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FORMULARIO I
CANTO INICIAL.
RITO DE APERTURA.
+ En el nombre del Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo. R/. Amen.
i. Hermanos, la paz de nuestro Señor Jesucristo y el amor de Dios, nuestro Padre, que nos
ha creado para vivir por siempre, nos una en una comunidad para celebrar esta liturgia. R/.
Amen
Junto al cuerpo, ahora sin vida, de nuestro (a) hermano (a) N.-, encendemos, Señor
Jesucristo, esta llama, símbolo de tu cuerpo y de tu cuerpo glorioso y resucitado; que el
resplandor de esta luz ilumine nuestras tinieblas y alumbre nuestro camino de esperanza,
hasta que lleguemos a ti, claridad de eternidad, que vives y reinas inmortal y glorioso, por los
siglos de los siglos, Amen.
ACTO PENITENCIAL.
i. Cuando nos enfrentamos con la muerte, cuando nos toca de cerca o llama a nuestra
puerta, nos sentimos dejados de la mano de Dios y perdemos la calma. Necesitamos purificar
el corazón de nuestras dudas y recuperar la esperanza en el amor que Dios nos tiene, y que
va más allá de la muerte, pidamos a Dios por nuestros pecados.
i. Yo confieso ante Dios todopoderoso... (Se hace la confesión de los pecados: cantando el
“Señor ten piedad”, un canto penitencial adecuado o utilizando una de las siguientes fórmulas)
PRIMERA LECTURA:
Lectura del libro de la Sabiduría (3, 1-6.9)
La vida de los justos está en manos de Dios, y no los tocará el tormento. La gente insensata
pensaba que morían, consideraba su tránsito como una desgracia, y su partida de entre
nosotros como una destrucción; pero ellos están en paz. La gente pensaba que cumplían una
pena, pero ellos esperaban de lleno la inmortalidad; sufrieron pequeños castigos, recibirán
grandes favores, porque Dios los puso a prueba y los hallo dignos de sí; los probó como oro en
crisol, los recibió como sacrificio de holocausto; a la hora de la cuenta resplandecerán como
chispas que prenden por un cañaveral; gobernarán naciones, someterán pueblos, y el Señor
reinará sobre ellos eternamente. Los que confían en el comprenderán la verdad, los fieles a
su amor seguirán a su lado; porque quiere a sus devotos, se apiada de ellos y mira por sus
elegidos.
Palabra de Dios. Te alabamos Señor.
SALMO RESPONSORIAL:
Del Salmo 26, 1bcde. 7-8. 9abcd. 13-14 (R.: 1a)
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R.
Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón: «Buscad
mi rostro». Tu rostro buscare, Señor. R.
No me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no
me deseches. R.
Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, se
valiente, ten ánimo, espera en el Señor. R.
SEGUNDA LECTURA:
Lectura de la primera carta del apóstol San Juan 3, 1-2
Queridos hermanos: Mirad que amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues
¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de
Dios y aun no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos
semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Palabra de Dios. Te alabamos Señor.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO:
Dichoso desde ahora los muertos, si han muerto en el Señor. Que descansen ya de sus fatigas,
porque sus obras los acompañan.
EVANGELIO:
Lectura del Santo Evangelio según san Juan (11, 17-27)
“En aquel tiempo, cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado.
Betania está como a tres kilómetros de Jerusalén; y muchos judíos habían venido a ver a
Marta y a María para darles el pésame por la muerte de su hermano. Cuando Marta supo que
Jesús venía en camino, salió a su encuentro mientras que María permaneció en casa. Y Marta
dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que
todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá”. Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta
respondió: “Yo sé que resucitará en la resurrección de los muertos en el último día”. Jesús le
dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que
está vivo y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees esto? Ella le contestó: “Sí, Señor, yo
creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Oremos: Padre Bueno, concede a nuestros familiares y amigos, y a todos los difuntos, esa
Felicidad que siempre desearon. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amen
PADRE NUESTRO:
Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, digamos con confianza
Oración: Padre Nuestro...
LÍBRANOS PADRE DE TODOS LOS MALES Y CONCÉDENOS LA PAZ EN NUESTROS
DÍAS, PARA QUE, AYUDADOS POR TU MISERICORDIA, VIVAMOS SIEMPRE LIBRE DE
PECADO Y PROTEGIDOS DE TODA PERTURBACIÓN MIENTRAS ESPERAMOS LA VENIDA
GLORIOSA DE NUESTRO SALVADOR JESUCRISTO. Tuyo es el Reino, tuyo es el Poder por
siempre Señor.
CONCLUSIÓN.
Oremos: Padre clementisimo, te encomendamos el alma de nuestro(a) hermano(a), apoyados
en la certeza de que resucitara en el último día con Cristo y con todos los que han muerto en
Cristo. Te damos gracias por todos los beneficios que este(a) hijo(a) tuyo(a) le concediste en
vida, y que son ahora las señales de que el(ella) está en comunión con los Santos en Cristo.
Que tu corazón misericordioso se conmueva, Señor, por nuestras plegarias; abre a tu hijo(a)
las puertas del cielo, y a nosotros que pertenecemos en este mundo, consuélanos con las
palabras de la fe, hasta que un día, todos encontraremos a Cristo y permanezcamos con el y
con nuestro(a) hermano(a). Por Nuestro Señor, Amen.
AVISOS Y COLECTA
BENDICIÓN COMUNITARIA.
El Dios de todo consuelo, que con amor infinito creo al hombre, y ha dado a los creyentes la
esperanza de resucitar, derrame sobre nosotros su bendición.
+ Que el Señor todopoderoso nos bendiga, nos libre de todo mal y nos lleve a la vida eterna,
en el nombre del Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amen.
DESPEDIDA.
Hermanos, vayamos en paz a dar cristiana sepultura a nuestro hermano(a), nuestra liturgia
comunitaria la hemos celebrado. Demos Gracias a Dios
CANTO FINAL.
FORMULARIO II
CANTO INICIAL.
RITO DE APERTURA.
+ En el nombre del Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo. R/. Amen.
Junto al cuerpo, ahora sin vida, de nuestro (a) hermano (a) N.-, encendemos, Señor
Jesucristo, esta llama, símbolo de tu cuerpo y de tu cuerpo glorioso y resucitado; que el
resplandor de esta luz ilumine nuestras tinieblas y alumbre nuestro camino de esperanza,
hasta que lleguemos a ti, claridad de eternidad, que vives y reinas inmortal y glorioso, por los
siglos de los siglos, Amen.
ACTO PENITENCIAL.
Invitación: (Se invita al arrepentimiento con una de las siguientes fórmulas)
i. Jesús nos dice en su Evangelio que de las semillas que plantemos en la primavera de
nuestra vida, brotarán los frutos para el día de mañana. Si sembramos el bien Dios estará de
nuestra parte a la hora de juzgarnos. Y aunque las cosas no hayan ido tan bien, nos perdonará.
Por eso al comenzar esta celebración, pidamos a Dios que nos conceda la conversión de
nuestros corazones; así obtendremos la reconciliación y se acrecentará nuestra comunión con
Dios y con nuestros hermanos.
ii. Yo confieso ante Dios ... (Se hace la confesión de los pecados: cantando el “Señor ten
piedad”, un canto penitencial adecuado o utilizando una de las siguientes fórmulas)
Oración conclusiva: (Se concluye con esta oración)
+ Dios todopoderoso tenga piedad de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida
eterna. Amén.
ORACIÓN COLECTA:
Señor, Tú nos diste la vida como un don maravilloso, la dejaste en nuestras manos, como un
cántaro lleno de agua fresca para el viaje. Ahora el cántaro se ha roto, el agua de la vida se
derrama y nuestra sed va dejando reseco el corazón. Pero al menos nos anima la esperanza
de que lo mismo que acogiste la Vida y la Causa de tu Hijo, has de aceptar la vida y la muerte
de N ........... que ha partido hacia tu casa. Gracias, Padre, por sentarlo a tu lado mientras
vamos caminando nosotros a su encuentro. Amén.
PRIMERA LECTURA:
Lectura del libro del Profeta Isaías (25, 7-9).
En aquel día el Señor del universo preparó sobre este monte un festín de majares suculentos
para todos los pueblos. El arrancará en este monte el velo que cubre el rostro de todos los
pueblos, el velo que cubre todas las naciones. Aniquilará la muerte para siempre; el Señor Dios
enjugará las lágrimas de todos los rostros y alejará el oprobio de su pueblo en todo el país.
Así lo ha dicho el Señor. En aquel día se dirá: “Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos
que nos salvara; alegrémonos y gocémonos por la salvación que nos trae”.
Palabra de Dios. Te alabamos Señor.
SALMO RESPONSORIAL:
Del Salmo 41
R. “De ti Señor, mi Dios, estoy sediento".
Como el venado anhela estar junto al arroyo, así desea mi alma, Señor, estar contigo.
R/.
Otros tiempos recuerdo, para alivio del alma, cuando me dirigía a la casa de Dios en
medio de bullicio festivo y jubiloso del pueblo que alababa con cantos al Señor. R/.
Al altar del Señor me acercaré, al Dios que es mi alegría; y a mi Dios, el Señor le daré
gracias al compás de la cítara. R/.
Envíame, Señor, tu luz y tu verdad, que ellos sean mi guía y hasta tu monte santo me
conduzcan, al lugar donde habitas. R/.
¿Por qué te desalientas, alma mía? ¿Por qué esa agitación? Espera en Dios, que aún he
de decirle “Mi Dios y Salvador”. R/.
SEGUNDA LECTURA.
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos (6, 3-9)
Hermanos: Todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en
su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, para que, así como Cristo
resucito de entre los muertos por la gloria del Padre, así también emprenderemos una vida
nueva. Porque, si hemos estado íntimamente unidos a él por una muerte semejante a la suya,
también lo estaremos en la resurrección. Sabemos que nuestro viejo yo, fue crucificado en
Cristo, para que el cuerpo del pecado quedara destruido, a fin de que ya no sirvamos al pecado,
pues el que ha muerto queda libre del pecado. Por tanto, si hemos muerto con Cristo, estamos
seguros de que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de
entre los muertos, ya no morirá nunca. La muerte ya no tiene dominio sobre él.
Palabra de Dios. Te alabamos Señor.
EVANGELIO:
Lectura del Santo Evangelio según San Juan (6, 37-40; 51-58)
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: “Todo lo que
me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echare afuera, porque he bajado del
cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo
resucite en el último día. Ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en
él tenga vida eterna, y yo lo resucitare en el último día”.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan, vivirá para siempre. Y el
pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo.
Discutían entonces los judíos entre sí: - ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
Entonces Jesús les dijo: “Yo les aseguro que, si no comen la carne del Hijo del Hombre y no
beben su sangre, no tendrán vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene
vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es
verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, habita en mí y yo en él. El Padre
que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come, vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de sus padres, que lo comieron y murieron:
el que come este pan vivirá para siempre.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Escucha, Señor, nuestras súplicas y ten misericordia de su siervo(a) N…………………. para que no
sufra castigo por sus pecados, pues deseó cumplir tu voluntad; y ya que la verdadera fe lo (la)
unió aquí en la tierra al pueblo fiel, que tu bondad divina lo (la) una al coro de los ángeles y
elegidos. Por Jesucristo nuestro Señor. T/. Amén.
PADRE NUESTRO:
Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, digamos con confianza
Oración: Padre Nuestro...
LÍBRANOS PADRE DE TODOS LOS MALES Y CONCÉDENOS LA PAZ EN NUESTROS
DÍAS, PARA QUE, AYUDADOS POR TU MISERICORDIA, VIVAMOS SIEMPRE LIBRE DE
PECADO Y PROTEGIDOS DE TODA PERTURBACIÓN MIENTRAS ESPERAMOS LA VENIDA
GLORIOSA DE NUESTRO SALVADOR JESUCRISTO. Tuyo es el Reino, tuyo es el Poder por
siempre Señor.
CONCLUSIÓN.
Oremos: Padre clementisimo, te encomendamos el alma de nuestro(a) hermano(a), apoyados
en la certeza de que resucitara en el último día con Cristo y con todos los que han muerto en
Cristo. Te damos gracias por todos los beneficios que este(a) hijo(a) tuyo(a) le concediste en
vida, y que son ahora las señales de que el(ella) está en comunión con los Santos en Cristo.
Que tu corazón misericordioso se conmueva, Señor, por nuestras plegarias; abre a tu hijo(a)
las puertas del cielo, y a nosotros que pertenecemos en este mundo, consuélanos con las
palabras de la fe, hasta que un día, todos encontraremos a Cristo y permanezcamos con él y
con nuestro(a) hermano(a). Por Nuestro Señor, Amen.
AVISOS Y COLECTA
BENDICIÓN COMUNITARIA.
El Dios de todo consuelo, que con amor infinito creo al hombre, y ha dado a los creyentes la
esperanza de resucitar, derrame sobre nosotros su bendición.
+ Que el Señor todopoderoso nos bendiga, nos libre de todo mal y nos lleve a la vida eterna,
en el nombre del Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amen.
DESPEDIDA.
Hermanos, vayamos en paz a dar cristiana sepultura a nuestro hermano(a), nuestra liturgia
comunitaria la hemos celebrado. Demos Gracias a Dios
CANTO FINAL.