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Título original en inglés: The Printed Prophets

Director editorial: Ricardo Bentancur


Redacción: Alfredo Campechano
Diseño de la portada: Gerald Monks

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Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996. Utilizado con permiso.
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ISBN 978-0-8163-9197-4 (print; September 2016)


ISBN 978-0-8163-6059-8 (ebook; Version 1.0)

Printed in the United States of America


DEDICATORIA
A mi querida esposa, Martitha,
y a mis hijos:
Lemuel Roberto, Esther Daniela y Martha Alejandra.
Y en memoria de
Ord O. Kyte, visionario, hombre de Dios,
sin cuya dedicación generosa no sería yo un ministro del evangelio.
AGRADECIMIENTOS

i principal reconocimiento y mi agradecimiento por la publicación


M de este libro es a Dios. Elena G. de White escribió: “Muchas veces
nuestros planes fracasan para que los de Dios respecto a nosotros tengan
éxito”.1 En la publicación de este libro puedo decir que eso ha ocurrido:
con amor y paciencia la mano del Señor ha guiado su desarrollo de
principio a fin.
También agradezco al pastor José Luis Campos quien, desde hace
dieciséis años, cuando servía como director del Ministerio de
Publicaciones de la Asociación General, me motivó a proseguir en la
preparación del libro, y posteriormente escribió el prólogo. Mil gracias por
ello.
Ofrezco también mi gratitud al pastor Noé Alpírez Galindo, quien fuera
director del Ministerio de Publicaciones de la Unión Mexicana del Norte,
por sus oraciones en favor de este proyecto. Su sueño de concienciar a la
iglesia sobre la importancia de este ministerio sagrado es algo que
comparto.
Quiero agradecer de manera especial al pastor Esteban Griguol, director
del Ministerio de Publicaciones de la Unión Española, por su aliento
entusiasta en favor de este proyecto. En términos de la venta cristiana,
puedo decir que el pastor Griguol se encargó de hacer el “cierre” magistral
para concretar la publicación de este libro.
Además, agradezco a mis padres por sus palabras de ánimo, por su
interés en el mensaje de este libro, y por sus oraciones que sostuvieron mis
brazos y mis manos para seguir escribiendo. Dios bendiga a todos.

1. Elena G. de White, Maranata, p. 331.


CONTENTS

Prólogo

Introducción

Capítulo 1: Profetas de la crisis venidera


Capítulo 2: Profetas silenciosos en el ojo de la tormenta

Capítulo 3: Profetas del sellamiento final

Capítulo 4: Profetas que claman en el desierto

Capítulo 5: Profetas que arden y no se consumen

Capítulo 6: Profetas que salvan a multitudes

Capítulo 7: Profetas que claman a tu alrededor


PRÓLOGO

scrito por un hombre apasionado por la evangelización ordenada por


E Dios mediante la página impresa, y confirmada en tiempos recientes
por los escritos del espíritu de profecía, Profetas de la crisis venidera
muestra que los libros impresos por nuestras casas publicadoras están
preparando al pueblo para el “sellamiento”. Lemuel Olán Jiménez busca
despertar a cada laico o ministro adventista para cumplir y promover la
misión evangelizadora.
Profetas de la crisis venidera merece una seria consideración. Sus siete
capítulos nos guían a un entendimiento espiritual de las verdades bíblicas
que destacan la importancia de la literatura adventista en nuestro tiempo y
su creciente relevancia en los días futuros.
Aunque la tecnología y los medios masivos de comunicación parecieran
ensombrecer la literatura impresa, este libro resalta la importancia de este
método en la tarea de preparar a la humanidad para su última gran crisis,
una crisis que desafiará la efectividad de otras formas de evangelización.
El autor afirma que mientras distribuyen la literatura adventista,
nuestros miembros de iglesia realizan una misión profética. Asegura que
ante los vertiginosos eventos de los últimos días que se avecinan, la
literatura adventista del séptimo día cosechará abundante fruto para el
reino de Dios. Los libros y revistas que contienen verdades
transformadoras aguardan el día en que muchos hijos de Dios, deseosos de
aprender la verdad, encontrarán en ellos la semilla que en su alma ha de
germinar para vida eterna.
Quiera Dios que Profetas de la crisis venidera llegue a cada miembro de
iglesia: laico, ministro o administrador, y que cada uno permita que este
mensaje le ayude a redefinir su participación en uno de los esfuerzos más
grandes que Dios espera que su pueblo realice en este tiempo.

—Pastor José Luis Campos


Ex director del Departamento de Publicaciones
Asociación General 2000-2005
INTRODUCCIÓN

ivimos en tiempos solemnes que inspiran asombro. La venida de


V Cristo está a las puertas y las señales de su regreso son cada vez más
notables. Estamos en vísperas de acontecimientos que van a estremecer al
mundo en el futuro cercano. Pero una cosa es cierta: el Señor vendrá solo
cuando el evangelio haya sido predicado en todo el mundo (ver Mateo
24:14). Por tanto, debemos recapacitar en la seriedad de la misión que el
Señor nos ha encomendado. Tenemos una verdad especial que todavía
debemos comunicar al mundo en este tiempo.
Mark Finley nos recuerda que además de los esfuerzos por un
reavivamiento espiritual, debe haber una reforma en nuestro compromiso
de salvar a los perdidos. “¿Por qué habría Dios de derramar su Espíritu con
el poder de la lluvia tardía para terminar su obra si la mayoría en la iglesia
tiene muy poco o ningún interés en testificar? Si la lluvia tardía tiene el
propósito de capacitarnos para que alcancemos al mundo con el mensaje
en el tiempo del fin, ¿por qué Dios habría de dárnosla si somos tibios e
indiferentes en cuanto a alcanzar a los perdidos? La plenitud del poder del
Espíritu será derramada sobre una iglesia que ora, que está totalmente
comprometida, unida y que testifica”.1
Pero, ¿es posible dar a conocer nuestro mensaje a todo el mundo?
Una de las noticias más impactantes que he escuchado es que se puede
terminar de evangelizar al mundo usando libros publicados en diez de los
principales idiomas del mundo.2 Me costó trabajo creerlo porque, según un
informe,3 los 788 grandes planes que se han ideado por el mundo cristiano
para evangelizar a la totalidad del mundo desde el tiempo de los apóstoles
hasta nuestros días no han logrado su propósito todavía de alcanzar ese
objetivo (aunque hay que admitirlo, los asombrosos avances en la
tecnología de las comunicaciones lo han facilitado grandemente).
Por supuesto, decir que se puede terminar de predicar el evangelio por
medio de la literatura es solo una forma de llamar la atención al impacto
que puede tener si se utiliza a gran escala, pues también se reconoce que es
necesario usar otros medios para comunicar el mensaje, porque hay por lo
menos 793 millones de adultos analfabetas en el mundo.4 La tarea no es
tan sencilla, después de todo.
Sin embargo, algunos cristianos parecen encaminarse a darle mayor
importancia a la literatura. En su afán de alcanzar al mundo, un líder de las
Asambleas de Dios ha llegado a decir: “Los materiales evangélicos
impresos, ungidos por el Espíritu Santo, son siempre eficaces y
constituyen el único modo en el que podremos cumplir la orden que nos
dio Cristo de llegar a todos los rincones del mundo, a todas las personas”.5
Su meta solo en el año 2010 era distribuir casi 82 millones de libros. ¡Y lo
siguen haciendo! Han distribuido más de mil millones de libros alrededor
del mundo.6 El libro Book of Hope [Libro de esperanza], ha sido
distribuido por millones en muchos países a nivel mundial.
George Verwer también se ha visto tentado a decir que solo con la
literatura podrá llevarse a cabo la gigantesca tarea de dejar el evangelio en
todos los hogares del planeta, y asegura que hay otros que creen lo
mismo.7 Por supuesto, eso no significa dejar de predicar por otros medios.
Otro plan para alcanzar al mundo por medio de la literatura es el
llamado Cada hogar para Cristo. Ese programa es “una distribución
sistemática de literatura evangélica a cada hogar en varios países en
cooperación con iglesias locales, cristianos y misioneros”.8 Ellos han
llegado a distribuir 1,7 mil millones de piezas de literatura. Dick Eastman,
uno de los líderes de ese programa, en la portada misma de su libro, dice:
“Un movimiento global está en marcha para alcanzar a cada hogar para
Cristo. El impacto será más allá de la imaginación”.9
Los líderes mencionados perciben la literatura, entre otros recursos,
como un medio que puede jugar un papel decisivo en la terminación de la
predicación del evangelio. Pero ellos no han sido los primeros en pensar
así. Martín Lutero decía: “La imprenta es el último don de Dios, y el
mayor. Por su mediación, en efecto, Dios desea dar a conocer la causa de
la verdadera religión a toda la tierra, hasta los extremos del orbe”.10
La declaración de Lutero podría entenderse sin problemas en el contexto
del siglo XVI cuando no había otros medios masivos de comunicación.
Pero, ¿cómo podemos decir lo mismo en pleno siglo XXI? ¿No tenemos
hoy medios más atractivos y que gozan de mayor popularidad que la
literatura? ¿No tenemos hoy la radio, la televisión, y también la Internet?
¿Por qué la página impresa? ¿No ha quedado la literatura desplazada ya
por los medios electrónicos?
Hoy podemos caer en la tentación de decir que la literatura ya no tiene
la misma importancia que en el pasado y que esta podría relegarse a un
tercero, cuarto o quinto plano. Pero, ¿hay algo en la literatura que todavía
se desconoce? Te puede sorprender, pero en el contexto de la crisis final,
la página impresa será uno de los medios más importantes que usará el
Señor para salvar al mundo de los engaños mortales que se verán en el
futuro cercano.
Aquí se analiza por qué la predicación silenciosa mediante nuestros
libros, revistas y folletos se adapta perfectamente a nuestro tiempo, y por
qué tendrá un papel tan relevante en la difusión del evangelio en el tiempo
del fin. Esto está en armonía con el espíritu de profecía que dice: “Es un
método tan bueno y de tanto éxito como cualquiera que se pueda emplear
para presentar a la gente las verdades importantes para este tiempo”.11 En
el contexto de los eventos finales, declara de manera enfática: “Es
también, en gran medida, por medio de nuestras imprentas como debe
cumplirse la obra de aquel otro ángel que baja del cielo con gran potencia
y alumbra la tierra con su gloria”.12
Cabe mencionar que como iglesia no hemos sido ajenos al consejo
inspirado que dice que “la obra de producir libros debiera ser el medio de
presentar rápidamente la verdad presente al mundo”.13 Desde hace algunos
años, la Asociación General lanzó el plan Dilo al Mundo con
Publicaciones. El objetivo: distribuir millones de libros alrededor del
mundo,14 procurando involucrar a cada miembro bautizado de la iglesia. El
libro Invitación, de Alejandro Bullón, es un buen ejemplo de eso.
Recientemente, el libro La gran esperanza llegó a ser el proyecto más
grande de la iglesia mundial en la distribución de libros misioneros.
La Providencia nos indica que Dios quiere hacer algo grande en este
tiempo y que las publicaciones son uno de sus instrumentos clave. La
iglesia ya lo está usando como nunca antes. Por ejemplo, el sábado 24 de
marzo de 2012, en todo Sudamérica se distribuyeron en un solo día 25
millones de copias del libro El conflicto de los siglos en la versión
reducida titulada: La gran esperanza.15 Esto es una muestra de cómo Dios
está despertando a su iglesia para terminar la obra de la predicación del
evangelio.
Considera con cuidado lo que esto significa. La recta final en la carrera
por la terminación de la predicación del evangelio está en marcha. No
debemos perder de vista que la obra de las publicaciones debe considerarse
entre los medios más importantes para terminar de predicar el evangelio.
Pero, ¿de dónde surge esta idea?
El primer capítulo, “Profetas de la crisis venidera”,16 analiza lo
siguiente: Si bien es cierto que la iglesia no depende exclusivamente de los
medios masivos de comunicación para la predicación del evangelio sino de
cada miembro fiel de nuestra iglesia, este capítulo avisa acerca de las
dificultades que pueden haber para predicar sin los medios masivos en las
circunstancias prohibitivas de los últimos días, y sugiere considerar la
importancia de la obra de las publicaciones en el contexto de la crisis final
y también en este tiempo.
El segundo capítulo, “Profetas silenciosos en el ojo de la tormenta”,
analiza el tiempo que vivimos a la luz de Apocalipsis 7, y muestra el
marco en el que debemos ver la cercanía del regreso de Cristo a la tierra y
qué debemos estar haciendo como iglesia para apresurar su retorno.
El tercer capítulo, “Profetas del sellamiento definitivo”, muestra qué
profecía se cumple con esta obra silenciosa, y lanza el desafío a formar
parte de este movimiento profético.
El cuarto capítulo presenta a los libros como “Profetas que claman en el
desierto”. Comenta que se habrá de predicar con poder extraordinario
cuando la lluvia tardía del Espíritu Santo sea derramada, y cómo irán
cobrando mayor importancia a medida que nos acercamos al fin.
El quinto capítulo, “Profetas que arden y no se consumen”, explica el
significado de la quema de libros y por qué a pesar de los muchos ataques
sufridos, estos mensajeros silenciosos permanecen proclamando su
mensaje hasta el fin del tiempo de gracia.
El sexto capítulo, “Profetas que salvan a multitudes”, analiza los
objetivos salvadores con los que se ha utilizado el mensaje escrito en la
Biblia, y además propone que “la gran multitud” debe estar dentro de
nuestros objetivos misioneros de largo alcance.
Finalmente, “Profetas que claman a tu alrededor” describe las maneras
en que cada miembro de iglesia puede participar con estos mensajeros en
la obra más importante registrada en la Biblia para este tiempo: la
terminación de la predicación del evangelio en todo el mundo (ver Mateo
24:14).
El Dueño de la viña tiene prisa por recoger la cosecha, y todo obrero de
este tiempo, cualquiera sea su participación en la terminación de la
predicación del evangelio, recibirá una gran recompensa, como los obreros
de la parábola (ver Mateo 20:1-16). Ante el lector de esta obra se muestra
cómo estar en sintonía con la prisa del dueño de la viña en un ministerio en
el que ¡todos pueden participar! Por eso se nos dice: “Cuando los
miembros de la iglesia se den cuenta de la importancia de la circulación de
nuestras publicaciones, dedicarán más tiempo a esta obra”.17
Es mi oración que “la palabra del Señor corra y sea glorificada”
(2 Tesalonicenses 3:1). Para el tiempo en que nos ha tocado vivir, nada
podría ser más importante. Con esto en mente, te invito a que avancemos
al glorioso futuro de la iglesia. Tomando las palabras de Dick Eastman:
“¡El impacto será más allá de la imaginación!”

1. Mark Finley, Reavívanos otra vez (Boise, Idaho: Pacific Press Publishing Association, 2010), p.
124.
2. Bob Hoskins, Cómo apresurar la segunda venida,(Deersfild, Florida: Editorial Vida, 1992), p.
98.
3. David B. Barrett y James W. Reapsome, Seven Hundred Plans to Evangelize the World: The Rise
of a Global Evangelization Movement (Birmingham, Alabama: New Hope, 1988), p. 13.
4. Unesco Press, “8 September, International Literacy Day: 793 Million Adults Can Neither Read
Nor Write”, en: http://www.unesco.org/new/en/media-services/single-
view/news/8_september_international_literacy_day_793_million_adults_can_neither_read_nor_write/
Consultado el 27 de junio de 2016.
5. Bob Hoskins, Solo quieren la verdad (Miami, Florida: Editorial Vida, 1989), p. 101.
6. “OneHope. God’s Word. Every Child”, www.onehope.net/; consultado el 27 de junio de 2016.
7. George Verwer, El poder de la página impresa (Bogotá, Colombia: Centros de Literatura
Cristiana, 1996), p. 12.
8. “Every Home for Christ”, en www.ehc.org/about.
9. Dick Eastman, Beyond Imagination, A Simple Plan to Save the World (Grand Rapids, Michigan:
Fleming H. Revell Co., 1997).
10. Guglielmo Cavallo y Roger Chartier, Historia de la lectura en el mundo occidental (España:
Taurus, 2001), p. 375.
11. Elena G. de White, El colportor evangélico, p. 7, versión 1999.
12. Elena G. de White, Joyas de los testimonios, tomo 3, p. 142.
13. White, El colportor evangélico, p. 3.
14. Howard F. Faigao, “Concentrémonos en 10 puntos estratégicos”, El Colportor evangelista, N°
686, edición en español, enero-marzo 2009. (Argentina: ACES, 2009), p. 9.
15. Carta informativa del 21 de marzo de 2012 en http://greatcontroversyproject.adventist.org.
16. En este libro se usa el término profeta con el significado de alguien o algo que Dios utiliza para
transmitir un mensaje. El término profeta se refiere a “alguien que primero recibía instrucciones de
Dios y luego las transmitía a la gente”. Estos dos aspectos de su obra se reflejaban en los nombres
con que se los conocía: vidente (jozeh o ro’eh) y profeta (nabi’). El 1° fue más común en el periodo
temprano de la historia hebrea (1 S. 9:9). El término que se usa con mayor frecuencia es nabi’, pues
lo designa como vocero de Dios. Como ‘vidente’ discernía la voluntad de Dios, y como ‘profeta’ la
transmitía a otros” [Véase: “Profeta”, Siegfried H. Horn, Diccionario bíblico adventista del séptimo
día (Buenos Aires, Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1995)]. Por otra parte,
siendo que la Biblia no solo denomina como profetas a los dos testigos: el mensaje escrito del
Antiguo y Nuevo Testamento (Apocalipsis 11:3), sino también al pueblo de Dios que tiene aún la
misión de profetizar en el tiempo del fin (Apocalipsis 10:11); así decimos, para los fines de este
libro, que nuestro mensaje escrito es un profeta en el sentido de que puede cumplir la misión de la
iglesia, la cual consiste en transmitir el mensaje salvador de Dios al mundo.
17. White, El colportor evangélico, p. 8.
CAPÍTULO 1

PROFETAS DE LA CRISIS
VENIDERA

¿A qué dificultades y desafíos nos enfrentamos al proclamar el último


pregón del evangelio? ¿Qué oportunidades se nos presentan? A
medida que leas este libro, descubrirás que cada cristiano adventista se
encuentra hoy ante una oportunidad incomparable para testificar. Aunque
se avecinan tiempos difíciles para la predicación del evangelio, hoy
tenemos la oportunidad de contribuir a cambiar el destino de muchas
personas, incluso mediante los esfuerzos más modestos. ¿Estás interesado
en participar?
“La época actual es de sumo interés para todos los vivientes —escribió
Elena G. de White—. Los gobernantes y estadistas, los hombres que
ocupan puestos de confianza y autoridad... tienen la atención fija en los
sucesos que ocurren alrededor de nosotros... Observan la tensión que se
está apoderando de todo elemento terrenal, y reconocen que está por
ocurrir algo grande y decisivo, que el mundo está al borde de una crisis
estupenda —y añade—: En este mismo momento... se está preparando una
tormenta”, que pretende estar “lista para estallar sobre la tierra”.1
Pregunto: Si esto se dijo hace más de un siglo, ¿cuán cerca estamos
ahora al cumplimiento? Más cerca de lo que muchos imaginan. ¡Y no será
un tiempo fácil para la iglesia! El dragón intensificará su ira contra el
pueblo de Dios y nos hará una guerra singular (Apocalipsis 2:17). Ante
todo esto, ¿qué hará la iglesia para predicar verdades que el mundo
considerará controversiales cuando estalle la crisis final? ¿Cómo podremos
cumplir con esta magnífica pero difícil tarea?
La sierva del Señor declara que “la obra que la iglesia no ha hecho en
tiempo de paz y prosperidad, tendrá que hacerla durante una terrible crisis,
en las circunstancias más desalentadoras y prohibitivas”.2 En la crisis final,
el mundo sufrirá una lucha terrible y culpará al pueblo de Dios por sus
sufrimientos. “El gran engañador persuadirá a los hombres de que son los
que sirven a Dios los que causan esos males”.3 La situación tomará tal
intensidad que, un poco antes que se promulgue el decreto para silenciar a
la minoría que es fiel a los mandamientos de Dios, el remanente será
objeto de “execración universal”.4 ¿Cómo afectará eso al pueblo de Dios?
¿Que podría entonces significar el término “prohibitivo”?
Antes de continuar, quisiera hacer dos aclaraciones. La primera es que
la fuerza misionera de la iglesia se encuentra en cada uno de sus miembros
a nivel individual, en cada ramo de la obra. Aun durante la crisis venidera,
la evangelización final dependerá en una medida significativa de los
esfuerzos que cada miembro fiel de la iglesia realice. Se predice que
“vendrán siervos de Dios con semblantes iluminados de santa
consagración, y se apresurarán de lugar en lugar para proclamar el mensaje
celestial. Miles de voces predicarán el mensaje por toda la tierra”.5 Ya que
el evangelio debe llegar a todas partes del mundo, esta responsabilidad
descansa, tanto hoy como en el futuro, en los esfuerzos misioneros de
todos los miembros de la iglesia.
En segundo lugar, quiero destacar que Dios tiene medios que en el
tiempo del fin entrarán en acción para terminar la obra. Por ejemplo, Elena
G. de White dice: “Cuando el poder divino se combine con el esfuerzo
humano, la obra se propagará como fuego en el rastrojo. Dios empleará
instrumentos cuyo origen no podrá discernir el hombre: ángeles harán una
obra que los hombres podrían haber tenido la bendición de realizar si no
hubieran sido descuidados en responder a las demandas de Dios”.6 En
otras palabras, Dios terminará la obra mediante los que sean fieles y hará
que esos esfuerzos sean exitosos. Tal es el maravilloso privilegio que
tendremos al testificar.
Con lo anterior en mente, quiero precisar que al hablar de los medios
masivos de comunicación en este capítulo, no lo hago para decir que la
iglesia depende exclusivamente de ellos, ni que un medio, cualquiera que
sea, es superior a otro. No obstante, hay que reconocer que los medios
masivos de comunicación constituyen una herramienta eficaz en este
tiempo para llevar el evangelio a todo el mundo, y son como redes para
traer muchas almas a los pies de Cristo que de otra forma no recibirían el
mensaje. De hecho, sería un error fatal depender de pocos pescadores,
armados con anzuelos exclusivamente, cuando hay un océano tan vasto de
personas que necesita ser alcanzado. En la introducción del folleto de la
Escuela Sabática del segundo trimestre de 2012 se reconoce que, “aun con
los beneficios de la tecnología, la tarea es enorme”. En este contexto, los
medios masivos son muy importantes.
Sin embargo, no caigamos en el error de creer que los medios masivos
más populares, como la radio, la televisión o la Internet, son la única
respuesta definitiva para la predicación final del evangelio. Alguien podría
decir que la radio es la clave. Otro diría que es la televisión. Hoy día
algunos dirían que es la Internet. No obstante, al avanzar en la lectura de
este libro descubrirás que la literatura que contiene nuestro mensaje,
distribuida en todo el mundo, juega un papel decisivo hoy y será de
grandes alcances en el futuro cercano. Cabe destacar que los medios que
son más populares en la actualidad nunca podrán reemplazar al mensaje
escrito, mucho menos en la crisis venidera.
En resumen, escribo de los medios masivos de comunicación, pero a la
vez enfatizo que este otro medio de comunicación masiva, la página
impresa, tiene una parte muy significativa que realizar en el contexto del
ambiente represivo que pronto existirá. Mi propósito es mostrar la
pertinencia de la proclamación del mensaje ahora como nunca antes,
especialmente mediante la literatura, por algunas razones que comparto a
continuación y en los siguientes capítulos.
Entonces, ¿qué podría significar el término “prohibitivo” en el contexto
de la crisis final, según las palabras de la sierva del Señor?
“Prohibitivo” podría significar, entre otras cosas, que los medios
masivos de comunicación, especialmente los que utiliza nuestra iglesia,
sean censurados. “Algunas veces es importante controlar la información —
según los expertos— especialmente donde la situación pertenece a
problemas religiosos, y la información erróneamente distribuida, en una
situación tensa, puede arrojar resultados peligrosos”.7 Recordemos que
Apocalipsis 12:17 dice que el dragón peleará contra “los que guardan los
mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”.
La censura no es algo nuevo; ha existido siempre, y no debiera
extrañarnos. La censura puede ocurrir en cualquier momento, sobre todo
en el futuro. Los especialistas señalan que muchos gobiernos censuran a
los medios de comunicación por motivos relacionados con la política, la
seguridad nacional y la moralidad, entre otros. Y Elena G. de White, en el
contexto de la crisis venidera, advierte que “los que honran el sábado de la
Biblia serán denunciados como enemigos de la ley y del orden, como
quebrantadores de las restricciones morales de la sociedad, y por lo tanto
causantes de anarquía y corrupción... Serán acusados de deslealtad hacia el
gobierno”.8 Y todo eso en medio de “dificultades apenas sospechadas”.9
Así que, ¿no podrían usar eso para justificar sus acciones contra el
remanente?
Entendamos, pues, que los medios de comunicación podrían sufrir
porque estos “han sido siempre cautivos de la religión y la política,
despreciados y manipulados por ambas en maneras más allá de lo sufrido
por los editores de libros”.10 Además, cuando no se pueda comprar ni
vender (ver Apocalipsis 13:17), ¿se podrán comprar espacios en los
medios masivos de comunicación? Probablemente no. Por lo tanto, ¿no
debiéramos usar hoy la radio, la televisión y la Internet, lo mismo que
otros medios, como nunca antes?
Si en la crisis final a la gente se le quitan esos medios por los que
podrían conocer rápidamente la verdad, ¿qué defensa tendrá el mundo
entonces contra el error, aparte de lo que un porcentaje pequeño de
miembros fieles pudiéramos hacer para advertir al mundo entero? ¿Tiene
Dios otro plan? Sí, lo tiene. Su Palabra dice: “No con ejército, ni con
fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zacarías
4:6).
Respecto a la censura que viene, citamos a Vicente Leñero, quien en el
prólogo de un libro de origen jesuita escribió: “Enferma de poder,
desesperada por el control de sus fieles, la iglesia vaticana intenta ceñirnos
a su redil y prohibirnos pensar”.11 Si eso ocurre ahora, ¿que pasará en la
crisis final? ¿Habrá libertad religiosa? ¿Habrá libertad para los medios de
comunicación que predican el evangelio? Aparentemente no. Según Elena
G. de White, “el clero hará esfuerzos casi sobrehumanos para sofocar la
luz por temor de que alumbre a sus rebaños. Por todos los medios a su
alcance, los ministros tratarán de evitar toda discusión sobre esas
cuestiones vitales”.12 Podemos esperar una reacción rápida y enfática en
contra de la predicación del evangelio que se intente por cualquier medio.

La tecnología perfecta para el evangelio en el tiempo del fin


Aunque es fácil vedar un programa de televisión, por ejemplo, no
sucede así con la literatura. Incluso podría tener un efecto contrario. Así
ocurrió cuando Francia recurrió a la censura de libros en tiempos de la
Reforma: no fueron los lectores los que sufrieron sino los editores
franceses, porque de Holanda llegó todo el material escrito imaginable,
aunque clandestinamente, y así , en toda Francia, las imprentas holandesas
hicieron que los libros siguieran circulando.13 ¿Podría repetirse la historia?
Así parece.
Bob Hoskins, uno de muchos líderes cristianos que creen que la página
impresa tendrá una función importante para terminar de predicar el
evangelio en todo el mundo, dice que recurrió a la página impresa porque
el gobierno del país musulmán donde trabajaba le quitó los permisos de su
programa de televisión. Hoskins explica que la respuesta del público a sus
programas puso nervioso al gobierno musulmán y eso fue suficiente para
vedar su programa.14
¡Y eso no fue aún parte de la crisis mundial venidera! Por tanto, ¿qué se
puede esperar en el futuro? ¿A qué medio debemos recurrir, según el
consejo divino, para hacer frente a este tipo de desafío?
Elena G. de White escribió : “Cuando las denominaciones religiosas se
unan con el papado para oprimir al pueblo de Dios, el colportaje
evangélico abrirá lugares en que existe libertad religiosa”.15 ¿No debiera
esto llamarnos la atención? Mark Finley pregunta: “¿Podría ser que Dios
esté preparando un poderoso movimiento espiritual que moverá al mundo
en los últimos días, y que la literatura jugará una parte significativa en los
planes finales de Dios para salvar a la última generación sobre el planeta
Tierra? Yo estoy convencido de que Dios utilizará la literatura colmada de
la verdad de una manera poderosa durante la obra final”.16
Sin duda, “la obra del colportaje es más importante de lo que muchos la
han considerado”.17 ¿No es acaso una labor profética, como veremos en el
tercer capítulo de este libro? La literatura que contiene la verdad tiene un
papel muy importante que cumplir en este tiempo y aun más durante la
crisis final.
Ya desde la Reforma se veía al libro como un “arte divino”,18 y hoy,
cuando “hay cada vez más predicciones del fin del libro como lo
conocemos”,19 se afirma aún que el libro “sigue siendo un invento
tecnológicamente perfecto”.20 Tan perfecto que hay intelectuales que creen
que nadie acabará con los libros, ya que ellos son “como la cuchara, el
martillo, la rueda, las tijeras. Una vez que se han inventado, no se puede
hacer nada mejor”.21 Para archivar y transportar información, según esto,
los libros jamás llegarán a ser obsoletos, a diferencia de otros medios.
Gabriel Zaid advierte que el libro “es una tradición vigorosa que se ha
fortalecido con las innovaciones que parecen amenazarla”.22 Y desde la
perspectiva de la crisis final, cuando no se pueda predicar por otros medios
masivos, es el libro el que se mantendrá vivo, como siempre ha ocurrido a
lo largo de la historia. Por eso sugiero que una de las mejores estrategias
misioneras para el tiempo del fin será la página impresa, implementada
desde ahora. Mario Veloso comenta: “Las publicaciones distribuidas antes
de este tiempo jugarán un papel importante. Por lo tanto, ahora habría que
distribuirlas en abundancia”.23
Bien podemos tomar las palabras de Elena G. de White, quien advierte:
“Debemos trabajar mientras dure el día, porque cuando llegue la tenebrosa
noche de tribulaciones y angustias, será demasiado tarde para trabajar por
Dios”.24 Se refiere a todos los departamentos y ministerios de la obra.
Desde este análisis, el desafío más urgente de cada adventista previo a la
crisis final es la proclamación del mensaje del tercer ángel por todos los
medios a su alcance. Pero ya que para dar el mensaje la iglesia no depende
solo de los medios de comunicación sino de cada miembro de iglesia, es
importante reconocer que el desafío consiste en llevar la verdad a una
buena parte de los casi ocho mil millones de personas que pueblan la
tierra.
De acuerdo con el Informe Mundial de Libertad Religiosa 2004-2005,
“en 32 países no existe libertad religiosa, en 48 disfrutan de libertad con
restricciones, y en 128 está ampliamente garantizada”.25 ¿Que significa
esto? Quiere decir que podemos alcanzar a 176 países “sin mayores
problemas”. ¿Y cómo alcanzaremos a los otros?
De los 203 países que hemos alcanzado, en gran parte de ellos solo
tenemos presencia adventista, es decir, no hemos alcanzado a toda la
población. Además, como señala John Graz, “las violaciones a la libertad
religiosa están aumentando”, y “predicar nuestro mensaje se está
volviendo cada vez más difícil”.26 Entonces, ¿que deberíamos estar
haciendo ahora? ¿Vamos a esperar que las cosas se pongan más difíciles?
No, porque eso pondría en peligro la misión de la iglesia.
Sugiero que además de predicar nuestro mensaje, lo publiquemos como
nunca antes. El mensaje debe ser esparcido, con las debidas precauciones,
aun en los países donde la libertad es restringida. El mundo tiene que
enterarse del evangelio; lo demás será obra del Espíritu Santo en la hora
final de la tierra.

Decisiones inteligentes basadas en información accesible


¿Por qué es bueno llevar este mensaje a la gente ahora mismo? Porque
en la crisis final las decisiones inteligentes a favor de la verdad dependerán
en gran medida de la información obtenida. Gustave Le Bon explica que
“las grandes conmociones que preceden a los cambios de civilización...
parecen estar determinadas, en primer término, por transformaciones
políticas, invasiones de pueblos o derrocamientos de dinastías. Pero un
estudio más atento de tales sucesos descubre casi siempre, como su causa
auténtica y tras sus motivos aparentes, una modificación profunda en las
ideas de los pueblos”. Y añade que, “los únicos cambios importantes,
aquellos de los que se desprende la renovación de las civilizaciones, se
producen en las opiniones, las concepciones y las creencias de la gente”.27
Si esto es así, ¿no deberíamos tomarlo en cuenta y procurar que todos los
que viven a nuestro alrededor tengan un conocimiento que los ayude a
decidir sabiamente en los últimos días?
Si queremos contrarrestar los efectos del error en la última gran crisis,
debemos adelantarnos a este antes de que sea tarde para la gente. Si
esperamos hasta el último momento para compartir nuestro mensaje, la
influencia que podríamos ejercer en medio de las dificultades de los días
finales será insignificante. Alexis de Tocqueville decía que, “ningún
hombre puede luchar con ventaja contra el espíritu de su tiempo y su país,
y, por muy grande que sea su poder, le será difícil lograr que sus
contemporáneos compartan sentimientos e ideas que son contrarios a la
tendencia general de sus esperanzas y deseos”.28
¿Que perspectivas de salvación tendrá el mundo y los que viven a
nuestro alrededor en medio de los engaños de los últimos días? ¿No nos ha
asignado Dios esa responsabilidad? Así que nosotros, “como fieles
atalayas, debiéramos ver la espada que viene y dar la advertencia, para que
hombres y mujeres no prosigan por ignorancia un curso de acción que
evitarían si conociesen la verdad”.29
Quiero subrayar que los últimos conversos serán personas que quizá no
hayan asistido normalmente a una iglesia, que no conocerán mucho las
doctrinas, pero que tendrán que tomar decisiones inmediatas. “Los
movimientos finales serán rápidos”.30 Así que, ante tales hechos, ¿cómo
serán sellados aquellos que todavía han de pertenecer al pueblo de Dios?
En este contexto, “no sabemos cuáles pueden ser los resultados de
entregar un solo folleto que contiene la verdad presente —dice Elena de
White.31 Y añade—: “En la hora undécima habrá miles que encontrarán y
reconocerán la verdad... Estas conversiones a la verdad se realizarán con
una rapidez que sorprenderá a la iglesia”.32
Nuestra iglesia debe ser consciente ahora de que, llegado el momento,
nuestro mensaje será presentado en alta voz, y entonces muchas personas
serán salvas. Piensa en esto: “Una buena cantidad de personas no la
comprenden ahora [a la Palabra de Dios], para hacer su resolución, pero
estas cosas están influyendo en su vida; y cuando el mensaje se presente en
alta voz, estarán listos para recibirlo”.33 ¿Y cuándo será esto? Según el
contexto de la cita, será cuando el Espíritu haya sido derramado sobre la
iglesia.
En la actualidad, nuestras publicaciones explican muchas declaraciones
de la Palabra de Dios e influyen en la vida de muchas personas; pero ellas
no las comprenden tan bien como para hacer una resolución para la verdad
ahora. Pero cuando el mensaje sea presentada en alta voz, como sugiere la
cita, imbuidas por el Espíritu Santo, aceptarán las enseñanzas completas.
Ocurrirá la situación que Elena G. de White describió en El conflicto de
los siglos:
Antes que los juicios de Dios caigan finalmente sobre la tierra, habrá
entre el pueblo del Señor un avivamiento de la piedad primitiva, cual
no se ha visto nunca desde los tiempos apostólicos. El Espíritu y el
poder de Dios serán derramados sobre sus hijos. Entonces muchos se
separarán de esas iglesias en las cuales el amor de este mundo ha
suplantado al amor de Dios y de su Palabra. Muchos, tanto ministros
como laicos, aceptarán gustosamente esas grandes verdades que Dios
ha hecho proclamar en este tiempo a fin de preparar un pueblo para la
segunda venida del Señor.34

Armagedón: poniendo fin a la indecisión


Así que nuestra tarea consiste hoy en preparar al mundo para que no
termine engañado en la batalla del Armagedón. ¿Y en qué consiste esta
última gran batalla? Es “la contienda final entre las fuerzas combinadas de
Satanás por un lado, y Cristo con sus escogidos y fieles seguidores por el
otro”.35 Jon Paulien explica que “el Armagedón tiene que ver con la
proclamación final del evangelio en el contexto de los grandes engaños y
las grandes persecuciones del tiempo del fin”.36 Entre los principales
agentes de esta lucha, Juan nos habla de tres ángeles enviados por Dios
que anuncian el evangelio eterno por todo el mundo; pero también habla
de tres espíritus inmundos a manera de ranas de parte del diablo que
pretenden engañar al mundo (ver Apocalipsis 14; 16:13).
“Lo que hay en juego tiene una importancia como nunca antes —escribe
Paulien—. En la medida en que los tres ángeles de Dios alcancen el
mundo, las fuerzas del mal tendrán dificultades. Por otro lado, si la
trinidad demoníaca logra unir a todas las naciones de la tierra bajo su
liderazgo, tanto más difícil será la lucha final de los santos”.37
¿Permitiremos que el gran engaño del tiempo final avance sin
restricciones y se afiance en el mundo? Si el engaño se multiplica de forma
exponencial por nuestra inacción, ¿complicaremos nuestra propia lucha
final solo porque nos descuidamos de seguir el mandato divino y no
advertimos al mundo?
El Armagedón en si comenzará, según se entiende, “cuando la tierra esté
alumbrada con la gloria de ángel de Apocalipsis 18, los elementos
religiosos, buenos y malos, despertarán del sueño y los ejércitos del Dios
viviente irán a la batalla”.38 El papel de la literatura en aquel día está
anunciado de esta manera: “Es también, en gran medida, por medio de
nuestras imprentas cómo debe cumplirse la obra de aquel otro ángel que
baja del cielo con gran potencia y alumbra la tierra con su gloria”.39 La
página impresa, ungida por el Espíritu Santo, está destinada a cumplir una
función maravillosa en el momento más decisivo de la historia.
“Para ser específicos —explica Jon Paulien—, en la actualidad existen
en el mundo tres clases de personas... Los que aman la verdad... [Los] que
odian la verdad... [y] los que ni aman ni odian la verdad”,40 es decir, los
indecisos. ¿Y cuál es el amoroso propósito de Dios en favor de los que son
neutrales, aun en medio del gran engaño del tiempo del fin? Es “poner fin
a la indecisión”.41 ¿Qué vamos a hacer entonces si sabemos que podemos
jugar un papel decisivo en determinar quién habrá de estar en uno u otro
lado de la contienda final?
Se nos dice que “el Armagedón es una lucha por la mente”.42 Y si es
una lucha por la mente, quiere decir que podemos intervenir en ella de
muchas formas. Una de las herramientas más importantes en la crisis final,
como ya lo he señalado, es el uso de la literatura en este tiempo y a gran
escala. No obstante, quiero enfatizar que podemos conquistar la mente del
mundo desde ahora si presentamos la verdad por todos los medios
posibles. Recordemos que de parte del diablo también hay agencias que
están activas distrayendo al mundo que ya está engañado. Como iglesia, no
podemos ser indiferentes a esto y permitir que el mundo entre a ciegas en
el último gran conflicto. Debemos esparcir el mensaje de los tres ángeles
con mayor rapidez para que las almas decidan a favor de la verdad. Es
nuestra responsabilidad y nuestro privilegio.
En Apocalipsis 16:13 al 15, en la sexta plaga, haya todavía un
llamamiento de parte de Dios intercalado entre la intervención decidida de
los tres espíritus inmundos que se empeñan en engañar al mundo. Esto
indica que la preparación para el Armagedón se da mucho antes de que la
gracia termine. Esto es muy importante. Jon Paulien nos hace ver que
“Apocalipsis 16:13-16 presenta acontecimientos que son anteriores a la
sexta plaga, anteriores incluso al fin del tiempo de gracia”.43 Es aquí donde
nosotros, como iglesia, podemos influir poderosamente a favor de las
almas si compartimos el mensaje con prontitud.

El último mensajero de esperanza para un mundo a punto de perderse


Pues bien, ya que uno de los problemas que podríamos tener en la crisis
final es que será difícil predicar con los medios masivos de comunicación,
entre otras cosas, ¿quiénes serán entonces los profetas de la crisis
venidera? ¿Quién será el último mensajero de esperanza para un mundo a
punto de perderse?
Algo que debemos recordar es que el último momento para que el
pueblo de Dios abandone las ciudades y los pueblos de manera definitiva
es cuando el tiempo de gracia esté terminando. La sierva del Señor da el
siguiente consejo en el contexto del decreto de muerte, cuando ya no será
necesario predicarles a los perdidos ya que su oportunidad de salvación
habrá terminado: “Cuando el decreto promulgado por los diversos
príncipes y dignatarios de la cristiandad contra los que observan los
mandamientos, suspenda la protección y las garantías del gobierno y los
abandone a los que tratan de aniquilarlos, el pueblo de Dios huirá de las
ciudades y de los pueblos y se unirá en grupos para vivir en los lugares
más desiertos y solitarios. Muchos encontrarán refugio en puntos de difícil
acceso en las montañas”.44
En ese tiempo, el remanente fiel que está esparcido en todo el mundo
saldrá totalmente de las ciudades para no sufrir las plagas que caerán sobre
los que rechazaron el mensaje de misericordia. Otros, para salvar su vida,
saldrán antes.45 El pueblo de Dios que se deja guiar por el Espíritu Santo
sabrá tomar las precauciones necesarias en ese tiempo.
Quisiera enfatizar que mientras ese tiempo de salir definitivamente de
las ciudades y pueblos no llegue, nuestra tarea es seguir predicando el
evangelio aun en tiempos turbulentos. “La obra que la iglesia no ha hecho
en tiempos de paz y prosperidad, tendrá que hacerla durante una terrible
crisis, en las circunstancias más desalentadoras y prohibitivas”.46 Así que,
¿por qué no preparar el terreno desde ahora para la obra que tenemos que
hacer en la crisis final, utilizando hoy todos los medios que tenemos a
nuestro alcance?
Lo que no debemos pasar por alto es que en tiempos prohibitivos la
página impresa parece funcionar mejor. ¿Somos conscientes de eso?
¿Podemos hacer algo ahora? Reitero: Es fácil vedar un programa de radio,
televisión o Internet que puede llegar a muchas partes del mundo en poco
tiempo, pero ¿cómo quitar libros que ya pertenecen a millones de
personas? La clave para salvar al mundo en los últimos días radica en
distribuir el mensaje desde ahora.
Antes de la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 d.C.,
apareció el libro de Hebreos. Se cree que en esa hora de crisis ese libro
contenía precisamente la ayuda necesaria para la iglesia naciente.47 Sin
esta ayuda, entre otras cosas, la iglesia cristiana primitiva difícilmente
hubiera pasado la prueba. En aquel tiempo el pueblo de Dios necesitaba
dejar de poner su confianza en el templo terrenal y dirigirla al Santuario
celestial.
En la crisis final habrá muchos que dejarán el domingo y llegarán a ser
guardadores del sábado. Y aunque “miles de voces predicarán el mensaje
por toda la tierra”, se predice que “el mensaje no será llevado adelante
tanto con argumentos como por medio de la convicción profunda inspirada
por el Espíritu de Dios. Los argumentos ya fueron presentados. Sembrada
está la semilla, y brotará y dará frutos. Las publicaciones distribuidas por
los misioneros han ejercido su influencia”.48
La cosecha de almas que espera a la iglesia en la crisis final por causa
de la página impresa será impresionante. “Este instrumento puede alcanzar
e influir en la mente del público como ningún otro método puede
hacerlo”.49 “Es un método tan bueno y de tanto éxito como cualquiera que
se pueda emplear para presentar a la gente las verdades importantes para
este tiempo”.50 Y es que, como dice Mark Finley, “para que la página
impresa sea efectiva, solo necesita ser distribuida”.51
Por tanto, ¿qué debe hacer la iglesia para contribuir a la salvación de
esos miles y millones cuyas vidas estarán en la balanza en el tiempo del
fin? Francesc X. Gelabert no pudo haberlo expresado mejor al decir que
“el mundo necesita urgentemente conocer el mensaje de los tres ángeles. Y
la comunicación por escrito sigue siendo determinante y la base, y el mejor
sostén para todos los demás tipos de comunicación”.52 Y Ted N. C.
Wilson, nuestro presidente de la Asociación General, dice: “Ahora, con la
explosión demográfica que se da en muchos lugares y las señales del
regreso de Cristo que se están cumpliendo en abundancia por toda la tierra,
veo no solo un sueño sino la promesa real de un aumento asombroso de la
evangelización y la testificación mediante el ministerio de las
publicaciones en todos los niveles y aplicaciones”.53
Así que, para salvar al mundo de los engaños mortales del tiempo del
fin, este libro no solo sugiere lo que debe hacerse sino también cuándo,
cómo, y por qué debe hacerse. Tenemos frente a nosotros una de las obras
más importantes para este tiempo. ¿Cuál es su significado profético?
¿Cuáles son los mensajeros silenciosos?

1. Elena G. de White, La educación, p. 162.


2. Elena G. de White, Testimonios para la iglesia, tomo 5, p. 438; énfasis agregado.
3. Elena G. de White, El conflicto de los siglos, p. 576.
4. Ibíd., p. 673.
5. Ibíd., p. 670.
6. Elena G. de White, Mensajes selectos, tomo 1, p. 138; énfasis agregado.
7. Ashwini Ambekar, “Reasons for Media Censorship”, 13 noviembre, 2008, consultado el 29 de
junio, 2016 en: http://www.articleswave.com/articles/reasons-for-media-censorship.html.
8. White, El conflicto de los siglos, p. 649.
9. Elena G. de White, Eventos de los últimos días, p. 12.
10. Herbert N. Foerstel, Banned in the Media (Westport, Connecticut: Greenwood Press, 1998), p.
ix-x.
11. Enrique Maza, La libertad de expresión en la iglesia (México, D. F: Editorial Océano de
México, S. A. de C. V., 2006), p. 11.
12. White, El conflicto de los siglos, p. 665.
13. Lucien Febvre, Henry-Jean Martin, La aparición del libro (México, D. F: Fondo de Cultura
Económica, 2005), p. 287.
14. Bob & Rob Hoskins, Affect Destiny (Pompano, Florida: Book of Hope, 2003), p. 6.
15. White, El colportor evangélico, p. 12.
16. Mark Finley, “When Hope Comes Alive”, en The Literature Evangelist, enero-marzo 2010, p. 3,
en: http://publishing.gc.adventist.org/files/pdf/LEMIssue690.pdf.
17. White, El colportor evangélico, p. 27.
18. Lucien Fabvre, Henry-Jean Martin, p. 383.
19. Andrew Taylor, Books That Changed the World (China: Quercus, 2008), p. 5.
20. Manuel Pimentel, Manual del editor (Córdova, España: Berenice, 2007), p. 67.
21. Umberto Eco, Jean-Claude Carriere, Nadie acabará con los libros (Barcelona, España: Random
House Mondadori, 2010), p. 20.
22. Gabriel Zaid, Los demasiados libros (México, D.F.: Random House Mondadori, 2010), p. 10.
23. Mario Veloso, Apocalipsis y el fin del mundo (Nampa, Idaho: Pacific Press Publishing
Association, 1998), p. 224. Examina el contexto de la palabra “antes” en Marcos 13:10.
24. Elena G. de White, Primeros escritos, p. 48.
25. Citado por John Graz, https://news.adventist.org/en/all-news/news/go/2005-07-18/world-
church-religious-freedom-status-documented-in-report/.
26. Ibíd.
27. Gustave Le Bon, The Crowd (West Valley City, UT: The Editorium, 2006), p. xii.
28. Citado por Daniel Jonah Goldhagen, Los verdugos voluntarios de Hitler (México, D.F.: Taurus,
2005), p. 9. Ejemplo: Cuando el rey Saúl quiso matar a Jonatán, el pueblo no lo permitió (1 Samuel
14:45).
29. White, Eventos de los últimos días, pp. 130, 131.
30. Ibíd., p. 11.
31. White, El colportor evangélico, p. 5.
32. White, Eventos de los últimos días, p. 180.
33. Ibíd.
34. White, El conflicto de los siglos, p. 517.
35. Ve Hans K. LaRondelle, “Armageddon: Sixth and Seventh Plagues”, Symposium on Revelation,
Frank B. Holbrook, editor (Silver Spring, Maryland: Biblical Research Institute, 1992), tomo 2, p.
377.
36. Jon Paulien, El Armagedón está a las puertas (Madrid: Editorial Safeliz, 2009), p. 160.
37. Ibíd.
38. White, Eventos de los últimos días, p. 213.
39. Ibíd., p. 181.
40. Paulien, El Armagedón está a las puertas, p. 108.
41. Ibíd.
42. Ibíd. p. 187; énfasis agregado.
43. Ibíd.
44. White, El conflicto de los siglos, pp. 683, 684; énfasis agregado.
45. Antes del fin del tiempo de gracia se nos dice que “los dos ejércitos serán diferentes y estarán
separados, y esa diferencia será tan marcada que muchos de los que se convenzan de la verdad se
pondrán de parte del pueblo de Dios que observan sus mandamientos. Cuando esté por producirse
esta obra grandiosa en la batalla, antes del último gran conflicto, muchos serán encarcelados,
muchos huirán de las ciudades y los pueblos para salvar su vida, y muchos otros soportarán el
martirio por amor de Cristo al levantarse en defensa de la verdad” (Maranata: El Señor viene, p.
205). Dios sin duda nos irá indicando, individualmente, lo que debemos hacer, dependiendo de las
circunstancias.
46. Elena G. de White, El evangelismo, p. 27.
47. Ver Comentario bíblico adventista del séptimo día, tomo 7 (Boise, Idaho: Pacific Press, 1990),
pp. 402, 403.
48. White, El conflicto de los siglos, p. 670.
49. White, El colportor evangélico, p. 155.
50. Ibíd., p. 7.
51. Finley, “When Hope Comes Alive”.
52. Francesc X. Gelabert, “Arte[sanía] y ciencia de escribir”, Ministerio adventista, noviembre-
diciembre 2009, p. 27.
53. “Una carta personal del Presidente de nuestra iglesia mundial”, El colportor evangelista, enero-
marzo 2011, p. 10.
CAPÍTULO 2

PROFETAS SILENCIOSOS EN EL
OJO DE LA TORMENTA

l fin del milenio fue precedido de gran expectativa, pero llegó el año
E 2000 y no pasó nada. Los que creían que al terminar el milenio
terminaría el mundo quedaron chasqueados. No hubo catástrofes ni
cataclismos. Las computadoras siguieron funcionando y el caos mundial
profetizado quedó en la especulación. Pues bien, han pasado casi dos
décadas del nuevo milenio y todo parece indicar que tendremos que seguir
esperando. ¿Cuánto tiempo? No sabemos. ¿Cinco, diez, o veinte años más?
Quién sabe. ¡Jesús “no quiere” venir aún! Pero, ¿qué está esperando?
¿Tiene la “tensa calma” que se experimenta hoy a pesar de la crisis algún
significado profético? La tiene; y lo que estás por descubrir es que Jesús
viene pronto, ¡y más pronto de lo que imaginas!
Quizá has oído hablar de los cazahuracanes. Son aviones de
reconocimiento de la fuerza aérea de los Estados Unidos diseñados para la
temporada de huracanes. Las esposas de los pilotos califican como
“locura” lo que sus esposos hacen, y confiesan que cada vez que se dicen
adiós temen que esa sea la última despedida. ¿Y qué es lo que hacen estos
pilotos? ¡Atraviesan el huracán en avión! Lo hacen para medir la
velocidad, la presión atmosférica, la temperatura, la humedad y la
dirección del ciclón. Y aunque se trata de aviones especiales, esos pilotos
arriesgan sus vidas.
¿Y qué hacen una vez que llegan al ojo del huracán? Allí deben
mantenerse sobrevolando. Pero no hay de qué preocuparse. Esa zona se
caracteriza por una calma sorprendente: no hay nubes ni lluvia y los
vientos recios se desconocen.1 Desde ahí los pilotos lanzan al vacío una
sonda en paracaídas, la que, a medida que desciende, envía señales a un
satélite y este al Centro Nacional de Huracanes en Miami, Florida. Los
cálculos matemáticos subsiguientes previenen los desastres en la mayoría
de los casos.2
Así que es necesario estar en el ojo del huracán para saber el rumbo de
la tormenta. Las señales enviadas desde ahí son decisivas, y pueden hacer
la diferencia entre la vida y la muerte. Pero no cualquier avión puede hacer
eso. Un avión comercial no podría, tampoco cualquier piloto. Pero es
necesario, como dice Amelia Ebhardt, copiloto de uno de esos aviones:
“Ayudamos a la gente a prepararse para las tormentas, lo que salva
vidas”.3

Rodeados por el ojo del huracán de Apocalipsis 7


¿Pero qué relación guarda esto con la vida espiritual? La Biblia
profetiza algo semejante para nuestros días. El apóstol Juan ve a un ángel
que tiene el sello de Dios. Este mensajero ordena a cuatro ángeles que
detengan a los cuatro vientos para que no hagan “daño a la tierra, ni al
mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos
de nuestro Dios” (Apocalipsis 7:1-3).
El lenguaje usado aquí es semejante al que usamos para referirnos a los
huracanes. Antes del fin del tiempo de gracia y el regreso de Cristo, los
ángeles deben formar un ojo de huracán alrededor del mundo. La
expresión: “para que no soplase viento alguno” advierte que es un tiempo
de relativa calma. Pero desde ahí el Señor está enviando la última señal de
todas, algo que podríamos calificar como “paz y seguridad”, pero lo que
sigue a esto es una destrucción repentina.
Se nos dice que “los ángeles están ahora sujetando los vientos de la
lucha para que no soplen hasta que el mundo sea advertido de su cercana
condenación; pero se está preparando una tormenta, lista para estallar
sobre la tierra; y cuando Dios ordene a sus ángeles que suelten los vientos,
habrá una escena tal de lucha, que ninguna pluma podría describirla”.4
¡Estamos en el ojo del huracán!
Jacques B. Doukhan hace la observación de que la estructura
quiasmática (ABA’) de los textos en cuestión “identifica a los
sobrevivientes” de la crisis actual. Él identifica tres acciones en la
descripción que hace Juan de lo que ocurre durante el sellamiento. “La
primera acción (A) no hiere la tierra, ni el mar ni los árboles (Apocalipsis
7:1). La segunda acción (B) amenaza la tierra y el mar (vers. 2). Y la
tercera acción (A’) nuevamente no hiere la tierra, el mar y los árboles
(vers. 3)”. Y concluye diciendo: “El centro del quiasmo revela el elemento
de la naturaleza evitado por los vientos”; es decir, “los árboles son los
únicos sobrevivientes del desastre”.5
Aquí los árboles representan a los justos (ver Salmo 1:3; Jeremías 17:8).
Estos corren peligro de confiarse, lo mismo que los impíos, porque están
en el centro, es decir, en el ojo del huracán, donde no hay nubes, vientos ni
lluvias. Es cierto que los vientos están detenidos, pero lo peor está por
venir, porque “la otra parte” del huracán amenaza a una humanidad
confiada que piensa que ya pasó el peligro.
¿No es eso también lo que sugiere Apocalipsis 10? Ahí vemos a un
ángel con un librito abierto en la mano, y cuando habla (lo que ocurre
entre la sexta y la séptima trompetas, paralelo al sellamiento que ocurre
entre el sexto y séptimo sello), entonces siete truenos emiten sus voces con
un mensaje de juicio que no debe registrarse. ¿Y qué significa?
LaRondelle explica que “la orden para ‘sellar’ el contenido de los siete
truenos puede indicar que ya no habrá juicios de advertencia, en vista de
la presciencia de que tales juicios no llevarán a la gente al
arrepentimiento… Los juicios finales vienen solamente después de que
haya terminado el tiempo de gracia, en la forma de las siete últimas
plagas”.6
En otras palabras, antes del fin del tiempo de gracia, pase lo que pase, la
gente pensará que no está pasando nada. ¿Para qué registrar el mensaje de
los truenos? No es necesario. Lo que pueda ocurrir alrededor será
irrelevante para la gente. ¡Y lo estamos viendo! ¡Aquí tenemos la
advertencia acerca del tiempo en que estamos viviendo! Es necesario,
pues, preparar a la gente. Hay que decirle que no se confíe. ¡La gracia se
terminará sin que el mundo se dé cuenta!
La misma estructura literaria del libro de Apocalipsis sugiere que antes
de los juicios finales tendremos que estar en el ojo del huracán.7 Nuestro
tiempo se describe como estando en el centro, en un paréntesis rodeado
por advertencias de juicio, y luego el juicio. Está el mensaje de las siete
iglesias, de los siete sellos y de las siete trompetas, y en todos ellos se
culmina con la segunda venida de Cristo. “Estas terminaciones
apocalípticas de cada cadena indican que las tres series no son tres
secuencias cronológicas, que cada una sigue a la otra. Más bien, repiten la
misma secuencia histórica… Esto crea una urgencia cada vez mayor en el
Apocalipsis”. Citando a Robert H. Mounce, LaRondelle añade: “Cada
nueva visión intensifica la realización del juicio venidero. Al igual que
una tormenta que se arma en el mar, cada nueva cresta de la ola conduce
la historia más cerca de su destino final”.8
Ahora estamos situados en el ojo de la tormenta, donde reina la calma.
Haskell señaló que cuando Europa se hallaba en medio de luchas
políticas y sociales aparentemente interminables, sobre todo durante la
Revolución Francesa, de la noche a la mañana, “en medio del tumulto y la
contienda, vino una calma repentina. Nadie podía señalar una razón para
ello. Como las aguas turbulentas de Genesaret cuando Cristo habló de paz
a la tormenta, el tumulto y la confusión cesaron. Los cuatro ángeles habían
sido estacionados en la tierra para detener los vientos de la lucha hasta que
los siervos de Dios pudieran ser sellados”.9 ¿Suena interesante?
¿Y cuál podría ser “la otra parte” de la tormenta que viene si hoy
estamos en el ojo del huracán? ¿Habla la Biblia de eso? Como vimos
antes, Elena G. de White dice que se está preparando una tormenta; pero,
¿cómo podemos saber cuál es y cuán cerca se encuentra? Para saberlo,
primero tenemos que reconocer la tormenta que ya pasó, para identificar la
venidera.
Pues bien, la “primera parte” de la tormenta estuvo mayormente en
manos del papado. El desarrollo de la historia cristiana con todos sus
conflictos, hasta el año 1798, estuvo en su poder; así que, ¿no estará en sus
manos la otra parte de la tormenta que viene?
Una declaración oficial de la Iglesia Adventista dice: “Basados en las
predicciones bíblicas, creemos que poco antes de la segunda venida de
Cristo esta tierra experimentará un período de agitación sin precedentes,
cuyo eje central será la observancia del sábado. En ese contexto,
anticipamos que las religiones mundiales —entre ellas, las principales
entidades cristianas como participantes clave— se alinearán con las
fuerzas que se oponen a Dios y al sábado”.10
¿Y cuál puede ser uno de esos participantes clave?
Tim Roosenberg, en su libro Islam & Christianity in Prophecy [El Islam
y el cristianismo en la profecía], define al principal protagonista del último
gran conflicto, el rey del norte, de acuerdo con Daniel 11:40-45, como
“poderes geopolíticos” del “cristianismo occidental” encabezados
mayormente por “el Papado”,11 lo que parece estar en armonía con el
pensamiento de la sierva del Señor que declara que el pueblo de Dios
tendrá que hacerles frente, en la crisis final, a “poderes coligados contra la
verdad”.12 De acuerdo a esto, uno de los poderes que se manifestará “como
una tempestad” (vers. 40) contra Dios y el sábado, en el tiempo del fin,
será el papado.
¿Y qué puede implicar esto? Que quien no esté procurando el
sellamiento mientras se halla en el ojo del huracán, previo a ese tiempo,
corre el riesgo de recibir la marca de la bestia y también las siete postreras
plagas en el futuro cercano. Mientras tanto, ¿qué peligro corre el mundo?
¡Pensar que no está pasando nada!

La sordera inadvertida de la humanidad


Un viajero cuenta que al visitar a un amigo, herrero de profesión, notó
que con cada golpe dado en el yunque, el perro que estaba a su lado
aullaba. Otro golpe, otro aullido. Años después, cuando el viajero regresó
nuevamente, advirtió algo extraño. Ahora, cuando el herrero daba el golpe,
el perro se quedaba quieto. Intrigado, le preguntó al herrero acerca de la
conducta del perro. Antes, al menor ruido el perro reaccionaba, y ahora no.
El herrero le dijo que por haber escuchado tantos golpes el perro se había
quedado sordo. “Mentalmente” el perro estaba en el ojo de la tormenta, y
aunque los metales al rojo vivo podían estar haciéndose pedazos a su
alrededor, ¡eso ya no significaba nada para él!
La Biblia nos advierte acerca del modo de pensar que habrá en la última
parte de la historia de este mundo. Si bien los desastres aparecen aquí y
allá, el apóstol declara: “Sabiendo primero esto, que en los postreros días
vendrán burladores… diciendo: ¿Dónde está la promesa de su
advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las
cosas permanecen así como desde el principio de la creación” (2 Pedro
3:3, 4). En otras palabras, aunque el mundo se esté desbaratando, no tendrá
ningún significado especial para muchos. Ellos pensarán que no está
pasando nada.
Jon Paulien explica: “Tanto Jesús como Pablo describen los últimos días
como tiempos más bien normales, a pesar de todos estos eventos
espectaculares”. Y si bien habrá una crisis antes del fin definitivo, Paulien
hace la aclaración de que “todo parecerá normal solo para aquellos que no
han sido iluminados por la fe cristiana”.13

La hora que no pensaste volverá a repetirse


Jesús nos habló acerca de esta mentalidad al decir: “Como en los días de
Noé, así será la venida del Hijo del Hombre”. Pero, ¿en qué será igual?
“Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo,
casándose y dándose en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el
arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así
será también la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:37-39).
Los antediluvianos fueron destruidos, entre otras cosas, porque
pensaban que no pasaba nada. Y en cierto modo tenían razón. Antes de eso
no estaba pasando nada, pero fue en un ambiente así cuando vino la
destrucción repentina. Jesús dice que esta experiencia se repetirá. La
humanidad volverá a confiarse. “El Hijo del Hombre vendrá a la hora que
no pensáis” (vers. 44).
Imaginemos la escena. No está pasando nada pero Dios le dice a Noé
que es hora de entrar en el arca. El tiempo de espera ha concluido. El día
de la oportunidad se ha ocultado para siempre en el horizonte. Ahora Noé
entra en el arca. Pasa el primer día y nada. Segundo día, nada. Tercer día,
nada. Cuarto, quinto, y sexto día, nada. Séptimo día, ¡destrucción
repentina! (Génesis 7:10). Lo más asombroso es que cuando Noé entró en
el arca, ¡aun ahí no pasaba nada! Al menos por un tiempo. Los
antediluvianos estaban en el ojo del huracán y no se dieron cuenta. Toma
nota: Jesús dijo que esa historia se repetirá. Pero, ¿dónde estaba
profetizado?

Dios detendrá sus castigos parciales solo durante un tiempo


El profeta Sofonías, quien fue llamado para proclamar la destrucción de
toda la tierra, habló de la condición mental del tiempo del fin: “Acontecerá
en aquel tiempo que… castigaré a los hombres que reposan tranquilos…
los cuales dicen en su corazón: Jehová ni hará bien ni hará mal”. Al
referirse a cuán “cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy
próximo”, Sofonías advierte que en este día los hombres reposarán
tranquilos, pensando que no está pasando nada. Dios, sin embargo,
“ciertamente destrucción apresurada hará de todos los habitantes de la
tierra” (Sofonías 1:12, 14, 18).
Pues bien, la decisión de hacer una “destrucción apresurada” de todo el
mundo tiene su origen en un contexto de aparente calma. El Señor dice:
“Hice destruir naciones; sus habitaciones están asoladas; hice desiertas sus
calles… Dije: Ciertamente me temerá; recibirá corrección… Mas ellos se
apresuraron a corromper todos sus hechos. Por tanto, esperadme, dice
Jehová, hasta el día que me levante para juzgaros, porque mi
determinación es reunir las naciones, juntar los reinos, para derramar sobre
ellos mi enojo, todo el ardor de mi ira; por el fuego de mi celo será
consumida toda la tierra” (Sofonías 3:6-8).
Observa bien que todo esto ocurre en un contexto de juicio, algo similar
a lo que se anuncia de la gran ramera que en un solo día, proféticamente
hablando, le vendrán sus plagas. Juan lo enfatiza aun más al decir que en
una hora la ramera, que es la gran Babilonia, será enjuiciada, desolada y
consumida (Apocalipsis 18:8, 10, 17, 19).
¿Notaste que aunque el mundo siga su marcha en el pecado, de todas
maneras no se dará un castigo inmediato? Sugiero que Dios está pidiendo
que lo esperemos en un ambiente que será engañoso para los impíos,
cuando ellos crean que no está pasando nada. Y esto conducirá a la maldad
extrema. “Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el
corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el
mal” (Eclesiastés 8:11). El mal irá aumentando, y eso estamos viendo.
Aunque nos duela, antes del fin del tiempo de gracia seremos testigos de
comportamientos extraños que no serán castigados inmediatamente.
Por tanto, tendremos que esperar al Señor mientras sus juicios se
demoran. No su advenimiento sino sus juicios. Antes de la destrucción es
preciso pasar por el ojo del huracán. Es como si la misericordia de Dios
preparara a la gente para la destrucción final. Suena raro, pero es así. El
mundo, al parecer, no será destruido por partes sino de un solo golpe.
Mientras, se pensará que no está pasando nada. Y esto es algo que aparece
una y otra vez en las Escrituras.

Antes de la destrucción, una prosperidad nunca vista


¿Recuerdas la parábola del trigo y la cizaña? Cristo dice que la siega es
el fin del mundo (ver Mateo 13:39). ¿Y qué pasa antes de que la cizaña sea
destruida? ¿Es consciente Dios de cómo el mal, la cizaña, está creciendo?
Por supuesto que sí, ¡y la deja que siga creciendo! No hay destrucción. La
intención de Dios es que la cizaña madure junto con el trigo. Cuando el
siervo de la parábola le sugiere: “¿Quieres, pues, que vayamos y la
arranquemos?” El Señor le dice: “No… dejad crecer juntamente lo uno y
lo otro hasta la siega” (vers. 28-30).
Observa que mientras esa siega (el fin) no llegue, para muchos no estará
pasando nada. Sin embargo, como ya hemos visto, los siervos de Dios
estarán siendo sellados y el tiempo de gracia se estará terminando. Si bien
los vientos serán detenidos para que no hagan daño a la tierra y al mar, el
fin estará a las puertas. La maduración de la maldad será la mayor prueba
de la pronta venida de Cristo. Pablo dice: “Mas los malos hombres y los
engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados”
(2 Timoteo 3:13). Creerán que por más mal que hagan, no pasa nada. No
obstante, la razón por la que el Señor no los destruye todavía es que no
quiere “que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”
(2 Pedro 3:9).
Esta madurez de la maldad previa a la destrucción definitiva está
prefigurada en la salida del pueblo de Israel rumbo a la tierra prometida.
Dios le dijo a Abraham que su pueblo sería esclavo en tierra extraña y que
no pisaría la tierra prometida sino hasta que la maldad de los amorreos
llegara al colmo (ver Génesis 15:16). Por supuesto, esto no cambió las
cosas. Solo logró que los malos pensaran que podían seguir haciendo el
mal y maduraran para ser destruidos. ¡Y no estaba pasando nada!
Elena G. de White, al comentar la parábola de la viuda insistente y el
juez injusto, dice: “En diversas edades el Señor ha hecho conocer la forma
en que obra”. Y declara: “Cuando ha llegado una crisis, él se ha
manifestado… En el caso de naciones, familias e individuos, permitió a
menudo que las cosas llegaran a una crisis, y entonces su intervención se
efectuó en forma notable… En este tiempo en que prevalece la iniquidad,
podemos saber que la última crisis está por llegar”.14
Cabe decir que Jesús aplicó el significado de la parábola al tiempo del
fin, y declaró: “Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos… aunque parezca
demorar en defenderlos?” (Lucas 18:7; NRV). En otras palabras, mientras
esta crisis final no llegue, al mundo y aun a la iglesia le parecerá que no
está pasando nada. Lo más notable de este asunto es que Lucas presenta la
parábola en el contexto de los últimos días (ver Lucas 17:20-37).
¿Estamos conscientes del tiempo en que vivimos? ¡Estamos en el ojo
del huracán!
Jesús declaró irónicamente: “Sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas
las señales de los tiempos no podéis!” (Mateo 16:3). Y calificó de
hipócritas a los que en su primera venida podían conocer los tiempos pero
demandaron señal, a pesar de que las señales abundaron
considerablemente (ver Lucas 11:16-29). Sugiero que así será con la
generación que vivirá justo antes del segundo advenimiento de Cristo. A
pesar de tantas señales y prodigios, al mundo le parecerá que no está
pasando nada. ¡No creerán que Jesús esté a las puertas!
En la parábola de la viña estéril en Lucas 13 vemos el mismo principio.
Antes de ser destruida, la viña recibe un trato que sería inusual de no ser
porque la gracia está de por medio. Si bien ya se había probado que no
daba fruto (y al final tampoco dio), de todos modos recibió la bendición de
tener al viñador cavando alrededor de ella y abonándola (vers. 8). ¡Cuántos
piensan hoy que están bien solo porque reciben la bendición de Dios,
aunque no produzcan nada! Es un engaño fatal. En el caso de la viña
estéril, no pasaba nada, pero era lo último que se hacía en su favor. La
gracia estaba haciendo su último llamamiento. La bendición aumentó antes
de la destrucción definitiva.

“Sansón” aparece de nuevo en el tiempo del fin


A los judíos de aquel tiempo les pasó lo mismo que a Sansón. Si
recordamos bien, a él le estaba prohibido casarse con una mujer que no
fuera israelita; pero se casó de todas maneras, y sin embargo, ¡la fuerza no
le fue quitada! (ver Jueces 14:6). ¿Qué habrá pensado entonces? “Puedo
violar la ley de Dios y no pasa nada”. Algo similar a lo que el mundo
experimentará antes del regreso de Cristo.
Como judío y nazareo que era, a Sansón también le estaba prohibido
tocar animales muertos. Pero decidió comer miel de un enjambre que había
en el cuerpo del león que había matado anteriormente; ¡y tampoco la
fuerza se le quitó! (ver Jueces 14:19; 15:16). Otra vez pensó: ¡Puedo hacer
el mal que sea y de todos modos no pasa nada! Ya estaba en el ojo del
huracán.
Se nos dice que “es el poder restrictivo de Dios lo que impide que el
hombre caiga completamente bajo el dominio de Satanás”, y se afirma lo
siguiente: “Dios no asume nunca para con el pecador la actitud de un
verdugo que ejecuta la sentencia contra la transgresión; sino que abandona
a su propia suerte a los que rechazan su misericordia, para que recojan los
frutos de lo que sembraron sus propias manos”.15 Mientras, aparentemente
no pasa nada.
Sansón también sabía muy bien que le estaba prohibido andar con
prostitutas, pero él decidió que no había mayor problema. “Fue Sansón a
Gaza, y vio allí a una mujer ramera, y se llegó a ella”. ¿Sería abandonado
ahora para ser destruido? No. Rodeado de filisteos, se levantó a
medianoche, “y tomando las puertas de la ciudad con sus dos pilares y su
cerrojo, se las echó al hombro, y se fue y las subió a la cumbre del monte
que está delante de Hebrón” (Jueces 16:1-3). ¿Qué pensó Sansón ahora?
Desde ese monte podía contemplar a Hebrón, tierra de gigantes (ver Josué
15:8, 13, 14). ¡Él se creía ser el mayor de ellos!
Contemplemos la escena. Miremos a Sansón a medianoche, diciendo
para sí: “Cada vez me va mejor. ¡Mira dónde estoy!” ¡No pasa nada! Pero
el fin estaba cada vez más cerca. Cuando finalmente cayó en manos de
Dalila, dijo: “Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no
sabía que Jehová ya se había apartado de él” (Jueces 16:20). ¡Engaño fatal!
¿Puedes ver en qué engaño podemos caer si pensamos que no pasa
nada? La destrucción vendrá cuando menos la esperemos. Por eso
Salomón declaró: “Aunque el pecador haga mal cien veces, y prolongue
sus días, con todo yo también sé… que no le irá bien al impío” (Eclesiastés
8:12, 13). Podrá estar confiado, pero su destrucción será repentina y
segura.
¿Recuerdas a los habitantes de Jericó en tiempos de Josué? El día del
juicio había llegado para ellos, pero dentro de sus formidables murallas
tuvieron tiempo para sentirse seguros. El pueblo de Israel dio la primera
vuelta a las murallas, y no pasó nada. Segundo día, nada. Tercer día, nada.
Cuarto, quinto, y sexto día… todavía nada. ¡Estaban en el ojo del huracán!
¿Séptimo día? Primera vuelta, nada. Segunda vuelta, nada. Tercera vuelta,
nada. Cuarta, quinta, y sexta vuelta… todavía nada. Pero a la séptima
vuelta, ¡vino la destrucción repentina! (ver Josué 6:1-21).
Esta clase de pensamiento de “no pasa nada” y luego una destrucción
repentina está presente cada vez que el tiempo del fin ha llegado, no
importa la época. ¡Hoy estamos en el tiempo del fin! ¿Debiera ser
diferente? No, en lo absoluto.

¿Quién paga a los falsos profetas?


Pero hay algo que contribuye enormemente al pensamiento de “no pasa
nada”, y que no hay de qué preocuparse. A menudo los gobernantes están
interesados en hacerle creer a la gente que su gobierno es un buen
gobierno. Podrían perder autoridad si no afirman eso. Así que, no importa
cuán malas hayan sido sus gestiones, estos tienen publicistas que se
encargan de vendernos la idea de que todo está bien, de que no pasa nada,
para seguir afianzados en el poder. ¿Qué partido político querría dejar su
lugar a otro? No hay ningún gobierno que le diga a la gente: “Preocúpense
porque estamos gobernando mal”. Eso jamás sucederá.
En el año 70 d.C., cuando Jerusalén iba a ser destruida, los dirigentes de
entonces, “con el propósito de afianzar su satánico poder, sobornaban a
falsos profetas para que proclamaran que el pueblo debía esperar la
salvación de Dios… Hasta el fin las multitudes creyeron firmemente que el
Todopoderoso intervendría para derrotar a sus adversarios. Pero Israel
había despreciado la protección de Dios, y no había ya defensa alguna
para él”.16
Los falsos profetas acentúan la falsa creencia de que no pasa nada. Y
hay políticos que, con el inmenso poder económico que poseen,
contribuyen a que la gente piense así por medio de buenos propagandistas.
¿Quién no se alegra cuando anuncian que ahora sí nos irá mejor y que han
llegado los años de bonanza? ¿No nos gusta vivir en un mundo que
progresa? Por supuesto, pero ahí podría estar el engaño. Y al parecer, así
será la condición mental del mundo antes del fin.
Jesús, previendo lo que ocurriría en nuestros días, antes de su regreso,
respecto a la mentalidad de “no pasa nada”, declaró: “Entonces el reino de
los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas,
salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco
insensatas” (Mateo 25:1, 2). ¿Cuál es el problema de las insensatas si ellas
también saben que el esposo viene? El problema es que se confían. El “no
pasa nada” es una ilusión. Estamos ya en el ojo del huracán. Entonces,
¿qué debemos estar haciendo ahora? ¿No nos da esto un sentido de
urgencia?
Los tiempos en que vivimos señalan claramente la obra que debemos
estar haciendo desde ahora. Debemos proclamar que Cristo viene pronto.
Pero, ¿qué podemos hacer para estar en sintonía con este tiempo en que
aparentemente no pasa nada? ¿Hay alguna obra que la iglesia ha estado
haciendo en este contexto? ¿A qué le llamamos “profetas silenciosos en el
ojo de la tormenta”? Una de las obras más importantes que la iglesia
realiza en este contexto es la obra de las publicaciones. Este ministerio
siempre ha estado en “el ojo del huracán”. Y esto también, trabajando
silenciosamente, le recuerda a Satanás que “tiene poco tiempo”
(Apocalipsis 12:12). Pero, ¿hay algún fundamento bíblico para este
ministerio silencioso?

Un mensaje silencioso basado en las Escrituras


Hay en la Escritura referencias al testimonio silencioso. En el Evangelio
de Marcos encontramos a un leproso sanado que recibe la orden de
testificar en silencio para beneficio de una clase especial. La Palabra dice
que Jesús “le encargó rigurosamente” que no dijera a nadie nada, sino que
fuera y se mostrara al sacerdote, y ofreciera por su purificación lo que
Moisés había mandado. Todo esto con un propósito: “Para testimonio a
ellos” (Marcos 1:43, 44).
Aquí vemos a Jesús invitando a este hombre a dar un mensaje silencioso
pero basado en las Sagradas Escrituras, por cuanto era según “lo que
Moisés mandó”. Era un testimonio silencioso que tenía como propósito
mostrar que Jesús era el Mesías.
Esto ilustra el ministerio de la página impresa; en primer lugar, porque
se trata de un mensaje silencioso; y en segundo lugar, porque nuestros
libros se basan en las Escrituras. Es un testimonio silencioso basado en la
palabra de Dios, similar a lo que Jesús le pidió al hombre sanado.
Jesús pudo haberle pedido que divulgara lo que había hecho por él, pero
no lo hizo. Era natural que una persona sanada testificara a viva voz acerca
de su sanador; y Jesús mismo se valió de eso al enviar al gadareno liberado
de malos espíritus a que contara a los suyos “cuán grandes cosas el Señor
había hecho con él” (Marcos 5:19). Pero en esta ocasión fue diferente. ¡El
Señor de los grandes planes tenía otro plan! ¡Jesús quería que el testimonio
fuera silencioso! Sin embargo, ¡el hombre tenía otros planes! Y se fue,
divulgando el hecho (Marcos 1:45).
Quizá nosotros queramos justificar al leproso, diciendo: “¡Pero es que
no le quedaba otra opción!” “¡No era para menos! ¡Tenía que hacerlo!”
“¡Si hubiéramos estado en su lugar hubiéramos hecho lo mismo!” Pero,
¿es correcto pensar así? Jesús quería otra cosa: un testimonio silencioso
basado en las Sagradas Escrituras. Tal vez nos parezca poca cosa ir en
contra de lo que Jesús quiere, pero al hacerlo así podríamos perjudicar en
vez de ayudar a proclamar el evangelio. El relato de Marcos termina
diciendo: “De manera que ya Jesús no podía entrar abiertamente en la
ciudad, sino que quedaba fuera en los lugares desiertos”.
Sí, a veces nos cuesta trabajo cumplir con los deseos de Jesús, por no
creer ni obedecer. No aceptamos que él tenga un plan diferente al de
nosotros. No creemos que él esté pensando en una manera más prudente de
hacer las cosas. ¡Solo creemos en nuestros métodos! Y muchas veces no
nos ponemos a pensar que Dios puede necesitar tanto uno como otro
método, y que dentro de sus planes hay un todo, perfectamente
equilibrado.

Una lección desconocida del bambú japonés


Hay algo que el Señor mismo nos enseña mediante la naturaleza que nos
permite comprender mejor el poder de la literatura en el tiempo del fin.
Del bambú japonés aprendemos lecciones importantes que nos muestran
por qué el Señor ha escogido también a los profetas silenciosos, la página
impresa, como un medio poderoso que puede terminar la obra del
evangelio en este mundo. Comprender esto nos ayudará a ver el verdadero
valor de los capítulos subsiguientes de este libro.
Cuando un agricultor japonés se dispone a cultivar bambú, prepara la
tierra: la abona, la riega y la dispone en forma apropiada antes de ubicar la
planta en el surco. Después prodiga cuidados permanentes a la tierra: la
riega, la desyerba, la fertiliza y la limpia de insectos, piedras y malezas.
Pasan varias semanas y no hay indicios de la planta. El maíz brota a los
ocho días, pero el bambú no. Pasan los primeros seis meses, y nada. ¡No
aparece brote alguno! Pasan los primeros nueve meses, y sigue igual. Nada
acontece en apariencia, pero el cultivador tiene que seguir trabajando día
tras día. Su error sería dejar de hacerlo una vez que ha comenzado la tarea.
En realidad, el sembrador tiene que armarse de una gran paciencia si
quiere ver los resultados de su trabajo. Pasa un año y nada brota, pero el
agricultor prosigue trabajando. Se podría decir que nada requiere más fe
que el cultivo de esa extraordinaria planta. Y cómo no: las condiciones
propias de este cultivo parecieran estar destinadas a despertar la duda, el
recelo y el escepticismo (como ocurre con la obra de las publicaciones).
Pero los agricultores japoneses son inteligentes y no se dejan llevar por
sentimientos o falsas impresiones. Pasa el segundo año, y el tercero, ¡y
nada se ve sobre el surco! Cualquier agricultor inexperto diría que lo mejor
sería ponerse a sembrar otra cosa, que no tiene caso malgastar el tiempo;
no obstante, los sembradores de bambú tienen un visión de largo alcance.
Llega el cuarto año pero el agricultor no pierde la esperanza. Aunque
nada ha brotado, no sale impaciente a patear o pisotear la tierra. A esas
alturas sería una locura hacer eso. El tiempo sigue pasando, llega el quinto
y luego sexto año, ¿y qué pasa? Se vuelve a fertilizar, a irrigar y a
desyerbar, pero el bambú no aparece. Cualquiera pensaría que las siembras
son infértiles, o quizá la tierra, o ambas. Pero, no. Finalmente, al séptimo
año aparece un pequeño brote de lo que será una planta portentosa. Y una
vez que eso sucede, ahora sí, ¡atención! El bambú, a semejanza del
espárrago, aumenta en tamaño cada hora, que casi se puede verlo crecer.
Algunos llegan a medir veinte y otros treinta metros de altura, en unas
doce a quince semanas. Así, el cultivo del bambú nos indica que valió la
pena el esfuerzo y la espera.

El poder del crecimiento invisible hacia abajo


Pero, ¿qué ha estado pasando durante esos seis años entre tanto que el
bambú brota? Lo que ha pasado es que el bambú ha estado creciendo bajo
tierra. En forma silenciosa e invisible ha permanecido echando un sistema
de raíces poderosísimo que le permitirá crecer mucho en poco tiempo.
Alguien dijo que “cuando uno ha decidido edificar alto, debe primero
permanecer bastante tiempo en los cimientos”. Y eso es precisamente lo
que hace el bambú. Pero, ¿de qué le sirve todo esto?
Pues bien, cuando los tifones azotan las costas de Japón y arrasan con
todo, hay una planta que permanece inamovible. Se dobla mientras el
huracán la azota, pero vuelve a su posición erguida una vez que pasa la
tormenta. Es el bambú japonés. Por más inclementes que sean los vientos,
el bambú no puede ser arrancado. Crece internamente antes de hacerlo
externamente, y la “crisis final” no puede hacer nada contra él.17
Lo que nos enseña el bambú japonés es lo mismo que nuestros
instructores para la distribución de publicaciones han querido enseñarnos
durante muchos años: que la obra de publicaciones tiene un papel muy
importante que desempeñar en la crisis final. ¡Que será uno de los últimos
predicadores que se mantendrá de pie! No podemos esperar que los libros
y revistas con el mensaje que regalamos o vendemos, den su fruto de la
noche a la mañana. Los libros son como bombas de tiempo: no explotan
en el momento sino a su debido tiempo. Esto es inteligencia divina.
Hoy, la página impresa está echando un sistema de raíces impresionante,
y cada uno de nosotros debe estar interesado en que estas raíces sean lo
suficientemente fuertes como para que nuestro mensaje resista los embates
de la crisis que se avecina. Debemos sembrar tantas semillas como sea
posible. Nuestra tarea es distribuir el mensaje en abundancia.
Tú y yo, al igual que los cazahuracanes, ahora que estamos en el ojo del
huracán, debemos enviar señales al mundo con el mensaje de la pronta
venida de Cristo. La predicación del evangelio es en sí misma la señal de
su pronto regreso (ver Mateo 24:14). Si bien “no pasa nada”, Jesús está a
las puertas. ¿Y cómo debe prepararse el mundo?
Elena G. de White escribió: “Los silenciosos mensajeros están
iluminando y moldeando las mentes de miles de personas en todos los
países y climas”,18 y añade: “Más de mil personas se convertirán en un
solo día, la mayor parte de las cuales adjudicarán sus primeras
convicciones a la lectura de nuestras publicaciones”.19
Pregunto: ¿Quién habrá repartido todas esas páginas salvadoras? ¿Quién
realizará esa distribución de tanto alcance? ¿No sería bueno que fuéramos
tú y yo? Es lo que el Señor espera.
Pero, ¿qué profecía debe cumplirse por medio de estos mensajeros
silenciosos, estando en el ojo del huracán? ¿De verdad cumplen una
profecía? ¿Cuál? Sigue leyendo.

1. Steve Chapple, “En el ojo de un huracán”, Selecciones del Reader’s Digest (México, D.F.:
Impresora Transcontinental de México, Noviembre 2009), pp. 115-116.
2. “Dropsonde”, consultado en https://en.wikipedia.org/wiki/Dropsonde; última revisión el 11 de
enero, 2016.
3. Steve Chapple, p. 117.
4. White, Eventos de los últimos días, p. 204; énfasis agregado.
5. Jacques B. Doukhan, Secretos del Apocalipsis (Bogotá, Colombia: Asociación Publicadora
Interamericana, 2008), p. 69; énfasis agregado.
6. LaRondelle, Las profecías del fin, p. 203; énfasis agregado.
7. Apocalipsis tiene la estructura de un candelabro de siete brazos. El sellamiento está en el centro.
8. LaRondelle, Las profecías del fin, p. 110; énfasis agregado.
9. Stephen N. Haskell, The Story of the Seer of Patmos (Nashville, Tennessee: Southern Publishing
Association, 1905, p. 132; énfasis agregado.
10. Iglesia Adventista del Séptimo Día, Declaraciones, orientaciones y otros documentos
(Colombia: Asociación Publicadora Interamericana y GEMA Editores, 2010), “El Catolicismo
Romano”, pp. 186, 187; énfasis agregado.
11. Tim Roosenberg, Tim Lale, Islam & Christianity in Prophecy (Hagerstown, MD: Review and
Herald Publishing Association, 2011), ver pp. 9, 12, 37, 45. Jacques B. Doukhan, por otra parte,
señala que “el período que abarca el conflicto narrado en Daniel 11:5-45… es el mismo que el que
abarca el cuerno pequeño de Daniel 7 y 8, y los pies de Daniel 2”. Secretos de Daniel (Bogotá,
Colombia: Asociación Publicadora Interamericana, 2008), pp. 169, 170. En otras palabras, uno de
los poderes que se manifestará como una tormenta, en el tiempo del fin, es el papado; que en Daniel
11 también se describe como el rey del norte.
12. White, El conflicto de los siglos, p. 597.
13. Jon Paulien, “Indicadores del fin del tiempo: ¿Son ‘las señales’ en realidad señales?”, Ministerio
adventista, Año 67, N° 2, marzo-abril 2010, pp. 16, 17; énfasis agregado.
14. Elena G. de White, Palabras de vida del gran Maestro, p. 141; énfasis agregado.
15. White, El conflicto de los siglos, p. 34.
16. Ibíd., p. 28; énfasis agregado.
17. Adaptado, Pedro Morales Satizábal, Aprendiendo a vivir (México, D. F: GEMA
Editores/Agencia de Publicaciones México Central A.C., 2007), pp. 79, 80.
18. White, El colportor evangélico, p. 5.
19. Ibíd., p. 157.
CAPÍTULO 3

PROFETAS DEL SELLAMIENTO


FINAL

ntre los que utilizará el Espíritu Santo, la literatura será uno de los
E instrumentos más poderosos para terminar la proclamación del
evangelio. ¿Habías oído eso antes? Debo decir que la única manera de
salvar al mundo de los engaños mortales del tiempo del fin es a través del
sello de Dios. ¿Puede también la página impresa participar de este
sellamiento final? ¿Sabes qué es el sellamiento y cómo se realiza? ¿Sabías
que algún libro que tú hayas obsequiado o vendido, que estés
distribuyendo o que vayas a distribuir, podría ser uno de los últimos
predicadores sobre la tierra, y que así puedes participar en el cumplimiento
de la profecía más importante para este tiempo?
Analiza esta declaración: “Cuando las denominaciones religiosas se
unan con el papado para oprimir al pueblo de Dios, el colportaje
evangélico abrirá lugares donde exista libertad religiosa”.1
¿Crees que la declaración anterior sea la base para decir que las
publicaciones jugarán un papel clave en la terminación de la predicación
del evangelio antes de que Cristo venga? Pues no lo es. Sin embargo,
cuando era un colportor estudiante, escuchaba con frecuencia que los
colportores serían de los últimos en salir del campo de batalla. Buscaba la
base bíblica y profética para eso pero no hallaba más que la cita arriba
mencionada. Sin embargo, ¡hay mucho más que eso! Quisiera ilustrar lo
que pronto ocurrirá con algo que sucedió hace pocos años.

Un acontecimiento anunciado con más de cien años de anticipación


En el año 1999 fui sorprendido por el título de un boletín colocado en el
tablero de las oficinas de la Misión del Norte de México que decía: “Santo
Tomás se convierte en adventista del séptimo día”. Como era de esperarse,
la información atrajo mi atención poderosamente. Por una parte dije:
“¿Qué acaso Santo Tomás no es católico?” Y luego pensé: “¿Y acaso no es
el teólogo más ilustre de la Iglesia Católica? ¿Qué hace Santo Tomás en el
tablero de la Iglesia Adventista, y luego, convertido?”
Siendo que en ese tiempo era director del Departamento de
Publicaciones de la Misión del Norte en Chihuahua, México, quise saber
todo lo relacionado con ese artículo intrigante, ya que la conversión tenía
que ver con uno de nuestros libros. Descubrí que en un lugar del Estado de
Chihuahua llamado Santo Tomás, tiempo atrás un colportor había vendido
libros a la hermandad de una iglesia evangélica. Esos libros fueron leídos
ávidamente, especialmente por los dirigentes. Aunque el mensaje impactó
a los hermanos, ellos no tomaron una decisión al respecto.
Sin embargo, quince años después, estos mismos hermanos fueron
sacudidos por la carta Dies Domini que Juan Pablo II envió por Internet, en
la que urgió al mundo entero a volver a la observancia del domingo.2 Ante
esta acción del Papa, los dirigentes de esa iglesia recordaron lo que habían
leído en el libro El conflicto de los siglos acerca de eso; por tanto, se
dieron a la tarea de buscar a una persona de nuestra iglesia para que les
hablara más del tema. El hermano que fue contactado por ellos llamó al
pastor y este al evangelista de la Misión del Norte, quien después de
predicar por una semana sobre profecía, bautizó al primer grupo. Otros
fueron bautizados después, y entonces al grupo no le quedaba más que
organizarse. Hoy, esa iglesia, que antes ni razón social tenía, se llama
Iglesia Adventista del Séptimo Día. ¿Cómo se logró?
En un momento decisivo como el que se ha descrito, los libros jugarán
un papel extremadamente importante. Hablando de los resultados del libro
El conflicto de los siglos, Elena G. de White advierte: “Los resultados de
la circulación de este libro no han de juzgarse por lo que ahora se ve.
Leyéndolo, algunas personas serán despertadas y tendrán valor para unirse
de inmediato con los que guardan los mandamientos de Dios. Pero un
número mucho mayor que lo lea no tomará su decisión hasta que vea que
los precisos acontecimientos que han sido predichos están ocurriendo”.3
Así que, ¿no es esto mismo lo que hemos visto ya en México en el Estado
de Chihuahua?
Hoy se podría pensar que no está pasando nada con los miles de libros
que la iglesia distribuye cada año, pero los profetas silenciosos realizan su
obra como el bambú japonés: de modo invisible. Es cierto que “una buena
cantidad de personas no la comprenden ahora [a la Palabra de Dios], para
hacer su resolución —dice Elena G. de White—, pero estas cosas están
influyendo en su vida; y cuando el mensaje se presente en alta voz, estarán
listos para recibirlo”.4
Por tanto, ¿qué profecía debe cumplirse con el ministerio de las
publicaciones en la actualidad? Como mencioné en el capítulo anterior,
hoy estamos situados en el ojo del huracán descrito por Juan en
Apocalipsis 7; y la obra que se debe llevar a cabo en ese contexto es la
obra del sellamiento. Cabe la pregunta: ¿Tiene alguna relación la página
impresa con la obra del sellamiento que se está realizando en la
actualidad? ¿Es una relación periférica, secundaria y superficial, o una
relación central, primaria decisiva? ¿Qué dice la Biblia?

Cuatro ángeles que anuncian el sellamiento definitivo


El profeta Ezequiel nos presenta la idea del primer ángel sellador, quien
tiene en sus manos el instrumento para sellar. El segundo ángel, que
aparece en Apocalipsis 7, muestra el tiempo del sellamiento en la escala de
la historia mundial. El tercer ángel, de Apocalipsis 14, habla del mensaje
del sellamiento que debe ir a toda nación, tribu, lengua y pueblo; es decir,
nuestro mensaje. Y finalmente, el cuarto ángel sellador es el de
Apocalipsis 18. Él posee el poder que consuma la obra del sellamiento.

El ángel sellador de Ezequiel 9: el instrumento del sellamiento


Leemos:

Entonces gritó a mis oídos con voz fuerte: “¡Se acercan los castigos
de la ciudad, cada uno con su azote en la mano!” Y en esto vinieron,
de la dirección del pórtico superior que mira al norte, seis hombres,
cada cual con su azote en la mano. En medio de ellos había un
hombre vestido de lino con una cartera de escriba a la cintura.
Entraron y se detuvieron ante el altar de bronce. La gloria del Dios de
Israel se levantó de sobre los querubines sobre los cuales estaba, hacia
el umbral de la Casa. Llamó entonces al hombre vestido de lino que
tenía la cartera de escriba a la cintura; y Yahveh le dijo: “Pasa por la
ciudad, por Jerusalén, y marca una cruz en la frente de los hombres
que gimen y lloran por todas las abominaciones que se cometen en
medio de ella”. Y a los otros oí que les dijo: “Recorred la ciudad
detrás de él y herid. No tengáis una mirada de piedad, no perdonéis”
(Ezequiel 9:1-5, BJ).
Cuando analizamos Ezequiel 9, vemos que el Señor ha ordenado el
sellamiento de su pueblo antes de que la nación sea destruida. Se describe
una obra de sellamiento en el pueblo de Dios, el que había de servir para
identificar a los fieles y pasarlos por alto en la obra de destrucción.
Ahora, lo que llama la atención es que Dios ha confiado la obra del
sellamiento a un ángel que lleva un equipo de escribir en su cintura. La
palabra hebrea qeset, que la Biblia de Jerusalén traduce como “cartera de
escriba”, es traducida como “instrumentos de escribir” por la versión Dios
Habla Hoy. Y la Reina-Valera la traduce como “tintero de escribano”.
Desafortunadamente, lo que a veces pasamos por alto es que este ángel
debe usar la letra escrita para cumplir su misión. Si bien la Biblia de
Jerusalén destaca que se debe poner una marca en forma de cruz en la
frente de los hombres, difícilmente se percibe esto en la Reina-Valera, ya
que traduce la declaración como: “ponles una señal en la frente”, pero no
dice qué tipo de señal. Sin embargo, la expresión hebrea sí lo explica. El
hebreo usa la expresión hitvitá taw, que se traduce: “Pon una marca taw”.
Pero, ¿qué es taw? William H. Shea observa: “En este ejemplo particular
el uso de la letra taw como una marca especial puede derivar su
importancia del hecho de que era la última letra del alfabeto hebreo. Al
seleccionar a los individuos de esta manera, el ángel los marcaba como lo
último de los justos, es decir, el remanente justo para ser salvado de la
destrucción de Judá”.5
Vemos, pues, que el ángel sellador debía usar tanto el equipo de escribir
como también la letra para realizar la obra de sellamiento. ¿Estará vigente
la obra de este ángel en nuestros días?

Vigencia del primer ángel sellador


Elena G. de White escribe: “Vi ángeles que iban y venían de uno a otro
lado del cielo. Un ángel con tintero de escribano en la cintura regresó de la
tierra y comunicó a Jesús que había cumplido su encargo, quedando
sellados y numerados los santos”.6
Si lo anterior no se hubiera dicho en el contexto del mensaje de los tres
ángeles, no tendría mucho significado. Pero esto es una alusión directa a la
obra del sellamiento actual, al ángel que la realiza y al instrumento que
utiliza. Según la visión, quien realiza el sellamiento actualmente es un
ángel con un equipo de escribir.
En otra declaración, también en el contexto de los últimos días, leemos
lo siguiente: “El ángel con el tintero de escribano debe colocar una señal
en la frente de todos los que están separados del pecado y de los
pecadores, y el ángel exterminador sigue a este ángel”.7
En otras palabras, para la sierva del Señor la obra del sellamiento está en
manos de este ángel, y presenta su misión como algo que está pendiente y
obrando en nuestros días. Pero, ¿qué relación tiene este ángel, si es que
tiene alguna, con el ángel sellador de Apocalipsis 7 a quien también se le
describe como completando la obra de sellamiento?

El ángel sellador de Apocalipsis 7: el tiempo del sellamiento


“Después de esto —dice Juan— vi a cuatro ángeles en pie sobre los
cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para
que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre
ningún árbol. Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y
tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a
quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar,
diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que
hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios” (Apocalipsis
7:1-3).
Este es el ojo del huracán del que hemos hablado ya. Lo primero que
vemos aquí es que el tiempo del sellamiento debe ocurrir entre el sexto y el
séptimo sello. El sexto sello tiene que ver con las señales que anuncian el
regreso de Cristo, y el séptimo sello con su regreso propiamente dicho.
El sellamiento debe ocurrir después del terremoto de Lisboa, el
oscurecimiento del sol, el enrojecimiento de la luna y la caída de las
estrellas, que marcan el sexto sello (ver Apocalipsis 6:12, 13); y un poco
antes del segundo advenimiento de Cristo, que es cuando se hace “silencio
en el cielo como por media hora” (Apocalipsis 8:1), lo que representa al
séptimo sello.
¿Y sobre quiénes se aplica el sello de Dios? Este es uno de los aspectos
más interesantes de la profecía. En primer lugar, las doce tribus de Israel
ya no existen como tales, lo que nos conduce a concluir que lo que no se
cumplió totalmente en el Israel literal tendrá su cumplimiento definitivo en
el Israel espiritual.
Hans LaRondelle escribe: “Apocalipsis 7 debe entenderse como el
antitipo mundial de los tipos históricos de Éxodo 12 y Ezequiel 9”.8
Aquello que era de carácter local, ahora será universal. El Israel espiritual
debe ser sellado, y entre los medios que usará el Señor para realizar el
sellamiento, está el ángel que tiene un tintero de escribano: un equipo de
escribir que usa la letra en cumplimiento de su misión.

Relación estrecha del segundo con el primer ángel sellador


En Testimonios para los ministros, al hablar del sellamiento de
Apocalipsis 7, se dice: “Este sellamiento de los siervos de Dios es el
mismo que se le mostró a Ezequiel en visión. Juan también fue testigo de
esta notable revelación”.9
El sellamiento del que Elena G. de White escribe es el que corresponde
al capítulo 7 de Apocalipsis, y aclara que es el mismo que se le mostró al
profeta Ezequiel. Al decir que “también” a Juan se le dio esta revelación
terrible, da a entender que no se trata de un nuevo sellamiento sino del
mismo plan que Dios ha tenido siempre para con su pueblo.
El hecho de que el sellamiento de Ezequiel y el de Apocalipsis sea el
mismo implica que el ángel con tintero de escribano debe estar activo en
nuestros días representando al ángel sellador que aparece entre el sexto y
séptimo sello. ¿Quién es ese ángel?

El ángel sellador de Apocalipsis 14: el mensaje del sellamiento


Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la
bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él
también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro
en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de
los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por
los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que
adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su
nombre. Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús (Apocalipsis 14:9-12).
La razón para adjudicar un carácter sellador al tercer ángel obedece a
esto: En primer lugar, el tercer ángel posee la verdad del sábado, que es
una verdad selladora. Su advertencia en contra de adorar a la bestia o a su
imagen sugiere hacia quién debemos dirigir nuestra adoración. El sello de
Dios es el sábado (ver Ezequiel 20:12); la marca de la bestia es el
domingo. Debido a que la Iglesia Adventista entiende que el domingo solo
será la marca de la bestia en la crisis final,10 nuestra tarea es preparar al
mundo desde ahora para que tenga la luz necesaria para poder decidir por
la verdad en aquel terrible momento, si es que no lo ha hecho todavía.
En segundo lugar, debido al momento en que realiza su obra, el tercer
ángel se puede identificar con el ángel sellador de Apocalipsis 7. La razón
para afirmar esto es que el sellamiento es la última obra que se realizará a
favor del mundo, lo mismo que el mensaje del tercer ángel. Como
resultado del mensaje del sellamiento, una multitud queda sellada; por otra
parte, como resultado del mensaje del tercer ángel una multitud queda
guardando los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, lo que representa las
verdades del sellamiento.

Relación del tercer ángel con el segundo ángel sellador


Urías Smith escribió: “El ángel que tiene el sello del Dios vivo es, pues,
el mismo que el tercer ángel de Apocalipsis 14”.11 Pero, ¿cómo se llega a
esa conclusión bíblicamente? Hans K. LaRondelle añade: “La misión de
este ángel [el ángel sellador de Apocalipsis 7] anticipa la del ángel de
Apocalipsis 10 [algo que se cumplió en la experiencia de los adventistas en
1844], que se desarrolla más en el triple mensaje de Apocalipsis 14:6-12”,
en la Iglesia Adventista. En otras palabras, “Dios enviará un mensaje
especial… para proteger a un pueblo que permanecerá fiel a Dios durante
‘la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a
los que moran en la tierra’ (Apocalipsis 3:10)”.12
Elena G. de White vio también que los cuatro ángeles iban a detener los
vientos “mientras no estuviese hecha la obra de Jesús en el santuario”;13
lo que implica que el sellamiento es simultáneo al juicio investigador y al
mensaje actual del tercer ángel. Por eso dice: “Cuando cesó el ministerio
de Jesús en el Lugar Santo y pasó él al Santísimo para estar de pie delante
del arca que contenía la ley de Dios, envió otro poderoso ángel con un
tercer mensaje para el mundo”.14 Vemos, pues, un paralelismo
significativo: juicio investigador, mensaje del tercer ángel, sellamiento.
William H. Shea, al explicar el sellamiento de Ezequiel 9 (que es un tipo
o ejemplo anticipado del sellamiento de Apocalipsis 7), dice que “la
ejecución de la sentencia [de los ángeles destructores sobre aquellos que
no fueron sellados] fue el resultado de las decisiones tomadas durante la
sesión de juicio en el templo”;15 es decir, durante el juicio investigador de
Judá.

Identidad del ángel sellador de Apocalipsis 7


Así que, ¿quién es el ángel sellador de Apocalipsis 7? La respuesta es: el
tercer ángel. Este representa a la iglesia, encargada de predicar el mensaje
de este ángel. Se nos dice que “las naciones se airarán, aunque serán
mantenidas en jaque [por los cuatro ángeles] para que no impidan la
realización de la obra del tercer ángel”.16 Notemos que las naciones se
mantienen en jaque, según la cita, para facilitar la obra del ángel sellador
de Apocalipsis 14:9 y no propiamente la del ángel sellador de Apocalipsis
7, aunque para nuestro estudio es lo mismo.
Cuando a Elena G. de White se le mostró un tren que iba a gran
velocidad, dirigido por Satanás, a ella le pareció que todo el mundo iba en
ese tren. Por eso le preguntó al ángel dónde se encontraba el pueblo de
Dios. El ángel le dijo que mirara en dirección contraria. Ella vio grupos,
como atados en gavillas, en manojos, y el ángel le explicó: “El tercer ángel
está atándolos o sellándolos en gavillas para el granero celestial”.17 ¿Quién
es el ángel sellador según esta declaración? El tercer ángel.
Más adelante, en el mismo libro, dice nuevamente: “Vi luego el tercer
ángel. Dijo mi ángel acompañante: Su obra es terrible. Su misión es
tremenda. Es el ángel que ha de separar el trigo de la cizaña, y sellar o atar
el trigo para el granero celestial”.18 Así que, el ángel sellador en la
actualidad es el tercer ángel.

Qué es el sellamiento y cómo se realiza


Para poder decir cómo se realiza el sellamiento y por qué la página
impresa está significativamente implicada en ello, primero tenemos que
saber qué es el sellamiento. Este sellamiento “no se trata de un sello o
marca que se pueda ver, sino un afianzamiento en la verdad, tanto
intelectual como espiritualmente, de modo que los sellados son
inconmovibles”.19 ¿Qué significa esto? Ya que nuestras publicaciones
pueden afianzar a los lectores en la verdad, tanto intelectual como
espiritualmente tienen poder para realizar el sellamiento. Debido a eso, con
toda justicia podemos incluir las publicaciones entre los profetas
principales del sellamiento final.
Quiero llamar tu atención al hecho de que la Real Academia Española
define la palabra “carácter” como “señal espiritual que queda en una
persona como efecto de un conocimiento o experiencia importantes”; y
aplica este mismo término a “señal o marca que se imprime, pinta o
esculpe en algo”; y lo extiende a “signo de escritura o de imprenta”. Por si
fuera poco, dice que es la “marca o hierro con que los animales de un
rebaño se distinguen de los de otro”.20 ¿No es interesante? El sellamiento,
aun en el diccionario, tiene relación con la imprenta.
De paso, quise poner de relieve la relación entre el sellamiento y el
carácter por una razón sencilla: el sello que tienen los 144.000 es también
un nombre escrito (ver Apocalipsis 14:1), y el nombre tiene relación con el
carácter que han de reflejar los sellados.21 El antitipo (Apocalipsis 7 y 14)
encuentra relación con el tipo (Ezequiel 9). El profeta Ezequiel señala que
la obra del sellamiento debe realizarse por mandato de Dios con un equipo
de escribir que usa la letra en el cumplimiento de su misión.
Así que la razón para decir que los libros que contienen la verdad son
profetas del sellamiento es esta: El ángel con tintero de escribano está
activo, y para que el afianzamiento intelectual y espiritual se produzca
tenemos que recurrir, en gran medida, a las publicaciones que salen de
nuestras imprentas. Así de sencillo: la marca de la bestia es un
afianzamiento en la mentira.
Quizás esa fue la razón para que Elena G. de White dijera
enfáticamente: “Dios ha ordenado el colportaje como un medio de
presentar a la gente la luz… y los colportores deben comprender cuán
indispensable es presentar al mundo, tan pronto como sea posible, libros
necesarios para su educación e ilustración espiritual. Esta es en verdad la
obra que el Señor quiere que su pueblo haga en este tiempo. Todos los que
se consagran a Dios para trabajar como colportores están ayudando a dar el
último mensaje de amonestación al mundo”,22 es decir, el mensaje del
sellamiento.

La visión de 1848: las publicaciones y el sellamiento


Cuando se dio la visión de la obra de publicaciones en 1848, se registró
lo siguiente: “En la reunión celebrada en Dorchester, Massachusetts, en
noviembre de 1848, recibí una visión…”. ¿Una visión? ¿De qué se
trataba? Elena de White continúa diciendo: “Acerca de… el deber de los
hermanos de publicar la luz que brillaba sobre nuestro sendero”. ¿Solo
eso? ¡No! En primer lugar, era “acerca de la proclamación del mensaje
del sellamiento”. “Después de salir de la visión le dije a mi esposo:
‘Tengo un mensaje para ti. Tienes que empezar a imprimir…”.23
Observa que la obra de publicaciones fue establecida por Dios
principalmente para alcanzar un objetivo preciso: proclamar el mensaje
del sellamiento. Es una obra evangelizadora decisiva. No se trata de una
obra superficial o de poca importancia. Si se realiza fielmente, cumple con
una profecía. Y eso es algo que toda la iglesia está llamada a ejecutar.
La obra de publicaciones de nuestra causa tiene una tarea de primera
importancia que realizar ya que está vinculada a la profecía del sellamiento
que debe cumplirse por medio de la iglesia. Si bien hay otros medios por
los que Dios está realizando esta sagrada tarea, el consejo inspirado
advierte: “Nunca se olvide que estas instituciones [imprentas] deben
cooperar con el ministerio de los delegados del cielo… Están
representadas por el tercer ángel…”.24
Cuando los miembros de iglesia distribuyen literatura con verdades
decisivas, están ayudando a cumplir la profecía del sellamiento. ¡Y tú
puedes hacer lo mismo! Al distribuir los libros que contienen la verdad,
cada creyente se une al ángel con el tintero de escribano para afianzar en la
verdad a las personas, tanto intelectual como espiritualmente. Por eso se
dice que “no hay obra superior a la del colportaje evangélico, porque
entraña el cumplimiento de los deberes morales más elevados”.25
Cuando reconocemos cuán grande bendición es tener colportores en
nuestras iglesias, debemos apreciarlos y orar por ellos. Pero una bendición
aun mayor sobreviene cuando todos los miembros de la iglesia dedican
cantidades importantes de dinero para distribuir el mensaje repartiendo
libros que contienen las verdades selladoras. Siempre pensé que hacía una
obra importante cuando colportaba como estudiante, pero nunca imaginé
que fuera tan trascendente.
Pero eso no es todo; hay una cuestión más. ¿Cuál es la función del
cuarto ángel sellador y en qué momento debe aparecer?

El ángel sellador de Apocalipsis 18: el poder para realizar el


sellamiento
Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y
la tierra fue alumbrada con su gloria. Y clamó con voz potente,
diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho
habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y
albergue de toda ave inmunda y aborrecible… Y oí otra voz del cielo,
que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de
sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas (Apocalipsis 18:1, 2, 4).
Algunos maestros del colportaje han considerado al ángel de
Apocalipsis 18 como el ángel de las publicaciones. Esto quizá se debe a
una declaración de Elena G. de White en 1902: “Es también, en gran
medida, por medio de nuestras imprentas como debe cumplirse la obra de
aquel otro ángel que baja del cielo con gran potencia y alumbra la tierra
con su gloria”.26
Pero aquí debe hacerse una corrección. Aplicar en forma exclusiva la
obra de “ese otro ángel” a la obra de publicaciones es olvidar que hay otros
medios y departamentos en la iglesia que también serán utilizados por este
ángel en su tarea de alumbrar al mundo. Elena G. de White es precisa al
decir que “es también”, es decir, que no es exclusivo, sino que también a
través de este medio [las imprentas], se ha de cumplir la obra del ángel de
Apocalipsis 18.
Las campañas de evangelización satelital, los grupos pequeños de
estudio bíblico y testificación, los estudios bíblicos en los hogares, la
radio, la televisión y la Internet son otras formas y medios que Dios está
utilizando ya, en este tiempo, para alumbrar al mundo. Sin embargo, la
jerarquía de la obra de publicaciones estriba en que seguirá predicando en
los últimos días, cuando por los otros medios de comunicación sea mucho
más difícil hacerlo. Esto será porque en el contexto de la crisis final habrá
leyes prohibitivas, censura e intentos de los extremistas por acallar
cualquier medio de comunicación adventista. Además, es más fácil vedar
un programa de radio o televisión que vedar un libro.
Pues bien, el ángel de Apocalipsis 18 debe representar otra cosa. Por eso
Elena G. de White advierte que “el pueblo de Dios debe entender lo que se
refiere al ángel que iluminará a todo el mundo con su gloria mientras
clama poderosamente a gran voz: ‘Ha caído, ha caído la gran
Babilonia’”.27

La identidad del ángel de Apocalipsis 18


Nos vemos, pues, en la necesidad de identificar a este ángel poderoso.
Al hacerlo tendremos una pista más para entender por qué los libros que
contienen la verdad presente se consideran como profetas del sellamiento.
No voy a entrar en detalles. Solo diré que “este es el poder de la lluvia
tardía del Espíritu Santo”.28 La idea se confirma porque en su sermón
profético Jesús habló de falsos cristos, y falsos profetas que “harán grandes
señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a
los escogidos” (Mateo 24:24). Pero Dios no dejará al mundo en tinieblas.
El mundo será iluminado en el fin del tiempo con la gloria de un ser de
origen divino a fin de que los hombres no sean engañados. El Espíritu
Santo hará milagros y señales mucho mayores que las del diablo.
Tal como sucedió con Moisés y Aarón en Egipto, el Señor dará una
manifestación superior de su poder a la de sus adversarios, para invitar a su
pueblo a salir, no de Egipto sino de Babilonia (ver Éxodo 7:1-12). La
palabra de Dios dice que “la vara de Aarón devoró las varas de ellos”
(vers. 12).
Tal como la predicación de Noé fue acompañada de una manifestación
de poder sobrenatural para darle fuerza a su mensaje; del mismo modo, el
mensaje del tercer ángel será acompañado por el poder del Espíritu Santo.
“Como los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo
24:37). No solo era la voz de Noé predicando; cuando vieron a los
animales entrar al arca en forma ordenada, el Espíritu habló a las
conciencias de los hombres. Era un mensaje especial con una
demostración de carácter divino y sobrenatural.
Por otra parte, Elena de White relaciona también al ángel de Apocalipsis
18 con el Espíritu Santo en la lluvia tardía. Veamos lo que dice: “No tengo
ningún tiempo específico del cual hablar, cuando se efectuará el
derramamiento del Espíritu Santo, cuando descenderá del cielo el ángel
poderoso y se unirá con el tercer ángel en la terminación de la obra en este
mundo”.29
En otra cita menciona: “Es con ferviente anhelo que anticipo el tiempo
cuando se repetirán los sucesos del día de Pentecostés aun con mayor
poder que en esa ocasión. Juan dice: ‘Vi a otro ángel descender del cielo
con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria’”.30 Notemos cómo
en estas declaraciones se relaciona al ángel de Apocalipsis 18:1 con el
Pentecostés, una alusión indiscutible al Espíritu Santo y a su
derramamiento.
En otra cita dice que “el gran derramamiento del espíritu de Dios que ha
de alumbrar toda la tierra con su gloria, no sobrevendrá hasta que
tengamos un pueblo esclarecido que sepa por experiencia lo que significa
ser colaboradores juntamente con Dios”.31
Y, ¿cuándo será que el pueblo de Dios estará listo para colaborar unidos
en la obra de Dios? Sugiero que con la página impresa todos podemos
colaborar. Como bien lo dice Gilson Grüdtner, “éste es el mejor método
para hacer participar a la mayoría de los miembros en el cumplimiento de
la misión de la iglesia”.32 En tres años, su iglesia sola distribuyó más de
sesenta mil mensajeros silenciosos, conectando así su servicio con el
importante ángel del sellamiento.

Sellamiento en plural: hasta que hayamos sellado


Ahora, otro asunto que no debemos pasar por alto es que el ángel de
Apocalipsis 18, o sea, el Espíritu Santo, representa también al ángel
sellador de Apocalipsis 7, que realiza la fase divina del sellamiento. Si
bien el ángel sellador de Apocalipsis 7 es el tercer ángel, también podemos
aplicarlo especialmente a un ser de la Divinidad. Tiene que ser así ya que
no podemos decir que es a la iglesia a quien le corresponda ordenar a los
ángeles retener o soltar los vientos. Esto solo Dios puede hacerlo.33
Además, Pablo dice que una de las funciones del Espíritu Santo es sellar
al pueblo de Dios: “Habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu
Santo…”. “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual estáis
sellados para el día de la redención” (Efesios 1:13; 4:30).
Lo anterior, por supuesto, no indica que la iglesia no participe en la obra
de sellamiento. Como bien lo señala C. Mervyn Maxwell, “los tres ángeles
de Apocalipsis 14, incluso el ángel sellador de Apocalipsis 7, representan a
cristianos a quienes se ha confiado el mensaje de Dios”.34
De hecho, Apocalipsis 7:3 habla de un sellamiento donde intervienen
varias fuerzas. El ángel sellador no dice: “No hagáis daño a la tierra, ni al
mar, ni a los árboles hasta que hayamos” [plural] sellado en sus frentes a
los siervos de nuestro Dios (Apocalipsis 7:3). Sugiero, pues, que la
expresión “hayamos” se refiere tanto al Espíritu Santo como a la iglesia.
En el contexto de los últimos días, es el Espíritu y la Esposa (la iglesia)
quienes dicen: Ven (ver Apocalipsis 22:17). ¿Estamos de acuerdo?
Así es como llegamos a la fase divina del sellamiento. Hay una parte
humana que como iglesia tenemos que realizar; pero hay una parte divina
de la cual no podemos prescindir. En 1897 Elena de White hizo la
declaración siguiente: “Mediante la obra del Espíritu Santo la verdad es
afianzada en la mente e impresa en el corazón del estudiante diligente y
temeroso de Dios”.35

La urgencia de la distribución del mensaje en este tiempo


¿Es en verdad urgente lo que tenemos que hacer con la obra de
publicaciones? LaRondelle dice: “Solo al unir Apocalipsis 17 y 18
llegamos a darnos cuenta de la urgencia y la oportunidad del mensaje final
de amonestación”. “Mientras que el capítulo 17 muestra el control final de
Satanás por el dominio mundial por medio de la bestia que ‘está para subir
del abismo’ (17:8), en el capítulo 18 Dios actúa por medio del ángel que
desciende del cielo con gran poder (18:1)”.36 Así que mientras uno sube, el
otro desciende. ¿Quién llegará primero? Dios actuará por medio de ese
ángel que utilizará las imprentas para alumbrar al mundo antes de que sea
demasiado tarde.

¡Ay de aquellos que estorban o desaniman esta obra profética!


Así, pues, el sellamiento es “un afianzamiento en la verdad”. Este, por
ser de carácter “intelectual”, es realizado también por un ángel con tintero
de escribano que debe poner su sello utilizando la letra, y por extensión,
los libros que son el resultado de utilizar el equipo de escribir. Como
hemos visto, la obra de este ángel está vigente y representa al ángel de
Apocalipsis 7 y al de Apocalipsis 14:9. Entre los tres representan la fase
humana del sellamiento: uno con el instrumento, el otro con el tiempo, el
tercero con el mensaje del sellamiento.
Pero como el sellamiento tiene también carácter “espiritual”, el ángel de
Apocalipsis 18, que representa al Espíritu Santo en la lluvia tardía,
representa la fase divina. Este ángel se une a la predicación del tercer ángel
para dar el fuerte pregón, y utiliza la imprenta para realizar su obra.
Concluimos, pues, que la obra de publicaciones adventistas es de
carácter profético. Esto indica que ha sido ordenada por Dios y que por eso
tendrá éxito. Su lugar dentro de la obra es prominente y está sancionada
por el Espíritu Santo. Ganará muchas almas. Los que intervengan en ella
cooperarán con Dios en la salvación del mundo. Esta obra es importante
pues, ¿qué podría ser más importante que el sellamiento de los que serán
herederos de la eternidad con Cristo? El capítulo 6 revelará detalles
adicionales acerca del sellamiento de los 144.000 y de la gran multitud.
Basados en todas estas razones, creemos que la obra de publicaciones de
nuestra causa no es un invento de este mundo. Dios es el creador de todas
las cosas y a él tendremos que darle cuenta de lo que hicimos con este
ministerio sagrado.

Un llamamiento solemne
La única manera de salvar al mundo de los engaños mortales del tiempo
del fin es sellándolo. Quien no sea sellado por Dios tendrá la marca de la
bestia y recibirá las siete postreras plagas. Por tanto, nosotros que sabemos
esto, ¿no seremos tenidos por responsables si no advertimos al mundo de
los engaños poderosos de la crisis final?
H. E. Douglas, pregunta: “¿Cómo enfrentaremos la realidad cuando nos
demos cuenta de que sabíamos algo acerca del futuro que pudimos haber
dicho a nuestros hijos, nuestros vecinos, a hombres y mujeres en diversas
partes, y no lo hicimos, descuidando este deber y privilegio?”.37 Marvin
Moore también pregunta: “Supongamos que yo tuviera información
absolutamente certera de que un día de los siguientes cinco años, sin
precisar una fecha específica, su casa se quemará hasta derrumbarse. ¿Qué
querría usted que yo hiciera con esa información? Si yo creyera que usted
me podría tomar por tonto, dudaría en dársela y advertirle del peligro
inminente. ¿Qué preferiría, que no le informe, para evitar parecer un
estúpido, o que se lo diga para que usted decida qué hacer con esa
información? Esta es la cuestión que han afrontado los adventistas del
séptimo día durante 150 años”.38
Si consideramos que fuimos llamados por Dios para predicar el
evangelio al mundo en estos últimos días, entonces hay que tomar con
amoroso cuidado y absoluta seriedad esta encomienda porque “nadie más
tiene un mapa más claro del camino que está por delante. Ningún otro
pueblo ha recibido la responsabilidad de compartir la verdad acerca del
futuro con los demás”.39
Por eso, “esta obra ha de continuar sin que nadie la estorbe”. Si bien se
nos dice que “algunos pastores faltos de visión”40 desaniman esta obra,
nosotros debemos alentarla. ¡Ay de aquellos que desaniman a quienes han
decidido ingresar en el ministerio del colportaje! Terrible error. Este
ministerio surgió en la mente de Dios, y luego lo comunicó a su iglesia
para predicar el evangelio y contribuir con la obra del sellamiento.41
En una carta personal del presidente de nuestra iglesia mundial, leemos:
“Una pregunta que me han hecho es: ‘Pastor Wilson, al mirar al nuevo
quinquenio, ¿cuál es su visión para la rama de las publicaciones? En otras
palabras, ¿tiene un sueño para el futuro del ministerio de las
publicaciones?’ Me gustaría responder con un ‘¡Sí!’ resonante. Mi sueño
para el ministerio de las publicaciones está vivo y activo. Es simple, pero
al mismo tiempo extremadamente grande. Es simple porque incluye solo
tres palabras clave: reavivamiento, reforma y evangelización. Es grande
porque de estas tres palabras puede salir la explosión más grande de
progreso evangelizador, por medio del ministerio de la página impresa,
que nuestra iglesia mundial ha presenciado alguna vez”.42
Con esto en mente pregunto: ¿Le daremos su verdadero lugar a esta
obra? ¿Haremos de ella lo que Dios se propuso que llegara a ser?¿Con qué
fuerza participaría la feligresía mundial de la iglesia si supiera que está
cumpliendo con una profecía solemne de la manera más sencilla posible?
¿Qué sucedería si todos los colportores del mundo comprendieran la
importancia de este ministerio? Los libros y las revistas que se distribuyen
hoy están preparando el escenario mundial para que el Espíritu Santo
manifieste su poder glorioso. ¿Participarás en su distribución?
La semilla sembrada está por dar su fruto. Pero, ¿cuándo? Continúa
leyendo.

1. White, El colportor evangélico, p. 12.


2. “Carta apostólica Dies Domini del Santo Padre Juan Pablo II al episcopado, al clero y a los fieles
sobre la santificación del domingo”, en: https://w2.vatican.va/content/john-paul-
ii/es/apost_letters/1998/documents/hf_jp-ii_apl_05071998_dies-domini.html.
3. White, El colportor evangélico, p. 133.
4. White, Eventos de los últimos días, p. 180.
5. William H. Shea, Frank B. Holbrook, ed. Selected Studies on Prophetic Interpretation (Silver
Spring, MD: Review & Herald, 1992), pp. 19, 20; en:
https://adventistbiblicalresearch.org/sites/default/files/pdf/selected_studies_on_prophetic%5B1%5D.pdf
6. Elena G. de White, Primeros escritos, p. 279.
7. Comentario bíblico adventista, tomo 4, Comentarios de Elena G. de White—Ezequiel, p. 1183;
énfasis agregado.
8. LaRondelle, Las profecías del fin, p. 159.
9. Elena G. de White, Testimonios para los ministros, p. 279.
10. Para mayor información sobre este tema ver, Los adventistas responden preguntas sobre
doctrina (Colombia: Asociación Publicadora Interamericana/Agencia de Publicaciones México
Central A. C., 2008), pp. 165, 166.
11. Citado por LaRondelle, Las profecías del fin, p. 157.
12. Ibíd.; énfasis agregado.
13. White, Primeros escritos, p. 36; énfasis agregado.
14. Ibíd., p. 254; énfasis agregado.
15. Shea, Selected Studies on Prophetic Interpretation, p. 20; énfasis agregado.
16. White, Primeros escritos, p. 85; énfasis agregado.
17. Ibíd., p. 88; énfasis agregado.
18. Ibíd., p. 118; énfasis agregado.
19. White, Eventos de los últimos días, p. 223; énfasis agregado.
20. Diccionario de la Real Academia Española, “Carácter”, en: http://dle.rae.es/?id=7OboGAc;
énfasis agregado.
21. Maxwell, Dios revela el futuro, tomo 2 (Boise, Idaho: Publicaciones Interamericanas, 1989), p.
384.
22. White, El colportor evangélico, p. 7; énfasis agregado.
23. Ibíd., p. 1; énfasis agregado.
24. Elena G. de White, El ministerio de publicaciones, pp. 53, 54.
25. White, El colportor evangélico, p. 13; énfasis agregado.
26. Elena G. de White, Testimonios para la iglesia, tomo 7, p. 137; énfasis agregado.
27. Comentario bíblico adventista tomo 7, Comentarios de Elena G. de White, p. 996.
28. Veloso, Apocalipsis y el fin del mundo, p. 185.
29. White, Eventos de los últimos días, p. 199.
30. Ibíd., p. 206.
31. Elena G. de White, Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 56.
32. Almir Marroni, “Entrevista con un pastor de iglesia”, El colportor evangelista, abril-septiembre
2007.
33. Ver White, Testimonios para los ministros, pp. 444, 445.
34. Maxwell, Dios revela el futuro, tomo 2. (Boise Idaho: Publicaciones Interamericanas, 1989), p.
463.
35. Comentario bíblico adventista, tomo 5, Comentarios de Elena G. de White, p. 1121.
36. LaRondelle, Las profecías del fin, p. 428.
37. Herbert E. Douglas, Asombrosas profecías de Elena G. de White (Nampa, Idaho: Pacific Press
Publishing Association, 2010), p. 134.
38. Marvin Moore, ¿Será que podría pasar? (Nampa, Idaho: Pacific Press Publishing Association,
2008), pp. 262, 263.
39. Douglas, Asombrosas profecías de Elena G. de White, p. 134.
40. White, El colportor evangélico, pp. 26, 29.
41. Gran parte del material de este capítulo fue publicado originalmente por la División
Interamericana como parte de los materiales de Escuela Sabática en la revista Avanzad, bajo el
título: “Los profetas del sellamiento ya están aquí, ¡y tú puedes colaborar con ellos!”, 2° trimestre,
2008.
42. Almir Marroni, El colportor evangelista, enero-marzo 2011, p. 9.
CAPÍTULO 4

PROFETAS QUE CLAMAN EN EL


DESIERTO

sí fue predicho: En el tiempo del fin hay un libro que se va a leer…


A ¡Y así ocurrió! Dios le dijo a Daniel (ver Daniel 12:4) que su libro
sería sellado hasta el tiempo del fin y, siglos más tarde, en el momento
indicado, en la experiencia millerita, el libro fue abierto y se cumplió la
profecía (ver Apocalipsis 10:2-11). ¡Dios dijo que así sería y así fue! El
libro sellado fue leído, y un reavivamiento espiritual poderoso surgió de
ello. Pregunto: ¿Hay un anticipo aquí de lo que lograrán nuestros libros en
los días finales?
El narrador de un interesante video, al hablar de los desiertos, expresa:
“El Valle de la Muerte es el lugar más abrasador de la tierra”.1 Y
enseguida, después de mostrar imágenes de la desolación provocada por la
sequía, anuncia con tono triunfal: “¡Aun este horno puede ser
transformado por el agua!” De pronto, las imágenes muestran partes de ese
desierto cubierto por millones de flores, y agrega: “Un simple chaparrón
puede hacer que las semillas que durmieron durante treinta años o más,
despierten”. Y con un dejo de admiración, termina diciendo: “¡Y no hubo
una floración como esta desde hace un siglo!”2
¿Suena interesante? Lo es. La Biblia dice algo semejante respecto a lo
que hemos venido señalando en este libro: la página impresa en el tiempo
del fin.
El desierto está por convertirse en campo fértil
El profeta Isaías vio nuestros días en visión y dijo: “¿No se convertirá
de aquí a muy poco tiempo el Líbano en campo fructífero, y el campo
fértil será estimado por bosque?” (Isaías 29:17).
Hay dos condiciones para que un desierto se convierta en campo fértil.
La primera es que haya mucha lluvia; la segunda, que haya mucha semilla
sembrada. Si se da una cosa pero no la otra, la transformación no se
realiza. Pero si estas convergen, la transformación es inevitable.
Pues bien, quiero sugerir que las palabras de Isaías tienen una aplicación
para el futuro cercano. En primer lugar, el contexto indica un tiempo
futuro. Por ejemplo, él dice que en ese tiempo, “el violento será acabado, y
el escarnecedor será consumido” (Isaías 29:20), lo que obviamente está
todavía por suceder. Si bien esto tuvo su cumplimiento parcial en la
derrota de Senaquerib en tiempos de Ezequías,3 aún falta que se realice en
forma más completa en toda la tierra.
En segundo lugar, Isaías registra que esto ocurrirá “hasta que sobre
nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto” (Isaías 32:15), entonces el
desierto se convertirá en campo fértil y el campo fértil será estimado por
bosque. Así que, por su relación con el derramamiento del Espíritu Santo,
esto apunta hacia un cumplimiento futuro. Aunque el Espíritu se derramó
en el día de Pentecostés, todavía falta la lluvia tardía, la que vendrá “antes
que venga el día grande y espantoso de Jehová” (Joel 2:28-31).
Algunos eruditos comentan que de acuerdo a Isaías 32:15, “vendría el
tiempo cuando se derramaría el Espíritu de Dios sobre el mundo, por lo
cual florecerían como la rosa los lugares que en un sentido son áridos y
desolados”.4 ¿Qué relación podría guardar esto con la literatura? Isaías
escribe: “En aquél día los sordos oirán las palabras de un libro” (Isaías
29:18, LBLA). Notemos que los sordos oirán, según la profecía, no las
palabras de una persona sino las palabras de un libro. Es así como el
desierto se convertirá en un campo fértil, y aquellas semillas que hoy están
dispersas “brotarán entre hierba” en todo el mundo.
Nadie puede sospechar la inmensa cantidad de semillas que puede haber
en un campo seco. Quienes viven en zonas desérticas se dan cuenta que
una vez que llueve, el desierto se convierte en campo fértil. Probablemente
los pájaros traen millones de semillas, pero mientras no llueve parece que
ni siquiera existen; pero una vez que los aguaceros llegan, el panorama
cambia completamente. Todo se vuelve verde. La lluvia lo cambia todo.
Sí, hoy solo podemos ver un inmenso desierto. Hoy solo podemos ver
ciudades enormes, aparentemente inalcanzables. Sin embargo, no
sospechamos la gran cantidad de semillas, millones y millones de páginas
impresas que están siendo esparcidas por todo el mundo, que contienen el
mensaje y están esperando una sola cosa para poder brotar: ¡que el Espíritu
sea derramado de lo alto! Y así, “más de mil personas se convertirán en un
solo día, la mayor parte de las cuales adjudicarán sus primeras
convicciones a la lectura de nuestras publicaciones”.5
Esta interpretación es diametralmente inversa a una interpretación
mormona6 que sugiere que ese “libro” del cual habla Isaías, y que habrían
de oír los sordos en los últimos días se refiere, según ellos, a El Libro de
Mormón.7
Resulta interesante que en la mentalidad mormona se interpreta la
conversión del desierto en campo fértil como provocado por una lluvia
literal acaecida en los años 1842-1853 en el Líbano. Y como El Libro de
Mormón llegó en 1830, dicen: “Si aquel libro no es El Libro de Mormón,
¿cuál es? Las lluvias tardadas ya han caído en el Líbano y está verdecido.
El Libro que se refiere en esta profecía ya tiene que estar presente”.8
No obstante, Isaías no habla de “nueva luz” como los mormones
pretenden, sino probablemente del método poderoso que Dios usará para
hablarle a la gente. Nos habla de una siembra y de una lluvia, pero esta
lluvia es el Espíritu Santo, y la semilla es cada libro que contiene el
mensaje adventista.
¿Cuál es la garantía que tenemos de que la gente leerá los libros que
compartimos con ellos en el fin del tiempo si la gente casi no lee? Repito:
Si Dios predijo que el libro de Daniel se había de leer y se leyó, aun
cuando pasó tiempo para que eso ocurriera, así será también ahora. Dios
utiliza los medios más sencillos para alcanzar sus propósitos.

El poder de los medios versus el poder del evangelio


Desde 1946, Editorial Vida ha venido consolidándose como un líder en
el ministerio de publicaciones evangélicas en español. Pero no se ha
quedado ahí. Es un ministerio mundial de la Iglesia Asambleas de Dios,
pues según ellos mismos, la literatura “es una respuesta que dará la verdad
a los tres mil millones de personas inconversas que hay en el mundo”.9
Según Bill L. Williams, director de Life Publishers International para
Europa Oriental y Rusia, “la literatura cristiana es una de las herramientas
importantes que Dios está usando para alcanzar a la gente con el evangelio
y llevar ánimo a los creyentes. Creemos que la tarea de publicar la verdad
de Dios —dice él— es vital para el crecimiento de la iglesia. Creemos en
el poder de la página impresa para cambiar los corazones y llevar a los
hombres a reconciliarse con Dios”.
Bob Hoskins, quien fuera director de este mismo ministerio, dice:
“Estoy totalmente convencido de que mediante la distribución masiva del
Libro que Dios puso en nuestras manos podremos salvar a millones de
personas de la condenación en el día del juicio final para llamarnos
bienaventurados”.10 Prueba de esa convicción es que su libro, Book of
Hope, que es una adaptación de los cuatro evangelios, dirigido
intencionalmente a niños y jóvenes, tiene una distribución actual, según
ellos, de más de 1,1 millones de ejemplares, en 142 idiomas, en 145
países.11
La base bíblica que inspira a este líder para realizar su ministerio es
interesante. Él dice: “A lo largo de la historia, Dios ha usado la palabra
escrita para darle al mundo su mensaje”. Y dice: “Me siento sumamente
impresionado al darme cuenta de la importancia que tienen los libros en
todos estos acontecimientos de los últimos días”. Y señala: “Cuando
apareció el ángel poderoso en la visión de Juan, el instrumento principal de
su poder era un librito12
¿No será que este ángel está anticipando el método para llevar el
evangelio a las multitudes simbolizadas por el mar? (ver Apocalipsis 10:2,
comparar con Apocalipsis 17:15). Recordemos que ese mismo ángel da la
orden de profetizar otra vez (Apocalipsis 10:11), lo que fue hecho antes y
después de 1844, en gran medida mediante las publicaciones.13
Si bien hay investigaciones que concluyen que no debemos confundir
recursos con métodos, y ubican las publicaciones en el ámbito de los
recursos,14 lo interesante del caso es que el espíritu de profecía considera
las publicaciones un método, y dice que es un método superior a cualquier
otro.15 Y aunque un libro no cumple con el requisito de ser un discípulo
como sugieren las investigaciones de Martines (porque eso se aplica a una
persona que piensa y aprende), hay que reconocer que la página impresa
no deja de ser un testigo, un predicador y un evangelizador una vez que ha
quedado en los hogares de la gente.16 Lo asombroso es que los libros
cumplen con una profecía al participar en la obra del sellamiento, y pueden
hacer esto sin que nosotros mismos estemos presentes.
Hoskins explica: “El poder del evangelio no reside en un edificio ni se
encuentra en un hombre. ¡Está en el evangelio mismo! ¡El evangelio es el
poder de Dios para la salvación!”17 Siguiendo esa misma línea de
pensamiento, Dick Eastman razona que para que el evangelio sea un “buen
mensaje” o “buenas nuevas”, ni siquiera necesita ser hablado.18 En
realidad, el evangelio es un mensaje salvador, independientemente del
medio con que se comparta.
Así que si no creemos en los medios que Dios utiliza, por insignificantes
que estos parezcan, es porque todavía no estamos convencidos del poder
del evangelio. Atribuimos poder a los medios y no al evangelio en sí
mismo. Es un gran error que podríamos cometer al considerar cómo debe
terminarse la predicación del evangelio en este mundo.
Hasta la “basura” tiene poder para salvar
Tengo en mi poder la revista El Centinela de enero de 1976. Cualquiera
que la vea puede decir que está “buena para la basura”. La portada está
hecha pedazos y apenas se puede ver que es la No 1 y una edición especial.
Los editores explican que su tiraje fue de 800.000 ejemplares, los que se
esperaba fueran leídos por dos millones de personas.
La revista no tiene contraportada, ya que la dueña tuvo que arrancársela
porque estaba manchada de “lodo” cuando la encontró frente a su casa.
¡Pero después de treinta años la revista aún existe! Aunque tiene las
páginas mutiladas, ya que fue extraída del lodazal, es una revista que
contiene en sí misma una historia de salvación interesante.
Cuando Guadalupe Pérez encontró la revista, la recogió para colocarla
en el cesto de la basura. Pensaba que daba mal aspecto en el patio de su
casa. Así que la llevó adentro y la dejó en el sofá de la sala mientras
localizaba el cesto de la basura para tirarla. Poco se imaginaba ella que ya
tenía en su casa un verdadero tesoro “en vasos de barro”, el mensajero de
luz que había de resplandecer en su mente para la gloria de Jesucristo, un
mensaje que la mano bondadosa del Señor estaba llevando hasta las
mismas puertas de su casa.
Como no era su objetivo leerla, pasaron algunas horas y la revista seguía
en el mismo lugar donde la había dejado. Pero no pasó mucho tiempo. El
Espíritu estaba allí para evitar que la Palabra volviera a Dios vacía. Ella se
preguntó: “¿De qué hablará esa revista? ¿De qué se trata?”
Los artículos de la revista despertaron su interés: “¿Quiénes son los
adventistas?”, “¿Por qué los adventistas guardan el sábado?”, “¿Qué creen
los adventistas del séptimo día?”, “El evangelio a todo el mundo”, “Cómo
tener una familia armoniosa y feliz”, “Hay esperanza”, “Cómo vivir más
sano”, etc.
Guadalupe comenzó a leer; y al hojear las páginas de esa revista
maltratada, las puertas de su corazón también se fueron abriendo. Tanto le
interesó que le preguntó a su esposo: “¿Dónde estará la iglesia que publica
esta revista?” Su esposo, que era taxista, recordó que un pastor del Colegio
del Pacífico (hoy Universidad de Navojoa), siempre le dejaba folletos que
decían “adventista”. Sin perder tiempo, llamaron al colegio; y
efectivamente, allí había una iglesia vibrante. Hoy, esta mujer es miembro
de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
He ahí el fruto de la influencia de una revista antes despreciada y
mutilada. Guadalupe cuenta que su vecino, católico de corazón,
seguramente la tiró porque no quería saber nada de la literatura protestante.
Pero como la obra del Señor no está condenada al fracaso, la revista
enlodada que lleva por título: Un ideal cristiano al servicio de la
humanidad, sirve ahora para ilustrar una de las maneras más sencillas y
poderosas para terminar la evangelización en este mundo.

El proyecto de evangelización de mayor alcance en la historia de


nuestra iglesia
Para tener una idea de lo que esto significa solo necesitamos meditar en
el hecho de que la iglesia mundial recientemente se involucró en la
distribución masiva del libro misionero El conflicto de los siglos. Cerca de
200 millones de libros se repartieron para llevar esperanza a todo el
mundo. Ted N. C. Wilson, nuestro presidente mundial, dijo: “Mi firme
convicción es que habrá miles y miles de cristianos altamente
comprometidos que llegarán a ser miembros mediante el Proyecto del
Gran Conflicto y su contacto con creyentes adventistas del séptimo día”.19
Howard Faigao, director mundial del Ministerio de Publicaciones de
nuestra iglesia, en este mismo contexto, dijo lo siguiente: “Creemos que
estamos viviendo en el tiempo del fin de la historia de la tierra. Sucesos
mundiales sin precedentes están señalando ahora el pronto retorno de
Jesús. Si la obra de ese otro ángel de Apocalipsis 18:1 debe ser cumplida
en gran medida por la circulación de nuestras publicaciones, entonces
ahora es el tiempo de que la iglesia distribuya literatura colmada de verdad
como nunca antes”.20
Pero, ¿por qué el libro El conflicto de los siglos? Wilmar Hirle, director
asociado del Ministerio de Publicaciones de la Asociación General,
responde: “Después de la Biblia, ningún otro libro ha ayudado a ganar
tantas almas como El conflicto de los siglos. ¿Por qué? Porque ningún otro
libro habla tan claramente sobre Babilonia como este. Cuando aquellos
que están en Babilonia entienden que este lugar no es tan seguro como
piensan, aceptan la invitación de Dios y salen de ella. Aquí yace la
urgencia del mensaje de El conflicto de los siglos”.21
Lo anterior está de acuerdo con lo que la sierva del Señor ha dicho: “El
conflicto de los siglos debe ser ampliamente difundido. Contiene la
historia del pasado, el presente y el futuro. En su bosquejo de las escenas
finales de la historia de esta Tierra, presenta un poderoso testimonio en
favor de la verdad. Estoy más ansiosa de ver una amplia circulación de
este libro que de cualquier otro que yo haya escrito; porque en El conflicto
de los siglos, el último mensaje de amonestación al mundo es dado más
distintamente que en cualquier otro de mis libros”.22
¿Ignoraremos este esfuerzo por dar el fuerte pregón? ¿Es posible
alcanzar a gran parte del mundo de este modo?

El misterio encerrado en la poderosa semilla de mostaza


Leamos: “Entre la multitud que escuchaba las enseñanzas de Cristo
había muchos fariseos. Estos notaron desdeñosamente cuán pocos de sus
oyentes lo reconocían como el Mesías. Y discutían entre sí cómo este
modesto maestro podría exaltar a Israel al dominio universal. Sin riquezas,
poder u honor, ¿cómo había de establecer el nuevo reino?23 Cristo leyó sus
pensamientos y contestó: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios? ¿O
con qué parábola le compararemos? Es como el grano de mostaza, que
cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que
hay en la tierra; pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de
todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del
cielo pueden morar bajo su sombra” (Marcos 4:30-32).
Notemos que la parábola fue relatada para responder a las dudas de los
fariseos respecto a cómo había de establecerse el reino universal de
Cristo. Estos no podían concebir cómo un maestro impopular, rodeado de
doce hombres humildes, sin riquezas ni posición social, llegaría a dominar
el mundo. De modo que la semilla de mostaza, algo que los fariseos
conocían, serviría como el elemento para ilustrar la naturaleza del reino de
Cristo.
Elena G. de White dice lo siguiente: “En la parábola de la simiente de
mostaza no solo se ilustra el crecimiento del reino de Cristo, sino que en
cada etapa de su crecimiento la experiencia representada en la parábola
se repite. Dios tiene una verdad especial y una obra especial para su
iglesia en cada generación”.24
Según esta declaración, el crecimiento del reino de Dios tiene varias
etapas, y en cada etapa la experiencia representada en la parábola se repite;
es decir, que cada etapa, por definición, será pequeña al principio, pero
grande al final de su desarrollo. Dijo Jesús: “Es semejante al grano de
mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad
es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la
mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves
del cielo y hacen nidos en sus ramas” (Mateo 13:31, 32).
Quizá lo más revelador de la cita es que dice que Dios, así como tiene
una verdad especial para cada generación, tiene una obra especial para su
iglesia en esa generación. Podemos aplicar esto a nuestra obra de
publicaciones, ya que cumple, de algún modo, con el principio encerrado
en la parábola.
Cuando tuvo la visión sobre la obra de publicaciones, Elena G. de White
dijo: “Tengo un mensaje para ti. Tienes que empezar a imprimir un
pequeño periódico y enviarlo a la gente. Será pequeño al comienzo; pero a
medida que la gente lo lea, te enviará medios con los cuales imprimir; y
será un éxito desde el mismo principio. Se me ha mostrado que de este
modesto comienzo brotarán como raudales de luz que han de circuir el
mundo”.25 Es significativo que así como la semilla de mostaza es pequeña
al principio pero luego se hace grande, lo mismo se predice para nuestra
obra de publicaciones: muy pequeña al comienzo, pero destinada a abarcar
al mundo entero. A ella se aplican las palabras: “Aunque tu principio haya
sido pequeño, tu postrer estado será muy grande” (Job 8:7). Y se nos dice:
“Esta es en verdad la obra que el Señor quiere que su pueblo haga en este
tiempo”.26
Sabemos que la verdad especial para este tiempo es el mensaje de los
tres ángeles. Cada uno de nosotros debemos reconocer que, cuando se trata
de la obra especial que la iglesia debe hacer en este tiempo, la obra de
publicaciones encaja perfectamente con la profecía.
Ruth Ure declara: “El evangelismo, la misión más importante de la
iglesia, no tiene instrumento más eficaz que la palabra impresa. En primer
lugar, la Biblia; y, en segundo lugar, todos los libros que de alguna manera
hagan que el lector piense en Dios”.27
Volviendo al concepto de la semilla de mostaza, Elena G. de White
comentó: “En esta última generación la parábola de la semilla de mostaza
ha de alcanzar un notable y triunfante cumplimiento. La pequeña simiente
llegará a ser un árbol. El último mensaje de amonestación y misericordia
ha de ir a ‘toda nación y tribu y lengua’, ‘para tomar de ellos pueblo para
su nombre’. ‘Y la tierra será alumbrada de su gloria’”.28
No obstante, la pregunta persiste: ¿Podrán las publicaciones hacer una
gran obra aún cuando la gente casi no lee y tiene tan poco interés en los
asuntos religiosos? Una vez más: cuando Dios anuncia que la gente va a
leer, la gente leerá. “Es cierto que algunos que compran los libros los
dejarán en los estantes o los pondrán sobre la mesa de la sala, y rara vez
los mirarán. Sin embargo, Dios cuida de su verdad, y llegará el tiempo
cuando estos libros serán buscados y leídos”.29 Eso está predicho. Por
tanto, no te desanimes ni dudes.

Cuando cambian las circunstancias, los lectores aumentan


“Una buena cantidad de personas —dice el espíritu de profecía— no la
comprenden ahora [a la Palabra de Dios], para hacer su resolución, pero
estas cosas están influyendo en su vida; y cuando el mensaje se presente en
alta voz, estarán listos para recibirlo”.30
La declaración anterior indica que algunas personas no se han decidido
aún porque las circunstancias actuales no son propicias. La gente se
decidirá cuando el mensaje se dé en alta voz. ¿Y cuándo ocurrirá esto?
Cuando el Espíritu Santo sea derramado sobre el pueblo de Dios. El
mensaje se estará dando en alta voz cuando el asunto del sábado y el
domingo sea el tema de interés mundial, lo que se esté discutiendo en
todos los medios de comunicación.
En un momento decisivo como el que se ha descrito, los libros jugarán
un papel decisivo. Por ejemplo, como previamente lo mencioné, “los
resultados de la circulación del libro El conflicto de los siglos, “no han de
juzgarse por lo que ahora se ve. Leyéndolo, algunas personas serán
despertadas y tendrán valor para unirse de inmediato con los que guardan
los mandamientos de Dios. Pero un número mucho mayor que lo lea no
tomará su decisión hasta que vea que los precisos acontecimientos que han
sido predichos están ocurriendo”.31 Y la misma cita añade que esto será en
“la hora final”.
“Pero, a medida que se va agitando más ampliamente la cuestión de la
observancia obligatoria del domingo, se ve acercarse la realización del
acontecimiento hasta ahora tenido por inverosímil, y el tercer mensaje
producirá un efecto que no habría podido producir antes”.32 ¿Sabías que
existe un ejemplo de esto en la historia de nuestra iglesia? George R.
Knight destaca que antes de 1844, los seguidores de Guillermo Miller aún
permanecían en sus iglesias, pero “una cosa era predicar el mensaje de
Miller cuando su cumplimiento se encontraba a varios años de distancia, y
algo muy distinto era hacerlo cuando el tiempo ya llegaba a su fin. Un
mensaje que, a finales de la década de 1830, parecía inocuo, amenazaba
con desestabilizar las iglesias al irse cerniendo sobre el horizonte el
predicho año del fin. Según se iba acercando el momento, la neutralidad en
las iglesias devenía imposible: había que aceptar el millerismo o
rechazarlo”.33 Y esto mismo ocurrirá en el fin del tiempo con relación al
sábado.

¿Se puede rechazar la luz sin cortar la relación con Dios?


Profundicemos en esto. “El Señor tiene sus representantes en todas las
iglesias. No se les han presentado a estas personas las verdades especiales,
que son la piedra de toque para estos últimos días, en circunstancias que
despierten convicción en su corazón y en su mente; por lo tanto, al
rechazar la luz, no han cortado su relación con Dios”.34 ¡Qué declaración!
¿Notaste sus aparentes discrepancias?
Si analizas la cita verás que estas personas han rechazado la luz, pero
por otra parte se dice que no se les han presentado las verdades especiales
que son la piedra de toque para estos últimos días. Y cuando esperábamos
que dijera que por haber rechazado la luz han cortado su relación con Dios,
se dice que tal cosa no ha sucedido. ¿Qué? ¿Cómo es posible rechazar una
luz que aún no se les ha presentado? Y, ¿cómo es posible mantener la
relación con Dios ahora, aunque haya rechazado la luz?35
La clave para entender esta aparente contradicción se debe a que las
verdades especiales no se les han presentado “en circunstancias que
despierten convicción en el corazón y en la mente”. Por eso cabe la
pregunta: ¿Será también la marca de la bestia, especialmente la orden de
que nadie podrá comprar ni vender a menos que guarde el domingo, una
circunstancia que despertará convicción en el corazón y en la mente?
¡Seguramente! Esto hará que la gente recuerde lo que ha leído en nuestros
libros y que vuelva a ellos para releer su mensaje. Pero hay más.

Circunstancias desencadenantes de poder inusual


Elena G. de White revela que los hechos que rodearon la muerte de
Cristo prepararon a la gente para aceptar el evangelio ante la predicación
de los apóstoles.36 Las tres horas de oscuridad alrededor de la cruz de
Cristo, el terremoto que hubo cuando Jesús murió, el velo que se rasgó de
arriba hacia abajo en el templo, la resurrección de muertos, etc., fueron
suficientes para despertar convicción en la mente y en el corazón de los
judíos de aquel tiempo. Fueron hechos extraordinarios en un momento
fuera de lo común. Todo esto, ligado al don de lenguas manifestado en los
discípulos, hizo que la luz fuera aceptada. Las circunstancias, pues,
cambiaron la disposición de la gente.
Alguien dijo alguna vez, que “es cuando tienes que sacrificar a un ser
querido, cuando se ponen a prueba tus convicciones”. Y en momentos
como los que ha de vivir el mundo en el futuro cercano, ¿cómo se
decidirán los jefes de familia cuando se sientan presionados por su propia
familia? ¿Qué papel desempeñarán nuestras publicaciones en ese día? Un
papel extraordinario.
“El mensaje no será llevado adelante tanto con argumentos como por
medio de la convicción profunda inspirada por el Espíritu de Dios. Los
argumentos ya fueron presentados. Sembrada está la semilla, y brotará y
dará frutos. Las publicaciones distribuidas por los misioneros han ejercido
su influencia; sin embargo, muchos cuyo espíritu fue impresionado han
sido impedidos de entender la verdad por completo o de obedecerla. Pero
entonces los rayos de luz penetrarán por todas partes, la verdad aparecerá
con toda su claridad, y los sinceros hijos de Dios romperán las ligaduras
que los tenían sujetos. Los lazos de familia y las relaciones de la iglesia
serán impotentes para detenerlos. La verdad les será más preciosa que
cualquier otra cosa. A pesar de los poderes coligados contra la verdad, un
sinnúmero de personas se alistará en las filas del Señor”.37
Pensemos en eso. Llegará el momento de tomar la gran decisión. Por lo
pronto, esas cosas que han leído están influyendo en sus vidas, y en el
tiempo final las publicaciones distribuidas por los misioneros habrán
ejercido su influencia. Por eso se puede afirmar que las publicaciones
jugarán un papel importante como profetas de la “hora undécima”.
Hoy, nuestra tarea es sembrar, preparar el escenario mundial en el cual
la gracia de Dios aparecerá para dar la última demostración de
misericordia. Los resultados vendrán en su momento y en la medida que
hayamos sembrado. Para entonces, las personas que ahora están como
sordas a la verdad, dejarán de estarlo en los últimos días. “En aquél tiempo
los sordos—es decir, aquellos que no han sentido la necesidad de obedecer
—oirán las palabras del libro” (Isaías 29:18). ¿Por qué? Porque el Espíritu
Santo estará presente en ocasión de la lluvia tardía para hacer madurar la
cosecha.
Si bien “es cierto que algunos que compran los libros los dejarán en los
estantes” —se nos anuncia que— “llegará el tiempo cuando estos libros
serán buscados y leídos”.38 Y “Dios hará que muchos estén dispuestos a
leer”.39 Lo ha predicho y se cumplirá. Cuando Alejandro Bullón aconseja
sembrar “junto a todas las aguas” (Isaías 32:20), aunque ignoremos cómo
se realiza la obra de Dios (Isaías 32:20; ver Eclesiastés 11:5, 6), expresa:
“Tú no sabes cuál será el resultado de la lectura de una revista o un libro.
El mensaje puede parecer olvidado. El libro puede permanecer en algún
rincón, lleno de polvo, comido por las cucarachas, ¡pero es una bomba de
tiempo! ¡Solo la eternidad mostrará los resultados!”40
Las circunstancias que se han de presentar dentro de poco obligarán a la
gente a preguntarse seriamente acerca de la verdad. Y los libros darán la
respuesta a millones de personas que hoy no asisten a ninguna iglesia. Si
bien la televisión y la radio están haciendo una obra extraordinaria en este
tiempo, es probable que entonces esos medios sean vedados por el
gobierno. Solo quienes posean algún libro o publicación con la verdad
tendrán alguna posibilidad de ser guardados de los engaños mortales del
tiempo del fin. Pero, ¿de quiénes estamos hablando?

Hay millones que no asisten a ninguna iglesia


Quiero subrayar que mucha gente no sabrá la verdad a menos que la
llevemos a sus hogares. Y no solamente que la llevemos, sino que la
dejemos ahí en sus casas permanentemente.
Por ejemplo, se dice que solo en los Estados Unidos de América, que se
nos dice llevará la delantera en imponer la ley dominical, hay alrededor de
cien millones de personas que no asisten a ninguna iglesia,41 a pesar de las
344.000 congregaciones cristianas que hay en toda la nación. ¿Cómo
llegarán a conocer la verdad esos millones de personas si no la llevamos
hasta sus hogares? Sin nuestra verdad, ¿cómo podrán estar listos para
tomar decisiones inteligentes?
Al hablar de la obra de las publicaciones, Elena G. de White escribe:
“No podemos estimar demasiado altamente esta obra; porque si no fuese
por los esfuerzos del colportor, muchos no oirían nunca la
amonestación”.42 Observa que no está diciendo que “no debemos estimar”
demasiado altamente esta obra, sino que “no podemos”. Eso es diferente.
“Por medio de la obra del colportaje se presenta la verdad a miles de
personas que de otra manera nunca la podrían oír”.43
¿Y qué decir de otros países? ¿Es diferente? No.

Siembra y multiplica tanto “bambú japonés” como puedas


Conociendo todo esto, en el nombre del Señor te hago un llamado a que
inviertas en libros que presentan el evangelio y las verdades para este
tiempo. Aparta y consagra cierta cantidad de dinero para que cada día,
cada semana o cada mes alcances a dos o tres familias con nuestro
mensaje. Compra cajas de libros y, dondequiera que te encuentres, no
dejes pasar la oportunidad de compartir el mensaje. Tu obra tendrá una
gran recompensa. Tú puedes hacer la obra de un verdadero evangelista si
tan solo distribuyes las páginas que contienen el mensaje para este tiempo.
La obra del sellamiento tiene que realizarse.
¿Eres colportor estudiante? Recuerda que Dios puede darte más de una
beca si piensas en el sellamiento de quienes visitas. Piensa en grande. Si
ellos, mediante sus compras, ponen tus pies en la universidad, ¿por qué no
pones tú los pies de ellos en el cielo?
Si eres colportor de tiempo completo, renueva cada día tus esfuerzos
para que las familias que visites se queden por lo menos con un libro o
revista que contenga el mensaje del tercer ángel. Y si no eres de tiempo
completo, dedícate de lleno a este ministerio. Vale la pena. Es una
profesión profética. Si eres de los que están pensando en dedicarse a
colportar, no lo pienses más. Si el mundo se ha de llenar de profetas
silenciosos, ¡que se deba a ti!
Pero hay algo grande que también puedes realizar, además de distribuir
o vender los libros necesarios para este tiempo, y eso es animar a otros
para que participen de este sagrado ministerio. Tú puedes, con la ayuda de
Dios, apresurar la venida de Cristo.
Si bien se insiste en que debemos luchar para conquistar la atención de
la gente e interesarlos en los libros verdaderamente valiosos que tienen la
Biblia por fundamento, también se afirma que “será una lucha aun mayor
encontrar obreros concienzudos y temerosos de Dios que entren en el
campo para diseminar estos libros con el propósito de esparcir la luz”.44
En otras palabras, debes multiplicarte. No tienes que hacerlo solo. Si
eres colportor, debes multiplicarte. Si eres un miembro de iglesia que
distribuye publicaciones, multiplícate. Sé un líder en la distribución de
publicaciones. ¿Por qué es necesario hacer esto? Porque “pocos son los
que tienen una visión amplia y extensa de lo que puede realizarse para
alcanzar a la gente por medio de esfuerzos personales e interesados en una
sabia distribución de nuestras publicaciones”.45
Pero no debemos culpar a nadie por esta falta de visión. “Incluso en la
actualidad —señalan los expertos— se sabe muy poco sobre el modo en
que el acceso a materiales impresos influye en la conducta humana”. Se
nos aclara que “la difusión que las imprentas hicieron de las ideas
protestantes es, probablemente, el único aspecto del impacto de lo impreso
con el que está familiarizada la mayoría de los historiadores de la Europa
moderna”.46 ¡Imagínate!
Debido a que hay miembros de iglesia cuya visión respecto a este
ministerio es muy limitada, ya sea que tengan muchos o pocos años en la
iglesia, es necesario explicarles este asunto. ¿Cómo? Puedes facilitarles
este libro. Pídeles que lo lean y que te digan qué piensan al respecto. Este
ministerio no ha sido plenamente explicado a la hermandad y tenemos que
cambiar ese concepto limitado. La obra de publicaciones tiene que ver con
la obra del sellamiento. ¿Hay algo más importante que eso?
Bob Hoskins declara: “Desde el momento en que Dios escribió en las
tablas con su dedo, a través del Antiguo y del Nuevo Testamento hasta la
Reforma, la Palabra escrita, la Palabra publicada, ha sido el método de
Dios. Pero la iniciativa, el impulso a imprimir, a publicar, a saturar el
mundo con el mensaje impreso le ha sido arrebatado en gran parte a la
iglesia”.47
¿Y por qué, como dice Hoskins, le ha sido arrebatado ese impulso a la
iglesia? ¿Será que esto también se aplica a nuestra Iglesia Adventista?

1. Hay dos desiertos llamados “Valle de la Muerte”; uno en el Estado de California en los Estados
Unidos y otro en Atacama, Chile. Aquí se refiere al de los Estados Unidos.
2. “Los desiertos”, Video planeta Tierra (México, D. F: BBC, 2006).
3. Ver Comentario bíblico adventista del séptimo día, tomo 4, Isaías 29:20, p. 255.
4. Ibíd., p. 264.
5. White, El colportor evangélico, p. 157.
6. “El Libro de Mormón profetizado en Isaías 29”, encontrado en
http://www.spanishministries.org/classes/Isaias29.pdf; consultado el 12 de julio, 2016.
7. Ver 2 NEFI 27:1-35, El Libro de Mormón.
8. “El Libro de Mormón profetizado en Isaías 29”.
9. Hoskins, Solo quieren la verdad, contraportada.
10. Ibíd., p. 125.
11. OneHope, en http://onehope.net/. Consultado el 12 de julio de 2016.
12. Hoskins, Solo quieren la verdad, p. 124.
13. Herbert, H. Douglas, Mensajera del Señor, El ministerio profético de Elena G. de White, 1a
edición (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2000), p. 362.
14. Carmelo Martines, “La metodología de la misión a partir de los textos de la misión”, p. 160, en
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3072092; consultado el 12 de julio de 2016.
15. “La obra del colportaje, debidamente practicada, es obra misionera del más alto orden, y es un
método tan bueno y de tanto éxito como cualquiera que se pueda emplear para presentar a la gente
las verdades importantes para este tiempo” (El colportor evangélico, p. 7).
16. Ver los capítulos 5 y 6.
17. Hoskins, Solo quieren la verdad, p. 45.
18. Dick Eastman, Beyond Imagination, p. 19.
19. Ted. N. C. Wilson, “Now Is the Time”, Adventist World NAD, April 2012, p. 9.
20. Howard F. Faigao, “Circulating Literature as Never Before”, The Literature Evangelist, enero-
marzo, 2012, p. 3.
21. Wilmar Hirle, “Los carteros de Dios”, El colportor evangelista, julio-septiembre, 2011, p. 3.
22. White, El colportor evangélico, p. 131.
23. White, Palabras de vida del gran Maestro, p. 54.
24. Ibíd., p. 56; énfasis agregado.
25. White, El colportor evangélico, p. 1.
26. Ibíd., p. 7.
27. Hoskins, Solo quieren la verdad, p. 104.
28. White, Palabras de vida del gran Maestro, p. 57.
29. White, El colportor evangélico, p. 156.
30. White, Eventos de los últimos días, p. 216.
31. White, El colportor evangélico, p. 132.
32. White, El conflicto de los siglos, pp. 663, 664.
33. George R. Knight, Nuestra organización: ¿Aliada o enemiga de la Gran Comisión? (Doral,
Florida: Asociación Publicadora Interamericana, 2007), p. 22.
34. White, Eventos de los últimos días, p. 201.
35. Rechazar verdades especiales ahora y rechazar el llamado del Espíritu Santo en los últimos días
pueden ser dos cosas diferentes. Rechazar la verdad en circunstancias especiales provocadas por el
Espíritu Santo en la crisis final sí hará que la gente corte definitivamente su relación con Dios.
36. Comentario bíblico adventista, tomo 6, p. 1055.
37. White, El conflicto de los siglos, p. 670; énfasis agregado.
38. White, El colportor evangélico, p. 156.
39. White, El ministerio de publicaciones, p. 49.
40. Alejandro Bullón, Compartir a Jesús es todo (Nampa, Idaho: Pacific Press Publishing
Association, 2009), p. 126.
41. George Barna, Haga crecer su iglesia de afuera hacia adentro (Miami, Florida: Editorial Vida,
2007), p. 23.
42. White, El colportor evangélico, p. 7.
43. Ibíd., p. 9
44. Ibíd., p. 149.
45. Ibíd., p. 9; énfasis agregado.
46. Elizabeth L. Eisenstein, La imprenta como agente de cambio (México, D. F.: Fondo de Cultura
Económica, 2010), pp. 7, 27.
47. Bob Hoskins, Ganando la carrera por Rusia (Deerfield, FL: Editorial Vida, 1992), p. 80;
énfasis agregado.
CAPÍTULO 5

PROFETAS QUE ARDEN Y NO SE


CONSUMEN

a policía no pudo hacer nada. El sacerdote llamó, y cuando los


L oficiales llegaron al lugar de los hechos, lo único que pudieron decir,
fue: “Señor sacerdote, en este país aún tenemos libertad. Estos hombres
solo están ejerciendo su libertad. Nada podemos hacer contra ellos”.
El sacerdote de la Iglesia Ortodoxa en Austria quería impedir que dos
adventistas continuaran distribuyendo libros a diestra y siniestra cerca de
su iglesia.
Aurelian, miembro de la Iglesia Adventista, reflexiona: “Esta
experiencia me motivó a hacer aun más. No sabemos durante cuánto
tiempo tendremos libertad. En Rumania nunca he sido detenido por un
sacerdote ortodoxo por distribuir estos preciosos libros. Solo he sido
confrontado en Austria, así que prosigo con mi obra. En los próximos dos
meses mi amigo y yo distribuiremos otros 64.000 libros. El año aún no ha
terminado”.1
Aurelian Anghelescu y su socio Gheorghe Constandis habían distribuido
ya más de 90.000 libros misioneros en diez meses en Rumania. Ellos son
un excelente modelo para los adventistas que quieren llevar la verdad a
quienes no la tienen.
¿Y cuál era la preocupación del sacerdote? ¿Por qué intentaba
detenerlos? ¿Qué libro distribuían Aurelian y Gheorghe? Tal vez eso no
sea lo más importante.
El objetivo de este capítulo es mostrar que la literatura tiene poder. La
premisa es: Atacamos lo que tememos; y el grado de energía, tiempo y
esfuerzo que dedicamos a destruir lo que tememos revela cuánta
importancia le hemos atribuido. En otras palabras, la magnitud de nuestro
ataque revela qué es lo que creemos respecto de lo que tememos. Si
decidimos deshacernos de algo, es porque vemos en ello un peligro
potencial. Reconocemos, pues, una amenaza en aquello que procuramos
destruir.
Quienes más han luchado contra la página impresa han sido los
poderosos de la tierra. R. Pattison escribió que “no todas las sociedades
han decidido usar la cultura escrita de la misma manera, pero la cultura
escrita siempre ha estado relacionada con el poder”.2 Pero, ¿por qué
querrían destruir un libro?

Bibliofobia: ¿miedo a los libros?


En el siglo XIX, muchos propietarios en el Sur de los Estados Unidos
prohibían que sus esclavos aprendieran a leer, por temor a que encontraran
ideas revolucionarias que amenazarían a su poder.3
Quizás el término bibliofobia no sea el que mejor describe el motivo por
el que, al paso de la historia, se le haya hecho la guerra al libro, ya que no
es precisamente al libro al que se le ha hecho la guerra, sino a las ideas
que transmite.
En la Alemania nazi, entre marzo y junio de 1933, poco después del
acenso de Adolfo Hitler al poder, estudiantes, docentes y miembros de las
ligas nazis quemaron miles de obras de autores judíos, marxistas y
pacifistas. En la gran quema del 10 de mayo de 1933 en Berlín quemaron
obras de Heinrich Heine, Bertolt Brecht, Franz Kafka, Karl Marx, Heinrich
Mann, Kurt Tucholsky y Carl von Ossietzky, entre otros. Solo en esa
ocasión quemaron cerca de 30.000 libros cuyos autores no simpatizaban
con el nazismo.4
Esta es solo una pequeña muestra de lo que ha sucedido a lo largo de la
historia respecto a la destrucción de libros. En su obra, Libros en llamas,
Lucien X. Polastron destaca la “historia de la interminable destrucción de
bibliotecas”, y documenta por lo menos 125 quemas de libros a gran
escala.5
En la película Fahrenheit 451 se aborda este tipo de censura impuesta
por los gobiernos. Se sabe que 451 grados Fahrenheit es la temperatura a
que se queman los libros. Aunque se trata de una película de ciencia
ficción producida en 1966, describe bien el trasfondo de la quema de
libros. Según la película, leer libros es contra la ley; por consiguiente, está
prohibido pensar. Se infiere que las ideas son peligrosas y que es mejor
vivir en la ignorancia. Pero, ¿a quién podría interesarle que el pueblo viva
así? Lo verás cuando analicemos la tercera quema de libros, más adelante.
Por lo pronto, recordemos que el poder de los libros también supone un
beneficio.
Juan B. Iguiniz enfatiza el poder de la literatura y escribe: “Las
estadísticas demuestran que los pueblos más cultos y más adelantados,
tanto en el orden intelectual como en el material, son aquellos cuya
producción bibliográfica es mayor, los que poseen el mayor número de
bibliotecas y, por consiguiente, en los que más se lee”.6 El libro es
poderoso.
Según Roger Chartier, especialista en el tema de la cultura escrita, “el
peligroso poder del libro es una constante que podemos hallar en Próspero,
de La tempestad de Shakespeare, ya que debe arrojar al mar su libro, su
único libro, para quitarle su poder y, al mismo tiempo, para reconquistar
una libertad humana”.7

Lucha de inteligencias por la conquista de la mente


Todo autor escribe porque quiere “conquistar” la mente de los demás.
Desea impactarlos con cierto mensaje. Antes de escribir, la mente del autor
tuvo que ser impresionada por alguna idea o pensamiento que ahora quiere
transmitir; de no ser así, ¿qué justificaría su interés por escribir? Lo que le
da sentido a su escritura es el significado que tiene para él mismo. Así, el
acto de escribir es un intento deliberado de influir en los lectores. La
literatura tiene poder; esto implica que se trata de algo serio. La escritura
es un vehículo inteligente que transporta deseos deliberados de parte de los
autores por influir en los lectores. Prueba de ello son los prefacios,
prólogos e introducciones de los libros, donde se muestra el objetivo del
autor.
Las palabras en cursiva o negrilla en un escrito muestran que el autor
está buscando deliberadamente afectar la mente de los lectores con
pensamientos o ideas fundamentales. Por eso hay gobiernos e instituciones
religiosas que se oponen a ciertos escritos. Los ven como una amenaza,
porque la lectura es mucho más influyente que la palabra hablada, pues
presenta un registro permanente de ideas influyentes. La radio y la
televisión son muy importantes, pero no reflejan un registro permanente
que esté al alcance del público en cualquier momento, como lo hace el
libro. Aun esos medios deben recurrir a la literatura, y lo están haciendo.

¿Cuál es el significado de la quema de libros?


¿Cómo podríamos definir la quema de libros? “La quema de libros es la
práctica, generalmente promovida por autoridades políticas o religiosas, de
destruir libros u otro material escrito; está vinculada al fanatismo
ideológico y suele acompañar a muchos conflictos bélicos. La práctica es
generalmente pública y está motivada por objeciones morales, políticas o
religiosas al material publicado”.8
Pero no debemos ver la quema de libros como algo netamente literal.
Roger Chartier señala que “hay diversas maneras de pensar en la quema de
libros”. Estas pueden ser: “La represión, la Inquisición, los autos de fe, la
supresión de todo lo que es peligroso para la fe”.9 Todos estos casos son
equivalentes a la quema de libros, ya que el efecto de todas estas acciones
es similar a la quema de libros: impedir que la gente siga leyendo.
Este es otro modo de demostrar que la literatura tiene poder. La obra de
los libros es importante. “Las palabras son armas”,10 y más cuando vienen
impresas. Precisamente, encontramos esta misma oposición hacia la
literatura de parte de los gobiernos e instituciones en el siguiente incidente.

El libro profético que fue quemado antes de publicarse


“El rey estaba en la casa de invierno en el mes noveno, y había un
brasero ardiendo delante de él. Cuando Jehudí había leído tres o cuatro
planas, lo rasgó el rey con un cortaplumas de escriba, y lo echó en el fuego
que había en el brasero, hasta que todo el rollo se consumió sobre el fuego
que en el brasero había” (Jeremías 36:22, 23).
La pregunta que surge después de leer este relato es: ¿Cuál es el
objetivo de quemar un libro? ¿Qué es lo que se quiere lograr? La filosofía
de la historia de la iglesia establece que todo lo que sucede en este mundo
es producto del conflicto milenario entre el bien y el mal, entre la verdad y
el error, entre Cristo y Satanás. Las cosas no suceden de manera aislada a
estos dos principios y personajes antagónicos.11
La quema del libro de Jeremías no fue solo el producto del impulso de
un hombre, sino de Satanás, quien estaba detrás de las emociones del rey.
Fue él quien movió al rey Joacim a destruir una porción de la Escritura. El
mensaje, por lo tanto, no solo inquietó al rey sino también al príncipe de
las tinieblas. Pero, ¿dónde aprendió él a temer a la Escritura? Sigue
leyendo.
Contestando a la pregunta de por qué se queman los libros, vemos que
aquí la intención principal es evitar que se siga leyendo, y que también los
demonios creen, digámoslo así, en la obra de publicaciones. Joacim era
solo un títere de los pensamientos y emociones de “malicias espirituales en
los aires”. “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra
principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de
este siglo” (Efesios 6:12).
Pero, el asunto no acabó con la entrega del rollo al fuego. Porque aquel
“rollo escrito fue reproducido. El Señor ordenó a su siervo: Vuelve a tomar
otro rollo, y escribe en él todas las palabras primeras”. De este modo, “se
permitió al profeta que reprodujera lo que la ira del hombre había querido
destruir”. “La ira del hombre había procurado suprimir las labores del
profeta de Dios; pero el mismo recurso por medio del cual [Joacim] había
intentado limitar la influencia del siervo de Jehová, le dio mayor
oportunidad de presentar claramente los requerimientos divinos”.12
“Porque nada podemos contra la verdad, sino por la verdad” (2 Corintios
13:8).
El final de aquello fue una versión nueva, ampliada y aumentada del
libro de Jeremías (ver Jeremías 36:32). Dios no dejaría a su pueblo sin
conocimiento. La ignorancia conduce al error y a la perdición. “Mi pueblo
fue destruido —dice el Señor— porque le faltó conocimiento” (Oseas 4:6).
¿Dónde se ve más claramente el poder del conocimiento? Lo veremos
cuando analicemos la tercera quema de libros.

La hoguera que fue avivada con cincuenta mil piezas de plata


Una segunda quema de libros que aparece en la Biblia ocurrió en Éfeso,
cuando “muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y
los quemaron delante de todos” (Hechos 19:19). Esos libros valían 50.000
piezas de plata.
Aquí llegamos a un punto importante de nuestro estudio, ya que “la
lectura es siempre vista en su exceso como un peligro para la mente”.13 Ha
sido común explicar la locura por el exceso de lectura; lo que es una forma
de decir que el libro tiene un inmenso poder sobre el individuo. Al mismo
Saulo de Tarso se le dijo: “Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven
loco” (Hechos 26:24), y el sabio Salomón se refirió en más de una ocasión
al poder de la lectura sobre el individuo: “Ahora, hijo mío, a más de esto,
sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es
fatiga de la carne” (Eclesiastés 12:12). Salomón era un ávido lector, por
eso sabía lo que estaba diciendo.
No solo en las Escrituras se puede ver la influencia de la literatura. Si
algo se enfatiza en el clásico Don Quijote de la Mancha, es que este fue
escrito con el propósito de acabar con los libros de caballerías.14 El
personaje principal, el Quijote, no es otro sino Alonso Quijano que, según
la novela, de tanto leer libros de caballería se vuelve loco. “En resolución,
él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de
claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del
mucho leer se le secó el cerebro de manera que vino a perder el juicio”.15
La quema de libros de magia en Éfeso fue realizada con el único fin de
que aquellos libros no siguieran influyendo en la mente de los creyentes.
Si esa influencia no se hubiera detenido, no podemos imaginar cuál
hubiera sido el fin de aquella iglesia.
Con el acto de quemar esos libros, el Señor condenó a los que practican
la magia, pero al mismo tiempo nos habla del peligro que entraña la lectura
de libros escritos para envenenar la mente. Está implícita la idea de que
Satanás influye en los lectores de tales obras; lo que hace que Dios
intervenga para destruir la obra que esas publicaciones malignas realizan.
Y porque Satanás comprende el enorme poder de las publicaciones, “está
ocupado en este departamento de su obra, difundiendo publicaciones que
degradan la moral y emponzoñan las mentes de los jóvenes. Las
publicaciones ateas son diseminadas por todo el país”. Por eso también se
nos pregunta: “¿Por qué no se interesa cada miembro de iglesia en enviar
publicaciones que eleven las mentes de la gente y en presentar
directamente la verdad? Estas hojas impresas y folletos son para iluminar
al mundo, y siempre han sido instrumentos en la conversión de las
almas”.16
Es por esto que el enemigo se opone a la obra de publicaciones. En
primer lugar, porque las publicaciones son instrumentos en la salvación de
las almas; y porque él conoce el poder de la predicación escrita.

La quema de libros más espantosa que el mundo jamás presenciara


Esto nos lleva a la tercera quema de libros que se realizó en tiempos de
la Revolución Francesa. El Apocalipsis habla de dos testigos que
profetizarían “por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio”
(Apocalipsis 11:3).
Como sabemos, estos 1.260 días representan 1.260 años, que van desde
538 de nuestra era hasta 1798. Este período se caracterizó por la
supremacía papal: un período cuando se suprimió el estudio de las
Sagradas Escrituras, lo cual en sí mismo representa ya una especie de
quema del libro.
Los dos testigos de la profecía representan al Antiguo y Nuevo
Testamento. Jesús señaló que las Sagradas Escrituras dan testimonio de él
(ver Juan 5:39). Y Juan dice que estos son “los dos candeleros que están en
pie delante del Dios de la tierra” (Apocalipsis 11:4). Es una referencia a la
Palabra de Dios, que como un candelero ilumina el camino del hombre.
David dijo: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”
(Salmo 119:105).
Además, la profecía destaca que estos dos testigos tienen un testimonio
que deben dar al mundo. Y en esto es necesario que reflexionemos: si un
testigo es aquel que habla a favor o en contra de alguien, entonces los dos
testigos, que nos hablan de la verdad tal cual es en Jesús, y que por otra
parte nos presentan las mentiras con las cuales el diablo trata de
engañarnos, se convierten en parte de la guerra que se libra entre el bien y
el mal.
La Biblia dice que la bestia “que sube del abismo” hará guerra contra
los dos testigos, y sus cadáveres serían echados en la plaza de la grande
ciudad, y por tres días y medio estarán como muertos. Al final de esos tres
días y medio, el espíritu de vida enviado por Dios entrará en ellos y se
levantarán sobre sus pies. Finalmente, estos dos testigos escucharán una
voz del cielo que les dirá: “Subid acá” (Apocalipsis 11:7-12), poniéndolos
fuera del alcance de sus enemigos.
No debemos olvidar que con la creación de las Sociedades Bíblicas que
aparecieron poco después de la Revolución Francesa, se puso a los dos
testigos fuera del alcance de los ataques de sus enemigos; eso, debido a la
explosión literaria bíblica.17
Como esto ocurre en el tiempo del fin, podemos entender aun más por
qué razón el enemigo de Dios guerrea contra las publicaciones: ellas
acortan su tiempo; que de por sí ya es corto (ver Apocalipsis 12:12).
Esos “tres días y medio” se refieren a la lucha de Francia para sustituir
la religión de la Biblia por la deificación de la razón. Elena G. de White
escribió: “El poder ateo que gobernó a Francia durante la Revolución y el
reinado del terror, hizo a Dios y a la Biblia una guerra como nunca la
presenciara el mundo… Se recogían Biblias para quemarlas en las calles,
haciendo cuanta burla de ellas se podía”.18 ¿Con qué propósito?
Naturalmente, con el objetivo de impedir que ese maravilloso Libro
siguiera iluminando y transformando la vida de las personas. Satanás
quería impedir que la gente siguiera leyendo; no obstante, el Señor no fue
ajeno a lo que le estaba sucediendo a sus testigos. Si bien “en 1793 había
promulgado la Asamblea francesa los decretos que abolían la religión
cristiana y desechaban la Biblia. Tres años y medio después, este mismo
cuerpo legislativo adoptó una resolución que rescindía esos decretos y
concedía tolerancia a las Sagradas Escrituras”.19
¿Qué nos muestra esto? Si el enemigo procura impedir que la gente siga
leyendo, eso significa que reconoce en ello un poder implícito. ¿Dónde lo
aprendió?

Causas de la primera herida de muerte


El enemigo ha sido testigo de todas las revoluciones impulsadas por los
libros, y también de los abusos que se cometen cuando el pueblo vive en la
ignorancia. Antes de la herida de muerte profetizada contra el poder
político del papado en el pasado (ver Apocalipsis 13:3), Satanás fue
instigador y testigo del oscurantismo medieval, un tiempo cuando casi a
nadie se le permitía el acceso al conocimiento. Y ahora, en medio de la
Revolución Francesa, ¡quería acabar con todo! Al destruir la Biblia, se
propuso acabar con el verdadero fundamento de la fe. Pero retrocedamos
un poco. ¿Acaso el diablo no sabe cuáles fueron las causas del declive del
poder político del papado? ¿Conoce el poder de los libros?
Generalmente se piensa que la herida de muerte ocurrió cuando el
general Alexandre Berthier tomó preso al Papa en 1798. Sin embargo, eso
fue solo la culminación de un proceso impulsado por el conocimiento. Y
en esto, la imprenta tuvo un papel determinante.
Marvin Moore pregunta: “¿A qué se debió el declive del poder político
papal?” Y luego responde: “Más que a ninguna otra causa, se debió al
resurgimiento del conocimiento”. “A medida que el conocimiento
aumentaba, la autoridad política del papado declinaba”.20
Moore explica que entre los años 500 y 1.000 d.C., hubo gran
desconocimiento del pensamiento griego y romano. Pero ya en el siglo XII
se redescubrieron los grandes clásicos antiguos, obras de pensadores como
Platón y Aristóteles, y de otros científicos y matemáticos griegos. Esto
condujo al Renacimiento, que despuntó en el siglo XIV y continuó hasta el
siglo XVII. El renacimiento de las artes y la literatura había comenzado.
Estrechamente ligado al Renacimiento está el humanismo. En lugar de
aceptar a ciegas las soluciones dictadas por la religión y la iglesia, el
humanismo enfatizó la importancia de la búsqueda de soluciones
racionales a los problemas humanos. El esfuerzo por adquirir
conocimiento tomaba nueva fuerza y derrotero.
El invento o el perfeccionamiento de la imprenta por parte de Juan
Gutenberg, en el siglo XV, le dio un gran impulso a la difusión del
conocimiento e hizo que las personas empezaran a pensar por sí mismas. Y
cuando las personas empiezan a pensar, también empiezan a cuestionar, y
al cuestionar, empiezan a desafiar a la autoridad”.21
En ese contexto apareció Nicolás Copérnico (1473-1543), quien
declaraba que la Tierra no es el centro del universo, sino que los planetas
giran alrededor del Sol. Esto socavó la autoridad de la iglesia y puso las
bases para la revolución científica moderna. El conocimiento iba
imponiéndose a la ignorancia.
Entonces se levantó Martín Lutero. La Reforma Protestante del siglo
XVI vino a agrandar la herida que ya se estaba abriendo en el papado. En
solo dos meses y medio, las ideas revolucionarias de Lutero se esparcieron
por Europa. Cuando el papado reaccionó, ya era tarde.
Se nos dice que, “la ruptura de Lutero con Roma habría sido imposible
sin la imprenta, la cual permitió que la información se esparciera
rápidamente. El punto aquí es que el aumento del conocimiento inspiró al
pueblo a desafiar la autoridad, en este caso la autoridad papal”.22
Ya en el siglo XVIII, el Iluminismo o la Ilustración, también conocido
como la Edad de la Razón, abrió más la herida producida por el
secularismo. La Revolución Francesa, en la que el Papa es llevado preso a
Francia, constituyó la culminación de la revolución del conocimiento,
agilizada por la página impresa.
¿Se repetirá la historia? Así parece. El hecho de que Dios haya ordenado
la producción y distribución de las publicaciones misioneras,
especialmente en el tiempo del fin, para hacerle frente a un poder que
procurará dominar al mundo por medio del error, sugiere que la historia
volverá a repetirse. Babilonia volverá a caer. Y aunque nadie sabe con
exactitud cómo ocurrirán las cosas, nuestro deber es publicar la luz.
El enemigo quiere mantener al pueblo en la ignorancia, y no se cruza de
brazos. “Siempre que se presente un libro que expone el error, Satanás está
al lado de la persona a quien se lo ofrece, y la acosa con razones por las
cuales no debería comprarlo. Pero un instrumento divino trabaja para
influir en la mente a favor de la luz”.23 De esta declaración se concluye que
tanto Dios como Satanás atribuyen poder a la página impresa evangélica.
Mientras uno la promueve, el otro procura suprimirla. Hay grandes
intereses en juego.
Considera esto: “Nos espera una obra grande e importante. El enemigo
de los hombres lo comprende y está empleando todo medio de que dispone
para inducir al colportor a emprender algún otro ramo de trabajo. Debe
cambiarse este orden de cosas. Dios invita a los colportores a que vuelvan
a su trabajo”.24 Una vez más notamos que hay una guerra en contra y a
favor del libro. Hay poder en la página impresa.
Esto nos debe dar una idea de por qué el colportor, para tener éxito,
debe ser un hombre de oración. Su lucha es contra potestades que se
empeñan en impedir la circulación de la verdad. Está escrito: “La oración
humilde y ferviente hará más en favor de la circulación de nuestros libros
que todos los costosos embellecimientos del mundo”.25
La magnitud del ataque, la energía y el esfuerzo por suprimir la Biblia o
cualquier otro libro que contiene la verdad conllevan un mensaje: Satanás
teme en gran manera el poder de la palabra escrita. Más de un milenio
duró esa guerra contra la Biblia. Durante 1.260 años el mundo fue testigo
de la mayor incineración de libros que la historia haya registrado.
Suprimían la Biblia... impedían que la gente siguiera leyendo; pero... ¿fue
suficiente? No. Esta guerra no termina. El enemigo sabe que las
publicaciones que contienen un mensaje de Dios para el pueblo tendrán un
efecto redentor. ¿Y dónde aprendió a temer ese poder?

Lo que significa un “escrito está” para el diablo


El diablo también lee las Escrituras. Sabe el propósito por el que fueron
dadas, y sabe también lo que significan las palabras: “En mi corazón he
guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Salmo 119:11). Sabe lo que
el ministerio de publicaciones puede hacer por nosotros; lo aprendió
cuando enfrentó a Cristo en el desierto. A cada tentativa suya para vencer a
Cristo, el Señor le contestaba con un “Escrito está” (Mateo 4:4, 7, 10).
El diablo, quien conoce el efecto que un “escrito está” puede tener sobre
la mente, tentó a Cristo diciendo: “Si eres Hijo de Dios, échate abajo;
porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti” (vers. 6). No te
extrañe, pues, que el diablo haya querido estorbar siempre la obra de
publicaciones que expone sus engaños. Si utilizó la Escritura para tentar a
Cristo, es porque sabe el poder de la literatura para moldear el
pensamiento.

Quema de libros al estilo de Nadab y Abiú en la actualidad


Ahora que el tiempo del fin se acerca, ¿qué hará el enemigo para
impedir que se realice la verdadera misión de la obra de publicaciones?
Procurará “magnificar en nuestra mente los asuntos de menor importancia,
e inducirnos a considerar en forma liviana precisamente la obra que más
necesita ser hecha”.26
Aunque al principio de este capítulo solo anuncié tres quemas de libros,
hay una cuarta quema tan peligrosa como cualquier otra. Es tan sutil que
nosotros mismos podemos estar repitiendo el pecado de Nadab y Abiú y
aun creer que estamos haciendo la obra de Dios. ¿A qué quema de libros
me refiero? A que los ministros de la página impresa, llamados para ser
colportores evangélicos, estén vendiendo solo aquellos libros que no tienen
ninguna relación importante con las verdades decisivas del sellamiento
para el tiempo del fin.
Elena G. de White, ya en su tiempo, denunció lo siguiente: “Hay
demasiado material común y no suficiente del sagrado. Hay demasiada
dependencia de figuras y otras cosas que no se relacionan con los temas
vitales para este tiempo. Hay peligro de seguir en las huellas de Nadab y
Abiú, de usar fuego común en lugar del sagrado”.27
Si dijo esto con relación a los editores de su tiempo, el principio sigue
siendo pertinente para este tiempo, y los editores y colportores lo deben
reconocer. El enemigo hará todo lo necesario para impedir que la obra de
publicaciones se realice como debiera ser; especialmente obstaculizará la
distribución de los libros que exponen sus engaños, como El conflicto de
los siglos. La quema de libros también tiene que ver con tener libros
almacenados. ¿Pero qué más hará el enemigo? Buscará desanimar a los
colportores. Intentará mantener un concepto pobre de esta obra en las
iglesias. Y lo hará, si logra que los dirigentes de publicaciones perdamos la
visión, o no tengamos la visión adecuada para impulsar con premura este
ministerio.
Cunde la falta de conocimiento en la iglesia acerca de la importancia de
esta obra. De los 18,5 millones de adventistas que había en el mundo en
2014, solo un 0,27 por ciento de la feligresía estaba participando
sistemáticamente y a gran escala en la distribución de literatura: los 46.000
colportores de todo el mundo, lo que no representa ni el 1 por ciento de la
hermandad mundial.28 ¿Qué pasaría si fuéramos más sistemáticos en la
distribución de literatura? ¿Qué pasaría si toda la feligresía participara?
Hay muchos miembros que no son colportores pero han incorporado en su
estilo de vida la distribución de literatura adventista. Michael Ryan, uno de
los vicepresidentes de nuestra iglesia comentó: “Todos debiéramos
construir una cultura que incluya la distribución de nuestras
publicaciones”.29 Y aunque muchos ya lo están haciendo, todavía no existe
una cultura más sistemática. En el capítulo 7 se muestra con detalle cómo
cada uno de nosotros puede ser un mensajero de esperanza.

Alcanzar a nuestros países con nuestro mensaje


Me inspira el testimonio de Hristo Genchev, un miembro de iglesia en
Plovdiv, Bulgaria. Él testifica: “Cuando entraba un nuevo miembro a mi
iglesia, siempre llevaba a esa persona conmigo para indicarle cómo vender
literatura. Comencé a entrenar grupos de personas respecto a cómo trabajar
para Dios. Fui llevado en visión a ver la conversión de Plovdiv con libros,
que luego alcanzaría Bulgaria, posteriormente Turquía, y después al
mundo musulmán”. Agrega que luego de ser nombrado director del
Departamento de Publicaciones en Bulgaria del Sur, elaboraron “un plan
estratégico para cubrir toda Bulgaria con libros: cada ciudad, aldea y
pueblo”.30
Hristo Genchev no es el único que sueña con esta distribución de
literatura. El presidente de la División Sudamericana, el pastor Erton
Kohler, dijo lo siguiente: “¡Llegó la hora de testificar con poder! Tenemos
que avanzar comprometidos y no perder ninguna oportunidad de presentar
la realidad del tiempo en que estamos viviendo y las señales del segundo
advenimiento de Cristo, siempre con un énfasis en la salvación y no en la
destrucción. Vamos a hacer esto en cada casa, entregando el libro La gran
esperanza... Se trata de un sueño osado, pero ¡ha llegado la hora! Por el
poder del Espíritu Santo y la participación de cada miembro de iglesia,
será una realidad”. Luego agregó: “Tenemos cerca de 70 millones de
hogares en Sudamérica, y los queremos alcanzar... La iglesia encargó 52
millones de libros para este año. Esto nunca había sucedido en nuestra
historia. ¡Se trata de un verdadero despertar!... Vamos a seguir hasta llegar
a los 70 millones de hogares, hasta que el mensaje alcance a todo nuestro
continente. Este es un movimiento de la iglesia en todo el mundo... y
nosotros debemos hacer nuestra parte”.31
¿Y qué decir de los Estados Unidos? ¿Es posible alcanzar sus grandes
ciudades? Si producimos millones de libros, ¡claro que se puede! Todos
nosotros podemos ser protagonistas de esta gran aventura de fe. Por
ejemplo, si un millón de adventistas distribuyera cada uno un libro por mes
durante diez años, equivaldría a llevar nuestro mensaje a 120 millones de
hogares, lo que representaría evangelizar a todas las familias de los
Estados Unidos. Pero, ¿qué pasaría si en lugar de distribuir un libro al mes
se vendieran o se regalaran dos libros por cada miembro de iglesia cada
mes? El mensaje llegaría más pronto a todos los hogares de los Estados
Unidos. Con libros económicos y una feligresía dispuesta a participar,
pronto, en cinco años o menos, se podría hacer algo extraordinario. Ciento
veinte libros en cinco años son solo 24 libros por año, dos libros por mes.
Esto representa una inversión mensual de cuatro dólares, pues el costo de
El conflicto de los siglos es de dos dólares aproximadamente. Necesitamos
planes más ambiciosos.
Me pregunto: ¿Qué deparará la eternidad a aquellos hermanos que
digan: “Me propongo alcanzar a esta colonia, a este pueblo, a esta ciudad
o a mi país”? Elena G. de White declara: “Piensen en la gran obra que
podría cumplirse si muchos creyentes se unieran en un esfuerzo por
presentar a la gente, mediante la circulación de estos libros, la luz que el
Señor ha declarado debe dársela. Bajo la dirección divina, avancen en la
obra y busquen la ayuda del Señor. El Espíritu Santo les acompañará. Los
ángeles serán los compañeros de ustedes y prepararán el camino”.32
Ojalá que sigamos viendo el cambio que ya se observa. Que cada vez
veamos a una hermandad más comprometida con la obra de publicaciones,
distribuyendo en forma ordenada libros, tanto a ricos como a pobres. Que
los colportores no dejen de visitar a las élites de la sociedad y que saturen
de libros las oficinas y cualquier lugar habitado. Que pronto veamos
líderes del ministerio de publicaciones en todo el mundo con una visión
clara respecto a lo que la palabra impresa puede realizar, y la impulsen
hacia delante con determinación.
¿Será posible? ¿Se salvará mucha gente?

1. Gabriel Maurer, “Por ahora tenemos libertad”, El colportor evangelista, enero-marzo, 2009
(Argentina: ACES, 2009), p. 12.
2. Citado por Alan K. Bowman y Greg Woolf, Cultura escrita y poder en el mundo antiguo
(Barcelona, España: Editorial Gedisa, 1999), p. 11.
3. Spartacus Educational, “Education of Slaves” [La educación de los esclavos], http://spartacus-
educational.com/USASeducation.htm; consultado el 12 de julio, 2016.
4. “10 de mayo 1933: quema de libros por los nazis”, en http://www.dw.com/es/10-de-mayo-1933-
quema-de-libros-por-los-nazis/a-16805510; consultado el 12 de julio, 2016.
5. Lucien X. Polastron, Libros en llamas: historia de la interminable destrucción de bibliotecas
(México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 2007), pp. 297-301.
6. Juan B. Iguiniz, El libro, epítome de bibliología (México, D. F.: Editorial Porrúa, 1998), p. 213.
7. Alberto Cue, Cultura escrita, literatura e historia: Conversaciones con Roger Chartier (México,
D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1999), p. 158.
8. “Quema de libros”, Wikipedia, última modificación el 30 de marzo, 2016,
http://es.wikipedia.org/wiki/quema_de_libros.
9. Alberto Cue, Cultura escrita, literatura e historia, p. 33.
10. Robert B. Downs, Books That Changed the World (New York: Signet Classic, 2004), p. 1.
11. White, La educación, pp. 169, 170, 185.
12. Elena G. de White, Profetas y reyes, p. 322.
13. Alberto Cué, Cultura escrita, literatura e historia, p. 158.
14. Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha (México, D.F.: Editorial Época,
S.A., 2006), p. 13.
15. Ibíd., p. 18.
16. White, El ministerio de publicaciones, p. 387.
17. Loron Wade, El futuro del mundo revelado en el Apocalipsis (Colombia: Asociación
Publicadora Interamericana, 1987), pp. 146, 147.
18. White, El conflicto de los siglos, pp. 316, 317.
19. Ibíd., p. 331.
20. Marvin Moore, ¿Será que podría pasar? (Nampa Idaho: Pacific Press Publishing Association,
2008), pp. 48, 51.
21. Ibíd., p. 50.
22. Ibíd.
23. White, El colportor evangélico, p. 118.
24. Ibíd., p. 14.
25. Ibíd., p. 83.
26. Ibíd., p. 40.
27. White, El otro poder, pp. 112, 113.
28. Estadísticas oficiales para 2014 en
https://www.adventist.org/en/information/statistics/article/go/-/seventh-day-adventist-world-church-
statistics-2014/. DE acuerdo al reporte de los Ministerios de Publicación, en 2010 habían 46.000
evangelistas de la página impresa, en
http://archives.adventistreview.org/article/3441/archives/issue-2010-1518/publishing-ministries.
29. “Interview with Michael Ryan” en Great Controversy Project News, 8 de diciembre, 2011, en
http://greatcontroversyproject.adventist.org/assets/files/GCP12.08.11.pdf.
30. Hristo Genchev,“Una flecha en las manos de Dios”, El colportor evangelista, N°680, abril-
septiembre 2007 (Argentina: ACES, 2007), pp. 14-15.
31. Erton Kohler, sermón “Llegó la hora” en https://www.youtube.com/watch?v=2wxFCz3NqYQ.
32. White, El colportor evangélico, p. 23.
CAPÍTULO 6

PROFETAS QUE SALVAN A


MULTITUDES

unque nuestra iglesia no depende exclusivamente de los medios


A masivos de comunicación para predicar el evangelio a gran escala,
hay una pregunta muy importante que debemos responder: Si la página
impresa puede sustituir a otros medios masivos de comunicación que
serían más vulnerables en la crisis final, ¿a dónde deben apuntar nuestros
esfuerzos con la literatura en este tiempo? ¿Quién conocerá la verdad y
llegará a salvarse? ¿Tiene que ver esto con una gran multitud? No te
pierdas el final de este capítulo.
Alejandro Bullón, expresa: “Me emociono cada vez que alguien se
aproxima a mí y me dice que llegó al conocimiento del evangelio por
causa de un libro o un artículo que escribí. Sé que un día, caminando por
las calles gloriosas de la Tierra Nueva, encontraré muchas personas que
jamás me escucharon predicar, pero que leyeron un libro mío”.1 Pero, ¿por
qué la página impresa tiene tal poder? ¿Podría una sola página poner el
cielo al alcance de los perdidos? Sugiero que sí.

Una parábola del “más allá” sobre métodos de evangelización


En Lucas 16 hay un diálogo interesante entre “Abraham” y un hombre
rico. A primera vista podría parecer una parábola acerca del infierno; sin
embargo, el lenguaje utilizado por Jesús no es literal. Por ejemplo, es
absurdo pensar que si “moje la punta de su dedo en agua”, podía tocar la
lengua del rico y sofocar las llamas del infierno. La pregunta que surge al
leer el texto es, ¿de qué se trata la parábola?
Los expertos explican que “la parábola tiene tres argumentos muy
claros”. Y entre ellos está este: “Las Escrituras son un testimonio
suficiente para llevarnos al arrepentimiento y para seguir la ética bíblica”.2
Por implicación, la página impresa con el mensaje de Dios está de por
medio.
Elena G. de White afirma que la parábola enseña que “la ley y los
profetas son los agentes señalados por Dios para la salvación de los
hombres”, y agrega: “Aquellos que prestan oído a Moisés y a los profetas
no necesitarán más luz o conocimiento de los que Dios les ha dado”. Y
enfatiza: “Si el hombre deja de hacer lo que una pequeña luz le muestra
que es su deber, una mayor cantidad de luz revelará únicamente infidelidad
y negligencia en aprovechar las bendiciones concedidas”.3
Pero hay más. Ella declara que la lección que tenemos que sacar de la
parábola es que “a todo hombre se le ha concedido el conocimiento
suficiente para que cumpla la realización de los deberes que de él se le
exigen”, y apoya su declaración, diciendo: “El que es fiel en lo muy poco,
también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo
más es injusto” (Lucas 16:10).4
Lo anterior está dicho en el contexto de una persona que le reclama a
Dios por no haber sido advertida cabalmente, pero Dios se defiende.
¿Cómo lo hace? El relato habla de la negativa de Abraham de enviar a
Lázaro a atender las necesidades del rico. Su tiempo de gracia ha
terminado. Por eso, ante la negativa de Abraham, el rico cambia de
petición. Su petición es de carácter misionero. Quiere que su familia se
salve y pide que Lázaro vaya en persona a testificar a cinco hermanos que
tiene, “a fin de que no vengan ellos también” (Lucas 16:28) a ese lugar de
tormento. Aquí vemos que el rico quiere que sus hermanos se salven, pero
quiere que se le testifique con un método que él piensa que es el mejor:
una persona presente en el lugar de los hechos dando un testimonio
hablado. Sin embargo, “Abraham” dice que no es necesario, que “ya tienen
lo escrito por Moisés y los profetas” (vers. 16:29, DHH), y que eso basta
para salvarse.
En otras palabras, el Señor le dice al rico que un testimonio hablado por
alguien que esté presente no mejorará las cosas. No obstante, el rico se
ofende con esa idea. No desea o no quiere permitir que la página impresa
se encargue de la salvación de sus hermanos. ¡No puede creer que eso sea
suficiente! Es por eso que le dice a “Abraham”: “No, padre Abraham; pero
si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán” (vers. 30).
En otras palabras, el rico está diciendo: “¡Eso no basta! Ese método no
es el mejor para dar un testimonio que salve a mis hermanos. ¿La página
impresa sola? ¡No puede ser!”
Este rico creía saber más que Dios; y al mismo tiempo, es como si le
estuviera diciendo: Si tú me hubieras amonestado cabalmente, yo no
estaría aquí. Le está echando la culpa a Dios de su perdición. Es por eso
que le pide a “Abraham” que envíe a Lázaro a testificar a sus hermanos; no
sea que ellos “también” vengan al lugar de tormento. El Señor no se deja
intimidar por esta acusación, y con voz clara y terminante, dice: “Si no
oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se
levantare de los muertos” ( vers. 31).
Estas palabras de Jesús son, por así decirlo, una confirmación de lo que
dijo él en otra ocasión: “Si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí; porque
de mí escribió él. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis
palabras?” (Juan 5:46, 47). Esto, por supuesto, quedó confirmado con la
resurrección de Lázaro de Betania. Lázaro resucitó, pero ni aun así
creyeron los sacerdotes en Cristo.
De este modo concluimos que, al parecer, nada está por encima de la
palabra escrita. El Señor tiene un propósito para ella y este será cumplido.
El propósito por el que fue establecida queda claro: ¡La página impresa fue
establecida para testificar y sellar, y, según el mensaje de la parábola, el
que no crea en lo que Dios dice de ese modo, no lo creerá de ninguna otra
manera!

¿Es bíblico el testimonio escrito?


Jesús dijo: “Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que
en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”
(Juan 5:39). Aquí vemos que la función de la “escritura” es testificar. Jesús
mismo reconoce esa función de un escrito. Si testificar significa decir algo
a favor o en contra de alguien —dice Jesús—, eso lo hace la escritura. Los
escritos testifican. Y nos referimos a cualquier escrito, no solo a las
Sagradas Escrituras. Cualquier escrito lo hace.
Observa: “Os he escrito brevemente —dice Pedro— amonestándoos, y
testificando que esta es la verdadera gracia de Dios, en la cual estáis”.
Según Pedro, lo que él hace al escribir su carta es testificar. El dice que
está testificando con la carta que escribió que “esta es la verdadera gracia
de Dios, en la cual estáis” (1 Pedro 5:12). De modo que también los
escritos predican de la gracia.
Sí, las Escrituras enseñan que los escritos testifican, que los escritos
predican, que los escritos anuncian la verdad. ¿Y acaso no es eso lo que
Dios desea? El autor del libro de Hebreos también habla del testimonio
escrito: “Pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el
hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que le
visites?” (Hebreos 2:6). Ese tal “alguien” se refiere a David. El “cierto
lugar” se refiere a Salmo 8:4. Y finalmente, el “testificó” del versículo se
refiere a lo que hizo David con lo que escribió. En otras palabras, David
estaba testificando con lo que escribía.
De todo esto se concluye que dar testimonio no es solo hablar la verdad
o vivir lo correcto. ¡Escribir también es testificar! Y llevar los libros a la
gente es llevar ese testimonio que el mundo necesita. Quizá por esta razón
se dice que el Antiguo y el Nuevo Testamento son los “dos testigos” que
han de “profetizar” y dar “su testimonio” al mundo (ver Apocalipsis 11:3,
7). Por ese testimonio el mundo quedará sin excusa. Y por el hecho de que
lo hacen quedar sin excusa, queda claro que tienen poder para salvar al
hombre.
Según Jack Goody, “en la esfera de la religión, es significativo que
todas las religiones de conversión, las religiones excluyentes, estén
basadas en el libro”. Y agrega: “Todas las ‘religiones universales’ son
religiones con cultura escrita”;5 es decir, todas usan las publicaciones para
extender su doctrina. Así que no utilizar la página impresa es la peor
política que una confesión religiosa puede hacer; pero los que saben de su
poder la utilizan a gran escala.
El mismo Goody expresa: “Si se considera la importancia de la escritura
en los últimos 5.000 años, y sus profundos efectos sobre la vida de todos y
cada uno de nosotros, resulta sorprendente la poca atención que se ha
prestado a la influencia ejercida por la escritura en la vida social de la
humanidad”.6
¿Cuáles son esos efectos, si se los puede hallar en las Escrituras?

Fundamentos bíblicos que atribuyen a lo escrito poder para salvar


El apóstol Pablo escribió: “Aunque os contristé con la carta, no me pesa,
aunque entonces lo lamenté; porque veo que aquella carta, aunque por
algún tiempo, os contristó. Ahora me gozo, no porque hayáis sido
contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque
habéis sido contristados según Dios” (2 Corintios 7:8, 9).
Notemos que el apóstol Pablo, quizá como alguien de nosotros, no sabía
cuál sería el efecto de aquel mensaje escrito. El apóstol utiliza la
expresión, “aunque entonces lo lamenté”, para dar a entender que no
estaba seguro cuáles serían los resultados de su escrito. Pero pronto se dio
cuenta de que Dios, quien lo impulsaba a escribir, tenía un propósito
salvador en aquella “página impresa”. El resultado fue el arrepentimiento
de los corintios. En el texto que estamos analizando vemos que Pablo, por
inspiración de Dios, atribuyó a la carta el arrepentimiento de los corintios.
Si bien es cierto que no podemos atribuir esto exclusivamente a la
influencia de un escrito, lo que sí es seguro es que el Espíritu Santo utilizó
esa carta para producir dicho arrepentimiento.
Quizá lo más sorprendente de todo esto es que el apóstol Pablo usó tres
veces la expresión “según Dios”, para referirse a esa experiencia (ver
2 Corintios 7:9, 10, 11). Primero dice que su carta entristeció a los
corintios, pero luego dice que esa tristeza producida por aquella carta fue
“según Dios”. En otras palabras, conforme a la voluntad de Dios. Es decir,
Dios quiso que se produjeran todos aquellos resultados. Por esta razón el
apóstol termina diciendo: “Así que, aunque os escribí, no fue por causa del
que cometió el agravio, ni por causa del que lo padeció, sino para que se os
hiciese manifiesta nuestra solicitud que tenemos por vosotros delante de
Dios” (2 Corintios 7:12).
Pasemos ahora al caso de los bereanos. Lucas dice: “Y estos eran más
nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con
toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas
eran así” (Hechos 17:11).
El texto anterior revela que los bereanos no creyeron propiamente por la
predicación de Pablo, sino porque investigaron en la Palabra de Dios para
ver si lo que Pablo les decía era cierto. “Creyeron, pues, muchos de ellos y,
entre los griegos, mujeres distinguidas y no pocos hombres” (Hechos
17:12; BJ). De aquí se deduce que la predicación escrita se utilizó para
conducir a los bereanos a la verdad. Si bien el método no se usó de manera
deliberada, el registro bíblico recalca que una vez que los bereanos
investigaron en la predicación escrita de Dios, creyeron. No creyeron
porque alguien les haya predicado sino debido al testimonio escrito. La
Reina-Valera 2000 traduce el versículo 12 de la siguiente manera: “De ese
modo, creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas distinguidas, y no
pocos hombres” (énfasis agregado). Hay una confirmación del papel del
método que intervino en la conversión de los bereanos.
Debo decir aquí que la expresión: “De ese modo, creyeron muchos de
ellos”, no es lo mismo que decir: “Así que creyeron muchos”, como lo
hace la Reina-Valera 1960. La conjunción “que” que aparece en la
segunda expresión debilita el sentido de lo que se quiere decir realmente,
ya que desconecta la conversión de los bereanos del método que se utilizó
para hacerlo. Pero al quitarle el “que”, y decir: “De ese modo, creyeron
muchos de ellos” destaca el papel que desempeñó el mensaje escrito en
dicha conversión.
El original griego usa la expresión: μεν ουν (men oun), que por lo
general se traduce como: así, pues, de este modo. La partícula μεν sirve
para indicar contraste, énfasis o continuación; y cuando está acompañada
por ουν, se traduce: así, pues, de este modo.7
En resumen, en el versículo 12 de Hechos 17, no hay nada que abogue
por la introducción de un “que”. Si μεν se utiliza para indicar el contraste,
el énfasis o la continuación de una idea, entonces el “que” debilitaría lo
que realmente se quiere decir. Si bien el “así que creyeron muchos” señala
el resultado en la fe de los bereanos; el “así creyeron muchos” indica cómo
se dieron esos resultados: mediante la predicación escrita.
La Biblia de las Américas es otra versión que más se apega al sentido
original de este versículo, ya que lo traduce así: “Por eso muchos de ellos
creyeron…” ¿Por eso, qué? Porque leyeron e investigaron en algo escrito,
por eso creyeron. El “por eso” viene a ser una continuación de la idea
anterior, lo que concuerda con el uso y significado de la partícula μεν.
Esta misma idea se deja ver también en el capítulo 16 del libro de los
Hechos. Allí se relata que Pablo y Silas andaban confirmando a las
iglesias, “y conforme pasaban por las ciudades, entregaban los acuerdos
tomados por los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalén, para
que los observaran” (Hechos 16:4; LBLA).
Recordemos que Pablo y Bernabé, Judas y Silas fueron comisionados
por los apóstoles y ancianos para llevar el acuerdo escrito que se tomó en
Jerusalén (Hechos 15:19-22) a las iglesias que habían sido perturbadas con
el asunto de la circuncisión (Hechos 15:1-5).
“Así que ellos, después de ser despedidos, descendieron a Antioquía; y
reuniendo a la congregación, entregaron la carta; y cuando la leyeron, se
regocijaron por el consuelo que les impartía” (Hechos 15:30, 31; LBLA).
Ya en el capítulo 16 se dice que conforme pasaba por las ciudades, Pablo
entregaba los acuerdos tomados por los apóstoles y ancianos que estaban
en Jerusalén (vers. 4). ¿Cuáles fueron los resultados? La Palabra dice que
“Así las iglesias eran confirmadas en la fe, y su número aumentaba cada
día” (Hechos 16:5; RVC).
En este versículo, lo mismo que en el caso de los bereanos, notamos que
la confirmación de la fe de los creyentes y el aumento de la feligresía de la
iglesia se debieron también al ministerio escrito. La versión que leímos
traduce μεν ουν con la palabra: así. Esto deja claro que los δογματα
[ordenanzas] escritos que Pablo entregaba en las iglesias jugaban un papel
muy importante en la salvación de los creyentes. La palabra así equivale a
decir: de este modo, de esta manera; con lo cual. Según el texto que
estamos analizando, se señala de qué manera los escritos participaron, en
el tiempo de los apóstoles, en la expansión y la predicación del evangelio.

Siete propósitos bíblicos por los que debiéramos usar la página


impresa
¿Cuán suficiente es la página impresa para ganar almas? Bastante
suficiente. Y lo es porque satisface el deseo de Dios. Ese deseo fue
expresado por Pablo cuando escribió que Dios tiene interés por “todos los
hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia”; y añade
que el Señor “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al
conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:1-4).
Vemos, pues, que existen dos deseos: que las personas sean salvas y que
vengan al conocimiento de la verdad. ¿Es bíblico pensar que la obra de
publicaciones cumple de sobra estos dos deseos? Sí. Examinemos las siete
grandes razones por ello que presento enseguida.

1. Las publicaciones despiertan el entendimiento y conducen a la


investigación
Pedro dice: “Carísimos, yo os escribo ahora esta segunda carta, por las
cuales ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento;
para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los
santos profetas” (2 Pedro 3:1, 2; RVA).
Lo que acabamos de leer es otra forma de decir que las publicaciones
hacen el trabajo de un atalaya, cuya misión consiste en despertar al pueblo
y advertirle acerca de los peligros que se avecinan. Asimismo, nos hacen
recordar la misión que tenemos como pueblo de amonestar al pecador para
que salve su vida y nosotros libremos nuestra alma. ¿No fue eso lo que
Dios le encargó al profeta? ¿No realizan nuestras publicaciones esa misma
encomienda?
Después de haber señalado que la predicación hablada es insuficiente,
“aunque el predicador presente fielmente el mensaje”, se nos dice, que “la
página impresa es, por lo tanto, esencial, no solo para despertarlos”, sino
también para “hacerles comprender la importancia de la verdad para este
tiempo”.8

2. Las publicaciones tienen la misión de amonestar al mundo


Siguiendo el pensamiento del punto anterior, escuchemos lo que el
apóstol Pedro nos dice a continuación: “Os he escrito brevemente,
amonestándoos, y testificando que esta es la verdadera gracia de Dios, en
la cual estáis” (1 Pedro 5:12). Este texto aparece en una de las epístolas
“universales”; lo que destaca la extensión del impacto de dicha
amonestación.
Así mismo, Pablo dice que el motivo por el que fueron escritas las cosas
que le sucedieron a Israel en el desierto, es que “estas cosas les
acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros,
a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Corintios 10:11).
La palabra “admonición” está traducida del término griego noutesían,
que puede traducirse como “enseñanza, advertencia o amonestación”. Si
las cosas que antes se escribieron, se escribieron para lograr ese fin;
entonces, las publicaciones que hoy distribuimos en el mundo nos ayudan
a cumplir con nuestra misión, tal como está señalada en Apocalipsis 14.
Así, Elena G. de White pudo declarar con toda confianza: “Todos los
que se consagran a Dios para trabajar como colportores están ayudando a
dar el último mensaje de amonestación al mundo”.9

3. Las publicaciones moldean los pensamientos de la gente


Pablo escribió: “No os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de
pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si
fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca”
(2 Tesalonicenses 2:2). En estas palabras de Pablo vemos, pues, que el
Espíritu Santo atribuye poder a lo escrito para moldear los pensamientos
de la gente.
Se nos dice que “este instrumento puede alcanzar e influir en la mente
del público como ningún otro método puede hacerlo”.10 Y se nos asegura
que “los silenciosos mensajeros están iluminando y moldeando las mentes
de miles de personas en todos los países y climas”.11 ¿Qué esperamos
nosotros entonces para involucrarnos en esta obra tan grande y decisiva?

4. Las publicaciones enseñan y adoctrinan a la gente


Pablo dice que “las cosas que se escribieron antes, para nuestra
enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de
las Escrituras, tengamos esperanza” (Romanos 15:4). El término
“enseñanza” procede del griego didaskalías, que se traduce como
“enseñanza”, o “doctrina”. Es el mismo término que usa Pablo más
adelante (ver 2 Timoteo 3:10, 16).
Cuando dice que la Escritura es “útil para enseñar”, usa ese término. Es
el mismo vocablo que utiliza para decirle a Timoteo que a diferencia de
Janes y Jambres, quienes resistieron la verdad, él sí ha comprendido la
“doctrina” del apóstol.
El papel que desempeñan los escritos de enseñar y adoctrinar a la gente
está de acuerdo a la gran comisión que Jesucristo le dejó a su iglesia: “Por
tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que
guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateo 28:19, 20).
Elena G. de White declaró: “Nuestras publicaciones tienen que realizar
una obra muy sagrada y presentar en forma clara, sencilla y simple la base
espiritual de nuestra fe”. Y añade: “La iglesia debe “comprender cuán
indispensable es presentar al mundo tan pronto como sea posible los libros
necesarios para su educación e ilustración espirituales”.12
Dicho de otra manera, nuestras publicaciones deben servir para enseñar
y adoctrinar al mundo. ¿No es esta su función? Pablo dice: “Así que,
hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por
palabra, o por carta nuestra” (2 Tesalonicenses 2:15). He aquí la evidencia
nuevamente de que parte de la doctrina que los tesalonicenses aprendieron
fue gracias al ministerio evangelizador de la página impresa, de la
predicación escrita.
¿No debiéramos hacer lo mismo que Pablo y otros apóstoles que
adoctrinaron al mundo por medio de sus escritos? Nosotros mismos hemos
sido objeto de su adoctrinamiento mediante la página impresa. ¿Obrará al
Espíritu Santo a través de nosotros así como lo hizo a través de Pablo y los
otros apóstoles, utilizando nuestro propio material escrito?

5. Las publicaciones permiten que las personas conozcan mejor la


verdad
Para entender este punto vayamos al Evangelio según San Lucas. Allí
expresa su propósito para escribir el libro. La conjunción “para” por lo
general designa el propósito por lo que se hace algo, y Lucas le dice a
Teófilo que le ha escrito “para que sepa la verdad precisa acerca de las
cosas que le han sido enseñadas” (Lucas 1:4; LBLA).
Estas palabras de Lucas se dirigen a uno que ya sabe, a uno que de algún
modo ha estado en contacto con ciertos hechos, pero que carece de una
información completa. En este caso, Teófilo puede representar a los miles
y millones de personas que hoy pueden necesitar una presentación
ordenada de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas.
Cuando realizamos la obra de publicaciones, estamos haciendo el papel
que una vez hiciera el sabio Salomón, quien dijo: “¿No te he escrito tres
veces en consejos y en ciencia, para hacerte saber la certidumbre de las
palabras de verdad, a fin de que vuelvas a llevar palabras de verdad a los
que te enviaron?” (Proverbios 22:20, 21).
Todo esto nos enseña que la escritura inspirada tiene un ministerio
esencial con su propio papel en cumplir el deseo de Dios para el mundo.
“El Señor ha enviado su mensaje al mundo por medio de libros que
contienen la verdad para estos últimos días”. Y se dice también que “el
gran objetivo de nuestras publicaciones es ensalzar a Dios, llamar la
atención de los hombres a las verdades vivientes de su Palabra”.13

6. Las publicaciones son para salvar almas


“Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus
discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han
escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que
creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:30, 31).
Si alguien duda que la obra de publicaciones sirva para ganar almas,
debiera considerar el texto que acabamos de leer. Allí se dice que la razón
para escribir lo que Jesús hizo entre los discípulos es para que creamos en
él, y que como resultado alcancemos la salvación del alma.
Esto de ganar almas mediante las publicaciones no es un asunto
meramente humano. El apóstol Juan fue impelido a declarar el propósito
para el que se recurría al libro. Lo escrito es un vehículo de salvación
importante. Esta obra tiene origen divino. Pablo lo comprendió y por eso
escribió a Timoteo: “Y que desde la niñez has sabido las Sagradas
Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que
es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:15). Los libros que contienen la verdad y
conducen a Cristo tienen potencial para salvar al hombre.
Con justa razón, Elena G. de White nos exhorta: “La obra del colportaje
constituye un modo muy exitoso de salvar vidas. ¿No la probarán?”. Y
agrega: “Nuestras publicaciones están sembrando ahora la simiente del
evangelio, y son instrumentos para llevar a Cristo a tantas personas como
la palabra predicada. Iglesias enteras han sido levantadas como resultado
de su circulación”.14 Así son de exitosas. Llevarán a muchos a la verdad.

7. Las publicaciones arraigan y confirman en la verdad a las personas


Una vez que las personas han entregado su vida a Cristo, ¿hay algo más
que las publicaciones pueden hacer? ¡Por supuesto que sí! Ellas arraigan a
las personas en la verdad. Observa esto: “No os he escrito como si
ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira
procede de la verdad” (1 Juan 2:21). Lo que el mensaje escrito está
haciendo en este caso, es confirmar en la verdad a los creyentes.
Pablo expresa esa misma verdad: “A mí no me es molesto el escribiros
las mismas cosas, y para vosotros es seguro” (Filipenses 3:1). Lo que
Pablo está haciendo aquí es confirmar a los creyentes.
La tarea de confirmar a los creyentes es muy necesaria. Ante la ola de
errores y doctrinas falsas que impregnan al mundo se requiere una obra de
confirmación. El diablo no cesará en sus intentos por engañar al mundo y a
los creyentes. Por eso se nos dice que “en cuanto a iluminar y confirmar a
la gente en la verdad, las publicaciones harán una obra mayor que el solo
ministerio de la palabra hablada”.15 Y esta obra mayor de las publicaciones
se hará sobre todo en la crisis final, cuando la radio, la televisión y los
otros medios sean censurados.

Profetas que salvan a multitudes


Hasta ahora, todos los puntos que hemos estudiado han sido razones
bíblicas porque es crucial que nos involucremos en el ministerio de
publicaciones. Pero debemos considerar algo aun más importante: ¿Tú
entiendes por qué tú debes involucrarte? Si la página impresa tiene el
potencial de sustituir a los medios masivos de comunicación en la crisis
final, ¿a cuántos salvaremos con este método? ¿Cuánta importancia tiene
este esfuerzo? Sabemos que “más de mil personas se convertirán en un
solo día, la mayor parte de las cuales adjudicarán sus primeras
convicciones a la lectura de nuestras publicaciones”.16
Elena G. de White escribió: “Dios llama a obreros de todas las iglesias
para que entren en su servicio como colportores evangélicos… Por medio
de su fiel servicio, una multitud de personas que ningún hombre puede
contar llegarán a convertirse en hijos de Dios, aptos para la gloria
eterna”.17
¿Una gran multitud? Nuestra meta no es solo ganar almas sino sellar a
multitudes. Estamos hoy en el tiempo del sellamiento, y está por concluir.
¿Debemos detenernos? No. Aun la cita de Apocalipsis 11:13, como refiere
LaRondelle, sugiere que en los eventos del fin no es una minoría la que se
arrepiente sino una mayoría.18
Jon Paulien escribe: “Apocalipsis 11:13 pone de manifiesto que habrá
muchos en Babilonia que responderán favorablemente. Este ‘remanente’
final podría incluso constituir la mayoría, al menos en algunos segmentos
de Babilonia”.19
Entonces, ¿cuál es nuestra meta? ¿Un blanco local o alcanzar al mundo?
Repito: Nuestra meta es la gran multitud, sobre todo en el tiempo del fin.
Ahora, siendo que la iglesia debe asumir la responsabilidad de esparcir el
mensaje del sellamiento, ¿cuáles son los mejores métodos para hacerlo?

1. Alejandro Bullón, Compartir a Jesús es todo (Nampa, Idaho: Pacific Press Publishing
Association, 2009), p. 125.
2. Tom Shepherd, “Interpretación de los símbolos, las alegorías y las parábolas de la Biblia”,
Entender las Sagradas Escrituras, George W. Reid, editor (Colombia: Asociación Publicadora
Interamericana, 2009), p. 293.
3. White, Palabras de vida del gran Maestro, p. 209.
4. Ibíd.
5. Jack Goody, Cultura escrita en sociedades tradicionales (Barcelona, España: Editorial Gedisa,
1996), pp. 12, 19.
6. Ibíd., p. 11.
7. The Greek New Testament (New York: Sociedades Bíblicas Unidas, 1975), pp. 115, 127.
8. White, El colportor evangélico, p. 103.
9. Ibíd., p. 7.
10. Ibíd., p. 155.
11. Ibíd., p. 5.
12. Ibíd., pp. 1, 7.
13. Ibíd., pp. 143, 2.
14. Ibíd., pp. 38, 156.
15. Ibíd., p. 103.
16. Ibíd., p. 157.
17. Ibíd., p. 21; énfasis agregado.
18. Véase LaRondelle, Las profecías del fin, p. 237.
19. Paulien, El Armagedón está a las puertas, p. 224.
CAPÍTULO 7

PROFETAS QUE CLAMAN A TU


ALREDEDOR

o leas este capítulo a menos que quieras contribuir en la predicación


N final del evangelio. Si así lo has decidido, prosigamos.
¿Crees que podremos lograr que toda la iglesia se involucre en la
predicación del evangelio? Si no lo hacemos, Dios tendrá que recurrir a
otro plan del que nada sabemos. Sin embargo, el plan de Dios es que todos
se involucren. Con relación a esto, Elena G. de White afirma: “El gran
derramamiento del Espíritu de Dios que ha de alumbrar toda la tierra con
su gloria, no sobrevendrá hasta que tengamos un pueblo esclarecido que
sepa por experiencia lo que significa ser colaboradores juntamente con
Dios”.1 ¿Cómo lograremos esto?
George Verwer señala que “la explosión demográfica ha llevado a los
líderes cristianos a la conclusión de que si todo el mundo ha de escuchar el
mensaje de Cristo, la iglesia tiene que comprometerse totalmente en la
evangelización”. Y agrega: “Existe un acuerdo general respecto a que uno
de los principales instrumentos para ejecutar esta gran responsabilidad es
la literatura cristiana utilizándola a mayor escala”. Y concluye: “Muchos
creen que la única manera de llegar con el evangelio a todas las personas
es por medio de la página impresa”.2
Dale E. Galusha, presidente de la Pacific Press, dice que “ningún otro
medio de alcanzar las almas alguna vez podrá ocupar el lugar de la
literatura”.3 Pero, ¿no es esta una manera muy simplista de mirar la
predicación del evangelio? No, no lo es.
Elena G. de White escribió: “Cuando seguimos los planes ideados por el
Señor, somos ‘colaboradores juntamente con Dios’. Cualquiera que sea
nuestro puesto, presidentes de asociaciones, ministros, maestros,
estudiantes o miembros laicos, el Señor nos tiene por responsables de sacar
el mejor partido posible de nuestras oportunidades de iluminar a los que
necesitan la verdad presente. Y uno de los instrumentos principales que ha
ordenado para nuestro uso es la página impresa”.4
Alguien observó que “los planes de Dios siempre son increíblemente
sencillos y singularmente económicos. De manera que si las cosas
comienzan a ser terriblemente complejas y asombrosamente costosas,
usted podría reflexionar si ese es, realmente, un plan de Dios”.5 Ya que la
Iglesia Adventista ha adoptado este plan de distribuir publicaciones,
¿estamos en lo correcto?
George R. Knight nos recuerda que “en el pasado, las grandes
adaptaciones estructurales en el adventismo han girado siempre en torno
a una capacitación más eficiente para la misión”. Y agrega: “Si el
adventismo ha de ser coherente con su pasado, cualquier reorganización
futura ha de concentrarse en coordinar de modo más eficaz la misión
mundial, de manera que se gaste menos dinero en el sostén de sus
estructuras, y así se liberen más fondos y personal para proyectos de
avanzada”.6
Pues bien, hay un proyecto de avanzada y es extremadamente
económico: el de distribuir publicaciones en cantidades millonarias, como
está ocurriendo actualmente. Como bien lo dice Gabriel Zaid al referirse al
libro, “no se ha inventado nada más barato para dirigirse a tan poca
gente”.7 Y si se dirige a mucha gente, es mucho más económico aun.
Aparte de esto, los avances del mensaje pueden ser demasiado costosos y
lentos porque no hay garantía de que la gente se quede con el mensaje para
hacer frente a las necesidades de la crisis venidera.
Ahora observa lo que dice Pablo: “Y al que puede confirmaros según mi
evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio
que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido
manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el
mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para
que obedezcan a la fe” (Romanos 16:25, 26).
Según el texto anterior, hay un plan para el mundo y para los libros de
los profetas. Dice que eso está de acuerdo con la voluntad de Dios y que de
este modo el mundo se someterá a la fe. Otra versión lo expresa así:
“Ahora conocemos ese plan por medio de lo que escribieron los profetas.
Además, Dios, que vive para siempre, así lo ordenó, para que todo el
mundo crea y obedezca al Señor” (Romanos 16:26, TLA). ¿Necesita ser
más claro? Pablo sugiere una evangelización mundial por medio de la
literatura. Los hombres de la Biblia creyeron en el poder misionero de la
palabra escrita.
¿Sabías que Esdras fue un distribuidor de literatura? Quinientos años
antes de Cristo ya había uno que creía en el poder de la página impresa.
“Durante el cautiverio, en cierta medida se había perdido el conocimiento
de la voluntad de Dios. Esdras reunió todas las copias de la ley que pudo
encontrar. Hizo circular copias de ellas entre el pueblo de Dios, y llegó a
ser maestro de la ley y de las profecías en las escuelas de los profetas. “La
Palabra pura, enseñada así diligentemente por Esdras, dio un conocimiento
que fue invalorable en ese tiempo”.8
Esdras fue un verdadero ministro de la página impresa, y aunque no
vendía su literatura, no por eso dejó de llevar el mensaje en forma escrita.
“Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y
para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos” (Esdras
7:10).
La cita nos habla de alguien que, anhelante de hacer la voluntad de Dios
a su alrededor, buscó apoyarse en el ministerio literario para cumplir el
propósito divino. Esdras, pues, es un ejemplo fiel de lo que cada miembro
de iglesia debiera ser en este tiempo.

¿Sin la página impresa no se avanza ni la vigésima parte?


En 1874, después de una serie de temas presentados por diversos
predicadores en el Estado de Nueva York, la sierva del Señor tuvo un
sueño. En el sueño vio a un joven de noble aspecto que entraba en su
aposento inmediatamente después de pronunciar un discurso. Y el joven le
dijo: “Si no aumentan los esfuerzos para fijar en las mentes las
impresiones recibidas, obtendréis escaso fruto de vuestra labor. Satanás
tiene listos muchos atractivos para cautivar las mentes... En todo esfuerzo
similar al que estáis haciendo ahora, se obtendrían resultados mucho más
eficaces si dispusierais de páginas impresas apropiadas listas para la
circulación y la lectura”.9
En otra ocasión ella dijo que “no estamos haciendo ni la vigésima parte
de la obra que debiéramos realizar para la salvación de las almas”.10 Y más
adelante, en palabras de su ángel acompañante, se revela lo siguiente:
“Como pueblo no estáis haciendo ni la vigésima parte de lo que se podría
hacer en la propagación del conocimiento de la verdad. Se puede lograr
muchísimo más por medio del predicador vivo acompañado de periódicos
y folletos, que por la predicación de la sola palabra sin publicaciones
impresas. La prensa es un eficacísimo instrumento que Dios ha provisto
para que se lo combine con las energías de la palabra viva, a fin de
predicar la verdad a toda nación, tribu, lengua y pueblo. Hay muchos con
quienes solo es posible ponerse en comunicación por medio de la
prensa”.11
Lo significativo de esta última cita es que fue dicha por un ángel. No
refleja la opinión de un ser humano, sino la evaluación de un visitante
celestial de la obra que se estaba realizando en la iglesia. Y lo que él dice
es que las cosas se harán a medias a menos que combinemos la
predicación hablada con la predicación escrita. Pero, ¿no lo estamos
haciendo ya? Sí, pero nuestros esfuerzos son muy tímidos todavía.
Sin el afán de hacer una comparación (nuestro mensaje es único), quiero
hacer notar que los Testigos de Jehová creen tanto en el alcance de la
literatura (por poner un ejemplo de lo que se puede hacer para distribuir un
mensaje), que distribuyen alrededor de 80 millones de revistas
mensualmente; es decir, casi mil millones de revistas por año, lo que los
coloca como la organización número uno en la distribución de
publicaciones religiosas.12
Si ellos, que no tienen el mensaje de los tres ángeles y no han recibido la
visión de Dios para hacer esto, ponen su vista en alcanzar a todo el mundo
mediante la página impresa con planes tan amplios, ¿no debiéramos
nosotros, que tenemos un mensaje tan necesario para el mundo y habiendo
recibido de Dios el encargo, hacer lo mismo o más aun?
Las publicaciones son las alas del mensaje. Esta velocidad en la
circulación o avance del mensaje, como lo estamos considerando aquí,
tiene más que ver con la predicación escrita que con la predicación
hablada, o mejor aun, cuando estas dos formas de predicación se
combinan.
¿Y por qué es mejor combinar estas dos formas de llevar el evangelio?
Porque la multiplicación, duplicación y triplicación del mensaje por medio
de la predicación escrita está representada por la multiplicación del pan en
las manos de Cristo. Enfáticamente se nos dice, que “así ocurrirá con la
distribución de nuestras publicaciones”, y que la verdad, “a medida que
pasa de uno a otro, se multiplicará grandemente”.13 Un solo libro puede
alimentar espiritualmente a muchos. Y así sucede.
Ahora que el evangelio ha sido introducido en muchos países gracias a
la labor del colportor y la página impresa, ¿no sería bueno reproducir miles
y millones de obreros literarios para que prediquen en todas partes, a todas
las clases y en todos los idiomas? ¡Seguro que sí! El problema es que, si
bien como organización tenemos una cultura de ganancia de almas
mediante la predicación hablada, donde todos los que dirigimos
quisiéramos que la iglesia entera participe con el método que sea, la
verdad es que la iglesia local en general no ha participado de una cultura
sistemática de ganancia de almas por medio de la predicación escrita. Casi
toda la literatura que llega a la iglesia es para sí misma, pero aún se carece
de una cultura sólida en la que la mayor parte de los creyentes, durante
todo el año y en forma sistemática, estén alcanzando al mundo mediante
las publicaciones.
En esto no debemos confundir lo que hacen los colportores con lo que
debe hacer la iglesia. Los colportores venden, pero colportar no es solo
vender; también puede ser prestar o regalar. Por eso la iglesia debe tener
programas continuos que le permitan participar en forma constante en la
proclamación del mensaje del sellamiento. Esta debiera ser nuestra cultura.
Este problema ya está siendo solucionado. Durante 2010, bajo el plan
“Impacto Esperanza 2010”, la División Sudamericana distribuyó treinta
millones de revistas y un libro que habla sobre la doctrina del sábado.14 Y
como fue mencionado en el cuarto capítulo, la Asociación General lanzó el
desafío de distribuir alrededor de doscientos millones de copias del libro
El conflicto de los siglos por medio de la iglesia. Se pretende continuar con
este plan en todo el mundo.
Así que las cosas están cambiando. Muchos se están dando cuenta que si
lo que queremos es alcanzar al mundo y terminar de predicar a toda
criatura, tenemos que recurrir al método que el espíritu de profecía
recomienda por orden de Dios.15 Por tanto, es necesario que la iglesia
comprenda mejor el verdadero significado del colportaje.

Origen de los términos “colportaje” y “colportar”


El término “colportar” deriva del francés antiguo. Este contiene dos
elementos: col que en francés significa “cuello del saco o camisa” (o bien
cou, que quiere decir cuello de una persona), y porteur, que en la misma
lengua significa “portador o llevador”.16
Los términos “colportaje” y “colportar” fueron adoptados por la iglesia
para aplicarlos a nuestra obra de publicaciones, en alusión a la obra que
realizaban los valdenses en el siglo XII. Se consideró que estos hombres
efectuaban una obra similar a la que la iglesia debía realizar. Por ejemplo,
los valdenses se especializaron en copiar porciones de las Escrituras, las
que regalaban a quienes estaban dispuestos a recibirlas, y las llevaban
escondidas entre sus ropas en una bolsa colgada al cuello.17
En otras palabras, “colportar” es una palabra técnica para designar a
aquellos que hoy se dedican a esparcir el evangelio por medio de impresos,
a semejanza de los valdenses. Destacamos que esta obra no fue establecida
con fines mercantiles, ni en el siglo XII, en el caso de los valdenses, ni en
1848 en el caso de los adventistas.
En el caso de los valdenses, “un inquisidor los describe viajando de un
pueblo a otro —dice Nicolás Chaij—, y vendiendo mercaderías para lograr
entrada en las casas. Explica que ofrecían joyas, anillos, aros, telas, velos y
otros adornos. Cuando les preguntaban si tenían otras joyas, contestaban:
‘Sí, tenemos joyas más preciosas que estas. Si prometen no denunciarnos,
se las mostraremos’. Cuando obtenían esa seguridad, los colportores
decían: ‘Tenemos una piedra preciosa tan brillante que su luz permite ver a
Dios; y tan radiante que puede encender el amor de Dios en el corazón del
que la posee. Estamos hablando en lenguaje figurado, pero lo que decimos
es la pura verdad’.
“Luego extraían de debajo de su ropa alguna porción de la Biblia, la
leían, explicaban y vendían a las personas sedientas del agua divina. Así
sembraron la Palabra eterna que brotó, creció y dio rico fruto... Así, los
valientes colportores valdenses dieron origen a este método misionero,
sembrando la indestructible Palabra de Dios, y preparando el camino para
la Reforma, que no ha terminado, sino que seguirá hasta el fin”.18
Así comenzó la obra del colportaje. Y en 1848, cuando se dio la orden
de imprimir, el énfasis estuvo en la proclamación del mensaje del
sellamiento. Por lo tanto, los que venden hoy nuestras publicaciones deben
ser conscientes de que están ejerciendo una profesión profética. El objetivo
es llevar la luz que brilla en nuestro sendero. ¿Qué significa esto?
Valdenses del tercer milenio
Muchos han limitado esta obra por haberla mal entendido. Algunos en la
iglesia no desean colportar porque lo asocian con un negocio para ganarse
la vida. Pero colportar es más que vender libros. Colportar es ponerse en el
escenario mundial donde el Espíritu Santo ha de actuar en los últimos días
para llevar muchas almas a los pies de Cristo. Por eso en la distribución de
nuestros libros se debe abandonar la idea mercantilista. Cuando una
persona regala mil libros con el mensaje a mil familias, no está
“colportando”, pero está cumpliendo con la misión del colportaje. La
distribución de libros no tiene que estar relacionada con la venta para
merecer el nombre de colportaje. Por eso se requiere que la iglesia lo
comprenda bien y que cada miembro se convierta en un valdense del tercer
milenio.
Quizá lo más notable de esta hora es que la iglesia ya está lista para esto.
Hay miembros de iglesia que están pidiendo millares de libros para
compartir el mensaje. Algunos pueden patrocinar miles de libros y pagar a
repartidores para que alcancen pueblos, colonias o ciudades. ¿Y qué
significa colportar en términos modernos?

Definición de colportar
Un análisis de lo que la Biblia y el espíritu de profecía dicen al respecto
sugiere lo siguiente: Colportar es llevar el mensaje de los tres ángeles en
forma escrita a la gente que no es de nuestra fe, y a los que no conocen el
evangelio. Esto puede ser a través de libros, revistas o folletos; en forma
prestada, vendida o regalada.

Bases bíblicas y del espíritu de profecía para la definición


Colportar es llevar. No podemos esperar que la gente venga a nosotros.
La gente no nos conoce, y raras veces vendrá por su propia iniciativa.
¿Cuántas personas saben que los adventistas del séptimo día tienen la
verdad y que Dios les ha dado el encargo de dar la última amonestación al
mundo? ¿Cuántos saben que la Iglesia Adventista cuenta con un arsenal de
publicaciones que contienen la verdad presente? Los que lo saben son muy
pocos. Por esta razón, Jesús no se equivocó cuando dio la orden de “ir”
(Mateo 28:19), “hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).
El mensaje de los tres ángeles. Tiene que pregonarse el mensaje de los
tres ángeles, ya que después del gran chasco de 1844 se dio la orden de
profetizar otra vez (ver Apocalipsis 10:11). En ese tiempo el primer ángel
comenzó a dar su mensaje por medio de los primeros adventistas. No solo
se trataba del “evangelio eterno” que tiene que predicarse a toda criatura;
sino que específicamente debía señalar que “la hora de su juicio” había
llegado (Apocalipsis 14:7). Ya que para subsistir en el juicio es necesario
guardar la ley de Dios (ver Romanos 2:12), la advertencia para no
desviarse se deja ver en el mensaje del tercer ángel (ver Apocalipsis 14:9-
12).
El segundo ángel participa también, haciéndonos ver que “ha caído
Babilonia” (Apocalipsis 14:8), y el ángel de Apocalipsis 18 reitera la
advertencia e invita a salir de ella. Esta es la tarea de la iglesia.
Si nuestra prioridad no está en entregar a la gente los libros que
contienen la verdad presente, entonces estaremos dándole al mundo, por
usar una comparación, solo harina refinada que no contiene los nutrientes
integrales que hará que el mundo sea fuerte para salir triunfante de la crisis
que se avecina. Paradójicamente, podemos “nutrir” a la gente con nuestros
libros de salud, y dejarla desnutrida respecto al mensaje del tercer ángel.
En forma escrita. Esto está de acuerdo con los métodos de testificación
y predicación que Dios ordenó en el pasado. A Moisés se le dio la orden de
escribir (Números 33:2; Deuteronomio 31:19; Éxodo 24:4), lo mismo que
a Jeremías (ver Jeremías 36:2), y a Juan (Apocalipsis 1:11, 19), etc. Y el
Señor, al dar nuevamente la orden de escribir en 1848, lo hace con el fin
de seguir utilizando un método que, según él, es efectivo para cumplir con
sus propósitos. ¿O podemos imaginar que el Señor, el único sabio, habría
de utilizar un medio que no tuviera nada importante que realizar dentro de
sus grandes designios?
A la gente que no es de nuestra fe. Esto implica que hay otras religiones
y denominaciones que necesitan nuestro mensaje. El espíritu de profecía
señala que “las iglesias seudocristianas están muy lejos de haber
convertido al mundo”.19 Alguien podría señalar que a estas personas ya no
es necesario llevarles el mensaje; sin embargo, conviene recordar que el
evangelio eterno debe llevarse también a Babilonia. Dios tiene hijos en
esas iglesias y debemos invitarlos a salir de ahí. El mensaje del segundo
ángel trata precisamente de eso (ver Apocalipsis 14:8).
A los que no conocen el evangelio. El Señor “quiere que todos los
hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo
2:4), y hay muchos hoy día que saben poco o nada del evangelio. La orden
del Señor de predicar incluye “a toda criatura” (Marcos 16:15). En este
punto las publicaciones juegan un papel muy importante. Juan dice que el
gran objetivo de las publicaciones escritas es que las personas tengan vida
eterna (ver Juan 20:30, 31); y Lucas dice que el fin del ministerio “de la
palabra” es que las personas conozcan “bien la verdad” (Lucas 1:1-4).
Lo que puede ser por medio de libros, revistas, o folletos. Estos libros,
revistas o folletos deben contener un mensaje que la gente no puede
conseguir en ninguna otra parte. Los libros sobre salud y familia, si bien
son importantes, no son lo que la gente más necesita. Lo que la gente más
necesita son libros, revistas o folletos que contengan verdades decisivas.
Sin embargo, no olvidemos que nuestros libros de salud forman parte del
mensaje del tercer ángel. Antes de que el mundo sea confrontado con las
consecuencias de la transgresión de la ley moral debe ser confrontado con
las consecuencias de la transgresión de las leyes naturales que también
fueron escritas por el dedo de Dios en nuestro cuerpo (ver Apocalipsis
14:9; Génesis 2:7).
Por otra parte, los libros sobre la familia tienen que ver con el mensaje
del tercer Elías. Malaquías dice que “antes que venga el día de Jehová,
grande y terrible” el Señor enviará a “el profeta Elías” y “él hará volver el
corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los
padres” (Malaquías 4:5, 6).
El colportor que lleva el mensaje integral delante de la gente cumple esa
profecía. El equilibrio entre los libros de la salud y la familia con los que
contienen verdades decisivas, es el mensaje integral que Dios ha ordenado
para el bien del mundo. Por eso, lo que el colportor vende no lo convierte
en un simple “vendedor de libros” sino en el misionero más completo.
Así que, de toda la iglesia, hablando de publicaciones, solo el colportor
hace la obra más completa. No solo atiende las necesidades espirituales de
la gente sino también las físicas y mentales. Por esta razón, la obra del
colportor es una obra superior. Debemos apreciarlo.
Aun así se nos recuerda que nos hallamos demasiado cerca del final de
la historia de esta Tierra para mantener ante la atención de la gente una
clase de libros que no contengan el mensaje que nuestro pueblo necesita.
Nuestra obra no será completa mientras no combinemos esos libros sobre
salud y familia con los libros religiosos. Estemos en alerta. Los esfuerzos
más decididos deben hacerse “para presentar a la gente los libros religiosos
importantes”.20
Pues bien, hemos dicho que llevar el mensaje puede ser mediante libros,
revistas o folletos, pero, ¿qué razones tenemos? Si analizamos el mensaje
que Dios les envió a las iglesias encontramos lo siguiente:
Libros: Dios le dijo a Juan: “Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a
las siete iglesias que están en Asia” (Apocalipsis 1:11). De la misma
manera se dirigió a Jeremías, diciendo: “Tómate un rollo de libro, y
escribe en él” (Jeremías 36:2). Los libros se encuentran dentro del plan de
Dios para dar a conocer su mensaje salvador al mundo. Elena G. de White
declara que “es un error dejar en los estantes los libros grandes que el
Señor ha revelado que deben ponerse en las manos de la gente e impulsar
muy vigorosamente, en lugar de estos, la venta de libros pequeños”.21 Los
libros grandes tienen su lugar en el plan de salvación.
Revistas: ¿Te imaginas lo que sería recibir una carta de quince capítulos,
con un total de veintidós páginas? Tal vez pensarías que no es una carta
sino ¡una revista! Pues bien, así sucedió con las cartas de Pablo, por
ejemplo Romanos y Corintios. Y, ¿qué nos muestra esto? Que aún cuando
toda la Biblia nos presenta el plan de salvación, Dios tuvo a bien
presentarlo en forma sistemática y sintetizada. ¿Por qué?
La respuesta se halla en el espíritu de profecía que nos dice: “Para
algunas mentes será difícil comprender nuestros libros más complicados, y
una manera más sencilla de presentar la verdad los alcanzará con mayor
facilidad”, y añade: “Las revistas,... que se espacian en las lecciones de la
Biblia... necesitan atención en la obra del colportaje, porque son como
pequeñas cuñas que abren el camino para las obras mayores”.22
Así que las revistas tienen también su lugar dentro del plan de salvación.
Primero, porque ciertas mentes las necesitan; segundo, porque preparan el
camino para las obras mayores; y finalmente, porque en ellas el mensaje
puede ser leído de un momento para otro, lo que será vital en el contexto
de los últimos días, cuando los eventos serán rápidos.
Folletos: Distribuir folletos también es colportar. A la iglesia tal vez le
resulte extraño este concepto, sin embargo, el plan de Dios es así. Por
ejemplo, la tercera carta de Juan o la carta de Judas bien podrían caber en
una página como esta; no obstante, fueron utilizadas por Dios, y siguen
siendo utilizadas por él para cumplir sus propósitos. Se nos dice que “no es
necesario poner innumerables palabras en el papel para justificar lo que
habla por sí mismo y resplandece en su claridad. La verdad es directa,
clara, sencilla, y se destaca audazmente en su propia defensa; pero no
sucede así con el error. Este es tan tortuoso que necesita multitud de
palabras para explicar sus ideas torcidas”.23 En la crisis final, entre más
directo sea el mensaje, mejor.
En forma prestada, vendida o regalada: Tal vez esta declaración
parezca desconocida para algunos, especialmente porque estamos
acostumbrados a ver el colportaje como “ventas” solamente. Sin embargo,
debemos recordar que ni con los valdenses ni con los pioneros de la iglesia
se enfatizaron las ventas. Todo giraba en torno a la predicación del
evangelio en forma rápida y prudente. La idea de vender nuestras
publicaciones fue una idea posterior, producto del desarrollo obligado de
nuestra obra de publicaciones. Si bien el hecho de vender fue una idea
posterior, tiene su fundamento en la Palabra de Dios, como veremos más
adelante.
En forma prestada: Esta idea es ciento por ciento bíblica. Pablo dice:
“Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que también se
lea en la iglesia de los laodicenses, y que la de Laodicea la leáis también
vosotros” (Colosenses 4:16). Esto es lo que algunos teólogos han llamado
“cartas circulares”.
¿Podemos imaginar lo que la iglesia sería capaz de hacer si cada cual se
propusiera dar prestado un libro cada mes a los que no conocen el
evangelio? Estamos hablando de miles, y tal vez millones de hogares
alcanzados de este modo, ¡Que valiosa contribución estaríamos haciendo
para la predicación del evangelio! Tocante a esto, Elena G. de White dice:
“Piensen en la gran obra que podía cumplirse si muchos creyentes se
unieran en un esfuerzo por presentar a la gente, mediante la circulación de
estos libros, la luz que el Señor ha declarado debe darsela”.24 Esta cita
también se aplica a la venta y el regalo de nuestros libros.
Vendida: Esto no podría ser de otra manera, las biblias y libros cuestan,
y hay que pagar por ellos. Además, Jesús dijo que “el obrero es digno de
su salario” (Lucas 10:7), y ordenó que “los que anuncian el evangelio, que
vivan del evangelio” (1 Corintios 9:14). Quizá lo más hermoso de todo
esto es que Jesús mismo se presenta como un vendedor de puerta en puerta
en la última parte de la historia de esta tierra, aconsejándole a la gente que
le compren a él (ver Apocalipsis 3:18-20).
Aunque esto es correcto, no se debiera hacer de las ganancias un fin en
sí mismo. “Si nuestros colportores son dominados por un espíritu de
ganancias financieras, si hacen circular los libros en los cuales pueden
obtener más dinero, descuidando otros que la gente necesita, yo pregunto:
¿En qué sentido es su trabajo una obra misionera?”25 No hay ningún
problema si la persona gana bastante; el problema se presenta cuando el
dinero viene a ser el principal motivo en el trabajo.
Regalada: El consejo bíblico dice: “Compra la verdad, y no la vendas”
(Proverbios 23:23). Es decir, paga el precio por la verdad pero no la
vendas a ningún precio. ¿Significa que nos hemos de quedar con ella
egoístamente? ¡Por supuesto que no! La Palabra de Dios dice que debemos
compartir nuestro pan con el hambriento (ver Isaías 58:7). Al darnos el
consejo de no venderla, no solo nos está diciendo que no debemos
renunciar a los principios de la verdad, sino que debemos hacer accesible
esta verdad a los demás hombres. Debemos regalar la verdad a cualquier
precio. ¿Estás de acuerdo?

Conclusión
Colportar es llevar el mensaje de los tres ángeles en forma escrita a la
gente que no es de nuestra fe y a los que no conocen el evangelio; lo que
puede ser a través de libros, revistas, o folletos; en forma prestada,
vendida, o regalada.
Como iglesia tenemos una gran tarea por delante. Nuestra misión abarca
a todo el mundo. Por esta razón “Dios llama a obreros de todas las iglesias
para que entren en su servicio como colportores evangélicos” y añade: “Si
los miembros hacen su voluntad, si luchan por impartir la luz a los que
están en tinieblas, él bendecirá grandemente sus esfuerzos… Por medio de
su fiel servicio, una multitud de personas que ningún hombre puede contar
llegarán a convertirse en hijos de Dios, aptos para la gloria eterna”.26
Luego el Señor presenta el desafío: “Que cada adventista se pregunte:
‘¿Qué puedo hacer yo para proclamar el mensaje del tercer ángel?’ Cristo
vino a este mundo para dar su mensaje a su siervo a fin de que éste lo
transmitiera a las iglesias. Ha de ser proclamado a toda nación, tribu,
lengua y pueblo. ¿Cómo hemos de darlo? La distribución de nuestras
publicaciones es un medio por el cual el mensaje ha de proclamarse. Que
cada creyente disemine folletos y libros que contienen el mensaje para este
tiempo”.27
Cabe mencionar que el pastor Ted N. C. Wilson, nuestro presidente
mundial, en su carta personal dirigida a los ministros de la página impresa
y a la iglesia en general, dice: “Mi visión para el sector de los ministerios
de las publicaciones incluye un deseo profundo —entre otras cosas— de
que el ministerio de casa en casa continúe siendo una parte fundamental de
cada programa del colportaje evangélico”. Y además, que “miles de
miembros se sumen a la distribución del libro misionero del año”.28
El pastor Alejandro Bullón expresa: “Si cada miembro de iglesia
distribuyese nuestras publicaciones por donde fuese, el evangelio habría
sido predicado con más rapidez”.29 Así que, si eres colportor y lo haces de
tiempo completo, date cuenta de que esto es una labor extraordinaria. Mil
veces mejor, es una labor tan importante como el ministerio. Es una de las
obras que más se apega a las necesidades actuales del mundo y a las
necesidades venideras.
Se nos dice: “¿Por qué no se interesa cada miembro de iglesia en enviar
publicaciones que eleven las mentes de la gente y en presentar
directamente la verdad? Estas hojas impresas y folletos son para iluminar
al mundo, y siempre han sido instrumentos en la conversión de las
almas”.30 La misma sierva del Señor declara: “Hay mucho que hacer para
impulsar la obra de Dios. Se me ha indicado que la obra del colportaje ha
de revivir y ha de ser llevada adelante con éxito creciente”.31
Hoy se está viendo un despertar de la iglesia en la distribución de las
publicaciones. Poco a poco se está notando más. Por ejemplo, según
informa Tercio Márquez, una sola iglesia ha distribuido más de 215.000
libros de La gran esperanza en la ciudad de San Pablo, en Brasil.32 Pero
esto es simplemente el comienzo de las grandes cosas que Dios quiere
hacer en este tiempo. No cabe duda que el Espíritu de Dios está moviendo
a la iglesia para realizar una gran obra. Milagros están ocurriendo. ¿No te
gustaría a ti formar parte de este gran despertar?
El Señor te está invitando a ti, amable lector. Tú puedes alcanzar a
miembros de tu familia que hoy no conocen nada del evangelio.
Posiblemente se encuentran lejos pero un libro puede alcanzarlos donde
sea. Y, ¿qué diremos de tus amigos y vecinos? Si ellos no podrían conocer
la verdad a menos que fuera por medio de ti, ¿por qué no comienzas
ahora?
Recuerda siempre que un libro predica en cada ciudad cuando es leído
(ver Hechos 15:21), y que la iglesia tiene el deber moral de hacer circular
la verdad en forma escrita (ver Colosenses 4:16).
En resumen: ¿Colportar? ¡Quien quiera puede colportar! Colportar es
distribuir el mensaje del sellamiento en forma escrita con el objetivo de
salvar a la “gran multitud”. Jamás lo olvides: la única manera de salvar al
mundo de los engaños mortales del tiempo del fin es sellándolo. Quien no
sea sellado, tendrá la marca de la bestia y recibirá las siete postreras
plagas. Así que, ¿quién será el último mensajero de esperanza para un
mundo a punto de perderse? ¡Podrías ser tú! ¡Podría ser un libro que tú
distribuyas! ¿Aceptas el desafío? Acéptalo.

1. White, Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 56.


2. George Verwer, El poder de la página impresa (Bogotá, Colombia: CLE de Colombia, 1996),
pp. 11, 12.
3. Dale E. Galusha, “Cómo transformar lo común: Una obra sumamente importante”, El colportor
evangelista, N° 689, octubre-diciembre, 2009.
4. Elena G. de White, Consejos para los maestros, p. 516.
5. Dick Eastman, Beyond Imagination, p. 13.
6. George R. Knight, Nuestra organización, ¿aliada o enemiga de la Gran Comisión? p. 12; énfasis
agregado.
7. Gabriel Zaid, Los demasiados libros, p. 68.
8. Elena de White, El Cristo triunfante, p. 187.
9. White, El ministerio de publicaciones, p. 50.
10. Elena G. de White, Notas biográficas de Elena G. de White, p. 233.
11. Ibíd., pp. 240-241; énfasis agregado.
12. “La Atalaya (revista), en: http://es.wikipedia.org/wiki/La_Atalaya_(revista), última revisión el
10 de julio, 2016.
13. Elena G. de White, Servicio cristiano, p. 192.
14. http://files.portaladventista.org/es/comunicacion/impacto_esperanza2010/cartaz_esp.pdf;
consultado el 19 de enero de 2010.
15. White, El colportor evangélico, p. 7.
16. Benjamín Riffel, Éxito sin límites (Puebla, México: Publicaciones Interamericanas, 1983), p. 21.
17. White, El conflicto de los siglos, pp. 62-76.
18. Nicolás Chaij, El colportor de éxito (Bogotá: Asociación Publicadora Interamericana, 1994), p.
23.
19. White, El colportor evangélico, p. 2.
20. Ibíd., p. 146.
21. Ibíd., p. 146, 147.
22. Ibíd., p. 145.
23. White, El ministerio de publicaciones, p. 52.
24. White, El colportor evangélico, p. 23.
25. Ibíd., p. 100.
26. Ibíd., p. 22.
27. White, El ministerio de publicaciones, p. 387.
28. Ted N. C. Wilson, “A Personal Letter from our World Church President”, en
http://publishing.gc.adventist.org/files/pdf/LEMIssue693.pdf; y en El colportor evangelista, enero-
marzo 2011, p. 10.
29. Alejandro Bullón, Compartir a Jesús es todo, p. 126.
30. White, El ministerio de publicaciones, p. 387.
31. White, El colportor evangélico, p. 18; énfasis agregado.
32. “Great Controversy Project News”, 06 de febrero, 2012, en:
http://greatcontroversyproject.adventist.org/assets/files/GCP02.06.12.pdf; consultado el 25 de julio,
2016.

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