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La unidad

Sábado 1 de abril de Un estudio bíblico dado por


2017 Andreas Dura

A menos que se declare lo contrario, todas las escrituras han sido tomadas
de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina ©
renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
La unidad

La unidad
Sean bienvenidos a nuestra reunión esta tarde.
No tenía ninguna imagen para mostrarles hoy y luego fui a la computadora de Tobias y él tenía ésta
como imagen de fondo. ¿Piensan que es apropiada? ¿Cómo ven unidad en ella?
Jan: Todas están unidas.
Andreas: ¿Están tomadas
de la mano?
Jan: No, pero están
haciendo la misma tarea.
Andreas: Eso es cierto.
Reinhard: Todas tienen
el mismo carácter. Cada
planta crece un poco
diferente. Cada repollo tiene
hojas que son diferentes,
pero la estructura de la
planta y el sabor es igual. Me
recuerda a la iglesia
primitiva. Todos tenían una
misma mente y un mismo espíritu.
Andreas: Existe una diferencia entre “unicidad” y “unidad”. ¿Son todos los repollos iguales? ¿La
unidad significa que todos somos iguales?
Mirjam: Hoy en la naturaleza observé las plantas y se podría decir que hay unidad en la naturaleza
porque todo encaja, hay armonía, pero no todo se ve igual.
Andreas: Cuando miran cuidadosamente, no todas son iguales. No hay una hoja exactamente igual a
la otra. Sólo si las miras superficialmente pensarás que son todas iguales, pero no lo son en realidad.
Steve: Cuando veo esta foto, veo uniformidad. En la Palabra también leemos sobre la unidad en la
diversidad, donde en la iglesia de Dios tenemos diferentes dones que todos se unen, y cuando todos estos
dones son usados con el mismo propósito, entonces tenemos unidad.
Johannes: Pero tienen la misma tarea. Estas plantas tienen cierta uniformidad, la cual es necesaria
para cumplir su tarea. De lo contrario, ellas no podrían servir como lo hacen ahora. Si una planta no tiene
cabeza y otra planta tiene una cabeza grande, y así sucesivamente, entonces es difícil cosechar, y algunas
plantas no darían fruto, sino sólo hojas. Lo que veo es que todas ellas tienen la misma herencia y veo
también que nosotros tenemos la misma herencia. Somos hijos de Dios y en esto somos iguales.
Andreas: Dijiste que tienen la misma tarea. Eso es muy bueno. Debe haber similitud entre ellas,
también porque tienen el mismo carácter. Cada planta tiene cierto carácter. Cada carácter es un poco
diferente y, no obstante, todo es lo mismo, porque cada uno proviene de una semilla, y esa semilla es
Cristo. Todos los que tienen esa simiente poseen un carácter similar. Es importante que eso se entienda.
Y a propósito, ¿qué es carácter? Es también una palabra griega. Aparece sólo una vez en Hebreos 1:3.
Nosotros hablamos tan a menudo sobre el carácter y deberíamos saber qué es. La palabra griega significa

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“tallado.” En otras palabras, algo que es fijo. Por ejemplo, si haces una estatua y la formas con barro
suave que luego se endurece, tiene un carácter. Es algo duradero.
Jan: También se puede decir que las palabras se vuelven hechos y los hechos se vuelven carácter.
Andreas: Así es cómo se forma el carácter. El carácter significa algo que permanece en esa persona.
Si una persona siempre usa las mismas expresiones, entonces se puede decir que eso es parte de su
carácter. De igual manera, en lo espiritual también. Cuando hablamos de Cristo y debido a ello somos
llamados cristianos, ese es nuestro carácter. La gente nos conocerá por nuestro carácter, y esto es algo
que está constantemente allí. No es algo que se nos da una vez, sino que está constantemente allí. Esa es
la palabra griega. Y, ¿saben cómo es traducida en Hebreos 1:3? Imagen o estatua. Hablamos sobre la
imagen de la bestia. Eso también es algo que está fijado. El mundo está fijo en cierta manera que no es
el carácter de Dios, sino que es otro carácter. No es la imagen de Dios, sino la imagen de la bestia. La
imagen de Dios es Su carácter.
Nuestros caracteres se forman a lo largo de la vida. Cuando somos niños, somos suaves como el barro
fresco y podemos todavía ser formados. Cuando crecemos, entonces estamos más bien fijos en lo que
somos y nuestras características revelan cómo fuimos formados. Existe un carácter que nunca ha
cambiado, y nunca cambiará, y ese es el carácter de Dios; Él siempre ha sido el mismo desde la eternidad
pasada y será el mismo a través de la eternidad futura. Él no necesitó ser formado, porque nunca hubo
una vez que Él no haya existido, y Su carácter es en realidad nuestra medida. Está expresado en Los Diez
Mandamientos. Lo que encontramos allí es el carácter de Dios puesto en palabras, y como si eso no fuera
suficiente, tenemos también la vida de Cristo, donde podemos ver cómo se vive en detalle. Jesús nunca
mintió, nunca robó, nunca mató a nadie. Honró a Su padre y a Su madre; también fue respetuoso con Su
Padre celestial. Él vivió la ley de Su Padre. Así es como es Dios. De lo contrario, no conoceríamos Su
carácter. Tenemos la Palabra escrita, por supuesto, y tenemos la Palabra viviente, que es Cristo. A través
de estas cosas tenemos una buena idea de cómo es Dios, pero todavía necesitamos aprender más, porque
hemos sido demasiado enceguecidos en el pasado, por generaciones, y en nuestra propia educación.
Nuestros padres, quienes representaban a Dios para nosotros, no nos dieron un cruado perfecto de Él, de
modo que tendemos a asociar a Dios con el cuadro de nuestros padres, y ese es un problema. Por lo tanto,
necesitamos realmente estudiar la vida de Cristo. Necesitamos estudiar la Palabra y, especialmente,
necesitamos estudiar Los Diez Mandamientos más profundamente.
Juan 17:3 dice: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo,
a quien has enviado.”
El conocimiento de Dios es la clave para la vida para todos. Jesús no dice, “Esta es la vida eterna para
Mí,” o “Esta es la vida eterna para los ángeles,” ni sólo para creyentes. Por supuesto, creer en Dios es
una parte importante. Pero Él simplemente dice, “Esta es la vida eterna.” Esto es universal. Significa que
dondequiera que se quiere tener vida, se puede tener únicamente mediante un conocimiento de Dios. Esa
es la clave. Y es por eso que se vuelve tal catástrofe cuando no entendemos el carácter de Dios, porque
entonces perdemos la vida. Se puede decir verdaderamente que el conocimiento de Dios es la medicina
para todas las enfermedades. Conocerle es vida eterna. Estas circunstancias nos ayudan a entender mejor
por qué Satanás está trabajando como lo hace.
En la primera tentación de Satanás a Eva, que está descrita en Génesis 3, él dice, “¡Bah! ¿Conque
Dios ha dicho eso?” Él ridiculizó la palabra de Dios. Dijo, “¡Bah!” Aquí se utiliza una palabra hebrea.
Y más aún, luego dijo, “Bien sabe Dios que el día que comas de este árbol y alcances conocimiento,
serás como Él y no quiere eso.” En otras palabras, “Dios quiere arbitrariamente mantenerte en la

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ignorancia, a fin de exaltarse a Sí mismo a tus expensas.” Esa fue una terrible representación del carácter
de Dios dada por Satanás.
Cuando pensamos en la Edad Media, la inquisición, y las torturas usadas para forzar a la gente a
confesar, y que aún hoy se piensa que son exitosas para hacer a las personas confesar; cuando pensamos
en todo esto en nombre de la fe, y cuando pensamos en el hecho de que básicamente todas las guerras
tienen un trasfondo religioso, porque sin religión no habría guerras, ¡cuán terrible es! ¡Qué mala
representación del carácter de Dios! Y cuando pensamos en todos los niños que han sido educados por
padres que no son amorosos, sino crueles, opresivos, egocéntricos y así sucesivamente, es horrible. No
obstante, vivimos en este mundo. Por lo tanto, otra línea de pensamiento debe ser implantada en él. El
carácter de Dios como en verdad es debe ser implantado de nuevo; ese Dios no es un destructor, ese Dios
no es un mentiroso, habla la verdad aun si es para Su propia desventaja; debe ser implantado de modo
que la gente pueda en verdad confiar en lo que Él dice porque es cierto.
Yo diría que es verdad hoy día que la pregunta de nuestra época es si la ley de Dios es todavía válida,
porque es tan terriblemente irrespetada. Las iglesias dicen que no es válida porque por la gracia de Cristo
no necesitamos más la ley. Y cuando consideramos el mundo en nuestro derredor, cuando vemos lo que
dicen los políticos, de un día al otro, es tan obvio que están mintiendo, y, sin embargo, la gente todavía
vota por ellos, porque, “Bueno, sí, eso es normal.”
Muchos periódicos preguntan si la verdad está muerta. Hace varias décadas, hubo un gran encabezado
en un periódico que preguntaba, “¿Está muerto Dios?” Y ahora la pregunta es: “¿Está la verdad muerta?”
¿Está muerta? Se hacen declaraciones como si ellas son alternativas a los hechos. “Él sólo lo ve en forma
diferente. Ya no existe más la verdad.” Eso es lo que la gente cree. Así que, ¿entonces qué es lo que
queda? El yo. La gente es egoísta de principio a fin. El narcisismo es la gran consigna hoy. Mucha gente
es narcisista. Especialmente aquellos que son ambiciosos por posiciones de poder. No todo mundo es
así, pero encontramos que generalmente la sociedad está llena de egoísmo. Nosotros, por ejemplo, no
queremos perder las riquezas de aquí en nuestros países, así que no queremos refugiados en nuestro país.
Nos olvidamos que nuestros padres fueron refugiados también, cuando terminó la Segunda Guerra
Mundial. Hoy las personas tratan a los refugiados en una forma que no hubieran querido ser tratadas en
ese entonces. Todas estas cosas son señales de los tiempos.
El egoísmo es un gran problema, y en oposición a esto está la abnegación, que es lo que Dios
representa. Ésta es la vida eterna, conocer a Dios como realmente Él es, y Dios es abnegado. Cada uno
de Los Diez Mandamientos expresa abnegación, si en verdad son entendidos. Por supuesto, pueden
leerse de manera que hagan parecer a Dios muy egoísta. Dios no es un ser humano que se ha exaltado a
Sí Mismo a una posición que no le pertenezca. Por el contrario, Él es nuestro Creador, quien se ha
humillado a Sí Mismo para decirnos cuáles son las condiciones para vivir. La condición fundamental es
verdaderamente reconocerle como en verdad es, nuestro amoroso Padre. Él es la fuente de la vida. Él
nos ha creado, nos mantiene con vida, y nos da vida eterna. Y únicamente Él hace esto. No hay nadie
más que pueda. Es por eso que hemos de adorarle, y no por otras razones; no es porque Él quiera exaltarse
a sí mismo. Entendamos que Dios es abnegado. De lo contrario, Cristo no hubiera muerto en la cruz y
dado Su vida por nosotros. Piensen en eso. Esa es la controversia, la verdad para nuestro tiempo.
Así que, representar el carácter de Dios es la obra que necesita hacerse hoy. “Levántate, resplandece;
porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán
la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.” Isaías
60:1, 2.

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Esta Escritura no es difícil de entender. Dios dice a Su pueblo, “¡Levántate, resplandece!” ¿Qué
significa? Significa: muestra tu carácter. Leámoslo en otro versículo también. “Así alumbre vuestra luz
delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en
los cielos.” Mateo 5:16.
Esta es una definición de lo que significa “luz”. ¿Qué son “buenas obras”? ¿Ir a la iglesia cada
domingo? ¿Dar algo al sacerdote o dar alguna limosna a alguien en una tierra distante? Algunas veces
esto es literalmente armas, artillería. No, estas no son las buenas obras a las que se refiere aquí. “Buenas
obras” significa obras de abnegación; una bondad no calculada. Cuando no consigo nada a cambio.
Cuando doy algo a alguien porque le beneficia a él, no a mí; cuando salva vidas y así sucesivamente.
Esas son buenas obras. Buenas obras son obras de abnegación en contraste con obras egoístas, las cuales
son malas obras. Sí, de hecho, esa es la definición del bien y del mal. El bien es abnegación y el mal es
egoísmo. Por eso, el libro El conflicto de los siglos entre el bien y el mal podría titularse “El conflicto
de los siglos entre el egoísmo y la abnegación.” Así que podemos ver que la luz que brilla es la luz del
carácter de Dios, que es la luz de la abnegación.
Ahora, volvamos a Isaías 60: “Levántate, resplandece.” En otras palabras, en tu carácter, muestra
cómo es Dios, porque he aquí que tinieblas cubren la tierra. Así que, si la luz es la buena obra, ¿qué es
la oscuridad? Obviamente, la ausencia de luz, donde no hay buenas obras. Y si no hay buenas obras
quiere decir que no hay abnegación. Cuando no hay abnegación en este mundo, cuando la oscuridad
cubre la tierra, entonces es tiempo de que la luz brille. “Levántate, resplandece.” Esa es la palabra para
nuestro tiempo hoy día. En otras palabras, muestra cómo es Dios realmente. Por eso es que Dios quiere
convertir Su iglesia en una iglesia que no tenga ni mancha ni arruga, como se describe en Efesios 5:27.
Consideremos ahora a Efesios 3:10, porque aquí leemos que Dios quiere mostrar Su carácter, no sólo
al mundo, sino que Él quiere mostrarlo aún a los ángeles que son llamados principados y potestades en
los cielos. Comenzaremos con el versículo 8. “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los
santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas
de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios,
que creó todas las cosas; para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio
de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales.” Efesios 3:8-10.
Acabamos de leer que hemos de dar a conocer “la multiforme sabiduría de Dios.” Tendemos a separar
la sabiduría de la abnegación. Eso es porque mucha gente inteligente es muy egoísta, así que muy a
menudo combinamos estos dos aspectos. Alguien que es inteligente es egoísta. Consigue su propia
ventaja por encima de los demás. Por eso es que tendemos a pensar así. Pero en el caso de Dios es de
otra forma. Su sabiduría está fundada en la abnegación. Su sabiduría está fundada en el sacrificio propio.
Ganó a las personas no conquistándolas a través de la guerra, sino dando Su vida por ellas, lo que se
revela en Cristo Jesús. Así es cómo Él ganó los corazones de la gente, mediante el amor abnegado. Y en
eso hay sabiduría, porque así es cómo se ganan verdaderamente los corazones de la gente. Cuando uno
de verdad acepta el sacrificio por sí mismo, no sólo para sí, sino cuando ha muerto juntamente con Cristo,
como es expresado en el bautismo, ¿no desea que Su carácter sea dado a conocer al mundo? ¿No nos
molestamos bastante cuando vemos el egoísmo en el mundo; esta terrible desconsideración del
comportamiento humano decente? No mentir, por ejemplo, y no robar. ¿No sientes que este aparente
triunfo del egoísmo debe llegar a su final? No puede ser cambiado por la fuerza, sino solamente mediante
el conocimiento de cómo en realidad es Dios. Y esto debe ser vivido como fue vivido en el tiempo de
Cristo. Por eso Él dice, “Levántate y resplandece.” Isaías 60:1.

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Volvamos ahora a Juan 17. Aquí leemos: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios
verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” Juan 17:3. Y entonces ora por Sus discípulos. Podríamos
leer todo el capítulo, pero lo vamos a resumir ahora. Jesús básicamente ora por unidad para Sus
discípulos. Leamos desde el versículo 20 en adelante. “Mas no ruego solamente por éstos, sino también
por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en
mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La
gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú
en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has
amado a ellos como también a mí me has amado.” Juan 17:20-23.
“Para que el mundo conozca.” Ellos necesitan conocer a Dios y a Jesús. Necesitan conocer cómo Él
en verdad es, no cómo Él es representado por las iglesias y otros. No por naciones en guerra, o cristianos
profesos que son tan egoístas. Algunas veces los cristianos usan en sus vehículos señales tradicionales
de peces, ictus, y entonces, cuando los conducen agresivamente, ¿qué clase de testimonio es ese? ¡Es
horrible! Y somos llamados por el nombre de Dios. La gente observará de manera especial, porque ellos
ponen atención a lo que profesamos. El punto es, ¿somos egoístas o abnegados? Ser salvos es lo más
importante hoy para los cristianos profesos, y ese es un motivo muy egoísta. “Quiero ser salvo, por eso
sigo a Cristo. ¿Quieres ser salvo? Entonces sigue a Cristo.” “Oh, sí, yo quiero ser salvo también.” “Y yo
quiero ser salvo.” Eso es egoísmo. Dios no es así. En cambio, la pregunta debería ser, “¿Quieres dar tu
vida, como Cristo dio la Suya? ¿Quieres ser abnegado como Cristo y Dios son abnegados? Entonces
ven, y sigue a Cristo. Si no, mantente alejado.” Esto es porque no eres digno de ser seguidor de Cristo.
Es solamente cuando tu corazón está realmente ardiendo por esa abnegación. Que arda mi corazón. Si
mi corazón verdaderamente está ardiendo por esa abnegación, entonces debería atreverme a ser llamado
por el nombre de Dios. Entonces puedo poner un letrero en mi carro, pero quizás ya eso no sea necesario.
El punto es que hoy el mundo necesita una revelación del carácter de Dios. Esto se describe bien en
Apocalipsis 14. Veamos brevemente unos cuantos versículos. “Después miré, y he aquí el Cordero estaba
en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de
su Padre escrito en la frente.” Apocalipsis 14:1. Esto no es una señal en un carro, sino es un nombre
escrito en la frente. Es claro que no es un tatuaje; es parte del carácter de estas personas. Es así como el
nombre de su Padre está escrito en sus frentes. En el versículo 5 leemos: “Y en sus bocas no fue hallada
mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios.” Apocalipsis 14:5. Así es cómo es Dios. Y
cuando ellos tienen el nombre en sus frentes de allí es de dónde proviene.
Volvamos a Juan 17. Leeremos aquí del versículo 21 en adelante: “Para que todos sean uno; como
tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú
me enviaste.” Juan 17:21. Esta unidad es evidencia de que Jesús es el Enviado de Dios. Eso significa
que es una evidencia de cómo es Dios realmente; esa vida que Jesús vivió, la vida abnegada, es realmente
el carácter de Dios. Esto es expresado en la unidad. Y nuevamente en el versículo 23: “Yo en ellos, y tú
en mí, para que sean perfectos en unidad [¿para qué?], para que el mundo conozca que tú me enviaste
[ese es el propósito], y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.” Juan 17:23. En
otras palabras, esta unidad es una evidencia del carácter de Dios y es una evidencia del carácter de Jesús.
Resumamos todo ahora. La abnegación, un carácter abnegado, es visto en la unidad. Obviamente, en
una sociedad donde todos luchan por el lugar más elevado y donde todos buscan su propio beneficio, y
no hay interés en promover a otros, sino únicamente a uno mismo, no existe unidad. ¿En serio? ¿Sólo
una unidad aparente? Sí, algunas veces. Cuando hablamos de la imagen de la bestia, que hemos discutido

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las últimas semanas, hay gran unidad en torno a ella; en torno a este carácter egoísta hay unidad en
verdad. Cuando piensas en lo que está sucediendo en los Estados Unidos en este momento, existe una
unidad generalizada bajo la bandera de “Los Estados Unidos primero.” No en todos, por supuesto, sino
entre aquellos que sucumben ante esta bandera. ¿Saben lo que eso significa? ¿Saben lo que hay detrás
de eso? No es patriotismo. El patriotismo es otra cosa. El patriotismo es el amor por tu país. El lema
“Los Estados Unidos primero” no es patriotismo. Es egoísmo. Significa, “Yo primero.” Estados Unidos
a expensas de los demás. Y si otros siguen esa consigna, entonces se verá un verdadero problema en el
mundo. Cuando Alemania dice, “Alemania primero”, es una repetición de lo que tuvimos en el pasado;
incluso en el canto, “Alemania, Alemania, por encima de todo lo demás…” Sí, tuvimos esto aquí en
Alemania. Y, ¿a qué condujo? Condujo a un terrible desastre y sufrimiento por todas partes. Ese es el
resultado del egoísmo. No era sólo un hombre que se puso por encima de los demás. Es un carácter que
ha infectado a muchas personas y como resultado los ha preparado para hacer cosas muy extrañas.
He aquí, nosotros como pueblo de Dios. Llevamos Su nombre y nuestra consigna debe ser: “El
carácter de Dios primero. La abnegación primero.” No, “Yo primero.” ¿Qué dijo Juan el Bautista? “Es
necesario que él crezca, pero que yo mengüe.” Juan 3:30. Esa es la consigna. Yo no soy importante. Lo
que es más importante es que esta abnegación sea vista como un ideal para la gente de nuevo. Esto puede
ser visto en la unidad.
Lograr la unidad, ¿cómo hacemos esto? Como hemos visto, existe una gran unidad bajo el estandarte
del egoísmo. Si tuviésemos un enemigo común, entonces sería fácil lograr la unidad. Muchas personas
quieren la unidad porque les da una ventaja, y eso es lo que nosotros llamamos en capitalismo una
situación donde todos ganan. Todos ganan. “Tú ganas y yo gano. Eso es maravilloso. Vamos por ese
camino.” Pero ese no es el camino de Dios. Su camino es, “Estoy listo para perder si haciéndolo puedo
salvarte.” Eso es lo que Cristo hizo. No era una situación donde todos ganan; ciertamente no. Si fuera
así, Cristo no habría muerto.
Veamos esto muy claramente. Esta es una unidad que no es la que conduce al conocimiento del
carácter de Dios. La unidad que conduce al conocimiento del carácter de Dios es una que no me da
ventajas. Mientras yo busque ventajas, no tendré esta unidad. Tendré otra. Ésta la encuentras entre las
naciones, entre socios en la política, también entre las iglesias; todo lo que le da a la gente una ventaja
produce esta unidad. Es por eso que es bastante popular. Los políticos siempre dicen, “Soy un
unificador.” Ellos ciertamente unifican. Unifican algunas personas a su favor y a otras personas en su
contra. Así es cómo unifican.
Cristo unifica en forma diferente, ya que la unidad de Cristo es el carácter de la abnegación. Eso
significa que la gente se unifica porque son en verdad uno con Cristo. Lo que leemos en Juan 17, es
exactamente eso. “…Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos
sean uno en nosotros.” Juan 17:21. ¿Qué significa estar en Cristo? Significa ser uno con Él en
pensamiento, en sentimiento, y en acción. Significa de verdad pensar en la misma forma que Jesús. Si
voy en cierta dirección, que me pregunte qué habría hecho Cristo, y que quiera hacer lo mismo. Eso es
estar en Cristo. Así es como Cristo estaba en Dios. Ni siquiera hizo planes por Sí Mismo, sino que dejó
que Dios planeara Su vida. En tal medida estaba Él en Dios, y Dios en Él. Veamos el versículo 23: “Yo
en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste,
y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.” Juan 17:23. “Yo en ellos, y Tú en Mí.”
Así que, ¿cómo obtenemos esta verdadera unidad? No la unidad para mi propia ventaja, sino la que es
inquebrantable. Siendo uno con Cristo. Tomando parte en Su carácter voluntariamente. Esto también

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significa que luchemos por la unidad. Ella no es algo que debemos dar por sentado, ni que viene
automáticamente. Solamente cuando se lucha por ella, viene; y luchar por la unidad no quiere decir que
nos unificamos con una norma muy baja. En otras palabras, “No importa a dónde vayamos, lo más
importante es que estemos unidos.”
Diría que los jóvenes deberían ser muy, pero muy meticulosos cuando se trate de parejas,
extremadamente exigentes. No puedes ser lo suficientemente meticuloso, porque si te unes, hazlo bajo
la bandera de la abnegación, y no bajo la bandera de mi propia ventaja. Sean muy, pero muy cuidadosos
sobre esto y guárdense contra todo motivo; tus motivos y los de la posible pareja. Hablo a los jóvenes,
porque su carácter puede todavía ser formado. También para nosotros los mayores. Cuando las iglesias
se unen a fin de decirle a la gente que adore la imagen de la bestia, lo hacen bajo una norma muy baja,
no bajo la bandera de la abnegación, sino bajo la bandera de mi propia ventaja.
Luchar por la unidad quiere decir luchar por la verdadera unidad. Hay un texto interesante que me
gustaría leer con ustedes sobre luchar por la unidad. “Los obreros de Cristo deben luchar por la unidad.
Somos miembros de una misma familia y tenemos un solo Padre celestial. No nos vistamos con mantos
de angustia, ni alberguemos dudas y falta de confianza en nuestros hermanos. No debemos herir nuestras
almas juntando los cardos y las espinas; en cambio, debemos recoger las rosas, los lirios y los claveles,
y exhalar su fragancia mediante nuestros dichos y hechos.” Testimonios para los ministros, 502.3.
Esto realmente expresa cómo luchar por la unidad. Ese es solamente uno de los ejemplos. Hay muchos
otros. Puedes buscar las espinas o puedes buscar las rosas. Puedes buscar donde la imagen de Dios está
representada en tu hermano o tu hermana, y puedes luchar por seguir eso. O puedes ver donde todavía
faltan cosas. Por supuesto, luchar por la unidad requiere de mucha habilidad. Tacto es una buena palabra
también. El punto es que cuando en verdad luchamos por la unidad, entonces renunciamos a nuestros
pensamientos egoístas acariciados. Pensamientos como, por ejemplo: “No se me provee lo que merezco.”
“No se me trata como merezco.” O, “Otros no me comprenden como merezco.” O, “Mi trabajo no se
aprecia.” Pensamientos así. Realmente necesito llevar esos pensamientos a la cruz, porque sin la unidad
no es posible cumplir nuestra tarea. Y no tenemos propósito como iglesia aparte de representar el carácter
de Dios, lo que significa unidad. No podemos costearnos dejar pasar esto inadvertido. No podemos
permitirnos no esforzarnos por la unidad. Necesitamos, con todas nuestras fuerzas, con todo nuestro
poder, renunciar a nuestras debilidades individuales, de manera que la obra pueda en realidad avanzar.
No darle importancia a nuestros propios sentimientos, que no tienen importancia, por amor a la causa de
Dios y a que avance. Esa es mi oración para hoy.
He aquí estamos estudiando los eventos finales y lo que estamos estudiando es cómo Dios prepara a
Su pueblo en contraste con el mundo, en contraste con la imagen de la bestia. Dios dará Su Lluvia Tardía
muy pronto, y esta Lluvia Tardía está acompañada de una revelación del carácter de Dios; en otras
palabras, de la unidad. Leemos esto en Oseas 6:3. “Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a
Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía
y temprana a la tierra.”
El punto es en verdad que este es un cuadro del Espíritu Santo. La Lluvia Tardía es el derramamiento
del Espíritu Santo. Prosigamos en conocer a Jehová. Prosigamos Su abnegación. Entonces la Lluvia
Tardía vendrá. Este es el próximo evento que estamos esperando, a fin de estar listos para la imagen de
la bestia. No podemos costearnos no luchar por la unidad. Por lo tanto, recojamos las rosas, de modo
que esta unidad pueda ser lograda.

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