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PLANTILLA MODULO 1 Diplomado en Salud
PLANTILLA MODULO 1 Diplomado en Salud
INTRODUCCIÓN
La salud de los niños, niñas y adolescentes es un factor determinante para la vida de los
seres humanos, ya que dentro de su desarrollo y crecimiento la salud en general implica
una estabilidad para poder ejecutar todo cuento se pueda
CONTENIDO
Título: CONTEXTO GENERAL DE LA SALUD MENTAL DEL NIÑO Y EL
ADOLESCENTE
No es un secreto para nadie que mientras los servicios de salud mental de los niños
formen parte de los de adultos la mayoría de los fondos y recursos van para estos últimos.
Así ha sido siempre y en todas partes (OMS, 2005). Hoy no es posible ni siquiera
desglosar recursos y fondos empleados para la atención a este grupo de edad. Poder
identificarlos sería un primer
paso para detectar las
necesidades en ese campo y
adoptar medidas.
PROMOVER EL
DESARROLLO NORMAL
Los trastornos mentales tienen
enormes repercusiones en el
desarrollo emocional e intelectual
de los niños, en el aprendizaje
escolar, la adaptación social y el
descubrimiento de la vida. Minan
la imagen personal y la autoestima de los jóvenes, la estabilidad y economía de las familias
y son una carga para toda la sociedad. Promover la salud mental de los niños, prevenir,
diagnosticar y tratar correctamente los trastornos mentales, es no sólo un acto de justicia
social sino una medida de ahorro y buena gestión económica. La promoción de la salud de
los niños y los jóvenes requiere la estrecha colaboración de los servicios sanitarios,
educativos, sociales y judiciales, así como de los padres y la población en general. Es
fundamental, por tanto, la información y sensibilización de la población en este campo
(Mardomingo, 2003a).
Tampoco hay duda respecto a la gravedad y serias consecuencias que tienen estos
trastornos cuando no se tratan. La ausencia de diagnóstico y tratamiento de los problemas
de salud mental de los niños y adolescentes condiciona seriamente su futuro, disminuye
sus oportunidades educativas, vocacionales y profesionales, y supone un coste muy alto
para las familias y una carga para la sociedad. Se da la circunstancia de que un porcentaje
muy elevado de niños y jóvenes que sufren trastornos mentales y no son diagnosticados
terminan en Centros de Menores y en el mundo de la delincuencia, es decir, lo que no hizo
el sistema sanitario pasa a ser un 8 problema del sistema judicial cuando ya es muy difícil
el remedio (Cauffman, 2004). No hay que olvidar que estos trastornos pueden prevenirse,
otros tratarse y curarse y una gran mayoría de pacientes puede llevar una vida
satisfactoria.
Puede concluirse que a lo largo del Siglo XX la atención a la salud mental de los niños y
adolescentes se ha caracterizado por la dispersión de los recursos, la ausencia de
especialistas, la concepción de los servicios infantiles como una prolongación de los de
adultos, la ausencia de programas oficiales de formación de psiquiatras y psicólogos
clínicos para niños y adolescentes, la ausencia de coordinación la escasa planificación y la
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falta de inversiones en investigación. La Salud Mental de los niños y adolescentes ha
carecido de identidad propia y ha sido poco visible para los pacientes y para la sociedad,
con la persistencia de mitos y prejuicios propios de épocas pretéritas.
Además, nos encontramos con el problema de la doble marginación que sufre en España
la atención de la salud mental de los niños y adolescentes (la que, por un lado, padecen en
el ámbito de la Sanidad y, por otro, en el de la salud mental de adultos). Del mismo modo,
el deficiente estado de dicha atención perjudica gravemente tanto a la prevención precoz
en la infancia y adolescencia como a la del adulto, ya que una gran parte de los problemas
de salud mental de éste se gestan y desarrollan durante estas etapas anteriores. Cuando
la enfermedad avanza y se cronifica trae consigo dos elementos denominados con
términos similares, pero con distinto contenido: perjuicio y prejuicio.
Es una realidad que el estigma no afecta exclusivamente a la persona enferma, sino que
también se proyecta y recae sobre las familias, estas se enfrentan a una situación tan
desconocida como dolorosa para la que no están informados ni preparados. Muchos
padres y otros familiares se sienten culpables, por lo que ellos también requieren
prestaciones, información, formación y apoyos especializados. Como consecuencia del
desconocimiento les asaltan ideas confusas sobre si deben buscar ayuda o no. Temen
tanto al estigma asociado a los trastornos
mentales que se retraen, ocultan, no
aceptan la realidad, demoran la búsqueda
de soluciones, impiden y retrasan el
abordaje del problema, dificultando y
retardando la posibilidad de mejoría. El
desconocimiento fortalece el estigma, por
lo que es esencial una estrecha
comunicación, información, formación de
los profesionales, de las familias y
sociedad en general.
Algunos problemas de salud mental duran solamente períodos cortos de tiempo, mientras
que otros, potencialmente, pueden durar toda la vida.
• Scout demostró los costos crecientes para la sociedad como consecuencia de los
trastornos de la conducta diagnosticados en la niñez y que persisten en el adolescente y el
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adulto. Leibson informó en su estudio que en períodos de nueve años los costos médicos
para la atención de los niños con síndrome de déficit de atención son de US$4.306,00
comparados con US$1.944,00 para los niños sin el problema. Los costos más altos son
debidos a altos índices de admisión a los servicios de urgencias y a las consultas
ambulatorias frecuentes del niño a los servicios de atención primaria. El estudio excluyó los
costos del tratamiento por psiquiatras y otros profesionales de salud mental.
Espera que un mismo factor causal pueda llevar a diferentes evoluciones, así como varios
factores causales puedan llevar a la misma evolución1,2. La Organización Mundial de la
Salud ha señalado que los trastornos psiquiátricos que comienzan en la niñez deben ser
motivo de preocupación para la salud pública. En los Estados Unidos, los cinco estudios
comunitarios ECA, efectuados en adultos demostraron que en algunos trastornos
psiquiátricos la edad de comienzo era más temprana de lo que se pensaba. Más
recientemente, el Estudio Nacional de Replicación de Comorbilidad lo confirmó,
entregando los siguientes datos sobre edades promedio de comienzo:
- Los trastornos adictivos puros a los 21 años y patología dual a los 11 años.
Los estudios de cohortes seguidas desde los años 60 han entregado valiosa información.
Se observa un grupo de trastornos en los cuales la mayoría de los casos comienzan en la
niñez (T de déficit atencional/hiperactividad, autismo y otros T penetrantes del desarrollo,
angustia de separación, fobias específicas) y otro grupo comienza en la adolescencia
(fobia social, T de pánico, abuso de sustancias, depresión, anorexia nervosa, bulimia).
Se estima que entre el 7 y el 22% de los niños sufren de una enfermedad mental
discapacitante y que el suicidio es la 3ª causa de muerte en adolescentes4-6. Una de las
tareas es entender los mecanismos por los cuales los procesos del desarrollo afectan el
riesgo para la aparición de algunos trastornos psiquiátricos específicos que comienzan en
ciertas edades; e implementar programas de tamizaje e intervención cuando es más
probable que aparezcan. Un ejemplo es el estudio de la agresividad de comienzo infantil vs
adolescente.
Otra línea de trabajo muestra el efecto de factores de riesgo psicosociales tempranos para
enfermedades médicas crónicas de la edad adulta9 y de problemas biológicos tempranos
para el desarrollo posterior de trastornos psiquiátricos10. Es conocido el hecho que las
adversidades en la infancia aumentan el riesgo de trastornos psiquiátricos en la adultez.
Existe evidencia creciente que un grupo de factores de riesgo y protectores
socioeconómicos y evolutivos influyen sobre el curso de enfermedades médicas y
psiquiátricas posteriores (pobreza, falta de apego con los cuidadores primarios, malas
relaciones familiares, maltrato y abuso infantil, depresión materna, mal rendimiento escolar
y estructura familiar desintegrada).
La gran meta de prevención es crear un ambiente en el cual los niños, incluso los
genéticamente vulnerables no sean expuestos a factores de riesgo o sean protegidos de
sus efectos. Se ha demostrado que las intervenciones tempranas pueden prevenir o
reducir la probabilidad de discapacidad a largo plazo. La epidemiología puede proveer
información básica, herramientas de medición y diseños de investigación para estas
intervenciones. Respecto al tratamiento, la epidemiología busca conducir ensayos clínicos
multisitio complejos. Las intervenciones efectivas tienen la potencialidad de reducir la carga
de los trastornos psiquiátricos en el individuo y la familia y el costo a los sistemas de salud
y la comunidad.
Se obtuvo información de 66 países, comparado con 192 países que entregaron datos
sobre adultos. Las brechas encontradas en los recursos entregados para la salud mental
de niños comparadas con adultos fueron económicas, de personal, entrenamiento,
servicios y programas.
Los problemas de salud mental de los adolescentes acarrean unos altos costes sociales y
económicos ya que, conforme pasa el tiempo, suelen sufrir discapacidades. Los factores
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de riesgo de los problemas de salud mental están suficientemente demostrados e incluyen
los malos tratos en la infancia; la violencia en la familia, la escuela y el vecindario; la
pobreza; la exclusión social y la desventaja en materia de enseñanza. Las enfermedades
psiquiátricas y la toxicomanía en los progenitores, así como la violencia marital, también
aumentan la situación de riesgo de los adolescentes, al igual que estar expuestos a las
alteraciones sociales y la angustia psicológica que acompañan a los conflictos armados,
los desastres naturales y otras crisis humanitarias.
El estigma dirigido hacia los jóvenes con trastornos mentales, y las violaciones de los
derechos humanos a las que están sometidos, aumentan las consecuencias adversas. En
muchos países, solo se somete a un reconocimiento y a unos cuidados básicos a una
pequeña minoría de jóvenes con problemas de salud mental, mientras que la mayoría sufre
innecesariamente, incapaz de acceder a los recursos apropiados de reconocimiento,
asistencia y tratamiento. A pesar de los considerables avances en la elaboración de
intervenciones eficaces, la mayoría de las necesidades para una buena salud mental no
están siendo satisfechas ni siquiera en las sociedades más ricas, y en muchos países en
vías de desarrollo la tasa de necesidades que no se
satisfacen alcanza casi el 100%.
La salvaguarda de la salud mental del adolescente comienza con los progenitores, las
familias, la escuela y las comunidades. Si se educa en materia de salud mental a estas
importantes partes interesadas, es posible ayudar a que los adolescentes aumenten sus
capacidades sociales, mejoren su aptitud para resolver problemas y ganen seguridad en sí
mismos, lo que a su vez puede aliviar los problemas de salud mental y evitar
comportamientos arriesgados y violentos. Asimismo se debería animar a los propios
adolescentes a participar en debates y en la elaboración de políticas sobre la salud mental.
http://www.scp.com.co/ArchivosSCP/PDF/saludmentaladolescentecolombia.pdf
http://www.scielo.cl/pdf/rchnp/v47n3/art01.pdf
http://www.unicef.org/spanish/sowc2011/pdfs/La-salud-mental-del-adolescente.pdf