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La Música en las Misiones Jesuitas

Las Misiones Jesuitas en Sudamérica después de 1767


A raíz de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles de América en 1767, las misiones
del Paraguay fueron destruidas y las
misiones de Chiquitos y Moxos en Bolivia
fueron prácticamente abandonadas. Sin
embargo, después de casi 250 años, las
Misiones Jesuitas den Bolivia aún se
mantienen pie. Fueron restauradas entre
1972 y 1998 por el hermano jesuita y
arquitecto suizo Hans Roth.

San José, Santa Ana, San Rafael, San


Miguel, San Ignacio, La Concepción y San
Javier, son siete de las diez poblaciones
Chiquitanas que hasta hoy han podido
preservar las construcciones misioneras. En 1991, las Misiones Jesuitas de Bolivia fueron
declaradas como “Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO.

La Música Perdida de las Misiones Jesuitas en Sudamérica


Por más de 200 años, desde 1767 hasta 1972 no se tenía ninguna información sobre la música
compuesta por los misioneros para ser usada en la evangelización de los pueblos indígenas de
Sudamérica. Sin embargo, milagrosamente durante unos trabajos de restauración de las
Reducciones Jesuíticas en Bolivia, en el año 1972, se descubrieron más de cinco mil quinientas
páginas de partituras de música barroca en las localidades de Santa Ana y San Rafael. Hoy todas
están guardadas en Concepción. Alrededor de cuatro mil proceden de San Rafael y mil quinientas
de Santa Ana.

Este hallazgo causó una conmoción en la historiografía musical de Bolivia, Paraguay y Argentina.
No sorprende esta cantidad de obras ya que la música se tocaba todos los días en cada una de las
iglesias hubo entre 30 y 40 profesionales músicos. Las partituras en cuestión, dan testimonio de la
rica cultura musical que los religiosos habían desarrollado, junto con los indígenas durante el
proceso de evangelización del nuevo continente.

Es importante destacar que entre los manuscritos hallados se encuentran composiciones de


músicos indígenas, ya que éstos también aprendieron las técnicas de composición musical. Se
trata de uno de los archivos más importantes de música barroca a escala mundial, tanto que ha
dado lugar a la creación de un festival bienal de música barroca en la provincia de Chiquitos en
Bolivia.
Las Reducciones
Las Reducciones eran el centro de la vida comunal. Guiados por los eclesiásticos, los indígenas
aprendieron no sólo las diversas
técnicas artesanales, sino también la
construcción de instrumentos
musicales de todo tipo, con una
sorprendente perfección: órganos,
arpas, laúdes, violas, arpas, flautas,
etc.

De hecho, la música jugaba un papel


preponderante en la educación y la
evangelización de los pueblos
indígenas de Sudamérica. Entre ellos
los guaraníes, sorprendían a sus
maestros por su aptitud musical.

El padre Charlevoix escribe en su “Histoire du Paraguay” (1756) que “casi se podría decir que son
cantores por naturaleza, como los pájaros” y el jesuita alemán Padre Sepp relata: “son por
naturaleza como hechos para la música; aprenden a tocar con sorprendente facilidad y destreza
toda clase de instrumentos, y eso en muy poco tiempo”.

En las reducciones los indigénas eran súbditos libres de la corona. Ellas estaban vedadas a los
colonos y funcionarios españoles, medida necesaria para evitar los abusos de los que eran objeto
los indígenas.

Los Jesuitas protegían a los indios del trabajo forzado y la esclavitud, sobre todo la de los
“bandeirantes” portugueses una de cuyas ocupaciones gananciales era la caza de esclavos.

El polifacético sacerdote, músico y arquitecto Martin Schmid se dedicó junto con sus alumnos
indígenas a la construcción de instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y
contrabajos con finas maderas de la zona.

Los Maestros de las Misiones


Los maestros más importantes de la música y el arte en las misiones de Sudamérica fueron los
siguientes:

Juan Vaisseau (1584 – 1617)


Jesuita belga, cultivó la polifonía vocal sacra de los siglos XV y XVI y se dedicó a estudiar música
para utilizarla en la conversión de los indios americanos.

Luis Berger (1587 – 1639)


Jesuita francés, fue pintor, platero, músico, danzante y fabricante de instrumentos musicales,
trabajó en las misiones de Paragual y Chile.
Pedro Comental (1595 – 1665)
Jesuita italiano. Músico y matemático, en 1620 fue destinado a las misiones guaraníes, donde
estuvo hasta su muerte. Gracias a su primer empeño la reducción de San Ignacio alcanzó la gloria
de ser el primer centro musical que hubo en estas regiones de América.

Antonio Sepp (1655 – 1733)


Jesuita Alemán. Desde su niñez había sido instruido en la música, y por su preciosa voz había sido
escogido para integrar el coro de cantores de la Corte Imperial, en la cual alcanzó celebridad.

Era todo un artista y sabía tocar varios instrumentos, flauta, corneta, piano, clarín, tromba marina
o sacabuche, la viola y la tiorba y también era compositor.

Juan José Mesner (1703 – 1769)


Jesuita Austriaco. Estudió letras, canto y música. Realizó importantes transcripciones de piezas
musicales europeas. Además, colaboró con el padre Schmid en la organización de coros y en la
composición musical. La obra de este jeuita permaneció viva durante un largo periodo de tiempo
en muchas reducciones, donde los indios todavía sabían componer y cantar la música que él les
había enseñado.

Doménico Zípoli (1688 – 1726)


Músico italialano. Motivado por la vocación sacerdotal, ingresó a la Compañía de Jesus, a
mediados de 1716. En 1717 se estableció en el Convento de los Jesuitas de Córdoba, y compuso
músicaque luego se enviaba por medio de emisarios, a los 30 pueblos que formaban parte de las
Reducciones. En los breves ocho años y cinco meses de actividad en las misiones, Zipoli compuso
una enorme cantidad de música que hasta hace poco era desconocida.

Martín Schmid (1694 – 1772)


Uno de los misioneros más importantes en chiquitos, el arquitecto y músico jesuita suizo, trabajó
36 años en chiquitos, en lospueblos que más necesitaban su destreza como músico, arquitecto y
artesano. Schmid introdujo la música polifónica barrroca en chiquitos, arreglando y componiendo
piezas de música, enseñándolas a los indígenas y construyendo órganos y muchos otros
instrumentos musicales.

La Ópera Ignacio de Loyola


Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la ópera de San Ignacio se
encontraron dos copias: una en los archivos de Chiquitos (Santa Cruz, Bolivia), y otra en la Misión
de San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue restaurada y transcrita por el
musicólogo Bernardo Illari. Compuesta entre 1717 y 1726, la creación de la música se atribuye al
jesuita toscano Domenico Zipoli, conjuntamente con el también jesuita suizo Martin Schmid. Con
texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto pedagógicamente eficaz. Los personajes
principales son San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a pesar de su
dudosa seducción, no consigue desviar a los dos santos de su sagrado deber, la evangelización.
El drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las obras escénicas que se
ejecutaban en las misiones, fue muy popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un
aporte único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia. Las óperas se
representaban en los momentos más significativos del año litúrgico o en ocasión de
acontecimientos de importancia política. Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la
plaza mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real. Los actores eran los
aborígenes mismos y a menudo, se insertaban elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y
coloristas adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona con arcos de flores y
plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros de gran colorido y animales salvajes.

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