Está en la página 1de 3

Belice historia

Los primeros habitantes de Belice fueron los Mayas, cuya presencia sobre el territorio desde la
primera mitad del primer milenio es testimoniada por los vestigios arqueológicos. Belice hacía
parte de un imperio que se extendía a otros territorios de América Central, en particular los de
Guatemala, Honduras y México actuales.

Los colonos españoles, decepcionados por la ausencia de minerales en Belice, rápidamente


descuidaron la región; fueron los británicos quienes se establecieron, en el siglo XVII, y
fundaron explotaciones forestales. En la misma época, los piratas ingleses y franceses pillaban
los navíos encallados en los numerosos arrecifes coralinos situados a lo largo del litoral.

La explotación de los ricos recursos forestales del país, con ayuda de una mano de obra
esclava, permitió a los Baymen (apodo de los británicos) librarse al comercio lucrativo de la
caoba. España, seguida por Guatemala, reivindicaron Belice sin haberse establecido jamás en
el territorio.

En la batalla decisiva del Cay Saint George en 1798, los Baymen y sus esclavos resistieron a los
invasores españoles, pero debieron, para proteger su territorio enclavado en la zona de
influencia de España, acudir a la Corona, la que, en 1862, erigió Belice como colonia, bajo el
nombre de Honduras-Británica, nombre que guardó hasta 1973.

Belice accedió a la independencia, en el cuadro del Commonwealth, en septiembre de 1981, a


continuación de un acuerdo entre Gran Bretaña y Guatemala, la cual renunciaba a sus
pretensiones sobre el país. Tropas británicas permanecieron en el lugar para asegurar el
respeto de las fronteras del país, pero la normalización de las relaciones con Guatemala les
permitió comenzar la retirada en 1994.

Nombre

Una teoría sostiene que el país toma el nombre del río Belice que se encuentra en ese
territorio y que derivaría de la palabra maya Balis, que significa "fangoso" o "regado"

Otra versión argumenta que Belice es una mala pronunciación del español del nombre Peter
Wallace, un aventurero escocés que se habría establecido en estas tierras, según explica el
Diccionario Oxford de Topónimos del Mundo.
Antonio José de Sucre fue un político y militar venezolano que combatió en la Guerra de
Independencia al servicio del Ejercito Libertador, nacido el 3 de febrero de 1795, en la ciudad
de Cumaná. Su nombre completo era Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá, hijo del militar
Vicente de Sucre y Urbaneja, y de María Manuela Alcalá.

Primeros años
La madre de Antonio José murió en 1802, y al año siguiente Vicente de Sucre contrajo nuevas
nupcias. Sucre se incorporó desde joven a la carrera militar, de modo que para la época de la
crisis que la Corona Española sufrió en 1808, ya estaba en la escuela militar. Luego de la
declaración de independencia en Caracas, en 1811, decide participar en el movimiento
independentista venezolano.

La familia de Sucre sufrió bastante durante el proceso independentista; de hecho, Antonio


perdió tres hermanos a manos de los realistas. Siendo muy joven asume labores de
responsabilidad cada vez mayor. Era una década difícil, y los conflictos internos entre los
generales patriotas puso a Sucre en la posición de decidir qué mando seguir. El joven oficial
considera que debe seguirse un mando unitario, llegando a trabajar en 1817 en Angostura,
siguiendo las directrices de Simón Bolívar.

Acontecimientos destacados
Sucre asciende a General de Brigada, y cumple un excelente papel, no sólo en lo militar, sino
también en lo diplomático. Redactó, por ejemplo, el Armisticio de Santa Ana, documento que
buscaba suavizar las hostilidades entre realistas y patriotas, y que fue firmado en 1820 por
Pablo Morillo y Simón Bolívar. Lo más destacable del tratado tiene que ver con el trato
humanitario que establecía para los prisioneros.

Sucre rápidamente se mostró como uno de los militares de formación más sólida y carácter
más noble, a pesar de las vicisitudes que su familia vivió a manos de los realistas. Trabó una
gran amistad con Bolívar, que lo tenía en la más alta estima. Defensor del proyecto de la
creación de la Gran Colombia, se convirtió en el líder de los campos de batalla para el Ejército
Libertador.

Tuvo una exitosa campaña para la liberación de Ecuador, decidida en la Batalla de Pichincha,
en 1822. La campaña en Perú fue más compleja: aunque José de San Martín ya había
declarado el territorio como independiente, lo cierto es que aún subsistía allí un reducto del
virreinato. Dos batallas fueron decisivas para la independencia del Perú: la Batalla de Junín,
que tuvo lugar en agosto de 1824, y la Batalla de Ayacucho, en diciembre del mismo año. Por
esta victoria se le concedió a Sucre el grado de Gran Mariscal, siendo por eso que se le
reconoce históricamente como Gran Mariscal de Ayacucho.
Últimos años
Sucre llegó al Alto Perú con la idea de ser garante del proceso de independencia que se estaba
dando allí, ya que en la práctica los españoles ya no tenían injerencia en hispanoamérica. El
verdadero conflicto radicaba en que los habitantes del territorio no habían decidido si
formaban una nación uniéndose a Perú, o uniéndose al Río de la Plata. Finalmente, se decidió
formar una nueva nación que se llamaría Bolivia, en homenaje al Libertador. La independencia
de Bolivia se consolidó en 1825, y aunque le fue ofrecida a Bolívar la presidencia, éste declinó
la oferta, que recayó en Sucre. Aunque el Gran Mariscal trabajó duro para darle al país un
marco legal sólido, pronto las intrigas constantes en el país derivarían en un atentado contra
su persona, lo que provocó la renuncia de Sucre.

Posteriormente se casó con Mariana Carcelén, una joven de la nobleza mantuana de Quito.
Sucre decidió radicarse en Ecuador, manteniéndose entre este país y Colombia. Debido al
prestigio que tenía, era más que probable que optase por la Presidencia de Quito. Se cree que
por este motivo se urdió una conspiración que terminaría en el asesinato del Mariscal, el 4 de
junio de 1830. En vida, Sucre había manifestado el deseo de ser sepultado en Quito, por lo que
sus restos reposaron en el Convento del Carmen Bajo, y en el siglo XX fueron trasladados a la
Catedral Metropolitana de Quito.

También podría gustarte