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El sigo como tal tiene que ver con tres universos del sentido que determinan nuestra
precepción de la realidad. Los tres universos son a saber: la representación, la significación
y la simbolización. Estos tres universos hacen parte de nuestro legado filosófico y atraviesan
los planos de la precepción física como los procesos de abstracción.
Lo que se entiende por semiótica o semiología apunta a develar el funcionamiento de esos
universos. Cuando pensamos el mundo desde su significación, desde su representación o de
su simbolización estamos haciendo un ejercicio semiótico. Todo nos que nos mueva a
procesos de interpretación implica semiosis.
Las características mismas de estos tres universos orientan disciplinarmente el sentido de ese
mundo, es decir se puede obtener una semiosis en el orden de lo científico, en el orden de lo
filosófico o en el orden de lo estético.
Todo lo que se involucra con nuestra percepción de la realidad debe ser entendido en el
contexto semiótico.
¿Cómo poder pensar una teoría de los signos si todo lo que podemos percibir se puede
convertir en signo?
Hay dos orientaciones: Una desde el lenguaje, el lenguaje como marco referencial de todo
aquello que podemos percibir, entendiendo que todo lo que entra en contacto con nuestra
sensibilidad puede ser traducido en términos lingüísticos, todo es susceptible en convertirse
en un objeto lingüístico, ya sea un sonido o un compendio de esos sonidos que establecerían
un sonido global o fonema, que tiene un sentido, adquiere un valor social.
Como el lenguaje es el sistema más complejo de comunicación que tenemos los humanos,
orientamos los demás sistemas de comunicación y de captación a partir del modelo del
lenguaje.
Para el ser humano el asunto es más complejo que en otros planos de realidad. Los animales
se comunican, establecen un vínculo codificado, un proceso más o menos complejo,
dependiendo de los códigos que producen socialmente, siempre hay un nivel de
comunicabilidad en todos los animales.
Lo anterior no quiere decir que los animales tengan un lenguaje propiamente dicho, para
llegar a un lenguaje se necesita acceder a un plano superior de esos códigos, que implica un
sistema material donde arrojar los códigos que han sido producidos, lo que se llama la tercera
memoria.
Los Tipos de Memoria
La memoria genética, donde hay un proceso de adquisición de datos en una misma especie
que se trasladan de una generación a otra, es un código no racional que está en el plano
netamente biológico, una mala interpretación del código genético producen anomalías en la
célula o en un grupo de células.
La memoria epigenética, consiste en la formación de los hábitos individuales a partir de la
adaptación a un contexto determinado (El clima, la geografía o la sociedad). También se
denomina memoria somática. Desarrollamos la memoria epigenética cuando debemos
resolver problemas concretos de nuestra supervivencia. Todas las habilidades que
desarrollemos en la vida harán parte de la memoria epigenética. A diferencia de la memoria
genética, la memoria epigenética no se puede heredar en términos biológicos. La memoria
epigenética se consolida a través de los hábitos.
La memoria epifilogenética, es una memoria no individual, no depende del individuo y es no
orgánica o bilógica. Es una memoria que almacena información colectiva, se lleva más allá
del cuerpo orgánicamente entendido para mantenerla a través del tiempo sobre un soporte
exterior, como al escribir notas en un cuaderno. Todo objeto técnico almacena una memoria
funcional más allá del cuerpo. La especie humana es la única que tiene este tipo de memoria,
las demás especies están atrapadas en su propia durabilidad biológica, no tienen memoria
epifilogenética. La característica de la especie humana es la epifilogenesis. Los objetos
materializan la funciones que tenemos en nuestro cuerpo, provienen de una especialización
funcional, se perfeccionan ante las limitantes del cuerpo. La especie humana cada vez
depende más de las exteriorizaciones
Las memorias y los códigos
Las tres dimensiones de memoria determinan una adaptación a un universo de sentidos
ligados a unos códigos de lectura o de interpretación. Las memorias genética y
epifilogenética son semióticas naturales y la memoria epifilogenética una semiótica cultural.
La adaptación a través del tiempo a los códigos o signos se da solo en los humanos en la
memoria epifilogenética.
Aunque la epigenética dependa de una infraestructura biológica cada vez está más
condicionada por la infraestructura epifilogenética, al punto que las habilidades de retención
consiente o inconsciente que ocurren en los niños dependen de los dispositivos que están
utilizando.