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Iván Camacho Anguiano

01/03/2020

Del delirio al hastío


Por IVÁN CAMACHO ANGUIANO

La vida se crea en el delirio


y se deshace en el hastío.
EMIL M. CIORAN

En la actualidad, nos ha sido dada la oportunidad de ser testigos, o integrantes, de las


llamadas comunidades virtuales. Que no son otra cosa (aparentemente) que un grupo de
personas con algún interés en común, las cuales se “reúnen” en algún sitio de la Red (página,
lista de correo, etc.) para compartir experiencias, gustos, aficiones, sueños, angustias, ocio,
recuerdos o cualquier otra cosa. Dichas comunidades tienen una forma particular de funcionar,
lo cual les otorga a sus miembros una muy peculiar manera de relacionarse. Esta nueva forma
de interactuar en sociedad, bien podría prefigurar lo que la sociedad en su conjunto será en un
futuro cercano. Este funcionamiento puede entenderse, en buena medida, si lo comparamos con
lo que Umberto Eco denomina un sistema “neoconexionista” o “de redes neuronales”. Se trata
de un sistema paralelo, en el que se confía a todas las células de una red la decisión de encajarse
en una configuración final según una distribución de pesos que el operador no puede decidir o
prever por adelantado, porque la red encuentra reglas que no ha recibido previamente, se
automodifica para encontrar la solución, y no conoce la distinción entre reglas y datos.

Umberto Eco dice que se puede controlar un sistema de este tipo controlando la
respuesta dada con la respuesta esperada, y reajustando los pesos a través de experimentos
sucesivos. Pero esto requiere:
1) Que el operador tenga tiempo. Generalmente, el operador (creador o administrador) de
este tipo de comunidades se ha autodeterminado como una célula más, tras haber
planteado los lineamientos básicos del funcionamiento de la red, entre los que se
incluyen, precisamente, la ausencia de un operador único.
2) Que no haya dos operadores en competencia que redistribuyan los pesos de una manera
mutuamente contradictoria. En este sentido, los integrantes más veteranos se convierten
por lo regular en una especie de co-operadores, cada cual asignando (y asignándose)
pesos en virtud de sus propias expectativas dentro de la comunidad virtual, y tomando
decisiones acerca de la información misma y del manejo que de ella debe hacerse por
cada una de los células.
3) Y, por último: Que toda célula de la red “razone” como célula y no como operador; es
decir, que no tome decisiones que deriven de haber hecho inferencias sobre la conducta
de los operadores y, sobre todo, que no tenga intereses ajenos a la lógica de la red

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Iván Camacho Anguiano
01/03/2020

misma. Aquí nos encontramos, además de con el planteamiento que ya tratábamos en el


punto anterior, con una cuestión toral: ¿cuál es la lógica (sentido) de cada comunidad
electrónica en sí, y cuáles los intereses que persigue?

Este tipo de comunidades ha tenido gran éxito, en parte, debido a que dentro de ellas se
hace poco uso de la censura. Sin embargo, en buena medida por el temor a la censura
(¿negamos acaso toda forma de censura para evitar así que nos censuren a nosotros mismos?),
se llegan a permitir todo tipo de datos y de células en la red. No basta con esgrimir el “prohibido
prohibir” como argumento, es necesario que se plantee un sentido, el cual no tiene por qué ser
rígido, limitante o excluyente; sin embargo, sí debe ser totalmente claro, para que las células
sean capaces de tomar las decisiones adecuadas, las que fortalezcan los intereses de cada
comunidad. Eso incluye el manejo, distribución y selección de la información (mensajes) que
fluyen por la red. Si, como decía Alfonso Reyes, se insiste en la censura de lo que se ama
porque se quiere encontrar lo perfecto, no debemos temer acotar los límites dentro de los cuales
estará permitido jugar.

Este tipo de comunidades electrónicas o virtuales podrían estar marcando el rumbo de una
nueva forma de relacionarnos. Una nueva comunidad en la que la importancia de cada miembro
no esté decidida de antemano, sino que se vaya conformando con los méritos propios del
individuo, pero siempre en relación a un conjunto de directrices rectoras que, a su vez, están
planteadas por la comunidad en su conjunto. Quizás estemos ante una alternativa a la tan traída
y llevada democracia. Habrá que poner más atención a estas comunidades y ejercitarnos en el
debate entre iguales, la autonomía intelectual, el respeto, la tolerancia y la creatividad que estos
grupos practican y demandan de sus miembros.

Opiniones y comentarios: mithrandir_71@hotmail.com

Publicado en
EL HERALDO DE CHIHUAHUA
Sábado 14 de diciembre de 2002
Año LXXV N° 26883

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