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Scourged

Crónicas del Druida de Hierro 9

Kevin Hearne
Sinopsis

Liberados del destino, los dioses nórdicos Loki y Hela están listos para desatar el
Ragnarok, es decir, el Apocalipsis, sobre la tierra. Han hecho aliados en el lado
más oscuro de muchos panteones y hay una batalla mundial en gestación que al
antiguo druida Atticus O'Sullivan le resultará difícil sobrevivir, mucho menos
ganar.

Granuaile MacTiernan debe unirse a los inmortales Sun Wukong y Erlang Shen
en una pelea contra los Reyes Yama en Taiwán, pero descubre que hay mucho
más en juego de lo que pensaba.

Mientras tanto, el archidruida Owen Kennedy debe apagar literal y


metafóricamente los fuegos desde Baviera hasta Perú para mantener al mundo
seguro para sus aprendices y para el futuro del Druidismo.

Atticus busca la ayuda de un tyromántico, una bruja india y un dios embaucador


con la esperanza de que le den la suficiente ventaja para lograr ambas cosas:
salvar a Gaia y ver otro amanecer. Después de todo, hay un sabueso llamado
Oberon que merece un bocadillo.
Capítulo 1

Traducido por Saimi_v

Tomé una copa de vino con Galileo una vez. El sigue siendo uno de los mayores
ejemplos de grandeza del genio humano que haya visto en mis veintiún siglos de
vida, y uno de los más bravos. Piensa las bolas gigantes y peludas que tuvo que
haber tenido para levantarse contra la iglesia católica cuando ellos
rutinariamente derrotaban a los monarcas y mataban gente en nombre de su dios
(quien me dejo comprarle un trago de wiskey en Arizona una vez, por cierto, y
quien no se sentía particularmente glorificado por cualquier asesinato, mucho
menos los que se cometieron en su nombre). Mirar a toda la cristiandad y llamar
“mierda” a todo su geocentrismo a pesar de todas sus amenazas, tomó algunas
tripas de hierro. Y a él no le importo que nadie quisiera creerle al principio. —
Tengo las matemáticas, me dijo por encima de su copa. Haciendo gestos
mientras hablaba. Y los números son como este vino de buena cosecha que
estamos disfrutando. Verificable, observable, existiendo independiente de
nosotros, y sin importarle nada sobre la fe humana.

¡Hombre estelar, ese Galileo!, Ja, mis juegos de palabras siguen siendo
execrables, ¡Ay de mí!

Eventualmente la iglesia admitió que Galileo tenía razón, y admitió también,


mucho después de su muerte, que su vida y trabajo habían sido el punto de
apoyo sobre el cual el mundo gira. El florecimiento de las ciencias que usaron su
método trajo muchas maravillas a la humanidad. Y también muchos males.
Estoy pensando en preguntarme si no podría ser también el punto de apoyo para
el bien y el mal, inclusive si trabajo para mantenerme anónimo. Me he esforzado
durante gran parte de mi vida por mantenerme fuera de la historia, todo mientras
ponía más y más historia detrás de mí. Durante gran parte de mis dos mil años,
no sentí que estuviera construyendo para un gran final o lograr algo más que mi
continua supervivencia, pero eventos recientes me han llevado a reevaluarlo.

De acuerdo a la visita de pesadilla de Morrigan, el Ragnarok comenzará en los


próximos días, y no terminará bien para todos, porque el apocalipsis tiende a no
incluir finales felices. Tal vez pueda hacer algo para minimizar los daños; no
importa lo que haga, sin embargo, esto no borrara el hecho que no podría estar
pasando en absoluto si no hubiera matado a las Norias y desencadenado al
panteón nórdico de sus destinos. Soy casi enteramente el culpable, y la culpa es
cerca de unas nueve toneladas de albatros alrededor de mi cuello. No pienso que
vaya a tener una actuación fácil como el Viejo marinero de Coleridge tampoco.
Contar tu historia en una boda cualquiera es un pequeño castigo para una
metedura de pata de tamaño económico.

Es una fortuna que yo tenga un amigo que es capaz de ayudarme a soportar esas
cargas y hacerme olvidar por un tiempo que están ahí.

<Así que dime más de tus planes para esta barra de carne y salsas, Atticus, > dijo
Oberón mientras colocaba su pata sobre un árbol vinculado en Tasmania antes de
cambiar a casa en Oregón.

Mi lobo irlandés estaba esperando un festín apropiado antes que me fuera a la


batalla con dioses y monstruos y ciertos demonios de los panteones del mundo, y
me retó a proveerle una barra de carne para él, Orlaith, y Starkbuck, nuestro
nuevo Boston Terrier, en el estilo de las barras de ensalada de los bufets.
Adoptamos a Starkbuck durante periodo de luchadores del crimen en Portland
que Oberón llamo pomposamente “El caso del poodle robado”. <¿Este va a
incluir todas las carnes que un día incluiré en El libro de las cinco carnes, o tu
solo vas a tener las cosas tradicionales? >

—Las cinco categorías de carnes van a ser representadas – le asegure

—<¿Y las salsas? Habrá más de una sola clase, ¿correcto? >

—Por supuesto, ¿tú no tienes una máxima sobre eso?


—Oh, es la mejor línea de El manifiesto comunista, escrita por ese hombre Karl
del que me contaste. —<A cada uno según su habilidad, a cada uno según su
carne. >

—Uuhhmm, creo que estas equivocado, Oberón. Se supone que es “A cada uno
según su necesidad”

—<Bien, necesito que esa cita sea sobre carne, Atticus, así que lo arregle.>

Elegir mantener a Oberón cuidadosamente aislado de los dobles sentidos ha


probado ser infinitamente entretenido. —Un excelente trabajo, también. No se
puede decir que signifique nada más que lo que quiso decir. Aquí vamos.

Nos cambie a casa hacia nuestra cabaña cerca del rio McKenzie en el Bosque
Nacional Willamette, y Oberón inmediatamente le grito mentalmente a los otros
perros una vez llegamos.

<Ey, Orlaith! Starkbuck! ¡Estamos en casa, y adivinen que! Atticus nos va a


hacer una barra de carne y salsas!>

Starkbuck en su tono de voz más alto, respondió inmediatamente con su


vocabulario limitado —<Si, ¡Comida! >

<¡Eso suena como uno de los mejores inventos humanos desde el molinillo de
salchichas!>, añadió Orlaith, y ambos salieron saltando a través de la puerta de
perros para recibirnos, Orlaith arrastrándose porque está muy embarazada y
cerca de parir.

Tuve que pasar un tiempo babeado y tratando de satisfacer a tres perros con solo
dos manos mientras demandaban detalles sobre la barra de carne y salsas.
Confesé que no tenía suficiente información para proveer detalles.

Oberón estaba incrédulo —<Okey Atticus, espera. ¿Qué información estas


necesitando exactamente? ¿Seguramente estas al corriente de las condiciones
básicas de la existencia de un sabueso? Todas las carnes estarán ahí afuera, como
la verdad está ahí afuera, ¡y nosotros queremos comer de todas ellas! ¿Eso no es
suficiente?>
—¿Todas las carnes? Oberón eso es imposible.

—<¿De verdad? ¿Lo es? >

—Lo es. Por lo menos en el tiempo que tengo. Tal vez podría ser un objetivo
para el escuadrón después. Pero ahora tenemos que limitarnos a lo que podamos
obtener en Eugene. ¿Esta Ernest aquí?

Earnest Goggins-Smythe es nuestro cuidador de perros residente, de quien


hemos estado dependiendo mucho en las pasadas semanas, especialmente ahora
que Orlaith esta tan cerca del parto. Él tiene un poodle tradicional llamado Jack
y un bóxer llamado Algernon, o Algy para recortar, y se mantienen dentro con
él.

—<Si, él está aquí. > – dijo Orlaith

— Probablemente debería entrar a decir hola y estar seguro de que está bien que
Jack y Algy participen en este bufé. Pero después de eso, ustedes tres podrían
venir conmigo a Eugene para ir a comprar las carnes, ¿así ustedes pueden
aconsejarme en que traer?

—<¡Eso sería maravilloso! > Dijo Orlaith

—<¡Si, Comida! > – grito Starkbuck

—¿Tú quieres ir o no?

—<Por supuesto. Mi consejo no va a cambiar, pero yo quiero oler el viento en el


paseo y babear y mojar la tapicería. >

—Ok, denme un minuto para hablar con Earnest. Después de confirmar que Jack
y Algy pueden participar cautelosamente del libertinaje cárnico, mis sabuesos se
montaron dentro de la pickup Chevy azul del 54 que adquirí durante la escapada
que Oberón había bautizado como —“La ardilla en el tren”. Oberón miro fuera
de la ventana trasera a la caja de la camioneta.

—<No estoy seguro de que haya suficiente espacio de carga para toda la carne
que vamos a necesitar, Atticus.

—<Es más que suficiente>, Oberon.


—<Pero las sobras, ¡Atticus!, Pero las sobras para el momento en que te vayas!
>

—<Yo no estoy prometiendo nada mas que un surtido de carnes y salsas. Y tal
vez una historia de un sabueso famoso para el camino, ya que estas muy
contento ahora. >

—<¿Un sabueso famoso? > Dijo Orlaith.

—Más como un pequeño sabueso, un Beagle realmente.

—<Oh, ¡a mí me gustan los Beagles! –dijo Oberón —Ellos son buenos


olfateando conejos, y entonces puedo atraparlos>

—<¿Cuál es el nombre del sabueso? > —dijo Orlaith

—Era Bingo.

—<Oh, ¿cómo la canción del granjero que tenía un perro? >

—Exactamente como la canción. Puedo contarles la verdadera historia del Bingo


real que inspiro la canción.

—<¿Él tiene una historia?> —Orlaith movió su cabeza hacia mi cuando salimos
a la carretera. Estaba atestado en la cabina, los sabuesos casi no cabían y
Starbuck estaba sentado en mi regazo, todos inquietos con excitación. —<La
canción solo dice que Bingo era su nombre y eso es todo. >

—Oh, pero hay versiones anteriores de la canción, las que hablan de algunas
andanzas heroicas y conozco los detalles de ese heroísmo.

Oberón se detuvo de mirar hacia la caja de la camioneta tratándosela de imaginar


llena con carne. – <Ok, Atticus, me tienes. Háblanos de Bingo. >

Una noche, mientras Dúghlas estaba frunciendo el ceño a un pastel de papa y


repollo que había hecho para la cena —un plato llamado Rumbledethumps—
Bingo estaba suelto afuera con un tremendo escándalo, y Dúghlas asumió
tranquilamente que había visitantes no bienvenidos. Él ya era quisquilloso así
que agarro su mosquete, el que mantenía cargado y a la mano para emergencias
como esta.

Era un zorro tratando de entrar al gallinero, y Bingo salió a perseguirlo,


dirigiéndose hacia la propiedad de la granja vecina. Ellos tenían un escalón sobre
la cerca, porque eran buenos vecinos, y el zorro realmente uso el escalón y
Bingo saltó detrás de él. Ese fue el primer verso de la canción original, “el perro
del granjero salto sobre el escalón, su nombre era Bingo”. El segundo verso
tenía que ver con las costumbres de bebida del granjero, y eso fue inmortalizado
porque Dúghlas estaba ebrio al punto de que no podría hacer cosas como dar
pasos sobre la cerca. Él se manejó bien subiendo, pero bajando fue desastroso.
Se resbalo en el primer escalón, disparo el mosquete al aire de un tirón
compulsivo, y termino golpeando su cabeza bastante mal con el escalón de
abajo. El estaba inconsciente y sangrando.

Bien, Bingo dejo de perseguir al zorro cuando escucho el disparo y se dio cuenta
que su humano había detenido sus gritos. Corrió de nuevo hacia Dughlas y trato
de despertarlo, inclusive babeando sobre su nariz, pero no estaba bien. Así que
salió disparado hacia la otra granja y ladró con fuerza hasta que algún humano
saliera, y entonces se mantuvo corriendo de ida y vuelta hasta que ellos se dieron
cuenta de que quería mostrarles algo.

Ellos siguieron a Bingo hacia Dúghlas y lo llevaron adentro y lo limpiaron, y


vendaron su cabeza. Esos eran los Mayfields, y para ese momento una prima de
ellos los estaba visitando, la joven Kimberly Mayfield, ella pensó que Dúghlas
era apuesto y Bingo adorable. Ella le dio a Bingo algunas salchichas cubiertas de
salsa, de verdad, por ser tan buen perro. Y cuando Dúghlas despertó, el encontró
a Kimberly que era amable y hermosa y claramente amaba a su perro, así que no
había esperanza para eso: él se enamoró de nuevo. El próximo verso de la vieja
canción iba algo como: “el granjero se enamoró de una muchacha bastante
joven, y le dio un anillo de matrimonio”.

Y le proveyó algunos detalles después de eso, pero el también dejó de beber y


volvió a ser su viejo yo mas feliz. Así fue como Bingo fue inmortalizado en una
canción, salvó la vida de su humano, y lo ayudo a encontrar el amor una vez
más. Pero mucho de la historia original se ha perdido en el tiempo hasta la
canción escueta que tenemos ahora que los niños cantan y aplauden.

Orlaith tenía preguntas. —<¿Cómo sabes todo esto? ¿Conociste a Dúghlas? >

—No, conocí a su hijo —el que tuvo con Kimberly— años después en América.
Cantidades de granjeros vinieron a través del océano durante la Acreditación de
Tierras Bajas, como ellos lo llaman ahora.

—<Atticus, estoy viendo algunas muy significativas paralelas aquí >– dijo
Oberón

—¿Lo estás?

—<Bueno, ¡SI! Yo soy bueno protegiéndote a ti y también soy muy guapo.


¿Verdad, Orlaith? >

—<Está en lo correcto Atticus. Él es muy guapo. >

—<¿Ves? ¡Yo soy como Bingo! Excepto que no tengo una canción sobre mí
todavía, y pienso que es una gran equivocación. ¡Tal vez podemos hacer una! >

—Tal vez, ¿Cómo podría ser?

—<“Había un perro llamado Oberón,

Y él amaba las salchichas en salsa,

¡S-A-L-S-A! ¡S-A-L-S-A!

¡S-A-L-S-A!

Y él amaba las salchichas en salsa”.>

—<¡Si, comida!> Starbuck dijo aplaudiendo. Se divirtieron haciendo ellos


mismo versos adicionales y tomando turnos para sacar la cabeza por la ventanilla
el resto del camino.

Cuando llegamos a Eugene, los perros estuvieron de acuerdo en quedarse en la


caja de la camioneta mientras yo iba a conseguir las carnes y los ingredientes
necesarios para las salsas. Les envié imágenes mentales de lo que había
disponible y ellos escogieron lo que querían, y les hice escoger en vez de
comprar de todo. Esto era por razones prácticas; yo no tenía el tiempo ni el
espacio en la cocina para hacerlo todo. Pero si quería gastar un poco de tiempo
dándoles a ellos una comida memorable, ya que no sabia cuando pudiera estar
disponible para regresar a casa. Perdí algo de tiempo viendo la carne molida
siendo envuelta en rojas y onduladas ondas, dándome cuenta de que tal vez
nunca vuelva a casa y que pudiera estar en algún lugar lejos donde mi encanto
no pueda ayudarme, comida para los gusanos, empacados en alguna piel en vez
de espuma de polietileno y celofán, pero de otra manera diferente del noventa
por ciento de la carne en venta. Yo necesitaba un hogar donde regresar. Me
desgarra solo pensar en él viviendo sin mí o a mí sin él; estaríamos tan solos y
abatidos, no para poner un punto tan fino en eso. Y ninguno de nosotros podría
estar pensando en una fiesta como esta. Nosotros probablemente no quisiéramos
comer en absoluto sin el otro alrededor para disfrutarlo.

—<Atticus, podría estar desarrollándose un pequeño problema de baba aquí en


la camioneta – dijo Oberón interrumpiendo mi ensoñación sensiblera. – Tú
podrías querer traer un rollo de esas toallas de papel. Del tipo de super-
absorbentes. Apúrate. >

—<Tengo unos cachorros que alimentar, tú sabes> – añadió Orlaith. Ellos


realmente son los mejores sabuesos.

Earnest se lanzó una vez que llegamos a casa, y entonces teníamos cinco perros
a los pies en la cocina hasta que les demande que vaciaran el perímetro, donde
ellos pudieran babear y comentar sobre los olores sin estar tropezándonos.
Teníamos carne asada haciéndose, gallinas de Cornualles rostizándose,
salchichas curadas en seco para cortar, costillas en la parrilla, y cuatro diferentes
salsas hirviendo a fuego lento en la estufa. También teníamos pescado
cocinándose en jugo de limón para el ceviche, filetes de pez espada
compartiendo el espacio de la parrilla al lado de las costillas, y charcutería
rebanada delgada y en capas encima de tablones de cedro.

Cuando estuvo listo, colocamos todo en la mesa del comedor, nuestro


actualmente vacío bar y colocamos las salsas en soperas. Earnest y yo dejamos
que los sabuesos se sentaran antes, su entusiasmo hambriento, y tomamos
algunas fotos. Llenamos un plato para cada sabueso, dándoles a ellos la opción
de escoger, pero sabiendo que iban a comer de todo por lo menos una vez y
volverían por la segunda ronda de cualquiera que les gustara más.

—<Oh, guao, Atticus, este es el mejor día de comida de siempre> – dijo Orlaith.

—<Estoy de acuerdo. Si. Hubo aquella bonanza de Bisonte en que tuvimos


aquella vez en el sur de Dakota, pero esto esta por encima de eso.>

—<¡Si, comida! >– intervino Starbuck.

Limpiar fue un reto mayor, pero entre Earnest y yo lo hicimos, y me maneje para
tener algunas horas de sueño antes, dándoles a ellos unas caricias perezosas en
sus panzas en las tempranas horas de la mañana y besarlos en la cabeza y
decirles que eran amados. Me escurrí por la puerta trasera, aliviado de saber que
ellos estaban a salvo mientras yo comenzaba el trabajo de limpiar mi desastre.
Tenía nueve toneladas de albatros que remover de mi cuello.

Morrigan había sido menos que específica durante la visita que me hizo; solo
había dicho que Loki iba a actuar pronto pero no había dicho donde o cuando.
Necesitaba más detalles para contrarrestarlo efectivamente, y sabia precisamente
donde ir a buscarlos. El lanzado de varas no iba a ser tan específico como lo
necesitaba; necesitaba un vidente sin igual que pudiera leer detalles de mi futuro.
Mekera, la Tiromante, me había ayudado en un par de ocasiones anteriormente,
esperaba que pudiera hacerlo de nuevo.

Ella había estado viviendo recientemente en Emhain Ablach —uno de los nueve
planos irlandeses, y gobernado nominalmente por Manannan Mac Lir— ya que
la había ayudado a escapar de las atenciones de algunos vampiros. Esa amenaza
había terminado ahora, los vampiros en cuestión todos enviados a su muerte
final, y ella podría regresar a la tierra si así lo deseaba.
Ella ciertamente lo deseaba. Parecía un poco acosada cuando la conseguí. —
¿Qué tal?

—Hay fantasmas aquí. Quiero decir, llegaron recientemente. Muy extraño.

—¿Te están atacando?

—No, pero ellos no tienen que atacarme para que me asusten.

—Uuhhmm, eso podría ser porque Manannan Mac Lir que ha abandonado sus
deberes como psychopomp, así como también Morrigan, así que los muertos
están yendo donde quieren y no donde deberían estar.

—Bien, yo quiero salir.

—Yo he venido a ofrecerte eso. Y ha pedir por un queso.

Sus hombros cayeron. —Por supuesto. ¿Qué es lo que quieres esta vez?

Yo te había dicho que el Ragnarok está por comenzar. Me gustaría saber cuándo
y como ocurrirá el primer ataque.

—Está bien. —ella respondió, su voz sin expresión. —Algo bonito y ligero
como de costumbre. ¿Dónde hacen grandes quesos en estos días?

Yo me encogí de hombros —Muchos lugares. ¿Cómo suena Francia? ¿Has


estado ahí?

La cara de Makera se ilumino. – Ah, ¿el queso de los franceses! Vayamos allá.
Pienso que me gustaría aprender de ellos y tal vez enseñarles una cosa o dos.

La ayude a recoger sus pocas posesiones, y cambiamos a un pequeño grupo de


arboles fuera de Poitiers, en la región de queso de cabra de Francia. Mekera
podría preferir una región diferente al final, pero pensé que el área era atractiva y
podría ser un buen lugar para encontrar lo que ella necesitaba sin tener que tratar
con la locura de Paris. Estaba acostumbrada a ser una ermitaña después de todo,
Poitiers podría ser un poderoso golpe a su sistema.

—Mi francés esta algo oxidado. Tal vez muy oxidado.


—Volverá a ti. Y podrías mientras tanto manejarte bien con el inglés.

—¿Tú crees? —Ella lucia dudosa y su mirada vagó por las calles. Nos
encaminamos hacia un supermercado donde pudiera adquirir algunos utensilios
básicos para el hacer queso. —No veo a nadie que luzca como yo. Esto podría
ser una mala idea.

Sonreí, porque esperaba que tuviera una segunda opinión. —Vamos a la tienda y
a hacer el queso, al menos. Si no te sientes mas cómoda al final, te llevare a
cualquier otra parte.

Mekera accedió a eso, sus ojos y sus brazos alrededor de ella. Una vez dentro de
la tienda, sin embargo, con una cesta en sus manos, algo de su ansiedad social
drenó mientras su interés profesional se afianzó y buscaba los ingredientes.
También notó las caras de otros compradores que no eran blancos, e intercambio
pequeños asentimientos y sonrisas mientras pasaba. Pero en los productos
lácteos tuvo que hacer más que eso. Estaba mirando alrededor sacando unos
pocos cuartos de leche de cabra fuera del refrigerador cuando se volteó y
descubrió a una mujer vestida muy parecida a ella, en moda Eritea, vistiendo una
túnica ligera con un bordado negro y dorado desde la línea del cuello que caía en
línea vertical hacia abajo al centro de su estómago. Mekera estaba envuelta en
azules y negros, pero de otra manera ellas eran casi idénticas. El reconocimiento
brilló en sus ojos. La otra mujer, cuya piel era una sombra profunda con matices
fríos, como Mekera, habló primero.

—¿Eres de Eritea?

— Oui, dijo Mekera. Vous?

La recién llegada respondió afirmativamente y mostró una enorme sonrisa,


entonces ellas prontamente cambiaron a su lenguaje nativo, el cual yo no
hablaba. Me aleje de Mekera en señal de no sintiera que tenía que presentarme.
Eso funciono perfectamente; ella se olvidó de mí, tan emocionada de encontrar a
alguien de Eritea tan lejos de casa.

Mientras la conversación se extendía y yo pretendía leer los ingredientes de


algunas galletas cercanas, pensé que había detectado algo en sus voces y
arriesgué un vistazo a sus auras. Sip. Un toque de excitación ahí. Ellas estaban
una dentro de la otra. Bien.
La otra mujer le hizo una pregunta que comenzó a recordarle a Mekera que no
había llegado sola. Ella miró alrededor por mí y le di a ella un pequeño saludo.
Su nueva adquisición se introdujo a ella misma como Fiyori.

—Un placer de conocerla. —dije en Francés Por favor tomen su tiempo


conversando. No estoy apurado. —Retrocedí de nuevo y escogí examinar otras
galletas.

Un momento después Mekera me encontró, su cara brillando de emoción. —


¡Fiyori me dio su número de teléfono! ¿Sabes lo que significa?

—Que le agradas

—¡No! quiero decir si, pero significa que ¡necesito tener un teléfono!

—Estoy de acuerdo. Comprémoslo y vayamos a configurarlo.

Tomamos nuestras compras hacia un hotel de largas estancias con una cocina y
lo rentamos por un mes. El acuerdo entendido sin palabras que tuvimos es que
ayudaría a Mekera a comenzará aquí —o en cualquier otro lugar— a cambio de
su tiromancia. Eso debería darle tiempo de transferir sus bienes y conseguir algo
un poco más permanente.

Hice lo mejor para no parecer o lucir impaciente mientras Mekera se alistaba


para hacer suave queso de cabra. Como la mejor Tiromante del mundo, ella
podría ver detalles del futuro en los patrones de cuajado y coagulación, mucho
más certeramente que cualquier adivinación que yo pudiera practicar. Escribí
una pregunta sencilla para ella, aunque estaba compuesta por muchas partes.
Cuando ella estuvo lista, la leyó en voz alta: ¿Cuándo y dónde aparecerán Loki,
Hela, y Jörmungandr para iniciar el Ragnarok?” Ella dio una pequeña sacudida
de cabeza y asintió. —Bien, aquí vamos. Echó un vistazo a la leche de cabra en
su olla de acero inoxidable mientras agregaba cuajo y comenzaba a asentarse y
cuajar.

Yo tenía un block del hotel y un lapicero listos.

—Jörmungandr primero. Fuera en una pequeña península al sur de Skibbereen.


Cerca de una de esas cuatro montañas.
—¿Cuándo?

—Jueves en la mañana, es lo mejor que puedo ver.

Jueves. El día de Thor. Por supuesto Loki escogería comenzar entonces. Eso es
solo a tres días.

—¿Y los otros?

—Loki y Hela aparecerán juntos el mismo día, a mitad de la tarde. En la parte


alta de Suiza. ¿El borde norte de un lago?

—Conozco el lugar. La raíz de Yggdrasil está atada ahí. Demonios. Necesito


hacer algunas llamadas.

—Y entonces necesito un teléfono. —Me recordó Mekera —Así podría hacer


llamadas yo misma.

—Correcto. Voy a ir a conseguirte un teléfono desechable. Ya regreso.

No me tomo tanto tiempo conseguir una tienda de conveniencia que vendiera


teléfonos desechables. Una vez lo tuve y lo activé para ella, se lo di a Mekera
con mis agradecimientos y mejores deseos.

—Llama a Fiyori pronto. – dije

—¿Por qué?

—Porque a ella le agradas. Y porque el jueves voy a hacer lo mejor, Mekera,


pero puede que no funcione tan bien. No comiences ningún queso que necesite
añejarse.

—Eso no es gracioso, mi amigo.

—No. No lo es.
Capítulo 2

Traducido por Guangugo

Si le diera al mundo la mitad de oportunidad, se volvería una mierda. Lo


sabíamos hace miles de años atrás, pero Siodhachan me dice que hay una ley
elegante sobre eso ahora. Casi como si tuvieras una galleta básica y te sientes
bien con eso, pero pon un poco de huevos de pescado asquerosos sobre ella y
llámalo caviar, ahora es elegante.

La elegante ley es la Segunda Ley de la Termodinámica, y dice que, si se tiene


un sistema aislado, entonces la entropía aumentará, y —maldición, solo digamos
que las cosas se volverán una mierda y terminemos con eso, ¿de acuerdo?
Podemos llamarla la Primera Ley de Owen.

Excepto que puedes limpiar la mierda si tienes el corazón y la mente para ello —
llámalo la Segunda Ley de Owen— y estoy orgulloso de mis aprendices ahora
por el trabajo que están haciendo.

Estamos en Tasmania, salvando unas criaturas parecidas a perros marsupiales


llamadas demonios. Tenían un extraño cáncer en la cara transmisible en los
noventas y los estaba exterminando, pero nuestro trabajo ahora era exterminar
ese cáncer, encontrar cada diablo en la isla y curarlo, uno por uno. Los
aprendices tienen esferas de tasmanita de Tasmania en los medallones que les
hice, y el elemental la usa para canalizar energía a través de ellos, lo que les
permite curar a los demonios aun cuando están lejos de ser propios Druidas
todavía.

Tasmania no cree que podamos esperar, y estoy a bordo con la idea. Estoy
pensando que estos nuevos Druidas van a ser los sanadores de Gaia sobre todo lo
demás, luchando siglos de humanos tornando todo en mierda. Me pregunto si
ellos tienen una ley elegante o nombre para el principio de que los humanos
arruinan todo por lucro. Tal vez eso sea solo capitalismo. Aun así, va a llevar
generaciones de Druidas para deshacer todo este daño.

Greta están conmigo y también la mayoría de los padres de los niños y todos
estamos sintiéndonos mejor sobre lo que estamos haciendo para ayudar. Ver a los
pequeñines curar los demonios de Tasmania me hace pensar que todo puede ser
sanado de alguna forma. Tal vez haya una forma de sanar la brecha entre Fand y
Brighid para que no tengamos que tener alguna otra guerra entre los Fae. Y tal
vez podamos suavizar las cosas entre los Fae y Siodhachan —menos probable,
pensé, ya que todavía es el maldito Druida de Hierro. Pero me conformare con
sanar la brecha entre él y Greta.

Siodhacahn está aquí en Tasmania también, en la misma misión que nosotros,


pero en alguna otra parte en este momento. Al menos Greta no trató de matarlo
cuando nos encontramos por un corto momento. Ella tiene más ácido para él que
los granos de café usados en la tierra de mí jardín, pero tal vez en una temporada
o tres se suavizara como una maestra lamiendo bourbon medicinal después de la
escuela. Les voy a dar tiempo.

Hemos encontrado una madriguera con cinco demonios afectados en ella, uno de
ellos tan cerca de la muerte como uno puede estar sobre la línea. Me hice cargo
de ese, y los aprendices trabajaron en los otros. Casi terminamos cuando Greta
me dice que alguien viene; hay un susurro entre los helechos debajo del
eucalipto. Ya que estamos lejos de cualquier asentamiento, estoy pensando que
debe ser un montañista o un cazador, pero no es ninguno. Es Brighid, Primera
entre los Fae, viene por mí.

Está toda en armadura por alguna razón, el cabello rojo derramándose sobre las
hombreras, y me pone al borde. ¿Dónde es la batalla para la cual se vistió?
Espero no sea conmigo.

Hay un fae con ella, alto, delgado del tipo que ves en anuncios de ropa interior,
quien siempre se mira aburrido con ser tan guapo y deseable y tan poco vestido.
Salvo que está vestido, todo a la moda en su librea de corte plateado y verde con
un alto numero de hilos y una peluca empolvada con rizos a los lados de su
cabeza. Sin siquiera requerir de mi visión verdadera, puedo decir que está
cubierto en barreras mágicas, aún más poderosas que las de Brighid.

―Un placer encontrarte, Eoghan Ó Cinnéide,― dijo asintiendo una vez hacia
mí.

—Un placer encontrarte, Brighid.

La Primera de los Fae hace un gesto hacia su derecha. ―Este es Coriander,


Heraldo Extraordinario de los Nueve Planos Fae―. No sé porque pone el
adjetivo luego del sustantivo en su título; tal vez es para hacerlo sonar más
elegante de lo que él aparenta.

Asiento hacia él. ―¿Cómo te encuentras, Cory? Soy Owen.

Él hace una reverencia derramando exceso de modales y dice con un ligero tono
musical, ―Muy encantado de conocerle, señor. Prefiero ser llamado Coriander,
si gusta.

Si esa es su preferencia, entonces ya sospecho que quizás no seamos los mejores


amigos. Presento a Greta y a mis aprendices a Brighid y hago como un saludo
hacia los padres como a un grupo. Toma nota de los aprendices y dice que ellos
necesitan pasar el Baolach Cruatan pronto.

―Pero he venido aquí con un asunto urgente ―dice. ―¿Podemos hacernos a un


lado y hablar en privado?

―Claro. ―Le pido a Tulla, mi aprendiz más joven, terminar con la sanación del
demonio con quien estaba trabajando y que les dijera que volvería pronto.
Brighid y yo fuimos hacia los matorrales y el Heraldo Extraordinario flotaba
como tres pasos detrás.

―Me ha llamado la atención ―dijo Brighid― que uno de los dioses Nórdicos
trata de iniciar la versión de su panteón del apocalipsis. Lo llaman Ragnarok.
¿Estás familiarizado con eso?

―Aye. Siodhachan me puso al día con toda esa basura.


―Presenta una amenaza sería contra nosotros. Si ellos dañan una porción
significativa de nuestra población irlandesa, sufriremos una reducción similar en
nuestros poderes, y ataduras con Tír na nÓg y los otros planos pueden romperse.

―Entonces es otra vez defender el hogar, ¿eh?

―Sí. Pero con solo nosotros puede que no sea suficiente. Necesitamos que todos
los fae participen. Necesitamos a todos los Tuatha Dé Danann también.

―Quieres decir que necesitamos a Fand y Mannan Mac Lir.

―Correcto. Siodhachan me dice que ella está en el Pantano de Morrigan.

―Aye. Escuché lo mismo.

―Es mi opinión, Owen, que solo tú puedes arreglar la grieta entre nosotros.

―Estaba justo pensando que alguien debía arreglar las grietas, pero no pensé
que tendría que formar parte de ello. Soy más del tipo que crea grietas.

―Ella no hablará conmigo o con Siodhachan. Estamos corrompidos por el


hierro, a sus ojos y en los ojos de todos los Fae que la siguen. Ella no puede
escucharnos a nosotros o perderá la cara ante ellos. Pero tú eres de las Maneras
Antiguas y has disfrutado de su hospitalidad en el pasado. Tú al menos obtendrás
una audiencia.

―Perdóname, Brighid, pero no lo creo. Todos esos Fae y los hombres tejo de
Morrigan me cortaran antes de que enseñe mis dientes a Fand.

―Es por eso que estoy enviando a Coriander contigo. Nadie lo dañará o se
atreverá a tocar a alguien bajo su protección.

―¿¿Su protección? ―mire hacia atrás al fae con peluca y me pregunte si él


podía siquiera proteger su propio saco de una patada rápida. Brighid lo mira y
sonríe.

―Por todos los medios, Eoghan, siéntete libre de probar sus defensas si eso
calmará tus dudas.

―¿Qué? ¿Te refieres a pegarle en la nariz o algo?


―Lo que sea que desees. Brighid paró de caminar y le hizo señas al heraldo.
―Adelante.

―¿Puedo usar mis nudillos? ―le pregunto y ella duda.

―No lo recomendaría. Empieza con tus puños desnudos o pies.

Mire al elegante heraldo. ―¿Estás de acuerdo con esto, muchacho?

―Claro, buen hombre. Espero que no sea dañado gravemente.

Su despreocupada confianza hacia temblar la mía, y sigo adelante y miro al


heraldo dentro del espectro mágico. Él brilla con capas de barreras protectoras,
entre ellas una cinética de una fuerza y una onda que nunca había visto antes.

―Encoge mi polla, muchacho, ¿Quién te dio tales barreras?

―La mayoría de los Tuatha Dé Danann han contribuido de una manera u otra.
Represento un esfuerzo grupal. No puedo ser dañado o dañar, solo re-direccionar
algo disparado hacia a mí; yo por eso soy bienvenido donde sea en los nueve
planos, ya que no puedo ser usado con fines traicioneros.

―Ya veo. ¿Y si los hombres tejo me llevan a sus pequeños bosques leñosos y
seré empalado por mi costado, él puede prevenir que lo hagan?

―Siempre y cuando esté entre ustedes.

―Ah, así proteger mis flancos, ¿entonces?

―Precisamente.

Me volví hacia Brighid. ―Está bien, si voy, ¿Cómo sugieres que la haga
cooperar?

―Podrías dejar una oferta que creo encontrará muy atractiva, si no se enoja. ―Y
una vez me da los detalles, le preguntó cuando debo ir.

―Ahora, Eoghan. Voy a unir este eucalipto a Tír na nÓg mientras haces tus
despedidas.

―Pero los demonios―


―Todavía existirán si prevalecemos. Nada quedara si fallamos.

―Ah. Gracias por tu perspectiva. ¿Y le has hablado a Siodhachan sobre esto?


Está en algún lugar en la isla.

―Ya no. Escuchó de Morrigan y está siguiendo diferentes objetivos. Estamos


usando un árbol vinculado para cambiar y tuvo que viajar aquí con velocidad
sobre la tierra. Puedes descansar seguro que Granuaile estará involucrada
también.

―Bien, entonces. Estaré de regreso pronto. Con permiso.

Greta me espera, con los brazos cruzados y su cuello tenso por el estrés mientras
busca por mi cara. ―Maldición, ―dice―. Nos vas a dejar aquí, ¿verdad? Ya lo
puedo decir.

―Tengo que hacerlo, amor, aunque no quisiera.

―¿No tienes opción?

―No si quiero mantener mi honor intacto.

Me gruñe, ―¡Al diablo con el honor! Ese es el tipo de pensamiento que lleva a
la gente a morir. La muerte de Gunnar por su sentido del honor, y la muerte de
Hal por el sentido del honor de alguien más. No quiero que mueras por la misma
razón. Prefiero tenerte a ti intacto que a tu honor.

―No estoy seguro si puedo quedarme físicamente intacto si no protejo también


a mi honor en este caso. Tengo que ir a ver a Fand y convencerla que nos ayude
a luchar contra Loki. El Ragnarok se acerca, amor. No es el tipo de cosa en la
que te sientas y miras con esperanza que alguien mas se encargue de todo.

Ella suelta un bufido incrédula, luego para de respirar. ―¿En serio? ¿Estás
hablando del fin del mundo?

―Esperemos que no lo sea, pero sí. Es lo que Loki quiere.

―¿A dónde irás?

―Al pantano de Morrigan. Después de eso, no estoy seguro. Pero regresaré aquí
a terminar este trabajo cuando pueda ―o puedes empacar y volar de regreso a
los Estados Unidos. Seguramente no sé cuál es más seguro.

―Esta bien. Decidiremos después.

Me despido de los aprendices y de sus padres, y les digo que sigan con el buen
trabajo, y paso un poco de tiempo con cada aprendiz.

Thandi se preocupa de que ella olvide todo cuando me vaya, porque encuentra
algo de qué preocuparse en toda situación. Su padre, Sonkwe, es tan paciente y
gentil con ella que creo que este es un comportamiento recién causado por la
partida de su madre. Ella verá su fuerza pronto.

Ozcar estará bien siempre y cuando sus padres lo estén. Él los va a revisar para
ver cómo están tomando mi partida, y ya que parecen despreocupados,
simplemente me dice que me cuide y que ellos harán lo mismo.

Tulla me pregunta si podrá aprender algo más acerca de las plantas mientras no
esté. Curar demonios está bien, pero ella está realmente fascinada por las flores y
los arboles y hacer crecer cosas.

―Claro, ―le digo―. Recuerda que pueden hablarle a Tasmania en cualquier


momento que quieran a través de su esfera ahí. ―Apunte a su amuleto alrededor
de su cuello―. Pregúntale al elemental por sus plantas favoritas y estoy seguro
de que aprenderás todo lo que has querido saber. ¿Sabías que aquí hay plantas
que comen insectos?

―¿En verdad?

―Rocío de sol seguro, tal vez muchas más. Pregúntale sobre ellas.

―¡Lo haré!

Mehdi, un chico solemne de Marruecos, me asegura que él y su padre rezaran


por mi regreso seguro. ―Trabajaremos duro mientras no esté, ―añade.

Amita escucha esto y asiente. ―Curaremos tantos demonios como podamos.


―Ella es el tipo de persona que trabaja sin descanso en una meta cuando se le
da. Será una campeona poderosa de Gaia cuando crezca.
A Luiz, mi amante de los animales, no le importa que me vaya. ―¿Qué? Está
bien. Adiós. ―dice, luego voltea la cabeza. ―Espere. No tenemos que parar de
curar demonios mientras no esté, ¿verdad?

―No, muchacho. Pueden seguir así.

―Bien. Amo esto. ―Me muestra una sonrisa con dientes separados antes de
regresar su atención al demonio que está sanando, y ya soy olvidado.

Mis despedidas con los aprendices terminan, Greta me sostiene por la cara,
ambas de sus manos en mi barba, e inclina su frente contra la mía. ―Regresas a
mí, Osito.

―Puedes estar segura de que ese el plan, amor. ―Realmente no quiero dejarla, o
a cualquiera de ellos. Esta tontería suena como el tipo de tonterías en las que
Siodhachan se sigue metiendo. Tal vez esta es la forma en la que será ahora,
siendo uno de los pocos Druidas que quedan en lugar de uno de muchos: Todo es
una emergencia. Le doy a Greta una especie de beso que dice que quiero retomar
donde lo dejamos, y prometo una buena carrera por el bosque cuando regrese.

Brighid está terminando cuando me reúno con ellos. ―Está bien, Andy, ―le
digo al heraldo―. Vámonos.

―Es Coriander, señor.

Le sonrió. ―Un nombre de cuatro silabas es impráctico en batalla, muchacho, y


en la mayoría de poesía también, si te importa lo que los bardos digan. Te voy a
dar dos sílabas hasta que me salves los huesos de los Fae. Tú eliges. Cory, Ian,
Andy, pedazo de mierda, no me importa. ¿Cuál será?

―Coriander, señor. ―Le lanza una mirada suplicante a Brighid, pero ella se
mira divertida, y se ríe de él.

―¿Qué tal Gilipollas? Aye, ese lo hará. ―Él no tiene una barrera contra mí
llamándolo por el nombre equivocado. Sé que me hace un estúpido cabrón, pero
él es mucho más presumido de lo que puedo soportar. Además, tengo que
obtener todas las rebanadas de entretenimiento que pueda de esta situación.
Estoy bastante seguro de que la Primera Ley de Owen está a punto de hacerse
cumplir.
Capítulo 3

Traducido por Alfacris

La semana pasada un vampiro explotó en mi bar en Varsovia. No


espontáneamente: desligué su no-muerto trasero porque vino a amenazarme y
explotó de manera espectacular. La gente gritó y entró en pánico. Uno de mis
clientes habituales pensó que era muy metálico, y a pesar de eso, se convirtió en
una de mis personas favoritas. Ahora le doy tragos gratis de Żubrówka (vodka)
con sus cervezas. Gran parte de los restos del vampiro aterrizaron en su budín y
arruinaron su bonita chaqueta de cuero, pero él simplemente tomó fotos de la
sangre para su Instagram.

Cómo Atticus y Owen están en Tasmania ayudando al elemental, estoy más o


menos sola —al menos durante el día— haciendo cumplir el tratado con los
vampiros. Específicamente, la parte donde dice que todos los vampiros deben
estar fuera de Polonia para cumplir la promesa que hizo Atticus a las Hermanas
de las Tres Auroras. Un vampiro más antiguo que Leif Helgarson con el nombre
de Kacper Glowa apareció en Cracovia y dijo que no se iba a ir y tampoco el
resto de los vampiros, por lo que está señalando con su nariz pálida y sin mocos
tanto a los druidas como a Leif.

No lo sé: ¿los vampiros tienen mocos? Leif finalmente admitió que ellos hacían
como algún tipo de caca —o, más exactamente, excretaban de la manera más
desagradable posible pero tal vez estoy dando por sentado demasiado sobre lo de
los mocos.

Leif me está ayudando con el problema y limpiamos un nido en Cracovia,


sacando a doce de esos mamones. Pero Glowa no estaba entre ellos, a pesar de
que era su propiedad. Leif piensa que si sacamos al viejo Kacper el resto se
pondrá en línea y abandonará el país. Todo lo que tenemos que hacer es
encontrarlo. Lo cual está resultando difícil porque no puedes detectar a los
muerto, y él es viejo, rico y muy, muy bueno para esconderse.

Así que estoy de vuelta en el trabajo en el Browar Szóstej Dzielnicy en Varsovia,


a pesar de que me dispararon en la incursión a los nidos de hace unos días,
porque esperamos que él intente perseguirme o al menos enviar a un súbdito que
podamos rastrear de vuelta a él.

¿Quién viene a visitarme en su lugar? Un miembro decididamente abatido de los


Tuatha Dé Danann, luciendo fuera de lugar con ropa de caza de cuero con un
arco atado a la espalda. Ella, se sienta en la barra al lado de mi metalero regular,
Maciej, atrayendo las miradas de casi todos, ya que parece salida de un festival
de disfraces del Renacimiento. Bueno, eso y que es una diosa pelirroja famosa
por sus apetitos sexuales. Ella proyecta más bien una onda irresistible y las
miradas son en su mayoría del tipo libertino y lujurioso.

Maciej está demasiado asustado como para sentir mucho más que sorpresa, sin
embargo. —¡Oh, hola!, —dice en polaco, y estoy segura de que Flidais no lo
habla. —Tienes tatuajes como los de Granuaile. O los que solía tener.

La palabra polaca para tatuajes es casi idéntica al inglés, y eso, combinado con
su señalamiento de sus tatuajes druídicos y luego mi brazo, es suficiente para
que Flidais los asocie.

—Sí, hola, mis tatuajes son como los de ella —dice en inglés, luego sus ojos se
vuelven hacia mí. —Hola, Granuaile. Quisieras, espera—¿qué pasó con tus
tatuajes?

No respondo en inglés porque no sería bueno que Maciej oyera. Utilizo irlandés
antiguo en su lugar. —Bienvenida, Flidais. Todavía los tengo. Están justo debajo
de una bonita capa mágica que las Hermanas de las Tres Auroras me dieron.
Recibí demasiados comentarios sobre ellos y eran una distracción.

—Ustedes dos podrían ser hermanas —dice Maciej, cambiando a su inglés


acentuado. —¿Son hermanas? Puedo ver enojarse a Flidais y pienso que tal vez
debería apaciguarla antes de que ella actúe según la violencia en su cabeza.

—¿Me disculpas un momento, Flidais? —Le digo. —Voy a explicarle quién


eres. Cambio a polaco para beneficio de Maciej y también para poder hablarle
francamente sobre el peligro mortal en el que se encuentra. Necesita saber que
Flidais no es mi hermana y que ella probablemente estropee a alguien, y no
quiero que esté en el extremo receptor. Espero que mi uso del idioma esté a la
altura de la tarea; ha mejorado mucho, pero no estoy segura de que sea sólido.

— Wyglądamy podobnie, ale nie jest moją siostrą. Ma na imię Flidais i jest
naprawdę niebezpieczna, mówię serio. Zobaczysz—potrafi naprawdę zepsuć
człowiekowi dzień, kiedy ktoś ją wkurzy. Nie chcę tylko, żebyś to był ty, dobra?

Maciej asiente pero pide aclaración. — Dobra. Więc mam z nią w ogóle nie
gadać?

Le confirmo eso, continuando en polaco: —Es más seguro si no dices nada.


Disfruta tu bebida—va por mi cuenta, ¿de acuerdo? Y deja que alguien más
cometa el error. Solo díle que es un honor conocerla —porque así es— y pídele
que perdone tu interrupción. Confía en mí.

Maciej asiente rápidamente, su largo cabello flota alrededor de su cabeza como


si estuviera rockeando en Trivium o HammerFall. Él confía en mí, y me gusta
pensar que no es solo porque a veces le doy alcohol gratis. Se vuelve hacia la
diosa irlandesa de la caza y habla lentamente en su mejor inglés. —Es un honor
conocerla, Flidais. Por favor perdone mi interrupción.

La expresión de Flidais se suaviza desde la hostilidad hasta el leve desdén. —


Aprecio tu cortesía, mortal.

—¿Mortal?

Niego con la cabeza a Maciej con vehemencia y él recibe el mensaje de que no


continúe con eso. Flidais ignora su pregunta, afortunadamente, y sólo habla
encima de él.

—Perdóneme mientras hablo con Granuaile por un momento.

—Por supuesto —dice Maciej. —Por favor.


Flidais le dedica una sonrisa brillante por su conformidad y yo también lo miro.
Él se sonroja un poco y luego observa cortésmente. Dejo escapar un suspiro de
alivio. Eso podría haber salido mal muy rápido para él.

—¿Qué puedo ofrecerte, Flidais? —Pregunto.

—Lo que sea que tengas más cercano a algo que Goibhniu hubiera preparado —
dice ella.

Casi le pregunto: —¿Chico o grande? pero me percato justo a tiempo. Es una


diosa irlandesa. Si le doy un vaso pequeño de cerveza, ella me hará daño. En su
lugar, simplemente asiento con la cabeza y le doy una verdadera jarra imperial
de mi cerveza local favorita, espesa de avena con notas de chocolate y un
inteligente toque de menta en su interior.

—Aquí está —le digo, y lo dejo sobre un posavasos. —Es genial verte. ¿A qué
debo el honor?

—Tengo un mensaje para ti de Brighid, pero eso puede esperar. Ésto no. —Ella
toma los 600cc de cerveza negra y se lo traga de una vez. Al final, tanto Maciej
como yo nos quedamos boquiabiertos. —Ahhhh, —dice Flidais, dejando caer el
vaso vacío sobre la barra, con un fino bigote de espuma en el labio superior. —
Eso fue sorprendentemente satisfactorio. Otra. —Ella contacta mis ojos verdes
con los de ella, y reconozco la expresión en el espejo de cada vez que siento que
podría matar algo.

Oh, mierda. Algo está pasando. Tomo su jarra, la coloco en el fregadero y le


traigo otra limpia, tirando otra pinta. Se la toma como la primera y exige una
tercera. Maciej Parece como si se estuviera enamorando un poco.

Si hubiera sido otra persona, le hubiera dicho que no. Hubiera tenido que decir
que no; un litro y cuarto de cerveza en dos minutos la iban a golpear bastante
pronto, y no es como si se tratara de una golosina estadounidense diluida y
producida en masa. Esa cerveza stout tiene un vigoroso 11.2 de graduación
alcohólica. Pero, como yo, Flidais puede curar el veneno del alcohol en
cualquier momento que lo desee. Por lo tanto, debe beber por un fin y ha
acudido a mí para ayudarla a lograrlo. Mi deber es claro. Pero las deidades ebrias
son bastante infamosas por el daño colateral. No quiero ver a Maciej —ni a
nadie realmente— lastimado por lo que sea que la preocupe. Y eso podría ser
casi cualquier cosa en estos días, con la agitación en los planos Fae.
Normalmente Flidais es un tipo de soldado incondicional, basado tanto en lo que
he visto como en lo que Atticus me ha contado. Ella es totalmente leal a Brighid,
incluso tomando el lado de Brighid contra su propia hija, Fand. Pero tiene
temperamento veleidoso y cualquier lectura de sus emociones que tome en un
instante puede ser nula e inválida al siguiente. Atticus dice que lo de Flidais es
que nunca se sabe si va a querer pelear o follar. A veces, son las dos cosas.
Simplemente hay que andar con cuidado, tener en cuenta sus modales y estar
preparado para cualquiera de los dos.

—Entonces, le digo mientras coloco la tercera pinta frente a ella y vuelvo a


cambiar el idioma a irlandés antiguo, para poder hablar frente a Maciej con total
privacidad. Si tuviera que adivinar, diría que las dos somos actualmente los
únicos hablantes de este idioma en toda Polonia. —Dímelo en la lengua antigua,
solo entre nosotros, los druidas. Eso, si estás de humor para compartirlo. ¿Qué te
preocupa?

Cuento nueve segundos de mirada penetrante antes de que Flidais responda. —


Te lo diré, aunque seas joven y no estés preparada: Hombres. Son. Mierda.

—¡Oh! Sí, dije, haciendo el gesto de comprensión a lo barman empático, que en


realidad no es lo mismo que un acuerdo, pero las personas que beben mucho
tienden a perder el matiz. De hecho, ya escuché eso antes.

—Por supuesto que sí. Flidais bebe su tercera pinta y exige otra con una voz
absolutamente sobria, y es en este punto que Maciej comienza a parecer un poco
asustado. Puedo ver que una parte de él quiere irse, pero su deseo de ver qué
pasa después lo mantiene firmemente plantado en su asiento.

Pinta cuatro. Flidais curva su mano alrededor de ella, se encorva un poco, y solo
ahora, parece, la mecerá y me contará qué pasó. Pero primero da un eructo que
es largo y robusto, apoyando y sosteniendo la nota del diafragma como un
cantante entrenado. Maciej casi se desmaya.

—Perun rompió conmigo —anuncia en inglés.

—¿Qué? —Estoy realmente aturdida. Perun estaba completamente enamorado


de ella—. ¿Cuándo pasó ésto?

—Hace un par de días en Escocia. Un hada robó su trueno y yo la destruí con


hierro frío, él se enojó, se convirtió en un águila, se fue volando y ahora está
hecho. Todo es culpa mía.

—No, —digo. Tengo tantas preguntas y puedo ver que Maciej también las tiene,
pero el trabajo número uno aquí es tranquilizar, y echo una mirada de
advertencia a mi cliente habitual. Si abre la boca ahora, no terminará bien para
él. —No puede ser tu culpa.

—Sí. Sí lo es. Porque. Ya sabes. Lo traicioné.

—Tú…lo hiciste?

—Yup. Uh-huh.

—¿Cómo hiciste eso?

—Bueno, el hada que robó su trueno, yo sabía que ella iba a hacer eso. ¡Y sabía
que él iba a recuperarlo! Porque soy una cazadora. Cazo mierda, ¿verdad?
Incluyendo hadas. Perfectamente seguro. Matarla —Flidais baja el puño tan
fuerte sobre la barra que la madera se astilla y Maciej se estremece— y él
recupera su trueno. Eso es exactamente lo que sucedió. Tenía un plan y ese plan
funcionó, en su mayoría. —Levanta el puño y mueve un dedo hacia mí— Pero
fíjate, no se lo conté a él primero.

—¡Oh!.

—¡Oh! está bien . No pedí su consentimiento. Lo utilicé. —Se vuelve hacia


Maciej y dirige la mirada hacia él, pasando de irlandés antiguo a español. —Por
lo general, a los hombres les gusta cuando los uso.

Maciej traga saliva y desliza sus ojos hacia mí como señal. Le doy un ajustado
asentimiento.

—Puedo... ver cómo lo harían, se las arregla para decir en español. Flidais se ríe,
sus ojos lo evalúan, y rápidamente me adelanto antes de que pueda llevarlo más
lejos, usando deliberadamente irlandés antiguo.

—Pero a Perun no le gustó, ¿verdad?

Eso atrae su atención hacia mí. —¡No! Dijo que la había pasado bien conmigo,
pero ahora el tiempo se había terminado. Levanta su mano izquierda en el aire y
sus dedos revolotean en él. —Voló de regreso a Rusia o a algún lugar eslavo, no
sé. Y sucedió tan rápido que ni siquiera entendí lo que había hecho mal. Todavía
estaba parada allí, pensando. Hice lo correcto porque esa hada había estado
violando los tratados con los escoceses, y fue solo el resultado es lo que
importa... pero se había ido. No tuve tiempo de procesarlo, de salir de mi
estúpida cabeza y mirar lo que había hecho desde su perspectiva. Yo no... ni
siquiera pude decir que lo sentía.

Su voz se contiene al final y puedo ver que se le llenan los ojos y me


impresionan tantos pensamientos al mismo tiempo: aquí hay una persona
realmente anciana con el corazón destrozado y rechazado y no es diferente del
desamor que sentiría alguien que nació hace veinte años; y, oh, cariño,
terminaste jodida, al menos lo sabes y de ahora en adelante serás una mejor
persona; y, oh, mierda, si digo algo incorrecto ahora, ella aniquilará mi trasero.
Probablemente no debería decir, por ejemplo, que, si Atticus alguna vez me
hubiera hecho algo así, lo más probable es que hiciera lo mismo que Perun. No
importa lo que diga, sin embargo, podría visitarme más tarde si se siente
avergonzada por haberse mostrado abierta a mí, y creo que Flidais
probablemente sea de ese tipo. Le había tomado casi dos litros de cerveza el
relajar el control que tenía sobre sí misma, y una vez que se había calmado, tal
vez no quisiera que hubiera ningún testigo vivo de su momento de
vulnerabilidad. Necesito sacar lo mejor de mí.

Me inclino sobre la barra, me acerco lo más que puedo sin tocarla, y digo: —Si
todavía quieres decirle que lo sientes mañana o dentro de cien años, vas a tener
esa oportunidad. Porque vas a estar rondando. Y tal vez cuando se lo digas te
perdonará y va a estar bien. Y si no hay perdón, entonces seguirá estando bien,
porque habrás hecho lo correcto: él se merece esa disculpa. Y, mientras tanto,
hay cerveza, sangre y las canciones de los bardos, un gran ancho mundo en el
que vivir y también todos los planos.

Flidais asiente, una lágrima escapa y corre por su mejilla, y ella levanta su vaso.
—Cerveza —dice, y retrocedo, horrorizada, mientras ella bebe esa cuarta pinta,
tambaleándose en su asiento mientras lo hace. He cometido un terrible error. Le
lanzo mi mano a Maciej y le susurro con urgencia en polaco para que corra.

—Vete, vete. ¡Corre! ¡Lo digo en serio!

Gracias a los dioses de todos los panteones que él confía en mí. Maciej se desliza
de su taburete y retrocede hasta la puerta, mirando atentamente a Flidais. Y a
medida que él se aleja y la diosa de la caza deja su vaso de forma inestable y se
cae, sus habilidades motoras se deterioran rápidamente, un timador se mueve
hacia la izquierda y le ofrece comprarle otra bebida. Incluso le pone una mano
en el hombro. Cada palabra que dice está en polaco, pero eso no importa. Su
tono es condescendiente. Él es claramente un depredador. Y por amar la poesía y
la aliteración y todas las formas en que las palabras pueden sonar deliciosas
cuando están enganchadas, sin pensarlo le he dado a Flidais el peor consejo
posible.

—Sangre, —dice ella y derrama rápidamente la suya, golpeándole la nariz con el


puño, un abrupto revés de izquierda como si estuviera señalando un giro a la
derecha en una bicicleta. Es casual, por lo que no lo mata, pero lo deja
inconsciente, sangrando en el piso y hay muchos testigos. Está bastante claro que
voy a ser despedida y posiblemente demandada por servir tanto alcohol a un
cliente tan rápido.

Flidais frunce el ceño al hombre tirado en el suelo. —Fue decepcionante, —dice


ella. —Esperaba un fogoso altercado.

—Si me perdonas, creo que deberíamos haber discutido tus objetivos un poco
antes. Esperaba no tener un altercado en absoluto. Voy a tener que cambiar el
letrero en la parte de atrás a DÍAS SIN ALTERCADOS: 0

Flidais me escucha, pero no le importa, porque los amigos del hombre se han
movido del lugar donde habían estado mirando para arrojarle algunos epítetos
polacos. No puede entenderlos, no estoy segura de entender la mitad de ellos,
pero puede leer sus posturas agresivas lo suficientemente bien. Ella sonríe, se
sienta y les hace señas para que avancen. Son tres, ninguno especialmente en
forma, y creo que al menos uno de ellos es consciente de ello. Pero dos se lanzan
hacia adelante, incapaces de resistir un buen aguijón, y mis gritos de súplicas de
que abandonen son ignorados. Flidais los detiene con una ráfaga de golpes
rápidos en la cara, y cuando levantan sus manos, ella retoma severamente sus
ingles con un poderoso puño a sus penes. Se desparraman como repollo en agua
hirviendo y para colapsar sobre su amigo inconsciente. El tercero decide
prudentemente conservar su paquete de procreación y pedalea hacia atrás en la
multitud del bar, que ahora está horrorizada y mirando fijamente.

—¿Flidais? Flidais. Hablemos en la parte de atrás, ¿está bien? Ven.


—Nop. Demasiado tarde. El gorila ha venido a poner de patitas en la calle a
Flidais, y ella cae sobre él aún más fuerte ya que él es bastante hábil y capaz de
pasar al menos un solo golpe a través de sus ebrias defensas.

—Bien, ahora realmente, hablemos. Tenemos que irnos antes de que la policía
llegue aquí.

—¿La policía moderna? ¿Los que tienen pistolas?

—Sí. Tus travesuras los atraerán seguramente.

—Muy bien. Ya terminé de beber.

Se tambalea a medias mientras levanto la tapa y la dejo pasar por la parte de


atrás. Maciej está en la puerta, mirando con los ojos muy abiertos a través del
cristal que está en el medio, y me da las gracias por haberlo salvado. Le doy un
saludo y sigo a Flidais al área de la cocina. La guío hacia la parte de atrás, donde
están los casilleros de los empleados y un cartel colgado en las paredes dice en
polaco: DÍAS DESDE UN ACCIDENTE EN EL LUGAR DE TRABAJO. Tiene
el número 173 debajo, pero deliberadamente lo cambio a 0.

—Medio año desde el último altercado, Flidais, y lo arruinaste.

—No eshtoy de acuerdo. —Flidais se balancea mientras coloca un pulgar sobre


su hombro. —Los hombres lo han arruinado.

—Tu discurso se está deteriorando. Por favor, ¿puedes curarte la intoxicación


por alcohol? Vamos a necesitar las cabezas claras para salir de ésto.

Flidais lanza un suspiro entrecortado, como un caballo impaciente. —Bubu…


bueno.

Piotr Skrobiszewski, el gerente del pub, irrumpe en la cocina en ese momento,


gritando en polaco. —¿Dónde está ella? ¿Dónde diablos está ella?

—Perdóname, —le digo a Flidais. Me lanzo rodeándola, encuentro al gerente y


barro sus piernas. Él sabe español, así que me abalanzo sobre él, le aprieto los
brazos y le grito en la cara: —¡Hola! ¡Me voy! Me estoy yendo en dos minutos.
La mujer que noqueó a tres hombres en el bar puede matar a cualquiera,
incluyéndolo a usted, sin pensarlo dos veces. Intento sacarla de aquí antes de que
alguien muera. Así que solo déjenos ir y todos verán la salida del sol, ¿de
acuerdo? Le di una palmada amistosa en la cara un par de veces. —Gracias por
dejarme trabajar aquí un tiempo, Piotr. Eres un buen tipo.

Me levanto rápidamente de mi atónito ex empleador y saludo con la mano a la


cocinera con la mandíbula floja mientras regreso a la diosa de la caza.

—¿Te sientes mejor?, —le pregunto mientras me muevo hacia mi casillero y giro
la combinación en mi candado.

—Sí. Un momento, —responde, con los ojos cerrados.

Los cerrojos hacen clic, abro la puerta, desabrocho mi báculo de la parte de atrás
de la taquilla y lo saco.

—Vámonos, por favor. Realmente no podemos quedarnos.

Gracias a los dioses de todos los panteones, ella me sigue por la puerta de atrás
hacia un callejón oscuro. Oímos las sirenas acercarse y conduzco a Flidais a Pole
Mokotowskie, el gran parque en el centro de Varsovia donde podremos encontrar
mucha privacidad y un árbol vinculado si es necesario. Se ríe cuando tocamos el
césped, sintiéndose segura otra vez con la tierra debajo de sus pies.

—Esa no fue una pelea justa —admite— pero de alguna manera me siento
mejor.

—Espero que tengas una excelente razón para haber venido a mi bar y hacer que
me despidan.

—¿Despedida? Tu renunciaste. Te oí.

—Tuve que renunciar por lo que hiciste.

—Oh. ¿Por qué estabas trabajando allí de todos modos?

—Por muchas razones. Para aprender polaco. Para hacer dinero. Para atraer a los
vampiros a fin de que pueda desligarlos.

—¿Vampiros?
—Eso es lo que dije, sí. Hicieron un tratado con nosotros y se suponía que ya
estarían fuera de Polonia. Pero se han negado a irse por culpa de un tal Kacper
Glowa.

—¿Él también es un vampiro?

—Sí.

—Deberías cazarlo y desligarlo.

—Concuerdo. Me encantaría hacer eso. Aunque no soy muy buena en el tema de


la caza, por eso estaba trabajando en el bar, con la esperanza de que él o alguno
de sus socios se mostraran. Uno de ellos había aparecido allí antes.

—Lo buscaré por ti. ¿Dónde fue visto por última vez?

—Nunca lo he visto, pero puedo llevarte a uno de sus nidos. ¿Puedo preguntar
qué te trajo a mi bar esta noche? ¿Algo sobre un mensaje de Brighid?

Flidais lo aleja. —Luego. Vamos a cazar un vampiro.

—Puede estar a muchas millas de distancia.

—Me vendría bien una buena caza.

Hay un álamo negro atado en el parque que usamos para cambiar a una colina
boscosa sobre Cracovia, y siento una sonrisa extenderse por mi rostro mientras
las dos correteamos a una de las casas de seguridad de Kacper Glowa. Había
cuatro de ellas dispersas alrededor de una cuadra, cada una con una escalera
oculta que conducía a un impresionante complejo subterráneo. No hay nada
aburrido en ser un Druida. El período de estudio es largo e intenso, pero la
recompensa es tremenda: más temprano estaba sirviendo cervezas y ahora estoy
cazando vampiros con una diosa.

Irrumpimos en la casa abandonada, pasamos las manchas de sangre hasta llegar


a la escalera y bajamos a la oscuridad. En la parte inferior encuentro un
interruptor de luz en la pared y lo acciono, satisfecha de ver que la electricidad
todavía funciona.
—¿Hubo doce de ellos aquí?, —pregunta Flidais.

—Sí. Thralls también, y espacio para más. Glowa es dueño de todo esto, pero no
estuvo aquí él mismo cuando lo atacamos.

—Muy bien. Necesitamos obtener su rastro de alguna manera. Veamos qué se


puede encontrar.

La sigo a través del complejo, moviéndome de habitación en habitación, algunas


de ellas plagadas de agujeros de bala o manchadas con sangre en las paredes.
Flidais gruñe periódicamente pero no dice nada mientras lo inspecciona todo.
Finalmente, deshace su arco y quita su carcaj, colocándolos con cuidado en el
suelo.

—Normalmente tengo mis propios sabuesos para ayudarme con esto —dice ella,
quitándose el chaleco— pero en este caso tendré que hacerlo yo misma.

Se queda desnuda y cambia a su forma de depredador, cuyo tatuaje es similar al


de Atticus, pero resulta ser una raza de sabueso que ya no existe. Los sabuesos
han cambiado bastante desde que Flidais estuvo por primera vez en manos de
Gaia; ella no está muy lejos de un lobo rojo, y si tuviera que conformarme con
una especie, así es como la llamaría, ya que su pelaje es algo leonado.

La cazadora toma otro circuito por el complejo, con la nariz hacia abajo y
olisquea a medida que avanza. Ella tiene que estornudar varias veces. Me
imagino que las polvorientas células de la piel de los muertos vivientes deben ser
irritantes para la nariz. Ciertamente no quiero cambiar a un jaguar para
descubrirlo.

Pasa un tiempo excesivamente largo en una habitación particular, que sirve como
biblioteca. Las estanterías de cerezo oscuro se alinean en las paredes, algunas de
ellas ahora salpicadas de sangre. Los sillones tapizados en cuero se agachan
junto a las mesas barnizadas. Solían tener lámparas vintage Tiffany en ellas, pero
ahora están hechas añicos en el piso, fragmentos de colores del pasado. Aprecio
el olor de la habitación con mis sentidos humanos no mejorados: tabaco de pipa
y papel viejo.

Reviso algunos de los títulos que tienen en las estanterías, y no pasa mucho
tiempo antes de que mi mandíbula se caiga. Tienen primeras ediciones de los
mejores de Polonia. Dudo en tocar el Chłopi de cuatro volúmenes de Władysław
Reymont, que ganó el Premio Nobel en 1924, pero no por mucho tiempo: no me
puedo resistir. Y una vez que cambio a la página de título del volumen uno y veo
que está firmado, mi cabeza flota con el tesoro y me invade la tentación de
robarlo. Una vieja melodía de Jane's Addiction comienza a reproducirse en mi
cabeza.

—¿Crees que alguien se daría cuenta si tomo ésto? —Pregunto, volteándome


hacia Flidais. Levanta la vista brevemente, asiente con la cabeza de su lobo lenta
y deliberadamente, luego sale trotando de la habitación, manteniendo el contacto
visual conmigo. Ella espera que yo la siga, y lo hago después de devolver el
libro a su estante, todo el camino hasta el lugar donde dejó su ropa.

Ella vuelve a ser humana, se lleva un dedo a los labios y sacude la cabeza para
asegurarse doblemente de que sepa que tengo que callarme. Asiento con la
cabeza y me siento en el pasillo mientras se viste, mirando nuestro rastro desde
la biblioteca. No habría ninguna razón para callar si alguien no estuviera aquí.
Nadie viene, sin embargo, y no escucho nada.

Flidais recoge su arco y carcaj y hace un gesto para que regresemos al piso de
arriba. Ella quiere que vaya primero, sin embargo; coloca una flecha en su arco y
retrocede lentamente las escaleras, mirando nuestra retaguardia. Eso me da un
escalofrío.

Salimos de las escaleras y digo, —Qué… —pero Flidais atraviesa su garganta


con su mano para cortarme.

—Todavía no, —susurra. La sigo afuera y ella nos lleva hasta la cuadra antes de
detenerse, arrodillarse y hablar en voz baja en irlandés antiguo.

—¿Qué tan bien buscaste en ese complejo?

—Pensamos que éramos minuciosos. Estoy seguro de que Leif también lo fue.

—¿Entonces buscaron en las habitaciones detrás de la biblioteca?

—¿Qué habitaciones?

—Hay pasajes detrás de las estanterías. Tremendo tráfico a través de allí y


aromas de vampiros que no coincidían con los aromas de los asesinados. Los
olores también son recientes.
—¿Estás diciendo que hay vampiros allí ahora? ¿Y podrían oírnos rechinando?

—Eso es lo que estoy diciendo. Especialmente si tienen algunos dispositivos de


vigilancia modernos instalados, que sospecho que puede ser el caso. Si
retrocedemos, podemos descubrir que han salido. O bien nos escucharán
acercarnos y se esconderán otra vez.

Entonces debe haber algún tipo de palanca de Scooby-Doo que abra un pasaje
secreto.

—¿Qué es Scooby-Doo?

—Un programa de televisión de larga duración que demostró a todos la terrible


idea de llevar un ascot. Los protagonistas resolvían misterios en casas antiguas
que con frecuencia tenían pasajes secretos detrás de estanterías, siempre
activadas moviendo un libro en particular o una pequeña chuchería o incluso una
antorcha en un aplique de pared. Tiene que haber un pasadizo.

—Podemos desligar la celulosa de la madera nada más.

—Entonces, ¿Es lo que estamos haciendo? ¿Vamos a bajar allí y matar a los
muertos vivientes?

—¿No es por eso que viajamos aquí?

—Bueno. Estoy lista para eso. Pero antes de irnos, realmente me gustaría
escuchar el mensaje de Brighid.

—¡Oh si! Casi lo olvido. El Ragnarok llegará pronto.

—¿Qué? ¿Cómo puedes olvidar algo así?

La diosa se encoge de hombros. —Porque no voy a estar involucrada en la pelea


primaria. Siodhachan y Eoghan participarán en la batalla principal, junto con
muchos otros. Pero hemos oído hablar del desarrollo de un disturbio del otro
lado del planeta, en una isla llamada Taiwan. ¿Estás familiarizada con eso?

—Sí.

—Aparentemente será el origen del segundo frente principal. Por lo tanto, tu y


yo tenemos la tarea de contener lo que emerja en el lugar de la pelea menor,
secundaria e inevitablemente inferior. Esto es para asegurarme de que no me
encontraré con Perun, ¿sabes?

—Esa puede ser, de hecho, la razón detrás de lo que están haciendo, pero puede
no ser ligero. Podría ser una endemoniada gran pelea. ¿Solo tú y yo contra quién
sabe qué?

—Bueno, alguien sabe qué, o al menos se supone que tiene una idea justa.
Vamos a ir a verlo primero. Me han dado instrucciones y contraseñas y una fruta
rara la Isla de Avalon de Manannan Mac Lir.

—¿A quién estamos yendo a ver?

—Un hombre llamado Sun Wukong.

—Mierda. Flidais, no estás bromeando conmigo ahora, ¿verdad?

—No bromeo. Es a quien se supone que debemos ver. ¿Por qué lo conoces?

—Solo por reputación. Sun Wukong es el nombre del Rey Mono.


Capítulo 4

Traducido por Alejandra122

Regresé a las colinas de arenisca de la Nación Navajo, rojo horneado y doradas


al sol, y encontré un lugar para esperar en lo alto, sobre los arroyos cortados por
las repentinas inundaciones. Construí un fuego humeante con ramas de creosota,
crucé mis piernas debajo de mí y comulgué con el elemental Colorado.

Esperé casi todo el día, mi piel cocinándose lentamente entre las rocas, y me
pregunté si no había estado perdiendo mi tiempo. Ya había hecho un par
llamadas antes de venir, pero no era como si no tuviera otros preparativos que
hacer. No podía permitirme esperar más allá del atardecer y tuve que curarme
varias veces las quemaduras solares.

Llegó a última hora de la tarde, la más calurosa del día, sus jeans y botas
tapizados de polvo rozaban la roca, traía una simple camiseta negra ajustada y un
sombrero vaquero descansando sobre su largo cabello negro.

—Hola, Señor Druida —dijo Coyote, tratando de mirar alrededor de mi cuerpo,


buscando algo. —¿Dónde está tu perro? Traje salchichas—. Levantó una bolsa
grasienta y me estremecí con pesar.

—Oh, va a estar muy enojado por perderse verte. Está en Oregón.

—Maldita sea. Mayormente vine para verlo.

—Muchas gracias.
—No actúes como si fuera una noticia. Él siempre ha sido tu mejor mitad.

—No discutiré contigo.

—Bueno, maldita sea de nuevo. Esa era la única otra razón para venir. Supongo
que ya no tengo por qué estar aquí.

—Coyote, por favor, dije mientras se daba la vuelta para irse. —¿Puedo pedirte
unos minutos? Podría llevar a una buena discusión. Incluso podrías ganarla.

Se detuvo, giró con un crujido bajo los tacones de sus botas, y me miró con los
labios fruncidos. Después de un largo silencio en el que me sostenía la mirada
como si fuera un concurso, finalmente respondió, —¿Sabes cómo convencerme,
no es así, Señor Druida? Sabes que no puedo resistir discutir con un hombre
blanco.

—Entonces probablemente disfrutarías Twitter. Pero no presionaría si no fuera


importante.

Coyote arrojó la bolsa y se sentó frente al fuego, mirando a través de las


enredaderas de humo. —De acuerdo entonces. Escúpelo.

—Necesito tu ayuda.

—No. Resopló y mostró una sonrisa. —Eso fue rápido.

—No soy solo yo, Coyote.

—Honestamente, Señor Druida, no me importa a quien estés representando aquí.


¿Por qué debería ayudarte en lugar de a mi propia gente?

—Porque hay un narcisista con un montón de seguidores que quiere convertir en


cenizas el mundo entero, tu parte incluida, sin más motivo que alimentar su
propio ego y obtener ganancias.

—Como un presidente estadounidense, entonces.

Me quedé boquiabierto por un segundo mientras trataba de hacer la conexión,


luego cerré mi boca. —Sí, algo como eso.
—Bueno, he visto hombres como ese antes, Señor Druida. He sobrevivido a
ellos, y mi gente ha sobrevivido a ellos también, y estoy bastante seguro de que
sobreviviremos a este nuevo. Y antes de que digas algo —dijo, apuntándome a
través del humo— Déjame recordarte que nunca levantaste un dedo para
ayudarnos a luchar contra todos esos presidentes. Y no solo a nosotros, sino a
todas las tribus. Y oye, seré un sudoroso saco de nueces si alguna vez has
ayudado con todos los colonos y soldados que hicieron su mejor esfuerzo para
acabar con nosotros, y ni hablar de los presidentes. No intentes decirnos que
estas en el mismo barco que nosotros. En ninguna forma hubiéramos podido
ayudarle a los Druidas en contra de la llegada de los cristianos. Pero pudieron
habernos ayudado y decidieron no hacerlo.

—Eso no es cierto. No pude ayudar. Me estaba escondiendo de Aenghus Óg y


tenía que limitar mi uso de la magia.

—Bueno, entiendo eso, Señor Druida, enserio lo hago. Entonces espero que
entiendas cuando digo que tenemos que limitar nuestras muertes por causas del
hombre blanco.

—Pero tú no mueres.

—Oh, yo muero, bien. Creí haberlo dejando en claro antes. El hecho de que
siempre regrese no significa que no muera. Mi gente muere también. Pero aun
aguantamos. Involucrarnos en esto de lo que estás hablando, no suena como la
mejor forma de seguirlo haciendo. Imagino que lo mejor que podemos hacer, ya
que todos se han olvidado de nosotros, es dejarlos pelear y luego disfrutar de la
paz posterior.

Me desinflé por un momento, derrotado.

—Bueno. Suena justo. No creo que sean dejados solos o que haya mucha paz
después si no logramos detenerlo, pero veo que ya has tenido tu buena porción
de luchadores que creen que el mundo es suyo para tomar. Eso es legítimo.

—Oh bueno, muchas gracias por validar mis sentimientos, Señor Druida.
Realmente esperaba que lo hicieras. Dormiré bien esta noche. Normalmente
tengo que tomar píldoras de melatonina como si fueran dulces, tú sabes, porque
ningún hombre blanco me ha dicho recientemente que estoy bien.

—Perdón. Obviamente eso no salió como esperaba. Intento estar de acuerdo


contigo. Pero si alguien puede tomar el mundo es este hombre. Estoy hablando
de Loki, del panteón Nórdico. Él va a traer una legión de no muertos, y un buen
número de gigantes de fuego y hielo, y quien sabe que otros aliados con él.
Puede ser que estés seguro por un tiempo en este lado del mundo, pero si no se le
detiene en el otro lado, para el momento que llegue aquí no habrá manera de
detenerlo. Negué con mi cabeza a la escala de lo que estaba por desatarse. Si
Loki no era detenido antes de que pudiera agarrar impulso, sería porque fallé en
detenerlo. Sería por haber sido detenido. —Esto empezará el día después de
mañana, probablemente, en algún lugar de Escandinavia. Si quieres ayudar, ahí
es donde hay que mostrarse.

—¿Qué tipo de ayuda piensas que puedo darte, Señor Druida? No soy un
poderoso guerrero que va a entrar ahí y dirigir a las tropas hacia la batalla o lo
que sea.

—Lo sé. No te levantarás y tocarás el cuerno de Helm Hammerhand. Quiero que


hagas algo para lo que estas especialmente calificado. Quiero que asesines a Hel.

—¿Qué? ¿Estás hablando de esa mujer mitad muerta que se apareció para
reclutarte aquí una vez y por la que Frank Chischilly convocó al Asesino de
Monstruos?.

—Es ella. Es la diosa Nórdica del inframundo, la hija de Loki. Y ella puede
levantar a los muertos. Así que una vez que empiecen a matar, podrán ir
añadiendo hombres a su armada, y puedes ver como eso se saldrá de control
rápidamente. Eliminar a Hel es la clave para mantener la pelea manejable,
aunque sea apenas.

—Si ella puede levantar a los muertos, ¿no podría levantarse a sí misma si la
mato?

—Bueno, no. Porque tiene que estar viva para hacerlo, y en este caso hipotético,
gracias a ti, estaría muerta. Ella aun reinaría el inframundo y tendría una
existencia ahí, pero, como Morrigan, ella sería una sombra de su antiguo ser. No
sería capaz de manifestarse en Migdard de nuevo a tiempo para hacer una
diferencia en el Ragnarok.

—Huh. ¿Va a estar pisoteando todos sus doce pies de altura y apestando como
un pollo crudo echado a perder?
—Puede ser, pero también podría estar disfrazada. ¿Puedes ver a través de esos
cierto?

Coyote sonrió. —Sí, sé una cosa o dos sobre disfraces, Señor Druida.

—Bueno, espero que lo consideres. Porque ella ha estado aquí antes y no se


olvidará de ustedes si llegan hasta este lado del mundo.

El tramposo olfateó, pregonó algo y escupió en el fuego. —Seguro. Lo


consideraré.

—Bien.

—Supongo que tienes otros lugares donde estar, otros hombres que ver.

—Los tengo.

—Incendios que apagar y esas cosas. No te preocupes de este. Me hare cargo.

Me levanté, sacudí tierra roja de mi trasero y le asentí a Coyote. —Gracias. Nos


estaremos viendo.

—Tal vez, Señor Druida. Pero probablemente no. Aun así, dale a tu perro mis
saludos.
Capítulo 5

Traducido por Brig20

Pantano no es realmente sinónimo de fangal, aunque es bastante húmedo y algo


así como una ciénaga. Sin embargo, su química es diferente, así que obtienes un
conjunto de diferentes plantas creciendo allí. En su mayoría, hierbas y algún
esporádico y ocasional árbol, cosas delgadas y frágiles. Podrías pensar que es
una llanura hermosa, hasta que pisas y el barro abraza tu pie como una pitón
hambrienta.

El pantano de Morrigan se ve bien, muy bien, hasta que Coriander y yo nos


alejamos del árbol vinculado mágicamente y vemos que tenemos que cruzarlo
para llegar a la estructura donde deben estar escondidos Fand y Manannan Mac
Lir. No sé cómo llamarlo: no es un castillo, ni una casa solariega, es más
parecido a una pesadilla de arquitectura gótica, como si Morrigan hubiera
encontrado a un albañil vagando en una bruma de opio y dijera: —Hazlo todo
premonitorio y siniestro, tal vez con un toque de loco farfullando babeante y una
nube de mierda de murciélago. Formas oscuras y retorciéndose en algunas áreas,
partes puntiagudas en otras, y a veces el negro brilla profundamente, y a veces se
queda plano como café viejo listo para crecerle una capa de moho en la parte
superior. El cielo gris no ayuda a animarlo. Tampoco los cuervos graznando.

Solo yo tengo que vadear el pantano. Coriander flota sobre él, y lo hace un
poquito delante de mí para que pueda ver lo fácil que es para él. Le murmuro
maldiciones y él sonríe, disfrutándolo.
A mitad de camino, con las piernas pegajosas y todas cubiertas de limo, veo a
algunos muchachos erguidos con el cabello salvaje acercándose en la distancia.
Un poco más cerca y veo que no son muchachos. Tienen espadas y ojos muertos.
Corteza en lugar de piel. Un conjunto móvil de raíces en lugar de pies,
empujándolos a través del pantano como si fueran zancos. Hombres tejo.

Me puse los nudillos de bronce que Creidhne me dio, completamente cargados


de energía. Ellos me dejan romper la piedra; debería funcionar bien en una
madera dura. Es decir, si puedo acercarme lo suficiente para golpearlos sin ser
cortado en chuletas. Los hombres tejo de Morrigan no son engañados por el
camuflaje, y no voy a ser terriblemente rápido en un pantano.

—Ve, atácalos gilipollas, le digo al Heraldo Extraordinario.

—No puedo hacer más que abordarlos, señor. Soy incapaz de instigar la
violencia.

—Date un poco de crédito, muchacho. Solo ve a hablar con ellos y apuesto a que
intentan matarte.

El Heraldo Extraordinario me pone los ojos en blanco y suspira como un


fantasma exprimiendo un pedo vengativo, pero flota hacia los hombres tejo sin
miedo. Una vez que los alcanza y comienza a hablar, lo tratan como un obstáculo
en el paisaje; es decir, no se involucran, simplemente lo rodean. Coriander flota
hacia atrás, se planta frente a uno u otro, pero ellos conocen el puntaje. Sólo
pacientemente lo flanquean y sigue avanzando hacia el objetivo. Yo.

—¡Eso no está funcionando, maldita sea! le grito. —Vuelve aquí, Gilipollas.


¡Tengo una mejor idea!

Él vuelve corriendo hacia mí, frunciendo el ceño con desaprobación, y los


hombres tejo siguen llegando a su paso mesurado. —Realmente debo protestar
por su lenguaje abusivo, señor—

—Lo sé, soy un verdadero bastardo. Pero como dije, sálvame el culo y me
tomaré la molestia de usar cuatro sílabas. Quiero que flotes justo en frente de mí,
¿entendido? Solo un poco a la izquierda, porque parece que son diestros. Vamos
a dejar que tomen la delantera y voy a contraatacar. Acelera conmigo ahora,
estamos flanqueando a su izquierda, haz que se ajusten... sí.

Me muevo hacia la derecha y los hombres tejo tienen que responder. No hay
forma de que pueda permitir que me rodeen; no tengo una defensa contra las
espadas provenientes de todas direcciones. Si me muevo, golpeo y me muevo de
nuevo, podré sobrevivir y escapar de ellos una vez que haya pasado.
Simplemente cambiaría a una cometa y volaría sobre ellos si no fuera porque
tres de ellos tienen arcos, esperando precisamente eso. Tendré que asegurarme de
que el heraldo me cubra el culo si logro pasar la falange de allí.

Durante unos seis segundos, creo que tal vez los superaré. Y luego encuentran
velocidad en alguna parte, o simplemente no tienen problemas con el musgo
como yo, y toman un buen ángulo. Van a tratar de atacarme.

El líder lanza una de sus largas ramas en forma de brazo frente a mí, muy cerca
del suelo, y es una buena estratagema: hacerme caer en este lodo y
probablemente no me podre levantar otra vez. Pero lo veo venir y espero un
poquito, dejando que Coriander flote en él lugar primero, y esas barreras
cinéticas hacen el truco. La rama rebota en ellas y aleja al hombre tejo. Pero
reducir mi velocidad así tiene su costo.

El segundo hombre tejo empuja su rama alrededor de la parte posterior de


Coriander, y me agacho justo a tiempo. Asesta un doloroso latigazo en mis
omoplatos y maldigo al hada por ser un escudo incompetente.

—¿Sabes qué tan enojada estará Brighid si me dejas morir? Digo, tratando de
mantener mi velocidad.

—Es difícil de cuantificar, señor. Levemente irritada por los inconvenientes a


corto plazo, seguro. Pero la vida es larga, y su ira, como sus fuegos, tiende a
desaparecer después de un tiempo.

Esa respuesta me da cinco grados más o menos de escalofríos. Realmente podría


dejar que los hombres tejo me atraparan y se encogería de hombros. No es que
los hombres tejo no tengan la reputación de ser malditos excelentes asesinos; no
tendría problemas para sugerir que eran más que competencia para nosotros dos.

Sin embargo, mientras habla, dos de los hombres tejo hacen contacto incidental
con Coriander cuando tratan de alcanzarme, y ambos son expelidos como si un
huracán los hubiese desarraigado.

El que me cortó un pedazo volverá a intentarlo, pero estoy mirando al bastardo y


esperando. Dejare que Coriander se ocupe de los muchachos que están afuera
tratando de hacerme tropezar; puedo manejar a este que espera lograr un alcance
mortal.

Ese grueso brazo que se ramifica con sus dedos afilados se desprende de nuevo y
me detengo, dejándolo pasar frente a mí. Una garra me araña el pecho y un rayo
de flechas de los arqueros pasa frente a donde iba a estar, dos de ellos volando y
rebotando en Coriander. Agarro la muñeca de madera del hombre tejo con la
mano derecha y luego golpeo directamente a través de la rama con los nudillos
hacia la izquierda, las astillas me arrancan el brazo. Los hombres tejo son
silenciosos, pero puedo decir que siente dolor. Él detiene la persecución y
recupero la velocidad otra vez, llevándome su mano conmigo. Un hombre tejo
más es denegado en su intento de hacerme tropezar y ha salido de la
persecución, dejando uno que no hemos superado aún más los arqueros, y ahora
tengo cuidado de poner a Coriander entre nosotros.

Este muchacho quiere golpearme con su espada. Su brazo derecho se alarga


visiblemente cuando hace coincidir velocidades con nosotros, su brazo se
arrastra hacia atrás, su plan es fácil de ver.

—Mira esa mierda, le digo. —Va a azotar eso por allá.

—Estoy enterado, señor, responde el heraldo, con una actitud serena y tranquila
mientras flota sobre el pantano y yo agito las piernas.

Es una estrategia astuta elegida por el hombre tejo. Para contrarrestarlo,


Coriander tendrá que detenerse, y eso hará dos cosas: permitir que los
muchachos que hemos pasado nos alcancen un poco, y dejarme expuesto a una
volea de los arqueros si no me detengo a tiempo. Echo un vistazo a los arqueros
y veo que están listos y esperando a que vuelva a quedar al descubierto. Malditos
infiernos.
El brazo de este hombre tejo no es duro y leñoso como el otro; es flexible y tiene
la intención de doblarse en lugar de chasquear, por lo que incluso cuando se
encuentre con las protecciones de Coriander, ese brazo y espada seguirán
moviéndose a mi alrededor.

Cojones.

La rama se mueve hacia atrás y hacia atrás, construyendo toda la tensión posible
con la espada apretada en el extremo, y luego se libera y Coriander se detiene
para alcanzarla. Estoy inmediatamente expuesto y los arqueros dejan volar las
flechas. Nada que hacer: me hundo de cabeza en el pantano, estirándome y listo
para el aguijón del agua sucia en mis heridas. Las flechas pasan sobre mi cabeza
y también lo hace el rizo de la espada, pero todo mi impulso se ha ido y estoy
cubierto de lodo y es posible que haya aplastado a una rana desafortunada.

El brazo del hombre tejo se aleja y puedo ver a los arqueros recargando. Una
mirada sobre mi hombro confirma que los otros están tratando de recuperar ese
terreno perdido.

—Vamos, Coriander, mientras que todavía mi culo está pegado —le digo—
dándole las cuatro sílabas que quería. Salgo del lodo chupador y me tambaleo
hacia delante, tratando de aumentar la velocidad otra vez. Coriander me oculta
de la siguiente andanada de flechas y luego pasamos, moviéndonos demasiado
rápido para que los hombres tejo nos alcancen. No es que dejen de intentarlo.
Solo tenemos que seguir y esperar que no nos encontremos con una trampa
explosiva por delante.

Una niebla rueda desde el horror gótico de Morrigan mostrando una casa, y
puedo decir que por su comportamiento que no es natural, ni es una mera
atadura: es la Capa de Niebla de Manannan, lo que significa que estoy a punto de
perderme en la niebla poco antes de ser golpeado y convertido en carne de
guisado. Le grito mientras me envuelve.

—¡Estoy aquí para hablar, maldición, no para luchar! ¡Estoy aquí con un
heraldo! ¡Quita la niebla, Manannan, y derramemos un poco de whisky en lugar
de sangre!

La niebla se detiene, luego se retira como si fuera absorbida por un desagüe, y


cuando se va, hay un hombre de largas barbas con túnica blanca, ojos azules
fríos.

Manannan parece cansado. Envejecido también; hay algo de gris en su barba,


creo, que no estaba allí antes. Creo que esos cerdos mágicos que restauran la
juventud todavía están en Tír na nÓg. O tal vez su disposición no es adecuada
para ser un rebelde. O tal vez es mi imaginación y es la atmósfera lúgubre del
pantano lo que lo hace parecer tan cansado y masticado.

—¿Podemos hablar, Manannan? He venido con este muchacho Coriander, quien


se supone que es bien conocido, y traigo una oferta del Primero entre los Fae.

Una sola ceja se tuerce ante la noticia. —¿Una oferta? ¿O los términos de
rendición?

—Definitivamente una oferta. No hay rendición involucrada, para ti o para


Fand.

Los ojos de Manannan se desplazan detrás de mi hombro y él levanta una mano


para detener a los hombres tejo. —Deténganse. Mi última orden se anula.

Me giro y veo a los hombres tejo allí, cercándome por detrás. Se detienen a una
distancia segura, y Manannan los despide.

—Nuestra selección de whiskies puede no ser tan rara como la última vez que
cenamos, me dice, —pero eres bienvenido en nuestra mesa, Eoghan Ó Cinnéide,
y tú también, Coriander. Escucharemos esta oferta.

—Eso es muy amable de tu parte, Manannan. Nos acercamos y veo que no es mi


imaginación: el rostro del dios del mar parece que alguien lo arrugó y luego trató
de estirarlo y aplanarlo otra vez, líneas de estrés por todas partes. Hizo una
difícil elección cuando Fand se rebeló, y si hubiera elegido el lado de Brighid
sobre el de su esposa, no creo que se vería diferente. Él sería miserable sin
importar, y creo que puedo sentir empatía. ¿O es simpatizar? Me temo que odio
el inglés. Pero cualquiera que sea la palabra correcta, veo una pizca de su
problema. Estoy atrapado entre Greta y Siodhachan y espero no tener que elegir
entre los dos. Afortunadamente están simplemente distanciados y no intentan
activamente destruirse el uno al otro.
Lo que me recuerda: le debo algo de amabilidad al heraldo, y le pago mientras
caminamos. —Coriander, muchacho, fue muy amable lo que hiciste allí al salvar
mí culo. Gracias por mantenerme vivo hasta este punto. Sé que puedo ser un
gritón gilipollas enojado y—bueno, solo quería que supieras que no soy así todo
el tiempo.

El heraldo levanta una esquina de su boca. —¿En efecto? ¿Y por cuánto tiempo,
señor, esperaré que sea... tan amable y gentil?

Honestamente, este medio minuto podría ser. Disfrútalo mientras puedas. Greta,
—mi novia— dice que podría necesitar años de terapia.

—Ella suena como una compañera sabia y cariñosa, si se me permite decirlo.

—Lo es, y si te permito decirlo. Manannan no tiene nada que agregar. Mantiene
la cabeza gacha y no da ninguna indicación de que desee hablar o que le hablen.
Nos arrastramos en silencio casi todo el camino hasta el laberinto de pesadilla o
el nido de Morrigan o lo que sea como ella solía llamarlo. Sin embargo, hablo
antes de entrar, una vez que el suelo se reafirma y se seca un poquito.

—Perdóname por preguntar, Manannan, pero ¿estás bien? Te he visto mejor.

Se detiene, considera, luego levanta la vista cuando tiene una respuesta. —Estoy
bien físicamente. Pero, en esencia, he estado confinado a este plano desde hace
un tiempo y echo de menos el océano. Extraño la sensación de armonía que una
vez sentí. Ambos eran más importantes para mi felicidad de lo que me di cuenta.

—Lo suficientemente justo. Espero que la oferta te permita encontrar esa


armonía otra vez.

—Esperemos que así sea. Por favor, ingresen y sean bienvenidos.

En los círculos de Fae, esa es una garantía de seguridad tan clara como uno
puede esperar. Paso por el umbral y veo una habitación cubierta de huesos. No el
piso, sino las cuatro paredes más el techo. Son un montón de restos de personas
muertas, labradas, bruñidas y encajadas unas junto a otras, desencadenadas por
el ocasional cráneo que sonríe sin aliento desde el otro lado del velo.

—Bueno —le digo— es una vista audaz, y eso no es mentira. Definitivamente


una declaración. Tal vez no sea una declaración de real bienvenida, pero es una
declaración.

—Disculpen la decoración, dice Manannan. —Morrigan tenía gustos inusuales,


y no hemos tenido tiempo para remodelar.

Él nos lleva a través de la habitación contigua, que contiene un estanque claro y


estrecho alimentado por tres cascadas que gorgotean. Hay un coro de voces
misteriosas que cantan en clave menor, y es lo opuesto a relajarse. Estoy a punto
de preguntar qué nueva mierda es esta cuando Manannan ofrece una explicación.

—Morrigan utilizaba esta piscina para limpiar la sangre de su cuerpo después de


que ella regresaba de sus ejecuciones. No sabemos de dónde viene el canto, y
nuestros esfuerzos para detenerlo no han tenido éxito hasta ahora.

—Ah. Muy práctico en ella, le digo. —Esto es pensar en el futuro. Ahora que lo
veo, no puedo entender por qué más hogares no tienen una habitación como esta.

Coriander resopla suavemente y Manannan gruñe, disfrutando el seco


comentario. —Refrescantes baños de sangre, atormentados por las voces de las
personas que has matado. Cuartos de sangre en lugar de cuartos de barro. Sí.
Pronto estarán en las casas suburbanas de los mortales en todas partes.

—Probablemente podría tomar un baño, para ser honesto. Soy un desastre,


llevando la mitad del pantano en mi parte frontal.

Manannan señala hacia la piscina. —Por supuesto. Traeré ropa para ti.

Me desvío y me meto y es una piscina genial, pero no fría. Sería refrescante si no


fuera por los gritos embrujados que lloraban por la habitación. Hago todo lo
posible por lavar las heridas que he recogido y usar la energía en mis nudillos
para sanar. Aparte de eso, no me detengo, porque es un poco espeluznante, y
algunos Fae me traen una toalla y algo de ropa fresca de inmediato.
La habitación contigua es larga, más bien como las dimensiones de una sala de
hidromiel, llena de cascos montados en la pared, organizados de los más
antiguos a los más nuevos. Sería una gran historia de armadura, supongo, apta
para cualquier museo, excepto que los cascos todavía tenían cráneos dentro de
ellos.

—Trofeos, dice Manannan. —Hombres que se atrevieron a insultarla a lo largo


de los siglos.

Los cascos cedieron lugar a los sombreros cuando desaparecieron las guerras en
Europa, aunque sí vi un casco de moto y algunas gorras de béisbol al final,
además de un par de sombreros de fieltro.

Después de eso, es la primera habitación genuinamente agradable que he visto.


Hay dos sillas tapizadas de rojo frente a un hogar de piedra, una alfombra de
lana extendida para proteger los pies del frío suelo y pinturas con marcos
dorados en las paredes —libres de huesos— iluminadas por velas apoyadas en
apliques. Claro, las pinturas son todas de campos de batalla y cuentan con
cuervos que se deleitan con los ojos fijos de los asesinados, pero están
magistralmente hechos.

Nuestra recepción por parte de la rebelde Reina de las Hadas espera más allá, en
un comedor que es de buen tamaño, pero de ninguna manera grande, ya que
Morrigan nunca esperó jugar a la anfitriona con más de unos pocos.

Fand, en contraste con Manannan, se está volviendo resplandeciente. Ella está


envuelta en adornos frívolos y extravagantes y cosas por el estilo e irradia salud
y poder. Tal vez está haciendo yoga o consume un superalimento en el desayuno.
Greta dice que la ciencia produce soluciones milagrosas para retardar el
envejecimiento todas las semanas, tantas que podrías pasar toda tu vida
prolongada probándolas todas. Pero la col rizada es peor que las bolas de un
hombre viejo —dice ella— aunque no sé con certeza qué es la col rizada, o por
qué la odia tanto, o incluso cuando las bolas de un hombre viejo se convirtieron
en un súper alimento. Toda esa conversación me confundió y la dejé pasar, como
muchas de las tonterías que esta era moderna me arroja. Tal vez Fand ha estado
comiendo col rizada o algo más para verse tan bien. Lo más probable es que esté
simplemente encantada, pero si miro en el espectro mágico, ella lo sabrá y se
sentirá insultada. Es mejor simplemente aceptar su magnificencia a su valor
nominal.

—Bienvenido, Coriander, dice, su voz cálida y dulce como la miel en verano.


Pero cuando se vuelve hacia mí, su voz es peluda con escarcha. —Hola,
Carcelero.

¡Ah! Ella no se ha olvidado de eso. Le doy una leve inclinación de cabeza,


menos de la debida, y fuerzo una sonrisa amistosa. —Fand. Te agradezco que me
hayas visto.

No ofrece ninguna respuesta a esto, sino que agita la mano en dirección a la


mesa de descanso, con un par de tablas de quesos y algunas botellas de whisky y
vino. La habitación no tiene nada de lujos: sillas de madera simples, luz del sol
entrando por ventanas altas que proporcionan luz débil en lugar de velas, tapices
o esculturas o motivos de conchas de mar como los que vi en su hogar en Tír na
nÓg. Paredes y pisos de piedra, sin alfombras. Es una estética diferente a la de
Manannan, seguro. Minimalista, creo que se llama. O miserable, creo que las
palabras pueden estar relacionadas. Solo Fand y Coriander destacan en esta
penumbra.

Nos sentamos y Manannan me sirve un poco de whisky envejecido en fuertes


barriles de cerveza. Es un buen popurrí de sabores y siento que me suaviza los
huesos casi de inmediato. Manannan se sirve un vaso y dice: —Salud, pero Fand
va por el vino, y Coriander sigue su ejemplo. Me pregunto si hay algo—allí de:
¿es simplemente su preferencia, o hay algún mensaje allí? ¿Está siendo
diplomático o está tratando de decirle a Fand que sus simpatías recaen sobre
ella? Mis habilidades con los matices a menudo se limitan a solo ser lo
suficientemente consciente de su existencia como para saber que probablemente
me estoy perdiendo de ellas.
Sangrientos matices.

Fand le pregunta a Coriander cómo le está yendo a los Fae en Tír na nÓg y le
pide que le transmita su más sincero respeto. Él acepta, y un silencio incómodo
cae hasta que Manannan pregunta por mí grupo de aprendices.

—Ah, son grandiosos. Aprendices rápidos y corazones puros. Van a servir bien a
Gaia. De repente recordé que tenía un rompehielos a mi disposición que aún no
había fallado. —Hablando de aprendices, ¿alguna vez les conté la historia
totalmente verdadera sobre Siodhachan, la falda romana y la cabra?

Fand se frunce el ceño ante la mención de su nombre, pero un minuto después


está resoplando en su copa de vino y las carcajadas rebotan en las paredes.
Manannan echó la cabeza hacia atrás para rugir con tanta fuerza que se
desplomó en su silla y cayó al suelo. La cara de Coriander se vuelve del color de
un tomate mientras ríe roncamente e intenta recuperar el aliento. Esa historia me
ha hecho ganar más gente que cualquier botella, aunque los espíritus sin duda
ayudan a relajarlos. Todos están de mejor humor, cuando les trasmito la oferta de
Brighid.

—Irlanda está en riesgo debido a este negocio de Ragnarok. Se dice que llegará
dentro de unos días.

Fand asiente. No estoy sorprendiéndola con nada.

—No soy de los que me gustan las palabras, así que lo diré sin rodeos: Brighid
quiere tu ayuda y luego les daría la bienvenida a casa. Lucha en Ragnarok. Salva
algunas vidas para compensar las que tomaste. Restaura el equilibrio, gana honor
y renombre de la forma en que los Tuatha Dé Danann están acostumbrados, en el
campo de batalla, y sean bienvenidos en Tír na nÓg nuevamente.

—¿Bajo su mandato? ¿El Trono de Hierro?

—Sí.

—Absolutamente no.

Capté un destello de decepción en la cara de Manannan. Le gustaría tomar el


trato, sin duda. Entonces, es a Fand a quien necesito convencer.

—Permíteme pedir una aclaración sobre una cosa: ¿Te opones más a la regla de
Brighid o que ella lo hace desde el Trono de Hierro?

—¡El trono, por supuesto!, Ella escupe, y la sorpresa en mi rostro debe haberla
animado a explicar en tonos más uniformes. —Ese hierro en la cara todos los
días es lo que la hace insufrible. Es a la vez una amenaza y un insulto. Sabemos
que ella domina el hierro y es poco probable que lo olvidemos; no hay necesidad
de aterrorizar a los Fae con esto en la Corte cada segundo.

Me dirijo a Coriander, el Heraldo Extraordinario de Brighid, para ver si está de


acuerdo con esta evaluación. Él hace una mueca de dolor y chupa los dientes y
no tengo idea si está de acuerdo o qué.

—Sé claro, muchacho, ¡no te arrugues la cara como un ano rojo e hinchado!

Él se estremece y dice: —Si estuviéramos en privado, estaría de acuerdo con la


evaluación de Fand.

—No lo voy a decir. Solo necesito saber la verdad de las cosas, ya que
obviamente estuve ausente, así que gracias. Me volteo hacia Fand. —No tenía
idea de qué Brighid se sentaba en un tema tan espinoso. ¿Le has comunicado
esto antes?

—Lo hemos hecho, en muchas ocasiones. Ella se rehúsa a siquiera considerar


desecharlo.

—¿Y cuándo fue la última vez?

Fand se remite a Coriander para responder eso.

—Creo que fue en la década de 1960, según los cálculos humanos, cuando los
Fae se molestaron por la existencia de una banda mortal llamada Mariposas de
Hierro y renovaron su súplica para librar a la Corte del flagelo del hierro.

—¿Los Fae se enojaron por el nombre de una banda? No importa, por supuesto
que sí; una mejor pregunta es ¿por qué crees que sesenta años o más califica
como reciente? Mucho ha cambiado desde entonces. Especialmente ahora
mismo. Puede que tengas algo de influencia que antes no tenías. Así que
permítanme plantear un escenario hipotético, Fand: Si puedo lograr que Brighid
acepte abandonar el Trono de Hierro, ¿lucharán ustedes en Ragnarok y luego
volverán a casa para vivir en paz? Ella todavía sería la Primera entre los Fae,
obviamente, pero también habrías ganado algo para ellos, ¿no? Y todo sería
perdonado. Manannan volvería a tener su océano. Le hago un gesto al
abandonado dios del mar, y Fand lo mira, viendo cuán desesperadamente infeliz
es. Continúo: —Ustedes no estarían atrapados en este pantano rodeado de huesos
y paredes de piedra fría. Suena como la cosa más cercana a la armonía que vas a
obtener.

—Hmm. ¿Qué dices, esposo? Pregunta Fand.

—Yo digo que es un camino de regreso, responde. —Y creo que tanto el precio
como la recompensa son justos.

Fand se inclina hacia delante, selecciona un cubo de queso cheddar irlandés y se


lo mete con gracia en la boca. Mastica mientras lo piensa, demostrando que de
hecho es posible comer queso maravillosamente. Estoy pensando que Hermosos
Comedores de Queso es un nombre de banda mucho mejor que Mariposas de
Hierro y cuando Fand me da una respuesta. —No estoy tan segura del precio.
Ella se deshace de algunos muebles y, a cambio, obtiene un ejército. Aun así, es,
como dices, Manannan, un camino de regreso. Muy bien, Eoghan. Hablando
solo por mí y por el anfitrión Fae: Si—y solo si— Brighid acepta eliminar el
Trono de Hierro de la Corte, lucharemos en Ragnarok por Irlanda y luego
regresaremos a Tír na nÓg, nuestra rebelión será perdonada, nuestras posesiones
regresaran y acordamos que Brighid es la primera entre los Fae, para vivir en
armonía nuevamente.

—Muy bien. ¿Manannan? Pregunto.

—Sí, dice. Yo también estoy de acuerdo con esto.

—Coriander, ¿eres testigo de esto?

—Sí.
—Bueno, entonces. Si me disculpan, tengo más conversaciones por hacer.
Espero tener una respuesta para ustedes pronto.

Tengo muchas esperanzas, de hecho, cuando me voy de ese pantano. Tantos que
creo que tal vez esto califique como un ejemplo de la Segunda Ley de Owen: A
veces, puedes limpiar la mierda.
Capítulo 6

Traducido por Azhreik

Estoy tan llena de adrenalina para cuando regresamos a casa de Kacper Glowa
que las manos me tiemblan mientras entramos. Cambié a Flagstaff brevemente
para recoger las estacas especiales que Creidhne nos había dado para utilizar en
Roma, donde apenas romper la piel en cualquier lugar desvincularía el vampiro
en cuestión. Se las hemos dado todas a Owen para que las resguarde y para
ayudar a que los hombres lobos se defiendan contra cualquier vampiro que
pudiera aparecer en el sitio donde viven los aprendices de Druidas. Owen y sus
aprendices no estaban allí, así que fue fácil entrar a hurtadillas, tomar un par de
estacas y escabullirse de nuevo. Ahora tengo una en mi mano izquierda mientras
desciendo en el bunker de vampiros, y Flidais tiene otra; yo cargo mi cayado,
Scáthmhaide, en la mano derecha y Flidais carga su arco. Ambas nos volvemos
invisibles por acuerdo previo al entrar en el bunker en sí y nos detenemos a
escuchar. Nada.

Avanzamos lentamente hasta la biblioteca en silencio y la encontramos igual que


cuando la dejamos. Tengo la tarea de encontrar la palanca Scooby-Doo en el
estante de libros, y solo tardo momentos porque es dolorosamente obvia: Jalo la
traducción polaca de Drácula de Bram Stoker y un clic y deslizar aparta el
estante a un lado. Estamos enfrente de un pasillo cubierto de paneles de madera
y un piso cubierto con una alfombra esponjosa color borgoña. Ninguna de las
dos se mueve; esperamos.
—¿Hola? —grita una voz tras unos momentos, y luego se repite con una nota de
impaciencia—. ¿Hola?

Permanecemos en el sitio. Abrir la puerta fue nuestro movimiento; el siguiente


es de ellos.

Un claro suspiro de frustración nos llega a los oídos y luego algunas maldiciones
masculladas cuando el guardia o recepcionista que no está a la vista viene a
investigar. Es un hombre con bigote que tiene porte de luchador, pero no está
preparado para una emboscada invisible. Flidais lanza una estaca a su garganta y
él gorgotea una vez antes de caer de rodillas, apretando la estaca mientras la
sangre se acumula alrededor de su circunferencia. Él permanece sólido mientras
muere; un humano esclavizado, entonces, y no un vampiro. Imaginé que habría
uno o más custodiando el lugar, y es difícil conjurar simpatía por ellos ya que no
serían esclavos si no desearan hacer presas a otros humanos.

Esperamos otros momentos más y entonces Flidais sisea bajito para que la siga.
No puedo verla, pero una vez que estoy en el pasillo veo un escritorio con
monitores detrás a la izquierda. Es la estación de seguridad del esclavo. Voy en
esa dirección y me topo con Flidais por accidente.

—Soy pésima en esto —me murmura en antiguo irlandés—. ¿Cómo


procedemos?

Me agacho alrededor del escritorio y miro los montones de monitores y teclados


y demás. Todo está etiquetado en polaco.

—Un momento —digo, intentando descifrar qué estoy mirando. Hay vistas de
múltiples habitaciones, cada una llena con muchos hombres y mujeres
recostados en sillas y hablando por encima de mesas, pero no hay forma de decir
cuáles son vampiros, cuáles son esclavos y cuáles pretenden ser comida.

Una habitación está atiborrada de piso a techo con ataúdes sobre estantes;
extrañas literas de vampiros, supongo, pero obviamente en una ubicación más
segura que los pocos ataúdes que encontramos en el resto de las instalaciones.
Hay dos botones con teclados biométricos debajo: Uno marcado BIBLIOTECA,
y otro marcado SANTUARIO.

—Vamos a necesitar el cuerpo aquí —le digo a Flidais, y pronto puedo ver al
guardia siendo cargado por una fuerza invisible de vuelta a la estación.
Hay varios botones e interruptores bajo la instrucción general de ALARMA,
pero no sé qué hacen. Temo que si presiono alguno de ellos, haré sonar la alarma
en vez de desconectarla.

No hay nada más alrededor de la estación; ninguna salida de alguna clase, así
que la puerta al santuario debe estar en el extremo opuesto del pasillo.

—¿Qué quieres con él? —susurra Flidais.

—Cárgalo por aquí —digo. Ella lo hace y yo le agarro la mano derecha,


extendiendo su pulgar hacia el teclado de datos marcado como SANTUARIO.

Señalo el pasillo con mi mano libre. —Debe haber una puerta por allí en algún
lado. Voy a abrirla desde aquí y te seguiré.

—Entendido —dice Flidais—. Espera mi señal.

Después de unos momentos escucho un siseo del corredor. Presiono el botón


SANTUARIO y luego presiono el dedo del guardia sobre el teclado y soy
recompensada con un bajo timbre de satisfacción mecánica. Hay movimiento
significativo en uno de los monitores, y levanto la vista para ver una película
blanco y negro de vampiros explotando conforme Flidais se mueve entre ellos,
alternando en usar su estaca y sus propias desvinculaciones para destruirlos.
Suelto el cuerpo del guardia, cojo mis armas y salto por encima de la estación,
dirigiéndome a la puerta del SANTUARIO. Justo está deslizándose para cerrarse
cuando llego y me apretujo para entrar, esperando que haya una forma para
abrirla desde el interior.

La habitación está pintada con violentas salpicaduras de rojo y llena de vísceras.


Una gran cantidad empieza a burbujear y humear, descomponiéndose
rápidamente en la ausencia de la magia que mantenía funcionando al vampiro
como una entidad biológica. Flidais ya ha avanzado a la siguiente habitación,
presionando la ventaja de la sorpresa, así que me apresuro para alcanzarla.

No hay un grito semejante al grito de un vampiro, desvinculado de restricciones


humanas y dada la oportunidad de ser la cosa que es; un sonido de ira destilada,
vertida en el aire y girando en los oídos como una fina vendimia de
malevolencia. Sin embargo, de un distintivo beneficio para mí es la urgencia
abrumadora de matar la fuente al oírlo.
Tantos gritos. Los vampiros podían escucharnos y olernos cuando entramos en la
habitación, pero no podían vernos, y para cuando tenían alguna idea de nuestro
paradero ya los habíamos estacado o desvinculado con nuestras palabras.

Mantengo la cuenta e intento estacarlos en lugares no fatales en caso que sean


humanos. Eso sucede dos veces, donde hundo mi estaca en la articulación del
hombro con el pecho y los veo gritar pero permanecer enteros. Los aparto de una
patada y les digo que permanezcan fuera del camino.

Flidais no tiene semejantes escrúpulos. Ella mata indiscriminadamente, y


arrasamos por las habitaciones juntas, dejando un rastro rojo hasta que llegamos
a la última puerta, y es una sellada, acorazada. Debe ser el verdadero santuario,
la habitación con todos los ataúdes, protegidos sin igual. Hay un teclado de bio
información en el costado. Dudo que la huella dactilar del esclavo la abriera.
Escucho apenas el trinquete metálico de armas cargando balas en la recamara.
Hay una clase diferente de pelea al otro lado de esa puerta.

Es prácticamente como que nos fuerzan a ralentizar. De todas formas los


tenemos atrapados, así que podemos tomarnos el tiempo para elucubrar y hacer
recuento de lo que hemos hecho.

Cuento cuarenta y cinco vampiros muertos, aproximadamente siete humanos


esclavos o comida que Flidais mató, y los otros dos humanos que yo herí.
Desearía haber podido salvar a más de ellos o pedirle a Flidais que tuviera
cuidado; no creí que habría tantos. Reviso a los vivos, liberándome de mi
invisibilidad y atándoles las perneras del pantalones para que no puedan
moverse, antes de curarlos lo mejor que puedo, deteniendo el sangrado al menos
y uniendo la carne.

Uno de ellos, una mujer rubia pálida con hielo en los ojos es huraña y taciturna y
no dice nada. El otro, un hombre atlético con cabello oscuro y moreno, respira
pesadamente y me mira con abierto temor.

—¡Solo… solo los destruiste! —dice en polaco—. ¿Qué eres tú?

—Soy una Druida. Lamento haberte apuñalado. Solo estaba aquí por los
vampiros. Quédate quieto, estoy intentando ayudar. Voy a cerrarte eso.

—Pero como que no te vi hasta ahora.


—Nop, claro que no. ¿Entonces eres un esclavo o qué? —Tiene marcas de
mordidas en el cuello pero eso no señala su estatus.

—No, solo soy una bolsa de sangre para ellos. Me han estado mordisqueando
durante semanas, manteniéndome aquí con esa cosa de la hipnosis que hacen, lo
que sea que sea…

—Lo llaman encantamiento.

—Sí, eso. Creí que nunca saldría de aquí. ¿Dijiste que eras una Druida?

—Síp.

—Creí que ellos solo tenían rituales sexuales y quemaban gente como hombres
malvados.

Parpadeo un par de veces. —Supongo que nos hemos diversificado un poco —


digo, después de una pausa.

—Oh, mierda. Lo siento. No sé lo que estoy diciendo. El shock y todo eso.


Quiero decir, gracias por salvarme. Debí haber dicho eso primero y luego nada
más.

—De nada. ¿Cuál es tu nombre?

—Andrzej Kasprowicz.

—Gusto en conocerte, Andrzej. ¿Puedes decirme algo sobre la última habitación


allá atrás?

—Allí es donde duermen.

—¿Cómo entran ellos?

—Oh, el más atemorizante utilizan su huella dactilar en la cosita del teclado a un


lado.

—Descríbeme al atemorizante —digo, pensando en una idea.

—Es bajo y pálido y feo, pero se viste mejor que cualquier otro. Zapatos
costosos. De hecho viste un chaleco sastre y mantiene un reloj de oro de bolsillo
allí.

—¿Y ninguno de los otros vampiros se viste así?

—No… bueno, espera, su novia sí. O esposa o lo que sea. Y algunos de los
demás están a la moda pero no como él. Creo que toda su ropa es personalizada.
Hecha a la medida, sabes.

—¿Entonces has estado aquí mucho tiempo?

—Honestamente no sé. —Su boca se abre por el horror y sacude la cabeza en un


intento de aclarársela—. El tiempo como que se funde cuando nunca ves el sol.

—Bien. Pero en todo ese tiempo, ¿alguna vez viste a alguno de los vampiros
picarse la nariz?

—¿Qué? No. ¿Por qué?

—Solo tengo curiosidad si los vampiros tienen mocos.

—Yo… ¿no creo?

—Apuesto a que sí, pero se esfuerzan muchísimo por ocultarlo.

—¿Esto… es real? ¿Estoy soñando ahora mismo? Esta conversación no parece


correcta.

—Sí, es el shock. Nadie nunca estaría interesado en eso, ¿cierto? Solo relájate y
recupérate y olvida todo sobre mocos de vampiros y te sacaremos de aquí a
salvo, no te preocupes. —Palmeo su brazo un par de veces para consolarlo y me
uno a Flidais, para contarle mi plan. Ella acuerda que debería funcionar y
empieza a romper la alfombra en la antesala. Yo me marcho y me abro paso por
el mausoleo manchado de sangre que atravesamos para regresar a la entrada. La
puerta del santuario no requiere una huella dactilar para salir sino que opera con
un sencillo botón. Camino de vuelta a la estación de seguridad y reviso el
material de esa última cámara acorazada. Hay ocho figuras en el interior, todas
bien vestidas pero una de ellas tiene una cadena delatora en un chaleco que
conduce a un reloj de bolsillo. Ese es el que Andrzej describió.

Activo el interruptor del intercomunicador y hablo en el micrófono. —¿Kacper?


Tengo un mensaje para usted, señor. —El hombre bajito y bien vestido bufa y
fulmina con la mirada al altoparlante montado junto a la puerta.

—¿Quién es?

—Usted me escribió una nota. Una bastante desagradable. Envió a su chico


Bartoz a mi taberna para que lo desvinculara.

—La perra Druida.

—Ah, allí esta lo desagradable de lo que hablaba. Yo he sido perfectamente


razonable y generosa con usted. Le di un mes para abandonar Polonia y vivir en
paz, y no solo se rehusó a aceptar mi oferta, me insultó y amenazó. Dijo que
ninguno de sus vampiros abandonaría Polonia. Bueno, todos lo han hecho,
excepto los que están ocultos en esa habitación con usted ahora mismo. Acabo
de desvincular a la mayoría, y usted está atrapado. Usted es el siguiente, de
hecho.

—¡Entonces ven por mí! —grita—. ¡Entra aquí y veremos lo que sucede!

—Oh, lo haré, Kacper. Ha visto su último anochecer. Solo deseaba que supiera,
antes que lo desvincule, que ni el infierno ni la tierra posee furia como una
Druida despechada. Porque yo literalmente soy una fuerza de la naturaleza, sabe.
Tiene precisamente cero oportunidades de sobrevivir. Así que haga las paces con
cualquier dios que idolatre cuando estaba vivo o solo grite a la puerta. No me
importa. Su final, y el final de todos los vampiros en su compañía, ha llegado
esta noche.

Dejo el intercomunicador encendido y escucho algunos gritos inconclusos junto


con algunas maldiciones bien escogidas mientras empleo la huella del guardia
para abrir de nuevo la puerta del SANTUARIO. Dejo la estación de seguridad y
troto de vuelta a la antesala, agitando la mano en saludo a Andrzej cuando paso.
Flidais ha, en mi ausencia, despedazado la alfombra y desvinculado los
cimientos de cemento para llegar a la tierra desnuda y nativa.

—¿Cómo va?

—Ella estará aquí en momentos.

—¿Ella tiene nombre?


—Nunca le he dado uno. Parece contenta sin uno.

—Oh. —Me pregunto cómo será tener tan poco sentido del yo que no le
preocupa un nombre. Tal vez tiene uno y sencillamente no lo ha compartido con
Flidais. Pero yo no interferiré. Aunque es mi idea, es el contacto de Flidais.

Pasan unos minutos de silencio y entonces una masa oscura y arremolinante sale
burbujeando del hoyo en el que está parada Flidais. Es una colonia de oscuros
alambres peludos hechos de hierro. Ondula inmediatamente hacia la puerta
acorazada y, una vez que la alcanza, se desliza por el costado, crea una mirilla en
medio de la puerta donde no había antes y atraviesa hacia la habitación.
Podemos escuchar claramente exclamaciones de sorpresa y consternación y
algunas preguntas gritadas con enojo.

—¿Qué es esa cosa?

—¡Mátala!

—¿A dónde disparo? ¡Gaa!

Hay disparos y más pánico, pero no importa; es un elemental de hierro que


Flidais ha convocado, y lo envió en esa habitación con la misión de comerse
todas las armas de fuego y convertirlas en pequeños componentes inertes de
carbón y cobre y cualquier cosa que no sea hierro. Y mientras los vampiros están
ocupados lidiando con el elemental; o fallando completamente en lidiar con él;
Flidais y yo colocamos los ojos en la mirilla y establecemos línea de visión.
Confirmamos que todos son vampiros, al revisar su aura y viendo el gris que los
rodea con tenues puntitos rojos sobre el corazón y la cabeza. Y entonces los
desvinculamos, despiadadamente, haciendo presa sobre estos depredadores que
se han alimentado en la gente de Cracovia durante cientos de años. La rebelión
de Kacper Glowa contra los firmantes del Tratado de Roma termina en un
desastroso salpicar de fluidos, un chaleco arruinado y un elemental del hierro
satisfecho. Tomo algunas fotografías de la sangrienta secuela para enviárselas a
Leif Helgarson. Él difundirá lo que les sucede a los vampiros que violan el
tratado y con algo de suerte eso persuadirá a otros de pensar que pueden
ignorarlo.

Flidais permanece atrás para agradecer al elemental y despedirlo mientras yo


recojo a la rubia taciturna, quien creo que podría ser una esclava. Le muestro la
carnicería en el santuario, prueba de que Kacpter realmente se ha ido, y ella
finalmente muestra algo de emoción. Solloza.

—¿Qué debería hacer ahora? —dice entre sollozos.

—Conténtate con ser humana. O conviértete en esclava en algún otro país,


porque todos los vampiros en Polonia ahora fueron aniquilados.

Los conduzco a ella y Andrzej al nivel principal y los dejo marcharse. —Vayan a
ver un doctor y no vuelvan aquí —les digo. Entonces le hago una llamada a Leif.

—¿Sí? —Su voz rígida y culta siempre me divierte.

—¿Adivina dónde se ocultaba nuestro hombre? ¡Bajo su casa! El encargo está


hecho. Voy a enviarte algunas fotografías para que las difundas, pero deberías
venir aquí a recoger sus registros y demás.

—Debería. Estaré allí en poco tiempo —dice—. Gracias, Granuaile.

No me puedo marchar lo bastante rápido; no necesito esperarlo. Solo vuelvo a


bajar una vez más para liberar la copia firmada de Chlopi y le digo a Flidais que
me reuniré con ella en Taiwan al día siguiente, después de ir a casa para
limpiarme y dormir un poco. Entonces subo la colina, cambio fuera de Cracovia
y llego a casa para encontrar a seis sabuesos más de los que esperaba.

Es la charla mental entre los sabuesos lo que me dice lo que ha sucedido.


¡Orlaith! ¡Tuviste tus cachorros! Digo a través de nuestro vínculo mental.

<¡Así es! ¡Estás en casa ahora! Desearía que hubieras estado aquí.>

¡Oh, yo también! ¡Lamento mucho habérmelo perdido!

<Fue legendario. ¡Earnest dijo que la mayoría de los lebreles solo tienen dos o
tres cachorros, pero yo tengo seis! ¿Sabías que eso es cinco más uno?>

¡Seis cachorros perfectos! ¡Oh Dios mío! ¿Puedo ir a saludar? Prometo no


tocarlos hasta que me digas que está bien.

<Sí, estamos en un rincón de la estancia. Oberon y Starbuck mantienen la


vigilancia.>
Todos están ayudando… ¡eso es grandioso!

Cuando entro en la cabaña, debo prestarles mucha atención a los hombres.


Oberon y Starbuck, y a Earnest también, están muy emocionados de contarme lo
que ya sé, y todos están tan orgullosos de anunciarlo como si de alguna forma
hubieran conseguido parir ellos mismos.

Pero una vez que les aseguro que todos hicieron un fantástico trabajo, se me
permite visitar a Orlaith y ver a sus cachorros acurrucados contra su panza,
alimentándose.

—¡Oh, por la diosa, son tan adorables! —le digo—. ¿Cómo diantres conseguiste
parir seis?

<Estaba bien fortificada. Earnest no falló en alimentarnos. Pero ya he empezado


a preocuparme de qué les sucederá a todos ellos.>

Cambio a nuestra línea privada. ¿Qué? ¿Por qué estás preocupada? No hay
necesidad. Todos estarán cuidados.

<Pero no contigo y Atticus, ¿verdad? Porque ustedes no necesitan tantos


sabuesos. Así que ¿a dónde irán ellos?>

He estado pensando esto durante su embarazo, porque seis sabuesos extra era un
poco más de lo que podíamos manejar.

Bueno, ¿cómo te sentirías que sean los sabuesos de otros Druidas?

<¿Qué otros Druidas?>

Owen tiene seis aprendices. Todos son jóvenes humanos, así que tus cachorros
podrían crecer con ellos.

<¡Oh, sí! ¡Lo olvidé!>

Tal vez ellos apreciarían tener sabuesos. Me aseguraré de preguntar. En


cualquier caso, tenemos unos cuantos meses antes que necesitemos tomar
alguna decisión. Solo haz lo tuyo y déjame saber si hay algo que pueda
conseguirte, ¿ok? ¿Necesitas algo?
<Estoy bien ahora mismo. Acababa de comer y beber antes de acostarme aquí, y
entonces tú llegaste a casa.>

Ok.

<Sin embargo, tal vez podrías quedarte aquí y contarme lo que hiciste hoy,
porque estoy bastante segura de que huelo sangre. Y ¿dales a mis orejas una o
dos caricias?>

Nada me gustaría más.

Los cachorros de Orlaith son tres y tres, igual que sus padres: tres chicos de pelo
gris, y tres chicas de pelo color crema. O trigueñas, supongo que es el término
apropiado. Hacen ruidos de cachorros diminutos de vez en cuando mientras se
alimentan y hace que el corazón se me derrita.

¿Sabes qué? Voy a ir por una almohada y una manta para poder dormir junto a
ti. Necesito marcharme en la mañana, pero mientras estoy aquí solo quiero
acurrucarme.

¡Me suena genial!>

__

Es difícil dejar a Orlaith y los cachorros en la mañana, pero debo hacerlo.


Oberon entiende y empatiza, porque Atticus también tuvo que dejarlo atrás.

<A veces sencillamente tienes que hacer tu deber,> dice. <Es como cuando
nosotros tenemos el deber de perseguir a las ardillas. Puede que ustedes no
comprendan por qué, y nosotros podremos no entender por qué hacen las cosas
que tienen que hacer, pero sí comprendemos el deber.>

Gracias, Oberon. Les doy a todos un abrazo, me despido de Earnest y los


cachorros y me dirijo al árbol vinculado detrás de la cabaña, cerca de la ribera
del río McKenzie.
El árbol vinculado en Taiwan resulta ser un roble de Formosa, nativo de la isla.
Es un poco antiguo, lo que indica que ningún Druida o Fae se ha transportado
aquí en algún tiempo, y creo que tal vez sea sabio vincular un árbol más joven
pronto. Flidais me está esperando allí y dice lo mismo, al notar mi evaluación.

—Deberíamos vincular un árbol más fuerte.

Hacemos justo eso, encontramos un espécimen más joven en la misma área, que
Flidais me dice que es el Parque Nacional, cerca de Taipei. Mi estomago gruñe
audiblemente al final de la vinculación, un grito largo y hueco de dolor como el
de un cetáceo angustiado a la deriva en un mar vacío. Flidais comenta como si
yo hubiera hablado un lenguaje reconocible.

—Yo también tengo hambre. Sé dónde conseguir fideos de carne realmente


buenos a poca distancia del parque y luego podemos tomar una invención
llamada metro a la ciudad densamente poblada, evitando por tanto una carrera de
muchos kilómetros. ¿Has escuchado de este invento? Transporta mucha gente a
la vez en esas cajas metálicas que se mueven sobre rieles.

Oculto una sonrisa. —Sí, lo he oído. Por favor lidera el camino. Pero dime,
¿cómo conoces este lugar tan bien?

—El mandarín es uno de mis espacios mentales —dice—. Y Taipei es una de


mis ciudades favoritas que visitar.

Viajamos al oeste desde el árbol vinculado fuera de Yangmingshan, más allá de


las aguas termales y el parque Beitou, a Daye Road, donde entramos en un
establecimiento llamado Fideos de Carne de Wu. Nunca los he probado y
rápidamente descubro que me lo he estado perdiendo. Es similar a pho, en que
tienes fideos en un caldo de carne junto con rebanadas de carne muy delgadas,
pero las similitudes terminan allí. No hay fideos de arroz, por ejemplo, y el caldo
es diferente, como los condimentos acomodados a un lado. Profundamente
satisfactorio y fortificante. Hago nota de traer a Orlaith aquí para un breve
descanso lejos de los cachorros.

La cuenta llega y experimento un breve momento de pánico: no tengo nada


parecido a efectivo legal encima. Pero Flidais vino preparada. Me arroja billetes
taiwaneses y salimos, eructando suavemente.

Me conduce a la estación Beitou después de eso, y montamos en el metro al sur


a la estación Zhongshan en medio de la ciudad, y yo miro maravillada por la
ventana como la turista que supongo que soy mientras puedo; la Línea Roja es
una ruta elevada la mitad de la distancia antes de ir bajo tierra y funcionar como
un subterráneo.

Como la mayoría de las ciudades, Taipei ofrece lo sublime junto con algunas
señales preocupantes para el futuro del planeta. La inmensa torre de Taipei 101
es una maravilla de la arquitectura moderna y todos a los que conozco son
inefablemente educados y gráciles. Y aunque no existe la contaminación
apocalíptica de China, donde la gente con frecuencia necesita llevar mascaras si
salen al exterior, el aire pincha los pulmones con cada respiración, entregando un
puñado de humo de motor a los alveolos junto con otros toxinas parecidas. Eso
es debido, sin duda, al número desconcertante de motonetas, que superan por
mucho a los carros y no son conocidas por sus motores eficientes. La gente en el
Occidente piensa que Roma tiene un montón de motonetas (y así es) pero
palidece en comparación con la cifra en Taipei. Están por todos lados,
abarrotando los caminos y aparcadas en las aceras.

Y los masajes de pies parecen ser populares aquí. No que pueda leer mandarín,
pero ciertamente puedo ver letreros de huellas de pies neón por todos lados y
hago una inferencia. Estos no son masajes relajantes, imagino, o la clase de
masajes de pies que Jules y Vincent Vega pensaron que causaría que Marsellus
Wallace defenestrara a Toni Rocky Horror en Pulp Fiction, pero más bien
sesiones intensas donde se tratan los puntos de placer en el pie para mejorar toda
clase de problemas de salud, redirigiendo el chi.

Veo tantos lugares que quiero visitar y explorar en el camino: el Gran Hotel a mi
izquierda, encima de una colina, parece un hermoso palacio rojo y dorado. La
Exposición Taipei, un viejo estadio de futbol que ahora es un parque y jardines.
Hay algunas boutiques de ropa y algunos mercados al aire libre en ciertas calles
que ofrecen desde fruta fresca hasta cargadores de luz, pero también veo grandes
centros comerciales llenos de tiendas de ropa que exhiben marcas de América,
Bretaña, y Australia. Inmensos carteles de películas de Hollywood cuelgan sobre
edificios con caracteres en mandarín encima, y me encanta. Creo que quiero
aprender mandarín después que termine de aprender polaco. Tal vez una linda
colección de poetas de una de las dinastías proveería un decente lugar mental.

Salimos del tren en la estación Zhongshan, una parada subterránea, y sonrío ante
la gente que se arremolina a mi alrededor. Hay una gran librería allí abajo y
quiero revisarla, aunque aún no puedo leer el lenguaje. —Veo por qué te gusta
aquí —le digo a Flidais—. ¿A dónde a continuación?

—Tiempo de ver a Sun Wukong.

—¿Está lejos, meditando en la cima de una montaña o algo?

—No, es dueño de una tienda de té de burbujas chino en Twatutia.

—¿Disculpa?

—Es la parte más vieja de Taipei, en el distrito Datong.

—No, quiero decir la cosa del té de burbujas chino. ¿Qué está haciendo allí un
Buda como el Rey Mono?

Flidais se encoge de hombros. —Asumo que él realmente debe disfrutarlo —


dice, ascendiendo las escaleras fuera de la estación—. Los inmortales hacen
cosas así algunas veces. Allá a finales del siglo dieciocho, yo secretamente dirigí
una taberna en Dublín con Goibhniu durante nueve meses, hasta que un mortal
encargado de vigilar nuestro tratado señaló que los tuatha Dé Danann debían
permanecer en Tír na nÓg. Fue una ocupación entretenida mientras duró.
Supongo que el Rey Mono busca mantenerse ocupado llevándoles un poco de
iluminación a los mortales. La eternidad es un largo tiempo para pasarlo
haciendo nada, después de todo.

Empezamos a trotar por Nanjing West Road, inhalando bocanadas punzantes


cada pocos pasos, pero rápidamente descubrimos que demasiados fideos de
carne están agitándose en nuestros estómagos, así que bajamos el ritmo a una
caminata y disfrutamos el bullicio de la ciudad. Casi me atropella una motoneta
en algún punto y me alegra mucho librarme. Ahora es fácil reírse al respecto,
pero esa habría sido una forma estúpida de morir.

Twatutia, una vez que llegamos allí, es una mezcla maravillosa de viejo y nuevo,
la arquitectura de diferentes eras se exhibe en cada calle, la yuxtaposición de lo
ultramoderno con edificios del siglo diecinueve, estructuras de la ocupación
japonesa y crecimiento posterior a la segunda guerra mundial. La tienda de té
chino del Rey Mono es un edificio más viejo, al que se accede por un callejón en
la calle Dihua, y lo encontramos porque hay una fila que se curva hasta la calle
principal. Nos unimos a la fila y esperamos pacientemente mientras avanza
centímetro a centímetro.

La temperatura desciende notablemente una vez que entramos en el valle


ensombrecido entre edificios. Son de piedra antigua, medio ennegrecidos por
carbón y hollín, y el callejón huele como los callejones de todos lados,
impregnado de putrefacción y emisiones desagradables.

—¿Entonces él realmente hace el té de burbujas chino?

—No, sus empleados hacen eso. Él maneja la registradora y da la bienvenida a la


gente.

—¿Sus empleados son… humanos?

Flidais me muestra una sonrisa. —Te sugiero que los inspecciones en el espectro
mágico. Solo para asegurarte que no son ningunos chanchullos. Sin embargo, ten
cuidado en mirar al Rey Mono así. Puede ser intenso.

Advertida e intensamente curiosa, capto todo lo que puedo una vez que entro a la
tienda… que parece ser poco más que un pasillo o corredor ensanchado. Es un
lugar limpio y bien iluminado con absolutamente ningún asiento, y es una
operación de una sola vía. Los clientes entran por una puerta y salen por otra
más al fondo del pasillo, porque no hay espacio para darse la vuelta. Es una fila
sencilla enfrente de la registradora y el mostrador, con un menú de sabores de té
chino y pequeñas selecciones de galletas y pastelería. Debe haber sido un
almacén o área de embarque para otros negocios en el edificio alguna vez, ahora
con plumería y operando como una diminuta tienda… una muy popular.

El hombre en la registradora es sencillamente ligeramente extraño. Alegre y


sonriente, toma órdenes e intercambia dinero, sus bigotes oscuros cuelgan por su
barbilla a los lados de su boca, pero tiene la barbilla y encima del labio
rasurados. De acuerdo a Flidais, estoy mirando a Sun Wukong, el Rey Mono
disfrazado. Casi exuda palpablemente paz y satisfacción, y me pregunto si la
gente viene aquí por esa sensación tanto como por el té de burbujas chino.

Él no siempre fue tan sereno, si alguna de sus aventuras tempranas en Viaje al


Occidente, tiene una pizca de verdad, y estoy segura que sí. Él era contencioso y
codicioso y un narcisista consumado en sus primeros años, causando toda clase
de problemas en la tierra y los cielos, pero gradualmente llegó a servir a Buda,
hasta que se volvió uno él mismo.
Nos saluda con una sonrisa beatífica cuando llegamos a la registradora y dice
algo en mandarín… una petición para dar nuestra orden, asumo. Flidais responde
y extiende su antebrazo derecho enfrente de ella, mostrándole el dorso de la
mano, donde está el triskele sanador. Yo hago lo mismo, y su sonrisa se
desvanece. Él pregunta algo más, Flidais responde y él golpea la registradora
antes de extender la mano. Flidais deja caer algo de dinero en ella junto con la
manzana de la isla de Manannan, Isla del Hombre, que ella mencionó antes, y él
nos da un brusco asentimiento. Avanzamos por la fila, al parecer sin haber
logrado nada más que una compra de té de burbujas chino.

—¿Qué sucedió? —le pregunto a la cazadora.

—Ordené algo de té de durazno Inmortal. Ese era un código, junto con nuestros
tatuajes, y la manzana fue un regalo.

—Inmortal… oh, por esa vez que casi se comió todos. —Ese había sido un
tremendo episodio en Viaje al Occidente, uno de los últimos colmos que hizo
caer la fuerza completa de los cielos sobre Sun Wukong.

—Precisamente. Él se reunirá con nosotros después que recibamos nuestro té


aquí al final.

—¿Vamos a recibir té de durazno Inmortal?

—No, solo té de leche regular. Él va a hacer que uno de sus empleados se


encargue y entonces podremos hablar en privado.

Una retahíla de palabras desde la registradora ocasiona que todos los empleados
levanten la vista, y uno de ellos se mueve en esa dirección. Están vestidos con
uniformes cafés con cabezas de mono doradas bordadas en la pechera izquierda.
Cuidadosamente manteniendo los ojos apartados de Sun Wukong, cambió mi
visión al espectro mágico para revisarlos.

Son, de hecho, monos haciéndose pasar por humanos. Están sentados en el


mostrador en lugar de estar parados, como parece a ojos humanos.
Periféricamente, percibo una luz cegadora a mi derecha, donde está parado el
Rey Mono.

—¿Hablan? —susurró a Flidais, pero uno de los empleados me oye y bufa.


—Por supuesto que hablamos —dice en inglés—. Además, más de un lenguaje.

—Por supuesto —replico—. Lo siento.

—El momento de sentirlo no es ahora —me dice el mono—. Pero ese momento
llegará para ti bastante pronto.

—¿Disculpa?

—Vamos —dice Flidais, apartándome del mono sonriente. Un destello de luz me


advierte que Sun Wukong está entrando en mi visión, y deshago la vinculación,
regresando el velo para ver a meros humanos sirviendo té de burbujas chino y
pastas. Parpadeó para eliminar los puntos que bailan en mis ojos y recojo mi té
de burbujas chino al extremo del mostrador, donde Sun Wukong espera. Él hace
un gesto hacia la salida y salimos al callejón. Él nos sigue y entonces señala a
una escalera de incendios más allá.

—Hablemos en el techo —dice en perfecto inglés, y entonces asciende por ella


tan rápido que Flidais y yo nos quedamos con la boca abierta ante su velocidad.
Flidais se encoge de hombros y tira su té de burbujas en un cubo cercano, pero
yo me aferro al mío mientras trepo torpemente al techo, con el té de burbujas en
una mano y Scáthmhaide en la otra, sujetando los peldaños apenas con las puntas
de los dedos. Este té de burbujas chino fue hecho para mí por un mono parlante,
y siento que al menos debería probarlo.

Cuando llego al techo, Sun Wukong se ha desprendido de su disfraz humano y


está resplandeciente, brillante y sereno, resaltado en ropas finas rojas y doradas.

—Bienvenidas a Taiwan, honoradas Druidas —dice—. Soy Sun Wukong, y


estoy muy agradecido por su ayuda y su llegada oportuna. No es una tarea fácil
la que nos espera. Este dios nórdico Loki ha estado ocupado causando muchos
problemas. Tenemos razones para creer que la mayoría de los reyes Yama de
Diyu se alzaran con las peores almas de los condenados para plagarnos.

—¿Cuántos es la mayoría? —pregunta Flidais.

—Ocho de diez. El rey Yanluo y rey Zhuanlun se han rehusado… es debido a


ellos que sabemos qué se avecina.

—¿No pueden convencer a los otros ocho de olvidarse de esto?


—Sus argumentos han probado ser inefectivos hasta ahora.

—¿Cuándo van a alzarse estos ocho reyes Yama, y dónde? —pregunto.

Una explosión atronadora sacude el cielo mientras se oscurece al noreste de


nuestra posición. Nos damos la vuelta y vemos lo que luce, desde la distancia,
como un enjambre negro de insectos desparramándose en el firmamento.

—Ahora y por allá —replica Sun Wukong—. Han elegido salir de la Montaña
Siete Estrellas en el parque nacional Yangmingshan.

Eso es cerca de donde nos trasladamos a la isla. —Supongo que no voy a


disfrutar mi té de burbujas chino.

—Tonterías —dice el Rey Mono, apareciendo la manzana que Flidais le dio y


dando una gran mordida—. Disfrútalo; tomate tu tiempo. —Se arranca un
mechón de pelo del pecho y lo arroja al aire, que de alguna forma genera una
copia a tamaño completo de él mismo, y siguen apareciendo más copias…
cientos en meros segundos. Conforme se materializan, los clones avanzan al
norte para encontrarse con el enjambre que está aumentando encima de la
montaña Siete Estrellas—. Eso los mantendrá ocupados durante un rato.
Capítulo 7

Traducido por Azhreik

Sucede tanta moda en la Corte Fae que empiezo a preguntarme si mi propia


aversión a la fruslería es una falla de carácter. Si es así, supongo que solo puedo
añadirlo a la infinita lista de ellas.

Debería admitir directamente que la moda me intimida. Es como si la gente


estuviera hablando un lenguaje a mi alrededor y me estoy perdiendo cada
palabra. Estoy consciente de que sucede algo, al menos, pero no sé qué es. Esa
hada tiene un collar de olanes y probablemente significa algo. Esa otra tiene
zapatos puntiagudos y probablemente eso también significa algo. Botones
resplandecientes, mangas de encaje, braguetas, joyería y cinturones tachonados,
todos preparados para explotar de significado, como ese artículo de equipaje de
mano que llevas contigo para evitar tarifas de equipaje.

Brighid viste algo como estilizada marroquinería cuando llego, y estoy seguro
que eso está también cargado de significado, especialmente cuando se contrasta
con todas las galas en exhibición por los cortesanos. Definitivamente no es algo
que vestiría un sujeto común, porque el cuero está armado y tachonado más allá
de lo creíble, pero a pesar de todo el gasto, sigue siendo un atuendo práctico, a
diferencia de lo que tienden a utilizar la mayoría de los gobernantes. Ella está
sentada sobre el Trono de Hierro e inmediatamente despacha a quien sea que
esté hablando con ella cuando ve a Coriander flotando a mi lado. Nos convocan
a adelantarnos y exige un reporte. No soy del tipo de lanzar palabras azucaradas,
así que voy directo al punto.

—Fand aceptará tu oferta si primero accedes a destruir el Trono de Hierro.

Brighid toma estas noticias tremendamente calmada, elevando una sola ceja roja.
Los cortesano reunidos no están tranquilos al respecto en absoluto. Se ponen a
susurrar y reír tontamente y apostar sobre lo que podría significar o lo que hará
Brighid y yo quiero gritarles a todos que se callen, pero aprieto los dientes e
intento liberarme de la oleada de presión sanguínea elevándose en marea alta en
el silencio.

—Gracias, Eoghan —dice Brighid—. Coriander.

—¿Sí, Brighid? —replica el Heraldo Extraordinario.

—Reporta el resumen de los resultados de su encuentro, incluyendo las palabras


de Fand respecto al acuerdo, para que todos podamos escucharlo.

Coriander se inclina, se gira a medias hacia la Corte Fae reunida sin darle la
espalda a Brighid, y anuncia los términos de la oferta y la aceptación condicional
de Fand. Cuando termina, la emoción entre los Fae es estridente, porque todo
son buenas noticias para ellos, y hay algunas apuestas animadas sobre cómo
responderá Brighid. Brighid escucha algo de eso, da una diminuta sonrisa y deja
que proceda durante un minuto entero. Entonces se levanta del Trono de Hierro y
proyecta su voz en tres registros a la vez, que solo hace en raras ocasiones. No
puede mentir en esa voz, y lo que sea que dice durante esas ocasiones se
convierte en la ley.

—Escúchenme —dice, y la Corte se silencia inmediatamente—. Yo acepto y


ratifico los términos del acuerdo con dos condiciones: Primero, que una vez que
el Trono de Hierro sea destruido, los Fae tendrán que construirme un nuevo
trono, reflejo de sus más finas habilidades, que no tendrán problema en honrar
en lo sucesivo; y segundo, que una vez que hayamos prevalecido en el
Ragnarok, Fand y todos los Fae inmediatamente jurarán su lealtad a mí como
Primera entre los Fae, aquí, sin importar si el nuevo trono esté completado o no,
y juntos disfrutaremos una nueva era de armonía. Fand aceptará mis condiciones
si se presenta en el campo de batalla contra las fuerzas de Loki y Hel. ¡Sin
embargo! —dice, levantando una mano para detener los aplausos—. No necesito
esperar la aceptación de Fand para comportarme con honor y buena voluntad.
Para demostrar ambos, destruiré el Trono de Hierro ahora. Celebremos eso
ahora.

Los jodidos Fae casi me destruyen los oídos después de eso. Es un rugido
infernal de aprobación, y me pongo las manos a los costados de la cabeza para
protegerme. Brighid sonríe y de algún lugar invoca un enorme martillo para usar
a dos manos.

—¡Contemplen! —grita, y lo estrella directamente en el asiento con un


repiqueteo poderoso, abollando visiblemente el trono, y el rugido se inflama de
nuevo. Ella lo blande de nuevo y de nuevo, y yo me giro para contemplar la
Corte Fae en toda su alegría, porque el ruido se ha vuelto extraño de alguna
forma.

Rápidamente veo por qué. Es una ocasión tan memorable para los Fae que han
decidido que no hay nada que preferirían más que tener sexo para recordarlo.
Están despojándose de su ropa sofisticada y dándose unos a otros mientras
Brighid ataca el Trono de Hierro. Una generación entera de bebés Fae van a
escuchar que fueron concebidos durante la destrucción del Trono de Hierro. Y sí,
agradecerán a Fand por ello. Pero también serán leales a Brighid.

Esos pantalones de cuero ahora tienen sentido, y me percato que Brighid había
estado lista para esto. Sí, ha hecho una concesión que nunca antes había hecho,
pero su obvia preparación señala que lo estaba esperando, que lo deseaba, y por
tanto esto no es una concesión en absoluto.

Pasan aproximadamente tres segundos hasta que empiezo a sentirme


intensamente incómodo. ¿Qué debería estar haciendo yo entonces? ¿Quedarme
allí parado y observar de reojo a los Fae dándose unos a otros u observar a
Brighid trabajar mientras yo no hago nada? Elijo salir silenciosamente, porque lo
último que quiero es interrumpir a alguien en ese punto. Asumo que Coriander
comunicará las palabras y acciones de Brighid, y mi parte en todo esto está
acabada. Cambio de vuelta al árbol que Brighid vinculó en Tasmania, esperando
alcanzar a Greta y a los aprendices, pero el elemental me informa que todos
eligieron volar de vuelta a los Estados Unidos en mi ausencia.

Estarán en el aire durante casi un día entero, y me siento un poco perdido sin
ellos. Supongo que sencillamente podría ponerme al día con el sueño, pero en su
lugar le pido al elemental que contacte a Siodhachan y le haga saber que me
gustaría hablar. Pronto me responde: Mi viejo aprendiz quiere que cambie a su
casa en Oregón, y se reunirá conmigo allí. Cuando señalo que en realidad no la
he visitado aún, él dice que se reunirá conmigo en la Corte Fae y luego me
conducirá al árbol vinculado apropiado, lo que me hace soltar una risita. No
puedo esperar a ver su cara cuando vea lo que está sucediendo allí ahora mismo.

Es impagable. Solo una quijada desencajada de horror mientras capta el campo


entero de cuerpos retorciéndose, algunos de ellos volando y fornicando en mitad
del aire.

—¿Cómo crees que llamarán a esto más tarde? —le pregunto—. ¿La Gran Orgia
de Hierro? ¿El festival de Sexo de Demolición? ¿La Cornucopia Carnal?

—Solo marchémonos —dice, y me muestra cuál atadura es suya. Lo sigo y llego


a un lugar benditamente silencioso, excepto por el gorgoteo suave de un río, bajo
un dosel de árboles perenes. Es de noche, donde sea que estemos.

—Bienvenido —me dice, y en la tenue iluminación de la luz de su pórtico


trasero veo que sus cejas se disparan hacia arriba—. ¡Oh!

—¿Qué pasa?

—Aparentemente Orlaith ha tenido cachorros. Y nos perdimos de ver a


Granuaile.

—¿Cómo lo…? —Y antes que pueda hacer mi pregunta, ese sabueso de


Siodhachan sale bruscamente de la casa junto con un perro más pequeño, y me
doy cuenta que ellos deben haberle contado eso. Sé que no vamos a poder hablar
mucho hasta que ellos se tranquilicen, así que me recuerdo ser paciente y
seguirlo a la casa, donde debemos ir a admirar la nueva camada de sabuesos. Son
lindos y de apariencia saludable, eso es seguro, y después que Siodhachan habla
con ellos y distribuye caricias por todos lados, se gira hacia mí.

—Orlaith tiene una pregunta que le gustaría hacerte —dice—. Adelante,


vincúlate con ella.

Me expando en el espectro mágico y vinculo mi consciencia a la de ella.

¿Hola? .
<¡Hola, Archidruida!>

Puedes llamarme Owen. ¡Hola, Orlaith!

<¡Hola! Tengo una pregunta, y puedes pensar en ello antes de responder. Me


estaba preguntando, ya que tengo seis cachorros y tú tienes seis aprendices, si
¿crees que a tus aprendices les gustarían compañeros lebreles como tienen todos
los mejores druidas?>

Todos los mejores druidas, ¿eh?

<Bueno, todos los modernos, ya sabes. Los lebreles irlandeses son los
compañeros perfectos para cualquier druida y estimulan el desarrollo de espacios
mentales extra.>

No tengo certeza de lo seguros que estarían. Quiero decir, estamos viviendo con
hombres lobo, después de todo. Todos mis aprendices tienen hombres lobo por
padres.

<¡Pero los Druidas pueden entrenar a los lebreles tan fácilmente y explicar los
peligros claramente! Estoy segura que los cachorros estarían a salvo con tus
aprendices.>

Bueno, déjame pensarlo, ¿sí? No es una decisión que pueda tomar por mi
cuenta. Hay otros por considerar.

<¡Entiendo! ¡Gracias, Owen! Pero creo que deberías considerar tú también


conseguir un compañero lebrel. Te quedaría bien.>

¿Estás segura? Me convierto en un gran oso muy frecuentemente.

<¡Oh, lo sé! Pero Oberon y yo ya hemos aprendido a apreciar a algunos osos.


Estás tú, por supuesto, y recientemente conocimos a una llamada Suluk Black, y
ella era muy agradable, nos dijo que éramos sabuesos grandiosos.>

—¿Es así? —Me giro a Siodhachan—. ¿Quién es esta osa de la que ella está
hablando llamada Suluk Black?

—Oh, es la hija de Kodiak Black. Es una tremenda historia, si quieres oírla.


—Seguro. Tengo algo de tiempo que matar.

—Yo no tengo mucho, pero puedo contarte mientras nos preparo algo para
comer.

Hay un hombre británico en la sala de estar llamado Earnest Goggins-Smythe,


que ha estado cuidando de los sabuesos por ellos como una especie de niñero de
perros que vive en casa, y después de las presentaciones, él solo asiente hacia mí
una vez antes de regresar a trabajar en su computadora. Tiene a un par de perros
allí con él, un caniche y alguna otra raza que aún no conozco. Están acostados
debajo de su silla, y me observan pasar pero no se mueven. Siodhachan nos
prepara algunas hamburguesas y tocino mientras me cuenta sobre Suluk Black y
una ardilla en un tren a Portland que hizo que los sabuesos se emocionaran y se
involucraran en resolver asesinatos. Después estamos tomando una cerveza y
refrescando nuestros dedos de los pies en el río detrás de su cabaña cuando él
pasa a discutir lo que viene a continuación.

—Mira, ya es tiempo. Son las once p.m. aquí e Irlanda está adelantado ocho
horas. Me voy a luchar contra Jörmungandr. Parte de un trato que hice con los
Nórdicos para intentar expiar mis acciones.

—Correcto. Recuerdo decirte algo al respecto. Pero ¿Qué hay de Granuaile?

—Ella está combatiendo diferentes batallas en Taiwan. Probablemente está justo


en medio de eso.

—Bueno, cojones —digo—. ¿Entonces qué piensas que yo debería estar


haciendo? No me alisté para esta batalla, pero imagino que bien podría alistarme
ahora antes de que me arrastren a ella de todas formas.

—Puedes preguntarle a los elementales dónde necesitan ayuda. Estoy seguro que
algo surgirá en algún lado y requerirá la atención de un Druida. Permanece
alejado de Escandinavia y Taiwán y cuida de todo lo demás.

—Ah, ¿tú y tu novia y todos los Fae obtienen toda la gloria, entonces, mientras
yo voy a traerles un poco de café?

Siodhachan frunce el ceño. —No sé qué quieres decir. No vas a hacer nada
menos importante. Donde sea que Gaia pida tu ayuda, será necesaria, puedes
estar seguro. Sabes que los elementales no hacen peticiones ociosas, porque tú
me enseñaste eso. Pero prepárate para el fuego.

—¿Por qué?

—Fue parte de la última profecía que las sirenas dijeron a Odiseo, que
aparentemente se está haciendo realidad finalmente aquí. No mencionaba la ira
de la Serpiente Mundial o el terrible ataque de un dios nórdico, pero sí decía
específicamente que el mundo ardería. No sé cómo va a resultar eso, o qué tan
malo, pero el mundo es un lugar tremendamente grande y casi todos los Druidas
estarán en Escandinavia, si cuentas a los Tuatha Dé Danann, con los otros en el
lejano oriente. Tendrás un horrible montón de terreno por cubrir.

—Eh. Supongo que lo haré. Quiero decir, he mirado esos globos terráqueos y
mapas y cosas así e Irlanda es un lugarcito comparado al resto. He viajado a
algunas tierras muy distantes pero no creo que haya visto mucho en comparación
contigo. ¿Cómo sé lo que vale la pena seguir? Quiero decir, si el mundo entero
estará en llamas, ¿cuál es la prioridad?

Siodhachan se encoge de hombros. —No quiero hacer presunciones, pero si


estuviera en tus zapatos, le preguntaría a los elementales dónde hay dioses o
monstruos ganduleando e iría a meter la nariz.

Le gruño. —Suena como un plan tan bueno como cualquiera. —Un búho ulula
en la noche, atemorizante como cinco infiernos y un frasco de crema de maní…
esa mierda es sobrenatural. El búho parece una advertencia funesta, pero está
bien. Al menos no es el Cuervo de Batalla. Aun así, creo que si alguna vez
existió una ocasión para una palabra de ser cuidadoso, es ahora.

—Ahora, toma medidas, para mantener tu trasero libre de mordeduras,


¿escuchas? Aún tenemos esos demonios que curar en Tasmania, y no pienses que
preferiría tener todo el trabajo para mí solo.

—Ni lo soñaría —dice—. Planeo curar más demonios de Tasmania que tú y


todos tus aprendices combinados.

—Ah, es una apuesta lo que estás proponiendo, ¿entonces?

—Sí, si los términos me interesan.

—Si yo gano, entonces quiero ir contigo a un juego de beisbol televisado.


—Oh, eso suena grandioso.

—Calla tu hocico, no he terminado. Mientras estamos allí, durante el inicio de la


séptima entrada, quiero que corras desnudo por el campo durante quince minutos
completos, utilizando el poder de la tierra para asegurarte que los policías nunca
te atrapen.

—¿No es eso un uso frívolo del poder?

—Es por el beneficio de la humanidad.

—Me darán con el taser eventualmente.

—¿Qué es eso? No conozco esa palabra.

—Utilizan armas eléctricas para darme una descarga y dejarme inconsciente.

—¿Lo harán? —Me rio ante la idea—. Encontraría eso como una alternativa
satisfactoria a los quince minutos enteros.

—Estoy seguro que sí. Muy bien, accederé a esas condiciones si accedes a las
mías.

—¿Cuáles?

—Si yo gano, jurarás solemnemente no contar de nuevo esa desafortunada


historia sobre la cabra y yo, y si alguien a quien ya la has contado lo menciona,
lo desmentirás.

—Mierda, muchacho, no sé si quiero renunciar a eso. La gente se cae de la risa


cada vez que la cuento. Te estás poniendo serio.

—Bueno, tú sugeriste quince minutos de seria desnudez pública y posible


choque eléctrico y prisión, así que sí, es así de serio.

—¡Ja! Bien, entonces.

Él extiende la mano para que se la estreche. —¿Apuesta aceptada?

Sujeto su mano y la estrecho. —Bien, muchacho. Tasmania gana de cualquier


forma.
—Así es. —Me sorprende entonces y tira de mí en un abrazo—. Gracias por
tomarme como aprendiz hace todos esos años. He visto tanto horrores como
maravillas, pero no puedo negar que he tenido una vida plena.

—Tonterías, muchacho. Gracias a ti por hacerme orgulloso y mantener el


Druidismo vivo todo este tiempo.

Me palmea en la espalda unas pocas veces y yo hago lo mismo, y luego nos


separamos. Van a pasar horas antes que las cosas comiencen, así que permanezco
en la ribera mientras él se despide de sus sabuesos. Es un poco sensiblero y cursi
y escucho un poco por accidente, hasta que rompo el vínculo para darles algo de
privacidad. Pero sí escucho a Oberon deseando ir con Siodhachan y mi aprendiz
siendo firme de que el sabueso debe quedarse atrás para este embrollo . Lo que
me dice que sus expectativas deben ser más tenues que la esperanza de una rana
por humedad en el desierto, ya que estoy bastante seguro que ha llevado a ese
sabueso a algunas situaciones peligrosas con anterioridad.

Me hace preguntarme si no me ha dejado a un lado aquí para asegurarse que no


dejaré solos a Greta y a los aprendices. Creo que sería típico del bastardo
chiflado hacer algo así, por la culpa sobre las muertes de Gunnar y Hal, sin
importar mucho si fue o no responsable. Probablemente está pensando que es el
que ha arruinado todo y es su responsabilidad, así que yo no debería ayudar o
querer siquiera hacerlo. Pero por supuesto que quiero ayudar… el jodido planeta
está en peligro. Me pregunto si él sabe que para toda mi fanfarronería y mierda,
realmente estoy de su lado y siempre lo he estado.

Me pregunto, de hecho, si volveré a verlo alguna vez, y si no debería decir algo


adecuadamente sentimental hasta que ambos estemos llorando y escurriendo un
decalitro de mocos sobre los hombros del otro. Pero entonces pienso que
probablemente no necesita eso ahora mismo. Necesita mi confianza en él y
cojones del tamaño de bolas de baloncesto, metafóricamente hablando. Y encima
de eso, no puedo pensar apropiadamente qué decir cuando él vuelve a salir y
agita la mano en despedida antes de marcharse a donde sea que esté yendo.

Espero ir a ese juego de beisbol con él en algún día próximo.


Capítulo 8

Traducido por Azhreik

Ha pasado mucho tiempo desde que he sido capaz de disfrutar Irlanda. Aparte de
unas breves visitas atareadas (siempre bajo la amenaza de ser descubierto por los
Fae), el lugar de mi nacimiento ha estado esencialmente fuera de límites para mí
desde que hui con Fragarach hace casi dos mil años. Con Aenghus Óg
desaparecido no es tan malo, pero nunca me he sentido bienvenido. Me pregunto
si alguna vez volveré a sentirme bienvenido. Tal vez, si sobrevivo para ver el
otro lado de este desastre que he creado, habrá un sendero a una especie de
jardín, y si lo atiendo, el perdón crecerá allí.

Correcto. O tal vez Owen dejará de contar esa historia sobre la cabra y yo por
amabilidad. No hay forma de que pueda curar más demonios yo solo que él y sus
aprendices trabajando juntos, así que parece que tengo algo de vergüenza pública
en mi futuro, si me queda algo de eso.

Pero sí quiero pasar más tiempo en Irlanda. He extrañado la Isla Esmeralda; no


es igual a cualquier otra isla en el Atlántico Norte. Tiene sus propios aromas y
sonidos y ritmos naturales que me cantan de hogar, incluso cuando no estoy
precisamente en el área donde yo crecí.

Gracias a la tiromancia de Mekera, llegué al sur de la costa al sur de Skibbereen,


donde hay un viejo fuerte sobre una colina que mira por encima de un pastizal
para ovejas. Fue con una gran cantidad de alivio que no vi a ningún pastor
atendiendo al rebaño, y las pequeñas granjas en el área están colocadas a una
buena distancia de la costa. Con suerte, no habrá testigos.

Mi brillante plan para lidiar con Jörmungandr llegó en un coche rentado algunos
minutos después y se levantó del asiento del conductor, sonriéndome radiante.
Su presencia era el resultado de otra llamada que había hecho antes de salir a ver
a Coyote.

Ella lucía resplandeciente en el sari rojo y amarillo y un collar de oro familiar


con un impresionante rubí engarzado en el centro.

—Hola, Atticus.

—Laksha. Gracias por venir.

—Estaba agradecida por la invitación.

—¿Espero que estés bien? ¿O que tu huésped esté bien? ¡O ambas! Lo siento,
estoy un poco confundido en descifrar cómo encajar tu situación en patrones
establecidos de conversación educada.

Ella se acercó y me dio un breve abrazo, sintiéndose especialmente cálida,


supuse. Ella asintió en respuesta a mi pregunta. —Mhathini está muy bien. De
hecho, tan bien, que creo que ella está lista para reanudar su vida con sus
facultades plenas. Hemos estado trabajando duro.

—¡Esas son excelentes noticias! —digo, genuinamente complacido. Mhathini


había sufrido daño cerebral como resultado de un accidente de coche y Laksha
había tomado residencia en su cabeza hace algunos meses, comprometiéndose a
reparar el daño a cambio de hacer de pasajera en un viaje en el cráneo de
Mhathini. Granuaile no creyó que su situación doméstica en India fuera la mejor,
pero yo tenía pocas dudas que Laksha también había estado trabajando en eso.

—¿Prometerás encargarte de ella después? —preguntó Laksha.

—Por supuesto. Me encargaré de lo que sea que ella necesite.

—Bien. ¿Entonces aquí es donde sucederá?

—Síp. —Señalé a la costa, visible desde donde estábamos parados. Una ligera
brisa soplaba nuestro cabello alrededor de nuestras caras—. Justo más allá de la
costa allí.

—¿Cómo lucirá?

—En realidad, no estoy seguro. Todos los retratos conocidos de la Serpiente del
Mundo son fabricaciones de los artistas que los crearon. Imagino que es la clase
de cosa donde lo sabrás cuando lo veas.

Laksha bufó, levantó la boca por una comisura. —Una predicción justa. —Miró
hacia el mar—. Este es un lugar extraño para empezar el fin del mundo, ¿no? Es
tan pacífico y silencioso. Y realmente no hay nada aquí.

—Es el lugar perfecto para empezar, en la mente de Loki. Irlanda tiene pocas
defensas, y Jörmungandr necesita crecer rápidamente. Con lo cual me refiero a
que necesita alimentarse. Las ovejas y el ganado de Irlanda y sí, su gente, serán
un bocadillo fortificador en el camino de Jörmungandr para volverse
verdaderamente monstruoso e imparable. Y tiene el beneficio de lisiar a los
Tuatha Dé Danann desde el principio al robarles la mayoría de sus creyentes.

—¿Dónde están los Tuatha Dé Danann ahora mismo?

—En Suecia, donde Loki quiere que estén. Ese es el evento principal, donde
todos deben mirar. Este supuestamente sería su golpe furtivo. Y yo estoy siendo
furtivo a cambio. No puede ubicarme, así que no sabe que estoy aquí.

Un destello de preocupación tensó los músculos alrededor de los ojos y boca de


Laksha. —Y él tampoco sabe sobre mí, ¿cierto?

—No, él no sabe que debe preocuparse por ti.

Su cara se relajó. —He sido una bruja silenciosa aunque letal, ¿no?

—Lo has sido.

Ella suspiró felizmente. —Y ahora puedo ser silenciosa y letal una última vez.
Pero en beneficio de todos los demás en lugar de mí misma. Hay un balance en
la idea. Espero que también haya un balance en el karma. ¿Cuántas personas
estaré salvando solo en Irlanda?

Me encogí de hombros. —Aproximadamente entre cuatro y medio y cinco


millones.

—¡Ah! Muchos más de los que alguna vez llegué a matar, entonces. Me gusta
esa aritmética.

—¿Crees que es meramente aritmética lo que decide tu siguiente vida?

—No, por supuesto que no.

—Me alegra. Porque mi registro tampoco es tan grandioso.

Nuestras expresiones decayeron y se extendió un silencio mientras ambos


considerábamos las cuentas personales de nuestras largas vidas. No creía que
alguno de nosotros pudiera decir definitivamente que habíamos hecho más bien
que mal, aunque yo ciertamente lo había intentado. Laksha eventualmente apartó
los ojos del mar para mirarme fijamente. —¿Qué es lo que quieres, Atticus?

—¿Mmm? Ganar, por supuesto. Sobrevivir.

—Me refería al largo plazo, si es que lo hay.

—Oh. Cierto. Bueno, una vida más o menos normal sería agradable. Donde
pueda empezar una familia y no tener que abandonarlos porque Aenghus Óg me
encontró. Donde pueda enseñarles a todos a ser Druidas y no tener que
preocuparme por ser cazado. Un futuro donde ya no tenga que ser el Druida de
Hierro, solo el Druida, como los elementales me llaman.

—Ya veo. Tú también buscas paz. Una definición diferente de la mía, pero paz
igualmente.

—Así es.

—Espero que la encuentres.

—Tú también, Laksha.

Caímos en silencio de nuevo, y tal vez Laksha, así como yo, estaba
contemplando cómo podría sentirse la paz. Mi deseo de ser estable y
experimentar la vida sin la sensación de ser cazado era real, pero realísticamente
sabía que empezar una familia no estaba en las cartas o siquiera en la baraja que
estaba jugando actualmente, porque Granuaile estaba en un sendero que divergía
del mío… uno vital que ella necesitaba recorrer, construyendo espacios mentales
y luchando con su poder… y eso significaba que yo necesitaba esperar o seguir
adelante. Imaginaba que valía la pena esperarla y que podía permitirme ser
paciente y que el tiempo no pasaría en vano. Todo asumiendo, por supuesto, que
disfrutáramos de algún tiempo después de hoy.

El grito distante de terror ovino atrajo nuestros ojos de vuelta a la costa, donde
algo largo y resplandeciente había emergido del océano para comer un almuerzo
lanudo.

Jörmungandr, la Serpiente del Mundo, engendro de Loki y un gigante, había


salido de su escondite y estaba creciendo rápidamente, compartiendo el talento
del padre para cambiar de formas. Habría un límite para su crecimiento sin
combustible, pero con él, podría continuar hinchándose hasta las proporciones
genuinamente míticas que los Antiguos Nórdicos le habían atribuido. Y él
parecía estar devorando combustible rápidamente, tragando un par de ovejas con
la cabeza apuntada hacia el cielo y luego golpeando rápidamente para alcanzar
más. Era aterrador de una forma algo hermosa, escamas purpura y azul y verde
titilaban en el sol de la mañana. Recordaba el cuento de Väinämöinen, que
hablaba de una versión más pequeña de Jörmungandr que conoció en la costa de
Islandia, una serpiente inocente con una mente curiosa. Thor había venido para
destruirla como una especie de ejercicio de calentamiento para el Ragnarok,
incluso aunque no le había hecho nada a los humanos y no poseía malicia. Thor
creyó el asesinato justificado, tal vez, ya que era su destino encontrarse con la
muerte en la batalla con Jörmungandr, pero en su lugar encontró su muerte a la
espada de Moralltach, blandida por un vampiro con un rencor ancestral. Creo
que Odín tal vez habrá tenido la intención de que yo encontrara mi destino con
Jörmugandr en lugar de Thor, pero yo tenía otras ideas. Igual que Laksha.

—Esto es todo —dijo Laksha, encontrando mi mano y apretándola—. Después


de hacer presa de la humanidad durante tanto tiempo, estoy esperanzada y
agradecida y determinada a hacer algún bien final. No sé qué sufrimiento me
aguarda, pero lo acepto y voy a él voluntariamente.

—Adiós, Laksha. Que tu vida siguiente sea una buena.

—Adiós.
El cuerpo de Mhathini Palanichamy se derrumbó abruptamente, y la atrapé antes
que pudiera golpearse la cabeza en el suelo. Pero una vez que estuvo tendida a
salvo, giré mi mirada de vuelta a Jörmungandr, aún más grande en esos pocos
segundos que cualquier dinosaurio o criatura de fábula. Apenas estaba
terminando su segunda ronda de ovejas enteras y estaba echando ojo a un tercer
ataque desde el mar, pero probablemente se percató que necesitaría llegar a tierra
si deseaba más cordero, ya que el rebaño estaba alejándose del océano tan rápido
como les era posible. Con la decisión tomada, las masivas agallas en los
costados de su cuello se agitaron una última vez y luego se sellaron conforme
Jörmungandr se transformaba en un respirador de aire. Se inclinó hacia delante y
luego se sobresaltó abruptamente, como golpeado por el puño de un titan. Un
grito estrangulado salió de su boca, y se estremeció de la cabeza por toda su
sinuosa longitud justo antes de quedarse quieta y rígida y caer hacia atrás en el
mar como un leño extraño y escamoso. Las ovejas supervivientes balaron el
equivalente ovino de «¿Viste esa mierda que acaba de pasar? Nunca voy a
acercarme-ee al mar de nuevo, sin importar lo verde que sea el pasto» Y el mar
salpicó y siseó mientras la Serpiente del Mundo desaparecía debajo de las olas.

—¡Sí! —Eso merecía un puño alzado, porque Laksha había tenido éxito. Había
abandonado la mente de Mhathini, se disparó a través del éter, y ejecutó un
apoderamiento hostil del cerebro de Jörmungandr. Había, sin duda,
sencillamente expulsado su espíritu completamente, como hacía en sus años
tempranos cuando tenía ganas de utilizar un cuerpo nuevo. Para prevenir que
Jörmungandr volviera a instalarse, sin embargo, tendría que ocupar ese cerebro y
defenderlo hasta que muriera. Y una vez que éste muriera en el agua, ella
también moriría. Las criaturas del éter no lo llevan bien en el agua.

Pero Laksha acababa de sacrificarse voluntariamente para salvar Irlanda, menos


unas cuantas ovejas, y se marchó con un corazón y alma más ligeras de las que
yo alguna vez había sabido que poseyera. Era una hazaña tremendamente buena
y un contraataque a los planes de Loki que él no podía haber anticipado. Que
también sucedió para salvar mis propias patatas estaba fuera del punto. Yo
estaría poniendo todo en la línea antes que el día terminara. Y como
Jörmungandr, esperaba salir de esta vida vía lo inesperado, y que la gente
encontrara mi cuerpo como encuentran tantos otros, mirando hacia la eternidad
con sorpresa. Me sentía preparado para casi todo que pudiera ocurrírseme, pero
lo que mantuvo mi mente acelerada por la noche fue preocuparme por lo que no
se me había ocurrido. Porque igual que yo había conseguido una rápida y
abrupta remoción de una pieza clave de ajedrez en el tablero de Loki, el dios de
las travesuras y las mentiras sin duda había preparado algunas sorpresas para
nuestro bando. Él nunca había esperado que alguien como Laksha se
involucrara, y yo solo tenía ideas vagas de lo que esperar cuando llegara a
Suecia.

Pero si soy honesto, me sentía un poco atolondrado y autocomplaciente en ese


momento por pensar en una solución para el surgimiento de Jörmungandr que
beneficiaría a todos. Tal vez incluso sucumbiera a la urgencia de citar algo de
Shakespeare.

Me acuclillé junto a Mhathini, absolutamente demasiado complacido conmigo


mismo. —Ligarius dijo en Julio Cesar: Ordéname de inmediato lo imposible y
me empeñaré hasta verlo conseguido . Pero él nunca hizo algo así, ¿verdad?

—¿Mmm? —Mhathini se agitó, y sus siguientes palabras no fueron en inglés


sino en Hindú. Afortunadamente ese era un lenguaje que yo conocía, aunque
había tenido pocas razones para hablarlo en años recientes.

—¿En dónde estoy? ¿Irlanda?

—Sí. Bienvenida.

—¿Quién eres tú? —Frunció el ceño y su cuerpo entero se tensó.

—Puedes llamarme Atticus o Connor, el que prefieras.

Exhaló de alivio y se relajó. —Bien. Laksha dijo que tú me ayudarías.

—Y eso haré.

Mhathini se sentó. Su voz, aunque obviamente utilizando el mismo set de


cuerdas vocales que Laksha había utilizado, poseía un timbre ligeramente
diferente. Un borde más suave. O tal vez era el idioma diferente que estábamos
utilizando, no estoy seguro.

—Laksha dijo que estaba intentando prevenir el fin del mundo, pero que podría
aún suceder a pesar de ella. ¿Eso es verdad?

—Sí. Ambas cosas son verdad. Ella hizo su parte, pero aún podría suceder.
—Ya veo. —Miró hacia el collar de rubí de Laksha alrededor de su cuello y
llevó sus dedos esbeltos hacia él, considerándolo, o tal vez orando
silenciosamente. Dejé que se tomara todo el tiempo que necesitaba, y fue solo un
par de minutos ante que sus dedos cayeran y levantara la vista hacia mí—.
Bueno, gracias por estar aquí. Nunca creí siquiera que volvería a ver el sol, e
incluso si es solo por un corto rato, me alegra tener este tiempo. Es bueno tener
un amigo en el fin del mundo.
Capítulo 9

Traducido por Shiiro

Le echo una mirada de preocupación al enjambre de demonios que sale en


erupción de la Montaña de las Siete Estrellas y luego observo mi té de burbujas,
que el Rey Mono insiste en que me tome ahora mismo.

—No sé, Wukong. ¿No te parece que igual los demonios son más importantes?
Siempre puedo probar el té de burbujas en otro momento.

—Tonterías. Vive en el presente, Granuaile. En este momento mis copias pueden


ocuparse de la primera oleada demoníaca, y tu té de burbujas debería estar en su
punto álgido de sabor.

El Rey Mono había enviado un número impresionante de clones a la batalla, y


no parecía preocupado. Pero las ganas que tiene de que yo beba este té me están
inquietando bastante.

—¿Acaso hay algo en mi té?

—¡Sí! —Me enseña los dientes, triunfal y emocionado porque por fin me he
dado cuenta de algo importante—. ¡Perlitas de tapioca!

—Es que es un poco raro que tengas tantas ganas de que me lo beba.
—No es más que orgullo ante mi obra maestra. Y es la acción correcta a llevar a
cabo en este momento.

No estoy muy segura de estar de acuerdo con sus prioridades. Pero también es
cierto, reflexiono mientras observo a los clones rojos y dorados acudir al
encuentro de la nube de demonios y tener un impacto visible incluso desde esta
distancia, que mi participación en la lucha no supondría una gran diferencia.

—¿Por qué estoy aquí?

Wukong se ríe, echando la cabeza hacia atrás sin contener su entusiasmo.

—¡Una pregunta filosófica! La respuesta es simple: para aprender y crecer.

—No, a lo que me refiero es ¿por qué estoy justo aquí, ahora mismo?

El Buda inclina la cabeza hacia mí y se encoge de hombros.

—La respuesta es la misma, y permanecerá así durante días y meses y años en


adelante.

Flidais me mira.

—Aprende bien, Granuaile. Ahora tengo que dejarte.

—¿Cómo? Pensé que me habías dicho que tenías que estar aquí...

—Tenía que traerte aquí, y lo he hecho. Me necesitan en Japón. Adiós.

—Vale, sí... —Flidais no espera. Ya está bajando por la salida de incendios antes
de que yo haya terminado de decir adiós, dejándome con Sun Wukong. Él alza
una ceja poblada en mi dirección y sonríe, asintiendo hacia mi té de burbujas.

—¡Ay, vale, lo que sea! Lo voy a probar, ¿vale? Mira.

Tomo un sorbo con la pajita naranja, cuyo grosor es casi absurdo, y me


encuentro con que es un té algo dulce y algo floral, con leche. Ligero y
agradable y... Guau. Una de las burbujas de tapioca se me mete en la boca, y está
blandita y resulta un complemento perfecto para el té.

—¿Eh? ¿Huh? —El Rey Mono me sonríe mientras observa mi rostro. Está tan
claro que quiere que lo halague que le sonrío de vuelta.

—Está bueno, Wukong.

—Sí. Está bueno. Y puede disfrutarse de muchas maneras distintas. Ese que
tienes ahí es el té básico. Quedan tantos para que pruebes.

—Supongo...

—Bien. —Sun Wukong alza un dedo hacia su oreja y se hurga en ella. Algo
parecido a un pequeño palillo de dientes crece y gira en su mano, hasta
convertirse en una larga vara dorada. Se encorva, sosteniéndola con ambas
manos—. Ahora luchamos.

—¿Qué? —es todo lo que consigo decir, porque hasta este momento no me he
dado cuenta de que el té podría ser el preludio de una batalla.

Por toda respuesta se abalanza sobre mí, con la vara en alto para aplastarme
desde arriba. Le tiro el té de burbujas y él gira en el aire para evitarlo, mientras
yo alzo mi vara en posición perpendicular a la suya para bloquear su golpe. El
impacto hace que me vibren los brazos hasta la articulación de los hombros, y
trastabillo hacia atrás. El Rey Mono aterriza y evita mi contragolpe mientras
intenta barrerme del suelo. Salto para evitarlo y respondo con una patada, pero él
se aleja de un brinco. Lo persigo porque la regla más importante al luchar contra
alguien así de poderoso es que si ellos empiezan algo, tú tienes que terminarlo y
hacerlo rápido, porque cuanto más tardes menos oportunidades tienes de ganar.

Sun Wukong se carcajea mientras rueda y, de alguna manera, desvía cada uno de
mis golpes con su vara. Cuando nos quedamos sin tejado, emplea los pies y se
lanza por encima de mi cabeza, rechazando mi intento de golpearlo en el
abdomen, aterrizando detrás de mí mientras me giro para encararlo.

—Me toca —dice, y entonces es él quien ataca. Me las arreglo para esquivar los
primeros cinco golpes o así, pero después consigue atravesar mi defensa a cada
golpe y me toca suavemente en lugar de destruirme, mostrando un control
increíble.

Se aleja, dejándome acalorada, y vuelve a sonreír mientras se queda de pie con la


vara, que sostiene con la mano derecha y apoya en el tejado.
—El té de burbujas es bueno. Pero, como ya te he dicho, hay más sabores aparte
del básico. ¿Te gustaría aprender más?

—Sí. Siempre estoy preparada para aprender más.

—Bien. Tienes la mentalidad adecuada. De acuerdo. Te han entrenado con


técnicas milenarias, y también has incorporado algunos movimientos modernos.
—Asiento, porque es cierto. Atticus estuvo en China en el siglo once y recibió
entonces el grueso de su entrenamiento en artes marciales del este, que luego me
transmitió—. De hecho, eres una maestra en términos mortales. No pretendo
menospreciar tu habilidad de ninguna manera. Eso debes comprenderlo.

—Lo comprendo.

Él asiente antes de continuar.

—Pero hay técnicas más antiguas. Otras más nuevas. Y algunas de ellas son
invención mía. —Apunta con un dedo hacia el norte—. Lo que ves que está
sucediendo en Yangmingshan ahora mismo es cosa de tan solo el primero y el
más débil de los Reyes Yama. Apenas requiere mi atención. Pero vendrán siete
más, cada uno más letal que el anterior, y necesitas estar preparada si deseas
sobrevivir y cumplir tu propósito.

Muchas preguntas me inundan la mente; sobre todo, cuál ha pensado que es mi


propósito, pero también otras cosas, con qué tipo de horrores nos encontraremos
y si yo voy a enfrentarme a un verdadero Rey Yama o solo a cientos de acólitos
suyos. Pero ninguna de ellas es importante comparada con la certeza
fundamental de lo que ha dicho, así que ignoro mis preguntas y las reservo para
más tarde.

—Estoy de acuerdo —le digo.

—Bueno, si así lo deseas, empecemos con tu entrenamiento avanzado. Desde


ahora, me llamarás Sifu Sun.

Me inclino ante él.

—Lo estoy deseando, Sifu Sun.


Capítulo 10

Traducido por Brig20

Cuando Siodhachan se va, salgo del río y me seco los pies, porque el agua se
está enfriando. Más fría que la bienvenida de un gorila de un club nocturno el
viernes por la noche, lo cual me recuerda que todavía le debo un puntapié al
chico de Kilkenny que me echó del pub.

Me siento en el borde del porche trasero, con los pies apoyados en el césped, y le
hago saber al elemental que estoy disponible para ayudar si me necesitan en
cualquier parte. Starbuck, el Boston Terrier sale y se sienta a mi lado, con la
boca abierta y la lengua colgando. Me conecto con su mente para poder escuchar
si él me responde y dice: —Eres un buen muchacho, ¿verdad?

—<Sí comida,> dice.

—Ah. ¿Todavía estás aprendiendo el idioma, entonces?

—<Sí comida. Jugar?>

—Tal vez. Esa palabra puede significar cosas diferentes, he aprendido. ¿Qué
consideras que es jugar?

—<Quédate> dice, y desaparece a través de la aleta de plástico en el lado de la


casa que Siodhachan dice que es una puerta para perros. Él irrumpe a través un
momento después con una cuerda anudada. Lo deja a mi lado y me mira con la
lengua fuera. —<Tíralo por favor. Sí comida.>

— ¿Tíralo, dices? Parece una petición extraña, pero no veo el daño en ella. Los
perros como Starbuck no existían en mis tiempos, por lo que es una nueva
criatura para mí, y estoy interesado en lo que hará después. Recojo la cuerda y la
tiro a una buena distancia hacia el río, teniendo cuidado de no arrojarla al agua.
El pequeño muchacho sale del porche trasero más rápido de lo que esperaba.

—<¡No ardilla!> Prácticamente grita en mi cabeza, y por un momento me


preocupa que se haya vuelto tonto, pero una vez que alcanza la cuerda la levanta
y la sacude antes de galopar hacia mí con ella en la boca, y luego entiendo. Está
practicando la caza de ardillas, y eso es jugar para él.

—<Buen humano> dice mientras lo deja caer a mi lado otra vez. —<Tira por
favor.>

No puedo evitar reírme de eso. —Ya sabes cómo entrenar a los humanos, ¿no?

—<Sí comida. Tira por favor.>

Le obligo y pienso mientras él va a buscar que tal vez un compañero animal no


sería tan malo, si los hombres lobo estuvieran bien con eso. Antes de que
Starbuck pueda regresar para otro lanzamiento, un escalofrío me recorre la
pierna, mientras el elemental me habla a través de mi contacto con la tierra.

// Se necesita druida vengativo / Alpes Bávaros / Urgente //

Los elementales no solían hablar así con los druidas. La tierra no había estado
tan carcomida antes, así que nunca tuve la oportunidad de escuchar como los
elementales me llamaban hasta que llegué a esta época. Y realmente no me gustó
ese nombre, porque se refería a un episodio de mis primeros años con un hombre
malo en una ciénaga y no quería que me lo recordaran.

// Armonía // Respondo, pero luego agrego, // Excepto por nombre / Por favor
llámame Druida Antiguo //

// No / Eres Druida vengativo / Apúrate / Alpes Bávaros //


Cojones. // Voy // digo, y salto a mis pies.

Tengo que entrar y preguntarle al chaval británico en qué parte del mundo están
los Alpes Bávaros. Una vez que saca un mapa en su computadora y me muestra,
me imagino que puedo cambiar a algo atado allí y luego preguntar qué problema
se está gestando en la unión.

Lo siento, ya no puedo jugar más , le cuento mente a mente al pequeño Starbuck.


Me han llamado para servir a Gaia. —¿Jugamos más tarde?

—<Sí comida. Buen humano.>

Corro hacia el árbol vinculado, cambio de plano a Tír na nÓg, y luego paso un
rato tratando de descubrir qué vínculos conducen a los Alpes bávaros. Hay
aproximadamente diez de ellos, creo, y justo cuando me fijo en uno desaparece.
Entonces el que está al lado hace lo mismo. Algo horrible debe estar sucediendo
allí para interrumpir los vínculos. Elijo el que está más alejado de los destruidos
y me tiro a lo largo de la unión, llegando con un poco de pánico en mi mente,
con miedo de que el vínculo se rompa a mitad de camino. No sé con certeza qué
me pasaría si lo hiciera, pero no quiero averiguarlo. Sin embargo, sí lo logré y
pronto descubrí qué había estado causando el alboroto: la tierra tiembla debajo
de mí, y tampoco era un temblor leve. Es una sacudida seria en progreso, y se
extenderá pronto a las áreas pobladas e interrumpirá mucho más que unos pocos
árboles vinculados.

Pero los árboles y estas montañas, dioses debajo, son preciosos. Ojalá hubiera
visitado antes de que se produjera un terremoto en aumento, porque es un lugar
increíblemente hermoso al que he llegado. Si no lo supiera, diría que el paisaje
estaba tratando de tener un poco de sexo suave y caliente con los ojos, es tan
seductor. Tulla, una de mis aprendices, ama especialmente a los árboles; ella
encontraría este lugar tan mágico que las esquinas de sus ojos derramarían
lágrimas de felicidad. Lo mejor es preservarlo, entonces.

// Druida aquí para ayudar // Le cuento al elemental Baviera. Su respuesta es


menos que cortés.

// No eres Druida / Está en otra parte / Eres Druida Vengador //


Parpadeo un par de veces. ¿Este elemental está en medio de un terremoto donde
todos sus seres vivos están en crisis y está discutiendo sobre los nombres?

// Consulta: ¿emergencia? //

// Las criaturas interrumpen la tierra / Crearé la ruta / Mátalos // Eso es bastante


sencillo. // Consulta: ¿Qué criaturas? //

//Seguir y matar // es toda la respuesta que recibo antes de que se abra una fisura
—no un accidente del terremoto, sino algo con un piso determinado, con paredes
y un techo que permanecen firmes incluso si cambian; no importa cuán violento
sea el terremoto, Bavaria no permitirá que me aplaste mientras estoy en camino
de cumplir sus órdenes. El túnel se profundiza rápidamente y tengo que echar la
visión nocturna para ver. También me puse los nudillos de bronce y recuerdo
que, aunque recibí una misión, no puedo usar un enlace directo para matar a
nadie. Es la ley de la propia Gaia: no juzga muertes mientras nunca use su poder
directamente para lograrlo. Los druidas han estado haciendo su trabajo sucio
durante milenios ahora—o Siodhachan lo ha hecho de todos modos. En su
mayoría eran demonios de este infierno o de aquel, pero de vez en cuando algo
Fae o más siniestro requeriría su atención.

No pasará mucho tiempo antes de que no pueda ver nada delante de mí, incluso
con el conjuro de visión nocturna. Debes tener al menos un poco de luz para
operar, y bajo tierra es más oscuro que el entintado ano de un pulpo dormido. Se
lo dejé saber a Bavaria.

//Continua// dice. // Pronto habrá luz //

Me tambaleo, con la mano extendida para seguir el rastro de la pared, y tropiezo


un par de veces ya que no puedo ver el suelo moviéndose y me sorprende. Pero
no quiero fallar en esto, sea lo que sea. La luz aparece muy pronto. Un tenue
resplandor naranja y un poco de calor junto con ella, y un olor sulfuroso
golpeándome los pulmones: Esa fuente de luz es lava. Una forma un poco más
peligrosa de iluminar un espacio que esas elegantes bombillas retorcidas que ves
en estos días. Y realmente no debería estar tan cerca de la superficie. Los Alpes
no son un rango de volcanes inactivos; se formaron por la colisión de placas
tectónicas. Lo que significa que algo desagradable está trayendo esto a
propósito.
Lo escucho antes de verlo. Risas crueles mezcladas con cantos guturales en un
idioma que no reconozco. Y está bastante claro que me descubren primero que
yo a ellos, porque tengo que esquivar una roca roja que me arrojan a la cabeza.
Todavía me mira desde el hombro izquierdo y hace un surco allí, chamuscando
pelo y cocinando una oreja a medida que pasa. Trazo de vuelta de donde debe
haber venido, y hay una cosa pequeña y sombría de pie en un arroyuelo de lava
como si fuera nada más que una corriente fría. Parece que está cincelado
prácticamente a partir de carbón o basalto volcánico, todos los bordes afilados a
pesar de que tiene una forma humanoide. En la oscuridad es solo otra rebanada
de sombra hasta que se mueve, y se mueve para recoger otra bomba de lava.
Tiene una cara como si alguien hubiera tomado una mierda enojada y la hubiera
puesto encima de un cuello. O tal vez sea solo mi propia ira lo que estoy
proyectando. Sé lo que es esto ahora, atribuyéndolo a una descripción que me
dio Siodhachan: es un kobold fétido, pero del tipo peligroso y sangriento y no las
cosas débiles que he visto cuando Sam y Ty, los líderes de la manada de Greta,
están jugando ese videojuego que les gusta. En el juego, los kobolds son
criaturas débiles con un cuchillo pequeño, que pueden ser fácilmente asesinados.
Pero esos no son el tipo de criatura que engendraron historias de terror de
mineros alemanes hace cientos de años. Si eres un muchacho valiente haciendo
un túnel a través de una montaña, no vas a estar aterrado de algo con un cuchillo
cuando tienes un pico. No, esos mineros tenían motivos para temer, porque los
kobolds pueden mover la tierra y colapsar una mina, o recoger puñados de
magma para arrojarlos a las cabezas de los druidas.

Me echo el camuflaje y le guiño el ojo justo cuando levanta la vista para


apuntarme de nuevo. Luego acelero, mirándome los pies para no pisar esa
corriente de lava, y alimentarlo con un puño de nudillos de bronce entre los
dientes. Casi espero haberle quitado la cabeza, pero los kobolds son tan
resistentes como las montañas bajo las que viven. Algunos de sus dientes se
astillan y se rompen, y definitivamente lo dejo inconsciente, pero no lo mato. No
se puede manejar el calor y la presión de la corteza terrestre sin ser un bastardo
duro, supongo.

Aun así, deja caer ese puñado de roca fundida y cae hacia atrás al lado opuesto
del flujo de lava. Mi trabajo no está hecho: Bavaria quiere que estas cosas estén
muertas, y sé que tiene que haber más porque el terremoto continúa, así que
tengo que descubrir cómo atravesar algo con defensas naturales como la roca.
No es ni práctico ni eficiente. Salto sobre el flujo de lava y me paro al lado de la
cabeza del kobold, arrodillándome para mirar más de cerca. Sus ojos no son
inexpugnables, ya veo. Profundo y pequeño, pero todavía tienen ojos hechos de
sangre y gelatina enclavados en una cuenca con un agujero en la parte posterior.
Me quito la ropa, cambio de forma a una cometa roja, y coloco una pata con
garras de bronce en su cara y lo aprieto, golpeando su cerebro a través de su ojo
derecho. Él se mueve nerviosamente un par de veces y se aquieta de nuevo.
Cambio rápidamente a ser humano porque el calor me está dando en las plumas.
Voy a necesitar una mejor manera.

Le digo a Baviera que uno ya ha ciado, pero necesito algo para ayudarlo a ir más
rápido. Me imagino lo que necesito y brota de la tierra a mis pies en cuestión de
segundos: una espiga de piedra lisa y pulida de un pie de largo.

//Llévame al próximo // Le cuento a Baviera mientras lo recojo. Dejo la ropa, ya


que es posible que tenga que cambiar de forma pronto. El túnel, me doy cuenta,
se ha estabilizado bastante desde que saqué del juego al primer kobold. Pero a
medida que continúo y me acerco al siguiente objetivo, comienza a cambiar y a
contraerse nuevamente, y me caigo dos veces porque la luz todavía no es
demasiado buena. También empiezo a drenar poder para sanarme el hombro
quemado porque grita como diez gaviotas peleando por un pez.

El túnel que ha creado Bavaria rompe en una nueva caverna, y una nueva ráfaga
de humo de azufre se desliza por mí como todos los fantasmas de mis malas
ideas. Toso y resuello y me vuelvo un rollo cuando entro, por si acaso hay una
emboscada esperándome. También es algo bueno, porque unos trozos de roca
que califican como cantos rodados caen sobre mí y se estrellan detrás. Encuentro
al Kobold responsable parado frente a una pared de lava. Mi cara ya está seca
como las nueces que te dan en los aviones con un triste dedal de agua, pero voy a
tener que cargarlo a él y a esa pared para terminar con esto.

Y a diferencia del primer muchacho, no está tirando esas rocas con su mano: este
es un muchacho grande en el mundo de los kobolds y está moviendo ese peso
con su propia magia. Son sinvergüenzas basados en la Tierra. Y sabe que algo
tiene que estar aquí, incluso si no puede verme, porque de lo contrario, ¿qué
abrió ese bonito agujero simétrico en la pared en el camino? Y si tiene algún
sentido de la presencia o energía de otros kobolds, probablemente sepa que uno
de ellos fue abruptamente apagado hace unos minutos. Entonces él no corre
ningún riesgo. No escuchó un grito de muerte ni vio salpicaduras de sangre, así
que me arrojará más. Puedo verlo apretando los dedos y la pared de lava
burbujeando e hinchándose detrás de él. Esto va a ser malo. Puse la púa entre
mis dientes y cambié a un carnero, el bronce de mis nudillos fluyendo hacia los
cuernos y cubriéndolos, haciéndolos irrompibles. Luego bajé la cabeza y cargué
directamente hacia el kobold con todo lo que tengo, justo cuando envía una gran
cantidad de rocas fundidas y lava en mi dirección. No hay manera de evitarlo o
esquivarlo; es como una red de fuego respaldada con piedra.

Mis cuernos chocan contra el borde de ataque, separándolo, y eso proporciona


una especie de cono de protección, manteniéndolo fuera de mi vista al menos,
pero eso no significa que pase indemne. De hecho, estoy bastante asustado,
especialmente debajo de la cola; Estoy bastante seguro de que solo está en
llamas y me estoy derritiendo, pero tengo un objetivo que golpear primero.

Ve la llamarada de mi paso a través de su salva, fuego encendido en el contorno


de algo indistinto, pero todavía no está seguro de lo que soy, excepto que voy
por él. Trata de moverse, pero estoy mirando y voy mucho más rápido y ajusto el
rumbo. Lo tomo en las costillas, lo lanzo de sus pies y lo impulso directamente a
esa pared de lava. Ni mi golpe ni la lava lo matarán, pero su ventaja se ha ido:
ahora no puede pararse allí y arrojarme piedras ardientes.

Me deslizo hacia un lado, lejos del borde de la lava, y regreso a mi forma


humana, rodando alrededor y lejos del fuego en mi culo. Me baso en gran
medida en la energía de Baviera para sanarme la piel ardiente y dejar que la púa
caiga en mi mano, luego espero.

Pasó menos de un minuto antes de que la lava entrara en erupción en la caverna,


y si aún hubiera estado parado frente a ella, hubiera estado completamente
cubierto, más allá de la ayuda de la sanación. El kobold sale del fuego, rugiendo
su desafío, y cuando nada viene a abofetearlo, se ríe, asumiéndome muerto.
Bueno, todavía no, presumido de mierda. Estoy herido y podría ser consumido
por el fuego en cualquier momento, pero todavía no estoy fuera de combate.

Excepto que la lava que ahora cubre el suelo de la caverna presenta un problema.
Le pido a Bavaria que me ayude una vez más a crear algo útil mucho más rápido
de lo que podría unirme: plataformas improvisadas de sandalias de piedra que
adhiero directamente a la piel de mis pies, lo que con suerte me permitirá
caminar a través de la lava y sorprender al canalla. Hecho eso, reviso al kobold;
estoy a su izquierda, tal vez un poco detrás de su hombro. Avanza un par de
pasos, obviamente escaneando la caverna en busca de alguna señal de mi
cadáver. El estruendo y el temblor de la tierra cubren mis ataduras susurradas
mientras apunto a una roca a través de la caverna y doy el primer paso hacia la
lava: caliente por todos lados, pero la piedra se sostiene. Todo lo que tengo que
hacer es no tropezar y caer en la escoria.

Piso con más confianza y completo la vinculación, tirando de esa roca en el lado
opuesto a la derecha hacia la lava. Comienza a arrastrarse en esa dirección y el
kobold se voltea para enfrentarlo, lo que significa que está de espaldas a mí. No
es más que una distracción. Me pregunto si debería darle un golpe en el hombro
para que me mire cuando me doy cuenta de que las cuencas de los ojos no son el
único camino al cerebro. Las orejas del kobold son pequeñitas, pero la izquierda
sirve: clavo la púa en el interior, perforo el tímpano y levanto su cerebro, pero
está bien. Se desploma y retrocedo cautelosamente, tratando de no caer sobre mí
mismo y fallar en ganar. El estremecimiento de la caverna se calma, y una vez
que estoy en terreno seguro, remuevo los escudos de piedra de mis pies y le digo
a Bavaria que ya está hecho.

// No / Tres más // infiernos Inflamados, murmuro, y algo de ese sentimiento se


debe haber filtrado, porque Bavaria agrega, // Más pequeños / Ganarás //

No estoy tan seguro. Las quemaduras son bastante malas, y los pulmones se
sienten permanentemente contaminados. No puedo respirar adecuadamente, para
ser sincero.

// Necesito aire limpio // Lo digo, y la respuesta llega rápidamente.

// Sígueme // La tierra detrás de mí se mueve, un nuevo túnel perfora la corteza.


Una vez que doy unos tambaleantes pasos, Bavaria cierra la caverna, cerrando
todo ese azufre. Después de eso el túnel se inclina hacia arriba hasta que nos
acercamos lo suficiente a la superficie como para que entre un poco de luz solar
y aire fresco.

//Descansa y sana // dice Bavaria, y doy gracias cuando tomo grandes bocanadas
de aire fresco y siento que el dolor en mi cuerpo se reduce un poco. El elemental
está inyectando enormes recursos en esto, lo que significa que puede perder
mucho más si se permite que los kobolds continúen. Y ellos continúan; el suelo
bajo mis pies pueden estar estables, pero todavía hay temblores en las cercanías.
Y cuanto más descanse, peor será en esta área—especialmente si alguna de esas
lavas llega a la superficie. Tomo una respiración más profunda y le digo a
Bavaria que estoy listo.

// Armonía // viene la respuesta, y el suelo debajo de mí se hincha, empujándome


a través del agujero hasta que estoy en la superficie otra vez. Hay un macho
cabrío parado allí, y por un momento creo que podría ser Siodhachan, pero
Bavaria me dice que no lo es rápidamente. // Sigue al animal al siguiente sitio
del túnel //

El macho cabrío gira y se abre camino a través del bosque hacia el sur. No puedo
seguir como humano, y el hombro herido me obstaculizaría si tratara de volar
como una cometa, así que cambio de forma a un carnero y pongo la estaca entre
mis labios, haciendo lo mejor que puedo para mantener el ritmo, y
estremeciéndome cuando las quemaduras palpitan de nuevo.

Tiene sentido hacerme hacer esto si va a ser una buena distancia, y lo es, son
millas, de hecho, y no tiene sentido gastar energía para crear un túnel para mí en
esa situación. El terreno no deja de vibrar todo el tiempo, y espero que Bavaria
pueda recuperarse rápidamente de toda esta tensión. También espero que nadie
haya sido herido donde quiera que haya gente viviendo por aquí. No creo que
haya grandes ciudades en el área, pero probablemente haya pueblos pequeños y
algunas cabañas y granjas aisladas, cosas así, edificios que no fueron diseñados
para resistir los terremotos.

Corremos lo suficiente como para que las quemaduras se calmen a carbones


ardiendo, en términos relativos, y para que los pulmones sientan que están libres
y limpios de nuevo. Pero el terremoto está empeorando, sinceramente, nunca se
supone que duren tanto. La forma de carnero es un poco más estable de lo que
estaría en dos patas, pero aun así, mantenerse erguido es un desafío.

// Apurar // me dice Bavaria // Casi allí //

Y es cierto. Un túnel se abre a menos de cien yardas de mí, y una vez que llego
allí me cambio a un ser humano y me pongo camuflaje, alerta por las
emboscadas. Pero el kobold al que me conducen no es tan paranoico como los
demás —está demasiado involucrado en la manipulación de la tierra— y es fácil
despacharlo como resultado. El terremoto desaparece casi inmediatamente
después, y los dos últimos que me veo obligado a perseguir están simplemente
huyendo cuando los encuentro, porque deben haberse dado cuenta de que todos
sus hermanos tuvieron malos finales. Hubiera dicho que estos aprendieron la
lección y los dejaría ir, pero Bavaria insiste en que los persiga, y no puedo decir
que no. Quiere que los kobolds sepan que no habrá piedad por jugar así con la
tierra. Pero tengo que perseguirlos por debajo de las montañas hasta sus
escondrijos.

Horas más tarde, cuando termino y salgo de las trampas subterráneas en el lado
de algún pico, no tengo ganas de seguir haciendo espeleología o incluso probar
un subterráneo. Prefiero ver el cielo, por mí mismo. Colapsé y me estiré,
bañándome al sol y disfrutando de los campos, de las copas de los árboles y los
prados debajo de mí, todo hermoso y exuberante.

// Eres hermosa // Le digo a Baviera.

// Gratitud / Por favor visita detenidamente / Disfruta de mis tierras //

// Armonía // Digo, y pienso que trabajaré hasta el cansancio todos los días para
una vista como esta. Hay paz en tierras vírgenes. No sé cuán virgen
permanecerá. Me imagino que nos estamos acercando bastante a la demostración
más grande del mundo de la Primera Ley de Owen, y me preocupan los
aprendices de Greta y mios, a pesar de que deberían estar a salvo en Flagstaff
pronto. Por primera vez, desearía tener uno de esos teléfonos móviles, solo para
chequearlos. Y la próxima vez que vea a Sam y a Ty peleando con kobolds en
una pantalla, les diré que sus monstruos de videojuego son una mierda.
Capítulo 11

Traducido por Mar-El

Mhathini resultó ser una persona completamente dulce que prefiere hacer
cualquier cosa en el mundo que volver a ver a su padre o hermano de nuevo. Ella
tenía un pasaporte y Laksha la había dejado toda su información financiera,
esencialmente transfiriendo muchas vidas de riqueza para el cuidado de
Mhathini, por lo que también era bruscamente rica, a espaldas de su familia.
Pero no tenía idea de cómo permanecer en Irlanda legalmente durante más de
unos pocos meses o incluso si le hubiera gustado permanecer allí.

Nos montamos en el vehículo alquilado de Laksha y la lleve a Cork.

—Creo que se te darás cuenta de que el dinero es la máxima libertad —dije—


mientras que la falta de este es a menudo una prisión.

—Sí, puedo ver la verdad de eso. Era dependiente de mi familia y eran...


desagradables para vivir. Me sentía atrapada. —Su cara se tensó en frustración
antes de que ella murmurara —Pero supongo que soy libre ahora.

—De hecho lo eres. Puedes volar a cualquier parte, alquilar un lugar por unos
pocos meses, y seguir adelante. Viví así durante siglos. Tu familia nunca te
encontrará a menos que desees que lo hagan; minimiza tu huella en línea y
utiliza siempre un alias para todo. Cada vez que te sientas un poco nerviosa,
vuela al siguiente lugar. Y cuando encuentres un lugar al que deseas permanecer,
entonces puedes tomarte el tiempo para solicitar una visa o estatus de residente
permanente.
La llevé a un banco para asegurarse de que ella pudiera transferir sus fondos con
éxito y permanecer al ras por un tiempo, luego le di mi información de contacto,
le dije adiós y devolví el auto de alquiler. Había una pantalla de televisión a todo
volumen en la oficina de alquiler de coches con las noticias de extrañas
erupciones en Taiwán, Japón, los Alpes de Bavaria, y en otros lugares. No había
cifras sólidas sobre lesionados o muertes; simplemente actividad sísmica sin
precedentes sin previo aviso. Los sismólogos y geólogos estaban muy
preocupados. Se corrían rumores de otros fenómenos salvajes ocurriendo en todo
el mundo, pero nada verificado todavía.

Me preguntaba si estas organizaciones de noticias enviarían a los reporteros a la


escena para obtener material en vivo de los sitios, y tan pronto como hice la
pregunta, sabía que la respuesta era sí. La gente sentada en casa o en pubs o
aeropuertos o incluso en las agencias de alquiler de vehículos de pronto serian
capaces de ver a algún indefenso periodista plantado delante de aullante locura
diciendo, —Como se puede ver en el absoluto despliegue de mierda detrás mío,
la situación es bastante grave, y no puedo creer que mi jefe me envió al medio de
esta locura. Eso es. Renuncio, joder.

Bueno, si pensaban que era inusual, espera hasta que vean lo que iba a ocurrir a
continuación en Escandinavia. Sería mucho más oscuro y grave que cualquier
drama criminal sueco.

Cuando había hecho mi primer cambio desafortunado a los planos nórdicos,


aprendí que la unión principal al Árbol del Mundo, Yggdrasil, se encuentra en
Suecia, “al este” de Noruega, ya que se estableció en los Eddas , pero no tan
lejano al este, relativamente hablando. Esa unión, o supongo que debería decir
esa raíz del Árbol del Mundo, llevaba directamente hasta la primavera de
Hvergelmir, y era desde ese punto en Suecia donde, si la tiromancia de Mekera
era correcta, el ejército de Hel emergería y Ragnarok comenzaría en serio.

La adivinación de Mekera aún no me había fallado. Esperaba que ella ya hubiera


llamado a Fiyori.

El árbol unido estaba en la orilla de un pequeño estanque cerca de Skoghall,


Suecia, en la orilla norte del lago Vänern. Tan pronto como me cambié, exploré
el área en el espectro mágico y vi un gran globo brillante de juju hacia el sur. En
esa dirección me dirigí, y pronto descubrí que eran los terrenos de reunión de los
ejercitos Fae, y también era un campo de golf de dieciocho hoyos. Debió haber
estado aquí antes, cuando Granuaile y yo nos sumergimos a través de la
superficie del estanque con Freyja y resultó ser un portal que bajaba a Niflheim,
pero habíamos navegado en la noche y nunca me di cuenta. El estanque no era
una de las trampas de agua del campo de golf; estaba fuera del campo, justo al
norte, y probablemente tenía algún tipo de corriente que lo conectaba con el lago
Vänern.

Los Fae no habían utilizado el mismo árbol atado, ya que tenía; había otro en el
campo de golf, recién unido, cerca de donde se agrupaban, y mientras me
acercaba, vi que más y más Fae se movían y se clasificaban en filas. No tenía
idea si fueron enviados por Brighid o por Fand; la presencia de Fand significaría
que la misión de Owen había tenido éxito, al menos parcialmente, pero hasta que
luchara en nombre de Brighid y a petición suya, nada era seguro.

Me desvié hacia un lado mientras me acercaba al ejército. Seguía siendo el


Druida de Hierro, después de todo, y no era bienvenido entre ellos. Mi aura los
destruiría al tocarlos. Sin embargo, hice un gesto hacia la más cercana y la invité
a avanzar, señalando a través de nudos en el aire que prometía seguridad.

La hada voladora avanzó cautelosamente, y una vez que sentí que estaba
gritando a lo lejos, levanté una mano para permitir que se detuviera a salvo y
escuchara.

— ¡Por favor, informa al ejército que estoy aquí para luchar junto a los Fae, por
Irlanda, Tír na nÓg y todos los planos Fae!—

Ella asintió y se alejó, y eso sería suficiente. Con suerte la noticia se difundiría
rápidamente y, esperanzadamente, no tendría que mirar una descarga de flechas
en ningún momento.

Me dispuse a esperar. La desafortunada realidad era que solo podíamos


reaccionar ante lo que Loki manifestara en este punto; no podíamos planear
nada, excepto estar listos para su llegada, ya que tanto él como Hel estaban
protegidos de la divinidad. Lo que significaba que Loki y Hel podrían no
aparecer aquí en absoluto; era solo el vasto ejército de Hel y sus incontables
draugar (muertos vivientes) los que aparecía con certeza. Nada más sobre la
secuencia profetizada de Ragnarok podría ser asegurado. Me había asegurado de
eso cuando maté a las Nornas. Y Fenris el lobo, y a Jörmungandr.

Ciertamente, ya era un espectáculo mucho más grande que la concepción nórdica


original. Mientras me sentaba en el putting green[1] de uno de los hoyos, mi
consulta meditativa con el elemental lo confirmó como mucho. En los países
africanos que comprendían Yorubaland, los Orishas, liderados por Shango,
estaban luchando contra los Ajogun. Ganesha y el panteón hindú se manifestaron
en la India para reprimir la oleada de rakshasas y otros demonios allí. Flidais
estaba en Japón, luchando junto a las deidades Shinto contra una marea alta de
oni. Granuaile luchaba junto a Sun Wukong contra los Reyes Yama en Taiwán. Y
había muchos más conflictos de este tipo, algunos de ellos arreglados por Loki,
pero otros surgieron porque alguien con una vena caótica en su personalidad vio
una oportunidad.

Mis meditaciones fueron interrumpidas por una pequeña pero extraordinaria


delegación del ejército Fae. Fy, Manannan Mac Lir, y cinco grandes criaturas de
pelaje blancos me saludaron y se acercaron desde la calle que conduce a mi
green . Estaba bastante seguro de saber quiénes eran los peludos, pero estaba
completamente sorprendido de que Fand estuviera dispuesta a aparecer con
ellos.

—Siodhachan. Bien hallado —dijo Manannan.

Me puse de pie y sonreí. —Manannan. Qué agradable verte de nuevo. Y a ti,


Fand.

La reina de las hadas me hizo un gesto de reconocimiento, pero no dijo nada.


Sus ojos no se encontraron con los míos, sino que se fijaron debajo de mi
barbilla en el frío amuleto de hierro que me rodeaba el cuello. Incluso esa gran
civilidad de ella fue probablemente una concesión notable.

El dios del mar, dijo, —He venido para presentarte a mis hijos, los yeti.— Estos
claramente no eran los hijos de Fand, pero su expresión estaba en blanco. —
Querían conocerte—.

—¿De verdad? El honor es mío.

Manannán y Fand se hicieron a un lado y él presento al yeti más alto, con trenzas
extraordinarias e hilos plateados en su vello facial. — Este es el mayor, Erlendr.

El yeti se iluminó con una amplia sonrisa y extendió una mano enorme de pelaje
para que lo saludara. La tomé, y no era diferente a envolver el puño alrededor de
un cubo de hielo cubierto de fieltro.
—Oh, Maestro Siodhachan, ¡es un placer! Somos grandes amigos de su
aprendiz, Granuaile, ¡y queremos agradecerle por enviárnosla!

—Ella habla muy bien de ti también.

Erlendr asumió la responsabilidad de las presentaciones, y rara vez he visto o


sentido tanta alegría en una reunión. Granuaile me había dicho lo maravillosos
que eran los yetis, pero en persona descubrí que no eran el tipo de seres al que
las palabras pueden hacer justicia. Eran únicos, su magia combinaba los talentos
elementales de su herencia de hielo gigante con la habilidad vinculante de
Druidismo.

Hildr, el segundo mayor, inmediatamente me hizo una pregunta: — ¿Te dijo


Granuaile sobre la pista de hockey que hizo para nosotros?

—Sí, lo hizo. Por la forma en que se iluminaron sus expresiones, estaba claro
que Hildr había abordado un tema favorito.

— ¡Es fantástico! Soñamos con jugar en un juego adecuado con humanos algún
día. ¡Tal vez podríamos rivalizar con los profesionales de la NHL! ¿Juega al
hockey, maestro Druida?

—Tristemente no. Pero disfruto viendo los juegos en vivo y burlándome de los
Maple Leafs[2] de Toronto, que logran perder todo el tiempo a pesar de tener un
presupuesto enorme. Y por favor, llámenme Atticus, sin honoríficos.

Cada uno de ellos tenía más para compartir sobre Granuaile en los términos más
amistosos, peludos y animados, y en poco tiempo mi cara comenzó a doler por
sonreír tanto. Skúfr me pidió que le informara que la escultura de hielo de Jon
Snow “el que no sabe nada” todavía estaba en pie en el Himalaya, y por lo que
podían decir, todavía no sabía nada. Ísólfr esperaba poder compartir más de su
poesía con ella pronto. Y Oddrún, el más joven y el más pequeño de ellos, pero
todavía mucho más alto que yo, preguntó por la hoja giratoria que hicieron para
ella.

—¿Le está sirviendo satisfactoriamente? Todos trabajamos juntos en ella.

—Oh. Si bien. Desafortunadamente, fue robada por Loki.

—¿Loki? ¿El mismo que es responsable de esto que queremos detener?


—El mismísimo. Él puede tenerla consigo ahora mismo.

El yeti hizo algo con su pelaje, una reacción involuntaria, tal vez; Se esponjó y
luego se aplastó, sus expresiones se volvieron severas.

— Esa es la noticia más desafortunada, — dijo Erlendr.

—Estoy de acuerdo.

Debajo de mí, la tierra retumbó. Todos miramos hacia el norte hasta el estanque
y vimos que estaba burbujeando, hirviendo en nada. En poco tiempo explotó,
una gota de llamas surgió del centro de una nube de vapor en constante
expansión, y el centro amarillo-naranja de la misma siguió construyendo y
construyendo como una montaña formada donde un lago solía habitar, trozos del
tamaño de una roca de granito y basalto caían y rezuman como un volcán
formándose delante de nuestros ojos. Pero no estaba acompañado por la carga
estándar de las cenizas; todo era roca y llamas, el tipo de erupción clara y pura
que Eddie Van Halen tocó una vez, el cielo permanecía cristalino, un día soleado
para un apocalipsis en Escandinavia.

En lo alto del cono ascendente, una figura tomó forma en la llama, un


monstruoso humanoide de la altura de un rascacielos, y una vez que se
solidificó, una cabeza y hombros fundidos con brazos de piedra y un corazón de
rabia sin fondo estallaron de nuevo, fuentes de llamas se dispararon en el cielo y
se propagaron en todas direcciones.

El gigante de fuego Surt, que durante mucho tiempo estuvo confinado en


Muspellheim, finalmente llegó a Midgard, y él venía a quemarlo todo. Herido,
furioso y mezquino, descargó su furia acumulada sobre el mundo, y su fuego se
disparó como misiles hacia tierras lejanas, sin importarle la alegría que quemaba
o la ruina que trajo a las almas inocentes.

El calor de él me quemó la cara, incluso desde una distancia tan grande, y sabía
que mi amuleto de hierro no sería de ninguna protección contra el fuego en caso
de que se dirigiera a mí. En este momento, sin embargo, el fuego de Surt se
extendía por grandes distancias, y estábamos parados debajo de un paraguas
fundido en expansión.

Así fue como la profecía de las sirenas se haría realidad. La larga rabieta de Surt
iluminaría el mundo y no habría una explicación científica posible, excepto por
la repentina erupción de un volcán donde no existía actividad sísmica
anteriormente. Los satélites revelarían el epicentro del fuego, pero solo nosotros,
a nivel del suelo, podríamos ver a la figura parada en las llamas.

Los yetis suspiraron colectivamente, a la vez asombrados y consternados por el


poder que mostraba Surt.

—Creo que es nuestra señal, dijo Oddrun, y sus hermanos mayores gruñeron en
acuerdo. El yeti más joven se volvió a Manannan Mac Lir. —Te amamos, Padre.

—Y yo los amo. A todos ustedes.—Los abrazó a cada uno de ellos, les habló de
su orgullo y esperanza por su seguridad, les aseguró que confiaba en que podrían
salvar al mundo de las llamas que todo lo consumen. Y luego el yeti se alejó,
volvió a hincharse el pelaje, brillando con nuevos cristales de escarcha y congeló
el suelo bajo sus pies. Patinaron juntos hacia el fuego sobre una cinta de hielo.

Estaban literalmente bajo la atención de Surt hasta el último segundo, cuando su


única senda se dividió en cinco y cada yeti cristalizó su propio camino brillante
hacia una parte diferente de Surt.

Erlendr se alzó sobre una columna de hielo que se derretía rápidamente hacia la
cara de Surt, y una vez que llegó a la altura de su clavícula se soltó con una
tremenda explosión de carámbanos apuntando directamente a los ojos del
gigante. Esto provocó una reacción violenta. Las llamas cesaron de erupcionar
hacia arriba y en su lugar explotaron hacia afuera, sobre nuestras cabezas hacia
el lago Vänern y más allá, y el cielo se convirtió en una ardiente capa de color
naranja y negro. El resultado fue que Erlendr simplemente desapareció detrás de
un muro de naranja, y tanto Hildr como Skúfr fueron consumidos por globos de
magma. Ísólfr, patinando hacia una rodilla, cayó de su capa de hielo por un golpe
brusco pero formó una rampa para salvarse como un esquiador cuesta abajo.

Fue Oddrún, patinando justo sobre el nivel del suelo, de quién Surt no se dio
cuenta hasta que fue demasiado tarde, mientras él estaba distraído con sus
hermanos. Usando su espada giratoria, pinchó uno de sus enormes dedos —una
prueba de apuñalamiento en el borde de un flujo de lava— y el efecto fue
inmediato y catastrófico, incluso si era demasiado tarde para salvar a los otros
yetis. La imponente forma de Surt chilló cuando su alma se separó de su
estructura y fue absorbida por el depósito de energía de la hoja. Las
extremidades se tambalearon, se desestabilizaron, y luego todo el cuerpo
comenzó a deshacerse como gelatina de naranja, lloviendo en la montaña. Tanto
Ísólfr como Oddrún corrieron para escapar, con pistas de hielo fundiéndose
detrás de ellos casi tan pronto como iban pasando. Lograron despejar la ruina,
pero su pelaje estaba ennegrecido y chamuscado en algunos lugares. Surt quemó
el mundo, cumpliendo la profecía de las sirenas, pero los yetis se aseguraron de
que no tuviera tiempo de quemarlo todo.

Una cautelosa e irregular aclamación se alzó entre las tropas de los Fae, pero no
duró mucho. El portal al plano nórdico se abrió de nuevo, y esta vez la erupción
fue de un tipo diferente: Los fantasmas no-muertos draugar hirviendo fuera de
Hel, armados y audaces, una horda con la intención de arrasar todo lo que estaba
delante de ellos.
Capítulo 12

Traducido por Brig20

Sifu Sun agarro su bastón y lo apunto hacia mí, pero lo dejo descansando contra
su cadera izquierda, una postura que he visto solo un par de veces antes, muy
brevemente, de Atticus, como una demostración casual: —Hay un estilo de
lucha que usa esta postura con un bastón muy largo y pesado dijo, —pero es un
arma poco práctica para llevar contigo, así que nos saltaremos esas y nos
centraremos en las formas usando el bastón más corto que posees.
Aparentemente el Rey Mono quería que usara a Scáthmhaide en ese estilo de
lucha, y le pregunte si mi vara sería suficiente. Él sacudió su cabeza hacia mí.

—Pregunta equivocada. Desecha tus suposiciones acerca de la batalla venidera.


No vas a estar luchando contra humanos. Estas criaturas serán más fuertes, y
necesitarás usar tu centro de gravedad y la fuerza en tus caderas para moverte.
Porque se moverán de manera diferente. Las defensas que conoces solo serán
parcialmente efectivas contra ellos.

—¿De qué tipo de criaturas estamos hablando?

—Brazos alargados, y más de dos. Alas de navaja. Algunos tienen lenguas como
ranas pero no pegajosas: son rígidas y puntiagudas al final, y las usan para
perforar tu cuerpo.
—Encantador. ¿Son estos demonios budistas?

—Algunos. Sólo algunos. Los infiernos de los Diez Reyes Yama son un reino
mezclado.

Lo miro con los ojos entrecerrados, imaginando un gran puré de demonios. —


¿Qué quieres decir, mezclado?

Él inclina su cabeza hacia mí, se rasca la barbilla. —Ah. Mis palabras fallan.
Tómame como ejemplo: aprendí muchos de mis trucos y habilidades de los
maestros taoístas. Poco a poco llegué al budismo y acepté eso, pero sin rechazar
mis enseñanzas taoístas. Y muchas personas en Taiwan, Hong Kong y China
también albergan creencias del confucianismo. Los tres viven en la misma casa,
en armonía. Muchos santuarios reflejan esto. Tienes una palabra inglesa para
esto que se me escapa ahora. Esta mezcla de fe sin conflicto.

—¿Sifu Sun tal vez se refiere al sincretismo religioso?

—¡Lo hace! Quiero decir, lo hago. Esto podría ser extraño para ti desde
Occidente, donde la gente cree que debe creer solo una cosa, pero en el Este no
tenemos ningún problema con esto

—Yo tampoco tengo ningún problema, Sifu. Soy estudiante de religión y


filosofía.

—Excelente. Así como está en los santuarios y los cielos, así está en los
infiernos.

—¿Tanto arriba como abajo?

—Precisamente. También encontrarás monstruos taoístas y demonios budistas.


Puede encontrar híbridos de los dos. Y no lucharán como cualquier cosa que
hayas visto antes. Así que debes luchar como ellos, una mezcla de estilos,
ignorando la adherencia a esta forma u otra, y concentrándote en la expresión
pura de batalla exigida por tus cambiantes oponentes. Comenzaremos con esta
postura, pero fluiremos hacia otras formas desde aquí y volveremos.

—Entiendo ahora, Sifu.

— Empieza. Atácame y déjame demostrarte las ventajas de esta postura.


Establece un patrón donde ataco primero desde diferentes posiciones mientras el
muestra la defensa y el contraataque, luego cambia de roles para que yo deba
aprender y ejecutar los movimientos sin problemas mientras ataca. Hacemos esto
mientras la batalla se libra sobre Yangmingshan. Se detiene cuando la Montaña
Siete Estrellas estalla de nuevo con una horda completamente diferente. Se ve...
más densa. Demonios más grandes, tal vez. Pero mezclado con cuerpos más
pequeños que pueden ser humanos.

— El segundo Rey Yama ha llegado, dice, y saca otro mechón de cabello,


haciendo incluso más copias de sí mismo. Inmediatamente se lanzan por el aire
para unirse a la batalla en el norte.

Escucho algunas exclamaciones y voces que suben flotando desde las calles de
abajo. La gente en la ciudad se está dando cuenta de que algo malo está
sucediendo.

—Me preocupa tanto el pánico generalizado como los demonios, le digo. —


Habrá accidentes de tráfico y obstáculos, y quién sabe qué más antes de que los
demonios lleguen a la población.

—Sí. Ese es el camino de las personas que no están en paz. Pero intentaremos
mantener a los demonios confinados en Yangmingshan y minimizar la pérdida
de vidas.

—¿Y si no podemos?

—Entonces, mucha gente se trasladará a Samsara, la Gran Rueda.

—Sifu, tengo una pregunta. Soy capaz de hacerme invisible debido a las
vinculaciones de mi vara. ¿Eso no hará que estas defensas no tengan sentido, ya
que mis oponentes no podrán verme?

— Serás tan visible para ellos como el sol en el cielo. Tu unión no les importará.
No usarán ojos humanos para mirarte, después de todo. Estas criaturas de los
infiernos pueden perforar todos los velos.

—¡Oh!

—Ahora, concéntrate. La misma secuencia de nuevo. Demuéstrame que lo has


dominado. Y él se lanza contra mí con una furia de ataques desde los ángulos
altos y bajo que debo defender desde la mitad.

Mi instrucción continúa hasta que llega el tercer Rey Yama y el Rey Mono envía
aún más clones. Estoy agotada y mis dedos están ampollados y agrietados de
tanto sostener mi vara. No he tenido contacto con la Tierra en todas estas horas y
mi energía es peligrosamente baja. No sé cuánto uso tendré sin un poco de
tiempo para curarme y recargarme.

—Eso es todo, dice Sifu Sun después de que sale su tercer lote de clones. No me
puedo extender más. Y estas cansada. Además, el tiempo se acorta. Regresemos
a la tienda.

—Gracias por la instrucción, Sifu.

—De nada. Pero ya no soy tu maestro, así que puedes llamarme Wukong otra
vez.

La tienda está limpia de clientes cuando bajamos allí. Solo quedan unos pocos
empleados, discutiendo en voz alta en mandarín sobre algo. La voz de Wukong
los corta y terminan la conversación. Él los despide y salen a la entrada, aún en
sus formas humanas, para ir, quién sabe dónde disfrutar del apocalipsis. Wukong
cierra la puerta detrás de ellos, muestra un cartel que supongo que significa
CERRADO en mandarín y baja las persianas para que nadie pueda vernos a
través de las ventanas. Luego se vuelve y me sonríe. —¿Lista para un poco de té
de burbujas?

—¿En serio?

—Un sabor diferente esta vez. Algo especial.

—Está bien. ¿Entonces qué?

—Entonces vamos a pelear en Yangmingshan, y vivimos o morimos.

—¿Puedes morir?

El Rey Mono se ríe mientras se mueve hacia la estación de té. —Admito que las
probabilidades están a mi favor. Pero supongo que es posible. Y si sucede,
bueno, tengo una muy buena idea de que mi vida futura no será tan mala. ¿Y tú?

— ¿Me estás preguntando qué espero de mi vida futura? ¿Mis puntos de karma,
o lo que sea?

—Sí. Hablo de karma.

— Bueno, nunca recuesto el asiento cuando estoy volando en clase turista y, con
ello, invadir el espacio de la persona que está detrás de mí.

—No estoy seguro de lo que significa clase turista, dice Wukong, pero me alegra
saber que no invades el espacio de los demás.

—¡Sí! ¡Durante mucho tiempo he pensado que reclinar el asiento en un avión es


una señal segura de torpeza moral! A menos que, por supuesto, haya un
problema con la espina dorsal u otra condición médica involucrada. Uh... ¿qué
estás haciendo allí?

Sun Wukong golpea la pared con sus nudillos en una secuencia que está
claramente diseñada, y una vez que la completa, un panel se desliza hacia la
izquierda y revela una caja fuerte oculta en la pared. Gira el dial y me sonríe por
encima de su hombro. —Estoy buscando los ingredientes especiales para tu té.

—¿Tienes algún tipo de comida en una caja fuerte? ¿Es eso, uh... seguro?

—Sí. Puedes relajarte y confiar de mis métodos de preservación.

—Por supuesto. Sí.

Un clic y un giro de la manija y los seguros se abren para revelar un recipiente


de vidrio con una tapa. No hay bonos al portador. No hay bloques de drogas
ilícitas. Solo un tazón de fruta cubierto, que Wukong quita con reverencia. —
Ahh. ¿No se ven maravillosos?

—No estoy segura de lo que estoy mirando. Rodajas o trozos de fruta de color
amarillo pálido. —¿Son mangos? ¿Papaya?

— No. Estos son melocotones inmortales. Parpadeo y lo miro, luego de vuelta a


la fruta y de nuevo a él. —Melocotones inmortales. Como los que robaste hace
miles de años para extender tu vida. Molestar a los cielos.
—Los mismos. Pero esta vez con permiso.

—¿Y vas a hacer té de burbujas con eso?

—¡Precisamente!

—¿Para mí?

—¡Exacto! Él coloca el tazón sobre el área de preparación y lo destapa, y el olor


más exquisito de melocotones flota en la habitación. Cierro los ojos y
simplemente lo huelo. Divino. Algunas mezclas suceden después de eso.
Algunos ruidos de chapoteo y el chasquido crujiente de una tapa de plástico
encima de una taza.

—Aquí tienes, dice finalmente Wukong. Abro los ojos y contemplo un líquido
amarillo-naranja.

—Tu pedido original: té de burbujas de melocotones inmortales.

—¡Oh, Mis Dioses! Gracias.

Lo tomo con cuidado y me inclino ante él y él asiente con la cabeza a cambio.


Me ofrece una pajita y la meto a través del pequeño agujero en la tapa y tomo un
sorbo. Es el sabor más exquisito que jamás haya pasado por mi lengua. Sé que
siempre comeré melocotones con la esperanza de probar el recuerdo de esta
bebida, y nunca se compararán.

Y no es simplemente el sabor del té lo que es sensacional: tiene un efecto claro e


inmediato en mi cuerpo. Mi agotamiento desaparece y mis músculos se sienten
fuertes y listos de nuevo.

—Desearía tener las palabras para expresar lo maravilloso que es esto, le digo a
Wukong. Se merece su propio poema.

—¿Disfrutas de la poesía?
—Sí. Estoy memorizando poesía polaca en este momento para mi próximo
espacio mental. Sin embargo, creo que me gustaría estudiar mandarín después.

—Oh, hay muchos buenos poetas en ese idioma, especialmente de la dinastía


Tang. ¿Has oído hablar de Wang Wei?

—No, no lo he hecho.

—Él escribe sobre la naturaleza muy a menudo, así que espero que lo aprecies.
Déjame ver, ¿quizás pueda traducir un par de líneas que te gusten? Su voz se
hace más profunda y rueda por mis tímpanos como un trueno en el preludio de
una tormenta de verano.

¡Mira! No hago planes para el futuro

Pero volveré a mi hogar en el bosque.

Su brevedad me sorprende, pero me parece evocadora y el tipo de plan que


siempre tendría para mí, sin importar mi edad. De repente extraño a Orlaith y sus
cachorros, a Atticus y a Oberón, y me maravillo de nuevo con el poder de unas
pocas palabras para evocar emociones dentro de nosotros. —Eso suena
encantador.

—Lo es, Wukong estuvo de acuerdo. Y eso fue. Esperemos que tengamos un
futuro y un bosque después de esto.
Capítulo 13

Traducido por Saimi_v

Prefiero pensar, que mis negocios con los Kobold habían sido bastante riesgo
para mi vida por el día, pero casi tan pronto como lo pensé e hice planes para
llegar a la próxima arboleda, tuve una solicitud para investigar algún desastre de
regreso en Norte-América.

Estoy completamente desnudo, y es algo que sucede tan a menudo para ambos,
que Greta coloca un alijo con ropa en el bosque cerca de su cabaña próximo al
árbol vinculado, justo en un viejo escritorio que encontró en una tienda de
antigüedades. Esta suficientemente lejos de la casa que mis aprendices no
podrían verme aparecer, aunque eso no debería importar ya que ellos todavía se
encuentran en un muy largo vuelo de regreso a casa. Me cambie aquí con el
tiempo suficiente para obtener un par de jeans y una camiseta antes de atender el
siguiente llamado del elemental hacia el norte de los Estados Unidos.

La cordillera Lewis Range en las Montañas Rocosas, el cual recorre desde el


norte hasta el sur de la frontera entre Alberta y Montana, tenía un portal abierto
hacia mucho tiempo y las temperaturas en la región habían comenzado a bajar
fuera del rango que podría considerarse normal. En el lado de Montana es parte
del Parque Nacional el Glacial, del cual había escuchado hablar antes.
Mayormente había escuchado que solía tener glaciales, pero que en el último
siglo se habían derretido como paletas de helado en un horno.
Una vez que cambie al área, le pregunte al elemental cual era el problema.

//Desconocido / Fuente de frio hacia el norte / Encuentra y reporta

Está bien, reconocimiento es suficientemente fácil. Pero estoy sintiendo el frio


de una vez—es lo suficientemente frio para que mis pezones puedan ser usados
como sierras de diamante. Todavía está oscuro aquí y convoque mi visión
nocturna para ver mejor, pero inclusive con la altura y la hora del día, esto no
debería estar tan frio. Con un suspiro de resignación, me quite la ropa que
acababa de ponerme y cambie a un pájaro cometa rojo, tomando vuelo en el
helado aire. Curiosamente, una vez que estuve unos cientos de metros por
encima de la montaña, el aire era más cálido. No increíblemente cálido, de
ningún modo —todavía era extremadamente frio— pero había una diferencia
notable, y no del tipo natural. Normalmente se vuelve más frio, no cálido,
cuando llegas más alto.

Apunté hacia el norte, y estaba impresionado con lo que vi, estas Montañas
Rocosas eran hermosas, inclusive en los oscuros azules de la noche. Nunca vi
nada como eso antes; los Alpes Bavarios estaban bien, pero no se equivoquen,
nunca llegué a admirarlos desde arriba. Ciertamente nunca vi algo como esto en
Irlanda o en mis pocos viajes por el Continente Europeo en los viejos tiempos.
Vi algunos grandes acantilados y algunas montañas fantásticas, pero nada como
estas montañas. Puedo ver a un druida enamorándose de tierras como estas.

El aire se volvía cada vez más cálido mientras me dirigía al norte, y


eventualmente pude ver porque: Había un grupo de gigantes de hielo en las
montañas, activamente succionando el frio del aire y dejando solamente el calor
detrás, bizarramente creando algo cercano a una corriente ascendente térmica. Y
ellos estaban tomando todo ese frio y humedad y haciéndose a ellos mismos un
pequeño refugio de hielo. Tenían una cantidad de bolsas y paquetes dispersos a
su alrededor, y uno de ellos estaba usando una pala para cavar una fosa para el
fuego – aunque, tal vez fuera una ilusión de mi parte. Estoy seguro de que podría
ir por un fuego acogedor.

Los identifique viendo el hielo y nieve cristalizarse desde sus manos alargadas
para formas helados muros que; de otra manera yo hubiera pensado que eran
nada más que chicos altos con la piel de color azul claro, tal vez algún tipo de
Fae. ¿Pero que están haciendo aquí los gigantes helados de las historias de los
nórdicos? El portal que los trajo aquí, al menos, parece cerrado – pero ¿Quién lo
abrió?

Comencé a hacer círculos encima de ellos, contando con la noche y la tendencia


de la gente a no ver hacia arriba para mantenerme oculto y trabajar a través de lo
que se.

Las historias originales del Ragnarok, sugerían que este comenzaría con años de
frio suavizar el plano humano –Midgard, como ellos lo llaman– y madurarlo
para la conquista. Tal vez, todavía eso es parte del plan, excepto que ellos están
tratando de hacerlo en un continente diferente. Tal vez Loki piensa que una vez
que tenga el otro hemisferio bajo su control, este caería fácilmente si es
congelado justo después que la primavera comenzara. Norte América perdería
una temporada de crecimiento, y repentinamente habría condiciones de
hambruna en la tierra de la plenitud. Gente débil ponen una pelea débil.

Tal vez es eso. Pero no parecen que tuvieran algún tipo de fuerza militar. Ellos
tienen un par de chicos con ellos. Niños gigantes. Estas son familias.

Un movimiento de algo brillante en el cielo atrajo mi atención hacia el lado este.


Había rayas anaranjadas en la oscuridad, como una lluvia de meteoritos pasando
tan cerca que debería estar gritando, y con tantos de ellos pasando por encima de
su cabeza en la parte superior de la atmosfera, apuntando hacia el oeste,
pareciéndome que aterrizaran muy cerca.

Uno de ellos en realidad paró en el suelo cerca de nuestra posición, tal vez un
kilómetro o más hacia este, aterrizando en el lado de la montaña en un montón
de madera, el cual de inmediato incendio un acre completo o algo así –lo
opuesto a una agradable fogata. Estas cosas eran bola de fuego, no meteoritos,
aterrizando en un parche de bosque como ese, no habría manera fácil de
combatir el fuego, significa que iba a arder por días, al menos que el grupo de
estos gigantes helados decida hacer algo al respecto.

Y lo hicieron. Hubo algunos gruñidos enojados apuntando al cielo, entonces


cuatro de los gigantes salieron del grupo y dieron largas zancadas hacia el sitio
donde las bolas de fuego golpearon. Debería significar que el gigante de fuego
Surt había emergido desde Muspellheim; de ser así, debe haber fuego por todo
alrededor del mundo, y me pregunto si alguno de ellos caerá dentro del área de
Flagstaff. Hay una gran cantidad de pinos secos ahí. Cantidades de árboles por
todas partes. Estos fuegos iban a arrasar el planeta.

Me alejé de los gigantes de hielo que construían los refugios y seguí a los que se
dirigían hacia el fuego. Ellos tenían algún terreno difícil que seguir, pero esas
largas piernas los ayudaron a escalarlas; serian por lo menos veinte minutos
mientras ellos llegaban allá, y mientras tanto el fuego no solo se habrá agarrado,
sino que también se habrá esparcido. Ellos combinaron sus talentos y
comenzaron a lanzar nieve a las llamas, levantándolo directamente del suelo y
asfixiando el tronco de los árboles y las ramas en ellos.

Les iba a tomar algún tiempo, pero tendrían este fuego contenido y extinguido en
una hora, aproximadamente. Y ese tipo de comportamiento no se corresponde
con ser agentes de Loki. Si estuvieran del mismo lado, ellos deberían estar
riendo con lo del fuego, frotando sus manos cual villanos y murmurando
oscuramente sobre el mundo siendo pronto de ellos. El escudo que están
construyendo esta sobre la línea de los árboles, ellos no estarían en peligro por el
fuego, al menos que ellos estén intentando preservar el hábitat aquí para los
animales. Eso es un pensamiento a largo plazo muy diferente. Es de la clase de
cosas que piensas si quieres quedarte. Es lo que harías si quisieras proteger tu
vecindario.

Circule alrededor de donde el grupo estaba trabajando en sus muros y mire más
de cerca. No era un bunker o unas barracas lo que están formando ahí. Eso es
una casa. Dos de los gigantes –un hombre y una mujer– están poniendo algunos
toques decorativos en el frente de los pilares, pequeños espirales y flores de
hielo. Ellos están sonriendo el uno al otro y diciendo “Graah”, lo que sea que eso
signifique. Me gustaría poder hablar con ellos, pero ellos hablan Nórdico
antiguo, un idioma que nunca aprendí.

Pero agregado a todo eso –el tipo de muro, la composición del grupo, el
equipaje– y estos son mayoritariamente refugiados. Estas familias no están
participando en ninguna forma del Ragnarok o de los engaños de Loki. Ellos
quieren un lugar seguro para criar a sus hijos, y esta parte en particular de los
escarpados de las Montañas Rocosas tiene pocos humanos corriendo alrededor.
Siodhachan me hablo sobre el parque nacional; solo hay un par de caminos y
están cerrados en el invierno y en la mayoría de la primavera. El único momento
en que estos verdaderos gigantes pudieran encontrarse con alguien seria con los
escaladores en verano, y si ellos mantienen este pico todo cubierto de hielo y
nieve – no difícil a estas alturas – inclusive eso sería improbable.

No lo puedo decir con certeza, por supuesto. Tal vez ellos tienen alguna agenda
siniestra empacada en uno de esos bolsos, pero no se comportan como si
quisieran destruir el mundo. Ellos están actuando como si quisieran esconderse
en una pequeña esquina de este, sin molestar a nadie. Realmente, ellos no están
haciendo nada ahora que valga la pena ponerme los nudillos. Abrieron un portal,
y levantaron la alarma del elemental, pero ahora está cerrado, y hasta ahora ellos
no han estado haciendo nada más que hacer frio lugar un poco más frio,
construir una casa de hielo, y apagar el fuego. Parece como que podría no ser
una crisis.

Bajé en espiral hacia el norte de ellos para reportar al elemental.

// Doce gigantes de hielo / Construyendo muros / Planes desconocidos / Veo que


el portal está cerrado, pensando que el elemental tal vez ya supiera eso.

// Muy bien / Ve y espera // dijo el elemental, y decidí mejor cambiar en un oso


en su lugar. No me sirve de nada congelarme si esto va a tomar un rato, y los
osos pueden tolerar el frio un poco mejor.

Caminé sobre mis almohadillas a través de la nieve y conseguí un lugar donde


podría ver a los gigantes de hielo desde la distancia. Ellos tenían ese agradable
fuego ahora en el foso, y ellos estaban comenzando a trabajar en una segunda
casa. La pareja que estaba decorando la primera casa, están tomando un
momento para alejarse y admirarla y sonreír. El hombre despliega sus brazos,
cierra sus ojos y toma una profunda respiración mientras regresa al lugar. El
gruñe y asiente, y la mujer dice “Graah” y asiente también. A ellos le gusta aquí
– ¿y como no les va a gustar? Es malditamente hermoso, y si me gustara el frio
congelante quisiera quedarme también.

Como llegaron aquí –quien abrió el portal y lo cerró otra vez– es algo que
quisiera saber. Pero no parece ser una materia urgente que requiera mi atención.
Estos chicos han demostrado con sus acciones que están aquí para construir y
preservar en vez de para destruir. Mientras tanto se realmente bien que hay
mucha destrucción ocurriendo en otro lado. Esas bolas de fuego van lo más
probable a destruir donde quiera que aterricen, excepto tal vez el océano, pero
los elementales parecen contentos de dejar que esos ardan o dejar que alguien
más se ocupe de ellos. Plantar vida puede venir después de los incendios. Es más
rudo regresar del drenado y muerte que causan los portales.

Viendo los gigantes helados construir su pequeña aldea, me pregunto si nosotros


no deberíamos trabajar con ellos si se van a quedar aquí por un tiempo. Podría
ser capaz de ligar toneladas de carbón al hielo, si ellos van a reconstruir los
glaciales. Podría ser bueno para la región y bueno para el mundo. Necesitaría
hablar con Siodhachan para hablar con ellos, pienso. Espero que él pueda
manejarlo todo bien.

Los gigantes helados, quienes se fueron a pelear con el fuego, eventualmente


regresaron y ayudaron a construir las casas. Un poco después del amanecer,
cuando pensaron que habían hecho lo suficiente, desaparecieron dentro de ellas
para descansar un poco. Deje saber al elemental que ellos eran inofensivos, y
que me alegraba de verlo.

Ella me dio permiso para irme y descansar en un instante –y después regresar


para el próximo. Me trasmitió una llamada de emergencia cerca del ecuador.
Algo horrible estaba pasando en Perú.
Capítulo 14

Traducido por Brig20

Después del fuego esperaba hielo. Los gigantes de las heladas estaban, por todas
las cuentas, del lado de Loki y ansiosos por transformar el mundo. Pero por
alguna razón, solo unos pocos emergieron del plano nórdico para enfriar el área
donde estaba Surt y allanar el camino para la horda. Y fue de hecho una horda de
draugar, los no muertos llenos del espíritu de Hel, que brotaban del cono del
volcán. Ese espíritu dentro de ellos me impedía desatarlos como vampiros, y
eran difíciles de matar. Tenían que ser decapitados o, de alguna manera, revolver
sus cerebros para ser derrotados, y tenían un par de garabatos blandos que
incluso se volvían ásperos: podían hincharse o encogerse con bastante facilidad
y también eran semi-corpóreos. Podrían pasar a través de cuerpos sólidos, o
dejar que cuerpos sólidos pasasen a través de ellos, si lo deseaban. Algo así
como esos gemelos espeluznantes de la segunda película de Matrix, excepto un
poco más lentos y sin sentido del humor o fabulosas extensiones de cabello.

Tenían muy poco a su favor en cuanto a la moda. Tenían espadas, escudos y


cascos, pero casi todo lo demás quedaba colgando. Y no solo estoy hablando de
cosas malas. Estoy hablando de intestinos y órganos, sus manifestaciones se
parecían mucho a la misma Hel, excepto que los diversos trozos de carne
draugar eran en gran parte grises y sin sangre. Eran vagones de carne muerta
para los espíritus más tristes, y más bien poco apetitosos, como nueve pasos
hacia abajo de la carne de res asada de comida rápida.

Detrás de nosotros —a un par de campos de minigolf de distancia— el cielo se


oscureció y un arco iris descendió del cielo a la tierra. Era otro portal al plano
nórdico, pero esta vez se originó en Asgard. Las tropas marcharon diez de ancho
en el puente de Bifrost, mucho mejor blindadas y con un aspecto mucho menos
muerto, aunque en términos prácticos eran lo mismo que los draugar, espíritus
cabalgando en carne manifestada. Eran los Einherjar, los valerosos muertos
seleccionados por las Valquirias para vivir en Valhalla y cenar con Odín,
practicando esta batalla final todos los días durante siglos. Tuvieron que entrenar
vigorosamente y ser realmente buenos en el momento de la muerte porque los
valientes muertos eran mucho menos numerosos que todos los demás muertos.
De seguro se veían elegantes, marchando en filas y con sus palos de espaldas
pulidos, sus escudos de madera pintados de brillantes colores. Pero iban a ser
ampliamente superados en número.

Los nórdicos tenían algunos dioses de su lado para igualar las cosas. Detrás de
los Einherjar, Odín montaba en un magnífico caballo, aunque bastante común:
yo era la razón por la que no montaba a Sleipnir. Yo fui la razón por la que
sucedió todo esto, de hecho.

Las Valquirias rodeaban a Odín en caballos blancos alados. Frigg montaba a su


lado y, detrás de él, en un carro tirado por gatos voladores, montaba Freyja. Más
de los Æsir siguieron detrás, al igual que muchos de los Vanir, los enanos de
Nidavellir y los elfos de Álfheim, pero todavía dudaba que prevaleciéramos sin
más ayuda.

Pronto llegó más ayuda, antes de que el puente del arco iris terminara de
descargar sus tropas. Otro portal se abrió a mi izquierda, y al principio pensé que
era otro gigante de fuego que se levantaba de Muspellheim pero rápidamente vi
mi error. Era Brighid con su traje de batalla, levantándose sobre una columna de
fuego. Y detrás de ella vinieron no solo su propio ejército Fae sino también otro
ejército que habíamos persuadido a nuestro lado: los elfos oscuros de
Svartálfheim. Ahora empezaba a parecer que teníamos una convocatoria.

Brighid notó las hordas draugar reunidas debajo de una pancarta y se dirigió
hacia mí para hablar. Sus ojos se dirigieron al gran anfitrión Fae y notaron que
Fand y Manannan esperaban para recibirla, pero aún no los reconoció. En
cambio, se dejó caer a la tierra en un círculo chamuscado, apagó sus llamas y se
quitó el casco.

—Siodhachan. ¿Por qué estás aquí de pie solo?


—Soy poco popular entre casi todos los que pelearan hoy.

—Incluyendo a los olímpicos, ¿eh?

—¿Olímpicos? ¿Dónde?

Brighid señaló por encima de mi hombro. Allí, detrás de mí y a mi izquierda,


estaban muchas de las deidades grecorromanas. Zeus, Júpiter, Hermes y
Mercurio flotaban en el aire sobre los demás. Como antes, cuando lo conocí en
Inglaterra, Zeus tenía una erección visible debajo de su toga, porque la
perspectiva de la violencia lo excitaba mucho. Los apolos estaban allí, al igual
que Ares y Marte y Atenea y Minerva. Nunca había visto a los últimos cuatro en
persona, y no quería pelearme con ninguno de ellos. Los dioses de la guerra
parecían llevar cómodamente el acero suficiente para un camión de trabajo
pesado y agarraron enormes armas y escudos. Las diosas de la sabiduría tenían
una armadura un poco más sensata, pero no parecía menos mortal. El búho de
Atenea estaba posado en su hombro izquierdo; Minerva volaba en círculos
perezosos alrededor de los olímpicos desde arriba. Me sentí aliviado al notar la
ausencia de Baco y Diana, ya que a cualquiera de los dos les encantaría llenarme
y darme de comer a sus perros.

Les saludamos con la mano, y los olímpicos nos dieron breves asentimientos a
cambio. La toga de Zeus se contrajo.

—¿Han emergido Hel o Loki ya?, Preguntó Brighid, mirando a las laderas del
volcán, que aún brotaban. Pero cada vez salían más draugar .

—No visiblemente. Aunque puede ser. Cualquiera de los dos podría estar usando
un disfraz y viéndonos ahora mismo.

—Hmm. Brighid consideró y sacudió la cabeza. —Tal vez eso sería cierto de
Hel. Ella tiene el mismo corazón ennegrecido pero no tiene el ego hinchado de
su padre. Loki se revelará, te lo aseguro. Su constitución lo exige. Él debe
acicalarse y ser visto para ser poderoso. Puede que ahora sea parte de la horda,
pero con el tiempo se convertirá en un objetivo.

—Eso me parece muy probable. Sin embargo, cuando lo haga, ¿ya tienes un plan
que conozcas para sacarlo? Porque es inmune tanto al fuego como a los rayos.

—¿Un rayo? Brighid frunció el ceño. —¿Thor no solía castigarlo con eso?
—Quizás sí, en el pasado. Pero Perun envió varios rayos a Loki desde que
escapó, y no se vio afectado.

—Bueno. Él no es inmune al acero. Y tenemos mucho de eso alrededor. Los ojos


de Brighid se deslizaron hacia la izquierda y hacia la derecha para asegurarse de
que nadie más estuviera cerca y luego bajó la voz.

—De hecho, tenemos una pequeña apuesta sobre quién lo va a atrapar. Mi dinero
está en Ares. ¿Quieres entrar?

—Claro. ¿Quién está disponible?

—Tú lo estas, por ejemplo.

—¿Yo? ¿Nadie cree que seré yo quien lo consiga?

—No hasta ahora. Los dioses de la guerra y los dioses del trueno están tomados,
al igual que los apolos y todos los dioses nórdicos. Yo también, además de Fand
y Manannan.

—Bueno, ¿qué pasa si lo atrapo y nadie me apuesta?

—Entonces ganas todo. El que lo consiga, obtiene la mitad de las ganancias, y


quienquiera que apueste por esa persona obtiene la otra mitad.

—¿Nadie se ha llevado a las diosas de la sabiduría?

—Son libres.

—Entonces, dame veinte a Athena.

Brighid frunció el ceño. —Cuando dije dinero hablaba metafóricamente. No


quise decir que estamos usando sistemas modernos de pago.

—Entonces, ¿Cuál es el acuerdo? Espero que no sea un favor que puedas cobrar
más tarde.

—No, lo es...

Hizo una pausa, suspiró y puso los ojos en blanco. —No fue mi idea, ¿de
acuerdo? Odín insistió, y todo es tu culpa.
—Por supuesto que lo es. Todo es mi culpa.

—Estamos utilizando las galletas de las niñas exploradoras. Mil cajas, el


ganador elige qué tipo.

—¿Estás bromeando conmigo en este momento?

—No lo estoy. Odín está obsesionado con ellas, desde el momento en que le
regalaste esas Samoas.

—Entonces, mil cajas de galletas de las niñas exploradoras a Athena.

—Bien.

—Por curiosidad, ¿a quién escogió Odín?

—A Freyja. Ahora, si me disculpas, debo saludar a Manannan y a Fand.

Estuve abruptamente solo de nuevo y muy consciente de que puedo tener tantos
enemigos de mi lado como contra las fuerzas de Hel. Los olímpicos no vinieron
a saludar, ni los fae ni los elfos oscuros. Puede que tenga que vigilar mi espalda
tanto como mi frente, aunque, excepto por los elfos oscuros y algunos de los
Fae, no pensé en las fuerzas de nuestro lado como traidores. Ciertamente no era
ninguna de las deidades.

Aunque había una que esperaba ver precisamente por su habilidad de


apuñalamiento pero que aún no veía: Coyote no había aparecido, y me había
dejado pocas esperanzas de que lo hiciera.

Sin embargo, bastante seguro de que pronto obtendríamos cierta interferencia de


la gente normal: "simples mortales", como los olímpicos podrían llamarlos. Todo
instrumento científico que haya señalado en esta dirección general debe estar
enloqueciendo. Hasta ahora, tres portales diferentes se habían abierto cerca de
aquí, y hubo una erupción no anunciada como inicio. Agregue a eso los
disturbios atmosféricos que Zeus y Júpiter causaron sin duda flotando por allí, y
podríamos esperar pronto todo tipo de investigación del gobierno sueco, y
probablemente también de otros gobiernos, al menos a través de satélites. La
cantidad de pasto que esto proporcionaría a los chicos de gorros de papel de
aluminio durara por décadas.

Desearía poder bromear con Oberón al respecto. Me haría reír y me calmaría.


Pero al mismo tiempo, me alegro de que no estuviera aquí. La probabilidad de
que sobreviviera a una batalla como esta sería pequeña. Mis propias
posibilidades parecían bastante sombrías.

Los draugar continuaron saliendo de la montaña y clasificándose en su


pendiente y su base, enfrentando nuestras propias fuerzas reunidas. Una vez que
el flujo finalmente se detuvo, la montaña convulsionó cerca de la cima, pero lo
que estalló no fue lava. Gemí y me puse de pie. Era un enorme perro gris, mucho
más grande que Oberón, y su nombre era Garm, el perro de Hel. Y Hel venía con
él.

Hay algunos motivos más tediosos en la historia que el loco del poder que quiere
moldear el mundo para que se ajuste a sus deseos. Sin embargo, a veces el
hombre loco de poder engendra descendientes infernales que son tan malos o
peores, pequeños monstruos que se convierten en grandes monstruos,
desprovistos de empatía o de alma que no es una cosa pequeña y hambrienta.
Loki y sus hijos fueron cortados de esa tela.

Hel salió de la caldera y siguió creciendo, la mitad de ella era un cadáver de piel
gris y la mitad de su hueso y carne expuestos y los órganos palpitantes. Detrás de
ella, el brillante cabello ardiente de Loki se alzó. El dios de la travesura sonrió
con locura cuando emergió, hinchándose a proporciones gigantescas. Se
elevaron sobre el campo usando su habilidad para cambiar de forma, con una
altura de sesenta metros o más, como un traje gigante de un anime apocalíptico.
Loki sostenía una espada de fuego que reconocí, aunque también era mucho más
grande de lo que solía ser, y la apuntó en nuestra dirección general. Su voz
resonó a través de los campos como un trueno.

—Mátenlos a todos, dijo. —Azótenlos desde el plano de Midgard. El ejército


mucho mayor de draugar se adelantó para encontrarse con el nuestro,
superándonos cuatro o cinco a uno. Alguien de nuestro lado hizo sonar un
cuerno en el aire, y vino desde detrás de mí, a la derecha, donde se había
asentado el puente de Bifrost. Me volví para ver quién había señalado la carga,
esperando ver a Odín, pero no era él en absoluto. Era alguien que llegó tarde a la
fiesta: un carro que flotaba en el aire, tirado por dos cabras, y una figura
pelirroja, muy musculosa, de pie en ella.

—No, no puede ser, murmuré, pero dejó que el cuerno cayera de su barbudo
rostro y levantó un martillo hacia el cielo. Un rayo se unió a su alrededor y lo
redirigió para atacar entre la horda que se aproximaba, un gesto sin sentido ya
que los draugar no se vieron afectados por la electricidad, permitiendo que los
rayos pasaran a través de su carne fantasmal. Tendría que forzarlos al olvido si
quería hacerlos desaparecer, porque Loki y Hel no dejarían que algo tan
elemental como un rayo los frustrara ahora. Pero el hecho rígido de su presencia
era la prueba de que nunca se había ido cuando creía que lo había hecho.

—Me engañaron de alguna manera —suspiré—. Eso es el maldito Thor.


Capítulo 15

Traducido por Pamee

La montaña Seven Star exploto otra vez. Es una fuerza absoluta y hambrienta
que no estoy preparada para enfrentar. Esta es una batalla para dioses, no para
una mujer de Kansas pasando por Arizona.

―Wukong ―digo―, sigo sin saber por qué estoy aquí.

―Y la respuesta sigue siendo la misma: para aprender y crecer. ―Me dirige una
sonrisa traviesa. Sabe bien lo irritante que me parece ahora mismo.

―Pero ¿aprender qué? ¿Para crecer de qué forma? Estoy dispuesta a hacer las
dos cosas y trabajar para cumplir cualquier meta que me impongas, pero lo que
has dicho hasta ahora ha sido demasiado vago.

―¿Crees que te trajeron hasta aquí para luchar contra las hordas de los Reyes
Yama? ¿Quizá para luchar contra los mismos Reyes Yama?

―No, no lo creo. Esa es la base de mi duda: no puedes esperar que luche contra
ellos.

―Oh, pero eso espero. Ellos no son la verdadera batalla. Te matarán si no te


esfuerzas al máximo, no me malentiendas, pero derrotarlos no es tu verdadero
propósito. Debes derrotar algo más.
―¿Qué? ¿Mi deseo secreto de vivir solo a base de bocadillos para el desayuno?
¿Mi adicción en aumento por el animé?

―Tus suposiciones cómodas, tus hábitos de pensamiento. No son solo surcos en


el camino que te mantienen en la senda que estás siguiendo, son como vendas
que impiden que veas que hay otros caminos.

―Sé que hay otros caminos.

El Rey Mono sonríe con superioridad.

―Te sientes cómoda diciendo eso, ¿verdad?

Contengo mi respuesta acalorada, pues mientras soy consciente de que hay otros
caminos, debe haber alguno en específico al que Wukong se esté refiriendo y
sepa que no veo. Y no está sugiriendo algún tipo de trato a lo Yoda donde debo
desaprender lo que he aprendido. Ha reconocido que estoy un nivel bastante alto
de habilidad marcial; quiere que de alguna forma me alce por sobre ese punto.

O puede que esté hablando de un camino completamente diferente, no


relacionado a las artes marciales. Por lo que sé, puede que en realidad quiera que
vea mejores animes de los que veo actualmente. Aprecio el valor de la
ambigüedad en algunas situaciones, pero es malditamente exasperante cuando es
el guardián de la entrada a un conocimiento más profundo del yo.

Y sé el propósito: la ambigüedad obliga al estudiante a salir de los patrones de


pensamiento establecidos, y el subconsciente comienza a mordisquear el
problema como si fuera un bagel duro de un día, incluso mientras la mente
consciente está ocupada. Pero saber el propósito no ayuda, sigo frente a una
carrera de obstáculos mental oscurecida por la niebla.

De todas formas, ya acabamos de hablar y entrenar. El Rey Mono toma su


báculo con la mano izquierda y me extiende su peluda mano derecha.

―Ven, Granuaile, es tiempo de defender a la humanidad, de vivir o morir en el


momento. Si se liberan del Parque Yangmingshan, la pérdida de vidas será vasta.

No sé qué intenta hacer, así que me sujeto con fuera a Scáthmhaide y tomo su
mano derecha con mi izquierda. Sun Wukong me sonríe.
―A veces los humanos se ensucian los pantalones cuando me elevo por las
nubes con ellos. Por favor, intenta no hacer eso.

―¿Qué?

Él suelta una carcajada, se sacude, dobla las rodillas y entonces salgo lanzada al
aire con su poder, me lleva con un salto enorme hacia el caos hirviente y
apocalíptico de Yangmingshan. En Viaje al Oeste decía que puede viajar ciento
setenta y tres kilómetros en un solo salto, lo suficiente para dar la vuelta al globo
cuatro veces. En esencia no es diferente a volar, así que este salto relativamente
corto a Yangmingshan desde el Viejo Taipéi no es nada para él, pero para mí es
una experiencia impresionante que posiblemente haga que me ensucie los
pantalones. Si no fuera por mi historial de vuelo como halcón peregrino, creo
que bien podría haber tenido un accidente de un tipo o de otro, pues como
humana es aterrador estar en el aire sin soporte visible.

Y hacia lo que volamos también es aterrador. El Rey Mono controla nuestro


descenso a la base de la montaña. Por el camino, ambos debemos alejar fauces
aéreas hambrientas de nuestra carne, y en el suelo algunas figuras nos despejan
un espacio porque juntos formamos una silueta extraña.

Una vez allí, no estoy segura de cómo sentirme sobre lo que estoy enfrentando.
Algunos son claramente demonios de fisonomía inusual y nunca han sido nada
más que criaturas horribles que se deleitan con el dolor de otros. Pero algunos de
los que veo son figuras humanas encolerizadas, tanto hombres como mujeres,
carbonizados o con cicatrices de algún tipo, y confundidos más que nada. Son
almas que están saldando su mal karma en el infierno hasta que puedan
reencarnar, y están tan preocupados como yo sobre lo que sucederá si los mato
como están. ¿Reencarnarán de inmediato o regresarán a su infierno en el
purgatorio por más siglos de purificación?

Pero en ellos también hay un cierto fatalismo, estas criaturas miserables que
murieron quién sabe hace cuánto: saben con certera que no pueden entrar a
Taipéi como si nada y resumir sus vidas como son, al ser sombras de sus
antiguos seres. En cambio, deben complacer a cualquier Rey Yama que esté a
cargo de su infierno, y ahora mismo su Rey Yama quiere que maten lo que sea
que tengan en frente.

Hay un momento en sus rostros, un destello de curiosidad en sus expresiones


sobre por qué de repente hay una mujer blanca y pelirroja aquí, y luego un
encogimiento de hombros palpable cuando se dan cuenta de que no puede
importar en sus esquemas particulares, justo antes de que se lancen hacia mí con
sus uñas afiladas, sus bocas abiertas y dientes ferales.

Un golpe con el lado romo de mi báculo entre los ojos, en la sien o en la nuca
acaba con ellos fácilmente. No están armados, no tienen preparación y en
realidad no representan ninguna amenaza para mí, y me entristece la necesidad
de herirlos para defenderme. Supongo que estoy defendiendo a bastantes
personas en Taipéi, pero no siento eso; en cambio me siento como un monstruo
por aprovecharme de su debilidad.

Eso es hasta que un demonio de verdad se me acerca, con piel azul y sostenido
en el aire por alas de colores brillantes, parecidas a las plumas de un pavo real,
con ojos rojos y brillantes en un rostro con dientes negros. Lleva una maza
colgando de una cadena, y sé que es macho porque no lleva nada de ropa.

―Eh, ¿Wukong? ―Miro por sobre mi hombro y veo que ya está ocupado. Al
parecer, este es todo mío. Debe haber un señor del infierno molesto conmigo por
acabar con sus fuerzas tan rápidamente.

―No tengas piedad ―grita Wukong sobre un hombro―. No vaciles.

Tomándome su consejo en serio, saco un cuchillo arrojadizo de mi cinturón y se


lo lanzo directo a las bolas. Él grita y encorva sobre el mango enterrado en su
mango, y lo golpeo en la cabeza con Scáthmhaide mientras él está de duelo por
sus gónadas. Eso hace que los malditos se alejen un poco de mí, y yo también
hago una pausa.

―No ―dice Wukong―. ¡Continúa, Granuaile! Debes enviarlos a todos de


vuelta, ¿no ves? Estas almas deben continuar su castigo hasta que puedan
renacer de nuevo. No estás haciendo nada malo con tu violencia aquí. Estás
protegiendo a los vivos y al mismo tiempo estás ayudando a estas almas en su
viaje.

Eso me tuerce la cabeza a un paradigma diferente. En realidad, no estoy matando


inocentes ni a nadie, esta es una operación de limpieza, incluso de saneamiento,
lo que queda evidenciado con el hecho de poco después de que estos recipientes
“mueran”, se derritan como los demonios de los infiernos cristianos, pero
afortunadamente no apestan tanto.
―Solo piensa ―dice el Rey Mono― que después de otros mil años o cualquiera
sea la deuda de sus almas, estas personas pueden renacer y disfrutar un té de
burbujas.

Qué extraño pensar algo así en un combate mientras destrozas cráneos. ¿Qué
debería decirles justo antes de que mueran? ¿«Prueba el sabor kiwi-sandía
cuando puedas» o algo así? ¿Tendrían sentido esas palabras para ellos siquiera?
¿Se aferrarían a la idea a través de su sufrimiento purgatorial y después a través
de su renacimiento? ¿Entenderían alguna palabra de mi idioma, o de alguna
forma les estaría comunicando mi arrepentimiento y esperanza personal por
ellos? Ciertamente espero cosas mejores para ellos que un mero té de burbujas.

Sus expresiones son de almas desesperadas por simplemente salir de esto ―yo,
el infierno, lo que sea― para poder llegar a un lugar mejor.

―¿Los estoy ayudando a aprender y crecer? ―pregunto mientras más de los


malditos inundan la montaña y nuestros báculos giran y golpean contra sus
cabezas, hundiendo sienes y coronillas.

―Probablemente es una muestra de piedad ―replica Wukong―. Estamos


dándoles muertes más rápidas que las que reciban de los Reyes Yama.

No sé qué tan piadoso sea enviar a estas personas devuelta a ser torturadas por…
¿dijo el Rey Mono que mil años? ¿Cómo es posible que hagan tanto mal en una
vida humana para merecer tal castigo? Me imagino que puede ser el caso de
alguien como un dictador o un asesino en serie, pero no estoy segura de que
todas estas personas se dedicaran a eso. Tal vez eran simples molineros que
estafaban a agricultores, o granjeros que no cuidaban a sus caballos, o
funcionares locales mezquinos, o abuelas terribles, pero no espíritus que
pudieran haber hecho algo en setenta años para mecer mil años de castigo,
¿verdad?

Intento alejar el pensamiento, porque intentar juzgar un sistema de sentencias es


como se termina con la cabeza llena de mierda. Elige un sistema, cualquier
sistema, legal o eclesiástico, y comenzarás a preguntarte cómo pudo pensar
alguien que era justo. Y entonces te darás cuenta de que nunca estuvo hecho para
ser justo, sino que fue creado con la intención de proteger los intereses de los
poderosos, y entonces estarás vadeando un pantano de cinismo y tu día estará
arruinado.
Lo que me gusta de ser un druida al servicio de Gaia es que Gaia no juzga
mucho, solo el robo de su fuerza vital para matar otra parte de ella, por eso nos
prohíbe usar nuestros poderes para dañar a otros directamente. De otra forma,
nos dejará impartir la sentencia para nosotros.

¿Por qué debería importarle a Gaia cómo se comportaba la gente en Taiwán, o la


vida espiritual de una efímera en Connecticut, o las tendencias pervertidas de un
gato callejero en Katmandú? Sobrevivirá mientras la vida sobre ella siga
reproduciéndose. Las olas violentas de criaturas comiendo, cagando y
fornicando son las que la mantienen viva, no le impondrá moralidad a eso.

Por eso he mantenido mi código moral druida tan simple como sea posible: si
estás provocando un daño a gran escala a los ecosistemas de Gaia,
probablemente haré algo para detenerte y hacerte lamentarlo. El castigo será
rápido y a corto plazo. Tendrás la oportunidad de ser amable con la tierra
después (o no) y serás juzgado de acuerdo con otro ecosistema (o no) cuando
mueras. Puede que incluso mueras en una pelea sobre qué sistema judicial es
mejor, pero obviamente no es algo que puedas saber, incluso en la muerte,
porque solo serás juzgado de acuerdo con uno de los sistemas, si es que eso. Ya
habré salido de tu foto personal para entonces, y tus elementos regresarán a
Gaia, tal vez para ser reutilizados por otro espíritu que necesite un carro carnal
para caminar un día distante en el futuro.

Siento tres líneas ardientes en mi costado, rasguños profundos de una criatura


siseante y con garras que burló mi defensa. Mi respuesta es batearle la cabeza
del cuello como un melón en un muñón y extraigo poder para sanarme. Wukong
tiene razón: de verdad me van a matar si pueden. Necesito mantener mis estados
mentales separados si quiero considerar interrogantes en medio de la batalla.
Aunque no estoy segura de por qué debería, ¿qué no estaba intentando
deshacerme de esos pensamientos hace unos momentos?

Compartimento la batalla en mi espacio mental latín (¡pugnā diabulōs !)[3] y me


retiro al español para considerar algo nuevo: ¿tal vez debo cambiar mi
suposición cómoda sobre juicios? El Rey Mono y estas almas malditas de seguro
me tienen pensando al respecto, y creo que al menos tengo la vista lo bastante
clara para ver que no he examinado mis suposiciones cuidadosamente. Veo
espacio para crecer, aunque eso no sea lo que Wukong pretendiera.

Creo que mi rechazo instintivo a enjuiciamientos viene de conocer a demasiadas


personas que por un lado dicen que su deidad elegida debería juzgarnos, pero
después van y me juzgan de todas formas en vez de dejárselo a la deidad en la
que creen y confían. Eso es usar la religión para forzar a las personas a la
conformidad, y me enferma de los nervios.

Pero Laksha recientemente me señaló que he estado juzgando sus decisiones de


forma similar, pero no a través de la religión, sino a través de mi opiniones
culturales o incluso personales sobre el patriarcado. Lamento haberla juzgado,
pero no lamento mis puntos de vista, y supongo que así se sienten muchas
personas sobre su fe o sus creencias más arraigadas. Eso me permite
comprender al menos qué tan fácil es ponerse la toga de la rectitud y juzgar
cómodamente a otros, aunque no entiendo ni comprendo sus puntos de vista.

Supongo que lo que de verdad me gustaría comprender es nuestra necesidad


colectiva de enfocarnos en las diferencias en vez de las similitudes ―puedes
comerte ese hongo, ese te matará, ese te hará ver mierda extravagante como
mangos y papayas quejándose con las peras de que los millennials están
matando a la industria de los jugos de fruta. Pero a pesar de este cableado, debe
haber una forma de pensar que nos permita ver diferencias no letales y
celebrarlas en vez de apuntarlas y juzgarlas indignas, pues parece que siempre
estamos corriendo hacia distopías en vez de hacia lo contrario.

El poeta polaco cuyas obras estoy absorbiendo como espacio mental, Wisława
Szymborska, escribió sobre la soledad de la Utopía y lo despojada que está de
personas reales: Como si lo propio del lugar fuera partir / y para no volver
sumergirse en la vorágine. / En la vida inconcebible.

Es una metáfora apropiada. A menudo siento que estoy nadando en un océano


vasto, una caballa solitaria que se alejó de su banco y ahora está intentando
regresar o encontrar a otro grupo de peces que la dejen nadar con ellos. Mientras
tanto, Utopía está sobre la superficie y yo no tengo idea. ¿De eso estaba
hablando el Rey Mono? ¿Un camino a la paz que soy incapaz de ver? ¿Cómo
sé…? Un momento.

―¿Wukong? ―pregunto, mirando alrededor brevemente para asegurarme de


que sigue lo bastante cerca para oírme. No está lejos, pero lo repito un poco más
fuerte en caso de que no me escuchara entre el estruendo.

―¿Sí?
―¿Cómo sé si tengo buen juicio?

Se ríe como un simio. ―¿Te gusta el té de burbujas?

Ese parece un detalle inconsecuente, pero tal vez incluso mi juicio sobre eso es
sospechoso. Aun así, es algo obvio, porque es delicioso.

―Sí ―le contesto.

―¿Y qué piensas de ese tipo que está bajando la montaña hacia nosotros, alto,
armado y blandiendo una espada que parece más larga que tú estirada en el
suelo?

Señala con la barbilla hacia el cerro e intento echar un vistazo mientras me


aseguro de que ninguno de los malditos se aproveche de mi distracción. Es
imposible no ver la figura de la que habla, su armadura dorada grabada y
brillosa, atada sobre pieles rojas. Su malevolencia y poder distorsionan el aire a
su alrededor como el calor sobre el asfalto en el verano.

―Creo que parece peligroso.

―Entonces creo que tu juicio es sensato. Ese es Wuguan, el Cuarto Rey Yama
de Yingian.

―¿No creo que haya posibilidad de que lo resolvamos con un abrazo?

Wuguan emite un gruñido como de death metal que me retumba en los huesos,
eleva su espada y fija su mirada alocada en mí en vez de Wukong. Sus músculos
se abultan y veo que va a atacarme o… No lo sé, algo agresivo.

―Wukong, ahora mismo ninguna de mis suposiciones sobre este tipo es


cómoda. ¿Te hace feliz?

―Hablemos después si lo derrotas ―dice el Rey Mono, y Wuguan ruge, luego


se eleva en el aire con su espada en alto.
Capítulo 16

Traducido por Azhreik

He escuchado del Amazonas, por supuesto, pero no es algo que puedo


comprender realmente, un río vasto que abarca un continente que es del ancho de
nueve jodidas Irlandas o algo así. Tenemos montones de agua hermosa en la Isla
Esmeralda, pero no concentrada en un río tan jodidamente ancho o largo. Y no
ocultan caimanes y pirañas y cosas parecidas, o inmensas serpientes gigantes que
de alguna forma se habían convertido en eufemismos para el amiguito de un
hombre. Les diré algo, compañeros: El día que vea un amiguito que pueda
rodear a un hombre adulto y aplastarlo hasta matarlo es el día que dejaré de
intentar siquiera tener sexo.

El árbol que utilizo para cambiar de plano está justo al lado de la rivera del
Amazonas, cerca de una ciudad en Perú llamada Iquitos. No me doy cuenta
cuando llego allí, pero después descubro que no puedes llegar a esta ciudad por
carro. Tienes que llegar volando o flotando en el río. O cambiar de plano, como
yo, utilizando un árbol vinculado. Tienen transporte local en la ciudad, caminos
y eso, pero, por lo demás, los caminos no atraviesan el bosque. Aun así, no es
una ciudad grande. Hay medio millón de personas, y huele como si hayan estado
aquí durante un tiempo.

Siodhachan me dijo que la mayoría de este continente fue colonizado por los
españoles y portugueses. Esos eran un par de grandes potencias colonizadoras,
junto con los británicos, franceses y holandeses, que utilizaban la pólvora y la
enfermedad para hacer al mundo como cojones europeos.

—Los irlandeses —me dice durante esa lección de historia—, estuvieron entre
los primeros en ser colonizados.

No puedo mentirles, eso se me clava en el culo como un palillo enterrado de


costado. No puedo culpar a nadie que esté resentido de esas potencias
colonizadoras o el barrido destructivo que hicieron por el mundo. Pueblos
enteros han sido borrados por ellos, otros esclavizados por ellos. Pero va más
allá del costo humano, en cuanto concierne a la tierra. Gaia misma ha pagado un
inmenso precio por semejante arrogancia.

Aquí en Perú, por ejemplo, los Incas tenían cuatrocientas clases de patatas, y los
españoles las desaparecieron casi todas. Trajeron unas pocas clases de vuelta a
Europa, y esa se convirtió en una inmensa comida principal para los irlandeses,
por eso Siodhachan se molestó en contarme al respecto, pero la diversidad había
desaparecido. También solía haber un montón de bananas, si me perdonan la
broma, pero ahora solo quedan unas pocas clases y algunas bananas. Siodhachan
dice que lamenta no salvar algunas en bancos de semillas o algo parecido, pero
no se dio cuenta que estaba sucediendo, porque las patatas y bananas no dan
gritos al morir. Las extinciones son tristes, salidas solitarias para los últimos
pocos especímenes, con frecuencia silenciosa y siempre trágica. Y aún están
sucediendo.

Algo alrededor de Iquitos está harto de eso. Ha decidido que los humanos son el
problema, y tal como Bavaria me dijo que me deshiciera de los kobolds
problemáticos, éste está deshaciéndose de los humanos en esta ciudad aislada
rodeada por la selva.

Excepto que no es solo una cosa la que hace el daño. Ese es el verdadero
problema aquí.

Un enjambre de avispas baja sobre una moto-taxi (una maquina ruidosa de tres
ruedas sin techo) y procede a picar a todos en el interior hasta que mueren
gritando. Nubes de mosquitos se posan sobre otros como un espectáculo del
horror de succión de sangre. Los monos han bajado de los árboles para arrojar
rocas y cualquier cosa que pueden encontrar contra la cabeza de la gente desde
los tejados. Aves de toda clase bajan en picada y pican los ojos, pero las águilas
arpía son especialmente letales. Hay un jaguar persiguiendo gente y desgarrando
gargantas. Lo mejor para todos ahora mismo sería entrar a las viviendas y
permanecer allí, pero no me sorprendería descubrir que la gente está siendo
atacada por sus propias mascotas. Saludo a la elemental del Amazonas y espero
que ella pueda ser capaz de ayudarme a desentrañar esto.

//Consulta: ¿Cuál es la fuente de este ataque?//

//La diosa de la naturaleza//

Esa parte se esperaba al menos; la perturbación aquí difícilmente podía ser


organizada por nada más, pero por supuesto toca la cuerda etiquetada como
erróneo en mi arpa personal. No tiene sentido que una deidad de la naturaleza se
una a Loki en ninguna circunstancia, si él pudiera comunicarse siquiera con una.
Quiero decir, tan pronto como una deidad escuchara a Loki decir: —Primero
vamos a quemar todo—debería haberle pateado el farfullante culo por abrir su
bocaza. Así que creo que esta debe ser una reacción al caos que surge en otro
lugar. La naturaleza pasa un mal rato gracias a las correrías de Loki, y la deidad
aquí está pensando globalmente, pero actuando localmente, culpando a los
humanos por el desastre.

//Consulta: ¿Dónde la encuentro?//

//Desconocido//

Joder.

//Consulta: ¿Nombre de la deidad?//

//Desconocido//

Cojones peludos, maldición. Los sudorosos que huelen como queso cottage
podrido. Necesito saber más si voy a descubrir cómo lidiar con esto.

Un mono de pelo rojo corretea por encima de mi cabeza y me estiro hacia él,
vinculando mi mente a la suya y le pregunto quién lo envió. En respuesta
consigo un encogimiento de hombros mental, un grito y una roca arrojada a mi
cabeza.

Entro en un lugar que luce como un restaurante, que anuncia algo llamado
tacacho. —¿Quién habla inglés? —pregunto a la habitación, y unas pocas manos
se levantan, incluyendo el sujeto detrás de la registradora. Me aproximo a él y le
agradezco—. ¿Tienen una diosa de la naturaleza a la que la gente le reza por
aquí?

Mi pregunta es escuchada por varias personas, y todos responden de la misma


forma: —Pachamama —dicen. Intercambian miradas y muestran diminutas
sonrisas y asentimientos, reconociendo compañeros adoradores.

—Ah, bien. ¿Cómo luce ella?

Eso me entrega algo de confusión. —¿Busca arte? —dice el muchacho detrás de


la registradora. Es joven, probablemente ni siquiera lo bastante mayor para
beber. Aún.

—No, no. No quiero arte. No soy un turista. Quiero saber cómo creen ustedes
que luce ella.

Porque si esta deidad se ha manifestado en algún lugar cercano, va a lucir


parecida a como sus adoradores la vislumbran en sus mentes.

—¿Grande? —El muchacho de la registradora extiende las manos ampliamente,


como si estuviera describiendo el pez que atrapó ayer.

—No, no —dice uno de los parroquianos, tiene la boca llena de lo que sea que es
tacacho. Escupe un poco mientras intenta hablar con eso en la boca—. Cabello
largo. Muchos colores. De tamaño saludable, ni grande ni pequeña. Hecha de
plantas y animales.

—¿Qué? ¡No, ella luce humana y tiene piel morena normal! —dice alguien más.

—Es madre de todos —dice el sujeto que está comiendo—. No solo de los
humanos. No está confinada a una forma humana.

Puedo ver por qué Amazonas tuvo dificultad en identificar dónde podría estar
ella. A juzgar por estas variadas descripciones, ella podría manifestarse casi
como cualquier cosa.

—¿Cómo es? ¿Tiene mal temperamento?

—No, no, ella es gentil y amorosa —dice el chico en la registradora y los otros
concuerdan.

Eso no encaja con la ira que se desata en el exterior, y los parroquianos aquí
parecen mayormente inconscientes de lo que sucede. Eso cambia cuando una
moto-taxi se estrella contra el inmenso ventanal frontal y una jodida plaga de
algo volador entra con él. Nunca he visto a gente llenar sus pantalones de mierda
tan rápido.

Cuando la primera cosa me pica entiendo por qué, porque duele


endiabladamente. Me doy cuenta que así soy un blanco, pero hay una solución
simple: cesar de ser humano. Me transformo en un milano real rojo y dejo que
mi ropa caiga, emergiendo a través del cuello de mi camiseta y volando por la
ventana más allá de los insectos picadores, que solo desean picar a los humanos.
Asciendo en espirales cada vez más alto y luego rodeo los limites de la ciudad,
buscando algo que podría calificar como una diosa de la naturaleza dando
pisotones por ahí. Al este, cerca de lo que después descubro que es el distrito
Belén, creo ver algo digno de investigar. Doseles de árbol no muy arbóreos
moviéndose contra el viento prevaleciente.

Monto en una termal, ganando más altura, y veo que hay un río allí: el Itaya, de
hecho, un tributario al Amazonas. Las casas, especialmente al otro lado, son el
refugio más básico, construidas sobre pilotes para permitir las inundaciones por
temporada; la gente allí está viviendo amontonada en condiciones horrorosas. Y
me preocupa que pudieran estar muertos, porque lo que veo asomando por
encima de los doseles de los árboles al otro lado del río es una criatura de ira, y
los enjambres fluyen desde esa dirección a la ciudad.

No quiero intentar volar contra eso, así que me desvío en ángulo para aterrizar
en la rivera del sur, flanqueándola y una vez en el suelo cambio a un oso. Si un
jaguar desea atacarme, imagino que de esa forma daré una buena batalla; dudo
que estas selvas tengan depredadores más grandes que eso, aparte de los
enjambres de esta hormiga o aquel avispón.

No hay tiempo para ser cuidadoso después de eso. La gente está muriendo y
necesito descubrir cómo detenerlo. Corro al norte por la rivera este del Itaya
hasta que llego a lo que indudablemente es una manifestación de Pachamama.
Una vez que echo un buen vistazo entiendo por qué la elemental del Amazonas
no pudo descubrir dónde estaba, porque ella no es una cosa definida. Es una
colección (no, hay una palabra jodidamente sofisticada para eso) una amalgama
de plantas y animales, todas formando la figura de una mujer humana de seis
metros de alto más o menos. Está hecha de enredaderas y monos y arces y cera
de abeja y cualquier jodida cosa en la selva. Es tanto aterradora como hermosa.
No conozco la mitad de lo que estoy mirando, ya que no soy de por aquí y
montones de estas especies son nuevas para mí. Sin embargo, tengo dos
aprendices, Luiz y Ozcar, que vienen de diferentes extremos del Amazonas.
Ozcar es de Perú, pero Luiz, de Brazil, es indudablemente el mayor amante de
animales de todos mis aprendices; alguno de ellos probablemente podría decirme
lo que estoy mirando con gran detalle. Todo lo que puedo notar es que es una
masa furiosa de mamíferos y aves e insectos alrededor de un esqueleto de
madera y enredaderas, y está poderosamente enojada y es una gloria, todo a la
vez, mirando a la ciudad humana desde el otro lado del río con cuencas ardientes
hechas de hormigas soldado fieramente rojas y doblando su voluntad para
destruir a todos los que viven allí. Si Gaia alguna vez eligiera manifestarse en
persona, imagino que podría lucir parecida a esto, pero en la escala de montañas.

Descifrar cómo hablar con ella va a ser el problema. Se ha manifestado de las


creencias locales y hablan español por aquí, lo que significa que es
probablemente lo que ella habla. No es un idioma con el que yo me haya puesto
al corriente aún, aparte de algunas palabras.

Sin embargo, ni siquiera puedo enfrentar eso hasta que descubra dónde mantiene
su consciencia para esta manifestación. Tiene tantos bichos colgando de su
cráneo que no puedo encontrar el suyo. Es una búsqueda frustrante en el espectro
mágico; incluso miro alrededor del hueco del pecho algo especial, pensando que
tal vez se estaría manteniendo donde debería estar el corazón, pero todo lo que
puedo captar es un brillo superficial que rodea su cuerpo construido, que tiene
cabello de muchos colores, los mechones hechos de enredaderas cubiertas de
diversos animales peludos y plumíferos.

Emito el equivalente de un gruñido de oso de —¡Oh, mierda! —cuando la


respuesta es precisamente ese brillo superficial: Pachamama es una
manifestación de la naturaleza, así que su identidad no está separada de ese
cuerpo, más bien compartida entre todo en él. Ella es la suma de esas muchas
partes; por eso Amazonas no podía localizarla específicamente. Es una
consciencia distribuida. O tal vez la palabra apropiada sería difundida. Aún
odiaba el jodido inglés.

Pero eso me da una idea. Si me vínculo con cualquier animal que sea parte de
ella, debería ser una forma de entrar. Elijo una criatura de aspecto algo tontorrón
colgado en una bola alrededor de su tobillo. Tiene una sonrisa en la cara, brazos
muy largos y tres enormes garras en cada mano. Un perezoso de tres dedos,
aprendo después. Luiz lo amaría.

He tenido frecuente práctica con la vinculación de mentes gracias a los sabuesos


de Siodhachan, y es un proceso rápido ahora. No estoy seguro qué tan rápido irá
la charla, pero afortunadamente una vez que se hace la vinculación se puede
comunicar un montón a través de las emociones, imágenes y las intenciones en
vez de palabras habladas. Convertirlo en meras oraciones después es como
golpear los anillos exteriores de un tablero de dardos en lugar de en el mero
centro, pero al menos es válido para alcanzar alguna clase de entendimiento.

<Hola >digo, <Soy un Druida de Gaia. ¿Puedo hablar con Pachamama?>

La criatura lentamente mira alrededor a los animales que también están alrededor
del tobillo y pie de la diosa gigante. La voz mental de ella es afable y amable.

<¿Quién dijo eso en mi cabeza? ¿O comí algunas hojas con hongo flipante
encima otra vez?>

<Yo. Aquí a tu izquierda. La gran cosa negra peluda. Luzco como un oso.>

<Vaya. ¡Eres diferente! No he visto nada parecido a ti en la selva.>

<No soy de por aquí. ¿Puedo hablar con Pachamama?>

<Eres más grande que cualquier cosa. Como que me sacaste de onda.
Probablemente pasas todo el día comiendo cosas. Vaya. Ey, no me comerás,
¿verdad?>

<No, no lo haré. Pachamama, ¿por favor?>

<Oh, sí. ¿Quién digo que habla?>

<Owen Kennedy, Druida de Gaia.> Eso no es algo que pueda comunicar con
solo imágenes y emociones. Es un nombre formulado en lenguaje, y ella tiene un
poquitín de problemas con eso.

<¿Oaken, Droga de Gay?>


<Owen Kennedy, Druida de Gaia. La última parte es lo importante. Estoy
representando a Gaia, la tierra entera, y sus elementales, incluyendo a
Amazonas.>

<Vaya. ¿Realmente está sucediendo esto ahora mismo? Parece un sueño raro.>

<Prometo que es real. ¿Puedes atraerme la atención de Pachamama?>

<Oh, sí. Lo intentaré, Oaken Druida de Gaia.>

No me molesta que se equivoque con mi nombre. En realidad, como que me


gusta. Tal vez puedo convencer a los elementales que me llamen Oaken Druida
algún día. Tiene que haber alguna forma para conseguir que cambien eso.

Pasa casi un minuto entero antes de obtener una respuesta, pero cuando lo hago,
jodido infierno, casi me licua el cerebro.

<¿QUIÉN ERES TÚ?> La voz mental sería un contralto placentero si no fuera


por el martillazo en mi cráneo. Puedo notar que el perezoso también lo siente,
porque ella cierra los ojos, gimotea y casi se cae de las ramas a las que está
aferrada. La pobre muchacha no tendrá un buen día si eso continúa.

<Soy Owen Kennedy, un Druida de Gaia, enviado a ti a petición de la elemental


Amazonas. Gracias por hablar conmigo, Pachamama. Pero ¿podrías bajar el
volumen unos pocos grados? Eso dolió.>

La masa furiosa de criaturas pasa su atención de la ciudad al otro lado del río a
mí; todos esos ojos, compuestos y binoculares, mirándome. Definitivamente
tengo la atención de Pachamama. Su respuesta está modulada al ruidoso rango
normal cuando responde.

<¿Un Druida de Gaia? Había uno que visitaba mi bosque de vez en cuando.
Humano con cabello rojo. Tú no eres él.>

<No, ese era mi aprendiz.>

<¿Qué quieres? Estoy ocupada.>

<Quería hablar sobre por qué estás ocupada. Eres un espíritu que nutre. ¿Qué te
tiene tan molesta?>
<¡Lanzaron fuego encima de mi bosque! ¡No para limpiar la tierra para cultivar
comida, sino para destruir!>

<¿Te refieres a los humanos? Esos no fueron ellos.>

<No hay volcanes aquí. Este fuego no era natural, lo que significa que los
humanos fueron responsables. No se les puede permitir continuar.>

<En cierta manera fue un volcán, pero muy lejos de aquí. Al otro lado del
mundo, un gigante de fuego de otro plano vino a la tierra e hizo erupción. El
fuego ha llovido por todo el planeta, no solo aquí. Y los humanos no son
responsables.>

<NO ME IMPORTA> ruge, y cuando tanto el perezoso como yo hacemos una


mueca, ella se tranquiliza, pero la ira en su tono es incuestionable. <¿No hueles
el veneno en el aire con cada respiración? ¿No eres consciente de los árboles que
ellos cortan, los animales que conducen a la extinción?>

<Estoy consciente. Pero depredar es parte de la naturaleza.>

<Esto no es depredar. Es un exceso. Glotonería. Explotación>

Es imposible que discuta eso. Desde que Siodhachan me adelantó en el tiempo


mi bocaza ha sido más que cerrada, prácticamente ha sido devorada por la ruina
que los humanos han traído sobre el mundo. No es solo que las líneas costeras
van a desaparecer bajo las olas con estas temperaturas cada vez más elevadas.
Montones de criaturas también se desvanecerán, y ya lo han hecho. Como las
grandes extinciones de épocas anteriores; excepto una, todas han sido causadas
por temperaturas del calentamiento global como estas; estas extinciones van a
acelerarse y extenderse sin una corrección masiva de las emisiones de carbono.
Si sobrevivimos a este día de juicio, aún tenemos muchos más días por delante
de ajuste de cuentas. Planeo asegurarme que los Druidas estén listos.

<Cuando mi aprendiz visitó; el humano de cabello rojo. ¿Él ayudó al Amazonas


de alguna forma? ¿Mejoró las condiciones aquí?>

<Sí. Era un humano peculiar.>

<¡Aún lo es! Es un Druida como yo y está luchando con ese gigante que
ocasionó el fuego, por tu bien y el de todos los demás. Él nutre la tierra como tú.
Y yo estoy entrenando más druidas ahora mismo. Uno de ellos nació cerca de
aquí; su nombre es Ozcar. Otro nació al otro extremo del río Amazonas, y su
nombre es Luiz. Y cuando su entrenamiento esté completo, estoy seguro que uno
o ambos desearán regresar aquí, para proteger las criaturas de este bosque.>

<Las criaturas no necesitarían protección si no fuera por estos humanos. Librar


este lugar de humanos permitirá que el equilibrio retorne.>

<No, no será así. Será un desastre.>

<¿Cómo? Ellos son el problema. Remueve el problema y el balance regresa.>

<Han construido sistemas que infligirán ruina sobre los ríos y bosques aquí sin
mantenimiento.> No tengo idea si eso es verdad o no, pero suena bien.

<¿Qué sistemas? ¿Qué ruina podría ser mayor que la que ya han infligido?>

Ah, cojones. Me he enredado yo solo en una de esas serpientes del Amazonas,


¿no? Siodhachan me sobrepasó en lanzar mierda hace mucho tiempo, pero no es
como si yo nunca le di lecciones sobre el fino arte de la tergiversación. Él
sencillamente tiene algún talento natural que añadir a mi propia enseñanza
legendaria.

<Su poder y sistemas de saneamiento liberarán contaminantes en el río.>

<Ya hacen eso.>

<Pero podría ser mucho peor,> e incluso yo puedo escuchar lo patético que
suena eso. Vaya con esas habilidades legendarias.

El problema con esto es que estoy discutiendo con una fuerza de la naturaleza.
Los humanos tienen pocas cualidades redentoras desde el punto de vista de la
naturaleza. No puedo apelar a la apreciación de Pachamama por el arte o la
música o teatro cuando ella honestamente no es fan de nada de eso. Pero tal vez
puedo apelar a su sentido del ser.

<He venido a pedirte que te detengas en favor de la elemental del Amazonas,


que es uno de los elementales que te respalda. Detén esta matanza y permite que
yo y los otros Druidas protejan y mejoren la tierra. Detente y regresa a ser la
madre nutridora que eres.>
La gran cabeza con colonias de hormigas soldado por ojos me retira su atención
y mira al otro lado del río. Su postura se encorva, y ella regresa su mirada a mí y
pivota en mi dirección, colocando las manos sobre sus amplias caderas, todo es
aún un hervidero de plantas y animales charlando y graznando.

<¿Tú me protegerás? ¿Protegerás esta tierra?>

<Lo haré. Y como dije, tengo dos aprendices que muy probablemente pasarán
mucho de su tiempo en esta región cuando estén listos.>

<Entonces ayúdame, Druida. Sé fiel a tu palabra. El fuego está al norte,


quemándome el corazón.>

<¿Dejarás de matar a los humanos en la ciudad?>

<Está hecho. Regresaré a mí misma.> Su forma masiva se contrae brevemente y


entonces las aves se marchan en una explosión de plumas. Los monos bajan por
el esqueleto de retoños de árbol o saltan a los doseles de los árboles
circundantes. Los insectos se escurren por los troncos o vuelan lejos. El perezoso
a cuya mente me había vinculado se desliza lentamente del tobillo, rápidamente
rebasado por todos los otros animales que regresan al bosque. Conforme los
animales se dispersan, puedo verlos más claramente como individuos, y me
sobrepasa su variedad. Veo un capibara, un oso hormíguero, algunas arañas
jodidamente gigantes que lucen como si pudieran sacarme los dientes con sus
quelíceros, y una procesión de mantis con intención de encontrar un lugar
tranquilo para reproducirse y luego tener algunas cabezas por bocadillo. Mirando
más de cerca, me percato que algunos animales están repentinamente de humor
reproductivo. Estoy parado a la mitad de una orgía incipiente. Pachamama está
reafirmando su devoción a la vida. Una reacción culpable, tal vez, a lo que acaba
de hacer.

No creo que haya soñado alguna vez en volverse violenta. Sencillamente había
sido empujada a creer que no tenía otra opción, y cuando yo señale que aún tenía
una, le alegró regresar a la paz. Es hermosa y eso le digo. El perezoso me
responde en su lugar.

<Oh, ey. Gracias, hombre. A veces la gente me dice que soy linda, o más lenta
que un caracol montado en un aventón sobre una tortuga, pero nunca hermosa.>

<Estaba hablando a Pachamama.>


<¡Oh! Ella se ha ido. Lo siento.>

Incluso mientras habla, el esqueleto de arbolillos cae en un patrón regular sobre


el piso forestal.

<Está bien. Tú también eres hermosa. Gracias por ser nuestra intermediaria.>

<No hay problema> dice, luego lo corrige con un suspiro mental. <Excepto por
tener que regresar al árbol que estaba mordisqueando. Eso va a tomar todo el
día.>

<¿Está tan lejos?>

<No, solo soy muy lenta.>

<¿Por qué? Luce como si pudieras moverte más rápido si lo desearas.>

<Oh, absolutamente puedo hacerlo. Cuando esa bola de fuego impactó cerca de
mí, puedes apostar que me moví más rápido de lo que nunca he hecho. Pero
tengo que conservar mi energía. Como hojas gomosas y es un rollo. Quiero
decir, son deliciosas, no me malentiendas, pero vaya. Toman una eternidad en
digerirse, y no me dejan suficiente jugo para estar moneando por ahí.>

<¿Sabes dónde es el incendio?>

<Sí. En serio.>

<Necesito ir allí. Puedes montar en mi espalda si me muestras el camino.>

<¿Estás seguro? Tengo bichos y cosas viviendo en mí.>

<Está bien, no me molestarán. ¿Cuál es tu nombre, de todas formas?>

<Slomonomobrodolie.>

<Yo soy Owen.>

<¿Creí que eras Oaken Druida de Gaia?>

<Claro, eso también. Pero puedes solo llamarme Oaken si quieres.>


<¡Increíble! ¡Gracias, Oaken!>

<¿Estaría bien si te llamo Slomo para abreviar?>

<¡Claro!>

Me acerqué a ella y se levantó sobre sus patas traseras al paso de un glaciar


móvil. Temía que tal vez necesitara algo más de Inmortali-Té antes que
llegáramos a algún lugar.

<Escucha, Slomo. Voy a darte algo de energía. No necesitarás conservarla y


puedes moverte más rápido.>

<¿Cómo…?>

<Cosas de Druida.>

<No, iba a decir ¿cómo de rápido ¿Rápido como mono? Porque eso sería un
montón de energía.>

<Podemos intentarlo.>

Acomodo las vinculaciones tanto para fuerza y velocidad porque tengo


curiosidad de ver a qué equivale la velocidad para semejante criatura. Tengo que
admitirlo: ella es jodidamente adorable de cerca. Una cara de pelo blanco con
una franja de pelo negro que le cruza los ojos y algo de pelaje café rígido y
abundante en la cima de la cabeza y por todo el resto de su cuerpo. Una nariz
negra y morro, pero el patrón del pelo se riza un poco en los bordes, dándole la
apariencia de llevar una perpetua sonrisa suave. Su voz mental es más o menos
igual, tranquilamente divertida. Pero ¡dioses del inframundo, tiene garras largas!

Cuando las vinculaciones la impactan, Slomo abre mucho los ojos y esa sonrisa
se vuelve una genuina sonrisa con la boca abierta.

<¡Vaya, Oaken! ¡Este es un jugo increíble! ¡Cuidado, voy a abordar!>

Tengo que admitir que cuando extiende esos largos brazos con esas garras suyas
y salta sobre mí, es malditamente difícil permanecer quieto, pero lo hago,
imaginando que puedo curarme si me hace algún daño, y no está mal en
absoluto. Gruño bajo el impacto y el peso, pero es gentil y me abraza más con
sus brazos y piernas en vez de enterrar esas garras.

<¡Oh, vaya, Oaken! Esto se siente increíble. ¡Siento como si pudiera alcanzar
verdadera velocidad de mono, columpiándome entre los árboles como siempre
he soñado!>

<Realmente tienes una afición por los monos, ¿no?>

<Bueno, ¡son rápidos! Creo que es porque pueden comer combustible amarillo
en tubo.>

<¿Te refieres a las bananas?>

<¿Qué? Ese es un nombre terrible. No tiene sentido en absoluto. El combustible


amarillo en tubo es más adecuado. Ve en esa dirección un poco.> Extiende su
brazo izquierdo más allá de mi cabeza y apunta, y ajusto el curso para igualar.
<Bien. Entonces, ¿son todos los Oaken Druidas grandes cosas peludas como tú?
>

<Nop. Yo ni siquiera soy una gran cosa peluda.>

<Estoy bastante segura que sí lo eres.>

<Ahora mismo estoy vinculado a la forma de un oso negro. A veces soy un


milano real; a veces soy un carnero o incluso una morsa. Pero normalmente soy
un humano. Un humano anciano que luce como un humano de mediana edad.>

<Esas imágenes en mi cabeza… ¿esos son animales reales? ¡Nunca he visto


ninguno de esos! Excepto los humanos. He visto algunos de ellos, pero
mayormente tienen piel más oscura que tú.>

<Yo nunca he visto un animal como tú. El mundo es un lugar muy grande. No
todo es bosque, sabes.>

<¿No? ¿Qué más hay allá?>

<Océanos llenos de peces. Desiertos llenos de escorpiones y cactus. Montañas


cubiertas en árboles que tienen agujas en lugar de hojas. Vastas planicies
pobladas por búfalos y antílopes. Y mucho más, en realidad. Aún esto
aprendiendo sobre él yo mismo. Pareciera que cada día conozco algo nuevo y
maravilloso.>

<¡Eso suena genial! Todo es monos y hojas y cerebros de pájaro por aquí. Vaya,
¿hueles ese humo? Nos estamos acercando.>

<Lo huelo.>

<En realidad, probablemente estamos lo bastante cerca. No me gusta el fuego,


Oaken.>

<A mí tampoco. Sin embargo, tengo que aguantarlo, por el bien de Pachamama y
todos los animales que viven en los alrededores.>

<Probablemente mi árbol ya esté quemado. Casi me golpeó cuando el fuego


cayó del cielo.>

<Pero puedes encontrar otro árbol, ¿verdad?>

<Oh, claro. Ese iba a ser mi árbol solo por un tiempo. Lo había nombrado
Lopoyamalachamanowe y él dijo que le gustaba.>

<¿Los árboles te hablan?>

<Por supuesto. Los árboles siempre están hablando. Pero la mayoría de las
criaturas se mueven demasiado rápido para escucharlos. Los árboles saludan a
casi todo lo que pasa entre sus ramas, porque son así de amigables y son muy
felices cuando los animales vienen a visitarlos, pero para cuando han terminado
de decir hola, los animales usualmente ya han seguido adelante. Tienes que estar
dispuesto a quedarte allí y escuchar realmente. Esa es mi especialidad.>

<Estás llena de sorpresas, Slomo. Tengo una aprendiz llamada Tulla a quien
realmente le gustaría escuchar eso y aprender cómo hablar con los árboles. Ok,
necesito cambiar a humano y encargarme del fuego. ¿Por qué no pasas el tiempo
en uno de los árboles cercanos y después podemos hablar más si te place?>

<¡Ok, Oaken! ¡Eso sería grandioso! ¿Puede ser ese árbol justo allí?>

Me dirijo a la derecha, donde está apuntando, y me detengo junto al tronco. Ni


siquiera sé qué clase de árbol es, pero ya me pregunto cómo lo nombrará. <Muy
bien, tienes toda esa energía, así que quiero que trepes ese árbol como un mono
en condiciones, ahora. Finge que acabas de comer algo de combustible amarillo
en tubo.>

Slomo me rasguña un poquito cuando se lanza hacia el árbol y lo trepa con esas
garras, pero absolutamente vale la pena. Es rápida como siempre ha soñado, y su
alegría de estar viva en el mundo es maravillosa de escuchar ahora mismo
cuando hay un boca de mierda intentando quemar todo.

<¡Wa ju ju jo jo jo jo!>me grita en la cabeza, y hace algunos ruidos parecidos


con sus cuerdas vocales. Deben ser palabras reales en lenguaje perezoso y no
simplemente una exclamación, pero no estoy seguro. Pero puedo apostar que
está feliz. Está pasando un momento fabuloso, moneando por allí como hacen
los monos.

Cambio a humano y le advierto que la energía está a punto de acabarse, así que
debería asentarse. Trepa más alto y se cuelga de una rama, rodeada por muchas
hojas, todas al alcance.

<Ok, estoy lista para ser un perezoso de nuevo> me dice, y disuelvo las
vinculaciones.

¿Eso está bien?

<Ahhh. Es bastante la diferencia. Pero durante un ratito, superé moneando a un


mono. Realmente espero que todo esto fuera real y no algún mal viaje por hoja.>

Es real. ¿Tienes mal viajes por hoja con frecuencia?

<Quise decir un buen viaje por hoja. Ey. Ya no eres grande y peludo. Quiero
decir, eres peludo, pero solo en algunas partes.>

Así es como luzco de humano.

<La mayoría de los humanos que he visto utilizan alguna cobertura en la parte
media. ¿Por qué hacen eso? ¿Es porque tú tienes un parche de pelo menor allí y
una diminuta serpiente viviendo en él?>

Esa no es una diminuta serpiente.

<Estoy bastante segura que no es una gran serpiente.>


¡No es una serpiente en absoluto! Mira, olvídate de eso. Me alegra que ahora
estés a salvo. Lidiaré con el fuego y regresaré.

Lidiar con el incendio no es ni siquiera un poco divertido. Está caliente y


humoso y una jodida vergüenza, porque un montón de plantas y animales
murieron aquí. Pero por alguna razón estoy sonriendo todo el tiempo que estoy
haciendo vinculaciones, apagando las llamas con tierra.

La razón es Slomo. Me hace reír. Y ella ve el mundo en una forma que es nueva
para mis viejos ojos. Supongo que es porque ella ha visto aún menos que yo.

Pero ella lo mira con una sensación de maravilla, como hacen mis aprendices.
Creo que es bueno para mí ver eso; renueva mi propia sensación de maravilla.
Cuando envejeces, puedes inducirte a pensar que no hay nada nuevo que
disfrutar en el mundo, porque bajas la velocidad, no ves mucho excepto las
mismas pocas cosas, y piensas, jodidos infiernos, ¿por qué no solo me recuesto
con las tetas al aire y renuncio a la forma fantasma? Me aburre comer comidas
suaves y mirar partidos y vestirme, porque la ropa son toda mierda y rasposas.

No hay duda que renovar mi juventud ha hecho grandes progresos en renovar mi


amor por el mundo. Y ver tanto de él recientemente ha renovado mi disposición
a luchar por él… no que haya estado alguna vez indispuesto a luchar. Es solo que
estoy empezando a sentirme más entusiasta sobre luchar para defender a Gaia.
Tal vez la actitud combativa de Granuaile se me está pegando. O tal vez, cuando
sabes cómo era el mundo alguna vez y ves lo que los humanos han hecho de él,
sencillamente te pones en modo loco de combate por defecto.

Cuando el incendio finalmente se seca, puedo sentir el bosque relajarse. He


mantenido mi palabra y Pachamama puede regresar a nutrir a todos.

Me alivia que me escuchara y detuviera lo que estaba haciendo sin pelear. Tal
vez se detuvo porque vio que yo estoy de su lado, pero estoy seguro que sabía
que la verdadera lucha va a desarrollarse durante un tiempo, y seré yo el que
luche por ella.

Le hago saber a Amazonas que el trabajo está terminado y que treparé a un árbol
durante un rato, entonces cambio a un milano real rojo y vuelo de vuelta a donde
Slomonomobrodolie está pasando el tiempo, masticando una hoja gomosa.

<¿Cómo está mi perezoso favorito?> le pregunto.


<Vaya. Oaken, ¿eres tú?>

<Lo soy.>

<Te escucho en mi cabeza, pero no estoy segura de dónde estás.>

<Soy el ave posada en la rama encima de ti. Un milano real rojo, para ser
específico.>

<¡Vaya! ¡Tienes alas! ¡Puedes volar! ¡Apuesto que te sientes realmente bien al
respecto!>

<Así es.>

<Eres mágico, Oaken.>

<Noo, no es tanto yo sino la tierra la que es mágica.>

<Estoy bastante segura que tú eres mágico.>

<Cuéntame más sobre ti, Slomo. ¿Cómo es vivir aquí? Me gustaría escuchar
algunas de tus aventuras.>

<¿Está bien que la mayoría de ellas empiecen conmigo colgando de cabeza así?>

<¡Por supuesto! Una aventura sin colgarse no es una aventura en absoluto.>

<¡Vaya! ¿En serio? ¡Eso significa que prácticamente mi vida entera es una
aventura! ¡Nunca me di cuenta!>

<Está bien, amor. Poca gente se da cuenta.>


Capítulo 17

Traducido por Azhreik

El Thor que había conocido en el pasado (y visto morir bajo la espada


Moralltach) llevaba cabello rubio, quien era diferente del de Eddas, que tenía
cabello rojo brillante o incluso naranja, pero no era un detalle por el que me
hubiera preocupado en el momento. La gente puede tener el cabello del color
que deseen, así que imaginé que los dioses podían descubrir una forma de hacer
lo mismo. Todo lo demás había coincidido a las Viejas historias: conducía un
carruaje tirado por cabras voladoras, blandía Mjöllnir y tenía la habilidad de
lanzar rayos como un pintor aplicando gouache a un lienzo. Así que ¿este Thor
se había re-manifestado debido al significativo número de paganos que aún lo
adoraban alrededor del mundo, o ese había sido el Thor real todo el tiempo, y
Leif había derrotado a alguna otra escurridiza manifestación convincente? Como
fuera, me habían engañado y cuando mis ojos se deslizaron a Odín, lo vi
mirándome con una inmensa sonrisa en la cara. Se rio abiertamente ante mi
expresión. Freyja se percató y también miró en mi dirección, y su sonrisa era
todo menos amigable.

No con frecuencia tengo una sensación fría y escurridiza de miedo en la boca del
estómago, pero cuando lo hago, es porque me percato que estoy rodeado por
enemigos por todos los frentes y muy probablemente no voy a sobrevivir el día.
O tal vez voy a sufrir de algo peor que la muerte. Los dioses reunidos son
bastante famosos por repartir esos castigos, y Jesús me había advertido en más
de una ocasión que sufriría más dolor del que había conocido como resultado de
mi invasión a Asgard. Era una deuda que me había dejado claro que algún día
tendría que pagar, y cada instinto que tenía me decía que debería huir del campo
ahora, porque el día había llegado. Los Æsir tenían a los Fae, los elfos oscuros y
alguna significativa ayuda grecorromana para enfrentarse a Loki y Hel. Era
posible que yo no fuera a modificar la batalla por mi cuenta. Ya me había
encargado de Jörmungandr; o más bien, Laksha lo hizo, pero eliminarlo había
sido la petición específica que Odín me había hecho en sustituto de un precio de
sangre por la (supuesta) muerte de Thor. Mi promesa fue cumplida… aunque
aparentemente me la extrajeron basados en una mentira. Mis obligaciones fueron
completamente absueltas.

Excepto por la obligación más grande que tenía con Gaia. Si las fuerzas de Loki
se abrían paso, la destrucción que llevarían al mundo; las vidas perdidas, serían
incalculables. E igual que creía a Jesús cuando dijo que me esperaba un montón
de dolor, también le creía cuando dijo que yo era uno de los pocos que podría
minimizar las consecuencias destructivas de este desastre. Al derrotar a
Jörmungandr, Laksha ciertamente había salvado a mucha gente y montones de
ganado. Los yetis habían salvado más al detener a Surt antes que pudiera hacer
erupción por más de unos pocos minutos. Si podía salvar a alguien al quedarme,
tenía que hacerlo.

Sorprendiendo a todos, Fand sopló para la primera carga y condujo a los Fae en
la batalla con Manannan Mac Lir a su lado, hadas aladas y espíritus flotando por
encima de una horda variopinta de boggarts, barghests, sprigans y otras criaturas.
Brighid la seguía de cerca con su hueste, casi indistinguible de Fand excepto en
proporciones de este tipo de hada o algún otro. Los seguí de cerca, imaginando
que eran una opción más segura para mí que unirme a cualquier porción de las
fuerzas Æsir. Una porción de draugar descendió por las pendientes del volcán
para encontrarlos, y me di cuenta después de unos pocos segundos que era
proporcional. Pero donde la hueste Fae era una porción significativa de nuestras
fuerzas, solo era una franja de las de ellos. La escala de lo que nos
enfrentábamos me caló, y ese temblor frio en mi estomago se estremeció y
solidificó en un bloque de hielo.

Hablando de eso, los dos yeti sobrevivientes marcharon con Manannan,


haciendo girar espadas ya que su magia de hielo sería mínimamente efectiva
contra los draugar. No me gustaba que estuvieran al frente; ya habían
sacrificado suficiente, y no deseaba que los yeti fueran borrados de la tierra.
También había un pequeño grupo de hombres tejo; fue buena idea traerlos. Eran
difíciles de matar.
Tuve que empezar a trotar para mantener el ritmo. La carga aún no era una
zambullida a toda velocidad para chocar armas, pero a llegaría eso.

Lanzando una mirada por encima de mi hombro, vi a Odin asentir a los olimpos.
Zeus ordenó que ellos fueran detrás de nosotros y él lideró el camino,
desplazándose obscenamente por encima del campo con su erección de batalla,
una sonrisa salvaje asomaba entre su barba. Los truenos rugían por encima de
nosotros ahora: con Zeus, Júpiter y Thor en el campo, habría montones de
truenos y rayos. Me pregunté dónde estaba Perun, pensando que su persona
amigable y peluda serían una adición bienvenida a esta batalla, pero él sin duda
estaba ocupado en algún otro lugar con problemas en sus tierras eslavas. Era una
certeza que las Hermanas de las Tres Auroras estaban protegiendo a la gente en
Polonia.

Seguimos cerrando la distancia, y periódicamente revisaba detrás para ver cómo


se desplegaban los ejércitos; obviamente se aplazaban a Odin, y me pregunté por
qué nunca recibí ese memorando de un lindo esbozo del plan de batalla,
resaltado en colores neón y con anotaciones de bolígrafo rojo.

Que Fand fuera a la carga había sido el plan todo el tiempo, ¿u Odin estaba
improvisando de acuerdo con el desarrollo en el campo? Al menos ya no estaba
sonriéndome burlón. Con algo de suerte yo no me había desplegado como él
esperaba, aunque estoy seguro que lo que sea que Odin había planeado para mí,
ya había pensado en múltiples escenarios.

Los Svartálfar no se quedaron atrás sino que avanzaron en el flanco izquierdo, y


eso requeriría una respuesta en algún punto de parte de los draugar. Los Álfar se
extendieron al flanco derecho, sí, probablemente era sabio mantenerlos alejados
de los Svartálfar. Los enanos con sus armas grabadas en runas reforzaban la
mitad, los Vanir detrás de ellos, y finalmente las filas compactas de los Einherjar
avanzaron, con los escudos y hachas listas.

Me preparé con vinculaciones para fuerza y velocidad y entonces también añadí


camuflaje, aunque era un acaparador de energía. Si hubo alguna vez un tiempo
para no contenerse, era este. Necesitaba cada ventaja que Gaia estaba dispuesta a
darme.

La hueste Fae empezó a moverse más rápido, un rugido de voces desafiantes


Doppler-cambiantes cada vez más altas, ventilando su ira y estrés, como todas
las criaturas vivas se preguntaban por qué corrían hacia sus probables muertes y
luchaban porque se les ocurriera una razón que valiera la pena. Las meras
ordenes realmente no contaban, no cuando tienes tiempo para pensar en lo que se
avecina, y ni una vez te percatas que probablemente te van a matar pero también
te matarían por desertar. La única forma de salir era a través, y de ahí provenían
los gritos de batalla: un abismo de pura desesperación y absoluta rabia de que
alguien estuviera parado en el camino de tu propia seguridad y la seguridad de
aquellos que amas.

En realidad no vi el primer choque real de los ejércitos, ya que estaba algo a la


retaguardia de la acción inicial, pero escuché el retumbar de metal y los gruñidos
de muerte y olí el roció de sangre, vi las filas de luchadores enfrente de mí
comprimirse como una acordeón, vi los pixies avanzar en pares, con alambre de
púas sostenido entre ellos mientras volaban a cada lado de los draugar y los
enganchaban en la garganta, cortándolos limpiamente de tal forma que sus
cabezas se derrumbaban como sandias desequilibradas. Sin embargo, requería
toda su fuerza hacer eso, así que tenían que ascender rápidamente y darse la
vuelta después de cada muerte para ganar velocidad de nuevo. Algunos de ellos
no ascendieron lo bastante rápido y fueron derribados. Algunos de los draugar
los vieron venir y se volvieron incorpóreos a tiempo para que el alambre pasara
sin hacer daño, lo que significaba que los pixies podrían continuar hacia delante
o intentar darse la vuelta para dar otro pase, y cuando un pixie optaba por una
cosa y el otro no, arruinaba el ataque, uno o más de los pixies murieron, y el
alambre de púas cayó. Lo que no quiere decir que ellos no hicieron diferencia.
La hicieron. Debieron cortar un tercio de los cuellos que se habían dispuesto a
cortar, y eso disminuyó la primera colisión lo suficiente para evitar que fueran
sobrepasados, aunque estuvo cerca.

Conocíamos la debilidad de los draugar, y ellos también la conocían: Estaban


preparados para rechazar una estocada a sus cabezas y luego ir a contraatacar a
cualquier lugar, porque sus oponentes eran vulnerables por todos lados. Los
draugar eran brutales, fuertes y guerreros efectivos, aunque no especialmente
creativos. Absorbían cualquier daño a sus cuerpos y sencillamente continuaban
adelante, estertores de muerte se sacudían en el aire como si se alegraran de
matar sin consecuencias; porque no podían sufrir destino peor del que ya habían
sufrido en Hel, y regresar allí ahora sería regresar a casa.

Los cascos resultaban problemáticos para la mayoría de los Fae. Proveían


suficiente protección para mantener a los draugar de pie después del primer
golpe, y raramente tenían que absorber un segundo. Muchos de los Fae caían
como resultado y yo me sentía inefectivo. No podía muy bien atravesar a la
mitad de las filas Fae sin hacerles potencial daño con mi aura de hierro frío, así
que corrí alrededor al flanco derecho, donde los Álfar avanzaban, manteniendo a
los Fae entre los elfos oscuros en la izquierda y yo. Allí finalmente pude unirme
a la batalla y estar agradecido una vez más al ancestral encantamiento en la hoja
de Fragarach que permitía atravesar cualquier armadura. Los draugar no tenían
protección contra mi espada, y cortaba cuellos y aplastaba cráneos bastante bien.
Al menos podía enfrentarme contra ellos, incluso si sus cifras interminables
significaban que no podía avanzar.

Los Fae no disfrutaban de semejantes ventajas. Estaban siendo derrotados con la


misma frecuencia que no, un radio de uno a uno que no favorecía a nuestro lado
cuando ya estábamos tan superados en número. Podíamos esperar refuerzos; los
dioses nórdicos y olímpicos aún tenían que unirse a la confusión… pero
necesitarían hacerlo mucho mejor.

Los Álfar y Svartálfar entraban desde ambos lados, y aunque ambos tenían un
impacto visible, eran los elfos oscuros los que probaron ser mucho más
efectivos. Su habilidad para volverse incorpóreos les sirvió bien contra las
habilidades similares de los draugar . Se disolvieron en humo, utilizando la
disciplina que llamaban Sigr af Reykr, y entonces se materializaban dentro de las
barreras de sus blancos, encajando espadas negras debajo de la barbilla y hacia el
cerebro. El costado izquierdo del campo empezó a marchitarse visiblemente bajo
esa carnicería, justo mientras la fila de los Fae se derrumbaba visiblemente ante
los draugar. Los Álfar, en mi mente, estaban haciendo muy poco para reducir los
números de los draugar. Tenían escudos y armaduras impresionantes que los
protegían contra los golpes de los draugar pero lanzaban pocos golpes propios.
Se ganaban un bizcocho por sufrir pocas pérdidas y contener al enemigo,
suponía, pero no estaban ganando la batalla tanto como no la estaban perdiendo.

Y entonces Hel se involucró, invisible en algún lugar en la retaguardia, tras


haberse encogido junto con Loki, a tamaño normal. Pero su influencia en la
batalla estaba superada en proporción: ella tomaba control de los Fae caídos;
aquellos que aún tenían sus cabezas, al menos, y levantaba los cadáveres de los
muertos para que se giraran y lucharan contra sus antiguos camaradas. Pixies y
hombres cabeza de calabaza, espíritus de hadas de Cornualles y duendecillos,
todos se levantaban del campo y se volteaban contra sus otrora amigos, lanzando
espadas y lanzas broncíneas contra cuerpos vivos, caras iluminadas con
expresiones sorprendidas mientras morían.

Ya que Fand y Manannan estaban al frente, estaban entre los primeros en ser
atacados, y a Manannan no le importaba. Él solo continuaba cortando y
partiendo; blandía a Moralltach, la espada que extendía necrosis por el cuerpo
con un simple corte y que Leif Helgarson había utilizado para atacar cualquier
iteración de Thor que hubiera existido. Contra los draugar funcionaba bien,
sorprendentemente, ya que ya estaban muertos. Pero parte de su carne aún debía
responder a impulsos nerviosos, y la infección de Moralltach se aseguraba que
ellos no pudieran, así que colapsaban, doblemente muertos sin ser decapitados.
Los Fae caían a su contenido de hierro tanto como a su encantamiento, y
Manannan los derrotaba definitivamente.

Pero Fand no fue capaz de defenderse contra sus propios amados Fae. O tal vez
lo habría hecho, si hubiera tenido tiempo suficiente para pensarlo. Lo que
sucedió en su lugar fue que se congeló, confrontada con un espíritu de hada de
Cornualles reanimado que probablemente conocía de nombre y había visto caer
momentos antes, y él no vaciló en tomar ventaja de su vacilación. Con sus dedos
de madera ya extendidos y afilados en garras, se acercó, despreocupado de su
propia defensa, y vi a Fand abrir mucho la boca en conmoción, luego aún más
junto con los ojos cuando las garras letales del espíritu de hada de Cornualles
abrieron un hueco en su armadura y desgarraron algo vital. Debió haber gritado,
aunque yo no lo pude escuchar, y la luz desapareció de sus ojos mientras se
derrumbaba, ya muerta antes de impactar contra el suelo.

Estar en camuflaje me permitía un poco de tiempo para elegir mis blancos, ya


que los draugar enfrente de mí estaban inseguros de lo que parecía estar
matando a sus compañeros. Avanzaban lentamente pero continuaban viniendo, y
derroté a unos cuantos más en pánico, porque tenía una horrible premonición de
lo que sucedería después. Fand y yo nunca nos habíamos llevado bien, pero ella
era profundamente amada por los Fae y por Manannan Mac Lir… y Manannan
era alguien a quien yo admiraba y respetaba y con quien había disfrutado una
larga historia, incluso amistad. Me dolió por él instantáneamente y sentí que
lágrimas calientes me aguaban la esquina de los ojos. Tuve que encargarme de
dos draugar más antes de poder echar otro vistazo, y fue entonces cuando
Manannan se dio cuenta que su esposa había caído, porque el mismo espíritu de
hada de Cornualles que la había matado intentó acabarlo también. El golpe en su
costado derecho falló en penetrar su armadura, y la mordedura de Morallatach
derribó al spriggan, pero él se dio cuenta que no debía haber recibido un ataque
desde ese lado a menos que Fand ya no estuviera protegiéndolo. Bajó la vista, la
vio quieta y más allá de las preocupaciones, y cayó de rodillas junto a ella,
arrojando su espada para levantarla en sus brazos y gritar su nombre para traer su
espíritu de vuelta a este lado del velo. Eso era precisamente lo que yo había
temido. Los Fae muertos y los draugar no se detuvieron para permitirle
lamentarse. Continuaron viniendo, como continuaban viniendo hacia mí.
Decapité a otro draugar, parpadeé brevemente a la izquierda y vi múltiples
atacantes atacar al Manannan Mac Lir invadido por la pena, uno de los más
antiguos y más nobles de los Tuatha Dé Danann, mucho más un dios del amor en
su comportamiento de lo que Aenghus Óg lo fue alguna vez, un hombre capaz
de amar y darlo todo, y nunca habría llegado a este fin si no fuera por mí.
Empecé a gritar un poco después de eso, cortando entre los espíritus confundidos
en cascarones largo tiempo muertos que no tenían motivación particular para
seguir avanzando excepto escapar de Hel por un rato.

—Lo siento mucho, Manannan —dije, preguntándome si esas palabras alguna


vez alcanzarían sus oídos, en algún lugar en Tír na nÓg al otro lado del velo.
Cuando fui capaz de volver a mirar, las huestes Fae estaban en completa retirada,
desmoralizados completamente por las muertes de sus líderes y la comprensión
de que si fueran a morir, sus cadáveres se levantarían para luchar contra los que
permanecían. Una risa desquiciada amplificada burbujeó de la vecindad del
volcán. Loki estaba divertido.

Algunos de los Fae se unieron al fuego de Brighid; estaba de nuevo en el aire


sobre un pilar de llamas, luciendo invencible en esa armadura que se había
forjado ella misma, pero la mayoría del ejército de Fand estaba roto, retirándose
de vuelta al punto donde habían entrado al plano.

El único punto solitario brillante era los yeti, Oddrún y Ísólfr, quienes no podían
ser sobrepasados y cuyas espadas giratorias eran devastadoras contra los
draugar. Ralentizaron y desorientaron a los atacantes con rocíos de hielo a la
cara, luego los apuñalaron con la punta de esas espadas que bebían el alma
dentro; no era necesaria la decapitación. Cuando vieron a Manannan caer,
corrieron a su lado e hicieron retroceder el enjambre de Fae muertos incluso
mientras los Fae vivos se lanzaban en retirada. Entonces Ísólfr retuvo a múltiples
atacantes mientras Oddrún encerraba a su padre y a Fand juntos en un bloque de
hielo para prevenir que Hel los reanimara. Los empujó por una resbaladiza pista
de hielo que creó hacia las fuerzas de Brighid, con Ísólfr y luego los hombres
tejo cubriendo su retirada. Esperaba que los yeti pudieran simplemente continuar
al sur y dejar el campo, porque tanto sus victorias como sus perdidas ya excedían
las de cualquier otro.

No tenía ilusión de que los Fae que se unieron a las fuerzas de Brighid para
luchar en la segunda oleada representaran nada más que unos pocos triunfos
individuales; en su primer choque, nos habían aplastado , habían caído dioses y
las fuerzas de Loki y Hel solo habían sido reforzadas por carne fresca a órdenes
de los nigromantes. Los elfos oscuros ya estaban cansándose, y los Álfar estaban
haciendo poco más que mantener el flanco derecho… y ellos mismos estaban en
peligro de ser flanqueados por el resto del ejército de Hel.

Necesitaríamos hacerlo mucho mejor o la gente de Suecia nunca vería el


amanecer. O, para el caso, tampoco mucho de Europa.
Capítulo 18

Traducido por Alejandra122

El rey Yama Wuguan luce como el tipo de guerrero que hace uso de la fuerza
bruta. Con gusto recibiría algunos golpes siempre y cuando él pudiera asestarte
uno, porque él piensa que eso es todo lo que le tomara acabar contigo. Y tal vez
tiene razón. Incluso si no termina conmigo como One Punch-Man, un héroe de
animé que he estado disfrutando últimamente, probablemente me haría tanto
daño que podría administrarme el golpe de gracia con poca resistencia de mi
parte. Así que es probablemente mejor que me quite del camino de su salto. No
puedo detener su espada si está muy por encima de mi cabeza.

Siento que esto es una prueba de alguna clase. Wukong claramente desea ver si
puedo derrotar a Wuguan antes de enseñarme cualquier otra cosa y supongo que
es algo justo. Si se suponía que teníamos que pelear contra ocho Reyes Yama
cada uno más fuerte que el anterior, debería poder derrotar a este a la mitad de la
batalla si espero quedarme hasta el final.

¿Será también una prueba para Wuguan? ¿Estará tratando de subir en la jerarquía
de Diyu o tal vez escapar a un trabajo más cómodo en uno de los cielos? No sé
nada sobre él, o cual debe ser su larga historia, aparte de lo que puedo ver.

Mientras me escabullo hacia la derecha, la izquierda de Wuguan, me viene a la


mente que he estado peleando con seres más viejos que Atticus, y ese es el tipo
de realización que puede hacerte sentir muy pequeño cuando solo estas en tus
treinta. Especialmente desde que he empezado a hacerme una idea de lo que
representa una vida así después de escuchar las historias de Atticus. Vivió más o
menos diecinueve siglos sin acceso a plomería, por ejemplo, lo que me hace
estremecer. Las pocas veces que he tenido que estar sin un escusado fueron
infelices e incómodas y no dejo de pensar que algo podría picarme. Debe pensar
que todos somos hedonistas mimados.

No tomo nada por sentado en lo que a los saltos de Wuguan se refiere, porque si
puede patinar en el aire como del Rey Mono, entonces la física normal no le
aplica. Ejecuto automáticamente una maniobra de bloqueo para un ataque que no
está ahí pero luego llega abruptamente un momento después. El impacto casi
arranca a Scáthmhaide de mi mano. Él tiene esas habilidades, es tan fuerte como
temí, y es mucho más rápido de lo que su volumen sugeriría.

La batalla continúa rugiendo a nuestro alrededor, pero de alguna forma se


despeja un espacio para nuestro duelo; los condenados deben haber recibido
algún tipo de señal, debe haber mucho en juego para nosotros dos. El Rey Mono
y sus clones están peleando todavía al resto de los demonios y los condenados
alrededor de toda la montaña, protegiendo a la gente de Taipéi y no solamente
observando el duelo, excepto por breves miradas. No entiendo porque fui
escogida para esto, pero dudo que Wuguan se detenga a explicar. Y dudo que
tenga mucho tiempo para ganar; si él es del nivel de Wukong como luchador,
entonces me supera.

Wukong había señalado en el techo de su tienda que mis patrones de lucha eran
reconocibles y fáciles de contrarrestar. Son esencialmente métodos chinos que
Atticus me enseñó, después de todo, y muy viejos, tan viejos que son casi
nuevos otra vez. Pero Wuguan los conoce tanto como Wukong. Le enseño algo
que va a reconocer y contrarrestar, luego lo mezclo en algo que él no conoce: Mi
báculo da vueltas en mi mano derecha y él espera que aterrice en mi mano
izquierda, así que lo golpea, alejándolo de mí, esperando que este descubierto
para el contraataque, y lo estaré. Excepto que he tomado un cuchillo y lo he
arrojado a su ojo derecho, mientras su brazo y espada estaban fuera de posición,
una apuesta que empieza a dar frutos a medida que se hace patente. Su
estremecimiento reflejo arruina su contraataque, pero él me sorprende con una
dura patada en la entrepierna mientras trato de acercarme, cubriendo su retirada.
Está enojado por estar sintiendo dolor en lugar de lidiar con él, y yo estoy sin
aliento y sobre mi trasero, con mi diafragma contusionado y un par de costillas
rotas. Se saca el cuchillo del ojo y me lo arroja, soy capaz de rodar lo
suficientemente a tiempo para que se hunda en mi brazo en lugar de mi propio
ojo. Me lo arranco y activo la curación al máximo

Ambos nos tomamos un tiempo para reiniciar después de eso. El presenta su


lado izquierdo, sosteniendo la espada defensivamente, de manera que pueda
mantener su ojo restante sobre mí. Me pongo de pie, y me pregunto cómo voy a
sorprenderlo ahora que está cauteloso. Aún tiene una ventaja tremenda en fuerza
y alcance. En la columna de pros, ya no querrá hacer esos enormes saltos, por
miedo a que me mueva hasta su punto ciego. En la de contras, esa armadura
significa que no es vulnerable al lanzamiento de cuchillos en ninguna otra parte
y ahora él va a estar resguardando esa debilidad intensamente.

¿Cual… podría ser bueno? Checo para confirmar que me quedan dos cuchillos
arrojadizos. Tomo uno con mi mano derecha y lo giro. Así es, grandote. Mira
este brillante filo.

Le doy un par de vueltas al báculo en mi mano izquierda mientras sigo dándole


vueltas al cuchillo en mi derecha, observando cómo su ojo intenta seguirlo.
Parpadea hacia el báculo pero mantiene su vista en el cuchillo y observando
también en mi cadera en busca de señales. Bien. No estará viendo los
movimientos en mi brazo y muñeca izquierda, o está seguro de que sabe lo que
estaré haciendo ahí. Ahí es donde necesito sorprenderlo. Me lanzo hacia adelante
con un ataque convencional y lanzo el cuchillo para ver lo que hace. Bloquea el
báculo y esquiva el cuchillo, luego me ataca con un cuchillo a gran velocidad,
hubiera cortado mi barba si tuviera una. Es bueno saberlo.

Saco mi último cuchillo y hago el mismo movimiento como si fuera a lanzarlo


pero no lo suelto. Compra la finta y yo hago una doble estocada con
Scáthmhaide en mi mano izquierda, una vez en la parte plana de su espada,
tumbándola, luego clavándola hacia adelante hacia el lugar conde creo que estará
su mejilla al intentar evadir mi lanzamiento fantasma y conecta con fuerza. El
grita y se tambalea hacia atrás, su ojo izquierdo ahora cerrado instintivamente y
no puede ver hasta que lo abre de nuevo. Lanzo el cuchillo de verdad esta vez y
se hunde en su garganta. Está perdiendo sangre y no puede respirar además de
tener problemas para ver, no está dando su mejor pelea cuando me acerco a
terminar con él. Le doy una patada en la cara y se cae hacia atrás, su cabeza
hecha un desastre dentro del casco. Mi más sentido pésame/Hasta la vista,
Wuguan
Su muerte, o mejor dicho su desaparición, tiene el curioso efecto de destruir
todos sus secuaces un minuto después. Todos convergieron hacia mí después del
duelo pero luego explotaron en cenizas antes de que pudiera empezar a luchar
con más de dos de ellos. La montaña está libre y estoy esperando que el Rey
Mono me de algún tipo de aprobación en este punto, pero en lugar de eso cuando
volteo a verlo de recarga sobre su báculo y frunce el ceño.

—Pudiste haber continuado eso un poco más— dice.

Eso no tiene absolutamente ningún sentido para mí y digo lo mismo. —¿Qué?


¿Por qué incrementaría mi riesgo a morir de esa forma?

—Lo venciste tan rápido que quedó mal y retiró a todas sus almas.

—¿Pero eso es bueno, cierto? Ganamos, la gente está a salvo.

Wukong niega con la cabeza y mueve su mano frente a mí. —Faltan otros cuatro
reyes Yama. Y ahora has humillado a uno de ellos, van a venir por ti. No Taipéi.
No por el continente. Por ti–.

—Oh, bueno, eso es simplemente genial. Pudiste haberme advertido antes que
además de mi propia vida o muerte, tendría que preocuparme también por egos
frágiles.

—No creí que fuera necesario. La raíz de casi todos los conflictos son los egos
frágiles. Mi ego es sin duda lo que me motivaba en mis años mozos. ¿Sabías que
una vez pedí que me llamaran el Gran Sabio del Cielo?

Levanto mi mano para sofocar una risa y tratar de convertirla en tos. —Puede ser
que haya leído un par de historias que mencionaban eso.

No logro engañarlo. —Puedes reírte. Lo merezco. Pero he dejado de pensar así,


además tengo un nombre diferente ahora.

—Sí, lo he oído. El Buda Victorioso en la Contienda. ¿Puedo preguntar…?

—Por supuesto.
—¿Por qué un Buda pasa su tiempo sirviendo té?

Él se encoje de hombros. —Es un simple placer que tiende a hacer feliz a la


gente. Y cuando ellos ven que pueden ser felices con algo tan simple, entonces
todos sus otros grandes deseos parecen tontos en comparación; porque de hecho
lo son. Un budista desea señalar que son los deseos los que evitan que las
personas alcancen la felicidad, que el materialismo es la causa de la discordia. El
simple placer del té los lleva a un lugar receptivo para escuchar ese mensaje. O
para reforzarlo si es que ya lo han escuchado—.

De pronto no puedo evitar sonreír mientras tomo una nota mental de lo que estoy
haciendo: estoy hablando con el Rey Mono en Taiwán sobre Budismo. Mi vida
se ha vuelto mucho más peligrosa desde que me convertí en Druida, pero al
mismo tiempo, puedo hablar con leyendas vivientes.

En ese preciso momento la Montaña Siete Estrellas explota de nuevo.


Capítulo 19

Traducido por Azhreik

Slomo me cuenta de las aves que le gustan y las aves que no. Los insectos que
muerden y los que la dejan en paz. Los monos, chirriando y saltando a su
alrededor, comiendo combustible amarillo en tubo. Las polillas y mariposas
coloridas devoradas por ranas croantes. El silencio atenazador que se posa en la
selva cuando los jaguares pasan. Su ocasional anhelo desganado para encontrar
un compañero, pero incluso el anhelo es más energía de la que quiere
desperdiciar.

<Principalmente tienes que tener perspectiva. ¿Alguna cosa (que no sean dientes
viniendo en dirección a mi cara) vale gastar más que las calorías básicas que
necesito para comer y no caer del árbol? La respuesta es no. Excepto por
columpiarse por allí como un mono. Eso realmente valió las calorías. Porque no
tuve que quemarlas. Eran gratis. Como la luz del sol.>

<¿Qué hay de las cosas que te hacen feliz? ¿Esas no son cosas por las que vale la
pena quemar algunas calorías?>

<Bueno, claro, pero lo que me hace feliz es no moverme mucho.>

<¿Cómo puedes decir eso? Acabas de decir que nunca habías estado más feliz
que cuando te moviste como un mono.>

<Soy complicada. Hay un montón de matices que te estás perdiendo.>


<Yo puedo lidiar con matices. Tráeme los matices.>

<Ok, tú lo pediste.> Y entonces mi mente es bombardeada por imágenes y


emociones, todas relacionadas con una escala ascendente de satisfacción con
quedarse quieta a través de un amplio rango de factores ambientales. Ser testigo
de actividad frenética mientras permanece casi inmóvil le da a Slomo gran
placer, pero puede visualizar e imaginar cosas también. Cuando le pregunto por
qué, replica: <Bueno, tienes que imaginar bastante cuando eres incapaz de
moverte muy rápido o hacer todas las cosas que hacen otras criaturas.>

<¿Te gustaría ver más del mundo, y moverte rápido como hiciste, más seguido?>
le pregunto.

<Claro. Pero desearlo no hará que suceda.>

<No tienes que desearlo. Puedes venir conmigo. Te mostraré unos cuantos
lugares.>

<¿Lugares donde pastan esas cosas búfalo?>

<Si quieres. Desiertos. Océanos. Montañas.>

<¿Pero no están muy lejos?>

<Sí, pero yo puedo moverme muy rápido.>

<¿No tendrán una perturbadora escasez de hojas?>

<Podemos llevar algunas con nosotros. O solo regresar rápidamente antes que
vuelvas a estar hambrienta.>

Slomonomobrodolie mastica la idea junto con una hoja, lo bastante lento que
puedo escuchar el exquisito crujir y triturar de sus dientes y tal vez el girar de los
engranajes metafóricos en su cabeza. Cuando termina, sus ojos se vuelven a
enfocar en mí y ella asiente, cabeza abajo.

<Ok, Oaken. Me gustaría ver algunas de esas cosas.>

<¡Grandioso! Primero tengo algunas preguntas. ¿Qué edad tienes?>


Ella responde y continúo preguntando, absorbiendo tantos hechos básicos como
puedo y combinándolos con una fluida comprensión de su personalidad para
poder transportarme con ella a salvo. Y en verdad no hay prisa hasta que me
pidan que esté en algún otro lado. Pasan un par de horas mientras ella me
comparte su vida en imágenes y sentimientos y puedo percibir que me estoy
encariñando con la muchacha. No le gustan los tucanes, por ejemplo, porque
tienen ojos como cuentas de muerte y enormes picos.

<Los picos grandes y coloridos> explica, <son para distraerte de los ojos. Si
miras en los ojos de un tucán conocerás el corazón del mal, y lo que es más,
sabrás que les gustaría comerte.>

<¿Qué, son comedores de carne?>

<Realmente no lo creo. ¡No estoy segura! Pero los ojos, Owen, ¡tienes que
escuchar lo que te dicen los ojos! Siempre dicen que aunque normalmente no
disfrutan la carne, harían una excepción solo por ti y te arrancarían la carne de
los huesos con terribles sonidos de pico de tucán.>

<Bueno, ahora espero no conocer a ninguno. Eso suena peor que adornar tu copa
de coctel con un tronco de mierda en lugar de una agradable rebanada de lima.>

<¿Qué son los cocteles?>

<Tengo que conseguirte uno,> le prometo, y entonces el elemental me convoca.


Se me necesita en algún lugar en Europa porque algún tonto burro engreído ha
ido a meterse con poderes que no debió haber tocado. <Tiempo de irse> digo a
Slomo. <¿Lista para ver el mundo?>

<¡Claro, Oaken! Empezaré a moverme ahora y probablemente podremos


marcharnos antes que el sol salga.>

El sol aún no se había puesto, así que ese es un estimado alarmante. Le lanzo
algo de jugo y abre mucho los ojos.

<Cojones a eso. Tenemos que escabullirnos ahora. Baja y vuelve a envolverte a


mi alrededor. Voy a cambiar a humano.>

<¡Nunca me he escabullido! ¡Esto es emocionante!>


Vuelo hasta el piso forestal y cambio a humano, y Slomo está lista para saltar
encima después de unos pocos segundos. Cuidado con esas garras. Rodéame el
cuello con los brazos y yo te atraparé.

Ella salta y aterriza con un gruñido, y yo también gruño. Está un poco espinosa,
no tan suave como pudiera lucir, porque ese pelaje está apelmazado y sucio. La
piel me empieza a cosquillear; ella no mentía sobre los bichos que le viven
encima, que supongo ahora están echando un vistazo alrededor de esta nueva
cosa sobre la que ella está colgando que no es un árbol. Me tomo mi tiempo para
alcanzar sus diminutos cerebros (nada más que unos pocos nervios) y les digo
que permanezcan encima de Slomo. No estoy seguro que consigan hacer el
traslado, honestamente, pero podrían, ya que Slomo los considera parte de ella.

Tengo que trotar entre la maleza y acostumbrarme al peso, y es algo accidentado


para ambos.

<¿Esto es una escabullida?>

Un poco. También se llama ir de caballito, aunque no sé por qué. Nunca he visto


a un jodido caballo hacer esto. El lenguaje es extraño.

<Espero conseguir aprender tu lenguaje. Te puedo enseñar palabras de perezoso


si quieres.>

Eso me gustaría. Ok. Aquí estamos. Este árbol es especial. Podemos utilizarlo
para transportarnos a Tír na nÓg y desde allí a prácticamente cualquier otro
lugar en el planeta. Pero necesito que pongas una de tus manos sobre ese árbol.

<Vaya, ¿qué es Tír na nÓg? Hubo un montón de imágenes con eso.>

Es muchas cosas. Mayormente magia y cojones, pero no cojones mágicos, si me


entiendes.

<Creo que no.>

Solo agárrate.

Cambiamos, tirando del vínculo, y mantengo la maravilla de


Slomonomobrodolie en mi segundo espacio mental, esperando no haberlo
arruinado, porque sería una tragedia si le trajera algún daño a ella. Me detengo
en el otro lado para revisarla.

¿Cómo estuvo eso?

<¡Vaya! Quiero decir, vaya, Oaken, eso fue… no sé. Mis estómagos están
haciendo cosas saltarinas de mono. Es posible que vaya…>

Un algo jugoso y caliente aterriza en mi hombro y me chorrea por el pecho.

<…a vomitar. Sí. Uaagh. Es algo seguro, en realidad. Lo siento. También eran
buenas hojas. Sabes, ¡creo que reconozco una de ellas! Supongo que no la
mastique muy bien porque estaba muy emocionada de lo deliciosa que lucía.>

¿Cómo están tus bichos?

<¿Mis bichos? Imagino que están bien. Aún los siento y todo.>

Grandioso. Esto es Tír na nÓg. Lleno de árboles, pero no de la clase que estás
acostumbrada a comer. Vamos a hacer eso una vez más, así que sostén tus
estómagos.

Cambio al punto vinculante que Gaia desea que utilice, aunque no estoy
precisamente seguro dónde está. En algún lugar en el noreste de donde estaba
antes… en Europa, ciertamente, pero al norte de las montañas y al este de
Alemania. Tal vez incluso esté en Polonia… no estoy seguro de dónde están
dibujadas las fronteras modernas. Todo lo que sé es que está lo bastante
silencioso para escuchar a Slomo vomitar húmedamente en mi hombro de nuevo.

<Urrrgh. Lo siento, Oaken.>

Está bien, muchacha. Le digo, restándole importancia. Tal vez te acostumbrarás.


Y tal vez no cambiemos mucho de ahora en adelante.

<Me gusta la segunda idea. Entonces ¿dónde estamos?>

Al otro lado del mundo lejos de tu selva. Esto es cruzando uno o dos océanos.

<Aquí está más seco. Quiero decir, puedo sentir que el aire está seco.>

Espera hasta que sientas un desierto. Ok. Tengo que averiguar por el elemental
qué haremos aquí, y entonces tal vez haya algo de acción.

<¿Más acción? ¡Hoy ya he experimentado más de la que he tenido en toda mi


vida!>

Esta podría ser la clase de acción donde tienes que defenderte. Has hecho eso
antes, ¿no?

<Una o dos veces. ¡Pero mucha energía!>

No te preocupes por la energía. Voy a darte toda la que necesites. Solo


asegúrate que cualquier cosa que veas caiga en lugar de tú. Esas garras tuyas
pueden hacer un daño real si le pones algo de músculo detrás. Muévete tan
rápido como puedas y no le des a nada la oportunidad de herirte.

<¿Qué vamos a combatir?>

Lo descubriremos bastante pronto.

El elemental me dice a dónde ir: es un recorrido a trote de un par de kilómetros,


porque no hay árboles vinculados más cercanos, pero después de solo un ratito
Slomo me pregunta si puede seguirme en los árboles. Estamos atravesando
algunos árboles que están lo bastante cercanos para permitir columpiarse en las
ramas, y ella argumenta que probablemente será un viaje más ágil para ambos.
Coincido y el peso se levanta de mi espalda y silba conforme toma las ramas, sus
brazos largos la propulsan de árbol en árbol.

Diviértete pero intenta hacerlo silenciosamente, digo. No queremos anunciar


que nos aproximamos.

El objetivo, me dijeron, es cerrar un portal al infierno cristiano que alguien ha


conseguido abrir. Creí que el infierno se suponía que quedaría fuera de esta
pelea, pero algún mierda no recibió ese memorándum en particular. Lo que
significa que tengo que lidiar no solo con lo que sea que salga de ese portal sino
con cualquier hechicero que tuvo las agallas de abrirlo.

Tal vez seré afortunado y encontraré que el hechicero fue devorado por lo que
salió del infierno. Las historias de Siodhachan sobre eso sugieren que eso sucede
la mitad de las veces.
<Hay luces y gruñidos de pelea adelante, Oaken,> me dice Slomo.

¿Oh, sí? Después de un momento yo también los veo y escucho. Me alegra que
estés en los árboles. Quédate allí a menos que tengas una buena razón para
bajar.

Ahora estoy un poco más preocupado sobre que ella esté aquí, porque las
historias de Siodhachan sobre el infierno me están resurgiendo y no son de la
clase feliz. Nunca he tenido que lidiar con el infierno cristiano en persona,
porque toda la religión llegó y floreció mientras yo estaba atorado en esa Isla del
Tiempo. El día que Siodhachan me contó que los cristianos sacaron a los
Druidas de Irlanda y luego los irlandeses terminaron matándose unos a otros por
diferentes versiones del cristianismo siglos después era un período
especialmente oscuro de un día jodidamente oscuro. Un detalle notable sobre la
religión es la cantidad de esfuerzo que se gasta en imaginar castigos eternos
después de la muerte. La mayoría de las fes tienen infiernos ricamente
imaginados, me asegura Siodhachan, pero aparentemente el cristiano merece la
rebanada más grande de pudin de pan al final de la noche. Tantos demonios y
diablos ansiosos de torturar almas… tan ansiosos, de hecho, que quieren hacer
intercambios por ellas y están dispuestos a lidiar con hechiceros para conseguir
lo que quieren: más muertes, más almas corruptas. Y si estuvieran sueltos en este
plano, nunca dudarían en matar cualquier cosa viviente con la esperanza de que
pueda incrementar su propio poder, especialmente ya que refuerza la idea de que
son infernales y que deben ser temidos, un patrón de pensamiento circular dentro
de la fe que explotan. No es lugar para que un perezoso se columpie.

Llego a un pequeño claro en el bosque que se ha convertido en un campo de


batalla con múltiples fuentes de luz. Una de ellas es la luna y estrellas encima.
Hay un brillo amarillo-naranja rojizo que proviene del portal abierto al infierno,
que está drenando rápidamente la energía del elemental… la razón entera por la
que me han llamado. Pero también hay otras luces, conos purpura que rodean a
trece mujeres mientras batallan los horrores que salen del infierno y las luces
blancas de látigos que están utilizando como flagelos para desterrar los horrores
de este plano.

Tengo que detenerme para captarlo todo, porque es tan intenso y alarmante como
un cataplasma de pimiento fantasma troceado aplicado directamente sobre los
genitales… con alevosía y malicia.
Lo que estoy viendo encaja con las historias que Siodhachan me ha contado
antes. Estas deben ser las brujas polacas de las que me contó, las Hermanas de
las Tres Auroras, que reciben sus poderes de diosas llamadas las Zoryas. Los
conos purpura que las rodean son barreras protectoras, y esas armas que agitan
alrededor son látigos infernales. Y ese olor es completamente del infierno.

<Oaken, algo huele realmente mal. Como incluso peor que popo de jaguar> dice
Slomo <y en caso que no lo sepas, no hay popo en el mundo peor que la popo de
jaguar.>

Almaceno esa información para compartirla después con Granuaile.

Esos son los demonios. Permanece alejada de ellos, ¿de acuerdo? Si alguno se
acerca, quiero que te alejes si puedes, arráncales la cabeza si no puedes.

<¿Cuáles son los demonios?>

Los que huelen mal y te intenten matar.

<Entendido.>

El hechicero está en el extremo más lejano del portal: algún triste punk
mezquino que piensa que el mundo le debe algo, y viene a reclamarlo. Me pongo
los nudillos de latón y grito el nombre que recuerdo de las historias de
Siodhachan; la líder del aquelarre, si no me equivoco. —¡Malina! ¿Puedo
ayudar?

La mayoría de las brujas no reacciona, pero una de ellas mira en mi dirección


después de terminar con una monstruosidad que luce como una baba ambulante
con ojos.

—¿Quién eres tú? —grita, retrocediendo y agitando el látigo infernal enfrente de


ella en un patrón defensivo. Tiene largo cabello rubio cayéndole sobre los
hombros, muy probablemente el mejor cabello que haya visto en mi vida entera,
y como el resto de su aquelarre, está vestida en algo negro que sospecho debe
estar a la moda estos días. No sé cómo describirlo en términos modernos, pero
básicamente, si yo fuera una muchacha pequeña, miraría a Malina y querría ser
como ella algún día, e incluso como un adulto estoy más que un poco triste de
que nunca, jamás luciré tan bien como ella destruyendo el mal. De hecho, me
alegra un poco que mis jóvenes aprendices no estén aquí para ver esto, o ya no
querrían ser Druidas.

—Owen Kennedy, Druida de Gaia. ¡El hombre que le enseñó a ese muchacho
O’Sullivan!

Ella me escruta durante un momento, probablemente confirmando que tengo los


tatuajes requeridos y estoy vinculado a la tierra, y luego asiente. —Si puedes
derrotar al hechicero, eso sería de ayuda.

¡De ayuda, dice! Eso terminaría todo el jodido juego, como yo lo veo, pero no es
la clase de cosa por la que alborotas. Estoy aquí para cerrar ese portal, y todo lo
demás es distantemente secundario. Solo no quiero que me confundan con un
enemigo en este baño de sangre y me azoten con uno de sus látigos infernales.

Rodeo a la izquierda, corriendo en sentido de las manecillas del reloj, como


dicen, e impacto mi puño en la cara de algo naranja y dientudo que intenta
detenerme. Explota bajo los nudillos y cae en un salpicar de su propio icor, pero
eso solo atrae la atención de otros cuatro horrores. Me doy cuenta que ninguno
de ellos está volando y tal vez pueda evitar algunos cojones desastrosos
cambiando de forma. Me quito la camiseta y cambio a un milano rojo, planeando
por encima de los demonios y yendo en círculos detrás del hechicero. Las
vinculaciones astutas que Creidhne instauró en los nudillos significan que el
latón me fluye hasta los espolones y estoy pensando mientras aleteo detrás del
hechicero que va a ser tan fácil como solo aferrarme a su nuca, apretar y
arrancarle la garganta. La misión más fácil del día entero, y encima de eso,
consigo parecer genial enfrente de las niñas geniales del aquelarre.

Excepto que no funciona así. Nop.

En su lugar, me topo con una pared invisible como un jodido gorrión tonto
asaltando una puerta de cristal y caigo en un desastre de plumas, con la cabeza
zumbando del impacto, hasta que golpeó la tierra afuera de un anillo de sal.

Ah, el anillo protector. Eso es lo que me sucedió. Cuando estoy transformado,


soy precisamente la clase de cosa que las barreras del hechicero están diseñadas
para mantener fuera. El anillo detecta el aura mágica de mi forma vinculada y
me niega el acceso. Bueno, muchacho, bien por ti. Pero puedo volver a cambiar
a humano y derrotar tu jodida sal, ¿no?

Ejecuto el cambio y gruño, y él lo escucha. Se gira en redondo y es una cara de


locura de ojos azules la que veo, testosterona paranoica que ha salido del
granero. Algún joven punk al que nunca le han dado una paliza, así que no
entiende que habrá consecuencias por sus acciones, o que le han dado tantas
palizas y tan malas que no le importa una teta con ampollas lo que le suceda
después. Está tan alterado como un bebé enredado en hiedra venenosa y tan
furioso al respecto como podrías esperar. Me grita algo… en polaco, supongo, y
no entiendo una palabra, pero claro que siento lo que sea que me lanza. Su mano
se agita y aprieta y repentinamente siento como si todos mis músculos estuvieran
apretándose a la vez excepto por mi trasero, que se está relajando precisamente
en el momento equivocado. Duele más de lo que nada debería doler y no puedo
pensar en qué hacer excepto lanzar una sanación sobre mí antes que me mate.
Estoy soltando mierda alrededor del bosque, pensando que está no es la forma en
la que deseaba morir, y también que tal vez Siodhachan tenía un punto sobre los
usos del hierro frío, cuando algo salvaje resuena por encima de mi cabeza.
Levanto el antebrazo, esperando protegerme de lo que sea, pero resulta que no es
algún esbirro infernal que viene a darse un festín con mi bazo. Yo ni siquiera soy
el blanco… ese sería el alterado y triste tonto que está drenando Gaia con su
hoyo infernal supurante.

Es Slomonomobrodolie, saltando de las alturas de un árbol para sujetarse en el


muchacho con un largo brazo alrededor de la nuca mientras lanza las tres garras
largas de su mano derecha directamente en la garganta del guardia negro. Ella
tira y arranca, gritándole en la cara, y él consigue hacer un gorgoteo de pánico y
poner unos ojos muy sorprendidos antes de caer de espaldas, arruinando su
anillo de sal y rompiendo quien sabe cuántos hechizos activos. Supongo que el
vínculo que utilicé para darle energía a Slomo no fue suficiente magia para
activar su barrera protectora. Todo lo que sé con certeza es que estoy agradecido
de controlar mi propio trasero de nuevo mientras el resto de mí se relaja. El
muchacho estaba manteniendo el portal abierto por pura fuerza de voluntad, y
con él desaparecido, el portal se cierra solo.

Sin embargo, eso no significa que todo haya terminado. Hay aún montones de
esbirros infernales allí afuera, y el repentino olor de sangre derramada en el aire
los ha atraído en nuestra dirección en vez de hacia la sangre sin derramar de las
brujas. Malina y algunas de las otras atacan a algunos de ellos, pero eso aún deja
a tres corriendo como rayo hacia el cuerpo del hechicero, y mi favorita perezoso
asesino está sentada justo encima de él.

¡Slomo! ¡De vuelta a los árboles, rápido! ¡Trepa rápido, deprisa! Casi me cago
de nuevo por miedo de haberla puesto en el camino del peligro. Ni siquiera he
tenido tiempo para apreciar apropiadamente que acaba de salvar mis huesos
ancestrales, y aquí está ella en peligro como resultado. Una de las cosas que se
acercan hacia ella es mayormente dientes y estómago, propulsado por cuatro
piernas debajo que lucen como los de un insecto, salidas y con garras en los pies.
Otro es una plasta viscosa roja que rezuma demasiado rápido en nuestra
dirección, con una lengua salida en busca de carne fresca en la que envolverse y
meter en su oscura boca húmeda. El último demonio parece un aguacate enojado
que ha jurado vengarse por todo el guacamole del mundo y es el que se mueve
más rápido. Me pongo de pie torpemente para interceptarlo justo cuando Slomo
salta al tronco más cercano. Ella está enterrando esas garras y haciendo lo mejor
que puede, pero el maldito aguacate ha puesto la mira en ella. Él se da cuenta en
el último segundo que no estoy corriendo para llegar antes a la comida en el
árbol sino corriendo para golpear su cara bulbosa. Intenta un siseo y bufido para
intimidarme, pero no soy del tipo que responde bien a esas idioteces.

Cuando entierro mi puño entre sus ojos, descubro que no es para nada como un
aguacate en absoluto. Es más como una bolsa de algo caustico que se aferra a mi
piel y quema, y aunque se cae y derrite en limo, me quedo con algo
quemándome el brazo. Grito mientras la lengua del otro horror se envuelve
alrededor de mi vientre y tira de mí por el aire hacia su boca. me aseguro que
pruebe primero mi brazo ardiente, cubierto de limo, y cuando todo se calienta y
humedece y oscurece, cambio de forma a un oso y empiezo a atacar con mis
garras. No me puede vomitar lo bastante rápido, y rasgo mi salida de algo
muerto y que se derrite a mi alrededor. Estos demonios no duran mucho en este
plano una vez que has destruido el poco retazo de poder que los mantiene
unidos. Probablemente por eso esos látigos infernales de las brujas son tan
efectivos. Malina lo demuestra azotando a través del estómago a la cosa dientuda
que está dándose el festín en los restos del hechicero; éste grita y se disuelve en
un desastre encima del chico, y yo me aseguro de que Slomo esté segura antes de
calibrar qué otras amenazas podría haber alrededor.

<Hiciste bien, muchacha. ¿Estás herida?>

<¡Estoy bien, Oaken! Un poco conmocionada de lo enojada que me puse cuando


ese humano estaba intentando herirte pero por lo demás bien. ¿Tú estás bien?>

<No tengo nada malo que no pueda sanar eventualmente,> digo, y en verdad ya
tengo eso en progreso, aparte de revisar el daño. Lo que sea que me estaba
quemando no ha dañado la integridad de mis tatuajes, gracias a los dioses arriba.
<¿Dónde aprendiste a derribar a alguien así?> le pregunto a Slomo.

<Oh. Observando cazar a los jaguares. Ellos saltan sobre algo y solo le muerden
la cabeza hasta el cerebro, porque sus mandíbulas son realmente muy fuertes, o
van por la garganta. La forma más rápida de terminarlo.>

Me giro para ver si hay algo más de lo que preocuparse, pero no hay mucho más
que un mosquito enojado alrededor. El portal está cerrado y la armonía
restaurada. Las brujas se han encargado del resto de los esbirros infernales, pero
por supuesto me están lanzando una mirada dubitativa, con los músculos tensos
y las armas listas en caso que me vuelva contra ellos. Probablemente debido a lo
del oso. Consigo eso un montón.

Cambiando de vuelta a humano, agito mi mano ilesa en su dirección para


mostrarles que soy amigable. Por supuesto no puedo estar ocultando ningún
arma en mi ropa, porque no traigo puesta ninguna. Ellas no parecen preocupadas
con eso en absoluto; creo que están más interesadas en la facilidad del cambio en
sí más que en lo que he cambiado. Noto que están manteniendo sus barreras
alzadas.

—Owen Kennedy —les digo, porque sin duda varias de ellas no lo escucharon
cuando llegué—. Druida de Gaia. Me convocaron aquí para cerrar el portal, así
que está hecho. Gracias por su ayuda.

—Malina Sokolówska —dice la mujer rubia con un acento encantador—, líder


de las Hermanas de las Tres Auroras. ¿Puedo preguntar qué mató al hechicero?
Estaba ocupada y no lo vi claramente.

—Oh, eso fue un perezoso.

—¿Un perezoso? Tienes que estar bromeando. No hay perezosos por aquí, y no
se mueven tan rápido.

—Ella vino conmigo, y pueden moverse tan rápido cuando les das suficiente
energía.

Una de las otras brujas ríe. Tiene largo cabello rubio también, pero está recogido
y atado en su coronilla. También lleva un par de enormes gafas. Malina se gira
para ver qué es tan divertido y la bruja dice: —Sí vimos algo en la adivinación
que nos indicó sobre una ayuda inesperada. Creo que un perezoso asesino
recargado califica como inesperado. —El aquelarre al completo sonríe o suelta
risitas ante eso.

—¿Adivinación, eh? ¿Por eso están aquí en el bosque? —pregunto.

—Así es. Estamos conscientes de que algo tremendamente atemorizante está


sucediendo en Suecia, pero deseábamos atender las amenazas locales. Hemos
estado vigilando a ese chico durante un rato —dice, agitando un dedo hacia el
cuerpo—, y vimos que planeaba tomar ventaja del caos en todos lados para
avanzar su agenda.

—¿Y qué agenda sería esa? ¿Quién era él?

Malina se encoge de hombros. —Otro hombre que deseaba ascender al poder en


una escalera de violencia.

—Bueno, yo no soy uno de esos, si quieren relajarse. No les deseo ningún mal.

Ella asiente hacia mí una vez y deja caer sus barreras. Las otras siguen su
ejemplo, y una en los bordes del grupo sostiene mi camiseta. —Tu ropa está por
aquí, si quieres vestirte.

No quiero especialmente; preferiría sumergirme en un lago en algún lugar y


limpiarme, pero creo que ellas quieren que lo haga. Troto hasta allí y me pongo
los vaqueros y coloco la camiseta.

—Aprecio lo que hicieron aquí, encargándose de todas esas bestias. Eso habría
sido un trabajo rudo para mí solo. ¿Así que ustedes son el aquelarre con el que
Granuaile ha estado estudiando polaco?

—Es correcto —dice Malina—. ¿Tú también estarías interesado en aprender el


lenguaje?

—Tal vez algún día, claro —digo—. Pero aún estoy trabajando con el inglés por
el momento.

Ella me presenta al aquelarre completo, y sutilmente reviso auras mientras lo


hace. Sin duda, ellas también me están evaluando. No he tenido experiencias
particularmente buenas con las brujas en el pasado: he conocido más del tipo que
se comportaban como el muchacho muerto por allá que del tipo maternal, pero
ellas no tienen un rastro de avaricia o resentimiento hosco en ellas. Astucia,
claro. Pero ellas tienen más confianza y son más felices y claramente más
interesadas en proteger a su gente que explotarla. No siempre fue así con este
aquelarre, de acuerdo a Siodhachan, pero incluso él admite que han cambiado
significativamente desde que Malina se hizo cargo. Me recuerda la increíble
responsabilidad que es ser un líder y un maestro. Y verlas y lo poderosas que son
juntas, me da esperanza de lo que mi arboleda de jóvenes Druidas podría ser un
día. Repentinamente siento un pinchazo en el pecho por ellos y no deseo nada
más que ponerme al día con ellos, donde sea que estén ahora, y enseñarles algo
nuevo.

Ha sido uno de mis grandes placeres, desde que me he adelantado en el tiempo,


ver la maravilla iluminar sus caras. Y es probablemente también la razón por la
que disfruto pasar tiempo con Slomo; ella está viendo algo nuevo cada momento
que no cuelga de un árbol, y le encanta. Ahora creo saber por qué encuentro tan
satisfactorio ver aprender a otros: Siodhachan me hizo saber muy claramente que
yo podría haber sido un mejor maestro para él en los viejos días. Me lastimo el
orgullo, claro. No hay nada que pueda hacer para arreglar eso ahora, pero lo que
puedo hacer es ser un mejor maestro para la arboleda; mucho mejor, y hasta
ahora creo que lo estoy logrando.

—Es un placer conocerlas a todas. ¿Dónde estoy, si les importa que pregunte?

—En el rincón sureste de Polonia, cerca de la frontera con Ucrania —me dice
Rokasana. Ella es la de las gafas.

—¿Hay un lago cerca?

—El lago Solina está apenas a unos cuantos kilómetros al este. Si corres en esa
dirección, no puedes pasarlo por alto.

—¿Muy grande, eh?

—Lo bastante grande para la hora del baño, si es lo que tienes en mente.

—Sí, está eso, además que quiero mostrárselo al perezoso. Ella nunca ha visto
un lago, solo ríos. ¿Necesitan que entierre el cuerpo o algo antes de marcharme?

—No, nosotras nos encargaremos de todo esto —dice Malina, y les agradezco de
nuevo y digo que espero el momento de reunirme con ellas en circunstancias
menos peligrosas antes de recoger a Slomo de donde está colgada y dirigirme al
oeste un poquitín. Tan pronto estamos fuera de la vista, me desnudo de nuevo y
cambio a oso, consignando esas ropas manchadas a la historia. El amanecer está
aproximándose, el cielo oscuro está cambiando a gris, cuando Slomo trepa a mi
espalda. La transporto hasta el lago, que resulta ser una cosa larga y como araña
que llega a algunos valles tras ser embalse de un río en un lado. Parece que
montones de personas disfrutan pasear en bote allí, a juzgar por todos los barcos
amarrados que veo a lo largo de las costas. Nos detenemos mientras aún estamos
sobre una colonia para que Slomo pueda apreciar el amanecer que está
alcanzando la superficie e iluminando las colinas enfrente de nosotros.

<¡Vaya, Oaken, eso es bonito! ¿Toda esa agua está solo allí fija?>

<Tiene algo de circulación. Drena en un extremo, en algún lugar. Quiero bajar


allí y nadar. Tengo sangre y mierda y limo de demonio encima y quiero
quitármelo. ¿Quieres venir conmigo?>

<No me gusta nadar> dice, <pero iré a lavarme la sangre y cosas de las manos.
Me siento un poquito triste de haberle hecho eso a él.>

<No hay necesidad de estar triste. Me salvaste a mí y al mundo entero un


montón de problemas. Ese muchacho no deseaba más que dolor para todos, y si
le hubieras dado la oportunidad te habría hecho lo mismo a ti.>

Empiezo a divagar mientras bajo la colina y Slomo está en silencio, asimilándolo


todo, supongo, pero puedo notar que también está pensando. Finalmente, dice:
<Él parecía estar muy enojado por algunas cosas, lo que es extraño porque hay
muchas cosas por las que estar feliz. Quiero decir, incluso cuando consideras a
los tucanes, este mundo inmenso es bastante asombroso. ¿Tal vez él está más
feliz estando muerto en el sentido de que ya no está enojado por estar vivo?>

Los intentos de Slomo de racionalizar la muerte del hechicero me fascinan


porque no se está enfocando en mi seguridad o la suya sino en la felicidad de él.
Imagino que es mejor dejar fuera la idea de que su espíritu probablemente está
ahora en el infierno cristiano y es improbable que esté feliz allí.

<No hay forma de saberlo con certeza> le digo, <pero yo por supuesto anhelo
limpiarme, y estoy feliz de estar aquí contigo.>
<¡Yo también, Oaken! ¿Sabes lo que es extraño?>

<¿Qué?>

<No estaría aquí mirando un lago o viendo ninguna de las cosas que he visto
recientemente si esa bola de fuego no me hubiera casi matado y despertado a
Pachamama. Es extraño cómo algo tan terrible puede conducir a algo bueno
después.>

<Tienes razón, Slomo. Yo también me he sorprendido por eso.> Y no es una


mentira blanca la que le estoy diciendo. Si Gaia no hubiera sido puesta en tanto
peligro, yo no habría visto tanto de ella como recientemente y aprendido a
amarla incluso más, incluso si estoy empezando a comprender la envergadura
del trabajo que tenemos que hacer para traerle algo cercano al balance.
Siodhachan debería aceptar una arboleda de aprendices como los míos, y
también Granuaile, cuando ella se sienta lista. Necesitamos muchos más
Druidas.

Slomonomobrodolie baja de mi espalda cuando llegamos a la costa. Es lo


bastante temprano para que nadie esté alrededor para maravillarse ante el oso
negro y el perezoso en la costa. Vadeo el agua y siento la insistente quemadura
en mi antebrazo derecho enfriarse instantáneamente. Una vez que estoy lo
bastante profundo para sentir que mis patas luchan por alcanzar el fondo, cambio
a humano, doy un jadeo sorprendido por el frio y me froto concienzudamente.

Slomo es menos experta en lavarse. Esas garras son geniales para trepar arboles
pero hace un poco problemáticas las tareas más suaves. Está chapoteando
alrededor, frotándose las muñecas torpemente con la parte plana de las manos,
pero mayormente está frustrándose.

¿Te gustaría algo de ayuda en limpiarte las garras y brazos? Mis dedos podrían
ser capaces de manejar el trabajo.

<¡Oh, claro, Oaken, eso sería genial! Quiero estar limpia, pero no soy muy
buena en permanecer así.>

No te preocupes. Acabas de describir el estado fundamental de la mayoría de


nosotros.
Capítulo 20

Traducido por Azhreik

Antes que el bloque de Fae de Brighid puedan involucrarse, los Olimpos ven
espacio para el ataque entre los flancos y se lanzan a tener su diversión. Y
realmente creo que lo veían como diversión… al menos Zeus y Ares, junto con
sus contrapartes romanas. Los dioses del trueno bajaron volando y arrojaron sus
dioses de la guerra a la masa de draugar, que no tiene efecto inmediato ya que
los draugar permitían a los cuerpos con armadura pasar a través y seguir
adelante. Ares y Marte se detuvieron y empezaron a balancear inmensas mazas,
enviando a volar a algunos draugar a través del aire, pero en realidad sin acabar
con ninguno de ellos. Lo creían entretenido, dependían de su armadura para
detener cualquier ataque que pudiera atravesar sus defensas. Se estaban riendo.
Era recreacional para ellos, ya que sentían que no tenían nada que perder. No
podían morir, en realidad; una vez que sus heridas se volvían catastróficas, se
desprenderían de su carne y se regenerarían en el Olimpo.

Zeus y Júpiter no se dignaron a aterrizar e involucrarse. Solo flotaron fuera del


alcance y sonrieron a Ares y Marte que jugueteaban. Sin embargo, Athena y
Minerva no habían venido a jugar, tampoco ninguno de los Apolos. Se pusieron
a trabajar detrás de los otros. Las diosas trabajaban con lanzas de punta de
bronce y los dioses con escudos y espadas, arrojando hojas a través de las caras
de los draugr y terminando a los Fae reanimados. Hermes y Mercurio los habían
traído al frente, los dejaron ahí y luego zarparon hacia los draugar, vistiendo
unas extrañas gafas, explorando más adelante en busca de algo —
presumiblemente para encontrar dónde se habían ocultado Hel y Loki entre la
horda. Tal vez eso era lo que Zeus y Júpiter estaban esperando— un verdadero
blanco digno de batallar. Deseaban saltarse a los lacayos y proceder directamente
a la lucha de jefes, porque había galletas de las Niñas Exploradoras en juego. Sin
embargo, no estoy seguro que Hermes y Mercurio estuvieran por la labor. Tal
vez esas gafas les permitirían ver a través de ilusiones y tal vez no. Los romanos
habían utilizado algo parecido para destapar el camuflaje y encontrar a los
Druidas en los viejos días; —alguna invención de Minerva. Pero en la carne
tanto de Loki como Hel estaba su marca, alguna clase de protección rúnica que
los escudaba de la adivinación que obviamente los había mantenido bien ocultos
hasta este punto, y Loki era un maestro del disfraz. Dudaba que Minerva hubiera
ideado algo para penetrar sus protecciones— a menos que esas gafas les
mostraran el espectro mágico. Esa sería la llave para encontrarlos a ambos, pero
ni los Nórdicos ni los Olimpos eran renombrados por la visión mágica;
típicamente Odín necesitaba estar sentado en Hlidskjálf, el trono de plata, para
verlo todo. De aquellos que quedaban en el campo, solo Brighid y yo teníamos la
habilidad para utilizarla… a menos que hubiera otros miembros del Tuatha Dé
Danann en su ejército en algún lado. Mi suposición era que ella dejó algunos en
caso que no regresara.

Aún no había activado mi visión mágica, porque había tanta magia, igual que
dioses reales volando alrededor del campo, que imaginé que sería cegador. Pero
tal vez también sería la forma de terminar las cosas: derrotar a Hel al menos nos
permitiría hacer un progreso significativo contra la horda. Algunos de los Álfar
derrotados estaban empezando a levantarse de los muertos, y ya que yo estaba
cerca de ellos necesitaba tenerles el ojo echado además de a los draugar.

Retrocedí de la lucha un poco antes de encender mi visión. Estar en la periferia y


camuflado me permitiría ese espacio. Active el encantamiento en mi collar al
espectro mágico y tuve que parpadear y hacer bizcos para filtrar lo que estaba
viendo. Los draugar tenían su propia firma mágica, y los olimpos eran
cegadoras siluetas blancas a la izquierda. Mientras tanto, los álfar tenían bastante
magia impregnada en su armadura. Excepto uno de ellos cerca; bastante cerca,
que tenía un montón extra de algo sucediendo. La suya era un disturbio
cambiante de colores, hablando mágicamente, y solo había visto una vez una
firma como esa.

—¿Coyote? —dije—. ¿Eres tú?

El elfo deslizó una lanza limpiamente y volvió a sacarla del ojo de un draugr y
luego se giró hacia mí con una sonrisa ladina que era familiar incluso en otra
cara. Salió de la formación y se vino a parar junto a mí, aunque yo era
prácticamente invisible.

—Claro que sí, señor Druida. Te tomó bastante rato notarlo.

—¿Qué estás haciendo?

—Oh, solo liquidando a los no muertos como uno de los elfos regulares,
mirando a todos por encima de esta larga nariz blanca, sintiéndome sofisticado.
Me estoy preguntando qué utilizan estos compañeros para lavarse el cabello. —
Miró hacia la gruesa trenza que le colgaba sobre el pecho y olfateó—. Huele a
peras o algo.

—Tal vez podrías preguntar después. Estaba intentando encontrar a Hel.

—Oh, ¿eso hacías? Tal vez pueda ahorrarte unos pocos problemas. —Un draugr
rompió la línea de los álfar y vino tras él, pero él esquivo el golpe. Yo elevé la
hoja y él dijo—: No, no, ¡no lo mates! Necesito uno vivo durante unos pocos
segundos. ¿Puedes sostenerlo?

—Tal vez durante un segundo. Son fuertes y pueden volverse incorpóreos. —


Aunque en verdad aún no había intentado sujetar a uno en una llave. Tal vez mi
aura de hierro frío interferiría con su habilidad para ponerse fantasmal y lo
mantendría sólido.

—Inténtalo, ¿sí?

Me dejé caer y barrí las piernas del draugr, un movimiento que él no estaba
esperando en absoluto, y aterrizó pesadamente sobre el piso. Pisoteé lo plano de
su espada, fijándola al piso para asegurarme que no iba a ningún lado, y Coyote
se inclinó sobre el otro lado, sujetando la huesuda mano izquierda como si fuera
a ayudarlo a levantarse. El draugr estaba claramente confundido, ya que ninguno
de nosotros parecía listo para matarlo, y su extrañeza aumentó cuando la
apariencia de Coyote cambió y ondeó desde la mano, de la de un elfo a… un
draugr que lucía exactamente como el que teníamos en el piso. Una copia
perfecta, hasta el aroma y las entrañas expuestas mantenidas en su lugar por una
cortina desgarrada de músculos. La ilusión incluso tenía la armadura de cadenas
oxidada y casco, las botas de cuero desgastado y una tira de algo anudado
alrededor de su cintura.

—Ok, señor Druida —traqueteó la nueva voz de Coyote—. Ahora puedes


matarlo.

Lancé a Fragarach en la cara de la cosa y se retorció una vez y expiró. Un elfo


ambicioso que vio al nuevo draugr detrás de las líneas se acercó para encargarse
de él, pero grité una advertencia, dejé caer mi camuflaje y me posicioné enfrente
de Coyote. Tuve que bloquear un golpe y un grito en Nórdico Antiguo antes que
el elfo comprendiera la idea de que debía retroceder.

—Este está de nuestro lado —expliqué, dejando fuera que Coyote no era un
draugr en absoluto—. Va a conducirnos a Hel y ayudarnos a derrotarla para que
no siga levantando a los muertos. —Me giré a medias hacia Coyote y murmuré
en Inglés—: Sonríe y asiente para que él sepa que eres amigable.

Coyote agitó la mano al elfo con una floritura de dedos e intentó sonreír con su
cara ruinosa y medio podrida.

Terminamos empleando al elfo para regresar a través de las filas. De nuevo lancé
camuflaje y puse la mano izquierda sobre el hombro de Coyote mientras el elfo
nos conducía al frente y se aseguraba que no nos frenaba ningún otro elfo. Nos
vimos expulsados hacia la horda y los draugar ignoraron a Coyote como uno de
los suyos, moviéndose a su alrededor y mostrando cero interés en porqué estaba
yendo en la dirección incorrecta. Yo seguí su estela y le pregunté a dónde
estábamos yendo.

—Hel está en la colina, donde puede mantener la vista. Puedo verla desde aquí.

—¿Puedes? —Para mí seguía siendo un baño de magia, nada se distinguía.

—Claro.

—¿Loki está cerca?

—Lo estaba antes, pero ahora no lo veo. Dime, señor Druida, me he estado
preguntando: si uno de esos bonitos elfos allá atrás come un burrito y caga,
¿crees que huele como a ranúnculos o algo?

—Eso requeriría que tuvieran agentes florales en los intestinos.

—Dices eso como si no los tuvieran. Apuesto que toman suplementos;


suplementos para popo; para hacerlos oler bien. Quiero un poco para que pueda
cagar en la gente y que me halaguen por lo bien que huele.

—Es bueno tener metas, Coyote.

—Diablos, sí. Suplementos para Popo Refrescante sería una revelación si la


hicieras disponible para humanos. La gente estaría cagando en coches y
elevadores sin temor o vergüenza, porque olería muy bien. Probablemente
comerían más sauerkraut y frijoles. Cambiaría el mundo y los estándares de la
etiqueta. Incluso tal vez se volvería educado cagar sobre alguien cuando los
conoces.

Si esa parecía una conversación extraña que tener en medio de una batalla, era
porque nuestro progreso contra la marea de no muertos era menos que ágil. Le
daba a Coyote tiempo para compartir sus teorías sobre popo de elfo y me dio
montón de tiempo para mirar alrededor y ver la batalla desde la perspectiva del
enemigo.

Las fuerzas que defendían a la humanidad lucían patéticamente pequeñas. Odín


había ordenado a los Vanir y Einherjar que se adelantaran para reforzar el centro
y apoyar los flancos también, pero aparentemente Thor estaba convocando
niebla alrededor de ellos para ocultar a los dioses de la vista. ¿Por qué haría eso,
a menos que los Nórdicos tuvieran alguna forma de ver a través?

Mi respuesta vino tal vez un par de minutos después, después de ver al ejército
de Brighid encontrar a los draugar y hacer algo mejor. Al menos estaban
derrotando más draugar que los otros: los hombres tejo habían venido al frente y
estaban recibiendo bastante castigo, mientras que otros Fae se lanzaban hacia
delante con lanzas en medio para matar a los draugar. Mejores tácticas. Brighid
misma estaba luchando entre ellos. Los olimpos continuaban desbocándose en
medio de los draugar, pensando que eran invencibles, hasta que Loki devolvió el
golpe.

Ares fue el primero en caer, con una flecha imposiblemente bien colocada que
encontró la ranura de sus ojos en el casco y perforándole hasta el cerebro. Marte
cayó de la misma forma segundos después, y fue entonces cuando Zeus y Júpiter
se percataron que esto no era un patio de juegos. Escanearon la cuesta del volcán
en busca de la fuente de las flechas y supongo que la encontraron, por así
decirlo, ya que cayeron del cielo con flechas sobresaliendo de los cráneos
también. Me pregunté si, una vez que se rearmaran de vuelta en el Olimpo,
mirarían atrás a su breve participación en esta batalla y reconocerían su
arrogancia. Habían hecho muy poco daño para tener reputaciones tan grandiosas.

Y fue entonces cuando recordé que Loki había robado las Flechas Perdidas de
Vayu de Granuaile en India, aunque supuse que ahora debían ser consideradas
las Flechas Encontradas. Esas eran asesinas de dioses a larga distancia, cada una
encantada para encontrar su blanco. Muy similar a la lanza de Odín, Gungnir,
que siempre alcanzaba su objetivo, o el martillo de Thor, Mjöllnir. Hermes y
Mercurio cayeron después, sin haber encontrado dónde se ocultaban Hel y Loki
entre la multitud.

Al menos la niebla alrededor de los dioses Nórdicos tenía sentido ahora. Loki no
podía apuntarles si no podía verlos. Pero tampoco los dioses Nórdicos podían en
realidad desatarse con la amenaza de esas flechas allí afuera. Loki los había
neutralizado efectivamente.

Aunque había molestado de verdad a los olimpos restantes. Athena, Minerva y


los Apolos aceleraron de su paso de batalla paciente y competente a un
abandono descuidado. Si también iban a ser derribados por flechas, deseaban
dejar alguna marca en el campo. Pero ninguna otra saeta apareció en cráneos de
dioses. Loki debía tener un suministro limitado, y casi certeramente estaba
reservando una para Odín.

Sin embargo, las que había lanzado podían ser recuperadas y disparadas de
nuevo. En la violenta masa de cuerpos, no podía ver si algún draugr estaba
actualmente agachado con la tarea de recuperar flechas, pero Loki sería un tonto
de no hacer al menos el intento. Si uno de los Apolos, por ejemplo, se apoderaba
de una de esas flechas, podría ser empleada contra él.

—¿Viste de dónde vinieron las flechas? —pregunté a Coyote.

—¿Qué flechas? —dijo con voz rasposa.

—Las que mataron a los olimpos.

—¿Qué? Me perdí eso.

—¿Cómo pudiste perdértelo? Acaba de remover a seis dioses del campo de


batalla.
—Ey, es realmente agradable que tú puedas mantener la mano en mi hombro y
mirar con la boca abierta el espectáculo, señor Druida, pero yo estoy intentando
encontrar un camino para seguir y mantener el ojo puesto sobre Hel, porque creí
que era por quien ibas. ¿Me estás cambiando el plan?

—No, no, tienes razón, lo siento.

—Tal vez puedas darme un recuento jugada a jugada —dijo Coyote—. Vamos a
estar en esto por un rato.

Le reseñé la cuenta de cuerpos de las deidades y entonces eché otra mirada al


campo para ver cómo iba.

—Los álfar aun esencialmente lo están manteniendo como empate en el flanco


derecho, pero cada vez que uno cae, Hel lo levanta. Eso no parece ser el caso
con los elfos oscuros en el flanco izquierdo.

—¿No?

—No veo a los elfos oscuros cambiando a humo como hicieron al principio.
Probablemente se dieron cuenta que no tienen que hacerlo. Naturalmente son
más rápidos que los draugar. pero aún tengo que ver a un elfo oscuro levantarse
de entre los muertos. Eso sería interesante, ¿no? ¿Si tuvieran una defensa natural
contra la necromancia?

—Claro que lo sería. Suena como la clase de cosa que podrías embotellar y
vender. Harías una fortuna, y sería lo más novedoso en el capitalismo. “¡Proteja
a su familia del apocalipsis con el Tónico Anti-necromántico y Elixir Salubre del
señor Druida!” Todos los preparacionistas del día del juicio final comprarían una
botella y la reservarían en sus bunkers, solo por si acaso. Una inmensa parte de
la economía humana está basada en el solo por si acaso, ¿sabes? Seguros,
condones, pañales… todo es solo por si acaso.

Me reí entre dientes, porque es difícil que no te agrade Coyote incluso cuando tal
vez se meta contigo en cualquier momento, y porque entendía que estaba
nervioso. El humor con frecuencia escuda la mente contra el miedo. Y teníamos
bastante miedo por delante. La cuesta del volcán se estaba enfocando lentamente
frente a mí, y aunque aún no había visto a Hel, me sentía seguro que Coyote
tenía razón sobre que ella estaba allí, porque Garm, su sabueso, estaba como
centinela. Ella estaría en algún lugar cercano, probablemente no junto a él pero a
unos pocos saltos de distancia.

—Ese perro va a ser un problema —dijo Coyote, diciendo en voz alta lo que yo
ya estaba pensando. —Ese es el que nos persiguió hace todos esos años ¿me
equivoco?

—Sí. A través de los planos de Diné.

—Así que conoce nuestro aroma. Nos va a oler ante que entremos en rango
visual. O al menos olerte a ti. Yo copié el aroma de este imbécil no muerto, y
déjame decirte, señor Druida, ya no huelo a peras y felicidad.

—Sí, lo he notado.

—Más bien como ciruela pasa y desesperación —dijo Coyote.

—Bueno, ¿en qué dirección está soplando el viento? Tal vez no será capaz de
distinguirme entre la multitud.

—Tal vez, pero una vez que le hagamos algo a Hel, él va a venir corriendo sin
importar nada. Podemos lidiar con él antes o después que ataquemos a Hel, pero
de una forma u otra tendremos que encargarnos de él.

Nos movimos en silencio un rato, pensando, antes de que yo respondiera.

—Realmente no me gusta la idea de lastimar a un perro, incluso si es uno


bastante malo.

—A mí tampoco.

—¿Hel está a la izquierda o derecha del sabueso?

—Ella está a la izquierda, en el centro de la cuesta.

Estábamos en el lado derecho del campo. —¿Qué te parece circular en esa


dirección, llegar a ella desde la izquierda?

Coyote no respondió durante tanto tiempo que me pregunté si me había


escuchado. Pero justo cuando estaba a punto de preguntarle de nuevo, dijo: —
Como yo lo veo, ese plan tiene puntos buenos y también puntos malos. Tal vez
evite que tengamos que confrontar al perro inmediatamente. Tal vez incluso nos
permita entrar y salir sin confrontar al perro en absoluto. Eso es bueno.

—Concuerdo.

—Pero eso va a tomar un largo tiempo. Ya nos está tomando un largo tiempo
yendo directamente en línea recta. Montones de otros sujetos van a morir. Loki
está recargando.

—¿Qué? ¿Dónde?

—Aún no sé dónde está él, aún no lo he distinguido. Pero a la izquierda, donde


dijiste que cayeron esos dioses, hay draugar moviéndose hacia la montaña como
nosotros. Seis de ellos. Dijiste que fueron seis dioses los que cayeron, ¿cierto?

—Sí.

—Así que podemos seguirlos hacia Loki si quieres, o seguir haciendo lo que
estamos haciendo y lidiar con el perro de alguna forma, o girar a la izquierda e
intentar rodear.

Aún pensaba que encargarse de Hel era más importante que encargarse de Loki.
Ella estaba reabasteciendo sus números con los caídos y por tanto ganando por
desgaste. No estaba seguro cuánto control sobre los draugar tendría Loki si ella
desaparecía; si éramos fantásticamente afortunados, todos regresarían a su reino
una vez que ella muriera.

Realmente no pensaba que fuéramos tan afortunados, pero remover a Hel del
campo de batalla mejoraría matemáticamente nuestras posibilidades. Loki podría
tener las Flechas de Vayu, pero eran un suministro tan limitado que requería
recargar después de seis disparos. Hel, por el otro lado, podía reanimar la carne
de casi cualquiera que cayera en el campo de batalla, mientras aún tuvieran
cabeza o, aparentemente, no fueran uno de los svartálfar.

—Sigamos recorriendo la autopista a Hel[4], por así decirlo. —No obtuve


respuesta a esto, ni siquiera un gruñido, así que suspiré y lamenté esa referencia
desperdiciada de AC/DC.

—¿Qué? ¿Esa era una broma o algo, señor Druida? Si lo fue, estoy seguro que
fue terrible.
Innegablemente lo era, pero las bromas terribles eran mi especialidad.

Sobrevivir también era mi especialidad… de la clase que es de hecho real hasta


que abruptamente ya no lo es. Si deseaba sobrevivir a este viaje detrás de las
filas enemigas, probablemente debería empezar a preocuparme sobre mi
estrategia de salida. Porque matar a Hel sin duda evocaría una respuesta de Loki.

Un sonido de corte en el aire por encima de nosotros atrajo mis ojos al par de
helicópteros que provenían del norte. O la milicia o las fuerzas policiacas de
Suecia estaban un tanto curiosos sobre todo este barullo. Ahora mismo ese piloto
estaba intentando procesar qué estaba viendo y reportarlo en una forma que no lo
llevara a una evaluación psiquiátrica.

El todo incluido hostiles, pensé, sería la forma de abordarlo. Decirles que ves
“múltiples hostiles” de “origen desconocido” luchando allí, y omitir la parte
donde parecía que había un montón de no muertos luchando contra elfos y
enanos y posiblemente dioses, que podría, de hecho, ser el Ragnarok
desarrollándose. Que ellos dilucidaran esos detalles por sí mismos cuando
enviaran tropas para unirse. No podían culpar al piloto por decir que había
múltiples hostiles.

Pero añadía otra nota de urgencia a nuestra misión. Si los humanos se unían y
eran revividos de entre los muertos con todo su armamento moderno, bueno,
rápidamente se saldría de control. No que tuviéramos alguna clase de control por
el momento.

—Allí, señor Druida. ¿La ves?

—¿Qué? No. ¿Dónde está ella?

Coyote señaló con su lanza un poquito al noroeste. —Cerca de la base de la


montaña, solo un poquitín hacia allá.

Escaneé la horda y no vi nada en particular que sobresaliera. Podía significar que


sencillamente no la veía. O podía significar que la marca de Loki de alguna
forma la estaba ocultando incluso en el espectro mágico. O podría significar que
Coyote estaba metiéndose conmigo por alguna razón. No que necesitara una
razón, una vez que lo pensaba: meterse conmigo era razón suficiente para él para
salir de la cama por la mañana.
—No la veo.

—¿Me estás jodiendo ahora mismo?

—No. ¿Tú me estás jodiendo?

—Maldición. Lo que sea, continuemos.

Un movimiento a la derecha atrajo mi mirada. Garm, el sabueso de Hel, acababa


de girar la cabeza en nuestra dirección. Estaba mirándonos directamente, parecía,
con esos ojos amarillos. Su labio se curvó para mostrar sus dientes y gruñó. Sus
fosas nasales se inflamaron e inhaló un par de veces, luego su gruñido creció en
un retumbante ladrido bajo que ondeó a través del campo hasta mí.

—Hueles demasiado bien para él, señor Druida. Como café y tocino en la
mañana.

Él tenía que tener razón. No había nadie más en el campo que él reconocería por
el aroma. Sus músculos se tensaron y empezó una zancada exploratoria en
nuestra dirección, con la nariz agitándose, intentando ubicarme.

Intenté un viejo truco que había funcionado con los Fir Bolgs[5] una vez: hice
que la tierra se suavizara y entonces endureciera alrededor de sus patas para
mantenerlo inmóvil. Pero falló porque la tierra estaba casi completamente
drenada de jugo cerca del portal. La tierra estaba muriendo y no tenía la fuerza
para retener a Garm; pero sí lo hizo tropezar, y él cayó con un aullido,
aplastando a varios draugar debajo de él y tal vez siendo apuñalado con sus
armas en el proceso. Sin embargo, estaría de pie en un momento, y muy pronto
se me acabaría el jugo para mantener mi camuflaje. Sería visible y estaría lejos
de cualquier ayuda en medio de un mar de enemigos.

—Eso atrajo la atención de ella —reportó Coyote—. Está mirando a su sabueso


ahora.

—¿Sí?

Coyote señaló una vez más con su lanza. —Ella es la fea que mira hacia el
sabueso. Todos los demás están mirando hacia delante a las filas frontales.

El fraseo de Coyote me dejó un poco perdido: si Hel era el miembro feo de los
no muertos, ¿cuáles eran los hermosos? Aún seguía sin distinguirla; los intentos
de él de señalarla era como agitar la mano hacia una colonia de hormigas del
fuego y decir: “¡Esa!” Pero su aseveración sobre que ella estaba interesada en
Garm me dio una idea. —Ok, voy a seguir metiéndome con el sabueso y tú
continúa conduciéndonos hacia ella. Si ella no nos está prestando atención, tú
podrías tener un tiro libre.

—Ok. Tú intenta evitar que seamos devorados. Yo intentaré no perder de vista a


nuestro objetivo.

Por un lado, yo no deseaba utilizar más de la energía de la tierra, pero por el


otro, de todas formas, iba a utilizarse y yo además no deseaba morir. Garm
necesitaba una distracción, así que le di una. Vinculé un montón de armaduras de
draugr a su pelaje; todas las cosas de cuero, que en muchos casos estaban
conectadas a cosas metálicas y a los draugar mismos. Ellos podrían retirarse
progresivamente y probablemente lo harían, pero en unos pocos segundos él
tendría un montón de peso extra molesto encima, los draugar siendo levantados
hacia su cuerpo y viceversa, un tirón en ambas direcciones cada vez que yo
completaba una unión. Garm debía haber pensado que los draugar lo estaban
atacando, porque no se lo tomó amablemente, se giró y los mordió como si
fueran carnosas pulgas inmensas.

—Buen chico —dijo Coyote, y al principio creí que estaba hablando a Garm,
pero entonces añadió—: Sigue haciendo eso. Ella se está acercando a él. Ni
siquiera tenemos que cambiar de dirección.

Esperaba que él tuviera razón. Esperaba que fuéramos capaces de llevar esto a
cabo de forma escurridiza, entrar y salir, cambiar el curso de la batalla, y…

—Oh-oh.

—¿Qué?

—Ella está mirando alrededor. Puede oler las travesuras.

—Bueno, no puede verme —dije, justo cuando toda la tierra debajo de mis pies
moría, su energía drenada y mi camuflaje era despojado. Podría volver a lanzarlo
con energía almacenada de mi amuleto de oso, pero pensaba que lo necesitaría
para algo más. Era bastante visible y muy visiblemente vivo en un mar de no
muertos. Y aún más, Hel me divisó inmediatamente y gritó en reconocimiento.
Eso me permitió finalmente localizarla: Ella se había tomado las molestias de
hacerse lucir completamente podrida en lugar de medio podrida, pero sus ojos
poseían escleras ardientes y si indicaban calor emocional entonces estaba
furiosa. Una vez me había pedido que me uniera a su bando para el Ragnarok y
yo me había rehusado. Ella había estado sola y sobrepasada en número ese día y
la echamos. Sería seguro decir que las circunstancias habían cambiado.

Empujé a Coyote hacia delante mientras sacaba Fragarach y decía: —¡Ahora ya


no estás conmigo! —Esperando que captara la idea de que debía mezclarse.
Pateé al draugr a mi derecha para despejar algo de espacio y esperaba estar
sobrepasado en poco tiempo desde todos los lados, pero en su lugar, los draugar
se apartaron de mí, y Coyote les siguió la corriente; porque Hel estaba viniendo
directamente hacia mí, cargando por el descenso de la montaña. Su forma
asumida de draugr se desvaneció y cambió hasta que fue la deidad que yo había
visto y olido antes, mitad viva y mitad un cadáver pútrido sin piel. Creció
mientras se aproximaba, dando zancadas cada vez más largas, alcanzando tres
metros fácilmente, y tuve que reevaluar rápidamente cómo iba a luchar con
alguien tan inmenso. El alcance que ella tenía ahora excedía por mucho el mío, y
había sacado su cuchillo, Famine, de la caja torácica. A diferencia de la espada
de Loki, Famine no crecía en proporción al resto de Hel… probablemente
porque Loki lanzaba una ilusión allí, pero el cuchillo de ella era un trozo
significativo de cubertería, aun así.

La peste de Hel llegó antes de la persona real, y fue suficiente para hacerme
desear el olor de peras en el cabello trenzado del elfo. Parpadeé y tosí,
intentando mantener la compostura, y di un diminuto paso atrás incluso cuando
Hel gruñó y abrió mucho los ojos. Sus manos se extendieron en un desesperado
movimiento por equilibrarse, pero era demasiado tarde. La física había impuesto
su maestría sobre su persona, porque Coyote la había hecho tropezar
expertamente con el palo de su lanza mientras pasaba a su lado. Ella nunca había
esperado que la hiciera tropezar uno de sus propios draugar. Y yo tampoco lo
había esperado. El resultado fue que me libré de la mano con el cuchillo, pero no
pude evitar ser aplanado por la otra mano cuando se estrelló contra el piso. Me
sacó el aire de los pulmones y yo permanecí quieto demasiado tiempo. Una
mano gigante; la cubierta con la carne de Hel, se cerró alrededor de mi cuerpo y
me levantó, atrapando mi brazo contra mi costado, así que Fragarach era inútil.
Aún estaba postrada, así que no me levantó demasiado alto, pero me azotó de
nuevo contra la tierra y fue menos que gentil con mi cabeza. Vi luces
parpadeando en mi visión y sentí nauseas; probablemente porque me estaba
acercando a su cara y tuve una bocanada de su aliento muerto. El costado de su
cara que era tejido expuesto y hueso tenía gusanos agitándose en la carne de su
mejilla, y al principio pensé que esos tenían que ser una distracción y entonces
me pregunté salvajemente por qué no se había tomado el tiempo para removerlos
en su gran día.

—Druida —dijo con voz ronca—. Muere ahora. —No le gustaban las charlas.
Solo el suficiente regodeo para que yo apreciara mi propia derrota. Su otra
mano, la huesuda con Famine, se aproximó con la hoja por delante. Sentí el
acero frío presionado contra la carne cálida de mi garganta y entonces se deslizó,
tajándome. La sangre y el aire se me escaparon y silenciosamente activé mi
encantamiento de sanación tan pronto ella retiró la hoja, sin tener problema en
demostrar mi pánico en gorgoteos y silbidos. Porque solo me había conseguido
un poquitín de tiempo. Cuando la sangre dejara de fluir, ella lo haría de nuevo y
tal vez no se contentaría con solamente rajarme la garganta. No tenía opciones
para contraatacar, y ella sonrió con dientes ennegrecidos mientras mi sangre se
derramaba sobre su mano.

Abruptamente su cuerpo entero se sacudió (incluyendo la mano conmigo en


ella),y su expresión se alteró a una de sorpresa y luego se arrugó en una mueca
de dolor. Empezó a encogerse, y su mano ya no pudo rodearme el cuerpo. Me
desplomé al suelo con toda la gracia de un bacalao aturdido y esperaba ser capaz
de respirar y funcionar de nuevo pronto. Pero vi a un draugr encima de la espada
de Hel, con su lanza enterrada en el torso de ella. Él estaba retorciéndola como
un agitador, destrozándole los órganos con la punta de acero.

—¡Hola, señor Druida! —gritó Coyote con su raspar grave—. Esto ha sido
divertido, pero espero morir pronto. Parece que tú también. Ella te alcanzó en la
garganta, ¿eh? Bueno, al menos no tendré que escuchar más de tus bromas. Y mi
gente debería estar a salvo ahora.

Coyote nunca se ganaría una reputación por despedidas amables, pero al menos
tenía sus prioridades en orden. La diosa nórdica de la muerte expiró con un
estertor ronco y un espasmo final, y el ejército entero de draugar se estremeció
como uno solo; al menos todos los que podía ver rodeándome. No sé si se
estremecieron en las filas frontales. Pero no se disolvieron o explotaron en una
nube de cenizas tampoco. Miraron alrededor como despertando de un
sonambulismo sostenido, despojados de la guía de Hel, y decidieron que
realmente no estaban ansiosos de marchar hacia delante para enfrentar un
ejército decidido a destruirlos. Empezaron a mirar alrededor en busca de salidas.
Y no estaban interesados en absoluto en mí o Coyote o la peste sin vida de Hel.

—¿Qué pasa ahora? —dijo Coyote—. ¿A ninguno de estos compañeros les


importa lo que hice? ¿Batí un lote de mermelada de corazón y pulmón justo
enfrente de ellos utilizando ingredientes cien por ciento de diosa podrida y ellos
ni siquiera están enojados en lo más mínimo?

No lo estaban. No tenían lealtad hacia Hel. Su reino era donde nadie quería ir, y
ella nunca los había tratado bien. Sin embargo, un aullido que desgarró el cielo
nos recordó que al menos una criatura era leal a Hel.

—Oh, mierda —dijo Coyote, que era lo que yo estaba pensando pero no pude
decir. Garm se había liberado de la mayoría sino de todos los draugar y fue
consciente de que Hel ya no existía. Era un grandote, como dicen, de tres metros
y medio de alto e incluso a la distancia podía vernos claramente a mí y a Coyote
junto al cuerpo de Hel.

La garganta se me cerró y el cuello poco después, y pude respirar de nuevo y


hacer que llegara un poco de oxígeno a mi cerebro. Tenía suficiente jugo para tal
vez un truco y eso era todo.

—¿Tienes un plan, señor Druida? —dijo Coyote. Garm mostró los dientes y
ladró, con el pelo del cuello erizado.

Jadeé una vez y dije: —Corre. ¡Cambia tu aroma!

—No tienes que decírmelo dos veces. ¡Adiós! —coyote dejó su lanza atrás y
saltó por encima de la figura inmóvil de Hel, metiéndose directamente en la
masa confundida de draugar. Garm lo observó marcharse pero no miró mucho
tiempo. Se giró a mirarme directamente y gruñó. El mío era el aroma que ya
conocía, el que se había escapado una vez. Y ahora que me veía junto al cuerpo
muerto de su señora, no iba a permitirme escaparme de nuevo. Saltó hacia
delante, dispersando draugar y derribando a cualquiera que no salió del camino
a tiempo. Yo tenía dos opciones: luchar o correr.

Si me levantaba ay luchaba, sería en un estado debilitado, con poca a nada de


magia a mi disposición para aumentar velocidad o fuerza, y a menos que diera el
proverbial “golpe crítico” justo desde el principio, mi larga vida terminaría como
un juguete masticable para un sabueso del infierno con un rencor legítimo.
Básicamente había solo una forma de escapar de él, y no era para nada una
opción segura, pero también involucraba un sacrificio. Sin embargo, las
probabilidades de sobrevivir eran ligeramente más altas, así que no vacilé.
Utilizando lo último de mi magia, cambié a un gran búho cornado y volé lejos de
Garm, elevándome a lo que esperaba estuviera por encima de una estocada de
lanza. No deseaba elevarme demasiado y hacerme un blanco claro para el arco
de Loki o de cualquier otro.

Y aunque dolía, dejé a Fragarach atrás, para que fuera encontrada y recogida por
cualquiera. Porque necesitaba alcanzar la velocidad completa en el aire de un
búho sin cargamento. Eso era sesenta kilómetros por hora, y nunca lo lograría si
tenía que cargar unos incómodos kilos en mis garras. Como estaban las cosas, no
pude alcanzar esa velocidad inmediatamente. Tuvo que suceder un montón de
aleteo primero, y no había incrementos mágicos. Garme tenía la delantera en
acelerar y un ladrido agresivo me dijo que me había visto echar a volar y estaba
literalmente tras mi cola. Y estaba cerrando la distancia entre nosotros, en vez de
que yo la ampliara. Tal vez me arrancara del aire, un agradable bocado para él.
No había nada que pudiera hacer más que conservar la calma y aletear; una frase
que no estaba bordada en camisetas por todos lados por una buena razón.

El ruido creció detrás de mí conforme Garm se acercaba… gritos roncos de


sorpresa de los no muertos a medida que los draugar eran aplastados, el aullido
de Garm mismo mientras intentaba alcanzarme, y el crujido y traqueteo de las
colisiones. Los draugar lo estaban ralentizando al menos un poco, evitando que
alcanzara velocidad máxima, pero aún seguía acercándose. Podía sentirlo. Y
entonces me di cuenta que los draugar probablemente podrían ayudarme un
poco. La mayoría estaban retrocediendo, dirigiéndose hacia la base del volcán
para ver qué estaba del otro lado. Como resultado, Garm estaba corriendo en su
flanco. Sin embargo, si me giraba hacia los draugar, y volaba hacia los Fae y los
nórdicos y otros, podría ser capaz de sacar provecho del instinto de ellos.

El aliento de Garm se sintió caliente y mocoso sobre las plumas de mi cola, y fue
entonces cuando giré bruscamente a la izquierda, directamente sobre las cabezas
de los draugar en retirada. No necesariamente eran luchadores entrenados, como
los einherjar, pero cuando algo está viniendo hacia ti y tienes un palo afilado
para picarlo, las probabilidades son que vas a utilizarlo si no puedes retirarte del
camino a tiempo. Con eso es con lo que yo contaba.

Garm me sobrepasó en el giro brusco y gané algo de terreno, pero se detuvo y


vino tras de mí. Y al hacerlo, encontró feroz resistencia. Los draugr ya no
estaban obedeciendo a Hel, así que no le dieron tregua a su sabueso. Vieron un
gran perro y no deseaban ser atropellados, así que, con las puntas de sus lanzas,
intentaron desanimarlo a hacer eso. Ya que él no estaba prestando atención a los
draugar, se topó contra más de una de esas puntas de lanza. Lo ralentizaron y él
ladró de dolor un par de veces, eventualmente renunció a atender sus muchas
heridas. Yo me dirigí a la derecha, hacia el lado más lejano del campo de batalla
de nuevo. Necesitaba alejarme y encontrar un lugar para recuperarme. Esperaba
que Coyote estuviera haciendo lo mismo.

Los draugar continuaron la retirada, pero aquellos que Hel había levantado de
los muertos continuaron luchando. Lo que sea que les hubiera hecho no requería
su constante control. Al menos no estaría despertando más.

No que no siguieran existiendo problemas inmensos que resolver. Los draugar


podrían no tener estómago para combatir los ejércitos listos contra ellos, pero
tampoco estaban atravesando el portal de vuelta al reino sombrío de Hel.
Estaban rodeando el lago hacia el norte, hacia los asentamientos humanos, donde
tal vez un puñado de gente tenía unas cuantas cosas listas “solo por si acaso”
sucedía un apocalipsis zombi, pero el resto estaban deficientemente preparados.
Y además estaba el asunto de lo que le había sucedido a Loki…

Un rugido atronador sacudió el aire. Loki había encontrado el cuerpo de Hel. —


¿A dónde van? —gritó en antiguo nórdico, y al principio creí que se refería a mí,
pero resultó que estaba hablando a los draugar—. ¡Deben luchar y ganar si
desean la paz! ¡Luchen!

No sé de qué estaba hablando, que mentira o promesa les había hecho, pero
funcionó. Los draugar se giraron y lucharon mucho más viciosamente que antes,
y el repentino retorno fue devastador para las tropas que los perseguían, que
habían roto filas. Brighid aún estaba allí, pero la hueste Fae estaba muy reducida.
Los olimpos restantes continuaban luchando bien. Los einherjar y los enanos
estaban enzarzados, pero los álfar y svartálfar recibieron tremendas perdidas al
retorno. No vi señas de los yeti, y el panteón nórdico aún se ocultaba detrás de
una nube oscura hecha por Thor, aunque había avanzado un poco a la derecha.
Imaginé que cualquier cosa que entrara en esa nube no saldría. Mientras tanto,
Loki no podía convertirlos en blancos. Y ellos, igualmente, parecían no poder
encontrarlo a él; habría esperado que la lanza de Odín o el martillo de Thor
hubieran salido volando, pero seguían conteniéndose.
La voz de Loki cruzó el campo de nuevo. —¡Druida! ¡Tengo tu espada! ¡Sé que
fuiste tú!

Llegué hasta el borde de la batalla y me dejé car a tierra a una distancia segura,
detrás de las tropas de svartálfar. Sentí un diminuto chorrito de magia de la tierra
allí, desvaneciéndose, pero aún disponible. Cambié a sabueso para tener algo de
velocidad y algunos dientes si los necesitaba y entonces rellené mi talismán de
oso y volví a sanarme.

Así que Loki había encontrado a Fragarach. Estaba listo para dejarlo tenerla,
para lo que le serviría. Debería ir directamente al árbol vinculado más cercano y
salir. Había ayudado a derrotar a Hel, me cortaron la garganta y casi me volví un
bocadillo de perro. Eso era suficiente. No había razón para quedarme, excepto
tal vez apoyar a Athena para ganarme mil cajas de Galletas de las Chicas
Exploradoras.

A mi izquierda, un draugr se tambaleó pasando las filas de los elfos oscuros y se


transformó enfrente de mí en un coyote. Era, de hecho, Coyote, que había
cruzado el campo exitosamente. Dejó que la lengua le colgara mientras trotaba
hasta mí y creí que iba a detenerse, pero simplemente movió la cabeza arriba y
abajo y continuó avanzando. Me morí de risa. No podía culparlo, y di unos
pocos pasos tras él, pensando que iría con él y le compraría unas cuantas
cervezas en algún lugar. Pero la voz de Loki resonó de nuevo.

—Vamos, Druida. Has matado a todos mis hijos. Ven y enfréntame ahora. Sabes
dónde estoy. Ven y enfréntame.

Me detuve, igual que Coyote. Él se giró y sentó, esperando a ver qué haría yo.
Incliné la cabeza hacia él y él imitó la acción. Listillo.

Loki tenía una impresión equivocada. Yo, de hecho, no había matado a ninguno
de esos hijos... no en realidad. Granuaile y Freyja habían jugado papeles
mayores en matar a Fenris. Yo solo había atestiguado la muerte de Jörmungandr.
Y si Loki pensaba claramente por un momento, se daría cuenta que mi espada en
el suelo junto a Hel no era, de hecho, la lanza enterrada en su espalda. Yo no era
la causa de su muerte.

Aun así, yo no necesitaba enfrentarlo. No creía que pudiera derrotarlo,


honestamente… no sin Fragarach y un montón de suerte. Pero sí sabía dónde
estaba el cuerpo de Hel y podría conducir a los otros allí. Con Loki fuera del
panorama todo terminaría; los nórdicos podrían manejar las cosas desde allí. ¿No
valdría la pena entonces, hacer al menos eso?

Elevé una pata hacia Coyote y entonces giré el cuerpo de vuelta a la batalla,
manteniendo la mirada fija sobre él. Coyote sacudió la cabeza y se giró, trotando
lejos. Yo estaba por mi cuenta para esto.

Era justo. Me conseguiría alguna armadura y una espada del campo y


encontraría a Brighid. Ella podría combatir el fuego de Loki con su propio
fuego. Y sintiendo la tierra muriendo debajo de mí de nuevo, supe que Loki
necesitaba desaparecer más pronto que tarde.
Capítulo 21

Traducido por Azhreik

La erupción es diferente esta vez. Las previas sucedieron mientras yo estaba en


el tejado con Wukong, pero esta puedo sentirla a través de la plantas de mis pies.
Y a través del tatuaje en mi talón derecho puedo sentir el paroxismo de dolor que
el elemental está experimentando, el profundo drene que está ocurriendo debido
a la apertura y cierre del portal repetidamente. La tierra cerca de aquí morirá,
como la tierra en Arizona alrededor del portal que hizo Aenghus Óg. Eso era un
desierto de chaparral, y este es un bosque subtropical. Obviamente no es
preocupación para los Reyes Yama, a quienes les gustaría hacer mucho peor,
pero es la clase de cosa que enciende mi ira, y no tengo escrúpulos sobre juzgar
la situación. Esto no debería permitirse.

Intento comunicarme con el elemental Taiwán, cuya voz ya suena cansada.

//Pregunta: ¿Quién abre el portal?//

//Deidades locales// dice ella.

Taiwán debe referirse a los Reyes Yama. //Pregunta: ¿Puedo detenerlos?//

//No / Portal abierto desde el otro lado//


Tendría que ser cerrado voluntariamente por el que lo abrió o, como con los
otros, por la derrota del Rey Yama en cuestión. Se me ocurre que tal vez debería
refrasear esa pregunta. //Pregunta: ¿Puedo evitar que el siguiente se abra?//

//Sí / Mata a la deidad primero//

En otras palabras, si quiero terminar esto, necesito saltarme esta pelea, ir al


siguiente infierno y matar al Rey Yama allí en su propio territorio.

—Wukong: ¿Qué Rey Yama es este?

—El sexto. El rey Biancheng. El quinto se está manteniendo alejado de este


desastre. —Los demonios y los malditos empiezan a aterrizar en las colinas, y
los clones de Wukong luchan con algunos de ellos. La mayoría se dirige en
nuestra dirección.

—¿Y quién es el séptimo?

—Se llama Rey Taishan.

—¿Cómo luce?

—¿Por qué lo preguntas?

—Si lo derroto antes de tiempo, ¿podemos terminar esto antes? ¿Los otros Reyes
Yama continuaran viniendo si supieran que el rey Taishan nunca llegó aquí?

—¿Te refieres a ir a la séptima corte y matarlo allí?

—Sí.

—Eso es…

—Por favor no digas que es peligroso. Igual es estar en esta montaña ahora
mismo. Solo dime si matarlo detendrá a los otros.

—Creo que podría ser así. ¿Por qué los otros se arriesgarían a semejante derrota
preventiva? E iba a decir que eso es inesperado. ¿Tal vez estás mirando las cosas
diferentes?

—No, creo que aún estoy en la misma mentalidad. Solo quiero proteger a Gaia.
¿Cómo luce el Rey Taishan?

—Viste un gorro de juez, como todos los Reyes Yama. Su túnica es azul por el
infierno frío que vigila, Utpala, que vuelve azul la piel de todos los malditos.
Pero él también rige un infierno feroz llamado Tapana.

—Muy bien. Déjame ver si es siquiera posible. —Los malditos nos alcanzaron y
tuve que separar espacios mentales para continuar la conversación, pero esta vez
batallo en el espacio mental inglés de Whitman para poder tener el latín para
hablar con el elemental.

//Pregunta: ¿Dónde está el vínculo al séptimo infierno de Diyu?//

//No existe vinculo druídico /Debes ser escoltada por una deidad del panteón//

Cojones. No había probado mi espacio mental del polaco aún porque


técnicamente aún no estaba completo. Aún tenía algunos poemas que absorber y
algo de fluidez que conseguir en polaco, pero tal vez podría usarlo lo bastante
bien para combatir a los malditos. Esos de la sexta corte de Biancheng tenían
diferentes heridas y marcas encima que los otros de la cuarta; habían sido
atravesados y cortados con acero y algunos de ellos aún tenían púas
sobresaliendo de su carne, pero Scáthmhaide les hundía las cabezas igual de
fácil.

No había tiempo como el presente para ver si podía malabarear tres espacios
mentales. Necesitaría hacerlo si quería cambiar de planos con más que solo
Orlaith.

Cambié mi batalla al espacio mental polaco y le di algo de tiempo y algunas


líneas del “Soliloquio e Cassandra” de Szymborska para asegurarme que estaba
establecido. Un poema adecuado, ya que Cassandra continuaba diciéndole a la
gente que algo terrible estaba a punto de suceder y nunca le creían:

To ja, Kasandra.

A to jest moje miasto pod popiołem.

A to jest moja laska i wstążki prorockie.

A to jest moja głowa pełna wątpliwości.


Mantuve eso en mi cabeza mientras luchaba, luego cambié al inglés para
conversar. —Wukong. El elemental dice que necesito que una deidad de tu
panteón me escolte al infierno y de vuelta. No hay vínculos druídicos a ese
plano.

Él no respondió inmediatamente, y durante un tiempo solo existieron los sonidos


de batalla, crujidos, gritos y gruñidos. Pero eventualmente dijo: —Hay uno que
puede hacer esto. estará aquí pronto.

—¿Quién?

—El guerrero inmortal, Erlang Shen. ¿Lo conoces?

—¡Sé sobre él, claro! ¿No fue el de las historias que te derrotó hace tanto
tiempo?

El Rey Mono se ríe incluso mientras su vara de hierro destruye a los malditos y
los envía de vuelta a Mahāraurava, uno de los infiernos sobre el cual el Rey
Biancheng preside. —Sí, lo recuerdo bien. Él es el que me derrotó en batalla en
los días cuando me rebelé contra el cielo. Pero ahora estamos en el mismo
bando. Su llegada ya estaba planeada que sucediera ante el surgimiento del Rey
Biancheng.

Y cuando el guerrero llega, algunos minutos después, es un disturbio de colores


y un espectáculo de muerte. Su sabueso lo acompaña; muy similar a un lebrel, de
hecho, pero mucho más acostumbrado a la batalla de lo que Orlaith está o alguna
vez estará si yo tengo algo que decir al respecto. Juntos cortan una franja a través
de las hordas de los malditos mientras se mueven para unirse a la base de la
Montaña Séptima Estrella.

El Rey Mono es glorioso e impresionante, seguro, pero conforme Erlang Shen


desciende de los cielos, creo que él prácticamente podría matar gente solo con lo
rudo que luce, una mezcla de ondeantes sedas rojo y blanco y armadura de cuero
endurecido tachonado con oro y toques de jade. La armadura de acero no es
necesaria para él, ya que incluso sin una puntada encima es prácticamente
inmune a las armas. Su arma elegida es una especie de lanza, excepto que la
cabeza tiene tres puntas y es de doble hoja. El rumor dice que el arma funciona
muy parecida a Fragarach y puede cortar o golpear a través de una armadura
como si fuera algodón. Ciertamente parece no tener problema en cortar a los
malditos como si fueran pepinos en lugar de carne y hueso.

Y una vez que aterriza y se hacen las presentaciones y le revelan el plan, me veo
forzada a traer la pregunta una vez más: ¿Por qué estoy aquí? Porque Erlang
Shen y el Rey Mono obviamente pueden encargarse de esto por su cuenta.
Ambos son más hábiles y poderosos que yo y fácilmente serían capaces de
derrotar al Rey Taishan sin mi ayuda. Ni siquiera soy necesaria para que
cambien de plano… ¡de hecho son ellos quienes deben trasladarme a la séptima
corte! ¿Así que con qué propósito me ha enviado aquí Brighid? Me preocupo
sobre sus motivaciones más que estas deidades budistas, porque a la Primera
entre los Fae no le regalaron ese título. Se lo ganó por ser más fuerte y más lista
que todos los demás. Y tiene que ser algo significativo, ¿no?, si ha conseguido
que el Rey Mono acepte su plan. No puede ser sencillamente para ayudar a
Taipei a combatir a estas pobres almas. Quiero decir, estoy segura que ella quería
minimizar el daño aquí tanto como fuera posible, pero si eso fuera todo, no
habría necesidad de que Flidais me trajera aquí con frases en código y manzanas
mágicas e hiciera que Sun Wukkong me soltara acertijos místicos. Ella podría
sencillamente haberme dicho que minimizara el daño y yo lo habría hecho.

Es una sensación incomoda, saber que los dioses están jugando un juego contigo
como una pieza prominente pero no eres capaz de ver el tablero o siquiera saber
las reglas.

Y entonces el acertijo se da la vuelta y cae en su lugar como un Cubo Rubik. O


al menos parte. No he estado viendo los eventos desde la perspectiva apropiada.
He sido una espectadora de deportes el domingo por la tarde, mirando toda la
acción desde mi sillón e involucrada en lo que estoy viendo, sin ser consciente
que la gente puede observarme en cambio desde la cocina o el pasillo o incluso
desde afuera y reírse porque estoy tan enfocada por los sucesos menores que
ocurren en mi estrecha visión y no puedo ver el panorama mayor.

Esto no se trata de Taiwán. Ciertamente no me han enviado aquí para salvarlo,


porque está en manos perfectamente capaces. Esto es sobre si puedo alejarme de
mi propio exquisito narcicismo y servir a una causa mayor. Esto es sobre mi
campo de visión. Sobre mi juicio. Y sobre cómo alguien obviamente sintió que
yo no sería capaz de juzgar por mi cuenta dónde mis talentos serían mejores para
servir a Gaia, así que me enviaron aquí para estar a salvo… oh, vaya. ¡Eso es!
Me han encomendado ir en un viaje rutinario, enfrentada con suficiente peligro
para hacerme sentir como si fuera algo real. No era de extrañar que Flidais no
sintiera que había prisa en contarme sobre este embrollo; ella sabía que
esencialmente me estaba escoltando a la piscina infantil para chapotear en aguas
poco profundas. Y ella sabía que eso es lo que también estaría haciendo en
Japón. Las deidades Shinto nos necesitarían más que las taoístas o budistas. La
pregunta se vuelve en, ¿por qué Brighid nos haría esto?

Para salvar el druidismo. Una respuesta obvia una vez que formulo la pregunta.
En caso que todo salga mal en Suecia y las fuerzas de Loki prevalezcan, yo aún
estaré por aquí, igual que Flidais y quien sea más que hayan secuestrado a
ubicaciones desconocidas. Owen, tal vez… ¿dónde está él?, me pregunto.
Manteniendo su arboleda a salvo, espero.

Los dos inmortales han dejado de pelear, lo noto, y los clones de Wukong ya nos
han rodeado para proveer una esfera de protección. Aparentemente yo me he
quedado ausente un poco y ellos están esperando que me recupere.

—Wukong. —Solamente eleva una ceja tupida hacia mí—. ¿Brighid te pidió que
me mantuvieras ocupada durante el Ragnarok? —Sus ojos se deslizan a Erlang
Shen y comparten una diminuta sonrisa. O habían estado esperando esto o tenían
una apuesta sobre si yo lo descubriría.

—Creo que tal vez nuestra amiga americana finalmente está desafiando sus
supuestos —dice a Erlang Shen, que no es precisamente una respuesta pero
confirma mis sospechas.

—Maldición. ¿Entonces no me necesitan aquí? Puedo ir a ayudar en algún otro


lugar y ustedes pueden terminar por su cuenta?

—Por supuesto.

—¿Pero derrotaran al Rey Taishan y los otros pronto? La tierra está siendo
dañada cada vez que el portal se abre.

—Lo haremos —me asegura Wukong—. Pero entonces ¿has terminado de


aprender?

Oh, mierda. Me he perdido algo importante o él no me habría provocado así.


Miro alrededor y no veo nada obvio… así que debe ser que hice otra suposición.
—Espera. Cuando Brighid hizo este arreglo con ustedes, ¿dijo por qué?

—Me temo que no tengo permitido recordarlo.

—¿No permitido? —Brighid debe haberle sacado una promesa de no revelar


ningún detalle de su conversación. Pero había claramente algo que revelar que
Wukong creyó que yo debería saber. Me estremezco ante una sospecha
repentina, un estremecimiento de temor frío me recorre la espalda—. ¿Alguien la
obligó a hacerlo?

El Rey Mono se encoge de hombros, inerme.

—Wukong está atado por un juramento de no responder. Pero yo no —replica


Erlang Shen—. Brighid hizo estos arreglos con nosotros ante la insistencia de
Siodhachan Ó Suileabháin.

Jadeo audiblemente, conmocionada y entristecida de que mi sospecha se


confirmara. No deseo que sea verdad. Pero él sabía cuándo iba a iniciar el
Ragnarok. Tenía una advertencia previa y tiempo para organizar esto. Y
probablemente pensó que estaba haciendo lo correcto. Ahí es cuando el calor me
sonroja las mejillas.

—De toda la mierda patriarcal que pudo hacer... bueno. Él y yo vamos a tener
una charla. Tal vez incluso una gresca enérgica —añado, después de pensar que
esa es precisamente la clase de cosa que metió a Flidais en problemas con Perun.
No haces planes para alguien más sin consultarles.

Lo que no quiere decir que no he disfrutado mi tiempo aquí. Siento que he


aprendido y crecido, y me condujeron en una forma muy diferente a la que estoy
acostumbrada. Y a pesar de lo frustrada que estaba por las preguntas capciosas y
las afirmaciones vagas al principio, puedo apreciar con retrospectiva lo efectivas
que fueron. Es una forma de pensar que debería cultivar.

—Sifu Sun —digo, inclinándome hacia el Rey Mono—, ¿puedo regresar en


fechas posteriores para aprender más?

—¿Qué es lo que deseas aprender?

—Lo que sea que desees enseñarme. Cómo hacer perfecto té chino, más sobre el
budismo, cómo luchar. Pero también deseo aprender mandarín. Casi estoy lista
para añadir otro espacio mental.

Sun Wukong me sonríe. —Muy bien. Sabes dónde está mi tienda. Estaré allí
cuando estés lista.

—Gracias. Y estoy muy agradecida por el entrenamiento que ya me has dado.

—No dejes que se desperdicie.

—No lo haré. —Me inclino de nuevo, y también hacia Erlang Shen antes de
marcharme, luchando entre los malditos para llegar al árbol vinculado. Fiel a la
palabra del Rey Mono, el Rey Biancheng aterriza a una corta distancia, con la
armadura brillante y la cara en una mueca, ansioso de luchar con la Druida que
mató al Rey Wuguan. Saca sus armas y avanza, pero yo pongo mi mano en el
árbol vinculado y me traslado, dejándoselo a Erlang Shyen. Hay una lucha
sucediendo en Suecia, y una vez llegue allí, no sé si primero iré tras Loki o
Atticus.
Capítulo 22

Traducido por Shiiro

Estoy tan malditamente cansado tras nadar, que a lo mejor me vendría bien
probar una de esas supercomidas de las que siempre hablan los humanos
modernos. Pienso que igual probaré la col rizada, incluso si Greta tiene razón y
es peor que las pelotas de un anciano. O quizá me conforme con tortitas bañadas
en sirope de arce y una taza de café caliente. Me suena menos arriesgado, más
seguro.

Los elementales me dicen que he aplicado la Segunda Ley de Owen tanto como
lo requiere Gaia: aún queda todo tipo de fuegos por apagar, pero los demás están
ocupándose de ello, y el gran marrón en Suecia aún está activo, pero no es una
pelea que deba librar con mis puños. Espero que Siodhachan y Granuaile estén
bien, pero todo lo que obtengo de los elementales es la certeza de que siguen
vivos. Me dan permiso para volver a Flagstaff y un regalo raro: a cambio de
haber salvado a Babaria y el Amazonas y más, los elementales me preguntan
cómo me gustaría que me llamasen a partir de ahora en lugar de Druida
Vengativo, y yo les digo que Druida de Roble me iría bien.

//Druida de Roble entonces / Armonía//

//Armonía// digo, y le pregunto a Slomo si le gustaría visitar mi hogar antes de


volver a su selva en Perú. Le ofrezco una imagen mental del aspecto que tienen
ahí los árboles, los pinos ponderosa y los arbustos de enebro y los álamos
temblones.

<¡Por supuesto, Oaken!> me dice. <¿Seré el primer perezoso que se cuelgue de


esos árboles?>

Eso creo.

<Realizar el Primer Colgamiento es un gran honor entre los perezosos. ¡Vamos!>

Me convierto otra vez en un oso y saco a Slomo de la zona del lago. Empieza a
aparecer gente en las orillas, y temo que nos vean pronto. Estoy bastante seguro
de que tendrían preguntas respecto a por qué hay un perezoso peruano en
Polonia. Cambiamos al árbol vinculado en la propiedad de Greta, donde está
terminando de atardecer la noche anterior, y Slomo se baja de mi espalda para
vomitar discretamente en el suelo del bosque. Se tambalea un poco hacia la
derecha después.

<Oh, Oaken, me siento atontada. Además, aquí está todo muy seco.>

Le cedo un poquito de energía de la tierra.

<¿Qué tal así?>

<Mejor, gracias,> dice, <pero debería comer unas pocas hojas pronto.>

<Te buscaré algunas. Quédate aquí; solo me iré un momento.>

Solo me toma unos pocos minutos Cambiar a Perú otra vez, recoger unas cuantas
hojas de esos árboles que le gustan, y volver.

<¡Oh, guau! ¡Tienen un aspecto delicioso! ¡Gracias!>

<Vuelve a subirte a mi espalda, y podrás comer mientras vamos a conocer a mi


novia y a mis aprendices. Estarán encantados de conocerte, te lo prometo.>

Y lo están. Todos han puesto sus esferas de Tasmania en las taquillas con la
piedra caliza de Colorado, así que pueden comunicarse con Slomo como yo, con
imágenes y sentimientos. Todo el mundo está encantado. Slomo establece el
Primer Colgamiento en un álamo cerca de la casa y come hojas mientras los
niños se ríen y hablan con ella. Unos cuantos padres se quedan con ellos
mientras yo entro en la casa con Greta y el resto de la manada para informarles
de lo que me ha pasado, y ellos me cuentan lo que ocurrió en Tasmania después
de que me marchara.

—Decidimos regresar a casa, obviamente, porque no sabíamos cuánto tiempo


estarías desaparecido. —Greta nos habla desde la cocina porque está intentando
hacer mi sueño de tortitas realidad. Era hora de desayunar en Polonia, pero en
Flagstaff es hora de irse a la cama, y me doy cuenta con un bostezo de que no sé
qué día es, o cuándo fue la última vez que dormí algo más de un puñado de
horas.

Sam y Ty, los co-líderes de la manada Flagstaff, llegan tras unos minutos y
parecen muy felices por tenerme de vuelta, ya que lo más probable es que
signifique que podemos volver a intentar sacarnos los ojos en los
entrenamientos. No suelen desfogarse contra cualquiera que pueda retarlos, y les
gusta. La verdad es que a mí también. A veces gano yo, y a veces ganan ellos. Es
bueno tener compañeros que te puedan pegar una paliza de la forma más
amigable posible y no se enfaden cuando tú les pegas a ellos una paliza. Y esos
tipos son un ejemplo de cómo ser amantes. Llevan juntos más de cien años y
siguen pensando que el hombre con el que se casaron es el mejor hombre del
mundo. Pero después de ponernos al día, empiezan a hablar de vino por alguna
razón, y ese es un tema del que sé muy poco. De hecho, como se diría en inglés,
I don't know Jack Shite.

Esa es una expresión que me enseñó Siodhachan, pero no la entiendo del todo.
Tengo tantas preguntas. A veces la gente se deja la mitad de la expresión y dice:

—Ye don't know Jack

Pero todo el mundo sabe que no están hablando de Jack Black o Jack Daniel's o
Jack Be Nimble, ¡no! Cuando alguien dice que no tienes ni puta, se
sobreentiende que están diciendo que no tienes ni puta idea. Pero eso me hace
preguntarme por qué nadie querría pasearse por el mundo con el apellido
Shite***. Si tienes un apellido tan espantoso, ¿no sería una excusa perfecta para
cambiárselo a Jones o algo más común y aburrido y no relacionado con las
heces? Y lo que me confunde de verdad es si debería conocer a alguien llamado
Jack Shite o no. A veces la gente dice-,

—Ye don't know Jack Shite.


Y sabes por su tono que eres prácticamente la única persona que no lo sabe. Pero
a veces la gente te mira con desdén y dice:

—You know Jack Shite.

Y el desdén en su voz te hace saber que nunca deberían haberte presentado a esa
persona, ni siquiera por accidente. Bueno, yo todavía no conozco a Jack Shite, y
tengo un conflicto bastante serio respecto a si quiero conocerlo o no. Es un tipo
controvertido. Me pregunto si Sam y Ty conocen a Jack Shite y me doy cuenta
de que deben de conocerlo mucho, porque saben mucho acerca de vino, así que
no se lo pregunto en voz alta.

Las conversaciones se desvanecen hasta que Greta grita mi nombre y pego un


salto.

—¿Eh? ¿Qué?

—Tienes que irte a dormir —dice—. Ya te has quedado dormido dos veces.

—¿Sí? ¿Cuándo ha sido... La primera vez?

—Vete a la cama y punto. Has estado murmurando sobre que no conoces a Jack
Shite.

—Pero Slomo...

—No le va a pasar nada. Los niños nos lo dirán si necesita cualquier cosa, y si es
así, te despertaremos. Probablemente ella también necesite dormir, y aquí no hay
nada que vaya a molestarle.

—No, porque créeme que no quieres molestarle —digo.

Greta le pide al padre de Thandi, Sonkwe, que termine las tortitas y las guarde
para luego mientras me aparta de mi asiento y me escolta hacia el dormitorio.
Siento que me pesan como plomo las extremidades y veo borroso. Mi cerebro
sabe que estoy a salvo y solo quiere apagarse y recuperarse.

—Tampoco quieres molestarme a mí —dice Greta, lo cual es verdad. Una vez


que caigo rendido en la cama, siento sus labios contra los míos por un momento
—. Gracias por regresar sano y salvo, Osito Teddy.
—Oaken —murmuro, al borde del sueño.

—¿Qué?

—Ahora soy Oaken.

—Vale, Oaken Osito Teddy.

Hay algo que no me encaja en eso, pero no merece la pena volver a estar
consciente para descubrir qué es. Tengo un poco de tiempo para mí y para
disfrutar de un poco de paz, y voy a exprimirlo tanto como me sea posible,
porque después de ello, tenemos mucho que hacer. Y cachorros que criar. No me
puedo olvidar de los cachorros de Orlaith. Mis aprendices estarán tan
contentos...
Capítulo 23

Traducido por Brig20

Para los registros, y en riesgo de manifestar lo obvio: Saquear cadáveres no se


parece en nada a la forma en que se representa en los videojuegos. Haz clic,
obtendrás un pequeño efecto de sonido y un pequeño golpe de serotonina, y las
monedas se guardarán automáticamente en tu bolso y los artículos irán a tu
gigantesca bolsa de posesión, posiblemente para equiparse, y luego se venderán
a un NPC para los escasos ducados. Es rápido, sin sangre y tiene poco riesgo de
enfermedad o septicemia. No es necesaria la interacción con un cadáver real. Lo
que es cierto en todos los aspectos de los juegos—no hay nada real. Pero el
saqueo siempre ha sido un pasatiempo casual en los juegos, una de las partes
divertidas, y supongo que desearía que no fuera así, porque nos convierte en
buitres.

Si quieres saquear un cadáver, asegúrate de saber desde el principio que vas a


tener un peso muerto literal y que podrías sacar un músculo. Habrá sangre y
habrá mierda—no el mero hedor de la mierda, sino mierda real. Puede ser que
también estén por ahí algunos cerebros. Va a tomar mucho más tiempo que hacer
clic con el ratón para hacer el trabajo, y cuando finalmente saques la armadura
que necesitas del cadáver, probablemente encontraras que no te queda bien. Y el
arma tampoco será una espada legendaria como Fragarach.


Así fue como busqué en varios cadáveres Fae los reemplazos adecuados. Me
decidí por el tercero, encontrando una camisa sin mangas para usar debajo de
una coraza y algunos calzones básicos, sobre los cuales me aseguré una falda de
cuero endurecida para proteger las piernas, sujeta con un cinturón. Ubicar las
botas que me quedaran me tomo otros tres intentos. Encontré una espada con un
toque de magia, y una mirada en el espectro mágico a las uniones reveló que era
una hoja inquebrantable. También recogí un escudo. Al considerarme al menos
parcialmente protegido, busqué a Brighid.

No podía esperar para terminar esto, para poner fin al peligro en el cual había
puesto a todos haciendo dos desastrosos viajes a Asgard hace años. Las personas
que combaten los incendios de Surt en todo el mundo o quienes pueden haber
perecido en ellos—eso fue cosa mía. Todos los que habían caído aquí, o quienes
cayeron en otra parte en alguna batalla provocada por los aliados de Loki—eso
también pesaba sobre mí. Fand y Manannan y los tres yeti y muchos más.
Realmente no había manera de que pudiera alejarme éticamente, a pesar de mis
intentos por racionalizar eso. Para ser justos, debería enfrentarme al Ragnarok
completamente solo. Fui yo quien mató a las Nornas y puso a rodar esta bola de
nieve, así que debería ser el que debía pararse en el camino de la avalancha.

Me llevó algo de tiempo dirigirme al frente sin matar a ningún Fae con mi aura
de hierro. Sin embargo, los hombres tejos no tenían tales vulnerabilidades, y eran
ellos quienes protegían a Brighid en ambos flancos cuando agitaba su espada en
los cuellos de los draugar y dejaban que su armadura recibiera un golpe
ocasional. En su izquierda inmediata, sin embargo, había una figura curiosa con
librea verde y plateada, uno de los Fae, que no tenía armas ni intentó atacar.
Simplemente existía y tenía unas increíbles guardas cinéticas. Cada vez que los
muertos vivientes intentaban atacarlo, su fuerza era devuelta sobre ellos con
grados de magnitud. Me acerqué a la derecha de Brighid para asegurarme de no
molestarlo.

—¡Brighid! ¡Soy Siodhachan!. Tuve que repetir esto varias veces para
comunicarme con ella, pero una vez que me echó un vistazo, se echó hacia atrás
y dejó que los hombres tejo cerraran la brecha.

—Siodhachan. ¿Qué ha sucedido? ¿Por qué Loki tiene tu espada?

—Tuve que dejarla donde matamos a Hel.


—Ah. Me preguntaba si sería verdad cuando su voz rodó por el campo y dijo
que habías matado a sus hijos. Pero, ¿quiénes somos "nosotros"?

—Uno de los coyotes nativos americanos me ayudó. Es una persona con visión
de futuro, no quería que este desastre llegara a su continente. Ya ha tenido
suficiente de ser invadido.

—Ya veo. ¿Todavía está aquí?

—No, él ha decidido que ha hecho lo suficiente. ¿También escuchaste el desafío


de Loki para mí?

—Todos lo escuchamos.

—Sé dónde está y puedo llevarte a él. ¿Quieres tu oportunidad de ganar las
galletas de las Niñas Exploradoras?

Brighid se encogió de hombros. —Quiero la victoria y el honor más que las


galletas. En un pensamiento repentino, ella me frunció el ceño. —¿Pero por qué
me ayudas? Apuestas a Atenea.

—Sí, pero Atenea quedaría frita casi al instante. Tú no lo harás. Y apuesto a que
tienes barreras que desviarán esas flechas que está soltando.

La diosa de la poesía, el fuego y la fragua sonrió. —Sí. Ya ha intentado matarme


con una desde lejos.

—Excelente. ¿Te acompañaré, entonces, a una pelea digna de tu habilidad, que


pulirá tu reputación y vivirá en las canciones de los bardos?

—Absolutamente, Siodhachan. Retirémonos. Formemos un destacamento.

Sus ojos se deslizaron lejos de mí por un momento y sonrió sobre mi hombro


derecho, pero cuando miré detrás de mí, todo lo que vi fue una multitud apretada
de Fae, manteniendo su distancia. Cuando miré hacia atrás, se volteó a gritar
órdenes a los hombres tejos y al muchacho Fae con librea, a quien llamó
Coriander. Ellos formaron una esfera de protección a nuestro alrededor, con
Coriander en la punta, y en lugar de mantener la línea, nos empujamos hacia la
multitud de draugar y comenzamos a correr lentamente, los hombres tejo
derrotando a los reanimados en lugar de tratar de decapitarlos y Coriander
arando a través de ellos como un vaquero en la parte delantera de un tren. No
estábamos tratando de ganar por desgaste ahora; teníamos un destino en mente.
Los dirigí directamente hacia el frente hasta que llegamos a la base del volcán,
que era esencialmente el borde del antiguo lago, y luego giramos a la derecha.
No vi a Garm en ninguna parte, y aunque había tratado de comerme en dos
ocasiones distintas, esperaba que estuviera bien y recuperándose.

Miré desde atrás al frente; básicamente, Coyote y yo habíamos avanzado


directamente desde la posición de Álfar, y nos estábamos acercando ahora.

—Deberíamos llegar pronto, le dije a Brighid, —en algún lugar ligeramente


cuesta arriba. Loki usará el fuego en algún momento y probablemente cambie de
forma, así que ten cuidado.

—Quédate en mi sombra, respondió Brighid, y estarás a salvo del fuego.

No estaba seguro de que ninguno de nosotros estuviera a salvo. Después de


lanzarnos una horda, Loki tenía que estar seguro de poder enfrentar a Odín, a
Thor y al resto de ellos si quería ganar esto. Había estado planeando esto durante
mucho tiempo y no me habría llamado para pelear con él si no estuviera seguro
del resultado. Mi cálculo era doble: lo tenía por venir, y lo que sea que nos pase,
el resto de los dioses reunidos lo verían y sabrían dónde estaba Loki.
Enfrentarnos pintaría un gran objetivo en su espalda. O la cara. Lo que sea.

Y tanto Brighid como yo teníamos respaldos. Ogma se había quedado atrás en


Tír na nÓg en algún lugar para liderar a los Fae si caía, y Flidais estaba en
Japón. Granuaile y Owen continuarían con el Druidismo si yo cayera,
especialmente con Owen, que ya tenía un buen grupo de aprendices. Imaginé
que a Granuaile le gustaría agregar un par de espacios en su cabeza antes de
decir hacerse cargo de aprendices. Y esperaba que estuviera segura ante
cualquier amenaza que surgiera en Taiwán.

La primera señal de que estábamos cerca llegó cuando una flecha golpeó las
barreras cinéticas que rodeaban a Coriander y su punta afilada se hizo pedazos.

La segunda señal inequívoca de que habíamos encontrado que Loki fue cuando
salió de la multitud, creció al tamaño de un gigante en segundos, y nos arrojó un
fuego que canalizó desde su espada—el arco y las flechas no estaban a la vista,
ni Fragarach. Coriander tenía alguna protección rudimentaria contra el fuego,
pero mientras las flechas de Vayu no habían sido rival para la protección
cinética, esta era insuficiente contra el calor que Loki estaba provocando.
Igualmente para los hombres Tejo, cuyo único temor era el fuego. Mientras
todos se estremecían y gritaban bajo la embestida, Brighid le gritó a Coriander
que se retirara detrás de ella y se lanzó hacia adelante, con los brazos extendidos,
reuniendo esa llama hacia ella y redirigiéndola a los draugar a ambos lados de
Loki. El señor de la travesura tuvo que detenerse poco después porque Brighid
saltó hacia él, con su propia espada lista para asestar un golpe mortal, y él tuvo
que desviar eso. El metal de sus espadas gritó cuando se deslizaron uno contra el
otro y Loki se retorció imposiblemente para dejarla pasar, y su empuje al final la
obligó a perder el equilibrio. Pero ahora tenía enemigos a cada lado de él, y no
podía soportar eso. Saludó al draugar cercano para que nos atacara o lo
protegiera, y la distinción importaba poco. Se apresuraron desde todos los lados,
y eso significaba que tenía muy poca habilidad para atacar a Loki. Quería
concentrarse en Brighid, la amenaza más clara. Una vez que ella estuviera fuera,
él podría freírnos sin interferencia.

Su cabeza se apartó de nosotros incluso mientras su mano izquierda sacaba un


cuchillo que me resultaba familiar—un cuchillo de hielo azul frío con una línea
roja a lo largo de la parte superior de la hoja. Era una de las hojas giratorias yeti
—la que le había robado a Granuaile en la India.

—Oh, no, joder, no —dijo una voz detrás de mí, pero cuando giré todo lo que vi
fue a los hombres tejo, que no pueden hablar, y más allá de ellos, draugar. Pero,
entonces, no habría visto nada si esa voz perteneciera a quien pensé.

—¿Granuaile? —dije—. ¿Estás aquí?

—Hablaremos más tarde, contestó su voz incorpórea. —Tengo una cuenta que
saldar.

—Pensé que estabas en Taiwán.

—También vamos a resolver eso, créeme.

—¿Qué? —No tuve respuesta. Tengo a los draugar de lleno en la cara en su


lugar. Caí en una esfera defensiva con Coriander y los hombres Tejo y extrañé a
Fragarach desesperadamente. Las espadas que no cortan armaduras no se pueden
comparar. Ese era un hecho que Loki estaba descubriendo en su batalla con
Brighid. Continuó cambiando de forma mientras lanzaba sus golpes, y Brighid
no pudo reaccionar a tiempo, por lo que aterrizó tanto con su acostumbrada
espada como con la hoja giratoria. Pero ambas fueron rechazadas por la
armadura de Brighid. Ella desarmó su mano derecha poco después, logrando
abrir una herida en el interior de su antebrazo. Necesitando una nueva arma e
incapaz de recoger su vieja sin exponerse a atacar, hizo lo que cualquier cambia-
formas infinitamente maleable haría: metió la mano en su propio cuerpo y sacó a
Fragarach de allí, adelgazada con jugos de Loki. Se enfrentó al siguiente ataque
de Brighid y me sorprendió al ser un luchador mucho mejor de lo que pensé que
sería. Contraatacó, pero de nuevo se deslizó por la guardia de Brighid con un
truco, y ahí fue cuando Brighid supo si la armadura que había forjado
específicamente para resistir a Fragarach funcionaba o no.

En cierto modo, lo hizo.

Fragarach trata una armadura como si fuera mezclilla. Hay una pequeña
resistencia, en otras palabras, pero no lo suficiente como para importar si está
golpeando bien. Brighid había forjado esa armadura en un momento en que le
preocupaba que Fragarach pudiera caer en manos de sus enemigos y ser utilizada
contra ella. Nunca la había probado hasta ahora.

El golpe de Loki fue poderoso y se hundió en la parte superior de la placa del


hombro izquierdo de Brighid y en la parte superior de su pecho, golpeándola
hacia atrás—pero se llevó a Fragarach con ella, alojada en la armadura. Quizás
la hoja la mordió o tal vez no lo hizo; la armadura no era perfecta, pero funcionó,
porque eso habría sido un golpe incapacitante o incluso mortal contra cualquier
otra armadura. Tanto Loki como Brighid parecían sorprendidos por el resultado:
Loki estaba nuevamente desarmado, y Brighid tenía una espada atascada en su
armadura.

Sin embargo, antes de que cualquiera pudiera reanudar, Loki gritó cuando una
grieta aguda anunció la rotura de su cúbito izquierdo en la parte distal final—
justo en la muñeca, en otras palabras, lo que hizo que dejara caer la cuchilla
giratoria. Retrocedió, acunando su brazo, mostrando los dientes en un siseo
mientras buscaba la causa. Granuaile desestimó la unión de Scáthmhaide que
mantenía su hoja invisible y giratoria en su mano izquierda.
—¡Hola! Le gritó ella. —¿Recuerdas cómo me robaste esto? Ella le lanzó la
cuchilla de hielo. —Me tendieron una emboscada, rompieron la mayoría de mis
huesos, atrajo a mi padre a una trampa mortal.

—Tú—...

—Sí, yo. Solo quería que supieras quién se hizo cargo.

—¡No!

Fuego floreció en el puño derecho de Loki y esperaba que Brighid lo detuviera,


y controlara ese fuego antes de que pudiera golpear a Granuaile, porque ella no
tenía defensa contra él. Pero el fuego se apagó cuando Granuaile azotó la hoja
contra el muslo de Loki, a escasos pasos de donde estaba, y se hundió en el
músculo por encima de su rodilla. El vórtice en la punta de la cuchilla le sacó el
alma directamente a ese depósito brillante, pero el suyo no era un espíritu
ordinario. El suyo era el alma de un dios antiguo, y era demasiado para que lo
contuviera la cuchilla giratoria. Se estremeció y luego se rompió en trozos de
hielo y niebla, y el espíritu maligno de Loki se dispersó con él. Mientras tanto, el
cuerpo de Loki se contrajo y expulsó varias armas de su torso mientras caía,
incluidas las flechas de Vayu y el arco que había estado utilizando para
dispararles.

Así como cuando Hel había muerto, los draugar perdieron interés en luchar
contra gente que contraatacaba y comenzaron a alejarse hacia la ciudad humana.
El panteón nórdico, que había esperado su momento hasta ahora, entró en
acción. La nube que los había estado ocultando a la vista creció y cambió
perceptiblemente para envolver a los helicópteros humanos, y solo una vez que
fueron examinados emergieron las deidades nórdicas, uniéndose a los ejércitos
para derrotar a los draugar. Las valquirias se abatieron para cortar cuellos con
grandes hachas. Mjöllnir los atravesó desde arriba, haciéndolos crujir en
pequeños cráteres, y regresaba a la mano de Thor para otro lanzamiento. Odín
salió con Hugin y Munin dando vueltas sobre él, Frigg y Freyja flanqueando a
cada lado.
Revisé a los hombres tejo y a Coriander: todos chamuscados pero vivos. Los
dejé para ver si Brighid estaba bien. Se había puesto de pie y estaba arrancando a
Fragarach de su armadura. Ella logro liberarla cuando llegué allí y me la ofreció.
No había sangre fresca en la hoja. —Creo que dejaste caer esto, dijo inexpresiva.
Tiré mi espada saqueada a un lado mientras la tomaba de ella.

—Sí, lo hice. Tenía un perro en la cola en ese momento. Mi cabeza giró hacia el
oeste. —Me pregunto qué le sucedió a él. No lo vi de pie sobre el mar de
draugar.

—Puede que aún viva, y si lo hace, lo devolveremos a Niflheim.

Gruñidos y ruidos de golpeteo atrajeron nuestra atención hacia Granuaile, que


estaba pateando la forma quieta de Loki. —¡Maldita sea! ¡Ugh! ¡La victoria es
mía! Se detuvo después de eso y pasó por encima de él, hacia donde yacían las
flechas de Vayu en el suelo. Las recogió en su mano izquierda y luego miró en
nuestra dirección, desafiándonos a desafiarla directamente en reclamo. —
Merezco mantener esto. Engañó a mi padre para que las persiguiera, y sufrí
bastante para encontrarlas.

Le hice un gesto de asentimiento. —No hay discusión aquí.

—Por supuesto, Brighid estuvo de acuerdo. Ella hizo un gesto hacia el cuerpo.
—Bien hecho. Si quisieras una galleta por eso o no, recibirás miles.

—¿Cómo te fue en Taiwan?, Pregunté.

—Me alegro de haber ido, respondió ella, —porque Sun Wukong es un excelente
Profesor y Taipei es una ciudad maravillosa. Voy a hacer el Mandarin mi
próximo espacio de cabeza. Pero no era realmente necesaria allí. Los maestros
de los cielos son más que rivales para los señores del infierno, y ustedes lo
sabían. Ambos tomaron una decisión por mí como si fuera una niña, y no lo
aprecio. Podrías pensar que la diferencia en nuestras edades te hace más sabio de
alguna manera, pero no necesito tener miles de años para saber que no deberías
tratar a alguien de esa manera.

Ninguno de los dos pudo responder, porque los Dioses de la parte nórdica habían
llegado. Thor y Freyja aterrizaron primero, cada uno en su carro, a ambos lados
del cuerpo de Loki. Odín y Frigg aparecieron poco después, escoltados por
Valquirias, y establecieron un perímetro, asegurándose de que los draugar en
retirada corriera alrededor y no interrumpieran, ni nos interrumpieran, de todos
modos. Estaba bastante seguro de que pronto interrumpirían a los ciudadanos de
Skoghall.

—¿Quién lo mató? Exigió Odín.

Granuaile levantó su mano con las flechas apretadas en ellas. —Yo lo hice.

Los nórdicos parpadearon sorprendidos, claramente esperando a que Brighid lo


hubiera hecho. —¿El druida? No sabíamos que estabas aquí.

—Llegada en último minuto.

—Huh. Tú ganas todas las galletas, entonces.

—Sí, Brighid mencionó algo así.

—Hay un asunto más importante que resolver, Odín, dijo Freyja, bajando de su
carro, espada en mano, —y lo sabes.

—Lo sé. Su perdón, Freyja. —Druida, dijo, y me señaló para que no hubiera
duda de a quién hablaba, —has cometido muchos crímenes contra el Æsir, por lo
que ahora debes responder.

—Ya he respondido, dije. —Hicimos un trato en Oslo. Le devolví a Gungnir.


Ayudé a destruir tanto a Fenris como a Jörmungandr, y fui fundamental en la
muerte de Hel y Loki.

—Nunca hiciste un trato conmigo, Druida, dijo Freyja. Mataste a las Nornas y
desataste todo esto. Mataste a Sleipnir, y tus acciones provocaron la muerte de
Ratatosk, mi hermano Freyr, Heimdall, Thor y muchas Valquirias.

—Primero, dije, señalando al dios del trueno, —me parece que Thor está bien.
Sin embargo, otros que ella mencionó no lo estaban. O al menos no estaban
presentes. Cuatro figuras se movieron a través de la multitud de draugar y
pasaron entre las valquirias. Eran los olímpicos, Atenea y Minerva y los dos
Apolos. Los búhos descendieron para aterrizar sobre los hombros de las diosas
de la sabiduría. —Y por lo demás he hecho recompensa. Incluso nos ayudaste a
luchar contra Fenris.

—Sí, a petición de Odín, accedí a diferir mi venganza hasta una fecha posterior
para lograr un objetivo estratégico. Pero ese aplazamiento ya ha terminado. No
has respondido por lo que me hiciste personalmente, y Odín no puede regatear
eso. Y por ese delito te llamo ahora mismo.

—Espera. ¿Qué ofensa? —Dijo Granuaile.

Cerré los ojos y suspiré. Sabía que Freyja nunca me lo perdonaría y no podía
culparla.

—Reclutó a los gigantes de las heladas para ayudarlo a invadir Asgard, explicó
Freyja. —Y el pago prometido... era yo.

—¿Qué? Atticus, nunca me dijiste esto.

—No, no lo hice.

La gente tiende a no ofrecer lo que más los avergüenza. Este era, como temí, mi
día del juicio personal, y tenía mucho por lo que responder: una sinfonía
discordante de malas elecciones que se aceleró y aumentó desde el momento en
que decidí luchar contra Aenghus Óg. Movimientos de cabeza hueca arraigados
en códigos de honor y lealtad más que en la lógica. Sorprendentes despidos de
las advertencias de dos deidades, una de ellas omnisciente, que afirmaron en
términos claros que esto no terminaría bien para mí. Y soy lo suficientemente
honesto conmigo mismo para darme cuenta de que probablemente volvería a
tomar esas mismas decisiones, ya que eso es lo profundamente imperfecto que
soy. Mi larga vida no me ha hecho especialmente sabio o un parangón de rectitud
moral; me acaba de dar un mayor margen para arruinarlo todo. La observación
de Coyote de que todos los presidentes eran narcisistas regresó a mí, porque me
sorprendió que yo pudiera ser uno de ellos, no un político, por supuesto, sino una
persona en el poder que tomaba decisiones por su propio interés sobre los
intereses obvios de un muchas otras personas.

Me alejé de Brighid con las rodillas repentinamente inestables y me enfrenté a la


diosa nórdica de la guerra y la belleza. Físicamente, mis rodillas deberían estar
bien, todavía disfruto de los ligamentos y el cartílago de un hombre de unos
veinte años, pero tal es el poder de la emoción sobre nuestros cuerpos. —Freyja,
me disculpo. Nunca debí haber hecho eso.

—No vine aquí por una disculpa. La sonrisa en su rostro no contenía ni una
pizca ni una esperanza de misericordia. Esa misma sonrisa brotó en los rostros
de los otros nórdicos que asistieron, y recordé que también habían mostrado tales
sonrisas antes de la batalla. Esta confrontación había sido planeada todo el
tiempo. Lo habían estado esperando.

—Lo sé. Quería darte una de todos modos. Es sincera.

Freyja ignoró esto y dobló sus rodillas ligeramente, levantando su espada y sus
cejas. —¿Así que responderás por tu cuenta? ¿No le suplicas a Brighid o
convocas a Morrigan a tu lado?

—Responderé. —Miré a Granuaile y agregué—. Por mi cuenta —para


asegurarme de que no interviniera.

La tierra en la que nos detuvimos estaba muerta, agotada por el portal a los
reinos inferiores de los nórdicos. Me quedé sin energía, mi encanto de oso
agotado. No podría aumentar mi fuerza o velocidad ni realizar la unión más
simple sin la energía de Gaia. Era un simple humano que se enfrentaba a una
diosa que una vez se defendió de Morrigan y salió caminado—un luchador
entrenado, seguro, y con un arma excelente, pero todavía un simple humano.

—Bien —dijo ella, agachándose para brincar. Me puse en una posición


defensiva y sentí que la adrenalina comenzaba a bombear en mi sistema. No
ayudó mucho.

Cuando Freyja atacó, se puso borrosa con la velocidad, y la única razón por la
que levanté a Fragarach a tiempo para bloquear su golpe fue que tenía algo de
distancia que cubrir y adiviné correctamente la dirección del ataque. Llegó desde
arriba, justo a la izquierda de mi cabeza, y aunque coloqué mi espada en la
posición perfecta, su fuerza fue tal que simplemente derribó mi espada al
contacto mientras solo desaceleraba un poco su golpe. El borde golpeó mi
armadura Fae barrida entre mi cuello y hombro y se mantuvo, pero me tambaleé
hacia atrás y ella me siguió, dándome una patada en el pecho para asegurarme de
que bajaba. Eso me sacó de mis pies y me estrellé contra la tierra volcánica
enfriada por un flash, haciendo un nudo en la cabeza con algo y viendo aparecer
luces en mi visión.
Escuché algunas risitas, tal vez alguien casi vomitando, pero no vi ningún ataque
entrante. Ella estaba esperando que me levantara de nuevo. Jugando conmigo. Y
sentí el goteo de sangre caliente en mi cuello. Me había roto el cuero cabelludo y
lo más probable es que me ganara una conmoción cerebral. Pero cuando me
levanté no tenía ganas de esperar otra paliza. Cargué y di la mejor ráfaga de
ataques que pude manejar, pero su velocidad y fuerza le permitieron desviarse,
parar y rechazarme. Estaba bastante claro que no podía ganar y que ella podría
terminar la pelea cuando quisiera, pero ya no sonreía. Su expresión era de
intensa concentración. Ella estaba buscando algo, pero ¿qué buscaba? Hizo un
gesto para que me adelantara, pero yo me planté. No iba a darle lo que quería.

—Bien, gruñó ella. —Te haré daño primero.

¿Primero antes de qué? Me pregunté, pero luego ella se lanzó hacia mí, y
después de mi intento inicial de bloquear, fui golpeado por puños y pies a mi
cuerpo. Tomé la empuñadura de su espada en mi sien derecha, que me
sorprendió hasta que un tremendo impacto se estrelló en la parte superior de mi
hombro derecho justo fuera de la protección de la armadura y me di cuenta,
demasiado tarde, de lo que había estado buscando. Me sentí unas libras más
ligero, mi sangre se roció en el suelo y solté un grito de horror e incredulidad.
Freyja me había cortado el brazo derecho.
Capítulo 24

Traducido por Alfacris

Resulta que realmente puedes estar enfermo de preocupación. Siempre pensé


que solo era una expresión, estar enfermizamente preocupado. Pero estoy tan
estresada y temerosa por Atticus cuando comienza el duelo que vomito un poco.
Porque sin el poder de la tierra en su llamada, él es demasiado lento en
comparación con Freyja. No tiene ninguna oportunidad, está bien consciente de
ello y sigue peleando de todos modos; estoy segura de que ella lo matará,
especialmente después del primer golpe, que es cuando lanzo mis galletas. Pero
luego ella lo golpea, le corta el brazo, lo patea, y todo lo que puedo pensar es que
se va a desangrar porque no hay forma de que pueda curarse. Quiero decir,
aparte del hecho de que no hay poder al que recurrir, su triskele de curación
ahora está separado de su comando. Y también lo están sus formas de animales
atados y su capacidad para cambiar de plano.

Me lanzo hacia adelante y abro la boca para gritar: —Eso es suficiente, —pero
Freyja se aleja y se gira hacia los nórdicos, haciéndolo innecesario—. ¡Ya está
hecho!, —se jacta ella, aparentemente de acuerdo con haber impartido suficiente
justicia. Abre los brazos, la espada goteando la sangre de Atticus, disfruta de la
aprobación de las deidades reunidas y de las valquirias, me apresuro a ir a su
lado y me arrodillo junto a él. Sus ojos ya están desenfocados en shock. Tengo
un poco de la energía de Gaia restante en el depósito de plata de Scáthmhaide, y
la uso para cerrar esas bombeantes arterias y evitar que se desangre hasta morir.

—¿Los Olímpicos dan su testimonio? —dice Freyja, y es una pregunta tan


extraña que levanto la vista para ver a Apolo asentir, y luego a Atenea y a
Minerva también.

La fría y rica voz de Minerva dice: —Le diré a Diana y a Baco que está hecho.

Atenea interviene, —Artemisa estará contenta.

Minerva agrega: —Por supuesto, Diana desea tener su trofeo.

—Desde ya. Es de ustedes.

No sé qué tipo de trofeo esperan y me tenso cuando Minerva se adelanta,


preguntándome si va a querer su corazón o algo así, pero la diosa simplemente
toma el brazo cortado de Atticus del suelo.

—Se suponía que Mercurio debía entregar este mensaje —le dice a Atticus—,
pero como él no está aquí, lo entregaré en su lugar. Diana y Baco consideran
ahora que sus quejas contra ti terminaron satisfactoriamente. No debes temer
nada de ellos mientras no hagas nada más para despertar su ira. ¿Me imagino
que es lo mismo con Artemisa? —Ella mira a Athena, y su contraparte asiente.

—Así es.

Minerva vuelve su mirada hacia Atticus. —¿Tienes algo que quieras que les
diga?

Atticus sacude su cabeza, sus labios apretados fuertemente mientras respira


profundamente por la nariz.

—Entonces que te vaya bien, druida —dice ella, y se aleja con su brazo, dejando
a Atticus sin posibilidad de volver a conectárselo.

Giro mi cabeza para ver cómo Brighid está tomando esto, y ella está parada
como si fuera una exhibición en el Salón de las Armaduras en el Museo
Metropolitano.

—¿No vas a decir nada? —Le pregunto.

—Dije mucho tanto a los Nórdicos como a los Olímpicos antes. No tenían
permitido, bajo ninguna circunstancia, matarlo.
—¿Permitiste esto?

—No pude evitarlo, Granuaile. Tenían graves quejas. Ganar su vida fue la mejor
victoria que podía esperar.

Dioses, estos dioses. Tomando decisiones sobre nuestras vidas sin nuestro
consentimiento, simplemente continuaban haciéndolo.

—¿Debo sufrir algún tipo de juicio y sentencia también?

—No, eres libre de irte —dice Brighid—. De hecho, te tienes que ir.

—¿Qué? ¿Por qué? —Me vuelvo hacia donde estaban los Olímpicos y veo que
han montado los caballos alados de algunas valquirias, y se sostienen mientras
los Elegidos del Slain los elevan por encima de las hordas de draugar.

Freyja me responde mientras limpia la sangre de Atticus de su espada con unos


trapos que tenía en su carro. —Tenemos algunas palabras que discutir con él en
privado. No sufrirá más daño.

Tengo palabras que me gustaría intercambiar con ella, pero contesto. —


¿Permíteme un momento, entonces?

Obtengo un leve asentimiento con la cabeza, luego me dirijo a Atticus y trato de


lanzar mis palabras lo más bajo posible, aunque es probable que sea un esfuerzo
inútil cuando uno está rodeado de deidades.

—Lamento mucho tu brazo. Aunque estoy aliviada de que todavía estés vivo.

Sólo asiente con la cabeza hacia mí, no dice nada. Creo que está haciendo algo
estoico o simplemente tratando de negarle a los Nórdicos cualquier satisfacción
al escucharlo dolorido, y tiene miedo de que si hace algún sonido ahora saldrá
como un grito. Sé cómo se siente.

—Necesitamos hablar más —le digo—, pero este no es el momento ni el lugar.


Iré a casa y buscaré lo que necesites, porque no puedes cambiar, y hablando de
eso, necesitamos sacarte de aquí. Agárrate. —Me pongo de pie y encuentro al
Padre Todo, gritándole—: Odín, ¿puedo hacer un trato? Mis ganancias para
usted, todas las galletitas de Niñas Exploradoras que se me deben, a cambio de
llevar a Atticus a donde quiera que él quiera a través del Bifrost y luego llevar a
sus sabuesos allí directamente después.

—¡Hecho! —Dice Odín, mucho más rápido de lo que había anticipado. Ni


siquiera tuvo que pensar en ello. Él podría haber tenido la intención de conceder
ese favor de todos modos. O tenía una obsesión enfermiza por las galletas de
Niñas Exploradoras: el ceño fruncido de Frigg ante este desarrollo parecía
implicar mucho.

Me agacho al lado de Atticus y le pongo una mano en el pecho. —Te veré


pronto. —Él asiente con la cabeza dos veces, apretando los dientes contra el
dolor, y luego me levanto de nuevo y muevo mi bastón alrededor, señalando a
todas las deidades y recordándoles lo que dijo Freyja. —No más daño.

Y luego salgo corriendo de ese círculo de inmortales intrigantes, corro hacia el


árbol vinculado hacia el sur, y dejo que las lágrimas que he estado conteniendo
fluyan hacia afuera y desdibujen mi visión. También lo conté como una victoria:
no había derramado nada, ni sangre ni lágrimas, frente a esas criaturas
inhumanas.
Capítulo 25

Traducido por Alfacris

Es perfectamente natural gritar cuando uno pierde un brazo por el filo de una
espada, pero más allá del primer grito de sorpresa y dolor, rechacé todos los
gritos que quería dar en un espacio diferente de mi cabeza, porque darles voz
solo daría Placer a los nórdico. Como había muy poco más que pudiera negarles,
al menos les negaría eso. Pero había mucha pena en ese espacio, ya que me di
cuenta de que quitarme el brazo había sido la meta de Freyja todo el tiempo. No
era sólo el brazo de mi espada: también era mi habilidad para curarme, cambiar
de plano y tomar formas de animales. Todavía sería capaz de realizar enlaces de
forma libre y conservaría el resto de mis habilidades, pero mi efectividad como
campeón de Gaia era muy reducida. Y mi vida como la había vivido por más de
dos milenios había terminado. Nunca volaría como un búho o correría como un
perro de nuevo. Nunca podría viajar por el mundo como solía hacerlo.

Granuaile se acercó para administrarme lo que probablemente eran primeros


auxilios para salvar vidas, pero luego pidió que Odín me trajera a mis perros
donde quisiera que me depositaran, como si nunca fuera a volver a casa a la
cabaña en Oregón. Puede que esté lleno de muchas cosas, pero incluso puedo
decir lo que eso significa. Mi día de juicio pronto empeoraría, porque estaba
bastante claro que a los ojos de mi amor había sido encontrado deficiente.

Comprendí, finalmente, a qué se refería Jesús cuando me advirtió que no fuera a


Asgard, cuando dijo que sufriría el dolor que nunca antes había sentido. Porque
todo lo que sentí en ese momento, la gran y persistente ausencia que
mordisqueaba los límites de mi voluntad de vivir, no se curaría después de unas
pocas semanas de convalecencia. El dolor físico se desvanecería con el tiempo,
pero las emociones asociadas con la pérdida se mantendrían agudas y me
volverían a picar cada día. Cada vez que quisiera deslizarme en un río y jugar
como una nutria o tomar alas como una gran lechuza cornuda, tenía que seguir
siendo un ser humano incómodo y recordar que solo yo tenía la culpa. Oh, había
mucha angustia burbujeando en ese espacio de cabeza. Pero puse de relieve el
Nórdico antiguo al acercarse Freyja. Recogió a Fragarach del suelo y se arrodilló
a mi lado.

—Esta espada será mi trofeo. Personalmente, creo que deberías haber sido
ejecutado, porque no estoy convencida de que hayas estado cerca de equilibrar la
balanza, pero Brighid y algunos otros presionaron a tu favor. —Ella se inclinó
más cerca—. Tengo que ir a limpiar tu desastre ahora, porque los draugar están
entrando en Skoghall.

Dirijo mis ojos a la masa de cuerpos que pasan a nuestro lado y me doy cuenta
de que son los Einherjar y los enanos, persiguiendo a los draugar. —Donde sea
que elijas ir después de esto, Druida, asegúrate de que esté lejos de aquí. No eres
bienvenido en las tierras de los Nórdicos a partir de este día. Mientras respetes
esa condición, no tienes nada que temer de nosotros ahora.

Le doy un asentimiento y nada más.

—Espero que lo olvides después de un tiempo —murmuró ella, en voz baja y


amenazadora—. Espero que no lo cumplas y me brindes una excusa para
terminar esto. Por favor, hazlo. —Se va, se lleva a Fragarach con ella y Brighid
se acerca con el casco puesto, porque ya no hay peligro.

—Irlanda es segura y por lo tanto también lo es Tír na nÓg. Sé que no lo sientes


ahora y puede que te moleste mi parte en esto, Siodhachan, pero debes saberlo:
creo que has hecho mucho bien hoy. Si puedo otorgarte una bendición en el
futuro, llámame. La vi dudar, a punto de decir más, pero ella decidió no hacerlo
con un pequeño movimiento de cabeza y se despidió.

Con su salida, fui dejado en un círculo de Nórdicos, y ellos simplemente me


miraron. Giré a mi izquierda y me puse de pie. Me sentí un poco mareado, y me
detuve un momento para que el giro en mi cabeza disminuyera antes de dar
pasos cuidadosos hacia Thor y Odín. Saludé con la cabeza y ellos me
devolvieron el gesto, esperando que yo dijera algo. Comencé con el dios del
trueno de barba roja.
—¿Eres Thor?

—Sí.

—Entonces, ¿a quién mató Leif Helgarson con Moralltach?

Thor resopló con diversión. —Oh, ese era yo. —Sonrió brevemente, y luego se
desvaneció, reemplazado por disgusto por el recuerdo. Ese era el viejo yo, que
había sido obligado por la profecía de las Nornas con respecto al Ragnarok.
Perdí mi rumbo mientras vivieron; a lo largo de los siglos me corrompí,
pensando que no habría consecuencias por mi comportamiento, hasta el día en
que conocí a Jörmungandr. Ese es el verdadero veneno de la profecía y el
destino, la implicación de que de alguna manera no se es responsable de sus
acciones. Pero me equivoqué, porque hubo consecuencias, ¿no? De hecho, tuve
justamente que rendir cuentas ante aquellos a quienes había perjudicado. ¿Y
sabes qué es lo milagroso al respecto? Me alegro. Estoy agradecido. Me vuelvo a
manifestar gracias a quienes aún me adoran, y me parece que es una nueva era
de la humanidad, más esperanzada que antes. Estoy recordando lo que significa
ser bueno. Tengo esta misma esperanza para ti, druida. Por ahora, te están
haciendo rendir cuentas, y puede servir para actualizar tu perspectiva.

—O me vuelven amargo y vengativo.

Thor meneó la cabeza, admitiendo la posibilidad, y luego le tiró la barbilla hacia


la forma inmóvil de Loki.

—Estaba amargado y vengativo.

—Punto a favor. ¿Qué hay de Heimdall y Freyr y los demás?

—Hay esperanza de que reciban suficiente adoración para manifestarse de


nuevo, pero en la actualidad siguen siendo recuerdos. Y por mi parte, no te llevo
ninguna mala voluntad. Odín no está de acuerdo, pero creo que me hiciste un
favor. Quizás con el tiempo veas que te hemos hecho uno.

—Quizás.

—Me alegro de que pudiéramos hablar. Pero aún me queda mucho por hacer, así
que si me disculpan. —Se dirigió a su carro y se marchó hacia el norte tras los
draugar, dejándome con Odín y Frigg y las Valquirias. Odín lo observó irse y
luego su ojo se fijó en mí.

—No soy de la idea de Thor, Druida. Todavía te soporto bastante mal. Esperaba
que murieras en la batalla.

—Sí, me mencionaste tal deseo antes. ─Frigg no dijo nada, pero la expresión de
su rostro comunicaba bastante. Ella estaba de acuerdo con Odín.

—Me contentaré con saber que eres miserable. Y esperemos que lejos de aquí.
¿Adónde quieres ir?

—La costa oriental de Tasmania, si no te importa, al este de una ciudad llamada


Triabunna. Bahía de Oakhampton. Me gustaría que me llevaran allí a mis perros:
Oberon y Starbuck.

—Por supuesto. Vámonos, porque tengo otro trabajo que hacer, pero quiero esas
galletas. Te uniste a la apuesta, ¿verdad?

Yo rechiné mis dientes. —Sí.

—Excelente. Te haré saber dónde enviar las galletitas aquí en Midgard. Quiero
Samoas.

—Por supuesto. Me encargaré de eso.

No hablamos mientras me arrastro detrás de él y Frigg a la porción de tierra


virgen más cercana. Necesitarán eso para convocar al Bifrost. Estaban montados,
pero no me ofrecieron un paseo. Vi a las Valquirias a la derecha, capturando a un
Garm herido en una red. Él sobrevivió, entonces. Bueno.

Parte del campo de golf se había marchitado y muerto consumido por el portal, y
tuve que atravesarlo.

—¿Todavía está abierto el portal a Hel? —les pregunté, ya que no podía sentir la
energía de la tierra bajo mis pies.

—No —respondió Odín—. Se cerró una vez que Loki murió.

Quizá Granuaile se ocuparía de remendar la tierra. Tendría que encargarse


totalmente, supuse, sin mi ayuda.
La reconexión de Gaia debajo mis talones fue bastante breve, porque Odín
convocó al Bifrost inmediatamente, y luego viajamos en un espacio estrellado
entre planos hasta que Odín me llevó a la playa norteña de la Bahía de
Oakhampton. Le di instrucciones sobre cómo encontrar mi cabaña y qué perros
eran los que me deberían traer, y luego me quedé solo en la oscuridad. Era ese
tiempo extrañamente atemporal entre la medianoche y el amanecer en Tasmania,
cuando la ausencia de luz y actividad sugiere que el mundo podría haber dejado
de moverse.

Permanecí de pie, pero me reconecté con el elemental de Tasmania y le pedí


ayuda para curar mi muñón. Granuaile había detenido la hemorragia, pero la
herida aún estaba abierta y era susceptible de infección, además de ser bastante
dolorosa. El alivio se apoderó de mí en un sentido, pero en otro el dolor solo
aumentó al sentir el crecimiento acelerado de la nueva piel alisando el lugar
donde solía estar mi brazo. Me sentí tan desequilibrado y sin amarras. Vivo, pero
incapaz de pensar qué debía hacer a continuación.

Rara vez reconocemos dónde comienzan y terminan los capítulos de nuestras


vidas hasta que recibimos la bendición de la visión retrospectiva. Nuestros
amores, nuestros triunfos, nuestras tragedias, no existen a menos que
perduremos el tiempo suficiente para etiquetarlos. No estoy seguro de haber
logrado mucho más, pero al menos he sobrevivido lo suficiente como para
alegrarme y llorar, para apreciar mis victorias y lamentar mis errores.

Ambos son legiones.

Creo que sobrevivir al Ragnarok y lograr que los dioses me dejen en paz debería
considerarse de alguna manera como una victoria. Simplemente que no se siente
como una en este momento, porque al perder una gran parte de mi conexión con
Gaia, he perdido ... bueno, demasiado.

Tal vez eso cambie con el tiempo, pero el tiempo pasa de manera lenta cuando
estás sufriendo. Pasé un lapso incontable en la oscuridad, escuchando las olas
romper sobre la playa, y pensé que tal vez la noche nunca terminaría, hasta que
el cielo se oscureció con el amanecer que se acercaba. Fue entonces cuando la
luz del Bifrost regresó y dos sabuesos salieron disparados para aterrizar en la
playa. Odín no bajó a charlar, lo cual me vino bien.

<Atticus! ¡Lo lograste!> —gritó Oberón en mi cabeza mientras galopaba a mi


encuentro.

<¡Hola, Atticus! ¡Buen humano!> —Starbuck agregó.

—La mayor parte de mí lo hizo, sí, —le dije—. Cuidado, ahora, no saltes sobre
mí; mi equilibrio aún no es tan bueno.

<Whoa, gatos sufrientes, Atticus, ¿qué pasó con tu brazo?>

—Se ha ido, —le dije—. Pero el mundo está a salvo. —Al menos por un rato. Al
menos de Loki. Todavía había incendios literales que apagar, sin duda, y habría
muchas preguntas formuladas por la mayoría de la humanidad y ninguna
respuesta satisfactoria para ellos. Tendrían que aprender a vivir con el misterio y
reconstruir lo que fue destruido, mientras que yo tendría que resolver el misterio
de cómo reconstruir mi vida.

<Seguro excepto por las ardillas, quieres decir.>

—Correcto. Excepto por las ardillas. Esa amenaza sigue pendiendo sobre todos
nosotros.

<Entonces, ¿qué pasó?>

Suspiré. —¿Estaría bien si compartiera eso contigo más tarde? Tengo mucho que
procesar y ... creo que quiero escribirlo todo. Con mi mano izquierda, lo cual va
a ser una aventura.

<Oh, claro. Eso estaría bien ¿Qué quieres hacer ahora?>

—Creo que me gustaría tener algo para comer y beber.

<Siempre tienes las mejores ideas, Atticus.>

<¡Sí, comida!> —dijo Starbuck.

—Ven entonces. El pueblo está al oeste. Vivimos aquí ahora, aunque todavía no
tenemos un lugar donde hacerlo y necesitamos ubicarnos. Pero primero, como
cuestión de principio: el desayuno.

<Si! Los principios son importantes.>


—De hecho, lo son. Creo que ya es hora de que examine los míos, pero "el
desayuno primero", al menos, es sólido como una roca. Vámonos.

Los perros, creo, deberían ser más importantes que los principios. Proporcionan
amor y lealtad cuando más los necesitas.
Capítulo 26

Traducido por Shiiro

Con ayuda del elemental de Tasmania, encuentro a Atticus en un salón de té en


Triabunna, pintado de amarillo con tapicería verde y jarrones con flores por todo
el porche. Los sabuesos y él están fuera, en dicho porche, aunque él está sentado
al borde del mismo con los pies descalzos sobre la tierra en lugar de usar los
asientos de mimbre. Aún le queda bastante por curar, y tiene un gesto duro. Se
ha quitado la coraza que encontró en el campo, pero la camisa que llevaba
debajo está rasgada y manchada de sangre en el costado derecho. Todavía lleva
puesta, sin embargo, la falda de tiras de cuero duro, y debe de parecer un chalado
a ojos de la gente. Me sorprende que le hayan atendido con esas pintas. Parece
cansado y abatido cuando me acerco. No sonríe, ni parece aliviado, ni me da la
bienvenida, pero los sabuesos menean la cola.

Dejo que se me resbale del hombro la bolsa de deportes que llevo.

—Hola. Te he traído ropa limpia y más cosas. Un nuevo teléfono de prepago, tu


carnet de identidad y tarjetas de crédito, dinero en efectivo australiano, todo eso.

—Gracias —responde—. ¿Te ha dicho Odín que estoy aquí?

—Sí.
—¿Te importa sacarme una camiseta de la bolsa? La dueña de la casa de té casi
llama a una ambulancia al verme.

—Claro. —Se quita la camisa empapada en sangre y se pone la que le tiendo, tan
solo ligeramente incómodo. Debe de tener unos nervios de acero.

Tengo miedo de lo que viene a continuación mientras me siento en el porche con


él, plantando los pies en la tierra.

—Bueno…

—Espera un segundo. Oberón, ¿os importa a Starbuck y a ti ir a la parte de atrás


y olisquear unos arbustos o algo? Tenemos que hablar en privado. Griten si
alguien los molesta.

Los sabuesos obedecen y trotan hacia la parte de atrás del edificio, y yo frunzo el
ceño.

—¿Sabes por qué estoy aquí?

—Sí, pero no tiene nada que ver con la adivinación, si es lo que estás pensando.
Decirle a Odín que me dejase en cualquier lugar excepto en casa fue una pista
importante. Traerme mi pasaporte y ropa ha sido otra.

Me encojo, y aprieto los dientes. No me he dado cuenta de que lo he dejado tan


claro.

—Pero adelante. Dilo.

Respiro hondo, y lo suelto.

—Bueno, quiero que sepas que ya había tomado una decisión antes de que nos
interrumpieran los nórdicos. Es decir, es evidente que estás teniendo el peor día
de tu vida, y no intento empeorarlo. Pero no va a ser menos cierto luego, y
después de oír lo que le hiciste a Freya… Dioses, Atticus, sé de dónde viene.
Quiero pegarte yo misma. No puedo creer que hayas hecho eso. Me confirma lo
que ya veía venir: creo que cada uno debería tomar su propio camino. Porque
tomaste una decisión por mí, enviándome a Taiwán de cualquier forma, y no me
importa si pensabas que era por mi propio bien. No puedo seguir en esta
situación en la que no puedo dejar de preguntarme si estás manipulándome a
escondidas. Sé que no eres el único que lo hace; obviamente, Brighid piensa que
está bien, y Flidais también. Pero no es así. Estoy harta de todo esto, y punto. No
soy el peón de nadie. —Se me seca la garganta al ver una lágrima en el rabillo
del ojo de Atticus, que desfila hacia su mandíbula. Continúo, pero más calmada,
porque antes me estaba emocionando.

—Por supuesto, estoy muy agradecida por todo lo que has hecho por mí, y te lo
debo todo. Si alguna vez me necesitas, ahí estaré. Pero esto…, nosotros…, se
acabó.

Asiente. Su voz es un susurro.

—Para empezar, lo siento, Granuaile. Me equivoqué. Y segundo, entiendo tu


decisión y no te guardo rencor. Obviamente, me toca sentarme de cara a la pared
en el rincón y pensar en lo que he hecho. ¿Puedo preguntarte qué tienes pensado
para la cabaña?

—Oh. Sí, claro. Bueno, no puedo marcharme ahora que Orlaith acaba de tener a
sus cachorros. Necesitamos tres meses para destetarlos, y luego nos iremos.
¿Puedes darme ese tiempo?

—Sin problema. Incluso más, si lo necesitas. Pero cuando estés lista para irte,
¿podrías decírmelo, por favor? Me gustaría venderla.

—Por supuesto. —Intenta facilitarme las cosas—. ¿Necesitas que te traiga algo
más?

—No, tengo la ropa y todos lo básico para manejarme con el comercio moderno.
Gracias. Si se me ocurre algo, te llamaré.

—Vale. —Me pongo de pie, un poco descolocada porque estoy a punto de


alejarme de alguien que ha sido muy importante en mi vida hasta este momento.
Pero es necesario; hay un camino abierto para mí, y quiero ver adónde me lleva
—. Adiós…, por ahora. Espero que después de todo… Bueno. Ojalá encuentres
armonía.

Responde algo parecido y yo me marcho, lista para regresar a la cabaña de


Oregón y dormir acurrucada con Orlaith. Espero que la armonía nos encuentre a
los dos, aunque tendrá que buscarnos en sitios diferentes, por ahora.
Terminaré mis estudios en Polonia mientras Orlaith sigue amamantando a sus
cachorros, y luego les encontraremos un buen hogar en alguna parte; si no es con
los aprendices de Owen, en alguna otra parte. Creo que, después, Orlaith y yo
nos marcharemos a Taiwán para ver cuánto podemos crecer y aprender. Para
empezar, me encantaría saber cómo supo el mono de la tienda de Wukong que
pronto me llegaría el momento de arrepentirme. Porque me arrepiento. Este no
es el futuro que tenía en mente hace un mes.

Quizá Atticus y yo volvamos a estar juntos, y quizá no, quedando como una
especie de colegas. Escribo esto sabiendo perfectamente que lo leerá. Sabe por
experiencia que la atracción es pura alquimia de química, circunstancias y
emociones cambiantes, y puede que se alineen y prendan otra vez en el futuro o
puede que no. Tenemos mucho por delante.

Ha estado bien recordar cómo llegamos hasta aquí. Aun así, todo lo que puedo
decir es que me ha dado una vida extraordinaria y él mismo ha vivido otra. A
pesar de ello, sigue siendo una obra en proceso, y yo también. Todos lo somos.

Pero hay algo por lo que siempre me alegraré: sé que ambos querremos a Gaia
siempre, estemos juntos o no.
Capítulo 27

Traducido por Shiiro

—¿Owen? Owen, despierta. Tienes que ver esto.

—¿Mmmmmh...? ¿El qué? ¿Ver el qué?

Greta está de pie a mi lado, y por la ventana entra la luz del sol.

—A la gente intentando averiguar qué pasó ayer. Las noticias son hilarantes.

—¿Noticias? Puaj.

—Además, tu perezoso parece echarte de menos, así que levanta.

—¡Oh, venga ya! ¡Slomo! —Eso me despeja al instante—. ¿Está bien?

—Eso parece, pero no sé qué decirte. ¿Va a quedarse por aquí?

—No estoy seguro. Oye, ¿qué te parece que los aprendices tengan cachorros de
lebrel? El de Granuaile ha tenido seis, y les gustaría dárnoslos. ¿Le parecerá bien
a la manada?

Greta se encoge.

—Eso supone un montón de número uno y número dos.


—Tenemos muchas tierras, y podemos decirles que se vayan fuera.
Entrenamiento instantáneo, al estilo druida.

Mi amor lo considera, y se encoge de hombros.

—Claro, ¿por qué no? Quiero decir, primero pregúntaselo a los padres. Si uno
dice que no, entonces es un no general. No vamos a tener a uno excluido. Pero
venga, que tienes que ver esto.

Las noticias no son lo que yo considero 'hilarante'. Terremoto en Bavaria.


Animales matando a la gente en Perú. Avistamientos extraños de demonios y
monos voladores en Taiwán. Conflictos entre extrañas figuras en casi todos los
países, con testigos que afirman haber visto dioses y otras criaturas
sobrenaturales de carne y hueso. Muchísimos daños colaterales. Y, por encima
de todo ello, incendios aún sin apagar por todo el mundo a causa de una
explosión en Suecia. Lo que a Greta le parece divertido es la cantidad de
expertos que no dejan de aparecer para decir que no saben qué está pasando y
que nada tiene sentido.

—Podríamos habernos paseado por la ciudad ayer y haber Cambiado a lobos


delante de todo el mundo —dice— y ni siquiera habríamos salido en las noticias.

—¿Hay algún incendio por aquí? —pregunto—. Si lo hay, me gustaría ayudar a


apagarlo. —Quizá sea lo mejor que puedo hacer en los próximos días, e incluso
semanas: apagar incendios, ya que es evidente que hacen un daño tremendo pero
también pueden afectar a ecosistemas pequeños de forma desproporcionada.

—Voy a poner las noticias locales. Y no te preocupes por los niños; se han ido a
dar una vuelta por la ciudad con sus padres. Queríamos dejarte dormir.

—Gracias. Voy a ver cómo está Slomo. —Me sirvo una taza de café en la
cocina, y luego uso la conexión que establecí ayer para enviar mensajes de
felicidad y saludos, y preguntar por su estado de salud; el equivalente a sonreír y
preguntar, ¿Cómo está mi perezoso favorito hoy? . Me contesta enseguida, así
que estoy sonriendo cuando salgo al exterior con una taza humeante en la mano.

<¡Hola, Oaken! Estoy un poco fría y seca y quiero comer hojas frescas. Pero tus
humanos pequeñitos son muy buenos. ¿Quieren ser Duros de Gala como tú?>
Druidas de Gaia, sí.

<¡Oh, sí! Pensé que no lo estaba diciendo bien. Las palabras son difíciles.
Imágenes y sentimientos mejor. ¿Sigues en la casa?>

Acabo de salir para estar contigo.

<Estoy en un árbol cerca, ¿y he dicho que está frío y seco?>

Sí, sí lo has dicho. Deberíamos devolverte a tu jungla y encontrarte un buen


árbol para que te cuelgues. Uno que quiera mantener una conversación larga y
entretenida.

<¡Sería muy bueno! Pero ojalá pudieras colgarte conmigo. Podríamos ver jugar a
los monos y protegernos el uno al otro de los tucanes.>

No creo que los tucanes quieran molestarte, Slomo.

<Están esperando su oportunidad. Debemos estar alerta.>

La encuentro en el lado este de la casa, colgada cabeza abajo de una rama de


enebro y sonriéndome.

¿No te queda ni una hoja, entonces?

<No, me las he comido todas.>

¿Lista para ir a casa?

<Sí. Estaré feliz y triste al mismo tiempo. En perezoso se dice dolofabolo. ¿Hay
una palabra humana?>

Oh, claro. Muchas palabras en muchos idiomas. En el mío, se dice 'agridulce'.


Venga, salta a mi espalda. Te voy a dar zumo para que te muevas deprisa.

<Ir a casa será agridulce,> dice Slomo mientras se deja caer sobre mi espalda y
me envuelve el cuello con los brazos.

Dolofabolo, amor.

<Espero que no me malinterpretes, Oaken. Me gusta mucho ver cosas nuevas, y


quiero ver más. Pero también necesito descansar y recuperarme con cosas
conocidas.>

Lo entiendo, de verdad, digo mientras troto hacia el árbol vinculado del terreno
de atrás. Hay tantas cosas que quiero ver, pero no puedes hacerlo todo el rato
sin tomarte un descanso. Necesitas un lugar tranquilo para recogerte, masticar
la vida y tener tiempo para digerirla.

<¡Sí, eso es!>

¿Querrías convertir en un hábito el hacer pequeñas excursiones como esta, ir a


algún lugar nuevo un día y luego volver a casa a contárselo a un árbol?

<¡Sí! Ahora que sé que hay un gran mundo enorme fuera de la jungla, ¡quiero
verlo todo! Pero en dosis pequeñas, por favor, y en la espalda de Oaken, como
ahora.>

¡Ja! Te gusta que te lleve a caballito, ¿eh?

<Mucho. Puedo ver cosas, y te mueves a la mitad de la velocidad de un mono.


Sigue siendo súper rápido para mí, pero no demasiado.>

Cuando Cambiamos de nuevo a la cuenca del Amazonas, la humedad se me pega


a la cara como un arenque mojado y se queda ahí.

<¡Aaah!,> grita Slomo, aliviada. <¡Eso es!> Y entonces me vomita en el


hombro. El calor y consistencia del engrudo son parecidos al ambiente
amazónico. Pero me digo a mí mismo que esta vez ha intentado vomitar con
cariño. O quizá es mi propio cariño el que estoy proyectando.

Creo que de verdad necesito que nos veamos. Este asombro por el mundo ha
vuelto a despertar el mío; es lo que los aprendices sienten cada día, y es algo que
necesito potenciar. El peligro de envejecer empieza a parecerme cómodo y
complaciente a la vez. Deberíamos buscar lo nuevo y extraño y aplaudirlo, y
celebrar fiestas salvajes cada vez que aparezca en nuestras vidas. Deberíamos
construir carreteras que entren y salgan de nuestras cabezas en lugar de erigir
muros que las aíslen. Y me han tenido que lanzar dos mil años hacia el futuro
para que lo entienda, para no tener ninguna retirada posible y poder entender el
oscuro pozo mental que me había cavado para mí mismo. He tenido la suerte de
tener a Siodhachan para tirarme una cuerda y ayudarme a salir, pero estoy seguro
de que hay miles de millones de personas en lugares oscuros como ese que ni
siquiera intentan escapar; están calentitos, y son petulantes, y están contentos
impidiendo que sus propios espíritus crezcan.

Prefiero convertirme en un cubo de moco de castor antes que permitirme volver


a hundirme en una mente cerrada. No quiero eso para mí ni para mis aprendices.
Estos nuevos Druidas van a aprender lo grande que es Gaia en realidad, que está
ahí para todos nosotros y que todos deberíamos estar ahí para ella.

Nos dirigimos al norte desde el árbol hasta que Slomo señala lo que ella
denomina 'un colgador ideal'. No sé qué es lo que lo convierte en un árbol mejor
que todos los demás, pero por eso ella es la experta y no yo. Me aseguro de que
tiene suficiente energía para escalar rápido y ponerse cómoda, y luego prometo
que la veré en unos días.

<¿Y si cambio de árbol?

¿ ...Es probable que lo hagas?

<No, en realidad no.>

Entonces seguro que te encuentro, no te preocupes.

Voy a ver mundo con ese perezoso. Y voy a amar a Greta, y voy a enseñar a mis
aprendices, y voy a aplicar la Segunda Ley de Owen allá donde pueda. Ese es mi
futuro, decidido. Quizá algún día llegue a saber quién es Jack Shite.

Siodhachan dijo que el Ragnarok bien podría ser el fin del mundo, pero estoy
bastante contento con que haya fracasado. Si acaso, parece un nuevo comienzo.
Epílogo

Traducido por Alfacris

Uno de los grandes regalos que los sabuesos parlantes le dan a los Druidas es
que no te permiten ahogarte en alcohol. Lo sé porque intenté hacerlo unos días
después. Después de que compré un paquete de doce y me bebí cuatro cervezas
en el lapso de unos minutos, Oberon se escapó con el resto del paquete en su
boca y arrojó la caja por el acantilado en el que estaba descansando en
Oakhampton Bay. Las botellas se rompieron en las rocas de abajo.

—Oberon, ¿qué demonios estabas pensando?

<¿Recuerdas al sabueso Bingo, Atticus? Estaba preocupado de que Dúghlas


bebiera tanto y tenía que salvar a su humano. Sólo estoy haciendo lo mismo
aquí. Además, estoy preocupado por tu vejiga. Es tan minúscula>, —dijo.

—Bueno, ese vidrio va a dañar a un pez o una anémona o algo así ...

<¿Vidrio? Hagamos una pausa por un momento para recordar una de las mejores
preguntas retóricas jamás formuladas, la que John McClane planteó en Duro de
matar: —¿A quién le importa una mierda el cristal?" Lo que debería preocuparte
en este momento es tu estado mental. Deberías estar haciendo algo para relajarte
además de explotar tu vejiga. Yoga o baños de burbujas o caza recreativa de
vombátidos australianos>

Starbuck captó eso y giró en pequeños círculos de emoción, gritando, <¡Sí,


vombátidos!>
—Oberon.

<¡Si sólo los persiguieras conmigo, Atticus, verías lo relajante que es! Cada vez
que me estoy acercando a un vombátido estoy pensando en lo increíblemente
relajado que me siento...

—Oberon. Yo... no quiero escucharlo.

<Bien. Entonces escucha ésto: Tú tienes aún dos trabajos>.

—No tengo ningún trabajo. Invertí en una compañía solar con Suluk Black que
me mantendrá en funcionamiento para siempre.

<Mal. Tienes dos trabajos: alimentarme y curar a los demonios de Tasmania. Lo


que significa alimentarme y servir a Gaia. Y por alimentarme, me refiero a
darme lo que quiera. Y ya que estamos viajando mucho por el campo buscando
demonios para sanar, quiero que me compres un termo y lo mantengas lleno de
salsa de salchicha caliente. Sé que la gente normalmente no piensa en la salsa
como un calmante de la sed, pero es totalmente así. La salsa es a la vez
hidratante y fortificante y, los atletas profesionales la utilizan durante los tiempos
de descanso.>

—No lo hacen.

<Lo harán pronto. Todavía no se han puesto al día con la ciencia porque es
difícil lograr la consistencia correcta para el engaño. No, me refiero a la
viscosidad correcta. Esa es la palabra. Los viscosistas están trabajando en ello
ahora mismo, y merezco un termo de salsa por decírtelo.

—¿Viscosistas? No ni siquiera es una palabra.

<Viscosilogistas, entonces>.

Mi diafragma se levanta en rápida sucesión y me doy cuenta tardíamente de que


me estoy riendo. Y una vez que mis lentos pensamientos se ponen al día y
escucho las dos palabras inventadas en mi cabeza y lo tontas que son, me río más
fuerte. Y pronto estoy fuera de control, he dejado de intentar mantenerme
erguido, y tanto Oberon como Starbuck se abalanzan para lamerme la cara y
seguir adelante. No elimina ni una pizca de mi angustia, pero me recuerda que
hay otras emociones que sentir y que puedo soportar disfrutar de una pizca de
alegría en mi dolor. Tiene razón sobre mis trabajos. Independientemente de lo
mal que me siento, necesito alimentar a mis perros y servir a Gaia. Tal vez
centrarme en ellos me lleve a un lugar mejor. Una vez que me relajé de la risa e
intenté rascarlos un poco a los dos, de a uno a la vez, los dos perros se
acurrucaron contra mí en la cima del acantilado para una siesta seria.

En Tír na nÓg tendrías tu brazo de vuelta, una voz susurra en mi cabeza.

—¿Morrigan?

La Selectora de los muertos se materializa frente a mí, sentada en un pub,


desnuda con un vaso alto de cerveza negra frente a ella. Estoy sentado enfrente,
también tengo un vaso y también me falta una pizca de ropa. Todos los demás en
el establecimiento están vestidos, pero no nos prestan atención. Será uno de esos
sueños. Ahora que se ha materializado, habla en voz alta en lugar de susurrar en
mi cabeza.

—La cerveza es genial allí también, Siodhachan. Goibhniu se asegura de eso.


Las tensiones de la vida —sus preocupaciones y molestias— se han ido.

—Bueno, sí, porque de lo que estás hablando es de mí estando muerto, ¿verdad?


Estás hablando de Tír na nÓg como una vida después de la muerte, no del plano
por el que paso mientras me muevo.

—Sí. Y ahora está todo el grupo aquí. Manannan y Fand han llegado, tres yetis,
y muchos más. Es ciertamente superior a tu situación actual.

Estiro el brazo de mi sueño para alcanzar mi pinta onírica y tomo un delicioso


trago. —Actualmente no tengo una buena cerveza o un brazo derecho, eso es
correcto, pero no estoy dispuesto a aceptar que tener esas cosas haga que la
muerte sea mejor que la vida.

—Eres tremendamente infeliz.

—Es verdad. Estoy deprimido y con el corazón roto y destrozado por los
hurones de la culpa. Pero no estoy deseando morir como alternativa.

—¿Por qué no? Has tenido una buena carrera, como dicen los mortales.

—He tenido una larga carrera, ciertamente, pero no creo que pueda calificarla
como una buena. Me escondí la mayor parte del tiempo, luché por mi vida el
resto y tomé muchas malas decisiones en el camino. Me gustaría intentar ser
bueno por un tiempo, realmente bueno para Gaia. Acumular algunos puntos de
karma.

Los ojos de Morrigan brillaron rojos por un breve segundo. —El karma no es un
concepto aplicado a las vidas irlandesas. No te juzgaré cuando rasgues el velo, ni
nadie lo hará. Tú lo sabes.

—Lo sé. Pero juzgándome, me gustaría proporcionar algo de equilibrio a mi vida


antes de renunciar a ella.

Morrigan sonrió al principio y trató de ocultarlo colocándose el vaso en los


labios, pero luego se convirtió en una sonrisa completa y una risita y ella se dio
por vencida y volvió a bajar el vaso. —¿Sabes por qué te adoro, Siodhachan?

—No, realmente. Es un misterio.

—A menudo ves el bien que haces como malo y con la misma frecuencia, tomas
decisiones terribles al servicio de lo que crees que es bueno. Estás tan
maravillosamente estropeado.

Lo mismo podría decirse de Morrigan, pero no me pareció cortes decirlo en voz


alta. —Ah, ¿y crees que puedes arreglarme?

—¿Por qué querría arreglarte? Me gustas de esta manera.

—Bueno, ¿gracias, supongo? A pesar de que aceptes mis muchos defectos, me


gustaría trabajar en algunas cosas por un tiempo. Y puedo preguntar: ¿Por qué
estamos desnudos?

Morrigan resopló y agitó una mano desdeñosa. —Creo que es mejor preguntar
por qué estas personas están vestidas. Has pasado demasiado tiempo en
compañía de mojigatos mortales.

—Esa es una pregunta justa. Probablemente tengas razón.

—Estoy en lo cierto sobre muchas cosas. Estarías más contento con nosotros en
Tír na nÓg. Conmigo.
Asentí con la cabeza para darme un tiempo para elegir mis palabras con cuidado.
—Muy probable. Pero todavía no siento merecer tal felicidad. Mantengámonos
en contacto. Tal vez a través de estos extraños sueños con los que me has
visitado un par de veces. Bebamos muchas más de estas fabulosas pintas oníricas
juntos, desnudos, frente a una congregación de extraños. En las horas de vigilia,
continuaré observando los ritos como siempre lo he hecho, pero esos son asuntos
unilaterales, no son ideales para conversar. Si deseas que tengamos una relación
más profunda que la que hemos tenido hasta ahora, permítenos tener un cortejo
adecuado. Quizás algo surja de eso.

—¿Y qué si no?

—Bien, entonces, supongo que no pasará. Todavía nos divertiremos juntos


mientras tanto. La cosa es, Morrigan que necesito algo de tiempo. Si puedes, por
favor, perdóname, ya que todavía estoy procesando un poco esto y pensándolo
en voz alta aquí, antes de que decidieras enfrentarte a Artemisa y a Diana en
combate, ¿lo pensaste por un buen rato, sí? ¿No fue un impulso del momento?

—No. O sí. Para ser clara: mi salida fue planeada. La había considerado por
siglos.

—¡Siglos! Ah. Entonces considera que sólo he comenzado a pensar en ello en


los pocos días pasados. Necesito pensarlo bien. Poner en orden mis muchos
asuntos. Y tal vez lo escriba todo. ¿Sabes cuál fue el catalizador que nos trajo
hasta este momento en este sueño? El día que entraste en mi tienda en Tempe y
me dijiste que Aenghus Óg me había encontrado.

Morrigan inclinó su cabeza, sus ojos se pusieron rojos. —¿Es ésto ... culpa?

—No, no es una pizca de culpa. Es un mero reconocimiento de causa y efecto. Si


hay alguna culpa a ser echada, ten la seguridad de que me la echaré a mí mismo.
Simplemente estoy diciendo que necesito tiempo. Habrá un tiempo, sí…
discúlpame, pero ¿estarías familiarizada con el poeta T. S. Eliot?

—No. ¿Era irlandés?

—Ay, no lo era. Británicos y estadounidenses lo reclaman. Pero nuestra


conversación me hizo recordar uno de sus poemas, donde dijo que habría
tiempo: Tiempo para ti y tiempo para mí y, tiempo todavía para cien
indecisiones y para cien observaciones y revisiones, antes de tomar una tostada
y un té. Después de todo, tuviste miles de años más que yo para reflexionar,
¿verdad?

—Tengo la esperanza, Siodhachan, que no me estés pidiendo especificar mi


edad.

—No, meramente confirmando que has vivido mucho más tiempo que yo, lo
cual es obvio.

—Sí.

—Habiéndolo dicho, espero que lo entiendas: necesito un tiempo para pensar en


ésto. Y puede ser un muy largo tiempo, del mismo modo en que tú te tomaste
mucho tiempo para tomar tu decisión.

—Lo entiendo, Siodhachan. Lo respeto y haré mi mejor esfuerzo para ser


paciente. Pero quizás estás olvidando algo: no tienes razón para temer a la
muerte. Sólo hay placer esperándote en Tír na nÓg. Eso es algo que puedo
garantizar.

—¿Puedes?

—¡Sí, por supuesto! Siodhachan ... te amo.

Quizás en otro momento, su hablar llano me hubiera afectado de manera


diferente. Pero después de detenerme en las muchas fallas manifiestas que me
habían dejado mutilado y solo, no podía entender cómo eso podría ser verdad. —
Dioses del averno, Morrigan, ¿por qué?

Se removió en su asiento y se inquietó con su vaso de cerveza. —Como uno de


los dioses del averno que acabas de invocar, permíteme tener mis razones. No
estoy ... acostumbrada a compartir tales sentimientos.

—Entiendo y retiro la pregunta.

—¿Es tu renuencia ... por culpa de Granuaile? —Levantó una mano para evitar
una pronta respuesta—. No estoy celosa de ella y nunca lo he estado. Sólo pido
información.

Suspiré. —Tal vez eso sea una parte de ello. Pero de ninguna manera es el total.
Tengo enmiendas que hacer. Disculpas deben ser dadas y debo sembrar y
cosechar muchas temporadas de paz. Algún día, espero, de todos modos,
sentiremos que la tristeza se aleja de nuestro pasado y nos justificaremos,
sabiendo que no podíamos, como seres imperfectos, haber hecho ninguna otra
elección que las que nos obsesionan en este momento. Sé, intelectualmente, que
ésto debe ser cierto. Pero mi corazón es incapaz de sentirlo ahora mismo. Con el
tiempo suficiente y la diaria práctica de la bondad, espero pasear algún día por
esa suave cañada verde donde pueda liberarme finalmente de mi propia
mezquindad. Esa va a ser una victoria como nada que haya sentido nunca, y
quiero llegar a ese lugar y vivir allí un tiempo. Y sé que dirás que podría pasar
ese tiempo en Tír na nÓg. Pero aquí puedo pasar el tiempo necesario y aún hacer
algo bueno por Gaia.

Morrigan asintió lentamente. —Yo también tengo mucho en que trabajar. Esto
me sienta bien. Así que voy a esperar. Y nosotros, como tú dices, nos
visitaremos, beberemos y nos cortejaremos.

Los extraños se disolvieron en la niebla y Morrigan se fundió en la sombra. Me


desperté de mi siesta sin un brazo o una cerveza y con el mismo miedo vacío
para el futuro. Pero me levanté y les dije a los perros que era hora de volver al
trabajo.

Me aparté del océano, con la intención de caminar tierra adentro a cierta


distancia, antes de contactar al elemental para saber dónde encontrar la próxima
guarida de demonios de Tasmania, sólo para encontrar a una mujer parada a unos
cincuenta metros de distancia, claramente esperándome.

No la reconocí de inmediato. Parecía de mediana edad, tenía una piel cobriza y


vestía un vestido azul marino, modestamente cortado, con un pañuelo blanco
para protegerse del sol. Una agradable sonrisa en su rostro me dio la bienvenida
cuando me acerqué, pero ella no iba a levantar la voz hasta que me acercara.
Uno podría decir por su porte que no era la clase de alzar la voz. Tenía las manos
entrelazadas sueltas delante de ella, y de sus dedos colgaba un sobre de marfil.

—Hola, Siodhachan, —dijo una vez que estuve lo suficientemente cerca para
escuchar a un volumen normal—. ¿Me conoces?

—No te reconozco, lo siento, —le contesté, sacudiendo la cabeza.

—Me veo diferente ahora. —Sus ojos marrones brillaban sobre una nariz
generosa, y había líneas de risa en las esquinas de sus ojos—. La última vez que
me viste fue en Arizona, y era blanca porque me manifesté desde la mente de
Katie MacDonagh. Bendije algunas flechas para ti.

Esa podía ser sólo una persona. —¿María?

Ella me sonrió. —¡Recuerdas!

—¡Por supuesto! Es maravilloso verte nuevamente. ¿Espero que no pase nada


malo?

—Oh, no, hijo, todo está bien y Katie te envía tu amor. He venido a entregarte un
mensaje de mi hijo. Una carta, de hecho.

¿Jesús me escribió una carta?

—Sí, pensé que era un poco excéntrico, porque no tenemos algo como un libro
de sellos en el cielo, ni mucho menos un servicio postal, pero a él le gusta que
sigamos presumiendo, ya sabes. Me tendió la carta y yo la tomé.

—Él tiene fama por eso. Gracias.

—Muy bienvenidas, hijo mío. Te dejaré con ella; no está esperando una
respuesta, y hay algunas personas en la ciudad que requieren mi atención. Pero
estoy tan contenta de verte a salvo. La paz sea contigo.

—Y contigo, María. —Miré el sobre, que tenía mi nombre sin una dirección—.
¡Ja! ¿Lo escribió con tinta roja?

María dio una risita. —Pensó que era divertido y dijo que tu apreciarías la
broma.

—Lo hago. Por favor dale mis mejores saludos.

—Lo haré. Por siempre. —Se volvió hacia la ciudad, con el pañuelo ondeando
suavemente en la brisa de la tarde y volví mi atención a la carta. Había un sello
de rojo lacre en la parte posterior, impreso con la silueta de una paloma en vuelo.
Abrí el sello, desdoblé una única hoja y comencé a leer.
Querido Siodhachan,

Bienvenido a una de las líneas de tiempo en la cual tu sobreviviste. Si te estás


preguntando si hay una en la cual eres feliz justo ahora, la respuesta es no. Eres
universalmente miserable y, este es el momento donde yo podría decir te lo dije,
pero nosotros somos amigos y deseo conservarte como tal. En su lugar, a pesar
de que no hiciste caso antes a mi advertencia, deseo que lo hagas ahora: Vive en
paz. No levantes una espada de nuevo y la armonía te encontrará.

Por si acaso, tu bragueta está abierta. Estaba totalmente abierta frente a mi mamá
y sí, ella las vio.

Tuyo en alegría y whisky,

Jesús.

Miré hacia abajo para comprobar y, sí, efectivamente, mi bragueta estaba abierta.
—¡Oh, diantres! Rápidamente subí el cierre y levanté mi vista hacia el cielo. —
Lo siento, —murmuré, luego agité la carta un par de veces en el aire—. Y
gracias por el consejo. Estoy listo para escuchar ahora, voy a vivir en paz. Si no
me muero de vergüenza primero.

Oberon, alerta como siempre, no perdió la oportunidad de molestarme. <Je je je


Oye, Atticus, ¿recuerdas aquella vez que le enseñaste tus bolas a la madre de
Dios? En realidad, fue ahora, pero no quería que lo olvidaras.>
El último epílogo

Traducido por Pily1

Una semana después de las visitas de Morrigan y mi mortificante faux pas[6]


frente a María, me senté bajo el bosque de eucaliptos con Oberon y Starbuck,
tomando un almuerzo moderado para recuperarme de los demonios de Tasmania.
Sin mi triskele de cicatrización tardé un poco más empezar a curarme, porque
tuve que crear las vinculaciones de forma libre, pero una vez que creé una
macro, el proceso funcionó bien con la ayuda de Tasmania. Habíamos terminado
nuestro salami y galletas y le estaba dando a Oberon un distraído masaje de
vientre.

<Sé que esto va a sonar egoísta, Atticus, pero realmente echo de menos tu otra
mano. Los masajes en el vientre no son lo mismo.>

—Lo siento, amigo.

<Tiene que haber algo que podamos hacer para solucionarlo. ¡Oye, espera!>

Mi perro se dio la vuelta y se sentó, agitando la cola, emocionado por lo que


acababa de ocurrírsele. Starbuck se puso de pie y se agachó, por si Oberon
estaba listo para jugar.

<Atticus, ¿qué hay de ese tipo que te debe favores?>

—¿Qué tipo, Oberon?

<Recuerdo que me contaste algunas historias hace dos siglos alrededor del
fuego. Fue cuando la Chica Lista estaba en su período de entrenamiento, creo.
Recuerdo que había un buen guiso una vez que se deshizo de las zanahorias.
Pero, de todos modos, nos contaste una historia sobre este dios que quería que
sacara algunas cosas de la biblioteca pero acabaste robando un libro lleno de
sexo de gato realmente ruidoso, y en otra ocasión ese mismo dios te hizo buscar
un caldero mágico de un travieso nigromante en Gales.>

—¡Oh! ¡Te refieres a Ogma!

<Sí, es a quién me refiero. Dijiste que te debería un gran favor por ambas cosas,
¿no?>

—Sí, eso es correcto.

<Bueno, es hora de pedir esos favores, ¿no crees? Quiero decir, ¿cuándo
planeabas usar esos? No está mal, ¿verdad? ¿Como un plato de queso dejado al
sol? Eso sería... eso sería muy triste. Me estoy poniendo muy triste solo de
pensarlo. ¿Por qué la gente abandona sus sándwiches de carne y queso, Atticus,
por qué? ¿No tienen estómagos o papilas gustativas o qué? ¡Ayúdame a
entender!>

Inclinó la cabeza hacia atrás para aullar tristemente y Starbuck se unió, aunque
en un registro mucho más alto.

—Oberon, por favor, hiciste un buen punto y luego te desviaste. No puedo


explicar el abuso sin importancia de sándwiches de carne y queso más de lo que
puedo explicar por qué algunas personas miran a otras personas que pescan en la
televisión. Esos son misterios inexplicables. Pero los favores de Ogma merecen
consideración. Puse mi vida en peligro ambas veces. Eso significa que son
favores bastante grandes.

<Y eso significa que merezco un bocadillo bastante grande, ¿verdad? Como una
ballena o algo.>

—Las ballenas no son aperitivos, Oberon.

<Eso fue simplemente una sugerencia basada en el tamaño del favor que acabo
de hacer. Está bien si no me das una ballena. Podrías sustituir una manada de
ganado o comprarme mi propio restaurante de pollo y gofre. Se llamaría pollo y
gofre de Oberon, porque de hecho todos los pollos y gofres serían míos.
—Bueno, veamos primero cómo funciona. Déjame pensar acerca de esto.

Llamé a Morrigan esa noche, preguntándome si estaría dispuesta a concederme


el favor. Su susurro entrecortado sonaba satisfecho al principio.

Siodhachan. No esperaba saber de ti otra vez tan pronto.

—Admito que esperaba obtener tu ayuda con un par de favores que Ogma me
debe.

No entiendo. ¿Quieres que te devuelva los favores que te debe Ogma u obligar a
Ogma a otorgarte los favores que debe?

—Ninguno. Uno de los favores requiere que encuentre a Miach, que fue
asesinado por su padre, Dian Cecht, y aprenda de él cómo realizó la hazaña por
la que aún es famoso.

Creo que veo. Me estás pidiendo un favor para que Ogma pueda hacerte un
favor.

—No estoy preguntando exactamente en el sentido contractual vinculante. Me


pregunto si harás esto por mí sin esperar que te pague más tarde.

¿Por qué habría de hacer eso?

—Porque me demostraría que puedes comportarte de maneras en las que no


estás acostumbrada. Sería una prueba de tu crecimiento personal.

Quizás demostraría eso. O tal vez estés usando mis sentimientos profesados en
mi contra para tu beneficio. Manipulándome.

—Quizás. Pero no tienes que seguir pensando que cada transacción o


intercambio tiene un ganador y un perdedor.

Solo lo pienso de esa manera porque es verdad.

—No es verdad si quieres construir una relación basada en la confianza con


alguien. Ambas personas pueden y deben ganar.

¿Es eso así? ¿Cómo ganaría en este caso?


—Estaría agradecido y pensaría en ti con cariño.

¿Estás diciendo que me amarías?

—No, eso no es lo que dije. Pero creer que harás algo por mí sin pagar en
especie, es un gran paso en ese camino. Es crucial, de hecho.

¿Y alguna vez has hecho algo así por mí?

—Te he venerado y observado tus ritos durante más de dos mil años. Te he
orado, te he honrado y una vez te llevé a un partido de béisbol solo para disfrutar
de tu compañía. Te compré una bonita gorra de béisbol y todo.

Ah, sí, lo recuerdo. La desesperación en la cueva de beisbol fue deliciosa. Muy


bien. Haz que Ogma me llame cuando esté listo y lo llevaré a la sombra de
Miach, sin esperar ningún favor a cambio.

—Eso es muy amable, y lo aprecio.

Hacer que Ogma me visitara tomó varios días de oración y llamarlo y transmitir
las solicitudes a través de los elementales. No había participado en los combates
de Ragnarok, siendo uno de los dioses que Brighid había decidido secuestrar, y
no estaba ansioso por regresar de donde quiera que estuviera. Parecía estar de
mal humor cuando llegó. Los sabuesos y yo estábamos terminando una cena
temprana en la playa del Área de Conservación de la bahía Mayfield cuando
salió del bosque de eucaliptos. La parte inferior de las nubes estaba iluminada en
naranja y magenta y magullada con púrpura más arriba a medida que se ponía el
sol. Cruzó deliberadamente sus brazos, algo que yo no podía hacer.

—Hola, Ogma. Una vez recuperé el caldero del Dagda para ti y allané la
biblioteca en Alejandría, ambos para después recibir favores.

—Soy consciente. Esto es un poco tarde.

—Los favores no tenían fechas de vencimiento. Estoy listo para reclamarlos


ahora.

—Asumí tanto. ¿Qué son?

—Primero, me gustaría que te pongas en contacto con Morrigan y que te guíe a


la sombra de Miach, quien sanó el brazo de Nuada y aprende de él cómo se hizo.

—Eso es más de un favor.

—Es solo uno: aprende de Miach cómo sanó a Nuada. Solo sugiero que
contactes con Morrigan porque lo encontrarás más rápido de esa manera y ella
ya acordó hacerlo.

—¿Y si se niega a enseñarme?

—Sigues intentando hasta que lo haga, por supuesto. Aunque notarás que
Morrigan puede ser muy persuasiva cuando lo desea.

Ogma gruñó, mirando mi muñón.

—Creo que ya sé cuál es el segundo favor.

—Sí. Cúrame como Miach sanó a Nuada. Repón carne y hueso para que pueda
estar todo de nuevo y restaurar mi unión a la tierra.

El labio del dios se curvó en un gruñido.

—Será mejor que no me pidas que complete ese enlace.

—No lo haré. —Planeé pedirle a Brighid que me restaurara las ataduras, si


tuviera la suerte de poseer un brazo otra vez. Ella había dicho que me concedería
una bendición.

—¿Por qué te molestas? Ya has hecho suficiente. Granuaile y Owen se


asegurarán de que el Druidismo perdure. Ve a Tír na nÓg y descansa.

—He perdido mucho, Ogma, pero no mi voluntad de vivir. Tampoco perdí mi


sentido de la responsabilidad. Todavía tengo mucho trabajo por hacer en nombre
de Gaia. —Y tenía una apuesta con Owen que quería ganar.

Ogma subió algo grueso de su garganta y lo escupió en la playa, una pista no


verbal de lo que pensaba de mi respuesta.

—Esto tomará algo de tiempo, si es que se puede hacer. ¿Dónde estarás?

—En algún lugar de la isla. Obviamente no cambiaré pronto. Puedes preguntarle


a Tasmania dónde estoy.

El dios hizo una mueca como si acabara de tragar un bocado de leche agria, pero
no dijo nada más. No podía simplemente matarme para hacer desaparecer el
problema, no sin consecuencias graves. Dejar caer el nombre de Morrigan lo
aseguró. Y rechazar el intento o reclamar que era imposible e igualmente
inviable… A menudo he pensado que la economía de los favorables-a-ser-
nombrados-más tarde es la economía sumergida por la cual se financia la
historia; nada importante se haría sin tales favores. Murmuró una despedida y se
fue, y no sabía si volvería a verlo la próxima semana o el próximo mes o el
próximo año, o, de hecho, nunca más. Lo mismo podría decirse, supongo, por
Granuaile. No había garantía de que algo saldría bien.

Pero al menos tenía alguna pequeña esperanza de curación y una mejor


esperanza de aprender a vivir de otra manera, sin tener que esconderme de los
Fae o los dioses de varios panteones. Y en la oscuridad del tiempo que se
extendía ante mí, vi una pequeña luz parpadeante que podía ser perdón. Quizás
serían otros perdonándome mis deudas, o perdonándome a mí mismo. Esperaba
poder llegar allí, sin importar qué, para dejar que brillara sobre mí.

Mientras tanto, había un planeta entero para alimentar y un par de sabuesos que
no habían olvidado que les prometí un jugueteo en la playa después de la cena. Y
me di cuenta de repente que ya no había ninguna razón para mantener mi acento
americano. Lo arrojé y volví a mi viejo irlandés, y fue como envolverme en una
manta favorita.

—¿Qué decís, perros míos? ¿Listos para un poco de arena y surfear antes de
establecernos para pasar la noche?

Oberon y Starbuck no esperaron, sino que de inmediato despegaron hacia la


arena húmeda en la última luz del día, con las lenguas agitándose en el aire
salado como banderines rosas. La voz mental de Oberon flotó hacia mí,
burlándose.

<¡El último al agua es un viejo Druida!>

Sonreí mientras los perseguía hacia la playa. Sí, soy un viejo Druida. Y planeo
envejecer mucho más. Tengo muchos, muchos años antes de ver mi puesta de sol
final.
Agradecimientos
The Guardians

Moderadoras

Alfacris

Brig20

Traductores

Alejandra 122

Alfacris

Azhreik

Brig20

Guangugo

Mar-el

Pamee

Pily1

Saimi-v

Shiiro
Correctora

Brig20

Epub

Azhreik
Las Crónicas del Druida de Hierro
01 Hounded.

02 Hexed.

03 Hammered.

03.5 A Test of Mettle.

04 Tricked.

04.5 Two Ravens and One Crow.

04.6 The Chapel Pelrilous

05 Trapped

06 Hunted

07 Shattered

08 Staked

09 Scourged


Esta traduccion es de fans para fans.

hecha sin fines de lucro.

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cuando salgan a la venta en tu pais.


Notas
[1] Green especialmente dedicado a la práctica del putt. Consta de varios hoyos
orientados a practicar diferentes distancias y caídas. Suele estar próximo a la
casa club.

[2] Equipo canadiense profesional de hockey sobre hielo.

[3] Rompecabezas en corso.

[4] Highway to Hel. Hel se pronuncia igual que Hell: Infierno. La autopista al
infierno es una canción famosa de AC/DC.

[5] En la mitología celta, los Fir Bolg eran un pueblo no humano que habitó
Irlanda antes de la llegada de los escotos.

[6] Faux pas: Mal paso.

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