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ÍNDICE

Prefacio
Introducción
CAPÍTULO 1
Douglas Bravo
CAPÍTULO 2
¡Armas para Fidel!
CAPÍTULO 3
El golpe del Cnel. Edito Ramírez
CAPÍTULO 4
Las guerrillas de Fidel
CAPÍTULO 7
El bolivarianismo
CAPÍTULO 6
La escuela de cuadros
CAPÍTULO 7
Rumbo a la Academia Militar
CAPÍTULO 8
El cadete Chávez
CAPÍTULO 9
Chávez se gradúa de subteniente
CAPÍTULO 10
El subteniente Chávez
CAPÍTULO 11
Chávez en la Brigada Blindada
CAPÍTULO 12
El teniente Chávez
CAPÍTULO 13
El golpe de 1982
CAPÍTULO 14
El capitán Chávez
CAPÍTULO 15
Chávez es descubierto
CAPÍTULO 16
El mayor Chávez
CAPÍTULO 17
La noche de los tanques
CAPÍTULO 18
El “Caracazo”
Capítulo 19
Chávez y su logia son detenidos
CAPÍTULO 20
El Foro de Sao Paulo
CAPÍTULO 21
El Tcnel. Chávez
CAPÍTULO 22
Otro golpe fallido
CAPÍTULO 23
La antesala del golpe
CAPÍTULO 24
El golpe es denunciado
CAPÍTULO 25
La tarde del golpe
CAPÍTULO 26
La captura fallida del presidente
CAPÍTULO 27
El golpe
CAPÍTULO 28
La rendición de Chávez
CAPÍTULO 29
“Por ahora”
Epílogo
Libro anterior del
General Carlos Peñaloza

CHÁVEZ, EL DELFIN DE FIDEL


La historia secreta del golpe del 4 de febrero
Gen Carlos Peñaloza
Alexandria Library
MIAMI
© Carlos Peñaloza, 2014
Todos los derechos reservados
Library of Congress Control Number: 2014959867
www.alexlib.com
A mi amada esposa Elsa por su inmensa paciencia. Escribir un libro requiere
aislarse del mundo.
Prefacio
Mi primer libro, El imperio de Fidel1, cubrió las injerencias de Fidel Castro en Venezuela
hasta 1968, cuando derrotado militarmente replegó sus guerrillas. Esta nueva obra
Chávez, el delfín de Fidel es la secuela de ese libro, culmina con el intento fallido de
golpe de Estado del 4 de febrero de 1992. Esta etapa marca el inicio a la edad de
Chávez. El objetivo de esta investigación es aportar datos desde mi punto de vista para
clarificar un período que por pugnas políticas se ha pretendido desvirtuar. Esta
investigación probablemente generará polémicas que serán bienvenidas para llegar a la
verdad de lo ocurrido.
1. Peñaloza, Carlos. (2012). El imperio de Fidel. (Petróleo e injerencia cubana en Venezuela). Miami-EE.UU.: Alexandria
Library.
Este libro fue elaborado bajo el amparo de los tratados internacionales que garantizan
la libertad de expresión, tales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos
que establece en su Artículo 19 el derecho de todo individuo a la libertad de opinión y de
expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de
investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de
fronteras, por cualquier medio de expresión. La investigación para escribir esta obra, fue
realizada en el Estado de Florida de los Estados Unidos de Norteamérica, ajustado a lo
señalado en la Primera Enmienda a la Constitución de este país, que impide cualquier
limitación a la libertad de expresión y de prensa.
Los hechos se presentan tal como los conozco y como me los relataron los actores, sin
embellecerlos ni afearlos. Esta información ensamblada en forma coherente no es una
denuncia, ni cacería de brujas y menos ajuste de cuentas. Los posibles delitos descritos
han prescrito, al igual que la clasificación de “secreto” de algunas informaciones que
incluyo. Los hechos ocurrieron hace más de dos décadas y es hora de descorrer la cortina
de secreto que los ha rodeado. Es mi modesto aporte a la historia venezolana y haré los
ajustes y aclaratorias pertinentes de demostrarse que hechos descritos no coinciden con
la realidad.
El vocablo “delfín” era el título que recibía el primogénito del rey de Francia. Es un
término que se aplica por extensión al individuo que es elegido por un mandatario para
que lo suceda en el poder. Hugo Chávez fue hechura de Fidel y otros artesanos
comunistas que lo moldearon a lo largo de su azarosa vida. Este militar revolucionario fue
producto de hambres de poder, potenciadas por su elocuencia y carisma. Como un Midas
al revés, cabalgó desatinos con su chequera petrolera. Chávez consciente de la maldición
gitana que lo envolvía se lamentó en varias oportunidades diciendo “Todo lo que toco lo
destruyo”.
Luego de décadas de preparación, este Frankenstein tropical trató de dar un chapucero
golpe militar por su cuenta y por ello fue a dar a la cárcel. El largo proceso que condujo al
alzamiento del 4 de febrero de 1992 (4F) que comenzó medio siglo antes, es el tema de
esta obra. La historia post golpe será el tema de un futuro libro que cubrirá hasta la
muerte de Chávez.
Chávez, el delfín de Fidel describe la enrevesada trama mediante la cual se gestó ese
golpe. No soy historiador, pero sí amante de la historia. Fui testigo de excepción y me
siento obligado a describirlo para que aprendamos de nuestros errores. Este relato es un
testimonio cándido, en el cual reporto hechos que viví personalmente y otros que conocí
a través de escritos y entrevistas con participantes. Al unirlos y analizarlos enhebré este
relato histórico-político-militar que a veces parece ficción, pero está basado en
situaciones reales. Este volumen no es un libro de historia, sino un libro de historias sobre
el desarrollo de la conspiración desde antes de sus inicios. Mi interés se centró no en la
mecánica del golpe, sino en la estrategia de la conspiración revelando detalles inéditos
que explican su fracaso.
El relato se inicia con Douglas Bravo, un guerrillero comunista venezolano. Durante su
larga trayectoria logro infiltrar a un número de cadetes a las escuelas de formación de
oficiales. Aunque es poco conocido internacionalmente, él fue la persona que descubrió a
Chávez. Su rol y el de Fidel Castro en el desarrollo del jefe golpista no son conocidas y
deben explicarse. La historia de la injerencia de Fidel en Venezuela en los años 60 fue el
tema de mi primer libro “El imperio de Fidel”. Al retirarse Fidel de Venezuela en 1968,
Douglas asumió la dirección de la subversión.
Las Fuerzas Armadas venezolanas no son monolíticas. La mayoría de los oficiales que
prestaron servicio entre la caída de Marcos Pérez Jiménez y el golpe del 4F fueron
apolíticos e institucionalistas. Una minoría respondí a a intereses políticos partidistas y
otros eran ambiciosos caudillos que aspiraban al poder. Hubo grupos afectos a los
partidos políticos de centro como AD y COPEI pero también partidarios del Partido
Comunista (PCV) y grupos de extrema derecha. Los conspiradores comunistas controlaron
a Chávez a través de intermediarios, sin que este lo supiera. Cuando la logia se fue
desarrollando grupos políticos y militares no comunistas le ofrecieron apoyo a cambio de
posiciones en el gobierno post golpe. Chávez astutamente les siguió la corriente a cambio
de protección. Para atraerlos les prometió parte de la torta luego de triunfar. A varios
líderes de esos grupos les ofreció nombrarlos presidentes de la futura Junta de Gobierno.
Esa promesa incumplible trajo como consecuencia el colapso del golpe cuando algunos de
los engañados se dieron cuenta de la jugada que se les iba a hacer.
Chávez fue sembrado en el Ejército por Douglas Bravo para desarrollar una estrategia a
largo plazo. Para entonces Douglas había sido expulsado del Partido Comunista de
Venezuela (PCV) pero seguía siendo marxista y bolivariano. Por razones de seguridad,
Douglas no lo controlaba directamente y Chávez tenía instrucciones de no mostrarse
marxista. Al final al darse cuenta de que los marxistas no eran aceptados por los militares
procedió sin ellos. El plan original sufrió mutaciones con el tiempo. Para el día del golpe
el proyecto de Chávez ya no era el de Douglas. Para el 4 de febrero de 1992 la visión
inicial había sufrido una metamorfosis profunda.
Alrededor de Douglas y Fidel participó un nutrido elenco de figuras políticas y militares.
Yo mismo fui un actor de reparto en esta trama y me incluyo, porque tuve que ver con
Chávez en momentos cruciales de su carrera. En el trasfondo de esta saga se desarrollan
varias historias paralelas. Entre estas una tuvo que ver con la sorda pugna Fidel y
Douglas por el control del movimiento subversivo en Venezuela.
Otra sub trama se centró alrededor de un grupo de militares miembros de una pandilla
llamada “Los Panas”. Este grupo se formó en la Academia Militar en 1958 y jugó un rol
importante en el desarrollo del complot. Además de esta banda hubo otro grupo militar
integrado por seguidores del ex presidente Rafael Caldera, uno de los políticos más
conocidos de Venezuela. Caldera sabía de la confabulación y la apoyó tras bastidores,
aunque no fue un conspirador activo esperaba jugar un papel similar al del almirante
Wolfgang Larrazábal en 1958.
Otro hilo de la historia describe la aparición de Nicolás Maduro Moros, el actual
Presidente de Venezuela, a quien Fidel impuso como sucesor de Chávez. Poca gente sabe
que Maduro y Chávez se cruzaron antes de 4F. Otros actores importantes fueron Douglas
Bravo, Ali Rodriguez Araque y los generales Fernando Ochoa Antich, Pedro Remigio
Rangel Rojas, Ramón Santeliz Ruiz y el contralmirante Hernán Gruber Odremán, entre
otros.
Esta obra termina el día del golpe del 4F, luego de la rendición de Chávez y su famoso
“por ahora”. Este sintagma quedó anclado en la memoria colectiva una vez que el jefe
golpista al rendirse exhortó a sus seguidores en un mensaje televisado en vivo en cadena
nacional. Para encuadrar la historia, la investigación se remonta varias décadas antes de
la aparición de Chávez. En el proceso revelo hechos desconocidos y polémicos que
difieren de la historia conocida y considerada como políticamente correcta.
El origen del proyecto fue la obsesión de Fidel para apoderarse de Venezuela. El
necesitaba la renta petrolera de ese país para construir su gran designio: el imperio
comunista hispanoamericano. El padre de esa idea fue el revolucionario venezolano
Gustavo Machado. Ese diseño fue el motor que impulsó a Castro desde entonces. Las
andanzas de Castro en la primera fase de este proyecto fueron descritas en detalle en El
imperio de Fidel. Después de su retirada de Venezuela Fidel estuvo ocupado en su
aventura africana. Esa distracción le permitió a Douglas Bravo poner en práctica su teoría
de la revolución mediante un golpe de Estado. A diferencia de la idea de los focos
guerrilleros de Fidel y el Che, la visión de Douglas pasaba por infiltrar a largo plazo la
institución castrense para dar un golpe militar.
El grueso del libro se concentra en el periodo comprendido entre la adolescencia de
Chávez y su golpe de Estado en 1992. Al final de los años 80 la insurrección fue
alimentada por la caída de los precios petroleros. Luego vino el Caracazo a acelerarla.
Durante el largo periodo de su conspiración Chávez estuvo a punto de ser descubierto en
varias oportunidades salvándose milagrosamente. Su habilidad para sobrevivir por 22
años en el Ejército, pese a haber sido denunciado en varias oportunidades, fue de
antología.
El golpe de 1992 fue un intento desesperado de Fidel por capturar Venezuela en medio
de los estragos del “período especial”. Para ello se alió con Lula en el Foro de Sao Paulo.
Aunque Chávez fue derrotado, su altiva aparición en TV al ser detenido, teniendo como
trasfondo los rostros compungidos de sus captores, sedujo a los venezolanos. La pleitesía
a este falso héroe iba a destruir a PDVSA, le empresa petrolera nacional, arruinar la
economía y entregar el país a las fauces voraces de los Castro. Ese será el tema de mi
próximo libro.
Introducción
Fidel Castro
En mi libro anterior, El Imperio de Fidel, cubrí las injerencias de Castro en Venezuela
durante las décadas de los años cincuenta y sesenta. En esa historia el protagonista fue
Fidel y quedaron minimizados actores venezolanos como Douglas Bravo y Alí Rodríguez
Araque. En los primeros capítulos de esta obra haré un recuento de ese libro dando
relevancia a Douglas, a Alí y a otros actores que jugaron un rol importante en el
desarrollo de Chávez.
Estas páginas cubrirán la etapa iniciada en 1968 luego que Fidel se replegó de
Venezuela y Douglas Bravo tomó el control de la rebelión. El relato hace ver el proceso
subversivo que da origen a Chávez y concluye con el golpe fallido del 4F. En este período,
Fidel desapareció del escenario pero controlaba los hilos tras bambalinas. Pese a sus
derrotas, Castro no abandonó su objetivo de regir el subcontinente. Ahora anciano ha
pasado el bastón a su hermano Raúl, pero el objetivo es el mismo.
Cuando Fidel retiró sus menguadas tropas de Venezuela, Douglas Bravo trató de llenar
el vacío. El guerrillero comunista había perdido el control de la logia militar que creó
durante la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez y se proponía reconstruirla. Fidel
desconfiaba de Bravo a quien consideraba un rival por el poder en la patria de Bolívar. Al
irse, sin que Douglas Bravo lo supiera, el cubano le sembró a su lado a un espía para
mantenerse informado. Gracias a este infiltrado, Fidel estuvo al tanto de la creación y
crecimiento de la logia de Chávez dentro del Ejército venezolano y del desarrollo de la
tesis del bolivarianismo. Esta idea de Douglas la consideró inicialmente una pérdida de
tiempo.
Tras varias décadas dirigiendo a control remoto la Legión Extranjera Cubana en África, el
desplome del imperio soviético lo obligó a modificar su estrategia. Hasta ese momento
había usado sus mercenarios como fichas para pagar el subsidio de la URSS. Entretanto
seguía incubando una rebelión militar en Venezuela, cuyo petróleo era indispensable para
construir su imperio. Para entonces la idea del golpe lo empezó a atraer.
Chávez fue el producto de la iniciativa de Douglas Bravo. Este obstinado revolucionario
fue un guerrillero mediocre, cuyo principal mérito fue haber permanecido activo en la
escena subversiva nacional, durante casi medio siglo, preparando un golpe militar que
nunca llegaba. Al transcurrir los años, su rol se fue difuminando y el control de la logia
recayó sobre Alí Rodríguez Araque, el hombre de Fidel en Caracas. Luego de una larga
espera, en 1990 la conjura estaba lista para el ansiado golpe. En ese momento el
desplome soviético forzó a Fidel a tratar de tomar directamente el control de la logia.
Para entonces el teniente coronel Hugo Chávez le tenía preparada una gran sorpresa.
Esta obra relata la azarosa historia de Chávez, desde sus oscuros orígenes, pasando por
una serie de situaciones en que estuvo a punto de ser descubierto. En su juventud incluso
su vida se cruzó sutilmente con la del adolescente Nicolás Maduro Moros quien iba a ser
su heredero en la presidencia de Venezuela, luego de su muerte. Gracias a sus
habilidades y suerte para escapar de situaciones de peligro y a la protección de algunos
jefes militares pudo sublevarse el 4F. Ese alzamiento fue un fiasco que se convirtió en el
trampolín de su carrera política.
El golpe del 4F no ocurrió en un vacío político. Tres años antes había estallado el
Caracazo y en 1990 el colapso de la URSS cambió la visión del esquema revolucionario
comunista que se debía seguir en América Latina. En julio de 1990, para enfrentar la
desesperada situación, Fidel Castro e Inácio Lula Da Silva convocaron una reunión para
crear una organización continental que agrupara a todos los grupos izquierdistas que
pululaban al sur del Río Grande. En esa oportunidad Fidel manifestó públicamente lo
siguiente: “El objetivo de ese Foro será crear las bases para reestablecer el imperio
comunista perdido en Europa Oriental”. La idea de Castro seguía siendo instaurar su
feudo hispanoamericano, mientras Lula soñaba con la unión latinoamericana controlada
por él desde Brasil. El gran designio de Fidel Castro lo describí en detalle en “El imperio
de Fidel”, y dada su relevancia en la saga de Chávez lo recapitulo en las primeras páginas
de esta obra.
El proyecto de Lula conocido como “El Foro de Sao Paulo”, no incluía un golpe militar.
Su visión era unir a los comunistas latinoamericanos en una democracia socialista con
elecciones libres, voto universal y secreto. Algunos consideran esta idea un oxímoron
dado que los conceptos de comunismo y democracia son antagónicos y no pueden
coexistir. Sobre ese particular, Fidel tenía sus propias ideas.
Para entonces, en Venezuela el proyecto de golpe de Chávez contra Carlos Andrés Pérez
(CAP) estaba a punto de ejecutarse y Fidel no pensaba cambiar ese plan. Para
encuadrarse dentro del proyecto de Lula, luego del golpe se instalaría una Asamblea
Constituyente que establecería normas para facilitar el control de los poderes públicos, la
Fuerzas Armadas (FAN) y el sistema electoral.
Simultáneamente, se promovería la imagen de Hugo Chávez convirtiéndolo en un héroe
nacional salvador de la patria. Al promulgarse la nueva Constitución se harían elecciones
que Chávez ganaría fácilmente. La clave del control de los comicios sería la instauración
de elecciones con voto electrónico desmaterializado, es decir haciendo innecesario los
comprobantes de votación Esos comicios mecanizados serían controlados mediante un
software desarrollado en Cuba por técnicos de la Stasi, la policía secreta de la extinta
Alemania Oriental. Con este sistema se aseguraría la permanencia perpetua de la
izquierda en el poder.
A comienzos de los años 90, la logia militar de Chávez alcanzó la masa crítica necesaria
luego del Caracazo. En ese momento Fidel consideró que estaban dadas las condiciones
objetivas y era hora de tomar el poder. Tras la insurrección militar se pondría en práctica
el plan del Foro de Sao Paulo. Se instauraría una Junta Cívico Militar, incluyendo viejos
políticos de prestigio que no tendrían poder y pronto serían desechados. Chávez,
entretanto, sería endiosado y se reservaría el Ministerio de la Defensa y Comandante
General del Ejército. Mientras se desarrollaba este escenario, Fidel ejercería el poder a
desde La Habana.
Engolosinado con su plan, Fidel Castro no percibió que Chávez había incorporado en la
conspiración (además de los comunistas) a otros grupos civiles y militares que no le eran
afectos. Tampoco se percató de que, aunque el jefe de la logia lo admiraba, tenía su
estrategia propia. Obnubilado ante la posibilidad de controlar Venezuela y manejar su
ingreso petrolero para financiar la revolución hispanoamericana, el dictador cubano no
pensó que podría ser traicionado.
El 4F quedó en evidencia una cadena de confabulaciones dentro de la conspiración. Esas
traiciones, unidas a los errores en la planificación, ejecución y conducción del golpe
dieron al traste con la insurrección. Este libro no solo cubre ese alzamiento. Aquí se
analiza el desarrollo del caudillo, su ideología y los grupos que lo apoyaron para crear
este fenómeno histórico. Chávez no fue un golpista militar tradicional. Su enrevesada
historia, rodeada por una aureola de santidad comunista, aún no ha sido explorada en
detalle. Este libro es un modesto intento para explicarlo.
CAPÍTULO 1
Douglas Bravo
La resistencia contra el dictador Gen. Marcos Pérez Jimenez (MPJ)
Los comunistas venezolanos siempre tuvieron interés en infiltrar a las FAN. El primero en
intentarlo fue Gustavo Machado. Posteriormente la idea fue impulsada por Douglas Bravo
durante largos años. Finalmente, Chávez concluyó la tarea. Para comprender el plan de
los rojos que culminó con la infiltración de Chávez, es necesario conocer la saga de
Bravo. Su historia comienza durante la dictadura del Gen. Marcos Pérez Jimenez.
MPJ fue miembro de la Junta Militar que gobernó a Venezuela entre 1948 y 1952. Luego
del asesinato del Presidente de la Junta, el Cnel. Carlos Delgado Chalbaud en noviembre
de 1950, Pérez se convirtió en el “hombre fuerte”. En 1952 se hizo dictador hasta su
derrocamiento en 1958. Durante su dictadura se desarrolló un movimiento subversivo
que se inició a nivel estudiantil en universidades y liceos. Posteriormente la resistencia se
extendió a los sindicatos, las Fuerzas Armadas y la población en general. Uno de los
motores de ese movimiento fue Douglas Bravo. Siendo estudiante de secundaria tuve un
contacto fugaz con ese líder comunista que hizo creer a algunos subversivos de izquierda
que yo era parte de su movimiento.
En julio de 1951, a los 11 años terminé la primaria en mi ciudad natal en San Cristóbal,
una ciudad ubicada en la región de los Andes. Siendo huérfano de padre, mi mamá
obtuvo para mí una beca para estudiar interno en la Escuela Normal de Maestros Miguel
Antonio Caro, en Caracas. Las escuelas normales de la época eran liceos que formaban
maestros de primaria. Mi plan era ingresar a la Academia Militar al terminar la escuela
normal.
La Normal “Caro” en esa época tenía un excelente plantel de profesores y recibí buena
educación. Algunos profesores eran izquierdistas radicales chilenos y argentinos que
trataron de inculcarnos el marxismo. La mayoría de mis compañeros eran muchachos de
más de 15 años. Muchos de ellos fueron captados como activistas del Partido Comunista
(PCV). Cuando ingresé a la “Caro” no imaginaba que me iba a ver envuelto en el proceso
que a partir de Douglas Bravo, dio origen a Hugo Chávez.
En la normal se comentaba que MPJ era el “gorila” líder de la logia militar que
gobernaba. Como me proponía ser militar el tema despertó mi interés en esos complots.
Por la prensa me enteré en marzo de 1952 que el general Batista había dado un golpe en
Cuba. En julio de ese año, supe de un alzamiento de coroneles en Egipto. Así me enteré
que una logia de militares llamados “Oficiales libres”, dirigidos por el coronel Gamal Abdel
Nasser, habían derrocado al rey Farouk.
Mis años en la Normal Miguel Antonio Caro
En octubre de 1952 fue asesinado el líder de la resistencia del partido AD, Leonardo Ruiz
Pineda. Al final de ese año Pérez Jiménez impuso su dictadura. A finales de 1952 los
partidos, sindicatos y estudiantes se empezaron a rebelar y se creó la resistencia.
Douglas Bravo fue comisionado para organizar y entrenar militarmente a los estudiantes
del PCV en el Liceo “Toro” y la Normal “Caro”. A los 12 años los comunistas no me
consideraron candidato a combatiente. Varios de mis compañeros fueron reclutados por
esos grupos subversivos y adoctrinados con ideología comunista.
En julio de 1953 me enteré de un fallido asalto al Cuartel Moncada en Cuba, donde
hubo casi un centenar de muertos entre soldados y civiles. Los atacantes encabezados
por Fidel Castro habían sido detenidos. Aunque Cuba estaba en el Caribe a mí me pareció
tan lejana como Egipto.
En 1954 al pasar al 3er año tomé conciencia de las cosas políticas. Constantemente la
Normal era asediada por la policía, y las bombas lacrimógenas eran parte del paisaje. Fui
testigo y participé en enfrentamientos estudiantiles con la policía. Aunque por mi edad no
fui muy activo, sabía que tras bastidores estaba Douglas Bravo. En algunas
oportunidades asistí por curiosidad a sesiones secretas de adoctrinamiento en la propia
normal, en horas fuera de labor. Esas clases de ideología comunista me parecían
soporíficas.
Los combatientes eran mocetones tres o cuatro años mayores que yo. El grupo de
activistas comunistas era una minoría muy activa y fanática dedicada a hacer
proselitismo o promover disturbios. Para las acciones de calle, eran utilizados muchachos
fuertes y por mi edad yo era una impedimenta. Aunque me formé dentro de un caldo de
cultivo izquierdista en la “Caro”, fui alérgico al virus marxista. Me había propuesto ser
militar luego de graduarme de maestro y sabía que los comunistas no eran aceptados en
la Academia Militar de Venezuela (AMV). Ese hecho me creó anticuerpos contra el
marxismo
En mayo de 1955 supe por la prensa que Batista había amnistiado a los asaltantes del
Cuartel Moncada y que su líder, Fidel Castro, se había marchado a México. Antes de su
partida creó el Movimiento 26 de Julio (M26) conmemorando la fecha de su asalto fallido
al Moncada. En ese momento no di importancia al asunto porque estaba pendiente de mi
graduación como maestro. En julio de 1955, tres de mis compañeros se fueron a la
Academia Naval y dos a la Escuela de Aviación. Los que fueron a la Marina eran
comunistas. Obviamente había un proceso de infiltración a las FAN y el cedazo para
impedir la entrada de marxistas no era muy eficiente. No pude ir a la Academia Militar
ese año porque no tenía la edad mínima de 16 años requerida.
A partir de 1954 Bravo decidió dar un barniz ideológico a sus muchachos. Para
adoctrinarlos reclutó al historiador José Esteban Ruiz Guevara. Este hombre diez años
mayor que Douglas, era un comunista perseguido por la Seguridad Nacional (SN), la
policía política de la dictadura. Douglas lo incorporó a su grupo de resistencia clandestina
y le facilitó “conchas” o escondrijos para esconderse en Caracas. A cambio, Ruiz dictaba
clases de ideología marxista en la “Caro” y el “Toro”. De esta manera Ruiz se convirtió en
un predicador marxista a quien apodamos “El maestro”. En esas funciones lo conocí
cuando asistí a sus charlas de catequización. A partir de ese momento los izquierdistas
consideraron erróneamente que era uno de ellos.
Fidel en México
En México Fidel entró en contacto con el venezolano Gustavo Machado. Este era un
importante agente soviético para Latinoamérica. Machado lo puso al tanto de las
actividades de la resistencia en su país. El tema interesó a Fidel quien entonces
organizaba su expedición a Cuba y tenía gran interés en Venezuela.
Ese interés le nació cuando se enroló en 1947 en la fallida expedición de “Cayo
Confites”. Esa fue una invasión a República Dominicana financiada secretamente entre
otros por Rómulo Betancourt, siendo presidente de la Junta de Gobierno en Venezuela.
Como Fidel soñaba en ser el líder de una gran nación hispanoamericana a la cual bautizó
“La patria grande”, pensó que Venezuela sería una buena fuente de apoyo para su
proyecto. Tras esta idea Fidel se había acercado a Rómulo Betancourt, Carlos Andrés
Pérez (CAP) y Luis Beltran Prieto Figueroa cuando estuvieron exiliados en La Habana. En
esa época no le hicieron caso porque era muy joven.
Lucila Velázquez
En México Fidel gracias a Gustavo Machado, se mantuvo en contacto con venezolanos
exiliados. Poco después Fidel aceptó una invitación del “Che” a una reunión en el
apartamento que compartía su amante, la peruana Hilda Gadea con la poetisa
venezolana Lucila Velázquez. Luego de conocer a Lucila, Fidel se dio cuenta que tenía
relaciones políticas muy importantes y la cortejó hasta hacerla su amante.
Lucila se llamaba en realidad Olga Carmona y era hermana de Isabel Carmona, una
heroína de la resistencia venezolana. Isabel era una importante dirigente del partido
Acción Democrática que estaba detenida y había dado a luz en la cárcel. Isabel Carmona
era gran amiga de Betancourt Esa relación le permitió conocer a su hermano Jesús
Carmona, un joven estudiante que le iba a ser muy útil en Venezuela.
Mi graduación como maestro
En julio de 1955, me gradúe de maestro. Al recibir el título no podía trabajar por ser
menor de edad y mi mamá se empeñó en que no fuera a la Academia Militar porque
buscaba una beca para enviarme a estudiar ingeniería a los EE.UU. Para complacer a mi
madre ingresé al Liceo de San Cristóbal para terminar bachillerato, pero seguía atraído
por la carrera castrense.
Tradicionalmente, en Venezuela la carrera militar era vista como una profesión honrosa.
Esa actividad había servido de trampolín a muchos oficiales para escalar a estratos
superiores dentro de la sociedad. Incluso los militares podían ir a la universidad luego de
graduarse. Como un bono adicional muchos militares habían sido presidentes, aunque no
me atraía la política.
Cierre del Fermín Toro y mudanza de la Escuela Caro.
Luego de mi graduación la Normal “Caro” fue mudada fuera de Caracas porque el
dictador MPJ la considerada un centro de agitación marxista. Sus instalaciones se
entregaron al Liceo Militar “Ayacucho”. La idea era que al convertirse en un liceo militar,
no caería bajo la influencia de la izquierda. El Liceo “Toro” corrió peor suerte siendo
clausurado. Al cerrar, sus estudiantes tuvieron que buscar cupos en planteles cercanos.
Algunos padres lograron que sus hijos fuesen aceptados en el Liceo Militar Ayacucho.
Dado que el ingreso a los liceos militares no era controlado por la inteligencia militar, en
este lote se colaron varios activistas comunistas.
Antes del cierre del Fermín Toro varios estudiantes de este Liceo ingresaron a las
escuelas militares. No todos ellos eran comunistas, pero muchos habían sido “tocados”
por los reclutadores de Douglas Bravo. A la Academia Militar ingresaron ese año entre
otros Ramón Andrés Cuervo Romero y José Luis Prieto. En 1956 ingresó Ítalo del Valle
Alliegro. Los menciono porque sus carreras se cruzaron más tarde con las de Hugo
Chávez. Cuervo y Prieto alcanzaron el grado de General de Brigada, mientras que Alliegro
fue General de División. Alliegro y Prieto fueron ministros de la Defensa. Prieto fue
ministro de Defensa de Chávez.
El cierre del liceo “Toro” aumentó la presión por cupos al Liceo Militar “Ayacucho”. Ese
plantel servía de vivero para generar futuros cadetes. La mayoría de sus alumnos eran
hijos o familiares de militares. En 1955 su director era el teniente coronel Martín García
Villasmil. Entre sus oficiales de planta estaba el teniente Vicente Luis Narváez Churión.
Ambos oficiales llegaron a ser Ministros de la Defensa. Dado que el liceo Ayacucho
ocupaba menos de la mitad de las instalaciones de la Normal, el espacio libre fue
aprovechado para resolver el problema del cupo del Fermín Toro. De esta manera
muchos estudiantes sin cupo de ese liceo ingresaron al “Ayacucho”. Algunos de estos
jóvenes traían el virus marxista.
Los liceos militares por su naturaleza y la procedencia de sus alumnos se consideraban
una fuente no contaminada de aspirantes a cadetes. Los graduados de esos planteles no
eran sujetos a mucho escrutinio para el ingreso a las academias castrenses. El hecho que
el Liceo Militar Ayacucho era un canal de penetración no vigilado no pasó desapercibido
para Douglas Bravo.
Las armas de Betancourt
En julio de 1956, cuando los preparativos para la expedición de Fidel estaban casi listos,
una delación puso en peligro su plan. La policía mexicana detuvo a Fidel y su banda en la
hacienda donde se entrenaban y su armamento fue decomisado. Al enterarse Gustavo
Machado se puso en contacto con el ex presidente Lázaro Cárdenas. Gracias a sus
influencias pronto Fidel y sus hombres estaban en libertad, pero su armamento no fue
devuelto.
En agosto de 1956, Fidel estaba libre pero desarmado. En ese momento recordó el
incidente que ocasionó el suicidio de Eduardo Chibás. En 1951 Fidel era un abogado
recién graduado, trabajaba como asistente de Chibas quien era candidato presidencial de
la oposición. A través de sus contactos con los venezolanos Fidel se enteró que el Ministro
de Educación Aureliano Sánchez Arango había emitido ilegalmente un cheque de
$300.000 de la partida secreta. Fidel buscando desacreditar a Sánchez Arango quien era
el candidato del gobierno le sopló a Chibas el dato. Este acusó a Sánchez de corrupto. El
acusado reveló que ese cheque se lo había entregado a Betancourt por orden del
Presidente Prio Socarras para comprar armas destinadas al derrocamiento del dictador
Pérez Jimenez. Al saber esto Chibás se suicidó.
Para Fidel en 1955, las armas compradas por los venezolanos podían ser su salvación y
Lucila Velázquez era el canal ideal para llegarle al líder venezolano. De inmediato decidió
ir con su hermano Raúl al apartamento de Lucila. Allí estaba de visita al joven Luis Prieto
Oliveira, hijo de Prieto Figueroa, que estudiaba en la Universidad de México. Fidel le pidió
que llamara a su papá para que lo comunicara con Betancourt. De esta manera Fidel
habló con Beltrán Prieto y le explicó su apuro. Prieto le indicó que luego de la caída de
Jacobo Arbenz en 1954, el alijo de armas había sido sacado de Guatemala y trasladado a
Costa Rica. Prieto ofreció elevar la solicitud a Betancourt. El ex presidente accedió
ordenando a Carlos Andrés Pérez (CAP) la entrega del material de guerra. Poco después
CAP se reunió con Fidel en Costa Rica para la entrega de las armas que permitieron
zarpar a Fidel hacia la historia en el Granma.
Pedro Miret
En agosto de 1956 Fidel se reunió en México con Pedro Miret, uno de sus lugartenientes
quien resultó herido en el asalto al Cuartel Moncada. Este individuo, por problemas de
salud se había quedado en Cuba organizando el M26. Posteriormente este lugarteniente
de Fidel jugó un rol importante en Venezuela.
Como Miret no estaba en condiciones físicas para ir a la guerra, Fidel no lo embarcó en
el Granma y lo dejó en México encargado de levantar fondos y establecer conexiones con
Venezuela. Para cumplir esta misión Miret trabajó con Gustavo Machado en Ciudad de
México y dirigió la creación de una célula del M26 en Caracas. Ese fue el inicio de una
larga relación de Miret con los comunistas venezolanos
La despedida de Fidel
Antes de zarpar hacia Cuba, Gustavo Machado invitó a los hermanos Castro y a Miret a
una cena de despedida. En esa oportunidad Machado le reveló que el Capitán de Navío
Carlos Larrazábal, quien había sido agregado naval en México, le había revelado un
secreto importante. En los depósitos de armamento de las FAN venezolanas estaba
almacenado un arsenal con excedentes de la Segunda Guerra Mundial que iba a ser
desincorporado. Ese material de guerra había sido donado por los EE.UU. Una dádiva
similar había sido recibida por Cuba y era dotación del Ejército de Batista. El lote de
armas no iba a ser utilizado porque Pérez Jiménez (MPJ) planeaba comprar armas más
modernas. Una vez derrocado MPJ, sería factible sustraer parte de este material de
guerra y enviarlo secretamente a la Sierra Maestra. El resto del arsenal podría usarse
para dotar a revolucionarios civiles en Venezuela.
En esa cena Machado informó a Fidel que la resistencia contra MPJ avanzaba y se
organizaba un golpe militar. Machado le recomendó a Fidel enviar a Miret a Venezuela.
Allí serviría de enlace, primero con la resistencia contra Pérez Jiménez, y luego con el
nuevo gobierno que se establecería. Al terminar la cena Machado, le entregó a Fidel un
obsequio donado por la URSS: dos modernos equipos de radio aficionado de onda corta
(HF SSB). Con ellos Castro podría comunicarse telegráficamente con Miret en México. Ese
radio fue una de sus armas más poderosas que llevó Fidel a Cuba.
Douglas Bravo y la infiltración militar
Mientras Fidel estaba en la Sierra Maestra, Douglas se desempeñaba como jefe del Brazo
Militar del PCV. En esa posición había hecho un excelente trabajo de infiltración en los
niveles intermedios y bajos de los cuadros militares. Para mediados de 1957 ya contaba
con más de un centenar de militares captados, especialmente en el Ejército. En la Marina
no había tenido mucho éxito, pero Carlos Larrazábal, el oficial naval amigo de Machado
tenía una célula subversiva en la infantería de Marina que ayudaba a llenar ese vacío. Lo
más importante de este oficial naval era clave para acceder a los excedentes de guerra
donados por los EE.UU.
A comienzos de 1957 Pérez Jiménez recibió una solicitud de su compadre, el capitán de
Navío Carlos Larrazábal, quien era agregado naval en Brasil. Como su ascenso a
Contralmirante se acercaba, necesitaba volver al país. Pérez Jiménez necesitando gente
de confianza a su alrededor y sin saber que su compadre se había hecho comunista, lo
ascendió y lo designó Director de Canalizaciones. Esa promoción pasó desapercibida.
Luego de una década en el extranjero, nadie se acordaba de su viejo problema
disciplinario.
La Junta Patriótica (JP) venezolana
La necesidad de coordinar las actividades de la resistencia, dio pie a la creación de la
Junta Patriótica (JP) en junio de 1957. Esta era una federación de partidos y
organizaciones no gubernamentales de oposición que incluía a los comunistas. La JP no
era una alianza operativa sino un foro clandestino en el cual partidos políticos,
empresarios, militares y fuerzas vivas coordinaban la lucha contra el régimen. Su jefatura
era rotativa y cambiaba mensualmente. Douglas Bravo aprovechó este foro para
establecer contactos con la logia de militares nasseristas que dirigía el Tte. Cnel. Hugo
Trejo. Este grupo estaba compuesto fundamentalmente por oficiales subalternos, y
algunos mayores segundos comandantes de batallón.
Además de los nasseristas de Trejo que eran izquierdistas nacionalistas, había un grupo
derechista conspirando separadamente. Esta logia centrada en la Fuerza Aérea era
dirigida por el Cnel. Jesús María Castro León y el mayor Martín Parada. Castro León decía
ser nieto del expresidente Cipriano Castro y se había graduado en la Escuela de Aviación
en 1928. En 1931 fue descubierto conspirando y pasado a retiro. A la muerte de Gómez
en 1935 se reintegró al servicio activo.
Ante el creciente número de oficiales captados por Douglas, el PCV creó el Frente Militar
de Carrera (FMC). Esta organización integrada por oficiales izquierdistas activos en las
FAN fue puesta bajo su mando. El FMC fue creado por el PCV para infiltrar la logia
nasserista del Ejército venezolano. Gracias al apoyo del teniente coronel Rafael Aurelio
Arráez Morles, Douglas hizo una alianza con el líder de los nasseristas, el teniente coronel
Hugo Trejo. Este oficial no era comunista, sino más bien un hombre muy religioso que se
alió con Douglas para derrocar a MPJ.
Los comunistas venezolanos
A mediados de 1957 el PCV era el partido mejor financiado y organizado de la resistencia,
pese a que sus principales jerarcas estaban exiliados. La principal arma de los comunistas
era su brazo militar que habían fortalecido con el apoyo encubierto de los soviéticos. En
esa época el secretario general del PCV era Pompeyo Márquez (alias Santos Yorme) y
Guillermo García Ponce era su mano derecha. Machado, el experto del PCV en temas
militares, estaba exiliado en México. El brazo armado del PCV lo dirigía su lugarteniente
Teodoro Petkoff, quien era asesorado por el coronel Arráez Morles, un infiltrado
comunista que había sido retirado del Ejército por el dictador. La jefatura operativa de los
grupos armados en la calle estaba en manos de Bravo, quien estaba encargado de los
contactos del PCV con los militares nasseristas y dirigía la operación de infiltración de las
academias militares. MPJ sabía de la conspiración dentro del Ejército, pero contaba con el
apoyo de los norteamericanos y de sus órganos de seguridad para controlarla. Los
yanquis por su lado veían con desconfianza la presencia de comunistas en la resistencia.
Mi ingreso a la Academia Militar
Mientras la resistencia contra Pérez Jiménez crecía, terminé mi bachillerato en julio de
1957. Al graduarme de bachiller en el liceo Simón Bolívar de San Cristóbal apliqué por
una beca en la empresa petrolera TEXACO y fui pre seleccionado. Para obtener la beca
debía presentar el examen TOEFL demostrando que hablaba inglés. Simultáneamente me
registré como aspirante a cadete para la Academia Militar. Al efecto presenté los
exámenes de admisión y fui seleccionado. Como mi inglés era deficiente, la beca para los
EEUU no era segura; pero el ingreso a la Academia Militar era un hecho. Ante ese dilema
me fui a la vida militar antes de presentar el TOEFL.
Para la época de mi ingreso a la Academia Militar, Douglas Bravo trabajaba duro en su
proyecto clandestino de infiltración de las FAN y ya había sembrado algunas fichas. Al
llegar a la Academia Militar me sentí realizado. Esa era mi vocación y resolvía la
estrechez económica en casa. En agosto de 1957 me juramenté como cadete.
Al poco tiempo de mi ingreso me di cuenta de que algunos izquierdistas de mi liceo y de
la Normal “Caro” habían ingresado conmigo y que otros lo habían hecho antes y eran
cadetes superiores a mí. El hecho me pareció extraño porque han debido ser rechazados,
pero allí estaban. En aquella época no tenía idea de la operación de infiltración
comunista, ni de la creación de la Junta Patriótica y menos de la existencia de la logia
nasserista.
Fidel en la Sierra Maestra
Fidel no había progresado mucho luego de su arribo a la Sierra Maestra. Castro empezó a
preocuparse porque sus rivales por el liderazgo de la resistencia contra Batista en las
ciudades amenazaban con adelantársele. Era necesario salir de su baluarte para bajar al
llano e iniciar su ofensiva antes de que sus adversarios se le adelantaran. El problema
era que aunque tenía suficientes reclutas y seguidores, no contaba con suficiente
armamento.
Para Fidel, Venezuela era su principal esperanza. Por medio de Pedro Miret y Gustavo
Machado en México, el jefe guerrillero se mantenía informado de los avances de la
resistencia contra MPJ. Al caer el dictador, contaba con recibir dinero y armas
venezolanas. Sin ese apoyo estaba condenado a permanecer enclaustrado en la montaña
mientras sus competidores tomaban el poder.
El golpe de enero de 1958
En octubre de 1957, Machado informó a Fidel que en Venezuela habría un golpe cívico
militar a fines de diciembre. Al caer el dictador MPJ se nombraría una Junta de Gobierno.
Machado aconsejó a Fidel enviar a Miret a Venezuela para hacer contactos que serían
útiles para conseguir apoyo con la Junta luego del triunfo de la insurrección. Castro
ordenó a Miret viajar a Caracas a crear una célula del M26 y coordinar operaciones con
los comunistas en la JP.
Los comunistas eran el partido más disciplinado, mejor organizado y con mayores
recursos gracias al apoyo soviético. Los rojos sabían que en Venezuela los
norteamericanos impedirían una revolución comunista que pusiera en peligro su principal
fuente de petróleo. Para evitar suspicacias, el PCV decidió encubrirse tras la fachada de la
JP.
A fines de noviembre el malestar militar era evidente, aun para mí que era un cadete
bisoño. El 2 de diciembre de 1957, durante la inauguración de la Escuela Básica de las
Fuerzas Armadas, me di cuenta que algo no marchaba bien. En ese acto se hizo una
parada a la cual acudió Pérez Jiménez. El ambiente era tenso y la vigilancia alrededor del
acto fue excesiva. El primer mandatario tardó casi una hora en presentarse y durante la
espera escuché a algunos tenientes murmurando. En ese momento no tenía idea de que
un golpe militar estaba en marcha pero aunque solo tenía cuatro meses como cadete
intuí que algo grave iba a suceder.
El golpe de Trejo
Trejo tenía planeado alzarse el 6 de enero de 1958. Entretanto los militares derechistas
dirigidos por el Cnel. José María Castro León y el mayor Martín Parada de la Fuerza Aérea
habían planeado insurreccionarse la noche del 31 de diciembre de 1957. El 28 de
diciembre el dictador detectó los preparativos para la asonada derechista y ordenó la
captura de Castro León.
Ante la movilización policial y las capturas de los conspiradores de derecha, Trejo
decidió adelantar su golpe para el 1o de enero. En esa fecha algunas unidades insurrectas
salieron a la calle, pero el tirano logró controlar la asonada. En esa oportunidad fueron
detenidos más de 500 civiles y unos 300 oficiales incluyendo a Trejo. La rebelión fue
abortada, pero el régimen quedó herido de muerte. Los detenidos fueron acusados de
insurrección y encarcelados en los sótanos del Palacio Blanco, frente a Miraflores. Los
presos civiles y militares permanecieron juntos por tres semanas. Esto dio oportunidad a
los comunistas de infiltrar aún más a los militares.
El 23 de enero de 1958
En la calle la presión popular iba en aumento. Douglas sentía que la dictadura se
desplomaba, pero los mejores cuadros comunistas estaban detenidos y la logia nasserista
estaba desmantelada. El lunes 21 de enero la Junta Patriótica convocó a una huelga
general, pero el régimen se mantuvo firme. El 22 se empezaron a notar movimientos
sospechosos en los cuarteles. En la Academia Militar los oficiales cuchicheaban en los
rincones. Yo era apenas un cadete de primer año pero presentía que algo serio se
cocinaba.
Esa noche, en lugar de acostarnos a la hora acostumbrada, recibimos orden de
uniformarnos de campaña, tomar nuestro armamento y dirigirnos al parque para recibir
nuestra dotación de proyectiles de guerra. Luego de recoger la munición nos ordenaron
establecer un perímetro defensivo alrededor a la Academia Militar. Ningún oficial dio
explicaciones sobre esos extraños movimientos. Entre nosotros se rumoraba que
seríamos atacados por tropas del vecino Batallón de infantería “Bolívar” que era leal al
dictador.
Al desplazarnos a ocupar nuestras posiciones cerca de medianoche, pasamos frente al
despacho del Director, el Cnel. Pedro José Quevedo. Allí vi un grupo de oficiales de
distintas fuerzas. Luego me enteré que en ese grupo estaba el Cap. Brett Smith, un
infiltrado comunista de Douglas Bravo. Al salir a la calle a ocupar una posición defensiva
observé que había demasiados carros frente a la Academia. Muchos oficiales
deambulaban nerviosamente y varios convoyes con tropas salían de Fuerte Tiuna en traje
de campaña armados hasta los dientes. Cerca de la medianoche, Pérez Jiménez recibió
un ultimátum de los conjurados reunidos en la Academia Militar. El capitán de Navío José
Vicente Azopardo lo llamó exigiendo su rendición. Cuando el tirano analizó su
desesperada situación decidió huir.
Huida del General Pérez Jimenez
Cuando Pérez Jiménez huyó de Miraflores después de medianoche del 23 de enero de
1958, Fabricio Ojeda, un reportero del Palacio informó a su jefe, el comunista Guillermo
García Ponce. Este era el representante del PCV en la Junta Patriótica. En ese momento
García ordenó a Ojeda que pasara por su casa recogiendo la proclama anunciando la
caída de la dictadura. Este documento debía entregarlo a Amílcar Gómez un líder de URD.
Este era el jefe “de turno” ese mes en la JP. Amílcar era locutor de un programa matutino
de gran audiencia en Radio Continente. En ese programa que salía al aire a las 5 de la
mañana anunciaría al país el derrocamiento de la dictadura.
Hecho esto García Ponce ordenó a Douglas Bravo que movilizara sus fuerzas de choque
hacia el Palacio Presidencial. En ese pequeño contingente estaba la “fuerza” liliputiense
de francotiradores cubanos que debía tomar posiciones en las azoteas de edificios
vecinos. La misión de Douglas era controlar Miraflores, antes del arribo de los militares
alzados.
Fabricio Ojeda era un periodista de diario El Nacional propiedad del comunista Miguel
Otero Silva, compañero de aventuras de Gustavo Machado. Por instrucciones de Machado,
Otero Silva había infiltrado a Ojeda en Miraflores. El reportero era un agente comunista
que se hacía pasar como miembro de URD.
Luego de medianoche, desde mi puesto defensivo, presencié la salida del convoy de
jefes militares rumbo a Miraflores. Siendo apenas cadete de 1er año pude observar en
primera fila el desarrollo de un golpe de Estado. En ese momento el capitán Brett,
notificó a Douglas que los jefes insurrectos encabezados por el CA Wolfgang Larrazábal
iban hacia Miraflores.
Los comunistas sabían que entre los oficiales alzados había derechistas que aspiraban a
formar parte de la Junta de Gobierno. Esto debía ser impedido nombrando a Wolfgang
Larrazábal a la cabeza, y su hermano Carlos como Ministro de la Defensa. Wolfgang no
era comunista, pero su hermano sí. Antes de que Bravo arribara a Miraflores, la caravana
del dictador partió hacia el aeropuerto de La Carlota. Al acercarse los comunistas a las
rejas del Palacio de Gobierno hubo una escaramuza con los centinelas. Sabiendo que no
contaban con suficientes fuerzas Douglas ordenó retirarse luego de sufrir algunas bajas.
Se instala la Junta de Gobierno
Cerca de la 1:00 AM hizo su entrada a Miraflores el convoy con los jefes militares alzados.
En medio del caos en Miraflores se instaló la Junta de Gobierno encabezada por Wolfgang
Larrazábal. Su primera acción fue proponer nombrar a su hermano Carlos ministro de la
Defensa. Esa idea no fue aceptada, pero fue designado como su reemplazo en el
Comando de la Marina. Gracias a un acuerdo previo entre los partidos AD, COPEI y URD,
en la nueva Junta no fue nombrado ningún miembro de la Junta Patriótica ni de los
comunistas. Este trio de partidos del estatus integraba un grupo denominado “Pacto de
Punto Fijo”.
Esa madrugada Fabricio Ojeda se presentó en casa de Amílcar Gómez con la proclama
escrita por García Ponce. El presidente de la Junta Patriótica al enterarse de la misión
asignada adujo estar enfermo. Ante esto Ojeda decidió ir personalmente a Radio
Continente y leer ese documento. Al ser la voz de la proclama los venezolanos creyeron
que Fabricio Ojeda era el jefe de la Junta Patriótica, pero solo fue un mensajero.
Los oficiales detenidos fueron liberados el 23 de enero en la mañana. Hugo Trejo y
otros líderes de ese grupo fueron a Miraflores y forzaron la modificación de la Junta de
Gobierno. En medio de la algarabía por la huida de Pérez Jiménez, Salom Mesa Espinoza
fue puesto en libertad. Al salir llamó a su asistente Nicolás Maduro García a Cúcuta y le
pidió que regresara a Caracas.
El Gobierno del Almirante
Wolfgang Larrazábal fue un presidente de transición de tendencia populista que introdujo
cambios democráticos en un país acostumbrado a las dictaduras. Fue un hombre
simpático, honesto y sensato. Demostró ser un militar demócrata, con sensibilidad social
y mantuvo la paz durante su breve mandato. Él mismo recortó su periodo como
presidente de la Junta de Gobierno convocando a elecciones presidenciales en diciembre
de 1958. Tomó esa decisión pensando que podría ganar los comicios con el apoyo de los
partidos URD y PCV. Una de sus primeras medidas, presionado por su hermano Carlos,
fue legalizar el Partido Comunista.
La institución militar no podía escapar al tsunami de los cambios. Luego de la caída de
Pérez Jiménez, en las escuelas militares se incluyeron nuevas asignaturas para inculcar a
los cadetes valores democráticos. Profesores civiles empezaron a impartir clases de
sistemas políticos alabando a la democracia y se nos inspiró lealtad a la Constitución.
Pese al esfuerzo, el militarismo siguió latente en un país donde la mayoría de los
presidentes han sido generales. Esta tradición de gobiernos castrenses tiene profundas
raíces. El primero fue Bolívar, el primer caudillo venezolano. Este maligno hábito fue
alimentado por un culto casi religioso al Libertador y la creación del mito de que las
Fuerzas Armadas son la reserva moral de la nación. Los gobiernos civiles no gozan de
tradición en Venezuela y la democracia tiene enemigos a derecha e izquierda.
Pese al caudillismo endémico, en 1958 un optimismo democrático se respiraba en la
región. Fidel Castro en la Sierra Maestra lucía atractivo como un civil demócrata
empeñado en derrocar la dictadura de Batista. En esa época el caudillismo militar
dominaba la región apoyado por los EE.UU. La llegada de la democracia a Venezuela
trajo cambios en los cuarteles. Los uniformados empezaron a hablar de política, un tema
tabú prohibido durante la dictadura. En conversaciones muchos militares manifestaban
simpatizar con Fidel. El joven guerrillero era visto como un ejemplo a seguir para
fortalecer la democracia de la región.
E l pensum de las escuelas militares fue sujeto a reformas “democráticas”. El nuevo
gobierno promovió la democracia mediante conferencias, seminarios y asignaturas de
ciencias políticas. En las aulas se explicaba la democracia, el comunismo, el fascismo y el
nazismo. En esas clases se nos enseñó que el Partido Comunista era legal y que era una
organización política como cualquier otra. También se nos inculcó que debíamos ser
apolíticos, leales a la Constitución y que las FAN no podían ser o pertenecer a un partido
político. El apoliticismo implicaba que no podíamos hacer proselitismo partidista
públicamente, ni pertenecer a un partido político, ni votar. Con ciertos límites, no era
pecado que los militares tuvieran ideas políticas.
Al huir Pérez Jiménez se hizo una purga severa en el Alto Mando. Casi todos los
generales fueron retirados. En esa época se reincorporaron a las FAN algunos de los
oficiales que habían sido expulsados. Los principales batallones y otras unidades clave
fueron asignados a estos oficiales de confianza a quienes llamamos “reencauchados”. Los
líderes del alzamiento contra MPJ ocuparon cargos importantes, menos Hugo Trejo a
quien se consideraba izquierdista.
Exclusión del Partido Comunista
Al huir Pérez Jiménez hubo, un ambiente de paz que impulsó a los jefes comunistas Jesús
Farías y Pedro Ortega Díaz a proponer la disolución del aparato armado del partido y
buscar la “paz democrática”. Este breve periodo de luna de miel se interrumpió ante la
exclusión de los comunistas del gobierno. El PCV, que había jugado un papel fundamental
en la resistencia, no formó parte de la Junta Militar de Gobierno. Los rojos achacaron su
exclusión a presiones de los norteamericanos, los militares derechistas y los partidos del
Pacto de Punto Fijo.
La nueva situación fue discutida por el aparato militar del PCV dirigido por Petkoff y su
segundo Bravo. Esa organización incluía fuerzas de choque paramilitares y el Frente
Militar de Carrera (FMC), compuesto por los militares de izquierda infiltrados. Los
pacifistas o “palomas” adujeron que había que esperar el desarrollo de las elecciones
futuras y que se debía disolver el aparato militar de la resistencia. Esta propuesta fue
rechazada por los guerreristas o “halcones” encabezados por Gustavo Machado, Pompeyo
Márquez, Guillermo García Ponce, Teodoro Petkoff y Douglas Bravo. Ellos recomendaron
mantener el aparato armado y sabotear las elecciones de diciembre de 1958. Los
pacifistas lograron que se aceptara la participación en las elecciones el PCV apoyando a
Wolfgang Larrazábal. Los guerreristas mantuvieron el aparato armado en el entendido
que si perdían esas elecciones, solo quedaba el camino de la guerra.
Bravo era el jefe comunistas más agresivo. Según sus declaraciones, para el 23 de
enero el Frente Militar de Carrera (FMC) contaba con cerca de 90 oficiales, incluyendo el
Tcnel. Trejo. Los alzados, al ser liberados regresaron a sus cuarteles. Trejo, al salir de
prisión se fue a Miraflores, pero ya era muy tarde y tuvo que conformarse con el cargo de
subjefe del Estado Mayor Conjunto. El contingente militar del FMC era la carta secreta de
Douglas y con ellos pensaba tomar el poder.
El enviado secreto
Cuando Fidel se enteró de la huida de MPJ, buscó ayuda al nuevo gobierno venezolano.
Aunque su tendencia izquierdista era conocida, no se había declarado marxista. El centro
izquierdismo era una posición “políticamente correcta” y Fidel encubierto con ese manto
no despertaba sospechas. Para Castro el apoyo de Venezuela era vital y para lograrlo
diseñó un plan.
En el pandemonio de los días que siguieron a la caída de la dictadura, apareció en la
casa de Wolfgang Larrazábal su hermano Carlos con un mensaje secreto de Fidel. El
cubano solicitaba que Wolfgang recibiera privadamente a un emisario personal. Una vez
que su hermano le explicó el objeto de la visita secreta, Wolfgang accedió. Esta
interesante historia aparece en el libro Un insurrección en dos épocas, editado por el
gobierno cubano con autorización de Castro.2
2. Reinaldo Suárez. (2001). Un insurrección en dos épocas. La Habana-Cuba: Editorial Ciencias Sociales. [Libro en
línea http://www.lajiribilla.co.cu/pdf/vportada.pdf]
CAPÍTULO 2
¡Armas para Fidel!
La operación Manigua
Poco después de la caída de Pérez Jiménez, llegó a Venezuela el enviado secreto de
Fidel. Para entonces el comandante fidelista Pedro Miret estaba instalado en Caracas y
había organizado una célula del M26. Los tres francotiradores de Fidel regresaron a la
Sierra Maestra.
Al llegar Buch en el aeropuerto lo esperaban Pedro Miret y Fabricio Ojeda. Con ellos fue
conducido al despacho del Comandante de la Marina, Carlos Larrazábal. El marino había
acordado con Gustavo Machado un plan para la entrega secreta de armas a Fidel. El
arsenal que se entregaría incluía 5 mil carabinas M1 Garand calibre 30 con munición.
Adicionalmente habría otro material de guerra incluyendo morteros, granadas y minas
destinadas a la Infantería de Marina. Eran armas excedentes de la Segunda Guerra
Mundial pero estaban nuevas. Un lote similar había sido donado al ejército cubano y
estaba en uso; por lo tanto esas armas pasarían desapercibidas.
Además de las armas, Buch informo a Carlos Larrazábal que también necesitaban un
donativo de 50 millones de dólares en efectivo, más los recaudos de una colecta pública
para Fidel. Los fondos de la colecta serían entregados a Pedro Miret, quien los enviaría a
la Sierra Maestra. Parte de esos fondos se usarían para era promocionar la imagen de
Castro en Venezuela. Terminada la reunión, Carlos Larrazábal coordinó con su hermano
la reunión con Buch. Los pormenores de ese encuentro fueron un secreto de Estado.
Luego de más de medio siglo, el estatuto de limitaciones para documentos clasificados
caducó y la información ya no es secreta.
“Manigua” fue el nombre en clave que Buch recomendó para esta operación súper
secreta de contrabando de armas. Carlos Larrazábal como Comandante de la Marina de
Guerra retiraría el arsenal del Servicio de Armamento del Ministerio de la Defensa. Luego
las haría desaparecer, aduciendo que lo había desincorporado por obsoleto.
Supuestamente esas armas serían destruidas lanzándolas al mar en una operación de
rutina bajo su responsabilidad. Militares de su confianza se encargarían de recoger el
material y transportarlo hasta Puerto Cabello. Allí, en un muelle controlado por la Marina
de Guerra, harían la entrega en un barco panameño. Esta nave sería fletada en forma
encubierta con fondos secretos venezolanos y dotados con tripulación compuesta por
miembros del M26. Ese armamento no sería lanzado al mar, en realidad su destino final
era la Sierra Maestra. El maquiavélico Fidel tenía un plan genial para ocultar este envío.
Para ejecutar este plan ya se habían asegurado la colaboración del Tcnel. Trejo, quien
desde el Estado Mayor Conjunto tenía autoridad sobre el Servicio de Armamento. Trejo
nombraría como subjefe de este Servicio a un oficial de su confianza. Antes de la entrega,
enviaría al Director del Servicio de Armamento a una inspección en San Cristóbal, una
ciudad ubicada a mil kilómetros de distancia. En Cuba, esas armas no despertarían
sospechas porque estaban en uso en el Ejército.
La colecta para Fidel
El apoyo financiero, incluyendo fondos públicos y privados, se entregaría utilizando como
cobertura una colecta pública. La recolección de fondos a nivel nacional se promovería
simultáneamente con una campaña publicitaria exaltando la imagen de Fidel. El
publicista Rene Estévez, quien estaba encargado de realzar la imagen de Wolfgang
Larrazábal, manejaría la propaganda. La logística estaría a cargo de un equipo que
nombraría Jesús Carmona, el hermano de Lucila Velázquez. Este joven al regresar de
México fue elegido presidente de la Federación de Centros Universitarios de la
Universidad Central de Venezuela (FCUCV). Carmona, propuso como tesorero a un
estudiante de Derecho llamado Alí Rodríguez Araque.
En abril de 1958, se inició la campaña “Un bolívar para la Sierra Maestra”, que fue
coordinada por Fabricio Ojeda del lado venezolano y el cubano Pedro Miret en la acera
cubana. La colecta la harían grupos de estudiantes de la UCV. Alí Rodríguez Araque debía
entregar la recaudación a Miret. En esa actividad, Alí se ganó el remoquete de “El
habilitado” y la confianza de Miret. Los fondos serían enviados a Fidel en los vuelos
clandestinos que transportarían las armas donadas a Cuba. Esta misión convirtió a Miret
en un importante funcionario cubano luego del triunfo de la revolución. Gracias a esos
servicios llegó a ser subsecretario de Defensa, miembro del Comité Central y del Buró
Político del Partido Comunista de Cuba. Además jugo un rol importante en el desarrollo
en Cuba de Nicolás Maduro Moros, el futuro presidente de Venezuela.
A los fondos de la colecta, Carlos Larrazábal agregaría fondos de la partida secreta de la
Marina en un monto igual a las donaciones recogidas. Ese dinero, convertido en dólares,
se entregaría en efectivo al comandante Miret. Así, la dádiva sería oculta y legal porque
parecería provenir de una colecta pública. Simultáneamente, la campaña publicitaria
elevaría el prestigio de Fidel ante la opinión pública venezolana e internacional.
Reunión entre Larrazábal y Buch
El presidente accedió a asistir a la reunión con Buch al día siguiente. Para evadir a los
periodistas, se decidió que se celebraría tras la fachada de una cena privada en casa de
René Estévez. Este amigo de confianza de Wolfgang Larrazábal estaba casado con la
periodista Isa Dobles, amiga de Fidel. A la entrevista solo asistirían Wolfgang, Carlos y
Buch. En esa reunión se discutirían temas delicados que, de conocerse, crearían un
escándalo internacional afectando la relación con EE.UU. Adicionalmente, podría generar
un roce con los partidos del Pacto de Punto Fijo afectando la candidatura de Wolfgang
para las elecciones presidenciales.
El tema de la entrega sin autorización de armas norteamericanas era espinoso y
seguramente sería vetada por Washington si se descubría. El apoyo a Fidel molestaría a
Betancourt, quien sospechaba que el cubano era comunista. Para rematar, Venezuela
enviaría armas a las guerrillas de un país con cuyo gobierno mantenía relaciones
diplomáticas. Carlos Larrazábal tenía instrucciones de Gustavo Machado de evitar estos
temas. Tampoco debía hablar del proyecto de Fidel para invadir a varios países del
Caribe. Esas cuestiones eran muy sensibles y podría descarrilar el plan. Carlos solo
hablaría de la donación en secreto de un pequeño lote de armas y pertrechos obsoletos
que iban a ser destruidos. Una vez autorizada la entrega, él ejecutaría el plan como
Comandante de la Marina de Guerra. Para facilitar entregas posteriores la Marina
compraría en forma encubierta un avión civil con fondos de la partida secreta.
Luego de una breve conversación, Wolfgang accedió a dar apoyo. Previamente su
hermano lo había convencido de que el plan era seguro. Las armas se entregarían con los
seriales borrados. Luego del triunfo de Fidel serían destruidas para no dejar rastro.
Wolfgang satisfecho con la explicación autorizó a su hermano a proceder. Rene Estévez
se encargaría de la campaña publicitaria y Fabricio Ojeda coordinaría con la FCUCV la
colecta.
El Comandante de la Marina actuó sin solicitar autorización al Ministro de la Defensa,
porque para efectos legales era una operación de rutina. Además, al no notificar evitaba
preguntas inconvenientes. El armamento estaba asignado a la Infantería de Marina y él
estaba autorizado para desincorporarlo y destruirlo.
Luego de la entrevista, Buch salió de Venezuela de incógnito del mismo modo que
entró. Por su parte, Miret se quedó en Venezuela coordinando con Fabricio Ojeda, Ramón
Carmona y Alí Rodríguez los detalles del plan. Este embarque de armas y el apoyo
financiero fue decisivo en el triunfo de Fidel, así como la campaña publicitaria que
promovió exitosamente su imagen en Venezuela.
Carlos Larrazábal entra en acción
Carlos Larrazábal informó a Hugo Trejo, la decisión de Wolfgang de entregar las armas a
la Marina y le recomendó nombrar un oficial de confianza como 2º en el Servicio de
Armamento. Para ese cargo Trejo designó al mayor Evelio Gilmond Báez. Gilmond había
comandado el Batallón Blindado Bermúdez en el alzamiento del 1º de enero. Un día
antes de la fecha de entrega de las armas, Trejo ordenó al jefe del Servicio de
Armamento realizar una inspección lejos de Caracas. Gilmond quedó encargado —y él
mismo me confirmó cómo hizo la entrega.
Para recoger las armas, Carlos Larrazábal envió un convoy de la Infantería de Marina al
mando de su sobrino, el teniente de Fragata Jesús “Chuchú” Molina Villegas. Gilmond
autorizó el retiro del cargamento. En este convoy se embarcaron 200 toneladas de
material de guerra que se dirigió a Puerto Cabello, donde en un muelle custodiado por la
Infantería de Marina esperaba un carguero. Una vez que las armas fueron puestas a
bordo, la nave zarpó en la madrugada rumbo a Cuba, sin que el Ministro de la Defensa ni
el jefe del Servicio de Armamento se enteraran.
En el trayecto, los seriales de las armas fueron borrados y el material fue desembarcado
en un puerto abandonado en el oriente de Cuba controlado por la guerrilla. Dado que
eran del mismo tipo que las armas del Ejército de Batista, era prácticamente imposible
trazar su origen. El arsenal se trasladó desde la costa en pequeños lotes a la Sierra
Maestra.
Posteriormente hubo pequeños envíos clandestinos por vía aérea. Estos vuelos sirvieron
para establecer un puente aéreo entre Caracas y La Sierra Maestra. Al efecto, Carlos
Larrazábal ordenó al capitán de Fragata Héctor Abdelnour Mussa, edecán de Wolfgang, la
compra de un avión con fondos de la partida secreta y designó al capitán de Navío
Alberto Taylhardat como piloto.
Ataque contra Nixon
Las operaciones encubiertas del Plan Manigua se hicieron sin que la inteligencia
norteamericana se enterara. Por esta razón las relaciones de Washington con Caracas se
mantuvieron cordiales. Una señal de simpatía fue el anuncio de una visita de cortesía del
vicepresidente Richard Nixon. Entre los acuerdos de ayuda a firmar se incluía una beca a
un estudiante de la Academia Militar (AMV) para cursar estudios en la West Point.
En abril de 1958 siendo cadete de 1er año me notificaron que yo había sido
seleccionado para esa beca. Para prepararme fui enviado a un curso acelerado de inglés
y recibí mi pasaporte. Mi ingreso a West Point estaba previsto para agosto de ese año. El
martes 13 de mayo de 1958 el Cadillac blindado de Nixon fue atacado por una turba
comunista en Caracas. Este hecho causó un roce diplomático. Como medida preventiva,
los americanos enviaron buques de su flota frente al puerto de La Guaira con unidades de
paracaidistas y marines. Aunque esas tropas no desembarcaron, entre las consecuencias
colaterales del incidente estuvo la cancelación de mi beca.
El Pacto de Caracas
El armamento y la ayuda financiera recibida por Fidel desde Venezuela cambiaron el
rumbo de la guerra en Cuba. Para julio de 1958 ya Castro estaba en capacidad de pasar
al ataque. Entre tanto, Batista (que sabía del fortalecimiento de la guerrilla) se preparaba
tardíamente para lanzar su “Ofensiva de verano” con el fin de aniquilarla.
Mientras Fidel se apertrechaba, Miret organizaba en Venezuela (por orden de Fidel) el
“Pacto de Caracas”, un acuerdo análogo al Pacto de Punto Fijo en Venezuela. Fue un
acuerdo entre once partidos y organizaciones políticas, incluyendo a los comunistas, y
llamaron al pueblo de Cuba con el fin de unir esfuerzos en un Frente Cívico Revolucionario
para derrocar la dictadura de Batista. Ese Pacto reconoció a Castro como jefe militar
supremo de la lucha. Hecho esto Fidel ordenó la proclamación de Manuel Urrutia Lleó
como candidato presidencial en Miami. Dado lo vital del apoyo venezolano, Fidel le
ordenó a Urrutia que se mudara a Caracas para actuar como embajador extraoficial a fin
de establecer relaciones estrechas con los candidatos más fuertes en las elecciones de
diciembre: Wolfgang Larrazábal y Rómulo Betancourt.
Ultimátum del Ministro de la Defensa
En julio de 1958 pasé a segundo año en la Academia Militar. Me sentía veterano y
ansiaba que llegaran los nuevos cadetes para practicar el mando. El 22 de julio de 1958,
estando de vacaciones, supe por la prensa que el Ministro de la Defensa, el general
Castro León dio un ultimátum al gobierno planteando la proscripción de AD y el PCV y el
destierro de Betancourt. De inmediato me presenté al cuartel del Ejército en San
Cristóbal y me mandaron a mi casa.
Ante esta grave situación, Wolfgang Larrazábal buscó protección con su hermano
Carlos, quien era el Comandante de la Marina. Durante este incidente, el Presidente se
refugió en la residencia presidencial de La Guzmania (en Macuto) rodeado por el Batallón
de Infantería de Marina acantonado en La Guaira. Al ver que su llamado no tuvo apoyo
en las FAN, Castro León dimitió y fue al exilio mostrando que la derecha había perdido
fuerza en las FAN.
La generación militar del 58
Al terminar mi primer año como cadete fui de a mi pueblo natal. Mi promoción fue la
última en ingresar a las escuelas militares con el general Pérez Jiménez. Al llegar a San
Cristóbal pude notar que a raíz de su derrocamiento existía rechazo hacia los militares. La
antipatía era consecuencia de la dictadura y había que darle tiempo al tiempo para que
se disipara. El asunto me molestó, pero mi interés estaba en volver a la Academia a
recibir a los cadetes nuevos.
Al llegar los reclutas tendría oportunidad no de comandar, sino de “dragonear”. Los
cadetes de segundo año no teníamos comando oficial sobre los nuevos, pero los
mandábamos igual. Los reclutas nos servían de conejillos de indias para practicar nuestra
ficticia autoridad. En ese momento estaba ansioso de regresar a la AMV para poner mis
manos sobre la generación del 1958.
Los infiltrados en las Fuerzas Armadas
Con la caída de Pérez Jiménez, el número de aspirantes a cadetes se redujo
sustancialmente por el rechazo a los militares. Este hecho hizo que los filtros de ingreso
se hicieran menos exigentes. La situación facilitó la infiltración de las FAN por todos los
partidos políticos, pero los comunistas fueron los más agresivos sembrando varios
agentes encubiertos en la organización castrense. Estos agentes infiltrados conocidos
popularmente como “topos” fueron insertados o “sembrados” en los partidos
democráticos y entre los militares para espiar e informar lo que pasaba en esas
organizaciones e influir en el proceso de toma de decisiones. Los topos sembrados por
Douglas Bravo tenían otro objetivo: formar una logia militar para dar un golpe de Estado.
Los infiltrados eran familiares o amigos de políticos o activistas de partidos. Muchos de
ellos tenían incluso vocación militar y algunos fueron buenos oficiales.
Los años 1958 y 1959 fueron turbulentos en Venezuela, porque la actividad política en
los liceos se incrementó y a las escuelas militares ingresaron algunos jóvenes
ideologizados. La mayoría de los nuevos cadetes no tenía interés en la política, pero
algunos nuevos cadetes estaban politizados. En esos dos años ingresaron varios cadetes
que llegaron a ser generales y tuvieron un rol protagónico durante el golpe de Chávez el
4 de febrero de 1992.
Un cuarteto notable
La promoción “Gen. Ambrosio Plaza” de la Academia Militar ingresó en agosto de 1958
con Larrazábal y se graduó en 1962 con Betancourt. Esa cohorte fue integrada por solo
65 subtenientes, mientras que en la mía (un año antes) fuimos 121 subtenientes. En
1958 el prestigio militar estaba de capa caída y hubo pocos aspirantes, obligando a
relajar los requisitos de ingreso. Entre ellos un trío de amigos que siempre andaban
juntos me llamó la atención: Ramón Guillermo Santeliz Ruiz, Carlos Santiago Ramírez y
Fernando Ochoa Antich. Todos jugaron un rol relevante durante el golpe de Chávez en
1992.
Los dos primeros provenían del Liceo Militar “Ayacucho”. Antes de ingresar al
“Ayacucho”, Santeliz había sido alumno del revoltoso Liceo “Fermín Toro”. Ochoa era
varios años mayor que yo, venía del “Andrés Bello” y tenía buenas conexiones con el
partido AD. Sin que lo supiéramos, Santeliz era un infiltrado del Partido Comunista. Un tío
era el adoctrinador marxista Esteban Ruiz Guevara, de Douglas Bravo. Ruiz Guevara
recomendó su sobrino a Douglas como un muchacho inteligente, con mente de estratega.
Él lo conocía desde niño y lo había adoctrinado en el Liceo “Fermín Toro”. Como conocía
sus habilidades, lo recomendó como el candidato ideal para desarrollar la idea de
Douglas de organizar en la AMV una nueva logia militar que reemplazara al viejo FMC
creado contra Pérez Jiménez.
Douglas aceptó la recomendación de Ruiz Guevara. Luego del cierre del “Fermín Toro”,
logró que Santeliz ingresara al liceo Militar “Ayacucho”. Desde allí lo sembró en la AMV.
Así se inició la larga carrera de este topo comunista, quien demostró ser un intrigante, un
estratega maquiavélico y un líder mediocre. Por esa razón lo apodé “Rasputín”, como el
maléfico místico que fue consejero del último Zar de Rusia.
Fernando Ochoa Antich es hijo del mayor retirado Santiago Ochoa Briceño, un militar
prestigioso retirado durante la dictadura de Juan Vicente Gómez. En el gobierno de
Medina Angarita su padre fue jefe de la Policía de Caracas y enfrentó dignamente a los
golpistas en la revolución de octubre de 1945. Posteriormente a la caída del Presidente
Gallegos fue gobernador de los Estados, Trujillo y Lara. Después de la caída del dictador
Pérez Jimenez fue gobernador del Estado Táchira y se dedicó a la diplomacia siendo
embajador en Colombia y España.
Desde niño Fernando tuvo estrechos nexos con Carlos Andrés Pérez a quien su familia
conocía desde que era un muchacho. Esta circunstancia lo convirtió en un hombre de
confianza de CAP. Estos lazos afectivos acercaron a Ochoa al Partido Acción Democrática.
Desde que lo conocí siendo cadete me pareció que Fernando por su personalidad tenía
buenas aptitudes para la política y la diplomacia. Con el correr del tiempo me convencí
que influenciado por su padre tenía aspiraciones políticas que podría desarrollar al pasar
a retiro. Ochoa ingresó en 1957 con mi promoción, pero tenía una materia reprobada que
no aprobó y volvió a su casa.
Carlos Santiago Ramírez por su parte tenía un perfil diferente: Era el líder y el mejor
estudiante del trio, pero además también demostraba gran ambición y lo atraían las
ideas políticas de ultraderecha. Su objetivo era el poder y entró a la Academia Militar
para ser presidente.
La pandilla de “Los Panas”
En Venezuela “pana” significa ser integrante de una pandilla. En la clase que ingresó a la
Academia Militar en 1958 se formaron varias pandillas. La más grande era el clan de “Los
Panas” que tenía varias células. Este grupo de adolescentes uniformados cometían
travesuras, y siendo superior me dediqué a perseguirlos. Ese grupo no conformaba una
logia. Solo eran amigos que cometían faltas leves para divertirse. Este apelativo no es
peyorativo y fue adoptado por ellos mismos que se identificaban como tales.
Entre los miembros más notorios de este grupo estaban inicialmente los cadetes Carlos,
Santiago Ramírez, Ramón Guillermo Santeliz Ruiz, Fernando Ochoa Antich, Carlos José
Neumann Rodriguez, Andrés Fuentes Martínez, Julio Alberto Moreno Sarmiento, Tito
Armando Santana Quevedo, Domingo Hernández Villavicencio y Marcos Yánez Fernández.
Dos miembros de este grupo, Genaro Guaitero Díaz y Francisco Rodriguez González,
fueron expulsados de la Academia al descubrírsele nexos comunistas. Ambos eran
infiltrados de Douglas Bravo. En esa oportunidad Santeliz fue investigado, pero el
teniente Pérez Arcay y otros oficiales nasseristas abogaron por él permaneciendo en la
Academia. Con el correr del tiempo este grupo se fue fraccionando.
Uno de los subgrupos de “Los Panas” era liderado por Santiago Ramírez, Santeliz Ruiz y
Ochoa Antich3. En este trío Santeliz se convirtió en el consejero y confidente de los otros
dos llegando a ser su “Rasputín”. En lo sucesivo a este clan lo llamaré genéricamente
“Los panas”. Como estos cadetes tenían liderazgo, alrededor de ellos se agruparon
algunos miembros de su promoción. Dada la amistad de Ochoa con un cadete de 3er año
llamado Fernán Altuve Febres, lograron que este los protegiera. Un hermano de Fernán,
llamado Vasco, se graduó de subteniente en 1959, pero pidió la baja y se dedicó a la
carrera diplomática. Altuve no terminó la carrera militar y posteriormente se hizo
ingeniero de armamento y empresario. Con el correr del tiempo Altuve y “Los Panas” se
mantuvieron en contacto y finalmente sus carreras convergieron en el golpe de Hugo
Chávez Frías el 4F de 1992. Ese día Altuve acompañó a Santeliz, siendo ambos
consejeros de Ochoa, a detener a Chávez.
3. Ochoa Antich, Fernando. (2007). Así se rindió Chávez. Ed. SEC SA, 2007, p. 32
Al año siguiente ingresó la Promoción “General José Tadeo Monagas” que se graduó en
1963 con 57 subtenientes. En ella estaba el cadete Pedro Remigio Rangel Rojas
proveniente del Liceo Militar “Ayacucho”. En la Academia se rumoraba que este cadete
tenía una relación familiar con José Antonio Pérez Díaz. Este político fue fundador e
importante líder del Partido social cristiano COPEI e incluso llegó a ser Presidente del
Congreso Nacional. Uno de sus hermanos fue entrenador de futbol de la Academia Militar
y Rangel era uno de sus pupilos. Por allí se iniciaron los contactos de Rangel con COPEI y
Rafael Caldera.
Rangel antes de ser alumno del Liceo Militar había atendido el “Fermín Toro con
Santeliz”. Luego ambos fueron al Liceo Militar Ayacucho. En la Academia Militar se acercó
a un grupo rival de “Los panas” liderado por el cadete Jesús Tovar Jiménez, quien se
había graduado de La Salle y tenía amigos en el partido social cristiano COPEI. El rol de
estos oficiales en la conspiración que precedió al golpe de Chávez, es poco conocido. Los
cuatro representaban un microcosmo de los movimientos políticos en Venezuela. Santeliz
era un infiltrado del partido comunista, Ochoa y Rangel tenían contactos en AD y COPEI,
respectivamente y Santiago estaba relacionado con grupos de extrema derecha.
CAPÍTULO 3
El golpe del Cnel. Edito Ramírez
El intento de golpe de Edito Ramírez
La noche del 20 de febrero de 1961, siendo yo alférez (cadete de 4º año) ocurrió un
hecho extraño en la Academia Militar. Esa noche hubo un conato de golpe cuando el
coronel Edito Ramírez intentó tomar mi Alma Mater con un grupo de civiles armados. En
ese momento ese oficial de ultraderecha era director de la Escuela Superior del Ejército.
Durante su carrera había sido conspirador activo desde la revolución de octubre en 1945.
Su entrada fue facilitada por algunos oficiales adscritos al instituto, incluyendo a los
tenientes José Antonio Herrera Betancourt y Pedro Maximino Oliva Campos. La intentona
buscaba sublevar a la AMV que iniciaría a un golpe de Estado para derrocar a Betancourt.
Al detectarse a los golpistas alguien disparó la alarma y las sirenas nos despertaron y
nos hicieron ir corriendo a formación al patio de ejercicios. Allí nos enteramos que había
ocurrido un conato de golpe, pero que gracias a un grupo de cadetes la insurrección había
sido debelada. Según me enteré en los corrillos esa noche el coronel Edito Ramírez fue
detenido por un grupo de cadetes de tercer año. Al día siguiente me enteré que el jefe
golpista había sido capturado por miembros del clan de “Los Panas”. A mi esa extraña
acción por iniciativa de “Los Panas” me pareció sospechosa. Como cadete de 4º año no
veía ninguna razón para que ellos hubieran estado presentes allí a esa hora sin
autorización y empecé a investigar. Los detalles de lo ocurrido fueron descritos casi
medio siglo más tarde por el general de división y exministro de la Defensa Fernando
Ochoa Antich, un miembro de ese grupo en su libro Así se rindió Chávez.
Según Ochoa:. “Desde mi ingreso a la Academia Militar mis mejores amigos fueron
Carlos Santiago Ramírez y Ramón Santeliz Ruiz […] Nosotros tuvimos una importante
actuación durante el alzamiento del Cnel. Edito Ramírez […] Esa noche el brigadier
Santeliz Ruiz siendo el rondín de guardia me despertó al darse cuenta de la situación
anómala y decidimos reforzar el servicio […] Poco después junto con el primer brigadier
Carlos Santiago Ramírez, pasamos por el Salón de Honor y vimos cuando el Tte. Herrera
Betancourt con unos civiles detenía a los Tenientes. Quero Franco y Guevara Sánchez […]
seguimos a la prevención (entrada principal de la AMV) y vimos que el Tte. Pedro Oliva
Campos tenía encañonado al Mayor Carlos Carnevali Rangel. En ese momento llegó a la
AMV el Tte. Cnel. Tulio Misael Pernía, Comandante del Cuerpo de cadetes y detuvo al
Tte. Oliva Campos y nos ordenó vigilarlo […] La mayoría de los cadetes eran partidarios
del alzamiento”4. La historia de esa noche narrada por Ochoa, deja muchos cabos sueltos:
¿qué hacían unos cadetes de 3er año deambulando sin autorización a medianoche por el
Gran Hall de la AMV? ¿Por qué decidieron actuar personalmente en lugar de notificar a
sus jefes naturales? ¿Por qué no detuvieron al teniente Herrera Betancourt que había
arrestado a los oficiales de guardia? Porque el Tte. Herrera no detuvo esa noche al Tte.
José Humberto Vivas quien era el 2º turno ronda? ¿Qué hacían en la prevención (Hall de
entrada de la AMV), cuando Edito Ramírez detuvo al mayor Carnevali? ¿De qué lado
estaban estos cadetes cuando llegó el Cnel. Pernía? ¿Por qué Ochoa dijo que la mayoría
de los cadetes estaban de acuerdo con el golpe?
4. Elino Martínez, Rafael. (2012). Conversaciones secretas. Caracas, Venezuela, Editorial Libros Marcados.
Particularmente creo que esta última observación no era cierta. Aunque entre los
cadetes había infiltrados de derecha e izquierda, en ese momento la mayoría no
teníamos inclinación política, ni simpatías golpistas. El rumbo de la asonada cambió tan
pronto llegó a la Academia el comandante del Cuerpo de Cadetes, el Tcnel. Tulio Misael
Pernía.
Al arribar Pernía se encontró en la prevención al Cnel. Edito Ramírez con los tenientes
alzados y “Los Panas”. Estos alumnos estaban allí sin justificación, pero en ese momento
al verlos el Cnel. Pernía les ordenó detener a Edito Ramírez, Herrera Betancourt y Oliva
Campos junto a los civiles allí presentes. Los cadetes del clan de “Los Panas” obedecieron
automáticamente al Comandante del Cuerpo. Entre los civiles detenidos esa noche
estuvo un ex cadete llamado Fernán Altuve Febres, quien en la Academia había protegido
a “Los Panas” por su amistad con el cadete Ochoa Antich. Todos ellos iban a jugar un
papel importante en el golpe del 4F.
¿Qué hubiera pasado si Pernía no llega a la Academia? ¿Apoyaban “Los Panas” el golpe
y se vieron obligados a cambiar los planes y simular la detención del coronel golpista?
Dos testigos presenciales del incidente, el teniente Herrera Betancourt y Eddie Ramírez,
un civil hijo de Edito, me informaron que una partida de 10 cadetes armados detuvieron
al jefe golpista. La pandilla de “Los Panas” estaba compuesta por 10 integrantes. ¿Fue
pura coincidencia? Eso tal vez nunca lo sabremos. ¿Qué hacían “Los Panas” allí esa noche
en vez de estar durmiendo?
El misterio se espesa si tomamos en cuenta que el Cnel. Edito Ramírez era de
ultraderecha al igual que Santiago Ramírez. Santeliz era comunista (sin que lo
supiéramos) y Ochoa era cercano a los adecos. El único “Panda” de derecha era Santiago,
quien era primer brigadier y el cadete de mayor jerarquía en la pandilla. Ese enigma se
explica porque el jefe del golpe de esa noche era el Cnel. Hugo Trejo, el nasserista
conectado con Douglas Bravo. Para entonces todavía existía una estrecha conexión entre
militares comunistas y derechistas que databa de la lucha en la resistencia contra Pérez
Jimenez. Lo ocurrido esa noche nunca se aclaró y pronto el incidente se olvidó.
Personalmente estoy convencido que esa noche “Los Panas” eran parte del golpe
abortado.
Pienso que al menos Santeliz tuvo información previa de lo que iba a ocurrir esa noche.
En esa fecha tuve guardia de alférez de día y por curiosidad revisé el rol de guardia
nocturna. El segundo turno de rondín lo tuvo mi compañero de promoción el alférez Jorge
Álvarez Gardier. El auxiliar del rondín había sido el brigadier Santeliz quien
sospechosamente había cambiado su turno de guardia para coincidir con la entrada de
los golpistas. También noté que ni Santiago Ramírez, Ochoa Antich y el resto de “Los
Panas” no tenían guardia esa noche.
Ese hecho me puso suspicaz y hablé con mi comandante de compañía, el capitán Ángel
Belisario Plasencia. Al oírme me dijo sonriendo maliciosamente: “Peñaloza, no seas tonto.
Ochoa Antich es ahijado de Carlos Andrés Pérez (CAP) y no les van a hacer nada”. CAP, a
la sazón, era el Ministro del Interior de Rómulo Betancourt. Este evento, que luce
inconexo con Chávez, quien apenas tenía 7 años, fue un presagio de lo que ocurriría 31
años más tarde. El 4F de 1992 Ochoa, Santeliz y Santiago siendo generales jugaron un rol
importante en ese golpe. Este hecho no fue una simple coincidencia.
Siendo alférez la tarde de sábado 15 de abril de 1961 me enteré de la invasión de Bahía
de Cochinos y el fracaso de la invasión por Playa Girón. Después de la victoria, en el
entierro de las víctimas de ese combate Fidel Castro visiblemente agitado reveló que era
marxista y comunista. A partir de ese momento se disiparon mis dudas sobre ese
personaje y me hice anti fidelista.
El Stte. Peñaloza
En julio de 1961 me gradué de subteniente. Con orgullo recibí el sable de mando de
manos del presidente Betancourt. Había logrado graduarme de 4º en mi promoción entre
121 oficiales y sentía tener el mundo por delante. Al graduarme me olvidé del extraño
incidente de “Los Panas” al cual nadie le prestó atención. Hasta allí llegaron mis
pesquisas, pero me quedó la duda.
Al recibirme como oficial, me asignaron al Grupo de Artillería Ayacucho como oficial de
tiro de la batería de obuses de 155 Mm. En ese momento esta era el arma más poderosa
del Ejército. El Grupo Ayacucho compartía el Cuartel Urdaneta en Caracas con el Batallón
Blindado Bermúdez. El comandante del Grupo de artillería era el Tcnel. Gonzalo Pío
Zamora Torres y mi comandante de batería era el capitán Carlos Coello Adrianza, quien
era un oficial muy severo.
El mayor Héctor Vargas
El Grupo de Artillería Ayacucho y el Batallón Blindado Bermúdez compartían el comedor
de oficiales del cuartel Urdaneta. A mediados de 1962, un día domingo, estaba de
guardia en la prevención. Ese día el jefe de los servicios del Cuartel Urdaneta era el
mayor Héctor Vargas Medina. A la hora de almuerzo entró Vargas y se sentó a mi lado.
Pensé que me iba a reclamar algo, pero me trató con amabilidad y me dijo que tenía
buenas referencias mías. Luego me hizo algunas preguntas capciosas sobre mi estadía en
la Normal Miguel Antonio Caro.
Después entabló una charla sobre las guerrillas y me insinuó que esos jóvenes tenían
razón en coger el monte. Al terminar me dijo que tenía un hermano comunista y que
contaban conmigo pero no me dijo para qué. Esa conversación en la cual él llevó la
palabra todo el tiempo me causó desazón. Incluso asumí que él pensaba que yo era
comunista. Había oído que Vargas estaba complotando pero no me invitó a conspirar. Al
día siguiente pasé la novedad a mi comandante de batería, el Cap. Coello. Luego de
oírme me dijo: “Ten cuidado con Vargas, porque a él lo sigue el Servicio de Inteligencia
de las FAN (SIFA). Si sabes algo más, avísame”.
Al mayor Vargas Medina se le conocía entre los oficiales como “El macho”, y se decía
que era muy osado y que había tenido buena actuación en el golpe contra Pérez Jiménez.
Posteriormente, en circunstancias similares, conocí al capitán Elio García Barrios quien
comandaba una compañía del Batallón Blindado Bermúdez. Este oficial manifestaba
abiertamente su fervor por Fidel. En ese cuartel había además un grupo de capitanes y
tenientes que también alababan al cubano. Aunque eran una minoría, a mí me pareció
raro que hubiese tantos izquierdistas juntos en un cuartel del Ejército. Eso no podía ser
accidental.
En las conversaciones con mis compañeros de armas era evidente que el presidente
Betancourt no era popular en el gremio castrense. Pese a esto no se producían denuncias
contra los murmuradores, porque los comentarios eran chismes y no propuestas de
acciones subversivas. Los críticos tanto derechistas como izquierdistas eran una minoría.
Los murmullos contra el gobierno eran normales, sin llegar a hablar de golpe, aunque
esta posibilidad era implícita.
Los golpes de 1962
Durante mi primer año como oficial hubo varios intentos fallidos de golpe que fueron
debelados fácilmente. La policía política de Betancourt era eficiente y actuaba con
rapidez. Lo que realmente impidió un alzamiento del Ejército contra Rómulo fue el
aumento de la amenaza comunista. Esto hizo que los militares se unieran contra el
enemigo común apoyando la democracia. Ante esta situación, los infiltrados de izquierda
—que eran minoría— se vieron obligados a adoptar una baja silueta. Entretanto,
Betancourt fue aplicando una acertada política hacia los militares que junto a su rabioso
anticomunismo lo hicieron aceptable en los cuarteles.
Para fines de 1961 los comunistas ya estaban muy activos. Los disturbios callejeros, la
guerrilla urbana y los primeros núcleos guerrilleros en La Azulita y Turimiquire tuvieron a
los militares ocupados patrullando las calles y las montañas. La siguiente década fue un
continuo trajín de lucha antisubversiva. Por esta razón, mi generación castrense terminó
siendo una de las fogueadas en combate antiguerrillero. En el proceso la mayoría nos
hicimos anticomunistas.
Las asonadas navales
Al entrar 1962, la actividad subversiva militar se aceleró. Se produjeron y abortaron
varias asonadas castrenses que fueron consideradas hechos aislados. La inteligencia
militar detectó la conspiración que lideraba el comandante de la Armada, el vicealmirante
Carlos Larrazábal, quien promovía una sublevación contra el gobierno de Betancourt, por
lo que fue obligado a renunciar y forzado secretamente a retirarse a comienzos de
febrero. Su plan contemplaba una sublevación de las bases navales de Puerto Cabello y
Carúpano. Simultáneamente actuaría el Batallón de Infantería acantonado en la Guaira,
el destacamento 99 de la Guardia Nacional en Maiquetía y varias unidades del Ejército,
incluyendo las acantonadas en el Cuartel Urdaneta.
El alzamiento sería cívico-militar y en él participarían militares, así como fuerzas
comunistas provenientes de guerrillas rurales y urbanas más algunos oficiales. Para ello
se utilizaría a los oficiales infiltrados por Douglas Bravo y personal de la Marina. Al
iniciarse las sublevaciones, los focos guerrilleros bajarían de la montaña e irían hacia las
ciudades para apoyar la revuelta. Al triunfar la asonada Carlos Larrazábal sería nombrado
jefe de la Junta de Gobierno. A partir de ese momento Cuba y Venezuela se aliarían para
apoderarse paulatinamente de Hispanoamérica bajo la dirección de Fidel Castro.
El retiro forzado de Carlos Larrazábal decapitó el movimiento insurreccional y los
subversivos empezaron a actuar erráticamente. El Guairazo fue abortado a fines de
febrero, el Carupanazo a comienzos de mayo y el Porteñazo en junio de 1962 de ese año.
Esos alzamientos, mostraron poca coordinación y fueron dominados fácilmente. Luego del
desastre, Fidel decidió no continuar con la estrategia de Bravo de aliarse con los militares
sino combatirlos frontalmente.
El 3 de junio de 1962 en la mañana, el Grupo de Artillería Ayacucho recibió órdenes de
movilizarse hacia Puerto Cabello. Nuestra misión era emplazarnos en posiciones de tiro
en las afueras de la ciudad para bombardear el Castillo Libertador, donde se habían
hecho fuertes un grupo de guerrilleros prófugos. El capitán Coello me informó que mi
batería de obuses de 155 mm había sido seleccionada para apoyar a las unidades que
tomarían a Puerto Cabello y luego procederían a tomar por asalto al Castillo Libertador.
A los veintiún años de edad esa noticia me entusiasmó ante la posibilidad de entrar por
primera vez en combate. Cuando la columna de artillería se preparaba para abandonar el
cuartel rumbo al frente, nos informaron que los sublevados se habían rendido. Pocos días
más tarde me enteré de que tres de mis compañeros de la Caro, que eran oficiales de la
Marina infiltrados por Douglas Bravo, estaban detenidos luego de alzarse en Puerto
Cabello.
La promoción de 1962 de la Academia Militar
Unos meses después del Porteñazo (en julio de ese año), fueron designados al Cuartel
Urdaneta un grupo de oficiales recién egresados de la AMV. Entre ellos estaban los
subtenientes de blindados Fernando Ochoa Antich, Carlos Santiago Ramírez y Ramón
Salas Mendoza. Al Grupo de Artillería Ayacucho fueron enviados Ramón Guillermo Santeliz
Ruiz y Hernán Machado Peraza. Todos eran miembros del grupo de “Los Panas”. Para
entonces yo era el oficial de tiro de la batería de 155 mm y “Rasputín” fue designado
como mi auxiliar y compañero de habitación.
A mí me llamó la atención el hecho que en el grupo de nuevos, todos eran del clan de
los “Los Panas” y que los 3 cabecillas del grupo fueran enviados al Cuartel Urdaneta.
Luego de un año de graduado me había olvidado de ellos y ahora iban a trabajar
conmigo. A partir de ese momento empecé a vigilarlos. Santiago parecía ser el caudillo
(era el 2º de su promoción). Santeliz, quien había ocupado el 10º puesto era el
intrigante. Ochoa era el número 39 entre 65 graduados, lucía como el “político”. Luego de
haber sido testigo de las fallidas insurrecciones del Carupanazo y del Porteñazo, yo intuía
que algo se tramaba con esos nombramientos capciosos.
Los admiradores de Castro
Luego de un año sirviendo en el Cuartel Urdaneta, me consideraba veterano. En julio de
1962 la llegada de “Los Panas” me puso suspicaz. Para entonces tenía razones para
sospechar que algo extraño ocurría en mi cuartel. Percibía un patrón de conducta entre
algunos de los oficiales que me intrigaba. En ese cuartel había un grupo de hinchas de
Fidel que, sin ser mayoría, eran influyentes y expresaban sus puntos de vista
abiertamente. Eso me preocupaba porque Fidel había confesado ser comunista.
En julio de 1962 hubo los acostumbrados cambios militares. Como Comandante del
Grupo de Artillería fue designado el teniente coronel Juan Manuel Sucre Figarella, un
distinguido y caballeroso oficial que llegó a ser Comandante del Ejército. Mi comandante
en la primera batería de tiro, el capitán Coello fue enviado a otro destino. En su
reemplazo fue nombrado el capitán Enrique Medina Rubio. Junto a él llegó el capitán
Jacinto Pérez Arcay para para comandar la segunda batería. Pérez Arcay había sido mi
comandante de pelotón en la AMV. Al hablar con ellos era evidente su admiración por
Fidel.
El capitán Medina era un oficial inteligente y culto. Con él hice buena amistad. Poco
después conocí a su hermano Arístides, quien era un conocido historiador comunista. En
los meses subsiguiente observé que el capitán Medina Rubio era muy amigo del capitán
García Barrios del batallón blindado. Medina era muy culto y trató de inculcarme ideas
marxistas, pero falló en el intento. Aparte de ser comunista, era una buena persona y un
oficial serio, militarmente hablando. Posteriormente, con Chávez en el poder ocupó
cargos muy importantes.
Además del capitán Medina pude notar que, a partir de julio de 1962 habían llegado
otros oficiales izquierdistas. Era evidente que alguien los estaba concentrando en ese
cuartel con algún propósito. Ese hecho no me parecía ser accidental e intuí que podía
haber una intención oculta. En ese momento sospeché que alguien podría estar
manipulando los nombramientos en la Dirección de Personal del Ejército. Como no tenía
pruebas y era solo un modesto subteniente sin mayor peso, no dije nada. Para entonces
los admiradores de Fidel me trataban como si fuera parte de su cofradía, aunque hasta
ese momento nadie me había invitado a una conjura.
Algunos de los oficiales admiradores de Castro se acercaban a mí para entablar amistad
y yo les llevaba la corriente. En ese momento no sabía que eran miembros de la logia
nasserista infiltrada por Bravo para derrocar a Pérez Jiménez. Para todos los efectos,
ellos lucían como militares nacionalistas y antinorteamericanos, que no ocultaban su
admiración por Fidel y su antipatía contra Betancourt. Estrictamente esto no era
violatorio de las normas. Castro era un extranjero muy popular aunque su apoyo
encubierto a la guerrilla se empezaba a notar.Siendo apolítico no tuve problemas para
relacionarme con todos los grupos en ese cuartel. Como venía de la Normal Caro que era
un semillero comunista al igual que el Liceo Fermín Toro, los izquierdistas me
consideraban un aliado potencial. Debido a la falta de oficiales fui nombrado
temporalmente ayudante del teniente coronel Sucre Figarella, quien me tomó confianza y
me hizo su pupilo. Esa relación me permitió contarle mis recelos sobre el número de
oficiales izquierdistas en el Cuartel Urdaneta. Él me dijo que yo tenía razón, y que iba a
informar a la Dirección de Inteligencia Militar (DIM). Poco después algunos de los
sospechosos fueron cambiados a otras unidades fuera de Caracas.
La guerrilla urbana crecía y los ataques al cuartel de francotiradores con armas largas y
mira telescópica desde los gigantescos bloques de apartamentos que lo rodeaban eran
mortíferos. De esa manera tuvimos bajas dentro del cuartel. Continuamente teníamos
que salir a patrullar las calles en Caracas e, incluso, en ocasiones tomamos los barrios
populares del 23 de enero, Lomas de Propatria y Casalta que estaban controlados por los
subversivos. En esas operaciones muchos oficiales tuvimos el inevitable bautizo de fuego.
Ramón Santeliz
A partir de julio de 1962 en la primera batería de obuses de 155 mm yo era el oficial de
tiro y Santeliz mi auxiliar. El capitán Medina Rubio ordenó que compartiera mi habitación
con él y gracias a esa cercanía iniciamos una buena amistad. Ambos éramos jóvenes
solteros y nos gustaba ir a fiestas, especialmente salir a bailar con chicas y tomarnos
unos tragos. Al irlo conociendo mejor me di cuenta de que también era un ciego
admirador de Fidel y no trataba de ocultarlo. Él a su vez creía que yo también lo era y le
seguí la corriente.
“Rasputín” era un izquierdista extraño. Le gustaba vestir bien e ir a restaurantes y
discotecas caras. Era también fanático del hipismo y en muchas oportunidades íbamos los
fines de semana al hipódromo, donde nos reuníamos con su gran amigo el capitán de
blindados Elio García Barrios. Este capitán me cogió inquina porque al tratar de captarme
le saqué el cuerpo. Luego lo denuncié ante el teniente coronel Sucre, quien lo reportó a
la Inteligencia Militar. Al no ver acción ante mis denuncias deduje que acusarlos por tener
ideas izquierdistas no tenía sentido. Nos habían formado dentro de la doctrina
democrática que, aunque los militares fuéramos apolíticos, teníamos derecho a pensar y
simpatizar a título personal con doctrinas políticas o personas de cualquier signo. Lo que
sí constituía una infracción era formar parte de un partido político. Luego de unos años
me di cuenta de que esa ingenua doctrina no era aplicable a los comunistas.
Con el correr del tiempo me hice amigo de Santeliz. Cuando me tomó confianza trató de
convencerme infructuosamente de las bondades del socialismo. Desde lejos observaba
con curiosidad sus cuchicheos secretos con otros miembros de “Los Panas” en el Cuartel
Urdaneta. Ochoa Antich y Santiago Ramírez eran sus mejores amigos y me acercó a ellos.
Pese a que fuimos cercanos, nunca me habló de su familia ni me invitó a su casa. Solo
me hizo saber que vivía en el cuartel y que tenía un tío que daba clases de historia en la
Normal Miguel Antonio Caro. Para entonces la “Caro” había vuelto a su sede original en la
Avenida Sucre de Catia. Años más tarde supe que su tío era Esteban Ruiz Guevara, el
catequizador de Douglas y futuro mentor de Chávez.
En la habitación que compartíamos en el cuartel, pude observar que “Rasputín” tenía
libros de literatura marxista. Un día ojeándolos conseguí un folleto de la comunista
chilena Martha Haernecker, en el cual describía sus experiencias en Cuba en 1960 y me di
cuenta de que era propaganda comunista. Lo vi por encima y me pareció un librito de
introducción al comunismo. Yo había leído que la Haernecker era amante de Manuel
Piñeiro, el sanguinario cubano conocido como comandante Barbarroja. Este tétrico
personaje se había graduado en la elitista Universidad de Columbia en Nueva York y era
hijo de un gerente de Bacardí. Pese a ese pedigrí fue el fundador del G2 y era el
encargado de coordinar los movimientos armados revolucionarios en América Latina.
Siendo más antiguo que Santeliz le ordené que sacara de inmediato esos libros del
cuartel. Él cumplió mi orden sin chistar. Aunque su izquierdismo era evidente, nunca me
invitó a conspirar ni a unirme al PCV. Estos incidentes con Santeliz los report é
confidencialmente a mi Comandante, el teniente coronel Juan Manuel Sucre Figarella,
quien me recomendó que lo siguiera observando.
Mi amistad con “Los Panas”
La rutina del día a día y los riesgos comunes que compartíamos patrullando las calles, en
la lucha contra la guerrilla urbana me acercaron a “los Panas” que servían conmigo en el
Cuartel Urdaneta. Con excepción de Santeliz los demás estaban concentrados en el
Batallón Blindado Bermúdez. Al pasar el tiempo me hice amigo de los tres líderes del
clan. Cuando me casé por el civil en 1964 con Elsa, “Rasputín” me pidió ser el padrino de
mi boda a lo cual accedí. Eso estrechó nuestra amistad. Poco a poco la relación se fue
cementando, pero intuía que mi membresía en el grupo no era total. Me daba cuenta de
que cuando llegaba adonde estaban reunidos, cambiaban de tema de conversación.
Asumí que era porque les llevaba un año de antigüedad.
Pese a la desconfianza, hice amistad con Santeliz, Santiago y Ochoa. Al conocerlos
mejor me di cuenta de que él intrigante del grupo era el izquierdista “Rasputín”. Santiago
era un derechista ambicioso con ansias de poder. Ochoa quien me llevaba 3 años de
edad era el político y diplomático. Además tenía excelentes contactos con el partido
social demócrata AD. Sus ideas políticas eran ligeramente izquierdosas, sin llegar al
radicalismo de Santeliz. A mí me gustaba conversar con ellos porque tenían condiciones
intelectuales superiores al promedio de los demás oficiales. En esa época supe que
Ochoa Antich era amigo cercano de Carlos Andrés Pérez, el ministro del Interior de
Betancourt.
El alzamiento fallido de Vargas Medina
Luego de las insurrecciones navales empezaron a correrse rumores de una conspiración
en el Cuartel Urdaneta, a fines de 1962. En esa oportunidad fue detenido el mayor Héctor
Vargas Medina y otros oficiales por sospechas de organizar una conspiración con Douglas
Bravo y el PCV. Para esa época su hermano Rafael Vargas Medina era un guerrillero del
PCV sindicado del asesinato de 6 policías. Esas detenciones neutralizaron el potencial
foco golpista.
Luego del fracaso de los alzamientos navales y del Cuartel Urdaneta, el esfuerzo
comunista se centró en la lucha guerrillera. El “Aparato Armado” creado por Douglas
había sufrido fuertes bajas, pero un pequeño grupo de militares infiltrados aún se
mantenía dentro de las FAN e incluso había algunos que desertaron para unirse a las
guerrillas. Esta guerra de baja intensidad produjo una serie de importantes acciones
militares en Venezuela..
La mayoría de los cuadros de las guerrillas venezolanas habían sido formados en Cuba
para mediados de 1962. Entre ellos había varios desertores de las FAN junto con un
número importante de oficiales del ejército rebelde cubano. Estos últimos actuaban como
comisarios políticos y hasta como comandantes de tropas en operaciones.
Los focos guerrilleros rurales
En esa época había una pugna por el control de la guerrilla entre Fidel y algunos jefes
locales, como Argimiro Gabaldón y Douglas Bravo. Ese pugilato impidió que las guerrillas
tuvieran unidad de comando. Por un lado estaban las constantes injerencias de Fidel que
quería manejar la guerra a control remoto desde la Habana, y por el otro estaban los
jefes guerrilleros venezolanos que aspiraban al mando. Esto creó una situación de
anarquía. Las prioridades y estrategias no eran las mismas en los diferentes grupos
armados. Esta situación y la lucha por el control del apoyo soviético condujeron a la
guerrilla al desastre.
Los primeros frentes guerrillero de importancia fueron el “Rafael Leonardo Chirinos” y el
“Simón Bolívar” del PCV. Ambos fueron establecidos a comienzos del 62. Argimiro
Gabaldón comandó el “Bolívar” en las montañas de Lara, Trujillo y Portuguesa. Douglas
dirigió el “Chirinos” en la Sierra de Falcón. En 1962 hubo intención fue hacer una
operación conjunta con los alzamientos navales, pero al fracasar se convirtieron en focos
guerrilleros rurales permanentes.
Posteriormente se activaron otros focos de menor importancia en los estados Yaracuy,
Portuguesa, Sucre, Barinas y Apure. Paralelamente, el MIR inicia el establecimiento de un
frente en el estado Miranda. Ante esa acometida guerrillera se crearon los batallones de
cazadores. Esta eran unidades de infantería ligera formados con la mitad de las tropas de
un batallón de línea que actuaban en forma similar a las guerrillas. Estos batallones
—altamente móviles y bien entrenados— empezaron a actuar con una doctrina de empleo
táctico novedosa causando estragos en la guerrilla.
CAPÍTULO 4
Las guerrillas de Fidel
Pugna por el comando de la guerrilla
A mediados de 1963, Fidel achacó las dificultades en Venezuela a la falta de liderazgo
entre los jefes guerrilleros locales. Para enfrentar la situación propuso nombrar al “Che”
Guevara como comandante en jefe en Venezuela. El “Che” le reportaría a él como
comandante supremo en La Habana. Esa idea fue rechazada por los líderes venezolanos
de la guerrilla. Para convencerlos, Fidel propuso enviar varios alijos importantes de armas
a Venezuela que serían empleados para fortalecer la guerrilla antes de las elecciones
presidenciales de diciembre de ese año. La obvia intención era sabotear esos comicios y
de ser posible, impedirlos. Antes del envío, Fidel pidió al PCV que enviara a un delegado
de alto nivel para negociar ciertas condiciones. En septiembre de 1962, el PCV designó a
Rafael Elino Martínez, un miembro del Buró Político para coordinar en La Habana la
entrega del material bélico5.
5. Elino Martínez, Rafael. (2012). Conversaciones secretas. Caracas, Venezuela, Editorial Libros Marcados.
Al llegar el enviado del PCV, se reunió en La Habana con el alto mando militar cubano.
Primero conversó con Raúl Castro, el ministro de la Defensa. Luego con Manuel Piñeiro, el
legendario comandante “Barbarroja” creador del G2, director general de Inteligencia y
encargado de los movimientos armados en América Latina. Posteriormente, se reunió con
el comandante Arnaldo Ochoa y los hermanos La Guardia antes de hablar directamente
con Fidel. Las conversaciones sobre el envío de las armas fueron fructíferas, pero cuando
Fidel tocó el tema de llevar el “Che” a Venezuela, Martínez le dijo no tener instrucciones
al respecto. A fin de “facilitar” esa decisión, Fidel le entregó medio millón de dólares en
efectivo para el Buró Político del PCV y ofreció enviar dos cargamentos de armas a fines
de ese año. Pese al abierto soborno recibido, el PCV no aceptó la propuesta indecente de
Fidel6.
6. Elino Martínez, Rafael, Ibid.
Las relaciones entre Castro y el PCV comenzaron a agriarse cuando los jefes comunistas
se dieron cuenta de que Fidel (a sus espaldas) había convencido a Khruschev de que él
(Fidel Castro) debía manejar los fondos destinados a la revolución en Venezuela. Además
de controlar el apoyo financiero, Fidel había conseguido que lo nombraran Comandante
en Jefe de la rebelión en ese país. También insistió en nombrar al “Che” como jefe de un
comando unificado guerrillero en Venezuela al que denominarían “Fuerzas Armadas de
Liberación Nacional” (FALN). Douglas Bravo se molestó porque consideraba que él era el
candidato natural para ese cargo.
Douglas se oponía a que Fidel fuera el comandante operativo en Venezuela. La idea de
Fidel de enviar al “Che” para dirigir las guerrillas venezolanas le parecía descabellada, al
igual que el manejo centralizado de los fondos para la guerrilla desde La Habana. Esos
temas generaron fricciones entre el PCV y Fidel. Dada la necesidad de fondos para la
subversión y armas para la guerrilla, se acordó que el “Che” se fuera a Venezuela a
mediados de 1963. Este viaje clandestino ocurrió y hubo varios avistamientos del
argentino disfrazado en Caracas, pero no pudo ser capturado. Como no hubo acuerdo, al
irse el “Che” con las manos vacías, Douglas se auto designó comandante de las FALN.
Mi experiencia antiguerrillera
Hasta mediados de 1963 El PCV estuvo esperando en vano los cargamentos de armas
que prometió Fidel a cambio de la aceptación del Che Guevara como Comandante en Jefe
de la guerrilla venezolana. Un alijo fue descubierto por la Guardia Nacional en Punta
Macoya a fines de ese año y el otro no pudo desembarcar en Playa Las Galdonas. Al no
recibir las armas esperadas, las guerrillas comunistas venezolanas se sintieron liberados
de compromisos con Fidel. En consecuencia exigieron la creación de un comando único de
las guerrillas del MIR y del PCV dirigidas por un venezolano. En medio de este escenario,
Douglas Bravo decidió tomar el mando de las guerrillas venezolanas creando las Fuerzas
Armadas de Liberación Nacional (FALN) y empezó a ampliar el foco guerrillero de la
Sierra de Falcón.
Ante este reto el Ejército venezolano creó un Teatro de Operaciones en la zona y lanzó
la “Operación Torbes” en la cual intervinieron tres batallones de infantería y unidades de
apoyo de ingeniería y artillería con la misión de destruir ese foco guerrillero. En esa
oportunidad fui enviado a la Sierra de Falcón al mando de la unidad de artillería junto con
el subteniente Venancio Benito Reverón Delgado, quien era mi observador adelantado.
Esa fue la primera oportunidad en que se utilizó la artillería en la lucha antiguerrillera en
Venezuela. En las montañas operamos por varios meses bombardeando cuevas que
servían de refugio a los rebeldes.
En nuestra área de responsabilidad, operábamos varios subtenientes. Entre ellos
estaban José Heriberto Machillanda Pinto y Oswaldo Sujú Raffo. En nuestra zona de
operaciones, a los 22 años yo era el oficial más antiguo y asumí el mando. Fue una buena
experiencia militar y me enseñó a valorar la importancia de la inteligencia en el combate.
Los informes de inteligencia nos hicieron saber que en la zona operaban unos 200
irregulares, incluyendo 50 cubanos.
A fines de septiembre de 1963 la Guardia Nacional descubrió el alijo de armas enviado
por Fidel a Punta Macoya. Otro arsenal que iba a ser desembarcado en la lejana Playa de
San Juan de las Galdonas (en la Península de Paria) no pudo hacerse ante la vigilancia
militar en la zona. Al no ser recibidos esos dos alijos, la futura ofensiva guerrillera que
Fidel tenía en mente no pudo hacerse y su influencia en Venezuela empezó a disminuir.
Los fracasos guerrilleros habían dejado claro que Fidel no caminaba sobre el agua.
Finalmente, tras una serie de escaramuzas y emboscadas manteniendo una presión
constante sobre las fuerzas de Bravo, nuestra zona de responsabilidad fue despejada y la
guerrilla cubano-venezolana se retiró. En noviembre de 1963, una vez cumplida la misión
exitosamente, recibí órdenes de reintegrarme a mi unidad de artillería a Caracas. El 22
de noviembre, cuando iba con mi convoy rumbo a mi base, me enteré de la muerte del
presidente John Kennedy.
Antes de llegar al cuartel me informaron vía radio que habría una parada a nuestra
llegada. Al entrar al cuartel noté que en el patio de ejercicios, frente a una tribuna de
honor, estaban formados el Grupo de Artillería y el Batallón Blindado Bermúdez. Para mi
sorpresa, en la tribuna estaban el presidente Rómulo Betancourt, el ministro de la
Defensa Antonio Briceño Linares y los dos comandantes de batallón del cuartel. Al bajar
de los vehículos llenos de polvo, formé a mi pequeña unidad frente a la tribuna y el
Presidente dio unas breves palabras felicitándonos por haber cumplido la misión
asignada. Luego nos condecoraron y después de saludarnos, el primer mandatario se
marchó.
En realidad no creía haber hecho nada heroico, ni siquiera algo especial. Había
cumplido con mi misión y me sentía orgulloso y alegre al regresar sano y salvo con mis
tropas. El gesto de Betancourt fue una muestra del cuidado que puso en manejar y
acercarse a los militares. Poco a poco la antigua desconfianza castrense hacia él iba
abriendo paso al reconocimiento de su importancia en la lucha contra el comunismo.
El hombre de Fidel
A mediados de 1964, luego de varios años fuera de Venezuela en Cuba y en la URSS, Alí
Rodríguez Araque regreso luego de culminar sus estudios avanzados en la escuela de
cuadros soviética, donde había sido enviado por Fidel. Al llegar a La Habana tenía
instrucciones de presentarse ante su amigo Pedro Miret, quien lo esperaba y de
inmediato fueron al despacho de Fidel a recibir instrucciones. Fidel le hizo saber sin
mucho protocolo que debía unirse a la guerrilla de Douglas Bravo en la Sierra de Falcón.
Él ya había dado instrucciones para que Douglas lo nombrara su asistente. Su misión era
mantener secretamente informado a Fidel sobre las actividades de Douglas, mientras
cumplía tareas como su lugarteniente. Unas semanas más tarde Alí retornó a Venezuela
para cumplir la misión asignada. Al efecto se embarcó en un submarino soviético con un
contingente de cubanos enviados a reforzar esas guerrillas.
El desembarco fue una madrugada cerca de Punta Macoya. Las órdenes de Alí eran
precisas. Él sería “El hombre de Fidel” en Venezuela. Su cobertura en la guerrilla sería
como experto en explosivos y asistente del jefe guerrillero. Su verdadero trabajo era
espiar a Douglas.
Ese mismo año Esteban Ruiz, huyendo de la policía de Barinas, buscó refugio en la
sierra de Falcón con su antiguo jefe Douglas Bravo. Debido a su edad no podía ser
combatiente, por eso fue utilizado como adoctrinador y correo de la guerrilla. Los frentes
guerrilleros del PCV y MIR siguieron actuando sin un comando único local. El mando
supremo seguía siendo a control remoto desde Cuba, porque Fidel manejaba los fondos
soviéticos.
Raúl Leoni es electo
En las elecciones de diciembre 1963 resultó electo el candidato de AD, Raúl Leoni. En
ellas los comunistas se habían declarado en rebelión y se abstuvieron. El resultado de
estos sufragios fortaleció la democracia y las FAN permitiendo que Leoni iniciara en 1964
su política de pacificación, a la cual denomino “Gobierno de amplia base”. Esta nueva
política ampliaba el círculo del Pacto de Punto Fijo a otros partidos, incluyendo a los
comunistas.
La falta de armas y el éxito de las elecciones de 1963 fueron un grave retroceso que fue
reconocido en abril de 1964 el VI Pleno del Comité Central del PCV. Para entonces, una
mayoría del PCV, entre los cuales estaba Douglas Bravo, buscaba reducir el control de
Castro sobre las operaciones de la guerrilla venezolana pero sin abandonar la lucha
armada.
Pese al contratiempo y a tener en prisión a muchos de sus líderes, el Pleno del PCV
confirmó la línea del partido de continuar el uso de la fuerza y la lucha armada para hacer
la revolución. A pesar de las derrotas, Fidel todavía era un Mesías revolucionario para
muchos venezolanos. La propaganda comunista había hecho ese milagro, aunque los
jefes del PCV no pensaban lo mismo y Douglas lo criticaba abiertamente.
Por su parte, la prisión hizo cambiar algunas mentes. Entre los comunistas presos una
minoría deseaba volver al marco legal. Los dirigentes comunistas presos en el Cuartel
San Carlos empezaron a rumiar nuevas soluciones. Pronto las contradicciones entre el
deseo de seguir combatiendo, la necesidad de quitarle el control de los recursos a Castro
y la esperanza de paz se hicieron evidentes. En medio de este dilema, Bravo trabaja en
el desarrollo de su idea de socialismo bolivariano para separarse del comunismo soviético
que detestaba.
En el VI Pleno del PCV, las dos alas del partido se hicieron evidentes. Pedro Ortega Díaz
fue el líder pacifista abogando por volver a la legalidad. Pompeyo Márquez, Guillermo
García Ponce y Teodoro Petkoff pidieron continuar la lucha armada bajo nuevas
condiciones. Y en la montaña Douglas Bravo, Argimiro Gabaldón, Fabricio Ojeda y otros
comandantes guerrilleros continuaron enfrentando a las fuerzas militares del Gobierno
exigiendo al mismo tiempo el control sobre el apoyo soviético. El VI Pleno terminó con un
triunfo de los halcones partidarios de la línea dura y la guerra, ratificando mantener la
lucha armada.
En mayo de 1964, luego de finalizar la “Operación Torbes” en la sierra de Falcón, se
realizó la 5a Conferencia del Frente Guerrillero “José Leonardo Chirinos”. Asistieron
representantes del PCV, MIR, URD y otros grupos de izquierda. Gracias a la influencia de
Bravo, la conferencia produjo la tesis de la “Revolución Combinada” con carácter cívico-
militar, dando prioridad a la lucha armada. Esa tesis dio cabida por primera vez al
pensamiento socialista bolivariano.
Mi ascenso a Teniente
En julio de 1964 ascendí a Teniente y fui nombrado Comandante de un pelotón de
cadetes en la Academia Militar. Era un cargo prestigioso y me sentí honrado y feliz al ser
escogido. Al llegar, el director era el general de Brigada Martín García Villasmil, mientras
que el comandante del Cuerpo de Cadetes era el coronel Jorge Ernesto Osorio García.
Ambos oficiales eran militares muy conocidos. Tras bastidores se rumoraba que eran los
líderes de la logia nasserista, luego del retiro de Hugo Trejo. Durante mi permanencia de
dos años como oficial de planta me hice cercano a ambos y nunca me insinuaron nada
fuera de lo institucional.
En octubre de 1964 fue depuesto el dictador soviético Khrushchev. Su reemplazo fue
Leonid Brezhnev. El nuevo zar rojo vino con la idea de suspender la política de apoyo a la
fracasada subversión en Latinoamérica para concentrarse en África. La idea de Brezhnev
fue bienvenida por el grupo pacifista del PCV que empezó a presionar para retirarse de la
guerrilla. La nueva política de Brezhnev no le bien a Douglas Bravo que deseaba
continuar la lucha.
Mientras esto ocurría, el gobierno de Leoni lanzó una campaña de pacificación en 1965
dando inicio al proceso de desmovilización de la guerrilla, y en forma simultánea se inició
una nueva operación militar. Como resultado, la guerrilla urbana se debilitó, el frente
“Manuel Ponte Rodríguez” (comandado por Maneiro) fue golpeado duramente y el frente
Ezequiel Zamora fue dispersado. Por su parte, los frentes “José Leonardo Chirinos”, “José
Antonio Páez” y “Simón Bolívar” fueron golpeados duramente pero se mantuvieron
operativos.
Crisis en el PCV
Para decidir la estrategia que se debía seguir ante la situación existente, el Buró Político
del PCV se reunió en diciembre de 1965. En esta reunión hizo acuerdos con el MIR para
actuar en forma conjunta uniendo sus brazos armados: las Fuerzas Armadas de
Liberación Nacional (FALN) y el Frente de Liberación Nacional (FLN). De esa manera se
integraban todos los frentes guerrilleros con Douglas Bravo a la cabeza. La decisión
intensificó la lucha interna entre las facciones del PCV, y en respuesta Douglas publicó el
“Manifiesto de Iracara” en marzo de 1965 defendiendo su posición guerrerista.
Pese a que buena parte del PCV era partidaria de continuar la guerra, el partido se fue
alejando de Fidel Castro al ver que este los había desplazado del manejo de la ayuda
soviética. Gustavo Machado, quien estaba preso, empezó a modificar sus puntos de vista
y a deslindarse de Fidel y de la violencia. Los continuos golpes que sufría la guerrilla
fueron erosionando la moral de los combatientes. Al caer preso, el líder comunista
Guillermo García Ponce se puso al frente de los dirigentes subversivos encarcelados en el
Cuartel San Carlos y propuso un repliegue táctico para volver a la legalidad. Estas ideas
eran contrarias a las de Fidel y Douglas. Ante este planteamiento, Douglas —quien no
estaba de acuerdo ni con Fidel, ni con el repliegue— decidió mantenerse a su lado a pesar
de no simpatizar con muchas de sus ideas.
En diciembre de 1965 se reunieron los jefes de las FALN, Douglas Bravo y dos militares
desertores: el capitán Elías Manuit Camero y el mayor Pedro Vegas Castejón con el
propósito de manifestar públicamente su desacuerdo con el repliegue. La reunión fue
considerada por el Buró Político Comunista detenido en el Cuartel San Carlos como una
maniobra divisionista. La decisión del Buró Político era inapelable y solo quedaba la
obediencia o la ruptura. En ese momento, Douglas decidió romper con el PCV y crear el
Partido de la Revolución Venezolana (PRV) reconstituyendo al mismo tiempo las FALN
como una fuerza armada sin vinculación con los comunistas. Pese a las diferencias
Douglas y Fidel se unieron contra el “viraje” del PCV.
Ante la decisión pro repliegue y pacificación, adoptada por los jefes del PCV con su
política de “Paz democrática” y la consecuente retirada forzada, Fidel decidió “huir hacia
adelante” promoviendo la Conferencia Tricontinental de La Habana. Su intención era
buscar apoyo internacional para continuar operando en Venezuela. En esa reunión hizo
un apasionado llamado a la revolución mundial, pidiendo continuar la lucha en
Venezuela, pero era demasiado tarde.
El “giro” soviético
Los soviéticos, cansados de las continuas derrotas de Fidel decidieron abandonar
Latinoamérica y utilizar a los cubanos en África. Pese a la decisión del Kremlin, Castro
pidió autorización al Kremlin para hacer un último intento para capturar Venezuela y
apoyar el esfuerzo final que el “Che” proponía en Bolivia.
En junio de 1966, Fabricio Ojeda fue detenido y asesinado por la policía política. Este
suceso hizo que Douglas Bravo se convirtiera en el principal comandante de la
subversión. Para mediados del 66 el aparato guerrillero venezolano estaba prácticamente
destruido. Fidel trató de revivirlo enviando dos pequeñas incursiones con mínimos
refuerzos, pero fue en vano.
A mediados de 1966 la guerrilla castrista pasó de ser una amenaza a una molestia. En
ese momento el Ministerio de la Defensa convocó a un concurso para que oficiales
optaran a una beca para estudiar ingeniería Electrónica en los EE.UU. Yo participé y tuve
la fortuna de ganarla. Esos estudios me alejaron de Venezuela por cinco años.
La fuga del San Carlos
En febrero de 1967 se escaparon de la prisión del Cuartel San Carlos los líderes Pompeyo
Márquez, Teodoro Petkoff y Guillermo García Ponce. Estos dirigentes del PCV que habían
pertenecido a la línea dura se habían desplazado a la facción que proponía el regreso a la
legalidad. La idea del repliegue tomó fuerza y Fidel molesto acusó al PCV de cobardía al
ordenar la retirada militar. La tajante respuesta del PCV no se hizo esperar: “No
aceptamos tutelaje de Castro, pese a sus grandes méritos revolucionarios. No somos
agentes de Cuba”..
Poco después, el PCV decidió formalmente abandonar la lucha armada, reanudar el
trabajo popular y participar en elecciones. En octubre del 67 el “Che” fue fusilado en
Bolivia y la URSS cortó definitivamente los apoyos a la revolución en Hispanoamérica. A
partir de ese momento empiezan a agravarse las diferencias entre Fidel y Douglas. Para
entonces Douglas estando fuera del control del PCV, empez ó a hablar de la necesidad de
reestructurar la guerrilla e implantar un socialismo con acento venezolano basado en
Bolívar. Bravo buscaba unificar, bajo su tutela, el comando de todos los frentes
guerrilleros, reemplazando el imperialismo soviético con el socialismo bolivariano.
El Movimiento Electoral del Pueblo
A fines de 1967 ocurrió una nueva escisión de AD. En esa oportunidad el ala izquierda se
separó siguiendo a Luis Beltrán Prieto Figueroa, quien fundó el Partido Movimiento
Electoral del Pueblo (MEP) de orientación socialista. Prieto aspiraba a la presidencia en
1968, pero Betancourt y otros líderes escogieron a Gonzalo Barrios como candidato para
reemplazar al presidente Leoni. Esta nueva división ocasionó la derrota de AD y el triunfo
del Dr. Rafael Caldera, el candidato socialcristiano del partido COPEI.
En el grupo que siguió a Prieto estaban los sindicalistas de AD, incluyendo el diputado
Salom Mesa y su asistente Nicolás Maduro. En 1964 Maduro había logrado obtener
partidas de nacimiento forjadas para sus hijos. Entonces, Maduro laboraba en Caracas
pero mantenía a su familia en Cúcuta. Salom era secretario general del MEP en Caracas y
Maduro era el secretario de organización. Ambos eran infiltrados comunistas en el MEP.
Durante las vacaciones Maduro traía a su familia de Cúcuta a Caracas. En esas
oportunidades Maduro llevaba a su hijo Nicolasito a la sede de la seccional del MEP.
Maduro había apodado a su hijo “Nikito” en honor a Khruschev. En este ambiente de
orientación socialista se crio el futuro presidente de Venezuela portando documentos de
identidad forjados.
CAPÍTULO 7
El bolivarianismo
Simón Bolívar, el Libertador
Bolívar fue un hombre excepcional en su época. Por ser creador de la Gran Colombia es
considerado el adalid de la integración de la América Hispana. Su idea no abarcó Brasil,
EE.UU, Canadá o los países angloparlantes del Caribe. El Libertador tuvo reservas para
acercarse a EE.UU. y Brasil por considerar que ambas potencias tenían intenciones
imperiales.
En Venezuela (desde el siglo XIX) la figura de Bolívar fue endiosada con intenciones
políticas. Esa actitud de adoración interesada por el Libertador se inició varias décadas
después de su muerte en 1830. Durante los años finales de su vida, este prócer pasó de
ser un héroe admirado para convertirse en un caudillo repudiado por sus seguidores. La
causa fundamental de la antipatía fue el sistema político centralista y dictatorial que
pretendió imponer a la Gran Colombia.
Su proyecto de integrar las antiguas colonias de la América hispana y soldarlas en un
país centralizado generó resistencia. Para muchos líderes locales su verdadero propósito
era establecer un imperio de corte napoleónico bajo su hegemonía. En esa época la
mayoría deseaba establecer una república confederada con un Estado de Derecho liberal
burgués. Ese modelo, basado en la división de poderes propuesta por Montesquieu y la
consagración constitucional de los derechos fundamentales, era el desiderátum de la
opinión pública.
Bolívar no era partidario de este esquema porque creía que en la región no estábamos
preparados para la democracia, ni para una federación. Según él, nuestros pueblos
necesitan un gobierno autoritario centralizado bajo un dictador. El propósito hegemónico
propuesto por él al final de su existencia no fue bien acogido. Su giro hacia la dictadura
convirtió al héroe mítico en un ser repudiado por sus antiguos seguidores. El
aborrecimiento al semidiós fue tan grande, que al morir, el Congreso venezolano se negó
a permitir el traslado de sus restos mortales a la patria.
La resurrección de Bolívar
Doce años después de su muerte, el general José Antonio Páez, siendo Presidente de
Venezuela, ordenó repatriar sus restos. A partir de 1870, Guzmán Blanco, un dictador del
siglo XIX, inició con fines políticos un proceso sistemático de rescate de su imagen.
Gracias a alabanzas, discursos laudatorios, y dando su nombre a grandes obras, Bolívar
volvió a ser venerado en Venezuela. Estos rituales, motivados por la conveniencia
política, lo convirtieron en un ícono sagrado de los venezolanos.
Otros gobernantes continuaron esta obra de endiosamiento convirtiéndolo en un objeto
de culto. Esa devoción cuasi religiosa al héroe, se manifiesta con mayor vigor dentro de
las Fuerzas Armadas que se consideran herederas de las glorias de ese gran hombre. La
veneración extendió en menor grado al resto de Hispanoamérica. De esta manera el
realismo mágico produjo el milagro tropical de santificar a un masón, pese a los
ditirambos de los marxistas que no compartían esa ardorosa admiración. De allí que Marx
no puede ser acusado de bolivariano.
La opinión de Marx sobre Bolívar
Tras su muerte, el rechazo no se limitaba a Venezuela. En 1858 Carlos Marx escribió una
filípica contra Bolívar, en la cual no ahorró insultos. Marx se recreó narrando la entrega
de Miranda hecha personalmente por Bolívar a los españoles para eliminar a su peligroso
rival. A partir de allí acusa al Libertador de una serie de hechos condenables y lo insulta a
título personal. En realidad el creador del comunismo no sentía admiración, sino odio por
él. Dado esta antipatía contra Bolívar, es de esperar que sus discípulos tengan reservas
en su contra.
Bolívar no fue un santo pero si un gran guerrero y estadista, cuyo carisma y calibre
político lo convirtieron en un mito. El Libertador fue polifacético, pero no pudo ser
marxista. Marx tenía apenas 11 años cuando Bolívar murió.
El socialismo del Siglo XXI
El bolivarianismo es una ideología política de izquierda ensamblada con partes del
comunismo tradicional embebido dentro de un culto cuasi religioso a Simón Bolívar.
Douglas creó este extraño híbrido luego de ser expulsado del PCV en 1966, y romper
relaciones con Fidel en 1968. En el gobierno de Chávez, este engendro procreó al
Socialismo del Siglo XXI. Este menjurje ideológico no tiene que ver con la creación de
Heinz Dieterich, EL sociólogo y analista político alemán que acuñó la frase “Socialismo del
Siglo XXI”.
Es difícil imaginarse a Douglas como un teórico político, porque es un hombre de acción
amante de la violencia y no un pensador. Sin ser un intelectual creó esa ideología
mitológica a la cual llamó socialismo bolivariano. Pese a ser marxista propuso ideas
políticas que parecieron heréticas a los comunistas ortodoxos. Aunque fue expulsado del
PCV siguió siendo marxista a su manera. Sus planteamientos cambiaron la estrategia de
la izquierda radical en Hispanoamérica.
El capital político de Bolívar
Conociendo la veneración de los venezolanos por Bolívar, Bravo decidió utilizar su imagen
como señuelo. Sabía que los militares venezolanos son bolivarianos y nacionalistas y que
por instinto rechazan el internacionalismo marxista y los imperialismos. El proyecto de
Fidel iba en dirección contraria. Quería instalar un feudo regional comunista dirigido por
él, protegido por el paraguas soviético. La metrópoli del imperio de Fidel sería La Habana
y el centro de la “Patria Grande”. Para enfrentar esta tesis Douglas creo el
bolivarianismo.
Como el PCV estaba ilegalizado en Venezuela, el nombre de Bolívar proveía una buena
cobertura para reuniones abiertas en “Sociedades Bolivarianas”. En esos cónclaves el
virus comunista se ocultaría tras el nombre de “Cátedra Bolivariana”. Por ello Bravo
adoptó la táctica de no hablar de marxismo e incluso de asegurar que su movimiento no
era comunista.
Siendo Bravo un comunista herético, se atrevió a colocar a Bolívar por delante de Marx.
Otra apostasía fue oponerse al imperialismo soviético y castrista. Su posición ante Fidel
es similar a la de Páez contra Bolívar en la guerra de Independencia de Venezuela. El
intento de Bolívar de convertir la confederación en dictadura produjo la disolución de la
Gran Colombia. Una discrepancia análoga produjo la ruptura entre Fidel y Douglas. En la
concepción de Douglas, Bolívar sería el ídolo fundamental en el altar de su revolución.
Esa efigie atraería a los militares a una alianza con sectores izquierdistas. Esta visión, no
buscaba destruir las Fuerzas Armadas, sino catequizarlas y utilizarlas para construir su
proyecto.
Las ideas de Bravo no son originales, pero el conjunto para hacer una revolución
bolivariana forma un todo armónico novedoso. El brebaje inventando por Douglas es más
potable para el hispanoamericano común que el intragable “Manifiesto Comunista”, de
Marx y Engels. El pueblo llano del trópico gusta más de lecturas románticas y heroicas,
rociadas con realismo mágico que la pesada jerigonza marxista. La veneración al héroe
es una concepción que encuadra dentro del imaginario popular de la tierra de los
caudillos. El socialismo bolivariano es comunismo hecho a la medida de los
hispanoamericanos.
Bolívar, imán para atraer militares
Como Douglas Bravo es un comunista librepensador se atrevió a colocar a Bolívar por
delante de Marx. Su concepto de la Patria Grande era la de una confederación de
repúblicas comunistas autónomas. Esta concepción se opuso al imperialismo soviético y
castrista. Su posición ante Fidel es similar a la de Páez contra Bolívar en la guerra de
Independencia de Venezuela. Recordemos que el intento de Bolívar de convertir la
confederación en una dictadura produjo la ruptura de La Gran Colombia. Una discrepancia
análoga produjo la ruptura entre Fidel y Douglas.
La añorada unión de las antiguas colonias españolas sigue siendo una entelequia. Una
mezcla variopinta de románticos utópicos y castristas ansía que el sueño de Bolívar se
cumpla. Simultáneamente se teme la aparición de un súper caudillo napoleónico como
Fidel o Chávez, que podría convertirse en dictador perpetuo cabalgando una ideología
fracasada. Este debate no ha producido acuerdos y sigue abierto a disputas.
La nueva unión hispanoamericana
El Libertador, pese a su talla como líder, no pudo poner en práctica su visión geopolítica
porque su bonapartismo fue rechazado. Pese a ese fracaso, la idea de la unión
hispanoamericana sigue viva en algunos sectores políticos, pero sin consenso sobre la
tendencia doctrinaria que abrazará y la estructura política que adoptará. Sobre este tema
estamos muy lejos de un consenso. Luego de la muerte de Bolívar, otros líderes
intentaron resucitar el proyecto sin mayor éxito. Fidel y Chávez han sido los últimos en
pretenderlo.
El desplome soviético causó el naufragio comunista en Latinoamérica. Los
sobrevivientes, encabezados por Fidel y Lula, mantienen su pretensión de imponer su
versión totalitaria marxista de la “Patria Grande” en la región. La estrategia para lograr
este objetivo fue desarrollada en el Foro de Sao Paulo. Para ellos, el bolivarianismo es
una envoltura que sirve para meter de contrabando el comunismo a través de elecciones
manipuladas. Por otro lado, un grupo no comunista en la región sueña con establecer una
confederación democrática similar a los EE.UU. Los proponentes de la idea conforman
una minoría en Hispanoamérica. Una tercera corriente, que hasta ahora es mayoritaria,
prefiere mantener el estatus quo actual compuesto por un archipiélago de mini países sin
peso geopolítico específico.
El plan de Douglas Bravo
Al romper con Fidel en 1968, Bravo puso manos a la obra para desarrollar su visión. Su
limitación era la falta de recursos, al no contar con el apoyo soviético. Su primera
decisión fue nombrar a Luben Petkoff, el hermano de Teodoro, como segundo al mando
de las guerrillas. Su idea era utilizarlo como comandante operacional en las montañas,
mientras él se encargaba de desarrollar el PRV, manejar los asuntos estratégicos de su
proyecto y recaudar fondos mediante secuestros y asaltos a bancos. Alí Rodríguez Araque
convertido en “Cdte. Fausto” fue nombrado su jefe de estado mayor.
Pese a no ser un teórico, Douglas dio gran importancia a la ideología, por eso se rodeó
no solo de combatientes sino de intelectuales marxistas. Uno de ellos era Nelson
Sánchez, (alias el Comandante “Harold”). Este activista de muy baja silueta fue el primer
ideólogo del movimiento. “Harold” utilizó su cobertura como docente en el Liceo
Caracciolo Parra Pérez de Mérida para contactar jóvenes estudiantes en esa ciudad
universitaria. En poco tiempo convirtió a la Universidad de los Andes (ULA), en un foco
importante del PRV y fuente de reclutamiento. Por su éxito en Mérida fue enviado a
Caracas, donde coordinó las actividades clandestinas del PVR. A partir de allí su misión
fue coordinar el desarrollo de la nueva logia militar crearse y mantener contacto con
oficiales nasseristas que permanecían en las Fuerzas Armadas. Para encubrirse consiguió
un trabajo como como profesor de educación media en un liceo de la capital.
Para reemplazar a Harold como ideólogo, Douglas intentó reclutar a su amigo y
camarada Alfredo Maneiro, quien era un intelectual comunista que había creado el foco
guerrillero de La Azulita con Argimiro Gabaldón y Kleber Ramírez en 1960. Luego había
comandado con poco éxito el Frente Guerrillero Manuel Ponte Rodríguez en el oriente del
país. Maneiro no fue un buen combatiente, pero sí un brillante teórico.
Maneiro no aceptó la propuesta porque se había pacificado y pensaba fundar su propio
partido político. En su lugar recomendó a Kleber Ramírez para esa posición. Kleber
incorporó al movimiento la concepción del estado comunero, desarrolló la idea del
comunismo bolivariano y modificó la visión de la unión hispanoamericana de Fidel. Para
esto fijó una estructura de confederación compuesta por naciones socialistas bolivarianas.
Su concepción era diferente al imperio comunista monolítico promovido por Fidel.
El “Aparato Militar”
En el pensamiento de Douglas Bravo la acción militar fue siempre central y le trajo una
merecida fama de ser “militarista”. A diferencia de Fidel que odiaba a los militares y
quería destruir la institución castrense, Douglas predicaba que “la revolución se haría con
los militares y no contra ellos”. Por ello dio gran importancia a la penetración de la
institución armada, especialmente a las academias militares. De esa manera controlaría
esas instituciones desde adentro.
Douglas mantenía en mente sus experiencias en los años cincuenta como agitador en el
Liceo Fermín Toro y la Normal Miguel Antonio Caro. Estos planteles habían sido una
cantera de dirigentes comunistas financiada por el propio Gobierno. La guerra de
guerrillas en Venezuela diezmó los cuadros militares que Bravo formó. Su actitud ante los
militares se podría sintetizar con la frase “si no los puedes derrotar, únete a ellos”. Por
eso se propuso hacer una metamorfosis de la organización militar desde adentro. Dada la
idolatría al Libertador imbuida a los militares, desarrolló la doctrina bolivariana como la
ideología del PRV. Con esa arma Douglas se proponía infiltrar a las FAN desde abajo
hacia arriba.
Douglas mantenía contacto con un grupo de viejos militares nasseristas que habían
envejecido y necesitaba cuadros jóvenes para reemplazarlos. Hugo Trejo, seguía siendo
una ficha importante, pero ya era un hombre mayor. Algunos exalumnos del Fermín Toro
que había infiltrado en el Ejército ya eran capitanes, aunque ninguno se había revelado
como líder. Ninguno tenía la capacidad y carisma para formar la logia militar que ansiaba.
Su plan necesitaba un nuevo liderazgo y tiempo para que sus infiltrados llegaran a
posiciones de mando como comandantes de batallón. Esas unidades tácticas son los
caballos de batalla de los golpes de Estado.
La necesidad de un líder
La unidad de mando de las agrupaciones revolucionarias y la formación de cuadros
imbuidos con su doctrina bolivariana era prioritaria para Douglas Bravo. Había creado el
PRV como una estructura paraguas para integrar bajo su sombra una confederación de
subversivos incluyendo militares.
En cuanto a la formación de cuadros, su intención era diferente a la de Fidel. Él criticaba
la obsesión del cubano de inculcar a sus seguidores no solo la idea de la “Patria Grande”,
sino en promover el culto a su personalidad. El objetivo del caudillo cubano era imbuir a
sus seguidores la creencia que él era un mesías para hacerlos sumisamente leales. Bravo
pensaba diferente. Para inculcar sus ideas a los futuros líderes fundaría una pequeña
Escuela de Cuadros bolivariana donde formaría los primeros apóstoles que predicarían su
doctrina.
Después de la huida del general Pérez Jimenez, Douglas trató de poner en práctica la
idea de la Escuela de Cuadros. Fidel se opuso, luego que Douglas había infiltrado algunos
topos en las escuelas militares. En este grupo estaba el Cap. Santeliz, un marxista
convencido que había infiltrado, pero no tenía madera de líder.
No al foquismo
Douglas no compartía la idea de Fidel de repetir en Venezuela la estrategia del foquismo
cubano. Las condiciones en ese país eran muy diferentes y el Ejército local estaba mejor
preparado que el de Batista. La situación requería una estrategia distinta y la lucha debía
ser dirigida por un venezolano. Además no estaba de acuerdo con imponer su voluntad a
la fuerza en otros países. Lo prioritario era desarrollar el aparato urbano y acelerar la
infiltración de las FAN.
El problema teórico de Douglas era cómo presentar a los militares el bolivarianismo
como un concepto compatible con el marxismo. La solución fue no mencionar
públicamente el marxismo ni el comunismo, pero usar tras bastidores su ideología. A
partir de allí el mantra ante sus seguidores pasó a ser el bolivarianismo con un
sentimiento anti yanqui. Ese sería el motivo central y la inspiración de la revolución.
La unidad de mando
La institución militar tiene una estructura jerárquica piramidal, probada en combate por
siglos. Esa organización da autoridad a los superiores para dar órdenes y hacerlas
cumplir. Dentro de ese sistema, en un teatro de operaciones hay un solo comandante en
jefe en el tope de la organización. Este precepto básico militar no pudo establecerse en
Venezuela durante las guerrillas de los años 60. Fidel no lo permitió, manteniendo varios
comandos que dirigía desde La Habana. La estrategia del cubano era la clásica “divide y
vencerás”. Como consideraba a Douglas un rival peligroso se dedicó a interferir y
desautorizar sus órdenes. Gracias a Fidel, la guerrilla venezolana nació dividida y murió
dividida.
Al retirarse Fidel de Venezuela, Douglas quedó al mando auto designándose
Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) y del Partido
Revolucionario Venezolano (PRV). La persecución constante del Ejército, las deserciones,
la falta de fondos y la política de pacificación habían hecho estragos. En 1968 la
revolución venezolana estaba en terapia intensiva. En esa situación Douglas decidió
permanecer en las montañas. Desde su puesto de comando en la Sierra de Falcón, se
proponía dirigir a las guerrillas rurales y al movimiento subversivo urbano. Para facilitar el
control delegó el comando de las operaciones guerrilleras en Luben Petkoff. La dirección
del esfuerzo urbano, la formación de cuadros y el desarrollo de la futura logia la puso en
manos de Alí Rodríguez Araque.
El componente militar del plan
La creación de una nueva logia militar integrada por oficiales jóvenes fue un elemento
clave en el plan de Douglas Bravo. Cuando alcanzara la masa crítica necesaria y se dieran
las condiciones objetivas, este grupo daría un golpe. Esa insurrección sería apoyada en
las ciudades por fuerzas de choque de civiles y las guerrillas bajarían de las montañas a
rematar la faena.
Los primeros jóvenes formados en la Escuela de Cuadros que ingresaran a las escuelas
militares, serían los jefes de la logia. El más carismático de ellos sería el cabecilla. Una
vez sembrados los primeros miembros de la logia iniciarían el reclutamiento de nuevos
seguidores. Este sistema de retroalimentación interna aceleraría el crecimiento de la
logia para hacerla llegar a su masa crítica.
Los primeros graduados de la Escuela de Cuadros irían al Ejército por ser la fuerza más
poderosa y desde allí la logia irradiaría su influencia en el resto de las Fuerzas Armadas.
Este plan requería un líder carismático, audaz y disciplinado capaz de construir y dirigir la
logia. Descubrir y formar a este cabecilla militar era crucial. Esta misión fue
encomendada a Esteban Ruiz Guevara, un adoctrinador comunista con quien Douglas
había hecho equipo en los años 50 en la resistencia contra Pérez Jiménez.
Rafael Caldera gana las elecciones en 1968
En diciembre de 1968 se realizaron elecciones presidenciales en Venezuela. Para
entonces me encontraba estudiando ingeniería en la Universidad de Houston. Los
principales candidatos fueron Rafael Caldera por COPEI, Gonzalo Barrios por AD y Luis
Beltran Prieto Figueroa por el MEP. Dado que el resultado fue muy reñido, el Consejo
Supremo Electoral tardó más de una semana para emitir resultados definitivos.
En esa época la gran mayoría de la oficialidad era apolítica, salvo algunos infiltrados por
los partidos durante la resistencia contra Pérez Jiménez. Luego del triunfo de Betancourt
en diciembre de 1958, algunos oficiales afectos a AD ocuparon posiciones importantes.
Entre ellos estaba el general Heraclio Anzola García, un compañero de promoción del
coronel Hugo Trejo que fue reincorporado al Ejército por Betancourt. Este oficial formó a
su alrededor a una célula de oficiales pro adecos. Esta no era una logia golpista, sino
supuestamente un grupo de “amigos” de AD. Paralelamente, en secreto, un pequeño
grupo de sobrevivientes de la logia nasserista del coronel Hugo Trejo, de tendencia
izquierdista, conspiraba con los comunistas.
Ante la tardanza en los resultados empezaron a correr rumores que el general Anzola,
el Comandante de los Elementos Orgánicos del Ejército, la gran unidad de combate
acantonada en Caracas, preparaba un golpe en caso que Caldera triunfara. En ese
entonces el oficial de mayor confianza de Caldera era el Tcnel. Iván Moros Ghersi, el
comandante del Batallón Blindado Bermúdez. Dada la situación Moros empezó a asesorar
furtivamente a Caldera. Simultáneamente el Dr. Pedro Pablo Aguilar, un líder de COPEI
experto en asuntos militares, invitó a oficiales del Batallón Blindado Bermúdez a una
reunión con Caldera en su casa. Esos oficiales, que no pertenecían al grupo de Moros,
eran los subtenientes Carlos Santiago Ramírez, Ramón Santeliz Ruiz, Fernando Ochoa
Antich y José Salas Mendoza. 6 Todos eran del clan de “Los Panas”.
Poco después de esta reunión el Consejo Supremo Electoral encabezado por el Dr.
Manuel Rivero emitió los resultados. Simultáneamente el Comandante del Ejército, el
general Roberto Morean Soto informó públicamente que respetaba los resultados y la
idea del golpe se disipó. Luego que Caldera ganó las elecciones se propuso crear dentro
de las FAN un grupo de oficiales copeyanos similar al de Anzola. Al igual que el grupo
militar pro adeco, los oficiales pro copeyanos no constituían una logia golpista, sino una
fuente de información militar para esos partidos. Para esta misión el presidente electo
Caldera seleccionó al Tcnel. Iván Moros Ghersi.
Este general se graduó en 1951 en la Academia Militar. Era primo hermano del Dr.
Carlos Alberto Moros Ghersi, un prestigioso médico y senador militante del partido COPEI
y hombre de confianza de Caldera. Dadas estas relaciones familiares, Moros fue atraído
por los socialcristianos. En 1964, siendo mayor Moros Ghersi, fue designado segundo
comandante del Batallón Blindado Bermúdez acantonado en el Cuartel Urdaneta en
Caracas. En 1966 ascendió a Teniente Coronel y pasó a ser Comandante de esa unidad.
Estando en ese cargo su segundo comandante era el mayor José Humberto Vivas y entre
los oficiales adscritos a ese batallón estaban los tenientes Carlos Santiago Ramírez y
Fernando Ochoa Antich. Ese mismo año se incorporaron a ese batallón un grupo de
subtenientes recién graduados, entre los cuales figuraban Moisés Orozco Graterol y
Richard Salazar Rodríguez. Estos oficiales jugarían un rol importante durante el golpe del
4F.
Luego del triunfo de Caldera, el presidente electo dio instrucciones a Moros Ghersi para
dar una cena en su casa e invitara a un grupo de oficiales de confianza. El propio
Presidente electo asistiría discretamente para conocerlos. Casi todos los convidados eran
oficiales del Cuartel Urdaneta y en su mayoría eran de blindados y amigos de Moros.
Entre ellos estaban el mayor Vivas, y los tenientes Orozco y Salazar. Ochoa y Ramírez,
aunque eran plazas del Batallón Bermúdez, no fueron invitados porque eran considerados
simpatizantes de AD. El único artillero del Cuartel Urdaneta invitado al agasajo fue el
mayor Rafael Vale Huerta. Nadie del grupo “Los Panas” fue invitado porque Moros Ghersi
los consideraban pro adecos.
Al día siguiente, alguien informó al general Heraclio Anzola sobre esta reunión. Este
oficial era el superior inmediato del Batallón Bermúdez. Anzola se molestó y amonestó a
Moros por organizar un acto político con militares. Esta reprimenda le fue útil porque al
saberlo Caldera, lo nombró jefe de su Guardia de Honor.
Al recibir ese comando, Moros solicitó a varios oficiales de blindados de su confianza.
Entre otros fueron a servir con él los tenientes Jesús Tovar Jiménez de la promoción de
1962, Moisés Orozco Graterol y Richard Salazar Rodríguez del 66. Al llegar Moros, les
pidió que recomendaran a oficiales de infantería para llenar plazas vacantes, Orozco
propuso a su amigo el capitán Pedro Rangel Rojas con quien había estado en las
guerrillas. Rangel tenía el aval del senador José Antonio Pérez Díaz, uno de los
fundadores de COPEI. Richard Salazar, por su parte, recomend ó a su hermano el
subteniente Raúl Alejandro Salazar Rodríguez. Estos oficiales constituyeron el núcleo de
la célula copeyana creada por Moros. El papel de estos oficiales en la carrera de Chávez y
durante el 4 de febrero de 1992, fue crucial.
El gobierno de Caldera
Este presidente socialcristiano llegó al poder precedido de dos gobiernos
socialdemócratas que enfrentaron una guerra de guerrillas promovida por Fidel. Esta
invasión fue enfrentada con éxito pese a que el precio promedio del petróleo había
subido apenas 6% desde $3,00 en 1958 a $3,18 en 1968. Luego de la huida de Pérez
Jiménez, el presidente Betancourt tuvo dificultades cuando el precio del crudo bajó en
1959. Caldera confiaba en que al pacificar el país tendría más recursos al reducirse los
gastos militares. Nunca imaginó que tres años más tarde los precios del petróleo se
triplicarían al final de su gobierno.
A comienzos de la década de los 70 sobrevivían en las FAN algunos remanentes de la
logia nasserista de Hugo Trejo y todos eran fichas comunistas. Entre ellos estaban los
tenientes coroneles Alberto Müller Rojas, Enrique Medina Rubio, Jacinto Pérez Arcay y Elio
García Barrios. Todos seguían en servicio activo pero ninguno tenía condiciones de líder.
Como sus simpatías izquierdistas eran evidentes fueron relegados a cargos
administrativos sin mando de tropas.
Entre los oficiales jóvenes graduados luego de la caída de Pérez Jiménez, había un
grupo de oficiales conspiradores. Entre ellos los más conocidos eran los mayores Jacobo
Yépez Daza y José Luis Prieto, ambos pertenecientes a la promoción de 1958. El primero
era el prototipo del oficial nasserista, aunque nunca formó una logia efectiva. El segundo
era un infiltrado de Bravo desde que fue alumno en el Fermín Toro. Su papel en la
promoción de 1958 de la Academia Militar fue análogo al de Santeliz en la promoción de
1962, pero por su carácter nunca formó una logia funcional y se limitó a simular que era
un oficial de derecha para vigilar a Yépez Daza. En la Aviación sonaban como potenciales
conspiradores de izquierda los nombres del capitán José Miguel Ángel González y los
tenientes William Izarra (quien tenía un hermano comunista) y Francisco Visconti. En la
Marina sonaban en los corrillos golpistas los nombres del capitán de Corbeta Carlos
Luengo Romero y del teniente de Navío Hernán Gruber.
Estos movimientos subversivos eran embrionarios y “Rasputín” tenía la misión de
penetrarlos y coordinarlos. Aparte del grupo que controlaba Yépez Daza, en el Ejército
funcionaba la pandilla de “Los Panas” que no tenía una tendencia política definida,
porque sus miembros tenían diferentes inclinaciones. Al iniciarse la década de los 70 “Los
panas” eran capitanes. Para entonces Carlos Santiago Ramírez había iniciado una logia
derechista en la Brigada Blindada. Santeliz era su consejero y lo asesoraba
estratégicamente mientras mantenía informado a Douglas Bravo. Como Ochoa Antich era
de blindados y compadre de Santiago, se presumía que pertenecía a ese grupo pese a
sus conexiones con AD. Todos ellos eran amigos míos desde mi época en el Cuartel
Urdaneta. Para entonces me había alejado del grupo mientras estudiaba en los EE.UU. El
crecimiento de esta logia se estancó cuando Santiago fue enviado por tres años para
hacer un curso de Estado Mayor en España.
La nueva logia
Los viejos militares izquierdistas eran útiles a Douglas Bravo para reclutar a otros
oficiales y apoyar la retaguardia del movimiento subversivo, pero no para ejecutar un
golpe de Estado. Su función sería encubrir y proteger las nuevas generaciones de cuadros
militares comunistas. Había que empezar de nuevo penetrando las FAN desde la base.
En la nueva logia, el énfasis debía ponerse en descubrir candidatos con liderazgo. Estos
líderes debían ser capaces de dirigir una rebelión militar al llegar a los grados de mayor o
tenientes coroneles. En esos grados estarían en condiciones de controlar batallones. Los
miembros de la vieja logia tendrían la misión de infiltrar las direcciones de inteligencia y
personal de las fuerzas para alertar sobre investigaciones contra la logia, limpiar los
expedientes de informes indeseados, asignar cargos claves para las nuevas promociones
de infiltrados y favorecer su ascenso. La vieja logia nasserista sería reemplazada con una
nueva estructura compuesta por oficiales subalternos.
El horizonte del golpe
En 1968 al producirse la ruptura con Fidel, Bravo necesitaba consolidar su débil posición
unificando el mando de los guerrilleros en las montañas. Adicionalmente, debía fundar la
escuela de cuadros para desarrollar la logia militar. Esta no sería una organización
permanente sino el semillero de los primeros cuadros. Una vez que formara las
promociones iniciales sus graduados empezarían a reclutar nuevos seguidores. En esa
escuela se inculcaría a los cursantes ideología bolivariana, técnicas de infiltración,
conspiración y disciplina. Los graduados que mostraran liderazgo serían sembrados en las
academias de formación de oficiales, mientras que los demás irían a las universidades. El
éxito del proyecto requería encontrar y desarrollar líderes que luego serían los
evangelistas del socialismo bolivariano.
Entre los primeros graduados de esta escuela era indispensable captar candidatos con
atributos naturales de liderazgo. Esa tarea no era fácil. Los grandes líderes nacen no se
hacen. Las nuevas técnicas de liderazgo pueden perfeccionar a los líderes naturales, pero
se necesita que el futuro cabecilla tenga condiciones innatas para el mando. Entre ellas
está inteligencia, carisma, elocuencia, presencia, audacia y otras dotes que son parte del
arsenal de un líder. Conseguir a un joven con esas condiciones sería más fruto del azar
que de exámenes o educación especializada.
Ese líder, una vez infiltrado en el mundo castrense, debía formar un núcleo de
seguidores en su promoción, que serían sus apóstoles para iniciar discretamente el
esfuerzo de captación de otros cadetes. Por razones de seguridad, Douglas Bravo no lo
contactaría hasta que hubiesen pasado varios años de su inserción en la Academia
Militar. El proceso de desarrollo de la logia debía ser lento y cauteloso para evitar ser
detectados. En ningún momento el líder debía mostrar simpatías por el izquierdismo y
menos hablar de comunismo o marxismo. Siempre actuaría como un fiel nacionalista
imbuido por las ideas del Libertador y profundamente antinorteamericano. Mientras fuera
cadete, las labores de captación se reducirían al mínimo centrándose en algunos
compañeros y unos pocos cadetes de años inferiores. Las labores formales de
reclutamiento de otros oficiales se iniciarían lentamente en los cuarteles al graduarse y
se acelerarían una vez fuese nombrado instructor de la Academia Militar.
El proceso de captación sería piramidal. Cada nuevo recluta se convertiría en reclutador
de subalternos y seguidor del líder de la logia. De esa manera el crecimiento de las
células secretas sería viral y el rol del líder sería fundamental. El plan de Douglas solo
funcionaría si se descubría a un líder excepcional. El problema estaba en descubrir a este
diamante en bruto y cómo pulirlo para desarrollar su potencial. Con los limitados recursos
con que contaba, Douglas no tenía capacidad para hacer una adecuada campaña de
selección de candidatos. Tampoco podía aplicarles baterías de exámenes psicológicos, ni
usar técnicas de desarrollo de líderes. Su puesto de mando estaba en las montañas de
Falcón. Conseguir a un joven con condiciones de líder era como buscar una aguja en un
pajar.
Por fortuna Douglas conocía a la persona ideal para esa misión: José Esteban Ruiz
Guevara, el intelectual comunista que se había desempeñado con éxito en una función
similar en los años 50 cuando coordinaba la agitación en el Fermín Toro y en la Normal
Caro. Varios de sus alumnos fueron infiltrados como cadetes en las escuelas militares,
entre ellos su sobrino Santeliz Ruiz, quien ingresó a la Academia Militar en septiembre de
1958.
Al iniciarse las guerrillas Ruiz Guevara siguió a Douglas hasta la Sierra de Falcón.
Entonces ya rondaba los cincuenta años y fue utilizado como correo y adoctrinador
comunista. Douglas sabía que este viejo luchador comunista era un intelectual admirador
de Bolívar y Zamora, así como un excelente catequizador con buen olfato para descubrir
líderes. En 1969 al recibir Caldera la presidencia, Bravo le ordenó a Ruiz Guevara retirarse
de las guerrillas de Falcón para dedicarse a crear la escuela de cuadros.
CAPÍTULO 6
La escuela de cuadros
Los pioneros de Fidel
Para los comunistas, la formación y adoctrinamiento de los futuros líderes es
fundamental. Durante su estadía en Cuba en 1960, Douglas observó la organización
juvenil castrista de “Los Pioneros” y pensó hacer algo parecido en Venezuela. Estos son
grupos de adolescentes miembros del partido comunista adoctrinados como fanáticos de
una secta que obedece ciegamente y le debe lealtad a Fidel y la revolución. Se identifican
con una pañoleta roja anudada al cuello y son el primer peldaño de un largo proceso
ideológico. Están destinados a ser el semillero de los futuros dirigentes del partido, las
Fuerzas Armadas y los cuerpos represivos y de seguridad.
En Cuba, los Pioneros empiezan como niños de primaria. Al pasar a secundaria, luego
de una selección, algunos son enviados a liceos militares llamados “Camilitos” (en honor
a Camilo Cienfuegos). Los Camilitos son una organización integrada por catorce liceos
militares, en los cuales el Gobierno les inculca más a fondo la ideología castro comunista
y la formación militar. Juegan un papel similar al que tenía la Komsomol soviética.
Tanto los Pioneros como los Camilitos son filtros diseñados para seleccionar a los
candidatos que serán enviados posteriormente a las escuelas de la élite cubana en La
Habana. Entre ellas la Escuela Vocacional Lenin, que forma los ingenieros y técnicos que
dirigirán las empresas del Estado y la Escuela Superior de Cuadros Ñico López encargada
de formar a los futuros líderes políticos y militares del régimen. A estas instituciones son
enviados los hijos de los miembros de la nomenclatura y la crema y nata de los jóvenes
del Partido Comunista cubano.
La escuela de cuadros cubana
Al terminar el bachillerato en “Los Camilitos” algunos de los graduados más destacados
son enviados al ejército rebelde. Luego de prestar servicio militar, los que demuestren
mayor lealtad al régimen son seleccionados para asistir a las universidades o a las
escuelas militares. Al graduarse, los que muestren mayor potencial de liderazgo y los
familiares de altos funcionarios del régimen son enviados a la Escuela Superior de
Cuadros Ñico López. En esa institución, además de profundizar el adoctrinamiento
marxista, se hace énfasis en el desarrollo de los futuros líderes. Los graduados de esta
elitesca escuela hacen carrera acelerada en el gobierno y las Fuerzas Armadas
revolucionarias. Además de alumnos cubanos la escuela superior de cuadros recibe un
nutrido contingente de extranjeros, especialmente hispanoamericanos.
Los mejores graduados en la Ñico López ingresan a la nomenclatura cubana, que es un
grupo de funcionarios élite que a lo largo de su vida ocupan posiciones claves en el
régimen, convirtiéndose en los amos de Cuba. Algunos extranjeros, seleccionados muy
cuidadosamente, han hecho este recorrido de formación ideológica y luego han sido
exportados a sus países como agentes castro comunistas. Entre otros podemos citar a
Nicolás Maduro (en Venezuela) y Evo Morales (en Bolivia). Israel Silva Guarnizo un
comunista colombiano dice haber sido compañero de estudios en esta escuela con
Maduro entre 1986 y 19877.
7. ABC de España “La vida oculta de Maduro” Recuperado de http://valenciainforma.wordpress.com/2013/03/28/abc-de-
espana-la-vida-oculta-de-nicolas-maduro.
La idea de Bravo
Douglas decidió crear una escuela de cuadros para adoctrinar a los futuros líderes
juveniles, antes de enviarlos a las universidades y academias militares. En ese momento
estaba convencido de que el futuro de la revolución no estaba en la guerrilla, sino en la
captación y adoctrinamiento de jóvenes para dar un golpe cívico-militar. La creación y
dirección de esa escuela la puso en manos de Esteban Ruiz Guevara.
Debido a la falta de recursos el proyecto de Douglas era más limitado que el de Fidel.
Su idea estaba basada en su experiencia en la resistencia contra Pérez Jiménez. Solo un
pequeño grupo de estudiantes izquierdistas de secundaria atenderían este curso. Los
alumnos serían seleccionados sobre la base de su potencial como líderes y tomarían
clases en la tarde al salir de sus programas regulares en el liceo de Barinas. Ruiz Guevara
se encargaría de inculcarles la ideología bolivariana y tendría ojo avizor para detectar
líderes potenciales. Al terminar su bachillerato, estos muchachos irían a las universidades
o ingresarían a las FAN para actuar como apóstoles de la revolución bolivariana. Los que
fueran a la Academia Militar tendrían como tarea organizar una logia bolivariana que en
poco más de una década daría un golpe de Estado controlado por Douglas.
La idea de Bravo era usar la imagen de Bolívar como símbolo cohesionador de una
fuerza de choque cívico-militar capaz de establecer el socialismo en Venezuela. Su
actividad se encubrirí a simulando ser una inocente “escuelita bolivariana” privada.
Encubiertos tras la apariencia del culto al Libertador, los alumnos harían deportes y se les
inculcaría el bolivarianismo, es decir, el socialismo según Douglas Bravo.
General Juan Velasco Alvarado
Mientras Douglas Bravo trataba de crear una logia militar a partir de cero, en Perú el 3 de
octubre de 1968 se produjo un golpe militar incruento liderado por el general Juan
Velasco Alvarado, quien derrocó el frágil gobierno civil de Fernando Belaúnde. El
alzamiento militar indicaba que en Hispanoamérica los militares seguían siendo actores
políticos fundamentales. Este alzamiento vino a confirmar la teoría de Douglas y lo
impulsó a acelerar su plan.
En el caso peruano, un escándalo sobre un contrato petrolero asignado
fraudulentamente produjo indignación en las FAN. Esta fue la excusa para que Velasco,
siendo ministro de la Defensa, tomara el poder. Este general izquierdista había sido el
primero de su promoción en la Escuela Militar de Chorrillos y luego había formado una
logia golpista. Esta práctica era común en Perú y de allí esa nefasta tradición militar se
extendió a otros países hispanoamericanos.
Velasco Alvarado tenía prestigio en el Ejército y sobre esta base desarrolló una logia
con una nebulosa doctrina llamada “Peruanismo”. El objetivo de esta organización era
hacer justicia a los pobres, promover la igualdad y luchar contra el imperialismo
norteamericano. Básicamente ese fue el mismo libreto de Fidel Castro en 1959, aunque
el cubano no era un militar de carrera. La idea fue calcada por Douglas Bravo, quien
reemplazó “Peruanismo” con “Bolivarianismo”.
Rafael Caldera es electo
En diciembre de 1968, Caldera ganó con apenas treinta mil votos de ventaja. En segundo
lugar terminó el candidato de AD. Este partido se vio perjudicado por el cisma
encabezado por Prieto Figueroa con el Movimiento Electoral del Pueblo (MEP). Al ser
proclamado por el Consejo Supremo Electoral (CSE), Caldera expuso su futura política de
pacificación de la guerrilla. En la Sierra de Falcón esa fue una mala noticia para Douglas
Bravo. La política de apaciguamiento de Leoni había causado deserciones en sus filas y
ahora la de Caldera lucía más preocupante. El camino de la guerrilla al estilo de los años
sesenta se estaba cerrando y debía volver a la opción del golpe militar infiltrando las
FAN.
Para entonces, los sobrevivientes del antiguo Frente Militar de Carrera (FMC) eran
oficiales superiores activos, sin comando de tropas y sin un líder capaz de aglutinarlos.
Douglas necesitaba sangre fresca para iniciar una tarea de largo plazo. Para poner en
práctica su idea decidió infiltrar las FAN con oficiales subalternos adoctrinados.
Simultáneamente debía controlar los grupúsculos subversivos de izquierda que pululaban
anárquicos en el país. Ello ameritaba levantar fondos y no era fácil. Ante ese negro
panorama, Douglas dio instrucciones a Ruiz Guevara para abandonar la guerrilla e
instalar la escuela de cuadros y con jóvenes que tuvieran liderazgo.
Al llegar a Barinas, su ciudad natal, Ruiz se topó con su viejo amigo Hugo de los Reyes
Chávez, un maestro de escuela primaria. Este le contó que luego del triunfo de su
compadre Caldera, había renunciado al MEP y regresado a COPEI. En retribución, fue
nombrado director de la escuela primaria del cercano caserío de Sabaneta y se había
visto obligado a dejar a sus hijos mayores en Barinas bajo el cuidado de su abuela
materna Rosinés. Los dos adolescentes atendían el liceo local. Rosinés era una amiga de
la infancia de Ruiz.
José Esteban Ruiz
Ruiz Guevara era un comunista conocido en esa región de los llanos y había vivido una
vida itinerante. Era uno de los fundadores del PCV en Barinas junto con José Octavio
Jiménez, el padre de Rafael Simón Jiménez un compañero de liceo de Hugo Chávez.
Durante la dictadura de Pérez Jiménez fue perseguido. Siendo fugitivo trabajó con
Douglas Bravo en la clandestinidad en Caracas adoctrinando jóvenes en el Liceo Fermín
Toro y en la Normal Miguel Antonio Caro. Al caer la dictadura en 1958 regresó a su tierra
natal.
Cuando en 1962 Douglas creó en la sierra de Falcón el frente guerrillero “José Leonardo
Chirinos”, Ruiz Guevara se le unió. En 1963 Douglas envió a Francisco Prada Barazarte
(alias “El Flaco”), un veterano del Fermín Toro, a establecer el frente guerrillero “José
Antonio Páez” en los llanos. Prada pidió a Ruiz acompañarlo. Cuando Prada, cayó preso,
Ruiz se unió de nuevo a la guerrilla de Douglas.
Ruiz había demostrado tener buen ojo para detectar candidatos con aptitudes para
infiltrarlos en las escuelas militares. Durante la dictadura de Pérez Jiménez captó, formó
e infiltró varios de sus discípulos en las escuelas militares. Luego del triunfo de la
democracia en 1958, algunos de esos oficiales siguieron en la institución castrense. Como
el izquierdismo de estos oficiales era evidente, no alcanzaron posiciones de comando. En
los años setenta ya no eran jóvenes y ocupaban posiciones administrativas sin mando de
tropas en las áreas de personal, inteligencia, finanzas y justicia militar.
El plan de Douglas requería formar una logia joven con comando de tropas. A los viejos
nasseristas se les asignó la tarea de proteger a los cadetes que se irían infiltrando. El
núcleo de la escuela de cuadros funcionaría a partir de septiembre de 1979 en la casa de
Ruiz Guevara simulando ser una sociedad bolivariana juvenil. Barinas era una pequeña
capital de provincia situada a 150 Km. de la frontera con Colombia, donde él era un
conocido historiador retirado y sus charlas bolivarianas no serían sospechosas.
Su casa estaba cerca de un terreno baldío donde los adolescentes podían jugar béisbol,
además de ser adoctrinados en el bolivarianismo. El béisbol sería el magneto para atraer
jóvenes. Luego de recibir su misión, Ruiz Guevara empezó sus tareas de reclutamiento.
Su casa era pequeña y sus clases no podían tener más de diez alumnos. Este número era
suficiente para conformar un equipo de béisbol. Tres plazas las ocuparían sus hijos y
necesitaba otros siete jugadores. Los candidatos más inmediatos eran los dos hijos del
maestro Chávez, que vivían en la casa de al lado en la Urbanización Rodríguez
Domínguez. Adán (el mayor) cursaba 5º año y Hugo 4º. Ambos eran miembros de la
juventud comunista.
Hugo Chávez Frías
Adán y Hugo vivían con su abuela paterna Rosinés, quien era amiga de la infancia de Ruiz
Guevara. Sus padres habían sido casi familia. Rosinés era hija del famoso bandido local
Pedro Pérez Delgado conocido por el nombre de guerra “Maisanta”. Este personaje operó
en la región a comienzos del siglo XX convirtiéndose en una leyenda urbana. Ruiz
Guevara había sido criado por un lugarteniente de “Maisanta” y conocía muchas
anécdotas sobre él. Con esta información creó una versión romántica de “Maisanta”. Para
él, Pedro Pérez Delgado no era un bandido sino un luchador social que se había alzado
contra la dictadura de Gómez. Según Ruiz, en sus andanzas como guerrillero Maisanta se
convirtió en una especie de “Robin Hood” de los llanos. Estas historias atraían al joven
Hugo Chávez.
El padre de Hugo, el maestro Chávez, también era viejo amigo de Ruiz. Mientras este
último permanecía en el PCV, el maestro Chávez peregrinó entre varios partidos
iniciándose en el ala izquierda del partido socialcristiano COPEI. Estando allí conoció al
candidato Rafael Caldera. Según versiones no confirmadas, Caldera en una visita a la
región apadrinó a su hijo Hugo y que por ello el muchacho fue bautizado como Hugo
Rafael. Esta historia nunca fue desmentida por Caldera quien se limitó a decir que tenía
demasiados ahijados. Años más tarde, el padre de Chávez empezó a gravitar hacia la
izquierda y decidió abandonar COPEI. Eventualmente se convirtió en militante del partido
Unión Republicana Democrática (URD), e hizo amistad con el diputado José Vicente
Rangel.
Cuando en 1967 Luis Beltrán Prieto Espinoza fue expulsado de AD, arrastró consigo a la
izquierda y a los sindicalistas de su partido. Una vez fuera de AD, fundó el Movimiento
Electoral del Pueblo (MEP), partido de tendencia socialista. Para entonces Venezuela se
preparaba para unas nuevas elecciones en diciembre de 1968. En ese tiempo URD y el
PCV bajo el nombre “Unidos para avanzar” (UPA) apoyaron a Prieto. Al triunfar Caldera,
el maestro Chávez volvió a COPEI.
La Escuela de Cuadros en Barinas
A fines de 1969 Ruiz Guevara estaba listo para iniciar las actividades ordenadas por
Douglas. Para entonces había estructurado un programa de estudios de dos años. En la
escuela se impartirían, en horario extra cátedra, cursos de ideología socialista bolivariana
a 10 estudiantes del liceo local. Oficialmente el currículo ofrecía un inofensivo ciclo de
conferencias sobre Bolívar, Zamora y héroes locales combinadas con actividades
deportivas. En esos cursos no se hablaría de comunismo, ni de Douglas Bravo, para no
despertar sospechas y pasar desapercibidos. Hablar de marxismo estaba prohibido, pero
estaba prevista una sobredosis de odio contra los EE.UU.
Hasta entonces las escuelas militares exigían que los aspirantes a cadetes hubiesen
aprobado al menos el tercer año de secundaria. Para el año siguiente estaba previsto
elevar el pensum a nivel universitario y requerirían el título de bachiller para ingresar. Por
ese motivo el historiador decidió exigir tercer año de bachillerato como requisito de
ingreso a sus alumnos en la escuela bolivariana próxima a abrir sus puertas.
El joven Hugo Chávez
Sabaneta es un pequeño caserío situado a 30 Km. de Barinas donde laboraban como
maestros de primaria los padres de Hugo. En ese pueblo nació Hugo Rafael Chávez Frías
el 28 de julio de 1954, siendo el segundo de seis hijos. Desde la niñez, Hugo se aficionó
al béisbol y a la historia. Las leyendas sobre su bisabuelo Maisanta lo trastornaban y lo
impulsaron a conocer más sobre él. Su famoso antepasado era un enigma. Su madre,
doña Helena, nieta de Maisanta, decía que había sido un forajido. Mientras que su abuela
paterna, Rosinés, afirmaba que había sido un héroe. Hugo preferí a la versión de su
abuela. Adicionalmente, no se sentía cómodo al lado de su ruda madre, quien lo
maltrataba.
Como en Sabaneta no había liceo, al crecer los dos hijos mayores (Adán y Hugo) fueron
enviados a Barinas a casa de la abuela Rosinés, quien era una mujer cariñosa. No áspera
ni gruñona como su madre doña Helena. Luego de mudarse a Barinas, la niñez de Hugo
fue feliz. La buena señora preparaba excelentes dulces de lechosa (papaya) y unas
golosinas llamadas “arañitas” que sus nietos vendían en la calle. En el resto del tiempo
libre jugaban béisbol. Como Rosinés era muy católica obligó a Hugo a ser monaguillo en
la iglesia cercana para despertarle vocación sacerdotal. El intento fue un fracaso.
La abuela Rosinés exaltaba a Maisanta. Según ella Huguito era idéntico a su papá
(Pedro Delgado, alias Maisanta) y por eso ella no se cansaba de narrarle sus hazañas. Al
crecer Hugo buscó saber más sobre su famoso antepasado, quien al morir los dejó
menesterosos. De este personaje solo quedó su recuerdo y el escapulario embrujado que
le dio su abuela.
La carrera militar
En julio de 1969 al terminar Hugo su tercer año de bachillerato se aparecieron por el liceo
de Barinas los reclutadores de la Academia Militar. Las visitas de captación de aspirantes
ocurrían todos los años. En esa oportunidad, y al año siguiente, Chávez no mostró
vocación por ser militar, prefiriendo soñar con ser jugador de béisbol profesional.
Un mes después de la visita de los reclutadores militares, vino a su casa Ruiz Guevara
para invitarlo a ingresar a su escuela bolivariana y Hugo se sentó a escucharlo. Las
historias que el viejo contaba eran música para sus oídos. Ruiz era un gran narrador de
cuentos del llano incluyendo sabrosas leyendas sobre la vida de Maisanta. La invitación
de Ruiz para oír historias y jugar béisbol sonaba interesante, pero Hugo no estaba
convencido. Al hablar con los hermanos Chávez, Ruiz observó que Adán no tenía madera
de líder sino de operador político, pero en Hugo vio destellos que le llamaron la atención.
Adán aceptó de inmediato ingresar a la escuela bolivariana, pero Hugo estaba reacio a la
idea.
Para convencer a Hugo, Ruiz usó como reclutadores a sus tres hijos quienes junto con
los hermanos Chávez eran activistas de la juventud del PCV en el liceo O´Leary además
de buenos amigos. Los hijos de Ruiz (que al igual que su padre eran comunistas
convencidos) le revelaron a Hugo que su padre había sido guerrillero en la Sierra de
Falcón bajo las órdenes de Douglas Bravo y que había sido criado por el secretario de
Maisanta. Esa aureola romántica y la promesa de saber más sobre su famoso bisabuelo
atrajeron a Hugo. Poco después aceptó ir a las charlas de Ruiz.
Chávez ingresa a la escuela de cuadros
“Escuela de cuadros” fue un título pomposo para la modesta escuelita que estableció Ruiz
en su casa. Como ese nombre tenía connotaciones comunistas no fue utilizado. Ruiz la
llamó “Sociedad Juvenil Bolivariana de Barinas”. La sede estaba frente a una plaza y una
cancha deportiva destartalada, donde los jóvenes jugaban béisbol.
Las clases empezaron en octubre de 1969. Los primeros alumnos fueron los hijos de
Ruiz, cuyos nombres reflejaban el fanatismo comunista del padre: Federico (por Engels),
Vladimir (por Lenin) y Tania Marx Lenin Ruiz Tirado. A ellos se unieron los hermanos
Chávez y cinco activistas juveniles del Partido Comunista local. Entre ellos estaban Luis
Velázquez Alvaray, quien llegó a ser Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia y Luis
Reyes Reyes quien ingresó a la Escuela de Aviación y ocupó relevantes cargos en el
gobierno de Chávez.
En casa de Ruiz, los hermanos Chávez (junto con otros muchachos) fueron introducidos
al socialismo bolivariano. A Hugo las clases de ideología lo aburrían. Él no era un político
sino un beisbolista aficionado a las historias de Maisanta. El “Manifiesto Comunista” le
hacía bostezar, pero Maisanta era su plato fuerte. Pese a la escasez de recursos, el
mentor hizo un buen trabajo moldeando las mentes de estos jóvenes. Ruiz observaba con
gran atención a Hugo y notó que tenía buena voz, era elocuente y emanaba carisma.
Pronto se convenció de que tenía los genes de Maisanta y el talento natural de liderazgo
que andaba buscando.
La leyenda de Maisanta
Hugo Chávez creció en Sabaneta oyendo las historias desdeñosas de su mamá Elena
sobre su bisabuelo. Elena era hija de Rafael Infante, uno de varios hijos naturales de
Pedro Pérez Delgado (Maisanta). El famoso guerrillero había abandonado al padre de
Elena siendo niño y esta lo odiaba. En cambio, su abuela Rosinés le narraba historias
heroicas sobre él al igual que Ruiz Guevara. Este tenía credibilidad por ser historiador y
por haber sido criado por Fidel Betancourt, el secretario de Maisanta. A partir de ese
momento la mítica leyenda de Maisanta, hilvanada magistralmente por Ruiz,
entremezclada con perfume marxista, lo cautivaron.
Según Ruiz, Maisanta fue un legendario y valeroso guerrillero que se enfrentó al tirano
Gómez en defensa de los pobres y murió en prisión en el Castillo de Puerto Cabello.
Luego de su muerte, el régimen propagó la versión de que había sido un bandolero
salteador de caminos. Para Ruiz Maisanta fue un caudillo popular. Ya viejo fue capturado
por el general Gómez y enviado a prisión con grillos en los pies al Castillo de Puerto
Cabello donde murió en 1924. Por coincidencia, mi tío abuelo, el general Juan Pablo
Peñaloza, quien dirigió una guerrilla contra Gómez en el estado Táchira, corrió la misma
suerte muriendo en esa prisión en 1931.
Ruiz también le inventó a Hugo la leyenda que si no hubiesen hecho preso a Maisanta,
hubiera tomado el poder y habría hecho la revolución en Venezuela. Esta revelación lo
impactó. La historia de su famoso ancestro lo enorgulleció profundamente. A partir de allí
empezó a cuajar en su mente el sueño de convertirse en un moderno Maisanta liderando
una revuelta contra el Gobierno. Poco a poco su sueño de ser beisbolista empezó a ser
desplazado por el de completar la tarea de su bisabuelo.
Las enseñanzas de la escuela de cuadros
En la escuelita de Ruiz ante las leyendas de Maisanta palidecían las historias de Simón
Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora. Aun así Chávez aprendió a reverenciar a
Bolívar. La figura de Zamora clamando por igualdad y redención de los pobres fue otro
modelo importante. Por eso adoptó la copla de Zamora “Oligarcas temblad” como himno
de batalla. Simón Rodríguez lo emocionó menos, pero adoptó algunas de sus ideas.
Aparte de las leyendas de Maisanta, Bolívar y Zamora las clases de ideología comunista
disfrazada de bolivarianismo le parecieron pesadas. La idea de integración
hispanoamericana si lo impresionó.
Al concluir las clases teóricas, el grupo iba a la cercana cancha deportiva a jugar
béisbol. En ese deporte Hugo era un líder. Desde la tribuna, Ruiz observaba ese talento
que desplegaba Hugo. En 1970, Adán Chávez ingresó a la Universidad. Hugo, por su
parte, iniciaba el 5º año de bachillerato. Para entonces Ruiz estaba convencido de que
Chávez era el candidato ideal para los planes de Douglas.
CAPÍTULO 7
Rumbo a la Academia Militar
La evaluación de Chávez
Durante los dos años que lo estuvo adoctrinando, Ruiz no perdió de vista a Hugo. Intuía
que tenía madera de militar y además contaba con un verbo encendido aunque tendía a
ser deslenguado. Su inteligencia, sin ser superior, era suficiente. El muchacho no era
culto pero le gustaba leer, tenía buena memoria, así como dotes histriónicas y de mando.
En actividades deportivas y artísticas se transformaba en un líder carismático y su voz
retumbaba como un trueno. Ruiz también notó que los demás muchachos lo seguían por
ser un líder natural.
Su carácter era jovial, dicharachero y le gustaba ser el centro de atracción. Le
encantaba cantar tonadas populares y animar reuniones sociales. Como buen llanero, le
gustaba declamar y cantar corridos acompañado por arpa, cuatro y maracas. Este
mocetón podía ser el líder que Douglas Bravo necesitaba. Ruiz sabía que su sueño no era
ir a la universidad, ni ser militar sino convertirse en jugador de béisbol profesional. Eso
sería un mal aprovechamiento de su talento. Luego de conocerlo por dos años Ruiz
Guevara estaba convencido de que era un líder nato y lo persuadiría para que fuera
militar.
El reclutamiento de Chávez
A partir de 1971 la Academia Militar empezó a exigir el título de bachiller como requisito
de ingreso. En esa oportunidad Ruiz Guevara aguijoneó a Hugo para que tomara una
decisión. Para adornar su oferta, Ruiz le hizo ver que la beca de los militares era
generosa, que además de educación universitaria incluía en forma gratuita internado,
uniformes, comida y hasta un pequeño estipendio. Hugo empezó a ceder ante la presión,
pero todavía soñaba en ser como su ídolo, el famoso beisbolista “El látigo Chávez”. La
revolución era algo etéreo que aún no le había entusiasmado. Para persuadirlo le insinuó
que en la Academia podría seguir jugando béisbol y tendría chance de ser reclutado como
jugador profesional.
Para impedir que Chávez tomara otro rumbo, Ruiz arreció sus esfuerzos para
convencerlo. Al efecto habló con la abuela Rosinés para que lo aconsejara. Estas
presiones y la necesidad de salir de la pobreza, hicieron que Hugo aceptara ir a la
Academia Militar. Al final lo que lo decidió no fue su apego al marxismo, sino la idea de
su abuela Rosinés de que él debía convertirse en el nuevo Maisanta y lograr el sueño de
su famoso antepasado.
Ruiz Guevara había logrado su objetivo. Pensaba que este muchacho tenía más
potencial de líder militar que su sobrino el capitán Ramón Guillermo Santeliz Ruiz, quien
aunque era un comunista inteligente no era capaz de dirigir un golpe. Era un conspirador
teórico de escritorio y Douglas buscaba un líder audaz y carismático. En julio de 1971,
cuando Chávez presentó los exámenes finales de quinto año en el Liceo O´Leary, surgió
un contratiempo.
Los exámenes de admisión
Chávez no podía recibir su diploma de bachiller porque había sido reprobado en una
asignatura y debía presentar examen de reparación. Ese diploma era exigido para
ingresar la AMV. De inmediato Ruiz habló con el papá de Hugo haciéndole ver que la
única esperanza era recurrir a su compadre el presidente Caldera. El viejo Chávez accedió
a viajar a Caracas y fue recibido brevemente por el mandatario, a quien había conocido
en la campaña electoral de 1968. En esa oportunidad accedió a apadrinar a Huguito. Al
verlo, le rogó al Presidente que intercediera para que a su ahijado se le permitiera
presentar condicionalmente los exámenes de admisión en la Academia Militar. Su ingreso
solo sería posible si aprobaba la asignatura pendiente. El presidente Caldera le prometió
interceder ante el nuevo director de la Academia Militar, el general Jorge Ernesto Osorio
García.
Gracias a esta recomendación Chávez presentó los exámenes de admisión en la
Academia Militar y sus calificaciones no fueron nada especial. Era un estudiante
ligeramente superior al promedio, con un cociente intelectual normal, formado en un
liceo público de provincia. Fue aceptado por dos razones: en las pruebas deportivas había
demostrado ser un buen pitcher y el director, el general Osorio, estaba impresionado
porque el presidente Caldera lo había recomendado. Para este joven general, con un
proyecto para reformar el plan de estudios de la Academia, el aspirante a cadete era un
ticket para congraciarse con el Presidente.
Luego de presentar los exámenes de admisión Chávez logró aprobar la asignatura
reprobada y recibió su diploma de bachiller. Cuando salió en la prensa la lista de
aspirantes aceptados, Chávez estaba allí y Ruiz Guevara fue el primero en felicitarlo y le
pidió que fuera a su casa para darle instrucciones y despedirse.
El aspirante Hugo Chávez fue aceptado por la recomendación del Dr. Caldera y porque
en 1972 se celebrarían los juegos Inter Institutos, una especie de mini juegos olímpicos
entre las academias castrenses. Esta justa deportiva era tomada muy en serio en el
ambiente militar y el reclutamiento de talento deportivo era prioritario. La AMV
necesitaba reforzar su equipo de béisbol para derrotar a su rival, la Escuela de Formación
de Oficiales de las Fuerzas Armadas de Cooperación (EFOFAC). Según el entrenador del
equipo de béisbol, Chávez no era una estrella pero sí un buen jugador. No tenía suficiente
talento para ser jugador de béisbol profesional, pero sí para jugar a nivel de las escuelas
militares. Con estos créditos no fue difícil aceptar al joven.
Manual del infiltrado
Antes de despedirse, Ruiz Guevara dio al futuro cadete algunos consejos sobre lo que
debía hacer. Durante los cuatro años del periodo de formación como oficial tendr ía
prohibido hablar de marxismo o manifestar inclinaciones comunistas con otros cadetes.
De esta manera se evitaría las detecciones tempranas ocurridas durante la época de
Betancourt. Al graduarse como oficial debía continuar en la misma tónica hasta recibir
nuevos lineamientos. Solo podía formar su primera célula secreta una vez que fuera
autorizado para captar seguidores. Su discurso debía ser nacionalista y
antinorteamericano, sin hacer alusiones comunistas. Su conversación debía centrarse en
Simón Bolívar, la lucha contra la corrupción y las ofensas del imperialismo yanqui. Los
candidatos que debían ser captados tenían que ser militares con capacidad de liderazgo
para atraer nuevos reclutas. Estas técnicas eran parte de la cartilla estándar de la KGB
para sembrar agentes dentro de las fuerzas enemigas.
Chávez seguiría al pie de la letra los consejos de su mentor. Técnicamente él no era un
miembro del Partido Comunista, porque Douglas Bravo había sido expulsado de ese
partido. El joven aspirante a cadete era un bolivariano, la nueva criatura de extrema
izquierda creada para infiltrar el Ejército. Sobre el particular, Ruiz Guevara negó que
Chávez fuese comunista antes de ingresar a la Academia Militar en una entrevista:
“Chávez no entró al Ejército catequizado, el Partido Comunista no influyó nada en eso. Él
ya tenía una formación política y llevaba metida en la cabeza la función del Ejército
Rojo”8. Técnicamente Ruiz tiene razón. La ideología que le inculcó fue el “bolivarianismo”,
no el comunismo. El primero es una variante del segundo. Al mentor de Chávez se le
pasó por alto que el “Ejército Rojo” era el nombre del Ejército de la URSS.
8. Marcano, Cristina y Alberto Barrera Tyszka. (2004). Hugo Chávez sin uniforme. Caracas: Editorial Random House
Mondadori.
El camarada “Harold”
Chávez fue aleccionado para que al salir por primera vez de permiso debía comunicarse
desde un teléfono público con un misterioso personaje llamado “Harold”. Por razones de
seguridad se identificaría con el “santo y seña” Maisanta/Bolívar. Ruiz le advirtió que si
llegaba a conocer información de interés para la causa o creía haber sido detectado se
comunicara de inmediato con su manejador. Por último le indicó que cuando fuera a
Barinas durante sus vacaciones lo visitara para recibir instrucciones. Dicho esto, el viejo
maestro dio por terminada la reunión. Al marcharse, Ruiz le regaló un ejemplar del libro
El diario del Che en Bolivia, para que lo leyera durante su largo viaje a Caracas. Luego de
abrazarlo le advirtió: “Léelo con atención pero no se te ocurra presentarte a la Academia
Militar con este libro”.
Al salir de la casa, Chávez ya era un soldado de la revolución antes de ser un cadete de
la AMV. Aparte de esas instrucciones, antes de marcharse Hugo sabía muy poco de su
misión. Ruiz Guevara solo le indicó que luego de ingresar a la Academia Militar esperara
instrucciones. Las técnicas de la seguridad de información requerían compartimentar o
fragmentar los secretos para que su totalidad solo fuera conocida al más alto nivel. Las
técnicas de inteligencia incluyen la “necesidad de saber” para los operadores. Según esta
práctica, los topos deben conocer solo lo estrictamente necesario para cumplir su tarea.
De esa manera si son capturados no revelarían información clasificada. Hugo era
entonces un adolescente que estaba en el nivel más bajo de un proyecto revolucionario y
ni siquiera conocía a Douglas Bravo. Al ingresar a la Academia Militar, Chávez iba a
convertirse en un topo sin saberlo. Al marcharse, Ruiz Guevara le hizo saber que su
sobrino, el capitán Santeliz Ruiz lo contactaría en la AMV y le daría instrucciones.
El escapulario de Maisanta
Luego de despedirse de su familia, Hugo repasó mentalmente las instrucciones recibidas.
Su misión era más difícil que la de su hermano Adán quien había ingresado un año antes
a la Universidad de Los Andes (ULA). Él le dijo que ese instituto era un hervidero
comunista y eso le encantaba. En cambio, él iba a meterse en un antro derechista. Ruiz
le había inculcado el amor por la causa marxista y el odio por la derecha y los
socialdemócratas.
Antes de partir, en medio de las lágrimas de despedida, su abuela le entregó el
escapulario que usó como talismán su bisabuelo Maisanta. Ese amuleto le había dado
suerte y lo había salvado de muchos peligros, hasta que lo atraparon las fuerzas del
dictador Juan Vicente Gómez. Hugo, con fervor, se lo puso al cuello y se marchó hacia su
futuro. En la Academia Militar le hicieron quitar su amuleto, porque no estaba permitido
usar abalorios, pero lo mantuvo siempre en su cartera.
Rumbo a lo desconocido
Mientras el autobús rodaba hacia Caracas, Hugo ensimismado empezó a leer el libro del
“Che”. Esta no era su lectura normal. Sus favoritas eran epopeyas históricas de tono
grandilocuente como Venezuela Heroica, de Eduardo Blanco que le encantaba. Para
distraerse le gustaba leer las populares novelas de vaqueros del español Marcial la
Fuente Estefanía. No leía la prensa y ni siquiera se enteró de que había una crisis militar
en el país debido a la renuncia del Ministro de la Defensa de Caldera. Tampoco supo que
habían nombrado a un nuevo director de la Academia Militar. Aparte de las hazañas
guerreras de Bolívar y de su bisabuelo Maisanta, sabía muy poco de historia militar de
Venezuela.
Al llegar a Caracas recogió su morral, tomó un taxi y se fue a Fuerte Tiuna. Al ingresar a
la prevención de la Academia Militar no se dio cuenta de que aún cargaba el libro que le
obsequió Ruiz Guevara. Por fortuna, el brigadier que lo recibió no revisó su material de
lectura. De haberlo hecho, allí hubiera terminado su carrera militar. Ese fue su primer
escape. En lo sucesivo, la buena suerte no lo abandonó. Creía que el escapulario de
Maisanta lo protegía. El 4 de febrero de 1992 ese caudal de buena fortuna se agotó.
En agosto de 1971 ingresaron a las FAN los dos primeros infiltrados provenientes de la
Escuela de Cuadros de Ruiz Guevara: Hugo Chávez Frías a la Academia Militar y Luis
Ramón Reyes Reyes a la Escuela de Aviación. El plan de Douglas estaba en marcha. Era
cuestión de tiempo y paciencia mientras crecía la logia y se dieran las “condiciones
objetivas”.
“La casa de los sueños azules”
La Academia Militar de Venezuela es el centro de formación de la mayoría de los oficiales
del Ejército de ese país. El uniforme de salida de los cadetes es azul celeste con un vivo
azul turquí y es de corte prusiano, al estilo de fines del siglo XIX. De allí el nombre
poético conque llamaban ese instituto militar. La Academia es un edificio espartano y no
tiene nada de paradisíaco. Es un centro de formación destinado a endurecer a los cadetes
y a hacerlos obedientes a las órdenes sin discusión. Es una escuela de guerreros, aunque
la mayoría de sus graduados no hayan estado jamás en combate. En todo caso el tema
de la guerra, la batalla, las armas, la disciplina, el valor, la violencia y la gesta militar son
el trasfondo de la educación que allí se imparte.
Fui cadete en esa Academia entre 1957 y 1961 y guardo recuerdos de días felices, duros
y hasta dolorosos. Recibí una buena educación aliñada con algunos maltratos. Al salir, mi
mente había cambiado. El civil quedó atrás y había jurado defender la Constitución. Mi
madre me enseñó que un juramento es algo sagrado que debía tomarse en serio. Tenía
la vida de soldado por delante y una promesa que cumplir. Algo similar le debe haber
pasado a Hugo Chávez, pero este era un topo con una misión muy diferente. Él era un
infiltrado que venía a prepararse como soldado para asaltar el poder. Para ello debía
hacer un juramento que luego traicionaría.
La Escuela Militar de Gómez
El general Gómez fue un campesino con poca educación formal pero muy inteligente. En
mayo de 1899 invadió Venezuela desde Colombia con su compadre Cipriano Castro.
Luego de una serie de encuentros, los rebeldes tomaron la capital en octubre cuando el
presidente Andueza huyó. Cipriano Castro asumió el poder designando a su compadre
como comandante de la mesnada que lo llevó al poder. Con Cipriano Castro se inició el
desarrollo de la industria petrolera en Venezuela y comenzó la construcción de una
Academia Militar. En 1908, Castro enfermó y se marchó al extranjero para curarse,
dejando a su compadre encargado de la presidencia. Una vez en el poder, Gómez impidió
el regreso de Cipriano Castro e impuso una feroz dictadura. Con Gómez Venezuela
empezó a recibir una renta petrolera creciente gracias a la popularidad del motor de
combustión interna y la Primera Guerra Mundial.
Al tomar el poder, decidió que era necesario acelerar la construcción de la Academia
Militar. Conocía las fallas militares existentes y la necesidad de profesionalizar a la
oficialidad. Para entonces existía un precario cuerpo militar mal organizado y sin
entrenamiento. Los oficiales provenían de las propias tropas y eran aguerridos pero en su
mayoría analfabetas. A ellos se les llamaba “troperos” y popularmente “chopos de
piedra”. Chopo era el nombre coloquial que se le daba a los fusiles de la época.
Etimológicamente, la palabra viene del italiano “schioppo” que significaba fusil o
mosquetón. Gómez, sin ser un militar profesional, intuyó la necesidad de crear un ejército
bien armado y entrenado para dominar a los caudillos que pululaban en el país. En esa
época el modelo militar prusiano estaba de moda y Gómez importó al coronel chileno
Samuel Mc. Gill para dirigir esa escuela. Desde entonces, la AMV sigue el modelo
prusiano en medio del trópico. Esa contradicción es parte de nuestro realismo mágico.
Gracias a la renta petrolera y al nuevo Ejército, Gómez acabó con los caudillos y gobernó
hasta su muerte.
El respeto a la antigüedad
La antigüedad, medida en términos de tiempo de servicio en el grado o méritos
reconocidos, es una respetada tradición militar. En Venezuela, las periódicas revoluciones
militares han dado al traste varias veces con esa tradición que es una de las columnas
sobre las cuales descansa la institución armada. En 1945, la revolución de octubre envió
a sus casas a los viejos oficiales “chopos de piedra”. El 23 de enero de 1958 al asumir la
nueva Junta de Gobierno casi todos los generales y la mayoría de los coroneles fueron
pasados a retiro por considerarlos Pérez jimenistas. En esa jerarquía solo quedaron unos
pocos generales. Los más antiguos eran los hermanos Wolfgang y Carlos Larrazábal que
eran contralmirantes graduados en 1932, y en la aviación quedaba el general Jesús María
Castro León, graduado en 1928. Este había perdido cuatro años de antigüedad al ser
retirado de las FAN en 1931 por conspirar contra Gómez. En 1935 a la muerte del dictador
fue reincorporado con la misma antigüedad de los Larrazábal.
Por su antigüedad y tras haber sido relegado por Pérez Jiménez en el mando, el
contralmirante Wolfgang Larrazábal fue electo presidente de la Junta de Gobierno. Al
asumir el poder, propuso a su hermano como Ministro de la Defensa, alegando que era el
más antiguo después de él. El Alto Mando Militar se opuso aduciendo que Carlos era
compadre de Pérez Jiménez, había pasado doce años como agregado militar fuera del
país (antes de ascender) y que como Almirante había ocupado un cargo civil en el
Ministerio de Comunicaciones. A Wolfgang no le quedó más remedio que designar
ministro de la defensa al general Castro León, de la Aviación Militar quien tenía la misma
antigüedad que ellos.
Castro León fue destituido como Ministro de la Defensa el 23 de julio de 1958 y pasado
a retiro luego de presentar un ultimátum a Larrazábal. Su reemplazo fue el general Josué
López Enríquez, quien era Comandante de la Aviación y había ascendido el 5 de julio.
Carlos Larrazábal pensó protestar ese nombramiento amenazando con pedir la baja. Su
amigo, el líder comunista Gustavo Machado lo convenció para que continuara en el
Comando de La Marina, donde su presencia era indispensable para los planes que
organizaba el PCV.
La purga de Betancourt
Dos meses después de que Castro León fue expulsado de las FAN, Wolfgang Larrazábal
se lanzó como candidato presidencial, para lo cual se vio obligado a pedir la baja, pero su
hermano Carlos continuó al frente de la Marina de Guerra. Betancourt gano las elecciones
en diciembre de 1958 y al asumir el poder en febrero de 1959 retuvo al general López
Enríquez como Ministro de la Defensa. Gracias a la insistencia de Wolfgang, el Presidente
electo ratificó a regañadientes a su hermano como Comandante de las Fuerzas Navales.
En ese tiempo, Betancourt tenía información sobre la relación de Carlos con el líder
comunista Gustavo Machado. A partir de allí lo mantuvo bajo discreta vigilancia. Como
aún quedaban algunos coroneles antiguos afectos a Pérez Jiménez conspirando,
Betancourt decidió purgarlos emitiendo un decreto que pasaba a retiro a los oficiales al
cumplir treinta años de servicio. Como la edad promedio de graduación de los
subtenientes es de veinte años, esta decisión obligaba a dar de baja a los militares a los
cincuenta años.
Betancourt sufrió un atentado terrorista el 24 de junio de 1960 en la Avenida Los
Próceres en Caracas. En ese incidente resultó muerto el jefe de su Casa Militar y fue
herido su Ministro de la Defensa, por lo que se vio obligado a nombrar al general de
División Antonio Briceño Linares, otro general de la Fuerza Aérea menos antiguo que
Carlos Larrazábal. Para entonces los generales más antiguos del Ejército habían sido
pasados a retiro en la purga de Pérez Jimenistas. Briceño Linares permaneció como
Ministro el resto del periodo presidencial de Betancourt.
La pacificación de Leoni y Caldera
En las elecciones presidenciales de 1963 fue electo Raúl Leoni. Al recibir la presidencia en
1964 continuó con esta práctica y nombró como Ministro de la Defensa al general Ramón
Florencio Gómez a quien mantuvo en ese cargo durante todo su Gobierno.
En esas elecciones fue electo diputado por AD Salom Mesa Espinoza, quien al asumir su
curul le pidió a su asistente Nicolás Maduro García (exiliado en Colombia) que regresara a
Caracas. Maduro le pidió ayuda para obtener la documentación de nacionalidad
venezolana a su familia colombiana que incluía a su esposa, tres hijas y un varón llamado
Nicolás Maduro Moros. Esta solicitud era tarea fácil para un diputado del gobierno con
influencias, pues esta práctica ilegal era común en esa época, bien fuera mediante
sobornos a los funcionarios encargados o por medio de tráfico de influencias. De esa
manera el indocumentado arubeño obtuvo esos documentos sin llenar los requisitos de
ley.
La partida de nacimiento de Nicolás Maduro Moros —hoy presidente encargado de
Venezuela— emitida en la Parroquia Santa Rosal ía de Caracas en 1964 contiene
información falsa y no presenta los datos filiatorios requeridos por la ley venezolana, por
lo cual es ilegal. Esa partida de nacimiento fue la que presentó ante el Consejo Nacional
Electoral para optar a la candidatura presidencial el 14 de abril del 2013, luego de la
muerte de Chávez. Maduro no podía ser Presidente porque su partida de nacimiento es
falsa y no es venezolano.
Durante los años del gobierno de Leoni la democracia se fue consolidando en Venezuela
y en Hispanoamérica y la guerrilla castrista se fue minimizando. Al finalizar su mandato,
muchos comunistas estaban convencidos que la guerra de guerrillas no tenía futuro y
algunos revolucionarios se fueron pacificando.
El primer presidente socialcristiano de Venezuela que asumió el poder en 1969 fue
Rafael Caldera. Pese a ser conservador, en materia militar tenía sus propias ideas y al
tomar el cargo anunció que haría importantes cambios en la política socialdemócrata y
anticomunista del Pacto de Punto Fijo, auspiciado por sus predecesores. Además,
abandonó la práctica de formar gobiernos de coalición con figuras políticas de la
oposición y anunció que ampliaría la política de pacificación iniciada por Raúl Leoni.
Caldera se proponía hacer la paz con la guerrilla y terminar esa guerra. La política
iniciada por Leoni había hecho que algunos guerrilleros depusieran las armas, pero
muchos continuaron luchando. Entre estos figuraban Douglas Bravo y su lugarteniente
“Fausto”. La política de pacificación de Caldera y el repliegue de Fidel fueron duros golpes
para las guerrillas. La mayoría de los insurrectos se legalizaron, pero en las montañas y
en la subversión urbana quedaron grupos pequeños de comunistas empecinados en la
salida violenta.
Pocos días después de asumir el poder Caldera, el líder marxista Teodoro Petkoff, que
acababa de ser detenido, anunció su respaldo a la pacificación. Casi inmediatamente el
partido comunista fue legalizado y en abril Caldera indultó a varios comunistas detenidos
incluyendo a Guillermo García Ponce, Pompeyo Márquez y Teodoro Petkoff. Este indulto
negociado creó un fuerte nexo entre Petkoff y Caldera.
La actitud de este último al asumir su primer mandato fue sorpresiva, porque se
suponía que era un hombre de derecha anticomunista. El problema era que quería
apartar a Venezuela de la “Doctrina Betancourt”. Para ello era necesario imponer
cambios en la política exterior y en el manejo de las FAN. Sus planes incluían romper con
el tono anticomunista que regía la política exterior e impregnaba la institución militar. En
este proceso se acercó a los comunistas legalizando ese partido, aceleró la política de
pacificación iniciada por Leoni y, desconfiando de los generales que consideraba
socialdemócratas, decidió hacer cambios profundos en la política militar.
Los últimos nasseristas
El ejemplo de Egipto en 1952 atrajo el interés de los militares venezolanos. Ese año el
general Muhammad Naguib, al frente del Ejército, derrocó al Rey Farouk. Al año siguiente
una logia militar izquierdista llamada “Oficiales libres”, dirigida por coronel Gamal Abdel
Nasser, destituyó a Naguib y tomó el Gobierno. Luego del fracaso del alzamiento del 1º
de enero de 1958 en Venezuela y la toma del poder por la Junta Militar encabezada por
Wolfgang Larrazábal, la logia de Trejo trató de imitar lo ocurrido en Egipto y se les
empezó a llamar “nasseristas”. Luego del retiro de Trejo se empezó a mencionar en los
corrillos la existencia de nuevos líderes. Entre estos se mencionaba a los generales Martín
García Villasmil y Jorge Osorio García, quienes no actuaron en el golpe del 1o de enero
del 1958. Aunque nunca fueron señalados públicamente como nasseristas, los políticos
sospechaban de ellos. Por eso, aunque ambos fueron oficiales prestigiosos, sus carreras
militares terminaron abruptamente.
Mi experiencia en los EE.UU.
En 1966 siendo Teniente, el Ministerio de la Defensa convocó a un concurso para que
oficiales optaran a una beca para estudiar ingeniería electrónica en los EE.UU y yo decidí
participar y tuve la fortuna de ganármela. Me enviaron a estudiar en la Universidad de
Houston en Texas. Para ese entonces la guerra en Vietnam estaba en su apogeo y el
movimiento hippy estaba de moda. En los EE.UU. los izquierdistas trataban de tomar
ventaja de la oposición a la guerra, pero tuvieron poco éxito. Durante esos años Fidel se
retiró de Venezuela, Douglas Bravo tomó el control de la subversión y Rafael Caldera fue
electo presidente.
Durante 5 años viví en Texas y ascendí al grado de Capitán inmerso en un ambiente
civil. Al estar fuera del régimen castrense, en contacto permanente con profesores y
estudiantes universitarios, mi óptica política cambió. En este lapso vi las diferencias entre
algunos valores del sistema político militar entre Venezuela y EE.UU. Hasta ese momento
creí que en Venezuela teníamos una democracia y compartíamos los valores de
occidente. Al estar en EE.UU. en un ambiente civil me di cuenta de que esto no era cierto
del todo. Desde la distancia pude presentir que en el trasfondo se agitaban los fantasmas
de nuestro pasado autoritario y mercantilista, los cuales podían transmutarse en
modernos y peligrosos caudillos gracias al petróleo.
En la universidad pude ver que EE.UU. enviaba a los futuros generales a hacer cursos de
postgrado en universidades. La idea no era perfeccionar sus conocimientos técnicos sino
hacer que los futuros jefes se adaptaran al mundo civil. Este contacto permite a los
militares desarrollar una actitud prodemocrática, contraria a los golpes de Estado e
impide la formación de una casta militar separada. En Venezuela, luego de la huida de
Pérez Jiménez, los contactos de los oficiales con la vida civil se incrementaron al
permitirles que por su cuenta asistieran a las universidades. Posteriormente, esa política
se revirtió al crearse universidades militares con la intención de separar a los militares de
la influencia civil.
A fines de los años sesenta dos hechos marcaron un cambio de tendencia. El golpe
dirigido por el general izquierdista Velasco Alvarado en Perú y la elección en 1970 del
candidato socialista Salvador Allende indicaban que la izquierda estaba de vuelta. En
1968 el Gen. Velasco Alvarado, siendo Comandante General del Ejército peruano, dio un
golpe de Estado. Los alzamientos militares son parte del escenario latinoamericano, pero
este golpe tenía una particularidad: Velasco era un izquierdista radical. Él no fue el
primer socialista militar en llegar al poder en la región, pero su insurgencia influyó
mucho. Cuando Velasco reconoció Cuba, estrechando relaciones con Fidel, dejó en
evidencia que la influencia cubana no se limitaba al Caribe.
Para la época del golpe de Velazco yo estudiaba en los EE.UU. y el Perú se convirtió en
el tema del día. Charlando con un compañero en la Universidad que era un coronel
americano, le pregunté:
¿Por qué los militares americanos no dan golpes de Estado?
Él me miró sorprendido y me respondió:
—Aquí un golpe es inconcebible. Si alguien me invita a conspirar para tumbar al
gobierno, lo enviaría al manicomio más cercano.
Esa respuesta me hizo entender por qué somos tan diferentes. Yo sabía que en
Venezuela las conspiraciones militares para asaltar el poder eran parte de la vida diaria.
En ese momento me convencí de que mientras los militares y los políticos
latinoamericanos no modernicemos nuestras mentes seguiremos hundidos en el atraso.
Mi regreso a Venezuela
Poco antes de mi graduación como ingeniero, conocí en la universidad a un estudiante
palestino que había desertado de un campo de entrenamiento en Cuba. Según él, desde
1967, la Organización de Liberación de Palestina dirigida por Yasser Arafat había enviado
más de tres mil jóvenes para entrenarse en Cuba como terroristas. Allí había sido
entrenado con africanos e iraníes. Evidentemente, el interés de Fidel no se limitaba a
América Latina.
Al regresar a Venezuela en 1970 noté que la actitud antinorteamericana crecía en el
Ejército, incluso algunos me criticaron por haber estudiado en ese país. Aunque la guerra
de guerrillas estaba siendo derrotada, la figura de Fidel era admirada no por su
izquierdismo, sino por su odio a los norteamericanos. Luego del repliegue de Fidel de
Venezuela aparecieron otros militares izquierdistas en la región. Además de Velasco
Alvarado (en Perú), recuerdo a los generales Líber Seregni (en Uruguay), Juan José
Torres (en Bolivia), Carlos Prats (en Chile) y a Omar Torrijos (en Panamá). El
izquierdismo militar estaba en boga y en Venezuela había un cambio profundo en la
política militar. Para entender ocurrido debo recapitular.
La política militar de Betancourt
Luego de la caída de Pérez Jiménez fueron reintegrados a las FAN algunos militares que
habían sido expulsados por la dictadura. Estos oficiales comprometidos con la democracia
fueron puestos al frente de la institución castrense y el viejo generalato fue retirado.
Entre los reincorporados estaban algunos oficiales comunistas. Para acelerar la salida de
los viejos oficiales afectos a Pérez Jiménez, Betancourt estableció por decreto un sistema
de retiro automático de los militares al cumplir 30 años de servicio. Este decreto
permanecería en vigencia durante diez años para permitir remozar los mandos
castrenses. Pasada una década, se restablecería el viejo sistema que permitía extender
la carrera de los altos jefes hasta los 60 años dando continuidad a los mandos.
Para evitar el cambio anual de los altos jefes militares, Betancourt dispuso que el
presidente tuviera capacidad de extender la carrera de algunos militares más allá de los
treinta años fortaleciendo el liderazgo de los ministros de defensa y comandantes de
fuerza. Gracias a esa política, los generales Antonio Briceño Linares y Ramón Florencio
Gómez permanecieron cada uno durante cinco años al frente del Ministerio de la Defensa
con los presidentes Betancourt y Leoni. Durante ese largo periodo de mando tuvieron
tiempo para convertirse en líderes capaces de enfrentar la amenaza castro comunista.
La política militar de Caldera
Cuando Caldera apareció en escena en 1969, echó abajo el sistema de relevo de los altos
mandos implantado por Betancourt y continuado por Leoni. Caldera relegó a algunos de
los hombres que habían liderado la lucha antiguerrillera por considerarlos afectos al
partido Acción Democrática. Estos militares fueron reemplazados por oficiales cercanos al
partido COPEI o que tuvieran diferencias con AD, decisión que introdujo la política dentro
de las FAN.
Luego, Caldera cometió otro error haciendo permanente el decreto temporal de
Betancourt que obligaba el retiro automático de los militares al cumplir treinta años de
servicio. La intención de Betancourt de purgar a los Pérez jimenistas con esta medida
temporal, la convirtió Caldera en una política permanente de rotación anual de los
mandos. Esto condujo al ritual del retiro anual de los altos mandos que se iban a sus
casas al cumplir cincuenta años. De esta manera se inició el hábito de decapitar el
liderazgo castrense cada año incorporando anualmente nuevas promociones al poder.
Esta perversa práctica debilitó la cohesión de las FAN dando oportunidad a las
promociones militares de que se aseguraran un año en el poder. El sistema degeneró
convirtiéndose en un mecanismo de corrupción, purgas internas y tráfico de influencias.
Mientras los altos mandos rotaban en un carrusel anual, grupos de oficiales conspiraban
para apoderarse del país. El modelo militar implantado por Caldera fue un error histórico
que debilitó el mando permitiendo que conspiradores de izquierda siguieran en servicio
activo protegidos por oficiales de mayor jerarquía, pese a múltiples denuncias en su
contra.
La política militar de Caldera no fue buena, pero su estrategia de pacificación fue
exitosa porque estimuló el adiós a las armas de muchos guerrilleros. Caldera no liquidó
las guerrillas pero las debilitó mucho. En ese periodo, Douglas Bravo (actuando
independientemente de Castro y los soviéticos) siguió tratando en vano de unificar los
díscolos grupos subversivos. Al ver que no progresaba resolvió cambiar de táctica y volver
a sus orígenes organizando la subversión urbana e iniciando su plan de infiltrar las FAN
con el objeto de tomar el poder.
En materia militar, Caldera consideraba que los generales de más alta graduación de
esa época eran pro adecos, es decir, eran simpatizantes o cercanos al Partido Acción
Democrática (AD) de los ex presidentes Leoni y Betancourt. Él no confiaba en esos
militares y buscó la forma de excluirlos de los altos mandos. Para ello debía violar la
tradición de la antigüedad nombrando y ascendiendo a militares reconocidos como anti
adecos. Algunos de ellos eran considerados simpatizantes del movimiento nasserista que
había liderado el coronel Hugo Trejo en los años cincuenta contra Pérez Jiménez. Para
entonces, Trejo estaba retirado y se había convertido secretamente en ficha de Douglas
Bravo. La nueva política militar le trajo problemas a Caldera con algunos jefes
castrenses.
Caldera rompe la tradición militar
Al llegar a la presidencia, Caldera nombró como jefe de su Guardia de Honor al teniente
coronel Iván Moros Ghersi, a quien conocía por ser primo del senador copeyano Carlos
Moros Ghersi. De esta manera lo adoptó como su hombre de confianza en el mundo
militar y le encomendó formar un grupo militar de apoyo. Este espaldarazo presidencial le
dio a Moros la oportunidad de proponer para el Alto Mando a oficiales superiores a él que
consideraba adversarios de los adecos. Entre ellos estaban los generales Martín García
Villasmil y Jorge Ernesto Osorio García a quienes los adecos señalaban como nasseristas.
Como jefe de la Casa Militar recomendó al general Juan Manuel Sucre Figarella, quien
(aunque tenía un hermano que era líder de AD) era muy religioso y miembro del Opus
Dei. A esa organización religiosa pertenecía Caldera. Por su parte, para trabajar con él en
la Guardia de Honor, Moros Ghersi solicitó a los oficiales que había reunido en su casa
luego del triunfo de Caldera.
Cuando Caldera decidió nombrar a un nuevo Ministro de la Defensa, el general más
antiguo era Pablo Antonio Flores Álvarez quien era Inspector General de las FAN.
Siguiendo la tradición, debía ser nombrado Ministro de la Defensa, pero Caldera lo
consideraba “adeco” pese a haber sido el militar que insistió en reconocer su apretado
triunfo. El nuevo Presidente escogió para el más alto cargo militar al general Martín
García Villasmil, un distinguido oficial de artillería muy culto, educado en Francia. García
era de menor antigüedad que Flores y al designarlo, Caldera rompió una tradición muy
apreciada por los militares.
El general Flores se sintió ofendido y se declaró en rebeldía negándose a cumplir
órdenes del nuevo Ministro de la Defensa. El caso fue llevado a juicio y finalmente Flores
fue encarcelado en el Cuartel San Carlos por dos años. Esta acción de Caldera marcó la
primera intromisión abierta de un jefe de Estado en los asuntos militares contra la
voluntad de la institución. Esta conducta se hizo ley en los años subsiguientes.
Mientras Caldera iniciaba su mandato con una tormenta militar, en octubre de 1969
comenzó (modestamente) a funcionar en secreto la escuela bolivariana de Ruiz Guevara
en Barinas. Salvo Douglas, Alí y “Harold” nadie se enteró del hecho.
Luego de ser designado Ministro de la Defensa, el general García Villasmil empezó a
tener diferencias con el presidente Caldera. El Jefe de Estado estaba preocupado por la
tendencia de este general de dar declaraciones a la prensa. Adicionalmente, García había
manifestado no estar de acuerdo con algunos ascensos y asignación de cargos que
Caldera proponía. Esto creó tensión entre ambos. A mediados de 1969 García Villasmil
manifestó públicamente su disgusto por la continua intromisión del presidente Caldera en
el tema de los ascensos y cargos militares. Estas declaraciones provocaron su inmediata
renuncia que, para muchos, fue una destitución así que fue reemplazado por el
vicealmirante Jesús Carbonell Izquierdo.
Ese año Caldera ascendió al grado de General de Brigada a una nueva generación de
oficiales encabezada por Jorge Alberto Osorio García. Estos ascensos dieron inicio a la
política de Caldera para relevar a los generales que consideraba pro adecos en los altos
mandos. En julio de 1970 Caldera nombró director de la Academia Militar al general
Osorio. Este prestigioso oficial de infantería, además de méritos militares, tenía porte
marcial, carisma y fama de prusiano. Su nombre era mencionado en forma velada como
uno de los sobrevivientes de la logia nasserista dentro del Ejército. Un año después
ingresaba el cadete Chávez a la Academia Militar.
CAPÍTULO 8
El cadete Chávez
General Jorge Osorio García
En julio de 1969, en medio del tumulto causado por la insubordinación del general Pablo
Flores, Caldera nombró Ministro de la Defensa al general García Villasmil y ascendió al
grado de General de Brigada a una nueva generación de oficiales encabezada por Jorge
Alberto Osorio García. Estos ascensos dieron inicio a la política de Caldera para relevar a
los generales que consideraba pro adecos en los altos mandos. García y Osorio eran
oficiales de prestigio con una excelente carrera. Ambos eran señalados veladamente
como líderes de la logia nasserista.
El general Osorio fue nombrado Director de la Academia Militar (AMV) en julio de 1970.
Esa escogencia fue bien recibida en el medio castrense. García, tenía porte marcial,
carisma y fama de prusiano. Aparte de ser una figura apolínea, tenía inclinaciones hacia
la enseñanza, pasando la mayor parte de su carrera como oficial de planta de la AMV.
En julio de 1969, siendo Capitán, terminé mis estudios de ingeniería eléctrica en la
universidad de Houston. Al regresar a Venezuela fui enviado al Servicio de
Comunicaciones para participar en el diseño del “Sistema de Comunicaciones para la
Defensa Nacional” (SICODENA). Estando allí fui llamado por el general Osorio con quien
había trabajado siendo teniente. Osorio me tenía aprecio y me preguntó si quería volver
a la Academia Militar como comandante de una compañía de cadetes. El me necesitaba
además para participar en el diseño y desarrollo del Plan Andrés Bello. Acepté pero la
transferencia no fue posible porque el Servicio de Comunicaciones se opuso. Yo había
firmado un contrato para trabajar por cinco años en esa dependencia antes de irme a
estudiar. Sin embargo fui autorizado para trabajar a tiempo parcial en ese proyecto.
Al terminar el diseño del Plan Andrés Bello el general Osorio invitó al presidente Caldera
para presentárselo. A esa reunión fui invitado junto con otros oficiales y profesores civiles
que habían colaborado con el proyecto. En esa oportunidad Osorio me presentó al
presidente. Desde entonces cada vez que lo veía me saludaba. Al mismo tiempo empecé
a dar clases de física a los cadetes. Uno de mis alumnos fue Hugo Chávez, un estudiante
promedio quien no llamó mi atención por no verle en clase facetas descollantes.
Luego de familiarizarme con el proyecto del Plan Andrés Bello, sus lineamientos me
parecieron buenos. Solo me intrigó el énfasis para exaltar la figura del Libertador como
un semidiós. El plan contemplaba la creación de una cátedra bolivariana como centro del
pensum y una nebulosa sociedad bolivariana con cadetes escogidos y una misión no
definida. Para mí esa sociedad lucía como el embrión de una secta inconveniente. En
privado le confié a Osorio mis reservas. El general arrugó la cara y me dijo:
—Peñaloza, usted regresó de EE.UU. americanizado, pero se le irá quitando y entenderá
lo que estamos haciendo. Los gringos no son de confiar.
En ese momento consideré imprudente responder. Entretanto, gracias a la exitosa
política de pacificación de Caldera, las guerrillas se habían ido minimizando. Fidel se
había replegado y Douglas Bravo no tenía los recursos ni el poder de convocatoria para
convertirse en jefe único de la subversión. Pese a esas dificultades, el jefe guerrillero
había iniciado en Barinas su proyecto de Escuela de Cuadros y Hugo Chávez era uno de
los alumnos.
Osorio García hizo una gran labor como director de la AMV entre 1970 y 1974. En su
primer año desarrolló un ambicioso plan académico elevando la AMV a nivel universitario.
El plan de Osorio empezó llamándose “Plan Bolívar”, pero luego cambió su nombre a
“Plan Andrés Bello”, por instrucciones del presidente Caldera. A Osorio no le gustó el
cambio de nombre, pero obedeció. El plan giraba alrededor de un código de honor
centrado en la figura de Bolívar. Ese Código dice en su artículo 10: “Estoy orgulloso de ser
un legítimo heredero de las glorias de Bolívar y de cumplir con mi Código de Honor”. Para
inculcar estas ideas se creó en la AMV una cátedra bolivariana destinada a exaltar al
Libertador, así como una Sociedad Bolivariana para agrupar a los cadetes más fervorosos
del héroe. El culto a Bolívar era de vieja data, pero a partir de la llegada de Osorio
adquirió matices extremos.
Dentro de ese rígido código se inculcó a los cadetes que eran “herederos de las glorias
del Ejército libertador” y que ellos serían los generales del año 2000 sobre los cuales
descansaban las esperanzas de la nación. Las doctrinas que inculcó Osorio facilitaron la
creación de una logia militar centrada en Bolívar. La primera promoción que se formó
bajo esa concepción fue la de Chávez en 1975. En relación con las reformas, el general
Ochoa Antich 9 comentó al respecto:
“Las reformas académicas en las Fuerzas Armadas han tenido importantes consecuencias históricas en Venezuela. Así
ocurrió en 1908, al fundar Cipriano Castro la Escuela Militar de Venezuela. El prestigio militar del general Isaías Medina
Angarita, que lo condujo a la Presidencia, surgió al haber sido durante once años consecutivos comandante de la
compañía de cadetes. Las principales conspiraciones militares del siglo XX están relacionadas con vinculaciones que
surgieron en la Academia Militar”.
El compañerismo y solidaridad entre los militares facilita la formación de logias
castrenses dirigidas por oficiales ambiciosos con prestigio. Estas logias son adoctrinadas y
usadas como instrumento para derrocar el Gobierno. Osorio, siendo coronel había sido
durante tres años Comandante del Cuerpo de Cadetes y posteriormente (por cuatro años)
director de la AMV. En ese tiempo trabaje con él y nunca supe que estuviese conspirando.
Por su presunta asociación con los nasseristas Osorio era visto con recelo por los
políticos. De esa manera se creó fama de anti adeco atrayendo la atención de Caldera.
Triunfo de Allende
En noviembre de 1970, en Chile, el candidato socialista Salvador Allende ganó la elección
presidencial en una segunda vuelta —apoyado por los socialcristianos y los comunistas—,
luego de firmar públicamente un acuerdo de respetar la Constitución. En 1971, al tomar
el poder, restableció relaciones con Cuba y empezó a violar la Carta Magna.
Pese a haber sido candidato de una pequeña minoría, al llegar al poder asesorado por
Fidel Castro trató de imponer un sistema socialista a troche y moche. La injerencia
cubana llegó al punto de que Fidel pasó más de un mes en Chile apoyando Allende. Esto
despertó recelos entre los militares. Ante esta situación el presidente norteamericano
Richard Nixon dio instrucciones a la CÍA para defenestrarlo. A mediados de 1971, las
medidas económicas socialistas hicieron aparecer los primeros síntomas de
desabastecimiento y la resistencia contra él empezó a organizarse.
Al regresar a Cuba, Fidel hizo escala en Lima y se reunió con el dictador Juan Velasco
Alvarado. Fidel consideraba a este general un “compañero de ruta”, no suficientemente
revolucionario para su gusto.
El infiltrado de Douglas Bravo
En agosto de 1971, antes de irse a la AMV, Chávez visit ó a su maestro Ruiz Guevara para
despedirse. En ese momento, la izquierda tenía grandes expectativas ante la llegada al
poder de los socialistas en Perú y Chile. Al irse, Ruiz le entregó el santo y seña para ser
contactado en Caracas ordenándole que lo memorizara.
Ese año se dio inicio al “Plan Andrés Bello” y a la Academia Militar se le dio rango
universitario. De allí en adelante, los oficiales (al graduarse) obtendrían una licenciatura
en ciencia y artes militares. Cuando a Chávez le preguntaban por qué había ingresado a
la Academia Militar su respuesta era la misma: estaba allí por vocación siguiendo el
ejemplo de su bisabuelo Maisanta, quien había luchado por la democracia contra Gómez.
Al final, añadía que le hubiera gustado ser un jugador profesional de béisbol como su
ídolo el pitcher Látigo Chávez, pero que su deseo fundamental era ser oficial para servir a
la patria. La historia caló y todavía hay personas que repiten esa fábula. En ese momento
nadie se imaginaba que él era un infiltrado de Douglas Bravo.
A los pocos días del ingreso quedó en evidencia el talón de Aquiles de Chávez. Al ser
llevado a la piscina para una prueba de valor, al subir a la plataforma de saltos que tenía
diez metros y entró en pánico antes de lanzarse. Gracias a una patada por el trasero fue
lanzado al agua y se hundió como una piedra. De allí los salvavidas lo sacaron
boqueando y fue enviado al equipo de natación para enseñarle a nadar. En la piscina
demostró incapacidad total para ese deporte. Pese a que nunca aprendió a nadar, Chávez
permaneció en la AMV porque el equipo de béisbol lo necesitaba. Aparte de ese detalle,
lucía ante sus superiores como un cadete normal.
Luego de un mes de duro entrenamiento, se les permitió la primera visita a los cadetes
nuevos. El recluta Chávez no tenía familia ni amigos en Caracas y esperaba al contacto
que Ruiz Guevara le había anunciado. Esa tarde, cuando los familiares empezaron a
llegar, él se colocó en el patio de ejercicios en un lugar que su mentor Ruiz Guevara le
había indicado al lado de la culebrina, un cañón español del siglo XVI emplazado en el
patio de ejercicios. Esta vieja pieza de artillería es un emblema de la Academia Militar. A
los pocos minutos de espera, se le acercó un hombre alto, de unos treinta años, blanco y
delgado vestido impecablemente de civil, pero con porte militar. Al verlo le preguntó:
— ¿Le gustan los caballos? Hugo reconoció de inmediato la primera parte del santo y
seña que le habían asignado y emocionado respondió con la clave acordada:
— ¡Claro, soy bisnieto de Maisanta!
Luego de un apretón de manos, el visitante se presentó como el capitán Ramón
Guillermo Santeliz Ruiz. Al asegurarse de que nadie estaba cerca le dijo que era plaza del
Grupo de Artillería Freites en Barcelona. Santeliz le dio un teléfono que debía memorizar
y le dijo que en su primera salida a la calle llamara a ese número, desde un teléfono
público. Si alguien atendía identificándose como “Harold” él debía responder “Maisanta”.
Hecho esto recibiría nuevas instrucciones. Al terminar, “Rasputín” le dijo que cuando lo
viera en público simulara no conocerlo. Dicho esto, el Capitán se marchó como una
sombra.
Un mes después, en su primera salida a la calle en uniforme de cadete, Chávez se
montó en el autobús de la Academia que lo dejó en la Plaza del Silencio, en el centro de
Caracas. Al ver un teléfono monedero llamó. Luego de dos repiques, una voz profunda
respondió:
—Habla Harold.
El joven cadete emocionado balbuceó:
—Hola, soy Maisanta.
De seguidas “Harold” le dio una dirección en el barrio del Cementerio y le dijo que
tomara un taxi hasta allá. Antes de colgar, le dijo que en el taxi se asegurara de que
nadie lo seguía.
Media hora más tarde Chávez conoció a Harold, quien le dijo que a partir de ese
momento él sería su contacto. Se verían esporádicamente acordando citas
telefónicamente utilizando una clave que se iría cambiando. Después de una larga
entrevista, “Harold” dio por terminada la reunión. Antes de separarse le dio instrucciones
a Chávez para que se incorporara a la Sociedad Bolivariana y al Grupo de Teatro en la
Academia Militar. Allí recibiría clases de actuación que le serían útiles. Durante sus años
como cadete no debía tratar de reclutar a ningún compañero, ni hacer comentarios
políticos y menos hablar de socialismo, marxismo o comunismo.
Terminada su entrevista con “Harold”, Chávez se fue al Cementerio para visitar la
tumba de su ídolo beisbolero el Látigo Chávez. Ya no sería pelotero profesional, pero
seguiría practicando ese deporte de origen norteamericano durante toda su vida. Por
ahora se había ganado un puesto en el equipo de béisbol de la Academia. Aparte de eso,
durante sus permisos de fin de semana, visitaba el apartamento de unos amigos de su
padre en el barrio de El Valle. Ese lugar era muy conveniente porque podía ir caminando
desde la Academia. Allí los fines de semana leía la prensa, veía televisión y se ponía al
día sobre lo que pasaba en Perú con Velazco y en Chile con Allende.
El cadete Chávez
La trayectoria del cadete de Sabaneta no fue descollante pero tampoco pasó
desapercibido. El dicharachero llanero fue un cadete superior al promedio sin ser un
alumno excepcional. Siguiendo las prédicas de Ruiz Guevara, Hugo estudió duro para
quedar en el tope de su promoción pero no era un alumno sobresaliente. En la Academia
sus superiores le dieron notas elevadas en “Espíritu Militar”. Esa era una evaluación
subjetiva, no académica para medir atributos militares. Algunos superiores la usaban
para hacer subir en el orden de mérito a sus pupilos. Gracias a sus altas calificaciones en
“Espíritu Militar” Chávez se graduó como número 8 de su promoción.
El interés de Chávez no estaba en los libros, sino en áreas para las cuales tenía talento
natural. Por eso fue un buen deportista sin ser una estrella. Otras áreas en las cuales se
distinguió fueron el teatro y la Sociedad Bolivariana. Hugo tenía buenas condiciones
histriónicas, una voz retumbante de barítono y un talento natural para contar leyendas
del llano y de Maisanta. Estas habilidades lo convirtieron en el sempiterno animador de
actos culturales, declamador y miembro de grupos musicales criollos.
La sociedad Bolivariana le permitió conocer muchos detalles de la vida del héroe. Allí
estudió su pensamiento político, copió su lenguaje rimbombante y se convirtió en
discípulo fanático del Libertador. De esta manera, el joven animador se convirti ó en
elocuente orador. Estas influencias —unidas a las lecciones aprendidas en materia de
liderazgo, táctica, estrategia, geopolítica e inteligencia— lo fueron preparando para
cumplir la misión que le habían asignado. Durante su período de formación dominó sus
instintos naturales absteniéndose de hacer comentarios públicos que lo evidenciaran
como hombre de izquierda. Pese a esa autocensura política, su liderazgo magnético pudo
manifestarse en otros planos. Por eso siempre se le vio rodeado de seguidores atentos a
sus ocurrencias y a sus fábulas.
Al ingresar a la AMV, el apodo de “Tribilín” que recibió en Barinas lo siguió. Poco a poco
el carácter extrovertido de Chávez y su afición por cantar joropos y corridos de su tierra le
ganaron otro sobrenombre. En su limitado repertorio, sus dos principales éxitos eran el
corrido “Furia” del famoso cantautor llanero Juan de los Santos Contreras, “El Carrao de
Palmarito” y el poema Florentino y el Diablo, del barinés Alberto Arvelo Torrealba. Debido
a la vehemencia con que declamaba estos poemas, Chávez empezó a ser llamado
“Furia”. Sus relatos sobre las hazañas de su bisabuelo le ganaron el mote de Maisanta.
Empieza la crisis chilena
En su intento por implantar el socialismo, Allende aplicó el libreto comunista. Nacionalizó
las grandes industrias (especialmente las minas de cobre y los bancos). Puso bajo control
del Estado el sistema de salud y la educación e inició la expropiación de tierras para una
reforma agraria. Para garantizar la seguridad alimentaria creó un sistema de distribución
de alimentos y control de precios. Adicionalmente tomó otras medidas socialistas
incrementando la intervención del Estado en la economía.
El primer año, mientras se consumían los bienes nacionalizados, la economía creció y la
inflación se redujo. Luego afloraron los problemas causados por la destrucción del
aparato productivo. A finales de 1971 fui enviado a un curso de comunicaciones en Italia.
En 1972 la economía empezó a desplomarse y se iniciaron protestas obreras y
estudiantiles que culminaron en 1972 con una huelga nacional de 24 días. Las
exportaciones se redujeron a menos de la mitad y la importación de alimentos se dobló.
Mientras las protestas aumentaban, el Congreso acusó a Allende de pretender instalar
una dictadura castro comunista.
En 1972, el Presidente chileno viajó a la URSS para recibir el premio de paz soviético,
pero el objeto real del viaje era pedir un aumento de la ayuda que recibía del imperio
rojo. La URSS apoyaba en lo económico, político y militar, pero no era suficiente. En
Moscú los soviéticos lo condecoraron pero le negaron ayuda adicional.
El teniente coronel Müller Rojas
Regresé de Italia en febrero de 1972 y esperaba ascender a Mayor en julio de ese año. A
mi regreso al Servicio de Comunicaciones me informaron que debía aprobar el curso
Avanzado, que era requisito para el ascenso. Hasta ese momento asumía que por ser
ingeniero eléctrico con postgrado en Comunicaciones ese curso táctico no hacía falta. A
fin de explicar mi caso, pedí una entrevista con el director de la Escuela de
Comunicaciones. Como este oficial estaba de vacaciones fui recibido por el subdirector, el
teniente coronel Alberto Müller Rojas a quien no conocía.
Al exponerle mi caso, Müller me dijo que ese curso era presencial y obligatorio, duraba
un año y debía esperar el inicio del próximo curso en agosto. Ante esa situación le
informé que si no ascendía en julio me vería obligado a pedir la baja. Luego de cavilar un
poco, Müller me propuso hacer el curso por correspondencia y me dio plazo de cuatro
meses para concluirlo. Como no tenía alternativa, acepté el reto. En junio terminé el
curso y pude ascender a Mayor. Este episodio me permitió conocer a Müller Rojas, quien
se convirtió en mi mentor y me di cuenta de que era un intelectual de izquierda cuyo
discurso era similar al del capitán Santeliz.
Müller era inteligente y culto pero además fanático de Fidel. Él me dijo que tenía buenas
referencias mías de sus compañero de promoción Enrique Medina Rubio, con quien yo
había servido en el Cuartel Urdaneta. Como Medina era otro devoto de Castro no me
sorprendió que fueran camaradas. Posteriormente me invitó a su casa y nos hicimos
amigos. En esas reuniones sentí que estaba tratando de captarme para algo pero sin
plantear nada. En una oportunidad me manifestó saber que yo había sido alumno de la
Normal Miguel Antonio Caro y que eso le daba confianza. Después, un compañero me dijo
en privado que Müller era de la logia de los nasseristas.
Müller me invitó a reuniones sociales en su casa. A algunas asistieron políticos de
izquierda. De esa manera conocí a Alfredo Maneiro, un comunista renegado que había
fundado el partido Causa R. En un aparte, Maneiro me preguntó qué posibilidades había
para un golpe militar en Venezuela. Yo le respondí que esa era una etapa superada en el
país. Después de ese encuentro no lo vi más. Esta conversación la reporté a mi jefe, el
general Diomedes Quintero Silva, quien era el jefe del Servicio de Comunicaciones. Luego
de oírme, sonrió y me dijo:
—No le pares. Ese Müller es un loco que se la pasa con comunistas.
Yo lo seguí tratando, porque me distinguía y nunca me propuso conspirar. En 1989,
luego de ser nombrado Comandante del Ejército en 1989 tuve encontronazos con él
estando ya retirado por sus labores proselitistas de izquierda en la Academia Militar y
Escuela Superior.
El libro rojo de Mao
Los cadetes de las FAN venezolanas celebran cada dos años unas competencias
deportivas llamadas “Juegos Inter Institutos Militares”. Estos torneos son dominados por
el Ejército y la Guardia Nacional por ser las academias con mayor número de cadetes. La
lucha por ganar dio origen a gran rivalidad entre ambas escuelas. En abril de 1972 estaba
prevista una nueva edición de esa justa y era especial para la Academia Militar porque se
iniciaba el Plan Andrés Bello.
En 1971 la AMV venía de sufrir humillantes derrotas en béisbol ante su eterna rival.
Para cambiar esa tendencia, el general Osorio ordenó al coronel Gabriel Rico,
comandante del Cuerpo de Cadetes que reclutara beisbolistas de alto nivel. En julio de
1971, cuando se presentaron al examen de admisión los nuevos aspirantes, los jugadores
de béisbol fueron tratados con especial consideración. Entre ellos estaba Hugo Chávez,
quien en las pruebas deportivas había demostrado tener potencial. Chávez impresionó
bien a José Antonio Casanova, el manager del equipo. El problema con este aspirante es
que no era bachiller, porque llevaba una materia para reparación. Normalmente los
aspirantes en esta situación no pueden presentar el examen de admisión, pero en su
caso este “detalle” fue obviado. Haciendo una excepción ordenada por el general Osorio,
se le permitió presentarse al concurso de admisión e ingresar en forma condicional
dándole oportunidad de presentar la materia reprobada a posteriori.
En abril de 1972, pese a la presencia de Chávez en el equipo, la EFOFAC volvió a
derrotar a la AMV en béisbol en los Juegos Inter Institutos. Pese al descalabro, quedó
claro que Chávez era indispensable en el equipo. En ese momento fue designado
Comandante del Cuerpo de Cadetes el coronel Vicente Luis Narváez Churión. Poco
después, Narváez trajo a la Academia como segundo Comandante del Cuerpo, al mayor
Ramón Andrés Cuervo Romero. Ambos eran artilleros y habían trabajado junto al capitán
Santeliz Ruiz en el Grupo de Artillería Freites en Barcelona. Cuervo además había sido
alumno del Liceo Fermín Toro en la época de la resistencia contra Pérez Jiménez. En
octubre ocurrió un incidente que casi tira por la borda la carrera militar de Chávez.
El 20 de octubre a las once de la noche, el teniente Pablo Machillanda Pinto supervisó el
relevo de guardia nocturna. Cumplida esta tarea rutinaria fue a pasar revista a los
puestos de centinela y al recorrer los pasillos de los dormitorios notó a un grupo de
alumnos cuchicheando. Al acercarse, el grupo se dispersó corriendo por las escaleras
hacia el piso superior. Machillanda los siguió y vio que el último arrojó un objeto al jardín
de la planta baja. Machillanda lo siguió y lo vio entrar a un dormitorio. De allí y lo sacó de
una cama donde trataba de ocultarse bajo la cobija. Al hacerlo levantar, lo identificó
como el cadete de segundo año Hugo Chávez, quien estaba completamente uniformado.
Chávez fue obligado a ir con el teniente Machillanda a recoger el objeto que había
lanzado al jardín. Al revisarlo, el Teniente vio que era una copia de El Libro Rojo de Mao
Zedong, que es un volumen de propaganda comunista de los chinos durante el período de
la revolución cultural. En esa época la obra estaba prohibida dentro de la Academia
Militar y era distribuida por Bandera Roja, que se catalogaba como maoísta.
Chávez es perdonado
El teniente Machillanda pasó esta novedad al jefe de Servicios, el mayor Cuervo, quien
conocía al infractor por ser ambos jugadores de béisbol. Al enterarse del hecho, Cuervo le
hizo ver a Machillanda que si tomaban acción contra Chávez pondrían en riesgo el triunfo
en el próximo campeonato de béisbol ante la EFOFAC. En esa situación le hizo ver que
era prudente obviar lo ocurrido y limitarse a amonestar verbalmente al cadete. Así se
hizo y Chávez se salvó de nuevo. Cuervo no pasó el reporte al otro día a su superior el
Cnel. Narváez y el asunto pasó desapercibido.
Una semana después, al salir de permiso a la calle, Chávez se sorprendió al ver que
“Harold” conocía el incidente. Al efecto recibió un regaño de su manejador quien le dio
instrucciones estrictas de no introducir literatura comunista a la Academia y no predicar la
doctrina marxista a los cadetes.
Muerte de Salvador Allende
Al llegar Chávez al tercer año, el tema de Allende en Chile estaba en el tapete. La
aplicación de la doctrina socialista amenazaba con destruir la economía y la agitación de
derecha iba en aumento. A mediados de 1973 los soviéticos aprobaron el envío gratuito
de artillería y tanques al Ejército chileno para apaciguar a los militares. El golpe de
Estado del general Pinochet impidió la entrega de este material de guerra. El 11 de
septiembre de 1973, militares al mando del general Augusto Pinochet dieron un golpe de
Estado. Antes de rendirse, Allende se suicidó.
Cuando el golpe contra Allende estaba en marcha, Fidel envió de más de cuatro mil
soldados, incluyendo helicópteros y tanques a Siria. Estas tropas reforzaron la coalición
de países árabes —encabezados por Egipto y Siria—, que planeaban un ataque de
sorpresa contra Israel durante el Yom Kippur. Una vez en Siria, la fuerza expedicionaria
cubana fue desplegada y combatió en las Colinas del Golán, en la frontera entre Siria e
Israel.
En octubre de 1973, estalló la guerra del Yom Kippur. En esa guerra una coalición
formada por Egipto y Siria lanzó una operación combinada contra Israel. En esa
oportunidad los israelíes fueron apoyados por los EE.UU. y los árabes por la URSS y Cuba.
Para esa operación Castro aportó una brigada de tanques, tres batallones de infantería y
20 pilotos de helicópteros bajo el mando del general Néstor López Cubas. En esa guerra
las unidades cubanas sufrieron importantes bajas que nunca fueron reveladas. Además
de cobrar por su legión extranjera, Fidel buscaba foguear las tropas que pensaba usar
después en hispanoamericana
Las guerrillas en el gobierno de Caldera
Después de la muerte de Argimiro Gabaldón en 1964, Douglas logró que los remanentes
del Frente Simón Bolívar en las montañas de Lara y Portuguesa aceptaran su jefatura.
Tras la retirada de Fidel de Venezuela y la llegada al poder de Caldera, Douglas trató de
tomar el control del resto del movimiento subversivo. La política de pacificación iniciada
por Leoni, la retirada de Fidel y la pérdida del financiamiento soviético habían causado
una reducción importante en la guerrilla rural. Esto hizo necesario reorientar el esfuerzo
hacia la subversión urbana. En este proceso, Bravo comisionó a “Fausto” para integrar el
PRV con los dos grupos que se escindieron del MIR: la Organización de Revolucionarios
(OR) y Bandera Roja (BR). Estas bandas armadas habían formado parte del Frente
Guerrillero Antonio José de Sucre. Entretanto, Bravo continúo con poco énfasis la lucha
guerrillera en las montañas de Falcón. En medio de este proceso de transición ingresó
Chávez a la Academia Militar en septiembre de 1971.
En esa época, el MIR se había fraccionado en tres grupos independientes. Uno dirigido
por Américo Martín y Moisés Moleiro del MIR que se pacificó. La guerrilla que operaba el
Frente Antonio José de Sucre en las montañas de Oriente decidió seguir operando bajo la
denominación de Bandera Roja, bajo la dirección de Carlos Betancourt, Gabriel Puerta
Aponte y Américo Silva. En las ciudades, la juventud del MIR decidió seguir operando en
la clandestinidad bajo la denominación de Organización de Revolucionarios (OR). Este
grupo era de tendencia maoísta y operaba bajo el mando de Julio Escalona, Marcos
Gómez y Fernando Soto Rojas.
En la década de los años 70, Bandera Roja continuó con la concepción del foco
guerrillero promovido por el “Che” Guevara. Al efecto siguieron operando sin efectividad
en el oriente de Venezuela. OR, por su parte, trató de desarrollar un modelo subversivo
diferente basado en las ciudades a través de estructuras legales y semi legales. Para ello
creó en 1973 una agrupación de fachada denominada “Liga Socialista”. Este grupo
dirigido por Jorge Rodríguez y Oscar Battaglini ejecutaba operaciones de guerrilla urbana
y penetraba los liceos y universidades. En 1972 el “Comandante Fausto” asoció el Partido
de la Revolución Venezolana (PRV) con Bandera Roja (BR) y la Organización de
Revolucionarios (OR). Su objetivo era captar esos grupos para realizar secuestros y
asaltos a bancos. Una de las primeras acciones de esta nueva banda fue el secuestro de
Carlos Domínguez, “El Rey de la Hojalata” en 1972.
El Movimiento al socialismo (MAS)
El líder comunista Teodoro Petkoff luego de pacificarse se apart ó del PCV en 1969 a raíz
de los incidentes de “La primavera de Praga”. Este fue un periodo de liberalización
política que intentó cambiar los aspectos totalitarios soviéticos para avanzar hacia una
forma más democrática de socialismo. Esa tentativa fue aplastada por una brutal invasión
soviética que produjo un repudio mundial a la URSS. Estos hechos motivaron a Petkoff a
escribir su obra Checoeslovaquia: El socialismo como problema. Pese a su separación del
PCV, Teodoro siguió aferrado a las ideas socialistas y marxistas. El solo se oponía al
estalinismo.
En 1972, Petkoff y un importante grupo de seguidores se separó del PCV fundando el
Movimiento al Socialismo (MAS). Este movimiento aún existe tratando de construir un
socialismo con rostro humano como prometió Alexander Dubceck. Pese a sus diferencias
con los comunistas tradicionales, el MÁS sigue teniendo importantes vasos comunicantes
secretos con la izquierda radical y es posible que haya acuerdos de trastienda entre ellos.
En 1973, Jorge Rodríguez un líder izquierdista del MIR fundó la Organización de
Revolucionarios (OR). Este grupo clandestino pretendía seguir la guerrilla urbana, pero al
mismo tiempo participar en las elecciones de ese año. Al efecto utilizó como fachada
legal a la Liga Socialista (LS). Ese grupo estaba integrado por Carmelo Laborit, Oscar
Battaglini, Julio Escalona, Marcos Gómez y Fernando Soto Rojas. Alí Rodríguez Araque por
instrucciones de Douglas Bravo se acercó a este grupo tratando de captarlo. De esta
manera llegó maltrecha la subversión comunista al final del gobierno de Caldera,
mientras Chávez avanzaba en sus estudios en la Academia Militar y Fidel se adentraba en
África.
A fines de ese año la atención se centró en las elecciones presidenciales. Carlos Andrés
Pérez llevaba ventaja sobre su opositor Lorenzo Fernández. En ese momento el partido
COPEI puso en la palestra la supuesta nacionalidad colombiana de CAP. En ese entonces
el ataque era liderado por Alfredo Tarre Murzi, el director de la Revista venezolana
Semana. En medio de la polémica, el embajador de Venezuela en Ecuador, el padre del
capitán Fernando Ochoa Antich, dirigió una carta a Tarre desmintiendo que CAP fuese
colombiano. En ella hizo constar que él había sido testigo del nacimiento de CAP en
Rubio, estado Táchira.
Las elecciones fueron ganadas por CAP, quien luego de los comicios llamó a Fernando
Ochoa Antich y le preguntó qué cargo deseaba su padre. Fernando le comunicó a CAP que
quería ser embajador en España. Poco después, el mayor retirado Ochoa Briceño fue
designado embajador en Madrid y Fernando fue enviado al curso de Estado Mayor en
Francia10.
Carlos Andrés Pérez, presidente
En diciembre de 1973, CAP fue electo Presidente de Venezuela. El antiguo asistente de
Betancourt había sido un eficiente Ministro del Interior combatiendo la guerrilla. Los
resultados hubiesen sido aún mejores si se hubiera detectado a tiempo a un infiltrado de
Fidel sembrado a su lado. Me refiero a su jefe de Seguridad personal y Comisario de la
DIGEPOL, Orlando García.
Pese a su fama de ministro-policía contra la subversión castrista, CAP siempre admiró a
Fidel por haber derrocado a Batista y por su actitud antimperialista. Al asumir el poder en
febrero de 1974, las guerrillas castro comunistas y el movimiento subversivo de izquierda
se habían venido a menos gracias a la exitosa política de pacificación iniciada por Leoni y
acelerada por Caldera.
A comienzos de 1974, Venezuela vivía un boom económico por la subida del petróleo
causada por la guerra del Yom Kippur. Poca gente se enteró que Fidel había enviado a
varios miles de soldados cubanos a combatir del lado de Siria en esa guerra. En ese
momento CAP contando con dinero abundante, se dedicó a desarrollar sus grandiosas
ideas de la “Gran Venezuela” y el “Nuevo orden económico internacional” que dieron
origen a la “Venezuela Saudita”.
CAP empezó a reunirse con Fidel secretamente en la isla La Orchila. En esas citas
sigilosas este lo convenció de que estaba dedicado a liberar África y no tenía interés en
subvertir Venezuela. Según él, Douglas era ahora a quien CAP debía perseguir. Castro
pasaba información secreta a CAP para crearle dificultades a Douglas. Esos datos los
recibía de Alí Rodríguez Araque.
En medio de esa luna de miel con Fidel, y creyendo a la guerrilla derrotada, CAP
convocó a una reunión extraordinaria de la OEA para suspender las sanciones económicas
a Cuba. Cuando su propuesta no fue aprobada, CAP reinició unilateralmente las
relaciones diplomáticas y comerciales con La Habana echando por tierra la doctrina
Betancourt. Fidel continuó sus planes de infiltración, entrenando en Cuba comunistas
venezolanos y de otros países hispanoamericanos.
El juego decisivo
En abril de 1974 se celebraron de nuevo los juegos Inter Institutos militares y a la final
del torneo de béisbol llegaron los equipos de la AMV y la EFOFAC. Ese juego (celebrado
en el terreno del estadio universitario) fue muy peleado, pero al final parecía que el
equipo de la Guardia Nacional iba a ganar. En el noveno episodio, el juego iba 4 a 2 a
favor de la EFOFAC con dos outs. En la última oportunidad al bate para la AMV, con las
bases llenas, el manager José Antonio Casanova sacó como bateador emergente al
brigadier Hugo Chávez. Al primer lanzamiento, Maisanta dio un enorme batazo que se
estrelló contra la pared del estadio. Con ese hit de oro, la AMV quedó campeona. Ese día
por primera vez, Chávez fue considerado un héroe. Entre las congratulaciones y premios
recibidos, el coronel Narváez Churión lo felicitó y lo nombró miembro de la Escolta de
Bandera, una honrosa designación para los cadetes. Ese año Chávez obtuvo la nota más
alta en Espíritu Militar y avanzó varios puestos en el orden de mérito antes de graduarse.
Fidel en África y Medio Oriente
Luego de la crisis de los misiles en 1962, el Kremlin firmó un tratado secreto con
Washington accediendo a retirar sus misiles nucleares de Cuba y suspender su apoyo a la
revolución comunista en Latinoamérica. A cambio, los yanquis acordaron sacar sus misiles
nucleares de Turquía y prometieron no invadir Cuba. A partir de entonces el Kremlin puso
su mira sobre los yacimientos petroleros de África y el Medio Oriente. Este objetivo
convirtió a las tropas de Fidel en mercenarios soviéticos cuando empezó a enviar fuerzas
cubanas como “proxis” para promover la revolución en otros países. La necesidad del
subsidio soviético obligó a Castro a aceptar el trato a regañadientes y a realizar el
trabajo sucio a la potencia comunista. A cambio, Fidel recibía un importante estipendio
para mantener a flote su improductiva revolución. Las primeras operaciones de Fidel en
África y el Medio Oriente, que se iniciaron a fines de los años 60 fueron de poca monta.
Durante los primeros años de ese acuerdo, Fidel siguió apoyando las guerrillas en forma
limitada en Venezuela hasta su repliegue en 1968.
La experiencia de Fidel en Hispanoamérica durante los años sesenta no fue exitosa,
pero en el proceso formó un grupo de oficiales y tropas fogueados en combate. La URSS
utilizó inicialmente a este personal para dar apoyo logístico y asesoramiento militar a
movimientos marxistas africanos. Después los empleó como fuerzas de combate. El
interés soviético se centraba en el control del tráfico del petróleo mundial. Para ello
necesitaban dominar a los países del Cuerno de África ribereños al Mar Rojo. Frente a
estas naciones navegaban los tanqueros que se dirigían a través del Golfo de Adén hacia
el canal de Suez, proveniente del Medio Oriente. Para controlar este tráfico, los soviéticos
se proponían convertir Etiopia, Somalia y Djibouti en Estados satélites.
Otro objetivo era el control de Estados petroleros en la Costa Atlántica del África como
Nigeria y Angola. Nigeria era el productor más importante, pero había logrado su
independencia de Inglaterra en 1960. Dados sus lazos con Gran Bretaña la captura de
ese país no era fácil. Ante esa situación el Kremlin puso su mira en Angola. En esa
colonia portuguesa se desarrollaba una guerra de independencia. Portugal era menos
fuerte y sería más fácil de enfrentar que Inglaterra.
Para extender la influencia soviética al Medio Oriente era necesario establecer nexos
con Estados clientes como Argelia, Egipto, Libia, Iraq y Siria. Este teatro de operaciones
le permitió a Fidel hacerse líder del tercer mundo y aliarse con los islámicos
fundamentalistas y el movimiento de liberación africano. Este trabajo mantuvo a Fidel
fuera de Hispanoamérica.
Revolución de “Los Claveles”
En abril de 1974 se produjo la “Revolución de los Claveles”, que provocó la caída del
dictador portugués Antonio de Oliveira Salazar. Esa revuelta militar fue el principio del fin
de las colonias lusitanas en África. La retirada portuguesa brindó a los soviéticos la
oportunidad de convertir Angola en un país cliente de su imperio comunista. Angola,
además de petróleo, sería una base excelente para extender el dominio soviético a
países vecinos como Zimbabue, Mozambique y Namibia.
A partir de ese momento instalaron regímenes comunistas en esos países utilizando a
Cuba como pantalla. En julio de 1974 fue derrocado el emperador Haile Selassie en
Etiopía y reemplazado por una Junta de Gobierno militar de tendencia izquierdista,
encabezada por el teniente coronel Mengistu Haile Mariam. Este oficial era un comunista
partidario de la Unión Soviética y pronto el imperio rojo envió tropas cubanas para
apoyarlo. Con Somalia y Etiopia bajo control, el plan soviético en el Cuerno de África iba
bien encaminado.
CAPÍTULO 9
Chávez se gradúa de subteniente
Relevo del general Osorio García
Al asumir el poder, Carlos Andrés Pérez reemplazó al general Osorio como director de la
AMV. En ese momento, este general tenía cuatro años en el cargo, hecho que era
inusual. Los directores generalmente pasan uno o dos años en sus cargos. Osorio formó
una generación de oficiales que recibieron su orientación sobre el destino manifiesto del
Ejército en la vida nacional, siendo imbuidos con una veneración casi religiosa hacia
Bolívar. Los primeros tres años de formación castrense de Chávez bajo Osorio dejaron en
él una marca perenne.
Durante el período de Osorio no hubo una relación estrecha entre este general y el
cadete Chávez. La diferencia en edades, personalidades y la propia dinámica de la
formación militar no facilitó ese trato. Osorio fue un oficial marcial, autoritario y elitista
mientras que Chávez fue un cadete desgarbado, populachero y humilde cuyos valores
militares estaban más cerca de Maisanta que de Bolívar. Chávez parecía estar centrado
en el béisbol que lo había hecho popular. Pese a esas diferencias, entre ambos había algo
en común: los dos eran carismáticos y tenían una misión. La de Chávez la descubrimos el
4 de febrero de 1992. La de Osorio nunca la conocimos. Lo que sí está claro fue que la
obsesión de Osorio con Bolívar y su idea de que las FAN eran un grupo con un estatus
superior destinado a guiar al país, encajaron dentro de los planes de Chávez.
Pese a los contrastes entre estos personajes, este general andino tuvo una gran
influencia sobre la educación militar y política del joven llanero. Sembró en la mente de
los cadetes la idea de que el pensamiento de Bolívar era la guía fundamental en la vida
política del país, y que las FAN estaban encargadas de velar por ese patrimonio como
herederas del Ejército Libertador.
Al entregar la dirección de la Academia Militar el general Osorio fue apartado de la línea
de mando. Nadie supo qué pasó, pero luego de pasar a retiro este distinguido oficial
empezó a gravitar hacia la izquierda políticamente. Ya antes con el coronel Hugo Trejo
(el líder de los nasseristas venezolanos) había ocurrido algo parecido al caer bajo la
influencia de Douglas Bravo. Aparte del nuevo plan académico “Andrés Bello”, y la
exaltación del bolivarianismo, el rumor sobre el presunto “nasserismo” de Osorio no llegó
a manifestarse abiertamente.
Al partir Osorio, fue nombrado director de la AMV el general Carlos Valero Monasterios,
quien era un buen oficial de ingeniería pero de un corte militar tradicional. Para entonces
el alférez Chávez estaba en el último año de sus estudios en la Academia Militar. En esa
época era conocido como el jardinero izquierdo del equipo de béisbol, animador de
eventos y orador elocuente con voz engolada y retórica recargada y pomposa.
En septiembre de 1974 ingresó un nuevo grupo de cadetes reclutas a la Academia
Militar. Entonces Chávez era alférez, alumno de cuarto año. A su pelotón fueron
asignados varios cadetes nuevos, entre ellos Orlando Madriz Benítez. Pronto Chávez le
tomó confianza al bisoño cadete y lo convirtió en su pupilo. Ese nexo iba a durar muchos
años e iba a conducir al descubrimiento del plan del golpe de 1989 y al fracaso del golpe
del 4 de febrero de 1992.
Viaje al Perú
A fines de 1974, en medio del vendaval revolucionario peruano, el dictador Velasco invitó
a una delegación de cadetes venezolanos a visitar el Perú para asistir a la celebración del
sesquicentenario de la Batalla de Ayacucho. Debido a la popularidad de Chávez, el
coronel Narváez Churión lo seleccionó para ese viaje. Como se pedía que un cadete
pronunciara palabras alusivas, Chávez fue designado el orador. Para mayor coincidencia,
él cumplía años el 28 de julio en la fecha de independencia peruana. Las estrellas se le
habían alineado a Chávez, el dicharachero alférez de Sabaneta. Ese viaje fue el primero
que hizo al extranjero, pero lo que más le entusiasmaba era que vería a uno de sus
ídolos: el dictador izquierdista Velasco Alvarado.
Cuando Chávez llegó al Perú ese país estaba en medio de una revolución izquierdista. El
general Velazco Alvarado luego de tomar el poder en un golpe de Estado se hizo dictador
imponiendo políticas de izquierda radical. En tres ellas destacó la nacionalización de las
principales industrias las cuales pasaron a ser monopolios del régimen. Seguidamente
implantó una reforma agraria expropiando las haciendas existentes y pagándoles a sus
dueños con bonos sin valor. El objetivo era entregarles la tierra a los pobres para
brindarle al país seguridad alimentaria. Esta medida era inviable, porque Perú es un país
árido con solo 2% de tierra agrícola. De igual manera eliminó la autonomía de los
poderes y estableció un férreo control de los medios de comunicación. En 1974 expropió
todos los periódicos y envió al exilio a sus editores.
Durante su proceso revolucionario, Velasco empezó a confrontar a los EE.UU., luego de
expropiar a una subsidiaria de la empresa petrolera Standard Oil y a la compañía Cerro
de Pasco que explotaba las minas de cobre. Adicionalmente inició la reclamación de una
zona económica marina exclusiva de 200 millas. La situación empeoró cuando expulsó al
Cuerpo de Paz y a los agregados militares norteamericanos para invitar al país a asesores
soviéticos. A continuación inició una febril compra de material de guerra de ese país
comunista. La enorme cantidad de armas compradas a la URSS la hizo con intención de
lanzar una invasión masiva por tierra, mar y aire contra Chile. Velasco pensaba que con
esa fuerza militar, y con el apoyo de militares chilenos partidarios de Allende, podría
recuperar los territorios perdidos en el siglo XIX durante la Guerra del Pacífico. Al
terminar la guerra restauraría el gobierno socialista Chile y se aliaría con ellos. En medio
de esta vorágine política arribó a Lima el alférez Hugo Chávez junto con otros once
cadetes de las academias militares venezolanas.
Al llegar al Perú, la delegación venezolana fue invitada al palacio de Gobierno. Allí
Chávez tuvo la oportunidad de estrechar la mano del general Velasco. Ese momento fue
inolvidable. Sus ideales coincidían y el alférez soñaba que algún día podría hacer algo
similar en Venezuela. Al retirarse el grupo de cadetes, Velasco les entregó una copia del
libro La Revolución Nacional Peruana, en la cual desarrolla la idea de la unidad que existe
entre el Ejército y los sectores empobrecidos. Chávez leyó ávidamente este panfleto y lo
convirtió en su libro de cabecera.
Durante su corta estadía, los cadetes venezolanos asistieron a conferencias dictadas por
militares del régimen, que eran cursillos de propaganda marxista y adoctrinamiento para
un golpe de Estado. Por esos años el Gobierno peruano (con la ayuda de la URSS)
invitaba con frecuencia a militares de otros países a visitarlos para tratar de
adoctrinarlos. Un bono adicional de esa visita fue un breve encuentro con el general
Omar Torrijos, el líder izquierdista de Panamá.
Al regresar a Caracas, Chávez estaba convencido de que en Venezuela debía repetirse
la experiencia peruana y panameña. Su idea influenciada por el pensamiento de Douglas
Bravo era crear una alianza cívico-militar de izquierda. Ahora veía con claridad que en la
Academia Militar la gran mayoría de los cadetes eran de clase humilde y serían fáciles de
captar. Por ahora debía abstenerse de reclutar seguidores, porque tenía instrucciones de
esperar hasta después de graduarse para iniciar el reclutamiento de miembros para su
logia. Al regreso del Perú, atesoró en su pequeña biblioteca el libro de Velasco pensando
que le sería de utilidad más adelante en su proyecto. Por ahora su pensamiento giraba
alrededor de su graduación y le molestaba la posibilidad de ir a combatir a los
remanentes de las guerrillas que aún sobrevivían.
Douglas Bravo se va al exilio
Mientras CAP disfrutaba la presunta derrota de la guerrilla, los restos de la subversión se
reorganizaban. En 1974, Douglas logró en la clandestinidad que el Partido Revolucionario
Venezolano (PRV) junto con Bandera Roja (BR) y la Liga Socialista (LS) unieran esfuerzos
para liberar a los guerrilleros presos en el Cuartel San Carlos. El propósito era demostrar
que la revolución vivía y reforzar los cuadros de la guerrilla rural con los evadidos.
En enero de 1975, un grupo mixto conformado por miembros del PRV-FALN, Bandera
Roja y la Liga Socialista construyó un túnel de setenta metros que daba acceso al Cuartel
San Carlos. Por esa vía lograron rescatar a 23 guerrilleros que muy pronto se unieron a
las fuerzas guerrilleras de Bandera Roja en Oriente. A partir de ese momento la actividad
guerrillera empezó a incrementarse.
El presidente CAP molesto decidió terminar de una vez por todas con el movimiento
subversivo. Ordenó una intensa persecución para capturar a Douglas vivo o muerto.
Pronto los órganos de seguridad estaban tras su pista. Entretanto Orlando García el
cubano jefe de seguridad de CAP mantenía informado a Fidel de esos planes. Ante la
posibilidad de ser detenido, Douglas huyó a Francia a mediados de 1975. Su
lugarteniente “Fausto” quedó encargado del manejo clandestino del PRV y de las
relaciones con Bandera Roja (BR), la Liga Socialista (LS) y otros grupos de izquierda.
Con Douglas exiliado, Alí Rodríguez empezó estableciendo una alianza con Jorge
Rodríguez de la LS y los hermanos Gabriel y Eder Puerta Aponte de BR. La idea era unir
fuerzas para ejecutar conjuntamente asaltos y secuestros para recaudar fondos. El
lugarteniente de Douglas inició contactos exploratorios con partidos de izquierda legales,
como el MEP (encabezado por Luis Beltrán Prieto Figueroa) y con la Causa R, que era un
pequeño partido dirigido por Alfredo Maneiro. Rodríguez Araque desde la Causa R
proveyó información sobre empresas trasnacionales que operaban en Guayana. El MEP
—gracias al control de varios sindicatos— consiguió información privada de propietarios y
ejecutivos de empresas que eran blancos rentables.
Como contacto entre el MEP y Alí Rodríguez fue designado el diputado Salom Mesa
Espinoza, quien era jefe de la seccional de ese partido en Caracas. Salom, desde su larga
detención en 1951, había ido desplazándose lentamente hacia la izquierda radical y se
había convertido en un topo comunista. A fin de burlar la vigilancia policial Salom
utilizaba como correo a su asistente Nicolás Maduro García. Aparte de estas actividades
subversivas, Alí Rodríguez supervisaba a través de “Harold” el desarrollo de la nueva
logia golpista bolivariana. Esa información la pasaba a Douglas y secretamente a su
verdadero jefe, Fidel.
Independencia de Angola
En 1975, cuando los portugueses decidieron retirarse de Angola, nacen Angola y
Mozambique como Estados independientes. Estos nuevos países contaban con el apoyo
de la URSS con mercenarios cubanos haciendo el trabajo sucio. Angola es importante por
sus yacimientos petroleros, los segundos en África, después los de Nigeria. Esta riqueza,
y su posición estratégica en la costa Atlántica, atrajeron a grandes potencias como la
URSS y los EE.UU., pero también a Sudáfrica y a las guerrillas locales de UNITA.
Luego de la independencia, los soviéticos enviaron 25 mil tropas cubanas para apoyar el
nuevo Gobierno en su lucha contra UNITA y Sur África. En este escenario de guerra de
baja intensidad los cubanos combatieron en Angola durante más de una década. Su
misión era brindar seguridad contra posibles incursiones de Sur África y ataques de la
guerrilla local UNITA liderada por Jonas Savimbi, quien estaba apoyado por EE.UU. En
Sudáfrica, el gobierno racista había logrado controlar la situación con la detención de
Nelson Mandela y se mostraba interesado en anexar el territorio de Namibia.
La graduación de Chávez
En julio de 1975 se graduó la promoción Simón Bolívar, la primera formada en el nivel
universitario con el Plan Andrés Bello. De 185 aspirantes a cadetes que ingresaron en
1971 se graduaron 85 tenientes. Sus integrantes fueron los primeros oficiales en recibir la
Licenciatura en Ciencias y Artes Militares. Hugo Chávez se graduó ocupando el puesto
número 8 entre 75 tenientes. Esta posición indica que fue un alumno superior al
promedio graduado en el 10% tope de su promoción. Esa alta posición la logró gracias a
sus elevadas notas en “espíritu militar” que le asignaron algunos de sus jefes para
“ayudarlo”.
Durante sus cuatro años de estudio, Chávez cumplió con las estrictas instrucciones de
confidencialidad que le impartió Ruiz Guevara. Pese a ser muy gregario y popular con sus
compañeros y subalternos, tuvo pocos amigos cercanos. Esta actitud impedía generar
sospechas acerca de sus inclinaciones políticas. El engaño y el secretismo funcionaron al
punto de que el 4 de febrero de 1992, luego de 17 años de servicio como militar, solo 8
de sus 65 compañeros de promoción lo acompañaron. Ninguno de ellos estuvo por
encima de él en el orden de mérito de su graduación, ni sabían que su líder Maisanta era
un hombre de izquierda. Chávez no quería competidores a su alrededor sino seguidores.
La misma actitud de reserva la tuvo con los subalternos con quienes mantuvo distancia,
con la excepción de algunos pupilos que utilizaba como “ordenanzas” para hacer
mandados y como mensajeros. En el argot militar venezolano la palabra “pupilo” indica
una relación especial entre un superior y un subalterno, que incluye una actitud paternal
del superior y filial por parte del pupilo. Dentro de los cuarteles, que son entidades
cerradas con una estructura social rígida, algunos superiores se convierten de manera
informal en padres, mentores y defensores de subalternos con quienes simpatizan. A
cambio de esa protección, el pupilo debe lealtad, fidelidad y presta algunos servicios. La
relación mentor-pupilo no es oficial ni ilegal. No está prohibida y no tiene connotación
sexual. Además de los pupilos entre los militares existen los ordenanzas que son
subalternos que se desempeñan como ayudantes de cámara personales de sus jefes.
Chávez y sus manejadores
Cuando Chávez terminó sus estudios, “Fausto” reportó el hecho a Douglas y a Fidel. El
dictador cubano tenía las manos llenas con sus guerras africanas y no le dio mayor
importancia. Conocía el plan de Douglas y no tenía fe en él. Además sabía que faltaban
años para ver resultados. Por su parte, Douglas estaba exiliado en Francia y había ido
perdiendo el control del PRV.
El flamante oficial Chávez recibió el sable (símbolo de mando) de manos del presidente
de la república Carlos Andrés Pérez (CAP). En ese momento, nadie pensaría que ese
larguirucho subteniente sería capaz de intentar derrocarlo casi dos décadas más tarde.
Por breves momentos, las manos de CAP y Chávez estuvieron en contacto y Maisanta
emocionado solo atinó a decir: ¡Gracias, Sr. Presidente!”. Frente a CAP, el joven topo no
parecía temible. En ese momento un golpe lucía improbable.
Al recibir las presillas de subteniente, Chávez logró el primer objetivo propuesto. Hasta
ese momento el plan se desarrollaba bien. Se había hecho oficial del Ejército sin haber
sido detectado como infiltrado. Tenía una red de amigos con los cuales no había hablado
de conspirar, pero lo haría más adelante cuando llegara el momento. Al comenzar su
carrera, saldría del entorno protegido de la AMV para enfrentarse a la realidad.
Al terminar el acto de graduación, se cambió de civil y fue a reportarse ante “Harold”.
En esa reunión fue felicitado efusivamente y antes de retirarse, su contacto le informó
cuál sería su primer cargo. De esa manera fuera de lo común Maisanta se enteró de que
iría al Batallón de infantería Cedeño. Esa unidad estaba prevista para conducir
operaciones de limpieza de los focos guerrilleros de Bandera Roja en Oriente y su misión
sería reportar los planes del Ejército. Al marcharse, Chávez se preguntó a sí mismo:
¿Cómo diablos pudo saber «Harold» esa información confidencial?. La explicación era
sencilla.
Un topo en la Dirección de Personal del Ejército
Mientras en los años setenta el general Jorge Ernesto Osorio García promovía el
endiosamiento de Bolívar en el ámbito militar, Douglas Bravo restableció su control
clandestino sobre el nombramiento de oficiales en el Ejército. Esa capacidad le había sido
muy útil en los años cincuenta y le permitió ubicar a sus infiltrados en unidades
estratégicas. Ahora la volvería a usar para ubicar a los miembros de la logia de Chávez.
Luego de la caída del general Pérez Jimenez Douglas sembró como empleado en la
Dirección de Personal del Ejército a un joven civil apodado “Guerrita”. Este sujeto fue
quien facilitó la manipulación de los nombramientos militares en años posteriores. A
través de Guerrita era relativamente fácil ubicar a ciertos oficiales en cargos de interés e
incluso limpiar expedientes, eliminando informes o calificaciones que afectaran sus
carreras. Ese funcionario trabajó en la Dirección de Personal del Ejército por más de tres
décadas. Por largos años el trabajo de “Guerrita” fue muy eficiente haciéndose
indispensable y pasando desapercibido. Su experiencia y fenomenal memoria lo convirtió
en la mano derecha de los jefes de personal del Ejército. Tuvo un poder discrecional para
asignar cargos a oficiales subalternos y superiores. Guerrita se jubiló antes del 4F y murió
poco después llevándose sus secretos a la tumba.
Las actividades encubiertas de Guerrita eran evidentes desde los años sesenta. En esos
años era notorio que un grupo de conocidos oficiales conspiradores de izquierda gravitaba
sospechosamente hacia ciertas unidades que tenían tradición golpista. La Academia
Militar en Fuerte Tiuna, el Cuartel Urdaneta (ubicado en Catia), donde se acantonaban el
Grupo de Artillería Ayacucho, el Batallón Blindado Bermúdez y algunas unidades de
tanques y paracaidistas en Maracay y Valencia eran conspicuas. A la caída de Pérez
Jiménez muchos oficiales del FMC de Douglas fueron ubicados en esas unidades. Esos
extraños nombramientos no fueron accidentales, pero nadie condujo una investigación
que pusiera en evidencia lo que ocurría.
“Los Panas” salen del país
Al graduarse Chávez, por coincidencia fueron enviados al exterior para realizar curso de
Estado Mayor los tres líderes de “Los Panas”, quienes para entonces ostentaban el grado
de Mayores. Su escogencia no fue difícil porque los tres eran buenos oficiales, inteligentes
y tenían buenos contactos. Fernando Ochoa Antich fue enviado a Francia. Carlos Santiago
Ramírez a España y Ramón Santeliz a Brasil. En esos países permanecieron por varios
años. Para entonces solo “Rasputín” sabía de la existencia del subteniente Chávez.
Las primeras vacaciones como oficial
Luego de graduarse, a Chávez le concedieron dos semanas de permiso para visitar a su
familia. El Chávez que regresó hecho Subteniente a Barinas no fue el mismo muchacho
que ingresó a la Academia Militar cuatro años antes. En la AMV, el recién graduado afinó
ciertas habilidades que le iban a ser muy útiles: había estudiado oratoria y ahora hablaba
con soltura en forma grandilocuente con pomposidad y frondosa labia. Su pasantía por la
Sociedad Bolivariana le había hecho conocer bien al héroe del cual hablaba con aplomo y
vehemencia. En el teatro había aprendido algunas técnicas histriónicas y se había
convertido en un locuaz maestro de ceremonias.
Luego de ver su familia visitó a su mentor. El maestro Ruiz Guevara al hablar con el
apreció el cambio que había sufrido su pupilo. Él no se había equivocado, Chávez tenía
madera de líder. Ya no era el desmañado Tribilín que había ingresado a la AMV. Ahora
algunos le llamaban con respeto Maisanta. Pronto empezaría a tejer una red de
seguidores en las unidades por las cuales pasaba. En pocos años tendría una logia
bolivariana con la cual tomarían el poder.
CAPÍTULO 10
El subteniente Chávez
El Diferendo con Colombia
En agosto de 1974, al tomar posesión Alfonso López Michelsen, declaró que a su país le
asistía el derecho a la plataforma submarina y aguas del Golfo de Venezuela. Estas
declaraciones crearon tensión entre ambos países. La tirantez se intensificó cuando los
colombianos hicieron una maniobra militar en la frontera con gran despliegue de hombres
y armas.
Poco después de la graduación de Chávez, López Michelsen pronunció un polémico
discurso ante los nuevos oficiales de la Escuela Naval colombiana. En esa oportunidad
planteó la tesis del “condominio de estados ribereños”. Luego inform ó que se habían
reanudado las negociaciones con Venezuela para la delimitación de las áreas marinas y
submarinas y que los derechos de Colombia serían defendidos. Estas declaraciones
aumentaron la tensión.
Chávez en los cuarteles
El subteniente recién graduado al llegar a los cuarteles se sintió como pez en el agua.
Pronto su carisma y magnetismo innato, le hicieron popular. Sus atributos de liderazgo
atrajeron a su alrededor seguidores militares, incluyendo superiores, compañeros de
promoción y cadetes pupilos de menor antigüedad a los que llamaba afectuosamente
“mis bolivarianos” y posteriormente “mis centauros”. De esta manera Maisanta se
convirtió en líder de un grupo militar bolivariano, que no despertaba recelos sino
admiración entre superiores y subalternos.
Chávez no perdía oportunidad de dar conferencias alabando al héroe y exaltando sus
glorias. En esas charlas siempre recordaba a su audiencia que Bolívar había pronunciado
en 1829, poco antes de morir, la frase: “Los Estados Unidos parecen destinados por la
Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”. Luego remataba
teatralmente, como en trance: “Bolívar siempre se opuso al imperio”. Con esta
aseveración insinuaba que el Libertador se refería a los norteamericanos, cuando en
realidad el prócer hablaba del imperio español. Como su actividad proselitista
“bolivariana” no era considerada de carácter político era bien visto y hasta apoyado por
sus superiores.
Con esos dardos, Chávez promovía el nacionalismo y el odio hacia los yanquis, sin
hablar de izquierdismo y menos de socialismo o comunismo. En ningún momento Chávez
hacía referencia a otras frases famosas del héroe, como aquella en la cual dijo: “Un
soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el árbitro de las
leyes ni del gobierno, es defensor de su libertad”. Esta frase era tóxica para él, como la
kryptonita para Superman. Gracias a esta campaña para promover a Bolívar como un
ícono casi religioso, Chávez adquirió renombre en el medio militar. Se hizo conocido como
un apóstol bolivariano sin connotaciones políticas. Incluso atrajo a superiores fervorosos
del Libertador, quienes lo empezaron a proteger convirtiéndolo en su pupilo predilecto.
Siguiendo las instrucciones durante sus primeros años como subteniente, Chávez se
abstuvo de hablar de política o conspiración a sus seguidores. Su objetivo era armar una
inofensiva red de bolivarianos que no despertara recelos.
La Brigada de cazadores
Al crearse la brigada de cazadores conformada por batallones ligeros y móviles diseñados
para la lucha antiguerrillera el batallón “Cedeño” fue adscrito a esta brigada y su sede fue
establecida en Cumana, la capital del estado Sucre en el oriente de Venezuela. El
comando de la brigada de cazadores funcionaba en Maturín, la capital del Estado
Monagas. Como le había informado “Harold”, Hugo fue enviado a sentar plaza como
comandante del pelotón de comunicaciones del Batallón de Cazadores general “Manuel
Cedeño”. Su designación como oficial de comunicaciones no fue accidental. Estos oficiales
rotan por todas las unidades del Ejército tanto las de infantería, blindados, artillería,
ingeniería, caballería etc. facilitando la propagación de la logia.
Chávez no fue al Batallón “Cedeño” por accidente. Esa unidad estaba destinada a
conducir operaciones guerrilleras en el oriente del país donde operaba Bandera Roja
(BR). En esa unidad, como oficial de comunicaciones, tendría acceso a información
operacional que pasaría clandestinamente a sus manejadores utilizando correos de BR.
Las declaraciones del presidente de Colombia Alfonso López Michelsen (conjuntamente
con la actividad de las guerrillas FARC en la frontera del Arauca) hicieron cambiar los
planes del Ejército venezolano. En lugar de perseguir guerrilleros pronto varios batallones
fueron movilizados para vigilar la frontera colombiana. Uno de ellos fue el “Cedeño”, al
cual encomendaron la misión de patrullar la región del Cutufí en el estado Apure. Esto
cambio temporalmente los planes de los manejadores de Chávez. Pronto “Harold” dio
instrucciones a Chávez para que hiciera contactos discretos con las FARC. Debido a estos
eventos, la permanencia del Batallón Cedeño en la región del Arauca continuó hasta que
la situación tensa entre Venezuela y Colombia se distendió a comienzos de 1976.
El secuestro de Niehaus
El regreso del subteniente Chávez y su Batallón a su base en Caripito, estado Monagas,
coincidió con el sonado secuestro del industrial William Niehaus en Caracas. El 27 de
febrero de 1976 un grupo armado de Bandera Roja entró a su residencia en la
Urbanización Prados del Este en Caracas y se lo llevaron. Ese fue el inicio de un largo
cautiverio que duro más de tres años, así como de una enconada persecución por orden
de CAP. Desde La Habana, Fidel, quien sabía lo que ocurría gracias a Alí Rodríguez
Araque, aprovechó para denunciar a CAP que Douglas era el organizador del secuestro.
Dada la importancia del secuestrado la policía inició un gigantesco operativo para
rescatarlos. Entre los sospechosos estaban Douglas Bravo, Fernando Soto Rojas, Ali
Rodríguez, Salom Mesa, Fortunato Herrera y David Nieves. Douglas Bravo y Soto Rojas
huyeron a Francia. Los demás se dieron a la fuga dentro del país9.
9. Organización de Revolucionarios (OR). (1970 mayo 15). Recuperado de http://www.cedema.org/uploads/OR_1970-05-
15.pd
Pronto la DIGEPOL (la policía política de Venezuela) detuvo a Jorge Rodríguez, el jefe
de la Liga Socialista, señalándolo como uno de los cabecillas del secuestro. Durante los
interrogatorios, el detenido murió a causa de golpes recibidos. Poco después fueron
apresados el diputado Salom Meza (del MEP) y David Nieves (de la Liga Socialista)
acusados de cómplices. Cuando esto ocurrió, Nicolás Maduro García, quien era correo de
Salom con Alí y Jorge Rodríguez huyó a Cúcuta. Al desaparecer dejó encargada de la
mensajería a su esposa.
Para la época, el hijo de Maduro García, Nicolás Maduro Moros, era un espigado
mocetón de 16 años pero según su cédula falsa tenía apenas 12 años. El adolescente no
había terminado primaria en Colombia y había trabajado como colector de autobús en
Cúcuta. Al ser llevado a Caracas en 1964, fue presentado ilegalmente al registro civil por
sus padres alegando tener menos edad para minimizar sospechas. En Venezuela, de
acuerdo con la ley, los recién nacidos debían ser presentados poco después de nacer. Al
llegar a Caracas en 1975 fue inscrito en el sexto grado de primaria en el Colegio San
Pedro. Sus compañeros de la época que tenían un promedio de edad de 12 años lo
recuerdan como el más alto de la clase, con acento colombiano y lucía como si tuviera
más de 15 años. Al terminar la primaria en 1976, el adolescente Maduro fue inscrito en el
Liceo Urbaneja Achelpohl, que estaba ubicado cerca de su apartamento en la
urbanización de clase media alta Las Acacias en Caracas.
La responsabilidad de criar a sus hijos y ser correo clandestino abrumó a la madre de
Nicolás. Pronto le pidió a su hijo que la relevara en esas tareas. Para entonces su vástago
tenía 17 años, medía casi dos metros de estatura y apenas iniciaba la secundaria pero ya
era un hombre corpulento. A partir de ese momento Nicolás Maduro hijo, siendo
estudiante de bachillerato, se convirtió en el mensajero entre Salom Mesa y Alí Rodríguez
Araque. En ese plantel, el joven se hizo líder juvenil del Movimiento Estudiantil de Unidad
Popular (MEUP), la fachada legal de la Liga Socialista. De esta manera, Nicolás Maduro
Moros entró en contacto con Alí Rodríguez. Con el correr del tiempo se convirtió en su
pupilo, guardaespaldas, mensajero y hombre de confianza, mientras su padre el
sindicalista del MEP permanecía oculto en Cúcuta. En esas andanzas Maduro sirvió de
mensajero de Ali con “Harold” y conoció a Chávez.
Chávez se reúne con Alí Rodríguez
A fines de 1976 el Batallón “Cedeño” fue transferido desde la frontera con Colombia a su
guarnición de rutina en Caripito. Aprovechando este cambio, Alí Rodríguez decidió que
era tiempo de conocer personalmente a Chávez. Alí había sido informado que el Ejército
iniciaría operaciones contra los guerrilleros de Bandera Roja en la zona del Turimiquire en
el oriente del país. Aunque Ali estaba en la clandestinidad, debido a la persecución
desatada por el caso Niehaus, decidió convocarlo a su escondite. Para entonces su
madriguera o “concha” (como se le dice en Venezuela) era una casa de campo cerca de
Ejido, su pueblo natal en las montañas del estado Mérida. Para hacer el contacto Alí se
comunicó con Adán Chávez (el hermano mayor de Hugo), quien luego de graduarse en la
Universidad de los Andes (ULA) en Mérida, se había quedado dictando clases en ese
instituto.
En julio de 1976, Chávez atendió la convocatoria pidiendo un permiso de vacaciones. En
esa oportunidad fingió visitar a su hermano Adán en la ULA. Ese fue el primer contacto
entre ambos hombres. La reunión se hizo para que Maisanta presentara una evaluación
del avance de su actividad y explicara los planes del Ejército contra la guerrilla de
Bandera Roja. Al terminar, se le darían instrucciones sobre lo que debía hacer en esas
operaciones.
Luego de la presentación, Rodríguez Araque quedó impresionado por el carisma de
Chávez, su elocuencia y la seguridad con que abordaba todos los temas. Lo que más le
atrajo fue cuando le dijo que en apenas dos años el grupo de “bolivarianos” ya estaba
compuesto por unos diez subtenientes de las últimas dos promociones, más una docena
de cadetes en la AMV. Esas cifras eran bajas, pero esperanzadoras porque eran muy
superiores a las de Santeliz. Después de oírlo, el jefe comunista le dio instrucciones que
sorprendieron a Chávez. Su primera misión era una operación guerrillera en la cual él
debía traicionar a sus compañeros del Ejército. Esta aviesa acción estaba diseñada para
probar su compromiso con la revolución.
Antes de terminar esa reunión, Chávez pidió a un subteniente recién graduado para que
lo apoyara durante en la operación que se planificaba. Al efecto recomendó al
subteniente Wilme Moreno, quien había sido su pupilo en la Academia Militar y era nativo
de la región donde iba a operar. Antes de marcharse Ali le informó que al ascender a
Teniente (en julio de 1978) iba a ser enviado como instructor a la Academia Militar. Ante
este prospecto Chávez entregó una lista de oficiales que eran sus mejores amigos dentro
de su promoción. La lista incluía a: Jesús Urdaneta Hernández, Felipe Acosta Carles, José
Miguel Ortiz Contreras y Yoel Acosta Chirinos. Al presentar esta solicitud informó a Alí que
el estimaba que con este refuerzo podría controlar un centenar de oficiales y cadetes
para 1980.
En ese momento, Alí le preguntó cuáles eran sus proyecciones para un futuro golpe y
Chávez manifestó que podría iniciarse la planificación preliminar entre 1984 y 1985,
aunque consideraba necesario esperar a su ascenso a Mayor en 1986. En dos o tres años
a partir de ese momento los líderes de la logia serían mayores segundos comandantes de
batallón. Al ocupar esos cargos les sería fácil arrebatarles el mando a los tenientes
coroneles comandantes de batallón. Para entonces estimaba tener unos trescientos
oficiales conjurados bajo su mando.
Con este número de oficiales en la logia Chávez consideró que sería capaz de controlar
más de quince batallones en Caracas y la región central y que podría tumbar al Gobierno
con la colaboración de las fuerzas de choque del PRV y otros movimientos subversivos.
“Fausto” quedó emocionado con estas cifras. Ahora sí estaba convencido de que Chávez
tenía un potencial muy superior al del inefectivo teniente coronel Santeliz. Al retirarse,
aconsejó al Teniente que siguiera actuando con prudencia y baja silueta. Por ahora no
debía tocar temas de ideología marxista con sus seguidores, ni hablar de conspiraciones
o golpe, pero debía mantener su línea bolivariana nacionalista y antinorteamericana a la
espera de instrucciones.
Al regresar a Caracas, Alí reportó la entrevista a Fidel en un informe secreto. Este
documento fue entregado con grandes precauciones al embajador cubano en Caracas.
Cuando Fidel lo leyó sonrió complacido ante las buenas nuevas. A partir de ese momento
estuvo más atento a las andanzas de Chávez. Ahora tenía que planear cómo sacar de
juego a Douglas Bravo.
El Batallón Cedeño en Cumaná
El Ejército preparó una operación para aniquilar las guerrillas en el Oriente a finales de
1977. En mayo el Batallón Cedeño fue enviado a Cumaná. Su misión era operar con otros
batallones contra los insurrectos de Bandera Roja en la región de Cantaura. Por esos días
se reportó al batallón el subteniente Wilme Moreno, oficial infiltrado de Bandera Roja que
había sido “pupilo” de Chávez en la AMV. Moreno serviría de correo entre Chávez y la
guerrilla.
Chávez como espía pasaba información operacional a Bandera Roja a través de Moreno.
En agosto de 1977 un grupo combinado del PRV, BR y LS liberó a varios guerrilleros
presos en la Cárcel de La Pica, en el estado Monagas cerca de Cantaura. Los prisioneros
rescatados fueron a engrosar las filas de la guerrilla de Bandera Roja. Con la llegada de
estos refuerzos aumentó la actividad subversiva produciéndose frecuentes
enfrentamientos y secuestros. Incluso se rumoraba que el industrial secuestrado Niehaus
estaba en el área. En noviembre de 1977, el presidente Pérez ordenó a la Brigada de
Cazadores eliminar ese foco.
La emboscada de “La Gloria”
La zona entre Cantaura y Aragua de Barcelona era un bastión de Bandera Roja. De
acuerdo a informes de inteligencia, una cuadrilla de unos 60 hombres del Frente
guerrillero Américo Silva (bajo el comando de Gabriel Puerta Aponte) operaba en la zona.
La base de esa guerrilla estaba en la serranía de Turimiquire. Para destruirlos, el
Comando Unificado de las FAN organizó una amplia operación de rastreo y barrido a
comienzos de noviembre de 1977. Al efecto fueron enviados varios batallones a
establecer 4 comandos operacionales desde donde se enviaban fuerzas de tarea. Entre
estos batallones estaban el “Bolívar”, “Silva” y “Cedeño”. Chávez quien por ser oficial de
comunicaciones tenía acceso a mensajes secretos, empezó a enviar información a
Bandera Roja con el Stte. Moreno.
El 9 de noviembre, antes de iniciarse el despliegue para la operación, informantes
reportaron el avistamiento de guerrilleros cerca del caserío La Gloria, a 5 Km. de Aragua
de Barcelona. El 14 de noviembre fue secuestrado Domingo Guzmán Adrián, un
hacendado propietario del Hato “La Esperanza” y sus captores empezaron a pedir
rescate. Ante estos hechos el Comando de la Brigada de Cazadores, a través del
Comando Operacional Nº 1, ordenó una operación de rescate con una fuerza de tarea
integrada por dos pelotones del Batallón “Silva” y dos del “Cedeño”10. El 16 de noviembre,
el Ejército lanzó esa operación. La misión incluía un rastreo en el área cercana al caserío
La Gloria. Como Bandera Roja sabía que un convoy militar pasaría por allí, preparó una
emboscada.
10. “Capítulo VII 13, Emboscada “La Gloria” 18 de Noviembre de 1977. (2010 abril 03). Recuperado de
http://loscincodelinea.blogspot.com/2010/04/capitulo-vii-13-emboscada-la-gloria-18.html
El 18 de noviembre, dos pelotones del Cedeño en la vanguardia y dos del Silva en la
retaguardia fueron enviados a bordo de camiones hacia el área de despliegue donde se
iniciaría el rastreo a pie. En ruta hacia sus puntos de partida, los camiones con tropas del
Batallón “Cedeño” — comandados por los Sttes. Chávez y Moreno en la vanguardia—
pasaron por el sitio de la emboscada sin ser agredidos. Quince minutos después, el
convoy con tropas del Batallón “Silva” al mando del Tte. Julio Rodríguez fue atacado por
los irregulares muriendo seis soldados y cinco salieron heridos incluyendo el Tte.
Rodriguez. Investigaciones hechas en el lugar indicaron que unos doce guerrilleros habían
pernoctado en el sitio la noche anterior y sabían de la operación. La forma cómo se
realizó la emboscada suscitó sospechas. La pregunta obvia fue por qué no atacaron la
unidad de vanguardia. Para investigar lo sucedido fue designado el Tcnel. José Murga
Cabrices el comandante del batallón “Cedeño”.
Chávez bajo sospecha
Al regresar a su guarnición a Cumaná, Chávez fue sometido a varios interrogatorios sobre
la emboscada por ser considerado sospechoso. Chávez y Moreno, se mantuvieron firmes
en su versión de que no tenían nada que ver con el asunto. La inteligencia militar no
tenía pruebas firmes contra ellos. Solo había una declaración de un informante que dijo
haber visto a Moreno reunirse con miembros del grupo Bandera Roja un día antes del
ataque. Aunque el coronel Murga estaba seguro de que Chávez había sido el soplón de
esa operación, esa información no fue considerada suficiente para acusarlo ante el
Consejo de Guerra. Maisanta.
Ante estos resultados, los dos subtenientes fueron dejados en libertad. Al regresar a su
guarnición ambos fueron transferidos a otras unidades. El coronel Murga le hizo saber al
comandante del Batallón “Cedeño” sus sospechas y pasó un informe sobre el caso a la
Dirección de Inteligencia del Ejército. Ese año en la calificación de servicios de estos
oficiales Murga reportó el hecho y ambos fueron mal evaluados.
Luego de los interrogatorios, Chávez asumió que el registro del incidente sería parte de
su expediente profesional. En ese momento creyó que su carrera había sido destruida y
que lo mejor para él sería pedir la baja e irse a jugar béisbol como había planeado
originalmente. Ante esa crítica situación decidió escribir una carta a su mentor José
Esteban Ruiz Guevara en Barinas.
El contenido de la carta fue revelado años más tarde por Ruiz. Según informó a un
periodista del diario comunista Tribuna Popular en una entrevista en marzo de 1998,
Maisanta le comunicó a Ruiz: “Me voy de baja. Yo no quiero estar aquí. Este no es el
Ejercito de Bolívar”. 10 La noticia alarmó a Ali Rodriguez Araque. Su intención de irse de
baja encendió las alarmas. Ante esta situación, Alí pidió ayuda a Ruiz Guevara, quien era
la única persona a quien Hugo respetaba y obedecía. Ruiz le respondió tajantemente a su
pupilo: “Hugo, no te puedes ir. Debes hacer lo que sea necesario para permanecer más
tiempo. Sigue en el Ejército, te necesitamos allí”. Siendo presidente Chávez le dijo al
periodista: “Ruiz estaba en lo correcto. Era una necesidad quedarme como ordenó mi
viejo camarada.11”
11. Roz, José Sant. “J. E. RUIZ GUEVARA, eminente sabio y maestro de Chávez:. Recuperado de
http://ensartaos.com.ve/entrevistas/j-e-ruiz-guevara-eminente-sabio-y-maestro-de-chavez-ningun-proceso-revolucionario-
puede.
En esa misma entrevista, Ruiz Guevara reconoció que entre 1968 y 1980 fue secretario
general del PCV en Barinas, que estuvo en las guerrillas en los años 60 y que al regresar
a su pueblo convirtió su biblioteca en un nido de conspiración y sitio de predicas
marxistas al cual concurría Chávez con otros amigos. Estas declaraciones las traigo a
colación, porque hay personas que creen que Chávez se hizo comunista después de
conocer a Fidel en 1994 en La Habana.
Ante las exigencias para que continuara, Chávez acató las instrucciones de su maestro.
En el futuro inmediato debía mantener una baja silueta para que su caso se enfriara. Ruiz
Guevara le informó que no se preocupara por su futuro, porque ellos se encargarían de
enrumbar su carrera como estaba previsto. De esa manera Maisanta se enteró de que
sería transferido de la Brigada de Cazadores a la Brigada de Blindados. Previamente
pasaría del arma de comunicaciones a la de blindados. Entre los tanquistas no era
conocido y podría empezar de nuevo. Chávez aceptó luego de que su mentor le aseguró
que ascendería a Teniente sin problemas, y que le darían el apoyo solicitado para ir como
oficial de planta a la Academia Militar con el fin de acelerar las labores de reclutamiento
de su logia. La única exigencia fue que no hablara de comunismo, sino de nacionalismo,
anti yanquismo, corrupción y bolivarianismo.
Santeliz transferido a la Dirección de Personal
La emboscada de La Gloria puso al plan subversivo en peligro en noviembre de 1977. Ese
incidente amenazó la carrera de Chávez podría destruir el tinglado golpista. Con Douglas
exiliado en Francia, Rodríguez Araque giró instrucciones para minimizar el incidente y
transferir a Maisanta a un lugar seguro.
En ese momento la organización de Douglas Bravo se movilizó para sembrar al teniente
coronel Santeliz en la Dirección de Personal del Ejército con el fin de reforzar a “Guerrita”.
A este infiltrado se le asignó la misión de asegurar que el caso de Chávez pasara
desapercibido. Otra tarea de “Rasputín” era ejecutar los múltiples cambios previstos al
ascender la promoción de Chávez a tenientes en julio de 1978. En ese momento el grupo
de líderes de la logia debía ser enviado a la Academia Militar.
El incidente de “La Gloria” afectó profundamente a Chávez hasta el punto de que luego
de llegar a la presidencia lo rememoró en varias oportunidades colocando su rol en un
plano heroico. Una vez en su programa “Aló Presidente” se explayó sobre el tema,
narrando que siendo subteniente en operaciones antiguerrilleras había tenido un
incidente con su comandante de Batallón. Según Chávez, un día al regresar al
campamento, luego de un patrullaje, observó que un coronel golpeaba a un guerrillero
con un bate de béisbol. Ante el abuso se abalanzó sobre su superior arrancándole el bate
y le dijo: “
—Usted no puede violar los derechos humanos de los prisioneros.
Luego de ese pretendido incidente, el coronel se retiró pero tomó venganza. Poco
después lo evaluó mal en su calificación de servicio y le pasó un informe negativo que
afectó su ascenso. Esa leyenda no es creíble, pero como mitómano, Chávez creía sus
propias mentiras.
La leyenda narrada por Chávez no menciona la emboscada de La Gloria ni los seis
soldados muertos por su infidencia. Tampoco señala que el superior que le levantó un
informe fue el para entonces coronel José Murga Cabrices. Este oficial era el jefe de
Estado Mayor de la brigada de Cazadores. Murga era un corpulento gigantón de casi dos
metros de estatura y muy malas pulgas. Fue un oficial de policía militar muy estricto,
pero muy justo. Si el subteniente Chávez hubiera intentado hacer lo que contó en
televisión, seguramente hubiese sido arrestado y se hubiera abierto una investigación
sumarial y esto no ocurrió.
Luego de la emboscada de La Gloria, los manejadores de Chávez actuaron con rapidez
para salvaguardar la carrera de su pupilo. Luego de esta conversación, Chávez fue
enviado misteriosamente a un nuevo destino en el Batallón Bravos de Apure en Maracay,
sin que él o sus superiores inmediatos solicitaran ese cambio. Además de la transferencia
de unidad también le fue tramitado el cambio del arma de comunicaciones a la de
blindados. La escogencia de la Brigada Blindada no fue accidental. Esa unidad había sido
convertida por el general Rangel Bourgoin en el centro del bolivarianismo en el Ejército,
aunque hubo ninguna relación entre ese general y el chavismo. Lo importante es que esa
era la unidad más poderosa de esa fuerza y estaba situada en una posición estratégica
que la hacía indispensable para un golpe de Estado.
Las logias de Santeliz
Santeliz nunca ocultó su simpatía por la izquierda, pero por instrucciones de Ruiz Guevara
se cuidó de manifestar ser comunista. A los militares durante la democracia se les había
inculcado que teníamos derecho a nuestras propias ideas políticas, pero no podíamos
afiliarnos a organizaciones partidistas ni hacer proselitismo. Mientras no se violara
abiertamente esa norma, éramos libres de creer en lo que quisiéramos.
Al ingresar a la Academia Militar, “Rasputín” trató de captar a “Los Panas”, pero se dio
cuenta de que Santiago tenía más liderazgo. Ante esto decidió unírsele para utilizarlo
como cobertura de sus andanzas conspirativas. A su lado podía pasar desapercibido
mientras desarrollaba en forma paralela su logia, bautizada como “Asociación
Revolucionaria de Militares Activos” (ARMA). Santeliz es un estratega intrigante que
siempre actuó tras bambalinas. Por no ser carismático no pudo montar la logia que Bravo
quería. Su fracaso hizo necesario que su tío creara en Barinas la Escuela de Cuadros y
reclutara a Chávez.
Chávez sale del Batallón Cedeño
Al recibir instrucciones, Guerrita logró enviar a Chávez a otro batallón y limpiar su
expediente. En Venezuela los cambios militares normalmente se producen en el mes de
julio. Transferencias extemporáneas como esta revelan la existencia de algún tipo de
problema que debe ser informado al comando de la unidad que recibe al oficial. En esa
oportunidad nadie reportó al comando del Batallón Bravos de Apure que había sospechas
contra Chávez. Tampoco se impartieron instrucciones para mantenerlo bajo observación,
una medida que es rutinaria en estos casos. En su expediente de unidad tampoco había
ningún informe sobre la emboscada. Todo esto tuvo visos de complicidad para ocultar el
hecho.
El Bravos de Apure es un batallón de tanques encuadrado dentro de la Brigada Blindada
y acantonado en la ciudad de Maracay. Al llegar a esa unidad, Chávez era un completo
desconocido por no pertenecer al arma de blindados. Eso era lo deseado por sus
manejadores para permitirle comenzar de nuevo su vida militar pasando desapercibido.
De haber permanecido Chávez en la Brigada de Cazadores, lo más probable es que no
hubiera ascendido a Teniente y allí hubiera terminado su rol en la revolución. Filtrar
información al enemigo en situación de combate es traición. Es un crimen muy grave en
el medio militar. En esos años los órganos de seguridad del Estado andaban tras la pista
de los secuestradores de Niehaus y rastreaban a fondo la zona de operaciones de
Bandera Roja en Oriente. En esas pesquisas Chávez fue detectado por la inteligencia
militar junto con el teniente Wilme Moreno. Pese a ser considerados sospechosos, no
hubo suficientes pruebas para imputarlos. La salida intempestiva de Chávez de la Brigada
de Cazadores le hizo perder la pista a los sabuesos de la DIM en la zona de operaciones.
Su pasantía por la Brigada Blindada sería temporal, mientras se olvidaba el incidente de
“La Gloria” y se establecía su red en esa unidad. Una vez que su caso fuera dejado de
lado, sería transferido a la AMV. Ese sería su destino por varios años para darle tiempo de
montar su logia golpista en la casa de los sueños azules.
Los cambios de arma o servicio no son frecuentes en el Ejército. Generalmente este
requerimiento se presenta cuando un oficial alega una supuesta persecución y
hostigamiento por superiores dentro del arma de su especialidad. Chávez no invocó esa
causa y todos los trámites fueron hechos por terceras personas en Caracas. Al aducir
hostigamiento, Chávez quedaría en evidencia y eso era precisamente lo que se quería
evitar. Por eso la transferencia se manejó discretamente desde la Dirección de Personal.
La obsesión golpista
En los años setenta, después de tres lustros de democracia, se consideraba que hablar de
golpes en Venezuela era un anacronismo. Para muchos ese pensamiento era un rezago
del pasado que había sido superado luego de la derrota de la guerrilla. El Estado de
Derecho parecía haberse arraigado luego de que tres presidentes democráticos electos se
rotaron en el poder. Pese a esta aparente placidez, algo extraño bullía en los cuarteles.
Bolívar en una oportunidad dijo proféticamente: “Venezuela es un cuartel”. Esa
apreciación fue acertada. El Libertador fue el primer caudillo militar de ese díscolo cuartel
y pese a su capacidad de mando, a duras penas pudo mantenerlo bajo control. Al final,
enfermo y sin fuerzas, no pudo más y abandonó esa lucha estéril diciendo: “He arado en
el mar”. Luego de su muerte, ese país cerril fue presa de caudillos menos brillantes,
golpes de Estado y dictaduras dirigidas por generales. En los primeros siglos, los militares
en el poder eran de derecha y fueron malos gobernantes. Ahora los de izquierda
resultaron peores.
Para un revolucionario venezolano, de izquierda o derecha, el camino para acceder al
poder es mediante un golpe de Estado. Douglas Bravo no fue la excepción, porque su
visión incluía una acción cívico-militar para lograr su objetivo. En Venezuela esa
concepción basada en el uso de la fuerza debía incluir la poderosa Brigada Blindada, que
es una unidad militar ubicada estratégicamente en una posición central que permite
ejecutar o suprimir un golpe. Su cuartel general en Valencia, en pleno corazón del país,
bloquea el paso hacia Caracas a cualquier intentona golpista. Del mismo modo, esa
unidad puede aplastar una insurrección en Caracas o lanzar un golpe contra el Gobierno.
Para cualquier militar y para los civiles venezolanos era obvio que cualquier alzamiento
tenía que contar con esa Brigada. La miel del poder atrajo a las moscas golpistas al panal
de esta unidad acorazada.
CAPÍTULO 11
Chávez en la Brigada Blindada
El general Rangel Bourgoin
La Brigada Blindada es una unidad de tanques AMX 30 franceses comprados por Caldera
a Francia en 1973, por recomendación del coronel Moros Ghersi. Este material fue
adquirido como medida disuasiva ante los frecuentes roces fronterizos con Colombia por
diferendos limítrofes. Al completarse su dotación, esa brigada se convirtió en la más
potente del Ejército. Dada su importancia estratégica, para los subversivos era
indispensable infiltrarla. Su poder de fuego era determinante para tomar el poder en
Venezuela.
Los primeros oficiales para esas unidades fueron formados en Francia y su activación se
inició en 1974 bajo el mando del general Luis Enrique Rangel Bourgoin, hermano del líder
marxista Domingo Alberto Rangel quien por fortuna tenía inclinaciones políticas
contrarias. Domingo Alberto Rangel Bourgoin, el hermano del general fue el mercurial
político que encabezó la escisión del MIR de Acción Democrática en 1960, lanzando a la
juventud de AD en brazos de Fidel. Su hermano militar Luis Enrique no era comunista,
pero tenía inquietudes políticas con un marcado barniz bolivariano. Sus ideas coincidían
con las del general Osorio García en cuanto a venerar a Bolívar y convertirlo en un objeto
de culto casi religioso.
Cuando la brigada se activó, Chávez era alférez o cadete de cuarto año. Al graduarse en
1975, la idea de sus manejadores era darle la oportunidad como oficial de
comunicaciones de rotar por unidades de diversas armas del Ejército para que pudiera
contactar y captar más seguidores. Eventualmente, sería enviado a la Brigada Blindada y
luego a la AMV por largo tiempo para desarrollar una logia dentro de ese instituto.
El general Rangel Bourgoin, siendo bolivariano impuso un exacerbado culto al
Libertador en esa unidad. Él recibió las primeras promociones de subtenientes formadas
por el general Osorio que venían imbuidos con esa idea del culto a Bolívar. Con su
doctrina de mando instituyó en el seno de esa unidad una serie de extrañas tradiciones y
simbología “bolivariana” que convirtieron a sus tanquistas casi en una secta militar.
El pensamiento del general Rangel giraba alrededor de El Libertador. El culto a Bolívar
no era algo extraño en el medio militar venezolano, pero era exacerbado en su caso. Este
general siempre mantenía una silla vacía a su lado en honor al Libertador en todos los
actos públicos de la brigada y aun en el comedor de oficiales. Al tomar la palabra,
siempre se dirigía a la silla vacía como hablando con el Padre de la Patria. Mucho antes
de que apareciera Chávez, ya Rangel había endiosado a Bolívar y había convertido su
imagen en un icono de los altares militares. Las acciones de ese general reforzaron en la
Brigada Blindada las enseñanzas impartidas por el general Osorio en la Academia Militar.
En esa brigada, el bolivarianismo era un valor fundamental. Aunque la intención del
general Rangel no fue golpista, su obsesión bolivariana facilitó el desarrollo de una
conciencia militarista en el Ejército.
Chávez en la Brigada Blindada
Luego de que CAP recibió el poder de manos de Caldera a comienzos de 1974, el grupo
de oficiales ensamblado por el general Moros Ghersi en la Casa Militar fue enviado a otras
unidades. Como la mayoría eran tanquistas, casi todos fueron asignados a la Brigada
Blindada. Estos oficiales no constituían una logia golpista, sino un grupo de militares
afectos a Caldera. Esa brigada había sido fundada por el general Rangel Bourgoin.
Posteriormente, Rangel fue Ministro de la Defensa y al pasar a retiro fue candidato
presidencial. Para su campaña usó sin éxito como plataforma política el bolivarianismo.
A comienzos de diciembre de 1977, Chávez se presentó en Maracay ante el Tcnel. Luis
Arcángel Pulido Hernández. Este era el comandante del Batallón Blindado “Bravos de
Apure” que formaba parte de la Brigada Blindada. Su llegada no fue fortuita. Sus
manejadores lo enviaron allí para protegerlo del Tcnel. Murga Cabrices. Este oficial lo
acusó de filtrar información a la guerrilla que condujo a la emboscada de “La Gloria”.
Pulido no estaba al tanto de esa historia. Para el ese subteniente recién llegado era una
buena adquisición, porque necesitaba un oficial de comunicaciones. Además venía
precedido de fama como animador de actos culturales y tenía gran habilidad para recitar
poemas llaneros y organizar conjuntos folclóricos de arpa, cuatro y maracas. El segundo
comandante de ese batallón era el mayor Richard Salazar Rodríguez, jugador de béisbol y
miembro del grupo del general Moros Ghersi. Para el Chávez también fue bienvenido,
porque fortalecía el equipo de béisbol.
Al llegar, Maisanta trabajó duro para impresionar a su nuevo comandante de Batallón.
Él sabía que además de sus influencias en la Dirección de Personal del Ejército
necesitaría buenas notas y una recomendación para ser enviado a la Academia Militar
más adelante. El incidente de “La Gloria” aún estaba fresco y era una espada de
Damocles que pendía sobre su cabeza, pese a que sus manejadores le aseguraron que
esa investigación no aparecería en su expediente. Como Chávez era un oficial de
comunicaciones, sus conocimientos sobre tanques eran muy básicos. A fin de llenar este
vacío Chávez se acercó al capitán Rafael Eduardo Hung Díaz. Este oficial era un experto
en blindados que había hecho cursos de tanques AMX30 en Francia. En ese batallón era
considerado el oficial más conocedor de esos vehículos acorazados. Aunque Maisanta no
pertenecía a su compañía le pidió que le diera clases. Hung accedió y empezaron a
reunirse a mediodía con ese fin. De esa manera Maisanta se ganó otro amigo. Para
entonces no se imaginaba que el día del golpe este oficial sería el subjefe de la Casa
Militar de CAP.
Chávez consiguió en Maracay un ambiente propicio que le sirvió de caldo de cultivo para
reclutar seguidores. Sus primeros blancos fueron sus compañeros de promoción y oficiales
menos antiguos en la Brigada y el Regimiento de Paracaidistas.En ese batallón se
encontró al teniente de blindados Ramón Alfonso Carrizales con quien tenía amistad
desde la Academia. Ambos eran llaneros y compartían un profundo resentimiento social
contra las clases altas. Carrizales ingresó a la Academia con el apellido Rengifo de su
madre, solamente. Su padre lo reconoció después de que se graduó de Oficial. Aunque
era un año más antiguo que Chávez, pronto cayó bajo su influencia y se convirtió en uno
de sus primeros seguidores. Esta relación dio grandes frutos a Carrizales. Cuando Chávez
llegó a la presidencia, Carrizales se convirtió en un funcionario estrella y ocupó altos
cargos en el Gobierno incluyendo el de vicepresidente de la República, Ministro de la
Defensa, Ministro de Infraestructura y Ministro de la vivienda. Su esposa fue nombrada
Ministra del Ambiente.
En julio Chávez ascendió a teniente, entre los últimos de su promoción debido al
incidente de “La Gloria”. Como ya el ascenso en sí mismo había sido difícil, sus
manejadores decidieron que debía permanecer un año más en ese batallón para hacerse
olvidar. Ese tiempo lo aprovecharía para hacer crecer su logia en Maracay y Valencia, una
ciudad cercana donde queda el Comando de la Brigada Blindada. Luego de su ascenso el
Tcnel. Pulido fue transferido y en su reemplazo fue designado el Tcnel. Hugo García
Hernández, un compañero de mi promoción. En 1979 García pasó a otro destino siendo
reemplazado por el Tcnel. Humberto Prieto. Este último lo puso en contacto con su
hermano, el general José Luis Prieto, uno de los viejos nasseristas que aún permanecían
en el Ejército.
El coronel José Humberto Vivas
Al llegar Chávez a la Brigada Blindada ya no estaba de comandante el general de brigada
Rangel Bourgoin. El comandante de esa unidad era el general de brigada Giselo Payares
y su segundo y jefe de Estado Mayor era el coronel José Humberto Vivas. Este último
mostraba el acendrado espíritu bolivariano inculcado por el general Rangel Bourgoin.
Siguiendo los pasos de su jefe, Vivas se convirtió en un entusiasta evangelista del
pensamiento bolivariano.
Vivas había servido con Moros Ghersi en el Batallón Blindado Bermúdez en Caracas y
era miembro de la célula de Moros. Durante esa época Maisanta fue adoptado por los
oficiales del “grupo de Moros”, cuyo núcleo central estaba en la Brigada Blindada. Para
entonces nadie sospecha que Chávez era izquierdista. Protegido por este grupo la
actividad de Maisanta no se circunscribió al batallón “Bravos de Apure” sino además tuvo
facilidades para andar suelto por las unidades de la brigada blindada donde se hizo
conocido como animador, declamador y cantante de corridos llaneros. Incluso, pese a no
ser de blindados Chávez fue nombrado “Gran Gurú” de la brigada. Este era un personaje
trajeado como un miembro del Ku Kux Klan que servía como símbolo de la unidad en
bautizos de oficiales y otros actos, Este trato especial le permitió hacer una campaña de
captación para su logia entre los oficiales menos antiguos el en toda la brigada blindada
convirtiendo esa unidad en el corazón de la logia.
La línea de mando clandestina
Desde su ingreso a la AMV, Maisanta vivió dos vidas. En una era un militar profesional y
en la otra un conspirador izquierdista. En cada rol estaba bajo cadenas de mando
distintas. Además de la línea de mando militar, Chávez tenía una secreta dentro del
Partido de la Revolución Venezolana (PRV).
Al llegar a Maracay, fue informado de que su contacto con el PRV sería a través del
médico asimilado Carlos Zambrano. Este a su vez reportaba a “Harold” en Caracas quien
dependía de Alí Rodríguez. En algunas oportunidades Hugo rompía esta línea de mando
comunicándose con sus manejadores a través de su hermano Adán quien trabajaba en
Mérida. Este reportaba directamente a Rodríguez Araque. Alí manejaba al PRV mientras
Douglas estaba exiliado. Chávez, por razones de seguridad, aún no conocía a Douglas.
En Maracay estaba su paisano Luis Reyes Reyes, un Teniente de la Fuerza Aérea que
había sido condiscípulo en la Escuela de Cuadros de Ruiz Guevara en Barinas. En la
aviación Reyes resultó ser un buen piloto de jet, pero no tenía las condiciones de Chávez
para ensamblar una logia. Alí decidió que ambos actuaran separadamente hasta que él lo
indicara.
En Maracay, Chávez inicio contactos esporádicos con el coronel retirado Hugo Trejo a
través de su asistente, el mayor retirado de la GN Ítalo Brett Smith. Este último fue un
infiltrado en la GNB por el Partido Comunista y era amigo de Douglas Bravo desde sus
tiempos de liceístas en Falcón. Trejo era el líder de los oficiales retirados del viejo FMC y
servía como asesor de Douglas y enlace con las logias de Santeliz y Chávez. Maisanta se
reunía esporádicamente con ellos para conversar, pero no había una relación formal de
mando.
Para entonces, Chávez había mostrado mayor potencial que “Rasputín”, cuyo grupo
ARMA nunca tuvo fuerza. Igual sucedió con el R-83 de William Izarra en la FAV y el de
Hernán Gruber Odremán en la Infantería de Marina quienes no pudieron organizar una
conjura seria. La actividad subrepticia de Maisanta en Maracay no fue detectada por los
órganos de inteligencia de su batallón, de la Brigada Blindada ni por la Dirección de
Inteligencia Militar (DIM).
La Guerra de Ogaden
Mientras Chávez trataba de pasar desapercibido en Maracay, Fidel estaba activo en el
continente negro. En el Cuerno de África, la URSS había logrado establecerse en Somalia
y Etiopía. En Somalia gobernaba el general Barre y en Etiopia el general Mengistu. Ambos
se habían declarado socialistas y había firmado tratados militares con la URSS. Al
firmarse estos acuerdos, el imperio soviético envió tropas y asesores militares cubanos
para entrenar el ejército somalí y el etíope convirtiendo a ambos países en Estados
clientes. La URSS tenía la intención de integrar ambos países en un solo Estado, junto
con otras naciones del Cuerno de África. En ese proceso, Mengistu y Barre no lograron
ponerse de acuerdo sobre quién sería el presidente de la confederación.
En julio de 1977, el general Barre ordenó la invasión de la provincia etíope de Ogaden e
inició la guerra. Tres meses más tarde Somalia se había apoderado del 90% de Ogaden.
En ese momento la URSS expulsada de Somalia apoyó masivamente a Etiopía. Los
soviéticos establecieron un puente aéreo para proveer armas y por barco transportaron
más de 12 mil soldados cubanos adicionales, incluyendo varios batallones de tanques al
mando del general Arnaldo Ochoa. Luego de una cruenta lucha, las fuerzas etíopes y
cubanas expulsaron a los somalíes de Ogaden en marzo de 1978. A esa guerra Fidel
envió en total casi 20 mil hombres y tuvo más de mil muertos. En comparación, según
sus propias palabras, en Venezuela solo había perdido 157 hombres.
El triunfo en Ogaden fue promocionado por Fidel con bombos y platillos para mostrar al
mundo su capacidad militar. Pese a sus alardes, Venezuela aun lucía inalcanzable. La
Guerra del Yom Kippur había elevado el precio del petróleo creando la Venezuela
Saudita. En esas condiciones de abundancia era imposible que una guerrilla triunfara.
Entretanto, Fidel siguió cultivando secretamente la amistad con CAP mediante reuniones
secretas en la isla de La Orchila. Simultáneamente recibía información clasificada sobre
Venezuela de sus infiltrados Orlando García y Alí Rodríguez Araque. Luego de Ogaden el
Kremlin decidió enfocar su atención en Angola, que era un blanco más lucrativo. Al efecto
envió a ese país tropas mercenarias cubanas.
La Causa R
A comienzos de 1978 Douglas estaba exiliado en Francia y su movimiento subversivo no
levantaba vuelo por falta de recursos. Las guerrillas agonizaban. La logia de Santeliz era
una entelequia y la única pieza salvable era el embrionario movimiento de Chávez. Alí
trabajaba con las uñas tratando de mantener funcionando el PRV y los grupos subversivos
urbanos.
Alí no le veía perspectivas a la lucha guerrillera y pensaba que era prudente volver a la
legalidad mientras la logia de Chávez se desarrollaba. Era solo cuestión de tiempo para
que el Ejército liquidara la guerrilla de Bandera Roja en Oriente. Como la situación se
hacía insostenible, se convenció de que debía reintegrarse a la vida política abierta.
Desde allí podría manejar (en forma encubierta) la logia de Chávez que era su carta de
triunfo. En ese momento el los comunistas veían con alborozo la caída del precio del
crudo.
En medio de esta situación Alí decidió tender puentes con Maneiro. El ex comunista
pacificado había fundado el partido Causa R con Pablo Medina y Andrés Velásquez. Este
pequeño partido crecía y tenía buenas perspectivas futuras. Alí propuso una alianza entre
el MVR y la Causa R. Alí abandonaría la clandestinidad para unirse a la Causa R y desde
allí mantendría (en forma encubierta) el control de los grupos clandestinos del PRV,
incluyendo la logia de Chávez. Ante ese ofrecimiento, Maneiro pidió reunirse con Chávez
para evaluarlo.
Maneiro había comandado el fallido frente guerrillero Ponte Rodríguez en Oriente y se
había separado del PCV junto con Pompeyo Márquez y Teodoro Petkoff, luego de la
invasión soviética a Checoslovaquia. Desde entonces la intención de Alí era enrolarlo en
el PRV, pero Maneiro era muy independiente y no estaba interesado. Cuando Petkoff
fundó el MAS en 1971 también trató de reclutarlo, pero Maneiro rehusó estableciendo su
propio movimiento. A comienzos de 1978, Maneiro estaba buscando ampliar sus
contactos militares.
La estrategia de Maneiro era desarrollar legalmente una base obrera en las industrias
básicas de Guayana, mientras simultáneamente trataba de organizar clandestinamente
una conspiración militar. Al darse las proverbiales condiciones objetivas, él activaría las
dos alas del movimiento y tomaría el poder. Esta idea, que era semejante a la de
Douglas, era más fácil de plantear que de poner en práctica.
Para concretar su visión, Maneiro (al crear la Causa R) se acercó en 1971 al coronel
Alberto Müller Rojas. Este era un oficial en servicio activo que se definía como anarquista
y estaba deseoso de iniciar una conspiración militar. Müller había sido captado por
Douglas Bravo, desde antes de la caída de Pérez Jiménez. Luego del derrocamiento del
dictador, había permanecido infiltrado por años dentro del inefectivo Frente Militar de
Carrera (FMC). Luego de ascender a General no tuvo comando de tropas. A comienzos de
los años setenta, cansado de esperar por una revolución que nunca llegaba, Müller
abandonó el grupo de Douglas y se unió a Maneiro. Una de sus tareas fue reclutar
militares. En esa época lo conocí cuando me trató de enganchar sin éxito.
Reunión de Chávez con Maneiro
A comienzos de 1978, Alí organizó una entrevista entre Maneiro y Chávez a la cual no
pudo asistir por problemas de salud. La reunión fue en Maracay en el apartamento de
Maisanta, quien acababa de presentarse para sentar plaza en el Batallón “Bravos de
Apure”. Maneiro asistió acompañado por el ex guerrillero pacificado Pablo Medina, quien
había renunciado al PCV para unirse a la Causa R. La reunión fue breve por razones de
seguridad. Al despedirse, Maneiro salió convencido de que Chávez tenía condiciones de
líder, pero con 25 años le pareció muy joven para dirigir el sector militar. Como el
proyecto apenas se iniciaba y se requerían por los menos cinco a diez años para que la
economía se deteriorara más y se dieran las condiciones objetivas habría tiempo para
que Chávez se desarrollara. Al hablar con Müller Rojas sobre el encuentro, este le
recomendó esperar antes de tomar una decisión.
Para entonces Müller había hecho contacto con el teniente comunista Francisco Arias
Cárdenas, quien también trabajaba en la construcción de su propia logia y era otro
posible aliado. Maneiro se lo mencionó a Chávez a quien no le atrajo la idea de aliarse,
porque Arias era un año más antiguo y el deseaba ser el jefe máximo. Luego de la
reunión, Chávez, preocupado porque su rival Arias había sido enviado como comandante
de cadetes en la Academia Militar un año antes, decidió crear formalmente una
organización clandestina propia. Hasta entonces sus grupos bolivarianos habían sido
informales. Este nuevo grupo sería el embrión de la futura logia, pero sin revelar todavía
sus objetivos golpistas. A esta organización la llamó con el rimbombante título de Comité
de Militares Bolivarianos, Patrióticos y Revolucionarios (CMBPR).
Los primeros integrantes de este núcleo fueron dos íntimos amigos de su promoción:
Jesús Urdaneta Hernández y Jesús Miguel Ortiz Contreras. Ambos trabajaban en Maracay
en el Regimiento de Paracaidistas. Ellos fueron parte del grupo originario a los cuales
Chávez insinuó la idea de iniciar una conspiración para derrocar el Gobierno. Pare
entonces, su planteamiento era muy simple: había que tumbar el régimen para eliminar
la corrupción y el entreguismo del país a los norteamericanos. La ideología del nuevo
gobierno sería el bolivarianismo y su objetivo sería establecer la “Patria Grande” de
Bolívar. En ese discurso, el izquierdismo radical no aparecía y sus palabras no generaban
rechazo. La actitud de Chávez era compartida por muchos oficiales que consideran que
las FAN son la reserva moral del país. En ciertas circunstancias debían actuar para
salvaguardar la patria, basados en los ideales de Bolívar. Maisanta siguió predicando su
visión a pequeños grupos de compañeros y subalternos. Este discurso pronunciado en
tono conspirativo, fue atrayendo cada vez más seguidores.
Se inicia la conspiración
Una vez aclimatado en Maracay, Chávez inició formalmente su labor de reclutamiento.
No hablaba de marxismo ni de golpes. Su discurso iniciaba comentando la situación
económica que atravesaba el país, sin mencionar la caída del precio del petróleo. Luego
pasaba a rememorar las glorias de Bolívar y remataba su arenga diciendo que algún día
saltaría la chispa para corregir ese estado de cosas. Para él la corrupción en el Gobierno y
los mandos militares, junto con la explotación norteamericana, eran las causas del
empobrecimiento.
Siguiendo estas directrices, al ascender a teniente en julio de 1978, Chávez se había
limitado a captar para su movimiento a sus compañeros Urdaneta Hernández y Ortiz
Contreras, así como a los tenientes Pedro Alastre López y Carlos Díaz Reyes. Previamente
había incorporado a su pupilo Wilme Moreno. Todos tenían menor antigüedad que él y
eran de absoluta confianza por haber sido sus pupilos en la AMV. Ese pequeño grupo fue
el embrión de su movimiento. Adicionalmente se había hecho popular entre los
subtenientes sin conspirar.
En su batallón, Chávez se hizo pupilo del segundo comandante el mayor Richard Salazar
Rodríguez y del teniente Carrizales Rengifo, quien le llevaba un año en la carrera. La
relación con Richard Salazar lo puso en contacto con el grupo del general Moros, que
estaba concentrado en la Brigada Blindada. De esta manera se hizo pupilo del coronel
José Humberto Vivas, jefe de Estado Mayor de la Brigada Blindada quien estaba casado
con una familiar de Richard.
Los altibajos petroleros
Venezuela flota sobre un mar de petróleo y desde el inicio del siglo XX, al llegar la era
petrolera, se convirtió en un país mono productor y rentista. Desde el comienzo de la
producción industrial de crudo la estabilidad política de esta nación pasó a ser función del
precio del hidrocarburo. A mayor producción y precios había periodos de prosperidad
económica y tranquilidad política. Si bajaba la producción o los precios, sobrevenían
dificultades financieras acompañadas de agitación política y militar. La historia de
Venezuela en el siglo XX fue un reflejo de la historia del precio del petróleo. Este
fenómeno no pasó desapercibido para los marxistas. Los vaivenes del crudo podían
generar revoluciones y debían sacarle provecho.
Por muchos años, debido al exceso de oferta, los precios se mantuvieron relativamente
estables entre $3 y $3,50 por barril. Esto ocurrió, pese al continuo aumento del consumo,
por la falta de coordinación y acuerdos entre los productores. En 1960, la creación de la
OPEP en la Conferencia de Bagdad cambió este panorama. Dada su preponderancia en
materia de producción, este nuevo cartel fue capaz de influir decisivamente sobre los
precios.
En octubre de 1973 la guerra del Yom Kippur causó la primera sacudida fuerte en la
historia del precio del crudo. En esa oportunidad, el costo promedio del producto subió
casi en un 40% de $3,50 a $4,75. Debido a las tensiones en el Medio Oriente el precio
del crudo siguió subiendo y llegó a $14,95 a fines de 1978. El gobierno de CAP fue el
beneficiario de este aumento de más del 300%. Paralelamente, la riqueza fácil inició el
crecimiento de una clase política y empresarial parásita y corrupta. Pese a estos
problemas, la abundancia de dinero permitió a CAP gobernar sin mayores problemas,
pero sin poder erradicar las guerrillas.
CAPÍTULO 12
El teniente Chávez
El plan de carrera de Chávez
A Chávez Douglas Bravo le delineó una carrera empezando como cadete desde la base
de la oficialidad del Ejército. Al graduarse tenía prevista una pasantía inicial en unidades
de cazadores como oficial de comunicaciones para conocer sus tácticas y recibir
información de sus operaciones. Luego iría a una unidad de tanques para familiarizarse
con la brigada blindada. Después iría a la Academia Militar y antes del golpe haría escala
en la brigada de paracaidistas. De esta manera al sublevarse, siendo mayor o teniente
coronel, tendría una amplia experiencia y sería conocido en las unidades encargadas del
alzamiento. Durante ese tiempo iría madurando y ascendiendo mientras construía su
logia. Era un plan de largo plazo ante el cual había que ser paciente y en el cual muchas
cosas podrían salir mal.
Lo primero en no funcionar fue su pasantía por los cazadores. En esa oportunidad se
salvó de casualidad de ser detectado y expulsado del Ejército. En diciembre de 1977, al
ser investigado como sospechoso en la emboscada de “La Gloria”, Chávez fue transferido
intempestivamente del Batallón “Cedeño” al Batallón Blindado “Bravos de Apure” en
Maracay. El comandante de ese batallón, el Tcnel. Pulido Hernández no fue informado de
las graves sospechas que se cernían sobre ese oficial.
Gracias a su personalidad, Chávez se ganó el aprecio y confianza de Pulido y del ٢º, el
mayor Richard Salazar Rodríguez. Este último lo introdujo al coronel Vivas quien era el
Jefe de Estado Mayor de La Brigada. Esa relación le permitió deambular por los
batallones de esa unidad e iniciar subrepticiamente el reclutamiento para su logia. Los
primeros seguidores que enroló fueron sus compañeros de promoción Jesús Urdaneta
Hernández y Yoel Acosta Chirinos, quienes servían en el Regimiento de Paracaidistas y
Gustavo Pérez Issa, Mario Velandia y Víctor Rojas Mujica en el Batallón Pedro León
Torres. En este batallón encontró a su antiguo pupilo en la Academia Militar, el sargento
técnico de ٣ª (ST٣) Orlando Madriz Benítez del Centro Especial de Formación de Oficiales
del Ejército (CEFOE|). Con ellos dio inicio a su logia.
Chávez asciende a Teniente
En medio de este escenario, en julio de 1978, Chávez fue promovido al grado de
Teniente entre los últimos de su promoción sin que Santeliz pudiera hacer algo para
evitarlo. Las calificaciones de servicio impuestas en la Brigada de Cazadores, luego de la
emboscada de “La Gloria”, no pudieron ser cambiadas a tiempo y las calificaciones de la
Brigada Blindada no fueron tomadas en cuenta para ese ascenso. Por eso ocupó uno de
los últimos puestos de su promoción al ascender. Este bajonazo no impidió su
transferencia un año después a la Academia Militar (AMV) como estaba previsto, gracias
a una hábil maniobra del Tcnel. Santeliz.
Años más tarde, Chávez evocó este incidente en su programa de televisión “Aló
Presidente”, que se transmitía en cadena nacional. En esa remembranza reconoció que
fue enviado a la AMV pese a estar entre los últimos de su clase. De no haber ascendido
en esa oportunidad, hubiese sido un terrible golpe para el proyecto de infiltración. Para
entonces, “Fausto” ya reconocía el potencial de Chávez. En el corto tiempo en que estuvo
en la Brigada Blindada Maisanta tuvo oportunidad de hacer contactos importantes. Se
había ganado la confianza de varios oficiales de los grupos del general Moros Ghersi y de
Santiago Ramírez. Esos contactos le serían útiles más adelante. Para entonces esperaba
ser nombrado oficial de planta de la Academia Militar. Él no debía preocuparse por esto,
porque de los cambios se encargarían más tarde “Rasputín” y Guerrita en la Dirección de
Personal del Ejército.
El Tcnel. Carlos Santiago Ramírez
En julio de 1979 fue nombrado comandante del Batallón “Pedro León Torres” en La
Brigada Blindada el Tcnel. Carlos Santiago Ramírez, el líder del grupo de “Los Panas”.
Santiago era un oficial, graduado en 1962, como 2º en su curso. Había hecho una carrera
promisoria y tenía prestigio entre los oficiales de blindados. Desde cadete Santiago tuvo
apetito secreto por ser presidente, dando un golpe de Estado. Para ello necesitaba
comandar un batallón y crear una logia. Ese plan requería esperar llegar al menos al
grado de teniente coronel. Como la travesía de subteniente a teniente coronel toma 15
años, el golpe tendría que esperar.
Siendo mayor fue enviado al curso de Estado Mayor en España junto con el mayor. José
María Troconis Peraza. Allí ascendió a Teniente Coronel en 1977 como primero de su
curso. Su ambición de poder y sus inclinaciones políticas de derecha se acentuaron luego
de estudiar tres años bajo la dictadura del general Francisco Franco a quien tomó como
ejemplo.
Hasta ese momento, Santiago, aparte de controlar al grupo de “Los Panas”, el cual no
era una célula golpista sino una peña de amigos, no había avanzado mucho en sus planes
para organizar una logia. Él esperaba llegar a un grado más alto para iniciar el
reclutamiento en serio. Durante mi carrera tuve estrecho contacto con él y con sus
compañeros de promoción Ramón Santeliz Ruiz y Fernando Ochoa Antich, con quienes
hice una buena amistad siendo subtenientes en el Cuartel Urdaneta. En todo ese tiempo
ninguno me invitó a conspirar. Tal vez porque aún no complotaban o porque siendo
Santiago muy ambicioso, no deseaba subordinarse a mí.
Santiago estaba convencido que para dar un golpe debía alcanzar un alto rango y
ocupar el primer lugar de su promoción para alzarse. Para asegurarse de alcanzar las
posiciones que aspiraba, además de ser un buen profesional, necesitaba apoyo político.
Por eso se alió con Ochoa quien era muy amigo de CAP y los adecos. Para formular sus
planes, el derechista Santiago necesitaba un estratega y esa tarea se la asignó a
“Rasputín” sin darse que era comunista.
Santiago entra en acción
El clan de “Los Panas” alcanzó el grado de teniente coronel en julio de 1977. A partir de
allí empezaron a salir de su letargo. Durante el mandato de CAP, Ochoa Antich fue
nombrado comandante del Batallón de Custodia del Presidente al regresar del curso de
Estado Mayor. En esa oportunidad, según Ochoa, se reunieron en el círculo Santiago,
Santeliz y el a conversar. En un momento dado Santeliz le dijo a Ochoa: “Fernando esta
es la oportunidad. ¿Por qué no detienes al presidente Pérez? Ochoa manifestó no ser un
traidor y “Rasputín” riéndose le dijo “Son bromas Fernando”12.
12. Ochoa Antich, Ibid, p. 36.
En julio de 1979, luego de la elección de Luis Herrera, Santiago fue nombrado
comandante del Batallón Blindado Pedro León Torres en Valencia. Santeliz no fue
nombrado comandante de batallón, por su izquierdismo.
Santiago al llegar a esta posición comenzó a trabajar en la construcción de su logia
derechista, sin darse cuenta de que los comunistas le llevaban la delantera y que estaba
infiltrado por los izquierdistas a través de “Rasputín”. Poco después de recibir su batallón
entró en contacto con el teniente Chávez y decidió captarlo. A fin de proteger sus flancos
hizo algunas jugadas defensivas. Primero se acercó al líder copeyano Lisandro “Paito”
Estopiñán, el gobernador del estado Carabobo. Sus buenas relaciones con COPEI le
permitieron encubrir sus movimientos en la derecha, mientras que su flanco adeco lo
protegía su compadre y compañero Fernando Ochoa, quien ahora estaba en la Academia
Militar.
Santiago permaneció dos años al frente del Batallón Blindado Pedro León Torres en
Valencia. Desde esa posición empezó a reclutar oficiales para su logia con la cual
pensaba dar un golpe de Estado. La mayoría de los militares captados por Santiago
servía en la Brigada Blindada y el Regimiento de Paracaidistas en Maracay. Esas unidades
eran a la vez la cantera de Chávez e inevitablemente Santiago empezó a reclutar
oficiales de esa logia. Al saber de las incursiones de Santiago entre sus seguidores
Chávez les ordenó: ¡Síganle la corriente!”
En la logia de Santiago había algunos miembros de su promoción, pero para efectos
operativos buscó oficiales menos antiguos. Su ejecutivo era el mayor Alexis Sánchez Paz.
Este era un oficial adscrito a la Brigada de Paracaidistas en Maracay, que se distinguió
durante la lucha antiguerrillera de los años 60 y 70. En esa actividad sufrió un accidente
en un salto en paracaídas que le lesionó la columna vertebral. El accidente le indujo
dolores que lo convirtieron en adicto a la morfina. Su adicción lo llevó a acercarse a los
carteles del narcotráfico.
Oficial de planta de la Academia Militar
En la institución castrense, el cargo de comandante de una unidad de cadetes es
honorífico. Cada año, los militares recién ascendidos que ocupan los primeros puestos del
orden de mérito en sus promociones aspiran a esa designación. Esos cargos atraen a
oficiales ambiciosos que ocupan los primeros puestos en sus promociones. Aunque
Chávez al graduarse estaba en un percentil alto en su grupo, la baja que sufrió por los
sucesos de “La Gloria” hizo el proceso más complicado. Los últimos del curso no son
enviados a comandar cadetes.
La idea de Bravo era correcta. Oficiales con alta capacidad de liderazgo al ser oficiales
de Planta de la AMV ganan prestigio y ascendiente ante las nuevas generaciones. Un
oficial carismático que pase mucho tiempo en ese instituto puede captar numerosos
cadetes como seguidores, porque los cadetes son adolescentes con mentes maleables. El
presidente Medina Angarita fue el caso más relevante, al permanecer en la AMV durante
once años consecutivos ganándose el aprecio de los nuevos oficiales, pero hubo otros
casos.
Precedentes históricos
El coronel José Becerra, fue director de la AMV desde 1928 a 1936, formando la
generación que dio el golpe del 45. El mayor Raúl Castro Gómez dirigió la AMV entre
1947 y 1951 educando a los militares que derrocaron a Pérez Jiménez. La experiencia del
general Osorio García, quien permaneció al frente de la AMV desde 1970 hasta 1974
cuando Chávez fue cadete, fue similar. Becerra, Castro Gómez y Osorio García fueron
sacados del Ejército cuando se consideró peligrosa la influencia que ejercían sobre los
graduados bajo su dirección.
Salvo Medina, ningún oficial que sirvió largos períodos en la AMV tomó el poder. Pese a
este hecho, Douglas creía que era posible formar una generación de oficiales
revolucionarios infiltrando topos desde cadetes y luego haciéndolo pasar largo tiempo
como instructores en la AMV. Asumía que si sembraba a un líder carismático, que siguiera
sus órdenes, podría conformar una logia desde ese instituto de formación de oficiales.
Cuando estos oficiales llegaran a comandantes de batallón, con el grado de teniente
coronel, controlaría el Ejército.
Los intentos de infiltración militar
La experiencia de Douglas Bravo en los años 50, después de captar a un grupo de
oficiales ya graduados, e infiltrar varios cadetes en las escuelas militares, no había dado
los frutos esperados. Fidel Castro, al tomar el control de la subversión en Venezuela en
1959, no creía en planes de largo plazo y ordenó a Douglas suspender esa actividad. Al
replegarse Fidel en 1968, Douglas solo contaba entre los militares con algunos
sobrevivientes del viejo Frente Militar de Carrera. Adicionalmente, la logia de Santeliz no
se había desarrollado. El sobrino de Ruiz Guevara no tenía condiciones de líder y no fue
posible enviarlo como instructor de cadetes.
Dado los pocos cargos disponibles en la AMV, los oficiales instructores normalmente no
permanecían en ellos por más de dos años. La alta rotación es necesaria para dar
oportunidad a otros oficiales destacados que vienen ascendiendo. Esa política de personal
buscaba evitar la formación de caudillos. Por esta razón, los casos de oficiales que sobre
extendieron su pasantía formando cadetes son la excepción. El caso del general Osorio
García fue un buen ejemplo de un oficial que trató de establecer un liderazgo desde el
tope pero fue descarrilado. Para evitar esto a Chávez se le diseñó un plan de carrera
diferente.
Chávez en la Academia Militar
Luego de servir por un año y medio en la Brigada Blindada, se creyó llegado el momento
para que Chávez fuese transferido a la Academia Militar que sería el semillero de la logia.
Los oficiales de planta tienen contacto diario con los cadetes, que son la materia prima
para los cuadros de la revolución. Los cadetes por su juventud y por estar sometidos a
una disciplina férrea son fáciles de catequizar y manipular. La Academia Militar sería la
cuna de la revolución. Dado que Chávez tenía tras de si la mancha de la emboscada de
“La Gloria” se hizo necesario hacer un rodeo para convertirlo en oficial de planta sin
despertar suspicacia. La consigna era hacer olvidar ese episodio y por lo tanto debía
ingresar en forma muy discreta.
Para septiembre de 1979 Chávez tenía las mejores calificaciones logradas por un teniente
en la Brigada Blindada. Además tenía recomendaciones y felicitaciones no solo de sus
jefes los tenientes coroneles Pulido, García y Prieto, sino también del coronel Vivas, el
Jefe de Estado Mayor de la Brigada quien lo consideraba un gran oficial. Con esos
laureles, más la recomendación del general Moros y los buenos oficios de Santeliz y
Guerrita en la Dirección de Personal no tuvo ningún inconveniente para ser enviado a la
Academia Militar.
A fin de evitar murmuraciones a su llegada a la AMV, Santeliz ideó una estratagema de
diversión. Al efecto inventó un cargo para que ingresara como oficial, sin hacer ruido al
Alma Mater. Para ello se aprovech ó que era un buen beisbolista y que en 1980 estaban
programados los Juegos Inter Institutos Militares. Al efecto la Dirección de Personal creó
el cargo de oficial asistente en el Departamento de Educación Física y Deportes de la
Academia Militar. Por ser ese un cargo administrativo y no de comando de cadetes se
obvió el detalle del orden de mérito por ser Chávez un héroe deportivo conocido. Así
regresó subrepticiamente a la Academia en octubre de 1979 sin que nadie mencionara el
incidente de “La Gloria”.
Mientras ocupó este cargo, Chávez mantuvo una baja silueta al punto que la mayoría de
los cadetes de la Academia Militar no supieron que era parte de los oficiales del plantel.
Como visitaba con frecuencia la Brigada Blindada, muchos oficiales creyeron que seguía
trabajando allí. El plan tenía previsto que luego de un tiempo prudencial Chávez pasaría
sin ser notado a ser un teniente más dentro del cuerpo de cadetes. De esa manera
furtiva, Chávez volvió a la casa de los sueños azules sin que casi nadie se diera cuenta.
Muchos cadetes de la época incluso no recuerdan haberlo visto como teniente en la
Academia, durante sus primer año allí.
Siendo presidente, Chávez se jactó en su programa de televisión de haber sido el
primer teniente de su promoción en ser instructor de la AMV. En verdad antes que el
llegaron Acosta Carles y luego Jesús Urdaneta Hernández, compañeros de promoción y
miembros de la logia. Posteriormente, Santeliz a pedido de Chávez envió a la Academia a
otros dos miembros de su promoción solicitados por Chávez: Yoel Acosta Chirinos y José
Ortiz Contreras. El envío simultáneo de cinco tenientes de la misma promoción a la AMV
tampoco era común. Las promociones de Chávez y Arias Cárdenas fueron la excepción.
Un cargo a la medida
Al regresar Chávez a la Academia Militar como teniente, el director era el general de
Brigada Luis Felipe Paris Sánchez y en el Comando del Cuerpo de Cadetes estaba
encargado el teniente coronel Carlos Gallanti Carrillo. Hugo tenía instrucciones de no
presentarse al Cuerpo de Cadetes sino al Departamento de Deportes ubicado en el
gimnasio de la Academia. Al llegar ocuparía el cargo del asistente del capitán Pablo
Machillanda Pinto, un oficial de comunicaciones campeón de pentatlón militar.
Machillanda lo conocía, porque siendo Chávez cadete de 2º año ocurrió el incidente del
Libro Rojo de Mao.
Al presentarse Chávez en octubre de 1979 al capitán Machillanda, el Jefe de Deportes
se extrañó porque el cargo de asistente no existía en el organigrama y él no lo había
solicitado. Ademas Machillanda recordaba el incidente del libro rojo siendo Chávez
cadete. Al indagar, fue informado de que ese nuevo cargo fue creado especialmente por
el Comando del Ejército para reforzar la AMV para los Juegos Inter Institutos. En estas
circunstancias nadie se preocupó por saber cuál era la posición en el orden de mérito del
nuevo teniente ni indagar sobre su pasado. Para el trabajo que iba a realizar tenía
cualidades de sobra como deportista y Machillanda necesitaba un asistente.
Al llegar, Chávez no tuvo contacto directo con los alumnos. Su oficina quedaba en el
gimnasio de la Academia Militar a varias cuadras de distancia del edificio que albergaba
las aulas y dormitorios de cadetes. El aislamiento de Chávez en el Departamento de
Deportes de la AMV fue cuidadosamente planificado por sus manejadores. Machillanda le
asignó como función supervisar el entrenamiento de los atletas de alta competencia y del
equipo de béisbol. Como ocurrió en la Brigada Blindada, su llegada no fue precedida por
un reporte del incidente de “La Gloria”. De ese grupo de cadetes salieron los primeros
reclutas para su logia.
El Capitán de Corbeta (CC) Hernán Gruber Odremán
En septiembre de 1978 fui enviado a hacer curso en la Escuela Superior de Guerra Naval.
Previamente había hecho por correspondencia el curso de Estado Mayor del Ejército de
los EEUU, pero mis superiores me recomendaron que asistiera al de la Marina de Guerra.
A ese curso asistía una mayoría de oficiales navales, pero había invitados de las demás
fuerzas.
Al ubicarnos en el aula me asignaron un puesto a la izquierda de un capitán de corbeta
con apellido alemán y casi 2 metros de estatura. Era el CC Gruber, a quien conocía por
ser hermano de Roberto Gruber un compañero mío de la Aviación Militar. Roberto fue
Alférez Mayor pero Hernán no era tan buen estudiante. Hernán entró a la Escuela Naval
un año después que yo, pero fue reprobado en primer año y tuvo que repetir.
Al graduarse Hernán fue enviado a la Infantería de Marina porque se mareaba
navegando, lo cual lo deprimió. Siendo ambicioso quería ser Comandante de la Armada y
Ministro de la Defensa, pero en la infantería de Marina lograr esas aspiraciones le iba a
ser muy difícil. En las fuerzas navales los mejores cargos los ocupan oficiales de a bordo y
los infantes de marina normalmente son relegados. De todas maneras aspiraba a
ascender en el primer grupo de almirante de su curso y luchas por las altas posiciones,
En el curso tuvimos ocasión de compartir aunque le llevaba le llevaba a Gruber dos años
de antigüedad. De esa manera supe que compositor de música folklórica. En ocasiones
nos tomarnos unos tragos con otros y Gruber era jocoso echando chistes. También
cantaba y declamaba buscando convertirse en el centro de atención. Cuando tenía unos
tragos de mas tendía a hablar mal del gobierno diciendo que las autoridades civiles eran
unos ladrones. En ese particular el no era el único en manifestar esa opinión. Al terminar
el curso habíamos hecho amistad, pero cada quien tomó su rumbo y no lo vi por varios
años.
La Teología de la Liberación
Al llegar Chávez a la AMV, ya estaba allí como oficial de planta el teniente Francisco Arias
Cárdenas. Este hecho no le agradó a Chávez porque ahora tenía un competidor más
antiguo. Arias había sido infiltrado un año antes que Chávez por un grupo de sacerdotes
izquierdistas. Esos curas eran seguidores de la Teología de la Liberación y estaban
asociados con el grupo subversivo Bandera Roja. Esta corriente marxista nació en
Colombia en 1968 basada en las ideas del sacerdote Camilo Torres Restrepo. Camilo fue
un clérigo comunista que se unió a la guerrilla del ELN que operaba en el Departamento
de Santander, en la frontera con Venezuela. Este sacerdote murió en combate en 1966.
Arias fue captado por seguidores de Camilo Torres siendo seminarista. Su grupo, que
era parte de Bandera Roja, tenía una idea similar a la de Douglas Bravo al infiltrarlo en la
Academia Militar. La rivalidad entre ambos fue evitada gracias a la alianza forjada por
Rodríguez Araque y los hermanos Puerta Aponte de Bandera Roja, quienes se pusieron de
acuerdo para actuar en forma coordinada. A partir de allí se firmó un pacto de no
agresión entre las logias de Chávez y Arias, aunque aquel siempre receló de Arias.
La crisis iraní
Irán, que era miembro de la OPEP, a fines de 1978 atravesaba serios problemas
económicos, sociales y religiosos. El empeño del Shah en occidentalizar su país creó
profundas resistencias entre los fundamentalistas islámicos, incluyendo un importante
sector de las fuerzas armadas. Adicionalmente, la corrupción en el Gobierno era
rampante y la represión arreciaba. Sobre Irán flotaba un fermento pre revolucionario y el
Shah fue el último en enterarse.
En Venezuela, en medio de la borrachera petrolera, pocas personas sabían lo que
ocurría en el Medio Oriente. Para los políticos de ese país el maná petrolero parecía
eterno estimulando la orgía del gasto. Para los revolucionarios marxistas locales, los
sucesos en Irán eran una esperanza. Una revolución islámica no sería marxista, pero si
antinorteamericana y antioccidental y eso era una buena noticia. En medio de esa crisis
en Irán, se efectuaron las elecciones en Venezuela a comienzos de diciembre de 1968.
Al terminar su mandato, CAP no podía ser reelegido. La Constitución venezolana de
entonces establecía que durante los dos periodos presidenciales subsiguientes a su
entrega del poder los presidentes salientes no podían ser reelectos. Esta limitación obligó
a CAP y a Caldera a retirarse temporalmente de la política. En materia militar CAP
continuó la política de relevar con frecuencia a los ministros de la defensa al cumplir
treinta años de servicio. Al igual que Caldera, al entregar el poder dejó estructurado un
grupo de oficiales “pro adecos” conformado por sus edecanes. Entre ellos estaban el
teniente coronel de la aviación Filmo López Uzcátegui, el Capitán de Fragata (CF) Héctor
Jurado Toro y los tenientes coroneles del Ejército Herminio Fuenmayor y Oscar Barreto
Leiva. Este grupo estableció estrecha relación con Cecilia Matos, la amante del
Presidente. A otro nivel se movía Fernando Ochoa Antich, quien había sido comandante
del Batallón de Custodia del Presidente y era cercano a Doña Blanca, la esposa de CAP.
Todos ellos iban a reaparecer en el segundo gobierno de Pérez y jugaron un rol en el
golpe de Chávez.
Los hermanos De Sola
En 1968 los hermanos De Sola se iniciaron en la política apoyando la candidatura de
Rafael Caldera. Luego de su triunfo, obtuvieron jugosos contratos con el Gobierno. En las
elecciones de 1973 como Caldera no podía ser reelecto levantaron fondos para la
campaña de José Vicente Rangel (JVR), el candidato del MÁS. Gracias a estos apoyos, los
De Sola se hicieron amigos entrañables de JVR.
Para las elecciones de 1978, los hermanos, buscando un candidato para apoyar,
conocieron a Renny Ottolina. Este popular animador de televisión en Venezuela les
pareció con potencial para ser un excelente candidato presidencial. Para ellos, Renny era
similar a Ronald Reagan, el actor de Hollywood que era gobernador de California. Reagan
era un derechista conservador que en ese entonces aspiraba a ser presidente de los
EE.UU. Renny, asediado por los De Sola, accedió y los hermanos se convirtieron en sus
estrategas. Fundaron el partido Movimiento de Integridad Nacional (MIN), que fue el
embrión de un partido de derecha que no existía en el país.
En las elecciones de diciembre de 1978 Renny Ottolina se lanzó como candidato. Los
promotores de su candidatura fueron los hermanos Parsifal y Vinicio De Sola quienes
adversaban el partido AD. Vinicio, quien murió hace varios años, fue el más conocido (e
incluso fue cadete de la Academia Militar). Cuando ingresé a mi Alma Mater en 1957 él
era alumno de segundo año. En esa época nos hicimos amigos. Al finalizar ese año fue
expulsado del instituto por escaparse sin permiso. Al irse a la vida civil, Vinicio se dedicó
a los negocios con su hermano quien era un hombre de confianza de Caldera.
La experiencia de Vinicio en la AMV lo había persuadido de que Bolívar sería un buen
símbolo para una campaña electoral. Este convencimiento no tuvo nada que ver con las
ideas de Douglas Bravo, pero coincidían. De esa manera Renny empezó a utilizar la
imagen y las frases del Libertador en la búsqueda de votos. Fue el primer candidato
presidencial venezolano en utilizar en forma intensiva la figura de Bolívar en su estrategia
electoral. En marzo de 1978 Renny Ottolina se mató en un accidente de aviación que no
quedó muy claro. Incluso hubo quienes especularon que había sido un atentado, porque
era peligroso para los partidos del estatus AD y COPEI. De no haber muerto Renny podría
haber ganado esos comicios.
Elección de Luis Herrera
El 3 de diciembre de 1978, luego de la muerte de Renny Ottolina, fue electo presidente el
socialcristiano Luis Herrera Campins, candidato de COPEI. Para entonces el precio del
petróleo bajaba, lo cual contribuyó a la derrota de AD. Sin que nadie en Venezuela se lo
imaginara en ese momento, en el mundo persa estaba a punto de hacer erupción una
revolución islámica.
Una semana después de la elección de Luis Herrera se realizó una enorme marcha de
protesta en Teherán. Más de diez millones de iraníes en las calles pidieron la renuncia del
Shah y el regreso del Ayatolá Jomeini. Para entonces, los cuadros de oficiales militares
del Shah habían sido infiltrados por los fundamentalistas islámicos. Un número
importante de ellos rechazaban los intentos de occidentalización del Gobierno y eran
rabiosamente antinorteamericanos. Cuando en enero las manifestaciones callejeras se
hicieron violentas, las fuerzas militares no obedecieron la orden de reprimirlas. A partir de
ese momento se inició un rápido colapso del régimen. El 16 de enero de 1979, el Shah
huyó del país y se instaló un gobierno provisional. A raíz de estos hechos el precio del
petróleo empezó a repuntar. El 1º de febrero de 1979 regresó de un largo exilio de
quince años en Francia el Ayatolá Jomeini convertido en un líder político. El fenómeno de
Jomeini fue semejante al del general De Gaulle al volver a Francia, luego de su exilio en
Inglaterra.
Al retornar Jomeini a Teherán lo esperaba en el aeropuerto una multitud de seis
millones. Esta demostración de fuerza popular le permitió impulsar un referéndum para
instalar una república islámica con tendencia antioccidental y antinorteamericana. La
propuesta fue aprobada y el Ayatolá fue nombrado líder supremo de por vida. El nuevo
líder nombró a un Primer Ministro dispuesto a complacer sus deseos. La revolución iraní
había comenzado. El sueño de un imperio persa volvió a renacer en el árido territorio
iraní. Las ofensas de Alejandro Magno y el mundo occidental aún no se habían olvidado.
Ante la súbita revolución, los soviéticos y los comunistas del mundo aplaudieron. Ellos,
sin ser islámicos radicales, sabían que habían ganado un nuevo aliado contra su odiado
enemigo: los yanquis. Ese aliado tenía tres armas poderosas: un sectarismo religioso
excluyente que podía extenderse en el Medio Oriente, un odio por los yanquis y eran un
importante productor de petróleo miembro de la OPEP.
Tan pronto Jomeini tomó el poder Fidel Castro empezó a alabar la revolución islámica.
Al igual que ocurrió con el golpe de Nasser en Egipto en 1952, en los cuarteles
venezolanos se generó interés en hacer una revolución similar. Para ese momento nadie
sabía quién sería el Ayatolá venezolano. Candidatos no faltaban, Douglas Bravo creía ser
él. Lo mismo pensaba Santiago Ramírez y Hugo Chávez. En Cuba, Fidel Castro pensaba
igual.
Luis Herrera asume la presidencia
Un mes después de que el Ayatolá asumió el poder en Irán, Luis Herrera hizo otro tanto
en Venezuela. Al recibir la presidencia pronunció en su discurso la frase: “Recibo un país
hipotecado” aludiendo a las enormes deudas dejadas por CAP. Para entonces la
revolución iraní había creado gran inseguridad en el mercado petrolero. Como
consecuencia del nerviosismo existente, el precio del crudo empezó a subir.
Cuando Luis Herrera asumió el poder, el precio del petróleo había caído y empezaba la
inquietud en los cuarteles. Herrera nombró jefe de su Casa Militar al general Moros
Ghersi, quien trajo con él al grupo de militares que había integrado en la Guardia de
Honor de Caldera. Entre los miembros de ese grupo estaban el teniente coronel Pedro
Remigio Rangel Rojas, los mayores Moisés Orozco Graterol y Richard Salazar Rodríguez,
así como su hermano el capitán Raúl Salazar Rodríguez. A este grupo se unió
posteriormente el teniente coronel Tovar Jiménez, el oficial de blindados que siendo
cadete fue miembro de la banda rival de “Los Panas” en la Academia Militar. Este
prestigioso oficial había hecho una buena carrera y se había convertido en un competidor
peligroso para Santiago Ramírez. Tovar quien era exalumno de los salesianos en Caracas,
también era amigo de Moros Ghersi. Por ello este lo transfirió de segundo comandante
del cuerpo de cadetes como comandante del Batallón de Seguridad del presidente Luis
Herrera.
En esa oportunidad Chávez, quien era conocido por algunos miembros del grupo de
Moros, fue invitado a unirse a la Guardia de Honor. Declinó porque sabía que como
segundo Comandante de la Guardia de Honor había sido nombrado el coronel Murga
Cabrices, que fue el coronel que le había levantado un informe a raíz de la emboscada de
La Gloria. Ese cargo no le convenía y además su plan exigía ir a la Academia Militar a
reclutar cadetes para su logia.
A diferencia de Pérez, Herrera no era admirador de Fidel. Herrera mantuvo al cubano a
raya pese a sus continuos pedidos de ayuda. El rechazo generó roces con Cuba que
llevaron al retiro de los embajadores y las relaciones quedaron en manos de encargados
de negocios.
Nicolás Maduro Moros huye a Cuba
Pese a la intensa búsqueda, William Niehaus estuvo desaparecido por más de tres años.
Poco después de que el presidente Luis Herrera asumió su cargo, una patrulla policial lo
encontró en junio de 1979 encadenado en una choza. En declaraciones posteriores,
Niehaus dijo haber estado dos veces a bordo de un barco. De allí surgieron rumores de
que, ante la presión policial, fue embarcado en un yate de Luben Petkoff y llevado a Cuba
para ser ocultado e interrogado por el G2, debido a su presunta participación en el golpe
contra Allende. Al ser rescatado los secuestradores realizaban gestiones para cobrar el
rescate de un pago millonario en dólares del cual se habían pagado una parte. Ese dinero
fue robado por los secuestradores.
Durante el cautiverio de Niehaus, la policía política mantuvo presión constante sobre la
Liga socialista y Bandera Roja. A raíz del rescate la policía obtuvo pistas que conducían
entre otros al joven Nicolás Maduro Moros. Este individuo luego del secuestro había
actuado como mensajero entre Jorge Rodríguez y “Fausto”. Cuando Alí se enteró que su
guardaespaldas Maduro Moros iba a ser detenido, pidió a su amigo Pedro Miret en Cuba
que lo sacara del país y lo llevara clandestinamente a su país. Para entonces Miret era
quien era miembro del Comité Central y del Buró Político en Cuba del Partido Comunista
de la isla.
Pedro Miret
Miret tiene una historia interesante. Fue uno de los hombres de mayor confianza de Fidel
Castro. Desde 1955 pertenecía a la dirección del movimiento “26 de Julio” y había estado
en Venezuela luego de la caída de Pérez Jiménez cumpliendo una misión secreta de Fidel.
Durante ese período trabajó con Rodríguez Araque coordinando la entrega de armas de la
Infantería de Marina venezolana a Cuba. En esta actividad se hicieron buenos amigos.
En marzo de 1958, llamado por Fidel, viajó clandestinamente a Cuba en un vuelo del
puente aéreo que Larrazábal estableció con la Sierra Maestra. A partir de allí tuvo una
carrera importante y su poder se multiplicó. En diciembre fue ascendido a comandante y
en 1961 fue uno de los jefes militares que actuó en los combates de Playa Girón.
Posteriormente fue nombrado subsecretario de Defensa y miembro del Comité Central
del Partido Comunista de Cuba. Durante muchos años, Miret fue el enlace entre
Rodríguez Araque y Fidel. Hasta el golpe de 1992 él estuvo encargado del proyecto
Venezuela en La Habana.
Miret, quien era ingeniero civil, logró convencer a Fidel en 1974 para crear una elitesca
escuela vocacional preuniversitaria que sería atendida por los mejores estudiantes de
Cuba. Esa institución tendría una disciplina casi militar y estaba destinada a formar a los
mejores cuadros técnicos del país para lograr el desarrollo de la isla. Este instituto
llamado Escuela Vocacional Lenin se convirtió en un lugar de estudios privilegiado que no
solo fue atendido por los mejores estudiantes de Cuba, sino también por los hijos de la
nomenclatura comunista de la isla y de algunos países latinoamericanos.
Maduro llega a Cuba
La petición de Alí a Miret fue atendida con rapidez. A los pocos días el fugitivo fue
recogido en una lancha en la Vela de Coro y llevado a Aruba con un pasaporte falso. Allí
tomó un vuelo a Holanda, luego viajó a Cuba con escala en Praga. Y a partir de ese
momento su formación quedó en manos de Pedro Miret. Con ese poderoso protector,
Nicolás Maduro se convirtió en una estrella en ascenso.
Como no había terminado el bachillerato, Miret lo envió a la Escuela Vocacional Lenin,
donde cursaban estudios sus hijos y los hijos de Fidel entre otras luminarias. Allí se
demostró que Maduro no tenía la capacidad intelectual para ser un técnico calificado,
pero sí tuvo la habilidad para hacerse amigo de los retoños de algunos de los jefes del
castrismo con los cuales jugaba béisbol. Esas conexiones de la Escuela Vocacional Lenin
le iban a resultar muy útiles.
Gen Rangel Bourgoin nombrado Ministro de la Defensa
En junio de 1979, luego del rescate de Niehaus, el presidente Luis Herrera Campins
nombró como ministro de la Defensa al general Rangel Bourgoin. Este alto oficial era un
promotor del bolivarianismo que no tenía relación con el movimiento subversivo del
mismo nombre liderado por Douglas Bravo y que incluía a Chávez. A la llegada de Luis
Herrera al poder, el general Moros Ghersi recomendó una serie de nombramientos y
reajustes militares similares a los hechos por Caldera en 1969. Los jefes militares de CAP
fueron considerados “adecos” y reemplazados por generales afectos a COPEI o adversos
a AD. Su elevada posición le permitió al nuevo ministro de la Defensa, Rangel imponer su
estilo y costumbres bolivarianas a toda las FAN, con la cual facilitó sin proponérselo el
desarrollo de las actividades subversivas de la logia de Chávez.
Entre los cambio propuestos por Moros Ghersi en el Ejército estuvo el nombramiento del
teniente coronel de blindados Jesús Tovar Jiménez, como segundo comandante del
Cuerpo de Cadetes. Tovar era un excelente oficial que venía realizando una buena
carrera ocupando cargos de prestigio. Habiendo sido alumno del Colegio La Salle, Tovar
tenía contactos socialcristianos. Además al ser de blindados había servido con oficiales
miembros de la célula del ex presidente Caldera. Siendo cadete fue rival de Santiago
Ramírez y de “Los Panas”. Ese viejo encono se mantenía vivo luego de tantos años. Tovar
había sido atleta de alta competencia y su interés en los deportistas y en blindados lo
acercó a Chávez.
La logia de la Aviación
El Tcnel. de la FAV, William Izarra es hijo del coronel merideño de la aviación Izarra
Avendaño. En la Escuela de Aviación se graduó de primero en un curso de solo cinco
alumnos. Fue piloto de combate aunque tenía más de intelectual que de guerrero. Su
hermano, el periodista comunista Richard Izarra lo encaminó por la senda del marxismo.
Como oficial mantuvo baja silueta, disimulando su izquierdismo bajo fachada de militar
disciplinado.
Siendo teniente en 1971, su hermano fue detenido por actividades subversivas. Al
visitarlo en la prisión del Cuartel San Carlos entró en contacto con seguidores de Douglas
Bravo. Como oficial estudioso sacó la Licenciatura en Educación en la UCV, hizo una
maestría en Planificación en Harvard y obtuvo un doctorado en Ciencias del Desarrollo en
el CENDES de la UCV. Uno de sus profesores, el comunista Joaquín Marta Sosa le inculcó
el mantra de Douglas Bravo: “La revolución se hace desde dentro de las FAN”.
Izarra regresó a Venezuela con el grado de mayor en 1979, luego de terminar sus
estudios. Para entonces era un izquierdista ultra radical con contactos islámicos
fundamentalistas. Durante sus estudios visitó Libia, Irak y Argelia buscando apoyo para
su plan. Su ambición de poder lo llevó a crear una logia militar en la FAV a la que llamó
R83 en la cual captó al teniente Francisco Visconti. La denominación del movimiento
corresponde al año en que según sus cálculos estarían listos para sublevarse. Este
movimiento era independiente de Douglas Bravo pero Santeliz lo detectó y se le acercó
mientras secretamente informaba de sus actividades a “Fausto”.
El subteniente Madriz es detenido
En agosto de 1979, al llegar a su casa en Caracas, el Stte. Madriz consiguió a tres
ladrones armados y se enfrentó a balazos con ellos. Este oficial, que era uno de los
mejores tiradores del Ejército, mató a los tres antisociales. Madriz fue detenido
temporalmente para averiguaciones en el Cuartel San Carlos. El incidente le ganó fama
en el Ejército como hombre de acción. Por su muestra de temerario valor personal pronto
se convirtió en pupilo de Santiago Ramírez, el comandante de su batallón que lo visitaba
asiduamente en la cárcel. Al salir en libertad, Santiago lo reclutó para su logia sin saber
que Madriz ya estaba juramentado con Chávez. Madriz informó a Chávez en la Academia
Militar de los avances de Santiago. Sus instrucciones fueron claras:
—Sígale la corriente y no le hable de nuestra logia.
Durante su encarcelamiento, Madriz recibió varias visitas de Santiago, pero Chávez se
mantuvo al margen para no generar sospechas. Chávez solicitó a “Harold” apoyo legal
para Madriz. En esa época había regresado a Venezuela Douglas Bravo, quien al
enterarse del caso de Madriz envió al mayor retirado comunista Brett Smith para que lo
asesorara. A partir de ese momento, Brett fue su abogado defensor durante el juicio. De
esa manera Brett y Madriz se hicieron amigos. Al ir a juicio Madriz fue absuelto por actuar
en defensa propia. Al salir de la cárcel volvió a la Brigada Blindada con Santiago para
continuar su actividad conspirativa. A partir de allí el teniente Madriz inició una estrecha
amistad con Brett y se hizo pupilo de Santiago.
La escuela de Blindados
Poco después de recibir cargo en el Departamento de Deportes de la Academia Militar
Chávez fue enviado a realizar el curso medio en la Escuela de Blindados en enero de
1980. Ese curso se hacía por correspondencia mientras los oficiales continuaban
trabajando en sus unidades, de manera que este oficial continuó prestando servicio en el
Departamento de Educación y Deportes de la AMV. En esa época, el director de la
Escuela de Blindados era el coronel José Humberto Vivas quien era un admirador de
Chávez. Al final del curso Maisanta quedó ubicado en primer lugar en el orden de mérito
entre veinticinco alumnos. El hecho de que un oficial de comunicaciones con poca
experiencia en tanques hubiese quedado por delante a los oficiales de blindados en su
propia escuela causó sospechas. Chávez nunca fue un excelente estudiante ni era experto
en blindados.
Algunos oficiales cuestionaron ese extraño resultado. Condiscípulos opinan que Chávez
fue “ayudado” por el aprecio que le tenía el Director y por sus compadres José Rafael
Angarita y Ramón Alfonso Carrizales Rengifo. Ambos oficiales le llevaban un año de
antigüedad pero tenían nexos estrechos con él. Angarita es de Barinas, estudió en el liceo
O’ Leary con Chávez, entró a la AMV un año antes y era el jefe de Evaluación, la oficina
que elaboraba el orden de mérito. Carrizales es llanero de Saraza, era jefe del
Departamento Académico y gran amigo de Chávez desde sus tiempos de cadete.
Chávez es transferido al cuerpo de cadetes
El primer lugar en el curso medio, unido a las altas calificaciones que le impusieron los
comandantes Pulido Hernández y García Hernández, más los elogios del coronel Vivas,
hicieron olvidar en el Ejército que Chávez había ascendido a teniente entre los últimos. Al
terminar el curso fue nombrado comandante de un pelotón de cadetes. Ahora venía
precedido por el prestigio de ser el alumno número uno del curso de blindados y nadie
puso reparos. Los venezolanos tienen memoria corta y el incidente de “La Gloria” había
sido olvidado.
Al integrarse al cuerpo de cadetes había un nuevo director en la Academia, el general
de Brigada José Antonio Olavarría. El comandante del cuerpo de cadetes era el coronel
José María Troconis Peraza y el teniente coronel Fernando Ochoa Antich era el jefe de
instrucción militar en el Departamento Académico. Ochoa era amigo cercano del general
Olavarría. Este general a su vez mantenía una estrecha relación con el ex presidente
Caldera.
En el momento de la llegada de Chávez al Cuerpo de Cadetes, Santeliz entró en acción
tomando medidas para protegerlo. Para ello lo recomendó a Ochoa Antich su compañero
de “Los Panas”, quien no lo conocía. Por su parte Chávez en la Academia se hizo
imprescindible en el Teatro, la Sociedad Bolivariana e incluso en la promoción de la teoría
del liderazgo y el proyecto de desarrollo de la inteligencia. Estos proyectos los impulsaba
Olavarría. Pronto este general notó las dotes especiales de Chávez y lo nombró ayudante.
Para entonces el líder de “Los Panas”, el Tcnel. Santiago, conspiraba en la Brigada
Blindada donde era comandante del Batallón Blindado “Torres”. Santiago siendo
economista de derecha, pensaba instaurar un régimen similar al de Pinochet en Chile.
Entretanto “Rasputín” seguía en la Dirección de Personal y Ochoa laboraba en la
Academia Militar. En esa época Santiago daba los toques finales a su proyecto de golpe
de Estado contra Luis Herrera que daría al ascender a coronel en julio de 1981. El rol de
Ochoa Antich en esa conspiración no fue claro. El niega haber conocido lo que planeaba
Santiago. Entretanto el Tte. Madriz se desempeñaba como correo entre Santiago y
Chávez, mientras mantenía una buena amistad con el mayor Brett.
CAPÍTULO 13
El golpe de 1982
Vuelven los golpes
La revolución iraní disparó de nuevo los precios del petróleo. En 1980 el crudo superó los
$41 por barril y durante un corto periodo pareció que a Venezuela había regresado la
época de la bonanza. Ante el alza de los precios, Luis Herrera actuó como lo había hecho
antes CAP. Con el crudo arriba procedió a solicitar nuevos préstamos pensando que la
orgía petrolera sería eterna. Pasada la euforia inicial se inició una lenta pero sostenida
caída del crudo. En aquel momento nadie se imaginó que habría que esperar más de dos
décadas para que se revirtiera esa tendencia.
Después de casi dos décadas sin golpes de Estado los políticos venezolanos
consideraron que ese resabio castrense se había extinguido. Pronto ese idílico escenario
iba a cambiar. A medida que el precio del crudo caía, los golpistas empezaron a salir de
su larga hibernación como termitas moviéndose en forma oculta en los cuarteles. En ese
momento las principales logias eran las de Santiago Ramírez y Hugo Chávez, aunque
había otros conspiradores como William Izarra, Francisco Visconti, Hernán Gruber y
Jacobo Yépez Daza atizando el fuego.
Douglas Bravo retorna a Venezuela
Douglas regresó al país a comienzos de 1980 preocupado por los rumores de golpe de
derecha. Al llegar, Alí Rodríguez le hizo ver que Santeliz tenía bajo control a Santiago
Ramírez y que de ser necesario sería sacado de juego. Mientras tanto era usado como
distracción para despistar las investigaciones que pudiera generar la actividad de Chávez.
Aunque Douglas estaba enfermo, sabiendo que contaba con la logia más grande decidió
entrevistarse con los cabecillas de las diversas logias activas para integrarlas.
Chávez acudió a la cita con grandes expectativas. Era un admirador del viejo guerrillero,
gracias a las historias que le había contado su maestro Ruiz Guevara. Al iniciarse el
encuentro, Douglas indagó sobre la logia y Chávez lo puso al tanto. Al ser interrogado
sobre los plazos para el alzamiento, Chávez dijo que necesitaba cinco años más. Este
lapso le daría tiempo para ascender a mayor y ocupar el cargo de segundo comandante
de batallón. La larga espera desanimó a Douglas. Terminada la reunión, se despidió
fríamente. Chávez esperaba que lo felicitaran por su trabajo, pero Bravo fue áspero para
mostrar su autoridad.
Posteriormente, Douglas se reunió con el teniente Arias Cárdenas, el jefe de la logia de
Bandera Roja. Al conversar con él se dio cuenta de que no tenía la madera de líder de
Chávez y le recomendó que uniera fuerzas con Chávez para aumentar las probabilidades
de éxito del golpe. Arias aceptó.
A continuación Douglas citó a Santeliz a quien conocía bien. Este le informó sobre su
pequeña logia “ARMA”, compuesta por oficiales superiores de su generación.
“Rasputín” le comunicó que había hecho contacto con el mayor William Izarra, quien
había creado el movimiento R83 en la Fuerza Aérea. Este oficial tenía un hermano que
era un periodista comunista. Douglas pidió que trajeran a Izarra a su presencia para
evaluarlo. Al entrevistarlo se convenció de que tampoco tenía madera de líder. Izarra era
inteligente y un fanático comunista y muy antiguo. Además la aviación es una
organización minoritaria en el contexto de las Fuerzas Armadas. La dirección militar del
golpe tenía que estar en el Ejército y se había convencido de que Chávez era su mejor
ficha. Pese al deseo de Douglas de controlar las logias, su salud se lo le impidió y tuvo
que tomar reposo. A partir de allí Douglas fue perdiendo influencia.
Douglas Bravo es desplazado
Antes del regreso de Douglas, Rodríguez Araque decidió pacificarse para tener más
libertad de movimiento. El plan de Ali fue unirse a un partido legal y obtener un escaño
en el Congreso. Desde allí, gozando de inmunidad parlamentaria, seguiría controlando la
subversión y monitoreando el crecimiento de la logia militar de Chávez. Entretanto
mantendría la ficción que Douglas seguía al mando pero el divorcio era inevitable. La
logia militar de Chávez era la de mayor potencia, pero aún no estaba a punto y no
estaban dadas las condiciones objetivas.
Alfredo Maneiro le tendió un puente de plata acogiendo a “Fausto”” en su partido Patria
para Todos (PPT). Con esta base política Alí ganó una diputación. Desde su curul siguió
controlando a Chávez y su logia, así como al grupo de Santeliz. También siguió
manteniendo contactos con Bandera Roja y la Liga Socialista. A partir de ese momento
empezó a distanciarse de Douglas, quien seguía en la clandestinidad.
Tras la muerte de Maneiro en 1982, el PPT pasó a ser dirigido por el líder sindical
Andrés Velázquez. Rodríguez Araque siguió militando en ese partido dirigiendo la
corriente radical junto con Pablo Medina y el general Müller Rojas. Tras esa fachada, en
el congreso “Fausto” se convirtió en un experto en política petrolera. A todas estas su
pupilo, el jóven Nicolás Maduro Moros seguía en Cuba formándose bajo la tutela de Pedro
Miret.
Las otras conspiraciones
A partir de julio de 1980, Chávez siendo comandante de pelotón de cadetes, empezó a
trabajar en firme para hacer crecer su logia. Santeliz y Chávez, no se reunían en público,
pero tenían buena química. Chávez, que era apenas teniente, lo consideraba un
estratega y le pedía consejos. Pese a la diferencia en grados militares, la relación entre
ambos no era de subalterno a superior, sino de camaradas. “Rasputín” tenía instrucciones
de proteger, sin interferir, las actividades de la logia de Chávez. De esta manera se
hicieron amigos.
Para impresionar a Chávez, “Rasputín” le había hecho ver que él manejaba un grupo
conspirativo que incluía oficiales de alto grado en el Ejército, Marina, la Fuerza Aérea y la
Guardia Nacional. Chávez sabía que la logia de Santeliz no era mayor cosa. A él le
preocupaba más la logia de derecha de Santiago donde su amigo estaba infiltrado.
Santeliz le recomendó seguirle el juego a Santiago y al mismo tiempo acercarse a Ochoa
Antich en la Academia Militar. Ochoa era compadre de Santiago y amigo del general
Olavarría, el director de la AMV. Este general tenía potencial para ser comandante del
Ejército.
El concepto estratégico del golpe
Para Douglas y “Fausto”, tanto Izarra como Santeliz eran útiles, pero no pasaban de ser
revolucionarios de salón. Por eso decidieron no mezclarlos con la logia de Chávez para
que no trataran de arrebatarle el mando. La solución fue integrar la mini logia ARMA con
el R83 en una organización que actuaría como el estado mayor para planificar y organizar
el golpe. En ese estado mayor Izarra se encargaría de los aspectos ideológicos del
bolivarianismo y Santeliz de formular el concepto estratégico y diseñar la maniobra del
golpe. Una vez elaborados estos lineamientos generales, Arias Cárdenas se encargaría de
la preparación del plan de operaciones. El ejecutivo operacional sería Maisanta.
Santeliz estableció que el golpe debía lanzarse al coincidir una crisis económica con un
viaje del Presidente al extranjero. La captura del Presidente en Maiquetía evitaría la toma
del Palacio de Miraflores que con una guarnición de 1.500 hombres era un bastión
formidable. Para capturar al Presidente sería necesario infiltrar oficiales en la Casa Militar,
Guardia de Honor y en las unidades de infantería de Marina y Guardia Nacional cercanas
al aeropuerto. Luego de secuestrar al Presidente, tropas del Ejército pertenecientes a la
3ª Brigada de Infantería en Fuerte Tiuna (Caracas), Brigada Blindada en Valencia y la
Brigada de Paracaidistas de Maracay se insurreccionarían tomando la capital y las
principales ciudades del centro del país. Previo al golpe deberían infiltrarse esos
batallones con oficiales de la logia. El Ejército sería apoyado por la Fuerza Aérea. En la
Base Aérea Libertador de Maracay los pilotos de combate en la se sublevaría al mando
del Tcnel. Visconti y el capitán Reyes Reyes.
El comando de la operación sería instalado en la Academia Militar como había ocurrido
durante la caída de Pérez Jiménez. Ese instituto sería tomado desde adentro por
miembros de la logia infiltrados como oficiales de planta. El puesto de comando alterno
sería el Museo Militar, la antigua sede de la Academia Militar cercana al Palacio de
Miraflores. Como la principal fuerza enemiga sería el Ejército era indispensable infiltrar la
oficina del Comandante General y la Dirección de Inteligencia de esa Fuerza. La DIM y la
DISIP también debía ser infiltradas para conocer cualquier investigación contra la logia
que adelantaran.
Para el alzamiento, las logias de Chávez y Arias, junto con las logias navales y aéreas,
actuarían unidas y serían el brazo armado. En ese momento, la logia de Chávez era la
más grande y activa entre todas. Por esa razón Chávez empezó a actuar, de hecho, como
el jefe máximo, aunque era el menos antiguo. Para evitar confrontaciones por la
antigüedad, Chávez insinuaba que los jefes de la logia eran “iguales”, aunque en el fondo
sabían quién llevaba la batuta. Chávez propuso bautizar a su logia como el “Movimiento
Bolivariano Revolucionario” (MBR 200). El numeral “200” se refería al bicentenario del
nacimiento de Simón Bolívar que se celebraría el 24 de julio de 1983. La logia sería
apoyada y protegida dentro de las FAN por los oficiales miembros de la logia conjunta de
Santeliz e Izarra y por los rescoldos de la logia nasserista que aún seguían en las FAN.
Los oficiales retirados del FMC tendrían una misión similar.
El día del golpe, a las fuerzas militares insurrectas se les uniría un grupo civil compuesto
por miembros del PRV, Bandera Roja y Liga Socialista. El armamento para los civiles sería
sustraído de los parques militares por miembros de las logias. Los oficiales retirados del
Frente Militar de Carrera (FMC) tendrían solo funciones de apoyo.
Alí Rodríguez convenció a Douglas de que no convenía revelar que el comandante en
jefe sería él, para evitar problemas con los oficiales anticomunistas. Había que mantener
la ficción de que la revolución sería de carácter nacionalista, antimperialista y dirigida por
militares. Douglas aceptó la propuesta sin intuir que sería echado a un lado.
La conspiración de Santiago Ramírez
Mientras Santeliz, Chávez y Arias cumplían las tareas asignadas en el proyecto de golpe
izquierda, Santiago adelantaba un golpe de derecha. Extrañamente, en ambos casos el
estratega era Santeliz aunque también se les había unido el Cnel. Jacobo Yépez Daza.
“Rasputín” se mantuvo cerca de Santiago para vigilarlo e informar a “Fausto”. El plan era
dejarlo actuar mientras su actividad sirviera de cobertura al golpe de Chávez. De poner
en peligro el plan sería delatado y sacado de juego.
Santiago Ramírez siendo comandante del batallón blindado “Torres” en Valencia,
mantuvo contactos con Chávez en la Academia Militar, asumiendo que contaba con su
logia. En ese período, su segundo Alexis Sánchez Paz comandaba un batallón de
paracaidistas. Ambos tenían prestigio y ascendiente entre los oficiales de esas unidades.
Además de la logia de Chávez, había comprometido a varios comandantes de batallón del
Ejército en Fuerte Tiuna y ensamblado un variado grupo de conspiradores de todas las
fuerzas. Entre ellos estaban el capitán de corbeta Hernán Gruber Odremán (por la
Marina), el teniente coronel William Izarra (por la Fuerza Aérea) y el teniente coronel
John Jaramillo (por la Guardia Nacional). Para entonces, Santiago no sabía que Izarra era
comunista. A fines de 1980, Santiago consideró que estaba listo para ejecutar su plan
antes de ascender a coronel. Santeliz lo convenció de que debía esperar a que se dieran
condiciones más adecuadas. Mientras tanto se irían incorporando más oficiales a la
conspiración y se organizaba mejor a los civiles que participarían. Santiago, aceptó a
regañadientes.
El plan de Santiago Ramírez
A comienzos de 1981, Santeliz (presionado por Santiago) se vio obligado a presentar su
proyecto del plan de operaciones del golpe. Ese plan fue un refrito del de Chávez. En esa
operación Santiago contaba con el soporte de la logia de Chávez integrada entonces por
más de cien oficiales concentrados en Caracas, Maracay y Valencia. Estas fuerzas serían
apoyadas por unidades de la Infantería de Marina, la Fuerza Aérea y la Guardia Nacional
en Caracas y La Guaira. Al triunfar la sublevación se formaría una Junta de Gobierno
dirigida por Santiago e integrada por importantes figuras militares y civiles. Al tomar el
poder se suspenderían las garantías y se pasarían al retiro todos los generales y la
mayoría de los coroneles.
Como faltaban detalles por ultimar, Santeliz convenció a Santiago esperar su ascenso a
coronel en julio de 1981. Al entregar su batallón iría a la Academia Militar. En ese
momento el director de la Academia Militar era el Gen. Olavarría a quien Ochoa había
recomendado a Santiago como futuro Comandante del Cuerpo de Cadetes. El golpe lo
daría desde esa posición en 1982. Santiago no estuvo muy convencido con el retardo
propuesto por “Rasputín”, pero accedió.
El general José Antonio Olavarría
Este general del arma de ingeniería militar, ingeniero graduado en la Universidad de
Stamford en EE.UU., hizo una carrera militar distinguida. Su ingreso al seno del Ejército
fue una rareza por provenir de la aristocracia de Venezuela. Él no fue el primero ni el
último militar de clase alta en ingresar a las FAN, pero tradicionalmente la mayoría de los
oficiales proviene de la clase media baja. En ese sentido las escuelas de formación de
oficiales son un trampolín para el avance social de muchos graduados.
En 1980, siendo Olavarría director de la Academia Militar, el petróleo alcanzo un pico de
$41. Cuando entregó en julio de 1982 había caído a $32. Posteriormente el crudo siguió
bajando y avivó la conjura golpista dentro del Ejército. Al llegar este inteligente, pero
ingenuo, general a la Academia, ya Chávez tenía dos años como oficial de planta del
instituto y su conspiración estaba en marcha desde hacía un lustro. Olavarría
probablemente no estuvo involucrado, ni supo de la conspiración en marcha, pero el
complot cogió cuerpo durante los dos años en que él estuvo al frente de la Academia
Militar sin que él lo notara luego que Chávez se le metió por los ojos. La conjura continuo
desarrollándose allí en los años sucesivos bajo otros directores.
El equipo de Olavarría
Cuando Olavarría tomó la dirección del Instituto formó un equipo de calificados oficiales.
Entre ellos estaba el coronel de infantería José María Troconis Peraza, quien fue
nombrado Comandante del Cuerpo de Cadetes y el teniente coronel Fernando Ochoa
Antich, como jefe del Departamento de Instrucción Militar. Troconis fue designado por ser
el primero de su curso como coronel, pero el caso de Ochoa fue distinto.
Olavarría sentía gran estima por el mayor retirado Santiago Ochoa Briceño, la cual hizo
extensiva a su hijo Fernando Ochoa Antich. El padre de Ochoa había sido muy cercano al
expresidente Medina Angarita, quien antes de morir le regaló sus presillas de general.
Años más tarde, el mayor Ochoa Briceño se las regaló a Olavarría al ascender a general
de brigada en 1979. Gracias a este afecto, Ochoa tenía influencia sobre Olavarría.
Santiago, conociendo esta relación, le pidió a su compadre Ochoa, que lo convenciera
para que lo nombrara en el prestigioso cargo de Comandante del Cuerpo de Cadetes, en
reemplazo de Troconis.
Entre los oficiales de planta en la Academia en ese momento estaba Chávez, quien se
había integrado al cuerpo de cadetes con prestigio académico luego de quedar primero
en el curso de blindados. Su primer comandante de compañía fue el capitán Lucas
Enrique Rincón Romero, de quien se hizo pupilo. Para entonces ya tenía fama como
pelotero y animador de eventos.
Entretanto el Tcnel. Santeliz (desde la Dirección de Personal del Ejército) coordinaba
con Guerrita los nombramientos de oficiales subalternos y había logrado enviar a la
Academia Militar al teniente Chávez y cuatro de sus compañeros de promoción líderes de
su logia. En este grupo estaban Jesús Urdaneta Hernández, Felipe Acosta Carlés, Joel
Acosta Chirinos y José Miguel Ortiz Contreras. Adicionalmente había logrado ubicar en la
Academia al teniente Francisco Arias Cárdenas. Con este grupo de apoyo Chávez
intensificó el reclutamiento. Antes de ir a la Academia había logrado enrolar a una
docena de subtenientes en la Brigada Blindada y el Regimiento de Paracaidistas. En el
año anterior. Siendo asistente del jefe de Deportes había captado a cinco atletas de alta
competencia. Ahora, desde el cuerpo de cadetes ese número aumentaría rápidamente.
1980 marcó un hito en el crecimiento de la logia. En los años anteriores Maisanta había
logrado reclutar solo un pequeño grupo de seguidores. Ese número no era suficiente para
alzarse y era necesario acelerar el reclutamiento.
Chávez comandante de pelotón de cadetes
Cuando Chávez se integró al cuerpo de cadetes en julio de 1980, su llegada coincidió con
la del general Olavarría. Este jefe no sabía de la emboscada de “La Gloria”, porque era un
secreto bien guardado. Chávez tenía ahora el comando de un pelotón de cadetes y
acceso al batallón de alumnos. Santeliz le recomendó acercarse a Olavarría, por ser un
potencial candidato a comandante del Ejército. Además debía hacerse amigo de Ochoa
Antich. Esto no fue difícil para Chávez, porque una de sus habilidades era ganarse a sus
jefes convirtiéndolos en sus protectores.
Una vez en el cuerpo de cadetes, para hacerse conocido y popular, empezó a actuar
activamente como maestro de ceremonias en actividades culturales y sociales y a
promover la Sociedad Bolivariana. Esa organización fue la cobertura perfecta para
disimular su actividad conspirativa. Para entonces los contactos de Chávez con Douglas
se hacían con mucha discreción a través de Elizabeth Sánchez, una prima de su
manejador Nelson Sánchez (“Harold”), quien gracias a Santeliz tenía acceso a Fuerte
Tiuna. El lugar para los encuentros furtivos era su casa en el barrio Prado de María, cerca
de la antigua Normal Gran Colombia. En esas visitas, Chávez conoció a Herma Marksman
una comunista a quien convirtió en su amante.
La teoría del liderazgo
En la AMV, Olavarría introdujo el concepto del liderazgo en el medio militar. Hasta
entonces el mando que se enseñaba era el autocrático con el jefe atrás empujando a sus
tropas dando órdenes y velando por su cumplimiento. Ese viejo liderazgo es conocido
como “hagan lo que digo”. Olavarría implantó el liderazgo al estilo israelí donde los
oficiales deben ir adelante exigiendo a sus seguidores “Hagan lo que hago”. Esto fue una
revolución y muchos oficiales de la vieja escuela se opusieron a este nuevo concepto que
les pareció sacrílego y hasta político. Desde mi punto de vista esta visión de liderazgo era
superior a la vieja versión que nos habían inculcado, pero su aplicación generó
resistencias.
La nueva doctrina de liderazgo creó empatía entre Olavarría y Chávez, quien vio que
promover esa idea era una vía de acercamiento al Director de la AMV. Pronto Chávez se
convirtió en un entusiasta apóstol de convertir a los cadetes en líderes y empezó a llamar
a sus seguidores “centauros”. Olavarría apreció los esfuerzos del teniente Chávez y lo
tomó bajo su tutela.
La inteligencia se “aprende”
Además de introducir la teoría del liderazgo en la Academia Militar, Olavarría quiso
aplicar las ideas del Dr. Luis Alberto Machado en materia de inteligencia. Este intelectual
había convencido al presidente Luis Herrera de que la inteligencia podía enseñarse
aplicando ciertas técnicas. El primer mandatario compró la idea creando el Ministerio de
la Inteligencia, cuyo propósito era programar acciones para incrementar la inteligencia de
las personas y de los pueblos.
El general Olavarría se entusiasmó y ofreció a los cadetes como conejillos de indias en
cursos diseñados probar esas técnicas. Entre los primeros graduados estuvo Chávez.
Luego de concluirlo se convirtió en un propagandista de los cursos de desarrollo de la
inteligencia dentro de la Academia. Esta actividad le permitió acercarse a Olavarría y
conocer a Corina Parisca, esposa del rico empresario Enrique Machado Zuloaga y madre
de la política María Corina Machado. De esa manera tuvo ocasión de rozarse con gente
de la alta aristocracia a la cual detestaba.
El proyecto de Machado se centraba en una asignatura denominada “Enseñar a pensar”
basada en las ideas de Edward de Bono. Según Machado era posible desarrollar la
inteligencia mediante la utilización intensiva de herramientas de pensamiento junto con
el uso de la televisión y medios audiovisuales. Para las pruebas en la Academia Militar se
nombró un pelotón de cadetes dirigido por Chávez para ser sometido al entrenamiento
propuesto por Machado. Para promover el experimento, un conocido director de televisión
fue traído para dirigir la grabación de escenas de esas actividades. Esta experiencia le
permitió a Chávez desarrollar sus habilidades como presentador y le hizo conocer el
poder de la televisión para llegarle a las masas. Luego de que el presidente Herrera
terminó su mandato, el programa fue descontinuado. La Sociedad Bolivariana y el
pelotón de desarrollo de inteligencia fueron cubiertas perfectas para ocultar la labor
proselitista de Chávez permitiéndole hacer crecer con impunidad su logia.
Chávez hipnotiza a Olavarría
Chávez fue hábil para ganarse la confianza de Olavarría, gracias a su liderazgo,
notoriedad como maestro de ceremonias y organizador de eventos. Adicionalmente, su
participación en la Sociedad Bolivariana, como jugador de béisbol en el equipo de
oficiales, y activismo en cursos de desarrollo de la inteligencia lo convirtieron en un
favorito del director.
El hecho que más impresionó a Olavarría fue cuando Chávez lo convenció que hiciera un
experimento para determinar quién era el oficial con mayor liderazgo en la Academia
Militar. Al efecto en el patio de ejercicios formaron en una fila los oficiales al frente del
batallón y se ordenó a los cadetes colocarse en columna detrás del oficial más admirado.
La victoria de Chávez en esta elección sui generis fue avasallante. Esta demostración
deslumbró a Olavarría quien empezó a promocionarlo como la personificación del
liderazgo. El liderazgo militar era el gran proyecto del Director de la AMV y esto explica la
valoración especial que le brindó a Chávez. La admiración de Olavarría y otros oficiales le
garantizó protección y libertad de acción al conspirador.
Gracias a su habilidad y trabajo tesonero, un año más tarde contaba con un numeroso
grupo de seguidores. Entre los principales estaba el alférez mayor Roland Blanco La Cruz,
el cadete de mayor rango en la AMV junto a los alféreces auxiliares Edgar Hernández
Behrens y Carlos Luciano Guyón Celis, el alférez Hugo Armando Carvajal Barrios y el
brigadier Antonio Rafael Rojas Suárez, entre otros. Blanco La Cruz y Rojas Suarez eran
infiltrados del grupo subversivo Bandera Roja. Este grupo de cadetes junto con sus cuatro
compañeros de promoción que “Rasputín” envió para apoyarlo, creó la base sobre la cual
Chávez armó su logia. Este proceso se hizo bajo la mirada impávida de oficiales que lo
consideraban un ejemplo para los cadetes.
La demostración tangible de liderazgo y los atributos demostrados por Chávez
impulsaron a Olavarría a nombrarlo su ayudante personal. Esta designación no era
ortodoxa porque esa posición la ocupan normalmente mayores o capitanes. El Director de
la AMV no estaba equivocado. Chávez era un auténtico líder, pero no militar sino político.
Lo peor es que había sido sembrado en el Ejército para destruirlo. A su alrededor flotaba
un efluvio que inquietaba a algunos. Por esta razón no todos los que conocieron a Chávez
lo amaban. Dada su personalidad, con él no había términos medios. O se simpatizaba con
él o se le odiaba.
La hipótesis de Caraballeda
Luego de los roces con Colombia en 1975, la situación del diferendo se distendió. A
comienzo de los años ochenta, cuando los colombianos sintieron que Venezuela se
debilitaba por la caída de los precios del crudo, empezaron a presionar de nuevo por la
negociación de límites. Ante esto el presidente Herrera nombró una comisión negociadora
integrada por Gustavo Planchart Manrique, Luis Herrera Marcano, Pedro Nikken y el
vicealmirante Elio Orta Zambrano. Este grupo, en conversaciones con sus pares
colombianos, desarrolló una propuesta.
La proposición fue llamada “Hipótesis de Caraballeda” no incluía la exigencia de la
“costa seca”, que se había convertido en una cuestión de honor entre los militares
venezolanos. En octubre de 1980, Herrera entregó al Alto Mando Militar copia del
proyecto. Pronto los detalles de estas negociaciones se empezaron a filtrar generando
murmuraciones en el seno de las FAN. Alarmado ante el ruido de sables, Herrera ordenó
a su canciller José Alberto Zambrano Velasco que explicara la hipótesis ante los oficiales
de la guarnición de Caracas.
La “bomba” de Tovar Jiménez
La exposición de Zambrano se hizo en el teatro de la AMV. Entre los más de mil
asistentes estaba el teniente Chávez. Al terminar la presentación fueron notorios los
murmullos de desaprobación. Para apaciguar los ánimos, el canciller abrió un periodo de
preguntas. En ese momento levantó la mano el Tcnel. Tovar Jiménez, el rival de Santiago
Ramírez en su promoción. Tovar además era miembro del grupo del general Moros Ghersi
y había sido segundo comandante del cuerpo de cadetes de la AMV en 1979. Al momento
de hacer la pregunta se desempeñaba como comandante del Batallón de Seguridad de la
Guardia de Honor presidencial.
Al tomar la palabra, Tovar criticó con firmeza el proyecto. Ante esta situación el ministro
de la Defensa, el general Tomas Abreu Rescanieri, disgustado, le ordenó callarse y dio
por terminado el acto. El canciller se retiró abochornado mientras más de mil oficiales lo
abucheaban. Este incidente fue un acto de rechazo masivo a la Hipótesis de Caraballeda.
Ese día marcó un hito en la campaña de reclutamiento que adelantaba Chávez. La
exposición del canciller había enardecido a la oficialidad y el nacionalismo había brotado
a flor de piel. A partir de ese momento la crítica al Gobierno por esa hipótesis pasó a ser
parte del discurso de Chávez.
Ese incidente, unido a la crisis económica, aumentó la impopularidad del Presidente
Herrera y la posibilidad de su derrocamiento empezó a vislumbrarse entre los golpistas.
Un bono adicional fue que la atención de los cuerpos de inteligencia se apartó de los
grupos de izquierda y empezó a centrarse sobre Tovar Jiménez.
Se agota la paciencia de Santiago
En junio de 1981, poco antes de su ascenso a coronel a comienzos de 1981, Santiago se
enteró de que el presidente Herrera había programado un viaje a Nicaragua para el año
siguiente. Esa era la oportunidad esperada. La crisis económica se agravaba y la
popularidad de Herrera caía junto con el precio del petróleo. Ante esta situación,
Santiago decidió que el golpe se daría al regreso del presidente de su viaje en junio de
1982. En pocos días ascendería a coronel y al ser promovido esperaba ser nombrado
comandante del cuerpo de cadetes. Faltaba poco más de un año para ejecutar el golpe
de Estado y debía iniciar las acciones preparatorias.
Santeliz, al conocer las intenciones de Santiago, notificó a “Harold”. Este se comunicó
con Alí Rodríguez, quien reportó la novedad a Fidel. El dictador cubano reaccionó
enviando instrucciones precisas: Ese golpe debía detenerse denunciándolo ante la DIM.
Para no dejar al descubierto las logias de Santeliz y Chávez, solo se filtraría información
orientada a crear sospechas contra Santiago.
El golpe de Santiago
A mediados de junio del 81 la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) empezó a recibir
información de un golpe organizado en el Ejército para ser ejecutado en 1982. De
inmediato se abrió una investigación determinando que el aparente jefe de la
conspiración era el coronel Santiago, aunque no había pruebas fehacientes contra él. Esa
información preliminar le fue presentada al presidente Herrera por la DIM. Las
investigaciones indicaban que los presuntos líderes del movimiento eran Santiago,
Santeliz y Ochoa, los líderes de “Los Panas”. Santeliz y Ochoa fueron incluidos porque su
conexión con Santiago era muy evidente.
A finales de junio el presidente Herrera designó Comandante del Ejército al general de
división Vicente Luis Narváez Churión. Al notificarle su nuevo cargo le informó sobre las
sospechas de golpe. Narváez le respondió que estaba en cuenta porque el Director de la
DIM era su compañero de promoción el general de división Rafael Machado Santana y
que tenía un plan para manejar la situación con discreción sin armar escándalo. El plan
tenía que ver con los presuntos jefes del movimiento el Cnel. Jacobo Yépez Daza y los
tenientes coroneles Carlos Santiago Ramírez, Fernando Ochoa Antich y Ramón Santeliz
Ruiz. Todos ellos eran candidatos a ascenso en pocos días. El caso debía manejarse con
pinzas para evitar suspicacias y reclamos por falta de pruebas. Cuando Narváez explicó su
plan, Luis Herrera estuvo de acuerdo.
Para ese momento el proceso de elaboración de las listas de ascensos estaba casi
finiquitado y la ubicación de los jefes del golpe estaba decidida. Santiago esperaba
ascender de primero y ser nombrado Comandante del Cuerpo de Cadetes. Ochoa sería
Jefe de Operaciones (G٣) en la Brigada Blindada en Valencia y Santeliz G3 de la 3ª
división de infantería en Caracas. Chávez permanecería en la Academia Militar. El Gen.
Narváez tenía otros planes.
El lío de los ascensos
Para finales de junio de 1981 la junta de evaluación de ascensos a coroneles, había
terminado su tarea. Esa junta estaba dirigida por el general de brigada Ramón Andrés
Cuervo Romero, un exalumno del Liceo Fermín Toro en la época en que Douglas Bravo y
Ruiz Guevara actuaban allí. Cuervo era artillero y gran amigo de Santeliz. Al finalizar su
misión Cuervo presentó la lista de ascensos a consideración del comandante del Ejército.
En ese elenco Santiago Ramírez estaba a la cabeza de su promoción y Tovar Jiménez en
segundo lugar. Entre otros candidatos estaban incluidos Ramón Guillermo Santeliz Ruiz y
Fernando Ochoa Antich.
Cuando el general Moros Ghersi, el jefe de la célula calderista en el Ejército, supo de
esta lista empezó a ejercer influencias para modificarla. A su juicio Tovar Jimenez, debía
ser movido al primer lugar y Ochoa Antich al último. Moros consideraba a Tovar de su
grupo y a la vez detestaba a Ochoa por considerarlo pro adeco. Estas maniobras políticas
ocurrían tras bastidores dentro de un Ejército que se consideraba apolítico.
De acuerdo con los procedimientos establecidos, la lista de ascensos debía ser
aprobada por el comandante del Ejército antes enviarla a consideración de la Junta
Superior. El comandante general tiene la potestad de hacer cambios al orden de mérito
propuesto. Al revisar la lista Narváez procedió a poner en práctica su plan para sacar de
juego a Yépez, Santiago, Santeliz y Ochoa.
La decisión de Narváez fue enviar a Yépez como agregado militar en China. Al mismo
tiempo propuso bajar a Santiago al segundo lugar subir a Tovar a encabezar la lista de
ascensos a coronel. Adicionalmente rebajó en el orden de mérito a Santeliz y sacó de la
lista de ascensos a Ochoa, por considerarlo un infiltrado adeco.
La lista corregida fue enviada al Ministro de la Defensa. Al ser revisada por la Junta
Superior, el Ministro Abreu Rescanieri impugnó el ascenso de Tovar Jiménez por el
incidente del Teatro de la Academia Militar. Ante esta objeción, el general Narváez
defendió su criterio. Como Abreu estaba de salida del ministerio había perdido autoridad
y la Junta Superior decidió no hacer cambios en el cuadro de ascensos. Cuando la lista
fue elevada a consideración del presidente Herrera, Abreu le manifestó privadamente que
Tovar no debía ascender por su intervención contra el proyecto de Caraballeda.
El Presidente, quien estaba informado del caso y conocía bien a Tovar quien era
comandante de un batallón de la Guardia Presidencial, le dijo a Abreu que revisaría su
propuesta. Al retirarse el Ministro de la Defensa, Luis Herrera consultó al general Moros,
el jefe de su Casa Militar. Este general convocó a su segundo, el coronel Murga Cabrices
para oír su opinión. Murga fue el oficial que tuvo el problema con Chávez en la Brigada de
Cazadores a raíz de la emboscada de “La Gloria”. Murga opinó que Tovar debía ascender.
Moros estuvo de acuerdo con la recomendación. Siendo un oficial de blindados que
conocía bien a Tovar y a Santiago aconsejó al Presidente una solución salomónica.
Propuso ascender a Tovar, pero bajarlo al segundo lugar del orden de mérito, colocando
de nuevo a Santiago en el primer lugar de la lista de ascenso a coronel. Esta solución fue
aprobada por el presidente Herrera para aplacar al ministro Abreu.
En medio de esta lucha, el general Olavarría abogó a favor del ascenso de Ochoa Antich
ante Luis Herrera. El Presidente aceptó su recomendación y ordenó incluirlo en la lista de
ascensos. Narváez, cumplió la orden, pero lo colocó de último.
Narváez Churión aborta el golpe
Una vez que la lista de ascensos es aprobada por el Presidente, el comandante del
Ejército tiene la potestad de asignar a esos oficiales a cargos acordes con su nuevo
rango. En el caso de los sospechosos de tramar un golpe, Narváez los asignó a posiciones
administrativas sin mando de tropas. Al efecto dejó sin efecto los nombramientos
propuestos previamente para ellos por la Dirección de Personal y los envió a lugares
distantes.
Yépez fue elegido embajador en China. Santiago fue designado director de una escuela
agrícola recién creada en Isla de Guara, en el lejano territorio federal del Delta Amacuro.
Santeliz fue designado jefe de la circunscripción de reclutamiento militar del estado
Barinas. Ochoa Antich fue enviado como jefe de Asuntos Civiles de la Brigada de
Cazadores en Maturín. Con estos cambios, el general Narváez alteró los planes del
presunto alzamiento que el grupo ARMA tenía previsto para 1982. El caso se manejó con
hermetismo y oficialmente nunca se supo lo que paso. Esto no fue óbice para que los
rumores sobre el presunto golpe abortado circularan en el Ejército.
Tovar Jiménez, comandante del cuerpo de cadetes
Al ascender Tovar en julio de 1981 fue designado por el general Narváez como
comandante del cuerpo de cadetes de la Academia Militar. Este prestigioso cargo es
ambicionado por los coroneles que aspiran a llegar al tope de la carrera. Cuando Tovar se
presentó para recibir su cargo no sabía que su cuestionamiento al Proyecto de
Caraballeda había ofendido al general Olavarría. El Director de la AMV había participado
en su diseño y estaba muy molesto con él. Adicionalmente Santiago, Santeliz y Ochoa
que eran pupilos de Olavarría, veían a Tovar como una amenaza por el liderazgo de la
promoción. Todos estos factores se confabularon contra el a partir de ese momento.
Cuando Tovar se presentó a recibir el comando del cuerpo de cadetes, el oficial saliente
Troconis Peraza le manifestó que Olavarría le había informado que Santiago era el
designado para ese cargo y que se había iniciado el proceso de entrega. Ante esto, Tovar
presentó su oficio de nombramiento y Troconis informó a Olavarría. Esta noticia contrarió
al director de la Academia Militar y el hecho se sumó a su molestia. Como no podía hacer
nada Olavarría acató la orden, pero el hacha de la guerra con Tovar había sido
desenfundada. Al entregar su cargo, el coronel Troconis (quien había tenido bajo su
mando a Chávez) pasó a ser subdirector de la Academia mientras este continuaba
reclutando cadetes para su logia.
A raíz de los cambios hechos por Narváez, la conspiración de Yépez y Santiago quedó
desmantelada, pero por falta de pruebas los cabecillas no fueron detenidos. Chávez no
fue detectado y siguió desarrollando su logia. Santiago proscrito muy lejos de Caracas no
tuvo más remedio que suspender el golpe. Tal como estaba planeado ninguna sospecha
recayó sobre Chávez.
La guerra de Las Malvinas
El 2 de abril de 1982 se inició la guerra de las Malvinas. La superioridad militar de los
ingleses quedó en evidencia. La Junta Militar argentina había actuado bajo la presunción
de que Inglaterra no respondería militarmente ante las presiones norteamericanas.
Galtieri se equivocó al pensar que los yanquis, basados en la Doctrina Monroe,
garantizarían la soberanía de los países de América Latina. Los militares argentinos
contaban que el Presidente Ronald Reagan los apoyaría. El desastre militar produjo la
caída de la Junta Militar. Esta guerra tuvo una gran repercusión en Venezuela exaltando
el sentimiento anti yanqui.
El presidente Luis Herrera, desde antes de la guerra, manifestó pleno apoyo diplomático
a Argentina. Al comenzar las hostilidades apuntaló abiertamente a ese país, aduciendo el
principio del pluralismo ideológico y de solidaridad con países hermanos. Luis Herrera
convocó a una reunión de presidentes latinoamericanos para eliminar la Organización de
Estados Americanos (OEA) y reemplazarla por una nueva organización que excluyera a
los gringos. Adicionalmente donó algunos misiles Otto Melara y una buena cantidad de
munición naval de calibre 40/70 al gobierno de Galtieri.
Herrera insinuó la posibilidad de invadir Guyana. Herrera ansiaba el triunfo argentino
ante la “Pérfida Albión”, para denunciar el Protocolo de Puerto España. Una derrota
argentina significaba ceder la Guayana Esequiba. Por eso presionó para que los firmantes
del Tratado de Asistencia Recíproca (TIAR) se pronunciasen a favor del retiro de las
tropas inglesas. La guerra concluyó con una rotunda derrota para los argentinos el 14 de
junio de ese año. En este conflicto murieron 649 militares argentinos y 255 británicos. La
derrota hizo pasar por debajo de la mesa la denuncia del Protocolo de Puerto España. El
nacionalismo mostrado por Luis Herrera en la Guerra de Las Malvinas, le hizo ganar
popularidad haciendo olvidar por unos meses los problemas económicos del país.
Paralelamente, las relaciones con los EE.UU. se enfriaron.
El efecto positivo de la actitud de Herrera fue breve. El progresivo endeudamiento
externo, el aumento de la inflación, la fuga de divisas y los evidentes signos de recesión
se confabulaban contra su Gobierno. La retórica antimperialista de Herrera llevó a todos
los partidos a apoyar su política exterior. Sus posiciones antinorteamericanas y la
cercanía de las elecciones hicieron postergar los golpes de izquierda y derecha
preparados, a la espera de que se dieran más adelante las ansiadas “condiciones
objetivas”.
Roces entre en Tovar Jiménez y Olavarría
Gracias a su famosa pregunta al canciller Zambrano Velasco en octubre de 1980, Tovar
se había convertido en una figura notoria en el Ejército. Cuando se supo que había sido
rebajado del primer al segundo lugar en las listas de ascenso a coronel, su prestigio
aumentó por considerar que la democión había sido injusta. Aunque su prestigio
aumentó, sus problemas se iniciaban.
Al recibir el cargo de comandante del cuerpo de cadetes en julio de 1981, Tovar estuvo
un año bajo el comando directo del general Olavarría. Simultáneamente uno de sus
subalternos fue el capitán Chávez. Durante ese período, Tovar fue evaluado mal por
Olavarría en su rendimiento castrense. Súbitamente, este oficial con fama de buen
profesional y responsable fue evaluado como si fuera un militar marginal. Las
calificaciones de servicio a los oficiales son apreciaciones subjetivas que hacen los
superiores a sus subalternos en una escala del 1 al 100. Los oficiales que ocupan los
primeros puestos de los órdenes de mérito normalmente tienen calificaciones entre 99 y
100. Tovar fue calificado por Olavarría con 70 puntos. Este bajo concepto le arruinó su
carrera y demolió sus aspiraciones de llegar a general. En medio de estas luchas
intestinas, el teniente Chávez siguió construyendo su logia sin mayor vigilancia.
Debido al percance, la relación entre Santiago, Ochoa y Olavarría se estrechó. En julio
de 1982 Olavarría ascendió a general de división y pasó a otro cargo. En ese momento, el
general Assing Sánchez fue nombrado director de la Academia Militar con Troconis como
subdirector y Chávez ascendió al grado de capitán.
CAPÍTULO 14
El capitán Chávez
El Regimiento de Paracaidistas
El general Olavarría ascendió a general de división en julio de 1982, pasando a otro
destino. En su reemplazo como director de la Academia Militar fue designado el general
Fernando José Assing Sánchez, quien era el primero de su promoción y tenía prestigio
como comandante de tropas. Assing, al igual que sus tres antecesores, se desempeñó al
frente de la Academia Militar sin detectar la conspiración que se desarrollaba. A partir de
1982 empezaron a circular en el Ejército rumores de la existencia de la logia de oficiales
subalternos “Los COMACATES”.
Ese año Chávez fue promovido al grado de capitán luego de pasar varios años
comandando cadetes. Su logia era aún pequeña pero ya contaba con 17 tenientes y 43
cadetes concentrados en la AMV, la Brigada Blindada y el Regimiento de Paracaidistas..
Durante esos años el crecimiento de la logia había sido lento para evitar detección de los
organismos de seguridad.
En la promoción de 1979 reclutó a Carlos José Mata Figueroa, quien llegó a ser Ministro
de la Defensa durante su presidencia. En 1980 captó al alférez mayor Gerardo Alfonso
Lizcano Acevedo, quien era maratonista. En los dos años siguientes, bajo la dirección del
general Olavarría, fue transferido al cuerpo de cadetes aumentando la captación de
seguidores. En la promoción de 1981 obtuvo una buena cosecha reclutando al alférez
mayor Ronald Blanco La Cruz, a los alféreces auxiliares Edgar Hernández Behrens, Carlos
Luciano Guyón Celis y a los alféreces Hugo Carvajal Barrios y Jesús del Valle Morao
Cardona. Finalmente, en la promoción de 1982, alistó en la logia a los alféreces a Antonio
Rafael Rojas Suárez, Reyes Rafael Pérez Acuña y a Henry de Jesús Rangel Silva. Este
último también fue Ministro de la Defensa durante su presidencia. Al irse, dejó en cuarto
año a un selecto grupo de seguidores que incluía a los hermanos Carlos y Cliver Alcalá
Cordones, Jesús Alberto Aguilarte Gámez, Luis Rafael Valderrama Rosales y Jesús Alberto
Santiago Carmona. En total al marcharse dejó sembrados más de veinte seguidores.
El ascenso de Chávez lució como un evento rutinario, pero para los que manejaban los
hilos de la conspiración fue un hito importante. La revolución ahora tenía capitán y la
logia seguía creciendo. El proyecto de Douglas se iba desarrollando pero estaba lejos de
alcanzar su “masa crítica”. Chávez al menos estaba demostrando tener magnetismo para
reclutar seguidores y en ese terreno superaba ampliamente a Santeliz y a Arias
Cárdenas.
En base al plan en desarrollo previsto, era necesario que Chávez pasara a otro destino
para continuar expandiendo la conspiración. Ya había servido como oficial de
comunicaciones en la Brigada de Cazadores y marcado tarjeta en la Brigada Blindada
antes de ir a la Academia Militar. El siguiente paso era hacer una pasantía por el
Regimiento de Paracaidistas. De esta manera, al llegar a la categoría de oficial superior,
tendría un buen conocimiento del corazón del Ejército y suficientes seguidores en
unidades claves.
Al ascender a capitán Chávez fue designado oficial de inteligencia del Regimiento de
Paracaidistas en la ciudad de Maracay. Allí Santeliz concentró a sus compañeros de
promoción de la logia. Hecho esto, volvería a la Academia Militar para afinar los detalles
finales del plan que ejecutaría al llegar a mayor o teniente coronel. Luego de reportarse a
los paracaidistas, el petróleo cayó por debajo de $20 y la crisis económica se acentuó.
El Regimiento de Paracaidistas
En el Regimiento de Paracaidistas, Chávez como de costumbre impresionó
favorablemente a su comandante, el coronel Héctor Luis Manrique Maneiro conocido
como “El Tigre”. Manrique fue un modesto oficial a quien lo apodaron así no, por su
ferocidad, sino por sus ojos. Como en otras unidades, Chávez hipnotizó a su jefe y este lo
convirtió en pupilo y ayudante personal, como habían hecho sus jefes anteriores.
Al llegar al Regimiento de Paracaidistas estaban allí los compañeros que estuvieron con
él en la Academia Militar. Entre ellos los capitanes José Miguel Ortiz Contreras, Jesús
Urdaneta Hernández, Felipe Acosta Carlés y Joel Acosta Chirinos. La presencia de estos
oficiales no fue accidental. Eran el núcleo central de la logia de los “bolivarianos”. Hasta
ese momento eran solo amigos entrañables. Chávez se había guardado de hablarles de la
conspiración y menos de su inclinación izquierdista. Al grupo se unieron el teniente Raúl
Isaías Baduel, un oficial de paracaidistas graduado un año después de Chávez.
En el regimiento, Chávez no fue comandante de paracaidistas, sino oficial de escritorio
como oficial de inteligencia (G2) de la unidad. En verdad, él prefería ser maestro de
ceremonias, declamador y ayudante de los jefes antes que lanzarse en paracaídas. Esto
le permitía libertad de movimiento para ocuparse de los asuntos de la logia. Durante su
permanencia en esa unidad se mantuvo al margen de los soldados. Ni siquiera saltó de
un avión. Se destacó animando actividades culturales y sociales, recitando poemas,
dando discursos y en el campo de béisbol. Su actividad fundamental fue organizar la
logia, encubierto como ayudante del comandante de Regimiento.
Durante esta época, Chávez por instrucciones de “Fausto”, cambió el nombre de la logia
por el de MBR-200 y le dio carácter cívico-militar. Ali le informó que su movimiento
estaba encuadrado bajo el Partido Revolucionario Venezolano (PRV) de Douglas Bravo y
que seguiría siendo controlado a través de Nelson Sánchez (a) “Harold”.
El Regimiento “José Tadeo Monagas”
Cuando Chávez fue enviado al Regimiento de Paracaidistas, fui nombrado coronel
comandante del Regimiento de Comunicaciones de Combate “General en Jefe José Tadeo
Monagas”. Esta unidad contaba con mil seiscientos hombres y estaba compuesta por tres
batallones de comunicaciones y una compañía de guerra electrónica. El Regimiento
estaba acantonado en Fuerte Tiuna en Caracas. Para mí, esa designación fue un gran
honor y me llenó de orgullo. Desde mi puesto de mando tuve ocasión de ver cómo el país
se deterioraba y cómo los clamores contra la corrupción en el Gobierno iban en aumento.
Como comandaba tres batallones en Caracas algunas personas se acercaron a
sondearme insinuando hipotéticas conspiraciones, sin indicar nada concreto. Cuando esto
ocurrió los denuncié a la DIM sin hacerles caso.
Habiendo sido educado como militar de carrera, me consideraba apolítico y así lo había
jurado ante la Constitución, por lo tanto no creía apropiado hablar de temas políticos.
Siempre evadí discutir sobre esos asuntos con compañeros militares que insinuaban la
necesidad de la toma del poder mediante un golpe de Estado. Pese a que trataba de
evitar el espinoso tema, las conversaciones sobre este asunto se iban haciendo cada día
más frecuentes y la cuestión empezó a discutirse abiertamente en los cuarteles.
Al oír a mis interlocutores sugerir esa idea, les recordaba que Bolívar había dicho en
forma de reproche que Venezuela era un cuartel. Los continuos golpes en nuestra historia
han sido muy dañinos para nuestro país. A todos los que me tocaban el tema les decía
que si éramos verdaderamente bolivarianos no debíamos buscar soluciones militares a
problemas políticos. Pronto me di cuenta de que mi prédica caía en oídos sordos. En
realidad la situación de Venezuela se estaba haciendo insostenible por la caída de los
precios del petróleo y la corrupción rampante.
Una de esas “propuestas indecentes” me la hizo Santeliz poco después de recibir el
comando del regimiento. Para entonces estaba en Barinas bajo sospecha. Como éramos
amigos me invitó a almorzar. Luego de felicitarme por mi cargo, me dijo en voz queda:
—Ahora estas en posición de tomar el poder. Necesitamos tu ayuda.
Ante la no muy velada insinuación le pregunté:
— ¿A qué te refieres?
Viendo mi reacción se rió diciendo:
—No tomes la cosa en serio. Estaba bromeando.
De inmediato cambiamos de tema y empezó a hablar de su pasión: las carreras de
caballos.
Luis Herrera viaja a Managua
Luis Herrera viajó a Nicaragua para asistir a la celebración del 3er aniversario de la
revolución sandinista, el 20 de julio de 1982. El viaje causó un enfriamiento adicional de
las relaciones entre Caracas y Washington. En Managua, Luis Herrera utilizó un discurso
izquierdista hablando de su intención de solventar las diferencias entre Venezuela y Cuba
y de solicitar el ingreso de su país en el Movimiento de No Alineados. Antes de marcharse
de Nicaragua habló de la necesidad de crean un organismo regional latinoamericano que
no incluyera a los EE.UU. Todas estas declaraciones fueron bienvenidas por Fidel, quien
decidió que era mejor dejarlo terminar su Gobierno. En ese momento Fidel estaba muy
ocupado con la guerra en Angola.
El regreso de Luis Herrera de Nicaragua se hizo sin contratiempo. El presunto golpe de
Santiago había sido abortado y como Venezuela no tiene memoria, el asunto fue
olvidado. En julio de 1983, el general Narváez y el director de la DIM (el general Machado
Santana) pasaron a retiro. En diciembre de 1983 hubo elecciones presidenciales y la
gente se olvidó del asunto. Esos comicios fueron ganados por Jaime Lusinchi de AD
donde Ochoa tenía apoyo. Pronto Santiago, Ochoa y Santeliz volvieron a ocupar cargos
en Caracas como si nada hubiera pasado.
La masacre de Cantaura
En la década de los años ochenta las guerrillas en Venezuela casi habían desaparecido.
La mayoría de los subversivos se habían acogido a la política de pacificación y actuaban
en política de manera legal. Entre los comunistas solo el Frente Guerrillero “Américo
Silva” de Bandera Roja se opuso a entregar las armas. Ese grupo armado operaba en su
reducto del oriente del país, en una zona entre la serranía de Turimiquire y la ciudad de
Cantaura en el estado Anzoátegui. La DIM había hecho un buen trabajo siguiendo las
operaciones de este grupo ubicando su reducto cerca de Cantaura. El 4 de octubre de
1982 el campamento fue cercado por el Ejército y bombardeado por la Fuerza Aérea. En
la acción fueron sorprendidos cuarenta y un guerrilleros y veintitrés de ellos murieron en
combate. Este fue un golpe mortífero a la guerrilla.
La operación de Cantaura fue comandada por el general Murga Cabrices en su condición
de comandante de la Brigada de Cazadores. Su jefe de operaciones fue el teniente
coronel Alexis Sánchez Paz, uno de los combatientes antiguerrilleros más distinguidos del
Ejército. Secretamente Sánchez era a la vez el jefe de operaciones de la logia de
Santiago. El comandante del Batallón de Cazadores que actuó en Cantaura fue el
teniente coronel Ismael Antonio Guzmán un oficial muy cercano al Cnel. Ochoa Antich. La
policía política (DISIP) también participó en la acción bajo las órdenes del comisario
Henry López Sisco. Esa acción fue considerada una operación de combate y el caso quedó
cerrado. Años más tarde, bajo el gobierno de Hugo Chávez, se calificó esa operación
como un crimen de guerra y una violación de los Derechos Humanos.
El primer discurso político de Chávez
En la Brigada de Paracaidistas en Maracay la vida seguía su curso rutinario. Para el Cnel.
Manrique, la llegada de Chávez fue bienvenida. Cada vez que había que pronunciar un
discurso escogía a su ayudante como orador de orden. Él podía hablar por horas sin leer
un papel, aunque su grandilocuencia y la extensión de sus discursos exasperaban a
muchos. Manrique admiraba la habilidad intrínseca de este capitán y su soltura hablando
en público.
El 17 de diciembre de 1982, al conmemorarse el aniversario de la muerte de El
Libertador, el jefe del Regimiento había invitado al cronista de la ciudad, un historiador
local, para dar el discurso de orden ese día. Cuando el orador invitado notificó que no
podía asistir, Manrique designó a Chávez para pronunciar unas palabras. Él cumplió la
orden, pero se le fue la mano.
A la una de la tarde, con el micrófono en la mano, Chávez sufrió un arrebato y empezó
a hablar sin freno con el estilo encendido de un predicador protestante. Primero empezó
citando a Martí: “Bolívar tiene mucho que hacer en América todavía”. Luego continuó
enardecido: “¿Cómo no va a tener Bolívar qué hacer en América con tanta miseria, con
tanta pobreza, desigualdad?” Esas palabras bíblicas despertaron a la audiencia
adormecida en la pesada tarde de Maracay. Luego, el espíritu de Maisanta encrespado se
le salió por los poros y continuó con su catilinaria. Así siguió hasta que un mayor
exasperado le increpó:
—Chávez, pareces un político. Ante la reprimenda pública saltó el capitán Acosta Carlés
diciendo:
—Chávez no es político. Lo que pasa es que así hablamos los oficiales bolivarianos.
Viendo que la situación amenazaba con irse de las manos, Manrique se levantó y gritó:
— ¡Qué esto no salga de aquí!—, y agregó:
—Señores oficiales, todo lo que el capitán Chávez ha dicho yo lo asumo. Luego de esta
aseveración, Manrique mintió al decir:
—Anoche le dije que hablaría hoy y él me informó sobre lo que iba a decir.
Ahí murió el barullo. Al concluir la arenga, los oficiales se retiraron en silencio. Chávez
se había salvado de nuevo. Al terminar la accidentada ceremonia la revolución
bolivariana había sobrevivido a otra tormenta.
El juramento del Samán de Güere
Esa tarde luego de su perorata, Chávez invitó a los cuatro oficiales de su círculo más
cercano a reunirse en el casino de oficiales del Regimiento. Había decidido por su cuenta
que era hora de exponer a sus compañeros el plan para tomar el poder. También los
invitaría a formar parte de la jefatura del movimiento. Para atraerlos les diría que en ese
grupo todos eran iguales aunque él sería “Primus inter pares”. Para hablar en confianza
necesitaban privacidad a fin de burlar la vigilancia de la inteligencia militar. Al efecto
tenía en mente un lugar simbólico para la ceremonia. Una vez reunidos, los invitó a trotar
aprovechando que la tarde era libre. Su intención no era hacer ejercicio sino comentar el
incidente ocurrido durante su inflamado discurso. Ese hecho le serviría de punto de
partida para abordar el tema principal que tenía en mente.
Cuando los invitados llegaron al casino, la pandilla compuesta por los capitanes Hugo
Chávez, Jesús Urdaneta Hernández, Felipe Acosta Carles y el Raúl Baduel salieron a
trotar en dirección al emblemático Samán de Güere. Este histórico árbol de unos 180
metros de circunferencia, situado en las cercanías del Regimiento de Paracaidistas, había
sido declarado monumento nacional porque bajo su sombra había descansado Simón
Bolívar. Según la leyenda, bajo su extenso follaje, que podía albergar fácilmente varios
miles de personas, se enfrentaron los indios Arahuacos y Caribes en una cruenta batalla
antes de la llegada de los españoles. Posteriormente, el árbol fue testigo de una masacre
cometida por los conquistadores contra los indígenas. Era un símbolo regado con sangre.
Bajo la copa del árbol, el cuarteto celebró una ceremonia imitando el juramento de
Bolívar en el Monte Aventino en Roma. En esa oportunidad Chávez, que era muy dado a
los actos rituales y a la brujería, tomó la palabra parafraseando al Libertador y dijo
solemnemente:
—Juro por el Dios de mis padres, juro por mi patria, juro por mi honor que no daré
tranquilidad a mi alma ni descanso a mi brazo hasta no ver rotas las cadenas que
oprimen a mi pueblo por voluntad de los poderosos. Elección popular, tierras y hombres
libres, horror a la oligarquía.
Al terminar, todos levantaron su brazo derecho y se juramentaron emocionados. A partir
de ese momento la logia estaba oficializada. El breve discurso bajo el samán tenía más
de Maisanta que de Bolívar. Ese día fue el bautismo oficial de la revolución. Chávez, bien
aleccionado, solo había hablado de bolivarianismo, patriotismo, compasión por los
pobres, castigo a los corruptos y repudio a los yanquis. Para entonces había decidido
tomar el control de la logia y desarrollar su propio plan que no coincidía con el de
Douglas Bravo ni el de Alí Rodríguez. Usaría a los civiles para recibir su apoyo y refuerzos,
pero al final sería él quien daría las órdenes. A partir de allí empezó a identificar su logia
como Ejército Bolivariano Revolucionario (EBR 200). De esta manera daba a su logia un
carácter estrictamente militar.
Los COMACATES
La leyenda del juramento bajo el Samán de Güere se extendió como una llamarada por el
Ejército. La existencia de una conspiración era un secreto a voces, pero los nombres de
los cabecillas no eran conocidos. Pronto el correo de las brujas empezó a anunciar que
venía un golpe para sacar a los yanquis de Venezuela y sancionar a los ladrones
enquistados en el Gobierno.
A partir de enero de 1983, empezaron a circular rumores en el Ejército sobre la
existencia de un grupo golpista llamado “COMACATES”. Esta extraña palabra era una
abreviación de varios grados militares. Significaba “comandantes, mayores, capitanes y
tenientes”. La intención evidente era dejar fuera a los generales y coroneles. Siendo
coronel y comandante de un regimiento me tomé la cosa en serio y empecé a investigar
sobre el presunto grupo de confabulados.
En los años ochenta los venezolanos intuían que algo extraño ocurría en los cuarteles.
Con la poca información existente se deducía que había un grupo de oficiales subalternos
conspirando. En Venezuela esto era novedoso. Los golpistas de este país siempre habían
estado dirigidos por generales o coroneles ansiosos de poder, que se alzaban cuando
veían una oportunidad que debilitada al Gobierno. En este caso, los sospechosos estaban
como de costumbre de baja silueta y vigilados desde que el intento del golpe de 1982 fue
abortado.
Tradicionalmente los oficiales subalternos, tenientes y capitanes, no eran los líderes,
sino los combatientes que expondrían sus vidas y derramarían su sangre al frente de su
tropa. El cambio del centro de gravedad de la conspiración a nivel de los oficiales
subalternos en Venezuela se debió a Douglas Bravo. Él fue el que bajó el nivel de la
conjura a las bases de la oficialidad al crear una conspiración militar empezando desde
abajo hacia arriba entre los oficiales.
En 1983 la conspiración de Douglas Bravo ya tenía más de una década empollando y
contaba con un numeroso grupo de oficiales subalternos y cadetes. Algunos generales y
coroneles ambiciosos ya habían detectado a este grupo y trataban de captarlo. La gran
idea de Chávez fue simular que se había subordinado a estos cabecillas para lograr su
apoyo y protección. En el fondo, el propósito era ganar tiempo mientras su logia se
desarrollaba y se daban las “condiciones objetivas”. Solo faltaban pocos años para que él
y sus compañeros de promoción, que constituían la jefatura del movimiento, alcanzaran
el rango de mayor. Al llegar a ese nivel serían segundos comandantes de batallón y
podrían lanzar un golpe por sí mismos, sin someterse al comando de los coroneles y
generales golpistas que trataban de controlarlos.
De esta manera el nombre de COMACATES se popularizó y se convirtió en una leyenda
urbana en Venezuela. Oí por primera vez esta palabra en febrero de 1983 siendo coronel
comandante del Regimiento de Comunicaciones. El grupo de Chávez nunca se llamó a sí
mismo COMACATES, pero en cierto modo el nombre servía de cobertura porque era un
grupo intangible y fantasmal tras el cual perdían tiempo en pesquisas los organismos de
seguridad del Estado. El nombre funcionó sin proponérselo como un mecanismo de
distracción que, unido a hábiles maniobras de contrainteligencia, contra información y el
apoyo y protección de altos jefes militares, permitieron a la logia pasar desapercibida por
largo tiempo.
El “Viernes Negro”
Ante la inesperada bonanza petrolera causada por la revolución iraní, el presidente Luis
Herrera aumentó irresponsablemente la deuda externa del país. Pronto la caída del
precio del petróleo le hizo ver su error. Cuando la gente en la calle empezó a sentir los
efectos de la contracción económica se iniciaron protestas callejeras.
Cuatro años después de la bonanza creada por la revolución iraní, el Gobierno no pudo
seguir ocultando la grave situación económica. El viernes 18 de febrero de 1983, con el
precio del barril de petróleo rondando los $10, se produjo el colapso económico. Ese día
el Presidente anunció a regañadientes la devaluación del bolívar y el inicio del control
cambiario. A esa infausta fecha los venezolanos la llamamos el “Viernes Negro”. Ese día,
los sueños de la Venezuela saudita se evaporaron como un espejismo y la democracia
empezó a entonar su canto del cisne.
Ese fatídico viernes marcó el momento de ampliación generalizada de la conspiración. A
partir de allí la logia de Chávez empezó a crecer aceleradamente dentro del Ejército. Para
entonces la logia de Santiago había sido neutralizada por Narváez y la conjura se
centraba en Chávez. El “Juramento del Samán de Güere” del 17 de diciembre de 1982
marcó el arranque simbólico de la organización golpista.Después del “Viernes Negro”, la
economía aceleró su caída en barrena y las “condiciones objetivas” de los marxistas
empezaron a titilar en el horizonte.
En la Habana, Fidel se mantenía al tanto de lo que ocurría dentro de la creciente logia
de Chávez y se mantenía al acecho. Entretanto Douglas Bravo había regresado enfermo
de Francia, y estaba perdiendo el control del movimiento que había creado. Por su parte
Chávez convocó en mayo de ese año a una reunión del alto mando de su logia,
compuesto por algunos compañeros de promoción. Allí anunció que el golpe
posiblemente se daría entre 1988 y 1990, después de su ascenso a Mayor cuando
controlaran suficientes cargos de segundos comandantes de batallón.
En esa reunión informó que en julio de 1983 volvería a la Academia Militar para acelerar
el reclutamiento de cadetes para la logia. Además anunció que Santeliz, había prometido
aumentar el número de aspirantes a cadetes que ingresarían en la AMV ese año para
tener más cadetes que captar. Estos nuevos subtenientes de la logia se graduarían en
julio de 1987.
Mi encuentro con los COMACATES
En agosto de 1983, fui designado para hacer el curso del Instituto de Altos Estudios para
la Defensa Nacional (IAEDEN). Este es el curso de mayor nivel para oficiales y al mismo
son invitados alumnos civiles. Aunque sentí dejar mi Regimiento, debía tomar ese curso si
quería ser general.
A fines de agosto, pocos días antes de entregar el mando del Regimiento, recibí un
reporte del oficial de inteligencia de la unidad. Me informó sobre volantes subversivos
que circulaban en algunos de las cuadras o dormitorios de la tropa. Al leer los panfletos
me di cuenta de que no usaban el típico lenguaje de la extrema izquierda, sino un
vocabulario más de cuartel redactado por militares. Los volantes resaltaban la corrupción
de los altos mandos militares y de principales autoridades del Gobierno. Además insistían
en la necesidad de reemplazarlos con sangre nueva patriótica y no contaminada.
Intrigado ordené montar una trampa para capturar a los que distribuían esa propaganda.
La primera noche que activamos la celada cayó infraganti un subteniente recién
graduado. Al ser traído a mi presencia se negó a dar información y dijo no ser miembro
de los COMACATES. Sabiendo que el subteniente había cometido un delito y no una falta
sancionable con el Reglamento de Castigos Disciplinarios, decidí pasarlo a la orden de las
autoridades superiores solicitando la apertura de una averiguación sumarial. Si la
investigación determinaba que el caso lo ameritaba, el indiciado debía ir a juicio militar,
ser sancionado por los tribunales de acuerdo con la normativa del Código de Justicia
Militar y ser dado de baja.
En vista de que el subteniente había cometido un delito, su investigación no estaba
bajo mi jurisdicción como comandante del Regimiento, sino competía a la Dirección de
Inteligencia Militar (DIM) y a la Justicia Militar. Los comandantes de unidades militares
solo están autorizados para sancionar faltas establecidas en el Reglamento de Castigos
Disciplinarios. Ante esta situación notifiqué a mi superior inmediato, el general de
Brigada Simón Tagliaferro de Lima, en el Comando Estratégico del Ejército. Tagliaferro
notificó a la DIM Militar y a las pocas horas una delegación de ese organismo vino a
buscar al indiciado. Días más tarde entregué mi comando y me fui al curso del IAEDEN.
El IAEDEN
En septiembre de 1983 me presenté al IAEDEN el curso. Mi promoción fue la Nº 13 de
ese Instituto. Al ingresar conocí al general José Antonio Olavarría con quien nunca había
servido. Entre los cursantes había oficiales de las cuatro fuerzas militares. Además asistía
un grupo de civiles calificados. Al comenzar el curso me olvidé del subteniente que
repartía volantes.
Entre los militares me encontré a viejos amigos del Ejército incluyendo a los coroneles
Carlos Santiago Ramírez, Ramón Guillermo Santeliz Ruiz y Juan Antonio Torres Serrano.
Los tres eran ex alumnos del Liceo Militar “Ayacucho”. Santiago y Santeliz eran miembro
del grupo “Los Panas” que formaban una cofradía muy unida. Allí solo faltaba Ochoa
quien se desempeñaba en la Casa Militar. Torres no era miembro de ese grupo, pero
había sido su alférez mayor, es decir el número uno. Yo les llevo un año de antigüedad,
pero tenía buena amistad con todos ellos. Entre otros oficiales del curso estaban el
coronel Jesús Tovar Jiménez, el rival de Santiago en su promoción, con quien también
tenía buena relación.
Al enterarse que ascendería a general de brigada en julio, Santiago y Santeliz me
invitaron a un brindis. En un momento dado puse en el tapete el tema de los COMACATES
opinando que eran unos locos porque era imposible que tuvieran éxito. Santeliz cometió
un desliz al comentar que el presidente era muy vulnerable al regresar cerca de media
noche de un viaje al exterior. Ese comentario me puso a pensar.
Chávez regresa a la Academia Militar
En julio de 1983 fue nombrado el coronel Rangel Rojas Comandante del Cuerpo de
Cadetes de la AMV, simultáneamente fue designado el capitán Chávez quien provenía del
Regimiento de Paracaidistas con toda su comitiva de conspiradores, incluyendo a los
capitanes Urdaneta Hernández, Acosta Chirinos, Acosta Carles y Ortiz Contreras. Junto
con ellos fueron enviados a la Academia ese año 18 oficiales subalternos miembros de la
logia golpista.
En Cnel. Rangel designó a Chávez comandante del Curso Militar (alféreces alumnos de
cuarto año). En ese momento todas las piezas que Chávez necesitaba estaban en su
puesto, pero por la inminencia de las elecciones no se creyó propicio el momento para
montar un golpe de Estado. Ese año con ese numeroso grupo de conspiradores arreció el
reclutamiento de la logia.
Para entonces, el director de la AMV era el general de brigada Fernando José Assing
Sánchez y el subdirector era el coronel Arnoldo Rodríguez Ochoa, quien le había recibido
el cargo al coronel Troconis. Chávez, usando sus conocidas tácticas, pronto se hizo amigo
de Assing y Rodríguez, quienes eran deportistas. Rodríguez Ochoa había sido jugador del
equipo de béisbol y Chávez tuvo buena química con él.
Los COMACATES arrecian su campaña
En el curso del IAEDEN, como en el resto de las FAN, la comidilla del día eran los
misteriosos COMACATES. La crisis económica avanzaba en forma implacable a medida
que el precio del petróleo caía. En la calle la mayoría de los venezolanos estaban
convencidos de que la mala situación económica era causada por la corrupción y el
despojo del petróleo por parte de los norteamericanos. En ese momento, la existencia de
la conspiración de los COMACATES era vox populi y eran considerados como una especie
de “Robin Hoods” salvadores de la patria.
Para fines de 1983, la logia había arreciado la campaña de distribución de volantes
subversivos y eran muy activos pintando grafitos en los cuarteles. Su tema era un
llamado a la insurrección contra el Gobierno corrupto criticando la injerencia
norteamericana en el país. Entonces, la misión militar norteamericana tenía su oficina
dentro del propio Fuerte Tiuna. Este hecho los convirtió en blanco favorito de los
conspiradores. A todas estas, la DIM estaba infiltraba y no descubría a los cabecillas del
movimiento subversivo. Lo que ocurría daba la sensación de lenidad o complicidad de
algunos jefes con el grupo de oficiales subalternos que conspiraba en forma notoria.
La elección de Jaime Lusinchi
Las elecciones presidenciales estaban previstas para fines de 1983. Aunque el IAEDEN es
una institución militar, la presencia de un numeroso grupo de alumnos civiles hizo que el
tema político fuera inevitable. La mayoría de los civiles pertenecían al partido de
gobierno COPEI, aunque había representantes de AD y de la empresa privada. La
discusión sobre las candidaturas dividió el curso en dos grupos compuestos por miembros
tanto civiles como militares.
En ese ambiente polarizado entré a formar parte junto con mis amigos Santiago
Ramírez, Santeliz Ruiz, Rodríguez Citraro, Mola Jiménez y Albornoz Tineo en un grupo que
fue considerado anti oficialista. Otro grupo de militares encabezado por Tovar Jiménez se
agrupó con los alumnos civiles que apoyaban la corriente socialcristiana del gobierno de
Luis Herrera. En ese ambiente, el grupo que yo integraba empezó a ser llamado “Los
notables” por los socialcristianos. El apodo fue por analogía con un grupo de presión que
existía con el mismo nombre en el mundo civil. Entre los integrantes de este grupo se
contaban el expresidente Rafael Caldera, el escritor Arturo Uslar Pietri, el ex fiscal
general Ramón Escobar Salom, José Vicente Rangel y el rector de la Universidad Simón
Bolívar, Ernesto Maíz Vallenilla. El apodo de “notables” no calzaba con nuestro grupo,
porque los notables civiles eran un grupo de derecha y nosotros éramos apolíticos. Pese a
las diferencias entre ambos grupos, en el IAEDEN no hubo actitudes agresivas.
Mientras en el IAEDEN hacíamos una elección atípica en el medio militar, en la
Academia Militar había una elección de otra naturaleza eligiendo la reina de belleza del
instituto. A esa elección asistió Vinicio De Sola, quien en vida fue muy aficionado a las
mujeres bellas. Esa noche en el Teatro de su Alma Mater, Vinicio, quien era un proveedor
del Ejército, departió con algunos de los jefes de la institución. Durante el acto, el
maestro de ceremonias fue un capitán que lo impresionó con su soltura y facilidad de
palabra. Su accionar en el escenario le hizo recordar a Renny Ottolina. Al terminar el acto
quedó impresionado con ese oficial en quien vio destellos de líder político. Luego de
averiguar su nombre lo invitó a su casa e inició una buena amistad con él. Chávez se
sintió complacido con el interés de Vinicio y le siguió la corriente.
Elección de Jaime Lusinchi
En diciembre de 1983 ganó las elecciones Jaime Lusinchi Al asumir el poder continuó la
política de Luis Herrera de no estrechar relaciones con Cuba. Hasta ese momento el
régimen de Fidel había sobrevivió gracias al generoso subsidio soviético de $6 mil
millones al año. Durante ese período, la economía de la URSS se fue debilitando
lentamente y al mismo tiempo el monto del subsidio a Cuba fue disminuyendo debido a
la crisis de la economía soviética.
En febrero de 1984, luego de asumir la presidencia Lusinchi, fue nombrado director de
la AMV el general Eliodoro Guerrero Gómez, en reemplazo de Fernando Assing Sánchez.
Como los cambios de rutina ocurrían en julio, ese cambio extemporáneo despertó
suspicacias. Algunos se preguntaron si Lusinchi sospechaba de “algo” en la Academia, o si
el objetivo era sacar de algunos cargos a oficiales incómodos. Seis meses después, tanto
Gómez como Assing ascendieron a generales de División y fueron enviados a comandar
divisiones.
En julio, el presidente Lusinchi nombró al Gen. Olavarría comandante del Ejército. Ese
mes ascendimos a generales de Brigada mi compañero Arnoldo Rodríguez Ochoa y yo.
Olavarría, al recibir cargo me designó director de la Academia Militar y al coronel Juan
Antonio Torres Serrano subdirector. El nombramiento de Torres contrarió a Santiago,
quien aspiraba a ese cargo. Él sabía que la Academia Militar era el centro de la
conspiración y quería estar allí para controlarla.
CAPÍTULO 15
Chávez es descubierto
Director de la Academia Militar
El 3 de julio de 1984 recibí de manos del general Eliodoro Guerrero Gómez la dirección
del alma mater del Ejército. Al acto concurrió el general Olavarría en su condición de
comandante general del Ejército. En formación comandando el cuarto año estaba el
capitán Hugo Chávez Luego de la ceremonia de transmisión de mando se ofreció un
brindis en el casino de oficiales.
Durante ese convite nos sentamos en la mesa principal los generales Olavarría,
Guerrero y yo. En medio de esa celebración entró al casino un grupo de música llanera
integrado por cadetes y dirigido por un capitán flaco. Este oficial empezó a fungir como
maestro de ceremonias tomando el micrófono para darme la bienvenida a la Academia
con un cálido “saludo bolivariano”. A continuación presentó a los músicos armados de
arpa, cuatro y maracas. Fue la primera vez que oí ese saludo con su inconfundible voz.
Curioso pregunté al general Guerrero quién era y me dijo:
—Es el capitán Hugo Chávez Frías.
Luego de interpretar varias piezas musicales criollas, Chávez para terminar, anunció que
recitaría en mi honor los poemas “Furia” y “Florentino y el Diablo”, dos famosos poemas
del llano venezolano. Terminada la presentación, el capitán vino a nuestra mesa a
despedirse. Al presentarse ante el comandante del Ejército, el general Olavarría le dio la
mano con efusividad demostrando que lo conocía bien. Después de que Guerrero lo
felicitó fue mi turno para congratularlo por su actuación. Al darle la mano sentí una
sensación difícil de explicar.
Mi equipo en la Academia Militar
Luego de asumir la dirección, revisé la lista de oficiales adscritos al instituto y noté que la
mayoría de los capitanes pertenecían a la promoción Simón Bolívar graduada en 1975.
Entre ellos estaban Hugo Chávez, José Miguel Ortiz Contreras, Felipe Acosta Carlés, José
Luis García Carneiro y Raúl Enrique Salmerón. A mí me llamó la atención esa
concentración de oficiales de una sola promoción y que el más antiguo fuera Chávez
quien se había graduado de número 8. A mí me extraño que ninguno se hubiese
graduado entre los siete primeros de su curso. Generalmente a la AMV van oficiales
ubicados en esas posiciones. El mejor colocado era Chávez quien era el número ocho. A
este grupo se había juntado el capitán Raúl Isaías Baduel, quien era un año menos
antiguo que Chávez. Entre los tenientes estaban Ronald Blanco La Cruz, Edgard
Hernández Behrens y Carlos Luciano Guyón Celis. Estos últimos eran oficiales bien
ubicados en el orden de mérito que es la medida para catalogar a los oficiales. Blanco
había sido alférez mayor y los otros dos alféreces auxiliares de la promoción de 1981
El excesivo número de capitanes de la promoción de Chávez me llamó la atención.
Siendo teniente había sido oficial de planta de la Academia Militar y normalmente cada
año no había más de dos oficiales por promoción y generalmente estaban entre los
primeros de sus cursos en su último ascenso. Para balancear esta anomalía solicité a la
Dirección de Personal del Ejército dos capitanes. Pare ellos exigí que hubiesen sido
primeros graduarse y hubieran ascendido entre los 5 primeros a capitán. Poco después mi
solicitud fue atendida al presentarse los capitanes Guaicaipuro Lameda Montero y
Oswaldo Contreras Maza a quienes no conocía. Ambos eran los primeros de sus
respectivas promociones, habían ascendido de primeros a capitán y habían sido
ignorados.
Por casualidad, Lameda se había graduado un año antes que Chávez y Contreras un año
después. De esa manera agregué dos capitanes bien calificados de promociones
diferentes para balancear a los de la promoción Simón Bolívar. Adicionalmente pedí como
ayudante personal al mayor Julio José García Montoya, quien había servido conmigo
como capitán comandante de compañía en el Regimiento de Comunicaciones. Este oficial
era de la promoción de 1973 era de los primeros de su curso, conocía bien a los capitanes
en la Academia y podría darme información.
Antes de recibir la Dirección de la Academia solicité al general Olavarría el
nombramiento de un nuevo comandante del cuerpo de cadetes y un subdirector. Ambos
cargos eran para coroneles. Para entonces había hablado conmigo el coronel Carlos
Santiago Ramírez quien manifestó aspirar a uno de esos cargos. En esa época éramos
muy amigos y dado que era un oficial bien calificado y primer coronel de su curso lo
consideré adecuado aunque sabía de su percance al ascender a coronel. Olavarría me
recomendó que buscara otro candidato para subdirector, porque había decidido nombrar
a Santiago para su ayudantía personal.
Olavarría también me dijo que era conveniente que el coronel Pedro Remigio Rangel
Rojas continuara un año más en el cargo de comandante del cuerpo para dar continuidad
a su gestión. Ante esta circunstancia solicité que se nombrara subdirector al coronel Juan
Torres Serrano, quien había sido el alférez mayor de la promoción de Santiago. Olavarría
accedió. Posteriormente me enteré que Rangel fue recomendado por el ex presidente
Caldera quien era cercano a Olavarría.
Luego de recibir el cargo me reuní con el comandante del cuerpo de cadetes, el coronel
Rangel, para darle mi guía de planeamiento y explicarle las políticas que tenía en mente.
Nunca había trabajado con ese oficial, aunque lo conocía desde que éramos cadetes. Yo
era brigadier cuando el ingresó como cadete nuevo. Rangel era un oficial bien calificado
que ocupaba el primer lugar de su promoción en su ascenso a coronel, pero no había sido
alférez mayor. Se había graduado de sexto en una promoción de 57 oficiales. Sabía que
había sido compañero de Torres y Santiago en el Liceo Militar Ayacucho. Luego había
estado en la Guardia de Honor del presidente Caldera, posteriormente fue edecán del
presidente Luis Herrera y era miembro del grupo del general Moros Ghersi. Luego del
retiro de Moros y Tovar Jiménez, Rangel Rojas se había convertido en el factótum militar
de los socialcristianos en el Ejército. Luis Herrera lo había nombrado comandante del
cuerpo de cadetes y estaba encaminado a ocupar altos cargos. Aun con AD en el poder
llegaría porque no tenía competidores de peso en su promoción.
Al reunirme con Rangel le dije que planeaba reemplazar al comandante del cuarto año
por el recién llegado capitán Lameda Montero. Al oír mi idea se puso nervioso y
recomendó que el capitán Chávez continuara en ese cargo porque solo tenía un año allí y
era el mejor oficial que tenía. Me pareció razonable su posición, porque no conocía a ese
oficial y desconocía que había estado en la Academia desde 1979. De haberlo sabido
hubiera solicitado su cambio.
En ese momento no juzgué prudente compartir con Rangel una corazonada que tenía.
Antes de atender el curso del IAEDEN ocurrió el incidente con el subteniente recién
graduado que fue sorprendido distribuyendo volantes subversivos. En aquel momento
conjeturé que ese oficial ha debido ser reclutado por los COMACATES en la propia
Academia y pensé que valdría la pena investigar que estaba pasando en la Academia.
Primeros meses como Director de la Academia
Mi tarea inicial fue aclimatarme a las reformas que se había introducido en el Instituto.
Aunque di clases allí como instructor invitado desde el teniente hasta coronel pude notar
muchos cambios. La mayoría eran positivos. El énfasis en la formación de liderazgo me
pareció acertado e incluso ordené la traducción de un libro sobre el tema. A ese texto se
le hicieron añadiduras dando énfasis a la defensa de la Constitución y la democracia.
El acento sobre una nueva materia llamada Cátedra Bolivariana me pareció exagerado.
Se lo había comandado años antes al general Osorio García, pero no aceptó mis ideas.
Creo que a Bolívar le debemos respeto y admiración, pero la prosopopeya del culto al
héroe era recargada. Además había un grupo de cadetes en la Academia llamado
Sociedad Bolivariana que hacía extrañas reuniones privadas en horas de estudio libre,
para ahondar sobre el tema. En el comedor de cadetes y en el casino se oía
fundamentalmente música llanera de arpa, cuatro y maracas. En mis tiempos de cadete,
en el comedor se oía una variedad de temas musicales incluyendo música clásica.
Recuerdo que los nuevos tenían que aprenderse los nombres de las piezas y el nombre
de los compositores de fama mundial. Ahora bastaba con conocer al “Carrao de
Palmarito” un popular cantante llanero.
Durante las marchas y en los trotes los cadetes tenían gritos y lemas diferentes a los
que utilicé en mi época. Esos cantos me parecieron un poco extraños, pero no
subversivos ni golpistas. También me sorprendí al notar que una placa de bronce que
estaba empotrada en la entrada de la Academia había sido arrancada. La placa contenía
la frase de Bolívar “Un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria,
no es el árbitro de las leyes ni del gobierno, es defensor de su libertad”. De inmediato
ordené que se volviera a colocar esa placa en su sitio y que se pusieran otras de igual
tono en otros lugares concurridos por los cadetes dentro de la Academia. Al mismo
tiempo pedí al profesor Aníbal Romero que preparara un libro con pensamientos del
Libertador que tocaran el tema de la libertad, la democracia y la necesidad de mantener
a los oficiales en sus labores fundamentales de mando de tropas y lejos de actividades
políticas. El “bolivarianismo” me parecía bueno, pero su exceso, como una religión, se me
hacía insoportable.
Algo más que me llamó la atención al llegar fue el excesivo número de cadetes de
segundo año, cuyo número de integrantes no se correspondía con el crecimiento
vegetativo normal del Ejército. Esa promoción había ingresado en 1983 siendo director el
general Assing Sánchez. Las promociones de 1981, 1982 y 1983 tenían en promedio cerca
de cien graduados. Cuando llegué a la academia había trescientos doce cadetes de
segundo año. En la Academia nadie me pudo explicar por qué se había triplicado el
número de cadetes de ese grupo. Al averiguar en la Dirección de Personal me dijeron que
la propia Academia había solicitado ese número de aspirantes. Dado que no obtuve una
respuesta y no vi razones para el desmesurado aumento decidí hacer una poda durante
mis dos años como director. Un año después de que entregué la Academia, de este grupo
sobredimensionado se graduaron 216 en 1987 en la promoción Mariano Montilla. Casi
tres décadas después esta sigue siendo la promoción de oficiales más grande de la
Academia Militar. Cuando detecté esa promoción “inflada” no conseguí una razón lógica.
La respuesta me vino a la mente luego del golpe del 4 de febrero de 1992. Esa
promoción fue idea de Santeliz.
La primera denuncia contra Chávez
Tradicionalmente, los cadetes nuevos pasan por un período preparatorio de
entrenamiento para adaptarlos al régimen castrense. Es un etapa muy dura de
aproximadamente dos meses, diseñada para endurecer y convertir a los reclutas civiles
en soldados resistentes, obedientes y disciplinados. En ese lapso los cadetes no salen de
permiso y son sometidos a una serie de ritos de iniciación que marcan el cambio de la
vida civil a la militar. En ese periodo, los aspirantes a cadetes pagan por sus novatadas
con extenuantes ejercicios y plantones. Algunos consideran estos rituales ofensivos y
durante este entrenamiento, se pueden cometer abusos debido a la inmadurez de los
cadetes de años superiores. Las arbitrariedades se han ido reduciendo, pero aun así la
dureza de este período lleva a los nuevos cadetes a sus límites de resistencia. Antes de
terminar este periodo de iniciación muchos aspirantes piden la baja. Esta tradición es
parte de la cultura castrense y forma parte integral del noviciado de todo militar.
Al terminar el período preparatorio, y antes de salir a la calle de permiso, se permiten
visitas los fines de semana a los cadetes en la propia sede de la Academia Militar. A fines
de septiembre de 1984, durante la primera de las visitas programadas, conversé con el
padre de uno de los reclutas. Era un viejo amigo que había estudiado conmigo en el liceo
de San Cristóbal. Al saludarlo me indicó con recelo que le gustaría hablar conmigo en
privado. Al terminar la visita nos reunimos en mi oficina y me dijo que su hijo le había
confiado que había un capitán que les hablaba de una manera subversiva. Al preguntarle
su nombre, me dijo que era el capitán Hugo Chávez Frías, el comandante del Curso
Militar (cuarto año). Preocupado, tomé nota de ese nombre y para no crear alarmas
innecesarias lo investigué discretamente con mi ayudante García Montoya. Garcia se
había graduado dos años antes que Chávez y era de Comunicaciones, el arma original de
Chávez. García manifestó conocerlo desde que eran cadetes y me dijo que Chávez tenía
tendencia a hablar “raro”, pero que ese era su estilo. Poco después, el cadete que
denunció a Chávez con su padre pidió la baja antes de concluir el período preparatorio.
Aumentan las sospechas
Mi ayudante García Montoya me informó que el capitán señalado era Hugo Chávez a
quien él le llevaba dos años de antigüedad. En ese momento recordé que cuando propuse
reemplazarlo con el capitán Lameda Montero en el comando del Curso Militar, el coronel
Rangel Rojas me pidió que lo dejara en el cargo. García también me informó que estaba
a cargo de la Sociedad Bolivariana del Instituto, que era profesor de la asignatura
Cátedra Bolivariana y de Liderazgo. También supe que había recibido clases de actuación
en el grupo de teatro de la Academia y que cuando estaba de guardia daba largas
arengas a los cadetes.
La Academia Militar por ser un instituto docente no tiene un departamento de
inteligencia, aunque el Cuerpo de Cadetes que funciona como un batallón, cuenta con un
oficial de inteligencia. Para indagar un poco más pregunté al coronel Rangel qué sabía
sobre Chávez, sin revelar la información que tenía. Rangel se mostró sorprendido ante mi
pregunta y me expresó que consideraba a Chávez el mejor de los oficiales bajo su
mando. Al retirarse, le ordené que averiguara más sobre él y me informara. Poco después
reportó que no había información negativa sobre Chávez y que a su regreso a la
Academia en 1983 había estado encargado del grupo de cadetes de primer año. Esa era
precisamente la promoción “inflada”. Cuando asum í la dirección de la Academia en 1984,
Chávez fue nombrado comandante del cuarto año por orden del coronel Rangel Rojas. La
respuesta no me satisfizo y como tenía un mal presentimiento seguí investigando.
Ante la dificultad para conseguir información más precisa me comuniqué con el padre
del cadete que había pasado la información inicial. Él me confirmó lo dicho anteriormente
y me dijo que creía que a su hijo le obligaron a pedir la baja al no querer incorporarse al
grupo conspirativo. Para entonces había recogido información suficiente como para
sospechar que algo raro estaba pasando con el capitán Chávez en la Academia. Entonces
no tenía inteligencia procesada ni pruebas irrefutables para acusarlo de conspirador, pero
me daba mala espina.
Notificación al director de Educación
Hasta ese momento actué en forma circunspecta para no generar alarma infundada.
Antes de tomar una decisión debía estar seguro de lo que ocurría. Por esos días al
averiguar alguien mencionó el incidente de “La Gloria”, pero al revisar el expediente de
Chávez en la Academia no encontré nada. En ese archivo no aparecía ninguna referencia
a esa emboscada, ni copias del informe que le había levantado el coronel Murga Cabrices
en la Brigada de Cazadores. Alguien había limpiado su expediente lavando esas huellas,
resaltando las calificaciones de su breve pasantía en el Batallón Blindado Bravos de
Apure y el hecho de ser el primero del curso medio de blindados. Un detalle que me
llamó la atención fueron algunos reportes de visitas de Santeliz a la Academia para
hablar con Chávez. Yo sabía de las inclinaciones izquierdistas de ese oficial que era mi
amigo, pero no tenía información de que estuviera conspirando. Las reuniones con
Chávez me pusieron a pensar que podía haber algo entre los dos.
Al llegar a lo que parecía un callejón sin salida, me vino a la mente el recuerdo del
subteniente recién graduado capturado en 1983 en el Regimiento de Comunicaciones. El
oficial sorprendido repartiendo volantes tenía apenas unos días de graduado y con
seguridad había sido catequizado en la Academia. Eso me hizo conjeturar que Chávez
podría estar ligado a ese grupo subversivo y por razones de seguridad decidí actuar. El
problema era que este caso se escapaba de mis atribuciones. No podía sancionarlo
aplicando el Reglamento de Castigos Disciplinarios, porque no se trataba de una falta
sino de un delito tipificado en el Código de Justicia Militar.
La investigación debía ser hecha por la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) y de
confirmarse mis sospechas debía ser sometido a una Corte Marcial. Esa situación me
dejaba una sola vía de acción. Presenté el caso a mi superior, el director de Educación, el
general José Humberto Vivas sin saber que Chávez era su pupilo. En octubre al hablar
con Vivas lo sentí molesto. Antes de retirarme recomendé que fuera transferido a un
cargo administrativo fuera de la Academia y sometido a vigilancia por la DIM.
A fines de noviembre de 1984 viendo que el general Vivas no actuaba, le planteé el
asunto de nuevo. Al terminar mi exposición, me informó que él conocía a ese oficial
desde la Brigada Blindada y lo consideraba un magnífico profesional que había quedado
de primero en el curso medio de blindados. Luego me conminó a que desistiera de esa
investigación porque mis sospechas eran infundadas y de dar curso a mi solicitud podía
truncar su carrera. Antes de retirarme insistí en que Chávez estaba en algo raro y que
seguiría observándolo.
Chávez es transferido fuera de la Academia Militar
A comienzos de enero de 1985 todavía no tenía pruebas concretas contra Chávez, pero
los indicios aumentaban. Cuando pregunté porque no traía a su esposa a las reuniones
sociales en la AMV, me dijeron que tenía problemas familiares. Al investigar este ángulo
me enteré que ella vivía en Maracay que él tenía una amante cerca del Fuerte Tiuna. A
mi informante le dije que ese tema no me interesaba. Mi preocupación se centraba en la
sospecha de que la conspiración de los COMACATES se desarrollaba en el seno de la
Alma Mater. De haber investigado hubiera descubierto que su amante era una comunista
que servía de correo de “Fausto”.
En vista de la poca disposición de Vivas a actuar opté por pedirle permiso para hablar
con su superior inmediato, el general Olavarría. Esta petición no le sentó bien. Vivas me
dijo que lo quería “saltar”. Le hice ver que le estaba pidiendo permiso por el órgano
regular para explicarle el caso al comandante general. Ante la firmeza de mi
requerimiento tuvo que autorizarme.
Con el general Olavarría me pasó algo parecido. Él confesó conocer bien a Chávez al
haberlo tenido dos años bajo su comando en la Academia. Al igual que Vivas, me ordenó
que siguiera observándolo con cuidado, porque podríamos hacerle perder la carrera a un
excelente oficial. Ante esta actitud no insistí, pero dos meses después me presenté de
nuevo ante este general y fui muy enfático al solicitar la transferencia de Chávez a otro
destino donde no tuviera comando de tropas y fuera investigado por la DIM. Vista mi
tenacidad, Olavarría cedió ordenándome:
—Dile a Chávez que se le presente al coronel Santiago Ramírez en la Ayudantía
General.
Al regresar a la Academia llamé al coronel Rangel, le informé sobre la decisión de
Olavarría y ordené que Chávez se presentara de inmediato a mi despacho. Cuando entró
a mi despacho lo puse al tanto de lo que estaba pasando y le recomendé que si esos
informes eran ciertos debía pedir la baja. De continuar en el Ejército sería detenido y
enviado a prisión por sedición. Si la información no era cierta debía revisar su
comportamiento, porque sus acciones eran de naturaleza conspirativa.
Chávez me dejó hablar en silencio con la cabeza gacha. Al concluir mi admonición me
afirmó con mucha seriedad que lo que me habían dicho era falso, que seguramente
alguien quería perjudicar su carrera y que él deseaba seguir siendo militar. Al terminar le
informé que había solicitado su transferencia a otro destino y que debía presentarse al
coronel Carlos Santiago en la Ayudantía del comandante general del Ejército. Acto
seguido le ordené retirarse.
Le informé que tenía 24 horas para retirar sus pertenencias de la Academia a otro lugar
y le prohibí que ingresara al instituto y que se reuniera con cadetes fuera de la Academia.
Chávez no respondió y se marchó cabizbajo. Ese día fue el lunes 11 de marzo de 1985. Lo
recuerdo porque antes de salir de mi casa vi en televisión la noticia de que Mikhail
Gorbachov había sido escogido como secretario general del Partido Comunista de la
Unión Soviética. Al irse Chávez pensé que el asunto se iba a resolver rápidamente. Me
molestaba el exceso de formalismo legal con que se manejaba el caso, pero había que
cumplir con la ley. En los años sesenta con Betancourt bastaban sospechas de
conspiración para dar de baja a los imputados. En conspiraciones, las pruebas “duras” son
difíciles de conseguir y es necesario cortar por lo sano.
En ese momento confiaba en que la DIM descubriría la conspiración y que se le abriría
juicio o se le obligaría a pedir la baja. De no encontrarse nada, Chávez seguiría su carrera
pero quedaría marcado y no tendría acceso a posiciones de mando. Este era el
procedimiento operativo vigente en esta clase de situaciones y Chávez no era el primero
ni el último conspirador con que me había tocado lidiar en mi carrera.
Luego de irse, redacté un informe sobre su caso para dejar constancia oficial de lo
sucedido. Al finalizarlo lo firmé y lo llevé personalmente al comando del Ejército. Como el
general Olavarría no se encontraba lo entregué en manos del ayudante general, Raúl
Viso del Prete quien era un compañero de promoción. Viso me informó que Chávez se
había presentado y que le había dado instrucciones al coronel Santiago Ramírez para que
lo pasara a la orden del Director de Personal, el general de brigada Luis Belisario Espinal
Vázquez. Asumiendo que todo marchaba normalmente regresé tranquilo a la Academia
Militar. Estaba seguro de que mis superiores se encargarían del resto del trabajo. Si lo
hubieran hecho hasta allí hubiera llegado Chávez.
Chávez es nombrado comandante del Escamoto “Farfan”
En julio de 1985, el general Olavarría pasó al retiro siendo nombrado embajador en
Bélgica. Desconozco qué ordenó Olavarría antes de irse en relación con Chávez. Lo que
pude observar a posteriori fue preocupante. Este oficial ha debido ser enviado a un lugar
aislado, sin mando de tropas y vigilado de cerca por la DIM. Nada de eso se hizo. Para mi
sorpresa no se le investigó, ni se le detuvo y no se le dio cargo. Luego de ser denunciado
y removido de la Academia Militar por conspirador se le dejó libre para moverse en todo
el país, sin ser vigilado durante casi seis meses. ¿Qué hizo en ese lapso? Nadie lo sabe.
Poco después fui ratificado como Director de la AMV y en agosto fui invitado a visitar la
Escuela Militar norteamericana en West Point. Al irme no sabía del paradero de Chávez y
me preocupaban las evidentes simpatías que el general Vivas tenia por él. A mi regreso
me enteré que Vivas lo había nombrado comandante del escuadrón de caballería
motorizado “Farfán” cerca de la frontera con Colombia. En agosto Chávez asumió el
mando de ese Escamoto en Elorza. En esa unidad aislada no tendría supervisión y estaba
muy alejada de su comando superior. Al enviarlo a la frontera la idea era meterlo al
refrigerador para esperar que su caso se olvidara. Ese nombramiento fue una tremenda
irresponsabilidad.
El “Farfán” dependía de la División de Caballería acantonada en San Juan de los Morros,
al mando del general de brigada Oscar José Martínez Caffaso. En su nuevo destino recibió
el cargo de manos del recién ascendido mayor, Ramón Alonso Carrizales Rengifo otro
llanero de quien era un gran amigo desde los tiempos en la Academia Militar y del curso
medio de blindados. El Escamoto Farfán era lo contrario que había recomendado. Allí
podía actuar a sus anchas sin que sus superiores se enteraran. Dado su carisma, pronto
se adueñó del pequeño pueblo perdido en la sabana y se hizo muy amigo Jesús Carmona,
el principal hacendado de la región. Carmona era el hermano de la poetisa Lucila
Velázquez la amiga de Fidel en México.
Ascenso de Ramírez y Ochoa
Al retirarse el general Olavarría, fueron ascendidos a general los coroneles Carlos
Santiago Ramírez y Fernando Ochoa Antich. Venezuela es un país de memoria corta y en
esa oportunidad, luego de la vuelta al poder de los adecos con el presidente Lusinchi,
nadie trajo a colación que habían sido considerados sospechosos de conspirar en 1982.
La investigación se cerró sin hacerles ninguna imputación. En realidad la acusación y los
indicios eran contra Santiago y no hacia Ochoa o Santeliz. Los dos últimos habían sido
envueltos en la trama por su cercanía con Santiago. El triunfo de Lusinchi trajo la salida
de los antiguos jefes militares que habían promovido la investigación sobre el golpe
abortado del 82 y las nuevas autoridades no tenían interés en el tema.
En los ascensos de julio de 1985 no fue incluido el coronel Jesús Tovar Jiménez. Las
bajas calificaciones que le aplicó Olavarría en la Academia y su relación con los
socialcristianos fueron fatales. Este oficial, al verse postergado, pidió la baja. En ese
momento Lusinchi ascendió a generales de brigada a Carlos Santiago Ramírez y Fernando
Ochoa Antich. Con la euforia del ascenso Santiago no notó que Ochoa se había convertido
en su principal rival años más tarde. De ganar las elecciones CAP en 1988, Ochoa podría
aspirar a ser Ministro de la Defensa en 1991.
Cambio de mando en la URSS
Gorbachov fue designado secretario general de la URSS luego de la muerte de Constantin
Chernenko. Este fue el primer líder del Kremlin nacido después de la revolución de 1917.
Para entonces la economía soviética se desplomaba ante la caída de los precios del
petróleo y la ineficiencia de su modelo económico. Como la situación era crítica,
Gorbachov se vio obligado a hacer profundas reformas en el sistema comunista. Los
principales cambios fueron el glasnost (apertura), la perestroika (reestructuración), la
demokratizatsiya (democratización) y el uskorenye (desarrollo económico).
Durante los años que siguieron, Gorbachov fue el enterrador del imperio soviético. La
perestroika fue un movimiento de reforma del sistema comunista de la URSS nacido
dentro del seno del partido comunista. El glasnost fue una política de transparencia para
acabar con el secretismo tradicional del sistema comunista. La combinación de
perestroika y glasnost erosionó el totalitarismo de la URSS y el imperio rojo se fue
esfumando.
El desarrollo de la perestroika tomó varios años y tuvo que confrontar serias amenazas,
pero al final destruyó la dictadura comunista. Fidel sabía que sin el apoyo soviético su
aventura africana llegaría a su fin y el subsidio a Cuba concluiría. Ante esa realidad,
Castro empezó a buscar una solución para salvar su régimen y mantener vivo su sueño
de El imperio de Fidel. Una de sus cartas de salvación era la logia golpista que Chávez
ensamblaba en Venezuela. En esa época los informes de “Fausto” habían convencido a
Fidel de que Chávez era una carta importante para sus planes en Venezuela.
Se inicia el desplome soviético
Durante años, Fidel no había dado mayor relevancia al tema de la logia de Chávez en
Venezuela. Esos planes de largo plazo lo exasperaban y el proyecto de Douglas Bravo le
pareció alejado de la realidad. No creía en golpes militares. Creía que la organización
militar formal debía ser destruida por las guerrillas. Una vez eliminadas las fuerzas
regulares, las guerrillas se convertirían en el ejército rebelde como había ocurrido en
Cuba.
Cuando se inició el proceso de la “perestroika” en 1985 la intención de Gorbachov no
era liquidar al comunismo sino reformar el modelo soviético. Para entonces Castro, con
apoyo del Kremlin, se había involucrado en diecisiete naciones del continente negro a
cambio de un creciente subsidio. Ese año el teatro de guerra en Angola era el más
importante por los ricos yacimientos petroleros de ese país.
Cuba estaba inmersa en África, donde mantenía más de 65 mil soldados armados y
pagados por los soviéticos. La URSS además aportaba un generoso subsidio a Cuba que
le permitía mantener con vida su ruinosa revolución. La presencia cubana en África le
permitió a Fidel figurar como una figura antinorteamericana y antimperialista de
categoría mundial. La alta visibilidad internacional de Castro contribuyó a su prestigio
como líder del tercer mundo. África es un continente pobre, pero sus cincuenta y un
países constituyen una fuerza internacional importante. Sus recursos naturales la hacen
un objetivo estratégico.
El esfuerzo soviético en África drenó considerablemente las reservas internacionales del
imperio rojo haciendo aparecer grietas en la estructura del otrora poderoso gigante
comunista. Esa hemorragia económica, unida a la ineficiencia del sistema, forzó la
aparición de la perestroika y los problemas financieros de Fidel. A medida que la URSS se
fue debilitando disminuyó la ayuda a Cuba. Fidel no podría mantener sus tropas en África
sin ese subsidio y debía llevarlas de regreso a su país y buscar una nueva fuente de
ingresos. Al darse cuenta de esa delicada situación Fidel volvió a poner atención en su
proyecto de apoderarse de Venezuela. Su magno designio de construir el “Imperio de
Fidel” solo podría lograrse controlando el ingreso petrolero de ese país.
Jesús Carmona
Durante su año al frente del Escamoto Farfán en Elorza, Chaves se hizo muy amigo de
Jesús Carmona, un abogado y político líder del partido AD conocido por ser un gran
admirador de Fidel. En 1955 lo ayudó con su hermana en México a ponerse en contacto
con Betancourt. Luego siendo estudiante en la UCV fue presidente de la Federación de
Centros (FCU) cuando el dictador cubano visitó de improviso Caracas el 23 de enero de
1959. Como su ídolo no había sido invitado oficialmente por las autoridades venezolanas,
Carmona cubrió este desliz diplomático alegando que en su condición de presidente de la
FCU lo había convidado. Este hecho le granjeó la simpatía del dictador. Posteriormente
en 1960, al separarse el MIR de AD y convertirse en el partido marxista leninista MIR,
Carmona se fue con ellos y se entrenó en Cuba. Luego regresó para unirse a las guerrillas
castro comunistas promovidas por Castro.
Carmona se pacificó en los años setenta y se reintegró a AD a petición de su amigo
CAP. Luego de ocupar cargos en el Gobierno compró una hacienda en Elorza, donde iban
los fines de semana. Según los vecinos, ese hato era utilizado como lugar de
entrenamiento y alivio para las guerrillas del MIR. Al llegar Chávez a Elorza, Carmona se
hizo amigo de él y lo invitaba con frecuencia a brindis y parrilladas en el hato. De esta
manera, Carmona se convirtió en correo de Chávez para enviar mensajes secretos a sus
manejadores y a su logia en la capital. Más adelante el exguerrillero se convirtió en uno
de sus principales protectores siendo Ministro de la Secretaría de CAP. Durante el año en
que permaneció en Elorza, Chávez tuvo gran libertad de acción sin ninguna vigilancia.
Durante las fiestas patronales del pueblo opacó al alcalde local convirtiéndose en el líder
natural del lugar. Esta actividad le sirvió de práctica para ir desarrollando y puliendo sus
atributos políticos. Todo indica que el nombramiento de Chávez en Elorza y la presencia
de Carmona allí fueron calculados. Entretanto el Gen. Vivas fue a visitar a Chávez a
Elorza y pernoctó allí. A su regreso a Caracas el Comandante del Ejército lo felicitó en la
orden general por su “maravillosa” gestión de comando.
En noviembre de 1985, Chávez viajó sin autorización de su comando a Maiquetía en una
avioneta para asistir al Primer Congreso del MBR-200. Esa reunión de civiles y militares,
bajo su mando, se realizó cerca de Catia La Mar en la casa de playa de un amigo del
teniente Ronald Blanco La Cruz, quien era un miembro importante de la logia.
En mayo de 1986 se realizó el Segundo Congreso del MBR-200 en San Cristóbal. Esa
reunión fue importante, porque en ella se unieron las logias de Chávez, y Arias Cárdenas
se comprometió a trabajar conjuntamente. A este Congreso asistió el coronel Santeliz en
representación de ARMA. Para dar una demostración de su poder, Chávez se presentó en
esa reunión a bordo de un vehículo blindado perteneciente al Escamoto Farfán.
La cabalgata de Chávez
Chávez organizó una cabalgata de quinientos kilómetros desde Elorza hasta el Campo de
Carabobo en junio de 1986. Ese recorrido siguió la ruta del prócer José Antonio Páez con
sus lanceros. Esa cabalgata fue financiada por Jesús Carmona. La peregrinación a caballo
concluyó el 24 de junio de 1986 frente a la tribuna de honor de la parada en
conmemoración de la Batalla de Carabobo. En esa oportunidad Chávez dio parte al Gen.
José Humberto Vivas.
Al regresar a Caracas fui notificado de que debía entregar la Academia Militar y recibir
la jefatura del Comando Unificado de las FAN. Estas actividades requirieron toda mi
atención y no tuve tiempo para investigar. Para entonces el Gen. Heinz fue nombrado
Director de Inteligencia del Ejército. Como éramos compañeros y amigos cercanos hablé
con el del caso Chávez. Él me dijo que había iniciado una investigación de un grupo de
oficiales subalternos que conspiraban en Guárico y Apure donde Chávez era sospechoso.
Luego me indicó que el Presidente Lusinchi ordenó que el caso fuera investigado por la
DIM al mando del CA. German Rodríguez Citraro y había perdido la pista.
CAPÍTULO 16
El mayor Chávez
El hato Santa Rita
A comienzos de 1986, Chávez supo de un extenso terreno baldío en un lugar cercano a
Elorza. En febrero de ese año fue de visita a su unidad el general José Humberto Vivas, el
comandante del Ejército. Aprovechando su presencia, Chávez le propuso recuperar para
el Ejército el Hato Santa Rita, que estaba ocupado ilegalmente por un colombiano
indocumentado. Chávez adujo que ese espacio podría ser utilizado como núcleo de
desarrollo fronterizo para vigilar esos confines de la patria y enseñar agricultura a los
soldados.
Vivas, impresionado por las historias que Chávez le relató sobre sus logros en la
frontera, lo elogió en público como un ejemplo a seguir por la oficialidad. Al regresar a
Caracas solicitó ante el Instituto Agrario Nacional que el Hato Santa Rita fuese
recuperado para el patrimonio nacional y se traspasara al Ejército. Autorizada su petición,
activó en ese lugar un núcleo de desarrollo fronterizo bajo el control de la División de
Caballería.
En junio de 1986 Chávez fue considerado candidato a ascenso a mayor. Con una
investigación encima por conspirar no podía ser promovido al grado superior, pero el Gen.
Vivas, quien estaba a punto de retirarse y entregar el Comando del Ejército, se empeñó
en ascenderlo. Al efecto nombró jefe de su junta de ascenso al coronel Richard Salazar
Rodríguez. Este oficial era muy cercano a Vivas por ser familiar de su esposa y además
era buen amigo de Chávez desde que trabajaron juntos en el Batallón Bravos de Apure
en Maracay.
Chávez asciende a mayor
La junta de ascensos a mayor colocó de primero en la lista al capitán Hernández Borgo,
pero Vivas ordenó que Chávez fuera pasado al primer lugar. En esa oportunidad el
ascenso de Chávez como primero de su curso al grado de mayor pasó desapercibido,
pese a ser considerado sospechoso de ser el líder de los COMACATES. Al ascender Chávez
no podía continuar al frente del Escamoto Farfán por ser un cargo para un capitán. Por
ello debía ser enviado a otro destino.
Antes de ascender Chávez, el general Martínez Caffaso fue reemplazado en el comando
de la División de Caballería por el general Espinal Vázquez. Este fue el mismo general
que estando en la Dirección de Personal no le asignó cargo por varios meses cuando lo
eché de la Academia Militar. Al asumir el mando, Espinal debía nombrar a un oficial de
esa división para el Hato Santa Rita y escogió a Chávez. Este cambio no tenía mucho
sentido, porque el seleccionado no tenía experiencia como agricultor y había ascendido a
mayor en el primer lugar de su promoción. El escogido venía de comandar siendo capitán
el Escuadrón Farfán que contaba con 150 hombres. Ahora como mayor en el recién
creado centro agropecuario apenas contaba con un plantel de diez individuos de tropa.
Ese nombramiento fue hecho para mantener a Chávez oculto mientras su investigación se
olvidaba.
El CUFAN
Después de estar al frente de la Academia Militar por dos años fui nombrado jefe del
Comando Unificado de las FAN (CUFAN), en julio de 1986. Este fue el organismo
encargado de planificar y dirigir las operaciones militares conjuntas que implican el
empleo de unidades de varias fuerzas, como el Ejército, Marina, Aviación y Guardia
Nacional, en acciones coordinadas de combate o de otra índole, como el Plan República
para dar seguridad en las elecciones.
Para entonces, en Venezuela se manejaban dos posibles hipótesis de conflicto
internacional: una con Colombia y otra con Guyana. Esta última se mantenía dormida
pero la colombiana estaba activa. Poco antes de yo ser designado para ese cargo, el
gobierno colombiano había empezado de nuevo a hacer ruido sobre el tema. Como el
conflicto interno de la guerra de guerrillas se había minimizado, la hipótesis colombiana
era el tema del día.
La amenaza subversiva no había desaparecido del todo debido a las crecientes
dificultades económicas causadas por la baja del petróleo. Además, Fidel podía revivir su
interés en Venezuela porque la URSS había empezado a reducir los subsidios a Cuba. Ese
año Fidel dio un discurso en la Universidad de La Habana afirmando que la revolución
podría derrumbarse, no por una invasión norteamericana sino por errores internos. Ese
discurso dio inicio al “Proceso de rectificación de errores”. Fidel se autocriticó al decir:
“Copiamos mal lo bueno y bien lo malo”. Fue el comienzo de un esfuerzo para revisar la
política económica que los había hecho dependientes de la URSS. Según Castro, “la
revolución se había salido de su curso y se había empezado a echar a perder”. El mensaje
oculto era claro. Había que cambiar de rumbo.
Lo que no dijo Fidel fue que empezaba a mirar de nuevo al petróleo de Venezuela como
la solución a sus problemas y como la fuente de ingresos para financiar su proyecto de
integración hispanoamericana que yo llamo “El Imperio de Fidel”. La aventura de África
no dio los resultados esperados y la URSS se desplomaba en medio de una profunda crisis
económica.
La Maniobra Libertador
Durante mi permanencia en el CUFAN, junto con mi equipo actualizamos los planes de
guerra del país. La prioridad fue dada a Colombia por las veladas declaraciones del
presidente Virgilio Barco y su canciller. Al concluir la revisión de esa hipótesis de guerra,
en febrero de 1987 presenté ante el presidente Lusinchi y el Alto Mando Militar el plan
formulado para ese escenario. El presidente Lusinchi quedó impresionado ante la
posibilidad de esa contingencia.
Al terminar la presentación, le sugerí al primer mandatario que ensayara el plan
mediante la ejecución de una Maniobra Libertador. Esta maniobra conjunta se realiza
esporádicamente a nivel nacional con la participación de todas las FAN. Es un ejercicio
militar a gran escala que no se había hecho durante más de una década por razones
presupuestarias. Pese a las dificultades económicas existentes, Lusinchi aceptó la idea.
En mayo del 87, durante una semana, se ejecut ó el plan en la Maniobra Conjunta
Libertador ٨٧. En ese ejercicio, debido a mi rango de general de brigada, no fui
comandante de la operación, pero fungí como jefe de Estado Mayor. El comandante fue el
general de división Simón Tagliaferro de Lima. Este ejercicio, en el cual se desplegaron
cerca de cien mil hombres de las cuatro Fuerzas, resultó exitoso. Concluido el ejercicio en
el terreno a nivel nacional, la Inspectoría de las FAN la calificó como un éxito y concluyó
que nuestras unidades militares tenían un alto grado de apresto operacional. Para mí lo
importante fue que esa maniobra nos dejó listos para enfrentar una emergencia con
Colombia.
Ascenso a general de división
En julio de 1987 ascendimos al grado de general de división mi compañero Arnoldo
Rodríguez y yo. En esa oportunidad Rodríguez fue nombrado comandante de la División
de Caballería acantonada en San Juan de Los Morros y yo fui designado comandante de
la División de Selva en Ciudad Bolívar y Comandante de la Guarnición del Estado Bolívar
lo cual me daba jurisdicción sobre las unidades de las fuerzas militares en ese territorio.
Al mismo tiempo fueron designados como Ministro de la Defensa y Comandante del
Ejército los generales Eliodoro Guerrero Gómez e Ítalo del Valle Alliegro,
respectivamente.
Al llegar a la División de Selva me di cuenta de lo complejo que es vigilar un extenso
territorio que cubre casi la mitad del país, incluyendo zonas fronterizas con Colombia,
Brasil y Guyana. Mi comando estaba ubicado a unos mil kilómetros de Caracas. Además
de mi División tenía que supervisar a las unidades de la Marina de Guerra y de la Guardia
Nacional en mi jurisdicción. Dada la extensión de la zona y las múltiples actividades que
desarrollaba, el volumen de trabajo me hizo olvidar de los COMACATES.
El Comando Fluvial del Orinoco
Entre las mis responsabilidades como Comandante de Guarnición en el Estado Bolívar
estaba supervisar el Comando Fluvial del Orinoco, una unidad de la Marina que estaba
ubicado en Ciudad Bolívar. Pronto me visitó el Comandante Naval para saludarme. Al
llegar vi que era el almirante Hernán Gruber Odremán, mi viejo amigo del curso de
Estado Mayor Naval. Nos saludamos efusivamente luego de varios años sin vernos. Para
entonces mi familia no se había mudado y me invitó a su casa a cenar. Al llegar me di
cuenta que era mi vecino en la urbanización militar. Luego conversamos largo
rememorando el curso que habíamos compartido.
Gruber me dijo estar feliz en Ciudad Bolívar porque él es de Upata una ciudad cercana.
Luego me habló de sus planes. El aspiraba ser Comandante de la Infantería de Marina y
luego trataría de llegar al Comando de La Armada. Él sabía que era cuesta arriba por no
ser oficial de a bordo pero iba a dar la lucha. Esa fue la primera de varias reuniones que
tuvimos.
El incidente del Caldas
Por muchos años Colombia y Venezuela (como países ribereños del Golfo de Venezuela)
han tenido un diferendo limítrofe sobre la forma cómo debe distribuirse su plataforma
marina. Este golfo tiene un gran valor estratégico por los importantes yacimientos
submarinos de gas y petróleo que contiene. El diferendo se había venido negociando a
partir de 1969 sin llegar a un acuerdo. En 1975, el año en que se graduó Chávez, el
presidente colombiano Alfonso López Michelsen entregó en Paraguachón una propuesta
que no fue aceptada por el gobierno de Carlos Andrés Pérez. Las negociaciones
continuaron entre las cancillerías, sin éxito.
El 9 de agosto de 1987, el canciller colombiano Julio Londoño convenció al presidente
colombiano Virgilio Barco de ordenar como medida de presión el ingreso de la Corbeta
Caldas sin autorización al Golfo de Venezuela. Este calculado acto de provocación tenía
por objetivo poner a prueba nuestra voluntad de luchar por el control de esas aguas y
destrabar las conversaciones binacionales sobre el tema. La creciente debilidad causada
por la crisis económica había sido considerada por los estrategas colombianos como una
oportunidad para actuar.
Al detectarse la penetración de la nave de guerra colombiana sin autorización en
nuestras aguas, el presidente Jaime Lusinchi ordenó la ejecución del plan de operaciones
de occidente que había sido probado en la Maniobra Libertador 86 tres meses antes. El
despliegue se hizo con rapidez y eficiencia bajo el comando del Gen. Troconis Peraza,
inspector del Ejército.
La operación conjunta incluyó el sobrevuelo de la Corbeta Caldas con aviones F-16, el
despliegue de nuestra flota naval y de la Brigada Blindada y varias divisiones de
infantería en posiciones de combate. Para entonces, la Brigada Blindada estaba
comandada por el Gen. Santiago Ramírez. El general Ochoa Antich comandaba la brigada
de infantería acantonada en Maracaibo. La División de Selva a mi mando también se
desplegó en posición de combate en la frontera con Colombia en la zona de nuestra
jurisdicción. En esa oportunidad el CA Gruber fue llamado a comandar el Grupo de Tarea
de la Infantería de Marina.
Ante la reacción venezolana, el presidente colombiano Barco ordenó una movilización
militar en Colombia. El 17 de agosto de 1987 la crisis llegó a un punto en el que Lusinchi
estuvo a punto de ordenar el hundimiento del Caldas. En ese momento, el secretario de
la OEA Joao Clemente Baena Soares convenció a Barco para retirar la Corbeta de la zona.
Ese día ambos países estuvieron al borde de la guerra, pero por fortuna triunfó el sentido
común y la sangre no llegó al rio. A raíz de ese incidente Gruber fue nombrado
Comandante de La Infantería de Marina.
El Plan de Adquisiciones
La movilización hacia la frontera mostró deficiencias que fueron subsanadas con un plan
de adquisiciones para incorporar nuevos sistemas de armas. En el Ejército este plan fue
elaborado en la Jefatura del Estado Mayor dirigida por el Gen. Juan José Bastardo
Velázquez. Las licitaciones y compras fueron ejecutadas por el general Alliegro quien era
Comandante del Ejército. Entretanto, yo seguía siendo comandante de la División de
Selva.
Los roces con Colombia despertaron el sentimiento patriótico en Venezuela, desviando
la atención lejos de los COMACATES. Por estos meses Chávez desapareció del radar,
oculto en el Hato Santa Rita.
Fidel en Angola
En Angola se desarrollaba una larga guerra civil iniciada al terminar su guerra de
Independencia en 1975. El objetivo de la URSS, los EE.UU. y Suráfrica era controlar los
ricos yacimientos petroleros de ese país. El resultado fue una de los conflictos más largos
y sangrientos de la Guerra Fría.
Durante la primera década de independencia de Angola, Cuba mantuvo en ese país una
guarnición de unos cincuenta mil mercenarios financiados y equipados con apoyo logístico
soviético. A cambio, Fidel recibía un generoso subsidio de unos seis mil millones de
dólares al año que le permitieron sostener su improductivo modelo comunista. El dictador
cubano esperaba la maduración de la logia militar de Chávez en Venezuela para lanzar su
zarpazo. Mientras tanto alquilaba sus fuerzas mercenarias a los soviéticos haciéndoles el
trabajo sucio en África.
La Batalla de Cuito Cuanavale
Las fuerzas de ocupación cubanas en Angola tuvieron su batalla más cruenta en Cuito
Cuanavale. Para finales de 1988 la guerra de guerrillas en Angola cogió calor
convirtiéndose en una guerra convencional. En enero de 1988 año el presidente de
Angola, José Eduardo dos Santos, con apoyo cubano, lanzó una poderosa ofensiva para
aniquilar la guerrilla de UNITA. Varias brigadas del ejército de Angola avanzaron hacia el
sur. Ante esa ofensiva Savimbi pidió ayuda a Sudáfrica. Poco después una poderosa
fuerza expedicionaria de ese país vino al rescate haciendo retroceder a los angoleños. En
ese momento, Dos Santos pidió ayuda a los soviéticos. Para evitar una inminente derrota
del Ejército angoleño, la URSS empeñó sus reservas de setenta mil soldados cubanos
para frenar el avance surafricano y aniquilar UNITA. Esa fuerza equipada con tanques
logró a duras penas dar un vuelco al escenario.
Las fuerzas cubanas y las angoleñas sumaban cerca de doscientos mil hombres. La
fuerza invasora surafricana y la guerrilla de UNITA contaban con poco más de cien mil
tropas. Este masivo despliegue militar condujo a la famosa batalla de Cuito Cuanavale.
Entre enero y marzo de 1988 se desarrolló un formidable combate. Los cubanos
avanzaron hasta Cuito Cuanavale, donde fueron detenidos por el Ejército de Sudáfrica. El
choque de ambas fuerzas (que incluían cerca de trescientos tanques), constituyó la
mayor batalla blindada ocurrida en suelo africano desde la Segunda Guerra Mundial. Esta
prolongada batalla que duró tres meses no fue conclusivo y ambas partes se adjudicaron
la victoria. Al final Fidel se vanaglorió por el resultado como un pavo real, pero la URSS
quedó herida de muerte.
General Arnaldo Ochoa
Para esta batalla, el comando de las fuerzas combinadas cubano-angoleñas fue asignado
al veterano general Arnaldo Ochoa. Este jefe militar había sido enviado por Fidel en 1959
a la cabeza de una invasión a República Dominicana que fracasó. Ochoa fue el único
sobreviviente cubano en esa incursión. Posteriormente Castro lo envió en 1967 a otra
aventura a Venezuela en un desesperado esfuerzo por apoderarse del país. Ese intento
fue otro chasco. Luego Ochoa se fogueó en la guerra de Angola en 1976 y las batallas de
tanques en Etiopía en 1977.
La batalla de Cuanavale en 1988 produjo el fin del apartheid en Sudáfrica y forzó el
retiro de las tropas cubanas de África. Esa campaña marcó el punto de quiebre de la
URSS. Mientras la URSS se hundía el prestigio de Fidel subió luego de su triunfo en África.
Esta situación lo hizo mirar de nuevo hacia Venezuela.
Intrigas militares en Venezuela
Las Fuerzas Armadas son organizaciones piramidales y cerradas. Luego de la huida del
dictador Pérez Jiménez, la Constitución venezolana exigía que la decisión final para los
ascensos a los grados de coronel y general fuera tomada por el Presidente. Previamente,
la Comisión de Defensa del Senado revisaba las listas de candidatos preparadas por las
diferentes fuerzas y emitía una opinión. Este procedimiento hacía que los cargos más
altos en la institución castrense fueran asignados como resultado de un acuerdo entre el
Alto Mando Militar, el Presidente de la República y senadores de la comisión de defensa.
Con algunas variantes, esta es la práctica regular en casi todo el mundo occidental. Ese
procedimiento, que marca el dominio civil sobre lo militar en países democráticos, no fue
del todo aceptado en el mundo castrense venezolano. Esta actitud de rechazo a la
interferencia civil forma parte de la idiosincrasia militar venezolana y explica algunos
hechos que sucedieron a raíz de los ascensos.
En Venezuela un cónclave decisorio de alto nivel es llamado “cogollo”. A fines de junio
de cada año se reúne un “cogollo” para designar al nuevo Alto Mando Militar que
reemplazará al saliente. Este pequeño grupo está compuesto por el presidente y políticos
poderosos del partido de gobierno. En la mayoría de los casos las decisiones son
aceptadas por los militares pero no siempre. Lo ideal es que al grado de generales
arriben los oficiales más prestigiosos, mejor preparados y con mayores méritos
profesionales en su carrera. En algunos casos por razones políticas, de negocios, tráfico
de influencias o pupilaje, las escogencias generan fricciones.
Por esta vía, en ciertas oportunidades, se escogieron a generales de confianza que no
gozaban de buena reputación. Cuando esto ocurrió se generó descontento en las FAN. En
países inestables, donde la democracia no ha arraigado, el relevo de oficiales en el Alto
Mando puede generar malestar y hasta conspiraciones. En Venezuela la temporada de
ascensos se convierte en fuente de disgustos porque muchos militares no quedan
satisfechos con las decisiones.
Durante el gobierno de Lusinchi no se tomaron medidas contra los oficiales que habían
servido como edecanes o miembros de la Casa Militar de Luis Herrera. Muestra de ello es
que los miembros del grupo de Moros Ghersi continuaron su carrera sin problemas. Luego
del retiro de Moros Ghersi y el acceso al poder de Lusinchi, los integrantes de ese grupo
habían logrado mantenerse en buenas posiciones dentro del Ejército pese a sus
conexiones con COPEI. El más destacado era el general de brigada Rangel Rojas, quien
había ascendido de primero a general en 1986, luego de ser oficial de la Guardia de
Honor de Caldera y edecán de Luis Herrera. Otros, como los coroneles Moisés Antonio
Orozco Graterol y Richard Salazar Rodríguez y su hermano el teniente coronel Raúl
Salazar Rodríguez siguieron la misma ruta y avanzaban en sus carreras en el gobierno de
Lusinchi sin problemas.
Guerra entre generales
En julio de 1988 ocurrió el ascenso a generales de división de Santiago y Ochoa. Para
entonces nadie se acordaba que habían sido considerados sospechosos en la conspiración
de 1982 contra Luis Herrera. En 1988, Santiago ascendió como número uno y Ochoa fue
el segundo. Habían trascurrido siete años de esa investigación que no llegó a resultados
conclusivos y ambos habían sido ascendidos sin problemas por Lusinchi a generales de
brigada en 1985. El ascenso a general de división y los cargos asignados causaron graves
fricciones en la amistad de estos compadres. Las ambiciones de ambos por ocupar los
altos mandos, y la relación especial entre Ochoa y CAP, apuntaban a un inexorable
enfrentamiento.
Santiago argüía tener más méritos porque siempre había ascendido por delante de
Ochoa en su carrera. También murmuraba que Ochoa Antich no iba a ascender a coronel
y que por influencias políticas había ascendido de último a ese grado. Pocos sabían que la
razón de la insistencia de Santiago para estar por delante de Ochoa era porque en sus
planes estaba dar un golpe de Estado siendo Comandante del Ejército y para ello debía
tener a Ochoa por debajo.
Al ascenderlos a generales de división, Lusinchi nombró a Ochoa Antich, quien era
comandante de la brigada de Infantería en el Zulia, a comandante de División de
Infantería en Maracaibo. En esa oportunidad Santiago fue nombrado para reemplazarme
como comandante de la División de Selva en Ciudad Bolívar. Él no estaba satisfecho con
su nuevo cargo, porque consideraba que Maracaibo era la vía más segura para llegar a
los altos mandos. Con ese nombramiento se consideró traicionado por su compadre y
empezó a conspirar.
Asignación de altos cargos militares
Lusinchi con su “cogollo” designó al nuevo Alto Mando Militar en julio de 1988. Los
nombramientos eran delicados porque en diciembre se realizarían elecciones
presidenciales. Por eso tomó decisiones salomónicas aceptando las recomendaciones de
CAP, quien se perfilaba como ganador de los comicios. Como ministro de la Defensa
nombró al general Ítalo del Valle Alliegro, un excelente profesional de la promoción de
1959 que era muy popular. Como comandante del Ejército designó al Gen. Troconis, el
oficial más antiguo de la promoción de 1960, quien había sido el comandante del Teatro
de Guerra de Occidente durante la movilización del Caldas. A Alliegro le quedaba un año
de servicio y a Troconis dos. Luego de estos nombramientos, Lusinchi designó al Gen.
Bastardo de la promoción de Troconis al cargo de Inspector del Ejército y segundo en
jerarquía en esa fuerza. A mí que soy de la promoción de 1961 me escogió como jefe de
Estado Mayor y tercero en el escalafón. Simultáneamente, el Presidente nombró al Gen.
Rodríguez Ochoa para la Secretaría del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa
(SECONASEDE). Este es un alto cargo de asesoría de Seguridad a nivel presidencial, fuera
de la estructura militar.
Rodríguez Ochoa trajo consigo a SECONASEDE, a su ayudante el mayor Hugo Chávez. Él
lo seleccionó en la División de Caballería siendo jefe del centro agropecuario Santa Rita.
Como lo conocía desde que fue subdirector de la Academia Militar y había jugado béisbol
con él, lo nombró ayudante.
Jefe de Estado Mayor del Ejército
En julio de 1988 recibir mi nuevo cargo como Jefe de Estado Mayor del Ejército. A seis
meses de las elecciones había excitación y las naturales intrigas para posicionarse con el
nuevo gobierno. Al presentarme encontré que mi equipo de directores del Estado Mayor
había sido designado por Troconis. Esos nombramientos eran de su potestad.
Al comenzar mis funciones enfoqué mi atención sobre los COMACATES, a quienes
consideraba un peligro potencial. Estaba convencido de que Chávez tenía que ver con
ellos, pero no sabía cuál era su rol. Sabía que él había servido con Troconis en la
Academia Militar y se conocían. Como no sabía su grado de amistad consideré prudente
no manifestar mis recelos hasta acumular pruebas. No sospechaba de Troconis, porque
era un profesional institucional. Estaba claro que Chávez era de izquierda y Troconis no.
Lo sensato era indagar para tener algo concreto en mis manos antes de tocar el tema. Mi
experiencia con Olavarría y Vivas había sido aleccionadora y me enseñó a ser más
cuidadoso.
Tampoco desconfiaba de Santiago que era mi amigo. Sabía que era un hombre
ambicioso de derecha, pero no creí que tuviera conexión con Chávez aunque intuía que él
y Santeliz ocultaban algo. Ochoa Antich también era un gran amigo de ambos pero sus
conexiones políticas eran con AD. En ese momento para mi estaba claro que de ganar
CAP, como indicaban las encuestas, Ochoa sería el mejor posicionado. Por fortuna yo soy
un año más antiguo y probablemente no me saltaría.
Entre las dependencias bajo mi comando estaban las Direcciones de Personal e
Inteligencia del Ejército y decidí averiguar qué información sobre Chávez existía en sus
registros. Al revisar r su expediente en Personal, como imaginaba, mi informe sobre él no
aparecía. Por esa vía también me enteré que Chávez trabajaba en Miraflores como
ayudante del general Rodríguez Ochoa. Ese hecho para mí fue una bandera roja,
Maisanta cerca del Presidente era un peligro.
Al mismo tiempo observé ciertos detalles que indicaban que la Dirección de Inteligencia
estaba infiltrada. Sus reportes no me convencían y algunos de los oficiales que
trabajaban allí me dieron mala espina. Uno de ellos era el mayor Jesús Urdaneta
Hernández. Algo extraño pasaba en el Ejército pero debía averiguar antes de reportar mis
sospechas. Para obtener información por otros canales logré que fuera transferido a la
Dirección de Inteligencia a un coronel y un mayor que habían trabajado conmigo. Con
ellos establecí el embrión de una red informal de inteligencia. Este procedimiento no era
ortodoxo, pero no había otra forma de investigar sin alertar a los conspiradores. En caso
de obtener información notificaría a mis superiores. Por esta vía me enteré que los
mayores Francisco Arias Cárdenas y Hugo Chávez Frías, eran sospechosos de dirigir a los
COMACATES, pero no había pruebas contra ellos.Esas fueron las primeras piezas del
rompe cabezas que fuimos armando.
CAPÍTULO 17
La noche de los tanques
Lusinchi viaja a Uruguay
Al iniciar mis labores como jefe de Estado Mayor del Ejército solicité a la Dirección de
Inteligencia la información existente sobre los COMACATES. Al revisar el expediente noté
que era muy pobre y seguía pistas falsas. Me di cuenta de que yo conocía más detalles
sobre los golpistas que la Dirección de Inteligencia del Ejército. Era evidente que alguien
había estado manipulando la documentación de personal e inteligencia dentro del
Comando del Ejército, lo cual a su vez indicaba que existía una organización que había
infiltrado el Ejército. Esta realidad me aguijoneó para ahondar mis investigaciones.
En ese proceso pasaron tres meses. El lunes 24 de octubre de 1988, a poco más de un
mes para las elecciones presidenciales de ese año, Lusinchi viajó a una Cumbre
Presidencial en Punta del Este, Uruguay. Entonces se rumoraba que había una crisis
económica en puerta debido a que las arcas públicas estaban vacías. A la reunión
asistieron los mandatarios de Argentina, Brasil, Colombia, México, Perú, Uruguay y
Venezuela. Estos países eran miembros del Mecanismo Permanente de Consulta y
Concertación política de la región. Al partir Lusinchi dejó encargado de la presidencia a
Simón Alberto Consalvi, su ministro de Relaciones Interiores. El regreso estaba previsto la
noche del viernes 28 de octubre.
En la comitiva presidencial Lusinchi incluyó al comandante del Ejército, el Gen. Troconis.
Antes de partir, Troconis designó al Inspector el Gen. Bastardo encargado temporal del
Comando del Ejército. Durante esta breve ausencia ocurrió un extraño incidente que me
convenció de que el movimiento subversivo existía y que estaba activo. La salida de los
vehículos blindados del Batallón “Ayala” y la detención del presidente encargado me
persuadieron de que la historia de los COMACATES no era una leyenda urbana.
La noche de los tanques
El miércoles 26 de octubre a mediodía Bastardo me llamó por teléfono y me informó que
esa tarde debía ausentarse porque necesitaba hacer diligencias particulares. Al irse me
dejó encargado accidental del Comando del Ejército. Al terminar las labores de ese día a
las cinco de la tarde me quedé una hora adicional verificando que las grandes unidades
de combate estaban sin novedad. A las 6 PM fui a mi casa ubicada a quince minutos de la
Comandancia. En ese momento todo estaba en calma esperando el regreso del
presidente Lusinchi. Poco después de llegar a mi residencia en la Urbanización Colinas de
Bello Monte, recibí una llamada del coronel Serapio Romero Mendoza, el oficial de
guardia de la Comandancia. Visiblemente agitado me preguntó:
—Mi general, ¿usted ordenó la salida del Batallón Ayala a la calle?
Al responderle que no, Romero me informó que el Grupo de Caballería Mecanizado
general Juan Pablo Ayala, equipado con vehículos blindados a rueda Dragón, había salido
de Fuerte Tiuna dividido en dos columnas. Una al mando del mayor José Soler Zambrano
salió en dirección hacia el Círculo Militar y la otra al mando del capitán José Echeverría
Márquez se dirigió hacia el centro de la ciudad. De inmediato impartí órdenes de
contactar a las dos columnas vía radio conminándoles que se devolvieran a su cuartel. A
las 6:30 PM me dirigí a la Comandancia.
En el trayecto traté de contactar a Bastardo, pero no lo localicé. Luego llamé al Gen.
Heinz Aizpurúa, el jefe del Comando Estratégico del Ejército, la unidad de
encuadramiento del “Ayala”. Esa gran unidad de combate incluía la 3a Brigada de
Infantería comandada por Gen. José de La Cruz Pineda. Esa unidad incluía al “Ayala”,
cuyo jefe era el Tcnel. Pablo Enrique Querales Rivero.
Al responder mí llamada Heinz me indico no saber que ocurría y que tanto el
comandante del batallón Ayala como el de la ٣ª Brigada estaban de comisión fuera de
Caracas. Ambos habían sido enviados a cumplir una misión en el estado Zulia, por orden
de la Inspectoría del Ejército. Esto me pareció sospechoso y pensé que debía ser
investigado. Luego di instrucciones a Heinz que ordenara el regreso inmediato de las dos
columnas de vehículos blindados y a su retorno procediera a interrogar a los oficiales
involucrados en la Policía Militar.
A las 6:45 PM llegué a mi despacho y me enteré de que la columna que había ido al
Círculo Militar había regresado, y que la otra que había marchado al centro de la ciudad
estaba en camino. Luego traté de comunicarme sin éxito con Bastardo, por lo que asumí
el mando y puse en alerta al Ejército. Al comunicarme con las grandes unidades de
combate pude verificar que todo estaba en calma. Telefoneé al ministro Alliegro pero no
pude contactarlo y me comuniqué con el jefe de servicios del Ministerio de la Defensa
notificando que la situación estaba bajo control y que esperábamos el regreso del resto
del “Ayala” al fuerte.
Al llegar a mi despacho Heinz me informó que la unidad que había tomado posiciones
en alrededor de la Residencia Presidencial “La Viñeta” había vuelto a su cuartel. La otra
columna había ido hasta el Ministerio del Interior en la esquina de Carmelitas. Ese
movimiento indicaba que el blanco había sido el presidente encargado. Era conocido por
la prensa que Consalvi despacharía desde su oficina ministerial y utilizaría como
residencia la casa presidencial de La Viñeta. Heinz me indicó que los jefes de las
columnas manifestaron que su misión era dar protección al presidente encargado. De
inmediato me comuniqué con Consalvi, quien me dijo que se encontraba bien y que las
tropas se habían retirado al recibir mi orden. Al colgar quedé pensativo tratando de
explicarme lo ocurrido. En ese momento vino a mi mente algo que me había dicho
Santeliz en el IAEDEN:
—El golpe se daría al regreso del Presidente de un viaje al exterior.
Aunque se había anunciado que Lusinchi regresaría el viernes en la moche, tuve el
presentimiento de que podía tratarse de un error de los golpistas.
Luego de hablar con Consalvi insistí llamando a Bastardo, sin éxito. Después telefoneé
al director de la DIM y al director de Inteligencia del Ejército y los invité al interrogatorio
que se iniciaría a las ocho de la noche en el Regimiento de Policía Militar. Por fortuna,
durante esa extraña operación, no había habido bajas, ni se habían causado daños
materiales. Pasadas las ocho no me había comunicado aún con Bastardo.
Antes de asistir al interrogatorio, convoqué al oficial de inteligencia que investigaba a
los COMACATES y pedí información sobre el mayor Soler. Este oficial de blindados se
había graduado en 1974, era compañero de Arias Cárdenas y un año más antiguo que
Chávez. Según el informante, Chávez tenía tres grandes amigos en la promoción de Arias.
Todos habían servido con él en la Brigada Blindada: José Angarita (de Barinas) y su
compadre Ramón Carrizales Rengifo y José Domingo Soler Zambrano. Dada su estrecha
relación con Soler, no era descartable que Chávez tuviera alguna conexión con lo ocurrido
en el “Ayala”.
También me enteré de que la relación de Chávez con Arias era amistosa, pero no
cercana. Ambos actuaron en forma independiente hasta que en 1982 Arias aceptó unirse
a Chávez como iguales. El liderazgo de Chávez era superior porque su logia quintuplicaba
la de Arias. Cuando ocurrió la salida del “Ayala”, Arias estudiaba en Colombia y su
participación en el incidente fue descartada. En ese momento Heinz llamó para notificar
que estaba listo para el interrogatorio. De inmediato me dirigí a la Policía Militar.
Los intríngulis de la noche de los tanques
Antes de iniciar el interrogatorio hablé en privado con Heinz para intercambiar
impresiones. En ese momento me informó que el ministro de la Defensa lo había
encargado para conducir la investigación. La decisión me extrañó, porque siendo el
comandante superior de esa unidad no debía investigarse a sí mismo. Le dije que me
gustaría asistir al interrogatorio del mayor Soler y él accedió recordándome que solo él
podía hacer preguntas. Al entrar me dijo que antes de mi llegada se había presentado el
general Santeliz con intenciones de asistir al interrogatorio. Esa información me puso más
receloso.
“Rasputín” en ese momento era el director del Fondo de Pensiones de Empleados
Civiles de las FAN (FONDOEFA). Esa organización administrativa no tenía comando de
tropas y tampoco formaba parte del Ejército. Su presencia era suspicaz y no bienvenida.
Al entrar al recinto le pregunté qué hacia allí y me respondió que al visitar el Fuerte notó
un barullo y se acercó para averiguar qué pasaba. Lo llamé aparte y le di las gracias.
También le dije que su presencia no era necesaria y Santeliz se retiró molesto.
El interrogatorio de Soler
Al marcharse Santeliz, fue traído el mayor Soler y se inició el interrogatorio. Heinz tomó
la palabra leyendo una serie de preguntas que había preparado:
Heinz: —¿Por qué ordenó la salida del batallón de su cuartel esa tarde?
Soler: —Recibí una llamada del comandante del Ejército.
Heinz: —¿Quién llamó?
Soler: —El general Bastardo Velázquez.
Heinz: —¿Por qué estaba usted encargado del Batallón Ayala y no el primer
comandante, el Tcnel. Querales Rivero?
Soler: —El comandante del Batallón recibió instrucciones de la Inspectoría del Ejército
para hacer una inspección a una unidad de tanques en el Estado Zulia, junto con el
comandante de la tercera Brigada de Infantería, el general José de la Cruz Pineda.
Heinz: —¿Quién habló con usted por teléfono para darle la orden de salir a la calle?
Soler: —No hablé con nadie. Estaba en el baño cuando entró la llamada y el guardia de
comando la tomó. Al regresar me informó que habían llamado del Comando del Ejército
dándome la orden de proteger al presidente encargado Consalvi. Como no sabía dónde
estaba procedí a enviar una columna de tropas a su oficina en el Ministerio del Interior y
otra a la Residencia Presidencial de La Viñeta anexa al Círculo Militar.
Heinz: —¿Verificó usted esa orden llamando al general Bastardo antes de ordenar la
salida de su unidad?
Soler: —No pedí confirmación de la orden porque me puse nervioso. Asumí que era el
general Bastardo y procedí a cumplirla.
En ese momento del interrogatorio llamó el ministro de la Defensa ordenando que
debía presentarme al presidente encargado en La Viñeta. Hubiera preferido quedarme
oyendo a Soler pero tuve que retirarme. En el trayecto me preguntaba por qué el
comandante del Ayala estaba de comisión en el Zulia junto con su superior inmediato, el
comandante de la tercera Brigada de Infantería. Era extraño que el comandante de la
principal brigada de Caracas, y el comandante de uno de los batallones con mayor poder
de fuego en la capital, hubiesen sido enviados simultáneamente al Zulia para efectuar
una inspección por una semana cuando el Presidente estaba en el extranjero. Esa orden
solo pudo haber sido dada por Bastardo, el inspector del Ejército o Troconis, el
comandante general.
Reunión en La Viñeta
La residencia de La Viñeta es usada como alojamiento de presidentes extranjeros y
personalidades importantes invitadas por el Presidente. Al entrar, noté que allí estaba
reunido todo el Alto Mando Militar y a los comandantes de fuerzas incluyendo el general
Bastardo. Además estaban presentes el director de la DIM, el almirante Rodríguez Citraro
y algunos ministros incluyendo a Carmelo Lauría (ministro de la Secretaría). También
noté que la reunión parecía un coctel y no una emergencia, porque todos los asistentes
estaban armados con vasos de whisky. Supuse que por el nerviosismo y tensión del
momento este brindis era una forma de catarsis.
Antes de presentarme al presidente encargado, el general Alliegro me llamó y me dijo
que el Dr. Consalvi había ordenado que el interrogatorio al personal del Ayala fuera
conducido por su sobrino, el almirante Rodríguez Citraro quien era director de la DIM y el
general Heinz por el Comando Estratégico. Esa decisión implicaba que el Comando del
Ejército y su Dirección de Inteligencia (que dependía de mi) quedábamos fuera de la
investigación. Esa disposición no me sorprendió porque asumí que Bastardo y yo éramos
potencialmente sospechosos por haber estado a cargo accidentalmente del Ejército en el
momento del incidente. En esas circunstancias uno no debía auto investigarse, pero me
extrañó que Heinz que era superior en la línea de mando del “Ayala” sí lo estuviera
haciendo. Al presentarme ante el presidente encargado le di novedades poniéndolo al
tanto de la situación. Consalvi me brindó un whisky. La escena me pareció kafkiana por lo
absurda.
En la Viñeta pude hablar con Bastardo y le comenté la orden presidencial de excluirnos
de la investigación. Luego me retiré a mi casa pensativo. En ese momento, ante la
disposición de no participar en la investigación, no consideré prudente preguntarle si él
había dado la orden de enviar al comandante de la tercera Brigada y al del Batallón Ayala
a una inspección en el Zulia. Esa noche me costó trabajo quedarme dormido. En ese
incidente había algo que no me cuadraba y decidí preguntarle a Heinz al día siguiente. Él
había sido Director de Inteligencia del Ejército y había investigado a los COMACATES.
¿Qué pasó la noche de los tanques?
A la mañana siguiente, llamé a Heinz para saber cómo había terminado el
interrogatorio. Todos nos preguntábamos qué pasó en el “Ayala”. Esa pregunta todavía
no tenía respuesta y al respecto se han tejido muchas conjeturas. Al hablar con Heinz me
sorprendió al decirme:
—¿Sabías que Santeliz y Chávez estuvieron de visita ayer en el Batallón “Ayala”?
Esa noticia fue una revelación. Las unidades militares llevan un estricto control de
entradas y salidas de visitantes que se anotan con cédula de identidad y otros detalles en
libros a la entrada de las instalaciones. En el argot castrense esos libros se llaman “libros
prevención”. En el libro de prevención del Ayala aparecía que Santeliz y Chávez visitaron
el cuartel, la cual constituía un indicio claro de que algo tramaban. La visita de ambos
oficiales no fue simultánea. Chávez estuvo allí a las diez de la mañana y Santeliz al
mediodía. Los dos vinieron a visitar a Soler y se reunieron con él separadamente en
privado. Heinz, además, me dijo que durante el día se había corrido el rumor de que el
Presidente adelantaría su regreso.
Luego de oír los comentarios de Heinz le pregunté cómo había terminado el
interrogatorio de Soler. Me respondió que no había dicho nada interesante y que las
visitas de Santeliz y Chávez habían sido de carácter personal. Al final, Heinz me dijo que
en esos interrogatorios los comentarios más interesantes fueron hechos por el soldado
guardia de comando que recibió la llamada del supuesto “general Bastardo”.
Versión del guardia de comando
Según este soldado, esa tarde el mayor Soler había estado muy nervioso esperando una
llamada. Como a las 5:15 PM el mayor salió al baño y durante su ausencia sonó el
teléfono. Al atenderlo alguien identificado como el general Bastardo dijo que necesitaba
hablar con Soler. Como el mayor no estaba, el supuesto general Bastardo dejó un
mensaje extraño que el soldado no entendió bien. Al regresar Soler le notificó de la
llamada. Al preguntarle si había dejado un mensaje, el soldado respondió que si no lo
había entendido. Entonces Soler preguntó:
—¿Dijo lo siguiente?
A continuación enunció otra cosa rara. Confundido el soldado, respondió que el general
Bastardo había dicho algo parecido. En ese momento Soler salió corriendo del Comando
dando la orden de preparar el convoy para irse a la calle.
La rápida salida de ese batallón con su dotación de oficiales completa después de horas
de trabajo no tenía sentido. En circunstancias normales, al finalizar las labores de rutina
la mayoría de los oficiales se retiran a sus casas, a sus estudios universitarios o a visitar a
sus novias. Pero ese día fue diferente. La unidad completa estaba en uniforme de
campaña y lista para salir a cumplir una misión. Las tropas tenían su armamento
individual con ellos y su carga de guerra completa. Los vehículos estaban equipados y las
tropas en estado de alerta esperando órdenes. El comandante del “Ayala” había sido
enviado al Zulia. Si hubiera estado presente habría sido detenido.
Las declaraciones del guardia de comando indicaban que Soler esperaba una llamada
con instrucciones. Su actitud dejó entrever que había una clave pre arreglada para indicar
la acción a tomar. Una frase en código indicaría que se debía proceder con el plan
previsto. Otra diferente señalaría que el golpe estaba abortado. Solo faltaba saber quién
había hecho la llamada y por qué actuó aisladamente el Ayala. Ninguna otra unidad del
Ejército o del resto de las FAN lo acompañó, lo cual hacía presumir que había sido un
error con las claves.
Adicionalmente, el hecho de excluir de la investigación a la Dirección de Inteligencia del
Ejército y a la Dirección de Inteligencia Militar indicaba que alguien había convencido a
Consalvi para que tomara esa decisión. En ese momento la única persona con poder en
Venezuela capaz de darle órdenes era CAP, el candidato presidencial que lideraba las
encuestas. Poco después fueron dejados en libertad los oficiales del Batallón “Ayala” que
sacaron las tropas, quedando detenido preventivamente solo el mayor Soler.
Regresa el presidente Lusinchi
En la noche del viernes 28 de octubre de 1988 regresó al país el presidente Lusinchi con
su comitiva. El lunes 1º de noviembre tuvimos en la Comandancia del Ejército una
reunión del Alto Mando de la fuerza. Allí me enteré de que el Presidente había ordenado
que la DIM fuera excluida de la investigación del “Ayala”. Esta decisión dejaba las
averiguaciones exclusivamente en manos de Heinz. Este reportaría directamente al
ministro de la Defensa, el general Alliegro. Según se nos informó, el candidato CAP había
recomendado ese procedimiento para evitar inquietud en la colectividad porque faltaba
un mes para las elecciones presidenciales.
Heinz fue mi compañero de promoción y lo conocía como un hombre inteligente y muy
minucioso. Tenía aptitud y gusto por las labores de inteligencia, pero el Comando
Estratégico no contaba con el personal ni los medios para conducir una investigación más
allá de Fuerte Tiuna. Como ambos sospechábamos de Chávez nos convertimos en
aliados. Desde el comienzo intuimos que en esta conjura estaban involucrados los
COMACATES junto con Santeliz y Chávez. También empezamos a darnos cuenta de que la
conspiración probablemente se había extendido a buena parte del Ejército. Sobre lo
ocurrido la noche de los tanques aún había muchas incógnitas: ¿Qué fueron a hacer
Santeliz y Chávez en el Ayala ese día? ¿Por qué “Rasputín” se presentó al interrogatorio
en la Policía Militar? ¿Quién envió a los comandantes de la tercera Brigada y del Batallón
Ayala fuera de Caracas? ¿Quién convenció a Carlos Andrés Pérez de que era necesario
paralizar la investigación sobre lo ocurrido la noche de los tanques?
La mano de Fidel
Mis pesquisas indicaban que la posibilidad de que los COMACATES estuvieran
involucrados en el caso del “Ayala” era alta. Esa idea no era muy popular entonces. Se
notaba que algunos líderes políticos y jefes militares trataban de minimizar la existencia
de una conspiración. Años después, luego de pasar a retiro, hablé con el Dr. Consalvi. Él
me reveló que CAP el candidato presidencial de AD, lo había llamado la noche de los
tanques y le había recomendado quitarle importancia al caso para no crear zozobra antes
de las elecciones. También me dijo que había pasado el mensaje a Lusinchi y que este
había aceptado la recomendación.
Hace algunos años entrevisté al presidente Lusinchi en Miami. Estaba bastante
quebrantado de salud y la reunión fue breve. Al preguntarle sobre el caso del “Ayala me
dijo que él no había creído en la versión que le dieron y la consideraba un “cuento chino”.
En esa reunión me confirmó que CAP recomendó cancelar la investigación y no abrir una
averiguación sumarial para evitar rumores de golpe. Antes de despedirme manifestó que
siendo Presidente nadie le hizo señalamientos contra Chávez, a pesar de que el último
año de su mandato este oficial trabajaba en SECONASEDE, en una oficina dentro del
Palacio de Miraflores.
CAP tenía buen olfato político, pero no era un experto en inteligencia militar. No
sabemos si su decisión fue a “motu proprio” o alguien lo asesoró. En esa época los
militares de mayor confianza eran el general de División Ochoa Antich, a quien conocía
desde niño y el coronel Herminio Fuenmayor, quien era un militar del entorno íntimo de
su amante Cecilia Matos. Ninguno de estos oficiales era próximo al dictador cubano. Sin
embargo, algunos de los asesores civiles influyentes en su entorno sí tenían contactos
cercanos con Fidel Castro. Uno de ellos era Jesús Carmona, el gran amigo de Chávez.
En esa época, además de la logia de Chávez en el Ejército que era la más grande,
operaban otros grupos de conspiradores en las Fuerzas Armadas. En la Marina de Guerra
y en la Aviación estaban los grupos dirigidos por el contralmirante Hernán Gruber
Odremán y el coronel Francisco Visconti Osorio, respectivamente. Este último había
reemplazado al teniente Izarra y al general Miguel Ángel González (“El Micky”) cuando
ellos pasaron a retiro en la Fuerza Aérea. En esa logia de pilotos estaba el mayor Luis
Reyes Reyes, el mismo que había atendido en Barinas, junto con Chávez la escuela de
cuadros dirigida por Esteban Ruiz Guevara. A diferencia de Chávez, Reyes fue un
conspirador mediocre.
En esa época además de la logia de Chávez, había dos grupos de derecha. Uno era el el
“combo” del Gen. Moros Ghersi, cuyos miembros eran seguidores de Caldera. Este grupo
no era una logia de conspiradores sino una organización creada por Caldera para tener
acceso a información militar. La otra corriente controlada por el general Santiago Ramírez
si era una logia golpista de derecha centrada en la Brigada Blindada. Gracias a Santeliz,
Chávez había tendido puentes con ambos grupos y los había convencido de que estaba
con ellos. Estos dos grupos estaban preocupados por el probable triunfo de CAP, quien
lideraba las encuestas a fines de 1998.
Para Caldera, el triunfo de CAP pondría en peligro sus posibilidades de ser reelecto dada
su edad. Para Santiago ese triunfo era una grave amenaza. Él conocía la estrecha
relación que CAP tenía con Ochoa Antich y lo que esto significaba para sus aspiraciones.
Estaba seguro de que iba a ascender a general de división en julio de 1988, pero eso no
bastaba. Estaba convencido de que para desarrollar sus planes debía ser promovido por
delante de Ochoa Antich y nombrado comandante de la primera División de Infantería en
el Zulia. Si esas dos condiciones no ocurrían simultáneamente él sería dejado de lado por
CAP a favor de Ochoa Antich.
La masacre del Caño las Coloradas
La presencia de guerrilleros en la frontera hizo que Lusinchi creara a fines de 1987 el
Comando Específico “general en jefe José Antonio Páez” (CEJAP). Este organismo era un
comando operativo facultado para planificar y ejecutar acciones militares bajo el mando
directo del Presidente. La creación del CEJAP estableció un estado de emergencia en la
región fronteriza del estado Apure.
El sábado 29 de octubre, tres días después de la “noche de los tanques”, e
inmediatamente después del regreso de Lusinchi, ocurrió un terrible incidente cerca de la
frontera con Colombia. Una patrulla del CEJAP emboscó a un grupo de pescadores en el
Caño Las Coloradas del Río Arauca en las cercanías del caserío El Amparo. En el lugar de
la emboscada quedaron catorce civiles muertos. Los militares presentaron los cadáveres
ante los medios de comunicación como guerrilleros de un grupo colombiano que
pretendía sabotear un oleoducto petrolero en las cercanías. Ese caso se convirtió en un
escándalo nacional e internacional en materia de violación de los Derechos Humanos. Ese
día el presidente Lusinchi se encontró con dos papas calientes en sus manos: la masacre
del Amparo y la intrigante salida del Batallón Ayala.
El incidente de “Las Coloradas” hizo pasar a un segundo plano el caso del “Ayala. Ante
la situación Lusinchi dio órdenes para que la DIM se retirara de la investigación del
“Ayala” y se concentrara en la “Masacre del Caño de las Coloradas”. La salida de la DIM
de la investigación del Ayala dejo la averiguación en manos de Heinz. Este general no
tenía medios para hacerla.
La primera orden de Lusinchi fue apartar de la investigación los órganos de inteligencia
naturales que incluían la DISIP, la DIM y la Dirección de Inteligencia del Ejército. Esos
tres organismos tenían los recursos para hacer las pesquisas adecuadamente. Heinz fue
comisionado para hacer la investigación siendo el comandante de la División que
encuadraba al Ayala. Este hecho lo ha debido descalificar porque no debía investigarse a
sí mismo. Tres días después vino otra extraña orden presidencial terminando
súbitamente con la investigación sobre el caso del “Ayala”. Al final no hubo explicación
oficial de lo sucedido. Una versión edulcorada fue puesta a circular por el Gobierno
indicando que el incidente había sido un error involuntario. La explicación políticamente
correcta fue que todo se debió a una confusión del mayor Soler, quien actuó
ingenuamente cumpliendo una orden sin verificar su fuente.
Poco después Soler fue dejado en libertad con la condición de que pidiera la baja del
Ejército. Se comentó extraoficialmente que el procurador general había recomendado esa
acción ya que el mayor Soler no podía seguir detenido. De hacerlo sería una violación de
las normativas de protección de los Derechos Humanos. Al incorporarse a la vida civil su
caso fue archivado. Para calmar las aguas Lusinchi ordenó cerrar el caso. Esa decisión no
resolvió el problema. Solo sirvió para correr la arruga dejando el golpe vivo. Luego de
que Chávez asumió la presidencia de la República en 1999, Soler se convirtió en un
importante contratista de PDVSA. En esa actividad se hizo multimillonario. Fue su premio
por el esfuerzo fallido la noche de los tanques.
Conclusión sobre “La noche de los tanques”
En 1988 Chávez pensó utilizar el mismo plan diseñado por Santeliz para el golpe
abortado en 1982. Ese plan contemplaba ejecutar una asonada cívico-militar
aprovechando un viaje del Presidente al exterior. El mandatario sería capturado por la
Infantería de Marina al llegar al Aeropuerto Internacional de Maiquetía, mientras
unidades militares capturaban el Palacio de Miraflores y otros sitios neurálgicos del país.
Con la situación controlada se instalaría un nuevo Gobierno en Miraflores. Al efecto se
designaría una Junta de Gobierno cívico-militar.
Como CAP tenía previsto regresar el 28 de octubre, los conspiradores decidieron
acuartelarse y ponerse en alerta tres días antes. En ese momento se entregó claves para
abortar o ejecutar el plan. El miércoles 26 en la tarde Chávez se comunicó con el CA
Gruber quien era el Comandante de la Infantería de Marina para coordinar detalles
finales. En ese momento Gruber le dijo que participaría solo si era nombrado el jefe de la
sublevación. Sorprendido Chávez decidió abortar el golpe. De inmediato alertó a su logia
sobre el cambio. La llamada al “Ayala” fue hecha con ese fin, pero Soler se equivocó y
asumió que era la orden para proceder a su ejecución.
Días más tarde Lusinchi dio por terminada la investigación por recomendación de CAP
para evitar zozobra antes de las elecciones. De no haberse suspendido la averiguación es
posible que Chávez y Santeliz hubieran sido detenidos.
CAPÍTULO 18
El “Caracazo”
CAP, presidente por segunda vez
El 4 de diciembre de 1988, dos meses después de “La noche de los tanques” se realizaron
elecciones presidenciales y fue electo por segunda vez Carlos Andrés Pérez. En esas
elecciones Rafael Caldera fue rechazado por COPEI en las primarias. Su partido escogió a
Eduardo Fernández como candidato. A partir de ese momento Caldera empezó a buscar
vías tortuosas para llegar al poder nuevamente. En ese momento se le acercaron los
hermanos Parsifal y Vinicio De Sola.
Para esa época Vinicio ya había establecido contacto con Chávez a quien consideraba
un nuevo Pérez Jiménez. En esos contactos convenció a Chávez de la conveniencia de
escoger a Caldera como Presidente de una futura Junta de Gobierno. El expresidente
tenía una edad avanzada, era prestigioso y se había separado de su partido. Dada su
edad, sería un presidente de transición ideal para Chávez. A Maisanta le atrajo la idea y
le confesó ser ahijado de Caldera, pero manifestó no haber tenido s contacto con él.
En enero de 1989 Vinicio invitó a Caldera a cenar en su casa y le hizo ver que había una
conspiración militar en marcha. Le dijo que el líder del complot era uno de sus
innumerables ahijados y le insinuó que al triunfar el golpe él podía encabezar la Junta de
Gobierno. El viejo político dijo que lo pensaría. A través de su yerno, el coronel Rubén
Matías Rojas Pérez, sabía que los cuarteles estaban revueltos. Ante su vacilación Vinicio
se ofreció como intermediario con Chávez y Caldera aceptó. Años más tarde, Chávez
(luego de llegar a la presidencia) declaró a los medios que Caldera sabía con antelación
acerca del golpe que el tramaba.
Luego de su triunfo electoral, CAP decidió invitar a Fidel y a otros líderes internacionales
de diferentes tendencias para demostrar su amplitud y atractivo político. Se imaginaba
que Castro ya era inofensivo, porque estaba debilitado por el declive del poderío
soviético. Para CAP la presencia de Fidel era una oportunidad para demostrar que ahora
era el quien estaba al timón en la región y no el caudillo caribeño. CAP estaba al
corriente de los problemas con el precio del petróleo, pero estaba seguro de que
tomando medidas neoliberales sería capaz de hacer crecer de nuevo la economía y volver
a la bonanza de su primer Gobierno. Se imaginaba que tendría a un Fidel domesticado en
Caracas y podría mostrar al mundo que el futuro estaba en el nuevo orden económico
internacional que promovía. En ese momento cometió un grave error de cálculo
desconociendo los planes agresivos de Fidel.
El viaje de Fidel a Caracas en 1989
Al ser electo, CAP le pidió a Lusinchi que nombrara a Herminio Fuenmayor como jefe de
la Secretaría del Ministerio de la Defensa. De esa manera él controlaría a Ítalo del Valle
Alliegro hasta su retiro en julio de 1989. CAP recelaba de él porque había oído rumores
que ese general estaba conspirando. Cuando Fidel aceptó la invitación a su coronación,
Herminio pidió a CAP ser el jefe de la Casa Militar del dictador. Fuenmayor no era
comunista, pero al igual que CAP era un admirador de Fidel.
Como Fidel tenía planes secretos, mantuvo a raya a Fuenmayor. Al efecto solicitó a CAP
que su seguridad personal fuera resguardada por personal de confianza traído de Cuba.
Además pidió que el chequeo aduanal de su comitiva fuese controlado por Orlando
García, el pistolero que había sido su espaldero en la Universidad y que sembró como
guarda espaldas de CAP en La Habana en 1951. Desde entonces, Orlando García se
convirtió en la sombra de CAP y durante su primer Gobierno fue su jefe de seguridad.
García al mismo tiempo fungía como informante de Fidel. Fue así como CAP
ingenuamente accedió al pedido de Fidel de que su comitiva fuese chequeada en la
aduana por Orlando García.
A su llegada a Maiquetía la noche del 4 de febrero de 1989, la atención de los medios
de comunicación y de los organismos de seguridad del Estado venezolano se volcó sobre
Fidel. Mientras esto ocurría, tras bastidores se llevaba a cabo una audaz operación
secreta de infiltración. Dentro de la comitiva del líder cubano, además de su guardia
personal, venía un grupo de francotiradores que ingresaron con su armamento en
Venezuela.
Esta operación se hizo sin que los organismos de seguridad del Estado venezolano
vigilaran la entrada de los cubanos gracias a las instrucciones impartidas por Orlando
García. Entre los escoltas de Fidel que ingresaron al país esa noche entró camuflado
como cubano, sin identificarse, Nicolás Maduro, el joven solicitado por el secuestro de
William Niehaus desde 1979. Ese incidente ya se había olvidado y este individuo regresó
secretamente sin despertar sospechas. Maduro había pasado un largo proceso de
formación en Cuba bajo la protección de Pedro Miret, el poderoso comandante cubano y
hombre muy cercano a Fidel. Fue así como Maduro regresó a Venezuela con la misión de
acercarse a Chávez actuando como topo del G2.
La “coronación” de CAP
El 5 de febrero de 1989 se efectuó la transmisión de mando de Lusinchi a Pérez con una
fastuosa ceremonia sin precedentes en una democracia. Por su boato, este hecho se hizo
conocido como la “Coronación” de CAP. La lujosa ceremonia fue planeada para
impresionar a los veinte presidentes asistentes, entre ellos destacaban Dan Quayle (el
vicepresidente norteamericano), Felipe González (de España), Alan García (del Perú),
Virgilio Barco (de Colombia), Fidel Castro (de Cuba), Oscar Arias (el premio Nobel de
Costa Rica) y Daniel Ortega (de Nicaragua).
La estrella del grupo fue Fidel, quien se robó el show pavoneándose como el triunfador
en Angola. Según él la batalla de Cuito Cuanavale contra Suráfrica y la guerrilla de
Savimbi fue obra suya y no del general Arnaldo Ochoa. En ese momento nadie podía
imaginar que Castro lo fusilaría meses más tarde.
En Caracas, Fidel no parecía estar preocupado por la amenaza del desplome económico
de la URSS. Más bien parecía una estrella de rock asediado por sus fans. Expresaba gran
confianza en sí mismo, pero internamente estaba presionado por la “perestroika” que
amenazaba la existencia del régimen comunista cubano. Los problemas económicos
soviéticos hicieron urgente controlar a Venezuela para disfrutar de su ingreso petrolero.
Esta vez, a diferencia de 1959, Fidel tenía una carta en la manga. En caso de no obtener
ayuda de CAP, la logia de Chávez era su arma y para activarla había traído con su
comitiva un detonador secreto.
Por su parte, CAP había diseñado su “coronación” faraónica como una vitrina para la
“perestroika” latinoamericana que tenía en mente. CAP trató de presentarse ante el
mundo como el futuro “pacificador” de Hispanoamérica. Fidel le robó el show con sus
alusiones bolivarianas de la unión latinoamericana y un llamado a la lucha contra el
imperialismo yanqui. En esa competencia de egos salió fácilmente triunfador Fidel. Pese a
los esfuerzos de CAP, Fidel con más carisma y magnetismo fue la vedette del cortejo.
La toma del hotel Eurobuilding
Luego de pasar la aduana del aeropuerto de Maiquetía sin ser chequeados, los cubanos y
su material salieron hacia Caracas en un convoy de autobuses y camiones en dirección al
hotel Eurobuilding. Este hotel estaba vacío, porque su construcción no había concluido. El
Eurobuilding inconcluso fue entregado tres días antes de la llegada de Fidel a funcionarios
del G2 cubano que pagaron su alquiler por adelantado e hicieron exigencias extrañas.
Requirieron doscientas habitaciones y pidieron que fuera para su uso exclusivo durante
tres días. Al efecto se prohibió la entrada de personal venezolano. Las labores de
vigilancia, limpieza e incluso la comida para la delegación estuvieron a cargo de los
cubanos.
Pese a las medidas de seguridad, fue necesario llamar a personal técnico venezolano
para que manejara los equipos del edificio aun sin estrenar. El ingeniero jefe de la
construcción, al ser convocado, pudo ver el arsenal almacenado en el salón de fiestas del
hotel. Terminada la “coronación”, parte del contingente cubano salió del país, pero un
grupo de francotiradores se quedó en Caracas con sus armas. Fuentes de inteligencia
informaron desde Maiquetía que habían salido menos cubanos que los que habían
ingresado.
Nada quedó registrado sobre esa misteriosa visita. Las armas habían desaparecido y
estaban ocultas a buen recaudo en algún lugar en Caracas. Los francotiradores que se
quedaron estaban divididos en pequeñas unidades formando escuadras de cinco
hombres. Antes del regreso de Fidel, estos individuos se dispersaron en casas particulares
de Caracas haciéndose invisibles a los órganos de seguridad. Con las armas sobrantes se
dotaron a miembros de colectivos radicales y exguerrilleros. Estos grupos formaban
fuerzas de choque subversivas que esperaban órdenes para salir a la calle a hacer la
revolución. Ahora solo quedaba esperar por la chispa que encendería la sabana. Cuando
esto ocurriera sería el detonador que activaría la logia de Chávez para apoderarse de los
centros neurálgicos de poder. Se trataba de un plan de acción cívico-militar que sería
activado por la esperada explosión social.
Los amigos de Fidel
Antes de asumir su segundo mandato, CAP —a sabiendas que la economía sería el talón
de Aquiles de su Gobierno— reclutó a jóvenes tecnócratas para su gabinete. Como
ninguno de ellos era izquierdista, para balancearlos reclutó a un grupo de izquierdistas
admiradores de Fidel. Para coordinar a este grupo dispar nombró como ministro de la
Secretaría a Jesús Carmona, hermano menor de su gran amiga Isabel Carmona, la
heroína de AD. Carmona se había iniciado en la política en 1959 siendo un izquierdista
radical miembro del partido marxista leninista MIR y presidente de la Federación de
Centros Universitarios (FCU) de la UCV. Él conocía a Fidel desde que estuvo en México en
1954 viviendo con su hermana Olga (conocida como la poetisa Lucila Velázquez). En esa
época el “affaire” de Olga con Fidel estrechó la relación.
Al regresar a Cuba, Fidel estableció una buena relación con él y lo invitó a Cuba para
entrenarse como guerrillero. Después de pacificarse, Carmona siguió en contacto con el
dictador. Se dedicó al derecho y compró una hacienda en Elorza. Con el tiempo, gracias a
su hermana y a su amistad con CAP, se convirtió en un importante jefe en AD. En 1985
en Elorza conoció a Chávez cuando este fue comandante del Escamoto Farfán.
Reunión con Alí Rodríguez
Durante su visita en Venezuela, Fidel verificó informes de inteligencia que había recibido
del G2. En ellos se hablaba de que el potencial de un estallido social en Venezuela era
muy alto debido a la estrechez económica y porque el presidente saliente Lusinchi había
agotado las reservas financieras del país. Esto dejaba a CAP atado de manos para
manejar la economía. Para chequear estos informes, Fidel se reunió secretamente en
Caracas con algunos seguidores venezolanos. Todos coincidieron en que era inevitable y
que solo era cuestión de tiempo.
Pese a las malas noticias sobre la economía venezolana, Fidel siguió adelante con su
plan para convencer a CAP de trabajar juntos en un proyecto destinado a integrar
Hispanoamérica. CAP había hablado en su primer Gobierno de un “Nuevo Orden
Económico Internacional” y Fidel pensó que esa idea era un punto de partida para
proponerle una asociación secreta. Al efecto, en una reunión privada le pidió apoyo para
convertirse en su mecenas reemplazando la URSS. CAP adujo que la economía de
Venezuela no estaba en condiciones de brindar una ayuda de esa magnitud y le
recomendó cambiar el rumbo del modelo socialista cubano hacia una economía de
mercado y hacer elecciones libres. Esa respuesta fue una declaración de guerra.
Antes de regresar a La Habana, Fidel se reunió con Alí Rodríguez. “Fausto” le informó
que los preparativos para el golpe de Estado estaban adelantados, pero que había que
esperar a fines de 1990 hasta que un número mínimo de cargos de segundos
comandantes de batallón estuvieran en manos de la logia. Alí también le dijo que los
grupos subversivos civiles que controlaban participarían en el esperado estallido social.
Luego de oír estos reportes Fidel estaba molesto. Él estaba a punto de perder el subsidio
soviético y necesitaba hacer algo en Venezuela de inmediato. Entretanto el ingenuo CAP
arrobado por Fidel, ordenó cambiar la política de la Cancillería venezolana hacia Cuba sin
tener idea del contrabando que Fidel había introducido en el país y menos de sus aviesas
intenciones.
El barril de pólvora
CAP tenía la seguridad de que podría superar las dificultades económicas gracias a las
medidas económicas neoliberales que pondría en práctica. En materia militar existían
rumores que había que acallar de inmediato. Jesús Carmona lo convenció que lo del
Batallón “Ayala” fue un estúpido error del mayor Soler y que los que hablaban de
conspiraciones estaban equivocados. CAP aceptó que su tarea era generar confianza y
dar la sensación de que todo estaba bajo control. Para comenzar anunció que no haría
cambios en el Alto Mando Militar al asumir el poder. Así el ministro de la Defensa Alliegro,
los comandantes de Fuerza y el director de Inteligencia Militar fueron ratificados en sus
cargos hasta julio de 1989.
Desde antes de la “coronación”, el alto potencial de un estallido social en Venezuela a
causa de la crisis económica era conocido. Los estados mayores de las FAN lo habían
analizado y lo venían alertando. El pueblo se había empobrecido por la caída del petróleo
de $40 en 1979 a $17 por barril en apenas una década. En las primeras semanas del
segundo mandato de CAP, los servicios de inteligencia militar registraron un ambiente pre
revolucionario en las calles.
No era un secreto que un detonador impredecible podría originar un estallido social. En
las Fuerzas Armadas varios análisis de inteligencia alertaban sobre esa posibilidad.
Lusinchi estaba al tanto y capeó el temporal gastando todas las reservas de divisas del
país para poder terminar su mandato. Según sus propias palabras, al entregar el poder
“La botija estaba vacía”. La baja del crudo, la ineficiencia y la corrupción minaron
profundamente al sistema de partidos en Venezuela. El presidente Pérez sabía de la
gravedad de la situación, pero sus asesores le habían convencido de que con algunas
medidas económicas de shock podría ganar tiempo mientras el mercado petrolero
cambiaba de rumbo. La apuesta de Fidel era a la inversa. El G2 cubano le había hecho
ver al dictador que la situación en Venezuela era grave y que había que aprovecharla.
De la economía controlada a la de mercado
En la primera reunión de su gabinete, Pérez dio la orden a los ministros de economía de
poner en práctica el proyecto neoliberal. Las presiones del FMI y la crisis de la deuda
estaban en el horizonte y había que dar un golpe de timón. Entretanto los ministros
políticos, muchos de ellos izquierdistas radicales, no estaban de acuerdo con las medidas
de austeridad planeadas.
Los nuevos ministros tecnócratas eran discípulos de la Escuela de Chicago y
antikeynesianos. El modelo de sustitución de importaciones quedó convertido en
chatarra. A todas estas, el grueso de la población esperaba una repetición de la
Venezuela Saudita pero pronto se dieron cuenta de que la “Gran Venezuela” no se
repetiría. CAP no tenía dinero para seguir siendo populista en 1989 y tenía que hacer un
ajuste estructural de la economía. Los ministros izquierdistas estaban en contra del viraje
y trataban de sabotearlo.
Una de las medidas más sensitivas fue el aumento del precio de la gasolina,
considerado un tabú en Venezuela, donde todo puede subir menos el precio del
combustible. Adicionalmente el plan contemplaba afectar algunas vacas sagradas como
la liberación de los tipos de cambio, la disminución de las industrias protegidas, la
desregulación de los precios y la disminución de los subsidios. Tales acciones eran una
herejía en un país petrolero gobernado por populistas.
Tal vez esas decisiones eran necesarias, pero debían aplicarse paulatinamente y ser
explicadas a la ciudadanía. Esto no se hizo porque no había tiempo y la economía podía
colapsar. Los ministros neoliberales convencieron a CAP de emplear lo que los
economistas llaman “tratamiento de choque”. Ese es el paquete promovido por los
“Chicago boys”. El objetivo era pasar rápidamente de una economía controlada por el
Estado a una de mercado. Esta solución obvió los aspectos políticos y las resistencias de
los ministros izquierdistas.
CAP hizo una alocución al país el 17 de febrero de 1989 anunciando un plan de
austeridad impuesto el FMI como condición para obtener un préstamo de $4,500
millones. A partir de ese momento el plan empezó a llamarse despectivamente “el
paquetazo”. Entre las principales medidas de austeridad estaba un aumento del 100% de
la gasolina y 30% al transporte urbano. Al terminar de hablar el mandatario, ya se sentía
una desaprobación generalizada.
El plan de Fidel
Cuando Fidel entró en el juego golpista propuso cambiar el plan original de alzamiento
militar tradicional a una revuelta popular al estilo del Bogotazo en 1948. El plan de Castro
fue formulado por Manuel Piñeiro, el jefe del Departamento de Las Américas y por ello
fue conocido como “Plan Barbarroja. En este plan Douglas Bravo sería ignorado y el
detonador sería una explosión social que ellos generarían en Caracas. En esa revuelta los
grupos subversivos sacarían a la calle a la gente pobre a saquear y los francotiradores de
Fidel enfrentarían a las fuerzas policiales enviados a controlarla. Cuando las fuerzas
militares salieran a enfrentar a las turbas empleando el Plan Ávila, la logia de Chávez
tomaría el control de las unidades del Ejército y marcharía sobre el palacio de Miraflores
en una versión moderna de la Toma de la Bastilla.
Cuando Chávez supo de ese proyecto no estuvo de acuerdo y se lo hizo ver a “Harold”.
La participación de civiles no le agradaba porque que se perdería la unidad del comando
y sería muy difícil de controlar. El echar a un lado abruptamente a Douglas tampoco le
gustaba. Por muchos años creyó que la jefatura del movimiento la tenía Douglas Bravo,
pero ahora Alí Rodríguez indicaba que Fidel tomaría el control. Los ajustes de última hora
lo hacían sentir engañado porque además no le pedían opinión. Esta actitud autoritaria
de Castro le molestó porque pensaba que por tener la responsabilidad principal en la
operación, debía ser consultado. La presencia de francotiradores cubanos sobre los cuales
no tendría control le incomodaba. Finalmente de activarse el Plan Ávila en ese momento
no estaba en capacidad de cumplir con su nuevo rol porque no tenía suficientes mayores
de su logia en posiciones de comando en los batallones. En síntesis no estaba de acuerdo
con la idea de Fidel porque no era viable y era necesario esperar y cambiar el plan. Lo
que no sabían ni Fidel, ni Chávez es que la explosión social los tomaría por sorpresa.
La explosión social ocurre
El lunes 17 de febrero de 1989 al producirse el aumento de los precios del transporte en
la ciudad de Guarenas (cercana a Caracas) saltó la chispa que originó la violencia.
Rápidamente un tsunami de descontento popular hizo bajar de los cerros de Caracas a
buena parte de su población para saquear los comercios. La explosión social sorprendió al
gobierno de CAP, a los militares, las fuerzas del orden público y a los comunistas que la
habían estado empollando. Alí Rodríguez fue sorprendido por la velocidad de los
acontecimientos y se molestó cuando Chávez le informó que sus seguidores en el Ejército
no estaban listos para ejecutar el plan. Pese a estos inconvenientes, se dio la orden a los
francotiradores de recoger sus armas y ocupar sus posiciones de combate
preestablecidas. Una vez instalados en las azoteas de algunos edificios en puntos críticos
de Caracas dispararon a mansalva contra los policías y guardias nacionales que salieron
inicialmente a reprimir los disturbios.
Pronto la policía y la Guardia Nacional pidieron refuerzos para enfrentar a los
francotiradores y a la marea de saqueadores que bajaba de los cerros. Esto requería la
puesta en práctica del Plan Ávila, que fue diseñado para enfrentar situaciones de orden
público que desbordaran a la Policía y Guardia Nacional. Pero lo ocurrido en Caracas por
su enorme magnitud y la participación de los francotiradores de Fidel fue algo
impredecible. Lo ocurrido no fueron disturbios sino el equivalente venezolano de combate
en localidades. Las fuerzas de orden público fueron incapaces de enfrentar esta situación
y los militares fueron llamados a intervenir. En ese momento se asignó la responsabilidad
al Comando Estratégico del Ejército bajo el mando del Gen. Heinz. Sobre él en la línea de
mando estaba el ministro de la Defensa, el general Alliegro y por encima de todos CAP. El
28 de febrero el Presidente ante la magnitud de la conflagración fue obligado a
suspender las garantías ciudadanas y establecer la ley marcial y el toque de queda.
El Ejército sale a las calles
Cuando el frenesí de la violencia social estalló yo era el jefe del Estado Mayor del Ejército
y tercero en la línea de mando de esa organización castrense. Ese es un cargo de
planificación y control sin comando de tropas. En el Comando del Ejército teníamos
información de lo que pasaba en la calle, pero esperábamos órdenes del Presidente.
Después de interminables horas de vacilaciones, CAP ordenó la salida de las tropas del
Ejército a la calle para restaurar el orden. También decidió que el comando de la
operación en Caracas estuviera a cargo del general Heinz, quien era el jefe del Comando
Estratégico, la División acantonada en Caracas. Heinz reportaba directamente al ministro
de la Defensa Del Valle Alliegro. Esa disposición presidencial dejó al Ejército al margen
de la línea de mando como estaba previsto doctrinariamente. En ese momento el Ejército
quedó como una organización administrativa prestando apoyo logístico a las operaciones.
Cuando se dio la orden de enviar tropas a la calle no se conocía la magnitud de la
explosión social, ni la existencia de francotiradores cubanos, ni de colectivos civiles
armados con armas de guerra. Los jefes militares creyeron tener al frente un problema
de orden público convencional fácil de dominar. Fidel les tenía una sorpresa. Cuando las
tropas salieron de Fuerte Tiuna recibieron fuego graneado de francotiradores, desde
edificios elevados en el Barrio El Valle contra Fuerte Tiuna. A los pocos minutos teníamos
muchas bajas.
Chávez y el Caracazo
El 27 de febrero de 1992 el mayor Chávez trabajaba en el Palacio de Miraflores y su
oficina era cercana a la del Presidente. Maisanta había llegado al palacio en agosto de
1988 como ayudante del Gen. Rodríguez Ochoa, el director de la Secretaría de Seguridad
y Defensa (SECONASEDE). Ese año fue enviado a un curso de Asuntos Civiles
Internacionales celebrado en Guatemala. Al regresar, luego del triunfo de CAP, no se
imaginaba que el estallido fuese a ocurrir tan temprano. Los planes subversivos preveían
un estallido social en la segunda mitad de 1990.
Chávez fue sorprendido al iniciarse los disturbios del “Caracazo”. Al darse cuenta de lo
que estaba ocurriendo y de la magnitud del movimiento trató de comunicarse con
algunos miembros de su logia y se dio cuenta que poco podía hacer. De todas maneras
decidió ir al lugar seleccionado como puesto de comando cuando ocurriera la esperada
explosión social. Antes de salir se presentó al Gen. Rodriguez y le dijo que tenía síntomas
de lechina pidiendo permiso para ir a su casa. A la salida de Miraflores se encontró con
Beatrice Rangel, quien era la viceministra de la Secretaría de la Presidencia. Al verlo, ella
le preguntó qué pasaba. Chávez le aconsejó que no saliera del Palacio porque corría
peligro ante la presencia de francotiradores y luego se marchó.
Años más tarde su amante comunista Herma Marksman relató que durante el
“Caracazo” estuvo acuartelada con Chávez y varios operadores de comunicaciones en un
pent house de las Torres de Parque Central, desde donde se dominaba buena parte de
Caracas incluyendo Miraflores. Allí estuvo varios días tratando de controlar sin éxito la
barahúnda que pasaba a través de su red de teléfonos y radios. Ante el alud de violencia
que se desató, Chávez no pudo activar su plan. Lo intempestivo del Caracazo y su
magnitud hizo imposible que el plan de Fidel se realizase.
Por su parte, las tropas regulares en las calles tuvieron que actuar en defensa propia
luchando por sus vidas y no estaban en condiciones de cumplir instrucciones de Chávez.
En los enfrentamientos, el mayor Felipe Antonio Acosta Carlés quien era uno de los
líderes de la logia golpista fue asesinado por francotiradores. El fallecido quien era uno de
tres hermanos militares miembros de la logia se había ofrecido como voluntario para la
operación donde encontró la muerte. El “Plan Barbarroja” fue un fracaso y Chávez le hizo
saber a Harold que en el futuro habría que utilizar el plan que él tenía elaborado.
La situación es controlada
La delicada situación hizo necesario el empleo masivo de las FAN. Soldados del Ejército
no entrenados para operaciones de combate en localidades fueron enviados a patrullar y
enfrentar francotiradores. En esa operación las tropas actuaron en defensa propia como
soldados en combate. En el intercambio de fuego algunos comandantes de unidades
perdieron el control y la disciplina de fuego sufrió. Algunos reclutas novatos al verse
atacados dispararon sin orden. Como resultado se produjeron no solo bajas entre los
combatientes sino también muchas víctimas civiles inocentes. El número oscila, según
quien los cuente, entre doscientos cincuenta y tres mil muertos. Al final del día el Ejército
contabilizó oficialmente doscientos setenta y seis fallecidos. La paz ciudadana fue
restablecida a un costo muy elevado. Una de las víctimas fue el cacareado carisma de
CAP que se hizo añicos tres semanas después de su coronación.
Luego de varios días de limpieza de los nidos de francotiradores, las tropas leales
impusieron el orden. La revolución se quebró y Chávez reapareció en Miraflores sin
despertar sospechas. En medio del caos, Douglas Bravo no se dio cuenta de que lo
habían puesto a un lado. La nueva situación obligaba a utilizar un plan distinto para el
futuro intento de golpe.
La izquierda acusaba al presidente Pérez, al ministro Alliegro y al general Heinz de la
masacre provocada por los francotiradores. La rapidez con que ocurrieron los hechos
sorprendió a los conspiradores antes de estar listos. Aunque los francotiradores causaron
serios daños y los comunistas lanzaron a sus bandas armadas a la calle para saquear
como estaba previsto, la logia de Chávez no pudo actuar. Los militares leales
comandados por Heinz controlaron la situación a un alto costo. Los planes de Castro
fallaron, pero la proyectada sublevación militar siguió con vida. La próxima vez Chávez
haría las cosas a su manera.
Luego del fracaso del plan “Barbarroja”, el interés de Fidel se centró en el inminente
colapso soviético y en eliminar la amenaza del general Arnaldo Ochoa, en héroe de Cuito
Cuanavale. Mientras Venezuela se recuperaba del impacto del “Caracazo”, Nicolás
Maduro fue infiltrado en el Metro con la misión de organizar y controlar el sindicato de
esa empresa. Ese medio de transporte masivo estaba en los planes de atentados
terroristas para apoyar un golpe de Estado.
Entretanto la actividad dentro de las Fuerzas Armadas fue tomando su ritmo normal. Se
acercaba la época de los ascensos y retiros en las FAN. En junio de 1989 llegó a su clímax
la intriga entre los generales que aspiraban a ocupar los cargos más importantes en la
institución armada
Capítulo 19
Chávez y su logia son detenidos
Lula aparece en el radar
En marzo de 1989, Fidel, preocupado por los avances de la Perestroika, invitó a Lula a
una reunión en La Habana. Castro intuía que estaba próximo el colapso de la URSS y
tenía un plan ante esa eventualidad. Fidel le hizo ver a Lula que ambos controlaban la
izquierda en sus áreas de influencia y debían aliarse para controlar América Latina. Entre
ambos podían construir un movimiento poderoso capaz de llenar el vacío que dejaban los
soviéticos.
El cubano temía que Lula le arrebatara el liderazgo de la revolución en Hispanoamérica.
Dado el peso de Brasil, el pasaría a ser el segundo violín de la orquesta revolucionaria.
Para Fidel, con su enorme ego el acuerdo con Lula solo era aceptable si mantenía el
dominio sobre la izquierda hispanoparlante y podía seguir desarrollando su proyecto de la
“Patria Grande”. Por ello Fidel prometió aliarse si se respetaba su área de influencia y se
le permitía ejecutar un plan que tenía listo en Venezuela para ese año. De esa manera
serían dos socios iguales. En esa reunión no hubo acuerdo y quedaron a reunirse más
adelante.
Ronald Reagan ante la Puerta de Brandenburgo
En junio de 1989 se realizó la 19a Conferencia del Partido Comunista Soviético. Aún
estaba fresca la frase del presidente norteamericano Ronald Reagan ante la Puerta de
Brandeburgo diciendo: “¡Sr. Gorbachov, tumbe ese muro!” Al terminar esa reunión era
claro que no solo debía derrumbarse el muro de Berlín, sino cambiar el modelo comunista
que había arruinado la URSS. Al hacerse pública la decisión, Fidel vio una amenaza
mortal, pero Lula avizoró una oportunidad.
Lula era un sindicalista socialista líder del “Partido de Los Trabajadores” (PT). Su figura
estaba en ascenso pero no tenía el prestigio de Fidel. Al restablecerse la democracia en
Brasil en 1986, su partido se convirtió en el principal grupo de izquierda y la estrella de
Lula empezó a elevarse. En las elecciones municipales de ese año el PT ganó 36 alcaldías
incluyendo la de Sao Paulo. En ese momento Lula apareció en el radar de Fidel. Ante
estos resultados, Lula se lanzó como candidato en las elecciones presidenciales de
diciembre de 1989.
Soy nombrado Comandante del Ejército
En Venezuela la mayoría de los nombramientos militares se hacen a comienzos de julio
en ocasión de la celebración de la declaración de Independencia. El domingo 2 de julio de
1989 me quedaban dos años de servicio y estaba a la espera de la decisión presidencial
sobre el nuevo comandante del Ejército. Para entonces se rumoraba que el general de
división de la Fuerza Aérea, Filmo López, sería el nuevo Ministro de la Defensa y Troconis
pasaría a ser el jefe del Estado Mayor Conjunto. De ocurrir esto quedaría libre el puesto
de Troconis Peraza y yo era uno de los posibles sucesores. Para matar el tiempo de
espera me fui al cine. En medio de la película un escolta se me acercó para decirme que
tenía una llamada del presidente. Fuera del teatro oí la voz del mandatario, quien luego
de los saludos de rigor me dijo:
—General he decidido nombrarlo comandante del Ejército. Prepárese para recibir ese
cargo. Lo invito a desayunar mañana para darle mis lineamientos.
Sorprendido ante la noticia apenas tuve tiempo de darle las gracias. Estaba feliz al
lograr el objetivo deseado desde que entré a la Academia Militar, pero sabía que me
esperaban situaciones difíciles. Estaba seguro de que había un golpe en marcha y me
proponía impedirlo.
El nuevo Alto Mando
Al día siguiente, acudí a desayunar con el Presidente en Miraflores. Aunque CAP era del
estado Táchira en los Andes como yo, no había tenido una relación cercana con él. El
encuentro fue cordial pero formal. A mí me dio la impresión de que quería mantener
distancia. Esa actitud distante con desconocidos es común entre la gente proveniente de
los Andes.
Como esperaba, CAP me informó que el nuevo Ministro de la Defensa sería el general
de división de la aviación Filmo López y que Troconis pasaría al cargo de jefe del Estado
Mayor Conjunto en el Ministerio de la Defensa. Yo sabía que López era un oficial de la
Fuerza Aérea que había sido edecán presidencial en su primer gobierno de CAP y era
amigo de infancia de Cecilia Matos. Luego me dijo quiénes serían los otros tres
comandantes de Fuerza y noté que dos de ellos también habían sido sus edecanes.
Posteriormente me enteré de que Troconis no había aceptado el cargo ofrecido y pidió la
baja.
A continuación, CAP me comunicó que había decidido nombrar a los generales de
división que formarían conmigo el Alto Mando del Ejército. Al efecto indicó que el
inspector sería el Gen. Heinz y el jefe de Estado Mayor, el Gen. Santiago Ramírez. El Gen.
Ochoa Antich reemplazaría a Heinz en el Comando Estratégico en Fuerte Tiuna y el Gen.
Rangel Rojas ocuparía el cargo de Ochoa como comandante de la 1ª División de
Infantería en Maracaibo. Heinz era compañero de promoción, gran amigo mío y excelente
oficial. Había sido director de Inteligencia del Ejército y había investigado la salida del
Batallón Ayala el año anterior. Luego comandó la operaron durante el Caracazo. Su
nombramiento me gustó porque compartíamos la creencia de que había una conspiración
en marcha en el Ejército.
Santiago fue nombrado jefe del Estado Mayor del Ejército. Además de ser muy cercano
a mí era el primero del curso de la promoción que me seguía. Ochoa Antich era el
segundo en antigüedad en ese grupo y también era buen amigo mío. Las sospechas que
hubo contra ellos a comienzos de los años 80 no fueron confirmadas. Los generales
Narváez Pérez y Machado Santana habían pasado a retiro y la gente se olvidó del tema.
Al ganar las elecciones el socialdemócrata Lusinchi en diciembre de 1983, los recelos se
esfumaron y tanto Santiago como Ochoa y Santeliz continuaron su carrera normalmente
ascendiendo a generales. Antes de retirarme expuse a CAP lo que pensaba hacer en mi
nuevo cargo. Al final mencioné los rumores sobre los COMACATES y noté que el tema le
incomodaba cuando me dijo:
—General, esos son rumores sin fundamento—, luego me invitó a desayunar.
CAP no creía en conspiraciones
Al final del desayuno le mencioné nuevamente el delicado tema de la conspiración
porque lo consideraba muy importante. Al hacerlo noté que el Presidente no se sentía
confortable con el asunto, pero me dejó hablar. Le hice ver que la salida de los tanques
del Ayala era una clara señal de que los COMACATES estaban activos y tramaban algo. Le
di la información que me hacía sospechar sobre la posible intervención de Fidel Castro en
el Caracazo. Me respondió que no creía esa historia, porque era amigo de Fidel y sabía
que no le podía hacer esa trastada.
Antes de retirarme, CAP me aconsejo que no sobredimensionara la amenaza. Él tenía
sus propias fuentes de información que le aseguraban que no había nada que temer.
Luego me dijo que para investigar los rumores había designado como jefe de la Dirección
de Inteligencia Militar (DIM) al general Herminio Fuenmayor y como jefe de la Dirección
de Inteligencia del Ejército al general de brigada Alexis Sánchez Paz. Según CAP ambos
eran calificados expertos en inteligencia y Fuenmayor se dirigiría la investigación. Esa
información me sorprendió porque Fuenmayor, mi compañero de promoción, no era
experto en inteligencia pero sí hombre de absoluta confianza del presidente y de Cecilia
Matos.
Herminio fue edecán de CAP en su primer mandato y luego pasó diez años viviendo en
el extranjero en cargos diplomáticos. Como tenía quince años fuera del medio militar no
sabía nada sobre la logia de Chávez. La designación de Sánchez Paz me preocupó aún
más. Posiblemente CAP no estaba al tanto de su pasado y no sabía quién lo había
recomendado. Presintiendo que estaba moviéndome en un campo minado no consideré
prudente emitir opinión. Al despedirme, CAP me dijo:
—General, siga investigando. Si tiene información nueva y pruebas sobre el tema puede
llamarme directamente por el teléfono interministerial.
En ruta hacia el Comando del Ejército decidí investigar discretamente la logia de
Chávez. Respetaba las ideas del Presidente pero en relación a los COMACATES estaba
equivocado. Ahora con Heinz como mi segundo podía hacer un buen equipo para
enfrentar esa amenaza. Como desconfiaba de Sánchez Paz decidí mantener la red de
inteligencia informal que había establecido.
El general Alexis Sánchez Paz
Como sabía que Santiago era muy amigo de Sánchez Paz asumí que había propuesto al
nuevo director de Inteligencia del Ejército a través del general Fuenmayor. Sánchez Paz
era un acreditado paracaidista con prestigio como combatiente antiguerrillero pero había
algo en él que me preocupaba. Ese general había sufrido años atrás una lesión en la
espalda al lanzarse de un helicóptero y a raíz de ese accidente padecía fuertes dolores de
espalda que calmaba con morfina. Su adicción aunque era por prescripción médica me
causaba desazón.
Al llegar a mí puesto de mando llame a Santiago, quien tenía directamente bajo su
mando a Sánchez Paz. Al expresarle mi aprensión por el nombramiento de este para la
Dirección de Inteligencia del Ejército, se comprometió personalmente a supervisarlo de
cerca indicando que lo tendría bajo su responsabilidad personal. Su actitud me
tranquilizó, pero decidí que discretamente lo tendría vigilado por medio de mi red de
inteligencia paralela.
El Gen. Santiago Ramírez era mi gran amigo. De él me preocupaba su ambición y el
odio que destilaba contra Ochoa a quien calificaba de traidor. En ese momento no sabía
que había hecho una alianza con Fuenmayor y Cecilia Matos para asegurarse de que él
fuera nombrado comandante del Ejército al año siguiente. Según sus planes, en julio de
1990 yo iría a otro cargo y el ex edecán de CAP, el almirante Jurado Toro pasaría del
Comando de la Marina a ser ministro de la Defensa. Desde el Comando del Ejército
Santiago ejecutaría su golpe.
El general Fuenmayor y el nuevo ministro de la Defensa Filmo López habían sido
vecinos de Cecilia Matos en el barrio del Saladillo en Maracaibo. Cecilia a su vez era muy
amiga de Gardenia Martínez, la representante de Margold C. A., una empresa vendedora
de armas que había hecho importantes negocios con el Ejército. Sus últimos contratos
fueron parte del plan de adquisiciones ejecutado a raíz de la entrada de la corbeta Caldas
al Lago de Maracaibo. Gardenia era la amante de Orlando García, el cubano jefe de
seguridad de CAP infiltrado por Fidel.
El Gen. Arnaldo Ochoa es ejecutado
Además de la presión soviética, Fidel tenía otras preocupaciones. El general Arnaldo
Ochoa, el héroe de Angola, había regresado a la isla y su popularidad le inquietaba. Este
general era un héroe de la revolución, prestigioso veterano de campañas en Angola,
Etiopía, Venezuela y Nicaragua. Además era miembro del Comité Central del Partido
Comunista. Desde el caso del Comandante Huber Matos, quien rompió con la revolución,
Fidel no había visto amenazado su mandato. No hay nada más peligroso para un
Presidente que un general victorioso que conoce información confidencial.
Arnaldo Ochoa sabía que Fidel intercambiaba secretamente con el Cartel de Medellín
armas por dinero y drogas. En esta turbia negociación estaba incluida la autorización para
el aterrizaje en Cuba de aviones y cargados con cocaína para ser transferidos luego en
lanchas rápidas a los EE.UU. Fidel había apelado a esta fuente de ingresos para
compensar la rebaja del subsidio soviético. En ese comercio ilegal, Castro entregaba
fusiles Kalashnikov, munición y otros pertrechos traídos como botín de guerra del África.
El Gen. Ochoa sabía de este tráfico y trató de hacer otro tanto a su regreso del África, a
espaldas de Fidel. Lo peor es que se rumoraba que Ochoa tenía ambiciones
presidenciales. Al enterarse de las andanzas de ese general Fidel aprovechó para
desembarazarse de él y sus secuaces urdiendo uno de sus maquiavélicos ardides. En
junio de 1989 designó a Ochoa para el comando del Ejército de Oriente convirtiéndolo en
el tercer hombre en la línea de mando en la isla después de los Castro. Antes de
nombrarlo Fidel ordenó al G2 documentar un caso de corrupción y traición en su contra.
Esto no fue difícil porque Ochoa había estado envuelto en negocios turbios, incluyendo
narcotráfico, lavado de dinero, tráfico de diamantes y marfil. Antes de recibir ese cargo,
su destino ya estaba decidido. Fidel lo rodeó con hombres de su confianza que lo
acusaron de varios delitos reales o imaginados. Las acusaciones más graves incluían
tráfico de drogas con las FARC, traición y corrupción. Hecho esto ordenó el arresto y
fusilamiento de Ochoa el 13 de julio de 1989.
Luego del juicio a Ochoa el corte del subsidio soviético creó una situación desesperada
en Cuba. El 26 de julio de ese año, durante la conmemoración de un nuevo aniversario
del fallido asalto al Cuartel Moncada, Castro apareció desencajado en televisión
arengando a su pueblo. En la parte culminante de ese discurso dijo desafiante:
—Si la URSS llegase a caer, si un d ía nos despertáramos con la noticia de que la URSS
se desintegró, aun en esas circunstancias Cuba y la revolución cubana seguirían
luchando13. En ese momento ya Fidel había tomado la decisión de promover un golpe en
Venezuela a finales de 1989. En esa asonada participarían los francotiradores que había
infiltrado en Venezuela, los mismos que participaron en los sucesos del 27 de febrero.
13. Zago, Angela, La rebelión de los ángeles, Earp Ediciones, Caracas p 142
Madriz descubre que Brett es comunista
Luego de la crisis de la corbeta “Caldas”, el Presidente Lusinchi ordenó reforzar la
frontera noroccidental para disuadir a los colombianos de no intentar de nuevo entrar sin
autorización al Golfo de Venezuela. Al efecto varias unidades blindadas fueron
desplazadas al área y se aumentó el número de oficiales de inteligencia en la región. En
medio de estos reajustes el recién ascendido mayor Madriz fue transferido al Grupo de
Caballería Mecanizado “Francisco Esteban Gómez” en Paraguaipoa, en el Estado Zulia
cerca de la frontera con Colombia. Para entonces Madriz seguía siendo parte de la logia
de Chávez y como tal fue encargado de supervisar esas actividades en su área de
responsabilidad.
Antes de recibir su nombramiento Madriz, quien era un oficial de inteligencia formado
en la DIM, había detectado que Brett se reunía con gente de izquierda cercana a la Liga
Socialista y Bandera Roja. Para comprobar sus sospechas para darle confianza le mintió
diciendo que él era marxista antes de entrar a la Academia Militar, desde que era alumno
del liceo militar “Ayacucho”. El mayor retirado mordió el anzuelo y empezó a hablar
confesando ser miembro del PCV y muy cercano a Douglas Bravo desde la época de la
resistencia contra el Gen. Pérez Jiménez. Esta revelación preocupó a Madriz. En pláticas
posteriores Brett le confesó a Madriz otros detalles sobre el movimiento subversivo. Brett
le reveló que el coordinador nacional de la subversión civil era Rodríguez Araque y que
entre sus colaboradores estaban Pablo Medina y Gabriel Puerta Aponte. Brett le dio a
entender que aunque se decía que Douglas era el jefe del movimiento, tras bastidores el
director supremo era Fidel Castro. Chávez era solo el jefe militar de una conspiración
cívico-militar que daría inicialmente la cara para evitar reacciones de los EE.UU. Esta
revelación fue una bomba para Madriz, quien se había unido a Chávez pensando que era
nacionalista.
El día en que se despidió Madriz de Brett, este le dijo que luego del derrocamiento de
CAP habría fusilamientos similares a los de Fidel Castro en Cuba en 1959. Brett le confesó
que él estaría encargado del papel que jugó “El Che” Guevara en esa oportunidad y le
pidió a Madriz que fuera su lugarteniente. Esta oferta empujó a Madriz a denunciar a
Chávez.
Al recibir cargo en Paraguaipoa en septiembre del 89, Madriz se enteró de una serie de
actividades que desarrollaba la logia de Chávez en la frontera que dejaban en evidencia
sus conexiones con las guerrillas comunistas de las FARC y con subversivos de ultra
izquierda venezolanos. Una vez que tuvo claro el cuadro que se planteaba en
Paraguaipoa pidió a su comandante de batallón el Tcnel. Milton Abreu, quien había sido
su jefe en la DIM, para hablar con el Comandante del Ejército. En ese momento solo le
dijo que tenía una denuncia en relación con traficantes de drogas en la zona. De esa
manera no reveló su verdadera intención. Él había oído rumores que yo andaba tras la
pista de los COMACATES y tal vez podría interesarme en su denuncia. Abreu pasó la
solicitud al comandante de División el Gen. Rangel Rojas. Al oírlo Rangel no quedó del
todo satisfecho y al pasar la solicitud de Madriz a Caracas decidió acompañarlo para
saber de qué se trataba.
El incidente con traficantes de droga
Siendo yo jefe de Estado Mayor del Ejército nombré a un coronel de mi confianza en la
Dirección de Inteligencia de esa Fuerza. A este oficial lo mantuve en ese cargo luego de
asumir el Comando del Ejército en 1989 y fue pieza importante de mi red paralela de
inteligencia. Por razones de seguridad personal, este ciudadano, quien vive en Venezuela,
pidió mantener su nombre en reserva. A través de él manejaba mi minúscula pero
eficiente red, con la cual incluso penetré la logia de Chávez y me mantenía informado. El
nombre en clave de ese coronel era “Paul”.
A fines de septiembre de 1989 hice una gira para visitar las unidades del Ejército. En
ese recorrido pasé más de una semana viajando por todo el país. A mi regreso “Paul” me
reportó haber detectado ciertas acciones extrañas de Santiago y Sánchez Paz. Esas
actividades le inclinaban a sospechar que ambos tenían contactos con los COMACATES.
Me dijo que esperaba confirmar algunos datos para presentarme un informe completo.
Esa noticia me sobresaltó porque hasta entonces consideraba a Santiago un amigo
incondicional.
En esa oportunidad, “Paul” me preguntó si Santiago había informado sobre un incidente
ocurrido en la Dirección de Inteligencia del Ejército durante mi viaje. El coronel me indicó
que una filtración había echado por tierra un operativo que montaba la Guardia Nacional
para capturar una banda de narcotraficantes con un importante cargamento de drogas.
También me dijo que tenía información no confirmada de conexiones entre oficiales
subalternos y narcotraficantes en Paraguaipoa, Estado Zulia. Esas investigaciones no
habían sido reportadas por Santiago. Dado lo delicado del tema he debido ser informado
de inmediato.
Para enterarme del asunto llamé a Santiago. Como no estaba ordené que Sánchez Paz
viniera a mi despacho. Este me indicó que durante mi ausencia un informante había
pasado datos sobre una banda de narcotraficantes. Él solicitó permiso a Santiago para
capturarlos y fue autorizado. Poco después había dirigido una operación que fue
detectada por los criminales quienes se dieron a la fuga. Ante esa respuesta le dije que
eso no era función del Ejército y que hemos debido pasar ese reporte a la Guardia
Nacional que era la Fuerza encargada de esas operaciones. Él manifestó que no conocía
ese procedimiento, lo cual no me pareció creíble.
Horas más tarde Santiago me confirmó el hecho. Al preguntarle por qué no lo había
reportado respondió que no le dio importancia por considerarlo un hecho de poca monta.
Esa razón no me convenció y puse en tela de juicio su actitud. Pese a mis recelos, le di el
beneficio de la duda. Otra explicación era impensable. Para limar asperezas llamé al
comandante de la Guardia Nacional, el general de división Manuel Ibedaca. Poco después
de ese extraño hecho ocurrió un incidente preocupante que me obligó a tomar medidas
drásticas.
La denuncia de Heinz y Ochoa
A finales de septiembre de 1989 me visitaron intempestivamente oficina los generales
Heinz y Ochoa Antich. Al llegar dijeron tener pruebas de que el general Sánchez Paz les
había sembrado agentes entre sus guardias para espiarlos. Al oir esto ordené a Sánchez
Paz presentarse a mi despacho. A los pocos minutos hizo acto de presencia y de
inmediato inquirí:
—¿Usted ha ordenado la vigilancia de los generales Heinz y Ochoa?
Sánchez me respondió que lo había hecho por orden del Gen. Santiago. Ante esta
sorprendente respuesta llamé a mi jefe de Estado Mayor. Cuando compareció venía
furioso.
Al hacerle saber la denuncia, Santiago negó de mala manera que haber dado esa orden
y puso la culpa sobre Sánchez Paz. Acto seguido se retiró molesto de mi oficina. En ese
momento tomé el teléfono interministerial y llamé al ministro de la Defensa, el general
López y le informé lo sucedido. Para terminar le dije que destituía a Sánchez Paz y
solicitaba su arresto. En Venezuela los generales solo pueden ser detenidos por el
Presidente y le pedí que elevara al CAP mi solicitud. Luego le notifiqué que estaba
investigando a Santiago para determinar su responsabilidad.
Al colgar, le ordené a Sánchez, que se retirara, recogiera sus cosas personales y se
presentara al ministro de la Defensa. Al irse, llamé a Heinz y a Ochoa Antich y los puse al
tanto de lo ocurrido. Al marcharse les prometí adelantar una investigación a fondo. Ahora
tenía la palabra de Santiago frente a la de Sánchez Paz. Este último había confesado
haber cometido una falta grave, pero Santiago no. Como era amigo mío, decidí hablar
con él en privado.
Ruido de sables
A comienzos de noviembre los rumores de golpe se incrementaron. El Caracazo había
creado una profunda brecha entre el pueblo y Carlos Andrés Pérez. Luego de ese
incidente, la popularidad del primer mandatario quedó herida de muerte y su reputado
carisma se esfumó. Gracias a su tenacidad siguió adelante precariamente, pero era una
sombra de lo que fue. Aunque siguió tratando de actuar como el antiguo líder
carismático, solo era una caricatura. Al oler sangre, los conspiradores entraron en frenesí,
como los tiburones.
Chávez y su logia estaban convencidos de que las condiciones para alzarse estaban
dadas. El problema era que el jefe de la logia solo tenía el grado de mayor y no contaba
con el control de ningún batallón. Por fortuna Santeliz había logrado colocar a dieciocho
de sus compañeros como mayores segundos comandantes en esas unidades claves. Este
grupo de mayores podrían arrebatar los comandos a sus jefes y el golpe era una opción.
Por su parte, Alí Rodríguez Araque mantenía el control de los restos de los francotiradores
entrenados en Cuba y Nicolás Maduro fue encargado de organizar bandas armadas que
utilizaban como refugio en los depósitos subterráneos del Metro.
En medio de este paroxismo, Chávez propuso aplicar el viejo plan golpista abortado la
noche de los tanques del “Ayala”. Según ese plan (elaborado por Santeliz) la sublevación
debía ejecutarse cuando el Presidente regresara de un viaje al extranjero. Para ese
momento Chávez trabajaba en SECONASEDE en Miraflores y tenía acceso a la Casa
Militar y al ministro de la Secretaría. Por esa vía se enteró de que CAP viajaría a Europa a
fines de 1989. Era la oportunidad esperaba tener todas las piezas en su lugar. Como
podía tomar el control de dieciocho batallones incluyendo en la Guardia de Honor, no
necesitaba el apoyo de la Infantería de Marina ni al almirante Gruber para capturar a
CAP. Para él sería fácil detenerlo al llegar a Miraflores, pues allí lo estaría esperando con
sus infiltrados sus dieciocho mayores tomaban el control del Ejército. Cuando “Fausto”
reportó a Fidel la idea de Chávez, el dictador desesperado ante el inminente desplome
soviético dio luz verde. La situación en Cuba se estaba haciendo crítica y la URSS había
informado de un inaplazable corte del subsidio.
José Vicente Rangel
Cuando los golpistas activaron los preparativos para el golpe descuidaron la disciplina de
comunicaciones facilitando su seguimiento. Cuando el “ruido” de los rumores empezó a
incrementarse en los cuarteles, mi red de inteligencia paralela los detectó. Entretanto la
Dirección de Inteligencia del Ejército —controlada por Santiago Ramírez— no lo
reportaba. Este hecho confirmó mis sospechas y ordené vigilarlo.
Poco después me reportaron reuniones secretas de Santiago con José Vicente Rangel en
casa de Vinicio De Sola. Rangel es un político y periodista que simula ser de izquierda
pero es un infiltrado comunista encubierto. José Vicente es un inteligente intrigante y
conspirador quien siempre anda envuelto en algún complot. Es el equivalente civil del
Gen. Santeliz.
Este periodista tenía un programa de televisión en el cual hacía comentarios y revelaba
chismes políticos y militares. En ese espacio había revelado información clasificada del
Ejército que solo podían filtrar personas con acceso a información privilegiada.
Públicamente Vinicio era el informante secreto de Rangel quien lo apodaba “Cicerón”.
Tras bastidores Santiago era la verdadera fuente de información. Además de los
encuentros secretos con De Sola, Santiago visitaba con frecuencia al general Fuenmayor
y a Cecilia Matos para mantener vivas sus esperanzas de ser Comandante del Ejército.
Para entonces la casa de Vinicio se había convertido en el sitio de reunión de Chávez
con militares y políticos afines. En esa época Chávez cursaba en horas fuera de labor un
postgrado en Ciencias Políticas en la Universidad Simón Bolívar. El rector de esa
Universidad, el Dr. Mayz Vallenilla era un conocido miembro del “Grupo de los notables”.
Mis agentes reportaron que Rangel se reunía en su casa con miembros de ese grupo.
El mayor Madriz
A comienzos de octubre de 1989 conocí al mayor Madriz. Este oficial plaza del Grupo de
Caballería motorizado “Francisco Esteban Gómez” acantonado en Paraguaipoa, estado
Zulia, había solicitado una audiencia conmigo cuando me aprestaba a salir de viaje por
una semana a Argentina para atender una invitación del comandante del Ejército de ese
país. Dado que la solicitud era apremiante, di instrucciones a Heinz para que lo recibiera.
Luego de mi partida, Madriz se presentó en la oficina de Heinz acompañado por su
comandante de división, el Gen. Pedro Remigio Rangel Rojas. En esas circunstancias
Madriz no dio toda la información que traía limitándose a denunciar contactos de algunos
oficiales subalternos con traficantes de droga en la frontera. A mi regreso Heinz me
reportó la entrevista y me dijo que el capitán lo había abordado luego que el Gen. Rangel
se marchó y pidió una entrevista secreta conmigo.
Al llegar le ordené que viniera a mi casa vestido de civil. Allí conversamos varias horas y
tuvimos buena empatía. Él me hizo saber que no le había mencionado a Heinz el nombre
de Chávez en presencia de Rangel, porque eran amigos. Luego me informó que desde su
graduación en 1978 era parte de la logia de Chávez. Dos semanas antes por instrucciones
de Maisanta se había reunido en Paraguaipoa con un grupo de políticos de “La Causa R”
encabezados por Pablo Medina y Aristóbulo Izturiz. Esos políticos venían de parte de Alí
Rodriguez Araque para coordinar detalles de un alzamiento militar que se produciría a
fines de 1989
Luego me informó que había detectado contactos entre oficiales subalternos y
narcotraficantes de las FARC en Paraguaipoa, en la frontera con Colombia. Allí tuvo
conocimiento de que el capitán Hugo Carvajal (alias “El Pollo”) estaba sosteniendo
reuniones con las FARC y con el Stte. Alejandro José Andrade Cedeño, que venía de
Caracas. El Stte. Cedeño era el tesorero de Chávez en la logia y probablemente venía a
recoger fondos.
Su actividad en la logia le había permitido a Madriz observar que Carvajal y Andrade
eran muy cercanos a Chávez. Dedujo que por esta vía Chávez podría recibir
financiamiento para su conspiración. Estos hechos más su convencimiento que Chávez
era comunista lo impulsaron a poner la denuncia, pero temiendo por su vida decidió
comunicarse secretamente conmigo. Al escucharlo me convencí que había conseguido un
filón de información. Ese capitán tenía más de una década en la logia, era oficial de
inteligencia con experiencia en la DIM y además había demostrado gran valor personal y
gozaba de la confianza de Chávez. A partir de ese momento lo convertí en mi principal
fuente de inteligencia sobre la conspiración.
Antes de retirarse le entregué un teléfono celular con capacidad de cifrado y le dije que
en lo sucesivo me llamara directamente, sin pedir permiso. En esa primera conversación
a solas le di instrucciones precisas y fijamos el procedimiento para comunicarnos.
También le informé que lo enviaría a sentar plaza en la Escuela Superior del Ejército. Ese
centro de estudios se había convertido en un foco de conspiración y pronto Chávez y
varios miembros de la logia irían allí a realizar curso. Su tarea oficial sería cumplir
funciones rutinarias como oficial de ese Instituto. Secretamente me reportaría las
actividades de la logia.
Este fue el inicio de una fructífera relación. A partir de ese momento empecé a recibir
información de primera mano sobre la logia. Madriz confirmó no solo la existencia de la
conspiración, sino que informó que había varios generales protegiéndolo y que la
Dirección de Inteligencia del Ejército y la Dirección de Inteligencia Militar estaban
infiltradas. También me dio los nombres de los mayores segundos comandantes de
batallón que estaban comprometidos con el movimiento. Para mi sorpresa me dijo que el
topo dentro de la Dirección de Inteligencia del Ejército era el mayor Jesús Urdaneta
Hernández, un excelente oficial miembro de la promoción de Chávez. A fin de continuar
recibiendo información de Brett le ordené mantenerse en contacto con el como si nada
hubiera pasado. A partir de ese momento Madriz fue la joya de la corona en materia de
inteligencia contra Chávez. Desde entonces resguardé celosamente su nombre hasta hoy
que me autorizó a revelarlo.
El plan según Brett
Poco a poco Brett se fue yendo de la lengua y reveló que luego de tomar el poder vendría
un período de transición con una Junta de Gobierno encabezada por el expresidente
Rafael Caldera. Este anciano político jugaría un papel similar al de Manuel Urrutia Lleó en
Cuba, quien fue nombrado Presidente por Fidel luego de la huida de Batista en enero de
1959. Al tomar el poder se haría una purga militar y algunas figuras políticas, así como
militares del viejo régimen, serían fusilados durante los primeros días de la revolución
como en Cuba. A partir de ese momento se iniciaría una etapa en la cual Chávez sería
ministro de la Defensa y comandante general del Ejército, pero en la práctica manejaría
tras bambalinas los hilos del poder. Desde allí iniciaría un proceso de ideologización del
personal castrense. Si Caldera u algún miembro de la Junta de Gobierno se oponían al
proyecto serían reemplazados.
La transición sería breve. En uno o dos años se convocaría a una Asamblea
Constituyente, a la cual le seguirían unas elecciones en las que Chávez sería electo
Presidente. Al asumir el mando, este iniciaría un proceso de radicalización que culminaría
luego de varios años en una dictadura comunista que se integraría con Cuba y otras
naciones de Latinoamérica que se irían haciendo paulatinamente socialistas. El objetivo
final era convertir Hispanoamérica en la “Patria Grande” comunista. En ese proceso Fidel
actuaría inicialmente en forma encubierta tras bastidores para no incomodar a los
yanquis.
CAP no creía en la posibilidad de un golpe
En noviembre tuve dos reuniones privadas con CAP y lo puse al tanto de los informes de
Madriz. El Presidente siguió escéptico e incluso me dijo que esas habladurías sobre el
golpe no tenían fundamento. Un oficial amigo mío que trabajaba en la DIM (cerca del
general Fuenmayor) me advirtió que su jefe decía que yo estaba paranoico con una
conspiración inexistente, tratando de ser nombrado ministro de la Defensa. Esa era la
información que recibía CAP.
Aparte de la logia, Santiago había hecho equipo con Herminio para lograr su objetivo de
llegar al Comando del Ejército a cualquier precio. A fines de noviembre de ese año, los
rumores de golpe iban en aumento y estaba convencido de que el general Santiago
Ramírez estaba involucrado. Los rumores e indicios existentes eran alarmantes y decidí
hablar con CAP para alertarlo antes de su viaje. Ante mi preocupación respondió que yo
no debía preocuparme porque todo estaba bajo control. El general Fuenmayor en la DIM
le indicaba que nada iba a ocurrir, porque seguían a Chávez de cerca y no habían
detectado ninguna actividad conspirativa.
Ante esta actitud de CAP, y la inminencia del golpe que esperaba a comienzos de
diciembre, decidí actuar por mi cuenta. La primera medida sería sacar del país al general
Santiago. Como en esos días había recibido una invitación del “Grupo de industrias de la
Armada de Tierra” (GIAT) de Francia decidí que era una buena excusa para mandarlo al
exterior. Esa empresa del Estado francés había vendido a Venezuela los AMX 30 en 1973
y ahora estaban promoviendo la venta de su nuevo tanque “Leclerc”. Para exhibir los
nuevos blindados los galos me invitaron con todos los gastos pagos por una semana.
Ante la situación que se estaba desarrollando en el país, me excusé y designé a Santiago
(quien es un oficial tanquista) para atender esa invitación a partir del 29 de noviembre.
De esa manera estaría fuera del país hasta después del regreso de CAP. Con él fuera, mi
problema se reducía a controlar a Chávez.
Mis relaciones con Santiago venían mal desde el incidente con el general Sánchez Paz.
Él seguía siendo mi jefe de Estado Mayor y aunque lo tenía vigilado, aún no tenía pruebas
firmes en su contra. Al notificarle sobre el viaje se resistió inicialmente a ir a Francia
argumentando que estaba muy ocupado. Aunque le hice ver que era un viaje VIP el
insistió en quedarse. Esto confirmó mis sospechas y finalmente le dije molesto:
—General, usted irá a Francia porque es una orden.
Se retiró refunfuñando y el martes 27 de noviembre voló a París.
Carlos Andrés Pérez viaja a Europa
Un día después del viaje del general Santiago, CAP salió en un viaje de Estado a varios
países de Europa dejando encargado de la presidencia al Dr. Alejandro Izaguirre, el
ministro del Interior. El mayor Chávez estaba infiltrado en Miraflores y el golpe estaba
andando. El jueves 30 de noviembre en la mañana Chávez dio la voz de alerta para
iniciar los preparativos. Esa tarde el mayor Madriz me llamó de urgencia desde la Escuela
Superior del Ejército reportando que se había emitido la orden de operaciones para el
alzamiento, y el día “D” sería el sábado 2 de noviembre en la noche después de la
llegada del Presidente al Aeropuerto de Maiquetía.
Madriz tenía en su poder una copia del plan de operaciones que había recibido de
Chávez y debía entregárselo al mayor retirado Brett Smith para que se lo llevara a
Rodríguez Araque. De inmediato le di instrucciones para que me entregara ese
documento. En mi casa sacamos copia y Madriz salió a llevarlo a “Fausto”. Al revisarlo me
di cuenta de que la orden de operaciones estaba cifrada solamente en cuanto a los
nombres de los comandantes de las unidades ejecutantes. De inmediato convoqué a mi
casa a Heinz, quien era el inspector y segundo del Ejército y al llegar analizamos el
documento para romper la clave.
El plan de operaciones golpista
Heinz y yo somos oficiales de Comunicaciones y tenemos entrenamiento en inteligencia
electrónica y criptografía. Por fortuna, la clave no era demasiado compleja y pudimos
romperla con facilidad. El plan del golpe tenía un cifrado muy elemental. No contenía los
nombres de los jefes del movimiento, pero se les asignaron seudónimos de dioses
griegos y romanos a los comandantes de las unidades participantes. El documento estaba
firmado por Júpiter, el rey de los dioses según la mitología romana. Por suerte, ese
documento listaba ingenuamente los nombres de batallones que estaban confabulados.
Como Chávez era mayor asumimos que los segundos comandantes de esas unidades
estaban comprometidos. Al revisar la lista de estos oficiales corroboramos que todos eran
de la promoción de Chávez. Como el plan asignaba misiones y responsabilidades a
dieciocho batallones del Ejército en las principales ciudades del país, decidimos detener
de inmediato al cabecilla Chávez en Miraflores y a sus lugartenientes que eran mayores
segundos comandantes de esas unidades para abortar el golpe.
El plan ordenaba el acuartelamiento de las unidades rebeldes a partir del viernes 1º de
diciembre de 1989. El sábado 2 estaba prevista una reunión de generales del Ejército en
la Academia Militar. Al final de ese cónclave nos visitaría el presidente encargado
Izaguirre, quien iba a presentar un saludo y luego tendríamos una cena formal.
Terminado el convite, Izaguirre iría al aeropuerto para recibir al Presidente a medianoche
a su regreso de su viaje a Europa.
Según el plan, el golpe se iniciaría con la detención de los primeros comandantes de
batallón de los batallones conjurados y la captura de un grupo de jefes militares que les
eran hostiles. Yo era uno de ellos. A continuación tropas del Batallón Bolívar procederían
a detener al presidente encargado y a los generales del Ejército que asistían a la reunión
en la Academia Militar. Al controlar esa Academia, Chávez instalaría allí su puesto de
comando. Al aterrizar el avión presidencial, CAP sería detenido por tropas del Batallón de
Infantería de Marina Simón Bolívar acantonadas en La Guaira, En ese momento Chávez
se trasladaría a Miraflores y decretaría el Estado de Emergencia.
Esa noche se nombraría una Junta de Gobierno encabezada por el Dr. Caldera quien
suponía que los golpistas eran oficiales nacionalistas. Entre los integrantes de la junta
estarían el contralmirante Hernán Gruber Odremán, el coronel Francisco Visconti, el
teniente coronel Francisco Arias Cárdenas y los doctores Arturo Uslar Pietri y Ramón
Escobar Salom. En las Fuerzas Armadas todos los generales y coroneles serían pasados a
retiro. El mayor Hugo Chávez sería el ministro de la Defensa y asumiría simultáneamente
el Comando del Ejército
Al día siguiente, el domingo 2 de diciembre, estaba prevista la realización de las
elecciones de gobernadores y concejos legislativos de los estados. Por ese motivo las
tropas estaban acuarteladas para brindar seguridad al sufragio ejecutando el “Plan
República”. La declaración del Estado de Emergencia obligaría a suspender esas
elecciones. Una vez descifrado el plan de operaciones lo llevé al ministro de la Defensa y
le recomendé que lo hiciera llegar al presidente Pérez en Europa y pedí autorización para
a detener a los conspiradores.
Como no recibía instrucciones de Miraflores, el viernes 1º de noviembre en la tarde
llamé al Ministro de la Defensa solicitando autorización para detener a diecinueve
mayores bajo sospecha de tramar un golpe. El ministro me dijo que necesitaba permiso
del presidente encargado. El tiempo corría aceleradamente y las unidades de las FAN
estaban acuarteladas, no en preparación para las elecciones del domingo 3, sino para dar
el golpe.
Orden de detención a los golpistas
El ministro de la Defensa me dijo que el presidente encargado esperaba la decisión del
presidente Pérez. Ante esta respuesta insistí ante el ministro que no podía esperar más y
pedí permiso para hablar directamente con el Dr. Izaguirre. Al ser autorizado lo llamé por
el teléfono ministerial. Izaguirre era un veterano político que me tenía confianza.
Aprovechando esa cercanía me atreví a decirle que si en dos horas no recibía la orden
procedería a detenerlos bajo mi responsabilidad. No hacerlo permitiría a los golpistas
avanzar en la ejecución de su plan haciendo la situación inmanejable. Izaguirre me pidió
que esperara un poco mientras hablaba con CAP. Tras dos horas de espera llamé a
Izaguirre para informarle que iba a actuar bajo mi responsabilidad. Luego ordené a Heinz
que procediera a detener a los conspiradores. Esa noche estaban todos presos en la
Comandancia del Ejército y ordené iniciar los interrogatorios.
Después de arrestarlos llamó Izaguirre diciendo que CAP había decidido que no los
detuviera y que esperara su regreso. Ante esto le dije:
—Los conspiradores están detenidos y los soltaré después de su retorno, luego de que
hable con él y me lo ordene personalmente. El presidente encargado, antes de colgar, me
dijo:
—CAP está molesto contigo.
En realidad yo no estaba insubordinado ni le había faltado el respeto al comandante en
Jefe. Estaba defendiendo la Constitución para lo cual había prestado juramento y se
trataba de un delicado asunto de Estado. Esa noche dormí en la Comandancia y al día
siguiente temprano hablé con Heinz, quien me puso al tanto sobre los interrogatorios.
Todos los detenidos negaron pertenecer a una logia golpista. Al retirarse Heinz, di
instrucciones para que Chávez fuera traído a mi despacho.
Entrevista con Chávez
Mi deseo de hablar con Chávez se debía a un párrafo que aparecía en el plan de
operaciones. En la sección de “Instrucciones de coordinación” había un aparte indicando
que yo debía ser capturado y llevado a la presencia de Chávez. En caso de no poder
detenerme debían secuestrar a mi hijo menor “Juanpi” para forzar mi entrega. La orden
de secuestrar a mi hijo menor era un asunto personal para mí. Ese “detalle” del plan me
enfureció.
Cuando Chávez fue traído en la mañana del sábado 2 de diciembre, le ordené a los
policías militares que lo custodiaban que salieran porque necesitaba hablar en privado
con él. No lo veía desde 1985 cuando lo llamé a la Dirección de la Academia Militar para
hacerle algunas advertencias antes de pasarlo a la orden del Comando del Ejército como
sospechoso de conspirar. En aquella oportunidad juró que era inocente y le recomendé
que pidiera la baja. Ahora lo tenía de nuevo frente a mí, pero esta vez en calidad de
detenido.
Al quedar solos le dije que teníamos una cuestión personal que saldar. Le mostré el
plan de operaciones y le leí el párrafo en el cual se mencionaba el secuestro de mi hijo.
Él negó ser el autor de ese documento. Al terminar la lectura abrí la gaveta central de mi
escritorio, saqué dos pistolas y le dije:
—Estas pistolas tienen una bala en la recámara y están listas para disparar.
Puse una de las armas en el centro del escritorio y mantuve la otra en mi mano derecha
apuntándole. Luego le dije:
—Chávez, nuestro problema no es militar sino personal. Vamos a arreglar las cosas de
una vez por todas. Toma la pistola porque vamos a un duelo personal.
Chávez fue sorprendido por el reto y sin intentar tomar el arma contestó:
—Mi general, yo no puedo disparar contra usted.
Luego de algunos segundos le dije:
—Entonces, retírese y pida la baja.
Esa fue la última vez que lo vi. Este episodio fue relatado después, en varias
oportunidades, por Chávez incluso en su programa de televisión “Aló Presidente”.
El regreso intempestivo del general Santiago
En la madrugada del sábado 2 de diciembre regresó de Paris el general Santiago, antes
de concluir su misión. Para entonces yo había puesto en alerta al Ejército. Además me
aprestaba a chequear con Heinz los interrogatorios de los detenidos y luego tenía que
atender la reunión convocada para ese día con los generales. En la noche tendríamos una
cena con el presidente encargado antes de la llegada del Presidente. Era en esa actividad
que Chávez pensaba detenernos para luego capturar al Presidente a su llegada a
medianoche. Cuando a las nueve de la mañana me aprestaba para asistir a la reunión de
generales del Ejército entró como una tromba el general Santiago. Sin mediar saludos me
espetó furioso:
—Peñaloza, ¿cómo se te ocurre detener a esos mayores? Los conozco a todos. La
mayoría son de Blindados como yo y te garantizo que no están conspirando.
Luego me dijo:
—¡Suéltalos de inmediato o tendrás problemas muy graves con el presidente Pérez!
Ante ese desplante respondí su pregunta con otra:
—¿Qué haces aquí? Tú debías estar en Francia y regresar la próxima semana.
Santiago siguió hablando muy alterado y lo detuve diciéndole:
—Voy a solicitar tu destitución como jefe de Estado Mayor del Ejército. Retírate y te
presentas al ministro de la Defensa. Al oír esto calló y se retiró en silencio. Ahora sí
estaba seguro de que estaba conspirando. Acto seguido llamé a Izaguirre y le informé lo
ocurrido. El presidente encargado me oyó con atención aceptando a regañadientes que lo
sacara del Ejército y lo pusiera a la orden del Ministerio de la Defensa.
El presidente Pérez regresa al país
La noticia de la captura de los COMACATES se corrió como un reguero de pólvora. Pronto
se formó una cola de altos funcionarios del Gobierno y de generales abogando por
Chávez. A todos les dije que esa decisión le correspondía al Presidente. La noche del
sábado se realizó la cena de los generales y poco después regresó CAP sin
inconvenientes. El golpe se había abortado. Al día siguiente fui convocado al Palacio de
Miraflores y en esta oportunidad la reunión no fue amistosa.
Al llegar CAP a Caracas, lo esperaba un grupo de ministros ex miristas que se habían
incorporado a su Gobierno presionándolo para que liberara a Chávez. Esta partida
encabezada por Jesús Carmona, de común acuerdo con Orlando García y Cecilia Matos,
convencieron a CAP de que yo estaba equivocado. Ante estas presiones, el Presidente
ordenó liberar a los golpistas encabezados por Chávez y no revelar sus nombres a la
prensa. Esto le permitió a Chávez mantener la integridad del grupo que actuó
posteriormente el 4F.
Siendo presidente, Chávez reveló con orgullo detalles de este encuentro cercano al
desastre. En el Programa Aló Presidente No. 289 del 5 de Agosto de 2007 se jactó
haciendo alarde de que su estadía en Miraflores fue una “buena operación de infiltración”.
Luego agregó:
—Esto era antes una casa de festejos. Lo sé porque estuve infiltrado aquí en 1989. De
aquí me sacaron preso a fines de ese año.
Su confesión pública demostró que yo no estaba equivocado cuando ordené su
detención en diciembre de 1989.
Mi tempestuosa reunión con CAP
Al llegar a Miraflores me condujeron al despacho presidencial. Allí encontré a CAP tenso.
No era para menos, pero yo estaba convencido de que mis acciones habían sido
necesarias para evitar el golpe y salvar la vida del Presidente. Al entrar me ordenó
sentarme y marcó distancia. Luego me preguntó:
—¿Qué pasó con el general Santiago Ramírez?
Rápidamente le expliqué lo ocurrido, ante lo cual me dijo sorprendido:
—Hay mucha gente recomendándolo para que lo nombre comandante del Ejército.
Mi respuesta fue tajante:
—Presidente, es mejor que busque otro candidato menos peligroso.
Luego pasamos al plato fuerte del día cuando en tono de enojo inquirió:
—¿Por qué no obedeció mi orden con los mayores detenidos?
Mi respuesta fue rápida:
—Usted no dio ninguna orden. Ante la amenaza actué por mi cuenta.
Sorprendido por mí contestación empezó a transigir diciendo:
—Usted ha debido esperar a mi regreso y agradezco su intención. He oído opiniones de
personas, incluyendo generales, que me aconsejan que deje en libertad al mayor Chávez
y a los demás oficiales detenidos, a menos que usted tenga pruebas contundentes en su
contra. El propio ministro de la Secretaria, el Dr. Carmona me ha dicho que lo conoce
bien y garantiza que Chávez no es un golpista. Él revisó las pruebas que usted envió y
considera que no son suficientes. Ante esas opiniones calificadas yo le ordeno que deje
en libertad a los oficiales detenidos.
Cuando CAP terminó su perorata me puse de pie diciendo:
—Señor Presidente, considero que el Plan de Operaciones del golpe es una prueba más
que suficiente. Como usted me está desautorizando, le pongo mi cargo a su orden.
Ante esta actitud CAP me pidió que no renunciara, porque tenía confianza en mí. Luego
de un breve estira y encoje empezamos a negociar. Yo le pedí que para quedarme
necesitaba tener autoridad para enviar a los detenidos a cargos de mi elección. Él aceptó
la propuesta, pero presentó un requerimiento:
—Está bien general, pero le pido que no tome medidas contra ellos, ni interfiera en sus
carreras sin tener pruebas fehacientes y hablar antes conmigo.
Yo acepté el trato y me retiré. No estaba satisfecho con el acuerdo, pero tenía la
seguridad de que eventualmente los dejaría en evidencia y me reivindicaría. Al salir a las
puertas de Miraflores había un grupo de periodistas que “olían” algo extraño en el
ambiente. Cuando me vieron se acercaron a preguntarme sobre los oficiales detenidos en
Fuerte Tiuna. Con estoicismo mentí diciéndoles que esos rumores eran falsos.
Las extrañas reuniones de Chávez
Al regresar a mi oficina me reuní con Heinz. Estábamos desalentados, pero decidimos
seguir persiguiendo a Chávez y su logia. En ese momento me informó que todos los
detenidos eran hermanos masones y que probablemente esa era una treta para justificar
sus reuniones secretas. Al retirarse, le ordené que los enviara a cargos de escritorio en
lugares lejanos y sin comando de tropas. Chávez fue a la proveeduría de Maturín y le di
instrucciones estrictas al comandante de esa unidad para vigilarlo. Como medida de
contrainteligencia hicimos correr el rumor de que la delación provenía de informantes de
la izquierda.
Al dejarlos en libertad, recibí un reporte de inteligencia indicando que al salir Chávez de
su lugar de detención, lo esperaba el vehículo protocolar del general Ochoa Antich. Ese
automóvil lo trasladó al comando de la tercera División de Infantería donde fue recibido e
invitado a almorzar. Esto dio pie para pensar en la existencia un nexo entre ambos. Sabía
que Ochoa Antich y Chávez eran oficiales de blindados y trabajaron juntos por dos años
en la Academia Militar. Ochoa además sabía de las sospechas que flotaban sobre Chávez.
Dada su estrecha relación con CAP, su cercanía con Chávez no tenía sentido. A partir de
ese momento investigamos a Ochoa Antich, pero no se pudo detectar conexión con la
conspiración.
CAPÍTULO 20
El Foro de Sao Paulo
El imperio brasilero
Brasil fue un imperio desde su creación hasta 1889 cuando se convirtió en república. En
1990 su creciente desarrollo industrial lo había convertido en una potencia mundial
mediana y los deseos de imperio renacieron. Para entonces esa nación no podía competir
de tú a tú con los grandes poderes como EE.UU., China, la Unión Europea o la URSS a
nivel mundial, pero sí podía hacerlo en su vecindario hispanoamericano.
Brasil siempre fue considerado un imperio por su enorme tamaño. En 1798 la corona
portuguesa le otorgó a Pedro de Braganza el título de emperador de ese país. Dentro de
la cancillería brasileña hay influyentes funcionarios que consideran el subcontinente
suramericano, comprendido entre el Río Grande y el Cabo de Hornos como su área de
influencia natural. Esta creencia se basa en que el idioma portugués y el español son
similares y la región comparte características étnicas, culturales y políticas. La vocación
imperial no pudo desarrollarse antes, porque Brasil no estaba en capacidad de hacerlo y
por la presencia del coloso yanqui que considera la región como su patio trasero. Con el
desarrollo de Brasil a fines del siglo XX, la falta de interés de los yanquis y el crecimiento
de la izquierda en la región, la situación empezó a cambiar.
El imperio de Fidel
Mientras el imperio brasileño es un ente físico que se puede tocar, el de Fidel es
metafísico. La “Patria Grande” de Castro es un concepto abstracto basado en una
comunidad lingüística e ideológica unida a la existencia de una legión de seguidores
hipnotizados por el magnetismo del caudillo cubano. La idea imperial de Lula no coincidía
con la de Fidel, pero ante el colapso soviético el cubano debía transigir a fin de poder
alcanzar su objetivo vital.
El plan de Fidel aunque diferente del de Lula, podía adaptarse a sus requerimientos.
Tenía que hacerlo porque de llegar a Lula a presidente, podría convertirse en su
salvavidas al perder el subsidio de la URSS. Solo había un detalle que no cambiaría, la
toma a corto plazo de Venezuela.
El imperio bicéfalo
A mediados de diciembre de 1989, Lula y Fidel se reunieron de nuevo en La Habana. Para
Lula el comunismo se había convertido en una mala palabra. Las masas se habían
convencido de que al poder se llega a través del voto, no por la violencia. Él esperaba
ganar la presidencia de Brasil y ambos podrían desarrollar un proyecto continental a largo
plazo. Fidel se encargaría de unir a Hispanoamérica aprovechando su popularidad en la
región y Lula apoyaría a los candidatos socialistas. Como el socialismo se expandiría
través del voto, los gringos no podrían impedirlo.
A medida que se fueran incorporando nuevos países a este esquema se iría
ensamblando una confederación socialista. Simultáneamente se crearía un organismo
internacional que representara a este grupo y sirviera de contrapeso a la OEA dominada
por los EEUU. La ejecución de ese plan tomaría varias décadas. Al concluir este proceso,
la región estaría dividida en dos grandes bloques aliados contra el imperio
norteamericano en un eje socialista latinoamericano. El objetivo final sería una unión
política permanente de todos los pueblos del sur del continente americano, formando una
nación con dos polos de poder, que instalaría una democracia socialista diferente a la
burguesa. La misión de Lula y Fidel sería dar inicio a esa epopeya.
El “Plan Bolívar”
Fidel manifestó estar de acuerdo con Lula pero con una condición. El necesitaba concluir
la ejecución de un plan que venía desarrollando en Venezuela. Ese proyecto estaba
avanzado y no podía suspenderse. La ejecución de ese plan generaría recursos para el
desarrollo del imperio bicéfalo y serviría de laboratorio para probar un proyecto que
aseguraría el triunfo electoral a perpetuidad. El asunto intrigó a Lula quien pidió más
detalles.
Fidel confesó a Lula que en Venezuela estaba previsto un golpe de Estado para derrocar
a Carlos Andrés Pérez. Ese país sería la cabeza de playa de su plan para conquistar a
Hispanoamérica. Venezuela era ideal por su riqueza petrolera, su posición geográfica y
por ser vecino de Brasil. Una vez que controlara a Venezuela y su renta petrolera sería
fácil financiar los partidos socialistas que se irían apoderando del resto de las antiguas
colonias españolas. Además Fidel dijo tener casi listo un proyecto para controlar
elecciones mediante un software desarrollado en Cuba por expertos de Alemania
Oriental. Ese software garantizaría el triunfo electoral de los socialistas y su perpetuación
en el poder. Además su proyecto incluía una serie de cambios en las instituciones de los
países blancos a fin de asegurar que los socialistas se mantuvieran eternamente en el
poder. A continuación Fidel explicó los detalles de lo que él llamó Plan Bolívar».
Los militares venezolanos, luego de derrocar a CAP, abolirían la vieja Constitución y
convocarían a una Asamblea Constituyente. La nueva Carta Magna contendría artículos
que debilitarían el sistema de división de poderes instaurado por la democracia burguesa
y permitiría la reelección indefinida.. Simultáneamente se crearía un poder electoral que
implantaría el voto electrónico utilizando el sistema informático electoral desarrollado por
los técnicos de Alemania Oriental. Este sistema electoral electrónico, que sería controlado
desde Cuba, garantizaría el triunfo electoral de los candidatos presidenciales del
Gobierno. El sistema era suficientemente flexible como para permitir que un pequeño
número de candidatos opositores ganasen curules en el congreso, gobernaciones y
alcaldías. Este detalle le daría un barniz democrático a la elección. Posteriormente el
empleo de este sistema computarizado se iría extendiendo al área de identificación de la
población y emisión de pasaportes, incorporando el uso de equipos capta huellas. Este
sistema sería un medio ideal para controlar a la población.
Durante el interregno a la espera de la nueva Constitución se establecería una Junta de
Gobierno cívico-militar. Paralelamente, el oficial que encabezaría el golpe mantendría el
control de las fuerzas militares. Cuando la nueva Carta Magna fuera aprobada se llamaría
a elecciones y el jefe militar del golpe sería uno de los candidatos presidenciales. En esas
elecciones se usaría el sistema electoral electrónico que garantizaría el triunfo. Ese
mismo sistema podía ser utilizado más adelante en los demás países hispanoamericanos,
a medida que se fueran incorporando a la nueva federación. Adicionalmente se iniciaría
un proceso para ir controlando paulatinamente los medios de comunicación social y
nacionalizando los principales medios de producción y empresas financieras. Al Fidel
ofreció que si Lula aceptaba su propuesta él estaba dispuesto a acompañarlo en su
proyecto latinoamericano.
Lula oyó con atención las ideas de Fidel pero consideró las pretensiones del cubano
exageradas. Brasil era un gigante y a su lado la minúscula Cuba era insignificante. Pero el
brasileño valoraba el prestigio y carisma de Fidel y sabía que su influencia sobre la
izquierda hispanoamericana era sustancial. Lula aceptó unir fuerzas con Castro para
instaurar el socialismo en América Latina, pero le hizo saber que prefería el camino
electoral. La violencia guerrillera promovida por Fidel no había dado resultado y el
brasileño creía que la vía electoral era lo más indicado. Dicho esto Lula manifestó que
aceptaba la propuesta de Fidel en Venezuela. En ese momento nació el “Foro de Sao
Paulo”14.
14. Hugo Chávez, Latinoamérica y el Foro de Sao Paulo. (2008). [Video]. Disponible: https://www.youtube.com/watch?
v=gSOhGQLrgJk
El voto electrónico
Antes de concluir la reunión Lula pidió información sobre el sistema de voto electrónico
anunciado por Fidel. Al efecto un ingeniero cubano hizo una exposición del proyecto. Para
los comunistas la posibilidad de perder una votación, estando en el poder, no era una
alternativa aceptable. Los dictadores comunistas no contemplan entregar el poder al
perder unas elecciones. Para evitar ese riesgo es indispensable asegurar resultados
favorables en las elecciones presidenciales y mantener una mayoría en el Congreso y los
poderes provinciales.
A fines de los años 80, el G2 cubano tenía conexiones estrechas con la STASI, la policía
secreta de Alemania Oriental. Por esta vía Castro supo de la existencia de un software
electoral desarrollado bajo la dirección de Marcus Wolf, jefe de inteligencia apodado el
“hombre sin rostro”. El software de la STASI era parte del sistema de control
computarizado de la población. El sistema es protegido por regulaciones electorales que
impiden Conteo manual y auditorías en caso de impugnación de resultados. Básicamente,
esas regulaciones convertirían el voto registrado en la máquina como la única prueba
válida. Luego de la desaparición de Alemania Oriental, Fidel contrató algunos de estos
técnicos para desarrollar el sistema en Cuba.
La idea de Fidel era utilizar ese sistema electoral electrónico inicialmente en Cuba, para
luego emplearlo en los países hispanoamericanos que fueran controlando bajo el Foro de
Sao Paulo. Su conejillo de indias sería Venezuela, donde pensaba utilizarlo por primera
vez.
El mecanismo del fraude
El sistema de la STASI de voto electrónico es muy diferente al tipo usado en algunas
democracias del mundo occidental. En los países democráticos que usan computadores
para el conteo de votos, se emplea un sistema mixto que incluye procedimientos
manuales y automatizados. Este procedimiento se usa para acelerar el conteo y
totalización de los resultados, pero permite que el voto individual sea escrutado y
verificado manualmente por testigos. En casos de impugnación de resultados se debe ir
obligatoriamente a un conteo manual. El recuento de votos se hace utilizando los recibos
de votación físicos depositados por cada elector. Hecha la revisión en cada urna o mesa
electoral y registrada en actas, se trasmiten los resultados electrónicamente a través de
Internet a un computador maestro central para la totalización. Los partidos tienen acceso
a estas actas y establecen sistemas computarizados independientes para verificar los
resultados.
En este sistema mixto, el voto es físico, la transmisión de datos digitalizados se hace
por Internet y la totalización de los votos es procesada por medio de computadores. El
escrutinio manual del 100% de los votos y su registro en actas, con la firma e
identificación de testigos, es un requerimiento obligatorio antes de transmitir los
resultados de cada urna electoral. Hecho esto se colocan los votos físicos de nuevo en las
cajas, se sellan y se ponen a buen recaudo.
Este procedimiento, utilizado en los países democráticos, garantiza la pureza del voto.
De haber denuncias de fraude se debe hacer un reconteo manual de los votos
depositados en las urnas. Si persisten los reclamos está previsto hacer auditorías a fondo
para detectar posibles penetraciones ilegales de hackers o el uso de programas ocultos
dentro del software electoral. En los países, donde el árbitro electoral es dominado por el
gobierno estos controles no existen.
La desmaterialización del voto
La clave del fraude utilizando el voto electrónico está en la desmaterialización del voto.
Esta manipulación elimina la posibilidad de verificación física de los sufragios. En este
sistema, el comprobante físico del voto no tiene valor probatorio y solo es una referencia
que indica que el voto se realizó. Para hacer esto es necesario dictar leyes estableciendo
que el voto es inmaterial y reposa en la memoria del computador. El comprobante físico
que deposita cada elector es un recibo que solo indica que fue a votar. Esto convierte el
voto en un sufragio virtual que puede ser modificado a distancia por los hackers del G2.
Para todos los efectos, en este sistema de votación virtual el recibo físico del voto no
tiene valor legal y solo puede auditarse el voto electrónico que ha sido convertido en una
secuencia binaria de ceros y unos. Este registro electrónico es fácil de manipular sin dejar
rastros. Este acto de prestidigitación electrónica permite el fraude masivo mediante las
instrucciones de un computador maestro que no forma parte oficial del sistema. Para
disminuir la probabilidad de detección del fraude se agregaran en los reglamentos
electorales medidas de ocultamiento. La idea es blindar el sistema contra investigaciones
indeseadas, negando a la oposición el acceso a las pruebas. Para ello de ser necesario el
árbitro electoral, dominado por el oficialismo, rechazará las auditorias “peligrosas” que
pueden poner en evidencia la trampa.
Una última medida de seguridad es la infiltración de un grupo de técnicos electorales
del Gobierno en el seno de los técnicos de la oposición. Su función es convencer a la
oposición de la absoluta honestidad y limpieza del sistema fraudulento y aprobar las
decisiones del árbitro electoral. Además se encargarían de representar a la oposición en
las auditorías que se ordenen aprobando todas las decisiones de los auditores, que son
técnicos del Gobierno. Al impedirse las auditorías e infiltrar a los técnicos de la oposición
para que oculten la existencia de la trampa, el fraude está blindado. En Venezuela estos
técnicos infiltrados forman un grupo denominado “La Colina”, el cual dentro de la
oposición tienen el monopolio del control técnico de las elecciones y están encargados de
aprobar las decisiones técnicas propuestas por el árbitro electoral.
El sistema de voto electrónico cubano
Antes del colapso de la URSS un grupo de técnicos electorales de la STASI fueron
llevados a Cuba. Alrededor de estos técnicos Fidel colocó un equipo de ingenieros
cubanos que desarrolló un sistema electoral que sería probado inicialmente en Cuba,
pero luego se utilizaría en otros países. Estos técnicos fueron alojados en la sección súper
secreta del antiguo puesto de escucha electrónico soviético que funcionó en Cuba en la
Base Militar de Lourdes A partir de ese año, en esa instalación de espionaje electrónico
se realizó el proceso de investigación y desarrollo para crear el sistema de voto
electrónico.
Como supervisor del proyecto, Fidel designó al general Ramiro Valdés, el antiguo jefe
del G2 cubano. Como cobertura en esa nueva responsabilidad, Valdés fue nombrado jefe
de COPEXTEL, la empresa de electrónica del Estado. Ese cargo era la fachada para que el
G2 cubano manejara secretamente ese proyecto que pasó a ser el favorito de Fidel
Castro. Como director técnico fue nombrado el cubano experto en informática, José
Lavandero García.
Posteriormente se fundó la Universidad de las Ciencias Informáticas de La Habana, que
fue ubicada en la base de Lourdes. A Lavandero, como cobertura se le dio el cargo de
vicerrector y el grupo que trabajaba en el proyecto de voto electrónico fue camuflado
como un equipo más de investigación de esa universidad. La primera prioridad fue el
desarrollo del sistema de votación, pero el propósito principal del proyecto de Fidel no
era el electoral. Su objetivo fundamental era el desarrollo de sistemas de vigilancia y
manipulación cibernética para controlar y espiar a la población. A este proyecto
estratégico súper secreto Fidel lo llamó “Plan Futuro”. Oída la explicación Lula manifestó
estar de acuerdo y se dio por terminada la reunión.
CAPÍTULO 21
El Tcnel. Chávez
Chávez es enviado a Maturín
A mediados de diciembre de 1989 Chávez fue enviado al servicio de proveeduría en
Maturín. Allí sus labores no incluían conspirar, ni tenía tropa a su mando y se vio obligado
a contar pollos, ordenar papas y enviar arroz a las unidades. Esa actividad no era de su
agrado, pero debía bajar la cabeza esperando que pasara la tormenta. Sabía que en
pocos años él Gen. Peñaloza se iría de baja y el estaría de vuelta en Caracas al frente de
su logia y daría el golpe para el cual estaba predestinado. En ese momento lograría el
objetivo que eludió su bisabuelo y sería el mandamás de Venezuela. Como estaba
vigilado de cerca, debía minimizar los contactos con su logia, pero los conjurados estaban
intactos esperando sus instrucciones. Por ahora debía hacerse olvidar como había hecho
en Elorza manteniendo un bajo perfil.
Chávez estaba enterado de la orden que CAP prohibiendo que interfirieran en su
carrera, a menos que tuviera pruebas concretas. Él sabía también que sería llamado al
Curso de Estado Mayor en la capital junto con su logia, sin que yo pudiera evitarlo. Por
eso se esmeró en no dar razones para que se sospechara de él. De esa manera pasó
desapercibido en Maturín.
La última carta de Fidel
Pese al aborto del golpe en diciembre de 1989, Fidel mantuvo su idea de tomar cuanto
antes el poder en Venezuela mediante un golpe cívico-militar. Chávez y su logia se
habían salvado gracias al esfuerzo de Jesús Carmona y otros admiradores de Fidel. Esos
caballos de Troya que rodeaban a CAP lo convencieron que no había golpe. Tras
bastidores, el grupo de militares seguidores de Caldera también jugó un papel evitando
que Maisanta fuera enjuiciado y sancionado.
Si el plan de Fidel fallaba, el acuerdo con Lula era su plan “B”. Fidel era optimista
porque el G2 y Alí Rodríguez le aseguraban que a partir de julio de 1991 se alcanzaría la
masa crítica militar necesaria cuando Chávez y los otros líderes de la logia ascendieran a
tenientes coroneles. Los grupos subversivos civiles estaban listos para la acción y solo
esperaban las armas que Chávez les había prometido. Además se habían tomado
medidas de seguridad para evitar una nueva delación. En julio de 1991 Heinz y yo
pasaríamos a retiro y la persecución cesaría.
Al ser promovidos a ese grado clave los líderes de la logia ocuparían cargos de
comandantes de batallón, lo cual facilitaría el golpe. Además de la logia y de los grupos
subversivos de izquierda, Fidel contaba con sus francotiradores infiltrados. Estos últimos
habían demostrado su efectividad en el Caracazo. Alí Rodríguez Araque, quien coordinaba
la parte civil de la insurrección había reportado que a partir de agosto de 1991 todas las
piezas estarían listas para el derrocamiento de CAP.
Lula Da Silva coge fuerza
Mientras los planes de Fidel con el Caracazo fallaban y el golpe de diciembre del 89 fue
abortado, la estrella de Lula iba en ascenso. A finales de 1989 al postularse como
candidato del PT a las elecciones presidenciales fue una revelación, pasando a la
segunda vuelta. El 17 de diciembre de 1989, quedó en segundo lugar con 47% de los
votos y demostró tener gran potencial para ser presidente en las siguientes elecciones.
Entretanto Fidel no había abandonado sus planes porque la logia de Chávez había
quedado intacta y más adelante podrían hacer otro intento.
Chávez va al Curso de Estado Mayor
Como Chávez y los otros jefes de su logia habían sido transferidos a posiciones
administrativas en sitios lejanos a Caracas, a todos se les hizo seguimiento pero durante
el primer semestre de 1990 no se les detectaron acciones sospechosas.
En junio de 1990 estaba pendiente de saber cuál sería mi próximo destino. En
Venezuela la carrera militar dura solo treinta años, pero puede ser extendida por decisión
presidencial. Para entonces yo tenía veintinueve años de servicio activo y era
comandante del Ejército con cuarenta y nueve años de edad. El presidente Pérez tenía la
potestad de transferirme a otro cargo acorde con mi rango o ratificarme y eso me hizo
desviar temporalmente mi foco sobre la logia.
CAP estaba ambivalente con mi caso. Por un lado tenía en contra el poderoso círculo
íntimo (encabezado por Cecilia Matos, Orlando García y Herminio Fuenmayor) y los
ministros pro fidelistas que rodeaban CAP. Todos ejercían presión para sacarme de juego.
Yo era un estorbo para los negocios de Cecilia Matos y sus socios, pero además era una
amenaza para la logia que empollaba Fidel. Por fortuna había un poderoso trío de líderes
del Partido AD a quienes había convencido de la existencia de una conspiración. Este
grupo defendía la tesis de que CAP debía mantenerme como comandante del Ejército
para evitar un golpe. En ese grupo estaban Luis Alfaro Ucero (el presidente de AD),
Reinaldo Leandro Mora (el presidente del Congreso Nacional) y Alejandro Izaguirre (el
ministro del Interior). Al final este trío impuso su criterio y CAP accedió a ratificarme
como Comandante del Ejército.
A comienzos de junio de 1990 el director de Educación del Ejército me presentó los
planes de estudio de ese año. En la lista de candidatos para el Curso de Estado Mayor
estaban los oficiales de la promoción de Chávez. Aunque había aceptado no interferir en
sus carreras, traté de convencer al presidente Pérez sobre la necesidad de impedirles
atender la Escuela Superior del Ejército. Al reunirme con CAP le expliqué que si los
sospechosos hacían ese curso tendrían derecho a ascender a tenientes coroneles. Esto les
permitiría ser primeros comandantes de batallones luego de mi retiro en julio de 1991.
Esa posibilidad debía ser bloqueada a tiempo. Después de oírme me dijo:
—General, usted es muy insistente, pero le pido de nuevo dejarlos tranquilos en sus
carreras a menos que tenga más pruebas. Hasta ahora no hay noticias de que conspiran
y debemos darles otra oportunidad. Permítales asistir al curso y manténgalos vigilados.
Luego de recibir instrucciones no me quedaba espacio de maniobra. Disciplinadamente
cumplí la orden sin estar de acuerdo. A mi juicio, la decisión de CAP era errada porque
permitiría a los golpistas comandar batallones. Esas unidades de combate son los
caballos de batalla de un golpe. Si él accedía a nombrarlos comandantes de batallón
sería su sentencia de muerte. Pese a mis esfuerzos, a partir de septiembre de 1990,
Chávez estaba de regreso en Caracas atendiendo el Curso de Estado Mayor.
Afortunadamente yo tenía en la Escuela Superior al mayor Madriz.
Nuevo Alto Mando
Conocí las decisiones del Presidente a comienzos de julio de 1990. El Ministro de la
Defensa Filmo López pasaría a retiro y sería reemplazado por él vicealmirante Héctor
Jurado Toro, quien era comandante de la Marina. Este oficial naval había sido edecán de
CAP en su primer Gobierno y al igual que el ministro saliente era muy cercano a Cecilia
Matos, la amante del Presidente. Su carrera militar había sido excelente. Venía de ser
director de la Escuela Naval y comandante de la Marina de Guerra. Me llevaba un año de
antigüedad. Él se había graduado en ١٩٦٠, un año antes que yo, pero por haber cursado
en la Escuela Naval durante cinco años le habían extendido la carrera un año más y
pasaría a retiro conmigo.
Al asumir el cargo, Jurado, presionado por Cecilia Matos, nombró como director general
del Ministerio de la Defensa a Santiago a quien yo había destituido meses antes del cargo
de jefe de Estado Mayor del Ejército. Por este hecho, ese general no ha debido ser
considerado para ese cargo. La presión de Cecilia fue decisiva para que Santiago
mantuviera sus esperanzas de ser Ministro de la Defensa. El Presidente estaba al tanto
de las sospechas que se cernían sobre él, pero cedió ante la imposición de su amante,
quien manejaba los cobros de comisiones a contratistas. Inicialmente pensé protestar su
nombramiento ante CAP, pero luego decidí que era una causa perdida aunque debía
mantenerlo vigilado. Yo tenía claro que la verdadera amenaza era Chávez y no Santiago.
Este último general se había convertido en un actor de reparto de poco peso y andaba
conspirando con los hermanos Parsifal y Vinicio De Sola, ligados a Caldera.
En el Ejército, CAP decidió ratificarme en el cargo de comandante general. Como
inspector general del Ejército designó a Fernando Ochoa Antich, manteniendo viva la
pugna con Santiago. Yo no tenía dudas que nombraría como Ministro de la Defensa a
Ochoa. Como jefe de Estado Mayor del Ejército nombró al general de división Antonio
Roberto Delgado, un oficial de la promoción de Ochoa Antich. Rangel Rojas fue escogido
comandante de la estratégica 3ª División de Infantería en Caracas. Este nombramiento
garantizó a Rangel, que sería mi reemplazo cuando me retirara.
Primera reunión del Foro de Sao Paulo
La preparación de la plataforma y planes del Foro de Sao Paulo tomó varios meses.
Durante ese período un grupo de estrategas comunistas cubanos y brasileños trabajaron
en La Habana durante la primera mitad de 1990 formulando los lineamientos de un plan
para apoderarse de Latinoamérica por la vía del voto. Por razones obvias se acordó que
el objetivo del grupo se mantendría oculto para no alertar a los EEUU y al mundo
occidental. Para presentar este proyecto, Fidel y Lula convocaron en julio de 1990 a
reunión con varias delegaciones de representantes de diversos partidos y movimientos
políticos de izquierda de Latinoamérica incluyendo socialdemócratas. A esa reunión
asistieron cuarenta y ocho partidos socialdemócratas, socialistas, comunistas y
organizaciones guerrilleras provenientes de veintidós países. Lula fue nombrado
presidente de esa coalición de izquierdas.
Como cortina de humo se anunció que el objetivo del foro era debatir sobre el escenario
internacional, después de la caída del Muro de Berlín y los efectos negativos del
neoliberalismo. Lula planteó que tenía en mente un nuevo plan socialista para
Latinoamérica que estaba en construcción y que necesitaba tiempo para estructurarlo.
Por ese motivo esta primera reunión sería de carácter preliminar y solo abordarían temas
de carácter general.
A dicha conferencia fueron invitados representantes de todos los partidos de izquierda
latinoamericanos y algunos partidos socialdemócratas. Esta invitación ampliada fue una
cortina de humo para que la conferencia no se considerara una reunión de comunistas.
Entre los principales asistentes estaban el Partido Comunista Cubano, el Ejército de
Liberación Nacional (ELN) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el
frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), La Unión Revolucionaria Nacional de
Guatemala (URNG), el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) del
Salvador y el Partido de la Revolución Mexicana (PRD). Por Venezuela asistieron el
Partido Comunista de Venezuela, la Liga Socialista, el Movimiento Electoral del Pueblo y
Patria Para Todos.
Antes de concluir la reunión se acordó hacer conferencias anuales en distintas ciudades
latinoamericanas. Para institucionalizar el grupo se acordó darle un nombre. Algunos
representantes de partidos socialdemócratas propusieron llamarla “Encuentro de Partidos
y Organizaciones Políticas Democráticas de América Latina y el Caribe”. Ellos
argumentaban que en la región no podría ganar unas elecciones con una identidad de
izquierda radical socialista y menos comunista. Fidel tenía otra idea en mente y se opuso
al uso del término “democrático”. Lula para contemporizar planteó llamar a esos
cónclaves “El Foro de Sao Paulo” y la idea fue aceptada.
El mayor Madriz asistente de Chávez
Una vez ratificado en mi cargo continué recibiendo información de mi red de inteligencia
paralela y la investigación de Chávez siguió andando. Ahora la labor de búsqueda era
más urgente. Los mayores miembros de la logia eran alumnos de la Escuela Superior y al
graduarse podrían comandar batallones en julio de 1991. La vigilancia de los sospechosos
era más fácil, porque estaban concentrados en el Curso de Estado Mayor. Allí yo
mantenía a Madriz quien no había sido detectado y era mi principal fuente de
información.
Al iniciarse el curso, Chávez sin sospechar convirtió a Madriz en su asistente y enlace
con los conspiradores en los cuarteles. Los alumnos estaban muy atareados con el
exigente programa y no podían realizar otras actividades. Dirigir una conspiración y dar
un golpe, siendo cursante de la Escuela Superior del Ejército, es una misión imposible.
Mientras Chávez fuera alumno el golpe tendría que esperar, pero él tenía que estar en
contacto con sus seguidores para mantener la llama viva. Por eso Madriz se convirtió en
correo llevando mensajes secretos de Chávez a sus seguidores militares y al mayor
retirado Brett, quien era el enlace con las organizaciones subversivas civiles dirigidas por
el diputado Rodríguez Araque. Estos contactos permitieron a Madriz confirmar el carácter
comunista de la insurrección, aunque sabía que la mayoría de los militares de la logia no
lo eran. La excepción eran algunos militares infiltrados de la Causa R, como los capitanes
Blanco La Cruz, Rojas Suárez y el teniente Porras Echezuría (que al igual que Chávez y
Arias era marxistas antes de entrar a la Academia Militar).
Los principales grupos subversivos eran Tercer Camino (dirigido por Douglas Bravo) y
Bandera Roja (liderado por Gabriel Puerta Aponte). La cara legal era la Liga Socialista
controlada por Alí Rodríguez a través de Nicolás Maduro. Adicionalmente había varias
organizaciones pequeñas que formaban parte del movimiento.
El fraude de “Margold”
A comienzos de octubre de 1990, durante mi segundo año al frente del Ejército, el
director de Logística presentó una solicitud de compra de munición de artillería al notar
que las reservas estaban agotándose. El requerimiento me llamó la atención porque en el
Plan de Adquisiciones autorizado en l998, a raíz del incidente de la Corbeta “Caldas”, se
había incluido un lote de esa munición que debería durar unos tres años. Se lo hice ver al
general director de Logística y ordené abrir una investigación.
Los contratos de ese plan habían sido ejecutados durante el gobierno de Lusinchi.
Fueron firmados por los generales Alliegro, quien era ministro de la Defensa y Troconis
comandante del Ejército. El de las municiones había sido adjudicado a la empresa
venezolana Corporación MARGOLD C.A. para la adquisición de un lote de munición de
artillería por un monto superior a los veinte millones de dólares. Luego de la revisión de
esos contratos se constató que la munición había sido pagada en su totalidad por el
Ministerio de la Defensa. El pago se hizo luego de que la Contraloría falsificó el respectivo
documento de control perceptivo. La inexistente recepción de la munición en el Ejército
fue simulada con actas de recepción falsificadas por funcionarios de las Direcciones de
Adquisiciones y Logística del Ejército, antes de que yo recibiera el Comando de esa
Fuerza. Este desembolso se hizo pese a no haberse recibido físicamente el material en
los depósitos de logística. Evidentemente fue un fraude bien planeado, cometido por una
influyente banda que estaba conectada con el alto gobierno y enquistada profundamente
en las FAN.
Cuando se revisó el expediente de la empresa se determinó que sus propietarios eran
Orlando García, quien aparecía como presidente y Gardenia Martínez (amante de este)
era la gerente general. El nombre de la empresa era un acrónimo de los nombres de los
dueños. Luego de investigar la estafa, y con las pruebas en la mano, notifiqué a
comienzos de noviembre de 1990 al Ministro de la Defensa que investigaba ese grave
hecho. Para proteger el patrimonio nacional exigí a Margold la entrega de ese material.
Mi plan era tratar de recibir la munición primero y luego denunciar la estafa solicitando
apertura de juicio. Evidentemente se había cometido un delito en perjuicio del patrimonio
del Ejército que debía investigarse y sancionarse.
Chávez asiste a una extraña reunión
En diciembre de 1990 recibí un interesante reporte de inteligencia en el cual constaba
que Chávez había asistido a una reunión en casa de Vinicio De Sola. A esa cita también
fueron el expresidente Rafael Caldera y José Vicente Rangel. Ese cónclave me intrigó
pues sabía que Vinicio, además de ser amigo mío, era un conspirador compulsivo. Había
continuado mi relación con él porque era un informante que me traía datos muy
importantes. Para entonces estaba seguro de que Chávez seguía conspirando pero no
tenía las “pruebas duras” que CAP pedía. Pese a mis esfuerzos de búsqueda no me fue
posible saber cuál fue el tema tratado en esa oportunidad en esa casa. Picado por la
curiosidad invité a De Sola a mi casa.
Al llegar, le pregunté a Vinicio si sabía de los rumores sobre los COMACATES que se
oían en los cuarteles. Él me dijo que posiblemente había algo andando, no solo a nivel de
oficiales subalternos del Ejército. En tono confidencial me comentó que oyó a generales y
almirantes conspirando y me recomendó que yo me adelantara y les diera el golpe antes
de pasar a situación de retiro. En ese momento le dije que me estaba haciendo una
proposición ilegal. Al oír mi comentario, sonrió diciendo que estaba bromeando y se
retiró.
Gardenia Martínez
En enero de 1991 convoqué al representante de Margold a mi despacho para exigir la
entrega de esa munición. Poco después me visitó una señora con acento cubano que al
presentarse me dijo en tono arrogante:
—Soy Gardenia Martínez, amiga de Cecilia Matos.
Luego de oírla ignoré su alusión a Cecilia y le advertí que de no entregar la munición a
corto plazo el Ejército demandaría a su empresa por estafa. Ella trató en vano de
convencerme de que cometía un error pero mantuve mi posición. Al ver que no podía
persuadirme se levantó ofendida y me dijo en forma amenazante:
—Se lo diré a Cecilia—, y se retiró apresuradamente. A partir de ese momento
empezaron a ocurrir cosas extrañas.
Sabiendo que tenía entre manos un asunto muy delicado solicité hablar urgentemente
con el Presidente. Luego de varios días fui convocado a Miraflores. En su despacho le
expliqué a CAP lo que estaba sucediendo. Le hice ver la participación de Orlando García,
su jefe de seguridad en la estafa y le advertí que Gardenia Martínez estaba involucrando
a Cecilia Matos en el asunto. También le hablé de la necesidad de que retirara de su
entorno a Orlando García, porque con seguridad se le abriría juicio y sería un escándalo
mayúsculo mantenerlo en esa posición. CAP recibió la denuncia con disgusto y me dijo:
—Esto lo va a investigar el general Fuenmayor en la DIM. En lo sucesivo él se encargará
de aclarar este asunto.
Dicho esto dio por terminada la reunión. Luego de esa tensa conversación, en varias
oportunidades llamé al Presidente. Mis llamadas eran atendidas cortésmente por un
edecán diciéndome que el primer mandatario estaba ocupado. Después de varios
desaires me di cuenta de que CAP no quería hablar conmigo. El tiempo pasaba y la
empresa no entregaba la munición.
Cansado de esperar por las acciones del Presidente, a fines de marzo decidí no esperé
más y ordené al general Fernando Ochoa Antich, quien era el inspector del Ejército que
elaborara un informe tipo “cuenta” sobre el caso “Margold” dirigido al Presidente. Las
“cuentas” en las FAN son informes que contienen al final un espacio en blanco, en el cual
el superior toma una decisión sobre el tema planteado y al terminar estampa su firma.
Con este documento emplazaba a CAP a tomar una decisión por escrito sobre el caso.
Mi estrategia al involucrar a Ochoa Antich fue presionar indirectamente al Presidente.
Conocía las estrechas relaciones entre ambos y pensé que con Ochoa podría llegarle por
otra vía a CAP. Yo pasaría a retiro en julio de ese año y no quería dejar ese caso abierto
y sin decisión. Ochoa Antich probablemente sería el nuevo ministro y juzgué que trataría
de sacar del escenario ese delicado caso antes de recibir el cargo. Tan pronto Ochoa
preparó la “cuenta” la llevé personalmente y se la entregué en la mano al ministro Jurado
a comienzos de abril. Al entregarle el documento insistí en que la elevara a la brevedad a
consideración del Presidente y quedé esperando su decisión. CAP nunca se pronunció
sobre el caso. Había decidido esperar mi retiro.
Segunda Conferencia del Foro de Sao Paulo
Después del primer cónclave, el secretariado ejecutivo del Foro se reunió a comienzos de
1991 a revisar el avance hecho. Luego decidió realizar un segundo encuentro en México
en junio de ese año. La escogencia de México no fue accidental. Es el país más poblado
de Hispanoamérica y el PRD era el segundo partido más grande de México con una clara
posibilidad de llegar al poder. La incorporación del PRD, junto al PT de Lula y el icono
revolucionario de Fidel, daba a la organización un aura de poder y de inevitabilidad. Para
disimular la inclinación comunista del Foro de Sao Paulo se anunció con bombos y
platillos que la intención era promover el socialismo, el indigenismo y el ecologismo en
Latinoamérica.
La segunda Conferencia del Foro de Sao Paulo en Ciudad de México se celebró entre el
12 y el 15 de junio de ese año. El primer encuentro tuvo poca cobertura y no llamó
mucho la atención. El segundo realizado en México tuvo más difusión. Incluso fue
promocionado en Washington por lobbies izquierdistas para tratar de mostrar que no
tenían nada que ocultar. En esta reunión el anfitrión fue Cuauhtémoc Cárdenas, el hijo
del expresidente Lázaro Cárdenas, el militar izquierdista que nacionalizó el petróleo en
México.
Esta conferencia tuvo mayor sentido de urgencia que la primera. Los asistentes fueron
grupos de tendencia marxista. A ella no fueron invitados los incómodos partidos
socialdemócratas llenos de reformistas que abogan por un sistema político democrático
plural y una economía capitalista. Los comunistas quieren revolución.
Al igual que en la idea original de Lenin con el comunismo mundial, el sistema socialista
de Lula se iría extendiendo como una mancha de aceite hacia otros países. En su versión
edulcorada, el poder se alcanzaría por el voto y no por la fuerza. Al llegar al poder, Lula
apoyaría a los candidatos de izquierda con mayor potencial en países hispanoamericanos.
A medida que fueran tomando el poder en sus países, Cuba los irían absorbiendo hasta
convertirlos en satélite de la nueva confederación dirigida desde La Habana.
El objetivo final es la creación de una confederación socialista en Latinoamérica.
Obviamente, esta confederación sería dominada por Brasil aunque este “detalle” no se
mencionaba expresamente. Fidel, con seguridad, no pensaba dejarse gobernar desde
Brasilia pero el tamaño del Brasil lo hace inevitable.
El proyecto de Lula
En esta segunda conferencia del Foro se congregó un grupo más homogéneo de
izquierdistas radicales. Allí Lula empezó a tratar discretamente los escabrosos temas
sobre cómo apoderarse de América Latina a largo plazo sin el apoyo soviético. Para
disimular el objetivo real se hizo ver públicamente que el tema central sería pensar sobre
lo que debía hacer la izquierda latinoamericana ante la disolución de la URSS. Una vez
que Lula fuera electo presidente, Brasil se convertiría en un polo de irradiación del
socialismo por medios pacíficos al resto de América Latina, financiando en forma
encubierta candidatos afines en otros países de la región.
Aunque el método electoral para instaurar el socialismo era la idea central, Fidel influyó
para que no se rechazara expresamente el uso de la violencia. A partir de esta reunión se
marcó claramente la división de la izquierda latinoamericana entre los “socialistas” y los
“socialdemócratas”. Otra decisión fue excluir el término “comunista” del lenguaje del Foro
de Sao Paulo. Lula sabía que ese vocablo era antipático. Generaba temor y oposición
entre el pueblo latinoamericano. La palabra “socialista” tenía mejores connotaciones
políticas entre los pobres e intelectuales que la palabra “populista”, que era el calificativo
apropiado. Los pobres eran la mayoría en América Latina y con ese caudal electoral sería
fácil ganar elecciones. En 1996, Heinz Dieterich le dio organicidad a esta visión
bautizándola como “Socialismo del siglo XXI”
La democracia participativa
Los miembros del Foro de Sao Paulo aceptaron la visión de Lula de adoptar el voto como
el nuevo camino para alcanzar el poder. Al controlar el Gobierno, procederían a instalar la
democracia participativa y desmontarían el modelo de la democracia representativa. La
democracia burguesa era despreciada por los miembros del Foro, porque según ellos con
este modelo las élites se arrogan la representación del pueblo. A la idea de Lula Fidel le
agregó su visión antimperialista y antiliberal que había planteado en la Tricontinental de
La Habana en 1966.
La democracia participativa promueve la intervención de los ciudadanos en referendos o
plebiscitos para influir directamente en las decisiones públicas. La idea es que el pueblo
participe manifestando directamente sus puntos de vista y no a través de partidos que los
representen. Este es el método para destruir los partidos tradicionales y lograr la
hegemonía comunista. La fachada “democrática” la darían las comunas, cuyos jefes son
activistas políticos designados por el poder ejecutivo. De esta manera desaparece la
representación de las minorías y las autoridades intermedias como congresistas,
gobernadores de estado, alcaldes, etc. Eventualmente el pluralismo de los partidos
políticos es reemplazado por un gobierno asambleario de las bases. Esta situación es fácil
de controlar por un líder carismático que maneje todos los poderes del Estado. Estos
procesos asamblearios culminan con comicios. De allí la importancia crucial del sufragio
electrónico.
Fidel, siendo un adicto al poder eterno, buscaba garantizar que los comunistas ganaran
las elecciones presidenciales a perpetuidad, mediante el control del voto electrónico. En
comicios de menor importancia para elegir representantes al Congreso y autoridades
locales se dejaría una cuota de ganadores a la oposición. De esta manera se guardarían
las apariencias de “pureza” del sistema electoral dando una falsa sensación de
imparcialidad. Además del voto electrónico, el G2 utilizaría las bases de datos del sistema
computarizado para controlar, vigilar, espiar y perseguir a la población, especialmente a
los disidentes.
Finalmente como la guinda en la torta estaba el control de las Fuerzas Armadas. Los
militares dejarían de ser apolíticos y su lealtad no se debía a la nación y la constitución
sino a la revolución. Para ello se adelantaría un proceso de corrupción de los viejos
mandos militares combinada con una activa penetración de las escuelas militares para
crear una nueva generación de militares revolucionarios.
Chávez es reprobado en “Inteligencia”
El Gen. Alberto Esqueda Torres, director de la Escuela Superior del Ejército, solicitó hablar
conmigo a mediados de mayo de 1991. Su propósito fue pasarme la responsabilidad para
actuar contra Chávez y otros cinco oficiales reprobados en asignaturas del Curso de
Estado Mayor. La política a seguir en esos casos no era clara. En el pasado algunos
habían sido expulsados y a otros se les había dado oportunidad de presentar un nuevo
examen. De ser aprobados se graduaban, si no eran retirados. Si Chávez era expulsado
del curso no podría ascender al grado de teniente coronel. Un problema adicional era que
uno de los reprobados fue el mayor Luciano Bacalao Von Schambert quien había sido mi
ayudante siendo Director de la Academia Militar. Al ver su nombre me di cuenta que
debía hilar fino para que no se me acusara de conflicto de interés.
Esqueda al pasarme la decisión se lavó las manos como Pilatos. Para entonces tenía
información que Esqueda era seguidor de Santiago y se reunía con Chávez y el
contralmirante Gruber en casa de Vinicio De Sola. Para entonces Santiago era
comandante de la División de Selva y Gruber era jefe del Comando Fluvial del Orinoco.
En ese tiempo yo no podía actuar contra Chávez sin pruebas y debía pedir permiso al
Presidente para retirarlo del curso. Ante el dilema planteado resolví reunir al Alto Mando
del Ejército para tratar de conseguir un voto contra Chávez. Si lograba que el Alto Mando
me apoyara podría usar ese resultado para convencer a CAP. Con esa intención convoqué
a una reunión del Alto Mando del Ejército para oír al general Esqueda y decidir sobre el
caso. Convoqué a los generales Ochoa Antich y a Antonio Roberto Delgado quienes eran
el inspector y jefe de Estado Mayor respectivamente. Como faltaba poco para mi retiro y
asumía que probablemente entregaría mi cargo al Gen. Rangel Rojas, resolví convocarlo
a esa reunión para involucrarlo en el asunto. Entonces Rangel era comandante de la 3ª
División de Infantería en Caracas.
Una vez reunidos di la palabra al general Esqueda quien explicó lo sucedido. Terminada
su exposición le ordené retirarse para tomar una decisión. Al hacerlo hice ver a los
asistentes el peligro que había en caso que Chávez y los miembros de su logia
ascendieran. En esa oportunidad los previne para que no permitieran que los detenidos
en 1989 no ocuparan cargos de comandantes de batallón. También les señal é que lo
ideal sería retirarlo del curso aprovechando que había sido reprobado pero que había
precedentes que pondrían esa decisión en tela de juicio. Luego les concedí el derecho de
palabra y cada uno manifestó su punto de vista.
Al final se hizo una votación a mano alzada y todos manifestaron que se inclinaban por
aplicar un nuevo examen a los reprobados. Al final tomé la palabra y les dije que si fuera
por mí los expulsaría, pero oída su opinión y conociendo el punto de vista del Presidente,
adoptaría la propuesta que ellos recomendaban. De esa manera, por unanimidad del Alto
Mando del Ejército, se tomó la decisión de permitirle a los cinco oficiales reprobados,
incluyendo a Chávez, presentar de nuevo los exámenes en que habían fallado.
Luego de tomar un nuevo examen, dos de los alumnos reprobados volvieron a fallar.
Entre los que aprobaron estaban Chávez y Bacalao. Al enterarme de esos resultados
supuse que Chávez sería ascendido. Ante esta posibilidad ordené al jefe de Personal del
Ejército que de ascender a teniente coronel alguno de los miembros de la logia detenidos
en diciembre de 1989 debían enviarse a ocupar cargos administrativos. Al dar esa orden
asumí que yo estaría aún en servicio activo para el momento de los ascensos y haría
cumplir esa disposición.
Mis problemas con el jefe de la DIM
A finales de mayo de 1991, solicité por escrito a CAP una sanción contra el general
Fuenmayor, el director de Inteligencia Militar que se había alineado con Santiago, Cecilia
Matos, Orlando García y Gardenia Martínez para atacarme. Descubrí que la DIM me
vigilaba sin autorización del Presidente con espías y equipos de grabación de audio y
video. La vigilancia incluía el sembrado de espías entre mis escoltas y empleados, tanto
en mi oficina como en mi casa. En esa oportunidad le entregué a CAP un conjunto de
pruebas, entre las cuales había un video grabado por el propio Fuenmayor en su
despacho al estilo de Vladimiro Montesinos en Perú.
Ese video mostraba a Fuenmayor recibiendo dinero en efectivo e intercambiando
información con Gardenia Martínez sobre mi persona. CAP manifestó que no le dio
órdenes a Fuenmayor al respecto. Estas denuncias, más otros escándalos de corrupción
administrativa que afloraron simultáneamente en la DIM, obligaron a CAP a destituirlo y
reemplazarlo por el general de División José de La Cruz Pineda. Fuenmayor fue pasado a
retiro, pero CAP no tomó medidas en su contra. Posteriormente Fuenmayor fue detenido
y acusado de corrupción administrativa.
El general Pineda es un competente y serio oficial de inteligencia, pero al llegar a la
DIM tuvo los mismos problemas que yo experimenté con CAP. Pronto Pineda se dio
cuenta de que el Presidente se negaba a creer que había un golpe y se disgustaba
cuando le tocaban el tema. En octubre de 1988, Pineda era comandante de la tercera
Brigada de Infantería del Comando Estratégico del Ejército cuando el Batallón Ayala salió
a detener al presidente encargado la noche de los tanques. Un día antes de ese hecho,
Pineda fue enviado junto con el teniente coronel comandante del Ayala a una inspección
al estado Zulia. Ese incidente fue presentado como algo sospechoso al presidente
Lusinchi a su regreso de un viaje a Punta del Este. El primer mandatario ignoró el hecho
por solicitud del candidato presidencial CAP, quien deseaba evitar los rumores de golpe.
Esa mala decisión impidió una investigación y permitió que Chávez siguiera conspirando.
García no vendió ni una navajita al Ejército
Fui convocado a una reunión privada con CAP, a comienzos de junio. En esa oportunidad
me dijo que apreciaba el trabajo que yo había hecho y que el general Pineda en la DIM
estaba investigando la logia, pero que no había pruebas concretas. Luego pasó al tema
que realmente le interesaba al preguntarme si tenía interés en ocupar una embajada al
retirarme de la carrera militar. Le respondí que era un honor ser considerado. Le recordé
que antes de mi retiro debía abrir juicio contra Orlando García por la estafa del Caso
Margold. CAP puso mala cara y no respondió. Dicho esto me retiré.
A fines de mayo de 1991, en vista de que el Presidente no tomaba ninguna decisión
sobre ese delicado asunto y se acercaba mi retiro, decidí actuar. A comienzos de junio
filtré información sobre ese caso a la prensa. Mi intención era obligar a CAP a tomar una
decisión ante la presión de la opinión pública. Estaba claro que al filtrar información
violaba reglamentos militares, pero me confortaba saber que estaba actuando de
acuerdo a principios éticos. Estaba cumpliendo con mi deber, porque la Constitución
dictaba que quien tuviera conocimiento de la comisión de un delito debía denunciarlo.
Luego de que la prensa empezó a ocuparse del caso “Margold”, el lunes 3 de junio
algunos reporteros le plantearon el tema al Presidente. Al preguntarle sobre el cubano
Orlando García, CAP se puso nervioso y solo atinó a decir una frase que me enardeció:
—Orlando García no ha vendido ni una navajita al Ejército.
Interpelación en la Comisión de Defensa
La declaración del Presidente fue la gota que desbordó el vaso. Al otro día, todos los
diarios del país mostraban en primera plana la fatídica afirmación de CAP. Ese día
contacté al Dr. Donald Ramírez, un miembro del partido opositor COPEI, quien era el
presidente de la Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados. Le pedí que me
convocara a una interpelación en la cual iba a hacer importantes revelaciones sobre el
caso “Margold”. Al siguiente día recibí una comunicación oficial de ese cuerpo requiriendo
mi presencia. Las invitaciones a requisitorias del Congreso son de carácter obligatorio y
no podía negarme a comparecer so pena de ser enjuiciado por desacato. Esa
comunicación era mi salvavidas porque me obligaba a asistir.
El martes en la tarde llamé al Presidente y le hice ver al edecán de guardia que era
urgente. Ante esto CAP atendió el teléfono y de inmediato le dije que había recibido una
citación para asistir a una interpelación del Congreso al día siguiente. El Presidente
masculló:
—Le prohíbo atender a esa convocatoria.
Respondí con dos palabras:
—Entendido, Presidente.
Dicho esto colgué el auricular.
La palabra “entendido” en la jerga militar significa que uno comprendió una orden, no
que uno la va a cumplir necesariamente. Los militares estamos formados bajo el lema de
que “Las órdenes ilegales no se cumplen”. La orden del Presidente violaba la
Constitución.
A la mañana siguiente salí a atender el llamado de la Comisión de Defensa. Al tomar la
autopista rumbo al centro de la ciudad era obvio cuál era mi destino. En ese momento
sonó el radio de mi vehículo. Al atender me sorprendió la voz del vicealmirante Héctor
Jurado Toro diciendo:
—¿Adónde te diriges, Peñaloza? ¡El Presidente te prohibió ir al Congreso!
Mi respuesta fue:
—Voy a cumplir con mi deber.
Al decir eso cruce el Rubicón.
Unos minutos más tarde descendí del auto frente al Congreso. En el umbral me
esperaba el diputado Henry Ramos Allup, quien me interceptó diciendo:
— ¿General, usted no va a cumplir la orden del Presidente?
Me limité a mostrarle un ejemplar de la Carta Magna diciéndole:
—Voy a poner una denuncia cumpliendo lo que establece la Constitución.
Ante esto el diputado me miró con cara de preocupación y me franqueó el paso.
Mi comparecencia a la Comisión de Defensa fue la noticia del día. En la interpelación
respondí muchas preguntas dejando al desnudo lo ocurrido en el “affaire Margold”. En un
país decente la denuncia hubiera generado investigaciones, pero en Venezuela la política
se juega con dados cargados. A la interpelación del Congreso acudí pertrechado con un
cargamento de pruebas demostrando la culpabilidad de Orlando García. Ese material lo
dejé en manos de los legisladores. Ese mismo día fui destituido. Cecilia Matos y Gardenia
Martínez han debido reírse a carcajadas por lo que ocurría.
Luego de mi visita al Congreso no se inició ninguna investigación. La fracción de AD
tenía mayoría y bloqueó la averiguación. Las acusaciones resbalaron sobre CAP. La
sociedad de cómplices funcionó a cabalidad. La justicia venezolana nunca había sido tan
injusta.
Mi destitución del Comando del Ejército
Al regresar a mi despacho en Fuerte Tiuna me entregaron una comunicación secreta
enviada por el ministro de la Defensa, Jurado Toro. Su contenido no me sorprendió.
Tersamente me informaba que debía entregar mi cargo al día siguiente al Gen. Rangel
Rojas sin indicar las razones para el intempestivo relevo. A partir de ese momento recibí
múltiples muestras militares de solidaridad e incluso insinuaciones de que debía alzarme
contra el Gobierno. Agradecí las primeras y a las segundas respondí que no era golpista.
Yo había cumplido mi misión y ahora debía retirarme, pero antes tenía que escribir a la
carrera el discurso de rigor en estos casos. CAP quería hacer ver mi destitución como una
entrega de mando rutinaria y mi discurso me daba oportunidad para hacer conocer lo que
había sucedido tras bastidores. Iba a dejar claro que había sido destituido por
desobedecer órdenes ilegales del presidente.
Antes de sentarme a redactar mi discurso de despedida esa misma tarde hablé con
Ochoa Antich y con Rangel Rojas y les puse al tanto sobre la misión secreta que el mayor
Madriz había cumplido. Al despedirme, les recomendé que mantuvieran discretamente
esa operación encubierta si querían saber lo que la logia traía entre manos.
Al otro día, a la ceremonia en el patio de honor de la Academia Militar no fue el
presidente Pérez. Obviando ese desaire, el acto se hizo con sobriedad. Luego de entregar
el estandarte del Ejército al general Rangel Rojas subí al podio para leer mi discurso de
despedida. Esa alocución, fue más arenga que un adiós. Al terminar el acto ya era
mediodía y me fui a mi casa. El ministro, salió disparado al terminar mi discurso sin
despedirse.
Mí huida del país
Al llegar a casa, uno de mis ayudantes me llamó de urgencia. Fui alertado de que el
ministro Jurado Toro había solicitado al Presidente un auto de detención en mi contra por
pronunciar un discurso subversivo. Ante esta posibilidad decidí tomar precauciones. Llamé
a un amigo que tenía un avión privado y le pedí que me llevara a Aruba de inmediato.
Una hora después despegué del aeropuerto de Charallave sin saber que iba a hacer en el
futuro. Mi imprevisto viaje a Aruba fue una buena decisión. Allí me encontré con un amigo
que tenía una casa de bolsa en Caracas y había comprado otra en Nueva York y estaba
reclutando personal. Al verme me preguntó qué hacía y le dije que me acababa de
retirar. Ante mi respuesta, me propuso trabajar con él y su oferta me pareció interesante.
Recuerdo que le dije:
—Tengo una maestría en finanzas pero no poseo experiencia en el mundo financiero.
Él se rió de mi comentario y me dijo:
—No te contrato por lo que sabes de finanzas, sino por la gente que tú conoces.
De esa manera accidental inicié mi segunda carrera en el mundo financiero en Wall
Street.
CAPÍTULO 22
Otro golpe fallido
Chávez se gradúa en el Curso de Estado Mayor
Dos semanas después de mi destitución, Chávez y el resto de los mayores de la logia
detenidos en 1989 se graduaron en el Curso de Estado Mayor. A comienzos de julio del
91 ese grupo ascendió a tenientes coroneles y recibieron sus nombramientos con el
general Rangel Rojas. Inicialmente todos fueron a cargos administrativos. Hasta ese
momento todo iba bien y las órdenes de CAP de no bloquear las carreras de los golpistas
se habían cumplido, tomando medidas para impedir un golpe. Poco después supe que
Ochoa había sido nombrado Ministro de Defensa. Esto me tranquilizó porque tanto el
cómo Rangel sabían de la conspiración.
Cuando Ochoa fue nombrado Ministro el general Carlos Santiago Ramírez pidió su baja.
En ese momento el nombramiento del Gen. Santeliz como director de Planificación en el
Ministerio de la Defensa pasó desapercibido. Luego de recibir ese cargo se convirtió en el
consejero privado de Ochoa. Al enterarme desde Nueva York llamé a Ochoa Antich y lo
felicité. El aprovechó la oportunidad para decirme que podía regresar porque no sería
perseguido. Como tenía un buen trabajo le dije que iba a permanecer en los EE.UU. por
un tiempo.
Después del nombramiento de Ochoa, CAP nombró a Heinz director de la DISIP. Cuando
esto ocurrió le pedí que mantuviera contacto con Madriz. Luego escogió para la Dirección
de Inteligencia Militar (DIM) al general de brigada José de La Cruz Pineda luego que el
Gen. Herminio Fuenmayor pasó al retiro en medio de un escándalo de corrupción. Estos
nombramientos para los dos cargos más altos en los organismos de seguridad del Estado
completaron la puesta en escena antes del golpe. En el centro del escenario militar
estaban Ochoa y Rangel. Uno era el hombre de confianza de CAP y el otro de Caldera. En
el escenario estaban además oficiales como Santeliz Ruiz, Orozco y Raúl Salazar
Rodríguez que tendrían un rol crucial en el golpe del 4F. En la Armada aguardaba
agazapado su oportunidad el Gruber, al igual que Visconti en la Aviación.
Entretanto a un nivel más bajo acechaba la logia golpista que controlaba 8 batallones.
Entre bastidores merodeaban a la izquierda Alí Rodríguez Araque manejado por Fidel. En
la derecha revoloteaba Carlos Santiago Ramírez quien al retirarse a la vida civil empezó a
trabajar con los hermanos De Sola. Alrededor de CAP seguía el grupo de ministros pro
fidelistas: Jesús Carmona, Armando Durán y Pastor Heydra. En ese momento los líderes
de “Los Panas” ahora divididos, y los sobrevivientes del grupo de militares afectos a
Caldera se preparaban para entrar en acción.
Los líderes del a logia son enviados
a cargos administrativos
Cuando CAP asumió la presidencia en febrero de 1979, nombró edecán al Tcnel. Rommel
Fuenmayor. Este oficial era el comandandante del Grupo de artillería Misilistica “José
Tadeo Monagas”, acantonado en Maracaibo. En esa oportunidad Fuenmayor pidió al
Presidente que en su reemplazo nombrara a su cuñado el Tcnel. Francisco Javier Arias
Cárdenas. Este oficial que era uno de los líderes de la logia de Chávez, no estuvo entre
los 18 mayores que detuve en 1989 no había aparecido en el radar porque encontraba
haciendo estudios en la Universidad Javeriana de Bogotá. Cuando entregué el mando del
Ejército Arias ya tenía dos años y medio de comandante de batallón y al irme su relevo
estaba previsto. Al ser destituido el 5 de junio de 1991, mi sucesor Rangel Rojas decidió
dejarlo un año más en su cargo. Un teniente coronel que comande un batallón por cuatro
años no es algo normal en el Ejército.
Antes de retirarme deje listos los nombramientos de los 18 tenientes coroneles que
habían terminado su curso de Estado Mayor y eran sospechosos de pertenecer a la logia.
Todos fueron designados para ocupar cargos administrativos y ninguno tenía mando de
tropa.. Entre ellos estaban Chávez Frías, Urdaneta Hernández, Acosta Chirinos y Ortiz
Contreras.
Los nombramientos fatídicos
Al asumir el Ministerio de la Defensa, a Ochoa Antich recibió en audiencia a estos cuatro
oficiales. Ochoa los conocía bien desde que estuvieron juntos en la Academia Militar.
Estos oficiales plantearon al ministro que era injusto que no hubiese sido nombrados
comandantes de batallón, siendo merecedores. Urdaneta le hizo ver a Ochoa que uno de
los comandantes de batallón designados para la Brigada de Paracaidistas había pedido la
baja y que los jefes de los otros dos batallones tenían dos años en el cargo y debían ser
relevados. Además reclamaron que un oficial recién ascendido menos antiguo que ellos
fuese nombrado comandante del “Bolívar”. Dicho esto manifestaron que de no ser
nombrados para esos batallones pedirían su baja.
Ante la presió n Ochoa ordenó a Gen. Rangel analizar esos casos. Rangel nombró a
Chávez, Urdaneta y Acosta comandantes de batallones de paracaidistas en Maracay. En
el caso del “Bolívar” alegó que al Tcnel. Braddly Quintero se le había entregado
resolución para ese cargo. Como consolación Rangel nombró a Ortiz comandante del
“Vázquez” en Chaguaramal. Al presentar estos nombramientos para el visto bueno del
Ministro, Ochoa los aprobó.
Chávez aprovechó esa reunión para solicitar a Rangel que relevara a uno de los
comandantes de batallón del regimiento de Policía Militar quien ya tenía dos años en el
cargo y en su lugar nombrara a su compañero Luis Pineda Castellanos quien era miembro
de la logia. De esta manera Pineda fue designado comandante del batallón de Policía
Militar “Muñoz Tébar.
Además de los miembros de la logia detenidos en 1989 hubo otros comandantes de
batallón comprometidos con los golpistas que no eran considerados sospechosos. Entre
ellos están los jefes de los batallones “Aramendi” en Fuerte Mara y “Gómez” en
Paraguaipoa y el Grupo de Artillería Salom en Maracay. Con cuatro batallones en manos
de miembros de la promoción de Chávez y cuatro bajo oficiales de la promoción Chávez
pensó tener la masa crítica necesaria para el alzamiento. Cómo el Batallón Bolívar era
una pieza clave para el golpe, decidieron que en los próximos meses intentarían captar a
Quintero. De no lograrlo, el capitán Vladimir Padrino quien había servido allí y estaba en
la Escuela de Infantería, le quitaría el mando.
Todos los comandantes de batallón que se alzaron el 4F estuvieron bajo el mando de
Rangel Rojas siendo el comandante del Cuerpo de Cadetes de la Academia Militar entre
1983 y 1985. Ochoa y Rangel decidieron darles estos cargos delicados a los golpistas a
conciencia de que se sospechaba de ellos y yo había dado la orden de ubicarlos en cargos
administrativos sin mando de tropas. ¿Que los movió a ordenar estas sospechosas
designaciones? Al ser entrevistado Ochoa negó haber hecho estos nombramientos, pero
posteriormente Chávez, Urdaneta, Acosta y Ortiz han reconocido haberse reunido con el
Ministro para hacer esta solicitud a la cual accedió. Cuando traté de entrevistar a Rangel
Rojas me fue imposible contactarlo. Estos cambios fueron claves en el golpe de Chávez
del 4F de 1992. A partir de esas decisiones de Ochoa y Rangel el golpe estaba en marcha
y era indetenible.
Se reactivan los rumores de golpe
Al enterarme de estos nombramientos de los jefes de la logia traté de alertar sobre el
hecho de que la rebelión estaba en marcha. Para entonces no tenía acceso a CAP y solo
me quedaba advertir a Heinz en la DISIP y a los líderes de AD que estaban al tanto de la
conspiración: Luis Alfaro Ucero, Reinaldo Leandro Mora y Alejandro Izaguirre Angeli. A
todos los contacté por teléfono desde los EE.UU. y les hice ver el peligro que
representaban esas designaciones. Todos prometieron hablar con CAP para prevenirlo.
De allí en adelante los rumores de golpe empezaron a aumentar. Heinz en la DISIP y el
general José de La Cruz Pineda (el nuevo Director de la DIM) estaban al tanto como yo
del peligro que representaba Chávez y su logia establecidos ahora en cargos de
comando. Ambos jefes de inteligencia alertaron a CAP sobre la amenaza, pero este
continuó rechazando las advertencias.
A comienzos de diciembre del 91 llamé a Heinz para comentar lo que ocurría y me
manifestó frustrado que pese a sus alertas, el Presidente seguía escéptico ante las
denuncias. Pineda en la DIM también sabía lo que pasaba porque su jefe de búsqueda, el
coronel Milton Abreu lo mantenía al corriente de la conspiración. Abreu tenía tiempo al
tanto del complot desde que era comandante del Grupo de Caballería Motorizado
“Gómez” en Paraguaipoa, cuando el capitán Madriz denunció a Chávez en 1989. En esa
oportunidad Rangel Rojas, siendo comandante de la División, trató de quitarle
credibilidad a la denuncia. En 1985, siendo yo director de la Academia Militar detecté a
Chávez conspirando y Rangel Rojas (siendo comandante de cuerpo de cadetes) abogó a
favor de Chávez. Estos hechos no prueban que Rangel haya conspirado con Chávez, pero
su patrón de conducta evidencia que lo apreciaba y lo protegió en varias oportunidades.
Rangel Rojas había servido como capitán en la Guardia de Honor de Caldera en su
primer Gobierno y luego había sido edecán del presidente Luis Herrera. Estos cargos
indicaban su cercanía con Caldera y con el partido socialcristiano COPEI. Este detalle lo
menciono porque se rumoraba que Caldera era padrino de Chávez. El padre de Chávez
fue un líder de bajo nivel de COPEI en Barinas. Por eso no es descartable que Caldera
haya abogado ante Rangel por Chávez. Para complicar las cosas, el presidente Carlos
Andrés Pérez, asesorado por Jesús Carmona, Orlando García y otros adoptó una actitud
negligente que lo llevó a su suicidio político.
Los clanes militares
La tradición de nombrar gente de confianza en cargos claves es una constante universal.
La gente tiende a rodearse de amigos para trabajar, defenderse, alcanzar el poder y
gobernar. De esa costumbre nacieron los clanes, las tribus, las naciones y finalmente los
Estados de hoy en día.
Esa costumbre no es mala si los amigos que conforman el clan son buenos. En un
ejército con raíces caudillistas como el venezolano, los clanes o “combos” son parte del
paisaje. Algunos jefes militares tienen sus agendas propias que los llevan a reclutar
“combos” para su entorno, aun no siendo jefes de esas bandas.
En el medio militar venezolano ese hábito generó una cultura de clanes. Estos grupos
son pandillas de amigos que se van formando a lo largo de la carrera. Algunas se
convierten en bandas o pandillas que rodean a sus líderes cuando estos llegan a altos
cargos. Los militares venezolanos son una sociedad cerrada que conforma una tribu
uniformada, dentro de la cual pululan clanes. La mayoría de los militares no militan en
esos clanes pero los miembros de combos son conocidos. Estas bandas son minorías
organizadas alrededor de jefes con potencial de llegar a la cúpula. Estos grupos
comienzan siendo pandillas de amigos, como “Los panas” o el “Grupo de Caldera”.
Algunas de esas bandas son conspiradores que al crecer y se convierten en logias.
Esta cultura de grupos es más visible en el Ejército, pero también se manifiesta en la
Marina, la Aviación y la Guardia Nacional. Los clanes se organizan alrededor de un líder
que los integra y dirige. Hay líderes buenos, malos y mediocres. Esos líderes militares
engendran clanes buenos, malos, mediocres e incluso peligrosos y hasta letales para la
democracia.
Los nombramientos fatales
Sabían Ochoa y Rangel de los planes golpistas de estos oficiales que ellos auspiciaban?
La suspicacia es válida, pero no me atrevo a asegurarlo sin pruebas. Yo me limito a
reportar las cosas como ocurrieron. No acuso ni denuncio a nadie por cosas que no puedo
probar. Cada quien tiene su verdad y no me corresponde a mi calificarlas. El hecho
ineludible es que entre Rangel y Ochoa nombraron en cargos claves a los jefes del golpe.
¿Fue una casualidad? ¿Fue ingenuidad? ¿Fue complicidad? No lo sé, amigo lector usted
decide.
De acuerdo con los procedimientos del Ministerio de la Defensa las propuestas de
cargos de comandantes de batallón son formuladas por el Comandante del Ejército y
luego sometidas a la aprobación del Ministro. Dado el papel de esas unidades tácticas en
los golpes de Estado, los altos jefes eran muy celosos al revisar esas listas. Al analizarlas
filtran candidatos indeseados, colocando oficiales de su confianza en reemplazo de
oficiales sospechosos o incursos en delitos o faltas graves. Cuando en julio de 1991 los
nombramientos de los jefes golpistas fueron propuestos por Rangel Rojas, Ochoa Antich
no objetó a ninguno porque él había ordenado “corregir injusticias” en sus
nombramientos. Rangel y Ochoa sabían que los detenidos en 1989 no debían comandar
batallones, pero aprobaron esos nombramientos sabiendo que eran conspiradores. Antes
de retirarme en junio de 1991 había hablado con ellos y les había advertido que no
ascendieran a los bolivarianos porque eran un peligro para la seguridad del Estado. ¿Que
los motivó a hacerlo?
El golpe de diciembre de 1991
En septiembre, después de mi retiro, el mayor Madriz quien seguía en el Ejército se
comunicó conmigo. Me contó que el golpe se estaba acelerando. Madriz me dijo que pese
a la importancia de la información que pasaba, no se tomaban medidas contra los
conspiradores. Esta inacción se debía a la actitud de CAP ante los rumores que los cohibía
de tomar medidas contra la logia y habían optado por no investigar las denuncias. Fue así
como la conspiración avanzó y se extendiendo a la Marina, la Aviación y en menor grado
a la Guardia Nacional.
La premura por el golpe venía de Cuba. Fidel estaba preocupado por el colapso
económico de la URSS y necesitaba otro país mecenas para que financiara su sueño
imperial en Hispanoamérica. En ese momento Castro —quien odiaba a los militares no
comunistas— no tenía otra opción que trabajar en equipo con ellos. Chávez era un clavo
ardiente pero a la vez un salvavidas. En ese momento el golpe engranaba con el proyecto
que había diseñado con Lula. Como el tiempo apremiaba, Castro ordenó a “Fausto” forzar
a Chávez a tomar una decisión sobre el alzamiento. Al efecto Chávez manifestó que el
golpe debía ejecutarse a comienzos de febrero, fecha en que el presidente Pérez
retornaría de un viaje a Suiza.
Ante la presión de Fidel los dirigentes de Bandera Roja (BR), plantearon no esperar más
y propusieron adelantar la fecha. La idea fue apoyada por los capitanes Blanco La Cruz y
Rojas Suárez ambos del ala radical de la logia. Ellos insistieron en que el golpe debía
lanzarse a mediados de diciembre cuando que la mitad de los oficiales estaban de
vacaciones navideñas. Esa propuesta era reminiscente de la hecha por los nasseristas en
diciembre de 1957 alegando que en esa fecha sería fácil controlar los cuarteles.
Adicionalmente ese día se conmemoraría el aniversario de la muerte de Bolívar y una
década del juramento en el Samán de Güere.
Después de oírlos, Chávez aceptó refunfuñando la idea. Al terminar la reunión, Maisanta
estaba molesto porque tendría que modificar el plan que había madurado durante tanto
tiempo. En esa reunión el Tcnel. Isaías Baduel quien era alumno de la Escuela Superior
del Ejército manifestó que no participaría en el golpe, porque consideraba que aún no
estaban preparados para un alzamiento. Ese planteamiento dejó meditabundo a Chávez.
Los apuros de Fidel
Una vez fijada la fecha del golpe Rodriguez Araque coordinó con Gabriel Puerta Aponte,
Pablo Medina y José Vicente Rangel los detalles para la participación del civil. Entretanto
Douglas Bravo, engañado por Rodríguez Araque, se hacía ilusiones de controlar la
conspiración. El viejo jefe guerrillero, como marido cornudo, fue el último en enterarse de
la verdad. En esa época Ali contaba con unos dos mil quinientos hombres, incluyendo con
cerca de cien francotiradores expertos, armados con fusiles de precisión con mira
telescópica y visión nocturna. Este contingente de irregulares paramilitares estaba listo
para actuar en apoyo de las unidades militares insurrectas.
La misión de los francotiradores sería hostigar y retardar el avance de las unidades
leales de las FAN a la salida de Fuerte Tiuna y en los alrededores del palacio presidencial.
Simultáneamente, un grupo de los subversivos civiles iría a los barrios populares para
promover la salida a la calle del pueblo. Al bajar de los cerros actuarían como una
guerrilla urbana contra las fuerzas del Gobierno. Una vez en la calle, se iniciarían saqueos
creando la ilusión de una explosión popular. Para cumplir esa misión, los guerrilleros de
Alí necesitaban las armas que Chávez había prometido entregar el día del golpe.
En La Habana Fidel disfrutaba su rol de gran estratega del golpe en su sala situacional
en Punto Cero. Chávez intuía el papel del líder cubano, pero no tenía acceso a él. Dentro
de esta bizantina trama, Chávez tenía sus propias sorpresas guardadas. La idea del golpe
cívico-militar no era aceptable para su gente y tenía una solución.
Los generales “frenados”
Los rumores aumentaban con múltiples filtraciones. Si el ministro de la Defensa y el
comandante del Ejército hubieran sido agresivos contra la logia golpista, habrían
abortado el golpe con facilidad. Yo lo hice en 1989 y funcionó, pero pagué un precio que
los nuevos jefes no estaban dispuestos a sufragar. Ochoa y Rangel estaban “frenados”
por el “síndrome de invulnerabilidad” de CAP. Esta patología formaba parte de un cuadro
clínico que negaba la posibilidad de un golpe y atemorizaba a los que se atrevieran a
hablar del tema.
Para todos los efectos, CAP hizo desaparecer la palabra golpe del léxico militar, dejando
el campo libre a la logia. En esta conjura Jesús Carmona, Interior fue un engranaje
importante para convencer a CAP de la inexistencia del golpe. Carmona era su hombre de
confianza y Carlos Andrés Pérez le tenía fe ciega. El junto con el entorno de izquierdistas
alrededor de CAP, encubrieron la conspiración reforzando su terca actitud de negar la
existencia de una confabulación militar. El convencimiento fue tal que CAP se pavoneaba
diciendo:
—A mí ningún militar me va a tumbar.
Ante esta actitud del Presidente, los jefes castrenses que podían abortar el golpe
asumieron una actitud de pasividad y hasta de simpatía con los conjurados para
sobrevivir. Ochoa Antich y Rangel Rojas, temiendo afectar sus carreras si importunaban al
Presidente, no fueron asertivos ante la amenaza. La dejaron correr absteniéndose de
proponer detenciones. Para empeorar las cosas, estos jefes militares trataron de abortar
el golpe halagando a los conspiradores. Ante estos requiebros Chávez asumió que los
generales querían captarlo para dar un golpe con ellos y les siguió el juego. Esta presunta
complicidad era la comidilla diaria entre los oficiales del Ejército.
Los hombres del presidente
CAP no solo era testarudo, sino también un hombre astuto y sagaz. Aunque rechazaba las
informaciones sobre un golpe, secretamente había colocado oficiales de su confianza para
mantenerlo informado fuera de los canales regulares. Esta medida fue similar a lo que yo
tomé creando una red paralela de inteligencia. Este es un procedimiento no ortodoxo,
pero se impone cuando un jefe desconfía de sus órganos de inteligencia. Con esa
intención el presidente colocó en cargos clave a dos oficiales de su plena confianza con la
misión de mantenerlo informado en forma encubierta sobre lo que ocurría en el Ejército y
alertarlo de posibles golpes. Estos militares eran el general Luis Alberto Oviedo Salazar y
el Tcnel. Diego Moreno. Ambos eran oficiales bien calificados, pero además estaban
emparentados con Cecilia Matos.
Pese a las protestas de Ochoa, quien veía amenazada su exclusividad en el
asesoramiento militar de CAP, el presidente impuso estos nombramientos. Oviedo fue
nombrado comandante de la 3ª Brigada de Infantería en Fuerte Tiuna. Esto le daba
control directo sobre las unidades del Ejército en Caracas. Moreno fue designado Edecán
del presidente. A partir de ese momento se estableció un canal informal entre Oviedo,
Moreno y el presidente. Ochoa lo sabía y empezó a sentir celos profesionales por el
acceso privilegiado de estos intrusos.
En 1991 el Tcnel. Diego Moreno cumplió el período de 2 años de servicio de los
edecanes y debía pasar a otro destino. Al saberlo CAP le dijo al Ministro Ochoa que lo
nombrara comandante del Regimiento de la Guardia de Honor. Ochoa le hizo ver que ese
cargo era para coroneles. Ante esto CAP ordenó que lo nombraran comandante del
batallón “Caracas”. Esta unidad está encargada de prestar seguridad y custodia al
Ministerio de la Defensa y dependía directamente de Ochoa Antich. Esta decisión no le
sentó bien al Ministro quien pensó que Moreno lo saboteaba.
Intento de golpe en Rusia
Mientras Venezuela marchaba hacia el golpe, el Glasnost y la Perestroika de Mijaíl
Gorbachov dieron al traste con la Unión Soviética. Al renacer Rusia con una apertura
política y una restructuración económica reaparecieron los partidos políticos, las
elecciones directas y la economía de mercado. Las repúblicas satélites colonizadas por el
imperio de la URSS se hicieron autónomas. Este proceso erosivo del dominio comunista
produjo un intento de golpe de Estado contra Gorbachov en agosto de 1991. La intención
de los alzados era establecer una dictadura militar, pero una revuelta popular comandada
por Boris Yeltsin abortó ese intento.
El 8 noviembre de ese año se reunieron los presidentes de las repúblicas soviéticas de
Rusia, Ucrania y Bielorrusia y acordaron disolver la Unión Soviética. En la Navidad de ese
año se firmó el tratado de Belovesha que hizo desaparecer la URSS. A partir de ese
momento la antigua URSS pasó a denominarse Comunidad de Estados Independientes
(CEI) y Gorbachov renunció a su cargo. La desintegración del poderoso imperio soviético
cambió de la noche a la mañana la configuración geopolítica del mundo. La firma del
tratado de Belovesha significó la disolución de la URSS y la pérdida del subsidio soviético
a Cuba.
Madriz enviado a tratamiento psiquiátrico
Mientras la logia preparaba el golpe, el Comandante del Ejército decidió no recibir más al
mayor Madriz quien se estaba convirtiendo, al igual que yo, en un moderno Casandra15.
Rangel para quitarse de encima a ese mayor asignó la tarea de recibir sus reportes de
inteligencia a su jefe directo, el Gen. Álvaro Rafael Barboza Rodríguez, el director de la
Escuela Superior del Ejército. Antes de enviárselo le dijo que ese mayor era medio loco.
Luego de oír a Madriz, Barboza solicitó a Rangel a mediados de noviembre del 91 que
Madriz fuera sometido a exámenes psiquiátricos. Sus insistentes denuncias de golpe
contra algunos de los alumnos e instructores del curso de Estado Mayor le hicieron pensar
que Madriz no estaba bien de la cabeza.
15. Casandra, la hija de Príamo tenía el don de la profecía. Cuando o aceptó ser seducida por Apolo, este dios la maldijo
haciendo que sus predicciones nunca fueran creídas.
Rangel al recibir la solicitud de Barboza envió a Madriz al Hospital Militar para ser
sometido a tratamiento psiquiátrico. Al ser diagnosticado normal pudo volver a su cargo y
siguió pasando información a la DISIP y a la DIM hasta el día del golpe.La actitud de
Ochoa fue similar, pero con otro estilo. Sabiendo quienes eran los sospechosos, adoptó
una política de acercamiento con ellos tratando de neutralizarlos con diplomacia.
Entretanto siguió recibiendo a Madriz sin darle credibilidad. Probablemente ni Ochoa ni
Rangel eran piezas activas en la conspiración porque de ser así han podido delatarlo y
probablemente hubiera sido asesinado. Una posible hipótesis es que aspiraran a ser una
especie de “Wolfgang Larrazábal” en una Junta de Gobierno que se formara en caso de
triunfar la conjura de los bolivarianos.
Ellos fallaron al no detener a los golpistas y fueron como mínimo incautos o negligentes.
El creciente murmullo sobre un posible golpe permitió al Gen. Rangel Rojas tener acceso
encubierto al presidente a través de uno de los edecanes del Ejército. Su asesoramiento
reforzaba la opinión presidencial que la conspiración era una entelequia y hacía ver los
errores que Ochoa estaba cometiendo. A partir de allí CAP tuvo cuatro asesores militares:
los generales Ochoa y Rangel y los “hombres del presidente”: Oviedo y Moreno.
La fiesta inolvidable
Dentro de las ideas de Santeliz para controlar a la Guardia de Honor y a los batallones
del Ministerio de la Defensa estaba pasarlas a la orden del Ejército. Esto facilitaría el
control a Chávez y fortalecería al Ejército que era la plataforma del golpe. A finales de
noviembre de 1991 “Rasputín” logró convencer a Ochoa para transferir los batallones
adscritos al Ministerio de la Defensa al Ejército, incluyendo los de la Guardia de Honor
que contaban con cerca de 1,600 efectivos. El Ministro aceptó la propuesta y presentó un
plan de reorganización al Presidente. Al enterarse el Almirante Carratú se opuso y CAP lo
apoyó. Pese a este rechazo Ochoa decidió pasar los batallones del Ministerio al Ejército.
Entre estas unidades estaba el Batallón “Caracas” comandado por el Tcnel. Diego
Moreno. A comienzos de diciembre de 1991 estas unidades pasaron a la orden del
Ejército y Moreno pasó a depender del Cnel. Raúl Salazar, el comandante del Cuartel
General del Ejército.
El miércoles 10 de diciembre el Comando del Ejército convocó a un seminario de
comandantes de batallón en Caracas para evaluar la nueva estructura del Ejército luego
del traspaso de los batallones del Ministerio de la Defensa. A esa reunión acudieron más
de 100 tenientes coroneles comandantes de batallón de todo el país. El viernes 12 de
diciembre al culminar el seminario venía un período de tres días libres incluyendo sábado
y domingo más el lunes 17 de diciembre, que es el día del aniversario de la muerte de
Simón Bolívar que es una fecha no laborable. Los golpistas que preparaban alzarse el 17
de diciembre contaban que la mayoría de los comandantes de batallón leales al gobierno
estarían fuera de sus batallones ese lunes, lo cual les facilitaría su trabajo.
Al final del seminario el Ministro Ochoa invitó a los oficiales asistentes a una cena en su
casa en Fuerte Tiuna. Entre los invitados alguien dio instrucciones de no invitar al Tcnel.
Moreno, comandante del Batallón Caracas. Ese día el coronel Juan Antonio Pérez Castillo,
Jefe de Relaciones Públicas del Ministerio, se encontró con Moreno y le recordó que debía
ir a la cena del Ministro. Moreno le dijo que no estaba invitado y Pérez Castillo le dijo:
“Debe ser un error, preséntate allá con tu esposa”.
Esa noche Moreno se apareció en casa del Ministro. Luego de un coctel venía la cena.
Las mesas estaban asignados por nombre y Moreno empezó a buscar la suya, pero no
pudo encontrarla. Al ver al coronel Pérez Castillo le dijo que no tenía puesto asignado. El
coronel le dijo que le buscaría sitio. Poco después le dijo que se sentara en la mesa No 1
en la silla asignada al Tcnel. Arias Cárdenas, quien estaba de viaje en Israel. Esa mesa
era encabezada por el Ministro Ochoa. Al sentarse vio que sus compañeros de mesa eran
Hugo Chávez, sentado a la derecha del Ministro, Ortiz Contreras a su izquierda y
alrededor Urdaneta Hernández y Acosta Chirinos. Todos ellos habían trabajado con Ochoa
en la Academia Militar y eran sus amigos. Al saludarlos Ortiz le preguntó
disimuladamente “¿Mi comandante, quien lo invitó?”
Al llegar a la mesa Ochoa se sorprendió al ver a Moreno allí. La cena no tuvo mayores
alternativas, salvo algunos cuchicheos que Moreno no entendió. Esa cena no hubiera
tenido nada de particular y Ochoa como Ministro estaba en su derecho a brindarla a sus
subalternos. Lo extraordinario fue que a la mesa ministerial hayan asignado al alto
mando de la logia tres días antes del golpe previsto para el 17 de diciembre. Fue esa una
coincidencia? Al día siguiente de la cena la mayoría de los comandantes de batallón se
quedaron en Caracas disfrutando el asueto de 3 días. Los jefes de la conspiración se
marcharon temprano para ponerse al frente de sus unidades.
El golpe abortado
El Tcnel. Arias Cárdenas fue enviado a mediados de diciembre a Israel, atendiendo una
invitación del Gobierno judío. Arias era una de las piezas fundamentales del golpe y
comandaba el Grupo de Artillería “Monagas”, dotado con lanzacohetes múltiples LAR 60
fabricados en Israel. El imprevisto envío al extranjero de uno de los cabecillas de la
insurrección despertó suspicacias. Algunos miembros de la logia sospecharon que el golpe
había sido descubierto. Pese a estas dudas los preparativos continuaron.
Al empezar a circular las órdenes preparatorias para el alzamiento, la agitación en las
redes de comunicación golpista aumentó considerablemente y el movimiento fue
detectado por los organismos de seguridad del Estado. Por esos días, Madriz advirtió a la
DIM, la Dirección de Inteligencia del Ejército y a la DISIP sobre los planes de Chávez. CAP
al ser informado ordenó que la investigación la hiciera exclusivamente la DIM por ser un
tema militar.
Al recibir la orden de proceder, el general Pineda en la DIM ordenó una inspección
sorpresiva a la Brigada de Paracaidistas el domingo 16 de diciembre de 1991. Al conocer
estos planes, los infiltrados en la DIM informaron a Chávez que iban a recibir una “visita”
sorpresiva de la DIM. Los focos de la investigación eran la Brigada de Paracaidistas y la
Brigada Blindada. Gracias a ese “preaviso” los conspiradores escondieron el material que
tenían preparado en camiones para el día del golpe, incluyendo dinero, lanzacohetes,
armas pesadas, brazaletes, panfletos y munición escamoteada de los parques de las
unidades. Ese día la DIM se presentó en Maracay con una comisión dirigida por el coronel
Wilfredo Guerrero Zerpa. Los agentes de inteligencia militar consiguieron todo en orden.
La presencia de la DIM obligó a abortar el golpe previsto para el 17 de diciembre. Este
fue un fracaso más en la lista de alzamientos fallidos.
Durante su visita los investigadores no detectaron rastros de conspiración y se
marcharon con las manos vacías. La confabulación volvió a tomar su ritmo normal y
Chávez inició una investigación. A comienzos de enero el mayor retirado Brett Smith
visitó a Madriz en la Escuela Superior y le hizo saber que Chávez creía que había un
traidor en la logia.
CAPÍTULO 23
La antesala del golpe
La política en Venezuela
El golpe del 4F fue consecuencia de su cultura política petrolera exacerbada por las
apetencias de Fidel Castro. Históricamente la política venezolana fue dominada por los
militares. A la huida de Pérez Jiménez en 1958 muchos pensaron que el país había
tomado un rumbo democrático. Esa apreciación era errada porque todavía bulle en esa
tierra una fuerte corriente militarista basada en algunas ideas de Simón Bolívar.
Después de la huida del general Pérez Jiménez la renta petrolera permitió instalar y
mantener una democracia que lucía estable y boyante. Esa democracia estableció un
Estado de Derecho en lo político, pero reprimió el capitalismo empresarial. La primera
medida que tomó Rómulo Betancourt al asumir el poder fue abolir las libertades
económicas, procediendo a instalar un Estado benefactor para distribuir la riqueza
proveniente del maná petrolero. Mientras hubo dinero para distribuir en este socialismo
“light”, la democracia se mantuvo estable. Al disminuir la potencia del motor petrolero el
andamiaje se vino a pique.
Luego que Betancourt finalizó su mandato el poder fue compartido durante tres décadas
entre AD y COPEI, partidos socialdemócratas de centroizquierda y centroderecha.
Durante ese período ambos partidos se alternaron creando un ambiente político
ligeramente socialista, en el cual la derecha empresarial fue prácticamente inexistente.
Este sistema solo podía funcionar mientras el precio del petróleo subí a y la corrupción
fuese manejable. Cuando el valor del crudo empezó a bajar, la corrupción inició su
ascenso y el sistema político venezolano se convirtió en una incubadora de golpistas. En
este medio, hasta Caldera que era un político conservador se fue desplazando hacia la
izquierda buscando acceder por segunda vez a la presidencia.
Durante la democracia el país se acostumbró a vivir de la renta petrolera. En ese
período continuó siendo Venezuela siguió siendo fundamentalmente en mono productor y
rehén del precio del crudo. El Estado se dedicó a financiar con el ingreso petrolero el
gasto social en pro de la gente de menos recursos. Con el excedente petrolero, el
gobierno construyó obras públicas importantes e hizo inversiones en industrias pesadas a
las que llamó estratégicas. Esas inversiones eran capitalismo de Estado y las empresas
nunca fueron rentables constituyendo un hueco negro financiero. Como el modelo
económico era insostenible, colapsó al disminuir la renta petrolera.
Este tipo de Gobierno es ineficiente para generar riqueza y eficaz para crear todo tipo
de corrupción. En 1992 el precio del petróleo había caído de $41 en 1980 a $14 y la
estructura del modelo económico venezolano crujía. En ese momento Fidel Castro y Hugo
Chávez consideraron que estaban dadas las condiciones objetivas para un golpe aunque
para entonces no se conocían.
Invitación a Davos
Como el rumor del golpe de diciembre de 1991 resultó otra falsa alarma, CAP reafirmó su
creencia de que no había una conspiración militar. Una vez más Jesús Carmona había
mostrado que tenía razón al catalogarlos de rumores infundados. Los Casandras de la
inteligencia militar habían quedado otra vez en ridículo con sus descabelladas
informaciones.
CAP estaba convencido que el giro económico que promovía, pronto daría resultados y
la bonanza de su primer Gobierno retornaría. Para explicar al mundo el nuevo rumbo de
la economía venezolana, CAP aceptó la invitación de Klaus Schwab, el presidente del Foro
Económico Mundial en Davos. A esa prestigiosa conferencia acuden todos los años un
grupo de luminarias mundiales que incluyen líderes políticos y poderosos hombres de
negocios. En esa asamblea CAP participaría en un foro sobre reformas económicas junto
a los presidentes de Argentina, México y Chile. Esa distinción era algo irresistible para su
ego. Allí tendría ocasión de codearse con la crema y nata de la economía y política del
mundo. En ese escenario expondría sus grandiosas ideas económicas y se convertiría en
un líder de talla mundial.
Tan pronto CAP aceptó la invitación, Chávez se enteró a través de sus infiltrados en
Miraflores. Como faltaban meses para el viaje, el paracaidista tuvo tiempo para preparar
la rebelión. La propuesta de adelantar el golpe para el 17 de diciembre fue una
distracción que no tuvo mayores consecuencias. Había previsto dar un golpe
estrictamente militar basado en el esquema original de Santeliz, pero para contar con el
soporte de los grupos civiles de derecha e izquierda que lo apoyaban los mantuvo
engañados. EL engaño fue extensivo a Santeliz porque de saberlo informaría a Douglas o
a “Fausto”. El “Día D” sería el 3 de febrero de 1992 luego de la llegada de CAP a
Maiquetía. La hora “H” sería después de su captura una vez que hubiese desplegado los
batallones de paracaidistas a Caracas.
A la espera del golpe
Para comienzos de 1992 Chávez creía contar con más de 400 oficiales, aunque el número
de juramentados en la logia era menor. Estaba seguro de poder controlar al menos una
docena de batallones comandados por miembros de la logia. Uno en Caracas, uno en
Chaguaramal, cuatro en Maracay tres en Valencia y tres en el Zulia. Además contaba con
la Academia Militar que era un símbolo importante. Muchos se plegarían a sus fuerzas al
iniciarse la insurrección. Esas fuerzas eran menos del 10% del Ejército, pero contaba que
al iniciarse el golpe muchos oficiales cambiarían de bando. Había infiltrado oficiales de su
logia en varias unidades y confiaba en que arrebatarían el mando a sus superiores y se
pondrían a sus órdenes. Para entonces el Ejército contaba con 110 batallones y era una
locura pensar que podrían dominarlo con 12.
Chávez no se arredró ante la desventaja numérica. Contaba con su carisma, el factor
sorpresa y que con la acción de sus caballos de Troya compensaría esa debilidad.
También asumía que con las fuerzas militares era suficiente para tomar el poder sin
recurrir a los civiles. Esta decisión fue forzada porque la mayoría de los comandantes de
la logia se oponía a la participación de civiles y menos comunistas. Adicionalmente,
Chávez creía que el personal civil no era confiable, podrían delatar el golpe y serían
difíciles de controlar.
Crecen los rumores de golpe
El 12 de enero de 1992 alarmado por los rumores de golpe que se propagaban en forma
viral el Gen. Heinz, Jefe de la Policía Política (DISIP) ordenó hacer una investigación
exhaustiva sobre el tema. El resultado fue un informe muy completo sobre la rebelión
que se cocinaba en el Ejército. Cuando se lo entregó a CAP, este dijo que estaba cansado
de esa sarta de rumores.
Al recibir este informe CAP lo pasó al Ministro de la Defensa, Gen. Ochoa Antich, y al
Comandante del Ejército, Gen. Rangel Rojas para que tomaran medidas. Este informe lo
pude leer en la oficina de Heinz después del golpe. Allí estaba el golpe pintado muy claro
con nombres y apellidos. Ni el Ministerio de la Defensa, ni el Ejército movieron una hoja.
Posteriormente Heinz me contó que el 23 de enero, poco más de una semana antes del
golpe, fue llamado ante la Junta Superior de las FAN a hacer una presentación de su
informe. Ni el presidente Pérez, ni el Alto Mando Militar ni los comandantes de fuerza
pueden alegar no saber lo que estaba ocurriendo. Ante este informe CAP ha debido
suspender el viaje a Davos y ordenar la detención de los indiciados. El Ministro de la
Defensa estaba obligado a declarar el estado de alerta en las FAN.
El apoyo de la izquierda
Aunque Chávez entró a la Academia Militar siendo comunista, dos décadas inmerso en el
mundo militar en un país capitalista lo habían hecho menos dogmático. Siendo astuto se
había dado cuenta del poder que manejaba con su logia y deseaba ejercerlo el mismo.
Esos pensamientos lo llevaron a dar el golpe a título personal, sin coordinarlo con sus
manejadores comunistas. La traición no le preocupó, porque intuía que “Fausto” también
tenía un doble juego con Douglas Bravo. Luego de tomar el poder iría incorporando a los
comunistas y a la gente de Caldera y haría las paces con ellos.
Chávez había oído comentarios que tras Alí Rodríguez estaba Fidel Castro. También
escuchó rumores de que Fidel había delatado el golpe que planeaba Santiago Ramírez en
1982 y no quería correr ese riesgo. Como recibía apoyo y protección importante de los
comunistas, mantuvo la relación con Alí haciéndole ver que era su subalterno.
Paralelamente los deseos de ser autónomo aumentaban en la medida en que su logia
crecía.
El engaño a los izquierdistas
Para engañar a los comunistas Chávez ideó una maniobra de distracción. Como los tenía
infiltrados en su logia, incluyendo a Arias Cárdenas y los capitanes Blanco La Cruz y
Suarez Rojas, sabía que informarían de su plan a “Fausto” y no podría ocultar la fecha del
golpe. Ante esa disyuntiva diseñó una artimaña. Al efecto, indicó a Alí que lo esperara
con sus hombres el 3 de febrero a las diez de la noche cerca del peaje de Tazón, a la
entrada de Caracas. Allí haría la entrega de mil quinientos fusiles y uniformes solicitados
por Alí.
En secreto había decidido tomar una ruta diferente para ir a Caracas y no acudiría a esa
cita con los comunistas. Los rojos se quedarían esperando en vano mientras él ejecutaba
su plan. Esta trampa no le parecía inmoral, después de todo Rodríguez Araque a su vez
traicionaba a Douglas Bravo haciéndole creer que controlaba el movimiento. Al día
siguiente los llamaría y les diría que al verse descubierto tuvo que cambiar sus planes.
Para entonces tendría el sartén por el mango.
El engaño a los derechistas
Al grupo de Caldera y los notables los invitaría a formar parte de la Junta Cívico Militar. Al
ex presidente que era un hombre de prestigio le ofrecería la presidencia de la Junta de
Gobierno. Dos notables también irían a esa Junta y los demás ocuparían cargos
importantes en su gobierno. A la Junta también irían dos oficiales de alta graduación en
servicio activo que apoyarían el golpe: el contralmirante Gruber Odremán y el general de
la Aviación Efraín Visconti. Ambos jugarían un papel importante en el golpe. Gruber
ordenaría a la Infantería de Marina acantonada en Maiquetía capturar al presidente. Con
CAP en sus manos, ordenaría el despliegue y la “hora cero” sería dos horas después.
Visconti tomaría la Base Aérea Libertador, la sede del grueso de la aviación de combate.
Allí estaban los F16 y Mirage a los cuales Maisanta temía.
Los cargos en la Junta serían decorativos porque el verdadero poder lo tendría el al
controlar las FAN, tal como lo había hecho Fidel en 1959. Luego del golpe los militares de
alta graduación que lo habían protegido serían nombrados embajadores y sacados del
país. Al general Santeliz lo mantendría en servicio activo como asesor y reincorporaría
algunos militares comunistas retirados, como los generales Müller Rojas y Pérez Arcay. La
Junta de Gobierno se mantendría mientras él desarrollaba el plan del Foro de Sao Paulo y
se hacía elegir democráticamente. Durante el periodo de transición el sería el poder tras
el trono, mientras imponía una nueva Constitución que permitiera reelección indefinida,
debilitar la separación de poderes, obligar al voto electrónico y establecer un nuevo
árbitro electoral. Si Caldera protestaba, sería separado del Gobierno inmediatamente
como pasó con Urrutia en Cuba.
Los preparativos finales
En enero de 1992, luego de tres años en el poder, había gran insatisfacción con el
Gobierno de CAP y mucha gente clamaba por un golpe. Esta actitud crecía pese a que los
indicadores económicos mostraban un crecimiento de 10% en el PIB y la disminución del
desempleo al 6%. Aunque la economía progresaba, el desencanto crecía más rápido. El
poder adquisitivo y el nivel de vida se mantenían por debajo de los estándares
alcanzados en el pasado.
Una alta proporción de la población se sentía insatisfecha porque el propio CAP había
creado expectativas imposibles de cumplir con el precio del petróleo cayendo. La
situación se agravó porque tanto los partidarios de la izquierda como la derecha estaban
en contra del cambio del modelo económico de Estado paternalista existente. En medio
de ese ambiente social tenso, “Los Notables” publicaron una carta abierta dirigida al
Presidente de la República. Esa misiva planteaba una serie de acciones para cambiar el
rumbo del país que según ellos se desplomaba en barrena. Era obvio que para poner en
práctica esas ideas CAP debía ser defenestrado.
A todas estas José Vicente Rangel y Vinicio De Sola se habían convertido en los
eslabones que conectaban a “Los Notables” derechistas con la izquierda. Este vínculo era
necesario para establecer un movimiento cívico-militar de amplia base destinado a
derrocar a CAP y sostener al nuevo gobierno. Entretanto, a través de “Harold” y Herma
Marksman se mantenía el contacto secreto entre Chávez y Alí Rodríguez. Los servicios de
inteligencia sabían de la conspiración, pero no actuaron porque estaban frenados por
CAP.
Caldera, pese a su veteranía, estaba obsesionado por volver al poder a cualquier precio.
Luego de su ruptura con COPEI había aceptado la propuesta de Chávez para nombrarlo
presidente de la Junta de Gobierno, a cambio que apoyara su candidatura en las
próximas elecciones. El viejo político se había lanzado a las aguas golpistas con dos
herramientas. Por un lado la célula militar que por sus instrucciones había desarrollado el
general Moros Ghersi. Por esa vía y a través de su yerno el coronel Rubén Matías Rojas
Pérez se conectaba con los militares. Por otro lado contaba con “Los notables” que
llamaban a “salvar el país”. Su compadre Vinicio De Sola le servía de asesor y enlace
secreto con la logia de Chávez.
De Sola había contratado al Gen. Carlos Santiago luego que este pidió la baja en
protesta por el nombramiento de Ochoa Antich como Ministro. De esa manera se fueron
sincronizando contra CAP varias fuerzas que, aunque no trabajaban al unísono, tenían un
objetivo común que era su derrocamiento. Al mismo tiempo arreciaban los rumores de
corrupción de Cecilia Matos.
La célula militar de Caldera en acción
Luego de mi retiro algunos oficiales de la célula de Caldera habían alcanzado posiciones
militares relevantes. Este grupo no era propiamente una logia conspiradora, sino un
equipo de militares afectos a Caldera. En enero de 1992 el más visible era el general
Pedro Remigio Rangel Rojas, quien ocupaba el cargo de comandante general del Ejército.
Su ayudante general era el coronel Raúl Salazar Rodríguez y el general Moisés Orozco
Graterol quien era su director de Finanzas. Este último era el oficial más cercano a
Caldera. El general Richard Salazar Rodríguez, hermano mayor de Raúl, era el
comandante de la Brigada de Infantería en Maracaibo. Esta unidad estaba encargada de
controlar la frontera con Colombia en el área de la Goajira. Este grupo había protegido a
Chávez en varias oportunidades, desviando investigaciones en su contra. Para complicar
aún más las cosas, los agregados militares de EE.UU. en Venezuela al enterarse de la
existencia de la logia de Chávez en lugar de denunciarlo empezaron a tocar a sus puertas
para conocerlo. El propio Chávez cuenta que antes del golpe los americanos lo visitaron
para celebrar su cumpleaños. En ese momento Maisanta jugaba simultáneamente en
cuatro tableros de ajedrez. Por un lado estaba su logia y la gente de izquierda. Por otro
lado estaba la derecha con Caldera y los notables e incluso los militares yanquis. Esta
conjunción de fuerzas le hizo sentir poderoso, infundiéndole un exceso de confianza que
fue su perdición.
El día “D”
Los preparativos en la Brigada de Paracaidistas —el epicentro del movimiento—, se
aceleraron a medida que se acercaba el día “D”. El Alto Mando del golpe estaba en
manos de Chávez y sus tres compañeros de la promoción de 1975: Jesús Urdaneta
Hernández, Joel Acosta Chirinos y Jesús Ortiz Contreras. A este cuarteto se agregaba
Francisco Arias Cárdenas. Aunque entre los juramentados había otros comandantes de
batallón este quinteto era el alto mando de la conspiración. Hasta última hora Chávez
mantuvo la ficción de que él compartiría el mando con los otros cuatro líderes de la
conjura y no había mostrado inclinaciones izquierdistas. Sus aliados militares solo sabían
de sus contactos con Caldera, Los Notables, y los militares norteamericanos.
Poco antes del día “D” Chávez al dar a conocer el plan se asignó para sí la dirección de
la toma de Caracas y la decisión sobre qué hacer con CAP luego de su captura. Esto
dejaba claro, sin decirlo, quien era el “primus inter pares”. La idea de ser equivalentes
fue un ardid para mostrar impedir celos y competencia. Su principal rival que era Arias
Cárdenas estaba en Maracaibo, lejos del centro de la acción. El sería la estrella del show
y asumiría el mando.
Nuevos rumores de golpe
El lunes 27 de enero 1992 recibí en Nueva York una llamada urgente del mayor Madriz
alertándome sobre la inminencia del golpe. Chávez le había asignado a él una misión
secreta: debía recoger el jueves, en la Dirección de Finanzas del Ejército, un dinero. En
teoría esos fondos eran para financiar el movimiento de las tropas paracaidistas a las
maniobras en El Pao y costear reparaciones al cuartel. Esos recursos debía entregarlos al
subteniente Alejandro José Andrade Cedeño, plaza del Batallón de Intendencia del
regimiento logístico quien los llevaría personalmente a Chávez en Maracay.
En realidad ese dinero sería utilizado para pagar los gastos que ocasionara el
movimiento de tropas durante el golpe. Chávez había dado a otro mayor una misión
similar para ir al Ministerio de la Defensa a recoger los fondos que el general Ochoa
Antich había prometido para apoyar el batallón Genaro Vázquez. De esa manera el golpe
fue financiado por el Ministerio de la Defensa y la Comandancia del Ejército. Madriz
también me informó que el golpe coincidiría con el retorno de CAP el lunes ٣ de febrero.
Ante la inminencia de la insurrección pedí una semana de permiso en mi trabajo y
siguiente tomé un avión hacia Venezuela. Mi propósito era alertar a las autoridades, pero
dado que mis relaciones con CAP estaban rotas, debía buscar formas alternas para
hacerle llegar información. El 28 de enero me reuní en privado en Caracas con el mayor
Madriz. Este oficial me informó que el Presidente saldría de viaje el jueves 30 de enero.
También me dijo que había informado a los generales Ochoa Antich, a la DIM y la DISIP,
pero que no veía que se tomaran acciones.
Caldera y Pérez sabían del golpe
Para entonces el ex presidente Caldera mantenía gran prestigio en Venezuela, mientras
que CAP se desacreditaba. La erosión del gobierno elevó las acciones de Caldera. Ante
esta circunstancia, en diciembre, Vinicio lo propuso a Chávez como candidato para
presidir la Junta de Gobierno. Chávez aceptó la idea y Caldera consintió dejando claro
que su apoyo sería pasivo hasta que Chávez tomara el poder. Entretanto no participaría
directamente en la conspiración y se limitaría a dar instrucciones a sus contactos
militares para “dejar hacer, dejar pasar”.
Pérez también fue alertado del golpe antes de viajar a Suiza, pero como de costumbre
se negó a creer en “rumores infundados”. El 28 de enero me reuní con Heinz. Él me
manifestó que estaba al tanto del plan para capturar a CAP a su regreso de Davos y
había alertado al Presidente y al Ministro de la Defensa. El jefe de la DISIP estaba
molesto porque el primer mandatario le manifestó no creer en rumores. Antes de
retirarme, Heinz me recomendó hablar con Luis Alfaro Ucero, el presidente de AD. Este
político era el único capaz de convencer a CAP de suspender su viaje y ordenar a Ochoa
detener a los conspiradores.
Siguiendo su consejo llamé a Alfaro y acordé reunirme con él en privado esa noche.
Alfaro vino acompañado por su asistente Lewis Pérez Daboín. Brevemente le anuncié que
CAP sería detenido el 3 de febrero a su regreso de Davos. Para frustrar la amenaza
recomendé detener de inmediato a Chávez y a los jefes de su logia que comandaban
batallones claves. Antes de retirarse le entregué una lista de los oficiales que debían ser
hechos presos para abortar el golpe. Al despedirse, Alfaro me indicó que iría de inmediato
a Miraflores. Al día siguiente Alfaro llamó y me hizo saber que CAP no había sido
receptivo. Según él su respuesta fue:
—¡Esas son vainas de Peñaloza que está obsesionado con un golpe!
Un día antes de la partida del Presidente, el general de división José de La Cruz Pineda,
director de la DIM, le entregó a Pérez un informe secreto de inteligencia sobre un posible
golpe a ejecutarse a su regreso. Ese informe fue preparado por los coroneles Wilfredo
Guerrero Zerpa y Milton Abreu. CAP no leyó ese informe debido a la presión de los
preparativos del viaje. Igual suerte corrió un informe preparado por Heinz en la DISIP.
Antes de embarcarse , tanto la DISIP como la DIM, además de Alfaro Ucero alertaron al
Presidente del peligro que se cernía sobre él. Pese a las múltiples alertas el vicealmirante
Carratú, jefe de la Casa Militar y responsable por la seguridad del Presidente declaró
después del golpe no haber estado enterado de esas advertencias. Esto indica que no
había comunicación adecuada entre ambos o que el Presidente (pese a tener
conocimiento de lo que ocurría) desdeñó la amenaza. Adicionalmente Carratú, quien era
leal a CAP, no había establecido una buena relación con el Ministerio de la Defensa y los
comandantes de Fuerzas, con excepción de la Marina. Esta falla lo aisló en su torre de
marfil de Miraflores.
Sobre esta asonada se han escrito varios libros e infinidad de artículos. Para no llover
sobre mojado centraré mi análisis en aspectos estratégicos y conspirativos poco
conocidos de esa insurrección. El foco de este estudio lo fijaré sobre lo ocurrido en
Caracas.
CAPÍTULO 24
El golpe es denunciado
El presidente Pérez viaja a Davos
El jueves 30 de enero de 1992, CAP viajó en avión comercial a Nueva York para participar
en una Asamblea de la ONU. Entre su comitiva iban Beatrice Rangel, la nueva ministra de
la Secretaría de la Presidencia que reemplazó a Jesús Carmona y el vicealmirante Mario
Iván Carratú Molina, el jefe de la Casa Militar. Al día siguiente volarían a Davos para
asistir al Foro Económico Mundial. En Suiza alternaría con la élite política y económica del
planeta y nadie le molestaría con estúpidos cuentos de golpes militares. Para ese viaje
CAP no dejo a nadie encargado de la presidencia aduciendo que su ausencia sería breve y
que en Venezuela no había problemas.
La incauta actitud de Pérez lo llevó a no ordenar al menos un discreto estado de alerta
antes de partir y redoblar la vigilancia sobre Chávez y su logia. Eso hubiera bastado para
abortar el golpe, pero no lo hizo. Ante su displicente actitud, el ministro de la Defensa y
los comandantes de Fuerza siguieron actuando como si nada ocurriera mientras el
Presidente estaba fuera del país. La amenaza fue desatendida permitiendo la acción libre
y sin impedimentos a los golpistas con la insurrección en pleno desarrollo.
El plan militar
Cuando CAP abordó su avión rumbo a Nueva York, para luego volar a Davos, Chávez
inició los últimos detalles de coordinación antes de activar el plan y convertirlo en una
orden de operaciones. Se trataba de una maniobra simultánea y rápida en las principales
ciudades que tomaría por sorpresa al Gobierno. El control sería descentralizado. La
seguridad en el desplazamiento y el establecimiento de objetivos serían responsabilidad
directa de cada comandante18 (2). Antes de iniciar el despliegue Maisanta asumía que
gracias a sus infiltrados el golpe sería incruento tanto en Maiquetía al capturar al
Presidente como en Miraflores cuando el fuera a asumir el poder. En caso de haber
resistencia, de no capturarse a CAP y de no lograr insurreccionar al Batallón “Bolívar” las
posibilidades de éxito serían mínimas. Sin el Bolívar sería imposible tomar a Miraflores en
caso de haber resistencia.
La maniobra a nivel nacional requería un uso intensivo de comunicaciones para
mantener el comando y control de la operación. Chávez responsabilizó al capitán Henry
Rangel Silva para que se encargara de ese aspecto del plan. La misión de sublevar al
“Bolívar” se le asignó al capitán Vladimir Padrino López. Originalmente el encargado de
dirigir la toma de Miraflores había sido el Tcnel. Baduel. Su salida de la conspiración lo
obligó a poner el mando de las unidades de Fuerte Tiuna que marcharían a Miraflores en
manos de los capitanes Blanco La Cruz y Rojas Suárez. Al desplegarse en Miraflores esas
fuerzas enlazarían con los batallones de paracaidistas “Briceño” y “García De Sena” y se
pondrían al mando del Tcnel. Urdaneta Hernández. Entretanto el desplazaría su puesto
de Comando de la Academia Militar a el Museo Militar antes de desplazarse al frente de
operaciones para liderar la entrada a Miraflores. En caso de presentarse contingencias
Chávez aplicaría el método de Simón Rodríguez el mentor de Bolívar quien acuñó la frase
“O inventamos o erramos”, sin darse cuenta que al inventar podía errar. Simón Rodríguez
se había hecho socialista durante sus 20 años de exilio en Europa, durante la guerra de
independencia.
Hasta ese momento nadie pensó en la contingencia de que CAP no fuera hecho preso a
su arribo. Santeliz consideró su captura como un hecho. Con el gobierno decapitado, lo
demás era factible. Para tomar el poder bastaba un pequeño grupo de hombres decididos
que actuaran por sorpresa. El plan de Santeliz se basaba en el asalto de Lenin al Palacio
de Invierno en 1917, cuando los bolcheviques comunistas arrancaron con facilidad el
poder de manos de Alexander Kerenski. En esa famosa revolución, en el asalto al Palacio
de Invierno apenas hubo cinco muertos. Santeliz había convencido a Chávez de que su
revolución sería aún menos cruenta. Luego de la captura del Presidente, el gobierno
colapsaría sin resistencia y los militares se pondrían a sus órdenes.
Al marcharse CAP, Chávez inició la distribución de su plan de operaciones que al
activarse se llamaría “Operación Zamora”, en honor al caudillo Ezequiel Zamora bajo
cuyas órdenes había luchado su bisabuelo Maisanta. La fecha era un buen presagio
porque el 2 de febrero se conmemoraba el nacimiento de Zamora.
Chávez había estado preparándose para ese gran momento durante más de dos largas
décadas. Su logia contaba con un núcleo pequeño de comandantes de batallón que
actuarían en Caracas. Entre ellos estaban los tenientes coroneles: Yoel Acosta Chirinos,
Jesús Urdaneta, Miguel Ortiz Contreras en Maracay, Francisco Arias Cárdenas en
Maracaibo y Luis Guillermo Pineda Castellanos en la Policía Militar de Fuerte Tiuna.
Adicionalmente había juramentado a catorce mayores, cincuenta y cuatro capitanes,
ochenta y siete tenientes, sesenta y cinco suboficiales y cien sargentos de tropa. Este
número era mucho menor a la cifra inflada que le había mencionado a Rodríguez Araque.
Chávez daba por descontado que además de los juramentados, un nutrido grupo de
tenientes y capitanes simpatizantes se le unirían al iniciarse el golpe. En total aspiraba a
contar esa noche con unos diez batallones del Fuerte Tiuna, más los tres de Paracaidistas
que traería de Maracay. Con ellos sería fácil tomar a Miraflores y controlar la capital a
medianoche.
Chávez presumió que entre doscientos cincuenta y trescientos oficiales subalternos que
lo conocían de la Academia Militar y no pertenecían a la logia, se plegarían a la asonada.
Esas elucubraciones se basaban en la experiencia del alzamiento del teniente coronel
Hugo Trejo el 1º de enero de 1958. Trejo le había dicho que antes de alzarse, su logia
contaba con menos de noventa oficiales, pero que al hacerlo se le unieron más de
cuatrocientos. Según Trejo, su golpe fracasó porque Pérez Jiménez estaba alerta y había
desarmado las unidades. En este caso era diferente porque el presidente Pérez estaba en
el exterior, no creía en la existencia de una conjura y criticaba a los que alertaban sobre
un golpe.
El plan político
Al alcanzarse los objetivos militares del “Plan Zamora”, se pondría en práctica el plan
político. Este proyecto preparado por Kleber Ramírez se ejecutaría mediante una serie de
decretos que ya estaban redactados. Para mostrar que se trataba de una revolución
diferente Chávez bautizó el plan con el ampuloso nombre de “Proyecto de salvación
nacional Simón Bolívar”, el cual establecía los cimientos para la construcción de la
República Bolivariana.
Continuando con el lenguaje pomposo, la tradicional Junta de Gobierno a instalarse al
día siguiente del golpe sería denominada “Consejo General de la Nación”. El cargo de
Presidente de la Junta se la había ofrecido a varios políticos y generales, pero el escogido
finalmente fue Rafael Caldera quien con sus 68 años aseguraba que duraría poco en el
cargo. Durante este período de transición Chávez sería el Ministro de la Defensa y
Comandante de las Fuerzas Armadas.
Al instalarse la Junta, siguiendo los lineamientos del Foro de Sao Paulo, suspendería el
Congreso Nacional, las Asambleas Legislativas de los estados, la Corte Suprema de
Justicia y convocaría a una Asamblea Constituyente. Esa asamblea introduciría cambios
en la onstitución para debilitar la separación de poderes y permitir la reelección.
Paralelamente crearía un poder electoral que sería controlado por el e instauraría el voto
electrónico con el sistema electoral desarrollado por los alemanes orientales en Cuba.
Una vez aprobada la nueva constitución establecería un cronograma para realizar
elecciones generales y reestructurar las Fuerzas Armadas. 19
El hombre propone y Dios dispone
Los planes son guías para la acción que deben ajustarse a medida que se ejecutan.
Algunas suposiciones de los planes se cumplen. Otras no. Para lidiar con estas situaciones
los militares en los estados mayores crearon la planificación por escenarios en los juegos
de guerra. La idea es prever contingencias y desarrollar con tiempo planes alternos.
Chávez no se preocupó por estos detalles que consideraba nimios. Para él lo importante
era mantener el secreto del plan hasta última hora a fin de asegurar la sorpresa y
minimizar las delaciones.
Santeliz, siendo un hombre inteligente e imaginativo también olvidó emplear estas
técnicas de estado mayor en su plan, que básicamente era el viejo esquema ideado para
el golpe abortado en 1982. Esta omisión aseguró el fracaso temprano del proyecto al no
prever lo que debía hacerse ante hechos inesperados que podrían ocurrir.
Las instrucciones preliminares del golpe
Para evitar filtraciones Chávez hizo conocer a sus lugartenientes el plan del golpe
faltando muy poco tiempo para su ejecución. Al mismo tiempo indicó que la tropa no
debía conocer los detalles porque era súper secreto. Los soldados irían tras sus jefes sin
saber que iban a hacer. Cada comandante de batallón comprometido solo conocería los
detalles de su misión particular y no la estrategia general. La estrategia había sido
diseñada por Santeliz, mientras que los detalles tácticos habían sido desarrollados por los
capitanes Blanco La Cruz y Rojas Suárez. Ninguno de estos capitanes tenía curso de
Estado Mayor. Su experiencia se limitaba al manejo de pelotones y compañías. En el
momento del golpe ambos eran alumnos de la Escuela de Infantería, en la cual podían
reunirse con otros oficiales con la venia del director sin despertar sospechas.
En la semana previa al alzamiento, Chávez hizo reuniones con sus lugartenientes en
Caracas, Maracay y Valencia para exponer los detalles del plan, sin revelar el día “D” ni la
hora “H”. En Maracaibo las instrucciones fueron dadas por Arias Cárdenas. Esos grupos
actuarían en forma autónoma para lograr los objetivos asignados a cada uno. Por razones
de espacio no analizaré detalles tácticos del plan salvo en Caracas.
El martes 28 de enero Chávez fue a la Escuela de Infantería en Caracas y expuso el plan
ante los capitanes Blanco La Cruz, Rojas Suárez, Ameliach Orta, Aguilarte, Padrino López,
Rangel Silva y Aguilarte Gámez. Chávez les explicó la operación. Los oficiales presentes
debían tomar Fuerte Tiuna antes de su arribo simultáneamente con la captura del
Presidente. El plan asumía que además en el Fuerte Tiuna contarían el Batallón de Policía
Militar “Muñoz Tébar” y el regimiento de ingenieros Codazzi. Al tomar el fuerte la mayoría
de las unidades acantonadas allí se les unirían.
Chávez al llegar a Caracas proveniente de Maracay a las 10:00 PM del día “D” entraría a
Fuerte Tiuna e instalaría su puesto de comando en la Academia Militar. A las 11:15 PM
saldrían del Fuerte con Chávez a la cabeza los batallones “Bolívar”, “Ayala” y “Briceño”
rumbo a Miraflores. El Batallón “Chirinos” vendría en una columna separada y en lugar de
entrar a Fuerte Tiuna seguiría hacia la Comandancia de la Aviación en La Carlota. El
Batallón “García de Sena” tomaría las Comandancias de la Marina y de la Guardia
Nacional, además del comando del Regional 5 de esa fuerza y las sedes de la CANTV,
DISIP y DIM.
En el Palacio de Miraflores no habría resistencia porque la Guardia de Honor los
esperaba para abrirles las puertas. De haber algún problema en el Fuerte Tiuna esa
noche, el puesto de comando alterno sería el Museo Militar donde sus infiltrados lo
esperaban. A la hora del asalto a Miraflores, Chávez había prometido estar al frente de
sus hombres. El resto de las unidades del fuerte y de la Infantería de Marina en Maiquetía
permanecerían en la reserva. Una vez tomado Miraflores Maisanta procedería a instalar
un nuevo gobierno.
Luego de oírlo el Tcnel. Baduel criticó el plan diciendo que no era viable y que debía
revisarse a fondo e insinuó que no era seguro que la Guardia de Honor y el Batallón
“Bolívar” se les unieran y que había otras suposiciones dudosas. Chávez se molestó y le
dijo que era una decisión y que no haría cambios al plan. Al oír esto Baduel dijo que no
participaría y se retiró.
Al día siguiente una situación parecida ocurrió en Maracay. Chávez se reunió con los
tenientes coroneles Urdaneta Hernández, Acosta Chirinos, Ortiz Contreras y López Rivas y
les indicó que el Grupo de Artillería “Salom” y el Batallón de Cazadores “Vásquez” al
mando de López y Ortiz, respectivamente se encargaría de tomar Maracay, donde los
objetivos principales eran la Base Aérea Libertador y el Comando de la Cuarta División.
Simultáneamente los tres batallones de paracaidistas con Urdaneta, Acosta y él a la
cabeza se trasladarían a Caracas. La aproximación hacia el contacto se haría en un
convoy de autobuses civiles. Fuerte Tiuna sería el punto de disloque desde el cual cada
batallón iniciaría el despliegue para cumplir sus misiones.
Al terminar la exposición, Urdaneta Hernández se levantó para opinar que las misiones
no estaban asignadas equitativamente. Luego explicó que mientras a su batallón “García
de Sena” le habían establecido doce objetivos y nueve al Batallón “Chirinos”, al Batallón
“Briceño” de Chávez solo le habían estipulado tres. Chávez se molestó con Urdaneta,
pero como era su compañero de promoción le dijo que estudiaría su propuesta. Como
Chávez temía, empezó a filtrarse la información y el preciado factor sorpresa —que era
una de las claves del alzamiento— se perdió.
El financiamiento del golpe
Inicialmente, la captación de seguidores para la conspiración no requirió mayores
erogaciones. Los juramentados fueron mantenidos, armados y apertrechados por el
propio Gobierno. Cuando la conjura empezó a crecer Chávez tuvo que enfrentar gastos
importantes y recurrió a “Fausto” para recabar fondos. Los comunistas habían establecido
relaciones con las FARC y participaban en el narcotráfico como fuente de ingresos. Parte
de estos recursos fueron canalizados hacia Chávez para cubrir gastos de su logia. A
cambio, las FARC pidieron protección e información sobre movimientos militares en la
frontera con Colombia. Esta fuente de financiamiento fue denunciada por el mayor Madriz
en 1989 cuando informó sobre los contactos del capitán Hugo Carvajal con
narcotraficantes en Paraguaipoa y el papel del subteniente Andrade Cedeño como correo
encargado de llevar fondos a Chávez. Otra fuente de recursos fueron empresarios
venezolanos conectados con el grupo de “Los Notables¨.
Poco antes del golpe Chávez tuvo la desfachatez de pedir apoyo al Ministerio de la
Defensa y al Comando del Ejército para los gastos de desplazamiento a la falsa maniobra
de El Pao. Ese desparpajo le sirvió no solo para recabar fondos adicionales, sino también
para encubrir el movimiento de sus unidades. Gracias a sus relaciones con Ochoa Antich y
Rangel Rojas, el jefe golpista no tuvo problema en conseguir apoyo. Fue así como obtuvo
recursos adicionales e incluso cobertura para justificando el despliegue de unidades en la
calle. Lo insólito de este apoyo fue que el dinero se entregó directamente a Chávez y no
al comandante de la Brigada de Paracaidistas. Otro grupo golpista dirigido por Ortiz
Contreras usó un procedimiento similar con el general Ochoa Antich para obtener apoyo
del Ministerio de la Defensa destinado al Batallón de Cazadores “Genaro Vázquez” para
gastos de unas maniobras ficticias.
El jueves 30 de enero de 1992 los medios informaron que el presidente Pérez había
salido de viaje hacia Nueva York y Davos. Al día siguiente Chávez llamó al mayor Madriz
a la Escuela y le dio una misión. Madriz fue comisionado para ir a la Dirección de Finanzas
del Ejército a recibir el apoyo que había solicitado al general Rangel. Al presentarse el
Director de Finanzas, general Moisés Orozco Graterol lo mando a hablar con el Habilitado,
el coronel Gonzalo García Ordoñez. García lo mando a pasar y le entregó una ayuda en
efectivo proveniente de la partida secreta. También le dijo que ese apoyo de ochocientos
mil bolívares (unos $80.000 de la época) la había aprobado el Gen. Rangel Rojas para
pagar los gastos de la maniobra en El Pao y la compra de una vajilla para su batallón. El
procedimiento utilizado para la entrega de esos fondos no se hizo siguiendo los
procedimientos operativos vigentes. El dinero se entregó en efectivo, sin utilizar el
órgano regular y la entrega se hizo a un oficial que no era plaza de la unidad apoyada.
Al salir de la Dirección de Finanzas Madriz entregó el paquete con el dinero en efectivo
al teniente Andrade Cedeño, el tesorero de la logia. Para ese entonces era plaza del
Batallón de Intendencia del Regimiento Logístico. Años más tarde en el gobierno de
Chávez, Andrade fue colocado en cargos en los cuales manejó muchísimo dinero
haciéndose millardario en dólares. Antes de marcharse a Maracay, Andrade le confió a
Madriz que el golpe estaba previsto para el lunes 3 de febrero en la noche a la llegada
del Presidente. En ese momento solo faltaban setenta y dos horas para el alzamiento.
Al recibir “la encomienda” Andrade le confió a Madriz que otro grupo había sido
comisionado por Chávez para cumplir una misión similar en la Dirección de
Administración del Ministerio de la Defensa. Al efecto otro oficial acudió al Ministerio y
retiró fondos que debían entregarse a Ortiz Contreras para las maniobras de El Pao. En
conclusión, el gasto para cubrir el desplazamiento de las unidades para el golpe fue
pagado por el Comando del Ejército y el Ministerio de la Defensa.
Esa misma mañana del viernes Vinicio de Sola recibió una llamada de Chávez en clave:
—Llame al marino y dígale que el lunes saldremos a pescar a las nueve de la noche.
Ese mensaje significaba que el golpe sería el lunes y que Gruber debía dar las órdenes
preparatorias para las unidades en Maiquetía a fin de estar listas para salir a orden a
partir de las nueve de la noche. La activación de la orden de operaciones y la hora “cero”
se anunciaría mediante otro mensaje que se enviaría el mismo lunes en la noche al
confirmarse la llegada de CAP. Antes de retirarse, De Sola le dijo que estuviera pendiente
de su llamada el lunes en la noche. Gruber había exigido que las órdenes a la infantería
de Marina debía ser dadas por él directamente. Cuando Vinicio le pasó el mensaje,
Gruber convocó al comandante de la Infantería de Marina, el almirante Walter Becerra
Rivas, quien no estaba involucrado en el golpe, para que asistiera a un seminario en la
Comandancia de la Armada en Caracas el lunes 3 durante todo el día. Eso le dejaba el
campo libre en Maiquetía.
El viernes 31 de enero en la tarde Madriz, luego de cumplir con la misión asignada en la
mañana, visitó la DIM y la DISIP para informar las últimas novedades. Sus manejadores
tomaron nota, pero no reportaron al Presidente porque no había nadie encargado. Luego
de pasar esa información, Madriz se dirigió al Ministerio de la Defensa y a la Dirección de
Inteligencia del Ejército para hablar con el general Ochoa Antich pero no lo consiguió.
Luego visitó al general Valero Rivas en la Dirección de Inteligencia del Ejército y lo puso
al tanto. Valero trató de comunicarse con el comandante del Ejército pero no estaba en
su oficina ni en su casa. En vista de eso, Madriz fue a Maracay para observar de cerca lo
que hacía Chávez.
El fin de semana previo al golpe
En este proceso se atravesó el fin de semana sin que los organismos de seguridad del
Estado pudieran comunicarse con el Presidente. A fin de evitar filtraciones de sus órdenes
Chávez esperó hasta último momento con el fin de dar instrucciones preparatorias para el
golpe. El domingo 2 al mediodía envió al capitán Gerardo Alfredo Márquez a Caracas con
el Plan de Operaciones para darles aviso preventivo a los capitanes Blanco La Cruz y
Rojas Suárez de la inminencia del golpe. Los dos capitanes infiltrados de Bandera Roja se
dedicaron esa tarde a visitar las unidades donde había oficiales de la logia y encontraron
que muchos de ellos estaban en sus casas. Para el día siguiente Chávez contaba con un
importante número de unidades, incluyendo al Regimiento de Ingenieros Codazzi, el
Grupo de Caballería “Ayala”, los batallones “Bolívar”, “Caracas”, “O´Leary”, Muñoz
Tébar”, “Carmona” y “Figueredo”, además del Grupo de Artillería “Ribas” y la Academia
Militar. Entre todos estos batallones solo había uno cuyo comandante se había
comprometido: el Batallón de Policía Militar “Muñoz Tébar”, que estaba bajo el mando del
teniente coronel Pineda Castellanos. Para empeorar las cosas el compromiso de Pineda
era condicional. Este oficial había dicho que si no se alzaba el Batallón Bolívar él tampoco
lo haría. Hasta ese momento el teniente coronel Braddly Quintero no se había unido a la
conspiración, pero se confiaba el capitán Padrino sería capaz de arrebatarle el mando de
esa unidad clave.
El domingo 2 de febrero en la tarde, tanto la DISIP como la DIM, habían confirmado los
preparativos del golpe para el día siguiente. Como no tenían una copia del plan de
operaciones, no conocían los detalles relacionados con las acciones previstas y su
cronograma. Los generales Pineda y Heinz estaban en cuenta de que antes de capturar a
los miembros de la logia debían pedir permiso a CAP. En ese momento el primer
mandatario no atendía llamadas porque era medianoche en Europa. Sin haber un
presidente encargado actuaron como Poncio Pilatos y se limitaron a entregar reportes
escritos al Ministerio de la Defensa y a la Casa Militar, el organismo encargado de la
custodia del Presidente. Hecho esto esperaron por órdenes de CAP. Entretanto el mayor
Madriz se comunicó con el general Valero, el jefe de inteligencia del Ejército para ponerlo
al tanto de lo que ocurría. Este trató de comunicarse con el general Rangel Rojas pero no
lo consiguió.
Ese domingo a las seis de la tarde regresó a Maracay Urdaneta Hernández. Había
pasado el fin de semana con sus familiares en Caracas y hasta ese momento no conocía
los detalles finales del plan ni cuándo sería el día “D” ni la hora “H”. Tampoco había sido
llamado por Chávez para ajustar el plan como le había prometido. Al llegar al cuartel fue
informado sobre una orden de alerta: el golpe sería al día siguiente y debía esperar
instrucciones.
La llamada misteriosa
El domingo 2 en la noche, el general Ochoa Antich tenía información sobre el golpe que le
dio la DIM, pero no pudo comunicarse con el Presidente porque eran altas horas de la
madrugada en Davos. Asumiendo que eran rumores sin fundamento no mandó a poner
en alerta las FAN.
Al amanecer del día 3, CAP salió de su habitación en el hotel para tomar desayuno a las
ocho de la mañana. A esa hora eran las dos de la madrugada en Caracas. Como el
Presidente no regresaría a la habitación, la Ministra de la Secretaria Beatriz Rangel se
quedó supervisando el personal de la Casa Militar que verificaba que no quedara nada
olvidado. En ese momento entró una llamada de Caracas y ella la tomó. Al levantar el
auricular reconoció la voz del edecán Daniel Fontaine Jean Pierre preguntando por el
almirante Carratú. Ella explicó que él estaba en el comedor con el Presidente. A
continuación Fontaine pidió que le pasaran a Santiago Juncosa Pereira, quien era el
edecán coordinador en ese viaje, pero tampoco estaba disponible. Ante esto Fontaine le
pidió que Carratú lo llamara urgentemente a Caracas.
Sorprendida, la ministra colgó y bajó al comedor para notificar a Carratú. Al oír el
mensaje, el almirante se apartó para llamar en privado a Miraflores. Al regresar, Carratú
susurró algo al oído de CAP. Al terminar la rueda de prensa, el Presidente y su comitiva
se dirigieron al aeropuerto. Hasta hoy nadie sabe qué le informó Fontaine a Carratú en su
llamada después de medianoche. Muchos creen que la llamada tenía que ver con el golpe
en marcha que ya era conocido en Caracas.
Amanecer del golpe
El 3 febrero en la mañana, el general Ochoa Antich se aprestaba para ir a Maracaibo
atendiendo una invitación del gobernador del Zulia, Oswaldo Álvarez Paz. El motivo de la
invitación era participar en una campaña contra el cólera. La tarde anterior, la DIM le
había alertado sobre la posibilidad de un golpe ese día lunes, pero el ministro había
adoptado la actitud de CAP y asumió que esos murmullos no tenían base. A las ocho de la
mañana, antes de tomar el avión, el mayor Madriz se presentó de improviso ante el
Ministro. Ochoa le concedió unos minutos y Madriz le informó que Chávez daría el golpe
esa noche y que los insurrectos capturarían al Presidente al aterrizar en el Aeropuerto de
Maiquetía. Una vez más Ochoa hizo caso omiso a las alertas y finalmente lo interrumpió
alegando que tenía que viajar a Maracaibo.
Al llegar al aeropuerto, al pie del avión lo esperaba Pastor Heydra, el ex ministro de
Información de CAP, cuyo rol en ese viaje no está claro, pues su presencia da pie a varias
hipótesis. Antes de abordar el avión, Ochoa Antich no impartió orden de alerta a las
Fuerzas Armadas porque consideraba que el informe de Madriz no tenía una base real.
Aunque se iba de viaje a Maracaibo, no consideró necesario darle instrucciones o alertas
al Inspector de las FAN, el almirante Elías Daniels. Su viaje era interno y no debía
traspasar el mando accidentalmente a un reemplazo. Al irse tampoco dio instrucciones de
cómo comunicarse con él durante el día en caso de emergencia, aunque para entonces se
habían empezado a usar los teléfonos celulares.
Con el ministro en Maracaibo, lejos de su puesto de comando, el golpe se haría aún
más fácil. Su hora de regreso sería conocida por Arias Cárdenas, quien alertaría a la logia
o incluso podía haberlo hecho prisionero antes de abordar su avión. No lo hizo porque la
hora “cero” estaba prevista para las doce de la noche.
El capitán René Gimón Álvarez
Este oficial es oriundo del estado Barinas, al igual que Chávez. Al ingresar a la Academia
Militar en 1979 entró en contacto con el jefe golpista siendo cadete de primer año y se
convirtió en uno de sus pupilos. En segundo año pidió la baja y se retiró del instituto.
Dada la confianza que Chávez le tenía, lo convenció para que reingresara. Una vez que se
graduó en el puesto ochenta y seis del orden de mérito en 1984, Chávez lo infiltró en la
Academia como oficial de planta al ser promovido a teniente en 1987. Para lograrlo
movió sus contactos en personal y se las arregló para que ascendiera a teniente en el
puesto número cuatro. Hecho esto, Gimón pasó a formar parte del plantel de oficiales del
instituto. La misión de Gimón era de largo plazo. Coordinaría la logia en ese instituto de
formación y comandaría la toma de la Academia cuando Chávez lo ordenara.
Después de tres años como oficial de planta de la Academia, en 1990 el director de ese
instituto, el general de brigada Moisés Orozco Graterol designó al teniente Gimón como
su ayudante. Este nombramiento fue extraño porque los ayudantes generalmente son
mayores. En julio de 1991 Gimón ascendió a capitán, al mismo tiempo que Orozco
Graterol fue relevado por el general Manuel Delgado Gainza en la Academia. Al entregar
su cargo, Orozco pidió a Delgado que mantuviera como ayudante al capitán Gimón. Este
tipo de propuestas no son comunes en el medio militar, pero fue aceptada por el general
Delgado.
En julio de 1991 Chávez fue nombrado comandante del Batallón de Paracaidistas
“Briceño” en Maracay. Dada la inminencia de la insurrección, el jefe golpista logró que
Santeliz concentrara algunos seguidores claves en las Escuela Superior, Escuelas de
Armas y la Academia Militar en Caracas. De esa manera, al producirse el golpe tendría a
la mano un grupo de oficiales de confianza en Fuerte Tiuna para tomar el mando de las
unidades que no controlaba.
Entre los instructores pertenecientes a la logia, infiltrados en la Escuela de Infantería,
estaba el capitán Jesús Alberto Aguilarte Gámez. Entre los alumnos Chávez había
sembrado a los capitanes Blanco La Cruz, Antonio Rojas Suárez, Francisco Ameliach Orta,
René Gimón Álvarez y Vladimir Padrino López. Padrino está casado con una hija del
director de la escuela, el coronel Angel Vicente Betancourt Infante. Este coronel dio gran
libertad de acción a los golpistas. Como Chávez necesitaba controlar la Academia Militar,
el capitán Gimón asistió al curso manteniendo su cargo como ayudante del director, el
general Delgado Gainza. Esta dualidad de funciones no era normal. Para entonces Gimón
se había ganado la confianza del director y era novio de su hija.
La toma del Fuerte Tiuna
El jueves 30 de enero los conspiradores de Fuerte Tiuna asistieron a una reunión
secreta convocada por el capitán Roland Blanco La Cruz en la Escuela de Infantería. Allí
se les puso en estado de alerta y se ordenó acuartelamiento a la espera de la activación
de la orden de operaciones.
En este fuerte cuatro unidades eran claves para el golpe: La Academia Militar, el
Batallón de Infantería “Bolívar”, el Batallón de vehículos blindados ligeros “Ayala” y el
Regimiento de Policía Militar. La Academia Militar era un blanco de carácter simbólico. El
Batallón “Bolívar” y el “Ayala” eran las unidades de combate más poderosas de Fuerte
Tiuna y su control sería decisivo para el éxito el golpe. La Policía Militar era indispensable
para dar seguridad al fuerte.
Dada la importancia de estas unidades, Chávez había infiltrado en ellas un buen
número de oficiales de la logia. Para tomar la Academia Militar había mantenido en ese
instituto por cinco años al capitán René Gimón Álvarez y doce oficiales. Este oficial era
uno de sus hombres de mayor confianza. Para tomar el “Bolívar” había seleccionado al
capitán Padrino luego de que no pudo reclutar al Tcnel. Quintero. Padrino, antes de ir a
curso en la Escuela de Infantería había trabajado en el Batallón Bolívar y seguía viviendo
en ese cuartel. Esto le permitía visitar a diario esa unidad sin despertar sospechas, como
lo hacía Gimón en la Academia Militar.
Además de la Escuela de Infantería, la Escuela Superior del Ejército y la Escuela de
Blindados también eran focos importantes de la logia. En la Escuela Superior hacia curso
un líder importante de la conspiración, el Tcnel. Raúl Isaías Baduel. Este había sido uno
de los juramentados bajo el Samán de Güere en 1982. Su retiro fue un duro golpe porque
era uno de los oficiales más sólidos y con prestigio dentro de la logia.
Luego del retiro de Baduel, Chávez designó a los capitanes Blanco La Cruz y Suárez
Rojas, los infiltrados de Bandera Roja, encargados de coordinar la toma de las unidades
del Fuerte Tiuna. Para hacerlo arrebatarían el mando a los jefes de unidades y las
pondrían a la orden de Chávez.
El domingo 2 de febrero en la noche Chávez recibió una llamada del teniente coronel
Arévalo Enrique Méndez Romero el comandante del batallón de seguridad del Presidente
quien le informó que CAP llegaría al día siguiente a las diez de la noche. Luego de oírlo,
el jefe de la insurrección le ordenó que lo llamara para confirmar el aterrizaje media hora
antes del arribo. Esta llamada sería la espoleta que iniciaría las operaciones. Luego de
colgar puso en alerta la logia. El golpe sería al día siguiente y se iniciaría con la captura
del Presidente.
El golpe es delatado
El lunes 3 de febrero en la mañana el capitán Gimón asistió a sus clases como de
costumbre. Esta vez la logia estaba en alerta en espera de instrucciones. Gimón sabía
que su misión era tomar la Academia Militar, pero desconocía los detalles. Ese día las
primeras dos horas de clase las dictó en forma normal el capitán Aguilarte Gámez. Este
instructor era miembro de la conspiración y estaba a la espera de instrucciones. Al
terminar la clase, los capitanes Blanco La Cruz y Rojas Suárez tomaron el control de la
escuela. A continuación participaron a los miembros de la logia que a partir de ese
momento se suspendían las clases y los golpistas se empezaron a reunir en las aulas
para coordinar los últimos detalles. Esa suspensión de actividades no fue reportada por el
coronel director de la Escuela de Infantería. En ese momento Blanco La Cruz anunció que
el alzamiento sería esa noche y fue llamando uno a uno a los asistentes para asignarles
su misión.
Cuando le tocó el turno a Gimón le informaron que debía tomar la Academia Militar a
las nueve de la noche y esperar la llegada de Chávez. Para cumplir esa tarea debía
detener al Director de la AMV y a los oficiales de planta que no se plegaran al golpe. En
ese momento el capitán Rojas Suárez le hizo saber que para cumplir su misión no
vacilara en matar al director de la Academia si oponía resistencia. Para entonces Gimón
había establecido una relación amistosa con el general Delgado y era novio de su hija. La
orden de matar a su futuro suegro le causó una enorme desazón.
Al recibir instrucciones Gimón se convenció de que no sería capaz de matar a su futuro
suegro y fue a la Academia Militar a las 11:00 AM del lunes 3 de febrero a informar sobre
el golpe. Al llegar confesó al general Delgado lo que Chávez venía tramando y la orden
que había recibido para asesinarlo. Luego de oírlo, Delgado llamó al Comandante General
para pasar la novedad, pero le informaron que Rangel no podría atenderlo. Molesto
decidió ir personalmente con el capitán Gimón a hablar con Rangel Rojas. En el ínterin la
noticia corrió como reguero de pólvora y un oficial de la logia se enteró antes que saliera
Delgado hacia la Comandancia del Ejército. Este conjurado de inmediato llamó a Chávez
a Maracay y le dio la noticia.
Al enterarse de la denuncia Maisanta llamó a Vinicio de Sola y lo encargó de activar el
plan de contra información que había preparado. Este plan preveía que el ex presidente
Caldera pediría al grupo de militares afectos que no tomaran medidas activas para
impedir el desarrollo del plan. Por lo contrario deberían hacer una operación retardatriz
del tipo conocido en Venezuela como “operación morrocoy”. Previamente estos oficiales
habían recibido instrucciones para minimizar la amenaza del golpe y proteger a los
líderes de la conspiración. De Sola pasó de inmediato la información a Caldera y este le
dijo que iba a llamar de inmediato al jefe del grupo militar y le pidió que fuera a su casa
esa noche a las 07:00 PM. Esta información crucial me la dio Vinicio De Sola cuando lo
visité hace algunos años en su lecho de muerte. Esa confidencia de un moribundo me
indujo a escribir este libro.
La displicencia de Rangel Rojas
Cuando el general Delgado llegó al despacho de Rangel Rojas cerca de mediodía, fue
atendido por el ayudante el mayor Alfredo Puyana Arroyo. Este le dijo que no podía
anunciarlo porque el Comandante General estaba al teléfono atendiendo una llamada
muy importante. Delgado estaba impaciente, pero tuvo que esperar media hora antes de
ser atendido. Ante su insistencia fue pasado al despacho del comandante general. Rangel
le dijo que fuera breve porque tenía una cuenta con el general Orozco Graterol, el
director de Finanzas del Ejército.
Delgado le explicó lo que había confesado el capitán Álvarez Gimón haciéndole ver que
estaba previsto un golpe para esa noche. Luego le dio los nombres de los jefes del golpe
empezando por Chávez. Ante esta grave información Rangel reaccionó
parsimoniosamente. Sin darle importancia le dijo que esa noticia era vieja y que la
procesaría antes de informar al ministro de la Defensa. Luego le ordenó a Delgado
manejar el caso con mucha discreción para no generar alarma y que le notificara al
capitán Álvarez Gimón que esa tarde a las 04:00 PM se presentara ante su Jefe de
Ayudantía, el coronel Raúl Salazar, a rendir declaración. Al retirarse el general Delgado,
Rangel llamó a Salazar por el intercomunicador y le dio instrucciones para que interrogara
al capitán Gimón Álvarez. En ese momento eran las doce del mediodía y al lado de Raúl
Salazar estaba el capitán Jesús Alberto García Rojas, un infiltrado miembro de la logia
golpista.
Para tener información de los planes del Comando del Ejército, la logia había penetrado
la oficina de apoyo del comandante general. Al asumir ese cargo, el Gen. Rangel Rojas
había pedido como asistente de la Secretaría al capitán José Gregorio Suárez Rojas. Este
capitán junto con el capitán Blanco La Cruz, ambos de la promoción de 1981, eran
miembros del grupo subversivo Bandera Roja y constituían fichas cruciales dentro de la
logia
El capitán García Rojas era entonces el oficial de personal del Batallón O´leary, el
batallón de custodia de la Comandancia General. Este capitán de infantería era muy
cercano al coronel Raúl Salazar, el jefe de la ayudantía del general Rangel y se ocupaba
de los asuntos personales y confidenciales del coronel jefe de la Ayudantía.
Dada esa amistad Salazar había pedido que le asignaran al capitán García Rojas como
su asistente. Este oficial era un miembro de la logia desde cadete siendo compañero de
promoción de los capitanes Humberto Ortega Díaz, Jesús Alberto Aguilarte Gámez, Luis
Rafael Valderrama Rosales, y los hermanos Carlos y Cliver Alcalá Cordones. Todos ellos
eran miembros importantes en la logia. Gracias a la confianza con Salazar este capitán
tuvo acceso a información privilegiada y confidencial que comunicaba a Chávez. De esta
manera Maisanta se mantenía al tanto de lo que pasaba o se ordenaba en el Comando
General del Ejército. Pocos minutos después de poner su denuncia en Gen. Delgado, ya
los infiltrados de Chávez en la Comandancia del Ejército se enteraron. A las 12:15
minutos Chávez recibió un alerta del capitán García sobre lo que había ocurrido. Su
informante también le dijo que Gen. Rangel no había tomado ninguna medida.
Al salir de la oficina de Rangel, el general Delgado estaba sorprendido ante el poco
interés demostrado ante la gravedad de su denuncia. En ese momento decidió ir a pasar
la novedad al general Reynaldo Valero Rivas, el Director de Inteligencia del Ejército.
Valero lo oyó con atención y le dijo que la noche anterior la DIM le había notificado sobre
un posible golpe o atentado contra el presidente. Al tener conocimiento de este reporte
de inteligencia trató de comunicarse con el comandante del Ejército, pero no lo había
localizado. Ese día en la mañana había intentado ver al Comandante General, pero este
estaba ocupado.
Luego de oír al general Delgado, Valero se dio cuenta de la importancia de su denuncia.
Esta información unida al reporte de la DIM lo impulsó a llamar al general Rangel para
pedirle audiencia urgente. El coronel Raúl Salazar le informó que llamara más tarde
porque el comandante del Ejército estaba ocupado recibiendo cuenta del general Orozco,
el Director de Finanzas del Ejército. En ese momento el trio de amigos de Caldera estaba
concentrado en el Comando del Ejército. Junto a Raúl Salazar se mantenía el infiltrado de
Chávez, capitán García Rojas, pendiente de lo que allí ocurría para informar a Chávez en
Maracay. Para entonces ya Maisanta sabía que la operación retardatriz estaba en marcha
y tendría tiempo para desarrollar su plan.
CAPÍTULO 25
La tarde del golpe
El Gen. Rangel envía sus “espías”
Al enterarse de la denuncia del general Delgado, Rangel Rojas, en vez de pasar la
novedad de inmediato al ministro de la Defensa y la DIM y ordenar a la Dirección de
Inteligencia del Ejército que activara la búsqueda, decidió “procesar” la información por
su cuenta. Al efecto envió oficiales de su entorno a recorrer el fuerte para verificar que
pasaba. Uno de ellos fue el Tcnel. Luis Hermógenes Castillo Castro quien trabajaba en su
ayudantía con el coronel Raúl Salazar. Otro fue el Tcnel. Bradly Quintero comandante del
batallón “Bolívar” quien era un oficial de su confianza. Estos oficiales que no eran de
inteligencia fueron enviados a “explorar” lo que ocurría en el Fuerte. Esta actitud ante
una novedad de esa magnitud no fue profesional.
Castillo un serio oficial de infantería con vocación docente, al regresar a las 3 PM
reportó que en la Escuela de Infantería no había nadie, las actividades docentes habían
sido suspendidas y parecía un día de asueto. Esa escuela era el centro de la conspiración
en Fuerte Tiuna y ni siquiera el Director de ese plantel estaba. El día del golpe fue
declarado día libre para facilitar el alzamiento.
Quintero por su parte era un excelente oficial de infantería pero no experto en
inteligencia. Varios meses antes había informado a Rangel que un amigo civil lo había
tratado de reclutar para una conspiración y que él se había negado. Rangel no le dio
importancia al asunto ni pasó la novedad. Al llegar Quintero cerca de las 2 de la tarde fue
pasado ante Rangel quien al verlo le preguntó:
—Hay rumores de que un grupo de conspiradores se reúne en el fuerte. ¿Sabes algo?
Braddly manifestó haber oído algo al respecto, pero que en su batallón no había
ocurrido nada. Luego de recibir los reportes de Castillo y Quintero, el Gen. Rangel decidió
no notificar al Ministerio de La Defensa, ni a la DIM, ni tomar medidas activas poniendo
en alerta al Ejército o detener preventivamente a los presuntos golpistas. Tampoco dio
instrucciones para que la Dirección de Inteligencia del Ejército averiguara porque la
Escuela de Infantería había suspendido sus actividades. Solo ordenó medidas pasivas sin
atreverse a detener a los sospechosos cuyos nombres le había dado el Gen. Delgado y el
Cap. Gimón a mediodía. Este comportamiento fue muy sospechoso.
¡Los generales que esperen!
El general Valero sabía de la conspiración desde que llegó a su cargo en julio de 1991.
Desde entonces había informado regularmente a Rangel Rojas, pero este no tomó
medidas. Dada la gravedad de la denuncia del general Delgado, Valero decidió preparar
radiogramas para poner en alerta al Ejército. Luego fue a la oficina de Rangel con esos
documentos para que los firmara. El ayudante le pidió esperar porque Rangel seguía
reunido con Orozco. Más tarde se le unió en la sala de espera el general de división Jorge
Isaac Tagliaferro, el comandante de la tercera División de Infantería acantonada en
Fuerte Tiuna. Este oficial se había enterado del golpe de esa noche por medio de
informantes. Había tratado de reportar la noticia por teléfono al Comandante del Ejército
pero le informaron que Rangel estaba en cuenta con Orozco y no lo podía atender. Luego
de esperar por casi una hora, Tagliaferro se marchó molesto a tomar medidas por su
cuenta. Poco después Valero se retiró porque debía asistir a una reunión en el Comando
Unificado. A ese cónclave habían sido convocados todos los directores de inteligencia de
las fuerzas. Esa reunión, la tarde del golpe, tiene todos los visos de haber sido
orquestada como parte del plan conspirativo. Para entonces la noticia del golpe de esa
noche se había extendido en forma viral por Fuerte Tiuna y era la comidilla del día entre
los oficiales.
Tres horas después de denunciado el golpe aún no se habían tomado medidas activas
para abortarlo ni se había pasado la novedad al Ministerio de la Defensa y la DIM. Con
plena conciencia o sin darse cuenta, Rangel Rojas, Orozco Moisés y Raúl Salazar
Rodríguez habían logrado impedir que diera la alarma del golpe. Las acciones de este trío
ese día crearon suspicacias porque eran los líderes del ”Grupo de Caldera” enquistado en
el Ejército. Las acciones posteriores de Rangel ese día dan pie para presumir que pudo
haberse cometido un delito militar “por acción u omisión”. Esa insurrección pudo haberse
impedido, pero no se tomaron las medidas activas para abortarlo. La actitud apática ante
este hecho puede haber ocurrido por ineptitud, negligencia o por complicidad. Luego de
más de dos décadas de este infausto día, las acciones legales contra los autores de este
presunto delito por acción u omisión han prescrito, pero al menos el público debe saber lo
que ocurrió ese día y sacar sus propias conclusiones.
Las acciones de Tagliaferro
Conozco al general Jorge Tagliaferro y se dé su asertividad y condiciones de ejecutivo. Al
no ser recibido por el Gen. Rangel Tagliaferro tomó la iniciativa por su cuenta. Había
recibido la información que al menos dos de los batallones de la 3ª brigada de infantería,
unidad encuadrada dentro de la 3ª División a su mando, iban a sublevarse esa noche. Al
llegar a su oficina llamó de urgencia al general de Brigada Luis Alberto Oviedo Salazar.
Este era el comandante de la tercera Brigada. Al llegar lo puso al tanto de lo que sabía y
decidieron tomar algunas medidas preliminares para abortar la insurrección mientras se
recibían instrucciones superiores. Al efecto a las 2:30 PM puso en alerta a la 3ª División.
Luego visitó al batallón “Ayala” y convocó a los Comandantes de los batallones “Ayala” y
“Bolívar, los tenientes coroneles Carlos Eduardo Rodríguez Barrios y Braddly Quintero
Contreras respectivamente. Tagliaferro tenía información que estos dos tenientes
coroneles no estaban comprometidos y que el alzamiento sería comandado por mayores
y capitanes no orgánicos de esas unidades. A ambos le dio la orden de redoblar la
guardia tener en su poder las llaves del parque o depósito de armas y municiones de sus
unidades. Adicionalmente debían inutilizar temporalmente las armas y vehículos de sus
unidades removiendo piezas claves.
Al enterarse de la orden de alerta Braddly Quintero notificó al comandante del Ejército,
quien le ordenó presentarse. Al llegar a las 3:00 fue pasado de inmediato a la oficina de
Rangel, donde se encontraba con Orozco. Quintero le participó que su batallón había sido
puesto en alerta por los generales Tagliaferro y Oviedo. Esta noticia incomodó a Rangel
porque no había dado esa orden.
Poco después se presentó en el despacho de Rangel el capitán el capitán Gimón Álvarez
a presentar declaración al coronel Raúl Salazar. Al entrar a su oficina y al verlo le
preguntó bruscamente:
—¿Usted es el delator? Venga acá que lo voy a grabar!
Dicho esto el coronel dijo que lo iba a grabar, tratándolo como si fuera un indiciado por
algún delito. Este trato desconsiderado como si fuera un soplón disgustó al capitán. El no
era un chivato, sino un profesional militar que estaba cumpliendo con su deber
Reunión del Alto Mando del Ejército
Al regresar Valero del Comando Unificado a las 4:00 PM como la cantidad de rumores
aumentaba llamó de nuevo al Comandante General. Este finalmente decidió convocar al
Alto Mando del Ejército a las 4:30 PM para que el Director de Inteligencia presentara su
exposición. Para entonces habían transcurrido casi seis horas desde que el capitán Gimón
había presentado su denuncia y aun el Ejército no había reaccionado.
Al llegar Valero a la sala de reuniones del Alto Mando lo esperaba el general Rangel con
los generales de división Oswaldo Sujú Raffo y Oscar González Beltrán, inspector general
y jefe de Estado Mayor, respectivamente. Valero los puso al tanto de lo que ocurría y de
la gravedad de la información dada por el capitán Gimón. Luego informó que la DIM
había alertado sobre un posible atentado contra el Presidente esa noche en el aeropuerto
de Maiquetía. Al concluir Rangel dijo secamente:
—Esa información es vieja.
Al terminar Valero entregó los radiogramas que había preparado para poner en alerta
roja al Ejército. En ese momento sonó el teléfono interministerial, una red segura que
conecta los altos mandos de las Fuerzas Armadas y los ministros del gabinete ejecutivo
con el Presidente. Cuando Rangel tomó la llamada exclamó:
—¡Ordene, mi almirante!
En ese momento los presentes asumieron que hablaba con el almirante Elías Daniels, el
inspector general de las Fuerzas Armadas, así como el oficial más antiguo después del
ministro de la Defensa. A continuación, Rangel Rojas pasó a ese almirante (con cuatro
horas de retardo) la información que había recibido del general Delgado a mediodía. Al
concluir la llamada, Rangel ordenó a Valero que se retirara sin hacer ningún comentario
sobre quién era el almirante.
El general Valero asegura que el interlocutor de Rangel era un marino, porque Rangel le
respondía con respeto “mi almirante”. Él presumió que ese almirante era Daniels, porque
en ese momento Ochoa estaba en Maracaibo y Daniels era el oficial más antiguo en la
sede del Ministerio de la Defensa.
Luego de la llamada del “almirante” incognito, el Gen. Rangel dio órdenes a su
ayudante general Raúl Salazar para reforzar la seguridad de Fuerte Tiuna. Esas medidas
de defensa pasiva que incluían cerrar las puertas de acceso a la Comandancia del
Ejército, aumentar el personal en las alcabalas y controlar los parques de las unidades.
Salazar llamó a los comandantes de unidades para hacerle conocer las medidas dictadas.
Uno de los llamados fue el Tcnel. Moreno, el comandante del Batallón Caracas. Este de
inmediato tomó medidas agresivas detectando hechos que indicaban que algo se
tramaba para esa noche. En este proceso incluso detuvo a varios centinelas de la casa
del Ministro Ochoa que se habían robado unas armas. Dada la urgencia, esa decisión la
tomó antes del regreso de Ochoa de Maracaibo.
En ese momento Rangel no tomó acción para detener a los oficiales sospechosos de
dirigir el golpe ni bloquear el acceso a Caracas. Era obvio que Rangel Rojas debió ordenar
la captura en Caracas del Tcnel. Chávez y los capitanes Blanco La Cruz, Rojas Suárez,
Padrino López y Rangel Silva, que habían sido denunciados por el Cap. Gimón, pero no lo
hizo. El los conocía porque habían trabajado juntos en la Academia Militar. Además,
sabiendo que el Gen. Ochoa estaba en Maracaibo, ha podido enviar un mensajero desde
el Comando de la 1ª División. La actitud indolente de Rangel no tiene justificación. Puede
haber sido ineptitud o complicidad.
Las entrevistas fallidas
Hasta ese momento Rangel no había tomado decisiones para enfrentar el golpe. La
excusa había sido la cuenta del general Orozco, pero esa actividad en promedio dura
menos de una hora. La noticia de un golpe de Estado es mucho más prioritaria que una
simple cuenta administrativa. El retardo en tomar acción fue motivado por incompetencia
o causas inconfesables. Lo más curioso es que en esa operación retardatriz estuvieron
involucrados tres oficiales del grupo del general Moros Ghersi cercanos al ex presidente
Caldera: el general de División Rangel Rojas, el general de Brigada Orozco Graterol y el
coronel Raúl Salazar Rodríguez. Ellos deben saber qué motivó la actitud pasiva en ese
momento crítico.
Cuando escribía este libro, entrevisté por teléfono a Raúl Salazar quien es general
retirado y ex Ministro de la Defensa de Chávez. Raúl trabajo conmigo siendo coronel en
mi ayudantía, siendo yo Comandante del Ejército. Este general me dio información hasta
un punto. Cuando empecé a hacerle preguntas sobre el extraño comportamiento de
Rangel el día del golpe, percibí que estaba molesto. De repente manifestó que no podía
seguir hablando porque estaba ocupado. Antes de colgar prometió llamarme más
adelante, pero no lo hizo. A través de ese oficial envié mensajes a Rangel Rojas y a
Orozco Graterol solicitándoles entrevistas. Ninguno respondió.
La DIM da la alarma
A las tres de la tarde, ante la avalancha de reportes de inteligencia el director de la DIM
convocó a una reunión con los jefes de búsqueda y análisis para decidir qué hacer. En ese
cónclave se presentaron y cotejaron los últimos reportes recibidos. Para entonces la DIM
estaba al tanto de la denuncia del capitán Gimón Álvarez y le daba credibilidad. Luego de
un cuidadoso análisis se concluyó que había indicios claros de que esa noche se
produciría un golpe de Estado. El Presidente sería detenido y había que tomar medidas
de urgencia, para lo cual era necesario poner en alerta a las Fuerzas Armadas y tomar
medidas para detener a los conspiradores.
Como el Ejército era la fuerza en la cual se centraba la conjura, el general Pineda llamó
al Comandante del Ejército y le informaron que estaba ocupado. Ante esto el jefe de la
DIM llamó al director de Inteligencia del Ejército, el general Valero Rivas y lo puso al
tanto de la situación para que informara al comandante general. Valero llamó a Rangel
Rojas pidiendo ser recibido con urgencia por el Alto Mando para ponerlo al tanto de la
situación. Rangel convocó al Alto Mando del Ejército para oírlo a las 5:00 PM.
Debido a la ausencia del Presidente el Gen. Pineda de la DIM llamó al Ministerio de la
Defensa y a los Comandos de Fuerza para dar la alerta. El Ministro de la Defensa en
Maracaibo, no estaba localizable. Ante esto decidió contactar a los comandantes de
Fuerza. Los jefes de la Marina y de la Aviación ya se habían retirado. El comandante del
Ejército estaba en una reunión del Alto Mando de la Fuerza y no aceptaba llamadas.
Finalmente el Jefe de la DIM pudo comunicarse con el general Freddy Maya Cardona, el
comandante general de la Guardia Nacional y lo puso al tanto de lo que ocurría. Este
hecho fue providencial.
Reunión del Alto Mando del Ejército
A las cinco de la tarde terminan las labores ordinarias en el Ministerio de la Defensa y los
Comandos de Fuerzas. A esa hora los oficiales y empleados de esas dependencias
militares se fueron a su casa como si todo estuviera en calma. Pese a la displicencia de
los mandos, en Fuerte Tiuna la denuncia del capitán René Gimón Álvarez se había filtrado
y en el Ejército se hablaba abiertamente del golpe. Pese a estos murmullos el
comandante del Ejército hizo ver que no pasaba nada grave. No se había activado la
alarma general ni se había dado orden de acuartelamiento. La atmosfera era de
nerviosismo, pero en el Ejército no se sabía que pasaba. Pese a esta aparente
tranquilidad el Alto Mando se reunió a las 5:00 PM para oír al Director de Inteligencia del
Ejército.
Cuando el Director de Inteligencia se presentó al despacho del Comandante General
tenía información actualizada de la DIM y volvía con radiogramas que debían ser firmados
para poner en alerta roja a las unidades. En ese momento se les unieron los generales de
división: Oswaldo Suju Raffo, el Inspector y el general Oscar Esdraa González Beltrán, el
jefe de Estado Mayor del Ejército. Al grupo se integró, sin ser miembro del Alto Mando el
general Moisés Orozco Graterol quien no tenía que ver con la emergencia por ser el
director de Finanzas. Valero hizo su exposición y recomendó la detención de los
conspiradores para debelar el golpe. Rangel insistió en que era información vieja. Al
terminar La reunión a las 6:00 PM, el general Rangel dio la orden de retirarse a sus
casas. Al salir el general Sujú le informó a Rangel que él se iba a quedar por si acaso.
Igual dijo Valero. González manifestó que se marchaba porque tenía algo que hacer. Fue
muy raro que ante una emergencia de esta magnitud el Comandante del Ejército hubiese
ordenado a su alto Mando que se fuesen a sus casas.
El reporte de la Dirección de Inteligencia Militar (DIM)
Al caer la tarde, el Gen. José de La Cruz Pineda, Director de DIM, estaba convencido que
esa noche habría un golpe que se iniciaría con un atentado al Presidente a su regreso en
el aeropuerto de Maiquetía. Para alertar a la Casa Militar y al Ministerio de la Defensa
había enviado reportes de inteligencia urgentes. Como los jefes de esas dependencias no
estaban presentes el mensajero los entregó en las mesas de partes respectivas. Para
entonces el Ministro de la Defensa estaba en Maracaibo y el Cnel. Hung Díaz, encargado
de la Casa Militar se había marchado a su casa para luego bajar a Maiquetía a recibir al
Presidente.
Al enterarse que sus mensajes urgentes no fueron recibidos personalmente por Ochoa y
Hung, Pineda los llamó por el teléfono interministerial. Ochoa no fue localizado. Hung sí
recibió el mensaje de Pineda a las 07:30 PM. De inmediato alertó al coronel Marín
Gómez, Comandante del Regimiento de la Guardia de Honor y ordenó reforzar el
contingente de seguridad presidencial que iría al aeropuerto. Unos minutos más tarde
salió rumbo al aeropuerto de Maiquetía.
Como el Gen. Pineda no pudo localizar a Ochoa llamó a su segundo, el almirante
Daniels. Con el Ministro en Maracaibo hacia el debían canalizarse las noticias urgentes y
graves. Pineda estaba en cuenta que a mediodía el Comandante del Ejército recibió una
denuncia del general Delgado Gainza reportando que Chávez daría un golpe esa noche.
Esa grave noticia ha debido comunicarse de inmediato a Ochoa o a Daniels. Esto hubiese
disparado todas las alarmas en las FAN, pero eso no había sido así.
La denuncia del Gen. Delgado ha debido ser hecho del conocimiento inmediato al
Ministro de la Defensa, por cualquier medio. De no ser ubicado había que informar al
almirante Daniels. Durante su permanencia en Maracaibo, Ochoa no fue localizable
mientras atendía una actividad de acción cívica de segundo nivel que no requería su
presencia. Los golpistas pueden haberle bloqueado sus teléfonos o él ha podido ordenar
que nadie lo molestara. Esas excusas no son suficientes, en estos casos hay otros medios
para hacerle llegar mensajes. En última instancia han debido enviar mensajeros desde la
1ª División acantonada en esa ciudad. ¿Por qué Ochoa estuvo incomunicado ese día en
Maracaibo?Algún día sabremos la verdad.
Al no poder comunicarse con el Ministro, su segundo ha debido tomar la iniciativa para
proteger al Presidente y abortar el golpe. Daniels alega que el Gen. Rangel Rojas no le
informó ese día acerca de la denuncia del Gen. Delgado. Como Daniels y Ochoa estaban
ilocalizables, la responsabilidad de tomar medidas activas para detener a los golpistas
recaía ineludiblemente sobre el Comandante del Ejército por ser el centro de la
conspiración. De haberlo hecho, el golpe hubiera sido abortado como ocurrió en mi caso
en 1989. ¿Porque Rangel, quien sabía del golpe, no ordenó la captura de Chávez y los
otros líderes de la asonada ?.
La salida misteriosa
Luego que se marcharon los miembros del Alto Mando de su despacho, a las 7:15 PM el
general Rangel salió de su oficina uniformado de beige. Al pasar frente a su ayudante, el
mayor Juan Alfredo Marcano D´Alta, le ordenó que se quedara en la oficina atendiendo
llamadas, porque el regresaría pronto. Hecho este tomó su vehículo protocolar sin escolta
y se marchó. Esa fue una buena medida porque el jefe de su escolta era el difunto Tte.
Eliecer Otaiza quien era un criminal miembro de la logia.
El Comandante General abandonó su comando en medio de una emergencia, sin haber
comunicado la amenaza de golpe a sus superiores y sin haber tomado medidas activas
para abortar la insurrección. Al irse no había puesto en alerta al Ejército ni ordenado la
detención de los golpistas. Sus decisiones se habían limitado a reforzar las alcabalas en
Fuerte Tiuna y ordenar que los comandantes de batallón tuvieran en su poder las llaves
de los parques (depósitos de armas), hacer el primer turno de ronda en sus unidades.
Esas medidas defensivas pasivas no eran suficientes para enfrentar la emergencia. Lo
lógico hubiera sido tomar acciones para detener preventivamente a los sospechosos de
ser líderes del presunto movimiento. Supongo que no lo hizo para evitar lo que me había
ocurrido cuando detuve a Chávez y otros 18 mayores en 1989.
Por fortuna el general Tagliaferro, comandante de la 3ª División con jurisdicción en
Fuerte Tiuna, había tomado por su cuenta medidas más asertivas con el general Oviedo
Salazar, comandante de la 31 ª Brigada de infantería. Entre las órdenes dictadas estuvo
impedir la entrada y detener a los oficiales que no pertenecieran a las unidades y
neutralizar su armamento y vehículos. Al darse la alarma, la información se filtró y
Chávez se enteró. Esta decisión impidió que los capitanes Blanco La Cruz, Rojas Suárez y
Padrino López tomaran el Batallón Bolívar y que sacaran todos los vehículos blindados
Dragón del Batallón “Ayala”, como estaba previsto.
Se confirma la hora de llegada de CAP
A las siete y media de la noche, el teniente coronel Arévalo Enrique Méndez Romero, el
jefe de Operaciones del Regimiento de la Guardia de Honor se comunicó con Chávez y le
confirmó la llegada del Presidente a Maiquetía esa noche a las diez. También le indicó
que lo llamaría tan pronto el avión presidencial comunicara a Miraflores su entrada al
espacio aéreo nacional. Esa información dispararía la movilización de la Infantería de
Marina hacia el aeropuerto. Arévalo era compañero de promoción de Chávez y uno de sus
infiltrados en la Guardia de Honor. Adicionalmente se sospecha que había un edecán
encargado de detener al presidente al llegar a Miraflores, en caso que no fuera capturado
en Maiquetía. La identidad de este edecán sigue siendo un misterio. Esa noche en
Miraflores además del edecán de guardia, el Tcnel. Rommel Fuenmayor, pernoctaron en
palacio los edecanes Daniel Lafontaine de la Marina, Régulo Anselmi y Pedro Soto de la
Aviación.
Al conocer con precisión la hora de llegada de CAP, Chávez comprendió que había
pasado el punto de no retorno. Aunque el plan había sido delatado por el capitán Gimón
Álvarez a mediodía, pero tal como esperaba no se había tomado medidas para
detenerlos. Él tenía confianza en que las medidas retardatrices que tomarían los
superiores encargados de protegerlo le darían un buen margen de maniobra. Con esta
seguridad Chávez quemó sus naves. A las 8:00 PM ordenó a los tenientes coroneles
Urdaneta Hernández y Acosta Chirinos tomar el control de la Brigada de Paracaidistas.
Hecho esto dio instrucciones de detener al general Moreno Guarache, el comandante de
la Brigada, si intentaba ingresar al cuartel. Luego dio instrucciones a Acosta Chirinos para
que saliera con su batallón hacia Caracas a las 09:30 PM. Acto seguido tomó el despacho
de ese general estableciendo allí su puesto de comando a la espera de noticias de
Caracas. Él podía llegar más tarde porque no tenía que atacar ningún objetivo. A él lo
esperaban fuerzas amigas en el Museo Militar y en el Palacio de Miraflores. En ese
momento Maisanta se convirtió en el jefe de un golpe destinado al fracaso pero que lo
iba a catapultar a la presidencia.
El mensaje esperado
A las 8.15 PM, Vinicio De Sola se encontraba reunido con el ex presidente Caldera en su
residencia “Tinajero”. En ese momento recibió el mensaje de Chávez que esperaba con
ansiedad. Al levantar el teléfono oyó la clave:
—Dile a los muchachos que hoy a las 9:45 es la fiesta pero que esperen mi orden para
confirmarla.
Para Vinicio las instrucciones eran claras. Primero informó a Caldera. Luego llamó a
Gruber para que pusiera en alerta roja y lista para salir a orden a la Infantería de Marina
en Maiquetía. Gruber no era el comandante de ese cuerpo pero desde su cargo, en la
Dirección de Inteligencia de la Armada tenía doble comando sobre ellos. Como no pudo
comunicarse con el almirante le dejó un mensaje para que lo llamara urgentemente.
Luego llamó a Caldera y a los demás miembros de la Junta. Luego alertó los otros
miembros de la futura Junta de Gobierno para anunciarles que su juramentación sería al
día siguiente en Miraflores. La hora de la ceremonia se le indicaría posteriormente.
Finalmente llamó al general retirado Carlos Santiago Ramírez, quien era su empleado
para que alertara al grupo de “Los Notables” civiles y otros activistas civiles que
apoyarían el movimiento.
La misión de Gruber
Aunque ya no comandaba la Infantería de Marina, Gruber se había reservado para sí la
autoridad de ordenar esa noche su empleo en el aeropuerto de Maiquetía. Ya las
unidades tenían la orden de operaciones y solo faltaba que él diera la orden de activarla.
La hora era tentativamente las 09:45 PM pero habría que esperar las órdenes definitivas
de Chávez a través de Vinicio.
La secuencia de operaciones a cumplir era sencilla. Primero la compañía de Policía
Naval en el aeropuerto detendría a los efectivos de la Guardia Nacional y agentes de
cuerpos de seguridad del Estado en la rampa 4 antes del aterrizaje del avión presidencial.
Luego las unidades de la infantería de Marina en Maiquetía saldrían de su base para
tomar el aeropuerto. El recorrido entre el cuartel de la Infantería de Marina y el
aeropuerto tomaba apenas cinco minutos. Al llegar bloquearían el tránsito para impedir la
llegada del destacamento de la Guardia de Honor y otros refuerzos. Simultáneamente
tomarían el comando y dormitorios de la Guardia Nacional en el aeropuerto. Hecho esto
esperarían el aterrizaje del avión presidencial a las diez y diez de la noche.
Al bajar CAP de su avión a las diez y quince aproximadamente, sería detenido junto con
su comitiva por miembros de la Unidad de Operaciones Especiales de la Marina (UOPE).
CAP y el almirante Carratú serían conducidos de inmediato a Caracas, donde serían
entregados en el Comando de la Policía Militar en Fuerte Tiuna.
Se aceleran las malas noticias
En Maracay Chávez estaba encerrado en la oficina del general Moreno Guarache
meditando sobre la enormidad de lo que iba a hacer. Mientras esperaba empezó a recibir
mensajes preocupantes. El primero fue que esa tarde el tesorero de la logia, el Tte.
Andrade Cedeño había resultado herido con un disparo accidental en una pierna y estaba
hospitalizado. Este oficial quien era plaza del Batallón de Intendencia “Francisco
Carmona” en Caracas había recibido el dinero entregado por el habilitado del Ejército al
mayor Madriz y lo había transportado a Maracay. Una vez allí Andrade desertó
quedándose al lado de Chávez en el Regimiento de Paracaidistas. Chávez envió uno de
sus oficiales al hospital a visitar al herido y al regresar este reportó que la herida parecía
auto infligida para no participar en el golpe.
La otra noticia fue peor aún. El teniente coronel David López Rivas, el comandante del
Grupo de Artillería Salom y su unidad, no habían regresado a su cuartel en Maracay. La
misma había salido el día anterior hacia El Pao simulando ir a maniobras. Esta salida
permitió que el Batallón de Cazadores “Genaro Vázquez” procedente de Chaguaramal se
alojara en sus instalaciones y reconocieran los blancos que tenían asignados en esa
ciudad. Ese Grupo de Artillería debía regresar esa tarde para participar en la toma de la
Base Libertador. Chávez confiaba en que la amenaza de la artillería haría rendir a los
defensores de la base aérea.
La información afectó a Chávez porque el Grupo “Salom” era responsable por la toma
de la Base Aérea Libertador, mientras el Batallón “Vázquez” capturaría la cuarta División,
el Comando de la GN, al gobernador y la policía de Aragua. La toma de la base
“Libertador” era fundamental para evitar que la Fuerza Aérea atacara a los rebeldes. Para
lograr ese objetivo la amenaza de la artillería era fundamental porque podría destruir los
aviones sin entrar a la base.
La situación de la aviación se le complicó cuando el general Visconti Osorio y el Tcnel.
Reyes Reyes fueron pasados a cargos administrativos. Estas transferencias afectaron su
plan. Como Chávez contaba con pocos comprometidos en esa Fuerza le urgía neutralizar
los aviones de combate en la Base Libertador. Esa misión le correspondía al Grupo de
Artillería “Salom”. La sorpresiva desaparición de esta unidad preocupó a Chávez porque
lucía como deserción y filtración de información. Ante esta situación reemplazó esa
unidad con el Batallón de Paracaidistas “García de Sena” comandado por Urdaneta
Hernández. Al hacerlo redujo de tres a dos batallones la minúscula fuerza con que
marcharía sobre Caracas. Estos ajustes hicieron el plan menos viable.
A las 8:00 PM Chávez recibió una llamada de Blanco La Cruz informando que los
oficiales comprometidos en los batallones “Bolívar”, “Caracas”, “O´Leary”, “Figueredo” y
“Carmona” manifestaban que no iban a participar porque el golpe había sido descubierto.
Solo algunos oficiales del Batallón “Ayala”, el Grupo de Artillería Ribas y parte del
Regimiento de Ingenieros “Codazzi” confirmaron su participación. Como el “Bolívar” no se
había plegado al golpe, el Tcnel. Pineda comandante del Batallón “Muñoz Tébar” había
decidido no actuar. El aluvión de malas noticias no arredró a Chávez porque confiaba
poder capturar o liquidar a CAP en La Casona o Miraflores. Cuando esto ocurriera los
militares indecisos se pasarían a su bando.
El capitán Blanco le informó que varios camiones con hombres de Bandera Roja los
esperaban cerca del peaje de Hoyo de la Puerta, antes de entrar a Caracas. Allí Chávez
debía entregar los fusiles, uniformes, brazaletes y armamento que había prometido.
También indicó saber que el capitán Padrino, reportó no poder entrar a al Batallón
“Bolívar” debido a las medidas de seguridad existentes. Aunque la situación era delicada,
aún tenían oportunidad de tomar el poder.
Antes de colgar Blanco le dijo que tanto él como el capitán Rojas Suarez habían
quemado sus naves y estaban dispuestos dar la vida por la revolución. Para que no
quedara duda de sus intenciones le informó que si no daba la orden de abrir operaciones
ellos actuarían por su cuenta saliendo a tomar el Palacio de Miraflores. Él estaba seguro
que con un golpe de mano capturarían o matarían al presidente esa noche. Si la Policía
Militar no se alzaba ellos podrían controlar el Fuerte con tropas del Regimiento de
Ingenieros “Codazzi”. Para finalizar, el capitán Blanco hizo una amenaza velada: si
Chávez no acudía esa noche a Miraflores a ponerse al frente del ataque como había
prometido, su vida corría peligro.
Luego de oír a Blanco, Chávez sacó el escapulario de su bisabuelo y lo besó implorando
al todopoderoso por el éxito de la operación Zamora. En ese instante recibió una llamada
de Mary Barajo, una analista infiltrada en la DIM quien le informó que el golpe había sido
detectado y que se había ordenado alerta a todas las unidades. Esas noticias eran viejas,
pero en ese momento su supersticiosa imaginación lo hizo ver como un mal presagio. Un
nubarrón oscuro le trajo a la mente la estrofa del himno de la Federación: “El cielo
encapotado anuncia tempestad”. Esa fue la vieja canción de guerra por la cual los
venezolanos se fueron tras el general Zamora durante la Revolución Federal. El celaje
que vio Chávez fue el augurio de la nueva destrucción de su país que él encabezaría.
Aturdido decidió salir del comando para tomar aire y mirar el cielo.
La Guardia Nacional sale al rescate
Al final de la tarde el Comando de la Guardia Nacional estuvo pendiente del vendaval de
rumores que azotaba Fuerte Tiuna. Unos días antes la Dirección de Inteligencia de esa
fuerza, había alertado al general de división Freddys Maya Cardona que había rumores de
golpe en el Ejército. Maya quien era muy suspicaz había alertado a sus generales. Esas
sospechas hicieron que las antenas de la Guardia se sintonizaran en Fuerte Tiuna. Ese día
los rumores de golpe aumentaron y Maya al no poder comunicarse con el Ministro Ochoa
ordenó que la Guardia Nacional se acuartelara por iniciativa propia.
A las 07:30 PM Maya recibió una llamada del Gen. Pineda de la DIM alertando sobre un
probable atentado al presidente en Maiquetía esa noche, seguido de un golpe. Al colgar
llamó al Tcnel. Ferreira, Comandante del Destacamento 53, en el aeropuerto de
Maiquetía y lo puso alerta. Ferreira ordenó poner en práctica el Plan de Reacción
Inmediata, triplicando el personal asignado a la rampa 4. Luego Maya llamó al Gen. José
Vicente Leccia Madrid, Jefe del Comando Regional 5 y responsable por la seguridad en la
Capital y el aeropuerto de Maiquetía. Maya ordenó a Leccia movilizar la reserva de la
Guardia Nacional al aeropuerto incluyendo del destacamento móvil
Luego de hablar con Pineda, Maya se comunicó con Heinz en la DISIP quien le confirmó
la información. Heinz había enviado más de cien hombres armados en patrullas al
aeropuerto. Maya trató de comunicarse con el Comando del Ejército pero el Gen. Rangel
Rojas había salido.
Entretanto Chávez y sus secuaces seguían actuando libremente en Maracay
preparándose para marchar sobre Caracas. Igualmente los conjurados en Caracas,
Valencia y Maracaibo se alistaban para cumplir su misión a las 12 de la medianoche.
El ministro de la Defensa en el aeropuerto de Maiquetía
Al recibir instrucciones, Ferreira redobló la guardia en el aeropuerto y pasó revista de los
puestos de guardia. Estando en ese recorrido a las 9:00 PM aterrizó el avión del ministro
Ochoa Antich quien de inmediato salió hacia Caracas. El ministro había llegado
acompañado por el dirigente político Pastor Heydra y el coronel Marcelino Rincón
Noriega. Aparentemente a esa hora el Ministro aun no sabía nada porque había estado
incomunicado todo el día en Maracaibo.
Poco después de la salida de Ochoa hacia la capital, en Maracay se dieron los pasos
preliminares del alzamiento cuando los tenientes coroneles Urdaneta Hernández y Acosta
Chirinos al mando de los batallones “García de Sena” y “Chirinos” respectivamente
tomaron el control de la Brigada de Paracaidistas.
A las 9:15 PM, el general Leccia en ruta al aeropuerto observó que el tráfico de bajada
en la autopista estaba bloqueado. Para averiguar qué pasaba se montó en la parrilla de
una moto para averiguar. Al llegar al segundo túnel observó que un vehículo ardía en su
interior. De inmediato dio la orden de convertir el canal de subida en doble vía mientras
despejaban el canal bloqueado. Esa decisión permitió pasar a la compañía de la Guardia
de Honor y al coronel Hung Díaz, subjefe de la Casa Militar, quienes se encontraban
atascados por el bloqueo. Mientras esto ocurría Leccia al ver el vehículo protocolar del
Gen. Ochoa Antich le informó lo que pasaba. Ante la noticia el Ministro decidió regresar al
aeropuerto, seguido por el vehículo de Heydra.A las 9:25 al regresar Ochoa al aeropuerto
se dirigió al cuartel de la Guardia Nacional situado cerca de la rampa cuatro. Allí habló
con el Tcnel. Ferreira a quien reclamó no haberle dado parte al llegar. En ese momento
pasó frente a ellos el Stte. Sabino Rodríguez. Al verlo, Ochoa Antich le ordenó ir al
Comando de la Infantería de Marina a pedir apoyo para enfrentar un posible atentado
contra CAP. Entretanto se quedó con Ferreira.
Para entonces la autopista ya se había despejado y empezaban a llegar al aeropuerto
los refuerzos de la Guardia Nacional. Poco después arribó el destacamento de seguridad
de la Guardia de Honor y el Cnel. Hung, el subjefe de la Casa Militar. También llegó un
contingente con efectivos de la DIM y la DISIP. A las 9:40 PM arribó al aeropuerto el
ministro del Interior Virgilio Ávila Vivas. Para entonces la Rampa 4 era un hervidero con
más de ٨٠٠ hombres armados.
Chávez hace las coordinaciones finales
A las 09:30 Chávez llamó a sus lugartenientes y les informó los cambios al plan forzados
por los acontecimientos. Urdaneta se quedaría con su batallón en Maracay en lugar de ir
a Caracas. Su misión sería tomar el comando de la cuarta división y la Base Aérea
Libertador. La captura de la base aérea era prioritaria para impedir ataques aéreos y
para usar los aviones de combate como arma disuasiva al día siguiente. Una unidad de
tanques AMX30 vendría de Valencia a apoyarlo. Chávez tenía un temor cerval a la
aviación. También le dijo a Urdaneta que no entrara a la base aérea porque ser ía
capturada por Visconti.
Visconti y Reyes tomarían la base desde adentro, evitando destruir aviones de combate.
Los dos eran pilotos de combate, pero estaban asignados a la unidad de mantenimiento
de la base y no tenían comando de unidades aéreas ni de tropas de seguridad. Visconti
era un comunista que además quería saldar cuentas esa noche con el comandante de la
base, el general José Antonio Paredes Niño, su enconado rival desde sus tiempos de
cadete.
Entretanto, Ortiz Contreras y su batallón permanecerían en Maracay y serían
responsables de capturar los puntos críticos de la ciudad. Esa era la misión que antes
tenía el Grupo “Salom” que había desaparecido. Los jefes de la logia en Valencia y
Maracaibo cumplirían con el plan previamente establecido. Tan pronto controlaran la
Brigada Blindada enviarían una compañía de tanques AMX30 a Caracas. Al amanecer, se
enviaría el resto de la Brigada Blindada hacia Caracas. Luego de estas coordinaciones
finales a las 9:40 PM Chávez ordenó al Tcnel. Acosta partir hacia Caracas con el Batallón
“Chirinos”. Él lo seguiría un poco más tarde con el Batallón “Briceño”. Con remiendos
improvisados de última hora, el golpe estaba en marcha.
CAPÍTULO 26
La captura fallida del presidente
La llamada fatal
A las 9:30 PM Vinicio De Sola, estaba a la espera en casa del ex presidente Caldera.
Caldera no era un conspirador activo, ni tenía mando, pero sería la figura representativa
del complot. Como tenía prestigio y autoritas el sería la cara de la revolución para
tranquilizar a la gente. Chávez era un militar desconocido y podría lucir amenazante.
Vinicio había hablado con todos los miembros de la Junta de Gobierno, menos con Gruber
Odremán. Finalmente a las 9:35 PM el almirante devolvió la llamada. Vinicio lo puso al
tanto de las órdenes de Chávez para la Infantería de Marina y las instrucciones para él
como miembro de la Junta de Gobierno dirigida por Caldera. Al oír el mensaje, Gruber se
enardeció al saber que no sería el presidente de la Junta manifestando iracundo:
—Esto no fue lo acordado.
En ese instante colgó el teléfono bruscamente. Vinicio, sorprendido, trató de participarle
a Chávez la reacción del almirante, pero ya había salido a coordinar su partida hacia
Caracas. Las cartas estaban echadas y solo quedaba esperar.
Gruber aborta la captura de CAP
A las nueve 9:37 Gruber enfurecido se comunicó con el cuartel de la Infantería de Marina
en Maiquetía, dando la orden de abortar la operación. Las consecuencias de esa decisión
echaron por tierra años de esfuerzo de Fidel Castro, Douglas Bravo, Alí Rodríguez,
Santeliz y Chávez.
Mientras Gruber estaba al teléfono llegó el Stte. Rodríguez (mensajero de Ochoa Antich)
al cuartel de la Infantería de Marina. Al bajarse de su vehículo notó que en la calle
esperaba un convoy, incluyendo vehículos blindados en columna de marcha. Al entrar
pidió hablar con el Jefe de los Servicios siendo conducido por un rondín al patio de
ejercicios. Allí vio en formación las unidades en uniforme de campaña, armados y
camuflados. En ese momento el jefe de servicios estaba al teléfono. Al terminar la
llamada, en lugar de enviar al personal a abordar el convoy, dio la orden de retirarse a
los dormitorios. En ese momento, el Stte. Rodríguez le dio el mensaje de Ochoa y se
retiró rápidamente.
Aterriza el avión de CAP
A las 09:45 el avión presidencial se comunicó a través de un “phone patch” con el centro
de comunicaciones del Palacio de Miraflores. Los “Phone patch” son aparatos que
permiten conectar a un sistema de radio con la red telefónica local. En esa comunicación
el piloto notificó haber entrado al espacio aéreo venezolano y que aterrizarían en unos 20
minutos. Esta información fue pasada de inmediato por el Tcnel. Arévalo Méndez a
Chávez en Maracay. Al recibir el mensaje Chávez envió un mensaje de texto en clave pre
arreglada a Gruber para que activara a la Infantería de Marina. Unos minutos antes
Gruber había decidido no participar en el golpe.
A las 9:55 el avión presidencial se comunicó con la torre de control anunciando que
iniciaba la aproximación al aeropuerto. En ese momento el Stte. Rodríguez se presentó
ante el Ministro Ochoa quien se encontraba con el Tcnel. Ferreira en el Comando de la
GN. El subteniente participó al Ministro que había cumplido su orden. Cuando iba a
reportar la misteriosa formación nocturna, fue interrumpido por un ayudante del Ministro
anunciando que el avión presidencial estaba por aterrizar. Ochoa interrumpió al
mensajero y salió a recibir al presidente antes que el Rodríguez terminara de darle la
información.
Ochoa fue al salón VIP del aeropuerto a esperar y allí se presentó el Cnel. Hung Díaz a
reportar que la Guardia de Honor estaba desplegada. Después de Hung se presentó ante
Ochoa el teniente coronel Carlos José Orellana Briceño de la DIM, quien le participó estar
al mando de un contingente de cien agentes de la DIM. En realidad sus efectivos eran
mucho menores. Esa noche la DIM había pedido prestados al comandante del
destacamento de la Guardia Nacional en el aeropuerto diez fusiles para sus hombres,
quienes solo portaban pistolas. Entretanto la Policía Naval había desaparecido.
El avión de CAP aterriza en Maiquetía
Al anunciarse que el avión presidencial estaba en tierra, Ochoa fue a dar la bienvenida al
Presidente en la rampa 4. Allí se unió al ministro Virgilio Ávila Vivas y Pastor Heydra. Al
salir del avión, Pérez (extrañado al ver a Ochoa en la comitiva de recepción) le preguntó:
—¿Qué está pasando?
El tono ansioso de su pregunta hizo ver que temía algo. Ochoa respondió:
—Señor Presidente, son los mismos rumores de siempre.
La respuesta del ministro le confirmó una vez más que las alarmas de golpe eran falsas.
CAP no tenía idea que la contraorden de Gruber había evitado el empleo de la Infantería
de Marina, salvando su vida e impidió una matanza en el aeropuerto. A las 10:15 PM
cuando el Presidente salió hacia Caracas los rumores de golpe se habían convertido en
otra falsa alarma. Si Ochoa hubiera oído el reporte del Stte. Rodríguez sobre la misteriosa
formación de la Infantería de Marina, no hubiera pensado que eran “los mismos rumores
de siempre”.
Al bajar del avión Carratú, el Cnel. Hung quien lo puso al tanto del reporte de la DIM. El
almirante le reclamó por el exceso de seguridad en el aeropuerto ante una falsa alarma.
Luego Hung ofreció llevarlo a su casa y el almirante aceptó.
CAP se dirigió a su vehículo protocolar y en ese momento Ochoa decidió comunicar algo
en privado al presidente. Para entonces CAP había abordado el vehículo presidencial y lo
invitó a acompañarlo. En la parte posterior de la limusina estaba además el Ministro del
Interior Ávila Vivas. Adelante separados por una ventanilla iban el conductor y el edecán
el Tcnel. Gerardo Dudamel. La intención de Ochoa era hacerle saber que el Comandante
del Ejército estaba desaparecido y que sospechaba de él. Como el tema era delicado,
Ochoa ordenó al edecán subir a ventanilla interna para que no oyera lo que iba a decir. Al
oírlo CAP dijo “¡Mantenga la ventanilla abierta! Ochoa reculó y no dijo nada. Por lo visto
el presidente tenía una intuición que algo podría pasar y no quería quedarse aislado con
Ochoa manteniéndose en contacto con Dudamel.
Como el túnel bloqueado en la autopista había sido despejado el recorrido se hizo con
gran rapidez. A las 10:45 PM CAP arribó a La Casona. El presidente que rondaba los 70
años estaba agotado por el trajín del viaje de Davos a Nueva York y luego de Nueva York
a Maiquetía. Al llegar a su residencia se retiró a su habitación de inmediato sin darle
tiempo a Ochoa de explicarle sus dudas sobre el Gen. Rangel Rojas. Al caer a la cama
exhausto se durmió de inmediato.
Chávez activa el Plan “Zamora”
A las 10:20 de la noche Chávez recibió en Maracay otra llamada del Tcnel. Arévalo
Guzmán Reyes reportando que el Presidente no había sido detenido en Maiquetía. La
Infantería de Marina no apareció en el aeropuerto y el presidente se dirigía con Ochoa
Antich a La Casona. Ante esta noticia a Maisanta solo le quedaban dos alternativas:
abortar el golpe o improvisar. En ese momento el lema “o inventamos o erramos” repicó
en su mente.
Como el Comando del Ejército no había ordenado la captura de los oficiales de la logia
aún tenía libertad de acción. En estas circunstancias decidió seguir adelante ajustando el
plan sobre la marcha para capturar a CAP. De inmediato dio la orden de activar la
“Operación Zamora” estableciendo la medianoche como “hora cero”. Ahora el golpe era
irreversible y había quemado sus naves. “La aproximación hacia el contacto y el
despliegue se iniciaría en columna abierta por batallones tomando rutas diferentes. De
esta manera si una columna era detenida, la otra continuaría su marcha hacia Caracas.16”
Hecho esto apretó con fuerza el escapulario de Maisanta al abordar el autobús que lo
esperaba.
16. Zago, Angela, La rebelión de los ángeles, Earp Ediciones, Caracas p 142
El destacamento precursor de Chávez
Habiendo establecido la medianoche como “hora cero”, Chávez ha debido salir hacia
Caracas al menos dos horas antes dejando así una hora de margen para resolver
cualquier inconveniente de última hora. El plan de operaciones para las maniobras
ficticias establecía la partida del batallón “Briceño” en dos columnas. Un destacamento
precursor conformado por una compañía al mando del Tte. Freddy Rodriguez y una
unidad de apoyo de combate dirigida por el Tte. Suarez Chourio había partido a las 7:00
PM y esperaba órdenes en el Campo de Carabobo. esta columna
Chávez tenía previsto salir del Cuartel Páez A las 10:00 PM con su columna simulando ir
a la Base Libertador. Allí supuestamente abordar ía un avión C130 para un ejercicio de
operación aerotransportada nocturna. Con esa estratagema buscaba engañar a los
servicios de inteligencia. En Carcas dos compañías del “Briceño” irían a Miraflores a
reforzar el ataque de las unidades insurrectas de Fuerte Tiuna. Con las tropas restantes
el iría al Museo Militar porque la Academia Militar estaba en manos del enemigo. Antes
de salir Maisanta decidió esperar las noticias sobre la captura del Presidente en el
aeropuerto. Al enterarse del fracaso de esta operació n decidió salir hacia Caracas a las
10:30 PM. A esa hora dio la orden de marcha al destacamento precursor en el Campo de
Carabobo y luego a su columna. Esperaba llegar a Caracas cerca de medianoche. En la
capital dos compañías se dirigirían a Miraflores, mientras él, con las tropas restantes,
seguiría hacia el Museo Militar.
Cónclave en Fuerte Tiuna
A las 10:45 PM se reunieron en la Escuela de Infantería de Caracas dos grupos de
conjurados. Los capitanes Ronald Blanco La Cruz, Antonio Rojas Suárez, Noel Martínez
Rivero y Carlos Aguilera Borjas junto con el Sargento Técnico de segunda Alexander
Freites. El ambiente era sombrío porque ya sabían que CAP no había sido capturado y los
batallones “Bolívar” y “Muñoz Tébar” no participarían. Pese a estos contratiempos
contaban con que los infiltrados en la Guardia de Honor capturarían al Presidente. La
misión de ese grupo era grupo sublevar los batallones “Ayala” y “Ribas” y el Regimiento
“Codazzi”. El “Ayala” y el “Ribas” irían a Miraflores donde enlazarían con el “Briceño”. El
“Codazzi” tomaría el Fuerte Tiuna. Una compañía del «Chirinos» tomaría el Ministerio de
La Defensa. Este grupo debía apurarse porque tenían que estar frente a Miraflores a las
12 de la noche donde Chávez los estaría esperando.
El otro grupo integrado por los capitanes Humberto Ortega Díaz, Jesús Aguilarte Gámez
y Jesús Alberto García Rojas, sublevarían al Regimiento Codazzi para bloquear al
Comando General del Ejército y tomar el control de Fuerte Tiuna17. Esta misión fue
distinta a la asignada a los paracaidistas por Chávez. Los paracaidistas tenían la misión
de “atacar” Miraflores y las comandancias de La Marina, Aviación y Guardia Nacional.
Militarmente hablando “bloquear” y “atacar” son dos conceptos muy diferentes. ¿A qué se
debió esa divergencia en las misiones asignadas? ¿Hubo acuerdo de caballeros” o “pacto
de no agresión”?
17. Zago, Angela, La rebelión de los ángeles, Earp Ediciones, Caracas p 102
La hora de la verdad
Según el plan el Museo Militar sería tomado desde adentro por infiltrados a las 11:00 PM.
A partir de ese momento Chávez podría ingresar sin resistencia a ese viejo cuartel en La
Planicie, desde donde se domina el palacio de Miraflores. Antes de partir Maisanta dio
instrucciones a Blanco La Cruz para que el capitán Henry Rangel Silva llevara los radios
para instalar un centro de comunicaciones en el Museo Militar. Rangel Silva tenía previsto
instalar con el apoyo del Regimiento de Comunicaciones suficientes equipos de radio,
incluyendo un sistema de multicanal por microondas para comunicarse con todas las
unidades del país.
El Batallón “Chirinos” llega a Caracas
A las 10:55 PM, la vanguardia del Batallón “Chirinos” entró a Caracas. Al pasar frente al
punto de disloque en el Fuerte Tiuna una compañía, al mando del capitán Guillén Bello,
se separó y se estacionó al borde de la autopista a esperar la hora cero. Su misiónera
entrar al Fuerte Tiuna 15 minutos antes de medianoche para bloquear la sede del
Ministerio de la Defensa.
El resto del batallón “Chirinos” (con el Tcnel. Acosta a la cabeza) siguió raudo hacia sus
objetivos: La residencia presidencial La Casona y la Comandancia de la Aviación, en la
Base Aérea en la Carlota. La Casona seria tomada por una compañía de paracaidistas al
mando del capitán Rodriguez Torres. Era un blanco valioso porque allí estaba la familia
presidencial que sería utilizada como rehenes para coaccionar a Pérez en caso que no
fuera capturado. Acosta atacaría la Base Aérea de la Carlota con solo dos compañías de
paracaidistas. La captura de esta base impediría al gobierno recibir refuerzos por vía
aérea como había ocurrido durante el Caracazo y bloquearía la huida de CAP. El
presidente debía ser capturado vivo o muerto.
Los francotiradores de Maduro
Mientras Chávez se desplazaba hacia Caracas, se desarrollaba una operación a cargo de
subversivos civiles. Francotiradores cubanos veteranos del Caracazo disfrazados como
paracaidistas, tomarían esa noche las azoteas de los edificios que rodean Miraflores. Los
uniformes y armas con mira telescópica y equipos de visión nocturna habían sido
escondidos en depósitos subterráneos en el Metro de Caracas.
A las 11:00 PM, “Fausto” y otros camaradas se dirigieron a un punto de encuentro en las
cercanías del peaje de Tazón. Allí esperaron a Chávez que vendría con un cargamento de
fusiles y uniformes para equipar a los subversivos. Este grupo esperó en vano porque
Chávez decidió tomar otra ruta a Caracas para no conseguirse con ellos. Secretamente
había decidido que su golpe sería exclusivamente militar. Al día siguiente les diría que lo
hizo para evitar ser interceptado en su desplazamiento hacia Miraflores.
Los preparativos de la logia en Fuerte Tiuna
A las 11:00 PM se presentaron al Batallón “Ayala” los capitanes Blanco La Cruz, Rojas
Suárez junto con el sargento Alexander Freites. Estos oficiales no estaban adscritos a ese
batalló n . Allí los esperaban el Cap. Joaquín Suárez Montes, el Tte. Florencio Porras
Echezuría y el Stte. Gerardo Goyo Regardiz quienes facilitaron la entrada de los
insurrectos y capturaron a los comandantes de esas unidades y a los oficiales leales. Para
su sorpresa los golpistas encontraron que la mayor parte de los vehículos Dragón
armados con cañones de 90 Mm. estaban inutilizados. Poco después llegaron a ese
cuartel los mayores de blindados Pedro Alastre López y Carlos Díaz Reyes. Ellos conocían
los Dragones y lograron poner operativos 12 tanques y con ellos armaron una columna
para marchar sobre Miraflores. Aunque estos mayores eran de rango superior, el mando
lo habían asumido los capitanes Blanco y Rojas. Estos eran oficiales comunistas
infiltrados por el grupo “Bandera Roja”.
El proceso de activar los tanques tomó tiempo. Los golpistas tenían planeado salir del
Fuerte Tiuna a las 11.10 PM para hacer rendezvous con los paracaidistas del “Briceño” en
la Plaza O´Leary del Silencio a las 11:40 PM. Desde allí avanzarían hacia Miraflores en
una operación relámpago con una fuerza de infantería y tanques. A las 00:00 en punto, la
“hora cero”, debían entrar al palacio de gobierno. La clave del golpe de mano era la
sorpresa. Miraflores debía ser tomada con ayuda de los infiltrados en menos de 10
minutos luego de penetrar su perímetro. Pronto Blanco La Cruz se dio cuenta que era
imposible cumplir con ese horario.
El ministro Ochoa es notificado del golpe
Luego de despedirse del Presidente en La Casona, Ochoa se fue a la residencia
ministerial en Fuerte Tiuna donde arribó cerca de las 11 PM. Hasta ese momento aún no
había podido comunicarse con el Gen. Rangel, el comandante del Ejército.
Heydra entretanto había regresado a Caracas con el coronel Rincón Noriega y lo llevó a
casa de su hermano Freddy Rincón en Colinas de Bello Monte. Freddy había sido muy
cercano a Heydra en la universidad y ambos habían sido miembros del MIR en los años
60. Al llegar, Freddy invitó a Heydra a pasar a tomar un trago.
A las 11:10 PM el coronel Rincón recibió una llamada urgente de su esposa informando
que “El Batallón Mecanizado “Aramendi” (acantonado en Fuerte Mara) se había sublevado
y se dirigía a Maracaibo”. Rincón al colgar informó lo que estaba pasando a Heydra y este
llamó de inmediato al ministro de la Defensa. Cuando Ochoa tomó la llamada, Heydra le
pasó al coronel Rincón quien le dio la novedad de Fuerte Mara.
Ochoa alerta a CAP de la insurrección
Tan pronto colgó la llamada con Rincón Noriega, el Ministro discó el número de la
residencia presidencial y pidió que le pasaran de inmediato al Presidente. El edecán de
guardia, el Tcnel. Dudamel lo despert ó a las ١١:٢٠ PM para pasarle la llamada. Al tenerlo
en línea, Ochoa reportó lo que ocurría en el Fuerte Mara. De inmediato, CAP le dio
instrucciones:
—Ochoa, salga hacia el Ministerio de la Defensa que yo iré a Miraflores.
Esta llamada de alerta a CAP pareciera exonerar a Ochoa de no estar involucrado en el
golpe, aunque su posición con los golpistas había sido ambigua. Si CAP no hubiera sido
notificado a tiempo ha podido quedar atrapado en La Casona. ¿Sabía Ochoa que el
“Ayala” y el “Briceño” se aprestaban para atacar Miraflores a las 00:00 AM? CAP se había
escapado de una jaula en La Casona para dirigirse a otra en Miraflores. Al menos en el
palacio tenía más tropas para defenderse que La Casona, pero el riesgo de ser capturado
al llegar era elevado.
Luego de alertar al Presidente, desde su casa el Gen. Ochoa ordenó al Jefe Servicios del
Ministerio dar la alarma del golpe a las FAN. Luego llamó por el interministerial al Gen.
Rangel Rojas. De nuevo no tuvo respuesta. Sin que Ochoa lo supiera Rangel se las había
ingeniado para tener acceso al presidente desde antes que CAP se fuera de viaje. El
enlace lo hizo a través de uno de los edecanes del Ejército. Por esta vía había incluso
enviado mensajes al presidente estando en Davos. De manera subrepticia le hizo saber a
CAP que los rumores de golpe eran infundados, que tenía la situación controlada en el
Ejército, y que tuviera cuidado con Ochoa.
Al no localizar a Rangel, Ochoa llamó al Gen. Tagliaferro al comando de la 3ª División
de Infantería y se enteró que acababa de salir con el Gen. Oviedo a investigar algo
irregular que ocurría en el Batallón “Ayala”. Acto seguido se dirigió a su despacho, al salir
hacia el Ministerio eran las 11:20. En ese momento las tropas del Regimiento Codazzi no
habían bloqueado el acceso al Ministerio de la Defensa.
El primer escape de CAP
A partir de ese momento CAP actuó con celeridad y bravura. Rápidamente ordenó
preparar su caravana mientras se vestía. Mientras lo hacía una compañía de los
paracaidistas al mando del Cap. Rodríguez Torres empezó a rodear a La Casona. Al llegar
frente a su vehículo protocolar no habían llegado ni el conductor ni la escolta. Solo estaba
presente el edecán el edecán Dudamel y el sargento Mario Key de la Guardia Nacional
quien era motorizado. Ante la urgencia, CAP le ordenó a Key tomar el volante y salir en
volandas con las luces apagadas. Una vez en marcha CAP instruyó a Dudamel para llamar
al ministro del Interior Ávila Vivas, al contralmirante Carratú y al coronel Hung Díaz para
alertarlos. Cuando el carro del presidente salió a la calle por el portón principal (no por la
puerta trasera como se ha dicho) eran las 11:35 PM.
Una vez en la calle el automóvil presidencial aceleró hacia la autopista del este,
sorprendiendo al Cap. Rodríguez Torres. Este tardíamente ordenó disparar contra el auto
que se alejaba a toda velocidad perdiéndose en la noche. En ese momento Rodríguez
exclamó:
—¡Qué vaina, se me escapó el Presidente!18*
18. Zago, Angela, La rebelión de los ángeles, Earp Ediciones, Caracas p 10
El ataque contra el vehículo presidencial dio inicio al combate entre atacantes y
defensores de La Casona 25 minutos antes de la hora cero. Esta escaramuza causó varias
muertes innecesarias a causa de la indisciplina de fuego y la falta de capacidad de mando
demostrada por el jefe de los atacantes. La “Batalla de la Casona” fue innecesaria porque
CAP se había evadido.
Mientras en La Casona se armaba el zafarrancho de combate, CAP en el vehículo
presidencial al oír los disparos ordenó a Dudamel comunicarse con el Ministro de la
Defensa. Al atenderlo Ochoa, CAP le gritó: “Están atacando La Casona, mande refuerzos!
En ese momento Chávez estaba en una carrera para salvar su gobierno y su vida.
Se rompe el radio silencio
A las 11:35 PM el Tcnel. Acosta Chirinos estaba con su convoy en las cercanías del
aeropuerto de la Carlota esperando la “hora cero”. A esa hora el silencio de la noche fue
roto por fuego graneado en La Casona. Al oír las detonaciones asumió que los centinelas
habían detectado a los paracaidistas al desplegarse. Como se había perdido el efecto
sorpresa decidió adelantar su ataque a la base aérea de La Carlota y la Comandancia de
la Aviación.
Luego que los paracaidistas dispararon contra el vehículo presidencial, los centinelas de
la Casona respondieron el fuego. En ese momento el Cap. Rodríguez rompió el radio
silencio comunicándose con el Tcnel. Acosta informando que el Presidente se había
escapado rumbo a Miraflores. Acosta de inmediato ordenó a su oficial de comunicaciones,
el teniente Ornellas Ferreira, que informara a Chávez. Ornellas llamó pero no hubo
respuesta. Antes atacar La Carlota, Acosta notificó por radio al capitán Blanco La Cruz
quien estaba saliendo de Fuerte Tiuna con parte del “Ayala”.
El “Ayala” sale hacia Miraflores
A las 11:37, cuando Blanco La Cruz se preparaba a marchar contra Miraflores con el
“Ayala” el Tcnel. Acosta le informó que CAP había escapado de La Casona e iba rumbo a
Miraflores. Al enterarse ordenó atropelladamente la salida de las tropas que estaban
listas. En ese momento solo estaban disponibles seis oficiales, cuarenta individuos de
tropa y 12 vehículos blindados dragón. Los otros dragones habían sido inutilizados por
orden del Gen. Tagliaferro.
Al salir, Blanco dejó dos oficiales encargados de preparar y enviar al resto del batallón a
Miraflores. Poco después de salir el convoy insurgente del “Ayala” llegó a ese cuartel el
Gen Tagliaferro quien tomó el control de la unidad. En ese momento cruzaba la alcabala
de Fuerte Tiuna el Cap. Blanco La Cruz con parte del “Ayala”.
Fuegos artificiales en la Casona
La noche del 4F me encontraba en mi casa en la Urbanización Colinas de Bello Monte en
Caracas. Aunque trabajaba en Nueva York, no había logrado venderla. Desde mi vivienda
veía el aeropuerto de la Carlota y a lo lejos la residencia presidencial de La Casona.
Estaba despierto porque estaba seguro que algo malo iba a ocurrir esa noche. Pasadas
las 11:00 PM me adormilé pensando que era una falsa alarma. Esta vez no tuve acceso al
plan de operaciones y no sabía cuál era la hora “cero”. Después de las 11:00 PM, viendo
que no pasaba nada me acosté. Minutos más tarde oí el tableteo de las ametralladoras a
la distancia. En ese momento mi esposa Elsa me dijo:
—¡Mi amor, hay fuegos artificiales en La Casona!
A ella no le había dicho nada para no preocuparla, pero esas detonaciones indicaban
que el golpe había empezado. Al levantarme vi el reloj y eran las 11:35 PM. Al mirar
hacia la Casona aprecié, por las detonaciones, que los atacantes no usaban solo fusiles
sino también ametralladoras pesadas, cohetes y granadas. La cosa era en serio. Aparté a
mi esposa de la ventana para que no corriera peligro le dije:
—Ten cuidado, no son fuegos artificiales, es plomo.
Tomé el teléfono y llamé al celular personal del ministro a Ochoa Antich. El ministro me
respondió desde el Ministerio de la Defensa y apenas tuve tiempo de preguntarle:
—Fernando, ¿qué pasa?
Pesaroso me respondió:
—Chávez se alzó. Tú tenías razón. Hemos debido escucharte. Cuídate.
Dicho esto colgó diciendo que tenía una llamada de CAP. Ante la situación le dije a mi
esposa que se quedara en el segundo piso de la casa y empuñando el M16 que tenía me
aposté a vigilar la entrada. Si venían por mí les daría una bienvenida, pero sabía que si
se aparecían no tenía chance de sobrevivir. En ese momento empecé a rezar. Todo
militar sabe que un día le llegará la hora y debe estar preparado. Yo estaba retirado del
servicio activo, pero esa noche sentí que estaba en la línea de fuego y me encomendé a
Dios.
A las 11:45 pasó el convoy con Chávez frente al Fuerte Tiuna. Ese era el punto de
disloque en el cual Maisanta y una compañía del “Briceño” tomarían rumbo al Museo
Militar y el resto de su batallón “Briceño” iría a enlazar con el “Ayala” para tomar
Miraflores a medianoche. De acuerdo con el plan no se esperaba resistencia en el palacio
de gobierno. En ese momento el jefe golpista no sabía que CAP estaba llegando a
Miraflores luego de escaparse de La Casona.
CAPÍTULO 27
El golpe
La toma de La Carlota
A las 11:45 AM, el Tcnel. Acosta Chirinos decidió tomar la Base Aérea “Miranda”. La
sorpresa se había perdido y debía actuar antes de la “hora cero”. Al llegar a la reja de la
base el convoy hizo alto en la alcabala y procedieron a detener a los centinelas.
Controlada la entrada de la base, Acosta Chirinos envió al capitán Gerardo Márquez a
tomar la Comandancia de la Aviación. Esa acción se ejecutó fácilmente y siendo
detenidos varios generales. Luego Acosta ordenó al teniente José Ornellas Ferreira, un
oficial de comunicaciones, tomar el Comando Aéreo de la Guardia Nacional ubicado
dentro de La Carlota. Cumplida su misión Ornellas utilizó su sistema de radio para
comunicarse con varias de las unidades sublevadas, pero no pudo comunicarse con
Chávez. Por esta vía Acosta se enteró a las 00:15 AM que los alzados tenían sitiado a CAP
en Miraflores y controlaban Maracay, Valencia y Maracaibo. En ese momento pensó que
el triunfo estaba en sus manos.
La situación en Valencia
El 3 de febrero a mediodía Chávez envió a Valencia al capitán Luis Rafael Valderrama
Rosales. Este era un oficial de comunicaciones de su confianza y muy decidido que tenía
la misión de sublevar la Brigada Blindada y enviarla a Caracas. Esa gran unidad de
combate sería la fuerza que consolidaría su triunfo en caso que hubiese problemas en la
capital.
A las 11:40 PM el general Ferrer Barazarte (comandante de la Brigada Blindada) recibió
una llamada del teniente coronel Henry Lugo Peña. Este oficial, quien era el comandante
del Batallón Blindado “Bravos de Apure” en Fuerte Mara (estado Zulia) le notificó que
había un alzamiento. Al colgar, Ferrer llamó al comandante del Ejército a su despacho
pero no atendió la llamada. Luego llamó a sus comandantes de batallón y se enteró que
estaban detenidos. Poco después llegó a su casa una patrulla de oficiales alzados que lo
golpearon y lo detuvieron.
Al controlar parte de la Brigada Blindada, los alzados procedieron a enviar a Caracas
como destacamento precursor a una compañía con dieciocho tanques AMX30 del Batallón
Blindado Bravos de Apure. Esta compañía fue comandada por el capitán Ángel Godoy
Chávez. Tras esta punta de lanza iría en la mañana el resto de la brigada. En Caracas esa
unidad acorazada constituiría el refuerzo que sellaría el triunfo al alzamiento. Ésa era la
tarea del capitán Valderrama.
Cuatro de esos dieciocho tanques del destacamento precursor se quedaron en Maracay
apoyando al Tcnel. Urdaneta Hernández en la toma de la Base Libertador. El resto siguió
rumbo a Caracas. En Valencia, un grupo de estudiantes comunistas de la Universidad de
Carabobo se unió al golpe y empezaron a llamar al pueblo para ir a la Brigada Blindada a
recibir armas.
La “hora cero” en Maracay
Como estaba previsto a medianoche, Urdaneta Hernández al frente del Batallón de
Paracaidistas “García de Sena” rodeó la Base Aérea Libertador. Desde adentro, el general
Visconti le pidió que no penetrara en la base porque estaba bajo su control. Para
entonces había hecho preso al comandante de la Base, el Gen. Juan Antonio Paredes
Niño.
Poco después se presentaron los cuatro tanques procedentes de Valencia al mando del
mayor Carlos Torres Numberg, un oficial de infantería, con órdenes de entrar a la base
aérea e impedir el despegue de los aviones de combate. Visconti envió a Reyes Reyes
para parlamentar con Torres. Al no convencerlo, Visconti hizo sobrevolar dos F16 sobre
los tanques. Ante esto Urdaneta ordenó el retiro de los blindados.
La “hora cero” en la Intendencia del Ejército
Esa noche hubo una operación marginal que involucró a un personaje que posteriormente
ha tenido relevancia luego del triunfo electoral de Chávez. Me refiero a Diosdado Cabello,
quien para entonces era alumno de ingeniería de sistemas en la UNEFA. Este teniente fue
encargado de ir al depósito de la Intendencia Militar situada en la esquina de Pepe
Alemán en Caracas. Allí recogería un lote de dos mil uniformes y botas de campaña para
dotar a los grupos civiles de izquierda que iban a unirse al alzamiento al día siguiente.
La entrega sería hecha a las 12:00 por el Cap. Hugo Armando Carvajal Barrios, del
batallón de Intendencia “Carmona”. Este oficial conocido como “el pollo Carvajal” había
servido de contacto en la frontera entre Chávez y las guerrillas colombianas. Esta
operación fue abortada porque al llegar Diosdado a medianoche se dio cuenta que la
vigilancia había sido redoblada y que el capitán Carvajal no estaba allí como se había
acordado. Ante esta situación, se retiró.
CAP llega a Miraflores
Gracias a que las calles estaban desiertas el Presidente llegó Miraflores poco después de
la medianoche. Unos minutos antes, al salir del túnel del Silencio, el edecán Dudamel vio
a tropas paracaidistas en la Plaza O´Leary. Como nadie los detuvo siguieron su marcha
hacia Miraflores. Al pasar la reja de entrada eran las 00:03 AM pero el ataque no se había
materializado aun. Al entrar Dudamel alertó del ataque inminente. De inmediato se
reforzó la guardia y se dio la alarma al Regimiento de la Guardia de Honor. Esa medida
fue providencial porque en la reja había personal comprometido con los golpistas listos
para dejar pasar a los insurrectos. Al llegar a Miraflores CAP fue recibido por el edecán de
guardia (el Tcnel. Del Ejército Rommel Fuenmayor) quien le informó que La Casona
estaba rodeada pero que la situación estaba bajo control y que su familia estaba bien.
Esta noticia lo tranquilizó porque en la residencia presidencial estaban su esposa Blanca
Rodríguez de Pérez, su hija Carolina, sus dos nietos y Chavita su hermana mayor. En ese
momento llegaron a Miraflores el ministro del interior Virgilio Ávila Vivas, el
contralmirante Carratú, el coronel Hung Díaz y el líder de AD Luis Alfaro Ucero.
El vice almirante Daniels
Mientras el Ministro Ochoa hablaba con el Gen. Oviedo ordenando aprestar refuerzos para
rescatar Miraflores, entró al despacho, el vicealmirante Daniels, inspector de las Fuerzas
Armadas y segundo al mando. El almirante venía de su casa en traje de faena y
manifestó a Ochoa no saber que pasaba. El almirante informó al Ministro que el Gen.
Rangel Rojas no habían reportado la denuncia hecha 12 horas antes por el Director de la
Academia Militar.
Esta explicación fue puesta en tela de juicio por el Gen. Valero, Director de Inteligencia
del Ejército. Valero declaró que el 3 de febrero a las 04:00 PM estando con el Alto Mando
del Ejército, Rangel Rojas recibió una llamada. Al tomarla adoptó un tono respetuoso
respondiendo “Ordene mi almirante”. Luego procedió informar a su interlocutor sobre el
golpe. Al colgar Rangel no reveló a los presentes el nombre del almirante. Este
intercambio telefónico fue confirmado por otro oficial presente en esa reunión.
La declaración de Valero no indica necesariamente que Daniels fue el autor de la
llamada. Si no fue el, ¿quién fue ese misterioso almirante? Podría haber sido el almirante
Peña Cimarro, el comandante de la Armada, quien es compañero de Daniels y ambos
más antiguos que Rangel. Rangel era cercano a Caldera y COPEI al igual que Daniels.
Ambos estuvieron juntos trabajando en la Casa Militar de Luis Herrera. Una posibilidad
más remota es que hubiese sido Gruber. Este almirante era compañero de Rangel pero
de rango inferior. ¿Sabía Rangel que, de ganar los golpistas Gruber iba a ser miembro de
la Junta de Gobierno dirigida por Caldera? La pista sobre la llamada del “almirante
incognito” no fue investigada, pero Rangel sabe quién lo llamó.
El golpe de mano
El ataque a Miraflores fue un “golpe de mano”. Esta es una operación limitada, puntual,
sorpresiva y violenta con un objetivo definido. Ese ataque tenía por objetivo detener o
eliminar al presidente CAP para instalar al día siguiente una Junta Cívico Militar que
encabezaría un gobierno de transición. Para dar idea de un movimiento poderoso de
alcance nacional se previeron alzamientos locales en Maracay, Valencia y Maracaibo, pero
El éxito o fracaso se decidiría en Caracas. El gobierno caería cuando CAP y Miraflores
estuvieran en manos de los insurrectos.
En la concepción de Chávez, la toma de Miraflores no era una simple batalla, sino una
apuesta “todo o nada”. El concepto era muy riesgoso porque de no capturar al presidente
el plan se desplomaría. Chávez corrió ese albur influenciado por Santeliz quien lo
convenció que gracias al factor sorpresa, la captura de CAP era un hecho. El plan se
facilitaría porque al llegar los alzados a Miraflores, los esperarían con las puertas abiertas
y no habría enfrentamiento. “Rasputín” no sabía que la neblina de la guerra y los errores
humanos puede hacer fracasar los mejores planes.
El golpe de mano falló por descuidos y delaciones que anularon el secreto y la sorpresa,
mando incompetente, ordenes confusas, falta de medios de comando control y
comunicaciones, demoras en la aproximación y pare usted de contar. Los planificadores
del movimiento asumieron que cuando sus infiltrados abrieran la reja del palacio, un
edecán comprometido capturaría o asesinaría al presidente. Hecho esto, los insurrectos
se alzarían con el triunfo. Estos planes alegres se vinieron abajo al inicio del golpe y el
resultado fue una catástrofe.
Se inicia el combate en Miraflores
A las 00:10 AM, 12 vehículos blindados Dragón llegaron frente a la reja de entrada de
Miraflores minutos antes que los paracaidistas. Para entonces CAP tenía 7 minutos de
haber entrado y se había alertado a los centinelas y al Regimiento de la Guardia de
Honor. Estas medidas desarticularon el plan de dar puerta franca a los golpistas. Cuando
el primer Dragón se detuvo ante la reja los centinelas abrieron fuego. Para el Cap. Rojas
Suárez la feroz resistencia fue una sorpresa. Según el declaró “Esto indicaba que algo iba
mal en relación con lo previsto”.19.
19. Zago, Angela, La rebelión de los ángeles, Earp Ediciones, Caracas p 103
La llegada intempestiva de CAP había cambiado el libreto. La guardia nocturna estaba
prevenida del ataque. La vigilancia en la puerta se habían reforzado , y los refuerzos de
la a Guardia de Honor se aprestaban para ir en auxilio del Presidente por los túneles de
acceso que corren por debajo de la avenida Urdaneta. Si hubieran abierto la reja a los
atacantes, CAP hubiese sido capturado fácilmente en su despacho y probablemente
asesinado.
En medio del fuego cruzado, el capitán Rojas Suárez (a bordo de un vehículo Dragón)
trató de comunicarse por radio con Chávez. Su intención era pedir el envío urgente de las
tropas del Batallón Briceño que se mantenían en reserva en el Museo Militar y saber si
Chávez estaba en el área de operaciones. La respuesta fue el silencio. En medio de fuego
cruzado, Blanco La Cruz y Rojas Suarez estaban furiosos al no ver a Chávez al frente del
combate. En ese momento llamaron al sargento Iván Freites y Rojas Suarez le dijo
¡Cuando veas al maldito Chávez mátalo!
Poco después llegaron doscientos trece efectivos del Batallón de Paracaidistas “Briceño”
y se desplegaron frente a Miraflores. Rojas Suárez sabía que estas tropas eran
insuficientes. Nada más el Regimiento de la Guardia de Honor contaba con más de 1500
hombres. En ese momento solo los salvaría capturar y matar al Presidente. Entretanto se
había iniciado el combate fratricida. Los insurrectos al descubierto en la avenida Urdaneta
eran atacados no solo desde Miraflores y sino especialmente desde el Palacio Blanco en
su retaguardia. En ese edificio está el cuartel de la Guardia de Honor. En los minutos
subsiguientes se produjo la mayoría de las bajas en la Guardia de Honor. El daño
principal fue causado por los francotiradores cubanos en las azoteas vecinas.
CAP pide refuerzos
Ante el CAP, a las 00:10 AM, llamó de nuevo al ministro de la Defensa. La llamada del
Presidente interrumpió la conversación que Ochoa sostenía con Daniels. Al tomar el
auricular oyó a Pérez gritar:
—Ochoa, están atacando Miraflores. ¡Envíe refuerzos!
Dicho esto colgó. De inmediato Ochoa Antich llamó al Gen. Tagliaferro. Al enterarse que
ese general estaba aún en el Batallón “Ayala”, llam ó al Gen. Oviedo. Este lo atendió y le
dijo que prepararía una operación pero que necesitaba al menos una hora para aprestar
la fuerza de tarea. Al colgar Oviedo llamó a CAP. El presidente receloso le dijo que
apurara los refuerzos y que reportara a él directamente. Luego le dijo que si llamaba
Ochoa o Rangel les siguiera la corriente, pero no obedeciera sus órdenes. Al colgar el
Presidente respiro más tranquilo porque al rescate vendría un oficial de su entera
confianza. En ese momento eran las 00:12 AM y el tiroteo arreciaba.
Se crea la Fuerza de Tarea
El Gen. Oviedo estaba preparado. Este competente oficial desde esa tarde había estado
pendiente del golpe junto con su superior el Gen. Tagliaferro. Previendo esta
eventualidad habían ordenado desactivar los vehículos blindados Dragón del Batallón
“Ayala”. Aunque varios vehículos fueron reactivados por oficiales de la logia, esta medida
retardó la salida de los golpistas y redujo su fuerza a apenas 12 dragones. Tagliaferro
también había acuartelado y puesto en alerta a su División, por su cuenta, ante la
ausencia de órdenes del Gen. Rangel.
Oviedo llamó a Tagliaferro y le informó sobre las órdenes del Presidente. Luego llamó a
los tenientes coroneles Braddly Quintero y Carlos Rodriguez Barrios, los comandantes del
“Bolívar” y “Ayala” respectivamente. Como ambas unidades de combate eran parte de su
brigada procedió a darles instrucciones para preparatorias para salir a Miraflores a la
brevedad
Como la 3ª División no tenía un plan de contingencia para enfrentar esa situación,
Oviedo tuvo que idear su maniobra táctica sobre la marcha ante un mapa de los
alrededores de Miraflores. Pocos minutos después había definido el concepto de la
operación y diseñado una pequeña Fuerza de Tarea pero capaz de cumplir la misión
contando con el apoyo de las fuerzas amigas del Regimiento de la Guardia de Honor. En
Fuerte Tiuna quedaban suficientes fuerzas en reserva en caso que fuera necesario.
Tagliaferro quedaría a cargo de la retaguardia en Fuerte Tiuna y Oviedo encabezaría la
Fuerza de Tarea.
Oviedo es un oficial muy profesional y uno de los militares de confianza del Presidente.
La operación concebida no era demasiado compleja y el blanco limitado. Los reportes de
inteligencia indicaban que con el “Bolívar” y la mitad del “Ayala” más las tropas del
Regimiento de la Guardia de Honor, tendría amplia superioridad numérica sobre los
sublevados.
Pocos minutos después de hablar con Oviedo, el presidente recibió una llamada del
Gen. Rangel Rojas. El Comandante del Ejército le notificó que había un golpe en marcha y
que estaba enviando refuerzos a Miraflores y La Casona. Seguramente se había enterado
de las órdenes recibidas por Oviedo y trataba de aparecer en el cuadro. En ese momento
ese general estaba en su despacho en la Comandancia del Ejército. Con el acceso al
Ejército bloqueado por el Regimiento “Codazzi” era poco lo que podía hacer, aparte que
estaba violando la línea de mando.
Los alzados penetran Miraflores
A las 00:15 AM uno de los vehículos Dragón rompió la reja de entrada a Miraflores
irrumpiendo a la calle lateral del palacio seguido por un grupo de paracaidistas. Los
atacantes ocuparon la calle interna que rodea Miraflores y el estacionamiento sitiando las
entradas por la “puerta dorada”, el acceso privado del presidente, y la puerta utilizada
por empleados y visitantes.
Cuando se inicia el ataque el Presidente estaba en su despacho con el senador Luis
Alfaro Ucero y el ministro del Interior Virgilio Ávila Vivas. Al darse cuenta que los
atacantes entrarían en minutos a Miraflores, CAP —demostrando serenidad y valor
personal poco común— tomó decisiones acertadas. Lo primero que hizo pedir una
subametralladora y luego dio instrucciones a Carratú para preparar el escape de
Miraflores porque sabía que de quedarse sería atrapado. Debía evadirse y dirigirse al
país. En ese momento Carratú respondió:
—Eso es imposible. Todas las salidas están controladas por los insurrectos.
Ante esta respuesta CAP exclamó:
—No le estoy preguntando qué es lo que vamos a hacer. Le estoy ordenando preparar
mi salida de Miraflores.23
A partir de ese momento la actuación del almirante Carratú y la mayoría de los
miembros de la Casa Militar esa trágica noche fue digna de encomio.
El ataque suicida al interior de Miraflores
En la calle interna que rodea Miraflores, recibiendo fuego graneado de la Guardia de
Honor, el capitán Blanco se dio cuenta que no contaba con fuerzas suficientes para
sostenerse en esa posición. Estaba convencido que los refuerzos del “Ayala” no vendrían
y todo estaba perdido, a menos que capturaran a CAP. En ese instante recordó las
instrucciones de Chávez esa tarde:
—Si lo consideran necesario, maten al Presidente
A las 00:25 AM en una acción suicida, Blanco La Cruz y Rojas Suarez decidieron irrumpir
a sangre y fuego con varios paracaidistas al interior del palacio. Para penetrar violentaron
la “puerta dorada”. Esa era la única alternativa válida, porque la otra era rendirse. Al
entrar al palacio en un pasillo con espacio muy reducido, los atacantes fueron recibidos a
plomo por el personal de guardia en la antesala. La defensa estuvo a cargo del edecán
de guardia el Tcnel. Rommel Fuenmayor, con 8 soldados de la Guardia de Honor, el jefe
de la Guardia Civil del Presidente y dos agentes de la DISIP. Este grupo de custodia con
gran valentía repelió a los agresores. En esa escaramuza resultaron heridos los capitanes
rebeldes. Blanco recibió un disparo en el pulmón y Rojas fue impactado en las piernas. Al
caer sus cabecillas, los golpistas se retiraron.
Llueven las malas noticias
Después de que el Ministro Ochoa dio instrucciones al general Oviedo empezó a recibir un
diluvio de malas noticias. Primero un reporte de la Guardia Nacional desde Maracaibo
notificó que el Cuartel Libertador, sede de los Grupos de Artillería Monagas y Freites, se
habían alzado y habían detenido al gobernador del Estado Zulia, Oswaldo Álvarez Paz. En
Maracay los paracaidistas habían tomado el comando de la cuarta división al mando del
capitán Carlos Guyón Celis. Además tenían rodeada la Base Aérea Libertador y capturado
a su comandante, el general Juan Antonio Paredes Niño. Esa base era la sede de los
aviones de combate Mirage y F16. Otro reporte indicó que una compañía de misiles
antitanques venía desde San Juan de los Morros.
En Caracas dos compañías del Batallón de Paracaidistas “Chirinos” habían tomado la
Comandancia de la Aviación y detenido al comandante de esa fuerza y a su Estado
Mayor. Simultáneamente se reportaron en esa ciudad ataques al Comando de la Guardia
Nacional y al Regional 5 de la Guardia Nacional en El Paraíso y al comando de la Marina
en San Bernardino. Para complicar más las cosas, una compañía del Regimiento de
Ingenieros “Codazzi” bloqueaba el acceso a la Comandancia del Ejército en Fuerte Tiuna.
Para rematar un reporte de la Guardia Nacional en Valencia anunció que una compañía
de tanques había salido de la brigada blindada hacia Caracas y que el Comando Regional
de las FAC en esa ciudad estaba rodeado de tanques. De inmediato Ochoa dio
instrucciones al Gen. Salazar Montenegro, el Director de Logística del Ejército para
bloquear la autopista para impedir la llegada de los tanques llegaran a Caracas. En ese
momento la situación lucía desesperada.
Ataques a la Comandancia de la Marina
y de la Guardia Nacional
El destacamento precursor del batallón “Briceño, destinado a atacar las comandancias de
la Marina y la Guardia Nacional tuvo problemas durante el recorrido y llegó retardado a
cumplir su misión. Al entrar a Caracas se combatía en La Casona, Miraflores y La Carlota
y las FAN estaban en alerta.
A las 00:30 AM se inició el ataque a la Marina y poco después a la Guardia Nacional,
Ambos fueron repelidos con facilidad. En el ataque a la Marina resultó herido el Tte.
Freddy Rodríguez. Luego de breves combate los atacantes se rindieron pasada la 01:00
AM. Esta derrota impidió la toma de los comandos de la Marina, Guardia Nacional y el
Comando Regional 5.
CAP se escapa de Miraflores
A las 00:30 AM luego que los escoltas de CAP repelieron el ataque al interior de
Miraflores, Carratú regresó indicando que el vehículo de escape estaba listo. En ese
momento CAP y su comitiva salieron sigilosamente del despacho presidencial. En la
oscuridad se dirigieron a una puerta secreta en el Salón Ayacucho, la cual da a un
pasadizo que lleva a un estacionamiento en el patio trasero. Este parqueadero esta
frente la Plaza Bicentenaria. Ese plan de escape había sido practicado una vez antes del
nombramiento de Carratú. En esa oportunidad CAP se burló. Al llegar al estacionamiento,
había dos vehículos civiles listos para el escape. Ambos autos blindados estaban
encendidos, con las luces apagadas. El primer vehículo en salir serviría de cebo para
atraer el fuego en caso que hubiese atacantes a la salida. En ese coche iba el edecán
Tcnel. Dudamel y el jefe de la escolta civil Hernán Fernández. De ser atacada la carnada,
buscarían otra vía de escape.
Cuando el primer carro salió a la calle sin atraer fuego, fue seguido de inmediato por el
vehículo que transportaba a CAP, Ávila Vivas y Carratú. Al salir a la calle vieron
aproximarse un vehículo blindado Dragón. Instintivamente el conductor aceleró en la
oscuridad con el automóvil que trasportaba al gobierno de Venezuela. La tripulación del
Dragón no reaccionó rápidamente, facilitando el segundo escape de CAP esa noche.
Cuando el Dragón disparó sus armas automáticas ya el auto de CAP se había alejado y
el gran escape había sido exitoso. Al llegar el vehículo blindado a la puerta del
estacionamiento se produjo un tiroteo con los centinelas de la Guardia de Honor que
produjo varios muertos y heridos. Ese enfrentamiento sirvió de distracción para la
evasión. El grado de violencia aplicado tanto en el intento fallido de tomas de La Casona,
como en Miraflores, dejó ver que el objetivo de los insurrectos no era solo tomar el
poder, sino liquidar físicamente a CAP.
Una vez que el Dragón se perdió de vista, CAP ordenó a Carratú llamar a Carlos
Bardasano, el gerente de Venevisión. En este intento Carratú se comunicó con el
“Comisario Efrén” de la escolta de Cisneros quien les informó que la planta no había sido
tomada por los rebeldes y estaba disponible. De inmediato CAP ordenó al conductor
dirigirse a Venevisión.
Chávez llega al Museo Militar
A las 00:45 AM, momentos después de la fuga de CAP de Miraflores, Chávez arribó al
Museo Militar con casi una hora de retraso, luego que su convoy se perdió. Por lo visto
Maisanta no había hecho un reconocimiento previo y el chofer no conocía la ciudad. En
ese momento no sabía que CAP se había escapado y la rebelión estaba en su apogeo.
Los ataques a La Casona, La Carlota y Miraflores estaban en marcha.
Entretanto Maracay, Valencia y Maracaibo estaban bajo control de los insurrectos. Peor,
el jefe del golpe no se había presentado. Su ausencia puso en evidencia la falta de valor
personal de Chávez. Maisanta fue un magnífico conspirador y un gran reclutador y
catequizador de militares jóvenes e ingenuos, pero además de cobarde fue un pésimo
organizador y comandante.
Al acercarse al Museo Militar, Chávez oyó el tiroteo en Miraflores. Las detonaciones
iniciadas poco después de medianoche habían alertado al personal de guardia. Cuando el
autobús donde iba Chávez se detuvo frente a la reja del viejo edificio, esperaba que sus
infiltrados le abrirían la puerta pero el centinela le pidió identificarse. En ese momento
Maisanta sorprendido preguntó por el Cnel. Marcos Yánez Fernández el Director del
Museo. Como no estaba inquirió por el Cap. Daniel Martín Maqueo Terán el comandante
de la compañía de custodia. Este tampoco se encontraba. Ante este inconveniente
Chávez ordenó detener al centinela. En ese instante se presentó el sargento de ronda.
Este sub oficial también fue detenido y obligado a abrir la reja20. Al entrar se apoderó del
Museo e instaló allí su puesto de comando. En ese momento eran las 00:55 AM. Para
entonces los organismos de inteligencia no sabían dónde estaba el jefe rebelde.
20. Zago, Angela, La rebelión de los ángeles, Earp Ediciones, Caracas p 142
El Gen. Santeliz llega al Ministerio de la Defensa
A las 00:50 llegó el Gen. Santeliz en traje de deportes al Ministerio de la Defensa. Diez
minutos antes había sido detenido en la alcabala de bloqueo del Codazzi pero logró
convencer a los insurrectos para que lo dejaran pasar. “Rasputín” fue uno de los pocos
autorizados a pasar e ir al Ministerio, indicando que tenía relación con los golpistas. Su
misión era estar al lado del Ministro Ochoa para obtener información sobre los planes de
los militares leales e informar a Chávez. Él le había hecho creer a Ochoa que esa noche
no había nada, pero ahora no había nada que ocultar. Su misión era detener o “cambiarle
la salud” a Ochoa y a CAP.
A su arribo Santeliz fue reportado al Tcnel. Moreno el Comandante del “Caracas”, el
batallón de custodia del Ministerio de la Defensa. Este había puesto en práctica esa
noche un plan de defensa con un control estricto de entrada y salida al Ministerio. Al
saber de su entrada Moreno ordenó seguirlo y reportar sus movimientos. De esta manera
se enteró que luego de entrar fue a su habitación y minutos más tarde uniformado de
campaña y hablando por su teléfono celular se dirigió a la oficina del Ministro de la
Defensa.
Chávez aislado en el Museo Militar
Una vez que Chávez se instaló en su puesto de comando preguntó por el Cap. Rangel
Silva, el oficial de Comunicaciones responsable de instalar la red de comunicaciones de
comando y control. Para su sorpresa este oficial no había aparecido. Él era el encargado
de proveer los radios, instalar y operar el centro de comunicaciones en el Museo. Sin esos
equipos Chávez estaba incomunicado porque los radios de su batallón los había
entregado a las unidades que fueron a atacar a los comandos de la Marina y la Guardia
Nacional.
Sin que Chávez lo supiera, unas horas antes el capitán Rangel, quien era oficial del
Regimiento de Comunicaciones, se había presentado en los talleres de mantenimiento de
comunicaciones en Fuerte Tiuna. Allí lo esperaba un sargento técnico que le iba a
entregar un lote de radios. Al llegar se dio cuenta que la vigilancia se había redoblado y
que el sargento no lo esperaba. Ante esta situación asumió que el golpe había sido
abortado y se fue a dormir. La falta de esos radios dejo a Chávez incomunicado en el
Museo.
El coronel Yánez Fernández
Poco después de la llegada de Chávez al Museo se presentó su Director Cnel. Yánez
Fernández. Al llegar fue llevado ante Chávez y sostuvieron una charla amistosa. Yánez no
opuso resistencia al subalterno que había invadido sus predios. Chávez por su parte le
permitió libertad de movimiento en el Museo. No es normal que un oficial a quien un
subalterno le violenta su comando, lo acepte con indiferencia. Por cuestiones de honor
militar Yánez ha debido ofrecer al menos una resistencia simbólica.
Como detalle curioso debo mencionar que Yánez era miembro del grupo de “Los Panas”
y amigo de los generales Ochoa, Santiago y Santeliz. En ese momento el trío se había
fragmentado pero ese detalle dio lugar a muchas especulaciones posteriores.
Chávez sale “de patrulla”
Mientras meditaba que hacer, Maisanta oía el tableteo de las ametralladoras en
Miraflores. En ese momento le vino a la mente la amenaza del capitán Blanco La Cruz y
decidió ir hasta el sitio del combate. Al efecto abordó un auto particular con una escolta
poco después de la 01:00 AM. Al dirigirse por Avenida Sucre hacia Miraflores encontró el
paso obstruido por un vehículo Dragón a 100 metros de la entrada del Palacio. En ese
momento empezaron a silbar las balas a su alrededor obligándolo a devolverse de prisa
al Museo Militar. Su ausencia del frente de batalla fue una falla capital porque él
predicaba la teoría del liderazgo según la cual el líder debía ir al frente. Su huida dejó la
insurrección a la deriva. Años más tarde en un programa “Aló Presidente” dijo que esa
noche había salido del Museo Militar de “patrulla” sin entrar en detalles. Chávez fue un
agitador de grandes ligas gracias a su carisma y elocuencia, pero nunca fue lo que los
latinos llamamos un “macho”. Este apelativo se reserva para los que muestran “cojones”
en situaciones de peligro. Tener cojones significa tener “bolas” es decir testículos o coraje
para enfrentar riesgos personales. Chávez había hecho gala de esa debilidad cuando lo
tuvieron que empujar para lanzarse de la plataforma de saltos a la piscina de la
Academia Militar. Luego repitió la misma comedia en los paracaidistas cuando tuvo que
recibir una patada en el trasero para lanzarse del avión. Chávez era un maravilloso
agitador lanzando a otros al peligro, pero era muy cuidadoso con su pellejo. Esa noche
ante la balacera en Miraflores afloró el verdadero Chávez.
Santeliz recomienda negociar
Ante la falta de medios de comunicaciones tácticas Chávez empezó a buscar una
solución. Luego de unos minutos de espera decidió utilizar el teléfono de la oficina del
director del museo. Santeliz le había dado su teléfono celular y allí lo llamó el jefe
rebelde a las 01:00 AM. “Rasputín” le dijo que estaba en la oficina del Ministro Ochoa y le
informó que CAP se había escapado de Miraflores, pero que se combatía en buena parte
del país. Santeliz le informó que no sabía dónde estaba CAP, pero estaba tras su pista.
Antes de colgar le dijo que cuando conociera su ubicación debía enviar un grupo de
comando de paracaidistas a capturarlo. Santeliz informó que más tarde iría con Ochoa a
Miraflores y que de ser necesario se encargaría él mismo de asesinar al Presidente. Luego
Maisanta envió un pelotón al mando del subteniente Juan Valero Centeno al Canal 8, la
televisora del Estado. A este oficial le entregó un casete con un video de su proclama
anunciando el triunfo de la revolución. Ese video debía sacarse al aire de inmediato. Al
llegar al Canal 8 lo estaría esperando el teniente de comunicaciones Jessy Chacón, quien
era alumno de ingeniería de sistemas en la Universidad de las Fuerzas Armadas (UNEFA).
Al hacerle la entrega, Chacón se dio cuenta que el video estaba grabado en VHS. Como
no se podía trasmitir en ese formato, se abortó la misión.
CAP en Venevisión
A las 01:10 arribaron CAP y su grupo a la planta televisora VENEVISION. Esta estación de
TV es propiedad de Gustavo Cisneros, uno de los hombres más ricos del país y amigo
cercano del Presidente. Una vez fuera del alcance de los alzados, CAP respiró más
tranquilo. Estaba ansioso por dirigirse a la nación para mostrar que estaba vivo y que
mantenía el control del país. Esa noche el locutor de guardia era Arturo Vilar, quien pidió
unos 15 minutos para habilitar un estudio.
Mientras esperaban llamó el Ministro Ochoa pidiendo hablar con el Presidente. En ese
momento CAP recibía una llamada en otro teléfono. Cuando el edecán atendió, Ochoa.
Dudamel le dijo que el Presidente estaba ocupado por otra línea. En ese momento por el
altavoz salió una voz desconocida preguntando “¿Dónde están Uds.?”. Al oírlo Dudamel
preguntó sobresaltado: “¿Quién habla?” La respuesta fue “Es el general Santeliz”. CAP al
oírlo hizo señas a Dudamel de no dar información y este colgó. En ese momento eran las
01:05 AM. Por razones de seguridad la ubicación del presidente no podía darse y menos a
un sospechoso. Esa llamada incomodó a CAP y lo hizo dudar de Ochoa. Luego de ese
intento fallido Ochoa no telefoneó más y desapareció hasta ser convocado más tarde a
las 04:40 AM por el Presidente a ir Miraflores.
Poco después llegaron a Venevisión los líderes del partido de oposición Social Cristiano
COPEI: Eduardo Fernandez y Gustavo Tarre Briceño. En el canal no apareció ninguno de
los líderes del partido de gobierno AD. En ese momento para todos los efectos el régimen
estaba caído.
La línea de mando de las fuerzas leales
Luego de la llamada de Ochoa y Santeliz, CAP pidió que lo dejaran solo unos minutos,
antes de hablarle a la nación. Estaba en peligro de muerte y dispuesto a morir peleando,
pero no a suicidarse como Allende. A CAP se le pueden achacar muchas cosas pero no era
cobarde. Al cavilar sobre la difícil situación en que se encontraba se dio cuenta que debía
asumir el control militar o estaba perdido. Esa noche en Miraflores había recibido
llamadas del Comandante del Ejército, dándole informaciones preocupantes sobre lo que
estaba pasando en esa Fuerza y sus dudas sobre el Ministro Ochoa. CAP se asombró a ver
que los jefes militares seguían con sus guerras internas en el medio de un golpe. A partir
de ese momento CAP empezó a desconfiar hasta de su sombra y se convenció que debía
asumir el mando militar directamente.
Pérez sabía que la doctrina de empleo militar establecía que en operaciones conjuntas
el comando de las fuerzas de tarea en el teatro de operaciones pasaba por el CUFAN y de
allí al presidente. Ni el Ministro de la Defensa ni el Comando del Ejército estaban en la
línea de mando para dirigir operaciones de combate. Con esta información en mente CAP
decidió asumir el cargo de Comandante en Jefe de las FAN tal como lo establece la
constitución. Acto seguido llamó al general Oviedo y le dijo que solo obedeciera sus
órdenes. Si lo llamaban Ochoa o Rangel, debía seguirles la corriente e informarle antes
de obedecer.
Entretanto los generales Rangel y Ochoa seguían en sus respectivos despachos
mientras el Presidente andaba huyendo. Rangel estaba aparentemente retenido en la
comandancia pero allí tenía plena libertad de acción. Ochoa no tenía limitaciones para
moverse o entrar y salir del Ministerio de la Defensa porque la compañía de paracaidistas
encargada de bloquear ese Ministerio había sido capturada. El golpe de esa noche fue sui
generis por el trato “especial” brindado por los golpistas a los generales Ochoa y Rangel.
Ambos pudieron haber sido detenidos y metidos ignominiosamente a una celda, pero no
fueron tocados. Ese detalle no pasó desapercibido a CAP.
Durante todo ese día, e incluso en los días anteriores, Ochoa Antich y Rangel Rojas no
habían cruzado palabras. Esa noche afloró la vieja rencilla de sus tiempos de cadetes
cuando uno era miembro de “Los panas” y el otro pertenecía a un grupo rival cercano a
COPEI. Hasta ese momento Chávez había hecho creer a Ochoa y a Rangel que él era leal
a cada uno de ellos. Los hechos de ese día dejaron claro que Chávez tenía una estrategia
secreta independiente. Ahora Ochoa y Rangel debían desarrollar su propio juego. Ochoa
gracias a su amistad con CAP tenía recursos que le permitieron superar esa difícil
situación. Rangel no los tenía, pero aun así salió ileso esa noche siendo ratificado como
Comandante General hasta 1993. CAP, luego de salir airoso el 4F tomó desastrosas
decisiones militares en los días subsiguientes.
Primera alocución de CAP
A la 01:15 AM, CAP salió en la pantalla de Venevisión para anunciar al país que un golpe
estaba en marcha. En esa alocución se le notó molesto e incómodo cuando brevemente
comunicó que las fuerzas leales controlaban la situación e hizo un llamado para que los
golpistas se rindieran. Esa fue la primera noticia oficial de lo que ocurría.
Para ese momento ya habían muerto más de 40 personas en los enfrentamientos. La
alocución del Presidente fue una bravuconada porque se combatía en Miraflores, La
Casona, La Carlota, Maracay, Valencia y Maracaibo. La situación no estaba controlada.
Las esperanzas de CAP se cifraban en la Fuerza de Tarea que llevaría el Gen. Oviedo al
palacio de Miraflores.
La Fuerza de Tarea inicia la aproximación
hacia el combate
A la 01:20 AM la Fuerza de Tarea del Gen. Oviedo avanzaba hacia Miraflores en dos
columnas desde la Estación del Metro de La Hoyada. Las dos tenazas convergerían sobre
su blanco, tras la cobertura de los vehículos Dragón. A la fuerza de tarea se agregó una
compañía de vehículos blindados antimotines del Destacamento 51 de la Guardia
Nacional. Una columna tomó la vía de la Avenida Urdaneta y otra avanzó desde la Plaza
O´Leary por la Avenida Sucre. En el recorrido encontraron poca resistencia.
La principal amenaza al avance provino de francotiradores y de un grupo de civiles
armados que ocuparon las alturas de la escalinata del Calvario en el Silencio Los
francotiradores se fueron retirando a medida que avanzaba la fuerza de tarea y los
paracaidistas se iban rindiendo.
En la aproximación hacia el contacto, la amenaza eran los francotiradores. Entretanto
los golpistas estaban bajo un mortífero fuego cruzado en la Avenida Urdaneta, siendo
atacados or la Guardia de Honor desde el Palacio Blanco y los defensores del Palacio que
le impedían su entrada. Al avanzar por la Avenida Sucre la avanzadilla advirtió que varios
vehículos particulares se devolvían ante el fuego inclemente frente a Miraflores.
Chávez regresa al Museo Militar
A la 1:20 Chávez respiró aliviado al entrar indemne al Museo Militar. Al ingresar al museo
el Cnel. Yánez le informó sobre la aparición de CAP en TV y que estaban retransmitiendo
su alocución. Maisanta sorprendido le pidió que trajera el televisor. Pocos minutos
después presenciaba atónito a su mortal enemigo. Al verlo percibió que CAP estaba
descompuesto y que la imagen y el mensaje no fueron bien presentados. En ese instante
apreció que aún tenía chance y que la guerra no estaba perdida.
Luego de ver a CAP en TV Maisanta llamó de nuevo a Santeliz. Al amanecer lo
descubrirían y tendría al Ejército en su guarida. Como no podía resistir un asalto de los
militares leales, tendría que rendirse. En ese momento temía más a los radicales
comandados por los capitanes Blanco La Cruz y Rojas Suarez que a los militares leales.
Estos comunistas sanguinarios tratarían de asesinarlo enviando tras el al sargento
Freites, un rambo a quien le tenía pavor. El ir a la cárcel no le preocupaba tanto porque
sabía que las carreras de los líderes políticos cogen fuerza luego de una pasantía por la
cárcel.
La Fuerza de Tarea llega a Miraflores
A las 2:10 AM Oviedo llegó con la columna que se desplazaba por la avenida Urdaneta a
una cuadra de su blanco. Frente a Miraflores el fuego cruzado era letal. En ese momento
Oviedo trató de ponerse en contacto con la Guardia de Honor y a fin de evitar bajas por
fuego amigo. Al efecto ordenó a las 2:10 AM un alto al fuego e inició contactos con los
atacantes para que se rindieran. Otro tanto hizo dentro de Miraflores el edecán Rommel
Fuenmayor.
En este proceso Oviedo y Quintero se toparon con el coronel Hung en la esquina de
Carmelitas. Hung había logrado escapar de Miraflores por una puerta secreta con dos
soldados por para llevar unos radios a Oviedo. Estos equipos facilitarían la coordinación
entre las fuerzas leales. Luego de entregar los radios regresaron a Miraflores. A su
retorno uno de los soldados que lo acompañaban fue muerto por un francotirador y otro
resultó herido. Hung resultó ileso.
CAPÍTULO 28
La rendición de Chávez
La capitulación de los asaltantes a Miraflores
A las 02:30 AM entró a la calle interna de Miraflores la avanzadilla del Batallón Bolívar,
encabezada por el teniente Evelio Vásquez Sánchez. Este oficial al mando de un pelotón
de infantería reforzado con armas antitanque (LAW) y lanza cohetes penetró al perímetro
del palacio con fuerza abrumadora. Al verlos los rebeldes empezaron a entregarse.
Con las tropas del Bolívar dentro del perímetro de Miraflores, el mayor Díaz Reyes se
rindió a las 02:40 AM ante el edecán Rommel Fuenmayor. De inmediato Fuenmayor llamó
al Presidente y al ministro de la Defensa para darles la noticia. Poco después entraron al
palacio el Gen. Oviedo Salazar y el Tcnel. Braddly Quintero y la situación se estabilizó. En
ese momento Oviedo notificó al presidente que había tomado Miraflores. A partir de allí
CAP empezó a exigir su traslado a Miraflores. Ante esa solicitud el Cnel. Hung pidió al
menos una hora para asegurar el palacio y limpiar los focos de resistencia con el
Regimiento de la Guardia de Honor.
Luego de la rendición de los golpistas en Miraflores, Santeliz le dijo a Ochoa que sabía
dónde estaba Chávez y que quería negociar. Luego le hizo ver que la rendición de Chávez
desmoralizaría a los focos de insurrectos que resistían. La captura del líder del golpe
evitaría más derramamiento de sangre. Ochoa vio la captura de Chávez como un trofeo
que le daría prestigio y autoritas para sus planes futuros. Simultáneamente Santeliz tenía
su propio plan en mente.
Segunda alocución de CAP desde Venevisión
Al enterarse de la rendición de los alzados en Miraflores, CAP más compuesto y
asesorado por Eduardo Fernández y Gustavo Tarre Briceño, volvió a dirigirse a la nación
desde Venevision. Esta vez estuvo asertivo mostrando energía y decisión. La segunda
aparición fue dirigida específicamente a las Fuerzas Armadas enfatizando su condición de
comandante en Jefe. La segunda alocución del Presidente erosionó la poca moral
combativa que les quedaba a los golpistas. Según el Cnel. Yánez esa aparición CAP dejo
a Chávez en “estado de shock”.
Pérez era un astuto político que sabía bien lo que estaba haciendo. Su segunda arenga
fue una brillante operación de guerra psicológica que hizo colapsar lo que quedaba del
golpe. En ese momento los golpistas solo habían logrado parcialmente sus objetivos en
Maracaibo. En los demás centros del golpe las tropas leales mantenían a raya a los
golpistas. Chávez sabía que su única posibilidad de triunfo estaba en que Santeliz pudiera
asesinar A CAP esa noche.
Rendición de los sublevados del Regimiento “Codazzi”
Luego de la segunda alocución de CAP desde Venevisión, su mensaje se repitió varias
veces. Los rebeldes pudieron ver boquiabiertos al presidente hablar con más energía y
decisión que la primera vez. Cuando se supo que las fuerzas leales habían ocupado el
Palacio de Miraflores la noticia demolió el espíritu combativo de los rebeldes. Poco
después el Cap. Ortega se entregó con las tropas del Codazzi al Cnel. Raúl Salazar. Luego
el Tcnel. Luis Hermógenes Castillo Castro detuvo al Cap. García Rojas cuando intentaba
escaparse. En su auto apareció un importante lote de armas. Acto seguido el Cap. Ortega
fue llevado a presencia del Comandante General del Ejército por el general de Brigada
Humberto Betancourt Contreras. A partir de ese momento se abrió el acceso a la
comandancia del Ejército. En ningún momento el Gen. Rangel Rojas y el Cnel. Raúl
Salazar Rodríguez fueron detenidos por los golpistas.
La rendición de los insurgentes del “Codazzi” permitió la liberación de los oficiales
detenidos en la alcabala del Comando del Ejército. El hecho que en ningún momento el
general Rangel Rojas y su staff estuvieron detenidos esa noche generó suspicacias. El
Ministerio de la Defensa ni siquiera fue bloqueado esa noche. Este descuido se puede
explicar porque la compañía de paracaidistas asignada a capturar ese Ministerio fue
detenida al llegar a la alcabala del Fuerte.
Poco después de conocerse la rendición del “Codazzi”, el Ministro Ochoa recibió una
llamada del coronel Torres Aquino indicando que el Regimiento de Comunicaciones
estaba desplegado en posición para atacar las tropas del “Codazzi” que bloqueaban la
Comandancia del Ejército. Ochoa informó que esa acción ya no era necesaria ordenando
retirar esas fuerzas.
A partir de la segunda alocución del presidente las rendiciones fueron masivas durante
la madrugada. Al amanecer solo quedaban en armas Chávez en el Museo Militar, quien
no había hecho un disparo. Urdaneta Hernández en Maracay, Arias Cárdenas en
Maracaibo y el capitán Valderrama en Valencia que aún comandaban pequeños focos de
resistencia. El resto de los conjurados había depuesto las armas y los pocos que aún no
se habían entregado ya no constituían una amenaza seria. Era solo cuestión de tiempo
para que claudicaran.
El Cap. García Rojas
Este oficial, uno de los que dirigió la toma de la alcabala del Comando del Ejército, tiene
una historia interesante que ilustra las técnicas de infiltración utilizadas. García fue
reclutado siendo cadete por Chávez en 1981 junto con sus compañeros de promoción
Jesús Alberto Aguilarte Gámez, Jesús Alberto Santiago Carmona, Humberto Ortega Díaz,
Luis Rafael Valderrama Rosales y los hermanos Carlos y Cliver Alcalá Cordones. El Cap.
Santiago Carmona murió al amanecer del 4 de febrero cuando su unidad fue emboscada
tratando de recuperar el aeropuerto de La Carlota. El Cap. Aguilarte Gámez fue
gobernador del Estado Apure, en la frontera con Colombia luego de ser gobernador de
esa entidad federal durante el mandato de Chávez. Este oficial fue asesinado a balazos
por narcotraficantes de las FARC el 11 de mayo de 2012 en una disputa por reparto de
dinero. Todos ocuparon cargos de cierta relevancia durante el gobierno Chávez.
El día del golpe el Cap. García Rojas se desempeñaba como asistente el Cnel. Raúl
Salazar Rodríguez en la Ayudantía General del Comando del Ejército. Las personas que
ocupan ese cargo son la mano derecha de los Comandantes del Ejército y manejan
información clasificada y altamente sensitiva. Salazar había conocido a este oficial siendo
el Tcnel. Comandante del Batallón O´leary la unidad de custodia de la Comandancia del
Ejército y se hizo su amigo y pupilo. García se había graduado de 2º de su promoción,
había ascendido de 1º al grado de capitán y se había graduado de ingeniero electrónico
en la Universidad de la FAN (UNEFA). Era considerado un oficial inteligente, acucioso y
trabajador. Por esos atributos se convirtió en un hombre de confianza de Salazar. Desde
su posición como asistente del Ayudante General este capitán tenía acceso a la
información más privada y secreta de Rangel Rojas. Al pasar por sus manos la copiaba y
pasaba a Chávez. Así Maisanta estaba en cuenta de los secretos más importantes del
Ejército.
El 4F el capitán García fue uno de los encargados de bloquear la entrada a la
Comandancia del Ejército con tropas del Regimiento Codazzi junto con los capitanes
Aguilarte Gámez y Ortega Díaz. Es bueno enfatizar que ellos recibieron la orden de
“bloquear”, no “atacar”. Por alguna razón los paracaidistas enviados a tomar los
comandos de la Marina, Aviación y Guardia Nacional tenían instrucciones de “atacar” y
por ello esas operaciones fueron a sangre y fuego. ¿Qué motivó a Chávez a ordenar no
disparar contra la Comandancia del Ejército? Tal vez nunca lo sabremos, pero esa
cuestión da pie a diferentes interpretaciones. Las tropas del Codazzi recibieron
instrucciones de tratar con respeto a los oficiales que fueran llegando a reportarse a su
comando. Como el Cap. Ortega era el único oficial orgánico del Regimiento “Codazzi” se
le asignó el comando de las tropas que tomaron la alcabala de acceso al Comando del
Ejército.
Chávez llama a Santeliz
Luego de conocer de la rendición de sus tropas en Miraflores y ver en TV la segunda
alocución de CAP, Chávez empezó a ver la cosa negra. A las 2:50 AM angustiado llam ó al
celular de Santeliz. En ese momento “Rasputín” estaba en el despacho del Gen. Ochoa en
el Ministerio de la Defensa. Al oír la voz de Chávez se levantó y salió apresuradamente al
pasillo.
Rápidamente le informó a Maisanta que la situación era difícil y que debía negociar para
ganar tiempo. Lo importante era no rendirse hasta el día siguiente a la espera de
refuerzos. Entretanto él esperaba una oportunidad para eliminar a CAP con un atentado.
Pronto iría a Miraflores y de quedarse solo con el Presidente, lo liquidaría. Esa era la
única posibilidad de tomar la iniciativa. De no poderlo hacer, Maisanta debía darle largas
a su rendición y no inmolarse. Su asonada había creado grandes expectativas y aunque
estaba militarmente vencido, aún podría obtener una victoria política.
Chávez le respondió que aun contaba con fuerzas importantes en Maracay, Valencia y
Maracaibo. En la mañana al arribar a Caracas la Brigada Blindada cambiaría el panorama.
Solo necesitaban ganar tiempo y no debía entregarse sino simular negociar. Santeliz le
informó que recomendaría a Ochoa establecer comunicación oficial con él para iniciar un
diálogo. Como mediador había que encontrar alguien aceptable para ambas partes.
Maisanta recomendó a su antiguo jefe el general retirado Arnoldo Rodriguez Ochoa.
Dicho esto Santeliz cerró la llamada.
Ochoa sale del Ministerio
Al colgar Santeliz volvió al despacho del Ministro. Esa oficina estaba llena de generales y
almirantes. Uno de ellos, quien pidió no ser identificado, me relató lo siguiente: Al entrar
“Rasputín” al despacho, se acercó a Ochoa y le susurró algo al oído. Aunque mi
informante no oyó lo que cuchicheó, se puede conjeturar que le dijo que Chávez quería
negociar. Este mensaje entusiasmó a Ochoa quien de inmediato se levantó de su
escritorio anunciando que iba a hablar con el Presidente en Miraflores, saliendo de su
despacho seguido por Santeliz. En ese momento eran las 02:55 AM y el presidente aún
no había regresado a Miraflores. A partir de allí se pierde el rastro de “Rasputín” y
empiezan las acciones confusas de Ochoa. Es posible que hayan decidido conversar en
privado para planificar sus acciones o que hubiesen tomado rutas diferentes. Al salir del
estacionamiento el carro del Ministro con su escolta, eran las 3:00 AM, según atestiguan
los tenientes coroneles Julio Rodriguez y Diego Moreno quienes lo vieron salir. Según
ellos, al pasar el auto pudieron vislumbrar que en el vehículo protocolar iban el conductor
y tres personas más. Uno era Ochoa, el otro era su ayudante, sobre la identidad del
tercero hay dudas. Ochoa asegura que era su Habilitado el Cnel. Medina Sánchez quien
era su hombre de máxima confianza. En su libro “Así se rindió Chávez” Ochoa dice haber
llegado a Miraflores a las 3:00 AM unos minutos antes que el Presidente y que: “Al
bajarme del vehículo recibí las novedades del Tcnel. Rommel Fuenmayor.21”.
21. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 151
En realidad Ochoa no ha podido llegar a esa hora al palacio porque en ese instante
estaba saliendo del Ministerio de la Defensa. Este hecho aparece registrado en el libro de
control de entradas y salidas de los vehículos oficiales de ese Ministerio y fue observado
por el los tenientes coroneles Rodríguez y MorenoA la hora en que Ochoa salió del
Ministerio, el Presidente estaba en Venevisión. Cuando Oviedo llamó a CAP y le notificó
de la rendición de los alzados en Miraflores, CAP exigió regresar a su despacho. El Cnel.
Hung lo convenció que no podía hacerlo por razones de seguridad. El Primer Mandatario
solo podía retornar una vez que el palacio estuviera asegurado. Las labores de limpieza
de focos de resistencia y francotiradores tomarían más de una hora. Estos inconvenientes
retardaron el regreso de CAP a Miraflores. “Rasputín” por su parte ha debido salir del
Ministerio a las 3:00 AM, pero nadie lo vio partir. Santeliz ha podido salir con Ochoa o por
su propia cuenta. Lo cierto es que a las 4:15 AM llegó al Museo Militar en un vehículo
manejado por Altuve Febres, tal como declaró su compañero, el Cnel. Yanez Fernandez.
¿Qué hizo “Rasputín” durante esa hora y cuarto en que estuvo desaparecido? La única
razón lógica para ir hasta ese Museo en la madrugada, en medio de un cruento golpe es
porque sabía que allí estaba el líder del golpe y venía a asesorarlo sobre las próximas
jugadas. Aunque sea difícil de creer, el estratega del Ministro de la Defensa, jugaba el
mismo rol con el cabecilla del alzamiento. ¿Sabía Ochoa que Santeliz había ido al Museo
Militar? Este crucial detalle no aparece en su libro. Santeliz llegó al museo A las 4:15 AM.
Ochoa dice que a esa hora estaba Miraflores. Los oficiales de la Casa Militar informaron
que el Ministro llegó al palacio a las 4:55 AM.
Fernán Altuve Febres
Este personaje, amigo de Ochoa y Santeliz, tiene una historia muy interesante. Para el 4F
Altuve, junto con Santeliz y el mayor Falcón Veloz entre otros eran asesores del
“Gabinete de sombra” del Ministro Ochoa. Este empresario e ingeniero de armamento es
un ex cadete que estuvo en la Academia Militar entre 1956 y 1959. Es hijo de Leonardo
Altuve Carrillo un embajador e historiador ultraderechista de la época del general Marcos
Pérez Jimenez. Su padre fue amigo del papa de Fernando Ochoa Antich y esta amistad
fue compartida por sus hijos. Siendo cadete de 3er año ingresó a la Academia Militar la
promoción de 1958, a la cual pertenece el clan de “Los Panas”. Como Altuve conocía a
Ochoa Antich , se convirtió en su pupilo. Por esta vía eventualmente Altuve se hizo
protector de la banda de “Los Panas”. Desde entonces se hizo gran amigo del cadete
Ramón Guillermo Santeliz. Por razones no muy claras Altuve fue retirado de la Academia
Militar antes de graduarse. Al irse a la vida civil mantuvo nexos con Ochoa y Santeliz y se
convirtió en un conspirador compulsivo.
En 1961 Fernán Altuve Febres formó parte del grupo que trató de tomar la Academia
Militar con el Cnel. Edito Ramírez. En esa oportunidad ese coronel fue detenido por los
“Panas” en un extraño incidente que no fue investigado debidamente. Desde entonces he
sospechado que “Rasputín” pudo haber estado complotado con los golpistas esa noche.
En esa oportunidad la sorpresiva llegada del Comandante del Cuerpo de Cadetes con su
escolta a la prevención (hall de entrada) de la Academia Militar, obligó a Santeliz a dar
un giro de 180º. Con su habitual rapidez mental Santeliz se pasó con su pandilla al bando
de las fuerzas leales poniéndose a las órdenes del Cnel. Tulio Misael Pernía. Gracias a su
audacia, esa noche los “Panas” quedaron como héroes. Tres décadas más tarde
“Rasputín” invitó a Altuve a unirse al golpe del 4F. Para entusiasmarlo le hizo creer que
como el Presidente de la Junta sería Caldera y que el movimiento era de derecha.
Algunos lectores perspicaces se estarán preguntando, ¿qué hacía Santeliz, un
izquierdista infiltrado por Douglas Bravo, envuelto en una conspiración dirigida por un
ultraderechista como Edito Ramírez? La respuesta es sencilla. Edito era un seguidor del
coronel nasserista Hugo Trejo quien había sido captado por Douglas. En esa época los
seguidores de Trejo en el Ejército incluían izquierdistas y derechistas remanentes de la
logia que se alzó el 1º de enero contra el general Marcos Pérez Jimenez (MPJ). En esa
época aun existían nexos, establecidos durante la resistencia contra MPJ, entre el Cnel.
Trejo y Douglas Bravo.
De esta manera la madrugada del 4F Altuve fue el chofer de “Rasputín” cuando fueron
al Museo Militar a reunirse con Chávez. Altuve era amigo del Director de ese Museo, el
Cnel. Yánez Fernandez, otro camarada de la banda de “Los Panas”.
El Coronel Yánez Fernández
En su libro “Como se rindió Chávez” el Gen. Ochoa publicó una reveladora entrevista que
hizo al Cnel. Yánez, Director del Museo Militar el 4F. En esa interviú este oficial narra en
detalle lo ocurrido esa madrugada cuando Santeliz se apareció en el Museo Militar. Según
las declaraciones de Yánez, este general y compañero de promoción visitó dos veces el
museo. La primera a las 4:15 AM y la segunda a las 4:45 AM. Su relato establece que
esas visitas ocurrieron antes que Ochoa se reuniera con Santeliz en la antesala de CAP en
su despacho en Miraflores.
El libro del Ministro deja entrever, sin decirlo explícitamente, que cuando envió a
Santeliz al Museo Militar ya había puesto en cuenta a Pérez que Chávez era el jefe del
golpe y que estaba en el Museo Militar. Esa posibilidad se cae por su propio ante la
insistencia de Pérez en enviar a las 5:00 AM a la Fuerza de Tarea comandada por Oviedo
a La Carlota. La discrepancia en la hora puede ser debida a la presión del momento o
para disimular que la visita de “Rasputín” a Chávez se hizo sin autorización de CAP. ¿Cuál
versión es la cierta? Esa noche al huir de Miraflores, el CA. Carratú y el Tcnel. Dudamel
fueron los únicos militares que acompañaron al Presidente. Ellos solo recuerdan haber
recibido esa noche una llamada de Ochoa. La comunicación ocurrió poco después de la
1:00 AM estando el Presidente en Venevision antes de su primera alocución. En esa
oportunidad ocurrió el incidente en el cual Santeliz se inmiscuyó en la conversación sin
autorización. Esa llamada seguramente se hizo desde el despacho del Ministro con
Santeliz oyendo en una extensión. Esta comunicación puso receloso al Presidente al
punto que el mismo hizo señas para cortarla. Mientras estuvo huyendo el Presidente
nunca manifestó saber quién era el líder de la revuelta ni donde estaba. Esa información
hubiera sido útil para captura y CAP hubiese enviado a Oviedo con la Fuerza de Tarea al
Museo Militar.
Entrevista de Ochoa al Cnel. Yánez Fernandez
En su entrevista, el Cnel. Yánez empieza la cronología sobre la visita de Santeliz al Museo
Militar 45 minutos antes del regreso de CAP a Miraflores. En el libro “Así se rindió Chávez”
este coronel narra lo siguiente:
“A las 4:15 AM llegó al Museo Militar el Gen. Ramón Santeliz Ruiz en compañía del Sr.
Altuve Febres. Como no lo dejaban pasar me llamó y fui hasta la prevención (hall de
entrada) del museo. Traté de influir para que lo dejaran entrar, pero no lo logré y
Santeliz decidió retirarse.22” ¿Sabía Ochoa donde andaba y que hacía “Rasputín” en ese
momento? Si conocía la ubicación del jefe rebelde la notificó al Presidente?
22. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 151
Las declaraciones de Yánez dejan ver la sorprendente autonomía que le permitió
Chávez. Luego que lo despojó de su comando. En vez de detenerlo y ponerlo a buen
recaudo, Maisanta le permitió libertad de movimiento. Santeliz no fue autorizado a pasar
en su primera visita porque Chávez estaba ocupado al teléfono. Al retirarse ordenó a
Altuve detenerse en las cercanías del museo a esperar. Pasados unos minutos llamó de
nuevo por su celular a Maisanta. En todas estas llamadas el telefonista era el Cnel.
Yanez. Cuando al fin Chávez lo atendió, le pidió que regresara.
Más adelante en esa misma entrevista Yánez describe la segunda visita que Santeliz
hizo esa noche al Museo Militar:
“En la segunda oportunidad, Santeliz regresó a las 4:45 AM al Museo y Chávez lo
atendió. Estuvieron conversando unos 15 minutos y Chávez afirmó que no se iba a
rendir.23”
23. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 156
Según Yánez Santeliz salió del Museo Militar a las 5:00 AM. Al marcharse “Rasputín” se
dirigió a Miraflores con la misión de asesinar al Presidente o iniciar una acción retardatriz
para aplazar la rendición de Chávez lo más posible. El objetivo era dar tiempo a que la
Brigada Blindada llegara a Caracas. En ese momento Ochoa tenía 5 minutos de haber
llegado a Miraflores. En la madrugada sin tráfico el recorrido entre ese museo y Miraflores
tarda unos 5 minutos. Santeliz ha debido llegar a Miraflores alrededor de las 5:05 AM. De
alguna manera logró acceso al palacio. Lo cierto es que a las 05:15 acompañaba al
Ministro Ochoa cuando este se presentó a la antesala presidencial. Al reunirse con Ochoa
seguramente le dijo que venía de hablar con Chávez.
El Cnel. Hung notifica que Miraflores está asegurado
Cuando el Cnel. Hung informó que Miraflores estaba bajo control y que el Presidente
podía regresar, CAP dio instrucciones al almirante Carratú para preparar la caravana.
Antes de salir ordenó al edecán Dudamel que llamara al Ministro Ochoa que se
presentase en Miraflores de inmediato. Sus instintos le decían que debía tenerlo cerca y
alejado del medio castrense. En Venevisión había hablado con el General Heinz, el
Director de la DISIP, quien le alertó que había información no confirmada que Santeliz
era parte de la conspiración y que planeaba asesinarlo esa noche. Para entonces habían
llegado a Venevision varios vehículos antimotines de la Guardia Nacional que escoltaron
al Presidente a su retorno. A las 04:45 CAP ya iba rumbo a Miraflores.
Según reportó el coronel Hung, a las 04:55 AM se presentó Ochoa solo en la antesala
del despacho presidencial. En ese momento estaban allí el senador Alfaro Ucero y el Gen.
Oviedo. A partir de ese momento empieza a aparecer un desfase de dos horas entre la
versión de Ochoa y la de los oficiales de la Casa Militar. Considero que el testimonio de
estos oficiales responsables por la seguridad del presidente es fidedigno. En lo sucesivo
usaré la cronología aportada por ellos.
Según Ochoa, llegó a Miraflores a las 03:00 AM, pero solo fue avistado cuando se
presentó al despacho presidencial a las 4:55 AM. Nadie vio al Ministro en Miraflores
durante las dos horas previas en las que supuestamente estaba en el palacio. Es evidente
que la cronología de Ochoa está errada. El error pudo haber sido por acción u omisión. Al
usarse la cronología de la Casa Militar y no la de Ochoa, se llega a conclusiones
sorprendentes como veremos más adelante.
Al entrar en la antesala presidencial a las 4:55 AM, Ochoa fue recibido por el Cnel.
Hung. Este le informó que el Presidente estaba al llegar.
Rendición en La Casona
En la Casona, a las 5:00 al teniente coronel Luciano Bacalao Von Schambert, el
comandante del Batallón de Custodia, en medio de una pausa en el ataque, se le ocurrió
una idea. La residencia presidencial tenía un sistema de altavoces en caso de que
hubiese manifestaciones en el área a fin de comunicarse con la gente afuera. En ese
momento los protestantes eran paracaidistas disparando con saña a diestra y siniestra
contra un blanco que no podían conquistar. Bacalao pensó que por esa vía podía enviar
un mensaje a los atacantes y así lo hizo. Se dirigió a sus oyentes invisibles que le
disparaban proponiéndoles que se rindieran porque los atacantes de Miraflores ya habían
capitulado. Para hacerlo, propuso que el jefe de los atacantes llamara a su teléfono en La
Casona.
Tras unos minutos de espera, sonó el teléfono. Al levantar el auricular quien llamaba
dijo ser el capitán Rodríguez Torres, el jefe de los paracaidistas atacantes. Bacalao lo
instó a rendirse y le dijo que ya todo el mundo se había rendido menos él. Esto no era
cierto, pero el líder del ataque no tenía forma de saberlo. Sin pensarlo mucho, Rodríguez
Torres se entregó. Minutos más tarde el Tcnel. Bacalao y el Cap. Rodríguez (portando
banderolas blancas) se reunieron en una tradicional ceremonia militar en el
estacionamiento frente a La Casona. En ese momento el jefe rebelde depuso sus armas
terminando el sitio de La Casona que produjo quince muertos. Entre ellos seis defensores
y nueve atacantes incluyendo dos subtenientes de paracaidistas. Luego de esta rendición
las fuerzas leales enfocaron su atención sobre la Base Aérea de La Carlota.
CAP regresa a Miraflores
A las 5:00 retornó al palacio el Primer Mandatario y el Tcnel. Fuenmayor le dio
novedades. Unos 5 minutos antes había hecho lo mismo al llegar el Gen. Ochoa. Ochoa
en su libro dice haber llegado a Miraflores a las 3:00 AM. A partir de la salida del Ochoa
del Ministerio de la Defensa se inicia una cadena de disparidades entre la cronología de
acciones que el reporta en su obra “Así se rindió Chávez” y el horario observado por otros
testigos. Ojala que este libro contribuya a dilucidar las verdaderas horas en que esos
hechos sucedieron. La precisión de esta cronología es indispensable para explicar los
hechos ocurridos esa noche.
¿Que hizo Ochoa entre las 3:00 AM y las 4:55 AM? Esas dos horas son un misterio o
pueden ser una equivocación de Ochoa al estimar la hora en que llegó a Miraflores.
Ochoa debe aclarar esa incógnita. En situaciones de apremio, cuando la adrenalina
galopa, puede perderse el sentido del tiempo. ¿Estaba Ochoa reunido con Santeliz?
¿Dónde fue antes de ir a Miraflores? Él niega haber estado con “Rasputín”, al igual que el
Cnel. Medina Sánchez. Este último aporta una coartada que no explica las dos horas en
blanco de esa madrugada.
Por su parte al llegar CAP y ver al Gen. Oviedo allí le ordenó salir de inmediato con la
Fuerza de Tarea hacia La Carlota. Si Pérez hubiera sabido que el jefe de la revuelta era
Chávez y que estaba en el Museo Militar hubiera enviado allí a Oviedo y no a La Carlota,
con la orden de capturarlo vivo o muerto, a sangre y fuego.
Hecho esto CAP procedió a echar un vistazo al palacio para observar los daños. A las
5:10 regresó al despacho para empezar las audiencias. Unos minutos después entró a la
antesala el Ministro Ochoa seguido por el Gen. Santeliz. El Cnel. Hung vio con suspicacia
a este último de quien había oído rumores comprometedores. Ambos portaban uniforme
de campaña y estaban armados. Según el procedimiento operativo de la Casa Militar
nadie puede entrar armado al despacho presidencial. Luego de saludar al Ministro, Hung
se acercó a Santeliz y le preguntó que hacía allí. Este respondió que venía con Ochoa. En
ese momento el Ministro no negó este hecho.
Minutos después CAP mandó a pasar a Ochoa. Cuando “Rasputín” intentó seguirlo, el
coronel Hung se lo impidió. Santeliz molesto salió al pasillo. Como Ochoa estaba armado
Hung ordenó al edecán Fuenmayor pasar con él al despacho para vigilarlo. Al regresar a
la antesala Hung no vio a Santeliz y al asomarse al pasillo lo vio desierto. Dadas las
estrictas medidas de seguridad de esa noche, si Santeliz hubiese venido por su cuenta en
otro vehículo o a pie no hubiera podido pasar al interior de Miraflores. Incluso habría sido
detenido como sospechoso. De haber llegado solo ¿cómo pudo entrar? Una posibilidad es
que un infiltrado le hubiese franqueado el paso en la puerta. La entrada de “Rasputín”
armado a Miraflores y sin autorización, luego del alerta de Heinz, fue una falla grave de
la seguridad presidencial esa noche. ¿Que se proponía hacer ese general? En ese
momento Hung tampoco vio al Cnel. Medina Sánchez quien es su compañero de
promoción. De haber venido a Miraflores con Ochoa hubiera pasado a saludarlo. ¿Estuvo
Medina a esa hora en Miraflores?
La Fuerza de Tarea se desplaza a La Carlota
Luego de tomar Miraflores, el general Oviedo siguiendo instrucciones presidenciales envió
dos compañías del Batallón Bolívar y doce vehículos blindados Dragón a recuperar el
aeropuerto de La Carlota y la Comandancia de la Aviación.
La toma de Miraflores no había desgastado seriamente a sus tropas que estaban
prestas a continuar combatiendo. El aeropuerto de la Carlota ubicado en medio de
Caracas es utilizado por aviones civiles pequeños y es la base aérea de la capital. Dentro
de su perímetro está la Comandancia de la Fuerza Aérea y en sus inmediaciones se
encuentra la residencia presidencial de La Casona.
La Comandancia de la Aviación y la Base Aérea habían sido tomadas con facilidad por
los sublevados. Los insurrectos detuvieron al comandante de la Aviación el general
Eutimio Fuguet Borregales y a un grupo de generales y luego se atrincheraron.
CAP se reúne con Ochoa
Al entrar al despacho presidencial a las 5:15 AM Ochoa traía en su agenda informar sobre
las operaciones contra el golpe, la desaparición del Gen. Rangel Rojas, revelar la
ubicación de Chávez y proponer negociar con él para que se rindiera. Estaba seguro que
estas dos últimas cartas le ganarían de nuevo la confianza de CAP. Ochoa esperaba que
luego de la captura de Chávez sus probabilidades de no ser pasado a retiro en julio y ser
ratificado como Ministro de la Defensa o al menos para ser nombrado Ministro del Interior
aumentarían considerablemente.
Una vez dentro del despacho Ochoa notó que el edecán cerró la puerta y quedó dentro
del despacho tras él. El Ministro molesto le pidió que se retirara. Al oírlo CAP dijo
secamente “¡El edecán se queda!”. Obviamente CAP había perdido confianza en ese
Ministro y quería tener una protección armada vigilando a su visitante en caso que
atentara contra él. Dolido por la suspicacia de su mentor, Ochoa se dirigió al Presidente:
—Me he comunicado con todos los comandantes de Fuerzas, con la excepción del
general Rangel. Debe estar preso o comprometido con la insurrección24.
24. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 152
La respuesta de CAP fue sorpresiva:
—“Desde que comenzó la crisis he estado en contacto con él”25.
25. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 152
La respuesta sorprendió a Ochoa. Rangel lo había desconocido como ministro y el
presidente lo consentía. La actitud de Rangel ante Ochoa era un claro acto de
insubordinación en medio de un golpe. Esto era un evidente delito castrense, pero CAP no
conocía las leyes militares y eso lo tenía sin cuidado. Ante sus dudas sobre la fidelidad de
estos generales CAP prefirió alimentar la pugna entre ellos.
En ese momento Ochoa Antich ha debido pedir corte marcial contra Rangel, pero no lo
hizo. Fiel a su estilo diplomático y para evitar una confrontación que pudiera dañar sus
planes futuros, prefirió callar. En vez de aceptar la insubordinación de Rangel, Ochoa ha
debido pedir su destitución, pero para no agravar la crisis guardó silencio.
Las intrigas militares
Es probable que Rangel haya acusado a Ochoa ante CAP de conspirar, pero de él también
se recelaba. En todo caso la actuación postgolpe del Presidente ante las graves fallas de
estos generales fue precaria dejándolos en sus cargos como si no hubiera pasado nada.
Como el golpe dejó al Presidente políticamente débil y sin apoyos, no se atrevió a tomar
las medidas necesarias para corregir el entuerto. CAP se limitó a alimentar la pugna
interna entre los generales para dividirlos más. Esta falta de decisión se puede describir
con una frase que CAP hizo famosa:
“No hice ni una cosa ni la otra sino todo lo contrario”.
Para tratar de aclarar las razones que tuvo el Gen. Rangel Rojas para desconocer al
Ministro en medio del golpe traté de entrevistarlo. Quería preguntarle por qué no había
reportado el alzamiento al recibir el reporte del general Delgado Gainza antes de
mediodía. También pretendía saber porque los golpistas del “Codazzi” no lo habían
detenido en la Comandancia. Con esa intención le envié múltiples mensajes con las
preguntas por intermedio varios amigos comunes, pero no respondió.
El Gen Rodriguez Ochoa es propuesto como intermediario
Ante la revelación de CAP de estar en contacto directo con Rangel, Ochoa no protestó
pasando al siguiente punto en su agenda. Con ese tema pensaba reivindicarse ante CAP
revelándole que Chávez era el jefe de la rebelión, luego le daría su ubicación y pediría
que se iniciaran negociaciones a través del general retirado Arnoldo Rodríguez Ochoa
para que se rindiera.
Chávez había sido ayudante durante varios años de este general y tenía una buena
relación con él. Si este intento fallaba el Ministro Ochoa se ofrecería personalmente como
mediador porque que también era amigo del jefe rebelde. Para entonces había ganado
terreno enviando a Santeliz al Museo Militar para ponerse de acuerdo con Chávez, sin que
CAP lo supiera. Ochoa desconocía que su consejero privado tenía una siniestra agenda
oculta
Esa tensa entrevista al amanecer del 4F fue descrita por el Gen. Ochoa en su libro
“Como se rindió Chávez” de la siguiente manera;
“CAP estuvo de acuerdo con llamar al Gen. Rodríguez. Al oír la petición del Presidente
este general accedió a llamar a Chávez y al tenerlo en la bocina conversó con él durante
varios minutos. Luego reportó al Presidente que Chávez quería negociar para exigir
condiciones antes de rendirse”. Pérez reaccionó diciendo que no negociaba con alzados
haciendo naufragar el primer intento de contacto con Chávez. Ante esta actitud del
Presidente, el Ministro Ochoa pidió permiso para hablar él personalmente con Chávez
como mediador. El Presidente de mala gana lo autorizó y Ochoa salió del despacho para
buscar un teléfono en un sitio discreto. Al salir CAP dio órdenes al edecán Fuenmayor de
acompañarlo para oír lo que conversaban.
Entretanto Maisanta, asesorado por Santeliz, buscaba ganar tiempo contando que al
entrar el día otras unidades podrían sublevarse. Su mayor esperanza era que al llegar la
Brigada Blindada a Caracas, su suerte cambiaría. Esa ilusión le indujo a postergar su
rendición hasta bien entrado el día. Para entonces no sabía que el Gen. Salazar
Montenegro, Jefe del Comando Logístico del Ejército, había bloqueado la autopista con
enormes camiones y emplazado armas antitanque frente a esos obstáculos. Cuando el
comandante de los tanquistas alzados se enteró de lo que le esperaba decidió rendirse. A
las 05:30 ya Chávez sabía que la brigada blindada no podría salvarlo.
Emboscada en La Carlota
A las 05:30 AM al empezar a despuntar el día el general Oviedo ordenó al Tcnel. Braddly
Quintero penetrar a la base aérea. Cuando la avanzadilla avanzaba hacia la entrada de
“La Carlota” en el tramo situado entre el Centro Comercial Tamanaco (CCT) y el edificio
conocido como el Cubo Negro fueron emboscados. En ese encuentro murió el capitán
Jesús Alberto Santiago Carmona y seis soldados del “Bolívar” acribillados por
francotiradores que disparaban desde la azotea del Cubo Negro.
La emboscada no detuvo el avance de las tropas leales que hicieron replegar
rápidamente a los sublevados hacia la Comandancia de la Aviación. En el proceso hubo
pases rasantes de aviones F16 y Tucanos que desmoralizaron a los insurrectos e hicieron
rendirse un buen número de ellos. En ese momento el general Oviedo ordenó un alto al
avance para exigir la rendición de los alzados. Luego de esta escaramuza, al penetrar las
fuerzas leales a La Carlota, el Tcnel. Acosta Chirinos se rindió sin hacer resistencia en la
Comandancia de La Aviación.
Al regreso del Batallón Bolívar a su cuartel en Fuerte Tiuna, al revisarse la habitación
del fallecido capitán Santiago Carmona se comprobó que había sido parte de la
conspiración. En su habitación hallaron volantes subversivos y gran cantidad de
brazaletes del MBR200 para dotar a la tropa del batallón al alzarse. El capitán Santiago,
junto con el capitán Vladimir Padrino, eran los encargados de sublevar a este batallón
clave. Las medidas de seguridad tomadas por Braddly Quintero para impedir el acceso de
oficiales no orgánicos impidió el ingreso de Padrino, otro oficial infiltrado por Bandera
Roja. Con la rendición del Tcnel. Acosta Chirinos el golpe en Caracas quedó dominado.
Solo quedaban unos bolsones de insurrectos en Maracay y Valencia cuya limpieza sería
fácil.
Ochoa emerge como mediador
A las 5:35 Ochoa y Fuenmayor salieron hacia la sala de edecanes, situada en el 4º piso
del edificio anexo a Miraflores. Al llegar el edificio anexo estaba desierto con las luces
apagadas. Fuenmayor condujo a Ochoa a su escritorio y desde allí llamó a Chávez. Al
tenerlo en línea le pasó la bocina a Ochoa dejando el altavoz abierto. En ese momento,
de acuerdo con el libro de Ochoa se desarrolló el siguiente diálogo:
—“Chávez, lo estoy llamando desde Miraflores, ríndase para evitar más derramamiento
de sangre.
—Mi general, no me voy a rendir. Tenemos el control de importantes guarniciones.
—¡Le repito, ríndase!
—Mi general, ¿por qué usted no viene aquí para que conversemos?
—Usted está loco Chávez, ¡Si voy al Museo usted me detiene!
Aquí Ochoa intercaló en su libro una aclaratoria personal indicando que: “En ese
momento vi pasar al general Ramón Santeliz Ruiz, quien por iniciativa propia se había
trasladado al Palacio de Miraflores, por frente del escritorio del edecán del Presidente de
la Republica. Al verlo recordé que él era amigo personal de Hugo Chávez y le dije:”
—Chávez, aquí está el general Santeliz lo voy a enviar a conversar con usted las
condiciones para su rendición26.
26. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 155
—¡De acuerdo mi general!”
Ochoa en su libro dice que al cerrar la llamada con Chávez dio instrucciones a
“Rasputín”para que se reuniera con Chávez en el Museo Militar. Sobre este hecho el
edecán Fuenmayor me informó que en el momento de esa conversación solo estaban
Ochoa y el en la sala de edecanes, sin Santeliz. Esto puede haber sido un error de Ochoa
o tal vez teatro para disimular que Santeliz ya había hablado con Chávez sin autorización
del presidente. Con esta coartada hacía ver que Santeliz fue al Museo Militar luego de
que él pidiera autorización al Presidente.
El magnicidio fallido
A las 5:45 al regresar Ochoa con Fuenmayor a la antesala del despacho, Santeliz los
esperaba frente a la antesala del Presidente. Ochoa informó al edecán que ambos debían
pasar a hablar en privado con CAP para darle una información muy importante. Ochoa
seguramente desconocía los planes siniestros de Santeliz. El plan de Rasputín era matar
al Presidente, pero si el Ministro presentaba resistencia también lo liquidaría. El edecán
pasó al despacho para solicitar instrucciones porque ambos generales andaban armados
y había rumores inquietantes con respecto a Santeliz. En ese momento el Presidente
estaba en la oficina auxiliar con su staff preparándose para una rueda de prensa.
Cuando CAP se enteró que Ochoa venía acompañado del Gen Santeliz, a quien no
conocía, recordó lo que le había dicho el Gen. Heinz horas antes. Era un rumor no
confirmado, pero debía tomar previsiones para recibirlos porque estaba interesado en
conocer la información que traían. Antes de mandarlos a pasar CAP dio instrucciones a su
escolta civil para tomar posiciones estratégicas en la sala para actuar en caso que
hubiese un intento de atentado. CAP con sangre fría había decidido jugárselas el todo por
el todo. Si Santeliz lo intentaba asesinar, sería acribillado.
Al ser autorizados el edecán los condujo por la entrada posterior a la oficina auxiliar. Al
entrar Ochoa y Santeliz notaron que el edecán se colocó tras ellos con su mano derecha
en la empuñadura de la pistola. En las esquinas de la sala había miembros de la escolta
civil armados con amenazadoras ametralladoras Ingram M11. La intención de CAP era
clara. El que hiciera un movimiento amenazador sería pasado por las armas. Esta medida
de seguridad hizo que “Rasputín” abortara su plan de magnicidio. Si hubiera estado solo
con CAP y Ochoa los hubiera matado y luego huido a donde Altuve lo esperaba con su
vehículo. Con el edecán armado tras ellos y los escoltas en las esquinas era imposible.
Santeliz no tiene alma de suicida. Él sabía que lo matarían antes de sacar su pistola y se
quedó quieto.
Lo ocurrido en esa tensa entrevista fue narrado por CAP en “Memorias proscritas” de la
siguiente manera:
“El Ministro Ochoa llegó al despacho con el Gen. Santeliz a quien no conocía. Solo
recordaba que no había permitido que Ochoa lo nombrara en un cargo en el Ministerio de
La Defensa (Director de Administración), porque no le tenía confianza.27” Esa solicitud de
Rasputín había sido estúpida porque para entonces estaba sometido a una investigación
administrativa por corrupción. En ese momento Ochoa propuso:
27. R. Hernández y R. Giusti, “Memorias proscritas”, Editorial el Nacional 2000 p 370
—“Presidente, no le parece que es hora de pedirle a Chávez que se rinda?
—“Como hacemos” respondió CAP
—“Ochoa respondió: el Gen. Santeliz es amigo de Chávez y podría llamarlo”
CAP aceptó la propuesta y le pidió a “Rasputín” que lo hiciera. Al terminar la breve
conversación Santeliz anunció: “Sr. Presidente, Sr. Ministro, Chávez se rendirá a las 3 de
la tarde. En ese momento CAP irritado se acercó al teléfono diciendo en voz alta: “Dígale
a ese señor que se rinda o sino será bombardeado por la Aviación cuando amanezca.
Maisanta oyó el mensaje claro y fuerte y le dijo a “Rasputín” que se rendía solo si él lo
iba a buscar. CAP aceptó, pero en “Memorias Proscritas” acota lo siguiente: “He debido
enviar al Museo Militar a Santeliz acompañado por el almirante Carratú28” Terminada la
reunión Ochoa y Santeliz se retiraron para darle tiempo a Pérez para prepararse para la
rueda de prensa.
28. R. Hernández y R. Giusti, Ibid p 371
La rueda de prensa
En ese momento CAP se preparaba para ofrecer una rueda de prensa que sería televisada
a nivel nacional. Antes de salir Ochoa le hizo ver que un ataque causaría muchas muertes
en el populoso barrio que rodea al Museo Militar. En lugar de un ataque masivo el
Ministro propuso pasajes rasantes de aviones de combate para asustarlo y obligarlo a
rendirse sin condiciones.
Al salir Ochoa del despacho del Presidente, los periodistas lo abordaron. Cuando el
Ministro de la Defensa empezó a declarar se oyó la voz de CAP exclamando disgustado
“Yo soy el único autorizado para dar declaraciones”. Ochoa cortado calló y se colocó tras
el presidente. Esa rueda de prensa que se inició a las 6:10 AM fue vista en TV en cadena
nacional. Minutos antes, de no ser por la seguridad montada, Santeliz hubiera asesinado
al Presidente y a su compadre Ochoa.
Chávez se rinde
Una vez fuera del despacho del Presidente, Ochoa telefoneó a Chávez. La llamada fue
atendida como de costumbre por el Cnel. Yanez. En esta oportunidad Ochoa le dijo a
Chávez:
—“Si continúan los combates usted será responsable de los muertos. Ríndase de
inmediato Chávez u ordenaré que la Aviación bombardee el Museo”.
—“Mi general, necesito garantías….”.
—“Las tiene, Chávez, sus derechos serán respetados”.
Luego de un ominoso silencio se oyó la voz de Chávez, con tono apagado diciendo:
—“Mi general, me rindo”29.
29. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 166
Al oír esto Ochoa llamó por teléfono al Presidente, poco antes de la rueda de prensa,
para notificarle la rendición de Maisanta. En ese momento también le dijo: “Estoy
hablando con el Gen. Santeliz, sobre si sería conveniente que él hablara con Chávez para
convencerlo de aparecer en TV pidiendo a los alzados que se rindan31”
La respuesta de CAP fue seca: “No señor, hágalo preso, más nada. No tiene nada que
hablar. Un señor como ese quién sabe lo que va a decir, que proclama puede lanzar a las
FAN. Llévelo preso al Ministerio, métalo en una habitación, póngale una cámara de TV y
grábenlo y luego editan.30”
30. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 166
Luego de oír las órdenes del Presidente Ochoa le dijo a Santeliz que buscara a Chávez y
lo llevara detenido al Ministerio y lo entregara al almirante Daniels porque Pérez no lo
dejaba irse de Miraflores. Como Santeliz no tenía medios de transporte Ochoa le ofreció
un vehículo militar con conductor y escoltas. “Rasputín” quien tenía otras ideas en mente
le agradeció la oferta prefiriendo utilizar sus propios medios de transporte. Él necesitaba
libertad de movimiento en esta misión y no quería que lo vigilaran. Para él era mejor ir
en un auto civil que no llamara la atención y Fernán Altuve Febres lo iba a llevar por
tercera vez al Museo Militar. Al recibir la misión Santeliz desapareció. Había tomado la
decisión de transformar a Chávez de perdedor militar a vencedor político y necesitaba
tiempo para prepararlo antes de presentarlo a la prensa. Se había perdido una batalla,
pero ganarían la guerra. Antes de ir al Museo Militar decidió vestirse de civil para no
llamar la atención y pasar desapercibido.
Santeliz de nuevo en Museo Militar
A las 6:45 arribó por tercera vez en dos horas y media el general Santeliz al Museo
Militar. Para entonces se había quitado y vestía de civil con una chamarra roja. En ese
preciso momento empezaron a hacer pasajes rasantes aviones F16 sobre la vieja
fortaleza. Al entrar lo esperaba Chávez frente a la escasa tropa que quedaba del batallón
“Briceño”. Chávez no vino a saludar a su superior para entregarse. El general fue hasta
donde estaba Maisanta y lo abrazó llorando de amargura, como viejos camaradas que se
reúnen luego de perder una batalla. Luego de conversar unos minutos “Rasputín” le dijo a
Maisanta que debía bañarse, afeitarse y cambiarse de uniforme. Al efecto le entregó una
bolsa de útiles personales y una caja con uniforme y botas nuevas. Al salir se reunieron a
solas por media hora. En ese lapso Rasputín lo instruyó sobre lo que iban a hacer esa
mañana. A continuación le entregó un breve texto que debía aprenderse de memoria
porque tendría que pronunciar un discurso por TV esa mañana. Chávez lo leyó y luego lo
pronunció ante Santeliz y este le hizo ver algunas fallas que debía corregir. En ese
momento Chávez le dijo que debían pasar por una casa en el Barrio el Cementerio para
destruir material clasificado que tenía oculto. Al salir con su uniforme limpio y planchado,
el Cnel. Yánez los invitó a desayunar. Al terminar el condumio a las 7:40, se dirigieron al
patio de ejercicios donde se había organizado una ceremonia de rendición. A partir de allí
se desarrolló una escena surrealista en la que Santeliz le dio a Chávez tratamiento de
héroe victorioso, no de golpista fracasado.
A continuación Maisanta pasó revista a las tropas. Luego el jefe golpista se plantó
frente a sus soldados y dio una última arenga repitiendo de memoria las palabras del
texto preparado por Santeliz. Al terminar su exhortación se paró frente al menguado
remanente del Batallón “Briceño” y dio voces de mando para desarmar al personal y
entregar el material de guerra al Cnel. Yanez. Chávez se mantuvo armado por
instrucciones de “Rasputín” quien había diseñado el acto para crear una imagen triunfal a
su pupilo. En estas formalidades se fue más de una hora. Cuando estaban a punto de
salir Santeliz llamó a Ochoa y le dijo que estarían en el Ministerio de la Defensa alrededor
de las 9:30 AM
Terminado el fantasmal acto, Chávez y Santeliz se dirigieron al vehículo de Altuve y el
general con deferencia le abrió la puerta trasera derecha a Maisanta y luego se sentó a
su lado. Cuando el vehículo empezó a moverse el coronel Yánez, con rostro compungido
les dio el adiós con su mano, luciendo más derrotado que Chávez. En el vehículo Santeliz
le hizo repetir a su pupilo varias veces su discurso de menos de un minuto para corregir
algunas fallas.
CAPÍTULO 29
“Por ahora”
Los errores de CAP
El pecado de CAP no se limitó al mal manejo de los ajustes a la economía. Buena parte
de los yerros fueron causados por su empeño en desconocer la posibilidad de una
conspiración para derrocarlo. Esa ciega actitud lo llevó a tomar decisiones desastrosas
que facilitaron la asonada. Al ver en perspectiva lo ocurrido podemos diagnosticar que
CAP sufría de síndrome de “hubris”. Esa patología narcisista que padecen muchos
presidentes, les hace a creer que todo lo que hacen es correcto y que los demás están
equivocados.
Pese a múltiples alertas, CAP rechazó la posibilidad de que los militares conspiraran
para derrotarlo. Él creía estar gobernando bien y que no había un militar capaz de
tumbarlo. Luego del golpe CAP manifestó que la noche del golpe, no sabí a quién era el
jefe del alzamiento. Esto no es cierto, antes de marcharse a Davos la DISIP y la DIM y
algunos líderes políticos lo habían alertado del golpe. CAP por su orgullo y terquedad hizo
caso omiso a las señales de peligroPreviamente CAP había recibido muchas advertencias
de la amenaza. El 5 de diciembre de 1989 detuve a Chávez junto con 18 mayores de su
logia. En esa oportunidad se comprobó que Maisanta se proponía dar un golpe al regreso
de un viaje del Presidente a Europa. A su retorno CAP ordenó ponerlos en libertad. El
Caracazo del 27 de febrero fue otra campanada a la que hizo caso omiso. Luego vino el
golpe abortado del 17 de diciembre de 1989 al cual ignoró olímpicamente. En los días
previos a su partida a DAVOS la DIM y la DISIP le alertaron sobre un golpe a su regreso.
Finalmente el día antes de irse el senador Luis Alfaro Ucero llevó un mensaje mío
alertándolo. A ese mensaje anexe una lista de 38 conspiradores encabezada por Chávez.
Al verla CAP dijo burlonamente “¡Esas son vainas de Peñaloza, que se lo pasa viendo
golpes!”. Aunque la corrupción y el empobrecimiento de los venezolanos fueron causas
importantes de la insurrección, una razón fundamental fue la caída de los precios del
crudo. CAP había sido elegido prometiendo que con el volverían los buenos tiempos de la
Venezuela Saudita. Pérez en ningún momento reconoció que los altos precios en su
primer gobierno no fueron fruto de su esfuerzo, sino causados por la guerra del “Yon
Kippur”. Posteriormente con Luis Herrera la fiesta continu ó hasta 1982 gracias a la
Revolución Iraní que elevó los precios a $41 por barril. Cuando CAP no pudo repetir el
milagro la culpa de todos los males cayó sobre él. El 3 de febrero de 1992 el crudo
venezolano se cotizó a $17,65. El desplome de más del 60% engendró el alzamiento.
Las elucubraciones de Ochoa Antich
El 4 de febrero en la mañana el parte militar presentado al Ministro Ochoa fue frio y
preciso. Esa noche se alzaron 9 tenientes coroneles que eran las cabezas visibles del
movimiento. Tras ellos estuvieron 14 mayores, 54 capitanes, 67 subtenientes, 65
suboficiales, 101 sargentos de tropa y 2.056 soldados alistados. Por fortuna alzaron
menos del 10% del Ejército y al 90% que cumplió con la Constitución no le fue difícil
dominar a la minoría golpista. La mañana después del golpe solo quedaban las labores
de limpieza de los últimos reductos de sublevados y era cuestión de horas finiquitar el
golpe. Cuando a Ochoa lo abordaron los periodistas se mostró conservador diciendo que
el triunfo no era seguro, cuando los golpistas estaban derrotados.
A las 7:30 Ochoa recibió una llamada de Santeliz desde el Museo Militar notificando que
Chávez se había entregado sin ofrecer resistencia, pero que había formalidades que
cumplir para el desarme y que lo llevaría detenido al Ministerio alrededor de las 9:30AM.
Al oír la noticia Ochoa saboreó un momento de gloria, estaba agotado, pero feliz.
Su actuación en la crisis fue ambigua. Esa noche sus acciones fueron una mezcla de
lealtad al Presidente, a quien tanto debía, y de su apego hacia el Santeliz. Ese afecto
fraterno le llevó a no ver su evidente golpismo y sus sospechosas relaciones con los
comunistas. La falta de malicia fue influenciada por sus inclinaciones políticas. Ochoa es
un demócrata con simpatía hacia la centro izquierda. Sus lealtades están más cercanas al
partido Movimiento al Socialismo (MAS) que a AD. Uno de sus hermanos, Enrique Ochoa
Antich, fue fundador y Secretario General del MÁS. Esta postura política le hizo sentirse
cómodo con izquierdistas. Su estrecha relación con Santeliz, más su trato apaciguador
con los golpistas hicieron que sobre el recayeran sospechas de ser promotor de la
conspiración. Esa noche Ochoa fue leal con el Presidente, pero sus maniobras con
“Rasputín” dieron pie para pensar que tenía un doble juego.
Ochoa tomó la capitulación de Maisanta como un triunfo personal. Aunque CAP le había
mostrado desconfianza esa noche, al final había probado su lealtad y demostrando tener
razón en sus decisiones. Como siempre, su estilo fue más diplomático que marcial y sus
ambiguas acciones se prestaron para diversas interpretaciones. Esa noche el creyó haber
obtenido un gran triunfo que le facilitaría sus proyectos futuros. Era un personaje
conocido y la victoria de esa noche lo haría popular. Como estaba a punto de retiro
pensaba en su futuro político. Su carrera militar había sido exitosa, pero no brillante. Era
Ministro de La Defensa gracias a CAP, aunque algunos pensaban que era un golpista
agazapado. Yo no lo creo. Fernando siempre fue un demócrata que aspiraba llegar al
poder por un golpe sino por el voto. Su objetivo era alcanzar la presidencia elegido en
sufragios. En el peor de los casos tal vez hubiera aceptado, ser Jefe de una Junta Militar,
sin conspirar, tal como ocurrió con Wolfgang Larrazábal. Según el mismo lo reconoce en
su libro, los golpistas se lo propusieron en varias ocasiones y él lo rechazó. Lo insólito fue
que no detuvo ni denunció a los que hicieron esas ofertas.
El triunfo de esa noche lo llenó de orgullo y asumió que su futuro sería radiante. Había
manejado la crisis con tino evitando derramamientos de sangre. Estaba seguro que con
ese palmarés escalaría posiciones elevadas en su carrera política. Chávez estaba
derrotado y CAP había quedado golpeado políticamente. Él era el triunfador y gracias a su
conducción militar había salvado a Pérez y la democracia. El soñaba que como laureles
sería nombrado Ministro del Interior al retirarse. Luego se lanzaría como candidato a las
elecciones presidenciales de 1993, apoyado por CAP. Esa noche el Presidente se había
mostrado capcioso con él por culpa de Santeliz, pero a pesar de todo “Rasputín” le había
sido útil.
Al recibir a Chávez prisionero tendría oportunidad de exhibir públicamente su
generosidad ante el vencido. Un día después del aniversario del nacimiento del Mariscal
Sucre se mostraría al país como el prócer. El Virrey La Serna luego de ser capturado le
dijo a Sucre: “¡Gloria al vencedor¡”. A lo cual respondió el Gran Mariscal con gallardía
“¡Honor al vencido!” El mostraría su magnanimidad con Chávez. El rol de hombre
bondadoso y jefe militar triunfador lo haría popular entre el electorado. En las elecciones
de diciembre de 1993, ganaría con facilidad. No había un candidato capaz de derrotarlo.
CAP es felicitado por su triunfo sobre los golpistas
A medida que avanzaba la mañana fueron llegando mensajes de apoyo y felicitaciones a
CAP por su comportamiento frente a los golpistas. Un buen número de Presidentes y altos
funcionarios de muchos países enviaron mensajes de aliento. Uno de los primeros en
comunicarse con CAP fue Fidel. El dictador cubano no estaba feliz con lo ocurrido. Esa
mañana, en su residencia de Punto Cero en La Habana, se mesaba la barba indignado
por la trastada que Chávez le había infligido. Iracundo le gritó a Raúl que por eso nunca
había confiado en los malditos militares. Esa noche Fidel no había dormido pendiente del
triunfo del golpe y el resultado fue un fiasco descomunal cuando Chávez los dejó en la
estacada.
Luego del berrinche el cínico dictador ordenó a su Canciller Ricardo Alarcón que enviará
un cable a CAP y luego una carta personal felicitándolo por su airosa defensa de la
democracia. Esa mañana Pérez recibió la nota de Fidel diciendo “Confío en tu liderazgo al
frente de los destinos de la hermana República de Venezuela”. Pérez conmovido
agradeció es mensaje de solidaridad del traidor que quiso apuñalarlo por la espalda. Al
día siguiente CAP recibió una melosa carta del insidioso antillano felicitándolo en tono
ladino e hipócrita.
Las operaciones finales
A las 8:00 AM no se había logrado dominar aun los últimos reductos rebeldes, pero la
situación empezaba a normalizarse. La información que Chávez se había rendido
desmoralizó a muchos alzados, aunque otros pensaron que la noticia era falsa. En la base
aérea de la Carlota seguían los combates pero con menor intensidad. El Tcnel. Acosta
Chirinos sitiado en la Comandancia de la Aviación pronto agotaría su munición y debería
rendirse. Lo mismo ocurría en Maracay con los tenientes coroneles Urdaneta Hernández y
Ortiz Contreras quienes estaban atrincherados en el Cuartel Páez y la Brigada de
Paracaidistas mientras el mayor Torres Numberg seguía asediando la Base Aérea
Libertador. Entretanto en Maracaibo el Tcnel. Arias Cárdenas mantenía el control de los
Grupos de Artillería “Monagas” y “Freites”. En Valencia el Cap. Luis Valderrama un oficial
de comunicaciones con liderazgo logró mantener sublevada parte de la Brigada Blindada,
sin atreverse a salir de su cuartel.
Los rebeldes que aun luchaban trataban de aplicar el “Plan B” que contemplaba que en
caso que la operación contra Miraflores en Caracas fracasara, los rebeldes en Maracay,
Valencia y Maracaibo marcharían sobre la capital. Esa idea no tenía posibilidad alguna
porque es fácil bloquear los accesos de Caracas.
Chávez va a la Proveeduría de las FAN
Al salir del Museo Militar Chávez el detenido Chávez era el que daba órdenes. De
inmediato le indicó a Altuve que se dirigiera a la Proveeduría de las Fuerzas Armadas
ubicada en la avenida Sucre en Catia. Al llegar a las 8:20 AM no pudieron entrar porque
el sitio estaba en estado de alerta. Esa noche un pelotón de paracaidistas al mando de
un sub teniente había tomado esos depósitos. Luego de la toma el oficial de guardia de
la Proveeduría, el coronel Efrén Vicente Hernández Lezama con gran audacia había
desarmado al teniente y luego rindió al resto de los paracaidistas. Chávez vino a
despedirse de ese grupo que estaba allí a la espera que la DIM viniera a llevárselos
presos.
Chávez al llegar preguntó por el Gen. Pedro Manuel Hernández Guevara, el Director de
la Proveeduría. Como no estaba preguntó por el segundo que era el Cnel. Gustavo García
Ordoñez. Al salir este a la reja comprobó que era efectivamente Chávez y recordó que en
julio de 1991 ese oficial se había presentado a recibir cargo, pero pidió permiso para ir a
Barinas a atender el funeral de un familiar. Es solicitud fue concedida y Chávez se
marchó. A la semana regresó a notificar que el Ministro Gen. Ochoa Antich lo había
nombrado comandante del Batallón “Briceño” en la brigada de paracaidistas. La misma
situación ocurrió con el Tcnel. Jesús Urdaneta Hernández quien al presentarse a la
Proveeduría dijo que no iba a recibir ese cargo sino a pedir la baja. Días después se
presentó informando que el Ministro Ochoa lo había nombrado comandante del Batallón
“García de Sena” en la Brigada de Paracaidistas.
Luego de oír a Chávez el Cnel. García dijo que no podía autorizar su entrada a la
Proveeduría. En ese momento Santeliz llamó desde su celular al Gen. Rangel Rojas al
Comando del Ejército y este ordenó dejarlo pasar. Una vez dentro de la proveeduría ,
Chávez se reunió con los paracaidistas y les dirigió la palabra. Según el Cnel. García, en
esa breve alocución Chávez dio un breve discurso similar que unas horas más tarde lo
hizo famoso por TV. Era evidente que había practicado el discurso y se lo sabía de
memoria. Incluso uso la frase utilizó la frase “por ahora” acuñada por Santeliz.
A las 8:30 AM Chávez y su comitiva salieron de la Proveeduría en Catia pero en lugar de
dirigirse al Ministerio de la Defensa, se dirigieron a una casa en el barrio de “El
Cementerio”. Chávez utilizaba esta vivienda como nido de amor, escondrijo para
reuniones clandestinas y sitio donde ocultaba documentos secretos. Al llegar a las 9:00
AM lo esperaba allí su amante Erma Marksman, una comunista de origen alemán. Al
entrar procedió a incinerar el plan de operaciones “Zamora” que cargaba con él y otros
documentos, incluyendo literatura del “Foro de Sao Paulo” que ocultaba en ese lugar. En
esa tarea “Rasputín” y Altuve lo ayudaron. Esta actividad les tomó poco más de una hora.
Luego de destruir las pruebas que podrían usarse en su contra por los organismos de
inteligencia, se despidió de Erma y salieron hacia Fuerte Tiuna. Una vez concluida su
tarea Santeliz llamó a Ochoa y le informó que llegaría al Ministerio a las 9:30 AM. Ochoa
le indicó que estaba en Miraflores y que alertaría al VA. Daniels para que se encargara de
recibirlos. Al colgar puso al tanto al Presidente sobre la inminente llegada de Chávez al
Ministerio.
Chávez llega al Ministerio de la Defensa
A las 10:00 AM arribaron Chávez, Santeliz y Altuve al Ministerio de la Defensa. Esa hora
fue confirmada por el Tcnel. Diego Moreno y el mayor Luis Márquez Ovalles 1º y 2º
comandantes respectivamente del Batallón Caracas. El Cnel. Morean había ordenado a
estos oficiales que esperaran al detenido y lo condujeran a la oficina del almirante
Daniels. Estos oficiales estaban acompañados por un grupo de soldados comandados por
el Cap. José Acosta Carles, comandante de la compañía de seguridad. Este último es
hermano del mayor Felipe Acosta Carles, el miembro de la logia asesinado durante los
sucesos del Caracazo. En su libro Ochoa dice que Santeliz y Chávez llegaron a las 9:30
AM. Esa fue la hora estimada que le había dado “Rasputín” por teléfono, pero llegaron
media hora más tarde. La comitiva de Chávez, sin vigilancia tardó dos horas para hacer el
recorrido desde el Museo Militar que normalmente toma menos 20 minutos.
Al llegar el automóvil, un LTD marrón modelo 1985, manejado por Altuve con Chávez y
Santeliz como pasajeros el vehículo fue rodeado por los soldados. Al descender Maisanta
del vehículo el preso lucía bien ataviado, recién afeitado, portando un uniforme de
campaña de paracaidista nuevo, botas de campaña lustradas y una flamante boina roja.
El golpista lucía fresco, pulcro y desafiante. Lo más interesante era que venía armado con
su pistola de reglamento al cinto y un amenazante FAL terciado al estilo paracaidista en
sus manos. En ese momento Chávez parecía un general triunfante y no un teniente
coronel derrotado luego de un golpe chambón. A su lado “Rasputín” venía trajeado de
civil con una chamarra roja.
Chávez es conducido a presencia del Inspector de las FAN
Al salir del vehículo el jefe golpista fue abordado por el Tcnel. Diego Moreno quien le
ordenó entregar sus armas. En ese momento Chávez se resistió y hubo un forcejeo hasta
que intervino Santeliz para separarlos. En la trifulca el Cap. Acosta Carles le arrebató el
fusil. En ese instante “Rasputín” se interpuso imponiendo su autoridad. Hecho esto
“Rasputín” obligó a devolver el fusil a Maisanta y ordeno a Moreno que condujera al
detenido armado a la oficina del Inspector. De esta manera armado con su fusil y pistola,
sin haber determinado si el arma estaba cargada y la cacerina tenía balas, Maisanta hizo
su entrada al Ministerio custodiado por el Tcnel. Diego Moreno. A su lado iba Santeliz con
una pistola cargada escondida bajo su chamarra. En ese momento iba dispuesto a matar
a Ochoa para que Chávez insurreccionara al Ministerio.
Al tope de las escalinatas a la entrada al Ministerio había un grupo de militares y
empleados civiles encabezado por el mayor Fernando Falcón Veloz. Este oficial era un
amigo cercano a Chávez desde Barinas y era miembro del “Gabinete de sombra” de
Ochoa al igual que Santeliz y Altuve. Al pasar frente a ellos la comitiva con el preso el
grupo aplaudió a Chávez. Luego tomaron el ascensor para llevarlo a presencia del VA.
Daniels.
Al tomar uno de los ascensores del hall del Ministerio con el detenido, el grupo que
aplaudió a Chávez a la entrada tomo los otros ascensores y siguieron tras el detenido al
5º piso. Al salir del ascensor con el prisionero Chávez vio al Tcnel. Tcnel. Carlos Eduardo
Level quien pasaba por allí. Al verlo le hizo un saludo amistoso. Level era más antiguo
pero habían servido juntos. Al llegar a la oficina de Daniels, Santeliz le hizo entrega
formal del prisionero y en ese momento el almirante ordenó desarmarlo. Según él, “Fue
muy sospechoso que Santeliz haya permitido a Chávez mantener su armamento después
de rendirse. He llegado a pensar que había la intención de protagonizar alguna acción
militar al llegar al Ministerio de la Defensa.31”.
31. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 169 Daniels opina (442)
A la entrada de la oficina del almirante se había agolpado el grupo donde iba Falcón y
este logró colarse tras Chávez. Al enterarse que Ochoa estaba en Miraflores y verse
rodeado de soldados armados, Santeliz abortó su plan porque era claro que el alzamiento
había sido derrotado.
Al llegar frente a Daniels este ordenó a Chávez entregar su armamento, Santeliz se
despidió con un efusivo abrazo mientras ambos derramaban lágrimas. Alrededor se
agolpaban los VA. German Rodriguez Citraro, Rafael Huizi Clavier y el CA. Luis Hernández
Olivares. Según Huizi, al ser desarmado “Chávez se observaba pálido, pero
correctamente uniformado.32” A Huizi se le paso por alto decir que los altos jefes militares
que lo rodeaban estaban sin afeitar con cara de trasnocho y portaban uniformes ajados.
Con ese mismo aspecto desaliñado y con aspecto de perdedores, esos oficiales
aparecieron poco después en TV rodeando a Chávez.
32. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 170 Huizi opina (442)
A las 10:20 Chávez fue llevado a su lugar de reclusión temporal en el pasillo que
conduce a la Sala de reuniones de la Junta Superior, al lado de la oficina del Ministro.
Entretanto el Inspector Daniels y el Jefe Estado Mayor Jimenez se reunieron para seguir
el desarrollo de las operaciones contra los reductos rebeldes. El Tcnel. Moreno envió el
armamento de Chávez al parque del batallón “Caracas” y estableció su puesto de
comando en la sala de espera del Ministro.
Chávez es recluido en el comedor privado
del Ministro Ochoa
Una vez desarmado Chávez fue conducido a las 10:15 AM al comedor privado del Ministro
ubicado detrás de su oficina, en el 5º piso. En la puerta de acceso al despacho del
Ministro comedor se apostaron varios soldados comandados por el teniente José
Humberto Rodríguez Ruiz, del Batallón “Caracas”. Al pasar revista Moreno notó a Chávez
deprimido. A fin de evitar un intento de suicidio, pidió al detenido quitarse la correa y los
cordones de sus botas de campaña. Una vez instalado le ofreció café y cigarrillos. En ese
momento Chávez pidió que le permitieran llamar a su abuela Rosines. Luego de
conversar 15 minutos Moreno le retiró el teléfono y se marchó a inspeccionar los puestos
de guardia. Antes de retirarse dio estrictas órdenes que nadie podía ver al detenido sin su
autorización o la del Ministro. Cuando se dirigía a su oficina recibió un mensaje del Cnel.
Morean recomendando no dejar solo a Chávez y que había que levantarle la moral antes
de presentarlo en TV. Recordando el saludo amistoso de Chávez al Tcnel. Carlos Eduardo
Level lo llamó y le pidió que estuviera un rato conversando con él. A las 11:45 Level se
reunió con Chávez en el comedor del ministro. Level es más antiguo que Maisanta, pero
su esposa está emparentada con una exnovia de Chávez. Al llegar Chávez le dijo que le
dolía la cabeza y le silbaban los oídos. Level pidió unas tabletas del calmante Parcel y le
permitió llamar a su familia.
Una vez instalado el cautivo, el Tcnel. Moreno recibió una llamada de CAP: “Le
encomiendo cuidar la vida de Chávez. ¡Hay rumores que pretenden asesinarlo!¨. Ante
esta amenaza informó al almirante Daniels quien dio la orden de desalojar el 5º piso..
Por su parte Moreno redobló la guardia en el 5º piso,
¿Quién decidió permitir la aparición de Chávez en TV?
La Junta Superior de las Fuerzas Armadas de Venezuela es el más alto organismo de
decisión militar. Este cuerpo colegiado se reúne para tomar decisiones de carácter
estratégico o cuestiones muy delicadas. Está compuesto por el Ministro de la Defensa
(Ochoa), el Inspector General (Daniels), el Jefe del Estado Mayor Conjunto (Jimenez) y
los Comandantes de Fuerza: Ejército (Rangel), Marina (Peña), Aviación (Fuguet) y
Guardia Nacional (Maya). Aunque parezca extraño dados los acontecimientos, el 4 de
febrero no se reunió la Junta Superior.
Las decisiones administrativas en el Ministerio de la Defensa, que no implican el empleo
operacional de las unidades de combate, son tomadas por un grupo Ad-Hoc denominado
“Alto Mando Militar”. Este órgano compuesto por el Ministro de la Defensa, el Inspector y
el Jefe del Estado Mayor Conjunto de las FAN no está contemplado en las leyes y
reglamentos militares y por lo tanto no tiene personalidad jurídica.
Permitir hablar en TV al jefe golpista con el golpe aun en marcha fue una decisión de
carácter político y de alto riesgo. Dejar hablar en vivo a Chávez, sin haberle preparado
previamente un texto para leer era una receta ideal para un desastre. La posibilidad de
que su mensaje convenciera a los rebeldes a rendirse era una apuesta que debía
compararse con el riesgo que dijera algo inconveniente. Todas estas consideraciones han
debido ser sopesadas por el Presidente y sus asesores antes de autorizarla. Esa decisión
no podía ser tomada por el Ministro de la Defensa ni por el Alto Mando Militar, salvo en
situaciones de emergencia, ante la imposibilidad de comunicarse con el Presidente.
La idea fue presentada inicialmente a Pérez por el Gen. Ochoa a las 5:30 AM, indicando
que era una propuesta de Santeliz. El Presidente que veía con recelo a ese general
rechazó de plano esa proposición. Es idea volvió a surgir cinco horas más tarde. Según
Ochoa, el almirante Daniels llamó a las 10:30 AM para proponérsela. El proceso que
condujo a la autorización fue “sui generis”. El Ministro explicó en su libro lo siguiente:
“Luego de la traída de Chávez como prisionero al Ministerio de la Defensa se reunió, el
Alto Mando Militar ante una peligrosa situación de emergencia que se vivía en la Base
Libertador de Maracay. Un grupo de insurrectos comandados por el mayor Torres
Numberg, con varios tanques AMX 30, amenazaban la Base Libertador. En Maracay el
Tcnel. Urdaneta y en Valencia Cap. Valderrama en Valencia se negaban a entregarse
pese a habérseles informado de la rendición de Chávez. Ante esto el Alto Mando Militar
recomendó que Chávez fuera presentado en TV enviando un mensaje ordenando deponer
las armas33. En ese momento el Alto Mando no tenía quorum, en ausencia de Ochoa.
Estaba compuesto por solo dos personas: él VA. Daniels y el GD Jimenez. Como el Gen.
Iván Jimenez de la Aviación no participó en esta decisión, ella recayó unilateralmente
sobre Daniels. Este almirante no representaba el Alto Mando, era solo el Inspector de las
FAN y no tenía derecho a hablar ni a negociar en nombre del Alto Mando de las FAN,
porque esa figura es una ficción no establecida en las leyes.
33. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 170 El alto mando recomienda (444)
Sobre este hecho Ochoa comenta en su libro: “Siempre he creído que en la oficina de
Daniels se organizó una mini conspiración para permitir la presentación de Chávez en
TV.34” Ante esta propuesta Ochoa pidió unos minutos para solicitar permiso al Presidente.
34. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 170 Siempre he creído (444)
Según declaraciones del almirante Carratú, Cuando Ochoa presentó la propuesta de
Daniels al Presidente, CAP se molestó y dijo que quería ver a Chávez desarmado, sin
uniforme y esposado. Cuando Ochoa insistió logró persuadir a CAP quien le dijo “Lo
autorizo, pero antes graben el mensaje para evitar declaraciones inconvenientes.35”
Cuando el Ministro notificó la orden presidencial a Daniels, Ochoa dice que este
respondió: “No hay tiempo de grabar. El ataque a la Base Libertador es inminente. 36”.
Según Ochoa, ante esta delicada situación decidió a motu proprio: “Si la situación es tan
grave, presenta a Chávez ante la TV sin grabarlo37”. Para complicar la situación, Ochoa
no notificó su decisión a CAP.
35. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 171 Lo autorizo pero graben (444)
36. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 171 Daniels no hay tiempo de grabar (445)
37. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 171 Ochoa preséntalo sin grabarlo (446)
Al respecto Daniels tiene un punto de vista diferente. El reconoce haber hecho la
propuesta a Ochoa de presentar a Chávez en TV, luego que alguien le propuso esa idea.
Cuando lo hizo no sabía que esa propuesta había sido hecha horas antes por Santeliz y
que había sido rechazada por el Presidente. Daniels aclara que Ochoa no le dijo que CAP
había prohibido la transmisión en vivo. De haberlo sabido hubiera ordenado grabarlo. Esa
información pone la decisión de hacer la rueda de prensa en vivo en manos de Ochoa. La
idea de presentar a Chávez en TV fue de Santeliz.
La mini rueda de prensa del “Por Ahora”
Al recibir la autorización Daniels a las 11:00 AM llamó al Coronel Juan Antonio Pérez
Castillo, el Director de Relaciones Públicas. Al comunicarse le ordenó convocar a una
rueda de prensa en cual Chávez llamaría a los insurrectos a deponer sus armas. Para
entonces aún no se conocía oficialmente el nombre del cabecilla del golpe y la
expectativa era enorme. Un enjambre de periodistas que pululaban en la planta baja del
Ministerio a la espera de noticias, se aglomeró frente a la oficina del Cnel. Pérez Castillo.
Minutos después los reporteros fueron conducidos al 5º piso al Salón de Honor adyacente
a la oficina del Ministro.
A las 11:15 pasaron al salón repleto de periodistas al Tcnel. Hugo Rafael Chávez Frías.
Alrededor de él se ubicaron él VA. Elías Daniels, el Gen. Iván Jimenez y otros oficiales de
menor rango. Al lado del jefe golpista se colocó el ciudadano Fernán Altuve Febres. El
general Santeliz también estaba en el salón, pero fiel a su costumbre de pasar
desapercibido se mantuvo fuera de cámara. Luego de una rápida presentación hecha por
Daniels, Chávez tomó la palabra.
Cuando los periodistas pusieron los micrófonos frente a Maisanta, este con gran aplomo
pronunció un breve discurso de 50 segundos que cambió la historia de Venezuela. En su
fugaz alocución un Chávez correctamente uniformado y con aire marcial se lució al lado
de un grupo de generales y almirantes que ni siquiera se habían afeitado y portaban
uniformes ajados y sudorosos. El líder de la logia fue directo y al grano diciendo:
“Compañeros lamentablemente por ahora los objetivos que nos planteamos no fueron
logrados… Es tiempo de evitar más derramamiento de sangre… Vendrán nuevas
situaciones y el país podrá enrumbarse hacia un destino mejor… Asumo la
responsabilidad de este movimiento bolivariano”. En el discurso no hubo ningún acto de
contrición, ni disculpas por los muertos, heridos y daños materiales causados. El
paracaidista solo se lamentó por no haber tenido éxito. La frase que captó la atención del
país fue el famoso “por ahora” manteniendo viva la esperanza que más adelante
lograrían sus objetivos. Otra frase impactante fue el declararse responsable del golpe sin
dar excusas por el delito cometido al violar la Constitución y el juramento militar.
La confesión de Santeliz
Esos 50 segundos han sido los más impactantes en la historia de Venezuela. Tan pronto
concluyó Daniels lo apartó de los micrófonos y ordenó llevarlo a su sitio temporal de
reclusión. Para entonces el duende se había escapado de la lámpara. Los trasmisores de
microondas de Venpres se encargaron de llevar a todo el país la alocución en vivo y en
directo. De inmediato los periodistas salieron corriendo a sus redacciones a dar la noticia
que un nuevo mesías había aparecido en Venezuela. De la noche a la mañana Venezuela
tenía un nuevo héroe.
CAP montó en cólera al enterarse que Chávez fue presentado en TV contraviniendo sus
órdenes. Luego de oír los airados reclamos de CAP, Ochoa salió molesto hacia La Casona
a visitar a Doña Blanca de Pérez, la esposa del Presidente. Desde allí fue al Ministerio de
la Defensa donde llegó a las 2:00 PM luego de terminada la rueda de prensa con Chávez.
Al respecto el Ministro hizo las siguientes reflexiones en su libro: “¿Fue una ligereza mía
desobedecer la orden de grabar la rueda de prensa antes de trasmitirla? El error fue
presentarlo perfectamente uniformado y con una actitud de rebeldía38. ¿Había previsto
Chávez con Santeliz esta aparición en TV? Fernán Altuve Febres confirmó posteriormente
esa versión de los hechos.
38. General Fernando Ochoa Antich, Ibid p 173 Fue una ligereza (446)
De Santeliz se podía esperar eso y más. En el libro “Memorias Proscritas” escrito por
Ramón Hernández, CAP afirma que la idea de presentar a Chávez en TV surgió de una
conversación entre Ochoa y Santeliz en Miraflores. En ese libro CAP también denunció
que Santeliz y Altuve tenían la intención de atentar contra su vida en Miraflores.
Al respecto Ochoa relata que en el año 2000 tuvo su último encuentro con “Rasputín” y
al preguntarle sobre las imputaciones de CAP, Santeliz le respondió: “Fernando, esa
noche el Presidente Pérez salvó su vida porque Altuve y yo nos dimos cuenta que para
hacerlo tendríamos que matarte. Eso impidió el magnicidio”. La siniestra confesión de
“Rasputín” deja claro cuál era su intención. Por fortuna el astuto CAP le leyó el
pensamiento y tomó medidas para protegerse.
Tal como esperaba Ochoa, al aparecer Chávez llamando a la rendición, sus seguidores
obedecieron de inmediato. Para mediodía todos se habían entregado y la paz volvió a
Venezuela hasta el siguiente golpe ocurrido nueve meses más tarde. Para entonces el
tema del día eran los encendidos elogios al jefe golpista. Era obvio que un extraño virus
había sido inoculado a los venezolanos con la jeringa del “¡Por ahora!”. Esa frase fugaz
pronunciada en un mini discurso de 50 segundos pasó a la historia venezolana. ¿Quién
fue el “creativo” que la incluyo en el efímero discurso? Tal vez fue el mismo que le
redactó el discurso a Caldera al día siguiente en el Congreso.
El almuerzo de Chávez con el Alto Mando
Ochoa regresó de Miraflores y la Casona luego de recibir un regaño público de Pérez por
haber permitido la rueda de prensa en vivo. A mi juicio esa era una causal de destitución,
pero prevaleció el afecto de CAP por su pupilo y no lo hizo. Al entrar en su despacho se
dio cuenta que su comedor privado se había convertido en la celda de Maisanta. Como no
había almorzado decidió comer allí y decidió invitar al detenido, a Daniels. Además invitó
a Santeliz y a Falcón Veloz.
Ese almuerzo kafkiano duró varias horas y generó lógicas suspicacias. Esa aparente
muestra de hidalguía de Ochoa no fue entendida. Muchos lo criticaron porque no se
explicaban como podía invitar a un ágape a quien había violado su juramento insurgiendo
contra la Constitución horas antes. Ese delito más los muertos, heridos y daños
materiales no se podían obviar. Lo peor fue el daño a la institución armada que quedó
herida moralmente. Chávez había sido amigo Ochoa y lo había traicionado, pero eso no
molestó al Ministro. Mientras el condumio se realizaba los murmullos de desaprobación
corrían por los pasillos del ministerio. Desde entonces Ochoa ha estado explicando en
vano que lo movió a hacer ese bizarro almuerzo.
Los motivos de Ochoa
No creo que Ochoa haya conspirado contra CAP y que haya promovido el golpe del 4F.
Eso no estaba en su agenda política. Ochoa tiene más sentido político que militar pero en
esa oportunidad le falló su olfato político. Queriendo ser un moderno “Sucre” se mostró
como un “Chamberlain” apaciguador, como el Primer Ministro del Reino Unido con Hitler.
Ya había hecho lo mismo cuando detuve a Chávez en 1989. Cuando CAP ordenó liberarlo
lo invitó a comer. También lo hizo en enero 1992 cuando Heinz presentó ante la Junta
Superior de las FAN un informe acusándolo y él lo invitó a comer previniéndolo de las
investigaciones. Es el estilo de Ochoa y como dijo Buffon, “El estilo es el hombre”.
Creo que el estilo de Ochoa motivó a Chávez a ofrecerle por varias vías la jefatura de la
Junta de Gobierno que pensaba instalar al derrocar a CAP. Esto lo menciona Ochoa en
varias oportunidades en su libro. En ningún momento señala haber detenido o
denunciado a los intermediarios que le hicieron la oferta. En su obra también indica haber
recibido “propuestas indecentes”, políticamente hablando, de Santeliz. Además su gran
amistad con el Gen. Yépez Daza, el golpista eterno, indica que nunca quemó sus naves
ante esta posibilidad. Pero por encima de todo estuvo su amistad con CAP cuyos nexos
eran casi filiales. Ese afecto y el contar con su apoyo político para una eventual campaña
presidencial le hicieron mantener su fidelidad a CAP. Esa fidelidad fue difícil de entender
esa noche cuando estuvo acompañado de la persona que se proponía asesinar al
Presidente.
Sus detractores seguirán cuestionando sus motivos hasta el fin de sus días. Pocos se
dieron cuenta que eso era parte del plan político de Ochoa. Por su parte Santeliz y
Chávez también desarrollaban su propia estrategia. Chávez no se fugó del Museo Militar o
durante su traslado al Ministerio porque se hubiese visto como un abandono y acto de
cobardía ante sus seguidores que aun combatían. En Hispanoamérica muchos líderes
exitosos han pagado condenas en la cárcel acusados de delitos políticos. Esta pasantía
entre rejas no es un baldón sino una honra que sirve de combustible para carreras
políticas.
Luego de concluir el almuerzo Chávez, sin custodia, acompañó a Falcón a su oficina
para recoger unos libros. Allí pasaron media hora conversando en privado y luego
volvieron al comedor del Ministro. A las 5:00 PM Chávez fue conducido a la DIM
acompañado por Santeliz y Falcón en una camioneta del ministerio con dos escoltas. En
la DIM fue recibido por el general José de La Cruz Pineda siendo pasado de inmediato a
rendir declaración.
Los motivos del grupo “Caldera”
El Gen. Rangel Rojas fue un actor de relleno en esta tragedia. Fue un buen oficial de
tiempos de paz, con excelente presencia, pulcro, obediente y cortesano. Cuando lo tuve
bajo mi mando en la Academia Militar le comenté a un amigo: “No me gustaría ir con él a
una guerra”. No le atribuyo cobardía, sino una condición innata que le hace congelarse
bajo presión. En esas situaciones se bloquea y no actúa ni toma decisiones”. Es estado de
parálisis lo que pude observar en varias oportunidades cuando estaba en apuros. Lo
ocurrido esa noche lo describe de cuerpo entero. Rangel cubría esta debilidad con dos
colaboradores entrañables que lo rodeaban: el Gen. Orozco Graterol, un oficial inteligente
y “duro” y el entonces Cnel. Raúl Salazar Rodriguez, un hombre con personalidad,
ejecutivo y muy franco al hablar. Los tres eran los cabecillas del grupo “Caldera”. Al igual
que en el caso de Ochoa, este grupo no era golpista, pero seguía lineamientos de
Caldera. Los tres supieron del golpe el lunes 3 de febrero antes de mediodía y no
tomaron ninguna acción para evitarlo. Su actitud tuvo viso de haber sido una acción
retardatriz para dejar que se desarrollara el golpe.
El expresidente Caldera no fue un líder del golpe, sino un compañero de ruta de los
conspiradores que le ofrecieron la presidencia de la Junta de Gobierno, al igual que lo
hicieron con Ochoa y Gruber. A los tres Chávez les prometió convertirlos en una versión
moderna de Wolfgang Larrazábal llegando al poder sin conspirar y sin comandar a los
golpistas. Entretanto Chávez se reservaría, como Fidel, el comando de las Fuerzas
Armadas y sería el poder tras el trono. Gruber y Visconti fueron acusados después del 4F
por Heinz, pero continuaron en la carrera gracias a la defensa de sus superiores. De esa
manera sobrevivieron para dar el golpe del 27N.
El Programa “Impacto” con Edgardo de Castro
Luego de ver a Chávez en su fugaz aparición en TV quedé anonadado. ¿Cómo era posible
que el gobierno hubiese dado semejante paso en falso?. Obviamente los que tomaron
esa decisión no tenían idea de las consecuencias históricas que iba a producir ese error.
La gauchada de Chávez y Santeliz puso en órbita Maisanta. Mientras pensaba en eso fui
al supermercado cercano. Allí me encontré a un grupo de amigos conversando. Al oírlos
percibí la admiración que sentían por el golpista. Cuando les dije que era un comunista
me cayeron encima. Uno de ellos me dijo que yo tenía envidia por no haberme atrevido a
alzarme. Esa reacción me turbó. ¿Cómo era posible que no vieran el peligro que los
acechaba y encima aplaudían al lobo con piel de oveja?
Luego de regresar a mi casa recibí una llamada de un productor de la televisora
Venevisión. Al tomar el teléfono me invitó a un programa especial que se transmitiría esa
noche a las 8:00 PM con Edgardo De Castro, el comentarista ancla de ese canal. De
inmediato acepté la invitación que me permitiría explicarles a mis compatriotas quien era
Chávez y sus compinches. Al conversar con De Castro, antes de iniciarse el programa en
vivo, me explicó que me habían seleccionado porque había detenido a Chávez en 1989 y
no me habían hecho caso. Además me dijo era un especial de una hora, pero que dado el
interés del tema podría extenderse de ser necesario. Respondí que no tenía problemas e
iniciamos la entrevista.
En ese programa especial narré buena parte del contenido de este libro. Mi propósito
fue revelar el carácter comunista de Chávez y sus conexiones con Fidel, Douglas y
Rodríguez Araque. Terminada la primera hora De Castro me informó que debido al gran
número de llamadas de televidentes pidiendo que se extendiera la entrevista lo pensaba
alargar con una hora extra. Yo accedí y seguimos conversando hasta las 10:00 PM. Al
final me preguntó ¿Si usted fuera Presidente que medidas militares tomaría? Mi respuesta
fue rápida: “Destituiría a todo el Alto Mando 3Militar”, degradaría a los cabecillas de la
logia y pediría su condena a la Justicia Militar para inhabilitarlos”.
Al día siguiente. Había pautado un desayuno con mi compañero Manuel Heinz en la
DISIP. A la 1 PM tomé un avión para Nueva York. A las 8 de la noche estaba de regreso
en mi apartamento y al día siguiente me reintegré a mi trabajo. El viaje a Venezuela
había sido accidentado, pero al menos se había derrotado a los golpistas. Años más tarde
me di cuenta que estaba totalmente equivocado.
Epílogo
El día después
El 5 de febrero en la mañana se convocó a una sesión extraordinaria del Congreso para
condenar el golpe, suspender las garantías constitucionales y establecer el toque de
queda. Por acuerdo de las fracciones parlamentarias se decidió no debatir el tema y
limitarse a redactar un comunicado condenando el alzamiento Al iniciarse la sesión El
diputado Henry Ramos Allup (AD), presentó un proyecto de acuerdo que decía: “un grupo
de militares se levantó en armas para intentar asesinar al presidente como un plan para
derrocar la democracia”. A continuación hubo una ronda de discursos. Notorios fueron los
de los senadores Caldera y David Morales Bello.
Caldera no atendió el acuerdo de no debatir pronunciando un polémico discurso
rebatiendo la tesis del magnicidio e indicando que las causas del golpe eran más
profundas. A continuación dio una arenga demoledora. Sus palabras más contundentes
ese día fueron:
“Es difícil pedirle al pueblo que se inmole por la libertad y por la democracia cuando
piensa que la libertad y la democracia no son capaces de darle de comer y de impedir el
alza exorbitante en los costos de subsistencia; cuando no ha sido capaz de poner un coto
definitivo al morbo terrible de la corrupción, que a los ojos de todo el mundo está
consumiendo todos los días la institucionalidad. El golpe militar es condenable de toda
forma, pero sin embargo sería ingenuo pensar que se trata solamente de una aventura
de unos cuantos ambiciosos Hay un mar de fondo en el país y si esa situación no se
enfrenta, el destino nos reserva muchas y muy graves preocupaciones”
Ante la posición de Caldera el senador Morales Bello expresó
“No podíamos, sin incurrir en gravísimas contradicciones, plantear a destiempo hechos y
circunstancias políticas que desdibujaran la intención cierta y condenatoria del Congreso.
Se condena en una sola palabra ¡mueran los golpistas!!
El discurso de Caldera reflejó su decepción por el fracaso del golpe que para él fue una
derrota. Siendo un avezado político, leyó bien la popularidad de los golpistas y convirtió
su discurso en la plataforma que le permitiría llegar por segunda vez a la presidencia. El
clima en el Congreso dejó ver que si hubiese habido una votación para condenar o
vitorear el golpe, el ganador hubiese sido Chávez con amplia ventaja. Morales Bello tuvo
suerte de no ser linchado en el Congreso. Ese día, cuando la mayoría empezó a glorificar
a los golpistas sin conocerlos, empezamos a perder a Venezuela
Los primeros signos del desastre
Luego de mi regreso a los EE.UU las noticias de Venezuela me preocuparon. El Alto
Mando Militar no había sido destituido. Los generales Ochoa y Rangel siguieron muy
campantes en sus cargos. Casi de inmediato sin mayor investigación, cerca del 95% de
los oficiales alzados volvieron sin castigo a sus cuarteles como si no hubiese pasado
nada. En este grupo de “inocentes” se incluyó al Cap. Rodríguez Torres el avieso jefe del
asalto a La Casona.
Ochoa tampoco exigió una sanción ejemplar al Comandante del Ejército por su
insubordinación el día del golpe. Poco después CAP ratificó en su cargo al Gen. Rangel
Rojas y nombró Canciller a Ochoa. Este hubiera preferido ser nombrado Ministro del
Interior, pero la Cancillería era un buen premio de consolación mientras se preparaba
para su carrera política.
Lo peor fue que en meses subsiguientes, casi todos los oficiales del Ejército que la
noche del golpe defendieron la Constitución fueron destituidos, pasados a cargos de
mejor jerarquía y eventualmente dados de baja. Este proceso de desmantelamiento de
los oficiales institucionales se acentuó luego de la destitución de CAP en 1993 y el triunfo
de Caldera a finales del año.
Cuando Caldera llegó al poder en 1994 una de sus primeras medidas fue dejar en
libertad a los líderes golpistas encabezados por Chávez. Caldera contaba con captar a
Chávez para liderar a su partido en las elecciones de 1998. Esta jugada le salió mal
porque su rival por ese trofeo era Fidel Castro. Ese será el tema de mi próximo libro.
¿Quiénes ganaron con el golpe?
El máximo triunfador fue Chávez quien dejó de ser un oscuro militar convirtiéndose en
una rutilante estrella política. Fidel aunque inicialmente se molestó ante la jugarreta de
Chávez luego cambio de punto de vista. La enorme popularidad de Chávez después del
golpe lo hacía el candidato ideal para aplicar el recetario del Foro de Sao Paulo en
combinación con el software para manipular elecciones desarrollado por los técnicos de la
STASI. De esta manera Lula Da Silva también resultó ganador al lograr aplicar su idea en
Venezuela luego del triunfo de Chávez en las elecciones de 1998.
Un ganador inesperado fue Nicolás Maduro Moros, hijo del arubeño Nicolás Maduro
García, nacido en Cúcuta de madre colombiana. Fidel necesitando un incondicional como
relevo de Ali Rodriguez Araque, lo sembró al lado de Chávez como guardaespaldas. El
protegido de Pedro Miret, fue formado como agente del G2 en la Escuela Superior de
Cuadros “Ñico López” para hacer carrera política como agente de los Castro. Miret
convenció a Fidel que este gigantón era fácil de controlar y que luego de unos años
podría reemplazar a Chávez.
Gruber y Visconti se quedaron a la espera de otra oportunidad que les llegó el 27N.
Como Ministro de la Defensa fue nombrado en julio el Gen. Iván Jimenez Sánchez, el
Jefe del Estado Mayor Conjunto durante el 4F. Jimenez fue un buen piloto de helicóptero,
pero no tenía olfato político. Gracias a la defensa que hizo del Gen Visconti, este golpista
logró mantenerse dentro de la Fuerza Aérea preparando el siguiente golpe. Lo mismo
ocurrió con Gruber quien también fue investigado pero el jefe de la Armada lo defendió.
El Gen. Rangel Rojas fue ratificado como Comandante del Ejército pese a su desastrosa
actuación el 4F. Sus acciones luego del golpe no mejoraron su currículo, facilitando el
alzamiento del 27 de noviembre (27N). Sus lugartenientes en el grupo Caldera, Moisés
Orozco y Raúl Salazar, llegaron a Ministros de la Defensa. Orozco con Caldera y Salazar
con Chávez. Los demás comandantes de fuerza fueron pasados al retiro al cumplir 30
años de servicio. Orozco se convirtió en un próspero empresario importando pollos para
el gobierno de Chávez.
El Gen. Santeliz pasó al retiro al cumplir ٣٠ años de servicio cuatro meses después de la
asonada. Cuando Caldera llegó al poder se convirtió en proveedor de las FAN y se hizo
millonario. Al triunfar Chávez en 1998 fue reincorporado al servicio activo a servir como
oficial de enlace entre el CNE y Ramiro Valdés. El “Carnicero de Artemisa” desde
COPEXTEL es el jefe de los cubanos que manejan el software para manipular los
sufragios depositados a través de las máquinas de votación Smarmatic que están siendo
introducidas en América Latina pese a que han sido rechazadas en varios países,
incluyendo los EE.UU.
¿Quienes perdieron con el golpe?
Douglas Bravo, el creador de Chávez, sufrió la misma suerte del inventor de Frankestein.
Maisanta se inició como ficha de Douglas en el PRV-FALN pero luego fundó el Movimiento
Bolivariano Revolucionario (MBR 200) al notar que Fidel estaba desplazando a Douglas.
Dado que Fidel no era aceptado por los militares ni por Bandera Roja, se fue
independizando de su manejador “Fausto”, el agente de Castro. Antes de dar el golpe del
4F decidió actuar por su cuenta sin el apoyo de los castristas. Después del golpe del 4F
Douglas fue perseguido por la DISIP y detenido luego del golpe del 27N. Posteriormente
fue indultado.
Los oficiales que defendieron la democracia el 4F fueron tratados como si fueran los
golpistas. Él VA. Carratú fue enviado a prisión acusado de un delito que no cometió:
Entregar pagarés del Proyecto Turpial a Pedro Lovera de la empresa IEACA, sin haber
recibido el material. Esta infracción ocurrió, pero solo pudo ser perpetrada por el
Ministerio de Hacienda con la complicidad de la Contraloría de las FAN.
Al Gen. Oviedo Salazar quien condujo con acierto y serenidad las operaciones de la
Fuerza de Tarea se le bloqueó su ascenso a general de División. El general retirado
Manuel Heinz Azpúrua, el Director de la DIM fue perseguido por haber sido el
comandante militar durante el Caracazo. El Tcnel. Braddly Quintero, comandante del
Batallón “Bolívar” quien no aceptó la invitación a unirse al golpe ni siquiera lo
ascendieron a coronel. El Tcnel. Luciano Bacalao Von Schampe, comandante del batallón
que defendió la Casona, perdió su carrera esa noche por defender la democracia y no fue
promovido por no enviar tropas a la casa de Cecilia Matos. Esa tarea no era parte de su
misión y fue acusado falazmente de cobardía.
Los oficiales del Batallón Caracas encargados de la custodia de Chávez en el Ministerio
de la Defensa también fueron perseguidos. Al Tcnel. Diego Moreno comandante del
Batallón “Caracas” y a su 2º comandante el mayor Luis Márquez Ovalles les fue truncada
su carrera. El Cnel. Cnel. Efrén Vicente Hernández Lezama quien detuvo a los
paracaidistas que tomaron la Proveeduría le bloquearon su ascenso a general. Incluso al
Tcnel. Carlos Level quien trató de animar a Chávez antes de la entrevista por TV también
le impidieron el ascenso a general. En el Ejército una mano negra quedó encargada de
pasar factura a los defensores de la democracia.
Entre los perseguidos debo rendir un tributo a dos personas que fueron claves en la
derrota de la logia de Chávez el 4F y que también fueron perseguidos por su gallarda
actuación. Me refiero al mayor Orlando Madriz Benítez y el Cap. René Gimón. Ambos con
gran riesgo personal aportaron información que permitió detectar el golpe y conocer a
sus cabecillas antes que se produjera. Uno y otro fueron perseguidos y obligados a
exiliarse en los EEUU por su patriótico comportamiento mientras que muchos de los
golpistas hicieron carrera en las Fuerzas Armadas. Mis disculpas a otros valiosos oficiales
que también fueron perseguidos por cumplir con su deber militar y que no están incluidos
en esta lista. A todos ellos mi agradecimiento por cumplir con valor e integridad su deber
militar y ciudadano.
El modus operandi de los que pasaron factura contra los defensores de la democracia
quedó en evidencia en caso del ataque hecho contra el Tcnel. Luciano Bacalao Von
Schampe. Este oficial siendo el Comandante del Batallón de Custodia de “La Casona”, esa
noche logró la rendición del Cap. Miguel Rodriguez Torres, quien comandaba los
atacantes. Al día siguiente este oficial lo acusaron de cobardía por intentar rendirse a los
atacantes. Esta versión es falsa, tal como lo hizo ver la propia 1ª Dama, Doña Blanca de
Pérez en una carta de reconocimiento que le entregó un día después del ataque. Esa
misiva puede ser vista en la página 447 de este libro.
Este fue el inicio de la caída de Venezuela. El colapso de la democracia se aceleró con
la destitución de CAP en 1993, el triunfo electoral de Caldera ese año y el sobreseimiento
de Chávez en 1994. Lo demás lo hizo el precio del petróleo que a fines de 1998 llegó a su
nadir de $7 por barril. Esos hechos corresponden a la era de Chávez a la cual le dedicaré
mi próximo libro.
Chávez, el Delfín de Fidel
Chávez, el Delfín de Fidel

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