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RECOGIMIENTO Padre, te hará más hermano de tus herma-


nos los hombres” (C, 283). El recogimiento
San Josemaría entiende el recogimien- del que habla habitualmente el fundador
to en continuidad con la gran tradición del Opus Dei mantiene su característica
cristiana y, quizás más específicamente, de interioridad (cfr. C, 184, 319; F, 1023)
con la espiritualidad clásica española del de impronta agustiniana y teresiana (cfr.
siglo XVI. Ésta considera que el recogi- CECH, pp. 302-303). Es condición indis-
miento posee un doble aspecto: negativo, pensable para tener vida interior y poder
como medio ascético para luchar contra hablar con Dios en la oración. Necesita del
las distracciones y controlar los sentidos, silencio (cfr. C, 281), facilita la guarda de
exteriores e interiores; y positivo, como los sentidos (cfr. C, 368) y la lucha contra
integración del hombre en sí mismo y en las distracciones y las tentaciones exterio-
Dios (cfr. López Santidrián, 1988, pp. 257- res: “¿Para qué has de mirar, si «tu mundo»
258). Una constante es que el primero de lo llevas dentro de ti?” (C, 184).
estos aspectos está ordenado al segundo: La tradición de la literatura espiritual
el recogimiento cristiano está orientado ha- clásica tiende a considerar el recogimiento
cia una experiencia de encuentro personal como una actitud sólo “teóricamente” para
con Dios, de la que es condición o incluso todos (cfr. López Santidrián, 1988, p. 262).
anticipación; es la experiencia de una au- Hay autores, como el de Imitatio Christi,
téntica vida del espíritu por encima de las que hablan casi siempre del recogimiento
realidades materiales y, en última instancia, con una cierta nota de resignación, ya que
la de una aproximación o encuentro de la consideran que un recogimiento constante
divinidad (cfr. Sieben, 1988, p. 255). sería imposible (cfr. Sieben, 1988, p. 254).
En Camino, las dos dimensiones se- San Josemaría, en el contexto de su pro-
ñaladas se entrelazan, apuntando a la más clamación de la llamada a la santidad en la
alta meta: “Distraerte. –¡Necesitas distraer- vida ordinaria, se refiere a un recogimiento
te!..., abriendo mucho tus ojos para que habitual, compatible con las actividades
entren bien las imágenes de las cosas, o de un cristiano que vive en medio del mun-
cerrándolos casi, por exigencias de tu mio- do. “Nunca compartiré la opinión –aunque
pía... ¡Ciérralos del todo!: ten vida interior, la respeto– de los que separan la oración
y verás, con color y relieve insospechados, de la vida activa, como si fueran incom-
las maravillas de un mundo mejor, de un patibles. Los hijos de Dios hemos de ser
mundo nuevo: y tratarás a Dios..., y cono- contemplativos: personas que, en medio
cerás tu miseria..., y te endiosarás... con del fragor de la muchedumbre, sabemos
un endiosamiento que, al acercarte a tu encontrar el silencio del alma en coloquio

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RECOGIMIENTO

permanente con el Señor: y mirarle como mundo” (CECH, p. 488). De este modo, la
se mira a un Padre, como se mira a un Ami- vida interior se va haciendo coextensiva
go, al que se quiere con locura” (F, 738). Ve con la vida ordinaria del cristiano. A través
el recogimiento como una actitud básica, de la perseverancia en el plan de vida, el
no reservada para determinados momen- recogimiento llega a ser una situación es-
tos o períodos de la existencia. Se puede table: una señal de madurez cristiana (cfr.
estar recogido interiormente –metido en S, 553; F, 405; ECP, 101), que lleva a estar
Dios– aun dentro de la actividad exterior en sencilla y sincera presencia de Dios.
más exigente, porque “la verdadera ora- La necesidad del esfuerzo y de “ma-
ción, la que absorbe a todo el individuo, no terializar” la vida interior para adquirir ese
la favorece tanto la soledad del desierto, recogimiento no ocultan la fuente más
como el recogimiento interior” (S, 460). Es profunda de donde brota. Algunos autores
el recogimiento necesario para entregarse sostienen que el eclipse de la doctrina del
a Dios en el mundo (cfr. C, 946). recogimiento que se advierte en amplios
Evidentemente, llegar a ser contem- sectores de la espiritualidad contemporá-
plativos en medio del mundo supone la nea es debido al empobrecimiento y a la
gracia de Dios, un deseo sincero de vivir esclerosis de su práctica dentro de una as-
cara a Dios, del que brotan jaculatorias, cesis voluntarista (cfr. Sieben, 1988, p. 247).
actos de amor y otras manifestaciones Sea de ello lo que fuere, la realidad es que
espirituales, con perseverancia, jornada la enseñanza de san Josemaría se nutre
tras jornada. San Josemaría quiere hacer de fuentes bíblicas profundas y vivas: de
la presencia constante de Dios accesible la contemplación de Cristo hombre, en
a todos, pero es consciente de que ha de “encendido recogimiento” (AD, 240), y de
haber un progreso espiritual en la vida de su madre Santa María, “recogida en ora-
cada uno. De ahí la necesidad de sujetarse ción” (SR, Primer Misterio Gozoso). En úl-
a un plan de vida que ayude a avanzar en el timo término, es su propia experiencia de
camino superando las dificultades: medi- recogimiento, fruto de una oración honda-
tación, oración vocal, jaculatorias, etc. (cfr. mente vivida y notoria para todos los que
C, 375). Mediante el cumplimiento amoro- lo conocían (cfr. AVP, I, pp. 313, 405; AVP
so de esas prácticas de piedad se irá de- II, pp. 197, 555, 616; AVP, III, pp. 465, 497),
sarrollando la capacidad de recogimiento la que transmite hecha vida (cfr. CECH,
interior: “procura lograr diariamente unos p. 466). Consciente de la centralidad que
minutos de esa bendita soledad que tan- tienen para todo cristiano el seguimiento y
ta falta hace para tener en marcha la vida la amistad con el Verbo encarnado, es su
interior” (C, 304). Esa necesidad de unos deseo que todos puedan alcanzar ese re-
mínimos de “soledad”, de quietud, recor- cogimiento cristocéntrico: “Ruego al Señor
dada por la tradición clásica espiritual, es que nos decidamos a alimentar en nues-
también imprescindible para los hombres tras almas la única ambición noble, la única
y las mujeres que buscan la santificación, que merece la pena: ir junto a Jesucristo,
la unión con Dios a través de realidades como fueron su Madre Bendita y el San-
temporales. “El Autor –escribe Rodríguez to Patriarca, con ansia, con abnegación,
comentando Camino, 304– habla desde la sin descuidar nada. Participaremos en la
propia experiencia y desde la citada tra- dicha de la divina amistad –en un recogi-
dición: hay una mutua implicación entre miento interior, compatible con nuestros
estos cuatro conceptos: soledad, silencio, deberes profesionales y con los de ciuda-
recogimiento, oración. Y esto no es sólo dano–, y le agradeceremos la delicadeza y
cosa para monjes y almas retiradas, sino la claridad con que Él nos enseña a cumplir
algo necesario para hombres y mujeres la Voluntad del Padre Nuestro que habita
que buscan a Dios en medio del rumor del en los cielos” (AD, 300).

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RESPONSABILIDAD

Siguiendo a los protagonistas de la li- etimología hace referencia a la capacidad


teratura espiritual acerca del recogimiento de “casarse con la realidad” (lat. sponsa-
del siglo XVI, “el espíritu humano se halla les, sponsus), pues el esposo es el que se
mejor en lo que ama que allá donde ac- hace cargo de la esposa. En esa línea, res
túa (…); el recogimiento para amar es una sponsare (casarse con las cosas), significa
fuerza que transforma en aquello en lo que hacerse cargo de las cosas. Esta etimo-
uno se recoge” (López Santidrián, 1988, p. logía lleva a pensar en el amor, que es el
257). San Josemaría continúa esta tradi- motivo que une al esposo con la esposa.
ción del recogimiento transformante, pero En la vida cristiana, la responsabilidad
confiriéndole la fisonomía característica de implica, en última instancia, la comunica-
su doctrina sobre la santidad en lo ordina- ción definitiva con Dios, o en otras pala-
rio: que el espíritu humano ame allá donde bras, la bienaventuranza, a la que cada
actúa, recogiéndose en Dios mediante la uno debe llegar atrayendo consigo a los
acción. demás. Por eso, junto a la responsabilidad
de la llamada a la santidad personal, surge
Voces relacionadas: Contemplación; Contem- la responsabilidad de hacer apostolado.
plativos en medio del mundo; Oración; Presen-
cia de Dios; Vida interior.
1. Libertad y responsabilidad: conside­
ración general
Bibliografía: AVP, passim; CECH, passim; Sa-
turnino López Santidrián, “Recueillement II. Dans Para san Josemaría, “la libertad ad-
la spiritualité classique espagnole”, en DSp, XIII, quiere su auténtico sentido cuando se
1988, pp. 255-267; Hermann-Josef Sieben, “Re- ejercita en servicio de la verdad que res-
cueillement I. Genèse et premiers développe- cata, cuando se gasta en buscar el Amor
ments”, en DSp, XIII, 1988, pp. 247-255. infinito de Dios, que nos desata de todas
las servidumbres. ¡Cada día aumentan mis
Javier SÁNCHEZ CAÑIZARES
ansias de anunciar a grandes voces esta
insondable riqueza del cristiano: la libertad
de la gloria de los hijos de Dios!” (Rm 8,
RESPONSABILIDAD 21) (...). Me gustaría que meditaseis en un
punto fundamental, que nos enfrenta con
1. Libertad y responsabilidad: considera- la responsabilidad de nuestra conciencia.
ción general. 2. La responsabilidad ante la Nadie puede elegir por nosotros: he aquí
propia santidad y el apostolado. 3. La res- el grado supremo de dignidad en los hom-
ponsabilidad en las cuestiones temporales
bres: que por sí mismos, y no por otros, se
y profesionales.
dirijan hacia el bien (Santo Tomás de Aquino,
El término “responsabilidad” deriva Super Epistolas S. Pauli lectura. Ad Roma-
del latín responsabilitas, e indica la capa- nos, cap. II, lect. III, 217)” (AD, 27).
cidad de responder (lat. respondere), en De lo anterior se desprende que la res-
primera persona, a los deberes que nos ponsabilidad hacia el respeto y la promo-
competen o a la paternidad de nuestras ción de la dignidad de la persona humana
acciones. Otra posible etimología implica –tanto la propia como la ajena–, hacia el
la capacidad de cargar con el peso (lat. bien común y la formación de la concien-
pondus, ponderis) de las cosas o de los cia, puede ser evocada como cara de una
acontecimientos; la respuesta es una de- misma moneda, cuya otra cara sería la li-
cisión que compromete la personalidad, bertad. Una libertad que, si termina en sí
tanto de quien ha pedido consejo a un ex- misma, se reduce al libertinaje, definido
perto sobre cómo actuar, como de quien por san Josemaría como “una equivocada
lo da, ejercitando la prudencia. Una tercera interpretación de la libertad, una libertad

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