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Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los
maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos
por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su
madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te
andábamos buscando.» El les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía
estar en la casa de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.
Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba
cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en
estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.”
(Lucas 2, 41-52)
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BREVE HISTORIA Y CARACTERÍSTICAS DEL ICONO
El icono fue encargado a Kiko Argüello por el Consejo Pontificio para la Familia
con motivo del II Encuentro Mundial de las Familias celebrado en Rio de Janeiro en 1997.
Fue donado por el autor al papa Juan Pablo II y desde entonces ha presidido varios
Encuentros Mundiales de la Familia.
El original está pintado al óleo sobre tabla de encina, mide 1 metro por 1,20. El
fondo, como es tradición en la pintura sagrada de raíz oriental, ha sido estofado con oro
fino y alguna línea de assit, en alusión a la luz celestial que transfigura el mundo.
Predomina el color ocre de tono rojizo, que en la iconografía simboliza la divinidad.
San José, con el rostro del Siervo de Yahvéh (Is 53) inspirado en la Faz de la
Sábana Santa, carga con la responsabilidad de padre y protector del "Hijo amado" (Mc 1,
11).
Aunque no es frecuente esta representación de San José llevando a Jesús en sus
hombros, se puede citar un precedente en el mosaico del siglo XII del Retorno de la
Sagrada Familia de Egipto en el monasterio de Chora (Estambul). El tema fue retomado
por autores modernos, como William Dobson (1817-1878): en una de sus pinturas San
José lleva a Jesús adolescente en el regreso a Nazaret después del encuentro con los
doctores de la ley en el Templo de Jerusalén (Tate Gallery de Londres).
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Las dos estrellas en la cabeza y el hombro de la Virgen hacen referencia a las
otras dos personas de la Santísima Trinidad, Dios Padre y el Espíritu Santo.
El verbo de Dios, hecho Hombre, únicamente siendo adulto puede llevar a cabo su
misión y Dios revela que el lugar histórico donde el Hijo de Dios se hace adulto es la
Familia de Nazaret. Ni siquiera Dios mismo, hecho carne en Jesucristo, prescinde de la
familia para "crecer en sabiduría, edad y gracia". La familia tiene pues una importancia
fundamental en el plan de Dios: «la familia constituye el lugar natural y el instrumento
más
eficaz de humanización y de personalización de la sociedad: colabora de manera original
y profunda en la construcción del mundo, haciendo posible una vida propiamente
humana, en particular custodiando y transmitiendo las virtudes y los "valores"».
(Familiaris Consortio, 43)
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Sacramento del Matrimonio: un yugo que hace libre
Otra variante permite interpretar la posición corporal que Jesús adopta en el icono
como símbolo de Cristo como yugo matrimonial de la Sagrada Familia y, por ende, de toda
familia cristiana. Cristo sería el vínculo de unión del sacramento matrimonial y de los
cónyuges. "Venid a mí los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré. Cargad
sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y
hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga, ligera " (Mt
11, 28-30). La presencia de Cristo permite al hombre salir de su egoísmo y pasar al otro
amando en la dimensión de la Cruz, según el mismo Espíritu de Jesucristo, donde la
mujer se somete a su esposo y el varón ama a su esposa como Cristo amó a su Iglesia (Ef
5, 25-29). De esta manera los esposos pueden entrar en la comunión perfecta del amor al
enemigo. Pueden vivir en comunión, unidos por la gracia de un vínculo eterno, que eleva
a la santidad los vínculos naturales de la afectividad. Los esposos son así cónyuges en
sentido pleno: con-yugo, uncidos y unidos por el mismo yugo.
A dos bueyes que trabajan aunados, unidos por un mismo yugo, se denomina
yunta. La expresión deriva de esta última palabra y también se aplica, por extensión, a
otros animales que trabajan unidos, o a un par de personas que cooperan para hacer lo
mismo. De ahí proceden palabras como: "ayuntamiento", "juntar", "descoyuntado" o,
incluso, "unanimidad". También se aplica al paño que, en ciertas regiones de España, se
echa sobre los hombros del novio y la cabeza de la novia durante ciertas partes de la misa
llamada de velaciones en las bodas y que aun se puede usar a petición de los
contrayentes.
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hombre moderno a encontrarse con Dios: el anonimato y la indiferencia.
Con mucho afecto y amor os entregamos este Icono de la Sagrada Familia de Nazaret, al
Colegio de los Maristas San Fernando de Sevilla, su significado para nosotros representa
un referente en nuestra vida.