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Colección

Biblioteca Jurídica

Estado,
sociedad y
conflicto
en la historia
colombiana

Lorena Rodríguez Gallo (Editora académica)


Vicerrectoría de Investigaciones
Universidad Manuela Beltrán

ESTADO, SOCIEDAD
Y CONFLICTO EN LA
HISTORIA COLOMBIANA

Diana Lorena Rodríguez Gallo


Martha Stella Serrano Rincón
Luis Eduardo Serrano Rincón
Enver Federico Castellanos Gómez
Miguel Ángel Muñoz García
Abelardo Leal Hernández
Marcela Riveros Alfonso
Catalogación en la publicación – Biblioteca Nacional de Colombia

Estado, sociedad y conflicto en la historia colombiana / Diana Lorena


Rodríguez Gallo ... [et al.]. -- 1a. ed. -- Bogotá : Universidad Manuela
Beltrán, 2018.

p. – (Colección biblioteca jurídica)

Incluye bibliografía al final de cada capítulo.

ISBN 978-958-5467-02-6

1. Estado - Historia - Colombia I. Rodríguez Gallo, Diana Lorena II.


Serie

CDD: 320.4861 ed. 23 CO-BoBN– a1018806

Rodríguez Gallo, Lorena


Estado, sociedad y conflicto en la historia colombiana, Bogotá, UMB
216 páginas, 17 x 24 cm
Temas relacionados: 1. Derecho Comercial, 2. Libertad, Justicia y
Ciudadanía, 3. Derecho Penal, 4. Derecho Indiano

© Diana Lorena Rodríguez Gallo, Martha Stella Serrano Rincón, Luis


Eduardo Serrano Rincón, Enver Federico Castellanos Gómez, Miguel Ángel
Muñoz García, Abelardo Leal Hernández, Marcela Riveros Alfonso.
© Universidad Manuela Beltrán
Datos de la imprenta
Datos de la editorial (dirección, teléfono
Bogotá, Colombia
http:// www.umb.edu.co

Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro por


cualquier proceso gráfico o fónico, particularmente por fotocopia,
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Universidad Manuela Beltrán

Autoridades administrativas

Gerente
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Autoridades académicas

Rectora
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Vicerrector académico
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Vicerrectora de investigaciones
Diana Estefy Gutiérrez Galvis

Secretario académico
Jhon Jairo Carvajal Acevedo

ISBN: 978-958-5467-02-6
Diagramación: Robinson Hernández Torres
Diseño de portada: Robinson Hernández Torres
Colección
Biblioteca Jurídica

Biblioteca Jurídica es una colección en la que se reúnen textos de


derecho pensados, planeados y elaborados desde registros escriturales,
diferentes, al estrictamente jurídico. En este espacio se reúnen las voces
que hablan del derecho a partir de la historia, la sociología, la literatura,
la filosofía, el análisis crítico y, en fin, todas aquellas disciplinas y saberes
desde los que resulta válida la reflexión jurídica.

Estaba destinada esta colección a llevar este nombre. Pues las


bibliotecas, son justamente los lugares de encuentro de un amplio
conjunto de documentos, imágenes, historias y textos de toda naturaleza
(convencionales, apócrifos, de amplia difusión, olvidados, extraños, etc.).
Documentos que, gracias a la curiosidad y entusiasmo de sus lectores,
cobran vida.

En este sentido, estamos convencidos de lo revitalizador y benéfico


que resulta para la academia, elaborar y divulgar textos que promuevan
el diálogo interdisciplinar entre los saberes, porque este puede ser uno de
los espacios que posibilite la superación de los dogmas, prejuicios o puntos
ciegos en los que, comúnmente, se encuentran atrapadas las disciplinas.

Ponemos a disposición de todos nuestros autores y lectores Biblioteca


Jurídica, y esperamos que los textos que aquí se publican, estén llamados a
perdurar.

Luis Eduardo Serrano Rincón


Coordinador de investigaciones, programa de Derecho
Vicerrectoría de investigaciones
Universidad Manuela Beltrán
Contenido
Presentación 13

La ley se acata pero no se cumple: territorio y resistencia


entre los muiscas durante la primera fase de la colonización 19
(Lorena Rodríguez Gallo)

Introducción 19
Por qué la ley no se cumple aunque sí se acate 20
Regular el tiempo, el trabajo y el espacio: la legislación
indiana del siglo XVI 22
Hacienda vs. Territorio. Las disputas por la tierra del
antiguo Zipazgo 31
Conclusión 44
Bibliografía 47

El discurso de los fines de la pena en el pensamiento


ilustrado europeo y su proyección en el derecho penal
republicano de la primera mitad del siglo XIX 50
(Miguel Ángel Muñoz García)

Introducción 50
Iluminismo y Antiguo Régimen. Generalidades: la
ilustración radical y la crítica al derecho penal 51
El pensamiento de la retribución y su justificación en la
filosofía de Kant y de Hegel 57
Beccaria, Feuerbach, Bentham y Filangieri: los fines de la
pena en los inicios del garantismo penal 61
La incorporación de los discursos sobre los fines de la
pena en Colombia: 1811-1837 71
Retribución y prevención general en el Código Penal
(ley 599 de 2000) 80
Conclusiones 82
Bibliografía 84
Derecho, cultura jurídica y ciudadanía en el período
de la independencia colombiana 87
(Martha Serrano Rincón, Luis Eduardo Serrano)

Introducción 87
El sistema jurídico y cultura jurídica pre independentista
del antiguo régimen colonial al republicanismo 89
El origen de un nuevo pacto político: la reversión de la
soberanía popular y el triunfo del individuo 90
Primera experiencia de representación política y electoral 93
De la reafirmación de los lazos del vasallaje a la exigencia
de igualdad política 96
La formación de juntas de gobierno criollo 97
Inicio de la ruptura del pacto político de los vasallos 101
Las primeras discusiones públicas del ciudadano neogranadino 106
Soberanía popular e individuo ciudadano 106
Los primeros cuerpos constitucionales en el discurso
de ciudadanía neogranadina 111
Castigo y tratos crueles en las constituciones y la prensa 115
Formando ciudadanos en el campo de guerra 117
La utilización del temor público en la formación ciudadana 119
Conclusiones 124
Bibliografía 125

Primeras leyes de derecho económico sobre vías


en la naciente República de Colombia en los años
1819 a 1853 en el marco de las revoluciones
ilustradas: promoción de rutas para fomentar el
comercio y unir un país fragmentado 132
(Federico Castellanos)

Introducción 132
1. Aspectos historiográficos y metodológicos. 134
Historia: estudio con fines prácticos 134
Propósito del uso de la historia en la actividad
académica y profesional 134
Concepción histórica 139
Metodología y visión historiográfica 139
Concepto de derecho económico 142
Teoría Universal del Estado 143
Metodología 143
Pautas historiográficas 143
2. Desarrollo 145
Propuestas legislativas sobre vías en el Congreso de 1824 145
Tendencias del derecho económico referido a las vías de comunicación
en la recopilación de leyes de la Nueva Granada - desde la Gran Colombia
hasta la Nueva Granada (1821- 1844) 146
Conclusiones 162
Biografía 163
Fuentes históricas directas 163

La masacre de las bananeras: reflexiones críticas ochenta


años después 166
(Abelardo Leal Hernández)

Introducción 166
Conclusiones 181
Bibliografía 183
Anexos 184
Lugar, conflicto y Estado: aspectos necesarios en la
reconstrucción de la justicia social en el caso del
municipio de cabrera – Cundinamarca 186
Introducción 186
Relación entre lugar y sociedad en el municipio
de Cabrera – Cundinamarca 188
El lugar y el conflicto armado en un contexto local 196
La construcción de las espacialidades justas 209
Bibliografía 212
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Presentación
El presente libro pretende aportar a la discusión sobre las dinámicas
que ha tenido el Estado colombiano a lo largo de su historia moderna y
contemporánea y sobre las formas en que se han tejido sus relaciones con la
Sociedad. Estas relaciones son complejas en la medida en que en estos más
de quinientos años tanto el Estado como la sociedad se han transformado,
con un claro punto de quiebre durante el proceso de independencia en el
que pasamos de ser una colonia dentro de un sistema monárquico a un país
basado en los principios republicanos y democráticos. Al interior de estos dos
procesos se dieron múltiples transformaciones en la comprensión de lo que
pueblo y gobierno representaban: inicialmente solo se trató de establecer,
desde el marco jurídico español, la forma en la que se debían regular las
relaciones entre españoles e indígenas, habida cuenta de las discusiones
iniciales sobre el estatus antropológico del indígena, que terminaron en su
definición como hombres menores de edad que estaban incapacitados para
vivir autónomamente en una sociedad regida por el derecho de gentes y que
los obligaba a vivir bajo la tutela de los peninsulares. Posteriormente, estas
relaciones se complejizaron con la temprana formación de una sociedad
mestiza y con la importación creciente de población africana en condición
de esclava, ausente de todo derecho natural y de gentes.

Nuestro nacimiento como república independiente también generó la


necesidad de transformar la sociedad de castas, heredada de la colonia en
una sociedad formada por ciudadanos. Definir quién podía entrar en esa
categoría, fue un asunto que se fue modificando con el tiempo. Primero fue
necesario reconocer ese estatus a los indígenas, luego a los afrodescendientes
y finalmente a las mujeres. Así mismo, el Estado tuvo varias modificaciones,
muchas de ellas a costa de confrontaciones violentas, gravitando entre
el federalismo y el centralismo a lo largo del siglo XIX, entre fundar un
Estado confesional (cuyo resultado fue la firma del Concordato en 1887) y
un Estado laico a lo largo del siglo XX, y siempre luchando por no perder la
débil legitimidad de sus instituciones.

Además, la propia conceptualización de lo que son el Estado y la Sociedad


Civil se ha transformado a lo largo del tiempo. Como lo ha mostrado Bobbio
(1985) existen incluso hoy múltiples formas de definir estas dos entidades,
aunque se haga en general por contraposición: una se define por aquello que
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la otra no es, o bien por los límites hasta donde llega una y comienza la otra.
Podemos en general establecer que la Sociedad Civil es el lugar donde se
regulan las relaciones sociales, “donde surgen y se desarrollan los conflictos
económicos, ideológicos, religiosos, que las instituciones estatales tienen la
misión de resolver, mediándolos o reprimiéndolos” (Bobbio, 1997 (1985),
pág. 43). Así, el Estado es quien detenta el poder y monopoliza el derecho
al uso de la fuerza, pero es un poder otorgado por la sociedad civil y por
lo tanto debe usarlo en su beneficio, para regular las relaciones entre los
ciudadanos, para dar solución a sus problemas y para sancionar a aquellos
que pongan en riesgo la tranquilidad pública.

Para el caso colombiano, el Estado se ha caracterizado por su debilidad


frente a las posibilidades reales de resolver las demandas y problemas
sociales. Esto se dio durante el periodo colonial, debido a la distancia entre
el centro de gobierno y América, que hacía no solo más lento el ejercicio
de gobierno sino también más incompresibles las realidades del continente
recién colonizado y por lo tanto, más ineficaces sus decisiones. Durante
el periodo republicano, y gracias a que los grupos que controlaron las
esferas del Estado, se atrincheraron en los núcleos urbanos principales y
gobernaron en función de sus necesidades inmediatas y locales, sin lograr
construir un proyecto de nación en el que todo el territorio entrase (Palacios
& Safford, 2002). Como resultado de la debilidad del Estado se generaron
dinámicas de autogestión por parte de la población, de colaboración mutua
y estrechamiento de los lazos comunitarios, pero al mismo tiempo, de
reclamo incesante para exigir del Estado el cumplimiento de sus obligaciones
con los ciudadanos. Desafortunadamente, la ausencia del Estado no solo ha
generado el aplazamiento de la satisfacción de las demandas de la población
sino el surgimiento de grupos al margen de la ley que lo han suplantado con
fines propios, constituyéndose en espacios propiciatorios para la actividad
ilícita y criminal.

El presente libro se ocupa, desde distintas miradas, del carácter que


ha adquirido esta relación entre el Estado y la sociedad a lo largo de los
últimos quinientos años y también de la forma cómo el Estado ha abordado
diferentes problemas relacionados con el ámbito jurídico. Con el fin
de observar cómo ha sido ese proceso de transformación, los presentes
capítulos se han organizado cronológicamente, abordando la fase inicial
de la conquista, la fase final de la colonización, el momento de ruptura
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durante la guerra de independencia, los esfuerzos de la primera mitad del


siglo XIX por construir un Estado de corte moderno y las confrontaciones
entre sociedad civil y Estado a principios del siglo XX y durante el cambio
al siglo XXI.

En el primer capítulo, “La ley se acata pero no se cumple: territorio y


resistencia entre los muiscas durante la primera fase de la colonización”, la
autora aborda los conflictos que se dieron entre los Muiscas de la Sabana
de Bogotá y los colonizadores españoles por la posesión de la tierra. Se
argumenta que tanto españoles y criollos como indígenas omitieron el
cumplimiento de las leyes de indias o las reinterpretaron según conviniera,
en el caso de los españoles para evadir los controles de la Corona relacionados
con el trato hacia los indígenas y con la posesión de la tierra, en el caso de
los indígenas para evitar la pérdida de sus tierras o para aplazar lo máximo
posible el inevitable desenlace.

El segundo capítulo, titulado “El discurso de los fines de la pena en


el pensamiento ilustrado europeo y su proyección en el derecho penal
republicano de la primera mitad del siglo XIX” está dedicado al análisis del
pensamiento jurídico ilustrado europeo del siglo XVIII, y de la influencia de
sus propuestas, específicamente de la pena entendida desde la retribución
y la prevención general negativa, para la construcción de una legislación
penal en la Colombia de la primera mitad del siglo XIX, especialmente
en el código penal de 1837. El autor realiza una discusión teórica sobre
la naturaleza y fines de la pena entre los ilustrados alemanes, italianos
y franceses y cómo sus ideas fueron adaptadas a la realidad de la Nueva
Granada, fundamentalmente las dos últimas. A su vez, realiza una reflexión
sobre la pertinencia de la conceptualización de la pena tal como se entendió
en 1837 en el contexto actual colombiano.

En el tercer capítulo, “Derecho, cultura jurídica y ciudadanía en el


periodo de la independencia colombiana”, los autores analizan cómo fue
utilizado por la élite de criollos ilustrados el conocimiento recibido del
derecho castellano y de la cultura jurídica española de los siglos XVI y XVII,
al mismo tiempo que las influencias de las revoluciones norteamericana y
francesa en el momento de la crisis política metropolitana, para legitimar el
proceso de Independencia en la Nueva Granada, la posterior formación de
un estado soberano, las instituciones jurídicas y la ciudadanía republicana.
16

Biblioteca jurídica

Argumentan que este fue un proceso gradual en el que coexistieron los


lazos de vasallaje heredados del periodo colonial con el modelo republicano
de Estado-Nación y ciudadanía. Finalmente muestran cómo se fortaleció el
naciente Estado, a partir del establecimiento de un marco legal representado
en la proclamación de las diferentes actas y constituciones.

En el cuarto capítulo, “Primeras leyes de derecho económico sobre vías


en la naciente república de Colombia en los años 1819 a 1853 en el marco de
las revoluciones ilustradas: Promoción de rutas para fomentar el comercio
y unir un país fragmentado”, el autor analiza el derecho comercial en el
contexto la creación de una legislación para impulsar la construcción de
una infraestructura vial en la primera mitad del siglo XIX, mostrando que,
por lo menos en el papel, hubo un interés por parte del Estado de proveer al
país de caminos, terrestres y fluviales, puentes y puertos, fundamentalmente
asociados al río Magdalena y a la costa Atlántica, con el fin de facilitar la
importación y exportación de mercancías y la circulación de ideas y de
personas.

El quinto capítulo, “La masacre de las bananeras: Reflexiones críticas


80 años después” se ocupa de analizar un hecho histórico que ha marcado la
historia reciente del país: la masacre de las bananeras. Mucho se ha escrito
sobre este suceso. Sin embargo el autor lo aborda desde la perspectiva de
la literatura, ya anunciada por Posada Carbó con su análisis específico
desde García Márquez (Posada Carbó 1998), en un interesante intento por
mezclar realidad y ficción para comprender los factores sociales y políticos
que rodearon la protesta de los trabajadores y para comprender el porqué
de la respuesta dada por las autoridades nacionales.

El libro se cierra con el sexto capítulo, “Lugar, conflicto y Estado.


Aspectos necesarios en la reconstrucción de la justicia social en el caso
del Municipio de Cabrera-Cundinamarca”, donde la autora realiza un
interesante análisis sobre el papel jugado por la espacialidad en el conflicto
interno colombiano, específicamente en el contexto rural. Argumenta que
la forma cómo se establecieron los roles de los campesino en Cabrera están
asociados a la organización espacial, especialmente en torno a la plaza
central del pueblo, y que sin esa comprensión no es posible lograr la justicia
social para sus pobladores.
17

Universidad Manuela Beltrán

Temas y discusiones interesantes, sobre todo en momentos en que tanto


el Estado como la Sociedad colombiana están redefiniendo sus papeles en
el marco de un proceso de reconciliación. Revisar momentos específicos
de nuestro proceso histórico a la luz de esta relación, siempre tensa, entre
la esfera estatal y civil, deberá contribuir al autoanálisis que la sociedad
colombiana debe desarrollar para encontrar los caminos más adecuados
dentro de este proceso de reconciliación.

Referencias:

Posada Carbó, Eduardo. La novela como historia. Cien años de soledad y las bananeras.
(B. d. República, Ed.) Boletín cultural y bibliográfico, 35(48), 3-19.

Bobbio, N. (1997 (1985)). Estado, gobierno y sociedad. por una teoria general de la políti-
ca. Santafé de Bogotá: Fondo de Cultura Económica.

Palacios, M., & Safford, F. (2002). Colombia. País Fragmentado, sociedad divididaBogotá:
Norma. Bogotá: Norma.

Lorena Rodríguez Gallo


19

Universidad Manuela Beltrán

La ley se acata pero no se cumple:


territorio y resistencia entre los muiscas
durante la primera fase de la colonización
Lorena Rodríguez Gallo1
lorenarupestre@gmail.com

Introducción
En el presente capítulo se procura analizar la legislación que creó la
Corona española a lo largo del siglo XVI con el objetivo de encajar la nueva
realidad americana en una juridicidad, imbuida en una mentalidad de lucha
religiosa y de reconquista, que no poseía los parámetros mentales para
interpretar esa nueva realidad. Se mostrará cómo la ambigüedad de la ley
y la resistencia a su cumplimiento por parte de las autoridades coloniales
y de la propia población nativa, fueron elementos que facilitaron darle la
flexibilidad necesaria para adaptarse a los problemas concretos del “Nuevo
Mundo”, y se analizará cómo esto se verá reflejado en el caso concreto de
las disputas por la posesión de la tierra en la Sabana de Bogotá (Nuevo
Reino de Granada), entre los Muiscas de un lado, y los españoles y criollos
instalados en esta región, del otro. Conflictos asociados no simplemente
al control de un terreno entendido como un medio de producción, sino al
mantenimiento de un territorio que se entiende como una construcción
social, cultural y simbólica, un espacio habitado, apropiado y vivenciado
por un grupo humano (los Muiscas) a lo largo del tiempo, al punto de
construir una identificación con el propio espacio2.

1 Lic. en Ciencias Sociales de la Universidad Distrital e Historiadora de la Universidad


Nacional de Colombia. PhD en Arqueología de la Universidad de Sao Paulo, Brasil. Do-
cente investigadora de la Universidad Manuela Beltrán.
2 El territorio es definido por Gloria Restrepo como un “espacio construido por el
tiempo; cualquier región o cualquier localidad es producto del tiempo de la naturaleza y
del tiempo de los seres humanos y los pueblos; es decir, en lo fundamental, el territorio es
producto de la relación que todos los días entretejemos entre todos nosotros con la natu-
raleza y con los otros” (Restrepo, 2012, pág. 145)
20

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Por qué la ley no se cumple aunque sí se acate


Uno de los elementos que se debe tener en cuenta al proponer un
análisis sobre la legislación indiana, que pretendió regular las relaciones
sociales en América dentro del marco de la invasión española, es que esta
legislación tenía, entre otros problemas, dos limitaciones para su apropiada
ejecución: de un lado, la distancia espacio-temporal entre el centro de
decisión (la península Ibérica) y el lugar de ejecución (América), y de otro
lado, el carácter ambiguo de su formulación.

En el primer caso, el tiempo que distaba entre una toma de decisión


y su efectiva ejecución, o entre la formulación de una reclamación y
el análisis efectivo frente a las autoridades competentes, hacía que su
efecto no fuera el pretendido. Es probable, que el tiempo que llevaba
todo el proceso, generara, que al momento de ejecutar las decisiones, las
condiciones iniciales que habían dado lugar al reclamo o la solicitud ya no
existieran (sin desconocer que cuando se organizaron las audiencias parte
de las decisiones comenzaron a tomarse en la propia América). La distancia,
no solo en términos geográficos, sino también en el sentido de que existía
un abismo semántico entre la realidad socio-cultural de América y la de
España, que hacía que para esta última fueran incomprensibles las realidades
particulares del Nuevo Mundo, contribuyó también a que las medidas
tomadas en relación al “buen gobierno” de América, no correspondieran a
sus verdaderas necesidades.

En la práctica, esto se tradujo en la muy popular frase de “la ley se


acata pero no se cumple”, introducida por los administradores coloniales
como una forma de evidenciar que las órdenes y deseos que emanaban de
la Corona no eran cuestionados ni se ponía en duda la razón y autoridad
de las mismas. Pero, dado que estas órdenes no siempre coincidían con
los intereses de la administración colonial o con las situaciones concretas
sobre las que se quería legislar, era prudente no aplicarlas siempre. Más
aún, cuando fuese el caso, convenía reinterpretarlas para que se adaptaran a
las condiciones propias de las colonias, que los administradores coloniales
conocían muy bien, pero que los funcionarios peninsulares desconocían,
precisamente por serles completamente ajenas a su realidad cotidiana del
otro lado del Atlántico.
21

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En el segundo caso, la dificultad que entrañaba legislar sobre una


realidad cuya aprehensión resultaba bastante difícil, sumado a la necesidad
de dejarle a los administradores coloniales un amplio rango de acción para
que pudieran proceder según un criterio, que de cualquier forma estaría
mejor informado que el de los funcionarios peninsulares. Además de la
necesidad de mostrarse magnánimo frente a la protección de los indios
(Pizarro Zelaya, 2013), hizo que las leyes indianas fueran lo suficientemente
ambiguas para que cupiera cualquier interpretación, según las condiciones,
intereses y necesidades de cada español en América.

Esto hizo que, en últimas, la legislación indiana estuviera hecha para


proteger los intereses de los colonizadores y por esta vía los de la Corona,
dejando de un lado los de la población americana, contrario a como se
pretendió en la formulación inicial de las normas (Pizarro, 2013). Sin
embargo, los indígenas no mantuvieron una posición pasiva o resignada
frente a esta situación. Si bien la ley en muchos casos terminaba siendo
lesiva para ellos, también aprendieron a usarla en su favor, bien sea a
través de los Protectores de Indios o directamente, haciendo denuncias
frente a los tribunales coloniales3. También aprendieron a sacar provecho
de su carácter ambiguo para abrir grietas dentro del aparato jurídico y a
aprovechar la distancia entre el centro de decisión y el de ejecución en su
favor, retrasando al máximo su cumplimiento.

En el presente capítulo se busca analizar este carácter particular de la


aplicación de la legislación indiana en América, a través del caso concreto de
los conflictos por el control de la tierra a lo largo de la fase de consolidación
de la ocupación española, entre finales del siglo XVI y principios del siglo
XVII. Sin embargo, conviene precisar brevemente, en qué consistió esa
legislación, fundamentalmente, en lo que tiene que ver con la reorganización
del espacio antes de pasar al análisis de los casos concretos.

3 Por ejemplo, a finales del siglo XVI ya es posible ver cómo algunos indígenas muiscas
de alto rango se han aculturado, han aprendido español, se visten a la manera española y
han adoptado parte de su estructura cultural, pero sobretodo, se han empapado de todo el
andamiaje legislativo con el fin de poder defender directamente y sin intermediarios, los
intereses de sus propias comunidades. Fue el caso de Alonso de Silva, cacique de Tibasosa,
quien fuera hijo de una indígena de la clase gobernante y de un conquistador español. Se
educó entre los blancos lo que le permitió entender su cultura y estructura mental a la
perfección. Incluso llegó a ser secretario de la Real Audiencia. Pero el peligro que repre-
sentaba, precisamente por contar con las armas adecuadas para enfrentar jurídicamente
a los españoles, provocó su destitución como Cacique de Tibasosa en 1574, bajo el pretex-
to de ser acusado de idolatría. (Gamboa, 2008, págs. 17, 18).
22

Biblioteca jurídica

Regular el tiempo, el trabajo y el espacio: la


legislación indiana del siglo XVI
La primera legislación conocida que se escribió para dar orden a la
nueva realidad de América fue la Real Provisión de Medina del Campo,
promulgada el 20 de diciembre de 1503. En ella se reunieron una serie de
preceptos, inicialmente destinados para las islas de La Española y Puerto
Rico, pero que después se difundieron por el resto de las tierras conocidas
(Sánchez Domingo, 2012, pág. 29). Estas primeras disposiciones tuvieron
como origen la necesidad de dotar de un cuerpo jurídico y administrativo
a la nueva realidad encontrada en América. En este sentido, Nicolás de
Ovando, el segundo gobernador de las islas, recibió instrucciones en 1501
para mejorar las condiciones del trato que los españoles les estaban dando
a los habitantes de las Antillas, habida cuenta de los abusos y la rápida
disminución de la población. Por ello, uno de los focos de atención estuvo
en la reorganización del trabajo indígena con el objetivo de minimizar los
perjuicios a los nativos. De esta forma, se creó el sistema de la Encomienda,
en el que la Corona entregaba al cuidado de los españoles asentados en
América un grupo de indígenas para que los protegieran, alimentaran y
evangelizaran. A cambio, los indígenas debían pagar un tributo en especie o
en trabajo, del cual el encomendero recibía una parte y la Corona otro. Este
privilegio podía heredarse hasta por una generación.

Pero sin un sistema de justicia sólido en las colonias, estas disposiciones


dieron lugar a grandes abusos por parte de los españoles, que fueron
denunciados con vehemencia por los padres dominicos, especialmente
por el padre Montesinos, quienes llegaron a La Española en 1510 para
desarrollar su actividad evangelizadora (Santillana, s.f., págs. 13, 14). A
raíz de sus denuncias, el rey Fernando convocó en Burgos una junta para
discutir “la cuestión moral, filosófica y jurídica de la naturaleza del indio y
del trato que merecería en función de su condición de ser humano libre”
(Santillana, s.f., pág. 16).

Sin embargo, la cuestión americana iba más allá. La realidad de la


existencia de este continente revolucionó el marco mental a partir del cual
se le había dado sentido al mundo en occidente hasta ese momento. No se
trataba solo de explicar por qué América no aparecía de forma explícita en
23

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la biblia o cuál era su papel dentro del plan divino4. Se trataba también de
explicar una naturaleza ajena a todo referente previamente construido, y
sobre todo, explicar unas formas de vida humana completamente diferentes
a cualquier experiencia anterior. Esta situación, inédita para los esquemas
mentales de la España de inicios del siglo XVI, implicó también tener que
transformar la juridicidad preexistente para poder encajar a América. Los
humanistas españoles comenzaron por apoyarse en lo que conocían. De
tal forma, la discusión se centró inicialmente en el ámbito teológico, dado
el carácter universal que entonces tenía la teología (García-Pelayo, 1941,
pág. 5). Sin embargo, algunos como Bartolomé de Las Casas, Francisco de
Vitoria, Domingo de Soto y Juan Ginés de Sepúlveda procuraron crear
un pensamiento nuevo, basado en la tradición, pero al mismo tiempo
intentando crear nuevas respuestas a la nueva situación de América5
(Sánchez Domingo, 2012).

Por ello, las discusiones de la Junta de Burgos debían, antes de debatir


el estatus jurídico de los indígenas, discutir la propia naturaleza de su
espíritu, pues solo su ubicación dentro del plan divino les podía otorgar
una posición clara dentro de la administración de las colonias. Después
de largas discusiones, se llegó a la conclusión que los nativos gozaban del

4 Para ampliar esta discusión ver el interesante trabajo desarrollado por José de Acos-
ta (1590), titulado Historia Natural y Moral de las Indias, en especial la primera y segunda
parte, en la que discute entre otras cosas, la visión que tenían los antiguos de las antípodas
y de las posibilidad de existencia de vida allí, cómo se pobló América y de dónde vinieron
sus primeros habitantes.
5 Por ejemplo Sepúlveda intenta explicar la realidad jurídica de América mediante el
Derecho Positivo. Para ello, va a asociar el derecho Natural al Derecho de Gentes. Par-
tiendo de la definición aristotélica del derecho natural (aquel derecho que es innato en los
hombres, hace parte de su instinto y que no depende de la opinión) y de la premisa de que
tal Derecho representa la participación de los hombres, en cuanto criaturas racionales, en
la ley eterna, afirma que Dios ha impreso esa ley en el corazón de los hombres. Por esta
misma razón el derecho de Gentes coincide con el Derecho natural ya que el Derecho de
Gentes es producto de los pueblos civilizados, que por tanto, fundan sus acciones en moti-
vos racionales. Sin embargo, al identificar Sepúlveda, la ley positiva con la natural, limita
el alcance del Derecho Natural en América, pues este estaría apenas presente entre los
pueblos civilizados, que actúan según la razón. Aquí estaría la base de la justificación del
dominio de España sobre América, “ya que de esta manera es posible situar a los indios
al margen de las elementales condiciones de vida jurídica indispensables para el respeto
por los demás pueblos”. De esta forma, toma distancia de la tesis de los Dominicos para
quienes la Ley Natural se encuentra repartida de igual forma entre todos los hombres
(García-Pelayo, 1941, págs. 10-12).
24

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estatus de hombres libres, reconociéndose en ellos los derechos naturales.


Sin embargo no estaban aún en plena capacidad de gobernarse a sí mismos,
por lo cual debían aceptar el sometimiento a la autoridad española. De
esta disposición derivó la formalización del régimen de Encomienda que,
paradójicamente, en vez de beneficiar a los indígenas, reforzó sus lazos de
dependencia, ya que frente a la denuncia del Padre Montesinos, la Corona
debió responder con una justificación sobre el legal derecho de España
sobre América y debió normatizar este régimen, dándole un claro piso
jurídico (Pizarro Zelaya, 2013, pág. 40).

Los resultados de las discusiones de esta Junta se compilaron en un


conjunto de 35 normas conocidas como las Leyes de Burgos. En ellas se
regularon las condiciones personales de vida y de trabajo, los derechos y
los deberes de los indígenas como súbditos de la Corona. Sintetizaron las
conclusiones de la Junta en el sentido de que

“1. Los indios son libres y deben ser tratados como tales, según
ordenan los Reyes. 2. Los indios han de ser instruidos en la fe,
como mandan las bulas pontificias. 3. Los indios tienen obligación
de trabajar, sin que ello estorbe a su educación en la fe, y de modo
que sea de provecho para ellos y para la república. 4. El trabajo que
deben realizar los indios debe ser conforme a su constitución, de
modo que lo puedan soportar, y ha de ir acompañado de sus horas de
distracción y de descanso. 5. Los indios han de tener casas y haciendas
propias, y deben tener tiempo para dedicarlas para su cultivo y
mantenimiento. 6. Los indios han de tener contacto y comunicación
con los cristianos. 7. Los indios han de recibir un salario justo por su
trabajo.” (Santillana, s.f., págs. 19, 20).

Estas disposiciones estaban encaminadas no solo al aspecto formal de


organizar el trabajo y la evangelización de los indígenas con el fin de evitar
los abusos, sino a establecer un claro programa de aculturación (Pizarro
Zelaya, 2013, pág. 48): se trataba de transformar sus marcos culturales al
lograr el control sobre su cuerpo (ritmos de trabajo, horarios, castigos),
sobre su espíritu (cambiar sus referentes morales y mentales a través de la
evangelización) y sobre sus lazos sociales (reorganización de su espacialidad
y de las posibilidades de sociabilidad). De este modo, las Leyes de Burgos
dispusieron que los indígenas debían pasar a vivir concentrados en aldeas,
con un espacio urbano organizado en cuadrícula a la manera española, en
25

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cuyo centro debía alzarse la Iglesia, desde entonces, polo de congregación


de la comunidad y lugar donde debía llevarse a cabo el proceso civilizatorio,
mediante la evangelización.

De facto, las leyes no solo se limitaron a prescribir la concentración


de la población en las aldeas sino que establecieron minuciosamente las
características de este “repoblamiento”, incluyendo el tamaño de las casas,
número de personas que podían vivir ahí y hasta cómo debían dormir: en
hamacas y no en el suelo, como acostumbraban los indios de La Española.
Las leyes regulaban todos los aspectos de la vida de los indígenas. Había
disposiciones sobre el vestir, sobre qué debían comer, garantizarles que
tuvieran carne los domingos (y los mineros todos los días), se estipulaba
cuanto peso debían cargar (hasta 25 libras) y el tiempo de trabajo,
especialmente en las minas (Sánchez Domingo, 2012, pág. 31 a 33). En
relación a la organización del espacio, la ordenanza número I dispuso que
los encomenderos debían construir cuatro bohíos o casas de paja por cada
50 indígenas que tuvieran por repartimiento, es decir que en cada bohío
deberían vivir unos 12 indígenas. Las dimensiones serían de 30 piezas de
largo por 15 pies de ancho6. Junto a aquellas viviendas se les entregaría
terreno para la labranza, capaz de producir “3.000 montones de yuca de
frutas, 250 para sazonar y 50 pies de algodón”. Deberían sembrar media
fanega de maíz y se les daría doce gallinas y un gallo. Es decir que se trataría
de lo que llamamos casas con solar, de las cuales los indígenas serían
propietarios, con todos sus animales, y tendrían el carácter de inalienables
e inembargables a ellos o a sus herederos. Incluso si la encomienda era
vendida debía serlo con los indígenas que allí vivieran conservándoles sus
propiedades (Sánchez Domingo, 2012, pág. 30).

El terreno liberado mediante este “aldeamiento” de las comunidades


indígenas, y que antes pertenecían a ellas, debía pasar a manos de los
encomenderos para ayudar en el sustento de los indígenas y para pagar los
gastos que se hubieses derivado de la instalación de estos pueblos. Una vez
recogidas las últimas cosechas de estos terrenos sustraídos, “los antiguos
asentamientos indígenas deberían ser arrasados con fuego para impedir
que los indios, ni siquiera en sueños, abrigaran la esperanza de volver a su
antiguo modo de vida.” (Pizarro Zelaya, 2013, pág. 42).

6 Según Páez Courvel 6.000 pasos equivalían, para el caso de la Nueva Granada, a
4.080m, lo que quiere decir que 15 pasos debían equivaler a 10,2 m (Páez Courvel, 1940,
págs. 50, 51).
26

Biblioteca jurídica

Es importante tener en cuenta que aunque las Leyes de Burgos fueron


redactadas pensando en la realidad antillana, pues el proceso de colonización
continental apenas comenzaba, el sistema de Encomienda fue importado
también al Nuevo Reino de Granada, una vez se completó la fase inicial
de invasión, saqueo y sometimiento, conocido como el régimen de Rescate
(Tovar, 1997). Es decir, se propuso una única forma de organización del
trabajo indígena en la que debían caber todas las realidades de América, tan
disimiles unas de otras. Es claro que esta disposición de número de personas
por bohío quebraba las dinámicas internas de las relaciones sociales y
familiares de los grupos indígenas, pues ponía límite hasta al núcleo familiar
que podía vivir en cada uno de los bohíos y obligaba a la fragmentación de
las comunidades o a la convivencia entre grupos incompatibles7.

Aunque este no fue exactamente el caso de los Muiscas (no fueron


divididos en cuatro bohíos por cada 50 indígenas), sin duda se aplicaron
otras normas en el mismo sentido de redefinir sus patrones de poblamiento
y de organización familiar y social. Para el momento de la conquista, su
territorio abarcaba parte de los actuales departamentos de Cundinamarca,
Boyacá y Santander (ver Figura 1). Estaban organizados en un conjunto
de cacicazgos, algunos de ellos unidos bajo confederaciones, otros
independientes, y que en su interior estaban divididos en estructuras
dinámicas y cambiantes muy lejanas del modelo jerárquico de división del
poder (Gamboa, 2008)8. Una de las confederaciones que destacaba era el
Zipazgo de Bogotá, uno de las más poderosas. El territorio comandado por
el Zipa de Bogotá abarcaba la región de la Sabana de Bogotá y sin embargo,
cuando se establecieron los primeros repartimientos se hizo con un criterio
que privilegiaba los intereses de los conquistadores y que no correspondían
necesariamente con las antiguas divisiones de los cacicazgos9.

7 Para el caso de la Sabana de Bogotá y de la organización social de los Muiscas ver el


trabajo de Francisco Romano, 2003 y el de Gamboa, 2008.
8 Ver más adelante una explicación precisa de la forma de organización social de los
Muiscas.
9 Aunque para facilitar la dominación de los indígenas los españoles entendieron que
debían respetar la división entre cacicazgos y no separar a los caciques de sus súbdi-
tos, esto fue difícil de cumplir con cacicazgos grandes que necesariamente debían ser
desmembrados para repartir sus miembros entre varios conquistadores. Fue el caso del
zipazgo, que fue dividido de forma arbitraria entre diez conquistadores, aproximada-
mente, despojando al Zipa de su cargo de cacique y convirtiéndolo en un capitán más, con
dominio sobre apenas un par de capitanías (Gamboa, 2008)
27

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Figura 1: Territorio Muisca en el momento de la colonización española.


Modificado de: Rodríguez Cuenca, 2011

Para garantizar el cumplimiento de estas disposiciones, y en vista


de la dificultad de hacer prevalecer en Indias las ordenes emanadas de la
Corona, estas Leyes crearon la figura del Visitador, tan central dentro de
las dinámicas coloniales del Nuevo Reino de Granada. Debía ser elegido
entre los miembros de la propia comunidad, y comprobar que se trataba
de un vecino honrado. Su función central era garantizar la protección
28

Biblioteca jurídica

de los indígenas y la aplicación plena de las Leyes de Burgos, para lo cual


debían vivir cercanos a los sitios visitados, y visitarlos al inicio y al final
del año, dejando constancia de la situación de los indígenas en cuanto a
la alimentación, tratos y adoctrinamiento (Sánchez Domingo, 2012, pág.
36)10. Estos visitadores eran sometidos al final de su periodo de servicio a
un juicio de residencia, en el que debían rendir cuentas de sus acciones y
demostrar que habían actuado en favor de los intereses de la población.

Finalmente, las ordenanzas incluidas en las Leyes de Burgos disponían


que una vez los indígenas estuvieran aculturados, esto es, adoctrinados
en la religión católica e imbuidos en los valores occidentales, podrían
alcanzar la capacidad humana y política de autogobernarse. Llegado este
momento, en que la ley no establece con exactitud cuándo será o cuáles son
las condiciones concretas que se deben cumplir para saber que ha llegado el
momento, “las autoridades indianas reconocerán esta aptitud, y conforme a
la misma los considerarían capaces para vivir y trabajar nuevamente solos,
como vasallos de la Corona castellana, y contribuir a los gastos públicos
como los súbditos de aquellas tierras.” (Sánchez Domingo, 2012, pág. 38).
Huelga decir que este momento se fue aplazando, y la dominación española
terminó sin que se les hubiese reconocido a las comunidades nativas del
continente su capacidad para gobernar sus propios asuntos.

El incumplimiento de las Leyes de Burgos, y los abusos que el régimen


de Encomienda había agudizado, llevaron a la Corona a decretar en 1542
la disolución de esta institución. Las llamadas Leyes Nuevas fueron las
encargadas de hacer efectivas estas disposiciones. En ellas se puede leer la
declaración del Rey disponiendo:

“Ordenamos y mandamos que de aquí adelante, por ninguna


causa de guerra ni otra alguna, aunque sea so título de rebelión, ni
por rescate ni otra manera, no se pueda hacer esclavo indio alguno,
y queremos que sean tratados como vasallos nuestros de la corona
[real] de Castilla, pues lo son. Ninguna persona se pueda servir de
los indios por vía de naboria, ni tapia, ni otro modo alguno, contra
su voluntad. Como habemos mandado proveer que de aquí adelante

10 Es importante tener en cuenta que la ley (Real Cédula del 9 de octubre de 1556) con-
templaba que los juicios de residencia debían ser pregonados a fin de que los indígenas
los conocieran y pudieran pedir justicia por los posibles agravios sufridos. (Llinás Alfaro,
2013, pág. 154)
29

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(sic) por ninguna vía se hagan los indios esclavos, ansí en los que hasta
aquí se han hecho contra razón y derecho, y contra las provisiones e
instrucciones dadas, ordenamos y mandamos que las abdiencias (sic),
llamadas las partes, sin tela de juicio, sumaria y brevemente, sola la
verdad sabida, los pongan en libertad, si las personas que los tovieren
(sic) por esclavos no mostraren título cómo los tienen y poseen
legítimamente...” (Leyes Nuevas, 1542, pág. 6).

Agrega el Rey que todos los nativos dados en encomienda a los


virreyes, gobernadores lugartenientes u oficiales, de justicia y de hacienda,
prelados, casas de religión, hospitales, cofradías u otras semejantes debían
ser devueltos a la Corona. También debían devolverle los indígenas a la
Corona, aquellos particulares que no tuvieran cómo demostrar el título
de adjudicación. Los que tuvieran el título debían también pasar por un
examen para verificar que apenas tuvieran en encomienda el número de
indígenas necesarios y los restantes fueran puestos bajo la tutela de la
Corona. Finalmente dispone que

“De aquí adelante ningún visorey, gobernador, abdiencia (sic),


descubridor ni otra persona alguna, no pueda encomendar indios
por nueva provisión, ni por renunciación ni donación, venta ni
otra cualquiera forma, modo, ni por vacación ni herencia, sino
que muriendo la persona que toviere (sic) los dichos indios, sean
puestos en nuestra corona real; y las abdiencias (sic) tengan cargo
de se informar luego particularmente de la persona que murió y de
la calidad de ella y sus méritos y servicios, y de cómo trató los dichos
indios que tenía, y si dejó mujer e hijos (sic), o qué otros herederos;
y nos envíen relación de la calidad de los indios y de la tierra, para
que Nos mandemos proveer lo que sea nuestro servicio, y hacer la
merced que nos pareciere a la mujer y hijos del difunto…” (Leyes
Nuevas, 1542, pág. 7).

En la práctica, estas disposiciones se tradujeron en la eliminación formal


de la Encomienda. Era solo esperar que las personas con título legítimo
muriesen para disolver definitivamente esta institución. Sin embargo, la
resistencia en América no se hizo esperar, y aunque nadie desconoció las
órdenes del Rey Carlos V, tampoco se afanaron por devolver los indígenas
encomendados a la Corona, ni las tierras apropiadas a expensas de ellos.
Por ello, en un nuevo intento por proteger a los indígenas de la extinción,
situación que no convendría a la Corona, la segunda mitad del siglo XVI
30

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transcurrió en medio de los intentos por agregarlos en un espacio donde


pudieran estar resguardados de los abusos. En 1546 una real cédula estableció
que los indígenas “para ser verdaderos cristianos y políticos, como hombres
razonables que son, es necesario estar congregados y reducidos en pueblos
y no vivan derramados y dispersos por la sierra y montes” (Bonett Vélez,
2002, pág. 27).

Para presionar la reorganización de los indígenas en este sentido, en


1561 se creó la institución del Resguardo. Consistía en la adjudicación a los
indígenas de un terreno claramente delimitado, sobre el cual la comunidad
de forma colectiva mantenía el título de propiedad. Para garantizar que ni
españoles, criollos o mestizos se apropiasen de esos terrenos, la tierra de
resguardo no era vendible ni comercializable. Además, nadie diferente de los
indígenas podía vivir dentro de los resguardos. De esta manera se pretendía
protegerlos de los abusos (González, 1979). Sin embargo, la aplicación de la
ley demoró aun varias décadas. Para el caso de la Nueva Granada, solo en
1591 comenzó realmente la adjudicación de los resguardos, concretándose
en la primera década del siglo XVI. Entretanto, se hicieron múltiples
esfuerzos por obligar a los Muiscas a concentrarse en pueblos sin mucho
éxito.

Crear los resguardos implicó un gran desafío ya que la ley no era clara
respecto al tamaño que debían tener. Establecía que debían abarcar el
terreno que los indígenas habitaban y cultivaban (González, 1979, pág. 13).
¿Cómo establecer cuáles eran los terrenos “habitados” por los indígenas,
sobretodo, si tenemos en cuenta que en el caso de los Muiscas, la ocupación
del territorio se hacía siguiendo otros patrones diferentes al de la hacienda
claramente delimitada de la Europa occidental?

Su patrón disperso y la posesión comunal de la tierra no facilitaban la


tarea. A esto habría que agregar que dentro de esta definición no entraban
los terrenos en barbecho, que sin duda hacían parte del territorio indígena
pero que debían estar en descanso de dos a tres años. En efecto, hay registro
en la documentación colonial de múltiples pleitos porque los españoles o
criollos se apropiaban de terrenos aparentemente baldíos, alegando que
estaban abandonados, cuando en realidad se trataba de terrenos que estaban
en descanso. Un elemento más a tener en cuenta es que el territorio no se
reducía a aquello que era habitable o explotable económicamente de forma
31

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directa. Había lugares que eran fundamentales para su supervivencia como


los bosques, ríos y lagos, ya que allí encontraban recursos como leña, caza
y pesca, pero además, estos lugares eran importantes como espacio sagrado
donde habitaban sus dioses o donde podían entrar en contacto con ellos
(Rodríguez Gallo, 2015). En suma, estos elementos nos permiten calcular
el desfase que existió entre aquello que se les adjudicó como resguardo a
los indígenas y las dimensiones de aquello que ellos consideraban como su
territorio.

Como se dijo antes, en 1558 la Audiencia de Santafé inició la tarea de


congregar a los indígenas en pueblos de indios. Esta tarea fue realizada por
el visitador Tomas López al año siguiente, pero ya dos años después, en
1561 el fiscal de la Audiencia manifestó su desconfianza en que la medida
se cumpliera y temía que los indios volvieran a dispersarse por el territorio.
Ante la resistencia de los indígenas a cumplir estas disposiciones, el rey
Felipe II expidió una nueva real cédula en 1580, en la que insistió en la
necesidad de que los indios se concentraran en poblaciones, so pena de que
les fueran expropiadas sus tierras.

Aunque finalmente la formación de los resguardos se comenzó a


concretar, pronto surgieron dificultades asociadas, por un lado, al hecho
de que varias capitanías que no tenían empatía entre sí fueron integradas
en los mismos resguardos11 y a que el terreno asignado al resguardo no
correspondía a su territorio vital, por otro lado, a la voracidad de los
españoles y criollos que desde el inicio presionaron para quitarle terreno a
los resguardos en favor de sus haciendas aledañas.

Hacienda vs. Territorio. Las disputas por la


tierra del antiguo Zipazgo
En el caso de los conflictos que se generaron por la posesión de la
tierra en la sabana de Bogotá, estas disputas se van a ver intensificadas por
dos elementos: el primero está asociado a la localización de esta región,
ya que la planicie de la Sabana se extendía a los pies de la ciudad colonial,
Santafé. Esta era no solo una ciudad de colonos españoles sino la sede de la

11 Ver por ejemplo el caso del resguardo de Usaquén. En Rodríguez Gallo, 2015, capí-
tulo 4.4.
32

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Audiencia Real, que administraba los dominios de la Nueva Granada. Por


lo tanto, resultaba bastante apetecible para criollos y españoles vivir en el
centro de poder de esta parte de “Las Indias” y a su vez tener a su disposición
amplísimas haciendas en los campos aledaños y mano de obra abundante.
En este último caso es importante tener en cuenta que además de las ventajas
del medio, la Sabana de Bogotá era territorio de uno de los cacicazgos más
poderosos entre los Muiscas: el Zipazgo de Bogotá, garantizando el acceso
a una población numerosa y bien organizada, integrada dentro de sistemas
jerárquicos de gobierno, lo que facilitó su control e integración a las formas
de vida española. Esta situación sin duda iba a chocar con los intereses de
los Muiscas, pues era su territorio el que estaba siendo desmembrado para
saciar los intereses de los colonizadores.

El segundo elemento está asociado a la forma de ocupación del


territorio por parte de los indígenas. Diversas investigaciones históricas y
arqueológicas han mostrado que el patrón de poblamiento de los Muiscas
era disperso, con presencia, por un lado, de aldeas nucleadas, y por el otro,
de asentamientos diseminados a lo largo de la planicie de la Sabana (Boada,
2006). Esto quiere decir que una familia no estaba durante todo el año en un
mismo local, sino que se debía desplazar a lo largo del territorio para cuidar
de las diferentes sementeras que tuviera, además de tener casa poblada
alrededor de los cercados. Sabemos por la documentación colonial que
aprovechando la microverticalidad climática propia de la región andina,
los Muiscas cultivaban en diversos pisos térmicos para poder obtener una
mayor variedad de productos. Sin embargo, esta forma de ocupación del
espacio se convirtió en un gran problema durante el periodo colonial, ya
que al no ocupar de facto todas sus tierras a lo largo del año, los españoles
alegaban que gran parte de ellas se encontraban abandonadas y por tanto
estaban en el legítimo derecho de instalarse en ellas. A esto hay que agregar,
que parte de las tierras debían quedar en barbecho unos años para permitir
que el suelo se regenerara. En todos los casos esta situación fue interpretada
por los españoles como tierra de nadie, como se mencionó antes.

Además, la ocupación era dinámica en el sentido en que había una alta


movilidad de las familias según el cambiante proceso de alianzas, sujeciones
y lealtades. En este último sentido Gamboa (2008) ha propuesto que la
organización socio-política de los Muisca no fue jerárquica y vertical, sino
que tuvo un sistema modular-celular en que los diferentes niveles del poder
33

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se entrecruzaban y variaban según cambiaran las alianzas entre las diversas


unidades. En palabras del autor

El modelo modular-celular de organización política se basa en


la idea de que las estructuras sociales más complejas se formaban
mediante la unión de una serie de partes que son equivalentes,
autónomas y autosuficientes, y que podían organizarse en diversas
configuraciones. (Los vínculos que ataban a las unidades) podían
romperse fácilmente (…) Un grupo podía vivir mezclado con otros
que mantenían vínculos con jefes diferentes o también podía estar
subordinado a varios o a ninguno. La célula o unidad fundamental
de la sociedad muisca eran las pequeñas capitanías, también llamadas
“casas” o “grupos locales de filiación matrilineal” gobernados por el
cabeza de familia, que sería el tío materno… cuando uno de estos
grupos se vinculaba con otros formaban las capitanías gobernadas
por el jefe de la familia de mayor rango. Las capitanías podrían
estar compuestas por uno o varios grupos locales. Todo cacique
pertenecía a un grupo local y actuaba como capitán del mismo (…)
(sin embargo se podían dar muchas variantes). Puede haber grupos
locales independientes, capitanías compuestas por otras capitanías,
cacicazgos que no tienen capitanías sujetas o grandes estructuras
complejas y variadas […] (Gamboa, 2008, pág. 8).
34

Biblioteca jurídica

Figura 2. Modelo modular-celular


Fuente: Gamboa, 2000, pág. 9

La propuesta de Gamboa es interesante en la medida en que, si


cada una de estas unidades tenía un alto grado de autonomía y los lazos
entre ellas no eran muy fuertes, podríamos pensar que una familia o una
capitanía podían migrar frecuentemente de un territorio a otro, según se
fueran transformando las alianzas, fidelidades y sujeciones. Si un capitán
o un cacique dejaba de servirle a su jefe, porque este no cumplía sus
expectativas, para ponerse bajo la tutela de otro, o lograba independizarse,
es claro que esto se vería reflejado de alguna forma en la ocupación del
espacio: dejaría unas tierras para asentarse en otras. Consideramos que esto
tendría una alta incidencia en los patrones de asentamiento. El territorio
estaría constantemente redefiniéndose y ayudaría a explicar su carácter
disperso, ya que al no haber una estructura rígida de tenencia de la tierra
35

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o un poder central capaz de establecerlo, se desestimularía la formación de


aglomeraciones en asentamientos cerrados y permanentes.

Fuente: la autora

La lucha por despojar a los Muiscas de las tierras de la Sabana12 hizo que
ellos reclamaran en repetidas ocasiones, tanto en el contexto de régimen de
Encomienda como en el de Resguardo, la obtención de la titulación de las
mismas. Los documentos coloniales existentes muestran que los indígenas,
siempre que pudieron, presentaron su defensa frente a las autoridades
españolas para evitar la pérdida de su tierra. Un ejemplo de estas querellas
se puede apreciar en la solicitud presentada por Francisco Maldonado de
Mendoza en 1597 con el objetivo de trasladar el pueblo de indios de Bogotá
(actual Funza)13 a Tena.

12 Hay que tener en cuenta que el suelo de la Sabana de Bogotá es considerado por el
IGAC como uno de los más fértiles del país. Ver en IGAC, 2000.
13 Es necesario distinguir la Bogotá actual de la Bogotá prehispánica y colonial. Bogotá
era el nombre dado al territorio localizado al occidente del río Bogotá, entre los cerros
Majuy y Mondoñedo, donde se ubicaba el cercado del Zipa. A lo largo del periodo colonial
su territorio disminuyó quedando reducido al pueblo de indios de Bogotá. Después de la
independencia, a principios del siglo XIX, su nombre fue sustituido por el de Funza, y la
anterior capital del Virreinato, Santafé, fue rebautizada con el nombre de Bogotá.
36

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Maldonado fue en su época el más poderoso de los hacendados


santafereños. Su fortuna provenía de su matrimonio con Gerónima de
Orrego, la hija de Antonio de Olalla, capitán que tomó parte en la conquista
de los Muiscas, como miembro del ejército comandado por Gonzalo
Jiménez de Quesada. Una vez lograda la pacificación del territorio, a Olalla
le correspondieron parte de las mejores tierras de la Sabana, del lado
occidental del río Bogotá, pertenecientes en su mayoría al antiguo Zipazgo
de Bogotá (ver Figura 4). Maldonado heredó esta encomienda que según
un documento de la época estaba integrada por 35 estancias, 25 de ganado
mayor y 7 de pan y ganado menor. Según el fiscal Cuadrado Solanilla para
1603 solo las estancias de ganado mayor podían sostener 8.000 cabezas
de ganado y generar 1.500 crías (AGI, Francisco Maldonado con el fiscal
sobre encomienda de indios, 1615, pág. 32).14 Sin embargo, en medio de
sus tierras continuaban habitando los indígenas, lo que comenzó a generar
gran incomodidad. Ellos fueron entregados inicialmente en encomienda a
Antonio de Olalla, de quien la heredó el señor Maldonado con tanto éxito
que en 1592 el derecho a mantener la encomienda fue confirmado por la
Real Audiencia. Para ese entonces ya se había fundado el pueblo de indios
de Bogotá (en 1578) que se encontraba enclavado en medio de los terrenos
de la encomienda como se aprecia en la figura 4. (Velandia, 1979, págs. 1014
- 1023).

14 Para un análisis más detallado de los bienes de Maldonado en la Sabana de Bogotá


ver Rodríguez Gallo (2015).
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Figura 4: “Pintura de las tierras, pantanos y anegadizos del pueblo de Bogotá” 1614

Fuente: Archivo General de Indias, MP – Panamá, 336.


En esta imagen se pueden apreciar los terrenos pertenecientes a Francisco Maldonado. En la parte
inferior del cuadro se encuentran Santafé, el pueblo de Fontibón y el rio Bogotá junto con su valle
de inundación. En el centro la vio que comunicaba a Santafé con Serrezuela (Actual municipio de
Madrid). A la derecha del camino el pueblo de Bogotá y los cerros de Majuy y Subachoque, y a la
izquierda amplios pastos para ganado y el cerro Mondoñedo.

Sin embargo Maldonado hizo no pocos esfuerzos por concentrar a los


Muiscas de Bogotá en un espacio cada vez más reducido, e incluso, por
sacarlos definitivamente de la planicie de Funza. Por ejemplo, en 1597 tuvo
lugar un pleito entre los indígenas y Maldonado porque aquellos tenían
huertos cultivados en Tena, a 40 km de Bogotá. Esta era una situación
normal, ya que como se ha mencionado, los Muiscas tenían cultivos en
varios sectores del altiplano. Los cultivos de Tena eran estratégicos debido
a que se encontraba localizada en terrenos más cálidos, a 1400 msnm,
proveyéndolos de alimentos tropicales. Pero se trataba solo de uno de sus
espacios habitados, un complemento dentro de su sistema productivo. Sin
38

Biblioteca jurídica

embargo, Maldonado aprovechó esta situación para alegar que los indios
de Bogotá estarían mejor en Tena, dado que el clima era más agradable y
benéfico para su salud y propuso que los trasladaran definitivamente allá.
Argumentaba que muchos indios enfermaban de asma “y otras dolencias”
en la época de lluvias, que los cultivos de maíz se echaban a perder por
culpa de las heladas y las inundaciones, que los sitios de pesca les quedaría
más cerca estando en Tena, y que incluso esto les evitaría el problema con
el ganado (el de Maldonado valga aclarar) que se les comía los cultivos.
Además, los largos desplazamientos hasta Tena los agotaba y les obligaba a
ausentarse por periodos prolongados del pueblo de Bogotá.

Estos argumentos parecen nacidos de la más desinteresada iniciativa


por proteger a los indígenas de cualquier situación que pudiera afectarlos.
Pero al mismo tiempo su base era tan evidentemente falsa que hasta el
párroco de Bogotá, Francisco Vargas, manifestó que solo se trataba de
intrigas por parte de Maldonado. Es difícil imaginar que fuera más fácil
pescar en Tena que en la planicie de Funza o que los cultivos se dañaran
por causa de las inundaciones o de las heladas, cuando ellos llevaban
siglos cultivando maíz en esta región y conocían perfectamente los ritmos
ecológicos del medio. Los indígenas no estaban dispuestos a renunciar a sus
tierras de Bogotá, y así lo manifestó su Cacique, Don Diego, quien asumió la
defensa ante la Audiencia de Santafé. Cabe resaltar que en su defensa, Don
Diego no alegó que el territorio fuera de importancia para los Muiscas por
razones culturales o sociales, sino porque sin este no tendrían cómo pagar
los tributos. Argumento contundente porque afectaba directamente los
intereses de la administración colonial. En efecto sabemos que la demanda
de Maldonado no prosperó porque los Muiscas de Bogotá continuaron
viviendo en esta zona, donde en 1592 se creó el resguardo de Bogotá.

Un segundo ejemplo de las disputas por las tierras de la Sabana, y


de los intentos de los Muiscas por evitar la pérdida de las mismas es el
pleito establecido años más tarde por Maldonado contra Fernando de
Caicedo (AGI, Francisco Maldonado con el fiscal sobre encomienda de
indios, 1615). En el texto Francisco Maldonado intenta mostrar que sus
tierras y estancias localizadas en la Sabana de Bogotá no son tan buenas
ni productivas como parecen porque se ubican en un terreno pantanoso
e inundable donde la cría de ganado tiene grandes inconvenientes (ver la
figura 4). Lo que interesa destacar en este caso son algunos de los problemas
39

Universidad Manuela Beltrán

que se generaron respecto a la legitimidad de la posesión de la tierra en el


contexto de la disolución del régimen de encomienda, de establecimiento
de los resguardos, pueblos de indios, y asignación de tierras por parte de la
Audiencia de Santafé, sumado a los derechos previamente adquiridos por
los primeros conquistadores y sus herederos.

Aludimos específicamente a las querellas que se dieron en torno a la


legitimidad de la posesión de un terreno ubicado en el meandro del Say,
Río Bogotá (actualmente localidad de Fontibón al occidente de la ciudad.
Ver Figura 3) a principios del siglo XVII. En su alegato ante las autoridades
coloniales afirmaba Maldonado que le vendió a Fernando de Caicedo dos
estancias “de la medida nueva” en el sector del Say, “la una a mano izquierda
pasado el sitio de Say y la otra a mano derecha”. El problema es que, según
Maldonado, Caicedo no solo pobló este terreno sino que ocupó el propio
Say (suponemos que se refiere a la parte interna del meandro). Alegaba
el señor Maldonado que él tenía título legítimo de posesión de esa tierra
“de hace muchos años”. Incluso era una tierra que le había pertenecido a
sus ancestros. Sin embargo Maldonado no reconoció la legitimidad de la
posesión de ninguna de las tierras que estaban en manos de Caicedo, ni
siquiera la que él alegaba haber comprado, ya que aducía que un antiguo
propietario Gaspar Sarmiento las había vendido de forma fraudulenta en
1603 aprovechando que Maldonado se encontraba ausente. Para reforzar
su argumentación dice que tiene “título legítimo y posesión muchos años
ha, de más de haberla tenido mis antecesores por cuya razón son las de
Say y las demás contenidas en el título del dicho Fernando de Caicedo
comprendidas en mis títulos” (Ibid).

La imprecisión con la que eran establecidos los propios linderos de las


posesiones ocasionaba este tipo de conflictos. Aquí vemos en la práctica,
cómo la ambigüedad de las leyes establecidas para las indias era una puerta
de entrada para este tipo de conflictos. Así como las disposiciones legales
permitían múltiples interpretaciones debido a su carácter generalista e
impreciso, la forma en que eran medidos los terrenos también daba espacio
para la especulación. Las medidas, hechas con cabuya, omitían el uso de
cifras numéricas. En muchos casos los límites, o mojones como se les definía
en la época, eran una piedra, una parte anegada del río, una curva del camino
o incluso la vecindad con otra estancia cuyos propios linderos carecían de
la precisión adecuada. Sin duda limites problemáticos ya que una creciente
40

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del río podía cambiar completamente la configuración natural del terreno.


Pero todos estos vacíos eran aprovechados por los implicados para torcer
la balanza en su favor, incluyendo a los indígenas.

En el aludido proceso podemos ver cómo la dominación española


no fue monolítica sino que por el contrario, sufrió reacomodaciones.
Los españoles reinterpretaron la ley a su conveniencia o simplemente la
ignoraron; también se observan fenómenos de resistencia por parte de
los muiscas que muestran que ellos no fueron sujetos pasivos frente a su
nueva situación como dominados, ni se limitaron a ver inermes cómo sus
formas de vida desaparecían bajo el peso de la guerra, las enfermedades y la
imposición de un nuevo sistema cultural y de valores.

En la descripción hecha por Maldonado de la situación de los terrenos


del Say, afirma que en el lugar tenía un establo con 100 caballos y mulas, y
que

[…] [E]stando cimarrones15 en el pueblo de Bosa y Suacha cuatro


o cinco indios con sus mujeres que eran de la encomienda de Bogotá,
los saqué y traje a las dichas tierras de Say, y porque quisieron venir
a servirme y guardar estos cien caballos y mulas con que les diese
licencia en pago de su trabajo para sembrar en ellas algunas labranzas
[…] (Ibid).

Interesa resaltar aquí dos elementos. En primer lugar, el hecho de


que estas cuatro o cinco familias (asumimos que si los indígenas están con
sus esposas, los deben también acompañar sus hijos en caso de tenerlos)
no estuviesen, como lo mandaba la ley, organizados en policía, es decir,
no estuviesen viviendo congregados junto con los otros indígenas, en el
pueblo de indios de Bogotá, muestra el poco caso que algunos muiscas
hicieron de estas disposiciones. Sin embargo, en este punto, es necesario
tener en cuenta que probablemente no se trataba de indígenas “huídos”,
ya que el sector de Soacha y Bosa hacían parte del territorio del antiguo
Zipazgo. Para estos muiscas estar allí era simplemente estar en una parte

15 Actualmente se asocia este concepto con los esclavos africanos que una vez traídos
a América, huían de las haciendas y de sus amos, refugiándose en las zonas montañosas
y selváticas para poder vivir en libertad, pero es un término que en los documentos colo-
niales aún se asocia con los indígenas que huían al control español, bien escapando de los
pueblos de indios, de las haciendas o del servicio en las minas.
41

Universidad Manuela Beltrán

de lo que ellos debían considerar como “su territorio” y, por lo tanto,


desde su perspectiva no estarían haciendo nada equivocado. Si tenemos en
cuenta que el patrón de poblamiento de los Muiscas era disperso, y que
en consecuencia debían tener sus sitios de residencia tanto en los núcleos
poblacionales como en el campo junto a sus sementeras, entonces podemos
concluir que estos indígenas debían estar en Bosa-Soacha atendiendo
a sus vínculos territoriales sin hacer mucho caso de las disposiciones
legales establecidas por la Corona. Ésta sin duda actuaba bajo un criterio
“civilizatorio” que desconocía completamente las formas propias en que
los indígenas construían su relación con el espacio y comprendían la
territorialidad.

En segundo lugar, cabe resaltar que la cita anterior evidencia la


connivencia de los criollos con este estado de cosas, ya que Maldonado no
se preocupa por sancionarlos sino por garantizar un acuerdo que le permita
disponer de su mano de obra. Como mencionamos antes, aquí se aplicaba la
máxima de “la ley se acata pero no se cumple”. No podemos establecer hasta
qué punto Maldonado llevó a trabajar a los indígenas de forma voluntaria.
El texto genera la imagen de que se llevó a cabo un acuerdo, establecido
entre dos iguales, en el que los indígenas se comprometían a cuidar de los
caballos y a cambio Maldonado se comprometía a darles tierra para que la
cultivaran por lo menos durante ese año. No deja de llamar la atención que
en el relato Maldonado mencione que

[…] [E]stando (los indios) en ellas (las tierras) se me cayó la dicha


ramada, la cual no pude tornar a hacer ni sustentar tan gran cantidad
de arria ni arrieros porque desde a pocos días me sucedieron grandes
pérdidas y malos sucesos que no me dieron lugar a rehacer la dicha
ramada ni a sustentar tan gran cantidad de arria y solo desde entonces
tuve hasta 20 bestias de arria que sustenté algunos años […] (Ibid).

El hecho de que la destrucción del establo, cuyas causas no se refieren,


se haya dado poco tiempo después de que los indígenas se instalaron
en el Say sugiere que se podría haber tratado de saboteo, pues como ya
mostraremos, había un fuerte interés por parte de los miembros del partido
de Bogotá de recuperar las tierras de este sector. En efecto, estando estas
familias en el Say cuidando los caballos que le habían quedado a Maldonado,
los capitanes e indígenas del pueblo de Bogotá le solicitaron permiso para
sembrar cultivos allí, y las tierras aledañas, hasta el puente de Bogotá (sector
42

Biblioteca jurídica

de Funza) pues era indispensable contar con el producto de esa cosecha


para, de este modo, garantizarse el suministro suficiente de alimento. Sin
embargo, el permiso de sembrar no se limitaba solo a ir y trabajar la tierra,
sino a instalarse de manera temporal en el propio lugar con el fin de poder
cuidar adecuadamente los cultivos:

[…] y mediante esto les di la dicha licencia con que esta se


entendiese habiéndose de pasar y pasándose a las dichas tierras de
Say y de la puente del dicho pueblo de Bogotá como estaba tratado y
no de otra manera mediante la cual licencia los dichos indios vinieron
y sembraron las dichas tierras y se pasaron a ellas y trajeron sus casas
y trajeron sus ganados los que los tenían, e hicieron sus corrales […]
(Ibid).

Esta situación la refiere Maldonado a propósito del problema que se


había derivado de esta acción, pues aunque se suponía que los indígenas se
iban a instalar de forma temporal en el sector, después se opusieron a salir
y regresar a Bogotá. Maldonado no aclara cuánto tiempo permanecieron
estos muiscas en tierras del Say pero afirma que algunos de ellos dilataron
largamente su regreso al pueblo de Bogotá. Debemos recordar que las Leyes
de Burgos disponían que los indígenas no podían vivir en campo abierto,
dispersos en medio de los cultivos, como acostumbraban hacerlo antes
de la colonización, sino que estaban obligados a agruparse en los pueblos
de indios, establecidos por la administración colonial, precisamente, para
facilitar el control de la población indígena. Estas aglomeraciones urbanas
debían concentrar a la población indígena en un espacio ajedrezado (sistema
cartesiano de calles y carreras) y homogéneo, dominado visualmente e
ideológicamente por la iglesia que debía ubicarse en la plaza central y que
era el símbolo de la “gesta civilizatoria” y del sometimiento cultural sobre
los nativos. Pero lo cierto es que los Muiscas, en general, aplazaron durante
décadas su instalación en los pueblos de indios y a lo largo de este tiempo
usaron todas las estrategias de que disponían para evadir esta obligación.

Un tercer ejemplo de las disputas por la tierra entre Maldonado y los


Muiscas de Bogotá lo encontramos más adelante, en 1644. En esta ocasión
se evidencia que, a pesar de haber pasado algunas décadas, Maldonado
no había logrado ni sacar a los indígenas del pueblo de Bogotá, ni hacer
que se concentraran y vivieran de manera permanente en él. Ese año los
indígenas presentaron una solicitud ante la Audiencia de Santafé, para que
43

Universidad Manuela Beltrán

Maldonado disminuyera la cantidad de trabajo que les exigía anualmente.


Alegaban que, era tanta la carga de trabajo, que debían realizar en las
tierras de Maldonado que no les quedaba tiempo para trabajar sus propias
tierras. La respuesta de Maldonado a esta solicitud fue que les permitiría
regresar durante un año a sus tierras para que se pudieran ocupar de ellas
y cultivarlas pero con la condición de que se instalaran de forma definitiva
en el Pueblo de Bogotá: “Si dentro del dicho año no se redujeren y poblaren
con efecto, serán gravemente castigados y concertados por año…”.

La contra respuesta de los indígenas no se hizo esperar: si Maldonado


no los liberaba durante dos años de sus cargas, ellos jamás poblarían Bogotá
(AGN, 1644). Es claro que los indígenas habían comprendido el universo
cultural de los españoles y hacían uso de él para presionar mejoras en sus
condiciones. No sabemos cómo se dirimió el conflicto, pero lo cierto es
que solamente a finales del siglo XVII, Bogotá fue definitivamente poblada
por los indígenas (Velandia, 1979), es decir, un siglo después de haber sido
ordenado por la administración colonial. Sin duda hacer cumplir la ley que
emanaba de la península no solo encontró resistencia entre los españoles
que la interpretaban y aplicaban, o no, según su conveniencia, sino entre
los propios indígenas que mediante diferentes mecanismos de resistencia,
pasivos o directos, esquivaban o retrasaban su aplicación.
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Biblioteca jurídica

Conclusión
Estos casos son apenas un reflejo de lo que se logra leer entrelíneas de las
muchas situaciones en que los indígenas buscaron estrategias para resistir
a las leyes españolas, esquivando su cumplimiento, ya que lo que estaba
en juego no era la observancia, o no, de las normas, sino la posibilidad de
pervivencia de sus formas de construcción cultural y social, de su manera
de estar en el mundo. Es de esperarse que los Muiscas no hayan soportado
pasivamente la dominación colonial, sino que hayan creado estrategias
de resistencia, muy difíciles de percibir en la documentación colonial,
pero sin duda, presentes en los resquicios de los alegatos judiciales. Un
caso bastante representativo de esta situación fue el juicio llevado a cabo
contra el cacique de Ubaque por haber organizado y realizado en 1563 una
procesión con motivo de sus funerales adelantados (Casilimas Rojas, 2001).
Para ello convocó previamente a los capitanes y población indígena de las
jurisdicciones de Tunja y Santafé, incluyendo al de Bogotá, muchos de los
cuales asistieron a la celebración ataviados para la ocasión y ejecutando todo
el ritual de rigor, pasando por encima de las prohibiciones españolas como
el sacrificio humano y la invocación de sus deidades. Aunque el cacique fue
llevado a juicio por estos hechos, la verdad es que la reunión se organizó
y se llevó a cabo sin que las autoridades españolas lo hubiesen impedido.
Incluso, el cacique de Ubaque tuvo el permiso de su encomendero, Juan
de Céspedes, quien no solo estuvo de acuerdo con la celebración sino que
asistió a la procesión, evidenciando que el proceso de aculturación no se dio
en una sola vía, sino que tanto indígenas como españoles fueron apropiando
elementos culturales del otro. Esto muestra también que dentro de las
dinámicas coloniales hubo grandes vacíos que permitieron que parte de los
modos de vida prehispánicos sobrevivieran y que su destrucción definitiva
se retrasara lo máximo posible.

Como se expuso a lo largo del capítulo, cuando se trataba de conflictos


de tierras, que es en últimas la lucha por su forma de estar en el mundo,
los indígenas no dudaron en buscar ayuda en la administración colonial,
intentando aprovechar las ambigüedades de las leyes en su favor, para poder
resolver los problemas que a menudo surgían entre ellos y los españoles,
criollos o mestizos. Si bien en la mayor parte de los casos quien llevaba
el pleito era el protector de indios, y quien lo redactaba era el escribano
de la Audiencia, lo que sin duda representa un importante filtro en la
45

Universidad Manuela Beltrán

interpretación de los hechos, algunas veces los propios indígenas asumieron


el reclamo de sus derechos, como fue el caso del cacique de Tibasosa (aunque
es más preciso decir que se trata de los mestizos de primera generación)
siempre apropiándose del leguaje, la lógica y las normas propias de los
españoles.

Respecto a los españoles y criollos es claro cómo a lo largo del período


examinado en este capítulo, usaron las leyes de indias a su acomodo, unas
veces aplicándolas al pie de la letra, otras veces reinterpretándolas y otras
veces simplemente ignorándolas. Dos elementos nos permiten evidenciar
esta situación: en primer lugar, el hecho de que Francisco Maldonado de
Mendoza haya pasado de ser encomendero a ser hacendado y propietario
de las tierras de la planicie de Funza. Como la encomienda la heredó de su
suegro Antonio de Olalla, y este fue a su vez parte de la primera generación
de conquistadores, nada había de indebido en el traspaso de la encomienda
ya que por ley se podía heredar hasta por una generación. Pero según las
Leyes Nuevas, esta institución debía ser eliminada. Lo que se observa en
la documentación colonial es que Maldonado progresivamente deja de ser
encomendero para convertirse en propietario de los terrenos de su antigua
encomienda, que pertenecieron a los Muiscas de Zipazgo. En el alegato
contra Fernando de Caicedo queda en evidencia que desde los primeros
años del siglo XVII las tierras de la encomienda ya estaban siendo vendidas
y comercializadas sobre la base de que eran propiedad de particulares
y no una concesión de la Corona, y de esta manera se asume así mismo
Maldonado: como legítimo propietario, con títulos reconocidos.

En segundo lugar, la permanente infracción por parte de españoles,


criollos y mestizos de la prohibición de vivir al interior de los pueblos de
indios y de los resguardos. Esta ley se estableció a fin de evitar los abusos
contra los indígenas y que fueran víctimas de engaños que comprometieran
la posesión de sus tierras. Pero según Gamboa (2008) la prohibición tenía
otro sentido, importante para los colonizadores: evitar que los mestizos
que habitaban en medio de dos mundos, aprovecharan su posición como
conocedores de la lengua y las reglas de los españoles para mediar en los
conflictos a favor de los indígenas. En este sentido los indígenas también
fueron cómplices del incumplimiento, pues ellos mismos arrendaban
a colonos pedazos de tierra de los resguardos a fin de obtener rentas
adicionales para poder pagar los tributos.
46

Biblioteca jurídica

Desafortunadamente estas prácticas acabaron por ser nocivas para ellos


mismos, ya que muchos criollos o mestizos acababan apropiándose de estos
terrenos, alegando que eran sus legítimos propietarios. Así, la tierra que era
base fundamental para la supervivencia de una forma específica de estar en
el mundo, de interpretar los ritmos de la naturaleza, de relacionarse con sus
elementos, y a través de ellos con sus dioses, fue reduciéndose como se fue
reduciendo su universo cultural, hasta quedar arrinconados en las laderas
de las montañas de la Sabana, último refugio donde los muiscas siguen
luchando por no desaparecer.
47

Universidad Manuela Beltrán

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50

Biblioteca jurídica

El discurso de los fines de la pena en


el pensamiento ilustrado europeo y
su proyección en el derecho penal
republicano de la primera mitad del
siglo XIX
Miguel Ángel Muñoz García16

Introducción
En este capítulo se examinará, grosso modo, el contexto ideológico de
surgimiento de las ideas ilustradas en Europa a mediados del siglo XVIII,
que constituyeron un aparato doctrinal crítico del sistema punitivo del
Antiguo Régimen y, que además, formularon teorías sobre los fines de la
pena. En este escrito solo me ocuparé de la retribución y de la prevención
general negativa, como teorías legitimadoras de la pena en la Ilustración
europea, y su proyección en el pensamiento ilustrado neogranadino, el cual
empezó a manifestarse poco antes de la guerra de independencia y durante
el periodo de instauración del nuevo orden jurídico republicano hasta llegar
al Código Penal de 1837. El objetivo es trazar un esquema de interpretación
del origen del discurso de los fines de la pena propio del derecho penal
actual, delimitando el marco ideológico que, de Europa a América, forjó el
contenido de ese discurso; esto con el fin de mostrar cómo, en definitiva, las
instituciones legales tienen, no solo una historia parlamentaria, legislativa,
social, económica o política, sino también una fundamentación filosófica
que debe estudiar la historia de las ideas17.
16 Abogado de la Pontificia Universidad Javeriana. Magíster en Ciencias Penales de
la Universidad Externado de Colombia. Abogado litigante, consultor y asesor en temas
penales. Profesor investigador en derecho penal de la Universidad Manuela Beltrán (Bo-
gotá), y miembro del Grupo de Investigación en “Derecho, Justicia y Desarrollo Global” de
la Universidad Manuela Beltrán (Bogotá).
17 “La historia de las ideas es un campo especial del estudio de la cultura. Tiene como
objeto el examen de los testimonios de la mente humana. Sus fuentes las constituyen los
registros intelectuales dejados por filósofos, artistas, escritores, científicos, políticos y
pensadores de todo tipo a lo largo de los años. Su expresión más corriente son las biogra-
51

Universidad Manuela Beltrán

Iluminismo y Antiguo Régimen.


Generalidades: la ilustración radical y la
crítica al derecho penal
Varios autores, para referirse a las teorías de la prevención general y
especial, coinciden en emplear la expresión genérica teorías relativas o de la
prevención, cuya preocupación principal reside en dilucidar para qué sirve la
pena; es decir, pretenden, a través de la pena determinados fines. Es necesario
bosquejar antes que nada el contexto histórico e ideológico de la época de
florecimiento de las teorías de la retribución y de la prevención general
con el fin de comprender las ideas fundamentales que determinaron el
surgimiento de estas concepciones sobre la pena, explicando posteriormente
las posiciones de los autores más representativos y su influencia en la
institucionalización de la ilustración penal en Colombia a partir del Código
Penal de 1837.

El cambio dramático en la concepción y en el método de castigo en


Europa, a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, fue producto del
desencadenamiento intempestivo de una serie de factores históricos e
ideológicos de suma importancia. Cabe mencionar, sin duda, a la filosofía
de la ilustración, que trajo aparejada una confianza inconmovible en la
capacidad analítica de la razón y en sus resultados, en la cual las artes y las
ciencias fueron replanteadas estructuralmente a fin de que se convirtieran
en productos de la nueva metodología de pensamiento, que tenía como
fundamento a la razón. En medio de esta coyuntura, el pensamiento
político de la época surgió por la innovación en el método con el que los
iusnaturalistas del racionalismo del siglo XVII empezaron a construir las
llamadas leyes de la naturaleza, o conclusiones derivadas de la razón sobre
lo que debía hacerse o evitarse. Con la aparición de los físicos modernos, se
concibió una forma de pensar nueva, que partía de la exigencia de comenzar
por estudiar empíricamente la realidad natural, esto es, de aprehender la
facticidad, de experimentar, de gozar plenamente con los sentidos en vez
de enredarse solitariamente en disertaciones abstrusas y lógico-formales

fías de las grandes figuras del pensamiento y los balances de las disciplinas particulares
como las historias de la literatura, la filosofía, la ciencia y la política. Su objetivo es re-
sumir y sintetizar las ideas de un escritor o de una tradición intelectual, para rastrear a
continuación su difusión en la sociedad” (Cataño, 1997).
52

Biblioteca jurídica

(Cassirer, 1999, p. 31). La segunda premisa que sentaron los físicos (que se
apartaron de la autoridad de Aristóteles con el fin de contemplar el cielo),
para el proceder científico del conocimiento de la naturaleza, fue el método
del análisis18. Este ambiente influyó en la formación de un pensamiento
ilustrado, que fustigó el autoritarismo del sistema penal del Antiguo
Régimen.

Ciertamente, la ilustración de la segunda mitad del siglo XVIII, desde


el punto de vista de las ideas no fue un movimiento uniforme y coherente,
a tal punto que, en contraposición a esta tendencia radical, hacía presencia
predominante, y con el favor de monarcas y nobles en la batalla intelectual,
un grupo de autores representativos de la denominada ilustración
“moderada” (Voltaire, Hume, Turgot, Montesquieu y Rousseau19), cuyas
doctrinas fueron frecuentemente invocadas por los anti-philosophes (o
apologistas de la religión) en su lucha contra las ideas de los radicales20.

Para los filósofos ilustrados radicales (La Mettrie, Helvétius, D’Holbach,


Diderot), era posible confeccionar una moral universal independiente de
la religión21, basada exclusivamente en el principio del bienestar general

18 De acuerdo a este nuevo planteamiento, se llegó a la conclusión de que las propie-


dades de la materia se determinan empíricamente y no a partir de consideraciones pura-
mente racionales: “esas consideraciones se convirtieron en un obstáculo, el obstáculo de
hacer hipótesis antes de describir los hechos con el fin de generalizar sus propiedades por
inducción. Es así como se adopta el análisis como lo más propio del estilo de pensamiento
de los filósofos de la ilustración, aceptando de entrada como precaución que lo que se
obtiene por medio de la reducción no es definitivo sino provisional, puesto que es de la
experiencia de donde provienen los conocimientos” (Arango, 1997).
19 Rousseau rompió sus relaciones con los enciclopedistas entre 1757-1758 y se opuso
al proyecto moral ilustrado radical. A partir de entonces consideró que la moral no podía
estar fundada en la razón o separada de la religión. De esta manera, pensaba que “no es
la razón sino la ‘voz de la naturaleza’, tal como se expresa en los sentimientos humanos,
la que es nuestra guía en las cuestiones morales. Rechazaba la moral de los encyclopédis-
tes como insensible, pomposa, ‘agresiva’ y mecánica, y admitía que su visión de la moral
alternativa (…) estaba basada esencialmente en el sentimiento, los anhelos del corazón y
la tradición” (Israel, 2015, pp. 139-140).
20 Es decir, los apologistas cristianos, católicos y protestantes que escribían desde el
punto de vista de la ilustración moderada (hombres como Hayer, Bergier, Richard, Marin,
Jamin, Crillon, Camuset, Chaudon, entre otros). La ilustración escocesa (representada en
autores tan relevantes como Shaftesbury, Hutcheson, Smith, Hume, Reid) fue también un
adversario filosófico de peso (Israel, 2015, p. 153).
21 “Para la ilustración radical (…) la moralidad es un sistema universal puramente
53

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de todos teniendo en cuenta los intereses particulares con los generales: la


defensa de esta tesis iba atada a la propensión al materialismo, al sensualismo,
al determinismo, a los cambios sociales radicales, en ocasiones al ateísmo y
a la invocación de la democracia y la igualdad22.

En particular, los filósofos radicales no condenaron el placer físico,


siempre y cuando no fuera destructivo para los demás o para uno mismo,
advirtieron la necesidad de refrenar las pasiones por medio de la educación
y el temor a la vergüenza y el castigo, y predicaron el deseo común de
felicidad de todos los hombres, quienes obran conforme a la sensibilidad,
razón por la que el interés personal representa la fuente de toda motivación,
razón, justicia y moralidad (Israel, 2015, pp. 146-148). Desde el punto de
vista político, su principio fundamental era que “un buen gobierno es aquel
donde las leyes y los legisladores dejan a un lado los criterios teológicos
y aseguran por medio de leyes que la educación, el interés individual, el
debate político y los valores morales de la sociedad concurren, como lo
expresó Helvétius, el destacado materialista francés, al ‘bien general’ (au
bien général)” (Israel, 2015, p. 51).

Los moderados creían en la necesidad de reformas pero sin


modificaciones sustanciales del status quo: defendían el deísmo, la razón
como un don de Dios, el equilibrio entre la razón y la tradición, la monarquía
ilustrada, la moral como una imposición divina, el curso de la historia
secular basado en una concepción de la justicia totalmente aparte de la influencia de cual-
quier religión particular, y de hecho mejor cultivada en ausencia de ella” (Israel, 2015, p.
137). La religión para este movimiento, debía fomentar la serenidad, la estabilidad, la
concordia y la paz, y no introducir el terror en la mente de los hombres mediante entida-
des sobrenaturales (Israel, 2015, p. 163).
22 Similarmente, para Onfray, los “ultras de las luces” (Jean Meslier, Pierre Luis Moreau
de Maupertuis, Julien Offray de La Mettrie, Claude-Adrién Helvétius, Paul Henri Thiry
D’Holbach y el Marqués de Sade) celebraban la voluptuosidad sin culpabilidad, anun-
ciaron la muerte de Dios, el materialismo, el hedonismo, el utilitarismo, la moral de la
felicidad y la revolución ontológica, ideológica y política, un mundo justo (Onfray, 2010,
pp. 37-40). En relación con la igualdad, “los ilustrados radicales consideraban el principio
hereditario, tal como se aplicaba a la propiedad de la tierra, los altos cargos, la riqueza y
el rango como algo ruinoso social, moral, política y culturalmente” (ISRAEL, 2015, p. 89).
“Para los philosophes modernos las reglas de la nueva moralidad secular liberada de la
teología (…) son las mismas para todos, ricos y pobres, europeos y no europeos, negros,
blancos y amarillos. Reyes, nobles, comerciantes y trabajadores, todos están sujetos a los
mismos objetivos y criterios éticos, y la conducta moral debe comenzar por reconocer
iguales derechos” (Israel, 2015, p. 91).
54

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guiado por la providencia y la creencia en leyes eternas de la naturaleza


reguladoras de los universos físico y moral (Israel, 2015, p. 181). De hecho,
a partir de 1769, Voltaire23 se puso a la tarea de refutar las ideas vertidas por
los radicales (“que gritaban Spinoza, Spinoza”) y en particular el Sistema de
la Naturaleza (1770), la obra maestra de Holbach, defendiendo el deísmo, la
doctrina newtoniana, une grande intelligence con voluntad y poder de diseñar,
y los errores de la doctrina espinosista, germen del ateísmo filosófico24. A
pesar de la reacción literaria de uno de los escritores franceses más afamados
de la época, fue imparable la expansión de la doctrina secular de hombres
como Diderot, Helvétius y Holbach, que consideraba dañina para lo que
estimaba el tipo correcto de ilustración25.

Desde luego, hay que advertir que la posición generalizada de los


ilustrados moderados no supuso ningún freno a su crítica del fanatismo
religioso, la superstición y el funcionamiento de algunas de las instituciones
más oprobiosas del Antiguo Régimen, como se puede notar en las obras de
Montesquieu y en las furibundas denuncias de Voltaire al régimen penal de
la época, quien elogió la obra de Beccaria26. De hecho, es oportuno recordar
23 El autor de Cándido, uno de los más representativos autores de la ilustración mode-
rada, “cree en Dios, cohabita con los católicos -incluso sobre todo cuando firma sus cartas
con ‘aplastad al infame’…-, escribe páginas de extraordinaria violencia contra los ateos, se
afana en conseguir reliquias para la Iglesia que hace construir en su propiedad en Ferney”
(Onfray, 2010, p. 94).
24 Por ejemplo, en El filósofo ignorante (1766), manteniendo su estilo sardónico y asis-
temático, Voltaire se va en lanza en ristre contra Spinoza, a quien califica de ateo, al no
reconocer la providencia y si la eternidad, y de confuso creador de sofismas cubiertos con
un estilo geométrico. Reconoce que, en medio de su virtud rígida, Spinoza echó por la
borda todos los principios de la moral, equivocándose de buena fe y siguiendo su camino
sin mirar nada de lo que podía atravesarlo (Voltaire, 2010, pp. 50-53).
25 (Israel, 2015, pp. 180-186). Se puede concluir, en relación con el distanciamiento
ideológico de Voltaire con los philosophes radicales, que “la lucha de Voltaire durante
toda su vida por una mayor tolerancia y por desacreditar a la Iglesia entre los niveles
más altos de la sociedad era un intento de cambiar el mundo en alianza con la nobleza y
las cortes europeas, debilitando solo el poder eclesiástico y la teología mientras se dejaba
intacta la fe entre el pueblo. La batalla que Diderot y Holbach estaban luchando contra
los valores dominantes se había vuelto una lucha social, política e intelectual, y aunque él
se hallaba más cerca de ellos filosóficamente, Voltaire no podía ya permitirse, política y
culturalmente, estar en asociación con ellos” (Israel, 2015, pp- 186-187).
26 La publicación del libro de Beccaria motivó en Voltaire la redacción de un Com-
mentaire sur le Traité des délits et des peines, el cual se seguiría publicando como anexo
del libro del autor milanés. En carta de 30 de mayo de 1768, le escribió Voltaire a Cesare
Beccaria, en tono emotivo: “Vos habéis allanado el camino de la equidad por el cual tantos
55

Universidad Manuela Beltrán

la intensa crítica a la que sometió el escritor francés a las instituciones


penales de su tiempo, al cuestionar la Ordenanza Procesal de 1670, las
condenas basadas en sospechas o testimonios poco fiables, el rumor público
como elemento de convicción, los monitorios27, la falta de confrontación de
los testigos de la acusación con el procesado, la tortura, el procedimiento
secreto, la falta de motivación de las sentencias y de medios de defensa para
el acusado, la ausencia de proporcionalidad entre las faltas y las penas y las
investigaciones basadas en prejuicios y sin objetividad. Por lo demás, fue
Voltaire un furibundo crítico de las injusticias del sistema judicial cometidas
en las personas de Jean Calas28, Pierre-Paul Sirven y el caballero de La Barre
(acusado y condenado por sacrilegio e impiedad, ante una serie de rumores
e indicios urdidos por el fanatismo, todo por la mutilación de dos crucifijos
en el puente de la entrada de la ciudad de Abbeville, y en el cementerio),
logrando en los dos primeros casos, con su actividad panfletaria y literaria,
la revisión de los procesos y la absolución de los procesados en los
parlamentos de París y Tolosa. Voltaire aprovechó estas situaciones para
defender a la monarquía y atacar a estas instituciones (que confrontaban
el absolutismo real), como focos de corrupción e inhumanidad (Agudelo
Betancur, 2016, pp. 56-70).

hombres todavía transitan como bárbaros. Vuestra obra ha hecho bien y lo seguirá ha-
ciendo. Vos trabajáis por la razón y la humanidad, todas dos tan largo tiempo maceradas.
Levantáis a estas dos hermanas abatidas desde hace aproximadamente mil seiscientos
años. Ellas comienzan por fin a caminar y a hablar; pero desde que hablan, el fanatismo
aúlla” (Agudelo Betancur, 2016, p. 68).
27 Mandatos de los sacerdotes colocados en las puertas de los templos de las parro-
quias, y leídos en los pulpitos, para que los fieles declararan lo que supieran en relación
con algún hecho delictivo. El cura recibía el testimonio y lo enviaba sellado al juez de lo
criminal.
28 Jean Calas, un comerciante protestante de Toulouse que fue condenado a muerte
y ejecutado en la rueda, por el supuesto asesinato de su hijo Marco Antonio, hombre ta-
citurno, solitario y distraído, que se suicidó una noche de 1761 en la casa de la familia.
Su hijo Pedro fue desterrado, las dos hijas fueron internadas en un convento y la madre
condenada al pago de las costas del proceso. La injusta condena fue propiciada en gran
parte por el fanatismo religioso y la prevención que había contra los protestantes. A raíz
de este caso, Voltaire publicaría el Tratado sobre la tolerancia (1763), y concitaría a toda la
intelectualidad europea a favor de la revisión del proceso. Según Voltaire, los jueces de
Toulouse, arrastrados por el fanatismo del populacho, hicieron morir en la rueda a un
padre de familia inocente, por lo que en este caso el abuso de la religión más santa produjo
un gran crimen (Voltaire, 2015, p. 52).
56

Biblioteca jurídica

A grandes rasgos, el derecho penal del denominado Antiguo Régimen


estaba caracterizado por las descripciones de Voltaire. Las monarquías
ampararon un derecho penal y procesal penal de raíz romana y bajo
medieval, que consagraba los crimina laesae majestatis divinae29, y que
incluían prácticas como la magia, la herejía30 y el sacrilegio, que eran
perseguidas por las jurisdicciones eclesiásticas o por las reales ordinarias.
Predominaba un proceso penal inquisitorial, secreto, con un sistema de
presunciones legales tendientes a probar casi cualquier acusación en contra
del reo, porque en el proceso se partía de la base de que el delincuente era
un pecador, y por ende tenía que acusarse de sus faltas para cumplir con
la penitencia; la tortura se practicaba para descubrir la verdad; los jueces
tenían un amplio margen de discrecionalidad y los delitos no estaban
tipificados de forma precisa, porque las normas solían describir una amplia
casuística. El derecho científico propio de los juristas se basaba en los textos
de derecho romano y en los estudios (o comentarios) de los juristas en las
universidades, en un ambiente en el cual el conocimiento se equiparaba a
la erudición y a la cita magistral. Beccaria, en el prefacio a De los delitos y de
las penas, muestra su inconformismo ante el hecho de tener que considerar
como ley los restos de una antigua compilación romana recargada de glosas
explicativas de juristas como Carpzovio, Claro, Farinaccio o Matheu i Sanz.
Por supuesto, además de los textos comentados, se redactaron leyes reales,
como la famosa Constitutio Carolina Criminalis de Carlos V (1532)31.

Las penas eran, en casi en todos los casos, brutales y desproporcionadas:


no es sino revisar la meticulosa investigación histórica de Michel Foucault
y en particular las primeras líneas de Vigilar y Castigar (1975) sobre la

29 Delitos de lesa majestad divina. También había un grupo de delitos de lesa majestad
humana.
30 La herejía era también la lectura religiosa del cargo de alta traición, que se configu-
raba por el mero hecho de pensar diferente a la fórmula: así como Dios tiene el poder de
juzgar a todos los hombres, pero de no ser juzgado el mismo por nadie, así tiene el rey el
poder de juzgar a todos los hombres y de no ser juzgado por nadie. Discutir sobre lo que
un rey debería hacer era considerado sedición. El mismo Tomas Hobbes en el siglo XVII
inglés fue acusado de blasfemia por sus doctrinas heréticas acerca del estado de guerra
natural y el origen del poder político. La cámara baja del parlamento dictó en 1666 una
ley contra el ateismo, y en las investigaciones realizadas “se mencionó el libro del señor
Hobbes, llamado Leviatán, como uno de los libros tendientes al ateismo, la blasfemia y la
profanación contra la esencia o los atributos de Dios” (KLENNER, 1999, p. 30).
31 Compilación de leyes del Sacro Imperio Romano Germánico, aprobada en 1532 du-
rante el reinado de Carlos V. Es considerada el primer cuerpo de derecho penal alemán.
57

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espantosa muerte que, como castigo al intento de asesinato (atentado


de lèse-majesté) contra el rey Luís XV fue impuesta a Robert Damiens en
marzo de 1757, frente a la iglesia de París (Foucault, 2013, pp. 11 y ss.). He
aquí implícita la función que tenía la pena y en general el derecho positivo
penal de la época: retribuir el mal con el mal, expiar la culpabilidad del
autor por el hecho cometido. Pero hablamos aquí, desde luego, de la pena
como suplicio en su función jurídico-política, porque es la ceremonia de
la reconstitución de la soberanía del príncipe, que ha sido ultrajada; así,
el ejemplo debe cundir en el ánimo de los hombres por medio del terror
(Foucault, 2013, pp. 59 y ss.).

El pensamiento de la retribución y su
justificación en la filosofía de Kant y de Hegel
Para la teoría de la retribución, mediante “la imposición de un mal
merecidamente se retribuye, equilibra y expía la culpabilidad del autor por
el hecho cometido (Roxin, 1999, p. 82); se considera una teoría absoluta,
según Claus Roxin, porque considera que el fin de la pena es independiente
de su efecto social; en definitiva, podría percibirse como una especie
reformulada del principio milenario del talión32. Se puede afirmar que
las teorías absolutas se formularon sistemáticamente a partir del idealismo
alemán de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, y fueron elaboradas,
como parte de sus proyectos de filosofía política, por Kant y Hegel. Hemos
de anticipar que estas doctrinas tuvieron un escaso eco en la ideología de
los ilustrados neogranadinos encargados de concebir el derecho penal de
la nueva república, a pesar de que el pensamiento de la retribución casi
siempre está latente, de forma implícita, en la formación de los códigos
penales.

La metafísica de las costumbres (1798) comprende una primera parte en


donde Kant traza su teoría general del Estado y del derecho, y en la cual se

32 “El talión, que se expresa en la conocida formula ojo por ojo y diente por diente,
constituye una de las más célebres modalidades de castigo y se le encuentra entre los prin-
cipales documentos legales de la antigüedad, como el código de Hammurabi, las Leyes de
Manu, las Leyes mosaicas y la Ley de las XII tablas. El sistema talional es una limitación
de la venganza en cuanto se individualiza la sanción, que es equivalente al daño inferido”.
(Gaitán Mahecha, 2002, p. 49).
58

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abordan de forma sistemática el derecho privado y el derecho público33. En


la introducción a la teoría del derecho (de los principios metafísicos del derecho)
Kant se cuestiona qué es el derecho en sí, es decir, plantea una pregunta
filosófica porque indaga por la esencia del derecho: no por lo que está
establecido como derecho, sino por su quid. De lo que se trata es de buscar
el origen del criterio general de lo justo y de lo injusto en la sola razón y no
en principios empíricos con el fin de fundamentar una legislación positiva
(Kant, 1943, p. 46). La noción de derecho según Kant corresponde a una
relación exterior y práctica de una persona con otra, que es una relación
entre arbitrios y no de deseos, y que versa no sobre la finalidad del arbitrio
respectivo sino sobre la forma en la relación jurídica de los dos arbitrios, en
tanto libres, para examinarse si la acción de uno de los dos puede concordar
con la libertad del otro según una ley universal34. El filósofo alemán parece
sentar un criterio general y universal de justicia cuando dice que es justa
toda acción que por sí no es un obstáculo a la conformidad de la libertad del
arbitrio de todos con la libertad de cada uno según leyes universales (Kant,
1943, p. 47).

Kant es un iusnaturalista35 que parte de la dicotomía “estado de


naturaleza-estado civil” para explicar el fundamento del Estado moderno:
la salida del estado de naturaleza y el ingreso en el estado civil es un
imperativo categórico, un mandato de la razón práctica, y las leyes civiles
no son otra cosa que las leyes naturales dotadas del poder de coacción; de
hecho, solo bajo este último presupuesto una sociedad es Estado (Bobbio,
1997, p. 132). El ius puniendi para el alemán es el derecho del soberano de
afectar dolorosamente al súbdito por la violación de la ley; después de hacer
la distinción entre crímenes públicos y privados, entra a conceptualizar la
poena forensis, la pena en su acepción jurídica, negando rotundamente la
idea de que debe aplicarse como un medio encaminado a procurar otro

33 Esa primera parte de Metaphysik der Sitten ha sido publicada aparte como Los
principios metafísicos del Derecho.
34 Para Norberto Bobbio, Kant representa la máxima expresión de la ideología de tipo
individualista y liberal al dar una definición formal del derecho; nos plantea una defi-
nición completamente afín a la concepción del fin del derecho como limite a la libertad
individual (Bobbio, 2004, p. 20).
35 Principalmente por su creencia en la existencia de normas racionales universales
válidas para todos los hombres, descubiertas por el recto uso de la razón; por eso diría
Isaiah Berlín que “Libertad es obediencia a ordenes autoimpuestas. Este es el concepto de
libertad moral, según Rousseau y también según Kant” (Berlin, 1997, p. 89).
59

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bien para el culpable o para la sociedad. Para Kant, el hombre no es algo


que pueda ser usado como mero instrumento, sino que debe constituir en
la practicidad un fin en sí mismo36, y por tal motivo recalca tajantemente
que la pena debe ser impuesta solo por el hecho de haber delinquido: la sola
razón de delinquir justifica la aplicación de la misma y el funcionamiento
de la ley penal (Kant, 1943, p. 171).

“No hay más que el derecho del Talión (jus talionis) que pueda dar
determinadamente la cualidad y cantidad de la pena, pero con la condición
bien entendida de ser apreciada por un tribunal” (Kant, 1943, p. 172);
así, el que roba, según el derecho del Talión, se priva de toda propiedad
posible, así como el criminal que asesina se priva del derecho de vivir.
Kant manifiesta en un punto del texto, comentado su inconformidad ante
la posición de Beccaria sobre la injusticia que reviste la pena de muerte.
Según el milanés, al momento de consolidar el contrato social los hombres
no pueden consentir en perder la vida, ya que es un derecho del cual no
se puede disponer, posición que según Kant es un sofisma y un error. Y
esto es así porque no es el pueblo, sino la justicia pública (“otro que el
malhechor”), quien decreta la pena de muerte, y el contrato social no
contiene la promesa de hacerse castigar y por ende, de disponer de su vida;
si así fuera, efectivamente, el culpable sería así su propio juez, porque su
juicio de deber ser privado de la vida sería tomado como una resolución de
voluntad de privarse de su vida, por lo que en una sola persona se reuniría la
ejecución y el juicio del derecho (Kant, 1943, pp. 176 ss.), lo que es absurdo.
Kant y Beccaria, en estas disputas iusfilosóficas, representan la oposición
entre una concepción retributiva (que en Kant es justificante de la pena
de muerte) y una preventiva, respectivamente, porque para el ilustrado
milanés no importa tanto retribuir mediante castigos, sino prevenir por
medio de penas proporcionadas esas conductas dañinas para la sociedad.

Hegel, máximo exponente del idealismo alemán, construyó en su


Filosofía del derecho (1821) una teoría de la pena tomando las categorías
fundamentales de su sistema filosófico complejo, propias de la dialéctica,
36 “Engañar a alguien, esclavizarlo, emplear a otro ser humano como medio para al-
canzar mis propios fines: equivale a decir que los fines del otro ser humano no son tan ra-
cionales y sagrados como los míos; y esto es falso, porque decir de una cosa que es valiosa,
consiste en decir que es un fin, el fin de cualquier ser humano racional. De allí surge esta
doctrina apasionada según la cual yo debo respetar a otro seres humanos, los únicos entes
en el universo a quienes yo debo respeto absoluto porque son los únicos seres que crean
valores, que cumplen con valores (…)”(Berlín, 1997, p. 86).
60

Biblioteca jurídica

cuya sucinta explicación fue arduamente elaborada en la Ciencia de la


Lógica (1816). Para Hegel, todo lo real es racional y, todo lo racional es real,
afirmación cumbre del idealismo, que considera que únicamente lo que es
pensado, es real. La idea es que el sujeto es correlativo y/o dependiente del
objeto (esto es, que uno no puede existir sin el otro), o en otras palabras, que
toda la realidad (“lo que es”) se reduce al hecho de ser pensada. Ahora bien,
la dialéctica hegeliana constituye la ley de nuestro modo de pensar, y por
ende, del universo, porque “pensar es ser”, es decir, la realidad es idéntica al
pensamiento; expresado en términos simples, el método dialéctico consiste
en afirmar una tesis, en oponerle una antítesis, y en reunir tesis y antítesis
en una síntesis: este proceso, siguiendo a un autorizado intérprete, “se
aplica al examen lógico de nuestras operaciones mentales, al proceso de
la naturaleza, y al proceso de la historia” (Korn, 2005, p. 89). Para Hegel,
en suma, todas las cosas son contradictorias en sí mismas: la realidad es
contradictoria consigo misma37.

En la Filosofía del derecho Hegel considera que “la primera violencia


como poder ejercitado por el ser libre y que viola la existencia de la libertad
en su significado concreto, el derecho en cuanto derecho, constituye el
delito” (Hegel, 1968, p. 105); este niega la asunción de una cosa bajo mi
voluntad (lo particular), y lo universal, lo “infinito en el predicado de mío,
la capacidad jurídica”; el delito es violación o negación del derecho. La
vulneración (mal y daño a cualquier género de propiedad) del derecho es
una existencia exterior, y la manifestación de su nulidad es el anulamiento
de la existencia de esa vulneración (Hegel, 1968, pp. 106-107).

Aplicando la dialéctica, Hegel considera que la realidad del derecho se


reconcilia a sí misma con la negación de la vulneración, entendida como
satisfacción civil (resarcimiento, pero en cuanto esto pueda tener lugar).
La vulneración de la voluntad individual del delincuente es la anulación
del delito y el restablecimiento del derecho, y es justa. Pero, ¿y qué papel
juega el castigo?, este es en esencia la superación del delito, vulneración
de la vulneración (Hegel, 1968, p. 109); su negación como existencia, tiene
otra existencia (la pena), y esa superación es, principalmente “venganza
justa” (Hegel, 1968, p. 111), que viene a ser una nueva vulneración. En

37 Hegel además concibió la historia como una estructura dialéctica, de contradicciones


en los enunciados que al enfrentarse producen un movimiento que muestra el avance por
el tiempo y el espacio de una abstracción total: el espíritu, que encarna lo que el hombre
es un momento determinado.
61

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otras palabras, Hegel entiende la pena dialécticamente, como negación


de la negación, esto es, el delito es negación de la existencia de la norma,
pero la pena en su imposición niega la existencia del delito, es anulación
del delito para restablecer el derecho. La retribución, según el panorama
teórico esbozado, es la anulación del delito, una lesión de la lesión (Roxin,
1999, p. 83).

En definitiva, estas teorías absolutas parten de la idea de que la pena es


un mal que recae sobre una persona que a su vez ha cometido un mal desde
el punto de vista jurídico; pero ese mal debe ser, para los retribucionistas,
proporcional, ya que a la intensidad de una lesión a un bien jurídico
protegido por el derecho penal, se responde mediante una lesión en medida
similar sobre un bien jurídico del sujeto (Bustos Ramirez, 1995, p. 91).

Beccaria, Feuerbach, Bentham y Filangieri: los


fines de la pena en los inicios del garantismo
penal
Cesare Beccaria, un ilustrado milanés apático de la agitada vida
intelectual parisina, recogió el pensamiento filosófico de los ilustrados
moderados y radicales del siglo XVIII, para luego, en su obra clásica, deducir
las consecuencias del mismo en materia penal. De los delitos y de las penas
puede considerarse, sin temor a yerros, como el manifiesto oficial de la
filosofía ilustrada del siglo XVIII referente a la naturaleza, fines y principios
del derecho penal liberal moderno.

Un derecho penal mínimo como el propuesto en el libro del italiano


plantea, aparte del fin justificativo de prevención de delitos (máxima utilidad
para los no desviados), la prevención de castigos injustos, arbitrarios,
excesivos o informales (o sea, mínima aflicción para los desviados) mediante
la formulación de las garantías penales y procesales que minimizan la
violencia punitiva, tales como necesidad, ultima ratio, certeza, legalidad,
taxatividad, ofensividad, separación de poderes y comprobación judicial de
un hecho (Ferrajoli, 2013, p. 502).

Consideraba Beccaria que el fin de las penas no era atormentar y afligir


a un ser sensible, porque los gritos de un desdichado nunca arrancarán del
62

Biblioteca jurídica

tiempo las acciones consumadas, y porque la crueldad altera las pasiones


que el cuerpo político desea moderar. Más bien, el fin de la pena es impedir
que el reo ocasione nuevos daños a sus conciudadanos y apartar a los demás
de cometer otros iguales, por lo que deben ser elegidas aquellas penas
proporcionadas que produzcan la impresión más duradera y eficaz sobre
los ánimos de los hombres:

El fin pues, no es otro que impedir que el delincuente cause


nuevos daños a sus conciudadanos, y disuadir a los demás de hacer
lo que él hizo. Por tanto, las penas y el método de infligirlas debe
ser elegido de modo que, guardada la proporción, produzca una
impresión más eficaz y más duradera en los ánimos de los hombres,
y menos atormentadora del cuerpo del reo38.

En el capítulo XIX de su libro, dedicado a la prontitud de la pena,


Beccaria insiste en la necesidad de una pena eficaz para los demás y la
menos dura para el reo, todo bajo el principio infalible de que los hombres
buscan los menores males posibles39. Por otro lado, aplicando la teoría
asociacionista40, considera el autor italiano que la aplicación pronta de la
pena es más útil, porque “cuanto menor es la distancia temporal entre la pena
y el hecho punible, tanto más intensa y perdurable es en el ánimo humano la
asociación de estas dos ideas, delito y pena, de modo que insensiblemente se
considera el primero como causa y la otra como efecto necesario ineludible.
Está demostrado que la unión de las ideas es el cemento del edificio del

38 Beccaria, 2011, p. 151. En similares términos, pero haciendo énfasis en la corrección


del delincuente, Holbach, quien sigue a Beccaria: “en todos los castigos, el legislador debe
tener como fin corregir al culpable e instruir al pueblo mediante el ejemplo del malhechor
al que se castiga” (Holbach, 2012, p. 155).
39 “En general el peso de la pena y la consecuencia de un delito debe ser la más eficaz
para los demás y la menos dura que sea posible para quien la sufre; pues no cabe llamar
legítima a la sociedad en la que no sea principio infalible que los hombres han querido
sujetarse a los menores males posibles” (Beccaria, 2013, 181).
40 Según David Hume, “existe un principio de conexión entre los diferentes pensamien-
tos o ideas de la mente y que, al presentarse a la memoria o a la imaginación, su aparición
sigue cierto método o regularidad”. Este principio de asociación lo descompone en tres:
semejanza, contigüidad en el tiempo o el espacio y causa y efecto, los cuales se encargan
de conectar ideas. Por ejemplo, un retrato conduce naturalmente nuestros pensamientos
hacia el original (semejanza); la mención de un apartamento en un edificio induce natu-
ralmente una investigación o discurso acerca de los otros (contigüidad); si pensamos en
una herida, difícilmente podemos impedirnos reflexionar acerca del dolor que la acom-
paña (causalidad). (Hume, 1992, pp. 33-34).
63

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intelecto humano, sin el cual el placer y el dolor serían elementos aislados y


sin ningún efecto” (Beccaria, 2013, p. 181).

De los delitos y las penas


Recuperado de: http://www.mimolibros.com/ficha.php?referencia=30463

En estos términos Beccaria construye en esencia la teoría de la


prevención general: el fin de la pena (entendida esta como amenaza de un
mal) es intimidar a los individuos que se pudieran inclinar por el delito;
de lo que se trata, según Feuerbach41 (autor que, por lo demás, coincide
con Beccaria sin conocerlo), es de prevenir en forma general los delitos
mediante la coacción psicológica de todos los ciudadanos (Bustos Ramirez,
1995, p. 90).

Para Feuerbach las contravenciones de la ley parten del apetito del


hombre que se ve impulsado a la comisión por el placer en la acción (Jakobs,
1997, p. 26); para evitar las infracciones al derecho se deben neutralizar
los impulsos hacia la acción, y esto se hace “cuando todo ciudadano sabe

41 Paul Johann Anselm v. Feuerbach (1775-1833). Filósofo y jurista alemán, uno de los
fundadores de la ciencia del derecho penal alemán.
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con certeza que a la infracción seguirá un mal mayor que aquel que surge
de la no satisfacción de la necesidad tras una acción” (Jakobs, 1997, p. 26).
Aquí la neutralización se reduce a un mero aspecto cognoscitivo. Y esta
adquisición de conciencia por parte del ciudadano acaece al amenazar una
ley con el mal mayor (la pena), antes del hecho y con una descripción exacta
de la conducta y de la pena. Estos fenómenos suponen implícitamente (para
producir ese conocimiento) la publicidad de las normas y el principio de
legalidad, entendido este último bajo la fórmula nullum crimen, nulla poena
sine lege praevia, scripta, stricta et certa. Ahora bien, esa aprehensión cognitiva
se complementa con la ejecución de la amenaza para acentuar su seriedad,
por eso la coacción psicológica supone la efectividad conjunta de los poderes
ejecutivo y legislativo a la hora de intimidar. Feuerbach opinaba que había
que provocar en la psique del indeciso (aquella alma tentada al delito, pero
confundida con respecto a qué hacer) unas sensaciones de desagrado para
hacer prevalecer los esfuerzos por impedir la comisión de la conducta y así
poder ejercer una coacción psíquica (Roxin, 1999, p. 90).

En las postrimerías del siglo XVIII se presentó un cambio radical en


la forma de concebir el castigo penal. Foucault, como parte de su original
proyecto filosófico42, nos describe en Vigilar y castigar cómo los suplicios
dieron paso a unos juegos de dolor más silenciosos y sutiles para penar,
como el control, el confinamiento, la vigilancia, la medición del tiempo,
el panoptismo: el cuerpo desapareció como blanco mayor de la represión
penal, con todo el espectáculo público de terror que implicaba (Foucault,
2013, pp. 16 y ss.). ¿Cuáles fueron las condiciones que posibilitaron el paso
de las penas corporales a la prisión? ¿Cómo fue que se pasó del patíbulo al
panóptico? En la documentada investigación histórica del filósofo francés,
apareció una nueva tecnología en el manejo del cuerpo, una técnica que
se caracterizó por corregir las almas y no ensañarse con el cuerpo, como
nueva lógica del poder.

Si el objetivo de las penas antes de la ruptura relatada por Foucault


era la retribución máxima y represiva de las conductas antijurídicas, con
42 En La verdad y las formas jurídicas, Foucault expone someramente las tesis que desa-
rrollaría en Vigilar y Castigar. En la primera conferencia postula su tesis básica: existen
dentro de la sociedad relaciones entre el desarrollo de prácticas sociales y dominios de
saber, es decir, hay una relación entre el poder y el saber. Pero en esta breve obra enfoca
el problema hacia las prácticas jurídicas que se desarrollan en base a un saber, y que a la
vez producen saber, discurso.
65

Universidad Manuela Beltrán

las manifestaciones de cambio de los juristas y filósofos la conciencia


de los llamados déspotas ilustrados se fue agitando hasta cierto punto43,
ocasionando con ello una serie de reformas humanitarias en el ámbito de la
legislación penal, aunque Foucault, en el libro citado se muestra escéptico
frente a la filantropía humanitaria, la benignidad y la moderación punitiva,
y prefiere diagnosticar una nueva economía del poder de castigar que
asegurara su mejor distribución en el cuerpo social; una estrategia que
garantizara la mayor eficacia del poder de castigar, para que fuera mucho
más regular, universal y detallado en sus efectos (Foucault, 2013, pp. 93-94).

No obstante esta apreciación, es innegable el influjo histórico de las ideas


de los ilustrados en el pensamiento de algunos de los monarcas europeos:
así, Helvétius y Condorcet creían que el progreso sería una realidad
solamente si un número suficiente de hombres ilustrados con una pasión
desinteresada por mejorar a la humanidad, les enseñan a los reyes el arte
de gobernar (Berlin, 1997, p. 37). Europa se vio conmovida con los lances
de los ilustrados que, haciendo uso público de su razón, fustigaron todo
el arsenal falaz y supersticioso de la religión, las costumbres y el derecho
divino de los reyes para gobernar. Como dice también Franz Von Liszt, “la
filantropía liberal del siglo XVIII, en su manía de dignificar al individuo,
no quiso dejar en peligro de rebajamiento ni aun la parte menos noble de
él. De aquí su protesta contra las penas corporales, en general, y en especial
contra los azotes. Lo insinúo Montesquieu y Beccaria lo declara: hay que
elegir las penas que causen menos daño sobre el cuerpo del culpable” (Von
Liszt, 1914, p. 376).

En esta época turbulenta y llena de transformaciones de orden político


y jurídico, empezaron a percibirse unos cambios en los sistemas penales
y una reelaboración teórica de la ley penal; antes predominaba la tortura
pública y el soberano era la figura central de poder, y así como la ley era la
voluntad del monarca, violar la ley era atacar al monarca personalmente.

43 Leamos al respecto al historiador francés Charles Seignobos: “Voltaire, Rousseau y


Diderot estaban en correspondencia con Catalina de Rusia; Federico II hizo que Voltaire
fuese a vivir con él en Potsdam. Al mismo tiempo los burgueses leían los periódicos apa-
sionándose por las doctrinas contemporáneas y sobre todo por las de Voltaire y Rousseau.
(…) José II de Austria abolió la servidumbre, conforme a los principios de humanidad de
los filósofos; abolió la tortura y la pena de muerte”. “La princesa Catalina II de Rusia
era muy instruida, sostenía correspondencia con los filósofos, admiraba a Montesquieu y
declaró abolidas la tortura y la pena de muerte” (Seignobos, 1933, pp. 67 y ss.).
66

Biblioteca jurídica

Con la teoría del contrato social, el delito dejó de ser visto con base en
este esquema para concebirse como una violación al pacto social. Los
reformadores del siglo XVIII tenían una inclinación taxonómica porque
abogaban por un sistema de definición inteligible y clara de los delitos y
de las penas correspondientes. Sin embargo, Foucault entendía que el
humanitarismo de la ilustración y sus ideales de emancipación humana
escondían otro proyecto totalmente distinto: la ilustración definió nuevas
tecnologías morales que conducirían a un grado de control social mucho
mayor, y la idea humanitaria del castigo menor en realidad suponía una
voluntad de castigar mejor, pero con considerables atenuaciones y mayor
refinamiento.

Cesare Beccaria
Fuente: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/b/beccaria.htm

Para Foucault, fueron Beccaria, Brissot y Bentham los que comenzaron


a modelar un nuevo sistema teórico de la ley penal fundamentado en tres
enunciados íntimamente relacionados y concurrentes:1) el crimen es la
ruptura con la ley civil (no con la ley religiosa o moral), por lo que solo
pueden sufrir penalidades las conductas efectivamente definidas como
reprimibles por la ley; 2) la ley debe definir como reprimible lo que es
nocivo para la sociedad, determinando negativamente lo útil; y 3) el crimen
es un daño social, una perturbación, una ruptura con el pacto social. Bajo
estos supuestos, es claro que la ley penal no puede prescribir una venganza,
sino que debe permitir solo la reparación de la perturbación causada a la
67

Universidad Manuela Beltrán

sociedad: “La ley penal debe reparar el mal o impedir que se cometan males
semejantes contra el cuerpo social” (Foucault, 2001, p. 94).

Nos parece acertada la afirmación de Bustos Ramírez, según la cual “la


teoría de la prevención general marca el esfuerzo de los pensadores de su
época por pasar de una concepción del Estado absoluto a una del Estado
de derecho” (Bustos Ramirez, 1995, p. 91), ya que es importante tener en
cuenta que el discurso de los fines de la pena ha permanecido sujeto a
grandes cambios ideológicos, dependientes siempre del tipo de Estado en
que históricamente nos ubiquemos.

Aparte de Beccaria, es preciso indicar la influencia del napolitano


Gaetano Filangieri (1752-1788), ideólogo de la ilustración tardía y uno de
los primeros autores de teoría del delito y de la pena44, de quien no puede
decirse continuador y discípulo de Beccaria, a pesar de la relativa cercanía
cronológica de sus obras y de la coincidencia ideológica en algunos puntos
clave (v.g., el pacto social como fundamento del derecho de castigar,
el principio de legalidad de los delitos y de las penas), máxime cuando
Filangieri defendió la pena de muerte. En su monumental obra Ciencia de
la legislación, el jurista italiano consideró que la finalidad de las penas era
impedir que el delincuente causara otros daños a la sociedad, y apartar a
los demás hombres de imitar su ejemplo con la impresión del miedo que
debe hacer en sus espíritus la pena que aquel sufre45. Esta obra, polémica
44 “Entre los aportes más relevantes de teorización presentes en la Ciencia de la legisla-
ción, se encuentran, entre otros muchos, el principio de legalidad en materia penal, el con-
cepto de delito, la diferencia entre actos ideativos y ejecutivos, el concepto de tentativa,
las diferencias entre dolo y culpa y sus distintos grados, algunas ideas sobre causales de
impunidad o eximentes de responsabilidad y un extenso discurso sobre el procedimiento
penal y su importancia en la concreción de la ideología ilustrada” (Fonseca Alvarado,
2012, p. 71).
45 “Quando la ley impone estas penas, no lo hace para vengarse de la injuria, pues la
venganza es una pasión, y la ley está libre de ellas; ni para la expiación del delito, pues no
conociendo ni la ira, ni el odio, ni la indignación, no necesita ser aplacada: no tiene delan-
te de sus ojos sino el bien de la sociedad, y el interés de los particulares. Quiere solamente
impedir que el delincuente continúe haciendo injurias á la sociedad, y ápartar á los otros
por el miedo del castigo que imiten su ejemplo. Este es el fin de las penas, y el legislador
no debe servirse en la determinación de ellas sino de aquella severidad que sea suficiente
para conservar y defender la seguridad pública, y reprimir y contener á los malvados”
(Filangieri, 1822, p. VII). En el mismo texto expresó el autor: “El objeto, pues, de las leyes
en el castigo de los delitos no puede ser sino impedir que el delincuente cause otros daños
á la sociedad, y apartar á los demás de imitar su egemplo con la impresión que debe hacer
68

Biblioteca jurídica

y propositiva, entró al escenario abierto por Beccaria, pero sobrepasando


las razones filosóficas, morales y humanitarias que dieron brillo al libro
del autor milanés; en ella, Filangieri construye el primer sistema moderno
de derecho penal, tratando con más detalle los procedimientos judiciales
que deberían implantarse en la administración de justicia, haciendo uso
de una metodología histórica en la que las fuentes citadas respaldan sus
argumentos, y le permiten polemizar con las ideas de los autores ilustrados
de la época (Escobar Villegas, 2011, p. 90).

Ciencia de la legislación
Recuperado de : https://www.todocoleccion.net/libros-antiguos-derecho-economia/
ciencia-legislacion-obra-escrita-italiano-por-caballero-cayetano-filangieri-ma-
drid-18~x44797250

Sobresale en la famosa Scienza della legislazione una crítica a la perspectiva


ingenua del contrato social, en la que se daba por cierto el tránsito a un
estado civil por decisión propia del hombre; una discusión con los antiguos
y modernos (Montesquieu, Raynal, Helvétius, Holbach, Locke, Hobbes,
Hume, Beccaria, Vico, Verri, Muratori, Genovesi) en conjunto con una
crítica a las dinámicas políticas de los Estados de la época; una insistencia
en la felicidad pública como fin último de la legislación; y una concepción
de la ciencia de la legislación ordenada, universal y necesaria, sustentada en

en sus espíritus la pena que aquél sufre” (Filangieri, 1822, p. 15).


69

Universidad Manuela Beltrán

principios universales de moral, contenidos en el derecho natural que actúa


como “manantial” de la “razón universal” (Escobar, 2011, pp. 59-61).

Es imposible omitir en este punto la mención de Jeremy Bentham


(1748-1832), cuyo Tratado de la legislación civil y penal (1802) en la traducción
española de Ramón Salas, publicada en 1823, permitió por vez primera la
difusión hispanoparlante de las teorías utilitaristas del filósofo inglés46, que
indebidamente se han descuidado como parte fundamental de la historia
del derecho penal nacional, ante una excesiva atención en el pensamiento
de Beccaria. Esta obra constituye un gran sistema de reglas y principios
con vocación de universalidad, que parte del principio de utilidad como
único criterio de validez de las normas jurídicas en todas las materias; así
las cosas, el fin de la legislación es la felicidad pública, entendida ésta como
la sumatoria de la felicidad de la mayor cantidad de individuos (Fonseca
Alvarado, 2012, pp. 77-78).

En relación con la pena, para Bentham:

Remedios penales, o simplemente penas, son los medios que


tienen por objeto impedir que el mal ya hecho se repita ó por el
mismo delincuente ó por otro cualquiera. Esto puede conseguirse de
dos maneras, ó quitando la voluntad, ó quitando el poder de dañar: la
voluntad se quita por el temor y la corrección; y el poder por algún
acto físico que solo puede ejercerse con el delincuente mismo. Para
que la pena sea eficaz, es menester que el mal que ella produzca sea
mayor que el provecho que se busca con el delito (Bentham, 1839, p.
20).

46 En relación con la gran difusión que tuvo el pensamiento de Bentham en el pensa-


miento neogranadino, comenta Almonacid: “En su propósito de implementar un nuevo
sistema legal, los liberales neogranadinos se valieron de la escuela de pensamiento del
jurista inglés Jeremías Bentham, cuyo objetivo fundamental fue el de la reforma del sis-
tema legal del ‘antiguo régimen’ en una dirección liberal; escuela que ejerció una notable
influencia en las reformas liberales de la legislación inglesa y se extendió a Sudamérica
en donde, hacia 1830, el volumen de ventas de su Tratado de Legislación Civil y Penal,
publicado en 1802 y traducido del francés al español por el profesor de la Universidad de
Salamanca Ramón Salas, era del orden de cuarenta mil ejemplares que propagaban una
doctrina que al proponer un nuevo patrón en las ideas éticas y en la concepción metafísica
aparecía como antítesis de la tradición hispánica en cuanto a teoría del derecho” (ALMO-
Nacid, 2014, p. 29).
70

Biblioteca jurídica

Puede dilucidarse en este par de líneas que Bentham promovía una


finalidad ejemplarizante de la pena, acorde con la teoría de la prevención
general negativa. En concordancia con la idea de Feuerbach de la
coacción psicológica, al parecer para Bentham la pena solamente es útil
cuando infunde en los potenciales delincuentes un temor idóneo para
desincentivarlos de la realización de los delitos. Pero es preciso aclarar que
el autor en comento tiene en cuenta algunos fines de corrección y ortopedia,
de naturaleza terapéutico-social, por lo que se acerca a la formulación de
un fin de prevención especial y correcional (Fonseca Alvarado, 2012, p. 93).

Antes de concluir este apartado, es menester aclarar una cuestión


crucial: si bien la tesis de la prevención general negativa había tenido su
formulación en la antigüedad y era conocida por los juristas del Medioevo,
en el pensamiento ilustrado este planteamiento se reinterpreta con base
en los principios de legalidad y de proporcionalidad: es decir, el fin de
prevención general es viable para los ilustrados pero teniendo en cuenta
una definición pública, escrita, clara y expresa de las conductas prohibidas
con su respectiva pena para castigar las acciones típicas que se cometieran
71

Universidad Manuela Beltrán

a futuro, y una aplicación proporcionada de la pena atendiendo la


gravedad de la infracción. Mientras que la prevención general del sistema
del Antiguo Régimen residía en infundir públicamente terror por medio
de la tortura, el movimiento ilustrado propondrá un efecto disuasivo
equilibrado, conforme a los principios de legalidad, lesividad, igualdad y,
principalmente, proporcionalidad: esta idea es común en autores como
Beccaria47, Filangieri48 y Bentham49.

La incorporación de los discursos sobre los


fines de la pena en Colombia: 1811-1837
Hemos de indicar que la implementación de una nueva ideología legal
novedosa en las antiguas colonias americanas sometidas al imperio español,
sustentada en la ilustración europea, tuvo que afrontar la herencia jurídica
de los conquistadores incorporada desde el siglo XVI. En 1596 se formó la
primera recopilación de las leyes de Indias, que para el siglo XVII contaba con
9 libros.
47 Beccaria retoma la idea de Helvétius sobre el placer y el dolor como motores de los
seres sensibles, como premisa de su razonamiento: si el legislador dispuso como motivos
para impulsar a los hombres el premio y la pena, de su inexacta distribución puede surgir
la contradicción de que los delitos surjan de las mismas penas, al ser estas iguales en todos
los casos y no lograr su efecto disuasorio. Como en todo delito se encuentra presente la
inclinación natural a una utilidad (o ventaja), hay que asociar al mismo un obstáculo (una
pena); sin embargo, si para dos acciones que ofenden de manera desigual a la sociedad se
prevé la misma pena, el delincuente no tendrá reparo en cometer el delito mayor si este le
reporta mayor ventaja, por lo que para disuadir efectivamente mediante la ley se requiere
una escala de penas que depende precisamente de la gravedad del hecho. (Beccaria, 2013,
p.131).
48 Explicando el fin preventivo de la pena, agrega finalmente Filangieri que “si este fin
puede conseguirse con penas moderadas, no deben las leyes valerse de las más severas. Así
que, deberán preferirse aquellas penas que, guardada siempre la conveniente proporción
con el menor tormento del reo, produzcan el mayor horror á los delitos, y el mayor terror
en aquéllos que podrían ser tentados é inclinados á cometerlos. Por lo qual el legislador,
en la determinación de las penas para las diferentes especies de delitos, solamente debe
servirse de aquel grado de severidad que es necesario para reprimir la inclinación viciosa
que los produce” (Filangieri, 1822, pp. 15-16 ).
49 “Las mismas penas por los mismos delitos. Este proverbio que tanto proclaman los
entendimientos superficiales, encierra la desigualdad más monstruosa bajo cierta apa-
riencia de igualdad y de justicia. Cuando un hombre muy rico y otro de mediana fortuna
son condenados a la misma multa, el primero queda tal vez riendo y triunfando, y el
segundo pierde quizá los medios de su existencia: la igualdad de la multa no es más que
irrisoria, puesto que no produce en ambos el mismo mal” (Bentham, 1822).
72

Biblioteca jurídica

Sin duda, siguiendo a Jaramillo Uribe, a partir de 1750 se verificó


en la cultura neogranadina una transformación con el surgimiento de la
ciencia moderna, en la medida en que los criollos cultos comenzaron a leer
subrepticiamente a los pensadores enciclopedistas, siendo este un espíritu
de renovación alentado por los mismos virreyes de la España borbónica de
la segunda mitad del siglo XVIII (Jaramillo Uribe, 1994, p. 110). Filangieri,
Buffon, Montesquieu, Jovellanos y Feijoo, entre otros, son leídos en Santa
Fe. Como interesante dato histórico, en la capital del Nuevo Reino de
Granada existían grandes bibliotecas al servicio de los religiosos, las de los
virreyes que importaban libros sin la vigilancia de la inquisición colonial,
y las privadas de criollos ilustrados como Camilo Torres, José Antonio
Ricaurte, Joaquín Camacho, Frutos Joaquín Gutiérrez, Ignacio de Herrera,
José Celestino Mutis y Antonio Nariño. Este prócer de la independencia
admirador de Rousseau, era un bibliófilo, bibliómano, editor y librero,
en cuya biblioteca, aparte de las ciencias naturales (física y botánica),
descollaban autores como Voltaire, Diderot, Montesquieu, Raynal,
Robertson y Pascal; de hecho, setenta y ocho libros de Nariño figuraban en
el índice de libros prohibidos de la inquisición, que muchas veces adquiría
en Cartagena legalmente, o de contrabando, en su rol de exportador de
mercancías e importador de libros50.

El afrancesamiento de la cultura, el culto a la observación y a la


experiencia derivados del triunfo de la física newtoniana y el rechazo de
los argumentos de autoridad y del pensar escolástico, marcaron la pauta en
el ambiente intelectual criollo de la época. Este ambiente es resumido por
Jaramillo Uribe en los siguientes términos:

La generación neogranadina formada en el ambiente de la España


ilustrada de fines del siglo XVIII, no podría evadir la tendencia que se había
presentado en el espíritu occidental, tendencia que produjo en Francia,
sobre todo, la crisis de la conciencia religiosa y moral en que ha venido
debatiéndose la sociedad moderna de Occidente desde mediados del siglo
XVIII. De aplicar la experiencia y la razón en el estudio de la naturaleza,
se dio el paso inevitable de aplicarlas también a las verdades de la vida
religiosa y moral y a todas las verdades. Ya no hubo territorios vedados a
la razón y a la experiencia. En la misma forma que pudo construirse una

50 Nariño: el triunfo de las ideas, bicentenario de Cundinamarca 1813-2013. Bogotá:


Revista Semana: 2013, pp. 44-45.
73

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ciencia basada en estos dos métodos, también se construirían una religión


conforme a la razón y una moral basada en la experiencia y la observación
(Jaramillo Uribe, 1994, p. 117).

No obstante, hay que matizar un poco esta tesis, toda vez que los
ilustrados neogranadinos, conocedores de Rousseau, de Voltaire, de Raynal,
de Maupertuis y de Buffon, entre otros, aunque muchas veces solo fuese
por vías indirectas y no por el contacto directo con las fuentes originales,
no estuvieron dispuestos a emprender la radical aventura del pensamiento
ilustrado francés, prescindiendo de sus creencias religiosas en pos de
convicciones radicales relacionadas con temas como el materialismo, el
deísmo volteriano, el ateísmo y la religión natural (Jaramillo Uribe, 1994,
p. 78).

El respeto estricto a la ley, entendido también como realización de la


libertad, era no solo un fin, sino también el medio para hacer realidad la
República, por lo que el pensamiento legalista de los fundadores (Bolívar
y Santander) estaba encaminado a la búsqueda de la estabilidad de las
instituciones políticas y de la sociedad; sin embargo, el discurso bolivariano
era iusnaturalista, mas afín a los contenidos morales de la legislación,
mientras que el discurso santanderista era más formal y utilitarista (Peñas
Felizzola, 2006, pp. 64-70). Al final, la derrota política y muerte prematura
de Bolívar significó el derrumbe del tradicionalismo, el comienzo de la
hegemonía legalista-liberal en la construcción del Estado y el triunfo de las
ideas utilitaristas: José Ignacio de Márquez, al final, logró “una particular
“hibridación” de ideas napoleónicas y benthamistas, que se hicieron visibles
en un producto cultural concreto, materializado en la obra legislativa más
sistemática, duradera y representativa del pensamiento jurídico del siglo
XIX: El Código Penal de 1837” (Peñas, 2006, pp. 70-71).

Jeremy Bentham es considerado el fundador del utilitarismo, aunque,


en estricto rigor, creemos que el primer gran fundador del pensamiento
utilitarista en la ilustración de la segunda mitad del siglo XVIII, fue Claude-
Adrien Helvétius, principal inspirador ideológico de Cesare Beccaria acerca
del principio de la máxima felicidad dividida entre el mayor número51. No

51 El planteamiento de la feliz confluencia, en el que se tiene por sentado que “la feli-
cidad o infelicidad públicas dependen únicamente de la conformidad u oposición entre el
interés de los individuos y el interés general” (Helvetius, 2012, p. 96), es el principio más
74

Biblioteca jurídica

obstante este antecedente (que inclusive se puede retrotraer aún más, a


Francis Hutcheson), fue Bentham el autor más influyente en la confección
de la mentalidad jurídica de la naciente República. En sus obras Tratado
de legislación civil y penal (1802) y Principios de moral y legislación (1789), el
filósofo inglés elaboró todas las nociones técnicas del derecho moderno
(v.g., delito, pena, obligaciones, contratos, etc.) y desarrolló el método
para organizar los cuerpos de las leyes según su materia, dando la más
completa explicación sobre los principios generales en que debe fundarse
la legislación y sus fines: así, en virtud del principio de utilidad, las leyes
estaban llamadas a producir el mayor placer como fuera posible, ya que este
debía ser el fin de toda acción humana (Peñas, 2006, p. 74).

D e s d e e s t a perspectiva, Bentham concebía un criterio de


fundamentación del derecho basado en el utilitarismo pero, exclusivamente
legalista y laico, que en ocasiones generó enfrentamientos con los sectores
tradicionalistas neogranadinos; aun así, el valor de las doctrinas del inglés
para las élites neogranadinas residía en que proporcionaba una visión alterna
a la juridicidad colonial que había que desechar, y porque eran idóneas para
conducirse en el capitalismo emergente52. Los liberales neogranadinos,
en su aspiración de reorganizar la sociedad según las necesidades de un
Estado moderno sujeto a los principios de economía, simplicidad y eficacia,
montado sobre una legislación racional unitaria, armónica e inteligible
que reemplazara a la acostumbrada casuística, buscaron como fuente de
inspiración a Bentham; no obstante, fue inevitable el choque ideológico
con algunos espíritus tradicionalistas afines a la típica figura del cristiano

reiterado en el texto de Helvétius, base del utilitarismo que será decisivo en el famoso li-
bro de Beccaria. De ahí que, en la introducción a Dei Delitti se afirma que esa coincidencia
de intereses debe obedecer al criterio de la massima felicità divisa nel maggior numero; aquí
Beccaria invoca la conveniencia de contar con un legislador que sea un desapasionado
examinador de la naturaleza humana, capaz de concentrar en un solo punto las acciones
de una multitud de hombres, y de considerarlas desde la perspectiva de la máxima felici-
dad dividida entre el mayor número (Beccaria, 2013, p. 107).
52 (Peñas Felizzola, 2006, pp. 75-76). Según Jaramillo Uribe, “Bentham brindaba un
codigo ético de virtudes burguesas, tambien racionales, que se acomodaba muy bien a los
impulsos e intereses de una clase formada por abogados, comerciantes y hombres de ciu-
dad. Orden, sobriedad, parsimonia, sencillez, religiosidad invididual, espiritu civico y un
concepto del bienestar y del placer mantenido dentro de términos mundanos discretos,
constituyeron rasgos suyos que, unidos a las necesidades y tendencias de la epoca, le ase-
guraron el favor de gran parte de las clases dirigentes neogranadinas duarnte los cuatro
lustros siguientes a la independencia” (Jaramillo Uribe, 2001, p. 123).
75

Universidad Manuela Beltrán

español, quienes miraron con desdén (por inmorales, e incluso por débiles
desde el punto de vista lógico) los elementos hedonistas y sensualistas de
la filosofía del autor inglés ( Jaramillo,1982, pp. 139-142).

A partir de 1810, con el grito de independencia, aparece la necesidad de


positivizar la ideología ilustrada; por lo demás, esa tendencia a la codificación,
que supuso un entusiasmo por la ley y la necesidad de armonizar los ideales
ilustrados con la legislación colonial disponible, se vio cristalizado en las
sucesivas constituciones que fueron promulgadas en el periodo de debate
entre centralistas y federalistas, como las de Cundinamarca, Antioquia
y Tunja. Después de la lucha armada en procura de la independencia, se
expidieron las constituciones de Angostura de 1819, y de Cúcuta de 1821,
las cuales en esencia siguieron una orientación específica de incorporación
de una principialística penal inspirada en el pensamiento ilustrado (v.g.,
legalidad, presunción de inocencia, libertad, debido proceso y juez natural),
manteniendo las normas coloniales con miras a garantizar la seguridad
pública (Fonseca Alvarado, 2012, pp. 98-101). En efecto, la Constitución de
Cúcuta de 1821 le dio validez a las Leyes de Indias, pragmáticas y cédulas
originarias de la Corona; la ley de 13 de mayo de 1825 dispuso que rigieran,
a falta de normas republicanas, las ordenanzas reales, las recopilaciones
y las Siete Partidas. La ley de 17 de septiembre de 1821 abolió de forma
definitiva el Tribunal de la Inquisición (Velásquez, 2017, p. 262).

El Primer Proyecto de Código Penal para Colombia, muy influenciado


por el proyecto hispano de 1821, fue elaborado por Vicente Azuero Plata,
magistrado de la Alta Corte y familiarizado de las nuevas corrientes
europeas en materia penal (Galvez, 2013, p. 198); fue publicado y presentado
al Congreso en 1823, pero por las difíciles circunstancias políticas de la
época no fue convertido en ley.

Después de un proceso en el que el jurista José Ignacio de Márquez,


como miembro del Consejo de Estado, redactó el proyecto de Código Penal
para la Nueva Granada, que fuera debatido en ese cuerpo consultivo, enviado
al Congreso y adoptado por este en 1836, y habiendo el mismo Santander
formulado algunas objeciones, en su mayoría de naturaleza formal, el 27 de
junio de 1837, fue sancionado el primer Código Penal Colombiano (Peñas,
2006, pp. 102-107). En ciertos aspectos, esta primera codificación sacrificó
la integridad del discurso ilustrado con miras a incorporar fórmulas legales
76

Biblioteca jurídica

confortables para el naciente Estado, que fueran más que todo eficientes y
facilitaran el control social. En todo caso, en los artículos primero, tercero y
cuarto de esta normatividad, se adoptó el principio de legalidad al concebir
al delito como una transgresión legal, es decir, como un ente de naturaleza
jurídica secular (Fonseca Alvarado, 2012, p. 103). Sin duda, esta tesis fue el
estandarte de batalla más importante de Beccaria y de todo el movimiento
ilustrado europeo, en su lucha literaria contra el derecho penal del Antiguo
Régimen.

Es importante indicar que el Código de 1837 estuvo influenciado


por los códigos vigentes de España (1822) y Francia (1810). El primero de
ellos “reflejaba sobre nosotros las costumbres de la madre patria, de cuya
influencia era difícil separarnos; y el segundo, sin duda alguna porque
habíamos asimilado en gran parte las teorías filosóficas y jurídicas que
el pueblo francés tenía entonces en boga. El código de 1837, hay que
reconocerlo, es el mejor que hasta el presente hayamos tenido en el país,
porque en él rige una rigurosa técnica y gran concordancia y armonía entre
las disposiciones que contienen las nociones esenciales y las que se refieren
a la reglamentación de los delitos” (Gaitán, 1964, p. 32).

En relación con la pena, en el Código Penal de 1837 se preveían dos


tipos: las penas corporales (pena de muerte, trabajos forzados, presidio,
prisión, expulsión del territorio, vergüenza pública, destierro a un lugar
determinado, confinamiento a un distrito parroquial, cantón o provincia),
del más puro estilo utilitarista y que pretendían provocar terror en los
espectadores y sacar alguna utilidad del trabajo de los reos; y penas las
no corporales (declaración de infamia, privación de derechos políticos o
civiles, inhabilitación para el ejercicio de empleo, profesión o cargo público,
sujeción a vigilancia, apercibimiento judicial, arresto, multa, obligación
de dar fianza de buena conducta). Así mismo, la estructura del Código
supuso la clasificación de un número prolijo de delitos atendiendo a los
intereses afectados por los mismos, en armonía con las técnicas legislativas
propuestas por Bentham y Filangieri (Peñas, 2006, p. 191).

De la lectura del texto legal, y acorde con la evidente influencia ideológica


de Jeremy Bentham a principios del siglo XIX en los círculos intelectuales,
políticos y jurídicos de la nueva nación independiente, se puede concluir
que los redactores del Código Penal de 1837 se nutrieron del pensamiento
77

Universidad Manuela Beltrán

utilitarista de Bentham para formular su concepción de la pena: ésta debía


lograr la retribución del daño causado por el delincuente a la víctima y a
la sociedad, imponer el terror y disuadir a quienes estuvieran tentados a
cometer similares delitos (Peñas, 2006, p. 185). El texto normativo incorpora
normas de carácter ejecutivo cuya extrema minuciosidad dejan en evidencia
no solo la función ejemplarizante de la pena (v.g., artículos 34, 35 y 36,
que mencionan todo el rito que involucra: plaza pública, cadalso o tablado
sencillo pintado de negro, banquillo, túnica y gorro negro, manos atadas
por delante, pregón, plegarias, etc.), sino además la adopción escrupulosa
de la propuesta de Bentham en la materia, quien pregonaba la necesidad
de implantar una simbología ejemplarizante en el lapso de ejecución de la
sanción penal: una especie de pompa lúgubre que se imprima tenazmente
en la imaginación, para presentar a los malvados la idea de peligro, y a los
hombres de bien la de seguridad (Fonseca Alvarado, 2012, p. 121).

El Código de 1837 incorporaba la función de prevención general


negativa según la teoría de Bentham (y del pensamiento ilustrado en
general), además de la intención de producir en el reo un “escarmiento”
para desalentarlo de la comisión de nuevos delitos (el cual, lógicamente, no
se verificaba con la pena de muerte). Estas finalidades estaban presentes en
el catálogo punitivo, de tal forma que en este nuevo modelo penológico la
ejemplarización se modera, sustituyéndose la expiación por el escarmiento.
Las penas de este código, de igual manera, se caracterizan por su coherencia
con el bien tutelado por la ley y por su racionalidad, en tanto que cada
una de ellas responde a obtener la retribución del daño causado por el
delincuente, disminuyendo en él el mismo derecho que lesionó a la víctima,
y a propiciar el escarnio público de tal forma que constituyera, a la vez, un
castigo individualizado y ejemplarizante para los que pudieran cometer el
mismo delito (Peñas, 2006, p. 199).

La influencia de Bentham en cuanto a la instauración del legalismo y de


la pena de prisión en la nueva República, sugirió la aparición local de lo que,
en el contexto europeo, denominó Foucault la “sociedad disciplinaria”53, la
53 “Las definiciones de delito, delincuente y penas del Código Penal colombiano de
1837, en lo que toman del Código Penal francés, específicamente: a) el legalismo (el delito
se define como una violación de la ley civil), b) la idea de que el delincuente es un sujeto
‘normal’, dotado de voluntad y razón (al individuo ‘desviado’ se le exime de responsabi-
lidad penal), c) la insistencia en las penas de prisión y, d) la regulación de la reincidencia,
revelan una etapa de transición hacia lo que Foucault denominó sociedad disciplinaria,
78

Biblioteca jurídica

cual ha sido descrita como una sociedad de vigilancia que, como modelo
de control social, terminó por imponerse reduciendo significativamente la
influencia de otros discursos filosóficos sobre la pena, como los propiciados
por las figuras más importantes de la filosofía alemana (Kant y Hegel). En
este orden de ideas, según Foucault:

Se trata de una forma de poder, un tipo de sociedad que yo llamo


sociedad disciplinaria por oposición a las sociedades estrictamente
penales que conocíamos anteriormente. Es la edad del control
social. Entre los teóricos que he citado hay uno que de algún modo
previó y presentó un esquema de esta sociedad de vigilancia, de gran
ortopedia social, me refiero a Jeremías Bentham. Pido disculpas a
los historiadores de la filosofía por esta afirmación pero creo que
Bentham es más importante, para nuestras sociedades, que Kant o
Hegel. Nuestras sociedades deberían rendirle un homenaje, pues
fue él quien programó, definió y describió de manera precisa las
formas de poder en que vivimos, presentándolas en un maravilloso
y célebre modelo de esta sociedad de ortopedia generalizada que es
el famoso panóptico, forma arquitectónica que permite un tipo de
poder del espíritu sobre el espíritu, una especie de institución que
vale tanto para las escuelas como para los hospitales, las prisiones,
los reformatorios, los hospicios o las fabricas” (Foucault, 2001, p. 98).

Según estudios recientes, Gaetano Filangieri ejerció notable influencia


en la conformación del pensamiento ilustrado de la vanguardia intelectual
que, después de la independencia militar, forjó el nuevo orden jurídico
republicano poscolonial. Lectores del napolitano fueron José Duque Gómez
y Florentino González (1805-1874), ambos catedráticos de legislación
penal (el primero en el Colegio del Rosario, el segundo en el Colegio de
San Bartolomé) y miembros de las cámaras legislativas que discutieron y
sancionaron el primer Código Penal de Nueva Granada en 1837. Duque
fue reprendido por haber convertido La ciencia de la legislación en el texto
guía de sus cursos de legislación universal; González recordaba los cursos
de derecho constitucional, civil y penal que presidía José Ignacio Márquez,
quien usaba como textos guía, entre otros, La ciencia de la legislación (Escobar,
2011, pp. 61 y 62).

basada en la ‘ortopedia social’ panoptista. Las definiciones de delito, delincuente y penas


en la codificación de 1837 son, como se intentó demostrar antes, muy acordes con las
ideas de Bentham, a quien Foucault atribuyó más influencia en la sociedad contemporá-
nea que la que pudieron tener Kant o Hegel” (Peñas Felizzola, 2006, p. 206).
79

Universidad Manuela Beltrán

El abogado Vicente Azuero, quien intervino en la creación del plan de


estudios de 1826 y detentó las cátedras de legislación universal, civil y penal
en la Universidad Central de Bogotá, publicó un folleto en 1826 contra “las
criminales difamaciones de un eclesiástico faccioso y rebelde a las leyes de
la República” (refiriéndose al presbítero Francisco Margallo), evocando
la grandeza de Filangieri en comparación con algunas obras preciosas,
pero menos perfectas, de otros autores ilustrados54. José Félix de Restrepo
como constituyente en 1821, invocó a Gaetano Filangieri para defender su
proyecto de libertad de los esclavos; Juan del Corral (1778-1814) recordaba
ante la Cámara de Representantes de la República de Antioquia las ideas
de Filangieri, en cuanto al principio último que explica la dinámica de los
diversos gobiernos. En 1827, José Manuel Restrepo discutió las ideas de
Filangieri sobre la función de los ejércitos, cuando defendía la pertinencia
de un fuerte ejército en el seno del nuevo Estado granadino (Escobar
Villegas, 2011, pp. 56 y 63).

El proceso de codificación penal de la república recién nacida, fue


producto de un proceso más o menos complejo de circulación de textos, de
autores, de prácticas pedagógicas, de planes de estudio y de instituciones,
tal como lo han demostrado con rigurosidad documental Maya Salazar y
Escobar Villegas: documentos oficiales del gobierno55, expertos juristas56,
actas de debates al proyecto de 183757, archivos judiciales, planes de estudio,
obras de los filósofos y teóricos de las leyes criminales y artículos de prensa

54 Escobar Villegas, 2011, pp. 99-100 y 118-119. La influencia de Filangieri durante el


siglo XIX también fue considerable: Medardo Rivas (1825-1901), escritor, catedrático y
hombre de estado, criticó el Código Penal de 1837 con base en las ideas del napolitano.
55 Por ejemplo, el decreto del 5 de enero de 1822, en el que aseguraba que era necesario
presentar al congreso proyectos modernos para la creación de los códigos civil y criminal,
por lo que era relevante la creación de una comisión de letrados para tal fin basados en
los códigos más célebres de Europa, la legislación español y las bases sobre las que se ha
organizado el sistema de gobierno colombiano (Escobar Villegas, 2011, p. 111).
56 José Manuel Restrepo (1781-1863), José Félix de Restrepo (1760-1832), Diego Fer-
nando Gómez (1786-1854), Jerónimo Torres (1771-1839) y Tomás Tenorio (1758-1827),
quienes conformaron una comisión que redactó un proyecto de código penal publicado
en 1823 en Bogotá, (Escobar Villegas, 2011, p. 112).
57 Entre los legisladores, laicos y religiosos (José María Gómez, Arzobispo de Antio-
quia), se pueden emocionar a Valentín Froes, Eusebio María Canabal y Antonio Malo; sus
intervenciones en cuanto a las declaraciones de los testigos nos remiten a las reflexiones
del napolitano Gaetano Filangieri acerca de la libertad de acusación (Escobar Villegas,
2011, p. 113).
80

Biblioteca jurídica

sobre el código recién sancionado58, son buen ejemplo de dicho fenómeno.


Desde esta perspectiva, el proceso de institucionalización de la ilustración en
materia penal en Colombia no puede ser abordado de forma tan simplificada,
haciendo alusión a la recepción de las ideas francesas y del famoso opúsculo
de Beccaria: por el contrario, existen evidencias documentales históricas
suficientes para sostener que se vivió en el ambiente cultural, jurídico,
político e intelectual neogranadino de principios del siglo XIX e incluso un
poco antes, todo un fenómeno de “mundialización de las ideas ilustradas” en
el cual se leyeron, debatieron y apropiaron creativamente, en medio de un
extraordinario intercambio cultural intercontinental, tesis de la ilustración
francesa, inglesa, española e italiana (básicamente el grupo de Milán, pero
principalmente el napolitano, con Filangieri, Genovesi, Muratori y Galiani
a la cabeza59), siendo esta última de gran influencia en la conformación de
la ideología penal del orden institucional republicano.

Retribución y prevención general en el Código


Penal (ley 599 de 2000)
El actual Código Penal colombiano, en su artículo 4°. establece que
la pena cumplirá funciones de prevención general, retribución justa,
prevención especial, reinserción social y protección al condenado. Se puede
decir, por lo tanto, que la legislación penal no se encasilla absolutamente
en una de las teorías que la historia del derecho penal desde siglos atrás
ha venido construyendo, sino que adopta una concepción mixta. Estas
teorías mixtas o unificadoras consideran que la retribución, la prevención

58 Escobar Villegas y Maya Salazar se refieren al hallazgo de un documento euroame-


ricano de 1838 publicado en 14 entregas semanales, titulado “Observaciones sobre el có-
digo penal” y firmado con el nombre de “Un Granadino”; se trataba de un autor formado
académicamente en la lectura de una amplia gama de filósofos y teóricos acerca de las
leyes criminales, y que produce ideas para crear un nuevo ordenamiento jurídico, de la
mano de una moderna gramática jurídica (Escobar Villegas, 2011, pp. 94-95).
59 Escobar y Maya citan un Catálogo sistemático de la biblioteca del Colegio de Mi-
siones y Universidad del Cauca, siglos XV-XVIII, editado en Popayán, donde aparecen los
textos básicos de la ilustración napolitana. “En los territorios coloniales, más propiamente
en el Nuevo Reino de Granada, en la ciudad de Popayán, la biblioteca de Misiones de
Nuestra Señora de la Gracia, constituida por los franciscanos, tenía entre su inventario
un gran porcentaje de libros escritos por autores italianos y de publicaciones hechas en las
imprentas de las ciudades italianas del siglo XVIII” (Escobar Villegas, 2011, p. 57).
81

Universidad Manuela Beltrán

especial60 y la prevención general en general son fines de la pena que se


persiguen simultáneamente. Para Roxin, la teoría mixta parte del correcto
entendimiento de que cada una de las concepciones tradicionales no puede
determinar por sí sola el contenido y los límites de la pena61. La Corte
Constitucional ha determinado en varias oportunidades que los fines de
la pena deben desarrollarse en el marco de los principios orientadores
de nuestro Estado Social de Derecho, tales como la dignidad humana y
el respeto a los derechos fundamentales de los asociados. Entre los tres
fines, dado que el fundamento del Estado Social de Derecho es la dignidad
humana, la jurisprudencia constitucional le ha dado mayor prevalencia
a la prevención especial positiva: de esta manera, la ejecución de la pena
busca la resocialización del condenado dentro del respeto de su autonomía
y dignidad62.

En otro pronunciamiento clave, se establece que la pena tiene un fin


preventivo, que se cumple en el momento del establecimiento legislativo
de la sanción, un fin retributivo que se manifiesta en el momento de
la imposición judicial de la pena, y un fin resocializador que orienta la
ejecución de la misma, de conformidad con los principios humanistas y
las normas de derecho internacional adoptadas63. Sin lugar a dudas, ante el
estado de cosas inconstitucional en materia carcelaria, se debe cuestionar
seriamente el grado de efectividad de la finalidad resocializadora del actual
sistema penal colombiano.

60 Esta modalidad de prevención insiste más que todo en que la misión de la pena
consiste en hacer desistir al autor de futuros delitos. La prevención de acuerdo a esta
concepción debe estar dirigida al autor individual. De lo que se trata aquí es de corregir,
enmendar y rehabilitar, no de castigar e intimidar. Fue desarrollada principalmente por
la escuela positivista italiana y por Franz Von Liszt en Alemania.
61 (Roxin, 1999, pp. 95 y ss.). La función de una teoría mixta en las condiciones de hoy
consiste, según Roxin, en anular los posicionamientos absolutos de los divergentes plan-
teamientos teóricos sobre la pena, para que así sus aspectos acertados sean conservados
en una concepción amplia, y sus deficiencias amortiguadas a través de un sistema de recí-
proca complementación; parece ser esta la visión teórica que acompaña al artículo 4° del
Código Penal colombiano.
62 Corte Constitucional, sentencia C-565 de 1993.
63 Corte Constitucional, sentencia C-430 de 1996.
82

Biblioteca jurídica

Conclusiones
Resta concluir en esta instancia del artículo, lo siguiente:

a) El pensamiento ilustrado italiano y francés generó toda una ideología


sobre el derecho penal que influyó en la consolidación del pensamiento
ilustrado neogranadino, el cual influenció conceptualmente la formulación
de nuevas codificaciones entre 1811 y 1837.

b) El discurso de los fines de la pena y el debate sobre la legitimidad de


la pena de muerte estuvieron presentes en el pensamiento penal ilustrado, y
dejaron su huella en el debate, la enseñanza, la difusión y la formulación de
los nuevos principios de la legislación penal aplicables a la nueva realidad
política de la recién república independiente. La influencia de las teorías
jurídico-penales de Beccaria, Bentham y Filangieri así como de las figuras
de la ilustración francesa, ha sido mejor ilustrada por la historiografía
patria, mientras que las tesis del idealismo alemán, probablemente por su
nivel de abstracción, no tuvieron mayor repercusión (incluso en Europa,
si seguimos a Foucault), a pesar de que, por lo menos en los manuales más
representativos de derecho penal alemán, sus teorías son estudiadas con
cierto interés.

c) Creemos que la teoría de la retribución no se puede sostener


hoy: una pena que prescinde de todos los fines sociales no permitiría
sencillamente cumplir con la finalidad esencial del derecho penal, que
consiste en la protección subsidiaria de bienes jurídicos. No obstante, la
idea de la retribución se ha reformulado para poder aceptarla como baremo
de proporcionalidad, en el sentido de que se retribuye tanta pena cuanto sea
el grado de culpabilidad (Reyes, 2002, p. 110). Pero el ideal retribucionista
original propio de la ilustración alemana, no se compadece con el principio
Estado Social y Democrático de Derecho; aquí la pena “pretendería alcanzar
fines metafísicos y absolutos (Hegel) sin tener en cuenta para nada las ideas
de proporción, necesidad o utilidad del castigo” (Reyes, 2002, p. 110).

d) Ubicándonos en la temática de la función del derecho penal, este


debe entenderse como un sistema normativo que, en un estado social y
democrático de derecho, debe vincularse con la facticidad de tal manera
que sirva realmente de protección a los intereses vitales de los ciudadanos,
83

Universidad Manuela Beltrán

esto es, a sus bienes jurídicos fundamentales; en otras palabras, la


sociedad le asigna al derecho penal una función, la de influir en la realidad
existente más allá del propio derecho penal, lo que implica no entender al
ordenamiento como un “(…) sistema normativo cuyo sentido se agota en el
mantenimiento de sus propias normas, al estilo de Luhmann y Jakobs, sino
como un sistema al servicio de las necesidades de los seres humanos, como
un sistema normativo al servicio de los sistemas biológicos representados
por los individuos” (, 2005, p. 381). Sostener que el derecho penal protege
la vigencia de la norma, al estilo hegeliano, implica una forma etérea y
simbólica de comprender tal ordenamiento; es asumir un entendimiento
puramente dialéctico del delito y de la pena, como negación de la existencia
de la norma y como negación de la existencia del delito para la respectiva
(re) estabilización de la norma.

e) Es evidente que la idea ilustrada de prevención general negativa se


mantiene actualmente en el sistema penal como uno de los fines de la pena a
la hora del establecimiento de las leyes penales y de las sanciones judiciales.
Hubo una evidente mundialización de ideas ilustradas entre el viejo y el
nuevo mundo, que permitió la apropiación creativa de las teorías de los
ilustrados europeos en el proceso de institucionalización de la ilustración
penal en Colombia. El énfasis del discurso estuvo más que todo en la
prevención general y sus mecanismos de implementación legal en 1837,
aunque de la interpretación de los historiadores citados puede inferirse
un mantenimiento de la teoría de la retribución, sin los densos alcances
filosóficos que le dieron Kant y Hegel, quienes para Foucault no fueron más
relevantes, para la historia de las instituciones punitivas, que la ideología
utilitarista ilustrada, con Bentham como figura de mayor influencia.
84

Biblioteca jurídica

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Universidad Manuela Beltrán

Derecho, cultura jurídica y ciudadanía


en el período de la independencia
colombiana
Martha Serrano Rincón64
mstellaserrano@gmail.com
Luis Eduardo Serrano65
luis.serrano@umb.edu.co

Introducción
Este texto presenta una lectura sobre cómo fue utilizado por la élite
de criollos ilustrados el conocimiento recibido del derecho español
y de la cultura jurídica, al mismo tiempo que, las influencias de las
revoluciones norteamericana y francesa en el momento de la crisis política
metropolitana, para legitimar el proceso de independencia en la Nueva
Granada y la formación de la ciudadanía republicana. De la misma forma,
nos proponemos identificar cuáles fueron las fuentes jurídicas de las cuales
se valieron los criollos ilustrados para empezar a hablar de autonomía,
soberanía y representación política. ¿Cuáles fueron los momentos claves
en los que identificamos una transformación del discurso político emitido
por los criollos ilustrados al pueblo? ¿Cuáles fueron las fuentes jurídicas
empleadas para justificar los cambios políticos? ¿Cuáles fueron los medios
de difusión de estos discursos políticos?

La soberanía y representación republicana que empezaron a ejercer


los criollos, luego de la vacatio regis y, especialmente, después de 1810
con la formación de juntas provinciales, partió de la «coexistencia» e
«hibridación» de la filosofía escolástica y neoescolástica y de la influencia
recibida de la modernidad política (Guerra, 2012, p. 429).

64 Historiadora, Magister en Estudios Políticos - Universidad Nacional de Colombia.


Investigadora y Coordinadora de Consolidación del patrimonio científico, cultural, his-
tórico y documental. Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia.
65 Abogado de la Universidad Nacional de Colombia. Director del grupo de Investiga-
ciones en Derecho e Investigación Criminal de la Universidad Manuela Beltrán.
88

Biblioteca jurídica

De la misma forma, sustentó las bases de la política en los primeros


años republicanos, reflejada en la formación del estado nación, el modelo
de ciudadanía, las instituciones y la construcción de los primeros textos
constitucionales y las prácticas de elección y representación políticas. De
este modo, la aparición de la ciudadanía republicana en la Nueva Granada,
como sucedió en todas las colonias hispanoamericanas, se encontró en
medio de un proceso de transición política entre lo colonial y lo moderno.
Por tal razón, sugiere ser comprendida en términos de simultaneidad y
lenta desaparición de los elementos coloniales y no como la desaparición
total del vasallaje66.

Desde esta perspectiva de la simultaneidad o coexistencia entre lo


colonial y lo moderno, nos ocuparemos en identificar cómo la élite de
criollos ilustrados desde las bases jurídicas recibidas en los claustros de
enseñanza, junto con la influencia de las revoluciones norteamericana y
francesa, elaboraron discursos políticos que justificaron el proceso de la
independencia neogranadina, la formación de un Estado soberano, las
instituciones jurídicas y la ciudadanía republicana.

Este trabajo se divide, fundamentalmente, en dos momentos históricos,


identificados a partir de la elaboración de dos discursos políticos diferentes,
utilizados por la élite de criollos ilustrados como respuesta a la crisis
política de España y luego la vivida al interior de la Nueva Granada. Un
primer momento, identificado de 1808 a 1810, en el que las colonias
hispanoamericanas experimentaron el vacío de poder político ocasionado
por la deposición del trono a Fernando VII. En este espacio de tiempo se
pasa de un momento de desasosiego por la suerte de reino a la elaboración
de discursos nutridos con las teorías pactistas del siglo XVI y XVII, que
empezaron a cuestionar fuertemente el poder del rey y la soberanía popular.
El segundo momento, corresponde al periodo entre 1811 y 1815 en el que se
elaboran los primeros textos constitucionales, influenciados por el ideario

66 Una contribución para comprender cómo se dio el surgimiento y transformación


de la ciudadanía en la Nueva Granada, se encuentra en: “Orígenes en la formación de la
ciudadanía en el Nuevo Reino de Granada, 1808-1819”. Págs. 141 – 173. Autora: Martha
Stella Serrano Rincón. A partir de tres momentos políticos: 1. Ambivalencia entre los la-
zos de fidelidad y el vacío de poder, 1808-1810, 2. Adversidad entre federalistas y centra-
listas, 1811-1815 y 3. Antagonismo patriotas vs realistas, 1816 – 1819. En: El Bicentenario
de la Independencia. Legados y realizaciones a doscientos años. José David Cortés (Ed).
Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 2014.
89

Universidad Manuela Beltrán

de las revoluciones francesa y norteamericana y en donde la preocupación


fundamental fue la forma de organización del estado – nación.

El sistema jurídico y cultura jurídica pre


independentista del antiguo régimen colonial
al republicanismo
Tanto en la Nueva Granada como en el resto de Hispanoamérica, el
sistema jurídico pre independentista estaba conformado por el conjunto
de leyes metropolitanas implantadas desde la llegada de los primeros
conquistadores. Este corpus jurídico se le conoce como Derecho castellano
(Bernal, 1998, p. 92), “definido como el conjunto de disposiciones
conformado por El Ordenamiento de Alcalá de 1384, Las Leyes de Toro de
1505, La Nueva recopilación de Castilla de 1567 y La Recopilación de Indias de
1680.

Sin embargo, la realidad social, política y económica de las colonias


difería bastante de la metrópoli, como también la administración de
la justicia y de las leyes. Por ello, el corpus jurídico corrió una suerte
de mutación y maleabilidad en su aplicación. Las fuentes que nutrían el
Derecho castellano que hemos mencionado arriba, fueron adaptadas a las
propias circunstancias de las colonias hispanoamericanos bajo el conocido
título de Derecho Indiano, originado mucho antes de la llegada de los
primeros conquistadores, mediante Las capitulaciones de Santafé el 17 de abril
de 1492, que continuaron vigentes en América por más de tres siglos. Este
corpus jurídico estuvo conformado por las leyes dictadas para las Indias y
las normas del Derecho castellano que se aplicaron como la incorporación
de las costumbres indígenas. En este documento se establecieron las bases
jurídicas que debían ser aplicadas para el gobierno del mundo que ni
siquiera se había descubierto (Bernal, 2010, p. 150).

El conocimiento jurídico proveniente de la metrópoli fue implantado y


adaptado a las realidades propias de las colonias de ultramar. No obstante,
la preocupación por reajustar y actualizar el corpus jurídico, solamente
se presentará con La Novísima Recopilación de Castilla en 1805. A pesar de
los esfuerzos de la Corona española por actualizar su corpus jurídico, este
documento se apreciará como “Imperfecto y desfasado” (Bernal, 1998, p.
91).
90

Biblioteca jurídica

Este arsenal jurídico, aunado con las ideas francesas y norteamericanas


de las revoluciones políticas y de los autores escolásticos y neoescolásticos,
dio como resultado un tipo especial de “cultura jurídica” con unos
rasgos especiales, marcados por el establecimiento y trasplante de los
cuerpos políticos constitucionales, fruto de las revoluciones francesa y
norteamericana. Al respecto, Mauricio Villegas plantea que en la llegada de
la ideología revolucionaria a América Latina están presentes tres elementos:

1) [L]a precaria incidencia social de los cambios sociales,


económicos, políticos y culturales propuestos por la emancipación,
con lo cual se dejó intacto el fenómeno colonial del pluralismo
jurídico; 2) el autoritarismo político y jur ra efectos de legitimación
institucional, con lo cual se dejó intacto .el fenómeno colonial de la
ineficacia instrumental del derecho (Villegas).

La comprensión de esta simbiosis es fundamental para establecer


el surgimiento de la ciudadanía, la formación del Estado–nación, las
instituciones jurídicas y la aplicación de la ley.

El origen de un nuevo pacto político: la


reversión de la soberanía popular y el triunfo
del individuo
La crisis del poder real llevó de una fuerte reafirmación de los lazos del
vasallaje a un estado de ambivalencia y, finalmente, al inicio de una ruptura
en la que se revierte el poder del rey en el poder de la soberanía popular.
Esta paulatina debilidad de los lazos de fidelidad de los súbditos hacia
Fernando VII y a la monarquía en general, es explicada en tres momentos.
Un primer momento en el año de 1808, en el que se reafirman con toda
fuerza los lazos de los vasallos al rey. Un segundo momento en 1809, en el
que se duda entre, o bien mantener los lazos de vasallaje, o bien, emplear las
tesis del populismo español para hablar del retorno de la soberanía popular
y, finalmente, un tercer momento de ruptura, que corresponde a 1810 en
el que se expone abiertamente un nuevo pacto político de reasunción de la
soberanía popular.

Los nuevos juramentos que hicieron los súbditos hispanoamericanos


a la Junta central en los años de 1808 a 1809 y al Consejo de regencia en
91

Universidad Manuela Beltrán

1810 no lograron renovar y llenar el vacío del poder de Fernando VII. Los
criollos que lideraron la formación de juntas y los pronunciamientos de
independencia neogranadina, apelaron a diversas fuentes políticas. De un
parte, tomaron las tesis populistas de la filosofía escolástica y neoescolástica
para legitimar los nuevos gobiernos67. Sin embargo, si la tiranía continuaba,
era legítimo deponer al rey, inclusive, al punto de llegar a matarlo al
considerarlo “enemigo público por derecho de defensa” (Gómez, 1982, p.
104).

Las demostraciones públicas de lealtad y patriotismo, como los


discursos político religiosos, las misas de acción de gracias y los lamentos
por el infortunio de España reconstruían continuamente los lazos políticos
con la monarquía española y Fernando VII. La defensa a la monarquía y al
rey Fernando VII era, al mismo tiempo, la defensa y protección a la religión
católica, lo que evitaría la ruina de la monarquía. El día 17 de agosto de
1808 el padre Benito José Lambi, de la Diócesis de Cartagena de Indias,
presentó una Pastoral con el propósito de consolidar la unidad del reino.
En este acto los súbditos entregaron “socorros temporales y espirituales”
como demostración simbólica de obediencia al rey y a la Suprema de junta
de Sevilla - Carta pastoral, con motivo de los extraños acontecimientos
ocurridos a la nación española en el presente año por la perfidia del
emperador de los franceses Napoleón I (Cartagena, s. n., 22 de septiembre
de 1808). Biblioteca Nacional, Fondo Pineda 260, Pieza 29, como se cita en
(Cortés, 2010, pág. 52).

Ese mismo mes arribaron al Nuevo Reino de Granada los enviados de


la junta de Sevilla, entre ellos José Pando y San Llorente, con el propósito
de presentar la Real provisión de la Junta de Sevilla del 17 de junio de 1808, en
la que se convocaba a la conservación de unión y fidelidad y se rechazaban
las ideas sediciosas de Napoleón. Este decreto estaba antecedido por el
Manifiesto de la Junta Suprema de Sevilla del 6 de junio de 1808, en el que
se mencionaba la declaración de guerra a Napoleón I y el armisticio con

67 Desde la segunda mitad del siglo XVIII, los Borbones desarrollaron una serie de
políticas reformistas en las colonias hispanoamericanas con el propósito de fortalecer la
relación entre la monarquía y los súbditos, a través de una administración estatal más
efectiva, una burocracia más centralizada y mayor control fiscal. En el campo intelectual,
prohibieron la enseñanza y difusión de las ideas escolástica y neoescolástica en todos los
súbditos que conformaban las colonias hispanoamericanas, sin embargo, luego de 1808
se presentaron reimpresiones en España de las obras clásicas.
92

Biblioteca jurídica

Inglaterra, teniendo en cuenta la declaración de Napoleón de “transformar


la Monarquía y sus leyes fundamentales” (Junta Suprema de Sevilla, 1808).

En las visitas del señor Blas de Soria a Cartagena de Indias (el 5 de


septiembre de 1808) y a Santafé (el 11 de septiembre del mismo año) se
organizaron juras de lealtad. En Santafé, el Virrey Amar y Borbón junto
con el alcalde José Acevedo y Gómez se ofrecieron muestras simbólicas
de fidelidad, se publicaron bandos declarando la guerra a Francia y se
entregaron donativos patrióticos (Blaavirtual, s.f.).

El Presbitero José Antonio de Torres y Peña, cura doctrinero de


Nemocón, en sus Memorias afirmó que en Santafé, el 11 de septiembre de
1808, se gritaba “Viva, viva Fernando Séptimo el deseado” y que el retrato
del rey permaneció expuesto durante tres días en el Ayuntamiento soberano
en la Galería de las Casas consistoriales. Ese día, públicamente, se expresó
la solidaridad con los españoles, “nuestros hermanos”, y la impotencia de
los vasallos neogranadinos, al no poder participar en la guerra contra el
enemigo francés, debido al “inmenso espacio” entre uno y otro reino. (De
Torres, 1960, pág. 154).

El temor o zozobra de una sedición o sublevación criolla fue motivado


también por las noticias que llegaban en los diarios españoles e ingleses y
las relaciones entre los criollos notables a través de Francisco Antonio Zea
y el abogado Ignacio Sánchez de Tejada. Este último, uno de los hombres
involucrados en el proceso de la impresión de Los Derechos del Hombre,
quien, además, fue enviado a Cádiz, al lado de Sinforoso Mutis en 1796, al
ser reconocido simpatizante de la causa napoelónica y, que para la época,
se encontraba como representante de la Nueva Granada en el momento de
la abdicación de Fernando VII y la convocatoria de las cortes en la ciudad
de Bayona (Cfr. Carrillo, 2011). Manuel Mariano Blaya, fiscal del crimen
de la Real Audiencia, dirigió una carta fechada el 20 de octubre de 1808
al Virrey Amar y Borbón, en la cual le manifestaba la necesidad de dar a
conocer ampliamente las ideas de tiranía y controlar la intromisión de (De
Baya, 1892, pág. 3).

La constante convocatoria popular para permanecer en “cuerpo de


nación”, que se hizo desde la prensa y el púlpito, representaba el trabajo
constante por reforzar los lazos de fidelidad al rey y tranquilizar los ánimos
93

Universidad Manuela Beltrán

desesperados de los vasallos por la suerte del reino. El cura doctrinero


Santiago de Torres y Peña, en la ciudad de Santafé, el 8 de diciembre de
1808 señalaba que en el correo que llegó el 20 de noviembre, procedente de
España a la capital del Nuevo Reino de Granada, se anunciaban noticias tan
buenas que “calm[aron] nuestras ansias y alent[aron] nuestras esperanzas de
ver prontamente restituido a nosotros a nuestro amado Señor D. Fernando
VII de Borbón” (De Torres, pág. 189).

Las muestras de dolor de los vasallos hispanoamericanos llegaron hasta


el final de 1808. La crisis de poder de la monarquía exaltó los ánimos de
lealtad y entusiasmo al rey, el ofrecimiento, incluso, de las propias vidas
de los vasallos para ver recobrada la España y libre al rey, la “patria” de los
neogranadinos (Noticias públicas de Cartagena de Indias, 1808, pág. 4).

Al comenzar 1809, los criollos acusarían al virrey Amar y Borbón


de querer entregar el virreinato a los franceses. En este ambiente de
desconfianza, entre el virrey y los criollos del cabildo, llegó a la Nueva
Granada la noticia de la convocatoria a la elección a diputado ante la Junta
central, la conformación de ternas y la presentación de las instrucciones
por parte de los criollos más sobresalientes de los cabildos. El poco acceso
a la participación de los cargos o empleos públicos fue una constante de
insatisfacción percibida y reclamada constantemente por los criollos.
Especialmente, hablamos del sector de criollos ilustrados, en su mayoría
abogados muy bien preparados en los mejores centros académicos. Sin
embargo, y a pesar de que los criollos tenían las capacidades para ocupar
puestos relevantes en el gobierno, los españoles eran quienes los ocupaban.

Primera experiencia de representación


política y electoral
El 22 de enero de 1809, la Junta Central, en nombre de Fernando VII,
emitió el decreto en que proclamaba que “los vastos y preciosos dominios
que la España posee en las Indias no son propiamente colonias o factorías
como los de otras naciones, sino una parte esencial e integrante de la
Monarquía española” y, por tanto, debían “tener representación nacional
e inmediata”. Esta convocatoria ordenaba la elección de un diputado por
cada reino americano. En este decreto se manifestaba también el deseo de
94

Biblioteca jurídica

“estrechar de un modo indisoluble los sagrados vínculos que unen unos


y otros dominios”, y se reconocía públicamente la lealtad de los súbditos
americanos, frente a la crisis de la monarquía (Junta Suprema Central,
1883, pág. 16).

Durante los meses de mayo y junio de 1809, en la Nueva Granada, se


convocó a la elección del representante a la Corte española ante la Junta
Central. Este hecho tuvo una amplia cobertura geográfica, llevando a
la participación de representantes de Santafé, Cartagena, Santa Marta,
Panamá, Veragua, Antioquia, Mariquita, Tunja, Pamplona, Santiago
de las Atalayas, El Socorro, Neiva, Popayán, Quito, Villa Ibarra, Villa de
Riobamba, entre otros. La elección concluyó el 16 de septiembre de 1809,
saliendo elegido el ex gobernador de Santa Marta, Antonio de Narváez y La
Torre (Mc. Farlene, 1997, pág. 577).

El procedimiento de elección de los diputados americanos incluía la


conformación de ternas con los candidatos más votados en los cabildos de
las cabeceras de cada provincia, posteriormente, por sorteo, se reducía a
uno. En la segunda elección se reducían todos los nombres escogidos por las
provincias a una terna en la capital virreinal. Así, el único candidato de cada
reino o capitanía, era escogido por sorteo. Adicionalmente, se solicitaban
instrucciones que guiaran la acción de los diputados de cada virreinato o
capitanía general en las Cortes. Por primera vez, los diputados de América
experimentaron la responsabilidad de representar a sus provincias nativas.
La experiencia de la representación política había comenzado resueltamente
en las provincias americanas. “El mecanismo de esta elección consistió en
que el cabildo de la ciudad principal nombraba dos o tres de los criollos
más influyentes, uno de ellos, sería escogido por sorteo para presentarse
ante otra vuelta. En la segunda etapa electoral, de nuevo por sorteo saldría
el representante” (Mc. Farlene, 1997, pág. 484).

Este proceso electoral puso en evidencia varios aspectos: 1. la


continuación de los lazos de fidelidad a Fernando VII, a través de las redes
familiares criollos educados y reconocidos que deseaban constituir una
representación política neogranadina. 2. una participación guiada por un
sentimiento de pertenencia a la patria: la Nueva Granada. 3. la simbiosis
entre elementos coloniales y modernos68, como una amplia votación y
68 Jaime Rodríguez, señala que el carácter “moderno” de elecciones de 1809, al consti-
95

Universidad Manuela Beltrán

representación de diferentes zonas geográficas, unido con prácticas de


organización tradicional colonial del cabildo. Teniendo en cuenta que
los súbditos neogranadinos únicamente contaban con esta institución
representativa, de carácter corporativo, escogida por los vecinos más
destacados para representar sus intereses y manejar las cuestiones locales.
4. La participación y elección política, de acuerdo a las características que
definían al “vecino”, quien era un hombre de talento, que sabía leer y escribir
(o por lo menos capaz de firmar), ser buen patriota, padre de familia, buen
hijo, buen católico, no tener deudas ni estar acusado de crimen contra la
ley o la moral. Margarita Garrido (1993) señala que los vecinos pertenecían
a un estrato particular de habitantes. Otros elementos también eran
tenidos en cuenta para elegir y ser elegido: la pureza de sangre: no tener
mezclas con otras castas, ni con moros o judíos, ser hijo legítimo de “viejos
cristianos” y no ganarse la vida con trabajo manual. Esta caracterización
de los vecinos corresponde a la posesión de tierras y su permanencia en un
espacio geográfico determinado (Garrido, pág. 121).

Sin embargo, en este proceso, en el que se incluían políticamente a


los reinos de ultramar, se generaron nuevos descontentos en el tema de la
participación y representación política. Para los diez reinos de ultramar (Río
de la Plata, Nueva Granada, Nueva España, Perú, Chile, Venezuela, Cuba,
Puerto Rico, Guatemala y Filipinas) la Junta Central asignó la elección de un
solo representante por cada uno69, mientras que en España, se eligieron dos
representantes por cada provincia. Esta desigual participación de los reinos
americanos fue el motor que generó una serie de críticas y reflexiones de los
criollos americanos, sobre la base de igualdad de derechos que la metrópoli
había planteado desde un comienzo y que no se estaban cumpliendo. La

tuir un “considerable paso adelante en la formación de un gobierno representativo mo-


derno para la totalidad de la nación española. Por primera vez se celebrarían elecciones
en el Nuevo Mundo para elegir a los representantes de un gobierno unificado de España
y América”. Cfr. Jaime Rodríguez. La independencia de la América española. F.C.E. Méxi-
co. 1996. Pg. 84. François Xavier Guerra, consideró que la importancia de estas elecciones
es de tal magnitud, al poner en práctica, no solo el “proceso representativo, en el cual gira-
rá la revolución misma” Pág. 177. En: François Xavier Guerra. Revolución e Independen-
cias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas. F.C.E. México, 1997.
69 La historiografía reciente nombra diez reinos, teniendo en cuenta la división polí-
tico - administrativa. “La monarquía española entre 1808 y 1810: el poder revoluciona-
rio juntero”. Manuel Chust e Ivana Frasquet. Págs. 143-155. En: Las independencias ibe-
roamericanas. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México.
México, 2010. 195. PP.
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Biblioteca jurídica

desigualdad expresada en la participación y representación política de los


criollos motivó, abierta y públicamente, los resentimientos engendrados
desde fines del siglo XVIII70.

De la reafirmación de los lazos del vasallaje a


la exigencia de igualdad política
Mientras se efectuaba la elección de representante a las Cortes, llegaron
las noticias de la creación de la Junta de Quito el 10 de agosto de 1809,
presidida por el Marqués de Selva Alegre. Esta junta proclamada como
defensora de los derechos de Fernando VII, señalaba que el conde Ruíz de
Castilla, presidente de la Real Audiencia de Quito, había descuidado al reino
desde el apresamiento del rey71. Los acontecimientos demostraron que los
70 Finalizando el siglo XVIII, se presentan varios hechos que alteran los ánimos neo-
granadinos. El tema de la desigualdad en la participación de los cargos o empleos, entre
los criollos y españoles fue percibido por los primeros como una “discriminación”. Si bien
los criollos tenían las capacidades para ocupar puestos relevantes en el gobierno, los es-
pañoles se encontraban en ellos. Un ejemplo al respecto, lo ofrece Mc Farlene. “Aunque
los criollos de confianza podían llegar a ser suboficiales, los españoles debían ocupar los
cargos superiores. En 1785 Jorge Miguel Lozano, el marqués de San Jorge, fue excluido
del cuerpo de oficiales de Bogotá”. Colombia antes de la Independencia. Op. Cit. Pg. 416.
Una de las quejas fue el mal trato dado a algunos criollos y la intensa investigación con
motivo por de la circulación de rumores de una conspiración contra el virrey, debido a
la aparición de pasquines entre el 18 y 19 de agosto de 1794 denunciando los estancos
y la opresión, amenazando el “fin de la usurpación”. El 20 de agosto de 1794, Francisco
Arellano, señaló que junto con tres estudiantes: José María Durán, Pablo Uribe y Luis
Gómez, se estaba incitando con los pasquines a la rebeldía a las demás provincias para
adoptar la forma de gobierno en Francia. Ver. José Manuel Pérez, “Causas célebres a los
precursores”. Biblioteca de Historia Nacional. Vol. LIX. 1939. Volumen 1.Pg. 229 - 231.
Otro hecho que indignó a los criollos del cabildo, fue el encarcelamiento de Antonio Na-
riño el día 29 de agosto de 1794, por la traducción, impresión y circulación del texto de
Los Derechos del Hombre y del Ciudadano, proceso por “conspiración” y deportación de
los criollos José María Cabal, Francisco Antonio Zea, Enrique Umaña, Sinforoso Mutis.
Camilo Torres, al igual que otros miembros del cabildo se sintieron ofendidos por el mal
trato, por parte del oidor Hernández de Alba a los acusados y la aplicación de torturas
como la utilización del cepo para conseguir las confesiones. Sumado a lo anterior, el vi-
rrey Ezpeleta ordenó el traslado de las tropas de Cartagena a la capital del Virreinato, con
el fin de supervisar y repeler cualquier brote de insubordinación.
71 Los acontecimientos de Quito, fueron presididos por los levantamientos populares
en contra de las autoridades peninsulares en el Virreinato del Río de la Plata, el 25 de
mayo de 1809 en Chuquisaca, Audiencia de Charcas y el 16 de julio de 1809 en la ciudad
de La Paz, terminando con la formación de un cabildo abierto y la Junta Tuitiva.
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Universidad Manuela Beltrán

súbditos quiteños tenían el mismo derecho de formar juntas en ausencia


del rey, tal y como lo habían hecho otras provincias españolas “quedando
por necesidad, la soberanía en el pueblo” (Cfr. Reales Audiencia de Quito,
2007).

La formación de juntas de gobierno criollo


Los abogados asesores del cabildo, entre ellos José Acevedo y Gómez,
presionaron al virrey Amar y Borbón para la organización de una junta de
notables en Santafé, con el propósito de contener las acciones belicosas de
los quiteños. Durante los días 6 y 11 de septiembre se reunieron bajo gran
vigilancia y control de la guardia enviada por el virrey. En esta reunión las
opiniones se encontraron divididas. La Audiencia apuntaba a la represión
de rebeldes y criollos que conformasen el cabildo y deseaban conciliar con
las autoridades virreinales. Los acontecimientos de Quito contribuyeron
a cuestionar el poder monárquico y poner en entre dicho la eficacia de las
autoridades virreinales para proteger a la Nueva Granada frente al enemigo
francés (Vanegas, 2010, pág. 92).

El diputado Narváez debía llevar ante la Junta Central las Instrucciones


presentadas por todos los cabildos que conformarían el Nuevo Reino
de Granada: Santafé, Socorro, Tunja, Popayán, Quito y Loja y Panamá.
Aunque en estos textos se continuaba expresando la lealtad a Fernando VII
y el deseo de una “fraterna unión” con España. Esta primera experiencia
de representación política conduciría a varios movimientos de revolución
política en los años siguientes, ya que se evidenciaron las necesidades de
cada una de las provincias. En Hispanoamérica el proceso de elección y
la presentación de las instrucciones redactadas por los cabildos se ha
considerado como un paso clave de la política de Antiguo Régimen a la
Modernidad Política72.

72 François Xavier Guerra, afirma que en estas elecciones, si bien se resalta el carácter
moderno, “lo tradicional predomina todavía”, teniendo en cuenta que “La nación se con-
cibe como un conjunto de cuerpos jerarquizados: reinos, provincias, ciudades y pueblos.
Los ayuntamientos votan por las personas de mayor dignidad, siguiendo así las escalas de
precedencias. Los poderes dados a los diputados son imperativos y redactados como una
procuración del derecho privado”. Modernidad. Op. Cit. Pg. 137.
98

Biblioteca jurídica

Firma del Acta de Independencia, Autor: Coroliano Leudo; Ubicación: Casa del 20 de Julio – Mu-
seo de la Independencia; Publicaciòn: 1938.
Fuente: El Tiempo – Suplemento Lecturas. Casa editorial El Tiempo. Tomado de: http://www.
colarte.com/colarte/foto.asp?idfoto=283857
Recuperado: 26 de octubre de 2017

Las Instrucciones presentadas generaron una indisposición cada vez


mayor entre los súbditos hacia el rey y la monarquía, dando inicio a una
crisis de identidad política con España. En la Nueva Granada, Camilo
Torres proponía la elección de nuevos representantes del pueblo para
nombrar una Junta conservadora de los derechos de Fernando VII, a partir
de los cabildos, ciudades y villas, nombrados, directamente, por sus vecinos,
padres de familia y hombres instruidos, y no por la compra de cargos de
funcionarios que han tratado a “los pueblos como viles esclavos”.

Al mismo tiempo se insistía en la soberanía popular, pues al disolverse la


monarquía, se aplicaría el principio de la “soberanía que reside esencialmente
en la masa de la nación ha reasumido ella y puede depositarla en quien
quiera”, y el carácter popular de la representación política, al no estar el rey,
pues “todo poder, toda autoridad ha vuelto a su primitivo origen, que es el
pueblo y este es quien debe convocar”, por tanto, “los reinos y provincias
que componen estos vastos dominios, son libres e independientes y ellos no
pueden ni deben reconocer otro gobierno ni otros gobernantes, más que los
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Universidad Manuela Beltrán

mismos reinos y provincias se nombren y se den libre y espontáneamente


según sus necesidades, su deseo, su situación, sus miras políticas, sus
grandes intereses y según el genio carácter y costumbres de sus habitante”.
Al ser libres, los pueblos tenían el “derecho a todo aquello que sea necesario
a su conservación y perfección y en virtud de este gobierno puede mudar el
gobierno y mudar la constitución siempre que de estas reformas resulte la
felicidad” (Torres, 1960, pág. 58).

El 1 de septiembre de 1809 Ignacio Herrera presentó las Reflexiones que


hace un americano imparcial. Al igual que lo había hecho Torres en mayo de
1809, resaltó la barbarie en la que había permanecido la Nueva Granada
durante trescientos años, el atraso en el conocimiento, en la manufactura,
agricultura y minería y el trato recibido, como si la Nueva Granada
estuviera conformada por “colonias de esclavos” (Herrera, 2008). Antonio
de Narváez preparó la Instrucción por recomendación del cabildo de Tunja
el 6 de octubre de 1809 (De Narváez, 2008). En su texto insistió en “sostener
y conservar los derechos de la Religión, del Rey nuestro señor, del Estado y
de la Patria”. El cabildo del Socorro presentó su Instrucción el 20 de octubre
de 1809, solicitando la eliminación de las “clases estériles”, de trabajos
improductivos, de tributos, la distribución de resguardos indígenas para
convertirlos en propietarios, la prohibición del comercio de esclavos, como
también la educación en los jóvenes en las ciencias exactas73.

Aunque en las Instrucciones se proponían cambios políticos, la iglesia


continuaba recalcando la obediencia que los vasallos debían tener a la
Suprema Junta Central, pues la unión con España, era indisoluble, y estaban
ligados por “una misma fe, unas mismas leyes, unas mismas costumbres”
(Rodríguez, 1963, p.76). Con esto, la Iglesia pretendía subyugar cualquier
sedición o acto de rebeldía contra el gobierno.

El 20 de noviembre de 1809, Camilo Torres expuso la Representación


del Cabildo de Santafé a la Suprema Junta Central de España, conocido como
el Memorial de Agravios. En este texto se recordaba el incumplimiento del
rey a través del manifiesto del 26 de octubre de 1808 y del decreto del 22

73 “Instrucción que da el muy ilustre Cabildo, Justicia y Regimiento de la villa del Soco-
rro al diputado del Nuevo Reyno de Granada, a la Junta Suprema y Central Gubernativa
de España e Indias”. En: Horacio Rodríguez Plata. La Antigua Provincia del Socorro y la
Independencia. Biblioteca de Historia Nacional. Bogotá, 1963.
100

Biblioteca jurídica

de enero de 1809, en el que sintetizaba la necesidad de fortalecer los lazos


entre España y América, como parte integral de la monarquía. El clamor
de Torres era “igualdad y reciprocidad” de los derechos de los criollos por
ser descendientes de españoles en los puestos públicos y la transformación
del manejo de los asuntos políticos internos a partir del voto público en
los cabildos y la formación de “juntas preventivas” (Banco de la Repùblica,
1960. p. 65).

Para fines de 1809 las expresiones políticas y el descontento de los


criollos, fueron respondidos con una política represiva desarrollada por
el virrey Amar y Borbón, dominada por el temor a la sedición que había
permanecido desde 1808. La Audiencia, por orden del virrey, implementó
una política de control y vigilancia contra los criollos del cabildo, debido
a una supuesta sublevación desde La Mesa y los Llanos de Casanare. En
el mes de noviembre se inició una serie de pesquisas, encarcelamientos
y persecuciones a algunos criollos considerados subversivos del orden
monárquico. Antonio Nariño, una vez más fue encarcelado y enviado
a Cartagena, Andrés Rosillo fue apresado en el Socorro y enviado al
Convento de los capuchinos en Santa Fe. Estos hechos, no hicieron más que
convertirse en argumentos para expresar el repudio hacia las autoridades
peninsulares en el año de 1810.

Los súbditos neogranadinos sentían que la suerte de España y el rumbo


de América era cada vez más desolador e incierto. A través de las gacetas
extranjeras que lograban penetrar a la Nueva Granada, se conoció la noticia
de la disolución de la Junta Central y la creación de un Consejo de Regencia
en España, así lo expresó Camilo Torres en una carta a Santiago Pérez de
Valencia74. Otros rumores empezaron a circular, como por ejemplo, que
“España estaba perdida”, que en Santafé se prohibía gritar y se pagaba,
incluso, con la propia vida: “Viva Fernando Séptimo y muera Bonaparte”,
que el Virrey era de Francia y que Cartagena se levantaría contra las armas75.

74 “Carta de Camilo Torres a Santiago Pérez de Valencia, informándole sobre la crea-


ción de un Consejo de Regencia. 21 de noviembre de 1809”. En: Repertorio Colombiano,
vol. XVIII, nº 2, Junio de 1898, Bogotá, Págs. 92-93
75 Apartes del sumario seguido a Miguel Ignacio Gaitán a raíz de ciertas proposiciones
sediciosas que profirió en Tamalameque. 19 de diciembre de 1809. En: Repertorio Co-
lombiano, vol. XVIII, nº 2, Junio de 1898, Bogotá, Págs. 123.
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Universidad Manuela Beltrán

Inicio de la ruptura del pacto político de los


vasallos
El 19 de noviembre de 1809 las tropas francesas derrotaron al ejército
de la Junta Central en la Provincia de Ocaña, consiguiendo el paso abierto
hacia Andalucía. El 29 de enero de 1810, la Junta central se retiró a Cádiz,
dando paso a la formación de la Regencia, como depositaria de los derechos
de Fernando VII.

El 14 de febrero de 1810 la Regencia de España e Indias, anunció a los


españoles americanos, residentes en las colonias hispanoamericanas, que
habían sido “elevados a la dignidad de hombres libres”. Por tanto, debían
ser representados en el Congreso Nacional, pues sus destinos no estaban
en manos de los virreyes o gobernadores, sino en manos de ellos mismos76.
Hasta el mes de abril se conoció esta noticia en la Nueva Granada, en medio
de un momento de creciente incertidumbre política por el vacío del poder y
agitación general, debido a los problemas ocasionados con las autoridades
peninsulares. En enero, el síndico procurador Ignacio de Herrera acusó
al virrey Amar y Borbón de traición a la patria, al sospechar que quería
entregar el reino a Napoleón. Estas denuncias acompañaron las quejas de
las constantes humillaciones del virrey y todo el cuerpo de funcionarios
a los súbditos neogranadinos De otro lado, el alboroto de los criollos
aumentaba por las medidas represivas del virrey Amar y Borbón, entre ellas:
el encarcelamiento de Andrés Rosillo y las muertes de los jóvenes Vicente
Cadena y José María Rosillo, quienes habían participado en la rebelión de
los Llanos77.

76 Proclama del Consejo de Regencia de España e Indias a los americanos españoles.


14 de febrero de 1810. Disponible en: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/his-
toria/palabras-que-nos-cambiaron/manifiesto/el-consejo-de-regencia-a-los-america-
nos-espanoles-febrero-14-1810.
También se encuentra en: Extraordinarios de las noticias públicas de Cartagena de Indias.
Cartagena de Indias. 10 de mayo de 1810. (Imprenta del Real Consulado de Orden del
Gobierno. No. 133. Pág. 6.
77 La exposición de las cabezas de estos jóvenes fue utilizada por el Virrey, como for-
ma de escarmiento público. Este hecho será recordado durante todo 1810. En el mes de
septiembre el Diario Político de Santafé de Bogotá, aún hace referencia a estos asesinatos.
Diario Político de Santafé de Bogotá Santafé. No. 9. 21 de septiembre de 1810. Pág. 36.
102

Biblioteca jurídica

Las noticias que anunciaban la derrota de las tropas españolas fueron


determinantes para que los criollos hablaran de la invasión francesa
a América y de la necesidad de proteger el reino. Esta situación es bien
percibida por Antonio Villavicencio, funcionario real, que llegó en el mes
de mayo a Cartagena, enviado por el Consejo de Regencia y quien informó
al virrey sobre la necesidad de crear en la ciudad de Cartagena, una Junta
de Vigilancia, Observación y Defensa, como el único medio de evitar los
disturbios y conservar la fidelidad al rey78.

El 24 de mayo Villavicencio envió una nueva representación al Virrey


Amar y Borbón, enumerando los principales motivos de atraso y miseria que
llevaron al descontento en los vasallos neogranadinos: 1. administración
en manos de extranjeros, 2. falta de educación y de conocimientos
en las ciencias naturales y exactas, 3. dificultades en el transporte y
comunicaciones, 4. exceso de impuestos, 5. mal trato de los funcionarios del
gobierno, detenciones arbitrarias, 6. despotismo en el sistema de justicia.
7. solicitud de quitar el tributo indígena y, 8. necesidad que asambleas o
juntas compuestas de los diputados de las provincias, o cabezas de partido,
que conocieran las necesidades locales, juntas subalternas de la Junta
superior del reino, compuestas de diputados de los diferentes distritos
para la seguridad y servicio al rey. Todas estas demandas de los vasallos,
expresaron el abuso de la autoridad de los funcionarios peninsulares que
representaban al rey79.

Aunque el comportamiento político de los criollos continuó


mostrándose ambiguo, era clara la ascendente pérdida del poder del rey
frente a los súbditos80. Sin embargo, para demostrar su continua adhesión y
fidelidad a Fernando VII, bajo la triada “Religión, Rey y Patria”, los criollos
emplearon lenguajes y prácticas políticas en algunos momentos de la

78 “Oficio del comisario regio Don Antonio de Villavicencio al virrey de Santafé”. Car-
tagena, 20 de mayo de 1810. En: Proceso histórico del 20 de julio de 1810. Documentos.
Banco de la República, Bogotá, 1960. Pág.110.
79 Representación del Comisario Regio Don Antonio Villavicencio al Virrey de Santa-
fé. Cartagena de Indias. 24 de mayo de 1810. En: Documentos para historia de Colombia.
Ed. Kelly. Bogotá, 1969.
80 Isidro Vanegas Useche, ha señalado que con la revolución de la Nueva Granada, se
da “el desplazamiento del lugar del poder que se opera con la revolución neogranadina:
del cuerpo del rey a un cuerpo soberano”. Ver: Todas son iguales. Estudios sobre la demo-
cracia en Colombia. CEHIS. Universidad Externado de Colombia. Bogotá, 2010. Pág. 77
103

Universidad Manuela Beltrán

neoescolástica española, de las Leyes de Indias, las Leyes de Partida y de la


moderna soberanía popular, para desconocer la Regencia y las autoridades
españolas, identificadas como representantes de un gobierno ilegítimo que
ponía en riesgo la tranquilidad y seguridad interna del reino81.

La hibridación entre las teorías pactistas de la reversión de la soberanía


del pueblo y las ideas de la filosofía moderna, ganó un lugar sobresaliente
frente al absolutismo, que explicaba el origen divino del poder del rey. Al
acudir los criollos a la soberanía popular, como fuente legítima del poder,
estaban cuestionando fuertemente la continuación de los lazos de fidelidad
al soberano. De la misma forma, se anunciaba una ruptura política, sin
precedentes, con la monarquía y con los lazos de vasallaje a Fernando VII,
instaurando un nuevo pacto político.

Esta idea explicó y legitimó las actuaciones de la élite de criollos


ilustres en textos como artículos de prensa, cartas, actas provinciales y
posteriormente en las constituciones, pero, también, en las diferentes
acciones políticas como la formación de juntas supremas en capitales de
las provincias y en ciudades o villas, que habían estado subordinadas a
las cabeceras provinciales y a las erecciones de nuevos cabildos, que eran
parroquias82, y en la convocatoria hecha por los cabildos a los vecinos
ilustres y en la participación de forma directa del pueblo83.

81 Representación del síndico personero de la ciudad de Cali Joaquín de Caycedo y


Cuero, que hizo ante el Cabildo de dicha ciudad el 3 de julio de 1810. “Hemos de conve-
nir en que Fernando Séptimo ha sido ya despojado violentamente de la Península; y si
nosotros no le conservamos estos preciosos Dominios, depositarios de todas las riquezas
y dones inestimables de la naturaleza: ¿no seremos unos infames traidores? (…) seamos
fieles al Monarca que nos destinó Dios para nuestra felicidad”. Pág. 276. En: Actas de
formación de juntas y declaraciones de independencia (1809-1822). Reales audiencias de
Quito, Caracas y Santa fe. Armando Gutiérrez Garnica e Inés Quintero Montiel. Tomo
I. UIS. Bucaramanga, 2007. Utilización de las Leyes de Partida en: “Acta de la junta extraordinaria de
Santiago de Cali” “que imponen a los vasallos fieles la estrechísima obligación de defender
al Rey de todo mal que le pueda venir del, o sus señoríos, bajo la pena de traidores”. En:
Actas de formación de juntas y declaraciones de independencia (1809-1822). Op. Cit. T. I.
Pág. 290
82 Ver: Armando Martínez Garnica. “La revolución de 1810 en el Nuevo Reino de
Nueva Granada”. En: Las independencias iberoamericanas. Op. Cit. Págs: 45-55.
83 Antonio Annino. “Soberanías en lucha”. Señala que en el régimen colonial, se dio un
gran desarrollo de las densas redes gracias a los cabildos Pág. 159. Inventando la nación
Iberoamérica. Siglo XIX. Antonio Annino y François Xavier Guerra. F.C.E. México, 2003.
régimen colonial y el desarrollo de las densas redes gracias a los cabildos.
104

Biblioteca jurídica

Paso del ejército libertador por el Páramo de Pisba, óleo de Francisco Antonio Cano, Casa Museo
Quinta de Bolívar. Tomado de: http://recursos.bibliotecanacional.gov.co/nuevo2/index.
php?idcategoria=39143 Recuperado: 26 de octubre de 2017. 2:44 p.m.

La convocatoria a elección de juntas provinciales se mostró como


una de las pocas soluciones para evitar la disolución del reino84. Esta
expresión política de “convocar” era totalmente contraria a las prácticas
electorales, desarrolladas desde los cabildos, que en opinión de entonces,
no representaban los intereses públicos, mediados por los beneficios
privados. Si bien, todas las juntas tuvieron como razones para su creación la
seguridad interna y defensa del reino – frente a la amenaza de una posible
invasión francesa – evitar el caos y deponer a las autoridades consideradas
“tiranas”, las que justificaron las diferentes acciones populares85.

84 Carta de José Acevedo Gómez al Comisario Regio Antonio Villavicencio y Beraste-


gui. Pg. 134. En: Documentos para la Historia de Colombia. 29 de junio de 1810.
85 En Cartagena, el 22 de mayo, se estableció un gobierno paralelo al del Gobernador
Antonio de Montes, por considerársele un personaje cruel y poco apropiado para ejercer
el cargo. En junio, él sería apresado con su secretario Antonio Merlano, y reemplazado
con el del teniente Blas de Soria. En el mes de junio, las provincias del Caribe de este vi-
rreinato siguen presentando manifestaciones de inconformidad. El día 24, en Mompóx,
sucede un levantamiento popular contra un enviado del virrey Vicente Talledo. En Valle-
dupar, debido al mal gobierno del alcalde Marqués de Valdehoyos la población se levantó
en una revuelta popular. Ver: Colección de documentos para la historia de Colombia.
Sergio Elías Ortiz (Comp.) Tomo II. Págs. 93-100.
105

Universidad Manuela Beltrán

Aunque la creación de juntas se justificó por la necesidad de conservar la


unidad de los fieles vasallos en nombre del pueblo soberano (salvaguardando
los derechos de Fernando VII86), la revolución neogranadina trajo consigo
el desplazamiento del poder del rey, encarnado en una figura concreta, a
una figura abstracta, identificada en el pueblo soberano87. De tal forma que,
en la segunda mitad de 1810 se crearon juntas de gobierno en las capitales
de provincias: el 3 de julio en Santiago de Cali88, el 10 de julio en la villa del
Socorro89, el 20 de julio en Bogotá90, el 27 de julio en Neiva, el 31 de julio y
86 La ruptura entre lo colonia y lo moderno, debe comprenderse en una coexistencia
de elementos políticos entre uno y otro. La instauración de la soberanía de la nación no
hizo desaparecer la soberanía del rey. François Xavier Guerra, explica este fenómeno,
teniendo en cuenta que tanto en España como en las colonias, lo revolucionarios se lu-
chaba “en nombre de un rey ausente”. Por tanto debe comprenderse este fenómeno como
“la permanencia de una doble soberanía: la del rey y la de la nación, representada por las
cortes” Ver: “El pueblo soberano: Fundamento y lógica de una ficción (Países hispánicos
del siglo XIX). Pg. 52. En: Figuras de la modernidad… Op. Cit
87 Isidro Vanegas, señala que “La potencia del rey como figura ordenadora de la so-
ciedad no se agotó, sin embargo de manera súbita. Su vitalidad, por el contrario, dificultó
que pudiera ser simple y llanamente descartado por los revolucionarios que se tomaron
la escena de mediados de 1810 en adelante. En este sentido, el abandono del poder mo-
nárquico y su sustitución por un pueblo inocupable e infigurable a imagen del pueblo
soberano, que define el régimen democrático, es una mutación cuya culminación coincide
con lo que tardó la revolución en consumarse”. Todas son iguales…Op. Cit. Pág. 85.
88 “Acta de la junta extraordinaria de Santiago de Cali”. En: Actas de formación de jun-
tas y declaraciones de independencia (1809-1822). Reales audiencias de Quito, Caracas
y Santa fe. Armando Gutiérrez Garnica e Inés Quintero Montiel. Pág. 272-298. Tomo I.
UIS. Bucaramanga, 2007.
89 La expresión política fue el “Acta de la Constitución del Estado Libre e Independien-
te del Socorro”, cuya participación contó con los cabildos de la ciudad de Vélez y la Villa
de San Gil. En este documento se afirmó públicamente que la revolución se había hecho
para deponer a las autoridades coloniales, al cometer hechos violentos contra el pueblo.
De tal forma, que se constituyó en un proceso legal, al restituir “los derechos naturales de
libertad, igualdad, seguridad y propiedad”. Constitución del Estado Independiente del So-
corro en: Rodríguez Plata, Horacio. La Antigua Provincia del Socorro y la Independencia.
Biblioteca de Historia Nacional. Bogotá, 1963. Pg. 49.Pp. 807.
90 En el Acta de independencia del Cabildo extraordinario de la ciudad de Santafé del
20 de julio de 1810, Camilo Torres y Acevedo, propusieron que se nombrara presidente
de la Junta Suprema del Reino al señor teniente general Amar y Borbón y vice presidente
a José Miguel Pey. En este documento, se expresa la continuidad de “defender nuestra
sagrada Religión Católica, Apostólica, Romana; nuestro amadísimo monarca don Fer-
nando VII y la libertad de la Patria”. En: Actas de formación de juntas y declaraciones
de independencia (1809-1822). Op. Cit. T. II. Pág. 11. El mismo documento también se
encuentra en: En: Documentos sobre el 20 de julio de 1810. Enrique Ortega Ricaurte.
(editor). Editorial Kelly. Bogotá, 1960. Págs. 121-146. En: Cómo nació la República de
106

Biblioteca jurídica

en las ciudades de Pamplona y en Tunja, el 10 de agosto en Santa Marta, el


11 de agosto se erigió la Junta Provisional de Salud y Seguridad Pública de
la provincia de Popayán, el 1 de septiembre se erigió la Junta Provincial del
Chocó en la ciudad de Quibdó, el 6 de septiembre en Timaná y Garzón91,
el 13 de septiembre la Junta Provincial del Casanare, el 26 de noviembre
Junta en Pore, el 22 de septiembre los cuatro cabildos de la gobernación
de Antioquia (Santafé de Antioquia, Medellín, Rionegro y Marinilla)
hicieron el nombramiento de diputados ante un congreso provincial, el 27
de septiembre en Nóvita, a fines de septiembre se formó la junta superior
provincial de Mariquita y el 22 de diciembre una nueva junta conformada
por los diputados de los cabildos de las ciudades de Neiva y La Plata, y de
las villas de Timaná y Purificación (Martínez, 1998, pp. 55 -65).

Las primeras discusiones públicas del


ciudadano neogranadino

Soberanía popular e individuo ciudadano


Las teorías políticas de la antigua legislación española fueron utilizadas
como argumentos para revertir la soberanía del rey al pueblo y proclamar
la autonomía política, a través de la creación de las juntas provinciales, sin
embargo, fue la influencia y los temas planteados desde la filosofía política
moderna, los que dominaron el debate público92. De otro lado, la admiración
por el sistema político federal norteamericano, su sistema jurídico, sus

Colombia. Guillermo Hernández de Alba. Academia colombiana de Historia. Volumen


LIV. Bogotá, 2004.
91 En el Acta, se reafirma su adhesión a la Junta de Santafé “(…) bajo la augusta repre-
sentación y amable soberanía de nuestro augusto monarca el Señor Don Fernando Sép-
timo, y que reunidos nuestros sentimientos y los de nuestro vecindario a los de la misma
Suprema Junta, solo prevalezca invencible la defensa de la religión, de la patria y del rey”.
En: Actas de formación de juntas y declaraciones de independencia (1809-1822). Op. Cit.
T. II. Pág. 163.
92 François Xavier Guerra, habla de la Ilustración como una gran “mutación cultural”,
que transformó el imaginario, los valores y los comportamientos. Donde el punto prin-
cipal es la victoria del individuo “entendido como valor supremo y criterio de referencia
con el que debe medirse tanto las instituciones como los comportamientos”. Pg. 295. Ver:
“Revolución Francesa y revoluciones hispánicas: una Revolución compleja”. Págs. 291-
327.
107

Universidad Manuela Beltrán

instituciones y modelo ciudadano llevaron a que estas ventajas fueran


presentadas en la Nueva Granada. Una vez que el pueblo había reasumido
la soberanía, los primeros gobiernos se plantearon varios interrogantes: el
primero fue ¿Cómo debía ejercerla? La respuesta inmediata fue por medio
de sus representantes, nombrados por el propio pueblo, según la cual una
potestad superior debía congregar a un gran número de individuos93.

De la misma forma, se presentaron los primeros elementos que definirían


al ciudadano neogranadino94. Conceptos como patria – entendida como el
lugar de origen o la provincia95 – opinión pública, bien común, seguridad,
93 “Reflexiones al manifiesto de la junta gubernativa de Cartagena, sobre el proyecto
de establecer el congreso supremo en la villa de Medellín, comunicado a esta suprema
provisional 19 de septiembre de 1810. Consideraciones sobre los inconvenientes de alte-
rar la invocación hecha por la ciudad de Santafé el 29 de julio de 1810”. En la Imprenta
Real de Santafé de Bogotá. Archivo General de la Nación. Archivo Histórico José Manuel
Restrepo. Impreso. Folios 85v-100v.
94 El tema de la situación del indio fue trascendental en definirlos como ciudadanos
con deberes y derechos. Desde el mes de mayo, Antonio Villavicencio identificó al indíge-
na como una “víctima” del mal gobierno virreinal debido al trabajo forzoso en las minas.
“Representación del comisario regio”. En el Socorro se había propuesto elevarlos a la
categoría de “hombres libres”, educarlos e instruirlos públicamente. En: Documentos de
la Junta del Socorro. Agosto 21 de 1810. Archivo General de la Nación. Archivo Histórico
José Manuel Restrepo. Rollo 3, Vol. 4. Manuscrito. La Junta Suprema de Santafé, consi-
derando que habían sido degradados y sin representación a los indios, y le habían negado
el derecho de propiedad a las tierras, decretó: 1. eliminación del tributo y el goce de todos
los privilegios de los demás ciudadanos, pudiendo alcanzar los primeros empleos de la
República y la igualación del “ciudadanato”. En: “Bando”. Santafé, 24 de septiembre de
1810. (Impreso). Archivo General de la Nación. Fondo I Revolución de la Nueva Grana-
da, Quito y Venezuela, 1741-1831. Fondo I, Vol.8 Folio 9r. Camilo Torres y Frutos Gutié-
rrez, también expresaron las condiciones en las que vivían los indios y que perjudicaban
el ejercicio de la ciudadanía: tributo indígena, explotación de mano de obra, abandono
del gobierno, falta de escuelas, hospitales y el producto de su trabajo en manos de la Te-
sorería. Ver: remover las autoridades del antiguo gobierno, e instalar una Suprema Junta
bajo una sola denominación y en forma de nuestro soberano Fernando VII y con indepen-
dencia de nuestro Consejo de Regencia y de cualquier otra representación. Santafé 25 de
septiembre de 1810. Camilo Torres y Frutos Joaquín Gutiérrez. En.: Proceso histórico del
20 de julio de 1810. Documentos. Op. Cit.
95 Armando Martínez Garnica, afirma que con la separación de la corona española,
los nuevos ciudadanos neogranadinos tuvieron como punto de identificación la jurisdic-
ción que les daba la pertenencia a su respectiva “provincia”. Esta daba tres elementos
diferenciadores: 1. La identificación de haber nacido. 2. El paisaje natural que posibilitó el
autorreconocimiento y 3. La Jurisdicción política que les daba entidad y límites provin-
ciales. Armando Martínez Garnica, El legado de la patria boba. Universidad Industrial de
Santander. Bucaramanga, 1998. Pag. 159.
108

Biblioteca jurídica

entre otros. Estos conceptos se constituyeron en los nacientes temas que


originaron los debates de la ciudadanía republicana y la formación de un
espacio público. Así mismo, surgieron nuevos interrogantes con respecto a
la forma de gobierno, sobre el número de diputados en el cuerpo legislativo o
en la asamblea nacional. Los criterios fueron población, extensión, territorio,
riqueza, importancia política, así como, la ilustración de sus habitantes. La
conjunción de estos elementos llevó a presentar públicamente el tema de la
representación política, con motivo a la autoridad emanada del Consejo de
Regencia de Cádiz y la conformación de este (Aviso al Público, 1810, p. 56.).

Para Frutos Gutiérrez la sociedad neogranadina era una “masa deforme”,


por lo que parecía imprescindible darle una forma a la sociedad y a sus
límites geográficos. La propuesta fue la de demarcar los límites geográficos
de la provincia de Santafé, conociendo con exactitud la población, la
edad, el estado y la profesión y el caudal de cada individuo, información
que se recopilaba a través de un registro. Su propuesta partía de dos
pasos encaminados a la formación de los nuevos ciudadanos: cimentar las
bases de la opinión pública y la difusión e ilustración del pueblo soberano
que desconocía sus derechos96. Estas primeras discusiones estuvieron
enmarcadas en la pretensión de reconocimiento del gobierno de Santafé
como centro común de todas las provincias neogranadinas, por haber
recaído en ella todas las funciones del anterior gobierno metropolitano y en
la respuesta negativa de Cartagena, que buscaba la unión de las provincias
en torno al federalismo.

Tanto Santafé como Cartagena querían evitar la disolución de los


vínculos del cuerpo social y la contradicción por los intereses en cada una
de las provincias. Desde el centro, el llamado era a la unión y conservación
de los derechos de Fernando VII (Aviso al Público, 1810, p. 56.). La solución
planteada por Cartagena era la de establecer una Junta compuesta por
los diputados de cada provincia, para organizarse a partir de un sistema
federativo con su propia administración interior para que formara un
Congreso general, encargado de mantener la unión. Esto generó una
discusión pública, sobre varios problemas prácticos que surgirían al adoptar
un sistema democrático y representativo, basado en el voto popular97.

96 “Señores”. Santafé, 13 de octubre de 1810. Sin pie de imprenta (Spi.) (Representación


Frutos Joaquín Gutiérrez a la Junta Suprema para que Cundinamarca se constituya así
misma). Folios. 101r- 1044r. (impreso). Archivo General de la Nación. Archivo Histórico
José Manuel Restrepo. Fondo I. Revolución de la Nueva Granada, Quito y Venezuela.
1741-1831. Rollo, Vol. 4. Folio. 104.
97 La aparición de los primeros debates acerca del derecho al sufragio, no supuso un
109

Universidad Manuela Beltrán

Los nuevos discursos que se emitieron de forma pública, manifestaban


que cualquier ciudadano podía y debía expresar su opinión y las razones
fundadas que lo habían conducido a presentar reflexiones, quejas y
reclamos. En el documento titulado Consideraciones sobre los inconvenientes de
alterar la invocación hecha por la ciudad de Santafé el 29 de julio de 1810, Antonio
Nariño, presentó tres puntos a los integrantes de la junta gubernativa de
Cartagena quienes se oponían a las pretensiones centralistas de establecer
el Congreso en Santafé. En su lugar, la junta de la villa de Medellín propuso:
1. La elección de representantes según el número de la población. 2. El lugar
del diputado de provincia y 3. La sustitución de Santafé por Antioquia98.

Desde Cartagena se cuestionó sobre la forma de cómo se debía sufragar


para elegir a los representantes de las juntas y del Congreso ¿Quiénes tendrán
derecho a nombrar los representantes? ¿De qué forma y cómo evitar el
soborno tan perjudicial en los Gobiernos Democráticos? (Argos americano,
1810, p. 24). Por tanto, se llegó a la conclusión de que era necesario legalizar
la formación de juntas, establecer una constitución y formar un gobierno
en todo el territorio con la participación de los vecinos de cada pueblo, de
acuerdo al número de representantes que les correspondiera con respecto
a su mayor o menor población, como medio de expresión de la voluntad
general (Ibid.).

ejercicio democrático ciudadano. Pierre Rosanvallon en: La consagración del ciudadano.


Historia del sufragio universal en Francia, señala que el surgimiento del ciudadano en
Hispanoamérica y el derecho libre al voto, no fue equiparable con el otorgamiento al voto
aparecido en Europa. El derecho al sufragio se encuentra troncado por dos lógicas: La de
la inclusión social y la de la expresión de la voluntad general. Toma tres problemas espe-
cíficos 1. La aparición de la ciudadanía sin democracia y el sentido de pertenencia social
que da en relación a la igualdad, frente al derecho al voto que define un poder personal. 2.
El orden de las capacidades, centrado en el derecho al voto como un símbolo de pertenen-
cia a una comunidad 3. La promulgación del sufragio universal se ve como una sociedad
homogénea, basada en el sentido de la nación. Pierre Rosanvallon La consagración del
ciudadano. Historia del sufragio universal en Francia. Título original: “Le sacre du ci-
toyen. Histoire du suffrage universal en France”. Instituto Luis Ferrater Mora. México,
1999. 449 Pp.
98 “Reflexiones al manifiesto de la junta gubernativa de Cartagena, sobre el proyecto
de establecer el congreso supremo en la villa de Medellín, comunicado a esta suprema
provisional 19 de septiembre de 1810.- Consideraciones sobre los inconvenientes de alte-
rar la invocación hecha por la ciudad de Santafé el 29 de julio de 1810”. En la imprenta
real de Santafé de Bogotá. Archivo General de la Nación. Archivo Histórico José Manuel
Restrepo. Impreso. Folios 85v-100v.
110

Biblioteca jurídica

Sobre los requisitos de la vecindad, se facultó el nombramiento de los


representantes. En este caso, la extensión del voto abrigaba a quienes se
encontraban en la pobreza por causa del mal gobierno. Esta crítica estaba
dirigida a Santafé, que excluía del derecho al sufragio a los ciudadanos
que no poseían cierta suma de dinero, ni bienes muebles (Op. cit. 25. En
la prensa cartagenera se proponía que no se le concediera la facultad del
sufragio a los vagos públicos, los que adeudan a la Real Hacienda, fallidos,
insensatos, sordos, mudos, transeúntes o extranjeros a no ser que estuvieran
avecindados. Esta caracterización de los buenos electores remitía al ideal de
buen ciudadano, consagrado en los principios de la Revolución Francesa,
un hombre que no faltara a la defensa de la patria (Aviso Público, 1810,
p. 109), hombres que trabajarán por conseguir y preservar la seguridad
común99: “hombres dotados de luces y de probidad, que sacrifiquen los
intereses personales al bien de la Patria” (Suplemento al Diario Político de
Santafé de Bogotá. 1810. No. 1, p. 38).

Frente a esta postura se encontraba la negativa de otorgar el voto a


los pobres, debido a la “indiferencia de ellos hacia las leyes en favor de la
propiedad, al no contar con el sacrificio en defensa de la Patria”. Si bien, no
eran propietarios, no existían en ellos móviles personales o razones fuertes
que los obligaran a defender la patria. Igualmente, el no ser propietarios
llevaría más fácilmente a ser corrompidos por el dinero en el momento de
elegir a sus representantes. Se intentó mostrar que cualquier aplicación en
las leyes, produciría mayor sensibilidad en los desfavorecidos a comparación
de los sectores económicamente más elevados, que no les importaba el
aumento en los alimentos y la aparición de nuevos impuestos (Ibid.).

Más bien, el temor expresado desde el diario cartagenero, era otorgar


el voto a un pueblo sin luces y preparación en esta práctica, que podía ser
engañado100. De esta manera, se propuso como mecanismo útil, que los

99 La formación de cuerpos populares desde la Juntas provinciales, proveía de seguri-


dad al reino, como en el caso del Batallón de Infantería de Guardias Nacionales de la capi-
tal de Santafé del Nuevo Reino de Granada, formado por varios voluntarios atraídos por
la causa patriota. En los primeros días, luego del 20 de julio de 1810, se conformaron seis
piquetes de treinta y un hombres cada uno, llamados en conjunto “Patriotas de Defensa.
Diario Político de Santafé de Bogotá. Santafé. 6 de octubre de 1810.
100 Aunque a los indios se les reconoció como parte de la sociedad y se les liberó del
tributo, distribuyendo por iguales partes las tierras de resguardo, con el objetivo de crear
en ellos sus poseedores y propietarios, fueron excluidos del derecho al voto y de la repre-
111

Universidad Manuela Beltrán

“vecinos antes de entregar las papeletas de nombramiento de electores y


éstos antes de elegir los Vocales se ligasen con la santidad del juramento”
(Argos Americano, 1810, p.49). El temor que podía infundir en los votantes
faltar al juramento religioso se convertía en el mejor medio de control de la
práctica electoral

Los primeros cuerpos constitucionales en el


discurso de ciudadanía neogranadina
Una vez conseguida la independencia política en la Nueva Granada,
se presentaron diferentes proyectos para encontrar la mejor forma de
constituir la naciente república. En Hispanoamérica, la élite de criollos
anhelaba, no solo presentar un marco jurídico que regulara las actuaciones
de los ciudadanos neogranadinos, sino, al mismo tiempo, que se lograra
evitar las extralimitaciones del poder. En otras palabras, se pretendía
perfeccionar la naciente república, a partir de un corpus político a imagen
y semejanza de las naciones modernas, rompiendo con el oscuro pasado
colonial101.

Para Miguel de Pombo, el mejor sistema político que se debía implantar


en la Nueva Granada era la confederación. Inspirado en la Revolución
norteamericana, señalaba que cada uno tiene su soberanía, libertad e
independencia, su gobierno y sus leyes, pues “solo el sistema federativo
puede decirse con propiedad que el pueblo es soberano y que la ley es una
expresión de voluntad general”102.

sentación “hasta que no contaran con las herramientas propias para hacerlo en sociedad”.
Constitución del Estado Independiente del Socorro en: Rodríguez Plata, Horacio. Op. Cit.
Pg. 49.
101 Mauricio García Villegas, utiliza la expresión constitucionalismo aspiracional para
explicar “la concepción que liga constitución con progreso y que puede ser rastreada a
partir de Rousseau y del movimiento jacobino en la Revolución Francesa”. Constitucio-
nalismo aspiracional. Derecho, democracia y cambio social en América Latina. Revista
Análisis Político. Vol, 25, Número 75 (2012) En: http://revistas.unal.edu.co/index.php/
anpol/rt/printerFriendly/43508/44797
102 Miguel de Pombo. Discurso Preliminar sobre los principios y ventajas de sistema fe-
derativo. Santafé de Bogotá en la Imprenta patriótica de Nicolás Calvo. 1811. Biblioteca
Nacional de Colombia.
112

Biblioteca jurídica

Los criollos neogranadinos encontraron en la “norma escrita” el límite


del poder entre los hombres y el vacío político que había dejado el rey. De otro
lado, las constituciones se convirtieron en el cuerpo jurídico que legalizaba
los nuevos gobiernos y deslegitimaba el título de “insurgentes” dado por
los monárquicos a todos los aquellos hombres proclamados patriotas y
reconocidos como ciudadanos, una vez proclamada la independencia
política103.

La constitución cundinamarquesa expedida en abril de 1811, fue


presentada como un cuerpo jurídico monárquico-republicano contra el
despotismo, garantizando los derechos del hombre y del ciudadano (Pombo
y Guerra, 1986, T.II, pp. 311-319). Sin embargo, la ruptura de la fidelidad al
rey se dio en provincias como Cartagena, mediante El Acta de Independencia
de la Provincia de Cartagena en la Nueva Granada, publicada el 11 de noviembre
de 1811. Allí se argumentó que la vacatio regis había ocasionado la ruptura
de los lazos de fidelidad con el rey y la soberanía había sido revertida a su
origen, es decir al pueblo. Cartagena se declaró Estado libre, soberano e
independiente, por lo tanto desconocía cualquier vínculo de obediencia y
vasallaje al rey y a España (Pombo y Guerra, 1986, T.II, pp. 82).

De la misma forma, la proliferación de la prensa contribuyó a la


inserción, apropiación y fomento de nuevos valores y formas republicanas
por parte de la población, que participaba en la guerra, desplazando cada
vez más la figura del vasallo o súbdito y reafirmando a su vez, la figura
del ciudadano-soldado como el modelo de ciudadanía republicana desde
lo bélico104.

Un nuevo hecho reafirmó la ruptura total de los lazos de vasallaje


y el reconocimiento de fidelidad política a España y al rey. El 18 de
julio de 1812 el Colegio Revisor y Electoral, reformó la constitución de
Cundinamarca de 1811, en la que se incorporaron como ciudadanos con

103 Los defensores del rey calificaron como “insurrección y crimen” a todos los discur-
sos políticos empleados por los patriotas en los que expresaban los ideales de la ciudada-
nía republicana. La Bagatela. Santafé. 11 de agosto de 1811. No. 5. Tomo I. Suplemento.
s.
104 Mouffe, propone que en la producción de ciudadanos democráticos se logra me-
diante la multiplicación de las instituciones, los discursos, las formas de vida que fomen-
tan la identificación con los valores democráticos. Chantal Mouffe. Paradoja Democráti-
ca. Pg. 109.
113

Universidad Manuela Beltrán

derechos de representación pública a los Prelados en el Colegio Electoral


y en el Cuerpo Legislativo buscando que pudieran ejercer la ciudadanía,
sin ser incompatible con el sacerdocio. Igualmente, se admitieron como
ciudadanos a los que habían padecido desgracia con el propósito de evitar
la censura y desconfianza pública105.

La constitución del Estado de Antioquia, promulgada el 3 de mayo


de 1812, fue presentada como garante de libertad, igualdad, seguridad y
propiedad ciudadana, como respuesta al vacío político y la continuidad del
rey en cautiverio. Estos hechos habían llevado a la reversión de la soberanía
popular y a la recuperación de los derechos ciudadanos (Pombo y Guerra,
1986, T.II, pp. 473 y ss.).

De esta manera, la apropiación del contenido de los artículos del texto


de Los derechos del hombre y del ciudadano, fue aplicado como un discurso
público que reaccionaba contra el despotismo y tiranía de España, por el
olvido generalizado y el maltrato recibido de los súbditos por parte de rey.
En tanto, la Constitución española, aprobada en Cádiz el 19 de marzo de
1812, fue mostrada a los americanos como la defensa contra el enemigo, la
seguridad política y civil para la reciente nación y los nuevos ciudadanos.

105 Actas del Serenísimo Colegio Constituyente y Electoral de la Provincia de Cundi-


namarca. Congregada en su capital la ciudad de Santafé de Bogotá para formar y esta-
blecer su constitución. Año de 1811 en la Imprenta Real de Santafé de Bogotá. Por Don
Francisco Xavier García de Miranda. Biblioteca Luis Ángel Arango. Sala de Libros Raros
y Manuscritos. 342.86401 C85a “excluido por falta de manejo, renta o provento (…) con-
vendría hacer explicación: el fallido doloso era un delincuente, pero el inculpable, tal vez,
solo un desgraciado que las leyes distinguian entre quiebras fradulentas y las de simple
adversidad y fortuna”. Pg. 37.
114

Biblioteca jurídica

Policarpa Salavarrieta conducida al cadalso. Óleo de Pedro A. Quijano, ca. 1944. 128 x 96 cm.
Casa Museo del 20 de Julio, Bogotá. Tomado de: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revis-
tas/credencial/febrero2004/pintura.htm
Recuperado: 26 de octubre de 2017. 3:02 p.m.

Estas reformas abolían el sistema de señoríos a favor de reformas de


libre agricultura y explotación de la tierra, como también del progreso de
la industria rural, frente a los tributos106 (Quito y Venezuela, 1741-1831,
Fondo I, Vol. 2. Rollo 2). Esta constitución ofrecía un concepto muy amplio
de nación y ciudadanía para los españoles de ambos lados del Atlántico. En
su Título I, correspondiente a la nación española y de los españoles, señalaba
que la Nación española era la reunión de todos los españoles de ambos
hemisferios. En el capítulo II, artículo primero, el título de “españoles”, se
extendía a “los hombres libres nacidos y avecindados en los dominios de

106 “Las cortes generales y extraordinarias a la nación española”. Cádiz, agosto 28 de


1812. (Impreso). Archivo General de la Nación. Archivo Histórico José Manuel Restrepo.
Fondo I. Revolución de la Nueva Granada, Quito y Venezuela, 1741-1831. Fondo I, Vol.
2. Rollo 2.
115

Universidad Manuela Beltrán

las Españas, y los hijos de éstos”. El concepto de ciudadanía abarcaba en el


artículo segundo a los extranjeros que hubieran obtenido de las Cortes carta
de naturaleza, y en el artículo tercero, a los que sin la carta de naturaleza
llevaran diez años de vecindad ganada según la ley en cualquier pueblo de
la Monarquía. Sin embargo, la mayor inclusión del concepto de españoles
y de ciudadanos, se encontraba en su artículo cuarto, correspondiente a
“los libertos desde el momento en que fuese otorgada la libertad tanto en
España como en América”(Fernández, 2002, p. 90).

A pesar de lo extensivo de los conceptos de ciudadano y ciudadanía,


ofrecidos por la constitución gaditana de 1812, los criollos consideraron
que este no correspondía a la escasa y casi inexistente participación de las
colonias hispanoamericanas. De manera que los criollos desconocieron este
texto y continuaron ejerciendo la ciudadanía desde sus propios cuerpos
políticos. De la misma forma, encontraron que en la Constitución gaditana
no se reconocía a la patria como el propio espacio territorial o provincial
con el que los criollos se habían identificado.

Castigo y tratos crueles en las constituciones y la


prensa
Si bien en las constituciones neogranadinas se prohibieron los tratos
crueles, castigos, tormentos y penas a los ciudadanos107, en la prensa se

107 Una de las primeras constituciones presentadas en la Nueva Granada fue la Cons-
titución de la Villa Nueva de Timaná de Garzón de 1810, que abiertamente amenazaba
con la muerte a quien infringiera las leyes republicanas. Silva Vargas. Citado en: Rodrigo
Llano Isaza. Centralismo y Federalismo (1810-1816). Banco de la República. El Ánco-
ra editores. Bogotá, 1999. Pg. 137. En la Constitución monárquica de Cundinamarca de
1811 en el Título VII correspondiente al Poder Judicial, en su parágrafo 2º dedicado a los
Tribunales de apelación y jueces de segunda instancia, en los artículos 35 y 36, confirma-
ba la abolición de la tortura, y del tormento sin importar los “delitos más atroces”. Para
la administración de la justicia los tribunales podían coartar la libertad de tres formas:
prisión, arresto y por arraigo. Pombo y Guerra. Tomo I Op. Cit. Pgs. 348 y 349. En la
constitución de Tunja de 1811 en el capítulo VI, sección XII, correspondiente a las Leyes
que el Serenísimo Colegio Electoral manda a observar desde que se publique la Consti-
tución, también se prohibía todo género de tormento, incluso para quienes asesinaran,
sus bienes se transferirían a los del muerto Pombo y Guerra. Tomo I Op. Cit. Pg. 461 Sin
embargo en el artículo 7º de la misma sección, se afirmaba que los delitos que “no me-
rezcan pena corporal” se excarcelaría al reo, luego del pago de una fianza. Pg. 461 En la
constitución de Cundinamarca de 1812, en su título VI correspondiente al Poder Judicial,
116

Biblioteca jurídica

emitió un discurso de coerción ciudadana, contrario al presentado en


la norma escrita. Todo aquel que no luchara por la independencia, sería
considerado como un “criminal, reo de lesa patria que debería ser castigado
con toda severidad de las leyes y con la indignación pública”, incluyendo
los castigos físicos, específicamente la “tortura y el tormento”, incluso, la
muerte” (La Bagatela, 1811, No. 6. Tomo I. P. 24). La prensa se convirtió
en un instrumento público que disciplinaba al ciudadano. La aplicación del
castigo reveló que era en muchos casos una medida necesaria y “útil” para
la sociedad neogranadina.

en su aparte de Juzgado de primera instancia, artículo 23 “Se confirma y ratifica la abo-


lición de la tortura, y de ninguna autoridad, por eminente que sea, podrá jamás hacer uso
de la cuestión del tormento, aunque el delito sea de los más atroces” En el artículo 24, la
recta administración de la justicia se ejercería a través de tres medios, que no interfirieran
la libertad ciudadana: arresto, prevención y arraigo Pombo y Guerra. Tomo II Op. Cit. Pg.
35. En el Plan de reforma o revisión de la Constitución de la Provincia de Cundinamarca
de 1812, presentada el 19 de julio de 1815, se continuó con la aplicación de los mismos
artículos de prohibición de castigos, penas corporales y tortura de la constitución de 1812.
Pombo y Guerra. Tomo II Op. Cit. Pg. 243 Constitución de Cartagena, P. 101, Constitu-
ción de Cundinamarca art 13.Pág. 9 Pena de muerte, emitida por el Consejo de Guerra
pg 45 Pombo y Guerra. Tomo II Op. Cit. Así lo reconoció la Constitución de Antioquia
de 1812, en su Título I, sección 2ª concerniente a los “Derechos del Hombre en Sociedad”,
específicamente en su artículo 11. En él se afirmaba, que la ley no debía establecer “penas
crueles”, éstas deberían ser medidas de acuerdo a los delitos, además deberían ser “estricta
y evidentemente necesarias y útiles a la sociedad”. Pombo y Guerra. Tomo I Op. Cit. Pg.
476. Estas atribuciones se ratifican en el Título V, correspondiente al “Poder Judicial”
en su Sección IV “Prevenciones generales acerca del Poder Judicial”, artículo 1 impedía
que los jueces o tribunales usaran “la bárbara cuestión del tormento”, que abolida queda
marcada con execración pública. Pombo y Guerra. Tomo I Op. Cit. Pg. 517. En la Cons-
titución de Cartagena, Título VIII, sección IV De algunas disposiciones relativas al Poder
Judicial y la Administración de Justicia, en el artículo 2 se confirmaba la abolición total de
la tortura Constitución del Estado de Cartagena de Indias “sancionada ya por el horror
de la humanidad” y las “penas no acostumbradas o de exquisita crueldad”, Pombo y Gue-
rra. Tomo II Op. Cit. Pg. 145. Adicionalmente en el artículo 9, se prohibía la aplicación
de cepos, grillos y cadenas Pombo y Guerra. Tomo II Op. Cit. Pg. 147. La constitución del
estado de Mariquita del 4 de agosto de 1815, en su Título XVIII, correspondiente a Algu-
nas disposiciones relativas al poder judicial y a la administración de justicia, en el artículo
6 se prohíbe cepos, grillos y cadenas, en el artículo 19 se prohíbe perpetuamente el uso de
tortura. Pombo y Guerra. Tomo II Op. Cit. Pg. 321. La Constitución de Antioquia del 6
de julio de 1815 en su Título VI concerniente al poder judicial, sección tercera “Preven-
ciones acerca del poder judicial”, en el artículo 1, “Ningún Juez o Tribunal”, podrá usar de
la bárbara cuestión del tormento, que abolida en todas las partes, queda marcada con la
execración pública”. En el artículo 2 se afirmó que todas las penas son proporcionales a los
delitos. Pombo y Guerra. Tomo II Op. Cit. Pg. 365
117

Universidad Manuela Beltrán

Las nuevas leyes republicanas debían asegurar la “felicidad”, que


consistía en la posibilidad de dar a cada ciudadano la posibilidad de ser
propietario, no solo de bienes, sino de opiniones (La Bagatela, 1812, p. 106).
Por primera vez se hablaba de una inclusión y participación, mediante
el derecho, de contribuir a la formación del gobierno, la seguridad, su
exigencia y cumplimiento, y de la posibilidad de los ciudadanos de consultar
los documentos estatales como las providencias dictadas por el Congreso y
en general de actas del cuerpo legislativo108.

Formando ciudadanos en el campo de guerra


Desde la esfera bélica, el ejército y el enrolamiento en las filas militares
hicieron posible crear poco a poco una identidad nacional. En la Nueva
Granada el ejército surgió como “un laboratorio de producción de
una ciudadanía nueva, con el fin de garantizar su fidelidad en cualquier
circunstancia” (Thibaud, 2003, pp. 44). El ejército apareció como contenedor
de la masa popular, de la plebe, del populacho y perfeccionador de la
soberanía popular (Serrano, 2014, p.152). El concepto de ciudadanía debía
vincular a la población masculina para conformar las filas de soldados en
facción para la defensa y conservación de la patria (La Bagatela, 1810, p.
44), lo que aseguraría la libertad, la independencia y la vida de las sucesivas
generaciones de ciudadanos.

La utilización de esta figura cívico-militar del ciudadano-soldado,


señalaba los derechos “imprescriptibles y sagrados” de la patria sobre los
talentos, virtudes, sentimientos y acciones de los ciudadanos. Así mismo,
el estatus de ciudadano-soldado, otorgado a todos los hombres, incluyendo
a los indios y esclavos109, delegaba una responsabilidad civil y militar, por

108 En opinión de José Miguel Montalvo y José María Gómez Salazar, editores de la
Gazeta Ministerial, era una forma del particular de formación de opinión pública, desco-
nocida e incierta, debido a los rápidos cambios del tránsito de las instituciones coloniales
a la implementación del republicanismo. En sus propias palabras eran los “monumentos
y primeros ensayos de la Representación de un pueblo libre”. Gazeta Ministerial. Santafé.
27 de octubre de 1811. Pg. 23.
109 La idea de independencia y de lucha militar, estimuló a que muchos dueños de es-
clavos otorgaran la manumisión, mediante la venta de cartas de libertad. Aunque en los
documentos que llegaban a las notarías, no aparecía el título de ciudadano, a los anterio-
res esclavos se les facultaba del goce de la plena libertad, de parecer en juicio, de tratar y
contratar y de la disposición de los bienes por testamento y ausentarse cuando quisieran.
118

Biblioteca jurídica

primera vez, a nivel popular, diferencia tajante frente al papel político de


obediencia de los súbditos y vasallos.

En cada constitución neogranadina – en sus respectivas secciones


tituladas “De la fuerza armada” – se definía al ciudadano como aquel
hombre que luchaba por la patria. En las constituciones cundinamarquesas
se enfatizó que todo ciudadano era un “soldado nato, mientras fuera capaz
de llevar las armas, sin distinción de clase, estado o condición”110. Desde la
prensa neogranadina, se convocaba a profesar “amor a la patria”, al “bien
público”, y la “responsabilidad de los pueblos” frente al destino de los
neogranadinos y sus futuras generaciones111.

Sin embargo, esta forma específica de referirse al ciudadano como


soldado-nato, desaparece en las cinco constituciones posteriores hechas

Archivo General de la Nación. Archivo Anexo – Esclavos. Tomo II. Mompox, 3 de di-
ciembre de 1813. Manuscrito, folio 454 r y 455 v. Tomo III. Cartagena de Yndias. 16 de
septiembre de 1816. Manuscrito 188 v y 189 r.
110 Diego Uribe Vargas. Las Constituciones de Colombia. Vol. II. Ediciones Cultura His-
pánica. Instituto de Cooperación Iberoamericana. Segunda edición. Madrid, 1985. Pp.
394. Así, en la constitución monárquica de Cundinamarca promulgada el 4 de abril de
1811, en su Título IX artículo 2º, definido con anterioridad por el artículo 1 que establece
que “el objeto de la fuerza armada es el de defender al Estado de todo ataque y toda irrup-
ción enemiga, evitar desórdenes al interior y celar por el cumplimiento de las leyes”. Pp.
394-395. Esta misma definición se conserva en su posterior constitución republicana del
18 de julio de 1812. La anterior definición del ciudadano como “soldado nato”, se encon-
traba igualmente en las constituciones de Tunja del 9 de diciembre de 1811 en su Sección
V y en la constitución de Antioquia del 3 de mayo de 1812, sin embargo, éstas agregaron a
la definición de ciudadano el de “defensor de la patria”. Diego Uribe Vargas. Op. Cit. Pgs.
454 y 562 respectivamente. Con la Constitución del Estado de Cartagena de Indias del 15
de junio de 1812 en su Título X, se tomó el concepto de “soldado nato”, pero a diferencia
de las anteriores constituciones agregó “el compromiso de los ciudadanos, hecho con el
pacto social de defensa a la patria” Diego Uribe Vargas. Op. Cit. Pg. 562. En el preámbulo
de la Constitución afirma que “el cuerpo político se forma por la voluntaria asociación de
los individuos; es un pacto social en el que la totalidad del pueblo estipula con cada ciuda-
dano, y cada ciudadano con la totalidad del pueblo, que todo será gobernado por ciertas
leyes para el bien común”. Ver. Pg. 515.
111 Finalizando 1811 en plena pugna ideológica entre el centralismo y el federalismo,
se publicó el discurso “Milicias nacionales” de William Burke, cuya tesis se basaba en que
cada hombre al ser su “propio defensor”, no debía confiar su defensa a extraños. De ahí
sostenía “que el deber de todo ciudadano que desea conservar la libertad de su país sus
propios derechos” sea mediante la unión de sus conciudadanos. Ver Gazeta Ministerial
de Cundinamarca. Santafé, 19 de diciembre de 1811. Nº. 18. Pg. 62.
119

Universidad Manuela Beltrán

durante los años de 1813 a 1815, tal y como se había presentado en el período
constitucional de 1810-1812. En la Constitución del Estado de Mariquita
(21 de junio de 1815), Constitución Provisional de la Provincia de Antioquia
(10 de julio de 1815), Plan de Reforma o Constitución de la Provincia
de Cundinamarca (13 de julio de 1813), Reglamento para el Gobierno
Provisorio de la Provincia de Pamplona de Indias (22 de mayo de 1815) y
Constitución del Estado Libre de Neiva (31 de agosto de 1815). No obstante,
la figura del ciudadano-soldado continuó implícita principalmente a partir
de tres aspectos: obligación de defender la sociedad, de vivir sometido a las
leyes y de respetar a los funcionarios públicos112.Igualmente sucedió en “La
Reforma del Acta Federal hecha por el Congreso de las Provincias Unidas
de la Nueva Granada” del 23 de septiembre de 1814 y “El Reglamento
para el ejercicio de las facultades y atribuciones del Gobierno general de
la Nueva Granada sobre las bases de reforma acordadas por el Congreso y
en virtud de la concentración de los Ramos de Hacienda y Guerra que han
hecho las Provincias Unidas en el mismo Congreso”, octubre 21 de 1814 y
en la “Reforma del Gobierno General de las Provincias Unidas de la Nueva
Granada” del 15 de noviembre de 1815.

La utilización del temor público en la formación


ciudadana
Una vez conseguida la independencia política de España, los
constitucionalistas neogranadinos expresaron en los diferentes textos la
prohibición y desaparición de los métodos violentos como la tortura física,
el escarmiento, la indignación, y el destierro. En las discusiones sostenidas
del Colegio Constituyente Electoral de la Provincia de Cundinamarca –
que preparaban la presentación de la Constitución de Cundinamarca en
1811 – identificó que las leyes heredadas eran “severas y bárbaras”, lo que
hacía necesario suavizarlas en la formación ciudadana.

Camilo Torres consideró que la aplicación de las nuevas leyes


republicanas debía corresponder a la equidad y los principios de derecho
natural, pues “de un modo se castigaba un homicidio doloso, una muerte
112 Diego Uribe Vargas. Las Constituciones de Colombia. Vol. II. Ediciones Cultura His-
pánica. Instituto de Cooperación Iberoamericana. Segunda edición. Madrid, 1985. Ver:
Constitución de Pamplona, en su sección de los Deberes del hombre en sociedad Art. 146,
P. 758. Constitución de Neiva: en su sección II Deberes del ciudadano Art.36 P. 768.
120

Biblioteca jurídica

alevosa y premeditada y de otro lado un acto indeliberado” (Colegio


Constituyente y Electoral de la Provincia de Cundinamarca, 1811, pág. 49).
Actas del Serenísimo Colegio Constituyente y Electoral de la Provincia de
Cundinamarca, congregada en su capital la ciudad de Santafé de Bogotá,
formaron y establecieron su constitución, en el año de 1811 en la Imprenta
Real de Santafé de Bogotá, por Don Francisco Xavier García de Miranda.
Biblioteca Luis Ángel Arango. Sala de Libros Raros y Manuscritos.

De otra parte, José María Castillo Rada consideraba que el tema del
premio y del castigo, debía ser cuidadoso para evitar la desigualdad en la
aplicación de la ley para los ciudadanos. La aplicación del castigo como
una forma de pedagogía ciudadana, debía aplicarse sin distinción; tanto a
hombres ilustres y beneméritos como a los delincuentes. La única manera
de evitarlo era la obediencia a las leyes ciudadanas (Colegio Constituyente
y Electoral de la Provincia de Cundinamarca, pág. 53). Sin embargo, la
eliminación del título de ciudadano y pérdida de garantías conferidas en
las constituciones y hasta la aplicación de castigos severos, como la muerte,
se convirtieron en elementos pedagógicos para disciplinar con fines
públicos a los nuevos ciudadanos, evitar la deserción frente a las filas de los
adversarios y los monarcas. La utilización del temor público transmitida
a los ciudadanos, surgió como pedagogía de control político y militar,
empleada por federalistas y centralistas.

La forma de control ciudadano utilizada tanto por federalistas como


por centralistas sobre la población civil, a partir del castigo y escarmiento
público (a través de la utilización de un discurso intolerante a la traición a la
patria) es denominada en esta investigación como la “Pedagogía del temor
ciudadano”.

“A partir de esta formación ciudadana, se desprendió la relación


premio-castigo que reguló y controló los comportamientos de los
ciudadanos-soldados dentro de las filas militares y de la población
civil en genera, imponiendo fuertemente lógicas de temor estatal
dirigidas a los desertores y a quienes presentaran resistencia para
adherirse a los programas políticos, fuesen hombres o mujeres”
(Serrano, 2014, p. 54).
121

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Otorgar premios cívicos a quienes defendían la causa patriota como:


conceder el título de ciudadano, la promesa de honores, reconocimiento y
empleos públicos, los asensos militares, el indulto, el perdón y olvido a los
traidores, eran demostraciones claras de un gobierno liberal113.

El triunfo de los patriotas contra las tropas de Miguel Tacón en la batalla


de Palacé, motivó el 20 de septiembre de 1811 la publicación y circulación
de trece decretos para ser aplicados entre los cuerpos municipales de las
ciudades confederadas de la Provincia de Popayán, con el propósito de
regular las relaciones políticas y militares de sus ciudadanos. El propósito
de este Consejo Supremo era el de establecer la “opinión pública de los
ciudadanos de Popayán”, disponiendo penas específicas según el tipo de
delitos, estudiadas previamente en El Tribunal de Apelaciones cuyo fallo final,
lo daría el Congreso de Representantes. Entre estas penas, ser considerado
un traidor, fue una causa directa para perder el derecho de “representación
y el ciudadanato”, sin presentar excusas justificadas. A los hombres que
actuaron en defensa del territorio se les darían honores y, además, tendrías
preferencia en los empleos públicos. A los que dieron muerte, debían
“quedar borrados para siempre del número de los ciudadanos, y de los
vivientes”. En caso de no poseer bienes, los condenados estaban obligados
a pagar con trabajos públicos en un tiempo determinado por el Gobierno.
Las condenas a presidio se extendieron a quienes utilizaban “discursos para
arrastrar a incautos a su antigua servidumbre colonial” (20 de septiembre
de 1811, pág. 28).

De igual manera, sucedió en medio de la guerra civil sostenida entre


Cundinamarca y la Confederación. A comienzos de octubre de 1812, días
antes del enfrentamiento de Cundinamarca con la provincia de Tunja, la
población masculina entre los 15 y 60 años, fue convocada por el presidente
Antonio Nariño para combatir a los federalistas. Allí se desalojaron a las
mujeres, niños, ancianos y sacerdotes de sus hogares y se instalaron lugares
especiales para refugiarse. La evasión o incumplimiento de cualquier orden
fue castigada como una alta traición. (Gazeta Ministerial, 1812, pág. 393).
113 Así lo encontramos en la Constitución de Cundinamarca de 1811, que dio la po-
sibilidad en el artículo 35, título V otorgar indultos demostrando con esta facultad un
“Gobierno liberal y patrio”. En la constitución de Cartagena de 1812, en el Título I “De los
derechos naturales del hombre y sus deberes”, en su artículo 9, el gobierno podía conceder
distinciones personales a los hombres por sus acciones, servicios y virtudes cívicas (Pom-
bo y Guerra, pág. 99).
122

Biblioteca jurídica

En el Campo de Ovejeras el 30 de noviembre de 1812, se exhortó a


los habitantes de la Provincia de Tunja a resistir a las tropas federalistas
comandadas por Baraya y a no tomar parte contra los soldados
cundinamarqueses. En caso contrario se amenazó que los desertores serían
tratados como “enemigos” y se les confiscaría los bienes y la vida, (Boletín
de Noticias del Día, 1812) quitándoles el título de “ciudadano” a quienes
hubieran colaborado con el enemigo.

La creación de instituciones coercitivas como la Junta de Seguridad


y Vigilancia, ejerció control sobre aquellos que estaban en contra de la
república114. La Junta de Represalias y Justicia Militar, creada por Antonio
Nariño en 1813, aplicó penas y castigos, sin tener en cuenta que en muchos
casos la población colaboró con las filas enemigas para salvar su vida. Ver:
Hermes Tovar. Guerras de represión Desde la justicia militar, algunas
aplicaciones de penas no correspondían con los casos que se imputaban115,
otras ni siquiera estaban tipificadas, todas fueron consideradas como delitos
de traición a la patria, por participar en las filas militares o proporcionar
cualquier tipo de ayuda.
114 En la Villa de la Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín en agosto de 1813,
la Junta de Seguridad y Vigilancia sospechaba de Don Francisco Estrada y Cordoba. Allí
se afirmó “que siendo su principal objeto celar sobre la defenza interior de este pais y
limpiar la República de los enemigos de este sistema para no conserbar a mas hombres
desconocidos que atentan contra los sagrados derechos (…) se le estimara (a Estrada) que
dentro del termino de veinticuatro horas salga de esta villa para la nueva población de
Barbara en donde se mantendrá a disposicion del Señor Jues poblador de hallí Don Juan
Muños (…) sin que por ningún pretesto profiera expreciones algunas contra el Gobierno
ni Independencia, ni se reuna con regentistas, pues de averiguarsele algo de lo dicho se le
seguira el correspondiente sumario (…) pues no es tiempo de tolerar masá unos hombres
que tan criminalmente atentan (contra la república)” (Junta de Seguridad y Vigilancia,
1813).
115 Don Luis Rubio fue acusado del delito de infidencia, teniendo como defensor a Don
José Vásquez, capitán de Granaderos del Batallón Nacional, quien alegaba la mala tipifi-
cación hecha a él de “reo de infidencia” de acuerdo a la segunda letra de los artículos 45 y
46, Título 10, Tratado 8° de las Ordenanzas del Ejército, en la que señalaba que en tiempos
de guerra, se prohibía expresamente la inteligencia militar con los enemigos, llevando
correspondencia escrita o simplemente mensajes con palabras, revelando el santo y seña
en los oficiales y soldados que componen la tropa. El abogado defensor solicitó que se le
vindicara el honor de “ciudadano”, título que se le había quitado, teniendo en cuenta que
actuó obligado por órdenes del Gobernador Juan Nepomuceno Niño, jefe de las tropas de
la Unión. En: Archivo General de la Nación. Archivo Bernardo Caicedo. Sección Patria
Boba. 30 de marzo de 1813. Caja 2. Volumen. II Folio 33. (Archivo Bernardo Caicedo,
1813)
123

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La aplicación de medidas represivas como la pérdida de bienes, las penas


corporales, los encierros y la muerte en la población, tanto masculina como
femenina, desató gran número de correspondencias solicitando el perdón
de la vida de los reos. Algunos hombres que se encontraban presos, dirigían
cartas al gobierno, autodenominándose “ciudadanos” y prometiendo ayudas
económicas, donación de dinero y víveres en el momento inmediato en que
se pusieran en libertad y en muchos casos hasta se ofrecieron a pagar fianzas
para beneficiar las arcas del Tesoro Público. (Archivo Bernardo Caicedo.
Sección Patria Boba. Caja 2. Volumen 2).

Tanto federalistas como centralistas utilizaron el indulto, el perdón y


el olvido, como una estrategia de incorporación ciudadana. En 1811 José
Miguel Pey aprobó pasaportes de salida en un tiempo límite. Vencido el
plazo se procedería a confiscar los bienes, a dar prisión y penas corporales
(Pey, 1811). Antonio Nariño publicó el 21 de enero de 1812, indultos a los
detenidos, presos y fugitivos, excluyendo las penas de traición al Estado y
malversación del tesoro o caudales públicos. El indulto fue negado a quienes
habían cometido homicidio alevoso o de sacerdote, sodomía, hostilidad y
todos los crímenes calificados atroces (Gazeta de Cundinamarca, 1812, pág.
94).

Jorge Tadeo Lozano, a través del Serenísimo Colegio Constituyente


y Electoral de la Provincia de Cundinamarca, en sesión del 26 de marzo
de 1812 decretó tres puntos de “perdón y olvido” como muestra de un
verdadero gobierno republicano, apoyado en la convocatoria de las
autoridades eclesiásticas. Lozano indultó a los que se encontraban presos
o detenidos por causa de la revolución, a los que estuvieron opuestos a
la “transformación política” y por último, señalaba el reconocimiento de
amigos, a quienes respetaran la constitución y la independencia (Uribe,
1985, pp. 405).
124

Biblioteca jurídica

Conclusiones
La dominación colonial, experimentada en las colonias
hispanoamericanas por el espacio de tres siglos, marca un rasgo importante
en la cultura política de la élite de criollos ilustrados que se encontró con
el reto de formar una república conformada por ciudadanos libres. La
simbiosis jurídica entre las teorías políticas de reversión de la soberanía y
los postulados revolucionarios de libertad, emancipación y representación,
fueron plasmados en las constituciones como una forma de delinear la
concepción de Estado, nación y ciudadanía. A su vez, la utilización del
marco normativo a través de la presentación de las diferentes constituciones
provinciales, representó un elemento legitimador y efectivo para establecer
y justificar una clase diferente de dominio político en los nuevos ciudadanos.
125

Universidad Manuela Beltrán

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Diario Político de Santafé de Bogotá.
El Argos Americano. Papel Político, Económico y Literario de Carta-
gena de Indias
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El Aviso al Público.
El Extraordinario de las Noticias Públicas.
El Mensajero de Cartagena de Indias
Gaceta de Santafé.
Gazeta Ministerial de Cundinamarca.
La Bagatela.
Semanario del Nuevo Reino de Granada.
Manuscrito, Archivo General de la Nación. Anexo – Purificaciones.
Tomo 2. Folio 22v
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Patria Boba. 30 de marzo de 1813. Caja 2. Volumen. II Folio 33.
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Diego Padilla, Luis Eduardo Azuola, Francisco Morales, Jerónimo de
Mendoza y Frutos Joaquín Gutiérrez. Imprenta de Bruno de Espinosa.
Archivo General de la Nación. Archivo Histórico José Manuel Restrepo.
Fondo I Revolución de la Nueva Granada, Quito y Venezuela, 1741-
1831. Fondo I, Vol. 8 Folios
“Señores”. Santafé, 13 de octubre de 1810. Sin pie de imprenta
(Spi.) (Representación Frutos Joaquín Gutiérrez a la Junta Suprema
para que Cundinamarca se constituya así misma). Folios. 101r- 1044r.
(impreso). Archivo General de la Nación. Archivo Histórico José Manuel
Restrepo. Fondo I. Revolución de la Nueva Granada, Quito y Venezuela.
1741-1831. Rollo, Vol. 4. Folio. 104.
Archivo General de la Nación. Archivo Anexo – Esclavos. Tomo
II. Mompox, 3 de diciembre de 1813. Manuscrito, folio 454 r y 455 v.
Tomo III. Cartagena de Yndias. 16 de septiembre de 1816. Manuscrito
188 v y 189 r.
Carta pastoral de los gobernadores del arzobispado de Santafé
al venerable clero secular y regular de la Diócesis sobre la tranquilidad
pública. Imprenta la Patriótica. Santafé de Bogotá, 30 de septiembre de
1809. Biblioteca Nacional. Fondo Pineda 260. Pieza. 28.
Documentos de la Junta del Socorro. Agosto 21 de 1810. Archivo
General de la Nación. Archivo Histórico José Manuel Restrepo. Rollo 3,
Vol. 4. Manuscrito.
“Reflexiones al manifiesto de la junta gubernativa de Cartage-
na, sobre el proyecto de establecer el congreso supremo en la villa de
Medellín, comunicado a esta suprema provisional 19 de septiembre de
1810.- Consideraciones sobre los inconvenientes de alterar la invocación
130

Biblioteca jurídica

hecha por la ciudad de Santafé el 29 de julio de 1810”.La imprenta real


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de Miranda. Biblioteca Luis Ángel Arango. Sala de Libros Raros y Man-
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131

Universidad Manuela Beltrán

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Granada, Quito y Venezuela, 1741-1831. Fondo I, Vol. 2. Rollo 2. Folio?.
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Sevilla a favor de Fernando VII. Agosto de 1808. (s.f.). Obtenido de
Biblioteca Virtual Luis Ángel Arando: http://www.banrepcultural.org/
blaavirtual/linea-de-tiempo/El%20Rey%20en%20apuros.%20Las%20
colonias%20van%20a%20Espa%C3%B1a
Junta Suprema Central. (1883). Real Orden de la Junta Suprema
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la, 6 de junio de 1808. Don Fernando VII, Rey de España y de las Indias,
y en su nombre la Suprema Junta. Obtenido de http://www.uchbud.es/
materiales/textos-historia.pdf
132

Biblioteca jurídica

Primeras leyes de derecho económico


sobre vías en la naciente República de
Colombia en los años 1819 a 1853 en el
marco de las revoluciones ilustradas:
promoción de rutas para fomentar el
comercio y unir un país fragmentado
Federico Castellanos 116
efcastellanosg@unal.edu.co
enver.castellanos@docentes.umb.edu.co
A Anita, Ingeniera de Vías y Transportes, UPTC.

Introducción
Este escrito aborda los antecedentes del derecho económico
colombiano sobre infraestructura vial en los años 1819 a 1853. Al efecto
se desarrollarán los siguientes puntos: i) Definición de los parámetros
historiográficos: se precisan los aspectos historiográficos relativos al tema,
fuentes, periodos. De esta parte se destaca la propuesta de la norma jurídica
como fuente histórica directa que brinda certezas historiográficas para
los países pertenecientes a la tradición o familia jurídica continental que
tiene como rasgo un sistema de derecho escrito, pues posibilita conservar
la norma escrita como fuente prevalente de aplicación del derecho y de
estudio histórico. Esta característica permite a los historiadores del derecho
contar con la norma jurídica ontológicamente como hecho y fuente
histórica directa en sí misma; ii) Antecedentes del derecho económico
sobre infraestructura vial en Colombia 1819 a 1853117: al respecto se aclara

116 Abogado Universidad Nacional de Colombia, Master en Derecho Privado y Eco-


nómico, docente ocasional de Derecho Comercial General y Sociedades en la Facultad
de Ciencias Económicas UN-FCE. Docente Investigador del grupo Derecho, Justicia y
Desarrollo Global de la Universidad Manuela Beltrán.
117 El artículo Tendencias legislativas del derecho económico en el origen y desarrollo de la repú-
blica de Colombia de 1819 a 1853, será seguido de cerca en el presente trabajo, por cuanto
133

Universidad Manuela Beltrán

que el presente trabajo no versa sobre el tema de la codificación normativa.


Se destaca que el naciente Estado colombiano, fruto de las revoluciones
ilustradas del siglo XIX, promocionó el desarrollo de rutas comerciales
para comunicar y unir un país fragmentado y espoliado por la guerra.

En relación a los aspectos historiográficos se resalta el apoyo de


la historia al derecho, la selección discrecional de fuentes, temáticas y
métodos, dadas las afinidades investigativas.

En síntesis, este artículo destaca los siguientes aspectos: i) La indagación


por los inicios del derecho económico, ii) las precisiones historiográficas
antes de hacer cualquier aproximación histórica, iii) la necesidad de
cuestionarnos por el uso de la historia del derecho.

Se propone una forma de aproximarse a la historia del derecho


económico colombiano describiendo las tendencias en implementaciones
legales sobre vías de transporte dentro de las orientaciones temáticas
del derecho económico implementado en Colombia durante la primera
mitad del siglo XIX. Tarea efectuada con soporte en las siguientes fuentes
históricas: i) Las actas del congreso de 1824 y ii) La Recopilación de Leyes
de la Nueva Granada de don Lino de Pombo.

Así mismo, estas fuentes posibilitan la observación de la legislación


en la independencia y establecimiento de la República, en el marco de las
revoluciones ilustradas y sus consecuencias para el periodo 1819-1853,
periodo que significaba el fin del proceso de independencia y el trabajo del
naciente Estado para desarrollar políticas en comunidades especificas del
territorio colombiano encaminadas a restaurar los circuitos económicos
destruidos por la guerra. Estos cambios significaban la concreción del
ideario filosófico y político económico de las revoluciones ilustradas.

describe la labor del Congreso colombiano en torno al comercio exterior, relaciones exte-
riores, hacienda pública, régimen impositivo, deuda pública, libertad económica, fomento
a actividades económicas y fomento industrial (Castellanos Gómez, 2016). Al efecto, el
presente articulo busca desarrollar una de las tematicas propuestas: las politicas de fo-
mento a las vías de comunicación.
134

Biblioteca jurídica

1. Aspectos historiográficos y metodológicos.


Historia: estudio con fines prácticos

Propósito del uso de la historia en la actividad


académica y profesional
La indagación histórica en relación con el derecho persigue un fin
práctico, no meramente erudito. Indagamos la historia para contribuir a
la formación del pensamiento jurídico, para enseñarlo y para ponerlo en
práctica en el ejercicio profesional. ¿Cómo puede aportar la historia al
pensamiento jurídico? A continuación se proponen algunas respuestas a
esta inquietud.

Pierre Vilar, al final de su carrera como historiador, enseñaba que


pensar históricamente es entender el pasado para comprender el presente
y proponer un futuro (Vilar, 1997). En el campo jurídico Karl Larenz en su
Metodología del Derecho, indica que considerar el derecho como fenómeno
histórico, es decir como creación humana temporal, es esencial para
comprender su presente y visionar su futuro:

“El Derecho se nos muestra de nuevo desde otro aspecto cuando


lo consideramos como un fenómeno histórico. Es precisamente
esto último porque pertenece al mundo creado por el hombre, al
mundo particularmente suyo. “el hombre es un ser histórico”; esto
quiere decir: su pasado- el suyo personal, el de la comunidad social
a la que pertenece, el de la cultura de la que participa – es una parte
integrante de su ser actual: como tal tiene poder múltiple sobre el
hombre y, cuando éste se desliga de él, esto sucede en disputa con
él. El pasado no es simplemente el pasado y con ello terminado. El
mundo “histórico”, que el hombre crea en torno suyo y en el cual
vive su propia vida, es tanto continuable como variable; se mantiene
a través del cambio de los tiempos, de las generaciones y se presenta
continuamente nuevo. El derecho tiene también “la estructura
temporal de la historicidad”118 se mantiene durante más o menos
tiempo y se encuentra en un proceso continuo de adaptación a las
variaciones del tiempo histórico, es decir: del tiempo acuñado por

118 Gerhart Husserl, Recht und Zeit, p. 22. Respecto de la historicidad del derecho,
cfr., además, A Kaufmann, Rechtstheorie, pp. 18 y ss., citado por Karl Larenz.
135

Universidad Manuela Beltrán

el hombre. Quien quiera comprender el Derecho del presente en su


estado actual, tiene que contemplar también su devenir histórico, su
apertura hacia el futuro. La persistencia del pasado en el Derecho que
históricamente ha llegado a ser es el tema de la Historia del Derecho”
(Larenz, 1994, p. 178)

Profesor de la universidad de Frankfurt del Meno, Helmut Coing,


ubica el estudio de la historia del derecho dentro de la historia de la cultura
y la define como el escrutinio de los ordenamientos jurídicos del pasado.
Propone el historiador un puente entre ésta historia cultural y la ciencia
dogmática encargada de indagar por la conexión entre las normas jurídicas
vigentes de cada ordenamiento jurídico en un contexto social determinado,
teniendo la tarea de sintetizar y resolver conflictos de principios y de
vigencia. Además, resalta tres fuentes del derecho: la codificación general,
la legislación particular y las decisiones de los tribunales (Coing, 1981, p.
247)

De tal forma que para ilustrar la relación historia-derecho aborda las


fuentes del mismo. En todas estas fuentes se observa una referencia a la
cultura jurídica anterior, sobre todo por la necesidad de seguridad jurídica,
así mismo, el derecho nace de la experiencia antes que de las ideas abstractas
y lógicas, por lo tanto el derecho está condicionado históricamente. De
tal forma que para Coing la historia del derecho nos enseña cuáles eran
las cuestiones de orden social implicadas, las consideraciones éticas y de
conveniencia, para resolver conflictos sociales en un momento histórico
determinado. Por último, destaca que la solución de los problemas actuales
e intentos de cambio debe partir de la compresión histórica de este presente
(Coing, 1981, pp. 254-257).

El profesor Coing al describir las tareas del historiador del derecho


destaca tres ideas fundamentales que están presentes en los orígenes de la
escuela histórica del derecho:

“a) El derecho es expresión de la cultura nacional y debe ser


considerado como una parte de esa cultura. (…) Precisamente por ello
Savigny habló de conexión orgánica del derecho con el ser y el carácter
del pueblo119 (…), b) la evolución del derecho es como la evolución
119 Cfr. F Carl von Savigny, Vom Beruf Unserver Zeit für Gesetzgebung und Rechtswissenschaft,
reimp. de la ed. se J. Stern, 1914, Darmstadt, 1959, pp. 77 y ss., citado por (Coing,1992, p.
47)
136

Biblioteca jurídica

orgánica de determinadas ideas, las cuales están vivas en el espíritu


del pueblo y que sirven de base para comprender las instituciones
jurídicas. A ella (la investigación socio- jurídica) corresponde el
esfuerzo de penetrar en la raíz de las fuentes que nos ha llegado del
pasado y de esta manera descubrir su principio orgánico, el cual
separa automáticamente lo que todavía tiene vida de lo muerto y sólo
pertenece a la historia120 c) El estudio de la evolución de las ideas del
derecho en la historia, como puede deducirse del apartado anterior,
es al mismo tiempo el fundamento de la comprensión del derecho
vigente y de su dogmática” (Coing, 1981, pp. 47-48).

En el mismo sentido Gerar Wesener y Gunter Wesenberg indican que la


historia del derecho privado alemán les permite comprender la dogmática
actual fruto de la recepción del derecho romano, observando además de los
criterios legales aspectos de la sociedad que circunda a ese derecho:

“La historia del derecho privado moderno tiene por objeto la


exposición del desarrollo de los dogmas y de las instituciones del
derecho privado en Alemania, así como la explicación y el transfondo
cultural y social de ésta realidad. (…) La justificación general de esta
disciplina tiene su fundamento en el hecho histórico de la Recepción
del derecho romano en Europa y en Alemania. Los conceptos jurídicos
romanos y su técnica penetraron con tal amplitud en la Europa
moderna- y no fue menos en Alemania-, que la historia del derecho
privado moderno es en gran parte una historia de la perviviencia
del derecho romano, de modo que sin una profunda valoración del
componente romanistico no puede elaborarse de modo provechoso”
(Wesenberg, 1998, p. 27).

Otros autores han destacado los aportes de la historia del derecho ya


sea como elemento propedéutico que sentará las bases del conocimiento
jurídico y por su valor empírico en el universo de la ciencia jurídica
(Molitor, 1980, pp. 152-154).

Por su parte, Beatriz Bernal y José de Jesús Ledesma indican que una
función importante de la historia del derecho como creación humana es
recoger la experiencia de los pueblos para evolucionar y no repetir los
errores del pasado, aporte que también se observa en el campo jurídico:

120 Cfr. Friedrich Carl von Savigny, op. cit., pp. 140 y ss.
137

Universidad Manuela Beltrán

“¿Por qué al estudiar el derecho, el hombre se interesa también


por su formación histórica? Por las mismas razones que en otros
campos de la cultura se estudian la historia del lenguaje, de la pintura,
de la música, etcétera.

El hombre, para satisfacer sus necesidades sociales y sus ansias


de progreso, ha creado, a través de los siglos, un acervo cultural por
el cual nosotros recibimos una “experiencia histórica” que debemos
aprovechar, pues de no hacerlo, tendríamos que iniciar inútilmente
los intentos y esfuerzos por los que tantas generaciones pasadas han
transcurrido. La historia es pues la maestra de la vida, como enseñaba
Cicerón, y nos proporciona por eso un caudal enorme de experiencias
y logros que nos hacen posible el progreso (…).

La historia nos enseña también a no repetir los errores en que


los otros han incurrido, abriéndonos así un camino más seguro
y fácil de recorrer. Entre la historia y el derecho de un pueblo se
establecen relaciones de interdependencia. El derecho condiciona a
veces el desarrollo de la historia, pero más frecuentemente acaece lo
contrario. La razón de esto estriba en que el derecho no es sino un
aspecto de la vida humana que la historia abarca en toda su vastedad.
De aquí se deriva la importancia suprema de conocer la historia de
un pueblo para comprender el nacimiento y evolución de su derecho”
(Bernal, 1989, pp. 20-21).

Para Pio Caroni la historia del derecho ofrece concreción y claridad


al pensamiento jurídico, además permite comprender experiencias locales
que no se pueden confundir con lecturas generales, como a veces ocurre:

“esta remisión me ofrece más bien la ocasión de confirmar que


todas nuestras reflexiones y conjeturas son imprecisas y ambiguas si
no las aplicamos explícitamente a una sociedad histórica concreta.
En efecto, solo ella descubre, según las circunstancias, el sentido
fiable de las frases, los argumentos, las metáforas y las teorías de
las que se sirvieron a lo largo del siglo XIX para favorecer o para
impedir la codificación, como por lo demás sabe bien quien haya
reflexionado sobre el valor, al menos europeo, de la estrategia
anticodificadora de Savigny. Recordará, en efecto, que las propias
páginas del Beruf fueron leídas en Toscana, en Cataluña o en
Ginebra con la misma admiración emocionada y con la misma
adhesión incondicional, pero por motivos (y, respectivamente, con
138

Biblioteca jurídica

resultados) muy diferentes. Por esto no es admisible poner en común


estas experiencias tan irreductiblemente “locales”, a la espera de una
confirmación ulterior de esa verdad que el jurista aún debe percibir
en su turbadora centralidad y en virtud de la cual el significado de los
mensajes (incluso de los jurídicos) es determinado preferentemente
por el lector en relación con el destinatario” (Caroni, 2012, pp. 246).

Así lo advirtió el profesor de la Universidad Nacional de Colombia


Juan Jorge Almonacid en su trabajo dedicado a explicar la historia del
derecho comercial colombiano, tomando distancia del difundido relato de
Diego López Teoría Impura del Derecho. Almonacid advierte que observar la
adopción de ideas jurídicas como un mero fenómeno de trasplante de un
lugar prestigioso a un lugar de “menos cultura jurídica” podía crear el riesgo
de criticar de manera lacerante e irreflexiva el pensamiento jurídico local,
como efectivamente constató en el caso del derecho comercial colombiano,
cuyos autores fueron obviados en la obra de Diego Lopéz. Derecho que
fue tachado de falto de originalidad y mero gregario de la cultura jurídica
prestigiosa al subsumirlo bajo la categoría genérica de Derecho Privado.
Concretamente, el buscar en la historia del derecho comercial colombiano
y en las fuentes históricas primarias le permitió al profesor Almonacid
establecer que, éste contaba con desarrollos legales y doctrinarios propios
que impedían achacarle falta de originalidad (Almonacid Sierra, 2007).

En suma, conforme a los citados autores, la historia le permite al


derecho: i) establecer que el derecho nace de la experiencia antes que de
las ideas abstractas y, por lo tanto está condicionado históricamente, ii)
comprender cómo se propusieron soluciones a los conflictos sociales en un
instante histórico determinado, permitiendo por medio de la comprensión
histórica proponer soluciones y cambios frente a los problemas actuales,
iii) identificar la vigencia de las ideas para entender la dogmática actual y
proponer cambios, iv) recoger la experiencia de los pueblos para evolucionar
y no repetir los errores del pasado y v) tener una concreción y claridad al
pensamiento jurídico. La historia del derecho nos ubica en nuestro presente
jurídico y nos permite proponer un futuro del derecho.
139

Universidad Manuela Beltrán

Concepción histórica
Metodología y visión historiográfica

Una vez precisado que el estudio de la historia del derecho puede


fortalecer la dogmática concentrada en el texto y el contexto, perspectiva
histórica y narrativa basada en fuentes, se hace necesario explicitar la
concepción de historia, las técnicas y metodologías que apoyaran el presente
escrito.

A continuación seguiremos de cerca la obra de Renzo Ramírez Baca


para describir brevemente los parámetros metodológicos, así: i) técnicas de
trabajo, en el que se propone un trabajo histórico descriptivo concentrado en
la sucesión cronológica de eventos, ii) crítica de fuentes: nos concentramos
en fuentes primarias narrativas, no intencionales, tales como actas,
protocolos oficiales, y en nuestro caso en los medios de difusión de las
normas, iii) métodos de crítica de fuentes en que trataremos: 1. Crítica de
proximidad y simultaneidad, en términos de espacio y tiempo, comparación
y confrontación del autor con los hechos, 2. Identificación y clasificación
de la fuente, 3. Autenticidad de la fuente, 4. Representatividad, perfil social
del autor (en nuestro caso el Gobierno y el Congreso de la República), que
permite ubicar una institucionalidad y una procedencia (Ramírez, 2010, pp.
42-47, 99-106)

La fortaleza de la presente investigación estriba en que se basa en


fuentes históricas directas. Por ello se ha concentrado la atención en efectuar
una buena crítica de fuentes encaminada a explorar las posibilidades de
conocimiento que brindan fuentes históricas directas.

Nos concentramos en la crítica interna de las fuentes en aspectos


como: ¿qué tipo de fuente es?, ¿qué dice realmente la fuente? (uso adecuado,
coherente y consistente de conceptos, dominio del idioma), ¿quién es el
autor, objetivo, intencionalidad?, ¿cuándo y bajo qué circunstancias se creó
el documento?, ¿cómo se hizo?, ¿es un documento atípico?, ¿el documento
se encuentra completo? (Ramírez, 2010, pp. 104-105).
140

Biblioteca jurídica

En cuanto a la crítica de fuentes en el aspecto interno observamos


que al avanzar en la crítica externa de la fuente se allana en gran medida
el camino de la crítica interna, no porque no sea necesaria, sino porque en
éste caso la investigación versa sobre fuentes históricas particulares como
son las normas jurídicas, fuentes que una vez encontradas y verificada
la autenticidad de las mismas, más que un estudio sobre la validez de su
contenido requieren es una interpretación, por cuanto en el presente
trabajo su objeto es el contenido de la norma.

En el aspecto externo la autenticidad de los documentos y la autoría


de los mismos se ha logrado verificar gracias a su naturaleza especial de
normas jurídicas que nacen en el seno de las entidades con funciones
legislativas; respecto de la identidad de las personas que conforman éstas
comisiones se ha podido establecer observando las actas de estos cuerpos
colegiados y respecto de las normas escritas su custodia y difusión por los
órganos encargados.

En cuanto a los métodos cuantitativos, el trabajo se concentra en


un registro estadístico de lo que se encuentra en textos, un carácter más
descriptivo que explicativo, y centrado en objetos identificables (Ramírez,
2010, pp. 52-53).

Respecto al nivel teórico, se plantea una microhistoria que busca un


propósito más descriptivo que teórico. La presente revisión histórica
se concentra en las microhistorias sin descuidar los otros niveles de
interpretación: En el aspecto micro la intensión es lograr describir
las instituciones puntuales del derecho económico colombiano sobre
infraestructura vial presentes en el periodo de tiempo estudiado. En el
aspecto macro de la teoría podemos observar las normas promulgadas
como fruto de la existencia de repúblicas independientes en el marco de las
revoluciones ilustradas (Ramírez, 2010, pp. 63-64).

Por último, respecto a las perspectivas y niveles de comprension,


el presente trabajo es descriptivo: ubica fuentes historicas para narrar
el surgimiento del derecho econòmico en torno al tema de las vìas de
comercio. Se espera consilidar insumos para posteriores trabajos que
abarquen los modos de comprensión interpretativos, explicativos, causales,
y que propongan modos de comprensión como la explicación, clasificación,
coligación, que se explican en el siguiente cuadro:
141

Universidad Manuela Beltrán

Fuente: adaptación del autor basado en Ramírez, 2010, pp. 88-93.


De acuerdo con el autor existe una relación inversamente propor-
cional entre el nivel de generalidad y el nivel de concreción de acuerdo
al tipo de explicación en dónde el nivel de generalidad aumenta desde
su mínimo en la explicación descriptiva (respondiendo a la preguntas del
dónde y el cuándo), siguiendo la explicación interpretativa (el qué), pos-
teriormente la explicación teleológica (en dónde responde por la pregunta
del por qué desde una visión subjetiva e indagando por causas finales, sin
llegar a tener un carácter explicativo formal) y, finalmente, con el mayor
grado de generalidad, por lo tanto el nivel menor de concreción, la expli-
cación causal (el por qué desde una visión explicativa formal) (Ramírez
Bacca, 2010, pp. 92 y ss.).
142

Biblioteca jurídica

EXPLICACIÓN CAUSAL
(¿Por que?)
EXPLICACIÓN CAUSAL
(¿Por que?)

EXPLICACIÓN
TELEOLÓGICA
(¿Por qué?)
Concreción
EXPLICACIÓN
INTERPRETATIVA
(¿Qué?)
Generalidad

EXPLICACIÓN
DESCRIPTIVA
(¿Dónde?,
¿Cuándo?)

Fuente: adaptación del autor de lo tratado en Ramírez, 2010, p. 92).

Concepto de derecho económico


Para el presente escrito se establece una de las definiciones más amplias
de derecho económico :

“[…] conjunto de normas y principios jurídicos que regulan la


actividad económica de los agentes privados y del Estado, y permitan
a éste alcanzar los objetivos que se han propuesto en el diseño de
sus políticas económicas, dentro del contexto de las reglas que
configuran el orden público económico” (Zavala Ortiz & Morales
Godoy, 2010, p. 12).

Por consiguiente, se indaga cómo el legislador de la naciente república


de la Nueva Granada proponía normas sobre infraestructura vial para
adecuarse a los objetivos de la política económica.
143

Universidad Manuela Beltrán

Teoría Universal del Estado


Este trabajo se ubica en la Teoría Universal del Estado propuesta por
Bernd Marquardt, que refiere ciclos históricos que el presente trabajo
aborda como la:

“Larga, Mediana y Corta Duración expuesta por Braudel


y entendidos no meramente como periodizaciones temporales
sino como segmentos conceptuales diferenciados por sistemas
constitucionales de gobierno, así: i) A gran escala los cambios
latinoamericanos se enmarcan dentro de las oleada de la revolución
ilustrada e industrial que en el mundo transformó a las sociedades
tradicionales en post-agrarias dentro de la época de cambios
constitucionales modernos de 1775- 1825; ii) En el mediano plazo,
en Latinoamérica, las primeras olas y fases de cambios nos permiten
destacar el periodo 1810-1847 que fue testigo de las reformas del
liberalismo ilustrado; iii) A nivel de acontecimiento, se observa la
formación de seis Repúblicas ilustradas que adoptaron un modelo
de Estado liberal Constitucional, profundizando en Latinoamérica
los cambios mundiales en democracia representativa-sufragio
universal-, justicia constitucional -división de poderes-, derechos
fundamentales, libertades económicas. (Marquardt, 2009, pp. 15-16,
33-36, 66, 74)”, (Castellanos Gómez, 2016, p. 148)

Metodología
Pautas historiográficas
El presente escrito se elaborará basado en fuentes primarias, conforme
a los siguientes parámetros, que ya se habían establecido en el citado trabajo
sobre las tendencias económicas en la nueva granada (Castellanos Gómez,
2016, p. 150-153).

Materia de estudio: orígenes del derecho económico en Colombia,


específicamente en torno a la infraestructura vial.

Área geográfica: el territorio de la República de Colombia conforme a


los cambios vividos de 1819 a 1863, así:
144

Biblioteca jurídica

DENOMINACIÓN PERIODO AÑO


GRAN COLOMBIA 1819 a 1831
NUEVA GRANADA 1832 a 1858
CONFEDERACIÓN 1858 a 1863
ESTADOS UNIDOS DE COLOMBIA 1863 a 1886
Tabla No. 1 Área geográfico política
Fuente: el autor.

Delimitación temporal: se estudiará el periodo comprendido entre


1819 y 1853.

Por último, se destaca que este trabajo se concentra en la historia de


la norma jurídica como fuente histórica. Al respecto se asume el concepto
propuesto por Paul Veyne, que concibe la historia como narración verídica
basada en fuentes históricas (Veyne, 1984, p. 13). En anteriores trabajos
hemos concluido que:

“la norma como fuente histórica no solo es fuente directa, es en sí el


hecho histórico estudiado. Además, permite entender el pensamiento y
actitud de una sociedad para resolver un conflicto. Por último, se advierte
que una historia basada meramente en normas puede resultar ilustrativa
pero simplista, también es necesario reconstruir los contextos donde nace
y se aplica la Ley. Pero en orden de prioridad considero indispensable para
la historia del derecho económico colombiano la ubicación y descripción
de las normas” (Castellanos Gómez, 2016, p. 156)

Se prioriza la indagación en torno a la norma por cuanto no se observan


trabajos que traten este tema específico, por ello es indispensable ubicar
la norma como fundamento de la indagación sobre derecho económico.
Este es un insumo indispensable para elaborar posteriores trabajos que, sin
referentes normativos pueden abarcar interesantes aspectos de la historia
colombiana, pero no la historia del derecho.
145

Universidad Manuela Beltrán

2. Desarrollo
Propuestas legislativas sobre vías en el Congreso de
1824
En anteriores trabajos se identificó que la Gran Colombia terminó
la guerra de independencia en 1824 con las batallas de Junín y Ayacucho,
concentrándose el Estado en su organización. De tal forma que Francisco
de Paula Santander como vicepresidente de la naciente República, en
la retaguardia de los ejércitos libertadores lideró una serie de reformas
sobre hacienda pública, confiscaciones, tribunales de comercio, impuestos,
territorio y relaciones internacionales (Ocampo López, 1989, pp. XV-
XVII). En este trabajo abordaremos lo pertinente a vías de comunicación
(Castellanos Gómez, 2016, p. 163-181).

En consecuencia, se encontraron las siguientes propuestas normativas


sobre vías:

“Propuesta legislativa sobre exención de Impuestos en Capitanejo


sobre el Chicamocha (Actas del Senado, 1824, en Fundación FPS,
1989 TI, pág. 143.); Propuesta legislativa sobre bodegas y hospedería
en Atrato (Actas del Senado, 1824, en Fundación FPS, 1989 TII,
pág. 23); propuesta legislativa sobre navegación por el río Orinoco,
concesión a James Hamilton (Actas del Senado, 1824, en Fundación
FPS, 1989 TIII, pág. 280)” (Castellanos Gómez, 2016, p. 160).

De estas propuestas destacamos la solicitud de exención de impuestos


por cuanto fue “promovido por los vecinos de Capitanejo solicitando se le
exima del derecho de pasaje establecido en el puente del río Chicamocha”
(Actas del Senado, 1824, en Fundación FPS, 1989 TI, pág. 143.), y en
consecuencia ilustra que muchas de estas normas fueron fruto de la
iniciativa de los pobladores de las diversas comunidades cercanas a las vías.

En los temas de fomento al comercio exterior indudablemente se


observa la necesidad de adecuar vías, como en la propuesta legislativa sobre
un canal que una a Cartagena con el río Magdalena (Actas del Senado, 1824,
en Fundación FPS, 1989 TIII, p. 224).
146

Biblioteca jurídica

El desarrollo de los puertos y las vías de acceso a los mismos, significaba


la necesidad de reactivar la economía del país deshecho por la guerra, y
que intentaba comerciar con las otras naciones, pero para ello necesitaba
su reconocimiento como Estado legítimo, por consiguiente en su momento
destacamos la necesidad del Congreso de 1824 de estrechar vínculos
comerciales y diplomáticos con otros Estados. Actas del Senado, 1824, en
Fundación FPS, 1989 TIII, p. 304), (Castellanos Gómez, 2016, p. 162).

Tendencias del derecho económico referido a las


vías de comunicación en la recopilación de leyes de
la Nueva Granada - desde la Gran Colombia hasta la
Nueva Granada (1821- 1844)
En su momento, al revisar la labor de don Lino de Pombo se ubicaron
veintiséis (26) normas de fomento al comercio exterior, destacando las
temáticas como el transporte transoceánico en Panamá, que anunciaba
el buen momento de la relación del Estado central con la comunidad
panameña, el fomento de comunicaciones para el Pacifico, y la insistencia
de construir vías hacia los puertos. Es impresionante observar al hacer el
presente trabajo, que de ellas, por lo menos 21 normas están relacionadas
con la regulación de las vías de comunicación, así: la Ley de 1821: registro de
buques nacionales; Ley de 1826: arqueo y nacionalización de buques; Ley de
1835: franquicias a Panamá y Portobello; Ley de 1837: fomento al comercio
en el Chocó; Ley de 1838: dique de Cartagena declarado provincial; Ley
de 1839: dique de Cartagena, aplicando el pontón de Bocachica; Ley de
1839: Franquicia de correspondencia en Panamá; Ley de 1841; Ley 27:
concediendo exenciones a los habitantes de Turbo, Tumaco y Barbacoas;
Ley de 1842: sobre el Canal del Remolino; Ley de 1842: habilitación de
puertos Buenaventura y río Zulia Venezuela; Ley de 1842: habilitación
de puertos Sabanilla (Cartagena); Ley de 1843: franquicias al puerto de
Montijo; Ley de 1844: sobre apertura Camino Buenaventura; Ley de 1844:
sobre apertura Camino Montijo-Veraguas; Ley de 1844: sobre apertura
Camino Urabá; Ley de 1844: sobre habilitación de puertos; Ley de 1844:
Derecho de toneladas; Ley de 1844: comercio de cabotaje costanero; Ley de
1844: depósito y tránsito de mercancías y Ley de 1844: correos marítimos
mensuales (Castellanos Gómez, 2016, p. 166).
147

Universidad Manuela Beltrán

Así mismo, al ubicar en anteriores trabajos trece (13) normas sobre


fomento a las actividades económicas, se destaca para el presente que el
desarrollo de vías de comunicación era esencial para los legisladores del
Estado naciente como herramienta para impulsar el desarrollo económico.
Al efecto destacamos once (11) normas que estaban dirigidas a la regulación
de las vías de comercio, a saber: la Ley de 1825, que establecía exenciones a
las posadas y mesones en caminos públicos; la Ley de 1839, sobre el Puente
en el río Chicamocha; la Ley de 1842, sobre Mejoras en el Camino del
Quindío; Ley de 1842, sobre exenciones a los buques correos a vapor; Ley
de 1843, sobre el Puente en el río Chicamocha-Capitanejo; Ley de 1843,
Apropiando recurso para limpiar el río magdalena; Ley de 1843, sobre bogas
en el río Magdalena; Ley de 1844: Puente río Huerta–Oiba, Santander; Ley
de 1844, sobre Bogas en el Río Cauca; Ley de 1827, Concediendo exenciones
a Buenaventura; Ley 28 de 1833, aboliendo Impuestos de fortificación en
Cartagena (Castellanos Gómez, 2016, p. 172).

De la normatividad estudiada se desprenden las estrategias legislativas


adoptadas para fomentar el desarrollo de las vías de comunicación en
Colombia para atender a las necesidades específicas de las comunidades.
Estrategias tales como: i) conceder exenciones a las personas que vivieran
y trabajaran junto a los caminos, en la que cabe la especial mención del
fomento del camino del Quindío, disponiendo la entrega de 20 fanegadas
de tierra y exenciones de impuestos para las personas que poblaran las
montañas aledañas a los lugares por donde pasaría el camino, ii) disponiendo
recursos para la construcción vías, iii) estableciendo impuestos y peajes, iv)
habilitando puertos, tal como se refiere en el siguiente cuadro:
148

Biblioteca jurídica

Estrategia adoptada Territorio regu-


Año Norma
por el legislador lado
Privilegios para la cons-
1823 Ley 1a. de 31 de julio Nacional
trucción de vías
Valle del Cauca
1825 Decreto de 2 de mayo Concesión de Peaje
Buenaventura

Ley de 11 de abril Destinación de rentas Nacional

Promoción de la
apertura de caminos y
canales, la construcción
1825 de calzadas y puentes,
Ley 1a. de 19 de mayo el establecimiento de Cartagena
pisadas. Apropia re-
cursos para construir el
camino de Cartagena al
río Magdalena
Autorización a las Río Chicamocha
comunidades para
1839 Decreto de 10 de mayo
construcción del puente Pie de Cuesta
sobre el río Chicamocha
Decreto de 16 de mayo Otorga privilegio Cocorná - La Miel
Apropiación de recursos
para construir el camino
1839 de Ibagué a Cartago por
Decreto de 27 de mayo el Quindío. Entrega de Ibagué a Cartago
20 fanegadas de tierra
en la cordillera aledaña
al Quindío
Cartagena al río
1843 Decreto de 1 de mayo Destinación de rentas
Magdalena
Declaración de camino Chicamocha-Capi-
1843 Ley 8 de 26 de mayo nacional, y apropiación tanejo
de recursos Soatá-Boavita
Autorización a las
comunidades para la Río Huerta - Va-
1844 Decreto de 12 de mayo
construcción y apropia- doarreal Oiba
ción de recursos
149

Universidad Manuela Beltrán

Buenaventura
Valle del Cauca
1844 Decreto de 21 de mayo Empréstitos
Quindío
Pasto-Tumaco
Provincia de Vera-
Decreto de 29 de mayo Empréstitos
guas
Autorización a las Antioquia
comunidades para la
Decreto de 30 de mayo
construcción y apropia- Golfo de Urabá
1844
ción de recursos
Entrega de terrenos
baldíos para el pobla-
Ley de 7 de mayo Nacional
miento alrededor de los
caminos
1844 Ley 1a. de 30 de mayo Apropiación de recursos Cartago a Nóvita
Cúcuta, Tunja.
Pamplona, Costa
Pacífica. Neiva,
Declaración de camino Popayán. Pasto,
1844 Decreto de 16 de junio nacional, y apropiación Buenaventura. Ma-
de recursos riquita, Antioquia.
Golfo de Urabá,
Río Atrato. Río
Magdalena.
Exoneración de multas
por incumplimiento de
1846 Ley 5 de 23 de abril Cocorná - La Miel.
contratos de construc-
ción vial
Popayán - Costa del
1846 Decreto de 22 de mayo Concesión de peajes
Pacífico
150

Biblioteca jurídica

Urabá; Bogotá

Magdalena, Mari-
quita
Sonsón, Neiva,
Popayán
Declaración de caminos Cartago, Antioquia,
nacionales, y entrega de Vélez
1846 Ley 8 de 9 de junio
recursos a las personas Girón, El Zulia,
que los han construido Chocó
Casanare, Panamá,
Montijo
Veraguas, Alange,
Santa
Marta, San Juan del
Cesar
Concede derechos a
las comunidades para
1847 Decreto de 21 de abril Cartagena
la construcción de
caminos
Autoriza a las comuni-
dades a usar el trabajo
Decreto de 21 de abril Guaduas
subsidiado para la cons-
1847 trucción de caminos
Asigna recursos para el
Decreto de 26 de mayo Zapatoca
correo
Establece límites de
carga, y especifica-
1848 Decreto de 25 de julio Nacional
ciones técnicas de los
vehículos
Entrega de tierras bal-
días para el fomento del
1849 Ley 28 de marzo Nacional
poblamiento en torno a
las vías
Adjudicación de tierras
1849 Ley 15 de 28 de marzo en torno a los caminos Nacional
nacionales
Declaración de camino San Juan de Cesar
1849 Decreto de 24 de mayo
nacional Riohacha
151

Universidad Manuela Beltrán

Túquerres, Barba-
Declaración de camino coas
1849 Decreto de 25 de mayo
nacional
costa del Pacífico
Entrega de tierras bal-
días para el fomento del
1849 Ley de 28 de mayo Nacional
poblamiento en torno a
las vías
Apropiación de recursos
1849 Decreto de 29 de mayo Muzo
para construir caminos
Dispone construcción Ocaña
1850 Ley de 30 de mayo
de caminos Río Catatumbo
Concesión de privile-
gios, y otorga baldíos Provincia de Vélez-
1850 Ley de 30 de mayo
para la construir cami- Carare- Caracolíes
nos
Concesión de privile-
gios, y otorga baldíos
Cali - Buenaventura
para la construir cami-
nos
1850 Ley de 1o. de junio
Barbacoas. Popa-
Declaración de camino
yán Bogotá-Buena-
nacional
ventura-Panamá

Pamplona - 
Concesión de créditos
1850 Ley de 24 de junio para la construcción de Cocuy,
caminos Chita
Concesión de privi- Popayán -
legios, y de baldíos
1851 Decreto de 20 de mayo
para la construcción de Mar Pacífico
caminos
 
1851 Ley de 4 de junio Apropiación de recursos Cocuy - Salina
Honda - Pasto
Presupuestos nacionales
1852 Ley de 18 de junio Nacional
para caminos
La Plata, Calibío
Declaración de camino Puracé
1853 Ley de 13 de abril
nacional
Guanacas
152

Biblioteca jurídica

Guanacas
1853 Ley de 13 de junio Apropiación de recursos
Bogotá
Concesión de privi-
legios, y de baldíos
1854 Decreto de 12 de abril Cali-Buenaventura
para la construcción de
caminos
1854 Ley de 10 de octubre Apropiación de recursos Nacional
Apropiación de recursos Ocaña
y concesión de baldíos
1854 Decreto de 21 de octubre
para la construcción de
caminos Cúcuta-Catatumbo
Decreto de 5 de diciem- Apropiación de recursos Cúcuta-Río Zulia
1854
bre    
Concesión auxilios en Mutatá
Decreto de 6 de diciem-
1854 efectivo, y de baldíos
bre Buritícá
para construir caminos
Concesión de baldíos Santa Marta
1855 Decreto de 16 de abril
para construir caminos Valledupar
Cuadro Nº. 1. Estrategias para el fomento de vías de comunicación
Fuente: adaptación del autor a partir de Molina Londoño, 1995.

Luis Fernando Molina Londoño al relacionar 178 normas sobre


caminos de herradura para el periodo 1823-1905 en el libro Los caminos
reales de Colombia concluye indicando las dificultades presentes al otorgar
recursos, concesiones, préstamos y privilegios a los particulares para la
construcción de caminos por cuanto algunos no se pudieron culminar o
se debieron culminar con recursos públicos (Molina Londoño, 1995). Para
posteriores trabajos sería importante considerar la efectividad de todas
estas estrategias a fin de aprender a adoptar las más convenientes para el
desarrollo de las vías del país.

De otro lado, es conveniente detenerse en la necesidad de comunicar a las


ciudades emergentes con los puertos, tales como Cartagena, Buenaventura,
Portobello, Santa Martha, Rio de la Hacha; el uso de los dos principales
ríos: el Magdalena y el Cauca; y el trazado de caminos para atravesar las
cordilleras. En efecto, de manera específica la Ley 4 del 27 de marzo de
1844 estableció:
153

Universidad Manuela Beltrán

“Art. 1º. Se declaran puertos habilitados para el comercio de


importación i exportación, en el mar Atlántico los de Riohacha,
Santamarta i Cartajena en las provincias de sus nombres; los de
Portobelo i Chagres en la de Panamá, i el de las Bocas del Toro en la de
Veraguas: en el mar Pacífico, el de Tumaco en la provincia de Pasto,
los de Buenaventura i Panamá en las provincias de sus nombres, i los
de Montijo i Bocachica en la de Veraguas.

Art. 2º. Se declaran puertos de río habilitados para el comercio


de importación i esportacion (sic), el de Arauca i el del Meta en los
ríos de estos nombres en la provincia de Casanare; i puertos secos
habilitados para el mismo comercio, el de Cúcuta en la provincia de
Pamplona i el de Túquerres en la de Pasto”.

Con el objeto de hacer un trabajo aproximativo, en el siguiente mapa


se han ubicado las prioridades en vías de comunicación que pensaron los
legisladores colombianos para el siglo XIX. Sin caer en anacronismos existe
una gran proximidad con las actuales vías de comunicación.

Principales vías y puntos de comunicación en Colombia siglo XIX


Fuente: elaboración del autor conforme a las Actas del Congreso de 1824 y recopilación de leyes de
la Nueva Granada.
154

Biblioteca jurídica

Al respecto vale la pena referir el trabajo del sabio Caldas, quien sin
contar con la tecnología satelital actual describió gran parte de las vías de
comunicación del mapa basado en gran parte en sus recorridos a pie y en
narraciones de otros viajeros:

“Estos pueblos, separados del resto de los hombres por los Andes,
no tienen otro recurso para llevar con velocidad y con ventajas su
industria y los productos de sus campos á las provincias marítimas,
que atravesar la cordillera. Por fortuna para estos pueblos industriosos
todos sus ríos rompen esta formidable cadena de montañas. Los unos
van á desembocar en el Pacífico, y los otros á engrosar el Amazonas.
Aquéllos abren paso cómodo á las costas del Sur y evitan la subida y
la bajada de la cordillera, empresa difícil y capaz por sí sola de hacer
encallar los proyectos más lisonjeros; y éstos los ligan con el interior
del continente (…)

La comunicación y comercio de los pueblos que baña el


Magdalena con los que habitan las orillas del Cauca, se hace por
algunos senderos que cortan el ramo medio de los Andes. De los
ardores de Neiva y de Tocaima es preciso subir á los fríos rigurosos
de Guanacas y de Quindío para volver á descender á Cartago y á
Popayán. Este ramo prodigiosamente elevado separa las Provincias
de Neiva, Santafé, Mariquita, Socorro, etc., de las de Popayán, Quito y
Antioquia; en una palabra, todo el comercio de la parte septentrional
del Virreinato con la del Sur se hace montando esta cadena erizada y
formidable. Merece, pues, toda nuestra atención desde 1o de latitud
boreal hasta los 9o. Registrémosla rápidamente (…)

Los países situados al Norte de la capital (Tunja, Pamplona.


Socorro) son feraces y varios en temperaturas y producciones. La
población es numerosa, y su industria, aunque más grosera, puede
compararse á la de Quito. Los ríos de Sogamoso, Suárez, Opón y
Carare les facilitan el transporte de sus frutos al río de la Magdalena;
y el Meta, Sarare y Apure les abren las puertas del Oriente, y les
convidan á llevar sus miras y su comercio al Orinoco, Guayana y
Trinidad. En manos de los curiosos se hallan muchas cartas (…)

Ha muchos años que se habla de las navegaciones de Opón,


Carare y Sogamoso; en diferentes épocas se ha acalorado este asunto
155

Universidad Manuela Beltrán

interesante; se han consumido caudales, se han arruinado muchos


particulares, y el problema aún no ha tenido solución (Caldas, 1808,
pp. 15-18).

La vigencia y pertinencia de las observaciones de Caldas evidencian


la necesidad vital de todo país, departamento, ciudad y, en fin, pobladores
y comerciantes: las vías de acceso al mar, acceder al mar es acceder a los
circuitos de comercio mundial. Así lo diagnostica Manuel Ancizar:

“No hai para esta ciudad y para gran parte de la provincia y toda la
de Tunja, otra esperanza de salvación que el anticiparse a los sucesos
y apoderarse del porvenir abriéndose buenas comunicaciones hacia
el mar para hacerse esportadoras y comerciantes” (Ancízar, 1848).

Estos sistemas de comunicación no podían ignorar un pasado


precolombino que en una extensa red de caminos unía a las diversas
comunidades indígenas con la arteria del Magdalena, y con el sur del país y
los Llanos Orientales:

“Al Bajo Magdalena llegaban los pueblos cercanos para


intercambiar oro y piedras preciosas por pescado y sal. Para llegar a
esta región los pueblos utilizaban principalmente cuatro caminos. En
el primero seguían la cresta de la cordillera occidental hasta llegar a
Buriticá y desde ahí hasta Urabá; el segundo era aquel que partiendo
de Buriticá tomaba hacia el norte por el río Sinú; un tercer camino
partía de Buriticá hacia Alto Porce, para salir al Valle de Aburra. El
último de estos caminos era el que seguía las distintas rutas abiertas
por los Quimbayas y que unían el Magdalena con el Cauca, el Chocó
y el altiplano habitado por los Chibchas.

Los chibchas tenían a su vez caminos que comunicaban Tunja,


Sogamoso, Duitama, Bogotá y tenían otros caminos que alcanzaban
a llegar hasta Neiva y los Llanos Orientales” (Jiménez, 1989, p. 118).

Respecto de los caminos aborígenes una primera versión sugiere,


como lo hemos indicado, la existencia de una extensa red de caminos que
unían a regiones distantes posibilitando el intercambio de mercancías.
Otra versión que matiza estas afirmaciones, y con la cual no estamos de
acuerdo, es la propuesta por Carl Langebaek, según la cual precisa que no
existe evidencia de intercambio masivo de productos en largas distancias
156

Biblioteca jurídica

ni la correlativa existencia de mercados frecuentes y permanentes y por


consiguiente tampoco se observan rastros de mercaderes especializados
(a excepción del pueblo de los pastos), aspectos que se reflejan en la
inexistencia de evidencia sobre caminos amplios que comunicaran largas
distancias. Concluye que los caminos podían cumplir funciones tales como:
i) uso ceremonial, circulación de bienes de lujo como la orfebrería, ii)
comunicación de áreas ecológicas contrastantes como las costas y la Sierra
de Santa Marta o el Valle del Cauca y la Cordillera Oriental o por ejemplo el
camino que permitía el intercambio de algodón proveniente del Llano por
mantas muiscas, iii) apoyo al patrón de poblamiento disperso y “nómada”
de las comunidades. Considera el profesor que en estas indagaciones es más
provechoso estudiar la interacción de las comunidades aborígenes con el
medio ambiente y su entorno social inmediato, en las gentes que poblaron
al país y sus procesos sociales (Langebaek Rueda, 1995).

Indudablemente, por las condiciones geográficas del país las principales


vías de comunicación en la Colonia fueron fluviales, principalmente en los
ríos Magdalena, Cauca, Atrato, Meta, Casanare y Orinoco:

“El comercio neogranadino de estos primeros años de la Colonia,


se realizaba por las arterias fluviales, los caminos reales y algunas
trochas. La principal vía de comunicación era el río Magdalena
que unía Santa Fe de Bogotá con los puertos de Cartagena y Santa
Marta. Por este río, transitaban todos los productos de importación
y exportación y todos los viajeros del Reino en pequeñas canoas y
champanes.

Por el río Cauca pasaban todas las mercancías de la Provincia de


Antioquia y el Atrato, por el río San Juan casi todo el comercio del
Chocó, en los Llanos Orientales se utilizaban los ríos Meta, Casanare
y Orinoco, y por ellos se movían mercancías desde Chita (muy cerca
a Tunja) hasta Santo Tomé en Guayana” (Jiménez, 1989, p. 119.)

Estas redes principales estaban complementadas por una amplia e


intrincada red de caminos que unían las poblaciones con los puertos, a
saber: i) Honda-Santa Fé que conectaba a Bogotá con el río Magdalena,
ii) Camino de la Plata, que comunicaba a Bogotá con Quito, iii) Camino
de Cartago, comunicaba al Valle del Cauca con Popayán y Chocó por el
occidente, y por el oriente con Bogotá, iv) Camino del Chocó, que unía a
157

Universidad Manuela Beltrán

Quibdó con el interior del país, principalmente con el Valle del Cauca, v)
Camino de Antioquia, que integraba la provincia homónima, vi) Camino
de Ayapel, comunicando la Costa Atlántica con Antioquia, pasando entre
otros por el famoso camino de Nare, vii) Caminos del Norte, el Paturia
que comunicaba en un difícil recorrido a Girón con el río Magdalena, y
en consecuencia con el puerto de Cartagena. El rememorado camino del
Carare comunicando a Vélez, Santander, con el puerto del río Carare,
afluente del Magdalena, y en efecto comunicando a las comunidades del
occidente del país con el puerto de Cartagena, además de ser un camino
muy usado para conectar con otras rutas provenientes de Santa Fé o de los
Llanos Orientales; viii) Caminos de los Llanos, entre los que se cuentan el
histórico camino libertador que pasa por Paya, Pisba y Labranza Grande,
el camino de Cáqueza, y camino de Medina que comunicaba a Bogotá con
el Orinoco. Todos estos caminos llegaban al ancho llano, tierra de riqueza
ganadera y cuna de la libertad, puesto que permitió en el ancho y lejano
llano reponer los rezagos del ejército libertador bajo la organización de
Santander (Jiménez, 1989, pp. 119-122).

Conforme lo anterior, no cabe duda que las comunidades que han


habitado el país desde antes de la conquista y colonización española
conocían perfectamente el territorio y contaban con una amplia red que las
integraba aún con los países vecinos; así lo destaca la historia de la ingeniería
colombiana: “los Arawacs fueron los navegantes precolombinos de
nuestros ríos, Meta, Arauca, Guaviare, Caquetá, Apaporis y Putumayo
mientras que los Caribes navegaron los ríos Magdalena, Cauca, Atrato y
San Juan”. (Silva Fajardo, 2009, p. 19).

Se destaca además que, parafraseando la famosa frase: “todos los caminos


llevan a Roma”, podríamos indicar que en Colombia “Todos los caminos
llevan a Cartagena”. Mejor aún, podemos decir “Todos los caminos llevan al
puerto”, ya sea Carare, Barranca, Puerto López, ò Cartagena, Barranquilla,
Santa Marta, Bolívar, Buenaventura, Tibuga, Málaga, Tumaco. Es decir,
contamos con un país con posibilidades de comunicarse fluvialmente
con dos océanos, medio de comunicación muy eficiente y económico.
indudablemente para la historia del país desde la óptica de la Conquista y
del Estado moderno, la principal vía de comunicación fue el río Magdalena.
No obstante, si los historiadores advierten sobre la escasez de trabajos
sobre el mismo (Márquez Calle, 2016), qué se puede esperar de los otros
158

Biblioteca jurídica

ríos como el Cauca, Atrato, Putumayo, Carare, Sogamoso o Amazonas, que


a pesar de ser importantes vías de comunicación y estar apropiados por las
comunidades, por ejemplo a través de rituales simbólicos que le significan
dentro de la cosmovisión de las mismas, han sido obviados por la historia a
pesar de significar, insistimos, vías de comunicación con dos océanos, lujo
que pocos países poseen.

Observando uno de los principales destinos de los antedichos caminos,


el Río Magdalena, el profesor Germán Márquez Calle explica que este río
cuenta con una predisposición natural a adquirir grandes sedimentaciones
causadas, en parte, por las fuertes escorrentías o aguas de lluvia provenientes
de las cordilleras. Esto dificultó a lo largo de la historia la navegación por el
río, factor que se ha acrecentado en los recientes años por los procesos de
deforestación en los ecosistemas colombianos, superando el río Magdalena
los niveles de sedimentación del mucho más caudaloso hermano del sur, el
Amazonas. Aspecto que de ser ignorado puede implicar serios errores en
cualquier actividad de navegación por el río (Márquez Calle, 2016).

Por medio de la historia ambiental, el profesor caribeño nos enseña


que la navegabilidad y desarrollo para las regiones del río Magdalena fue el
crisol de la constante lucha del hombre por sobreponerse a las condiciones
de sedimentación y navegabilidad del río. Pasando por las crónicas de los
conquistadores que en boca de Gonzalo Jiménez agradece la “gran ayuda que
facilitó el avance y permitió la asistencia prestada por los bergantines que
cargaron enfermos y llevaron provisiones”, comenta que en los siglos XVI y
XVII los españoles reemplazaron los bergantines por las canoas y piraguas
usadas por los habitantes indígenas que, conociendo las condiciones de
corrientes y profundidades, adaptaban los troncos de los grandes árboles
como herramienta ágil de navegación que posteriormente dio paso a los
champanes en los cuales igualmente la propulsión a fuerza bruta humana
mató a miles de indígenas que “morían como moscas”, indígenas reemplazados
por afrodescendientes que igualmente en su labor de bogas para propulsar la
embarcación a contracorriente trabajaban ininterrumpidamente de seis de
la mañana a seis de la tarde arribando a Bogotá después de uno a tres meses
conforme a las condiciones del río, equiparando el tiempo necesario para
llegar a Cádiz, esto sin contar el peligro de ver la embarcación sucumbir
arrastrada por una corriente o estrellarse contra un Peñón tal como lo
advertía el sabio Mutis en su travesía de 1761 (Márquez Calle, 2016, p. 33-
38).
159

Universidad Manuela Beltrán

Le Champan. Charles Saffray, Diseño de A. de Neuville.


Fuente: Sala de libros raros y manuscritos, Biblioteca Luis Ángel Arango. Tomado de: http://www.
lablaa.org/blaavirtual/exhibiciones/candelario-obeso/imagenes/img-001.jpg

Para el transporte por el río Magdalena el cambio tecnológico vino


de la mano de la emergente República por intermedio del alemán Juan
Bernardo Elbers, quien en beneficio de un monopolio de navegación
inauguró la ruta en 1824 con el barco a vapor Fidelidad. Sin embargo, tuvo
que sobrepasar múltiples inconvenientes, ya que los barcos originalmente
fueron diseñados para otro tipo de ríos, más anchos y de aguas más
profundas. Aprovechando la experiencia alemana Francisco Montoya
fundó la Compañía de Navegación Anglo Andina que navegó hasta 1841.
A pesar de las dificultades ambientales y técnicas para el periodo de 1848
y 1880 la navegación adquiría cierta regularidad trayendo prosperidad a la
ciudad de Barranquilla gracias a las exportaciones de tabaco, quina y café.
Este periodo es preludio para el ocaso de la navegabilidad causado por la
creciente sedimentación y por la adopción en el país de nuevos medios de
comunicación como los ferrocarriles en la segunda mitad del siglo XIX, y
las carreteras promovidas por las reformas liberales como las de los años 30
del siglo XX, así como por el desarrollo de otros puertos en el Caribe y en el
160

Biblioteca jurídica

Pacífico, hechos que dieron final a la navegación propulsada por vapor en


1961 (Márquez Calle, 2016, p. 38-40).

Le passage de l’Angostura (El paso de Angostura) Édouard André, Diseño de E. Riou.


Fuente: Sala de libros raros y manuscritos, Biblioteca Luis Ángel Arango. http://www.lablaa.org/
blaavirtual/exhibiciones/candelario-obeso/imagenes/thumbs/img-008.jpg
Las vías de comunicación colombianas ofrecían según informes de
los extranjeros rutas comerciales que debían aprovecharse ya fuera con la
navegación a vapor o con la adecuación de los ríos y caminos:

“El establecimiento de la navegación a vapor por el Magdalena


ofrece grandes ventajas; acelerará el comercio y mejorará la
agricultura en la región de la cordillera al convertir ese río en un canal
de valor inestimable por el cual las riquezas extraídas de las entrañas
del suelo y las producidas por las cosechas podrán descender hacia el
mar de las Antillas, al paso que el Orinoco llevará los productos de
los Llanos de Casanare y de la Guayana al Océano” (Mollien de, 1823)

Indudablemente, para el conde de Mollien, a pesar de las dificultades,


los incentivos y exenciones a las mercancías junto con la tranquilidad de
una región que acababa una guerra, posibilitaban el ejercicio del comercio
con grandes ventajas:

“Los caminos y los medios de comunicación por el interior de


Colombia presentan en la actualidad muchas dificultades, pero en
161

Universidad Manuela Beltrán

cambio se viaja por ellos con seguridad absoluta. El hecho de que


después de guerras civiles tan largas no haya bandolerismo y que
muy pocas veces le insultan a uno, es una comprobación que honra a
sus habitantes (…)

¿En qué lugar de Europa se podrían dejar los artículos más


valiosos sin otra seguridad que la que ofrece un cordel, y dormir
en medio de los bosques rodeado de cosas muy tentadoras, sin que
llegue a faltar nada?

El Gobierno actual dictó varias disposiciones que estimó


convenientes para el fomento del comercio. Así, por ejemplo, redujo a
2.5% los derechos que las mercancías extranjeras tienen que pagar en
el interior del país, y a un 6% el impuesto que pagan los extranjeros si
las venden ellos. Cuando éstas vienen consignadas a un comerciante
del país, están exentas de ese impuesto. Pero en todo caso no se paga
sino cuando se haya vendido la mercancía. Los derechos de puerto
son de media piastra por tonelada. La tonelada colombiana es, lo
mismo que la francesa, de veinte quintales. Ese impuesto es pagadero
a más tardar a los diez días de haber entrado el barco en el puerto”
(Mollien de, 1823).
162

Biblioteca jurídica

Conclusiones
Las siguientes conclusiones están acordes con los propósitos
descriptivos del trabajo, por ello gracias a las fuentes encontradas podemos
relacionarlas con postulados teóricos y aventurar respuestas a inquietudes
propuestas por otros trabajos.

El anterior análisis posibilita aproximarnos a la explicación de la


teoría de la historia económica propuesta por el premio nobel John
Hicks: en los momentos de guerra el caos está implícito en el pillaje al
que recurren los ejércitos invasores para proveerse, momento al que
puede sobrevenir la compra en el mercado de provisiones con el objeto de
asegurar un suministro continuo y la posterior etapa de paz en la que surge
la configuración burocrática del Estado en torno a la implementación de
vías de comunicación y puntos de recaudo de impuestos. En Colombia,
conforme a las fuentes encontradas, una de las prioridades una vez
abandonada la guerra fue la adecuación de las vías de comunicación para el
comercio (Hicks, 1974, p. 16-21).

De manera particular, el naciente Estado colombiano propuso normas


para integrar a un país fragmentado geográficamente, fragmentación que
para algunos historiadores explica la posterior fragmentación cultural y
política del país (Palacios & Safford, 2012).

Un gran cambio tecnológico fue la navegación a vapor que es signo


evidente de las revoluciones industriales y las propuestas modernizantes.
Cambio que arribó al país en la época republicana que surgía en medio de
las revoluciones ilustrada fruto de la búsqueda de nuevos horizontes de
desarrollo para el país (Marquardt, 2009).

Así mismo el Estado naciente adoptó una política mucho más liberal
que implicó la libertad de ejercer el comercio y la disminución de cargas
tributarias y fiscales en pro de incentivar el desarrollo de actividades
comerciales vitales para la república incipiente, tal como lo observó el
profesor Almonacid para el caso del nacimiento del código de comercio
colombiano, al estimar que existía un temprano desarrollo jurídico
(Almonacid Sierra, 2014).
163

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La masacre de las bananeras: reflexiones


críticas ochenta años después
Abelardo Leal Hernández121
abelardo.leal@docentes.umb.edu.co

Introducción
La masacre de las bananeras fue un suceso nefasto en la historia de
la Colombia contemporánea, que no puede entenderse solamente como
un acto de violencia criminal, sino además, como producto de factores
jurídicos-sociales que se ciernen tras él.

La masacre, acaecida en Ciénaga (Magdalena) el 6 de diciembre de


1928, fue un episodio sangriento en la historia colombiana. Pero además
de ello, fue una negación de derechos de toda índole: laborales, sociales, de
libertad de expresión y asociación, y, por supuesto, del derecho a la huelga,
ya reconocido en las normas positivas de ese entonces, más exactamente en
la Ley 78 de 1919 y la Ley 21 de 1920 y previamente en el decreto 002 de
1918, que despenalizaba el derecho de huelga pero prohíbe los comités de
huelga permanentes.

La masacre se produce en una época donde la actividad sindical empieza


a tomar fuerza. Esta actividad, podría decirse, está influenciada o alentada
por los movimientos sociales y las revoluciones que se gestan en la segunda
década del siglo XX, como son la Revolución Mexicana (1910-1920) y la
Revolución Rusa de 1917. Sin embargo, esta conformación de sindicatos y
este auge de movimientos sociales constituidos para reclamar derechos de
la población trabajadora, es tardía con respecto al resto de América Latina.
Como lo afirma Vargas Llosa:

En la segunda década de este siglo (el XX), comienza a tomar


cuerpo en América Latina el movimiento sindical y se abre un período
de conflictos sociales y de luchas obreras en todo el continente. La
influencia que en ello tuvo la Revolución mexicana fue grande. En
los años veinte se fundan sindicatos, centrales de trabajadores, se
121 Docente investigador de la Universidad Manuela Beltrán
167

Universidad Manuela Beltrán

organizan los primeros partidos anarco-sindicalistas, socialistas y


marxistas. Este proceso es algo más tardío en Colombia que en otros
países latinoamericanos. La primera huelga importante (…) afecta,
precisamente, a toda la zona bananera. (Vargas Llosa, 1969, p. 17)

Los movimientos sociales se organizan en torno a los gremios, a los


obreros que trabajan en determinada área de producción, como son los
artesanos, los braceros, los estibadores y obreros portuarios y ferroviarios,
así como los trabajadores de la zona petrolera de Barrancabermeja y los
de la zona bananera del Magdalena, entre otros. Los movimientos, al
organizarse, van ganando en población trabajadora que se aúna a ellos, para
defender sus derechos y pedir la reivindicación de éstos frente al Estado
y frente a sus empleadores. Es así como surge la Confederación Nacional
Obrera en 1925, bajo la batuta ideológica de la Internacional Comunista. En
1928, como resultado del segundo congreso de la Confederación Nacional
Obrera, se crea el Partido Socialista Revolucionario de Colombia, que va
a propiciar e instigar los movimientos sociales y la lucha obrera por sus
derechos vulnerados.

La huelga de las bananeras, a raíz de la cual se produjo la masacre


señalada, tuvo antecedentes en la huelgas de los trabajadores portuarios
de Barranquilla, Santa Marta y Cartagena en 1918, así como en la de los
trabajadores ferroviarios del Pacífico- septiembre de 1926-, y las de los
trabajadores de la Tropical Oil Company en Barrancabermeja, en los años
1924 y 1927, sobre todo en esta última, donde los huelguistas fueron
igualmente violentados, apresados o desterrados, y con la represión se
ahogaron las peticiones de los huelguistas. Como vemos, a las huelgas
se les daba un tratamiento no en derecho, sino de facto. Ello se debe a
la influencia que el capital extranjero tenía en el gobierno, quien daba,
entonces, tratamiento de orden público a este tipo de manifestaciones, para
así poder reprimirlas de manera arbitraria y satisfacer los intereses de las
compañías foráneas. Incluso, el movimiento sindical era reprimido, no solo
con acciones de hecho, sino también con omisiones de carácter jurídico,
como es no reconocerle a los sindicatos personería jurídica, para así limitar
su acción y poder reprimirlos bajo la excusa de estar operando por fuera de
la legalidad.
168

Biblioteca jurídica

De hecho, el reconocimiento de personería jurídica a los sindicatos


de trabajadores solo se dio mediante la creación de la ley 83 de 1931,
que además permitió a éstos integrar federaciones y confederaciones de
obreros.

Así las cosas, el ambiente era de lucha sindical por el reconocimiento de


derechos violados. Pero esta lucha se tomaba como ilegal y como asociada
a movimientos criminales. Por estar influenciada por el Partido Socialista-
creado en Bogotá en 1919 por líderes sindicales y finiquitado en 1922-, por
el Partido Socialista Revolucionario surgido en 1926 y disuelto en 1930,
y por ideas de este mismo carácter social, se consideraba delincuencial
(los cuales eran argumentos falsos), para así poder enfrentar y perseguir al
movimiento obrero.

El partido conservador, quien gobernó durante la época de auge


del movimiento sindical, reprimió este movimiento y las huelgas que
protagonizó, como una política de Estado, para “preservar” el orden público.
Pero más que ello, bajo los mandatos de José Vicente Concha, Marco Fidel
Suárez y Miguel Abadía Méndez – en el cual se producen las huelgas de los
trabajadores petroleros y de las bananeras –, las represiones practicadas
se explican como concesiones a los intereses económicos estadounidenses
representados en sus empresas, y también como “defensa” de sus tendencias
políticas enemigas de los movimientos sociales depositarios de otras
concepciones políticas, sociales o económicas.

Es por ello que se prohíben los sindicatos y las huelgas, las cuales, pese
a estar reconocidas, o mejor, reguladas en las leyes descritas (Ley 78 de
1919 y Ley 21 de 1920), son vistas como nocivas para el orden social y
político del Estado, y se intentan parar mediante la obligatoria conciliación
y arbitraje previos que señala la Ley 21 de 1920, la cual esconde esta
pretensión, y mediante la represión gubernamental como medida eficaz
en caso de fracasar aquélla, la cual de todas formas muchas veces no va a
fructificar debido a que las empresas extranjeras, o el Estado cuando este
es el empleador, no van a ceder ante las peticiones de los trabajadores dado
que ello afecta sus intereses económicos.

Por ello se permite el esquirolaje y se prohíbe atentar contra la labor


de los esquiroles, y asimismo se establecen requisitos formales para poder
169

Universidad Manuela Beltrán

entrar en huelga o en cese de actividades – derecho a no trabajar –, como


son que los trabajadores deben nombrar tres delegados para que los
representen, otorgándoles previamente poder con firmas autenticadas ante
notario público. Así, el Estado, al regular las huelgas, está interviniendo en
ellas para controlarlas o evitarlas y ejercer también un poder desmedido
sobre los movimientos que las suscitan.

Detrás de la persecución a los sindicatos y la prohibición fáctica de las


huelgas, se encuentra una persecución contra los partidos emergentes, como
el Partido Socialista cuya disolución se dio en 1922 siendo un antecedente
de esta persecución y, posteriormente, el Partido Socialista Revolucionario,
liderado por María Cano e Ignacio Torres Giraldo.

La masacre de las bananeras es la respuesta a una huelga, o mejor, al


movimiento sindical y social que la genera y que lucha por unos derechos
transgredidos por la United Fruit Company, empresa estadounidense que
se establece en la zona bananera del Magdalena desde finales del siglo
XIX, y que tiene su sede en Boston. La compañía referida, para evadir sus
obligaciones como empleador, celebra contratos con terceros – llamados
ajusteros – para que estos contraten trabajadores para ella, en una especie
de subcontratos que buscan soslayar la relación laboral que en realidad
existe entre los trabajadores y la compañía.

Además, paga a los trabajadores, no con dinero en efectivo, sino


con vales cambiables por mercancías y víveres en los comisariatos de la
misma compañía, de modo que lo pagado nunca sale de las arcas de esta.
Incluso, el sistema de vales lleva al enriquecimiento de la empresa a costa
de los trabajadores y muchas veces al endeudamiento de éstos con aquélla.
Asimismo, los obreros no tienen seguro de accidentes profesionales,
ni tampoco acceso a salud brindada por la empresa. No obstante, se les
descuenta el 2% para seguro médico, pero no tienen una real atención
médica y las medicinas que siempre se les proporcionan son quinina
y sal de epsom. Otra de las violaciones que se cometen es que no tienen
derecho a un día de descanso semanal remunerado. Por estas razones, los
trabajadores de las bananeras deciden presentar un pliego de peticiones
en 1918 con el fin de que le sean reconocidos los derechos violados. Sin
embargo, la compañía bananera arguye que debe consultar a la central en
Boston y estudiar las peticiones, como estratagema para dilatar el asunto y
170

Biblioteca jurídica

finalmente no conceder los puntos solicitados. Se presentan ceses de trabajo


parciales, para presionar a la compañía, pero esta no cede. Y la consulta a la
sede en Boston sigue demorándose. Es por ello que la inconformidad de los
trabajadores continúa presente y en 1928 vuelve a presentarse un pliego de
peticiones que recoge sus reclamaciones inmediatas.

Las reclamaciones están encauzadas a que se mejoren sus condiciones


laborales, lo que se traduce en aumento salarial, servicios médicos, bienestar
para ellos y sus familias, es decir demandaban justicia social.

Gabriel García Márquez, el Premio Nobel colombiano, relata así esta


situación, entre realidad y ficción:

La inconformidad de los trabajadores se fundaba esta vez en la


insalubridad de las viviendas, el engaño de los servicios médicos y
la iniquidad de las condiciones de trabajo. Afirmaban, además, que
no se les pagaba con dinero efectivo, sino con vales que solo servían
para comprar jamón de Virginia en los comisariatos de la compañía.
José Arcadio Segundo fue encarcelado porque reveló que el sistema
de los vales era un recurso de la compañía para financiar sus barcos
fruteros, que de no haber sido por la mercancía de los comisariatos,
hubieran tenido que regresar vacíos desde Nueva Orléans hasta los
puertos de embarque del banano. Los otros cargos eran del dominio
público. Los médicos de la compañía no examinaban a los enfermos,
sino que los hacían pararse en fila india frente a los dispensarios, y
una enfermera les ponía en la lengua una píldora de color de piedra
lipe, así tuvieran paludismo, blenorragia o estreñimiento. Era una
terapéutica tan generalizada, que los niños se ponían en fila varias
veces, y en vez de tragarse las píldoras se las llevaban a sus casas para
señalar con ellas los números contados en el juego de lotería. Los
obreros de la compañía estaban hacinados en tambos miserables. Los
ingenieros, en vez de construir letrinas, llevaban a los campamentos,
por navidad, un excusado portátil para cada cincuenta personas,
y hacían demostraciones públicas de cómo utilizarlos para que
duraran más. Los decrépitos abogados vestidos de negro que en otro
tiempo asediaron al Coronel Aureliano Buendía, y que entonces eran
apoderados de la compañía bananera, desvirtuaban estos cargos
con arbitrios que parecían cosa de magia. Cuando los trabajadores
redactaron un pliego de peticiones unánime, pasó mucho tiempo sin
que pudieran notificar oficialmente a la compañía bananera. (García
Márquez, 1967, p. 254)
171

Universidad Manuela Beltrán

La Unión Sindical de Trabajadores del Magdalena, que se había fundado


en octubre de 1926 para defender los derechos de los obreros portuarios,
ferroviarios y bananeros de la zona, redactó y aprobó el mencionado pliego
de peticiones, que se centraba en nueve puntos, los cuales eran:

1) Eliminación del sistema de contratistas o ajusteros, que evadía la real


relación laboral existente entre la compañía y los trabajadores bananeros
y de los ferrocarriles y puertos donde se transportaba y llevaba el banano.

2) Día de descanso semanal remunerado, en este caso el domingo por ser


el día de fiesta según la costumbre. Asimismo, se pedían habitaciones para
los obreros, que fueran higiénicas y donde pudieran descansar y vivir con
sus familias, porque las faenas del campo requerían trabajadores residiendo
en el lugar de la explotación bananera. Este día de descanso semanal
remunerado ya había sido reconocido por el Convenio 14 de la OIT y había
entrado en vigor el 19 de junio de 1923. Pese a ello, se incumplía por parte
de la compañía bananera.

3) Indemnización por accidentes de trabajo, ocurridos en ejercicio de


las labores propias del empleo. El derecho a esta indemnización igualmente
había sido reconocida por el Convenio 17 de la OIT, que entró en vigor el
01 de abril de 1927. No obstante, su violación era flagrante por parte de la
United Fruit Company. Del mismo modo, el Convenio 18 de la OIT reconocía
el derecho de indemnización en caso de sufrir o padecer enfermedad
profesional, convenio que asimismo entró en vigor el 1mero de abril de
1927.

4) Aumento del salario en un 50%.

5) Seguro médico obligatorio para todos los trabajadores. El Convenio


24 de la OIT, que entró en vigor el 15 de julio de 1928, ya reconocía, además,
un seguro de enfermedad para amparar a los trabajadores que estuvieran
en incapacidad física o mental de trabajar, estableciendo el pago de por lo
menos las primeras veintiséis semanas de incapacidad.

6) Abolición de los comisariatos, lo cual implicaba no pagarles en vales


sino en dinero efectivo.

7) Suprimir, asimismo, el pago de avances a través de vales.


172

Biblioteca jurídica

8) Mejorar el servicio hospitalario, que era precario e ineficiente, y no


contaba con las medicinas e instrumentos, físicos y humanos, necesarios.

9) Pago semanal, y no diario o por jornal, y que se hiciera efectivo cada


semana, sin dilaciones.

Este pliego de peticiones fue presentado por los representantes o


negociadores de los trabajadores ante Thomas Bradshaw, gerente de la
compañía, quien lo rechazó bajo el pretexto de que el Ministerio de Industrias
había manifestado previamente que los trabajadores de los contratistas no
eran empleados de la compañía, y por tanto no existía vínculo laboral entre
ésta y los peticionarios. Así las cosas, no hubo aceptación de las peticiones
presentadas y menos negociación. Los trabajadores no tuvieron otra opción
que recurrir a la huelga, la cual comenzó el 12 de noviembre de 1928.

La huelga, desde un principio, fue declarada ilegal, pues el 30 de


octubre de 1928 el gobierno de Miguel Abadía Méndez había sancionado la
Ley 69, o “Ley Heroica”, que precisamente consagraba que toda pretensión
obrera que buscara, mediante huelgas o medios de fuerza, obtener de los
patronos concesiones, sería considerada ilegal. Esto se hizo para frenar
la actividad sindical y perseguir toda manifestación liderada por los
sindicatos emergentes, así como sus actividades políticas y sociales y de
los partidos que los guiaban ideológicamente, como lo eran el socialista
y el comunista, donde Gerardo Molina, Luis Tejada y María Cano eran
importantes líderes que enarbolaban la bandera de la agitación social en
pro de reclamar derechos vulnerados. En virtud de esta “Ley Heroica”,
que protegía la propiedad privada y sobretodo los grandes capitales de
nacionales y extranjeros, y limitaba el derecho de huelga, la United Fruit
Company, que tenía una filial llamada Compañía Frutera de Sevilla, llegó
a tildar de “subversivas” las peticiones extendidas por los trabajadores.
Tal era la estigmatización que la Ley referida estipulaba. Es más, se había
creado para derivar de ella dicha interpretación criminalizante.

Dentro de los dirigentes de la huelga se encontraban Raúl Eduardo


Mahecha, sindicalista tolimense fundador de la Unión Obrera- antecesora
de la USO o Unión Sindical Obrera-, Bernardino Guerrero, Pedro M.
del Río, Erasmo Coronel y Nicanor Serrano. La consigna o lema de la
huelga era: “Por el obrero y por Colombia”. Era, pues, una afirmación de
173

Universidad Manuela Beltrán

lucha por los derechos de los obreros nacionales frente a los abusos de las
empresas extranjeras; pero, igualmente, significaba un intento por hacer
ver a la sociedad y el gobierno la explotación a que estaban sometidos los
trabajadores por parte de dichas empresas. Se buscaba que éstos, y ante
todo el gobierno, tomaran consciencia de esta realidad y se identificaran
con las justas reclamaciones de los obreros.

Sin embargo, el gobierno no escuchó estas razones, y declaró ilegal


la huelga, como se vio. Pero además, mediante el Decreto Legislativo No
01 del 5 de diciembre de 1928, declaró el Estado de sitio en la zona bajo
el argumento de turbación del orden público. Esto facilitó el accionar
del gobierno en materia de represión, pues así se suprimían las garantías
y libertades de los ciudadanos, como también sus derechos mínimos. El
Ministro de gobierno, Ignacio Rengifo, autorizó el envío de tropas a la zona
donde se desarrollaba la huelga. Al mando de estas tropas estaba el General
Carlos Cortés Vargas, que es nombrado, a través del decreto referido,
Jefe Civil y Militar de la Provincia de Santa Marta, para que reprima la
manifestación bajo el pretexto de proteger la propiedad privada de la
compañía, las vidas de sus directivos y restablecer el orden público que se
consideraba turbado por los huelguistas, que fueron llamados “comunistas”.

El General Cortés Vargas llegó a la zona el 5 de diciembre a las once


y media aproximadamente, e hizo conocer a la multitud el decreto del
Estado de sitio por parte del gobierno y la declaración de la huelga como
ilegal. Además, para disolver la manifestación, expidió el decreto No 4,
que declaraba a los huelguistas “cuadrilla de malhechores” y les daba cinco
minutos para desocupar la plaza principal de Ciénaga, la cual ocupaban; a
los huelguistas, además, se les acusó de saqueos, incendios y asesinatos, en
un claro intento del gobierno y sus representantes por criminalizarlos.

Como la multitud no hizo caso a su amenaza, ordenó a la tropa disparar


contra ella, a la una y media de madrugada del 6 de diciembre:

El día 6 de diciembre la multitud se reunió en la plaza pública


para recibir al enviado del gobierno, quien se decía, traía una solución
favorable. El General Cortés Vargas ordenó que se leyera el decreto
de Estado de Sitio y la orden de desocupar la plaza, en cinco minutos,
al cabo de los cuales y cuando había mucha gente que ni siquiera
había oído la orden, el ejército comenzó a disparar sobre la multitud.
(Tirado Mejía, 1971, p. 256).
174

Biblioteca jurídica

El General Cortés Vargas no había sido enviado para negociar ni


favorecer a los trabajadores, como sí a los intereses económicos de la
compañía extranjera. El gobierno y sus agentes, que tenían la obligación de
proteger a los nacionales colombianos, por el contrario los asesinaban con
el fin de ahogar sus protestas y reprimir de facto sus derechos. En la huelga
participaban más de 25.000 trabajadores, y más de 3.000 de ellos, entre los
cuales estaban los dirigentes huelguistas Bernardino Guerrero y Erasmo
Coronel, fueron masacrados por las balas oficiales.

Gabriel García Márquez narra este episodio de muerte auspiciada


por el gobierno, y concretada por su aparato armado, que asume un papel
político y de juez al calificar de “malhechores” a los huelguistas e imponerles
una pena mediante el decreto de un Jefe Civil y Militar, con facultades que
facilitan el abuso de poder y que son doblemente peligrosas y nocivas para
la población al recaer en un militar potestades de regir la vida y conducta
de los civiles:

Hacia las doce, esperando un tren que no llegaba, más de tres mil
personas, entre trabajadores, mujeres y niños, habían desbordado el
espacio descubierto frente a la estación y se apretujaban en las calles
adyacentes que el ejército cerró con filas de ametralladoras. Aquello
parecía entonces, más que una recepción, una feria jubilosa. Habían
trasladado los puertos de fritangas y las tiendas de bebidas de la Calle
de los Turcos, y la gente soportaba con muy buen ánimo el fastidio
de la espera y el sol abrasante. Un poco antes de las tres corrió el
rumor de que el tren oficial no llegaría hasta el día siguiente. La
muchedumbre cansada exhaló un suspiro de desaliento. Un teniente
del ejército se subió entonces en el techo de la estación, donde había
cuatro nidos de ametralladoras enfiladas hacia la multitud, y se dio
un toque de silencio. Al lado de José Arcadio Segundo estaba una
mujer descalza, muy gorda, con dos niños de unos cuatro y siete años.
Cargó la menor, y le pidió a José Arcadio Segundo, sin conocerlo,
que levantara al otro para que oyeran mejor lo que iban a decir. José
Arcadio Segundo se acaballó al niño en la nuca. Muchos años después,
ese niño había de seguir contando, sin que nadie se lo creyera, que
había visto al teniente leyendo con una bocina de gramófono el
Decreto número 4 del Jefe Civil y Militar de la provincia. Estaba
firmado por el general Carlos Cortés Vargas, y por su secretario,
mayor Enrique García Isaza, y en tres artículos de ochenta palabras
declaraba a los huelguistas cuadrilla de malhechores y facultaba al
ejército para matarlos a bala.
175

Universidad Manuela Beltrán

Leído el decreto, en medio de una ensordecedora rechifla de


protesta, un capitán sustituyó al teniente en el techo de la estación,
y con la bocina del gramófono hizo señas de que quería hablar. La
muchedumbre volvió a guardar silencio.

— Señoras y señores— dijo el capitán con una voz baja, lenta, un


poco cansada—, tienen cinco minutos para retirarse.

La rechifla y los gritos redoblados ahogaron el toque de clarín


que anunció el principio del plazo. Nadie se movió.

Han pasado cinco minutos— dijo el capitán en el mismo tono—.


Un minuto más y se hará fuego.

José Arcadio Segundo, sudando hielo, se bajó al niño de los


hombros y se lo entregó a la mujer. Estos cabrones son capaces de
disparar, murmuró ella. José Arcadio Segundo no tuvo tiempo de
hablar, porque al instante reconoció la voz ronca del Coronel Gavilán
haciéndoles eco con un grito a las palabras de la mujer. Embriagado
por la tensión, por la maravillosa profundidad del silencio y, además,
convencido de que nada haría mover a aquella muchedumbre
pasmada por la fascinación de la muerte, José Arcadio Segundo se
empinó por encima de las cabezas que tenía en frente, y por primera
vez en su vida levantó la voz.

— Cabrones— gritó—. Les regalamos el minuto que falta.

Al final de su grito ocurrió algo que no produjo espanto, sino


una especie de alucinación. El capitán dio la orden de fuego y
catorce nidos de ametralladoras le respondieron en el acto. Pero
todo parecía una farsa. Era como si las ametralladoras hubieran
estado cargadas con engañifas de pirotecnia, porque se escuchaba su
anhelante tableteo, y se veían sus escupitajos incandescentes, pero no
se percibía la más leve reacción, ni una voz, ni siquiera un suspiro,
entre la muchedumbre compacta que parecía petrificada por la
invulnerabilidad instantánea. (García Márquez, 1967, p. 259).

Álvaro Cepeda Samudio, otro gran escritor colombiano, nacido


precisamente en Ciénaga- escenario de la masacre-, recrea, en su novela
La Casa Grande, la masacre mencionada, no narrando en tercera persona,
sino en primera persona, desde el punto de vista de los protagonistas, tanto
176

Biblioteca jurídica

verdugos como asesinados, tanto militares como civiles. Con respecto a


los primeros, se nota un sentido crítico en el personaje de un soldado que
dialoga con otro tratando de hacerle ver a este el error de reprimir la huelga
violentamente, mientras su compañero, a su vez, intenta convencerlo de
que la acción de fuerza aplicada para apagar la manifestación fue adecuada:

— He estado pensando por qué nos mandaron.


— No oíste lo que dijo el teniente: no quieren trabajar, se fueron
de las fincas y están saqueando los pueblos.
— Es una huelga.
— Claro: y por eso nos mandaron: para acabar con la huelga.
— Eso es lo que no me gusta. Nosotros no estamos para eso.
— ¿No estamos para qué?
— Para acabar con las huelgas.
(Cepeda Samudio, 2003, p. 10)

Se busca resaltar que los militares no están para reprimir por la fuerza
los derechos de los ciudadanos, antes que para respetarlos (verbi gracia,
respetar el derecho de huelga). El remordimiento por desconocer este deber
de protección de la población y por pisotearlo mediante la violencia contra
personas inermes y desarmadas, martilla la mente del soldado consciente
de su yerro:

Tuve miedo, tuve miedo cuando oí tantos disparos. Por qué


los mataron: no tenían armas. Tú tenías razón: no tenían armas [...].
Estaban sentados sobre el techo del vagón. Yo me acerqué. Cuando
alcé el fusil el cañón casi le tocaba la barriga. No sé si iba a saltar
pero yo lo vi bajar los brazos. Con el cañón, casi tocándole la barriga
disparé. Quedó colgando en el aire como una cometa. Enganchado en
la punta de mi fusil. Se cayó de pronto. Oí el disparo. Se desenganchó
de la punta del fusil y me cayó sobre la cara, sobre los hombros, sobre
mis botas. Y entonces comenzó el olor. Olía a mierda. Y el olor me
ha cubierto como una manta gruesa y pegajosa. He olido el cañón de
mi fusil, me he olido las mangas y el pecho de la camisa, me he olido
los pantalones y las botas: y no es sangre: no estoy cubierto de sangre
sino de mierda. (Cepeda Samudio, 2003, p. 39-40)

Pero también está la versión de los civiles, de las víctimas, que relatan
la masacre y reflexionan sobre ella:
177

Universidad Manuela Beltrán

La poca y miserable vida de los jornaleros les fue arrebatada a


tiros [...] porque precisamente trataban de ejercer lo que ellos creían,
lo que yo principalmente creía, que era su derecho a preguntar, a
indagar la razón para la desigualdad y la injusticia. Las preguntas
que luego hubo de aplazar porque era más apremiante la tarea de
reconstruir y restañar lo que un militar abyecto había tratado de
abatir y desangrar.(Cepeda Samudio, 2003, p. 40)

La masacre, entonces, se muestra como respuesta a la reclamación.


No se tiene derecho a ésta, es lo que expresa la barbarie cometida. No
hay derecho a quejarse, a protestar. Tampoco a asociarse para exigir la
reivindicación de derechos vulnerados. El gobierno, y el aparato militar
que le sirve, son quienes rigen las relaciones laborales, junto con los
empleadores extranjeros, a quienes apoyan, o mejor, a quienes hacen caso y
cumplen sus mandatos en detrimento de los nacionales que deben proteger.

Jorge Eliécer Gaitán, político liberal y representante a la Cámara,


tomó parte en la investigación de la masacre de las bananeras, viajando a
Ciénaga, Sevilla y Aracataca, adonde se había extendido la masacre, para
recaudar información sobre la realidad y magnitud de los hechos, para
poder enjuiciar a los responsables:

Gaitán, quien había sido elegido para el congreso, realizó


durante quince días el más formidable debate denunciando las
arbitrariedades de la Unit Fruit Company, y con la documentación
que llegó a tener en la mano, obtenida en sus dos viajes a la región,
probó en sus acusaciones que había una conspiración entre la
compañía norteamericana y el gobierno colombiano para explotar
a los trabajadores ; como antecedente a esta denuncia, fue Gaitán
quien en el año de 1929 asumió la defensa de líderes políticos
como la de Tomas Uribe Márquez, fundador del Partido Socialista
Revolucionario PSR junto con María Cano, Ignacio Torres Giraldo
y Mahecha entre otros, acusados por rebelión (Huertas & Mora, s.f.
p. 97).

Al regresar el caudillo liberal, inició un debate en el parlamento


colombiano para demostrar el delito cometido por el gobierno a través del
General Cortés Vargas y las tropas que comandaba. Así, exhibe pruebas en
contra de lo expresado por el Presidente de la República, que afirmaba la
culpabilidad de los huelguistas al rebelarse contra las autoridades y turbar
178

Biblioteca jurídica

el orden público, cometiendo de esta forma una “traición” a la patria. Una


de esas pruebas son las declaraciones del gobernador del Magdalena, que al
respecto había dicho:

Recorrimos las líneas y sus ramales y encontramos en las


estaciones multitud de huelguistas en actitud perfectamente pacífica
[...]. Como estaban cerrados los expendios de licores, todos se
conservaban en su estado normal [...]. Debo advertir que no noté
nunca en las masas espíritu de rebeldía contra el gobierno, sino
contra la United, a la que consideraban opresora y que para obtener
sus fines se empeñaban en paralizar por completo el tráfico (Gaitán,
1972, p. 108).

Gaitán esgrime asimismo como pruebas telegramas enviados a Bogotá


por parte de los militares afincados en la zona, en la cual manifiestan que
la situación es grave porque “hay cuatro mil huelguistas armados y hánse
concentrado en Ciénaga. Trenes, material rodante, autoferro tienen en
su poder ellos. Hay autoridades comunistas en todos los corregimientos.
Póngome a sus órdenes. Servidor, Coronel Páramo”. (Gaitán, 1972, p.112).

Pero estas palabras contrastan con las del gobernador del Magdalena,
que apuntaban:

[T]uve una larga conferencia con el señor gerente de la United


Fruit Company, quien en ésta como en otras ocasiones, tuvo la bondad
de atender cortésmente la invitación que le hiciera para tratar de
conseguir que se aceptara el aumento de jornales, previendo siempre
las consecuencias dolosas que pudieran surgir, las repercusiones
que pudiera tener en el país y fuera de él cualquier desbordamiento
que obligara al gobierno a tomar medidas extremas, los inmensos
perjuicios que sufrirían las industrias y la sociedad en general. El
señor gerente se negaba alegando que si se aumentaba el salario,
la huelga seguiría siempre, esperanzados los huelguistas en que de
ese modo conseguirían paulatinamente cuanto solicitaban. (Gaitán,
1972, p. 114-115)

De todo esto el representante liberal concluye:

Aparece bien claro que los obreros sí quisieron transigir y fue


la compañía la que se negó. La compañía quería seguir explotando
179

Universidad Manuela Beltrán

a los obreros, a quienes tiene en la miseria. No quería entrar en


transacciones y por eso pedía el estado de sitio, lo mismo que el señor
Cortés Vargas, para solucionar por la bala un problema económico,
y defender su miserable codicia. Naturalmente no hay que pensar
que el gobierno ejerció ninguna presión para que se reconociera la
justicia de los obreros. Estos eran colombianos y la compañía era
americana y dolorosamente lo sabemos que en este país el gobierno
tiene para los colombianos la metralla homicida y una temblorosa
rodilla en tierra ante el oro americano (Gaitán, 1972, p. 155).

La responsabilidad de la masacre, entonces, radica en el gobierno, y en


su agente el General Cortés Vargas, que en estado de embriaguez ordena
abrir fuego contra la multitud, a la cual engaña, a la cual tiende una red
de traición, por cuanto ha prometido no dispararles, y luego cambia de
opinión para tenderle una celada:

Cortés Vargas ha dicho que la multitud no creía que el ejército


disparara. Y es la verdad. No creía porque este hombre felón, en el
día anterior, conforme a esta prueba que tengo aquí, había jurado
a los obreros en nombre de la patria que mientras estuviera allí no
se dispararía sobre la multitud. Pero llega en aquella noche con el
ejército; ante una multitud dormida lee el célebre decreto. Los pocos
que están despiertos, lanzan su grito de Viva Colombia, y este hombre
inmisericorde y cruel, para aquel grito tiene una contestación:
¡Fuego! Empiezan a disparar las ametralladoras, después los fusiles
cinco minutos; la tragedia está consumada (Gaitán, 1972, p. 117)

Refiere el representante que los heridos son rematados con las


bayonetas de los fusiles. Y posteriormente los muertos

[S]on transportados en camiones para arrojarlos al mar y otros


son enterrados en fosas previamente abiertas. Pero digo mal, se
entierra no solo a los muertos, se entierra también a los vivos que
estaban heridos. No basta su imploración para que no se les entierre
vivos. Estos monstruos ebrios de sangre. Estos fugados de la selva no
tienen compasión; para ellos la humanidad no existe (Gaitán, 1972,
p. 118).

De esta manera, Jorge Eliécer Gaitán logra probar que la masacre de las
bananeras fue un crimen premeditado por el General Cortés Vargas, con el
auspicio del gobierno y de la United Fruit Company, cuyos intereses defendía.
180

Biblioteca jurídica

Gaitán, que oficia de tribuno del pueblo, gana el juicio parlamentario. El


General Cortés Vargas, sin embargo, no es destituido por la masacre que
protagonizó, sino por la represión perpetrada el 8 de junio de 1929 en
Bogotá, cuando se desempeñaba como Director de la Policía de esta ciudad.
Su destitución se produce dos meses antes del debate parlamentario. No
obstante, el partido conservador es quien justamente sufre las consecuencias
de sus arbitrariedades y abusos de poder. Pierde fuerza y credibilidad, y así
termina su hegemonía para dar paso al gobierno liberal de Enrique Olaya
Herrera, que a su vez inaugura la hegemonía de este partido.

Con respecto a la United Fruit Company, siguió operando en la zona


bananera. Contra ella no se tomaron medidas drásticas ni se le enjuició por
los hechos acaecidos, donde, confabulada con el gobierno, solicitó el estado
de sitio a este y por tanto aprobó la represión posterior. De esta forma,

La United Fruit Company siguió explotando la extensa y feraz


zona bananera de Santa Marta y a partir de 1947, por contrato con
el gobierno colombiano, estableció una nueva modalidad en la que
aparte de la producción directa en tierras de su propiedad, compraba
los racimos a productores colombianos, a quienes había dado crédito
(Tirado Mejía, 1971, p. 258).
181

Universidad Manuela Beltrán

Conclusiones
La masacre de las bananeras fue una acción de fuerza para acallar el
derecho a la huelga, y con ella la justicia reclamada y violada. Fue una forma
zafia de pisotear a los obreros explotados. Fue una afirmación del poder
arbitrario del gobierno de turno en connivencia con las fuerzas armadas
que le sirven, para favorecer intereses económicos extranjeros, por encima
del deber de proteger y respetar los derechos y libertades de los nacionales.

Los obreros masacrados, por las distorsiones del gobierno, sus


representantes y voceros, se quisieron mostrar como verdugos, siendo
víctimas. Se quiso hacer creer al público que eran comunistas, responsables
de saqueos, incendios y asesinatos, cuando en verdad, como lo demostraron
las investigaciones del caudillo Jorge Eliécer Gaitán, fueron víctimas
inermes de la represión gubernamental por defender legítimamente sus
derechos desconocidos por una empresa empeñada en acumular riqueza a
costa de explotación e injusticia flagrantes.

Pero esta tendencia de favorecer intereses foráneos en detrimento


de los derechos de los colombianos y de criminalizar a los obreros y a los
sindicatos que buscan defender sus derechos, continúa presentándose en
Colombia. Es así como

La criminalización ha sido la principal estrategia utilizada contra


el movimiento sindical, ha sido el método más utilizado y fortalecido
por el Estado con el fin de reprimir y neutralizar su accionar;
podemos mencionar manifestaciones que así lo demuestran. La
primera se basa en la concepción estigmatizadora que presenta al
movimiento sindical como un factor negativo para la seguridad,
el progreso y el desarrollo nacional, donde es presentado como un
gran obstáculo para el ’progreso’ de la sociedad colombiana dada su
constante oposición a la implantación de políticas económicas que
interfieren con los procesos de ‘modernización y equilibrio’ de los
colombianos (Ortiz, 2004, p. 78-79).

La labor de los sindicatos es todavía más importante hoy, cuando


los modelos neoliberales y la globalización del mercado tienden a la
182

Biblioteca jurídica

acumulación de riqueza en una competencia libre que desconoce los


derechos laborales de los trabajadores. La explotación es máxima. Los
salarios bajos. La efectividad y buena administración de una empresa se
mide por los menores egresos en el pago de mano de obra. El sistema de
contratistas, adoptado por la United Fruit Company para evadir obligaciones
laborales, está vigente. Las empresas contratan trabajadores afiliados a
empresas temporales de empleo para desconocer la real y subyacente
relación laboral y así evadir los pagos de seguridad social, pensión, salud,
entre otros. Incluso, los salarios a veces son inexistentes, tratándose de
empacadores, que perciben de ganancia solo las propinas que los clientes de
supermercados, por ejemplo, quieran darles. La mano de obra infantil, por
ser barata, es utilizada en muchos campos, como el minero. Los contratos
laborales tienden a disminuir e incluso a desaparecer con el tiempo, bajo
la figura de prestación de servicios, la cual se emplea para soslayar el pago
de la seguridad social íntegra, y así disminuir las obligaciones dinerarias
y legales a cargo, para acumular mayor riqueza y hacer más “ boyante” la
empresa, en un marco neoliberal.

Así las cosas, y ante la ausencia del Estado de bienestar que propugna
por intervenir la economía para evitar la pauperización de los trabajadores
y combatir el desempleo y la recesión económica- como lo formula Keynes-,
la labor de los sindicatos se hace más relevante y necesaria, como forma de
organizarse los trabajadores para defender sus derechos. La huelga, aunque
sigue siendo mal vista y generalmente se le tilda de ilegal o no se le autoriza
(o busca combatirse bajo la amenaza de no pagar los días no laborados, o de
reemplazar a los huelguistas con esquiroles), es un mecanismo de presión
válido y constitucional para reclamar los derechos pedidos y negados.
Si no existieran, si no se recurriera a ellos y se emplearan, nadie vendría
a exigir o a dar lo que es justo a los trabajadores, porque la tendencia es
esclavizarlos a cambio de un pago ínfimo que no cubre sus necesidades
básicas, en una economía marcada por el desempleo, la inflación de precios
y la disminución del salario.
183

Universidad Manuela Beltrán

Bibliografía
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Trabajo y Seguridad Social, Convenios de la OIT ratificados por
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184

Biblioteca jurídica

Anexos
Decreto No 4 del General Carlos Cortés Vargas, Jefe Civil y Mili-
tar de Santa Marta
Tomado de: La Casa Grande, de Álvaro Cepeda Samudio, Edito-
rial El Tiempo, Bogotá, 2003. Magdalena, diciembre 6 de 1928
DECRETO No 4. Por el cual se declara cuadrilla de mal-
hechores a los revoltosos de la Zona Bananera.
El Jefe Civil y Militar de la Provincia de Santa Marta en uso de
sus facultades legales y

CONSIDERANDO:

Que se sabe que los huelguistas amotinados están cometiendo toda


clase de atropellos; que han incendiado varios edificios de nacionales
y extranjeros, que han saqueado, que han cortado las comunicaciones
telegráficas y telefónicas; que han destruido líneas férreas, que han atacado
a mano armada a ciudadanos pacíficos; que han cometido asesinatos,
que por sus características demuestran un pavoroso estado de ánimo,
muy conforme con las doctrinas comunistas y anarquistas, que tanto de
palabra en arengas, conferencias y discursos como por la prensa en el
Diario de Córdoba y en hojas volantes, han propalado los dirigentes de este
movimiento que en principio fue considerado como huelga de trabajadores
pacíficos; que es un deber de la autoridad legítimamente constituida dar
garantías a los ciudadanos tanto nacionales como extranjeros, y restablecer
el imperio del orden adoptando todas las medidas que el derecho de gentes
y la Ley Marcial contemplan.

DECRETA:

Artículo 1. – Declárese cuadrilla de malhechores a los revoltosos,


incendiarios y asesinos que pululan en la actualidad en la zona bananera.

Artículo 2. – Los dirigentes, azuzadores, cómplices, auxiliadores y


encubridores deben ser perseguidos y reducidos a prisión para exigirles la
responsabilidad del caso.
185

Universidad Manuela Beltrán

Artículo 3. – Los hombres de la fuerza pública quedan facultados


para castigar por las armas a aquellos que se sorprenda en infraganti delito
de incendio, saqueo y ataque a mano armada y en una palabra son los
encargados de cumplir este Decreto.

El Jefe Civil y Militar de la Provincia de Santa Marta.


Carlos Cortés Vargas
General
Mayor Enrique García Isaza
Secretario “
186

Biblioteca jurídica

Lugar, conflicto y Estado: aspectos


necesarios en la reconstrucción de la
justicia social en el caso del municipio de
cabrera – Cundinamarca
Marcela Riveros Alfonso122
marcela.riveros@ugc.edu.co.

Introducción
El presente artículo deriva de la tesis de maestría titulada Género y
lugar. Estudio de caso en la vereda Santa Lucía, municipio de Cabrera, región
del Sumapaz123 cuyo objeto era analizar cómo las representaciones sociales
del lugar y las prácticas espaciales concretas, reflejaban diferentes niveles
de inclusión y exclusión para hombres y mujeres en la vida económica,
social y política de la comunidad (Riveros, 2010). La investigación se
realizó mediante trabajo de recolección de información en campo (método
etnográfico), llevado a cabo en el periodo comprendido entre 2004 – 2007
en el municipio de Cabrera, y revisión de fuentes primarias y secundarias.
Como parte de este trabajo investigativo se encontró que para alcanzar la
justicia social es pertinente reconocer las diversas espacialidades que se
construyen y destruyen en la cotidianidad de los sujetos asociadas con la
pertenencia a un género y por los sucesos asociados con el conflicto armado,
ya que una parte significativa de las discriminaciones hacia las mujeres
pasan por las prácticas espaciales, es decir que la organización espacial de
una sociedad no es neutra desde la perspectiva de género.

La situación descrita se pudo evidenciar en varias situaciones, por


ejemplo: aún se mantiene la práctica en la cual los padres dividen su parcela

122 Geógrafa de la Universidad Nacional de Colombia y magister en Estudios de Gé-


nero de la misma universidad. Actualmente, ejerce como docente de tiempo completo e
investigadora de la Licenciatura en Ciencias Sociales, Universidad La Gran Colombia
(Bogotá).
123 Trabajo investigativo para obtener el título de magíster en Estudios de Género de la
Universidad Nacional de Colombia.
187

Universidad Manuela Beltrán

y le asignan esta parte de su propiedad a sus hijos varones o, en caso de


tener hijas, al yerno. Es decir, la tierra, principal medio de producción de
las zonas rurales, al ser propiedad del hombre, le da el derecho, de acuerdo
con sus pautas culturales, de tomar decisiones sobre el uso de la misma y
ejercer acciones que, en algunos casos, afectan directamente a las mujeres y
al resto del núcleo familiar. Algunas de esas acciones han sido la reducción
y en algunos casos la desaparición de las huertas caseras, lugar de la finca
que les permite a las mujeres cultivar los alimentos de su familia y obtener
algún ingreso económico por la venta o intercambio de los productos que
allí siembra.

Parte de las reflexiones de la tesis de maestría referenciada se condensan


en el presente texto que tiene como fin argumentar por qué en algunos
contextos rurales colombianos, específicamente en los sectores que tuvieron
o mantienen una fuerte incidencia por el conflicto armado colombiano, es
pertinente incorporar el análisis espacial para alcanzar la justicia social,
entendida según Fraser desde una concepción bidimensional, porque
integra “las reivindicaciones defendibles de igualdad social así como las del
reconocimiento de la diferencia” (Fraser, 2008, p. 84).

Para lograr este objetivo el siguiente texto se divide en tres apartados, en


el primero se realiza una aproximación conceptual a la categoría de análisis
espacial del lugar considerado como “el foco central de la investigación de
la vida cotidiana, debido a que es el entorno en que se construye la red
de actividades, relaciones y afectos de las personas” (Sabaté, Rodríguez y
Díaz, 1995, p. 287), aspectos importantes para alcanzar la justicia social.
Posteriormente, se analiza cómo en un lugar del municipio de Cabera, la
plaza central, se presentan un conjunto de prácticas espaciales, referidas
a las formas en que se genera, utiliza y percibe el espacio articulado con
procesos de construcción de la memoria histórica y con el conflicto armado.
Por último, se proponen algunos aportes reflexivos para orientar la justicia
social partiendo de la construcción de las espacialidades justas.
188

Biblioteca jurídica

Relación entre lugar y sociedad en el


municipio de Cabrera – Cundinamarca
En las humanidades ha surgido un importante interés por comprender
problemáticas, fenómenos, sistemas y procesos sociales desde diversos
enfoques. Recientemente, se ha dado un puesto privilegiado al análisis
espacial. Específicamente para la comprensión de las relaciones sociales
en micro escalas se ha hecho hincapié en el uso de la categoría del lugar,
(Scannell y Gifford, 2010).

El lugar se define como una construcción social con distintos


significados que se mantiene y altera por el efecto de las relaciones
desiguales de poder que varían con el tiempo (Cfr. McDowell, 2000).
Por consiguiente, los lugares, además de ser porciones determinadas y
singulares del espacio, se caracterizan porque están socialmente dotados de
significados, valores e intereses que se forjan por la experiencia individual
y colectiva de las personas que allí habitan. A su vez, estos significados y
valores influyen en la percepción que del entorno se posee, la cual termina
por afectar directamente el comportamiento de los habitantes en un lugar,
es decir los lugares son espacios cargados de experiencias y por lo tanto son
físicos pero también son percibidos, vividos e imaginados.

Además, un lugar genera identificación. Sobre este aspecto Agnew


argumenta: “El lugar, por lo tanto, se refiere a áreas discretas (separadas) sí
bien elásticas, en las que se localizan para la constitución de las relaciones
sociales y con que la gente puede identificarse” (Agnew, 1987, p.28)124. Es
decir, y tal como se aprecia en el cuadro 1, en la construcción social del
lugar interactúan diversos elementos, y sus características pueden llegar
a ser más complejas dependiendo del contexto sociocultural en el que se
hallen inscritas.

124 “Place, therefore, refers to discrete if ‘elastic’ areas in which settings for the consti-
tutions of social relations are located and with which people can identify” (Agnew, 1987,
p.28).
189

Universidad Manuela Beltrán

Cuadro 1. Elementos que influyen en la construcción social del lugar

A pesar de la importancia de los lugares para comprender algunos


de los comportamientos sociales que se establecen en un espacio y en un
momento determinado, estos no eran lo suficientemente considerados en
los análisis sociales. De acuerdo con Marta Herrera, la poca atención que
ha recibido el análisis espacial, en parte, se podría explicar porque se ha
considerado que las prácticas espaciales se manejan en forma automática.
Al respecto la autora argumenta:
190

Biblioteca jurídica

Este manejo automatizado del espacio tiene consecuencias


epistemológicas importantes, debido a que lleva a perder de vista
lo espacial, a invisibilizarlo, a abstraerlo sin mayores reflexiones, en
tanto mantenga ciertos niveles de funcionalidad. Se refuerza así el
carácter estructurante de lo espacial (2004, 179).

El espacio geográfico, y en este caso particular el lugar, es una


construcción social, se caracteriza porque está constituido por prácticas
culturales y por estructuras sociales, y se constituye según Álvarez “en
una de las nociones más potentes y ricas que desde las décadas de los 70
y 80 ha instalado la geografía… como una clave de la lectura posible sobre
la significación social del espacio” (2005, p. 16), lectura necesaria ya que
siempre nos encontramos en lugares. En este sentido no es gratuito, que
el filósofo Edward Casey argumente que: “vivir es vivir localmente, y el
conocer es primero que todo conocer los lugares en los cuales uno está”
(1996, p. 18).

Los distintos lugares se construyen en función de las relaciones sociales,


estas relaciones operan a partir de diversas escalas espaciales que les
proporcionan su carácter distintivo125. Esta afirmación fue cobrando fuerza
en el transcurso de la investigación en el municipio de Cabrera, ya que para
conocer los lugares de una vereda y las connotaciones asignadas según la
pertenencia a un género, un aspecto de vital importancia fue la comprensión
de por qué y cómo operan las relaciones que se instauran a través de las
diversas escalas espaciales. Lo anterior se explica en la medida en que los
lugares han sido construidos a partir de una relación continua entre: las
características geográficas municipales y veredales y la valoración asignada
a los escenarios regionales en los que ocurrieron ciertos acontecimientos,
en particular, desde la época de La Violencia hasta el presente. Es decir, los
lugares en este municipio se han construido por una serie de relaciones
sociales que operan a nivel veredal, municipal y regional.

125 Sobre esta visión de lugar véase principalmente a: Agnew, J, (1987), Duncan, J.
(1989), Massey, D. (1994), McDowell, L. (2000) y Santos, M. (2000).
191

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Mapa 1. Municipio de Cabrera, región del Sumapaz


Fuente: Mapa elaborado con base cartográfica IGAC, plancha No. 265. 1:100.000. 1994.
192

Biblioteca jurídica

Para contextualizar la anterior afirmación es importante tener en


cuenta que Cabrera es un municipio ubicado al suroeste del departamento
de Cundinamarca, limita al norte con los municipios de Venecia y San
Bernardo, al oriente con el Distrito Capital, por el sur con los departamentos
del Huila, Tolima y Meta y por el occidente con el departamento del Tolima,
véase mapa 1. Este es un municipio de vocación eminentemente rural, por
lo que las principales actividades que desarrollan las familias campesinas
son la agricultura y la ganadería.

En la actualidad, la mayor parte de los habitantes de la vereda tienen


su parcela propia, lo que les ha permitido ser productores independientes.
Estas actividades productivas las realizan la mayoría de veces el núcleo
familiar, compuesto por madre, padre, hijas e hijos. Además, trabajan como
obreros en otras fincas en especial durante las épocas de siembra, cosecha
y desyerbe. De igual forma, las relaciones entre vecinos ocupan un lugar
especial que se hacen evidentes en rifas, bazares, fiestas, cuando hay que
ayudar algún enfermo o en momentos de duelo.

Este municipio se caracteriza por poseer una amplia diversidad


de bosques, montañas y fuentes hídricas, elementos que son altamente
valorados, aspecto que se puede apreciar con las expresiones empleadas por
un habitante del municipio, quien argumentó: “en Cabrera hay arbolitos de
toda clase”126 y bajo otra expresión “Cabrera no es zona roja si quiere ponga ahí
que es una zona verde”127, esta última expresión también hace referencia a la
estigmatización de la población por la violencia que se ha presentado en la
zona, situación que ha llevado a asignarle por parte de diversos gobiernos
el apelativo de zona roja (Marulanda, 1991).

En parte, las características físicas del municipio se pueden explicar


porque se encuentra entre los 1700 a los 3400 msnm, entre los pisos
bioclimáticos subandino (1.000 a 2.300) y andino (2.300 a los 3.800).
Aproximadamente el 90% del municipio se localiza en el piso andino,
sector que para el territorio colombiano presenta una alta importancia
ecosistémica por ser allí donde se encuentran los bosques de niebla, sector
que se caracteriza por:
126 Entrevista con una mujer de aproximadamente 77 años (se conserva el anonimato), habitante
de la vereda Santa Lucia del municipio de Cabrera, 13 de agosto de 2004.
127 Entrevista con Pedro Molina de 82 años, habitante de la vereda Santa Lucia del municipio de
Cabrera, 18 de junio de 2004.
193

Universidad Manuela Beltrán

Estar expuestos a frecuentes lluvias y a corrientes de aire


humedecido y nebuloso. Todo esto, sumado a las características
de su vegetación y suelos, convierten a los bosques de niebla de los
Andes en uno de los mayores reservorios de agua dulce del planeta”
(Secretaria General de la Comunidad Andina. 2009, p. 35).

Los bosques de niebla en Cabrera incentivaron el proceso de


colonización del municipio a través de los aserradores, campesinos que
se dedicaron a la tala de árboles transformando el paisaje del municipio
y quienes, como argumentó una habitante del lugar “no dejaban árboles ni
pa las cerquitas”128, situación que posteriormente generó dificultades por la
pérdida del agua, problema que es más agudo en las épocas de sequía.

Las características antes descritas no están aisladas de la construcción


social de los lugares del municipio, los cuales desde el momento en que
son concebidos están dotados de significados y valores que van variando
con el tiempo y que reflejan necesidades, miedos, gustos e intereses de un
grupo social. Como ya se mencionó, estos lugares actúan como entidades
relacionadas, tanto con otros lugares como con otras escalas espaciales,
porque aunque cada lugar define y constituye un espacio geográfico, este
forma parte, a su vez, de otros. Al respecto, por ejemplo Harvey menciona:

Un error común tanto de la interpretación analítica como


de la acción política se produce porque demasiado a menudo
nos encerramos en una sola escala de pensamiento, tratando las
diferencias en una escala como si fuesen la línea fundamental de la
división política... El resultado final es que todas las formas de pensar
que operan solo en una escala se vuelven al menos cuestionables, si
no directamente engañosas (2003, p. 87).

Este aspecto es relevante en el área de estudio, debido a que allí,


los lugares no actúan como entidades aisladas, sino que se encuentran
estrechamente relacionados con la región del Sumapaz. Estos vínculos
en parte obedecen a las relaciones de tipo comercial que han establecido
por la compra y venta de productos agrícolas. Sin embargo, el trabajo de
campo evidenció que las relaciones comerciales por si solas no permiten
comprender las asociaciones que hacen los campesinos entre los lugares de
la vereda con los de la región del Sumapaz.
128 Entrevista con Pedro Molina de 82 años, habitante de la vereda Santa Lucia del
municipio de Cabrera, 18 de junio de 2004.
194

Biblioteca jurídica

La concepción que se tiene de los lugares, al parecer, está relacionada


con los sistemas de pensamiento que las campesinas y los campesinos
tienen desde la infancia y por los conocimientos que les han trasmitido de
una generación a otra. Este hecho es importante, si se tiene en cuenta que
la mayor parte de las familias de los pobladores o ellos mismos vienen de
distintas partes del Sumapaz y la concepción que tienen de los lugares se
relaciona con la forma como son concebidos en su lugar de origen o en
el de sus familias. Es decir, los lugares del municipio están estrechamente
vinculados con la forma como han sido concebidos y construidos en las 234
veredas que componen la región del Sumapaz y posiblemente espacialmente
se extiende un poco más.

Otro aspecto importante para comprender la relación de los lugares de


la vereda y del municipio con los del Sumapaz, al parecer está asociado con
las vivencias de los pobladores en varios episodios del conflicto armado
que se ha presentado en la región desde la segunda década del siglo XX129.
La región del Sumapaz se caracteriza por presentar una historia agraria
construida en medio de disputas por la propiedad de la tierra, y haber sido
zona de refugio de campesinos, especialmente la parte alta del Sumapaz,
que “fueron expulsados de sus lugares de origen por violencias sucesivas”
(Zambrano, 1999, p. 94). Además, fue bastión de uno de los más grandes
movimientos campesinos de izquierda a nivel nacional en el que fueron
partícipes sindicatos agrarios, ligas campesinas y frentes democráticos, que
se integraron por la búsqueda de un objetivo común: la propiedad de la
tierra. Organización que posteriormente se alternó con la lucha guerrillera:

En la zona del Sumapaz, fortín gaitanista de los años 30 y con


una sólida tradición de lucha organizada por la tierra, fue posible
transformar las antiguas asociaciones reivindicativas en un amplio y
disciplinado movimiento guerrillero que a la larga resultó victorioso
al obligar al gobierno, en los años 60, a tratar el problema de la región,
no como un caso de orden público sino como un conflicto de tierras,
principalmente (Sánchez, G. y Meertens, D. 1983, p. 39).

129 Sobre las características de la violencia en el Sumapaz, véase entre otros: Londoño,
R. (2003), González, J. y Marulanda, E. (1990), Marulanda, E. (1991), Marulanda, E. y
Mercado, J. (1990), ICANH y Corporación Ecofondo-Reserva Natural Suma-paz (1998),
Sánchez, G. (1989), Varela, L. y Romero, Y. (2007). Guzmán, G., Fals, O. y Umaña E.
(1962).
195

Universidad Manuela Beltrán

Desde finales del siglo pasado, la región del Sumapaz fue escenario del
conflicto armado entre la guerrilla y el ejército, el cual está motivado, en
parte, por el deseo de control territorial de un área considerada corredor
estratégico de la guerrilla de las FARC entre Bogotá y el oriente del país130.

Como se verá más adelante, en la historia del Sumapaz se han visto


involucrados diferentes actores. Actualmente allí están presentes: mujeres
y hombres campesinos, colonos, arrendatarios e invasores131 quienes
han resignificado sus veredas, municipios y la región a partir de los
eventos traumáticos asociados con lo que ellos denominan “la guerra”.
Las experiencias de las víctimas del conflicto armado han generado en la
región del Sumapaz una memoria colectiva en la que se han construido
narraciones, héroes y víctimas en torno a los diversos momentos que la
guerra ocasionó. En especial, retienen aquellos sucesos asociados con la
época de La Violencia “que estalló abiertamente, luego de medio siglo de
incubación, entre 1946 y 1966, en casi todo el país” (Reyes, A. 2004. p. 56),
pero que en la región detonó a partir de 1948 con la muerte de Jorge Eliécer
Gaitán.

Durante la época de La Violencia y posterior a ésta, varios gobiernos


consideraron que la región del Sumapaz representaba una amenaza
para las políticas estatales del momento, porque en una misma zona se
superpusieron el conflicto agrario, y dos grupos de oposición: el movimiento
campesino y el movimiento armado. Por esta razón, implementaron
diferentes estrategias para acabar la organización campesina y el naciente
movimiento guerrillero, entre las que se podrían mencionar: el patrocinio
a grupos delictivos (la policía Chulavita y los Pájaros), el incendio de casas o

130 Según el Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y Dere-


cho Internacional Humanitario, las FARC utilizaron esta zona como corredor estratégico
para el traslado de personas secuestradas y convirtieron el sector en uno de los escenarios
con mayor actividad armada en el departamento de Cundinamarca a finales de los 90s.
Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y Derecho Internacional
Humanitario. (2001). Al respecto véase también: Echandía, C. (2004, p. 156). Sobre el em-
pleo de esta zona para trasladar y mantener personas secuestradas véase Salvatierra, P.
(2001).
131 Los invasores se definen como aquellos grupos de personas que ocupan una finca
que aunque tiene un propietario legal no es reconocido por los campesinos. Para el caso
de Cabrera “los invasores” en su mayoría son personas oriundas del municipio que han
trabajado como “cuidanderos” de otras fincas o jóvenes que acaban de iniciar familia y
buscan un terruño para vivir.
196

Biblioteca jurídica

ranchos, masacres, torturas, la destrucción de sementeras y la desaparición


y el desplazamiento de campesinos (Londoño, 2003).

Los habitantes todavía recuerdan estos hechos porque en medio de


ellos se gestaron grandes amistades entre aquellos que tenían un ideal
común: tener su propia parcela; enemistades con los otros, aquellos que no
compartían sus lealtades y filiaciones partidistas; y dos aspectos importantes
en relación con el objeto de este artículo: la conformación de la identidad
regional y la asignación de significados diversos a los escenarios en los que
estos hechos acontecieron.

A continuación, se expondrá un ejemplo que permita a los lectores tener


una idea de la relación planteada entre lugar, conflicto y el papel del Estado
en la consecución de las espacialidades justas a partir de la descripción de un
lugar concreto: la plaza central de Cabrera, que está dotada de significados
y símbolos que sobrepasan las fronteras de este municipio y que permite
comprender los postulados referenciados de la asociación que existe entre
lugar, sociedad y conflicto.

El lugar y el conflicto armado en un contexto


local
El casco urbano de Cabrera constituye uno de los lugares de encuentro
de la población del municipio, es allí donde hay una convergencia entre las
actividades que se desarrollan en la parte urbana con las del sector rural
y entre campesinos, parroquianos132, comerciantes, viajeros, entre otros.
El municipio tiene un área de 95.760m², de los cuales solo se encuentran
urbanizados 33.000m² (Alcaldía Municipal de Cabrera-Cundinamarca,
2002, p. 10). Esta situación obedece a las limitaciones del terreno para la
ampliación del casco urbano, debido a que este se encuentra ubicado en
un sector montañoso rodeado por una topografía quebrada a escarpada
compuesta por lutitas y areniscas moderadamente profundas, por
consiguiente, poco estables y con alto riesgo de presentar derrumbes y
deslizamientos. Además, como se puede apreciar en la fotografía 1, el río
Sumapaz rodea la parte sur y occidental del casco urbano y por el norte
el pueblo limita con la quebrada Santa Rita y un área de protección y
132 Personas que viven en el casco urbano.
197

Universidad Manuela Beltrán

conservación. Estas barreras influyen en que Cabrera tenga un caso urbano


pequeño en comparación con los de otros municipios de la región del
Sumapaz.

Foto 1. Casco urbano del municipio de Cabrera.


Fuente: autoría propia 2017

En el municipio de Cabrera, el espacio público, especialmente la plaza


principal, denominada plaza Juan de la Cruz Varela, ubicada al norte del
pueblo, y la plaza de ferias, localizada al sur del casco urbano (véase mapa
2), constituyen los espacios en los que usualmente los campesinos venden
sus cosechas, compran diversos productos, desarrollan algunas actividades
administrativas, recreativas, culturales, deportivas y religiosas. Tanto en la
plaza principal como en la plaza de ferias se presenta un continuo cambio
de información, productos, juegos, se participa y opina sobre la vida política
del municipio, se negocia y se conocen los últimos acontecimientos de la
vida de los demás.
198

Biblioteca jurídica

Mapa 2. Casco urbano municipio de Cabrera, región del Sumapaz


Fuente: Base cartográfica Departamento Administrativo Nacional de Estadística - DANE 1993.
Actualizado durante el trabajo de campo, 4 de Abril de 2007.

Las dos plazas hacen parte de los pocos lugares que los campesinos
pueden apropiar cuando arriban al pueblo, porque por lo general, y como se
mencionó, son los únicos sitios del pueblo que convocan funciones relativas
a su interés, es decir actividades propias del sector rural. Por ejemplo, en la
199

Universidad Manuela Beltrán

plaza de ferias, el tercer lunes de cada mes, día de feria, compran y venden
ganado, cerdos, gallinas, caballos y conejos. Mientras que los viernes, día de
mercado, campesinas y campesinos hacen uso de este espacio para vender
a los comerciantes los productos agrícolas que usualmente se envían a
Bogotá.

En la plaza principal o plaza Juan de la Cruz Varela, de lunes a sábado


algunos vendedores, principalmente mujeres, exhiben en toldos o carpas:
comida (fritanga, arepas, empanadas y morcilla), ropa, relojes, juguetes,
ollas, entre otros productos. También en este lugar algunos campesinos el
día viernes venden en toldos o al aire libre diversos productos agrícolas.
Las tiendas que rodean las dos plazas son las preferidas por los campesinos
y comerciantes para el encuentro y comprar comida, tinto, aromática y
trago, principalmente cerveza y aguardiente.

En la plaza principal se encuentra una tarima donde está el busto de


Juan de la Cruz Varela, una cancha de baloncesto, jardines, bancas y un
espacio relativamente amplio donde vendedores y campesinos ubican sus
productos para la venta (véase esquema No. 1). Alrededor de la plaza se
encuentra la Alcaldía Municipal, la Iglesia, un hotel, restaurantes, tiendas,
las reconstruidas instalaciones del Banco Agrario, que volvió a funcionar
en marzo de 2006, y la Estación de Policía, reconstruida durante el 2004133.
Por estos lugares es posible transitar sin restricción alguna. Sin embargo, en
la tarima se presentan comportamientos disímiles de acuerdo con el grupo
que por allí transite. Estas diferencias obedecen a la percepción e imagen
que cada grupo ha construido en torno a la figura de Juan de la Cruz Varela.

133 Estas entidades fueron destruidas durante una incursión de la guerrilla de las FARC
el 20 de agosto de 1997. Sobre este suceso se publicó: “Aprovechando que los habitantes
de Cabrera (Cundinamarca), incluidos el oficial y los 16 patrulleros de la estación de poli-
cía, veían el partido de fútbol Colombia-Bolivia, dos frentes guerrilleros con cerca de 250
hombres se tomaron el municipio, asesinaron a dos agentes, hirieron a seis más, asaltaron
la Caja Agraria y destruyeron la mayoría de locales del centro de la población… El grupo
de subversivos, compuesto en su mayoría por mujeres y menores de 12 años, irrumpió con
explosiones de granadas y cohetes, tomando por sorpresa a los pobladores y a las autori-
dades del municipio;… El comando de policía quedó destruido. De allí los guerrilleros se
llevaron 10 fusiles Galil. También acabaron con las instalaciones de la Caja Agraria (de
donde sustrajeron 80 millones de pesos), la corporación de crédito Coacrédito, la alcaldía
y dejaron averiadas varias casas vecinas”. “La jugada de las FARC en Cabrera”, El Tiempo,
22 de agosto de 1997. p. 7D.
200

Biblioteca jurídica

1. Cooperativa Altamira 10. Tienda


2. Tienda 11. Tienda
3. Tienda – llamadas locales y a 12. Tienda de ropa
celular
4. Alcaldía 13. Iglesia
5. Tienda 14. Restaurante
6. Estación de Policía 15. Espacio para ubicar toldos el
día de mercado
7.Tienda 16. Cancha de baloncesto y de de
fútbol
8. Tienda de ropa y de Comcel 17. Tarima y busto de Juan de la
Cruz Varela
9. Banco Agrario de Colombia
Esquema 1. Plaza Juan de la Cruz Varela
Municipio de Cabrera – Región del Sumapaz

Juan de la Cruz Varela (1902-1984) fue un dirigente campesino


del Sumapaz, quien obtuvo el reconocimiento social al promover la
organización de los colonos en la lucha por el derecho a la tierra, la salud, la
educación y las vías de comunicación134. Varela, descrito como “un hombre
con talante político, hábil, sagaz y enteramente dedicado a la causa de los
agrarios” (Londoño, 1991, p.43), organizó a los campesinos después de la
134 Sobre Juan de la Cruz Varela véanse entre otros: Londoño, R. (2011), Londoño, R.
(1992), Londoño, R. (1998), Londoño, R. (1999), Londoño, R. (1991), Varela, L. y Romero,
Y. (2006), González, J. y Marulanda, E. (1990), Marulanda, E. (1991), Marulanda, E. y
Mercado, J. (1990), Sánchez, G. (1989), Medina, M. (1989).
201

Universidad Manuela Beltrán

muerte de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, con el objeto de responder a las


medidas tomadas durante el gobierno de Mariano Ospina Pérez entre las
que se encontraban: la clausura del Congreso, la declaración del Partido
Comunista fuera de la ley, el congelamiento de algunas garantías ciudadanas
como el derecho a organizarse y a la libertad de prensa (ICAHN, 1998, p.
48). Asimismo, la organización campesina promovida por Juan de la Cruz
Varela buscó contrarrestar las agresiones contra los labriegos de la región
del Sumapaz ejecutadas por la policía Chulavita (Varela y Romero, 2006,
p. 273). La organización campesina se conformó en la vereda El Palmar de
Icononzo en 1949 y posteriormente abarcó el oriente del Tolima y el Alto
Sumapaz, después, en 1952, se organizó como guerrilla135.

Según algunos campesinos al transformarse el movimiento en uno de


los primeros núcleos guerrilleros del país se generó la estigmatización y la
adjudicación de atributos negativos a la figura de Juan de la Cruz Varela, Al
respecto Laura Varela y Yuri Romero argumentan:

La imagen de Varela como hombre y como líder, es controvertida.


Para sus detractores él representaba la subversión de un orden social,
económico y político establecido: favoreció a los labriegos contra los
intereses de los terratenientes, acogió los principios del gaitanismo
contra los intereses de la clase política dominante y militó en el
comunismo en contra de los intereses capitalistas. Esto le mereció
un sin número de calificativos oprobiosos para desprestigiarlo en
los ámbitos populares. Tales calificativos se hicieron comunes en
algunos sermones de sacerdotes, publicaciones de diarios y debates
en los cuerpos colegiados. En contraste, para un gran número de
personas que lo conocieron, él fue ante todo un hombre honesto, leal
y sencillo (2006, p. 159).

135 Durante el gobierno de Rojas Pinilla (1953- 1957) en Colombia se estaba consoli-
dando la tendencia a la unificación del movimiento guerrillero en el Departamento del
Meta, en el oriente del Tolima y en la región del Sumapaz. En esta última tuvo un impor-
tante arraigo, en parte por su ubicación estratégica que le permitía conectar el naciente
movimiento guerrillero con el Llano, el Tolima y Bogotá. Además, porque en la región ya
se estaba consolidando la lucha agraria con tendencia a la resistencia armada y por la
adhesión a las ideas comunistas “El Sumapaz cunditolimense… se convirtió en una zona
de refugio, reagrupamiento y recomposición de algunas fuerzas dispersas de orientación
comunista, como también de liberales que no se entregaron y que, por el contrario, se
integraron a la autodefensa campesina, sobre todo por la desconfianza surgida a raíz de
la persecución y asesinatos frecuentes de líderes amnistiados”, Buitrago, J. (1998, p. 90).
Véase también a: González, J. y Marulanda, E. (1990, p.38).
202

Biblioteca jurídica

Este tipo de estigmatización también se asignó a las campesinas y


campesinos de la región, estigmatización que aún perdura. Al respecto, un
campesino del municipio de Venecia comentó:

Hoy la gente de la política dice que la guerrilla es un grupo


terrorista, igualito de los que tumbaron los edificios por allá donde
los gringos. Pero son ignorantes porque hablan sin saber, yo creo que
esa gente desconoce las razones por las que el movimiento se gestó136.

Asimismo, algunos habitantes del municipio consideran que el ejército,


la policía y los medios de comunicación han dado información sobre la
región, y más específicamente sobre Juan de la Cruz Varela, distorsionada
y mal interpretada. A pesar de ello, para los campesinos del Sumapaz, aún
Varela mantiene la condición de líder campesino. Los diversos significados
y atributos asignados a la figura de Juan de la Cruz Varela han influido en la
forma como varios grupos perciben y usan la plaza de Cabrera. Valoración
que en parte se vislumbra bajo la apreciación de un campesino de Aposentos,
corregimiento del municipio de Venecia, quien señaló: “la plaza de Cabrera
es de respeto, simplemente porque ahí está la figura del jefe”137.

El busto de Varela se localiza en el margen oriental de la plaza sobre


una tarima constituida por 4 escalones, cubiertos por un baldosín rojo y una
base en ladrillo. Encima tiene una base en cemento pintada de un rosa claro,
al frente elaborado en alto relieve la figura de una mujer campesina, vestida
con sombrero, ruana, falda larga, alpargates y trenza, cargando comida y
un niño terciado en su espalda. Esta representación está asociada con la
participación de las mujeres en el movimiento de los agrarios y porque
según relatos de los adultos mayores las mujeres fueron importantes en
la seguridad de Varela. La mujer de la base en su mano izquierda lleva un
machete y con la mano derecha sostiene una especie de pancarta en la
que entre laureles se encuentra la frase “JUAN DE LA CRUZ VARELA
1902-1984”, en la parte de atrás se encuentra la siguiente inscripción: “LA
ASAMBLEA DE CUNDINAMARCA A JUAN DE LA CRUZ VARELA,
ORDENANZA 036 1984”. Sobre la base de cemento está el busto de Juan
de la Cruz Varela, que representa parte del torso y su rostro completo

136 Entrevista con un hombre de 48 años (se conserva el anonimato), habitante de la


vereda de Santa Rita del municipio de Cabrera, 8 de febrero de 2006.
137 Entrevista con un hombre de aproximadamente 50 años (se conserva el anonimato),
habitante del corregimiento de Aposentos, 16 de agosto, 2004.
203

Universidad Manuela Beltrán

(véase foto 2).

Foto 2. Busto de Juan de la Cruz Varela

Ante el busto los campesinos asumen diversos comportamientos.


Algunos hombres mayores de 55 años, se quitan el sombrero ante su imagen,
otros se quedan mirando el rostro de Varela y se retiran rápidamente. Las
mujeres de este mismo rango de edad, también contemplan el rostro de
Varela, algunas veces ponen una flor a los pies del busto y rápidamente se
retiran. Sin embargo, algunas personas ya no contemplan el busto después
que aparecieron escritas en el las frases: “Teman ya llegaron las AUC”, “Las
AUC le mataron su hija”138, “AUC unidas de Colombia”, “guerrilla HP”,
“Ustedes son guerrillos y los tenemos en la mira”.

A pesar de los cambios de comportamiento de los campesinos ante el


busto, es importante señalar que la actitud que los adultos mayores asumían,
y que algunos a pesar del temor mantienen, está mediada porque algunos
de ellos alcanzaron a vivenciar y ser partícipes de la lucha campesina por el

138 Al parecer esta inscripción hace referencia a Ana Cornelia Varela, hija de Juan de la
Cruz Varela, asesinada el 11 de diciembre de 2003.
204

Biblioteca jurídica

derecho a la tierra que promovió Juan de la Cruz Varela y su comportamiento


obedece al respeto y admiración que aún les inspira el dirigente campesino.
Doña Leonor, una mujer de 62 años, recordó el día que conoció a Varela. Su
relato permite indagar los imaginarios que se construyeron sobre él:

Yo estaba ese día en la cocina cuando mi hermano gritó: mamá,


mamá vienen, ya vienen. Mi mamá se puso blanca y me dijo que me
metiera al zarzo. Desde allá yo no podía ver nada y al momentico
subió mi hermano y porque nosotros teníamos mucho susto nos
metimos entre las arañas…, pero después mi mamá grito que bajara
a preparar lo que fuera pa la visita. Cuando bajé del zarzo vi que la
visita eran familias y más que todo señores y muchachos que traían
escopetas; yo reconocí a dos muchachos que pensé que los habían
matado pero ahí iban para Cabrera.

Ya después me dijeron que con ellos venía don Juan de la Cruz;


pues imagínese, él era el gavilán del momento139, entonces yo me
arregle la trenza, la falda y salí corriendo de la cocina a verlo. En esas
recuerdo que me entristece140 mucho porque todo lo que decían de él
era mentira, eso de que era gigante y buen mozo. No (pronunciado)
si eso él era chiquito, mechi negro, mareado, arrugado, oji negro, con
ruana, sombrero y barro.

Entonces ya yo me devolví toda aburrida a la cocina y volví y


me desarreglé la falda. Pero al ratico don Juanito fue el único que
nos llevó el pocillo a la cocina… yo no recuerdo qué fue lo que le
dijo a mi santa madrecita pero sí como le habló. Eso usó palabras
todas bonitas, que el movimiento le agradecía, que era por el bien
de los campesinos, que nadie podía quitarnos la tierrita, bueno algo
parecido decía. En ese momentico entendí que él era eso que dicen
un hombre culto, porque bien hablado sí era y por todo lo que él
hacía por nosotros entendí que él si era gigante, buen mozo no, pero
grande sí141.

139 La expresión gavilán, al parecer, está asociada con una novela emitida por el canal
Caracol denominada Pasión de Gavilanes. De acuerdo a este contexto la expresión gavi-
lán se asocia con un hombre grande, simpático y fuerte.
140 Entristece: Para el contexto del relato, esta expresión podría relacionarse con des-
ilusión
141 Entrevista con una mujer de 62 años, habitante de la vereda Santa Rita, 22 de di-
ciembre, 2003.
205

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A juzgar por el testimonio de la señora Leonor, el papel que desempeñó


Juan de la Cruz Varela por los derechos de los campesinos, en especial en
lo que tiene que ver con el derecho a la tierra, era reconocido en toda la
región. Aunque la persona que inició el Movimiento Agrario fue Erasmo
Valencia142, los habitantes de la región idealizaron a Varela no solo porque
lo consideraban sumapaceño143, sino porque su condición campesina no era
un limitante para ser un “hombre culto”. Paralelamente se encuentran las
historias, cuentos y mitos que se construyeron sobre su figura, en este caso
el argumentar que era un hombre gigante influyó en que los campesinos
se sintieran con él bien representados ante el gobierno y a su vez generara
temor entre sus enemigos.

Aunque los sucesos en los que participó Juan de la Cruz Varela tuvieron
lugar en la región del Sumapaz hace aproximadamente 60 años, los
campesinos los buscan mantener en la memoria de sus hijos y nietos. Para
ello emplean sus propios relatos, con el objetivo de enseñarles la historia de
la región, la importancia de pertenecer al Sumapaz y un aspecto central: el
valor, más simbólico que monetario, de su parcela. El busto, en este caso,
constituye el elemento tangible de sus historias, y cumple dos funciones
principales: Es empleado como un objeto que permite fomentar y difundir
el conocimiento histórico de la región desde sus propios protagonistas y
uno más complejo que se podría denominar de carácter político.

Con relación a la primera función, es decir como un elemento que


permite preservar la memoria histórica de la región, el busto es empleado
por los adultos mayores antes que para inmortalizar la figura de Varela,
para recordar e informar el por qué está ahí y las razones que motivaron
su construcción. Así, aunque el busto constituya la representación de su
principal líder campesino, es empleado para rememorar el pasado de
la región y la actuación de sus padres, familiares, amigos, vecinos o ellos
mismos en las luchas agrarias del Sumapaz.

142 Erasmo Valencia fue un líder del movimiento campesino en Sumapaz quien buscó
mediante la consolidación de la unidad agraria defender el derecho a la propiedad priva-
da o derecho a la tierra de los campesinos del Sumapaz y acabar con el gran latifundio
hijo del régimen hacendatario que se presentó en la región entre 1870 a 1925, (Londoño,
1994).
143 Aunque Varela nació en Ráquira - Boyacá a la edad de 4 años su familia migró a la
vereda el Tunal ubicada en el páramo del Sumapaz. De allí en adelante Varela siempre
residió en la región del Sumapaz. Londoño, R. (1998).
206

Biblioteca jurídica

Los niños y jóvenes se han aproximado a la historia de su región a través


de estos relatos y para ellos el busto de Varela constituye la evidencia de que
las historias que los adultos mayores cuentan son veraces. Objeto necesario
si se tiene en cuenta que en algunos casos parecen cuentos de ficción, como
aquellos que hacen referencia a las siete vidas de Varela, a su poder de hacer
callar los perros, incluso en algunos casos hablan que podía desaparecer y
otros más religiosos en los que argumentan que los campesinos iban con
ángeles pero que a Juan de la Cruz la Virgen directamente lo acompañaba.
Estas historias surgen porque Varela se salvó, como dicen los campesinos
“milagrosamente”, de varios atentados contra su vida. Al respecto, en una
serie de entrevistas concedidas a Rocío Londoño días antes de su muerte,
Varela comentó:

Hubo mucha gente que consideraba que yo era ateo, sobre todo
en la guerra; otros que me consideraban espiritista y mago porque no
me pasaba nada atravesando tantos peligros. Pero era por la fe de que
a mí no me pasaría nada y el atrevimiento de pasar por las partes más
peligrosas (Londoño, 1992, p. 118).

Para los más pequeños el busto ha dejado de ser un objeto inanimado


e influenciados por los relatos de los mayores le dan vida al busto, como
señaló María:

“- …y tu ¿sabes quién fue Juan de la Cruz Varela?


Si, el señor que está en la plaza.
y ¿sabes por qué está allí?

Si, mi papá dice que por luchar porque nos dieran la finca,… a
mí me gustaría acercarme, saludarlo y decirle que gracias, pero dicen
que eso es mejor no hacerlo porque sino uno es sospechoso y ya”144.

La restricción que María siente sobre este lugar la comparten otros


niños y jóvenes. Por ejemplo, ninguno juega en la tarima o realiza algún acto
que pueda maltratar el busto. Solo cuando los muchachos juegan fútbol y las
bancas que rodean la cancha están ocupadas, las jóvenes y niñas, a las que
no les permiten jugar fútbol por ser mujeres, y los niños más pequeños, que
no ingresan a ningún equipo por su corta edad, se sientan en los escalones
de la tarima, lugar que tiene una gran ventaja porque les ofrece la mejor

144 Entrevista con una niña de 9 años (se conserva el anonimato), habitante de la vereda
de Santa Lucia, 21 de febrero, 2004.
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visibilidad del partido (véase foto 3). Aunque el resto del tiempo el busto
permanece solo, no es raro que alguien se detenga en frente, lo contemple y
busque otra nueva consigna sobre él.

Foto 3. Niños jugando en la plaza central. Junio 2005.


Fuente: autoría propia, 2017.

Para las ferias y fiestas de Cabrera el busto también constituye un


objeto de atracción ya que algunas personas que asistían a las ferias y fiestas
de otros municipios de la región, también venían a conocer el busto de
Varela. Al igual que los cabrerunos, y a pesar de que para estas festividades
el busto era cubierto con bolsas o mantas por miembros del ejército y la
policía (véase foto 4), las personas adultas les dicen a sus hijos y nietos “ahí
esta Varela”, se retiran el sombrero, agachan la cabeza, dan unos pasos atrás
y comienzan a relatar la historia del lugar donde son oriundos y de la región
del Sumapaz. Esta situación indica que para otras personas de la región
el busto también constituye un elemento con una alta carga simbólica
mientras que otros grupos intentan negar su existencia.
208

Biblioteca jurídica

Foto 4. Ejemplo de la forma como cubren el busto de Varela. Julio 2008.


Fuente: autoría propia, 2017

En efecto, los miembros del ejército y la policía consideran que Varela


era uno de los gestores y principales líderes de la guerrilla de las FARC.
Posiblemente, por ese motivo se cubría el busto con bolsas negras y con
mantas verdes o blancas. Esta actividad la realizan con el fin de mostrar
a la comunidad el poder que tienen sobre la región y en especial sobre
este grupo guerrillero. Este comportamiento junto con otros, como por
ejemplo: mirar qué personas se acercan al busto y pedirles sus documentos
y en algunos casos llevarlos a la estación, cerrar la calle que se ubica entre
la estación de policía y la plaza central, e izar bandera en esta calle, es decir
a espaldas del busto de Varela, y generar algunos rumores como que van a
romper el busto y “poner la figura de un verdadero líder político: Álvaro
Uribe”145, ilustran la percepción sobre Varela y el mensaje que quieren dejar
en la comunidad: “acabar con la guerrilla y con todo aquel o aquello que se
relacione con ésta”146.

145 Entrevista con un hombre de aproximadamente 55 años, habitante del casco urba-
no de Cabrera, 16 de agosto, 2004. Es importante señalar que en el 2001 con la instalación
del batallón de Alta Montana en el municipio de Cabrera “los militares intentaron tum-
bar la estatua de Juan de la Cruz Varela, pero por orden del Concejo Municipal tuvieron
que volverla a instalar”. ARDILA, Laura, “Viaje al corazón de la guerra. Las heridas del
Sumapaz”, El Espectador, 30 de mayo de 2009. p. 3B.
146 Mensaje que difundió un comandante de la policía el 7 de mayo de 2006 por los par-
lantes que se encuentran ubicados en la plaza central. También, empleando una pancarta
ubicada al lado del busto, la policía y el ejército invitan a denunciar, recibir recompensas
por delatar a alguien vinculado con la guerrilla y a desmovilizarse y obtener varios “be-
neficios” como un salario fijo mensual.
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Es en este caso cuando el busto adquiere un carácter político, ya a que


aparte de ser empleado para generar una imagen estereotipada de Varela,
también emplean el lugar donde está erigido para controlar a la población.
Es decir, un busto constituido en un símbolo que cohesiona a los habitantes
de la región del Sumapaz y que para ello emplean la plaza de Cabrera como
un lugar que alberga la memoria colectiva, paralelamente se emplea como
un lugar en el que es posible inspeccionar, observar y vigilar a la población,
en especial a la población campesina.

La construcción de las espacialidades justas


En la mayor parte de los estudios asociados con el Sumapaz y
específicamente con el municipio de Cabrera, se encontró que a pesar de
presentar un riguroso análisis sobre los procesos de colonización y los
diferentes conflictos que han tenido lugar en el Sumapaz, lo geográfico se
reduce a nombrar la ubicación, señalar la extensión territorial y a mencionar
algunas características físicas del terreno. No obstante, los acercamientos
que en campo se realizaron a algunos lugares como los caminos reales, la
plaza Juan de la Cruz Varela, el río Sumapaz, las casas, las galleras, entre otros,
constituyen una evidencia importante sobre la forma como las campesinas
y los campesinos establecen relaciones, jerarquías y procesos sociales, tanto
con las personas de su comunidad como con los otros. Además, permiten
comprender que los sucesos históricos que acontecieron en el Sumapaz,
aparte de estar registrados en libros, documentos, archivos y publicaciones
están presentes en la memoria de las y los habitantes y tienen su existencia
material en los lugares del Sumapaz147.

La memoria nos permite indagar sobre las características de algunos


sucesos sociales que a través del tiempo mujeres y hombres del Sumapaz
han empleado para darle sentido y contenido a su vida cotidiana. De
acuerdo con Cristóbal Gneco, la memoria constituye un “dispositivo de
referencialidad temporal que reside en prácticas colectivas y que permite
que el pasado se perciba de una manera particular, inextricablemente ligada
a la forma en que se perciben el presente y el futuro” (2003, p. 171). Por

147 La construcción del lugar tampoco se puede desligar del simbolismo asignado. Al
respecto Mircea Eliade argumenta “es dicho simbolismo lo que, en la mayoría de los ca-
sos, nos hace inteligible el comportamiento tradicional con respecto al «espacio en que se
vive»”. Eliade, M. (1967).
210

Biblioteca jurídica

lo tanto, la memoria construida a través de versiones y de experiencias


sociales constituye una fuente útil para comprender a un grupo social.
Es decir los recuerdos nos informan y nos permiten interpretar. Además,
según Elizabeth Jelin, la memoria se caracteriza por estar ligada a los lugares
donde se desarrollaron los acontecimientos del pasado y que “son elegidos
por diversos actores para inscribir territorialmente las memorias” (2002, p.
54).

Para lograr las espacialidades justas es importante desde el Derecho


reconocer la memoria y las espacialidades sociales ya que de acuerdo con
Guadalupe Barrientos, este es un aspecto importante porque: “la aparente
estabilidad del espacio es la característica que lo convierte en un recipiente
de la memoria” (2004, p. 53) y agrega:

El paisaje tiene puntos específicos que las colectividades dotan


de sentido. Los lugares son referencias claras de la historia individual
y colectiva. Es decir, los lugares son recipientes de la historia personal
y colectiva, convirtiéndose en puntos de referencia, sitios donde las
relaciones sociales se intensifican, donde la memoria colectiva traza
sus pasos y de esta manera se conforman en puntos de identidad local
(Barrientos, 2004, p. 53).

El espacio se considera el lugar de representación de los roles


asignados socialmente, con diferente poder simbólico y con mayor o menor
protagonismo, temas que han empezado a aparecer en diversos trabajos
y que han supuesto una notable apertura de los campos de análisis de las
Humanidades donde se abordan de manera relacional los aspectos físico
geográficos, no únicamente considerando las explicaciones física sino
desde la forma como se construyen socialmente.

En la zona de estudio, se identificó que para lograr una espacialidad


justa es necesario reconocer las relaciones escalares, las tensiones propias
del conflicto entre el ejército y la guerrilla, la forma como los habitantes
de Cabrera construyen y apropian los lugares a través de la cotidianidad
y la memoria. Esta perspectiva obliga a reconocer los “lugares otros de
enunciación”, focalizándose en el reposicionamiento de la categoría
“espacio” y especialmente de sus categorías de análisis, que para el caso de
este artículo fue el lugar. Solo desde esta perspectiva es posible dejar de
mirar el espacio como algo neutro, desarticulado del sujeto, como mero
211

Universidad Manuela Beltrán

referente geofísico, o como algo que está ligado a la noción jurídico-política


de territorio.

Las espacialidades justas trascienden estas miradas y ven el lugar


como un “producto y productor de lo social”, transformado por procesos
históricos, económicos, políticos y culturales, y siguiendo el postulado de
Rosales, Garay y Pedrazzani

El espacio está directamente vinculado al reconocimiento de


derechos, los cuales no se agotan en los “derechos de propiedad”,
sino que se extienden a demandas de reconocimiento político de
identidades colectivas, siempre diversas por estar fundadas en la
historicidad de las formaciones socio-geográficas (2016, p.15).

Acercarse a las comunidades ofrece la posibilidad de conocer los


espacios, y los lugares como espacios construidos por ellas mismas. Las
lógicas de ordenamiento espacial de un territorio concreto no provienen
únicamente de la forma cómo han sido pensadas por instituciones,
gobiernos, académicos o planificadores, sino que responde también, al
conocimiento de la gente de las comunidades sobre sus propias realidades y
necesidades, y que en algunos casos logran conjugarse, aunque no siempre
de forma armoniosa, con las ideas provenientes del sistema hegemónico.
Precisamente, partir del conocimiento de la gente para la misma gente,
brinda la posibilidad de participar constructivamente con la comunidad. E
igualmente, la oportunidad para conocer, aprender y explorar las propias
herramientas que las comunidades, desde su enorme diversidad, han
construido para sí, para ordenar el mundo y dar sentido a su acción.
212

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