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Había recibido un par de entradas para la primera pelea más importante de este siglo, Floyd

Mayweather vs Manny Pacquiao. Mi amiga de la infancia, París Hilton, me las había enviado pero,
la preparación de mis humildes calamares ese día y el libar el néctar de un revolucionario Johnny
Walker habían retardado mi partida. PH y yo habíamos hecho una linda amistad. Ambos,
estuvimos hospedados, aun cuando por poco tiempo, en el Waldorf Astoria, en Manhattan. La
admiré de inmediato, su rutilante brillo y belleza iluminaban el grande y decorado hall del fastuoso
hotel, exclusivo para reyes, primeros mandatarios, jefes de Estado y nobles. A pesar de ser ella
toda una socialité y yo apenas un Chaqué, una conexión se creó de inmediato entre nosotros, al
ver mi botón Rotario, aquella corriente se desbordó en absoluta confianza y sincera camaradería
que aún fluye como aquella primera vez. Algunas vicisitudes han surgido desde aquel comienzo
hasta hoy, sin embargo nuestra amistad se ha mantenido, la hemos cuidado y alimentado, nos
hablamos y vemos regularmente, a pesar de sus compromisos y mi empeño en vivir sembrando y
cosechando chacos. Una de esas vicisitudes han sido sus tropiezos con la ley. Su encantadora
sonrisa, su modelada figura, su gracilidad y aspecto frágil, no han sido atenuantes para que jueces
y jurado hayan sentenciado la correspondiente pena, el premio a su irresponsabilidad. Nunca
hubo sesiones tribales a su alrededor y ni siquiera la debilidad de su cuenta corriente y patrimonio
que hoy alcanzan un poco más de $1.3 billones lograron eximirla de ella. Ha sido reincidente en
sus violaciones a la ley con sus consecuentes castigos. En nuestras conversas le he expresado
siempre y con la mayor franqueza mi opinión. La ley, las normas, las reglas de convivencia y
funcionamiento de las instituciones y la sociedad deben cumplirse. La NO observancia de estas
elementales normas trae como consecuencia, impunidad, anarquía, desorden, desprestigio y pare
ud de contar. Le expliqué porque yo era Rotario, "mi vocación de servicio" y que nuestras reglas
sin ser punitivas se cumplían por la calidad de nuestros compañeros. Que cuando me reclutaron
para formar parte de mi club Rotario me dijeron: "Los Rotarios cumplimos con elevadas normas de
ética; que ser Rotario es una forma de vida digna de seguir; que un Rotario es alguien a quien
consideramos merecedor de sentarse en nuestra mesa".

En una oportunidad le comenté: Mira PH (así la llamo en confisnza), el problema no está en


equivocarse, una o varias veces. La cuestión está en ser valiente, admitirlo con la humildad
necesaria, corregir el rumbo con propósitos firmes y no convertirlo en una manera de vivir. La
peor ayuda que podría darte sería justificar tus acciones y buscar sostenerlas.

Ella no ha sido perfecta, sinembargo algo ha cambiado. Es joven, impulsiva y rica. De vez en
cuando hace pequeñas escaramuzas y algunos escándalos que son el alimento de los que como
ella son celebutantes, aquellos que llegan a la fama por su riqueza y no por méritos propios.

El ayudante de pista me informa que el Jet estaba listo, que el piloto estaba a la espera y que si no
salíamos de inmediato no estaríamos a tiempo de ver la gran pelea. Emprendimos veloz carrera
con vasos y también la bandeja de calamares en manos de las damas que me acompañaban, el
Gulftream V posaba en la pista con motores encendidos. Este Jet de negocios es uno de lo más
completos del mundo, el mio con capacidad para 15 personas, de manera que las cinco damas que
estaban conmigo subieron, cerramos puertas y comenzamos a rodar por la pequeña pista de la
finca. Otro día les cuento como fue que me copié de Steve Job y mandé preparar uno idéntico
para para mí. El vuelo fue tranquilo y llegamos justo a tiempo, aterrizando en el aeropuerto
internacional de Las Vegas, Nevada. Había encargado nos esperara una limusina, éramos muchos.
El chofer nos recogió al pie del avión y enfiló al MGM, lugar del espectáculo. Mi puesto, justo
detrás de PH. Nos abrazamos con cariño, siempre bella, el aroma que emanaba de su cuerpo era
una esencia del éter celestial. Nos reímos un rato en la pelea del tigre Cayetano, antesala de la
gran gala. Vimos correr Mayweather, casi le lanzó un Chaco, y también perder a Pacquiao. Claro,
no tan feo como lo calificaron los jueces, luego salimos conversando animadamente. A la salida
me reclamó con una hermosa sonrrisa:

y mis chacos?

Le dirigí una mirada a mi piloto y amigo, quien la interpretó en el acto, trayéndome un saquito de
un tejido especial y contentivo de unos hermosos Chacos. Se los entregué, me tomé un selfie con
ella y quedamos de vernos en algún otro evento de importancia. De allí al aeropuerto y
nuevamente a la finca.

El trabajo es duro pero alguien debe hacerlo y me gusta.

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