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2
Por ese motivo, pensamos que la mayor virtud de este libro debería ser su
claridad y no su originalidad. Presentamos al lector las nociones fundamentales
de la materia, de acuerdo con los cánones tradicionales que se han venido
desarrollando en los últimos cincuenta años.
3
INDICE
2.1. Introducción
2.2. Eficiencia económica
2.2.1. El criterio de eficiencia de Pareto
2.2.2. El criterio de eficiencia de Kaldor-Hicks.
2.3. Equilibrio de mercado y eficiencia de Pareto.
2.4. Imperfecciones de mercado e ineficiencia económica.
2.4.1. Algunas imperfecciones inducidas por el Estado.
2.4.2. Monopolios
2.4.3. Monopolio natural.
2.4.4. Bienes públicos y free riders.
2.5. Externalidades
2.6. Los costos de transacción.
2.7. El Teorema de Coase.
2.7.1. Una curiosa aplicación del Teorema de Coase.
3.1. Introducción.
3.2. Concepto de derecho de propiedad: enfoque jurídico tradicional y
económico.
3.3. El derecho de propiedad como requisito de la eficiencia económica.
3.4. Apropiación original.
3.5. Tipos de propiedad.
3.6. La tragedia de los comunes
4
3.7. La tragedia de los anticomunes
3.8. Titularidad estatal y privada: incentivos y eficiencia.
3.9. Funciones económicas de los derechos de propiedad.
3.10. La búsqueda de la renta y la corrupción como fenómenos
emergentes de la intervención estatal en los derechos de propiedad.
3.11. Conclusiones.
4.1. Introducción.
4.2. La importancia económica del cumplimiento de los contratos.
4.2.1. Narciso y su retratista.
4.3. Elementos generales del derecho de los contratos.
a. Obligatoriedad de la promesa.
b. La sanción por incumplimiento y los sistemas legales.
4.4. El problema de la agencia y el cumplimiento de los contratos.
4.5. La sanción por incumplimiento contractual.
4.6. El nivel óptimo de cumplimiento contractual.
4.7. Derecho de los contratos, reglas supletorias y costos de transacción.
4.7.1. Eficiencia y asignación de riesgos.
/DUHFRQVWUXFFLyQGHO³FRQWUDWRSHUIHFWR´
4.9. La regulación de los contratos.
4.10. El caso de la necesidad extrema.
4.11. La información de las partes al contratar.
4.12. Conclusiones.
5.1. Introducción.
5.2. La noción económica de daño.
5.3. Función y fundamento económico del derecho de daños.
5.4. Elementos centrales del derecho de daños y reglas principales de
responsabilidad.
5.5. Una versión simplificada del modelo básico.
5.6. Las reglas de responsabilidad y el cuidado unilateral.
5.7. Las reglas de responsabilidad y la precaución bilateral.
5.8. El nivel de actividad y los incentivos.
5.9. Los sistemas de responsabilidad y el costo de administración. Una
breve consideración.
/D³FRPSHQVDFLyQSHUIHFWD´\HOHUURUMXGLFLDO
5.11. La situación de los hechos dolosos.
5.12. Algunas consideraciones respecto del seguro y los accidentes.
5.13. Conclusiones.
5
CAPITULO VI: Análisis económico de los procedimientos judiciales.
6.1. Introducción.
6.2. Eficiencia y poder judicial.
6.3. La administración de justicia como bien público.
6.4. La independencia e imparcialidad de los jueces.
6.5. Eficiencia y proceso judicial.
6.6. Negociación, arreglo y pleito.
6.7. La calidad del orden jurídico y la propensión a litigar.
6.8. Información y sistema de pruebas.
6.9. Medidas precautorias.
6.10. Los costos de litigar y la cantidad de demandas judiciales.
6.11. Análisis económico de las decisiones judiciales y de la
jurisprudencia.
6.12. La apelación: breves consideraciones económicas.
6
CAPITULO I
Del lado del derecho, por otra parte, durante el primera mitad del siglo XX
la situación no era más promisoria. Las relaciones entre derecho y economía se
limitaron a algunas pocas áreas del derecho donde la ley tenia claras
implicancias económicas, como el derecho de las patentes, impuestos, o
PRQRSROLRV(UDHO³YLHMRDQiOLVLVHFRQyPLFRGHOGHUHFKR´DOTXHUHILHUH3RVQHU
XQ FDPSR GH HVWXGLR EDVWDQWH VLPLODU DO ³GHUHFKR HFRQyPLFR´ HQ OD WUDGLFLRQDO
1
Véase, en este sentido, José Ayala Espino, Instituciones y Economía, Una
introducción al neoinstitucionalismo económico, Fondo de Cultura Económica, México,
1999, en especial, pp. 29-45.
7
continental2.
(Q HIHFWR VREUH FRPLHQ]RV GH ORV DxRV µ YDULRV HFRQRPLVWDV
comenzaron a emplear sistemáticamente teoría económica para evaluar
decisiones no mercantiles, es decir, a elecciones que no tenían por objeto
producir bienes y servicios típicos que se intercambian en los mercados. Este
modo de emplear la economía tendría enorme impacto en las ciencias sociales
en general, en el sentido de que tanto los principios como el método de la
economía, se extenderían a conductas ajenas a la producción y distribución de
bienes y servicios. En efecto, se comenzaron a aplicar al estudio de cualquier
tipo de conducta humana. De ese modo, la economía comenzaría a emplearse
en ámbitos antes reservados a otras disciplinas sociales como la historia,
sociología, ciencias políticas y derecho3.
2
Para un breve historia del enfoque económico del derecho, Richard Posner, Análisis
Económico del Derecho, Fondo de Cultura Económica, México, 1998, pp. 27-28. Para
una explicación de la recepción por parte de los juristas de las ideas económicas,
véase, Juan Torres López, Análisis Económico del Derecho. Panorama Doctrinal,
Tecnos, Madrid, 1987, pp. 9-26.
3
Véase, Nicholas Mercuro & Steven Medema, Economics and the Law, From Posner to
Post-Modernism, Princeton University Press, Princeton, New Yersey, 1997, pp. 55-57.
8
disímiles como Adam Smith en sus Lecciones de Jurisprudencia, por Carl Marx y
F. Engels, quien explicaban los cambios institucionales e ideológicos
fundamentales a partir de modificaciones en la forma de producción 4, o por Carl
Menger y Friedrich A. von Hayek, quienes habían explicado diversos fenómenos
sociales como resultado de la acción humana colectiva no planificada5. Pero fue
a partir del trabajo pionero de estos nuevos autores, que el enfoque económico
generalizado a otras áreas de la conducta humana fue sistematizado y utilizado
con mayor rigor, para ser aplicado a una extensa cantidad de materias.
/DLGHDHVHQFLDOHVTXHODHFRQRPtDQRHVODFLHQFLD³GHOGLQHUR´RGHODV
³FRVDV R ELHQHV´ VLQR OD ³FLHQFLD GH OD HOHFFLyQ´ -conforme la clásica definición
de Lionel Robbins-, razón por la cual sería aplicable a todas las áreas de la
4
Para un examen de la relación entre el enfoque económico aplicado al derecho y el
enfoque marxista de las instituciones, véase, por ejemplo, Svetozar Pejovich,
Fundamentos de Economía, Un enfoque basado en los derechos de propiedad, Fondo
de Cultura Económica, México, 1985, en particular el apéndice II - , ³2SLQLyQ GH 0DU[
VREUHOD/H\\OD(FRQRPtD´SS- 37.
5
Véase la clásica explicación de Menger sobre el origen evolutivo no planificado del
GLQHUR HQ &DUO 0HQJHU ³2Q WKH 2ULJLQ RI 0RQH\´ Economic Journal vol. 2, 1982, pp.
239-255 y el capitulo 8 de sus Principios, en Carl Menger, Principles of Economics,
New York University Press, New York, 1981 (1870). Respecto de Hayek, véase,
Derecho Legislación y Libertad, Unión Editorial, Madrid, 1979.
6
Gary s Becker, The Economic Approach to Human Behavior, The University of
Chicago Press, Chicago, 1976, p. 9.
7
<D HQ :LFNVWHHG DILUPDED ³6H VLJXH TXH ORV SULQFLSLRV JHQHUDOHV TXH UHJXODQ
nuestra conducta en los negocios son idénticos que aquellos que regulan nuestras
deliberaciones sobre la selección de alternativas y nuestras decisiones en todas las
ramas de ODYLGD´ (citado por Juan Torres López, p. cit., p. 20, nota 2).
9
conducta humana8. En otras palabras, allí donde hay acto humano deliberado
hay elección, y en consecuencia son aplicables las categorías de análisis de la
economía, sin importar la motivación o las preferencias específicas del actor. La
LGHDFHQWUDOHVTXHORVLQGLYLGXRVVRQRDFW~DQ³FRPRVL´IXHVHQPD[LPL]DGRUHV
racionales de su propia utilidad y bienestar, tanto cuando compran bienes en el
supermercado como cuando votan, deciden contraer matrimonio, tener hijos u
operar instituciones legales.
Esta noción, aun cuando sólo fue empleada con alto grado de
sistematización y generalidad durante el último medio siglo, no es ciertamente
nueva. Uno de los pioneros en destacar la naturaleza del problema económico
en cuanto a su naturaleza y alcance fue el economista austriaco Ludwig Von
Mises, al señalar que el ámbito de la ciencia económica es el de la acción
humana deliberada. Actuar significa, para Mises, pasar a una situación que el
agente, ex ante, estima superior en términos a su escala valorativa
abandonando aquella que se estima inferior9.
8
Richard Posner lo explica de la siguiente manera: ³muchos abogados creen que la
economía es el estudio de la inflación, el desempleo, los ciclos económicos y otros
fenómenos macroeconómicos misteriosos, alejados de los intereses cotidianos del
sistema legal. En realidad, el campo de la economía es mucho más amplio. Tal como se
entiende en este libro, la economía es la ciencia de la elección racional en un mundo
(nuestro mundo) donde los recursos son limitados en relación con las necesidades
humanas, Así definida la economía, su tarea consiste en explorar las consecuencias del
supuesto de que el hombre es un maximizador racional de sus fines en la vida (...)´.
Richard Posner, Análisis Económico del Derecho, Fondo de Cultura Económica,
México, op.cit., p. 21.
9
Mises, Ludwig, La Acción Humana. Tratado de Economía, Unión Editorial, Madrid,
10
cualesquiera sean, de la manera más conveniente para el actor.
11
En el caso del derecho, la idea es muy intuitiva: las leyes, sentencias y
demás reglas legales que componen el sistema jurídico contienen incentivos, y
la hipótesis de que el hombre actúa con la finalidad de maximizar su bienestar
permite una predicción de las respuestas de las personas a los cambios en las
leyes, así como una explicación y evaluación de la eficiencia del sistema legal.
De ese modo, tanto la situación del potencial criminal que debe decidir si comete
un delito, de un empresario frente a la alternativa de gastar más en precaución
para evitar su responsabilidad por daños, o de quien enfrenta el dilema de
cumplir o no un contrato, pueden ser examinados apelando al enfoque
económico de la acción humana.
(VWDFLUFXQVWDQFLDUHPLWHDOFRQFHSWRGH³FRVWRGHRSRUWXQLGDG´TXHHVHO
costo de la alternativa o alternativas sacrificadas al tomar una decisión13. Por
ejemplo, un estudiante universitario que se gradúa, tiene la alternativa de
comenzar a trabajar en una empresa o continuar sus estudios de post-grado por
dos años más hasta terminar una maestría. Si opta por esto último, su costo de
oportunidad será todo aquello que hubiese podido ganar en caso de dedicar los
dos años a trabajar en la empresa; si opta por lo primero, el costo de
oportunidad estará representado por aquello que podría significar para él en el
futuro tener un título de post-grado, incluyendo el precio no monetario de la
12
Gary Becker explica que el enfoque económico no está circunscrito a los bienes
materiales y a su intercambio en el mercado. Los precios, ya sean monetarios de
mercado o ³SUHFLRVVRPEUD´LPSXWDGRVGHOVHFWRUajeno al mercado, miden el costo de
oportunidad de la utilización de recursos escasos.
13
Cooter, Robert, y Ulen, Thomas, Derecho y Economía, Fondo de Cultura Económica,
Mexico, 1998, p. 49.
12
satisfacción personal por el logro cumplido. Siempre que uno toma una decisión,
está dejando en el camino alternativas que tienen un valor, y que por lo tanto, no
optar por ellas supone un costo.
14
Fontaine, Ernesto R. Fontaine y Schenone, Osvaldo H., Nuestra Economía de Cada
Día, México, Alfaomega, 2000, pp. 18 -19.
13
separación de los propios hijos, por la división de los bienes conjuntos,
por las tasas legales y cosas parecidas. Habida cuenta de que hay
muchas personas que buscan un compañero o una compañera, puede
decirse que existe un mercado del matrimonio en el que cada persona
trata de salir lo mejor parada posible, dado que todo el mundo intenta
hacer lo mismo. Se dice que hay una asignación de equilibrio de
personas en un conjunto de diferentes matrimonios cuando las
personas no casadas entre sí en esta asignación no pudiesen mejorar si
se casaren entre ellas15
15
Febrero, Ramón y Schwartz, Pedro (editores), La esencia de Becker, Ariel, Madrid,
1997, p. 53.
16
Ernesto R. Fontaine y Osvaldo H. Schenone, op.cit., pp.. 43-44.
17
Ernesto R. Fontaine y Osvaldo H. Schenone, op.cit., pp. 45-46.
14
Es que cuando algo se encarece, mal que nos pese, lo disfrutamos en
cantidades menores. Pero llevemos el argumento al extremo. ¿Es verdad que la
vida humana no tiene precio? Observemos qué nos revela el comportamiento de
los propios interesados.
18
Ernesto R. Fontaine y Osvaldo H. Schenone, p. 47.
19
Véase, Gary S. Becker, The Economic Approach to Human Behavior, University of
Chicago Press, 1976, pp. 4 -7.
15
mercado20.
20
Desde luego que no pretendemos ser exhaustivos ni concluyentes respecto de este
asunto. A fines didácticos, destacamos aquellos principios que son más útiles para
comprender el modo en el cual opera el enfoque económico de la ley.
21
Este concepto también se explica a veces diciendo que las personas actúan de
manera racional, es decir, que elijen de modo consistente entre sus alternativas de
modo de incrementar al máximo su bienestar. Aun cuando por racional, también a
veces se entiende la consistencia en las preferencias.
16
Este modelo de conducta que asumen los economistas no supone,
QHFHVDULDPHQWH XQD GHVFULSFLyQ ³UHDO´ GH ODV PRWLYDFLRQHV R FRQGXFWD GH ORV
individuos, sino tan sólo un modelo que permite buenas explicaciones y
predicciones, al menos en muchos contextos22. De hecho, esta simplificación
de las motivaciones de los individuos se ha mostrado muy fructífera para el
examen del sistema legal, conforme vamos a examinar en este libro. En tanto
~WLO VLPSOLILFDFLyQ HO PRGHOR DVXPH TXH ORV LQGLYLGXRV DFW~DQ ³FRPR VL´
persiguiesen maximizar su bienestar o utilidad23.
Por otra parte, una ventaja del modelo de elección racional es que toma
22
Esa es la idea central de la conocida tesis de Friedman, según la cual no importa el
realismo de las hipótesis primeras sino su capacidad para efectuar predicciones. De ese
modo no tiene demasiada importancia si los consumidores efectivamente eligen
combinaciones de bienes que satisfacen más su utilidad dada su restricción
presupuestaria, sino la capacidad del supuesto de maximización para predecir la
dinámica del sistema de precios. 9pDVH0LOWRQ)ULHGPDQ³7KH0HWKRGRORJ\RI3RVLWLYH
(FRQRPLFV´ HQ 0LOton Friedman (ed.) Essays on Positive Economics, University of
Chicago Press, Chicago, 1953. Desde luego hay otras explicaciones disponibles,
asunto que no podemos examinar ahora. Véase por ejemplo, los primeros capítulos de
Ludwig Von Mises, La Accion Humana, op. cit.
23
Por otra parte, parece evidente que el principio del hombre económico, como señala
Becker, ³ no supone que las unidades de decisión sean necesariamente conscientes de
sus esfuerzos para maximizar, o poder verbalizar, o de algún otro modo describir con
talante informativo, las razones que hay para las pautas sistemáticas de sus
comportamientos. Esto lo hace coherente con el énfasis que se le da al subconsciente
en la moderna psicología y con la distinción que hace la sociología entre funciones
17
las preferencias individuales como ³dadas´ en el sentido de que constituye un
procedimiento más bien formal de racionalidad que una descripción sustantiva
de las motivaciones individuales. De hecho, el sentido de racionalidad que
empleamos, refiere a la consistencia en las preferencias, en esa búsqueda de
obtener fines a los menores costos posibles, con independencia de cuales sean
esos medios y esos fines en particular24.
De modo que en este libro vamos a suponer que los individuos actúan
con la finalidad de obtener el mayor bienestar posible dadas determinadas
restricciones, aun cuando en muchos casos esa fórmula general adoptará
definiciones más concretas asumiendo, por ejemplo, que pretende incrementar
sus beneficios monetarios, minimizando sus gastos totales de actividades
relacionadas con accidentes o contrataciones. Del mismo modo, a veces en los
modelos se asume que un burócrata quiere maximizar su presupuesto o un
político su permanencia en el poder. De manera que aun cuando la regla central
consiste en la hipótesis de incremento de la utilidad, ésta puede asumir formas
más restringidas, según la naturaleza del problema.
18
asumir que ³individuos auto interesados´ persiguen también el bienestar de otras
personas, en tanto éstas son miembros de su grupo familiar o amigos. Hay
evidencia experimental, de hecho, que sugiere que las personas de un mismo
grupo tienden a considerar las preferencias de los demás y no sólo las propias
cuando tomas decisiones.
19
se explican los intercambios y asociaciones que constituyen la sociedad.
27
8QDEXHQDVtQWHVLVGHOSHQVDPLHQWR³DXVWUtDFR´HQHVWDPDWHULDHVGHVDUUROODGRHQHO
ya mencionado tratado de economía de Ludwig von Mises: La Acción Humana.
20
no podría existir el comercio sin que se entienda que las preferencias
individuales tienden a ser estables dentro de ciertos parámetros. Un fabricante
de zapatos, por ejemplo, no decide fabricar sus productos y luego rezarle al dios
Mercurio para que las personas continúen prefiriendo usar zapatos en lugar de
andar descalzas o envolver sus pies en pieles. Por el contrario, presupone que
un número importante de personas mantendrá sus preferencias por usar
zapatos, aún cuando puedan modificarla frecuentemente en cuanto a ciertos
detalles tales como modelos, materiales, colores, etc..
Por este motivo, a los efectos del análisis predictivo, deberemos partir de
la premisa de que las personas mantendrán en buena medida sus preferencias
más fuertes.
21
D FRPHWHU DFWRV LOtFLWRV HQ WDQWR HO ³SUHFLR VRPEUD´ R QR PRQHWDULR GH OOHYDU
adelante conductas contra la ley ha disminuido.
Como se ha afirmado:
28
Ernesto R. Fontaine y Osvaldo H. Schenone, op. cit., pág. 22.
22
la gratuidad de la enseñanza universitaria debe mirarse como un
descuento en el precio de un producto al cual los más pobres tienen
mayores dificultades de acceso.29
Por otro lado: ¿Quién demostró alguna vez que el sistema de
conscripción obligatoria sea más barato que el servicio militar
profesional? Superficialmente se podría, quizás, pensar que la
remuneración a pagar con un sistema de contratación voluntaria sería
un costo que se podría evitar con la conscripción obligatoria: los
contribuyentes no tendrían que pagar los impuestos necesarios para
remunerar a conscriptos voluntariamente contratados.
Pero este razonamiento no es sólo superficial: también es erróneo. Que
la conscripción obligatoria evita incurrir en un costo es sólo una
apariencia contable. Parece que lo evita porque en la contabilidad de
las Fuerzas Armadas no hay que anotar ninguna remuneración
pagada a los conscriptos. Sin embargo, en un sentido verdadero el
costo no desapareció;; sigue ahí, aunque no aparezca en los libros de
contabilidad y no lo paguen los contribuyentes. El costo lo pagan los
conscriptos que abandonan sus actividades durante el período de
reclutamiento, y consiste en la productividad (remuneración) perdida
en las actividades alternativas que éstos hubieran realizado si no
hubieran sido reclutados.30
29
Ernesto R. Fontaine y Osvaldo H. Schenone, op. cit., pág. 23.
30
Ernesto R. Fontaine y Osvaldo H. Schenone, op. cit., págs. 33 y 34.
23
compras, actúa de manera irracional (siempre que desee resolver el tema más
rápido) si no aprovecha una cola con menos personas o más veloz. En general,
individuos auto interesados tienden a eliminar las ³ganancias´ disponibles,
provocando situaciones donde todos están en la mejor posición posible, dadas
determinadas restricciones.
24
preferencias de los consumidores. Hay varias explicaciones para el
comportamiento de la demanda, pero la más intuitiva es que a medida que el
precio disminuye se pueden comprar mayores cantidades con el mismo dinero, y
por ende se debe sacrificar menor cantidad de otros bienes para adquirirlos.
Para que el mercado sea competitivo y se logre un equilibro del tipo que
nos interesa ilustrar en esta muy breve explicación, debe cumplir algunas
condiciones:
25
pueda ingresar a competir al mercado y aquellos que son
menos eficientes.
Del mismo modo, este modelo no sugiere que la cantidad y precio sean
estáticos en el tiempo, sino que en general el precio tenderá a sufrir
modificaciones en tanto se alteren las condiciones de la oferta y la demanda. En
la medida en que éstas permanezcan estables, habrá incentivos para que los
individuos tomen sus decisiones de compra y venta en torno al precio de
equilibrio.
Como en el ejemplo de las colas en las cajas de las tiendas, hay buenos
incentivos para que individuos auto interesados lleven los mercados al equilibrio:
los vendedores quieren vender al mayor precio posible y los compradores
comprar al menor precio posible. Pero si hay un solo precio de mercado para
ese bien, el comprador no puede colocar sus productos, si los ofrece por encima
del precio del mercado, del mismo modo que el vendedor tampoco puede
26
comprarlos más barato.
27
que el productor decida si le conviene o no producir una unidad adicional de ese
bien, y que informa e incentiva al consumidor a tomar una decisión racional
respecto de la compra de ese bien, en tanto el precio le permite comparar con
otros bienes alternativos disponibles en el mercado.
31
³Los recursos se asignan eficiHQWHPHQWH «) cuando no es posible mejorar el
bienestar de ninguna persona sin empeorar el de otra´. Stanley Fischer, Rudiger
Dornbusch y Richard Schmalensee, Economía, Segunda Edición, Mc Graw-Hill, Madrid,
1989, p. 222.
28
Como se ha señalado, la hipótesis de que los individuos actúan con la
finalidad de maximizar su propio bienestar y otros principios de microeconomía,
han permitido el abordaje teórico de cualquier actividad humana desde el
enfoque económico, incluido el examen del sistema legal. El auge de este
análisis se produjo fundamentalmente a partir de 1960, con los trabajos de
autores como Ronald H. Coase y Guido Calabresi, lo que ha convertido al
análisis económico del derecho (AED) en una corriente de estudio de amplia
difusión en la cultura y enseñanza del derecho, en particular en Estados
Unidos32.
Las leyes, como cualquier otro conjunto de reglas que afectan la conducta
KXPDQD FRQWLHQHQ ³SUHPLRV \ FDVWLJRV´ TXH LQIOX\HQ VREUH ODV GHFLVLRQHV
individuales. El examen sistemático de los incentivos contenidos en las leyes
constituye una de las tareas principales del AED. Al mismo tiempo, el sistema
legal no es indiferente a los cambios en las condiciones económicas, y por ello la
teoría económica permite una explicación del sistema legal. De manera que el
AED permite una explicación: (a) de la respuesta de los individuos a los cambios
en las leyes y al mismo tiempo (b) de los cambios del sistema legal como
consecuencia de las modificaciones en ciertas variables económicas relevantes.
32
El trabajo seminal en economía del derecho es el de RRQDOG+&RDVH³7KH3UREOHP
RI 6RFLDO &RVW´ Journal of Law and Economics vol. 3, 1960, pp. 1-44. Esa es
posiblemente la fecha de nacimiento del moderno enfoque económico de la ley.
También el conocido articulo de Guido Calabresi sobre economía de los accidentes
FRQVWLWX\H XQ DQWHFHGHQWH IXQGDFLRQDO ³6RPH 7KRXJKWV RQ 5LVN 'LVWULEXWLRQ DQG WKH
/DZRI7RUWV´Yale Law Journal vol. 70, 1961, pp. 499-553.
29
contratos, se parte del supuesto de que los individuos son básicamente
WRPDGRUHV GH OH\HV HQ HO VHQWLGR GH TXH pVWDV VH DVXPHQ FRPR ³GDGDV´ \ HO
examen persigue una descripción de sus consecuencias, mediante el análisis de
los incentivos en los individuos. En otros contextos, la teoría examina la
respuesta de la ley a las decisiones de los individuos o bien el modo en el cual
diversas variables económicas afectan la estructura del sistema legal, como por
ejemplo, explicando la evolución de los derechos de propiedad.
33
Richard 3RVQHU SUHVHQWD ORV IXQGDPHQWRV GHO HQIRTXH FRPR VLJXH ³7KH EDVLF
assumption of economics that guides the version of economic analysis of law that I shall
be presenting is that people are rational maximizers of their satisfactions (...) in all of
their activities (...) that involve choice. Because this definition embraces the criminal
deciding whether to commit another crime, the litigant deciding whether to settle or
litigate a case, the legislator deciding whether for or against a bill, the judge deciding
how to cast his vote in a case (...) and the pedestrian deciding how boldly to cross the
street, as well as the usual economic actors, such as businessman and consumers, it is
apparent that most of activities either regulated by or occurring within the legal system
are grist for the economic analyst´s mill.´ The Problems of Jurisprudence, Harvard
University Press, Cambridge, Massachusetts, 1999, pp. 353-354).
30
como responden a los precios34.
34
Cooter y Ulen, Derecho y Economía, op.cit, .p. 14.
35
Lazear, Edward ³-RE VHFXULW\ SURYLVLRQV DQG HPSOR\PHQW´ Quarterly Journal of
31
muestra que las limitaciones para dar por terminado el contrato de trabajo, tales
como indemnizaciones o preaviso, reducen el nivel de empleo y aumentan el
desempleo. Extrapolando estos resultados, Lazear estima que instituir una
indemnización por despido igual a tres salarios en los Estados Unidos (donde
actualmente no existe indemnización legal), incrementaría la tasa de desempleo
en 5,5%.
32
que es evaluado por el actor o individuo frente a cualquier actividad que
desarrolle. Así, un profesor poco popular entre los alumnos, puede atraer
mayores inscripciones, simplemente haciendo el examen más fácil, en la medida
en que disminuye el precio de aprobar la materia.
33
descriptiva del sistema legal a partir del uso de categorías económicas, y la
predictiva, es decir el uso de la economía para anticipar el efecto de las reglas
jurídicas. Si bien, a nuestro juicio es posible efectuar análisis económico positivo
para evaluar los efectos de las leyes, es conveniente tener presente la
imposibilidad de efectuar predicciones puntuales en materia económica,
limitando el sentido de este término sólo a predicciones de tendencias, por
cuanto la materia sobre la cual recae el análisis económico son acciones
humanas, las que dependen de elecciones voluntarias individuales imposibles
de predecir más allá de ese límite.
36
Thomas Ulen afirma que el AED constituye una ciencia, por el mayor grado de
teorización y posibilidad de verificación empírica de sus juicios (7KRPDV 6 8OHQ³7KH
unexpected guest: Law and Economics, Law and Other Cognate Disciplines, and the
Future of Legal ScholarVKLS´ Chicago Kent Law Review Vol. 79 numero 2, 2004, pp.
403-430). En el mismo número Anthony Ogus expresa una visión más modesta: estima
que el enfoque económico es sólo un instrumento de utilidad para el estudio del
derecho, ³:KDW/HJDO6FKRODUVKLS&DQ /HDQIURP/DZDQG(FRQRPLFV´SS-402.
34
Uno de los programas de investigación de naturaleza positiva más
importantes desarrollados en el ámbito del AED durante las últimas décadas, ha
sido el de evaluar la eficiencia del common law. Posner, en este sentido,
sostiene que en forma no explícita los jueces persiguen a través de sus fallos el
REMHWLYR GH ³PD[LPL]DFLyQ GH OD ULTXH]D´ DUJXPHQWDQGR TXH HO UD]RQDPLHQWR
jurídico, en el fondo y tras cualquier esfuerzo retórico o de sistemática ética o
legal, no es más que la búsqueda consciente o inconsciente de ese fin. Se ha
desarrollado una detallada revisión de los principales cuerpos de doctrina
jurídica tradicional desde la óptica económica, señalando su esencial
compatibilidad con la idea de eficiencia, y constituye a la fecha un cuerpo de
teoría legal de enorme magnitud. Este esfuerzo supone, al mismo tiempo, una
explicación del sistema legal desde la eficiencia, en tanto se propone mostrar
TXHSXHGHHQFRQWUDUVHHQpO³UDFLRQDOLGDGHFRQyPLFD´37.
37
Aun cuando esta úOWLPDWHVLVGHOD³UDFLRQDOLGDGHFRQyPLFD´GHOVLVWHPDOHJDO, puede
ser planteada en términos menos ambiciosos que la tesis de la eficiencia del common
law.
38
$QWKRQ\ 2JXV HQ ³:KDW /HJDO 6FKRODUVKLS &DQ /HDQ IURP /DZ DQG (FRQRPLFV´
destaca especialmente esta función de la económica en el derecho, pp. 399-401.
35
una de negligencia o subjetiva favorece a los automovilistas, hay muchas
relaciones de esta naturaleza que se advierten más fácilmente desde el enfoque
económico.
El análisis económico puede ser útil a muchos fines normativos aún desde
las más diversas concepciones filosóficas del derecho, e incluso cuando no se
considere a la eficiencia como fin valioso. Contribuye como una fundamental
herramienta auxiliar de la filosofía del derecho o moral y aplicaciones legales en
particular.
39
Se ha cuestionado que la eficiencia constituya un valor capaz de otorgar fundamento
al sistema legal. Véase en particular, RoQDOG'ZRUNLQµ,V:HDOWKD9DOXH"¶ Journal of
Legal Studies vol. 9, 1980, pp. 191-226, Jules L. Coleman, "Efficiency, Utility, and
Wealth Maximization", 8 Hofstra Law Review vol. 8, 1980, pp. 509-551, Charles Fried,
Right and Wrong, Harvard University Press, Cambridge, Mass., 1978, pp. 93-94. Para
una defensa del principio de la riqueza social (en esencia Kaldor Hicks) vease, Richard
A. 3RVQHU µ8WLOLWDULDQLVP (FRQRPLFV DQG /HJDO 7KHRU\¶ Journal of Legal Studies,
1979, pp. 103-140; y ³7KH(WKLFDl and Political Basis of the Efficiency Norm in Common
/DZ$GMXGLFDWLRQ³Hofstra Law Review vol. 8, , 1980, pp. 487-497.
36
jurídico fundamental; y ya no la clásica visión liberal de igualdad abstracta ante
la ley, sino la idea de igualdad de resultados o posibilidades de acción. Sobre la
base de este postulado, argumentan la necesidad de leyes laborales que
impongan restricciones a la libre contratación, como por ejemplo el salario
mínimo. Pero, la economía puede mostrar que el establecimiento de un salario
superior al de mercado implica necesariamente desempleo e incentivos para la
formación de un mercado negro. En cualquier caso, el análisis positivo de los
efectos de las normas es una herramienta auxiliar de importancia para el debate
filosófico.
40
Esta circunstancia no fue tenida en cuenta, por ejemplo, por la Corte Suprema de
Justicia de Argentina, cuando en 1922 se pronunció a favor de la validez constitucional
37
recursos escasos parece poco intuitivo, en igualdad de condiciones, valorar más
las reglas alternativas que incitan al desperdicio o la mala asignación de
recursos, en lugar de aquellas que promueven la eficiencia. De hecho, a igualad
de propiedades normativas, un analista debería elegir aquellas reglas que
maximizan el bienestar de los individuos.
Para quienes de algún modo sugieren que no hay concepciones del bien
o de lo correcto más allá de las simples preferencias (emotivas) individuales, el
análisis económico constituye una herramienta de primer orden para pensar el
derecho. Después de todo, si el derecho se reduce a preferencias y reglas,
siempre es conveniente que dichas reglas se adapten al tipo de consecuencias
que el analista prefiere (ajenas a la moral). Si dentro de las preferencias no
morales de quien adopta una teoría de esta naturaleza se incluyen (utilizando
OHQJXDMHXWLOLWDULVWDWUDGLFLRQDO³SUHIHUHQFLDVH[WHUQDV´UHVSHFWRGHOELHQHVWDUGH
los demás, entonces, todavía puede ser de interés examinar las consecuencias
reales de las reglas, tanto a nivel moral como social, en el ámbito del derecho. Si
adopta el punto de vista moral que requiere alguna forma de imparcialidad e
igualdad, tiene aún mayores incentivos para examinar si esas normas, en la
práctica, satisfacen dicho criterio.
1.5. Conclusiones
38
(c) proposiciones contrastables empíricamente,
Pero además:
(h) aun cuando más simple para utilitaristas, el examen sistemático de las
consecuencias de las leyes puede ser de utilidad para la mayoría de las
posiciones filosóficas en el ámbito normativo.
39
CAPITULO II
2.1. Introducción.
40
este sentido, como veremos en su momento, el derecho de los contratos
contribuye a la eficiencia económica, en tanto genera incentivos para
incrementar el ámbito de las transacciones. De hecho, las sociedades que
carecen de un derecho formal de contratos, pagan altos costos en eficiencia,
como consecuencia de la falta de obligatoriedad de las promesas o deficiencias
en su ejecución. Del mismo modo, una sociedad donde las personas pueden
lesionar los derechos ajenos o aprovecharse gratuitamente de los costos
asumidos por otras personas o por la sociedad, generan ineficiencias que el
derecho intenta remediar por diversos mecanismos, fundamentalmente, a través
del derecho de daños.
41
determinado con el mínimo uso de recursos. En este sentido, por ejemplo, si
dada una cierta cantidad de recursos productivos es posible incrementar la
producción de un bien X sin al mismo tiempo disminuir la producción de otro
bien, esa situación es productivamente eficiente41.
Del mismo modo, le es útil al funcionario para evaluar los costos que
provoquen sus decisiones en procura de valores tales como justicia o equidad,
41
Por ejemplo, un obsequio de dinero en efectivo es más eficiente desde un punto de
vista económico que regalos en especie por el mismo valor. La razón es que cualquiera
sea la satisfacción que uno puede brindar regalando un libro que cuesta cien dólares,
siempre podrá ser superada o igualada, si se regalara un billete de cien dólares,
simplemente porque el receptor podrá escoger entre comprar el libro o cualquier otra
cosa que prefiera (esto presupone, por supuesto, que el regalo no contuviese algún plus
extra-económico).
42
cuyos costos económicos deberían ser sopesados antes de tomar la decisión,
para evaluar si realmente se pueden alcanzar. De allí es posible deducir que con
independencia del mayor o menor valor que se le adjudique a la eficiencia como
fundamento del sistema legal, sí lo tiene indudablemente como instrumento para
analizar las soluciones normativas que el gobierno adopte para perseguir sus
fines.
42
Véase en este sentido, entre otros, Donald McCloskey, The Applied Theory of Price,
McMillan Publishing Company, New York, Segunda Edición, 1985, pp. 93-94.
43
peras/manzanas que cada una tiene es la que incrementa su utilidad. Cada
intercambio supone un estado de cosas que domina al anterior, en tanto permite
que ellos mejoren su bienestar sin pérdida para ninguno. Sin embargo, una vez
que se han agotado todas las transacciones provechosas entre las partes, de
manera que la asignación de manzanas y peras es la mejor posible, dadas las
restricciones, se arriba a un óptimo de Pareto en el cual los bienes han sido
asignados a sus mejores empleos.
43
Se dice que un estado de cosas ³X´ es Pareto superior a otro ³Z´ si nadie prefiere ³Z´
a ³X´ y al menos alguien prefiere ³X´ a ³Z´. Supone que un estado de cosas es superior
a otro si como consecuencia del cambio distributivo al menos una persona está mejor y
ninguna está peor. El óptimo de Pareto queda definido en sentido negativo, por la
ausencia de un estado que sea superior en los términos antes expuestos. Un estado de
cosas ³X´, se dice, es óptimo o eficiente en este sentido si y sólo si ningún otro estado
constituye una mejora o es superior a ³X´. Supone, en otros términos, que no es posible
ningún cambio sin afectar al menos a una persona. De lo contrario habría un estado de
44
restricción, genera algún perdedor; por ejemplo, la ley que prohíbe el nudismo
en público afecta a los nudistas exhibicionistas.
8QHVWDGRGHFRVDV³;´HVVXSHULRUDRWUR ³=´HQORVWpUPLQRVGH.DOGRU-
Hicks, si y solo si, TXLHQHV VH EHQHILFLDQ HQ ³;´ HVWDUtDQ HQ FRQGLFLRQHV GH
compensar a quienes se perjudican, y no obstante ello mantener su calidad de
JDQDGRUHV6HOHGHQRPLQDFULWHULRGHOD³FRPSHQVDFLyQSRWHQFLDO´SRUque dicha
compensación es hipotética y no necesariamente debe producirse, y se entiende
TXH FRQVWLWX\H XQD PHMRUD ³SRWHQFLDO´ DO FULWHULR WUDGLFLRQDO GH 3DUHWR HQ WDQWR
KLSRWpWLFDPHQWH TXLHQHV JDQDQ HQ ³;´ KDEUtDQ HVWDGR HQ FRQGLFLRQHV GH
compensar antes del cambio a quienes pierden, de modo tal que como hipótesis
pVWRV KDEUtDQ DFHSWDGR ³;´ 3XHVWR HQ RWURV WpUPLQRV ORV ³SHUGHGRUHV´ GH ³;´
TXHGDQKLSRWpWLFDPHQWHLQGLIHUHQWHVIUHQWHDODHOHFFLyQHQWUH³;´\³=´
45
separadamente del criterio de equidad, no pide que se compense efectivamente
a los perdedores (en ese caso seria Pareto), sino solamente que la ganancia de
los ganadores sea de tal magnitud que continuaría siendo ganancia aún luego
de una hipotética compensación a los perdedores.
44
Véase por ejemplo, Donald McCloskey, The Applied Theory of Price, McMillan
Publishing Company, New York, Segunda Edición, 1985, pp. 101 y ss. Este autor, en
esencia, explica de qué modo los mercados competitivos dejan a los participantes en
una situación donde nadie puede mejorar, sino es a expensas de otros participantes.
45
La correlatividad (denominada ³Primer Teorema de la Economía del Bienestar´) entre
el equilibrio de mercado y la optimalidad en el sentido de Pareto, constituye la base de
la economía del bienestar. Véase, por ejemplo, Daniel M. Hausman y Michael
McPherson, Economic Analysis and Moral Philosophy, Cambridge University Press,
1996, pp. 43 y ss.
46
voluntariamente, quieren y pueden vender.
46
La eficiencia de los mercados, sin embargo, requiere de instituciones legales tales
como derechos de propiedad bien definidos y un derecho de contratos formal que
47
esta sección de este capítulo.47
48
y de todas las exteriorizaciones de la acción humana: los departamentos y casas
que se alquilen, serán aquellos que maximizan los excedentes de propietarios e
inquilinos; los vehículos dedicados a taxi serán aquellos que maximicen los
excedentes de los usuarios y los taxistas; la cantidad de cardiólogos,
acupunturistas y abogados será la que maximice los excedentes de los
profesionales, los pacientes y los clientes, respectivamente.
49
una condición asociada a la existencia de pluralidad de oferentes y
demandantes. Cuando opera esta condición, básicamente, se eliminan
problemas asociados al poder de mercado, cuyo extremo es el monopolio.
50
conducen automáticamente al uso de los recursos productivos de un modo
eficiente49. Estas situaciones son muy variadas, aun cuando muchos problemas
de eficiencia en los mercados son inducidos fundamentalmente por decisiones
del gobierno.
Previamente, vamos a ilustrar dos modos muy frecuentes o típicos por los
cuales el Estado interviene en los mercados generando equilibrios no eficientes:
impuestos positivos o negativos (éstos últimos son comúnmente denominados
subsidios) y fijación de precios.
49
Véase Ernesto R. Fontaine y Osvaldo H. Schenone, op. cit., caps. 3 y 4 (págs.97-
212).
51
solamente sobre 90 empleos, los cuales sufren un costo igual a lo recaudado;
pero además le impone a la economía el sacrificio inherente de haber inducido a
la empresa a contratar 10 trabajadores menos. Esta reducción en el empleo
implica un sacrificio en términos de producción y consumo, sin que ello genere
recaudación alguna.
Tanto los precios máximos como los mínimos inducen a que se produzca
una distorsión entre las cantidades ofrecidas y demandadas: el precio máximo
provoca un incremento en la demanda y contracción en la oferta, y el precio
50
Este es un tema que excede al AED privado, pero que es muy importante en el AED
público, y especialmente del derecho tributario. El gobierno presta servicios que en
algunos casos son indirectamente productivos ±por ejemplo, lo que gasta en seguridad
pública o defensa-, y también algunos gastos que son dudosamente productivos. Esos
gastos son hechos con dinero que se extrae compulsivamente a través de impuestos.
Pero el pago de impuestos supone un costo que se traduce en menos empleo, menos
producción, menos consumo, menos ahorro e inversión de los contribuyentes. El acto
político más relevante desde el punto de vista económico, es la discusión y aprobación
de la ley de presupuesto. Allí se consignará cuál es el costo social de mantener el
gobierno, y qué se recibirá a cambio de los impuestos que se pagan. Cuando el gasto
público supera al beneficio público de la acción de gobierno, se produce un ineficiente
empleo de recursos.
52
mínimo lo contrario. En ambos casos, las cantidades efectivamente transadas
serán inferiores que las que se hubiesen comercializado si el mercado hubiera
funcionado sin interferencia gubernamental. Habrá en consecuencia menos
excedente para todos porque hay menos transacciones, y tanto productores
como consumidores pierden el excedente correspondiente a las transacciones
que no se hacen, sin que nadie se lo apropie. La existencia de este excedente
³YDFDQWH´VXSRQHLQHILFLHQFLDHFRQyPLFD
2.4.2. Monopolios.
53
los bienes producidos al precio de mercado. En condiciones de equilibrio de
mercado óptimo, la persona de los oferentes y demandantes no es importante
en tanto cualquiera que pretendiese limitar la cantidad vendiendo más caro en
su favor y en perjuicio de los consumidores, sería sustituida de inmediato por
algún otro de los vendedores que operan al precio de mercado.
54
comerciales que se estiman no competitivas o desleales, tendientes a impedir la
concurrencia libre y transparente al proceso de mercado de competidores
potenciales.
(OFDVRGHOOODPDGR³PRQRSROLRQDWXUDO´DPHULWDXQH[DPHQSRUVHSDUDGR
51
Los ejemplos más comunes son los sindicatos, los colegios profesionales y los
productores de bienes que evitan competir con productos importados al amparo de la
protección aduanera. Hasta hace unas décadas, la ubicación de las farmacias en las
ciudades de Argentina y Chile era un buen ejemplo de prácticas monopólicas protegidas
por el Estado: los permisos se concedían de manera que hubiera una distancia mínima
entre una farmacia y otra, asegurando a quienes recibían el permiso que no tuvieran
competencia en el vecindario inmediato, independientemente de la idoneidad (o falta de
ella) de los farmacéuticos en comparación con aquellos que no obtenían el permiso.
55
Su principal diferencia con el monopolio común, en la tradición neoclásica52, es
que en estos supuestos, la existencia de un solo oferente puede ser deseable
desde el punto de la vista de la eficiencia, debido a la existencia de altos costos
fijos iniciales y la capacidad de ofrecer bienes adicionales a muy bajos costos
(economía de escala), todo lo cual sugiere la conveniencia de un solo operador
en el mercado.
Los típicos ejemplos son los ³utilities´ o ³servicios públicos´ como ser la
provisión de servicios de gas, agua potable o electricidad, los cuales presuponen
una fuerte inversión inicial de capital, economías de escala y operan en
extensas redes, todo lo cual favorece un costo marginal de provisión que opera
muy por debajo de los costos en los mercados tradicionales. En estos casos,
además, la existencia de un solo oferente podría ser deseable a los fines de no
duplicar inversiones y disminuir así el costo social de provisión del servicio.
52
&RPRYDPRVDYHUHQHO~OWLPRFDStWXORODQRFLyQGH³PRQRSROLRQDWXUDO´HVGLVWinta
en la tradición de la Escuela Austríaca. Para estos autores, el monopolio natural es el
que se verifica cuando de hecho existe un solo oferente en el mercado, sin que se
asigne relevancia a la presunción de que por cuestiones tecnológicas o de economía de
escalas, se deba garantizar a través del sistema legal la existencia de uno o unos pocos
operadores. El monopolio natural es una consecuencia del propio mercado ±para los
austríacos-, y existirá sólo hasta que competidores potenciales decidan ingresar a él,
motivo por el cual es de fundamental importancia garantizar la libre concurrencia, la
transparencia en la información y la protección de los derechos.
56
natural sucede que el costo fijo inicial es tan grande que no permite multiplicidad
de proveedores, cada uno abasteciendo a una parte del mercado. Ese enorme
costo inicial de ingreso permite costos por unidad producida decrecientes a
medida que aumenta la producción, por lo cual sólo sobrevive el productor que
más vende, y por lo tanto abastece a la mayor porción del mercado, mientras
todos los demás desaparecerían al no poder sostener sus costos.
53
Desde luego puede haber controversia: en un conocido artículo se mostró que sobre
fines del siglo XIX había competencia en la provisión de electricidad en New York y
Chicago y que la competencia en el mercado del gas era frecuente antes de la llegada
del intervencionismo. Burton N. Behling, "Competition and Monopoly in Public Utility
Industries´, 1938, en Harold Demsetz, ed., Efficiency, Competition, and Policy,
Blackwell, Cambridge. Mass., 1989, p. 78.
57
mayor cantidad de clientes podrá cobrar un precio menor que los otros ya que
repartirá sus costos (iniciales, fijos y de enorme magnitud) entre un mayor
número de clientes. Esta disminución en el precio irá eliminando paulatinamente
a otros potenciales competidores y concentrando a los clientes alrededor de uno
o unos pocos oferentes.
54
Se ha sugerido que la venta de licencias por áreas limitadas para servicios de agua o
gas permite la competencia entre áreas, eliminado algunas ineficiencias de la
regulación. +DUROG 'HPVHW] ³:K\ 5HJXODWH8WLOLWLHV"´ Journal of Law and Economics
(April 1968): 55-65. Un examen de esta alternativas de regulación, nos llevaría, sin
embargo, más lejos de donde pretendemos llegar en este trabajo.
55
Sin embargo no necesariamente para todos los casos. Investigaciones empíricas de
Stigler y Fiedland en el sector de electricidad, no encontraron cambios en los precios y
utilidades luego de la regulación masiva de esta actividad. George Stigler and Claire
)ULHGODQG³:KDW&DQ5HJXODWRUV5HJXODWH"7KH&DVHRI(OHFWULFLW\´Journal of Law and
Economics, 1962, pp. 1-16.
56
Un caso interesante en este sentido es el del servicio telefónico en Argentina a
principios de la década de 1990. La privatización de dicho servicio hasta entonces
estatal, se hizo dividiendo el país en dos grandes áreas, y adjudicando un monopolio en
58
En especial, el monopolio legal desalienta los avances tecnológicos y las
mejoras en eficiencia. Quienes están incluidos entre los proveedores
monopólicos no tienen incentivos para producir mejoras, sino que prefieren
mantenerse en la situación de privilegio. Por su parte, los proveedores
potenciales que quedan fuera del sistema, enfrentan barreras legales que no los
alientan a desarrollar nuevas tecnologías, especialmente porque quizá luego de
producir esas mejoras, no lograrán que los privilegios legales sean eliminados,
con la consiguiente pérdida de tiempo y dinero.
2WURFDVRWtSLFRGH³IDOODGHPHUFDGR´HVSHFLDOPHQWHUHOHYDQWHSDUDXQD
explicación económica del derecho, es el caso de los bienes públicos, aquellos
que a diferencia de los privados, tienen dos características por las cuales se
supone que no pueden ser provistos de modo eficiente por la iniciativa privada:
la ³no rivalidad´ y la ³no exclusión´.57
cada área a una empresa privada distinta. El argumento para proceder de ese modo era
la dificultad tecnológica para que compitiesen, en una misma zona, dos o más
empresas telefónicas, debido a los problemas de grandes inversiones iniciales a los que
ya se aludió.
Sin perjuicio de que ya en ese entonces la barrera tecnológica a la competencia en
materia telefónica no era de tal magnitud, especialmente a partir del desarrollo de la
fibra óptica, lo cierto es que en pocos años, la tecnología en el área de las
comunicaciones creció de tal manera, que el monopolio que persiste hasta hoy ha
quedado virtualmente destruido, por obra tanto de la telefonía celular, como de las
distintas opciones que brinda la Internet. En este caso, el desarrollo de la nueva
tecnología fue de tal magnitud que avanzó por sobre la regulación legal. Sin embargo,
existen muchos otros en los cuales la regulación legal de monRSROLRV³QDWXUDOHV´SXHGH
ser fuertemente nociva para el nacimiento e implementación de nueva tecnología.
57
En general se reconoce a Paul Samuelson, el desarrollo y refinamiento del concepto
de ³bienes públicos´ tal como los maneja la economía en la actualidad. Sin embargo
probablemente este autor haya sido más precavido y menos optimista de las bondades
de la ingerencia gubernamental de lo que usualmente se considera. Paul Samuelson,
³The Pure Theory of Public Expenditures´, Review of Economics and Statistics Vol. 36,
1954, pp. 350-356. Para una interesante colección de artículos clásicos sobre la teoria
de la fallas del mercado, Tyler Cowen (ed,) , The Theory of Market Failure. A Critical
Examination, George Mason University Press, Fairfax, Virginia, 1988.
59
Hay una variedad importante de ellos, que van desde el alumbrado
callejero a la defensa naFLRQDOUHVSHFWRGHORVFXDOHVQRRSHUDHO³SULQFLSLRGH
H[FOXVLyQ´(VWRVLJQLILFDTXHWRGDODSREODFLyQWLHQHDFFHVRDWDOHVELHQHVVLQ
que el consumo de alguien vaya en detrimento del consumo del mismo bien por
parte de los demás (la iluminación que recibe el caminante que va por la vereda
derecha no disminuye la iluminación recibida por quienes transitan la vereda
izquierda de la misma calle). Tampoco es posible que cada uno elija la cantidad
a consumir y pague por ella: quien transita por una vereda no puede, de hecho,
elegir comprar más iluminación para sí, independientemente de la que reciben
todos los demás transeúntes. Estas dos características (inoperancia del principio
de exclusión e imposibilidad de elegir la cantidad a consumir) definen a los
³ELHQHV S~EOLFRV´58, y hacen que ellos no puedan, en principio, ser provistos
privadamente a través de transacciones de mercado.
Sin embargo, los mercados ofrecen muchas veces bienes públicos y hay
58
'HOFRQFHSWRGH³ELHQS~EOLFR´VHKDKHFKRXQDH[WHQVLyQLUUD]RQDEOH3RUHMHPSOR
es un abuso del lenguaje hablar de salud pública, educación pública, transporte público,
etc., para bienes y servicios que pueden ser eficientemente provistos privadamente ya
que no presentan las dos características típicas de los verdaderos bienes públicos. El
FDUiFWHU GH ³S~EOLFRV´ QR VH DGTXLHUH SRU HO KHFKR GH TXH HVWpQ GHVWLQDGRV D VHU
usados por muchas personas, sino porque se verifiquen las dos condiciones ya
mencionadas.
60
casos de beneficios externos que han sido exitosamente capturados por las
instituciones que permiten los mercados. En algunos casos, cierto nivel de
unanimidad es posible, de modo que la exclusión opera en tanto se encuentra
un modo de excluir a quien no paga, como sucede en barrios privados muy
poblados, o bien se ³liga´ la provisión de un bien publico a la venta de bienes
privados. Por esta última razón, aun quienes no compran en los centros
comerciales, gozan de música funcional, aire acondicionado y otros servicios
indivisibles.
Hay además evidencia empírica que muestra que a veces los particulares
pueden ofrecer bienes públicos típicos, porque están en condiciones de
discriminar un beneficio al hacerlo. El gran ejemplo de bien público es el del faro,
que fue empleado en el siglo XIX por John S. Mill y Sidwick, y durante el siglo
XX por Paul Samuelson, para justificar la intervención legal en este caso. El
argumento es que, toda vez que la existencia de faros es fundamental para la
navegación segura, y nadie tiene incentivos para construirlos, pues no se puede
cobrar a cada barco que circule por el mar por el servicio, indefectiblemente los
faros deben ser construidos por el Estado con fondos públicos.
59
Véase. Ronald H. Coase, La empresa, el mercado y la ley. Alianza, 1994. Para una
visión crítica de la teoría de las fallas de mercado, Alberto Benegas Lynch (h), ³Bienes
Públicos, externalidades y los free riders: el argumento reconsiderado´, Libertas nº 28,
ESEADE, Buenos Aires, 1998. También,: Ricardo Manuel Rojas, Las contradicciones
del derecho penal, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2000, p. 59 y siguientes.
61
Lo que ilustra el ejemplo de los faros es que el problema de los bienes
públicos, muchas veces tiene que ver más con la mejor definición de derechos
de propiedad y el desarrollo de tecnología e instituciones que faciliten a bajo
costo la posibilidad de exclusión.
62
del crimen, y ese derecho de propiedad le permite a los residentes
tomar decisiones que estaban vedadas cuando la calle era pública,
como la de controlar e impedir el acceso de extraños o sospechosos,
aun con el auxilio de la seguridad privada o de la policía. La
característica de no exclusión propia de los bienes públicos, veda la
posibilidad de que alguien sea impedido de acceder a un lugar
público hasta tanto no cometa un crimen;; sin embargo, en una calle
privada se pueden tomar medidas preventivas sobre la base del
derecho de exclusión emanado de la propiedad.
Como explica Benson, los incentivos para vigilar y cooperar en la
prevención de crímenes son aparentemente mucho más fuertes
cuando las calles son privatizadas, y se advierte especialmente la
disminución de los crímenes contra las personas y los llamados
crímenes de oportunidad, como hurtos, arrebatos, robos de
automóviles, etc. La gente se muestra más dispuesta a denunciar los
crímenes y a testificar en los juicios, porque aunque dichos crímenes
no se cometan en su contra, sino contra un vecino, de alguna manera
los afecta de un modo más personal60.
60
Rojas, Ricardo Manuel, Las Contradicciones del Derecho Penal, op. cit., p. 66-67.
Con cita de Bruce Benson, To serve and protect, Independent Institute, 1998, p. 158, y
sus citas; Oscar Newman, Community of interest, Anchor Press, N.Y, 1980, pp. 137-
140.
61
El clásico artíFXORVREUHHOWHPDHVGH.HQQHWK'*ROGLQ³(TXDO$FFHVVYV6HOHFWLYH
63
recaudación a partir de los cuáles la obra se inicia, y si no se alcanzan, el dinero
se reintegra62.
64
funcionan sobre la base de bienes públicos, como la justicia estatal, que los
hace posibles.
2.5. Externalidades.
2WUD ³LPSHUIHFFLyQ´ GH PHUFDGR TXH QR HV FUHDGD SRU OD DFción de los
65
Bator clasificó las fallas de mercado en tres tipos: monopolios, bienes públicos y
externalidades. Pero los dos primeros pueden ser tratados como casos de
externalidades, tal como advirtió Demsetz, o más precisamente conectar el problema
con los costos de transacción. Dice Demsetz que ³en un mundo donde el costo de
negociar es igual a cero no hay ineficiencias derivadas del monopolio en tanto el
productor y el consumidor pueden eliminar la ineficiencia". Why Regulate Utilities (1969)
Journal of Law and Economics 11, 55 - 61. Según Dalman, igual punto fue destacado
por Calabresi (nota a pie de página del artículo p. 211).
65
poderes del estado, ni promovida por ellos, es la que se produce cuando los
excedentes captados por los productores y consumidores de ciertos bienes no
son la totalidad de los excedentes generados por la producción y el consumo.
Hay otros excedentes, positivos o negativos, que recaen sobre terceras partes
ajenas a la transacción y que no participaron en ella. Estos fenómenos se
denominan externalidades, positivas o negativas según que los terceros
afectados se beneficien o perjudiquen, respectivamente.
66
¡No! contentos el taxista y yo, pero ¿alguien les preguntó su
opinión a los demás conductores y peatones que se cruzaron con el
taxi? No estamos con esto emitiendo una opinión sobre la calidad de
manejo del taxista ... supongamos que hubiera sido perfecta. Aún así,
estos terceros inocentes hubieran preferido que ese taxi (y muchos
otros autos) no circulara a esa hora y por esas calles. Cuando el taxista
y yo estuvimos de acuerdo en que $3 era un precio adecuado para el
viaje, para nada consideramos que los restantes miles de
automovilistas y peatones verían su tránsito entorpecido por la
presencia de un auto más, aumentándoles a todos ellos sus tiempos de
viaje debido a la mayor congestión generada por el taxi que tomé. Y su
respiración entorpecida por más emisiones de partículas y monóxido
de carbono ... Y su capacidad auditiva entorpecida por más ruido de
chatarra y bocinazos.
Al taxista y a mí tampoco nos gustan el monóxido de carbono
ni las partículas respirables, ni los bocinazos;; pero la incomodidad de
soportarlos fue tomada en cuenta cuando decidimos, cada cual por su
lado, venir al centro de la ciudad. Por lo tanto, este costo fue incluido
implícita o explícitamente en los respectivos cálculos de costos y
beneficios que condujeron a la recíproca aceptación que $3 era un
precio adecuado: dichos costos fueron internalizados por quienes
tomamos la decisión.
Lo que no fue tomado en cuenta por ninguno de los dos, son las
externalidades ²es decir, cosas que no están internalizadas en los
costos de quienes toman la decisión- o molestias sobre todos los
demás.
Al bajar del taxi, antes de entrar al Juzgado, pasé por una
farmacia y me hice aplicar una vacuna anti-gripal que cuesta $10. Ese
valor, obviamente, remunera los costos de producción de la vacuna y
la ganancia del laboratorio que la produce y de la farmacia que la
pone a disposición del consumidor. También valora mi conveniencia
de no contraer gripe, pues es por ello que estuve dispuesto a pagar ese
precio. De manera que ... a $10, ¡todos contentos: el laboratorio, el
farmacéutico y yo!
¡No! No solamente el laboratorio, el farmacéutico y yo, sino
también varios miles de personas más que ni siquiera conozco y que,
gracias a que yo no seré factor de contagio, tienen una menor
probabilidad de contraer gripe este invierno. Ninguno, ni uno solo de
estos miles se molestó en agradecérmelo, ni siquiera ofreció contribuir
con algunos centavos a mi costo de $10.66
66
Ernesto R. Fontaine y Osvaldo H. Schenone, op. cit., págs. 97-99.
67
Un ejemplo claro de problemas de externalidades (que vamos a mirar
con mayor detalle en el próximo capítulo) es el asociado con la llamada ³tragedia
de los bienes comunales´, donde la propiedad es de libre acceso para cualquier
miembro de la comunidad. En estos supuestos, las personas tienen muchos
menos incentivos para cuidar y hacer un empleo eficiente de los recursos en
tanto los costos de su producción y mantenimiento son soportados, en su mayor
parte, por otras personas. Es el caso de las tierras comunales para pastoreo, los
bosques naturales, el medio-ambiente, ríos y mares, etc..
(VWRV VRQ ELHQHV HQ ORV FXDOHV KD\ ³OLEUH DFFHVR´ HVto es, no existen
derechos de propiedad individual definidos que autoricen la exclusión y por lo
tanto, existen incentivos para explotarlos del mayor modo posible, antes de que
otros lo hagan y terminen con el bien. Al mismo tiempo, como se dijo, nadie
quiere hacerse cargo de los costos de mantenerlo, y espera que los demás lo
hagan, en una típica postura de fee rider. El argumento es bastante intuitivo:
67
Ernesto R. Fontaine y Osvaldo H. Schenone, op. cit., págs. 126-127.
68
En casos como los ejemplos recién mencionados, el mercado no puede
resolver automáticamente su propia imperfección, pero hay otros en los cuales
ello sucede, y el mercado elimina la externalidad. Es el caso en que las partes
afectadas son identificables y los costos de negociación entre ellas no son
prohibitivos. Dadas esas circunstancias, las partes pueden eliminar la
imperfección del mercado y alcanzar una mayor eficiencia económica a través
de negociaciones y acuerdos privados.
69
preguntarse cuál es el precio de contaminar y si acaso éste depende de la
decisión judicial. Este tema nos remite al último punto de este capítulo, en el que
GHVDUUROODUHPRVHOOODPDGR³7HRUHPDGH&RDVH´\GHOTXHVHGHGXFHTXHVLORV
costos de negociación entre las partes no es prohibitivo, la asignación de
derechos legales no afecta la asignación de recursos entre empresas, ya que la
externalidad y la imperfección de mercado desaparecerán por la negociación
privada68.
68
Este resultado se publicó en Ronald Coase, ³The problem of social cost´ 3 Journal of
Law and Economics, 1960. Para una traducción al castellano, se puede recurrir a la
colección de artículos compilados de Ronald Coase, La Empresa, El Mercado y la Ley,
Alianza, Madrid, 1998.
69
Ernesto R. Fontaine y Osvaldo H. Schenone, op. cit., pág. 101.
70
Supongamos que M (un músico) obtiene ingresos por $ 100 de su
actividad, pero durante sus ensayos no permite que su vecino D (un médico) que
para ejercer su profesión necesita auscultar a sus pacientes, ejerza su actividad
de la cual obtiene ingresos por $ 60.
6H WUDWD FODUDPHQWH GH XQ FDVR GH H[WHUQDOLGDGHV \ OD VROXFLyQ ³SUH
&RDVH´VHUtDLPSRQHUXQDPXOWDDM equivalente al monto de la externalidad, a
fin de introducir incentivos para que él tenga en cuenta la externalidad que
provoca al desarrollar su actividad.
71
4. D no obtiene mayores recursos que M y tiene el derecho: hay
un ámbito de negociación en sentido inverso al segundo caso: ahora es D
quien transfiere el derecho a M.
70
Entre las distintas definiciones que se han dado a esta expresión, pueden
mencionarse, a título de ejemplo, que Coase define a los costos de transacción como
³HOFRVWRGHXWLOL]DUHOPHFDQLVPRGHSUHFLRV´'HPVHW]FRPR³HOFRVWRGHLQWHUFDPELDU
WtWXORVGH SURSLHGDG´ )XUERWQ \ 5LFKWHU FRPR³WRGR FRVWR UHODFLRQDGRFRQODFUHDFLyQ
FDPELRV\XVRGHXQDLQVWLWXFLyQXRUJDQL]DFLyQ´FRQI5RHPHU$QGUpVIntroducción al
Análisis Económico del Derecho, Fondo de Cultura Económica, Mexico, 1998, p. 51 y
sus citas).
71
Ronald. H. Coase, La Empresa, El Mercado y la Ley, op. cit. 134. p. Todas estas
conclusiones son muy conocidas en la literatura. Por ejemplo, Robert Cooter y Thomas
Ulen, Derecho y Economía, Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 118 y ss. También
se puede consultar, Hans-Bernd Schafer y Claus Ott, Manual de Análisis Económico del
Derecho, op.cit. p. 84 y ss. German Coloma, Análisis Económico del Derecho, privado y
regulatorio, Ciudad Argentina, p.70 y ss., entre muchos otros.
72
adecuado entorno institucional. En segundo lugar, como el proceso de mercado
es el mecanismo básico de transacción, deben ponderarse los costos por el uso
del mercado, lo que abarca los resultantes de:
De modo que una vez que tenemos en cuenta los costos de transacción
la ley deja de ser neutra para el desempeño económico. Los costos de
negociación podrían superar a los beneficios derivados de ella y entonces, el
derecho cobra fundamental importancia para garantizar la eficiencia económica,
al convertirse en una institución mediadora para reemplazar a los individuos y al
proceso de mercado en aquellas funciones en que los costos serían
insufragables en un contexto de intercambio puro73. De hecho, en la parte
aplicada de este libro, examinaremos cómo el sistema legal puede explicarse, al
72
Rojas, Ricardo Manuel, Análisis Económico e Institucional del Orden Jurídico,
Editorial Abaco, Buenos Aires, 2004, p. 240 y ss.¸ con cita de Rupert F. J. Pritzl,
Corrupción y rentismo en América Latina, CIEDLA, Buenos Aires, 2000, p. 39.
73
Rojas, Ricardo Manuel, op. cit., p. 241.
73
menos en parte, como un mecanismo para eliminar costos externos y lidiar con
los costos de transacción.
Veremos que el contenido del orden jurídico será fundamental para que
esos costos aumenten o disminuyan. La diferencia no es menor, pues los costos
de transacción equivalen a una parte muy importante del producto bruto de un
país, y por lo tanto, lo que se gasta de más por ineficiencia institucional y legal,
se pierde en inversión o consumo74.
74
Se ha calculado que los costos de transacción, en Estados Unidos, para la segunda
mitad del siglo XX, equivalían aproximadamente al 50% del producto bruto interno (conf.
Wallis, JoKQ\1RUWK'RXJODVV&³0HDVXULQJWKH7UDQVDFWLRQ6HFWRUHQWKH$PHULFDQ
(FRQRP\´ HQ (QJHUPDQ 6/ \ *DOOPDQ 5( HGV Longterm Factors in American
Economic Growth. Studies in Income and Wealth, Chicago, 1988, pp. 95 a 161; citado
por Rojas, Ricardo Manuel, Análisis Económico e Institucional del Orden Jurídico, p.
241).
74
sobre los recursos de modo eficiente. Pero cuando los costos de transacción son
muy altos, el sistema legal (o el Estado por intervención directa) emplea otros
mecanismos, como por ejemplo el derecho de daños, los impuestos, el derecho
administrativo, las restricciones al dominio, la expropiación, las regulaciones y/o
permisos o subastas de derechos de propiedad, entre otras formas de lidiar con
los efectos externos.
75
(ORULJHQGHOOODPDGR³7HRUHPDGH&RDVH´PiVDOOiGHOIDPRVRDUWtFXORGHODXWRUThe
problem of social cost, se remonta a una reunión con una veintena de economistas en la
casa de Aaron Director, en 1960, en la que el futuro Premio Nobel de Economía expuso
sus ideas. George Stigler, que se hallaba entre los presentes, bautizó a la tesis allí
75
En la medida en que no existan costos de transacción, y los
derechos de propiedad estén perfectamente definidos, el proceso de
mercado es eficiente.
(VWDV GRV IXQFLRQHV GHO GHUHFKR KDQ UHFLELGR HO QRPEUH GH ³WHRUHPD
QRUPDWLYRGH&RDVH´\³WHRUHPDQRUPDWLYRGH+REEHV´UHVSHFWLYDPHQWHSRUORV
autores mencionados.
76
posible lo primero, y los acuerdos se hacen imposibles o demasiado costosos, el
orden jurídico debería estructurarse de tal modo que se minimice el daño
causado por las fallas de los acuerdos privados76. Este principio normativo
supone asignar el derecho a la parte que puede hacer un uso más eficiente del
mismo, en tanto pueda compensar hipotéticamente a la otra y aún salir ganando.
Habría, en suma, una ganancia neta que se corresponde con la eficiencia en el
sentido potencial de Pareto.
76
Cooter y Ulen, Derecho y Economía, op.cit. p. 128-9.
77
UHVSHFWR GH OD DVLJQDFLyQ ³ILQDO LJXDO \ HILFLHQWH´77, asignar inicialmente el
derecho a una de las partes contratantes incrementa su riqueza, pues aumenta
su capacidad de aceptar o rechazar un precio, de modo tal que la asignación
inicial podría tener algún efecto en la asignación final. Podría suponerse, en el
ejemplo de músico y el doctor, que reconocer el derecho inicial a uno de ellos
LPSOLFD XQ ³HIHFWR ULTXH]D´ TXH UDzonablemente puede tener incidencia en la
asignación final.78
77
Con frecuencia se sostiene que el Teorema supone dos principios: la eficiencia en la
asignación y la no variación en la asignación.
78
Regan, Donald H., The Problem of Social Cost Revisited, 15 Journal of Law and
Economics,1972, p. 427.
79
Veljanovski, Cento, The New Law and Economics: A Research Review, Centre for
Socio-Legal Studies, 1982, p.53 y ss. George Daly & J. Fred Giertz, ³Externalities,
Extortion, and Efficiency´, 65 American Economic Review, 1975, p. 997. Para una
78
ejemplo, considera que algunos podrían simplemente no negociar, aún en
ausencia de costos de transacción, por temor a perder un estado de cosas
aceptable aun cuando no óptimo80; es decir, que las partes no asuman el riesgo,
aún cuando ambas puedan ganar (un problema que remite al dilema del
prisionero), por temor a perder una ventaja o situación que valoran y de la que
actualmente disponen.
79
utilitarismo y los conocidos argumentos en esa dirección de Nozick y Rawls,
Fried considera que la justicia como eficiencia, finalmente transforma a las
personas en puntos de referencia abstractos sin dimensión propia más que
como centros de placer y dolor83. Naturalmente, también en línea con
tradicionales criticas al utilitarismo, se ha considerado que el análisis económico
VyORFRQVLGHUDORTXHODJHQWHSUHILHUH\QRORTXHJHQWH³GHEHUtDSUHIHULU´84.
1981, p. 387. Fried también destaca que la distribución final de los derechos de
propiedad, aún en los supuestos idealizados del Teorema, son finalmente una función
de los derechos iniciales de propiedad, en línea con las críticas antes comentadas.
Rigth and Wrong, p. 93 y ss.
83
Afirma este autor que: ³If offers no way of giving substantive content to the concept of
the person, all characteristics being available for adjustment as the optimistic calculus
may dictate, all atributes of the persons being contingent. The person finally becomes an
abstract point, to wich pleasureand plain may be attributed, but with no dimention or
shape of its own´. Rigths and Wrong , p 104.
84
Laurence H. Tribe, ³Technology Assessment adn the Fourth Discontinuity: the Limits
of Instrumental Rationality´, 44 South California Law Review, 1973, p. 617. P
80
porque completa la legislación del Sinai con las normas y preceptos
promulgados por Moisés en las llanuras de Moab. Este libro dispone:
85
Capítulo 23, versículos 25 y 26. El Libro del Pueblo de Dios. La Biblia. 19a edición.
Sociedad Bíblica Católica Internacional, Madrid, 1998.
86
Schein, A. ³A Biblical Precedent for the Coase Theorem?´ Journal of Markets and
Morality, Vol. 7, N° 2, 2004, págs. 495-504.
81
al agricultor el derecho a prohibirles el paso, se permite que la interacción entre
las partes involucradas revele cuál es el uso del suelo que mayor bienestar o
riqueza genera para todos los involucrados, es decir, el uso más eficiente.
HaVWD DTXt VH KD KHFKR UHIHUHQFLD ³DO´ DJULFXOWRU HV GHFLU D XQD ~QLFD
persona que cultiva la tierra, por lo cual no se evalúan costos de negociar (y
hacer cumplir lo negociado). Sin embargo, pueden ser varios los agricultores
interesados en cultivar en propiedad pública presumiblemente destinada a la
circulación de personas y animales. Como todos saben que los demás pueden
servirse gratuitamente de lo sembrado, existirá un incentivo para negociar la
manera en que han de repartirse los costos de cultivar y los frutos recogidos
(después de deducir lo consumido por los transeúntes). Si se llega a un acuerdo
entre quienes pretenden cultivar, también se hará un uso más eficiente del
suelo.
82
CAPITULO III
3.1 Introducción
87
A. Schüller, ³Teoría de los Property Rights´, en A. Schüller y G. Krüsselberg (eds.),
Conceptos Básicos sobre el Orden Económico, Unión Editorial±Fundación Konrad
Adenauer, Madrid, 1991, pp. 171±177. Para un relevamiento de la literatura y
contribuciones más importantes de la economía de los derechos de propiedad, Pedro
Schwartz y Alfonso Carbajo, ³Teoría Económica de los Derechos de Propiedad´ en
Hacienda Publica Española Vol. 68, Madrid, 1981, p. 221 y ss.
83
derechos de propiedad, que indaga, empleando la teoría de los precios, la
incidencia de los derechos de propiedad en el desempeño económico y, al
mismo tiempo, el impacto que el cambio en determinadas condiciones
económicas tiene en la formación y ejercicio de los derechos de propiedad. De
manera que, a nivel positivo, hay una doble relación entre derechos de
propiedad y desempeño económico: mientras el análisis de los derechos de
propiedad permite una mejor comprensión de cómo operan el mercado y otras
instituciones, los cambios en la economía también inciden en el modo en que se
definen y ejercen los derechos de propiedad88.
Por otro lado, en tanto el empleo eficiente de los recursos depende del
88
Pejovich distingue, por ejemplo, un primer nivel donde quedan implicados el
desarrollo y definición de derechos de propiedad que define el carácter económico de la
comunidad. Luego, opera un segundo nivel, cuando los derechos de propiedad están ya
definidos, donde el mercado queda constituido por convenios que operan sobre esos
previos derechos de propiedad. Como señala este autor, hay una ´UHODFLyQGREOHHQWUH
ley y economía. Primero, las leyes, los reglamentos y las costumbres afectan el
comportamiento económico en formas específicas y pronosticables. Segundo, el
análisis económico puede explicar el desarrollo y los cambios en las leyes´ Svetozar
Pejovich, Fundamentos de Economía. Un enfoque basado en los derechos de
84
sistema de derechos de propiedad que regula su uso y transferencia, es posible
también emplear la teoría de precios para sugerir cambios en los sistemas de
derechos desde el punto de vista de la eficiencia.
85
Pero previo a ello resulta conveniente introducir algunas diferencias entre
la concepción jurídica y la económica del derecho de propiedad.
3DUDTXHORVKRPEUHV OLEUHV«SXHGDQD\XGDUVHPXWXDPHQWH\
no estorbarse nunca en el desarrollo de su actividad, es necesario que
una línea invisible de separación determine los límites dentro de los
cuáles el desenvolvimiento paralelo de los individuos, encuentre
seguridad e independencia;; ahora bien, la regla que fija estos límites y
garantiza esta liberWDGVHOODPDGHUHFKR«91
90
Rojas, Ricardo Manuel, Elementos de teoría constitucional. Una propuesta para
Cuba, Unión Editorial, Buenos Aires, 2008, p. 82.
91
Savigny, M. F. C. de, Sistema de Derecho Romano Actual, Góngora y Compañía
Editores, Madrid 1878, Tomo 1, p. 223. Ver en el mismo sentido Hayek, Friedrich A.,
Los fundamentos de la Libertad, Unión Editorial, Madrid, 1978, p, 197. Allí Hayek
FRPSOHWD OD FLWD GH 6DYLJQ\ ³>(O GHUHFKR@ HV ODUHJOD en cuya virtud se fija la frontera
invisible dentro de la cual el ser y actividad de cada individuo tiene una segura y libre
86
y origina además la obligación pasiva universal de respetarlo y no turbarlo.
87
Sin embargo, para que estas restricciones legales tengan efecto
económico deben ser ejercidas, en el sentido de que la probabilidad de que se
aplique la prohibición tiene especial relevancia en sus efectos. Una ley que no se
aplica, simplemente no cuenta desde el punto de vista de sus efectos, aun
cuando técnicamente sea válida.
Además, una vez que conFHELPRV ORV GHUHFKRV QR FRPR XQD ³UHODFLyQ´
FRQ XQD FRVD VLQR FRPR XQ ³SDTXHWH´ GH IDFXOWDGHV GH DFWXDFLyQ VREUH
determinados bienes respecto de terceros, resulta claro que sobre el mismo bien
físico puede recaer una pluralidad de derechos de actuación, aun cuando la
FRVD VH HQFXHQWUH ³MXUtGLFDPHQWH´ EDMR HO GRPLQLR SULYDGR GH XQ LQGLYLGXR
determinado. Siguiendo un ejemplo de De Alessi, un individuo puede detentar un
derecho de dominio perfecto sobre un campo. Sin embargo, solamente puede
ejercer determinados derechos de actuación sobre el mismo, como sembrar trigo
o maíz pero no otros, como plantar marihuana. Puede apropiarse de los frutos
de su empleo, pero debe pagar impuestos y además deberá soportar ciertas
externalidades negativas de sus vecinos.93
Politico, 1965.
93
Louis De Alessi, op. cit., p. 47.
88
limitaciones, que pueden provenir del propio derecho privado (como un
usufructo, por ejemplo) o bien del derecho público, como sería el establecimiento
de una servidumbre administrativa94. Es evidente que en estos casos confluyen
diversas facultades de actuación sobre un mismo bien. Es el contenido concreto
de esas facultades lo que jugará un papel fundamental en la determinación del
precio, y no la sanción formal por el sistema legal.
94
LDIURQWHUDTXHVHSDUDHOFDPSRGHODV³UHJXODFLRQHV´GHOFDPSRGHOD³H[SURSLDFLyQ´
es sumamente ambigua y difusa. Las limitaciones o atenuaciones del derecho de
SURSLHGDGSULYDGD³HQVHQWLGRMXUtGLFR´LPSXHVWDVSRUHO(VWDGRHVGHFLUWRGDDQXODFLyQ
GHO UHFRQRFLPLHQWR MXUtGLFR GH XQ HVSHFtILFR GHUHFKR GH SURSLHGDG ³HQ VHQWLGR
HFRQyPLFR´ FRQVWLWX\H XQD H[SURSLDFLyQ SDUFLDO Sobre este asunto véase Richard
(SVWHLQ³$Q2XWOLQHRI7DNLQJV´41 University of Miami Law Review 3, 1986, reimpreso
en Kenneth G. Dau±Schmidt y Thomas S. Ulen, Law and Economics Anthology,
Anderson Publishing Co., Cincinnati, Ohio, 1998.
95
Sobre la distinción entre economic property rights y legal property rights, véase Yoram
Barzel, Economic Analysis of Property Rights, Cambridge University Press, 2a edición,
1997, Capítulo I.
96
Eirik G. Furubotn y Svetozár Pejovich, ³/RV GHUHFKRV GH SURSLHGDG \ OD WHRUtD
económica: Examen de bLEOLRJUDItDUHFLHQWH´>@Hacienda Pública Española, N° 68,
Ministerio de Hacienda, Instituto de Estudios Fiscales, 1981, p. 297. Allí señalan que:
³ORVGHUHFKRVGHSURSLHGDGQRVHUHILHUHQDUHODFLRQHVHQWUHHOKRPEUH\ODVFRVDVVLQR
más bien a las relaciones behaviorísticas sancionadas entre las personas que surgen
de la existencia de cosas y atañen a su uso. Las asignaciones de derechos de
propiedad especifican las normas de comportamiento en cuanto a las cosas que todas y
cada una de las personas han de observar en sus interacciones con otras personas so
pena de tener que soportar los costos de su quebrantamiento. Por consiguiente, el
sistema de derechos de propiedad imperante en la comunidad puede describirse como
conjunto de relaciones económicas y sociales que define la posición de cada individuo
UHVSHFWR D OD XWLOL]DFLyQ GH UHFXUVRV HVFDVRV´ (Q HVHQFLD HVWD FRQFHSFLyQ VREUH ORV
derechos reales no difiere de la conocida, en el campo jurídico romanista, como tesis
SHUVRQDOLVWD R GH OD ³REOLJDFLyQ SDVLYDPHQWH XQLYHUVDO´ DWULEXLGD D 3ODQLRO \ DVRFLDGD
con los nombres de Michas y Demogue. Véase al respecto: Marina Mariani de Vidal,
Curso de Derechos Reales, Zavalía, Buenos Aires, 3ª edición, 1995, Tomo 1, p. 29 y
ss.; Pedro N. Cazeaux y Félix A. Trigo Represas, Compendio de Derecho de las
Obligaciones, Librería Editora Platense, La Plata, 2ª edición, 1994, Tomo 1, p. 10 y ss..
89
Por otra parte, como sugiere Alchian, la propiedad privada permite a su
titular la producción de determinados efectos externos sobre terceros, siempre
que los atributos físicos o usos por los demás propietarios no queden afectados.
En otros términos, el reconocimiento de un derecho de propiedad no sólo
permite, en un mundo de costos de transacción positivos, apropiarse de modo
determinado de los beneficios derivados del empleo de los bienes, sino también
ODLPSRVLFLyQGHFLHUWRQLYHOGH³HIHFWRVH[WHUQRV´DORs demás, en tanto no hay
³GHUHFKRVFRPSOHWRV´VREUHODVFRVDV97.
3RURWUDSDUWHHQWDQWRHQHOPHUFDGRVHLQWHUFDPELDQ³GHUHFKRV´VREUH
bienes, y no bienes en sí mismos, el concepto de derecho pasa a ser parte
integrante del análisis económico, un elemento fundamental para comprender el
funcionamiento del sistema de precios en diversos contextos institucionales.
97
$UPHQ$$OFKLDQ³6RPH(FRQRPLFVRI3URSHUW\5LJKWV´>@HQ$UPHQ$$OFKLDQ
Economic Forces at Work, Liberty Fund, Indianapolis, 1977. Demsetz cree que los
derechos de propiedad autorizan un nivel y clase de costos externos sobre la propiedad
GH RWURV ³+DFLD XQD WHRULD«´ RSFLW 4XL]i OD GLVWLQFLyQ HQWUH ³FDPELRV ItVLFRV \ QR
fíVLFRV´ VHD EDVWDQWH FRPSOHMD y desde luego no la podemos examinar aquí. Señala
HVWH DXWRU TXH ³« ORV GHUHchos de propiedad especifican cómo pueden causarse
beneficios y perjuicios a las personas, y por ende, quien debe pagar a quien para
PRGLILFDUODVDFFLRQHVUHDOL]DGDVSRUODVSHUVRQDV³Op.cit. p. 286.
98
Para una crítica desde un enfoque basado en estrictos derechos de propiedad en
VHQWLGR FOiVLFR YpDVH SRU HMHPSOR :DOWHU %ORFN ³&RDVH DQG 'HPVHW] RQ 3ULYDWH
3URSHUW\5LJKWV´Journal of Libertarian Studies Vol. 1, nro. 2 , 1977, pp. 111-15.
90
Elemento que no está presente cuando se suponen como exógenamente
³GDGRV´XQRVGHUHFKRVGHSURSLHGDGSHUIHFWDPHQWHGHILQLGRV\HVWDEOecidos.
99
9pDVH+DUROG'HPVHW]³,QWHUFDPELR\([LJHQFLDGHOFXPSOLPLHQWRGHORV'HUHFKRV
GH3URSLHGDG´WUDGXFLGRDOFDVWHOODQRHQHacienda Publica Española, op.cit. p. 274. Ver
los ejemplos en pp. 277-8.
91
excedentes se encuentren distribuidos conforme a algún criterio de justicia,
cualquiera que fuese. En este sentido, la eficiencia económica requiere la
existencia de derechos de propiedad, independientemente de quiénes los
detenten y/o de las consideraciones vinculadas con la justicia (o injusticia) de su
distribución.
6L HQ HO SiUUDIR DQWHULRU VH UHHPSOD]DQ ODV H[SUHVLRQHV ³IDFWRUHV GH
SURGXFFLyQ´ \ ³SURGXFWRUHV´ SRU ³ELHQHV GH FRQVXPR´ \ ³FRQVXPLGRUHV´
respectivamente, se llegaría al mismo resultado: Suponga ahora que los bienes
de consumo no estuvieran sujetos al derecho de propiedad de alguien y todos
pudieran consumirlos por igual, sin tener que pagar por ellos. La falta de
derechos de propiedad hace desaparecer el mecanismo automático por el cual
los consumidores con mayor disposición a pagar desplazarían a los demás. Así,
los bienes serían erráticamente consumidos por cualquiera, y la diferencia entre
el excedente que pudieron haber generado los bienes si hubieran sido
consumidos por quienes están dispuestos a pagar más y el que efectivamente
92
generan, no es capturada por nadie. La eficiencia económica se resiente.
100
5HVSHFWR GH HVWH ³D SULPHUD YLVWD´ YpDse Ronald H. Coase, La Empresa, El
Mercado y la Ley, Alianza Editorial, Madrid 1994., pp. 23-30. Los casos de fallas de
mercado, según este autor, opinión compartida también por el mismo Pigou y
Samuelson, sólo prima facie, autorizan la ingerencia gubernamental en los mercados
desde criterios de eficiencia. Los funcionarios a veces no cuentan con buena
información, tienen incentivos diferentes a la eficiencia y, entre otros problemas,
pueden ser capturados o influenciados por lobbies.
93
Esta regla de asignación de derechos de propiedad genera incentivos
para dedicar recursos a la búsqueda de bienes carentes de dueño. En general,
será verdad que cuanto mayor sea el número de emprendedores involucrados
en la búsqueda, menor será la probabilidad de que cada uno de ellos tenga
p[LWR&RQODDSDULFLyQGHFDGDQXHYR³EXVFDGRUGHWHVRURV´ODSUREDELOLGDd de
éxito de todos los restantes buscadores disminuye. Estamos en presencia de lo
TXH HQ HO FDStWXOR DQWHULRU GHQRPLQDPRV ³H[WHUQDOLGDGHV´ \ HVWD UHJOD GH
asignación de derechos de propiedad no conduce a la eficiencia económica.
Existen incentivos para que se sigan sumando buscadores mientras el valor
esperado del excedente para cada uno de ellos sea positivo, pero este
mecanismo espontáneo y automático ignora el deterioro de la probabilidad de
éxito para los restantes buscadores101. No es económicamente eficiente que
haya tantos buscadores, de la misma manera que en el capítulo anterior se
argumentó que no es económicamente eficiente que haya tantos viajes en taxi
en áreas congestionadas de la ciudad.102
101
La posesión tiene sus defensores aun cuando se reconocen sus límites en
eficiencia. Véase Robert Sudgen, The Economics of Rigths, Cooperation and Welfare,
pp. 87-95, 1986, y &DURO5RVH³3RVVHVVLRQDVWKH2ULJLQRI3URSHUW\´HQ52 University
of Chicago Law Review, 73-88, 1985. Un examen económico más completo, donde se
LOXVWUDQFDVRVHQORVFXDOHVOD³FDUUHUD´SXHGHVHUHOLPLQDGDDOPHQRVSDUFLDOPHQWHHV
HOGH/XHFN'HDQ³7KHUXOHRIILUVWSRVVHVVLRQDQGWKHGHVLJQRIWKHODZ´. 38 Journal of
Law and Economics, 393-436, (1995). Richard Epstein ha considerado, además, que
sus ventajas se deben a que consiste en el sistema más barato, en los inicios, para
LQFRUSRUDUUHFXUVRVDOVLVWHPDOHJDO³3RVVHVVLRQDVWKH5RRWRI7LWOH´*D/DRev. Vol.
13, 1978, pp. 1221 y ss. Su critico más grande es probablemente Haddock, D. D., ³First
possession versus optimal timing: limiting the dissipation of economic value´.
Washington University Law Quarterly Vol., 64, 1986, pp. 775-92.
102
Si los costos de negociar, y de hacer cumplir los términos que se hubieran
negociado, fueran lo suficientemente bajos, la solución de Coase se lograría
espontáneamente: quien pudiera hacer el mejor uso del bien buscado (es decir, quien
pudiera hacerle rendir el mayor excedente) estaría en condiciones de pagar a sus
rivales para que se abstengan de buscar, desaparecería la externalidad y se llegaría a
una solución económicamente eficiente: el derecho de propiedad sobre el bien recaería
en aquella persona para quien el excedente es mayor.
94
3.5. Tipos de propiedad
3RU ³SURSLHGDG FRPXQDO´ VH HQWLHQGH HO GHUHFKR VXVFHSWLEOH GH VHU
ejercitado por todos los miembros de la comunidad, donde no hay exclusión. De
modo que ni el Estado ni un particular pueden excluir a una persona del uso del
recurso. Se encuentran, por ejemplo, en ese estado los recursos pesqueros en
alta mar y algunos bosques y recursos naturales que no están protegidos por
regulación.
/D³SURSLHGDGSULYDGD´VXSRQHTXHHOWLWXODUSXHGHH[FOXLUDORVGHPiV
del ejercicio o empleo de los recursos de su titularidad. Para que un sistema de
derechos de propiedad se adecue al criterio de eficiencia, debe reunir tres
características: universalidad, exclusividad y transferibilidad.
/D³XQLYHUVDOLGDG´LPSOLFDTXHHQSULQFLSLRVREUHWRGRVORVELHQHVGHEHQ
recaer derechos de propiedad, salvo aquellos que sean tan abundantes que
pueden ser consumidos en cualquier cantidad sin que otros queden excluidos.
/D³H[FOXVLYLGDG´HVOyJLFDPHQWHXQFRPSRQHQWHIXQGDPHQWDOGHOGHUHFKR
de propiedad privada. Significa la posibilidad, garantizada por las leyes o las
costumbres, de excluir a los demás de los recursos bajo titularidad. Si no
103
Seguiremos en ORHVHQFLDOD+DUROG'HPVHW]³+DFLDXQDWHRUtDGHORVGHUHFKRVGH
SURSLHGDG´>@Libertas, N° 6, Buenos Aires, mayo de 1987, p. 93 y ss..
95
existiese la posibilidad efectiva de excluir a los demás del uso del recurso, no
sería posible considerar siquiera la existencia de contratos, precios y, en
FRQVHFXHQFLD PHUFDGR 6L HO ³GHUHFKR´ QR LQFOX\H la facultad de exclusión de
terceros, no hay propiamente derecho de propiedad privada. En este punto
habría plena coincidencia con el sentido jurídico del término propiedad en cuanto
tradicionalmente sugiere un señorío y poder del propietario sobre la cosa.
/D³WUDQVIHULELOLGDG´SRUPHGLRGHLQWHUFDPELRVYROXQWDULRVHVWDPELpQXQ
requisito necesario que caracteriza al derecho de propiedad privada, lo que
permite la reasignación no planificada de los recursos desde los usos menos
valiosos a otros más eficientes. Sin esta particularidad del derecho de propiedad
privada no sería factible la formación del mercado de bienes y servicios, del
precio y del derecho de contratos.
/D³SURSLHGDGS~EOLFD´SRUVXSDUWHWLHQHFRPRQRWDHVHQFLDOTXHHVHO
Estado, en general bajo reglas y procedimientos políticos y administrativos,
quien detenta la facultad de excluir del uso de los recursos sujetos a su dominio.
Como los muros de una cuidad medieval, la propiedad publica tiene mucho
sentido en casos extremos, donde la exclusión es muy costosa o bien imposible.
Como vimos al tratar el caso de los bienes públicos, existe una fuerte
conveniencia económica en reconocer y definir derechos exclusivos de
propiedad sobre bienes que al menos permiten una clara y fácil exclusión a
terceros, pero no respecto de aquellos bienes (como una carretera) o servicios
(como la seguridad a gran escala) que son muy costosos o resulta difícil excluir
o establecer consumo rival.104
104
Una manzana, por ejemplo, es un bien típicamente privado: simplemente si usted la
come otro no la come. Además, tiene consumo rival en tanto no admite que se
agreguen otros consumidores a costo cero o muy bajo. Los peces del mar admiten
consumo rival pero no exclusión en tanto es muy costoso establecer derechos de
propiedad sobre bienes que (especialmente en las especies migratorias) se mueven
constantemente y los límites son difíciles de establecer. Es al menos razonable que en
el primer caso, en general, empleemos derechos privados de propiedad y en el segundo
busquemos sistemas regulatorios o esquemas similares (aunque no idénticos) a los
derechos de propiedad, como las cuotas individuales de captura.
96
precisión los incentivos presentes en cada tipo de propiedad; pero hay que tener
en cuenta que en la realidad, las formas mixtas son dominantes. Es que la
existencia de costos de transacción positivos imposibilita una definición perfecta
de derechos de propiedad.
105
Hardin, Garret, ³7KH7UDJHG\RIWKH&RPPRQV´162 Science 1243 (1968), reimpreso
en Kenneth G. Dau±Schmidt y Thomas S. Ulen, Law and Economics Anthology,
97
entonces, cada pastor enfrenta incentivos para incrementar su hacienda sin
límites respecto de recursos como el agua y las pasturas, que son limitados.
98
Supongamos que un comunero se encuentra con un animal que es de
propiedad comunal (por ejemplo, una liebre en estado salvaje) que está preñada
de varias crías. El incentivo que ofrece la propiedad comunal lo inducirá a
obtener ³ahora´ el recurso antes que otro comunero lo haga, es decir a matar al
animal para incorporarlo a su propiedad privada, y no esperar el tiempo
suficiente para que la hembra dé a luz, porque para entonces quizá la liebre sea
apropiada por otro comunero. Este ejemplo ilustra claramente el problema
fundamental de la propiedad comunal. La inversión de capital (una hembra con
cría) siempre será desalentada, procurando que los beneficios se concentren
necesariamente en el actor y los costos sean desplazados a los demás
comuneros.
106
Véase, Ostrom, Governing the Commons, the Eviolution of Institutions of Collective
Action, Cambridge University Press, 1990. En este clásico trabajo se muestra cómo las
comunidades logran reglas de exclusión por medio de prácticas sociales que regulan el
problema de la tragedia de los comunes.
99
ejemplo, la liebre en estado salvaje o un pez en el océano). Los comuneros
tienen incentivos muy claros para convertir recursos que son de propiedad
comunal en propiedad privada y ese proceso llevará al agotamiento del
recurso107.
107
$UPHQ$$OFKLDQ\+DUROG'HPVHW]³(OSDUDGLJPDGHORVGHUHFKRVGHDSURSLDFLyQ´
[1973], Hacienda Pública Española, N° 68, Ministerio de Hacienda, Instituto de Estudios
Fiscales, 1981, p. 322.
108
Douglass C. North y Robert Paul Thomas, El Nacimiento del Mundo Occidental,
Siglo XXI, Madrid, 1978 (primera edición en ingles, 1973), pp. 33-41. Esta idea ya había
sido explicada más rudimentariamente dos siglos antes por Adam Smith, en el Libro III
de La Riqueza de las Naciones.
109
Es evidente que hay muchas combinaciones posibles y que además la tecnología y
características de los recursos tienen especial incidencia en las posibilidades de
100
propio trabajo, no hay incentivos para la explotación del recurso. Por otra parte,
se elimina el cálculo económico y otros elementos atractivos asociados a la
plena vigencia del derecho de propiedad.
101
costos de transacción, particularmente en cuanto al control por parte de cada
comunero de los bienes obtenidos por los demás, con altos incentivos para no
cooperar y sobre explotar la tierra. Los comuneros quedan así expuestos a una
conocida paradoja: cada uno estaría mejor cooperando, pero ante los incentivos
que cada uno enfrenta individualmente conviene a las claras no cooperar, o sea,
sobre-explotar el recurso112.
112
El problema de incentivos que enfrenta cada comunero puede ser ilustrado por
medio del conocido dilema del prisionero.
113
5REHUW & (OOLFNVRQ ³3URSHUW\ LQ /DQG´ 101 Yale Law Journal Vol 101, 1993, pp.
1315-1344.
114
Los costos de transacción se incrementan en igual dirección que el número de
personas implicadas en una negociación o decisión colectiva. Igualmente, la estabilidad
GH XQD UHJOD GH FRRSHUDFLyQ FRPR SRU HMHPSOR ³QR SHVFDU GHPDVLDGR´ VH IRUWLILFD
FXDQGRKD\³VDQFLRQHV´GHORVGHPiVFRPXQHURVHQHVHVHQWLGR9pDVHSRUHMHPSOR
Robert Axelrod, La Complejidad de la Cooperación, Fondo de Cultura Económica,
0p[LFRHVSHFLDOPHQWHHOFDSLWXOR³3URPRFLyQGHQRUPDV´SS-93.
102
propiedad comunal. En primer lugar, tienen reglas morales y religiosas altamente
estrictas, de modo que comparten meta-reglas muy fuertes en común. Es un
ttSLFRFDVRGRQGHHOHMHUFLFLRGHOSRGHUGHSROLFtDHVHVSHFLDOPHQWH³EDUDWR´'H
hecho, se reúnen varias veces al día para rezar, de modo que cuentan con un
mecanismo indirecto de vigilancia muy fuerte, económico y a la vez efectivo.
Pero probablemente con el tiempo han aprendido la lección fundamental de la
economía de la propiedad: cada colonia tiene un techo poblacional muy estricto
que no puede superar los 120 habitantes. Una medida eficaz para eliminar
costos de transacción, que como hemos señalado, crecen con el número de
sujetos involucrados115.
115
Schmidtz, David, ³7KH,QVWLWXWLRQRI3URSHUW\´RSFLWSS± 55.
116
En términos de teoría de los juegos, más fácil es llegar a lD ³FRRSHUDFLyQ´ 9pDVH
por ejemplo, al respecto, Robert Axelrod, La Complejidad de la Cooperación, Fondo de
Cultura Económica, México, 2004 (1997), en especial el capíWXORVREUH³3URPRFLyQ GH
QRUPDV´SS-90.
103
3.7. La tragedia de los anticomunes.
&RPRYLPRVHOSUREOHPDIXQGDPHQWDOGHOD³WUDJHGLDGHORVFRPXQHV´HV
que nadie cuenta con un derecho que permita excluir a otros de los recursos,
marco institucional que lleva a su sobre empleo. Simétricamente, puede
FRQFHELUVH OD ³WUDJHGLD GH ORV DQWL-FRPXQHV´ FXDQGR GHPDVLDGRV GHUHFKRV
sobre un mismo bien pueden afectar el mejor empleo de los recursos 117.
117
Para un articulo clásico sobre el tema, James M. Buchanan y Yong J. Yoon,
³6\PPHWULFWUDJHGLDV&RPPRQVDQG$QWLFRPPRQV´HQ-Rurnal of Law and Economics
vol 43, 1, 2000. 7DPELpQ 0LFKDHO $ +HOOHU ³7KH 7UDJHG\ RI WKH $QWLFRPPRQV
3URSHUW\ LQ WKH 7UDQVLWLRQ IURP 0DU[ WR 0DUNHWV´ 111 Harvard Law Review vol. 111,
1998, p. 621. Un trabajo que emplea esta idea al caso de las patentes en la
investigación biomédica, donde demasiados derechos intelectuales pueden afectar el
curso futuro de la investigación, es el de Michael A. Heller y Rebecca S. Eisenberg,
³&DQ SDWHQWV 'HWHU ,QQRYDWLRQ" 7KH $QWLFRPPRQV LQ %LRPHGLFDO 5HVHDUFK´ 280
Science, 698-701 (1998).
118
&DQDYHVH$³,QVWLWXFLRQHV&RUUXSFLyQ\$QiOLVLV(FRQyPLFRGHO 'HUHFKR´ Anales
de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, Vol. XLVII, 2002, págs. 53-66.
104
le pertenece. Tal potestad puede ser, por ejemplo, otorgar registros de conducir,
licencias de importación, acceso a licitaciones, permisos de instalación de
negocios, etc. En ejercicio (ilegal) del derecho de exclusión, el agente corrupto
FREUD XQ ³EROHWR GH LQJUHVR´ VRERUQR SDUD RWRUJDU WDOHV UHJLVWURV OLFHQFLDV
permisos, etc. La exclusión de quienes no quieran o puedan pagar el soborno
hace que el número de otorgamientos sea menor que el que hubiera existido sin
el encarecimiento artificial del servicio. Hay en consecuencia una subutilización
de registros, permisos, licencias, etc. La eficiencia económica se resiente por
negocios que dejan de hacerse por carecer del permiso requerido, por
importaciones que no se realizan por falta de la licencia, etc.
119
Esto permite concluir que si múltiples excluidores corruptos se coordinan y se
comportan como una coalición para repartirse los beneficios de explotar en provecho
propio la potestad ajena, sería menos dañino que si actúan en forma individual y
GHVFRRUGLQDGD (Q SDODEUDV GH &DQDYHVH ³,UyQLFDPHQWH HO UHVXOWDGR LQGLFD TXH HO
crimen organizado ±el comportamiento mafioso- es malo pero que el crimen
GHVRUJDQL]DGRHVD~QSHRU´op. cit., pág. 63.
120
Canavese, op. cit., p. 61.
105
3.8. Titularidad estatal y privada: incentivos y eficiencia.
106
propiedad sea privada o pública: en el prime caso, quienes deciden se hacen
cargo más plenamente de las consecuencias de sus decisiones que en el
segundo y de ello se sigue una serie importante (y quizás evidente) de
consecuencias.
2) Por otra parte, como destaca este autor, en tanto la gente difiere en
talentos, capacidades y conocimiento, la posibilidad de transferir la propiedad
permitiría una mejor división del trabajo, el conocimiento y el riesgo.
Simplemente las personas pueden concentrar su propiedad en aquellos sectores
en los cuales cuentan con ventajas comparativas que benefician a todos. La
especialización en la titularidad de propiedades producirá ganancias; la
propiedad pública, por el contrario, elimina prácticamente las posibilidades de
especialización entre los titulares. Es decir, la ausencia del elemento de
³WUDQVIHULELOLGDG´ TXH FDUDFWHUL]D D OD SURSLHGDG SULYDGD LPSOLFD TXH ORV XVRV
relativos de los bienes no pueden transferirse a usos más eficientes conforme el
mecanismo de precios, obstaculizando así el principio de división del trabajo.
107
Alchian, textualmente, ilustra el caso a partir del siguiente ejemplo:
3) Por último, si existe entre las personas una diferente actitud frente al
riesgo, la transferibilidad de las cuotas de participación permitirá una re±
asignación de riesgos entre ellas, produciendo una mayor utilidad, en el mismo
sentido en que lo hace el intercambio de bienes. En tal caso se podrá separar el
control (la administración u operación efectiva de una compañía, actividad que
remunera la superioridad comparativa de capacidad y conocimiento) de la
asunción de riesgos que implica la propiedad.
121
Alchian, Ibídem.
108
decisión pueda aprovechar los beneficios y distribuir los costos en sectores
donde, a su vez, el costo de información sobre dicha elección es muy elevado.
122
Demsetz, +DUROG ³,QWHUFDPELR \ H[LJHQFLD GHO FXPSOLPLHQWR GH ORV GHUHFKRV GH
SURSLHGDG´>@ Hacienda Pública Española, N° 68, Ministerio de Hacienda, Instituto
de Estudios Fiscales, 1981, p. 280.
109
Conceptos como escasez, pérdida, ganancia, costo, etc., solamente son
posibles, o significativamente más fáciles de capturar, en contextos donde
opera el precio de mercado.123
Vemos entonces que existen varias situaciones en las que los altos
costos de transacción dificultan la formación de mercados basados en derechos
de propiedad exclusivos, y en estos casos aparecen regulaciones que intentan
limitar los efectos externos de acciones individuales. Las legislaciones
frecuentemente establecen limitaciones al derecho de propiedad, que se
123
Para profundizar sobre las complejidades y SUREOHPDVDVRFLDGRVDOPHWRGR³FRVWR-
EHQHILFLR´ TXH XVXDOPHQWH HPSOHDQ ODV DJHQFLDV SXEOLFDV FRQ OD ILQDOLGDG GH DVLJQDU
HILFLHQHPHQWH HO SUHVXSXHVWR YHDVH 0DWWKHZ $GOHU \ (ULF 3RVQHU HQ ³,PSOHPHQWLQJ
Cost- %HQHILW $QDO\VLV´ HQ Cost-Benefit Analysis, Legal, Economic, and Philosophical
Perspectives, The University of Chicago Press, 2001.
124
El faro era conVLGHUDGR³HOHMHPSOR´GHELHQS~blico en la literatura sobre la materia.
Coase mostró, como vimos, que éstos eran construidos y operados de modo
satisfactorio por particulares en ejercicio de derechos de propiedad privada³(O)DURHQ
OD(FRQRPtD´HQ5RQDOG+&RDVHLa Empresa, el Mercado y la Ley, Alianza Editorial,
110
explican por los conceptos vertidos hasta aquí. Claros ejemplos son el
condominio de las medianeras, o los bienes afectados como accesorios a otros,
tales como las servidumbres de paso o las administrativas, o los límites a la
edificación. También son frecuentes las disposiciones que prohíben la emisión
de efectos externos negativos, como humo, ruido, etc..125
111
vez que ha ocurrido, constituye un caso de costo externo que sólo puede ser
resuelto ex post por medio de incentivos tales como multas, sanciones penales o
acciones civiles. En este último caso, es evidente que los costos de transacción
para acordar indemnizaciones ex ante son enormes y que una vez producida
una lesión por accidente, cualquier remedio posible opera ex post. De modo que
muchas externalidades requieren arreglos diferentes a los derechos de
propiedad128.
(a) internalizar costos externos cuando los beneficios son mayores que
los costos, y
Estas funciones económicas (no las únicas por cierto) de los derechos de
propiedad permiten una extendida conjetura respecto de su nacimiento y
evolución. En un clásico trabajo ya citado, Demsetz sostiene que los derechos
128
El articulo clásico que muestra cuándo se protege un derecho por medio de regla de
propiedad, de daños o reglas de inalienabilidad, es el de Guido Calabresi & A. Douglas
Melamed, ³Property Rules, Liability Rules, and Inalienability: One View from the
Cathedral´, Harvard Law Review Vol. 85 , 1972, pp. 1089 y ss.
112
de propiedad se desarrollan para internalizar efectos externos cuando las
ganancias derivadas de la internalización son mayores que el costo de
internalización. A medida que nuevas tecnologías permiten aprovechar nuevos
mercados, los cambios en los precios hacen conveniente internalizar efectos
externos generándose derechos de propiedad.
129
Véase HaUROG'HPVHW]³+Dcia una teoría de los derechos de propiedad´op. cit., y
las investigaciones de Eleanor Leacock y de Frank G. Speck allí referidas.
130
+DUROG 'HPVHW] ³+DFLD XQD 7HRULD GH ORV 'HUHFKRV GH 3URSLHGDG´ RSFLW S
SeñDODHVWHDXWRU³(OVLVWHPDde derechos de propiedad comenzó a cambiar, y lo hizo
concretamente en la dirección requerida para tener en cuenta los efectos económicos,
cuya importancia había originado el cRPHUFLRGHODVSLHOHV´
131
Pejovich explica todo el asunto de este modo: ³El problema planteado por los bienes
que no tienen dueño no es sólo que se usen en exceso, sino que además se producen
en cantidades insuficientes. Dado que nadie puede reclamar para sí mismo un bien sin
113
Una función primaria de los derechos de propiedad es la de orientar los
LQFHQWLYRV SDUD SURFHVRV GH ³LQWHUQDOL]DFLyQ´ GH H[WHUQDOLGDGHV FRORFDQGR
parcialmente tanto costos como beneficios en cabeza de los propietarios.
dueño, son muy escasos los incentivos para invertir en tal bien y mantenerlo´. («.). Es
entonces natural que un individuo o grupo trate de excluir a otros del uso de un bien
siempre que los beneficios esperados superen el costo del establecimiento y la
imposición del µderecho¶ a ese bien. («). Entonces se crean nuevos derechos de
propiedad y se modifican los existentes porque los individuos encuentran aceptable el
costo de la generación de tales cambios´. Fundamentos de Economía, op.cit. p. 26.
132
Demsetz, op.cit. p. 293.
114
Además, la idea de eficiencia está directamente relacionada con la de
precio de mercado, el cual depende de ODV FDUDFWHUtVWLFDV GH ³H[FOXVLyQ³ \
³WUDQVIHULELOLGDG´ SURSLDV GH OD SURSLHGDG SULYDGD 6yOR IUHQWH DO VLVWHPD GH
información que aportan los precios es posible advertir cuál es la aplicación más
eficiente del recurso en cuestión, y esto es posible en un contexto de propiedad
privada. Las necesidades relativas sobre los diversos bienes y servicios se
trasladan a los precios vía mayor demanda, los que a su vez transmiten
información a los propietarios de los recursos y, fundamentalmente, a los
empresarios, posibilitando la asignación de los recursos en términos de las
necesidades y preferencias relativas de los consumidores.
115
HFRQyPLFRGHILQLUGHUHFKRV SRUPHGLR GHIURQWHUDVQDWXUDOHV FRQ HOWLHPSR ³OD
PDUFD´\KDVWD³ORVOLPLWHVPyYLOHV´FRQVLVWHQWHVHQFDPSDPHQWRVVHKLFLHURQ
insuficientes para proteger la propiedad. Fue así que en 1870 granjeros y
ganaderos comenzaron a construir cercos con espinos. De ese modo,
disminuyeron las pérdidas por animales extraviados y los costos de los rodeos
para reunir el ganado, marcarlo y transportarlo. Pero con el tiempo, los precios
de los caballos descendieron dramáticamente al ser reemplazados por
máquinas. De ese modo:
133
Richard A. Posner, op. cit., pp. 40±41.
134
Terry L. Anderson y Donald R. Leal, Ecología de Mercado, Unión Editorial, Madrid,
1993, p. 69-70.
135
Brailovsky, Antonio Elio y Foguelman, Dina, Memoria verde: historia ecológica de la
Argentina, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1991; ver Benegas Lynch (h), Alberto
y Krause, Martín, Proyectos para una sociedad abierta, Buenos Aires, Abeledo Perrot,
116
adquisición de propiedad136. Mientras la cantidad de peces era muy alta, y la
alternativa de establecer derechos de propiedad muy compleja, el sistema fue
eficiente en estos términos.
&RPR HUD GH HVSHUDU VH SURGXMR XQD ³FDUUHUD´ SRU SHVFDU OD PD\RU
cantidad de peces en menor tiempo, antes de que se llegara al límite global de
capturas permitidas. Ello supuso varias consecuencias, como la de eliminar
incentivos para seleccionar capturas (por ejemplo, descartar las crías), o hacer
una ineficiente asignación de recursos, al emplear mayor cantidad de buques y
técnicas destinadas a obtener capturas rápidas.
117
incentivos para desarrollar tecnología destinada a incrementar la capacidad de
captura, introduciendo técnicas y equipos más sofisticados. Ello es así pues,
cuanto más fuertes son las restricciones temporales, mayores innovaciones
tecnológicas se desarrollan para aumentar la capacidad de pescar más rápido.
Esto no sólo produce un efecto inverso al buscado por la ley, sino que además
genera un empleo ineficiente de los recursos que es pagado por todos,
especialmente por los consumidores.
137
Maloberti, Nicolás, ³3DWRORJtDV GH OD SURSLHGDG FRP~Q (O SUREOHPD GH OD SHVFD´
Libertas 35, Octubre de 2001, ESEADE, Buenos Aires, p. 271-2.
118
de propiedad y que en alguna medida generan incentivos para que los
operadores tomen decisiones más racionales en beneficio propio y general. La
mayor eficiencia del sistema de cuotas individuales reside en un hecho muy
simple y conocido: en un grado relativamente apreciable, se ³asemeja´ al
mercado.
138
La temporalidad generD LQFHQWLYRVSDUD³FRUUHU´ contra el tiempo. A medida que se
acerca el plazo de vencimiento del permiso emergen progresivamente, renovados, los
incentivos de la ³tragedia de los comunes´. La imposibilidad de transferir de modo
amplio impide la emergencia de un derecho de propiedad ³fuerte´ sobre el cual montar
un mercado más competitivo que lleve a los operadores a una mayor eficiencia en las
decisiones. La ausencia de un sistema de asignación fundado en el mejor postor no
sería un problema (grave por lo menos) si las cuotas fuesen ampliamente transferibles.
De lo contrario, como en este caso, no se favorece la eficiencia.
139
VéanVH ORV WUDEDMRV GH 1LFRODV 0DOREHUWL ³3DWRORJtDV GH OD 3URSLHGDG &RP~Q HO
3UREOHPDGHOD3HVFD´op. cit., p. 271. También el capitulo IX (pp. 189 ± 206) de Terry
L. Anderson y Donald R. Leal, Ecologia de Mercado, op.cit. Para un clásico sobre el
tema, 6FRWW *RUGRQ ³7KH (FRQRPLF 7KHRU\ RI D &RPPRQ 3URSHUW\ 5HVRXUFH 7KH
)LVKHU\´Journal of Political Economy Vol. 62, 1954, pp. 124-142.
119
posibilidades de ganancias se han mantenido abiertos.140
Pero también esta intervención legal entraña otro peligro, que se produce
con la alteración de los incentivos que las personas tienen para tomar sus
decisiones. Es que cuando el proceso de negociación y acuerdos voluntarios
individuales que caracteriza al mercado, es sustituido por una imposición legal,
crecen fuertemente los incentivos para obtener el favor del legislador o del
funcionario que aplica la ley.
140
Bell, F., ³Technological externalities and common property resources: A study of the
U.S. Northern Lobster Fishery´, Journal of Political Economy 80 (Jan/Feb): 148-58.
Tambien véasee: Leal, D., Fencing the Fishery: A primer on ending the race for fish,
PERC: The Center for Free Market Environmentalism, http//:www.perc.org, 2002, p. 3-8
o De Alessi, M., Oysters and Willapa Bay, Center for Conservation Case Study,
Competitive Enterprise Institute, Washington D.C., 1996. Para una introducción a las
posturas que virtualmente permiten, bajo ciertas coQGLFLRQHV³SDUFHODU´HOPDU0DUNHOV
M., ³Farming the Oceans: An update´, Regulation Vol 21, N°2, 1998, Washington D.C.:
Cato Institute, http//:www.cato.org/pubs/regulation/regv21n2/pers2-98.pdf.
141
Rojas, Ricardo Manuel, Análisis Económico e Institucional de orden jurídico, Abaco,
120
influir en el proceso político y burocrático, con el propósito de introducir cambios
en los derechos de propiedad142. Es una forma de buscar una ganancia o
beneficio, no a través de la negociación voluntaria, sino del uso directo o
indirecto de la coacción por parte del Estado, forzando a una redistribución que
beneficia a quien busca la renta y perjudica no sólo a quien la financia
directamente, sino a la comunidad toda, pues la redistribución forzada
generalmente produce ineficientes asignaciones de recursos143.
Entre los que formulan las leyes en nuestros países existe una
tradición consistente en utilizar la ley como un instrumento para
redistribuir riqueza y no para facilitar su creación. Así, el derecho es
concebido como un mecanismo para repartir un stock fijo de riqueza
entre los diferentes grupos de interés que así lo demandan.
Esto hace que nuestros países se organicen no para competir en
el mercado económico, sino en el político, porque los latinoamericanos
saben bien que pueden conseguir mucho más de un buen arreglo con
el gobierno que de su propio trabajo.
Las leyes discriminan a los que no tienen la organización o los
recursos suficientes para participar en su proceso de gestación. Se
121
compite por el beneficio y privilegio del Estado;; no por el beneficio ni
el privilegio de los consumidores. El derecho no limita el poder, sino
lo refleja.
La única forma que la estructura institucional permite para
participar en la toma de decisiones es involucrarse en la competencia
política por el poder redistributivo del Estado que los grupos de
interés realizan. Para el efecto, el único camino que queda es pasar a
LQWHUFDPELDU FRQ ORV SROtWLFRV HQ HO SRGHU IDYRUHV UHFtSURFRV « 6H
busca negociar rentas a su favor. Una licencia previa para entrar al
mercado, el alza de un arancel, la modificación aparentemente técnica
del cálculo de un tributo o la creación de un nuevo derecho para los
trabajadores sindicalizados pueden ser suficientes.
Esta forma de gobernar y producir el derecho fue característica
del mundo occidental por lo menos hasta la revolución industrial y el
posterior afianzamiento de los regímenes de economía de mercado. Es
HOVLVWHPDTXHORVKLVWRULDGRUHVHFRQyPLFRVOODPDQ´PHUFDQWLOLVPRµ
Esencialmente, el concepto de mercantilismo se asocia al de una
economía políticamente administrada, donde la competencia
económica se transforma en una competencia por privilegios o rentas
a obtener del Estado sin que necesariamente exista contraparte
productiva. Esta competencia por privilegios limita el acceso a las
actividades económicas, segmenta los mercados, restringe la
movilidad de los factores de producción y, en general, encarece el
cumplimiento de la ley en perjuicio, principalmente, de las personas
de menores recursos145.
145
*KHUVL (QULTXH ³/D LQIRUPDOLGDG \ HO UHQDFLPLHQWR GHO OLEHUDOLVPR HQ $PpULFD
/DWLQD´HQEl desafío neoliberal, compilado por Barry B. Levine, Norma, Bogotá, 1992,
pp. 450 y ss.
122
consecuentemente, el precio del acto corrupto146.
3.11. Conclusiones.
146
Rojas, Ricardo Manuel, Análisis económico e institucional del orden jurídico, p. 201 y
ss.
123
limitando el número de miembros, a veces se disminuyen costos de transacción.
Sin embargo, en ocasiones esas medidas pueden ser ineficaces para regular el
nivel de efectos externos, y claramente lo son en la medida en que la población
crece y los recursos disminuyen.
124
\ SDUD ³LQWHUQDOL]DU´ H[WHQDOLGDGHV WDQWR SRVLWLYas como negativas), disminuir
progresivamente costos de transacción y permitir el cálculo económico, entre
otros efectos asociados al criterio de eficiencia.
125
CAPITULO IV
4.1. Introducción.
Los contratos son los instrumentos centrales por medio de los cuales
opera el mercado y se hace posible obtener las enormes ventajas de la
especialización y la división del trabajo. A través de ellos, las personas ejercen
las potestades que emanan de sus derechos de propiedad en su relación con
otras personas, y en especial pueden hacerlo en transacciones a plazo.
147
Un trabajo central que inicialmente mostró de manera profunda los problemas para
asignar racionalmente bienes de manera centralizada fue el de Ludwig Von Mises, "Die
Wirtschaftsrechnung im sozialischen Gemeinewsen", 1920. Este y otros trabajos, en
particular los aportes en igual dirección de F. A Hayek, se pueden encontrar en Friedrich
A. Hayek ed., Collectivist Economic Planning, Augustus M. Kelley, New York, 1957. Del
mismo autor, es recomendable la lectura de su clásico: Camino de Servidumbre, Unión
Editorial, Madrid, 2009. También, Ludwig Von Mises, "Socialism: An Economic and
Sociological Analysis, Indianapolis, Liberty Fund, 1981. Traducción al castellano: Ludwig
von Mises, "El Socialismo" (Madrid, Unión Editorial, 2003) La tesis central es que sin
126
partes contratantes, en tanto permiten un excedente o ganancia para ambos,
sino que favorecen a la comunidad en tanto hacen posible una mejor asignación
de los recursos y el incremento de la productividad derivado de la división del
trabajo y la especialización148.
derechos intercambiables no hay transacciones y sin éstas no hay precios que hagan
de señal para asignar los factores de la producción.
148
La tesis de que el bienestar humano esta ligado a la extensión de los mercados y la
división del trabajo se debe al mismo Adam Smith en su clásico Investigación sobre la
Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones (1776), Fondo de Cultura
Económica, México, Octava reimpresión 1994, pp. 7-23.
127
En un mundo con costos de transacción iguales a cero, y donde hay
perfecta y plena información, la existencia de un derecho de contratos seria
innecesaria. Simplemente todas las transacciones operarían en forma
automática y perfectos derechos de propiedad sobre bienes escasos pasarían a
sus usos más valiosos, verificándose el óptimo de Pareto. Pero el problema, y la
razón misma de la existencia del derecho de los contratos, es que los costos de
las transacciones son muchas veces elevados, los intercambios no operan en
forma automática, las partes dejan vacíos o lagunas en sus acuerdos, y muchas
veces las condiciones iniciales al momento de la contratación se modificarán
radicalmente en el futuro, antes de que las contraprestaciones establecidas en el
pacto hayan sido cumplidas por las partes, por causas ajenas a los contratantes
y que no pudieron ser previstas razonablemente al momento de contratar. Ello
sin mencionar los costos de poner en funcionamiento los mecanismos tendientes
a disuadir a las partes para que cumplan los acuerdos, o imponer sanciones por
el incumplimiento.
149
La teoría económica de los contratos es más una teoría del cumplimiento de una
obligación legal que una teoría que explique la formación del derecho de los contratos.
3DUDXQH[DPHQGHHVWDGLVWLQFLyQ/HZLV$.RUQKRXVHU³7KH1HZ(FRQRPLF$QDO\VLV
of Law: Legal RuOHV DV ,QFHQWLYHV´ SXEOLFDGR HQ 1LFKRODV 0HUFXUR Law and
Economics, Kluwer Academic, 1988, pp. 27 ± 55. En este sentido, tiene mayor afinidad
con el análisis económico del derecho de daños que con análisis económico del
derecho de propiedad, donde antes que la respuesta de hombres racionales a los
incentivos contenidos en las reglas, se examina fundamentalmente el modo en el cual la
distribución y estructura de los derechos de propiedad promueven conductas respecto
del empleo de recursos.
128
Como en muchas otras áreas del sistema legal, el análisis económico del
derecho de los contratos examina la respuesta de individuos racionales a las
sanciones que establece el sistema legal, fundamentalmente para casos de
incumplimiento contractual. La teoría económica asume que los individuos
responden de una manera sistemática, y por lo tanto predecible, a los incentivos
contenidos en la ley. Los principios básicos de la teoría económica, además,
permiten un examen y evaluación de algunos aspectos centrales de la teoría de
los contratos. En este capítulo, vamos a examinar inicialmente esos aspectos,
para luego ocuparnos de los efectos económicos del derecho de los contratos.
129
que el ordenamiento jurídico debe establecer, se vincula con el desarrollo de
mecanismos que permitan generar incentivos para que se cumplan los
contratos, con bajos costos de transacción para las partes, a través de
procedimientos judiciales que, de manera rápida y eficiente, torne oneroso el
incumplimiento a través de criterios de resarcimiento y sanciones al transgresor.
Por eso es que para una tradición de pensamiento que se inicia con
autores como Adam Smith y David Hume, el respeto del derecho de propiedad y
130
el consecuente cumplimiento de los contratos, formaban la base jurídica del
sistema económico. También lo fue para el derecho romano clásico, que se
asentaba sobre el principio de que los contratos deben ser cumplidos: pacta sunt
servanda.
131
Para ilustrar la función económica que desempeñan los contratos,
imaginemos una situación en la que no existiera el derecho de contratos. El
personaje mitológico Narciso, con una bien ganada fama de adorarse a si mismo
incondicionalmente, valora en 1000 denarios la posesión de su retrato realizado
por el mas famoso pintor de su época. El costo de realizar la obra, para el
retratista es de 500 denarios.
132
sorprendentemente, que la no concreción sea la solución óptima para las dos
partes!
150
Enciclopedia Jurídica Omeba, Tomo IV, p 120.
133
podrían exigir el cumplimiento efectivo o el pago de una indemnización en caso
de incumplimiento.
151
Véase Cooter y Ulen, Derecho y Economía, op.cit. pp. 230-237, donde examinan
estas dos funciones centrales del derecho de los contratos y las soluciones desde el
enfoque económico.
152
Véase por ejemplo, Atilio Anibal Alterini, Contratos, Civiles ± Comerciales ± de
134
/D H[SUHVLyQ GH YROXQWDG TXH DGRSWD OD IRUPD GH ³RIHUWD´ \ ³DFHSWDFLyQ´
(exceptuando algunos casos donde se exigen formalidades especiales) puede
ser tanto escrita como verbal, siempre que constituya una inequívoca
manifestación de voluntad sobre el objeto concurrente, en forma recíproca, y que
la ley confiera a las partes un acción legal para exigir el cumplimiento de las
promesas realizadas.
135
YROXQWDGFRP~QGHVWLQDGDDUHJODUVXVGHUHFKRV´156
156
Art. 1137 del Código Civil argentino.
157
9pDVH/RQ/)XOOHU³&RQVLGHUDWLRQDQG)RUP´Columbia Law Review vol. 41, 1941,
pp. 799-815.
158
Richard A. Posner, ³Gratuitius Promises in Economics and Law´, Journal of Legal
Studies vol.6, 1977, pp. 411 y ss.
136
sugiere una amplia libertad, sin formalismo, para obligarse siempre que no
medien fallas de mercado ni problemas de racionalidad. De hecho, la teoría o
UHJOD GH OD ³FRQVLGHUDFLyQ´ FRQGXFH D UHVXOWDGRV WDQ SRFR LQWXLWLYRV TXH ORV
mismos tribunales norteamericanos, para validar convenios cuya fuerza
obligatoria era evidente a la intuición y a la voluntad de las partes, fue
despojando con el tiempo a la palabra de significado para hacerla decir
³SUiFWLFDPHQWHORTXHORVWULEXQDOHVTXLHUHQ´HVGHFLUXQDYHUGDGHUDWDXWRORJtD
/D³FRQVLGHUDFLyQ´SDVRDVHUGHILQLGDSRUORVWULEXQDOHVFRPRDTXHOORTXHKDFH
validas las promesas, afirmando al mismo tiempo que las promesas sólo eran
validas cuando mediaba la consideración159.
159
Véase Cooter y Ulen, Derecho y Economía, op.cit., p. 234. Para un análisis
económico donde se destacan algunas ventajas de la consideración, véase, Richard
Posner, Análisis Económico del Derecho, op. cit. p. 97. Para este autor la consideración
elimina vaguedad al exigir más que la simple promesa, limita los pleitos, elimina
compromisos contractuales inadvertidos y muchas demandas triviales. Para un re-
examen del alcance de la consideración, que va mucho más allá del acuerdo y la
UHFLSURFLGDG YpDVH SRU HMHPSOR 0HOYLQ $URQ (LVHQEHUJ ³7KH 3ULQFLSOHV RI
ConsideratioQ´Cornell Law Review 640-62 (1980).
160
Cooter y Ulen ofrecen un ejemplo muy claro. Un graduado de una universidad quiere
efectuar una donación para la construcción de un nuevo edificio universitario. Ambos
estarían mejor si el convenio fuese obligatorio: mientras el graduado realiza la venta de
sus bienes, la universidad puede ir afrontando con dinero propio o de terceros las obras,
pero si no hubiera obligatoriedad se generarían incentivos para que las obras demoren.
Simplemente nadie ha mejorado y ambas partes han empeorado desde la óptica de sus
propias preferencias (Derecho y Economìa, op. cit., p. 236).
137
sentido y aplicación de la regla haciendo válidas muchas promesas unilaterales.
161
Sin embargo, un examen más detallado del problema debería tener en cuenta los
costos sociales de ejecución forzosa del convenio. Prestaciones irrelevantes, de poco
monto o carentes de importancia -como de hecho sucede en los sistemas legales- no
deberían ser obligatorios.
162
Aun cuando, desde luego, la división del excedente constituye un motivo de
negociación.
138
existan casos de fallas de mercado o de irracionalidad en las decisiones.
Esta idea central del enfoque económico, que luego vamos a emplear en
otros contextos, sugiere que todas aquellas negociaciones que las partes
deseaban que sean obligatorias al momento de la constitución del convenio,
deben efectivamente ser obligatorias, en tanto de ese modo se incrementa el
bienestar de las partes contratantes. Siempre desde luego, que las prestaciones
no sean irrelevantes o carentes de valor social163.
163
Véase Cooter y Ulen, Derecho y Economía, op.cit. pp. 241.
139
futuros adversos al riesgo.
140
cumplimiento del contrato. El análisis económico es una herramienta útil para
evaluar cómo los diversos remedios afectan la conducta de las partes
contratantes, y concluye en la mayor eficiencia del sistema de la compensación
de daños en expectativas, en lugar del cumplimiento especifico de las
prestaciones.
164
Veljanovsky, Cento, op. cit., p. 110.
141
problemas de racionalidad en la elección, la transacción es ventajosa para
ambos. Pero la transacción no es inmediata. Usted debe invertir $ 10 ahora para
recibir el bien dentro de un mes, lo que genera un típico problema de agencia. El
vendedor está en poder de un activo suyo y tiene la alternativa, o bien de cumplir
el pacto con una ganancia de $ 5 igual a su excedente derivado de la
transacción, o bien de quedarse con el dinero y el bien, maximizando su utilidad.
165
Véase Cooter y Ulen, op.cit. pp. 237 ± 243.
166
Véase, Axelrod, Robert, La Evolución de la Cooperación, Alianza Editorial, Madrid,
1986, pp. 122 ± 136. Para un análisis más extenso del problema de la cooperación
voluntaria, del mismo autor, La Complejidad de la Cooperación, Alianza, Madrid, 2004,
pp. 75 ± 83.
142
En efecto, aun sin la existencia de un derecho de los contratos, hay
varios motivos por los cuales todavía hay incentivos para llevar adelante algunas
transacciones. El primer caso evidente son las transacciones que operan en
forma simultánea. Usted entrega los $ 10 y el comerciante le entrega el bien en
cuestión en ese mismo acto. Ese tipo de transacciones deberían ser aun más
extendidas cuando la información en torno a las características del bien está
más disponible o es posible obtenerla a menor costo, en el mismo mercado.
167
Bernstein, Lisa, ³2SWLQJ2XWRIWKH/HJDO6\VWHP([WUDOHJDO&RQWUDFWXDO5HODWLRQVLQ
WKH'LDPRQG,QGXVWU\´ Journal of Legal Studies vol. 21, 1, 1992, pp. 115 ± 53.
143
La fama es algo más extendido que el caso de los vendedores de diamantes de
Nueva York. Una tienda que vende productos fallados o que no cumple sus
convenios debería esperar consecuencias desastrosas aun en comunidades
grandes. El propio mercado, y a veces ciertas agencias públicas o privadas,
acercan la información a los consumidores respecto de aquellos comerciantes
que no merecen confianza.
Por otra parte, contamos con normas sociales y valores muy difundidos
tendientes al cumplimiento de los convenios. Es probable que el origen de esas
reglas derive de las ventajas sociales que tiene cumplir las promesas. También
puede ser consecuencia de interacciones continuadas, donde la ventaja de
cumplir con los pactos se hace aun más evidente, dada la alta probabilidad de
interactuar con esa persona nuevamente y la importancia que esas
transacciones tienen para el futuro de quien toma la decisión de cumplir con su
parte del convenio.
144
la importancia que las personas otorgan al futuro de las interacciones con los
demás. Cuanto mayor es el peso del futuro respecto de posibles interacciones,
mayores incentivos hay para cumplir las prestaciones actuales en debida forma.
168
Para un análisis exhaustivo de los experimentos, véase, Bowlesm, Samuel,
Microeconomics, Behavior, Institutions, and Evolution, Princeton University Press,
Princeton and Oxford, 2004, capitulo IV.
169
Para un examen de la incidencia del tamaño y otras características de los grupos
145
que operen en un determinado ambiente, el derecho de los convenios introduce
incentivos para que cumplir sea una opción más atractiva, y de ese modo
incentivar la confianza en la contratación, permitiendo mayor cantidad de
intercambios provechosos para las partes y la comunidad. Puesto en otros
términos, una primera y muy evidente función del derecho de los contratos es
hacer más costoso para las partes el oportunismo contractual.
146
es generar un mayor grado de credibilidad que facilite mayores y mejores
transacciones, introduciendo sanciones por incumplimiento. El problema de la
agencia podría eliminar muchos convenios, tal como hemos visto que tiende a
suceder en las economías informales.
147
Una idea muy extendida en economía de los contratos es que, si bien la
situación ideal es que se cumplan los contratos, en ocasiones puede ser más
eficiente que ello no ocurra. Por ello, en general las leyes prevén, en casos de
incumplimiento, sanciones equivalentes al costo externo que se impone a los
demás. Si el costo social de dejar el auto mal estacionado es de $ 100, es
eficiente que la ley establezca una multa de $ 100. De ese modo se generan
incentivos para que yo haga uso de la calle pública con mi auto solamente
cuando el beneficio, por una emergencia hospitalaria por ejemplo, sea mayor
TXH HVRV 8QD VDQFLyQ HV GHFLU XQ ³SUHFLR´ PX\ DOWR SRGUtD LQGXFLU D
empleos no eficientes de los recursos.
148
un plazo y condiciones determinadas al acreedor, de modo tal que ahora su
costo es superior al beneficio del cumplimiento derivado a favor de este último.
8QSDJRGHH[SHFWDWLYDVTXHFRPSHQVH³SHUIHFWDPHQWH´DODFUHHGRUGHMa a éste
en igual estado que si el convenio se hubiese cumplido y el deudor mejora su
nivel de utilidad. Implica, además, que los recursos quedan disponibles para
usos más eficiente que la producción del bien X. Por ese motivo, muchos
autores consideran que la sanción más eficiente es el pago de los llamados
³GDxRV HQ H[SHFWDWLYD´ GHO common law, que mandan a dejar al acreedor en
iguales condiciones que si se hubiese cumplido el contrato.
149
ineficientes, en tanto se induce a cumplir exactamente lo pactado, aun cuando
los costos son mayores que los beneficios.
150
ausencia de contrato.
151
Este remedio supone que el deudor debe cumplir la promesa en la forma
pactada, llevando adelante la prestación. Una ventaja evidente sobre el pago de
daños es que exige menos información al tribunal que lo dispone respecto del
valor que tiene la promesa para el acreedor, y que las partes normalmente
pueden negociar otras soluciones revelando sus preferencias. En cualquier caso
es la solución más atractiva cuando se trata de prestaciones únicas o muy
específicas para las cuales no hay sustitutos próximos de mercado; y es la
solución que en estos casos adoptan primordialmente tanto el common law
como el derecho continental171.
Si fuese posible asLJQDU GDxRV GH H[SHFWDWLYD HQ IRUPD ³SHUIHFWD´ HVWD
solución parece la más eficiente. Si desde la celebración del contrato hasta su
cumplimiento, por ejemplo, hay un enorme incremento en los costos, la
alternativa de romper el contrato se hace atractiva para el deudor. Si el costo de
pagar para él es menor que cumplir y de ese modo deja indiferente al acreedor,
esa es la solución eficiente. El cumplimiento especifico, en cambio, supone una
171
Para un examen general, Ulen, 7KRPDV6³7KH(IILFLHQF\RI6SHFLILF3HUIRUPDQce:
7RZDUGD8QLILHG7KHRU\RI&RQWUDFWV5HPHGLHV´Michigan Law Review Vol. 83, 1984,
pp. 341 y ss., 1984. También, Schwartz, Alan, ³7KH &DVH IRU 6SHFLILF 3HUIRUPDQFH
Yale Law Journal 89, 1979, p. 271 y ss.
152
pérdida social en tanto el acreedor permanece indiferente pero el deudor queda
en peor situación. Es decir, el resultado no es eficiente, salvo que los costos de
transacción hagan posible una negociación entre las partes. Pero cuando los
costos de transacción son suficientemente elevados, la negociación se puede
frustrar y con ella la salida eficiente al problema.
En los casos donde hay bienes que no cuentan con sustitutos próximos,
la solución más eficiente es el cumplimiento especifico. En estos casos no
podemos razonablemente esperar que las cortes estén en capacidad de
establecer el valor de los daños en expectativa de un modo preciso. Por eso,
cuando los costos de transacción son bajos y además estamos en presencia de
prestaciones no fungibles, la recomendación más fuerte es el cumplimiento
específico. Cuando los costos de transacción son elevados, sin embargo, quizás
el juez debería examinar detenidamente la situación y no hay una regla general
disponible que establezca la solución óptima.
Contar con una norma que establezca una sanción eficiente por
153
incumplimiento contractual tiene varias ventajas:
172
Las personas tenderán a gastar conforme la probabilidad del incumplimiento
multiplicada por la cuantía esperada de la sanción por incumplimiento. Una sanción
eficiente haría que las personas tomen en cuenta la probabilidad de incumplimiento
multiplicada por el daño esperado. Ese resultado se logra, precisamente, con el daño en
expectativas.
154
beneficio del acreedor, la ejecución del contrato es ineficiente, en tanto ciertas
contingencias ocurridas con posterioridad a la celebración del contrato pueden
haber alterado las condiciones iniciales de eficiencia. Simplemente las mismas
partes no celebrarían el contrato bajo las nuevas condiciones y quedan
disponibles otros usos más valiosos para el bien materia del contrato. 173
La idea central es que la sanción no debería ser tan leve como para
promover incumplimientos eficientes, ni tan elevada como para promover
cumplimientos ineficientes. En la práctica, las partes no firmarían un convenio
que impida completamente el incumplimiento, desde que no están en
condiciones de evaluar con certeza los cambios que eventualmente se pueden
producir en las condiciones al momento del cumplimiento.
Hay por los menos dos casos típicos que ilustran la denominada doctrina
del incumplimiento eficiente. El primero es el caso donde un tercer oferente
YDORUD PiV HO ELHQ TXH HO DFUHHGRU (Q WDO VLWXDFLyQ XQ SDJR ³SHUIHFWR´ GHMD D
este último indiferente, y ganan tanto el vendedor como el tercero, al mismo
tiempo que hay una mejor asignación del recurso.
173
&RRWHU\8OHQ³Derecho y economía´Rp.cit., p. 244.
174
Para un conocido desarrollo de estas ideas véase, por ejemplo, Richard Posner.
155
podrían ser mayores que el precio, e incluso superiores a la valoración que el
comprador tiene del bien. En este caso, también hay empleos socialmente más
útiles de los recursos y una regla eficiente que manda a pagar los daños en
expectativas contribuye a minimizar las pérdidas del vendedor, dejando
indiferente al comprador.
156
hubiese celebrado el contrato, es evidente que hay demasiados incentivos para
el oportunismo. En este caso, donde sólo se deben pagar los gastos incurridos
con motivo de la transacción y entregar lo recibido, se liberan incentivos para
incumplimientos socialmente ineficientes. La prestación debida podría ser mayor
que el precio, pero menor al beneficio del comprador. En ese caso el vendedor
tendría incentivos para incumplir de modo eficiente. La eficiencia requiere que
sólo se incumplan los contratos cuando el costo de cumplir para el deudor es
mayor que el beneficio del acreedor, pero no cuando éste es simplemente mayor
al precio. De otro modo, se incentivaría el oportunismo y se violentaría la regla
que manda a asignar los recursos a su uso más valioso.
175
Véase por ejempOR'DQLHO)ULHGPDQ³7KH(IILFLHQW%UHDFK)DOODF\´Journal of Legal
Studies Vol. 18, 1989, pp. 1- 6. Este autor cree que el punto central es quién debe
beneficiarse del cambio de circunstancias (como por ejemplo la existencia de una
tercera persona que esté dispuesta a pagar más por el bien a transferirse) y no tanto el
157
un clásico artículo, Shavell ha considerado, por ejemplo, que los daños perfectos
en expectativa inducen a un nivel eficiente de cumplimiento contractual, pero
pueden llevar a la víctima de un incumplimiento eventual a gastar más en
confianza que el nivel eficiente, en tanto éste tiene la garantía de que estará
finalmente en igual situación que si se hubiese cumplido el convenio.176
158
menor eficiencia de asignación.177 La noción de que los contratos deben ser
cumplidos constituye una regla moralmente muy intuitiva.
177
Friedmann, Daniel, ³(IILFLHQW%UHDFK)DOODF\´The Journal of Legal Studies, Vol. 18,
Nº. 1. Enero, 1989. p. 1.
178
Esta es la posición de Posner, en Análisis Económico del Derecho, op. cit. p. 126.
Los tribunales en general examinan el nivel de las cláusulas penales cuando son muy
159
Es posible, sin embargo, ofrecer argumentos que sugieren la mayor
eficiencia de la regla por la cual los tribunales deberían mandar a ejecutar las
cláusulas penales de manera estricta. Las partes normalmente son mejores
jueces de sus preferencias y actitudes ante el riesgo. Además, con bajos costos
de transacción, el precio debería reflejar los riesgos que asumen las partes en la
contratación. En este sentido, las cláusulas penales alientan además la
contratación en contextos donde el riesgo es alto, y constituyen una buena señal
de que una parte está dispuesta a cumplir el convenio. Difícilmente los jueces
puedan reemplazar a las partes en la valoración de sus propias preferencias en
caso de cláusulas explicitas.
Como dijimos antes, una función esencial del derecho de los contratos es
disminuir los costos de transacción. Es que contratar no es una actividad
gratuita. Si los costos de transacción fuesen igual a cero, las partes podrían
UHGDFWDU XQ ³FRQWUDWR SHUIHFWR´ GRQGH WRGDV ODV FRQWLQJHQFLDV \ ULHVJRV
asociados a la contratación fuesen asignados. Si asumimos que las partes son
racionales y buscan obtener el máximo excedente de la contratación, éstas
asignarían los riesgos a quien puede hacerse cargo de evitarlos a menores
costos, en tanto de ese modo el excedente conjunto se incrementaría.
160
partes que sea este último quien se haga cargo del riesgo. El precio mayor que
recibe el vendedor que se hace cargo del riesgo, será de todos modos inferior
que el descuento del precio que introduciría el comprador por asumirlo y por lo
tanto ambas partes convendrían en la conveniencia mutua de que el riesgo sea
contractualmente asignado a la parte que puede enfrentarlo a menores costos179.
/D LGHD GH ³FRQWUDWR SHUIHFWR´ VLQ HPEDUJR FRPR PXFKDV RWUDV TXH
emplea la economía del derecho, es tan sólo una herramienta analítica.
Idealmente, éste implica que las partes pueden evaluar todas las contingencias
que afectan el cumplimiento del convenio y asignar cada una de ellas a la parte
que puede hacerse cargo del riesgo a menor costo, maximizando de ese modo
el excedente derivado de la contratación. En los hechos, sin embargo, los costos
de las transacciones son positivos y las partes no pueden negociar de modo
perfecto la introducción de todas las cláusulas que cubran todas las
contingencias.
179
Para un clásico sobre este asunto, Richard Posner y A. M. 5RVHQILHOG³,PSRVVLELOLW\
DQG5HODWHG'RFWULQHVLQ&RQWUDFW/DZ$Q(FRQRPLF$QDO\VLV´Journal of Legal Studies
Vol. 6, SS 7DPELpQ GH ,DQ $\UHV \ 5REHUW *HUWQHU ³)LOOLQJ *DSV LQ
,QFRPSOHWH&RQWUDFWVDQ(FRQRPLF7KHRU\RI'HIDXOW5XOHV´Yale Law Journal Vol. 99,
1989, pp. 87 y ss. Las consideraciones aquí desarrolladas, sin embargo, son muy
generalizadas en la disciplina. Véase por ejemplo, Hans-Bernd Schafer y Claus Ott,
Manual de Análisis Económico del Derecho Civil, op.cit., pp. 258 ± 278. También el
capitulo correspondiente de Robert Cooter y Thomas Ulen, Derecho y Economía, op. cit.
pp. 256-265. PDUDXQDPLUDGDPiVFULWLFD-DVRQ6FRWW-RKQVWRQ³6WUDWHJLF%DUJDLQLQJ
DQGWKH(FRQRPLF7KHRU\RI&RQWUDFW'HIDXOW5XOHV´Yale Law Journal Vol. 100, 1990,
S \ 5DQG\ %DUQHWW ³7KH 6RXQG RI 6LOHQFH 'HIDXOW 5XOHV DQG &RQWUDFWXDO
161
prever que impidan el cumplimiento de un contrato y no tiene sentido que las
partes pierdan tiempo y dinero negociando soluciones normativas para estos
casos. En suma, cuando las partes negocian, buscan limitar o disminuir el costo
de transacción dejando lagunas razonables.
162
infortunio efectivamente ocurra. Las partes tienen claros incentivos para sustituir
cláusulas ineficientes por cláusulas eficientes. Simplemente porque el pasaje a
una cláusula eficiente significa mayor excedente derivado de la contratación, es
decir, permite una mayor ganancia conjunta.
163
hecho cargo en las condiciones del contrato perfecto, es decir a aquella que
podía evitar su ocurrencia a menores costos. Si las partes A y B establecen que
la primera se hubiese hecho cargo del enorme incremento de suba de una
materia prima, por ejemplo, el juez debería imputar el riesgo a la parte A. A esa
solución normativa habrían arribado las partes en un contrato hipotético
³SHUIHFWR´ HQ WDQWR HV OD TXH PD[LPL]D HO H[FHGHQWH FRQMXQWR R JDQDQFLD
conjunta de las partes.
Pero sucede que la contingencia puede no haber sido prevista por las
partes. En estos casos un indicador razonable de quién se hará cargo del riesgo
puede surgir del precio. Los jueces pueden advertir que el precio estipulado en
el contrato es superior o inferior al de mercado. En algunos casos, podrían inferir
que un precio menor hace responsable al menos de algunas contingencias a
quien compra y que un precio mayor coloca más riesgos en cabeza del
vendedor.
/DUHFRQVWUXFFLyQGHO³FRQWUDWRSHUIHFWR´
/DWDUHDGHUHFRQVWUXLUHO³FRQWUDWRSHUIHFWR´QRHVVLHPSUHVHQFLOOD6LQ
embargo, la literatura ha desarrollado algunas reglas básicas que vamos a
H[SRQHUHQHVWHSXQWR6HHQWLHQGHSRU³FRQWUDWRSHUIHFWR´DTXHOTXHPD[LPL]D
164
el excedente de las partes, y por lo tanto, el que habría sido elegido por ellas en
una ideal, completa e hipotética negociación sin costos de transacción.
182
Esta idea respecto de cómo llenar lagunas desde la economía es muy generalizada
en la literatura. Véase por ejemplo, Hans-Bernd Shafer y Claus Ott, Análisis Económico
del Derecho Civil, Tecnos, Madrid, 1991, pp. 263 ± 278. Richard A Posner y A. M
5RVHQILHOG ³,PSRVVLELOLW\ DQG 5HODWHG 'RFWULQHV LQ &RQWUDFW /DZ $Q (FRQRPLF
165
1. En aquellos casos donde el precio no es un buen indicador, una
primera regla muy razonable para reconstruir la voluntad de las partes consiste
en verificar quién podía hacerse cargo del riesgo a menores costos. Es decir
emplear la regla del "evitador más barato del riesgo" de extensa aplicación en
economía de los hechos ilícitos culposos. La regla sugiere que el riesgo debería
imputarse a la parte que puede reducirlo al menor costo, en tanto ese hubiese
sido el arreglo al que habrían llegado las partes, en mutuo beneficio, en un
mundo sin costos de transacción. Es decir que quien demanda no debería ser
quien podría haber evitado el riesgo a menores costos. Cuando esto sucede, la
demanda debería rechazarse183
166
maximiza el excedente o los beneficios de la contratación. Si las partes hubiesen
adoptado una regla de responsabilidad que manda a una a gastar
marginalmente más que el valor esperado del daño, ello supondría eliminar
excedente adoptando una regla que no mejora sino que perjudica a ambas
partes del convenio.
184
Véase el trabajo de Posner y Rosenfield que hemos mencionado antes, pp. 94. Para
un análisis de esta regla, Hans-Bernd Shafer y Claus Ott, Análisis Económico del
Derecho Civil, Tecnos, Madrid, 1991, pp. 266 ± 268.
167
operador.185 Aun cuando no se aplican los criterios antes expuestos para asignar
responsabilidad, éste debería ser responsable por aplicación de esta regla.
185
Hans-Bernd Shafer y Claus Ott, Análisis Económico del Derecho Civil, ib idem, pp.
267.
168
costos. Sin embargo, una posible excepción a esta regla opera cuando en el
marco del contrato perfecto se advierten evidentes ventajas para ambas partes
en adoptar la regla del seguro hipotético más barato, en lugar de la regla del
evitador más barato del riesgo.
5. También habrá que resolver qué sucede con la imputación del riesgo
cuando no es posible un seguro por cuenta ajena, es decir, cuando no hay un
mercado de seguros para la contingencia que afecta la ejecución del contrato.
En estos casos, para algunos autores tiene sentido indagar quién puede
soportar mejor el daño en su estructura de costos, apelando a la idea de los
grandes números. La idea es que una empresa grande que tiene mayor
economía de escala, puede soportar mejor la pérdida que una más chica.188
(Q VXPD SDUD UHFRQVWUXLU HO ³FRQWUDWR SHUIHFWR´ UD]RQHV GH HILFLHQFLD
recomiendan:
186
Ibid, p. 270.
187
Ibid, . p. 271.
169
mayor probabilidad maximizan su bienestar.
(b) Si el contrato no especifica quién se hace cargo del riesgo que afecta
la ejecución del contrato, una segunda regla es comparar el precio pactado con
el precio de mercado, a los fines de buscar evidencia implícita respecto de quien
se hizo cargo del riesgo. Un precio más bajo puede en algunos casos indicar
que el riesgo esta en cabeza del comprador y uno más alto, por el contrario,
indicar que está en cabeza del vendedor.
(d) Pero puede suceder, como hemos visto, que no se verifique la regla
de Hand. Es decir que no sea razonable evitar el costo, de modo que las partes
no hubiesen incluido la cláusula en el contrato perfecto, y que ninguno tenga
control significativo sobre el riesgo. En ese caso la eficiencia manda considerar
la regla de quién puede asegurarse más barato contra el riesgo, mandando a
asegurarse a quien puede obtener la prima más barata.
188
Ibid., p. 272.
170
economía de escala189.
Esto significa que hay dos formas típicas por las cuales se puede
rechazar el cumplimiento de una prestación de base contractual: 1) apelar a una
³GHIHQVD GH IRUPDFLyQ´ GHO FRQYHQLR HV GHFLU DILUPDQGR Tue el convenio no
tiene validez o es inexistente; 2) reconocer la existencia del convenio, pero
afirmando que dicha promesa no debe ser exigida, total o parcialmente. En el
primer caso se pide al juez que declare inválido el convenio y en el segundo se
solicita que se regule su contenido.
189
Vease Schaffer y Ott, donde se incluye una gráfica muy instructiva del procedimiento
y el criterio de eficiencia en particular que sugiere aplicar determinadas reglas.
190
Entre estas disposiciones están lRV OODPDGRV ³YLFLRV GH OD YROXQWDG´, que pueden
afectar la celebración y validez de los contratos, como sería el caso de un convenio
suscripto por un menor o un demente. Igualmente contienen disposiciones de orden
público que prohíben determinados contenidos, como un fin ilícito o un objeto prohibido
por la ley, tal como la contratación sobre drogas prohibidas u órganos humanos. En
PXFKDViUHDVTXHODOH\FRQVLGHUD³VHQVLEOHV´FRPRSRr ejemplo las deudas de juego,
la ley limita la ejecución de las obligaciones comprometidas. Finalmente, a nivel de la
regulación de convenios vigentes, las instituciones clásicas son: la lesión, el abuso del
derecho, el valor excesivo de una prestación debida y la frustración del fin del contrato.
El common law contiene instituciones análogas. En el presente capitulo simplemente
nos ocupamos de un modo muy general de las principales categorías y casos donde la
ley regula los convenios. Para un examen de éstas en el common law, véase, Richard
Epstein, ³8QFRQVFLRQDELOLW\ D &ULWLFDO 5HDSSUDLVDO´ 18 Journal of Law and Economics,
p. 293.
171
La explicación que ofrece la economía para estos casos reside en el
hecho de que hay casos paradigmáticos donde los convenios no generan
excedentes a las partes o bien provocan costos mayores a terceras personas. Si
bien estos casos han sido tradicionalmente previstos apelando a extendidas
nociones de justicia o equidad, la eficiencia ofrece razones de peso en casos
donde las partes no pueden ordenar satisfactoriamente sus preferencias, o bien
donde existe una defectuosa definición de derechos, de manera que las
soluciones normativas alcanzadas por las partes no maximizan la utilidad.
191
Véase, Cooter y Ulen. Derecho y Economía, p. 331.
192
Sin embargo, la ley sí hace que sus actos dañosos sean pasibles de responsabilidad.
Esto tiene justificación económica en el carácter preventivo del sistema de derecho de
daños. 9pDVH0DUN*UDG\³7KH)UHH5DGLFDOVRI7RUWV´HQ Francesco Parisi y Vernon L
Smith, The Law and Economics of Irrational Behavior, Stanford University Press, 2005,
pp. 425.
172
regla de adjudicación de responsabilidad, al menos en el common law, sigue
igual criterio que el derecho de los accidentes, manda a la parte competente de
un convenio a cuidar a la no competente, en tanto puede hacerse cargo del daño
a menor costo. Es decir, es la parte incompetente la que puede pedir la nulidad
de parte o de todo convenio193.
193
Cooter y Ulen, Derecho y Economía, op.cit., pp. 333.
173
Un problema serio problema de restricción en las elecciones se verifica en
el caso de necesidad extrema, aun cuando esta situación es más compleja que
las que acabamos de analizar. En los casos anteriores, quien se beneficia ha
colocado a la persona que pierde en una situación desventajosa, sea por medio
de la fuerza o el fraude. En la necesidad extrema, en cambio, se obtienen
ventajas derivadas de una situación que no ha sido generada por quien se
favorece.
194
Véase, Alfredo Bullard Gonzalez, Derecho y Economía, El análisis económico de las
instituciones legales. Editorial Palestra, Lima, 2006, pp. 373 y ss.
174
que hay también malos samaritanos, que sólo están dispuestos a socorrer
sacando un máximo de ventaja frente a la situación, de un modo que repugna a
la moral más frecuente y también a la eficiencia. La tesis fundamental es que
estos convenios deberían re examinarse judicialmente, estableciendo un precio
adecuado que todavía genere incentivos para el rescate. Probablemente una
solución adecuada, para el caso que se acepte no hacer cumplir estos
convenios y se quieran mantener todavía los incentivos para el rescate de
personas, sea distinguir entre el rescate ocasional y el planificado. El primero no
implica costos de oportunidad y el precio debería ser inferior respecto del caso
donde el rescate es planificado.196
195
³3RVWYV-RQHV´86
196
Véase la solución que sugieren Cooter y Ulen en Derecho y Economía, p. 338. Esa
es también la solución clásica del derecho del mar.
197
Ver el desarrollo de esta teoría en Larenz, Karl, Base del Negocio jurídico y
cumplimiento del contrato, Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1956, p. 116 y
ss.. Véase también, Cooter y Ulen, op. cit., .p. 340.
198
Cooter y Ulen, op. cit., p. 341.
175
3HUR HVWD UHJOD FRQWLHQH H[FHSFLRQHV %DMR OD GRFWULQD GH OD ³IXHU]D
PD\RU´PXFKDVYHFHVODOH\H[FXVDHOFXPSOLPLHQWRGHORVFRQYHQLRVFXDQGROD
causa es muy remota y la imposibilidad de cumplir es absoluta. La jurisprudencia
encontró, por ejemplo, que los herederos de un conocido pintor no eran
responsables por los encargos pendientes de éste luego de su muerte y el
Restatement (second) of Contracts H[LPH FDVRV GRQGH RSHUD ³IXHU]D PD\RU´
como la imposibilidad de entregar mercancías como consecuencia de la
³GHVWUXFFLyQGHXQDIDEULFDSRUXQUD\R´199.
199
Ibid. p. 341.
200
Ibid., p. 341±342. Seguimos en este punto las consideraciones de Cooter y Ulen.
176
veces las personas pueden asegurarse contra ellos o bien soportar mejor que
otras los riesgos de una eventualidad remota que afecte al contrato.
El orden público está constituido por una serie de normas que regulan
áreas que expresamente quedan fuera de la libertad contractual, debido a su
carácter público. Su alcance tiene contornos poco definidos, lo que dificulta su
examen. Una primera razón para tales límites son los altos costos de
transacción que comprometen la eficiencia. Al mismo tiempo, el concepto abarca
muchas limitaciones fundadas en consideraciones morales que dificultan una
correcta explicación económica.
177
Limitando el concepto a casos donde se discuten costos y beneficios
externos, aparece como razonable que la ley establezca limitaciones a la
libertad contractual en actividades que pueden afectar el bienestar de los
demás, como la contaminación ambiental, aun cuando en estos casos,
normalmente se emplean otras partes del sistema legal, como el derecho de
daños, el derecho administrativo o incluso el derecho penal.
Un caso histórico que ilustra este problema fue el del alquiler balcones
para presenciar el desfile de coronación del Rey de Inglaterra en Londres en
1904. Cuando el Rey enfermó y se pospuso la ceremonia, muchos propietarios
reclamaron igualmente el pago de la renta, mientras que los contratantes se
negaron a pagar. La solución de los tribunales fue variada, pero en uno de esos
FDVRV HQ ³.UHOO YV +HQU\´ VH OLEHUR DO DUUHQGDWDULR GH SDJDU HO SUHFLR GHO
alquiler.202 Desde entonces la institución fue admitida de manera creciente por
los Tribunales y la legislación.203
201
Alterini, Contratos, op.cit.,p. 456.
202
(VWDVROXFLyQVHUHLWHUyHQRWURVFDVRV³&KDQGHUYV:HEVWHU´³&ODUFNYV/LQGVOH\´
\³%ODFNH\YV0XOOHU´YHU/DUHQ].DUORSFLWS\VVAlterini, op. cit.. p. 456.
203
Véase por ejemplo el Restatement of Contracts 2nd, 269, Capitulo XXIV, números 11
y 12. Para un análisis en el derecho continental con especial referencia a Argentina,
178
imprevisto204. En otros casos, sin embargo, la solución puede pasar por examinar
quién elimina el riesgo a menores costos. Cooter y Ulen, en este sentido,
sostienen que si se asigna el costo a los propietarios, éstos pueden resarcirlo
simplemente alquilando nuevamente sus balcones en el nuevo desfile de
coronación; mientras que quienes lo alquilaron, deberían tener que pagar
nuevamente para asistir al desfile.205
El common law WUDGLFLRQDO QR H[DPLQDED HO FRQWHQLGR R ³MXVWLFLD´ GH ORV
contratos. Si éstos eran celebrados respetando ciertas condiciones de validez,
debían cumplirse. Pero en las últimas décadas se fue extendiendo la doctrina de
OD³LQFRQVFLHQFLD´TXHPDQGDDUHYLVDUHOHTXLOLEULRGHODVSUHVWDFLRQHVHQFDVRV
extremos206.
179
Quizá la doctrina de la lesión subestima la importante función de
aseguramiento económico que tienen los contratos. Siempre es posible que las
partes hayan asumido el riesgo de los mayores costos derivados de la
transacción diferida para el caso de la imprevisión y que ese haya sido,
precisamente, uno de los objetos del convenio. Si asumimos que las personas
son normalmente mejores jueces de sus preferencias y percepciones y actitud
frente al riesgo, estas soluciones normativas podrían ser cuestionadas desde la
eficiencia207.
Los contratos y los precios que de ellos emanan, son una fuente
importante de información. De hecho, una función esencial de los precios es
generar información e incentivos adecuados para la toma de decisiones en
contextos de escasez. Pero las transacciones operan sobre la base de
información necesariamente incompleta y la regulación legal de los contratos
puede generar incentivos o desincentivos para la búsqueda adecuada de tal
información.
0HOYLQ$(LVHPEHUJ³7KH/LPLWVRI&RJQLWLRQDQGWKH/LPLWVRI&RQWUDFW´Stanford Law
Review Vol. 47 , 1995, p. 221, 1995.
207
Esta es, por ejemplo, la posición de Posner, Análisis Económico del Derecho, op.cit.,
pp. 115.
180
donde hay perdedores208.
En la mayor parte de los convenios una parte tiene más información que
otra respecto del objeto del contrato y la ley, naturalmente, manda a cumplir los
convenios donde hay error unilateral. Si una persona vende un campo y no
conoce que la tierra es apropiada para determinada plantación que incrementa
su precio y el vendedor lo sabe, por ejemplo, la ley no excusa la ignorancia
privada del vendedor. La razón es que en los convenios siempre hay una parte
que conoce más del bien que otra y es eficiente que quien tenga mejor
información emplee el recurso. La obtención de información privada tiene un
costo, y muchas veces lleva a un empleo más eficiente de los recursos. La ley,
adecuadamente desde la eficiencia, hace cumplir los convenios donde hay
diferencias de información privada.
208
Cooter y Ulen, Derecho y Economía, pp. 347 y ss. Sobre el mismo tema: Anthony
.URQPDQ ³0LVWDNH 'LVFORVXUH ,QIRUPDWLRQDQGWKH /DZ RI &RQWUDFW´ Journal of Legal
181
productiva como redistributiva y no siempre es fácil hacer la distinción.
Probablemente la regla que manda a que cada cual se haga responsable de la
información que puede obtener a menor costo sea una regla razonable para
promover la eficiencia.
182
Unidos. Organ, un comerciante, se enteró de manera privada que era
inmminente la firma del tratado que concluía la guerra, y anticipando una suba
del precio compró una gran cantidad de tabaco a la firma Laidlaw, que
desconocía este hecho. Luego de firmado el convenio la noticia del fin de la
guerra adquirió estado público y el precio del tabaco se incrementó en Estados
Unidos de manera notable. El Tribunal anuló el contrato aun cuando el error era
unilateral y no mutuo212. Sin embargo no es claro si la información que tenía el
demandado era productiva o simplemente distributiva.213
DisWLQWRHVHOFDVRGHODLQIRUPDFLyQGHQRPLQDGDGH³VHJXULGDG´DTXHOOD
que ayuda a las personas a evitar daños, tal como sucede con máquinas
eléctricas y otros bienes con capacidad de lastimar. En estos casos la ley exige
que el vendedor informe adecuadamente al comprador. Las personas
informadas deben revelar información a las desinformadas, eliminando el error
que puede resultar nocivo. La regla es que las personas deben siempre revelar
la información de seguridad214.
211
15 US (2 Wheat.) 178 (1815).
212
Es un fallo muy comentado en la literatura. Véase por ejemplo, Cooter y Ulen,
Derecho y Economía, op. cit. p. 349.
213
Posner ha considerado que aun cuando el demandado podía transmitir la
información a muy bajos costos a la actora, tal vez obtener la información fue un
proceso costoso y que la ley debería incentivar su búsqueda. Por otra parte, afirma, su
compra genera un incremento en el precio del tabaco. Análisis Económico del Derecho,
op. cit. p. 108-9. Cooter por su parte sostiene que la información podría considerarse
redistributiva en tanto existía cierta evidencia de que fue fortuita y el hecho de que sólo
adelantó en un día el conocimiento publico del tratado de paz.
214
Cooter y Ulen, Derecho y Economía, op.cit., pp. 352 ± 354.
183
ocuparlo resulta que el campo vendido es el Y, la ley puede mandar a que se
restituyan las prestaciones, en el ejemplo, el dinero entregado por el campo.
Pero hay casos donde hay costos o beneficios que distribuir, donde el error pasa
por la calidad y no por la identidad del bien. Un típico caso de error mutuo puede
ilustrarse por medio del también célebre caso de la vaca Rose 2da. de Averlone.
En este caso tanto el comprador como el vendedor pensaban que la vaca objeto
de venta era estéril, aun cuando al momento de la transacción estaba preñada y
su valor era 10 veces superior. El vendedor se enteró y se opuso a la entrega
de la vaca. El Tribunal encontró justificada la cancelación de la venta.215
215
³Sherwood vs. Walter´, 66 Mich. 568, 33 N. W. 919 (1887).
216
Aun cuando un argumento contrario es también posible. El precio de la vaca podría
haber incluido la preñez descontado la muy baja probabilidad y en ese caso la eficiencia
manda a que se cumpla el convenio. Por otra parte, es normalmente el vendedor quien
puede obtener la información a menor costo. Richard Posner, Análisis Económico del
Derecho, op. cit. pp. 101±102.
217
Alterini, op.cit. pp. 363.
184
convenios constituyen instrumentos para que las partes tiendan a maximizar su
bienestar y asignar los bienes a sus empleos más valiosos. Preguntarse por
aquello que habrían hecho las partes, como hemos visto, constituye una regla
general en materia de economía aplicada a los contratos. Por igual motivo,
siguiendo los principios que hemos examinado respecto de cláusulas
supletorias, corresponde asignar la responsabilidad a aquella parte que puede
eliminar o hacerse cargo del riesgo a menores costos.
4.12. Conclusiones.
185
sistema de derecho de los contratos basado en el respeto de la palabra
empeñada y la autonomía de la voluntad.
186
transacción, en tanto elimina la necesidad de que las partes se vean forzadas a
introducir estipulaciones para casos poco probables o de escasa importancia
económica, al mismo tiempo que permite una distribución razonable de los
riesgos entre las partes. En este último sentido, también, permite una mejor
asignación de los recursos.
187
CAPÍTULO V
1. Introducción.
218
La responsabilidad extra contractual tiene un ámbito más amplio que el derecho de
los accidentes. Regula también, por ejemplo, la responsabilidad por daños
intencionales. En otro sentido, el análisis del derecho de daños puede ser empleado en
otras esferas no típicamente civiles, de modo que su ámbito excede el de la
responsabilidad civil. Sin embargo para simplificar el análisis sólo nos ocupamos de los
hechos ilícitos civiles culposos, es decir de los accidentes.
219
No siempre fue tan importante. Según Landes y Posner, antes de la introducción del
maquinismo y la llegada del ferrocarril a EEUU, era un cuerpo legal de menor
importancia. Véase, de estos autores, The Economic Structure of Tort Law, Harvard
University Press, 1987. (Q SDUWLFXODU³7RUW /DZ LQ%ULHI´ SULPHU FDSLWXORGH HVH OLEUR
donde los autores desarrollan los antecedentes de esta área del derecho civil.
188
derechos de propiedad y de los contratos, uno de los pilares del sistema de
derecho privado y ha sido uno de los primeros y fundamentales cuerpos del
sistema legal examinados desde el enfoque económico220.
220
Sus antecedentes pueden encontrarse en autores como Beccaria, Bentham, Smith o
Holmes y uno de los trabajos pioneros del moderno AED lo constituye un conocido
examen del derecho de daños de Guido Calabresi: ³6RPH7KRXJKWVRQ5LVN'LVWULEXWLRQ
DQGWKH/DZRI7RUWV´Yale Law Journal Vol. 70, 1961, pp. 499 y ss., y su celebre The
Cost of Accidents: A Legal and Economic Analysis, Yale University Press, New Heaven,
1970. Para un comentario de los antecedentes clásicos de la economía aplicada al
derecho de daños, véase, Wiliam M. Landes y Richard A. Posner, The Economic
Structure of Tort Law, Harvard University Press, Cambridge Mass., que hemos
mencionado en la cita anterior. Tambien Guido Calabresi y A. Douglas Malamed,
³3URSHUW\5XOHV/LDELOLW\5XOHVDQG,QDOLHQDELOLW\2QH9LHZRIWKH&DWKHGUDO´ Harvard
Law Review Vol. 85 , 1972, pp. 1089 y ss. Hay una traducción al castellano disponible
en el sitio del Centro de Estudios Públicos de Chile. Para un análisis crítico del aporte
GHHVWRVDXWRUHV-DPHV%.ULHUDQG6WHZDUW-6FKZDE³7KH&DWHGUDODW7ZHQW\-Five:
&LWDWLRQVDQG,PSUHVVLRQV´Yale Law Journal Vol. 106, 1997, pp. 7 y ss.
221
Para un interesante examen empírico que muestra cierta sensibilidad de las
personas a las sanciones que impone el sistema legal en materia de daños, véase,
Gary T. Schwartz ³5HDOLW\ LQ WKH (FRQRPLF $QDO\VLV RI 7RUW $FFLGHQW 'RHV 7RUW /DZ
Really Deter?´, 42 UCLA Law Review, 337 y ss. (1994).
189
El AED se centra fundamentalmente en una descripción de los incentivos
contenidos en las diversas reglas posibles de responsabilidad por accidentes222.
Cada sistema introduce ³precios´ que llevan a ³equilibrios´ que disponen
diversos incentivos para que las personas adopten ciertos niveles de cuidado,
cantidad de actividad capaz de generar riesgos, y otros elementos relevantes.
Además de una descripción de los probables efectos de las reglas, finalmente, el
enfoque económico puede ofrecer algunas recomendaciones siempre que se
considere relevante el papel de la eficiencia en el sistema legal.
222
Alguien podría plausiblemente pensar que la finalidad del sistema de responsabilidad
por daños no se agota en prevenir acciones dañosas induciendo un nivel de cuidado
eficiente, sino además, por ejemplo, debería retribuir a la persona dañada o rectificar
una injusticia imponiendo una sanción a quien no es suficientemente cuidadoso. El
análisis económico no se opone a esa finalidad, ciertamente, pero pone mayor atención
en los incentivos para adoptar determinadas conductas. De hecho, como vamos a ver,
se sugiere que cuanto mejor se repare el daño, más eficiente es el sistema de
responsabilidad por accidentes.
190
para que bajo determinadas reglas los individuos se vean incentivados a adoptar
un nivel eficiente de precaución. Ese será el punto central a examinar en este
capítulo.
191
Pero a veces los costos de transacción son muy altos y muchos efectos
externos no pueden ser eliminados o introducidos en el sistema de precios por
medio de mecanismos contractuales. En estos casos, donde el costo de
negociar es muy alto (muchas veces por el número de implicados), los sistemas
legales tienden a eliminar costos externos apelando a otros medios, tales como
regulaciones, incentivos impositivos, costumbres legales, entre otros. Por
ejemplo, es demasiado costoso en términos de transacción lograr que siete
millones de personas se pongan de acuerdo respecto del límite de velocidad
máxima de circulación en las calles de una ciudad populosa. ³Usar´ el mercado
en este caso resulta muy caro y tiene sentido una regulación que establezca
estos límites, aun cuando en ocasiones la costumbre legal puede aportar reglas
externas producto de la evolución social223.
223
Véase, respecto de este punto, el clásico de Guido Calabresi y A. Douglas Malamed,
³3URSHUW\ 5XOHV /LDELOLW\ 5XOHV DQG ,QDOLHQDELOLW\ 2QH 9LHZ RI WKH &DWKHGUDO´
Harvard Law Review, ya mencionado. Para estos autores, la función del sistema legal
es proteger derechos y la responsabilidad civil se emplea cuando altos costos de
transacción hacen imposible protegerlos por los medios normales.
224
Desde luego la responsabilidad civil extra contractual no es el único mecanismo para
internalizar externalidades negativas en casos de altos niveles de costos de
transacción. El sistema legal cuenta también con las leyes penales, las regulaciones
sobre seguridad o los incentivos fiscales. Véase, Cooter y Ulen, Derecho y Economía,
op. cit., pp. 371±2.
192
transacción. El objetivo fundamental de las reglas de responsabilidad es generar
determinados incentivos, tanto a agentes potenciales de daños como a
eventuales víctimas, para adoptar un nivel eficiente de precaución que minimice
los costos de los accidentes.
225
La presentación de los elementos centrales del derecho de accidentes que vamos a
mostrar en este título es muy frecuente en la literatura. Véase, por ejemplo, el capítulo
de accidentes de Cooter y Ulen, op.cit. p. 372 y ss. O también, Santos Pastor ³'HUHFKR
GH'DxRV´HQ+RUDFLR6SHctor (coord.), Elementos de Análisis Económico del Derecho,
Rubinzal Culzoni, op.cit., p. 61. Por ultimo, A. Mitchell Polinsky, Introducción al Análisis
Económico del Derecho, Ariel Derecho, Barcelona, 1985 (1983), p. 53 y ss. Es decir,
seguimos a la literatura convencional en la materia.
193
ellos quiere minimizar su costo privado derivado de los accidentes, es decir, los
costos asociados a prevenir un accidente, sumado al costo de pagar una
indemnización o bien sufrir el daño en forma personal.
226
Es decir que la compensación perfecta supone que la indemnización sea igual a la
diferencia entre el nivel de utilidad que la víctima tenía antes del accidente y la utilidad
que tiene luego del accidente. Aun cuando los tribunales tienden a compensar de
menos a las víctimas, en los casos donde los daños son monetarios la compensación
perfecta es más simple que en aquellos donde los daños no lo son. Sin embargo, en
algunos casos, el ideal de la compensación perfecta es imposible: probablemente nadie
o muy poca gente sería indiferente entre la pérdida de la vida de un ser querido y una
suma de dinero.
194
³estricta´ (como se la conoce en el derecho anglosajón)227. Bajo esta regla, quien
produce un daño debe compensar con independencia de si ha violado una regla
legal o de su nivel de cuidado. En otros términos, la ausencia de ³negligencia´ no
constituye una defensa válida. Siempre que un victimario potencial produce un
daño debe pagar indemnizaciones a las victimas, con independencia del nivel de
cuidado adoptado.
227
En la tradición del common law el término usual empleado para este tipo de
UHVSRQVDELOLGDG HV ³UHVSRQVDELOLGDG HVWULFWD´ (strict liability). En nuestro derecho y
probablemente el derecho continental en general, se emplea el téUPLQR³UHVSRQVDELOLGDG
REMHWLYD´3UREDEOHPHQWHXQHVWXGLRGHWLSRFXDOLWDWLYRSRGUtDPRVWUDUDOJXQDGLIHUHQFLD
entre ambos, pero a los fines de este estudio asumimos que son conceptos
195
del riesgo es unilateral, de aquellos casos donde la probabilidad de ocurrencia
depende del nivel de precaución de ambas partes. En algunos tipos de
accidentes ±por ejemplo aquellos atribuidos a productos defectuosos- el control
del riesgo es unilateral, en el sentido de que su ocurrencia depende en gran
medida del nivel de precaución de una de las partes. Llamamos a estos casos
de cuidado unilateral.
En los modelos más frecuentes, además, se asume que hay dos modos
por los cuales una persona puede evitar un accidente:
Por último (en el modelo simple que estamos describiendo), los efectos de
estas reglas sufren alteraciones según el nivel de aversión al riesgo que tengan
las partes. Como es frecuente, el modelo asume tres perfiles de actitudes frente
al riesgo: ³la neutralidad´, la ³aversión´ y la ³preferencia´ por el riesgo. En
equivalentes.
196
general, los modelos simples asumen la neutralidad al riego y por cuestiones de
simplicidad también lo haremos nosotros.
228
El primer modelo formal en capturar estos elementos se debe al trabajo de John
3UDWKHU %URZQ ³7RZDUGV DQG (FRQRPLF 7KHRU\ RI /LDELOLW\´ J. Legal Studies Vol. 2,
1973, pp. 323 y ss. Este modelo fue la base de todos los demás modelos que fueron
empleados hasta la actualidad. Respecto de este punto, Kenneth G. Dau ± Schmidt &
Thomas Ulen, Law and Economics Anthology, Anderson Publishing Co., Cincinnati,
Ohio, 1998, p. 349 -50.
229
³United Status vs. Carroll Towing Co´, 159 F. 2da. 169, 173, 2do. Circuito, 1947.
197
accidente multiplicada por la cuantía del mismo (³B´ igual a ³PL´)230.
230
La regla de Hand es empleada muy frecuentemente por los tribunales
norteamericanos para determinar la negligencia en el derecho de daños. Véase Cooter
y Ulen, op.cit., p. 402. La única diferencia relevante entre la regla Hand y el modelo
simple que hemos descripto, es el empleo marginal de los elementos que componen la
fórmula. No es claro si el Juez Hand hablaba en términos absolutos o marginales, pero
en cualquier caso tuvo la intuición fundamental y ofrece un criterio para evaluar una
regla eficiente de cuidado.
231
Una persona adversa al riesgo estaría dispuesta, sin embargo, a pagar más que $
3000 por una probabilidad del 1 % de perder $ 300.000 y una persona afecta al riesgo,
como un jugador, pagaría menos. La economía de los seguros se basa en la premisa de
que en general las personas son adversas al riesgo. En mayor medida prefieren $
50.000 seguros a un 50 % de probabilidades de ganar $ 100.000, a pesar de que
ambas opciones valen lo mismo desde el punto de vista de la utilidad esperada. Sin
embargo, en tanto este fenómeno queda muchas veces ³cubierto´ por el extendido
mercado de los seguros y la simplicidad (algo muy apreciado), los modelos básicos
emplean la noción de que somos neutrales al riesgo.
198
marginales son superiores a sus beneficios marginales.
199
óptimo232. Precisamente la adopción de un nivel de precaución eficiente, que
minimice ambos costos, constituye el óptimo de nivel de cuidado.
Hasta aquí tenemos dos relaciones importantes. Por un lado que: a mayor
nivel de cuidado el costo de aumentar la prevención se incrementa. Es decir el
costo marginal (el asociado a introducir sucesivas unidades) de cuidado se
incrementa. Por otro lado, sabemos también que hay una relación entre la
cantidad de prevención y la probabilidad de los accidentes que es inversa al
costo de prevención. A medida que introducimos mayor cantidad de unidades
de cuidado, el costo de aumentar la prevención crece pero la probabilidad
disminuye.
232
El modelo básico es presentado, con diferencias de matices, en varios textos sobre
economía de los daños. Véase, por ejemplo, Cooter y Ulen, Derecho y Economía,
RSFLW S R 6DQWRV 3DVWRU ³'HUHFKRV GH 'DxRV´ RSFLW S \ VV 7DPELpQ HO
capitulo I de The Economic Structure of Tort Law de Landes y Posner que hemos citado
anteriormente o, Richard A. Posner, Análisis Económico del Derecho, Fondo de Cultura
Económica, México, 1998, p. 156 y ss. Un clasico modelo alternativo es el que presenta
0DUN*UDG\HQ³$1HZ3RVLWLYH(FRQRPLF7KHRU\RI1HJOLJHQFH´Yale Law Journal Vol.
92, 1983, pp. 799 y ss. que no podemos considerar en esta introducción.
233
En su expresión formal el modelo asume que los costos disminuyen cuando se
encuentra un nivel de precaución X que minimiza la siguiente función de costo social de
los accidentes: SC = B (x) + p(x)L 'RQGH ³%´ es el costo de prevención y es una
función creciente de X. A medida que se introducen más unidades de cuidado X se
incrementa el B. Si se asume que el precio unitario de cada unidad de cuidado es
constante, como se asume en general, entonces la función es lineal. Por su parte,
cuando se incrementa X disminuye la probabilidad de ocurrencia de los accidentes. Es
200
Este modelo simple puede ser empleado para explicar los incentivos, y a
partir de allí la probable respuesta de los individuos a los diversos sistemas de
responsabilidad.
201
Por lo tanto, el nivel óptimo de prevención se verifica cuando estas
magnitudes se igualan. Este resultado se extiende al conjunto de individuos que
constituyen la sociedad, y se produce un resultado social óptimo al cual agentes
racionales neutrales al riesgo acordarían, en un mundo con cero costos de
transacción y constituye el óptimo desde el punto de vista de la eficiencia.
finalmente decreciente.
202
³B´ cuesta menos que la correspondiente reducción de ³PL´, dicha conducta es
negligente. Recíprocamente, cualquier nivel de cuidado para el cual aumentar
³B´ cuesta igual o más que la correspondiente reducción de ³3/´, elimina la
negligencia. De ese modo, se puede examinar la negligencia en función del nivel
de unidades de cuidado que una persona emplea para evitar un accidente.
En este punto vamos a emplear los elementos centrales del modelo que
explicamos en el titulo anterior, para examinar los incentivos cuando sólo uno de
los agentes, sea el dañador potencial o la víctima, puede ejercer influencia sobre
la probabilidad de que ocurra el accidente. Es decir, no vamos a considerar
ahora los casos (más probables) donde ambas partes puede disminuir
203
sustancialmente la probabilidad de ocurrencia de un accidente por medio de la
introducción de cuidado, sino sólo los casos donde el cuidado es unilateral.
236
Esta forma de exponer el tema es la más frecuente en la literatura. Inicialmente se
asume que sólo una parte, típicamente el dañador, controla el riesgo de ocurrencia del
evento dañoso. Se asume además que el nivel de actividad es constante y que sólo el
nivel de cuidado tiene incidencia en la probabilidad. Luego se incluyen en el análisis las
situaciones donde las dos partes ejercen control sobre el riesgo, para finalmente
considerar el caso donde el nivel de actividad puede tener incidencia en la probabilidad.
Ver, por ejemplo, A. Mitchell Polinsky en Introducción al Análisis Económico del
204
agente potencial de daños o dañador debe hacerse cargo de la totalidad de los
daños causados por su acción, con independencia del nivel de cuidado.
Simplemente haber adoptado el nivel eficiente de cuidado (es decir, haber
alcanzado el nivel donde aumentos de ³B´ igualan las correspondientes
reducciones de ³PL´) no representa defensa alguna contra una eventual
demanda, donde el actor sólo debe demostrar el daño y la causalidad, pero no la
violación de la una regla determinada de conducta.
205
para el caso de que ocurra un daño, no tiene incentivo alguno para adoptar un
nivel de cuidado para el cual aumentar ³%´IXHVHWDQFRVWRVo como la reducción
que se lograría en ³PL´. Simplemente exteriorizar costos sería gratuito para el
victimario potencial.
En la práctica, hay muchos otros motivos distintos de los costos por los
cuales no queremos dañar a los demás, pero desde el estricto punto de vista de
los incentivos, es esperable un nivel de cuidado menor que el óptimo, cuando
hay ausencia de responsabilidad. En la práctica, puede pensarse en el exceso
de polución como un caso análogo a un sistema de ausencia de
responsabilidad. En tanto es muy costoso ejecutar las reglas que prohíben estos
efectos externos y es baja la probabilidad de una demanda, las personas tienen
menos incentivos para evitarlos, especialmente si ello supone un costo.
206
costos de cuidado, con la misma consecuencia respecto de la ineficiencia.
237
Santos Pastor menciona ejemplos de esto en los sistemas anglosajones, y del
derecho continental, y en especial varios estudios respecto de España y Alemania.
207
enteramente a las víctimas. Son éstas quienes tienen incentivos para cuidarse,
pero en tanto no controlan la probabilidad, el sistema es ineficiente. Por su parte,
cuando son las víctimas quienes pueden impedir a menores costos los
accidentes o tienen el control casi completo de la probabilidad de un accidente,
la ausencia de reglas de responsabilidad puede ser eficiente. Estas se hacen
ahora cargo de todo el costo social de los accidentes y por lo tanto tienen
incentivos para alcanzar el nivel de ³%´. La ausencia de responsabilidad,
además, puede ser eficiente cuando los costos sociales son muy bajos y no
tiene sentido introducir regla alguna para eliminarlos siquiera marginalmente.
Pero ninguna de estas reglas ofrece buenos incentivos para que ³ambas
partes´ sean cuidadosas en el nivel eficiente, en los casos en que ambas tienen
algún nivel mutuo de control de los accidentes.
Cuando son ambas partes las que pueden influir sobre la producción del
daño potencial, corresponde que ambas encuentren su propio nivel de cuidado
que satisfaga la condición de eficiencia. Desde luego, no basta con dividir la
indemnización (y que la víctima, por ejemplo, reciba sólo la mitad de ³L´). Para
que el costo social de los accidentes logre su punto más bajo, es necesario que
ambos satisfagan las condiciones del modelo que hemos explicado238.
208
Simplemente porque liberan a una de las partes de los beneficios marginales de
adoptar cuidado, que es precisamente el motivo por el cual una persona racional
incurre en costos de prevención. Como vimos, en el régimen de ausencia de
responsabilidad es el dañador potencial quien carece de incentivos, del mismo
modo que es la víctima quien carece de incentivos en el sistema de
responsabilidad objetiva (siempre que la compensación sea perfecta)239.
De hecho, una solución general para inducir a las partes a que adopten
un nivel eficiente de cuidado, es utilizar una regla determinada para atribuir
responsabilidad. Si la regla adoptada es eficiente, en el sentido de que establece
UHVSRQVDELOLGDG FXDQGR HO FRVWR GH DXPHQWDU ³%´ HV PHQRU TXH OD
FRUUHVSRQGLHQWH UHGXFFLyQ GH ³3/´ HQWRQFHs, las personas tienen incentivos
para adoptar sus respectivos niveles de precaución. Puesto en otros términos,
ambas partes tiene incentivos para adoptar un nivel eficiente de cuidado cuando
se aplica un sistema de responsabilidad basado en la negligencia.
239
A medida que la compensación sea menos perfecta, en el sentido de que la víctima
queda menos resarcida, ésta tiene mayor incentivo para introducir unidades adicionales
de cuidado.
209
SULYDGR´UHVSHFWRGHORVDFFLGHQWHVVHUiPD\RUHQWDQWRGHEHUiKDFHUVHFDUJR
GH ³3/´ \ SDJDU OD FRUUHVSRQGLHQWH LQGHPQL]DFLyQ LJXDO D ³L´) en el caso de
ocurrir el accidente. Tampoco tendrá incentivos para introducir un nivel de
cuidado mayor que el eficiente, en tanto su costo privado es mayor que el social.
240
Véase Posner, Análisis Económico del Derecho, pp. 159-160. Este criterio es similar
DOGHO³EXHQSDGUHGHIDPLOLD´GHOGHUHFKRURPDQR
210
potencial, pero no la víctima. En aquellos casos donde el control de la
probabilidad del accidente es mutuo, no constituye una regla eficiente en tanto
no incentiva a la potencial víctima a adoptar el nivel de cuidado eficiente. Como
en el caso de la regla anterior, esta regla no promueve la mutua precaución lo
que es eficiente cuando el accidente puede ser bilateralmente evitado.
En el modelo más simple hemos supuestos que las personas tenían una
forma de minimizar la probabilidad de un accidente: adoptar mayor cuidado. A la
luz de este concepto y otros igualmente sencillos, hemos examinado los
incentivos provocados por diversas reglas de responsabilidad. Sin embargo es
evidente que otra forma de disminuir la probabilidad de los accidentes es
disminuyendo el nivel de actividad. Un tren que hace un sólo viaje tiene menos
probabilidades de afectar los pastizales de las tierras adyacentes con sus
chispas, que el mismo tren si hace 100 viajes, aun suponiendo el mismo nivel de
³B´.
241
De hecho se pueden considerar ambas variables a la vez. En ese caso es importante
considerar los beneficios marginales del incremento de la actividad.
211
determinado nivel de cuidado. Pero las cosas cambian cuando nos interesa la
cantidad de actividad generadora de riesgo más que el nivel de cuidado.
El costo externo que representa una mayor cantidad de trenes en las vías
se transfiere a los propietarios de campos adyacentes. En realidad, es un
problema de una regla de negligencia simple, en la que no existen incentivos
para internalizar el costo externo derivado de la cantidad de actividad. En la
medida en que pueda mostrar que adoptó un nivel de cuidado eficiente (donde
aumentar ³%´ hubiera sido más costoso que la correspondiente reducción de
³PL´) queda liberado del pago de daños.
242
Shavell, Steven, ³6WULFW/LDELOLW\YHUVXV1HJOLJHQFH´Journal of Legal Studies Vol. 9,
1980, pp. 1 y ss.
212
su nivel de actividad. Será la víctima quien tenga incentivos para limitar y reducir
el nivel de actividad, en tanto se hace cargo de todos los costos.
213
acumulados de prevención, de accidentes en sí mismos y de administración.
243
Para una análisis general del problema, véase, Bruce L. Benson, Justicia sin Estado,
Unión Editorial, Madrid, 2000, pp. 149±172. Para un examen puntual del problema,
Pastor Prieto, Santos, Sistema Jurídico y Economía, Una introducción al Análisis
Económico del Derecho, Tecnos, Madrid, 1989, p. 161 y ss.
244
Vease, Cooter y Ulen, Derecho y Economía, op.cit. p. 410. La primera conocida
consideración respecto de la ³no culpa´ corresponde a Guido Calabresi en su The Cost
of Accidents, que hemos citado con anterioridad, pp. 26 y ss.
214
cargo de los daños de su asegurado. Pero claramente, aun cuando ahorra
costos de administración, supone altos costos en materia de accidentes en tanto
no hay incentivos para la prevención. Es decir, no se promueve la adopción de
una regla eficiente de cuidado o cantidad.
245
Sin embargo, también hay que considerar que una regla de responsabilidad objetiva,
en tanto reduce considerablemente los potenciales puntos de discusión entre las partes,
puede también promover una mayor cantidad de arreglos extrajudiciales.
215
/D³FRPSHQVDFLyQSHUIHFWD´\HOHrror judicial.
Lo mismo sucede con el error judicial. Aun cuando los montos de las
indemnizaciones sean igual a ³L´ en sentido de que devuelven completamente a
las víctimas al estado anterior al accidente, el problema es que nuevamente hay
incentivos para que el nivel de equilibrio tienda a no ser eficiente cuando hay
una seria percepción de chances de error judicial. Si sólo dos tercios de las
condenas establecen una compensación adecuada mientras que el resto son
inferiores a ese óptimo por error judicial, entonces en nivel de equilibrio tenderá
a ser ineficiente, en tanto hay incentivos para adoptar solamente una fracción del
nivel de cuidado eficiente.
Los efectos inversos suceden cuando por error judicial los jueces
disponen pagar indemnizaciones superiores a ³L´. Se produce una suerte de
³HQULTXHFLPLHQWR VLQ FDXVD´ SRU SDUWH GH OD YtFWLPD FRQ OD FRQVHFXHQWH
LQHILFLHQFLDTXHSURGXFHODDOWHUDFLyQGHORV³SUHFLRV´GHHTXLOLEULRTXHILMDQODV
reglas de responsabilidad. Si mayor número de personas son sentenciadas a
pagar cuando no tienen responsabilidad o si se las condena a pagar más que
³L´, entonces, habrá incentivos para que el nivel de prevención sea superior al
216
óptimo, incentivando a colocar mayor cantidad de recursos en prevención de
accidentes que lo que sería razonable o eficiente.
246
Examinamos en este punto la responsabilidad civil por hechos dolosos, y dejamos
de lado las consideraciones vinculadas con el derecho penal, que exceden el objeto de
estudio de este libro.
217
Si algún estudiante aplazado se ha quedado molesto con el profesor y
quiere tomar venganza en su auto, es muy costoso para el profesor eliminar la
probabilidad de que ocurra el evento dañoso. Es evidente que el mayor control
de la probabilidad lo tiene quien efectúa el acto, y por lo tanto, es quien puede
evitar el daño a menores costos.
Por otra parte, existe un muy buen motivo para que el agente deba pagar
una indemnización mayor a ³L´: si cuesta lo mismo comprar un derecho en el
mercado a través de una negociación libre y voluntaria, que simplemente
tomarlo (como por ejemplo por medio del robo), las personas no tendrían
incentivos para respetar la propiedad y recurrir a los contratos para realizar sus
intercambios. La mayor indemnización genera incentivos para apelar a los
contratos y no a la violencia o el fraude.
247
La prevención general ha sido uno de los fundamentos de la existencia del derecho
penal, quizá el de mayor vinculación con el análisis económico. La pena es vista, desde
esta perspectiva, como un medio para disuadir a las personas, de modo que no realicen
determinadas conductas delictivas (ver Rojas, Ricardo Manuel, Las contradicciones del
derecho penal, Ad-Hoc, 2000, p. 97 y ss). La similitud de origen del derecho de daños
(tort law) y el derecho penal (criminal law) en la tradición anglosajona, ha sido puesta de
UHOLHYH HQWUH PXFKRV RWURV SRU 5LFKDUG $ (SVWHLQ ³&ULPH DQG7RUW 2OG ZLQH LQ ROG
ERWWOHV´ HQ Assesing the criminal. Restitution, retribution and the legal process,
Cambridge, 1977, p. 231 y ss. (citado por Rojas, op. cit., p. 122).
218
externos derivados de los accidentes, son los altos costos de transacción. Sin
embargo, de modo creciente, y en parte porque las personas son adversas al
riesgo, es muy importante la incidencia de los seguros, que operan sobre bases
contractuales, respecto de la prevención y reparación de daños producidos por
accidentes.
219
Sin embargo, este problema es enfrentado por el sistema legal de
diferentes maneras. Por una parte, en muchas legislaciones (por ejemplo la
agentina), o en estipulaciones contractuales reconocidas legalmente, se dispone
que los contratos de seguro no cubren la responsabilidad del asegurado, cuando
éste ha obrado con grave negligencia o dolo. Esto hace que no sea indiferente el
grado de precaución que el asegurado desarrolle.
5. 13. Conclusiones.
220
supone que individuos racionales intentarían minimizar los costos totales por
accidentes, es decir, los costos de soportar un daño o bien pagar
indemnizaciones. Socialmente considerado el problema, esto nos conduce a la
extendida sugerencia de que un sistema óptimo de responsabilidad permitiría
minimizar el costo de prevención y la probabilidad de ocurrencia de los
accidentes. Ese punto se verifica, precisamente, cuando los actores tienden a
igualar el aumento de ³%´FRQla correspondiente reducción de ³PL´.
Luego hemos examinado los incentivos que ofrecen las reglas para
adoptar distintos niveles de cuidado. En concreto, vimos hasta qué punto
distintas reglas, bajo diversas circunstancias muy generales, llevan a los
individuos a adoptar el nivel óptimo o eficiente de cuidado.
Examinamos en primer lugar los casos donde sólo una de las partes, el
agente potencial de daños (APD), tiene control sobre la probabilidad de
ocurrencia del perjuicio. En estos casos hemos mostrado que tanto una regla de
negligencia como una regla de responsabilidad objetiva, lo inducen a adoptar un
nivel eficiente de cuidado. Vimos también que cuando no hay regla de
responsabilidad alguna, simplemente el APD no tiene incentivos para adoptar
niveles de cuidado apropiados.
221
privado por accidentes. Simplemente si no adoptan un nivel de prevención tal
que el costo de aumentarlo iguale la correspondiente reducción de ³PL´ deberán
hacerse cargo de ³todos´ los costos por los eventuales accidentes que ocurran.
222
precaución un APD (o una víctima) puede incrementar la probabilidad de
ocurrencia de un hecho dañoso conforme incrementa su nivel de exposición o
actividad capaz de generar un riesgo. Un tren expone a mayor probabilidad de
daños por incendios en los pastizales adyacentes, cuanta mayor cantidad de
viajes realice.
223
para adoptar un cuidado excesivo, lo cual es ineficiente.
224
CAPITULO VI
6.1 Introducción.
225
Bobbio:
248
www.iidh.ed.cr
249
Citado por Pacheco Gómez, Máximo, Los Derechos Humanos. Documentos Básicos,
226
La actividad judicial ha sido definida como aquella desarrollada por
órganos públicos imparciales e independientes, tendientes a resolver un
conflicto intersubjetivo de intereses, mediante el desarrollo de un debate
dialéctico plasmado en una serie consecuencial de actos jurídicos. 250
227
aspectos, un caso claro de bien público. Si bien sería posible (como
sucede con los árbitros privados) excluir a quienes no pagan el costo de
los procesos judiciales, su finalidad básica es cubrir las necesidades de
todos los habitantes sin discriminación, sin que existan cuotas o
limitaciones a la manera en que esos habitantes utilicen el servi cio.
251
Spector, Horacio, op. cit., pp. 20-21.
228
En tanto bien público, la administración de justicia conserva las
características recién recordadas, y ello no es indiferente para los
potenciales consumidores. Teniendo en cuenta que los recursos son
escasos y las necesidades tienden a ser ilimitadas, el servicio sólo podrá
ser ofrecido en la medida de los recursos imputados por el gobierno a tal
efecto, independientemente de la demanda. Cuando la demanda de
justicia supera a la oferta, las expectativas de algunos de los potenciales
litigantes se verán frustradas. Quiénes quedan afuera tampoco es
determinado por el precio (ya que por definición no podría excluirse a
nadie del goce del servicio por ese motivo, como ocurriría en un mercado
de bienes privados), sino que se seguirá ofreciendo el servicio hasta que
los recursos se acaben, y aquél que llegue último se quedará sin él.
229
contiendas se desarrollan libremente, entonces la demanda de justicia se
canaliza a través de estos mecanismos y el sistema estatal se
descomprime, estabilizándose en algún punto.
230
será alta y permitirá contar con importantes recursos adicionales.
252
Un ejemplo muy significativo por su ineficiencia, es el de la justicia penal en
Argentina. De acuerdo con la ley, la tasa de justicia por todo concepto que debe pagar
un condenado una vez que su sentencia queda firme, es de $69,67 (alrededor de 20
dólares estadounidenses). Eso es lo que se estima que han costado todos los años de
actividad judicial, de fiscales, jueces de instrucción, defensores oficiales, producción de
prueba, convocatoria de testigos, peritajes, informes, la intervención de jueces de juicio,
apelaciones ante cámaras de apelaciones, el Tribunal de Casación y hasta la Corte
Suprema de Justicia. En caso de que, tras una intimación por cinco días, la persona no
pague lo que se le reclama, se hace una nueva intimación para que abone la suma,
esta vez, de $ 104,50, esto es, un punitorio del 50% por no haber pagado en término. Si
aún así no paga, entonces el juez archiva sin más la causa. Ello así, porque la
Instrucción General 9/96 de la AFIP, en el Rubro II, puntos 3.1.1 y 3.3.1 dispone que el
monto mínimo para la radicación y descargo definitivo de ejecuciones fiscales
correspondientes a deudas en concepto de tasas judiciales se establece en ciento
cincuenta pesos ($ 150). A raíz de ello la Corte Suprema de Justicia, por resolución
976/96 instruyó a las Cámaras a emitir certificados de deuda por tasa de justicia -art. 11
de la ley 23.898- a aquellas cuyos montos totales superen el límite de ciento cincuenta
pesos ($ 150). Parece una solución razonable, teniendo en cuenta que si los fiscales
tuvieran que ejecutar esas deudas, que en su mayoría son incobrables, se gastaría más
dinero que el que en definitiva se podría recaudar. Por este motivo, sólo alguna persona
desprevenida o con un muy mal abogado, cada tanto, paga la tasa de justicia, y como
los Tribunales están obligados a intimar su pago dos veces de acuerdo con la ley, se
gasta muchísimo más dinero y tiempo en esa tarea, del que se puede recaudar
(piénsese en que hay que redactar todas las resoluciones pertinentes, que el juez y el
secretario las firmen, que se diligencien las cédulas, que vayan ±a veces en dos o tres
oportunidades- los oficiales de justicia a entregar las cédulas, que éstas vuelvan y se
231
La circunstancia de que el juez que intervenga en el conflicto sea
independiente e imparcial, contribuye a incrementar la eficiencia del
sistema de justicia.
232
consecuencia, se convierte en una debilidad en los hechos. 255
255
Feld, L y Voigt, S. op. cit., pág. 10.
256
Ibidem.
257
Feld, L. y Voigt, S., op. cit, pág. 1.
258
Mauro, Paolo, ³Corruption and Growth´, Quarterly Journal of Economics, vol.110,
1992, pp. 681-712.
233
mecanismos de control, diferenciar aquellas medidas destinadas a evitar
la venalidad judicial, de las que pueden encubrir un inte nto por minar su
independencia.
259
Feld, L. y Voigt, S., op. cit., pág. 6.
260
Al respecto, puede consultarse a María Sofía Sagüés, ³Algunos aportes del análisis
económico del derecho a la responsabilidad judicial´HQ Responsabilidad de los Jueces,
Santiago, Alfonso (coordinador), editorial Ábaco de Rodolfo Depalma, Buenos Aires,
2006.
234
superado por los castigos, por moderados que sean (la crítica
profesional, la revocación por un tribunal superior, etc.), que
conlleva decidir un caso en una forma considerada incorrecta o
sesgada. 261
261
Posner, Análisis Económico del Derecho, op. cit., pág. 503.
262
Cooter y Ulen, Derecho y Economía, op. cit. pág. 517.
263
Posner, Análisis Económico del Derecho, op. cit. pág. 502.
264
Feld y Voigt, op. cit., pág. 2
235
precedentes en un país libre. Se les garantizará total
independencia, tanto del pueblo como de la legislatura...
Ningún error que cometan será corregido por ningún poder
sobre ellos... no podrán ser removidos de su cargo por sus
decisiones erróneas. 265
265
Ketcham, R. The Anti-Federalist papers and the Constitutional Convention Debates,
pp. 120-7.
266
Las cuales tienen correlato en el orden constitucional argentino, art. 110 C.N.
267
Entemann, :LOODUG ) ³-XGJH 3RVQHU¶V &KDOOHQJH WR WKH 3KLORVRSK\ RI ODZ´ HQ
www.bu.edu/wcp/Papers/Law/LawEnte.htm 3RVQHU 5LFKDUG ³:KDW GR MXGJHV DQG
justices maximize? (The same thing as everyone else does)´, Supreme Court Economic
Review Vol. 3, 1993, 1-41.
236
mercado político. 268
268
Juan V. Sola, op. cit., p. 476.
269
Por ejemplo, el valor de una propiedad en disputa muchas veces, como en caso de
la división de una sociedad conyugal, no es necesariamente mucho más alto para una
parte que para la otra.
237
De modo que es conveniente contar con alguna medida o regla de
eficiencia de los procedimientos judiciales. En general la idea central es
que un procedimiento judicial eficiente debe minimizar la suma de dos
tipos de costos: los costos administrativos y el costo del error. El primero,
consistente en pagar empleados, mantener edificios, sustanciar pruebas,
desarrollar el debate, etc., normalmente se incrementa cuando el proceso
se hace más extenso.
270
Los trabajos pioneros en el área de la economía del procedimiento son, William M.
/DQGHV³$Q(FRQRPLF$QDO\VLVRIWKH&RXUWV³Journal of Law and Economics vol. 14,
SS\VV5LFKDUG$3RVQHU³$Q(FRQRPLF$SSURDFKWR/HJDO3URFHGXUHDQG
-XGLFLDO$GPLQLVWUDWLRQ³Journal of Legal Studies Vol.2, 1973, pp. 399 y ss., y también
en la misma revista y número: John P. GouOG³7KH(FRQRPLFVRI/HJDO&RQIOLFWV³SS
279 y ss.
238
procedimientos ágiles, con apelaciones limitadas que tienden a acotar los
costos. En estos casos, normalmente el costo del error es bajo, tanto
como la magnitud de la reparación del daño, lo que justifica la limitación
en la inversión de recursos.
Por el mismo motivo, el costo del error judicial es tan alto en los
procesos de naturaleza penal, que los estándares de prueba exigidos
para una condena son superiores a los de un procedimiento civil. Esa
exigencia eleva el costo del procedimiento pero minimiza el del error
judicial satisfaciendo la lógica económica de los procesos.
239
culpables, que las deudas (en condiciones normales) se paguen o que se
reintegren las cosas que son propiedad ajena, según lo establecen la
mayor parte de los sistemas legales 271.
271
En este sentido se pueden recordar las tres reglas de organización social previas al
gobierno que invocaba 'DYLG +XPH ³$XQTXH ORV KRPEUHV SXHGHQ PDQWHQHU XQD
sociedad pequeña y ruda sin gobierno, les es imposible mantener cualquier tipo de
sociedad sin justicia, y sin la observancia de las tres leyes fundamentales referentes a la
estabilidad de la propiedad, la transferencia por convenio y el cumplimiento de las
SURPHVDV´ 'DYLG +XPH Treatise on Humane Nature, t. II, p. 306; cit. por Ricardo
Manuel Rojas, Análisis Económico e Institucional del orden jurídico, op. cit., p. 59).
240
permanecer en el mercado de la resolución privada de disputas. En otros
términos, al menos en la generalidad de los casos y áreas del derecho, los
árbitros privados tendrían buenos incentivos para cuidar su reputación y emitir
sentencias imparciales y ajustadas a derecho272. A diferencia de lo que ocurre
con la justicia formal, en la que la elección de jueces se decide de acuerdo con
reglas de jurisdicción establecidas por las leyes, en el caso de los árbitros
privados funciona el mercado y, por lo tanto, la competencia.
272
Tullock, Gordon, Trials on Trial, The Pure Theory of Legal Procedure, Columbia
University Press, New York, 1980. Aun cuando este autor considera que en algunas
áreas donde una parte emplea más el arbitraje que otras, como por ejemplo en defectos
de productos masivos, los jueces privados podrían tener incentivos para ser parciales.
241
La primera relación que podría señalarse es que a mayor cantidad
de hechos dañosos producidos, habrá una tendencia a una mayor
cantidad de litigios. Las reglas legales y su aplicación, están directamente
relacionadas con el tipo de orden jurídico aplicable. Leyes ineficientes
pueden conducir a un incremento en el nivel de litigios.
(Q ORV FDVRV HQ TXH HO RUGHQDPLHQWR OHJDO HVWDEOHFH XQD ³DFFLyQ´
en cabeza de una de las partes, el paso inicial es la negociación privada.
Ello es así en la medida en que las negociaciones individuales son menos
costosas y más eficientes para las partes que el inicio de demandas
judiciales. Entonces, la posibilidad legal de iniciar la acción judicial actúa
FRPRXQ³GLVSDUDGRU´TXHLPSXOVDDODVSDUWHVHQFRQIOLFto a negociar.
242
minimiza la posibilidad de error 273. En otros términos, en la medida en que
una diferencia sea solucionada rápidamente entre las partes sin
intervención de terceros, dicha solución es más barata que cualquier otra
forma de remedio que se intente una vez que el conflicto se acentúa .
273
Las partes conocen mejor sus preferencias que los jueces.
274
Posner, op. cit. pág. 508.
275
Vereeck, Lode, ³(OGHUHFKRSrocesal´, en Spector, Horacio, (Compilador), Elementos
de análisis económico del Derecho, Ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2004, p. 165.
276
Cooter y Ulen, Derecho y Economía, p. 507
243
Para que las partes lleguen a un arreglo extrajudicial en lugar de
buscar la solución del juez, se requerirá la concurrencia de dos
circunstancias: 1) que el demandante y el demandado tengan las mismas
expectativas acerca del juicio, y 2) que ambos asuman los mismos costo s
de transacción para resolver la disputa 277.
277
Cooter y Ulen, op. cit., pág. 507.
278
Estamos asumiendo, lo que es poco probable, neutralidad ante el riesgo,
244
margen para un arreglo 279. Si por ejemplo el costo actual del pleito para el
demandado es de $ 3000 y el valor neto de la acción para el actor es de $
2000, entonces hay un área de yuxtaposición en las valoraciones de
ambos que hace posible el acuerdo.
245
Otro factor determinante de la realización de acuerdos en lugar de
juicios, pasa por el análisis de los costos de ambas soluciones. Cuando
recurrir al sistema judicial es muy caro, se alientan los acuerdos, y
viceversa. Tanto el nivel como la distribución de los costos del juicio, son
elementos muy importantes que permiten calcular el nivel de litigación
formal. Mayor costo de los servicios legales, tasas de justicia y medidas
de prueba, entre otros, debería llevar, todo lo demás con stante, a menos
juicios.
246
Previo al inicio del juicio, cada una de las partes asignará mucha
importancia a la información que ayude a incrementar el pesimismo de la
otra respecto de sus chances. En un juicio por los daños ocasionados en
un accidente, por ejemplo, el actor tenderá a difundir información que
genere la impresión de una extensión del daño importante, y el
demandado a mostrar (para el caso de que opere una regla de
responsabilidad subjetiva) que ha tomado todas las precauciones exigidas
por la ley y la jurisprudencia. La información con que cuentan las partes
tiene un importante papel en cuanto al grado de optimismo con el que
285.
enfrentarán la negociación
285
Posner, op. cit., pág. 522, explica el punto con un ejemplo vinculado con un
pleito a raíz de un accidente: ³HQ PXFKRV MXLFLRV HO GHPDQGDGR VDEH PHQRV
que el demandante acerca de la extensión del daño, y el demandante sabe
menos que el demandado acerca de la extensión de las precauciones tomadas
por el demandado contra el accidente. Si el demandado sobreestima los daños
del demandante, y éste sobreestima la precaución del demandado, ambas
partes serán relativamente pesimistas, de modo que el arreglo será fácil. En
cambio, si el demandado subestima los daños del demandante, y é ste
subestima las precauciones del demandado, ambas partes serán relativamente
optimistas, de modo que el arreglo será difícil´
247
Un elemento que merece especial atención es la calidad de las
leyes. Leyes eficientes permiten coordinar mejor la actividad y las
relaciones de las partes, tornando menos probable el litigio. El inicio de
un litigio es una externalidad y leyes eficientes que minimizan en conjunto
las externalidades, tienden a evitar pleitos, en la medida en que envían
señales más claras a las partes respecto de su optimismo o pesimismo
relativo, y facilitan de ese modo los acuerdos 286.
Por otra parte, la certeza jurídica ±tanto respecto de las leyes como
de la jurisprudencia- contribuye a que las partes puedan evaluar mejor
sus posibilidades, lo que facilita que lleguen a un arreglo. Ello es así
pues, si las partes realizan un diagnóstico similar respecto de quién
ganará el pleito y en qué términos, tendrán muchos mayores incentivos
para llegar a un acuerdo que para litigar. Ello reportaría un importante
ahorro en costos administrativos del litigio, tiempo y posibilidades de error
judicial. 287
286
Es interesante que en un sistema judicial eficiente, las leyes eficientes normalmente
deberían tender a reemplazar a las ineILFLHQWHV /DV SULPHUDV VRQ PiV ³EDUDWDV´ SDUD
las partes, y por lo tanto deberían ser las que ellas elegirían, en tanto permiten
maximizar sus exedentes. Para una explicación más sistemática, véase, Paul H. Rubin,
³:K\LV&RPPRQ/DZ(IILFLHQW"´The Journal of Legal Studies Vol. 51, 1978, pp. 52 ±
\*HRUJH/3ULHVW³7KH&RPPRQ/DZ3URFHVVDQGWKH6HOHFWLRQRI(IILFLHQW5XOHV´
Journal of Legal Studies Vol. 6, 1977, pp. 65 ± 82.
287
Polinsky, A. Mitchell, An introduction to law and economics, p. 109.
288
Ibídem.
248
existencia de una jurisprudencia estable y clara. Al emitir sus fallos, los
jueces pueden contribuir a reducir la litigiosidad, si producen con ellos
una doctrina clara que oriente a las partes respecto de cómo resolverían
conflictos futuros, y de ese modo alienten los arreglos extrajudiciales.
289
Posner, Análisis Económico del Derecho, op cit., p. 522.
290
Posner, op. cit., p. 253.
249
Hemos visto que la propensión a litigar es mayor cuando ambas
partes son igualmente optimistas respecto de su éxito en caso de litigio.
Esto muchas veces sucede porque no cuentan con suficiente información,
tanto respecto de los hechos relevantes, como de la significación jurídica
que se le asignarán eventualmente 291.
291
El análisis económico de la producción de prueba judicial constituye un campo
relativamente poco trabajado. Véase, por ejemplo, Richard D. Friedman, µ(FRQRPic
$QDO\VLVRI(YLGHQWLDU\/DZ$Q8QGHUXVHG7RRODQ8QGHUSORZHG)LHOG¶ Cardozo Law
Review Vol. 19 , 1998, pp. 1531 y ss.
250
formalidades; y ciertas conductas que son privadamente impunes, pueden
tener consecuencias adversas dentro del proceso, como puede ser la
invalidación de alguna evidencia o una sanción a la parte 292.
(VWH PHFDQLVPR GH ³GHVFXEULU´ OD SUXHED DQWH OD FRQWUDSDUWH TXH
en general se realiza en una audiencia inicial con la presencia del juez,
resulta bastante eficiente para mejorar la percepción de ambas partes y a
veces eliminar un inmoderado optimismo, lo que permite que, aún luego
de presentada formalmente la demanda judicial, todavía los litigantes
encuentren un ámbito para buscar un acuerdo que termine con el pleito.
292
VéasHHQSDUWLFXODU+D\%UXFH/³Civil Discovery,WV(IIHFWVDQG2SWLPDO6FRSH´,
Journal of Legal Studies Vol. 23, 1994, pp. 481-515.
251
proceso (lo que en muchas circunstancias puede resultar conveniente
para el demandado, en especial cuando la tasa de interés judicial es
baja), ello conducirá a mayores costos sociales y privados derivados de
los juicios 293.
293
Para un examen del nivel de tasa óptima en la cual ni el actor ni el demandado
tienen incentivos para dilatar el proceso innecesariamente, ver Acciarri, Hugo,
Castellano, Andrea y Barbero, Andrea, ³¢7RPDU XQ SUpVWDPR R GHPRUDU XQ MXLFLR"
AnáliVLVHFRQyPLFRGHORVHIHFWRVGHODWDVDGHLQWHUpVVREUHODGHPRUDMXGLFLDO´ RIIM
252
el juicio no son altamente favorables para el demandado.
Vol. 47.
294
Esto podría representarse con la siguiente fórmula: P(Ha) > (1-P)Hd o P/(1-p)
>Hd/Ha, donde P es la probabilidad de que el actor gane el juicio y (1-p) es la
probabilidad de que gane el demandado y H representa el daño irreparable tanto para el
actor como para el demandado.
253
6.9. Los costos de litigar y la cantidad de demandas judiciales.
8Q LQGLYLGXR UDFLRQDO RSWLPL]D VXV JDVWRV HQ OLWLJLR ³KDVWD HO SXQWR
en que cada dólar gastado incremente el valor esperado del juicio (al
aumeQWDU VXV RSRUWXQLGDGHV GH JDQDU HQ H[DFWDPHQWH XQ GyODU³ 295. Pero
la relación es más compleja, pues la decisión de gastar más dinero en un
juicio, por una de las partes, al mismo tiempo que incrementa su
probabilidad de ganar, disminuye la de la contraria 296.
295
Posner, Análisis Económico del Derecho, p. 530.
296
Como se ha señalado, en estas condiciones puede suceder que si son racionales,
las partes no encuentren ningún nivel de equilibrio en sus gastos en tanto siempre a
alguna le convendrá hacer algún cambio en su decisión. Es probable que las partes
tengan incentivos para gastar más y por lo tanto lograr mejores resultados con menor
costo de error en los pleitos de mayor envergadura (Posner, Análisis Económico del
Derecho, 530). Es que en estos casos las partes pueden llegar a invertir mayores
costos totales que los beneficios en juego (como sucede en carrera armamentística y
otros casos donde laV SDUWHV HVWDQ ³IUHQWHDIUHQWH³ \ HO TXH llega último paga toda la
cuenta). Es probable que, como señala este autor, muchas reglas procesales se hayan
adaptado para eliminar estos problemas, y al mismo tiempo generar incentivos para
sacar el mayor provecho de las pruebas.
254
de abogados conduce a un incremento de la oferta y por lo tanto a una
disminución en el precio de los honorarios. Ello supon dría, en principio,
una baja en los costos de litigar, con su correspondiente incidencia en la
cantidad de demandas 297. Se puede incrementar el fenómeno si se tiene
en cuenta que muchas veces el aumento en la cantidad de abogados se
vincula con la disminución de los requisitos exigidos para el ejercicio
profesional, lo que tiene como contrapartida la degradación en la calidad
del servicio ofrecido, y consecuentemente, la posibilidad de que proliferen
demandas temerarias, sin sólidas bases legales, o que desco nocen la
conveniencia de llegar a acuerdos.
(Q ORV VLVWHPDV TXH GLVSRQHQ XQ DFFHVR ³JUDWXLWR´ D OD MXVWLFLD R
establecen mecanismos laxos de beneficio de litigar sin gastos, los
tribunales tienden a estar congestionados, en tanto ocurre un caso de
sobre empleo de un recurso escaso que ya vimos al examinar el
IHQyPHQRGHOD³WUDJHGLDGHORVFRPXQHV´
297
Véase por ejemplo Cooter y Ulen, Derecho y Economía, pp. 487 y ss.
298
No podemos ahora examinar el impuesto óptimo. En tanto la eficiencia pide
minimizar la suma del costo administrativo y del error, idealmente debería establecerse
un impuesto que iguale los costos del error (Cooter y Ulen, Derecho y Economía, p.
255
pero que en conjunto representan un caso atractivo. Cien mil personas
perjudicadas en 30 dólares cada una, no tienen incentivos particulares
para accionar, aunque sí en conjunto. Por eso, algunas áreas del derecho
de daños o el administrativo, entre otras, establecen procedimientos en
los cuáles el Estado se convierte en cabeza de estas acciones.
486).
256
independencia de los resultados del proceso; mientras que en lo países
de raíz continental la regla general es que quien pierde paga todos los
costos.
299
Los punitive damages fueron introducidos en el derecho inglés a partir del caso
³+XFNHYMone\´:LOV.%(QJ5HSSi bien permiten resolver
problemas como el mencionado, esto es, compensar excesivos gastos de justicia y
desalentar los juicios largos, han tenido alguna resistencia, pues de acuerdo con
algunos ordenamientos estaduales, son fijados por los jurados, sin estar sometidos a
límites o formalidades procesales, lo que puede dar lugar a abusos (ver en este sentido,
257
Por su parte, el sistema que traslada todas las costas judiciales a la
parte vencida, al incrementar el costo de una eventual sentencia
desfavorable, tiene la ventaja de desalentar las demandas temerarias o
poco serias, y de generar incentivos para la realización de acuerdos entre
las partes más adversas al riesgo.
Prosser ± Wade ± Shwartz, Torts, 9º ed., The Foundation Press, New York, 1994, p.
FRQI5RMDV5LFDUGR0DQXHO³/DPXOWDFLYLOHQHOSUR\HFWRGH&yGLJRXQLILFDGRFLYLO
y FRPHUFLDO \ ORV SHOLJURV SDUD OD VHJXULGDG MXUtGLFD´ HQ Derecho comercial y de las
obligaciones, Editorial Lexis Nexis, nº 22, septiembre-diciembre de 2006, pp. 371 y ss).
Un ejemplo bastante extendido de estos desequilibrios ha sido el de los juicios contra
empresas tabacaleras que, en general, luego son corregidos por la intervención de
WULEXQDOHVSURIHVLRQDOHV5RMDV5LFDUGR0DQXHO³/DLQWHUQDOL]DFLyQGHORVOLWLJLRV\VXV
consecuencias. El caso de las posibles demandas de las provincias argentinas a las
HPSUHVDVWDEDFDOHUDV´HQ(QULTXH*KHUVL(GDesafíos para el estado de derecho en
la era de la globalización, Centro de Investigación y Estudios Legales, Lima, 2003, pp.
187 y ss).
258
de algún tipo 300.
Para las partes del juicio, la sentencia define derechos hasta ese
momento paralizados como consecuencia del litigio. La claridad,
fundamento y rapidez con que se llegue a esa decisión incide sobre la
eficiencia económica, en la medida en que permitirá definir quién y con
qué alcances podrá ejercer esos derechos. Pero esta definición de
derechos, a su vez, tendrá consecuencias para otras personas no
vinculadas directamente con el litigio: acreedores, deudores, socios,
proveedores, parientes, etc.
300
RoMDV5LFDUGR0DQXHO³¢3DUDTXLpn escriben los jueces? Algunas reflexiones sobre
HOOHQJXDMHMXGLFLDO\VXVFRQVHFXHQFLDV´HQRevista de Análisis Institucional, Fundación
Friedrich A. von Hayek, nº 2, marzo de 2008, p. 190.
301
Ibid.
259
confiabilidad y rapidez de los tribunales; lo que supone una disminución
del riesgo de contratar.
302
Sobre la forma en que se desarrolla la jurisprudencia de los tribunales, con especial
referencia a precedentes norteamericanos y argentinos puede consultarse: Ricardo M.
Rojas, Análisis Económico e institucional del orden jurídico, op. cit., p. 188 y ss.
260
6.12. La apelación: breves consideraciones económicas.
303
Pacto de Derechos Civiles y Políticos, artículo 14.5; Pacto de San José de Costa
Rica, art. 8.2.h, entre otros.
304
Por ejemplo, Constitución de la República Argentina, artículo 75, inciso 22., segundo
párrafo. Ver en este sentido Rojas, Ricardo Manuel, Los derechos fundamentales y el
orden jurídico e institucional de Cuba, Cadal, Buenos Aires, 2005, pp. 25 y ss.
261
no puedan ser revocadas por los tribunales superiores.
305
Un examen profundo de este asunto requeriría evaluar los costos de las apelaciones
en cada sistema en particular. Pero es evidente que el valor actual del reclamo es más
fuerte allí donde el apartamiento del derecho vigente es más grande.
306
Un modo de ver la consistencia interna de las decisiones de un sistema de justicia es
examinando la tasa de revocación de sentencias.
307
Posner, op. cit., p. 549.
262
de recursos, y especialmente de tiempo. Sobre todo cuando se trata de
resoluciones intermedias o interlocutorias, como las que recaen en
cuestiones de competencia, o decretan medidas cautelares tales como
embargos, inhibiciones, etc., la interposición de apelaciones puede
producir una dilación del proceso. Esta circunstancia, incluso puede ser
aprovechada por aquella parte que se beneficie por el transcurso del
tiempo sin decisión final.
263
CAPITULO VII
308
Las próximas páginas están tomadas fundamentalmente de Ricardo M. RoMDV ³(O
derecho desde la perspectiva de la Escuela Austríaca de Economía. La visión de
)ULHGULFK$YRQ+D\HN´HQ0DUWtQ.UDXVHAnálisis Económico del derecho. Aplicación
a fallos judiciales, La Ley, Buenos Aires, 2006, pp. 99-114.
264
determinados por los costos de producción, y su desarrollo de la teoría de la
utilidad marginal tenía por objeto complementarla, y no refutarla: para ellos, tanto
los costos de producción como la utilidad determinaban los precios 309. Estos
autores, especialmente Jevons, dieron un paso adelante con respecto a los
clásicos, al introducir la variable de la utilidad, pero lo hicieron en el marco de un
análisis de los precios y no de las valoraciones individuales que los preceden.
De esta idea dedujo Menger que no son los costos los que determinan a
los precios, sino que por el contrario, los precios finales imputan valoraciones a
aquellos bienes de producción que constituyen los costos. Si bien a largo plazo
precios y costos tienden a igualarse, para este pensador y quienes a partir de
entonces siguieron la línea de lo que se llamó la Escuela Austríaca de
Economía311, la dirección causal es opuesta a la sostenida por los clásicos 312.
309
Cachanosky, Juan C³/DHVFXHODDXVWUtDFD´Libertas n° 1, octubre de 1984, p. 204.
310
Menger, Carl, Principles of Economics, New York University Press, 1981, p. 146.
311
El nombre de Escuela Austríaca surgió como consecuencia de la discusión entre
Menger y Gustav von Schmoller y sus respectivos discípulos alrededor del método
historicista, que fue conocida como Methodenstreit. Las críticas de Menger a la posición
metodológica de la Escuela Histórica Moderna, y su afirmación de que es posible
elaborar una teoría económica universal y atemporal, mereció una fuerte reacción por
parte de los seguidores de SchPROOHU TXH OODPDURQ ³DXVWUtDFRV´ D VXV DGYHUVDULRV
expresión que en Alemania tenía una connotación peyorativa, a partir de la victoria
prusiana sobre el ejército austríaco en la batalla de Königgratz. De allí surgió la
expresión Die Österreichische Schule (La Escuela Austríaca), para referirse a Menger y
265
Los bienes de producción adquieren valor porque los bienes finales son
valorados. La determinación del precio del bien final es independiente de los
costos, los costos son el resultado de la existencia de precios esperados313.
1) Que el hombre actúa y por eso hay intercambio, de modo que la acción
humana es el punto de partida de cualquier estudio posterior por parte de las
ciencias sociales.
sus discípulos (ver Mises, Ludwig, The Historical Setting of the Austrian School of
Economics, New Rochelle, Arlington House, 1969, p. 40; citado por Cachanosky, Juan
Carlos, op. cit., p. 189).
312
Cachanosky, op. cit. p. 205.
313
Menger, op. cit., p. 149 y siguientes
266
siguiendo sus propios valores y metas.
314
Ver, en este sentido Mises, Ludwig, La Acción Humana, Unión Editorial, Madrid,
1980, p. 38 y 39.
267
7.2. Principales diferencias entre la visión austríaca y la neoclásica,
vinculadas con el análisis económico
315
Huerta de Soto, Jesús, Nuevos Estudios de Economía Política, Unión Editorial,
Madrid, 2002, 25-26. Con citas de Israel Kirzner: Competencia y función empresarial,
Unión Editorial, Madrid, 1975; y The meaning of market process: Essays in the
Development of Modern Austrian Economics, Routledge, London, 1991.
268
Por otro lado, se ha puesto de relieve como particularidad de la Escuela
$XVWUtDFD HO DOFDQFH GH VX ³VXEMHWLYLVPR´ HV GHFLU OD FLUFXQVWDQFLD GH TXH
cualquier estudio económico debe partir de la acción humana individual:
316
Mises, Ludwig, La Acción Humana, op. cit., pp. 111-112.
317
Op. cit., p. 18.
318
/D QRFLyQ DXVWUtDFD GH ³DFFLyQ KXPDQD´ TXH HVWXGLD OD SUD[HRORJtD HQ ULJRU VH
refiere tanto a la acción como a la inacción. En palabras GH0LVHV´(OKRPEUHYLJRURVR
que lucha diligentemente por mejorar su situación actúa al igual que el aletargado que,
dominado por la indolencia, acepta las cosas tal como vienen. Pues el no hacer nada y
269
Todo ello conduce a considerar que, más allá de ciertas propensiones, no
es posible predecir que la generalidad de las personas adoptará las mismas
decisiones frente a similares circunstancias.
270
eliminados. Y la forma de eliminarlos es, precisamente, eliminando la norma
legal que les da esos privilegios.
319
En este punto, los distintos exponentes de la Escuela Austríaca tampoco tienen una
posición unívoca, aunque las diferencias radican primordialmente entre quienes piensan
que es posible alcanzar ciertos equilibrios parciales y temporales (Hayek) y quienes
piensan que tal equilibrio es imposible de alcanzar completamente (Lachmann). Sobre
HO SXQWR SXHGH FRQVXOWDUVH HO FODUR WUDEDMR GH ,YR 6DUMDQRYLFK ³(O PHUFDGR FRPR
271
distintivos del pensamiento escocés se centraron en aquellos campos vinculados
con la investigación del progreso de la sociedad, que incluían la historia, moral
filosofía política, y fundamentalmente, la política económica320.
272
condiciones y causas que permiten la generación de riqueza y progreso. A su
vez, el realismo en el reconocimiento de estas características del hombre les
permitió deducir que el progreso no debía buscarse en un plan maestro
diseñado por un hombre o grupo de hombres, y que la aparición y desarrollo de
las instituciones no es el producto de algún contrato original, sino que por el
contrario, el orden social progresa por obra de la acción de millones de
personas, quienes al perseguir fines individuales logran como resultado el orden
y progreso de la sociedad toda. Estas ideas marcaron un giro abrupto en la
noción de orden que desde hacía dos siglos se venía gestando en el continente
europeo.
Por su parte, tras señalara Adam FHUJXVRQ TXH ³ODV QDFLRQHV WURSLH]DQ
con instituciones que ciertamente son el resultado de la acción humana, pero no
ODHMHFXFLyQGHOGHVLJQLRKXPDQR´324, los autores escoceses vieron que el orden
323
Adam Smith, Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las
naciones, Fondo de Cultura Económica, México, 1958, p. 17.
324
Adam Ferguson, An Essay on Civil Society, citado por Norman Barry, ³The Tradition
of Spontaneous Order´, Literature of Liberty vol, , 5, 1982, p. 22
273
político debe ser entendido dentro de un espontáneo e irresistible desarrollo de
ciertos principios obvios, y demostraron que con pequeñas ideas y sabiduría
política podían construirse los más complicados y aparentemente artificiales
esquemas de política325.
/D³PDQRLQYLVLEOH´IXHXQDPHWiIRUDXVDGDSRU$GDP6PLWKSDUDGHVFULELU
el principio por el cual un orden social beneficioso emerge como una
consecuencia no buscada de las acciones humanas individuales. No obstante
TXH 6PLWK XVy OD H[SUHVLyQ ³PDQR LQYLVLEOH´ HQ HVWH VHQWLGR VyOR HQ GRV
ocasiones en sus escritos, una vez en Theory of Moral Sentiments, y otra en The
Wealth of Nations, la idea subyacente en la metáfora apareció en todas sus
325
Francis Jeffrey, *UDLJ¶V /LIH RI 0LOOHU, Edimburg Review, IX, 1807, p. 84; citado por
Hayek, Friedrich, Los fundamentos de la Libertad, Unión Editorial, Madrid, 1978, p. 87
326
Gallo, Ezequiel, op. cit., p. 140.
327
Hayek, Friedrich, Derecho, legislación y libertad, Unión Editorial, Madrid, 1978, vol.
274
teorías morales y sociales.
(Q JHQHUDO HO FRQFHSWR TXH OD H[SUHVLyQ ³PDQR LQYLVLEOH´ FDSWXUy WDQ
gráficamente ±XQ FRQFHSWR TXH &DUO 0HQJHU UHVFDWy FRPR XQ ³HQWHQGLPLHQWR
RUJiQLFRGHOIHQyPHQRVRFLDO´\+D\HNHQHOVLJOR;;FDWDORJyFRPRXQ³RUGHQ
HVSRQWiQHR´- se compone de tres pasos lógicos. El primero es la observación de
que la acción humana frecuentemente tiene consecuencias que no son
entendidas ni buscadas por los actores. El segundo paso es el argumento de
que la suma de estas consecuencias impensadas de una gran cantidad de
personas en un largo período de tiempo, dadas las condiciones correctas,
resulta en un orden entendible para la mente humana y que aparece como si
fuese el producto de algún planificador inteligente. El tercer paso y final es el
juicio de que este orden es beneficioso para los participantes, de una manera
que ellos no buscan pero que de todos modos les resulta deseable328.
6H VXHOH HPSOHDU OD QRFLyQ GH ³RUGHQ HVSRQWiQHR´ HQ GRV VHQWLGRV
1, p. 118.
328
Karen I. Vaughn, ³Invisible Hand´, en The Invisible Hand, Macmillan Press, New
York, 1989, p. 170
275
distintos: por una parte, para referirse a aquellos órdenes elaborados alrededor
de patrones no coercitivos, es decir, producto de muchas acciones individuales
vinculadas con cuestiones concretas, pero de ninguna decisión en particular. Por
otra parte, la idea se encuentra asociada también con la evolución institucional o
VRFLDO DOUHGHGRU GH OD QRFLyQ GH ³VXSHUYLYHQFLD GHO PiV DSWR´ DO HVWLOR
darwiniano330.
´)XH HO HVWXGLR GH FLHUWDV UHDOLGDGHV VRFLDOHV WDOHV FRPR HO
lenguaje, la moral el derecho y la moneda, lo que permitió finalmente
formular con la debida claridad, en el siglo XVIII, los conceptos
paralelos de evolución y formación de un orden, y propiciar al propio
tiempo los instrumentos intelectuales que permitieron a Darwin
abordar el análisis del evolucionismo biológico (...). Los filósofos
329
Adam Smith, The Wealth of Nations, citada por Ezequiel GALLO, ob. cit., p. 146.
330
Barry, Norman, ³The Tradition of Spontaneous Order´, Literature of Liberty, Vol. 5,
1982, , p. 22.
331
Como señala Hayek, pocas dudas existen de que las teorías de Darwin y sus
contemporáneos derivaron sus sugerencias de las teorías de la evolución social. Una de
las principales vías a través de la cual el pensamiento evolucionista escocés llegó a
Darwin fue, probablemente, el geólogo James Hutton (ver Los Fundamentos de la
Libertad, p. 90).
332
Hayek, Friedrich, Derecho, Legislación y Libertad, vol. 1, p. 43 y 44.
276
morales del siglo XVIII, así como las escuelas históricas del derecho y
el lenguaje, pueden ser calificados de darwinistas pre-GDUZLQLDQRVµ333.
333
Hayek, Friedrich, op. cit., vol. 1, p. 45. Ver especialmente las notas en las que
señala esta preeminencia temporal de los filósofos morales escoceses respecto de las
ideas de Darwin.
334
Hume, David, Teatise on Humane Nature, pp. 526 y 480, cit. por Gallo, Ezequiel, op.
277
de su voluntad, escapa a cualquier intento de organización deliberada y no se
basa en el cumplimiento por los individuos de una voluntad de otra persona, sino
en concordar de manera armónica las distintas expectativas personales335.
6H VXHOH GLVWLQJXLU HVWDV GRV YLVLRQHV KDEODQGR GH OD ³5D]yQ´ FRQ
PD\~VFXODV SDUD GHVLJQDU D OD SULPHUD \ OD ³UD]yQ´ (con minúsculas) para
referirse a la segunda336.
cit., p. 141.
335
Hayek, Friedrich, Derecho, Legislación y Libertad, vol. 1, p. 185.
336
Hayek, Friedrich, Individualismo: verdadero o falso, CDEL, Buenos Aires, 1968, pp.
23 y 24.
278
inmutable.
/RV ³UDFLRQDOLVWDV´ SDUWHQ GH XQD YLVLyQ FROHFWLYD \ VXSHULRU GH UD]yQ
aquellDTXHSHUPLWHGHGXFLUODVVROXFLRQHV³PHMRUHV´R³FLHUWDV´SDUDUHVROYHUORV
problemas que entraña la interacción social. Por el contrario, quienes adoptan
XQDYLVLyQLQGLYLGXDOLVWDGHOD³UD]yQ´FRQFHELGDFRPRXQDIDFXOWDGKXPDQDTXH
le permite integrar el conocimiento individualmente adquirido, ven en esa idea
FDUWHVLDQDGHXQD³5D]yQ´VXSHULRUXQDSUHWHQVLyQ³LUUDFLRQDO´
³5DFLRQDO´QRHVVLQyQLPRGH³RPQLVFLHQWH´\SRUORWDQWRQLQJXQDPHQWH
por más racionalmente que se comporte, es superior a cualquier otra para elegir
ODRSFLyQTXHFRQVLGHUH³FRUUHFWD´GHDFXHUGRFRQODVPHWDV\YDORUHVGHTXLHQ
decide en cada momento; y ninguna está exenta de incurrir en error.
Como explica Hayek, tan sólo en los tipos más simples de organización
es posible que todos los detalles sean determinados por una mente única. Pero
nadie ha conseguido hasta ahora ordenar deliberadamente cuantas actividades
integran el quehacer de una sociedad compleja. Si alguien en algún momento lo
logra, la misma no podrá ya hacer uso de una pluralidad de inteligencias y
quedaría obligada a depender tan sólo de una de ellas. El orden social
correspondiente no podría ser de gran complejidad, sino extremadamente
primitivo, tanto como no tardaría en serlo la mente clave cuyo conocimiento y
decisiones hubiesen de abarcarlo todo337.
337
Hayek, Friedrich A., Los Fundamentos de la Libertad, p. 82.
279
derecho.
Cuando tenemos que elegir entre sueldos más altos para las
enfermeras o los médicos, o una mayor extensión de los servicios
sanitarios, más leche para los niños o mayores jornales para los
trabajadores agrícolas, o entre ocupación para los desocupados o
mejores jornales para los ya ocupados, para procurar una respuesta no
se necesita nada menos que un sistema completo de valores en que
cada necesidad de cada persona o grupo ocupe un lugar definido. A
medida que la planificación se extiende más y más, se hace
QRUPDOPHQWH QHFHVDULR PRGLILFDU FRQ UHIHUHQFLD D OR TXH HV ¶MXVWR· R
¶UD]RQDEOH· XQ Q~PHUR FUHFLHnte de disposiciones legales. Esto
significa que se hace cada vez más necesario entregar la decisión del
caso concreto a la discreción del juez o de la autoridad
correspondiente338.
La cuestión que plantea la planificación económica no consiste
solamente en si podremos satisfacer en la forma preferida por
nosotros lo que consideramos nuestras necesidades más o menos
importantes. Está en si seremos nosotros quienes decidamos acerca de
lo que es más o menos importante para nosotros mismos, o si ello será
decidido por el planificador339.
La intervención económica no es sólo intervención en un sector
de la vida humana que puede separarse del resto;; es la intervención de
los medios que sirven a todos nuestros fines, y quien tenga la
intervención absoluta determinará también a qué fines se destinarán,
qué valores serán computados como más altos y cuáles como más
bajos. En resumen, qué deberán amar y procurarse los hombres. La
planificación central significa que el problema económico ha de ser
338
Hayek, Friedrich A., Camino de servidumbre, Revista de Derecho Privado, Madrid,
1946, p. 81.
339
Op. cit, p. 94.
280
resuelto por la comunidad y no por el individuo;; pero esto implica
que debe ser también la comunidad, o mejor dicho, sus representantes,
quienes decidan acerca de la importancia relativa de las distintas
necesidades340.
340
Op. cit., p. 95.
281
derecho en el que el Parlamento rara vez se entrometía si no era para
aclarar algún punto dudoso de un corpus legal preexistente. Puede
incluso decirse que en Inglaterra se había desarrollado una especie de
separación de poderes, no porque tan sólo el legislativo hacía las leyes,
sino porque no las hacía, porque la ley era determinada por tribunales
independientes del poder que organizaba y dirigía al gobierno, de ese
SRGHUHTXLYRFDGDPHQWHGHQRPLQDGR¶OHJLVODWLYR·341.
3RU HVR +D\HN SHQVDED TXH HO WpUPLQR ³LQVWLWXFLyQ´ HV FRQIXVR SXHV
sugiere algo deliberadamente instituido. Proponía reservarlo para las creaciones
artificiales del hombre, y utilizar en su lugar un término más neutral como
³IRUPDFLRQHV´SDUDDSOLFDUORa fenómenos que, como el dinero o el lenguaje, no
341
Hayek, Friedrich, Derecho, Legislación y Libertad, vol. 1, p. 139.
342
Hume, David, Treatise on Humane Nature, t. II, p. 306; citado por HAYEK, Friedrich,
Derecho, Legislación y Libertad, vol. 1, p. 118.
343
Ferguson, Adam, Principles of Moral and Political Science, Edimburg, 1792, vol. 1,
p. 262; citado por Hayek op. cit., vol. 1, pp. 118-119.
282
han sido así creados344.
Explicó Leoni que tanto los romanos como los ingleses desarrollaron la
idea de que la ley es algo que debe ser descubierto más que sancionado, y que
nadie es tan poderoso en su sociedad como para estar en posición de identificar
su propio deseo con la ley de la tierra. Por el contrario, la idea continental de la
certeza de la ley fue equivalente a la idea de una fórmula escrita y minuciosa y
es probablemente la razón principal para el incremento de leyes y decretos, pero
también para desarrollar la convicción de que el sistema legal es, después de
todo, un sistema legislativo, y que la certeza es certeza de la ley escrita.
344
Hayek, Friedrich, La Contrarrevolución de la Ciencia. Estudios sobre el abuso de la
razón, Unión Editorial, Madrid, 2003, p. 134.
345
Leoni, Bruno, La libertad y la ley, CEL, Buenos Aires, 1960, p. 141.
283
derecho es equivalente a la de la existencia de fórmulas escritas,
redactadas con precisión. La certidumbre, en este contexto, se
relaciona con un estado de cosas que se ve inevitablemente
condicionado por la posibilidad de que la ley actual sea en cualquier
momento reemplazada por una ley posterior. Mientras más intenso y
acelerado es el proceso por el que se dicta la ley, más incierto será que
las actuales normas subsistan durante algún tiempo. Más aún, nada
impide que una ley ²cierta en el sentido al que nos venimos
refiriendo- sea imprevisiblemente cambiada por otra, no menos cierta
que la anterior346.
De acuerdo con el principio inglés del Rule of Law, que se
relaciona estrechamente con toda la historia del common law, las leyes
no son propiamente el resultado de la voluntad arbitraria individual
de los hombres. Son producto de una desapasionada investigación por
parte de los tribunales judiciales, del mismo modo como las normas
legales romanas eran producto de desapasionadas investigaciones por
parte de los juristas romanos, a quienes los ciudadanos sometían sus
FDVRV(OIXQGDPHQWRGHHVWD¶FHUWH]D·HVWiEDVDGRHQHOKHFKRGHTXH
el proceso de producción de las leyes es, o fue, esencialmente un
asunto privado que involucraba a millones de personas a través de
docenas de generaciones y a lo largo de muchos siglos.
Por eso, Dicey entendía que el Rule of Law implicaba que las
resoluciones judiciales formaban parte de la base misma de la
Constitución inglesa, al contrario del procedimiento seguido en
Europa continental, donde las actividades legales y judiciales se
fundan en los principios abstractos de una constitución de origen
legislativa347.
346
Leoni, Bruno, op. cit., p. 122.
347
Leoni, Bruno, op. cit., p. 130.
284
provocando efectos perjudiciales difíciles de calcular. Sostenía al respecto:
348
Hayek, Friedrich, Derecho, Legislación y Libertad, vol. 1, pp. 95 y 96.
349
Hayek, Friedrich, Derecho«, vol. 1, p. 107.
350
Hayek, Friedrich, Derecho«, vol. 1, p. 164.
285
mercado, el sistema de precios y un mecanismo judicial de resolución de
disputas han mostrado ser los caminos más eficientes para hacer que esas
externalidades sean lo menos costosas que sea posible.
7.7. Conclusión.
286
llegó a la conclusión de que leyes imperativas como las que pueblan los
sistemas legales en la actualidad, sencillamente no deberían ser sancionadas en
tanto no contribuyen a la cooperación entre los miembros de la comunidad.
287