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Tema 15: Canadá y EE.UU.

Aspectos físicos y humanos

TEMA 15: CANADÁ Y EE.UU. ASPECTOS FÍSICOS Y HUMANOS

1- INTRODUCCIÓN.
2- FUNDAMENTOS FÍSICOS.
3- LA ECONOMÍA NORTEAMERICANA: DEL "DESPEGUE" AL "NUEVO
ESTADO INDUSTRIAL"
4- LA CONVERSIÓN DE EE.UU. EN POTENCIA HEGEMÓNICA
ECONÓMICA, POLÍTICA Y CULTURAL.
5- ESPACIOS AGRARIOS.
6- SISTEMA INDUSTRIAL: ¿HACIA LA DISPERSIÓN DE LAS
ACTIVIDADES PRODUCTIVAS?
7- ESPACIO DE CONTRASTES.
8- EL MOSAICO URBANO.
9-CONCLUSIÓN.
10- BIBLIOGRAFÍA

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1- Introducción.
América del Norte se extiende desde la frontera del río Grande hasta las proximidades del
Polo Norte, comprendiendo una superficie total de 19,3 millones de Km2 repartido casi por igual
entre Canadá y EE.UU, dos de los países más grandes del mundo y que se sitúan hoy en lugares de
privilegio por lo que se refiere a su potencial económico. La frontera norteamericana es una
divisoria entre las áreas desarrolladas y subdesarrolladas que se acusa en una brusca transición,
además de un límite entre dos culturas y dos modelos de colonización históricamente contrastados.
EE.UU. contaba en el 2010 con 307 millones de habitantes, mientras que Canadá se sitúa en 34
Ambos presentan un crecimiento vegetativo del 0,92% en el caso de EEUU y 1% para Canadá, una
población urbana muy alta (82% en EE.UU. y 80% en Canadá), casi una quinta parte de niños
menores de 15 años y 2,08 hijos por mujer en EE.UU. y 1,57 en Canadá. La esperanza de vida es
mayor en Canadá (81 años, frente a 79) por las desigualdades socioeconómicas estadunidenses,
presentando tasas de mortalidad infantil de 0 a 5 años del 7,9 y 6,1 por mil. EE.UU. es el país más
rico del mundo, con un PIB per cápita de 41.256$ en el 2010, superiores a los 34.570 de Canadá.
Estas tasas experimentan un crecimiento próximo al 2% anual. Como otros valores significativos,
el paro en ambos países es muy bajo: 5% en EE.UU., y 7,2% en Canadá en 2010, a pesar de la
crisis económica.
Pese a la crisis sobrevenida tras el atentado del 11-S, EE.UU. y la crisis financiera iniciada
en 2008 por culpa de las hipotecas subprime se configura como la primera potencia económica del
mundo, y como centro rector del sistema mundo: controla las organizaciones económicas como el
GATT, FMI, organiza acciones militares (Kuwait en la Guerra del Golfo, Somalia, Haití,
Afganistán, Irak), impone mediante los medios de comunicación de masas (básicamente mediante
el cine y las series televisivas, ampliamente exportados) su forma de vida y aspiraciones sociales,
etc.
En esta área se genera el 27% de la producción mundial global, y se consume el 31% del
total de la energía, lo que equivale a decir que esta región mantiene un nivel de actividad que exige
utilizar una parte importante de los recursos disponibles, tanto en el interior como en el exterior,
para lo que sus empresas han llevado a cabo una creciente penetración en buena parte de las
regiones del globo. En consecuencia, EE.UU. y Canadá se constituyen como un ejemplo
paradigmático del modelo de desarrollo capitalista que ha presidido su evolución en el último siglo
y medio: EE.UU., en particular, simboliza las virtudes y vicios de un sistema que encuentra aquí a
su máximo exponente y valedor.
Pese a la crisis sobrevenida tras el atentado del 11-S, EE.UU. se configura como la primera
potencia económica del mundo, y como centro rector del sistema mundo: controla las
organizaciones económicas como el GATT, FMI, organiza acciones militares (Kuwait en la
Guerra del Golfo, Somalia, Haití, Afganistán, Irak), impone mediante los medios de comunicación
de masas (básicamente mediante el cine y las series televisivas, ampliamente exportados) su forma
de vida y aspiraciones sociales, etc.
La sociedad norteamericana se muestra hoy plenamente urbanizada e inserta en la
denominada fase postindustrial de desarrollo, concomitante con la expansión del capitalismo
monopolista. Pese a ocupar apenas el 1,5% del suelo, las ciudades reúnen hoy al 82% de la
población norteamericana, en tanto las áreas rurales han sido también profundamente
transformadas por el propio impacto de la urbanización, que alcanza así mayor significación
cualitativa que cuantitativa. La formulación de las grandes aglomeraciones, conocidas como
"Standar Metropolitan Statistical Areas” por la Oficina del Censo de EE.UU, puntos focales en la
vida norteamericana para la toma de decisiones políticas y económicas, es así un elemento
fundamental para cualquier análisis sobre su realidad. Muchas de las pequeñas ciudades viven un
declive notorio en las últimas tres décadas, en tanto el dominio corresponde a un pequeño número
de grandes ciudades, situación que es la consecuencia del proceso de concentración financiera y de
decisiones actual. La progresiva terciarización de la población activa, frente al estancamiento del
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porcentaje empleado en la industria, es otro de sus rasgos distintivos: la mejora de la productividad


industrial, el desarrollo de actividades de intercambio y transporte que exige la creciente
especialización productiva, la demanda cada vez mayor de servicios en sustitución de bienes, etc.,
son factores explicativo del fenómenos. En 2010 más del 77% de los trabajadores se encuadran en
EE.UU. en el sector terciario, y una cifra apenas unas décimas inferior en Canadá, mientras que
sólo el 1,2% de la riqueza de EEUU proviene del sector primario.
Pero junto con estos factores de semejanza, Canadá y EE.UU. presentan importantes
contrastes. El primero de ellos la posición latitudinal, que impone severas restricciones a la
ocupación de buena parte del territorio canadiense, sobre todo en regiones como Gran Norte. Por
otra parte, EE.UU. tiene cerca de 27 habitantes por Km2, mientras Canadá reúne tan sólo 2,9
habitantes por Km2, y con una población mucho más homogénea étnica y culturalmente (por la
presencia en EE.UU. de minorías negra, iberoamericana, mediterránea o asiática, que reúnen una
quinta parte de la población total, y que son el sector demográfico más dinámico). Mientras los
EE.UU. se sitúan en el primer puesto del ranking económico, Canadá está el octavo lugar entre los
estados más ricos del mundo. Por último, el papel mantenido por EE.UU. y Canadá en el orden
internacional es muy dispar: Canadá mantuvo durante mucho más tiempo su estatus colonial,
visible aún parcialmente en la dependencia múltiple respecto a tan poderoso vecinos, así como en
las características de su comercio exterior, en el que los productos agrarios, forestales y minerales
siguen ocupando un lugar destacado. Esto le configura como periferia inmediata del capitalismo
estadounidense, beneficiándose de los flujos financieros, tecnológicos o turísticos, lo que permite
que su población mantenga un elevado nivel de vida, pero a costa de un alto grado de dependencia.
La constitución en 1989 de una Zona de Libre Comercio (que según acuerdo posterior también
abarcará a México) tienen a reforzar estos vínculos.
Las desigualdades observadas en la distribución de las actividades productivas inciden
directamente sobre el distinto grado de poblamiento regional y las condiciones de vida que
caracterizan a la población norteamericana.
Así se pone de manifiesto en la distribución de la población. Las máximas densidades se
ubican en las proximidades de la costa atlántica y los Grandes Lagos, en ambos países,
disminuyendo de forma gradual en relación con la distancia, si bien el gradiente es más acusado en
dirección al norte y noroeste, donde los niveles de ocupación se reducen hasta los 0,3 hab. por Km2
de Alaska, los 0,04 en Yucón o los 0,01 en los Territorios del Noroeste. En el triángulo interior
Quebec-Chicago-Washington, el 5% del suelo, viven 90 millones de habitantes. La existencia de
algunas concentraciones periféricas en Florida, Texas y en el Pacífico (California y Washington)
completa la distribución.
Las dificultades impuestas por el clima son un factor esencial para explicar los principales
vacíos que se observan, desde Alaska y el norte de Canadá, hasta Montana o Wyoming, pero en el
resto del territorio la estrecha vinculación con los niveles de industrialización alcanzados también
parecen fuera de toda duda, sin que los movimientos migratorios hasta los Estados del Sur y
California, o en el caso canadiense hacia la Columbia británica, alteren sustancialmente el
panorama.
En Canadá en 10 ciudades vive casi la mitad de la población (sólo Toronto -2,5 millones de
habitantes- y Montreal -1,6 millones de habitantes- ya suponen casi una cuarta parte de la
población), siendo reseñable que casi tres cuartas partes de la población vive menos de 300 Km. de
la frontera sur. En la Megalópolis del nordeste de EE.UU. (desde Boston hasta Washington) se
produce el modelo de territorio fuertemente polarizado, generador de una gran aglomeración
espacial de población, actividad y riqueza. Consta de 6 ciudades millonarias, entre las que New
York aporta casi 18 millones de habitantes, para un total de 50 a lo largo de un eje paralelo a la
costa de apenas 650 Km. de longitud, sobre el que se desarrollan la cuarta parte de las actividades
industriales y casi una tercera del comercio estadounidense. Continúa siendo además el centro de
gravedad económico y político del país, así como de investigación e innovación, que el rápido
crecimiento de otras metrópolis como Los Ángeles (la ciudad cuenta con 12,1 millones de

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habitantes, y el área metropolitana supera los 17,8 millones), Chicago (9), San Francisco (3,2 y
4,2), sólo ha moderado.
Pero no se trata sólo de cantidades globales. El nivel de vida (teniendo como criterios
indicadores como la educación, renta media, etc.) es muy superior en el "cinturón manufactureros"
aludido que en los estados del sur. Por otra parte, el nivel medio de bienestar de las minorías
hispanas, negras o asiáticas apenas ha seguido ese incremento notorio que sí afecta a la población
blanca de los estados más poblados. Esto pone en evidencia el carácter de minorías marginadas de
negros, hispanos y nativos (1,8 millones de indios entre los dos países), cuya expresión más
flagrante son los ghettos urbanos. Hay cerca de 35 millones de personas considerados en EE.UU.
oficialmente por debajo del umbral de pobreza, el 60% es de raza negra. Como señalara Smith,
"hay detrás de todo esto un sistema económico que permite asignar grandes recursos a la
exploración espacial y a los armamentos sofisticados, mientras que niega la satisfacción de las
necesidades básicas de asistencia médica, educación y empleo a millones de personas." Por contra,
el grupo privilegiado está formado por los WASP (White Anglo-Saxon Protestan)

2- Fundamentos físicos.
Dentro del bloque continental de forma cuadrangular y perfil compacto, las unidades de
relieve de Norteamérica suponen el elemento fundamental que sirve de base a la definición de las
distintas regiones naturales. Con un predominio de la orientación meridional, los grandes conjuntos
se organizan en torno al Escudo canadiense, bloque precámbrico que ocupa el cuadrante
nororiental, con centro en la bahía de Hudson, que alcanza por su flanco sur los Grandes Lagos y
por el oeste el río Mackenzie. Rodeando este sector, que representa el núcleo originario de
Norteamérica, aparece un cinturón constituido por terrenos paleozoicos dispuestos diagonalmente
desde el Ártico al golfo de México, en cuyo interior contrastan hoy las amplias llanuras,
dominantes sobre todo en EE.UU., con la cordillera de los Apalaches y sus prolongaciones
occidentales. El conjunto queda cerrado al oeste por una amplia franja montañosa, que desde
Alaska se prolonga de forma continua en dirección al istmo centroamericano, incorporando los
relieves más abruptos y complejos, responsables del tradicional aislamiento que ha afectado a la
fachada del Pacífico.
Los factores de generación de este relieve son simples: el desplazamiento del continente
laurentino o escudo canadiense-groenlandés durante el Paleozoico, y la comprensión a que se vio
sometido en la aproximación a otros bloques emergidos origina la emersión de la amplia banda
montañosa en sus márgenes, desde los Apalaches y hacia el oeste, posteriormente arrasado por la
acción de los agentes erosivos. Durante el Mesozoico, por el desplazamiento del continente hacia
el oeste, chocando con la placa del Atlántico, emergen una serie de cordilleras perioceánicas, que
forman el eje de los montes Books, Mackenzie y las Rocas hacia el oeste. Todavía en nuestros días,
el área suroccidental se encuentra sujeto a una fuerte sismicidad, como sucede en la falla de San
Andrés. En la época cuaternaria, el glaciarismo, que llegó a recubrir más de la mitad septentrional
del territorio, supuso un retoque de importancia al relieve.
Podemos hablar de cinco regiones morfoestructurales:
1- El Escudo canadiense es un típico zócalo precámbrico de casi 5 millones de Km 2, que se
continúa hasta Groenlandia, y en el que destacan multitud de lagos por sobreexcavación erosiva
glaciar, depósitos de morrenas, etc. Los sectores más al Norte aparecen dominados por la tundra
ártica, vinculada al permafrost, y la mayor parte de la superficie se ve afectada por un clima
continental extremos y de rasgos subárticos, con escasas precipitaciones y una amplitud térmica
anual de más de 50º. El bosque de coníferas cubre la mitad del suelo. Es pues un espacio inhóspito
para los asentamientos agrícolas, debido a los rigores climáticos, que justifican las bajas
densidades de población. Sin embargo se trata de una zona clave para la economía canadiense,
pues es rica en minerales (hierro, níquel, plomo, uranio, oro...) y en recursos forestales e
hidroeléctricos.

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2- La llanura atlántica constituye una estrecha franja sedimentaria extendida latitudinalmente desde
New Brunswikc hasta Florida y la costa del golfo de México, entrando en contacto allí con las
grandes llanuras centrales o del Mississipi. Esta pequeña unidad, de abundante pluviosidad, conoce
temperaturas muy dispares: en la parte norte tiene un clima continental húmedo influido por la
corriente fría del Labrador (mese de invierno con medias bajo cero), mientras la mitad sur tiene
inviernos suaves por la corriente templada del Golfo. Por tanto, la vegetación pasa del bosque
oceánico en el norte a una vegetación subtropical (magnolios, palmeras...): mientras en el norte
existió tradicionalmente un uso mixto agrícola-ganadero, el sur se decantó por plantaciones.
3- Los Apalaches: se trata de un macizo paleozoico posteriormente rejuvenecido. Está formado por
alienaciones paralelas, resultado de la erosión diferencial, y su suelo presenta las huellas del
metaformismo y la existencia de sedimentos paleozoicos. En el plano climático, se caracteriza por
las grandes variaciones según la latitud y altitud, siendo en general un clima de montaña típico, al
que corresponde un escalonamiento de la vegetación en altitud, con dominio del bosque
caducifolio. Los efectos que este paisaje ha tenido sobre la ocupación son dispares: por una parte,
ha supuesto un obstáculo para el desplazamiento, un factor de desintegración espacial, que sólo fue
superado con la llegada del ferrocarril; por otra, consta de cuencas hulleras en el margen
occidental, y metalíferas en la oriental, siendo un importante recurso económico.
4- Las llanuras centrales: son una cuenca sedimentaria, hundida al depositarse materiales
erosionados, y posteriormente recubierta por depósitos continentales y marítimos. Como
característica de esta zona, debe resaltarse la existencia de grandes ejes fluviales. Su clima es
continental, si bien existen importantes variaciones de O a E (menor precipitación) y de N a S
(mayor temperatura). A dicho clima le corresponde un bosque de coníferas al norte, la pradera al
este y la estepa al oeste. Es la región agrícola por excelencia, constando además de ejes fluviales
navegables (como el Mississippi, con lo que implica sobre la articulación económica del país,
especialmente en el momento de su industrialización), y cuenta con importantes yacimientos de
carbón y petróleo.
5- Grandes cordilleras occidentales: son cadenas perioceánicas plegadas desde el Mesozoico y
cuencas interiores hundidas. La parte E presenta rocas metamórficas y cristalinas. La parte O
presenta estrechas y discontinuas llanuras costeras. Sobre esta área se produce un clima de
montaña en las cordilleras, un clima árido en las cuencas interiores (especialmente a medida que
nos acercamos al S) y en la costa, un clima oceánico en el sur y mediterráneo en California.
Respectivamente, a dichos dominios les corresponde el bosque de coníferas; estepa y desierto;
bosque esclerófilo y chaparral. Constituye el principal obstáculo a la interconexión entre las
fachadas costeras, por la existencia de montañas y desiertos. Consta de importantes recursos
minerales, sobre todo en el borde de las Rocosas. Las zonas de la costa y áreas regadas presentan
buenas condiciones para la agricultura (Gran Valle de California).
En resumen, la amplitud y diversidad que presenta el territorio norteamericano ha
favorecido la abundancia y variedad de recursos naturales disponibles. El contraste con las bajas
densidades de población ha resultado sin duda una de los factores impulsores del desarrollo (sus
recursos naturales están "intactos" en el siglo XIX, al contrario de lo que sucede en el continente
europeo, que ya soportaba dos milenios de extracciones minerales), permitiendo también un cierto
despilfarro en su uso, tanto por lo que se refiere al carácter muy extensivo de buena parte de la
explotación agrícola, con escasas inversiones, como a la intensa polución de las principales arterias
fluviales, o la ocupación indiscriminada de tierras fértiles para usos urbanos e industriales, que
eliminan anualmente entre 0,8 y 1,2 millones de hectáreas.
Estados Unidos y Canadá producen junto el 25% del uranio mundial, el 29% del gas
natural, el 27% del níquel, el 23% del cobre, el 25 del cinc, el 18% del petróleo, o el 16% del oro...
3- La economía Norteamericana: del "despegue" al "nuevo Estado industrial"
La conjunción de recursos naturales y humanos, junto a otra serie de condiciones sociales e
institucionales, hicieron posible una temprana y rápida incorporación de Estados Unidos al
proceso de industrialización y crecimiento económico, hasta lograr convertirse en primera potencia

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mundial, cuyo impacto geográfico desborda las fronteras de su propios territorio. En Canadá el
modelo de industrialización es más tardío y dependiente (como sucede con otras colonias inglesas
como Australia), por la importante participación exterior, primeramente británica y luego
norteamericana, y vinculada inicialmente a sus recursos naturales (industrias alimentarias,
papeleras, primera transformación de minerales), seguida de una posterior diversificación orientada
prioritariamente hacia sectores de tecnología avanzada (químicas, material eléctrico,
automóviles...)
Durante el período colonial, Gran Bretaña procuró limitar el desarrollo de las actividades
manufactureras en sus dominios norteamericanos y mantener con ellos la tradición división del
trabajo entre la metrópolis (industrial) y sus colonias (abastecedoras). Para ello, desde mediados
del XVII se crea un cuerpo legislativo para regular el comercio colonial, imponiendo unas tasa
aduaneras muy elevadas a los productos importados por las colonias americanas que no
procediesen de la metrópoli o fuesen transportados en barcos extranjeros, y prohibiendo también la
exportación de sus productos (tabaco, algodón, azúcar, índigo) a terceros países. Sólo tras la
independencia (que tenía en éste uno de sus principales factores) se acabarán estos frenos a la
industrialización.
Desde comienzos del XIX Estados Unidos se incorporó a la Revolución Industrial
desencadenada en Europa, iniciando un crecimiento progresivamente acelerado que contó con una
serie de condicionamientos favorables, como la estructura social imperante, con una amplia base
de pequeños propietarios agrícolas con suficiente poder adquisitivo, y sin las rémoras
institucionales heredadas en algunos países europeos, a excepción de los Estados del Sur. Al
tiempo, el rápido aumento de la demanda de materias primas industriales como el algodón, y de
alimentos que originó la industrialización británica, favoreció una intensificación de los
intercambios comerciales y la acumulación de importantes excedentes de capital líquido en manos
de una burguesía mercantil y financiera, pronto interesada en la implantación de unas industrias
cuyas expectativas ante la progresiva ampliación del territorio, los recursos y la población
disponibles, no hacían sino mejorara. La navegación a vapor y el temprano uso del ferrocarril
jugaron un papel fundamental en la obtención de economías de escala en la producción,
acompañadas por una intensa concentración económica en grandes traba. La relativa escasez de
mano de obra (pese a la inmigración) que se da en las primeras fases de la industrialización,
impulsó las mejoras tecnológicas tendentes a elevar la productividad: es el caso del trabajo en
cadena, o fórmula taylorista, pronto empleada en las factorías Ford.
Al inicial predominio de la textil se unirían pronto el desarrollo de los ferrocarriles, la
siderurgia y la fabricación de maquinaria, centrándose más tarde en la construcción naval, material
eléctrico, automóvil, y química, desencadenando efectos multiplicadores sobre el conjunto de la
actividad económica. Al mismo tiempo, si ya desde sus inicios la actividad industrial tendió a
localizarse entre los Grandes Lagos, el San Lorenzo y los puertos del Atlántico, la victoria de la
Unión en la Guerra de Secesión impulsó definitivamente el contraste entre Norte/Sur.
Sólo crisis periódicas ("de crecimiento", según algunos economistas) como las de 1929 y
1973, han interrumpido el proceso de expansión industrial, que lleva pareja una importante
transformación laboral: si a mediados del siglo XIX aún más de la mitad de la población trabaja en
el sector agrario, en 1950 ya apenas constituye el 13%, y algo menos del 2,5% en la actualidad,
frente a una cuarta parte de trabajadores en la industrial, y un amplio predominio del sector
terciario.
El fenómeno económico más significativo ha sido la progresiva concentración empresarial
desde la segunda mitad del XIX, dentro de la más pura ortodoxia del sistema, con objeto de
beneficiarse de las economías de escala que proporciona la amplitud del propio mercado
norteamericano. Concentración tanto vertical como horizontal, acentuada por los progresivos
períodos de crisis (décadas de 1870 y 1890), que acabaron con muchas pequeñas empresas. Ya en
1900 apenas 300 trust dominaban más de 5.000 establecimientos.

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Mientras la empresa individual continúa siendo ampliamente dominante en el sector agrario


(95% del número total) y los servicios (82%), disminuye al 47% en la industria, donde las
sociedades anónimas aportan el 98,8% de la producción total. La mitad de la producción total es
aportada por un grupo de 200 grandes empresas, con dimensiones gigantescas, y cifras de ventas
superiores al PNB de algunos países europeos. De las 100 mayores empresas mundiales, 40 son
estadounidenses (algo menos que hace un decenio), lo que indica la dimensión de su importancia
económica. Algunas de ellas muestran cifras desmedidas: la General Motors, si fuera un país,
ocuparía el puesto 19 por su PNB, algo superior a la mitad del español.
Según Galbraith, la actuación gubernamental ha impulsado el proceso de concentración,
apoyando en ocasiones la penetración exterior de estas empresas o destinándolas una parte esencial
de sus contratos de compra, como sucede por ejemplo con el crucial Departamento de Defensa.
La economía estadounidense aparece así dominada por la gran empresa, generalmente
multinacional, que sustenta también su situación hegemónica en el mundo y ha generado nuevas
estrategias de localización al tratarse de firmas que cuentan con más de un establecimiento y sirven
mercados muy amplios a partir de una sede central, que actúa como centro rector del que emanan
las decisiones principales, y una red de filiales que cubren en ocasiones una parte importante del
mundo. Según Caves, "para entender la importancia económica de la moderna empresa moderna
gigante, además del control de su propio mercado hay que analizar las actividades emprendidas
fuera del mismo a través de la diversificación, integración vertical y multinacionalización." La
crisis de los años 70 supuso una matización de esta estructura: favoreció nuevas estrategias de
actuación (innovación tecnológica masiva en países/regiones centrales, descentralización de tareas
triviales en áreas con menores costes salariales -el Sur, con menor poder sindical, o países que
actúan como "industrias de montaje"-, búsqueda de nuevos mercados)
4- La conversión de EE.UU. en potencia hegemónica económica, política y cultural.
Desde los año 20 ocupa el papel de primera potencia económica del globo, pero su posición
hegemónica se logrará plenamente tras la II Guerra Mundial, estableciendo una serie de estrategias
espaciales que han posibilitado asentar esa posición, acentuar la importancia de las decisiones que
aquí se toman sobre la evolución de otras áreas del planeta, y concretar el carácter disimétrico de
los flujos que articulan las diversas estructuras espaciales derivadas, y convirtiendo el dólar en la
base del sistema monetario internacional. El desplazamiento de capital desde la producción interior
para la exportación hacia la captación directa de los mercados exteriores es así una constante de los
últimos cuarenta años, de tal modo que el 88% de las empresas con una cifra de negocios superior
a mil millones de $ tiene al menos una unidad de producción en el extranjero. Europa Occidental,
Canadá y América Latina son las tres áreas que concentran los esencial de estas inversiones, con un
84% del total, si bien merece destacarse que el peso relativo de la primera creció
extraordinariamente tras la formación de la CEE, retrocediendo por contra la participación del
Tercer Mundo, que hoy sólo representa la cuarta parte del total.
Pero ha sido la simbiosis entre aspectos económicos, políticos y militares la que le ha
conducido hasta la posición de liderazgo, siendo un centro difusor de ideas, modelos culturales y
formas de comportamiento.
A las necesidades estratégicas propias de los nuevos medios técnicos de que dispone la
actual industria armamentista, se ha unido en su diseño los deseos de consolidar su posición
hegemónica mediante un pacto militar con los países del bloque capitalista, forjado en los
momentos anteriores a 1991 (año del final de la "guerra fría"): OTAN, SEATO, ANZUS, y una
serie de bases dispuestas en lugares estratégicos del mundo, dispuestas formando tres cinturones
que la protegían de la antigua URSS. Independientemente de las repercusiones geopolíticas de esta
intervención, los flujos económicos generados no le van tampoco a la zaga, siendo suficiente
destacar en ese aspecto que las exportaciones de material bélico han llegado a ser cercanas a los
10.000 millones de $. Bajo el argumento de la "defensa del mundo libre", o en su consideración de
potencia imperialista, no cabe duda de que esta situación de mundo bipolar favoreció su presencia
política y militar en todo el mundo occidental. La caída del muro de Berlín en 1989, y la del

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sistema comunista en la URSS en 1991, obligó a replantear una estructura de defensa de la que,
directa o indirectamente, EE.UU. salía beneficiada. Los atentados del 11 de septiembre, la
intervención en Afganistán, la ocupación problemática de Irak (en contra del Consejo de Seguridad
de la ONU, según algunas interpretaciones, y en contra de países clave como Alemania y Francia),
han situado a EE.UU. en una posición de hegemonía militar indiscutible, especialmente tras
arrogarse el derecho de intervención extraterritorial en cualquier país en su polémica lucha contra
el terrorismo internacional (básicamente el extremista islámico encabezado por Al Qaeda) y a favor
de la seguridad nacional.

5- Espacios agrarios.
El espacio agrario norteamericano sorprende por una aparente contradicción inicial: apenas
reúne un 1,9% de la población, y supone un 1,9% del PIB; y, sin embargo, entre EE.UU. y Canadá
producen el 13% del trigo mundial, y crean la mitad del total del trigo exportando en el planeta. Lo
mismo sucede con la soja (47% y 75%), el maíz (41% mundial), agrios (16%, exclusivamente a
cargo de EE.UU.), ganado bovino y porcino (cerca del 10%).
Contradicción aparente (escasa mano de obra -menos que el doble de la española- y gran
producción) que se explica por una agricultura de altas cotas de productividad, vinculada a una
intensa capitalización y tecnificación, e integrada plenamente en los circuitos económicos, lo que
ha hecho frecuente expresiones como "agricultura especulativa" o "agricultura sin campesinos"
para referirse a un sector integrado directamente con la actividad industrial. Es preciso tener en
cuenta las favorables condiciones del terreno y clima en buena parte de las llanuras
estadounidenses, así como la abundancia de tierras disponibles, además de un amplio mercado de
consumidores interiores y exteriores (aproximadamente una cuarta parte de los productos agrícolas
son destinados a la exportación). Dos aspectos son característicos:
- Predominio de las grandes explotaciones mecanizadas. Frente a las estructuras agrarias del Viejo
Mundo, donde una larga historia abocó a una progresiva densificación de la población agraria, a un
proceso de división de las explotaciones con su consiguiente intensificación, y a un reparto muchas
veces desequilibrado de la tierra, América del Norte ha conocido un poblamiento relativamente
reciente y de características muy distintas, con una ocupación de vastísimos espacios semivacíos
de los que se expulsó a la población indígena, unas densidades siempre bajas, y un reparto de la
tierra relativamente igualitarios y en explotaciones bastante grandes, trabajadas directamente (salvo
las plantaciones): las dimensiones medias de la explotación son de 182 hectáreas en EE.UU. y 186
en Canadá, debidas a la implantación del sistema de RANG en las márgenes del San Lorenzo y
hasta las cotas de Nueva Inglaterra, y de TOWNSHIP en las praderas centrales, o de plantaciones
en los estados del Sur, o ranchos ganaderos en las regiones áridas del Oeste (Utah, Wyomig,
Montana...), con promedios de miles de hectáreas. El desarrollo industrial y la fuerte elevación de
los costos laborales por la mejora en el nivel de vida, impulsaron una intensa mecanización,
forzando a su vez a un aumento de las explotaciones para que fueran rentables, posibilitado por el
gran éxodo rural: las explotaciones se han reducido a la mitad entre 1950 y nuestros días, mientras
que cuenta con un parque de tractores de un promedio de 1,5 por agricultor (frente a 0,6 en Europa
y 0,02 en el mundo). Eso no quiere decir que no existan grandes diferencias notorias en cuanto a
tamaño de las explotaciones y riqueza.
Pero frente al pronóstico realizado por algunos geógrafos de que la explotación familiar
tendería a desaparecer, absorbida por la gran explotación empresarial o capitalista, la mayor parte
de las explotaciones que figuran como sociedades son en realidad grandes explotaciones
familiares, que así no deben dividir las tierras entre los herederos a la muerte de un titular. Suelen
integrarse por lo común en grandes firmas nacionales que controlan determinados sectores agro-
industriales, concretamente los de mayor rentabilidad, muy relacionados con el incremento de la
demanda de ciertos productos de calidad (frutas y legumbres, hortalizas, vino, carne de vacuno y
lácteos, caña de azúcar...)

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- Especialización regional de los cultivos, con la formación de grandes "cinturones agrícolas",


homogéneos, generadores de intensos flujos de mercancías hacia los diferentes mercados
nacionales e internacionales, y dispuestos de norte a sur y desde la costa hacia el interior, con
predominio de sistemas extensivos del tipo dry farming: el cinturón lechero, desde el estuario del
San Lorenzo hasta los Grandes Lagos, gracias a su clima húmedo y de veranos suaves, y a gran
demanda urbana de una de las mayores concentraciones de población en ciudades del planeta, con
un policultivo de cereales-pienso y pasto; al sur de este cinturón, se ubica el maicero, con
temperaturas más elevadas en verano, abarcando desde Iowa a Ohio, en el Medio Oeste, y en
ocasiones estando presente también el cultivo de la soja; al oeste de estos dos cinturones, se
extiende el cinturón triguero, en áreas de un clima más seco, y con una explotación extensiva y de
largo barbecho e intensamente mecanizada; al sur del mismo, se encuentra el algodonero, afincado
en los Estados del viejo Sur, como Texas, Louisiana, etc., en el que junto a vestigios de
plantaciones algodoneras y de tabaco se encuentran áreas hortofrutícolas junto a la costa atlántica;
la mitad occidental del territorio constituye el quinto cinturón, con pastos extensivos sobre tierra
bastante áridas que son soporte a una cabaña ganadera bovina y ovina destinada a la producción de
carne.
6- Sistema industrial: ¿hacia la dispersión de las actividades productivas?
La concentración espacial en gran escala de los efectivos industriales y el inseparable
desarrollo de metrópolis multifuncionales en la región situada entre los Grandes Lagos y el litoral
atlántico, tuvo su origen en el desarrollo de la red ferroviaria y el rápido incremento demográfico
que siguieron a la Guerra de Secesión. Fue importante la existencia de carbón en la zona. De esta
forma, a mediados de los años 60 del siglo pasado existe una fuerte desigualdad en el reparto de la
producción y el empleo manufacturero. En EE.UU. siete estados (New York, California, Ohio,
Ilinois, Pennsylvania, Michigan y New Jersey) reunían más de la mitad del empleo y la producción
industrial del país. A principio de siglo ya reunían tres cuartas partes del empleo y la producción
totales, para retroceder posteriormente a medida que se iniciaba la difusión hacia el entorno
inmediato y sobre todo hacia California. Por un lado, la diversificación industrial se convirtió en la
principal característica de los estados orientales, y por otro entraron a jugar un papel importante en
la localización industrial otros factores hasta entonces no tenidos en cuenta: desde la mayor
baratura de la mano de obra en el Sur (menor poder sindical), hasta cuestiones psicológicas que
explican mejores rendimientos de la población situada en las soleadas regiones como California.
Hoy en día es cuestionable el predominio de la zona de los Grandes Lagos, en medio de un proceso
de difusión industrial, generador de cierto reequilibrio en la distribución regional de la población y
de empleo.
La saturación de las infraestructuras, la escasez y altos precios del suelo, y en general toda
una serie de deseconomías hacen que las zonas tradicionalmente más congestionadas pierdan sus
atractivos anteriores. Por contra, existe una creciente tendencia a crear filiales en otras lejanas de la
central, y más próximas a áreas de consumo, de tamaño ajustado al ámbito de los consumidores a
los que abastece. La proximidad de petróleo en la costa del Golfo, la concesión de ventajas fiscales
en estados menos industrializados, son factores de atracción para las industrias.
Ahora bien, esto no significa que desaparezca la división territorial del trabajo, la
especialización productiva regional. Muchas de las empresas del Sur se dedican a sectores de
tecnología punta, innovadores: así sucede en el Silican Valley, en Santa Clara (California), en
donde existe un cúmulo de empresas con participación en distintos momentos de la producción de
elementos informáticos y de electrónica avanzada, y con una integración entre investigación y
desarrollo (existe una ligazón entre la empresa privada y la universidad).
En definitiva, mientras los Grandes Lagos mantiene una mayor vinculación con los rasgos
tradicionales de la industria, y parece encontrarse ante unos límites insalvables (elevación de los
costes productivos por la saturación: pérdida de 350.000 empleos entre 1963 y 1982), California y
otros enclaves del sur parecen romper el tradicional esquema de la ubicación industrial. Pero sin
embargo, en muchas ocasiones la extensión de la industria hacia regiones menos explotadas no

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Tema 15: Canadá y EE.UU. Aspectos físicos y humanos

supone que los centros de decisión (la casa madre de la empresa) o financieros abandonen su
ubicación primitiva, sino que es una extensión industrial conjugada con el fenómeno de
dependencia, lo que explica que la generación alrededor de la industria de bienes terciarios (o
simplemente la renta per cápita media) siga siendo inferior.
La situación de Canadá ha experimentado una evolución mucho menor en lo que respecta a
los aspectos distributivos. A lo largo de un proceso que se inició con la I Guerra Mundial y se
consolidó con la Segunda, la distribución de los efectivos ha manteniendo sin apenas variaciones
unos profundos desequilibrios regionales. Aún hoy, más de un tercio de la población y la mitad del
empleo industrial continúan concentrados en Ontario, junto a otro 30% en Quebec, prolongando
así el cinturón industrial de EE.UU. en su zona de los Grandes Lagos. La importancia que aquí
reviste el capital estadounidense (que controla una tercera parte de las empresas en sectores más
dinámicos: automóvil, caucho, petroquímica y química de base), junto a las bajas densidades del
país, justifican la escasa movilidad espacial de la industria. Sólo en los últimos años la provincia de
Alberta ha comenzado a conocer un cierto auge industrializador, con relación a sus grandes
recursos naturales.
El carácter dominante de Ontario se ha visto reforzado por la concentración allí de buena
parte de los sectores innovadores, vinculados a las nuevas tecnologías.
7- Espacio de contrastes.
Las desigualdades observadas en la distribución de las actividades productivas inciden
directamente sobre el distinto grado de poblamiento regional y las condiciones de vida que
caracterizan a la población norteamericana.
Así se pone de manifiesto en la distribución de la población. Las máximas densidades se
ubican en las proximidades de la costa atlántica y los Grandes Lagos, en ambos países,
disminuyendo de forma gradual en relación con la distancia, si bien el gradiente es más acusado en
dirección al norte y noroeste, donde los niveles de ocupación se reducen hasta los 0,3 hab. por Km 2
de Alaska, los 0,04 en Yucón o los 0,01 en los Territorios del Noroeste. En el triángulo interior
Quebec-Chicago-Washington, el 5% del suelo, viven 90 millones de habitantes. La existencia de
algunas concentraciones periféricas en Florida, Texas y en el Pacífico (California y Washington)
completa la distribución.
Las dificultades impuestas por el clima son un factor esencial para explicar los principales
vacíos que se observan, desde Alaska y el norte de Canadá, hasta Montana o Wyoming, pero en el
resto del territorio la estrecha vinculación con los niveles de industrialización alcanzados también
parecen fuera de toda duda, sin que los movimientos migratorios hasta los Estados del Sur y
California, o en el caso canadiense hacia la Columbia británica, alteren sustancialmente el
panorama.
En Canadá en 10 ciudades vive casi la mitad de la población (sólo Toronto y Montreal ya
suponen un 25%), siendo reseñable que casi tres cuartas partes de la población vive menos de 300
Km. de la frontera sur. En la Megalópolis del nordeste de EE.UU. (desde Boston hasta
Washington) se produce el modelo de territorio fuertemente polarizado, generador de una gran
aglomeración espacial de población, actividad y riqueza. Consta de 6 ciudades millonarias, entre
las que New York aporta casi 18 millones de habitantes, para un total de 50 a lo largo de un eje
paralelo a la costa de apenas 650 Km. de longitud, sobre el que se desarrollan la cuarta parte de las
actividades industriales y casi una tercera del comercio estadounidense. Continúa siendo además el
centro de gravedad económico y político del país, así como de investigación e innovación, que el
rápido crecimiento de otras metrópolis como Los Ángeles (12 millones), Chicago (8), San
Francisco (5,5), sólo ha moderado.
Pero no se trata sólo de cantidades globales. El nivel de vida (teniendo como criterios
indicadores como la educación, renta media, etc.) es muy superior en el "cinturón manufactureros"
aludido que en los estados del sur. Por otra parte, el nivel medio de bienestar de las minorías
hispanas, negras o asiáticas apenas ha seguido ese incremento notorio que sí afecta a la población
blanca de los estados más poblados. Esto pone en evidencia el carácter de minorías marginadas de

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negros, hispanos y nativos (1,8 millones de indios entre los dos países), cuya expresión más
flagrante son los ghettos urbanos. En 1981 31,8 millones de personas fueron considerados en
EE.UU. oficialmente por debajo del umbral de pobreza, lo que supone el 14% de la población
total, y de la que el 60% es de raza negra. Como señalara Smith, "hay detrás de todo esto un
sistema económico que permite asignar grandes recursos a la exploración espacial y a los
armamentos sofisticados, mientras que niega la satisfacción de las necesidades básicas de
asistencia médica, educación y empleo a millones de personas." Por contra, el grupo privilegiado
está formado por los WASP (White Anglo-Saxon Protestan)
8- El mosaico urbano.
Tres cuartas partes de la población norteamericana vive en las ciudades, y existe una
práctica generalizada de los valores y comportamientos urbanos en dicha sociedad, incluso en los
habitantes del campo, hasta el punto de que el concepto de "campo" puede ponerse en entredicho.
Al menos, no existe una dicotomía campo/ciudad. El término "conurbación" se creó en los años 70
para aludir al progresivo descenso en las tasas de crecimiento experimentadas por las ciudades,
hasta llegarse a una evolución negativa en algunas de las principales aglomeraciones
La escasa intervención del poder público como agente en la construcción de la ciudad,
limitada a una política de vivienda y asistencial, ha convertido el mecanismos de los precios en el
mercado del suelo e inmobiliario en el dispositivo esencial para su asignación entre los diferentes
usos y clases sociales. La accesibilidad, la complementariedad o incompatibilidad de usos, etc,
condicionan el asentamiento de funciones y grupos sociales, generando una marcada zonificación
espacial resultado de la competencia. Las mejoras del trasporte, junto a los altos niveles de renta,
han permitido el asentamiento de la población en las zonas del entorno urbano, creando una
"ciudad dispersa" que en ocasiones abarca a áreas rururbanas de radios de 100 Km., con intensos
movimientos pendulares diarios entre habitación y trabajo. De este modo, cuanto más reciente es la
ciudad, menos densidad presenta. La congestión, polución y delincuencia han impulsado
extraordinariamente el desarrollo de los cinturones rururbanos.
Por otro lado, es preciso tener en cuenta la gran movilidad de la población, que cambia de
promedio 14 veces de vivienda, particularmente los grupos de estatus superior.
Las ciudades se organizan alrededor de zonas especializadas. El centro de negocios o CBD
(Central Business District), en un espacio con buenas condiciones de accesibilidad relacionado con
el trazado de la red viaria, ha conocido una expansión. La elevada demanda de suelo por parte de
actividades necesitadas de esta accesibilidad, de la posibilidad de contactos interpersonales o del
valor simbólico que conlleva (administración pública, finanzas, grandes almacenes, lugares de
ocio, sedes sociales de grandes empresas...) se traduce en precios elevados y un crecimiento en
altura. Manhattan sería un ejemplo.
La mayor parte de la industria ha conocido un desplazamiento hacia los espacios
suburbanos, particularmente de mayor entidad y necesidades de suelo, ubicándose en lugares
vinculados a mercados de fuera de dicha ciudad. La disposición aixal en torno a los ejes principales
de transportes es su característica principal, con la aparición de "parques industriales".
Los antiguos espacios residenciales del centro, con inmuebles progresivamente envejecidos
tienden a ser abandonados, siendo ocupados por grupos de menor renta, cuyo exponente extremo
son los ghettos. El estatus social de los habitantes tiende a incrementarse con la distancia,
particularmente en determinados sectores y a favor de entornos naturales favorables,
generalizándose en todo caso un hábitat de baja densidad donde predomina la vivienda unifamiliar.
En definitiva, la ciudad norteamericana se muestra también como espacio de contrastes.
Los criterios socioeconómicos, étnico-raciales, y las edades medidas de los residentes suelen
asociarse con la diferente "calidad del espacio" que habitan (accesibilidad, dotaciones asistenciales
y equipamientos, deterioro ambiental).
9- Conclusión.
América del Norte es la primera región del mundo si atendemos a su potencial económico,
la que mayor cantidad de recursos provenientes de fuera atrae, y la que mayor riqueza genera

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(hasta una cuarta parte del total mundial). La hegemonía político-militar de EE.UU.. y su
capacidad de influencia en el ámbito internacional también parecen fuera de toda duda. Pero más
allá de las consideraciones estrictamente económicas o políticas, el análisis de las realidades
geográficas permite matizar estos elementos iniciales. Los evidentes contrastes que se establecen
entre un país y otro, y dentro de cada uno entre el este y el oeste, las regiones centrales o los
extremos N y S, tiene una evidente importancia, pues reflejan algunas de las contradicciones
actuales.
A lo largo de un característico proceso de colonización de población que consolidó la
hegemonía de la población de origen europeo en detrimento de las minorías indígena y africana,
funcionalmente distintas y espacialmente separadas, se fue integrando progresivamente el territorio
a partir de unos centros organizadores situados en la costa atlántica, cuyas funciones de
dominación se reforzaron de manera paralela. El resultado fue una evidente desigualdad tanto en
las densidades de ocupación como en el tipo de actividades, la importancia de la urbanización, los
niveles de renta, etc., entre un área central identificada con el valle laurentino, los Grandes Lagos y
el nordeste atlántico, respecto a la periferia. El proceso de difusión, sobre todo en EE.UU., tiene en
los últimos 20 años a modificar estas relaciones en beneficio de las costas occidental y del Golfo,
muy dinámicas, pero manteniendo las diferencias esenciales al norte de Canadá, prácticamente
deshabitado, o en las regiones agrícolas, ganaderas y extractivas de las llanuras centrales, y en los
Estados del sureste.
Existe una tendencia a la concentración en grandes unidades -ya explotaciones agrícolas, ya
empresas industriales o entidades financieras-, y un alto nivel de inversión e innovación. Ambos
procesos han supuesto una constante evolución en las estrategias de localización o en los usos del
suelo dominantes en cada región. Sin embargo, este proceso ha sido llevado a cabo incurriendo en
un despilfarro energético, y con grandes daños ecológicos y peligros, como la instalación de
centrales nucleares en la proximidad de centros de consumo, etc.
Otro aspecto significativo lo constituye el carácter urbano de esta sociedad, con 20
ciudades por encima de los 2 millones de habitantes y una importancia real muy superior. El
desarrollo del modelo de "ciudad extensa", afectada por importantes movimientos centrífugos en
dirección a las áreas suburbanas y rururbanas colabora en este proceso. La detención del
crecimiento de muchas de las grandes ciudades que se hace perceptible en nuestros días pone de
manifiesto que para llevar una vida urbana (trabajo, modos de vida...) ya no es preciso vivir en lo
que entendemos por ciudad, y que la polución, congestión o incremento de la delincuencia llevan a
detener la anterior concentración urbana: la generalización del automóvil, y el hecho de tratarse de
ciudades que sí han sido diseñadas urbanísticamente para soportar un alto tráfico rodado, permite
que buena parte de los trabajadores vivan en el campo, borrándose las diferencias campo/ciudad.
Pese al desarrollo económico de EE.UU., la pobreza es un hecho real, asociada
especialmente con los estados del Sur y las áreas centrales de las ciudades, así como vinculada
socialmente con las minorías étnicas y raciales del país (como ejemplo de las disimetrías, la
esperanza de vida de los varones negros es 5 años menos que la de los blancos, y entre las mujeres
4 años): considerando el alto nivel de vida de buena parte de la sociedad, y que el sistema
económico se basa en no detraer excesivo dinero para la asistencia social, sus posibilidades de una
suficiente sanidad, educación, vivienda, etc, son incluso peores que otros países menos ricos. Los
recortes presupuestarios de la "era Reagan", no detenidos por Bush ni por su hijo en sus respectivas
presidencias, y en lo sustancial mantenidos ("maquillados") por Clinton, no han hecho sino agravar
la situación. Por eso la mortalidad infantil en EE.UU. se sitúa en el año 2002 muy próxima al 10
por mil, cifra baja con relación al contexto mundial, pero superior a la de Canadá (7,9 por mil),
Francia (8), Suecia (6,8) e incluso España (9). Lo mismo puede decirse del número de habitantes
por médico (470, frente a 300 en Alemania). Todo ello en medio de un sistema abocado a un
desenfrenado consumo individual: EE.UU, con apenas el 5% de la población mundial, consume en
el primer semestre del año 2010 la mitad de los recursos no renovables del planeta.

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10- BIBLIOGRAFÍA
RICARDO MÉNDEZ Y FERNANDO MOLINERO: Espacios y Sociedades. Ariel, Barcelona,
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