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006 CDM Rompe Cabeza - Antonio ZuìnÞiga - Nueva Edicioìn 2 2
006 CDM Rompe Cabeza - Antonio ZuìnÞiga - Nueva Edicioìn 2 2
Antonio Zúñiga
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Cuadernos de Dramaturgia Mexicana
Antonio Zúñiga es miembro del Sistema Nacional de Creadores,
ganador del Premio Nacional de Dramaturgia (2003) de la Univer-
sidad de Nuevo León y del Premio Internacional de Guiones de
Cortometraje de la Universidad de La Laguna, Tenerife, España (2006).
Entre sus obras se cuentan: Estrellas enterradas, El tiradito:
Crónica de un santo pecador, Panóptico y Pancho Villa y los niños
de la bola.
Participó en talleres de dramaturgia realizados por Jesús
González Dávila y Vicente Leñero, y ha impartido cursos y talleres
de creación dramática y actuación en diferentes centros del país,
además de que ha formado parte del cuerpo académico del Cen-
tro Dramático de Michoacán, dirigido por Luis de Tavira.
Rompe-cabeza se estrenó durante la Muestra Estatal de Teatro
de Morelia, Michoacán, el 31 de mayo de 2007.
Ilustración de portada:
Matías Álvarez
Pintura de contraportada:
Melvina Orozco
Acrílico, 240 × 222 cm
Fotografía:
Arnaldo Cruzado
ISBN: 978-607-8439-
® Registrada en Sogem
© Antonio Zúñiga Chaparro
© Toma, Ediciones y Producciones Escénicas y Cinematográficas
bajo el sello editorial de Paso de Gato
Eleuterio Méndez # 11, Colonia Churubusco-Coyoacán, C. P. 04120,
Ciudad de México, teléfonos: (0155) 5601 6147, 5688 9232, 5688 8756
www.pasodegato.com
PIEZA I
Dos gotas de sangre
Mujer I y mujer II
PIEZA II
Ese pez gordo y rojo
Juan y Daniel
PIEZA III
Pescadoras de pecado
Sofía y Carmen
PIEZA IV
Soy de sangre azul
Pez Gordo y Doctora
Hombre 1 (taxista)
Hombre 2 (profesor)
PIEZA V
Una sirena de vapor
Lola y Rubén
PIEZA VI
El jinete sin cabeza
Licenciado
Muchacho
PIEZA VII
¡Ay!, ¿te corté, corazón?
Lupita y Lisa
PIEZA I
Dos gotas de sangre
Mujer 1: ¿Y?
Mujer 2: Ya.
Mujer 1: ¿Y?
Mujer 2: Pues ya.
Mujer 1: ¿Y?
Mujer 2: Ya dejaron de disparar, pues.
Mujer 1: Malditos.
Mujer 2: Dímelo a mí, estoy con el alma en un hilo.
Mujer 1: Ya no aguanto.
Mujer 2: Pero al menos ya dejaron de disparar.
Mujer 1: Vámonos por favor. ¿Qué necesitas tú para decidirte?
Mujer 2: Déjame en paz. Es en vano quebrarse la cabeza
pensando. Nomás estás a dale y dale, y eso también te hace daño.
Mujer 1: Quiero salir, respirar aire más limpio. Aquí huele
a cigarro. A cigarro viejo, a resumidero.
Mujer 2: Nadie te tiene amarrada.
Mujer 1: Eso dices tú, pero ellos no dicen lo mismo.
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Mujer 2: La puerta está muy ancha.
Mujer 1: ¿Cómo lo dices, así tan campante?
Mujer 2: Tampoco, eh; yo también estoy hasta la madre de
tanto encierro. Yo también quiero salir, pero sé que no puedo.
Mujer 1: A lo mejor sí nos deja salir. A lo mejor si hablamos
con él…
Mujer 2: ¿Él? Por favor, es un macho nomás.
Mujer 1: Yo ya no aguanto este encierro, te lo juro.
Mujer 2: Yo estoy igual, pues.
Silencio.
Mujer 1: ¿Y?
Mujer 2: …
Mujer 1: ¿Y?
Mujer 2: …
Mujer 1: ¡¿Y!?
Mujer 2: No grites. ¡Habla bajito, por Dios!
Mujer 1: ¿Así?
Mujer 2: ¿Así qué?
Mujer 1: ¿Así me oyes o hablo más bajito?
Mujer 2: No, así está bien. Creo.
Mujer 1: No hay mal que dure cien años, pero éste ya tiene mil.
Mujer 2: Mil años, mil días y mil horas, así me parece.
Mujer 1: La carne quemada me da ascos.
Mujer 2: Es época de quema y los aires traen ese humo
apestoso.
Mujer 1: ¡Ay, no sé qué hacer! No me gusta la tele, no me
gusta leer, no me gusta nada… ¡Me quiero jalar los pelos! ¡Ya
no aguanto este encierro! ¿Qué hago? ¡Dime qué hago!
Mujer 2: Cose, escribe cartas, juega damas… haz lo que
quieras.
Mujer 1: ¿Lo que yo quiera?
Mujer 2: Lo que sea.
Rompe-cabeza 5 Antonio Zúñiga
Cuadernos de Dramaturgia Mexicana
Mujer 2: ¡Ay!
Se lleva la mano a la boca para contener el grito.
PIEZA II
Ese pez gordo y rojo
Dos hombres esperan. Se escucha el ruido de coches enfrente.
Juan: ¿Cuáles?
Daniel: Unos como alacranes gordos y así de longos.
Juan: Ah sí, los he visto.
Daniel: En tierra caliente hay un chingo.
Juan: Son cabrones. Si te pica uno de esos, sí te va poniendo
una chinga.
Daniel: Neta que sí. Te engarrotas todo. La cara se te voltea,
se te tuercen los dedos. Te duele tanto la cabeza, que te dan
ganas de que te la corten.
Juan: Sí, los cara de niño son cabrones.
Silencio.
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Silencio.
Silencio.
Juan: ¿Has oído la canción esa que dice: “hay que pegarle
a la mujer, hay que pegarle a la mujer, hay que pegarle… con
el cariño”?
Daniel: De los Tigres…
Juan: Me gusta un chingo.
Daniel: A mí también.
Juan: Órale.
Silencio.
Daniel: Ya no llegó.
Juan: Siempre llegan esos güeyes.
Daniel: Sabes, yo nunca.
Juan: Ya me dijiste.
Daniel: ¿Cuándo te dije?
Juan: Antes. Me dijiste que nomás unas jaladas con tu prima.
Daniel: No hablo de eso.
Juan: Entonces de qué.
Daniel: De que yo nunca he hecho esto que vamos hacer.
Juan: ¡No mames!
Daniel: En serio. La neta, no.
Juan: Entonces, ¿qué haces aquí?
Daniel: Tengo mucho coraje, te dije, y además necesito el
dinero.
Juan: ¿Pero sí sabes a quién nos vamos a chingar, verdad?
Daniel: Pues a un güey muy cabrón.
Juan: Ese güey está cabrón. Es un “pez gordo” cabrón, muy
cabrón. Cabrón pero de los meros cabrones. Este güey se la
rifa donde quiera, ¿entiendes lo que es eso?
Daniel: Sí, está cabrón, creo.
Juan: No creas, chavo. Y aquí sí te digo chavo, porque te
lo mereces. No digas “creo”, entiéndelo bien en tu cabeza de
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chavo. Luego ya no hay reversa. ¿Sí sabes? ¿Sí sabes? Luego de
chingarte un “pez gordo” como éste, ya no hay reversa.
Daniel: Ya sé.
Juan: ¿Y así le vas a entrar?
Daniel: No hay de otra.
Juan: ¡Pues qué pendejo! ¡Qué pendejo, pendejito!
Daniel: ¡Tampoco!
Juan: ¿Pues cuántos años tienes?
Daniel: Menos de dieciocho ya te dije.
Juan: Sí, pero cuántos.
Daniel: Catorce.
Juan: ¡No mames! ¡No mames! ¡No mames!
Daniel: Pero les dije que tenía dieciocho.
Silencio.
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PIEZA III
Pescadoras de pecado
Sofía y Carmen en el anfiteatro del ministerio público.
PIEZA IV
Soy de sangre azul
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tan grande como una madre! ¿Dónde los encontró? ¿Dónde
abrió los ojos para verlos, dónde estaban estos dos?
Doctora: Bueno, si somos estrictos, tenemos que reconocer
que falta trabajarlos con “algo” más.
Pez gordo: Lo que sea, lo que se necesite. Usted haga lo
que tenga que hacer con ellos.
Silencio.
Doctora: Le digo…
Pez Gordo: Yo los veo igualitos.
Doctora: No.
Pez Gordo: Si hasta cuando se ríen, se ríen igualito.
Doctora: No hay que cegarse. No es fácil cambiar por dentro.
Pez Gordo: ¿Qué me quiere decir, chingado?
Doctora: No podemos cambiar lo que ellos piensan, lo
que ellos sienten.
Pez Gordo: Todo mundo cambia de manera de pensar y de
sentir con una buena lana en la bolsa.
Doctora: Usted es un niño en el fondo, un niño adorado y
por eso mira esto con ilusión.
Pez Gordo: ¿A qué le tiene miedo?
Doctora: A que ellos no estén preparados.
Pez gordo: ¿Usted cree que no quieran?
Rompe-cabeza 23 Antonio Zúñiga
Cuadernos de Dramaturgia Mexicana
Doctora: Lo creo.
Pez gordo: Pues si no quieren participar, se van a la chingada
con las patas por delante.
Silencio.
PIEZA V
Una sirena de vapor
Lola y Rubén solos.
PIEZA VI
El jinete sin cabeza
Un cuarto pequeño. Una gota categórica marca el tempo.
PIEZA VII
¡Ay!, ¿te corté, corazón?
Lupita y Lisa, con batas blancas y cubrebocas. Enfrente de ellas,
una hilera de cabezas con su peluca. En la plancha, una mujer
desnuda y con la cabeza tapada.
Lupita: Traes muy dañadas las del índice y pulgar. ¿Por qué?
¿Qué te pasó? Parece que te mordió un perro, criatura. ¿Cómo
vas allá?
Lisa: Este color me encanta. Un rojo nuevo para las uñas de
los pies. Un rojo antiguo para los labios. Un rojo ocre para que
dé brillo a la mirada. Vas a quedar hermosa, criatura.
Lupita: En cuanto estés lista, va.
Lisa: Un último toque aquí.
Lupita: Eres una reina, amor.
Lisa: Es una diosa.
Lupita: Eres una ninfa.
Lisa: Es una virgen.
Lupita: Eres una amazona.
Lisa: Es una diva.
Lupita: Una reina se conserva siempre, lo sé.
Lisa: Una reina no deja que el tiempo pase por encima de
ella. ¡Qué piel, ya viste!
Lupita: Una reina cuida la piel. ¿Mira cómo estás? Este color
no te va para nada, oíste. Y el tono amarillo no te sienta nada.
¿Lista? Pásame la reductora.
Lisa: ¡Fuera las estrías!
Rompe-cabeza 39 Antonio Zúñiga
Lupita: Quince minutos para cada pierna. Dos piernas son
treinta minutos. Quince minutos circulares en el vientre. Una
retocada en el pecho, diez minutos, diez minutos por cada
brazo, sobre todo en el área del codo para deshacernos de
toda la piel dañada. Diez minutos en el cuello y quince en
la espalda.
Lisa: Una hora y media más o menos, criatura. En una hora
y media, ese color de muerta que tenía se fue para siempre
de su piel.
Lupita: Luz y sombra en las mejillas. Luz y sombra en las
caderas, luz y sombra en los párpados, luz y sombra en la nariz,
luz y sombra en el cabello, luz y sombra en las manos, entre
los dedos, luz y sombra en tus orejitas de niña coqueta, luz y
sombra en tu cuello, luz y sombra en toda tú y quedarás como
nueva, sin señas particulares visibles.
Lisa: Luz y sombra mientras termino de contarte cómo fue.
Lupita: Ay, sí, corazón. Soy toda oídos.
Lisa: Pues se enamoró de ella el tal por cual. Se enamoró
como niño. La traía para acá, la traía para allá. Y ella feliz, cómo
no. ¡Que un hombre de esos te eche los perros! ¡Pocas veces! Y
así empezó todo. Un anillito de oro. Un collar de perlas de las
buenas. Un brazalete de azul brillante, una gargantilla de dia-
mantes, un reloj pulsera con incrustaciones. Un crucifijo más
pesado que la cruz de Dios mismo. Una camioneta del año.
Un viaje aquí, otro allá, todo lleno de luz. Todo por amor, todo
por placer. Hasta que le ganó la ambición.
Lupita: Como siempre. Por eso terminan así.
Lisa: Sí. Lo quiso chantajear. Él se dejó primero, total, dinero
le sobra y amor también le sobraba. Ésta se avoraza y le pide
más y más. Hasta que se pasa de tueste y llega adonde no debía
llegar. Lo traiciona. Empieza a soltar información a través de
un licenciado de los de arriba, de los que sentados a la diestra
del padre hacen sus negocios sucios.
Rompe-cabeza 40 Antonio Zúñiga
Lupita: Qué tonta, de verdad. Pero así es la ambición. Entre
más tienes, más quieres. ¡Qué tonta fuiste, mujer!
Lisa: Y como el otro, por no perderla le daba todo, ésta no se
mide. La descubre el otro y ésta lo niega. Pero a esas alturas es
demasiado tarde, el señor se pone como fiera. Y entonces llama
a estos que te digo. Unos que no tienen nada que ver. Gente del
pueblo, pues, de la calle, comunes y corrientes. Los llama y les
hace el encargo. ¿Y qué crees? Ésta se entera y no corre, muy
confiada estaba la mujer de que el licenciado la iba a cuidar.
Lupita: Sí pues… Pobre criatura tan bonita y tan confiada.
Lisa: El licenciado sólo la quería para que ella cantara. Y
ella cantó.
Lupita: ¿Luz y sombra aquí, a un lado de la oreja?
Lisa: En todo el cuerpo tiene el color ausente esta mujer.
Lupita: ¿Y luego…?
Lisa: Lo que nadie imaginó: estos pobres infelices no sabían
hacer su trabajo. La calentadita se les pasó. Locos se volvieron.
No sé… la sangre trae más sangre. La llevaron a quién sabe qué
lugar, la golpearon, la despelucaron, la torturaron, la violaron
y luego la mataron.
Lupita: ¡Ay corazón, qué tonta fuiste!
Lisa: El otro se puso como loco. De nada les sirvió esconderse,
los infelices se metieron debajo de las piedras y de debajo de
las piedras los sacaron.
Lupita: Va para el otro lado. La limpieza va de abajo arriba,
cuidando la piel.
Lisa: ¿Tú la conoces?
Lupita: Tiene años de clienta.
Lisa: Entonces tiene que quedar muy bien.
Lupita: Muy bien, muy bien, muy bien.
Lisa: ¿Qué sigue?
Lupita: Repasa, por favor, repasa de nuevo. No te voy a estar
repitiendo cada vez. Ponte lista, niña.
Rompe-cabeza 41 Antonio Zúñiga
Lisa: Sí pues… dame chance tú.
Lupita: Ya te había dicho. Aquí hay mucha piel manchada.
Aquí hay mucha piel machacada por la vida. Aquí hay mucha
mancha. Pero no te asustes, m’ija. Un poco más de trabajo nomás.
Lisa: Sí pues.
Lupita: Empezamos por la depilación completa. Luego fuimos
a las piernas abajo, las piernas arriba, la entrepierna, el pubis, el
ombligo y las axilas. Estómago y espalda, masaje en cara para
quitar rictus de cadáver y deshacernos de piel reseca. Para la
cara ella recibe lo que merece. Tratamiento completo. Facial
hidratante es muy fundamental antes de maquillaje. “Maniquiur,
pediquiur” y, por supuesto, esmalte de uñas en pies y manos.
Si es preciso ponemos uñas postizas. Peinado y maquillaje al
último. Eso incluye un probable tinte de pelo, un tono discreto y
natural para que no se vea rara. Si se requiere y las condiciones
del pelo dejan, se intenta un corte. De buen gusto, ya sabes,
corazón, que el gusto no se trae, se cultiva. ¿Y?
Lisa: ¿Y?
Lupita: ¿Cómo fue?
Lisa: Una carnicería humana. No volvieron a mirar la luz,
no supieron nunca más de sus sombras. La muerte les llegó
como le había llegado a La Sirena.
Lupita: ¿La Sirena?
Lisa: La Sirena de luz y sombra, así le decían a esta puta.
Lupita: ¡Ay!, ¿te corté corazón? Perdón, pero es que tienen
que estar al ras.
La mujer desnuda se levanta. Se enreda en una toalla y sale. Las
dos estilistas se miran una a la otra y bajan la mirada.
Lupita: ¿Sabes?
Lisa: ¿Qué?
Lupita: Tengo ganas de comprarme un vestido con más color
que este gris que traigo.
Rompe-cabeza 42 Antonio Zúñiga
Lisa: Yo tengo ganas de una nieve de zapote negro. ¿Sabes?
Lupita: Dime.
Lisa: Tengo ganas de gritar.
Lupita: Grita. Grita hasta que te desgarres la garganta. Grita
mientras yo me pinto las uñas.
Lisa abre la boca desmesuradamente, no sale ningún ruido. Una
de las cabezas con peluca cae de pronto.
Oscuro.