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Refirámonos ahora al tema de la pintura. La elección del tema del Juicio Final es muy
exégetas de la Sagrada Escritura, ha hecho también el envio de los apóstoles desde Galilea a
todo el mundo: "Id, pues, y haced discipulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre
del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo, y enseñándoles a poner en práctica todo lo que yo
os he mandado. Ved que yo estoy con vosotros todos los dias, hasta el fin del mundo"
(Mateo 28, 19-20), cs decir, hasta que Cristo vuelva. Jesucristo por tanto no solamente ha
enviado a los apóstoles desde aquí a los cuatro extremos de la tierra, sino que los reunirá al
final de los tiempos. Nosotros, de hecho, creemos que habrá un juicio: esto es un dogma,
una verdad de fe profesada también en el Credo (Cristo "vendrá a juzgar a vivos y muertos,
y su Reino no tendrá fin". El envío de Cristo en el Monte de las Bienaventuranzas es, por
lanto, muy importante porque ya los apóstoles llevan a los extremos confines de la tierra un
juicio. Es un juicio por el cual hemos en parte pasado también nosotros, porque cuando a
cada uno de nosotros ha llegado el anuncio del Evangelio, esta Buena Noticia ha hecho un
juicio sobre nuestra vida, nos ha puesto en la verdad. Este juicio ha consistido en manifestar
todo aquello que estaba dentro de nošotros, todo aquello que teniamos dentro y oculto en
los pliegues más recónditos: hipocresias, engaños, ilusiones, todo ha salido fuera poco a
poco, con un combate, pero también de alguna manera con un juicio. Y el juicio de Dios
Para pintar este juicio universal Kiko Argüello ha estudiado muchos iconos orientales
antiguos con este tema, para coger los elementos esenciales, las lincas de composición
fijadas en la tradición. Al final, la clección ha recaido sobre un icono del siglo XVI,
ejemplo tipico de la tradición rusa, que presenta el juicio en la última hora de la humanidad
sin dejar trasparentar ninguna inquietud o temor a que puedan prevalecer las fucrzas del
mal. Esta pintura es el fruto de un trabajo incesante de Kiko, junto a un grupo de hermanos,
durante dos semanas, dia y noche, y es una sintesis catequética profundisima, integramente
cual convergen todos los otros planos. El espacio, de hecho, no está dividido en bandas
horizontales, como normalmente sucede en los iconos, sino en bandas curvas, que subrayan
la tensión hacia Dios. El Padre está representado como un anciano con vestiduras blancas y
cabellos blancos, y está coronado de una doble aureola azul oscuro y verde claro (signo de
la inaccesibilidad de la divinidad). Ésta, a su vez, está rodeada de tres circulos que indican
los distintos cielos, en cuyo interior están representadas, en algunos medallones, las
humana con un rollo abierto. Se trata del profeta Danicl. La referencia es el capítulo 7 del
libro del profeta Daniel, en el cual el profeta tiene una visión de un anciano: "su vestido
-dice Daniel- cra blanco como la nieve y los cabellos de su cabeza eran blancos como la
lana" (7,9); ante esta figura "he aquí que aparece, sobre las nubes del cielo, uno semejante a
un hijo de hombre" (7,13). Los Evangelios nos muestran como Jesucristo se aplicará a si
mismo esta figura, en cierto modo misteriosa, de la cual habla el profeta Daniel: Cristo se
llamará a si mismo el “Hijo del hombre", asumiendo esta figura y realidad profética del Antiguo
Testamento, y presentándose al pueblo de Israel también por cstc aspecto como
colmado de un liquido de color rojo sangre. Tal vez se trata, cn el icono original, de una
alusión a la copa de Salomón, que prefigura la copa cucarística, la sangre de Cristo que ha
redimido
hombre,:
la justicia de Dios. En el libro del profeta Jeremias, profeta que vive en un período
turbulento
y terrible,
mio, si cs posible, que pase de mi esta copa, pero no sca como yo quiero, sino como quieras
siete metros dc altura que se encuenira sobre la Capilla del Santisimo. El rojo de este cáliz
dcmina toda la pintura, rodeando al Padre, al Hijo, y abriéndose al centro en una especie de
rio rojo impetuoso, que corre hacia abajo hasta cl Infierno. La justicia de Dios, de hecho, se
extiende desde el cielo hasta la tierra. Dios ha creado el universo y la tierra con inmenso
anb zijpo
presente
Existe un equilibrio sabio y profundo que abraza todo, comenzando por los colores (a cada
rojo por ejemplo le corresponde un tipo de verde complementario), de modo que cada cosa
remite
otra, en una policromía maravillosa: el cielo azul, el verde del follaje de los
árboles, las montañas rugosas e inaccesibles, todo canta y proclama la belleza de la obra de
Dios. Pero esila belleza es también signo dc un amor inmenso de Dios, de su infinita bondad
expresa entonces también en una belleza armoniosa, tiene un profundo valor estético,
comida, la unión fisica entre el hombre y la mujer. Pero la libertad, también ella don del
desfigurar y destruir la creación. Dios, sin embargo, vendrá a hacer justicia sobre la tierra
A la derecha del Padre tenemos la imagen del Paraiso, de la Jerusalén celeste. Las
imágines de los santos con las vestiduras blancas están siempre presentes en los iconos del
Juicio Universal. Respecto a esto tenemos dos tradiciones. El cielo, de hecho, puede
hacerse presente, bien a través del bautismo, bien por medio de la eucaristía. Aquí en el
interior, en forma de racimos, los frutos del bautismo: el bautismo, de hecho, nos lleva a la
tierra prometida, nos dona la vida etema, nos hace hijos de Dios, injerta en nosotros la
naturaleza divina. En otros iconos hay otra representación: los santos del Paraiso están
representados en grupos, en medio a cada uno de los cuales se encuentra la mesa con el pan
y el vino. De cste modo tenemos cuatro grupos, cuatro eucaristías celebradas al mismo
tiempo (asi como hacen las comunidades del Camino Neocatecumenal, en el surco de una
tradición ya presente en iconos antiquisimos).
Se encuentra después el grupo de los apóstoles, que han sido mandados a llevar el juicio
de Dios, juicio de misericordia, mediante el aruncio del Evangelio a todas las genies, y quc
Nikopcia, la "Toda Santa", María inicio de la Iglesia, que nos ha precedido en los Ciclos y
que los cristianos con razón cantan y rezan como "Reina de los Cielos". Junto a ella
aparecen, como testigos, dos ángeles del Paraiso y aquel Buen Ladrón, al cual Cristo, en la
cruz, le habia dicho: "Hoy estarás conmigo en el Paraiso" (Lucas 23, 43). Otro elemento
importante del Paraiso es aquel que Israel lama el seno de Abraham. Esto vale para Israel, así
como también vale para la Iglesia (pensemos en la parábola del rico Epulón que ve a
Lázaro en el seno de Abraham, en Lucas 16, 19-31; o cuando Jesús, en Mateo 8, 11, dice
que "vendrán muchos de Oriente y del Occidente y se pondrán a la mesa con Abraham,
Isaac y Jacob en el reino de los Ciclos"). En esta pintura, el seno de Abraham se hace
presente en los tres patriarcas (Abraham, Isaac y Jacob), que son la imagen del Paraiso en
algunos monjes, que están cerca del Paraiso, porque ya viven una vida de renuncia al
mundo. Están representados con las alas, como ángeles, siguiendo las indicaciones de su
fundador (S. Antonio Abad u otro) y vuelan hacia el Paraiso, casi zambulléndoseé en él. La
entrada al Paraiso es lrra Santa Puerta, junto a la cual se encuentra S. Pedro, provisto de
llaves, que recibe un grupo en procesión, en el cual se reconocen David, los apóstoles, S.
En lá parte opuesta de la pintura está lo contrario al Paraíso, la zona del combate y de lag
luucha contra Dios. Hay un combate en la historia, un combate con los idolos representados
por la luna, por el sol y por las estrellas, que figuran en el rollo abierto por dos ángeles. Este
círculo verde y azul, mientras rechazan con sus lanzas a los ángeles rebeldes en el circulo
negro que contiene los seres privados de la luz de Dios. Entre el pecado de los ángeles y el
cielo está la cruz, símbolo de la redención, que ha interrumpido la lógica fatal del pecado y
ha abierto las puertas del Paraíso. En este combate viene por tanto anunciado Jesucristo,
Aquel que dominará el mundo, y cuyo reino no tendrá fin. Él se apoya con los pies sobre
una mesa cuadrada: antiguamente se pensaba que la tierra tenía una forma cuadrada, así que
Al lado de Cristo tres ángeles llevan en sus manos las señales de la Pasión: el cáliz, las
espinas y los clavos. Junto a las tres cruces, están la esponja y la lanza. Debajo, a
mucrtos. S. Pablo, en la Primera Carta a los Corintios (15, 52), afima que "sonará la
mismo modo aquí, al sonar de la trompeta del Juicio, los muertos envucltos en vendas
blancas están resurgiendo: las tumbas, de hecho, se abrirán y también el mar restituirá a
En este juicio final scrán convocadas todas las naciones de la tierra, como ya profetizó cl
Antiguo Testamento. Así tenemos a Moisés, con las tablas de la Ley, que está indicando el
Mesías a los pueblos. Los primeros en pasar al juicio serán los hebreos, que llevan sobre su
Descendemos así a la última parte de la pintura, hacia abajo, donde está representado el
horrendo, todo negro, que tiene sobre las rodillas al hijo de la perdición, Judas Iscariote
(según cuanto dice toda la Iglesia oriental). Los cuadrados junto a él indican en forma
simbólica y abstracta las penas de los sietes pecatos capitales. En otras pinturas que
presentan el Juicio Universal viene indicada una pena eterna específica y terrible para cada
pecado: p. ej. los lujuriosos, que en toda su vida han buscado el placer del cuerpo, están
sumergidos en un caldero de resina hirviente, mientras el avaricioso está atado a una piedra
de molino.
En la parte central de la pintura domina cl Cristo Pantokrator. Junto a él están los dos
testigos de Cristo presentes en todos los iconos orientales: la Virgen, de pie, que ha sido
anunciado y ha sido su precursor. Pero se encuentran tambiến otros dos personajes que,
conscientes de ser el inicio de la entrada del pecado en la historia, están intercediendo por
las almas en este juicio: se trata de Adán y de Eva. Esta última, que ha tocado el fruto del
árbol de la vida, no tiene las manos. Debajo de ellos se encuentran los elementos del juicio.
El alma, en primer lugar. Dos ángeles desenrollan todos los hechos de su vida, todo el bien
y todo el mal que ella ha hecho: cada acto será llevado delante de Dios. El juicio de cada
vida será sobre el Evangelio, aquî puesto cncima del arca de la alianza, frente a los signos
de la Pasión. En cste juicio habrá un combate fuerte entre nuestro ángel de la guarda y el
demonio. Tanto Israel, como Oriente dan mucha importancia al ángel de la guarda, que en
apartado con suficiencia. Mas la Iglesia cree firmemente en la existencia de los angeles
custodios así como de los arcángeles, y les dedica dos fiestas importantes. La fiesta de los
ángeles custodios y la de los arcángeles no son de hecho invenciones ad libitum, sino signo
concreto de aquello que cree la Iglesia. Lex orandi, lex credendi: todo lo que la Iglesia cree,
la Iglesia lo reza tambićn. Dice un teólogo oriental que el ángel custodio quiere muchísimo
habla sin cansarse. También al final de los dias de nuestra vida el angel custudio nos
defenderá, peleará con nosotros y por nosotros. En esta pintura hay una balanza: el demonio
quiere inclinarla hacia su lado para llevar el alma al infierno, mientras el ángel custodio con
Otros elementos vienen considerados. Una gran mano hace presente la diestra potente de
Dios que hará justicia, y que aquí tiene en la mano a los inocentes, representados como
niños. Dios, de hecho, se pondrá de la parte de los inocentes, de los últimos, de aquellos
que no se pucden defender, les hará justicia. Los últimos son los bicnaventurados del
sermón de la montaña, que es la proclamación de la verdad, que cada uno es llamado a ver
en su propia vida. Esta justicia que Dios les hará indica el profundo sentido escatológico
que anima a la Iglesia. La mano de Dios sostiene en esta pintura a los indefensos, a los
niños víctimas de los abortos, cuantos han pagado las consecuencias de los males de la
historia, p. ej. en los campos de concentración. Encima se ve también un frasco, que recoge
todas las lágrimas de los hombres. Isaías dice: "Destruirá la muerte para siempre y enjugará
Hay finalmente una figura que es quizás la más interesante de toda la obra, una figura que
es como una clave para cntrar en esta pintura. Se trata de un hombre atado a una columna:
figura presente en muchísimos iconos y frescos orientales y que puede represcntar la clave
del comportamiento humano frente a la Verdad. Este personifica el tipo medio, limitado,
predominante de la humanidad, al cual son igualmente extraños la profundidad celeste y el
abismo satánico. El crítico oriental Trubeckoj ha escrito páginas importantes sobre este
pequeños problemas, pensando que con eso se agote la vida, que ésta sca la verdad. Es una
huida del sufrimiento, que busca tener todo asegurado, no complicarse la vida. A este
puede tocar, poseer, aquello a lo que se ha vinculado. Fuera de este horizonte limitado no
existe nada más, ni este hombre piensa que deberá morir y dejar todo aquello a lo que se
agarrando. Mas la profunda catequesis de esta pintura proclama y confiesa que la
Verdad no es esta columna a la cual esta figura está atada, sino que es toda la composición
que Muerte y Vida se han enfrentado en un prodigioso duelo y cl Scñor de la vida, que
estaba muerto, está ahora resucitado (Secuencia de Pascua). La Iglesia nos recucrda que
ninguno tiene nada asegurado, por cuantas buenas obras él crea haber hecho hasta ahora.
dinero, los afectos, el trabajo, la casa, etc. No cstán de ningún modo aseguradas,
Puerta del Paraíso, porque es al cielo a lo que somos llamados. Esta pintura es por tanto un
Apocalipsis, una revelación del sentido profundo de la historia de cada hombre, es más, de
la humanidad entera, de todo el mundo. Por esto, en un medallón junto a los pies de Cristo
están representadas también cuatro bestias, las bestias de las cuales habla el libro del
profeta Daniel y el del Apocalipsis, las bestias que se asoman en la historia y la dominan
por un cierto periodo. Son los imperios que se suceden, según una concepción de la historia
universal tanto biblica como greco-romana: imperio asirio, imperio babilónico, imperio
persa, imperio macedonio, imperio romano, etc. Cada uno de estos imperios que uno tras
otro han dominado el mundo, han llegado a pensar que son los únicos, que ticnen el control
total de la historia, que dominan el mundo para siempre. Mas todos los imperios, también
los de nucstros días, están irremediablemente destinados a declinar y caer, para someterse