Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La Sociedad Civil. La Democracia y Su Destino PDF
La Sociedad Civil. La Democracia y Su Destino PDF
cación pública y transformación, total o parcial, de esta obra sin contar con autorización escrita de los titulares del
Copyright. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual
(Artículos 270 y ss. del Código Penal).
SOCIEDAD CIVIL
LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
SOCIEDAD CIVIL
LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
Consejo Editorial
Director: Prof. Dr. Ángel Luis González
Vocal: Prof. Dra. María Jesús Soto
Secretario: Prof. Dra. Lourdes Flamarique
ISBN: 978-84-313-2432-2
Depósito Legal: NA 3.224-2008
PRESENTACIÓN ..................................................................................... XI
PRIMERA PARTE
RASGOS CARACTERÍSTICOS
VII
SEGUNDA PARTE
TENDENCIAS INTERPRETATIVAS
TERCERA PARTE
DIMENSIONES CONSTITUTIVAS
VIII
II.— CATEGORÍAS SOCIALES
LDIXQGDPHQWDFLyQGHO'HUHFKRHQHOVHQRGHODUHÀH[LyQVREUHOD
sociedad civil ..................................................................................... 375
Consuelo Martínez-Sicluna
Hacia una ética política como práctica del “punto de vista” ............ 461
Carmelo Vigna
IX
PRESENTACIÓN
XI
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
bienestar” hace demasiadas cosas por nosotros sin nosotros, y resulta ser,
así, una especie de nuevo despotismo ilustrado.
***
XII
PRESENTACIÓN
***
Rafael Alvira
Pamplona, enero 1999
XIII
PRIMERA PARTE
RASGOS CARACTERÍSTICOS
LA SOCIEDAD CIVIL EN CONTEXTO
Fernando MÚGICA
3
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
Por compleja que sea esta tarea de análisis conceptual, no deja de ser
uno de los cometidos propios –y no el de menor importancia, por cierto– de
OD¿ORVRItDSROtWLFD(QHIHFWRFRPRREVHUYD0DQIUHG5LHGHO
4
LA SOCIEDAD CIVIL EN CONTEXTO
rias cosas: por una parte, que los desplazamientos o deslizamientos semán-
ticos resultan inevitables; y, por otra, que las transformaciones políticas y,
HQJHQHUDOKLVWyULFDVHQULTXHFHQ\PRGL¿FDQODSURSLDWUDGLFLyQFRQFHS-
tual permitiendo nuevos accesos a la noción o destacando un sentido sobre
otros en razón de una determinada percepción y coyuntura históricas. De
algún modo esto es lo que explica el carácter intrincado y esquivo del con-
cepto histórico de “sociedad civil”, así como su historia polisémica, de que
hablaban tanto Gellner como Colas.
Si es cierto, como creo que lo es, que el concepto de sociedad civil
IRUPDSDUWHGHXQPRGRXRWURGHODGH¿QLFLyQPRGHUQDGHODSROtWLFD7, se
entenderá que la esperanza en su construcción, mantenimiento y desarrollo,
o el temor a su ocaso y desaparición constituyen al mismo tiempo el hori-
zonte de la política moderna.
John Keane ha descrito este horizonte como un horizonte temporal,
apelando a la memoria y a la imaginación proyectiva en el seno de una
tradición:
“Este tipo de memoria orientada al futuro –una teoría política con ojos
en la espalda– puede tener importancia considerable para estimular la imagi-
nación política contemporánea. (...) Una memoria democrática activa reco-
noce que el desarrollo de perspectivas frescas y estimulantes depende, hoy
en día, de críticas que rompan la habitual manera de pensar, en parte de críti-
cas que recuerden lo amenazado de olvido. Por ello, el recuerdo democrático
de cosas pasadas no es nostálgico ni atávico. No vuelve hacia el pasado por
el pasado mismo (...), sino con intención de conseguir mayor democracia
en el presente y el futuro. Una memoria democrática activa sabe que las
tradiciones pasadas del discurso político pueden otorgarnos algo más que al-
gunas sorpresas y esclarecedores desacuerdos. Pueden recordarnos algunos
de los “perennes” problemas de la vida política y social y, por consiguiente,
ayudarnos a comprender quiénes somos, dónde nos encontramos y qué po-
demos esperar”8. En este sentido, una teoría política que busque desarrollar
un verdadero sentido de tradición, o, como dice Keane, una memoria activa
orientada al futuro, está cumpliendo la necesaria función de “estimular la
imaginación democrática contemporánea”9.
7. “El concepto de sociedad civil está en el origen de la definición moderna de la política” (D.
COLAS, op. cit., p. 11).
8. John KEANE, Democracia y Sociedad civil, Alianza Editorial, Madrid, 1992, pp. 54-55.
9. Ibidem, p. 92.
5
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
1.1. Son muchos los analistas sociales y políticos que han vincula-
do el “despertar” de la sociedad civil a las transformaciones ocurridas en
los países del Este de Europa a partir de 1989. El hecho es más notorio,
si cabe, por cuanto los analistas pertenecen a diferentes orientaciones ideo-
lógicas11.
Probablemente la tesis que da unidad a los diferentes puntos de vista
pueda desglosarse en los siguientes puntos:
a) La emergencia del “discurso de la sociedad civil” ha sido ante
todo un hecho histórico: un auténtico signo epocal para las sociedades del
Este.
b) El viejo concepto moderno de sociedad civil fue el estandarte que
aglutinó a los movimientos opositores al socialismo de los Estados comu-
nistas del Este europeo.
c) La emergencia de la sociedad civil va pareja a la emergencia de
su propio discurso; con otras palabras: aquellos grupos y movimientos que,
sin afán de monopolizar el discurso y su emblema, apelan a la sociedad
civil como la oportunidad histórica y el sujeto de una transformación, se
10. K. KUMAR, “Civil Society: an inquiry into the usefulness of an historical term”, en British
Journal of Sociology, 44/3 (1993) 375-376.
11. He seleccionado cinco títulos, cuyas tesis y orientaciones me parecen relevantes y signifi-
cativas: R. DAHRENDORF, Reflexiones sobre la revolución en Europa, Emecé Editores, Barcelona,
1991; A. HELLER y F. FEHÉR, El péndulo de la modernidad. Una lectura de la era moderna después
de la caída del comunismo, Península, Barcelona, 1994; J.L. COHEN y A. ARATO, Civil Society and
Political Theory, The MIT Press, Cambridge, 1994; J.A. HALL (ed.), Civil Society. Theory, History,
Comparison, Polity Press, Cambridge, 1995; M. WALZER (ed.), Toward a Global Civil Society,
Berghahn Books, Providence-Oxford, 1995.
6
LA SOCIEDAD CIVIL EN CONTEXTO
convierten por ello mismo en los signos visibles de la sociedad civil (ése
es el caso, por ejemplo, de los intelectuales checos o húngaros, de los sin-
dicalistas polacos de Solidaridad, etc.). Esto planteará con posterioridad el
problema del protagonismo histórico de dichos grupos y movimientos y su
verdadera relación con la sociedad civil.
1.2. Una idea constantemente reiterada por Vaclav Havel en sus di-
IHUHQWHVGHVFULSFLRQHVGHOIHQyPHQRWRWDOLWDULRHVTXHORTXHLGHQWL¿FDHO
totalitarismo no es tanto el dirigismo estatal de la economía o, incluso, el
monopolio del discurso político, cuanto la radical y agobiante disminución
de la posibilidad de toda comunicación interpersonal auténtica; es lo que
Havel llamaba en un célebre trabajo publicado en 1979, “la vida en la men-
tira”:
“La 'vida en la mentira' sólo puede funcionar como pilar del sistema
si está caracterizada por la universalidad, debe abarcarlo todo, infiltrarse en
todo; no es posible ninguna coexistencia con la 'vida en la verdad'; cualquier
evasión la niega como principio y la amenaza en su totalidad”12.
“en favor de la 'identidad del sistema', esto es, para que se convierta en
un co-soporte de toda la 'autocinesis', un siervo de su autofinalidad, para que
comparta su responsabilidad (...). De este modo arrastra a todos la propia
estructura del poder y los convierte en el instrumento del totalitarismo recí-
proco, del 'autototalitarismo' social”13.
12. V. HAVEL, El poder de los sin poder, Ediciones Encuentro, Madrid, 1990, p. 42.
13. Ibidem, pp. 36-37. Si esto es así, “la vida en la verdad”, para un sistema totalitario, vendría
a tener varias dimensiones, con sus correspondientes efectos: una dimensión existencial (restituir el
hombre a sí mismo); noética (revelar la realidad como es); moral (ser un ejemplo para los demás);
y política (liberar para las fuerzas sociales el espacio de su comunicación potencial) (Cfr. Ibidem, pp.
42-44).
7
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
14. K. MARX, La cuestión judía. Obras de Marx y Engels, V, Grijalbo, Barcelona, 1978,
pp. 200-201.
15. Ibidem, 201.
8
LA SOCIEDAD CIVIL EN CONTEXTO
9
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
17. A. HELLER y F. FEHÉR, “1989 y la deconstrucción del monismo político”, en Revista del
Centro de Estudios Constitucionales, 20 (1995) 9-58.
18. Cfr. Ibidem, 25-26.
19. Para la ideología como coartada, me remito a V. HAVEL, El poder de los sin poder..., p. 21
y ss.
10
LA SOCIEDAD CIVIL EN CONTEXTO
/DVRFLHGDGFLYLOTXHDÀRUDHQIRUPDSHTXHxRJUXSDODSRUWDQRWDQWR
una idea de sí, cuanto una conciencia inmediata –no necesariamente teori-
]DGD±GHTXpVLJQL¿FDVHUFLXGDGDQRGHXQDsocietas civilisVLJQL¿FDDQWH
todo, libertad como responsabilidad.
El “poder de discurso” de los grupos disidentes arranca de un inne-
gable valor de ejemplaridad social. Obviamente la continuidad y cohe-
rencia de un discurso de la responsabilidad cívica tenía que chocar con la
ideología de la intelligentsia, pero ha terminado chocando también con la
difusa “ideología de la calle” actualmente en boga, y que algunos llaman
también “política de contexto”, de la que no ha surgido en realidad ningún
nuevo principio de organización política, tal vez por el ya aludido horror al
experimento.
Nuevamente, el balance resulta paradójico: quienes no hace todavía
diez años se consideraban los heraldos de la sociedad civil, hoy se sienten
extraños en ella20. Su tarea de alcanzar un cierto equilibrio entre democracia
y liderazgo no ha dado buenos resultados. Con otras palabras, su liderazgo
moral de antaño, salvo honrosas excepciones, no les ha permitido competir
en condiciones equitativas con “los profesionales del liderazgo”, muchos
de ellos antiguos comunistas y ahora fervorosos nacionalistas o liberales
de nuevo cuño.
Como parte efectiva de la sociedad civil, muchos de quienes fueron los
primeros auténticos ciudadanos de estos países adoptan como única tarea
posible la de interpretar tanto su propio pasado totalitario como la situación
de Occidente. La propia evolución vertiginosa de las sociedades postotali-
tarias muestra sin lugar a dudas que no son dos realidades absolutamente
inconmensurables. Interpretar la realidad en vez de “hacer dinero” continúa
siendo una forma de vivir la libertad como responsabilidad. Además repre-
VHQWDODJHQXLQDIRUPDGHORTXHOXHJROODPDUp³¿ORVRItDS~EOLFD´
1.6. ¿Han sido víctimas estos grupos opositores de un cierto elitismo
democrático, que los ha alejado de las preocupaciones reales del pueblo
y los ha terminado por hacer extemporáneos e incómodos? Esto es lo que
piensan algunos y puede haber parte de verdad en ello, aunque el mismo
hecho tiene otra lectura mucho más “tocquevilliana”: después de toda gran
transformación social o política, sólo surge lo que ya existía. Los sistemas
políticos totalitarios propician la aparición de un fuerte individualismo so-
cial21, “equilibrado” o compensado con una retórica ideológica populista,
que fácilmente degenera en nacionalismo.
11
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
lico sin supervisión política. Lejos de crear un nuevo hombre social, libre de la codicia egoísta, del
fetichismo de la mercancía y de la competitividad, como esperaban los marxistas, el sistema creó
individualistas sin oportunidades, aislados, amorales y cínicos, bien entrenados para la palabrería y
para arreglárselas dentro del sistema, pero incapaces de llevar a cabo ninguna empresa efectiva” (E.
GELLNER, Condiciones de la libertad..., p. 16).
22. New York Review of Books, pp. 17-22.
23. Citado en R. DAHRENDORF, op. cit., p. 120.
12
LA SOCIEDAD CIVIL EN CONTEXTO
24. Cfr. J. COHEN ~ A. ARATO, Politics and the Reconstruction of the Concept of Civil Society,
en A. HONNETH, Th. McCARTHY, C. OFFE and A. WELLMER (eds.), Cultural-Political Interventions in
the Unfinished Project of Enlightenment, The MIT Press, Cambridge, 1992, p. 121.
13
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
14
LA SOCIEDAD CIVIL EN CONTEXTO
15
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
27. A. TOURAINE, ¿Qué es la democracia?, Ediciones Temas de Hoy, Madrid, 1994, p. 48.
28. Cfr. M. WALZER, Spheres of Justice. A Defense of Pluralism and Equality, Basic Books,
1983, pp. 31-63.
29. M. WALZER, The civil society argument, en R. BEINER, Theorising Citizenship, State
University of New York Press, Albany, 1993.
30. Cfr. J.L. COHEN y A. ARATO, Civil Society and Political Theory..., pp. 29-36. El libro editado
por J. KEANE, Civil Society and the State dedica toda la tercera parte al tema Eastern States and the
Possibility of Civil Society (pp. 261-398).
16
LA SOCIEDAD CIVIL EN CONTEXTO
17
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
“Si queremos ser libres, tenemos que trabajar con las instituciones y
dentro de ellas, dándoles forma una y otra vez en ese proceso, es decir, cons-
truyéndolas a imagen de las oportunidades de libertad abiertas para nosotros
en cada momento dado”32.
18
LA SOCIEDAD CIVIL EN CONTEXTO
34. Tomo la noción 'alternativa disponible' del trabajo de E. GELLNER, Condiciones de la liber-
tad, p. 97.
19
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
20
OBSERVACIONES DE UN CIUDADANO SOBRE EL
CARÁCTER ENIGMÁTICO DE LA SOCIEDAD CIVIL
Nicolás GRIMALDI
21
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
22
SOBRE EL CARÁCTER ENIGMÁTICO DE LA SOCIEDAD CIVIL
23
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
UHVSHWDUODWDOHVODVRFLHGDGFLYLO(OLGHDOGHODVRFLHGDGFLYLOHVVHPHMDQWH
al esquema del Bien Soberano en Kant.
8QDFRQ¿GHQFLDKDUiFRPSUHQGHUFyPRJHQHUDFLRQHVHQWHUDVSXGLHURQ
GHHVWDPDQHUDLGHQWL¿FDUORVIXQGDPHQWRVGHODVRFLHGDGFLYLOFRQODVYLU
WXGHVGHODUHS~EOLFD<RDSUHQGtDOHHUHQOLEURVTXHKDEtDQVLGRGLVWULEXLGRV
HQODVHVFXHODVDOFRPLHQ]RGHODWHUFHUD5HS~EOLFD&DGDOHFFLyQGHKLVWRULD
estaba ilustrada con un grabado. Uno de ellos mostraba a Carlomagno visi
WDQGRXQDGHODVHVFXHODVTXHDFDEDEDGHIXQGDU6HUHFRQRFtDDORVKLMRVGH
los dignatarios y de los poderosos, con túnicas bordadas, con los cabellos
sujetos por una cinta de oro. Con los pies descalzos, apenas vestidos con
XQRVKDUDSRVORVKLMRVGHORVSREUHVHUDQWDPELpQFODUDPHQWHLGHQWL¿FDEOHV
Pero el emperador no tomaba en consideración circunstancias del nacimien
to. Sólo le importaba el mérito. Descartaba a los malos alumnos, entre los
TXHVHHQFRQWUDEDQXQDPD\RUtDGHORVKLMRVGHORVULFRVHQORVTXHVHYHtDOD
H[SUHVLyQKXPLOODGD\FRQWUDULDGD([WHQGtDVXPDQRVREUHODFDEHOOHUDPDO
DUUHJODGDGHORVQLxRVSREUHVSHURTXHKDEtDQWUDEDMDGRELHQ(UDDHVWRVD
los que iba a sonreir el porvenir, a los virtuosos, los trabajadores, los merito
ULRV£SDUDHOORVODVUHVSRQVDELOLGDGHVORVSXHVWRVORVKRQRUHV\ODFRQ¿DQ]D
GHOHPSHUDGRU3REUHQHFLR\RKDEtDFUHtGRHQHVR
3HURWHQtDH[FXVDV(UDHQODHVFXHOD3XHVWRTXHHOODQRVGHEtDSUHSD
rar para ocupar nuestro lugar en la sociedad, ¿no era como una imagen de la
VRFLHGDGFLYLOODVRFLHGDGHQSHTXHxR"$KRUDELHQORSURSLRGHODHVFXHOD
es, en efecto, borrar las diferencias sociales. Así como a Carlomagno le era
indiferente el origen de los niños, era el maestro inaccesible a cualquier
SHWLFLyQRDFXDOTXLHULQÀXHQFLD9LQLHQGRDOOtQRVHHQFRQWUDEDPiVTXH
justicia. Como cada uno estaba tratado según su mérito, era el mérito el
que determinaba la distribución de plazas. ¿No debía suceder lo mismo en
ODVRFLHGDG"¢1RHVWDEDQWRGRVLQWHUHVDGRVHQFRQ¿DUODUHVSRQVDELOLGDG
de su comunidad a los más capaces, es decir, a los más meritorios de entre
HOORV"3DUDH[DPLQDUORVGLVWLQJXLUORVUHFRQRFHUORV¢QRKDEtDFRQFXUVRV"
Incluso, para asegurar la justicia, ¿no eran anónimas la mayor parte de las
pruebas? En resumen, ¿no era la escuela el modelo de la sociedad civil?
%DVWDGHWRGRVPRGRVFRQGHMDUODHVFXHODSDUDFRQVWDWDUTXHODVR
FLHGDG HV ELHQ GLIHUHQWH 6LQ GXGD XQ HPSOHR GH IXQFLRQDULR HQ XQD WD
quilla de correos, de maestro, de recaudador o de inspector de policía se
obtienen conformemente a las reglas de los concursos de ese estilo. Pero,
KDVWDWLHPSRVUHFLHQWHVUDUDPHQWHVHKDEtDYLVWRTXHHOKLMRGHXQFDWH
GUiWLFRGHPHGLFLQDQROOHJDVHDVHUFDWHGUiWLFRVLHUDPpGLFR8QRKDEUtD
podido extrañarse de que tantos cuñados o sobrinos se encontraran en la
24
SOBRE EL CARÁCTER ENIGMÁTICO DE LA SOCIEDAD CIVIL
25
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
DOJXQD QL FROXVLyQ QL FRPSOLFLGDG FODQGHVWLQDV KH DTXt TXH GH PRGR
completamente inverso, se descubre a la observación como el extraño y
paradójico equilibrio de la regla y la arbitrariedad, de la ley y el privilegio,
de la justicia y el favor, del mérito y la intriga, de lo público y lo privado, de
lo confesable y lo inconfesable, de lo que es claro y lo que es turbio.
En un primer sentido, la sociedad civil está constituida por una univer
salidad objetiva, que es la de la ley positiva, a no ser que pueda ser incluso
la de la voluntad general –según Rousseau– o la de la moralidad –según
Kant–. En un segundo sentido ella es ese conjunto aleatorio de movimien
tos brownianos por el cual el juego de las ambiciones y la multiplicidad de
los egoísmos determinan la disposición de las piezas sobre el tablero.
En un primer sentido, la sociedad civil se opone a las sociedades de
D¿OLDFLyQFRPRORXQLYHUVDODORSDUWLFXODURFRPRHOHVStULWXGHDSHUWXUDDO
espíritu de clan. En el segundo sentido, la sociedad civil se opone también
DODVVRFLHGDGHVGHD¿OLDFLyQFRPRODPDVRQHUtDORVVLQGLFDWRVORVSDUWL
dos políticos, la casta militar, etc.), pero como aquello que es anárquico a
aquello que está regulado, o como el campo de iniciativas individuales al
de las tradiciones colectivas.
Según el primer sentido, la sociedad civil está enteramente gobernada
por principios que fundan la comunidad de ciudadanos, la claridad de sus
relaciones y la justicia de su administración. Según el segundo sentido,
OLEHUDGDGHWRGDREHGLHQFLDGHWRGDGLVFLSOLQD\GHWRGDD¿OLDFLyQODVR
ciedad civil es la contigüidad de las iniciativas movidas por su solo interés
y que no son obstaculizadas por principio alguno.
Según el primer sentido, la sociedad civil es la universalidad de un
orden. En el segundo, es el espacio de un juego.
6HJ~QHOSULPHUVHQWLGRQRSXHGHWHQHURWURIXQGDPHQWRTXHODREOL
JDFLyQODMXVWLFLD\HOUHVSHWR6HJ~QHOVHJXQGRHOODHVORTXHKDFHSRVLEOH
DFDGDXQRVDOLUDÀRWHHQODSHOHDGLDULD$XQTXHQRLPSRQHREOLJDFLyQ
DOJXQDSXHGHFRQWRGRLPSRQHUVDQFLRQHV3RUTXHQXQFDHVGHVKRQURVR
KDFHUWUDPSDVSHURHVVLHPSUHXQDWRUSH]DHOVHUGHVFXELHUWRDOKDFHUODV
(QHOSULPHUVHQWLGRHOODVHSDUHFHPXFKRDORTXHHUDODUHS~EOLFD
VHJ~Q0RQWHVTXLHX(QHOVHJXQGRVHSDUHFHPXFKRDORTXHHUDODGHPR
cracia para Platón.
26
RAZONES PARA LA SOCIEDAD CIVIL
Russell HITTINGER
1. E. GELLNER, Condiciones para la libertad: la sociedad civil y sus rivales, Paidós, 1996,
Barcelona, p. 16.
2. El espíritu de las leyes, 11. 4
27
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
28
RAZONES PARA LA SOCIEDAD CIVIL
poder adecuado. Por otro lado, la libertad es imposible sin pluralismo, sin
XQHTXLOLEULRGHSRGHU<FRPRQRSXHGHVHUSROtWLFRGHEHVHUHFRQyPLFR´6.
6LORHQWLHQGRFRUUHFWDPHQWH*HOOQHUHVWDD¿UPDQGRTXHODSROtWLFDKD
GHMDGRGHVHUJDUDQWHGHOSOXUDOLVPR\DTXHODVUHYROXFLRQHVPRGHUQDVKDQ
destrozado la “ancient constitution´ORFDOGHGHUHFKRVSRGHUHLQPXQLGDG
Los conservadores romantizan la “ancient constitution” donde las partes
del “cuerpo político” disfrutaban de una participación en la reglamentación
RGHYHWRVREUHODDFFLyQGHO³WRGR´+R\VLQHPEDUJRFXDOTXLHUHVIXHU]R
SRU KDFHU UHYLYLU HO DQWLJXR HVTXHPD SROtWLFR SOXUDOLVWD DSDUHFHUtD FRPR
PDUJLQDODQiUTXLFR\GHRUGLQDULRYLROHQWR<DVtSRUGHIHFWRHOJDUDQWH
del pluralismo es el mercado económico. El Estado no debe someterse a los
mandatos de la religión, ni siquiera de la naturaleza, pero cuando el mer
FDGR³PDQGD´HO(VWDGRGHEHHVFXFKDU<HOORKDFHQDWXUDOTXHODVRFLHGDG
deba ser defendida principalmente apelando a los principios del mercado.
Aún más que la ciencia, los mercados son vistos como poseedores de una
lógica inmanente que puede ser entendida sin apelar a una autoridad extrín
seca. La autoridad política sólo puede intervenir en el ámbito de la libertad
SDUDKDFHUPiVHIHFWLYRDOPHUFDGRSHURQRSDUDVXSODQWDUVXDXWRULGDG
3RGHPRVYROYHUDIRUPXODUODGH¿QLFLyQTXH*HOOQHUKDFHGHODVRFLHGDG
civil como la libertad de asociación sobrevenida con el disfrute de la liber
tad económica.
0L GHVHR QR HV VXJHULU TXH HVWD MXVWL¿FDFLyQ HV HQWHUDPHQWH HUUyQHD
Sería imprudente ignorar la importancia de la libertad económica. En las so
ciedades occidentales, la libertad económica ejerce el control más persistente
sobre el poder del Estado. Dejar de lado esta razón para la sociedad civil sería
ignorar la realidad social tal como se encuentra constituida en el presente. El
mayor desafío es encontrar nuevas razones para la sociedad civil.
29
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
,JOHVLD&DWyOLFDODTXHPHMRUGH¿HQGHHVWHDUJXPHQWRHQQXHVWURVWLHPSRV
/RVWHyORJRVFDWyOLFRVKDQFRPSUHQGLGRKDFHWLHPSRODLPSRUWDQFLDTXH
tienen las asociaciones libres, irreducibles tanto a la ley del Estado como a
ODDXWRULGDGIDPLOLDU3RUHOORODWHRUtDFDWyOLFDGHODOH\QDWXUDOKDUHFKD
zado claramente la idea de que la participación en la ley eterna estuviese
~QLFDPHQWHUHVHUYDGDDO(VWDGR(QORVSULPHURVHVFULWRVTXHKDFHQUHIH
rencia a la ley natural, fundamentados en los comentarios a las Sentencias
GH/RPEDUGR7RPiVHVFULEH
³'LRV TXLVR KDFHU VXV REUDV VHPHMDQWHV D Vt HQ OR SRVLEOH SDUD TXH
IXHVHQ SHUIHFWDV \ SDUD TXH D WUDYpV GH HOODV VH OH SXGLHVH FRQRFHU< SRU
eso, para manifestar en sus obras no sólo lo que El es en sí, sino también su
PDQHUDGHDFWXDUVREUHODVFULDWXUDVLPSXVRDWRGRVORVVHUHVHVWDOH\TXH
ORV~OWLPRVKDQGHVHUSHUIHFFLRQDGRVSRUORVLQWHUPHGLRV\pVWRVSRUORV
primeros, según dice Dionisio”.7
30
RAZONES PARA LA SOCIEDAD CIVIL
(VWHQRHVHOOXJDUSDUDDFRPHWHUXQDDGHFXDGDH[SOLFDFLyQ¿ORVy¿FD
sobre la metafísica de la participación. De todos modos, si puede ser apro
piado brindar un ejemplo concreto de su aplicación a una cuestión relativa
a la sociedad civil. Por supuesto, que en el siglo XIII el término “sociedad
civil” no se utilizaba. Teólogos como Tomás emplearon variaciones de la
palabra societas: societas oeconomica, societas política, societas privata,
societas publica, societas saecularis y así otros. Los medievales no poseían
un equivalente lingüístico para nuestra noción de “sociedad civil”. Pero
entendían el valor de la libertad de asociación sin reducirlo a la familia o al
Estado. El mejor ejemplo de defensa de esa esfera de libertad puede encon
trarse en la apologética de la vocación dominicana de Tomás.
En el año 1256 Tomás y Buenaventura fueron convocados ante la cor
te del Papa Alejandro IV para defender las recientemente constituidas órde
QHVPHQGLFDQWHV:LOOLDPRI6DLQW$PRXUGRFWRUGHODSorbonne, acusa al
“doble espíritu” de acción y contemplación de ser un nuevo modelo de vida
que pervierte los principios de la sociedad civil y de la eclesiástica. En De
periculis novissimorum temporum:LOOLDPRI6DLQW$PRXUODQ]DXQDVHULH
GHFUtWLFDVDORVPHQGLFDQWHV/RVPHQGLFDQWHVVHJ~QVRVWLHQH
• violan el principio de una sociedad de contemplativos por buscar
actuar sobre otros más que permanecer puramente receptivos a la
gracia divina;
• violan la autoridad jurisdiccional civil y eclesiástica al moverse de
un lugar a otro, a diferencia del clero secular y monástico;
YLRODQODYLUWXGGHODKXPLOGDGSRUDGTXLULU\FRPXQLFDUFRQRFL
mientos en la Universidad;
YLRODQHORUGHQPRQiVWLFRSRUUHKXVDUODUHDOL]DFLyQGHODERUHVPD
nuales;
• violan el principio de la justicia por dispensar sabiduría a las al
mas;
YLRODQSULQFLSLRVGHORUGHQIDPLOLDUSRUUHFOXWDUKRPEUHV\PXMHUHV
jóvenes;
La respuesta de Tomás nos viene dada en el Opusculum titulado Contra
impugnantes, escrito en 1256, y probablemente resumido oralmente para el
Papa en el mismo año. Este opúsculo es del mayor interés para nosotros,
puesto que quizá sea la primera defensa sistemática de las sociedades pura
PHQWHYROXQWDULDV7RPiVXWLOL]DHOGHUHFKRQDWXUDO\ODOH\HYDQJpOLFDGH
la gracia y de la libertad para defender la naturaleza social de la vocación
dominicana.
31
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
“cualquier persona que sea competente para realizar cierta función, tie
QHHOGHUHFKRDVHUDGPLWLGRHQODVRFLHGDGGHDTXHOORVTXHKDQVLGRHOHJLGRV
SDUDHMHUFHUGLFKDIXQFLyQ´
32
RAZONES PARA LA SOCIEDAD CIVIL
3RUORWDQWRSURKLELUDKRPEUHV\PXMHUHVOLEUHVDVRFLDUVHFRQHO¿QGH
FRPXQLFDUGRQHVHVFRQWUDULRDOGHUHFKRQDWXUDO(VWDQWRFRPRQHJDUOHDORV
agentes racionales la perfección propia de su naturaleza y el bienestar general
GHTXHSXHGDQGLVIUXWDU)UHQWHDODREMHFLyQGHTXHODYLGDDFWLYRFRQWHP
plativa no poseería ya más el fruto de la contemplación, Tomás señala que al
transmitir el conocimiento, el dador no consume los dones por él poseídos.
El contemplativo no está menos en gracia si predica lo que de Dios recibe;
QLHOPDHVWURVHKDFHPHQRVVDELRFXDQGRFRPXQLFDVXFRQRFLPLHQWRDORV
estudiantes; tampoco alguien es menos libre por ejercitar la virtud de enseñar
a otro un don. Aquí Tomás cita a Agustín en De doctrina christiana
33
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
VRFLHGDGTXHVHGLVWLQJXHGHOSDWUyQPiVVHGHQWDULRGHGHUHFKRVREOLJDFLR
nes y clases que caracteriza a la familia y al parentesco. La defensa de las
DVRFLDFLRQHVYROXQWDULDVTXHKDFH7RPiVGHEHVHUGLVWLQJXLGDUDGLFDOPHQWH
GH OD FRPSUHQVLyQ SUHPRGHUQD GH OD ³DQFLHQW FRQVWLWXWLRQ´ %DVDGD HQ
estatutos, costumbres y privilegios locales, la “ancient constitution” pre
VHUYDEDODSOXUDOLGDGGHODVDXWRULGDGHV\SRVHtDVX¿FLHQWHVUHFXUVRVSDUD
resistir la centralización, aunque era esencialmente conservadora. Como en
la Carta MagnaHO3UtQFLSHWHQtDSURKLELGRLQPLVFXLUVHHQDTXHOODVHVIHUDV
GHOLEHUWDG\DXWRULGDGDULVWRFUiWLFDDODVTXHQXQFDKDEtDSHUWHQHFLGR(Q
HIHFWRWHQtDSURKLELGRLQWURGXFLUQXHYDVIRUPDV\DSOLFDFLRQHVGHDXWRUL
dad. La defensa de la libertad se desarrolla en Tomás de un modo comple
tamente distinto. El aboga por la invención de nuevas formas de libertad de
DVRFLDFLyQVLQWHQHUHQFXHQWDORVUHFODPRVGHSULYLOHJLRV\FODVHV<FRPR
\DKHPHQFLRQDGRUHFODPDGHUHFKRVQRVyORSDUDODPLVLyQFRUSRUDWLYDGH
los mendicantes, sino también para todos los individuos.
Con admirable claridad y presciencia, Tomás supo captar lo que estaba
HQMXHJRHQODVDFXVDFLRQHVTXHVHKLFLHURQDORVPHQGLFDQWHVGHYLDMDUWDQ
WRGHUHFKD]DUHOWUDEDMRPDQXDO\GHUHFOXWDUMyYHQHV0HJXVWDUtDFRPHQ
WDUDKRUDEUHYHPHQWHFDGDXQDGHHVWDVWUHVDFXVDFLRQHVDQWHVGHYROYHUDO
punto central de mi exposición.
Los mendicantes se diferencian del clero secular que está atado a la
diócesis y de los monjes que están ligados por el voto de permanencia en el
monasterio. Tomás entendió que la societas no podía estar absolutamente
UHVWULQJLGDDGLFKRVOXJDUHV\OtPLWHV(OFXHUSRSROtWLFRGHOD&ULVWLDQGDG
era internacional y el bien de ese cuerpo trascendía las relativamente estáti
cas condiciones del orden feudal. El clero diocesano y los monjes redupli
caron el orden feudal en sus respectivas organizaciones. Los mendicantes
se liberaron de ese orden feudal no sólo por su movilidad –la autoridad
itinerante, como lo era–, sino también por negarse a aceptar la práctica
monástica del trabajo manual. Los esfuerzos de los críticos por mantener a
los religiosos en un sitio, bajo la fatiga del trabajo manual, no era más que
un esfuerzo por bloquear la introducción de nuevas formas sociales en la
sociedad. Aquí, por supuesto, la nueva forma era evangélica. Se refería a
asociaciones puramente voluntarias nacidas no del comercio, ni del dere
FKRSRVLWLYRQLWDPSRFRGHODSURFUHDFLyQPDWULPRQLDOSHURVtGHODOLEUH
UHVSXHVWDDODJUDFLD(VWDVVRFLHGDGHVGH³GDGRUHVGHGRQHV´QRQHJDEDQ
pero tampoco se reducían ni a la autoridad legal ni a la paternal. Como To
PiVHQWHQGLyHQVXSURSLRFDVRODGHFLVLyQGHSURKLELUOHDODVGRPLQLFRVHO
reclutamiento de jóvenes fue motivado por el deseo de proteger a la autori
GDGGHODQRYHGDGGHODOLEHUWDG\HQGH¿QLWLYDGHODJUDFLD
34
RAZONES PARA LA SOCIEDAD CIVIL
3XHGHSDUHFHUTXHKD\XQODUJRWUHFKRHQWUHODVVRFLHGDGHVPHGLHYDOHV
de mendicantes, viviendo en una pobreza voluntaria, y las cuestiones mo
dernas de la sociedad civil. Pero esto no es cierto. In Rerum Novarum
HO3DSD/HyQ;,,,QRVyORVHUH¿HUHVLQRTXHLQFOXVRFLWDODGHIHQ
VDGHODVDVRFLDFLRQHVSULYDGDVTXHKDFH7RPiVHQContra Impugnantes.
León XIII, primero advierte el modelo de la libertad evangélica encarnado
en las sociedades de “los que dan dones” y viven para las almas14. Esta li
EHUWDGLQWHULRUGHKDFHUHOELHQDORVGHPiVODUHFRPLHQGDDORVULFRV/XHJR
DSOLFDHVWHPRGHORDORVGHUHFKRVGHODVDVRFLDFLRQHVSULYDGDV
$OJ~QHVSHFLDOLVWDKDVXJHULGRTXHHO3DSD/HyQKDWRPDGRSUHVWDGR
HOWpUPLQR³GHUHFKRV´GH-RKQ/RFNH163XHGHVHUTXHKD\DDOJRGHYHUGDG
HQHVWDLQWHUSUHWDFLyQFRQUHVSHFWRDODFRPSUHQVLyQGHORVGHUHFKRVGHOD
SURSLHGDGGHO3DSD/HyQ;,,,3HURFRQUHVSHFWRDORVGHUHFKRVVREUHOD
DVRFLDFLyQSULYDGDHOVHQWLGRTXH/HyQ;,,,GDDOWpUPLQRGHUHFKRVHVWi
tomado directamente de Tomás en Contra Impugnantes.
Mientras Tomás intenta restringir el más puro y gratuito carácter de
la libertad a las asociaciones divinas, angélicas y religiosas, el moderno
pensamiento católico social, especialmente en las obras del Magisterio del
SUHVHQWHSRQWL¿FDGRDSOLFDHVHFRQFHSWRDORTXHKR\OODPDUtDPRVODVR
ciedad civil. En Centesimus Annus, HO3DSD-XDQ3DEOR,,VHUH¿HUHD³ODV
35
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
³(OKRPEUHFXDQGRQRUHFRQRFHHOYDORU\ODJUDQGH]DGHODSHUVRQDHQ
VtPLVPR\HQHORWURVHSULYDGHKHFKRGHODSRVLELOLGDGGHJR]DUGHODSUR
SLDKXPDQLGDG\GHHVWDEOHFHUXQDUHODFLyQGHVROLGDULGDG\FRPXQLyQFRQ
ORVGHPiVKRPEUHVSDUDORFXDOIXHFUHDGRSRU'LRV(QHIHFWRHVPHGLDQWH
ODGRQDFLyQOLEUHFRPRHOKRPEUHVHUHDOL]DDXWpQWLFDPHQWHDVtPLVPR\
esta donación es posible gracias a la esencial capacidad de trascendencia
GHODSHUVRQDKXPDQD«(QFXDQWRSHUVRQDSXHGHGDUVHDRWUDSHUVRQD
o a otras personas y, por último a Dios, que es el autor de su ser y el único
TXHSXHGHDFRJHUSOHQDPHQWHVXGRQDFLyQ6HDOLHQDHOKRPEUHTXHUHFKD]D
trascenderse a sí mismo y vivir la experiencia de la autodonación y de la for
PDFLyQGHXQDDXWpQWLFDFRPXQLGDGKXPDQDRULHQWDGDDVXGHVWLQR~OWLPR
que es Dios. Esta alienada una sociedad que, en sus formas de organización
VRFLDOGHSURGXFFLyQ\FRQVXPRKDFHPiVGLItFLOODUHDOL]DFLyQGHHVWDGR
QDFLyQ\ODIRUPDFLyQGHHVDVROLGDULGDGLQWHUKXPDQD´18.
/DLGHDGHTXHODVRFLHGDGHVWiFRQVWLWXLGDSRUODDXWRWUDVFHGHQFLDGH
VXVLQGLYLGXRVQRHVQXHYD+DVLGRXQUHFXUVRGHOSHQVDPLHQWRFDWyOLFR
GHVGHKDFHVLJORV/RTXHWDOYH]VHDQXHYRHVODDSOLFDFLyQGHHVDLGHDDOD
variedad más extensa de asociaciones voluntarias.
7DO YH] QR VHUtD GHO WRGR HUUyQHR GHFLU TXH KD KDELGR XQD VHFXOD
rización de la idea de sociedad como communicatio. Esta secularización
es especialmente necesaria en sociedades donde las cosas se adquieren
fundamentalmente a través de la libre elección, y donde el modelo de la
libre elección está tomado del mercado. En este tipo de sociedades, es ne
cesario brindar algo más que meras razones instrumentales para el libre
orden social. En efecto, es necesario dar razones de perfección más que
de maximización a través de la libre elección. La mente moderna no tiene
casi problemas para comprender qué es lo maximizado por un sector de la
sociedad libre, es decir, por un ámbito de la libertad no reducido a la ley
36
RAZONES PARA LA SOCIEDAD CIVIL
del Estado. Por ejemplo, Gellner, propondría que esta esfera de la libertad
constituye un control sobre el poder del Estado, que, a su vez, da origen a
las asociaciones económicas, que, a su vez, maximizan la productividad,
\TXHSDUDFHUUDUHOFtUFXORLQPXQL]DQDODVRFLHGDGGHODVVLHPSUHFUH
cientes ambiciones administrativas del poder estatal. Pero, ¿qué es lo que
VHSHUIHFFLRQDDWUDYpVGHHVWHSURFHVR"2GLFKRGHRWURPRGR¢TXpOHIDO
taría al mundo si el Estado fuese el principal agente encargado de proveer
ORVELHQHVVRFLDOHV"*HOOQHUVyOROOHJDDD¿UPDUTXHODYLGDVHUtDDJRELDQWH
y que nuestras elecciones privadas se verían reducidas, no más.
,QWHUSUHWRORVWUDEDMRVGHO0DJLVWHULRGHOSRQWL¿FDGRDFWXDOFRPRXQ
HVIXHU]RSDUDUHVSRQGHUDHVDSUHJXQWD/DSUHJXQWDQRVHUH¿HUHDVLHV
útil disfrutar de las libertades privadas en tanto que distintas del poder del
Estado. Desde el colapso del experimento comunista, el argumento de la
XWLOLGDGKDVLGRYHQFLGR/DSUHJXQWDKR\VHUH¿HUHDTXpKDFHUFRQODOL
bertad y cómo entenderla desde una perspectiva diferente a la ofrecida por
los economistas.
$ FRQWLQXDFLyQ H[SRQGUp EUHYHPHQWH ORV GLIHUHQWHV WLSRV GH VROLGD
ridad mencionados en las encíclicas contemporáneas.
/D VROLGDULGDG HV XQ FRQFHSWR LQKHUHQWHPHQWH FRPSOHMR19. Apuntaré
VyORXQOLVWDGRFRUWRGHORVVLJQL¿FDGRVTXHHOWpUPLQRVROLGDULGDGDVXPH
HQODVHQFtFOLFDVGHO3DSDFRQWHPSRUiQHRLELHQHVFRPXQHVPDWHULDOHV
VXMHWRVDODMXVWLFLDGLVWULEXWLYDLLHVWDGRVGHKHFKRVVRFLROyJLFRVRHFR
nómicos como la interdependencia tecnológica y económica; (iii) actitudes,
disposiciones o virtudes personales respecto a lo que debe ser común; (iv)
DFWLYLGDGHVWUDEDMRVHQJUXSR\FRODERUDFLyQKDFLD¿QHVFRPXQHVYFR
PXQLyQGHDPRUHQWUHODVSHUVRQDVGRQGHODFRPXQLyQHVHO¿QGHODDF
ción.
6LH[DPLQDPRVODVHQFtFOLFDVUHFLHQWHVGHVFXEULUHPRVWUHVLQWHUSUH
taciones principales del término solidaridad o bien común. Indudablemente,
KD\RWURV3HURHVWRVVHLQ¿HUHQFRQIDFLOLGDGGHORVWH[WRV
Primero, el bien común consiste en bienes realizados en los individuos
y son llamados comunes en virtud de una especie común. Por ejemplo, los
19. ³'HHVWDPDQHUDHOSULQFLSLRTXHKR\OODPDPRVGHVROLGDULGDG\FX\DYDOLGH]\DVHDHQHO
RUGHQLQWHUQRGHFDGD1DFLyQ\DVHDHQHORUGHQLQWHUQDFLRQDOKHUHFRUGDGRHQODSollicitudo Rei
Socialis, se muestra como uno de los principios básicos de la concepción cristiana de la organización
social y política. León XIII lo enuncia varias veces con el nombre de “amistad”, que encontramos ya
en la filosofía griega; por Pío XII es designado con la expresión no menos significativa de “caridad
social”, mientras que Pablo VI ampliando el concepto, de conformidad con las actuales y múltiples
GLPHQVLRQHVGHODFXHVWLyQVRFLDOKDEODEDGHµFLYLOL]DFLyQGHODPRU¶´CA, 10.
37
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
VHUHVKXPDQRVFRPSDUWHQXQDKXPDQLGDGFRP~QDXQTXHQRKD\KXPDQL
GDG TXH H[LVWD LQGHSHQGLHQWHPHQWH GH ORV LQGLYLGXRV QL XQD KXPDQLGDG
distribuida en las personas. Esta perfección ontológica se encuentra sólo
“en” los individuos; y así, desde los individuos recogemos que ese predi
cado es común.
'HQXHVWUDFRP~QKXPDQLGDGVHGHGXFHQWUHVQRFLRQHVLstatus co
P~QHQHOVHQWLGRGHTXHQLQJXQDSHUVRQDHVPiVRPHQRVKXPDQDTXH
otra; (ii) perfecciones ontológicas comunes como la salud, el conocimiento
y la devoción religiosa; (iii) instrumentos comunes como el dinero, los ali
PHQWRV\ODWHFQRORJtD&DGDXQRGHHOORVSXHGHVHUODEDVHGHGHUHFKRV
morales y legales; cada uno puede expresar una razón para la solidaridad.
En Sollicitudo Rei Socialis, la “virtud” de la solidaridad es descrita (ini
cialmente) como el deseo de dar una respuesta moral a los bienes comunes
VHJ~QORVDFDEDPRVGHGHVFULELU
$VtFXDQGR-XDQ3DEOR,,KDEODGHOD³VROLGDULGDGKDFLDORVPLHPEURV
mas débiles de la sociedad”21SRQHpQIDVLVHQQXHVWUDKXPDQLGDGFRP~Q
TXHQRVSURKLEHUHVWULQJLUODViUHDVHQODGLVWULEXFLyQGHORVGHUHFKRVOHJD
les y de los recursos económicos. Cuando en Pacem in Terris-XDQ;;,,,
KDEODGH³ODVH[LJHQFLDVGHOELHQFRP~QXQLYHUVDO´22, y cuando en Gaudium
et SpesVHUH¿HUHDXQDSHUVRQDGHSHQGLHQGRGHRWUD³HQVROLGDULGDGQHFH
saria”23HVWiQVLHQGRHQIDWL]DGRVORVEHQH¿FLRVFRPXQHV
<RVLW~RHVWDVWUHVGLIHUHQWHVQRFLRQHVGH³FRP~Q´HQXQ~QLFRJUXSR
porque, o bien son propiedades encarnadas en los individuos (por ejemplo,
KXPDQLGDGYLGDFRQRFLPLHQWRVDOXGRELHQHV~WLOHVDOLPHQWRVRUGHQD
GRUHV SURJUDPDV SDUD HO FXLGDGR GH OD VDOXG TXH VH KDFHQ FRPXQHV HQ
virtud de un orden justo de distribución24. Si restringimos a este grupo los
38
RAZONES PARA LA SOCIEDAD CIVIL
VLJQL¿FDGRVSRGUHPRVHQWHQGHUTXHVRPRVWRGRVKXPDQRV\TXHKD\OD]RV
de interdependencia en la realización de nuestras perfecciones. Si recondu
cimos la mayoría de los debates sobre la sociedad civil a este nivel, enton
ces los debates políticos son siempre sobre cómo distribuir y cultivar los
ELHQHVHLQVWUXPHQWRVKXPDQRVIXQGDPHQWDOHV
(OVHJXQGRJUXSRGHVLJQL¿FDGRVGHODVROLGDULGDG\GHOELHQFRP~Q
puede describirse en general como “actividades comunes”. Las nociones de
“colaboración”, “cooperación”, el “espíritu de iniciativa creativo” y la “ca
dena expansiva de solidaridad” expresan, de modos diferentes y en nive
les diferentes, una consideración de los bienes comunes como actividades
comunes. Según la encíclica de que se trate, la idea de solidaridad como
actividad común se aplica al orden político interno, a las relaciones interna
cionales, a las iniciativas de sociedades intermedias, o a la vida económica.
En Centesimus Annus-XDQ3DEOR,,VXEUD\DTXHHOPHUFDGRQRVRODPHQWH
representa la bondad de las cosas que se distribuyen sino también la bondad
GHODVDFFLRQHVUHFtSURFDV
³0HGLDQWHVXWUDEDMRHOKRPEUHVHFRPSURPHWHQRVyORHQIDYRUVX\R
VLQRWDPELpQHQIDYRUGHORVGHPiV\FRQORVGHPiVFDGDXQRFRODERUDHQHO
WUDEDMR\HQHOELHQGHORVRWURV(OKRPEUHWUDEDMDSDUDFXEULUODVQHFHVLGD
des de su familia, de la comunidad de la que forma parte, de la Nación, y en
GHILQLWLYDGHWRGDODKXPDQLGDG&RODERUDDVLPLVPRHQODDFWLYLGDGGHORV
que trabajan en la misma empresa e igualmente en el trabajo de los provee
dores o en el consumo de los clientes, en una cadena de solidaridad que se
extiende progresivamente”25.
individuales, pero “adquieren un carácter universal en el entendimiento”. Los bienes útiles no son
necesariamente públicos; más bien cosas como la comida, el dinero, son generalmente privadas y
VHLQWHUFDPELDQVHJ~QODMXVWLFLDFRQPXWDWLYD6LQHPEDUJRVHSXHGHQKDFHUFRPXQHVFRQHOILQGH
DVHJXUDUVXGLVWULEXFLyQSDUDHOELHQHVWDUGHODFRPXQLGDG6LµORFRP~Q¶VHDJRWDUDHQODVQRFLRQHV
mencionadas, nos enfrentaríamos con un conflicto entre el bien del individuo y el bien público. Por
eso Santo Tomás arguye que el bien común relevante inmediatamente para el orden social no es el
bien común por razón de la comunidad de genero o especie, sino más bien el bien “común por razón
de la comunidad de la causa final” (non quidem communitate generis vel speciei, sed communitate
causae finalis), S.Th.,,,
25. CA, 43.
39
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
40
RAZONES PARA LA SOCIEDAD CIVIL
³ODVRFLDOLGDGGHOKRPEUHQRVHDJRWDHQHO(VWDGRVLQRTXHVHUHDOL
za en diversos grupos intermedios, comenzando por la familia y siguiendo
por los grupos económicos, sociales, políticos y culturales, los cuales, como
SURYLHQHQGHODPLVPDQDWXUDOH]DKXPDQDWLHQHQVXSURSLDDXWRQRPtDVLQ
VDOLUVHGHOiPELWRGHOELHQFRP~Q(VDHVWRDORTXHKHOODPDGRµVXEMHWLYL
GDGGHODVRFLHGDG¶ODFXDOMXQWRFRQODVXEMHWLYLGDGGHOLQGLYLGXRKDVLGR
anulada con el socialismo real”27.
³/DVROLGDULGDGHVVLQGXGDXQDYLUWXGFULVWLDQD<DHQODH[SRVLFLyQVH
podían vislumbrar numerosos puntos de contacto entre ella y la caridad, que
HVVLJQRGLVWLQWLYRGHORVGLVFtSXORVGH&ULVWR«3RUHQFLPDGHORVYtQFX
ORVKXPDQRV\QDWXUDOHVWDQIXHUWHV\SURIXQGRVVHSHUFLEHDODOX]GHODIH
XQQXHYRPRGHORGHXQLGDGGHOJpQHURKXPDQRHQHOFXDOGHEHLQVSLUDUVHHQ
última instancia la solidaridad. Este supremo modelo de unidad, reflejo de la
vida íntima de Dios, Uno en tres Personas, es lo que los cristianos expresa
PRVFRQODSDODEUDµFRPXQLyQ¶´28.
41
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
4. OBSERVACIONES FINALES
+R\FRQHOFRODSVRGHOFRPXQLVPR\HOWULXQIRHQSULQFLSLRDXQTXH
QR VLHPSUH GH KHFKR GHO PHUFDGR OLEUH HO SULQFLSDO GHVDItR HVWi HQ HQ
contrar razones de perfeccionamiento para la sociedad civil. La noción ne
JDWLYDGHODVRFLHGDGFLYLOTXHODGH¿QHFRPR³HOUHVLGXRVRFLDOUHVXOWDQWH
GH OD VXVWUDFFLyQ DO (VWDGR´ HV LQVX¿FLHQWH SDUD HQWHQGHU FRUUHFWDPHQWH
ODDXWRULGDG\ORV¿QHVGHODVDVRFLDFLRQHVOLEUHVQRJXEHUQDPHQWDOHV$
mi entender, las enseñanzas de la Iglesia Católica en cuestiones sociales
constituyen el mejor cuerpo de razones para la sociedad civil. En princi
pio, parte de esta enseñanza es transmisible sin apoyarse explícitamente
en la doctrina teológica. Pero, estas “razones” para la sociedad civil no se
GHVDUUROODUDQELHQVLQRVHHYDQJHOL]DODFXOWXUD+HKHFKRDOJXQDVREVHU
vaciones críticas en cuanto al modo que tiene Tocqueville de contextualizar
HOWHPDGHODVRFLHGDGHQWpUPLQRV³SRGHUFRQWURODQGRDOSRGHU´3HUR7R
cqueville también insistió en que “en América es la religión la que conduce
a la iluminación y observancia de la ley divina, las que a su vez conducen
DOKRPEUHDODYHUGDGHUDOLEHUWDG´30. Sin religión, ¿puede una sociedad re
sistirse al efecto atomizador no sólo del estado sino también del mercado?
7DOYH]VHDPHMRUFRQFOXLUKDFLpQGRQRVHVWDSUHJXQWD
42
LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS EN
LA CONSTRUCCIÓN DE LA SOCIEDAD CIVIL
1RGHMDGHVRUSUHQGHUQRVHOHVFXFKDUDOJXQDVYRFHVSUHVXQWDPHQWH
bien documentadas, repitiendo insistentemente que es preciso construir la
sociedad civil. Tengo para mí que la sociedad civil es, genéticamente, ante
ULRUDO(VWDGRHOFXDOQRHVD¿QGHFXHQWDVVLQRXQDIRUPDSHFXOLDUHKLV
WyULFDPHQWHGHWHUPLQDGDGHVXRUJDQL]DFLyQSROtWLFD3HURHVHOKHFKRTXH
HOIHQyPHQRGHOSRGHU±DWRGDVOXFHVLQYDVLYR±KDUHVWDGRSURWDJRQLVPR
GXUDQWHVLJORVDODVRFLHGDGFLYLOKDVWDFRQYHUWLUODHQXQVXESURGXFWRGH
interés secundario, frente a la entidad desbordante y avasalladora de la au
toridad y de quienes la ejercen y usufructúan.
Los motivos para la sorpresa son aún mayores cuando uno cae en la
FXHQWDGHTXHHQODKLVWRULDGHODKXPDQLGDGVLHPSUHTXHHOSRGHUVHLQV
titucionaliza como un fenómeno permanente, dando lugar a la aparición
GHOD¿JXUDGHOHVSHFLDOLVWDHQHOPDQGR\HQODGLUHFFLyQGHODVJHQWHVHO
acontecimiento es tan anómalo y difícil de digerir, que todos los pueblos y
FXOWXUDVHQODVTXHWDOFRVDVXFHGHVHVLHQWHQLPSHOLGRVDEXVFDUXQDMXVWL
¿FDFLyQWUDQVFHQGHQWHTXHH[SOLTXH\OHJLWLPHODDSDULFLyQGHHVDQXHYD
FRQGLFLyQ\GHVXVFRQVHFXHQFLDV<HVTXHUHVXOWDPX\iUGXRFRPSUHQGHU
que, de modo permanente, alguien ejerza sobre los demás un poder, que no
se apoye sobre los principios naturales de la edad o de la genealogía o de
43
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
XQDVXSHULRUFDSDFLGDG±ItVLFDRHVSLULWXDO±LQGLVFXWLEOH+D\TXHUHFXUULU
para legitimarlo, a un respaldo teológico, ya se trate de la delegación de
las divinidades en el rey permanente –Creciente Fértil–, de la encarnación
SHUVRQDOGHODSURSLDGLYLQLGDGHQODWHRORJtDPHQ¿WD±(JLSWR±GHOKRP
EUHFRQTXLHQ<DKYpVXVFULELyXQDberith –Israel–, del nomos inserto en la
QDWXUDOH]DKXPDQD±+pODGH±GHO'LRVGHORVFULVWLDQRVRUDGHOHJXHGLUHF
WDPHQWHHQORVUH\HV±GRFWULQDGHOGHUHFKRGLYLQRGHORVUH\HV±RSULPHUR
en los pueblos para que estos deleguen en los reyes, o se trate, por últi
mo, de la delegación de los individuos en una presunta soberanía popular,
dios inmanente de las mayorías rousseaunianas. En todos estos casos, los
KRPEUHVWLHQHQTXHKDFHUXQQRWDEOHHVIXHU]RSDUDFRPSUHQGHU\MXVWL¿FDU
–justum facere±TXHXQKRPEUHRXQDHVWLUSHHMHU]DQHOPDQGRGHPRGR
SHUPDQHQWH VREUH RWURV KRPEUHV (V GHFLU WHQJDQ OD FDSDFLGDG OHJtWLPD
de condicionar la vida de los otros y de orientar sus acciones, regulando y
OLPLWDQGRVXVFRQGXFWDV$¿QGHFXHQWDVORTXHUHVXOWDGLItFLOGHH[SOLFDU
es el poder político, en tanto que la sociedad en la que las gentes nacen,
viven, conviven y mueren, es un fenómeno originario, con el que cada uno
de nosotros se encuentra desde su nacimiento y que no parece necesitar de
QLQJXQD MXVWL¿FDFLyQ DXQTXH VHD SUHFLVR FRPSUHQGHU FyPR VH DUWLFXODQ
sus miembros y explicar los procesos a través de los cuales la sociedad
SURORQJDVXH[LVWHQFLDELROyJLFDKLVWyULFD\FXOWXUDO
3XHVWDVDVtODVFRVDV¢TXpVHQWLGRWLHQHD¿UPDUTXHHVQHFHVDULRcons-
truir la sociedad civil? Probablemente, ninguno, si no fuera porque, pre
YLDPHQWHHVDPLVPDVRFLHGDGFLYLOKXELHUDVLGRGHVWUXLGDRPHQRVFDEDGD
SRUDOJXLHQ1RSDUHFHTXHDQLQJXQRGHVXVFRQWHPSRUiQHRVVHOHVKD\D
ocurrido, alguna vez, la conveniencia –y menos la necesidad– de construir
la sociedad de castas, o la sociedad feudal de la Edad Media, o la sociedad
estamental de los siglos XVI al XVIII, porque tales modelos de sociedad
FLYLOWHQtDQVXSURSLD\ELHQGH¿QLGDWUDPD\HVWDEDFODUDPHQWHGHOLPLWDGR
el papel desempeñado por cada parte en el todo, por muy menguado y cons
treñido que éste pudiera ser.
$FRQWHFLPLHQWRVPX\JUDYHVKDQWHQLGRTXHRFXUULUHQODKLVWRULDGHOD
KXPDQLGDGSDUDTXHORSULPHURHQHORUGHQGHODJpQHVLVKD\DSDVDGRDVHU
lo ulterior en el grado de importancia y desarrollo, y para que lo derivado
±ODRUJDQL]DFLyQSROtWLFDRPiVHQFRQFUHWRHO(VWDGR±VHKD\DFRQYHUWLGR
en la realidad invasiva, en el mayor peligro para la vida y plenitud de los
VHUHVKXPDQRV
Parece fuera de toda duda que el fenómeno originario es la sociedad
–sociedad civil– y que sólo los excesos en el desarrollo de su organización
44
LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS EN LA SOCIEDAD CIVIL
SROtWLFDKDQYHQLGRDUHGXFLUDDTXpOODDXQDFRQGLFLyQH[LJXD\PHQHVWH
URVDFDSD]GHKDFHUTXHVXVSURSLRVMLEDUL]DGRUHVUHFODPHQODQHFHVLGDG
de su construcción. Esto es lo verdaderamente sorprendente, aunque deba
TXHGDUSDUDRWUDRFDVLyQVXGHVDUUROORGHVGHOD,OXVWUDFLyQKDVWDORVFR
PLHQ]RVGHO~OWLPRFXDUWRGHOVLJOR;;ORVSRGHUHVS~EOLFRVKDQDVXPLGR
con notable desparpajo mesiánico, gobernar para el pueblo, pero sin el
pueblo. Pues aunque éste sea el emblema paradigmático del despotismo
ilustrado, está en la base de todos los nacionalismos e internacionalismos
WRWDOLWDULRV\FRQVWLWX\HHODOPD\ODVDQJUHGHO(VWDGREHQHIDFWRUGHPR
crático y social.
El verdadero problema no está tanto en que la sociedad pierda el pro
tagonismo, en favor de sus salvadores –sean éstos Reyes, partidos, parla
PHQWRVRIXQFLRQDULRV±VLQRTXHDOKRPEUHFRPRLQGLYLGXR\DWRGRVORV
JUXSRVHLQVWLWXFLRQHVTXHLQWHJUDQODVRFLHGDGVHOHVKD\DHVFLQGLGRGH
sus propios problemas, de los que sólo son sujetos pasivos, atribuyendo a
otras instancias, supererogadas, la competencia de pensar sobre el modo de
resolverlos y de decidir el tiempo y la ocasión y de realizar las actividades
HMHFXWLYD \ GLVWULEXWLYD GH ORV ORJURV 7DQWD IRU]DGD SDVLYLGDG FRQ¿JXUD
ODVLWXDFLyQGHFDGDKRPEUHFRPRPHQRUGHHGDG\KDFHTXHODVRFLHGDG
civil recuerde, muy de cerca, a esos nidos repletos de pajarillos, sin plumas
QLGHIHQVDVTXHStDQQHUYLRVRV\GHVYDOLGRVVXGHELOLGDG\VXKDPEUH
esperando que la madre pájara les proporcione el trozo de lombriz que les
FRUUHVSRQGDHQHOIHVWtQGHFDGDGtD+DFH\DWLHPSRDOJXLHQFDUDFWHUL]y
HVWHWLSRGHYLGDTXHOHFDEHHQJUDFLDDOKRPEUHGHQXHVWUDpSRFDFRPR
vida de segunda mano.1. Puesto que los salvadores por la inmanencia no se
proponen la liberación por la elevación de las personas, sino por su ensi
mismamiento, su “pedid y se os dará” lleva consigo la exigencia de renun
ciar al entendimiento y a la participación. El mundo de la sociedad civil es
un mundo fenoménico, interpretado libremente y sin error por las fuerzas
SROtWLFDVDUWt¿FHV\UHVSRQVDEOHVGHWRGRORTXHVXFHGD\HQ~OWLPRWpUPL
QR~QLFDVTXHWLHQHQODFDSDFLGDGGHGH¿QLUHLQWHUSUHWDUHOVHUHQVtGHODV
cosas sociales y políticas2.
45
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
< DTXt UHVLGH SUHFLVDPHQWH HO JUDQ SUREOHPD ORV PLHPEURV GH OD
VRFLHGDGFLYLOQLVLTXLHUDWLHQHQTXHSHGLUVRODPHQWHHVSHUDU<VLDFDVR
como los pajarillos, piar. Con escasas y transitorias excepciones, durante
ORV~OWLPRVWUHVFLHQWRVDxRVORVKRPEUHV\PXMHUHVGH2FFLGHQWHKDQVLGR
HGXFDGRVHQODREHGLHQFLDTXHHVFDUDFWHUtVWLFDGHODPLQRUtDGHHGDGHQ
nombre del progreso, de la grandeza, de la verdad, de la igualdad, de la
solidaridad o del bienestar. El problema surge cuando los administradores
de la salvación, tienen que reconocer –se ven obligados a reconocer– por
ODIXHU]DGHORVKHFKRVTXHVXVPHGLRVVRQOLPLWDGRV\TXHVXVSUHVXQWRV
SRGHUHVWDXPDW~UJLFRVVyORIXQFLRQDQFRUUHFWDPHQWHHQFR\XQWXUDVIDYR
rables. La voz de alerta de que el Estado benefactor ya no da más de sí,
DEUHDXQDELVPRGHUHÀH[LyQHQHOTXHODDGRUPHFLGDVRFLHGDGFLYLOWLH
QH TXH HQIUHQWDUVH DO KHFKR LQVXSHUDEOH GH TXH VH KD TXHGDGR KXpUIDQD
Sólo entonces, los políticos de la crisis, albaceas testamentarios del Estado
benefactor, comunican a la sociedad civil que es dueña de sus destinos y
que debe asumir las responsabilidades y los riesgos que de los mismos se
deriven.
8QDVRFLHGDGFLYLORURQGD\VDWLVIHFKDSHURFDUHQWHGHFRQRFLPLHQWR
de voluntad, de organización y de recursos psicológicos, se ve así abocada
a quemar en poco tiempo las largas etapas que, por comodidad, se negó
a transitar a lo largo de sucesivas generaciones. Pero no es fácil que una
sociedad y sus miembros asuman de repente la dirección de sus propios
destinos y sean capaces de responder a los problemas que se les planteen.
Precisamente, ese tema de la capacidad de respuesta, de la capacidad de
responder, es, en último término, lo que mide y expresa la responsabilidad
social de los ciudadanos. De tal cuestión nos vamos a ocupar en adelante.
<HVWiFODURTXHHVDUHVSRQVDELOLGDGHVXQSXQWRHVWUDWpJLFRIXQGDPHQWDO
SDUDFRPSUHQGHUORTXHORVFLXGDGDQRVSXHGHQKDFHUSDUDFRODERUDUHQOD
construcción de la sociedad civil.
/D GH¿QLFLyQ DFXxDGD HQ HO XVR GHO OHQJXDMH HQWLHQGH SRU respon-
sabilidadHQXQDSULPHUDDFHSFLyQ³GHXGDREOLJDFLyQGHUHSDUDU\VDWLV
facer, por sí o por otro, a consecuencia de delito, de una culpa o de otra
causa legal”, y en una segunda acepción, ciertamente más descargada de
46
LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS EN LA SOCIEDAD CIVIL
intensidad, entiende el “cargo u obligación moral que resulta para uno del
posible yerro en cosa o asunto determinado”3.
$PEDVDFHSFLRQHVTXHVRQUHFRJLGDVSRUHO'HUHFKR±VREUHWRGRSRU
HO'HUHFKR3HQDO±\SRUOD0RUDOGHVWDFDQFRPRIXQGDPHQWRGHODUHVSRQ
sabilidad, la existencia previa de un acto u omisión, por parte de un actor,
cuyos efectos son nocivos o lesivos para otro u otros. En este sentido, todo
hombre es responsable de las consecuencias, negativas para otros, deriva-
das de su conducta, activa u omisiva .
3HURHQWUHODFXOSD\HOGHOLWRGHXQODGR\HO\HUURGHRWURODGLV
tancia viene determinada por la existencia de la voluntad de causar un mal,
en el primer caso, frente a la carencia de la atención debida ante la posibi
lidad de causarlo, en el segundo.
Sin embargo, nosotros nos vamos a referir aquí a la responsabilidad
social, como un modo de entender la responsabilidad que no lleva consigo
la existencia de delito, de culpa o de yerro, y que, por el contrario, destaca
la idea de la implicación personal de los miembros de una sociedad en la
integración, en la conservación y en el desarrollo de esa sociedad.
Lo que, en todo caso, permanece inalterable en esta acepción de la
responsabilidad a la que vamos a referirnos, en relación con las otras
acepciones antes mencionadas, es el sentido de alteridadTXHWRGDUHVSRQ
VDELOLGDGFRPSRUWD(VDDOWHULGDGVHPDQL¿HVWDDTXtFRPRODH[LJHQFLDGH
UHVWDXUDUHOHTXLOLEULRHQWUHORTXHXQRKDUHFLELGRGHODVRFLHGDG\ORTXH
se espera que aporte a la misma. Pero el equilibrio implica igualdad de peso
y contrapeso; esto es, implica que la acción restitutoria contrapese lo que
la sociedad inicialmente aportó. Lo cual pone de relieve la relación que la
responsabilidad tiene con la justicia, entendida ésta, simplemente, como
la acción y el efecto de dar a cada uno lo suyo (suum cuique tribuere), sin
entrar, por el momento, en cómo pueda determinarse qué sea lo suyo de
cada uno4.
Es más, la alteridad queda reforzada, en el caso de la responsabilidad
social, porque, como veremos, implica siempre co-responsabilidad o, más
aún, responsabilidad generalizada de todos hacia todos.
47
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
5. 6REUHXQWHPDSDUDOHORDpVWHHQUHODFLyQFRQHOGHVDUUROORGHOFRQRFLPLHQWR\GHODVHQVL
ELOLGDG KDFLD ORV SUREOHPDV GH OD KXPDQLGDG FRPR iPELWR Pi[LPR GH FRQYLYHQFLD QRV KHPRV
ocupado en otro lugar. Véase, E. MARTÍN LÓPEZ ³/D KXPDQLGDG FRPR iPELWR Pi[LPR GH FRQ
vivencia”, en AAVV., Estudios sobre la encíclica “Sollicitudo rei socialis”8QLyQ(GLWRULDO$HGRV
Madrid, 1990.
48
LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS EN LA SOCIEDAD CIVIL
3RUHOFRQWUDULRODFRQVLGHUDFLyQVXEMHWLYDVHUH¿HUHDOJUDGRGHVHQVL
bilidad poseída, que no es necesariamente correlativa de la responsabilidad
objetiva.
Resulta claro que lo que aquí se apunta es la diferencia entre tener
responsabilidad y sentirse responsable. Para una más correcta comprensión
GHGLFKDGLIHUHQFLDSDUHFHQHFHVDULROOHYDUDFDERHODQiOLVLVGHODIXQGD
mentación de ambos tipos de responsabilidad.
49
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
WRGDODHVFDODVRFLDOQLHQWRGRVORVOXJDUHVJHRJUi¿FRVRFXSDGRVSRUXQD
sociedad (medidas antropométricas, estatura, morbilidad probable, formas
de muerte a las que se está expuesto, inmunidad, resistencia a la enferme
dad, esperanza de vida al nacer, etc.).
2) Oportunidades o posibilidades culturales /RV LQGLYLGXRV SDUWL
cipan de forma variable, según su posición social, de los ideales, metas,
valores, formas de pensar, sentir, valorar y obrar, propios de su sistema
sociocultural.
3) Oportunidades o posibilidades de actuación$FFHVRGLIHUHQFLDOD
ODVIRUPDVGHDFWXDFLyQLQVWLWXFLRQDOL]DGDVRQRTXHFRPSRUWDWRGDVRFLH
GDG (Q HVSHFLDO DFFHVR GLIHUHQFLDO D ODV DFWLYLGDGHV TXH FRQ¿JXUDQ ODV
distintas profesiones y los diferentes puestos de trabajo.
4) Oportunidades o posibilidades de sentir necesidades y de satisfa-
cerlas/RFXDODVXYH]LPSOLFDGRVDVSHFWRVGLVWLQWRV
1. Las distintas posiciones sociales se diferencian entre sí por las ne
cesidades de las que participan, en función de sus formas de vida, de su
conocimiento y de su sensibilidad y
2. Se diferencian también en el grado de participación en las posibili
dades de satisfacer las necesidades sentidas.
6LELHQHVSRVLEOHGHWHUPLQDU±FRPRORKHPRVKHFKR±ORVFRQWHQLGRV
de ese legado recibido por cada individuo, y resulta evidente que las diferen
cias entre las distintas posiciones sociales se concretan y están constituidas
SRUHVRVFRQWHQLGRVHVPXFKRPiVGLItFLOLQVWUXPHQWDUORVPpWRGRVSDUD
HVWDEOHFHU\FXDQWL¿FDUODVGLIHUHQFLDVHIHFWLYDVHQXQDVRFLHGDGGDGD
3HURTXHGDIXHUDGHWRGDGXGDTXHODVRFLHGDGQRHVSDUDFDGDLQGL
YLGXR~QLFDPHQWHXQOHJDGRRXQDKHUHQFLDTXHUHFLEHOLEUHGHFDUJDVVLQR
que en esa recepción está implícita una cierta responsabilidad de conser
YDUOD\WUDQVPLWLUODDODVJHQHUDFLRQHVIXWXUDV6LVHSUH¿HUHHOXGDPRVODV
UHIHUHQFLDVTXHLPSOLTXHQREOLJDFLRQHVPRUDOHVHQWRGRFDVRHVXQKHFKR
que los miembros de la inmensa mayoría de las sociedades existentes en
ODKLVWRULDKDQSXHVWRORVPHGLRVSDUDFRQVHUYDUODVELROyJLFDHFRQyPLFD
cultural e institucionalmente.
(ODQiOLVLVGHHVRVPHGLRVTXHIDYRUHFHQODFRQVHUYDFLyQ\HOGHVD
rrollo de la sociedad, pone al descubierto tres tipos de conducta que, cuan
GR VH GDQ KDFHQ SRVLEOH OD SHUYLYHQFLD R LQFOXVR OD PHMRUD GHO RUGHQ
VRFLDO\FXDQGRQRVHGDQRULJLQDQDOWHUDFLRQHV\FRQÀLFWRVHQHOPLVPR
Su naturaleza es fácilmente comprensible si se pone en referencia con el
tiempo, distinguiendo las conductas según que se relacionen con el pasa-
50
LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS EN LA SOCIEDAD CIVIL
doYLQFXODFLyQKDFLDODVRFLHGDG\VXVLVWHPDFXOWXUDOFRPRKHUHQFLDGHO
SDVDGR\JDUDQWtDGHODFRQWLQXLGDGGHVXVHQWLGRHQODKLVWRULDFDUJDVTXH
VHUH¿HUHQDOpresenteLPSOLFDFLyQDFWLYDVHJ~QVXVFDSDFLGDGHV\RSRU
tunidades de actuación, en la resolución de los problemas actuales y, por
~OWLPRFDUJDVTXHOOHYDQFRQVLJRRULHQWDFLyQKDFLDHOfuturoWUDQVPLVLyQ
de los valores e instituciones, orientados al desarrollo de las posibilidades
de esa sociedad7.
6yORHOFRQWUDSHVRHQWUHORKHUHGDGR\ORWUDQVPLWLGRSXHGHHQWHQGHUVH
como la realización de la responsabilidad objetiva por parte de los miem
bros de una sociedad. Cuando el peso se inclina del lado de lo recibido,
con disminución cuantitativa y cualitativa de lo que se transmite, las so
ciedades se enfrentan –cualesquiera que sean las razones–, a procesos de
decadencia. Por el contrario, cuando lo legado excede, en variable medida,
DORUHFLELGRSRGHPRVKDEODUGHODH[LVWHQFLDGHXQDDOWDFRQFLHQFLDGH
UHVSRQVDELOLGDGVRFLDOHKLVWyULFDELHQVHGHEDDWRGDODVRFLHGDGRWDQVyOR
a una minoría dirigente.
7. 9pDVHVXSXHVWRVKLVWyULFRVRSUR\HFWLYRV\WHQGHQFLDVVRFLDOHVSURIXQGDVFRUUHVSRQGLHQWHV
en Ibidem, pp. 48 y ss.
51
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
8. (VWHSUREOHPDORKHPRVSODQWHDGRDQWHVGHDKRUDHQUHODFLyQDODVDOWHUDFLRQHVGHOHTXL
librio psicosocial, en E. MARTÍN LÓPEZ, “Defensa nacional y espíritu de defensa”, en Cuadernos de
Trabajo Social
52
LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS EN LA SOCIEDAD CIVIL
9. Un planteamiento paralelo a éste, pero referido específicamente a las alteraciones del equi
librio social, puede verse en E. MARTÍN LÓPEZ, Fundamentos sociales de la felicidad individual,
53
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
Universidad de Piura, 1986, pp. 102 ss. Lo que sucede en el Estado de bienestar es que los cauces
institucionales no existen, y precisamente por esa razón se ve como necesaria la construcción de la
sociedad civil.
54
LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS EN LA SOCIEDAD CIVIL
55
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
11. -6IMMEL, Sociología, VIII, “La autoconservación de los grupos”, Revista de Occidente,
0DGULG
56
LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS EN LA SOCIEDAD CIVIL
12. /DSUHRFXSDFLyQSRUODHGXFDFLyQHVXQDFRQVWDQWHHQWUHORVLOXVWUDGRV9pDVH3+$=$5'
El pensamiento europeo del s. XVIII, Alianza, Madrid, 1984, “La educación”, pp. 171 ss.
13. G. TARDE, L’Opinion et la foule, Librairie Felix Alcan, París, 1922.
57
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
58
LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS EN LA SOCIEDAD CIVIL
59
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
FUDFLDQRHVWpWRGDYtDVX¿FLHQWHPHQWHDVHQWDGDHQ(XURSD(QXQDIHFKD
WDQDYDQ]DGDFRPRHVFULEHQ
<DxDGH
³6LQ KDEHU UHVXHOWR SULPHUR HVWDV GXGDV ORV VXFHVRV D SDUWLU GH OD
6HJXQGD*XHUUD0XQGLDOKDQKHFKRVXUJLUSUREOHPDVDHVFDODPXQGLDODFHU
ca del futuro de la democracia”18.
0iVGLItFLOGHDSUHQGHUTXHODVPHUDVGRFWULQDVRODVSUiFWLFDVEXUR
cráticas de la dominación racional.
En el fondo, el futuro de la democracia depende de
60
LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS EN LA SOCIEDAD CIVIL
61
/Ï*,&$<6,67(0È7,&$'(/$62&,('$'&,9,/
Rafael ALVIRA
/DLGHDGH³VRFLHGDGFLYLO´VHKDXVDGRHQORV~OWLPRVDxRVFRPRXQR
de los grandes lugares comunes de la discusión, de intensidad y extensión
crecientes, acerca del estado de nuestra cultura y de nuestra sociedad en
Occidente.
Su nueva presencia va unida a la aparición de una serie de fenómenos
de carácter precisamente cultural y social. Se puede mencionar, en primer
lugar, la llamada “crisis de la democracia´TXHKDREOLJDGRDORVWHyULFRV
de la política a repensar las bases de nuestro sistema. Como es normal, ese
“volver a pensar” implica un retorno a los orígenes, y en el origen de la
democracia está, justamente, la idea de “sociedad civil”.
Está también la crisis –tras la tan mencionada caída del muro de Berlín
en 1989– del socialismo. Este se formuló teóricamente como el “sistema”
GHODVRFLHGDGFLYLOSHURVXSXHVWDHQSUiFWLFDKDFRQGXFLGRDORFRQWUDULR
6LELHQORVGHIHQVRUHVGHODLGHDVRFLDOLVWDVRVWLHQHQTXHQRKDIUDFDVDGR
ésta, sino sólo su mala formulación “staliniana”, está fuera de duda que
ni el estatalismo, ni la economía fuertemente dirigida, ni la politización
general, todos ellos rasgos de cualquier socialismo clásico, incluido el de
PRFUiWLFRSXHGHQVHUPDQWHQLGRVKR\VLQPXFKDVUHVHUYDV
7DPELpQKD\TXHPHQFLRQDUOD³crisis de la modernidad”/DPRGHU
nidad se expresó sobre todo en forma o liberal o socialista, a través de
actitudes individualistas, racionalistas, socialmente uniformistas, etc. La
SRVWPRGHUQLGDGDSXQWDKDFLDXQDQXHYDYLYL¿FDFLyQGHODYLGDVRFLDO\FXO
63
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
&RPRD¿UPD0LFKDHO:DO]HU³KD\PXFKDVGH¿QLFLRQHVGH³VRFLHGDG
FLYLO´\XQFRQVLGHUDEOHGHVDFXHUGRVREUHORVPiUJHQHVGHORTXHHOFRQ
cepto incluye y excluye”. Según él
³HVVXILFLHQWHFRQGHFLUTXHODVRFLHGDGFLYLOLQFRUSRUDPXFKDVGHODV
asociaciones e identidades que apreciamos fuera de, antes que, o a la sombra
del Estado y la ciudadanía”1.
64
LÓGICA Y SISTEMÁTICA DE LA SOCIEDAD CIVIL
un... ideal ético de orden social que... al menos armoniza los requerimientos
contrapuestos del interés individual y del bien social”2.
³&RQ HO µWRSRV¶ µVRFLHGDG FLYLO¶´ VH UH~QHQ HQ ODV &LHQFLDV 6RFLDOHV
GLIHUHQWHVVLJQLILFDGRV6HSXHGHQGLVWLQJXLUDOPHQRVWUHVSRVLFLRQHVXQD
FOiVLFDOLEHUDOXQDGHPRFUiWLFD\XQDDQWURSRFpQWULFD&RP~QDWRGDVHOODV
es el convencimiento de la necesidad de una sociedad civil con instituciones
autónomas, no dirigidas por el Estado...”3.
Se deja ver, por tanto, porqué este concepto estuvo en el origen del
pensamiento democrático. Por un lado, subraya el valor de la libertad de
iniciativa y de acción del individuo y, por otro, apunta a una cierta igual-
dad, pues sólo los iguales pueden colaborar para sacar adelante la propia
sociedad. Implica también, por tanto, una solidaridad o “fraternidad” entre
ORVFRQVWUXFWRUHVGHGLFKDVRFLHGDG
Como veremos a continuación, esta versión de la democracia, que de
¿HQGHODSOXUDOLGDG\YDULHGDGFXDOLWDWLYDGHLQVWDQFLDVVRFLDOHVSDUDsacar
adelanteODVRFLHGDGGL¿HUHWDQWRGHODLQWHUSUHWDFLyQHVWUHFKDPHQWHLQGL
vidualista como de la estatalista de ella.
65
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
Era necesario, según los escoceses, encontrar un orden social que apo
yara sobre principios morales (y ya no “teológicos”, como todavía sucedía
HQ-RKQ/RFNHTXHHVTXL]iHOSULPHUSDGUHGHODLGHDPRGHUQDGH³VRFLH
dad civil”) las relaciones “democráticas” de individuos libres y autónomos.
Quizá lo más difícil para ellos fue desarrollar una idea de opinión pública
que pudiera combinar el carácter democrático de la esfera pública con los
principios éticos.
La clave moral de la tesis escocesa es la idea de simpatía natural.
Se trata –según ellos– de una realidad que combina lo universal racio-
nal con la inclinación sensible, produciendo un sentimiento, que puede ser
FRQGLYLGLGRSRUWRGRV\TXHQRSLGHXQDHGXFDFLyQHOLWDULDSDUDVXGHVFX
EULPLHQWR*UDFLDVDGLFKRVHQWLPLHQWRVHSXHGHSURGXFLUWDPELpQHOreco-
nocimiento mutuo entre los individuos, que es básico para armonizar los
intereses individuales con el orden social.
$OFULWLFDU.DQWODWHRUtDHVFRFHVDGHORVVHQWLPLHQWRVPRUDOHVVXE
raya la realidad y el valor de la razón pura$KRUDELHQVXWHVLVOHREOLJD
a separar demasiado fuertemente entre la esfera privada, que para él es la
de la moral –razón pura práctica–, y la pública, que es la del derecho. Se
rompe el equilibrio entre lo público y lo privado, que es una de las piezas
básicas de la idea de “sociedad civil”.
3RU HOOR +HJHO LQWHQWD LQPHGLDWDPHQWH UHVWDXUDU OD LGHD GH ³VRFLH
GDGFLYLO´PHGLDQWHHOSURFHGLPLHQWRGHYROYHUDXQLUORTXH.DQWKDEtD
VHSDUDGRDVDEHUORMXUtGLFR\ORpWLFR(OSUREOHPDHVTXH+HJHOFRPR
algunos de sus discípulos después, tiene una idea muy peculiar de lo que es
la ética. Para él, ella se encuentra en el ámbito de las intenciones de cada
VHUKXPDQRSHURODplenitud de la esfera de la acción se da en la política.
Sólo en el ámbito político se alcanza el pleno desarrollo de la acción so
FLDOKXPDQD(O(VWDGRHVSRUHOORHO'LRVREMHWLYRHQHVWHPXQGR\OD
VRFLHGDGFLYLOVyORXQHVWDGLRLQWHUPHGLRHQHOFDPLQRKDFLDpO$VtSXHV
existe la sociedad civil –que es el lugar de las relaciones de intereses entre
LQGLYLGXRV\HQWUHFRUSRUDFLRQHV±SHURHVWDVRFLHGDGTXHGDEDMROD³GLUHF
ción” suprema del Estado que, en cierta medida, es formalmente el todo
social.
3DUD0DU[SRUHOFRQWUDULRHQVXFUtWLFDD+HJHOGHVGH+HJHOHO(VWD
GRGHEHGHVDSDUHFHUDO¿QDOHQODVRFLHGDGVLQFODVHVSDUDTXHODVRFLHGDG
civil lo sea todo.
(QXQR\RWURFDVRGHKHFKRODLGHDFOiVLFDGHVRFLHGDGFLYLOGHVD
SDUHFHHQ+HJHOHVestatalizada, en Marx es economizada.
66
LÓGICA Y SISTEMÁTICA DE LA SOCIEDAD CIVIL
$ SDUWLU GH OD VHJXQGD PLWDG GHO ;,; ±\ OD ¿JXUD SULQFLSDO DTXt HV
'XUNKHLP±ODVGLVFXVLRQHVVHFHQWUDQ\DGHXQPRGRFRQFUHWRHQFyPRVH
realiza en la práctica la inclusión de cada uno –sobre todo, del obrero– en
XQDSUHVXQWDVRFLHGDGFLYLO(VODGLVFXVLyQDFHUFDGHTXpVLJQL¿FDODciu-
dadanía, el ser ciudadano.
'HPDQHUDFRQFLVD\VLQWpWLFDHOSUREOHPDSXHGHSODQWHDUVHDVt
a) En primer lugar, la idea de sociedad civil no puede contraponerse
RFRQIURQWDUVH±FRPRHVKDELWXDOVLQHPEDUJRKDFHU±FRQODGHEstado,
SXHVVRQFDQWLGDGHVGLVWLQWDVODVRFLHGDGFLYLOQRHVXQDinstituciónPLHQ
WUDVTXHHO(VWDGRVtORHV\SUHFLVDPHQWHXQDLQVWLWXFLyQVRFLDO/DFRQ
WUDSRVLFLyQVHGLyFRPRFRQVHFXHQFLDGHOUHFKD]REDVWDQWHJHQHUDOL]DGRGH
una confusión previa.
/DUHVSRQVDELOLGDGGHODFRQIXVLyQVRFLHGDG(VWDGRWLHQHGRVQRPEUHV
SDUDGLJPiWLFRV7+REEHV\*:)+HJHO3DUD+REEHVODVRFLHGDGFLYLO
en cuanto tal, se crea con el Estado, de tal manera que aunque el Estado no
lo es todo, pues las relaciones privadas no son de su iniciativa, juega, sin
HPEDUJRXQSDSHOFHQWUDOGHVFDUJDUODUHVSRQVDELOLGDGGHORVFLXGDGDQRV
con respecto, justamente, a la sociedad en cuanto tal.
&RPRHOKRPEUHVHJ~Q+REEHVHVPDORHQHOHVWDGRGHQDWXUDOH]D
crea la sociedad civil mediante el procedimiento de ceder su capacidad de
PDOGHYLROHQFLDLQDGHFXDGDDO(VWDGR$SDUWLUGHDKtVHGHVHQWLHQGHGH
la sociedad en cuanto tal, para dedicarse a vivir su vida particular. El acuer
do fundamental no tiene un carácter positivo, constructivo, y plenamente
responsable, sino más bien predominantemente negativo, en el sentido de
concentrarse en poner límites al mal.
Con todo, aunque negativa e indirecta, cada individuo tiene una cierta
responsabilidad en el todo social'HVGHHVWHSXQWRGHYLVWD+REEHVHVWR
davía un clásico. El acuerdo por el que se “crea” la sociedad vence la mera
SDUWLFXODULGDG±HQODFXDOQRKD\VRFLHGDGSRVLEOH±DOPHQRVHQHODVSHFWR
PHQFLRQDGRGHYLFWRULDVREUHODYLROHQFLD+REEHVHVVHJ~QVHPLUHPiV
RPHQRVOLEHUDOTXH-/RFNH
+HJHOSHUFLEHTXHXQLQGLYLGXRTXHQRVHDWUHYHFRQWRGDODUHVSRQ
sabilidad, en el sentido de no desarrollar toda la racionalidad posible, es un
muñón del espíritu. El espíritu que cada uno puede encarnar va más allá de
67
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
68
LÓGICA Y SISTEMÁTICA DE LA SOCIEDAD CIVIL
69
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
F$HVWHUHVSHFWRVHKDGHWRPDUHQFXHQWDSRUFRQVLJXLHQWHHOPRGR
GHVHUGHOKRPEUH1RVRPRV³PHUD´QDWXUDOH]DQRHVWDPRVdeterminados,
no lo tenemos todo dado, somos libres. Pero nuestra libertad, paradójica
mente, nos es dadaQLODKHPRVFUHDGRQLVRPRVOLEUHVGHFDPELDUVXSDOHWD
de posibilidades.
(VWRTXLHUHGHFLUTXHHOKRPEUHYLYHKXPDQDPHQWHFXDQGRresponde
GHPRGRLQYHQWLYRFRQVXOLEHUWDGDORTXHOHKDVLGRdado. Lo que le es
dado tiene una cierta unidad –de otro modo, no sería real–, unidad que es
en su núcleo igual para todos. Todos recibimos de los padres la existencia,
el lenguaje, y la educación básica; del ecosistema el aire, los alimentos y
las bebidas; y –este es el punto– de la sociedad la posibilidad de vivir hu-
manamente.
Nuestra relación con esta última es variable y contingente en lo que se
UH¿HUHDWLHPSRV\OXJDUHVDXQDVXRWUDVVRFLHGDGHVKLVWyULFDVSHURHVne-
cesariaHQGRVVHQWLGRVHQHOPiVEiVLFRODQHFHVLWDPRVSRUTXHFDGDXQR
VHKXPDQL]D\VHLQGLYLGXDOL]Den sociedadHQHOKLVWyULFRSRUTXHHVWDPRV
en deuda con la sociedad concreta en que vivimos.
La sociedad no es, pues, para cada uno, una opción posible, o una
ayuda para la vida, sino una necesidad y una obligación. La solidaridad,
DKRUDHQERFDGHPXFKRVHVXQDYLUWXGTXHQRVHQVHxDDLQWHUHVDUQRVSRU
ODDWHQFLyQDORVGHPiVSDUWLFXODUPHQWHORVPiVQHFHVLWDGRV\HVXQKiELWR
de particular belleza, pero no está entendida de forma adecuada en nuestros
días.
En una sociedad fuertemente individualista, es lógico que ella aparezca
DOFDERGHXQFLHUWRWLHPSRSDUDFXEULUODVGH¿FLHQFLDVGHOVLVWHPD3HUR
ODFXHVWLyQHVWiHQTXHODVRFLHGDGQRHVDOJRDORTXHVLPSOHPHQWHKD\D
que atender con una virtud añadida, por importante que sea, sino que –en
SULPHUOXJDU\FRPRTXHGDGLFKR±HVXQDnecesidad y una obligación, y es
la conciencia de ello la que debe ser despertada antes de pasar a cualquier
aprendizaje virtuoso.
(QHOKRPEUHH[LVWHQLQFOLQDFLRQHVSDUWLFXODUHVGHODVTXHSXHGHSUHV
cindir, pero éste no es el caso de la socialidad1DGLHSXHGHVHUKXPDQRD
HVSDOGDVGHHOOD$KRUDELHQHOVHUKXPDQRHVDTXHOTXHQRSXHGHFDPELDU
lo necesario, pero sí renunciar a ello y, al tiempo, a la propia vida. Por ello,
HQHOKRPEUHODQHFHVLGDGVHSUHVHQWDHQIRUPDGHdeber KDFHURGHEHUGH
MDUKDFHU6RQODVREOLJDFLRQHV
Antes incluso de cualquier referencia religiosa, la sociedad es una
obligación moral para él. Si no acepta esa responsabilidad –respuesta libre
DODQHFHVLGDGLQHOXGLEOH±VHGDxDJUDYHPHQWHHQFXDQWRVHUKXPDQRSRU
70
LÓGICA Y SISTEMÁTICA DE LA SOCIEDAD CIVIL
71
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
72
LÓGICA Y SISTEMÁTICA DE LA SOCIEDAD CIVIL
73
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
74
LÓGICA Y SISTEMÁTICA DE LA SOCIEDAD CIVIL
5. REFLEXIONES FINALES
75
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
76
LÓGICA Y SISTEMÁTICA DE LA SOCIEDAD CIVIL
77
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
78
LÓGICA Y SISTEMÁTICA DE LA SOCIEDAD CIVIL
dan ese barniz de civilidad a una sociedad que realmente pivota sobre la ley
del “rico y poderoso”.
Si el sistema social, o sea, el conjunto de los subsistemas sociales
DKRUDVHxDODGRIXQFLRQDDFHSWDEOHPHQWHELHQHQWRQFHVKD\VRFLHGDGFLYLO
FLYLOL]DGD<VXOyJLFDHVODOyJLFDLQWHUQDGHODUHODFLyQHQWUHHVRVVXEVLVWH
PDVODHFRQRPtDHVGLULJLGDSRUHOGHUHFKRpVWHSRUODSROtWLFD\pVWDSRUOD
ética. Esto es sociedad civil, mientras que un sistema en que la crematística
±´HFRQRPtD´GHODPHUDULTXH]D±PDQHMHDOGHUHFKRODSROtWLFD\ODpWLFD
PXHVWUDODSHRUID]WRGRVORVVXEVLVWHPDVVHGHVYLUW~DQVHGHVQDWXUDOL]DQ
<QRKD\HQHOIRQGRPiVOyJLFDTXHODGHO³SRGHUSXUR´
3RU~OWLPRODYLGDVRFLDOFLYLOTXHHOVLVWHPDMXVWRSURSLFLDVHKDFH
real cuando aparecen las instituciones. La red de instituciones sociales, en
WUDEDMRDUPyQLFRGDHOWRTXHGH¿QLWLYRSDUDODH[LVWHQFLDGHODVRFLHGDGFL
YLO/DVLQVWLWXFLRQHVVRQODVYLUWXGHVSDUWLFXODUHVGHODVRFLHGDGpVWDYLYH
con perfección gracias a ellas.
79
SEGUNDA PARTE
TENDENCIAS INTERPRETATIVAS
SOCIEDAD CIVIL
(175(5(38%/,&$1,602</,%(5$/,602
Fernando INCIARTE
83
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
84
SOCIEDAD CIVIL ENTRE REPUBLICANISMO Y LIBERALISMO
FRLQFLGtDVLQPiVFRQORSROtWLFR/RTXHMXVWL¿FDHOFDOL¿FDWLYRGHLGHDOD
esa separación propia del republicanismo, es que, gracias a ella, los ciuda
danos podían así mantener su independencia con respecto a cualquier tipo
de presión proveniente de intereses particulares. En términos generales,
UHSXEOLFDQLVPR VLJQL¿FD HQ HIHFWR DXWRJRELHUQR GH FLXGDGDQRV LJXDOHV
que en su gestión política ponen la causa común por encima de tales inte
reses particulares. En vez de “causa común” se podría decir también “bien
común”.
Es evidente que ciudadanos cuyas necesidades particulares aún no es
tán cubiertas, o son de algún modo precarias, están en peligro de sucumbir
DSUHVLRQHVGHWRGRWLSRSDUDPHMRUDUVXVLWXDFLyQ<HVHYLGHQWHWDPELpQ
que el modo de eliminar ese peligro es el de contar con una salida base eco
nómica por parte de los ciudadanos. Eso se consigue mediante el sistema
GHXQDHFRQRPtDEDVDGDHQODKDFLHQGDIDPLOLDU(VHOVLVWHPDHFRQyPLFR
SURSLRGHOUHSXEOLFDQLVPR+R\HQGtDHVHVLVWHPDHVLQFRQFHELEOHSRUOR
menos en las sociedades desarrolladas. Pero ese es el sistema imperante
HQOD$WHQDVGHODpSRFDSUHFOiVLFD\FOiVLFDHQOD5HS~EOLFDURPDQD\
para poner un ejemplo totalmente distinto, en el México anterior a las re
voluciones de nuestro siglo. Lo inconcebible e incluso intolerable de ese
VLVWHPDSDUDKR\YHQtDGHODVXMHFLyQDTXHVHYHtDVRPHWLGDHQpOODPD\RU
SDUWHGHODSREODFLyQFRQUHVSHFWRDORVFLXGDGDQRV3DUDHPSH]DUSRUDKt
los ciudadanos eran todos ellos masculinos, lo cual quiere decir que a la
sujeción indicada estaban sometidas de entrada todas las mujeres, a las que
OHVHVWDEDYHGDGDWRGDDFWLYLGDGS~EOLFDRSROtWLFD(QHVWHSXQWRQRKDEtD
diferencia ni entre las matronas y las esclavas o siervas por una parte ni
entre los menores de edad y los esclavos o siervos masculinos por otra.
El cuadro que resulta de esta somera descripción, puede parecernos
KR\ GtD LQWROHUDEOH GHVGH HO SXQWR GH YLVWD GH OD WHRUtD SROtWLFD 6LQ HP
bargo, es el cuadro que se desprende de la primera teoría política, de la que
de un modo o de otro derivan, aunque en algunos casos no sea más que por
LQYHUVLyQ WRGDV ODV WHRUtDV SROtWLFDV SRVWHULRUHV &RQ HVWR QR PH UH¿HUR
WDQWRDODWHRUtDGHODUFKLUHSXEOLFDQR3ODWyQFRPRDODGHVXGLVFtSXOR$ULV
WyWHOHV(VLQWHUHVDQWH¿MDUVHHQODVGLIHUHQFLDV\VHPHMDQ]DVHQWUHHVWRVGRV
pensadores en la cuestión que nos ocupa.
Ambos coinciden en la neta separación entre la economía –como lo
privado por excelencia– y la política –como lo público sin más–. Pero el
modo de llevar a cabo esta separación es muy diferente en uno y en otro.
En Aristóteles la separación se lleva a cabo, podríamos decir, de un modo
funcional; en Platón, en cambio, se lleva a cabo de un modo personal. Esto
85
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
TXLHUHGHFLUORVLJXLHQWHHQODYLVLyQGH$ULVWyWHOHVKDEtDXQDSHUVRQDR
tipo de persona (y sólo ésa) que pertenecía a las dos esferas, la privada y
ODS~EOLFDODHFRQyPLFDIDPLOLDU\ODSROtWLFD\HVDSHUVRQDHUDHOFDEH]D
de familia, el pater familias. Sólo él podía cruzar el umbral que separaba
ambas esferas y efectuar así alternativamente las actividades públicas y las
SULYDGDV<VyORVLHOpater familiasFRQWDEDFRQHOUHVSDOGRWDQWRHFRQy
PLFRFRPRHPRFLRQDOGHXQDVyOLGDKDFLHQGDIDPLOLDUSRGtD]DIDUVHGHWRGD
presión en la esfera pública y mantener su punto de vista independiente en
las deliberaciones de la asamblea política.
3ODWyQHUDDODYH]PiVXWySLFR\PiVUHDOLVWDTXH$ULVWyWHOHVDOUHV
pecto. Su utopismo y su realismo venían, sin embargo, dictados por el mis
mo deseo de mantener netamente separadas la esfera de lo público y la de
lo privado –sin instancias intermedias entre política y economía que, como
la llamada sociedad civil, pudieran borrar las fronteras entre una y otra–. El
carácter utópico de la concepción platónica es bien conocido. Pero, ¿en qué
consiste el mayor realismo de la misma que la de Aristóteles? Supuesto,
primero, que la separación de esferas sea de vida y muerte para el repu
blicanismo y, segundo, que el republicanismo sea efectivamente un ideal
que alcanzar y salvaguardar en lo posible, la construcción de Aristóteles no
TXHGDSRVLEOHPHQWHDVHJXUDGD3RUTXH¢TXLpQJDUDQWL]DTXHODKDFLHQGD
QRYD\DDSDVDUSRUFULVLVTXHKDJDQÀDTXHDUODLQWHJULGDGGHVXFDEH]D
cuando se trate de atender, como en la asamblea política, más al bien co
P~QTXHDOSDUWLFXODU"<DXQIXHUDGHPRPHQWRVGHFULVLV¢TXLpQDVHJXUD
que la matrona de la casa que vamos a suponer más dada a la pleonexía, al
prurito del ilimitado más y más, no termine con característica insistencia
SRULQÀXLUHQVXSDWUyQSDUDFRQVHJXLUYHQWDMDVSDUDVXKDFLHQGDLQMXVWL
¿FDGDVGHVGHHOSXQWRGHYLVWDGHOELHQFRP~Q"/DVXSRVLFLyQQRHVPX\
KDODJHxDSDUDHOOODPDGRVH[RGpELOSHURQRKD\TXHROYLGDUTXHHOGHO
republicanismo es un ideal marcadamente masculino. Para él, lo que Ma
quiavelo llamaría “effeminazzione” es uno de los mayores peligros para la
causa pública, y ese peligro abarca todo lo que, como la pérdida del sentido
de la sobriedad, pueda debilitar los resortes de virtud cívica necesarios para
defender la comunidad, si es preciso, con las armas en la mano.
'HDKtHOUDGLFDOLVPRGHODVROXFLyQSODWyQLFD3ODWyQQRVH¿DEDGH
ODERQGDGGHODQDWXUDOH]DKXPDQD\PHQRVGHODGHODVPXMHUHV3RUHVR
LQWHQWDLJXDODUODVHQVXFRPSRUWDPLHQWRHQORSRVLEOHDOGHORVKRPEUHV6H
SRGUtDGHFLUTXHODVHPDQFLSDVLQPiVPLUDPLHQWRVHOLPLQDQGRGRVFRVDV
primero, la familia y de ese modo, segundo, también la propiedad privada,
HVGHFLUODHFRQRPtD3HURKD\TXHWHQHUHQFXHQWDTXHWDOHOLPLQDFLyQGR
EOHVHUH¿HUHVyORDODFODVHGHORVGLULJHQWHVSROtWLFRV\DODGHORVJXHUUHURV
86
SOCIEDAD CIVIL ENTRE REPUBLICANISMO Y LIBERALISMO
87
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
VHKDEtDOOHJDGRDXQDFODUDGLVWLQFLyQHQWUHHVWDGR\VRFLHGDG+DEtDHQ2FFL
GHQWHVtXQDFODUDGLVWLQFLyQHQWUH,JOHVLDH,PSHULRSHURHVRPLVPRVLJQL¿
caba entonces que el poder coercitivo no estaba aún monopolizado. Además,
los gobernantes en la Edad Media –reyes y emperadores– no se consideraban
en posesión de un poder legislativo omnímodo. Más que crear la ley, lo que
KDFtDQHUDDSOLFDUXQDUHDORVXSXHVWDOH\VXSHULRUVHOODPHOH\HWHUQDROH\
QDWXUDO1RKDEtDHQWRQFHVSXHVQLXQHVWDGRVREHUDQRKDFLDGHQWUR±IUHQWHD
VXVV~EGLWRV±QLXQHVWDGRVREHUDQRKDFLDDIXHUD±IUHQWHDRWURVHVWDGRV±6LQ
HPEDUJR\DHQOD%DMD(GDG0HGLDVHHPSLH]DDKDFHUQRWDUHOFOLPDTXHGHV
pués conduciría en el caso más extremo al estado absoluto, y así también, bajo
su sombra, a los orígenes del liberalismo y, a la vez, del concepto moderno
GHVRFLHGDGFLYLO&RPRHOWHPDHVFRPSOHMRYR\DHPSH]DUFRQXQKHFKR
KLVWyULFRPX\GHWHUPLQDGR0HUH¿HURDOSUREOHPDGHORVMXGtRVFRQYHUVRV
en la época de Don Álvaro de Luna. El episodio en el que me voy a centrar
tiene la ventaja para nosotros de poner de relieve la transición de una actitud
preponderantemente republicana a una preponderantemente no republicana;
por decirlo así, absolutista en ciernes y liberal también en ciernes. Como toda
transición ofrece un carácter más bien ambivalente. Pero tales ambivalencias
son características también de la sociedad civil.
(OHSLVRGLRRHOKHFKRVHHQFXHQWUDQDUUDGRHQOD&UyQLFDGHO$OFRQHUR
GH-XDQ,,<RVyORORFRQR]FRDWUDYpVGHODQiOLVLVTXHGHpOKDFH%HQ]LRQ
1HWDQ\DKXHQHO~OWLPRGHVXVOLEURVVREUHORVPDUUDQRV3. Con referencia a
GLFKDFUyQLFD1HWDQ\DKXHVFULEHORVQREOHVGH&DVWLOOD
³WROG WKH .LQJ WKDW WKH KLJK RIILFLDOV EHIRUH WKH\ PHHW WKH .LQJ LQ
&RXQFLOµJRWR$OYDUR¶VSODFHRIORGJLQJDQGJHWDIHHOLQJRIZKDWKHZDQWV¶
VRDVWRNQRZZKDWSRVLWLRQVWRWDNHLQWKHLVVXHVWREHGLVFXVVHG´4.
88
SOCIEDAD CIVIL ENTRE REPUBLICANISMO Y LIBERALISMO
FRQYHUVRVFRPSOHWDPHQWHQDWXUDO<GHVGHXQSXQWRGHYLVWDQRUHSXEOLFD
no, evidentemente lo es7. Bajo punto de vista no republicano entiendo aquí
WDQWRHOGHXQLQFLSLHQWHDEVROXWLVPREDVDGRHQXQDEXURFUDFLDH¿FLHQWH
como el de un incipiente liberalismo, para el que la existencia de partidos
SROtWLFRVDQWDJyQLFRV±DOUHYpVTXHHOUHSXEOLFDQLVPRTXHORVUHFKD]DUtD
como meras facciones– es perfectamente natural. Bien es verdad que los
judíos conversos del Consejo actuaban más como burócratas, es decir como
funcionarios de un estado incipiente, que como funcionarios de un partido
político a caballo entre la esfera pública y la privada. Pero a los ojos de
los nobles republicanos tales matices no existían; como tampoco existía o
debería existir para ellos tal esfera intermedia.
0iV D~Q TXH OD DOWD EXURFUDFLD GH ORV FRQYHUVRV OR TXH 1HWDQ\DKX
llama la alta aristocracia –es decir, la alta clase– ciudadana puede ser con
siderado como un incipiente auténtico partido político y como parte inte
JUDQWHGHODVRFLHGDGFLYLOPHGLHYDOSHUR\DHQFDPLQRKDFLDODVRFLHGDG
burguesa –y más tarde liberal– de la Edad Moderna8. La diferencia entre la
sociedad civil medieval y la moderna reside en que la primera desempeña
EDGHDQWHPDQRXQDIXQFLyQQRVyORS~EOLFD±SRUHMHPSORGHFRQ¿JXUD
7. ³%XWLIZHH[DPLQHWKHFRQWHQWVLIWKLVFKDUJHZHFDQVHHWKDWLWWRRKHOGQRZDWHU:KDWLW
SRLQWHGRXWZDVWKHRUGLQDU\UHODWLRQVKLSWKDWH[LVWVLQPRVWJRYHUQPHQWVEHWZHHQWKHFKLHIPLQLVWHU
DQGWKHKLJKHVWRIILFLDOVRIWKHYDULRXVGHSDUWPHQWV6XFKRIILFLDOVDUHFRPPRQO\EULHIHGRQWKHSR
OLFHVVXSSRUWHGE\WKHKHDGRIWKHDGPLQLVWUDWLRQ7KHIDFWVZKLFKZHUHGHQRXQFHGE\WKHQREOHV
WKHUHIRUHZHUHFRPPRQWRDOOPRQDUFKLHVJRYHUQHGZLWKHIILFLHQF\´Op. cit., p. 240.
8. ´WKHDSSRLQWPHQWRIFRQYHUVRVWRWKH5R\DO&RXQFLODQGWKHKLJKRIILFHVRIWKHFHQWUDODG
PLQLVWUDWLRQURXVHGWKHRSSRVLWLRQRIDQRWKHUVRFLDOHQWLW\7KLVZDVWKHXUEDQXSSHUDULVWRFUDF\
7KH\EHJDQWKHLUSUHVVXUHE\UHTXHVWLQJWKHNLQJWKDWDQXPEHURI³FLWL]HQV´ciudadanos) be in
FOXHGHQWKH5R\DO&RXQFLO:KDWWKHFLWLHVVRXJKWZDVKLJKHUVWDWXVnot for some commoners dis-
tinguished as jurists, but for their recognised leader...” (op. cit., p. 243 ss, el último subrayado mío).
En el sentido de las palabras subrayadas por mí, los representantes de las ciudades se consideraban
a sí mismos claramente más como ciudadanos republicanos que como burgueses liberales, de modo
semejante a los nobles; pero en cuanto grupo compacto frente a éstos, no correspondían al modelo
LGHDOUHSXEOLFDQR(VWRVHSXHGHGHGXFLUWDPELpQGHODVLJXLHQWHREVHUYDFLyQGH1HWDQ\DKX³7R
WKHEXUJKHUVWKHFRQIOLFWZLWKWKHFRQYHUVRVZDVDVWUXJJOHIRUERWKVRFLDODQGSROLWLFDOVXSHULRULW\
ZKLFKZDVQRWWKHFDVHZLWKWKHQRELOLW\DQGLWZDVDOVRDVWUXJJOHIRUWKHLUVHFXULW\ZKHUHLQWKH\
DOVRGLIIHUHGIURPWKHQREOHVFor when the latter lost their offices at Court, they still had their for-
tresses and their armies to rely on, but when the Old Christians lost their office in the cities, they had
nothing to fall back on” (p. 248). La del funcionario, sea de un partido o de un estado, es una figura
opuesta a la concepción republicana. El republicano tiene que tener en su economía familiar un
respaldo suficiente para retirarse de la vida pública cuando ya no se le necesite –como en el caso de
Cincinnatus– o cuando él lo crea necesario para no perder su dignidad. Naturalmente, también aquí
el radicalismo de Platón le lleva a desviarse algo de la norma republicana. La norma republicana,
por ejemplo, en relación con el sistema militar es que el republicanismo abogue no, claro está, por
el ejército de mercenarios, pero tampoco por un ejército permanente, sea o no profesional, sino por
la milicia cívica. En Platón la situación es diferente. En él, el caso de Cincinnatus no podría darse
en principio.
89
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
90
SOCIEDAD CIVIL ENTRE REPUBLICANISMO Y LIBERALISMO
2. INTERLUDIO METÓDICO
1DWXUDOPHQWHHQWRGDVHVWDVFXHVWLRQHVPXFKRGHSHQGHGHFRPRVH
SRQJDQORVDFHQWRV/DUHDOLGDGVLHPSUHHVPiVFRPSOHMDTXHODVFRQFHS
WXDOL]DFLRQHVVHDQFLHQWt¿FDVRFRWLGLDQDVFRQODVTXHLQWHQWDPRVRULHQWDUQRV
HQHOOD6HKDOOHJDGRDGHFLU10 que la distinción entre estado y sociedad es
insoslayable y que por tanto existía también en la Grecia clásica. Según
HVWDRWUDFRQFHSFLyQODVRFLHGDGHUDHOFRQMXQWRGHODVFDVDVKDFLHQGDGH
los oikoi, claramente diferenciado de la esfera política que en este caso
KDUtDHQWRQFHVGHHVWDGR(VXQPRGRSRVLEOHGHYHUODVFRVDV3HURWLHQHOD
desventaja de sugerir una diferenciación de la esfera pública a la que ni en
tonces ni en la Edad Media11VHKDEtDOOHJDGRSRUORPHQRVQRHQHOPLVPR
grado de complejidad al que se llegó en la Edad Moderna o en otro grado
PD\RUD~QVHKDOOHJDGRHQODDFWXDOLGDG(VSUHFLVDPHQWHSRUHVWH~OWLPR
\SRUDKRUDPi[LPRJUDGRGHFRPSOHMLGDGSRUORTXH/XKPDQQUHFKD]DGH
SODQRHOFRQFHSWRGHVRFLHGDGFLYLODSOLFDGRDOPXQGRSUHVHQWH+R\GtDQR
KD\OXJDUQLSDUDXQDVRFLHGDGFLYLOTXHFRPRHQOD(GDG0HGLDHQJOREDUD
WRGRHOFDPSRGHORS~EOLFR±ORS~EOLFRVHKDKHFKRGHPDVLDGRFRPSOHMR
ya no coincide con lo político– ni para una sociedad civil que como en la
época de la Aufklärung se enfrentara más o menos solapadamente12 con el
SRGHUSROtWLFRGHWHQWDGRSRUHOHVWDGRODPLVPDGLIHUHQFLDFLyQGHORS~EOL
FRKDFHVXSHUÀXRVWDOHVHQIUHQWDPLHQWRV
/D VLWXDFLyQ DFWXDO WDO \ FRPR VH KD YHQLGR IUDJXDQGR OR ODUJR GH
ORV~OWLPRVVLJORV\FRPR/XKPDQQODLQWHQWDFRQFHSWXDOL]DUHVFRPSOHMD
también desde el punto de vista conceptual. Por una parte, diferenciación
implica encapsulamiento de los diversos sistemas incluido el de la ciencia
(una de cuyas manifestaciones puede ser esta misma contribución). En un
mundo republicano la ciencia trata de la realidad sin mas. Pero cuando la
UHDOLGDGVHKDFHFDGDYH]PiVFRPSOHMDODFLHQFLDWLHQGHDHQFHUUDUVHHQ
si misma y a tratar no de la realidad sin más sino de ella misma. (Si esta
FRQWULEXFLyQSXHGHDVSLUDUDWHQHUXQDYLJHQFLDFLHQWt¿FDQRHVSRUTXHGLJD
o pretenda decir cómo están o estuvieran las cosas en relación con el fe
nómeno del republicanismo y el de la sociedad civil sino porque tiene en
FXHQWDHQPD\RURPHQRUPHGLGDORTXHVHKDHVFULWRVREUHHVRVIHQyPHQRV
91
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
13. Siguiendo no sólo las conceptualizaciones de Platón y de Aristóteles sino también, más o
PHQRVILHOPHQWHORVWUDEDMRVGH+DQQD$UHQGW
14. 8QRGHORVPHGLRVFRQFHSWXDOHVSDUDKDFHUORVHUtDUHFXUULHQGRDODDVtOODPDGDGLVWLQFLyQGH
razón cum fundamento in re –a caballo entre el puro constructivismo y al realismo ingenuo basado
en la idea de una relación isomórfica entre la realidad y nuestros conceptos (conocimiento como
FRSLDRGXSOLFDGRGHODUHDOLGDG/XKPDQQPLVPRRSWDDELHUWDPHQWHSRUHOFRQVWUXFWLYLVPR
92
SOCIEDAD CIVIL ENTRE REPUBLICANISMO Y LIBERALISMO
93
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
94
SOCIEDAD CIVIL ENTRE REPUBLICANISMO Y LIBERALISMO
95
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
HQORVPLVPRV(VWDGRV8QLGRVGRQGHKDVXUJLGRHOPRGHORLQLJXDODGRGH
XQDVRFLHGDGGHPDVDVHVUD]yQPiVTXHVX¿FLHQWHSDUDFRQ¿UPDUODHQVX
convicción de que la economización mercantilista de la política, unida a la
despolitización absolutista de las elites, aristocráticas o no, así como a la
FRQVLJXLHQWHVRFLDOL]DFLyQUHYROXFLRQDULDRQRGHODYLGDSULYDGDKDQFRQ
tribuido a viciar por igual lo público y lo privado, política y familia en am
bas partes del Atlántico. Causa y efecto de la corrupción de ambas esferas
VHUtDHQHVWDVFRQGLFLRQHVODVRFLHGDGHQWLHUUDGHQDGLH³ORVRFLDO´SDUD
Arendt (no del todo correctamente) la societas civilis medieval anterior, no
menos que la moderna posterior, a la segregación y el enfrentamiento de
estado y sociedad.
&XDQGRGXUDQWHODSDFt¿FDUHYROXFLyQGHVHYROYLyDKDEODUGH
VRFLHGDGFLYLOHUDSRULQÀXHQFLDGHORVSDtVHVGHOD(XURSDFHQWURULHQWDO
6RFLHGDGFLYLOVLJQL¿FDEDDKtDOJRRSXHVWRDORSUHVRUHVWDGRFRPXQLVWD(Q
esto era de corte más liberal que republicano, aunque la ausencia de inte
reses económicos por parte de los llamados foros republicanos les dieran,
HQHIHFWRXQFDUiFWHUPiVUHSXEOLFDQRTXHOLEHUDO0LHQWUDVWDQWR\DKDFtD
WLHPSRVHKDEtDGLVWLQJXLGRHQWUHVRFLHGDGFLYLO\VRFLHGDGSROtWLFDDXQTXH
bajo la terminología de état civile y état politique que Montesquieu tomó
del napolitano Gravina (lo stato civile y lo stato politico). En ambos la dis
WLQFLyQVHEDVDHQODGLVWLQFLyQMXUtGLFDHQWUHGHUHFKRFLYLO\GHUHFKRSXEOL
co. El primero regula las relaciones entre los miembros de la sociedad entre
VtHOVHJXQGRODVUHODFLRQHVHQWUHORVJREHUQDQWHV\ORVJREHUQDGRV(OKH
FKRGHTXHHQORVSDtVHVFHQWURHVWHHXURSHRVVHKDEODUDGHVRFLHGDGFLYLO\
no de sociedad política indica que la sociedad civil reclamada entonces en
ellos no pretendió desarrollar actividades políticas, dada la tiranía estatal,
aunque no está excluido que la elección del término obedeciera en buena
parte a razones tácticas. En este caso, la comparación con la sociedad civil
tal y como se entendía en el Antiguo Régimen, y más concretamente en la
)UDQFLDDEVROXWLVWDHVWDUtDD~QPDVMXVWL¿FDGD/RTXHHQHODEVROXWLVPR
es ya casi imposible –el desarrollo de una actividad política al margen del
estado– en el totalitarismo está excluido a limine. En uno y otro caso, los
individuos, al reclamar una sociedad civil, no reclaman directamente dere
FKRVSROtWLFRVVLQRVyORGHUHFKRVFtYLFRVSHURVLLQGLUHFWDPHQWH(VDHVOD
YHUWLHQWHGHKLSRFUHVtDSURSLRGHODsocietas civilis moderna estudiada por
96
SOCIEDAD CIVIL ENTRE REPUBLICANISMO Y LIBERALISMO
15. Cfr. R. KOSELLEK, Kritik und Krise. Zur Pathogenese der modernen Gesellschaften,
)UHLEXUJ0QFKHQKD\WUDGXFFLyQDOLQJOpVHQOD0,73UHVVGH
97
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
98
SOCIEDAD CIVIL ENTRE REPUBLICANISMO Y LIBERALISMO
WLHQHVHQWLGRPLHQWUDVTXHHOUHFKD]RGHODLGHDGHGHUHFKRVQDWXUDOHVSRU
parte de Rousseau sí lo tiene.
(QQXHVWUDpSRFDPiVD~QWDOYH]TXHHQHOUHFXUVRDORVGHUHFKRVKX
manos, las corrientes republicanas se suelen manifestar en las diversas for
mas de oposición antiparlamentaria. Esto es lógico dado el carácter liberal
GHXQSDUODPHQWRGLYLGLGRHQSDUWLGRV<ODFRQH[LyQFRQHOUHSXEOLFDQLVPR
por parte de estos fenómenos –que podríamos resumir bajo la rúbrica única
GHGHVREHGLHQFLDFLYLO±VHPDQL¿HVWDHQHOUHFRQRFLPLHQWRGHTXHQRSXHGH
KDEHUXQGHUHFKROHJDODODGHVREHGLHQFLDFLYLOHVRHTXLYDOGUtDDOHJDOL]DU
la ilegalidad. El camino para evitar la contradicción pasa por la distinción
entre legalidad y legitimidad. Sintomáticamente aquí los abogados de la
desobediencia civil se dan la mano con un crítico tan radical del parlamen
WDULVPR\HOOLEHUDOLVPRFRPR&DUO6FKPLWW17. Esos mismos abogados, en
FXDQWRTXHLQWHJUDQHQVXVWHRUtDVHOWHPDGHORVGHUHFKRVIXQGDPHQWDOHV
QR SXHGHQ VHU FDOL¿FDGRV VLQ HPEDUJR GH UHSXEOLFDQRV R GH UDGLFDOHV
de partidarios de una democracia o democratización ilimitada18) sin más.
(QHVWRVHGLIHUHQFLDQDO¿Q\DOFDERGHOUHSXEOLFDQLVPR\GHPRFUDWLVPR
extremo y uniforme de Rousseau. La posición de tales abogados, que lo son
DODYH]GHODVRFLHGDGFLYLOKR\VHSRGUtDFDUDFWHUL]DUFRPRLQWHUPHGLD
HQWUHHOUHSXEOLFDQLVPRGH5RXVVHDX\HOOLEHUDOLVPRGHORVGHUHFKRVFLYL
OHV1RSRUFDVXDOLGDGHVRVDXWRUHV±DGLIHUHQFLDGH/XKPDQQ±FRQVLGHUDQ
WDPELpQ KR\ GtD YLDEOH OD LGHD GH VRFLHGDG FLYLO 8WLOL]DQGR XQ WpUPLQR
GH0LFKDHO:DO]HUVHSRGUtDFDUDFWHUL]DUVXSRVLFLyQFRPRXQUDGLFDOLV
mo autolimitado. El radicalismo autolimitado cuenta con la existencia de
minorías disidentes en el marco de un estado. En él se trata, pues, de una
república pluricultural y pluriideológica distinta ya sólo por eso del ideal
clásico de republicanismo y comparable en cierto modo a la societas civi-
lis del imperio medieval cristiano, la cual no sólo incluía, a diferencia del
estado–nación, diversas naciones cristianas, sino que protegía en princi
pio minorías como la de los judíos. Pues bien, el radicalismo autolimitado
trata de ayudar a la integración de esas minorías desarrollando una teoría
de la desobediencia civil. Mediante el recurso a la distinción de legalidad
y legitimidad, la teoría de la desobediencia civil propia del radicalismo
autolimitado se dirige contra las leyes, también contra las leyes fundamen
17. ³&LYLOGLVREHGLHQFHE\LWVYHU\QDWXUHSRVHVWKHTXHVWLRQRIWKHGHJUHHDQGNLQGVRIOHJL
WLPDWHFLWL]HQSDUWLFLSDWLRQLQSROLWLFDOOLIH±DTXHVWLRQDWWKHKHDUWRIGHPRFUDWLFWKHRU\´&OHEN y
ARATO, op. cit., p. 569)
18. ³«FLYLOGLVREHGLHQFHLQHDFKFDVHWHVWVWKHGHJUHHWRZKLFKFRQVWLWXWLRQDOGHPRFUDFLHVDUH
OLEHUDOWKDWLVWKHGHJUHHWRZKLFKWKH\WDNHULJKWVVHULRXVO\´ibidem).
99
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
19. (VWHHVXQRGHORVSXQWRVHQORVTXHKD\TXHGLVWLQJXLUHQWUH³UHSXEOLFDQLVPR´\³FRPXQL
tarismo”.
20. Cfr. COHEN/ARATO, op. cit.SS
100
SOCIEDAD CIVIL ENTRE REPUBLICANISMO Y LIBERALISMO
101
LA NOCIÓN DE SOCIEDAD CIVIL
EN LA FILOSOFÍA DEL DERECHO'(+(*(/
Renato CRISTI
+HJHOHVFRQVLGHUDGRFRPRHOSULPHU¿OyVRIRTXHGLVWLQJXHVLVWHPi
ticamente entre la sociedad civil y el Estado. De este modo rompe con la
tradición que fusiona estas dos nociones y que se extiende desde Aristóteles
a Kant. En esa tradición, el Estado no establecía un monopolio sobre lo po
lítico y la sociedad civil no se consideraba a sí misma como un puro orden
VRFLDOFI5LHGHO1/DVRFLHGDGFLYLOKHJHOLDQDSODQWHDGDFRPR
una entidad distinta y separada del Estado, reclama un status relativamente
DXWyQRPR'HPRGRVLPLODUHO(VWDGRKHJHOLDQRVHSDUDGRGHODVRFLHGDG
FLYLO\GH¿QLGRSRUXQDFRQVWLWXFLyQPRQiUTXLFDWDPELpQUHFODPDLQGH
pendencia y autonomía. Esta separación entre lo social y lo estatal coincide
con la pretensión del liberalismo clásico de alcanzar la reconciliación de
estos dos ámbitos, manteniéndolos, sin embargo, estrictamente separados.
(QFRQWUDVWHFRQOD¿ORVRItDWUDGLFLRQDOHOOLEHUDOLVPRFOiVLFRQRVXERUGLQD
la sociedad civil al Estado; y en contraste con el liberalismo reformado del
siglo XX, tampoco subordina el Estado a la sociedad civil.
$SDUWLUGHOWpUPLQRGHOD6HJXQGD*XHUUD0XQGLDOKDKDELGRXQHV
IXHU]RFRQFHUWDGRSDUDFHUWL¿FDUODVFUHGHQFLDOHVOLEHUDOHVGH+HJHO\DFHQ
1. Manfred Riedel afirma que esta distinción aparece por primera vez en su Filosofía del de-
recho+HJHOHPSOHDRFDVLRQDOPHQWHHOWpUPLQR³VRFLHGDGFLYLO´HQVXVSULPHURVHVFULWRVSHURQR
lo distingue sistemáticamente del estado político. RIEDEL, Studien zu Hegels Rechtsphilosophie,
p. 154, nota 3.
103
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
WXDUORTXHORVHSDUDGHOWRWDOLWDULVPRFI$YLQHUL3HOF]\QVNL
3RUXQDSDUWHVHKDVHxDODGRTXHODQRFLyQTXH+HJHOWLHQHGHVRFLHGDG
civil incluye un orden generado de modo espontáneo por el mercado. Nada
puede estar más alejado del totalitarismo que las sociedades que permiten
HOGHVDUUROOROLEUHGHOPHUFDGR3RURWUDSDUWHUHFLHQWHPHQWHVHKDDxDGLGR
DODGHIHQVDGH+HJHOFRPR¿OyVRIROLEHUDOORTXHVHGHQRPLQDHO³civil
society argument´6HKDGLFKRGHpOTXHHV³HOSULPHUR\HOTXHPiVp[LWR
KDWHQLGRHQGHVDUUROODUXQDWHRUtDGHODVRFLHGDGFLYLOFRPRXQRUGHQVRFLDO
FRPSOHMR\GLIHUHQFLDGR´$UDWR(VWDYLVLyQDVLPLODODFRQFHS
FLyQKHJHOLDQDGHODVRFLHGDGFLYLODXQDUHGFRUSRUDWLYDGHDVRFLDFLRQHV
intermedias donde los individuos pueden aprender las virtudes cívicas y la
cooperación. Sin duda, este tipo de integración social también minimiza los
SHOLJURVGHXQHVWDWLVPRWRWDOLWDULR$UDWRFI6PLWK2.
La preferencia por un modo de integración social, generado por el
RUGHQHVSRQWiQHRGHOPHUFDGRRSRUODDFWLYLGDGGHDVRFLDFLRQHVLQWHUPH
GLDVKDVLGRHOHOHPHQWRFODYHGHODGHIHQVDGHXQ+HJHOOLEHUDO$XQTXH
QDGLHGLVFXWHTXH+HJHOWDPELpQDFHSWDXQPRGRGHLQWHJUDFLyQHVWDWDO±OD
HOHYDGDSUHVHQFLDGHVX(VWDGRpWLFRQRHVIiFLOPHQWHHOXGLEOH±ODGLVWLQ
ción que introduce entre el Estado y la sociedad civil asegura un espacio de
autonomía para un momento puramente social tanto corporativista como
mercantil.
(VWDGHIHQVDGH+HJHOFRPRXQ¿OyVRIROLEHUDOQRGLVFLHUQHHQWUHOR
FRUSRUDWLYR\ORPHUFDQWLO1RWRPDHQFXHQWDHOKHFKRGHTXHODFRPSH
WHQFLD HJRtVWD \ HO FRQÀLFWR GLVFHUQLEOH HQ VX FRQFHSFLyQ GH OD VRFLHGDG
FLYLOIUXVWUDODRSHUDWLYLGDGGHXQRUGHQSXUDPHQWHVRFLDO+HJHOHQWLHQGH
a la sociedad civil como un sistema de necesidades inicialmente gobernado
por lo que él llama “principio de particularidad” (§ 182)3. Este principio
centrífugo reemplaza a la familia solidaria, permite que los individuos sa
WLVIDJDQVXDUELWUDULHGDGFRQWLQJHQWH\VXFDSULFKRVXEMHWLYR\ORV
VXPHUJHHQXQHVWDGRGHQDWXUDOH]DUHVLGXDO&RPRHQ+REEHVHO
DUJXPHQWRGH+HJHOFREUDIXHU]DHQODGHVLQWHJUDFLyQVRFLDOTXHSHUPLWH
2. El denominado “civil society argument” favorece lo societario como opuesto a las formas
GHLQWHJUDFLyQHVWDWDOHV(OSULPHURKDVLGRLPSXWDGRDORVLQWHOHFWXDOHVGH(XURSDFHQWUDO\GHO
HVWHFX\DGLVLGHQFLDFRPRKDVLGRDTXtLQWHUSUHWDGRKDFRQWULEXLGRDFUHDUQXHYDVGHPRFUDFLDV
Su propuesta es reconstruir las redes societarias autónomas (asociaciones, iglesias, barrios, parti
dos políticos) desmantelados por el estatismo de la Unión Soviética. WALZER³7KH&LYLO6RFLHW\
Argument”.
3. Todas las citas a la Filosofía del derechoGH+HJHOHVWiQWRPDGDVGHODWUDGXFFLyQGH-XDQ
/XLV9HUPDO+EGEL, Principios de la Filosofía del Derecho o Derecho Natural y Ciencia Política.
104
LA NOCIÓN DE SOCIEDAD CIVIL EN LA ),/262)Ë$'(/'(5(&+2 DE HEGEL
105
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
HVWDEOH\HQFRQVHFXHQFLDQRUHVXHOYHQHOSUREOHPDGHODSREUH]DLQKH
rente al sistema de necesidades. Para complementar las funciones de los
(VWDGRVMXGLFLDO\DGPLQLVWUDWLYR+HJHOSURSRQHXQVLVWHPDFRUSRUDWLYLVWD
embrionario cuyo objetivo es la integración social de las clases empresa
ULDOHV/DVFRUSRUDFLRQHVYLVOXPEUDGDVSRU+HJHOQRVRQDXWyQRPDV\SRU
ello su funcionamiento depende de directrices estatales que vienen desde
arriba. Esto no es compatible con el tipo de integración social respaldado
por el “civil society argument´TXHHVTXH+HJHOSURSLDPHQWHWUDWDFXDQGR
analiza la familia.
(OREMHWLYRGHHVWHWUDEDMRHVGHPRVWUDUTXHODFRQFHSFLyQKHJHOLDQD
GHODVRFLHGDGFLYLOGHMDHQFODURTXH+HJHOHVXQ¿OyVRIROLEHUDO\DOD
YH]XQFUtWLFRGHOOLEHUDOLVPR3UXHEDGHVXFRPSURPLVROLEHUDOHVHOUHFR
QRFLPLHQWRTXHpOPLVPRKDFHGHXQRUGHQHVSRQWiQHRRVLVWHPDGHQHFH
VLGDGHV+HJHOREVHUYDFRPRHO³SULQFLSLRGHODSDUWLFXODULGDG´PDQL¿HVWD
las ilimitadas demandas de individuos egoístas. Esa demandas deben pro
seguir su curso sin restricción alguna. Su crítica al liberalismo no niega este
DVSHFWRIXQGDPHQWDOGHOVLVWHPDGHQHFHVLGDGHV6LPSOHPHQWHKDFHQRWDU
que la integración social que genera el orden de mercado espontáneo y que
da origen a clases sociales o Stände conduce a un modo más grave de des
integración social. Ello afecta a algunos actores del mercado que quedan
empantanados en una recalcitrante pobreza. En verdad, el barco de la socie
GDGFLYLOQDXIUDJDHQORVDUUHFLIHVGHODSREUH]DFI:LOOLDPV
3DUDGHIHQGHUVXSRVWXUD+HJHOQRHQWDEODXQDUHIXWDFLyQGHOOLEHUDOLVPR
como un todo, sino sólo argumenta en favor de la necesidad de limitar el
JUDGRGHVXDSOLFDFLyQ3RVWXODDVtXQDHVIHUDGHODDFWLYLGDGKXPDQDTXH
se constituye absolutamente al margen de las fuerzas del mercado. Sólo un
Estado ético puede erigirse sobre la sociedad civil y las especies estatales
instrumentales que ella genera (los Estados judicial y administrativo). El
argumento liberal busca la autonomía de la sociedad civil para proteger al
PHUFDGRGHXQDLQWHUYHQFLyQHVWDWDOLQGHELGD+HJHOFUHHTXHHODUJXPHQWR
liberal debe también enfatizar la autonomía del Estado para prevenir su
manipulación por parte del mercado. Sólo un estado ejecutivo fuerte, forta
OHFLGRDOPRGRKREEHVLDQRSXHGHDGRSWDUXQDSRVWXUDPiVOLEHUDO
106
LA NOCIÓN DE SOCIEDAD CIVIL EN LA ),/262)Ë$'(/'(5(&+2 DE HEGEL
(Q HO SUHOXGLR D OD VHFFLyQ VREUH OD VRFLHGDG FLYLO HO
SULQFLSDODFWRUQRHVQLODSHUVRQDDEVWUDFWDTXHUHFODPDORVGHUHFKRVGH
propiedad, ni un sujeto de deberes morales, ni siquiera el miembro de una
IDPLOLD+HJHOLQWURGXFHDTXtDXQD³SHUVRQDFRQFUHWDTXHHVSDUDVtXQD
¿QDOLGDGSDUWLFXODUHQFXDQWRWRWDOLGDGGHQHFHVLGDGHV\PH]FODGHQHFH
VLGDGQDWXUDO\GHDUELWULR´(VWHVXMHWR~QLFRUHYHVWLGRGHGHUHFKRV
\REOLJDFLRQHVQRSXHGHVHUFRQFHELGRDOLQWHULRUGHODIDPLOLD/RVKLMRVVH
conciben como incapaces de poseer propiedad, y, por lo tanto, no pueden
constituir una persona jurídica (rechtliche) completa (§177). Los padres
tampoco son plenamente autónomos. Las personas casadas renuncian a su
personalidad individual y natural en cuanto casadas y trascienden el punto
de vista contractual. De este modo, sobre el escenario de la sociedad ci
YLO VyOR DFWXDU ORV SURSLHWDULRV \ FRQWUDWDQWHV GHO GHUHFKR DEVWUDFWR TXH
DKRUDDSDUHFHQFRPRSHUVRQDVSULYDGDVFRQFUHWDVSRUWDQGRVXVGHVHRV\
QHFHVLGDGHVVXEMHWLYDV5HSUHVHQWDQORTXH+HJHOOODPDHO³SULQFLSLRGHOD
particularidad” (§186).
Como resultado de la interacción externa (contratos) de esas personas
concretas (propietarios), se genera una “forma de la universalidad” (§182).
Inicialmente, el “principio de la universalidad,” que busca la integración de
LQGLYLGXRVDWRPL]DGRVHVDSHQDVSHUFHSWLEOH&RPSDUDGRSRU+HJHODOD
PDQRLQYLVLEOHGH$GDP6PLWKHVHSULQFLSLRJHQHUDXQRUGHQTXHHVSRQ
táneamente sistematiza los deseos y necesidades egoístas de los individuos
FI$YLQHUL/RVLQGLYLGXRVEXVFDQ\DOFDQ]DQVXVREMHWL
YRVSDUWLFXODUHV\DOKDFHUORFRQWULEX\HQDXWRPiWLFDPHQWHDODVXEVLVWHQ
FLDELHQHVWDU\GHUHFKRVGHWRGRVORVGHPiV (VWHRUGHQ
HVSRQWiQHRRVLVWHPDGHQHFHVLGDGHVDXQTXHDXWRUHJXODGRKDVWDFLHUWR
punto, es intrínsecamente inestable (§185) y necesita ser complementado
SRUXQDRUJDQL]DFLyQH[WHUQD\YLVLEOHXQ(VWDGRTXHVHHOHYHSRUVREUHOD
SDUWLFXODULGDG\³FRPRHOSRGHUTXHULJHVREUHHOOD\FRPRVX¿Q~OWLPR´
(§184). Los crímenes en contra de la propiedad y de la persona deben ser
anulados para que quede garantizada “la total seguridad de la persona y la
propiedad,” y también “la subsistencia y el bienestar del individuo” (§230).
+HJHOOODPDDHVWDIRUPDGHLQWHJUDFLyQHVWDWDO³(VWDGRH[WHUQR´\
lo concibe como un instrumento al servicio de las necesidades individua
107
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
les. Al interior de la sociedad civil, este Estado externo8 es tratado bajo dos
HStJUDIHV³$GPLQLVWUDFLyQGH-XVWLFLD´\³Polizei.”
La interacción de los dos principios básicos de la particularidad y la
universalidad, es el motor que da vida a la sociedad civil9. En un comienzo
ambos principios se encuentran separados y perdidos en la división (§184);
pero eventualmente “el principio de particularidad... pasa a la universa
OLGDG´+HJHODGPLWHTXHHVWDXQLGDGQRSXHGHVHUGHVFULWDFRPR
una “identidad Ética” a causa de “la independencia de ambos principios en
este punto de vista escindido” (§186). Esta independencia determina que
ODV FRQ¿JXUDFLRQHV HVWDWDOHV TXH HQFDUQDQ HO SULQFLSLR GH XQLYHUVDOLGDG
al interior de la sociedad civil, permanezcan siendo agencias puramente
externas. Deben aparecer, por lo tanto, como como meros medios para la
satisfacción de objetivos individuales autónomos.
(O~OWLPRSDUiJUDIRGHHVWHSUHOXGLRDQDOL]DHOGHVWLQR¿QDOGHO
PRYLPLHQWRGHODVRFLHGDGFLYLOHO(VWDGReWLFR$OOtORVSULQFLSLRVGHOD
particularidad y de la universalidad alcanzan su identidad ética. Al interior
de la sociedad civil el punto de vista de la división (Entzweiung) era ne
cesario porque “el espíritu sólo tiene su realidad efectiva si se escinde en
sí mismo” (§187). Sólo superando esa escisión puede el espíritu alcanzar
su existencia objetiva. Este Estado ético es la forma concreta de la univer
salidad que se logra cuando los individuos mismos “determinen su saber,
querer y actuar de modo universal, y se transformen en un miembro de la
cadena que constituye el conjunto” (§187)10. La universalidad concreta de
la eticidad trasciende a la sociedad civil. Representa el ápice del desarrollo
pWLFRKDFLDHOFXDOHVJXLDGDODVRFLHGDGFLYLOFRPRUHVXOWDGRGHXQSURFHVR
formativo (Bildung&RQHO¿QGHFRQYHUWLUVHHQXQLQVWUXPHQWRDSURSLDGR
SDUD HOHYDU DO LQGLYLGXR KDFLD XQD YLGD pWLFD HVWH SURFHVR HGXFDWLYR QR
puede concebirse como instrucción externa, sobreañadida a la naturaleza.
La noción de un estado de inocencia rousseauniano, de una candidez de las
costumbres, es totalmente incorrecta. Si así fuera, la educación debería ser
8. Por el contrario, Williams identifica el Estado externo con el sistema de las necesidades y le
distingue de la Polizei, a la que llama “public authority”. WILLIAMS, op. cit.SS
9. ³'LHEUJHUOLFKH*HVHOOVFKDIWLVWDOVRZHVHQWOLFKHLQ=ZHFNV\VWHP]XP1XW]HQGHQ(LQ]HO
QHQGDVDEHUJDQ]EHKHUUVFKWLVWYRQGHU6SDQQXQJ]ZLVFKHQGHQ]HQWULIXJDOHQ3ULQ]LSGHU%HVRQ
GHUKHLWXQGGHQ]HQWULSHWDOHQ3ULQ]LSGHV$OOJHPHLQHQ´.RAUSS³:LUWVFKDIWXQG*HVHOOVFKDIWEHL
+HJHO´S
10. Avineri interpreta de modo erróneo este pasaje como referido a los miembros de la sociedad
civil. AVINERI³7KH3DUDGR[RI&LYLO6RFLHW\LQWKH6WUXFWXUHRI+HJHO¶V9LHZRQ6LWWOLFKNHLW´S
3HURHQHOSDUiJUDIR+HJHOGHVFULEH³HOWUiQVLWRDEVROXWRDODLQILQLWDVXVWDQFLDOLGDGVXEMH
tiva de la eticidad,” o sea, al Estado ético. Si el parágrafo en cuestión se lee bajo este punto de vista,
KDGHUHIHULUVHDORVPLHPEURVGHO(VWDGRpWLFR
108
LA NOCIÓN DE SOCIEDAD CIVIL EN LA ),/262)Ë$'(/'(5(&+2 DE HEGEL
109
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
II
110
LA NOCIÓN DE SOCIEDAD CIVIL EN LA ),/262)Ë$'(/'(5(&+2 DE HEGEL
al lujo3HURFRQXQDQRWDEOHGLIHUHQFLDDVDEHUODSDUWLFXODULGDGKDVLGR
DKRUDOLJDGDDWUDYpVGHODVRFLDOL]DFLyQDODLQWHUDFFLyQFRQRWUDVSDUWLFX
ODULGDGHV(VWRTXLHUHGHFLUTXHPLHQWUDVDOJXQRVLQGLYLGXRVDYDQ]DQKDFLD
HOOXMRRWURVVRQLQHYLWDEOHPHQWHDUUDVWUDGRVKDFLDXQDSREUH]D11 de “au
PHQWRLQ¿QLWR´SXHVVHHQIUHQWDQDXQD³PDWHULDTXHRIUHFHXQDUHVLVWHQFLD
LQ¿QLWD´(VD³UHVLVWHQFLD´HVWiFRQVWLWXtGDSRU³PHGLRVH[WHULRUHV
que tienen la particularidad de ser propiedad de la voluntad libre y, en con
VHFXHQFLDGHVHUORDEVROXWDPHQWHLQÀH[LEOH´WUDGXFFLyQUHYLVDGD
(OVLVWHPDGHQHFHVLGDGHVHYROXFLRQDHQVHJXLGDKDFLDGRVFRQ¿JX
UDFLRQHV VXFHVLYDV TXH FRQ¿UPDQ OD KHJHPRQtD GH OD SDUWLFXODULGDG \ OD
WHQVLyQHQWUHHOOXMR\ODSREUH]DD/DSULPHUDFRQ¿JXUDFLyQFRQGXFHD
XQDGLYLVLyQGHOWUDEDMR\GHODHGXFDFLyQEODVHJXQGDUH~QHDODYDULH
dad de necesidades y satisfacciones, y la división entre trabajo y educación,
en “sistemas particulares de necesidades,” es decir, en clases o estamentos
sociales (§201). Los individuos se “reparten” en seguida en estos estamen
tos (§201).
D/RVVHUHVKXPDQRVHQFXDQWRFRQVXPLGRUHVWLHQHQSULQFLSDOPHQWH
SURGXFFLRQHVKXPDQDVIUHQWHDVt (OWUDEDMRHV ODEDVH XQLYHUVDO
TXH SHUPLWH OD LQWHUGHSHQGHQFLD VRFLDO 3HUR +HJHO QR KDFH UHIHUHQFLD D
HVWDFDUDFWHUtVWLFDJHQpULFDGHOWUDEDMR(QYH]GHHVRFRQVLGHUDODGLYL
sión del trabajo en clases irreducibles. “El modo del trabajo” es el título
GH OD VXEVHFFLyQ TXH VLJXH DO HVWXGLR GH ODV QHFHVLGDGHV \ HO PRGR GH
satisfacerlas. El trabajo es presentado aquí como la mediación entre las
necesidades particulares y los medios particulares para su satisfacción. La
DFWLYLGDGKXPDQDOHGDIRUPDDXQDGHWHUPLQDGDPDWHULD/RTXHFRQVX
men los individuos es el producto de esa actividad (§196). El trabajo es una
DFWLYLGDGVRFLDO\VHDUWLFXODVLJXLHQGRXQDHVSHFL¿FDFLyQGHWHUPLQDGDSRU
ODKLVWRULD6HGLYLGHDVtGLYLGHHQWUDEDMRLQWHOHFWXDO\WUDEDMRPHFiQLFR
(VWDGLYLVLyQHVUHIRU]DGDSRUGRVWLSRVGHHGXFDFLyQWHyULFD\SUiFWLFD
/DHGXFDFLyQWHyULFDVHDGDSWDDOHWKRVHPSUHGHGRU\ÀXFWXDQWHGHODFODVH
empresarial. La educación práctica se ajusta a ese elemento de la sociedad
FLYLOQRLGHQWL¿FDGRSHURTXHVHYLQFXODDOWUDEDMRLQPHGLDWR12.
11. (QVXVOHFFLRQHV+HJHOVHUHILHUHFRQFUHWDPHQWHD/RQGUHVGRQGHHODOWRJUDGRGHOXMRTXH
YHHVWDEDVLHPSUHDFRPSDxDGRGHXQDPLVHULD\XQDEDGLPLHQWRKRUUHQGRV
12. $YLQHULDGYLHUWHTXH+HJHOQRORJUDLQWHJUDUDORVWUDEDMDGRUHVHQODVRFLHGDGFLYLO³%RWKLQ
WKH5HDOSKLORVRSKLHDQGWKH3KLORVRSK\RI5LJKWWKHZRUNHUUHPDLQVIRU+HJHOLQFLYLOVRFLHW\EXW
not of civil society”. AVINERI³/DERU$OLHQDWLRQDQG6RFLDO&ODVVHVLQ+HJHO¶V5HDOSKLORVRSKLH´
p. 118.
111
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
E/DVHJXQGDFRQ¿JXUDFLyQHVSUHVHQWDGDSRU+HJHOFRQPXFKRPiV
detalle. Los individuos son asignados a “sistemas particulares de necesida
des” o Stände (§201)13. Esta asignación a una clase particular es nuevamen
WHHOUHVXOWDGRGHODKHJHPRQtDTXHUHWLHQHHOSULQFLSLRGHSDUWLFXODULGDG
+HJHOUHFRQRFHTXHODVRFLHGDGFLYLOHV³ODHVIHUDGHSDUWLFXODULGDG´GRQGH
ODVGLIHUHQFLDVLQGLYLGXDOHVVHPDQL¿HVWDQDFXDOTXLHUQLYHO\HQFXDOTXLHUD
dirección. En conjunción con otras circunstancias arbitrarias y contingen
tes, esas diferencias tienen como consecuencia necesaria “la desigualdad
GHORVSDWULPRQLR\ODVKDELOLGDGHVGHORVLQGLYLGXRV´+HJHOH[
plica esta arbitrariedad como un residuo de la naturaleza. La esfera de la
sociedad civil constituye, en su particularidad, un rudimentario o residual
estado de naturaleza (§200). Las desigualdades condicionadas por la natu
raleza tienen que ver con todos los aspectos de la interacción social. Esto
KDFHTXHODSDUWLFXODULGDGVHDLPSHUPHDEOHDFXDOTXLHUIRUPDGHXQLYHUVD
lidad. Las demandas de igualdad están determinadas por el entendimiento
vacío (§200).
/DVFODVHVVRFLDOHVTXH+HJHOWLHQHHQFXHQWDVRQWUHVODFODVHWHUUD
teniente, la industrial y la de los servidores públicos. La sustancialidad y el
aletargamiento de la clase terrateniente le impide caer bajo la dominación
del principio de particularidad. El patrimonio de esta clase es independiente
“tanto del patrimonio del Estado como de la inseguridad de la industria, del
deseo de ganancia y de la variabilidad de la propiedad” (§306). Ninguna
DPHQD]DSDUDODLQWHJUDFLyQVRFLDOSXHGHSURYHQLUGHHOOD$VHQWDGD¿UPH
mente en la tierra, esta clase está esencialmente asociada a la propiedad
estable y con su protección a través de la administración de justicia (§203).
De modo similar, la clase universal o burocracia cuida de la tarea universal
encargada al Estado y no puede constituir un obstáculo para la integración
social auspiciada por el principio de universalidad (§205). Regida por el
principio de particularidad y reacia a la forma de universalidad por su pro
pia condición, sólo de la clase empresarial puede decirse que representa el
13. /RVKHJHOLDQRVGHKDEODLQJOHVDKDQWUDGXFLGRStandFRPR³FODVH´3ODQWKDKHFKRHVRVLQ
reservas. PLANT, HegelSS$YLQHULLQGLFDTXH³IRU+HJHOFODVVHVDOZD\VUHPDLQHVWDWHV
LQWKHVHQVHWKDWWKH\UHSUHVHQWDOHJLWLPL]HGGLIIHUHQWLDWLRQ(DFKHVWDWHVWDQGVIRUDGLIIHUHQWPRGH
of consciousness”. AVINERI³/DERU$OLHQDWLRQDQG6RFLDO&ODVVHVLQ+HJHO¶V5HDOSKLORVRSKLH´S
5HFRQRFHTXH+HJHOXVDHOWpUPLQRKlasse pero restringe su significado a la clase trabajadora.
Ibid., p. 96, nota 40. Avineri no toma en consideración los parágrafos 245 y 253 de la Filosofía
del derechoGRQGH+HJHOXVDHVHWpUPLQRSDUDUHIHULUVHDODFODVHHPSUHVDULDO7D\ORUUHFRQRFHOD
SUHIHUHQFLDGH+HJHOSRUHOYLHMRWpUPLQR³HVWDPHQWR´\HVWLPDTXH³LWLVEHWWHUWRIROORZKLPKHUH
VLQFHWKHVHJURXSVDUHQRWMXVWGLIIHUHQFLDWHGE\WKHLUUHODWLRQWRWKHPHDQVRISURGXFWLRQEXWE\
WKHLUOLIHVW\OH´7AYLOR, Hegel, p. 433.
112
LA NOCIÓN DE SOCIEDAD CIVIL EN LA ),/262)Ë$'(/'(5(&+2 DE HEGEL
III
(VKRUD\DGHLQWURGXFLUXQDPDQLIHVWDFLyQPiVHIHFWLYDGHOSULQFLSLR
GHXQLYHUVDOLGDG/DH[XEHUDQWHEXUJXHVtDHO³DVSHFWRPyYLOGHODVRFLH
dad civil” (§308), y el tipo de propiedad que posee, exige un incremento en
los poderes gubernativos15+HJHOLQWURGXFHHO(VWDGRde la sociedad civil.
(a) La primera encarnación del Estado de la sociedad civil es un Es
WDGRMXGLFLDO±OD$GPLQLVWUDFLyQGH-XVWLFLD(VWH(VWDGRUHÀHMDHOWHPSH
UDPHQWRGHODFODVHWHUUDWHQLHQWHDVDEHUXQDGLVSRVLFLRQÀHPiWLFD\XQ
VHQWLPLHQWR GH LQGHSHQGHQFLD< HVWR HV DVt SXHV VHJ~Q +HJHO OD FODVH
WHUUDWHQLHQWHODFODVHVXEVWDQWLYDHVKLVWyULFDPHQWHUHVSRQVDEOHGHO³DX
téntico comienzo y la primera función de los Estados” (§203). El cultivo
GHODWLHUUDHVHOHVFHQDULRHQTXHKLFLHURQVXDSDULFLyQLQLFLDOODSURSLHGDG
SULYDGD\ODOH\FLYLO/DYLJHQFLDGHOGHUHFKRGHSURSLHGDGHVD¿UPDGDDVt
como una “realidad efectiva” y no de un modo puramente abstracto. Esa
YLJHQFLDHVUDWL¿FDGD³FRPRSURWHFFLyQGHODSURSLHGDGSRUPHGLRGHOD
administración de la justicia” (§208).
El Estado judicial es el primer peldaño de la escala formativa que con
duce al Estado ético. Con una disposición serena e independiente, el Estado
judicial considera a cada persona individual como persona universal. Todos
FRPSDUWHQHVDLGHQWLGDG³(OVHUKXPDQRYDOHSRUTXHHVVHUKXPDQR\QR
porque sea judío, católico, protestante, alemán o italiano” (§209). El princi
pio de particularidad es superado cuando cada individuo reconoce a los otros
14. (QRSLQLyQGH6WHYHQ6PLWK+HJHO³ZDVSHUKDSVWKHILUVWWRUHFRJQL]HDQGGHVFULEHWKH
EXUJKHUDVERXUJHRLVDQGWXUQLWLQWRWKHGHILQLQJSULQFLSOHRIDQHZIRUPRIFLYLOL]DWLRQ´6MITH,
Hegel’s Critique of Liberalism, p. 349.
15. (VWH XQ WHPD WtSLFR GHO UHJLVWUR FRQVHUYDGRU ³7KH PDQXIDFWXULQJ FODVVHV UHTXLUH PRUH
UHJXODWLRQ VXSHULQWHQGHQFH DQG UHVWUDLQW WKDQ WKH RWKHU FODVVHV RI VRFLHW\ DQG LW LV QDWXUDO WKDW
WKHSRZHUVRIJRYHUQPHQWVKRXOGLQFUHDVHLQWKHVDPHSURSRUWLRQDVWKRVHFODVVHV´7OCQUEVILLE,
Democracy in America, p. 370.
113
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
LQGLYLGXRVFRPRSHUVRQDVFRQODPLVPDFDSDFLGDGGHGHUHFKRV/DXQLYHUVD
lidad objetiva resultante se constituye como la igualdad de todos ante la ley.
(VWDHVXQDXQLYHUVDOLGDGVyORIRUPDOSXHVVyORH[SOLFLWDHOGHUHFKRRecht)
\ORSRVLWLYL]DFRPROH\/DOH\LOXPLQDHOGHUHFKRHQODFRQFLHQFLDGHWRGRV
/DLJXDOGDGIRUPDODQWHODOH\VLJQL¿FDTXHWRGRVORVLQGLYLGXRVGHEHQSUH
sumirse informados del sistema legal válido para una sociedad.
La ley debe proveer a cada individuo las formalidades necesarias para
que su propiedad le sea reconocida. Esto constituye un prerrequisito esen
FLDOSDUDXQVLVWHPDGHSURSLHGDGTXHKDDGTXLULGRWDQDOWRJUDGRGHPRYL
lidad16. “Las adquisiciones y los actos referentes a la propiedad deben, por
lo tanto, efectuarse con la forma que le da aquella existencia. La propiedad
se basa ahoraHQHOFRQWUDWR\HQODVIRUPDOLGDGHVTXHODKDFHQVXVFHSWLEOH
GHGHPRVWUDFLyQ\MXUtGLFDPHQWHYiOLGD´FIU&ULVWL(O
GHUHFKRGHSURSLHGDGHVUHFRQRFLGROHJDOPHQWHVyORDKRUDHQODVRFLHGDG
civil. Para asegurar la propiedad privada es necesario demarcarla de modo
visible y objetivo. Una de las funciones de la educación es inculcar en los
individuos el reconocimiento y respeto por esa demarcación.
El crimen deja de ser una ofensa puramente natural e individual. Las
víctimas del crimen ya no son individuos aislados. La reciprocidad del re
conocimiento producida por la organización objetiva del principio de uni
versalidad, crea un tejido de lazos sociales que, elevándose por encima del
sistema ciego de necesidades, constituye un cuerpo social integrado. Un
crimen en contra de la propiedad de un individuo deviene un crimen contra
la sociedad entera.
/D LQWHUYHQFLyQ HVWDWDO FRHUFLWLYD \ QR XQD LQWHJUDFLyQ VRFLDO DXWR
PiWLFDHVFDXVDGHFRKHVLyQHLQWHJUDFLyQVRFLDO$OLQWURGXFLUXQHIHFWLYR
contrapeso al principio de particularidad, y las fuerzas centrífugas que des
encadena, el Estado judicial preserva el momento social propio del sistema
de necesidades y no obstruye el proceso autoregulador del mercado.
(b) El Estado judicial previene los crímenes que atentan contra la per
sonalidad y la propiedad, y así garantiza “la total seguridad de la persona y
la propiedad” (§230). Pero además del daño causado por el crimen, como
³PDOFRQWLQJHQWH´DUELWUDULRKD\RWUDVFRQWLQJHQFLDVSHUPLVLEOHVHLQKH
rentes al sistema de necesidades que pueden causar un mal involuntario
16. Este es otro tema frecuentemente evocado por pensadores conservadores. “La propriété
industrielle... met dans [la] vie moins de regularité elle es plus factice et moins inmuable que la pro
priété foncière. Les opérations dont elle se compose consistent souvent en transactions fortuites”.
CONSTANT, Oeuvres, p. 1150.
114
LA NOCIÓN DE SOCIEDAD CIVIL EN LA ),/262)Ë$'(/'(5(&+2 DE HEGEL
+HJHOGHMDODUHJXODFLyQGHOXVROHJtWLPRGHODSURSLHGDGSULYDGDDO
interior del sistema de necesidades en manos de un Estado administrativo,
que denomina Polizei o Polizeistaat+HJHO,FI5LHGHO
161). Este Estado asegura que la subsistencia y bienestar de los individuos
VHDFWXDOLFHFRPRXQGHUHFKRVXEMHWLYR
La función organizativa asignada al Estado administrativo consiste en
la regulación y control de las distorsiones económicas contingentes, que
no pueden ser resueltas automáticamente y que podrían conducir a una
desintegración social. “Los diversos intereses de los productores y de los
FRQVXPLGRUHV SXHGHQ HQWUDU HQ FRQÀLFWR HQWUH Vt \ VL ELHQ HQ HO WRGR OD
relación correcta se produce por sí misma, la compensación requiere de
una regulación consciente que esté por encima de ambas partes” (§236).
1RUPDOPHQWHHOPHUFDGRGHEHUtDWHQHUOLEHUWDGSDUDUHJXODUHVSRQWiQHD
PHQWH VXV GLVIXQFLRQHV +HJHO GHVFRQItD FRQVLVWHQWHPHQWH GH FXDOTXLHU
otro modo de regulación más elevada. Aunque la imposición de controles
externos sobre el sistema de necesidades resultara inevitable, tal regulación
no debería nunca determinar “la provisión y reglamentación del trabajo de
todos por medio de instituciones públicas” (§236). La asignación coerciti
va del trabajo no permite una mediación por parte de la voluntad individual
arbitraria y de los intereses particulares. Las pirámides de Egipto fueron
construídas sin esa mediación. Más recientemente, un sistema regulador
similar determinó las políticas jacobinas en Francia y las propuestas de Fi
FKWHSDUDXQ(VWDGRFRPHUFLDOFHUUDGR+HJHO+HJHOUHFKD]D
este tipo de intervención socialista.
Si la particularidad alcanza un desarrollo desmesurado y el mercado es
librado a un puro proceso económico, las sociedades que incluyen un sis
tema de necesidades peligran como tales. Es necesario, entonces, imponer
controles a la libertad de empresa y comercio. Algunas de las medidas que
+HJHOSRQHHQPDQRVGHO(VWDGRDGPLQLVWUDWLYRVRQODVVLJXLHQWHVFRQWURO
de precios para alimentos de primera necesidad, control de calidad, me
didas proteccionistas en el comercio internacional, cuidado del indigente,
VHUYLFLRVGHVDOXGVRFLDODOXPEUDGRS~EOLFR(VWRQRVLJQL¿FDTXH+HJHO
KD\DDEDQGRQDGRVXIHHQXQRUGHQHVSRQWiQHRGHPHUFDGR/DOLEHUWDGGH
empresa, es decir, la libertad contra la regulacion superior, cuanto “más
FLHJDPHQWH VH KXQGH HQ HO ¿Q HJRtVWD´ PiV QHFHVLWD VHU UHJXODGD ³SDUD
ser retrotraída a lo universal y para suavizar las convulsiones peligrosas
\DFRUWDUHOSHUtRGRHQHOTXHORVFRQÀLFWRVGHEHQFRPSHQVDUVHSRUODYtD
GHXQDQHFHVLGDGLQFRQVFLHQWH´+HJHODGPLWHDVtTXHVyORH[FHS
cionalmente puede el sistema de necesidades requerir de una corrección
reguladora.
115
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
IV
116
LA NOCIÓN DE SOCIEDAD CIVIL EN LA ),/262)Ë$'(/'(5(&+2 DE HEGEL
GHODFUHDFLyQGHXQDSOHEHGHVSRVHtGD+HJHOLQWURGXFHODVFRUSRUDFLRQHV
como un modo de regular éticamente la particularidad egoísta de la clase
empresarial y su resistencia frente al control administrativo externo. Las
corporaciones están llamadas a integrar únicamente a la clase empresarial;
las otras dos clases (la terrateniente y la universal) son parte de la solución
y no del problema (§250). Al convertirse en miembros de una corporación,
ORVDJHQWHVHPSUHVDULDOHVDOFDQ]DQVXVSURSLRV¿QHVSHURUHFRQRFHQHQORV
demás miembros corporativos sus mismos intereses. Ello promueve una
HVSHFLDOVHQWLGRGHFRPXQLGDGTXHSUH¿JXUDODVPiVHOHYDGDVGLVSRVLFLR
nes solidarias típicas del Estado ético.
+HJHOSLHQVDTXHORVHPSUHVDULRVGHEHQSRGHURFXSDUVHGHVXVQHJR
cios de un modo autónomo y con la menor interferencia posible de la Poli-
zei. El Estado administrativo logra su objetivo principal cuando “realiza y
conserva lo universal que está contenido en la particularidad de la sociedad
civil” (§249). El control que este Estado ejercita sobre la sociedad civil
adquiere la forma “de un orden exterior y de instituciones para seguridad
\SURWHFFLyQGHOFRQMXQWRGH¿QHVHLQWHUHVHVSDUWLFXODUHVTXHHQFXDQWR
WDOHVWLHQHQVXH[LVWHQFLDHQDTXHOXQLYHUVDO´+HJHOGLVHxDDODV
corporaciones como una forma de control alternativo. Ellas activan dispo
siciones internas que ni el Estados judicial y ni el administrativo toman en
FXHQWDQ\DVtDQXQFLDQHOUHWRUQRGHORpWLFR+HJHOD¿UPD
Puesto que, de acuerdo con la Idea, la particularidad misma toma a
HVWHXQLYHUVDOTXHHVWiHQVXLQWHUpVLQPDQHQWHFRPR¿Q\REMHWRGHVX
voluntad y actividad, retorna a la sociedad civil, lo ético vuelve como algo
inmanente a la sociedad civil (§249).
/D IH GH +HJHO HQ HO RUGHQ HVSRQWiQHR JHQHUDGR SRU HO VLVWHPD GH
necesidades no cede ni se extingue. La sociedad de mercado colma a los
ULFRVFRQDEXQGDQFLD\OXMRSHURVLJQL¿FDPLVHULDLQFOHPHQWHSDUDORVSR
bres. Las medidas desplegadas por el Estado administrativo tienen como
¿QDOLYLDUODSREUH]DSHURVXFDUJDFRQWLQ~DVLHQGRSHVDGD\UHFDOFLWUDQWH
1RKD\VROXFLyQSDUDODSREUH]DHQODWHRUL]DFLyQGH+HJHOTXHQRVHGHMD
SHUVXDGLUSRUHORSWLPLVPRGH$GDP6PLWK$YLQHUL'HWRGDV
maneras, las corporaciones aportan un alivio indirecto a los pobres mode
UDQGRHODIiQGHOXMRTXHGHVDUUROODODFODVHHPSUHVDULDO/DVÀXFWXDFLRQHV
económicas producen un incremento en la movilidad social que difunde y
UHODMDORVYLHMRVUDQJRVWUDGLFLRQDOHV/DH[KLELFLyQGHODULTXH]DYLHQHD
VHUXQPHGLRLPSRUWDQWHDWUDYpVGHOFXDOORVLQGLYLGXRVD¿UPDQVXQLYHO
VRFLDO6LHOUDQJRVRFLDO\HOKRQRUHVWiQDVHJXUDGRVODDOLHQDFLyQ\IDOWD
de reconocimiento alimentada por la movilidad social quedan anuladas.
117
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
6LELHQKD\UD]yQSDUDTXHMDUVHGHODQVLDGHOXMR\GHGHUURFKHGHOD
clase industrial, que se relaciona con el surgimiento de la plebe (ver §244),
no se debe, sin embargo, pasar por alto entra las otras causas... la razón
ética que se desprende de lo expuesto anteriormente. Si no es miembro de
una corporación autorizada (y sólo si es autorizada una comunidad deviene
FRUSRUDFLyQHOLQGLYLGXRVFDUHFHGHKRQRUSURIHVLRQDO\HVUHGXFLGRSRU
su aislamiento al aspecto egoísta de la industria, en el que su subsistencia y
su goce no son permanentes. Buscará en consecuencia su reconocimiento
en la exposición de su éxito en la industria, exposición que es ilimitada...
(§253).
Las corporaciones ofrecen una magra solución al problema de la po
breza. Se trata solamente de que la ayuda recibida por los pobres pierda
³VX FDUiFWHU DFFLGHQWDO \ OR TXH KD\ HQ HOOD GH LQMXVWDPHQWH KXPLOODQWH´
(§253).
(QGH¿QLWLYDODVFRUSRUDFLRQHVDOLJXDOTXHHO(VWDGRDGPLQLVWUDWLYR
no deben interferir con la libertad de empresa y de comercio de la clase em
presarial. La corporaciones comparten el temperamento ético auspiciado
por los gremios medievales, pero contienen también los rudimentos de un
Estado corporativo moderno. Tradicionalmente, los intersticios que apare
cían entre los productores individuales y la autoridad pública eran solventa
das por los gremios y las corporaciones, que presidían la integración social
GHHPSUHVDULRVSURIHVLRQDOHV\DUWHVDQRV'HVSUHFLDGRVSRU+REEHVTXH
ORVFRPSDUDEDFRQ³ORPEULFHVHQODVHQWUDxDVGHOKRPEUHQDWXUDO´+RE
EHV17 los gremios fueron abolidos en la Revolución Francesa
/H\&KDSHOLHU\GHVPDQWHODGRVHQ3UXVLDHQ18+HJHOQRUHFXSHUD
HVWDVLQVWLWXFLRQDHVWUDGLFLRQDOHVVLQDQWHVPRGL¿FDUODV([LJHTXHRSHUHQ
EDMRVXSHUYLVLyQHVWDWDOFRQSURKLELFLyQH[SUHVDGHDFWXDFLyQLQGHSHQGLHQ
te. Su idea de corporación no puede ser comparada con el sistema gremial
abolido; constituye más bien el antecedente del movimiento corporativo de
la primera mitad del siglo XX.
La función adscrita a las corporaciones requiere de la formación de
KiELWRV\GLVSRVLFLRQHVTXHPRGHUHQODSDUWLFODULGDGHJRtVWDWtSLFDGHORV
17. (VWDVDVRFLDFLRQHVLQWHUPHGLDVVRQDODEDGDVSRU%XUNHTXLHQHVFULEH³7REHDWWDFKHGWR
WKHVXEGLYLVLRQWRORYHWKHOLWWOHSODWRRQZHEHORQJWRLQVRFLHW\LVWKHILUVWSULQFLSOHWKHJHUPDVLW
were) of public affection”. BURKE, Reflections on the Revolution in France, p. 135.
18. +DPHURZHVFULEH³7KHILUVWEORZIHOORQ1RYHPEHU2QWKDWGD\WKH3UXVVLDQJR
YHUQPHQWSURPXOJDWHGDGHFUHHHIIHFWLYHO\GHVWUR\LQJWKHFRHUFLYHSRZHUVRIDUWLVDQRUJDQLVDWLRQV
7KH ODZ RI 6HSWHPEHU UHGXFHG WKH FRPSHWHQFH RI SROLFH DXWKRULWLHV LQ WKH UHJXODWLRQ
RI HFRQRPLF DIIDLUV DQG GHSULYHG DUWLVDQ FRUSRUDWLRQV RI WKH ODVW YHVWLJHV RI SRZHU´ +AMEROW,
Restoration, Revolution and ReactionSS
118
LA NOCIÓN DE SOCIEDAD CIVIL EN LA ),/262)Ë$'(/'(5(&+2 DE HEGEL
BIBLIOGRAFÍA
ARATO,$³$5HFRQVWUXFWLRQRI+HJHO¶V7KHRU\RI&LYLO6RFLHW\´HQHegel and
Legal TheoryHGLWSRU'&RUQHOO05RVHQIHOG '*&DUOVRQ5RXWOHGJH
1XHYD<RUN /RQGUHV
AVINERI,6K³/DERU$OLHQDWLRQDQG6RFLDO&ODVVHVLQ+HJHO¶VRealphilosophie,”
Philosophy and Public Affairs,SS
— Hegel’s Theory of the Modern State, Cambridge University Press, Cambridge,
1974.
² ³7KH3DUDGR[RI&LYLO6RFLHW\LQWKH6WUXFWXUHRI+HJHO¶V9LHZRQ6LWWOLFKNHLW´
Hegel-JahrbuchSS
BURKE ( 5HÀHFWLRQV RQ WKH 5HYROXWLRQ LQ )UDQFH 3HQJXLQ %RRNV +DU
PRQGVZRUWK
CONSTANT%Principes de la politique, Oeuvres, Gallimard, Paris, 1957.
CRISTI5³+HJHORQ3URSHUW\DQG5HFRJQLWLRQ´Laval Théologique et Philoso-
phique
— Carl Schmitt and Authoritarian Liberalism: Strong State, Free Economy, Uni
versity of Wales Press, Cardiff, 1998.
GIUSTI,0³/DGLIHUHQFLDHQWUHVRFLHGDG\(VWDGRFRPRUDVJRHVHQFLDOGHODPR
GHUQLGDG5HFRQVLGHUDFLyQGHOD¿ORVRItDGH+HJHODODOX]GHODSXEOLFDFLyQ
de sus Leccciones sobre Filosofía del Derecho,” Revista latinoamericana de
¿ORVRIía
119
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
120
LA INTERPRETACIÓN COMUNITARISTA
DE LA SOCIEDAD CIVIL
María GARCÍA$MILBURU
Concepción NAVAL
1. QUÉ ES EL COMUNITARISMO
1. El término “comunitarismo” es de uso reciente en la filosofía política, y por eso resulta difícil
precisar su significado en todo su alcance. Una muestra de ello es la ausencia de este término en la
Blackwell Encyclopaedia of Political Thought, dirigida por David Miller, publicada en Oxford en
YHUVLyQHVSDxRODHQ$OLDQ]D0DGULG6LQHPEDUJRHOFRQFHSWRQRHVQXHYRYHUSRU
ejemplo, A. GUTTMANN, “Communitarian Critics of Liberalism”, Philosophy and Publics Affairs,
(QHVWHDUWtFXORVHSUHVHQWDHOFRPXQLWDULVPRFRPRXQDQXHYDYHUVLyQGHODFUtWLFD
DOOLEHUDOLVPRTXHHQORVDxRV\VHLQVSLUDEDHQ0DU[\DKRUDORKDFHHQ$ULVWyWHOHVR+HJHO
Parte de las ideas aquí contenidas se pueden encontrar ampliadas en C. NAVAL, Educar Ciudadanos.
La polémica liberal-comunitarista en educación, EUNSA, Pamplona, 1995, cap. II.
121
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
HPSOHDFRPREDVHSDUDODGHIHQVDGHORVGHUHFKRVGHODVPLQRUtDVFRQWUDHO
modelo asimilacionista dominante– y en el movimiento ecologista, como
terreno privilegiado de resistencia a las prácticas de las burocracias institu
cionales y a la extensión de mercados globales2.
/RVSULQFLSDOHVSHQVDGRUHVFRPXQLWDULVWDVVRQ0LFKDHO6DQGHO$ODV
GDLU0DF,QW\UH&KDUOHV7D\ORU\0LFKDHO:DO]HU6LQHPEDUJRHOORVSUH
¿HUHQQRVHUOODPDGRVDVt3(VWRVHGHEHHQSDUWHDTXHQRKD\XQFXHUSR
GHGRFWULQDFODUDPHQWHGH¿QLGRHQHOTXHWRGRVFRLQFLGDQSOHQDPHQWHVLQR
que cada autor se ocupa del estudio y formulación de diferentes cuestiones,
y ciertamente no están completamente de acuerdo en sus conclusiones polí
WLFDVVXVWDQWLYDV0iVDGHODQWHLGHQWL¿FDUHPRVORVSODQWHDPLHQWRVWHyULFRV
FRPXQHVDHVWRVDXWRUHVDVtFRPRORVDVSHFWRVHQORVTXHGL¿HUHQ\DTXH
HVWH PRYLPLHQWR LQWHOHFWXDO OHMRV GH FRQVWLWXLU XQD HVFXHOD XQL¿FDGD VH
presenta sobre todo como una constelación de pensadores cuya caracterís
tica esencial común es la crítica al liberalismo.
Alrededor de este “núcleo duro” de pensadores comunitaristas, se pue
den situar otros, como en imaginarios círculos concéntricos. El primero
de ellos estaría formado por autores cuyos trabajos comparten en alguna
medida los planteamientos y la temática comunitarista, como R. M. Unger,
-)LQQLV0$*OHQGRQ$(W]LRQL4, etc. En un segundo nivel se podrían
VLWXDUHQWUHRWURV51%HOODK\VXVFRODERUDGRUHV\WDPELpQ&/DVFK
que sin reclamar para sí el título de comunitaristas, tienen similares preocu
SDFLRQHV±FRPRODFUtWLFDGHO³QDUFLVLVPROLEHUDO´HQHOFDVRGH&/DVFK
\ OD GH OD ³WLUDQtD GHO PHUFDGR´ HQ 5 1 %HOODK±$VLPLVPR VH SXHGH
FRQVWDWDUTXHHQORV~OWLPRVDxRVVHKDQSXEOLFDGRQXPHURVRVDUWtFXORV\
monografías dedicados al análisis, desarrollo y también a la crítica de los
122
LA INTERPRETACIÓN COMUNITARIA DE LA SOCIEDAD CIVIL
5. Para la comprensión de esta cuestión cabe destacar la obra de S. MULHALL $ 6WIF.,
Liberals & Communitarians%ODFNZHOO2[IRUG\WDPELpQODVGH:.YMLICKA, Liberalism,
Community and Culture, Oxford University Press, Oxford, 1989; R.B. FOWLER, The Dance with
Community: The Contemporary Debate in American Political Thought, University of Kansas City,
Kansas City, 1991; S. AVINERI, and A. DE6HALIT, A., eds., Communitarianism and Individualism,
Oxford University Press, Oxford, 1992; A. GUTTMANN, ed., Multiculturalism and the Politics of
Recognition3ULQFHWRQ8QLYHUVLW\3UHVV1HZ-HUVH\0'ALY, ed., Communitarianism. A
New Public Ethics:DGVZRUWK 3XEOLVKLQJ &RPSDQ\ %HOPRQW &DOLIRUQLD '5ASMUSSEN,
ed., Universalism vs. Communitarianism, Contemporary Debates in Ethics, MIT Press, Cambridge
Mass., 1990; D. BELL, Communitarianism and its Critics, Clarendon Press, Oxford, 1993.
6. (Q WpUPLQRV JHQHUDOHV HV SRVLEOH UHFRQRFHU FRPR FRQVWLWXWLYR GHO OLEHUDOLVPR HO FRPSUR
PLVRFRQODOLEHUWDG\DXWRQRPtDGHORVLQGLYLGXRVFRPRYDORUVXSUHPRGHODYLGDVRFLDOUHODFLR
123
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
HQHOOHQJXDMHSROtWLFRRUGLQDULRHOWpUPLQR³OLEHUDOLVPR´SXHGHVLJQL¿FDU
cosas distintas en los Estados Unidos y en Gran Bretaña, y una formulación
intencionadamente vaga en términos de libertad individual o autonomía
SXHGHUHVXOWDULQVX¿FLHQWHSDUDGH¿QLUORSRUTXHQRFDSWDHVHPDWL]HVSH
Ft¿FRGHOXVRQRUWHDPHULFDQRGHOWpUPLQRTXHDVRFLDHOOLEHUDOLVPRFRQHO
apoyo a un Estado del bienestar.
(OOLEHUDOLVPRPRGHUQRHVKHUHGHURGHOSHQVDPLHQWRGH/RFNH.DQW
y Mill, cada uno de los cuales contribuye de modo diferente a la formación
de la tradición liberal. Por lo que respecta a los planteamientos comunita
ULVWDVGHEHPRVUHPRQWDUQRVD¿OyVRIRVFRPR$ULVWyWHOHV+HJHOR*UDPVFL
(QHVWHFDVRFRPRODKHWHURJHQHLGDGGHORVDXWRUHVPHQFLRQDGRVVXJLH
UH KD\ PHQRV FRQFLHQFLD GH HVFXHOD SURSLD OR FXDO VH FRUUHVSRQGH FRQ
la tendencia de los principales comunitaristas a no querer denominarse a
VtPLVPRVFRPRWDOHV3HURQRKD\GXGDGHTXHpVWRVGHEHQPXFKRDORV
pensadores mencionados.
Los comunitaristas critican el tipo de liberalismo que se expresa de
PDQHUDSDUDGLJPiWLFDHQODREUDGH-RKQ5DZOVA Theory of Justice, en
la que básicamente se sostiene la noción de justicia como imparcialidad o
equidad (fairness) y la primacía de lo correcto (right) en relación con el
bien (good). La teoría liberal rawlsiana asume los planteamientos liberales
GH/RFNH\0LOOFX\RVSUHVXSXHVWRVIXQGDPHQWDOHVVHSXHGHQFRQFUHWDU
en la aceptación de la teoría del pacto social, la soberanía del pueblo y la
defensa de la libertad individual.
3HUR 5DZOV QR HV HO ~QLFR KHUHGHUR FRQWHPSRUiQHR GH OD WUDGLFLyQ
OLEHUDO\HOOLEHUDOLVPRUDZOVLDQRKDVXIULGRFUtWLFDVQRVyORGHORVFRPX
nitaristas, sino también por parte de otros liberales más radicales –como,
SRUHMHPSOR+D\HFN\1R]LFN±TXHKDQRULJLQDGRODFRUULHQWHGHWHRUtD
política conocida como “libertarianismo”.
Así, en el seno mismo del planteamiento liberal nos encontramos con
TXHGLVWLQWRVDXWRUHVMXVWL¿FDQVXSRVWXUDFRQUD]RQHVPX\GLYHUVDV3DUD
DOJXQRVORVPRWLYRVTXHOHVOOHYDQDGHIHQGHUSRUHMHPSORHOGHUHFKRD
la libertad de expresión son muy diferentes de las de otros, o pueden inclu
so tener concepciones diferentes de una idea tan esencial del liberalismo
como es la noción de autonomía, o de las relaciones entre el Estado y los in
dividuos. Es particularmente importante tener presente estas divergencias
internas en el liberalismo, porque uno de los argumentos empleados por los
QDGRFRQORVLQWHUHVHVSROtWLFRVVXVWDQWLYRVODOLEHUWDGGHFRQFLHQFLDGHH[SUHVLyQ\DVRFLDFLyQHWF
Pero dentro de este marco general, caben infinidad de planteamientos, más o menos radicales.
124
LA INTERPRETACIÓN COMUNITARIA DE LA SOCIEDAD CIVIL
OLEHUDOHVSDUDGHVFDOL¿FDUODFUtWLFDTXHVHOHVKDFHGHVGHHOFRPXQLWDULVPR
KDVLGRQHJDUTXHHOORVD¿UPDQRQHFHVLWDQD¿UPDUORTXHORVFRPXQLWD
ristas dicen. Los comunitaristas son acusados así de atribuir a los liberales
D¿UPDFLRQHVTXHpVWRVQRKDFHQGHKHFKR\TXHQRHVWiQUHTXHULGDVSRU
VXVFRQFOXVLRQHV\GHVSXpVDWDFDUOHVSRUHVDVD¿UPDFLRQHV6LHVWRHVDVt
si los liberales no cometen los errores teóricos que los comunitaristas cri
tican, entonces surgiría la posibilidad de un liberalismo que no entrara en
FRQÀLFWRFRQ\TXL]iTXHSXGLHUDLQFOXVRDFHUFDUVHDORVDUJXPHQWRVTXH
los comunitaristas ofrecen.
3RGUtDVXFHGHU±FRPRVXJLHUHQ0XOKDOO\6ZLIW±TXHORTXHDORVFR
munitaristas les disgusta acerca del liberalismo es aquello que los liberales
comparten con los libertarios. En este sentido se puede considerar el liberta
rianismo como una parcela dentro del liberalismo, más que como su abierto
UHFKD]R(VLQWHUHVDQWHSUHVWDUDWHQFLyQDHVWHSXQWRSRUTXHXQPRGRGH
entender la crítica comunitaria al liberalismo es precisamente contrastarla
FRQODFUtWLFDOLEHUWDULDSUHVHQWDGDSRU5REHUW1R]LFNHQVXAnarchy, State
and Utopia 7TXHKL]RTXH5DZOVUHYLVDUDVXVWHVLV\GLROXJDUDOOODPDGR
“segundo Rawls”, y a su obra Political Liberalism.
+HPRVGLFKRTXHFRQVLGHUDPRVODWHRUtDGHODMXVWLFLDFRPRLPSDUFLD
lidad (fairness) de Rawls como la expresión paradigmática del liberalismo
FRQWHPSRUiQHR 3DUD MXVWL¿FDU HVWD D¿UPDFLyQ VHxDODUHPRV TXH OD WHRUtD
GH 5DZOV FRQWLHQH ORV GRV HOHPHQWRV TXH VH DVRFLDQ KDELWXDOPHQWH D XQ
SODQWHDPLHQWRDXWpQWLFDPHQWHOLEHUDOHOFRPSURPLVRFRQODOLEHUWDGGHO
LQGLYLGXRHQFDUQDGDHQHOVRSRUWHOLEHUDOHVWiQGDUGHODVVRFLHGDGHVFLYL
les, y 2) la creencia en la igualdad de oportunidades y una más uniforme
distribución de los recursos que resultarían del mercado, la cual conduce a
proveer un Estado de bienestar redistributivo.
La crítica libertaria y la comunitarista se centran en distintos aspectos
GH HVWRV FRQWHQLGRV /D HVHQFLD GH OD REMHFLyQ GH 1R]LFN D OD WHRUtD GH
Rawls es que los aspectos redistributivos de la misma implican una vio
ODFLyQGHORVGHUHFKRVLQGLYLGXDOHVGHSURSLHGDG\GHSRVHVLyQ'HVGHHO
SXQWRGHYLVWDGH1R]LFN5DZOV\WRGRVORVTXHPDQWLHQHQXQ(VWDGRGH
ELHQHVWDUUHGLVWULEXWLYRQRWRPDQVX¿FLHQWHPHQWHHQVHULRDOLQGLYLGXRHQ
cuanto que está preparado para enfrentarse a un sistema de tasas; e implica
usar los talentos que pertenecen a algunos individuos como medios para lo
JUDUORV¿QHVGHRWURVTXHQRORVSRVHHQ(OOLEHUWDULVPRGH1R]LFNVXSRQH
una mayor demanda de no intervención y respeto para la libertad individual
125
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
8. $ HVWH UHVSHFWR FRQYLHQH UHFRUGDU OD GLIHUHQFLD HQWUH SULRULGDG OyJLFD ±ORV GtDV VRQ OyJL
FDPHQWHDQWHULRUHVDODVVHPDQDVSRUTXHSDUDTXHKD\DVHPDQDVHVQHFHVDULRTXHDQWHVKD\DGtDV±
y prioridad cronológica –en este sentido, el lunes es anterior al martes–.
126
LA INTERPRETACIÓN COMUNITARIA DE LA SOCIEDAD CIVIL
9. Cfr. R.B. FOWLER, The Dance with Community: The Contemporary Debate in American
Political Thought, cit., y A. ETZIONI, ed., Rights and the Common Good. The communitarian pers-
pective, cit., que el editor presenta como el marco intelectual del punto de vista comunitarista, sus
ideas, conceptos, las preguntas que constituyen un desafío para este movimiento, y las respuestas
TXHKDQLQWHQWDGRRIUHFHUDODVPLVPDVSYL&IUWDPELpQ&7HIEBAUT, Los límites de la comuni-
dad, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1993.
127
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
10. Cfr. A. MACINTYRE, After Virtue, University of Notre Dame Press, Notre Dame, 1981, pp.
236 y 251.
11. Cfr. A. ETZIONI, op. cit.³3UHIDFH:HWKH&RPPXQLWDULDQV´SSLLLYL3RUVXSDUWH6DQGHO
distingue la línea entre individualismo y comunitarismo, afirmando que el liberalismo, en cuanto es
LQGLYLGXDOLVWDHVODSROtWLFDGHORVGHUHFKRVrights) –cómo limitar la esfera de lo político–, mientras
que el comunitarismo es la política del bien común (common good) –cómo extender la esfera de
lo político–. Pero esta distinción quizá no es tan obvia porque uno puede argumentar que el bien
común en las sociedades liberales occidentales es la neutralidad y las libertades básicas; de aquí que
HOOLEHUDOLVPRQRFRUWDUtDODVGHPDQGDVGHOOLEHUDOLVPRFIU6$VINERI, and A. DE6HALIT, eds.,
Communitarianism and IndividualismFLWSS
12. Cfr. A. BUCHANAN, “Assesing Communitarian Critique of Liberalism”, Ethics, (1989),
SS\6+OLMES, The Anatomy of Antiliberalism+DUYDUG8QLYHUVLW\3UHVV&DPEULGJH
Mass., 1993.
128
LA INTERPRETACIÓN COMUNITARIA DE LA SOCIEDAD CIVIL
129
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
LQWHUSUHWDFLyQ±FRPRDFLHUWRVDXWRUHVGHOD(VFXHODGH)UDQNIXUW±SULQFL
palmente Adorno–, y al pragmatismo de Rorty –por su “construccionismo
social”15 y la importancia que da a la noción de solidaridad16–. Sin embargo,
son muy diversos los aspectos en los que cada uno de los autores insis
ten según su propio bagaje intelectual; nos encontramos así con una gran
variedad de perspectivas en la crítica comunitarista, y no resulta posible
abarcarlas aquí en su totalidad.
(QHOIRQGRQRVKDOODPRVDQWHODGLVWLQFLyQFOiVLFDHQWUHODSittlichkeit
KHJHOLDQD\ODMoralitätNDQWLDQD17/DSULPHUDVHUHODFLRQDFRQODVREOL
gaciones morales que se tienen por pertenecer a una comunidad y que se
fundan sobre las costumbres, los usos y las normas que están vigentes en
ella; la MoralitätHQFDPELRVHUH¿HUHDPLVREOLJDFLRQHVFDWHJyULFDVQR
como miembro de una comunidad dada, sino en tanto que individuo que
SRVHHXQDYROXQWDGUDFLRQDO(QHOSULPHUFDVRQRKD\RSRVLFLyQHYLGHQWH
entre el ser y el deber ser, mientras que ésta sí aparece en el segundo, ya
que la obligación categórica me impone realizar una acción moral que no
VHIXQGDVREUHQLQJXQDFRQWLQJHQFLDHPStULFD+HJHOGDSULPDFtDDODSitt-
lichkeitTXHVHUHPRQWDDODDQWLJXDpWLFDJULHJDODOLEHUWDG\ODIHOLFLGDG
ÀRUHFHQ FXDQGRODVQRUPDV\ORV¿QHVGHODYLGDS~EOLFDSHUPLWHQDORV
miembros de la polis, atender a su telos'HDKtODGH¿QLFLyQGHODFRPXQL
GDGFRPR³VXVWDQFLDpWLFD´\IXHQWHGHYLGDHVSLULWXDODORTXH+HJHODxDGH
ODLGHDGHTXHHVDVQRUPDV\¿QHVTXHRSHUDQHQODYLGDS~EOLFDH[SUHVDQ
también la estructura ontológica de las cosas18.
Una comunidad auténtica no es pues una simple reunión o adición de
LQGLYLGXRV6XVPLHPEURVWLHQHQHQWDQWRTXHWDOHV¿QHVFRPXQHVOLJDGRV
a los valores o a las experiencias compartidas, y no solamente a intereses
SULYDGRVPiVRPHQRVFRQJUXHQWHV(VWRV¿QHVVRQSURSLRVGHODFRPXQL
dad misma, no son objetivos particulares que resultan ser los mismos en
la mayor parte de sus miembros. En una simple asociación, los individuos
miran sus intereses como independientes y potencialmente divergentes los
15. Cfr. R. RORTY, Contingency, Irony and Solidarity, Cambridge University Press, Cambridge,
1989 y el comentario de A. MacIntyre a esta obra en The Journal of Philosophy
16. &IU³7KHSULRULW\RI'HPRFUDF\WR3KLORVRSK\´HQ03ETERSON and R. VAUGHAN, eds.,
The Virginia Statute for Religious Freedom, Madison, Wisconsin, 1988.
17. Cfr. S. AVINERI, and A. DE6HALIT, eds., Communitarianism and Individualism, cit.,
SS&IUWDPELpQ56PAEMANN, “Los dos conceptos fundamentales de la moral”, en Crítica de
las utopías políticas(816$3DPSORQDSS
18. &IU &K 7AYLOR, Hegel and Modern Society, Cambridge University Press, Cambridge
0DVV\³+HJHO+LVWRU\DQG3ROLWLFV´HQ0-6ANDEL, ed., Liberalism and Its Critics, cit.,
SS
130
LA INTERPRETACIÓN COMUNITARIA DE LA SOCIEDAD CIVIL
unos de los otros; de ese modo, las relaciones existentes entre estos inte
reses no constituyen un bien en sí, sino solamente un medio de obtener
los bienes particulares buscados por cada uno. La comunidad, en cambio,
D¿UPDQORVFRPXQLWDULVWDVFRQVWLWX\HXQELHQLQWUtQVHFRSDUDWRGRVORVTXH
forman parte de ella; sea a nivel de generalización psicológica descriptiva
±ORVVHUHVKXPDQRVWLHQHQQHFHVLGDGGHSHUWHQHFHUDXQDFRPXQLGDG±VHD
como generalización normativa –la comunidad es un bien objetivo para los
VHUHVKXPDQRV±191RKD\GXGDHQWRQFHVSDUDORVFRPXQLWDULVWDVGHTXHVL
HOKRPEUHPRGHUQRHVWiKR\EXVFiQGRVHDVtPLVPRVLQWUHJXDHVSUHFLVD
mente porque su identidad no está constituida por nada.
Desde el punto de vista político el movimiento comunitarista es difícil
PHQWHFODVL¿FDEOH20. En algunos de sus aspectos, como la importancia que
otorga a las normas “premodernas” y a las tradiciones, parece próximo a
un cierto conservadurismo republicano. Por otro lado, al compartir algunas
DVSLUDFLRQHVSROtWLFDVGHOVRFLDOLVPRFOiVLFR\KDFHUSUHYDOHFHUORVIDFWRUHV
sociales sobre las determinaciones individuales, explica que alguna vez se
OHKD\DUHODFLRQDGRFRQORVHVFULWRVGHOMRYHQ0DU[21. Walzer señala cómo
la crítica comunitaria del liberalismo puede reforzar las viejas desigualda
des propias de los modos de vida tradicionales o, al contrario, corregir las
nuevas desigualdades debidas al mercado liberal y a la burocracia estatal22.
La misma ambivalencia se encuentra a nivel de los autores.
131
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
&DVLWRGRVORVFRPXQLWDULVWDVFULWLFDQODLGHDGH³FLXGDGDQtDHFRQy
mica”, que reduce a los miembros de la sociedad a “espectadores que vo
tan” y “consumidores siempre deseosos de mejorar su posición en el merca
GR´0XFKRVFULWLFDQHOFHQWUDOLVPRODEXURFUDFLDHVWDWDO\EXVFDQIRUPDV
YDULDGDVGHGHPRFUDFLDSDUWLFLSDWLYD+D\XQVHQWLUFRP~QUHVSHFWRDTXH
si no podemos volver a dar vida a las comunidades orgánicas ordenadas a
la idea de bien común y valores compartidos, la sociedad no tendrá otra
alternativa que el autoritarismo o la desintegración. De este modo, unos se
proponen revitalizar las tradiciones, otros subrayan la importancia de los
bienes públicos y de los equipamientos colectivos y otros reclaman una
WUDGLFLyQGH³UHSXEOLFDQLVPRFtYLFR´TXHUHPRQWDDOD$QWLJHGDG\KDFR
QRFLGRVXDSRJHRHQODVUHS~EOLFDVLWDOLDQDVGH¿QHVGHOD(GDG0HGLDDQWHV
de jugar un papel también en las revoluciones francesa y americana. En los
(VWDGRV8QLGRVHVWDWUDGLFLyQUHFXUUHWDQWRD0DTXLDYHOR\+DQQDK$UHQGW
FRPRD7-HIIHUVRQ3+HQU\\-'HZH\23. Ocupan un lugar privilegiado
las ideas de renovación de una ciudadanía activa24, de reconocimiento25 y
participación26.
23. &IU -*$ 3OCOCK, The Machiavelliam Moment. Florentine Political Thought and the
Atlantic Republican Tradition 3ULQFHWRQ 8QLYHUVLW\ 3UHVV 3ULQFHWRQ ³0DFKLDYHOOL LQ WKH
liberal cosmos”, Political Theory&IU7DPELpQ),NCIARTE, “Reflexiones sobre el
republicanismo”, Thémata. Revista de Filosofía(OUHSXEOLFDQLVPRFtYLFRVHYHDVt
mismo como una alternativa, un tercer camino entre el liberalismo y el comunitarismo, y comparte
con cada uno de ellos algún punto, a la vez que disiente en otros. Ver también Q. SKINNER, The
Foundations of Modern Political Thought, 2 vols., Cambridge University Press, Cambridge, 1978.
24. &IU -0 5OSALES ³'HPRFUDFLD \ VROLGDULGDG 5XGLPHQWRV SDUD XQD FLXGDGDQtD GHPR
crática”, Sistema $OOt HVER]D OD FRQVWUXFFLyQ DUJXPHQWDO GH OD LGHD GH FLXGDGDQtD
como núcleo del proyecto de la democracia desde el entramado de relaciones de solidaridad y co
operación social entre los individuos, que configuran inicialmente la articulación del espacio públi
co. Pero más en concreto, la atención se centrará en la práctica de la solidaridad como el rudimento
interactivo para el desarrollo del sentido común.
25. &IU&K7AYLOR³7KH3ROLWLFVRI5HFRJQLWLRQ´HQ$*UTTMANN, ed., Multiculturalism and
the Politics of Recognition3ULQFHWRQ8QLYHUVLW\3UHVV1HZ-HUVH\SS\HOFRPHQWD
ULRTXHKDFH0:DO]HUSSDVtFRPRODLQWURGXFFLyQGHODHGLWRUD
26. Cfr. B. BARBER, Strong Democracy: Participatory Politics for a New Age, University of
&DOLIRUQLD3UHVV%HUNHOH\&DOLIRUQLD$VtHVFULEH&K7D\ORUTXHODQRFLyQFHQWUDOGHOKXPD
QLVPRFtYLFRHVTXHORVKRPEUHVHQFXHQWUHQVXELHQHQODYLGDS~EOLFDGHXQDUHS~EOLFDGHFLXGDGD
QRV(OFRPXQLWDULVPRHQWRQFHVSDUHFHGHVHPERFDUHQXQDEDQGRQRGHODFDXVDGHODQDFLyQHVWDGR
y una renovación de la idea federalista. Cfr. M. GAUCHET, “Le mal démocratic”, Esprit (1993) p. 82;
y P. PICCONE³7KH&ULVLVRI/LEHUDOLVPDQGWKH(PHUJHQFHRI)HGHUDO3RSXOLVP´Telos
donde apunta a la creación de pequeñas comunidades orgánicas autónomas permitiendo la instaura
ción de una verdadera democracia participativa en el interior de un marco federal.
132
LA INTERPRETACIÓN COMUNITARIA DE LA SOCIEDAD CIVIL
5. ANOTACIONES FINALES
133
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
134
LA ARTICULACIÓN REPUBLICANA DE
LA SOCIEDAD CIVIL COMO INTENTO
DE SUPERAR EL LIBERALISMO
Alfredo CRUZ PRADOS
135
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
SRUDKRUDQRH[SUHVDPiVTXHHVHGHVHRODFRQFLHQFLDGHFDUHFHUGHHVDV
UHDOLGDGHVVLQTXHVHKD\DFRQVHJXLGRDUWLFXODUVX¿FLHQWHPHQWHFyPRKD
cer realidad la satisfacción de ese deseo.
/DLGHDGHODVRFLHGDGFLYLO\DKDEtDDSDUHFLGRHQOD,OXVWUDFLyQ(VFR
FHVD\HQDXWRUHVSRVWHULRUHVFRPR+HJHO\0DU[(QHVWRVGRV~OWLPRV
la sociedad civil era una esfera distinta del Estado –como lo sigue siendo
SDUDORVDFWXDOHVGHIHQVRUHVGHHVWDLGHD±SHURHUDLGHQWL¿FDGDFRQODVR
FLHGDGEXUJXHVDFRQODVRFLHGDGGHOEXUJXpVGHOKRPEUHSULYDGR±MXVWR
ORFRQWUDULRGHORTXHVHTXLHUHH[SUHVDUDFWXDOPHQWHFRQGLFKDLGHD±3DUD
+HJHO\0DU[ODVRFLHGDGFLYLOHUDHOFDPSRGHGHVSOLHJXHGHLQWHUHVHV
particulares, un ámbito en el que la universalidad y la particularidad se en
FXHQWUDQHQFRQÀLFWRXQiPELWRSXHVGHFRQWUDGLFFLRQHV3DUD+HJHOODV
FRQWUDGLFFLRQHVGHODVRFLHGDGFLYLOHUDQVXSHUDGDVHQHO(VWDGRVtQWHVLV
de lo público y lo privado, de lo legal y de lo moral. Para Marx, en cambio,
la sociedad civil no era superada por el Estado, sino que era protegida y
consagrada, pues el Estado era el Estado burgués, una creación de la misma
clase burguesa.
Los defensores actuales de la sociedad civil encuentran mayor sintonía
FRQHOWUDWDPLHQWRTXHGHHVDLGHDKL]ROD,OXVWUDFLyQ(VFRFHVD0HGLDQWH
la doctrina de la sociedad civil, la tradición escocesa intentaba superar la
férrea dicotomía entre ámbito público (campo de los intereses, regulado
por la racionalidad, entendida instrumentalmente) y ámbito privado (cam
po de la moralidad, regulado por el sentimiento). La idea de la sociedad
FLYLOUHSUHVHQWDEDODD¿UPDFLyQGHODSRVLELOLGDGGHXQiPELWRLQWHUPHGLR
DODSDUVRFLDO\PRUDO6LHOKRPEUHSRVHtDXQDGLPHQVLyQSDUWLFXODULVWD
engendradora de intereses y conductas egoístas, que se despliegan en el
mercado; también poseía una dimensión universalista, fuente de conductas
altruistas, que se despliegan en la sociedad civil. Esa dimensión universa
lista cobró forma en la doctrina de los sentimientos morales y la simpatía
QDWXUDO(VWRVVHQWLPLHQWRVPXHYHQHOFRPSRUWDPLHQWRGHORVKRPEUHVHQ
VRFLHGDGDQWHVGHTXHORKDJDQODUD]yQFDOFXODGRUD\ORVLQWHUHVHV\FUHDQ
lazos verdaderamente solidarios y morales, que constituyen como una base
SUHFRQWUDFWXDOGHODVHVIHUDVFRQWUDFWXDOHVGHODYLGDVRFLDO/DVRFLHGDG
FLYLOVLJQL¿FDEDSRUWDQWRXQiPELWRGHVROLGDULGDGFUHDGRSRUORVVHQWL
mientos morales y los afectos naturales1.
136
LA ARTICULACIÓN REPUBLICANA DE LA SOCIEDAD CIVIL...
$XQTXHODVROXFLyQGDGDSRUOD,OXVWUDFLyQ(VFRFHVDHVYLVWDKR\FRPR
LQVX¿FLHQWHORVDFWXDOHVUHLYLQGLFDGRUHVGHODVRFLHGDGFLYLOVHHQFXHQWUDQ
espoleados por el mismo problema, formulado en los mismos términos.
(VWR VLJQL¿FD TXH WDOHV DXWRUHV FRQWLQ~DQ DVXPLHQGR OD FRQFHSFLyQ GHO
KRPEUHTXHFDUDFWHUL]DOD¿ORVRItDVRFLDOGHOD0RGHUQLGDGXQLQGLYLGXR
GRWDGRGHDXWRQRPtDPRUDO\UHYHVWLGRGHGHUHFKRVQDWXUDOHVLQDOLHQDEOHV
rasgos en los que se cifra su dignidad, y que constituyen la base de su ciu
GDGDQtD/DUHÀH[LyQVREUHODVRFLHGDGFLYLOSHUPDQHFHGLVFXUULHQGRGHQ
tro de los canales del pensamiento moderno e ilustrado, intentando resolver
desde dentro los problemas planteados por los elementos constitutivos de
ese mismo pensamiento.
3RUHVWDUD]yQODGRFWULQDGHODVRFLHGDGFLYLOUHFKD]DWDQWRODWUDGL
ción republicana de la virtud cívica, como el comunitarismo, pues ambos
planteamientos parten de la crítica a la Modernidad, y cuestionan lo que
desde la tradición de la sociedad civil se considera como innegables e irre
QXQFLDEOHVFRQTXLVWDVGHOD0RGHUQLGDGHOGHVFXEULPLHQWRGHODGLJQLGDG
GHOKRPEUHHQVXLQGLYLGXDOLGDG\DXWRQRPtD\HO(VWDGRJDUDQWHGHHVD
GLJQLGDG PHGLDQWH HO UHFRQRFLPLHQWR GH ORV GHUHFKRV QDWXUDOHV \ OD XQL
versalización de la ciudadanía. La sociedad civil, aunque se diferencia del
Estado y trasciende al individuo, necesita de los dos.
(OUHFKD]R\ODGHVFRQ¿DQ]DKDFLDHO(VWDGRQRFRQGXFHDEXVFDUDSR
yo en la sociedad civil –que necesita de aquél– sino a reforzar solidaridades
primordiales, étnicas, etc. –lo que parece ser la propuesta del comunitaris
2. Ibidem, p. 60.
137
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
mo– que más bien impiden la creación de una sociedad civil3. La sociedad
civil es un modo de solidaridad que no está basado en lazos primordiales.
(VRVOD]RVORTXHKDFHQHVFUHDUVROLGDULGDGHVJUXSDOHV\H[FOX\HQWHVTXH
IUDJPHQWDQODVRFLHGDGFLYLOKDFLHQGRLPSRVLEOHXQDVROLGDULGDGXQLYHUVDO
que alcance al ámbito público entero.
/DVRFLHGDGFLYLOVyORHVSRVLEOHVLHOKRPEUHKDVLGROLEHUDGRGHWRGD
comunidad primordial, que tiende a poseerse de la personalidad del sujeto,
y que con la misma fuerza que lo integra en la comunidad lo excluye de
cualquier otra. Es necesario que emerja el individuo, desatando los lazos
SULPRUGLDOHV\KDFLHQGRTXHODSHUWHQHQFLDDWRGDFRPXQLGDGVHDIUXWRGH
la autonomía del individuo.
Fue el Estado quien llevó a cabo esta tarea de individualización del
KRPEUHHPDQFLSiQGRORGHODVFRPXQLGDGHVSUHYLDV\DVtORSXVRHQUHOD
ción inmediata con el todo social. Además, se debe también al Estado la
separación entre Estado y sociedad, entre lo político y lo social; separación
TXHDEUHODSRVLELOLGDGGHKDEODUGHXQDVRFLHGDGFLYLO\GHFUHDUOD
El republicanismo apela a la concepción antigua y aristotélica de la
YLUWXGFRPRWDUHDS~EOLFDGHODSROtWLFDFRPRiPELWRGHODSOHQLWXGKXPD
na. Esta concepción se apoya en la visión de la polis como una comunidad
moral en busca de un bien común. Para los defensores de la sociedad civil,
ODSURSXHVWDGHOUHSXEOLFDQLVPRHVLPSUDFWLFDEOHHQXQDVRFLHGDGGLIHUHQ
ciada, pluralista y comercial, como la actual. En las condiciones sociales
PRGHUQDV\DQRHVSRVLEOHODLGHDUHSXEOLFDQDGHOFLXGDGDQRFRPRHOKRP
bre logrado y virtuoso, ni la idea de virtud como superación de lo privado
PHGLDQWHHOFRPSURPLVRHQORS~EOLFR6HOLJPDQD¿UPDWD[DWLYDPHQWHTXH
la virtud no es realizable a través sólo de la participación política, que la
comunidad moral basada en principios de pura participación ciudadana
–como propone Arendt– no es posible4.
Consciente del cambio social, la tradición de la sociedad civil busca
nuevas formas y fundamentos para la solidaridad en una sociedad en la que
ODYLUWXGHVXQDWULEXWRGHOKRPEUHSULYDGR\ODSROtWLFDXQFDPSRGHQH
gociación. La virtud puede entenderse como un trascender el puro interés, y
puede constituir por tanto el fundamento más sólido –en cuanto fundamen
to moral– del bienestar social. Pero ese trascender ya no puede tener como
138
LA ARTICULACIÓN REPUBLICANA DE LA SOCIEDAD CIVIL...
IXQGDPHQWRORS~EOLFRODRUGHQDFLyQDORVYDORUHVGHORS~EOLFRGLFKRGH
otro modo, la virtud ya no puede ser la virtud del ciudadano, entendido
según la tradición republicana. Es necesario buscar otro fundamento que
KDJDSRVLEOHODYLUWXGFRPREDVHGHOELHQHVWDUVRFLDOHVGHFLUTXHSHUPLWD
TXHHOiPELWRVRFLDOWHQJDFDUiFWHUPRUDO(VHIXQGDPHQWRKDGHVHUPiV
universal que el propuesto por el comunitarismo, y más individual que el
propuesto por el republicanismo; y parece consistir en el mutuo reconoci
PLHQWRGHODGLJQLGDG\GHORVGHUHFKRVGHOLQGLYLGXR
La cuestión es si el proyecto que representa la idea de la sociedad civil
es verdaderamente posible desde las bases que, según sus propugnadores,
esa misma idea supone. Fue el tomar como punto de partida al individuo
–como sujeto moral autónomo, portador de valor universal, que se expre
VDHQORVGHUHFKRVQDWXUDOHV±ORTXHKL]RTXHODVRFLHGDGVyORVHSXGLHUD
entender como asociación de agentes libres que ya poseen en su individua
lidad la razón de su valor y su dignidad. El contenido de la sociedad sólo
podía consistir en una legalidad procedimental, orientada a garantizar los
GHUHFKRVLQGLYLGXDOHVEDMRODFXDOORVFLXGDGDQRVTXHGDEDQYLQFXODGRVHQ
WUHVtSRUOD]RVPHUDPHQWHMXUtGLFRIRUPDOHV/DVRFLHGDGGHMDEDGHFRQVLV
WLUHQFRPSDUWLUXQFXHUSRFRP~QGHYDORUHV\VLJQL¿FDGRVGHVDSDUHFLHQGR
DVtODVFRQGLFLRQHVSDUDTXHODLQWHUDFFLyQVRFLDOWXYLHUDFDUiFWHUPRUDO<
fue precisamente esta situación lo que despertó el deseo de sociedad civil
RPHMRUGLFKRHOGHVHRTXHODLGHDGHVRFLHGDGFLYLOH[SUHVDSRUTXHTXL]i
ese deseo no se corresponde con el contenido que a la idea de sociedad civil
OHKDQGDGRVXVFXOWLYDGRUHV
(OSUREOHPDVLJXHVLHQGRFyPRFRQFLOLDUXQRUGHQVRFLDOFRQFRQWH
QLGRPRUDOFRQXQDFRQFHSFLyQLQGLYLGXDOL]DQWHGHOKRPEUH5. ¿Es posible
construir una sociedad de lazos comunales y morales –como pretende ser
ODVRFLHGDGFLYLO±FRQVHUYDQGRODDXWRQRPtDGHOLQGLYLGXR±FRPRSURSXJ
na la doctrina de la sociedad civil–? ¿Es posible partir de principios, en el
IRQGROLEHUDOHV±DXWRQRPtDLQGLYLGXDOGHUHFKRVQDWXUDOHVLQGLYLGXDOHV±\
evitar que lo social sea sólo pacto y racionalidad instrumental?
3LHQVRTXHODUHVSXHVWDDHVWRVLQWHUURJDQWHVSXHGHVHUD¿UPDWLYDVL
la autonomía se entiende referida a las comunidades primordiales, pero
QRVLVHHQWLHQGHUHIHULGDDODFRPXQLGDGSROtWLFDWDPELpQ'LFKRHQRWURV
WpUPLQRVODUHVSXHVWDSXHGHVHUD¿UPDWLYDVLODOLEHUWDGHVFRQFHELGDGHXQ
modo más semejante al clásico que al moderno. Obviamente, no es éste el
caso de la tradición de la sociedad civil.
139
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
6. IbidemSS
140
LA ARTICULACIÓN REPUBLICANA DE LA SOCIEDAD CIVIL...
viduo no podía consistir en algo más que una estructura legal formal, que
garantice lo que el individuo ya posee, y moralmente neutra, es decir, vacía
de todo valor que no sea el del individuo. Se trata de un ámbito público
HQHOTXHVHYLYHQYDORUHV\GHUHFKRVTXHHQPRGRDOJXQRVHGHEHQDHVH
ámbito o están constitutivamente mediados por él, por lo que la relación de
cada uno con ese ámbito es puramente instrumental. Por otra parte, entre
los individuos, lo que es posible y exigible es el reconocimiento de los de
UHFKRVGHORWURGHUHFKRVTXHSRUQRGHEHUVHDOWRGRWDPSRFRVHGHEHQQL
necesitan de uno.
(VHUHFRQRFLPLHQWRSXHGHHQJHQGUDUUHVSHWRHOUHVSHWRGHORVTXHVH
ven iguales; pero siendo esa igualdad igualdad ante el Estado. Reconocer
ORV GHUHFKRV GHO RWUR HV UHFRQRFHU TXH KDQ VLGR LJXDOPHQWH SURWHJLGRV
(OUHFRQRFLPLHQWRHQHORWURGHGHUHFKRVLQGLYLGXDOHV\RULJLQDULRVSXHGH
HQJHQGUDUUHVSHWRSHURQRVROLGDULGDGXQDFRVDHVVDEHUVHLJXDOHV\RWUD
saberse solidarios. El respeto se orienta a permitir que cada uno ejercite li
bremente lo que posee individualmente, es decir, a custodiar la autonomía.
En cierto modo, la solidaridad y el respeto aparecen como opuestos, ya
que, por una parte, el altruismo puede ser visto como una violación de la
autonomía; y, por otra, la necesidad de ayuda puede ser entendida como
XQDFRQVHFXHQFLDGHXQDDXWRQRPtDLQVX¿FLHQWHPHQWHFRQVWLWXLGDRGHIHF
tuosamente ejercida. Precisamente, este punto es el que diferencia al Esta
do liberal del Estado del Bienestar. El primero entendía que la necesidad
de ayuda por parte de un individuo manifestaba su incapacidad para ser
autónomo, es decir, ciudadano, pues el ciudadano no necesita más que la
igualdad legal. El Estado del Bienestar, en cambio, piensa que la necesidad
GHDVLVWHQFLDH[SUHVDODLQVX¿FLHQFLDGHO(VWDGROLEHUDOSDUDJDUDQWL]DUYHU
GDGHUDPHQWHODDXWRQRPtDGHWRGRVODDXWRQRPtDQRKDEtDVLGRUHFRQRFLGD
de manera universal.
La solidaridad sólo surge de un proyecto común que tenga carácter
constitutivo respecto del ser y del valor de los que participan en él. La
solidaridad moral procede únicamente de la solidaridad ontológica, no de
ODLJXDOGDGRQWROyJLFDVLPSOHPHQWH/DUD]yQ\IXQGDPHQWRGHREUDUVROL
dariamente es ser y tener solidariamente lo que se es y lo que se tiene. El
actuar social puede tener carácter moral sólo si en el ser de la sociedad se
encuentra comprometido el propio ser del que actúa.
La sociedad civil implica el deseo de superar el individualismo; pero
SDUWLHQGRGHOYDORUGHOKRPEUHFRPRLQGLYLGXRHVGLItFLOHYLWDUTXHODVR
ciedad quede reducida a pura exterioridad instrumental. El egoísmo de la
FRQGXFWD LQWHUHVDGD VH VXSHUD WUDVFHQGLHQGR OR SDUWLFXODU TXH KD\ HQ HO
141
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
KRPEUH\KDFLHQGRGHORXQLYHUVDOTXHSRVHHODUD]yQGHVXDFFLyQTXHVH
KDFHDVtDFFLyQPRUDO3HURHQODGRFWULQDGHODVRFLHGDGFLYLOHVHXQLYHUVDO
HVDOJRUHDOL]DGR\SRVHtGRLQGLYLGXDOPHQWH±ODDXWRQRPtD\ORVGHUHFKRV
del individuo, la Razón y sus principios morales, como antes lo era la gra
cia–, por lo que la apelación a él no vincula al individuo con los demás,
VLQRFRQVLJRPLVPRODPRUDOLGDGQRHVVROLGDULGDGVLQRUHVSHWRGHVtFR
KHUHQFLDLQWHUQD8QDPRUDODVtHVXQDPRUDOSXUDPHQWHPRQROyJLFDHQOD
TXHODMXVWL¿FDFLyQGHODDFFLyQVHUHDOL]DFRPRDXWRUHIHUHQFLDGHODJHQWH
Para que la moralidad implique solidaridad es necesario que ese universal
esté constituido por una comunidad y sus bienes, siendo la relación del
KRPEUHFRQHVWHXQLYHUVDOFRQ¿JXUDGRUDGHVXSURSLRYDORU\GLJQLGDG/D
MXVWL¿FDFLyQPRUDOFRQVLVWHHQUHIHUHQFLDDORFRP~Q\ODDFFLyQPRUDOHV
actualización práctica de aquella relación y, por tanto, también de la propia
dignidad.
/RV GHUHFKRV GHO LQGLYLGXR SRU VHU LQGLYLGXDOHV QR SURFHGHQ GH OD
UHODFLyQGHOKRPEUHFRQXQDFRPXQLGDGVLQRGHOVRORLQGLYLGXRHQFXDQWR
HQFDUQDFLyQ GH XQ XQLYHUVDO DEVWUDFWR OD +XPDQLGDG OD 5D]yQ (Q HVWH
XQLYHUVDOVHGHVHDIXQGDPHQWDUHVHiPELWRGHVROLGDULGDGTXHHVODVRFLH
GDG FLYLO $OJXQRV DXWRUHV KDQ KDEODGR GH XQD VRFLHGDG FLYLO XQLYHUVDO
\KRPRJpQHDDODPHGLGDGHORVGHUHFKRVGHOKRPEUHTXHVHUHDOL]DUtD
como por debajo y al margen de los Estados7. Esto sería posible gracias a
la separación entre Estado y sociedad, es decir, gracias a la emancipación
GHOKRPEUHUHVSHFWRGHOiPELWRSROtWLFRDVXGHVSROLWL]DFLyQTXHSHUPL
tiría encontrar un fundamento para la solidaridad, que fuera más universal,
precisamente, por no ser político. Despolitizar la solidaridad, la sociedad,
LPSOLFDUtDXQLYHUVDOL]DUOD&XULRVDPHQWHHVWHSODQWHDPLHQWRUHFXHUGDGH
PDVLDGRDODKLSyWHVLVGHOestado de naturaleza rousseauniano o, al menos,
ORFNHDQR\UHSLWHGRVUDVJRVHVHQFLDOHVGHHVDKLSyWHVLVFRQFHELUXQiPEL
to no político con características que, en el fondo, suponen la presencia de
lo político; y consagrar el carácter instrumental del Estado.
Si el valor que sirve de fundamento para la solidaridad es un univer
sal abstracto que se realiza individualmente, entonces se trata de un valor
SULYDGR\VHKDFHSRUWDQWRLPSRVLEOHTXHODPHGLDFLyQGHORSULYDGRSRU
ORS~EOLFRWHQJDFDUiFWHUPRUDOHVGHFLUVHDSHUIHFWLYD\GLJQL¿FDQWHPiV
bien, sería defectiva y enajenante. Por consiguiente, la acción social, por
la que trascendemos lo privado, no puede ser acción moral, pues no puede
7. - / &OHEN y A. ARATO, Civil Society and Political Theory7KH 0,7 3UHVV &DPEULGJH
1992; M. WALZER, “Introduction”, en M. WALZER (ed.), Toward a Global Civil Society%HUJKDKQ
%RRNV3URYLGHQFH
142
LA ARTICULACIÓN REPUBLICANA DE LA SOCIEDAD CIVIL...
VHUMXVWL¿FDGDSRUUHIHUHQFLDDDOJ~QYDORUGLVWLQWRGHOSULYDGR(OiPELWR
público no es espacio para la realización ética; ésta se lleva a cabo en el
ámbito del valor, que es el privado.
El mismo Seligman reconoce que, de algún modo, la universalización
GHODFRQGLFLyQYDORUDWLYDGHOKRPEUH±HQODIRUPDGHORVGHUHFKRVKXPD
QRV±KDOOHYDGRDODSULYDWL]DFLyQGHORVYDORUHV8. Si la razón del valor del
KRPEUH OD IXHQWH GH VXV GHUHFKRV OD SRVHH pVWH LQGHSHQGLHQWHPHQWH GH
todo bien común, de toda comunidad, entonces ningún bien común puede
WHQHU IXHU]D H[LJLWLYD DQWH QLQJ~Q KRPEUH FRQVWLWXLU XQ YDORU VLQR TXH
PiVELHQVHSUHVHQWDFRPRXQSHOLJURSDUDHVRVGHUHFKRVFRPRXQDSUH
WHQVLyQGHFRQGLFLRQDUHOYDORUGHOKRPEUH1RFDEHSXHVQLQJ~QFULWHULR
público de moralidad. La acción sólo puede ser evaluada por su relación
con la razón del valor personal, y siendo ésta de carácter privado, esa rela
ción sólo puede ser medida privadamente, desde la autonomía que corres
ponde al individuo en virtud de ese mismo valor.
La ausencia de un criterio público de moralidad equivale a la ausencia
GHOtPLWHHQORVGHUHFKRVGHFDGDXQR6LODIXHQWHGHORVGHUHFKRVHVXQ
universal abstracto, realizado individualmente, el contenido y la extensión
GH HVRV GHUHFKRV VHUiQ WDQ DEVWUDFWRV LOLPLWDGRV FRPR VX PLVPD IXHQ
te. Todo lo que procede del individuo –deseos, pasiones, intereses– podrá
UHLYLQGLFDUVHFRPRGHUHFKRVSXHVQRH[LVWHXQFULWHULRS~EOLFRGHGLVFUL
PLQDFLyQVyORHOLQGLYLGXRSXHGHGHWHUPLQDUORTXHFRQVWLWX\HXQDOyJLFD
H[LJHQFLD GHVX GLJQLGDGLQGLYLGXDOHV GHFLU XQ GHUHFKR1R H[LVWLHQGR
XQ ELHQ FRP~Q FRQ¿JXUDQWH GHO YDORU \ GH OD UHDOL]DFLyQ GH OD SHUVRQD
VyORVRQSRVLEOHVSUR\HFWRVGHYLGDSULYDGRV\ORVGHUHFKRVTXHpVWRVH[L
gen para su cumplimiento, sólo son determinables desde dentro del propio
proyecto. Si lo publico no es fuente de valor, la acción de lo público sobre
lo privado, la mediación de lo privado por parte de lo público, no tendrá
FDUiFWHUSHUIHFWLYRRSOHQL¿FDQWH/RS~EOLFRSRGUiOLPLWDUORSULYDGRORV
GHUHFKRVGHOLQGLYLGXRSHURVXDFFLyQVyORFRQVLVWLUiHQHVRHQlimitar,
QRHQWUDQVFHQGHU\HVDOLPLWDFLyQVyORSRGUiMXVWL¿FDUVHSRUUD]RQHVLQV
WUXPHQWDOHV6HUHSLWHHQEXHQDPHGLGDHOSODQWHDPLHQWRKREEHVLDQRORV
GHUHFKRVQDWXUDOHVFRPRGHUHFKRVSUHSROtWLFRVGHOLQGLYLGXRHTXLYDOHQD
un ius in omnia, y lo público, a una limitación utilitaria de éste.
La doctrina de la sociedad civil implica el olvido de algo ya apuntado por
)HUJXVRQTXHHORUGHQVRFLDOHVSRUHVHQFLDOLPLWDGRVyORGLVWLQJXLpQGRQRV
143
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
144
LA ARTICULACIÓN REPUBLICANA DE LA SOCIEDAD CIVIL...
145
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
146
LA ARTICULACIÓN REPUBLICANA DE LA SOCIEDAD CIVIL...
(QGH¿QLWLYDODPHWDDODTXHDSXQWDODLGHDGHVRFLHGDGFLYLOQRHV
realizable como sociedad civil, como un ámbito social distinto del Esta
do pero sostenido por él. Mientras mantengamos el Estado, esa meta que
da imposibilitada. Su realización pasa necesariamente por una profunda
transformación del Estado, por una desestatalización de la política y una
politización de la sociedad. La verdadera alternativa tanto a la “política so
cial” del Estado del Bienestar, como a la ciega racionalidad de las leyes del
mercado, reside en una auténtica sociedad política. Para que el arrebatar,
de las manos del Estado, la administración de lo social no implique la mer
cantilización de ello, es preciso que ese cambio de manosQRVLJQL¿TXHOD
privatización de lo social, sino que las funciones transferidas sigan siendo
SDUWHGHORS~EOLFRDXQTXHVHDDKRUDODVRFLHGDGTXLHQVHHQFDUJXHGHHOOR
Una sociedad que comparte con el Estado la gestión de lo público es una
VRFLHGDG SROLWL]DGD \ HVH (VWDGR HV XQ (VWDGR GHVHVWDWDOL]DGR SXHV KD
renunciado al monopolio de lo público.
El proyecto de la sociedad civil se vuelve problemático cuando se pre
tende articularlo desde los mismos presupuestos de la idea de sociedad
civil, entre los que se encuentran el Estado y el individuo. No es extraño
que Seligman acabe sus exposiciones de esta idea casi con el mismo inte
UURJDQWHTXHODVDEUtD¢FyPRGDUFRQWHQLGRPRUDODOiPELWRVRFLDOVLQODV
bases de la tradición cívica y sin una referencia ni a elementos primordiales
ni a elementos trascendentes? Preguntarse por esto es preguntarse si desde
los presupuestos de esta idea se pueden satisfacer los deseos que ella encie
rra. Seligman no contesta, sino que más bien parece sugerir que la sociedad
FLYLOIXHSRVLEOHPLHQWUDVKXERXQIXQGDPHQWRWUDVFHQGHQWHSDUDODVLQVWL
WXFLRQHVSROtWLFDVHOORRFXUULyHQORV(VWDGRV8QLGRVGHO;9,,,13.
6L OR YLVWR KDVWD DKRUD HV DFHUWDGR SRGHPRV FRQFOXLU TXH HV SUHFL
samente en la tradición republicana donde podemos encontrar las bases
SDUDKDFHUGHOiPELWRVRFLDOXQiPELWRPRUDOSDUDGDUFRQGLFLyQS~EOLFDD
la virtud, o –en expresión de Alejandro Llano– para “dar vigencia social a
la virtud”. Como se dijo más arriba, la alternativa al Estado del Bienestar
y a la expansión del mercado consiste en una sociedad politizada, es decir,
147
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
148
LA ARTICULACIÓN REPUBLICANA DE LA SOCIEDAD CIVIL...
149
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
150
LA ARTICULACIÓN REPUBLICANA DE LA SOCIEDAD CIVIL...
ODD¿UPDFLyQ\FXOPLQDFLyQGHODLGHQWLGDGGHODJHQWHH[LJLUi\SDVDUiSRU
ODD¿UPDFLyQ\FXOPLQDFLyQGHODLGHQWLGDGFRP~Q/DVH[LJHQFLDVGHHVWR
último constituyen una moralidad común, por lo que una identidad común
LQFOX\HGHVX\RXQDGH¿QLFLyQFRPSDUWLGDGHODYLGDEXHQD
Una identidad igual en todos no es lo mismo que una identidad común,
cuando aquélla se posee individualmente. La posesión individual de lo mis
mo es sólo uniformidad, no comunidad, y la uniformidad no genera por sí
PLVPDVROLGDULGDGQRSRUVHUVLPSOHPHQWHLJXDOHVHVWDPRVPiVXQLGRV
Es precisamente el empobrecimiento de lo comunitario lo que genera uni
formización e individualización16.
&RPR KD D¿UPDGR 5RVV OD pWLFD QR VH UH¿HUH D OD FRQGXFWD GH LQGL
viduos autónomos, sino a la conducta de los miembros de una comunidad,
D VXV ¿QHV VRFLDOHV \ SROtWLFRV &yPR GHEH XQR YLYLU HQ FXDQWR LQGLYLGXR
autónomo no es una cuestión ética; la cuestión ética es cómo debemos vivir
nosotros en cuanto sujetos interdependientes en un todo social17. Efectiva
PHQWHHOKRPEUHQRHVXQDJHQWHPRUDOFRPRLQGLYLGXRDLVODGRVLQRFRPR
miembro de una comunidad. La moralidad no puede surgir y construirse a
partir de puros individuos autónomos. Un ámbito puramente privado es un
ámbito privado de moralidad; en él sólo cabe el gusto18, preferencias que no
VHEDVDQHQFULWHULRVFRPSDUWLGRV\REMHWLYDEOHVTXHQRVRQMXVWL¿FDEOHVLQ
WHUVXEMHWLYDPHQWH3ULYDWL]DUDOKRPEUHHVFDHUHQHOVXEMHWLYLVPRPRUDOHQ
el emotivismoGHQXQFLDGRSRU0DF,QW\UHORVMXLFLRVPRUDOHVVHFRQYLHUWHQ
en expresión de preferencias individuales contingentes. Una moralidad priva
GDXQDPRUDOLGDGGHOKRPEUHSULYDGRHVXQDPRUDOLGDGVXEMHWLYDHVGHFLU
es una contradicción. La objetividad moral no puede basarse en el valor del
individuo autónomo, sino en el valor de la comunidad, en un bien común.
(OKRPEUHGHVYLQFXODGRGHWRGDFRPXQLGDGHVXQLQGLYLGXRDEVWUDFWR
TXH QR HV DJHQWH PRUDO SRUTXH QR SXHGH SOHQL¿FDUVH \D TXH VX SOHQL¿
cación carece de un sentido determinado, no se sabe en qué consiste19. Es
HQVXLQVHUFLyQHQXQDFRPXQLGDGFRPRHOKRPEUHSRVHHXQDIRUPDFRQ
FUHWDSDUDVXSOHQLWXGTXHVHKDFHDVtSUDFWLFDEOHSUD[LV. Al margen de la
FRPXQLGDGHOKRPEUHFDUHFHGH¿QHVUHDOHVHVHQODFRPXQLGDGGRQGHHO
telosKXPDQRVHKDFHFRQFUHWR\RSHUDWLYRREMHWRGHDFFLyQ\FULWHULRGHOD
DFFLyQ/DSOHQLWXGGHOKRPEUHHVUHDOL]DEOHHQODPHGLGDHQTXHODLGHQWL
GDGGHOKRPEUHHVUHDOQRSXUDPHQWHDEVWUDFWD
151
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
Todo esto nos permite concluir que para que la moralidad no quede
encerrada en las comunidades primordiales y restringida a ellas, para que
la acción moral sea posible en el ámbito social todo, es necesario que ese
iPELWRFRQVWLWX\DXQDQXHYDFRPXQLGDGFRQ¿QHV\ELHQHVFRPXQHVHQOD
TXHHOKRPEUHVHLQWHJUDWUDQVFHQGLHQGRODVFRPXQLGDGHVSUHYLDV\HQOD
que, a través de la identidad común que ella expresa, adquiere una nueva
LGHQWLGDGSHUVRQDOORTXHOHHVSURSLRVXVGHUHFKRV\VXVGHEHUHV(QRWUDV
SDODEUDVODVRFLHGDGKDGHFRQVWLWXLUXQethos, pues sólo en un ethos es po
sible la acción ética<HVHethos, esa nueva comunidad, es una tarea políti
FD/DSROtWLFDFRQVLVWHHQVXFRQ¿JXUDFLyQ\FRQVWDQWHUHFRQ¿JXUDFLyQ
(O(VWDGRSRUHOFRQWUDULRVXSRQHHQWHQGHUODSROtWLFDFRPRODFRQV
trucción de una estructura jurídica, bajo la cual quepan diferentes ethos e
identidades. Lo político es una estructura, no una comunidad, una identidad
FRP~Q<HQHVWHSXQWRODVGLIHUHQFLDVHQWUHHO(VWDGROLEHUDO\HO(VWDGR
del Bienestar son sólo de grado. En ninguno de los dos, lo político es un
ámbito de comunidad, pues en ambos, lo político –el Estado– se genera
descargando al ciudadano de los asuntos públicos y dotándole de garantías
para su dedicación a lo privado. La relación con el Estado no es moral sino
meramente instrumental, tanto para el capitalista como para el pensionista.
(VIXHUDGHORS~EOLFRGRQGHHOKRPEUHHQFXHQWUDVXV¿QHV\VXLGHQWLGDG
por lo que su plenitud no tiene relación con lo público, no puede realizarse
FRPRYLUWXGHVS~EOLFDVODPRUDOLGDGTXHGDSULYDWL]DGD1RKD\comunidad
política porque lo público no representa una identidad común ni un conjun
to de bienes compartidos, sino sólo un sistema de garantizar públicamente
OR SULYDGR< VL QR KD\ FRPXQLGDG SROtWLFD FRPXQLGDG EDVDGD HQ OD]RV
políticos, no cabe solidaridad, acción moral, más allá de las comunidades
basadas en lazos primordiales.
(OOLEHUDOLVPRHVVLVHTXLHUHODH[SUHVLyQGRFWULQDOPiVQHWDFRQV
ciente y maximalista de la naturaleza propia del Estado moderno. La dife
rencia entre el Estado liberal y el Estado Social no reside en el modo de
HQWHQGHUODSROtWLFDHQHOPRGRGHFRQ¿JXUDUORS~EOLFRVLQRVLPSOHPHQWH
en el volumen de lo que se considera público. Por esta razón, mientras
se mantenga el Estado, como forma política, reducir las competencias del
Estado implicará necesariamente la privatización de esas funciones y, por
tanto, su mercantilización.
El liberalismo critica la concepción republicana de la política como
construcción de un ethos común, considerándola imposible y, cuando menos,
antidemocrática. Para el liberalismo, la política se ordena al establecimiento
de un orden legal basado en principios de justicia universalmente válidos
–independientes de toda concepción del bien–, que permita a cada uno abra
152
LA ARTICULACIÓN REPUBLICANA DE LA SOCIEDAD CIVIL...
153
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
154
LA ARTICULACIÓN REPUBLICANA DE LA SOCIEDAD CIVIL...
Ese ethosKDGHVHUUHSXEOLFDQRFRQVLVWHQWHHQODFRP~QSDUWLFLSDFLyQHQ
la realización de un bien común, de una común vida buena. En esto se
EDVDODVROLGDULGDG(VWHSODQWHDPLHQWRHVHOTXHSHUPLWHD¿UPDUFRQ6DQWR
7RPiVTXHHOKRPEUHKDGHSUDFWLFDUODVYLUWXGHVSROtWLFDVSDUDDOFDQ]DU
su plenitud23. En el planteamiento liberal, las posibles “virtudes” políticas
no son auténticas virtudes, pues no son verdaderamente integrantes de la
SOHQLWXGKXPDQDPLVPDVLQRVyORFRQGLFLRQHVLQVWUXPHQWDOHVSDUDKDFHU
FRPSDWLEOHVODSOHQLWXGSURSLD\ODDMHQDODVFXDOHVVHGH¿QHQ\UHDOL]DQHQ
el ámbito privado, ámbito de las concepciones del bien, de la identidad.
(QHOIRQGRORTXHKDFHIDOWDHVTXHODDXWRQRPtDHQFXDQWRFRQGLFLyQ
para la vida moral, no sea entendida como mera ausencia de coerción y
como desvinculación respecto de lo público; sino que sea entendida como
capacidad de participar en lo común, como capacidad de llevar a cabo ac
ciones y de actualizar potencialidades que son de una índole superior. Para
el liberalismo, el Estado es la única fuente de coacción, y el individuo es
de por sí libre y autónomo24. La autonomía equivale, por tanto, a la no in
tervención del Estado. Para el Estado Social, en cambio, la sociedad tam
bién es fuente de formas de coacción, para cuya eliminación es precisa la
LQWHUYHQFLyQGHO(VWDGRTXHKDFHDVtSRVLEOHODDXWRQRPtD3HURDOPDUJHQ
de estas diferencias, en ambos casos, la autonomía consiste en libre dispo
sición de lo privado.
3DUD HO OLEHUDOLVPR OD DXWRQRPtD VLJQL¿FD DXVHQFLD GH OH\ \ HVSRQ
taneidad de lo privado. Este concepto de autonomía no concuerda tampoco
con el de Rousseau y Kant, para quienes la autonomía consistía en actuar
FRQIRUPHDORXQLYHUVDOOD9ROXQWDG*HQHUDOROD/H\PRUDO/DDXWRQRPtD
VLJQL¿FDED PiV ELHQ OLEHUDFLyQ GH OR SDUWLFXODU \ DFFHVR D DTXHOOR TXH
lo trasciende; y en este punto, el planteamiento de Rousseau y de Kant se
acercaba al republicano. Sin embargo, esos dos universales eran puramente
abstractos, y el primero, casi místico. El republicanismo presenta un uni
YHUVDOFRQFUHWR\YHUGDGHUDPHQWHSUiFWLFRODpolis.
4XHQWLQ6NLQQHUKDKDEODGRGHXQDWHRUtDOLEHUDOR³JyWLFD´GHODOL
bertad y una teoría republicana de la libertad. Para la primera, la libertad es
contraria a la ley, que es vista como una injerencia de lo público en lo priva
do. Para la segunda, la ley establece las condiciones de una libertad asegu
rada y real, la ley promueve la libertad25. Estas dos teorías parecen respon
23. S. Th,,,TD
24. BEINER, op. cit., p. 26.
25. Q. SKINNER, “Deux conceptions de la citoyenneté”, KrisisSS
155
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
GHU±\HOFDOL¿FDWLYR³JyWLFD´DVtORVXJLHUH±DGRVH[SHULHQFLDVKLVWyULFDV
GHODOLEHUWDGODIHXGDO\ODPXQLFLSDO(OVHxRUIHXGDOHUDOLEUHHQVXIHXGR
como el que, exento de toda ley, administra lo privado. En cambio, los
ciudadanos debían su libertad a las leyes de la ciudad, que los liberaban del
sometimiento a la voluntad de un señor. La ley daba libertad, pero, a su vez,
la libertad consistía en tener leyes propias. Una ciudad libre era una ciudad
que podía darse leyes; y participar en esa tarea era consecuencia y, a la vez,
requisito de esa libertad. Según la concepción republicana –como también
D¿UPD6NLQQHU±ODOH\QRVREOLJDDFXPSOLUQXHVWURVGHEHUHVFtYLFRVGH
los que depende nuestra libertad26. La libertad no se entiende, en la teoría
republicana, como algo nativo y dado de suyo, sino como una conquista,
TXHQRVHJDUDQWL]DFRQXQDEDUUHUDGHGHUHFKRVIUHQWHDODLQMHUHQFLDGHOR
público, sino responsabilizándose de ello27/DOXFKDGHORVREUHURVSRODFRV
por su libertad, de la que cobró inspiración la idea de sociedad civil, fue
liderada por un sindicato llamado Solidaridad, y la idea de libertad que
operaba en aquel movimiento era más republicana que liberal.
'LYHUVDVFUtWLFDVDOOLEHUDOLVPRKDQVHxDODGRFRQDFLHUWRTXHpVWHUH
duce el debate político a un debate jurídico, convierte la vida política en un
FRQÀLFWRGHGHUHFKRV(OFRQFHSWROLEHUDOGHODDXWRQRPtDROLEHUWDGFRPR
una cualidad individual, innata y referida a lo privado, y que se expresa en
XQDFROHFFLyQGHGHUHFKRVOOHYDDUHGXFLUODFXHVWLyQSROtWLFDDXQDFXHV
WLyQGHJDUDQWtDGHGHUHFKRV/DVSROpPLFDVTXHVRQHQYHUGDGGLVFXVLR
QHVVREUHFyPRKDGHVHUODpolis, cuál es el bien común que le corresponde,
VHSUHVHQWDQHQFDPELRFRPRUHFODPDFLRQHVGHGHUHFKRVLQDOLHQDEOHV0H
SDUHFHTXHODSURJUHVLYDMXULGL¿FDFLyQGHODYLGDWDQWRSROtWLFDFRPRPRUDO
es un fenómeno patente en la sociedad actual.
(QFXDQWRDOJRHVUHFODPDGRFRPRXQGHUHFKRTXHGDH[LPLGRGHOD
QHFHVLGDGGHVHUMXVWL¿FDGRS~EOLFDPHQWHTXHGDVXVWUDtGRGHOGHEDWHS~
blico para ver cuál es el bien común y qué relación guarda con este bien
el objeto de aquella reclamación. El liberalismo elude preguntarse en qué
VHEDVDQORVGHUHFKRVSRUTXpUD]yQORVWHQHPRVSUHJXQWDVTXHLQHYLWD
EOHPHQWHQRVOOHYDQDKDEODUGHELHQHV28, en concreto, de bienes comunes.
3DUDHOOLEHUDOLVPRODSRVHVLyQGHGHUHFKRVHVDOJRIiFWLFRRVLWLHQHXQ
IXQGDPHQWRHVHIXQGDPHQWRHVDOJRIiFWLFR\SUHSROtWLFR'HHVWHPRGR
156
LA ARTICULACIÓN REPUBLICANA DE LA SOCIEDAD CIVIL...
29. S. RAJAN, The primacy of the political ,QGLDQ &RXQFLO RI 3KLORVRSKLFDO 5HVHDUFK DQG
2[IRUG8QLYHUVLW\3UHVV1HZ'HOKLS
30. Vid. S. MULHALL y A. SWIFT, Liberals and Communitarians%ODNZHOO2[IRUGS
31. BEINER, op. cit., p. 91.
32. A. MACINTYRE, “La privatisation du bien”, Krisis, 16 (1994), p. 39.
157
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
33. A. CRUZ PRADOS, “Política y autonomía de lo social”, Anuario Filosófico, 27 (1994), pp. 767
y ss.
34. )$ +AYEK ³6RFLDO RU 'LVWULEXWLYH -XVWLFH´ HQ &K 1ISHIYAMA y K.R. LEUBE (eds.),
The essence of Hayek+RRYHU,QVWLWXWLRQ3UHVV6WDQIRUG8QLYHUVLW\SS
35. Ibidem.
158
LA ARTICULACIÓN REPUBLICANA DE LA SOCIEDAD CIVIL...
159
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
160
LA ARTICULACIÓN REPUBLICANA DE LA SOCIEDAD CIVIL...
&RPR\DTXHGyGLFKRUHGXFLUHOSDSHOGHO(VWDGRDGPLWHGRVIyUPXODV
DOWHUQDWLYDVSULYDWL]DUFRPSHWHQFLDVTXHKDVWDDKRUD HUDQS~EOLFDV FRQ
¿DQGRVXUHDOL]DFLyQDODOLEHUWDGGHOPHUFDGRRDXPHQWDUODSDUWLFLSDFLyQ
la responsabilidad, de la sociedad en la gestión de lo público. Esto último
VLJQL¿FDGHVHVWDWDOL]DUORSROtWLFR\SROLWL]DUORVRFLDO3XHGHGHFLUVHTXH
esta fórmula apela a un progreso en la democratización, frente a la primera,
161
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
44. K. NIELSEN ³5HFRQFHSWXDOL]LQJ &LYLO 6RFLHW\ IRU 1RZ 6RPH 6RPHZKDW *UDPVFLDQ
7XUQLQJV´HQ0LFKDHO:DO]HUHG op. cit., p. 44.
45. -/&OHEN y A. ARATO, op. cit., p. 592.
162
LA ARTICULACIÓN REPUBLICANA DE LA SOCIEDAD CIVIL...
SURIHVLRQDOHVHWF<SDUDTXHHVWDIRUPDGHSDUWLFLSDFLyQVHDUHDOHVQHFH
VDULRTXHWDPELpQKD\DGLYHUVDVIRUPDVGHUHSUHVHQWDFLyQSROtWLFDHVGHFLU
no sólo individual e ideológica, sino también institucional y corporativa. Ad
PLWLU GLYHUVDV IRUPDV GH UHSUHVHQWDFLyQ SROtWLFD VLJQL¿FD UHFRQRFHU FRPR
constitutivos del ciudadano en cuanto tal aquellos rasgos –además del ideo
OyJLFR±TXHDKRUDVLUYHQGHFULWHULRGHUHSUHVHQWDFLyQVLJQL¿FDUHFRQRFHU
TXHDTXHOODVLQVWLWXFLRQHVHQIXQFLyQGHODVFXDOHVHOFLXGDGDQRHVUHpresen-
tado ante lo público, son verdaderamente parte integrante de la comunidad
SROtWLFD\¿QDOPHQWHVLJQL¿FDUHFRQRFHUTXHODQDWXUDOH]DGHFDGDXQDGH
esas instituciones constituye una dimensión y un punto de vista relevantes
de los asuntos públicos, por lo que deben estar presentes en la deliberación
común sobre lo público. Esto no implica consagrar intereses grupales, ni vol
ver a caer en una política de racionalidad instrumental. Implica establecer
XQGLiORJRFRP~QHQHOTXHSRUKDFHUVHSUHVHQWHVORVSXQWRVGHYLVWDTXH
son relevantes respecto del asunto en cuestión, la deliberación es acertada
–se cumplen los requisitos de la racionalidad práctica–, y en el que –por ser
diálogo– se van trascendiendo esos mismos puntos de vista particulares, in
tentando alcanzar en común un punto de vista ciudadano. A una democracia
pluralKD\TXHVXPDUXQYHUGDGHURSDUODPHQWDULVPR
Este tipo de democracia, con diversas formas de participación y repre
sentación, es –a mi modo de ver– la fórmula para llevar a la práctica lo que
+DQQDK$UHQGWUHLYLQGLFDEDODUHFXSHUDFLyQGHODSROtWLFDFRPRDFFLyQ
y constituida, por tanto, por la combinación de los dos momentos propios
GHODDFFLyQFRP~QXQSULPHUPRPHQWRGHLQLFLDWLYD\GLUHFFLyQarchein
/ agere), y un segundo momento de realización y compleción (prattein /
gerere)46. El gobernante es iniciador y guía, y a él le corresponde el primer
momento; pero la acción política sólo es completada por la colaboración
GHPXFKRV(VWHFRQFHSWRFOiVLFRGHODSROtWLFD±VHJ~Q$UHQGW±IXHDEDQ
donado, y la política fue convertida en poiesis, en producción de una “en
tidad tangible” –la ley–, que el gobernante llevaba a cabo por completo.
La política fue sustraída del ámbito de la acción, e introducida en el de la
SURGXFFLyQSDUDGDUDVtDORUGHQGHORVDVXQWRVKXPDQRVODVHJXULGDG\
solidez de lo técnico, y liberarlo de la “fragilidad de la acción”47. Podríamos
decir que la acción comenzaba una vez que el marco que era producto de la
SROtWLFDHVWDEDDFDEDGRODSROtWLFDGHMDEDGHVHUDFFLyQ\ODDFFLyQGHMDED
de ser política. Se olvidaba, de este modo, que la polis no era Atenas sino
los atenienses.
163
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
(OUHSXEOLFDQLVPRHVFRQVHFXHQFLDGHWRPDUVHHQVHULRWDQWRODFRQ
GLFLyQ VRFLDO GHO KRPEUH FRPR OD OLEHUWDG KXPDQD HQ FXDQWR FDSDFLGDG
GHDXWRGHWHUPLQDFLyQ3DUWLFLSDUHQODGLUHFFLyQ\FRQ¿JXUDFLyQGHODVR
FLHGDGHVSDUWHGHODXWRGHWHUPLQDUVHGHOKRPEUHHQODPHGLGDHQTXHOD
YLGD KXPDQD VH GHVDUUROOD GHQWUR GH OD VRFLHGDG < DGYLpUWDVH TXH ³VHU
SDUWH´ QR VLJQL¿FD VHU FRQGLFLyQ H[WHUQD SDUD TXH GHVSXpV SXHGD GDUVH
HVHDXWRGHWHUPLQDUVHGHIRUPDSULYDGD6LJQL¿FDTXHHQUD]yQGHOFDUiF
WHUVRFLDOGHODH[LVWHQFLDKXPDQDODDXWRGHWHUPLQDFLyQGHHVWDH[LVWHQFLD
incluye, empieza y pasa necesariamente por la autodeterminación de la so
ciedad, es decir, por la participación de sus miembros en la determinación
de la vida social. Renunciar a esa participación, o considerarla meramente
instrumental, equivale a renunciar a ser verdadero autor de la forma que
adopta la propia existencia, o a dejar de ser consciente de cómo y cuándo
comenzamos a ser autores de esa forma, lo cual también conduce a modos
GHHQDMHQDFLyQ(QWHQGHUODSROtWLFDFRPRWpFQLFDVLJQL¿FDSHUGHUGHYLVWD
que determinar la propia existencia supone determinar la existencia común;
TXHVDEHUTXpGHERKDFHUVXSRQHVDEHUTXpHVWDPRVKDFLHQGR\TXpGHEH
PRVKDFHUTXHFRQ¿JXUDUXQethos personal –en el sentido de particular, y
GHYHUGDGHUDPHQWHSURSLR±H[LJHFRQ¿JXUDUXQethos común –en el sentido
GHJHQHUDO\GHUHDOL]DGRSRUWRGRV±(QGH¿QLWLYDVLJQL¿FDROYLGDUTXHOD
política es el primer momento de la ética.
Sólo desde la recuperación de esta perspectiva es posible proporcionar
válidos fundamentos para la moralización de la acción social. Sólo si la
SROtWLFDHVDFFLyQ\DFFLyQFRQ¿JXUDQWHGHODSURSLDIRUPDGHYLYLU±TXH
KDGHVHUEXHQD±ODDFFLyQVRFLDOSXHGHVHUDFFLyQPRUDOTXHHQJHQGUD\
H[LJHYLUWXGHVS~EOLFDV<QRVHSLHQVHTXHKD\XQVDOWRHQHVWDDUJXPHQWD
ción, al pasar de la acción política a la acción social/RD¿UPDGRLPSOLFD
que la acción social no es una acción que se despliega como después de
KDEHUVLGRproducido el marco político, y con la autonomía respecto de ese
marco, que ese mismo marco le proporciona. Lo contrario supondría que la
política es técnica; y su objeto, un producto. La acción social es participa
FLyQHQODFRQ¿JXUDFLyQ\UHDOL]DFLyQGHOYLYLUFRP~Q6LODSROtWLFDQRHV
técnica, si es acción, la acción social es acción política –participación en la
acción política, o segundo momento de la acción política– y, en cuanto tal,
acción moral. Sólo en estas condiciones, la sociedad constituye un verda
dero espacio ético compartido.
164
DOCTRINA SO&,$/&$7Ï/,&$<62&,('$'&,9,/
UNA APORTACIÓN A LA ESTABILIZACIÓN DE LOS
PROCESOS DE TRANSFORMACIÓN POSTCOMUNISTAS
Manfred SPIEKER
1. $VtHO³)UDQNIXUWHU$OOJHPHLUH=HLWXQJ´GHOHQODLQWURGXFFLyQGHORVLQIRUPHV
GHOFRUUHVSRQVDOVREUHODVLWXDFLyQHQ(XURSDGHO(VWH\HQHO(VWHGH$OHPDQLD³'HU8PEUXFKLP
Osten”, p. 8.
2. A. SMOLAR, Durch die Wüste. Die Dilemmas des Übergangs, en K. MICHALSKI +UVJ
Osteuropa - Übergänge zur Demokratie?7UDQVLW+HIW+HUEVWSVV
165
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
cionario de 1989 en Europa del Este, simplemente que los pasos “no eran
ninguna pera en dulce”3.
¿Dónde se encuentran los problemas de los procesos de transformación
y qué puede aportar la Doctrina Social Católica a su solución?
/RVSXHEORVGH(XURSD&HQWUDOGHMDURQGHODGRHQ\HOGR
minio monopolítico de los comunistas. Se liberaron –de la forma más clara
HQ3RORQLD+XQJUtD/LWXDQLD/HWRQLD\(VWRQLDHQOD5HS~EOLFD&KHFD
Eslovaquia, Albania, Bulgaria y en la antigua “Alemania democrática”– de
ODGLFWDGXUDWRWDOLWDULDGHORVSDUWLGRVPDU[LVWDVOHQLQLVWDVHQHO(VWDGROD
economía y la sociedad. A esas tres esferas –Estado, Economía y Socie
dad– se extienden los procesos de transformación, que tanto en su “tempo”
como también en sus problemas, evolucionan de modos muy diversos.
El paso del dominio del partido único socialista a una democracia so
FLDO\GHGHUHFKRFRQXQVLVWHPDSOXULSDUWLGLVWD\XQVLVWHPDSDUODPHQWDULR
o presidencial, se logró en todas partes de manera relativamente rápida y
VLQGL¿FXOWDGHVDPHQD]DGRUDV(OSDVRGHODHFRQRPtDSODQL¿FDGDVRFLDOLV
ta a una economía social de mercado con propiedad privada y competencia
libre es ya más difícil. El descenso a una sima, en la que esperan desempleo
y un retroceso del producto social bruto, es inevitable, duradero, lleno de
SHOLJURV \ WRGDYtD QR DFDEDGR HQ QLQJ~Q VLWLR +D FRQGXFLGR WDPELpQ D
TXHGHVGHHQPXFKRVGHORVSDtVHVHQWUDQVIRUPDFLyQORVSDUWLGRV
VXFHVRUHVGHOFRPXQLVWDKD\DQYXHOWRDVHUHOHJLGRVSDUDODUHVSRQVDELOLGDG
gubernamental. Pero todavía más difícil que el proceso de transformación
económica es el establecimiento de una sociedad libre, en la que el ciuda
dano autónomo, dispuesto al riesgo y con gusto por la producción, ocupe el
lugar del viejo súbdito tutelado, dirigido e indoctrinado. La reconstrucción
de la sociedad civil, es decir, el desarrollo de mentalidades, actitudes, espe
ranzas y modos de comportamiento adecuados es el problema que da traba
jo de igual manera a la política, la economía, la ciencia social y económica
\ D OD pWLFD VRFLDO (VH SUREOHPD VH KDFH WRGDYtD PiV SHVDGR FXDQGR VH
reconoce que su solución no es sólo cuestión de educación moral y de ejer
FLFLRGHYLUWXGHVFtYLFDVVLQRTXHGHSHQGHHVWUHFKDPHQWHGHORVSUREOHPDV
GHORVRWURVGRVSURFHVRVGHWUDQVIRUPDFLyQHOORJURGHHVRVSURFHVRVGH
WUDQVIRUPDFLyQWLHQHXQQRWDEOHLQÀXMRHQODUHFRQVWUXFFLyQGHODVRFLHGDG
FLYLOFRPRDOUHYpVHVWD~OWLPDSXHGHIRPHQWDURGL¿FXOWDUHVRVSURFHVRV
de transformación.
3. R. DAHRENDORF ³3ROLWLN :LUWVFKDIW XQG )UHLKHLW´ LQ . 0ICHALSKI, Ed., Osteuropa-
Übergänge zur Demokratie?, op. cit., p. 37.
166
DOCTRINA SOCIAL CATÓLICA Y SOCIEDAD CIVIL
2. LA SOCIEDAD CIVIL
/DVRFLHGDGFLYLOHVXQDVRFLHGDGGHFLXGDGDQRVFRQVFLHQWHV\DFWL
YRV TXH VH DXWRRUJDQL]DQ FRQ UHODFLyQ DO (VWDGR HQ XQD HVIHUD UHODWLYD
mente libre, en la economía, la política y la cultura; de ciudadanos que se
articulan en asociaciones, partidos y medios de comunicación libres, que
participan en la formación de la voluntad política y no sólo toleran el Es
tado subsidiario, sino que lo aprecian y apoyan como condición del bien
FRP~Q)XHUHGHVFXELHUWDDOFRPLHQ]RGHORVDxRVFXDQGRVHKDEtDQ
KXQGLGRORVVLVWHPDVGHSRGHUWRWDOLWDULRVGHOFRPXQLVPR\REWXYRQXHYD
actualidad la cuestión de las condiciones políticas básicas más adecuadas
para la “vida buena”5. Al comienzo estaba presente el convencimiento de
TXHORVSURFHVRVGHWUDQVIRUPDFLyQSRVWFRPXQLVWDVVyORWHQGUtDQSRVLEL
lidades de éxito si fueran capaces de cambiar, junto a los sistemas políticos
y a los ordenamientos económicos, también a las sociedades6. El paso a la
democracia y la economía de mercado solamente podía y puede resultar si
las sociedades socialistas con sus súbditos tutelados, indoctrinados, con
trolados en organizaciones de masas y espiados por servicios de seguridad
del Estado fueran substituídas por sociedades civiles en las que ciudadanos
libres, autónomos y productivos se autoorganizan y desarrollan actividades
económicas, sociales y políticas. Con respecto a esto, era de esperar que
el camino de ser súbditos dirigidos y sin emancipar a ser ciudadanos pro
ductivos y que aceptan riesgos sería más largo y difícil que el camino del
167
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
GRPLQLRGHOSDUWLGR~QLFRVRFLDOLVWDDODGHPRFUDFLDGHO(VWDGRGHGHUHFKR
\WDPELpQPiVODUJR\GLItFLOTXHHOGHODHFRQRPtDSODQL¿FDGDVRFLDOLVWDD
la economía de mercado. La clásica cuestión referida no sólo a las condi
ciones estructurales y culturales, sino también a las condiciones antropoló
gicas del bien común, fue propuesta de nuevo.
/RVFRQFHSWRV\¿ORVRItDVTXHVHKDQUHODFLRQDGRFRQHOtopos de la Ci-
vil SocietyVRQPX\YDULDGRV8QFRQFHSWRFOiVLFROLEHUDOVHOLPLWDDVXEUD
\DUHQHOFRQFHSWRGHVRFLHGDGFLYLOODHVWUHFKDUHODFLyQHQWUHLQVWLWXFLRQHV
democráticas y fuerzas mercantiles7. Entre todas las libertades reconquista
GDVSRUHOFLXGDGDQROD³IUHHFKRLFH´ODOLEHUWDGGHFRQVXPR\SURGXFFLyQ
es una de las primeras. Un concepto de democracia de base ve en las reglas
y fuerzas mercantiles, por el contrario, una tendencia a la democracia eli
taria de los partidos y, con ello, más bien un enemigo de la sociedad civil.
Para ellos la sociedad civil es un bastión para la defensa del capitalismo8.
Otra de las libertades reconquistadas que importa es la de la participación
política, en el sentido más amplio del self government. Un tercer concepto
GHOLEHUWDG¿QDOPHQWHQRDFHQW~DHQSULPHUOXJDUODVHVWUXFWXUDV\OLEHUWD
GHVHFRQyPLFDVRSROtWLFDVVLQRODVLJQL¿FDFLyQGHODPRUDOLQGLYLGXDOGH
las actitudes éticas, de las esperanzas y modos de actuación de los ciuda
danos. Para él resultan importantes todas las libertades concedidas por los
GHUHFKRVKXPDQRVMXQWRFRQODVHVWUXFWXUDVTXHORVDVHJXUDQ3DUDpOHV
tan central la solidaridad de la sociedad como la subsidiaridad del Estado.
La vitalidad de la sociedad civil no depende solamente, en esta perspectiva,
de las estructuras políticas adecuadas, sino también de una cultura polí
tica éticamente impregnada y de los correspondientes condicionamientos
antropológicos. Cuando se ponen en contacto los diferentes conceptos de
ODVRFLHGDGFLYLOFRQORVGLYHUVRVFOiVLFRVGHOD¿ORVRItDSROtWLFD9, se en
cuentra sin duda un punto de conexión para este concepto en Aristóteles.
7. R. DAHRENDORF ³3ROLWLN :LUWVFKDIW XQG )UHLKHLW´ HQ . 0ICHALSKI, Ed., Osteuropa-
Übergänge zur Demokratie?, op. cit., p. 37; T. GARTON ASH, Après le déluge nous, ibidem, p. 22.
8. $$UDWR³5HYROXWLRQ&LYLO6RFLHW\XQG'HPRNUDWLH´HQ.0ICHALSKI, ed., Osteuropa-
Übergänge zur Demokratie?, op. cit., p. 122; R. DEPPE, y otros,. “Einleitung”, en Demokratischer
Umbruch in Osteuropa, )UDQNIXUW S VV 8 3REUSS ³$XI GHU 6XFKH QDFK GHU
=LYLOJHVHOOVFKDIW'HU9HUIDVVXQJVHQWZXUI GHV 5XQGHQ7LVFKHV´HQ7%LANKE, DDR -Ein Staat
vergeht)UDQNIXUWS
9. /HV]HN.RODNRZVNLGLVWLQJXHGHXQDSULPHUDSRVLFLyQTXHFRQ5RXVVHDXHQIUHQWDODVRFLH
GDGDOD1DWXUDOH]DXQDVHJXQGDTXHFRQ+HJHOODVRFLHGDGFLYLODO(VWDGR\XQDWHUFHUDTXHYHHQ
el toposGHODVRFLHGDGFLYLOODFRPXQLGDGGHORVFLXGDGDQRVTXHVHVLHQWHQWDPELpQFRPRWDOHV(Q
K. MICHALSKI, Ed., Osteuropa-Übergänge zur Demokratie?, op. cit., p. 128. Ver también M. Walzer,
³7KH,GHDRI&LYLO6RFLHW\´HQDissent, 38 (1991) 293. Distingue las dos izquierdas, la capitalista
y la nacionalista, cuyos conceptos vienen de Rousseau y Marx; y STEVEN DE LUC³7KH$PELJXLWLHV
RI&LYLO6RFLHW\LQ0RGHUQ(XURSHDQ7KRXJKW´HQThe European Legacy. Toward New Paradigms,
168
DOCTRINA SOCIAL CATÓLICA Y SOCIEDAD CIVIL
/D'RFWULQD6RFLDO&DWyOLFD±GHVGHKDFHXQVLJORSURFODPDGDDOPXQ
do entero, desarrollada y probada– pregunta por las condiciones de posibi
OLGDGGHXQRUGHQHVWDWDO\VRFLDOGLJQRGHOKRPEUH(VDTXHOODSDUWHGHOD
SUHGLFDFLyQGHOD,JOHVLDTXHVHRFXSDGHODFRQ¿JXUDFLyQGHODVRFLHGDG
No es ningún recetario para solucionar problemas políticos o para la reso
OXFLyQGHWRGRVORVFRQÀLFWRVVRFLDOHV(VWRODGLIHUHQFLDGHODWHRORJtDGHOD
OLEHUDFLyQTXHLQVWUXPHQWDOL]DOD6DJUDGD(VFULWXUDSDUD¿QHVSROtWLFRV10.
/D'RFWULQD6RFLDO&DWyOLFDTXLHUHGDURULHQWDFLRQHVSDUDXQDVUHOD
FLRQHVKXPDQDPHQWHGLJQDVHQWUHHFRQRPtD\VRFLHGDG(VWDGR\&RPX
nidad Internacional, pero no pretende quitar a los ciudadanos y políticos la
responsabilidad. Para su aplicación queda a expensas de la iniciativa de los
laicos y de sus asociaciones sociales.
, \ VV TXLHQ GLVWLQJXH GLIHUHQWHV PRGHORV GH 6RFLHGDG &LYLO RULHQWDGDV D +REEHV
/RFNH\+HJHOUHVSHFWLYDPHQWH
10. Ver M. SPIEKER³3ROLWLNXQGgNRQRPLHLQGHU7KHRORJLHGHU%HIUHLXQJ´HQ5+OFMANN,
Ed., Gottesreich und Revolution, Münster 1987, p. 93 ss.
11. Leitlinien der Kongregation für das katholische Bildungswesen für das Studium und den
Unterricht der Soziallehre der Kirche in der Priesterausbildung, Roma 1988, número 48.
169
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
Formar a los laicos para esa tarea en el mundo, capacitarlos para este
testimonio de propia responsabilidad, es una de las tareas más importantes
GHOD,JOHVLDHQWRGRVORVDQWLJXRV(VWDGRVVRFLDOLVWDV(O3DSD-XDQ3DEOR
II lo subrayó particularmente en la primera visita Ad Limina de los obispos
lituanos a Roma, el 27 de febrero de 1993.
170
DOCTRINA SOCIAL CATÓLICA Y SOCIEDAD CIVIL
GHGHVWUXLU/DGLJQLGDGGHODSHUVRQDKXPDQDFRQVXVGHUHFKRVLQDOLHQD
EOHVHVSRUHOORIXQGDPHQWR\¿QSULQFLSDOGHOD'RFWULQD6RFLDO&DWyOLFD
/D'RFWULQD6RFLDO&DWyOLFDIXQGDPHQWDVX¿ORVRItDVRFLDOVREUHHVWD
DQWURSRORJtDSHUVRQDO'H¿QHDODVRFLHGDGFRPRXQDXQLGDGGHUHODFLyQ
de personas, como un resultado no sólo de las carencias, sino también de
ODULTXH]DGHODVGLVSRVLFLRQHV\FDSDFLGDGHVGHORVKRPEUHV/DVRFLH
dad no es, en esta perspectiva, ni un conjunto aditivo de individuos, ni el
IXQGDPHQWRGHODH[LVWHQFLDGHORVKRPEUHVQLXQSXHVWRGHVRFRUURSDUD
ODPDUJLQDFLyQGHODQHFHVLGDGKXPDQDQLXQDDJHQFLDGHVHJXURVSDUDOD
limitación de consecuencias desfavorables de riesgos vitales. Es más bien,
en primer lugar, una alta escuela de cultura, que vive de las disposiciones
sociales y comunicativas y de las capacidades variadas de sus ciudadanos.
Necesita, para su ordenamiento y desarrollo, del Estado.
(O (VWDGR HV OD RUJDQL]DFLyQ GH SRGHU PiV DEDUFDQWH GH XQD GHWHU
PLQDGDVRFLHGDG7LHQHOD¿QDOLGDGFRQVWLWXWLYDGHOHJLWLPLGDGGHUHDOL]DU
el bien común. Es, para expresarlo con la carta a los Romanos del apostol
Pablo, servidor de Dios para el Bien e instrumento para la intimidación
GHO 0DO (O %LHQ &RP~Q PLVPR QR HV VLQ HPEDUJR GH¿QLGR FRPR XQD
VXPD¿MDGHELHQHVVHUYLFLRVHVWUXFWXUDVHLQVWLWXFLRQHVVLQRFRPRHOFRQ
junto de las condiciones políticas y sociales de posibilidad de desarrollo
individual. Está, por tanto, él mismo fundamentado antropológicamente.
3RUHOOROD'RFWULQD6RFLDO&DWyOLFDUHFXHUGDFRQWLQXDPHQWHHQVXVGRFX
PHQWRVFHQWUDOHVTXHHOKRPEUHHVRULJHQSRUWDGRU\GHVWLQDWDULRGHWRGRV
los ordenamientos sociales y políticos. Esto tiene notables consecuencias
SDUDORV¿QHV\HORUGHQDPLHQWRGHXQ(VWDGR\GHXQDHFRQRPtDDVtFRPR
para los modos de proceder de la formación de la voluntad política y de la
administración. La política tiene que garantizar al mismo tiempo la libertad
y la justicia. La forma estatal que mejor corresponde a este objetivo polí
tico y a este planteamiento antropocéntrico es una democracia social y de
GHUHFKR
Para garantizar el Bien Común, el Estado está obligado a respetar los
GHUHFKRV KXPDQRV \ D HPSOHDU ORV SULQFLSLRV GH VROLGDULGDG \ GH VXEVL
GLDULHGDGHQODFRQ¿JXUDFLyQGHVXRUGHQDPLHQWRMXUtGLFR\HFRQyPLFR\
GHVXVLQVWLWXFLRQHVFXOWXUDOHV\GHEHQH¿FHQFLD(OSULQFLSLRGHVROLGDULGDG
REOLJDDORVKRPEUHVDODSR\RPXWXRDVtFRPRDODOHDOWDGFRQHO(VWDGR\
al Estado a la solidaridad con los ciudadanos y con otros Estados. El prin
cipio de subsidiariedad obliga al Estado al servicio de los ciudadanos y de
la sociedad. Pero también le pone límites a ese servicio. Se desprende de
los presupuestos antropológicos, que el logro de la vida individual depende
171
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
HQSULPHUDOtQHDGHODGLVSRQLELOLGDG\ODFDSDFLGDGGHOKRPEUHSDUDWRPDU
LQLFLDWLYDVUHDOL]DUHVIXHU]RV\SURGXFLUDFFLRQHVH¿FDFHV3RUHOORQRVHOH
puede quitar a la persona lo que puede realizar por propia iniciativa y con
VXVSURSLDVIXHU]DVSDUDSDViUVHORDO(VWDGR1LWDPSRFRWLHQHGHUHFKRHO
Estado de apropiarse de tareas que las familias o comunidades más peque
ñas y subordinadas pueden solventar por sí mismas14. Las intervenciones
estatales en la economía y la sociedad no sólo no deben limitar el espacio
GHODLQLFLDWLYDSULYDGDGHOFLXGDGDQRLQGLYLGXDOVLQRTXHKDQGHDPSOLDU
OR +DQ GH WHQHU SRU WDQWR DQWH ORV RMRV LJXDOPHQWH ORV REMHWLYRV GH OD
justicia social y de la libertad personal.
La orientación antropocéntrica de la Doctrina Social Católica empuja
a examinar cada ordenamiento estatal y social a tenor de las posibilida
des de participación que abre a sus ciudadanos. Pero las posibilidades de
participación dependen, por una parte, de la voluntad participativa y de
las virtudes democráticas correspondientes, y por otra, de la libertad de
asociación y de organización de las personas, así como del uso general
GHORVELHQHV\VHUYLFLRVHVGHFLUGHODMXVWLFLDVRFLDO3RUWDQWRXQRUGH
QDPLHQWRHVWDWDOKXPDQRYLYHGHXQDSOXUDOLGDGGHSDUWLGRV\DVRFLDFLRQHV
construidas para el bien común, de grupos y comunidades autónomas en la
VRFLHGDGHQODYLGDHFRQyPLFDGHOWUDEDMR\GHODFXOWXUDHQXQDSDODEUD
de la sociedad civil. Está referido a un ordenamiento social y económico
TXHHQHOUHVSHWRGHOGHUHFKRDODSURSLHGDGSULYDGD\DODOLEHUWDGGHOD
competencia mercantil, regula de tal manera la producción y distribución
del bienestar o de los bienes necesarios para la vida, que todos los seres
KXPDQRVSRVHDQSRVLELOLGDGHVGHYLYLU\GHVDUUROODUVH
No se trata, por tanto, de que un Estado se declare cristiano en su
&RQVWLWXFLyQ R TXH VH UH¿HUD HQ JHQHUDO D YDORUHV FULVWLDQRV TXH HQ WDO
generalidad se convierten sólo en fuente de discordias. Se trata más bien
GHTXHODLFRVIRUPDGRV¿UPHVHQODIH\FRPSHWHQWHVSURIHVLRQDOPHQWHHQ
diferentes esferas de la sociedad, la economía y la cultura, participen, en
su lugar de trabajo o en partidos y asociaciones, en la construcción de la
FRPXQLGDG\HQODOXFKDSRUHO%LHQ&RP~Q1RHVWDUHDGHORVVDFHUGRWHV
y obispos participar en disputas políticas. Es más bien la obligación de los
laicos, el comprometerse en política15.
El tercer pilar para la reconstrucción de la sociedad civil es el punto de
SDUWLGDGREOHTXHDFHQW~DODHVWUHFKDUHODFLyQHQWUHUHIRUPDVHVWUXFWXUDOHV
172
DOCTRINA SOCIAL CATÓLICA Y SOCIEDAD CIVIL
16. *- *ODHVVQHU ³'DV (QGH GHV µUHDOHQ¶ 6R]LDOLVPXV´ HQ Das Parlament
7KHPHQDXVJDEH ''5 S , 9HU WDPELpQ : +ANNS W. MAULL$ YRQ +EYNITZ ³2VWHXURSD
'XUFKEUXFKLQGLH3RVWPRGHUQH"8PULVVHHLQHU6WUDWHJLHGHV:HVWHQV´HQEuropa-Archiv (1990),
p. 441.
173
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
17. W. FRITZ +AUG : ³'LH µ]ZHLWH VRZMHWLVFKH 5HYROXWLRQ¶ XQG GHU 0DU[LVPXV´ HQ
+*REBING u.a. (Ed.), Sozialismus in Europa - Bilanz und Perspektiven. Festschrift für Willy
Brandt, Essen 1989, p. 141 s.
18. - %HFKHU³'DV 5LQJHQXPGLH:LUWVFKDIWVUHIRUPLQGHU''5´HQDeutschland-Archiv
(1990), p. 689.
174
DOCTRINA SOCIAL CATÓLICA Y SOCIEDAD CIVIL
19. Ver M. SPIEKER ³3OXUDOLVPXV LQ 3ROHQ XQG LQ GHU7VFKHFKRVORZDNHL =XU
3UREOHPDWLN DXWRQRPHU *UXSSHQ LQ VR]LDOLVWLVFKHQ +HUUVFKDIWVV\VWHPHQ´ HQ Osteuropa (1983),
p. 902 y ss.
20. A. SMOLAR, op. cit.S\(O3URJUDPDGHO6LQGLFDWR6ROLGDULGDGHVWiSXEOLFDGRHQ
Osteuropa-ArchivS$\VV([WUDFWRVHQEuropa-Archiv (1981), p. 460 y ss.
21. B.C. WITTE ³1DFK GHU :HQGH 3ROLWLVFKH .XOWXU LQ 'HXWVFKODQG´ HQ Liberal, (1990),
p. 83; B. GEREMECK, op. cit., p. 265.
175
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
176
DOCTRINA SOCIAL CATÓLICA Y SOCIEDAD CIVIL
27. 70D]RZLHFNLPartei nehmen für die Hoffnung. Über Moral in der Politik, Freiburg 1990,
p. 144; B. GEREMEK, op. cit., p. 271.
28. IbidemS9HUWDPELpQ-UAN PABLO II, Centesimus Annus, 22.
29. A. MICHNICK ³=ZHL *HVLFKWHU 3ROHQV ]ZHL *HVLFKWHU (XURSDV´ HQ . 0ICHALSKI, Ed.,
Osteuropa-Übergänge zur Demokratie?, op. cit., p. 186. Ver también su libro, Die Kirche und die
polnische Linke - Von der Konfrontation zum Dialog0QFKHQ\Der lange Abschied vom
Kommunismus5HLQEHN
30. T. MAZOWIECKI, op. cit., p. 160.
177
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
GHXQDSDUWHSURWHMDQODOLEHUWDG\GLJQLGDGGHOKRPEUH\GHRWUDLQFHQ
tiven su disposición y su capacidad de tomar iniciativas, aceptar esfuerzos
\UHDOL]DUWUDEDMRV3HURWDPELpQKDQGHGDUFXHQWDGHODDPELYDOHQFLDGH
ODQDWXUDOH]DKXPDQDGHVXFDSDFLGDGGHDFWXDUGHPRGRFRQVWUXFWLYR\
destructivo. Para la asimilación del pasado, eso quiere decir que la conce
VLyQGHYLHMDVFOLHQWHODV±FRQRVLQGLVFLSOLQDGHSDUWLGR±HVWiWDQSURKLELGD
como el espíritu de venganza o de odio31.
La aportación central de la Doctrina Social Católica a la reconstrucción
de la sociedad civil proviene de los principios de solidaridad, subsidiaridad
y bien común, que no sólo forman una unidad entre sí, sino que suponen a
su vez la antropología personalista.
Sobre todo al principio de subsidiariedad le corresponde aquí una im
portancia central. Cuando no se le puede quitar a la persona –para otorgár
selo al Estado– lo que ella por propia iniciativa y con sus propias fuerzas
SXHGH UHDOL]DU FXDQGR HO (VWDGR WDPSRFR WLHQH GHUHFKR D DSURSLDUVH GH
tales tareas, que aunque son excesivas para los individuos pueden, sin em
bargo, ser realizadas por la familia, los municipios, las corporaciones, las
LQVWLWXFLRQHVFRRSHUDWLYDVRGHGHUHFKRS~EOLFR\FXDQGRpOHQFDVRGH
que esas comunidades más pequeñas y subordinadas no alcancen tampo
FRDKDFHUORVHKD\DGHRFXSDUHQSULPHUOXJDUGHIRUWDOHFHUODVSDUDTXH
puedan todavía eventualmente realizarlas; entonces ello fomenta y protege
la libertad y la dignidad de los ciudadanos. La orientación al principio de
VXEVLGLDULHGDGWLHQHXQHIHFWRGREOHIDYRUHFHODLQLFLDWLYDLQGLYLGXDOGHODV
personas y protege a la política de que esté sobrexigida.
Pero el principio de subsidiariedad exige del Estado no sólo respeto,
sino también actividad. Tiene que ayudar a los ciudadanos para que ellos
puedan ayudarse y desarrollarse ellos mismos. Tiene que cuidar de que no
sólo los que son capaces de rendir económicamente saquen partido de la
OLEHUWDG7LHQHWDPELpQTXHEXVFDUODMXVWLFLDVRFLDO$TXtFRQHFWDHOSULQ
cipio de subsidiariedad con el de solidaridad. Por ello, en la constitución
de la sociedad civil compete al mismo Estado una tarea central. El abre
caminos no sólo a través de su sistema de educación, sino también por
PHGLRGHVXVLVWHPDGHDWHQFLyQVRFLDOVXGHUHFKRWULEXWDULRVXSROtWLFD
económica y su política de infraestructuras, caminos a través de los cuales
la sociedad civil puede ser fomentada o frenada. Pero en todas sus medidas
HLQWHUYHQFLRQHV±UHSLWiPRVORXQDYH]PiV±HO(VWDGRKDGHWHQHUDODYLVWD
178
DOCTRINA SOCIAL CATÓLICA Y SOCIEDAD CIVIL
32. M. SPIEKER ³'HU :HOWDXIWUDJ GHV /DLHQ 1HXQ 7KHVHQ´ HQ ,nternationale Katholische
Zeitschrift Communio-JS\VVHVSDxROHQTierra Nueva, 79).
33. -UAN PABLO II, Sollicitudo Rei Socialis, 39.
34. A. SCHÜLLER³3UREOHPHGHVhEHUJDQJVYRQGHU6WDDWVZLUWVFKDIW]XU0DUNWZLUWVFKDIW´HQ
A. SCHÜLLER, Zur Transformation von Wirtschaftssystemen, Marburg 1990, p. 8.
179
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
35. -UAN XXIII, Pacem in Terris, 123; PABLO VI, Populorum Progressio-UAN PABLO II,
Sollicitudo Rei Socialis, 44.
36. -UAN PABLO II, Centesimus Annus, 28.
180
DOCTRINA SOCIAL CATÓLICA Y SOCIEDAD CIVIL
181
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
UHJXODGHWDOPDQHUDTXHHOODVFRQGXFHQDOEHQH¿FLDULRDODSDVLYLGDGR
más grave todavía, a la vagancia, entonces sirven de poco las apelaciones
morales a la autonomía y capacidad de rendimiento. Aquí les compete una
LPSRUWDQWHWDUHDDODVRUJDQL]DFLRQHVFDWyOLFDV\ORVPRYLPLHQWRVUHOLJLR
sos. Ellos y ellas animan a los individuos a creer, a cambiar de actitudes y a
actuar éticamente. Así pueden realizar una aportación, a través de la recons
trucción de la sociedad civil, al éxito de los procesos de transformación.
182
TERCERA PARTE
DIMENSIONES CONSTITUTIVAS
I. — Antropología y Cultura
/$,0$*(1'(/+20%5(
1. 7pQJDVH HQ FXHQWD TXH FRPR DGYLHUWH /RYHMR\ DO KDEODU GH ³SDVLRQHV´ QR QRV HVWDPRV
refiriendo a los pathémata de los griegos, a estados pasivos de sensación o emoción, sino a los
estados afectivos en general, en cuanto son principios de acción, resortes que influyen o determinan
PiVRPHQRVODVDFFLRQHVKXPDQDV$OLJXDOTXHSDUDDOJXQRVGHVXVFRQWHPSRUiQHRVHOWpUPLQR
³SDVLyQ´VLJQLILFDSDUD6PLWKWRGRORTXHVHUHILHUHDODGLQiPLFDWHQGHQFLDOYROLWLYDKXPDQD$Vt
SRUHMHPSOR6*UHDQH[SOLFDUHILULpQGRVHD6KDIWHVEXU\TXHHOWpUPLQR³DIHFFLyQ´HVXVDGRSDUD
cubrir todo el espectro de los deseos e impulsos. En sentido amplio significa, por una parte, toda
inclinación, disposición o tendencia y, por otra, toda emoción o sentimiento en cuanto que opuesto
a la razón. En sentido más restringido suele usarlo para designar los impulsos básicos en su sen
tido antropológico actual o incluso para referirse al amor en su especificidad. Como es sabido, en
+XWFKHVRQ+XPH\6PLWKSDVLyQWLHQGHDGHVLJQDUWRGRRULJHQUHDOGHODDFFLyQKXPDQDSXHVVX
intento fundamental estriba en mostrar que el puro conocimiento teórico no es principio inmediato
del actuar. La pasión aparece como “lo otro que” la razón y, por consiguiente, carece de un signifi
cado muy determinado. Cfr. S. GREAN, Shaftesbury’s Philosophy of Religion and Ethics. A study in
enthusiasm2KLR8QLYHUVLW\3UHVV2KLR
187
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
³OLEUHMXHJRGHODVSDVLRQHV´¢FXiOHVHOPRGRHQTXHSDVLRQHVHLQWHUHVHV
SULYDGRVFRQWUDSXHVWRVYLHQHQDFRQÀXLUSDFt¿FDREHOLFRVDPHQWHHQOD
sociedad?
0DF,QW\UHHQWLHQGHTXHHOVHJXQGRPLHPEURGHODDOWHUQDWLYDFDUDFWH
UL]DUtDDODVRFLHGDG\HOSHQVDPLHQWRLQJOHVHVHQODPHGLGDTXHODREH
diencia política consistiría en la promoción de intereses, y estos constituirían
ODH[SUHVLyQFROHFWLYDGHODVSDVLRQHVHLQWHUHVHVLQGLYLGXDOHV%XUNHDXQ
que irlandés de nacimiento, sería ejemplo de tal postura.
El primer miembro de la alternativa sería netamente escocés2.
“En la Escocia de los siglos XVII y XVIII era un lugar intelectual casi
común que los primeros principios a partir de los que podían justificarse
racionalmente juicios subordinados por deducción, tenían la cualidad de la
evidencia, que los convertía en verdades reconocibles por cualquier persona
de inteligencia sana que entendiera los términos en que estaban expuestos y
FX\RHQWHQGLPLHQWRQRKXELHUDVLGRVXEYHUWLGRSRUGRFWULQDVIDOVDV´3.
2. Cfr. A. MACINTYRE, Whose Justice? Which Rationality?, University of Notre Dame Press,
,QGLDQD SS HVSHFLDOPHQWH HO FDStWXOR ;,, ³7KH $XJXVWLQLDQ DQG $ULVWRWHOLDQ
%DFNJURXQGWR6FRWWLVK(QOLJKWHQPHQW´
3. Ibidem, p. 223.
4. IbidemS6LGJZLFNGHFODUyHVWD³ODGLIHUHQFLDPiVIXQGDPHQWDOHQWUHHOSHQVDPLHQWR
ético de la Inglaterra moderna y el del antiguo mundo grecorromano”, y atribuye la primera formu
lación de tal dualidad a Butler. Como se verá más adelante, esta atribución es incorrecta.
188
LA IMAGEN DEL HOMBRE
DQWHULRUVHHVWDEDDFXxDQGRXQQXHYROHQJXDMHGHDIHFWRVVHQWLPLHQWRV\
pasiones.
(ORWURRULJHQGHODVFRQYLFFLRQHVKXWFKHVRQLDQDVVREUHODQDWXUDOH]D
KXPDQD HV +XPH UHSUHVHQWDQWH GH OD OODPDGD ³YtD GH ODV LGHDV´$KRUD
ELHQDFHSWDGRHVWHSXQWRGHYLVWDUHVXOWDGLItFLOGDUFXHQWDGHODVRFLHGDG
¿cómo se pasa de la primera a la tercera persona; cómo se construye lo pú
blico partiendo de lo meramente privado? La solución, explica MacIntyre,
pasa por la teoría de las pasiones. Estas son –de acuerdo con la célebre de
¿QLFLyQGH+XPH±LPSUHVLRQHVVHFXQGDULDVTXHSURFHGHQGHODVSULPDULDV
inmediatamente o por la interposición de su idea.
“Sin embargo, las pasiones tienen una propiedad que las diferencia de
las impresiones primarias. No son sólo estados y ocurrencias, que tienen cau
sas como tales, sino que algunas de ellas también tienen una direccionalidad
interna, una direccionalidad sobre objetos intencionales, que son ideas espe
cíficas a tipos particulares de pasión. Estas pasiones en las que una idea es
FRPSRQHQWHHVHQFLDOVRQODVSDVLRQHVLQGLUHFWDV\VRQHOODVODVTXHGHVHP
peñan un papel central en la generación de aquellas acciones que constituyen
los intercambios y transacciones de la vida social”5.
(QWUHHVDVSDVLRQHVKD\GRVTXHGHVHPSHxDQSDSHOHVIXQGDPHQWDOHV
HORUJXOOR\ODKXPLOGDGTXHWLHQHQSRUREMHWRDO\R/DVDFFLRQHVGHORV
demás, entendidas como signos o síntomas de sus caracteres, son las causas
SULQFLSDOHVGHTXHXQDSHUVRQDVLHQWDRUJXOORRKXPLOGDGSXHVHOSULPHUR
HVWiHVWUHFKDPHQWHOLJDGRDOGHVHRGHEXHQDUHSXWDFLyQ<ODVFXDOLGDGHVGH
las que nos enorgullecemos son aquellas por las que buscamos la admira
FLyQGHORVGHPiV\HOORVODQXHVWUD/RTXHHVPiVODVFXDOLGDGHVTXHHQ
QRVRWURVGHVSLHUWDQRUJXOORKDOODGDVHQORVGHPiVGHVSLHUWDQQXHVWURDPRU
Nuestras pasiones están, por tanto, ineludiblemente caracterizadas, al me
nos en parte, por respuestas ajenas, a las que, a nuestra vez, respondemos.
Este es el modo en que un yo, a través de la reciprocidad de las pasiones,
se concibe como parte de una comunidad, con una identidad adscrita por
otros, y entra en el juego social. La sociedad es descrita como un tapiz de
reconocimientos articulados en torno a la propiedad privada, ocasión prin
FLSDODMXLFLRGH+XPHGHOVXUJLPLHQWRGHODPRU\HORUJXOOR
Así, puesto que las pasiones guardan con las acciones la misma re
lación que las causas no racionales con sus efectos6, el lugar que queda al
5. IbidemSS
6. Cfr. Ibidem, op. cit., p. 304.
189
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
UD]RQDPLHQWRHVLGHQWL¿FDUORVPHGLRVLGyQHRVSDUDHO¿QSURSXHVWRSRUOD
pasión y ordenar las cosas de modo que el interés a largo plazo prevalezca
VREUHHOLQWHUpVDFRUWRSOD]R/D³VXEYHUVLyQDQJOL]DQWH´GH+XWFKHVRQ\
+XPHHVWiVX¿FLHQWHPHQWHFXPSOLGD
/DDVLPLODFLyQGHODDFFLyQKXPDQDDOUHVXOWDGRGHXQHQJUDQDMHGH
FDXVDV PHFiQLFDV SHUPLWLUtD IXQGDU ODV FLHQFLDV KXPDQDV FX\D ¿QDOLGDG
práctica consistiría en la armonización de los intereses individuales. Así, se
llegó a concebir “la esperanza de descubrir un principio, análogo al de la
gravedad, capaz de servir al establecimiento de una ciencia sintética de los
fenómenos de la vida moral y social”7. Se pensaba que las ciencias sociales
³HVWDEDQ HQFRQWUDQGR HQ HO PXQGR GH ORV KRPEUHV \ HQ WRGDV VXV REUDV
YROXQWDULDVLQGLFDFLRQHVSOHQDVGHODSRVLELOLGDGGHXQFRVPRVKXPDQR\
social armonioso, y de las reformas necesarias para su realización”8. Este
cosmos comprendería un mundo de individuos libres, que persiguieran ra
FLRQDOPHQWHODVDWLVIDFFLyQGHVXVGHVHRVQDWXUDOHV\DOKDFHUORDFWXDUDQ
siempre de maneras que casaran como partes apropiadas de un sistema
ordenado de procesos sociales9.
Una vez aceptada como marco conceptual la dicotomía entre intereses
SDUWLFXODUHV H LQWHUHVHV S~EOLFRV FDEH GLVWLQJXLU ±FRPR KDFH +DOpY\± DO
menos, tres propuestas de integración posibles10. En primer lugar, podría
DGPLWLUVHTXHODLGHQWL¿FDFLyQGHOLQWHUpVSHUVRQDO\HOJHQHUDOVHSURGX
ce espontáneamente dentro de cada conciencia individual por medio del
VHQWLPLHQWRGHVLPSDWtDTXHQRVKDFHWRPDULQWHUpVGHPRGRGLUHFWRHQOD
felicidad del prójimo; a esto se le podría llamar el principio de la fusión de
los intereses.
6LVHFRQFHGHHOSUHGRPLQLRGHPRWLYRVHJRtVWDVKD\GRVYtDVLQWHU
pretativas distintas del principio de utilidad, que dan lugar a las otras dos
WHVLV(QSULPHUVHJXQGROXJDUSXHVWRTXHHOPRWLYRKXPDQRSULQFLSDOHV
HOHJRtVPR\ODUD]DKXPDQDVREUHYLYHGHEHDGPLWLUVHTXHORVHJRtVPRV
se armonizan por propio acuerdo y traen automáticamente el bien del todo.
Es la tesis de la identidad natural de los intereses –propia de la economía
SROtWLFDDMXLFLRGH+DOpY\±6LVHDUJXPHQWDTXHHVWDLGHQWL¿FDFLyQHVVyOR
7. &IU(+ALÉVY, The Growth of Philosophical Radicalism, Faber and Faber, Londres, 1928,
p. 3. También resulta de interés consultar E. GÓMEZ ARBOLEYA, Historia de la estructura y del
pensamiento social,QVWLWXWRGH(VWXGLRV3ROtWLFRV0DGULGHVSHFLDOPHQWHSS6REUH
la confluencia entre intereses y consecuencias no queridas, cfr. E. LAMO DE ESPINOSA, La sociedad
UHIOH[LYD&,60DGULGSS
8. 2+7AYLOR, A History of Economic Thought0F*UDZ+LOO1HZ<RUNS
9. Ibidem.
10. &IU+ALÉVY, op. cit.SS
190
LA IMAGEN DEL HOMBRE
191
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
13. InquirySS
192
LA IMAGEN DEL HOMBRE
OLEUHVHOHJLPRVPDOSRUTXHQXHVWUDYROXQWDGOHKDGDGRODHVSDOGDDOELHQ
Sólo la gracia podría rescatar a la voluntad de tal condición. El vicio fun
GDPHQWDOHVODVREHUELDODYLUWXGIXQGDPHQWDOODKXPLOGDG'HDTXtTXH
los “neoagustinistas” sostuvieran, entre otras tesis, que el estado natural o
FRQGLFLyQGHORKXPDQRHVHOSHFDGR\TXHODVVRFLHGDGHVHVWiQIRUPDGDV
SDUDFDSDFLWDUDORVKRPEUHVDYLYLUGHDFXHUGRFRQODOH\GH'LRV\GHOD
naturaleza, aun a aquellos no regenerados, que carecen de la motivación
para vivir de acuerdo con la ley. Ninguna acción proveniente de disposicio
nes naturales puede ser realmente virtuosa14.
Así, por ejemplo, los motivos reales de nuestras acciones nos son des
¿JXUDGRVSRUHORUJXOOR15ODVSDVLRQHVEXVFDQMXVWL¿FDUVHDVtPLVPDV\
actuando sobre la razón a través de la fantasía, representan las cosas según
están relacionadas con ellas, no con la realidad16 -DFTXHV (VSULW SXEOLFy
también un tratado en 1678 sobre este tema, De la Fausseté des vertus hu-
maines, impreso en inglés en 1706. La tesis central de esta obra era que los
KRPEUHVVLHPSUHDFW~DQSRUPRWLYRVLQGLJQRV\UHVXOWDLQWHUHVDQWHQRWDU
TXHHVFRQVLGHUDGD\DFRPRXQOXJDUFRP~Q³WRGRHOPXQGRDGPLWHTXH
>ORVKRPEUHV@DFW~DQFRP~QPHQWHSRULQWHUpVRYDQLGDG´/DUD]yQVyOR
existe en la medida que nos capacita para percibir objetos. Una gran parte
GH/D5RFKHIRXFDXOG\/D%UX\qUHFRQVLVWHVLPSOHPHQWHHQLOXVWUDFLRQHV\
variaciones sobre las ideas de los teólogos. Lo mismo sucede en Inglaterra
FRQSRUHMHPSOR/RUG+DOLID[\6RDPH-HQ\QVHQHOGLHFLRFKR
(VWDVREHUELDTXHGLULJHHOREUDUKXPDQRVHSUHVHQWDWDPELpQFRPR
deseo de ser aprobado. La condición soberana de esta pasión –entendida
como interés egoísta– fue tan grande que buena parte de los moralistas
LQWHQWDURQ GHULYDU HO UHVWR GH DIHFWRV D SDUWLU GH HOOD /RUG +DOLID[ SRU
ejemplo, escribió en el último cuarto del diecisiete, en sus Miscellaneous
Thoughts³(OGHVHRGHWHQHUKLMRVHVWDQHIHFWRGHODYDQLGDGFRPRGHOD
EXHQD QDWXUDOH]D /RV KRPEUHV DPDQ D VXV KLMRV QR SRUTXH VRQ SODQWDV
prometedoras, sino porque son suyos... El orgullo en esto es a veces con
fundido con el amor”17<DIXHUDLQFRQVFLHQWH$EEDGLHRFRQVFLHQWHPHQWH
/D%UX\qUHHOKRPEUHDFW~DVLHPSUHSRUYDQLGDG
14. (VWDV GRFWULQDV MXQWR FRQ PXFKDV RWUDV IXHURQ GHEDWLGDV \ FRGLILFDGDV HQ HO VtQRGR GH
Dort, en la Westminster Confession y en la Formula Consensus Helveticae.
15. Cfr. C. RODRÍGUEZ LLUESMA, Los modales de la pasión. Adam Smith y la sociedad comer-
cial (EUNSA, Pamplona, 1997), si se quiere un tratamiento más extenso este tema.
16. Recherche de la Verité, VI.8, p. 562 (citado por Lovejoy, p. 26).
17. Cfr. A. O. LOVEJOY, op. cit., p. 142.
193
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
$KRUDELHQODYDQLGDGKXPDQDQRVyORUHVXOWDFRPSDWLEOHFRQDFFLR
QHVEHQH¿FLRVDVVLQRTXHHQRFDVLRQHVOOHJDDVHUVXVWLWXWRGHODYHUGDGHUD
bondad. Abbadie dirá que el deseo de ser aprobado es irreductible a todos
los demás, y que se debe sólo a la bondad del Creador, quien, deseando el
buen funcionamiento de la sociedad, lo proporcionó como sustituto de la
UD]yQ\ODYLUWXGODUD]yQQRHVFDSD]GHPRYHUVLQVHQWLPLHQWRVFRQYLF
FLyQKHUHGDGDPiVWDUGHSRU+XWFKHVRQ+XPH\6PLWK/RVHMHPSORVVRQ
QXPHURVRV:ROIIFRQVLGHUDTXHODJORULDVXVFLWDHOUHVWRGHODVSDVLRQHV
Vauvenargues, lo mismo. Pope también defenderá que el deseo de ser ala
bado fomenta la concordia en la sociedad.
La fuerza motora de la sociedad es, por tanto, el propio interés, vicioso
y corrupto, pero capaz de desempeñar la función de la virtud. Lo que llama
la atención en este planteamiento general es el cambio de la decisión y la
YROXQWDGFRPRHOHPHQWRVFRQFHSWXDOHVSRUORSDVLRQDO6HSXHGHKDFHU
esto si tiene uno buenas razones. Pero si aceptamos la causalidad de las pa
siones sobre la acción, sin tomar en cuenta otras instancias, parece quedar
HQHODLUHODOLEHUWDGGHODFWRUVRFLDO¢6R\\RHOTXHDFW~DRSRUDVtGHFLUOR
KD\IXHU]DVTXHSDVDQDPLWUDYpV\VHPDQL¿HVWDQHQDFFLRQHVGHPRGR
que mi único estatuto es el de observador?
$OJXQRVDXWRUHVKDQHPSOHDGRFRQFHSWRVFRPR³YROXQWDG´R³\RHQ
acción” para designar el acto de poner en que consistiría la acción social.
Parece que dejarlos de lado no es una ganancia, a menos que se proponga
algo mejor, porque entonces se desdibuja la diferencia entre lo que me pasa
\ORTXHKDJRHQWUHODDSRUWDFLyQGHODOLEHUWDGGHODFWRU\HODFRQWHFLPLHQWR
QDWXUDO/DVRFLHGDGVHDSUR[LPDHQWRQFHVDODLPDJHQGHOVLVWHPDKRPHRV
tático en que se contrapesan fuerzas, y que responde puramente a las leyes
de la física. Los saltos en las conexiones causales deberán ser interpretados
FRPRXQDLQFDSDFLGDGSRUQXHVWUDSDUWHSDUDLGHQWL¿FDUHOSURFHVRFDXVDO
relevante. Cualquier teoría de la acción se convierte en mecánica pasional,
y la ciencia social en física. Esto es, a grandes rasgos, lo que sucede en los
SODQWHDPLHQWRVGHOGLHFLRFKREULWiQLFRSURVHJXLGRVHQOD¿JXUDGHO³UDWLR
nal economic man”; y ese proceso en el que se reducen las instancias de
acción a lo pasional y deseante tiene como argumento principal la sustitu
ción del apetito racional por la dicotomía entre interés propio y ajeno, y los
modos inventados para integrar estos en una sociedad armoniosa.
<HVTXHSXHGHOHHUVHSDUWHGHODSVLFRORJtDUDFLRQDO\GHODWHRORJtD
PRUDOHQWUHORVVLJORVWUHFH\GLHFLRFKRFRPRXQSURFHVRHQTXHUD]yQ\
YROXQWDG SDVDQ D RSHUDU SRU VHSDUDGR OR TXH FRQGXFH D SUREOHPDV FRQ
ceptuales. En primer lugar, la racionalidad deja de ser criterio de la acción,
194
LA IMAGEN DEL HOMBRE
de forma que esta viene a ser juzgada por cierta proporción entre las pasio
nes o por el amor, egoísta o altruista, que es su motivo, lo que plantea un
SUREOHPDHQFDVRGHTXHDOJXQDVSDVLRQHVHQWUHQHQFRQÀLFWR¢FXiOHVOD
instancia desde la que se dirime la disputa? La única solución posible, si lo
racional es impotente ante las pasiones, es que estas se contrapesen entre sí.
En segundo lugar, la voluntad es descrita como mera espontaneidad, con lo
que se confunde con los apetitos sensibles, con los sentimientos y pasiones.
Pasa a ser una pieza inservible en la teoría de la acción (y sin repuesto).
(OSHVRGHHVWDVFRQVLGHUDFLRQHVHVPXFKRVyORHVSRVLEOHXQFLHUWR
espectro de discursos sobre la interacción social si uno desdibuja la dife
UHQFLDHQWUHORTXHKDFH\ORTXHOHSDVDVLUHQXQFLDDGLVWLQJXLUHQWUHOR
TXHDOJXQRVKDQOODPDGR³YROXQWDG´HOFHQWURGHGHFLVLyQ\ODVSDVLRQHV
cuyo control despótico no está en mi mano. El siguiente epígrafe trata de
determinar doctrinas ampliamente aceptadas respecto a las instancias de
GHFLVLyQ\TXHGRWDQDOD¿JXUDGHO³UDWLRQDOHFRQRPLFPDQ´GHVXHQJUD
naje pasional. Para llevar a cabo esta tarea será necesario traer a discusión
DXWRUHVTXHQRVXHOHQDSDUHFHUHQODVKLVWRULDVGHOSHQVDPLHQWRVRFLDO/D
SHUWLQHQFLDGHVXLQFOXVLyQHQHVWDH[SRVLFLyQKDEUiGHMXVWL¿FDUVHGHVGH
ellos mismos.
2. EL PRIVILEGIO DE LA PASIÓN
/DKLVWRULRJUDItDPiVUHFLHQWHVXEUD\DODLPSRUWDQFLDGHODGLVFXVLRQHV
en psicología moral, especialmente de los moralistas franceses, para es
clarecer el contexto intelectual en que nacen las ciencias sociales. Quizá
KD\DVLGR/HYL18TXLHQHQHOVHQRGHODWUDGLFLyQEULWiQLFDKDGDGRPHMRU
FXHQWDGHODKLVWRULDGHOFRQÀLFWRHQWUHODUD]yQ\ODVSDVLRQHVGHVGHORV
SODQWHDPLHQWRVGHOVLJORWUHFHKDVWDODSVLFRORJtDPRUDORPQLSUHVHQWHGHO
GLHFLRFKR(VWRSHUPLWHKDFHUVHFDUJRFRQXQPtQLPRGHFRQFLHQFLDKLV
tórica de los supuestos fundamentales presentes en el nacimiento ilustrado
de las ciencias sociales. Sólo así, a la vista de un largo y tortuoso proceso
KLVWyULFRFDEHFRPSUHQGHUSRUTXpODWHRUtDGHODVSDVLRQHVVHFRQYLHUWHHQ
el punto de partida del análisis de la interacción social.
El desdibujamiento entre el apetito racional y el sensible, con la sub
sunción del primero en el segundo, y el arrinconamiento consiguiente de
18. A. LEVI, French Moralists: The Theory of the Passions, 1585 to 1649, Clarendon Press,
Oxford, 1964.
195
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
196
LA IMAGEN DEL HOMBRE
197
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
19. 3DUD HVWH WHPD FIU$ +IRSCHMAN, The Passions and the Interests: Political Arguments
for Capitalism before its Triumph, Princeton University Press, Princeton, 1977; A. C. KORS y
3-.ORSHIN (eds.), Anticipations of the Enlightenment in England, France and Germany, University
RI3HQQV\OYDQLD3UHVV3KLODGHOSKLD\7+UTCHISON, Before Adam Smith: The Emergence of
Political Economy, 1662-1776%ODFNZHOO2[IRUGGHTXLHQHVVHWRPDQJUDQSDUWHGHODVFLWDV
de este epígrafe.
20. (VFODUDODLQIOXHQFLDGH3HGUR$EHODUGRTXLHQVLJXLHQGRD6DQ$JXVWtQKDEtDGHIHQGLGR
TXHODVDFFLRQHVVRQSRUVtPLVPDVLQGLIHUHQWHV\TXHKDQGHOODPDUVHEXHQDVRPDODVHQYLUWXGGH
que la intención del agente se conforme o no a la ley divina.
198
LA IMAGEN DEL HOMBRE
21. Citado por C. KORS\3-.ORSHIN (eds.), op. cit. La cita de Nicole corresponde a Essais
de Morale
22. IbidemFLWDGRSRU9DQ.OH\S
199
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
GHVHUHVWLPDGRVORTXHQRVKDFHFRUWHVHV\FRQVLGHUDGRVDJUDGHFLGRV\GH
centes, y desear el decoro y los modales galantes en la relación social”23.
0DQGHYLOOHHVHOFtQLFRODWDUHDGHOOHJLVODGRUQRHVUHSULPLUORVLP
pulsos egoístas, sino proporcionar los canales institucionales necesarios
para que resulten en el bien de la sociedad. Vicios privados, virtudes públi
FDVQRVHWUDWDVyORGHTXHHODPRUFRUUXSWRVHGLOX\DHQDFFLRQHVEHQH¿
FLRVDVVLQRTXHORVUHVXOWDGRVGHHVWDVDFFLRQHVDOFRQÀXLUFRQRWUDVHQOD
arena pública, llegan a contrapesar los malos efectos de estas. Esta imagen
WLHQHWDPELpQXQDUDFLRQDOL]DFLyQWHROyJLFDDXQTXHORV¿OyVRIRVGHOGLH
FLVLHWH \ GLHFLRFKR D PHQXGR WRPDUDQ FRPR D[LRPiWLFR TXH HO &UHDGRU
FXPSOtDVXV¿QHVFRQHOPHQRUQ~PHURSRVLEOHGHORVPHGLRVPiVGLUHFWRV
también tendieron a presumir que a veces se veía obligado a emplear el
PpWRGRGHOFRQWUDSHVRHVGHFLUDFRQVHJXLUUHVXOWDGRVGHVHDEOHVKDFLHQGR
que dos elementos dañinos se anulasen mutuamente. El símil físico era,
REYLDPHQWHHOVLVWHPDSODQHWDULRVHJ~QORKDEtDFRQFHELGR1HZWRQ
(VWHJpQHURHUDFRQRFLGRGHVGHDQWLJXRODLPDJHQGHODOPDGHOKRP
bre como campo de batalla de pasiones contrapuestas era conocida como
³SVLFRPDTXLD´(OPLVPR$JXVWtQGH+LSRQDKDEtDFRQFHGLGRODSRVLELOLGDG
de que una pasión contrapesase a otra; por ejemplo, el deseo de ser alabado
ORKDFHFRQHOGHSRGHU'RVHMHPSORVPiVUHFLHQWHVVRQ%DFRQ\(VSLQRVD
(OSULPHURFULWLFDDORV¿OyVRIRVPRUDOHVSRUKDEHUDFWXDGR³FRPRVLXQ
KRPEUHTXHSURIHVDUDHQVHxDUDHVFULELUVHOLPLWDUDDHQVHxDUFRSLDV¿HOHV
del alfabeto y de las letras, sin dar preceptos o instrucciones sobre el mo
YLPLHQWRGHODPDQR\HOSHU¿ODPLHQWRGHODVOHWUDV´24. En cambio, poetas
HKLVWRULDGRUHVKDQPRVWUDGRFyPRIXQFLRQDQORVDIHFWRVKDQGHVYHODGRHO
modo de fortalecerlos o debilitarlos, “de disponer afecto contra afecto, y así
dominar uno con el otro... Porque, al igual que en el gobierno de los estados
a veces es necesario embridar una facción con otra, así en el gobierno de
nuestro interior”25. Una pasión sólo puede ser dominada por otra. Espinosa
HVFULEH ³XQ DIHFWR QR SXHGH VHU UHSULPLGR QL GHVDUUDLJDGR D PHQRV TXH
exista un afecto opuesto y más fuerte”267DPELpQ³1LQJ~QDIHFWRSXHGH
ser reprimido por medio del conocimiento verdadero del bien y del mal en
la medida que es verdadero, sino en la medida que se le considere un afec
200
LA IMAGEN DEL HOMBRE
to”27(VPX\FRQRFLGDODIUDVHKXPHDQDGHTXH³ODUD]yQGHEHUtDVHUODHV
FODYDGHODVSDVLRQHV´<WDPELpQ³QDGDSXHGHRSRQHUVHDOLPSXOVRGHXQD
pasión o retardarlo, salvo un impulso contrario”28. Al tratar la emergencia
GHODMXVWLFLD+XPHGHFODUDTXHHOGHVHRGHFRQVHJXLUELHQHV\SRVHVLRQHV
es tan fuerte que el único modo de contrapesarlo es redirigiéndolo contra sí
PLVPR³1RKD\SRUWDQWRSDVLyQFDSD]GHFRQWURODUHODIHFWRLQWHUHVDGR
sino el afecto mismo, mediante una alteración de su dirección”29.
El lugar de la teoría del contrapeso en la dinámica de la naturaleza
KXPDQDKDEtDVLGRH[SUHVDGRSRU3DVFDODQWHVGH
/D5RFKHIRXFDXOGHPSOHyXQVtPLOSDUHFLGR
201
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
ODTXHVHUH¿HUH+XPHKDFHTXHVHSLGDSRUSDUWHGHORVULJRULVWDVHOGHVLQ
WHUpVGHOKRPEUHFRPRFRQGLFLyQGHOFRPSRUWDPLHQWRYLUWXRVRFXDQGRHQ
realidad se está demandando la falta de referencia de las acciones al sí mis
PR(QRWUDVSDODEUDVVLHPSUHSXHGHHQFRQWUDUVHXQinterés en las acciones
de cualquier ser consciente, puesto que decidir tomar un curso de acción es
³HOHJLUVHSDUDKDFHUDOJR´(QODPHGLGDTXHKD\FRQFLHQFLDKD\LQWHUpV
/RTXHHVWDEDQKDFLHQGRORVPRUDOLVWDVGHOGLHFLVpLVDOGLHFLRFKRHUDH[SOR
UDUDOVXMHWRKXPDQRGHVGHODSHUVSHFWLYDGHODSULPHUDSHUVRQDHVGHFLU
del actor en cuanto que consciente. Por eso adquiere tal preponderancia
el orgullo, la referencia del sujeto al sí mismo. Estos moralistas acercaron
demasiado la conciencia a la soberbia, el propio interés a la injusticia. En
HVWHFDStWXORKHSUHWHQGLGRPRVWUDUODJpQHVLVGHWDOSODQWHDPLHQWRD¿QGH
KDFHUORFRPSDUDEOH\GHPRVWUDUVXOLPLWDFLyQ
tablece entre intereses y pasiones, teniendo en cuenta que ambos son interpretados como referencia
HJRtVWDHQODDFFLyQ&IU+IRSCHMANN, op. cit., pp. 34 y ss.
202
/$&,8'$'$1Ë$(1/$662&,('$'(6&203/(-$6
NUEVAS FORMAS DE RELACIÓN SOCIAL
7UDGLFLRQDOPHQWHODFLXGDGDQtDKDVLGRFRQVLGHUDGDHOYtQFXORSROtWL
FRSRUH[FHOHQFLD$VtORKDHQWHQGLGRHOUHSXEOLFDQLVPRGHVGH$ULVWyWHOHV
KDVWD5RXVVHDX/DFLXGDGDQtDFRQVLVWHHQODUHODFLyQVRFLDOTXHYLQFXOD
entre sí a los miembros de una comunidad política y se ejerce mediante la
participación en las estructuras de decisión sobre los asuntos de la comu
nidad de la que se forma parte. Ser ciudadano es, para la tradición republi
FDQDODH[SUHVLyQFDEDOGHODGLJQLGDGKXPDQDODPDQLIHVWDFLyQSURSLDGH
su libertad.
La distinción entre lo privado y lo público (oikos y polis GH¿QHHQ
HOXQLYHUVRDULVWRWpOLFRHOiPELWRGHODOLEHUWDG(VFLXGDGDQRHOTXHVHKD
liberado del reino de la necesidad y puede ocuparse de los asuntos públicos,
en términos de igualdad con sus semejantes. Por eso, para Aristóteles, ser
FLXGDGDQRHVODPDQHUDGHVHUSOHQDPHQWHKXPDQRORTXHFRQYLHUWHDOFLX
dadano en el más alto orden de existencia es su capacidad de gobernar a sus
LJXDOHVDODYH]TXHHVJREHUQDGRSRUHOORV(OGLVFXUVRS~EOLFRHVXQ¿Q
en sí mismo, no se subordina a la consecución de ningún otro bien público
GLVWLQWR1RHVXQPHGLRSDUDOOHJDUDVHUOLEUHHVODH[SUHVLyQDGHFXDGDGH
ODSURSLDOLEHUWDG3RFRFN0DUtQ3HURHVWHLGHDOHVDOJRGHOR
TXHVRQFDSDFHVPX\SRFRV\PXFKRVRWURVQR
/D XQLYHUVDOL]DFLyQ GHO LGHDO KXPDQR TXH SURSLFLD OD H[WHQVLyQ GHO
cristianismo será asumida en sus propios términos por el pensamiento po
OtWLFRPRGHUQRGHODPDQRGH5RXVVHDX/DGLJQLGDGKXPDQDH[LJHFLHU
203
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
204
LA CIUDADANÍA EN LAS SOCIEDADES COMPLEJAS
status de la relación que existe entre una persona natural y una comunidad
SROtWLFDFRQRFLGDFRPR(VWDGRPHGLDQWHHOFXDOODSULPHUDGHEH¿GHOLGDG
y el segundo debe protección. El status del ciudadano en una sociedad se
basa sobre el primado de la ley y sobre el principio de igualdad. Ser ciuda
GDQRFRQVLVWHDKRUDIXQGDPHQWDOPHQWHHQVHUVXMHWRGHORVGHUHFKRVGHOD
ciudadanía, garantizados por el Estado.
Se reduce lo político participativo a lo meramente jurídico porque no
HVSRVLEOHWpFQLFDPHQWHRWUDFRVD<D0D[:HEHUD¿UPDEDTXHODGHPR
FUDFLDSDUWLFLSDWLYDHVLPSRVLEOHHQODPHGLGDHQTXHHOSURFHVRGHUDFLR
nalización exige un conocimiento técnico sólo accesible a la burocracia
DGPLQLVWUDWLYDSHURQRDOLQGLYLGXRFRP~Q&RPRFRQVHFXHQFLDODFLXGD
GDQtDHVKR\SULQFLSDOPHQWHXQUROSDVLYRORVFLXGDGDQRVVRQHVSHFWDGRUHV
que votan (Walzer 1993). La ciudadanía se asimila entonces a un construc
to legal, a un título por el que alguien se convierte en sujeto de unos dere
FKRVTXHKDQLGRGHVDUUROOiQGRVHDORODUJRGHORVGRV~OWLPRVVLJORV(VWRV
LQFOX\HQFRPRVHxDOy7+0DUVKDOODPHGLDGRVGHORVVHVHQWDGHUHFKRV
FLYLOHVGHUHFKRVSROtWLFRV\GHUHFKRVVRFLDOHVJDUDQWL]DGRVGHPDQHUDFUH
ciente por el irrenunciable estado de bienestar.
6LQHPEDUJRODFRQFHSWXDOL]DFLyQGHOFLXGDGDQRFRPRFOLHQWHVDWLV
IHFKRUHVXOWDFDGDYH]PiVSUREOHPiWLFD(QHIHFWRODUHFODPDFLyQGHOD
H[WHQVLyQGHGHUHFKRVHVWDQDPSOLDFRPRHOGHVHRRDOPHQRVFRPRODV
posibilidades de victimización de las diferentes situaciones personales o
FROHFWLYDV<SRUHOFRQWUDULRODFDSDFLGDGGHUHVSXHVWDGHOVLVWHPDHVOL
PLWDGD/RVSODQHVGHSHQVLRQHVGHODVHJXULGDGVRFLDOVHKDQHQFDUJDGRGH
revelarlo. Pero el problema no es sólo de asignación de recursos escasos.
(VWiQWDPELpQORVGHUHFKRVFXOWXUDOHVGHODVPLQRUtDVTXHFRQIUHFXHQFLD
JHQHUDQFRQÀLFWRVGHLQWHUHVHVRGHLGHQWLGDGSDUDODPD\RUtDHVWDEOHFLGD
(VRVFRQÀLFWRVVHDJXGL]DQFXDQGRODVUHFODPDFLRQHVUHVXOWDQDQWDJyQLFDV
HQWUHVtRFRQWUDGLFWRULDVFRQODGH¿QLFLyQPLVPDGHODHVWUXFWXUDSROtWLFD
que las atiende.
¢&yPRLQWHUSUHWDUHVWDVLWXDFLyQ"/XKPDQQKDDSXQWDGRXQD
respuesta en el contexto de su teoría funcionalista de los sistemas sociales.
/DVLWXDFLyQDFWXDOKD\TXHFRPSUHQGHUODFRPRXQDFULVLVGHLQWHJUDFLyQ
VLVWpPLFDSRUTXHHOVLVWHPDSROtWLFRVHKDFHPiVFRPSOHMRKD\XQDVREUH
FDUJDGHH[SHFWDWLYDVTXHFRQGXFHDXQDFODXVXUDDXWRUUHIHUHQFLDO$VLVWL
mos a una implosión de lo político y a una reducción de su lógica a mera
estrategia oportunista del sistema. La ciudadanía no es sino un título de ac
ceso a servicios otorgado oportunistamente por el aparato administrativo.
Las razones para otorgar la ciudadanía no están referidas a una identidad
205
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
FXOWXUDOQDFLRQDORVXSXHVWDPHQWHXQLYHUVDOVLQRTXHVRQDUWL¿FLDOHVSUDJ
máticas y, por ello, fácilmente resultan autorreferenciales, contradictorias y
SDUDGyMLFDV(VWDHVDMXLFLRGH/XKPDQQOD~QLFDPDQHUDGHHQWHQGHUXQ
contexto político en el que el sistema jurídico excluye el reconocimiento
GHWRGDUHDOLGDGQRGH¿QLGDSRUVXVSURSLRVSULQFLSLRVFRPRSRUHMHPSOR
el matrimonio poligámico de los musulmanes, que no tiene espacio alguno
en el ordenamiento legal vigente). El mismo sistema jurídico resulta con
tradictorio cuando determinadas disposiciones conculcan algunas de sus
SURSLDVGHFODUDFLRQHVIXQGDPHQWDOHV±ORVPLVPRVGHUHFKRVKXPDQRV±HQ
problemas paradójicos como el de los inmigrantes de los que se tiene nece
sidad a la vez que se les niega todo reconocimiento social.
/DGLVRFLDFLyQHQWUHHOVLVWHPDWpFQLFRDGPLQLVWUDWLYR\HOPXQGRGH
ODYLGD/ODQRVHDFHQW~DKDVWDSURYRFDUXQDHVFLVLyQLUUHFRQFLOLDEOH
HQWUHHODSDUDWRSROtWLFR\ODVRFLHGDGFLYLO(VWDGLVRFLDFLyQIXHSDUWLFXODU
PHQWHKRQGDHQORVSDtVHVGHOEORTXHVRYLpWLFR'HVXH[SHULHQFLDVXUJHHO
intento de reconstrucción de la ciudadanía como relacionalidad inmediata
de los sujetos sociales, prescindiendo de la mediación sistémica de una bu
URFUDFLDDMHQDDODYLGDUHDO0:DO]HUKDHQIDWL]DGRHVWHUHVXUJLU
de la ciudadanía a través del llamado “argumento de la sociedad civil”. Esta
visión de la ciudadanía pone el acento en la comunalidad efectiva y en la
participación en asociaciones de escala reducida. Ser ciudadano consiste,
desde esta óptica, en participar en las distintas asociaciones que componen
la sociedad civil, entendida como aquellos ámbitos de acción social distin
tos del Estado o del sistema económico. La nueva sociedad civil consistiría,
así, en el conjunto de esferas sociales que no actúan ni por mandato ni por
VLPSOHEHQH¿FLRHFRQyPLFR/DFLXGDGDQtDVHSURSRQHHQWRQFHVFRPROD
participación efectiva en relaciones sociales distintas de las generadas por
el Estado o por el mercado.
En cierto sentido, la conceptualización societaria de la ciudadanía es una
UHEHOLyQFRQWUDODUHL¿FDFLyQGHODUDFLRQDOLGDGIRUPDOXQLYHUVDOLVWDSURSLD
GHOVLVWHPDSROtWLFRHFRQyPLFR(OGLVFXUVRGHODVRFLHGDGFLYLOUHFODPDOD
HVSHFL¿FLGDGGHODVIRUPDVRULJLQDULDVDXWpQWLFDVGHUHODFLRQDOLGDG\DVR
ciación entre personas, en cuya base está no una consideración abstracta de
ODH¿FDFLDLQVWUXPHQWDOVLQRPiVELHQXQHQWHQGLPLHQWRUHFtSURFRDSR\DGR
en tradiciones compartidas acerca de valores sustantivos. Ser ciudadano es,
GHVGHHVWDSHUVSHFWLYDVHUPLHPEURGHXQDVRFLHGDGSDUWLFXODUGH¿QLGDSRU
WUDGLFLRQHVHVSHFt¿FDV\SRUDFXHUGRVVREUHVLJQL¿FDGRVVRFLDOHV
/DGH¿QLFLyQGHODFLXGDGDQtDHQWpUPLQRVLQPHGLDWRVRSXHVWRVDOD
tecnoestructura, supone la existencia de una identidad colectiva originaria,
206
LA CIUDADANÍA EN LAS SOCIEDADES COMPLEJAS
207
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
HQQXHVWUDVVRFLHGDGHVORS~EOLFRSRUDQWRQRPDVLDHVHOPHUFDGRPLHQ
tras que todo lo no económico queda reducido al ámbito de lo privado. El
debate público en las sociedades actuales se centra casi exclusivamente en
GHFLGLUHQWUHODVGLYHUVDVHVWUDWHJLDVGHDUWLFXODFLyQGHORVIDFWRUHVHFRQy
PLFRVUHOHYDQWHV,QFOXVRHO(VWDGRPLVPRSDUHFHRULHQWDGRIXQGDPHQWDO
mente a crear y velar por la estabilidad de las condiciones necesarias para
un armonioso funcionamiento de los mercados. Las creencias religiosas
\ODVWUDGLFLRQHVFXOWXUDOHVKDQVLGRUHOHJDGDVDODFDWHJRUtDGHRSLQLRQHV
estrictamente privadas.
Según esta lógica, ciudadano es quien está integrado en el sistema
HFRQyPLFRTXLHQSDUWLFLSDHIHFWLYDPHQWHHQHOPHUFDGR2GLFKRGHRWUD
PDQHUDFLXGDGDQRHVHVHQFLDOPHQWHHOFRQVXPLGRU'HKHFKRORVUHTXL
VLWRVTXHKR\H[LJHHO(VWDGRHVSDxROSDUDRWRUJDUHOSHUPLVRGHUHVLGHQFLD
DORVH[WUDQMHURVVRQRELHQWHQHUXQHPSOHRUHPXQHUDGRRELHQDFUHGLWDU
XQGHSyVLWRVX¿FLHQWHHQXQDFXHQWDEDQFDULD
Paradojas de la ciudadanía
/DVGLYHUVDV±\RSXHVWDV±FRQFHSWXDOL]DFLRQHVGHORSROtWLFRSUHVHQ
WHVHQHOGHEDWHDFWXDOPDQL¿HVWDQODFULVLVGHODLGHDGHFLXGDGDQtD/DV
YLHMDV LGHDV LOXVWUDGDV QR VLUYHQ \D SHUR D~Q QR KDQ WULXQIDGR RWUDV TXH
las sustituyan. Para Donati (1993), la causa de la desintegración política
actual está precisamente en el agotamiento del proyecto político moderno.
(VHSUR\HFWRVHDUWLFXODEDHQWRUQRDWUHVDVSHFWRVIXQGDPHQWDOHVXQLYHU
salismo, representación y emancipación. La realidad de las sociedades con
temporáneas es, sin embargo, la emergencia progresiva de tres dimensiones
RSXHVWDVXQFUHFLHQWHSOXUDOLVPRXQQXHYRVHQWLGRGHODSULYDFLGDG\XQ
VHQWLPLHQWRDJXGRGHGHSHQGHQFLDUHVSHFWRGHOVLVWHPD6HSXHGHKDEODUDVt
de tres tensiones o paradojas principales, características de las sociedades
DYDQ]DGDV FRQWHPSRUiQHDV OD WHQVLyQ HQWUH XQLYHUVDOLVPR \ SOXUDOLVPR
entre representatividad y privacidad; entre emancipación y dependencia.
El carácter universalista del proyecto político de la Ilustración deriva
de una concepción de la relación política entendida como relación entre el
Estado y el individuo, en la que el valor dominante es el de la igualdad. Pro
mover la igualdad exige la consideración universalista de la individualidad.
(OSUREOHPDVXUJHSRUXQDSDUWHFXDQGRKD\TXHGHFLGLUVREUHORVFULWHULRV
de inclusión y exclusión y, por otra, cuando la presencia de la diversidad
VHKDFHHYLGHQWHFRPRSRQHGHUHOLHYHSRUHMHPSORHOPXOWLFXOWXUDOLVPR
208
LA CIUDADANÍA EN LAS SOCIEDADES COMPLEJAS
209
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
210
LA CIUDADANÍA EN LAS SOCIEDADES COMPLEJAS
QHFHVLGDGHVIXQGDPHQWDOHVGHOKRPEUHHVGHFLUVHSLHQVDHQODFLXGDGDQtD
FRPRUHVSXHVWDDOSUREOHPDGHODIHOLFLGDGKXPDQD(VHVWDFRQFHSFLyQOD
TXHKR\HQWUDHQXQDFULVLVUDGLFDO
El problema de la representatividad es que al ceder la identidad, se
cede también la capacidad de autenticidad personal en la vida comunitaria.
<SXHGHRFXUULU\GHKHFKRRFXUUHTXHHOUHVXOWDGRGHOGLiORJRVRFLDOVHD
no sólo ajeno sino también opuesto a la propia visión de los problemas.
'HFLGLU HQWUH GRV R WUHV DOWHUQDWLYDV GHVDJUDGDEOHV QR HOLPLQD OD IUXVWUD
ción. Cuando la misión que la representación política se da a sí misma es,
DGHPiVWDQDOWDODIUXVWUDFLyQFRQVLJXLHQWHHVDOPHQRVGHLJXDOLQWHQ
VLGDG 9 3pUH] 'tD] OR H[SOLFD DVt OD WHQGHQFLD JHQHUDO KDFLD HO
FUHFLPLHQWRGHO(VWDGRHQHVWRV~OWLPRVGRVVLJORVKDHVWDGRDFRPSDxDGD
y sustentada, por la idea de que éste era portador de un proyecto moral que
KDUHFLELGRGLYHUVRVQRPEUHVFRPRORVGHOQDFLRQDOLVPRPRGHUQL]DFLyQ
RUHIRUPDVRFLDOHQWUHRWURV+R\GtDHVWDPRVDVLVWLHQGRDXQDFULVLVJHQH
ralizada de esta visión del Estado y la vigencia del tema del retorno de la
sociedad civil sería una expresión de esta crisis.
El problema de la sociedad contemporánea es que los procesos de in
IRUPDFLyQGHFRQWUROGHSURGXFFLyQHWFVHLQGHSHQGL]DQGHORVKRPEUHV
TXH\DQRORVGRPLQDQ¢TXpLGHQWLGDGFLXGDGDQDSXHGHVXUJLUVLDSHQDVSR
GHPRVD¿UPDUQRVFRPR³DJHQWHV´GHQXHVWURPXQGR"6yORORVEXUyFUDWDV
\WHFQyFUDWDVSXHGHQLGHQWL¿FDUVHFRQXQVLVWHPDHVWUXFWXUDOLPSHUPHDEOH
a las aportaciones de sentido que surgen en el “Lebenswelt”, en el mundo
YLWDOGHSHUVRQDV\VROLGDULGDGHVSULPDULDVTXHFRPSRQHQOD³VRFLHWjVRP
PHUVD´/ODQR(QHOKRUL]RQWHH[LVWHQFLDOGHODVSHUVRQDVORSULYD
do cobra mayor interés y lo público resulta indiferente, entre otras cosas
porque se percibe la impotencia del individuo frente a la tecnoestructura.
+R\HQGtDORSULYDGRVHHQULTXHFHFRPSDUDWLYDPHQWHIUHQWHDORS~EOLFR
\IUHQWHDOLGHDOFOiVLFRGHODFLXGDGDQtD.\POLFND\1RUPDQ/R
S~EOLFRUHVXOWDFDGDYH]PHQRVDWUDFWLYR/DVHQVLELOLGDGDFWXDOKDFLDOR
SULYDGRFRPRiPELWRGHUHDOL]DFLyQSHUVRQDOVHPDQL¿HVWDGLYHUVDPHQWH
el ascenso del amor romántico y de la familia nuclear, junto con su énfasis
en lo íntimo y privado; la prosperidad creciente que fomenta el ocio y el
consumo; el compromiso cristiano con la dignidad del trabajo, frente al
desprecio clásico por las tareas serviles; el creciente disgusto por la guerra,
TXHHOLGHDOFOiVLFRHVWLPDEDFRPRIXHQWHGHKRQRUHWF
La tercera paradoja de la modernidad se expresa en los términos de
HPDQFLSDFLyQ\GHSHQGHQFLDSRUFXDQWRODFLXGDGDQtDPRGHUQDVHSUHVHQ
ta a sí misma como el vínculo que promete la liberación de todo vínculo. El
211
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
SURJUHVRGHODVVRFLHGDGHVDYDQ]DGDVKDFRQVLVWLGRIXQGDPHQWDOPHQWHHQ
XQSURFHVRGHGH¿QLFLyQGHORVGHUHFKRVFLXGDGDQRVFRPRGHUHFKRVVRFLD
les. Las exigencias sustanciales y no sólo formales de la libertad y la igual
GDGVRFLDOKDQGDGROXJDUDODFRQVWLWXFLyQGHODSDUDWRHVWDWDOFRPRDJHQWH
GHVHUYLFLRVVRFLDOHV(OLPSDFWRGHHVHSURFHVRVREUHODVRFLHGDGFLYLOKD
sido esencialmente paradójico. Por una parte, el status ciudadano entendido
como garantía de acceso a un determinado nivel de recursos materiales es
tablece las condiciones iniciales para un efectivo ejercicio de la libertad. Se
retoma así la percepción aristotélica de la importancia de superar el mundo
de la necesidad para acceder al ámbito de la libertad. Pero en la misma
medida en que es el Estado el que garantiza la inclusión en el mundo de la
libertad, la permanencia en él está ligada a los vínculos de dependencia del
LQGLYLGXRKDFLDHOVLVWHPD
/DOLEHUWDGFLXGDGDQDQRHVWiEDVDGDDKRUDHQODFDSDFLGDGSHUVRQDO
para ocuparse de lo público. El individuo llega a ser libre no por sí mis
mo sino porque recibe su capacidad de acción pública de otro. Por eso, su
OLEHUWDGHVDOPLVPRWLHPSRVXVXMHFLyQDOVLVWHPD/DVVRFLHGDGHVDVLVWHQ
ciales son sociedades de la dependencia ciudadana. En la medida en que
HOSDWULPRQLRKDVLGRVXVWLWXLGRSRUHOVDODULRODLQGHSHQGHQFLDVHHVIXPD
GHOKRUL]RQWHYLWDO(QH[SUHVLyQTXL]iXQWDQWRH[DJHUDGDVHSXHGHGHFLU
que las sociedades asistenciales son las sociedades del nuevo pauperismo
0$0DUWtQH](FKHYDUUtDSRUFXDQWRPLFDSDFLGDGGHDFFLyQGHSHQGH
de otro que la sustenta.
/D SHUFHSFLyQ GH HVD VXMHFLyQ FLXGDGDQD VH PDQL¿HVWD DFWXDOPHQWH
de diversos modos. Uno de ellos es la creciente rebelión contra el sistema
¿VFDOSDUWLFXODUPHQWHFUtWLFDHQDTXHOORVSDtVHVFX\RVLVWHPDGHVHJXULGDG
social es casi omniabarcante, como los países escandinavos. Asimismo, la
DVXQFLyQGHUHVSRQVDELOLGDGHVVRFLDOHVSRUSDUWHGHO(VWDGRKDGHELOLWDGRHO
SDSHOGHRWUDVIRUPDVVRFLDOHVFRPRODIDPLOLDODVROLGDULGDGFLXGDGDQD
HWFTXHKR\UHFODPDQXQQXHYRSURWDJRQLVPRHQODHVFHQDS~EOLFD
A mi modo de ver, en la base del debate actual acerca de la ciudadanía
VHVLW~DQDOJXQDVFRQIXVLRQHVEiVLFDVTXHLQWHU¿HUHQHQHOGLiORJRWHyULFR
y práctico. En la mentalidad contemporánea coexisten diferentes concep
WXDOL]DFLRQHVTXHGHVGHODVGLYHUVDVWUDGLFLRQHVSROtWLFDVKDQVHUYLGRSDUD
describir una misma realidad social. Los presupuestos liberales, republica
nos y socialdemócratas son difícilmente compatibles en un único lengua
je, aunque todos ellos forman parte de la sensibilidad política de nuestras
FXOWXUDV (Q FRQFUHWR KD\ XQD DVXQFLyQ EiVLFD GH TXH OD HVIHUD S~EOLFD
VHGH¿QHSRUORVOtPLWHVGHDFWXDFLyQ\UHVSRQVDELOLGDGGH(VWDGR7DQWR
212
LA CIUDADANÍA EN LAS SOCIEDADES COMPLEJAS
213
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
\HFWRPRGHUQR6HLPSRQHXQDUHGH¿QLFLyQGHORFRP~QGHORSDUWLFLSDEOH
por todos los ciudadanos. Es preciso reformular los cauces de participación
en la esfera pública y profundizar en la emancipación real de los indivi
duos. El liberalismo pone el énfasis en el individuo y en su capacidad de
HVWDEOHFHUVXVSURSLRVSURSyVLWRV\IRUPDVGHYLGD/DHVIHUDS~EOLFDKDGH
FDUDFWHUL]DUVHSRUVXQHXWUDOLGDG5DZOV'ZRUNLQ/RFRP~QSXHGHVHU
DKRUD~QLFDPHQWHGHFDUiFWHUSURFHGLPHQWDO+DGHUHQXQFLDUDWRGRFRQWH
nido de valor, de manera que lo justo se conciba sólo como equidad de trato
o igualdad de participación según unas mismas reglas de juego.
3DUD+DEHUPDVORFRP~QDKRUDHV~QLFDPHQWHODSHUWHQHQFLD
al Estado. Propone, como salida a la actual situación, la construcción de
nuevas formas de “patriotismo constitucional”, en las que la convivencia
se fundamente en el civismo del diálogo, dejando toda identidad nacional o
cultural en la esfera de lo plural, al margen del núcleo de la ciudadanía.
6LQ HPEDUJRHOOLEHUDOLVPRQRSXHGHKDFHUVHFDUJRGHODFRPSOHML
GDGDFWXDOPDQL¿HVWDHQVXFHVRVWDQOHMDQRVDOXWLOLWDULVPRFRPRODUHXQL¿
FDFLyQDOHPDQD+-RDV(QUHDOLGDGODH[FOXVLyQGHWRGRFRQWHQLGRQR
mecánico para el diálogo social esconde una renuncia a cualquier género
GHFRQYLYHQFLDSOXUDOLVWD/DtQGROHDQWLKXPDQLVWDGHHVWHOLEHUDOLVPRSUR
FHGLPHQWDOVHUHYHODDODGYHUWLUVXUDGLFDOGHVFRQ¿DQ]DHQODVSRVLELOLGDGHV
de la conversación interpersonal acerca de cuestiones que no sean triviales.
6HVRVSHFKDGHTXHODVEXHQDVLQWHQFLRQHVTXHVHDGX]FDQRFXOWDUiQVHJX
ramente intereses parciales que se quieren imponer a los otros. La posibi
lidad de un acuerdo racional y justo en la promoción pública de los bienes
FRPSDUWLGRVTXHGDSRUSULQFLSLRH[FOXLGD/ODQR<DGHPiVHQHO
fondo, la aspiración a la neutralidad de lo público resulta vana. Las teorías
liberales contemporáneas prometen obviar una teoría sustantiva del bien,
pero todas traicionan esa promesa. Todas se apoyan en la misma teoría
WULiGLFDGHOELHQTXHDVXPHHOYDORUGHODH[LVWHQFLDKXPDQDHOYDORUGH
ORVSURSyVLWRVKXPDQRV\VXFXPSOLPLHQWR\HOYDORUGHODUDFLRQDOLGDG
como las principales referencias para los principios y las acciones sociales
(Galston 1982, R. Alejandro 1993).
La promesa liberal de neutralidad se revela imposible; sólo se sustenta
–por deconstruir al deconstructor– como la imposición velada de los pro
SLRVLQWHUHVHVOLEHUDOHVDOFRQMXQWRGHODVRFLHGDG$VtVHKDH[SUHVDGRUH
petidamente desde los nuevos movimientos comunitaristas y del multicul
turalismo. Al enfocar el tema de la ciudadanía, el comunitarismo (Etzioni
1993) pone el énfasis en la importancia del propio grupo étnico o cultural,
214
LA CIUDADANÍA EN LAS SOCIEDADES COMPLEJAS
en las propias tradiciones desde las que se obtiene una identidad para quie
nes de otro modo estarían atomizados por la sociedad liberal.
Desde el multiculturalismo, se reclama el reconocimiento de la “ciu
GDGDQtDGLIHUHQFLDO´<RXQJTXHOOHYDFRQVLJRODGH¿QLFLyQGHGHUH
FKRVHVSHFLDOHVGHODVPLQRUtDVFRPRUHLYLQGLFDFLyQGHODGLVFULPLQDFLyQ
KLVWyULFDDODTXHVHKDQYLVWRVRPHWLGDVHQODVVRFLHGDGHVSUHWHQGLGDPHQWH
igualitarias. La ciudadanía como generalidad, ciega a las diferencias, no
convence ni a las minorías étnicas ni a las feministas ni a otras categorías
sociales que esperan ver reconocidas en la esfera pública sus reivindicacio
nes particulares. La ciudadanía multicultural –fruto de la sensibilidad post
moderna– adolece, sin embargo, de contradicciones internas pues apoya
sus reclamaciones en los mismos principios que pretende superar. Es muy
difícil, en la práctica, evitar la confrontación entre el reconocimiento de
características, necesidades y deseos diferenciales y el mantenimiento de
las disposiciones relativas a la ciudadanía en general.
¿Es posible alguna síntesis entre el reconocimiento diferencial de
las identidades básicas y la convivencia pública igualitaria? ¿Cabe algo
DVt FRPR XQ XQLYHUVDOLVPR VLQ XQLIRUPLGDG 6KZHGHU \ 6XOOLYDQ "
Para Taylor (1993), la pretensión de neutralidad universalmente acepta
ble es ilusoria. La cuestión no es tanto reconocer como meta legítima la
supervivencia de una cultura, sino reconocer o no la igualdad de su valor.
(OGLiORJRQRSXHGHHVWDEOHFHUVHHQWpUPLQRVQHRQLHW]VFKHDQRVFRPRXQ
FRQÀLFWRGHSRGHUHQHVHFDVRHOUHFRQRFLPLHQWRGHODGLIHUHQFLDUHVSRQ
GHUtDDFRQGHVFHQGHQFLD\QRDDXWpQWLFRUHVSHWR/DH[LJHQFLDGHUHFRQR
cimiento igualitario de toda tradición cultural en realidad elude el problema
del criterio de valoración o acepta implícitamente los criterios de la cultura
occidental. Las demandas multiculturales de juicios de valor favorables
HLQPHGLDWRVVRQKRPRJHQHL]DQWHVSRUTXHSUHVXSRQHQFRPRFULWHULRVGH
juicio las pautas del sistema dominante.
(OSUREOHPDGHOUHFRQRFLPLHQWRKDVLGRWHPDWL]DGRSRU-$OH[DQGHU
GHVGHODGLVWLQFLyQLQFOXVLyQH[FOXVLyQ6XLQWHUSUHWDFLyQGHODFUL
sis actual de la ciudadanía parte de la incapacidad de la sociedad para reco
nocerse en la esfera política. Por ello, se da una creciente privatización de
la vida social, que da lugar al surgimiento de particularismos y localismos
GHGLVWLQWRJpQHUR/DVRFLHGDGKDWRPDGRODLQLFLDWLYDGHRUJDQL]DUDFFLR
QHVFROHFWLYDVGHFDUDDOELHQFRP~Q3RUHVRVHKDFHQHFHVDULRUHIRUPXODU
ODLGHQWLGDGFLXGDGDQDGHVGHXQDUHGH¿QLFLyQGHORVYDORUHVIXQGDPHQWDOHV
en términos más complejos, multidimensionales y contingentes. Evidente
mente, el acuerdo común no es posible en términos de core solidarity o so
215
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
216
LA CIUDADANÍA EN LAS SOCIEDADES COMPLEJAS
217
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
218
LA CIUDADANÍA EN LAS SOCIEDADES COMPLEJAS
ODHVWUXFWXUDSROtWLFDGHOPRPHQWRWUDGLFLRQHVGHPRFUiWLFROLEHUDOHVFRPR
pVWDVXQiUHDLQVWLWXFLRQDOUHVHUYDGDRSULYDGDOLEUHGHODLQWHUYHQFLyQGHO
gobierno; instituciones de autocoordinación dentro de la sociedad, esto es,
mercados, asociaciones voluntarias y movimientos sociales, embarcados
HQXQFRPSOHMRMXHJRGHFRQÀLFWRV\DOLDQ]DV\WDPELpQODH[LVWHQFLDGH
una esfera real de debate público.
La ciudadanía es, por tanto, una realidad compleja, cuya realidad pri
maria es de orden político, aunque no excluye dimensiones plurales de re
lación social en términos de coexistencia, de consecuencia o, incluso, de
FDXVDOLGDGFRQUHVSHFWRDODLGHQWLGDGSROtWLFD(VWRVLJQL¿FD±\HVSRVLEOH
HQ OD PHGLGD HQ TXH HVWR HV DVt± TXH OD FRQ¿JXUDFLyQ GH OD FLXGDGDQtD
no responde a una realidad universal y preestablecida, ni siquiera de or
den analítico, acerca de la situación del individuo en el contexto social.
Comprender la realidad de la ciudadanía postmoderna exige reencontrar la
densidad de la vida asociativa y volver a aprender las actividades e ideas
TXHFRQHOODYDQUHGHVFRQH[LyQLQWHUSHUVRQDOVHQWLGRGHUHVSRQVDELOLGDG
KDFLDORVRWURVRKDFLDFRPXQLGDG:DO]HU(OSDSHOGHO(VWDGRQR
es ya el de centro de la esfera política, sino más bien de mediación plural
al servicio de las diferentes subjetividades sociales articuladas en red (Do
nati 1993). El protagonismo político recae cada vez con mayor intensidad
sobre la sociedad civil, que se estructura como un proyecto de proyectos,
y en la que se espera del Estado nuevas formas de acción que atiendan a lo
ORFDOHVSHFt¿FR\FRQWLQJHQWH'HODGH¿QLFLyQXQLYHUVDOLVWDGHODH[LVWHQ
FLDVRFLDOKHPRVSDVDGRDOUHFRQRFLPLHQWRS~EOLFRGHORSDUWLFXODU$VtOD
ciudadanía resulta una forma de pertenencia a una comunidad que moviliza
\ YLQFXOD VyOR HQ DVSHFWRV HVSHFt¿FRV \ OLPLWDGRV UHODWLYRV DO FRQWH[WR
de referencia –ciudad, región, nación...–, mientras deja libres a los sujetos
SDUDREUDUVXSURSLDSHUWHQHQFLDKXPDQDHQRWUDVHVIHUDVVRFLDOHV
El carácter dinámico, asociativo, adquirido, de la condición ciudada
QDVHDSR\DHQODFDSDFLGDGKXPDQDGHFRQVWUXLUVLJQL¿FDGRVFRPRLQWHU
pretación crítica de lo público desde la propia tradición o posición o, por
decirlo con otras palabras, desde la propia identidad cultural. La existencia
GHODFLXGDGDQtDFRPRFDWHJRUtDVRFLHWDULDVHIXQGDPHQWDDVtHQXQDGLV
WLQFLyQ EiVLFD HQWUH ³VRFLHGDG GH OR KXPDQR´ \ ³VRFLHGDG WpFQLFD´ 'R
QDWL (O WpUPLQR ³VRFLHGDG GH OR KXPDQR´ VH UH¿HUH D OD VRFLHGDG
FRQVLGHUDGDFRPRXQFRQMXQWRGHUHODFLRQHVVRFLDOHVTXHGHEHQVHUFRQVWDQ
WHPHQWHUHOHJLWLPDGDVPRWLYDGDVOOHYDGDVDODSUiFWLFDVLQPHFDQLVPRV
técnicos o sistémicos que puedan garantizarlo automáticamente. En ella,
la relación social es de carácter personal; por el contrario, proporcionar al
Estado el protagonismo de lo público es convertir lo social en tecnocrático,
219
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
220
LA CIUDADANÍA EN LAS SOCIEDADES COMPLEJAS
HVSDxROHVKHPRVFRQVWUXLGRXQVLVWHPDGHWH[WRVFXDVLVDJUDGRVGLVFXUVRV
PLWRVULWXDOHVHLFRQRVTXHLPSUHJQDQODSROtWLFDFRWLGLDQDKHPRVFRPELQD
GRVtPERORVTXHDQWHVVHRSRQtDQHQWUHVt\TXHDKRUDFRH[LVWHQXQRVDOODGR
de los otros. Se pueden encontrar calles con nombres de generales franquistas
YLFWRULRVRVRFRQQRPEUHVGH¿JXUDVGHODL]TXLHUGDGHODpSRFDUHSXEOLFDQD
<FRPRH[SUHVLyQPiVHORFXHQWHGHHVWDSROtWLFDVLPEyOLFDGHFRH[LVWHQFLD
SDFt¿FDDPHQRVGHFLHQPHWURVGHXQDHVWDWXDHFXHVWUHGH)UDQFRVLWXDGD
IUHQWHDXQRVHGL¿FLRVR¿FLDOHVHQHOFHQWURGH0DGULGVHOHYDQWDQRWUDVGRV
estatuas de personajes socialistas de la II República, Indalecio Prieto y Largo
Caballero, muertos en el exilio. Otro ejemplo interesante del carácter conver
sacional de la ciudadanía es el proceso de islamización y modernización de
Bali, del que da cuenta extensamente Geertz (1990).
/DVRFLHGDGGHORKXPDQRHVHOPDUFRGHUHIHUHQFLDGHODQXHYDFLX
dadanía. En ella se pone de relieve la relevancia de la particularidad social,
ya sea ésta de carácter étnico, cultural, nacional u otro, en el contexto de
XQXQLYHUVDOLVPRTXH\DQRHVGHFDUiFWHUVLVWpPLFRKRPRJHQHL]DQWHVLQR
que más bien se presenta como universalidad de la diferencia. El contraste
entre ambos enfoques se puede ilustrar desde la distinción entre globaliza
FLyQ\XQLYHUVDOLGDGWDOFRPRKDSURSXHVWRUHFLHQWHPHQWH'RQDWL
/DGLVWLQFLyQKXPDQRQRKXPDQRDSXQWDDPLPRGRGHYHUDFLHUWDVFD
racterísticas de la esfera pública, según las cuales ésta no se reduce a ser
XQHVFHQDULRSDUDHOGHVHPSHxRGHSDSHOHVSUH¿MDGRVHVWUXFWXUDOPHQWH/D
HVIHUDS~EOLFDQRSXHGHOLPLWDUVHDSHUPLWLUODE~VTXHGDGHVLJQL¿FDGRVLQR
TXHPiVELHQSRUHOFRQWUDULRKDGHSRVLELOLWDUODFRQVWUXFFLyQGHVLJQL¿
cados. Ni la tecnoestructura ni la propia tradición étnica, nacional, cultural,
HWFVRQVX¿FLHQWHVSDUDGLEXMDUXQDIRUPDGHRUJDQL]DFLyQVRFLHWDULD(V
central el papel de la recepción crítica de esos presupuestos, que se expe
rimentan como un “desde” para el despliegue de la propia vida, individual
o colectiva. Pero ni la propia tradición ni, por decirlo así, la utopía del
ELHQHVWDUOLEHUDOVRQVX¿FLHQWHVSDUDFRQVWLWXLUODYLGDVRFLDO/DUD]yQHV
TXHODPLVPDYLGDVRFLDOVHUHGH¿QHFRQWLQXDPHQWHQRFRPRUHSURGXFFLyQ
más o menos mecánica de lo ya dado sino como proyecto narrativo de
una existencia nueva. La novedad no es aquí ruptura sino reinterpretación
FUtWLFDGHOGLiORJRVRFLDOHQXQFRQWH[WRKLVWyULFRFRPSDUWLGR1RKD\LGHR
ORJtD QL WUDGLFLyQ TXH WHQJD VROXFLRQDGRV ORV SUREOHPDV IXWXURV 1R KD\
modelo social que incluya las reglas de su propia aplicación temporal. La
existencia social es una realidad de orden práctico, como aquellas de las
TXH$ULVWyWHOHVGHFtDTXHVyORVHSXHGHVDEHUTXpKD\TXHKDFHUFXDQGRVH
KDFHORTXHVHTXLHUHVDEHU/DYLGDVRFLDOKXPDQDVHJHQHUDHQODSUD[LV\
SDUDpVWDQRKD\PiVUHJODTXHODSUXGHQFLD&RPRREVHUYy:LWWJHQVWHLQ
221
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
222
LA CIUDADANÍA EN LAS SOCIEDADES COMPLEJAS
BIBLIOGRAFÍA
ALEJANDRO, R.: Hermeneutics, Citizenship and the Public Sphere, State University
RI1HZ<RUN3UHVV$OEDQ\ 1993.
ALEXANDER, J. ~COLOMY, P. eds.: Differentiation Theory and Social Change. Com-
parative and historical perspectives,&ROXPELD8QLYHUVLW\3UHVV1HZ<RUN
1990.
BEINER, R.: Theorising citizenship,6WDWH8QLYHUVLW\RI1HZ<RUN3UHVV
COUSIÑO, C. ~VALENZUELA, E.: Politización y monetarización en América Latina,
&XDGHUQRV GHO ,QVWLWXWR GH 6RFLRORJtD GH OD 8QLYHUVLGDG &DWyOLFD GH &KLOH
Santiago, 1994.
CRUZ, A.: “Sobre los fundamentos del nacionalismo”, en Revista de Estudios Polí-
ticos,
DONATI, P.: Teoria relazionale della società, Angeli, Milano, 1991.
— La cittadinanza societaria, Laterza, Roma, 1993.
² ³,GHQWLW\ DQG VROLGDULW\ LQ WKH FRPSOH[ RI FLWL]HQVKLS WKH UHODWLRQDO DSSUR-
ach”, ,QWHUQDWLRQDO6RFLRORJ\
— “El desafío del universalismo en una sociedad multicultural postmoderna”,
Ponencia al Simposio Internacional de Filosofía y Ciencias Sociales, Universi
dad de Navarra, 1996, mimeo.
GADAMER, H.G.:³+HUPHQHXWLFVDQGVRFLDOVFLHQFH´HQ Cultural Hermeneutics, 2
² ³7H[W DQG ,QWHUSUHWDWLRQ´ HQ % 5 :DFKWHUKDXVHU HG Hermeneutics and
Modern Philosophy,6WDWH8QLYHUVLW\RI1HZ<RUN3UHVV$OEDQ\
² ³5HWyULFD KHUPHQpXWLFD \ FUtWLFD GH OD LGHRORJtD &RPHQWDULRV PHWDFUtWLFRV D
µ9HUGDG\0pWRGR¶´,HQVerdad y Método, vol. II , Sígueme, Salamanca, 1992.
GEERTZ, C.: La interpretación de las culturas, Gedisa, Barcelona, 1990.
HABERMAS, J.: Ciudadanía e identidad nacional. Consideraciones sobre el futuro
europeo, Debate, 39 (1992) 11ss.
HEATER, D.Citizenship, Longman, Londres, 1990.
KYMPLICKA, W. y NORMAN, W.: “Return of the citizen: A survey of recent work on
citizenship theory, en R. Beiner, Theorising Citizenship, State University of
1HZ<RUN3UHVV$OEDQ\
LAMO DE ESPINOSA, E.: /DVRFLHGDGUHÀH[LYD CIS, Madrid, 1990.
— “Fronteras culturales”, en E. Lamo de Espinosa, ed., Culturas, estados, ciuda-
GDQRV8QDDSUR[LPDFLyQDOPXOWLFXOWXUDOLVPRHQ(XURSD Alianza, Madrid,
1995.
223
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
224
/$62&,('$'&,9,/$17(/$&,(1&,$
(/*,52&2081,7$5,67$'(3(7(5:,1&+
+$&,$(/081'2'(/$9,'$
(A TRAVÉS DE KARL OTTO APEL)
PRESENTACIÓN
1. Para la expresión “nuevo dualismo” postwittgensteiniano, Cfr. K.O. APEL, Die Erklaren-
Verstehen Kontroverse in transzendentale-pragmatischer Sicht6XKUNDPS)UDQNIXUW\
SS
2. Cfr. C. ORTIZ DE LANDÁZURI, “¿Será posible comunicar la ciencia en el siglo XXI sin tomar
decisiones estratégicas? (A través de K.O. Apel)”, Actas del Congreso “Comunicar la ciencia en
el siglo XXI”, Granada, 1999. S. CRITCHLEY, W. SCHROEDER, (ed); A Companion to Continental
Philosophy%ODFNZHOO2[IRUG
225
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
226
LA SOCIEDAD CIVIL ANTE LA CIENCIA
227
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
6HJ~Q:LQFKODQRFLyQGHMXHJRGHOOHQJXDMHHVXQSULQFLSLRIXQGD
mental de la sociología del conocimiento. Wittgenstein los describe como
si fueran una condición de posibilidad y sentido de la realización de las ac
FLRQHVKXPDQDV3RUHOORGHVHPSHxDQXQSDSHOVLPLODUDOTXHHQ$ULVWyWHOHV
desempenan las instituciones sociales, o las formas de vida comunitaria14.
En este sentido la noción de juego del lenguaje se toma como un presu
puesto de tipo retroductivo que permite superar las paradojas y sinsentidos
que generó el recurso indiscriminado a la H[SOLFDFLyQH[SHULPHQWDO en el
“nuevo dualismo”3RUHMHPSORFXDQGR+HPSHO\2SSHQKHLPH[LJHQOD
VXEVXQFLyQGHWRGRSULQFLSLRKHXUtVWLFRDXQPRGHORQRPROyJLFRGHGXFWL
vo, sin advirtir que su propio planteamiento behaviorista tiene presupuestos
de tipo institucional o comunitario15. :LQFKHQFDPELRDFHSWDHVWHWLSRGH
SUHVXSXHVWRV¿ORVy¿FRVVLHPSUHTXHXQSRVWHULRUSURFHVRGHH[SOLFDFLyQ
causalFRQVLJDUHGXFLUORVDVLPSOHVFRQGLFLRQHVDQWHFHGHQWHVYHUL¿FDEOHV
experimentalmente16.
6HJ~Q$SHOORPiVVRUSUHQGHQWHGH3:LQFKHQVXDUWtFXORDQWHVFLWD
do, fue el uso que la sociología del conocimientoKL]RGHORV juegos del len-
guaje17. Los utilizó como si efectivamente se tratara de una nueva categoria
hermenéutica similar a las concepciones del mundo y formas de vida de
6FKOHLHUPDFKHU\'LOWKH\18, o a los tipos ideales de Max Weber. Paradóji
camente para dar este paso basta con llevar a cabo un giro comunitarista en
el análisis lingüístico, que interprete los juegos del lenguaje como procesos
13. &IU () 3DXO )' -U 0ILLER - 3DXO The Communitarian Challenge to Liberalism,
Cambridge University Press, Cambridge, 1997.
14. &IU3+UVJ6LOTERDIJK; A. PIEPER; Aristoteles'HXWVFKHU7DVFKHQEXFK
15. &IU+3UTNAM, La herencia del pragmatismo. Paidós, Barcelona, 1997.
16. Se establece una contraposición entre metodología científica y método filosófico, pero
aceptando presupuestos metódicos de tipo filosófico o analítico; cfr. P. WINCH, op. cit., p. 28 y 36;
K.O. APEL; TF,,S.7AYLOR, Truth and Meaning. An Introduction to the Philosophy of
Language%ODFNZHOO2[IRUG
17. Cfr. E. von SAVIGNY, Der Mensch als Mitmensch. Wittgensteins Philosophische
Untersuchungen'HXWVFKH7DVFKHQEXFK0QFKHQ
18. Cfr. Cfr. P. WINCH, op. cit., p. 100; K.O. APEL; TF, II, p. 73; W. DILTHEY, Ecrits d’esthetique:
suivi de la naissance de l’herméneutique, Cerf, Paris, 1995.
228
LA SOCIEDAD CIVIL ANTE LA CIENCIA
229
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
:LQFKMXVWL¿FyORVSURFHVRVGHFRPSUHQVLyQUHFtSURFDGHXQDVPLV
mas vivencias entre dos o más interlocutores por referencia a un marco
comunitario de valores compartidos, que a su vez exige la participación en
un mismo juego del lenguaje3RUHOOR:LQFKFULWLFDHOPRGRFRPR'LOWKH\
y Max Weber concibieron la participación en una misma concepción del
mundo o forma de vida o en un tipo ideal respectivamente. Es su opinión,
la concibieron a través de diversos procesos de comprensión empática, o en
virtud de simples decisiones, sin necesidad de que mediara ninguna forma
de lenguaje24$WRGRVOHVSDVyLQDGYHUWLGDODPHGLDFLyQTXHOD¿MDFLyQGHODV
condiciones antecedentes por parte de los diversos interlocutores sociales
ejercen en el propio proceso de asignación de intenciones. Especialmente
cuando posteriormente este mismo proceso exige un seguimiento aún más
estricto de un modelo nomológico deductivo, mediante una regulación ine
vitablemente comunitaria25.
(QHVWHVHQWLGR:LQFKWDPELpQFXHVWLRQyHOPRGRtradicional como
la crítica de las ideologíasGHSURFHGHQFLDDQDOtWLFD\KHUPHQpXWLFDFRQFL
bieron sus respectivas teoría de la ciencia26. Dieron por supuesto la vali
dez de unos procesos previos de comprensión empática, como si este tipo
de proyectos programáticos se pudieran llevar a cabo sin ningún tipo de
mediación lingüistica. Además, tampoco sometieron este tipo de procesos
a un seguimiento aún más estricto del modelo nomológico deductivo. Al
PHQRV DVt RFXUULy HQ 0LOO 3DUHWR 'XUNKHLP 0D[ :HEHU 'LOWKH\ R HO
propio Marx273RUHMHPSOR'LOWKH\IRPHQWyHOUHFXUVRpsicologista a un
método de la empatíaVLQTXHPHGLDUDXQDUHÀH[LyQSUHYLDVREUHODVOLPL
taciones que en su caso impone el lenguaje, o la necesaria comprobación
experimental de este tipo de procesos. Max Weber por su parte admitió la
referencia a un SROLWHLVPRD[LROyJLFRque, en su opinión, está enraizado en
el mundo de la vida.6LQHPEDUJR:HEHUMXVWL¿FyODVH[SOLFDFLRQHVWHOHR
OyJLFDVHQQRPEUHGHGHFLVLRQHVHQVtPLVPDVLQYHUL¿FDEOHVFRPRVRQODV
TXHVHUHPLWHQFDGDXQRGHORVWLSRVLGHDOHV(QQLQJ~QFDVRMXVWL¿FyHVWDV
decisiones en nombre de un juego del lenguaje o de una forma de vida
74. C. NORRIS, Reclaiming truth. Contribution to a Critique of Cultural Relativism, Lawrence and
:LVKDUW/RQGRQ-+)ETZER, Philosophy of Science3DUDJRQ+RXVH1HZ<RUN
24. Cfr. F. COLLIN, Social Reality, Routledge, London, 1997.
25. Cfr. B. WIRKUS, Deutsche Sozialphilosophie in der ersten Hälfte des 20 Jahrhunders,
:LVVHQVFKDIWOLFKH%XFKJHVHOOVFKDIW'DUPVWDGW
26. Cfr. A. GIDDENS, 3ROtWLFD VRFLRORJtD \ WHRUtD VRFLDO 5HIOH[LRQHV VREUH HO SHQVDPLHQWR
social clásico y contemporáneo, Paidós, Barcelona, 1997.
27. Cfr. L.S. SHELEFF, Social Cohesion and Legal Coercion. A Critique of Weber, Durkheim,
DQG0DU[. Rodopi, Amsterdan, 1997.
230
LA SOCIEDAD CIVIL ANTE LA CIENCIA
SUHYLDTXHSXGLHUDVHUREMHWRGHXQDFRPSUREDFLyQH[SHULPHQWDOYHUGDGH
ramente compartida. Finalmente el marxismo tradicional también impuso
la aceptación de una conciencia de clase basada en un “futurismo” ético,
VLQWHQHUHQFXHQWDODVOLPLWDFLRQHVGHUHDOL]DFLyQTXHLPSRQHVXSHUWHQHQ
FLDKLVWyULFDDXQDGHWHUPLQDGDtradición lingüistica28.
28. Cfr. W. LÜBBE, Legitimität kraft Legalität. Sinnverstehen und Institutionenanalyse bei
0D[:HEHUXQGVHLQHQ.ULWLNHUQ-&%0RKU7ELQJHQ
29. Cfr. S. CAVEL, /HVYRL[GHODUDLVRQ:LWWJHQVWHLQOHVFHSWLFLVPHODPRUDOLWpHWODWUDJpGLH,
Seuil, París, 1996.
30. Cfr. K. POPPER, Logik der Forschung, Wien, 1935; W.W. BARTLEY, The Retreat to
Commitment1HZ<RUN+$LBERT, Traktät über kritische Vernunft, Tübingen, 1968.
31. Cfr. K.O. APEL, TF, II, p. 100 y ss.; M. WEBER, 0D[ :HEHU XQD ELRJUDItD, Alfonso El
Magnánim, Valencia, 1995.
231
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
232
LA SOCIEDAD CIVIL ANTE LA CIENCIA
233
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
del acuerdo mutuo, que constituye la condición última de sentido del uso
en común de cualquier juego del lenguaje39.3RUHOORQXQFDVHGHEHKDFHU
un uso unilateral del lenguaje, o de los acuerdos tomados en común, ni in
cluso cuando de este modo sólo se pretende evitar la aparición de posibles
fracasos en el seguimiento de un modelo nomológico deductivo. En efecto,
todo juego del lenguaje, toda costumbre, toda institución, está enraizada
en un mundo de la vida KXPDQRFDGDYH]FRPSDUWLGRFRQVXVDFLHUWRV\
sus fracasos, sin poder renunciar a este presupuesto retroductivo que es su
condición de sentido40.
234
LA SOCIEDAD CIVIL ANTE LA CIENCIA
6HJ~Q:LQFKODFRPSUHQVLyQYHUGDGHUDHVXQSURFHVRFRPSOHMRH[
terno y a su vez interno. Por un lado exige una aplicación aún más estricta
GHOFULWHULRSUDJPiWLFRGHOVLJQL¿FDGRGHVGHXQSXQWRGHYLVWDH[WHUQRHV
decir, se debe adoptar una actitud distante respecto de sí misma mediante
una adecuada comparación con otros puntos de vista aportados por otros
juegos del lenguaje aunque sea desde criterios meramente pragmáticos46.
Por otro lado la comprensión exige una confrontación de todos esos pun
tos de vista divergentes con las exigencias derivadas de un mundo de la
vida KXPDQR PXWXDPHQWH FRPSDUWLGR TXH D VX YH] DSRUWD XQ SXQWR GH
vista interno común a todos. Según Apel, sería un sinsentido renunciar a
una posible armonización recíproca de todos aquellos posibles puntos de
vista, que a su vez tienen un referente común, como al menos sucede en
el psicoanálisis o en la propia crítica de las ideologías47. En ambos casos
FDEHDGRSWDUXQSXQWRGHYLVWDUHODWLYLVWDGRQGHWRGDLQWHUSUHWDFLyQHVLJXDO
235
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
mente válida. Pero también cabe considerar el punto de vista ajeno como
superior al nuestro, como si fuera un punto de vista interno común a todos,
D~QDULHVJRGHLQPRYLOL]DULQQHFHVDULDPHQWHHVWHWLSRGHSURFHVRVD¿Q
de garantizar de este modo el posible logro de una mejor comprensión. Al
menos así ocurre, según Apel, en la relación médico-paciente, o terapéuta
social-masa alienada48.
:LQFK VH LQWHUHVy HVSHFLDOPHQWH SRU HVWD SRVLEOH FRQYHUJHQFLD GH
SXQWRVGHYLVWDDSHVDUGHTXHSRVWHULRUPHQWHHOPLVPRUHFKD]yHVWDSR
sibilidad. Es decir, aceptó la posibilidad de evitar los procesos de rela
tivización tan frecuentes en la propia sociología del conocimiento. Para
conseguirlo bastaría admitir otros principios normativos previos, siempre
que se propongan como una condición de sentido del seguimiento de un
PRGHORQRPROyJLFRGHGXFWLYR3HURVHJ~Q:LQFKLQFOXVRHQHVWRVFDVRV
VLHPSUHFDEHXQDUHODWLYL]DFLyQGHWDOHVLQWHUSUHWDFLRQHVFRPRGHKHFKR
sucede con la metanorma del “consensus” o acuerdo mutuo49. Por ejemplo,
siempre cabe desconstruir HOSURSLRSURFHVRGHFRPSUHQVLyQKHUPHQpXWLFD
mediante la localización de una intención oculta o de una consecuencia
indirecta, o de un efecto perversoTXHDVXYH]PRGL¿FDQHOVHQWLGRGDGR
inicialmente a la realización de una determinada acción intencional o a la
toma de un acuerdo50. Por ello, estos procesos de desconstrucción siempre
se deben enjuiciar desde otros tantos compromisos valorativos, o simples
condicionantes somáticos, que a su vez son una condición de sentido de
aquellos otros procesos de relativización. Es decir, siempre se deben tener
en cuenta aquellas otras H[LJHQFLDVYLWDOHV de supervivencia y autoeman
cipación que están insertas en el mundo de la vida, sin necesidad de cosi-
¿FDUODVinnecesariamente, como ocurrió con las institucionesHQ*HKOHQ
O sin dar tampoco lugar a un inevitable proceso de desencantamiento, que
UHODWLYL]DODGLPHQVLyQQRUPDWLYDLQKHUHQWHDOPXQGRGHODYLGDFRPRRFX
rrió en Weber y después en Popper y Albert51.
236
LA SOCIEDAD CIVIL ANTE LA CIENCIA
(Q$SHOGHGLFyRWURDUWtFXORD3:LQFKWLWXODGR“La comuni-
dad de comunicación como presupuesto transcendental de las ciencias so-
ciales”54(QHVWDRFDVLyQ$SHODWULEX\HD3:LQFKXQDUJXPHQWRGHFLVLYR
a favor de la función normativa que los juegos del lenguaje desempeñan en
la regulación de la sociedad civil. En efecto, en la misma medida que los
juegos del jenguaje se atribuyen un alcance transcendental en la regulación
del mundo de la vida, también pueden reivindicar una capacidad de auto-
rregulación de aquellas instituciones que, como ocurre en Vico, a su vez
FRQ¿JXUDQODsociedad civil6HJ~Q$SHO:LQFKKL]RHVWDDSRUWDFLyQGHFL
52. Cfr. K.M. WU, On Chinese Body Thinking. A Cultural Hermeneutic, Brill, Leiden, 1997.
53. Cfr. K.O. APEL, TF, II, p. 84; B. SCHÄFERS, Soziologie und Gesellschaftsentwicklung.
Aufsätze 1966-1996/HVNH%XGULFK2SODGHQ
54. Cfr. K.O. APEL, TF ,, S 6 ( %RONNER (ed), Twentieth Century Political
Theory. A Reader5RXWOHGJH1HZ<RUN
237
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
1. /DVLQVX¿FLHQFLDVGHODFUtWLFDGHODVLGHRORJtDVHQ:LQFKVHJ~Q$SHO
:LQFK IXH XQ DXWRU FRQ QXPHURVDV YDFLODFLRQHV TXH VLJXLy VLHQGR
deudor de la tesis de la neutralidad valorativa de Weber y Popper, a pesar
de las críticas que les formuló. $OLJXDOTXHRFXUULyHQ3RSSHU:LQFKVL
guió otorgando un valor DX[LOLDU o meramente psicológico a los procesos
de toma de decisiones acerca de los¿QHV. En su opinión, estas decisiones
forman parte de un ámbito ético, comunitario, o meramente ideológico,
totalmente desligado de la teoría de la ciencia, salvo que se les aplique
un modelo nomológico deductivo, reduciendolos a una simple H[SOLFDFLyQ
causal58.
Según el “nuevo dualismo”, para lograr una reducción de este tipo es
necesario localizar una consecuencia secundaria o un efecto perverso, ca
paz de dar razón del falso caracter cuasiteleológicoTXHKDVWDHQWRQFHVVH
KDEtDRWRUJDGRDXQDcuasicomprensión meramente aparente. En estos ca
VRVHQYH]GHDFWXDUHQQRPEUHGHXQLGHDOUHJXODWLYRR¿Q~OWLPRHOFRP
SRUWDPLHQWR KXPDQR VH MXVWL¿FD HQ YLUWXG GH XQD FRQGLFLyQ DQWHFHGHQWH
55. Cfr. P. WINCH, “Nature and Convention”, Procedings of the Aristotelian Society, 1959/60,
SS.
56. Cfr. P. WINCH, “Understanding a Primitive Society”, American Philosophical Quarterly
SS
57. Cfr. K.O. APEL, TF,,S\S-%RIGHAM (ed), States, Citizens, and Question of
Significance. Tenth Round Table and Semiotics3HWHU/DQJ1HZ<RUN
58. Cfr. P. WINCH, op. cit., p. 119; K.O. APEL, TF, II, p. 76 y 236; S. FULLER, Science, Open
8QLYHUVLW\%XFNLQJKDP
238
LA SOCIEDAD CIVIL ANTE LA CIENCIA
³'HHVWHDQiOLVLVH[WUDH:LQFKODFRQFOXVLyQGHTXHODFRQGXFWDKXPD
na gobernada por reglas no puede, al contrario que la conducta determinada
causalmente (reducible al adiestramiento) de los animales, llamarse ciega,
VLQRTXHLPSOLFDXQDµFRPSUHQVLyQ¶´61.
59. Cfr. V.R. McKIM, S.P. TURNER, Causality in Crisis? Statistical Methods and the Search for
Causal Knowledge in the Social Science, University of Notre Dame, Indiana, 1997.
60. Cfr. K.O. APEL, TF, II, p. 57. L. VOGT, Zur Logik der Ehre in der Gegenwarts-gesellschaft.
Differenzierung, Macht, Integration6XKUNDPS)UDQNIXUW
61. Cfr. K.O. APEL, TF, II, p. 78. S. MAASEN, Genealogie der Unmoral. Zur therapierung
VH[XHOOHU6HOEVWH6XKUNDPS)UDQNIXUW
62. Cfr. P. NORA (ed), Realms of Memory. The Construction of the French Past. Vol 1: Conflicts
and Division&ROXPELD8QLYHUVLW\1HZ<RUN
239
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
2. (OFtUFXORYLFLRVRGHODFXDVLH[SOLFDFLyQ\ODFXDVLFRPSUHQVLyQ
240
LA SOCIEDAD CIVIL ANTE LA CIENCIA
(QHVWHVHQWLGR3:LQFKWDPELpQOOHYyDFDERXQDcrítica interna de
las ideologías, DODTXHVHSRGUtDKDEHUVDFDGRPiVSDUWLGR 'HKHFKRLQL
66. Cfr. K.C. KÖHNKE, Der Junge Simmel - in Theoriebeziehungen und sozialen Bewegungen,
6XKUNDPS)UDQNIXUW
67. &IU380ERZ%ENZ, Tiefsinn und Scharfsinn. Ferndinad Tönnies, begriffliche Konstitu-
tion Sozialwelt6XKUNDPS)UDQNIXUW
68. Cfr. W. SCHMAUS, Durkheim’s Philosophy of Science and the Sociology of Knowledge:
creating an Intellectual Niche8QLYHUVLW\RI&KLFDJR3UHVV&KLFDJR
69. G. E. R. LLOYD, Las mentalidades y su desenmascaramiento, Siglo XXI, Madrid, 1996.
70. Cfr. G. SOLA, Storia della scienza politica. Teorie, richerche e paradigmi contemporanei,
La Nuova Italia Scientifica, Roma, 1996.
71. Cfr. K.O. APEL, TF, II, p. 239; M. SCHWINGEL, Analytik der Kämpfe: Macht und Herrschaft
in der Soziologie$UJXPHQW+DPEXUJ
241
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
72. Cfr. D. MARSH, G. STOKER (ed), Theory and Methods in Political Science, MacMillan,
+DPSVKLUH
73. Cfr. E. TABORSKY,7KH7H[WXDO6RFLHW\, University Press, Toronto, 1997.
74. Cfr. K.O. APEL, TF,,S\00F*INN, Wittgenstein and the ‘Philosophical
Investigations’, Routledge, London, 1997.
75. Cfr. K.O. APEL, TF ,, S - &OATES, The Claims of Common Sense. Moore,
Wittgenstein, Keynes and the Social Sciences, University Press, Cambridge, 1996.
242
LA SOCIEDAD CIVIL ANTE LA CIENCIA
76. Cfr. D.K. BARRY, Forms of Life and Following Rules. A Wittgensteinian Defence of
Relativism(-%ULOO/HLGHQ
77. &IU-5ÖMELT +UJ, Ethik und Pluralismus5HVFK,QQVEUXFN
78. &IU .+ +ÖRNING, D. AHRENS, A. GERHARD, =HLWSUDNWLNHQ ([SHULPHQWLHUIHOGHU GHU
Spätmoderne6XKUNDPS)UDQNIXUW
79. Cfr. A. CORTINA, Ciudadanos del mundo. Hacia una teoría de la ciudadanía, Alianza,
Madrid, 1997.
80. Cfr. K.O. APEL, TF,,S:)+AUGa-.OIVISTO~V. PIETILÄ, Elemente einer Theorie
des Ideologischen$UJXPHQW+DPEXUJ
243
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
$SHVDUGHVXVLQFRKHUHQFLDV:LQFKIXHHOGHVFXEULGRUGHHVWHWLSRGH
relaciones internas en donde, según Apel, se fundamenta la crítica de las
ideologías y la propia noción de sociedad civil81(QHIHFWR:LQFKRWRUJy
XQYDORUHSLVWHPROyJLFRGLIHUHQFLDGRDHVWRVGRVWLSRVGHUHODFLRQHVSRUXQ
lado, las relaciones internas que permite la autocomprensión de un juego
GHOOHQJXDMHGHVGHGHQWURGHVtPLVPRHVGHFLUKDFHQSRVLEOHODSDUWLFL
pación que cada juego del lenguaje mantiene con un juego ideal común a
todos ellos82. Por otro lado, las UHODFLRQHVH[WHUQDV que dan un paso más; es
GHFLUKDFHQSRVLEOHHO“entretejimiento” de un juego del lenguaje con su
correspondiente forma de vida y con una praxis vital concreta que le ponen
en relación con el mundo de la vida. Por ello este tipo de relaciones dan
lugar a una comunidad real de comunicación, que a su vez exige un segui
miento cada vez más estricto del modelo nomológico deductivo sin por ello
SRGHUUHGXFLUGHXQPRGRFLHQWL¿VWDODVUHODFLRQHVFRPSUHQVLEOHVDPHUDV
relaciones explicables83.
:LQFK FRQWUDSXVR HVWRV GRV WLSRV GH UHODFLRQHV LQWHUQDV \ H[WHUQDV
/DVUHODFLRQHVLQWHUQDVSHUPLWHQMXVWL¿FDUODLQGHSHQGHQFLDGHORVprinci-
pios normativos desde los que posteriormente es posible llevar a cabo una
FUtWLFDH[WHUQDGHODVLGHRORJtDVFRPRDKRUDRFXUUHFRQHODQWHULRUSULQFLSLR
de veracidad (integrity6LQHPEDUJR:LQFKVyORDGPLWLyHVWDSRVLELOLGDG
para el caso de la lógica y las aritmética, donde este tipo de relaciones in
ternas tiene un carácter meramente formal, sin garantizar la independencia
de estos criterios normativos en el resto de los casos. Por ello contrapuso
este doble uso que en cada caso se da a los distintos juegos del lenguaje,
SRQLHQGRGHPDQL¿HVWRODVGLYHUJHQFLDVGHWLSROyJLFRTXHDSDUHFHQHQWUH
ODGHVFULSFLyQH[WHUQD\ODLQWHUQDRHQWUHHOXVRPDQL¿HVWR\HORFXOWRVLQ
DGPLWLURWURWLSRGHLQFRKHUHQFLDVGHWLSRSUiFWLFR84.
3RUHOOR:LQFKUHFKD]yODunidad dialéctica que se establece entre to
dos estos elementos. En su opinión, esta posible unidad sólo tiene un carác
ter formal o lógico y siempre estará condicionada por factores igualmente
81. Cfr. O. ASBACH, .ULWLVFKH *HVHOOVFKDIWVWKHRULH XQG KLVWRULVFKH 3UD[LV Peter Lang,
)UDQNIXUW
82. Cfr. W. LABOV, Principios del cambio lingüistico. Vol. I (I-II): Factores internos. Gredos,
Madrid, 1996.
83. Cfr. K.O. APEL, TF ,, S 2 %AHNER, Intersubjektivität, Kommunikation und
Natur3HWHU/DQJ)UDQNIXUW
84. Cfr. D. WATTS, Political Communication Today,0DQFKHVWHU8QLYHUVLW\3UHVV
244
LA SOCIEDAD CIVIL ANTE LA CIENCIA
H[WHUQRV'HHVWHPRGR:LQFKIRPHQWyXQrelativismo indiscriminado en
el que “todo vale”, siempre que se respeten unos criterios mínimos de co
KHUHQFLDIRUPDOHQVLQWRQtDHQHVWHFDVRFRQOD¿ORVRItDGHODUHOLJLyQSUR
puesta por el movimiento postmoderno “New Age”, o “Nueva Era”, de
implantación más bien californiana85(QHVWRVFDVRVVHMXVWL¿FDXQDYXHOWD
a los planteamientos defendidos en los años 30 por el antropólogo E. E.
(YDQV3ULWFKDUG86 (Q YLUWXG GH HVWH UHODWLYLVPR :LQFK QXQFD DFHSWy OD
posible crítica interna o externa de las inevitables contradicciones y sin-
sentidos a las que dan lugar las distintas ideologías, sin admitir un punto de
vista interno común a todas ellas87. Apel por el contrario saca la consluión
opuesta.
Según Apel, a los juegos del lenguaje se les atribuye una estructura
WUDQVFHQGHQWDOTXHDVXYH]VHD¿UPDFRPRXQDFRQGLFLyQGHVHQWLGRGHVX
posterior realización práctica. Por ello los juegos del lenguaje mantienen
unas relaciones internas con un juego ideal de lenguaje, así como con un
posible “consensus”, o con la correspondiente comunidad idealGHFRPX
nicación, que se anticipa en todos ellos por igual. Pero en este caso se trata
de un ideal regulativo que no está dado en la experiencia, ni se puede re
ducir a una simple explicación causal, mediante la aplicación de un modelo
nomológico deductivo, como pretendía el “nuevo dualismo”. Más bien se
trata de un ideal que siempre está sobreentendido como un presupuesto
¿ORVy¿FRRDQDOtWLFRWUDVFXDOTXLHUSRVLEOHDSOLFDFLyQGHXQPRGHORQRPR
lógico deductivo88.
Según Apel, la aceptación del ideal del “consensus” es un presupuesto
LPSOtFLWRGHORVSURFHVRVTXHKDFHQSRVLEOHODFUtWLFDGHODVLGHRORJtDVSRU
un lado, el proceso que permite la posible reducción de una explicación te
OHROyJLFDDXQDVLPSOHH[SOLFDFLyQPHUDPHQWHFDXVDOFXDQGRKD\PRWLYRV
para ello; y, por otro lado, el proceso que permite la posible reinterpreta
ción de una explicación causal a partir una comprensión retroductiva aún
PiVSURIXQGDGHORVSUHVXSXHVWRVTXHDVXYH]ODKLFLHURQSRVLEOH6HJ~Q
Apel, este ideal UHLQWHUSUHWDWLYR R KHUPHQpXWLFR siempre forma parte de
245
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
:LQFK GLR ¿QDOPHQWH XQ SDVR PiV (Q VX RSLQLyQ OD FRPSOHPHQ
WDULHGDG TXH DKRUD VH HVWDEOHFH HQWUH OD FUtWLFD interna y H[WHUQD de las
ideologías tiene un presupuesto previo. La necesidad de admitir como un
principio normativo la validez de unas reglas, instituciones, y costumbres
que, al menos así ocurrió en Vico con el postulado de un posible lenguaje
universal, constituyen el fundamento natural de esta complementariedad90.
De no admitir esta posibilidad, los efectos perversos y las intenciones ocul
WDV GH ORV DFWRV KXPDQRV SRGUtDQ VHU LQWHUSUHWDGRV FRPR XQ IDFWRU PiV
GHOSURJUHVRKXPDQRRFRPRXQHOHPHQWRPiVGHOPXQGRGHODYLGDVLQ
verlos como una simple deformación patológica, o una formación reactiva,
provocada sin causa justa y proporcionada91. Por otra parte la aceptación
de unos principios normativos de este tipo ya no tiene un origen decisio-
nista, ni tiene su origen el mundo de la vida. Más bien surge a raíz de una
UHÀH[LyQde tipo transcendental(QHIHFWROD¿ORVRItDWLHQHXQDFDSDFLGDG
de llevar a cabo un análisis de aquellos presupuestos retroductivos, que a su
YH]OHSHUPLWHQDSURSLDUVHHVWDIXQFLyQTXHHOODPLVPDVHRWRUJDD¿QGH
llevar a cabo una adecuada crítica de las ideologías(QHVWHVHQWLGROD¿OR
sofía analiza los presupuestos sobre los que se fundamenta la crítica interna
y externa de las ideologías, siendo también un modo correcto de legitimar
los principios normativos por los que se debe regular la sociedad civil92.
6HJ~Q:LQFK9LFR\DKDEtDSURSXHVWRXQDQiOLVLVVLPLODUGHHVWHWLSRGH
presupuestos. Especialmente cuando Vico recurrió a los universales antro-
pológicos constituyentes del “mondo civile”, como fueron el nacimiento,
la muerte y la sexualidad. Según la antropología posterior, estos rasgos
H[SOLFDQ OD JpQHVLV GH WUHV LQVWLWXFLRQHV HO PDWULPRQLR OD UHOLJLyQ \ OD
89. Cfr. A. GONZÁLEZ, (VWUXFWXUDV GH OD SUD[LV (QVD\R GH XQD ILORVRItD SULPHUD, Trotta,
Madrid, 1997.
90. Cfr. K.O. APEL, TF, II, p. 240; W. SCHMALE, Archäologie der Grund- und Menschen-rech-
te in der Frühen Neuzeit. Ein deutschen-französisches Paradigma2OGHQEXUJ0QFKHQ
91. Cfr. N. BRIESKORN, Menschenrechte. Eine historisch-philosophische Grundlegung,
.RKOKDPPHU6WXWWJDUW
92. Cfr. K.O. APEL, TF, II, p. 243; B.S. TURNER, The Body and Society. Sage, London, 1996.
246
LA SOCIEDAD CIVIL ANTE LA CIENCIA
pWLFDVXUJLGDVDSDUWLUGHODSURKLELFLyQPRUDOGHOLQFHVWR93. Evidentemente
la referencia a este fundamento iusnaturalista, o más bien cuasi-iusnatu-
ralista, QRHOLPLQDODQHFHVLGDGGHXQDSRVWHULRUFRQ¿JXUDFLyQHFRQyPLFD
jurídica y política, en el marco del así llamado “mondo civile”94. En este
sentido los universales antropológicos son susceptibles de múltiples for
PDVGHUHDOL]DFLyQKLVWyULFDTXHDVXYH]GHEHQVHUREMHWRGHODcrítica de
las ideologías.
De todos modos la referencia a los universales antropológicos de Vico
FXPSOH XQD IXQFLyQ EiVLFD HQ OD VRFLRORJtD GHO FRQRFLPLHQWR GH:LQFK
GLVWLQJXLHQGR GRV VLWXDFLRQHV WRWDOPHQWH FRQWUDSXHVWDV FXDQGR HO VHJXL
miento de una regla, una norma, o de una costumbre, es correcto y corres
SRQGHDOD¿QDOLGDGTXHinstitucionalmenteDVtPLVPRVVHKDQDVLJQDGR
O cuando, por el contrario, estas expectativas se están defraudando, dando
lugar a formaciones reactivas en sí mismas patológicas, como las descritas
por el psicoanálisis o por la crítica de las ideologías95.
A partir de aquí Apel concluye que los juegos del lenguaje pueden
“autotranscenderse” en dos sentidos complementarios, a pesar de las re
WLFHQFLDV TXH D HVWH UHVSHFWR SXVR HO SURSLR :LQFK 6H OHV DWULEX\H XQD
autotranscendencia ideal, interna, teleológica y verdaderamente meta-
institucional, cuando un juego del lenguaje anticipa la posibilidad de un
“consensus” o acuerdo último que les dota de sentido; en cambio se les
atribuye una autotranscendencia meramente vital, externa, lingüística, o
simplemente ideológica cuando un juego del lenguaje vigente en el mundo
de la vida aporta la base real VREUHODTXHSURJUHVLYDPHQWHVHFRQ¿JXUDXQD
sociedad civil KLVWyULFD, al modo de Vico, siendo objeto en este caso de una
crítica de las ideologías en el sentido antes indicado96.
247
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
97. &IU 9 +ÖSLE, Moral und Politik. Grundlagen einer politischen Ethik für das 21.
Jahrhundert&+%HFN0QFKHQ
98. Cfr. M. (ed.) WALZER, Toward a global civil society%HUJKDKQ3URYLGHQFH
99. Cfr. K.O. APEL, TF,,S&IU56WEENEY, E. TOWER, T. WILLET, Judging Economic
Policy6HOHFWHG:ULWLQJRI*RWWIULHG+DEHUOHU:HVWZLHZ%RXOGHU
100. Cfr. S. VOGEL, Against Nature. The Concept of Nature in Critical Theory, Suny, New
<RUN-1IDA5ÜMELIN+JAngewandte Ethik. Die Bereichsethiken und ihre theoretische
Fundierung$OIUHG.U|QHU6WXWWJDUW
248
LA SOCIEDAD CIVIL ANTE LA CIENCIA
249
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
buirles por ello una intencionalidad de la que carecen. En ambos casos estos
procesos comunicativos están enraizados en el propio mundo de la vida, pero
pueden invertir el sentido que inicialmente se les dio, si se les aplica una
FUtWLFDLQWHUQDGHODVLGHRORJtDVFDSD]GHMXVWL¿FDUVHSRUVtPLVPD104. Por este
motivo la existencia de una teleología objetiva mínima VHMXVWL¿FDHQYLUWXG
de un principio normativo interno, sin remitirse al mundo de la vida. Sólo así
se puede postular el logro de una complementariedad “a priori” entre los
anteriores procesos de FXDVLH[SOLFDFLyQ y de cuasi-comprensión, detectando
los distintos procesos patológicos o las formaciones reactivas, que en cada
FDVRWXYLHURQOXJDU-XVWRSRUHOORVLHPSUHFDEHSRVWXODUXQSRVLEOHDFXHUGR
o “consensus”¿QDODFHUFDGHODQDWXUDOH]DGHHVWHWLSRGHSURFHVRVD~QVD
biendo de antemano que el mundo de la vida nunca estará totalmente libre de
este tipo de patologías. En efecto, este tipo de procesos nunca se podrá llevar
a cabo en la vida práctica con una total transparencia comunicativa, debido al
caracter revisable de las abstracciones y asimetrias que inevitablemente se
originan. De todos modos se puede aspirar a una realización progresiva que
siempre será fruto de una conquista ética, en su doble sentido moral y técni
FR3HURHQQLQJ~QFDVRFDEHFRQ¿DUHQXQSURFHVRQDWXUDOUHJLGRSRUOH\HV
exclusivamente causales, ya que eso supondría renunciar a las exigencias de
DXWRHPDQFLSDFLyQTXHKD\HQHOKRPEUH105.
104. Cfr. W. KERSTING, Recht, Gerechtigkeit und demokratische Tugend. Abhandlungen zur
praktische Philosophie der Gegenward6XKUNDPS)UDQNIXUW-/ DEL BARCO, La civiliza-
ción fragmentaria, Rialp, Madrid, 1995.
105. Cfr. T. MELENDO, Metafísica de lo concreto. Sobre las relaciones entre filosofía y vida,
Internacionales Universitarias, Barcelona, 1997,
106. Cfr. K.O. APEL, TF, I, p. 53. S. FRANKLIN Embodied Progress. A Cultural Account of
Assited Conception, Routledge, London, 1997,
250
LA SOCIEDAD CIVIL ANTE LA CIENCIA
107. Cfr. T. LEMKE, Eine Kritik der politischen Vernunft. Foucaults Analyse der modernen
Gouvernementalität$UJXPHQW+DPEXUJ
108. Cfr. M. GIESECKE, Sinnenwandel, Sprachwandel, Kulturwandel. Sudien zur Vorgeschichte
der Informationgesellschaft6XKUNDPS)UDQNIXUW
251
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
109. Cfr. K.O. APEL 7) , S $- &OATES, The Ethics of War 0DQFKHVWHU 8QLYHUVLW\
0DQFKHVWHU
110. K.O. APEL-0ANNINEN, R. TUOMELA (ed.), Neue Versuche über Erklaren und Verstehen,
6XKUNDPS)UDQNIXUW
111. Cfr. C. TAYLOR, Le malaise de la modernitá, Cerf, Paris, 1994. C. Taylor, Multikultura-
lismus und die Politik der Anerkennung. Mit eine Beitrag von Jürgen Habermas,)LVFKHU)UDQNIXUW
1997,
112. &IU:-*ONZÁLEZ, Acción e historia. El objeto de la historia y la teoría de la acción,
Universidade da Coruña, Coruña, 1996.
113. Cfr. E.M. UREÑA, La Teoría Crítica de la Sociedad de Habermas. La crisis de la sociedad
industrializada, Tecnos, Madrid, 1997.
114. Cfr. C. ORTIZ DE LANDÁZURI, “La sociedad civil ante las ideologías. El impacto del “nuevo
dualismo” en la “positivismusstreit”, (A través de O. Apel)”, Anuario Filosófico
págs.
115. Cfr. W. REESE6CHÄFER, Grenzgötter der Moral. Der neuere europäisch-amerikanische
Diskur zur politischen Ethik,6XKUNDPS)UDQNIXUW
252
LA SOCIEDAD CIVIL ANTE LA CIENCIA
116. Cfr. F. BIANCO (ed.), Dilthey e il Pensiero del Novecento, Franco Angeli, Milano, 1985.
117. Cfr. R.G. COLLINGWOOD, An essay on Philosophical Method7KRHPPHV%ULVWRO
D. BOUCHER - &ONNELLY, T. MODOOD, Philosophy, History and Civilization. Interdisciplinary
Perspectives on R. G. Collingwood, University of Wales Press, Cardiff, 1995.
118. &IU-+ERNÁNDEZ3ACHECO, Corrientes actuales de filosofía (II). Filosofía social, Tecnos,
Madrid, 1997.
119. Cfr. L. POLLOCK7KH)UHH6RFLHW\:HVWYLHZ%RXOGHU&
120. &IU -/ .INCHELOE, S.R. STEINBERG, Changing Multiculturalism, Open University,
%XFKLQJKDP
121. Cfr. K.O. APEL, Auseinandersetzungen in Erprobung des transzendentalpragmatischen
Ansatzes6XKUNDPSV)UDQFNIXUWSS
253
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
122. Cfr. R. MÜNCH, Globale Dynamik, lokale Lebenswelten. Der schwierige Weg in die
Weltgesellschaft6XKUNDPS)UDQNIXUW
254
LO NACIONAL EN LA SOCIEDAD CIVIL
Karen SANDERS
$¿QDOHVGHORVDxRVRFKHQWDDOJXQRVFRPHQWDULVWDVVRFLDOHVSUHGLMHURQ
la agonía y muerte próxima del nacionalismo1WDPELpQDKRUDHQYtVSHUDV
del nuevo milenio otros predicen con seguridad el ocaso del Estado nacio
nal2. Se dice que lo nacional –al menos desde la época moderna uno de los
DUWLFXODGRUHV \ YHKtFXORV SULQFLSDOHV GH OD LGHQWLGDG VRFLDO HQ HO PXQGR
occidental– cede frente las fuerzas de la globalización.
Ciertamente, la sociedad contemporánea se ve sujeta a un proceso
continuo de construcción, deconstrucción y reconstrucción no sólo de las
identidades personales sino también colectivas y esto no puede dejar de te
QHUFRQVHFXHQFLDVVLJQL¿FDWLYDVSDUDODVRFLHGDGFLYLO3RUTXHVHHQWLHQGD
1. (-+REVEDZPHVFULELHQGRHQFUHtDTXH³HOKHFKRPLVPRGHTXHORVKLVWRULDGRUHV
DOPHQRVHVWiQHPSH]DQGRDKDFHUDOJXQRVSURJUHVRVHQHOHVWXGLR\HODQiOLVLVGHODVQDFLRQHV\
HOQDFLRQDOLVPRLQGXFHDSHQVDUTXHFRPRRFXUUHFRQWDQWDIUHFXHQFLDHOIHQyPHQR\DKDGHMDGR
DWUiVVXSXQWRPiVDOWR´6XOLEURDFDEDFRQODVLJXLHQWHDILUPDFLyQ³'LMR+HJHOTXHODOHFKX]DGH
Minerva que lleva la sabiduría levanta el vuelo en el crepúsculo. Es una buena señal que en estos
momentos esté volando en círculos alrededor de las naciones y el nacionalismo”. En Naciones y
Nacionalismo desde 1780, Ed. Crítica, Barcelona, 1991, p. 197 (orig. 1990).
2. 9pDVHHOOLEURSXEOLFDGRSRU0+ORSMAN y A. MARSHALL, After the Nation-State. Citizens,
tribalism and the new world disorder+DUSHU&ROOLQV/RQGUHV/RVDXWRUHVPDQWLHQHQTXHOD
extensión de la tecnología, las comunicaciones y la economía a escala global minan la eficacia del
Estado nacional. El Estado nacional es, pues, demasiado grande para las cosas pequeñas y demasia
do pequeño para las cosas grandes. Sin embargo, los autores no ofrecen una alternativa convincente
al Estado nacional. Véase también K. OHMAE, End of the nation state: the rise of regional econo-
mies+DUSHU&ROOLQV/RQGUHV
255
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
este término como se entienda3, está claro que el armazón político, cultu
UDO\HFRQyPLFRHQHOFXDOODVRFLHGDGFLYLOKDÀRUHFLGRKDVLGRHO(VWDGR
nacional4. Esta aseveración contradice la opinión de algunos pensadores
sobre la compatibilidad de la nación y la sociedad civil; sin embargo, creo
que esta conclusión se debe a malentendidos sobre lo que es lo nacional y
su relación con el nacionalismo. Así pues, en este capítulo exploraré varios
aspectos de lo que es la nación. En concreto, quiero destacar su carácter
dinámico y no natural y, especialmente, su relación con la tradición. La
tradición es una dimensión clave de la nación y si la entendemos bien, com
prenderemos su papel en la construcción de la sociedad civil.
EL DISCURSO NACIONALISTA
3. 9pDVHSRUHMHPSORHOHVWXGLRYROXPLQRVRGHOFRQFHSWRGHODVRFLHGDGFLYLOGH-/&OHEN/
A. ARATO, Civil Society and Political Theory, MIT Press, Cambridge, 1992. Véase también E.
GELLNER, Conditions of Liberty. Civil Society and its Rivals+DPLVK+DPLOWRQ/RQGUHV
4. Por supuesto, no quiero decir aquí que el Estado nacional sea el único contexto en el cual
la sociedad civil puede florecer ni que siempre favorece su desarrollo.
5. Véase, por ejemplo, A. KEMILAINEN, 1DWLRQDOLVP3UREOHPVFRQFHUQLQJWKHZRUG&RQFHSW
and Classification<YDVN\OD.XVWDQWDMDW3XEOLVKHUV
6. Véase E. KEDOURIE, Nationalism%ODFNZHOO2[IRUGaHGSS
256
LO NACIONAL EN LA SOCIEDAD CIVIL
7. C. CALHOUN³:K\1DWLRQDOLVP"&RQIOLFW&RKHVLRQDQG6RFLDO&KDQJH´Understanding
Social Change in the Nineties: theoretical approaches and historiographical perspectives, Variorum,
$OGHUVKRW
8. C. CALHOUN³:K\1DWLRQDOLVP"´S9pDVHWDPELpQ/LDK*REENFELD, Nationalism.
Five Roads to Modernity+DUYDUG8QLYHUVLW\3UHVV&DPEULGJH
9. Véase el libro de M. GUIBERNAU, Nationalisms: the nation state and nationalism in the
twentieth century, Polity Press, Cambridge, 1996.
10. &RPRGLFH6PLWK³/DIHFKDSUHFLVDGHODJpQHVLVGHOQDFLRQDOLVPRHVXQDFXHVWLyQGLVFX
WLGD.RKQWLHQGHDIDYRUHFHU$FWRQODSDUWLFLyQGH3RORQLDGH.HGRXULHODIHFKD
de los famosos Discursos a la nación alemanaGH)LFKWHHQ%HUOtQ6LQHPEDUJRODPD\RUSDUWH
RSWDQSRUFRQODSUHFLVLyQGHTXHOD5HYROXFLyQVLUYLyVLPSOHPHQWHSDUDKDFHUFULVWDOL]DUORV
HOHPHQWRVGHODLGHDQDFLRQDOLVWDTXHKDEtDQLGRJHUPLQDQGRDORODUJRGHORVGRVVLJORVDQWHULRUHV´
257
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
/RVVXSXHVWRVEiVLFRVGHFXDOTXLHUGRFWULQDQDFLRQDOLVWDVRQGRVSUL
mero, que existen naciones con sus propios carácteres peculiares y, segundo,
que cada nación debe tener el máximo grado de independencia. El segundo
supuesto, que pide la independencia máxima para la comunidad nacional
–entendida como soberanía política–, es lo que transforma el discurso na
cionalista en una potente fuerza política. Es la premisa que subyacía en los
14 Puntos de Woodrow Wilson y que en parte daba legitimidad moral a las
llamadas independentistas de las colonias africanas. Es el fundamento de
los argumentos de los movimientos del nacionalismo étnico en Europa en
HOVLJOR;;\HVHOSULQFLSLRSRUHOTXHKDQOXFKDGRORVVHUELRVHQODDQWLJXD
<XJRVODYLDFRQWUDORVERVQLRVTXHKDQPDQWHQLGRXQSULQFLSLRGHXQLGDG
política no nacionalista. En efecto, si aceptamos el principio nacionalista
resulta difícil apoyar la postura cosmopolita de los bosnios, de la misma
manera que es difícil oponerse a la independencia de todas las minorías
nacionales que la piden. De aquí la afanosa búsqueda de un status nacional,
antes que aceptar las inferiores adscripciones de etnia o tribu11
/DUHWyULFDQDFLRQDOLVWDKDVLGRHPSOHDGDSXHVSDUDDSR\DUGHPDQGDV
LQGHSHQGHQWLVWDVWDPELpQVHKDXWLOL]DGRSDUDPDQWHQHUODVLWXDFLyQGRPL
QDQWHGHXQJUXSRGHQWURGHXQDFRQ¿JXUDFLyQSROtWLFDSOXULFXOWXUDOVHSR
dría decir, por ejemplo, que Franco persiguió una política de nacionalismo
español, con la cual suprimió manifestaciones de otros nacionalismos e in
tentó absorberlos dentro de una identidad nacional española concebida de
manera restrictiva); se usa el lenguaje nacionalista en la causa irredentista
en la que se busca recoger a los miembros de un grupo nacional, dispersos
en varios Estados, en un Estado independiente (el caso de los alemanes y
GHORVLWDOLDQRVHQHOVLJOR;,;\GHORVNXUGRVHQHVWHVLJORSRU~OWLPR
HVXQOHQJXDMHTXHVHKDHPSOHDGRHQODOXFKDDQWLFRORQLDOLVWDGRQGHHQ
PXFKRVFDVRVODintelligentsiaQDWLYDPX\LQÀXLGDSRUHOSHQVDPLHQWRRF
FLGHQWDOKDLQWURGXFLGRHOQDFLRQDOLVPRHQVXVSURSLRVSDtVHVODKLVWRULD
del nacionalismo árabe es un buen ejemplo de esto12. El nacionalismo del
258
LO NACIONAL EN LA SOCIEDAD CIVIL
PXQGRQRRFFLGHQWDOKDVLGRXQLQVWUXPHQWRPX\H¿FD]SDUDGHVKDFHUVH
del gobierno colonial.
8QD FRQVHFXHQFLD TXH VH GHVSUHQGH FODUDPHQWH GHO GLVFXUVR QDFLR
QDOLVWDHVODIDFLOLGDGFRQTXHSXHGHSODQWHDUFRQÀLFWRVHQWUHFRPXQLGDGHV
SROtWLFDV /DV GRFWULQDV QDFLRQDOLVWDV VRQ H[FOXVLYLVWDV QR VH SXHGH SRU
HMHPSORSUHGLFDUSDUD9L]FD\DXQGHVWLQRSROtWLFRTXHKDJDFRPSDWLEOHV
ORVSULQFLSLRVGHOQDFLRQDOLVPRYDVFR\GHOHVSDxRO(QULJRUODVUHLYLQ
dicaciones nacionalistas implican demandas políticas, aunque a veces el
término se usa con menos exactitud para referirse a los movimientos que
buscan promover y conservar una peculiar serie de valores nacionales.
%RVQLD+HU]HJRYLQD QRV GD XQ HMHPSOR WUiJLFR GH OR TXH RFXUUH FXDQGR
UHxLGDVUHLYLQGLFDFLRQHVQDFLRQDOLVWDVVHOOHYDQDVXOyJLFRH[WUHPRVRQ
sencillamente incompatibles. En un mundo donde las naciones existentes o
en potencia no están primorosamente delimitadas la una de la otra en uni
GDGHVKRPRJpQHDVVLQRTXHVHDJROSDQFRPRXQ³SX]]OH´ODFXHVWLyQGH
FyPRPDQWHQHUXQDSDFt¿FDFRQYLYHQFLDSROtWLFDWLHQHJUDQLPSRUWDQFLD
3HURFRPRKHGLFKRDQWHVHOQDFLRQDOLVPRQRHVODQDFLyQ\WRGDYtD
queda sin contestar la pregunta que abrió el capítulo. A mi modo de ver, una
manera esclarecedora de explorar el carácter de “lo nacional” es el examen
GHFXDWURPRGHORVSDUDGLJPiWLFRVTXHVHKDQIRUPXODGRSDUDHQWHQGHUOD
nación. Cada una de ellas señala un aspecto importante de lo nacional sin
DJRWDUVXSOHQRVLJQL¿FDGR
El modelo naturalista
/DVH[SOLFDFLRQHVGHHVWHPRGHORD¿UPDQTXHH[LVWHQJUXSRVKXPD
QRV TXH VH SXHGHQ GH¿QLU VHJ~Q VHxDV FRPXQHV FRPR VRQ SRU HMHPSOR
ODD¿QLGDGUDFLDOHOOHQJXDMHXQWHUULWRULRRXQDKLVWRULDFRPXQHVWRGDV
asimilables a la noción de una etnicidad primordial que se expresa en uno
–o en una combinación de varios– de los rasgos citados. El locus classicus
de este modelo se encuentra en los escritos sobre la nación alemana de
259
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
13. -+ERDER, Ideen zur Philosophie der Geschichte der Menschheit (Ideas para una filosofía
de la historia de la humanidad)-)ICHTE, Reden an die deutsche Nation (Discursos a
la nación alemana)
14. /DWHRUtDGHTXHODOHQJXDFRQIRUPDODQDFLyQHVFODUDPHQWHLQFRKHUHQWH(OHVWXGLRGHO
rico mosaico de lenguas y nacionalidades de Europa del Este en los siglos XVIII y XIX demuestra
OD FRPSOHMLGDG GH OD FXHVWLyQ +DEODQGR GH ORV SRODFRV GHQWUR GHO UHLQR SUXVLDQR GLFH 1RUPDQ
'DYLHV³7KHUHLVSOHQW\RIFRQWHPSRUDU\HYLGHQFHWRVKRZWKDWWKH.LQJ¶V3ROLVK±VSHDNLQJVXE
MHFWVWKRXJKWRIWKHPVHOYHVQRWDV³3UXVVLDQ3ROHV´EXWDV³3ROLVK3UXVVLDQV´±DSKUDVHZKLFKLQOD
WHUWLPHVZRXOGKDYHEHHQFRQVLGHUHGDFRQWUDGLFWLRQLQWHUPV´9pDVHGod’s Playground. A History
of Poland &ODUHQGRQ 3UHVV 2[IRUG WRPR ,, S (Q PXFKRV FDVRV OD OHQJXD KD VLGR
utilizada para distinguir entre nacionalidadesSRUHMHPSORORVFKHFRV\ORVHVORYDFRV\ORVUXWHQRV
y los ucranianos) o para intentar forjar una nueva nacionalidad (el caso de los apóstoles del proyecto
ilírico en Serbia y Croacia, que promovieron la lengua de los tres dialectos croatas, que era también
la lengua principal de los serbios, con lo cual pretendían subrayar la unidad de los eslavos del sur).
9pDVH(-+OBSBAWM, op. cit.SS&IUWDPELpQ-3LAMENATZ, “Two Types of Nationalism”,
SSHQNationalism. The nature and evolution of an idea, ed. E. KAMENKA, Edward Arnold,
/RQGUHVSS
15. 6LQ HPEDUJR FRPR VHxDOD ,VDLDK %HUOLQ +HUGHU QR HUD XQ QDFLRQDOLVWD9pDVH Vico and
Herder. Two Studies in the History of Ideas7KH+RJDUWK3UHVV/RQGUHVS
260
LO NACIONAL EN LA SOCIEDAD CIVIL
El modelo voluntarista
(QHVWDYHUVLyQVHSRQHGHPDQL¿HVWRODYROXQWDULHGDGGHODDJUXSD
ción nacional y, por lo tanto, su carácter contingente. La más famosa for
PXODFLyQGHHVWDWHVLVVHKDOODHQHOHQVD\RGH(UQHVW5HQDQGH¢Qué
es la nación? GRQGHGLFH
“Una nación es, pues, una gran solidaridad, constituida por el asenta
PLHQWRGHORVVDFULILFLRVTXHVHKDQKHFKR\ORVVDFULILFLRVTXHWRGDYtDVHHVWi
GLVSXHVWRDKDFHU6XSRQHXQSDVDGRVHUHVXPHQRREVWDQWHHQHOSUHVHQWH
SRUXQKHFKRWDQJLEOHHOFRQVHQWLPLHQWRHOGHVHRFODUDPHQWHH[SUHVDGRGH
continuar la vida en común. La existencia de una nación es (perdóneme esta
metáfora) un plebiscito de todos los días”16.
16. E. RENAN, ¿Qué es la nación? Cartas a Strauss, Alianza, Madrid, 1987, p. 83. La más
GLYHUWLGD H[SUHVLyQ GH OD LQWHUSUHWDFLyQ YROXQWDULVWD GH OD QDFLyQ VH KDOOD HQ XQ DUWLFXOR GH
*.&KHVWHUWRQWLWXODGR³&HOWVDQG&HOWRSKLOHV´5LGLFXOL]DODLGHDGHODQDFLyQHQWHQGLGDFRPR
DOJRLQPXWDEOH\GDGR³$OOWKHPRVWJHQXLQH(QJOLVKPHQLQKLVWRU\ZRXOGKDYH\DZQHGRUODXJKHG
LQ\RXUIDFHLI\RXKDGEHJXQWRWDONDERXW$QJOR6D[RQV,I\RXKDGDWWHPSWHGWRVXEVWLWXWHWKH
LGHDORIUDFHIRUWKHLGHDORIQDWLRQDOLW\,UHDOO\GRQRWOLNHWRWKLQNZKDWWKH\ZRXOGKDYHVDLG,
FHUWDLQO\VKRXOGQRWOLNHWRKDYHEHHQWKHRIILFHURI1HOVRQZKRVXGGHQO\GLVFRYHUHGKLV)UHQFK
EORRGRQWKHHYHRI7UDIDOJDU7KHWUXWKRIWKHZKROHPDWWHULVYHU\VLPSOH1DWLRQDOLW\H[LVWV
DQGKDVQRWKLQJLQWKHZRUOGWRGRZLWKUDFH1DWLRQDOLW\LVDWKLQJOLNHDFKXUFKRUDVHFUHWVRFLHW\
LWLVDSURGXFWRIWKHKXPDQVRXODQGZLOOLWLVDVSLULWXDOSURGXFW
³$QDWLRQLVDSXUHO\VSLULWXDOSURGXFW0U7LPRWK\+HDO\WKHPRVWVHULRXVLQWHOOHFW
LQWKHSUHVHQW+RXVHRI&RPPRQVVXPPHGXSQDWLRQDOLW\WRSHUIHFWLRQZKHQKHVLPSO\FDOOHGLW
VRPHWKLQJIRUZKLFKSHRSOHZLOOGLH$VKHH[FHOOHQWO\VDLGLQUHSO\WR/RUG+XJK&HFLOµ1RRQH
QRWHYHQWKHQREOHORUGZRXOGGLHIRUWKHPHULGLDQRI*UHHQZLFK¶$QGWKDWLVWKHJUHDWWULEXWHWRLWV
SXUHO\SV\FKRORJLFDOFKDUDFWHU,WLVLGOHWRDVNZK\*UHHQZLFKVKRXOGQRWFRKHUHLQWKLVVSLULWXDO
PDQHUZKLOH$WKHQVDQG6SDUWDGLG,WLVOLNHDVNLQJZK\DPDQIDOOVLQORYHZLWKRQHZRPDQDQG
QRWZLWKDQRWKHU´9pDVH³&HOWVDQG&HOWRSKLOHV´HQCollected Works, Ignatius Press, San Francisco,
SS&RLQFLGHSXHVFRQ(5ENAN, op. cit.STXHGLFH³8QDQDFLyQHVXQDOPD
un principio espiritual”.
261
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
GLYHUVRVIDFWRUHVKLVWyULFRVTXHQRWLHQHQFRPRUHVXOWDGRSUHGHWHUPLQD
do el nacimiento de la nación [. En el lenguaje de Benedict Anderson,
la nación, como también el nacionalismo, son artefactos culturales de
un tipo peculiar, productos de las elites literarias y culturales17. Una
formulación más extrema de esta perspectiva, inspirada en la tradición
marxista, considera la nación como un producto ideológico. Esta es la
SRVWXUDGHDXWRUHVFRPR(ULF+REVEDZP18'LFKRDXWRUTXLHUHGHPRV
trar la falsedad de las explicaciones naturalistas de la nación; por tan
to, recalca lo que considera su carácter inventado. Sin embargo, en su
afán de demostrar lo endeble de la pretensión nacionalista, parece que
+REVEDZPTXLHUH³DVLPLODUHOLQYHQWDUDODIDEULFDFLyQ\IDOVHGDGHQ
vez de al imaginar y a la creación”19. Parece relegar la nación al status
de ¿FFLyQ, producto de fuerzas socioeconómicas y sin un arraigo fuerte
en los pueblos20.
(OHQIRTXHGH+REVEDZPWLHQHXQLQQHJDEOHYDORUFRUUHFWLYRIUHQWH
DH[SOLFDFLRQHVLQJHQXDPHQWHQDWXUDOLVWDVTXHQROOHJDQDSRQHUGHPDQL
¿HVWRHOGLQDPLVPRLQWUtQVHFRDODLGHDQDFLRQDOTXHHQODVWDQFRQRFLGDV
SDODEUDV GH -RVp 2UWHJD \ *DVVHW HV ³XQ SUR\HFWR VXJHVWLYR GH YLGD HQ
FRP~Q´6LQHPEDUJRDOVHxDODUVXQDWXUDOH]DGLQiPLFD+REVEDZPODLQ
WHUSUHWDGHXQDPDQHUDH[FOXVLYDPHQWHQHJDWLYDQRSDUHFHUHFRQRFHUTXH
HVWHGLQDPLVPRHVFRQVWLWXWLYRGHODFRQGLFLyQKXPDQD/DVFRPXQLGDGHV
KXPDQDV VH FRQVWLWX\HQ HQ HO WLHPSR \ SRU OR WDQWR WLHQHQ KLVWRULD TXH
siempre implica un proceso de selección en el cual se privilegian unos re
cuerdos y tradiciones por encima de otros.
El modelo funcionalista
17. Véase B. ANDERSON, Imagined Communities. Reflections on the origin and spread of natio-
nalism, Verso, Londres, 2a ed., 1991.
18. 9pDVH(-+OBSBAWM, op. cit.
19. Cfr. B. ANDERSON, op. cit. S GRQGH KDFH HVWD FUtWLFD GHO OLEUR GH (UQHVW *HOOQHU
Naciones y nacionalismo, Alianza, Madrid, 1988.
20. 9pDVH(-+OBSBAWM, op. cit., p. 197.
262
LO NACIONAL EN LA SOCIEDAD CIVIL
21. Es la expresión de uno de los temas principales de la sociología clásica, que analiza la
transición de la sociedad a partir de comunidades pequeñas, Gemeinschaften, a sociedades grandes
y complejas, Gesellschaften. Cfr. A. SMITH, The Ethnic Origins of NationsSS
22. E. GELLNER, op. cit., p. 162. La cita anterior es de la página 80.
23. A.D. SMITH, The Ethnic Revival, Cambridge University Press, Cambridge, 1981, p. 51.
263
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
El modelo etnicista
+D\YDULRVDXWRUHVTXHVRVWLHQHQTXHXQHQWHQGLPLHQWRDGHFXDGRGHOD
nación requiere una comprensión de su fundamento étnico. El más destaca
GRUHSUHVHQWDQWHGHHVWDOtQHDGHLQWHUSUHWDFLyQHV$QWKRQ\6PLWK,QWHQWDQ
do salvaguardar la facticidad de las comunidades nacionales contra quienes
ODVUHGXFHQDSURGXFWRVGHSURFHVRVSROtWLFRVRDUWHIDFWRVFXOWXUDOHV6PLWK
sostiene que en todas las naciones existe un núcleo étnico que –como en
la formación de una perla– actúa como el cascajo en torno al cual se va
DJOXWLQDQGRODQDFLyQ6PLWKGH¿QHODHWQLDFRPR³SREODFLRQHVKXPDQDV
FRQ XQ QRPEUH SURSLR TXH WLHQHQ PLWRV DQFHVWUDOHV KLVWRULDV \ FXOWXUDV
XQDDVRFLDFLyQFRQXQWHUULWRULRHVSHFt¿FR\XQVHQWLGRGHVROLGDULGDG´24<
PDQWLHQHTXHPXFKDVYHFHVVHFRQVWLWX\HQODVQDFLRQHVGHPDWHULDpWQLFD\
que, por lo tanto, no son simplemente inventos de los intelectuales.
Para concluir esta revisión de las varias interpretaciones de lo que es
ODQDFLyQVHSXHGHHVWDEOHFHUODVVLJXLHQWHVD¿UPDFLRQHV
— La referencia constante del término naciónKDVLGRDXQJUXSRKX
mano distinguible de otros por determinadas señas culturales.
²(QWLHPSRVPiVUHFLHQWHVVHKDHQWHQGLGRODQDFLyQFRPRXQJUXSR
KXPDQRTXHVHGLVWLQJXHGHRWURVSRUGHWHUPLQDGDVVHxDVFXOWXUDOHV\FRQV
ciente de sí mismo como tal. La autoconciencia, o sentido de identidad,
LPSOLFDFRQWDFWRFRQRWURVJUXSRVSHUFLELGRVFRPRGLVWLQWRVPXFKDVYHFHV
DWUDYpVGHOFRQÀLFWRRHOFRPHUFLR\ODSHUFHSFLyQGHXQDFRQWLQXLGDGHQ
HOWLHPSRFRQVHJXLGDPHGLDQWHODDGKHVLyQDODVWUDGLFLRQHVODPLWRORJtD
\ODKLVWRULDFRQVLGHUDGDVFRPRSURSLDVGLVWLQWLYDV\FRQVWLWX\HQWHV
²(Q WLHPSRV PRGHUQRV OD QDFLyQ VH KD FRQYHUWLGR HQ HO YHKtFXOR
legitimador del Estado. Aunque claramente distinto de él, la pretensión a
la existencia nacional casi siempre lleva consigo demandas políticas que
PXFKDVYHFHVHQFLHUUDQHOUHTXLVLWRGHOHVWDEOHFLPLHQWRGHXQ(VWDGRDXWy
nomo.
²$ SHVDU GH VX DSDUHQWH IDFWLFLGDG OD QDFLyQ HV XQD UHDOLGDG FRQ
WLQJHQWHTXHSXGLHUDKDEHUVLGRGHRWUDPDQHUD\HVWiDELHUWDDOFDPELR
3HURSRURWURODGRVXHOHPHQWRFRQVWLWX\HQWH±XQDKHUHQFLDFXOWXUDO±HVWi
DUUDLJDGRHQUDVJRVDODYH]FRQVWLWX\HQWHV\IXQGDPHQWDOHVGHOVHUKXPDQR
–lenguaje, religión, lugar y tiempo– que convierten la nación en algo más
24. A. D. SMITH, The Ethnic Origins of Nations, p. 32. Véase también del mismo autor
The Ethnic Revival, p. 66.
264
LO NACIONAL EN LA SOCIEDAD CIVIL
LA NACIÓN Y LA TRADICIÓN
0HLQWHUHVDDKRUDH[SORUDUXQDVSHFWRFODYH\PXFKDVYHFHVSDVDGR
SRUDOWRHQHODQiOLVLVGHORQDFLRQDODVDEHUHOFDUiFWHUKLVWyULFRWHPSRUDO
y, por consiguiente, contingente, de la nación. Mi tesis es que el núcleo de
ORTXHVHSXHGHD¿UPDUVREUHORQDFLRQDOHVWiHOFDUiFWHUFRQVWLWXWLYRGHOD
WUDGLFLyQHQVXFRQ¿JXUDFLyQ\FRQVHUYDFLyQ(QHIHFWRODD¿UPDFLyQGH
'H9RVVHDSOLFDWDPELpQDODQDFLyQ
1XHVWURHQWHQGLPLHQWRGHHVWUXFWXUDVKXPDQDV±ODIDPLOLDHO(VWDGR
la nación– en el tiempo depende de una “realineación retroactiva del Pasa
do”26TXHOHVRWRUJDVLJQL¿FDGR(QHIHFWR
³QXHVWUD VLWXDFLyQ KLVWyULFD QR VyOR OLPLWD OR TXH SRGHPRV VDEHU FRQ
certeza; nos puede enseñar cómo recordar e integrar lo que no debemos ol
vidar”27.
265
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
EL INVENTO DE LA TRADICIÓN
/D FRQFHSFLyQ GH WUDGLFLyQ TXH KHPRV FRQVLGHUDGR KDVWD DKRUD QR
KDFHUHIHUHQFLDDODYHUGDGRQRGHODFRVDWUDQVPLWLGD(QPXFKRVFDVRV
las tradiciones pretenden transmitir valores, creencias o costumbres, a raíz
28. +DQV*HRUJ*DGDPHUHVFLHUWDPHQWHXQRGHORVSHQVDGRUHVGHHVWHVLJORTXHPiVKDFRQVL
derado el significado de la tradición. Refiriéndose a la necesidad de la tradición para la posibilidad
GHOFRQRFLPLHQWRGLFH³(VWDUHQODWUDGLFLyQQROLPLWDODOLEHUWDGGHOFRQRFHUVLQRTXHODKDFHSRVL
ble”. Verdad y Método, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1984, p. 437 (orig. Wahrheit und Methode,
6HJ~Q *HRUJH$OODQ ODV WUDGLFLRQHV IRUPDQ OR TXH 2DNHVKRWW GHQRPLQD XQ ³SODWIRUP RI
XQGHUVWDQGLQJVDQGSUDFWLFHV´\VLJXH$OODQ³$FXOWXUDOSODWIRUPLVDOOWKHZD\VRIWKLQNLQJDQG
VHHLQJDQGDFWLQJWKDWDUHVRREYLRXVVRXVHIXOVRVXFFHVVIXOWKDW,WDNHWKHPWREHDSDUWRIWKH
ZD\WKLQJVDUHQDWXUDOJLYHQVEUXWHIDFWLFLWLHV,QGHHG,QRUPDOO\GRQRWWDNHWKHPWREHDQ\WKLQJ
DWDOOWKH\DUHWKDWLQWHUPVRIZKLFK,WDNHDOORWKHUWKLQJVWREHZKDWWKH\DUH$FXOWXUDOWUDGLWLRQLV
WKHDOZD\VLQXVHDQGKHQFHQHYHUFULWLFL]HGIUDPHZRUNRIWKHZRUOG7KLVLVKRZDWUDGLWLRQZUDSV
XVZLWKLQLWVHOI±E\SURYLGLQJDOOWKHFRQFHSWXDODQGSUDFWLFDOPHDQVE\ZKLFKZHOLYHRXUOLYHV´
G. ALLAN, “Traditions and Transitions” en P. COOK ed., Philosophical imagination and cultural
memory'XNH8QLY'XUKDPSS
266
LO NACIONAL EN LA SOCIEDAD CIVIL
267
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
VHDUWLFXODWHPSRUDOPHQWHODVRFLHGDG$GHPiVFRPRKHPRVYLVWRDQWHVOD
misma posibilidad de entender lo que somos requiere un conocimiento de
la tradición y el diálogo con ella. Como el ejemplo del lenguaje demuestra,
el aparentemente imparable poder disolvente de la razón crítica tiene que
WHQHUOtPLWHV(OOHQJXDMHHVDOJRGDGRIRUPDSDUWHGHXQDKHUHQFLDFXOWX
ral, de una tradición. La presencia, pues, del pasado en el presente es un
KHFKRLQHOXGLEOH
En resumen, el intento del individualismo propio de la modernidad
–que tiene su punto de partida próximo en la Ilustración– de desterrar la
tradición, es un objetivo irrealizable. No sólo la tradición es válida y ne
cesaria, sino que también es esencial tener un adecuado sentido de lo que
VLJQL¿FDSRUTXH~QLFDPHQWHDVtVHGDUiXQDDGHFXDGD
+HPRV YLVWR TXH DXQTXH ODV WUDGLFLRQHV SXHGDQ VHU GH ODUJD GXUD
FLyQHVSRVLEOHLGHQWL¿FDUODFUHDFLyQDFWLYDGHODWUDGLFLyQ(VWHSURFHVR
“creativo” es de una importancia especial con respecto a la nación y puede
VHUFODUDPHQWHLGHQWL¿FDGRHQODKLVWRULRJUDItDQDFLRQDO1RFDEHGXGDGH
que en la propagación de los discursos nacionales el Estado desempeña
XQSDSHOGHVWDFDGRHVWDEOHFHHOYRFDEXODULRVLPEyOLFRGHODQDFLyQ±ODV
EDQGHUDVORVKLPQRVHOFDOHQGDULRGH¿HVWDVHWF33; suele ser responsable
también del establecimiento de unos planes de estudio de ámbito nacional,
PHGLDQWH ORV FXDOHV VH LQFXOFD HQ ORV HVWXGLDQWHV GHO SDtV XQD HVSHFt¿FD
KLVWRULRJUDItDQDFLRQDOFRQVXSDQWHyQGHKpURHV\GHPDOYDGRV<FRQOD
construcción de museos y monumentos, celebra los logros culturales y bé
UHODFLRQHVSUHVHQWHV/DSRVHVLyQGHXQDLGHQWLGDGKLVWyULFD\ODSRVHVLyQGHXQDLGHQWLGDGVRFLDO
coinciden”, Tras la Virtud, Editorial Crítica, Barcelona, 1987, p. 272.
32. Ibidem, p. 275.
33. Véase el estudio de D. CRESSY, Bonfires and Bells, 8QLYHUVLW\ RI &DOLIRUQLD %HUNHOH\
1989.
268
LO NACIONAL EN LA SOCIEDAD CIVIL
licos de la nación343HURWDPELpQGLYHUVRVHVWXGLRVRVKDQVHxDODGRHOSDSHO
de los intelectuales en la creación de discursos sobre la identidad nacional
TXHVRQFODYHVHQODFRQ¿JXUDFLyQGHODFRPXQLGDGQDFLRQDO35ORVUHODWRV
GHORVKLVWRULDGRUHVSHULRGLVWDVQRYHOLVWDV¿OyVRIRVQRVRQVyORPRGRV
por medio de los cuales entendemos lo que somos, sino también la mane
ra a través de la cual llegamos a ser lo que somos. En efecto, en la etapa
WHPSUDQDGHODKLVWRULRJUDItDHVGLItFLOGLVWLQJXLUHQWUHHOGDWRKLVWyULFR\
ODOLWHUDWXUDORVSRHPDVGH+RPHURQRVRQVyORJUDQGHVREUDVpSLFDVVRQ
WDPELpQODVKLVWRULDVIXQGDFLRQDOHVGHORVJULHJRVel Cantar del mío Cid
HVHOSULPHUURPDQFHSHURWDPELpQODQDUUDFLyQDUTXHWtSLFDGHODKLVWRULD
GH OD OXFKD UHDO GH ORV FULVWLDQRV FRQWUD ORV PXVXOPDQHV La Muerte del
rey Arturo representa una visión utópica de la caballería cristiana a la vez
TXHUHFXHUGDXQPiVDQWLJXRPXQGRFHOWDEULWiQLFR0iVWDUGHPXFKDVGH
las imágenes maestras de una nación son suministradas por los poetas y
ORVQRYHOLVWDV6KDNHVSHDUHHVXQHMHPSORPX\FLWDGRGHFyPRHOSDVDGR
de una nación puede ser refundido y su presente reconstituido a través del
prisma de la imaginación artística, como ocurre en su representación de la
LQLTXLGDGGHORV<RUNHQRicardo III y la consecuente legitimación de los
Tudor36.
7DQWR%HQHGLFW$QGHUVRQFRPR$QWKRQ\6PLWK±HOSULPHURGHVGHXQ
SXQWRGHYLVWDQHRPDU[LVWD\HO~OWLPRGHVGHXQDSHUVSHFWLYDOLEHUDO±KDQ
mantenido que la intelligentsia desempeña un papel clave en la elaboración
de la nación. Según Anderson, la manera inicial por la cual los intelectuales
contribuyen al establecimiento de la nación es a través de la consolidación
de una comunidad lingüística. Esto es especialmente claro en el caso de
las naciones más recientes, donde la elección deliberada de un idioma te
nía una importancia central para la pretensión de la existencia nacional37.
(QHVWHVHQWLGR'DQWHWDPELpQKDVLGRFRQVLGHUDGRXQSURWRQDFLRQDOLVWD
269
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
+DEHUPDV DGPLWH OD IXHU]D GH ODV WUDGLFLRQHV FRPR IXQGDPHQWR GH
LGHQWLGDGSHURTXLHUHVXERUGLQDUODVDORVSULQFLSLRVRUGHQDGRUHVIRPHQWD
38. Aunque es cierto que la Iglesia católica tenía su propio lenguaje oficial, es también verdad
que catequizó al pueblo en las lenguas vernáculas y estimuló la producción de literatura en ellas. En
HIHFWROD,JOHVLDLQVSLUyDOJXQDVGHODVREUDVHVFULWDVPiVWHPSUDQDVGHPXFKDVFRPXQLGDGHVFRPR
SRUHMHPSORKLPQRVYLOODQFLFRVXREUDVGHGHYRFLyQ
39. A. D. SMITH, The Ethnic Origins of Nations.
40. -+ABERMAS³&RQFLHQFLDKLVWyULFDHLGHQWLGDGSRVWQDFLRQDO´HQIdentidades nacionales y
postnacionales, Ed. Tecnos, Madrid, 1989, p.94.
270
LO NACIONAL EN LA SOCIEDAD CIVIL
LA NARRACIÓN Y LA NACIÓN
5HVXPLHQGRORGLFKRKDVWDDKRUDODVWUDGLFLRQHVHQWRUQRDODQDFLyQ
son esencialmente narraciones de identidad que cumplen la función de una
memoria colectiva, que es, a su vez, un requisito para la identidad. La na
rración es un modo de discurso que no está limitado a la representación
¿FWLFLD6HGLIHUHQFLDGHODFUyQLFDTXHQRKDFHLQWHQWRDOJXQRGHUHÀHMDUOD
HVWUXFWXUDGHODWHPSRUDOLGDGHQVXFRQWDUODVQDUUDFLRQHVHQFDPELRUHÀH
jan en sí mismas el lenguaje de la temporalidad, tienen una trama. Tradicio
QHVGHOWLSRTXHHVWDPRVFRQVLGHUDQGRVRQKLVWRULDVVREUHDFRQWHFLPLHQWRV
reales que adquieren un statusDUTXHWtSLFR\FRPRFRPHQWD+D\GHQ:KLWH
KDEODQGR GH ORV DFRQWHFLPLHQWRV UHDOHV TXH FRQVWLWX\HQ HO FRQWHQLGR GHO
GLVFXUVRKLVWyULFR
271
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
'HWRGRORGLFKR¢TXpVHSXHGHGHGXFLUDFHUFDGHODUHODFLyQHQWUHOD
QDFLyQ\ODVRFLHGDGFLYLO"(QSULPHUOXJDUPHSDUHFHTXHKD\TXHFRQV
WDWDUFRQWUDORVTXHD¿UPDQHOYtQFXORLQHOXFWDEOHHQWUHHOQDFLRQDOLVPR
y la nación, que la nación es distinta del nacionalismo y que aunque los
(VWDGRVQDFLRQDOHVSXGLHUDQGHVDSDUHFHUQRHVQDGDSUREDEOHTXHODVQD
FLRQHVGHVDSDUH]FDQ(QPXFKDVGHVXVPDQLIHVWDFLRQHVHOQDFLRQDOLVPR
HVFODUDPHQWHKRVWLODODH[LVWHQFLDGHODVRFLHGDGFLYLO3HURHQHOFDVRGH
la nación, se puede mantener que ella sostiene la sociedad civil en las de
mocracias que se apoyan en un orden contractual. Este es el punto de vista
GH6KLOVTXHFRQVLGHUDTXH³ODVRFLHGDGFLYLOHVXQDGHODVPDQLIHVWDFLRQHV
de la nación”43. Cree que la conciencia nacional de la mayoría de las perso
y Paul VEYNE y su estudio, Writing History: Essay of Epistemology, Wesleyan University Press,
Middletown, 1981. Un artículo reciente sobre esta cuestión es el de M. R. SOMERS y G. D. GIBSON,
³5HFODLPLQJWKH(SLVWHPRORJLFDOµ2WKHU¶1DUUDWLYHDQGWKH6RFLDO&RQVWUXFWLRQRI,GHQWLW\´HQ&
CALHOUN ed., Social Theory and the Social Politics of IdentitySS,GHQWLILFDQFXDWURUDVJRV
GHXQDQDUUDFLyQ³UHODWLRQDOLW\RISDUWVFDXVDOHPSORWPHQWVHOHFWLYHDSSURSULDWLRQDQG
WHPSRUDOLW\ VHTXHQFH DQG SODFH$ERYH DOO QDUUDWLYHV DUH FRQVWHOODWLRQV RI UHODWLRQVKLSV
HPEHGGHGLQWLPHDQGVSDFHFRQVWLWXWHGE\FDXVDOUHODWLRQVKLS´S
43. E. SHILS, “Nation, nationality, nationalism and civil society”, Nations and Nationalism, 1,
1, 1995, 111.
272
LO NACIONAL EN LA SOCIEDAD CIVIL
273
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
BIBLIOGRAFÍA
ALLAN*³7UDGLWLRQVDQGWUDQVLWLRQV´HQHG3&RRNPhilosophical imagination
and cultural memory. Appropriating historical traditions 'XNH 8QLYHUVLW\
3UHVV'XUKDPSS
ALVIRA 5 ³/DV OXFHV GH OD UD]yQ VREUH OD XQLODWHUDOLGDG GH XQ FRQFHSWR GH
comunicación”, Información y Persuasión, Pamplona, 1990.
ANDERSON, B., ,PDJLQHG FRPPXQLWLHV 5HÀHFWLRQV RQ WKH RULJLQ DQG VSUHDG RI
nationalism, Verso, Londres, 2a ed., 1993.
BERLIN, I., Vico and Herder. Two Studies in the History of Ideas7KH +RJDUWK
Press, Londres, 1976.
BHABHA+.HGNation and Narration, Routledge, Londres, 1990.
BOYER, P., Tradition as Truth and Communication, Cambridge University Press,
Cambridge, 1990
CALHOUN, C. ³6RFLDO 7KHRU\ DQG WKH 3ROLWLFV RI ,GHQWLW\´ HQ & &DOKRXQ HG
Social Theory and the Politics of Identity%ODFNZHOO2[IRUG &DPEULGJH
SS
² ³1DWLRQDOLVPDQG&LYLO6RFLHW\'HPRFUDF\'LYHUVLW\DQG6HOI'HWHUPLQD
WLRQ´HQ&&DOKRXQHGSocial Theory and the Politics of Identity%ODFNZHOO
2[IRUG &DPEULGJHSS
² ³:K\ 1DWLRQDOLVP" &RQÀLFW &RKHVLRQ DQG 6RFLDO &KDQJH´ HQ Understan-
ding Social Change in the Nineties: theoretical approaches and historiogra-
phical perspectives9DULRUXP$OGHUVKRW
CHAPMAN, M. et al., History and Ethnicity, Routledge, Londres, 1989.
CHESTERTON*.³+HUHWLFV´HQCollected Works, tomo 1, Ignatius Press,
San Francisco, 1986.
COHEN-/a$RATO, A, Civil Society and Political Theory, MIT Press, Cambrid
ge, 1992.
CRESSY, D., %RQ¿UHVDQG%HOOVQDWLRQDOPHPRU\DQGWKH3URWHVWDQWFDOHQGDULQ
Elizabethan and Stuart England8QLYHUVLW\RI&DOLIRUQLD%HUNOH\
DAVIES, N., God’s Playground. A History of Poland, tomo 2, Clarendon Press,
Oxford, 1981.
DE VOS, G. ~ ROMANUCCI5OSS, L. eds., Ethnic Identity. Cultural Continuities and
Change, 7KH8QLYHUVLW\RI&KLFDJR3UHVV&KLFDJR
GADAMER+*Verdad y Método, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1984.
GELLNER, E., Conditions of Liberty. Civil Society and its Rivals+DPLVK+DPLO
ton, Londres, 1994.
— Naciones y nacionalismo, Alianza Univ., Madrid, 1988.
GREENFELD, L., Nationalism. Five Roads to Modernity+DUYDUG8QLYHUVLW\3UHVV
Cambridge, 1992.
274
LO NACIONAL EN LA SOCIEDAD CIVIL
275
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
TIRYAKIAN ($ ³7KH:LOG &DUGV RI 0RGHUQLW\´ Daedalus, 126, 2, 1997, pp.
WARNKE, G., Gadamer. Hermeneutics, Tradition and Reason, Polity Press, Cam
bridge, 1987.
WHITE+The Content of the Form. Narrative Discourse and Historical Repre-
sentation-RKQ+RSNLQV%DOWLPRUH
276
9$/25(632/Ë7,&$<62&,('$'&,9,/
-DQQH+AALAND MATLARY
1. INTRODUCCIÓN
4XLHUR LQWURGXFLU HVWH HQVD\R FRQ XQD GHFODUDFLyQ GHO JRELHUQR QR
ruego que supone una fuerte manifestación contra una visión pragmática e
LQVWUXPHQWDOGHODH[LVWHQFLDKXPDQD6RVWLHQHTXH
©PXFKRVGHORVJUDQGHVFDPELRVDFWXDOHVDIHFWDQDQHFHVLGDGHVKXPD
QDVQRPDWHULDOHVQRVRWURVUHFKD]DPRVXQDYLVLyQGHOVHUKXPDQRTXH
le atribuye únicamente necesidades materiales o lo reduce a ser un actor del
PHUFDGRHVWHJRELHUQRFRPEDWHFRQWUDODVQXHYDVSHUFHSFLRQHVGHOKRP
bre que lo conciben en términos instrumentales».
277
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
SDUWLGR(QWpUPLQRVFDWyOLFRVORGLFKRVLJQL¿FDTXHSDUDVHUSROtWLFRGHO
partido es necesario practicar la religión católica.
3RUWDQWRpVWHSDUWLGRKDSXHVWRXQJUDQpQIDVLVVREUHHODGMHWLYR³FULV
tiano” que le caracteriza, en cierto modo en contraste con la evolución de
ORVSDUWLGRVGHPyFUDWDFULVWLDQRVHQYDULRVFRQWLQHQWHV$SHVDUGHHVWRVLQ
embargo, en las elecciones nacionales del año pasado el partido duplicó sus
votos, y las encuestas lo colocan desde entonces como el segundo partido
de Noruega, y es el mayor partido de la coalición gubernamental. El primer
ministro noruego es un pastor luterano, y es el primer ministro más popular
de los tiempos recientes.
¿Cómo explicar estos cambios en un país en el que la secularización
HVXQKHFKR"
Un amplio sector del electorado –no cristianos en un sentido personal,
TXL]iWDPSRFRLQFOXVRHQXQVHQWLGRQRPLQDO±SDUHFHKDEHUUHDFFLRQDGR
FRQWUDHOQLKLOLVPRGHORVWLHPSRVGLVROXFLyQGHODIDPLOLDPDWHULDOLVPR
e individualismo excesivo. Por supuesto, tales percepciones no son nunca
precisas, pero la mayor parte de la campaña electoral de este partido se
FHQWUy YDORUHV LQPDWHULDOHV (O JRELHUQR KD FUHDGR XQD FRPLVLyQ OD WDQ
mencionada «WertekommissionªR©FRPLVLyQGHYDORUHVªGLULJLGDDLQL
ciar una discusión nacional sobre qué valores comunes compartimos como
VRFLHGDG5LGLFXOL]DGDHQODSUHQVDOLEHUDOHVWDFRPLVLyQKDVLGRQRREV
tante, un gran éxito, y disfruta de amplio apoyo. Esto es sintomático de la
necesidad que se siente de prestar atención en la esfera pública a los aspec
WRVLQPDWHULDOHVGHODYLGDKXPDQD(VSRUVXSXHVWRVHQFLOORGHWHQHUVHHQ
ellos en un país rico como el nuestro, pero pienso que el apoyo y el interés
en esta comisión en Noruega son indicativos de una urgencia generalizada
por encontrar fundamentos y valores comunes.
Resulta interesante destacar que nuestro énfasis sobre los síntomas del
QLKLOLVPRFRPRSUREOHPDSROtWLFRVHLQVHUWDHQXQDWHQGHQFLDSROtWLFDGH
GLYHUVRV(VWDGRV7DPELpQHOJRELHUQRGH%ODLUHQ*UDQ%UHWDxDKDKHFKR
GHORVGHUHFKRVKXPDQRV\GHORVYDORUHVLQPDWHULDOHVXQWHPDLPSRUWDQWH
de su agenda política. Sin necesidad de ser cristiana, la gente expresa un
interés creciente por estos problemas, aunque la evolución no es demasia
GRUiSLGDSUHFLVDPHQWHSRUODHURVLyQTXHKDQVXIULGRODVQRUPDVVRFLDOHV
tradicionales.
1RREVWDQWHORGLFKRODWHQGHQFLDQRHVXQLIRUPH1XQFDKDEtDQVLGR
WDQFRQWURYHUWLGRVORVWHPDVSULQFLSDOHVGHOGHEDWHS~EOLFR
1R KD\ DFXHUGR VREUH ORV WpUPLQRV EiVLFRV QL VREUH ORV SUREOHPDV
básicos y, menos aún, sobre cuál debería ser el enfoque sobre los valores
278
VALORES, POLÍTICA Y SOCIEDAD CIVIL
LQPDWHULDOHV3DUHFHKDEHUXQDDPSOLDE~VTXHGDGHORVYDORUHVGHREMHWR
indeterminado, pero poca claridad acerca de qué se busca. Esto se canaliza
en el debate público y político en la medida en que cada vez más los ob
jetos de decisión política son temas éticos y también en la búsqueda de la
espiritualidad y la religión, aunque con frecuencia sin ninguna dirección.
El único interés común es la búsqueda de algunas normas y valores.
(VWDE~VTXHGDFRQGXFHDXQUHQRYDGRLQWHUpVSRUODSHUVRQDKXPDQD
SRUORVGHUHFKRVKXPDQRV\SRUODVFXHVWLRQHVpWLFDV\PHWDSROtWLFDV$KR
ra bien, esta búsqueda no está en la línea de las nociones tradicionales de
QDWXUDOH]DKXPDQDYLUWXGHV\YLFLRVVHSDUDFLyQHQWUHpWLFD\SROtWLFD0X\
SRFRVGHORVTXHFUHDQRSLQLyQKR\HQGtDWLHQHQXQDIRUPDFLyQWUDGLFLRQDO
sobre estos temas. Más importante aún, pocos parecen creer en alguna no
FLyQGHGHUHFKRQDWXUDOTXHVLJQL¿FDVLPSOHPHQWHTXHFDGDSHUVRQDWLHQH
XQDFDSDFLGDGLQKHUHQWHDVXKXPDQLGDGGHGLVWLQJXLUHQWUHORYHUGDGHUR\
lo falso. La ley moral está, como dice San Pablo, “escrita en los corazones”.
Vivimos en un tiempo muy confuso., En las dos generaciones anteriores a
ODQXHVWUDQDGLHVHKXELHUDFXHVWLRQDGRORVIXQGDPHQWRVGHODPRUDOQLOD
H[LVWHQFLDGHXQDQDWXUDOH]DKXPDQDFRP~Q,QFOXVRODJHQWHVLQXQQLYHO
medio de educación sabía perfectamente qué estaba bien y qué mal.
(QHVWHHVWXGLRPHOLPLWDUpDHVFULELUVREUHODSROtWLFDGHODVGHPR
cracias occidentales y sobre la sociedad occidental, a menudo usando ejem
plos de Noruega para ilustrar lo que creo que son cuestiones generales.
0LDQiOLVLVVHJXLUiHOVLJXLHQWHRUGHQSULPHURDQDOL]RHOGHEDWHSROtWLFR
DFHUFDGHODSHUVRQDKXPDQD\ODGLJQLGDGKXPDQD\PHFXHVWLRQRFyPR
puede ser transmitida efectivamente esa antropología en el debate político
y público. Después me pregunto si es y cómo relevante el cristianismo en
XQDSROtWLFDVHFXODUL]DGDKDELGDFXHQWDGHTXHGHKHFKRHVHVHQFLDOSDUDOD
supervivencia de la cultura de la vida en las sociedades occidentales.
¢4XpHVXQDDQWURSRORJtDEDVDGDHQODGLJQLGDGKXPDQD"(OWpUPLQR
alemán Menschenwert o el noruego menneskeverd expresan esta idea mejor
TXHODSDODEUDLQJOHVD©GLJQLW\ª7RGRVHUKXPDQRHVYDOLRVRHQ\SRUVt
PLVPR\WLHQHSRUWDQWRGHUHFKRDVHUWUDWDGRFRQUHVSHWR(VWDFRQFHS
FLyQGHOVHUKXPDQRSUHFHGHDFRQVLGHUDFLRQHVSUDJPiWLFDVVREUHHOYDORU
279
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
280
VALORES, POLÍTICA Y SOCIEDAD CIVIL
PHGVLWWKMHUWHVYLQJHDWGHNNHDQGUHVXPNW´ORPiVJUDQGHGHWRGRQRHV
volar orgullosamente como un águila, sino comprender a los otros cariño
samente con las alas de tu corazón).
No podemos comprender fácilmente al cristianismo separado del resto
GHQXHVWUDKLVWRULDDXQTXHODYLVLyQFULVWLDQDGHOKRPEUHHVQXHYDFRQUHV
SHFWRDODWUDGLFLyQHQWLHQGHTXHVRPRVFDSDFHVGHHQFRQWUDUQRVDQRVR
tros mismos en los otros porque encontramos a Cristo en él o en ella. Esto
es especialmente así en relación con los pobres, los enfermos, los margi
nados, los débiles –Cristo es más fácil de reconocer en estas personas que
HQODVUHVWDQWHV1RFRQR]FRRWUDIRUPDGHGHVFXEULUODVROLGDULGDGKXPDQD
HQWRGDVXUDGLFDOLGDGFRQVLVWHQWHHQKDFHUQRVXQRFRQHORWUR\PiVD~Q
en sufrir con los otros. No sólo descubrir esto, sino también abrazarlo, es
DOJRUHDOPHQWHJUDQGH(QHOFULVWLDQLVPRHOSUREOHPDKXPDQRGHODPRUDO
prójimo es “resuelto” existencialmente. Nosotros somos capaces de amar
al pobre, al enfermo, al marginado social, al criminal, solamente porque
amamos a Cristo. A través del amor a Él nosotros descubrimos que Él es
también todos esos otros, especialmente el débil y el pobre. La tendencia
KXPDQDQDWXUDOHVDGLVWDQFLDUVHGHHVWDJHQWH\FXLGDUGHXQRPLVPR\GH
la familia y amigos más inmediatos, aquellos a quienes querríamos pasara
lo que pasara.
'LFKRHVWRGHERDGHODQWDUPHDDxDGLUTXHPXFKRVGHORVTXHHVWiQ
OHMRVGHVHUFULVWLDQRVVRQPXFKRPiVVROLGDULRVGHORTXHORVFULVWLDQRV
IUHFXHQWHPHQWHORVRQ3RUHOORDXQVLHOVHQWLGRSOHQRGHODKXPDQLGDGVH
revela en Cristo, el conocimiento y la práctica de esta plenitud no se cir
FXQVFULEHDORVFULVWLDQRV\SDUDXQFULVWLDQRVXSUiFWLFDHVXQDOXFKDGLDULD
0XFKRVGHQRVRWURVUDUDVYHFHVORKDFHPRV
Mi intención aquí es, de todos modos, presentar la visión cristiana de
ODSHUVRQDKXPDQDDO¿QDOGHPLLQWHUYHQFLyQYROYHUpDWUDWDUODUHOHYDQFLD
de la Cristiandad en la política.
(OPRGHORGHVHUKXPDQRDFWXDOHOWLSRGHSHUVRQDTXHVHSURPXHYH
HQODYLGDS~EOLFD\FRPHUFLDOQRHVHOGHOKRPEUHRODPXMHUYLUWXRVRV(V
PiVELHQHOGHOLQGLYLGXRDXWRVX¿FLHQWHTXHHVDODYH]QDUFLVLVWD\SUDJ
mático. Por narcisista entiendo a aquel que piensa que la autorrealización
SHUVRQDOHVHOSULQFLSDOREMHWLYRGHOVHUKXPDQRORFXDOVLJQL¿FDJR]DUGH
todo lo que uno desee mientras no sea directamente dañino para los demás.
3RUSUDJPiWLFRPHUH¿HURDTXHHOGHEDWHS~EOLFRVREUHODYLGDKXPDQD
se desarrolla en términos pragmáticos, no en términos de principios. Por
ejemplo, el aborto se acepta dentro de un límite de tiempo, pero no se ofre
FHQLQJXQDUD]yQGHSRUTXpODYLGDKXPDQDSXHGHTXLWDUVHKDVWDHVWDIHFKD
281
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
\QRGHVSXpV'HPRGRVLPLODUVHDUJXPHQWDVREUH©HOGHUHFKRDPRULUª
en función de estadísticas sobre el número creciente de ancianos en la so
ciedad. Sin necesidad de ser profeta puedo predecir que los argumentos
SUDJPiWLFRVSDUDODHXWDQDVLDHVWiQLQPHGLDWDPHQWHEDMRODVXSHU¿FLH
Asimismo, el fuerte predominio de las fuerzas del mercado y de la
comercialización sobre cada nueva esfera de la vida conduce a una Ver-
dinglinchung±XQDREMHWLYL]DFLyQ±GHODSHUVRQDKXPDQD'HVGHHVWDSHUV
SHFWLYDGHODVIXHU]DVGHDOLHQDFLyQHODQiOLVLVGH0DU[HUDFRUUHFWR+R\
en día estamos agobiados por las presiones del consumismo. A nosotros,
\HVSHFLDOPHQWHDQXHVWURVKLMRV\DQXHVWUDMXYHQWXGVHQRVGH¿QHDQWHV
que nada, como consumidores. Existe poco espacio para la religión, la cul
tura y la política como esferas autónomas de la sociedad donde la persona
KXPDQDVHSOHQL¿FD/DSROtWLFDFRPRODHVIHUDGRQGHVHGH¿QH\GLVFXWHHO
ELHQFRP~QGHWRGRVHUDHOOXJDUGRQGHQRVKDFHPRVFLXGDGDQRVXQDSDUWH
HVHQFLDOGHODHGXFDFLyQGHXQDSHUVRQD+R\ODHVIHUDHFRQyPLFD±TXH
IXHWUDGLFLRQDOPHQWHGHiPELWRGRPpVWLFRRSULYDGR±KDYHQLGRDVHUPX\
poderosa y generalmente domina la política. La globalización económica
LQGXGDEOHPHQWHKDIRUWDOHFLGRDORVDFWRUHVGHOPHUFDGRKDVWDXQJUDGRVLQ
precedentes.
En este contexto, esta potenciación descansa sobre la poderosa alianza
HQWUHORVPHGLRVGHFRPXQLFDFLyQ\HOPHUFDGR&RPRPDGUHPDQWHQJR
XQDOXFKDGLDULDSRULQFXOFDUDPLVKLMRVXQDYLVLyQGHODSHUVRQDKXPDQD
diferente a la que publicita el mercado, a saber, la del consumidor. No es
IiFLOVHUORVKLMRVGHSDGUHVTXHRSWDQSRUTXLWDULPSRUWDQFLDDODVSRVHVLR
QHVPDWHULDOHVHLPDJLQRTXHGHEHVHUPiVGXURWRGDYtDVHUKLMRGHSDGUHV
pobres. No soy anticuada, pero sí realista en mi evaluación de este asunto.
$VLPLVPRQRSXHGHQH[LVWLUPXFKDVGXGDVVREUHHOKHFKRGHTXHORV
medios, especialmente la televisión y la prensa amarilla (tabloids SUR
PXHYHQXQDYLVLyQYLROHQWD\HJRFpQWULFDGHOVHUKXPDQR(VWRFRPELQDGR
con el consumismo promovido por los actores del mercado, nos enfrenta
mos a fuerzas muy poderosas que van en contra de una antropología acep
table.
En conclusión, la política occidental actual está marcada por drásticas
GLYLVLRQHVVREUHHOYDORUGHODYLGDKXPDQDSRUTXHHQQXHVWUDVVRFLHGDGHV
se promueven modelos antropológicos fuertemente contrastados. Por ello,
temas tales como el aborto y la eutanasia son asuntos tremendamente polé
micos en el debate público y continuarán siéndolo en la medida en que con
FLHUQHQDOFRUD]yQGHODYLGDKXPDQDOLWHUDOPHQWHKDEODQGR'HXQDSDUWH
estos temas se discuten y se conciben como problemas pragmáticos que no
282
VALORES, POLÍTICA Y SOCIEDAD CIVIL
283
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
RWUDVSDODEUDVSRUPHGLRGHXQUHJDWHR±7RGRHVWHWLSRGHKHUUDPLHQWDV
FRPSDUWHQXQDFDUDFWHUtVWLFDVRQKHUUDPLHQWDVSROtWLFDVTXHUDUDYH]SHU
suaden al oponente. Es claro que el poder de persuasión es el más impor
WDQWHGHWRGRSHURHVWDPELpQODKHUUDPLHQWDPiVGLItFLOGHXVDU(QHVWD
sección quiero centrarme en el tipo razonamiento político que se utiliza
JHQHUDOPHQWHHQODWRPDGHGHFLVLRQHVVREUHODYLGDKXPDQD\ODGLJQLGDG
y cuestionar cómo se puede mejorar este razonamiento. Mi tesis principal
HVTXHODDUJXPHQWDFLyQVREUHHVWRVWHPDVHVKR\VHULDPHQWHGHIHFWXRVD
y necesita ser corregida, pero que esta «persuasión de la mente» no es lo
central de la comunicación. La promoción de una cultura de la vida tiene
PXFKRPiVTXHYHUFRQODFRPXQLFDFLyQDQLYHOSUHSROtWLFR(VSUHYLDDO
momento en que el tema se apunta en la agenda para ser discutido en la
próxima sección.
/RV SROtWLFRV GLFWDQ OH\HV (O GLFWDGR GH OH\HV SUHVXSRQH XQ UD]R
namiento lógico fundamentado en principios. El mismo principio de igual
GDGDQWHODOH\LPSOLFDXQWUDWDPLHQWRFRQVLVWHQWHGHORVVHUHVKXPDQRVD
saber, que los rasgos accidentales, tales como el sexo o la raza, no deberían
originar una excepción a este tratamiento. De modo análogo, en el caso
extremo de que el Estado se vea obligado a quitar la vida, debemos esperar
XQUD]RQDPLHQWREDVDGRHQSULQFLSLRVVREUHHOFULWHULRSDUDKDFHUHVWR6L
es así, ¿qué consistencia y fundamentación está detrás del dictado de leyes
en este área?
A continuación, voy a exponer, a modo de ejemplo, la argumentación
SROtWLFDVREUHHODERUWR\ODHXWDQDVLD
'HVGHODOHJDOL]DFLyQGHODERUWRKDFHYHLQWHDxRVKDVWDODDFWXDOLQWUR
GXFFLyQGHO©GHUHFKRDPRULUªHQPXFKRVSDtVHVRFFLGHQWDOHVVHXWLOL]DHQ
ODDUJXPHQWDFLyQODVLJXLHQWHFRQH[LyQOyJLFDQRH[LVWHXQDGHIHQVDGHOD
YLGDKXPDQDIXQGDGDHQSULQFLSLRV6LQORFXDOHVREYLRTXHORVDUJXPHQ
WRV SUDJPiWLFRV VREUH OD YLGD KXPDQD VHUiQ GRPLQDQWHV \ FRQVLGHUDGRV
legítimos.
El aborto, en algún sentido, siempre fue un «problema de mujeres».
([LVWHGHVGHTXHH[LVWHODVH[XDOLGDG\KDVLGROOHYDGRDFDERHQODVPiV
WHUULEOHV FRQGLFLRQHV ,QGXGDEOHPHQWH ODV PXMHUHV VRQ TXLHQHV PiV KDQ
VXIULGRDFDXVDGHORVDERUWRVItVLFD\SVLFROyJLFDPHQWH/RVKRPEUHVUDUD
YH] VH KDQ LQWHUHVDGR VHULDPHQWH SRU HVWH ODGR RVFXUR GH OD YLGD KXPD
QD6RODPHQWHODVJUDQGHVUHOLJLRQHVKDQSHUVLVWLGRHQFRQGHQDUHODERUWR
FRPRXQDWHQWDGRDODYLGDKXPDQD
(QQXHVWURWLHPSRHQRFFLGHQWHKHPRVWUDQVIRUPDGRVLQHPEDUJR
DODERUWRHQXQGHUHFKROHJDOHQODPD\RUtDGHQXHVWURVSDtVHV'HVGHHO
284
VALORES, POLÍTICA Y SOCIEDAD CIVIL
FRPLHQ]RGHODGpFDGDGHORVVHWHQWDHO³GHUHFKRDODERUWR´FRQHFWDGRFRQ
HOIHPLQLVPR\VXOHJDOL]DFLyQKDVLGRHOUHVXOWDGRGHODOXFKDSROtWLFDGH
ODVPXMHUHV+R\HQGtDYHPRVHVWDPLVPDOXFKDHQHOiPELWRLQWHUQDFLRQDO
especialmente en la ONU. Al mismo tiempo existe un proceso político si
PLODUHQUHODFLyQDODOHJDOL]DFLyQGHODHXWDQDVLDRWUR©GHUHFKRKXPDQRª
recientemente descubierto.
La legalización del aborto –quitar la vida legalmente al más débil– su
pone un «Umwertung aller Werte», y allana el camino para la legalización
GHODPXHUWHGHRWUDVFDWHJRUtDVGHVHUHVKXPDQRV±HODQFLDQRHOHQIHU
mo, el minusválido– y lógicamente también de aquellos cuyo color de piel,
raza, o religión no le gusta a la mayoría.
¢&XiOHVVRQORVDUJXPHQWRVSDUDHVWHGHUHFKR"1RVHRIUHFHQLQJXQD
MXVWL¿FDFLyQSDUDODHGDGDUELWUDULDHQODFXDOHOIHWRV~ELWDPHQWHVHWUDQV
forma en un niño, pues, como sabemos en Occidente, esto varía de país
D SDtV *HQHUDOPHQWH QR VH SUHFLVDQ UHTXLVLWRV PpGLFRV SDUD MXVWL¿FDU OD
decisión de abortar. En los abortos tardíos, se pueden llegar a exigir razo
QHVPpGLFDVRFXDVLPpGLFDVGHGLVWLQWRWLSRSHURKR\HQGtDORVDERUWRV
son legales si se le diagnostica al feto alguna enfermedad o algún defecto
KHUHGLWDULR
/RVKRPEUHVQRWLHQHQGHUHFKRDRSLQDUVREUHHVWHWHPD\WRGDYtDHV
FDVLLPSRVLEOHSDUDORVKRPEUHVSDUWLFLSDUHQHOGHEDWHSROtWLFRGHHVWRVWH
mas. La consecuencia general es que más o menos la mitad del electorado,
HVWRHVORVKRPEUHVVRQGHVSRMDGRVGHVXGHUHFKRGHPRFUiWLFRDGHFLGLU
acerca de un asunto principal que les concierne. Esto es un aspecto de la
WHQGHQFLDKDFLDODOODPDGD©SROtWLFDGHGLIHUHQFLDªHQODFXDOXQDFODVHGH
FLXGDGDQRVPXMHUHVQHJURVKRPRVH[XDOHVPLQRUtDVpWQLFDVHWFUHFOD
PDQHOGHUHFKRDVHUWUDWDGRVGHXQPRGRGLIHUHQWHDOUHVWR(VWD©SROtWLFD
GHGLIHUHQFLDªSXHGHPLQDUJUDGXDOPHQWHODOyJLFDGHODGHPRFUDFLDLJXDO
WUDWDPLHQWRIUHQWHDODOH\LJXDOHVGHUHFKRVSROtWLFRVHLJXDOLPSRUWDQFLD\
peso como ciudadanos.
Por ello, el aspecto más problemático de la política abortiva es la ele
YDFLyQGHODERUWROHJDOL]DGRDXQGHUHFKRKXPDQRRDXQGHUHFKRGHODV
PXMHUHV /D SUREOHPDWLFLGDG UHVLGH HQ TXH ORV GHUHFKRV SRU GH¿QLFLyQ
GHEHQVHULJXDOHVSDUDWRGRVLQFOXLGRVORVQRQDFLGRV\ORVKRPEUHV3HUR
ORVGHUHFKRVVRQPiVTXHWHQGHQFLDVSROtWLFDVOHJLWLPDGDVSRUODRSLQLyQ
S~EOLFD\ODUHJODGHODPD\RUtD'HRWUDIRUPDORVGHUHFKRVQRVLJQL¿FDQ
nada, y se reducen a ser simplemente política con el «lastre temporal» que
esta lleva consigo. Si eso es así, todo lo que queda de la democracia es
PHUR SURFHVR 1R SXHGH KDEHU QLQJXQD GHIHQVD FRQWUD OD LPSRVLFLyQ GH
285
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
XQDPD\RUtDVREUHXQDPLQRUtD\QLQJXQDSURWHFFLyQSDUDORVGHUHFKRVTXH
DWURSHOODODPD\RUtD/D¿ORVRItDSROtWLFDVHUH¿HUHDHVWRFRPRODFXHVWLyQ
de la tiranía de la mayoría.
0LSRVLFLyQTXHHVPX\VHULD\IXQGDPHQWDGDHVODVLJXLHQWHHOGH
UHFKRDDERUWDUPDUFyXQimpasse; un giro copernicano en el pensamiento y
HQODSUiFWLFDGH2FFLGHQWHSRUTXHREOLJyDUHGH¿QLUORV©GHUHFKRVKXPD
QRVªFRPRXQDFXHVWLyQVREUHORTXHSXHGHWUDQVIRUPDUVHHQGHUHFKR(O
aborto, en lugar de ser considerado como la triste práctica que siempre fue,
se transformó en elQXHYRGHUHFKRKXPDQRGHXQJUXSRH[FOXVLYRHVWRHV
ODVPXMHUHV(VWHGHUHFKRQRHVWDEDLQVFULWRHQORVGRFXPHQWRVGHGHUHFKRV
KXPDQRVQLVHGHULYDEDGHXQDMHUDUTXtDGHGHUHFKRVGRQGHHOGHUHFKROy
JLFDPHQWHVXSHULRUGHEHVHUHOGHUHFKRDODYLGDVLQRTXHIXHXQDVROXFLyQ
oportuna y pragmática a un «problema». Por medio de la transformación
GHODERUWRHQXQGHUHFKRVHGHVWUR]yHIHFWLYDPHQWHODQRFLyQFODYHGHOD
relación entre la ley y la política en una democracia liberal, y se allanó el
FDPLQRSDUDODGLVROXFLyQGHOFRQFHSWRPLVPRGHGHUHFKRVKXPDQRV
Las democracias modernas –democracias constitucionales o Rechts-
staat– están equipadas con un código superior de normas que se supone
que están al margen del cambio político y que están, por tanto, aisladas del
SURFHVRSROtWLFR(VWHHVHOSUREOHPDGH¿ORVRItDSROtWLFDGHODWLUDQtDGH
la mayoría. Claramente, estas normas superiores deben estar basadas en
DOJRGLVWLQWRHVWRHVHQHOLQGLYLGXRFRPRXQVHUKXPDQR(VWRHVORTXH
HVHQFLDOPHQWHHVWDEOHFHOD'HFODUDFLyQGH'HUHFKRV+XPDQRVTXHHVWDV
QRUPDVRGHUHFKRVVRQDSROtWLFDV\SUHSROtWLFDV\QRSXHGHQFRQVHFXHQ
temente, ser cambiadas o suprimidas por votación.
Pero si la libertad individual se transforma en la norma suprema, como
SDUHFHVHUHOFDVRKR\HQGtDQRVHQFRQWUDPRVQXHYDPHQWHFRQHOSUREOH
ma de la tiranía de la mayoría. Mill, Tocqueville, y otros pensadores demo
cráticos estaban, un siglo atrás, seriamente preocupados por este problema.
Sobre la libertad (1859), de Mill, el alegato clásico en favor de la libertad
FRPRQRUPDVXSUHPDSODQWHDHVWHDVXQWRGHOVLJXLHQWHPRGR
286
VALORES, POLÍTICA Y SOCIEDAD CIVIL
derlo contra toda invasión es tan indispensable a una buena condición de los
DVXQWRVKXPDQRVFRPRODSURWHFFLyQFRQWUDHOGHVSRWLVPRSROtWLFRª2.
2. Pág. X de la primera edición. Citado por Sobre la libertad, Alianza Editorial, Madrid, 1997,
p. 87. (El subrayado es mío).
287
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
FXHVWLRQHVGHpWLFDVHUHGXFHQDSUREOHPDVSUDJPiWLFRVTXHKDQGHVHU
UHVXHOWRVSRUHOSURFHGLPLHQWRGHODVPD\RUtDVVLHQGRPXFKDVYHFHVFDOL¿
FDGRVDOPLVPRWLHPSRFRPRQXHYRV©GHUHFKRVKXPDQRVª
El abortoDÀRUyHQHOGHEDWHS~EOLFRGH2FFLGHQWHKDFHXQRVWUHLQWD
años. Los términosGHOGHEDWHVRQORVVLJXLHQWHVVLODFXHVWLyQHV©EDMRTXp
FRQGLFLRQHVSXHGHVHUTXLWDGDODYLGDKXPDQDªXQRGHEHWHQHUHQFXHQWD
ODVQRUPDVFRQVWLWXFLRQDOHVUHODWLYDVDOGHUHFKRDODYLGD\ORVLQVWUXPHQWRV
LQWHUQDFLRQDOHV GH GHUHFKRV KXPDQRV TXH HVWDEOHFHQ pVWH GHUHFKR FRPR
norma suprema. Si el debate se desarrolla en términos pragmáticos; por
ejemplo, como un problema de las mujeres, esto no es necesario. El tema
GHO DERUWR VH GHFLGLy FXDQGR VH ¿MDURQ ORV WpUPLQRV GHO GHEDWH Pero el
aborto representa un impasse en la política de Occidente, precisamente por
que supone un corte radical en las visiones sobre lo que es legítimo en la
política y en el procedimiento democráticos.
El resultado fue que la ética fue dejada a un lado y los grupos de interés
vencieron. El mismo proceso político se puede observar en el debate sobre
la eutanasia, que está adquiriendo preeminencia política actualmente en
Escandinavia, Australia, EEUU y, gradualmente, en los países de Occiden
te. Los términos del debate se están estableciendo en este preciso momento
en un proceso muy importante. Por ejemplo, se observan informes en la
prensa sobre el creciente número de personas que se muestran favorables
DODHXWDQDVLDPpGLFRVTXHODHQFXHQWUDQEHQH¿FLRVDSDUDHOSDFLHQWHOD
HXWDQDVLDFRPRHOGHUHFKRDHOHJLUHVXQQXHYRGHUHFKRHWF6HHVWiGHVD
rrollando, en otros términos, un proceso que apunta a pragmatizar el pro
blema de modo que pueda ser fácilmente resuelto por el procedimiento de
las mayorías, y un proceso concomitante conducido por grupos de interés
que arguyen que el aborto y la eutanasia son nuevos derechos humanos.
(VWRVHMHPSORVLOXVWUDQGHTXpPRGRHOGLVFXUVRSROtWLFRVREUHFXHV
tiones éticas en la democracia liberal es de factoSUDJPiWLFR0iVD~QKH
argüido que debe ser pragmáticoSDUDTXHHQFDMHFRQORVDFWXDOHVSUHVX
SXHVWRVFHQWUDOHVGHODGHPRFUDFLDHOSURFHGLPLHQWRGHODVPD\RUtDVOD
SROtWLFDFRPRXQDVXQWROLEUHGHYDORUHV\ODpWLFDFRPRXQDVXQWRSHUWH
neciente a la esfera privada. Sin embargo, la argumentación también se
OOHYD D FDER HQ XQ OHQJXDMH GH ©GHUHFKRVª HO GHUHFKR GH ODV PXMHUHV D
DERUWDUHOGHUHFKRGHORVDQFLDQRVDODHXWDQDVLD\DVtFRQHOUHVWR
3HURHO©OHQJXDMHGHORVGHUHFKRVªVHMXVWL¿FDFRQXQUD]RQDPLHQWR
pragmático: porque las mujeres abortan, están en lo correcto; y porque mu
FKDJHQWHDFHSWDODHXWDQDVLDHVXQGHUHFKR(QHVWHGHEDWHQRVHGLVFXWH
qué asuntos deberían pertenecer a la esfera privada, la estrategia es elevar
288
VALORES, POLÍTICA Y SOCIEDAD CIVIL
289
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
entre «lo posible y lo correcto», sino más bien como ganar y retener “lo
posible”. La cuestión de la justicia quedó obsoleta.
+HVRVWHQLGRPiVDUULEDTXHHOXWLOLWDULVPRGH0LOOR/RFNHOOHYDQDOD
FRQFOXVLyQGHTXH©ORSRVLEOHHVORFRUUHFWRª1RKD\QRUPDVVXSHULRUHVD
la política. Aquí observamos que el problema de la comunicación efectiva
\ODSHUVXDVLyQHVXQDFXHVWLyQSUHSROtWLFDSRUTXHODVSUHPLVDVSDUDXQ
GHEDWHHVWiQ\DHVWDEOHFLGDVFXDQGRXQWHPDKDDOFDQ]DGRHOQLYHOSROtWLFR
de elaboración de las decisiones.
Únicamente una antropología cuyo presupuesto fundamental sea la
GLJQLGDGDEVROXWDGHOVHUKXPDQRGHcualquier VHUKXPDQRDVHJXUDUiTXH
las personas no serán tratadas utilitariamente. No obstante, el problema es
FyPRKDFHUODGLJQLGDGGHOKRPEUHFRPSUHQVLEOHDWRGDVODVVRFLHGDGHV
HQODVTXHODSDODEUDGLJQLGDG\DQRWLHQHQLQJ~QVLJQL¿FDGR\GRQGHHO
Umwertung aller Werte es el punto de partida. Por ejemplo, en el ambiente
DFDGpPLFRGHODPD\RUSDUWHGHOPXQGRRFFLGHQWDOKR\QRWLHQHVHQWLGR
KDEODU GH XQD QDWXUDOH]D KXPDQD XQLYHUVDO \ SRU WDQWR GH QRUPDV XQL
versales. Donde esto es imposible, se degrada todo el discurso occidental
sobre la justicia.
$UULEDPHKHFHQWUDGRHQODVLQFRQVLVWHQFLDVLQVWLWXFLRQDOHVGHQWURGH
PXFKDVGHQXHVWUDVGHPRFUDFLDVFXDQGRVHSROLWL]DQDVXQWRVpWLFRV3HUR
HOSUREOHPDSULQFLSDOQRHVLQVWLWXFLRQDOHVpWLFR(VPHWDSROtWLFRQRSR
lítico. El principal asunto no es de inconsistencia argumentativa, sino de
SHUVXDVLyQHQXQQLYHOPiVSURIXQGRSUHSROtWLFR
Mientras que la lógica de la argumentación tiene alguna importancia,
sirve más bien para exponer antes que para persuadir. Para quien no esté de
acuerdo con la mayoría de los presupuestos del debate, la lógica no juega
ningún papel. Nadie se persuade por la lógica en sí misma. El asunto debe
VHUHQFDUDGRPXFKRDQWHVGHTXHOOHJXHDOQLYHOSROtWLFRGHHODERUDFLyQGH
las decisiones. En síntesis, el establecimiento del orden del día es central,
SXHVHVDKtGRQGHVHGH¿QHQODVFXHVWLRQHV$TXHOORVTXHGH¿QHQHOSUR
blema y lo introducen en el orden del día, generalmente ganan el proceso
político.
¢&yPRVHGH¿QHQORVDVXQWRVFRQFHUQLHQWHVDODFXOWXUDGHODYLGDHQ
HOSURFHVRSROtWLFR"¢&yPRVHLQWURGXFHQHQHORUGHQGHOGtD"¢&yPRKDFHU
que lleguen a ser asuntos políticos?
290
VALORES, POLÍTICA Y SOCIEDAD CIVIL
291
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
292
VALORES, POLÍTICA Y SOCIEDAD CIVIL
293
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
gente normal lo practica en una escala sin precedentes. Estos dos ejemplos
±ORVJHQRFLGLRVGHMXGtRVEDMR+LWOHU\ORVJHQRFLGLRVGH%RVQLD±FRQ¿U
PDQTXHODQDWXUDOH]DKXPDQDWLHQHXQDFDSDFLGDGWUHPHQGDSDUDUHDOL]DU
el mal y que esta capacidad puede ser activada facilmente. Es más fácil ser
indiferente a tus semejantes que verlos como tus prójimos (Mitmenschen).
Las excepciones son quienes resistieron a la autoridad.
3RUHOORHOGHVDItRUHDOHVGHQXQFLDUODVLWXDFLyQGHRWURVFRPRQXHV
WURVVHPHMDQWHVFXDQGRVRQGH¿QLGRVFRPRGpELOHVHQIHUPRVDQFLDQRV
o enemigos. Aquí los medios de comunicación modernos ofrecen una gran
posibilidad si son bien utilizados.
&RPRGLVFXWtDQWHULRUPHQWHHODUJXPHQWROyJLFRQRHVDKRUDODFODYH
para una difusión efectiva de la cultura de la vida, si es que alguna vez lo
fue. En los medios visuales cuenta la persona entera y no solamente lo que
GLFH3RUHOORSRUXQDSDUWHKD\XQPHQRUpQIDVLVHQXQDDUJXPHQWDFLyQ
FRQVLVWHQWHTXHODPHQWRPXFKRSHURTXHHVXQKHFKRSRURWUDKD\XQD
demanda de personas íntegras, no solamente de argumentos consistentes.
Los medios modernos posibilitan difundir una cultura de la vida de un
modo personal, a través de testimonios particulares. Estamos en una época
HQODFXDOODVFXHVWLRQHVVLJQL¿FDWLYDVVHWUDQVPLWHQFRQHOWHVWLPRQLRQR
por la tradición o la autoridad. Esperamos y evaluamos que los políticos y
las personas públicas realmente vivan lo que predican. Por ejemplo, a mí se
me pregunta frecuentemente cómo puedo ser creyente. No puedo responder
WHyULFDPHQWHVLQRWDQVRORH[LVWHQFLDOPHQWHHVWDHVPLSURSLDH[SHULHQFLD
que es tal y tal. Las explicaciones y la doctrina vienen después, general
PHQWHPXFKRGHVSXpV
De modo similar, la persuasión es posible únicamente cuando el co
municador es creíble/DKDELOLGDGSDUDSHUVXDGLUHOFRUD]yQHVPiVLPSRU
tante que la capacidad para persuadir la mente, como argüí antes. Esto no es
nada nuevo, por supuesto, pero puede ser más importante que antes con los
nuevos medios que invariablemente «retratan» a la persona que comunica,
para bien o para mal. No solamente los medios visuales, sino también la
prensa popular y sensacionalista se centran en la persona del político.
(QVHJXQGROXJDUODSHUVXDVLyQHVSRVLEOH~QLFDPHQWHFXDQGRHOFR
municador es positivo y calmado; no acusador o agresivo. La agresividad
IUHQWHDODVFOtQLFDVDERUWLYDVJHQHUDUHFKD]RQXQFDHQWHQGLPLHQWR3XHGR
entender que uno se enfade en el fragor de la discusión sobre temas claves
como la eutanasia o el aborto, pero en ese momento no persuade a nadie.
5HFXHUGRDXQGLVHUWDQWHHQXQFRQJUHVRFDWyOLFRVREUHODIDPLOLD+DEODED
FRQUHVHQWLPLHQWR\IXULDVREUHODVPXMHUHVTXHDERUWDQ3HQVp©£YHWH\
294
VALORES, POLÍTICA Y SOCIEDAD CIVIL
cállate viejo, me repugnas!». Tenía todos los argumentos lógicos, –los que
enumeré más arriba–, pero no tenía caridad. La lección es que todo lo que
KDJDPRVGHEHPRVKDFHUORFRQFDULGDGGHRWURPRGRKDEUHPRVSHUGLGRHQ
el sentido más básico.
La cultura de la vida se crea y nutre en los lugares no políticos de
nuestra sociedad, en la familia, los colegios, iglesias y otras asociaciones
civiles. Sobre todo la familia es el lugar donde aprendemos a amar y a res
petar a otros existencialmente. Luego, deberíamos continuar esta educación
KXPDQLVWDHQHOFROHJLR(OUHVSHWRSRUHOGpELOHOHQIHUPRRHOSREUH\OD
solidaridad para con ellos –que implica respeto para la vida enferma y an
ciana también– no es una tesis teórica, sino una condición existencial que
resulta del continuo combate contra el egoísmo que es una fuerza natural
tan poderosa dentro de nosotros mismos.
La conclusión es, naturalmente, que la persuasión del corazón tiene
lugar antes y más allá de la política. Únicamente por medio de una movili
zación de la familia, la educación y las iglesias podremos obtener una con
FLHQFLDVyOLGDVREUHODGLJQLGDGKXPDQDHQWRGRVVXVDVSHFWRV&XDQGROD
HXWDQDVLD\HODERUWRVHGH¿QHQFRPRDVXQWRVSROtWLFRVSDUDVHUGHFLGLGRV
SRUHOYRWRGHODPD\RUtD\DHVGHPDVLDGRWDUGH(VVHJXURTXHKD\TXH
OXFKDUSRUHVWRVDVXQWRV±FRQORVDUJXPHQWRVTXHRIUHFtPiVDUULED±SHUR
ODOXFKDPLVPDHVGHVDJUDGDEOH\HVWDOOHQDGHDJLWDFLyQ(VXQDOXFKDTXH
QRSXHGHJDQDUVHSRUPHGLRGHODSHUVXDVLyQVLQRSRUODOXFKDSROtWLFD
El punto cardinal aquí es que la persuasión real e interna acerca de por
qué el aborto y la eutanasia son erróneos no puede tener lugar en la batalla
SROtWLFD/RVGLVWLQWRVIUHQWHVVHDWULQFKHUDUiQDOOtFRPRFRQVHFXHQFLDGH
que estos temas son vitales, e involucran sentimientos profundos de culpa
e irritación. Por eso, la persuasión sólo es realmente posible antes de que
estos asuntos sean politizados.
La prensa puede y debe ser utilizada para promover una cultura de la
YLGDSRUTXHHVFODURTXHHOPRGRGHSHUVXDVLyQDFWXDOHVHOPHGLRDXGLR
YLVXDOPiVTXHORVOLEURVRODHQVHxDQ]DRUDO&RQVWLWX\HXQGHVDItR³FRQ
quistar” los medios de comunicación en este aspecto, aunque esa conquista
parezca lejana. La estrategia depende del diagnóstico. No existe ninguna
UD]yQSDUDTXHORVPHGLRVQRVHFHQWUHQHQODULTXH]DGHODYLGDKXPDQD
en general, quizá en las familias pobres, o en la belleza de la edad anciana.
/DSHRUUHDFFLyQHVDLVODUVHFRPRFRQVHFXHQFLDGHTXHHOPXQGRVHKD\D
WRUQDGRWDQIHR'HEHPRVWUDEDMDUFRQODVKHUUDPLHQWDVTXHWHQHPRV±HQ
este caso los medios–, pero ser muy claros acerca de los objetivos que que
295
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
UHPRVDOFDQ]DUHVWRHVRWUDYLVLyQGHODSHUVRQDKXPDQDGLIHUHQWHDODTXH
prevalece actualmente.
'DGD HVWD FRQFOXVLyQ ±TXH OD SHUVXDVLyQ UHDO VREUH OD YLGD KXPDQD
\ OD GLJQLGDG WLHQH OXJDU HQ HO IRUR SUHSROtWLFR ¢FXiO ±VL DOJXQD± HV OD
UHOHYDQFLDGHOFULVWLDQLVPRHQSROtWLFD"¢'HEHUtDFRQFOXLUVHTXHHVPD\RU
mente irrelevante, dado que no tiene una relación directa con la política
como actividad secular?
+R\HQGtDODWHQGHQFLDHVKDFLDODSULYDWL]DFLyQGHODUHOLJLyQ\OD
creencia. Se puede ser un cristiano del mismo modo en que se puede ser
JRO¿VWDXQKREE\GHODHVIHUDSULYDGD3XHGHVVHUFDVLWRGRVLHPSUHTXH
eso no lleve consigo manifestaciones públicas. Frente a esto, tenemos una
WUDGLFLyQGHGRVPLODxRVGHFULVWLDQLVPRTXHKDPRGHODGR\FUHDGRWDP
ELpQQXHVWUDVLQVWLWXFLRQHVSROtWLFDV\HGXFDWLYDV'HKHFKR¢HQTXpDxR
estamos si no estamos en 1998? Un Estado completamente secular debería
encontrar otro orden de tiempo, así como abolir el Domingo.
(VWDWHQGHQFLDDODSULYDWL]DFLyQVLJQL¿FDTXHXQRFUHDXQDIDOVDGL
cotomía entre lo privado y lo público. En realidad es imposible separar los
elementos cristianos de los no cristianos en nuestra cultura, política y vi
sión del mundo. Por ello, esto es por sí y en sí mismo un argumento a favor
de la relevancia del cristianismo en la esfera pública.
Pero es un argumento débil, y que se está debilitando continuamente.
Mientras la secularización continúe, las normas y las virtudes cristianas son
«leña muerta»; vestigios del pasado que no tienen vida en la gente. Que
FRQVWUX\DPRV QXHVWUD VRFLHGDG VREUH ©QXHVWUD KHUHQFLD FULVWLDQDª FRPR
JHQHUDOPHQWHVHGLFHHQODVKRPLOtDV\DQRVLJQL¿FDQDGD'HEHH[LVWLURWUD
razón para fundar la política en el cristianismo.
+HGLFKRDQWHULRUPHQWHTXHHOKRPEUHHVFDSD]GHGLVFHUQLUORFRUUHF
WRGHORLQFRUUHFWRHOELHQGHOPDO\SRUHQGHODGLJQLGDGLQKHUHQWHDOVHU
KXPDQRSRUVtPLVPRVLQODD\XGDGHODIH(VWHHVHODUJXPHQWRGHODOH\
natural. Dado esto, parecería correcto sostener que la fe es un asunto priva
do y personal, mientras que todo lo que necesitamos en la esfera política es
ODOH\LQVLVWHQFLDHQODOH\QDWXUDO(QHVWDOtQHDHOFULVWLDQLVPRFRQ¿UPDOD
ley natural, pero la ley natural es la base universal para la aceptación políti
ca de la antropología implícita, por ejemplo, en la Declaración Universal.
296
VALORES, POLÍTICA Y SOCIEDAD CIVIL
3RUWDQWR¢H[LVWHDOJXQDMXVWL¿FDFLyQSDUDXQSDUWLGRGHPyFUDWDFULV
WLDQRHQXQDHUDVHFXODUL]DGD"0HDWUHYRDGHFLUTXHVt3UREDEOHPHQWHKR\
H[LVWDPiVUHFKD]RTXHQXQFDDHVWDD¿UPDFLyQVREUHODEDVHGHTXHXQD
VRFLHGDGSOXULUHOLJLRVD\VHFXODUL]DGDQRSXHGHWHQHUXQSDUWLGRSROtWLFR
asentado en la fe. Esto parecería casi antidemocrático e intolerante frente a
otra fe y los no creyentes.
Este argumento se basa en la premisa de que el cristianismo pertenece
a la esfera personal y de que sus normas no deberían, por tanto, penetrar e
LQÀXHQFLDUODVRFLHGDG(VWDYLVLyQUHGXFFLRQLVWD±DFWXDOPHQWHLQÀX\HQWH±
niega la relevancia social de la religión y que la libertad religiosa también
tiene un aspecto social en la libertad de tener escuelas cristianas, iglesias
y asociaciones. Sobre esta base, únicamente los creyentes pueden llamarse
a sí mismos cristianos. Se atiende únicamente el aspecto «personal» de la
creencia, no el aspecto social.
Contra esto está la visión de que las normas y valores son la base de
toda política y de toda elaboración de leyes, y de que se puede y debe dis
tinguir entre el aspecto personal del culto, su aspecto público de servicio
religioso y vida religiosa, y su relevancia social y política. Lo último es lo
que nos concierne.
La privatización de la religión implica que también sus normas sean
privatizadas y carezcan por tanto de relevancia política. El Estado es enton
FHVYDORUDWLYDPHQWH©QHXWUDOª3HURHVWRHV¿FFLyQ±WRGDVODVOH\HVOOHYDQ
consigo implicaciones normativas. Lo que los cristianos dicen es que la
YLVLyQGHOVHUKXPDQRTXHSXHGHGHVFXEULUODOH\QDWXUDOFRLQFLGHFRQODDQ
tropología cristiana, pero que además el cristianismo revela una visión más
FRPSOHWDGHOKRPEUHTXHDTXHOODTXHSRGHPRVFRQRFHUSRUQRVRWURVPLV
PRV1RKD\FRQWUDGLFFLyQHQWUHODSHUVSHFWLYDGHODOH\QDWXUDO±FRPRHVWi
plasmada en la Declaración Universal– y la antropología cristiana, sino que
esta última completa a la primera. Ese conocimiento añadido está basado
en nuestra experiencia y creencia, no es algo que pueda ser comunicado
demostrativamente. Cuando sostenemos la relevancia del cristianismo para
ODSROtWLFDQRLQYDOLGDPRVODUHOHYDQFLDGHODOH\QDWXUDOVLQRTXHOHDGKH
rimos a ésta la dimensión cristiana.
(QFRQFOXVLyQHQHVWHHVWXGLRKHGLVFXWLGRORTXHSDUHFHXQDFRQWUD
GLFFLyQ SULPHUR TXH OD FXOWXUD GH OD YLGD \ XQD DQWURSRORJtD DFHSWDEOH
~QLFDPHQWHSXHGHQVHULQWURGXFLGDVHQXQIRURSUHSROtWLFRHVGHFLUIXHUD
de la política; segundo, que el cristianismo es, sin embargo, relevante para
ODSROtWLFD/DUHVROXFLyQGHHVWHGLOHPDDSDUHQWHHVODVLJXLHQWHODEDWDOOD
en torno a las bases normativas de la política únicamente puede ganarse
297
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
antes de que las cuestiones éticas sean politizadas, pero esta base normativa
GHEHUtDH[WHQGHUVH¿QDOPHQWHDODSROtWLFD(O~OWLPRGHVDItRHVHOGHVDItR
de los partidos. El primer desafío es de los padres, maestros, predicadores,
y otros miembros de la sociedad. Del éxito del primer desafío depende el
éxito del segundo.
298
II. — Categorías Sociales
/$62&,('$'&,9,/</$3523,('$'
²6RFLHGDGHVXQFRQFHSWRUDFLRQDOLVWDUHODFLRQDGRFRQHOFRQWUDF
WXDOLVPRSROtWLFRGHVLJQDHOFRQMXQWRGHLQGLYLGXRVFX\DVDFWLYLGDGHVTXH
dan fuera de la acción directa del Estado, con relación al cual, todos o
XQDSDUWHGHHOORVVRQFLXGDGDQRVWtWXORSXUDPHQWHKRQRUt¿FRFXDQGRHO
(VWDGRGHJHQHUDHQHVWDWLVPR/D6RFLHGDGHVFRPRGHFtD%HUWUDQGGH-R
uvenel, la otra cara de la estatalidad y también pertenece conceptualmente
al moderno modo mecanicista de pensar, que encontró su primera gran
PDQLIHVWDFLyQ\SXQWRGHDSR\RHQHO(VWDGR+DEODQGRHQJHQHUDOSDUDHO
UDFLRQDOLVPRSROtWLFRHOKRPEUHHQOD6RFLHGDGHVXQLQGLYLGXROLEUHHQHO
Estado además puede ser o es un ciudadano1.
(O(VWDGRHVXQDPiTXLQDRLQVWUXPHQWRGHSRGHUXQDVXHUWHGHDXWR
PDWyQUHQDFHQWLVWDFRQFHELGRRULJLQDULDPHQWHVREUHWRGRSRU+REEHVHQ
cuya teología política, de tendencia protestante calvinista, descansa toda
la teoría del Estado2. El Estado es el ámbito moderno de lo público; la
301
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
3. Cfr. D. NEGRO, M. NOVAK, “El Bien Común en vez del Estado”, Veintiuno, 27 (1995).
4. Para las metáforas mecánica y orgánica W. STARK, The Fundamental Forms of Social
Thought5RXWOHGJH .HJDQ/RQGRQ
6 %UHXHU KD VHxDODGR UHFLHQWHPHQWH VLJXLHQGR D 0 :HEHU TXH OR FDUDFWHUtVWLFR GH OD
estatalidad no radica en la soberanía sino en el nuevo modo de legitimidadHQVXFDUiFWHUUDFLRQDO
302
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
TXHLPSOLFDSRUORPHQRVGRVFRVDVODREHGLHQFLDDXQRUGHQLPSHUVRQDOOHJDOREMHWLYR\TXHHVH
RUGHQHVSRUSULQFLSLRPRGLILFDEOH$PEDVLGHDVVRQQXHYDVPiVD~QVRQWDQLQYHURVtPLOHVTXH
no se puede preguntar con bastante energía por su origen. Der Staat. Entstehung, Typen, Organisa-
tionsstadien5RZRKOW+DPEXUJS
6. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1974.
7. Vid. D. NEGRO, “Patria, Nación, Estado”, Veintiuno, 37 (1998).
303
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
ron captadas en Alemania quizá mejor que en otros sitios. Allí la libertad
política como expresión de la acción colectiva de la nación, se transformó
en el meollo de la teoría del Estado, en el que, combinando con intención
UHDOLVWD HO PHFDQLFLVPR KREEHVLDQR FRQ HO RUJDQLFLVPR GH 5RXVVHDX VH
SURSHQGLyDYHUHORUJDQLVPRGHODOLEHUWDG/DLGHDGHWRWDOLGDGGHOSHQVD
miento político alemán expresa la síntesis de la multiplicidad mecanicista y
la unidad del organismo. Así, la BürgergesellschaftKHJHOLDQDHVWRGDYtDXQ
WpUPLQRGHODSRODULGDGPHFDQLFLVWDFRQWUDFWXDOLVWD6LQHPEDUJRSDUD+H
gel –polémicamente anticontractualista–, la Familia, concepto organicista
HVWUHFKDPHQWHOLJDGRFRQOD3URSLHGDGFRPRVXDVSHFWRPDWHULDOHUDOD
tesis de la tríada correspondiente a la Eticidad o Civilidad (Sittlichkeit
Familia, Bürgergesellschaft o Sociedad Civil formada por individuos, y
(VWDGR+HJHOGHDFXHUGRFRQ*RHWKHLQWHQWyUHGXFLUDVtHOPHFDQLFLVPR
PRGHUQRFULWLFDQGRPX\GLUHFWDPHQWHHOGH.DQW\)LFKWHSRUHMHPSORGH
modo que la Sociedad era para él sólo un concepto abstracto, no un uni
versal concreto, orgánico, una comunidad como la Familia y el Estado al
que, tras Espinosa, consideraba incluso una cosa, la totalización concreta,
HVGHFLUSDUWLFXODUFRPRFRVD\XQLYHUVDOFRPRLGHDGHODUHDOLGDGKLVWy
ULFD+HJHOFRQ¿QyHOPHFDQLFLVPRKREEHVLDQRHQOD6RFLHGDG±VRFLHGDG
adquisitiva, materialista, egoista, en la que la concurrencia/competencia
SHUPLWHHPSHURPHMRUDU\SHUIHFFLRQDUOD3URSLHGDGIDPLOLDU±KDFLHQGR
HQFDPELRGHO(VWDGRHORUJDQLVPRGHODOLEHUWDGXQDWRWDOLGDGKLVWyULFD
SRUORTXHHVPRUDOPHQWHVXSHULRUORTXHOHFRQ¿HUHHVSHFt¿FRVGHUHFKRV
frente a aquella.
6X GLVFtSXOR / YRQ 6WHLQ LQÀXLGR SRU OD GLDOpFWLFD GXDOLVWD SURSLD
GHOSHQVDPLHQWRIUDQFpVUHLQWURGXMROD)DPLOLDHQOD6RFLHGDGUHL¿FyHVWD
~OWLPD\UHGXMRODWUtDGDKHJHOLDQDDODGLFRWRPtD6RFLHGDG(VWDGRFRPR
IRUPDVRUJiQLFDVHWHUQDVGHOD(WLFLGDG0DU[SURVLJXLyHOUHGXFFLRQLVPR
WRGRVORVSURFHVRVUHDOHVKLVWyULFRVVHGDQHQHOVHQRGHOD6RFLHGDGHO
Estado, en cambio, no es un ente moral, sino una superestructura mecánica
TXHSUHYDOHFHIDOVDPHQWHVREUHOD6RFLHGDG&LYLODODTXHGRPLQD0DU[VH
SURSXVROLEHUDUOD6RFLHGDGGHO(VWDGR\KDFHUGHHOODORPLVPRTXH5RXV
seau, pero sin la Nación, a la que sustituyó por las clases sociales –una
comunidad de individuos– aunque, en la práctica, el marxismo deriva al
estatismo, al emplear el Estado como instrumento idóneo para conseguirlo.
En realidad, la liberación consiste para Marx, conforme al espíritu cienti
¿FLVWDGHODHVWDWDOLGDGHQHOLPLQDUWRGDVODVLQVWLWXFLRQHVTXHFRQVLGHUD
FRHUFLWLYDVDQWLFRPXQLWDULDVHQSULPHUWpUPLQRODSURSLHGDG'HKHFKR
HOPDU[LVPRDSHVDUGHTXH0DU[YLWXSHUDEDHOKREEHVLDQLVPRFRPRMen-
schfeindlich, recuperó el sentido mecanicista de la Sociedad, al verla como
304
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
305
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
VRFLHGDGGHFLXGDGDQRV(OPLVPR(VWDGRVHIXHWUDQV¿JXUDQGRKDVWDOOH
gar al Estado Total de nuestros días, cuya última intención apunta a superar
GH¿QLWLYDPHQWHODGLV\XQFLyQRSRVLFLyQPHFDQLFLVWDHQWUHORSULYDGR\OR
público, la Sociedad Civil y el Estado9. No por cierto, en la práctica, me
GLDQWHODUHDEVRUFLyQGHHVWH~OWLPRSRUDTXHOODVLQRDOUHYpVHO(VWDGRKD
GHDEVRUEHUDOD6RFLHGDG&LYLOSDUDKDFHUGHWRGRVORVLQGLYLGXRV~QLFD
mente ciudadanos, seres plenamente adaptados a las exigencias sociales10.
'HVGHDTXHOODIHFKDDOPLVPRWLHPSRTXHODQXHYD6RFLHGDG,QGXV
trial, regida por el principio del rendimiento, introducía nuevos modos de
SURSLHGDG\QXHYRVSUREOHPDVWRGDODOXFKDSROtWLFDVHFRQFHQWUDFRPR
SUHGLMR7RFTXHYLOOHHQWRUQRDHVWDLQVWLWXFLyQFRQIRUPHDOFOLVpKDELWXDO
entre la burocracia estatal – clase universal guiada por el interés público
VHJ~Q+HJHO±\HOLQGLYLGXDOLVPREXUJXpVTXHVHDIHUUDDODSURSLHGDGDO
interés privado. Es la famosa –y bastante equívoca– “cuestión social”.
²(O(VWDGRKDEtDFRPHQ]DGRVXDYHQWXUDFRQPHGLRVPX\PRGHV
WRV³los primeros gobiernos modernos se veían obligados a vivir precaria-
mente al día”, escribe P. Kennedy resumiendo la cuestión11(IHFWLYDPHQWH
al comienzo y durante bastante tiempo, las posibilidades del Estado depen
dieron de la propiedad particular de los príncipes, pues todo lo concerniente
a la propiedad dependía de la Sociedad; con el tiempo pasó a depender del
Estado. Inicialmente y en la fase intermedia, al no tener los príncipes más
306
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
IXHU]DTXHODVX¿FLHQWHSDUDVRPHWHUDORVSRGHUHVIHXGDOHVODHVWDWDOLGDG
FRPRLQVWUXPHQWRGHDTXHOORVIXHELHQYLVWDSRUPXFKDVJHQWHVHVSHFLDO
mente los burgueses, las clases medias, que se aliaron gustosamente a los
príncipes a cambio de seguridad. Pues, como suele acontecer con los pode
UHVHQGHFDGHQFLDORVIHXGDOHVHQYH]GHGDUSURWHFFLyQVHKDEtDQYXHOWR
opresivos, o eran sentidos así por su inadecuación a las nuevas condiciones.
/RVSUtQFLSHVD¿UPDURQODHVWDWDOLGDGJUDFLDVDODSR\RGHODEXUJXHVtDTXH
OHVD\XGy¿QDQFLHUDPHQWHDFRQVROLGDUOD\DFRQ¿JXUDUHO(VWDGRDFDPELR
de protección frente a los poderes indirectos y otras ventajas. En Inglaterra,
SRUHMHPSORHVELHQVDELGRTXHODPRQDUTXtDD¿UPyVXVXSUHPDFtDJUDFLDV
DOD¿UPHFRODERUDFLyQHQWUHOD&RURQD\HO3DUODPHQWRORVCommoners,
lo que contribuyó allí a la mayor seguridad de la propiedad, puesto que la
VXSHULRULGDGGHO3DUODPHQWRFRQVROLGDGDHQODVUHYROXFLRQHVGH\
LPSLGLyDVXYH]TXHOD&RURQDDGLIHUHQFLDGHORTXHRFXUULyHQ
el Continente, progresase por la vía de la estatalidad. En general, la recipro
cidad de las ventajas de la alianza entre príncipes y clases medias facilitó el
monopolio del dinero –de la acuñación de moneda– y la transformación de
las contribuciones o tasas, de carácter voluntario, contractual, en impuestos
permanentes, con los que, dado el carácter predominantemente agrario de
ODHFRQRPtDSHFKDEDQVREUHWRGRORVFDPSHVLQRVTXHVHGLIHUHQFLDURQDVt
de la bourgeoisie(VWDGLIHUHQFLDGHWUDWR¿VFDOKDWHQLGRVLQGXGDPXFKR
que ver con la transformación de la civilización y la cultura europea, de
UDtFHVKRQGDPHQWHFDPSHVLQDV12, en civilización y cultura urbana, burgue
VD(OFUHFLPLHQWRGHODVFLXGDGHVTXHKR\UHVXOWDH[FHVLYRSHURHQHOTXH
tiene el mayor interés el Estado, se relaciona con la tendencia estatal, unida
a las conveniencias de la burguesía, a concentrar todo para manejarlo más
IiFLOPHQWH&RQVWLWX\HXQLPSRUWDQWHIDFWRUDWHQHUHQFXHQWDHOKHFKRGH
TXHORVSUtQFLSHVH[SURSLDUDQHQPXFKRVVLWLRVODVSURSLHGDGHVHFOHVLiVWL
FDVDSURYHFKDQGROD5HIRUPDDORTXHHVWD~OWLPDGHELyHQEXHQDSDUWHVX
éxito, y que, en otros lugares, por ejemplo Inglaterra, con la famosa Ley
GH)UDXGHVVHWHQGLHUDDODOLTXLGDFLyQGHODSHTXHxDSURSLHGDG6LQHP
bargo, como al mismo tiempo que protegían la propiedad la perturbaban
con los gastos estatales –el Presupuesto, problemente el origen y la causa
del “capitalismo”, es otra idea y realidad moderna ligada al monopolio de
lo público y de la política por el Estado– y las bancarrotas a que daban
OXJDUODVOXFKDVHQWUHORV(VWDGRVODEXUJXHVtD\OD6RFLHGDG&LYLOSURV
SHUDURQPiVDOOtGRQGHODVFODVHVPHGLDVIXHURQVX¿FLHQWHPHQWHIXHUWHVH
12. Vid. L. DÍEZ DEL CORRAL, El rapto de Europa. Una interpretación histórica de nuestro
tiempo, Revista de Occidente, 2ª ed., Madrid, 1962, p. V.
307
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
LQGHSHQGLHQWHVGHOJRELHUQRFRPRHQ,QJODWHUUDGRQGHQRKXER(VWDGR
SDUDKDFHUUHVSHWDUODVHJXULGDGMXUtGLFDGHODSURSLHGDG
³ODHVWUHFKD\GLUHFWDLQWHUGHSHQGHQFLDGHODOLEHUWDGRGHODGLJQLGDG
KXPDQD\GHODLQVWLWXFLyQGHODSURSLHGDGSULYDGDHVPHQWDGDFRPRVLOD
SURSLHGDGIXHVHODVDOYDJXDUGLDGHOFDSULFKR´14.
13. “Para el siglo XVIII, igual que para el XVII anteriormente y después el XIX, la función de
las leyes no consistía primordialmente en garantizar un cierto número de libertades, sino en proteger
la propiedad; era la propiedad y no la ley la que garantizaba la propiedad, escribe Arendt. Con ante
rioridad a nuestro siglo, los individuos nunca estuvieron expuestos directamente y sin alguna protec
ción personal a las presiones del Estado o de la sociedad; únicamente cuando surgieron individuos
que eran libres, pero que carecían de propiedad protectora de sus libertades, se sintió la necesidad
de leyes que protegiesen directamente a las personas y su libertad personal, en vez de limitarse a
proteger sus propiedades...” Sobre la revolución, Revista de Occidente, Madrid, 1967, V, p. 192.
14. La restauración de la propiedad, E. Dictio, Buenos Aires, 1979, I, cap. X, p. 45.
308
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
MXVWL¿FDFLyQGHO*RELHUQR3DUD+XPHODVWUHVLQVWLWXFLRQHVHQWRUQRDODV
que se articulaba la vida social civilizada eran el Gobierno, la propiedad y
el rule of law, teniendo como objeto tanto el Gobierno –Government, no
State±FRPRHO'HUHFKRODSURWHFFLyQGHODSURSLHGDGHQWRUQRDODTXH
VH SRODUL]D OD OLEHUWDG VRFLDO R FLYLO \ HQ GH¿QLWLYD OD RUJDQL]DFLyQ GHO
mercado, concepto jurídico, no económico, pues, sin protección legal, sin
XQDPtQLPDVHJXULGDGQRKD\PHUFDGR+HJHOFRQVLGHUDEDODSURSLHGDG
y el contrato, al que está ligada, proyección de la personalidad. En cual
quier caso, el absolutismo de la soberanía moderna, política y jurídica a la
YH]HVWDEDFRQWUDUUHVWDGRSRUHOGHOGHUHFKRGHSURSLHGDG15. A ello debió
su auge la Civil Society en contraposición al Estado, que consideraba su
misión darle seguridad, debiendo en gran parte su éxito y popularidad a su
FDSDFLGDGGHKDFHUORIDYRUHFLHQGRODIRUPDFLyQGHDPSOLRVPHUFDGRV3RU
WRGRHVROD6RFLHGDG&LYLOIXHGHVFULWDVLJQL¿FDWLYDPHQWHFRPRVRFLHGDG
de clases medias en Inglaterra y como sociedad burguesa en Francia16, dado
que las clases medias eran por su importancia lo nuevo en el seno de la
sociedad tradicional.
$XQTXH\DDQWHVGHODUHYROXFLyQIUDQFHVDVHKDEtDDUURJDGRHO(VWDGR
HOFRQWUROGHOGLQHUR±DSDUWHGHEDQFDUURWDVLQÀDFLRQHVLPSXHVWRVHWF±17
mediante la creación de Bancos estatales además de la prerrogativa de la
soberanía de acuñar moneda, si bien tenía razón Tocqueville al decir que
ODUHYROXFLyQQRKL]RPiVTXHSURVHJXLUODREUDFHQWUDOL]DGRUDGHO(VWDGR
Monárquico, todo empezó a cambiar cualitativamente a partir de este mo
PHQWR8QDLGHDFHQWUDOGHODUHYROXFLyQTXHKHQFKLGDGHVHQWLGRPRUDO
veía con la óptica de la volonté générale y la soberanía popular en el Estado
Nacional la fuente de la moralidad, era la de remover los obstáculos a la ac
FLyQS~EOLFDD¿QGHmoralizar la Sociedad18. Se desamortizaron los bienes
del clero, la nobleza y las comunas eliminándolos como poderes indirectos
15. Anteriormente, en la Edad Media, ser soberano jurídicamente era simplemente ser juez.
16. El ethos de las middle class, enemigas del intervencionismo estatal, es distinto al de la
bourgeosie, ligada a la estatalidad.
6HKDGLFKRFRQPXFKDUD]yQTXHVLQHOSDSHOPRQHGDGHULYDGRGHOPRQRSROLRHVWDWDOGHO
GLQHURODSULPHUDJXHUUDPXQGLDODSHQDVKDEUtDGXUDQGRGRVDxRV\ODVHJXQGDQLVLTXLHUDKXELHVH
SRGLGRHPSH]DU/D$OHPDQLDGH+LWOHUSXGRSHUPLWLUVHOXFKDUFRQWUDJUDQSDUWHGHOPXQGRJUDFLDV
a ese artilugio. Esto contribuyó psicológicamente a difundir la creencia en que la política económica
y social no tiene por qué estar condicionada por el capital disponible. La política dineraria y la infla
FLyQDFDEDQFRQHODKRUUR\ODSURSLHGDGDFRVWXPEUDQGRDODGHSHQGHQFLD
18. Cfr. B. DE-OUVENEL, Los orígenes del Estado Moderno. Historia de las ideas políticas en
el siglo XIX, Magisterio Español, Madrid, 1976. La Moral apareció como rival de la Religión; el
Estado aspiró –y aspira– a sustituir esta última por aquélla.
309
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
310
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
&IU&KLASCH, The Revolt of the Elites and the Betrayal of Democracy::1RUWRQ
&R1HZ<RUN/RQGRQ
24. M. CROZIER y B. TILLIETTE, La crisis de la inteligencia. Ensayo sobre la incapacidad de
las élites para reformarse, INAP/BOE, Madrid, 1996.
311
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
VLTXLHUDGHUHFKRDFRQWURODUORVKR\VRQODVFODVHVWUDEDMDGRUDV±ODVDP
plias clases medias– las que tienen que sostener, además de la sociedad
política, los enormes e irracionales dispendios públicos y los grandes ne
JRFLRV(QHVWHVLJORDWUDYpVGHODSROtWLFD¿VFDOLQTXLVLWLYD\DUELWUDULD
HPLQHQWHPHQWHVXEMHWLYD±FRPRVLVHWUDWDVHGHXQGHUHFKRVXEMHWLYRGHO
(VWDGR±\GHXQVLQ¿QGHUHJXODFLRQHVSDUDOHODVFRQ¿QHVVRFLDOHV25, se las
FRQWUROD\GLVXDGHVXDYHPHQWHSHURQRPHQRVFRDFWLYDPHQWHGL¿FXOWDQGR
\KDFLHQGRLQFOXVRSURKLELWLYRHODFFHVRDODSURSLHGDGHVSHFLDOPHQWHOD
productiva, su conservación y su transmisión intervivos y, quizá lo más
grave de todo por sus consecuencias sociológicas y psicológicas, al mo
rir26/DVRFLHGDGSROtWLFDVHDSURYHFKDLQFOXVRGHOD³JOREDOL]DFLyQ´27 o de
las ayudas a los países pobres, a través del Estado y otras organizaciones
públicas y menos públicas, nacionales e internacionales, subvencionadas
con fondos provenientes de impuestos, de las rentas de las masas trabaja
doras, de las clases medias28. La propiedad pequeña y mediana podría ser
XQDDOWHUQDWLYDPX\H¿FD]VX¿FLHQWHPHQWHSURGXFWLYDHQPXFKRVVHQWLGRV
–sobre todo si los gobiernos no privilegiaran a los grandes negocios– y más
justa, al problema de las pensiones, favoreciendo además el empleo, la es
tabilidad familiar y la demografía sin necesidad de ser protegidos y fomen
tados por el Estado –lo mejor sería que, simplemente, se las dejase en paz–.
Sin embargo, es sancionada –o “protegida”– de diversas maneras, que van
desde impuestos disuasorios o excesivos a complejas normas burocráticas,
SDVDQGRSRUD\XGDV\EHQH¿FLRVGHVLQWHJUDGRUHVGHODIDPLOLDDODTXHVH
WUDWDQRVyORGHKHFKRVLQRIRUPDOPHQWHGHGHUHFKRSHRUTXHDODHP
SUHVDSXHVD¿QGHFXHQWDVDO(VWDGRVyOROHLQWHUHVDODSURGXFFLyQ(Q
FRQWUDVWHHO(VWDGRHQSDUWHSRUODPDQtDGHOJLJDQWLVPRGHQXQFLDGDKDFH
PXFKRDxRVSRU:5|SNHIDYRUHFHODJUDQSURSLHGDG±ORVJUDQGHVQHJR
FLRV\FRQFHQWUDFLRQHV¿QDQFLHUDVHFRQyPLFDVHLQGXVWULDOHV±YLQFXODGDD
la sociedad política por su “interés social”; en parte, conforme a la doctrina
del mecanicismo estatal, porque resulta más fácil manejar la sociedad ente
312
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
29. Por ejemplo las escandalosas “fusiones” de grandes empresas y sociedades a las que el Estado
–o los poderes públicos correspondientes– condonan los impuestos –otras veces las subvencionan–
aduciendo su superior interés social. Es frecuente que como muestra de la “liberalidad” fiscal se infor
PHGHTXHVHKDDFHSWDGRFRPRPHGLRGHSDJRGHLPSXHVWRVFXDGURVXREMHWRVGHDUWHXRWURVELHQHV
(VRSUXHEDHOFDUiFWHUDUELWUDULR\VXEMHWLYRGHORV³GHUHFKRVILVFDOHV´DXWpQWLFDVUHJDOtDVGHO(VWDGR
y la capacidad negociadora de los grandes frente a la administración y evidencia la sumisión de los
demás, incapaces de negociar en defensa de lo suyo. Es una forma de corrupción legal.
30. Vid-)REUND, L’essence de l’économique, Presses Universitaires de Strasbourg, 1993, Cfr.
5+UNTFORD, op. cit.
313
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
314
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
/D FULVLV DFWXDO GH OD GHPRFUDFLD ±HQ GH¿QLWLYD OD IDOWD GH OLEHUWDG
política con la consiguiente incapacidad del ciudadano de controlar al Es
WDGRSXHVDOFRQWUDULRHVWi¿UPHPHQWHFRQWURODGRSRUHODXQTXHVHDGH
315
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
39. La expresión es moderna. Para los romanos proprietas no era el atributo de una persona,
VLQRGHXQDFRVD/DFRQFHSFLyQPRGHUQDHVODGHXQGHUHFKRVXEMHWLYRVid. M. VILLEY, Critique de
la pensée juridique moderne (douze autres essais), Dalloz, París, 1976, IX.
40. Vid. F. MEINECKE, La idea de la razón de Estado en la Edad Moderna, Instituto de Estudios
Políticos, Madrid, 1959.
41. La acusación contra el liberalismo de ser el antecedente del socialismo y del comunismo es
FRUUHFWDHQHVWHVHQWLGR1RREVWDQWHKD\TXHGLVWLQJXLUODWUDGLFLyQOLEHUDOKREEHVLDQDHVWDWLVWD\OD
tradición aristotélica de la política. Del liberalismo estatista proceden, ciertamente, aquellos. Sobre
la tradición liberal estatista y la tradición política de Occidente, que es la propiamente liberal, D.
NEGRO, La tradición liberal y el Estado. Sobre el liberalismo de Aristóteles, p. e., D. B. RASMUSSEN
316
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
<5REHVSLHUUHLQVSLUDGRSRUHOFLXGDGDQRGH*LQHEUDGH¿QLyUHFHOR
samente la propiedad como
³HOGHUHFKRTXHWLHQHWRGRFLXGDGDQRDJR]DU\GLVIUXWDUGHODSDUWHGH
los bienes que le garantiza la ley”44.
DQG'-'EN UYL, Liberty and Nature. An Aristotelian Defense of Liberal Order, Open Court, La
Salle, Illinois, 1991.
-&ARBONNIER, )OH[LEOHGURLW3RXUXQHVRFLRORJLHGXGURLWVDQVULJXHXU, Librairie géné
rale de droit et jurisprudence, París, 1988, XVIII, p. 239.
43. El contrato social o Principios de derecho político , ,; /D OHJLWLPDFLyQ GHO LQWHUYHQ
cionismo estatal descansa en la concepción contractualista mecanicista de la Sociedad y el Estado.
8QHMHPSORPX\FODURHVODREUDGH-5DZOVWDQGLIXQGLGD\HORJLDGDTXL]iSRUVHUWDQDEVWUXVD
44. Discurso de 24 de abril de 1793, “Sobre la propiedad”.
317
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
45. Vid SDUD WRGR HVWR - &ARBONNIER, )OH[LEOH GURLW ;9,,,;,; -0 9ARAUT, Le droit
au droit, 5, pp. 163 ss. El concepto moderno de propiedad proviene al parecer de una oscura que
UHOODWHROyJLFDVREUHODSREUH]DDSRVWyOLFD+/EPAGE, Por qué la propiedad, Instituto de Estudios
Económicos, Madrid, 1986, II, p. 59 ss.
015RWKEDUGUHWUXHFDD3URXGKRQQLHJDTXHHO(VWDGR³SXHGDSRVHHUQLQJ~QGHUHFKR
MXVWR GH SURSLHGDG´ GHVGH HO SXQWR GH YLVWD GH OD MXVWLFLD \ OD PRUDOLGDG 6HJ~Q 5RWKEDUG PiV
anarquista que el anarcosocialista francés, la causa estriba en que el Estado “es una organización
criminal, cuyas rentas e ingresos proceden de impuestos delictivos”, pues el Estado es “la vasta
maquinaria de la delincuencia y de la agresión institucionalizadas”. La ética de la libertad, Unión
(GLWRULDO0DGULG;;,,S(OMXLFLRGH5RWKEDUGSXHGHSDUHFHUPX\GXUR\H[FHVLYR
3HUR¢WLHQHGHUHFKRHO(VWDGRDLPSRQHULPSXHVWRV"(OLPSXHVWR±ORTXHVHLPSRQH±HVXQDFWRGH
soberanía. ¿Se justifica la soberanía estatal? Son cuestiones que no se pueden responder aquí. Baste
recordar la diferencia entre contribuciones e impuestos, que la revolución norteamericana, y casi
WRGDVKDQVLGRFRQWUDORVLPSXHVWRVHWF(OSUREOHPDOOHYDDOGHODUHSUHVHQWDFLyQHQHO(VWDGRGH
Partidos, ¿existe auténtica representación? Etc. El impuesto es un tema central de la teoría política
\GHO(VWDGR6LQHOLPSXHVWRUHFRUGDED6FKXPSHWHUQRH[LVWLUtDHO(VWDGR
318
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
GHUHFKR GH SURSLHGDG VH KD VXERUGLQDGR D OD LGHD GH LQWHUpV JHQHUDO OD
“utilidad pública”), tópico de la ideología estatista puesto en circulación
a mediados del siglo XVII junto a la idea de nación algo más tarde, que
empezó a desplegar toda su fuerza en la revolución francesa. La propiedad
GHMy GH VHU VLPSOHPHQWH XQ GHUHFKR TXH VH FRQ¿UPD ±XQD OLEHUWDG TXH
VH FRQ¿UPD FRPR GHUHFKR SDUD JDUDQWL]DUOD± SDVDQGR D VHU XQ GHUHFKR
dependiente de la ley, o sea, de la voluntad del legislador, igual que tantos
RWURVHV GHFLUVHWUDQV¿ULyPiVRPHQRVVXWLOPHQWHVHJ~QORVFDVRVGH
ODHVIHUDGHOGHUHFKRWUDGLFLRQDORFRP~QGHOGHUHFKR³SULYDGR´DODGHO
GHUHFKRHVWDWDOR³S~EOLFR´
En la práctica, la propiedad, condicionada por la legislación, sobre
WRGROD¿VFDOHVKR\FRPRSHGtD&RPWHXQDIRUPDGHDGPLQLVWUDUSULYD
GDPHQWHXQDIXQFLyQS~EOLFDGHODTXHQDWXUDOPHQWHKD\TXHUHQGLUFXHQ
WDVDO¿VFR\SRUVXSXHVWRDODYLJLODQWH³FRQFLHQFLDVRFLDO´QXWULGDSRUOD
envidia, el resentimiento y la demagogia en nombre de la libertad, de los
innumerables advenedizos, arbitristas, orates y analfabetos políticos liber
WLFLGDVTXHDSURYHFKiQGRVHGHODLJXDOGDGGHPRFUiWLFD\FRQHOSUHWH[WR
de “profundizarla”, inundan la vida pública47.
(OLQWHUpVJHQHUDOVHFXODUL]DFLyQRHVWDWL¿FDFLyQGHODYLHMDLGHDGHO
Bien Común48, concilia en sentido nominalista los intereses colectivos, in
manentes a los intereses particulares, y el interés público. Representado
por el Estado, los trasciende utópicamente49&RPRGHFtD+HJHOHQODFilo-
sofía del Derecho (§ 260 y otros), el Estado es la actualización del interés
JHQHUDO ,QWHUpV FRKHUHQWH FRQ OD PRQRSROL]DFLyQ HVWDWDO GH OD SROtWLFD
que sustituye al Bien Común. Este último no contemplaba la distinción
entre interés público e interés privado, que rompe la visión universalista de
la vida social. Pero desde del punto de vista estatal, sin interés general se
dislocaría la sociedad; y sin intereses particulares carecería de consistencia.
47. El estatismo, para justificar sus actos, alimenta diariamente la envidia y el resentimien
WRTXHFRQVWLWX\HQODFDXVDSULQFLSDOGHODFUHHQFLDHQODVYLUWXGHVGHO(VWDGR&IU+6CHOECK,
La envidia. Una teoría de la sociedad, Club de Lectores, Buenos Aires, 1966. G. FERNÁNDEZ DE
LA MORA, La envidia igualitaria, Planeta, Barcelona, 1984. M. SCHELER, El resentimiento en la
Moral, Caparrós, Madrid, 1993. D. BANDOW, The Politics of Envy. Statism as Theology, Transaction
3XEOLVKHUV1HZ%UXQVZLFN/RQGRQ7RFTXHYLOOHKL]RHQVXVSouvenirs de la revolución de
1848 la interesante observación de la cantidad de dementes que participaron en ella. El talón de
Aquiles de la democracia es, sin duda, que facilita lo que llamaba Ortega la selección a la inversa,
es decir, la preferencia por los peores simplemente por ser más osados.
48. Todo lo que se llama secularización es prácticamente estatalización, si se considera a partir
GHODDQDORJtDPRGHUQDKREEHVLDQDHQWUHHO'LRVLQPRUWDO\HOGLRVPRUWDO
49. Cfr. F. RANGEON, L’idéologie de l’intéret général, Económica, París, 1986.
319
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
50. No son ciudadanos –ciudadano es el que tiene libertad política– los que instituyen, modifi
FDQ\JRELHUQDQDO(VWDGRVLQRTXHHVHO(VWDGRHOTXHKDFHDOFLXGDGDQR(OLQGLYLGXRKREEHVLDQR
que contrata la institución de la Sociedad, sólo es ciudadano si a la vez instituye el Estado, al que
entrega empero en el mismo acto su libertad política, que aquel le devuelve, si procede, en la forma
GHGHUHFKRVHVGHFLUGHOLEHUWDGHVUHJXODGDVSRUQRGHFLUFRQFHGLGDVXRWRUJDGDV/DUHYROXFLyQ
francesa consiguió que el Estado aceptase esa devolución y bajo esa forma. Tal es el citoyen.
51. F. RANGEON, L’idéologie,,, %S
52. F. RANGEON, L’idéologie... Ibidem.
53. B. DE-OUVENEL, El poder. Historia natural de su crecimiento, XIV, Unión Editorial, Madrid,
&IU(+ALÉVY, L’ére des tyrannies. Etudes sur le socialisme et la guerre, Gallimard, París,
1938, reed. 1990.
&IU--ULLIARD, La faute est à Rousseau, Seuil, París, 1985.
3DUDORVDQWHFHGHQWHV\ODKLVWRULDGHODWUDQVIRUPDFLyQ-/7ALMON, Los orígenes de la
democracia totalitaria, Aguilar, Madrid/México,1956. Del mismo autor, Mesianismo político. La
etapa romántica$JXLODU0DGULG0p[LFR.+ORNUNG, Das totalitäre Zeitalter. Bilanz des
20. Jahrhunderts3URS\OlHQ)UDQNIXUWD0
320
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
puede decir que exista libertad política en Europa y, por tanto, que exista
democracia56.
(O (VWDGR TXH QR WLHQH PiV TXH DOJXQDV SURSLHGDGHV VLPEyOLFDV DG
quiere el monopolio de las ajenas en nombre de la Nación, de dos maneras
SULQFLSDOHVHPSOHDQGRPHGLRVYLROHQWRVRPHGLRVOHJDOHV(OSULPHURHVHO
procedimiento de Estados Totalitarios como la Rusia soviética y regímenes
parecidos –la abolición de la propiedad constituye uno de los mandamientos
marxistas–, que incrementan después su propiedad, como únicos propieta
ULRV PHGLDQWH OD SODQL¿FDFLyQ HVWDWDO FRPSXOVLYD GH OD HFRQRPtD7UiWDVH
del monopolio directo de la economía, que incluye el de la propiedad y el del
WUDEDMR(OVHJXQGRHVHOGHO(VWDGR3URYLGHQFLD±H[SUHVLyQLQYHQWDGDD¿
nales del siglo XIX–, que asocia la ideología del interés general con la virtud
³S~EOLFD´GHODVROLGDULGDG$O(VWDGR%LHQKHFKRUVHOHUHFRQRFHHOGHUHFKR
y la obligación de intervenir en la esfera de los intereses privados, para armo
nizarlos mediante la reducción de las desigualdades sociales57&RQHVWH¿Q
RUJDQL]DRSODQL¿FDODHFRQRPtDPHQRVFRPSXOVLYDPHQWHLQGLUHFWDPHQWHD
WUDYpVGHO¿VFR\GHVSOLHJDODSROtWLFDVRFLDOTXHLQFOX\HODVHJXULGDGVRFLDO
es decir, empleando como arma la legislación, etc., respeta cierta autonomía
de la voluntad –el contrato relativamente libre–, en la medida en que la con
VLGHUDPiVSURGXFWLYD\VLHPSUHTXHQRFRQWUDGLJDVX¿QDOLGDGGHFRQWURODU
las actividades económicas y poder disponer de las rentas. Este Estado quizá
VHSDUHFHPiVDXQVHxRUIHXGDOTXHDXQWLUDQR3XHVHVWDIRUPDGH(VWD
do Total monopoliza lentamente la propiedad por medios legales, mediante
intervenciones de diversa índole; sobre todo el control estatal del crédito,
los inquisitivos, serviles, improductivos, paralizadores y obsoletos sistemas
¿VFDOHVODUHJLPHQWDFLyQQRODSURWHFFLyQGHOWUDEDMRHWFKD\TXHDxDGLUHO
empleo directo por el Estado de los recursos que obtiene coactivamente para
montar negocios, o compartiéndolos con inversores privados que engrosan
así la clientela política y fortalecen la sociedad política en detrimento de la
Civil. Sin embargo, es preciso insistir en que este carácter empresario no es
ajeno a la naturaleza de la estatalidad.
6HVXHOHSUHVWDUSRFDDWHQFLyQDOPRQRSROLRTXHWLHQHGHKHFKRGLUHF
WDPHQWHHO(VWDGRVREUHODSURSLHGDG\HOWUDEDMRSRUPHGLRGHOWLSRGH¿V
321
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
FDOLGDGGRPLQDQWHKR\DGHPiVFRPSOHWDPHQWHLQDGHFXDGDDODUHDOLGDG
Apenas se percibe su carácter coactivo y controlador de toda la vida por
ser, en sentido político, indirecto y revestirse de moralidad, aunque es muy
UHDO\H¿FD]SDUDGRPLQDUPHGLDQWHHOPLHGR3ROtWLFDPHQWHHVHOPiVSH
ligroso dado su carácter disimulado e individualizador, constituyendo una
amenaza permanente y de las más destructivas política y moralmente por
ODLQVHJXULGDG\HOWHPRUTXHJHQHUDFRQWUDYLQLHQGROD¿QDOLGDGSULQFLSDO
del Estado de dar seguridad, disipando incertidumbres y objetivando las le
\HVD¿QGHKDFHUHIHFWLYDODOLEHUWDG(OWLSRGHLPSRVLFLyQSUHGRPLQDQWH
personal, progresiva y necesariamente inquisitiva, es la manera en que el
Mortall GodKREEHVLDQRGHYHQLGR(VWDGR0LQRWDXUR-RXYHQHOUHFXHU
da continuamente, con momentos especialmente intensos, a sus súbditos,
TXLHQHVHODPR/RDGYLUWLy\D0RQWHVTXLHX
322
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
PHQFLRQHQVXVFRQVHFXHQFLDVSROtWLFDVHQUHODFLyQFRQODOLEHUWDGORV³SH
OLJURVSROtWLFRVGHO¿VFR´SDUDODVREHUDQtDGHOLQGLYLGXR\ODSURVSHULGDG
de las familias que, sin embargo, se proclaman como un dogma60. El tema
se pasa por alto. Apenas se discuten aspectos técnicos y efectos económi
FRVFRPRVLOD¿VFDOLGDGIXHVHLQGLIHUHQWHSROtWLFD\PRUDOPHQWH6LQHP
EDUJRHQFXDOTXLHUWLHPSR\GHVGHOXHJRKR\HQGtDFRQVWLWX\HXQDGHODV
amenazas más graves –tal vez la mayor–, tanto para la prosperidad como
para la libertad.
5REHVSLHUUHVHUH¿ULyHQHOGLVFXUVRFLWDGRVREUHODSURSLHGDGDO³SULQ
cipio del impuesto progresivo”, nada menos que como “una medida que
UHFODPDHOLQWHUpVGHODKXPDQLGDG´5RXVVHDXQLDQRDFHSWDEDODSURSLHGDG
FRQPXFKDVUHVHUYDVDQXQFLDQGROD¿ORVRItDFROHFWLYLVWDDOGDUXQQXHYR
JLURDODKLVWRULDGHORVLPSXHVWRVTXHGHVHUSXUDPHQWHHFRQyPLFRVSDUD
DWHQGHUQHFHVLGDGHVHFRQyPLFDVMXVWL¿FDGDVRQRVHWUDQVIRUPDURQHQVR
ciales y “políticos”, o, más exactamente, en morales.
60. P. LEMIEUX, La soberanía del individuo. Ensayo sobre los fundamentos y las consecuencias
del nuevo liberalismo, Unión Editorial, Madrid, 1992, 5, pp. 116 ss.
323
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
GHEHLQWHUHVDUOHHOGHO(VWDGRELHQKHFKRUTXHYHODSRUWRGRV(OUHVXOWDGR
es que se empieza a pensar que, al morir, es mejor no tener nada; quizá ni
VLTXLHUD GHVFHQGHQFLD3ULQFLSDO\DPHQD]DGRUFDXVDKDELHQWHHV HO(VWD
GRTXHVHUHVDUFHKRQUDGDPHQWHGHVXVGHVYHORVDXQTXHHVWRVLPSXHVWRV
VRQHFRQyPLFDPHQWHSRFRSURGXFWLYRVVLHQGRPXFKRPD\RUHOGDxRTXH
FDXVDQSHURWLHQHQODYLUWXGGHODHMHPSODULGDG\VREUHWRGRGHD¿UPDU\
recordar la supremacía del Estado.
³3XHGHOOHJDUHOGtDDGYHUWtD6FKXPSHWHUKDFH\DPXFKRWLHPSRFXDQ
GRODVFRVDVQRKDEtDQLGRD~QWDQOHMRVHQTXHODEXUJXHVtDQRVHDRWUDFRVD
VLQRXQPLOORQDULRUHQWLVWDVLQKLMRV´61.
61. “La crisis del Estado Fiscal”, Hacienda Pública Española, 2 (1970), IV, p. 159.
62. Es una transposición de la idea correcta de que todo lo que existe –todos los “bienes”– perte
QHFHD'LRV(O(VWDGR³GLRVPRUWDO´WDPELpQKDXVXUSDGRHQHVWHSXQWRHOOXJDUGHODGLYLQLGDG
63. A. GARCÍA CALVO, Análisis de la Sociedad del Bienestar, Lucina, Zamora, 1993, 9, p. 61.
La ideología y la parafernalia en torno al “fraude fiscal” como delito contra el Estado ve en él una
HVSHFLHGHSHFDGR³VRFLDO´FRQWUDODFROHFWLYLGDGGHVSXpVGHWRGRHOSHFDGRHVXQGHVRUGHQLQWUR
ducido en un orden al ir contra sus reglas; en este caso se trata del orden estatal, el único vigente
RTXHSUHWHQGHVHUHO~QLFR&IU-&0ARTÍNEZ, Le fraude fiscal, Que sais-je?, Puf, París, 1984
(trad. española en Fondo de Cultura). También P. SALIN, L’arbitraire fiscal, Laffont, París, 1986
(trad. española en Ediciones Internacionales Universitarias).
324
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
&RPR GHFtD ( -ÜNGER, “El individuo ya no es indivisible, como sí lo fue en el mundo
OLEHUDODKRUDHO(VWDGRORKDSDUWLGRHQGRVPLWDGHVXQDPLWDGTXHHVFXOSDEOH\RWUDPLWDGTXHVH
autoinculpa” (La emboscadura, Tusquets, Barcelona, 1988. 9, p. 48.
325
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
³+R\VHDEUHODYHGDGHO,53)4XLQFHPLOORQHVGHHVSDxROHVUHGRQ
deando, presentaremos durante los próximos sesenta días, ya cumplimenta
GRVORVGLDEyOLFRVIRUPXODULRVFRQORVTXHDPiVGHOLPSXHVWR+DFLHQGDQRV
castiga cada año. Dos de cada tres declaraciones serán negativas. Es decir, la
seguramente anticonstitucional y ciertamente defectuosa Agencia Tributaria
tendrá que reintegrar la sobreabundancia del impuesto retenido a más de diez
millones de ciudadanos. Se recaudarán setecientos mil millones y el monto
GHODVFDQWLGDGHVDGHYROYHUVHDFHUFDDOELOOyQ¢$OJXLHQKDFDOFXODGRORTXH
cuesta esta ceremonia litúrgica de las declaraciones anuales?”.
3URVLJXH0DUWtQ)HUUDQGVXEUHYHGHVFULSFLyQ
²(O(VWDGRDXWRUL]DGRHLPSXOVDGRSRUHOKXPDQLWDULVPRODHQ
vidia, la ignorancia y los Parlamentos –por los “representantes del pue
326
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
² (O 'HUHFKR FDUHFH GH VHQWLGR VLQ OD SURSLHGDG /D SURSLHGDG
IXHFRQVLGHUDGDHQHOPXQGRPRGHUQRXQGHUHFKRVXEMHWLYRHQFXDQWRSUR
\HFFLyQGHODSHUVRQDOLGDGDXQTXHHQVtPLVPDQLVLTXLHUDHVXQGHUHFKR
327
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
3RUHVRKD\DXWRUHVFRPR)+.QLJKWTXHFRQVLGHUDQTXHODSULQFLSDOH[SUHVLyQGHOD
OLEHUWDGFLYLORVRFLDOQRHVODSURSLHGDGVLQRODDVRFLDFLyQ/DSURSLHGDGFRPRGHUHFKRVyORWLHQH
sentido en relación con otros o frente a otros, erga omnes, es decir, incluyendo el poder público.
Robinson Crusoe en su isla ni es propietario ni deja de serlo. Simplemente la posee.
328
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
²(VPX\LQWHUHVDQWHFRQVLGHUDUHQODVLWXDFLyQSUHVHQWHKDVWDTXp
punto no está relacionada la crisis, que tanto se empieza a lamentar, fami
OLDU\GHPRJUi¿FD\ODGHODVFRVWXPEUHV\WUDGLFLRQHVGHODFRQGXFWDFRQ
la de la propiedad. Predominando el modo de pensar estatal, la propiedad, y
FRQHOODHODKRUUR±ODSUHYLVLyQGHOIXWXUR±HQFXDQWRYLUWXGSRUFLHUWRPiV
europea que norteamericana, está mal vista. La familia de tipo occidental
es –o quizá era– un tipo de familia provertida, que mira al futuro, por in
ÀXHQFLDGHOFULVWLDQLVPR70$HOORKD\TXHDWULEXLUODFRQFHSFLyQRFFLGHQWDO
329
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
²(OIUDFDVRGHOLQWHUYHQFLRQLVPRFRQWHPSRUiQHRKDGDGROXJDU
DOGHO(VWDGRGH%LHQHVWDU3HURFXDQGRVHHFKDODFXOSDDOFDSLWDOLVPR
aunque la tenga, se olvida que capitalismo y Estado son correlativos74. La
acusación puede implicar empero cierta intuición de que el “capitalismo”
parece estar separando su destino del estatal, justamente porque en el punto
DOTXHKDOOHJDGRODHVWDWDOLGDGOHUHVXOWDGLItFLOVREUHYLYLUVDOYRHQODIRU
VLQHVSHUDUGHHVWDPiVUHFRPSHQVDTXHODGHYHUORVWULXQIDUHQODYLGD´-/ECLERCQ, Filosofía e
Historia de la civilización, Gredos, Madrid, 1965, 54, p. 262.
-/ECLERCQ, Filosofía e Historia de la civilización..., 53, p. 254.
72. P. DRUCKER, La sociedad poscapitalista, 6, p. 19.
73. N. MATTEUCCI, Lo Stato Moderno. Lessico e percorsi, Il Mulino, Bologna, 1997, I,2,
p. 31.
&IU-$6CHUMPETER, “La crisis del Estado Fiscal”.
330
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA PROPIEDAD
331
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
VXVVHUYLGRUHV$OUHYpVHO(VWDGRHVKR\HOGXHxRGHOD6RFLHGDG\HODPR
del pueblo o de lo que queda de el en unas sociedades a la fuerza radical
mente individualistas, cada vez más anómicas, estragadas y desintegradas
por la lógica de la dominación que se desprende de la peculiar moralidad
económica de la razón de Estado.
332
LA ECONOMÍA COMO DIMENSIÓN
$175232/Ï*,&$<62&,$/
Rafael RUBIO DE URQUÍA
333
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
1. /RTXHVLJXHHQUHODFLyQFRQODHVWUXFWXUD\QDWXUDOH]DGHORVPRGHORVWHyULFRHFRQyPLFRV
modernos y sus sistemas de «leyes económicas» procede de resultados de investigaciones nuestras.
Ver R. RUBIO DE URQUÍA, «Ética, eficiencia y mercado» en V.V.A.A., Etica, Mercado y Negocios,
coord. D. Melé, EUNSA, Pamplona, 1994; «Acerca del lugar de las concepciones antropológicas
en la constitución y progreso de la teoría económica», en V.V.A.A., Homenaje a Don Julio Caro
Baroja, BoletínGHOD56%$3W/©³$PRUGHSUHIHUHQFLDSRUORVSREUHV´\GLQiPLFD
económica del cristiano», parte III, en V.V.A.A., Estudios sobre el Catecismo de la Iglesia Cató-
licaFRRUG))HUQiQGH]5RGUtJXH]$('268QLyQ(G0DGULG©$VKRUWQRWHRQWKHDQ
WKURSRORJLFDO IRXQGDWLRQV RI HFRQRPLF VFLHQFHª GH SUy[LPD SXEOLFDFLyQ HQ YROXPHQ FROHFWLYR
correspondiente al Congreso Internazionale nel V Anniversario della Promulgazione dell’Enciclica
«Centesimus Annus», Roma, Ateneo Pontificio Regina Apostolorum y Acton Institute for the Study
of Religion and Liberty, abril de 1997.
2. /DSURGXFLGDDSDUWLUGHODVGRFWULQDVGH:DOUDV-HYRQV\0HQJHUHLQPHGLDWRVFRQWLQXD
GRUHV2EVpUYHQVHTXHODVGRFWULQDVNH\QHVLDQDVVHKDOODQGHQWURGHHVWDVHFXHQFLD
334
LA ECONOMÍA COMO DIMENSIÓN ANTROPOLÓGICA Y SOCIAL
GH OD WHRUtD HFRQyPLFD PRGHUQD HQ VX VHQWLGR GLQiPLFRIXQGDPHQWDO HV
la concurrenciaREMHWLYDGHORVVLJXLHQWHVHOHPHQWRVDODLGHQWL¿FDFLyQ
objetivaGH©HFRQyPLFRªFRQ©DFRPRGDFLyQSUR\HFWLYDGHPHGLRVD¿QHV
HQ HO GHVSOLHJXH GH OD DFFLyQ KXPDQDª HVWR HV FRQ ©SODQHV GH DFFLyQª
EODDGRSFLyQGHXQDPHWRGRORJtDPX\HVSHFt¿FDSDUDODSURGXFFLyQGH
PRGHORVWHyULFRHFRQyPLFRV\FODDGRSFLyQGHXQDWHVLVDQWURSROyJLFD
especial, el «principio de comportamiento económico», como propiedad
imputada a la persona –el «agente económico»– especialmente predicada
como «propia», por así expresarlo, por la teoría económica3$KRUDELHQ
LGHQWL¿FDUREMHWLYDPHQWH©HFRQyPLFRªFRQ©SHUWHQHFLHQWHDSURFHVRVFHQ
trados en torno a “constitución, (intento de) ejecución y consecuencias de
SODQHVGHDFFLyQ´ªVLJQL¿FDH[DFWDPHQWHHULJLUDOFRQFHSWRGH©SODQGH
acción», con todo lo que eso implica, en categoría analítica central para
ODWHRUtDHFRQyPLFDFRQLQGHSHQGHQFLDGHOVLJQL¿FDGRGHFODUDGRSRUDVt
expresarlo, que se desee otorgar a la voz «economía». Esto es, desde el
PRPHQWRHQHOTXHREMHWLYDPHQWH©GHKHFKRª\GHPRGRHIHFWLYR\VLVWH
PiWLFRODHVWUXFWXUDGHLQWHOHFFLyQWHyULFDGHDOJRSURSLRGHODDFFLyQKX
mana denominado «economía» se centra en «plan de acción» (formación,
intento de ejecución y consecuencias), lo que queda así constituído en ob
MHWRGHLQYHVWLJDFLyQWHyULFDHVODDFFLyQKXPDQDHQVXFRQMXQWRHLQWHJUD
lidad orgánica, con entera independencia de la acotación de fenómenos que
VHGHVHHDGRSWDUSDUDGH¿QLU©HFRQRPtDª$XQTXHVHWHQJDSRU©REMHWLYR
GHFODUDGRªGHODLQYHVWLJDFLyQWHyULFRHFRQyPLFD©VRORXQD³SDUFHOD´GHO
³FRPSRUWDPLHQWR KXPDQR´ª OR TXH HV \ KD VLGR DFDVR OR PiV IUHFXHQ
te entre los autores, por ejemplo «el estudio del intercambio», el de «la
producción y consumo de “bienes materiales”, etc., desde el momento en
el que objetivamente se adopta «plan de acción» como categoría analítica
FHQWUDO OD LQYHVWLJDFLyQ WHyULFRHFRQyPLFD GHYLHQH QHFHVDULD H LQH[RUD
EOHPHQWHXQDPRGDOLGDGHVSHFLDOGHOHVWXGLRGHODDFFLyQKXPDQDcomo
tal. Esto es algo que frecuentemente no se percibe con nitidez; se trata, sin
HPEDUJRGHXQKHFKRVXPDPHQWHQRWDEOH\OOHQRGHFRQVHFXHQFLDVGHOD
mayor importancia. Pero esa constitución del objeto de la teoría económica
moderna no se produce «sin más», sino en conjunción con los elementos b)
3. (VWRFRQLQGHSHQGHQFLDGHORVPRGRVGHH[SUHVLyQGHHVH©SULQFLSLRªSRUSDUWHGHORVDX
tores –fuente y de sus continuadores, que son muy diversos, y de la fundamentación e interpretación
TXHDHVH©SULQFLSLRªVHKDGDGR\VHGiTXHHVWDPELHQPX\GLYHUVD(QFXDOTXLHUDGHHVRVPRGRV
e interpretaciones se trata de una tesis antropológica claramente reconocible, aunque «abierta» en el
sentido de quedar completamente formulada –como más adelante veremos– solo después de ponerla
en conexión con alguna antropología más completa.
335
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
336
LA ECONOMÍA COMO DIMENSIÓN ANTROPOLÓGICA Y SOCIAL
6. 'HEHREVHUYDUVHTXHHQODVH[SRVLFLRQHVXVXDOHVGHORVPRGHORVWHyULFRHFRQyPLFRV±WDQWR
originales como en manuales para la enseñanza– es muy frecuente presentar explícitamente solo una
parte de los enunciados E realmente utilizados por el autor para la deducción de los enunciados L.
7. La índole de la estructura temporal de la acción de los «agentes» constituye precisamente
uno de los elementos más importantes en la caracterización de la persona («agente») y su «mundo»
«ideales».
8. Así, por ejemplo, la índole de las dinámicas sociales de transporte de información, las rela
ciones entre consecuencias de despliegues de la acción según los planes y las «instituciones», etc.
9. $QWURSROyJLFR VRFLROyJLFR DTXt OD FDUDFWHUL]DFLyQ VRFLROyJLFD HVWi QHFHVDULDPHQWH UH
ferida –de nuevo, con entera independencia de lo que «al teórico le parezca»– a la antropológica.
/RVHQXQFLDGRVEDVHUHPLWHQQHFHVDULDPHQWHDFRQFHSFLRQHVDFHUFDGHSHUVRQD\H[LVWHQFLDKX
manas.
337
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
SHQGHQFLD GH OR TXH ©FUHD TXH HVWi KDFLHQGRª± HV HO DFWR IXQGDPHQWDO
\GHFLVLYRHQODSURGXFFLyQGHOPRGHORWHyULFRHFRQyPLFR([DPLQHPRV
DKRUDEUHYHPHQWHDOJXQDVFDUDFWHUtVWLFDVGH(WtSLFDVGHORVPRGHORVWHyUL
FRHFRQyPLFRVPRGHUQRV
¿Exige de suyo la metodología (de la teoría económica moderna) al
gún contenido especial para los enunciados en E?. Es este un extremo de
crucial importancia. La metodología, de suyoVRORH[LJHHVWRVGRVUHTXL
VLWRV D HVH UHVSHFWR D TXH VHD SRVLEOH GHGXFLU GH ( SURSLHGDGHV DFHUFD
de planes de los «agentes» (y, eventualmente, según la complejidad del
modelo, de las consecuencias de estos planes), y b) que el sistema E con
tenga alguna formulación del «principio de comportameinto económico».
8QDSHUFHSFLyQVXSHU¿FLDOGHHVWRVGRVUHTXLVLWRVSXHGHFRQGXFLUFRPRGH
KHFKRVXFHGHFRQJUDQIUHFXHQFLDDHQWHQGHUTXHHQDOJ~QVHQWLGRLPSRU
WDQWH OR UHDOPHQWH SURSLR GH ORV PRGHORV WHyULFRHFRQyPLFRV PRGHUQRV
HV TXH FRQWHQJDQ ©HQWUH VXV KLSyWHVLVª DO ©SULQFLSLR GH FRPSRUWDPLHQWR
económico», siendo lo demás «supuestos auxiliares» y, en ese sentido, «de
PHQRUHVWDWXWRªWHyULFR$KRUDELHQHVHYLGHQWHTXHHVWRQRHVDVtHQDE
VROXWRHO©SULQFLSLRGHFRPSRUWDPLHQWRHFRQyPLFRªVHIRUPXOHFRPRVH
IRUPXOHHVUHODWLYRDODHVWUXFWXUDGHDFRPRGDFLyQGHPHGLRVD¿QHVHQORV
planes de acción personales, de modo que el «principio de comportamiento
HFRQyPLFRªSUHUHTXLHUHSDUDTXHPHUDPHQWHSXHGDVHUDSOLFDGRHQXQ
FLDGRVUHODWLYRVD©TXp¿QHVª\©TXpPHGLRVª/HMRVGHFRQVWLWXLU©ODEDVHª
o «el enunciado central» de E el «principio de comportamiento económi
co» tiene una función más bien secundaria en la estructura de E y, por lo
tanto, en la producción de contenido de las «leyes económicas», L, impli
cadas por E. Son, en esencia, los enunciados en E descriptivos de cómo el
«agente» forma su potencial de acción –caracterización de las dinámicas
«ética» y «cognitiva» mediante las que el «agente» genera sus medios y
¿QHVGHDFFLyQ±ORVUHDOPHQWHIXQGDPHQWDOHV(QWRQFHV¢TXpIXQFLyQGHV
empeña realmente el «principio de comportamiento económico» en E y,
HQJHQHUDOHQWRGRPRGHORWHyULFRHFRQyPLFRPRGHUQR"/DIXQFLyQTXH
objetivamente10GHVHQSHxDHO©SULQFLSLRªHQORVPRGHORVWHyULFRHFRQyPL
cos modernos puede exponerse mejor, para los objetivos de este trabajo,
del modo siguiente. Sea E2 el sistema de enunciados en E expresivo del
«principio de comportamiento económico»; desígnese mediante E1 al resto
10. «Objetivamente». En efecto esa es la función que, realmente, el análisis revela como sien
do la que desempeña el «principio de comportamiento económico» en la lógica interna de los mo
GHORVWHyULFRHFRQyPLFRVPRGHUQRV2WURDVXQWRHVHOGHODLQWHUSUHWDFLyQTXHDOOXJDU\VHQWLGRGHO
©SULQFLSLRªHQORVPRGHORVGHODWHRUtDHFRQyPLFDPRGHUQDKD\DQGDGRRGHQORVDXWRUHV
338
LA ECONOMÍA COMO DIMENSIÓN ANTROPOLÓGICA Y SOCIAL
339
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
VROXWRHQODHVSHFL¿FDFLyQGHQLQJXQRGHHVWRVH[WUHPRV&DUHFHSRUOR
tanto, de todo fundamento entender que el «principio de comportamiento
económico» constituye «la base» de los modelos de la teoría económica
moderna. Tanto la adopción del «principio» como nota antropológica sus
ceptible de ser predicada de toda persona («agente») como la atribución
±DQDOtWLFD±DHVH©SULQFLSLRªGHODIXQFLyQTXHKHPRVGHVFULWRGHQWURGH
ODOyJLFDFRQVWUXFWLYDJHQHUDOGHORVPRGHORVWHyULFRHFRQyPLFRVFRQVWLWX
yen, ciertamente, los rasgos más distintivos de la teoría económica moder
na. Pero en modo alguno quiere esto decir que las «leyes económicas» de
la teoría económica moderna son, substancialmente, expresión del «prin
FLSLRGHFRPSRUWDPLHQWRHFRQyPLFRªVRQH[SUHVLyQGHHVH©SULQFLSLRª
en efecto, para la antropología (-sociología) descrita en cada sistema E1.
6LODH[SUHVLyQ©WKHHFRQRPLFDSSURDFKWRWKHVWXG\RIKXPDQEHKDYLRXUª
WLHQHDOJ~QVHQWLGRpVWHQRSXHGHVHUVLQRHVWHHOPRGRSHFXOLDU±EUHYH
PHQWHGHVFULWRHQSiUUDIRVDQWHULRUHV±HQHOTXHORVPRGHORVWHyULFRHFR
nómicos articulan, por así expresarlo, las relaciones entre los sistemas E1,
E2\/FRPRGRFWULQDVGHODDFFLyQKXPDQD(VHPRGRSHFXOLDUGHSURGXFLU
PRGHORVWHyULFRVDFHUFDGHODDFFLyQKXPDQDHVFLHUWDPHQWHFDUDFWHUtVWLFR
GHODWHRUtDHFRQyPLFDPRGHUQDSHURSUHFLVDPHQWHQRSRUHOKHFKRPiV
ELHQH[WHUQR\VXSHU¿FLDOGHKDFHUGHORVPRGHORVWHyULFRHFRQyPLFRVDOJR
©ELHQYLVLEOHªHQHOSDQRUDPDJHQHUDOGHODV©FLHQFLDVKXPDQDVªHVSHFLDO
mente por sus características formales, sino porque es un modo peculiar de
SURGXFLUPRGHORVWHyULFRVDFHUFDGHODDFFLyQKXPDQDHQVXLQWHJUDOLGDG
orgánica. Cada una de las dimensiones de este modo peculiar –la diferen
ciación funcional de los sistemas E1 y E2, el modo de generar las «leyes»
HQ/FRPRFRLPSOLFDFLRQHVOyJLFDVGH(ODSUHVHQFLDPLVPDFRPRQRWD
antropológica imputada a toda persona, del «principio de comportamiento
económico» en E2, etc. –tiene su razón de ser; en todos los casos se trata de
dimensiones que solo pueden ser plenamente inteligidas a la vista del aná
OLVLVGHORVSURFHVRVGHIRUPDFLyQKLVWyULFDGHODWHRUtDHFRQyPLFDPRGHU
na11SHURREMHWLYDPHQWHFRQVLGHUDGRDEVWUDFFLyQKHFKDGHORV©SRUTXpVª
KLVWyULFRV GH FDGD FRVD ±LQGLIHUHQWHV SDUD OD FDOL¿FDFLyQ REMHWLYD GH ©OR
que es» la teoría, imprescindibles para entender la formación de esta y las
DFWLWXGHVSUHWpULWDV\DFWXDOHVGHORVHFRQRPLVWDV±HOPRGHORWHyULFRHFR
nómico moderno es exactamente un E que implica un L. Es, por lo tanto,
11. $VtSRUHMHPSORKDVLGRIUHFXHQWtVLPRFRQVLGHUDUHO©SULQFLSLRGHFRPSRUWDPLHQWRHFRQy
PLFRªFRPRXQDH[SUHVLyQFRQGHQVDGDGHDOJXQDFRQFHSFLyQXWLOLWDULVWDGHODDFFLyQKXPDQD\HQ
WRQFHVXWLOL]DUORFRQHVHVLJQLILFDGRFXDQGRGHKHFKRHVHQORVVLVWHPDV(1 donde, los autores que
DVtKDQSURFHGLGRLQWURGXFHQQRWDVDQWURSROyJLFDVLPSXWDGDVH[SUHVLYDVGHHVHWLSRGHFRQFHSFLR
QHV£'HFLUTXH©ODSHUVRQDHVXQVHUPD[LPL]DGRUªQRVLJQLILFDSRUVtVRORestrictamente nada!
340
LA ECONOMÍA COMO DIMENSIÓN ANTROPOLÓGICA Y SOCIAL
en la naturaleza de E1GRQGHVHKDOODODIXHQWHGHVLJQL¿FDGRGH/HVSRU
lo tanto, en la dinámica de generación de los diferentes sistemas E1 donde
VHKDOODODGLQiPLFDGHWUDQVIRUPDFLyQGHORVPRGHORVWHyULFRHFRQyPLFRV
es, por lo tanto, la intelección de los sistemas E1 de los diferentes modelos
WHyULFRHFRQyPLFRVORTXHSHUPLWHentenderHOSDQRUDPDWHyULFRHFRQyPL
co actual, en primer lugar, y –según veremos más adelante– ciertos rasgos
fundamentales de nuestras sociedades actuales.
Vemos pues que, con entera independencia de lo que los autores que
ORVXWLOL]DQ©FUHDQTXHHVWiQKDFLHQGRªORVVLVWHPDVGH©OH\HVHFRQyPLFDVª
GHGXFLGRVHQORVPRGHORVWHyULFRHFRQyPLFRVPRGHUQRVson implicaciones
OyJLFDVGHVLVWHPDVGHHQXQFLDGRVDQWURSROyJLFRVVRFLROyJLFRVGLYHUVRV
no sonQL©DEVWUDFFLRQHVGHORVKHFKRVªQL©UHJXODULGDGHVHPStULFDVªQL
LPSOLFDFLRQHVGH©SRVWXODGRVHYLGHQWHVDFHUFDGHODFRQGXFWDKXPDQDª12;
QRSURFHGHQHQDEVROXWRGH©ODDSOLFDFLyQDO³FRPSRUWDPLHQWRKXPDQR´
GHOD³PHWRORJtDSRVLWLYDGHODVFLHQFLDV¿VLFRQDWXUDOHV´ª±FXDOHVTXLHUD
TXHVHDQORVVLJQL¿FDGRVSUHFLVRVTXHSXHGHQUD]RQDEOHPHQWHDWULEXLUVHD
semejante expresión–. Cada sistema de «leyes económicas», deducido de
XQVLVWHPD(H[SUHVDSURSLHGDGHVGHODDQWURSRORJtDVRFLRORJtDDODTXH
obedecen, por así expresarlo, la persona y el mundo ideales caracterizados
mediante E. Por eso es perfectamente normal algo que se observa profusa
PHQWHHQHOSDQRUDPDWHyULFRHFRQyPLFRDFWXDOODH[LVWHQFLDGHVLVWHPDV
de «leyes teóricas» –aducidas por los diferentes grupos de economistas–
parcial o totalmente incompatibles entre sí. Las divergencias entre esos
diferentes sistemas de «leyes» es exactamente la expresión de las divergen
cias, perfectamente constatables mediante el análisis sistemático, existen
tes entre los sistemas de enunciados E de los modelos teóricos respectivos.
Naturalmente que no todos los modelos no compatibles entre sí pueden ser
simultáneamente «correctos» en relación con el mismo conjunto de proce
VRVUHDOHPStULFRVDH[SOLFDU(VWRHVFRPRWHPDDOJRTXHSHUWHQHFHDXQ
ámbito de análisis fundamental pero en el que aquí no necesitamos entrar.
Lo que aquí nos interesa resaltar es que, con entera independencia de cual
VHDODSRWHQFLDH[SOLFDWLYDGHFDGDPRGHORWHyULFRHFRQyPLFR\GHFyPR
12. /RTXHQRTXLHUHGHFLUTXHHQODPHGLGDHQODTXHXQVLVWHPD(UHFRJHUDVJRVDQWURSR
OyJLFRVVRFLROyJLFRVHIHFWLYDPHQWHSUHVHQWHVHQHOFDPSRGHSURFHVRVUHDOHPStULFRVDH[SOLFDU
las leyes L deducidas de E no «pongan de manifiesto», por así expresarlo, relaciones causales efec
WLYDPHQWHGLVFHUQLEOHV£HVWHSUHFLVDPHQWHHVHOREMHWLYRGHOPRGHORWHyULFRHQFXDQWRWDOSHUR
esto es completamente distinto de afirmar «los enunciados L describen regularidades empíricas».
Asunto completamente distinto, también, es que «se tomen» modelos teóricos como «inspiración
LQVWUXPHQWDOªSDUDSURGXFLU©SUHGLFWRUHVª±SRUHMHPSORHVWDGtVWLFRV±HVRHV\DDOJRGLVWLQWRGHOD
SUD[LV teórica (racional).
341
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
342
LA ECONOMÍA COMO DIMENSIÓN ANTROPOLÓGICA Y SOCIAL
GHXQ³DVSHFWRGHODDFWLYLGDGKXPDQD´ªVLQRXQPRGHORDQWURSROyJLFR
más bien global. Para percatarse realmente de esto no basta con experimen
tar una intuición más o menos vaga acerca de «los inevitables contenidos
antropológicos de las doctrinas económicas»; es preciso entender en toda
VXUDGLFDOLGDGTXHWRGRPRGHORWHyULFRHFRQyPLFRPRGHUQRes un modo
HVSHFLDO±£DXQTXHSXHGDHVWH©VHUªTXHGDUPiVRPHQRVYHODGR±GHH[SUH
VDUXQDDQWURSRORJtD(VWHKHFKRHVGHXQDHQRUPHWUDQVFHQGHQFLDSRUTXH
al tomar como representación de la realidad una determinada antropología
se está orientando el despliegue existencial, caeteris paribus13, en una di
rección determinada. Así, y muy especialmente, aquello que a la vista de
esa antropología «no existe», o «no es posible» o «es anómalo», propende
fuertemente a quedar eliminado del panorama de posibilidades de acción
de la persona o a ser considerado en este como imposible o patológico.
/RVPRGHORVWHyULFRHFRQyPLFRVPRGHUQRVVRQDVtFRPRSURYHHGRUHVRE
jetivos principalísimos de modelos antropológicos, elementos de primera
magnitud en la producción de la dinámica global de nuestras sociedades.
Esto es así inevitablemente porque, sea bajo la denominación de «ciencia
económica» o bajo otras denominaciones, la acción personal –y su produc
to social, la dinámica global de la sociedad– es imposible en ausencia de
UHSUHVHQWDFLRQHVWHyULFDV/RTXHFRQVWLWX\HKHFKRFDUJDGRGHLPSOLFDFLR
QHVQHJDWLYDVHVDHVWHUHVSHFWRHVWRQRWRPDUQRWLFLDH¿FD]\VX¿FLHQWH
GH OD QDWXUDOH]D GH HVR TXH ORV PRGHORV WHyULFRHFRQyPLFRV WUDQVPLWHQ
Tomar, por ejemplo, por «verdad de la ciencia» que lo propio de la activi
dad empresarial es producir aquello que previsiblemente es susceptible de
UHQGLUHOPi[LPREHQH¿FLRPRQHWDULRQRFRPR©GDWRVRFLRJUi¿FRSXHVWR
de relieve por la investigación empírica» sino como «resultado de la in
YHVWLJDFLyQFLHQWt¿FDDFHUFDGHODQDWXUDOH]DGHODHPSUHVDULDOLGDGªQRHV
meramente tomar noticia de una «propiedad técnica» más –cierta o no– y
poder así actuar en consecuencia en una parcela especial de la actividad
KXPDQDVLQRTXHHVWRPDUFRPR©YHUGDGGHODFLHQFLDªXQDDQWURSRORJtD
HVSHFLDOtVLPDFX\RLQÀXMRVREUHODDFFLyQ\VXVUHVXOWDGRVHVPXFKRPiV
profundo y abarcante –pero véase la nota nº 13 supra– que el propio de la
toma en consideración de una mera «propiedad técnica». Lo recibido por
las gentes como relacionado con «economía» en nuestras sociedades es,
en el fondo, una antropología, aunque no se percibe esto así, sino más bien
FRPRORUHODFLRQDGRFRQ©XQDSDUWHGHODDFWLYLGDGKXPDQDªSHURHVWRTXH
VHSHUFLEHFRPR©XQDSDUWHGHODDFWLYLGDGKXPDQDªVRQHQUHDOLGDG\HQHO
343
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
IRQGRPRGHORVGHSHUVRQDGHH[LVWHQFLD\GHVRFLHGDG(VWHKHFKRTXHVH
GHULYDFRPRKHPRVYLVWRGHODSURSLDQDWXUDOH]DGHORVPRGHORVWHyULFR
económicos modernos, constituye sin duda una de las causas principales de
la primacía objetiva que en nuestras sociedades actuales tiene «lo econó
mico». No es que, en estas –y a través de las diversas representaciones po
pulares culturalmente vigentes de las doctrinas económicas modernas–, «se
KD\DRWRUJDGRSULPDFtDDDOJRSDUFLDOGHODDFFLyQKXPDQDHQGHWULPHQWR
de lo restante» sin más; es que este otorgar primacía, este polarizar los
FRQWHQLGRV\ODVGLUHFFLRQHVGHODDFFLyQKXPDQDHQGHWHUPLQDGRVVHQWLGRV
±£SHURFRQVLGpUHVHGHQXHYRORFRQVLJQDGRHQODQRWDQsupra!– es fru
to de la previaDFHSWDFLyQPiVRPHQRVUDFLRQDOFRQVFLHQWHPHQWHHIHFWXD
da, según cada cual, de una antropología de la que semejante polarización
surje, necesaria e inequívocamente, como corolario razonable.
Así es que tratar en serio del tema «la “economía” como elemento
componente de la “la sociedad civil”» es, en general, tratar acerca del lugar
que los modos en los que las gentes forman (y tratan de ejecutar) sus planes
GHDFFLyQWLHQHQHQHOSURFHVRGHSURGXFFLyQGHOD©VRFLHGDGFLYLOª<GH
modo especial, del lugar que, en relación con el proceso de producción de
OD©VRFLHGDGFLYLOªWLHQHQORVPRGHORVWHyULFRHFRQyPLFRVFRPRIDFWRUHQ
el proceso de formación de los planes de acción de las gentes. Aceptar, sin
más –y, especialmente, como «verdad de la ciencia»–, como punto de parti
da de la investigación acerca del tema «“economia” en la “sociedad civil”»
ideas tales como «lo propio de “economía” es que las empresas están para
³JDQDUGLQHUR´RSDUD³SURGXFLUORTXHOHVLQGLFDODDXWRULGDGSODQL¿FDGR
ra”, que “los mercados constituyen la instancia relacional central”, etc.» es
partir, de antemano, de la aceptación, sin más, de alguna antropología de
WHUPLQDGDQRH[DPLQDGD<HVWRHVDVtQRHQYLUWXGGHDOJ~QSUHFHSWRH[y
geno a “economía” –o a “ciencia económica”– o de «consideraciones de
tQGROHPiVIXQGDPHQWDOªHVWRHVDVtHQYLUWXGGHODYHUGDGHUDQDWXUDOH]D
GHORVPRGHORVWHyULFRHFRQyPLFRVPRGHUQRV\GHODVIXQFLRQHVTXHHVWRV
objetivamente desempeñan en la producción de acción y de realidad social.
Las preguntas que deben ser formuladas y examinadas para entender el
lugar de «economía» en la «sociedad civil» no pueden quedar acotadas por
ODVDQWURSRORJtDVH[SUHVDGDVHQORVPRGHORVWHyULFRHFRQyPLFRVYLJHQWHV
porque, en ese caso, no solo la mera capacidad de ampliación proyectiva de
ODDFFLyQTXHGDUtDDVtYHGDGDDODLQGDJDFLyQFLHQWt¿FDVLQRTXHDGHPiV
sería imposibleHQWHQGHUWDQWRHOSDQRUDPDWHyULFRHFRQyPLFRDFWXDOFRPR
SURFHVRV\IHQyPHQRVFHQWUDOHVGHODDFFLyQKXPDQDRUDQRVXVFHSWLEOHV
GHVHUH[SOLFDGRVSRUORVPRGHORVWHyULFRHFRQyPLFRVH[LVWHQWHVRUDVROR
344
LA ECONOMÍA COMO DIMENSIÓN ANTROPOLÓGICA Y SOCIAL
345
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
©FRPSOHWDPHQWHªWRGRGHVSOLHJXHGHDFFLyQKXPDQDSRVLEOH±QRHVSR
sible formular un sistema E absoluto y, en consecuencia, no es posible –si
guiendo la metodología general de la teoría económica moderna– deducir
«leyes económicas» absolutas. El teórico, siguiendo la metodología de la
teoría económica moderna, solo puede acceder al conocimiento racional de
ORVSURFHVRVGHODDFFLyQKXPDQD16 mediante la construcción de «mundos
LGHDOHVFRQSHUVRQDVLGHDOHVªSHUR£QRHVSRVLEOHLGHDUPXQGRVDEVROXWRV
(QODPHGLGDHQODTXHHOVLVWHPD(GHXQPRGHORWHyULFRHFRQyPLFR©UH
coge», por así expresarlo, algún «trozo» de «realidad de la producción de
DFFLyQ KXPDQDª HQWRQFHV ODV ©OH\HVª GH HVH PXQGR ±FRQVLJQDGDV HQ HO
sistema L del modelo— permiten, efectivamente, el acceso a la intelección
racional de ese «trozo», pero, y esta condición de posibilidad debe siempre
ser especialmente tenida en cuenta, reduciendo necesariamente la antropo
ORJtDVRFLRORJtDD(£HOPXQGR©YHUGDGHURªVHUHGXFHVH©JHRPHWUL]Dª
a «lo que pone en E»! De modo que no es en absoluto indiferente lo que
DFHUFDGH©SHUVRQDª\©H[LVWHQFLDªKXPDQDVDQWURSRORJtD©VHSRQJDHQ
E»; ni es indiferente por lo que respecta a la función de explicación racional
GHORVSURFHVRVGHODDFFLyQKXPDQDGHORVPRGHORVWHyULFRHFRQyPLFRVQL
es indiferente por lo que respecta a la función que estos modelos desem
SHxDQVHJ~QKHPRVYLVWRHQODSURGXFFLyQGHDFFLyQKXPDQD\UHDOLGDG
como representaciones acerca de persona, existencia y sociedad. Desde un
SXQWRGHYLVWDSXUDPHQWHFLHQWt¿FRHVHYLGHQWHTXHHOSURJUHVRGHODWHR
ría exige un contínuo proceso de producción de sistemas E17; no es que, a
modo de «evento traumático», proceda «revisar y ampliar la antropología
neoclásica» –o la austríaca–, tratando de «salvar todo lo posible»18; es que
HOSURJUHVRWHyULFRFRQVLVWH±£HQYLUWXGGHODSURSLDQDWXUDOH]DGHODPH
16. ©&RQRFLPLHQWR UDFLRQDOª SHUR SDUD HOOR KD\ TXH ©DUULHVJDUVHª D SURSRQHU XQD DQWURSR
ORJtDVRFLRORJtDen serio£ORTXHLPSOLFD©FDUJDUFRQODVFRQVHFXHQFLDVªGHHVRTXHVHSURSRQH
$KRUDELHQVHPHMDQWHDFWLWXG\GLVSRVLFLyQSRUSDUWHGHOWHyULFR©FRPSURPHWHªDHVWHVREUHPDQHUD
\HQP~OWLSOHVGLUHFFLRQHVHQSDUWLFXODUHQHVWDRUJDQL]DUODSUD[LV científica en torno a una per-
manente indagación antropológica. El no quererKDFHUHVWRHVXQDGHODVUD]RQHV±DFDVRODGHPiV
peso– que explican actitudes claramente irracionales e irracionalistas en tantos economistas que
renunciando a «entender» pretenden «solo» (!) «predecir».
17. 2EVpUYHVHTXHORTXHJHQHUDHOSURJUHVRWHyULFRQRHVVLQPiVXQDGHWHUPLQDGDIRUPX
DFLyQGHXQQXHYRVLVWHPD(HVSULPDULDPHQWHHOSURFHVRGHJHQHUDFLyQGHpreguntas científicas lo
que, propiamente, desencadena el proceso de investigación conducente a la producción de sistemas
(£3UHJXQWDVGRWDGDVGHVHQWLGRSDUDTXLHQODVIRUPXOD\QRHQJHQHUDOPHUDPHQWHJHQHUDGDV
automáticamente por la lógica de preguntas anteriores. La índole de las fuentes de preguntas es aquí
elemento crucial.
18. 5HVXOWDPX\FRP~QHQWUHDXWRUHV©HQODFRUULHQWHJHQHUDOª±£QRFLHUWDPHQWHHQWRGRV±
propender a considerar objetivamente la antropología neoclásica, o (más raramente) la austríaca,
como antropologías absolutas o, cuando menos, antropologías nucleares.
346
LA ECONOMÍA COMO DIMENSIÓN ANTROPOLÓGICA Y SOCIAL
19. También, claro está, requiere el progreso teórico progresos en otras direcciones, por ejem
plo metodológicas, matemáticas, etc., en la medida en la que éstas son necesarias en algún momento
del proceso de construcción de los modelos. Pero la esencia del progreso teórico estriba en la re
flexión antropológica a la vista de «preguntas».
347
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
JtDVFODUDPHQWHLQVX¿FLHQWHVFRQVWLWX\HXQJUDYHHUURUGHSDUWLGD/DFLHQ
cia económica moderna no solo no «está ya constituída en sus fundamentos
\HQVXVOtQHDVJHQHUDOHVªVLQRTXHVHKDOODHQVXVPHURVEDOEXFHRVLQLFLD
OHV5HSHQVDUOD©VRFLHGDGFLYLOªHVSRUORWDQWRLQVHSDUDEOHGHSODQWHDUVH
YtDVGHSURJUHVRWHyULFRHFRQyPLFR
348
EL MERCADO COMO INSTITUCIÓN
DE LA SOCIEDAD CIVIL
$OHMR-RVp*6ISON
«Una economía del mercado ... es la única economía natural, la única que tiene
VHQWLGROD~QLFDTXHQRVSXHGHWUDHUODSURVSHULGDGSRUTXHHVOD~QLFDTXHUHÀHMDOD
QDWXUDOH]DGHODYLGDPLVPD/DHVHQFLDGHODYLGDHVLQ¿QLWD\PLVWHULRVDPHQWHPXOWL
IRUPH\SRUWDQWRQRSXHGHFRQWHQHUVHQLSODQL¿FDUVHHQVXSOHQLWXG\YDULDELOLGDGSRU
cualquier inteligencia central.».
¢4XpSHUVSHFWLYDVGHIXWXURWLHQHHOPHUFDGRWUDVODFDtGDGHOFRPX
QLVPR" ¢6REUHYLYLUi HO PHUFDGR ODV HPEHVWLGDV DWURFHV TXH DKRUD VXIUH
el estado de bienestar? ¿Por qué transformaciones pasará? ¿Cómo será el
UHVXOWDGR¿QDO"
349
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
³6HQFLOODPHQWH\DQRKD\PRGRGHFHUUDUQXHVWUDVIURQWHUDV\YROYHUD
QXHVWURVGtDVGHLQVXODULGDG(OLQWHQWDUKDFHUORVHUtDXQHMHUFLFLRGHIXWLOGDG
destinado no sólo al fracaso, sino también a rebajar, al mismo paso, nuestro
nivel de vida.”
'H PRGR SDUHFLGR DO TXH OD HFRQRPtD VH KD HVWDEOHFLGR FRPR XQD
“categoría social”, como dimensión elemental e indispensable para la vida
societaria, se determina también el mercado como una “institución social”,
FRPRIDFWRU¿UPH\SHUPDQHQWHGHODHFRQRPtDRYLGDHFRQyPLFD6LOD
economía es una de las categorías o “géneros supremos” en los que se cla
VL¿FDQODVDFFLRQHVKXPDQDVQHFHVDULDVSDUDXQDYLGDÀRUHFLHQWHUHVXOWD
que el mercado es una de las “instituciones” u organizaciones sociales per
sistentes que se derivan de –y en las que se llevan a cabo– la economía.
/DFLHQFLDHFRQyPLFDVXHOHGH¿QLUVHFRPRHOHVWXGLRGHFyPRODVVR
ciedades utilizan los recursos escasos para producir bienes de valor y dis
350
EL MERCADO COMO INSTITUCIÓN DE LA SOCIEDAD CIVIL
WULEXLUORVHQWUHORVPLHPEURVGHODSREODFLyQ$KRUDELHQHOPHUFDGRHV
precisamente el modo en que la sociedad, como organización social por
antonomasia, decide responder a las tres preguntas básicas de qué bienes
producir, cómoSURGXFLUGLFKRVELHQHV\para quién producirlos. El qué se
UH¿HUHDODFDQWLGDGGHFDGDELHQRVHUYLFLRSRVLEOHTXHKDGHSURGXFLUVH
supuestos los recursos o insumos limitados de los que la sociedad dispone.
El cómo apunta a la elección de una técnica particular mediante la cual un
ELHQRXQVHUYLFLRHVSHFt¿FRVHSURGXFH<HOpara quién pregunta por la
manera en que estos bienes o servicios deben distribuirse entre los miem
bros de la sociedad o los consumidores.
/DFLHQFLDHFRQyPLFDSRUWDQWRLJXDOPHQWHSRGUtDGH¿QLUVHFRPRXQ
estudio acerca de la institución mercantil. Esto es así aunque teóricamente,
caben otras alternativas aparte del mercado para responder a los proble
PDVIXQGDPHQWDOHVGHFXDOTXLHUHFRQRPtDSRUHMHPSORXQD³HFRQRPtDGH
mando” (command economy) en la que el gobierno prescinde del mercado
y toma las decisiones sobre la producción y la distribución de bienes y ser
vicios por sí mismo, o una “economía laissez faire´³GHMDUKDFHU´GRQGH
el gobierno apenas desempeña papel económico alguno, restringiéndose
sin más a la provisión de las fuerzas policiales o del orden, de la defensa
QDFLRQDO\GHORV³ELHQHVS~EOLFRV´'HKHFKRQLQJXQDGHHVWDVGRVRSFLR
nes en su estado puro es factible, y por tanto, la única posibilidad que queda
es la “economía mixta de mercado”, donde el gobierno siempre interviene,
aunque con grados de intervención variables. Estudiar economía, por con
VLJXLHQWHQRVyORVLJQL¿FDHVWXGLDUODLQVWLWXFLyQPHUFDQWLOVLQRWDPELpQ
estudiar, a la fuerza, la única posibilidad real de una “economía mixta de
mercado”.
+D\PXFKRVPRGRVHQORVTXHODFLHQFLDHFRQyPLFDKDEODGHOPHU
FDGR(QSULPHUOXJDUVHGLFHTXHHVXQDKHUUDPLHQWDFRQODTXHVHUHD
signan o se redistribuyen los recursos. Algunos lo explican en términos
de un mecanismo por medio del cual los compradores, por un lado, y los
vendedores, por otro, llegan a un acuerdo sobre la cantidad de bienes y
servicios y sus respectivos precios. Otros subrayan la interacción entre la
demanda –representada por los consumidores que intentan distribuir sus in
JUHVRVHQWUHORVELHQHV\ORVVHUYLFLRVGLVSRQLEOHVKDVWDDOFDQ]DUODPH]FOD
óptima o más satisfactoria–, y la oferta –representada por las empresas que
producen una cantidad de bienes y servicios con la calidad correspondiente
que maximice sus ganancias– en busca del equilibrio. Es en el mercado,
entonces, donde llegan a un acuerdo los consumidores, con sus gustos o
preferencias e ingresos, y los productores, que se atienen a las posibilidades
que les ofrece el estado actual de la tecnología.
351
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
352
EL MERCADO COMO INSTITUCIÓN DE LA SOCIEDAD CIVIL
HOHMHUFLFLRGHODSROtWLFDSRGUtDGHFLGLUVDFUL¿FDUODH¿FLHQFLDGHOPHUFDGR
DIDYRUGHODHTXLGDGQDGDKDEUtDHQHOORTXHFRQWUDGLJDODUD]yQKXPDQD
que aquí se muestra más amplia que la racionalidad puramente económica.
3UHFLVDPHQWHSRUHOORVHMXVWL¿FDODDFFLyQRODLQWHUYHQFLyQJXEHUQDPHQWDO
SDUDDXPHQWDUODH¿FLHQFLDPHUFDQWLOSRUHMHPSORGHVKDFLHQGRPRQRSR
lios), para promover la equidad (con una escala progresiva de impuestos) o
para fomentar, sin más, la estabilidad de las cifras macroeconómicas, sobre
WRGRODVWDVDVGHODLQÀDFLyQ\GHOGHVHPSOHR
Normalmente se citan tres razones por las cuales “fracasa” o se vuelve
LQH¿FLHQWHHOPHUFDGRODFRPSHWHQFLDLPSHUIHFWDODSUHVHQFLDGHH[WHUQD
lidades, y la información imperfecta. Por “competencia imperfecta” se
TXLHUHGHFLUODSUHVHQFLDGHPRQRSROLRVGHSURGXFWRVSDWHQWDGRVGHIUDQ
quicias, etc. en el mercado. Por contraste, la “competencia perfecta” denota
una situación en la cual todos los bienes y servicios tienen un precio, están
disponibles en el mercado, y ningún productor o consumidor de los bienes
\VHUYLFLRVHVORVX¿FLHQWHPHQWHJUDQGHSDUDDIHFWDUHOSUHFLRGHORVPLV
PRV(VGHFLUKD\XQD³DWRPL]DFLyQ´GHOPHUFDGRHQXQQ~PHURHOHYDGR
de compradores y vendedores individuales que no tienen nada que ver entre
VtDSDUWHGHVXDIiQGHPi[LPREHQH¿FLRDODSDUTXHXQD³KRPRJHQHL
zación” de los bienes y servicios disponibles, que son indistinguibles o
indiferenciados. O sea, puesto que la “competencia perfecta” dibuja una
VLWXDFLyQLUUHDOHOPHUFDGRKDVWDFLHUWRSXQWRVLHPSUHIUDFDVD\HVLQH¿
ciente.
Las externalidades acontecen cuando uno de los agentes del mercado,
como una empresa, por ejemplo, impone un coste social (“diseconomia” o
XQDH[WHUQDOLGDGQHJDWLYDRXQEHQH¿FLRVRFLDOXQDH[WHUQDOLGDGVLQTXH
las partes afectadas reciban una compensación, como en el primer caso,
o paguen, como en el segundo. Entre las externalidades positivas son los
“bienes públicos” –un faro, por ejemplo– cuyo coste por cada individuo de
PiVTXHVHEHQH¿FLDHVFHUR\GHFX\REHQH¿FLRHVLPSRVLEOHH[FOXLUDORV
otros individuos. Una externalidad negativa es la contaminación, de cuyos
efectos nocivos se perjudica la sociedad entera.
La falta de una información perfecta por parte de los vendedores y
compradores acerca de los bienes que venden y compran es otra fuente de
irregularidades en el mercado. Otro nombre para esta falta de información
SHUIHFWDHVHOGH³ULHVJR´<FRPRGLFH,UYLQJ)LVKHULa teoría del inte-
rés, 1930), “El riesgo varía inversamente con el saber.” Los especuladores
desempeñan la importante función económica de “dominar el riesgo” e in
WHQWDUVDFDUGHHOORDOJ~QSURYHFKREHQH¿FLRRJDQDQFLD(QHVWHVHQWLGR
353
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
+R\HQGtDHOPRGHORGHUDFLRQDOLGDGHFRQyPLFDRPHUFDQWLOGRPL
QDQWH VH KD GH¿QLGR HQ WpUPLQRV ³PDFUR´ FRPR OD DFFLyQ GH OD ³PDQR
invisible”, y en términos “micro”, como la búsqueda del propio interés, es
GHFLUODPD[LPL]DFLyQGHODSURSLDXWLOLGDGEHQH¿FLRROXFUR'HKHFKR
la consistencia con el principio de la maximización del propio interés, por
parte de los agentes individuales, es la que conduce a las expectativas de
éxito de la “mano invisible” para la sociedad en su conjunto. Ambas ideas
WLHQHQVXIRUPXODFLyQRULJLQDOHQODREUDGH$GDP6PLWKLa riqueza de las
naciones
6REUHODPDQRLQYLVLEOH
6REUHODE~VTXHGDGHOSURSLRLQWHUpV
354
EL MERCADO COMO INSTITUCIÓN DE LA SOCIEDAD CIVIL
YLVLEOHVHDFXVDXQHVWUHFKDPLHQWRGHODQRFLyQGHUDFLRQDOLGDGKDVWDHO
punto de tornarla inservible.
Respecto al primer criterio de la racionalidad, la consistencia interna de
la elección, comenta Amartya Sen en On Ethics and Economics
³6LXQDSHUVRQDKDFHMXVWDPHQWHORFRQWUDULRGHORTXHOHD\XGDUtDD
ORJUDUORTXHTXLHUHDOFDQ]DU\ORKDFHFRQXQDFRQVLVWHQFLDLPSHFDEOHHV
decir, trata de elegir justamente lo contrario de lo que favorecería la realiza
ción de las cosas que desea y valora), apenas podría considerarse racional a
HVWDSHUVRQDSRUPXFKRTXHHVDWR]XGDFRQVLVWHQFLDLQVSLUHDOJXQDVXHUWHGH
admiración o asombro, por parte del observador. La elección racional debe
al menos dar cuenta de la correspondencia entre lo que uno intenta lograr y
cómo lo intenta.” (p. 13).
/DFRQVLVWHQFLDLQWHUQDVRODQRSXHGHWRPDUVHFRPRFULWHULRGHUDFLR
nalidad, ya que la consistencia siempre se interpreta en función de algu
nos factores externos a la misma elección, tales como las preferencias o
ORVYDORUHVGHOVXMHWR/DFRQVLVWHQFLDLQWHUQDH[LJHHOKDEHUKHFKRSUHYLD
PHQWHXQDHOHFFLyQ\DQWHVTXHODPLVPDFRKHUHQFLDORTXHLQWHUHVDSULQ
cipalmente, a efectos de racionalidad, es el objeto propio de la elección o
el valor. El análisis económico típicamente ignora la distinción entre las
EXHQDV\ODVPDODVSUHIHUHQFLDVHQWUHODVHOHFFLRQHVYLUWXRVDV\ODVYLFLR
sas, entre las cosas que son realmente valiosas y las que no lo son. La de
terminación de las preferencias y de las elecciones queda, por tanto, en el
iPELWRHQWHUDPHQWHVXEMHWLYR\H[WUDUDFLRQDO
Si tomáramos en cuenta exclusivamente la consistencia interna de las
elecciones como criterio de racionalidad, a la fuerza quedaría fuera el mo
WLYRGHODPLVPDHOHFFLyQTXHHVHOSULQFLSLRGHODFWRGHHOHJLU<HOORVHUtD
PX\GHVDIRUWXQDGR\DTXHGHHVWHPRWLYRRSULQFLSLRLJXDOPHQWHKDEUtD
TXHSHGLU\GDUXQDMXVWL¿FDFLyQ1RHVTXHODMXVWL¿FDFLyQTXHH[LJLPRV
SDUDODFRQVLVWHQFLDLQWHUQDWHQJDTXHVHUGLVWLQWDGHODMXVWL¿FDFLyQSDUDHO
REMHWRGHHOHFFLyQDQWHVELHQHVSHUDPRVTXHHVWDMXVWL¿FDFLyQHVWDEOH]FD
“la correspondencia entre lo que uno intenta lograr y cómo lo intenta.”
LELG/DUDFLRQDOLGDGSRUWDQWRDIHFWDVLPXOWiQHDPHQWHWDQWRDO¿Q±HO
valor– como el medio que a él conduce –la consistencia interna–. La racio
nalidad no puede referirse sólo al medio o a un aspecto formal (la consis
WHQFLDLQWHUQD\TXHGDUVHLQGLIHUHQWHFRQUHVSHFWRDO¿QRDOYDORUTXHVH
persigue.
0iV D~Q FRPR UHFLHQWHPHQWH QRV UHFXHUGD -HQQLIHU 5REDFN 0RUVH
(The Problem: The Economists’ View of Human Nature, 1996), era tal el
355
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
GHWHUPLQLVPRLPSOLFDGRHQHOPRGHORFRQYHQFLRQDOGHUDFLRQDOLGDGHFR
nómica que eliminaba en realidad cualquier elección. El agente económico,
DTXLHQVHOHKDEtDGH¿QLGRVXIXQFLyQGHXWLOLGDGUHVSRQGtDDQWHODVDOWHU
nativas propuestas mecánicamente, con una reacción física a un estímulo
igualmente físico. Reacciona tal como reaccionaría, además, cualquier otro
VXMHWRSDUDTXLHQVHOHKDGH¿QLGRXQDLGpQWLFDIXQFLyQGHXWLOLGDG3LHUGH
todas sus atribuciones idiosincráticas para encarnar el concepto general de
³KRPEUHHFRQyPLFR´
3RUORTXHVHUH¿HUHDOSULQFLSLRGHODPD[LPL]DFLyQGHOSURSLRLQWHUpV
6HQWDPELpQFXHVWLRQDVXVSUHWHQVLRQHVFRQUHVSHFWRDODUDFLRQDOLGDG
“Por supuesto, puede que no resulte del todo absurdo afirmar que la
maximización del propio interés no es irracional, al menos, no necesaria
mente; pero el argumentar que cualquier otra cosa aparte de maximizar el
SURSLRLQWHUpVKDGHVHULUUDFLRQDOSDUHFHDEVROXWDPHQWHH[WUDxR´S
6LQGXGDHOLQWHQWDUKDFHUGHOPHMRUPRGRSRVLEOHORTXHXQRGHVHD
IRUPDSDUWHGHXQFRPSRUWDPLHQWRUDFLRQDOSHURQRKDVWDHOSXQWRGHH[
cluir la promoción de otros objetivos distintos del propio interés que tam
bién podemos apreciar y aspirar a lograr. No es que las personas racionales
GHKHFKRVLHPSUHDFW~HQGHVLQWHUHVDGDPHQWHVLQRTXHKD\TXHUHFRQRFHU
una pluralidad de motivaciones legítimas aparte del propio interés. No se
puede reducir apriorísticamente cualquier motivo de la acción racional al
propio interés, ni reducir éste a la utilidad o al placer, dotándolos con un
valor casi tautológico.
$SDUWHGHOSURSLRLQWHUpVHO³HJRtVPRXQLYHUVDO´WDPSRFRSXHGHFRQ
YHUWLUVHHQHOUHTXLVLWRSRUVtPLVPRQHFHVDULR\VX¿FLHQWHSDUDODUDFLR
QDOLGDG 6HQ VHxDOD FRPR SUXHED D IDYRU GH HVWD SRVWXUD HO p[LWR LQGLV
cutible de la economía de mercado japonesa, cuyo ethos predominante no
está determinado por el propio interés individual, sino que más bien, está
RULHQWDGRSRUODVQRUPDVGHOGHEHUGHODOHDOWDG\GHODEHQHYROHQFLDKDFLD
la colectividad representada, en primer lugar, por la empresa.
+D\XQDWHUQDGHFRQFHSWRVEiVLFRVDSDUWHGHODFRQVLVWHQFLDLQWHUQD
de las elecciones y la búsqueda del propio interés, que también pretenden
GH¿QLUORUDFLRQDOHQODDFWLYLGDGHFRQyPLFDHOwelfarism que consiste en
tomar el bienestar o la utilidad como objetivo de la acción social, el sum
rankingTXHFLIUDHOELHQHVWDUVRFLDOHQODVXPDWRWDOGHODVXWLOLGDGHVLQGL
viduales (sin referencia alguna a los aspectos distribucionales), y el con
secuencialismo, que decide la conveniencia de una acción en virtud de los
KHFKRVUHVXOWDQWHVUHDOHVRSUHYLVLEOHV
356
EL MERCADO COMO INSTITUCIÓN DE LA SOCIEDAD CIVIL
357
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
alguna para preferir un montón de paja al otro, ya que son idénticos; pero
GHVGHOXHJRORUDFLRQDOSDUDpOKXELHUDVLGRHOHJLUFXDOTXLHUDGHORVGRV
montones antes que morir de inanición.
$SDUWLUGHXQDVUHÀH[LRQHVDFHUFDGHOD³WHRUtDGHMXHJRV´\XQDYHU
sión peculiar del “dilema del prisionero”, Sen llega a la conclusión de que
ODE~VTXHGDGHODSURSLDYHQWDMDHQXQDFRPXQLGDGGHSHUVRQDVFRQREMH
WLYRVGLYHUVRVSXHGHOOHYDUDTXHFDGDPLHPEURDO¿QDODOFDQFHXQJUDGR
GHUHDOL]DFLyQPHQRUDOTXHKXELHVHDOFDQ]DGRVLVHKXELHUDFRPSRUWDGR
del modo contrario.
&RQHOUHQDFHUGHODLQVWLWXFLyQPHUFDQWLOYDULRVDXWRUHVKDQDFRPHWLGR
una revaloración crítica de los modelos de racionalidad económica de corte
neoclásica en uso. Instan por el abandono de la mera consistencia interna
de las elecciones como criterio principal de la racionalidad, así como del
supuesto de un egoísmo más o menos ilustrado que conduciría, inefable
PHQWHDOELHQGHODFROHFWLYLGDG(QHOIRQGRKD\XQDUHYDORUDFLyQGHOD
libertad del agente económico, que le permite cuestionar qué es realmente
lo que quiere y cómo pretende lograrlo. Las respuestas a ambas preguntas
–a decir verdad– nunca se formulan en aislamiento y desinteresadamente,
sino siempre teniendo en cuenta la ineludible dimensión social del agente y
GHVXVGHFLVLRQHV<SDUDHOORVLUYHIXQGDPHQWDOPHQWHHOPHUFDGR
BIBLIOGRAFÍA
358
EL PAPEL DE LA SOCIEDAD CIVIL EN LA REVISIÓN
DE LOS P5(6838(6726-85Ë',&26/,%(5$/(6
Caridad VELARDE
359
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
1. 6HKDFHDTXtUHIHUHQFLDDXQDQRFLyQGHOLEHUDOLVPRTXHVHDGHFXDUtDDODVWHVLVGH+XPH
cuyo estado de sociedad se asienta sobre la división del trabajo (con lo que el origen de la sociedad
WHQGUtDTXHYHUGHPRGRIXQGDPHQWDOFRQODHILFDFLDIUHQWHDXQDWHVLVGHFRUWHKREEHVLDQRTXH
relaciona el origen de la sociedad con la necesidad de la tolerancia y de la convivencia pacíficas.
2. Según GARDBAUM³/DZ3ROLWLFVDQGWKH&ODLPVRI&RPPXQLW\´Michigan Law Review,
ORVDXWRUHVTXHGHVGHGLIHUHQWHVSXQWRVGHYLVWDUHDOL]DQXQDFUtWLFDDOOLEHUDOLVPR
filosófico abstracto y universalista representado fundamentalmente por el Rawls de Una Teoría de
la Justicia, se pueden dividir en tres grandes grupos, según sea el carácter de sus propuestas. Un
primer grupo sería el de los que discuten la relación ontológica entre el individuo y su comunidad;
no necesariamente son contrarios a las propuestas generales del liberalismo y entre ellos se encon
WUDUtDQDXWRUHVFRPR&7D\ORU\-5D](OVHJXQGRVHUtDHOGHORVTXHKDEODQDFHUFDGHFXiOHVHO
ámbito de discusión de los valores morales y políticos; afecta a la discusión entre racionalismo y las
GLVWLQWDVIRUPDVGHHVFHSWLFLVPR\UHODWLYLVPRDTXtHQFRQWUDUtDPRVD5RUW\:DO]HU\+DEHUPDV
3RU~OWLPRHLGHQWLILFiQGRVHFRQHOUHSXEOLFDQLVPRDOTXH\DVHKL]RUHIHUHQFLDDQWHULRUPHQWHHV
taría el de aquellos que realizan una crítica premoderna al conjunto del liberalismo desde la premisa
GHTXHKD\YDORUHVREMHWLYRVTXHFRQVWLWX\HQHOELHQFRP~Q\TXHGHEHQVHUSHUVHJXLGRVSRUORV
LQGLYLGXRVTXHFRPSRQHQODFRPXQLGDGHQWUHHVWRVDXWRUHVHVWDUtDQ0DF,QW\UH\+$UHQGW
360
LA SOCIEDAD CIVIL EN LA REVISIÓN DE PRESUPUESTOS JURÍDICOS LIBERALES
(QSULPHUOXJDUHVWDUtDQODVTXHKDFHQUHIHUHQFLDDODFXHVWLyQHFRQy
PLFDFHQWUDOVLHPSUHHQHOIHQyPHQROLEHUDODXQTXHDGTXLHUDIRUPDVGLIH
UHQWHV(YLGHQWHPHQWHHOWySLFRTXHLGHQWL¿FDLQGLYLGXDOLVPRFRQHJRtVPR
no es real en todos los liberalismos, pero también es cierto que el intento de
fundamentación moral del individualismo en una presunta neutralidad, no
consituye apoyo para una exigencia de solidaridad que es precisamente la
propuesta actual tanto en el ámbito interno como en el internacional3.
No menos importante es la cuestión política en cuyo contexto se pone
GH PDQL¿HVWR OD QHFHVLGDG GH FRQVLGHUDU DO LQGLYLGXR FRPR FLXGDGDQR
(VWRDGPLWHDOPHQRVGRVSXQWRVGHYLVWDGLIHUHQWHVDXQTXHQRFRQWUDGLF
WRULRVDTXpOTXHSRQHHODFHQWRHQODSDUWLFLSDFLyQFLXGDGDQDHQODWRPDGH
decisiones y el que se centra en la necesidad de la virtud individual para la
EXHQDPDUFKDGHODVRFLHGDG
3RU~OWLPRHVWiHOWHUUHQRGHORVYDORUHVPRUDOHVHVWULFWDPHQWHFRQVL
GHUDGRVHVWRHVGHVSUHQGLGRVGHVLJQL¿FDFLyQHFRQyPLFDRSROtWLFD$TXt
radica el punto de unión de las críticas más recientes al sistema liberal. Se
WUDWDGHSURSXHVWDVTXHSRQHQGHPDQL¿HVWRGXGDVIUHQWHDOUD]RQDEOHXQL
YHUVRUDFLRQDOLVWD(VWDFXHVWLyQHVDERUGDGDGHVGHSXQWRVGHYLVWDGLYHUVt
simos, que van del escepticismo, a formas de realismo que, precisamente
por serlo, no pueden estar conformes con un universalismo abstracto.
(Q WRGRV HVWRV WHPDV OD QRFLyQ GH 6RFLHGDG &LYLO WLHQH LQGXGDEOH
PHQWHPXFKRTXHDSRUWDU1RREVWDQWHODGLVFXVLyQVHWRUQDSUREOHPiWLFD
SRUTXHHOWHUUHQRVREUHHOTXHVHDVLHQWDQRHVWiGH¿QLGRORTXHRVFXUHFH
una polémica ya de por sí reñida. No existe un acuerdo previo acerca de lo
que sea la Sociedad Civil, a pesar de la frecuencia con que el término se
utiliza en los últimos tiempos. Es de prever, sin embargo, que la intuición a
ODTXHREHGHFHKD\DGHUHVXOWDUIUXFWtIHUDHQHOLQWHQWRGHSUHVHQWDUIUHQWH
a la posición dominante, una propuesta alternativa que sume a su viabilidad
una recuperación de valores con frecuencia olvidados.
Los autores que tratan de la Sociedad Civil desde un punto de vista
KLVWyULFRKDELWXDOPHQWHHVWDEOHFHQXQDUHODFLyQHQWUHODUHYLWDOL]DFLyQGH
ese concepto de origen ilustrado y la caída de los regímenes comunistas
con la consiguiente pérdida de poder por parte de la organización estatal4.
361
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
5. (VWDQRFLyQHVWiWRPDGDGHODGHILQLFLyQTXHSUHVHQWD*HOOQHUVHJ~QODFXDO³6RFLHGDGFLYLO
HVHOFRQMXQWRGHGLYHUVDVLQVWLWXFLRQHVQRJXEHUQDPHQWDOHVTXHWLHQHIXHU]DVXILFLHQWHSDUDKDFHU
equilibrar el Estado y aunque no tratan de evitar que éste cumpla su papel de guardián de la paz y
árbitro entre intereses superiores, pueden sin embargo evitar que domine y atomice el resto de la so
ciedad”. Gellner presenta esta definición como demasiado simple y la somete a crítica en su artículo
E. GELLNER³7KHLPSRUWDQFHRI%HLQJ0RGXODU´HQCivil Society,..., 32. Sin embargo, a los efectos
que aquí se persiguen resulta de utilidad.
6. Sobre este punto cfr. C. ORWIN³µ&RPXQLGDG¶¢XQDQWtGRWRDODDOLHQDFLyQ"´HQPersona y
Derecho
7. En terminología política norteamericana. La revitalización de este concepto en el mundo
FLHQWtILFRWLHQHPXFKRTXHDJUDGHFHUDREUDVGHFRQWHQLGRKLVWyULFRHQWUHODVTXHFDEUtDGHVWDFDU
-*$3OCOCK, The Machiavellian Moment, 1969 y quizá T. PANGLE, The Ennobling of Democracy,
Baltimore, London 1992.
362
LA SOCIEDAD CIVIL EN LA REVISIÓN DE PRESUPUESTOS JURÍDICOS LIBERALES
PXQLGDGLPSOLFDSRUHOFRQWUDULRVLWXDUVHHQODV¿ODVSURJUHVLVWDVVHJ~Q
la terminología al uso. Sin embargo, tampoco esta distinción es universal
mente aceptada y entre los comunitaristas se encuentran sustentadores de
posturas conservadoras, en tanto que, por parte de algunos propugnadores
GHOD6RFLHGDG&LYLOVHKDFRQYHUWLGRHQWDUHDSULRULWDULDHOGLVWLQJXLUVHGH
las tesis republicanas8. Lo cierto es que ambas ideas constituyen dos polos
opuestos, y el que tanto unos como otros apelen a los valores comunes es
XQRGHORVPRWLYRVGHFRQIXVLyQ\XQDGHODVUD]RQHVGHTXHVHKD\DLQWHQ
WDGRHQRFDVLRQHVFDWDORJDUGHQWURGHOPLVPRUyWXORGHµFRPXQLWDULVWDV¶D
autores con planteamientos radicalmente diferentes9. El elemento común es
TXHDPEDVSRVWXUDVKDFHQSDWHQWHHOUHGXFFLRQLVPRTXHVXSRQHFRQVWUXLU
un sistema social, político y económico tomando como base un individuo
GHVFRQWH[WXDOL]DGR\DKLVWyULFRSURGXFWRGHXQDVHULHGHHOXFXEUDFLRQHV
racionalistas y, en consecuencia, inexistente. La diferencia en trazos muy
gruesos, entre unos y otros radica en que, frente al relativismo de los se
gundos, la primera postura propone una idea de bien común como la tarea
TXHWRGRVORVPLHPEURVGHXQDFRPXQLGDGKDQGHSHUVHJXLUHVWDEOHFLHQGR
así una forma de universalidad que afecta a todas las comunidades. Univer
salidad que no debe confundirse con el universalismo que es resultado del
UDFLRQDOLVPR\TXHPiVELHQVHFRUUHVSRQGHFRQODSRVWXUDOLEHUDOKDVWDHO
momento mayoritaria.
(QWUHORVHVIXHU]RVPiVQRWDEOHVHQRUGHQDFODUL¿FDUODQRFLyQGH6R
FLHGDG&LYLOHVSUHFLVRGHVWDFDUHOGH0LFKDHO:DO]HUTXLHQWUDWDGHVDOLU
DOSDVRGHODVLQVX¿FLHQFLDVTXHSUHVHQWDQGLIHUHQWHVWLSRVGHSURSXHVWDV
Toma como punto de partida en primer lugar aquellas que, desde un pun
to de vista eminentemente político, ponen el acento en la necesidad de la
participación de los ciudadanos en la vida política para la génesis de una
comunidad. En segundo término, analiza los planteamientos cercanos al
FDSLWDOLVWDTXHGH¿HQGHQODQHFHVLGDGGHXQDHVIHUDGHDFWXDFLyQS~EOLFD
diferente de la estatal en la que los individuos puedan elegir entre el máxi
mo número de posibilidades; en este caso el plano de la Sociedad Civil
VHUtDHOPHUFDGRSHURODDSHODFLyQDVHPHMDQWHPDUFRGHDFWXDFLyQKDFH
imposible, dice Walzer, la solidaridad. Por otra parte, el intento nacionalista
GHORJUDUXQDFRKHVLyQVRFLDODUWL¿FLDOWDPSRFRUHVSRQGHDVXVH[SHFWDWLYDV
363
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
10. Cfr. M. WALZER, The Concept of Civil Society. Towards a Global Civil Society , Oxford,
SS
11. Cfr. R. RORTY, Objectivity, Relativism and Truth, Cambridge, 1991, pp. 21 y ss.
12. Cfr. Ibidem, 16.
364
LA SOCIEDAD CIVIL EN LA REVISIÓN DE PRESUPUESTOS JURÍDICOS LIBERALES
365
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
VXSURSLRLQWHUpV$KRUDELHQHVWDSULPHUDSROpPLFDVHSODQWHDGHQWURGHO
contexto estatal y sobre la base de la legalidad positiva, siendo el problema
central si los ordenamientos jurídicos deben o no recoger esos presuntos
SDUiPHWURVGHMXVWLFLD/DDUJXPHQWDFLyQHQFRQWUDVHIXQGDHQTXHKDFHUOR
así constituiría un atentado contra la libertad de los individuos, además de
VXSRQHUXQDUpPRUDSDUDODH¿FDFLDGHOPDUFRGHOPHUFDGRTXHHVORTXH
HQ GH¿QLWLYD FRQVWLWX\H OD VRFLHGDG 6H WUDWD GH XQD SROpPLFD LQWHUQD DO
mismo liberalismo, que responde a la existencia de dos tradiciones diferen
tes y cuyo motivo de divergencia es de orden económico. La distancia que
separa a Rawls15GH1R]LFN16HVPiVLGHROyJLFDTXH¿ORVy¿FD3DUDDPERV
el origen de la sociedad es contractualista y lo que varía es el contenido de
las obligaciones de la organización política con respecto a cada uno de sus
ciudadanos.
En cambio, la noción de Sociedad Civil lleva la discusión a otro terre
no porque, si bien pone sobre el tapete una exigencia de solidaridad, parte
de la base de que no es el Estado el encargado de perseguirla, o al menos su
responsabilidad es compartida, o mejor aun, subsidiaria. Se trata, en conse
FXHQFLDGHXQDFUtWLFDTXHDIHFWDWDQWRDOOLEHUWDULVPRGH+D\HN\1R]LFN
como a las posturas más tendentes a la izquierda pero, en cualquier caso
LQGLYLGXDOLVWDVGH5DZOV\'ZRUNLQ17, puesto que ambos sectores compar
ten una misma idea de lo social como entramado de relaciones dentro del
cual los individuos realizan sus elecciones, sosteniendo ambos una misma
naturaleza económica. La prueba es que tanto para unos como para otros la
libertad entendida como posibilidad de elección es inviolable pero para los
individualistas de izquierdas sólo es matizable por motivos económicos o
FXDQWL¿FDEOHVHFRQyPLFDPHQWH
Los que critican el individualismo liberal denominándolo atomismo18
DGXFHQTXHHOKRPEUHDQWHVTXHLQGLYLGXRHVFLXGDGDQR\PLHPEURGHXQD
comunidad social. Pensar que lo único que une a los individuos entre sí es
HOP~WXRDFXHUGRTXHSHUPLWHTXHFDGDXQRSXHGDSHUVHJXLUORTXHFRQVL
dera que es bueno, es una forma de reduccionismo. Esa perspectiva ignora
la primacía de un bien social en cuanto que algo diferente de la suma de
ORVLQWHUHVHVGHORVLQGLYLGXRV\TXHQRHVGHWHUPLQDEOHSRUFULWHULRVFXDQ
366
LA SOCIEDAD CIVIL EN LA REVISIÓN DE PRESUPUESTOS JURÍDICOS LIBERALES
WLWDWLYRV 7UDVODGDGR DO OHQJXDMH GH ORV GHUHFKRV HO TXH HVWRV GHEDQ VHU
UHVSHWDGRVQRREHGHFHVRODPHQWHDXQPRWLYRGHFRQYHQLHQFLDTXHDFRQ
VHMDKDFHUORDVtSDUDSURWHJHUHOHQWUDPDGRVRFLDOHVGHFLUQRHVPLSURSLR
LQWHUpVORTXHHVWR\SURWHJLHQGRDOUHVSHWDUHOGHUHFKRGHORWURVLQRTXHOR
que está en juego es el bien común19. En este punto, que enlaza ya con el
segundo grupo de cuestiones, se ve clara la diferencia entre una Sociedad
&LYLOTXHVHIXQGDHQODFRKHVLyQVRFLDO\XQFRPXQLWDULVPRGHVXQL¿FD
dor20. El problema que presenta la alusión a la Comunidad es que puede ser
contraria a la idea de solidaridad, muy especialmente en el marco interna
cional, al atomizar y multiplicar los problemas en lugar de solucionarlos.
(OSHOLJURWRWDOLWDULRGHKDFHUSULPDUORVRFLDOHVELHQFRQRFLGRSHURSXHGH
ser conjurado a través de mecanismos pluralistas de respeto y tolerancia
mútuos21.
367
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
razonamiento. Para la versión más extrema, y por tanto más crítica con el
liberalismo, entre las implicaciones de una consideración tal de la ciudada
nía destaca la de que un buen Estado lo es dependiendo de la virtud de sus
ciudadanos por lo cual la conducta moral de éstos deja de ser una cuestión
SULYDGDSDUDFRQVWLWXLUXQLQWHUpVVRFLDO$KRUDELHQHQWUHHVWDWHVLV\OD
opuesta de que la conducta individual no afecta a nadie más que a quien
la realiza salvo que con ella se produzca un daño a otros, cabe una amplia
gradación23.
El debate acerca de la primacía de los individuos sobre la comuni
dad o viceversa afecta también a la función de la autoridad. Una visión
individualista considera que debe limitarse a poner orden facilitando y
secundando la libre actuación de los individuos (lo que, en terminología
consagrada por Rawls, se traduce en que el Estado no debe perseguir el
bien sino lo legítimo24). Según el tipo de mentalidad liberal de que se trate
GHEHUiDGHPiVKDFHUVHFDUJRGHOELHQHVWDUHFRQyPLFRGHORVPLHPEURVGH
la sociedad, al menos de los más desfavorecidos. La autoridad debe limi
WDUVHDXQSDSHOQHJDWLYRQHXWUDOQRLQWHU¿ULHQGRHQORV¿QHVLQGLYLGXDOHV
VLQRSRVLELOLWiQGRORVHVWDEOHFLHQGRSDUDHOORXQPDUFRGHDFWXDFLyQ$KRUD
ELHQODSUHVXQWDQHXWUDOLGDGGHO(VWDGRKDVLGRHOSULPHUREMHWLYRGHODV
FUtWLFDVTXHHQORV~OWLPRVWLHPSRVKDUHFLELGRHOOLEHUDOLVPR/DQHXWUD
lidad estatal, se dice, no pasa de ser un espejismo, un imposible. En primer
lugar porque la autoridad no puede actuar simplemente como árbitro no
interesado que aplica unas normas previas sino que es quien determina el
FRQWHQLGRGHHVDVQRUPDV\ODIRUPDGHVXDSOLFDFLyQIDYRUHFLHQGRQHFH
sariamente unas conductas en lugar de otras. Pero además, pretender una
QHXWUDOLGDGHVWDWDOVLJQL¿FDHQVtPLVPRXQDWRPDGHSRVWXUDXQDIRUPDGH
HQWHQGHUODVRFLHGDGTXHSDUDGyMLFDPHQWHWLHQHWDQWDFDSDFLGDGGHFRQ¿
guración social como cualquier otra25.
(QOD]DQGRFRQORGLFKRHQORTXHDFXHVWLRQHVHFRQyPLFDVVHUH¿HUH
ODPRUDOGHOOLEHUDOLVPRHVUHGXFWLYD\ORHVSRUTXHSURSRQHFRPRSULQ
23. Podría incluirse en ella a autores por otra parte muy diferentes que pueden ir desde
%HQMDPLQ%DUEHU\3RFRFNKDVWD+DQQDK$UHQGW5RQDOG%HLQHU\&KDUOHV7D\ORU
24. Es preciso reconocer la perplejidad a la que conduce esta terminología anglosajona al lector
continental puesto que la expresión literalmente es que el Estado no debe perseguir el “good” (bien)
GHORVLQGLYLGXRVVLQRHO³ULJKW´TXHFRPRHVELHQVDELGRVHWUDGXFHWDQWRSRUFRUUHFWRFRPRSRU
GHUHFKR(QFXDOTXLHUFDVRODUHIHUHQFLDLQGLFDFODUDPHQWHTXHQRHVPLVLyQGHODDXWRULGDGLQPLV
FXLUVHHQORTXHORVLQGLYLGXRVGHEDQFRQVLGHUDUFRPREXHQRVLQRHQFDUJDUVHGHKDFHUSRVLEOHHVD
elección estableciendo un marco de actuación adecuado.
25. 3DUDXQDYLVLyQHVFODUHFHGRUDGHHVWHKHFKRFIU/$RECHEDERRA, “Revolución, tecnocracia
y demagogia”, Persona y Derecho
368
LA SOCIEDAD CIVIL EN LA REVISIÓN DE PRESUPUESTOS JURÍDICOS LIBERALES
FLSLRUHFWRUXQDQRFLyQGHOLEHUWDGLGHQWL¿FDGDFRQSRVLELOLGDGGHHOHFFLyQ
6LQHPEDUJRKDEODUGHXQDPRUDOLQGLYLGXDOQRVyORHVXQDUHGXFFLyQVLQR
además una contradicción en los términos, ya que si las normas morales no
pueden ser consecuencia de una elección individual, no será esa elección la
que garantice la probidad moral de una conducta, aunque paradójicamente,
SDUDTXHXQDDFWXDFLyQKXPDQDVHDPRUDOKD\DGHVHUOLEUHPHQWHUHDOL]DGD
La Moral debe necesariamente tener algo que ver con una práctica social,
máxime si se entiende que constituye un descubrimiento que se da en un
FRQWH[WRKLVWyULFR\ORFDOGHWHUPLQDGR(VWDWHVLVHVWiSUHVHQWHHQHOSOXUD
lismo tal y como es entendido por Raz26.
En consecuencia, el principio rector de las relaciones sociales, no pue
de ser la libertad entendida como posibilidad de elección. El motivo por el
TXHODOLEHUWDGKDGHVHUUHVSHWDGDHVTXHVLQHOODODPLVPDPRUDOLGDGHV
imposible. Pero en cambio, la realización voluntaria de una conducta no
determina que se esté siguiendo una pauta moral, ni que la actuación sea
HQVtPLVPDPRUDO/DWUDVFHQGHQFLDGHHVWDFXHVWLyQVHKDFHSDWHQWHHQOD
GLVFXVLyQGHODVUHODFLRQHVHQWUH'HUHFKR\0RUDO6LODVHSDUDFLyQUDGLFDO
GHO 'HUHFKR FRQ UHVSHFWR D OD PRUDOLGDG HV XQ HVSHMLVPR OD 0RUDO D OD
TXHHO'HUHFKRGHEHUHIHULUVHQRSXHGHUHGXFLUVHDOUHVSHWRDODOLEHUWDG
individual, por otra parte necesario. Esto tiene interés en el debate en que
VHKDQHQIUHQWDGRVHJ~QUHFRJH:DOGURQOLEHUDOHV\FRPXQLWDULVWDV27. El
SUREOHPDDOTXHpOKDFHDOXVLyQHVHOGHODVUHODFLRQHVKRPRVH[XDOHVDXQ
TXHSRGUtDVHUFXDOTXLHUDGHORVTXHKDELWXDOPHQWHVXSRQHQXQDFRQIURQWD
ción entre ambos grupos (pornografía, eutanasia,...). Ante su legitimación
y suponiendo una sociedad que repruebe este tipo de conductas, la postura
OLEHUDOHVTXHKD\XQGHUHFKRSUHYLRDODYROXQWDGGHODPD\RUtDTXHHVHO
de utilizar la libertad como mejor parezca al individuo, siempre y cuando
QRVHKDJDGDxRDQDGLH(OFULWHULRFRPXQLWDULVWDSRUHOFRQWUDULRVHUiTXH
KD\TXHDWHQGHUDORTXHVREUHHVWDVFXHVWLRQHVRSLQHODFRPXQLGDG<WDO
criterio se legitima sobre la base de que ese tipo de conductas afectan a
todos (aunque a primera vista pueda parecer lo contrario) por lo mismo que
las pautas que las rigen tienen un componente social.
(QHVWHSXQWRSXHGHVHUFRQYHQLHQWHKDFHUQRWDUTXHHQHOGHEDWHOL
EHUDOLVPRFRPXQLWDULVPRVHHQIUHQWDODOyJLFDLQWHUQDGHGRVIDFHWDVTXH
WUDGLFLRQDOPHQWHFRH[LVWHQHQODPHQWDOLGDGOLEHUDOGHPRFUDFLD\OLEHUWDG
SRQLHQGRGHPDQL¿HVWRODLQFRKHUHQFLDTXHVXE\DFHDHVDFRH[LVWHQFLD6H
26. Cfr. RAZ, The Morality of Freedom, Clarendon Press (Oxford 1986). Es de interés el co
mentario al respecto de R. GEORGE, Making Men Moral, Clarendon Press, Oxford, 1993.
27. &IU-:ALDRON, cit., 168 y ss.
369
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
ría una ingenuidad pensar que la decisión en un sentido o en otro sea inocua
o indiferente para la sociedad. Independientemente del respeto a la activi
dad individual concreta, es claro que las instituciones jurídicas y sociales
afectan al desarrollo de la sociedad, al tiempo que recogen la Moral que
necesariamente tiene un componente social. Es posible ver su relación con
la Sociedad Civil en cuanto que sujeto creador de pautas morales de com
portamiento. En la cuestión acerca de si la autoridad tiene o no la misión
de perseguir el buen comportamiento ético de sus ciudadanos, ciertamente
ODH[LVWHQFLDGHXQDUHODFLyQHQWUH'HUHFKR\0RUDOQRLPSOLFDTXHODDX
toridad deba obligar a actuar moralmente, pero sí genera la necesidad de
que apoye las actuaciones correctas como tales, lo que tendrá importantes
FRQVHFXHQFLDVHQWHUUHQRVFRPRODHGXFDFLyQRHO'HUHFKRFLYLO/RVSUR
EOHPDVTXHVHSODQWHDQVHUHGXFHQHQ~OWLPRWpUPLQRDODLQVX¿FLHQFLDGH
una explicación individualista, mecanicista y presuntamente neutra de las
relaciones sociales, frente a la cual se alza con renovada fuerza la conside
ración de lo social, no como un ámbito de actuación sino como una faceta
que afecta a cada uno de los individuos y a sus relaciones. No da razón de
lo que son las relaciones sociales aludir a ellas como dotadas de contenido
puramente económico pero igualmente reduccionista sería considerarlas
VLPSOHVGHUHFKRVLQGLYLGXDOHV
370
LA SOCIEDAD CIVIL EN LA REVISIÓN DE PRESUPUESTOS JURÍDICOS LIBERALES
esta postura toma solamente parte del problema con el consiguiente riesgo
de empequeñecer la cuestión y cabe que conduzca en último término a
nuevas formas de tiranía28. Reducir la crítica a la posibilidad de una deter
PLQDFLyQGHORVGHUHFKRVHQFODYHDEVWUDFWDDODFRQYHQLHQFLDGHRWRUJDU
un valor idéntico a todo lo que adopte la forma de manifestación cultural,
no da solución a ningún problema. Su único mérito es el de poner de mani
¿HVWRODLQVX¿FLHQFLDGHXQDSUHWHQVLyQGHFRQRFLPLHQWRPRUDOGHVSHJDGD
GHODUHDOLGDG(QFDPELRSXHGHVHUPXFKRPiVSURGXFWLYDODSURSXHVWDGH
KDEODUDFHUFDGHODUD]yQSUiFWLFDFRPRDOJRQRDEVWUDFWRVLQRFRQFUHWR(O
PRWLYRGHTXHVHSRQJDHQGXGDHOXQLYHUVDOLVPRUDGLFDHQHOKHFKRGHTXH
QRWLHQHVHQWLGRWUDWDUGHHVWDEOHFHUDSULRULHOFRQWHQLGRGHORVGHUHFKRV
SXHVWRTXHGHUHFKRVHUiVLHPSUHDOJRFRQFUHWR\SRVLEOHDXQTXHHQDOJXQRV
casos su contenido venga dado por criterios inamovibles. En palabras de
5D]
³/DVHJXQGDUD]yQSRUODFXDOODPRUDOLGDGSROtWLFDHVWiDERFDGDDOKR\
\DKRUD\FDUHFHGHYDOLGH]XQLYHUVDOHVTXHQXHVWUDFDSDFLGDGGHFRQFHELU
cómo se desarrollará la sociedad es limitada. El problema no es solamente la
complejidad de las condiciones sociales que puedan prevalecer en el futuro
(...). El problema va más allá. Las situaciones sociales pueden cambiar de tal
modo que los mismos conceptos que utilizamos para comprenderlas y anali
zarlas devengan inaplicables”29.
$KRUDELHQHVWDFUtWLFDGHOUDFLRQDOLVPRHVFRPSDWLEOHFRPR\DVH
anunció en un principio, con posturas que van desde el escepticismo al rea
lismo. No es poco avance el de exigir realidades tanto en la Moral cuanto
HQHO'HUHFKRDXQTXHODGHWHUPLQDFLyQGHORVFRQWHQLGRVGHDPERVSXHGD
variar. Si se parte de una clave aristotélica de determinación de la razón
práctica no plantea especial problema, puesto que la posibilidad del com
portamiento práctico correcto, así como de la consiguiente verdad práctica
va siempre acompañada de la posibilidad de errar.
3RURWUDSDUWHQRKD\TXHROYLGDUTXHVLORMXUtGLFRWLHQHXQVHQWLGR
HPLQHQWHPHQWHSUiFWLFRHVWRKDGHDIHFWDUQHFHVDULDPHQWHDOOHQJXDMHGH
ORVGHUHFKRV\DTXHHOGLVFXUVRDFHUFDGHORVPLVPRVGHEHLUVLHPSUHDFRP
SDxDGRGHSRVLELOLGDG(OSHOLJURSULQFLSDOGHKDEODUGHXQPRGRDEVWUDFWR
GHORVGHUHFKRVHVHOGHVXSURSLDGHYDOXDFLyQ/DV'HFODUDFLRQHVWLHQHQ
28. Probablemente este sea el motivo por el que autores como Raz, añadan siempre a sus
pronunciamientos acerca del multiculturalismo, que ellos se mantienen en una posición liberal.
Cfr. RAZ, Ethics in the Public Domain, 55 y ss.
29. Ibidem, p. 156.
371
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
30. Es de interés a este respecto consultar el volúmen que recoge las 2[IRUG$PQHVW\/HFWXUHV
de 1993, AA.VV., On human Rights, S. SHUTE\6+URLEY,HGV1HZ<RUN/DUHVSXHVWD
TXHGD*HZLUWKDHVWDFXHVWLyQHVODTXHGLy6WR7RPiVHQHOVHQWLGRGHTXHVyORH[LVWHXQGHUHFKR
absoluto a la vida de los inocentes. Sin embargo, difícilmente se puede decir que se trate de un dere
FKRDEVWUDFWRHVXQGHUHFKRFRQFUHWRSHURYiOLGRXQLYHUVDOPHQWH&IU$*EWIRTH³$UH7KHUHDQ\
$EVROXWH5LJKWV"´HQTheories of Rights-:ALDRON ed., Oxford, 1984, pp. 91 y ss.
372
LA SOCIEDAD CIVIL EN LA REVISIÓN DE PRESUPUESTOS JURÍDICOS LIBERALES
7RGRORGLFKRSHUPLWHSUHVXPLUTXHODQRFLyQGH6RFLHGDG&LYLOJR
zará de especial relevancia en los próximos años, no sólo en lo que a la
¿ORVRItDSROtWLFDVHUH¿HUHVLQRWDPELpQHQHOiPELWRHVWULFWDPHQWHMXUtGLFR
&LHUWDPHQWH SRU OR DPSOLR GH VX SHU¿O QR FRQVWLWX\H HQ Vt PLVPD XQD
opción, ni en el plano teórico ni en el práctico. La importancia que se le
atribuye radica más bien en su capacidad de integrar cuestiones que van
GHVGHODVROLGDULGDGKDVWDODVSDXWDVPRUDOHVGHFRPSRUWDPLHQWRORTXHOD
constituye en elemento imprescindible para la resolución de las paradojas
del sistema liberal sin afectar a sus logros.
BIBLIOGRAFÍA
AAVV, On human Rights 6 6KXWH \ 6 +XUOH\ HGV 2[IRUG$PQHVW\ /HFWXUHV
%DVLF%RRNV1HZ<RUN
ARECHEDERRA/³5HYROXFLyQWHFQRFUDFLD\GHPDJRJLD´ Persona y Derecho,
BAYEFSKY,$)³&XOWXUDO6RYHUHLJQW\5HODWLYLVPDQG,QWHUQDWLRQDO+XPDQ5LJ
KWV1HZ([FXVHVIRU2OG6WUDWHJLHV´HQRatio IurisYROQ
59.
BEINER5Theorizing Citizenship6WDWH8QLYHUVLW\RI1HZ<RUN3UHVV$OEDQ\
1995).
— What’s the Matter with Liberalism?8QLYHUVLW\RI&DOLIRUQLD3UHVV%HUNH
ley 1992).
BERLIN,³7ZR&RQFHSWVRI/LEHUW\´HQFour Essays on Liberty, Oxford Uni
YHUVLW\3UHVV1HZ<RUN
COHEN-/aARATO$Civil Society and Political Theory7KH0,73UHVV&DP
EULGJH0DVVDFKXVHWWV\/RQGRQ
DWORKIN,5Law’s Empire,%HONQDS3UHVV&DPEULGJH0DVV
GARDBAUM6$³/DZ3ROLWLFVDQGWKH&ODLPVRI&RPPXQLW\´Michigan Law
Review
GEORGE5Making Men Moral, Clarendon Press (Oxford 1993).
GEWIRTH$³$UH7KHUHDQ\$EVROXWH5LJKWV"´HQTheories of Rights-:DO
GURQHG2[IRUG
HALL -$ ³,Q 6HDUFK RI &LYLO 6RFLHW\´ LQ Civil Society. Theory, History and
ComparisonHG-$+DOO3ROLW\3UHVV&DPEULGJH
LLANO$La nueva sensibilidad , Espasa Calpe (Madrid 1988).
NOZICK5Anarchy, State and Utopia,%ODFNZHOO2[IRUG
ORWIN&³µ&RPXQLGDG¶¢XQDQWtGRWRDODDOLHQDFLyQ"´HQPersona y Derecho,
373
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
374
/$)81'$0(17$&,Ï1'(/'(5(&+2(1(/6(12
DE LA REFLEXIÓN SOBRE LA SOCIEDAD CIVIL
Consuelo MARTÍNEZ6ICLUNA
(O'HUHFKRSRUODPLVPDFRPSRVLFLyQGHODVRFLHGDGFLYLOFRQVWLWX\H
el núcleo fundamental a través del cual los lazos que la anudan tienen el
SURSyVLWRWDQWRGHHVWDEOHFHUXQPDUFRGHVHJXULGDGFRPRGH-XVWLFLD3RU
ORWDQWRLQWHUURJDUVHDFHUFDGHO'HUHFKRHVXQDFXHVWLyQHVHQFLDOTXHVH
vincula a la razón de ser de la sociedad civil, pero es también una cues
tión de la que se desprenden, como un corolario, toda una serie de puntos
anejos, entre los cuales, en última instancia, se encuentra también el de las
UHODFLRQHVVLHPSUHSROpPLFDVHQWUH(VWDGR\'HUHFKR\ODSUHWHQGLGDGL
VROXFLyQGHODVRFLHGDGFLYLOHQHO(VWDGRIHQyPHQRTXHKDFDUDFWHUL]DGR
ODKLVWRULDGH(XURSD1$KRUDVLQHPEDUJRQRVHQFRQWUDUtDPRVHQRWURPR
1. Sobre este aspecto nos parece interesante tomar en consideración una reflexión de Dalmacio
1HJURDSURSyVLWRGHOILQGHODKLVWRULDSURSXJQDGRSRU)XNX\DPD'HVHUFLHUWRHVHILQGHODKLVWR
ULDWDPSRFRVHUtDHOILQGHODKLVWRULDHXURSHDVLQR³HOILQGHODKLVWRULDGHXQDpSRFDYLQFXODGDD
VXILJXUDSROtWLFDHO(VWDGR/DILORVRItDGHODKLVWRULDKHJHOLDQDDODTXHVHUHPLWHH[SOtFLWDPHQWH
)XNX\DPDTXHSODQWHyODDSRUtDYHODKLVWRULDHXURSHDTXHSDUD+HJHOHUDFLHUWDPHQWHXQLYHUVDO
FRPRSURJUHVLyQGHODLGHDGHO(VWDGRFRQFHELGRRQWROyJLFDPHQWHFRPRFRVDHQVtIRUPDSROtWLFD
de lo Absoluto capaz de reconciliar todas las oposiciones. De modo que, con independencia del
discutible triunfo de la democracia liberal, el anunciado fin de la historia puede ser más bien de
la historia de Europa como historia del Estado. Desontologizada la estatalidad por la ideología, al
quedarse reducida a manifestación suprema del espíritu neutral y objetivador de la técnica, y, por
FRQVLJXLHQWHUDGLFDOPHQWHGHVSROLWL]DGDKDTXHGDGRDOGHVFXELHUWRVXQDWXUDOH]DGHSXURLQVWUX
mento al servicio del poder”. D. NEGRO PAVÓN, La tradición liberal y el Estado, Discurso leído el
día 8 de mayo de 1995 en el acto de su recepción como académico de número, Real Academia de
Ciencias Morales y Políticas, Madrid, 1995, pp. 14 y 15.
375
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
PHQWRGLVWLQWRDTXpOHQHOFXDOVHLQYRFDQORVGHUHFKRVGHODVRFLHGDGFL
YLO\ODKHJHPRQtDGHpVWDUHVSHFWRGHO(VWDGRSUHFLVDPHQWHSRUODFULVLV
de tal modelo de organización, buscando un retorno a la forma originaria
de vivir socialmente. Pero, de alguna manera, en el camino a la inversa,
tratando de volver al origen se sigue partiendo de la existencia del Estado
como el germen, si no fundador de la sociedad civil, por lo menos garantía
GHVXH[LVWHQFLDGRQGHODGHVDSDULFLyQGHO(VWDGRHQHOPRGRTXHKDVWD
DKRUDHUDFRQFHELGRHVORTXHQRVGHYXHOYHODLPSRUWDQFLDGHODVRFLHGDG
FLYLO4XHGDRWUDFXHVWLyQ\HVVLODVRFLHGDGFLYLOGHODTXHVHKDEODQRHV
OD³GLVRFLHGDG´VREUHODTXHDOJXQRVDXWRUHVFRPR0DUFHOGH&RUWHKDQ
advertido.
/DKLSyWHVLVTXHVHWRPDHQFRQVLGHUDFLyQHVHQWRGRFDVRDXQHQHVH
retorno pretendido a la sociedad civil, la de encontrar un camino de salida
ante la crisis del Estado. Nos movemos todavía, sin quererlo, en una de las
formas de concebir las relaciones entre sociedad civil y Estado, que no es
desde luego la de un régimen orgánico natural que se consolida en la bús
TXHGDGHOELHQFRP~QVLQRODGHXQDVLWXDFLyQHQODTXHQRKDELHQGRHVD
HVWUXFWXUDQDWXUDODOKRPEUHTXHHVHOYLYLUVRFLDOVHUiHO(VWDGRHOTXHGp
OXJDUDOQDFLPLHQWRGHODVRFLHGDG\GHODVUHJODVSRUODVTXHpVWDVHULJH
fuera del Estado no existe más que el desorden y el caos, fuera del Estado
no existe la libertad. Sobre esta base se forja el Estado moderno, nacido
de sucesivas quiebras en el orden político y religioso, aglutinador de la
sociedad civil y anulador de cualquier otra manera de pensar las relaciones
VRFLDOHV$VtDSDUHFHHQ+REEHV2, del que arranca una línea de interpreta
2. 6HxDOD+REEHVHQVXREUDHPEOHPiWLFDTXH³HVFLHUWRTXHIXHUDGHODVRFLHGDGFLYLOFDGDXQR
JR]DGHXQDOLEHUWDGFRPSOHWDSHURLQIUXFWXRVDSRUTXHFRPRWLHQHHOSRGHUGHKDFHUFXDQWREXHQD
PHQWHTXLHUHGHMDWDPELpQDORVGHPiVHOSRGHUGHKDFHUTXHpOPLVPRSDGH]FDFXDQWROHVSDUHFH3HUR
en el gobierno de un Estado bien establecido, cada particular no se reserva más libertad que aquella que
precisa para vivir cómodamente y en plena tranquilidad, ya que no quita a los demás más que aquello
TXHOHVKDFHWHPLEOHV$VtSXHVIXHUDGHODVRFLHGDGFDGDXQRWLHQHGHUHFKRVREUHWRGDVODVFRVDV
DXQTXHQRSXHGHJR]DUGHQLQJXQDSHURHQODUHS~EOLFDFDGDXQRJR]DWUDQTXLODPHQWHGHVXGHUHFKR
SDUWLFXODU)XHUDGHODVRFLHGDGFLYLOQRKD\PiVTXHXQFRQWLQXRODWURFLQLR\PXHUWHGHXQRSRUHO
RWUR)XHUDGHO(VWDGRORVKRPEUHVQRWHQHPRVPiVTXHQXHVWUDVSURSLDVIXHU]DVSDUDSURWHJHUQRV
SHURHQHO(VWDGRWHQHPRVHOVRFRUURGHQXHVWURVFRQFLXGDGDQRV)XHUDGHO(VWDGRHOKRPEUHQRHVWi
seguro del fruto de su trabajo; pero en un Estado todos le protegen. Por último, fuera de la sociedad
civil reinan las pasiones, la guerra, la pobreza, el miedo, la soledad, la miseria, la barbarie, la ignoran
cia y la crueldad. Pero en el orden del Estado la razón, la paz, la seguridad, las riquezas, la decencia,
ODHOHJDQFLDODVFLHQFLDV \ OD WUDQTXLOLGDG UHLQDQ SRU GRTXLHU´7 +OBBES, Del ciudadano, en Del
ciudadano y LeviatánFDS;+HPRVFRQVXOWDGRODHGLFLyQGH7HFQRVFRQSUyORJR\DQWRORJtDGH(
TIERNO GALVÁN0DGULGHGHGSS
Se trata de renunciar a la libertad política, por parte de los contratantes, en favor del Estado con
la intención de garantizar las otras libertades. Pero esto conlleva la sacralización del Estado, fuente
de la libertad y del orden. Como si fuese el Estado, “el presupuesto indispensable de la libertad en
376
EL DERECHO EN EL SENO DE LA REFLEXIÓN SOBRE LA SOCIEDAD CIVIL
FLyQHQODFXDOHO(VWDGRHVODUHDOLGDGSULPHUDGHGRQGHVXUJHHO'HUHFKR
OD-XVWLFLD\HORUGHQ(O(VWDGRFRQVWLWX\HHOSDVRLQLFLDOHQODFUHDFLyQGH
ODVRFLHGDGFLYLOSRUTXHHQVHQWLGRHVWULFWRQRSXHGHKDEODUVHGHODPLVPD
FRQDQWHULRULGDGODVRFLHGDGFLYLOVHHQPDUFDHQORVHVWUHFKRVPiUJHQHVGH
la estatalidad, porque sus propios condicionamientos exigen la supresión
de cualquier requisito opuesto al resultado del contrato3. Por ello, plantear
una vuelta a la sociedad civil, ante los males del Estado, supone también
cuestionar la forma moderna de concebir la sociedad civil y el origen del
Estado, exige revisar la concepción en la que nos movemos, replantear
FXiOHUDODIRUPDKDELWXDOGHUHODFLRQDUVHPHGLDQWHORVFXHUSRVLQWHUPHGLRV
DKRJDGRVDQWHODIXHU]DGHO(VWDGR\TXHFRQVWLWXtDQODIRUPDLQLFLDOPHQWH
estructurada en que el individuo desarrollaba sus relaciones con los otros.
'HDKtTXHLQWHUURJDUVHDFHUFDGHODMXVWL¿FDFLyQGHO'HUHFKRLPSOLFDXQ
último porqué sobre el sentido de la sociedad civil, un retorno a la pregunta
sobre el fundamento en el que ésta se asienta, que debe ser algo más que
el fruto de una necesidad, de un pesimismo antropológico dentro del cual
el Estado es la panacea que resuelve el problema de la seguridad del indi
viduo.
&RPR VHxDOD &RWWD OD MXVWL¿FDFLyQ GH ODV QRUPDV QR KD VLGR LQWHU
SUHWDGDQLVLTXLHUDSRUSDUWHGHORVMXULVWDVFRPRXQWHPDHVSHFt¿FDPHQWH
jurídico, sino como una cuestión de naturaleza política o ideológica y so
bre la que no es posible pronunciarse a no ser que el jurista se convierta
en “político”4, aunque cabrían otras posibles interpretaciones, pero parece
TXHWRGDVH[FHGHQGHODIXQFLyQTXHOHKDVLGRHQFRPHQGDGDIXQFLyQTXH
se limita a la mera aplicación de la norma establecida, instrumento, en de
377
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
¿QLWLYDGHO3RGHUTXHHVWiGHWUiVGHODPLVPD\TXHFRQVWLWX\HHO³KHFKR
IXQGDQWHEiVLFR´GHO'HUHFKR5.
(YLGHQWHPHQWH KD\ UD]RQHV TXH DFRQVHMDQ HOXGLU XQD KHWHURMXVWL¿
cación del ordenamiento, porque acudir a la autoridad o a la ideología no
FRQVLJXHSUREDUODREMHWLYLGDGGHOIXQGDPHQWRGHO'HUHFKR6/DRPQLSUH
VHQFLDGHO(VWDGRKDSRGLGROOHYDUDHVWHWLSRGHH[SOLFDFLRQHVHQODVTXHHO
'HUHFKRVHOOHYDDOPDUFRGHXQDGHWHUPLQDGDIRUPDGHH[SUHVDUHO3RGHU
lo cual no implica sino el exacto sentido que se atribuye, en tales repre
sentaciones, a la sociedad civil, parece que superada la fase en la cual el
(VWDGRVHHQWHQGtDFRPR³XQDVRFLHGDGGHKRPEUHVFRQVWLWXLGDVRODPHQWH
SDUD SURFXUDU SUHVHUYDU \ KDFHU DYDQ]DU VXV SURSLRV LQWHUHVHV GH tQGROH
civil”7(OSDSHOSURWDJRQLVWDDVXPLGRSRUHO(VWDGRPRGHUQRKDKHFKRTXH
aquellos intereses que debería proteger y garantizar no sean su presupuesto
fundante, sino al contrario, una mera consecuencia de su existencia, lo que
QRVOOHYDUtDOyJLFDPHQWH\FRPRKHPRVHVER]DGRDSRQHUHQWHODGHMXLFLR
ODUHODFLyQHQWUHHO'HUHFKR\HO(VWDGR\DFRQWLQXDFLyQHQWUHpVWH\OD
sociedad civil.
Se trata, por lo tanto, de buscar una nueva andadura para la sociedad
FLYLOHQODTXHQRVHVDFUL¿TXHQLODOLEHUWDGFRPRVXVWUDWRRQWROyJLFRGHO
VHU KXPDQR QL WDPSRFR OD FXDOLGDG LQWUtQVHFD DO LQGLYLGXR GH UHDOL]DU
XQDWRPDGHSRVLFLyQDQWHODUHDOLGDG6LODVRFLHGDGFLYLOTXLHUHVHUYHUGD
GHUDPHQWHXQLyQGHKRPEUHVOLEUHVXQLyQQRFUHDGDDUWL¿FLDOPHQWHWLHQH
TXH SDUWLU QHFHVDULDPHQWH GH XQD FRQFHSFLyQ GHO KRPEUH HQ OD TXH SUH
JXQWDUVHDFHUFDGHODMXVWL¿FDFLyQGHO'HUHFKRQRSXHGDHQWHQGHUVHFRPR
XQDSUHJXQWDLUUDFLRQDOVLQRMXVWDPHQWHFRPRIUXWRGHODUD]yQKXPDQD
\PHQRVD~QFRPRXQDSUHJXQWDTXHVyORHQFXHQWUDXQDVROXFLyQVDWLV
5. $VtORLQWHUSUHWD*UHJRULR3HFHV%DUEDFXDQGRVHxDODTXHHO'HUHFKR3RVLWLYRVHDSR\DHQHO
³KHFKRIXQGDQWHEiVLFR´TXH³HVHOKHFKRGHO3RGHUTXHVHFRQYLHUWHDVtHQHOIXQGDPHQWR~OWLPR
GHODYDOLGH]GHOGHUHFKR\WDPELpQHQJDUDQWL]DGRUGHVXHILFDFLD´*3ECES%ARBA, “Nota sobre
la justicia”, en el Anuario de Filosofía del Derecho1XHYDeSRFDWRPR,SSODFLWDHQ
p. 259. Más recientemente, en eWLFD3RGHU\'HUHFKR5HIOH[LRQHVDQWHHOILQGHVLJOR, Centro de
Estudios Constitucionales, Madrid, 1995, p. 95.
6. Así lo señala S. COTTA, op. cit., p. 59.
7. - /OCKE, Carta sobre la Tolerancia +HPRV FRQVXOWDGR OD HGLFLyQ GH7HFQRV D FDUJR GH
P. BRAVO GALÁN, 1.ª ed., Madrid, 1985, 1.ª reimpresión, 1988, p. 8.
'DOPDFLR1HJURKDLQWHUSUHWDGRDFHUWDGDPHQWHODVXHUWHTXHFXSRDODUHDFFLyQGH/RFNHFRQ
WUDHODEVROXWLVPRHQHOiPELWRGHOD(XURSDFRQWLQHQWDO³/D,OXVWUDFLyQHUDIDYRUDEOHDODOLEHUWDG
pero, debido al vigor de la tradición regalista, a la renovada influencia del pensamiento grecolatino y
al peso mismo de la estatalidad, la entendían al modo antiguo, es decir, dentro del Estado, conforme
DODVOH\HVHVWDWDOHVRULJHQGHODVOLEHUWDGHVQRFRPRDWULEXWRLQGLYLVLEOHGHOKRPEUHOLEUHTXHVH
manifiesta como libertad política justamente para protegerse del poder” (D. NEGRO, op. cit., p. 33).
378
EL DERECHO EN EL SENO DE LA REFLEXIÓN SOBRE LA SOCIEDAD CIVIL
8. Cotta mantiene que “la justificación no es algo que se puede libremente añadir o no a la nor
ma por motivos contingentes o de mera oportunidad, sino que resulta indispensable por tres razones
GHIRQGRDFDXVDGHODUHODFLyQWUDVFHQGHQWDOHQWUHQRUPD\WUDQVJUHVLyQSRUODSOXUDOLGDG
GHODVSRVLELOLGDGHVGHOREUDUKXPDQRSRUUD]yQGHODHVWUXFWXUDFRH[LVWHQFLDOGHOKRPEUH/D
primera razón es de orden lógico o metalógico, siendo las otras dos de orden ontológico”. S. COTTA,
op. cit.SS
379
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
GHOHVWDEOHFLPLHQWRGHXQPRGHORGHVRFLHGDGTXHVXUJHGHOKRPEUHFRPR
HQWLGDGLQGLYLGXDOGHXQKRPEUHTXHHVWiOODPDGRDODXQLyQFRQORVGHPiV
porque su misma naturaleza así lo demanda9.
'HHVWDIRUPDODVUD]RQHVTXHVHHVERFHQSDUDGHWHUPLQDUHOIXQGD
PHQWR GH YDOLGH] GHO 'HUHFKR QR SXHGHQ VHU H[SXHVWDV HQ ORV WpUPLQRV
propios de un formalismo, ya que no se trata simplemente de establecer a
TXpREHGHFHODYDOLGH]GHO'HUHFKRVLQRHO¿QGHODVRFLHGDGTXHVHYHU
WHEUDMXUtGLFDPHQWH$HVWHUHVSHFWRKD\TXHGHMDUPX\FODUDVGRVLGHDV
MXVWL¿FDUODH[LVWHQFLDGHO'HUHFKR\DWULEXLUOHXQDEDVHFRQFUHWDQRLP
pide la transgresión de la norma jurídica, pero el que ésta se produzca no
LQYDOLGDODQHFHVLGDGGHRWRUJDUDO'HUHFKRXQFDUiFWHUTXHGHEHHOXGLUHO
VLJQL¿FDGR GH OD PHUD QHFHVLGDG GH OD QRUPD MXUtGLFD 6L OD VRFLHGDG VH
RUJDQL]DMXUtGLFDPHQWHKD\TXHSUHVWDUOHDHVDRUJDQL]DFLyQMXUtGLFDXQD
causa que sea decisiva para que la unión encuentre en sí misma un principio
objetivo y universal, válido para cualquier tipo de sociedad puesto que se
está pensando en una sociedad que nace de la categoría unitaria formada
SRUHOKRPEUH10.
6LDWHQGHPRVSRUORWDQWRDHVWDLGHDLQLFLDO\DQDOL]DPRVODVGLIH
UHQWHVUD]RQHVTXHFDEHPDQHMDUSDUDHVWDEOHFHUHOIXQGDPHQWRGHO'HUHFKR
\SRUORWDQWRORTXH¿QDOPHQWHGHOLPLWDODYLGDGHODVRFLHGDGKDEUiTXH
9. 3RGUtDPRVHVJULPLUDHVWHSURSyVLWRODVLJXLHQWHDSUHFLDFLyQGH&RWWD³/RTXHPiVLQWHUHVD
QRHVHORULJHQKLVWyULFRGHODVQRUPDVVLQRHOIXQGDPHQWRGHVXREOLJDWRULHGDG´6&OTTA, op. cit.,
p. 23.
/RTXHPiVLQWHUHVDQRHVHORULJHQKLVWyULFRGHODVRFLHGDGVLQRHOSDUDTXpGHORVOD]RVTXH
XQHQDORVKRPEUHV3RGHPRVFLHUWDPHQWHFRQVLGHUDUGLVWLQWDVIRUPDVGHQDFLPLHQWRGHODVRFLHGDG
\HQWUHWRGDVHOODVDSDUHFHXQDLGHDFRPRHVODQHFHVLGDGGHOKRPEUHGHYLYLUVRFLDOPHQWHODXQLyQ
del individuo con los otros, en una búsqueda de fines comunes, de donde cabe deducir también
TXHVRQPRWLYRVFRPXQHVORVTXHKDFHQTXHHOKRPEUHVHUHODFLRQH\VHPDQWHQJDHQHOiPELWRGH
ODVRFLHGDG/RTXHLPSRUWDYHUGDGHUDPHQWHHVTXpKDFHTXHQRVHQFRQWUHPRVDQWHXQDVRFLHGDG
DQWHXQDXQLGDGTXHQRHVIUXWRGHODIXHU]DQLGHODLPSRVLFLyQFXiOHVHOIXQGDPHQWRGHODREOLJD
WRULHGDGGHODVQRUPDVTXHVHFUHDQHQHVWDVRFLHGDGTXHGHEHWHQHUVLHPSUHFRPRPRWRUGHUHIH
UHQFLDHOLQGLYLGXRODVDOYDJXDUGDGHHVWHKRPEUHTXHVHLQVHUWDHQODVRFLHGDGWUDWDQGRGHSUHVHUYDU
su cualidad de ser persona.
10. En contra de este planteamiento universal, tendríamos la opinión de Elías Díaz, para el cual
³QRHVLJXDOQLPXFKRPHQRVHOWLSRGHMXVWLILFDFLyQTXHFRUUHVSRQGH\VHSXHGHDOHJDUSRUXQRX
RWURVGHORVGLIHUHQWHVWLSRVGHRUGHQDPLHQWRVMXUtGLFRSROtWLFRV´('ÍAZ, Ética contra Política.
Los intelectuales y el poder, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1990, p. 48.
(OKDEODUGHGLIHUHQWHVFODVHVGHRUGHQDPLHQWRVMXUtGLFRSROtWLFRVFRPRPRWLYRSDUDHVWDEOHFHU
una distinta justificación de los mismos, nos da una idea de que cuando aludimos a la sociedad civil
es preciso delimitar claramente qué modelo de sociedad estamos considerando. Por otra parte, si ló
JLFDPHQWHVHDGPLWHSRUVRFLHGDGFXDOTXLHUDJUXSDFLyQDHOODKDGHFRUUHVSRQGHUWDPELpQFXDOTXLHU
FRQMXQWRGHUHJODVSHURHOTXHpVWDVKD\DQGHFRQVWLWXLUXQRUGHQMXUtGLFR\HOTXHODDJUXSDFLyQVH
configure como una sociedad es otra cosa muy distinta.
380
EL DERECHO EN EL SENO DE LA REFLEXIÓN SOBRE LA SOCIEDAD CIVIL
381
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
FLVLRQHVVLQRWDPELpQHOLQWHUpVTXHLQÀX\HHQHOGHVWLQDWDULRGHODQRUPDMX
UtGLFDXQFLHUWRKiELWRGHFRQGXFWDRFXDOTXLHURWUDFODVHGHSUHWH[WRV7RGR
ello lógicamente no dejan de ser más que principios subjetivos de los que no
HVSRVLEOHLQIHULUXQIXQGDPHQWRREMHWLYRSDUDHO'HUHFKRSHURPXFKRPH
QRVSDUDODVRFLHGDGFLYLO6HWUDWDGHFRQVLGHUDUTXHHO'HUHFKRRUJDQL]DORV
¿QHVTXHKDQGDGROXJDUDODVRFLHGDGTXHOHVGDFDELGDGHQWURGHODPLVPD
VRFLHGDG(VWDPRVKDEODQGRGH¿QHV\QRGHPHGLRV6LKHPRVGLFKRTXHOD
sociedad no puede aparecer como el resultado de una imposición, que el indi
YLGXRQRGHEHFDPLQDUKDFLDODVRFLHGDGLPSHOLGRIRU]RVDPHQWHDHOORVLQR
libremente, de forma natural, en virtud de su estructura coexistencial, que le
lleva a unirse y relacionarse con los demás, lo propio cabría decir respecto
GHO'HUHFKR(O'HUHFKR¿MDFODUDPHQWHFXiOHVVRQORVOtPLWHVGHODVRFLHGDG
el sentido de unidad que caracteriza la sociedad, una unidad que, acudiendo
DOVLJQL¿FDGRSURSXJQDGRSRU/RFNHXQLyQGHKRPEUHVOLEUHVQRSHUPLWHOD
asunción de intereses subjetivos como causa del orden jurídico.
'HEHGHKDEHUSRUORWDQWRXQIXQGDPHQWRREMHWLYRSDUDHO'HUHFKR
TXHQROHKDJDGHSHQGHUGHOWHPRUGHOPLHGRDO3RGHU\TXHQRFRQVLGHUH
DpVWHFRPROD~OWLPDH[FXVDSDUDLPSRQHUHO'HUHFKR(O'HUHFKRHVDOJR
PiVTXHODREOLJDWRULHGDGGHODVQRUPDVMXUtGLFDVRLQFOXVRTXHODREH
diencia de la norma. La obediencia empírica de la norma jurídica no da ra
]RQHVGHVXMXVWL¿FDFLyQVLQRWDQVyORGHVXFXPSOLPLHQWR/DREVHUYDQFLD
del orden jurídico no nos sirve de criterio de distinción para diferenciar la
ilegitimidad de la legitimidad de los mandatos. Una simple adecuación al
'HUHFKRSRUUD]RQHVGHXWLOLGDGGHIXHU]DRGHFRQYHQLHQFLDQRLPSOLFD
TXH HO 'HUHFKR VHD YHUGDGHUDPHQWH HO FDXFH SRU HO TXH GLVFXUUHQ KDEL
tualmente las relaciones sociales, ni que otorgue un sentido unitario a la
VRFLHGDG8QDMXVWL¿FDFLyQPHUDPHQWHLQVWUXPHQWDOGHO'HUHFKRHOXGHHQ
realidad el problema de su fundamento, nos dirige más bien al terreno de
las consecuencias previsibles que al de un porqué inicial11.
11. (QHVHiPELWRGHXQDMXVWLILFDFLyQLQVWUXPHQWDO\IRUPDOGHO'HUHFKRVHHQFXHQWUDHOSODQ
WHDPLHQWRGH3HFHV%DUED³(QHOPDUFRKLVWyULFRGHOPXQGRPRGHUQRHO2UGHQDPLHQWRMXUtGLFR
está apoyado en el Poder. El fundamento último de la validez de un sistema jurídico está en el Poder.
&XDQGRKDEODPRVGH3RGHUTXHUHPRVGHFLUVREUHWRGRDXQTXHQRH[FOXVLYDPHQWHSRGHUGHO(VWDGR
que es la forma de organización moderna del poder político. Pero no queremos dar al binomio
'HUHFKR(VWDGRXQFDUiFWHUH[FOX\HQWH/RLPSRUWDQWHGHQXHVWUDDILUPDFLyQHVTXHHQODVRFLHGDG
PRGHUQDHO'HUHFKRIXQGDVXYDOLGH]HQODSRVLELOLGDGTXHWLHQHHOSRGHUHQ~OWLPDLQVWDQFLDHQ
caso de incumplimiento, de imponerlo por la fuerza. Ese poder suele ser el poder del Estado, pero
no es una identificación esencial. Puede ocurrir que el poder en una sociedad concreta lo detente
un grupo social que no sea el Estado”. G. PECES%ARBA³5HIOH[LRQHVVREUH'HUHFKR\3RGHU´HQ
Libertad, poder, socialismo , Ed. Civitas, Madrid, 1.ª ed., febrero de 1978, p. 231.
382
EL DERECHO EN EL SENO DE LA REFLEXIÓN SOBRE LA SOCIEDAD CIVIL
6HWUDWDSRUORGHPiVGHXQDMXVWL¿FDFLyQTXHQXQFDSXHGHVHUGH¿
QLWLYDSRUTXHQHFHVDULDPHQWHKDGHFRQGXFLUQRVDRWUDDUJXPHQWDFLyQ12.
(O SUREOHPD QR FRQVLVWH WDQWR HQ UHFKD]DU OD SRVLELOLGDG GH TXH HO
ELQRPLR3RGHUIXHU]DVHDHOIXQGDPHQWRGHO'HUHFKRVLQRHOGHGHVKDFHU
ODSRVLELOLGDGGHTXHVHLGHQWL¿TXHODIXQFLyQFDUDFWHUtVWLFD\HVHQFLDOGHO
'HUHFKRFRQDTXpOODHQODTXHpVWHUHVXOWDVHUXQLQVWUXPHQWRDOVHUYLFLR
del Poder133HURHQHVWHVHQWLGRQRVHQFRQWUDPRVFRQXQXVRGHO'HUHFKR
en funciones distintas de las que le corresponde, en tanto que garantía de
OD HVWUXFWXUD FRH[LVWHQFLDO GHO KRPEUH \ SRU HOOR GH VX LQVHUFLyQ HQ OD
sociedad y del fortalecimiento de la propia sociedad. Esa utilización del
'HUHFKRSDUD¿QHVGLVWLQWRVRORTXHHVLJXDOXQDLQDGHFXDGDXWLOL]DFLyQGHO
'HUHFKRQRVOOHYDDODWDQKDELWXDOFRQIXVLyQFRQUHVSHFWRDOIXQGDPHQWR
GHO'HUHFKRFRQIXQGLUORTXHHVODKLVWRULDGHO'HUHFKRHQODTXHQRIDOWDQ
ejemplos a propósito del uso impropio del orden jurídico, con la auténtica
IXQFLyQTXHDpVWHOHSHUWHQHFH(O'HUHFKRVHKDYLVWRHQRFDVLRQHVFRPR
una simple manifestación de la voluntad del Poder, de tal manera que por
HOORVHUtDSRVLEOHLQWHUSUHWDUTXHHO3RGHUHVFDXVDHQODTXH¿QDOPHQWHVH
GHWHUPLQDODYDOLGH]GHO'HUHFKR6LQHPEDUJRXQDFRVDHVTXHHO'HUH
FKR KLVWyULFDPHQWH KD\D UHYHVWLGR HVWD VLJQL¿FDFLyQ \ RWUD PX\ GLVWLQWD
SUHWHQGHUTXHHVDPL[WXUDGHVGHOXHJRSHUMXGLFLDOSDUDHO'HUHFKRVHDHO
DUJXPHQWRGH¿QLWLYRSDUDVROYHQWDUODVGXGDVDFHUFDGHOSRUTXpGHO'HUH
(Q HVWH WH[WR GHO SURI 3HFHV%DUED VH KDOODQ YDULDV DVHYHUDFLRQHV TXH QRV SDUHFHQ JUDYHV
Encontrar la validez de un sistema jurídico en el poder y en la fuerza con que el poder pretende
REWHQHUODREHGLHQFLDGHODVQRUPDVHV\DGHSRUVtXQDDILUPDFLyQSHOLJURVDPXFKRPiVVLDOWUDWDU
GHGHWHUPLQDUGHTXpSRGHUKDEODPRVQRVHQFRQWUDPRVFRQTXHHVSRVLEOHHQWHQGHUSRUHOPLVPRHO
GHXQJUXSRVRFLDOTXHORGHWHQWDHVWRHVVLJXLHQGRHOVLJQLILFDGRGHODH[SUHVLyQTXHORSRVHHVLQ
GHUHFKRHQXQDFLHUWDVRFLHGDG0DORHVTXHOD~QLFDMXVWLILFDFLyQGHO'HUHFKRVHDUHFXUULUDOSRGHU
pero aún peor si este poder al que aludimos puede suponer la arbitrariedad de cualquier grupo social,
FRQORTXHHOKRPEUHTXHGDVRPHWLGRDODDUELWUDULHGDG$UELWUDULHGDGSXHVWRTXHSRGUtDDGPLWLUVH
dado que nos movemos en el terreno de la fuerza, un simple grupo de presión como depositario de
ODIXQGDPHQWDFLyQGHO'HUHFKR(OORFRQOOHYDXQDFRQFUHWDLQWHUSUHWDFLyQVREUHODVRFLHGDGHQOD
que ya ni siquiera es posible entender la sociedad civil como el reino del orden por encima del caos
que queda fuera de ella; por el contrario, de esta manera se fortalece la idea de un desorden en el
que los individuos quedan a merced de los grupos que puedan disponer de la fuerza dentro de la
sociedad. La utilización de la fuerza no nos sirve como argumento final para dar explicación del
'HUHFKRVLQRWDQVyORFRPRXQDPXHVWUDGHHVHSHVLPLVPRDQWURSROyJLFRWDQFDURDEXHQDSDUWHGH
QXHVWUDGRFWULQD\HQHOTXHHOKRPEUHKDSDVDGRGHVHUILQHQVtPLVPRDVHUXQPHGLRDOVHUYLFLR
de cualesquiera fines.
12. Así lo precisa Sergio Cotta, cuando dice que la fundamentación en la autoridad “resulta una
solución no definitiva y, por lo mismo, insatisfactoria”. Op. cit., SS
13. Sobre ello, también S. COTTA, (O 'HUHFKR HQ OD H[LVWHQFLD KXPDQD , trad. de I. PEIDRÓ
PASTOR(XQVD3DPSORQDSS6HWUDWDGHODYHUVLyQFDVWHOODQDGHORULJLQDOHQLWDOLD
no Il diritto nell’esistenza. Linee di ontofenomenologia giuridica , Giuffrè Editore, Milán, 1985.
383
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
FKR\GHHVWDIRUPDHOGHODSURSLDVRFLHGDGTXHVHRUJDQL]DPHGLDQWHODV
normas jurídicas.
/DFRPSOHMLGDGGHO3RGHU\GHODFRDFWLYLGDGFRPRHOHPHQWRFDUDF
WHUtVWLFRGHpVWHKDFHGLItFLOHQWHQGHUXQ'HUHFKRFX\DUD]yQGHVHUVyOR
encuentra en la aceptación, a través de la fuerza, la correcta descripción de
ODVIXQFLRQHVTXHOHHVWiQHQFRPHQGDGDV(O'HUHFKRHVDOJRPiVTXHXQD
FRUUHDGHWUDQVPLVLyQGHO3RGHULGHQWL¿FDQGRHO3RGHUFRQHOGHO(VWDGR
o con el de los grupos sociales. Ciertamente que desde ese punto de vista
HQHOTXHHOIXQGDPHQWRGHO'HUHFKRVHGLULJHKDFLDODLPSRVLFLyQSRUOD
fuerza resulta indiferente si esa fuerza viene impuesta o por el Estado o
SRUFXDOTXLHUJUXSRLQIHULRUDHVHFRQMXQWRPiVDPSOLR<HVLQGLIHUHQWH
porque lo mismo daría, para el fruto que cabe deducir, la ejecución de la ar
bitrariedad por parte de unos cuantos que por quien tiene las riendas de un
3RGHUDEVROXWRHOKHFKRGHFLVLYRHVHOGHODREOLJDWRULHGDGGHODVQRUPDV
MXUtGLFDVSHURQXQFDSRGUtDVHUHOGHODMXVWL¿FDFLyQGHODVPLVPDV14 y me
nos aún la existencia de una sociedad civil en donde las reglas establecidas
son antes el fruto de una coacción, que la garantía de la dignidad personal.
/DVH[SOLFDFLRQHVHQODVTXHVHKDFHGHSHQGHUHOIXQGDPHQWRGHO'H
UHFKRGHODLPSRVLFLyQSRUODIXHU]DRHQODVTXHGLUHFWDPHQWHHVHO3RGHU
el que concede validez al orden jurídico, no dejan de ser explicaciones
TXHUHKX\HQGRXQDMXVWL¿FDFLyQD[LROyJLFDWHUPLQDQSRUHQFDUQDUXQYD
lor absoluto, que en este caso es el Poder al que se subordina cualquier otra
consideración e incluso la forma de la sociedad15 el camino por el que ésta
debe discurrir libremente. Con ello se invierte el presupuesto inicial del que
14. (QFRQVRQDQFLDFRQHOORGLFH3HFHV%DUEDTXH³ODYDOLGH]GHO'HUHFKRGHEHUiVHUVHSDUDGD
de su legitimidad y de su justicia”. Op. cit., p. 234.
3HURVLODYDOLGH]GHO'HUHFKRKDGHVHSDUDUVHGHVXOHJLWLPLGDG\GHVXMXVWLFLD¢HQTXpVHQ
WLGRHVSRVLEOHKDEODUFRPRKDFHHOPLVPRDXWRUGHO³PRQRSROLRGHODIXHU]DOHJtWLPD´"¢4XpHV
ORTXHGHWHUPLQDODOHJLWLPLGDGGHODIXHU]DXWLOL]DGD"<DQRSXHGHVHUHO'HUHFKRSXHVWRTXHpVWH
KDTXHGDGRGHVSRMDGRGHHVDIXQFLyQ¢'HEHUtDVHUHQWRQFHVHO3RGHUTXHDFXGLHQGRDODLGHDGH
OHJLWLPLGDGWUDWDGHMXVWLILFDUVXVGHFLVLRQHVFRPRDOJRPiVTXHODVLPSOHLPSRVLFLyQ"1RVKDOODPRV
ante un círculo vicioso del cual no sería viable salir si tuviéramos que atenernos a una explicación
TXHSUHWHQGHVHUOyJLFRIRUPDO
15. &RPRHMHPSORGHFUtWLFDDHVWHSODQWHDPLHQWRVHKDOOD)UDQFLVFR&DUSLQWHURTXLHQVHxDOD
TXH³FXDQGRHO'HUHFKRVHLGHQWLILFDFRQHOFRQWHQLGRGHODVyUGHQHVGLFWDGDVSRUORVSRGHUHVGHO
(VWDGR SHQVHPRV HQ ORV GHFUHWRV yUGHQHV PLQLVWHULDOHV HWF HO FLXGDGDQR TXHGD LQHUPH HQ OD
SUiFWLFDDQWHODPiTXLQDDGPLQLVWUDWLYRSROtWLFDTXHQRHVRWUDFRVDTXHXQDJLJDQWHVFDFHQWUDOGH
fuerza al servicio de intereses normalmente concretos; por este camino, la actividad “jurídica” se
reduce a fuerza, o al resultado de un compromiso derivado de un juego de fuerzas (fuerza del gobier
no, de la oposición), y esto es precisamente lo que desean los detentadores del poder, ya que siempre
HOPiVIXHUWHGHVHDTXHOHTXLWHQGHHQPHGLRWRGDVDTXHOODVFRQVLGHUDFLRQHVODVGHOD-XVWLFLDHQ
este caso) que estorban al despliegue de su fuerza”. F. CARPINTERO, Una introducción a la Ciencia
jurídica , Ed. Civitas, 1.ª ed., Madrid, 1988; reimp. 1989, p. 293.
384
EL DERECHO EN EL SENO DE LA REFLEXIÓN SOBRE LA SOCIEDAD CIVIL
VHHVWiSDUWLHQGRDODKRUDGHFRQVLGHUDUODVRFLHGDGFLYLOHQHOTXHHVHOOD
la que da lugar al fenómeno del Poder y lo legitima16.
)XQGDUHO'HUHFKRHQODIXHU]DRHQHO3RGHUUHSUHVHQWDGHVX\RXQDH[
SOLFDFLyQGHFDUiFWHUIRUPDOLVWDHOMXULVWDGHEHUtDSUHRFXSDUVHWDQVyORSRU
ORVUHTXLVLWRVQHFHVDULRVSDUDDVHJXUDUODYDOLGH]GHOVLVWHPDMXUtGLFRSRVL
WLYRTXHFRQVHUHVHQFLDOQRHVOD~QLFDFRQGLFLyQTXHQRVSHUPLWHKDEODU
de la existencia de un orden, precisamente porque aquello que determina
HOQH[RGHXQLyQHQWUHKRPEUHVOLEUHV\TXHHQYLUWXGGHVXOLEHUWDGYLYHQ
socialmente es la existencia de unas reglas de conducta no sólo formal
PHQWHHVWDEOHFLGDVVLQRTXHWDPELpQFXPSOHQFRQODVH[LJHQFLDVGLPDQDQ
tes de la coexistencia que se trata de garantizar. Una explicación de tenor
IRUPDOLVWDHOXGHHQUHDOLGDGHOSUREOHPDGHODMXVWL¿FDFLyQGHO'HUHFKR
UHSUHVHQWDXQSXQWRGHYLVWDHQHOFXDOHO'HUHFKRHVVLHPSUHHOUHVXOWDGR
del Poder que lo establece, y en el que la obligatoriedad de las normas
HPDQDGHXQSUHVXSXHVWRKLSRWpWLFRSHURTXHSDUDGyMLFDPHQWHVLUYHSDUD
fundar la validez de todo el sistema jurídico17. La tarea del jurista parece
consistir en la de ser un mero testigo de la validez de las normas jurídicas
VLQHQWUDUDDQDOL]DUHOFRQWHQLGRGHpVWDVGHWDOPDQHUDTXHODMXVWL¿FDFLyQ
GHO'HUHFKRVHSURGXFHGHVGHHOPRPHQWRHQTXHHOVLVWHPDMXUtGLFRH[LVWH
\GDGRTXHDWUDYpVGHODFRUUHVSRQGHQFLDHQWUH'HUHFKR\(VWDGRSDUD
IXQGDPHQWDUHO'HUHFKRQRHVQHFHVDULRPiVTXHHO3RGHUTXHJDUDQWL]DVL
quiera coercitivamente la aplicación de sus normas. Es evidente que en esta
16. Por otra parte, ¿en qué sentido es posible interpretar el fenómeno del Poder? Siguiendo a
(OtDVGH7HMDGD³HOSRGHUHVHQVtPLVPRDOJRTXHFRPSHWHDOKRUL]RQWHGHORVLQVWLQWRVDOJRDMHQR
DODUD]yQ(OSRGHUHVODIXHU]DLQFRQWUDVWDEOHUDGLFDOPHQWHLQVWLQWLYDFRQODTXHFDGDKRPEUHR
cada grupo social busca la seguridad sin importarle la justicia... Incluso en su función más noble,
la de asegurar el orden público, el ejercicio del poder responde a un instinto de conservación so
cial de la colectividad, jamás da por sí solo frutos imperecederos de justicia”. F. ELÍAS DE TEJADA,
³3RGHU\DXWRULGDGFRQFHSFLyQWUDGLFLRQDOFULVWLDQD´HQPoder y libertad, Actas de la VIII Reunión
de Amigos de la Ciudad Católica, celebrada en Madrid los días 6, 7 y 8 de diciembre de 1969,
(G6SHLUR0DGULGSSODFLWDHQS
6LHQGRDVtHO3RGHUVHMXVWLILFDHQFXDQWRHVDIXHU]DLQVWLQWLYDVHSRQHDOVHUYLFLRGHO'HUHFKR
VHUDFLRQDOL]DDOFDQ]DODGLPHQVLyQGHOD-XVWLFLD
17. El pensamiento contemporáneo se sitúa en la mencionada posición formalista de la que
Cotta señala que “plantea el problema en términos, no de justificación, sino de validez formal de la
QRUPDVyORHVREOLJDWRULDODQRUPDGHODFXDOFRQVWHVXYDOLGH]IRUPDODYLUWXGGHVXSURPXOJDFLyQ
regular. Así, en el normativismo formalista de Kelsen y sus seguidores, la validez de una norma
VHFRQVLGHUDDFHSWDGDPHGLDQWHHOFRQWUROGHVXFRKHUHQFLDIRUPDO\GHFRQWHQLGRIXQGDGRHQXQD
QRUPDVXSHULRUVLJXLHQGRXQDOtQHDMHUiUTXLFDOH\VHQWHQFLDR&RQVWLWXFLyQKDVWDOOHJDUDODQRU
ma fundamental del ordenamiento jurídico. Pero ese criterio no concierne a esta última norma, la
cual se da por supuesta en su validez, como reconoce el propio Kelsen. Sin embargo, presuponer la
REOLJDWRULHGDGGHXQDQRUPDQRHVKDEHUODGHPRVWUDGR(QFRQVHFXHQFLDODREOLJDWRULHGDGGHWRGR
un ordenamiento jurídico, si se fundamenta en un presupuesto no demostrado, es siempre totalmente
recusable”. Op. cit., p. 166.
385
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
FODVHGHMXVWL¿FDFLyQIRUPDOLVWDODVRFLHGDGFLYLOKDSHUGLGRHOSDSHOLQLFLDO
TXHSRUGH¿QLFLyQGHELHUDFRUUHVSRQGHUOH\DVXPHFRPRSURSLRHOGHVWLQR
TXHHO(VWDGRDVtFRQFHELGR\JORUL¿FDGRTXLHUDDWULEXLUOH8QSUHWHQGLGR
retorno a la sociedad civil sobre esta base no podría convertirse más que en
una “disociedad”, porque se trata de colocar frente al extremo representado
por el Estado otro de signo distinto, y que es la exteriorización anárquica
GHODVIXHU]DVTXHVHKDOODEDQVRPHWLGDVDO3RGHU
Lo que resulta aún más grave es el posible antagonismo entre la rea
OLGDGVRFLDO\HVWDH[SOLFDFLyQIRUPDOLVWD<DQRHVODVRFLHGDGODTXHFUHD
HO'HUHFKRODTXHOHGDVHQWLGR\ORIXQGDPHQWDWRPDQGRFRPRUHTXLVLWR
SUHYLRODHVWUXFWXUDFRH[LVWHQFLDOGHOKRPEUHVLQRTXHSRUHOFRQWUDULRHV
la decisión formal del legislador, pero arbitrariamente sostenida en cuanto
no se atiene a ninguna exigencia material, de contenido, la que nos permite
~QLFDPHQWHKDEODUGHRUGHQMXUtGLFR'HDKtODLGHQWL¿FDFLyQHQWUH'HUHFKR
y Estado, y consiguientemente la cualidad de que todo Estado es Estado de
'HUHFKRHQFXDQWRTXHHOVLVWHPDMXUtGLFRHVFRQVHFXHQFLDTXHVHGHULYD
del Poder. La sociedad civil, la realidad social, se circunscribe a un papel
secundario, en cuanto que receptor de la norma concebida y estructurada
IRUPDOPHQWHSHURVLQTXHSXHGDVHUHODUWt¿FHGHODPLVPDHORULJHQGH
ésta18.
1RV KDOODPRV DQWH XQD MXVWL¿FDFLyQ SRU OR PHQRV LQVX¿FLHQWH HQ HO
iPELWRGHODREOLJDWRULHGDGGHOVLVWHPDMXUtGLFR\ORTXHHVPiVLPSRU
WDQWHHQHOSODQRGHODSURSLDH[LVWHQFLDGHO'HUHFKR+D\XQDSUHJXQWD
TXHVHKDFHHOKRPEUH\TXHFRQGXFHLQGHIHFWLEOHPHQWHDOD-XVWLFLDKD\
XQDH[LJHQFLDGHRUGHQTXHVXUJHGHOKRPEUH\TXHQRVHVDWLVIDFHFRQXQD
VHJXULGDGDSDUHQWHPHQWHIRUPDOKD\XQDVRFLHGDGGRQGHYHUGDGHUDPHQWH
HVWDPRVDQWHXQDXQLyQGHKRPEUHVOLEUHVFDUDFWHUL]DGDSRUHOUHVSHWRDOD
SHUVRQD\DODVFXDOLGDGHVTXHODGH¿QHQ/RTXHGLVWLQJXHHORUGHQGHVX
FDUHQFLDHVSUHFLVDPHQWHODSHUFHSFLyQGHOD-XVWLFLD/RVOD]RVVRFLDOHVQR
VHDWDQPHGLDQWHODIXHU]DVLQRDWUDYpVGHOKLORFRQGXFWRUGHOD-XVWLFLDGH
18. (QWDOVHQWLGRQRVSDUHFHQDFHUWDGDVODVVLJXLHQWHVSDODEUDVGH+HOOHU³(VHYLGHQWHTXHSDUD
la cuestión de la justificación del Estado, nada se consigue con oponer a la realidad social, desde un
SXQWRGHYLVWDPHUDPHQWHWpFQLFRMXUtGLFRXQGHEHUVHUMXUtGLFRSRVLWLYRHVGHFLUHVWDEOHFLGRSRU
HOSRGHUFRQFUHWR$VtODQRUPDIXQGDPHQWDONHOVHQLDQDTXHOOHYDHQVt³SRWHQFLDOPHQWHWRGDVODV
posibles variaciones de su contenido normativo”, nos remite al arbitrio del legislador real, libre de
todo vínculo jurídico moral, y llega, de esta suerte también, en último término, a la identificación de
GHUHFKR\IXHU]D\DODDILUPDFLyQGHTXHWRGR(VWDGRHV(VWDGRGH'HUHFKR´++ELLER, Teoría
del EstadoWUDGGH/XLV7REtRHG\SUyORJRGH*HUKDUW1LHPH\HU)RQGRGH&XOWXUD(FRQyPLFD
México, 1.ª ed., de 1942; 7.ª reimpresión de 1974, p. 239. Del original en alemán, Staatslehre, A.W.
6LMWKRII¶V8LWJHYHUVPDDWVFKDSSLM19/HLGHQHG
386
EL DERECHO EN EL SENO DE LA REFLEXIÓN SOBRE LA SOCIEDAD CIVIL
ODDVSLUDFLyQSRUSDUWHGHOKRPEUHGHVHUWHQLGR\FRQVLGHUDGRFRPRSHUVR
na, del cumplimiento, por consiguiente, de unas normas, que se observan
en la medida en que a todos importa instaurar una situación que permita
garantizar la naturaleza intrínseca del individuo, las demandas que nacen
GHVXUD]yQ\IXHUDGHODFXDOHO'HUHFKRHVHOIUXWRGHXQDLPSRVLFLyQOD
H[SUHVLyQGHXQDIXHU]DEUXWD(OKRPEUHVLHPSUHHQFRQWUDUiPRWLYRVSDUD
SUHJXQWDUVHHOSRUTXpGHO'HUHFKRODFDXVDTXHMXVWL¿FDODH[LVWHQFLDGH
un orden jurídico y cuándo en realidad podemos decir que nos encontra
PRVDQWHGLFKRRUGHQ/DVXSHU¿FLDOLGDGGHHVWDSUHJXQWDHVXQDUJXPHQWR
que se maneja en el ámbito del formalismo y en el que ciertamente parece
que cuestionarse por algo que supera los estrictos márgenes en los que se
desenvuelve la actividad del jurista, entendida como la simple aplicación
del sistema, es un problema que no tiene solución dentro del propio siste
PDMXUtGLFRSRUTXHVHWUDWDGHKHFKRGHXQDSUHJXQWDSUHYLDDVXFRQ¿JX
UDFLyQXQDSUHJXQWDLQLFLDOTXHEXVFDMXVWL¿FDUHOGHVDUUROORGHORUGHQD
PLHQWRMXUtGLFR(OSRVLWLYLVPRIRUPDOLVWDFRQVLGHUDTXHQRVKDOODPRVDQWH
un problema irresoluble en el campo de la ciencia, de una ciencia que deja
GHVHUORHQODPHGLGDHQTXHVDFUL¿FDDVXSUHWHQVLyQGHVDEHULQIDOLEOHORV
interrogantes que debería de plantearse. En este sentido, un orden objetivo
GH-XVWLFLDUHSUHVHQWDXQOtPLWHSDUDODIXQGDPHQWDFLyQGHO'HUHFKRSDUD
ODOHJLWLPLGDGGHO3RGHU\SDUDODFRKHVLyQGHODVRFLHGDGFLYLO19.
/yJLFDPHQWHTXLHQHVVRVWLHQHQXQDMXVWL¿FDFLyQGHtQGROHIRUPDOLVWD
SDUDHO'HUHFKRQRVRQFDSDFHVWDPSRFRGHFRPSUHQGHUTXHODREHGLHQFLD
de las normas en razón de la fuerza con que viene sostenido el sistema jurí
GLFRSRGUiFRQVHJXLUXQDFLHUWDH¿FDFLDSDUDTXLHQVHYHLPSHOLGRDDFWXDU
bajo ese factor motivante, pero no puede determinar la obligación de quien
no actúa bajo ese impulso, lo mismo que tampoco permite señalar cuáles
son los requisitos necesarios para el mantenimiento de una estructura social
que no suponga la anulación del individuo.
19. Sobre ello dice Alberto Montoro que “la legitimidad de una norma no depende sólo del
KHFKRGHHPDQDUGHXQDDXWRULGDGGHPRFUiWLFDPHQWHFRQVWLWXLGDVLQRDGHPiVGHODOLFLWXGGHVX
contenido. Ante todo, una norma es legítima si su contenido es intrínsecamente justo. Lo contrario,
UHGXFLUODOHJLWLPLGDGGHO'HUHFKRDODSXUH]D\FRUUHFFLyQIRUPDOFRQTXHKDRSHUDGRHOSULQFLSLR
democrático de la voluntad mayoritaria, supone subordinar el fin a los medios, la ética a la técnica,
la legitimidad a la legalidad”. A. MONTORO, “Razones y límites de la legitimación democrática
del Derecho”, en el Anuario de Filosofía del Derecho, ;,;±FLWDHQS±
0DGULG,QVWLWXWR1DFLRQDOGH(VWXGLRV-XUtGLFRV9HUWDPELpQPLOLEURLegalidad y legitimidad: la
teoría del poder, Ed. Actas, 2.ª ed., Madrid, 1991.
387
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
20. $VtSRUHMHPSOR-DYLHUGH/XFDVPDQWLHQHTXH³GHVGHHOSXQWRGHYLVWDGHTXLHQH[SH
ULPHQWDODREHGLHQFLDDODOH\ODUHVSXHVWDTXHHVWULEDHQODIXHU]DQRHVVDWLVIDFWRULD¢FyPRSRGUi
fundamentarse la obediencia de quien no puede ser obligado a realizar esa conducta mediante el
uso de la fuerza? Señalamos con esto que, junto a la referencia a un orden valorativo, legitimador,
KD\TXHWHQHUHQFXHQWDODDSUREDFLyQGHOPDQGDWRSRUORVGHVWLQDWDULRVSRUDTXHOORVTXHGHEHUiQ
obedecerlo. Este aspecto, el aspecto de la eficacia de la norma, evidentemente no puede plantearse
GHIRUPDDLVODGDHOTXHHOSXHEORDFHSWHXQDOH\QRHVWiGHVSURYLVWRGHUHODFLyQFRQHOKHFKRGHTXH
HVDOH\VHSUHVHQWHFRPRYHKtFXORGHXQRVYDORUHVHVIHUDGHODOHJLWLPLGDG\DVXYH]FRPRXQ
SUHFHSWRMXUtGLFRYLJHQWHYiOLGRQLYHOGHOHJDOLGDG(VDLQWHUDFFLyQVHSURGXFHWDPELpQHQVHQWLGR
inverso, máxime, como veremos, en el caso de situaciones legales democráticas; todo ello viene a
confirmar la tesis de que la autoridad, y, por consiguiente, la obediencia a sus mandatos que supone
XQDDGKHVLyQDDTXpOODSRUPHGLRGHpVWRVVHDVLHQWDHQODDFHSWDFLyQ´- DE LUCAS, “¿Por qué
obedecer a las leyes de la mayoría?”, en el libro colectivo de A. LLANO-%ALLESTEROS-&HOZA,
A. C. PEREIRA0ENAUT\-DE LUCAS, con presentación de Alejandro Llano, Ética y política en la
sociedad democrática, (G(VSDVD&DOSH0DGULGSiJVODFLWDHQS
21. Según S. COTTA, Perché il diritto, La Scuola editrice, 1.ª ed. 1979; 2.ª ed., 1983, Brescia,
SS
388
EL DERECHO EN EL SENO DE LA REFLEXIÓN SOBRE LA SOCIEDAD CIVIL
SHUVRQD\GHODFRQGLFLyQQDWXUDOGHpVWD/DIXQFLyQHVSHFt¿FDGHO'HUHFKR
QRHVODGHUHYHVWLUXQDGHWHUPLQDGDHVWUXFWXUDSUHVFULSWLYRVDQFLRQDGRUD
VLQRODGHRUGHQDUODOHJDOLGDGDFRUGHFRQOD-XVWLFLDODH[SHULHQFLDKLV
WyULFDORVGLIHUHQWHVPRPHQWRVSRUORVTXHKDDWUDYHVDGROD+LVWRULDQRV
GHPXHVWUDQTXHODMXVWL¿FDFLyQ¿QDOGHO'HUHFKRHQFXHQWUDVXVHQWLGRHQ
ODSUHJXQWDLQWHUQDTXHHOKRPEUHVHUHDOL]D\TXHQRVGLULJHKDFLDOD-XVWL
cia22+D\TXHDYHULJXDUSRUTXpGHEHQVHUREHGHFLGDVODVQRUPDVMXUtGLFDV
y no solamente constatar que esa obediencia se produce, puesto que la mis
ma puede responder a motivos coyunturales, formalistas o no, pero que no
entroncan tampoco con el origen y el sentido de la sociedad civil.
¢&XiOHVDVXYH]ODMXVWL¿FDFLyQGHODVRFLHGDGFLYLO"/DVRFLHGDG
civil puede ser interpretada en la clave proporcionada por la sociabilidad
QDWXUDOGHOLQGLYLGXRSRUODFRH[LVWHQFLDDODTXHHOKRPEUHHVWiOODPDGR\
TXHOHKDFHUHODFLRQDUVHOLEUH\UDFLRQDOPHQWHFRQRWURVEXVFDQGRHOELHQ
común, integrándose y ascendiendo progresivamente en los organismos so
ciales23. La sociedad civil no excluye la existencia de un orden, ni tampoco
XQSULQFLSLRGHDXWRULGDGQRVHWUDWDGHLQYRFDUGHUHFKRVIUHQWHDO(VWDGR\
HOXGLUGHEHUHVQLPXFKRPHQRVGHVDFUDOL]DUDO(VWDGRFRPRHOGHSRVLWDULR
¿QDOGHODVRFLHGDGFLYLOVLQRGHHQWHQGHUHOFRQFUHWRVLJQL¿FDGRGHXQD
22. En tal sentido, las palabras de Cotta, para el cual “el análisis fenomenológico estructural
DFHUFDGHO'HUHFKRQRVFRQILUPDFXDQWRSXHGHUHFRJHUVHGHODH[SHULHQFLDMXUtGLFDFRQFUHWDGHO
VHQWLUFRP~QGHOD+XPDQLGDG\GHOSHQVDPLHQWRILORVyILFRFOiVLFR$VtSXHVHO'HUHFKRWLHQHXQD
propia función específica, no sólo de carácter formal; y es, la de realizar la legalidad acorde con
-XVWLFLD3HURWDPELpQVDEHPRVTXHGHHVHPRGRVHUHDOL]D\JDUDQWL]DXQDUHODFLyQFRH[LVWHQFLDO
DELHUWDDOKRPEUHHQFXDQWRWDO´Op. cit., p. 195.
Evidentemente en contra de este planteamiento aparecen otros como el de Elías Díaz, quien
VRVWLHQHUHVSHFWRDODQHFHVLGDGGHMXVWLILFDFLyQGHO'HUHFKRTXHpVWDVHHQPDUFDHQHOiPELWRGH
ODYDOLGH]IRUPDO³8Q'HUHFKRODVQRUPDVGHGLYHUVDVHVSHFLHVTXHORFRPSRQHQWLHQHQTXHFRQ
VLGHUDUVHYLJHQWHVSRUORVRSHUDGRUHVMXUtGLFRVMXHFHVHWF\SRUORVFLXGDGDQRVFXDQGRKDQVLGR
SURPXOJDGDVFRUUHFWDPHQWH\QRKDQVLGRGHURJDGDV\WHQLHQGRHQFXHQWDODH[LJHQFLDGHHILFDFLD
PiVSURSLDGH.HOVHQTXHGH5RVVFXDQGRHQFRQMXQWRHQFXDQWRWDORUGHQDPLHQWRVHKDFHQSRU
lo general respetar y cumplir, al menos bajo esa forma que es la aplicación de las correspondientes
VDQFLRQHVDFDXVDGHVXKLSRWpWLFDYLRODFLyQ´('ÍAZ, De la maldad estatal y la soberanía popular,
HG'HEDWHHG0DGULGSiJV
23. +D\GLIHUHQWHVLQWHQWRVGHIXQGDPHQWDUODVRFLHGDGFLYLOGHVGHGLIHUHQWHVSHUVSHFWLYDVSHUR
como recoge Miguel Ayuso aludiendo a ese significado originario que es también el nuestro, “en el
cuadro clásico de la doctrina del bien común, la sociedad civil viene a significar el régimen orgánico
natural, con cuerpos intermedios naturales, algunos otros en verdad voluntarios e incluso artificia
OHVSHURTXHHQWRGRFDVRFDQDOL]DQODWHQGHQFLDGHVRFLDELOLGDGtQVLWDDODQDWXUDOH]DKXPDQD$Vt
SRUXQODGRIUHQWHDOWULiQJXORWRWDOLWDULVPRVRFLHGDGGHPDVDVWHFQRFUDFLDWHQHPRVODVRFLHGDG
orgánicamente estructurada, y no sólo en un sentido descendente y basado en la potestasMHUDUTXtD
SROtWLFDLQWHJUDQWHGHODVRFLHGDGSROtWLFDVLQRWDPELpQHQHODVFHQGHQWHFRQIXQGDPHQWRHQOD
auctoritas GHVGHODIDPLOLDDORVGHPiVFXHUSRVVRFLDOHVVRFLHGDGFLYLORSDtVUHDODPEDVGHEHQ
conjugarse, respetando aquélla que la participación social se realice a través de ésta”. M. AYUSO,
¿Después del Leviathan? Sobre el estado y su signo(G6SHLUR0DGULGSiJV
389
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
VRFLHGDGFLYLOTXHVHMXVWL¿FD\VHIXQGDPHQWDHQHOKRPEUHHQODHVWUXFWX
ra coexistencial de éste y de la cual emerge cualquier signo de sociabilidad,
QRDUWL¿FLRVDPHQWHFRQVWUXLGDVLQRQDWXUDOPHQWHHVWDEOHFLGD\HQODTXHHO
'HUHFKRUHSUHVHQWDHOFDPLQRSRUHOTXHHVSRVLEOHHGL¿FDUHOPDUFRHQHO
TXHVHGHVHQYXHOYHQODVUHODFLRQHVVRFLDOHV(O'HUHFKRVHMXVWL¿FDSRUOR
WDQWRHQODPHGLGDHQTXHUHVSRQGHDODVH[LJHQFLDVQDWXUDOHVGHOKRPEUH
HQFXDQWRUHVSRQGHDXQYDORUKXPDQR\HOYDORUHVHQFLDOHOTXHSURPXHYH
\GH¿QHDODVRFLHGDGFLYLOIUHQWHDOD³GLVRFLHGDG´HVHOYDORUGHVHUSHU
VRQDODQR³FRVL¿FDFLyQ´GHOVHUKXPDQR
390
81³9,(-2´7,32'(5(35(6(17$&,Ï132/Ë7,&$
3$5$81$18(9$62&,('$'
EL SELF-GOVERNMENT REPUBLICANO
Montserrat +ERRERO
(O(VWDGR0RGHUQRDSHVDUGHKDEHUUHVLVWLGRORVDYDWDUHVKLVWyULFRV
\GHDSDUHFHUFRPRXQDUHDOLGDGLQKHUHQWHDODSROtWLFDQRHVXQFRQFHSWR
general o una categoría permanente de la teoría política, sino que es una
IRUPDFLyQKLVWyULFDFRQFUHWD(VODIRUPDSROtWLFDTXHUHSUHVHQWDHORUGHQ
nacido en Europa en el siglo XVI, preparado en el pensamiento por Ma
TXLDYHOR%RGLQR\GH¿QLGRSRU+REEHV1\TXHKDSHUGXUDGRKDVWDQXHVWURV
GtDVFRQGLIHUHQWHVPRGXODFLRQHVGHVGHHODEVROXWLVPRPRQiTXLFRIRUPD
HQODTXHQDFLySDVDQGRSRUHO(VWDGRGH'HUHFKRUDFLRQDO\WpFQLFRHO
Estado neutral no intervencionista del S. XIX, las excursiones por la expe
ULHQFLDGHO(VWDGRWRWDOLWDULRKDVWDHO(VWDGRGH%LHQHVWDUSUHVHQWHHQQXHV
tros días en la mayor parte de las sociedades occidentales y orientales.
6XFRQVROLGDFLyQHQHOVLJOR;9,VHGHEHSULQFLSDOPHQWHDGRVDFRQ
WHFLPLHQWRVKLVWyULFRV2/DOXFKDSRUHOHVWDEOHFLPLHQWRGHXQRUGHQHQODV
tierras descubiertas por Europa y denominadas América y la necesidad de
DFDEDUFRQODVJXHUUDVGHUHOLJLyQ/DFRQVHFXHQFLDLQPHGLDWDIXHODVXSH
1. 8Q UHVXPHQ GH OD KLVWRULD GHO (VWDGR VH SXHGH YHU HQ$ +ARDING ³7KH 2ULJLQV RI WKH
&RQFHSWRIWKH6WDWH´History of Political Thought;9
2. C. SCHMITT³'HU6WDDWDOVHLQNRQNUHWHUDQHLQHJHVFKLFKWOLFKH(SRFKHJHEXQGHQHU%HJULII´
p. 384.
391
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
UDFLyQGHORUGHQIHXGDOGHOD(GDG0HGLD(VRVLJQL¿FyODDQLTXLODFLyQGH
los poderes feudales y estamentales, que llevaba consigo la concentración
GHOSRGHUHQXQDVRODPDQRHOVREHUDQR6HFUHDDVtODXQLGDGHVWDWDOLQPH
diatamente constituida en un territorio. El esfuerzo político, el gran cambio
GHOyJLFDSROtWLFDHVODOXFKDSRUDLVODUDORVLQGLYLGXRV\eliminar a todo
grupo social dentro del EstadoD¿QGHHQIUHQWDUHQWUHVtGHXQDPDQHUD
inmediata al individuo y al Estado3. El individuo resultante de ese proceso
KLVWyULFRHVXQDDEVWUDFFLyQODSXUDXQLGDGVLQQLQJXQDUHODFLyQSUHYLDD
la relación con el Estado. Toda caracterización política emana para él del
(VWDGR\VX'HUHFKR6HSXHGHGHFLUDVtTXHHO(VWDGR\HO'HUHFKRPH
dian entre el individuo abstracto y el individuo político. Este último está en
IXQFLyQGHODUHDOL]DFLyQGHO'HUHFKRSRUSDUWHGHO(VWDGR4. Se postula así
XQDFRQFHQWUDFLyQGHSRGHUSUHYLDDODFRQVWLWXFLyQVRFLDOHOSRGHUSROtWLFR
DQWHFHGHDODVRFLHGDG\pVWDVyORSXHGHUHFODPDUGHpODOJXQRVGHUHFKRV
que pretende que sean inalienables.
'HHVWDFLUFXQVWDQFLDKLVWyULFDVHGHULYDQODVFDUDFWHUtVWLFDVGHODIRU
PDHVWDWDOTXHEUHYHPHQWHVLJXLHQGRD&DUO6FKPLWWYDPRVDHQXPHUDUD
FRQWLQXDFLyQ
a. Fronteras territoriales.
392
UN “VIEJO” TIPO DE REPRESENTACIÓN POLÍTICA PARA UNA NUEVA SOCIEDAD
G /DVXVWDQFLDGHO(VWDGRHVHO'HUHFKR
³(OGHUHFKRVHFRQYLHUWHFDGDYH]PiVHQXQDOH\HVWDWDOGDGDSRUOD
justicia estatal y encuentra su modo apropiado de expresión en las codifica
ciones legales y estatales”8.
I (O¿QGHO(VWDGRHVODSURWHFFLyQGHORVFLXGDGDQRVDFDPELRGHVX
obediencia.
(QHVWRVWH[WRVDSDUHFHQELHQUHVXPLGDVODVFDUDFWHUtVWLFDVTXHVHKDQ
asignado clásicamente al Estado Moderno.
Quizás la propiedad que más amenazada está en la actualidad sea la
territorialidad. No está tanto en peligro desde un punto de vista conceptual,
SXHVWRTXHXQDYH]\RWUDVHPXHVWUDTXHHOKRPEUHHVWDOLJDGRDODWLHUUD
de una manera podemos decir “primitiva”, pero ineludible; sino desde un
punto de vista técnico y, por tanto, circunstancial. La técnica, tal como se
SUHVHQWDHQQXHVWURVLJORKDKHFKRLQVLJQL¿FDQWHHOHVSDFLR/DVGLVWDQFLDV
KDQGHMDGRGHVHUXQIDFWRUUHOHYDQWHGHFRQVLGHUDFLyQSROtWLFDSRUTXHSXH
den ser superadas con los medios técnicos10.
$KRUDELHQODSURSLHGDGPDVFULWLFDGDGHVGHHOSXQWRGHYLVWDWHyULFR
KDVLGRVLQGXGDODVREHUDQtD/DVWHRUtDVSOXUDOLVWDVGHO(VWDGRKDQSXHV
7. Ibidem, p. 56.
8. C. SCHMITT ³'HU 6WDDW DOV HLQ NRQNUHWHU DQ HLQH JHVFKLFKWOLFKH (SRFKH JHEXQGHQHU
Begriff”, p. 379.
9. Ibidem, p. 379.
10. (VPX\LQWHUHVDQWHHQHVWHSXQWRHOOLEURGH'-(LKINS, Beyond Sovereignty: Territory and
Political Economy in the Twenty-First Century.
393
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
WRWRGRVXpQIDVLVHQUHODWLYL]DUODXQLGDGGHOSRGHUHVWDWDOKDVWDHOSXQWR
GHKDFHUGHO(VWDGRXQRGHORVJUXSRVHQWUHRWURVDORVTXHORVLQGLYLGXRV
pertenecen y no un grupo por encima de los demás grupos. En el mundo
pluralista las cosas existen unas “con” otras, pero no unas “en” otras11.
(O (VWDGR TXH D~Q SHUGXUD FRPR (VWDGR GH %LHQHVWDU KD UHFLELGR
FRPRUHVSXHVWDDVXVFUtWLFRVGLIHUHQWHVPRGL¿FDFLRQHVSHURVXVSULQFLSLRV
permanecen más o menos inalterables. Desde la cosmovisión democrática,
se pone la corrección en la participación del pueblo en el poder absoluto
GH (VWDGR D WUDYpV GH OD LGHQWL¿FDFLyQ HQWUH JREHUQDQWHV \ JREHUQDGRV
Desde la cosmovisión liberal, la corrección viene de la limitación del poder
HVWDWDODWUDYpVGHVXGLYLVLyQ\ORVFRQVLJXLHQWHVFRQWUDSHVRVHTXLOLEULR
de poderes, discusión pública y representación proporcional son las nuevas
creaciones liberales para el Estado. Desde la cosmovisión socialista la co
UUHFFLyQHVUHVSHFWRDODWDUHDTXHKDGHUHDOL]DUHO(VWDGRDXPHQWDQGRODV
SUHVWDFLRQHVVRFLDOHVVDQLGDGHPSOHRVXEVLGLRHWFDGHPiVGHODFOiVLFD
protección.
En resumen, con el nacimiento del Estado Moderno se crea un abismo
insalvable entre el Estado y el conjunto de los individuos aislados, al cual
incluso, y a pesar de que es el nombre que le conviene, es difícil atreverse
DGHQRPLQDUVRFLHGDGFLYLO(OPXQGRTXHGDGLYLGLGRHQGRVHVIHUDVHO(V
tado controlador de cada detalle de la vida de la nación y de sus individuos,
FRQXQSRGHUWRWDOORVLQGLYLGXRVFRQXQRVGHUHFKRVGHOLEHUWDGTXHSUH
tenden ampliar continuamente, pero sin poder real.
394
UN “VIEJO” TIPO DE REPRESENTACIÓN POLÍTICA PARA UNA NUEVA SOCIEDAD
6FKPLWWHQUHODFLyQDXQGLVFXUVRGH&RQGRUFHWHOGHMXOLRFRQHO
título De la Republique ou un Roi est-il necessaire a la conservation de la
Liberté?\TXHFLWDPRVSRUODGHVFULSFLyQTXHKDFHGHO(VWDGRDFRUGHFRQ
ORGLFKRHQHODSDUWDGRDQWHULRU
$ORODUJRGHOVLJOR;,;\SULQFLSLRVGHO;;ORVHQHPLJRVDXPHQ
WDURQGHVGHODWHRUtDGHODLQVWLWXFLyQGH0+DXULRXHQ)UDQFLDSDVDQGR
SRUODWHRUtDFRUSRUDWLYLVWDGH*LHUNHHQ$OHPDQLD\HQHOPXQGRDQJOR
VDMyQORVXWLOLWDULVWDVFRPR%HQWKDP\0LOO\ODWHRUtDSOXUDOLVWDGHO(VWDGR
GH+/DVNLDTXLHQ\DKHPRVPHQFLRQDGRPDVDUULED
El descontento teórico ante el Estado era una prueba de que la división
UDGLFDO HQWUH (VWDGR \ VRFLHGDG FLYLO HUD LQVRVWHQLEOH 6H KDFH QHFHVDULR
un ámbito de articulación entre la sociedad y el Estado, bien sea la insti
tución13, bien la corporación14, bien cualquier tipo de asociación15, como
SURSRQH/DVNL
(QODWHRUtDSROLWtFDFRQWHPSRUiQHDHO(VWDGR\DFDVLVyORWLHQHHQH
migos. Le quedan los defensores del Estado de bienestar, los liberales igua
OLWDULRVFRPRHVHOFDVRGH5DZOV3HURVRQPXFKDVPiVODVFUtWLFDV
Por una lado, aparecen la teorías liberales economicistas, para las que
todo en la sociedad es mercado, y el Estado, si es que tiene que existir, es
XQPLQLPRLQGHVHDEOH(VHOFDVRGHOOLEHUDOLVPRLQVWUXPHQWDOGH+D\HN
RGHOOLEHUDOLVPROLEHUWDULRGH1R]LFN\1DUYHVRQ(VGHVGHHVWD¿ORVRItD
dominante en el foro de discusión, desde donde se lanzan continuamente
PiVDWDTXHVDO(VWDGRGH%LHQHVWDU$KRUDELHQHVWDSRVWXUDSRUVXODGR
WDPELpQVHKDFHLQVRVWHQLEOHSRUTXHHVLQFDSD]GHFUHDUXQELHQFRP~Q
395
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
VLQTXHVHDGHPDVLDGRUHVWULQJLGR3RUSULQFLSLRLQFOXVRUHFKD]DQHOWpU
mino de bien público.
De donde parece salir no solo crítica, sino también una nueva vida
en la consideración de la forma de gobierno es en la vuelta a la tradición
republicana americana. A ella vuelven la mirada desde distintos ángulos
algunos conservadores16ORVTXHDVtPLVPRVVHOODPDQ³QHRLQVWLWXFLRQD
listas”17ODHVFXHODGHO³3XEOLF&KRLFH´ORV³QHRUHSXEOLFDQRV´TXHHQJOR
EDUtDQDPXFKDVSHUVRQDOLGDGHVQRHQPDUFDEOHVGHQWURGHQLQJXQDHWLTXHWD
\HQWUHORVFXDOHVDXQTXHQRVyORKDEUtDTXHQRPEUDUWDPELpQDORVFRPX
nitaristas (McIntyre, Walzer, Sandel, Taylor, Galston) y a los republicanos
UHYLVLRQLVWDV.UDPQLFN\3RFRFN
3XHVWRTXHODQXHYDIXHU]DGHODIRUPDFLyQSROtWLFD±TXHSDUDGLVWLQ
JXLUODGHO(VWDGR0RGHUQRSRGHPRVGHQRPLQDUODHVWDGRFRQ³H´PLQ~V
FXOD±TXHKDUiUHYLYLUODVRFLHGDGFLYLODSHVDUGHWRGRHOODVWUHKLVWyULFR
parece venir de los principios de gobierno del republicanismo americano,
vamos a analizar a continuación en qué consiste esa “vieja” forma política
y cuáles pueden ser las ayudas conceptuales que nos presta para el aná
OLVLV GHO QXHYR HVWDGR FRQWHPSRUiQHR< OR KDUHPRV GHVGH OD OHFWXUD GH
The Federalist Papers18.
Aunque no desconocemos la controversia TXH H[LVWH HQWUH ORV LQWpU
pretes de The Federalist, –entre quienes los adcriben mas a la tradición del
UHSXEOLFDQLVPRFOiVLFRFRPRHVHOFDVRGH-*$3RFRFN19; quienes, aun
que fundamentalmente los encuentran empapados en esa tradición, creen que
anuncian ya una alternativa a ese paradigma, como es el caso de G. S. Wood20
\TXLHQHVORVVLW~DQGHOODGRGHOUHSXEOLFDQLVPROLEHUDOGHFRUWHORFNHDQR
como es el caso de T. L. Pangle21±QRYDPRVDHQWUDUDKRUDHQHOOD6LPSOH
396
UN “VIEJO” TIPO DE REPRESENTACIÓN POLÍTICA PARA UNA NUEVA SOCIEDAD
397
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
<PiVDGHODQWH0DGLVRQUHÀH[LRQDGHOVLJXLHQWHPRGR
³6LORVKRPEUHVIXHUDQiQJHOHVHOJRELHUQRQRVHUtDQHFHVDULR6LJR
bernaran los ángeles, no sería necesario ningún tipo de control, ni externo ni
interno, para el gobierno”25.
3HURQRHVHVWHHOFDVR(OJRELHUQRHVOOHYDGRDFDERVREUHKRPEUHV
\SRUKRPEUHV
$VtGHGLFD+DPLOWRQEDVWDQWHVQ~PHURV±GHODO±DWUDWDUODVGHV
JUDFLDVTXHVHSXHGHQGHULYDUGHXQFRQÀLFWRWDQWRHQWUHORV(VWDGRV8QL
dos y algún país extranjero, como dentro de los mismos Estados, es decir,
OD JXHUUD FLYLO OD FXDO HV PiV DODUPDQWH /DV FDXVDV GH KRVWLOLGDG HQWUH
ODV QDFLRQHV VRQ LQQXPHUDEOHV \ GH PXFKRV JpQHURV GLIHUHQWHV HO DPRU
al poder o el deseo de preminencia y dominio, las disputas territoriales, la
desigualdad de facultades para adquirir la propiedad, el deseo de igualdad
y seguridad, la rivalidad en el comercio y las pasiones privadas como la
enemistad, la envidia, los intereses, los miedos26.
Sin duda alguna, –es el objetivo de la propaganda de los famosos artí
FXORVGHSHULyGLFR±ODVROXFLyQDHVRVFRQÀLFWRVHVODXQLGDGGHORVHVWDGRV
TXHHYLWDUiODKRVWLOLGDGVREUHWRGRDWUDYpVGHODGLVXDVLyQGHORVSDtVHV
vecinos o de los mismos estados, de empezar una guerra27.
Vemos, por tanto, que la defensa de la unidad política es uno de los
¿QHV GHO JRELHUQR GH XQD QDFLyQ DKRUD ELHQ WDPSRFR KD GH VHUOR KDVWD
el punto de destruir la posibilidad de un gobierno razonable basado en la
UHÀH[LyQ\HQODHOHFFLyQ(VGHFLUWDPSRFRORSXHGHVHUKDVWDWDOSXQWR
que destruya el self-governmentGHOSXHEOR(VWRHVORTXHKDRFXUULGRHQ
HOYLHMRPXQGRFRQHO(VWDGRVREHUDQR6XREVHVLyQSRUODGHIHQVDOHKD
llevado a crecer tanto en su poder y a extenderlo de tal modo a través de
OD SURYLVLyQ GH LQVWLWXFLRQHV HVWDWDOHV TXH KD DKRJDGR OD YLGD FLYLO 6X
398
UN “VIEJO” TIPO DE REPRESENTACIÓN POLÍTICA PARA UNA NUEVA SOCIEDAD
REVHVLyQSRUODGHIHQVDKDFUHDGRQDFLRQHVHQWHUDVGHHVFODYRV(VDPLV
PDREVHVLyQOHKDOOHYDGRDSRWHQFLDUGHWDOPRGRODH[WHQVLyQGHOSRGHU
HMHFXWLYRDWRGRVORVREMHWRV\SHUVRQDVTXHVHKDKHFKRXQVREHUDQRDE
VROXWR)UHQWHDHVWHHVSLULWXGHVSyWLFRORV(VWDGRV8QLGRVGH$PpULFDKDQ
de representar un nuevo espíritu, the republican genius. Así es como lo ve
+DPLOWRQHQHO1
El espíritu republicano, a pesar de que como veremos más adelante,
tiene uno de sus pilares fundamentales en la defensa armada del propio
pueblo, en la discriminación entre amigos y enemigos, pone el peso del
ODGRGHODDPLVWDG\FRQItDHQODFDSDFLGDGGHOVHUKXPDQRSDUDFUHDUOD]RV
y para autogobernarse. En el siguiente texto de Madison, se percibe bien en
TXHFRQVLVWHHOQXHYRHVStULWXSROtWLFR
³'HOPLVPRPRGRTXHH[LVWHXQJUDGRGHGHSUDYDFLyQHQHOJpQHURKX
mano, el cual requiere de un cierto grado de desconfianza y circunspección,
H[LVWHQRWUDVFXDOLGDGHVHQODQDWXUDOH]DKXPDQDTXHMXVWLILFDQXQFLHUWRJUD
do de confianza y estima. El gobierno republicano SUHVXSRQHODH[LVWHQFLD
GHHVDVFXDOLGDGHVHQXQDOWRJUDGRPiVTXHQLQJXQDRWUDIRUPDGHJR-
bierno6LODGHVFULSFLyQTXHKHPRVKHFKRGHODHQYLGLDSROtWLFDGHDOJXQRV
HQWUHQRVRWURVHVILHOUHIOHMRGHODQDWXUDOH]DKXPDQDHQWRQFHVODLQIHUHQFLD
TXHSRGHPRVKDFHUHVTXHQRKD\YLUWXGVXILFLHQWHHQWUHORVKRPEUHVSDUDHO
autogobierno; y que ninguna otra cosa más que las cadenas del despotismo
les puede disuadir de destruirse y deborarse unos a otros”28.
399
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
EOHGHWHUPLQDWLRQZKLFKDQLPDWHVHYHU\YRWDU\RIIUHHGRPWRUHVWDOORXUSROLWLFDOH[SHULPHQWVRQ
WKHFDSDFLW\RIPDQNLQGIRUself-government”. Sin embargo, en opinión de Sandel (Democracy’s
Discontent, p. 129), la Constitución no buscaba elevar el carácter moral del pueblo. En vez de eso,
LQWHQWDEDHQFRQWUDUODVHVWUDWHJLDVDGHFXDGDVTXHSHUPLWLHUDQVDOYDUHOJRELHUQRUHSXEOLFDQRKDFLpQ
dole menos dependiente de la virtud.
30. Esta era casi la crítica más fuerte que los Anti-FederalistOHKDFtDQDODFRQVWLWXFLyQ6REUH
esta discusión ver Sandel, Democracy’s DiscontentS\VV<VREUHWRGR6TORING, The Complete
Anti-Federalsit, vol 2, p. 231 y 261. Después de sus primeras dudas, Madison aceptó que se pu
GLHUDQ JDUDQWL]DU DOJXQRV GHUHFKRV LQGLYLGXDOHV ORV FXDOHV QR HUDQ QHFHVDULDPHQWH FRQWUDULRV DO
JRELHUQRQDFLRQDOIXHUWHTXHpOSURSRQtD(VRKDFtDPiVIDFLOODDFHSWDFLyQGHODFRQVWLWXFLyQSRU
SDUWHGHORVDQWLIHGHUDOLVWDV³1R6WDWHVKDOOLQIULQJHWKHHTXDOULJKWVRIFRQVFLHQFHQRUWKHIUHHGRP
RIVSHHFKRURIWKHSUHVVQRURIWKHULJKWRIWULDOE\MXU\LQFULPLQDOFDVHV´&K6+YNEMAN y G. W.
CAREY, A Second Federalist, p. 275. En aquel momento no se aceptó la propuesta de Madison. Fue
acogida sólo 79 años después en la enmienda 14.
400
UN “VIEJO” TIPO DE REPRESENTACIÓN POLÍTICA PARA UNA NUEVA SOCIEDAD
tende la regulación de todos los asuntos de la vida del pueblo, sean públicos
o privados. Esto no tiene aplicación en la nueva constitución americana, dirá
+DPLOWRQSULPHURSRUTXHHVWiFRQFHELGDSDUDUHJXODUVLPSOHPHQWHHOLQWHUpV
político general de la nación y porque está fundada en el poder del pueblo.
En ella el pueblo no tiene porqué reservarse nada, puesto que retiene todo31.
<FLWDHOSULPHUSDUiJUDIRGHODFRQVWLWXFLyQ
³:HWKHSHRSOHRIWKH8QLWHG6WDWHVWRVHFXUHWKHEOHVVLQJVRIOLEHUW\
to ourselves and our posterity, do ordain and stablishWKLV&RQVWLWXWLRQIRUWKH
United States of America”.
¢4Xp VHQWLGR WLHQH HO KDFHU H[FHSFLRQHV D REMHWRV GHO SRGHU TXH QR
HVWiQJDUDQWL]DGRV"¢3DUDTXpGHFODUDUFRVDVTXHQRVHSXHGHQKDFHUVLQR
KD\SRGHUSDUDKDFHUOR"32. (VWDHVODSUHJXQWDGH¿QLWLYD
Es interesante, por lo actual, el ejemplo que pone en relación con la
libertad de prensa.
“¿Por qué, por ejemplo, debe decirse que la libertad de prensa no debe
VHUUHVWULQJLGDVLQRKD\XQSRGHUGDGRHQODFRQVWLWXFLyQSRUHOFXDOSXHGDQ
ser impuestas esas restricciones?”33.
(O SRGHU VH UH¿HUH D FLHUWRV REMHWRV \ QR D RWURV /R YHUHPRV PiV
adelante. Pero, lo que nos interesa en este punto es subrayar que el Estado
Moderno funciona con un concepto de poder absoluto dado de antemano,
GHO FXDO ODV FDGD YH] PiV DPSOLDV OLVWDV GH GHUHFKRV IXQGDPHQWDOHV TXH
GHEHLQFOXLUXQDFRQVWLWXFLyQGHPRFUiWLFDQRVRQPiVTXHXQDUDWL¿FDFLyQ
puesto que insisten en su limitación. El primitivo espíritu republicano ame
ricano estaba lejos de este espíritu moderno34.
9HDPRVDKRUDFXiOHVVRQORVSULQFLSLRVHQTXHVHIXQGDPHQWDHOself-
government republicano y federal. Puesto que en los founding fathers estos
GRVSULQFLSLRV±UHSXEOLFDQR\IHGHUDO±VHKDFHQXQRKDVWDWDOSXQWRTXH
uno permite el otro.
401
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
(QHO10DGLVRQKDFHXQDDGYHUWHQFLDLQWHUHVDQWHSDUDFRQVLGH
UDUDOSULQFLSLRGHQXHVWUDLQGDJDFLyQ$GYLHUWHTXHPXFKRVSDtVHVHQODV
GLVWLQWDVpSRFDVKLVWyULFDVVHKDQDUURJDGRHOWpUPLQR³UHS~EOLFD´SDUDVXV
formas de gobierno, pero, en realidad, se puede decir que casi ninguno era
XQDUHS~EOLFD/DVGLVWRUVLRQHVKDQYHQLGRVREUHWRGRSRUODSUHWHQVLyQGH
LGHQWL¿FDU GHPRFUDFLD \ UHS~EOLFD VLHQGR DVt TXH VRQ FRVDV GLIHUHQWHV35.
La descripción del gobierno republicano que Madison pretende dibujar en
los Federalist Papers no tiene precedente en ninguna otra forma anterior,
pretende ser nueva.
5HS~EOLFDGH¿QH0DGLVRQ36, es un gobierno que deriva todos sus po
deres directa o indirectamente del gran cuerpo del pueblo, los cuales son
administrados por personas que los detentan durante un periodo limitado
de tiempo o durante su buen hacer.
<HVSHFL¿FDHVHVHQFLDODODUHS~EOLFDTXHVHGHULYHGHOJUDQFXHUSR
GHOSXHEOR(VVX¿FLHQWHTXHODSHUVRQDVTXHODJRELHUQDQVHDQQRPEUDGDV
directa o indirectamente por el pueblo y que detenten ese poder de gobier
no durante el periodo de tiempo que esté dispuesto en la constitución. Está
DEVROXWDPHQWHSURKLELGRHQXQDUHS~EOLFDTXHH[LVWDQWtWXORVGHQREOH]D(O
principio aristocrático clásico, la nobleza, queda relevado por la virtud.
Según ésto, tres principios son fundamentales en toda república fede
ral DVDEHU
37
1. El principio de representación6LJQL¿FDTXHXQDRYDULDVSHUVRQDV
pueden obrar por el pueblo entero. Mediante este principio el pueblo pro
piamente no desaparece, sino que está presente en los actores que elige para
obrar por él mismo. Conserva el poder en las manos de sus agentes38.
Éste es el principio propiamente republicano, más concretamente que
el de participación política, del que se deriva y que es más general. La
SDUWLFLSDFLyQSROtWLFDFRPRH[SOLFD0DGLVRQWDPELpQH[LVWHHQODGHPR
FUDFLD /D GLIHUHQFLD HVWi HQ TXH HQ pVWD ~OWLPD VH SUHWHQGH XQD SDUWLFL
pación directa del pueblo. Una participación en persona. Es una forma de
gobierno totalmente popular y, por tanto, se contradice con el principio
GHUHSUHVHQWDFLyQSXHVQRSXHGHKDEHUXQDIRUPDGHJRELHUQRWRWDOPHQWH
popular, como es la democracia, y a la vez basada en este principio. La
402
UN “VIEJO” TIPO DE REPRESENTACIÓN POLÍTICA PARA UNA NUEVA SOCIEDAD
GHPRFUDFLDSRUHVRPLVPRVLHPSUHKDGHTXHGDUOLPLWDGDDFRPXQLGDGHV
muy pequeñas, mientras que la república es un gobierno válido para gran
des extensiones.
(OVHJXQGRPDWL]LPSRUWDQWHHQODGH¿QLFLyQUHSXEOLFDQDGHHVWHSULQ
FLSLRHVTXHODVSHUVRQDVHOHJLGDVSDUDHOJRELHUQRKDQGHSRVHHUODvirtud
cívica39$VtORH[SUHVD0DGLVRQHQHO1DOKLORGHODGLVWLQFLyQHQWUH
GHPRFUDFLD\UHS~EOLFDD¿UPDQGRTXHORVUHSUHVHQWDQWHVVRQ
(QHO1WDPELpQ+DPLOWRQKDFHXQFRPHQWDULRVLPLODU
39. 6HJ~QODFODVLILFDFLyQUHIHULGDGHG¶2UV\WHQLHQGRHQFXHQWDHVWHDVSHFWRODUHSUHVHQWDFLyQ
sería de tipo jurídico, puesto que se necesita la virtud para el gobierno.
40. Así, D. EPSTEIN ³7KH 3ROLWLFDO 7KHRU\ RI WKH &RQVWLWXWLRQ´ HQ$ %LOOM, Confronting
Constitution, p. 95.
403
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
404
UN “VIEJO” TIPO DE REPRESENTACIÓN POLÍTICA PARA UNA NUEVA SOCIEDAD
KDYHQRSURSHUW\WRYRWHZLWKWKRVHZKRKDYHIRUWKRVHODZVZKLFKDIIHFWWKHSHUVRQZLOOSURYH
WKDW\RXRXJKWWRDGPLWZRPHQDQGFKLOGUHQKDYHDVJRRGMXGJPHQWVDQGDVLQGHSHQGHQWPLQGV
DVWKRVHPHQZKRDUHZKROO\GHVWLWXWH'HSHQGXSRQLW6LULWLVGDQJHURXVWRRSHQVRIUXLWIXO
a source of controversy and altercation (...). new claims will arise; women will demand a vote; lads
IURPWZHOYHWRWZHQW\RQHZLOOWKLQNWKHLUULJKWVQRWHQRXJKDWWHQGHGWR´
43. $VtORGHILQHQORVFRPXQLWDULVWDV³$FFRUGLQJWRUHSXEOLFDQSROLWLFDOWKHRU\KRZHYHUVKD
ULQJLQVHOIUXOHLQYROYHVVRPHWKLQJPRUH,WPHDQVGHOLEHUDWLQJZLWKIHOORZFLWL]HQVDERXWWKHFRP
PRQJRRGDQGKHOSLQJWRVKDSHWKHGHVWLQ\RIWKHSROLWLFDOFRPPXQLW\´06ANDEL, Democracy’s
Discontent, p. 5.
44. +AMILTON, Nº 15.
45. +AMILTON1³,QDGGLWLRQWRWKLVWKHUHLVLQWKHQDWXUHRIsovereign power an impa
WLHQFHRIFRQWUROWKDWGLVSRVHVWKRVHZKRDUHLQYHVWHGZLWKWKHH[HFLVHRILWWRORRNZLWKDQHYLOH\H
XSRQDOOH[WHUQDODWWHPSWVWRUHVWUDLQRUGLUHFWLWVRSHUDWLRQV)URPWKLVVSLULWLWKDSSHQVWKDWLQHYHU\
SROLWLFDODVVRFLDWLRQZKLFKLVIRUPHGXSRQWKHSULQFLSOHRIXQLWLQJLQDFRPPRQLQWHUHVWDQXPEHURI
OHVVHUVRYHUHLJQWLHVWKHUHZLOOEHIRXQGDNLQGRIHFFHQWULFWHQGHQF\LQWKHVXERUGLQDWHRULQIHULRU
RUEVE\WKHRSHUDWLRQRIZKLFKWKH\ZLOOEHDSHUSHWXDOHIIRUWLQHDFKWRIO\RIIIURPWKHFRPPRQ
FHQWHU7KLVWHQGHQF\LVQRWGLIILFXOWWREHDFFRXQWHGIRU,WKDVKLVRULJLQLQWKHORYHRISRZHU3RZHU
FRQWUROOHGRUDEULGJHGLVDOPRVWDOZD\VWKHULYDODQGHQHP\RIWKDWSRZHUE\ZKLFKLWLVFRQWUROHG
or abridget”.
405
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
ODDUWLFXODFLyQGHSRGHUHVGHQWURGHOPLVPR2EVHUYDGHWHQLGDPHQWH+D
milton46ODIyUPXODGHORVVLVWHPDVIHXGDOHVSXHVWRTXHKDVLGRXQDIyUPXOD
VRFLRSROtWLFD FRQFUHWD GH FRPELQDFLyQ GH SRGHUHV (Q OD (XURSD IHXGDO
KDEtDXQVREHUDQRTXHH[WHQGtDVXSRGHUVREUHWRGDODQDFLyQ\XQQ~PHUR
de feudos subordinados, los cuales a su vez tenían una serie de vasallos
subordinados. Cada señor feudal era una especie de soberano sobre estos
últimos. La consecuencia de esta situación era la existencia de frecuentes
guerras entre las diferentes soberanías. Generalmente el poder del príncipe
era demasiado débil para poder mantener la paz pública o para defender al
SXHEORGHORVDEXVRVGHVXVREHUDQRLQPHGLDWR(VWDpSRFDGHODKLVWRULD
GH(XURSDKDVLGRFRQVLGHUDGDSRUPXFKRVKLVWRULDGRUHVFRPRODDQDUTXtD
IHXGDO /D FRQFOXVLyQ TXH VDFD +DPLOWRQ GH HVWDV REVHUYDFLRQHV HV TXH
es imposible ejercer un gobierno soberano sobre soberanos47. En cuanto
DSDUHFHODVREHUDQtDKD\TXHUHQXQFLDUDODDUWLFXODFLyQGHSRGHUHV/RTXH
HVWiTXHULHQGRGHFLUHVTXHUHVSHFWRDOPLVPRREMHWRQRSXHGHKDEHUGRV
soberanías subordinadas, de modo que una sea intermediaria de la otra.
Como la soberanía se arroga un poder absoluto, último, no puede convivir
con ninguna otra.
/RV SUREOHPDV TXH DSDUHFHQ VLHPSUH D OD KRUD GH DUWLFXODU SRGHUHV
VRQODULYDOLGDGGHORVPLVPRV\ODFRQFHQWUDFLyQGHJUDQGHVSRUFLRQHVGH
la fuerza de la comunidad en depositarios particulares. La solución dentro
GHODIRUPDIHGHUDOVyORSXHGHVHUXQDGLIHUHQFLDUORVREMHWRVGHOSRGHU6H
trata por lo tanto de una diferenciación cualitativa de los poderes. Así lo
H[SUHVD+DPLOWRQHQHO1
“Si las circunstancias de nuestro país son tales que demandan un go
ELHUQR FRQIHGHUDGR HQ YH] GH XQ VyOR JRELHUQR HO SXQWR HVHQFLDO TXH KD
de ser ajustado es el de discriminar los objetos tanto como sea posible, los
FXDOHVKDQGHSHUWHQHFHUDGLVWLQWDVSURYLQFLDVRGHSDUWDPHQWRVGHOSRGHU
permitiendo a cada una la más plena autoridad para cumplir los objetos o
fines de su cargo”.
406
UN “VIEJO” TIPO DE REPRESENTACIÓN POLÍTICA PARA UNA NUEVA SOCIEDAD
'HOKHFKRGHVHUXQDIRUPDIHGHUDOVHGHVSUHQGHQGRVFRVDVODIRUPD
indirecta de derivación del gobierno desde el pueblo y la limitación del
poder del gobierno sobre todas las cosas y personas.
Estos principios se realizan en una estructura concreta de gobierno
que es la siguiente48
/D FRQVWLWXFLyQ VH IXQGD VHJ~Q HO SULQFLSLR IHGHUDO HQ HO DVHQ
WLPLHQWRGHWRGRHOSXHEORDPHULFDQRSHURQRFRPRLQGLYLGXRVTXHFRP
ponen una nación, sino como individuos que componen estados distintos
e independientes, aunque no soberanos en el sentido en que es soberano el
Estado Moderno.
El resto de la construcción del gobierno combina principios federales
con principios nacionales (gobierno sobre las personas, no sobre los esta
dos).
/DVIXHQWHVGHOSRGHUVRQODVVLJXLHQWHV
a. Lo que llama the house of representativesHOHJLGDSRUWRGRHOSXH
blo según el principio nacional. Reelegibles cada dos años.
b. El senado, elegido por los estados, por tanto, de modo indirecto por
el pueblo, según el principio federal. Reelegible cada seis años.
F (OSUHVLGHQWHHOHJLGRSRUORVHVWDGRVVHJ~QXQDIyUPXODTXHDWLHQGH
al principio federal y al principio nacional. Reelegible cada cuatro años.
G /RVMXHFHVHQHO1+DPLOWRQDFODUDTXHHOPRGRGHQRPEUDU
DORVMXHFHVHVLJXDODOPRGRGHQRPEUDUDORVGHPiVR¿FLDOHVGHODXQLyQ
HVWRHVWDOFRPRGLFHHQHO1HVDOSUHVLGHQWHFRQHOFRQVHMR\FRQ
VHQWLPLHQWRGHO6HQDGRDTXLHQVHUHVHUYDHVHGHUHFKR3RUWDQWRVXHOHF
ción es remota por parte del pueblo. Mantienen su cargo dependiendo de su
EXHQKDFHU
(VWRV SRGHUHV RSHUDQ VHJ~Q HO SULQFLSLR QDFLRQDO HV GHFLU JR
ELHUQDQDORVLQGLYLGXRV\QRDORVHVWDGRVDKRUDELHQVyORHQORVREMHWRV
en que estos individuos no son gobernados por sus estados.
4. La extensión de los poderes se limita según el principio federal. El
gobierno de la Unión, en cuanto a la extensión, no es nacional, porque su
SRGHUVHH[WLHQGHVyORKDVWDXQQ~PHURGHWHUPLQDGRGHREMHWRV\GHMDDO
resto de los estados un poder inviolable sobre los suyos. Por el contrario,
ODLGHDGHXQSRGHUQDFLRQDOFRPSUHQGHXQDVXSUHPDFtDLQGH¿QLGDVREUH
personas y cosas, en tanto en cuanto son objeto de la legislación nacional.
407
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
8QDYH]DTXtKD\GRVFXHVWLRQHVTXHVRQGHSDUWLFXODULQWHUpV\TXH
LPSOtFLWDPHQWH HVWiQ HQ OD FRQ¿JXUDFLyQ GH OD HVWUXFWXUD FXiOHV VRQ ORV
REMHWRVGHOJRELHUQRJHQHUDO\GHORVHVWDGRV\FyPRVHFRQVLGHUDODVHSD
ración de poderes, pues vemos por las instancias de gobierno que propone,
TXHHQODIRUPDGHJRELHUQRUHSXEOLFDQDKDQGHHVWDUVHSDUDGRV
9DPRVFRQHOSULPHUR8QSRGHUHVWiMXVWL¿FDGRVLHVXQPHGLRQH
FHVDULRSDUDDOFDQ]DUXQ¿Q(OJRELHUQRGHODXQLyQSUHWHQGHODXQLGDG\
la preservación del bien común49; de la realización de esa tarea recibe su
MXVWL¿FDFLyQ
El gobierno de la uniónWLHQHORVVLJXLHQWHVFRPHWLGRV
1. Defender al pueblo frente al peligro extranjero. Por tanto, preservar
la paz dentro y fuera de los estados50.
5HJXODUODVUHODFLRQHVH[WHULRUHV(VXQJRELHUQRKDFLDDIXHUDXQ
gobierno del mundo51.
3. Conservar el orden y la armonía entre los estados.
4. Algunos objetos de utilidad general de distinto tipo entre los cuales
está el garantizar a cada estado una forma de gobierno republicana52.
5. Disuadir a los estados de ciertos actos dañinos53.
3UHYLVLRQHVSDUDGDUH¿FDFLDDHVWRVSRGHUHV
Los objetos del gobierno de los estados, por su parte, “se extienden a
todos aquellos objetos que, en el curso ordinario de las cosas, conciernen a
las vidas, las libertades y propiedades de la gente y al orden interno, mejora
y prosperidad de cada estado” 546LQGXGDKDEtDHQODPHQWHGHORVfounders
49. Menciona el bien común como fin del gobierno, MADISON en los números 10, 41, 45, 5, 71,
HQWUHORVOXJDUHVPDVGHVWDFDGRV1RKD\XQDGHOLPLWDFLyQDEVROXWDGHHVWHFRQFHSWRHQORVfounding
farhers. Unas veces es citado sin más. En otros casos proveen una pequeña definición como las si
JXHQWHV³WKHSXEOLFJRRGWKHUHDOZHOIDUHRIWKHJUHDWERG\RIWKHSHRSOHLVWKHVXSUHPHREMHFWWR
EHSXUVXHG´12³MXVWLFHLVWKHHQGRIJRYHUQPHQW,WLVWKHHQGRIFLYLOVRFLHW\´1/DV
DILUPDFLRQHVTXHVHKDFHQHQThe Federalist –como comenta D. F. EPSTEINHVWiQPiVHQFRQVRQDQ
cia con una formulación tradicional del objeto de gobierno, en que la no se subraya la primacía de
ORVGHUHFKRVLQGLYLGXDOHV6tVHKDFHUHIHUHQFLDDHOORVVLQHPEDUJRHQORVCommentaries (vol 2,
SGRQGHVHGLFHTXHODWDUHDIXQGDPHQWDOGHOJRELHUQRHV³WRSURWHFWWKHOLEHUWLHVOLYHVDQG
SURSHUW\RIWKHSHRSOHJRYHUQHGIURPIRUHLJQDQGGRPHVWLFYLROHQFH´&LWHQ')(PSTEIN³7KH
3ROLWLFDO7KHRU\RIWKH&RQVWLWXWLRQ´HQ$%LOOM, Confronting Constitution, p. 86. No obstante,
a pesar de la inclinación liberal que Epstein quiere dar a la idea de bien común en la nueva consti
WXFLyQKDGHUHFRQRFHUTXHHQODFDEH]DGHORVfounding fathersHVWDEDTXHORVGHUHFKRVSULYDGRV
dependían ellos mismos del bien común, el cual tenía prioridad sobre ellos, cf. ibd. p. 88.
50. MADISON Nº 41.
51. Ibidem, Nº 42.
52. Ibidem, Nº 43.
53. Ibidem, Nº 44.
54. Ibidem, Nº 45.
408
UN “VIEJO” TIPO DE REPRESENTACIÓN POLÍTICA PARA UNA NUEVA SOCIEDAD
(VWRVLJQL¿FDTXHHOJRELHUQRIHGHUDOKDGHWHQHUSOHQRVSRGHUHVHQ
HO FDVR GH H[FHSFLyQ DKRUD ELHQ VRODPHQWH HQ ORV REMHWRV TXH OH HVWiQ
encomendados.
Se abre entonces la cuestión, planteada por los antifederalistas, de si
este gobierno fuerte es combinable con los principios republicanos. ¿Cómo
se puede combinar el requisito de estabilidad y energía en el gobierno fede
ral con la inviolable atención debida a la libertad y a la forma republicana?
0DGLVRQWUDWDHVWHSUREOHPDHQHO1\D¿UPDODSHUIHFWDDUWLFXODFLyQ
409
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
$KRUDELHQWDPELpQUHFRQRFHVLQLQJHQXLGDGTXH
³/DH[SHULHQFLDQRVKDLQVWUXLGRTXHQLQJXQDGHVWUH]DHQODFLHQFLDGHO
JRELHUQRKDVLGRKDVWDDKRUDFDSD]GHGLVFULPLQDU\GHILQLUFRQVXILFLHQWH
certeza, sus tres grandes provincias, ejecutivo, legislativo y judicial; ni si
quiera los privilegios y poderes de las diferentes ramas del legislativo”57.
<HVWRSRUWUHVUD]RQHVSULQFLSDOPHQWHODSULPHUDSRUTXHHVPX\GLIt
cil diferenciar con claridad las jurisdicciones de cada una de las tres clases
de poder; la segunda, por la imprecisión del lenguaje; la tercera, por la
imperfección del órgano58 y la cuarta, y, quizás la más decisiva, porque el
poder tiene una naturaleza usurpativa, intrusiva o apropiativa59.
La limitación del poder en el caso de la división del poder en tres ju
risdicciones diferentes, no es por el objeto, como ocurría en el caso de la
limitación del poder que lleva consigo el principio federal, sino en el sujeto
410
UN “VIEJO” TIPO DE REPRESENTACIÓN POLÍTICA PARA UNA NUEVA SOCIEDAD
TXHHMHUFHHOSRGHU7RGRHOHVIXHU]RKDGHSRQHUVHHQTXHQRWRGRHOSRGHU
TXHVHUH¿HUHDXQREMHWRGHWHUPLQDGRHVWpHQODVPLVPDVPDQRV
En teoría es razonable separar los tres poderes, pero en la práctica
resulta una difícil tarea, precisamente porque el poder tiende a ser total,
DODXQLGDGHQVXRULJHQ6HSXHGHHVSHFL¿FDUSRUVXVREMHWRVSHURQRVH
SXHGHGLYLGLUHQVXRULJHQXQDFWRGHYROXQWDG(VDGLYLVLyQHVDUWL¿FLDO\
KDVWDFLHUWRSXQWRVHOLPLWDDVHUXQSURFHGLPLHQWRTXHQRFRQVLJXHUHDOL]DU
efectivamente su propósito. La naturaleza del poder tiende a sobrepasar
siempre las barreras que se le ponen.
/HDPRVODD¿UPDFLyQGH0DGLVRQWDQLOXVWUDWLYDHQHVWHSXQWR
(QRSLQLyQGH0DGLVRQVLHPSUHVHKDQLQWHQWDGRSRQHUPiVWUDEDVDO
SRGHUHMHFXWLYRSRUTXHVHKDSHQVDGRTXHVRODPHQWHGHpOSXHGHYHQLUOD
tiranía. Sin embargo, en una república representativa, donde el ejecutivo
está limitado de antemano en la extensión de su poder y en la duración
de su gobierno, el mayor peligro viene siempre del legislativo61, que es el
PiVDPSOLRGXUDGHUR\SRSXODU(VXQFXHUSRORVX¿FLHQWHPHQWHQXPHURVR
para sentir todas las pasiones que puede sentir la multitud y su poder consti
tucional es poco susceptible de limitaciones precisas, puesto que puede con
facilidad enmascarar, a través de complicadas e indirectas medidas legales,
las invasiones de otras esferas del poder.
Una vez detectado el problema, la solución, en opinión de Madison62,
sólo puede venir de una organización interna del gobierno de modo que
sus diferentes partes constituyentes puedan, en su mutua relación, ser los
medios para mantener a las otras en su lugar.
/DVROXFLyQTXHSURSRQHVHSXHGHUHVXPLUHQFXDWURSXQWRV
411
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
³/DGLYHUVLGDGGHODVIDFXOWDGHVKXPDQDVGHODVFXDOHVVHRULJLQDQORV
GHUHFKRVGHSURSLHGDGQRHVPHQRVXQREVWiFXORLQVXSHUDEOHSDUDODXQLIRU
midad de los intereses. La protección de esas facultades es el primer objeto
del gobierno. De la protección de las diferentes y desiguales facultades para
412
UN “VIEJO” TIPO DE REPRESENTACIÓN POLÍTICA PARA UNA NUEVA SOCIEDAD
'HWRGDVIRUPDVHOGHUHFKRDODSURSLHGDGWRPDQGRGLVWDQFLDGHOHVSt
ULWXORFNHDQRSXHGHVHUUHJXODGRHQOD&RQVWLWXFLyQ/DQHFHVLGDGGHLPSR
ner tasas, prevista en ella, es una muestra de que la propiedad no se considera
WRWDOPHQWH LQPXQH D ODV GHFLVLRQHV SROtWLFDV 6LQ HPEDUJR HO ¿Q GH WDOHV
interferencias no es, como vemos en el texto arriba transcrito, la distribución
LJXDOLWDULD±XQD³HTXDOGLYLVLRQRISURSHUW\´HVXQ³LPSURSHURUZLFNHGSUR
ject” en palabras de Madison66–, sino establecer algunas condiciones para la
EXHQDPDUFKDGHODVRFLHGDG\SDUDXQD³KRQHVWLQGXVWU\´
Viene bien traer en este punto a la memoria una descripción de Toc
queville en La Democracia en America, que ilustra el pluralismo mencio
QDGR
“Los americanos de todas las edades, en todos los momentos de la vida
y desde todos los tipos de disposición estarán para siempre formando asocia
ciones. No forman parte sólo de asociaciones comerciales e industriales, sino
de otras miles de asociaciones diferentes, religiosas, morales, serias, frívolas,
muy generales y muy limitadas, inmensamente grandes y muy pequeñas.
Los americanos combinan el celebrar fiestas, fundar seminarios, construir
LJOHVLDVGLVWULEXLUOLEURV\HQYLDUPLVLRQHURVDODVDQWtSRGDV+RVSLWDOHVSUL
siones y escuelas participan de este espíritu. Finalmente si quieren proclamar
una verdad o propagar un sentimiento animando con su ejemplo, forman
una asociación. En cualquier caso a la cabeza de una nueva empresa, en
Francia encontrareis el gobierno o en Inglaterra algún magnate territorial, en
los Estados Unidos estoy seguro que encontrareis una asociación”.
413
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
¢4XpSXHGHDSUHQGHUQXHVWUDIRUPDHVWDWDOGHFDGHQWHGHOUHSXEOLFD
nismo federal?
No cabe duda de que la exigencia de la virtud en la clase política es un
UHWRSDUDQXHVWUDDFWXDOVLWXDFLyQ<SRUHVRTXL]iVVLJXHVLHQGRpVWHXQR
de los puntos más destacados en los comentarios a The Federalist68.
<RPHTXHUtD¿MDUDKRUDPiVELHQHQHOSULQFLSLRIHGHUDO/DSRVLELOLGDG
de compartir el poder, por la discriminación de los objetos. En los founding
fathers se comparte el poder entre el gobierno de la unión y el gobierno de los
estados. La cuestión es, si no se podría traspasar ese principio al gobierno de
un país por referencia, no a estados, sino a las suborganizaciones, podemos
OODPDUODVLQVWLWXFLRQHVLQWHUPHGLDVGHHVHPLVPRSDtVFRPRSXHGHQVHUOD
familia, la empresa, las universidades, la iglesia, todo tipo de asociaciones
voluntarias, de modo que éstas últimas conserven el poder político que tie
nen. Es decir, que existan objetos de gobierno que les estén reservados a
HOODV GH PRGR TXH HO JRELHUQR GH OD UHS~EOLFD QR WHQJD FRPSHWHQFLD DKt
Eso sería un pluralismo político, del poder, real\TXL]iVPiVH¿FLHQWHTXHHO
pluralismo de opiniones dentro del Estado Moderno.
6HSXHGHGDUXQSDVRPiVDOOiGH0DGLVRQGHODPDQRGH-HIIHUVRQ
para invocar su principio de gradación de la autoridad, aunque sea en él
WRGDYtDWHUULWRULDODVDEHU
³3HQVDPRV TXH OD H[SHULHQFLD KD SUREDGR TXH HV PiV VHJXUR SDUD OD
masa de los individuos que componen la sociedad, reservar a ellos personal
mente el ejercicio de todos los poderes legítimos para los cuales son compe
tentes, y delegar en los diputados, nombrados por ellos y relevados del cargo
SRUHOORVPLVPRVSRUFRQGXFWDVRVSHFKRVDVyORDTXHOORVSDUDORVTXHQRVRQ
competentes”69.
68. Un ejemplo es el libro de R. VETTERLY, G. BRYNER, In Search of the Republic. Public Virtue
and the Roots of American Government5RZPDQ /LWWOHILHOG3XEOLVKHUV,QF%RVWRQ
69. -HIIHUVRQD'XSRQWGH1HPRXUVGHDEULOGH&LWHQ$-%EITZINGER, A History of
American Political Thought, p. 274.
414
UN “VIEJO” TIPO DE REPRESENTACIÓN POLÍTICA PARA UNA NUEVA SOCIEDAD
$KRUDELHQYROYLHQGRDODFUtWLFDGH+DPLOWRQGHORVVLVWHPDVIHXGD
les, el principio jeffersoniano sólo es aplicable, y así lo expone en los tex
WRVDUULEDFLWDGRVVLORVSRGHUHVQRLQWHU¿HUHQHVGHFLUQRVHVXERUGLQDQ
±DXQTXH-HIIHUVRQHPSOHHHVWHWpUPLQRHQHOWH[WRDUULEDFLWDGR±VLQRTXH
se coordinan, porque atienden a objetos diferentes.
1HXKDXV\%HUJHUHQVXOLEURGHTo empower people, que se puede
considerar como predecesor en época tan temprana de toda la ola de críticas
TXHKDQVREUHYHQLGRHQODV~OWLPDVGpFDGDVDO(VWDGR0RGHUQROODPDQDOR
TXHQRVRWURVKHPRVGHQRPLQDGRPiVDUULEDVXERUJDQL]DFLRQHVRLQVWLWXFLR
nes intermedias, “mediating structures”71. La idea del libro es similar, aunque
QRH[DFWDPHQWHLJXDODODTXHVHKDH[SXHVWRDTXt7RPDFRPRHVWUXFWXUDV
PHGLDOHVSULQFLSDOHVGHODVRFLHGDGODIDPLOLDHOEDUULRODLJOHVLD\ODVDVR
FLDFLRQHVYROXQWDULDV<VRVWLHQHTXHHVDVLQVWDQFLDVQRVyORKDQGHH[LVWLU
en la sociedad porque el individuo abstracto que genera el Estado Moderno
necesita vivir en comunidades, sino porque no es posible que exista un go
ELHUQROHJtWLPRTXHVHKDOOHSULYDGRGHOIXQGDPHQWRPRUDOGHORVYDORUHVTXH
se crea en el seno de la sociedad misma72. Por tanto, la política pública debe
XWLOL]DU HVWUXFWXUDV PHGLDOHV SDUD OD UHDOL]DFLyQ GH ORV ¿QHV S~EOLFRV73. Lo
que se consigue así es extender los servicios del gobierno sin necesidad de
aumentar el aparato gubernamental y, consiguientemente, la opresión guber
QDPHQWDO(O¿QDOTXHWRGDVODVFUtWLFDVTXLHUHQOOHJDU
(QUHVXPHQVLKDEtDPRVFRPHQ]DGRGLFLHQGRTXHHO(VWDGR0RGHUQR
KDEtDGLFRWRPL]DGRODUHDOLGDGSROtWLFDUHDOL]DQGRXQDSURIXQGDGLYLVLyQ
entre el aparato político y el individuo privado, también político por obra el
415
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
(VWDGRORTXHYHQLPRVDGHFLUDKRUDHVTXHODVROXFLyQSDUDODQXHYDVRFLH
dad civil es una nueva forma de organizar el poder político. Ella pasa por
trasladar parte del poder político del Estado a las instituciones intermedias.
Es decir, en encontrar, para cada tipo de sociedad, la fórmula de distribu
ción del poder político que dé sentido político real a las instituciones in
WHUPHGLDV+HPRVSURSXHVWRFRPRDQDORJtD74GHHVDIyUPXODFRQPXFKRV
arreglos, pero en el espíritu del self government republicano, el modo de
articular el poder de los estados federales en el republicanismo americano
del primer constitucionalismo.
BIBLIOGRAFÍA
74. /DDQDORJtD\DIXHPHQFLRQDGDSRU-DPHV:LOVRQDOKDEODUHQIDYRUGHOJRELHUQRIHGHUDO
diciendo que “las ventajas y necesidad de un gobierno federal entre estados” se asemejan a “las
ventajas y necesidad de un gobierno civil entre individuos en la sociedad” (Works of Wilson, vol 2,
p. 766).
416
UN “VIEJO” TIPO DE REPRESENTACIÓN POLÍTICA PARA UNA NUEVA SOCIEDAD
417
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
² ³7KH 0\WK RI -RKQ /RFNH DQG WKH 2EVHVLRQ ZLWK WKH /LEHUDOLVP´ HQ - *$
POCOCK y R. ASHCRAFT, John Locke:LOOLDP$QGHZV&ODUN0HPRULDO/LEUDU\
University of California, Los Angeles, 1980.
— Politics, Language and Time$WKHQHXP1HZ<RUN
RAWLS,-A Theory of Justice, Oxford University Press, London, 1971.
— Political Liberalism&ROXPELD8QLYHUVLW\3UHVV1HZ<RUN
SANDEL,0-Democracy’s Discontent. America in Search of a Public Philosophy7KH
%HONQDS3UHVVRI+DUYDUG8QLYHUVLW\3UHVV&DPEULGJH0DVVDFKXVHWWV
— Liberalism and the Limits of Justice, Cambridge University Press, 1982.
— Liberalism and its Critics%DVLO%ODFNZHOO2[IRUG
SANDERS-7 1ARVESON-For and against the State. New Philosophical Readings,
5RZPDQ /LWWOH¿HOG3XEOLVKHUV,QF%RVWRQ
SCHMITT&La dictadura: desde los comienzos del pensamiento moderno de la sobe-
rania hasta las luchas de clases proletarias, Alianza Ed. , Madrid,
² ³6WDDWVHWKLNXQGSOXUDOLVWLVFKHU6WDDW´HQKantstudien%DQG+HIWSS
42).
² ³'DV3UREOHPGHULQQHUSROLWLVFKHQ1HXWUDOLWDWGHV6WDDWHV´HQMitteilungen der
Industrie- und Handelskammer zu Berlin-KJ+HIWSS
² ³*HVXQGH :LUWVFKDIW LP VWDUNHQ 6WDDW´ HQ Mitteilungen der Industrie- und
Handelskammer zu Berlin, -KJ1R+HIWSS
² ³'HU6WDDWDOV0HFKDQLVPXVEHL+REEHVXQG'HVFDUWHV´HQArchiv fur Rechts-
und Sozialphilosophie%G+ISS
— El Leviathan en la Teoria del Estado de Tomas Hobbes+D]0DGULG
² ³'HU6WDDWDOVHLQNRQNUHWHUDQHLQHJHVFKLFKWOLFKH(SRFKHJHEXQGHQHU%HJULII´
HQVerfassungsrechtliche Aufsatze'XQFNHU +XPEORW%HUOLQ
— Der Wert des Staates und die Bedeutung des Einzelnen-&%0RKU7XELQJHQ
1914.
— Der Begriff des Politischen'XQFNHU +XPEORW%HUOLQ
— Teoría de la Constitución5HYLVWDGH'HUHFKR3ULYDGR0DGULGVLQIHFKD
STORING+-The Complete Anti-FederalistYROV8QLYHUVLW\RI&KLFDJR3UHVV&KL
cago, 1981.
TAYLOR&KPhilosophy and the Human Sciences. Philosophical Papers 2., Cambridge
University Press, Cambridge, 1985.
— Hegel and Modern Society, Cambridge University Press, Cambridge, 1979.
² ³$OWHUQDWLYH)XWXUHV/HJLWLPDF\,GHQWLW\DQG$OLHQDWLRQLQ/DWH7ZHQW\&HQWXU\
Canada”, en A. Cairns and C. Williams eds., Constitutionalism, Citizenship and
Society in Canada. University of Toronto Press, Toronto, 1986.
² ³&URVV3XUSRVHV7KH/LEHUDO&RPPXQLWDULDQ'HEDWH´HQ5RVHQEOXPHGLibe-
ralism and the Moral Life+DUYDUG8QLYHUVLW\3UHVV&DPEULGJH0DVV
TOCQUEVILLE$Democracy in America3KLOOLSV%UDGOH\1HZ<RUN
VETTERLY, R. and BRYNER*In Search of the Republic. Public Virtue and the Roots of
American Government5RZPDQ /LWWOH¿HOG3XEOLVKHUV,QF%RVWRQ
WILSON-The Works of James WilsonYROV(G5*0F&ORVNH\+DUYDUG8QLYHU
sity Press, Cambridge, 1967.
WOOD*6The Creation of the American Republic 1776-17871RUWRQ1HZ<RUN
1972.
² ³7KH,QWHOHFWXDO2ULJLQVRIWKH$PHULFDQ&RQVWLWXWLRQ´National Forum, 64 (pp.
418
+$&,$/$3$57,&,3$&,Ï1</$$872120Ë$
UNA PERSPECTIVA AMERICANA DE LA SOCIEDAD CIVIL
Robert ROYAL
(QORV~OWLPRVDxRVWRGRHOPXQGRKDOOHJDGRDDFHSWDUODVRFLHGDG
FLYLOFRPRXQUHPHGLRDPXFKDVGHODVFXHVWLRQHVDODVFXDOHVQRVHQIUHQ
WDPRVD¿QDOHVGHOVLJOR;;%LHQVHDODGHOGRPLQLRGHXQ(VWDGRSUH
suntuoso o los excesos del individualismo disgregado, la mundialización
necesaria del mercado o los abusos cometidos contra los pueblos indígenas.
Todos nosotros –liberales y conservadores, secretarios de la ONU y liberta
ULRV±D¿UPDPRVFUHHUTXHODUHFRQVWLWXFLyQGHODVLQVWLWXFLRQHVFLYLOHVSUR
PHWHXQDH[LVWHQFLDPiVKXPDQD1(VWDPLVPDXQDQLPLGDGQRVKDFHVRV
SHFKDUTXHORTXHFRQVLGHUDPRVFRPR³VRFLHGDGFLYLO´HQUHDOLGDGVLJQL¿FD
cosas muy distintas, que conducen a futuros muy diferentes. Si queremos
comprender mejor tanto las promesas como los peligros de las instituciones
FLYLOHVUHQRYDGDVWHQHPRVTXHPLUDUPiVDOOiGHODFXHUGRVXSHU¿FLDOSDUD
H[DPLQDUODVFDUDFWHUtVWLFDVHVSHFt¿FDVGHOPRPHQWRHQTXHYLYLPRV
6R\HQJHQHUDOHQWXVLDVWDGHODSURSXHVWDGHUHYLWDOL]DFLyQGHODVR
FLHGDGFLYLOSRUTXHKDWUDQVFXUULGRXQODUJRSHUtRGR±GHVGHOD5HYROXFLyQ
)UDQFHVD\TXL]iGHVGHDQWHV±GXUDQWHHOFXDOODSROtWLFDHQVXVLJQL¿FDGR
GHDFFLyQSRUSDUWHGHXQ(VWDGRVHFRQVLGHUDEDHOYHKtFXORSULQFLSDOSDUD
IRPHQWDUODSURVSHULGDGKXPDQD(QPXFKDVGHODVWHRUtDVVREUHHO(VWDGR
1. 8QD GH ODV SURSXHVWDV PiV FRPSUHQVLYDV \ HTXLOLEUDGDV GH HVWD HVSHUDQ]D HV ³7KH 7KLQ
9HQHHU RI *OREDO &LYLOL]DWLRQ´ GLVFXUVR SURQXQFLDGR SRU 9DFODY +DYHO HQ OD 8QLYHUVLGDG GH
+DUYDUGHOGHMXQLRGH
419
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
420
HACIA LA PARTICIPACIÓN Y LA AUTONOMÍA
\DKDEtDREVHUYDGR$ULVWyWHOHVVyORHQODRUJDQL]DFLyQSROtWLFDSRGHPRV
UHDOL]DUODVFRVDVPiVHOHYDGDV\PiVFDUDFWHUtVWLFDPHQWHKXPDQDV3HUR
la política adecuada precisa conocer lo que las organizaciones políticas a
WRGRVORVQLYHOHVGHVGHODFRPXQLGDGXUEDQDKDVWDRUJDQLVPRVLQWHUQDFLR
QDOHVSXHGHQ\QRSXHGHQKDFHUGHEHQ\QRGHEHQLQWHQWDU
+D\PXFKRVWHPDVTXHWUDWDUVREUHHVWDVFXHVWLRQHV&HQWUDUpVLQHP
bargo, mis observaciones en el tema de la participación y la autonomía
en la sociedad civil. De todas formas, antes quiero estudiar detenidamente
algunos problemas que implican ciertas consideraciones teóricas acerca de
ORTXHVLJQL¿FDXQDYHUGDGHUDVRFLHGDGFLYLO
&UHR TXH KD\ GRV FXHVWLRQHV SULQFLSDOHV TXH HV SUHFLVR GLOXFLGDU DO
comienzo de cualquier discusión actual sobre la trayectoria futura de la
sociedad civil.
(QSULPHUOXJDUVLHVYHUGDGTXHHO(VWDGRKDDEXVDGRGXUDQWHPXFKR
tiempo de funciones que pertenecen a niveles inferiores del orden social.
Si eso es así, entonces, del simple retirarse del Estado y de su declaración
GHFHGHUYROXQWDULDPHQWHODLQÀXHQFLDVREUHODVRFLHGDGFLYLOQRUHVXOWDUi
automáticamente el renacimiento de las instituciones civiles y, por consi
guiente, la participación y la autonomía. Como se ve sobre todo en países
del antiguo Bloque Soviético, pero también en Europa occidental y en los
(VWDGRV8QLGRVODVDJUXSDFLRQHVKXPDQDVQDWXUDOHVTXHIXHURQHQWLHP
SRVLPSRUWDQWHVSDUDODRUJDQL]DFLyQGHODVRFLHGDGKDQUHVXOWDGRSHUMXGL
cadas por las fuertes estructuras estatales, y necesitan de un saneamiento.
Por ejemplo, la familia, antes considerada la primera institución civil y la
UHVSRQVDEOHHQODIRUPDFLyQGHVHUHVKXPDQRVEXHQRVGHVWLQDGRVDFRQ
YHUWLUVHHQFLXGDGDQRVKDVLGRDWDFDGDGHVGHP~OWLSOHVLQVWDQFLDVHQWRGR
el mundo. Por supuesto, todos los regímenes totalitarios pensaban que las
familias eran enclaves burgueses que debían ser absorbidos por el Estado,
SHURWDPELpQORVSDtVHVGHPRFUiWLFRVSHUPLWHQFDGDYH]FRQPiVGL¿FXOWDG
la libertad auténtica de las familias.
(QORV(VWDGRV8QLGRVODVHVFXHODVS~EOLFDVTXHHQWHRUtDHUDQDG
PLQLVWUDGDVSRUODVFRPXQLGDGHVXUEDQDV\HUDQDVtXQDHVSHFLHGHH[WHQ
VLyQS~EOLFDGHORVYDORUHVEiVLFRVGHODIDPLOLDWUDEDMDQDKRUDFRQ¿QHV
DPHQXGRFRQWUDULRVDORVGHORVSDGUHV(VWDWULVWHVLWXDFLyQWLHQHPXFKDV
causas, entre las cuales está la manera en que los gobiernos, tanto al nivel
GHFDGD(VWDGRFRPRDQLYHOQDFLRQDOKDQLQWURGXFLGRXQDFODVHGHLGHR
logía pública, que a menudo interpreta los deseos de los padres como una
UHVLVWHQFLDTXHKD\TXHVXSHUDU±\DH[SUHVHQpVWRVYDORUHVUHOLJLRVRVRSL
QLyQPRUDOVREUHWHPDVFRPRHOVH[RHODERUWRRODKRPRVH[XDOLGDGRSUH
421
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
JXQWDVDFHUFDGHORVOtPLWHVGHO(VWDGRHQODVRFLHGDG±6HKDFRQFHUWDGR
una alianza profana entre el gobierno y los sindicatos de profesores que
KDFHGLItFLOTXHORVSDGUHVHLQFOXVRORVSURIHVRUHVTXHWHQJDQRSLQLRQHV
discrepantes, se opongan a esta colaboración entre el Estado y lo que en un
análisis abstracto se consideraría una institución civil, el sindicato. Por su
parte los medios de comunicación de prestigio, que también apoyan este
status quo, oponen otra institución de la sociedad civil contra las expectati
vas tradicionales de que las familias y las escuelas cooperen entre ellas. Por
HVWDUD]yQHQORV(VWDGRV8QLGRVKDDXPHQWDGRHOQ~PHURGHSDGUHVTXH
HGXFDQDVXVKLMRVHQFDVD\TXHEXVFDQPDQHUDVGHKDFHUPiVDVHTXLEOHV
para las familias, por medio de vales, becas y otros medios, las matrículas
de colegios privados que son en gran parte de base religiosa4.
El tema de las escuelas es sólo un fragmento (aunque uno importante,
debido a las formas de participación en la sociedad que posibilita) del mo
saico que constituyen las instituciones civiles. Podríamos realizar análisis
parecidos sobre las formas en que las iglesias, los colegios privados, las
XQLYHUVLGDGHV\ODVLQVWLWXFLRQHV¿ODQWUySLFDV\FXOWXUDOHVVHKDQYLVWRDVX
vez comprometidas por el dominio actual del Estado. No podemos entrar
DTXtHQGHWDOOHVVREUHRWUDVPXFKDVGLVWRUVLRQHVGHODOLEHUWDGTXHLQFOX
so experimentan actualmente las sociedades “libres”. Añadamos todavía
un ejemplo más. En los Estados Unidos, Catholic Charities, la institución
EHQp¿FDR¿FLDOGHOD,JOHVLDUHFLEHDSUR[LPDGDPHQWHHOGHVXVIRQ
GRVGHOJRELHUQRIHGHUDO3DUDPXFKRVPLHPEURVGHODFRPXQLGDGFDWyOLFD
HVWRHVXQHMHPSORGHODFRRSHUDFLyQSURYHFKRVDHQWUHHOJRELHUQR\DVR
FLDFLRQHVSULYDGDVODVRFLHGDGFLYLOHQSOHQDIRUPD6LQHPEDUJRHOODGR
4. $OJXQRVREVHUYDGRUHVFRQVLGHUDQTXHHVWRDPHQD]DODHGXFDFLyQXQLYHUVDOTXHKDVLGROD
responsabilidad de cada Estado desde el comienzo de la democracia popular moderna –una preocu
pación justificada para cualquiera que quiera justicia e imparcialidad para todas las personas. Pero
el otro peligro, el de las escuelas administradas por los Estados como instrumentos de la margina
FLyQVRFLDOHVPiVLPSRUWDQWHHQODDFWXDOLGDG$XQTXHORVJDVWRVSDUDODVHVFXHODVS~EOLFDVKDQ
DXPHQWDGR HQRUPHPHQWH GXUDQWH ODV ~OWLPDV GpFDGDV HQ$PpULFD HO DSUHQGL]DMH KD GLVPLQXLGR
sobre todo en los sectores más pobres de las ciudades. La reacción popular en estas áreas es notable.
(QODFDSLWDOGHORV(VWDGRV8QLGRV:DVKLQJWRQ'&XQDFRDOLFLyQGHHPSUHVDV\RWUDVIXHQWHV
GHIRQGRVSDUWLFXODUHVRIUHFLHURQKDFHSRFRDEULOEHFDVSDUDDTXHOORVSDGUHVTXHTXL
VLHUDQHQYLDUDVXVKLMRVDFROHJLRVSULYDGRVHQWUHORVFXDOHVPXFKRVHUDQGHIXQGDFLyQUHOLJLRVD
De una población de unos 70.000 estudiantes, acerca de 7.500 padres participaron en un sorteo para
seleccionar a los 1.000 afortunados; esto es un comentario notable sobre lo que los propios pobres y
marginados creen ser la mejor salida del actual atolladero. El Congreso, que dirige la administración
GHO'LVWULWRGH&ROXPELDKDHQWUHJDGRYDOHVDRWURVSDUDTXHHOLMDQVXVSURSLRVFROHJLRV9HU
D.A. VISE³'LVWULFW6FKRRO9RXFKHU%LOO*HWV&RQJUHVVLRQDO$SSURYDO´The Washington Post, 1 de
PD\R&(QODFLXGDGGH1XHYD<RUNSDGUHVVROLFLWDURQEHFDVSDUHFLGDV7-
FORSTMANN y B. KOVNER³+RZWR(QHUJL]H(GXFDWLRQ´The New York Times, 3 de enero, 1998,
“Editorial Section”.
422
HACIA LA PARTICIPACIÓN Y LA AUTONOMÍA
oculto de esta subvención está en que esos fondos sólo se pueden utilizar
GHPDQHUDTXHVHDGKLHUDQHVWULFWDPHQWHDODVQRUPDVGHVHUYLFLRVGHDX[L
lio puramente gubernamentales. Por consiguiente, el aspecto religioso y
KXPDQRGHODVDVRFLDFLRQHVEHQp¿FDVFDWyOLFDVJUDFLDVDOFXDOpVWDVWLHQHQ
PXFKRPiVYDORUTXHORVSURFHGLPLHQWRVLPSHUVRQDOHVGHOJRELHUQRGHEHQ
excluirse de las tareas de socorro. Sin duda, todo este dinero probablemente
KDUiDOJ~QELHQSHURHQPLRSLQLyQWDPELpQKDFHPXFKRGDxR'HVKDFHORV
YtQFXORVKXPDQRVHQWUHGRQDQWH\GHVWLQDWDULRRFXOWDHOSURIXQGRPHQVDMH
UHOLJLRVR\KXPDQRTXHKDFHTXHORVSREUHV\PDUJLQDGRVVHDQDOJRPiV
que un problema social; y, quizá lo peor de todo, da la impresión de que
iniciativas particulares como la de la iglesia no pueden realizar el trabajo
QHFHVDULRVLQODD\XGDGHOJRELHUQR(Q$PpULFDKD\WRGDXQDODUJDKLVWR
ria que demuestra lo contrario. Cuando los católicos eran un grupo pobre y
marginado que sufría discriminación, construyeron una extraordinaria red
de colegios primarios y secundarios, además de un importante grupo de
institutos universitarios y universidades católicas. Todo esto en tiempos en
TXHORVFDWyOLFRVHUDQPXFKRPHQRVULFRVTXHDKRUD\VLQODPiVPtQLPD
subvención por parte del gobierno.
¿Autres temps, autres moeurs? Pero los tiempos siempre son distintos.
<HOquid de la cuestión está en la creencia de que debemos sencillamente
DFHSWDUHQHQWRUQRVFLYLOHVWDQWRFRPRHQVHFWRUHVHVWDWDOHVFRVWXPEUHV
PX\GLVWLQWDV\QRUPDOPHQWHPXFKRSHRUHV1RVJXVWDSHQVDUTXHODVLQV
tituciones civiles son más atentas y personales que las instituciones polí
ticas. Pero olvidamos que la sociedad civil enérgica controla el mal com
portamiento de los individuos con medios particulares no coercitivos, a
la vez que los cuida. Por ejemplo, se suele dar por sentado que la religión
en América –una nación con un carácter público mayoritariamente protes
WDQWH±GHEHKDEHUVLGRLGpQWLFDFRQHOLQGLYLGXDOLVPRUDGLFDOPRGHUQRR
KDEHUORDSR\DGRRDOPHQRVKDEHULQVSLUDGRDOJRVHPHMDQWH3HURFRPRKD
GLFKRXQKLVWRULDGRUSHUVSLFD]³7RWKHH[WHQWWKDW3URWHVWDQWLVPXQGHUZUR
WHDQHPSKDVLVXSRQLQGLYLGXDOLW\LWZDVLQWKHIRUPRIDFRQVWUDLQHGLQGL
viduality”5<ORTXHOLPLWyDOQXHYRLQGLYLGXRTXHVXUJLyGHODVFLUFXQV
tancias americanas fueron precisamente las instituciones civiles –familia,
iglesia, comunidad, pueblo– que surgieron muy pronto en norteamérica,
HQJUDQGHVFDQWLGDGHV\FRQPXFKDLQWHQVLGDG+R\VLQHPEDUJRXQDGH
las consecuencias involuntarias de la ayuda estatal a este nivel, debido al
5. ³(O SURWHVWDQWLVPR JDUDQWL]y OD LPSRUWDQFLD GH OD LQGLYLGXDOLGDG VyOR KDVWD HO SXQWR GH
adoptar la forma de una individualidad encerrada”. W.M. McCLAY³0U(PHUVRQ¶V7RPEVWRQH´
First Things (1998) 18.
423
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
SURWRFRORVRFLDOGHKR\HVTXHORVMXLFLRV\HVWLJPDVPRUDOHVGHFXDOTXLHU
WLSRVHKDQGHVXVSHQGHULQFOXVRHQORVJUXSRVFLYLOHVSRUTXHFUHHPRVTXH
el Estado debe permanecer neutral ante cualquier decisión no criminal que
tome el individuo.
(VWR QRV OOHYD DQWH HO VHJXQGR JUDQ REVWiFXOR TXH QHFHVLWD VHU H[D
PLQDGRHQFXDOTXLHUHVWXGLRFRQWHPSRUiQHRVREUHODVRFLHGDGFLYLO¢4Xp
SDSHOGHVHPSHxDKR\HO(VWDGR"<VREUHWRGR¢FXiOGHEHVHUHVWHSDSHO"
'HQXHYRVLUHDOPHQWHKHPRVDWUDYHVDGRXQODUJRSHUtRGRHQTXHHO(VWDGR
KDVLGRGHPDVLDGRDFWLYR¢KHPRVUHDOL]DGRYHUGDGHUDPHQWHODDUGXDWDUHD
de volver a pensar sobre las complejas cuestiones sociales que discutimos
en términos de sociedad civil; o, todavía más importante, de reformarlas?
¢2KHPRVVRODPHQWHSDUWLFLSDGRHQXQDH[WHQVDGLVFXVLyQVREUHODVLQVWL
WXFLRQHV FLYLOHV VLQ KDEHU HIHFWXDGR GHPDVLDGR FDPELR UHDO" /D SROtWLFD
per se KD VLGR UHODWLYDPHQWH DEDQGRQDGD HQ QXHVWUR HQWXVLDVPR KDFLD OD
sociedad civil, porque suponemos que las estructuras democráticas ya son
VX¿FLHQWHPHQWHDELHUWDV\VHQVLEOHVDODYROXQWDGSRSXODU\TXHVLODVLQV
tituciones civiles tienen dónde maniobrar, transformarán el resto. Pero las
cosas no son tan sencillas6.
(Q(XURSDODVXEVLGLDULHGDGKDVLGRXQFRQFHSWRPX\UHOHYDQWHHQHO
SHQVDPLHQWRVRFLDOHVSHFLDOPHQWHHQFXDQWRTXHHVWHSHQVDPLHQWRKDVLGR
inspirado por la Iglesia. Recordemos que la subsidiariedad se convirtió en
una idea principal durante los años 20 y 30 de nuestro siglo; es decir, en el
PRPHQWRHQTXHYDULRVUHJtPHQHVWRWDOLWDULRVKDEtDQVXUJLGRHQ(XURSD
En este contexto, fue una respuesta útil. Pero un americano que examine la
práctica europea de la subsidiariedad encontrará algo muy distinto a lo que
FRQRFHHQVXSDtV'HELGRDXQDVHULHGHLQFLGHQWHVKLVWyULFRVDIRUWXQDGRV
Estados Unidos surgió –como describió Toqueville con gran lucidez en
6. (VUHYHODGRUTXHOD&RPLVLyQVREUH*RELHUQR0XQGLDOGHOD218GHGLTXHFLHQWRVGHSiJL
QDVDHORJLDUODVLQLFLDWLYDVFLYLOHVSHURTXHH[FHSWRODDFWXDOFRRSHUDFLyQHQWUH21*V\GHSDU
WDPHQWRVGHOD218TXHHVHQVDO]DGDVLQKDEHUVHSODQHDGRFRQFXLGDGROD~QLFDSURSXHVWDSUiFWLFD
GHUHIRUPDVHDODLGHDGHXQD³$VDPEOHD3RSXODU´RXQ³)RURGH6RFLHGDG&LYLO´1RVHKDEODGH
si esto permitirá una participación civil real o adecuada. Tampoco parece preocupar que la influen
cia de estas organizaciones exige una investigación atenta. En vez ocuparse de estas cuestiones, el
HVWXGLRREVHUYDTXH³WRGDYtDKD\UHVLVWHQFLDGHQWURGHOD218DOVHFWRUQRJXEHUQDPHQWDO(VWRQR
es sorprendente, considerando la naturaleza del Acuerdo y de las Naciones Unidas como organiza
ción intergubernamental” (op. cit., 256). Las preguntas importantes sobre la autoridad legítima, la
MXULVGLFFLyQSUXGHQWHPHQWHGHILQLGDVHGHMDQGHODGRHQORTXHVyORVHSXHGHWDFKDUGHVHUXQDFRQ
fianza incompetente en que las personas se darán cada vez más cuenta del valor de la participación
de las ONG. Puede ser. Sin embargo, los medios de esta participación, con esmeradas precauciones,
son al menos tan importantes como la propia participación a ojos de quien sepa cómo las estructuras
políticas pueden fácilmente volverse locas.
424
HACIA LA PARTICIPACIÓN Y LA AUTONOMÍA
³+D\HQHVWHSDtVXQDPXOWLSOLFLGDGSXOXODQWHGHFRPXQLGDGHVSDUWLFX
lares –agrupaciones independientemente organizadas, asociaciones, sindica
WRVFRIUDGtDVKHUPDQGDGHVSURIHVLRQDOHVRUHOLJLRVDV±GRQGHORVKRPEUHV
unen sus fuerzas al nivel básico de sus intereses e inquietudes cotidianos.
En el nivel superior vemos una pluralidad de Estados, cada uno con su
YLGDSROtWLFD\OHJLVODFLyQHVSHFt¿FDVTXHDO¿QDOVHKDQFRQYHUWLGRHQXQD
sola gran República, un único Estado Federal.
Esta multiplicidad orgánica básica, con las tensiones que acarrea, y a
veces una especie de diversidad confusa que parece ser una característica
medieval (estoy pensando, por ejemplo, en la diferencia entre Estados en las
OH\HVVREUHHOKRUDULRGHYHUDQRHVWDPXOWLSOLFLGDGRUJiQLFDEiVLFDHVHQ
mi opinión, una condición especialmente favorable para el sólido desarrollo
de la democracia”7.
425
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
KDEtDQ OOHJDGR D XQ DFXHUGR HQ OD &RQVWLWXFLyQ )HGHUDO TXH FXLGDED GH
no elaborar una teoría explícita acerca del Estado, ya que ésta podría im
SRVLELOLWDUXQDFXHUGRVREUHODXQLyQ/D¿ORVRItDSROtWLFDDPHULFDQDHVWi
generalmente implícita en la práctica. Pero Maritain pensó que esta situa
FLyQQRSRGUtDFRQWLQXDUGXUDQWHPXFKRWLHPSRWDQWRSRUTXHGHELOLWDUtDHO
país como porque ocultaría algunas lecciones importantes para el resto del
PXQGR
³&DPLQiLVSRUODQRFKHOOHYDQGRDQWRUFKDVKDFLDODVTXHODKXPDQLGDG
estaría contenta de dirigirse; pero las dejáis envueltas en la niebla de un plan
teamiento meramente experimental y de una mera conceptualización prácti
ca, sin ideas universales que transmitir. Carentes de una ideología adecuada,
vuestras luces son invisibles.
Pienso que es demasiada modestia”8.
+D\GRVWpUPLQRVGHVDFHUWDGRVHQHVWHSDVDMH8QRHV³LGHRORJtD´
TXHHQPLRSLQLyQGDXQDLGHDHTXLYRFDGDVREUHORTXHGHEHVHUXQD¿OR
VRItDH[SOtFLWDVREUHHO(VWDGR8QDYHUGDGHUD¿ORVRItDSROtWLFDFRQFRU
GDUiFRQODUHDOLGDGP~OWLSOHGHODYLGDKXPDQDWDOFRPRODH[SHULPHQWDQ
las personas, los grupos particulares y los elementos políticos. El otro
término desacertado es “modestia”. A mi parecer, América es bastante
LQPRGHVWD'HKHFKRFRPRELHQVDEHQODVJHQWHVGHRWURVSDtVHV(VWDGRV
8QLGRVVHFRQVLGHUD±FRQWRGDQDWXUDOLGDGSHURFRQ¿UPH]D±XQPRGHOR
a seguir por otras naciones; una Ciudad sobre un Monte, en el lenguaje
bíblico comúnmente utilizado ya por los peregrinos que llegaron a Amé
ULFDSDVDQGRSRU$EUDKDP/LQFROQKDVWDOOHJDUD5RQDOG5HDJDQ1R
obstante, Maritain tenía razón en que, en las condiciones modernas, no
sólo los Estados Unidos, sino todas las naciones que aspiran a tener una
GHPRFUDFLDMXVWL¿FDEOHQHFHVLWDQFRPSUHQGHUPiVSOHQDPHQWHFyPRODV
instituciones sociales básicas relativas a personas y asociaciones libres
SXHGHQ OOHJDU D VHU FRKHUHQWHV FRQ OD SUHVHQFLD QHFHVDULD GHO JRELHUQR
nacional e internacional9.
(VWRHVPXFKRSHGLU/DVXEVLGLDULHGDG\ODVROLGDULGDGVRQGRVPD
neras tradicionales de expresar tanto la articulación de esferas soberanas
8. Ibidem, 118.
9. Maritain observó que para los americanos la Declaración de la Independencia parecía re
ODWLYDPHQWH QXHYD PLHQWUDV TXH ORV IUDQFHVHV FRQVLGHUDEDQ OD 'HFODUDFLyQ GH ORV 'HUHFKRV GHO
+RPEUHXQSHUJDPLQRYLHMR6LQHPEDUJRHVWDLGHD\DQRWLHQHWDQWDYLJHQFLDWUHLQWDDxRVGHVSXpV
de que él la escribiera. Ibidem, 26.
426
HACIA LA PARTICIPACIÓN Y LA AUTONOMÍA
como la conexión entre ellas, que son las características distintivas de toda
sociedad buena. Esperemos que estos conceptos lleguen a ser más familiares
en todas partes. Pero incluso en países donde se utilizan estos términos ne
FHVLWDPRVHPSUHQGHUXQDQiOLVLVQXHYRGHORTXHVLJQL¿FDQEDViQGRQRVHQ
las experiencias recientes de los Estados nacionales ambiciosos y del decli
ve relativo de las instituciones civiles. Durante la visita del Papa a Cuba en
HQHURSRUHMHPSOR)LGHO&DVWURD¿UPyHQYDULDVRFDVLRQHVTXHODVROLGDUL
GDGFXEDQD\ODVROLGDULGDGFDWyOLFDHVWDEDQHVWUHFKDPHQWHUHODFLRQDGDVQR
REVWDQWHORVHVIXHU]RVKLVWyULFRVGHOD6ROLGDULGDGSRODFDSDUDGHUUXPEDU
precisamente el tipo de régimen que Castro obstinadamente mantiene10. La
Centesimus AnnusGH-XDQ3DEOR,,IXHXQLQWHQWRGHUHYLVDUORVFRQFHSWRV
GHVXEVLGLDULHGDG\VROLGDULGDG1HFHVLWDPRVPXFKRVPiVDQiOLVLVVREUHOD
H[SHULHQFLDVRFLDOHQHVWHVLJORSDUDRWRUJDUXQFRQWHQLGRPiVHVSHFt¿FRD
estos conceptos.
Una de las sugerencias productivas de Centesimus AnnusHVVXREVHU
vación sobre los efectos complejos de la subsidiariedad como otorgadora
de un subsidium, o subvenciones estatales, en todos los ámbitos11. Estas
VXEYHQFLRQHVVLHPSUHVHSUHVHQWDQFRPRXQLQWHQWRKXPDQRGHDSR\DU
sectores sociales subordinados y de expresar su solidaridad con aquéllos
que viven circunstancias difíciles. Tienen una función, siempre que se
utilicen de forma restringida y con atención a los peligros y resultados
no intencionados que pueden producir estas intervenciones estatales. El
fracaso del Estado benefactor en mi país, y en casi todos los demás, junto
con una política incorrecta de subvenciones y acuerdos especiales para
ODVGLYHUVDVSURIHVLRQHVGHVGHJUDQMHURVKDVWDHPSUHVDULRVHVXQDWULVWH
KLVWRULDTXHVyORDKRUDVHHVWiHPSH]DQGRDQDUUDU(QJHQHUDOQRVHKDQ
solucionado los fracasos de la sociedad civil y del mercado, no obstante
ODVJUDQGHVFDQWLGDGHVGHGLQHURTXHVHKDQJDVWDGR/DJHQWHGHEXHQD
YROXQWDGVROtDSHQVDUTXHODVVXEYHQFLRQHVSDUDORVSREUHV\ORVPDUJL
nados animarían a éstos y a sus familias a participar en la sociedad. Pero
ODPD\RUtDGHHVWDVVXEYHQFLRQHVQRKDQKHFKRPiVTXHFRQWULEXLUWRGDYtD
más al declive de la familia, mientras que el Estado adopta funciones que
se consideraban antes bajo el dominio de la responsabilidad del individuo
\GHODIDPLOLD6HKDFRQVROLGDGRXQDFODVHEDMDTXHQRSDUWLFLSDHQHO
iPELWRVRFLDOHFRQyPLFRRSROtWLFRKDVWDXQH[WUHPRTXHORVGHIHQVRUHV
ELHQLQWHQFLRQDGRVGHODDVLVWHQFLDVRFLDOQXQFDKXELHUDQLPDJLQDGR/D
10. Sobre el intercambio complejo de las posiciones de los dos líderes, ver mi artículo “Our
0DQLQ+DYDQD´Crisis MagazineDEULO
11. Ver en especial la sección 48.
427
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
12. La American Civil Liberties Union $&/8 XQD ILUPH GHIHQVRUD GHO GHUHFKR DO DERUWR
KDSURSXHVWRHOUD]RQDPLHQWRLQJHQLRVRGHTXHVLHO(VWDGRH[LJLHVHTXHORVSDGUHVGLVFXWLHUDQHO
DERUWRFRQVXVKLMRVHVWRVHUtDXQDLQYDVLyQGHODLQWLPLGDGGHODIDPLOLD'HMDQGRDSDUWHODIDOWDGH
428
HACIA LA PARTICIPACIÓN Y LA AUTONOMÍA
moralidad del aborto, esto demuestra una notable interferencia del Estado
con la primera institución civil, la familia.
Pero debido a los varios niveles de gobierno que todavía existen, aunque
débilmente, en Norteamérica, la situación no es fácil. Los tribunales federa
OHVQRWLHQHQTXHMXVWL¿FDUVHDQWHQDGLHHQQXHVWUDVRFLHGDG6LQHPEDUJRHQ
ORVPiVGHWUHLQWD(VWDGRVGRQGHHVWHDVXQWRVHKDVRPHWLGRDYRWDFLyQORV
OHJLVODGRUHVTXHVRQGLUHFWDPHQWHUHVSRQVDEOHVDQWHODJHQWHKDQDGRSWDGR
SUR\HFWRVGHOH\SDUDFRQVHJXLUODQRWL¿FDFLyQDORVSDGUHV/RVGHIHQVRUHV
GHODERUWRSDUDDGROHVFHQWHVKDQORJUDGRTXHORVWULEXQDOHVFRQVLHQWDQTXH
debe al menos existir la posibilidad de una anulación judicial si el juez piensa
TXHODFKLFDSXHGHUHVXOWDUSHUMXGLFDGDSRUWHQHUTXHUHYHODUVXVLQWHQFLRQHV
a sus padres. La situación es una terrible confusión, pero demuestra cómo
ODVLQVWLWXFLRQHVVXEVLGLDULDVGHELGDPHQWHKDELOLWDGDVWRGDYtDSXHGHQKDFHU
un trabajo necesario en la sociedad. Una ironía adicional en este caso es que
la mayoría de los consejos escolares urbanos, que están aun más cercanos a
ODJHQWHTXHODVOHJLVODWXUDVHVWDWDOHVVHKDQYLVWRREOLJDGRVSRUORVQLYHOHV
gubernamentales superiores a ofrecer una enseñanza acerca del sexo; pero,
al mismo tiempo, consideran necesario permitir que los padres saquen a sus
KLMRVGHDTXHOODVFODVHVTXHFRQVLGHUHQPRUDOPHQWHFHQVXUDEOHV(QWRQFHV
OOHJDPRVDXQDFODVHGHSDUDGRMDKR\PX\FRP~QHQ(VWDGRV8QLGRVGRQGH
XQRSXHGHLPSHGLUTXHHO(VWDGRHGXTXHHVXVKLMRVDWUDYpVGHODVHVFXHODV
sobre el aborto; al tiempo que el Estado, por medio de las “recetas” que pro
porcionan las escuelas para clínicas de aborto, pueden impedir que uno sepa
FXiQGRVXVKLMDVYDQDDERUWDU
Esta disputa, que puede parecer relativa sólo a un área muy particular
\GHUHVSRQVDELOLGDGSHUVRQDOHQUHDOLGDGVHUHSLWHHQPXFKDVRWUDVFXHV
tiones. Cito estos ejemplos norteamericanos para demostrar que todavía
WHQHPRVTXHWUDEDMDUPXFKRSDUDUHVWDXUDUODVRFLHGDGFLYLOHQORVQLYHOHV
más básicos, aun en naciones con una sólida tradición de participación cí
vica. En los casos donde las jurisdicciones locales pueden reconquistar la
DXWRQRPtDGHPDQRVGHORVQLYHOHVVXSHULRUHVTXHVHKDQLPSXHVWRLQGHEL
damente, podríamos ver un notable renacimiento del gobierno democrático
que, ciertamente, alcanzaría resultados teóricos diferentes en los diversos
HQWRUQRV\QRPHUDVGLIHUHQFLDVVXSHU¿FLDOHVUHODWLYDVDODSUiFWLFDFRPR
en los Estados que estudia Maritain, con sus sistemas distintos para calcu
ODUODKRUDGHYHUDQR3HURYROYHUDHVWDFRQGLFLyQGHDXWRJRELHUQRVLJQL
OyJLFDHVWDSRVWXUDULQGHKRPHQDMHLQGLUHFWRDODLGHDUHVLGXDOGHTXHODVIDPLOLDVTXHQRTXHEUDQWDQ
la ley son libres de comportarse como quieran.
429
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
¿FDUtDWRPDUVHHQVHULRODVYHUGDGHVDFHUFDGHODVXEVLGLDULHGDGHQXQPR
PHQWRHQTXHPXFKDJHQWHHQPXFKRVSDtVHVWRGDYtDFUHHTXHODVXQLGDGHV
políticas grandes representan una liberación, y las costumbres locales y su
encarnación en la ley una mera mentalidad pueblerina.
(Q HIHFWR HVWD DFWLWXG KD VXUJLGR HQ XQD VLWXDFLyQ HQ OD TXH LQFOXVR
HO(VWDGRQDFLRQDOKDHPSH]DGRDWHQHUSUREOHPDVSDUDPDQWHQHUXQDLQWH
JULGDG DGHFXDGD$ GLIHUHQFLD GH PXFKRV REVHUYDGRUHV \R QR SLHQVR TXH
este crecimiento de instituciones internacionales prometa una mejoría al do
minio que ejercen algunas naciones. La falta de participación y de una autén
tica autonomía que vemos en los países desarrollados está empeorando aún
PiVGRQGHORVRUJDQLVPRVLQWHUQDFLRQDOHVQRHOHJLGRVKDQSDUWLFLSDGRHQOD
creación de leyes. Cuando se adoptaron la Carta de las Naciones Unidas y
OD'HFODUDFLyQ8QLYHUVDOGHORV'HUHFKRV+XPDQRVpVWDVUHSUHVHQWDEDQXQ
VyOLGRFRQVHQVRSRUSDUWHGHODFRPXQLGDGLQWHUQDFLRQDO+R\FRPRKHPRV
YLVWRHQODVJUDQGHVFRQIHUHQFLDVLQWHUQDFLRQDOHVGH(O&DLUR\3HNtQDOJXQRV
gobiernos pueden conseguir que se acepten sus deseos por medio de una es
pecie de ventriloquia. Al reconocer ciertas ONGs como representantes de la
VRFLHGDGFLYLOPXQGLDOSXHGHQKDFHUTXHODVSROtWLFDVHVSHFt¿FDVQDFLRQDOHV
e internacionales, en su mayoría creadas en Europa y Norteamérica, parezcan
UHÀHMDUORVVHQWLPLHQWRVGHODVJHQWHVGHOPXQGR(VSHURTXHHVWRQRVHDFL
QLVPRSHURPHSDUHFHTXHFXDQGR0DXULFH6WURQJ\.R¿$QQDQORVOtGHUHV
de las burocracias más obstinadamente irreformables del mundo, junto con
miembros del Departamento de Estado de los Estados Unidos muestran un
HQWXVLDVPRHIXVLYRSRUODVRFLHGDGFLYLOHVWHWpUPLQRSUREDEOHPHQWHVHKD
FRQYHUWLGRHQORFRQWUDULRGHORTXHVLJQL¿FDEDHQHOSDVDGR
Desde una perspectiva americana, la Unión Europea parece ser otro es
trato de la burocracia internacional, con una gran jurisdicción y unos meca
nismos débiles para el control o la responsabilidad democrática. Mis amigos
HXURSHRVPHFXHQWDQTXHKDKDELGRXQDWHQGHQFLDDLQWURGXFLUODOH\LQWHUQD
cional en la Unión para anular leyes dentro de los Estados individuales. No sé
VLHVWRHVYHUGDG3HURVtVpTXHQRREVWDQWHWRGRORTXHVHKDEODDFHUFDGHOD
subsidiariedad y el respeto por las culturas e instituciones particulares, somos
WHVWLJRVGHXQDLPSRUWDQWHOXFKDSRUODRUJDQL]DFLyQGHOPXQGRTXHH[LJH
TXHVHH[DPLQHFRQPXFKRFXLGDGRODIXQFLyQDGHFXDGDGHODMXULVGLFFLyQ
LQWHUQDFLRQDO\DOJXQDVSUHFDXFLRQHVLQVWLWXFLRQDOHVHVSHFt¿FDVTXHLPSLGDQ
que estas organizaciones introduzcan un nuevo napoleonismo. Parece ser
que, en nuestras circunstancias, estas organizaciones internacionales deben
existir, pero la amenaza política perenne es la tiranía; y somos optimistas
LQFRQVFLHQWHVVLKDFHPRVFDVRRPLVRDHVWHKHFKRVyORSRUTXHDOJXQDVRUJD
nizaciones se presenten como benignas o progresivas.
430
HACIA LA PARTICIPACIÓN Y LA AUTONOMÍA
13. Me parece que Emmanuel Mounier se encuentra peligrosamente cerca de esta creencia, y
PXFKRVSHQVDGRUHVPHQRVEULOODQWHVTXHpOKDQFRQVHJXLGRTXHHOSHUVRQDOLVPRSDUH]FDVHUHFRQy
micamente muy parcial. Pero incluso en Mounier se vislumbra la antigua sabiduría, como cuando
observa en sus preocupaciones acerca de la escasez material que “la pobreza, así como la abundan
cia, nos puede llevar a la ruina”. Personalism, University of Notre Dame Press, Notre Dame,1950,
p. 5.
431
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
así era menos propensa a interpretar mal las causas del éxito y del fracaso.
$OJXQDV FDXVDV HUDQ FLUFXQVWDQFLDOHV \ RWUDV HVWDEDQ PiV HVWUHFKDPHQWH
YLQFXODGDVDORTXHHOHVStULWXKXPDQRKLFLHUDFRQVXVFLUFXQVWDQFLDV1H
FHVLWDPRV KR\ VL TXHUHPRV DOFDQ]DU XQD LGHD PiV HTXLOLEUDGD DFHUFD GH
OD SHUVRQD SRQHU GH UHOLHYH PXFKR PiV HO HVStULWX KXPDQR \ GLVPLQXLU
proporcionalmente nuestra creencia en que las condiciones materiales de
WHUPLQDQDORVKRPEUHV'HVWDFRHLQFOXVRTXL]iVH[DJHURHVWDGLPHQVLyQ
SRUTXH KHPRV OOHJDGR D FRQYHUWLU HQ FRQYLFFLyQ OD LGHD EDVWDQWH GXGRVD
\FDVLKHUpWLFDGHTXHQLQJ~QLQGLYLGXRSXHGHKDFHUPXFKRSRUVXSURSLR
bienestar.
Esto sería en parte verdad si las personas fueran como los individuos
UDGLFDOHVGHFLHUWDVWHRUtDVVRFLDOHVPRGHUQDV3HURHOVHUKXPDQRHVWi\D
establecido dentro de una red de relaciones que comienza en la familia, y
TXHD\XGDDOQLxRLQGHIHQVRGHVGHHOSULQFLSLRDFRQYHUWLUVHHQXQDDXWpQ
tica persona. Por diversas razones, estos lazos familiares son más débiles
HQ QXHVWUR VLJOR TXH HQ ORV DQWHULRUHV 4XLHUR KDFHU QRWDU HQ HVWH SXQWR
que donde ocurre esto, generalmente en países desarrollados, casi nunca se
debe a presiones económicas.
6LQ GXGD KD\ VLWXDFLRQHV GH HPHUJHQFLD GRQGH HO (VWDGR WLHQH TXH
LQWHUYHQLU3HURQRGHEHPRVHQJDxDUQRVODVDFFLRQHVGHO(VWDGRQRSXH
den sustituir a los padres o ayudar a las familias a permanecer unidas; y,
sin embargo, sí conducen a problemas sociales y económicos bastante des
agradables.
< FRQ HVWR OOHJDPRV D DERUGDU DOJXQDV FXHVWLRQHV HFRQyPLFDV 1R
REVWDQWHWRGRORTXHVHGLFHKR\VREUHHOUHQDFLHQWHFDSLWDOLVPRlaissez-
faire y el neoliberalismo, pocos somos realmente libertarios económicos
y ningún país permite ni remotamente que se lleven a cabo negociaciones
económicas sin supervisión política. Casi todo el mundo está de acuerdo en
que los gobiernos nacionales tienen a veces que regular, redistribuir y, por
lo demás, corregir con prudencia fallos en los mercados. Cada país debe de
FLGLUSRUVtPLVPRVLHVWiKDFLHQGRGHPDVLDGRRGHPDVLDGRSRFRSRUVXV
KDELWDQWHVHQHVWHDVSHFWR\VLHPSUHH[LVWLUiQGLVSRVLFLRQHVPX\GLVWLQWDV
SRUTXHODKLVWRULDQDFLRQDO\ODVFRVWXPEUHVVRQGLIHUHQWHV3HURPHUHFH
la pena destacar que normalmente los gobiernos regulan demasiado, y que
casi nunca se dejan disuadir por la consigna marxista del poder corporati
vo. En Norteamérica, por ejemplo, un lugar que es el supuesto baluarte del
capitalismo salvaje, el gobierno a menudo denuncia a las empresas multi
nacionales de mayor éxito –últimamente, por ejemplo, a Microsoft–, por
KDEHUTXHEUDQWDGROH\HVFRQWUDHOPRQRSROLR
432
HACIA LA PARTICIPACIÓN Y LA AUTONOMÍA
$PHGLGDTXHQRVDFHUFDPRVDO¿QDOGHOVLJOR;;ODVSUHRFXSDFLRQHV
VRFLDOHVTXHFDUDFWHUL]DURQHOSULQFLSLRGHHVWHVLJORKDQFDPELDGRGHIRU
ma radical. En aquellos tiempos, una de las preocupaciones principales de
ORVHFRQRPLVWDVORVFLHQWt¿FRVSROtWLFRVHLQFOXVRGHORV3DSDVHUDHOFD
UiFWHUGHVDUUDLJDGRGHOQXHYRWUDEDMDGRULQGXVWULDOTXHKDEtDDEDQGRQDGR
el campo, y su falta de participación en la dirección de la economía. Desde
HOSXQWRGHYLVWDHFRQyPLFRORVSULPHURVRUJDQL]DGRUHVREUHURVKLFLHURQ
HVIXHU]RVKHURLFRVDPHQXGRDUULHVJDQGRVXVYLGDVSDUDREWHQHUPHMRUHV
condiciones y un sueldo más justo para sus trabajadores. Parte de la medida
GHVXp[LWRVHSHUFLEHHQTXHKR\HQORVSDtVHVGHVDUUROODGRVQRVRQFDVL
QXQFDQHFHVDULDVHVDVPLVPDVOXFKDV'HKHFKRDOPHQRVHQ$PpULFDSXH
de que exista el problema contrario. Sólo un catorce por ciento de la mano
de obra está sindicada y se calcula que dentro de unos años la mitad de los
WUDEDMDGRUHVVLQGLFDGRVVHUiQHPSOHDGRVGHOJRELHUQR$GHPiVGHOFKRTXH
GHVDFHUWDGRTXHWRGDYtDH[LVWHHQWUHHOFDSLWDO\HOJRELHUQRWDPELpQKD
surgido una alianza igual de desacertada entre grandes grupos obreros y el
(VWDGR/HMRVGHUHÀHMDUHOYLJRUGHODVRFLHGDGFLYLOHVWRUHÀHMDXQDYHU
dadera incorporación de la sociedad civil al Estado.
(QOD(XURSDFRQWLQHQWDOORVVLQGLFDWRVWRGDYtDVHFRQVLGHUDQYHKtFXORV
importantes para la participación del trabajador en la vida nacional y eco
QyPLFD 3HUR HQ SDtVHV FRPR (VWDGRV 8QLGRV \ *UDQ %UHWDxD TXH KDQ
HOLPLQDGR ORV H[FHVRV ODERUDOHV \ XQ PRGHOR \D GHVEDQFDGR GH OD OXFKD
HQWUHWUDEDMR\FDSLWDOHVGRQGHORVWUDEDMDGRUHVHVWiQPHMRUGRQGHKD\
PiVJHQWHFRQWUDEDMR\GRQGHKDWHQLGROXJDUXQJUDQGLQDPLVPRVRFLDO
que incluye el diálogo entre los trabajadores y la dirección. El trabajador
industrial moderno en una economía creciente todavía tiene algunas pre
ocupaciones sobre los cambios repentinos que pueden dejarle sin trabajo.
3HURORVSUREOHPDVEiVLFRVVHKDQUHVXHOWR\VHKDQFRQVROLGDGRORVPHFD
QLVPRVPX\GLVWLQWRVGHORVTXHH[LVWtDQKDFHFLHQDxRVSDUDXQDSDUWLFL
pación continuada.
De nuevo, pienso que Maritain tenía visión de futuro. En el caso de mi
país, por ejemplo, él vio que una economía moderna de mercado superaría
ODVFDWHJRUtDVDQWLJXDVGHOFDSLWDOLVPR\HOVRFLDOLVPRKDVWDFRQVHJXLUDOJR
en que participasen propietarios y trabajadores14. En los Estados Unidos,
ORV VLQGLFDWRV LQGXVWULDOHV KDQ GHFDtGR SRUTXH ODV FRPSDxtDV PiV JUDQ
GHV\GHPiVSUHVWLJLRKDQJXLDGRFDGDYH]PiVDORVWUDEDMDGRUHVKDFLD
XQDSDUWLFLSDFLyQHVWUHFKDHQORVLQWHUHVHVGHODFRPSDxtDSRUPHGLRGH
433
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
15. 9HU * +IMMELFARB, The Demoralization of Society: From Victorian Virtues to Modern
Values9LQWDJH1XHYD<RUN
434
HACIA LA PARTICIPACIÓN Y LA AUTONOMÍA
PHUFLRKDVWDORVtQGLFHVGHIHUWLOLGDGODVGLIHUHQFLDVHQWUHQRUWH\VXUORV
asuntos medio ambientales y la guerra y la paz? No quiero exagerar. Según
HOFULWHULRKLVWyULFRYLYLPRVHQODVVRFLHGDGHVPiVOLEUHV\SUyVSHUDVTXH
MDPiVKD\DQH[LVWLGR/DPD\RUtDGHORVFLXGDGDQRVGHSDtVHVUHODWLYDPHQWH
VLQGHVDUUROODUVHODQ]DUtDQDQWHODRSRUWXQLGDG±\PDWHULDOPHQWHORKDFHQ
cuando se les presenta– de vivir con los problemas que nosotros tenemos.
Pero podemos ver algunos signos inquietantes para el futuro.
(VFXULRVRYHUFyPRODSUHGLFFLyQGH0DU[DFHUFDGHTXH³ODDGPL
QLVWUDFLyQGHELHQHVUHHPSOD]DUiHOJRELHUQRGHORVKRPEUHV´SDUHFHHVWDU
FRQYLUWLpQGRVH HQ UHDOLGDG (Q SDUWH SRUTXH KHPRV OOHJDGR D SHQVDU TXH
ORVVHUHVKXPDQRVVRQFRVDVTXHKD\TXHDGPLQLVWUDU(OJRELHUQRHVFDGD
vez más una manipulación de tendencias estadísticas y menos, de acuerdo
FRQODLQWHUSUHWDFLyQFOiVLFDXQOXJDUGHGHOLEHUDFLyQVREUHORTXHVLJQL¿FD
ODYLGDUHFWD\VREUHFyPRDOFDQ]DUOD(QORV(VWDGRV8QLGRVKDEODUGHOD
SROtWLFDHQWpUPLQRVGHXQDUHÀH[LyQVREUHORTXHHVODYLGDUHFWDVXVFLWDOD
FHQVXUDWDQWRGHODL]TXLHUGDFRPRGHODGHUHFKDTXHFRQVLGHUDTXHKDEODU
DVtVLJQL¿FDFRQVLGHUDUDO(VWDGRFRPRXQDJHQWHPRUDOORFXDOFRPRKH
mos visto, es propugnar una especie de totalitarismo. Esto bien pudiera ser,
VLODUHÀH[LyQPRUDOVHUHDOL]DUDGHIRUPDLQFRUUHFWD3HURHQHVWHPRPHQWR
KLVWyULFRODDOWHUQDWLYDDFRQVHQWLUTXHHO(VWDGRWHQJDXQDRSLQLyQUHFWD
DFHUFDGHODYLGDKXPDQDVLJQL¿FDTXHQRWHQJDRSLQLyQRTXHWHQJDXQD
opinión errónea. Ninguna de las dos alternativas resultará muy útil; aunque
quizá de momento el proclamar que el Estado no tiene autoridad en mu
FKRVWHPDVSXHGDD\XGDUDUHGXFLUWHPSRUDOPHQWHORVPDOHVDFWXDOPHQWH
causados por él.
Sabemos que el Estado nacional no puede ser el pleno depositario de
todos los valores de la sociedad. Las sociedades modernas son demasia
do plurales y albergan demasiadas corrientes de pensamiento. Aunque en
teoría fuera posible que todos los ciudadanos de un Estado estuvieran de
DFXHUGRVREUHODVIRUPDVEiVLFDVGHJRELHUQRPXFKRVDVXQWRVGHODHFR
QRPtDGHODYLGDSHUVRQDO\GHODFXOWXUDGHEHQH[FOXLUVHGHODUHVSRQVD
bilidad del Estado, aunque sólo sea porque de otro modo no funcionarían
ELHQeVWHHVHORUGHQGHOGtDSDUDODVRFLHGDGFLYLOHQYH]GHSHUPLWLUTXH
ORV SROtWLFRV TXH SHUVLJXHQ VXV SURSLRV ¿QHV GHFLGDQ VREUH OD VRFLHGDG
civil, debemos asegurar que los Estados tengan el poder necesario para
GHVHPSHxDUVXWDUHDGHPDQHUDDGHFXDGDSHURQRSDUDHQWURPHWHUVHGRQ
GHQRGHEHQ$O¿QDOHVWRVLJQL¿FDWHQHUTXHSHQVDUQRVyORVREUHFyPR
distinguir la esfera social de la política, sino también por qué es importante
KDFHUOR&RPRUHVSXHVWDVHSXHGHGHFLUTXHQRHVTXHVHDLPSRUWDQWHSRU
que genere un gobierno más equilibrado o economías más dinámicas, una
435
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
mayor diversidad o una cultura más enérgica. Todas estas cosas surgirán
a su debido tiempo. Lo más importante es que la persona se convierta en
HO¿QGHWRGDVODVDFWLYLGDGHVKXPDQDV(VWRSXHGHVRQDUWUHPHQGDPHQWH
LGHDOLVWDRLQGLYLGXDOLVWD6LQHPEDUJRODKLVWRULDGHHVWHVLJORQRVPXHVWUD
que si nuestra política no sitúa a la persona individual y a las instituciones
FLYLOHVHQTXHpVWDVHHQFXHQWUDVLWXDGDWDQWRDOFRPLHQ]RFRPRDO¿QDOGH
su tarea, los espejismos sociológicos e ideológicos nos engañarán, y nunca
OOHJDUHPRVDHQFRQWUDUODSHUVRQDKXPDQD
436
SOBRE LA CONSTITUCION ÉTICA
DE LA SOCIEDAD CIVIL
Modesto SANTOS
/D VRFLHGDG FLYLO ±VH GLFH± VH KDOOD VXPDPHQWH GHELOLWDGD 1R HVWi
HQIRUPD3UHVHQWDXQDGpELOFRQVWLWXFLyQ8UJHUHKDELOLWDUODSRWHQFLDUOD
Redescubrir su verdadera identidad y autonomía frente al creciente poderío
estatal y económico.
3RURWUDSDUWHVRQKR\PXFKDVODYRFHVTXHVHDO]DQHQIDYRUGHXQD
ética adecuada a la forma de vida pluralista, democrática y secularizada
que caracteriza la sociedad actual.
“Retorno de la sociedad civil” y “ética civil” son dos temas que vienen
RFXSDQGRXQDDWHQFLyQFHQWUDOHQHOGHEDWHpWLFRSROtWLFRGHQXHVWURVGtDV
/DVUHÀH[LRQHVTXHVLJXHQVHSURSRQHQSRQHUGHUHOLHYHTXHODUHKD
ELOLWDFLyQHVWUXFWXUDOGHODVRFLHGDGDVtFRPRODGHWHUPLQDFLyQGHORVSULQ
FLSLRV pWLFRV TXH GHEHQ LQIRUPDUOD SHQGHQ HQWHUDPHQWH GHO UHGHVFXEUL
miento y potenciación de la verdad y libertad constitutivas del ser y del
REUDULQGLVROXEOHPHQWHLQGLYLGXDO\VRFLDOGHODJHQWHKXPDQR
(VODSHUVRQDKXPDQD±VXMHWRSULQFLSLR\¿QGHODVRFLHGDG±ODTXH
mediante el libre ejercicio de su razón en diálogo con los otros agentes
KXPDQRVFRQORVTXHFRQYLYHKDGHGHVFXEULU\HVWDEOHFHUORVSULQFLSLRV\
criterios que, a la luz la verdad y de los bienes y valores que constituyen y
perfeccionan su común dignidad personal, deben presidir la reconstitución
estructural y moral de la sociedad.
3HURHVMXVWDPHQWHHVWHSRGHUGHODUD]yQ\GHODOLEHUWDGKXPDQDHO
TXHVHKDOODVXPDPHQWHGHELOLWDGR±VLQR\DQHJDGR±HQODFXOWXUDDFWXDO
KHJHPyQLFDPHQWH FRQ¿JXUDGD SRU OD UDFLRQDOLGDG FLHQWt¿FRWpFQLFD TXH
autoerigida en paradigma exclusivo de conocimiento y criterio inmediato
437
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
GHDFFFLyQKDUHOHJDGRDOH[LOLRGHORLUUDFLRQDODODVGHFLVLRQHVSXUDPHQWH
VXEMHWLYDVSULYDGDVGHMXVWL¿FDFLyQUDFLRQDOHOGLVFXUVRWHyULFR\SUiFWLFR
VREUHODYHUGDGGHOKRPEUH\VREUHORV¿QHVELHQHVYDORUHV\QRUPDVTXH
deben presidir su obrar.
6LVHTXLHUHUHFXSHUDUODLGHQWLGDGGHODVRFLHGDGKXPDQDFRPRFR
PXQLGDGVXEMHWLYDGHFRQYLYHQFLDHQODTXHVXVPLHPEURV±ODVSHUVRQDV
ciudadanos– vivan y convivan en libertad la verdad real de su subjetividad,
VH KDFH GHO WRGR QHFHVDULR VXSHUDU HO ³UDFLRQDOLVPR PHQJXDGR´1 que, en
IUDVHFHUWHUDGH-+DEHUPDVSHUPHDODFXOWXUDDFWXDO
5HFXSHUDUHOYDORUGHODLQWHOLJHQFLD\GHODOLEHUWDGKXPDQDVVXDSHU
tura natural a la verdad y al bien, frente al escepticismo ante la existencia
PLVPDGHODYHUGDG\VXSRVLELOLGDGGHDOFDQ]DUODTXHWDQWRVHKDFHVHQWLU
en amplios sectores de la cultura actual.
/DVRFLHGDGKXPDQDQRHVXQPHURFRQMXQWRGHKRPEUHV1RHVXQD
simple comunidad “ ontológica” ni una mera coexistencia “fáctica” GHVX
MHWRVKXPDQRVXQPHURYLYLUMXQWRV&RPRWDPSRFRHVXQ³FRQVWUXFWR´GHO
poder político ni un “mercado” al servicio del poder económico.
Es una unidad moral de convivencia de personas que aspiran a un bien
común y que tratan de alcanzarlo mediante el diálogo y la cooperación
mutua. Es esa coincidencia de inteligencia y voluntad de los agentes so
FLDOHVODTXHFRQVWLWX\HODYLGDHO³DOPD³GHODVRFLHGDGKXPDQDFRPR
koinonía , como comunidad en la que están presentes los elementos de
intencionalidad, colaboración mutua y común acuerdo que este término
griego implica2.
438
SOBRE LA CONSTITUCIÓN ÉTICA DE LA SOCIEDAD CIVIL
GHOKRPEUHIUHQWHDORVGHPiVDQLPDOHVSRVHHUpOVyORHOVHQWLGRGHOELHQ\GHOPDOGHORMXVWR\
de lo injusto, y de los demás valores, y la participación comunitaria de estas cosas constituye la casa
y la ciudad” (Politica,D
8QDLGHDTXHVHUHSLWHHQHOVLJXLHQWHWH[WR³+HDTXtORTXHVHSURGXFHFXDQGRVHFRQYLYH
\VHLQWHUFDPELDQSDODEUDV\SHQVDPLHQWRVSRUTXHDVtSRGUtDGHILQLUVHODVRFLHGDGKXPDQD\QR
FRPRODGHOJDQDGRSRUHOKHFKRGHSDFHUHQHOPLVPRSUDGR´$RISTÓTELES, Etica a Nicómaco, IX,
E
3. /DVRFLHGDGKXPDQDWLHQHFLHUWDPHQWHVXIXQGDPHQWRHQHOVHUVRFLDOGHOKRPEUH(ORUL
JHQQDWXUDOGHODVRFLHGDGFLYLOVHKDOODHQHVDLQFOLQDFLyQQDWXUDOGHOKRPEUHDYLYLUHQVRFLHGDGD
convivir y compartir su vida con otros seres de su misma especie. La sociabilidad es, por ello, una
GLPHQVLyQTXHSHUWHQHFHDOKDEHUQDWXUDOGHOKRPEUH3HURHVODDFWLYLGDGRUGHQDGRUDGHODUD]yQ
TXHSUHVXSRQHODQDWXUDOH]DVRFLDOGHOKRPEUHODTXHGDVXIRUPDDODVRFLHGDGKXPDQD3RUHVR
se dice que la sociedad no es una mera realidad natural. Como tampoco es fruto de un simple pacto
libremente establecido por el conjunto de sus miembros. De nuevo aparece aquí la distinción –que
no separación– entre naturaleza y libertad, entre el orden natural y el orden moral. Una cuestión que
DWUDYLHVDWRGDODKLVWRULDGHODpWLFD\GHODILORVRItDVRFLDO\SROtWLFD
4. Una tarea ética, por cuanto exige una reflexión racional encaminada a esclarecer, justificar
racionalmente y sistematizar en una unidad de sentido los bienes, fines, valores y normas que deben
SUHVLGLUXQDFRPXQLGDGGHFRQYLYHQFLDDXWpQWLFDPHQWHKXPDQD
<XQDWDUHDPRUDOSRUFXDQWRQREDVWDHVFODUHFHULQWHOHFWXDOPHQWH\MXVWLILFDUUDFLRQDOPHQWH
esos principios, sino que exige por parte de los ciudadanos asumir libremente el compromiso de
plasmarlos activamente, de darles existencia efectiva en la sociedad en la que viven. No basta, en
HIHFWRVDEHUORTXHVHGHEHKDFHU(VQHFHVDULRDGHPiVTXHUHUKDFHU\KDFHUORTXHVHKDYLVWRTXH
VHGHEHKDFHU
5. -UAN PABLO II, Centesimus Annus (CA, 1991) 49c.
6. -UAN PABLO II, Sollicitudo Rei Socialis (SRS, 1987) 15b.
439
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
3HUFHSFLyQGHOD³VXEMHWLYLGDGGHODVRFLHGDG´³FRQ¿JXUDFLyQ\GH
sarrollo de la sociedad civil”, y potenciación de la “subjetividad creativa
del ciudadano” son, a mi juicio, expresiones equivalentes.
$SXQWDQHQHIHFWRDXQDPLVPDUHDOLGDGDOUHGHVFXEULPLHQWR\OLEUH
GHVDUUROORGHODYHUGDGLQWHJUDOGHOVHU\REUDUGHODVSHUVRQDVFLXGDGDQRV
De este redescubrimiento y potenciación depende que la sociedad recobre
VXYHUGDGHUDLGHQWLGDGXQD³FRPXQLGDGVXEMHWLYDGHFRQYLYHQFLD´HQOD
que todas y cada una de las personas que la integran se autocomprendan y
sean respetadas como un bien en sí mismas, como sujetos, y no como un
medio o un objeto al servicio del poder del Estado o del mercado.
5HGHVFXEULU \ DFHSWDU HVRV YDORUHV GH YHUGDG OLEHUWDG \ ELHQ LQWH
JUDQWHVGHODVXMHWLYLGDGGHODJHQWHKXPDQR\SODVPDUORVGHPRGRHIHFWLYR
HQ OD FRQ¿JXUDFLyQ GH XQD DXWpQWLFD FRQYLYHQFLD VRFLDO UHTXLHUH TXH HO
KRPEUHKDJDXVRSOHQRGHVXLQWHOLJHQFLD\GHVXOLEHUWDG
1HFHVLWD HO DJHQWH KXPDQR KDFHU XVR SOHQR GH VX LQWHOLJHQFLD SDUD
GHVFXEULUODYHUGDGGHVXVXEMHWLYLGDGGHORVELHQHV\YDORUHVTXHODFRQV
WLWX\HQ\ODSHUIHFFLRQDQ<WDPELpQGHVXOLEHUWDGTXHUHUOLEUHPHQWHKD
cer uso de su inteligencia y querer realizar, dar existencia efectiva, a esos
bienes y valores.
“Subjetividad de la sociedad” y “subjetividad creativa del ciudadano”
mantienen entre sí una relación intrínseca y solidaria. A mayor y mejor de
VDUUROORGHODVXEMHWLYLGDGUHDOGHODJHQWHKXPDQRLQGLYLGXDOFRUUHVSRQGHUi
un mayor y mejor desarrollo de la sociedad como “comunidad subjetiva de
FRQYLYHQFLDKXPDQD´
6RQORVDJHQWHVKXPDQRVORVTXHHQGH¿QLWLYDFUHDQRUJDQL]DQ\GH
sarrollan las diversas instituciones familiares, educativas, económicas y
políticas que constituyen la sociedad.
/DFRQH[LyQHQWUHHOJUDGRGHGHVDUUROORKXPDQR±pWLFR\PRUDO±GH
éstos y el de la sociedad de la que son sujetos activos es evidente.
/D¿UPH]DGHODVRFLHGDGFLYLOFRPRFHUWHUDPHQWHVHKDGLFKR³HV
WULEDHQODUHVSXHVWDGHORVDJHQWHVVRFLDOHVHQVXFDSDFLGDGGHDXWRUUHV
SRQVDELOLGDG \ DXWRJRELHUQR 'H HVWR MXVWDPHQWH GHSHQGH OD UHDOL
zación de esa utopía clásica de comunidad de individuos libres, que es
consubstancial con nuestra civilización occidental”7.
La realización de esa “comunidad de individuos libres” reclama tanto
la potenciación de la irrrenunciable individualidad y libertad real de las per
440
SOBRE LA CONSTITUCIÓN ÉTICA DE LA SOCIEDAD CIVIL
³$OJXQRV GH ORV SUREOHPDV FRQ ORV TXH QRV HQIUHQWDPRV D OD KRUD GH
aplicar en la situación presente el concepto de sociedad civil radican en la am
bigüedad del mismo. En parte, esta ambigüedad es el resultado de una compli
FDGDKLVWRULDLQWHOHFWXDO(QXQSULPHUPRPHQWRHOWpUPLQRVRFLHGDGFLYLO
fué usado en su acepción más amplia, como sinónimo de sociedad política.
Más tarde, su significado cambió, y comenzó a ser utilizado en oposición al
concepto de estado(VWHSDUHFHVHUVXXVRPiVH[WHQGLGRKR\GtD´8.
441
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
3HURHO(VWDGRGHOELHQHVWDUHVWiHQFULVLV1RSDUHFHHVWDUHQFRQGL
FLRQHV±LQFOXVRSRUUD]RQHVWpFQLFRHFRQyPLFDVGHUHVROYHUSDWHUQDOtVWLFD
mente los problemas del ciudadano. A ello se añade el crecimiento actual
del poder económico que amenaza invadir todas las esferas de la actividad
privada, social y política. El propio Estado podría quedar sometido a este
poder económico.
(OORQRREVWDQWHHO(VWDGRQRUHQXQFLD±DSHVDUGHVXHQIiWLFDSURFOD
PDFLyQGHORVGHUHFKRV\OLEHUWDGHVGHOFLXGDGDQR±DVHJXLUHMHUFLHQGRVX
SRGHULQWHUYHQFLRQLVWDHQHOiPELWRGHODYLGDLQGLYLGXDOIDPLOLDUHFRQy
mica y social, en la salud y en la educación de los ciudadanos.
Se comprende fácilmente ante esta situación que Sociedad y Estado se
SUHVHQWHQFRPRUHDOLGDGHVDQWDJyQLFDV<VHD¿UPHHQFRQVHFXHQFLDTXH
el fortalecimiento y revitalización de la sociedad civil comporte y exija de
suyo una debilitación del Estado.
³6RFLHGDGFLYLO´\³(VWDGR´VHFRQVLGHUDQDVtUHDOLGDGHVDXWRFRH[FOX
\HQWHV(O(VWDGRHVODH[SUHVLyQGHOSXURSRGHU<HQFXDQWRWDOJHQHUDGH
VX\RXQDDQXODFLyQGHOFLXGDGDQRVXMHWRUHGXFLpQGRORDPHURREMHWRGH
uso y manipulación por parte del Estado.
8Q(VWDGRIXHUWHFRQOOHYDGHVX\R±VHJ~QHVWDSRVLFLyQ±XQDGHELOL
WDFLyQVLQR\DXQHQPXGHFLPLHQWRGHODYR]GHODVRFLHGDGFLYLO<XQD
UHJHQHUDFLyQGHODVRFLHGDGFLYLOH[LJHSRUORPLVPRXQDSDUDOHODGHELOL
WDFLyQGHOSRGHUGHO(VWDGR'LFKRGHRWURPRGRFXDQWRPiV(VWDGRPH
QRVVRFLHGDGFLYLO<FXDQWRPiVVRFLHGDGFLYLOPHQRV(VWDGR
Otros, por el contrario, consideran que
442
SOBRE LA CONSTITUCIÓN ÉTICA DE LA SOCIEDAD CIVIL
443
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
12. V. PÉREZ DÍAZ, El retorno de la sociedad civil, Instituto de Estudios Económicos, Madrid,
1987, pp. 11 y ss.
444
SOBRE LA CONSTITUCIÓN ÉTICA DE LA SOCIEDAD CIVIL
KDGHDWHQGHUUHVSHWDU\SURPRYHUODVH[LJHQFLDVREMHWLYDVTXHGLPDQDQGH
ODGLJQLGDGGHODSHUVRQDKXPDQD\ORVELHQHV\YDORUHVTXHODFRQVWLWX\HQ
y perfeccionan.
Las instituciones políticas, al igual que las instituciones sociales, son
IUXWRGHODDFWLYLGDGKXPDQDGHTXLHQHVODVFUHDQ\ODVGLULJHQ3RQHUOD
racionalidad, la libertad y la autonomía del lado de la sociedad civil, para
situar en el ámbito del puro poder las instituciones públicas del Estado,
equivaldría a vaciar a éstas de la dimensión intrínsecamente racional y mo
UDOTXHWRGDDFWLYLGDGKXPDQDSULYDGDRS~EOLFDHQWUDxD
6RFLHGDGFLYLO\(VWDGRHVWiQOODPDGRVDHQWHQGHUVHQRGHVGHODOyJL
ca del poder, no desde unas relaciones dialécticas de dominio, sino desde
unas relaciones dialógicas de racionalidad y libertad respetuosas de la ver
GDG LQWHJUDO \ GH ORV GHUHFKRV IXQGDPHQWDOHV GH OD SHUVRQD KXPDQD TXH
GHEHQSUHVLGLUODDFFLyQKXPDQDLQGLYLGXDOVRFLDO\SROtWLFD
Frente a un planteamiento dialéctico entre Sociedad civil y Estado, se
trata de potenciar las condiciones adecuadas para la articulación entre una y
otro. Articulación que tiene como eje, por parte de los ciudadanos, el redes
cubrimiento de los valores que constituyen y perfeccionan su dignidad per
VRQDO\SRUSDUWHGHO(VWDGRHOUHVSHWRLQFRQGLFLRQDO\SURWHFFLyQH¿FD]
GHHVRVYDORUHV<XQDYH]PiVHVLPSRUWDQWHDGYHUWLUTXHODFRQVHFXFLyQ
de este objetivo depende de la recuperación moral de los ciudadanos, pro
tagonistas y destinatarios del orden social y político. En sus manos está en
GH¿QLWLYDWDQWRODVRFLHGDGFLYLOFRPRHO(VWDGR
/DKLVWRULDDWHVWLJXDTXHKDQVLGRpVWRVORVTXHDOWRPDUFRQFLHQFLDGH
su dignidad personal, y de la libertad y justa autonomía que deben presidir
VXREUDUKDQFRQWULEXLGRDSURPRYHUXQDVRFLHGDGDXWpQWLFDPHQWHKXPD
QDXQDVRFLHGDGDODPHGLGDGHOKRPEUHIUHQWHDODVGLYHUVDVH[SUHVLRQHV
GH LUUDFLRQDOLGDG H LQKXPDQLVPR JHQHUDGDV SRU HO SXUR SRGHU SROtWLFR R
económico.
<VRQHVWRVYDORUHVGHYHUGDGOLEHUWDG\ELHQTXHDUWLFXODQ\GDQVHQ
WLGRDOREUDUDXWpQWLFDPHQWHKXPDQRORVTXHHQWRGRWLHPSRGHEHQSUHVLGLU
e informar la constitución ética de la sociedad civil y política.
/DFXOWXUDFLHQWL¿FLVWDTXHVLJXHYLJHQWHHQDPSOLRVVHFWRUHVGHQXHV
tra sociedad es incapaz de dar cuenta de la verdad de la realidad y, en par
WLFXODUGHODUHDOLGDGGHODSHUVRQDKXPDQD
No puede ofrecer una propuesta capaz de satisfacer las exigencias más
SURIXQGDVGHOKRPEUHVXVDVSLUDFLRQHVFRPRDJHQWHUDFLRQDO\OLEUHDODYHU
GDG\DOELHQ<HQFRQVHFXHQFLDQRSXHGHVXVFLWDUDGKHVLRQHVUDFLRQDOHV\
OLEUHV6HQXWUHGHOSRGHU<SRUHOORWHPHDODYHUGDG\DODOLEHUWDG
445
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
³/DFRQYLYHQFLDHQWUHORVKRPEUHVQRWLHQHFRPRILQQLHOPHUFDGR
ni el Estado, ya que posee en sí misma un valor singular a cuyo servicio debe
estar el Estado y el mercado. El hombre es, ante todo, un ser que busca la
verdad y se esfuerza por vivirla y profundizarla en un diálogo continuo que
implica a las generaciones pasadas y futuras”.13
/DE~VTXHGD\DPRUDODYHUGDGLQWHJUDOGHOKRPEUHPHGLDQWHXQGLi
logo racional y libre de dominio, en la que los interlocutores se tienen en
cuenta unos a otros, y el perfeccionamiento recíproco que de ello dimana
es, a mi juicio, la clave para esa reconstitución ética y moral de la sociedad
actual.
Ante el desafío de una sociedad interpretada desde la lógica del poder
–técnico, político o económico– en términos diálecticos de confrontación,
XUJHJHQHUDUXQDFRPXQLGDGKXPDQDGHFRQYLYHQFLDEDVDGDHQXQDHVWUXF
WXUDGLDOyJLFDGHFRPXQLFDFLyQVREUHFRQWHQLGRVUHDOHVODYHUGDG\HOELHQ
de los interlocutores.
/OHYDUDFDERHVWH³PRGHORpWLFR´GHFRQYLYHQFLDKXPDQD³UHTXLHUH
articular todos los usos de la razón –teórica, práctica y técnica– en términos
dialógicos, no dialécticos. La dialéctica es un modo particular de entender
ODtQGROHGLDOyJLFDGHOKRPEUHTXHVHFDUDFWHUL]DSRULQWHUSUHWDUODPHGLD
ción en términos de negación. El paso de la dialógica estriba precisamente
en el indicado enriquecimiento mutuo de los términos de la relación comu
nicativa.
Con ello se elimina la interpretación primordialmente negativa de la
mediación y se da paso a la fecundidad del diálogo para el descubrimiento
progresivo de la verdad común (...).
Es esta estructura dialógica de la comunicación la que ciertamente se
da en las relaciones intersubjetivas o interpersonales directas (face to face),
y en la sociedad familiar y la que debe informar la sociedad civil”.14
446
SOBRE LA CONSTITUCIÓN ÉTICA DE LA SOCIEDAD CIVIL
'HVGHHVWDYLVLyQGHODVRFLHGDGFRPRFRPXQLGDGGLDOyJLFDGHFRPX
nicación en la búsqueda, establecimiento y realización de esa verdad y bien
común de todos y cada uno de los ciudadanos que la integran, cabe deter
minar los principios éticos y morales que deben informar la constitución
ética de la sociedad civil.
(OUHVSHWRDODOLEHUWDG\DODYHUGDGGHOREUDUGHODJHQWHKXPDQRKDEUi
GHVHU±VHJ~QVHDFDEDGHLQGLFDU±HODOPDGHORVSULQFLSLRVTXHKDQGHLQV
pirar esa vigorización moral de la nueva sociedad civil que desde diversas
instancias del pensamiento actual se viene reclamando.
1LODYHUGDGQLHOELHQTXHHODJHQWHKXPDQRHVWiOODPDGRDDOFDQ]DU
HQ GLDORJR UDFLRQDO FRQ ORV RWURV DJHQWHV KXPDQRV FRQ ORV TXH FRQYLYH
pueden ser entendidos desligados de la verdad y el bien de la libertad, ni
tampoco la libertad puede entenderse como un valor absoluto, desligado de
ODYHUGDG\HOELHQTXHODUHDOL]DFRPRDXWpQWLFDOLEHUWDG<HVMXVWDPHQWH
el valor de la verdad y su adecuada articulación con la libertad la cuestión
de fondo del debate actual sobre la “ética civil”.
Surge ésta con el intento de elaborar los principios éticos que deben
UHJXODU OD FRQYLYHQFLD FLXGDGDQD HQ OD DFWXDO VRFLHGDG SOXUDOLVWD GHPR
crática y secularizada.
(VWRV UDVJRV GH OD VRFLHGDG PRGHUQD VH FRQVLGHUDQ KDVWD WDO SXQWR
determinantes de esta formulación de la “ética civil” que, privada ésta de
VXYLQFXODFLyQDHVWHKRUL]RQWHGHODUHDOLGDGVRFLDOFDUHFHDMXLFLRGHVXV
propugnadores, de consistencia real.
&XDOTXLHU SUHWHQVLyQ GH HODERUDU XQD pWLFD UHJXODGRUD GH OD FRQYL
vencia social en la que estas notas no tuvieran carácter determinante, queda
excluida de esta propuesta.
La “ética civil”–se dice– exige de suyo la no confesionalidad social;
es un concepto correlativo al pluralismo moral y demanda la aceptación del
sistema democrático como el único procedimiento adecuado para el esta
blecimiento de las normas reguladoras de la convivencia social.
Semejante conceptualización de la “ética civil” da por sentado que el
pluralismo moral, la democracia y el secularismo son de suyo indicadores
indiscutiblemente positivos del desarrrollo que la libertad y autonomía del
FLXGDGDQRKDQDOFDQ]DGRHQODVRFLHGDGDFWXDOIUHQWHDODLPSRVLFLyQTXH
447
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
VREUH pO KD YHQLGR HMHUFLHQGR XQD pWLFD GRWDGD GH SULQFLSLRV XQLYHUVDOHV
SUHWHQGLGDPHQWHIXQGDGRVHQODYHUGDGGHOVHU\HOREUDUKXPDQRV2GL
FKRGHRWURPRGRTXHVRQYDORUHVPRUDOHVTXHKDQGHVHUDVXPLGRVVLQ
más como ingredientes constitutivos de una auténtica convivencia social.
$ SDUWLU GH OD DFHSWDFLyQ LQGLVFULPLQDGD GH HVWH VXSXHVWR HVWD SUR
puesta de “ética civil” considera necesario establecer una distinción entre
³pWLFDS~EOLFD\³pWLFDSULYDGD´\HQWUH³pWLFDODLFD´SUHVLGLGDSRUODUD
cionalidad, y “ética religiosa”, inspirada en la confesionalidad.
La “ética privada” vendrá determinada por aquellos contenidos de va
lor que el individuo decida libremente dar a su propio proyecto de vida,
PLHQWUDVTXHOD³pWLFDS~EOLFD´KDEUiGHVHUXQDpWLFDIRUPDOVLQFRQWH
QLGRVSURFHGLPHQWDO\GHQRUPDVVLQRWUD¿QDOLGDGTXHODGHKDFHUSRVLEOH
que cada uno de los individuos pueda llevar a cabo su propia opción moral
en la convivencia social.
+XHOJD DGYHUWLU TXH HQ XQD VRFLHGDG TXH KD DVXPLGR HO SOXUDOLVPR
moral como un valor moral indiscutible carece de sentido exigir o invocar
unos criterios racionales que permitan distinguir un proyecto de vida mo
ralmente correcto del que no lo es.
&XDOTXLHUSUR\HFWRGHYLGDHVPRUDOPHQWHFRUUHFWRSRUHOVLPSOHKH
FKRGHKDEHUVLGROLEUHPHQWHHOHJLGRHVLJXDOPHQWHDFHSWDEOHGDGRTXHQR
existe ninguno que pueda legítimamente alzarse con la pretensión de ser el
verdadero y correcto.
Decir lo contrario supondría introducir un factor de dogmatismo, de
intolerancia, incompatibles con la libertad y la absoluta autonomía de la
que goza el ciudadano en una moderna sociedad civilizada.
Es precisamente este respeto al pluralismo moral el que exige que la
ética pública mantenga una absoluta neutralidad ética sobre los contenidos
que el ciudadano deba dar a su propio proyecto de vida. Menos aún podrá
esta ética pública dictar normas socialmente obligatorias, fundadas en va
lores morales de carácter substantivo.
6HOLPLWDUiDHVWDEOHFHUXQDVQRUPDVPtQLPDVTXHODVRFLHGDGGHPR
FUiWLFDGHFLGDGDUVHDVtPLVPDSDUDTXHFDGDFLXGDGDQRFRPR\DVHKD
indicado, pueda elegir y llevar a cabo en la convivencia social su propia
ética privada.
3HUR OD VRFLHGDG DFWXDO QR HV VROR XQD VRFLHGDG SOXUDOLVWD \ GHPR
crática. Es también una sociedad secularizada. Ante este tercer rasgo –asu
mido al igual que los otros dos como un valor positivo de una auténtica
448
SOBRE LA CONSTITUCIÓN ÉTICA DE LA SOCIEDAD CIVIL
FRQYLYHQFLDVRFLDO±VHKDFHQHFHVDULDXQDQXHYDGLVWLQFLyQHQWUH³pWLFDODL
ca” y “ética religiosa”.
/D³pWLFDODLFD´KDEUiGHWHQHUFRPRSULQFLSLRLQVSLUDGRUOD³UDFLRQD
lidad ética” entendida como una racionalidad dotada de una completa au
tonomía, es decir, independiente de cualquier fundamento natural o trans
cendente. Una racionalidad autoconstituyente de los principios y leyes que
GHEHQUHJXODUODSUD[LVKXPDQDLQGLYLGXDO\VRFLDO
(VXQDH[LJHQFLDGHODGLJQLGDGGHTXHJR]DHOVXMHWRFLXGDGDQR±DGL
ferencia del simple súbdito– el no obedecer otras normas que las que él se
GDDVtPLVPRGHVGHHVHSRGHUVREHUDQRGHDXWRD¿UPDFLyQTXHOHFRQVWLWX
\HFRPRWDO<TXHKDEUiQGHVHUDSUREDGDVSRUFRQVHQVRGHODPD\RUtD
(VWD³pWLFDODLFD´KDEUiGHH[FOXLUWRGRSULQFLSLRSURFHGHQWHGHXQD
“ética religiosa” por dos sencillas razones. Porque carece de sentido en una
sociedad secularizada invocar o aceptar una instancia transcendente, reli
giosa, como fuente normativa de los contenidos y principios reguladores de
ODFRQYLYHQFLDVRFLDO<SRUTXHVHPHMDQWHSUHWHQVLyQLQWURGXFLUtDGHQXHYR
un factor de dogmatismo, de fundamentalismo e intolerancia incompatibles
con el valor de la libertad.
“Confesionalidad religiosa” y “ética civil” ( laica ) son magnitudes
que se autoexcluyen. La confesionalidad religiosa – se dice– origina una
YLVLyQ~QLFD\WRWDOL]DQWHGHODUHDOLGDG6HLPSRQHGHXQPRGRQRUDFLR
QDO1RWROHUDODMXVWL¿FDFLyQUDFLRQDOSRUFXDQWRKDFHGHODV³SHUVRQDV´
“creyentes” y de las valoraciones “dogmas”.
(OORQRTXLHUHGHFLUTXHHOLQGLYLGXRQRSXHGDKDFHUXQDRSFLyQSRU
HVWD³pWLFDUHOLJLRVD´3HURKDEUiGHVHUHQWRGRFDVRXQDRSFLyQSULYDGD
TXHQRSXHGHFRPSDUHFHUHQHOGLVFXUVRS~EOLFRFRQODSUHWHQVLyQGHSUH
sentarse como una propuesta racional.
La valoración de semejante conceptualización de la “ética civil”, a la
OX]GHORVHOHPHQWRVFRQVWLWXWLYRVGHODYHUGDGGHODDFFLyQKXPDQDHQVX
HVWUXFWXUD\HQVXFRQWHQLGRPRUDOHVSHFt¿FRSXHGHTXHGDUFRQGHQVDGDHQ
los siguientes puntos.
/DpWLFDRGDFXHQWDGHOHMHUFLFLRUDFLRQDOOLEUH\UD]RQDEOHYHU
GDGHURGHODOLEHUWDGGHODJHQWHKXPDQRRQRHVpWLFDHQDEVROXWRQLS~
blica, ni privada, ni civil, ni religiosa.
(VWHHMHUFLFLRUDFLRQDO\UD]RQDEOHGHODOLEHUWDGKXPDQDH[LJHWDQ
to el respeto a la libertad como el respeto a la verdad.
/D SHUVRQD KXPDQD HV SULQFLSLR \ GXHxR GH VXV DFWRV (VD VREH
UDQtDHVHVHxRUtRVREUHVXVDFWRVSHUWHQHFHDOKDEHUQDWXUDOGHODSHUVRQD
449
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
KXPDQD1DGLH±QLQJXQDLQVWDQFLDQLFLYLOQLUHOLJLRVD±SXHGHDUURJDUVHHO
GHUHFKRGHVXSULPLUODPHGLDQWHFXDOTXLHUWLSRGHFRDFFLyQD~QHQQRPEUH
de una presunta verdad, sin atentar eo ipso a la verdad real de la dignidad
GHODSHUVRQDKXPDQD
/DSHUVRQDKDGHEXVFDUODYHUGDG\HOELHQTXHODSHUIHFFLRQDQDWUD
YpVGHOOLEUHHMHUFLFLRGHVXHQWHQGLPLHQWR\GHVXYROXQWDG(VGHFLUKDGH
WHQGHUPHGLDQWHXQTXHUHUTXHWLHQHHQHOVXMHWRKXPDQRVXSULQFLSLRDXQ
bien que es juzgado y comprendido como tal por el sujeto mismo. Determi
narse al bien ejerciendo su capacidad de autoterminación en que se expresa
ODFRQGLFLyQUDFLRQDO\OLEUHGHOREUDUKXPDQR
La libertad no es solo condición sine qua non de la moralidad del
REUDUKXPDQRHVXQLPSHUDWLYRpWLFR3UHWHQGHUTXHHOKRPEUHREUHHOELHQ
moral coaccionadamente es una contradicción en los términos. Obrar mo
ralmente –perdónese la insistencia– no es sólo realizar el bien moral, sino
realizarlo libremente mediante un conocimiento racionalmente fundado y
OLEUHPHQWHUHFRQRFLGRGHOELHQHQFXHVWLyQ(VWHUHVSHWRDODOLEHUWDGKDGH
ser, en consecuencia, el primer principio que debe presidir una auténtica
convivencia social.
/DFRQFLHQFLDSDUWLFXODUPHQWHLQWHQVDGHORVKRPEUHVGHQXHVWURWLHP
po de la dignidad de la persona y de la libertad, del respeto a la conciencia
en su intinerario en busca de la verdad– sentido cada vez más como fun
GDPHQWR GH ORV GHUHFKRV GH OD SHUVRQD± HV FLHUWDPHQWH XQD DGTXLVLFLyQ
positiva de la cultura moderna15.
4XHODpWLFDFLYLOKDGHGHUHVSHWDUODOLEHUWDGFRPRSULQFLSLRSULPHUR
TXHKDGHSUHVLGLUHLQIRUPDUODFRQYLYHQFLDFLXGDGDQDHVXQDD¿UPDFLyQ
SRVLWLYDHQHOKDEHUGHODSURSXHVWDGH³pWLFDFLYLO´TXHYHQJRH[DPLQDQGR
$OOtGRQGHQRKD\OLEHUWDGQRKD\PRUDOLGDG
4. La libertad es una nota constitutiva de la moralidad, pero igualmente
constitutiva de ésta es la verdad. La libertad es verdad y se abre a la verdad.
'HDKtTXHODPRUDOUHTXLHUDLJXDOPHQWHUHVSHWRDODYHUGDG6LHPSUHKH
entendido la moral como la lógica, el logos, la verdad de la libertad.
/DpWLFD±ODUHÀH[LyQVREUHODYHUGDGGHODOLEHUWDG±HVXQWRGRDUPy
nico que se constituye como tal en la medida en que en sus principios y
razonamientos respeta el imperativo de la libertad que atraviesa y corona
el mundo de la moralidad. Un imperativo que entiendo ante todo como
450
SOBRE LA CONSTITUCIÓN ÉTICA DE LA SOCIEDAD CIVIL
GHMDUVHUDODOLEHUWDGORTXHHV5HVSHWDUODHQVXVHU1RYLROHQWDUODGLV
torsionarla, manipularla ideológicamente.
³/LEHUDU OD OLEHUWDG´ GH ODV IDOVL¿FDFLRQHV D TXH ±SRU GHIHFWR R SRU
exceso– viene siendo sometida en amplios sectores de la cultura actual es
KR\XQDGHODVWDUHDVPiVXUJHQWHVGHOSHQVDPLHQWRKXPDQR<HVHQHVWH
SXQWRGRQGHHVWDSURSXHVWDGH³pWLFDFLYLO´SUHVHQWDVXÀDQFRPiVGpELO(O
concepto de libertad que en ella se esgrime no responde a la verdad del ser
de la libertad.
(QWLHQGHHQHIHFWRODOLEHUWDGFRPRXQDLGHDH[HQWDGHWRGDUHIHUHQ
FLDDODYHUGDGGHOVHUKXPDQRHQODTXHWLHQHVXRULJHQ\GHODTXHUHFLEH
su sentido. Propugna una idea de libertad “utópica”, sin lugar, sin punto
de partida ni meta; una libertad “subsistente”, inspirada en un concepto de
razón absolutamente autónoma, autoconstituyente y creadora de los bienes,
YDORUHV\QRUPDVTXHGHEHQSUHVLGLUODSUD[LVKXPDQDLQGLYLGXDO\VRFLDO
(VHFRQFHSWRGHOLEHUWDGQRHVODOLEHUWDGUHDOKXPDQD(VXQDOLEHUWDG
PHUDPHQWHSHQVDGDLOXVRULDTXHOHMRVGHKDFHUSRVLEOHODDXWRQRPtDGHO
REUDUKXPDQRGHVHPERFDHQODPiVDOLHQDQWHGHODVKHWHURQRPtDV
(QWHQGHU DO DJHQWH KXPDQR FRPR FUHDGRU \ DUWtWLFH GH OD YHUGDG R
IDOVHGDGGHODUHDOLGDGGHOELHQ\GHOPDOGHVXREUDUHVGHVFRQRFHUODYHU
GDGHUDLGHQWLGDGGHOKRPEUH3HUGLGDODLGHQWLGDGGHOKRPEUHODOLEHUWDG
queda desarrigada de su lugar originario e inicia con ello el camino de su
propia disolución.
Dejada de lado la apertura natural a la verdad y al bien de la inteligencia
y la voluntad en las que tiene su sede la libertad, ésta pasa a convertirse en
puro poder arbitrario, erigido en árbitro supremo de todo comportamiento
individual y colectivo.
$XQDVRFLHGDGHQWHQGLGDFRPRXQDFRPXQLGDGSUHVLGLGDSRUXQGLi
logo racional y libre en busca de ese bien común que es la verdad, sucede
una sociedad regida por unas relaciones de dominio del más fuerte sobre
el más débil.
8QDOLEHUWDGGHVDUUDLJDGDGHODYHUGDGTXHGDSULYDGDGHXQDUHIHUHQ
FLD¿MDHVWDEOHTXHOHSHUPLWDDOKRPEUHGLVFHUQLUREMHWLYDPHQWHHOELHQ
del mal. Solo le queda medir lo bueno y lo malo en función de sus intereses
VXEMHWLYRVHOGLQHURHOSRGHURORTXHHQGH¿QLWLYDOHDVHJXUHXQELHQHVWDU
egoista e insolidario.
9HUGDG\OLEHUWDGVHUHFODPDQPXWXDPHQWH/DYHUGDGQRHVXQDxD
dido extrínseco que se impone a la libertad presuntamente constituida como
libertad con independencia absoluta de la verdad. La verdad es una dimen
451
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
452
SOBRE LA CONSTITUCIÓN ÉTICA DE LA SOCIEDAD CIVIL
1HJDUHQQRPEUHGHODOLEHUWDGODH[LVWHQFLDGHODYHUGDG\ODFDSD
FLGDGTXHHOKRPEUHWLHQHGHDOFDQ]DUODHVXQDIDOWDGHUHVSHWRDOVHUKX
PDQRDHVHIRUPLGDEOHSRGHUGHVXLQWHOLJHQFLD\GHVXUD]yQGHTXHWRGR
KRPEUHJR]DSRUHOVLPSOHKHFKRGHVHUOR<ODYtDPiVGLUHFWDSDUDGLVRO
ver la libertad en puro poder.
(OHVFpSWLFRKDFHDODUGHGHXQDUDFLRQDOLGDGPHQJXDGDUHGXFLGD\
SUHWHQGHLPSRQHUODDORVGHPiV6LHVWRVQROHREHGHFHQQRGXGDHQFDOL
¿FDUORV GH IDQiWLFRV \ GRJPDWLVWDV LQWROHUDQWHV /D DSDUHQWH QHXWUDOLGDG
ética profesada por el escéptico en nombre del valor de la libertad, es, por
otra parte, contradictoria en los términos.
$O D¿UPDU TXH WRGDV ODV FUHHQFLDV \ HVWLORV GH YLGD VRQ LJXDOPHQWH
valiosos, por cuanto ninguno de ellos puede alzarse legítimamente con la
SUHWHQVLyQGHVHUHOYHUGDGHUR\FRUUHFWR\TXHSRUORPLVPRHOSOXUDOLV
mo moral es un bien moral indiscutible que debe ser respetado por una
VRFLHGDGFLYLOL]DGDPRGHUQDH[SUHVLYDGHXQDDXWpQWLFDFRQYLYHQFLDFLX
GDGDQDLQWURGXFHVXEUHSWLFLDPHQWHXQFULWHULRGHYDORUTXHFKRFDDELHUWD
mente con la neutralidad ética que en nombre de la tolerancia el escéptico
dice profesar.
(VWDUHDOLGDGGHODOLEHUWDGHVWHGRPLQLRTXHHOKRPEUHWLHQHVREUH
VXVDFWRVWLHQHVXIXQGDPHQWRHQHOPRGRUDFLRQDOSURSLRGHODJHQWHKX
mano de tender al bien.
(ODJHQWHWLHQGHDOELHQPHGLDQWHMXLFLRVGHODUD]yQ<ODUD]yQQRHVWi
determinada a ningún bien particular. No ve el el bien desde un solo punto
GHYLVWDVLQRGHVGHPXFKRV6RQP~OWLSOHVODVFRQFHSFLRQHVTXHODUD]yQ
SXHGHWHQHUGHOELHQ'HDKtTXHODSOXUDOLGDGGHRSFLRQHVTXHHODJHQWH
KXPDQRWLHQHDQWHVtHVDOJRTXHHPDQDGHODSURSLDFRQGLFLyQUDFLRQDOGHO
DJHQWHKXPDQR
/DSOXUDOLGDGHVSXHVXQDQRWDGHOREUDUKXPDQROLEUHSRUUDFLRQDO
³/DUDt]GHODOLEHUWDG±GLFH7RPiVGH$TXLQR±HVODYROXQWDGFRPRVX
jeto, pero como causa, es la razón. La voluntad puede tender libremente a
diversos objetos porque la razón puede formar diversas concepciones del bien.
'HDKtTXHORVILOyVRIRVGHILQHQHOOLEUHDOEHGUtRGLFLHQGRTXHHVµHOOLEUHMXLFLR
GHODUD]yQ¶FRPRSDUDLQGLFDUTXHODUD]yQHVODFDXVDGHODOLEHUWDG´16.
453
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
454
SOBRE LA CONSTITUCIÓN ÉTICA DE LA SOCIEDAD CIVIL
455
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
“En sentido estricto, el objeto del reconocimiento solo puede ser lo co
mún, no lo diferente. Re-conocerVLJQL¿FDYROYHUDFRQRFHUYROYHUDFRQR
cer en el otro lo ya conocido antes de conocer al otro, es decir, lo conocido
HQXQRPLVPR6LJQL¿FDSRUWDQWRFRQRFHUDORWURFRPRLJXDOFRPRRWURyo
reconocer en él lo común.
La diferencia puede ser objeto de reconocimiento en la medida en que
sea como una forma diferente de lo común, como una manera distinta de ser
lo mismo.
&RQRFHUODGLIHUHQFLDHQFXDQWRTXHGLIHUHQFLDQRHVUHFRQRFHUVLQR
GHVFRQRFHUFRQRFHUDORWURFRPRXQDEVROXWDPHQWHRWUR7RPDGRHQFXDQWR
otro, es precisamente como resulta imposible saber lo que le corresponde
DORWUR5HFRQRFHUVXGHUHFKRDDOJXLHQH[LJHSUHYLDPHQWHUHFRQRFHUDHVH
alguien como uno de nosotros.
No es posible conocer lo que le corresponde al diferente en cuanto que
diferente, sino solo en cuanto igual, en cuanto su diferencia se da en lo co
mún. Para que sea posible el reconocimiento de las diferencias, es decir, para
que sea posible conocer las diferencias como diferentes modos de lo co
P~Q±\VDEHUTXpGLIHUHQFLDVVRQpVDV±HVQHFHVDULRHQSULPHUOXJDUGH¿QLU
y constituir lo que somos en común...”17.
17. A. CRUZ ³¢(V SRVLEOH OD SROtWLFD GHO UHFRQRFLPLHQWR" 8QD UHVSXHVWD GHVGH HO UHSXEOL
canismo”, Ponencia pronunciada en Simposio Internacional de Filosofía y Ciencias Sociales,
8QLYHUVLGDGGH1DYDUUD3DPSORQDGHQRYLHPEUHGH
18. CA, n. 46a
456
SOBRE LA CONSTITUCIÓN ÉTICA DE LA SOCIEDAD CIVIL
³(QODFXOWXUDGHQXHVWURWLHPSRVHKDGLIXQGLGRDPSOLDPHQWHODRSL
nión de que el ordenamiento jurídico de una sociedad debería limitarse a
percibir y asumir las convicciones de la mayoría y, por tanto, basarse sólo
sobre lo que la mayoría misma reconoce y vive como moral.
Si además se considera incluso que una verdad común y objetiva es
LQDFFHVLEOHGHKHFKRHOUHVSHWRGHODOLEHUWDGGHORVFLXGDGDQRV±TXHHQXQ
régimen democrático son considerados como los verdaderos soberanos– exi
giría que a nivel legislativo se reconozca la autonomía de cada conciencia
individual y que, por tanto, al establecer las normas que en cada caso son
necesarias para la convivencia social, éstas se adecuen exclusivamente a la
voluntad de la mayoría, cualquiera que sea. De este modo, todo político, en
su actividad, debería distinguir netamente entre el ámbito de la conciencia
privada y el del comportamiento público (...) La raíz común de estas ten
GHQFLDVHVHOUHODWLYLVPRpWLFRTXHFDUDFWHUL]DPXFKRVDVSHFWRVGHODFXOWXUD
contemporánea. No falta quien considera este relativismo como una condi
ción de la democracia, ya que solo él garantizaría la tolerancia, el respeto
UHFtSURFR HQWUH ODV SHUVRQDV \ OD DGKHVLyQ D ODV GHFLVLRQHV GH OD PD\RUtD
mientras que las normas morales consideradas objetivas y vinculantes, lleva
rían al autoritarismo y la intolerancia”19.
<ODUHVSXHVWDDVHPHMDQWHFRQFHSFLyQGHODGHPRFUDFLDQRSXHGHVHU
PiVFHUWHUD
³/DGHPRFUDFLDQRSXHGHPLWL¿FDUVHFRQYLUWLpQGRODHQXQVXVWLWXWLYRGH
la moralidad o en una panacea de la inmoralidad. Fundamentalmente es un
ordenamiento<FRPRWDOXQLQVWUXPHQWR\QRXQ¿Q6XFDUiFWHUmoral no
es automático, sino que depende de la conformidad con la ley moral, a la que
FRPRFXDOTXLHUFRPSRUWDPLHQWRKXPDQRGHEHVRPHWHUVHHVWRHVGHSHQGH
GHODPRUDOLGDGGHORV¿QHVTXHSHUVLJXH\GHORVPHGLRVGHORVTXHVHVLUYH
(...) El valor de la democracia se mantiene o cae con los valores que encarna
RSURPXHYHIXQGDPHQWDOHVHLPSUHVFLQGLEOHVVRQFLHUWDPHQWHODGLJQLGDGGH
FDGDSHUVRQDKXPDQDHOUHVSHWRGHVXVGHUHFKRVLQYLRODEOHVHLQDOLHQDEOHV
así como considerar el bien comúnFRPR¿Q\FULWHULRUHJXODGRUGHODYLGD
política” 20.
“Si el criterio último y único fuera la capacidad autónoma de elección
de los individuos o de los grupos ¿ qué impediría que se llegase a decidir,
según ese criterio, eliminar el mismo respeto a la libertad y a las conciencias?
457
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
¢1RGHPXHVWUDODKLVWRULDTXHDOJXQRVVLVWHPDVWRWDOLWDULRVGHQXHVWURVLJOR
VHKDQSXHVWRHQPDUFKDVREUHODEDVHGHGHFLVLRQHVDYDODGDVSRUORVYRWRV"
Si realmente todo fuera pactable, ¿por qué no lo iba a ser también –como por
desgracia está sucediendo con lacerante normalidad”– la vulneración de los
GHUHFKRVIXQGDPHQWDOHVGHORVKRPEUHV"´21
458
SOBRE LA CONSTITUCIÓN ÉTICA DE LA SOCIEDAD CIVIL
DD¿UPDUTXHHOFUH\HQWHVHYHREOLJDGRSDUDVHUFUH\HQWHDUHQXQFLDUDVX
condición de persona, de agente racional, libre y razonable.
/DFRQWUDSRVLFLyQHQWUHpWLFD³ODLFD´SURSLDGHXQDVRFLHGDGVHFXOD
rizada, fundada en la “racionalidad ética”, y “ética religiosa” inspirada en
ODFRQIHVLRQDOLGDGSULYDGDGHMXVWL¿FDFLyQUDFLRQDOSRUFXDQWRKDFHGHODV
SHUVRQDV³FUH\HQWHV´\GHODVYDORUDFLRQHV³GRJPDV´FDUHFHGHODPiVPt
nima base racional.
8. Lo que a mi juicio subyace en esta peculiar forma de entender la
³pWLFDFLYLO´HVODSURIXQGDFULVLVTXHODUDFLRQDOLGDGKXPDQDGLUHFWLYDGH
la praxis individual, social y política, viene sufriendo en nuestros días.
La fragmentación de que vienen siendo objeto en un amplio sector de
la literatura ética contemporánea los conceptos constitutivos de la verdad
GHODDFFLyQKXPDQD±HQVXHVWUXFWXUD\HQVXFRQWHQLGR±HVXQDPXHVWUD
inequívoca de esta crisis.
<WLHQHVXH[SUHVLyQPiVQtWLGDHQHVWDSUROLIHUDFLyQGHpWLFDV³DGMH
WLYDGDV´GLDOpFWLFDPHQWHFRQWUDSXHVWDVHQWUHVt³pWLFDSULYDGDpWLFDS~EOL
ca”, “ética civil/ética religiosa”, “ética material, de bienes y virtudes”/
“ética formal y de normas”, “ética de mínimos/ ética de máximos”.
&LHUWDPHQWHODDFFLyQKXPDQDFX\DYHUGDG\VHQWLGRPRUDOHVSHFt¿FR
VHSURSRQHODpWLFDHVFODUHFHUIXQGDPHQWDU\MXVWL¿FDUUDFLRQDOPHQWHSUH
VHQWDP~OWLSOHVDVSHFWRV(QODFRQ¿JXUDFLyQLQWHOLJLEOHGHOREUDUKXPDQR
entran aspectos materiales y formales, substantivos y procedimentales, así
como los conceptos de bien, norma y virtud.
Es obvia, por otra parte, la pluralidad de ámbitos en que el agente
KXPDQRGHVDUUROODVXREUDU\FX\DDXWRQRPtDHVSHFt¿FDGHQWURGHOREUDU
KXPDQRKDEUiGHVHUFXLGDGRVDPHQWHUHVSHWDGD
3HURHVWDSOXUDOLGDGGHDVSHFWRV\iPELWRVGHOREUDUKXPDQRQRMXVWL
¿FDOD³SOXUDOLGDGGHpWLFDV´HQODVTXHODDWHQFLyQSUHVWDGDDODGMHWLYRVH
KDFHHQGHWULPHQWRVLQR\DHQROYLGRGHOD³VXEVWDQWLYLGDG´GHODpWLFD
HVGHFLUGHODUHVSXHVWDTXHDQWHWRGRODpWLFDHQFXDQWRWDOKDGHGDUDHVWD
YHUGDGGHOREUDUPRUDOHQFXDQWRTXHUDGLFDOREUDUKXPDQR
Frente a a esta proliferación de éticas “adjetivadas” urge recuperar la
unidad de la ética, de la ética sin adjetivos, que tiene como tarea la de dar
FXHQWD\UD]yQGHODFRQGLFLyQLQWUtQVHFDPHQWHPRUDOGHODDFFLyQKXPDQD
\GHVXHVSHFL¿FLGDGPRUDOSRVLWLYDRQHJDWLYD
< HOOR UHTXLHUH UHFXSHUDU HO QH[R SHUGLGR HQWUH VHU YHUGDG \ ELHQ
entre verdad y libertad; entre bien, norma y virtud, en cuanto elementos
FRQVWLWXWLYRV\PXWXDPHQWHVROLGDULRVGHODLQWHOLJLELOLGDGGHODDFFLyQKX
459
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
460
PARA UNA ÉTICA POLÍTICA
COMO PRÁCTICA DEL “PUNTO DE VISTA”
Carmelo VIGNA
1. ¿OCASO DE LA POLÍTICA?
Una serie de indicios relativos a nuestra sociedad nos indican que ante
XQDVLWXDFLyQLQTXLHWDQWHHORFDVRGHORSROtWLFR$SDUHQWHPHQWHHVSRVL
EOHTXHVHHVWpSURGXFLHQGRWDORFDVRSXHVODVRFLHGDGFLYLOKDDEVRUELGRHQ
los últimos decenios aquello que, en gran parte, pertenecía a la esfera polí
tica; también puede ser que estemos ante el ocaso de lo político en cuanto
TXHODWDUHDSROtWLFDSDUHFHGHPDVLDGRGLItFLO\GHKHFKRDPHQXGRHVWD
WDUHDKDVLGRWUDLFLRQDGDSRUORVTXHHUDQVXVUHVSRQVDEOHV(OGHVFUpGLWR
y escepticismo de la esfera política va acompañado por un aumento de las
iniciativas en toda la sociedad civil. La esfera política no logra ocuparse de
ODUHDOLGDGFRP~Q\VHKDFRQYHUWLGRHQHOiPELWRySWLPRSDUDHQPDVFDUDU
una distribución autoritaria de recursos. El ciudadano se retrae, o bien, si
HFRQyPLFDPHQWHOHLQWHUHVDWUDWDGHGHIHQGHUVXVSULYLOHJLRV\GHUHFKRV
'HMHPRVDSDUWHODVHMHPSOL¿FDFLRQHVTXHVRQGHGRPLQLRS~EOLFR
+HPRVGHSHQVDUWDPELpQHQODSRVLEOHUHDOL]DFLyQGHODSURIHFtDPDU
xista (la inevitable transformación, en la convivencia política, de las rela
FLRQHV SROtWLFDV HQ UHODFLRQHV DGPLQLVWUDWLYDV ¢3RGUtD KDFHUVH UHDO DQWH
QXHVWURVRMRVHVWDWUDQVIRUPDFLyQ"/RGXGR'HWRGDVPDQHUDVHVWHKHFKR
no debería alegrarnos, porque de la disolución de lo político no resultaría su
³LQWHULRUL]DFLyQ´HQORVRFLDOVLQRPiVELHQHOIUDFDVRGHSUR\HFWRVKLVWy
ricos más ambiciosos; y además, la administración pública que sustituyera
a lo político, no podría administrar la totalidad del Estado.
461
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
2. DE LA POLÍTICA A LA ÉTICA
462
PARA UNA ÉTICA POLÍTICA COMO PRÁCTICA DEL “PUNTO DE VISTA”
las cosas buenas como para aquellas malas, por lo tanto, de esta manera no
se resuelve el problema fundamental, solamente se elude o esquiva.
Probablemente estamos asistiendo a una difusión a escala mundial de
ORVHIHFWRVGHODFXOWXUDHXURSHDGH¿QDOHVGHO\SULPHURVGH3RU
regla general, las costumbres sufren las consecuencias de las innovaciones
WHyULFDVDGLVWDQFLDGHDOJXQRVGHFHQLRV'HKHFKRHOHFOLSVHGHODpWLFDFR
mienza en Occidente en la misma época en que comienza a su vez a eclip
sarse el conocimiento estable, dejando espacio libre al gran escepticismo.
Razonablemente podemos suponer que las propuestas culturales a las que
PHUH¿HURKD\DQVLGRVREUHWRGRSURSLFLDGDVSRUPXWDFLRQHVVLJQL¿FDWLYDV
en la vida material de la gente. Por ejemplo, la experiencia de la ausencia
de “evidencias éticas comunes” puede estar legada, realizando una lectura
VRFLRSROtWLFDDODH[SHULHQFLDGHODFRPSOHMLGDGGHMXHJRVSODQHWDULRV\GH
VXVXEVWDQFLDOFLQLVPR3UREDEOHPHQWHHOUHODWLYLVPRUHÀHMDODSHUFHSFLyQ
GHODLQVLJQL¿FDQFLDGHOLQGLYLGXRUHVSHFWRDORVJUDQGHVPRYLPLHQWRVKLV
WyULFRV$OKRPEUHGHODFDOOH\DQROHHVVX¿FLHQWHQLODDVWXFLDGHODUD]yQ
ni una misteriosa mano invisible, ni un partido, ni un credo religioso. En la
Vieja Europa, destruidas todas las aventuras del espíritu, ni siquiera la fe
cristiana logra aunar esfuerzos para obtener cambios efectivos.
¢4XpSRGHPRVKDFHUDQWHHOHFOLSVHGHODSROtWLFD\GHODV³HYLGHQFLDV
éticas comunes”? En mi opinión, en primer lugar, tendríamos que distinguir
entre eclipse y ocaso, aunque las dos metáforas no lo consientan fácilmente.
Tanto el eclipse como el ocaso aluden a la desaparición de algo que estaba
DQWHQXHVWURVRMRVQLQJXQRGHHVWRVGRVWpUPLQRVVLJQL¿FDSHUHFHURPRULU
En cambio en el lenguaje común, con el término ocaso entendemos el pere
cer de una determinada realidad; mientras que el eclipse indica con menos
ambigüedad la desaparición a nuestros ojos de aquello que siempre sigue
HVWDQGR3UH¿HURDGRSWDUSDUDODpWLFD\ODSROtWLFDODPHWiIRUDGHOHFOLSVH
'H KHFKR KD\ UHDOLGDGHV TXH SHUWHQHFHQ D OD HVWUXFWXUD GH OD H[LVWHQFLD
KXPDQDGHPRGRnecesario, y de éstas evidentemente no podemos predicar
VXRFDVRHQHOVHQWLGRGHVXSHUHFHUDQRVHUTXHKDEOHPRVGHORFDVRGHO
KRPEUHHVGHFLUGHVXSHUHFHUVREUHODFDUDGHODWLHUUD/DpWLFD\ODSROtWL
FDSHUWHQHFHQDHVWHWLSRGHUHDOLGDGHVQHFHVDULDVSDUDODH[LVWHQFLDKXPDQD
(sería necesaria una discusión a parte). Por esta razón solamente podemos
SUHGLFDUVXHFOLSVDUVH<VLpVWDVQRDSDUHFHQDQWHQXHVWURVRMRVQRHVSRU
463
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
TXH KD\DQ SHUHFLGR VLQR SRUTXH GHELGR DO HUUDU KXPDQR TXH GRPLQD HO
HVFHQDULRGHODKLVWRULDGXUDQWHFLHUWRVSHULRGRVVHKDQHFOLSVDGR
Eclipse de las comunes evidencias éticas; eclipse de la política como
SUR\HFWR GH YLGD EXHQD HQ FRP~Q 'H QXHYR VH SUHVHQWD HVWD VLWXDFLyQ
¿qué remedio podemos aplicar? Pues bien, quizá el remedio más potente
podemos buscarlo en nuestra necesidad absoluta de ética y de política. En
RWUDVSDODEUDVODpWLFDFRPRWRGDVODVFRVDV³QHFHVDULDV´SDUDODYLGDGHO
KRPEUHQRQHFHVLWDGHQDGDQLGHQDGLH&RPRWRGDVODFRVDV³QHFHVDULDV´
ODpWLFDYXHOYHDDSDUHFHU\GRPLQDGRQGHDWRGDFRVWDVHODH[RUFL]D<OR
PLVPROHVXFHGHDODSROtWLFD/DVGRVVHKDQYHVWLGRGHPDQHUDGLVWLQWDDOR
ODUJRGHORVWLHPSRVVHKDQGHVLQWHJUDGRHQSDUWHV\KDQDVXPLGRGLVWLQWRV
modos de proceder, pero siguen estando presentes. Por ejemplo, la ética y
ODSROtWLFDGHQXHVWURVGtDVKDQWRPDGRODIRUPDGHOFXLGDGR\UHVSHWRSRU
ODQDWXUDOH]DGHODGHIHQVDGHORIHPHQLQRGHODOXFKDSRUODLQWHJUDFLyQ
de variadas etnias y el apoyo a los marginados. Bajo cualquiera de estas
IRUPDVODpWLFD\ODSROtWLFDKDQFRQWULEXLGRDKDFHUSRVLEOHODEXHQDFRQ
YLYHQFLDHQWUHORVKRPEUHVSRUTXHHOODVFRQVWLWX\HQORTXHOHVXQHHQOR
más profundo. La ética y la política van más allá del carácter puramente
fáctico del ethos; están enraizadas en la misma constitución existencial del
KRPEUH6RQHOMXLFLRVREUHHOethos a partir de la verdadGHOGHVHRKXPDQR
entendiendo por ethos DTXHOOR TXH DSDUHFH FRPR UHDOL]DFLyQ ³KLVWyULFR
factual” del deseo colectivo.
+HPRVHYRFDGROD³YHUGDG´KDEODQGRGHOGHVHRKXPDQR'HKHFKR
la ética y la política generalmente se entienden como punto de referencia
GHOD³REMHWLYLGDG´QRUPDWLYD<FRQUD]yQSXHVODREMHWLYLGDGQRUPDWL
va constituye su punto de apoyo y de fuerza. Pero, ¿qué entendemos por
“objetividad” en este contexto?, ¿no es el reino universal de la razón, a
saber, la “verdad” de aquel deseo del individuo o de la colectividad? El
eclipse de la ética y de la política, en realidad, es consecuencia del eclipse
de la conciencia de este vínculo originario de la razón con lo universal. La
DXWRIXQGDPHQWDFLyQPRGHUQDGHODUD]yQSUiFWLFDPHUH¿HURDODWHRUtD
NDQWLDQDVXVWLWX\yODLGHQWL¿FDFLyQGHODXQLYHUVDOLGDGGHODUD]yQFRQOD
IXQGDPHQWDFLyQRQWROyJLFD\pVWHIXHHOSULPHUSDVRKLVWyULFRTXHSURYRFy
el eclipse de la ética y de la política en nuestra época.
La política concierne a la ética, y la ética concierne a la verdad. Por
HVWDUD]yQSRGHPRVIRUPXODUODVLJXLHQWHKLSyWHVLVel eclipse de la política
\GHODpWLFDGHSHQGHQHQ~OWLPDLQVWDQFLDGHOHFOLSVHGHOVLJQL¿FDGRGHOD
verdad. A menudo se omite esta realidad, también por parte de aquellos que
son muy sensibles a cuestiones de “ortopraxis”. Personalmente opino que
464
PARA UNA ÉTICA POLÍTICA COMO PRÁCTICA DEL “PUNTO DE VISTA”
465
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
466
PARA UNA ÉTICA POLÍTICA COMO PRÁCTICA DEL “PUNTO DE VISTA”
467
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
3XHVELHQFRQVLGHUHPRVSUHYLDPHQWHXQDGLVWLQFLyQHOHPHQWDOODGLV
tinción entre cuestiones teóricas y cuestiones prácticas, precisando que las
FXHVWLRQHV pWLFRSROtWLFDV R UHOLJLRVDV VRQ IXQGDPHQWDOPHQWH FXHVWLRQHV
prácticas. ¿Para qué nos sirve esta distinción? Sirve para tomar conciencia
GHOKHFKRGHTXHHQODVFXHVWLRQHVSUiFWLFDVODSRVLELOLGDGGHDOFDQ]DUXQD
³YHUGDGREMHWLYD´HVUHPRWDHVPiVGHKHFKRUHVXOWDFDVLLPSRVLEOH/DV
cuestiones éticas de los individuos son muy complejas, aquellas políticas
RUHOLJLRVDVORVRQWRGDYtDPiVSRUTXHVHUH¿HUHQDXQDFRPXQLGDGKXPD
QDHQWHUD(QWRQFHV¢FyPRVHUiSRVLEOHKDEODUHQQRPEUHGHXQDYHUGDG
objetiva? ¿No debemos tratar las cuestiones prácticas como aquellas en las
TXHQRV³DSUR[LPDPRV´RDFHUFDPRVKDFLDODYHUGDG³REMHWLYD´HQXQPR
YLPLHQWR FRQYHUJHQWH GH PXFKRV LQGLYLGXRV" (Q ODV FXHVWLRQHV WHyULFDV
establecer de que parte está la verdad es una tarea relativamente sencilla.
Pero quisiera recordar que, en las cuestiones teóricas, cada uno de nosotros
a menudo está condicionado por el punto de vista que deriva de una cierta
KLVWRULDSHUVRQDOSRUXQDGHWHUPLQDGDVLWXDFLyQJHRJUi¿FDSRUXQFLHUWR
VDEHUDGTXLULGRDORODUJRGHOWLHPSRSRUFLHUWDVKDELOLGDGHVSDUWLFXODUHV
HWF&DGDXQRGHQRVRWURVWLHQHXQDSRVLFLyQHQODUHDOLGDG¿QLWDTXHGH
ninguna manera puede quitarse de encima, es una condición ineludible,
H[LVWHQFLDO&DGDXQRGHQRVRWURVHVFRPRVHVXHOHGHFLUKR\HQGtD³XQ
KDELWDQWHGHOD¿QLWXG´
¿Pero todo esto no conduce de nuevo al relativismo? me preguntarán
XVWHGHV3XHVELHQFRQWHVWRTXHHVWDFRQVHFXHQFLDQRHVQHFHVDULD'HKH
FKRVHSXHGHVHUFRQVFLHQWHGHSRVHHUVyOR\H[FOXVLYDPHQWH³XQ´SXQWR
de vista sobre la realidad y al mismo tiempo no profesar convicciones rela
tivistas. El relativista no es el que está persuadido de que la propia perspec
tiva es una de las posibles perspectivas sobre la verdad de las cosas, sino
que está convencido de que QRH[LVWH la verdad. Esto en el ámbito teórico.
En el ámbito práctico, el relativista piensa en algo similar, pues no cree que
existan las cosas buenas, sino sólo cosas que parecenEXHQDV(QGH¿QLWLYD
como no existe la verdad, tampoco existe el bien.
&XDQGRSURSRQJRXQDFXOWXUDGHO³SXQWRGHYLVWD´QRGH¿HQGRHOUH
ODWLYLVPR&UHRTXHHVWHSXQWRKDVLGRVX¿LFLHQWHPHQWHDFODUDGR'H¿HQGR
más bien el ser conscientes de que nuestra verdad, admitiendo que en al
gunos casos sea posible llegar a conocerla (y en algunos casos es posible),
es siempre una verdad parcial, no una verdad total. Que exista una verdad
SDUFLDOVLJQL¿FDTXHpVWDHVGHDOJXQDPDQHUDHVWDEOHSHURTXHSXHGHVHU
integrada en el modo de ver de los demás, poseedores también de otra
parte de la verdad. Esta consideración puede ser aplicada también a la vida
práctica y especialmente a la vida política y religiosa. Es más, en este caso
468
PARA UNA ÉTICA POLÍTICA COMO PRÁCTICA DEL “PUNTO DE VISTA”
469
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
470
PARA UNA ÉTICA POLÍTICA COMO PRÁCTICA DEL “PUNTO DE VISTA”
selvático, “desparramado” por todo lugar, no existe orden que no sea consi
derado orden, sencillamente, convencional y, por tanto, precario, expuesto
al arbitrio de la subjetividad individual; es decir, al arbitrio del más fuer
WHFRPR1LHW]VFKHHQWHQGLySHUIHFWDPHQWHKDFHPiVGHXQVLJORFXDQGR
WRPyFRPRFRQVLJQDGHVX¿ORVRItDOD³YROXQWDGGHSRGHU´
/D GHULYD SRVWKHLGHJJHULDQD SXHGH VLQ HPEDUJR HQVHxDUQRV DOJR
la admiración del carácter irrepetible y singular de toda experiencia de la
realidad. Lamentablemente, esta capacidad de maravillarse ante la realidad
HVROYLGDGL]DGHDTXHOODRWUDLJXDOGHIXHUWHGHODTXHQDFHOD¿ORVRItDHQ
2FFLGHQWHODDGPLUDFLyQTXHVHGHVSLHUWDSRUHOGDUVHFXHQWDGHTXHWRGDV
las cosas, aunque muy distintas (recordemos el ejemplo leibniziano de los
no discernibles), tienen en común el ser, que son, es decir, que están en el
seno del ser(OVHUHVXQVLJQL¿FDGRTXHVHREWLHQHPHGLDQWHODDEVROXWD
oposición a la nada y que, por consiguiente, es malinterpretado si se le
FRQVLGHUDLQHYLWDEOHPHQWH¿QLWRFRQ¿QDGRDOWLHPSR/DVFRVDV¿QLWDV\
HQWUHJDGDVDOWLHPSRVRQ¿QLWDVSRURWURQRSRUHOSXURDEVROXWRHQHVWH
FDVRVHUtDQLQ¿QLWDVSRUTXHQDGDODVGH¿QLUtD
Pero no es oportuno detenerse sobre este punto, sino más bien sobre
ORVHIHFWRVFXOWXUDOHVTXHODUHÀH[LyQSRVWPRGHUQDKDLQGXFLGR\GLIXQ
GLGR/DSRVWPRGHUQLGDGSRUXQDSDUWHKDHOHYDGRDOWHUUHQRHVSHFXODWLYR
el sentido de absoluta precariedad, de la permanente y universal accidenta
OLGDGGHOR¿QLWRJHQHUDGRFDVLVLHPSUHHQODYLGDFRWLGLDQDKDVWDHOVXHxR
GHXQDUHYHUVLELOLGDGGHOD¿QLWXGSXHGHVHUXQRGHORVVLJQL¿FDGRVGHOD
FpOHEUHIyUPXODGHO³HWHUQRUHWRUQR´SRURWUDSDUWHODSRVWPRGHUQLGDG
KDOOHJDGRDVHUQRVyORXQDLQWHUSUHWDFLyQGHOSDVDGRVLQRWDPELpQXQSUR
yecto, es decir, SUD[LV futurista de la absoluta y arbitraria manipulación de
los entes. El extremo fastidio que ciertos sectores de la tecnología muestran
KDFLDDTXHOORVTXHSRQHQOtPLWHVpWLFRVDODPDQLSXODFLyQGHODQDWXUDOH]D
OD FUHFLHQWH GHPDQGD GH KRPRORJDFLyQ GH WRGR WLSR GH FRPSRUWDPLHQWR
KXPDQRLQFOXVRGHDTXHODELHUWDPHQWHWUDQVJUHVRUGHODVHOHPHQWDOHVREOL
gaciones ante nuestros semejantes. Todos estos fenómenos, y tantos otros
VLPLODUHVSXHGHQHQFRQWUDU\GHKHFKRHQFXHQWUDQHQODLGHRORJtDDEVROX
WLVWDGHOR³IUDJPHQWDULR´GHOD¿QLWXGVXSXQWRGHUHIHUHQFLDSULYLOHJLDGR
'HQXHYRODSRVWPRGHUQLGDGSXHGHGHFLUQRVDOJRHVSHFLDOPHQWHDORVTXH
VHKDQTXHGDGRHQHOVXHxRGLHFLRFKHVFRGHHOHYDUODH[SHULHQFLDDH[SH
ULHQFLDDEVROXWD7DPELpQHOSRVWPRGHUQRQRVKDEODFRQWUDODPRGHUQLGDG
TXHKDEtDUHGXFLGRDVLVWHPDHOPXQGRGHOVLJQL¿FDGR\KDEtDROYLGDGR³HO
LQGLYLGXR´.LHUNHJDDUG/DSRVWPRGHUQLGDGHQFRQFOXVLyQQRVSXHGH
GHFLUPXFKRVREUHOD imposibilidad de elevar a totalidad el sentido.
471
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
472
PARA UNA ÉTICA POLÍTICA COMO PRÁCTICA DEL “PUNTO DE VISTA”
(ODPRUSRUHOIUDJPHQWRLPSOLFDHQWRQFHVXQDHVWUDWHJLDGHFRPX
QLFDFLyQ VREUH OD TXH WHQHPRV TXH UHÀH[LRQDU +H GLFKR \D TXH HO IUDJ
mento no puede quedar sencillamente en cuanto tal y que la conjugación
HQWUHHOIUDJPHQWR\OD7RWDOLGDGGHVHQWLGRHVXQDWDUHDLQHYLWDEOH2EYLD
mente esta conjugación puede ser sólo propuesta, no puede ser impuesta.
Si la imponemos, se olvida el ser del fragmento; si no la proponemos, se
ROYLGDHOGHEHUGHWHVWLPRQLDUHOVHUGHOD7RWDOLGDG3URSRQHUOD\QRLP
SRQHUODVLJQL¿FDTXHGDUQRVHQODIRUPDGHIUDJPHQWRTXHFRQRFH\DFHSWD
la existencia del Entero. Esta es nuestra fórmula del “punto de vista” sobre
la realidad.
/DSURSXHVWDHVXQD¿JXUDSUiFWLFD4XLHQSURSRQHSRQHGHODQWHDOJR
pero ante todo, se pone a sí mismo ante la libertad del otro. A la libertad
GHORWURpOVHH[SRQHHVGHFLUVHGLVSRQHFRPRTXLHQSXHGHVHUFRJLGR6H
entrega al señorío del otro como una especie de siervo y por consiguien
WHVHKDFHSDUWHGHOPXQGRGHORWURSUHSDUDGRSDUDVHUFRQGHVFHQGLHQWH
con la opinión de los otros. Cierto, con la esperanza de que los otros sean
EHQpYRORV \ QR PDOpYRORV$QiORJDPHQWH SURSRQHU un “punto de vista”
VLJQL¿FDHQUHDOLGDGSURSRQHUVHFRPRun “punto de vista”, es decir, como
uno que no atenta contra la subjetividad del otro. El cual queda seguramen
WHFRQWHQWRGHHVWHJHVWR\OHGLVSRQHDHVFXFKDUORTXHVHOHSURSRQHHQ
la comunicación. En otras palabras, la esencial seguridad sobre la propia
subjetividad es un salvoconducto para el contenido de la comunicación del
RWUR(VWRQRGDxDDODHVHQFLDHVLQRIHQVLYRUHVSHFWRDORTXHLQWHUHVDHO
reconocimiento de la propia subjetividad trascendental.
La fórmula “proponer” no tiene por tanto un valor inmediatamente
teórico, sino un valor práctico. También porque es interna al mundo de la
FRPXQLFDFLyQ<HOPXQGRGHODFRPXQLFDFLyQHVXQDUHODFLyQLQWHUVXE
jetiva, es decir, interacción entre dos o más existencias, también cuando
el mensaje transmitido sea de naturaleza puramente teórica. Por esta razón
LPSOLFDODVGLQiPLFDVGHRGLRDPRUVLPSDWtDDQWLSDWtDDFXHUGRGHVDFXHU
do y otras similares. Entonces tenemos que tener debidamente separado
lo que decíamos antes sobre la necesidad de conjugar el fragmento con la
473
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
WRWDOLGDG\ORTXHGHFLPRVDKRUDVREUHODFRPXQLFDFLyQGHWRGRHVWRFRQ
la sencilla propuesta de un “punto de vista”. Es decir, también en el caso
en que no existan dudas sobre un cierto grupo de convicciones, incluso
cuando algunas de éstas están rigurosamente presentes en una subjetividad
establemente, no se puede y no se debe extender inmediatamente a un in
terlocutor la obligación de un mismo sentir o pensar. Si actuamos de esta
manera, nos comportaríamos evidentemente como “fanáticos” y no serviría
para nada la intención de estar de parte de la verdad (teórica). La violencia
usada ante el otro dispone a la transgresión y, por tanto, a la forma de la no
verdad. Ninguna verdad puede ser llevada adelante por la violencia. La vio
OHQFLDRFXOWDODYHUGDGGHORWURHVGHFLUVXSHUPDQHQWHGHUHFKRDOUHVSHWR
de la trascendentalidad de lo subjetivo.
8QD HVWUDWHJLD GH FRPXQLFDFLyQ TXH TXLHUD VHU H¿FD] GHEH UD]R
QDEOHPHQWH SUHYHU OD FRPXQLFDFLyQ HIHFWLYD GHO PHQVDMH 3HUR XQ PHQ
saje, para llega a otros, debe dejar ser a los demás tal cual ellos son. Debe
UHVSHWDUHOVHUGHORWURHQFXDQWRRWUR(VWRVLJQL¿FDTXH\RGHERSUHVXSR
ner prácticamente una relación buena con el otro y con su mundo. Pero el
RWUR\VXPXQGRHVHQSULPHUDLQVWDQFLDODWLHUUDHQTXHKDELWDPRVWRGRV
Por esta razón, la intención de una vida buena común sobre la tierra es el
presupuesto práctico inmediato e universal de una estrategia de comunica
ción conveniente para la verdad y el bien.
474
LA SOC,('$'&,9,/</$5(/,*,Ï1&,9,/
EN EL SIGLO XXI
5LFKDUG-RKQ1EUHAUS
475
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
GpPLFRV\FOpULJRVGH3RORQLD\GHRWURVSDtVHVFHQWURHXURSHRVFRQHO¿Q
de estudiar la enseñanza católica sobre la sociedad libre y justa. Desde la
UHYROXFLyQGHKHQRWDGRXQFDPELRQRWDEOHHQODDFWLWXGGHORVHVWX
GLDQWHVFHQWURHXURSHRVKDFLDODGHPRFUDFLD\VREUHWRGRKDFLDODYHUVLyQ
americana de la democracia. En los primeros años, todo lo americano se
consideraba bueno y teníamos que advertir a los estudiantes contra la ad
miración no crítica de las cosas americanas.
(QORV~OWLPRVWLHPSRVKHPRVYLVWRFLHUWDGHVLOXVLyQ(Q3RORQLDOD
5HS~EOLFD&KHFD+XQJUtD\RWURVOXJDUHVODJHQWHKDGHVFXELHUWRTXHOD
GHPRFUDFLDQRHVIiFLO'HVSXpVGHODHUDFRPXQLVWDHVWDVVRFLHGDGHVD¿U
PDURQ VX GHFLVLyQ GH VHU VRFLHGDGHV ³QRUPDOHV´$KRUD KDQ GHVFXELHUWR
que la normalidad es difícil. Es tan difícil en Polonia como en los Estados
Unidos, España, Italia, Brasil y el resto del mundo. Nuestros estudiantes
FHQWURHXURSHRVKDQDSUHQGLGRTXHQRSXHGHQVLPSOHPHQWHFRSLDUORDPH
ULFDQRVLQRTXHGHEHQHQFRQWUDUVXSURSLRFDPLQRKDFLDODGHPRFUDFLD<
FRQWRGR±FRPRHOH[SHULPHQWRGHPRFUiWLFRPiVJUDQGHPiVLQÀX\HQWH\
GLVFXWLEOHPHQWHPiVDQWLJXRGHODKLVWRULDGHOPXQGR±$PpULFDSHUPDQHFH
como un modelo y una advertencia.
Nadie duda de que Estados Unidos es la única superpotencia que que
GDHQHOPXQGR$OJXQRVYDQPiVDOOi\D¿UPDQTXH$PpULFDGHO1RUWHHV
la “sociedad lider” del mundo; es decir, que lo que ocurra en Norteamérica,
mutatis mutandisRFXUULUiWDUGHRWHPSUDQRHQFXDOTXLHURWUROXJDU+D\
una gran parte de verdad en esto. El mundo se merece una “sociedad lider”
mejor que los Estados Unidos, pero tenemos que conformarnos con esto, al
menos en un futuro previsible.
Creo que es justo decir que la enseñanza social católica en el pasado
KDPRVWUDGREDVWDQWHLQGLIHUHQFLDKDFLDODH[SHULHQFLDDPHULFDQD&XDQGR
se plantearon temas como la democracia y las relaciones entre la Iglesia y
el Estado, se solía tener en mente la Revolución Francesa de 1789. En los
~OWLPRVDxRV\VREUHWRGRGXUDQWHHODFWXDOSRQWL¿FDGRHVWRKDFDPELDGR
enormemente. El cambio se ve sobre todo en Centesimus Annus y en otros
WH[WRVLPSRUWDQWHVGHODHQVHxDQ]DGHHVWHSRQWL¿FDGR0HSDUHFHVLQHP
bargo, que en Estados Unidos y en otros lugares los intelectuales católicos
DSHQDVKDQFRPHQ]DGRDLQWHULRUL]DUODVLPSUHVLRQDQWHVLQLFLDWLYDVLPSOt
FLWDVHQODVHQVHxDQ]DVGHHVWHSRQWL¿FDGR(VWDLQWHULRUL]DFLyQHVXQDJUDQ
WDUHD SDUD ORV DxRV H LQFOXVR ORV SRQWL¿FDGRV IXWXURV (VWDPRV DQWH HO
GHVDUUROORGHODGRFWULQD<HVWHGHVDUUROORVHDFODUDUiVLFRPRHQHODFWXDO
SRQWL¿FDGRGDPRVLJXDOLPSRUWDQFLDDOD5HYROXFLyQGHTXHDODGH
476
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA RELIGIÓN CIVIL EN EL SIGLO XXI
477
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
478
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA RELIGIÓN CIVIL EN EL SIGLO XXI
479
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
480
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA RELIGIÓN CIVIL EN EL SIGLO XXI
QHFHVDULDV SHUR QR VX¿FLHQWHV SDUD OD GHPRFUDFLD +DFH PXFKR WLHPSR
$ULVWyWHOHVGH¿QLyODSROtWLFDFRPRODDFWLYLGDGGHODVSHUVRQDVOLEUHVTXH
UHÀH[LRQDQVREUHODFXHVWLyQ³¢FyPRGHEHPRVRUJDQL]DUQXHVWUDYLGDHQ
FRP~Q"´'HKHFKRSDUD$ULVWyWHOHVODpWLFDHVXQDSDUWHGHODSROtWLFD/D
SDODEUD³GHEHPRV´HQODGH¿QLFLyQGH$ULVWyWHOHVLQGLFDTXHODSROtWLFDHV
necesariamente una empresa moral. La moralidad no es una invasión de la
política democrática, sino el corazón mismo de la política democrática. Los
términos principales de la política –por ejemplo, la justicia, la equidad, el
bien común– son todos ellos términos morales.
3DUDTXHODVSHUVRQDVUHÀH[LRQHQOLEUHPHQWHVREUHODRUJDQL]DFLyQGH
sus vidas en común, se necesitan distintas comunidades de deliberación, al
gunas de ellas claramente independientes del propio orden político. De es
tas comunidades, la principal es la iglesia. Por esto, Alexis de Tocqueville
dijo, que en la democracia americana la religión es “la primera institución
política”. Es en las comunidades de religión donde la gente aprende las
costumbres y formas de una vida en común. Es la iglesia quien sostiene,
comunica y públicamente difunde lo que podemos llamar “las verdades
PRUDOHVGRPLQDQWHV´FRQODVFXDOHVVHGLULJHODUHÀH[LyQS~EOLFD&RPR
nos recuerda Su Santidad en Centesimus Annus HVWR QR VLJQL¿FD TXH HO
mensaje cristiano llegue a ser una ideología, o que la iglesia se convierta en
uno más entre los actores políticos. La iglesia puede proporcionar el marco
cognoscitivo y moral dentro del cual se desarrolla la labor de la política. A
veces, como también se nos recuerda en Evangelium VitaeHVWRVLJQL¿FDOD
D¿UPDFLyQDEVROXWDGHYHUGDGHVPRUDOHVTXHHO(VWDGRTXHEUDQWDDUULHV
gando poner en tela de juicio su propia legitimidad. Este peligro no es mera
teoría, sino la actual circunstancia en algunos de nuestros países respecto a
temas como el aborto y la eutanasia.
/DVH[WDSURSXHVWDLa democracia es más que el gobierno de la ma-
yoría. Por supuesto, la democracia es el gobierno de la mayoría, por medios
UHSUHVHQWDWLYRV\GHQWURGHOtPLWHVFRQVWLWXFLRQDOHV3HURHVWRQRVLJQL¿FD
que todo esté sometido a votación. Las cosas que no se someten a votación
son la libertad de religión, la libertad de expresión, la libertad de asocia
FLyQ\RWURVGHUHFKRVEiVLFRVFLYLOHV\SROtWLFRVTXHKDFHQTXHODSROtWLFD
democrática sea posible y moralmente digna. Por otra parte, es posible que
ODJHQWHYRWDUDGHPDQHUDGHPRFUiWLFDDIDYRUGHHOLPLQDUHVWRVGHUHFKRV
básicos. En ese momento, la democracia dejaría de ser el tipo de democra
FLDTXHSXGLHUDVHUD¿UPDGDPRUDOPHQWHHQODPDQHUDTXHDTXtSURSRQJR
La posibilidad de la autodestrucción democrática de la democracia nos
recuerda de nuevo que la democracia requiere más que las instituciones de
481
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
482
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA RELIGIÓN CIVIL EN EL SIGLO XXI
GLDULHGDG´ (Q PL H[SHULHQFLD HVWD GRFWULQD KD VLGR SRFR FRPSUHQGLGD
incluso por los católicos. Demasiados la entienden al revés. Piensan que
VLJQL¿FD FRPSDUWLU R ³GHOHJDU´ HO SRGHU GHO (VWDGR D RWUDV LQVWLWXFLRQHV
GHODVRFLHGDG1RVLJQL¿FDODXELFDFLyQFRUUHFWDGHHVWRVSRGHUHV\IXQ
ciones en lo que Centesimus Annus llama “la subjetividad de la sociedad”.
La doctrina de la subsidiariedad y la idea de las instituciones mediadoras
VLJQL¿FDTXHHOVXMHWRDGHFXDGRGHODDFFLyQVRFLDOHVODSHUVRQD\ODSHU
sona en comunidad, sobre todo respecto al discernimiento y la articulación
GHOGHUHFKRPRUDOGHOFXDOHO(VWDGRHVUHVSRQVDEOH/DVFRPXQLGDGHVGH
la sociedad civil tienen sus propias “esferas de soberanía” que deben ser
respetadas por todos.
Como ya se sabe, Evangelium VitaeREVHUYDHOFRQÀLFWRHQWUHHOGH
UHFKR S~EOLFR \ HO GHUHFKR PRUDO HQ WHPDV FRPR HO DERUWR OD HXWDQDVLD
y la protección de los que no pueden protegerse a sí mismos. A los que
defendemos leyes para la protección de los aún no nacidos se nos acusa
de violar nuestros propios principios al querer ampliar la esfera del poder
estatal. Nada puede estar más lejos de la verdad. La protección de la vida
KXPDQD LQRFHQWH HV OD SULPHUD UHVSRQVDELOLGDG GHO (VWDGR OLPLWDGR \ HO
aborto es indudablemente una cuestión pública. El debate sobre el aborto
no tiene que ver con las opiniones particulares acerca de cuándo comienza
ODYLGDKXPDQD1RHVXQDFXHVWLyQPRUDORSROtWLFDQLWDPSRFRXQDVXQWR
GHRSLQLyQSDUWLFXODU/DFXHVWLyQGHFXiQGRHPSLH]DODYLGDKXPDQDHVWi
decidida incontestablemente por la ciencia biológica.
(O GHEDWH VREUH HO DERUWR SUHJXQWD TXp GHUHFKRV VL DOJXQR WLHQHQ
HVWRV VHUHV KXPDQRV D~Q QR QDFLGRV (O GHEDWH VREUH HO DERUWR SUHJXQ
WD³¢TXLpQSHUWHQHFHDODFRPXQLGDGGHODFXDODFHSWDPRVXQDUHVSRQVD
bilidad común?”. Es una cuestión por naturaleza necesariamente política.
6L$ULVWyWHOHVWLHQHUD]yQHQGHFLUTXHODSROtWLFDHVODUHÀH[LyQVREUHOD
pregunta “¿cómo debemos organizar nuestra vida en común?”, entonces el
aborto es la cuestión política ineludible sobre quién pertenece a “nosotros”.
No es una cuestión particular, sino la más pública de todas, es decir, quién
forma parte de lo público.
Tengo la esperanza de que, si la sociedad civil venidera llega a ser
más democrática, los niños aún no nacidos y otras personas vulnerables
estarán mejor protegidos. Su Santidad tiene razón al recordarnos que la
GHPRFUDFLD QR SXHGHFRQYHUWLUVHHQ XQ ³tGROR´\ TXHODVOH\HV SURPXO
gadas de manera democrática pueden transgredir la ley moral. Pero creo
que es mejor conceder el discernimiento de la ley moral a las personas y
a sus instituciones mediadoras de memoria, moralidad y ayuda mutua. No
483
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
fueron los ciudadanos de los Estados Unidos, sino los tribunales, en un acto
crudo de invasión judicial del poder, quienes abolieron todas las leyes que
SURWHJtDQDORVD~QQRQDFLGRV(OREMHWLYRGHXQPRYLPLHQWR³SURYLGD´
GLQiPLFR\HQDXPHQWRHQQXHVWURSDtVHVpVWHque todo niño aún no naci-
do sea protegido por la ley y bienvenido a la vida. Debido a la condición
GHSHFDGRUGHOVHUKXPDQRHVWHREMHWLYRQXQFDVHDOFDQ]DUiGHOWRGRSHUR
se logrará más plenamente si el tema del aborto vuelve a integrarse en el
SURFHVR GHPRFUiWLFR DO TXH SHUWHQHFH< VL OD JHQWH FULVWLDQD VH PXHVWUD
¿UPHHQDSR\DUHVWHREMHWLYR
0LRFWDYDSURSXHVWDLa separación de la iglesia y el Estado no sig-
QL¿FDQLSXHGHVLJQL¿FDUODVHSDUDFLyQGHODUHOLJLyQ\ODYLGDS~EOLFD.
La frase “separación de iglesia y Estado” no está en la Constitución de los
(VWDGRV8QLGRVSHURKDORJUDGRFRQYHUWLUVHHQXQDHVSHFLHGH³FDWHJRUtD
FRQVWLWXFLRQDO´\HQGHPDVLDGDVRFDVLRQHVDFDEDHQORTXH\DKHGHVFULWR
como “la plaza pública desierta”. Resulta profundamente antidemocrático
separar las decisiones políticas y jurídicas de las creencias más profundas
de la gente. La plaza pública desierta es gravemente antidemocrática.
La alternativa a la plaza pública desierta no es la plaza pública sagra-
da sino la plaza pública civil. No debemos desear un Estado religioso. El
(VWDGRQRGHEHSURIHVDUXQDIH6LQHPEDUJRORKDFHFXDQGRHQVXKRVWLOL
GDGKDFLDODIHSURIHVDGDSRUVXJHQWHSUDFWLFDODIDOVDUHOLJLyQGHOVHFXOD
rismo militante. El gran peligro antidemocrático no proviene del ejercicio
libre de la religión sino de los credos secularistas impuestos por los go
biernos que no reconocen una soberanía superior. Ésta fue la realidad que
VH KDOODED GHWUiV GHO QDFLRQDOVRFLDOLVPR \ GHO FRPXQLVPR (VWH SHOLJUR
está asimismo presente en nuestras democracias cuando “la separación de
iglesia y Estado” se interpreta como la separación de la religión y la vida
pública. La plaza pública, como la naturaleza, odia el vacío. Si no se llena
con la expresión viva de las creencias más profundas de la gente, incluso
las creencias basadas en la religión, se llenará de las creencias cuasi reli
giosas del secularismo.
La separación de iglesia y Estado, correctamente interpretada, es bue
na para la iglesia. Aunque debemos insistir en que el gobierno tiene que
HVWDUDELHUWRDODUHOLJLyQQRSRGHPRVGHVHDUXQDUHOLJLyQR¿FLDO(Q³,QV
WUXFWLRQRQ&KULVWLDQ)UHHGRPDQG/LEHUDWLRQ´HO&DUGHQDO5DW]LQJHUD¿U
mó que “Dios quiere ser adorado por personas libres”. La fe impuesta no
es fe, y la imposición de una creencia religiosa es profundamente contraria
al espíritu del Evangelio, tal como bosquejó la declaración del Concilio,
Dignitatis Humanum. En Redemptoris MissioVXHQFtFOLFDGH-XDQ
484
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA RELIGIÓN CIVIL EN EL SIGLO XXI
Pablo II escribió que “la Iglesia se dirige a la gente con pleno respeto a su
libertad. Su misión no limita la libertad, sino que la fomenta. La Iglesia no
impone nada, sólo propone”. La propuesta pública de la Iglesia se ve bene
¿FLDGDSRUODVHSDUDFLyQGHLJOHVLD\(VWDGR
Debe subrayarse que la separación de iglesia y Estado es un límite
puesto al gobierno, no a la religión. El libre ejercicio de la religión permite
TXHXQDFRPXQLGDGUHOLJLRVDKDJDXQDFDPSDxDGHPRFUiWLFDHQIDYRUGHVX
HVWDEOHFLPLHQWRR¿FLDO\GHXQHVWDGRUHOLJLRVR3LHQVRTXHVHPHMDQWHH[L
gencia es obstinada y claramente contraria a la enseñanza católica, como
GHPXHVWUDQODVFLWDVTXHKHPRVH[DPLQDGR1RREVWDQWHODSUiFWLFDOLEUH
GHXQDUHOLJLyQVLJQL¿FDTXHODUHOLJLyQSXHGHWDPELpQIRPHQWDULGHDVHV
túpidas. El Estado moderno, con su ambición insaciable de poder, es el que
VHHQFXHQWUDOLPLWDGRSRUODVHSDUDFLyQGHLJOHVLD\(VWDGR(VWRVLJQL¿FD
que el Estado reconoce su incompetencia en las áreas más importantes de la
vida, y sobre todo respecto a las cuestiones fundamentales planteadas por
la religión. La confesión sistemática de incompetencia por parte del Estado
abre el espacio social a la política democrática de persuasión y consenti
miento, en vez de a la política de coacción.
0LQRYHQDSURSXHVWDHVpVWDEl pluralismo está incluido en el guión
de la historia7RPRSUHVWDGDHVWDIUDVHGHOSDGUH-RKQ&RXUWQH\0XUUD\
TXHWXYRXQLPSDFWRWDQVLJQL¿FDWLYRVREUHODVGHOLEHUDFLRQHVGHO&RQFLOLR
DFHUFDGHODOLEHUWDGGHUHOLJLyQ<ROOHYDUtDODSURSXHVWDPiVDOOiTXHHOSD
GUH0XUUD\KDVWDVXJHULUTXH'LRVKDHVFULWRHOJXLyQ(OSOXUDOLVPR±TXH
VLJQL¿FD TXH YLYLPRVFRQ SHUVRQDV TXH KDELWDQPXQGRV GH VLJQL¿FDFLyQ
GLIHUHQWHV±SDUHFHVHUODFRQGLFLyQKXPDQDSHUPDQHQWH(QHIHFWRFRPR
KDHVFULWR6DPXHO+XQWLQJWRQGH+DUYDUGHO³FKRTXHGHFLYLOL]DFLRQHV´
HQHOVLJORTXHYLHQH\HQHOSUy[LPRPLOHQLRSUREDEOHPHQWHVLJQL¿FDTXH
el pluralismo será más prominente en el futuro. Esto plantea preguntas im
SRUWDQWHVVREUHODXQLGDGGHOGHVWLQRKXPDQR\VREUHODODERUGHHYDQJHOL
zación de la Iglesia. No examinaré estos temas aquí; solamente quiero ob
servar que están admirablemente desarrollados en la encíclica Redemptoris
Missio.
(O DXWpQWLFR SOXUDOLVPR QR HV VLPSOHPHQWH HO KHFKR VRFLROyJLFR GH
XQDSOXUDOLGDGGHPXQGRVGHVLJQL¿FDFLyQHVXQORJURVRFLDO\FXOWXUDO
$PHQXGRODJHQWHUHFXUUHDOSOXUDOLVPRFXDQGRD¿UPDTXHODUHOLJLyQGHEH
separarse de la vida pública. Dicen que la plaza pública desierta es necesaria
“porque vivimos en una sociedad pluralista”. Esto es una interpretación
terriblemente errónea del pluralismo. El verdadero pluralismo no consiste
HQ¿QJLUTXHQXHVWUDVGLIHUHQFLDVPiVHVHQFLDOHVQRLPSRUWDQ(ODXWpQWLFR
485
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
SOXUDOLVPR HV DO FRQWUDULR KDFHU TXH HVWDV GLIHUHQFLDV IXQFLRQHQ GHQWUR
del vínculo de la civilidad. El pluralismo exige el respeto entre personas y
QRXQDLQGLIHUHQFLDKDFLDODYHUGDG3RGHPRVLQFOXVRHVWDUGHDFXHUGRFRQ
ODDQWLJXDPi[LPDGHTXH³HOHUURUQRWLHQHGHUHFKRV´\DOPLVPRWLHPSR
reconocer que los errores están vinculados a personas, y que estas personas
VtWLHQHQGHUHFKRV6yORSRUPHGLRGHODSHUVXDVLYDSURSXHVWDGHOD,JOHVLD
sobre la verdad puede la gente alejarse libremente de sus errores.
¢6LJQL¿FDHVWRTXHODWROHUDQFLDHVXQDYLUWXGFULVWLDQD"&UHRTXHOD
UHVSXHVWDHVGH¿QLWLYDPHQWHTXHVt3HURODWROHUDQFLDQRHVLQGLIHUHQFLDQR
es simplemente “aguantar” a aquellos con quienes estamos en desacuerdo.
(VHOYHUGDGHURUHVSHWRKDFLDHORWUR/RVVHFXODULVWDVFRQVWDQWHPHQWHSUR
claman que la religión representa una amenaza para la tolerancia, y esta
D¿UPDFLyQQRFDUHFHGHSUXHEDVHQODKLVWRULD6LQHPEDUJRDKRUDGHEH
mos defender con más fuerza que la religión es la base más sólida para la
tolerancia. Por ejemplo, no matamos por desacuerdos sobre la voluntad de
Dios, porque coincidimos en que es la voluntad de Dios que no matemos
SRU GHVDFXHUGRV VREUH OD YROXQWDG GH 'LRV 'H QXHYR HV -XDQ 3DEOR ,,
TXLHQKDH[SXHVWRUD]RQHVGHWDQWRSHVRVREUHWRGRHQCentesimus Annus,
para demostrar que lo que garantiza una sociedad libre y justa, no es el ag
QRVWLFLVPRVLQRXQUHVSHWRLQVSLUDGRSRUODUHOLJLyQKDFLDODSHUVRQD\OD
persona en comunidad.
/OHJDPRVDODGpFLPD\~OWLPDSURSXHVWDLa deliberación y decisión
GHPRFUiWLFDHVDOJRQHFHVDULDPHQWHFRQÀLFWLYR. Cuando pensamos en la
sociedad del futuro, podemos y debemos esperar aquello que el Papa Pablo
VI denominó “la civilización de amor”, pero la civilización del amor no es
ODFLYLOL]DFLyQGHODXQDQLPLGDG$PHQRVTXHOOHJXHHO¿QGHOWLHPSRLQ
FOXVRHQWUHODJHQWHGHODPHMRUYROXQWDGKDEUiLQWHUSUHWDFLRQHVGLIHUHQWHV
\DPHQXGRFRQÀLFWLYDVVREUHODYHUGDGPRUDO\HOELHQFRP~Q(VWHFRQ
ÀLFWRQRWLHQHSRUTXpVHUPRUWDORDXWRGHVWUXFWLYRVLVHPDQWLHQHQYDULDV
condiciones.
En primer lugar, la soberanía del Estado y la esfera política deben es
WDUPLQXFLRVDPHQWHFLUFXQVFULWDV6DPXHO-RKQVRQREVHUYyFRQVDJDFLGDG
³FXiQ SHTXHxD SDUWH GH WRGR OR TXH HO FRUD]yQ KXPDQR VXIUH SXHGH VHU
FDXVDGRRUHSDUDGRSRUODVOH\HVRORVUH\HV´3HURGHKHFKRODVOH\HV\
ORVUH\HV±£\ORVJRELHUQRVGHPRFUiWLFRV±SXHGHQFDXVDUXQDJUDQFDQWL
GDGGHVXIULPLHQWRKXPDQRQRUPDOPHQWHSRUVREUHVWLPDUODFDQWLGDGGH
VXIULPLHQWRKXPDQRTXHVRQFDSDFHVGHDOLYLDU/DVFXHVWLRQHVSURIXQGDV\
PiVLPSRUWDQWHVVREUHODVTXHODVSHUVRQDVPDQWLHQHQFRQÀLFWRVGHEHUtDQ
dentro de lo que cabe, estar más allá del ámbito del Estado. Esta verdad
486
LA SOCIEDAD CIVIL Y LA RELIGIÓN CIVIL EN EL SIGLO XXI
HVWiHVWUHFKDPHQWHUHODFLRQDGDSRUVXSXHVWRFRQODGRFWULQDGHODVXEVL
diariedad y la revitalización de “la subjetividad de la sociedad”, como ya
KHPRVGLFKR
(QVHJXQGROXJDUHOFRQÀLFWRQRHVGHVWUXFWLYRVLHOSURFHVRSROtWLFR
HVWiGLVSXHVWRDDFHSWDUFLXGDGDQRVGHWRGDVODVFUHHQFLDV\VLQRKD\QL
castigos ni recompensas basados en la creencia religiosa o en su ausencia.
La plaza pública debe permanecer siempre abierta a todos.
En tercer lugar, la iglesia tiene que reconocer los límites de su compe
tencia en la vida política y económica. Respecto a la política, debe mante
QHUXQDSRVLFLyQGHSULQFLSLRV¿UPHHLPSDUFLDO1XQFDGHEHPRVFRQYHUWLU
el Evangelio en una ideología o en un programa de partido político. La
política, en el sentido ideológico de la palabra, no es vocación de la Igle
VLD/D,JOHVLDH[LVWHSDUDD\XGDUDORV¿HOHVDHMHUFHUVXVYRFDFLRQHVHQHO
ámbito político.
En cuarto lugar, las personas religiosas (y los líderes religiosos en
particular), al entrar en la plaza pública, deben presentar razonamientos
UHDOPHQWHS~EOLFRV(VGHFLUGHEHQKDFHUORSRVLEOHSRUIRUPXODUVXVUD
zonamientos usando un vocabulario público asequible a todos, y deben
abstenerse de recurrir a la autoridad religiosa. Lo que dice la Biblia o el
Magisterio de la Iglesia debe inspirar nuestro razonamiento público, pero
no es un razonamiento verdaderamente públicoGHFLUTXHGHEHPRVKDFHU
algo porque nos lo enseña la Biblia o el Magisterio. Para formular razona
mientos verdaderamente públicos y no limitados a los creyentes tenemos,
SRUVXSXHVWRXQUHFXUVRSRGHURVRHQODYDULHGDGGHWUDGLFLRQHVGHOGHUHFKR
natural.
Éstas son mis diez propuestas para la sociedad civil, la religión y la
democracia en el presente y en el futuro. Comprendo perfectamente y com
SDUWRODVUD]RQHVSRUODVTXHPXFKRVLQWHOHFWXDOHVFDWyOLFRVVRVSHFKDQGH
la democracia liberal. La relacionan con un liberalismo que es puramente
“procesal” y que prescinde de la tradición o del juicio moral. O bien, aso
FLDQHOOLEHUDOLVPRFRQODGRFWULQDGHO<R,PSHULDOGRQGHVyORH[LVWHQHO
gobierno y el individuo autónomo y atomizado. También pueden asociar el
liberalismo con aquello que en Estados Unidos denominamos lo libertario,
un planteamiento del laissez-faire TXH UHÀHMD HO GDUZLQLVPR VRFLDO GH OD
selección natural. Estas versiones y otras del liberalismo fueron justamente
condenadas por el Magisterio en el siglo pasado. Confío en que ya es mani
¿HVWRTXHQLQJXQDGHHOODVFRUUHVSRQGHDORTXHOODPRGHPRFUDFLD&RQGH
mocracia quiero decir lo que Centesimus Annus considera la democracia.
487
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
488
SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA1*
Raquel LÁZARO
I
LIBROS
ACKERMAN, B. Social Justice in the Liberal State, Ed. Yale University Press,
New Haven, 1981.
ADORNO, T.W. Studien zum autoritären Charakter, Ed. Suhrkamp, Frankfurt,
1995.
AGAZZI, E. Das Gute, das Böse und die Wissenschaft. Die ethische Dimen-
sion der wissenschaftlich-technologischen Unternehmung, Ed.
Akademie Verlag, Berlin, 1995.
AHLEMEYER, H. W. Soziale Bewegungen als Kommunikationssystem: Einheit,
Umweltverhältnis und Funktion eines soziales Phänomens, Ed.
Leske+Budrich, Opladen, 1995.
ALEMANN, H. von Mensch-Gesellschaft: Lebenschancen und Lebensrisiken in der
neuen Bundesrepublik, Ed. Leske+Budrich, Opladen, 1995.
ÁLVAREZ, J.L. La sociedad civil en la España actual, Madrid, 1989.
ALVIRA, R. ¿Qué es la libertad?, Ed. Emesa, Madrid, 1876, Loma, Méjico,
1993 (2ª ed.).
ANDERSON, B. Imagined Communities, Ed. Verso, London, 1983.
ANDERSON, P. /RVÀQHVGHODKLVWRULD, Ed. Anagrama, Barcelona, 1996.
* Hemos ordenado la bibliografía por libros de autores singulares, libros hechos en colaboración, y algu-
nos artículos seleccionados.
La bibliografía de libros que hace referencia de un modo u otro al tema es muy amplia, mientras que los
que estrictamente tienen por objeto el concepto de Sociedad Civil es mucho más restringida, como es lógico.
Nuestro criterio de selección ha sido intermedio, es decir, recogemos libros que tratan expresamente del tema y
algunos que tratan temas directamente relacionados con él y que nos parecen de especial interés.
489
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
490
SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA
BECKER, Th. Die Hegemonie der Moderne, Ed. Olms, Hildesheim, l996.
BEETHAM, D. Bureaucracy. Concepts in the Social Sciences, Ed. Open Univer-
sity, Buckingham, 1996.
BEINER, R. What’s the matter with Liberalism? Ed. University of California
Press, Berkeley, 1992.
BELL, D. Communitarianism and its critics, Ed. Oxford University Press,
New York, 1993.
— The Cultural Contradictions of Capitalism, Ed. Basic Books,
New York, 1976.
BENENATI, A. Politique et société civile dans l’Italie contemporaine: 1860-
1960, Ed. Economica, Paris, 1987.
BEN-HABIB, S. Situating the Self: Gender, Community and Postmodernism in
Contemporary Ethics, Ed. Routledge, New York, 1992.
BERGER, H. Negative Kausalität: soziale Welt bei Hume und Bakunin, Ed.
Traude Junghans, Cuxhaven, 1995.
BERGER, P.L.~NEUHAUS, J. To empower people: from state to civil society, Ed. The AEI
Press, Washington, D.C., 1996.
BERNERDIN, E. Strasbourg et l’institution de l’état civil laic: au début de la Ré-
volution française, Ed. Colmar d’Alsace, Strasbourg, 1986.
BIRCH, A.H. The british system of government, Ed. Routledge, UK, 1998
BLACK, A. Guilds and Civil Society, Ed. Cornell University Press, Ithaca,
1984.
BLASIUS, D. Bürgerliche Gesellschaft und Kriminalität, Ed. Vandenhoeck &
Ruprecht, 1976.
BOBBIO, N. Democracy and dictatorship: the nature and limits of state
power, Ed. Polity Press, UK, 1997.
BONAKER, T. .RQÁLNWWKHRULHQ (LQH VR]LDOZLVVHQVFKDIWOLFKH (LQIKUXQJ PLW
Quellen, Ed. Leske+Budrich, Opladen, 1996.
BORKENAU, F. Vom feudalen zum bürgerlichen Weltbild, París, l934.
BREUER, S. Burocracia y carisma, Ed. Alfons el Magnánim, Valencia, 1996.
BREWKA, G.~DIX, J.~
KONOLIGE, K. Nonmonotonic Reasoning. An Overview, Ed. CSLI Publications,
Stanford University, 1997.
BRISSE-TETARD, D. Société civile, Ed. Librairie techniques, Paris, 1980.
BROWN, M. P. Replacing citizenship: aids activism and radical democracy, Ed.
Guilford Press, USA, 1997.
BUCHANAN, A. Marx and Justice. The Radical Critique of Liberalism, Ed. Me-
thuen, London, 1982.
491
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
BUCHANAN, G. Biblical and theological insights from ancient and modern civil
law, Ed. Edwin Wesley Press, New York, 1992.
BUMILLER, K. The civil rights society: the social construction of victims, Ed.
Hopkins University Press, London, 1988.
BURGESS, A. Divided europe: the new domination of the east, Ed. Pluto Press,
UK, 1997.
BURTON, J. Violence explained, Ed. Manchester University Press, 1997.
CAMPBELL, L. Mythen der Menschheit, Ed. Kösel, München, 1993.
CAMPOS, R. De la desigualdad en la sociedad civil, Ed. Instituto de Cultura
Juan Gil Albert, Alicante, 1989.
CAPILLA, F. La sociedad civil, Ed. Publicaciones del Real Colegio de España,
Bolonia, 1984.
CARTER, A.~STOKES, G. Perspectives in Contemporary Political Though. Liberal Demo-
cracy and its critics, Ed. Polity Press, UK, 1998.
CARRUTHERS, P. Language, thought and consciousness. An essay in philosophical
psychology, Ed. Cambridge University Press, Cambridge, 1996.
CLARK, S. Civil peace and sacred order: limits and renewals 1, Ed. Claren-
don, Oxford, 1989.
CLASSEN, W. Faschismus und bürgerliche Gesellschaft. Didaktisch orientier-
te Einführung am Beispiel Deutschlands, Ed. Oberstufen-Kolleg
NRW, 1980.
COATES, J. The claims of common sense. Moore, Wittgenstein, Keynes and
the social sciences, Ed. University Press, Cambridge, 1996.
COHEN, J. L.~ARATO, A. Civil Society and Political Theory, Ed. The MIT Press, Cambrid-
ge, 1992.
COLAS, D. /H*ODLYHHWOHÁpDXJpQpDORJLHGXIDQDWLVPHHWGHODVRFLpWp
civile, Ed. Grasset, Paris 1992.
CORTÉS RODAS, F.L. Praktische Philosophie und Theorie der Gesellschaft: zur Kri-
tik und Rekonstruktion einer emanzipatorischen Gesellschafts-
und Moraltheorie bei Habermas, Ed. Hartung-Gorre, Konstanz,
1993.
CORTINA, A. Etica y religión, Ed. PPC, Madrid, 1995.
— La ética de la sociedad civil, Ed. Anaya, Madrid, 1994.
CRISTI, R. Carl Schmitt and authoritarian liberalism: strong state, free
economy, Ed University of Wales Press, UK, 1998.
CROSSLEY, N. The politics of subjectivity: between Foucault and Merleau-Pon-
ty, Ed. Avebury, Aldershot, 1994.
492
SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA
CRUZ, A. /DVRFLHGDGFRPRDUWLÀFLRHOSHQVDPLHQWRSROtWLFRGH+REEHV
Ed. Eunsa, Pamplona, 1992.
CURTIN, D. M. Postnational democracy: the european union in search of a po-
litical philosophy, Ed. Kluwer Law International, Netherlands,
1997.
DAHMS, H.-J. Positivismusstreit. Die Auseinandersetzungen der Frankfurter
Schule mit dem logischen positivismus, dem amerikanischen
pragmatismus und dem kritischen Rationalismus, Ed. Suhrkamp,
Frankfurt, 1994.
DAHRENDORF, R. 'HUPRGHUQHVR]LDOH.RQÁLNW(VVD\]XU3ROLWLNGHU)UHLKHLW, Ed.
Deutscher Taschenbuch, München, 1994.
— El nuevo liberalismo, Ed. Tecnos, Madrid, 1982.
DÄUBLER-GEMELIN, H.~
SCHMIDT, H.~SCHMUDE, J. Gestalten und Dienen. Fortschritt mit Vernunft. Festschrift zum
70 Geburtstag von Hans-Jochen Vogel, Ed. Nomos, Baden-Ba-
den, 1996.
DELLE DONNE, M. La società civile e l’origine della ragione sociologica, Ed. Lavo-
ro, Roma, 1993.
DELUE, S. Political thinking, political theory, and civil society, Ed. Boston:
Ally and Bacon, 1996.
DEMMERLIN, C.~GABRIEL, G.
~RENTSCH, T. Vernunft und Lebenspraxis. Philosophische Studien zu den Be-
dingungen einer rationalen Kultur. Für Friedrich Kambartel,
Ed. Suhrkamp, Frankfurt, 1995.
DENCH, G. Minorities in the open society: prisioners of ambivalence, Ed.
Routledge & Kegan Paul, London, 1986.
DERRIDA, J. Espectros de Marx. El estado de la deuda, el trabajo del duelo y
la nueva Internacional, Ed. Trotta, Madrid, 1995.
DESCOLA, P.~PÁLSSON, G. Nature and Society, Ed. Routledge, London, 1996.
DI SCALA, S.~SALVO, M. European political thought, 1815-1989, Ed. Westview Press,
USA, 1998.
DÍAZ, E. Estado de Derecho y Sociedad democrática, Ed. Desclée de
Brouwer, Bilbao, 1984.
DÍAZ, E. La crisis de legitimación del derecho y del Estado actual, Ed.
Estudios de Deusto, Bilbao, 1989.
DÍAZ SALAZAR, R. El proyecto de Gramsci: sociedad civil, ideología de masas y
religión, Ed. Anthropos, Sant Cugat del Vallés, 1991.
DONATI, P. La cittadinanza societaria, Ed. Laterza, Roma, 1993.
493
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
494
SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA
FREUND, J. ,OWHU]RLOQHPLFRLOFRQÁLWWR0DWHULDOLSHUXQDWHRULDGHO3ROL-
tico, Ed. Giuffrè, Milano, 1995.
FRIESE, M. Frauenarbeit und soziale Reproduktion. Eine Struktur-
untersuchung zur Herausbildung des weiblichen Proletariats
im Übergang zur bürgerlich-kapitalistischen Gesellschaft, Ed.
Universität Bremen, Bremen, 1991.
GALIMARD, M. Les Sociétés civiles, Ed. PUF, París, 1989.
GARBER, J. Spätabsolutismus und bürgerliche Gesellschaft, Ed. Keip Vlg,
1992.
GARCÍA AMILBURU, M. Education, The State and the multicultural challenge, Ed. Eunsa,
Pamplona, 1996.
GARCÍA RUIZ, P. Poder y sociedad. La sociología política de Talcott Parsons, Ed.
Eunsa, Pamplona, 1993.
GAUTIER, C. L’invention de la société civile: lectures anglo-écossaises. Man-
deville, Smith, Ferguson, Ed. PUF, París, 1993.
GAYLIN, W. The perversion of autonomy: the proper uses of coercion and
constraints in a liberal society, Ed. New York: Free Press,
1996.
GELLNER, E. Conditions of liberty: civil society and its rivals, Ed. Allen Lane/
Penguin Press, New York, 1994.
— Ragione e cultura: il ruolo della razionalitá e del razionalismo
nella storia, Ed. Il Mulino, Bologna, 1994.
GENTILHOMME, R. Démembrement de propriété et société civile, Ed. Litec EFE, Pa-
ris, 1997.
GERGEN, K. J. Realidades y relaciones. Aproximaciones a la construcción so-
cial, Ed. Paidós, Barcelona, 1996.
GIRLING, J. Corruption, capitalism and democracy, Ed. Routledge, UK,
1997.
GLASSMAN, R. M. The new middle class and democracy in global perspective, Ed.
Macmillan Press, UK, 1997.
GONZÁLEZ, F. El Estado social y democrático de derecho, Ed. Eunsa, Pamplo-
na, 1992.
GRAY, J. Enlightenment’s wake. Politics and culture at the close of the
modern age, Ed. Routledge, London, 1995.
HABERMAS, J. Between facts and norms: contributions to a discourse theory of
law and democracy, Ed. Polity Press, UK, 1997.
— (OGLVFXUVRÀORVyÀFRGHODPRGHUQLGDG, Taurus, Madrid, 1989.
— La reconstrucción del materialismo histórico, Ed. Taurus, Ma-
drid, 1981.
495
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
496
SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA
497
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
KERCHNER, B.~WILDE, G. Staat und Privatheit. Aktuelle Studien zu einem schwierigen Ver-
hälnis, Ed. Leske+Budrich, Opladen, 1977.
KESSLER, S. Tocqueville’s Civil Religion: American Christianity and the
prospects for Freedom, Ed. State University of New York Press,
Albany, 1994.
KOBUSCH, T. Die Entdeckung der Person. Metaphysik der Freiheit und mo-
dernes Menschenbild, Ed. Wissenschaftliche Buchgesellschaft,
Darmstadt, 1997.
KOCHS, A. M. Chaos und Individuum. Robert Musils philosophis-
cher Roman als Vision der Moderne, Ed. Alber, Freiburg/
München, 1996.
KRISTJÁNSSON, K. Social freedom. The responsability view, Ed. University Press,
Cambridge, 1996.
KÜHNE, J.~
STRAUBE, M. Die bürgerlich-rechtliche Gesellschaft, Ed. Orac-Fachbuchvlg,
1990.
KYMLICKA, W. Liberalism, Community and Culture, Ed. Oxford University
Press, Oxford, 1989.
LEMEUNIER, F. Société civile: comment constituer et gérer une société civile,
Ed. Delmas (3e éd), Paris, 1995.
— Pourquoi et comment constituer une société civile, Ed.
J. Delmas, París, 1972 (7e éd.).
LERNER, D. The Passing of Traditional Society, Ed. Glencoe: Free Press,
1958.
LLOYD, G.E.R. Las mentalidades y su desenmascaramiento, Ed. Siglo XXI, Ma-
drid, 1996.
LORENZO GARCÍA, R. Las Fundaciones y la sociedad civil, Ed. Cívitas, Madrid, 1991.
LUHMANN, N. Die Wirtschaft der Gesellschaft, Ed. Suhrkamp, Frankfurt,
1994.
LUKES, S. Individualism, Ed. Blackwell, Oxford, 1990.
LLANO, A. La nueva sensibilidad, Ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1990.
MACINTYRE, A. Justicia y racionalidad, Ed. Eunsa, Barcelona, 1994.
— Tras la virtud, Ed. Crítica, Barcelona, 1987.
MADISON, G.B. The political economy of civil society and human rights,
Ed. Routledge, UK, 1998.
MARTÍN LÓPEZ, E. Fundamentos sociales de la felicidad individual, Ed. Univer-
sidad de Piura, Perú, 1986.
498
SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA
MARTIN RICHES, W.T. The civil rights movement in the United States 1945-1988,
Ed. Macmillan Press, UK, 1997.
MARTÍNEZ-SICLUNA, C. Del Poder y la Justicia, Madrid, 1997.
MARTINUSSEN, J. State, society and market: a guide to competing theories of deve-
lopment, Ed. Zed Books, UK, 1997.
MERKEL, W.~
SANDSCHNEIDER, E.~
SEGERT, D. Systemwechsel 2. Die Institutionalisierung der Demokratie, Ed.
Leske+Budrich, Opladen, 1996.
MIEG, H.A. Verantwortung: moralische Motivation und die Bewältigung so-
zialer Komplexität, Ed. Westdeutscher, Opladen, 1994.
MISZTAL, B. Trust in modern societies: the search for the bases of social or-
der, Ed. Cambridge, Mass: Polity Press, 1995.
MOORE, M. Foundations of Liberalism, Ed. Clarendon Press, Oxford, 1993.
MORA ALARCÓN, J. Comunidad de bienes y sociedad civil, Ed. Mora, Valencia,
1993.
MORLINO, L. Democracy between consolidation and crisis: parties, groups,
and citizens in southern europe, Ed. Oxford University Press,
UK, 1998.
MOSCOVICI, S.~
DOISE, W. &RQÁLFWDQGFRQVHQVXVDJHQHUDOWKHRU\RIFROOHFWLYHGHFLVVLR-
ns, Ed. Sage, London, 1994.
MOTT-THORNTON, K. Common faith: education, spirituality and the state, Ed. Ashgate
Publishing Limited, UK, 1997.
MULHALL, S.~SWIFT, A. Liberals and Communitarians, Ed. Blakwell, Oxford, 1992.
NATHASON, S. The ideal of rationality, Open Court, Chicago, 1994.
NAVAL, C. (GXFDFLyQ FRPR SUD[LV (OHPHQWRV ÀORVyÀFRVHGXFDWLYRV Ed.
Eunsa, Pamplona, 1996.
— Educar ciudadanos: La polémica liberal-comunitarista en edu-
cación, Ed. Eunsa, Pamplona, 1995.
NAVARRO, F. Desobediencia civil y sociedad democrática, Ed. Fernando Na-
varro, Murcia, 1990.
NEGRO PAVÓN, D. La tradición liberal y el Estado, Ed. Unión Editorial, Madrid,
1995.
— El liberalismo en España: una antología, Ed. Unión Editorial,
Madrid, 1988.
— Comte: Positivismo y Revolución, Ed. Cincel, Madrid, 1986.
499
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
500
SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA
501
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
502
SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA
503
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
504
SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA
505
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
II
OBRAS DE COLABORACIÓN
• Between sovereignty and global governance: the united nations, the state and civil socie-
ty, Ed. by Albert J. Paolini; Anthony P. and Christian Reus-Smit, Macmillan Press, UK,
1998.
• Beyond borders: remaking cultural identities in the new east and central Europe, Ed by
Laszlo Kurti and Juliet. Ed. Westview Press, USA, 1997.
• Citizenship and social theory, Ed. Bryan S. Turner. Sage Publications, London, 1993.
• Civil society and the state: new european perspectives, Ed. by John Keane, Verso, London,
1988.
• Civil society in China, Ed. by Timothy Brook and B.L. Michael Frolic, M.E. Sharpe, USA,
1997.
• Civil Society. Theory, History, Comparison, Ed. Polity Press, Cambridge, 1995.
• Classic liberalism and civil society, Ed. by Charles Rowley, UK, 1998.
• Communitarianism. A New Public Ethics, Ed. by Daly, M., Wadsworth Publishing Com-
pany, Belmont, California, 1994.
• Communitarianism and Individualism, Ed. by Avineri, S. y De-Shalit, A., Oxford Univer-
sity Press, Oxford, 1992.
• Consolidating the third wave democracies: regional challenges, vol 2. Ed. by Larry Dia-
mond; Marc F.; Yun-Han Chu and Hung-Mao Tien, The Johns Hopkins University Press,
USA, 1997.
• Contemporary political philosophy: an anthology, Ed. by Robert E. Goodin; Philip Pettit,
Blackwell Publishers, UK, 1997.
• Contructing capitalism: the reemergence of civil society and liberal economy in the post-
communist world, Ed. by Kazimierz Z. Poznanski, Westwiew Press, Oxford, 1992.
• Cultures of politics / politics of cultures: revisioning latin american social movements, Ed.
by Sonia E. Alvarez; Evelina Dagnino y Arturo Escobar, Westview Press, USA, 1998.
• Das Naturverständnis der Ökonomik: Beiträge zur Ethikdebatte in den Wirtschaftswissens-
chaften, Ed. by Biervert, B./Held, M., Campus, Frankfurt, 1994.
• Democratization in the third world: concrete cases in comparative and theoretical pers-
pective. Lars Rudebeck/Olle/Virgilio Rojas, Ed. Macmillan Press, UK, 1998.
• Der selbstbewusste Bürger: Die liberalen Perspektiven, Ed. by Bruns, W./ Dörring, W.,
Bouvier, Bonn, 1995.
• Die Objektivität der Ordnungen und ihre kommunikative Konstruktion: für Thomas Luck-
mann, Ed. by Sprondel, W.M., Suhrkamp, Frankfurt, 1994.
• (WKQLFFRQÁLFWDQGFLYLOVRFLHW\SURSRVDOVIRUDQHZHUDLQHDVWHUQHXURSHEd. by Andreas
Klinke; Ortwin and Jean Paul Lehners, Ashgate Publishing Limited, UK, 1998.
506
SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA
507
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
• Private groups and public life: social participation, voluntary associations and political
involvement in representative democracies, Ed. by Jan Van Deth, Routledge, UK, 1997.
• Probleme moderner Gesellschaften: Peter Atteslander zum 65. Geburtstag, Ed. by Rei-
mann, H./ Müller, H.P., Westdeutscher, Opladen, 1994.
• Procedural justice, Ed. by Klaus F. Rohl and Stefan Machura, Dartmouth, UK, 1997.
• Rational Choice in der Politikwissenschaft: Grundlagen und Anwendungen. Ed. by Kunz,
V./ Druwe, U., Leske+Budrich, Opladen, 1994.
• Real civil societies: the dilemma of institutionalization, Ed. by Jeffrey C. Alexander, Sage
Publications Ltd, UK, 1998.
• Research on democracy and society: extremism, protest, social movements and democracy,
vol 3, Ed. by Frederick D. Weil; Matthew Lee an Mary Gautier, JAI Press, UK, 1997.
• Rethinking materialism: perspectives on the spiritual dimension of economic behavior, Ed.
by Wuthnow, R., Eerdmans, Grand Rapids, 1995.
• Rethinking the subject: an anthology of contemporary european social thought, Ed. by
Faubion, J.D., Westview Press, Boulder, 1995.
• Rights and the Common Good. The communitarian perspective, Ed. by Etzioni, A., St.
Martin’s Press, New York, 1995.
• Riskante Freiheiten: Individualisierung in modernen Gesellschaften, Ed. by Beck, U. /
Beck-Gemsheim, E., Suhrkamp, Frankfurt, 1994.
• Signs of change. Premodern–Modern–Postmodern, Ed. by Barker, S., State University of
New York Press, Albany, 1996.
• Social movements in development: the challenge of globalization and democratization, Ed.
by Staffan Lindberg and Arni Sverrisson, Macmillan Press, UK, 1997.
• Social theory and the politics of identity, Ed. by Calhoun, C., Blackwell, Oxford, 1994.
• 6RFLHGDGFLYLORHVWDGR¢UHÁXMRRUHWRUQRGHODVRFLHGDGFLYLO"Ed. Fundación Friedrich
Ebert, Madrid, 1988.
• The communitarian challenge to liberalism, Ed. by Ellen Frankel Paul; Fred D. Miller Jr
and Jeffrey Paul, Cambridge University Press, UK, 1997.
• The encyclopedia of civil rights in America, Ed. by David Bradley and Shelley Fisher Fis-
hkin, M.E. Sharpe, USA, 1997.
• The Liberal Political Tradition. Contemporary Reappraisals, Ed. by Meadowcroft, J., Ed-
ward Elgar, Cheltenham, 1996.
• The market process: essays in contemporary Austrian economics, Ed. by Boettke, P.J. /
Prychitko, D.L., Elgar, Aldershot, 1994.
• The political economy of globalization, Ed. by Satya Dev Gupta. Kluwer Academic Publis-
hers, Netherlands, 1997.
• The politics of multiculturalism in the new Europe: racism, identity and community, Ed. by
Tariq Modood and Pnina Werbner. Ed. Zed Books, UK, 1997.
508
SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA
• The public purpose of education and schooling, Ed. by John I. Goodlad and Timothy J.
McMannon, Jossey-Bass Inc, Publishers, USA, 1997.
• The sociology of politics, Ed. by William and Luke Martell, Edward Elgar, UK, 1998.
• The state of the nation, Edited by John A. Hall, Cambridge University Press, UK, 1998.
• Toward a Global Civil Society, Ed. Michael Walzer, Berghahn Books, Providence, 1995.
• Transnational religion, the state, and global civil society, Ed. by Susanne Hoeber and Ja-
mes Piscatori, Westview Press, USA, 1997.
• Universalism vs. Communitarianism, Contemporary Debates in Ethics, Ed. by Rasmussen,
D., MIT Press, Cambridge Mass., 1990.
• Work of the future: global perspectives, Ed. by Paul; Walter F. Veit and Steve Wright, Allen
& Unwin, Australia, 1998.
509
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
III
ARTÍCULOS
ALEXANDER, J.C.
~SMITH, P. “The discourse of American Civil Society: A New Proposal for
Cultural Studies”, en Theory and Society, XXII/2 (1993).
— “I paradossi della società civile”, en Rassegna Italiana di Socio-
logia, a. 36, n. 3, abril, 1995.
ALONSO, L.E. “Reinventando el Estado de Bienestar”, en Viento Sur, 10 (1994)
67-74.
ALVIRA, R. “Human Life and the Modern State”, en The European Legacy,
1(1996) 375-378.
— “La unidad de la ética”, en eWLFD3~EOLFD\0RUDO6RFLDO, Noesis,
Madrid, 1996.
— “On social change”, en Understanding social change in the nini-
ties. Ed. Variorum. Aldershot, 1995, 37-49.
— “Temps et pouvoir”, en La civilization de l’amour: un projet
pour le monde contemporain. Textes rassemblés en l’honeur de
Patrick de Laubier, Genève, 1995, pp 100-104.
— “Was is Arbeit? en Die Arbeit: ihre Ordnung, ihre Zukunft, ihr
Sinn, Wien, 1995, 9-19.
— “Versuch, die Viefalt der gesellschaftlichen Subsysteme einzuor-
dnen, mit besonderer Berücksichtigung des Rechts”, en Jahrbu-
ch für Recht und Ethik, Band 1, Duncker & Humblot, Berlin,
1993, 283-291.
— “Habitar y cultivar”, en Ecología y Filosofía, Mendoza (Argen-
tina), 1993, 17-26.
ARATO, A. “Civil Society, History and Socialism: Reply to John Keane”, en
Praxis International, IX/1-2 (1989).
BELL, D. “American Exceptionalism Revisited: The role of Civil Socie-
ty”, en The Public Interest, 95 (1989) 38-56.
BENDIX, R. “State, Legitimation and Civil Society”, en Telos, nº 86, Winter,
1990-91.
BRYANT, C.G.A. “Civil Society and Pluralism: A Conceptual Analysis”, en
Sisyphus, VIII/1 (1992).
BUCHANAN, A. “Assesing Communitarian Critique of Liberalism”, en Ethics
(1989) 852-882.
510
SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA
511
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
512
SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA
513
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
514
COLABORADORES
ALVIRA, Rafael
– Catedrático de Filosofía en la Universidad de Navarra. Es director del Instituto Empresa
\+XPDQLVPRGHODPLVPD8QLYHUVLGDG
± +DVLGRFDWHGUiWLFRHQOD8QLYHUVLGDGGHOD/DJXQD\7LWXODUHQOD&RPSOXWHQVHGH0D
drid.
– Profesor visitante y extraordinario de varias Universidades de América.
± +DSXEOLFDGRVHLVOLEURV\FLHQDUWtFXORVFLHQWt¿FRVVREUHGLIHUHQWHVPDWHULDVPHWDItVLFD
pWLFD\SROtWLFDHKLVWRULDGHOD¿ORVRItD
CRISTI, Renato
– Catedrático de Filosofía en la Universidad Wilfried Laurier de Waterloo, (Ontario, Cana
Gi\SURIHVRUYLVLWDQWHHQYDULDVXQLYHUVLGDGHVGH&KLOH
± $XWRUGHXQDPRQRJUDItDVREUHHOSHQVDPLHQWRSROtWLFRGH&DUO6FKPLWW\GHRWUDVREUHHO
SHQVDPLHQWRFRQVHUYDGRUHQ&KLOHDVtFRPRGHYDULRVDUWtFXORVGH¿ORVRItDSROtWLFD
CRUZ, Alfredo
– Doctor en Filosofía y profesor adjunto de Filosofía Política en la Universidad de Navarra,
GRQGHHVWDPELpQGLUHFWRUGHO'LSORPDHQ(VWXGLRV)LORVy¿FRV
± +DVLGRSURIHVRUYLVLWDQWHHQODCatholic University of America:DVKLQJWRQ
± $XWRUGHXQDPRQRJUDItDVREUH+REEHV\GHXQPDQXDOGH)LORVRItD&RQWHPSRUiQHDDVt
FRPRGHQXPHURVRVDUWtFXORVGH¿ORVRItDSROtWLFD
GARCÍA$MILBURU, María
± 'RFWRUDHQ¿ORVRItD\SURIHVRUDGH$QWURSRORJtD
± +DVLGRSURIHVRUDHQOD8QLYHUVLGDGGH1DYDUUD
± +DSXEOLFDGRXQDPRQRJUDItDVREUH.LHUNHJDDUGXQPDQXDOGHDQWURSRORJtD\QXPHURVRV
artículos sobre teoría antropológica y de la educación, además de ser editora de dos obras
en colaboración.
515
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
GRIMALDI, Nicolás
± &DWHGUiWLFRHPpULWRGH)LORVRItDGHOD8QLYHUVLGDGGH3DULV6RUERQDHQODTXHKDRFXSD
GRODFiWHGUDGH+LVWRULDGHOD)LORVRItD0RGHUQD\ODGH0HWDItVLFD
± $XWRUGHGLHFLVHLVOLEURV\QXPHURVDVPRQRJUDItDV\DUWtFXORVVREUHKLVWRULDGHOD¿ORVRItD
PRGHUQDPHWDItVLFD¿ORVRItDGHOWUDEDMR\¿ORVRItDGHODUWH
+AALAND MATLARY-DQQH
– Secretaria de Estado del Ministerio de Asuntos Exteriores de Noruega.
– Pofesora de Relaciones Internacionales del departamento de Ciencia Política de la Uni
versidad de Oslo.
– Directora de Investigación de ARENA (Advanced Research on the Europeanisation of
the Nation State).
± +DSXEOLFDGRGLYHUVRVWUDEDMRVVREUHODLQÀXHQFLDGHORVUHJtPHQHVLQWHUQDFLRQDOHVODV
QRUPDV\RUJDQL]DFLyQGHORV(VWDGRV1DFLyQHQUHODFLyQFRQORVSURFHVRVGHPRFUiWLFRV
así como varios artículos sobre la Unión Europea.
+ERRERO, Montserrat
– Doctora en Filosofía y profesora de Filosofía Política y Antropología en la Universidad de
Navarra.
± 0LHPEURGHO,QVWLWXWR(PSUHVD\+XPDQLVPRGHODPLVPD8QLYHUVLGDG
± $XWRUDGHXQDPRQRJUDItDVREUHHOSHQVDPLHQWRSROtWLFRGH&DUO6FKPLWW+DSXEOLFDGR
YDULRVDUWtFXORVVREUH¿ORVRItDSROtWLFD\KDHGLWDGR³6REUHORVWUHVPRGRVGHSHQVDUOD
FLHQFLDMXUtGLFD´GH&6FKPLWW
+ITTINGER, Russell
– Es Warren Professor of Catholic Studies\SURIHVRULQYHVWLJDGRUHQ'HUHFKRHQOD8QLYHU
VLGDGGH7XOVD2NODKRPD86$
± +DVLGRSURIHVRUHQODV8QLYHUVLGDGHVGH)RUGKDP3ULQFHWRQ\HQODCatholic University
of America.
± $XWRUGHYDULDVPRQRJUDItDV\DUWtFXORVVREUHWHPDVGH¿ORVRItDGHOGHUHFKR\SROtWLFD
516
COLABORADORES
INCIARTE, Fernando
– Catedrático emérito de Filosofía de la Universidad de Münster en Westfalia (Alemania).
± +DVLGRGHFDQRGHOD)DFXOWDGGH)LORVRItDGH)ULEXUJRGH%ULVJRYLD
– Miembro correspondiente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.
– En 1997 recibió el Premio Roncesvalles de Filosofía.
± +DSXEOLFDGRQXPHURVRVOLEURVHQDOHPiQ\XQRHQFDVWHOODQRVREUHHOSRVLWLYLVPROyJLFR
además de múltiples artículos sobre Aristóteles y el aristotelismo en el pasado y en el
presente.
LÁZARO, Raquel
– Licenciada en Filosofía por la Universidad de Navarra, ayudante y profesora encargada de
curso en el departamento de Filosofía de esta misma Universidad.
± 3UHSDUD VX WHVLV GRFWRUDO VREUH ODV DQDORJtDV WHROyJLFRSROtWLFDV GHO SHQVDPLHQWR GH
1HZWRQ\$6PLWK
MARTÍNEZ6ICLUNA, Consuelo
± 'RFWRUDHQ'HUHFKR\SURIHVRUDWLWXODUGHGHUHFKR1DWXUDO\)LORVRItDGHO'HUHFKRHQOD
Universidad Complutense de Madrid.
± $FDGpPLFR&RUUHVSRQGLHQWHGHOD5HDO$FDGHPLDGH-XULVSUXGHQFLD\/HJLVODFLyQ\6H
FUHWDULDGHOD6HFFLyQGH)LORVRItDGHO'HUHFKRGHGLFKD$FDGHPLD
– Miembro del Consejo del Institut International d’Études Européennes “Antonio Rosmi-
ni” con sede en Bolzano (Italia).
± +DHVFULWRQXPHURVDVPRQRJUDItDV\HQVD\RVVREUHWHPDVGH¿ORVRItDMXUtGLFD\SROtWLFD
MÚGICA, Fernando
– Doctor en Filosofía y profesor agregado de Sociología en la Universidad de Navarra.
± +DVLGRSURIHVRUWLWXODUGH(VFXHOD8QLYHUVLWDULDHQOD8QLYHUVLGDGGH=DUDJR]D
– Profesor visitante en diversas Universidades de Iberoamérica.
– Autor de una monografía sobre el pensamiento de la contrarrevolución y de numerosos
DUWtFXORVVREUHKLVWRULDGHOSHQVDPLHQWRVRFLROyJLFR
517
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
NAVAL, Concepción
– Doctora en Ciencias de la Educación y profesora de Teoría de la Educación en la Univer
sidad de Navarra, donde es directora del departamento correspondiente.
± +DVLGRVisiting Researcher en la Universidad de Notre Dame (Indiana), en el Philosophy
of Education Research CenterGH+DUYDUG8QLYHUVLW\\HQOD2,(8QHVFR*LQHEUD(V
autora de cuatro libros y de numerosos artículos sobre teoría de la educación.
NEUHAUS5LFKDUG-RKQ
– Presidente del Institute of Religion and Public LifeGH1XHYD<RUN
– Editor de la revista First Things: A Monthly Journal of Religion and Public Life.
± +DSXEOLFDGRYDULDVPRQRJUDItDV\QXPHURVRVDUWtFXORVVREUH¿ORVRItDGHODUHOLJLyQ¿OR
sofía política y Doctrina Social de la Iglesia.
ROYAL, Robert
– Vicepresidente del Ethics and Public Policy CenterHQ:DVKLQJWRQ'&86$
– Autor de varias monografías sobre pensamiento político americano y sobre Doctrina So
cial de la Iglesia.
518
COLABORADORES
SANDERS, Karen
– Doctora en Ciencias de la Comunicación y profesora en el departamento de periodismo de
OD8QLYHUVLGDGGH6KHI¿HOG,QJODWHUUD
– Profesora visitante de la Universidad de Navarra.
± +DSXEOLFDGRXQHVWXGLRVREUHODLGHQWLGDGQDFLRQDOSHUXDQDGLYHUVRVDUWtFXORV\DFWXDO
mente investiga sobre el tratamiento de la corrupción política en los medios de comunica
ción.
SANTOS, Modesto
– Doctor en Filosofía y profesor de Ética en la Universidad de Navarra.
– Miembro de la Internationale Vereinigung für Rechts- und Sozialphilosophie, de la Aso
FLDFLyQ(VSDxRODGH)LORVRItD-XUtGLFD\6RFLDO\&RQVHMHURGHOD6XEFRPLVLyQ(SLVFRSDO
de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española.
± 9RFDOGHOD-XQWD'LUHFWLYD1DFLRQDOGHODSocietà Internazionale Tommaso d’Aquino.
± +DSXEOLFDGRYDULDVPRQRJUDItDV\DUWtFXORVVREUHWHPDVGHpWLFD¿ORVRItDPRUDO\'RF
trina Social de la Iglesia.
SISON$OHMR-RVp*
± 'RFWRUHQ¿ORVRItD\SURIHVRUGHeWLFD(PSUHVDULDO\6RFLRHFRQRPtDHQODUniversity of
$VLDDQGWKH3DFL¿F(Manila).
– Profesor visitante de la Universidad de Navarra e investigador Fullbright en Harvard
University.
± +DVLGRSURIHVRUGHO,(6(HQ%DUFHORQD+DSXEOLFDGRXQDPRQRJUDItDVREUHpWLFD\YD
rios artículos sobre ética empresarial.
519
SOCIEDAD CIVIL. LA DEMOCRACIA Y SU DESTINO
SPIEKER, Manfred
± &DWHGUiWLFRGH'RFWULQD6RFLDO&ULVWLDQDHQOD8QLYHUVLGDGGH2VQDEUFN$OHPDQLD
– Editor de Politik- und Kommunikationswisenschaftlichen Veröffentlichungen der Görres-
GesellschaftFRQ+DQV0DLHU+HLQULFK2EHUUHXWHU\2WWR5RHJHOH
– Profesor visitante de la Universidad de Valparaiso, de la Universidad de Erfurt, de la de
9LOQLXV\GHOD*DEULHOD0LVWUDOGH6DQWLDJRGH&KLOH
– Autor de varios libros y artículos sobre problemas de los procesos de transformación en
los países postcomunistas y sobre el Estado social.
VELARDE, Caridad
± 'RFWRUDHQ'HUHFKR\SURIHVRUDGH)LORVRItDGHO'HUHFKRHQOD8QLYHUVLGDGGH1DYDUUD
± +DVLGRSURIHVRUDYLVLWDQWHHQODV8QLYHUVLGDGHVGH7RURQWR\2[IRUG
± +DSXEOLFDGRXQDPRQRJUDItDVREUH+D\HNRWUDVREUHHOOLEHUDOLVPR\YDULRVDUWtFXORV
VREUH¿ORVRItDGHOGHUHFKR\¿ORVRItDSROtWLFD
VIGNA, Carmelo
± &DWHGUiWLFRGHeWLFD\)LORVRItD0RUDOHQOD8QLYHUVLGDGGH9HQHFLDGRQGHKDIXQGDGR\
dirige el Centro Universitario per gli Studi sull'Etica (C.I.S.E.).
± +DSXEOLFDGRYDULDVPRQRJUDItDVVREUHpWLFDRQWRORJtD\¿ORVRItDPRUDO\SROtWLFD
520
COLECCIÓN FILOSÓFICA
INICIACIÓN FILOSÓFICA