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Reseña de lectura 5 Diego Antonio Franco de los Reyes

Zunino Singh, Dhan, “Ciudades, prácticas y representaciones en movimiento.


Notas para un análisis cultural de la movilidad como experiencia urbana”,
Tempo social. Revista de sociología da USP, Universidad de Sao Paulo, vol. 30,
núm. 2, Sao Paulo, 2018, pp. 35-54.

Este artículo del historiador y sociólogo argentino Dhan Zunino Singh es una
contribución teórica a los estudios históricos de lo que se ha denominado giro de la
movilidad.1 Por lo tanto, el objetivo consiste en hacer una síntesis de algunas de las
propuestas más relevantes de este enfoque y mostrar cuáles son sus principales
apuestas teóricas y metodológicas. Se busca explorar estrategias de análisis más
que llegar a conclusiones terminantes sobre algún estudio de caso específico.
El autor ensaya un enfoque teórico que parte de considerar al movimiento, la
circulación y a los medios que posibilitan el desplazamiento como elementos
constitutivos y centrales de la dinámica urbana. En el artículo se discute
constantemente a algunas propuestas que han puesto énfasis en los elementos fijos
de la ciudad y a otras que han problematizado sobre los no-lugares y sus
implicaciones urbanas. Así pues, para demostrar su hipótesis, el autor hace una
exposición dividida en un apartado introductorio, tres secciones teóricas y unas
consideraciones finales.
Su exposición comienza con una introducción en la que se discuten las ideas
sobre los no-lugares del antropólogo francés Marc Augé, quien postula que sitios
como aeropuertos, vías rápidas, metros, etc., son lugares genéricos e impersonales,
productores de alienación y vacíos de significado, que no generan experiencias
particulares y que no participan de la construcción de identidad. Este enfoque vacía
de significado los lugares que son medio para la movilidad por lo que no hace un

1 La historiografía de la movilidad ha propuesto de abandonar la historia de los transportes


considerados de forma individual y apuesta por rescatar la dimensión social y cultural del proceso.
Las discusiones de esta forma de historiar son amplias y tienen orígenes diversos, tanto en América
como en Europa, y han entablado ricos debates teóricos, metodológicos e historiográficos. Algunos
de los historiadores que se adscriben a esta línea han formado la International Association for the
History of Transport, Traffic and Mobility, organizan encuentros académicos internacionales y
cuentan con varias publicaciones periódicas. véase Mom, “What kind”, 2003, pp. 121-138, Sheller y
Urry, “The new mobilities”, 2006, pp. 207-226, Urry, Mobilities, 2007.

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esfuerzo por problematizar su papel de productores de experiencias en las
ciudades.
En contraposición a estas ideas, Zunino afirma que estos lugares si generan
experiencias y significados y que tienen la particularidad de ser espacios de
movilidad por los que los sujetos transitan. La apuesta de los historiadores que se
adscriben al giro de la movilidad es asumir al movimiento y los flujos como un
enfoque analítico y explorar sus rutas metodológicas. La ciudad es pensada no solo
como un espacio de elementos fijos, sino también como un conjunto de fijos y flujos.
Por ello, se invita a reconsiderar a los llamados no-lugares como mediadores de la
movilidad.
Repasando su objetivo, Zunino se propone mostrar cómo pensar la ciudad
desde este enfoque. Para ello se exploran caminos para mirar lo urbano en función
de sus movilidades, de las representaciones y experiencias cotidianas del
desplazamiento en relación con la cultura, la política, la tecnología y el espacio. Las
movilidades son pensadas desde sus implicaciones materiales, subjetivas y en
relación con las esferas que estructuran a la sociedad.
En el segundo apartado, se discuten las perspectivas teóricas sobre la
espacialidad y los estudios en Latinoamérica sobre el habitar. Aquí se postula que
estos esfuerzos han construido un enfoque en el que el habitar se identifica con la
vivienda y que dejan de lado los desplazamientos por considerarlos tiempo muerto.
Los trabajos sociológicos o históricos que estudian el transporte y el tiempo que se
utiliza en el movimiento no le han dado mayor importancia a lo que sucede en el
viaje.
El autor recupera a algunos promotores del enfoque de la movilidad —Mimi
Sheller y John Urry— que muestran que en los viajes también suceden cosas dignas
de ser estudiadas desde un enfoque sociocultural. Las sociabilidades,
representaciones y experiencias del viaje y el movimiento son consideradas
significativas en el estudio de lo urbano y no pura alienación, disciplinamiento o
fugacidad, como afirmaron algunos autores clásicos de la modernidad urbana.
En la tercera sección se discute la cualidad de la movilidad como experiencia
con contenido social, cultural y político. El autor introduce algunos conceptos útiles

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para construir en armazón teórico que contribuya a sus exploraciones. Una de estas
nociones es la de régimen de movilidad que permite entender cómo está organizado
el transporte y los desplazamientos en la ciudad. Se consideran las velocidades, las
condiciones materiales y las mediaciones tecnológicas de cada sistema de
transporte, así como las relaciones culturales y de poder que cruzan a la movilidad.
En la cuarta sección se aborda la cuestión de cómo la experiencia del viaje
en el espacio urbano está mediada por la tecnología y por la medida temporal. Es
decir, aquí Zunino se pregunta cómo considerar los regímenes de movilidad y sus
transformaciones en el tiempo. La pregunta central de este apartado es cómo
historiar el transporte y la ciudad desde los presupuestos del giro de la movilidad.
Se apuntan algunas estrategias de abordaje más allá de la perspectiva y se destaca
la importancia y limitaciones de pensar esta historia desde el cambio tecnológico, la
experiencia y la subjetividad.
Por último, en las conclusiones el historiador argentino repasa algunos de
sus principales argumentos. Sobre todo, el de posicionar a la movilidad y a la
experiencia del viaje cotidiano en el centro de los análisis sobre la ciudad. Y se
reflexiona sobre la automovilidad entendido como sistema de movilidad dominante
en la actualidad. Se destacan los flujos energéticos de este sistema de transporte,
su impacto en las ciudades y se destacan los hábitos asociados tales como el uso
privilegiado de la calle, su valor simbólico y su centralidad en las políticas de tráfico
y transporte. Por último, se menciona cómo estos vehículos forman parte de
ciudades desiguales del capitalismo global. Esto sirve para dar un ejemplo de cómo
observar un sistema de transporte desde el enfoque de la movilidad.
El texto de Zunino es sugerente y útil para reflexionar sobre el significado de
los flujos y sus representaciones como parte constitutiva de lo urbano. Resulta
interesante e instructiva la distinción entre la movilidad como objeto de estudio y
como enfoque. Esta operación pone en la en el centro a la movilidad al momento de
hacer las preguntas de investigación.
Por ejemplo, se pueden estudiar las migraciones, la vida laboral o las
relaciones de género desde el enfoque de la movilidad. En estos casos el
desplazamiento no es el objeto de estudio, sino el método. Pero también es posible

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estudiar a los sistemas de transporte desde el enfoque de la movilidad, destacando
lo que sucede en el viaje, las experiencias y sus representaciones. Aquí tanto el
objeto como la perspectiva teórica tratan de movilidades.
Otro elemento interesante en el énfasis que se hace en la cultura y la
subjetividad. Para Zunino, importa acercarse a las actividades que se hacen en los
viajes y al cómo se viaja; a las esperas y la velocidad, es decir, a los ritmos, pero,
sobre todo, a los significados y representaciones en torno a estas experiencias.
Importa también entender las emociones asociadas al movimiento y a las formas en
que se aprende y socializan las maneras de viajar. Otro elemento metodológico que
se destaca es cómo se cruzan las relaciones de género, edad y etnicidad con la
movilidad y con el performance (las maneras de hacer) de los cuerpos en
movimiento.
Un aspecto más que me parece útil en términos de metodología son las
estrategias de abordaje que se plantean para hacer historiar la movilidad. El autor
sostiene que una vía para construir esta historia es pensar la movilidad en relación
con el cambio tecnológico. Pero aquí se entiende tecnología en sentido amplio pues
se consideran infraestructuras, vehículos, artefactos, sistemas de tránsito, normas
o leyes. Pero como toda estrategia de abordaje, tiene ventajas y limitaciones.
En cuanto a las primeras, se destaca la posibilidad de identificar periodos en
función de las innovaciones tecnológicas en el transporte y sus momentos de
irrupción y adaptación. También se menciona la disponibilidad de fuentes para
construir estas historias, tales como documentos públicos, leyes, ordenanzas,
debates parlamentarios, documentos privados de las empresas, mapas,
estadísticas, fotos, periódicos, entre otros.
Pero Zunino también advierte de los peligros de poner en el centro al cambio
técnico. En primer lugar, se corre el riesgo de caer en un determinismo tecnológico,
en el que se asume que el motor de la historia es el avance de las innovaciones e
ignorar que éste es también resultado de procesos sociales. En segundo lugar, se
apunta la posibilidad de perder de vista los usos, apropiaciones y experiencias en
el desplazamiento lo que ha sido repetido por las historias del transporte
convencionales.

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Sin embargo, el artículo también tiene algunas debilidades. En su afán de
enriquecer la perspectiva y las ideas sobre la movilidad, se retoman muchos autores
que tienen posiciones teóricas que resultan antagónicas. Desde postulados de las
tradiciones marxistas que hacen énfasis en la materialidad hasta perspectivas
subjetivistas como la tradición heideggeriana. Es claro que el giro cultural tuvo algo
que ver con el giro de la movilidad, puesto que el énfasis se pone en la cultura y la
subjetividad, y es claro que Zunino asume este posicionamiento. En su intento por
no descuidar la materialidad de los procesos se recuperan las posiciones
materialistas, provocando un cierto eclecticismo en su propuesta.
Asimismo, al destacar el movimiento y los flujos y discutir la idea de los no-
lugares, se descuidan los elementos fijos de la ciudad. Se habla de calles y sistemas
de transporte, de representaciones y usos, de relaciones de poder entre sistemas
de movilidad, pero no se explícita la necesidad de saber quiénes producen la calle
y los edificios de determinada manera. Tampoco se invita a considerar cómo estas
partes fijas de la ciudad condicionan los desplazamientos y sus formas.
Por último, la mirada centrada en la cultura hace que se pierdan las
relaciones políticas y económicas. Parece que Zunino busca deliberadamente
escapar de estas explicaciones, pero no se pueden dejar de tener en cuenta los
intereses políticos y económicos que cruzan a todos los servicios de transporte. Las
negociaciones entre gobiernos y empresas privadas (proveedores de combustibles,
especuladores inmobiliarios, desarrolladoras urbanas, entre otras) tiene que ser
consideradas en cualquier análisis sobre los flujos de una ciudad.
El resultado, por lo menos en este artículo, parece una superposición de
ideas interesantes y sugerentes. Pero también deja la sensación de que no hay una
articulación convincente de estas ideas. Tampoco se muestra cómo pueden
utilizarse para estudiar casos particulares de los sistemas o regímenes de movilidad.
Más allá del ejemplo del automóvil al final del texto, se podrían poner otras
referencias empíricas y citar casos de estudios. Su síntesis parece algo apretada y
no termina de estar tejida adecuadamente.

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