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Blackphone 2, un móvil propio de espías

Basado en Android, el teléfono promete ser el más seguro


en cuanto a privacidad de datos
El madrileño Javier Agüera es su 'chief scientist'
San Francisco 29 SEP 2015 - 00:15 CEST

Por fuera podría pasar por un Android de alta gama más. Sin embargo, al intentar
encenderlo todo cambia. Blackphone 2 apunta alto. Cuesta 799 euros y cuenta con una
peculiaridad importante: todas las comunicaciones están cifradas por defecto. Siempre.

Detrás de este móvil está Javier Agüera (Madrid, 1992), un joven que ya creó su propia
marca de móviles y fue destacado por el MIT como uno de los más destacados innovadores
menores de 35 años. Silent Circle, la empresa suiza que fabricó el primer Blackphone,
compró la suya. Ahora es el chief scientist, una mezcla entre jefe de laboratorios y
visionario que apunta hacia dónde va la industria del móvil. “Es un sector muy cambiante;
mi experiencia previa, buscando proveedores, diseñando, pensando desde cero, me ayuda
en esta nueva labor”, explica.

Blackphone 2 cuenta con un sistema operativo basado en Android. Estéticamente es sobrio,


tanto el software como el hardware, con pantalla especialmente reforzada, cámara de 13
megapíxeles y procesador de última generación de Qualcomm. La cámara frontal es de
cinco megapíxeles. La memoria, de 32 gigas, se puede ampliar mediante la ranura para
tarjetas MicroSD. La pantalla, de 5,5 pulgadas, invita a tomar el móvil con dos manos. La
batería aguanta casi dos días con una sola carga. El sonido de los altavoces sorprende; no es
algo que se espere de un móvil cuyo reclamo es ser sólido y seguro. Después de meses de
rumores, Blackphone 2 sale hoy a la venta a través de la página web del fabricante suizo.

Hace 18 meses lanzaron la primera versión. “Fue el primero hecho, desde cero, con la
seguridad en mente. Cada línea de código está revisada para que la compatibilidad sea
total”, subraya Agüera.

Mike Janke, cofundador de Silent Circle y presidente, explica cómo han tenido que adaptar
el uso de algunas aplicaciones a los requisitos de privacidad del aparato: “En los demás
móviles, Facebook sabe si duermes o no”. Como navegador usan una versión propia,
creado a partir de Tor, una alternativa segura a Firefox muy popular en los ordenadores.

Según Janke, lo más complicado y a la vez diferencial en Blackphone 2 es que usan las
aplicaciones de Google, pero sin compartir datos personales del usuario: “Hemos llegado a
un acuerdo que consiste en usar sus aplicaciones de uso profesional sin que se tomen los
datos. Así, tenemos Android for work con máxima privacidad”. Este hecho hace que la
sensación sea la de tener en las manos un móvil de consumo sin que Google sepa desde
dónde es la conexión, quién la hace y sin que pueda poner anuncios.

El hecho de que las comunicaciones estén protegidas, su mayor valor, hace que se pierda
cierta fluidez en el uso. Antes de, por ejemplo, adjuntar una fotografía, lo consulta.
También si se quiere enviar a Facebook o Twitter. Si se quiere pedir un Uber, hay que dar
permiso para compartir la localización en cada ocasión. La misma situación se da con
Google Maps. La lista de llamadas, tanto enviadas como recibidas, no se puede consultar
sin clave.

Los clientes de Silent Circle, cuyos nombres no desvelan, son gobiernos, ejércitos y 47
empresas de la lista Forbes. “Estos contratos incluyen cláusulas para mantener a salvo la
privacidad”, justifica el español.

Otra peculiaridad es la inclusión de un sensor para evitar el robo de datos. “Cada vez es
más común, sobre todo en algunas fronteras de Asia y América Latina, que las autoridades
tomen el móvil y lo conecten al ordenador. En ese caso, el Blackphone tiene un sensor,
físico, que hace que se bloquee y no se pueda acceder a la memoria”, explica. En México
han cerrado un acuerdo de comercialización a través de América Móvil, la operadora de
Carlos Slim. Las conexiones wifi, tanto públicas como privadas, se encuentran entre los
puntos débiles de todo tipo de dispositivos. “Lo hemos resuelto añadiendo una VPN (red
privada virtual) en cada conexión”.

El precio pone este terminal al mismo nivel que los modelos de Apple, Samsung y Sony de
alta gama. Agüera no cree que sea caro: “Hemos hecho un gran esfuerzo para poder llevarlo
al mercado de consumo. Otras soluciones centradas en seguridad oscilan entre 2.000 y
3.000 euros. Estamos en un segmento caro porque son profesionales con sueldos altos,
expertos en seguridad. También nuestro ciclo de desarrollo es algo más largo. No podemos
pensar en sacar más de un terminal al año. Todo tiene que estar mucho más probado y
asentado”. Son conscientes de la nueva ola asiática, con Oppo y Xiaomi al frente, precio
ajustado, alta tecnología, pero saben que no podrían competir. La firma tiene, además, un
programa de recompensas para pagar a aquellos que detecten errores. Una práctica que
Facebook lleva años promoviendo en su red social. Silent Circle, con sede en Ginebra,
cuenta con 30 trabajadores, cifra que espera duplicar en el próximo año.

La creciente tendencia ‘trae tu propio aparato’ (BYOD, son las siglas en inglés) ha hecho
que se renueven mucho más los terminales profesionales. Al mismo tiempo, ha traído
amenazas de seguridad constantes. “Se pierde por completo el control sobre la flota de
móviles de una compañía”, expone Janke. Para minimizar este problema, el Blackphone no
solo puede borrarse de manera remota a través de su web, sino que también cuenta con tres
espacios distintos, como si fueran escritorios de diferentes aparatos con aplicaciones y
archivos diferenciados. “Resulta muy útil si se va a viajar a algún país poco fiable”, matiza
Janke.

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