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UNIVERSIDAD CÁTOLICA ANDRÉS BELLO

Facultad de Humanidades y Educación


Escuela de Comunicación Social

Carolyn Nassisi 28.016.261


Zorynel Hernández 28.155.402

Análisis crítico de la obra teatral PIM PAM PUM

Desde el 7 y hasta el 13 de octubre Teatro UCAB presentó Pim Pam Pum, obra del dramaturgo
francés Eugène Ionesco. Esta pieza contó con el elenco de más de 20 estudiantes de la
universidad, en la sala Virginia Aponte, bajo la dirección del profesor Jesús Navas.

Una obra en donde el centro de atención es este “juego de la peste en donde todos pierden”, una
enfermedad mortal que se propaga casi instantáneamente acabando con todos a su alrededor,
comienzan a morir y no hay cura ni explicación científica, aquí es donde se presenta el tema
principal de la obra: cómo actúan los humanos al encontrarse con una amenaza inexplicable,
cuán débiles se vuelven, cómo los transforma el miedo, dejándose llevar por la crisis que
inevitablemente los arropa.

Desde la entrada a la sala, había tres actores (hombres) puestos en escena, descalzos, en bragas
azules unicolores, sosteniendo un papel periódico cada uno. Sentados sobre un pedazo de tabla
sostenida por andamios como si estuviesen descansando luego de una larga jornada de trabajo. El
primer acto inicia así, un individuo cubierto por una túnica marrón que sostiene un libro cerca de
su costado y una vela a lo alto para alumbrar su camino y al público; ya que la sala no está
iluminada. Este vendría siendo un personaje clave en la obra a pesar de nunca revelar su
identidad. Es un personaje que con tan solo sus gestos, movimientos y desplazamientos expresan
más que las palabras. Al principio este, nos transmitía un aire de oscuridad, soledad como si él
fuese el culpable de la gran tragedia que asechaba a la ciudad. Posteriormente cambió nuestra
percepción, lo entendimos como una representación sínica de la esperanza, desplazada a la
oscuridad por lo débil que se convierte el ser humano en momentos de crisis.
En poco tiempo empieza la entrada de los habitantes del pueblo de dos en dos, cada uno tiene
una pequeña intervención en donde muestran parte de su personalidad, y nos pone en contexto
sobre su religión, sus creencias, sus gustos e incluso la fecha en la que se desarrolla la obra.
Demuestran una felicidad aparente, en muchas ocasiones fingida o influenciada por la corriente
de la pequeña sociedad en la que conviven, de un momento a otro ocurre la primera muerte, un
par de bebés que adquieren un tinte violáceo, ojos inyectados en sangre y manos sudorosas.

Este solo es el comienzo del mal, se desata un caos y todos empiezan a actuar cegados por el
horror y la crisis en el ambiente sin entender lo que sucede, se gritan, se culpan mutuamente y en
pocos segundos todos empiezan a morir, uno por uno.

Y así poco a poco se van desarrollando escenas en las que se muestra la realidad de cada una de
las personas de aquel pueblo, que no saben cómo controlar su histeria pues pierden la
consciencia convirtiéndose en masa, personas que actúan sin pensar, dejándose llevar por la
desesperanza y en donde repiten constantemente que solo Dios puede salvarlos. En muchas de
estas escenas se presenta el monje, el único personaje que no habla, ignorado por todos a su
alrededor.

Ionesco muestra en su icónico teatro absurdo cómo es realmente la sociedad: humanos en el


mayor sentido de la palabra, vulnerables y frágiles, con miedo al dolor y pánico a lo
desconocido, un individuo en este estado no puede pensar claramente, por lo tanto, la crisis
interna le impide encontrar solución al problema. De esta manera podemos interpretar que este
extraño monje, es la luz y la esperanza, porque siempre lleva una vela en sus manos, aunque
fuera ignorado por todos.

Aparentemente absurdo, Pim Pam Pum logra retratar una realidad bastante marcada, y es que
cuando el individuo experimenta la crisis, contagia a la población, convirtiendo este ambiente en
un total descontrol, donde gritan, pelean, buscan culpables para quitarse el peso de encima, y
están tan ocupados, inmersos en un desastre sin salida, y en una oscuridad tan fría que no son
capaces de voltear a ver a su alrededor, no se imaginan que la solución la tienen allí, como el
monje la representa, justo frente a sus ojos.

Esa es la parte explícita de lo que expresa la obra, en cuanto a la puesta en escena tenemos: la
iluminación y el sonido: juegan un importante papel en la obra. Ya que mediante una
iluminación tenue se mantiene un ambiente de suspenso y confusión a lo largo de la obra. Luces
cubrían distintos ángulos del escenario que se usaron a lo largo de la obra para dar diferentes
matices y puntos de interés acorde a la escena y personaje.

Los efectos de sonido no abundaron, sin embargo, los pocos que había mantenían la atención de
los espectadores. Eran sonidos bruscos, toscos para marcar pautas o para simular otro sonido. Por
ejemplo cuando alguien moría en una escena sonada un tambor al fondo, los sonidos de las
pistolas de la guardia también fueron bien representados, entre otros. El tono de voz de los
actores era acorde a la sala, ya que era fácil escucharlos desde cualquier punto del teatro.

La escenografía a pesar de no ser abundante y de no cambiar significativamente a lo largo de la


obra, nos transportó imaginariamente al lugar donde esta se desarrollaba. Nos hizo sentir
sumergidas y fue fácil cambiar de un lugar a otro a pesar de no notar cambio significativo en la
escenografía. Pero realmente esta no es lo que hace de esta obra tan profunda y analítica sino sus
actores. Lo mismo ocurre con maquillaje y peinado, realmente no fue algo en lo que nos
percatamos. Para nosotras la obra no se concentraba en esto. Estamos viviendo escenas de crisis,
oscuras y absurdas. Y el maquillaje no juega un papel importante, ya que solo las palabras y la
actuación apasionada transmite el mensaje sin necesidad de muchos accesorios. De igual forma
esto no quiere decir que haya sido un aspecto descuidado por parte de la producción, ya que sí
contaron con el maquillaje necesario y el respectivo vestuario acorde a cada escena para que los
espectadores pudiésemos identificar y ubicar la procedencia de cada personaje. Por ejemplo: Las
esposas llevaban largos vestidos, los militares llevaban chaquetas y armas, entre otros.

Pudimos observar la mímica usada para enfatizar sentimientos a través de los movimientos
exagerados de gestos, manos y cuerpo en general. Este recurso le da vida a las actuaciones y lo
hace todo más verosímil.
Es evidente el gran trabajo de dirección por parte del profesor Jesús Navas, este grupo demostró
un nivel muy significativo de disciplina, esfuerzo, dedicación y buena calidad en la realización y
construcción de esta obra, en donde dejaron alma y corazón en el escenario, sin duda
transmitieron al público todo lo que necesitábamos recibir.

Muy acertada la escogencia de esta obra para compartirla en los espacios de Teatro UCAB en un
momento donde la sociedad venezolana atraviesa un estado crítico en cuanto a las necesidades
básicas de la vida diaria, podría pasar fácilmente como un reflejo de los venezolanos, quienes
mayormente ceden al caos, acusan a los culpables, buscan aprovecharse y se señalan entre sí.

Sin embargo, tal como el monje que atraviesa la escena con su luz, siempre ignorado, la
esperanza se mantiene en el país, aunque, en varias oportunidades, pase desapercibido, o muchas
veces no la podemos ver porque estamos muy ocupados lidiando con el caos. Esta obra es un
llamado al cambio desde los miembros de la sociedad para que la muerte no sea el único fin
posible, nos invita a reflexionar sobre cómo estamos enfrentando los momentos difíciles, si
realmente estamos siendo conscientes de nuestras acciones y, sobre todo, si estamos volteando a
ver, con inteligencia, las soluciones que tenemos a nuestro alrededor.

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