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Cómo se mide el riesgo financiero

por Jorge Segura 4 comentarios / Únete a mi Club

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El riesgo financiero o riesgo de inversiones financieras, es la probabilidad de perder dinero. Para


medirlo nos fijamos en un concepto; la volatilidad.

La volatilidad es la rapidez con que cambian los precios y la magnitud de estos cambios. Mayor
rapidez significa mayor volatilidad, mayor magnitud de los cambios significa también mayor
volatilidad, aunque la velocidad no sea alta.

Si tienes, por ejemplo, una acción en cartera que hace un mes cotizaba a 10 euros, hace 6 meses
estaba a 9,7 euros, hace un año a 9,3 euros y hoy está a 9,8 euros, ya puedes intuir que la
volatilidad será baja porque los cambios de precio a lo largo de un año han sido pequeños. El
precio se ha movido en un rango máximo que no llega al 10% en todo un año.

Ahora supón que todo ese cambio se ha dado en un mes. Aunque los cambios en el precio han
sido los mismos, se han dado en un periodo de tiempo 12 veces menor, por lo que la velocidad de
los cambios en el precio es mucho mayor. La volatilidad es mayor.

También puede darse el caso de que, moviéndose poco el precio, de vez en cuando pase de 10
euros a 13 euros y a los 6 meses estar en 7 euros. El precio se mueve en un rango de precios que
varía un 30%, una variación muy alta y por lo tanto una volatilidad mayor.

De forma intuitiva apreciamos el riesgo en esta última.

Para calcular este riesgo la estadística utiliza un parámetro muy sencillo de medir y calcular; la
desviación típica o desviación estándar.

La desviación típica es la raíz cuadrada e la varianza. La varianza es la suma de diferencias de cada


precio respecto a su media histórica.

Si no utilizase el cuadrado, la suma sería cero. Pero al elevar al cuadrado cada diferencia, tenemos
en positivo todas las diferencias (tanto las positivas como las negativas).

Un ejemplo muy sencillo.

Acción “XYZ” a 10 euros del ejemplo anterior


La media del precio es de 11,86 euros. Fácil de calcular, sumas los 12 precios y lo divides entre 12.
En Excel utilizando la función «Promedio».

Para ver la volatilidad calculamos la varianza, que es la diferencia de cada precio respecto a su
media al cuadrado.

La suma de las 12 diferencias es cero. Por eso se eleva al cuadrado cada diferencia, para hacer
positivas todas las diferencias.
La varianza es la suma de los cuadrados (entre el número de resultados). La varianza son 8,37/12
= 0,69

Ahora simplemente se calcula su raíz cuadrada, para volver a la dimensión del precio. La raíz de
0,69 es 0,84.

La desviación típica o estándar de esta serie de 12 meses es de 0,84 euros.

La desviación estándar es el promedio de variaciones del precio. Se define como una medida de
«dispersión», cuanto más dispersa más variación y por lo tanto más riesgo y a la inversa.

Este dato por sí solo no nos dice mucho. Para ello la estadística utiliza otra herramienta de análisis;
la función de probabilidad.

# Distribución normal o Gaussiana

Una distribución de probabilidad nos indica en qué rango de precios podemos esperar que se
mueva el precio de un activo con una probabilidad esperada.

Para hacer esto en finanzas se utiliza la conocida distribución normal o gaussiana.


Distribución normal de los precios de la acción «XYZ»

Así se puede saber en dónde se moverá el precio respecto a su precio medio con una probabilidad
del 68%, del 95% y del 99,7%.

Para ello solo se utilizan dos datos: la media de los precios y su desviación típica.

Así tenemos que:

El precio tiene una probabilidad del 68% de estar a una desviación de su media. En nuestro
ejemplo a estar entre 11,02 euros (11,86-0,84) y 12,69 euros (11,86+0,84).

El precio tiene una probabilidad del 95% de estar a dos desviaciones de su media. En nuestro
ejemplo a estar entre 10,19 euros (11,86-2*0,84) y 13,53 euros (11,86+2*0,84).

El precio tiene una probabilidad del 99,7% de estar a tres desviaciones de su media. En nuestro
ejemplo a estar entre 9,35 euros (11,86-3*0,84) y 14,37 euros (11,86+3*0,84).

Para los cálculos se suele utilizar el 95% de probabilidades, la segunda opción. Y se sobreentiende
que el 5% no contemplado es despreciable o marginal.

El precio se mueve con «variaciones» que están dentro de ese área, con esa frecuencia.

# Las cosas no son tan sencillas

Desde una perspectiva puramente conceptual, de lógica, los resultados que arroja la estadística
convencional no tienen una causalidad en una gran parte de las ocasiones.
El modelo descrito, que es sobre el que se basa toda la ingeniería financiera, todos los modelos
que se explican en las escuelas de negocio de todo el mundo y todos los productos y modelos
financieros, tiene dos problemas que nacen en sus dos hipótesis de partida:

1) Los precios son independientes

2) Se distribuyen con normalidad (distribución normal)

Los precios no son independientes, así de sencillo. La realidad el último siglo nos dice que lo que
ocurrió ayer influye en lo que ocurre hoy y en lo que ocurrirá mañana. No existirían tendencias, ni
medias, ni expectativas sobre precios que van aumentando o disminuyendo, ni análisis posible.
Sería puro caos. La historia nos muestra las tendencias de forma clara, y cómo tomamos
decisiones en base a los patrones que se van formando a lo largo del tiempo.

La segunda hipótesis es que se distribuyen de forma normal, la distribución normal que hemos
visto. El problema es que la historia nos demuestra que los cambios en los precios no se
distribuyen de esta manera, son mucho más bruscos. De hecho la distribución de las cotizaciones
en los mercados financieros se apartan bastante del modelo oficial.

En realidad hay mucho más riesgo.

# Esto implica problemas en todo el edificio

Los tres pilares sobre los que descansa todo el edificio financiero moderno están sustentados en
estas premisas, originarias del matemático francés Louis Bachelier a principios del siglo XX y
popularizadas entre la profesión económica por Paul Samuelson (para varíar).

Los tres grandes pilares sobre las que descansan el estudio de los mercados financieros, la gestión
del riesgo, valoración y gestión de carteras son:

1) Teoría de carteras eficientes de Markowitz

2) Modelo de valoración CAPM de Sharpe

3) Modelo de valoración del riesgo Scholes-Merton

Todo lo que se da en las escuelas de negocio, consultoras financieras, gestoras etc, está basado en
esto. Hasta los famosos gestores automáticos –“roboadvisors”– que están dándose a conocer
ahora también.

La valoración del riesgo de tus productos contratados, también se basan en esto.

El problema es que hay muchísimo más riesgo. La distribución de precios normal suaviza los
resultados, estos no se mueven de la manera suave del modelo, sino que se concentra una gran
parte en pequeñas variaciones y unas pocas gigantescas destructoras, con mucha mayor
frecuencia de las que predice el modelo estándar.

Y como los precios no son independientes, las pérdidas y ganancias vienen en rachas, donde
quiebran y se hunden los inversores.
Pero esto ya es tema para otro post o incluso un libro.

# Medir el riesgo de esta manera tiene un punto positivo

Si una medida es limitada pero se utiliza es porque ofrece cierta eficiencia en algún sentido. En el
caso de las medidas de riesgo convencionales esto también sucede, nos aportan una información
valiosa en una fracción de segundo. Esto no quiere decir que sean exactas, sino que son valiosas.

Por ejemplo nos permiten comprar el riesgo o la rentabilidad-riesgo de un activo financiero en


relación a otros, ya que todos están medidos en base a los mismos parámetros e hipótesis.

Yo mismo las utilizo, todos las utilizamos. En este sentido es muy útil. Por ejemplo cuando decimos
que determinado activo financiero tiene una volatilidad del 30% (medida por su desviación típica)
sabemos que es un activo con mucho riesgo, porque sabemos que los índices de referencia tienen
aproximadamente un histórico de la mitad.

Esto no quiere decir que la volatilidad real sea del 30%, porque en realidad es mayor, sino que
sabemos en un vistazo rápido que ese activo es “demasiado arriesgado”. Esta información es muy
valiosa.

Uno de los parámetros que más utilizamos es el Ratio de Sharpe, que nos dice qué rentabilidad
tienen un activo en relación a su riesgo. Este dato todavía es más completo porque nos da dos
variables en lugar de una y además podemos compararlo mejor.

Espero que este artículo te haya dejado claro cómo se mide del riesgo financiero y su importancia.
Quizá el tema más importante a la hora de invertir y concebirlo como un todo. Solo le darás la
importancia que requiere después de haber invertido largo tiempo y darle vueltas a tus resultados
en el tiempo.

Entiende cómo se calcula el riesgo, porque compromete a toda tu cartera de inversión. Que la
medida infravalore el riesgo es «para nota» así que aquí solo quédate con la idea

https://estrategafinanciero.com/como-se-mide-riesgo-financiero/
Cuatro sencillas maneras de reducir el
riesgo de tu cartera de inversión
por Jorge Segura Deja un comentario / Únete a mi Club

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total). Parcialmente completado.

La dimensión con la que medimos el riesgo de un activo de inversión y,


por extensión, de una cartera de inversión (que es el conjunto de activos
financieros en los que inviertes) es la volatilidad.

Como hemos visto en otras ocasiones, la volatilidad no puede recoger


todo el riesgo, pero si una parte significativa y además es la medida
estándar que nos permite saber cómo de arriesgado es un activo por
comparación con la media de mercado o con otros activos.

Una inversión bien diversificada en acciones suele tener en torno al 20%


de volatilidad y la renta fija (fundamentalmente renta fija soberana) en
torno al 5%. A partir de ahí podemos comparar.

Los que comenzamos a invertir antes de la última gran crisis, tenemos


el ancla psicológica de esta, y siempre está muy presente en nuestra
mente las grandes caídas (drawdowns) y su prolongación en el tiempo.
Es lo que destroza la psicología personal desde el punto de vista
financiero y lo que te hace abandonar.

Son experiencias necesarias para estar vacunado contra lo que pueda


pasar y sobre todo te vacunan contra el autoengaño de las proyecciones
a futuro. Las grandes crisis marcan a generaciones y establecen pautas
de sensatez y precaución que son absolutamente necesarias para el
funcionamiento de un sistema de inversión personal que dure toda una
vida.

Esto tiene el problema de que nos sesgamos hacia los riesgos que
puedan ocurrir y construir carteras de inversión que pierden rentabilidad
durante años. Cierto. Pero de esta manera nunca abandonas, o las
posibilidades de hacerlo se reducen.

Una persona con un sistema de rendimientos mediocres pero


relativamente estable no abandona, una que establece un sistema de
rendimiento muy altos pero sin tener en cuenta los peores escenarios, si
lo hace y en el por momento.

El desafío es combinarlos.

Para ello vamos a ver cuatro sencillas maneras de reducir el riesgo de


nuestra cartera de inversión, cuyo objetivo es no abandonar y seguir
invirtiendo, que nuestro patrimonio financiero personal siga creciendo
poco a poco, para que responda por nosotros en el último tercio de
nuestras vidas, que cada vez van a ser más prolongadas.

# No te compliques la vida
Hazlo lo más sencillo posible. Cuanta más complejidad, más riesgo
escondido o difícil de controlar. Puedes establecer nuevas reglas, pero
que sean sencillas.

Existen estrategias complejas de coberturas ante grandes caídas, que


utilizan grandes fondos u operadores profesionales, como utilización de
opciones, futuros etc.

No lo necesitas y además no está a tu alcance.

La manera más sencilla de reducir el riesgo de tu cartera ante una


posible caída pronunciado y/o prolongada es reducir el porcentaje que
tienes en renta variable (acciones) e invertir en renta fija que tenga poco
riesgo.

La bolsa europea (MSCI Europe) cayó un 60% entre noviembre de


2007 y marzo de 2009. Hablamos de que, si estuvieras invertido en toda
Europa, con un fondo de bajo coste (indexado) y bien diversificado, aun
así, hubieras palmando un 60%.
Una sencilla regla de 50/50 con la mitad en el MSCI Europe y la otra
mitad en bonos de alta calidad hubiera hecho que en ese periodo la
caída máxima hubiera sido del 33% (en caso de invertir en bonos a nivel
global, un 5% menor en caso de bonos alemanes o de la reserva
americana).

La contraparte es que, en el muy largo plazo (más de 15 años) hubieras


perdido rentabilidad. Este es el coste de la seguridad. Todo tiene un
coste. Hay que saber qué coste queremos asumir y qué coste podemos
asumir.
[No obstante la última década es excepcional en este sentido, porque los
fondos de renta fija han tenido una rentabilidad brutal y la afirmación de
la frase anterior no es del tódo válida, pero ampliando el horizonte
termporal, por pura lógica, perderemos rentabilidad. Ningún problema.]

Estos son los periodos de grandes caídas de los últimos 30 años, la


máxima caída es sobre el mercado europeo de acciones (que no fue
peor que el americano)

Desde un punto de vista teórico y/o profesional es mejor lo segundo, pero


tu no eres profesional (y no eres un robot), así que es más sensato el
primero.

# Invierte en otros activos «descorrelacionados»


Cuando decimos «descorrelacionados» nos referimos a que
hacen cosas diferentes (rentabilidades), no a que tengan nombres
diferentes. Es decir, hay activos diferentes pero que en realidad no
están descorrelacionados. Esto es un hecho cada vez más común a
muchos tipos de activos cotizados por culpa de las políticas monetarias
de los bancos centrales (y la propia globalización tecnológica y
financiera) que están haciendo que esté todo cada vez más
correlacionado.
¿El mercado inmobiliario está descorrelacionado con las acciones?, ¿los
mercados emergentes están descorrelacionados con los mercados más
desarrollados? No demasiado.

Obviamente aquí se pueden matizar muchas cosas, pero si hablamos de


reducir de manera sencilla una cartera sencilla de una persona no
experta, vamos a simplificar todo un poco.

Siempre he insistido en la inversión en activos alternativos (o


inversiones alternativas), real assets de verdad. Activos que están
fuera de los mercados secundarios, que por el hecho de no cotizar ya
descorrelacionan; recursos naturales, intelectuales, necesidades
financieras en otros paises, nuevas tecnologías, materias primas
concretas, intanginbles… se pueden construir carteras de inversión
fantásticas, comprendiendo y viviendo su evolución;por ejemplo la
energía solar y su relación con la ecología, las nuevas industrias como
los videojuegos y su relación con el cambio en conductas de ocio de las
nuevas generaciones, la madera y el crecimiento y ecosistema de los
bosques, financiar a marketers de países emergentes y comprender
cómo funcionan los negocios online y un largo etcétera. Es bonito, de
verdad.

La volatilidad del inmobiliario es superior (aunque su rentabilidad


también) y en el caso de emergentes pasa lo mismo. Si los incluimos es
porque queremos tener una mejor rentabilidad en el largo plazo, pero si
de lo que hablamos es de reducir el riesgo, no la reducen sino que la
aumentan.
# Amplía el horizonte temporal
Hay un hecho básico que muchas veces no se entiende; el dinero que
inviertas en una cartera de inversión es dinero que no necesitas (salvo un
hecho muy excepcional). Si lo necesitas, no lo inviertas.

El horizonte temporal es el tiempo para el que programas tu inversión; si


este lo ampliamos, la volatilidad se reduce, porque los grandes
movimientos, las grandes caídas, en un cómputo temporal mayor se
diluyen.

Una inversión diaria sería lo más aleatorio, arriesgado y caótico que


existe. Si lo ampliamos a 1 año se reduce drásticamente, si además lo
ampliamos a 10 años todo cambia completamente.

Es más, si la cartera que haces no es al menos para 10 años, con una


perspectiva vital, es mejor no hacerla.

Con el tiempo dejas de mirarla y dejas que funcione.

# Aumenta tu posición en liquidez

La liquidez como posición estratégica de una cartera de inversión es


una de las cosas que menos se entiende.

Aquí entraríamos en algo un poquito más activo, pero hipersencillo.

Vayamos al primer punto y en lugar de tener el 50% en bonos, tienes el


50% en liquidez, por ejemplo, en depósitos bancarios.

Si piensas que vienen tiempos complicados, vete haciendo liquidez y


deja el resto de la cartera que trabaje. perderás rentabilidad, pero
reducirás drásticamente el riesgo de la cartera. Veamos:
En rojo las caídas invertido 100% en el mercado Europeo, en azul solo la
mitad y la otra mitad en liquidez.

Básicamente es la mitad de riesgo (y la mitad de rentabilidad). No es


muy dificil de entender. El peor momento de los 30 años es la caída del
periodo 2007-2009 del 32% desde máximos. Todo esto sin rebalanceos
ni nada, en el caso de rebalancear mejora claro.

Obviamente no es la mejor cartera, ni mucho menos, pero es


una manera muy sencilla de reducir a la mitad el riesgo de cartera y
estar tranquilo. En concretro esta cartera 50/50 con la mitad en liquidez,
hubiera tenido una rentabilidad anual media en los últimos 30 años de
6,39% nominal, que equivale a un 3,8% real, es decir, cubriría la inflación
mas casi un 4%, que en muchos casos es un ideal en el larguísimo
plazo.

Si luego, además, tienes el conocimiento y valor de comprar cuando los


mercados han caído mucho, la rentabilidad/riesgo se dispara. Pero como
no queremos jugar con ese escenario «más avanzado», dejémoslo así.
Mejorar los resultados en cuanto a rentabilidad es sencillo.
Como puedes apreciar, son cuatro formas hipersencillas de mejorar
drásticamente el riesgo de una cartera. Luego esto se puede mejorar,
pero estas vías son muy eficaces.

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