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La Metáfora

- En esencia el lenguaje es metafórico. Quizá con excepción de las


onomatopeyas, las palabras no significan nada por sí mismas, sino por su relación
analógica o metafórica con un objeto.
- El lenguaje está lleno de referencias, algunas internas al propio texto, como las
anáforas (pronombres relativos a palabras que se han referido anteriormente) y
las catáforas (pronombres o locuciones relativas a palabras que se han de referir
con posterioridad) y otras formas de redundancia. Pero estas figuras sólo tienen
un valor lexical.
- ¿ Por qué las palabras significan algo que no son ellas mismas sino objetos del
mundo real, imaginario o conceptual?
Hay una correspondencia arbitraria entre léxico y semántica. La prueba es que
una cosa se pueda decir de tantas maneras en idiomas distintos.
¿Cómo se pasa del léxico a la semántica, del significante al significado? ¿Cómo se
crea el léxico?
En pocas palabras, una vez formado el léxico básico sobre él se van generando
una serie de derivaciones que forman un nuevo vocabulario. Muchas se
construyen por desinencias (leña - leñador, papel - papelería); por prefijos (a,
con, in, per, re, ex - sistencia); de palabras compuestas (araña y tela - telaraña),
etc.
Muchas de estas palabras ya son metáforas que se han incoroporado al lenguaje
habitual por analogía. Por ejemplo: texto significa originalmente "tejido" (textum
en latín) y ha pasado a significar un escrito en base a su estructura semejante al
tejido, formada por la trama y la urdimbre, de sustrato material (los hilos) en un
caso y semántico en otro. Se pueden designar muchos objetos o experiencias que
no son materiales en su esencia, pero que guardan una analogía con algún
elemento físico o experiencia sensible en su origen. Otro ejemplo: Angustia,
relacionada con el concepto "angosto" o estrecho, ha derivado en la expresión de
una sensación de opresión en el pecho de resonancias psicológicas.
- Para Lakoff y Johnson el lenguaje se configura en base a la experiencia y la
analogía es el puente que permite unir la experiencia sensible con la
representación mental. En consecuencia, ninguna metáfora puede entenderse o
siquiera representarse adecuadamente de modo independiente de su base
experiencial. Como decía el antiguo filósofo "No hay nada en el entendimiento
que antes no haya pasado por los sentidos".
Frente a las metáforas poéticas, nos interesan las metáforas comunes como
"perder el tiempo", "ir por caminos diferentes". Expresiones que son reflejo de
conceptos metafóricos sistemáticos que estructuran nuestras acciones y nuestros
pensamientos. Son metáforas vivas en las que vivimos. En metáforas de la vida
cotidiana, Lakoff y Johnson (1986) presentan tres tipos de metáforas:
+ Metáforas de orientación: nacen de nuestra posición física en el espacio. Las
principales son: arriba-abajo, dentro-fuera, delante-detrás, profundo-superficial,
central-periférico. Por ejemplo: lo bueno está arriba, lo malo está abajo.
"Levantar el ánimo", "tener el ánimo decaído".
+ Metáforas ontológicas: se caracteriza un fenómeno por su relación con una
entidad, una sustancia, un recipiente, una persona, etc. Por ejemplo (la mente
humana es un recipiente): "no me cabe en la cabeza", tener la mete vacía,
métete esto en la cabeza, tener la cabeza hueca, etc.
+ Metáforas estructurales: una actividad o experiencia se estructura en términos
de otra. Por ejemplo, el discurso como tejido: "perder el hilo", "las ideas están
bien hilvanadas", "atar cabos", "narración con nudo y desenlace", "hilar muy fino",
"urdir una excusa", "tramar un buen argumento o bordar un discurso".
- Podemos decir que el lenguaje y el pensamiento son en esencia metafóricos.
Luego, muchas de estas palabras simples referidas a un elemento material o
sensible va formando palabras compuestas o derivadas, a través de prefijos; por
ejemplo, de la raiz "plicar" (plegar, meter algo dentro de otra cosa) podemos
derivar com-plicar (meter una cosa con otra), ex-plicar (sacar algo de sus
pliegues donde estaba oculto), im-plicar (meter una cosa dentro de otra), etc.
Estas analogías han dejado de tener un valor metafórico -desde el punto de vista
lexicográfico - aunque no conceptual, puesto que la relación entre significante y
significado ha dejado de ser libre, pasando a convertirse en léxico directo.
- En consecuencia, reservamos el concepto de metáfora para aquellas
asociaciones analógicas (en base a una semejanza) que conservan una relación
libre, no fijada lexicográficamente. A veces la analogía se presenta como
+ comparación: "nuestras vidas son como los ríos".
+ equivalencia: "nuestras vidas son los ríos".
+ sustitución: "el río de la vida".
Una vez hecha la sustitución la metáfora adquiere entidad propia: "son la noche y
el día", "es una muñeca de porcelana", "es un anténtico remolino".
A veces las expresiones metafóricas llegan a hacer metonimia, creando un
significante nuevo: "había dos gorilas en la entrada de la discoteca".
La base sensible de la metáfora hace que ésta sea una imagen que nos permite
representar un concepto abstracto de forma sensible (sonora, táctil, visual,
etc.), no por sí mismo, sino por referencia al objeto material del que toma el
parecido.
- Algunas metáforas tienen un carácter tan universal que casi parecen remitir a
algún arquetipo inconsciente de modo que su presencia suele repetirse en
sueños, como por ejemplo la experiencia del viaje, representado en forma de
algún vehículo; la de volar o la de caer por un precipicio, etc.
Otras pertenecen claramente a grupos culturales, por ejemplo imágenes
asociadas a las estaciones del año, por ejemplo: "la flor de la vida.
De entre los grupos culturales hay que hacer una distinción generacional;
seguramente "haz un reset en tu vida", no significará mucho para nuestros
bisabuelos. Al igual que para los jóvenes "el canto de las sirenas", o "el tendón de
Aquiles", o "la espada de Damocles" no les dice nada.
Finalmente otras tienen un carácter más propio u original por cuanto son creadas
(de aquí su carácter poético) de forma idiosincrática por algún individuo.
- El proceso de creación de una metáfora sigue tres pasos fundamentalmente:
1. Se parte de una experiencia vivida (por ejemplo maltrato, sentirse pisoteado,
ignorado, etc.)
2. Se busca o se halla una imagen de algún objeto o situación donde se produce
la acción y el efecto de pisotear, y viene a la mente la imagen de una alfombra.
3. Se establece el paralelismo, parangón o similitud entre la alfombra y la
experiencia de sentirse pisoteado: "mi marido me trata como una alfombra, me
pisa, me humilla, y de vez en cuando me sacude".
Con tres pasos una experiencia da origen a una metáfora viva: "ME he convertido
en una alfombra".
Una vez establecida la metáfora de la paciente es importante poder retomarla a
fin de mostrar no solamente la comprensión, sino poderle DAR LA VUELTA
TERAPÉUTICA: una alfombra que se cuelga en una pared se convierte en un
"tapiz" que es admirado y respetado por todos quienes contemplan su belleza.
Revista de Psicoterapia, 82-83
Publicado por M.P.G. Luis G. Padilla Gtz. en 12:14

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