración pública. Tales
cambios alcanzarían también la política financiera del Estado, ya que la contabilidad
analítica tiende a obstaculizar el control por parte de los legisladores de los diferentes
tipos de gastos acumulados, los cuales representan dimensiones importantes para la
conducción de las políticas económicas, fiscales ó de emergencia. Por otra parte, el
Parlamento acostumbra más a interesarse por la forma de utilización del dinero
que por los objetivos en cuestión. En España, el lentísimo desarrollo de la reforma
administrativa promovida en los primeros años noventa (introducción del concepto de
Agencia y gestión por objetivos), se ha debido al recelo de los sectores más
preocupados por el control previo y posterior del gasto.
El recurso monetario es el más fácilmente medible, intercambiable y sustituible,
pero también el más desigualmente repartido entre los diferentes actores.
4.1.4. LOS RECURSOS COGNITIVOS (LA INFORMACIÓN)

El conocimiento es uno de los elementos básicos en la capacidad de


intervención de los actores públicos y privados. Se trata de un recurso escaso y muy
desigualmente repartido, y está constituido por los conocimientos en relación a
elementos técnicos, sociales, económicos, y políticos del problema a resolver. Es una
especie de materia prima que comprende los elementos indispensables para la
conducción adecuada de la misma a todos los niveles (definición del problema a
resolver, programa, implementación y evaluación).
El conocimiento proporciona fundamentos esenciales en la fase de toma de decisiones.
Sin embargo, su producción y mantenimiento resultan costosos. En la actualidad,
existen una serie de políticas públicas que incorporan una capacidad de
monitorización más ó menos constante, lo que permite la observación continua del
problema y su evolución (P.ej. política ambiental, salud, economía, etc.).
La producción, reproducción y difusión de éste recurso requiere de sistemas de
información cada vez más sofisticados, y una cualificación específica de los
usuarios, lo que choca con el postulado de que todos los actores deberían tener
acceso igual a la información. Un nivel de conocimiento equivalente de todos los
actores es una condición indispensable para un buen funcionamiento de las
políticas públicas.
Tratándose de una política pública, no parecería lógico que la distribución de tal
formación e información se hiciera en base a las leyes de mercado (p.ej. con coste
para el usuario), sin embargo, se están dando casos de “mercados” que incorporan
datos de carácter público (inventarios, estadísticas, investigaciones, todo pagado
por el erario público), y también pueden observarse prácticas de retención de
información entre los servicios de diferentes niveles, por motivos estratégicos ó
financieros.
Tradicionalmente, la producción, el tratamiento y la difusión de datos estadísticos son
competencia de servicios especializados (en España, el INE) pero cada vez más, otros
actores públicos de otros niveles se han dotado de sus propios servicios para gestionar
datos (P.ej. Ayuntamientos).
En las políticas públicas, el tema del nivel de recursos cognitivos nos lleva a
replantear el rol de los expertos en la toma de decisiones públicas, crucial y
controvertido, que en ocasiones ha conllevado a la creación de organismos de
vigilancia que actúan paralelamente al Estado.

4.1.5 RECURSOS RELACIONALES Ó INTERACTIVOS (LA


ORGANIZACIÓN)

Es más difícil de identificar. Se trata de un recurso construido a partir de


atributos individuales de los actores involucrados, de la calidad de la organización
de las estructuras administrativas ó asociativas a las que estos pertenecen y de la
existencia de las redes de interacción entre diferentes actores. Este recurso se apoya
también en las estructuras internas del programa político-administrativo (su
capacidad de organizar los procesos de interacción entre ellos).
Para el análisis de las políticas públicas, se consideran elementos básicos de la
organización pública a los actores que llevan a cabo funciones específicas en la
gestión de dicha política, que pueden estar situados en el interior ó el exterior de la
administración. La organización variará en función de las características de cada
actor y de la calidad de la red que relacione unos con otros. Una organización bien
adecuada permite mejorar la calidad de las prestaciones e incluso economizar
otros recursos. Por esto se puede entender que la organización no es un recurso per se,
una mala organización puede provocar que las prestaciones acaben siendo
mediocres y poco eficientes.
Cada política se organiza de una manera diferente y se van adaptando a las
necesidades del momento y el espacio.
Los recursos interactivos de una política pública acaban teniendo una gran
importancia en la calidad de las prestaciones, pero pese a ello, los esfuerzos
organizacionales del sector público (creación de oficinas, fusiones, reubicaciones y
eliminaciones) quedan fuera del ámbito del Parlamento (en España la composición
de los ministerios ó consejerías depende de los ejecutivos), generando en muchos
casos una inflación organizativa injustificable.
Las principales unidades organizativas se dividen generalmente entre 3 y 5
escalones (en España, Ministerio ó consejería, dirección gral., servicio, sección y
negociado). Se ha demostrado que una estructura excesivamente jerárquica tiende a
obstaculizar el sentido de responsabilidad de los funcionarios de base, que están en
contacto directo con los ciudadanos. Además, estas estructuras tienden a
fragmentar el tratamiento de los expedientes, y se impide la introducción de
funciones transversales que garanticen una coherencia en la puesta en práctica de
las políticas. Por ello, la tendencia a reemplazar las organizaciones más
jerarquizadas por otras con menos niveles jerárquicos (permitiría una mayor
responsabilidad de las personas realmente a cargo de la resolución de los exptes.), y de
carácter más transversal, para evitar que los expedientes pasen constantemente de
un servicio a otro.
Las transformaciones de los recursos organizacionales exigen esfuerzos de
información y aprendizaje importantes, ya que se requieren buenos generalistas
que tengan al mismo tiempo conocimientos específicos en alguna materia concreta.

4.1.6 LOS RECURSOS DE “CONFIANZA” (EL CONSENSO).

El consenso es un recurso del cual los actores pueden disponer ó no, según su
situación. La ausencia de consenso significa la aparición de bloqueos y conflictos, y
su existencia aporta un capital de legitimación suplementario, muy importante para
la implementación.
El consenso entre los actores político-administrativos, los beneficiarios finales y los
grupos-objetivo se ha convertido en primordial para la implementación de las
políticas públicas, dada la presión y obstrucción que podría producirse contra ella.
El recurso “consenso” se distingue de la “legitimidad primaria” (constituida por el
apoyo político de la mayoría democrática, expresada en la designación de los
actores gubernamentales ó en la aprobación de las normas que sustentan las
políticas públicas y las reglas del juego), pero ello no determina las modalidades
específicas ni los contenidos concretos.
El procedimiento administrativo clásico no preveía derechos de participación
específicos para las personas involucradas sino que se limitaban a garantizar a los
administrados el derecho a ser escuchados y a recurrir las decisiones tomadas. Con
el tiempo, estos derechos de participación fueron ganando fuerza y durante los años
80 se extendieron a los beneficiarios finales, reconociendo la necesidad de una
doble legitimidad de la acción pública: la procedente del soberano (primaria) y la
proveniente de los grupos –objetivo y beneficiarios finales (secundaria). Este
consenso fué considerado necesario para evitar bloqueos y las avalanchas de
recursos ante los tribunales. También permite economizar en tiempo, derecho y
dinero.
Los recursos de consenso son muy frágiles, se pueden romper en cualquier
momento, ya que la “cultura del consenso” requiere una continuidad en el tiempo,
una igualdad de acceso de los actores, organismos para la solución de los conflictos,
una política tolerante y la garantía de intercambios suficientes entre las
instituciones.
En algunos países se han llegado a crear grupos estables de consenso en materias
concretas.

4.1.7 LOS RECURSOS CRONOLOGICOS (EL TIEMPO)

Algunos autores no consideran el tiempo como un recurso en sí mismo,


aunque es útil incluirlo, ya que el aprendizaje y la enseñanza de los innumerables
procesos de las políticas públicas requieren cada vez más tiempo. Y también la jerga
administrativa le da una connotación negativa (“falta de tiempo”) ó positiva (“hay
tiempo”). En algunas políticas se definen también los plazos con precisión, y en
ocasiones los problemas surgen en la determinación de los plazos para modificar la
propia norma, aunque esta cuestión se aborda poco, pese a figurar en muchos de los
informes y ser objeto esencial de gran número de conflictos. Estamos tan
acostumbrados a que las políticas públicas tomen su tiempo que sólo llama la atención
cuando tardan poco.
La distribución del tiempo es también desigual según qué actores, disponiendo de
más tiempo los actores públicos que los grupos sociales. Estas disfunciones podrían
evitarse dotando de plazos más largos a los actores no públicos.
También es importante respecto al uso de éste recurso la sincronización interna,
sobre todo teniendo en cuenta los ciclos electorales, de modo que la acción se
supedita a la acción del otro.

4.1.8 RECURSOS PATRIMONIALES (INFRAESTRUCTURAS)

Engloba el conjunto de bienes tangibles, y pueden ser muy diversos:


carreteras, ríos, edificios, etc. Toda política pública goza de una dotación en bienes
públicos más ó menos amplia, según el objetivo. Algunas políticas tienen como
objetivo concreto reforzar esas dotaciones.
A este recurso pueden asociarse dos utilidades principales:
.-la capacidad de los actores públicos para administrar directamente un servicio ó
imponer limitaciones al uso, en caso de ser propiedad del Estado.
.- la capacidad de comunicación que tales infraestructuras permiten a los actores
del sistema político-administrativo. El patrimonio administrativo incluye un amplio
conjunto de equipamientos físicos necesarios para gobernar y para producir los
actos entre el Estado y la sociedad civil. Un gran abanico de equipamientos
administrativos facilita ésa comunicación (papel, formularios, impresos, servicios de
seguridad, equipos antiincendio, informáticos, etc.).
El patrimonio no se limita al material, también incluyen los edificios
administrativos, que son los lugares donde se realiza ésta comunicación, junto a los
sistemas de comunicación en sí (teléfonos, correos electrónicos, fax, etc.). Estas
infraestructuras administrativas son cada vez más complejas y su gestión resulta cada
vez más importante.
La disponibilidad de recursos logísticos, patrimoniales y comunicativos varía
en el tiempo y el espacio. Su ausencia puede poner en peligro una política pública
en su totalidad (P.ej. el huracán de New Orleans, ó simplemente, no disponer de una
sala adecuada en un momento dado puede dar al traste con un negociación).
Asimismo, la ausencia ó no apropiación de una adecuada representación de la
administración central en las unidades territoriales más pequeñas, puede alejar a
los ciudadanos de ésa administración, creando un distanciamiento físico entre la
política pública y el mundo real, muy perjudicial para ésa política.

4.1.9 RECURSOS DE MAYORIA (APOYO POLÍTICO)

Cada política pública requiere bases legales aprobadas por la mayoría en


los Parlamentos (legitimidad primaria). La forma en que se aprueban dichas bases,
nos informa sobre el apoyo político que tiene la política en cuestión y los grupos
sociales que se imponen a los minoritarios. El apoyo político es la aceptabilidad
potencial de la política pública por parte de una mayoría parlamentaria ó popular.
Una política pública puede perder éste carácter de aceptable para la mayoría si sus
prestaciones se cuestionan debido a efectos “no deseados”, ó contrarios a los
esperados, ó por cambios en los mercados ó en los valores.
La pérdida efectiva del apoyo político puede deberse al debate público de casos
individuales (sobre todo, los medios de comunicación), ó a través de intervenciones
parlamentarias, con un alto grado de enfrentamiento ideológico. Para mantener
éste apoyo, se intentan dar explicaciones públicas, abrir procesos de evaluación,
modificar valores para obtener nuevas mayorías, etc., siendo muy frecuente el
recurrir a valores simbólicos que comparte la mayoría, lo que puede contribuir a
estabilizar las relaciones entre la mayoría política y el apoyo a una política
concreta (P.ej. terrorismo).
Una política que goza del apoyo de la mayoría suele prescindir del consenso, del
derecho, ó del tiempo, y es primordial en la fase de “definición y redefinición del
problema” y sus causas.

4.1.10 RECURSO VIOLENCIA (USO DE LA FUERZA)

La coacción legítima a través de la fuerza física es fácilmente utilizable,


constituyendo un elemento primordial de las políticas llevadas a cabo por los
regímenes dictatoriales, y sólo en casos extremos en democracia. Sin embargo,
algunas políticas se apoyan particularmente en la fuerza física. Solamente la
amenaza de usar éste recurso en lugar del consenso, es suficiente para modificar
algunas políticas públicas concretas. Por parte de los grupos-objetivo y beneficiarios
finales, la fuerza les puede servir para expresar un desacuerdo profundo, ó
bloquear una situación.
La gestión de éste recurso es muy delicada, se requiere asociarlo a un apoyo político
mayoritario, lo que puede significar la pérdida del consenso, y su eficacia depende
de factores como el despliegue de las fuerzas armadas, seguridad vial, etc.
4.2 LA GESTION DE LOS RECURSOS.

4.2.1. EL PRINCIPIO DE GESTIÓN SOSTENIBLE

Cada uno de los recursos posee sus propias “leyes” que rigen su producción,
reproducción y explotación. Ya contamos con desarrollos significativos en la
administración de personal, dinero, organizaciones e información.
En el ámbito de la gestión del consenso podemos referirnos a un desarrollo
incipiente en ámbitos de “mediación” y “evaluación participativa”, etc. La gestión
del tiempo tiene realizaciones específicas (logística). Todo analista de políticas
públicas debe conocer las especificidades administrativas de la producción y gestión
sostenible de todos los recursos del Estado. De acuerdo con el postulado del
desarrollo sostenible, todo recurso escaso debe ser usado de manera mesurada,
teniendo en cuenta el largo plazo. Esta óptica es importante para el sector público, ya
que todo parece indicar que los recursos ahí se usan de manera ineficiente y no
sostenible: abusamos del recurso “tiempo” acelerando la producción sin reflexión,
del recurso “derecho” se deriva cada vez más incertidumbre (¿es legal ó no lo es?),
la producción de información es cada vez más abundante, pero menos específica, y
los “recursos humanos” tienen pocas posibilidades de formación. El consenso es
falso y lleva a resultados sin sentido ni legitimidad.

4.2.2 DE LA ADMINISTRACION DE LOS RECURSOS HACIA LA GESTION


DE LAS POLITICAS PÚBLICAS.

La administración de los recursos públicos debe basarse en conocimientos,


técnicas y reglas propias de cada uno de ellos (P.ej. para administrar las finanzas
públicas hay que tener conocimientos de contabilidad, etc.). Sin embargo, esta
perspectiva conlleva dos riesgos:
 El primero es aislar cada uno de estos recursos de su contexto y alejarlo así
de su finalidad. Una perspectiva que separe ó segmente en exceso a los
recursos, corre el riesgo de disociar en exceso los productos de las políticas
públicas y asimilarlo a una gestión de tipo privado. Esto genera
aberraciones, ya que si la producción, reproducción y explotación de los
recursos públicos deben someterse a las exigencias generadas por la
preocupación acerca de la calidad del producto final, también es importante
recordar que han de respetarse las obligaciones propias de un estado de
derecho democrático y social, obligaciones no comparables con las políticas
privadas y corporativas.
 El segundo es que una gestión aislada recurso por recurso lleva en sí el
germen de potenciales abusos internos. Esta perspectiva puede llevar a
utilizar los recursos con fines diferentes a la política pública en cuestión,
centrándose los esfuerzos en beneficiar de alguna manera a las “clientelas” ó
bases sociales y no en los objetivos de la política en sí (P.ej. la construcción de
un aeropuerto para beneficiar al sector de la construcción de una zona
determinada, sin tener en cuenta la industria turística, etc.). A veces, es más
importante la asignación de ciertos recursos a ciertos actores que el propio
desarrollo de la política.
Pero los recursos son parcialmente sustituibles (P. ej. si no hay una base legal clara,
el recurso “derecho” se sustituye por el recurso “consenso”), lo que nos lleva a
utilizar una perspectiva global en la gestión de una política pública, y a la
combinación inteligente de los recursos. Los recursos no pueden multiplicarse
infinitamente, sin embargo, partiendo de la misma dotación, los objetivos se
consiguen ó no, dependiendo de la combinación de los recursos. Una gestión de éste
tipo supone un seguimiento y un análisis preciso del desarrollo del problema a
resolver, una evaluación de resultados, una capacidad estratégica de explotación de
los recursos y una gestión continuada de cada uno de ellos.
El concepto de “recurso” nos permite distinguir entre recursos, medios ó
herramientas /instrumentos, y acciones producidas (outputs).
 Recursos son los activos de que se sirven los actores para llevar a cabo sus
acciones.
 Los medios de acción (herramientas, instrumentos) son el resultado
concreto del uso combinado de ésos recursos, en función del objetivo
perseguido, el tiempo y el espacio. La selección de los medios llevará a
privilegiar el uso de uno ú otro recurso (la perspectiva reguladora se servirá
del recuro derecho, la incentivadora usará el recurso dinero, etc.).

El acto formal producido por la política pública representa el resultado material


e inmaterial de la utilización de los recursos en la interfase entre la administración
y la sociedad civil. Cuando se aplica a un caso particular, el producto final puede
contener un recurso claramente inidentificable. Conjuntamente, el producto de la
actividad administrativa contiene siempre una mezcla de recursos bastante
reconocibles y otros que no tanto (aceptabilidad, legitimidad, etc.).

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