Está en la página 1de 16

LA PEQUEÑA GENTE

(1961-62)

“La prensa” – 26 de noviembre de 1962

UNA BUENA PIEZA BREVE ESTRENOSE EN EL TEATRO DE MARZO

El talento de María Cristina Verrier se manifiesta particularmente en la economía de los


recursos empleados para la construcción de su comedia, en lo adecuado del tratamiento de la
situación dramática elegida, en la claridad para el manejo de los símbolos y en la flexibilidad de
su dialogo, incisivo y dinámico, y no exento de algunos instantes de cierto vuelo poético.

F.T.P

“Correo de la tarde”- 1962

MASCARA Y ROSTRO

Triple Espectáculo con Piezas de Autores de Vanguardia en La Farsa

La primera apunta hacia una definición de las represiones y las frustraciones del hombre de
hoy, su estrechamiento en la inacción frente a la vida, su masoquista adherencia a la medianía.
El matrimonio que María Cristina Verrier muestra en la obra, es el símbolo de la insatisfacción
afectiva y, al mismo tiempo, la proyección del resentimiento capaz de destruir, por las propias
culpas, aquellas manifestaciones que, como el amor, implican una afirmación vital.

Kive Staif
“La razón” – 1962

HUMOR Y SATIRA EN LAS TRES OBRAS DE UN ACTO SOLAMENTE

La “pequeña gente” habita un departamento de aplastante estrechez. Sin embargo, lo más


deprimente de su existencia es la cotidiana limitación de sus horizontes y ambiciones
humanas. En efecto: la “pequeña gente” se reduce a “ella” y “el”, si bien incursione en su
hogar “el señor”, un burocrático representante del poder civil que todo lo pregunta, lo mide y
lo anota, tras lo cual expide soluciones que tornan el ambiente cada vez más intolerable:
interrumpe el agua y la luz, tapia las ventanas y, en suma, reduce a la mísera pareja a la
incomunicación más absoluta. La “pequeña gente” tiene, sin embargo, una válvula de escape
que es tal vez su único aliciente para la vida: aplica los oídos a la pared y espía a sus vecinos
hasta en los menores detalles de sus movimientos.

Sin embargo, a pesar del trágico compás de un reloj, domina el clima y las situaciones un
profundo sentido del humor que se hace más palpable en las preguntas del funcionario (sin
duda municipal) y las respuestas desesperadas de ambos inquilinos. Está presente, en el fondo,
una sátira a los moldes estereotipados de las “buenas costumbres”, la “buena vecindad”, la
“sociabilidad” y los “parientes”. En esta historia de eficaz ritmo que dirigió Abel Sáenz Buhr se
desempeñaron correctamente Di Pascal y Nora Ruiz Guilhé, además de Oscar Ciccone, cuya
tarea mímica resultó adecuada.
OBRA EN UN ACTO

Personajes:

EL, el marido ELLA, la esposa EL SEÑOR

Escenografía

(Un practicable cruza el escenario simulando un piso dividido en dos departamentos. De un


lado, living amueblado. Del otro ventana y pared.)

ACCION

(Entra el marido tarareando. Ella está pegada a la pared, escuchando lo que sucede en el
departamento del vecino.)

ELLA.- Shssss… (Se mantiene pegada a la pared)


EL.- ¡Hace calor! Quiero cerveza.
ELLA.- Buscátela. Estoy ocupada
El.- ¿Ya llegó?
ELLA.- No. Aún no. A las siete. Es puntual
El.- ¿Te divierte?
ELLA.- ¡Callate! No me dejás oír.
EL.- Los periódicos dicen siempre lo mismo.
ELLA.- No los leas.
El.- El reloj adelanta. No son todavía las siete.
ELLA.- (separándose de la pared).- Claro. Es puntual.
EL.- Hace calor.
ELLA.- Hace. (se sienta)
EL.- Transpiro. Mojo la camisa.
ELLA.- ¡Cambiar de camisa! Podrías mojar diez camisas.
EL.- El periódico dice lo mismo que ayer.
ELLA.- Suben los precios.
EL.- Suben. Mirá. El presidente durmió la siesta.
ELLA.- No le estará permitido quitarse el saco.
EL.- Pero el Gobierno tiene buenos ventiladores.
ELLA.- Desde luego. No debe mojar sus camisas.
EL.- En todo caso, tomaría soda.
ELLA.- En la nevera…. Buscá la cerveza.
EL.- Estará caliente?
ELLA.- No sé. A veces hace hielo.
EL.- Te lo olvidás. La dejás abierta. No hay hielo
ELLA.- Meto la cabeza. Tomo fresco.
EL.- Merezco tener mi cerveza fría.
ELLA.- Se demoran los relojes.
EL.- ¡Es tonto!
ELLA.- Para ti, que vas y vienes.
EL.- Hay poco espacio y me gusta caminar fuerte.
ELLA.- Caminá. Caminá ahora, pero apurate. La aguja llegará al siete. Quiero silencio luego
EL.- Quiero hablar…. Y toser. Soy muy dueño.
ELLA.- Tu desinterés resulta insoportable.
EL.- Me gusta rascarme con ruido.
ELLA.- Se contonea. La he visto cuando cruzaba.
El.- ¿Y?
ELLA.- Se muestra. Le gusta mostrarse.
EL.- ¡No está mal!
ELLA.- ¡No está mal! Se ríe de todo el mundo, de ti y de mí.
EL.- ¿Cerrarás alguna vez la heladera?
ELLA.- Me cocino aquí. Tengo derecho a meter la cabeza de tiempo en tiempo.
El.- Todos los veranos……. Veinte veranos.
ELLA.- ¿Veinte?, casi veintiuno.
El.- Ni un día más …..
ELLA.- Nos hemos transformado.
El.- ¿Trasformado? Solo envejecido.
ELLA.- ¡Envejecido! Tengo 42 años. Soy joven aún. ¿Vas a compararme?
EL.- ¿A compararte? ¿Con quién?
ELLA.- Con ella. Lo dijiste por ella
EL.- Lo dije por mí. Me duelen los pies.
ELLA.- ¡Tu también! ¡Tú también!
El.- No me interesa.
ELLA.- Vendrá a las siete. No faltará. Los oiremos.
EL.- Hoy no haré silencio.
ELLA.- Hace un mes que a las siete, ella se ríe.
EL.- Hace calor. Me cocino.
ELLA.- ¿Oyes? (Se abalanza hacia la ventana y espía por entre los postigos) Ahí está. Ha
entrado. Sube (Corre hacia la pared.) El va a abrirle. Se ha puesto los tacos altos ¿Oyes?
EL (Se acerca a la pared y escuchan los dos).- Van a cenar.
ELLA.- Cenar…. Cenar.
EL.- Comamos nosotros también. (Ella corre y pone la mesa a gran velocidad. Se sientan uno
frente a otro.)
ELLA.- No falta un solo día, desde que ella está aquí. Se va por las mañanas. Las paredes son
delgadas.
EL.- Te pasás las noches pegada a la pared.
ELLA.- Hemos cumplido con todos.
El.- Me despiertas continuamente.
ELLA.-Pasan las horas. No les interesan las horas.
EL.- Ella compró verduras.
ELLA.- No las cuentan. Han tirado los relojes.
EL.- También compró zanahorias.
ELLA.- (espantada).- ¿Zanahorias?
EL.- (como quien cuenta un secreto).- Estuvo oliendo las lechugas
ELLA.- (Levantándose).- ¡Que porquería!
EL.- Estuve pensando. No pudo hacer nada.
ELLA.-¿Pensando?
EL.- No me preocupaba, pero anoche la oí reír. Eran las cinco. El reloj daba las cinco y se reía.
La oí desde la cama.
ELLA.- No sé donde poner mi dignidad. Y Ella….se ríe.
EL.- Camina con los tacos altos, camina y se perfuma. Luego llega él. (Ella saca a gran velocidad
los platos de la mesa. El se levanta y va a buscar una caja de la que extrae eslabones de papel.
Los estira sobre la mesa y juntos trabajan en una larga cadena de colores brillantes.) Son las
ocho.
ELLA.- Apurémonos (Se apuran frenéticamente)
EL.- Rojo
ELLA.- Azul (Se intercambian los papeles de color) Amarillo.
EL.- Se ha perdido el rojo. ¿Adónde está el rojo? (Ella se detiene bruscamente como si
escuchara algo. El también deja si trabajo. Ella se apura y toma su silla, la acerca a la pared y se
sube sobre ella para oír mejor. El se levanta. Va hacia la pared y escucha. Luego se sube a la
silla también. Se empujan y se molestan.)
ELLA.- Los domingos son largos.
EL.- Descanso los domingos
ELLA.- Tengo que amasar, amasar y amasar los domingos.
EL.- No oigo….
ELLA.- Shsssss…
EL.- No oigo y no quiero oír. (Se pegan más y más a la pared. Luego él se baja, va hacia la
puerta y sale. Ella desciende, arregla apurada la casa y espera. Golpean. Abre. Entra él.) Son las
siete.
ELLA.- He mirado las estrellas.
EL (se sienta).- Podría llamarte hermosa.
ELLA.- He mirado las estrellas.
EL.- Yo tenía una de mar.
ELLA.- Tus celos me molestan.
EL.- No puedo evitarlos.
ELLA.- Me darás golpes; gritarás.
EL.- Gritaré, desde luego
ELLA (Grita como si le pegasen).- Me haces mal.
EL.- Quería preguntarte por mi vieja camisa.
ELLA (Se ríe).- Se ha roto
EL.- Esas rayas amarillas me sentaban.
ELLA (Corre hacia la ventana).- Preguntaré a las estrellas. El señor ha perdido una vieja camisa.
EL.- No la he perdido. La he olvidado.
ELLA.- ¿En un colectivo? ¿En un cuarto de baño?
EL.- Cuando me senté…. Cuando me senté la tenía (Ella se pone a buscar por el piso.) Se
descolgó por mi espalda.
ELLA.- He limpiado mis cacerolas con ella.
EL.- Te ahorcaré (Ella le ofrece el cuello) Pero no tengo tiempo.
ELLA.- Te has estado mirando en el espejo.
EL.- Sí.
ELLA.- No me preguntes por tu camisa, entonces.
EL.- Sonríe
ELLA.- ¿Te gustan mis dientes?
EL.- Algunos
ELLA.- Mirame.
EL.- No te veo.
ELLA.- Recién son las siete.
EL.- ¿Tengo que amarte?
ELLA.- Claro que sí
EL.- ¿Qué es eso?
ELLA.- Hay que temblar.
EL.- Estoy serio. He ido por las calles.
ELLA.-Desde arriba lo miraría todo; lo vería todo.
EL.- He ido
ELLA.- ¿Y bien?
EL.- Quiero un traje, uno nuevo.
ELLA.- Usá el marrón.
EL.- Quiero un traje nuevo.
ELLA.- Quedaría mal con tu vieja sonrisa.
EL.- Todo crujirá.
ELLA.- ¿Qué hacés?
EL.- Camino, muevo los pies.
ELLA.- ¡Debes amarme! (Siguiéndole los pasos)
EL.- ¿Qué es eso?
ELLA.- Hace ya tiempo. La lluvia salpicaba las baldosas. La lluvia se ha muerto en mis ojos
¡Maldito!
EL.- No sé nada de tu lluvia.
ELLA.- Has hachado mis baldosas rojas.
EL.- Quiero un traje nuevo.
ELLA.- Soy etérea. Soy de aire.
EL.- ¡ahí está! Tu cara se esfumó. Como un barrilete se esfumó.
ELLA.- Mi cara es de piedra
EL.- yo no veo tu cara.
ELLA.- Ya no ves mi cara ¡Estás gordo!
EL.- Hace calor.
ELLA.- Desinflate. Echá agua. (El se ríe.) Ríete. Ríete. (Seria.) No me sorprende tu sonrisa.
EL.- ¿Sorprenderte? ¿Esperas un milagro?
ELLA.- Claro que sí. Estoy en mi derecho.
EL.- Tendrían que quebrarse las maderas del piso.
ELLA (Corre a la heladera y mete la cabeza adentro).- Tengo calor.
EL.- Refréscate a gusto, querida.
ELLA.- ¿Qué mirás?
EL.- Tus posaderas.
ELLA.- Hacés bien. ¡Que calor! (el va hacia la pared y escucha. Ella va a su lado y también pega
el oído a la pared.)
EL.- Ríe. Cómo se ríe la condenada.
ELLA.- Quemaré el calendario.
EL.- Debemos tomar medidas.
ELLA.- Acerquémonos la cómoda (Corren la cómoda, la apoyan contra la pared. Ponen la silla
sobre ella.)
EL.- Ahí está. (Se sube.)
ELLA (Desde abajo).- ¿Qué hacés ¿Qué haces? (El se pega más a la pared.) ¿Qué hacés? Quiero
saber.
EL.- Tienes 42 años.
ELLA.- ¡Soy joven! ¡Soy joven!
EL.- Es una estupidez ser joven.
ELLA.- Claro que sí. No está bien.
EL.- Hay que sufrir.
ELLA.- ¿Sufrir? Sufro.
EL (Se agacha) .- Sufres. ¿Qué es eso?
ELLA (Se señala el vientre) .- Una molestia al estómago… una tierrita en el ojo.
EL.- Hay que eructar. Eructa.
ELLA.- Baja, querido. Vomitemos juntos.
EL.- Estoy haciendo la digestión.
ELLA (a gritos).- He sufrido, ¿sabés?
EL.- Me gusta comer… me gusta masticar.
ELLA.- No sé donde ni cómo, pero sufrí. Ahora mismo algo me duele. (El se estira sobre la silla.)
Lloré. Mirame. Mirame. (El no le presta atención.) Devuélveme mis 21 veranos.
EL.- No tengo tus veranos. Me ha crecido la barriga.
ELLA.- Algo me duele. Devuélveme mis veranos.
EL.- ¡Shsss! Ha chirriado la cama ¡Shss! Ha chirriado la cama.
ELLA.- 21 veranos. 21 veranos. ¡Cretino! ¡Cretino!
EL (se alza para escuchar mejor).- Ha chirriado la cama.
ELLA.- No sé donde los puse ¿Qué hice? Deben de estar en uno de los cajones. (abre y cierra
los cajones de la cómoda. El se viene abajo. Los dos en el piso.) también he perdido un
atardecer rosado.
EL.- Eres una desprolija.
ELLA.- ¿te quejas? ¿Te quejas?
EL.- Acaso sabrás algo de mi antigua sonrisa.
ELLA.- EN los viejos calendarios, la busqué
EL (levantándose.) .- El tiempo…
ELLA.- Sofoca… sofoca. Respiremos. (respiran juntos.) Abrí bien la boca.
EL.- No hay aire
ELLA.- Abrí bien la boca.
EL.- Me canso. (se detienen.)
ELLA (sentándose).- Mandé una carta
EL.- ¿Para qué?
ELLA.-Tenía que decirlo.
EL.- ¡Estúpida!
ELLA.- Le puse dos estampillas. Las pegué bien. Las pegué con lágrimas.
EL.- Y…..Y….Y… (In crescendo.) No nos dejarán en paz. Quiero sentarme tranquilo.
ELLA.- Las noticias son viejas. Los diarios son viejos.
EL.- Cerveza. (Ella corre y la trae.) Trabajemos.
ELLA (Trabajando) .- Fui y vine.
EL (se ríe).- Ocho horas sobre mi escritorio.
ELLA.- Saqué la tierra. Se junta. Se amontona.
EL.- Hice números.
ELLA.- Poco a poco nos cubriría. Lentamente nos taparía la boca.
EL.- Me gusta el 2.
ELLA.- Hemos hecho mucha basura.
EL.- Se la llevarán los carros.
ELLA (Se ríe).- La mitad de nuestra mitad sobre los carros. Nuestros trajes, aquel florero azul…
EL.- El rojo, el azul.
ELLA.- Sólo tengo el amarillo.
EL.- Dame el amarillo.
ELLA.- Hay que acabar y hay que volver a empezar. (El y ella unen eslabones. Suena un reloj.)
¡listo! ¡En punto!
EL.- El minuto exacto. ¡Descanso!
ELLA (Se mete por la puerta y aparece en camisón. Va hasta la cama. Se sienta y enciende un
cigarrillo).- Conozco el techo.
El.- ¡Ajá!
ELLA.- ¿Más allá del techo?
EL.- Otro piso, otro techo.
ELLA.- ¿Y detrás del último techo? Me prometieron un lugar.
EL.- ¿Quién?
ELLA.- Hace tiempo, en el último techo.
EL.- ¿Quién?
ELLA.- Solo tenía que cumplir, me dijeron.
EL.- ¡Bah!
ELLA.- Me duele el estómago.
EL.- ¿Solo tenías que cumplir?
ELLA.- No estoy muy segura
EL.- Yo tampoco.
ELLA.- ¿Qué necesidad hay de asegurarse?
EL.- Ninguna. Somos buenos.
ELLA.- ¿Si?
EL.- Indudablemente.
ELLA.- Soy justa. He tomado mi parte, sólo mi parte.
EL.- ¿De dónde? ¿De Quién?
ELLA (saltando).- Dejame en paz.
EL.- ¿Quién te aseguró que era tu parte?
ELLA.- Yo sé bien, ¿me oyes?, bien.
EL.-Las cosas vienen, nos eligen. ¿Qué podemos hacer?
ELLA.- Grito todo lo que quiero.
El.- Graznas, querida, graznas.
ELLA.- Grazno, ¿Y qué?
El.- ¿Qué se yo? Graznas.
ELLA.- Te detesto, ¿Me oyes? Te detesto.
El.- Yo también
ELLA.- Quiero dormir. Quiero cerrar los ojos….. desaparecer.
EL.- Desaparece, querida. (Llaman a la puerta. Suena el reloj. Ella se levanta y se pone el batón
sobre el camisón. Esperan ambos. Se repiten los golpes.)
ELLA.- Es aquí. Abrí. Abrí. (el va hacia la puerta y abre. Aparece un hombre. Trae un pliego
enrollado, entra directamente y se sienta.)
EL SEÑOR.- Hace calor.
El.- La heladera anda mal.
EL SEÑOR (Acusador).- ¡Anda mal!
El.- Es decir…
ELLA.- Meto la cabeza. El frío se va. Hace calor.
EL SEÑOR.- Ustedes son ustedes.
ELLA.- Si, señor.
EL SEÑOR.- ¿Y viven aquí?
EL.- Si, señor.
EL SEÑOR.- ¿Seguro?
ELLA y EL.- Si, Si, señor.
EL SEÑOR.- ¿Qué opiniones tienen?
Ella (a él).- Opinemos.
EL SEÑOR.- ¿políticas? ¿Democráticas? ¿Izquierdistas? ¿Religiosas? ¿Filosóficas? ¿Progresistas?
¿Cósmicas? ¿Del país? ¿Del universo¿ ¿De los sistemas? ¿De los no sistemas? ¿De la
vanguardia? ¿De la retaguardia? (Dirigiéndose a ella.) ¿Y usted qué dice?
ELLA.- Si. A veces comemos un poco de todo eso. Todo está muy caro.
EL SEÑOR.- ¡Ajá! ¡Ajá!
EL.- Le diríamos… le preguntaríamos.
EL SEÑOR.- ¡Preguntar! ¿Cómo se atreve?
ELLA.- No, pero si no se atreve. ¿Verdad?
EL SEÑOR.- (Recorre a grandes pasos la habitación, tomando medidas. Se dirige a él).-
¿Cuántos trajes tiene?
EL.- Dos.
EL SEÑOR.- ¿Con bolsillos?
EL.- Creo que si
EL SEÑOR.- ¿Se los llena?
EL.- Compro pastillas.
EL SEÑOR.- Se los llena de pastillas.
ELLA.- Tiene mal aliento
EL SEÑOR (a ELLA).- ¿Vota?
ELLA.- Voto.
EL SEÑOR.- Elige los candidatos que más le convencen.
ELLA.- Hago lo que me dicen.
EL SEÑOR.- ¿Lo que le dice quién?
ELLA.- El
EL SEÑOR.- ¿Usted?
EL.- Yo, señor.
ELLA.- Si, si
EL SEÑOR.- ¿Los domingos que hacen?
ELLA.- Nos estamos.
EL.- Trabajamos.
ELLA.- Somos cuidadosos.
EL SEÑOR.- ¿Y los lunes?
ELLA.- Se parecen a lo martes y a los miércoles.
EL SEÑOR.- ¿Pagan lo impuestos?
EL.- Si… a la luz, a la radio, a la heladera, al jabón, a las pérdidas, a las ganancias.
ELLA.- Respiramos medio litro de aire por vez.
EL.- A cada pozo de cada calle, al pan, a la leche, a las moscas, a los excesos. Créame,
sostenemos decentemente a la burocracia.
ELLA.- Eso es. Vamos poco al cine.
EL.- Ponemos el hombro.
ELLA.- Se pela los trajes de tanto ponerlo.
EL SEÑOR.- Disconformes ¿Eh?
ELLA.- ¿Señor, no ha visto mis 21 veranos?
EL.- Si, y una camisa a rayas amarillas.
EL SEÑOR.- No. No he visto nada.
ELLA.- Los hemos perdido por ahí. Sin darnos cuenta ¿sabe? Sin darnos cuenta. ¿Busca usted
algo?
EL.- ¿Desea usted algo, señor?
ELLA.- ¿Es usted feliz? ¿Es usted feliz?
EL SEÑOR.- ¡Cállese!
El.- Eso es. Trágate la lengua.
ELLA.- Quiero contarle.
EL SEÑOR.- ¿Quiere confesar? Confiese.
ELLA.- Soy buena.
EL SEÑOR.- Siga.
ELLA.- Pero me pregunto.
EL SEÑOR.- ¿Se pregunta?
ELLA.- Leo los diarios. Yo también leo los diarios. Algo duele, no sé bien adónde.
EL SEÑOR.- Siga.
ELLA.- Es un dolor pequeñito. Es como un guijarro en mis zapatos, es todo lo que tengo de mí.
EL SEÑOR.- Todo lo que tiene.
ELLA.- Sí, señor. Cerca. Adentro. Todo lo demás se amontona como los diarios. Se amontona
pero se olvida, se me borra….
EL SEÑOR.- ¡Ajá!
ELLA.- Quiero agrandar ese dolor. Quiero agrandarme yo. Quiero tocarme. Quiero
reconocerme.
EL SEÑOR.- ¿Pero usted, es usted?
ELLA.- No sé. Solo tengo un nombre y la obligación de llenarle la barriga a él.
EL.- Es una cretina.
EL SEÑOR.- NO he venido a escucharlos.
EL.- ¡Una cretina!
ELLA.- ¿Me conoce, señor?
EL SEÑOR.- No. No la conozco. (sigue tomando medidas.)
ELLA.- ¿has hecho algo malo?
EL.- No sé. Quizás
ELLA.- Claro. Busca bien
EL.- Piensa. Algo debo de haber hecho. Me siento culpable. (Grita) Me arrepiento. Pido perdón.
Perdón, señor. Perdón
ELLA.- ¡Perdón! ¡Perdón! (El Señor sigue investigando. Los otros dejan de gritar. El señor se
sube sobre la silla y escucha. Los otros se abalanzan y los tres suben.)
EL SEÑOR.- ¡Shsss!
ELLA.- Hazme lugar.
EL.- Corre tu pie.
ELLA.- Mis pues están en su sitio.
EL.- ¡Qué sabes de tu sitio!
ELLA.- Nada. Pero quiero oír.
EL SEÑOR.- ¡Shss!
ELLA.- Se ríe. Se ríe siempre.
EL SEÑOR.- ¿Siempre?
ELLA.- De usted, de nosotros, de mis domingos.
EL.- A mí no me deja dormir.
EL SEÑOR (escuchando.).- Suspiran ¿Investigamos?
ELLA.- No hace falta. Yo le diré.
EL SEÑOR.- ¿Y bien?
ELLA.- Chirría la cama. Ella lo espera. A veces canta.
EL SEÑOR.- ¿Qué canta?
ELLA.- Hace ruidos. Se pone tacones.
EL.- Tiene largas piernas. Es joven. Son jóvenes los dos. (Todos se bajan. El Señor despliega el
papel. Este debe ser de unos tres metros de largo.)
EL SEÑOR.- Artículo primero (Los otros se muestran expectantes.) : Tapar el respiradero de la
cocina. (Saca un trapo y se abalanza hacia el techo y tapa el conducto)
EL.- Ahora oiremos mal.
EL SEÑOR.- La ley es la ley.
ELLA (Corre tras él murmurando) .- No hablan con nadie. Compran verduras. Se besan en las
calles. Se aprietan en las calles. Van y vienen así. Nosotros los miramos. No nos ven. No nos
dejan dormir. Camino todo el día de aquí para allá. De noche estoy junto a la pared
escuchando. (Se detiene y grita) Me ha robado. Me ha robado. Es una ladrona. Ella tiene mis
veranos. La acuso. La acuso.
EL.- ¿Y la camisa?
ELLA.- Cumplimos con todos.
EL.- Estamos en regla. Nos han dado un recibo por cada uno de nuestros gestos.
EL SEÑOR.- Artículo segundo: tapar el conducto de la calefacción.
LOS DOS JUNTOS.- Acusamos…. Acusamos.
EL.- Tengo todos los recibos. Por ella pagué 30 pesos.
ELLA.- ¡Pagó! ¡Pagó! A mi solo me pidieron una firma.
LOS DOS JUNTOS.- Cumplimos con todos.
EL SEÑOR.- Artículo tercero (Hace todos los movimientos mientras los otros protestan detrás
de él.): Clausura de la ventana. (Toma una barra de madera y se lanza a la ventana, sale por
ella y camina por la cornisa.) Artículo tres. No tendrán sol.
ELLA (Se asoma).- Nos hemos quedado sin el amanecer. (El se ríe.) Tápela bien. Que no entre la
luz, que no entre el aire.
EL.- ¿quiere mas trapos? (El Señor mientras tanto clava y clava.)
ELLA.- ¡Tam! ¡Tam! ¡Tam!
EL.- ¿Qué ruido?
ELLA (más fuerte).- ¡Tam! ¡Tam! ¡Tam!
EL (Tapándose las orejas.) .- ¡Ay! ¡Ay! (Ella baila enloquecida mientras sigue machacando un
tam tam. El señor regresa. Extiende el pliego y anota. Ella se detiene y se acerca. El va hacia el
baúl y toma un parlante de gramófono. Se sube sobre la silla y se le pega a la pared. Los otros
se estiran sobre el piso junto al zócalo.)
LOS DE ABAJO.- ¡Se ríe! ¡Se ríe! (se ponen de pie los tres.)
ELLA.- ¿Lo ha visto usted? ¿Lo ha visto?
EL SEÑOR.- ¡Incalificable!
EL.- ¡Los buenos muchachitos!
EL SEÑOR.- El orden…
EL.- Ahí está.
EL SEÑOR.- Dos más dos son cuatro.
ELLA.- Naturalmente, cuatro.
EL SEÑOR.- Por arriba, por abajo, siempre cuatro.
EL.- Claro que sí. Han dicho cuatro. Todos decimos que si y sumamos cuatro.
Ella.- ¿Que es cuatro?
EL SEÑOR.- Una cifra.
ELLA.- Sólo una palabra.
EL SEÑOR.- La palabra exacta.
ELLA.- El cuatro podría llamarse tres.
EL SEÑOR.- La sanciono. (se saca el rollo)
EL.- ¡Estúpida! (Al señor) No nos sanciones. Ella es estúpida.
EL SEÑOR.- ¿Estamos o no estamos de acuerdo?
EL Y ELLA.- Si, señor, sí.
EL SEÑOR.- ¡Ajá!
ELLA.- Tenemos miedo…
EL SEÑOR.- Está bien.
Ella.-… de dudar, de asegurarnos que dudamos, miedo de no dudar, de aceptar, de ir y venir.
EL SEÑOR.- Para eso ponemos letreros.
EL.- se lo juro, jamás escupí en un colectivo.
EL SEÑOR.- ¡Miente! ¡Miente! A escondidas ha escupido.
ELLA.- ¿Puede usted responder a todo?
EL SEÑOR.- Tengo un buen diccionario.
ELLA.- ¡Oh! Vea página 9, luego pase a la 11 y de la 11 a la 15. Nunca encontrará la palabra.
EL.- ¡Déjalo en paz!
EL SEÑOR.- Eso es. Trabajo, cumplo. ¡Déjame en paz! (Toma un audífono y vuelve a escuchar.
El la mira a Ella.)
ELLA.- ¿Me traicionaste alguna vez?
EL.- ¿Yo?
ELLA.- Te traicioné. Con todo el mundo. Soy una loca.
EL.- ¡Ah! Sí.
ELLA.- Con una cara cualquiera, con un hermoso muchachito. (El se ríe) Lo he pensado. Lo he
deseado. Es lo mismo.
EL SEÑOR.- Si no hay hechos, no hay crimen.
ELLA (corriendo).- Si lo hay. Castígueme. Lo he deseado, lo he pensado.
EL.- He visto los fuertes muslos de la muchacha.
ELLA.- ¡Maldito!
EL.- El viento le alzó la pollero. Ella me miró y se rió. Nos reímos los dos.
ELLA.- ¿Qué más? ¿Qué mas?
EL.- Llegó mi colectivo. La muchacha siguió riendo.
ELLA.- ¿Y tu?
EL.- Aquí estoy.
ELLA.- Sí. Aquí estamos los dos.
EL SEÑOR.- ¡Atención (Ella y El corren a la pared y escuchan.)
EL (Se separa luego de la pared, recorre el cuarto y se inclina frente a la silla). - ¿Me esperaba?
(sube a la silla.) Sin embargo me apuré. Créame. Quería traerle algo. Corrí para atrapar unas
hojas. Corrí contra el viento pero las hojas sólo querían jugar y me llevaban de aquí para allá.
Es usted bonita. Me siento muy nuevo hoy. Dígame, ¿Usted qué ve? Si, si. ¿Qué ve? ¿Mis ojos?
¿mi cara? ¡Oh! ¡Las ve! ¡Me emociona! He corrido al subir los escalones. He temblado frente a
su timbre. Aquí estoy. He dejado mis años en sus escalones. Soy un niño… un niño pequeño.
Déjeme llorar… déjeme llorar como los niños. (al oírlo llorar los otros se vuelven, le hacen
shhhsss, shsss.)
ELLA.- ¿Quieres hacer silencio?
EL.- Quiero llorar.
ELLA.- Mete la cabeza bajo la almohada.
EL.- Me atraganto. Me ahoga. Quiero llorar a gritos, quiero diluirme.
ELLA.- ¡No ensucies el piso!
EL SEÑOR.- Su eficiencia me conmueve.
ELLA.- Encero y barro todos los días. (Corre y toma la escoba y barre frenéticamente el cuarto.
El, de rodillas con la almohada sobre la cabeza gime y lloriquea… Ella trata de barrerlo junto
con el polvo.)
EL SEÑOR.- (Saltando) .- ¡Se ha reído! ¡Reído! (Despliega el rollo y lee.) Atento a las
circunstancias procedo. Artículo cuarto: Clausura de todas las hendijas del techo.
EL y ELLA.- Procedamos. (Toman unos trapos y juntos con El Señor se encaraman hasta el
techo y empiezan a taponarla.)
ELLA.- Tapá bien.
EL SEÑOR.- ¡Con cuidado! Empujen los trapos hasta el fondo.
EL.- Claro que sí. Empujo. Empujo.
ELLA.- No se moleste, señor.
EL SEÑOR.- ¡vamos! ¡Rápido! ¡Rápido!
ELLA.- La luz rebotará, se hará un nudo, se ahorcará sola, ¡Húndanlos! ¡Húndanlos hasta el
fondo!
EL SEÑOR.- ¡Ya está! ¡Volvamos! (baja rápidamente. Los otros inician tambaleantes el
descenso.)
EL.- Agárrate de las paredes.
ELLA.- Me agarro con las uñas, con los dientes.
EL.- Arrástrate.
ELLA.- Me arrastro.
EL.- Eso es, pégate como las moscas, deja tu aliento, arrástrate.
ELLA.- La pared me toma… me desgarra.
EL.- Apriétate más y más.
ELLA.- Cruje… cruje mi piel. El cemento transpira. Me voy a caer. Los dos nos vamos a caer.
EL SEÑOR.- (desde abajo).- ¡Un momento! No pueden…
ELLA y EL.- ¿No podemos?
EL SEÑOR.- Tienen que seguir adelante.
ELLA.- Estamos lastimados, señor.
EL SEÑOR.- Tienen que seguir, tiene que continuar la cadena.
ELLA.- Nos faltan colores. Estamos lastimados, señor.
EL.- Hemos perdido el rojo y el amarillo.
ELLA.- Déjenos caer. Déjenos extendernos. Quiero sentirme con los braos abiertos.
EL SEÑOR.- Vengan aquí. Agárrense el uno al otro. (Los otros se agarran.)
ELLA (A él).- ¿Adónde estás?
EL.- No te encuentro.
EL SEÑOR.- Bajen. Aférrense. (Los otros empiezan a bajar lentamente, se introducen en el
cuarto y enfrentan al Señor. Luego, lentamente, retoman los eslabones y se los intercambian
rápidamente, retoman los eslabones y se los intercambian rápidamente, de una manera casi
vertiginosa.)
ELLA.- Los martes se parecen a los jueves y a los viernes.
EL.- Me gusta caminar fuerte.
ELLA.- Sólo sé que en invierno hace frío y en verano, calor. Un día me tomaste de la mano.
EL:- ¿Fui yo?
Ella.- Un día te besé… te besé en la boca.
EL.- ¿Eras tu?
ELLA.- Guardo una vieja foto.
EL.- Nuestra foto amarillenta.
ELLA.- Hemos muerto.
EL.- Tengo hambre.
ELLA.- Como las velas, lentamente.
EL.- Apúrate.
ELLA.- Hemos muerto.
EL.- ¡Más, más eslabones!
ELLA.- Claro que sí. Crecen… se multiplican.
EL.- Mi viejo cadáver flaco. (Ella se ríe.) Mi estúpida querida.
ELLA.- ¡Anuda! Anúdalos bien…
EL.- Mezclo el azul con el verde.
ELLA.- ¡Mezcla! ¡Mezcla! (El revuelve la cadena. El Señor sigue pegado a la pared. Luego se
separa y da grandes pasos por la habitación. Ella suelta la cadena y corre tras él.) ¿Qué va
usted a hacer? ¿Dígame, hará usted algo? Nosotros lo diremos, lo confirmaremos: se besan en
las calles, van de aquí para allá, ella lo mira, él la abraza. Viene a las siete. Me pego a la pared a
las siete. ¿Me oye usted? Les he oído decir que se aman.
EL.- Tengo recibos relativos a todo mis gestos. Tengo derechos.
ELLA.- ¡Es insoportable! No sé dónde poner mi dignidad.
EL.- ¡Es demasiado! No puedo soportarlo.
ELLA.- ¡Me han robado! ¡Me han insultado!
EL.- Eso es, eso es.
ELLA.- ¿Hará usted algo? ¿Tomará medidas?
EL.– Justifíquenos. Tome medidas.
ELLA.- ¡Hemos cumplido! ¡Hemos cumplido!
EL SEÑOR.- ¡Basta ya!
ELLA.- No puedo más, no puedo más, señor.
EL.– NO podemos más. (El señor perseguido por los gritos de los otros despliega el rollo de
papel y lee.)
EL SEÑOR.- Visto y considerando tara… tara… ta. Clausura de todo paso de aire o luz, de salida
o de entrada.
EL (Toma dos trozos de madera y sale. Los otros esperan. Vuelve corriendo).- ¡Ya está! He
clavado su puerta, he puesto trapos debajo y en la cerradura.
ELLA.- ¡Todo, todo cerrado! Ya está.
EL.– Los he puesto con cuidado, con cariño- (Se ríe)
ELLA.- ¡Qué Felicidad! ¡Qué liviana me siento!
EL SEÑOR.- ¡Un momento! (Toma un estetoscopio y lo apoya contra la pared, consultando el
reloj.)35, 40 ,45, 50, (Cada vez más lentamente.) 60, 61, 62. (los otros contienen a respiración,
con los últimos números la pared se agita como si fuera un enorme corazón enviando al Señor
a cuatro pasos de distancia. Se agrupan todos y se balancean al compás de las vibraciones.)
ELLA.- Transpira.
EL.- ¡Cuidado! Nos empuja, nos rechaza, se nos viene encima.
ELLA.- Transpira. La pared transpira.
EL SEÑOR.- ¡Atención!
ELLA.- Se está debilitando.
EL.- ¡Un corazón con panza! ¡Un corazón de piedra!
ELLA.- Agoniza. Agoniza. Quiero verte morir, parecita mía.
EL SEÑOR.-Agárrense fuerte.
EL.– Claro que sí. Abrázame, querida.
ELLA (Se ríe).- Va, viene, llora, suspira. Muérete pronto, muérete pronto. (El señor se adelanta,
la pared se estremece por última vez, le aplica el estetoscopio y se retira. Ellos se quedan
como petrificados. El señor va hacia un escritorio y extiende un certificado, les entrega una
gran copa.)
EL SEÑOR.- ¿Ustedes so ustedes?
ELLA y EL.- Si…si, señor.
EL SEÑOR.- ¿Qué saben de los martes?
ELLA.- Nada. Se parecen a todos los días de la semana.
EL.- ¿No ha visto una camisa a rayas? (El señor va saliendo. Ella tras él.)
ELLA.- ¡Mis veranos! ¿No ha visto mis veranos? (El Señor sale. Ella vuelve. El está contra la
pared, se retira y toma asiento frente a Ella y juntos inician la construcción de la cadena.) Hace
calor.
El.- ¡Estúpida!
ELLA.- Me gustan las estrellas.
El.– Tengo hambre.
ELLA.- Meto la cabeza en la heladera. Me refresca.
EL.– Hace calor.
ELLA.- Sufro. Algo me duele.
EL:_ Leeré los diarios. (Poco a poco se van enredando más y más en la cadena mientras hablan
de… mañana y de pasado.)
ELLA.- Sufro. Algo me duele.
EL.– Aprieta más.
ELLA.- Me ahogo.
EL.– Sigue, aprieta más.
ELLA.- ¡Ayúdame! ¡Ayúdame a ponerme de pie! Quiero correr. Quiero cruzar el espacio, quiero
llegar hasta el último techo… Soy un barrilete… soy un barrilete. (El, de pie, a la inversa.)
EL.– Quiero inclinarme sobre la tierra.
ELLA.- He amasado domingo tras domingo.
EL.- ¡Estúpida!
Ella.- Quiero correr, quiero correr. (Cae de rodillas al piso y El con Ella. El se arrastra hasta Ella.)
EL.– Te estrangularé.
ELLA.- Claro que sí, querido. (Le ofrece el cuello. El lo toma y la saluda. Ella lo toma del cuello a
El. El reloj da unas campanadas. AL oírlas se interrumpen, se desprenden, se miran, se levantan
lentamente retornan al trabajo.) ¿Has visto el rojo?
EL.– Solo tengo el azul. He perdido mi vieja camisa.
ELLA.- No sé como me llamo. Solo tengo la obligación de llenarle la barriga a El. (Cae el telón
con ellos envueltos en la cadena, mientras continúan uniendo los eslabones.)

F I N

También podría gustarte