Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Búsqueda documentos
Números publicados
ARCHIVO
Consultado el
Introducción
La enfermería propuesta por San Juan de Dios es más que la prestación de cuidados
físicos, pues incluye la prestación de cuidados integrales, es decir cuidados físicos,
mentales, psicológicos, éticos, religiosos y sociales.9 Asimismo la filosofía de enfermería
de San Juan de Dios contempla: los cuidados amplios, del cuerpo y del alma, la
asistencia espiritual constituida como una obligación del personal religioso de la orden de
San Juan de Dios, por medio del consuelo espiritual a los enfermos y la administración de
sacramentos de confesión y eucaristía, sobre todo a los enfermos más graves y con
riesgo inminente de muerte, con el objetivo de que obtuvieran la redención de sus culpas
la vida eterna y la paz. No bastaba el cuidado corporal, si no la atención integral al cuerpo
y al alma.
En esa perspectiva, cabe resaltar que el desarrollo histórico es reflejo de la
construcción y progreso de la conciencia humana, del conocimiento del hombre sobre si
mismo, incluidas las enfermedades y la cultura de los cuidados. 5 El término cultura
designa la sumatoria de las instituciones que diferencian nuestra vida de la de nuestros
antecesores animales y que sirven para dos fines: proteger al hombre contra la
naturaleza y reglamentar las relaciones de los hombres entre si.10
A fin de atender al objetivo previamente delimitado en este trabajo, volvemos a la
cultura de los cuidados, a partir del paradigma teórico y práctico de la enfermería de San
Juan de Dios. Asimismo podemos llamar "ciencia de la enfermería", desde el primer
momento que tenemos libros escritos sobre el arte de los cuidados. Entonces, el primer
libro que tenemos publicado con datos bien seguros es de Andrés Fernández, 1625, cuyo
titulo es "Instrucción de enfermeros, para aplicar los remedios a todo género de
enfermedades, y acudir a muchos accidentes que sobrevienen en ausencia de los
médicos".11
El manual de enfermería de Fernández (1625) es un libro muy importante en la
historiografía de la enfermería, resalta la relevancia de los cuidaos practicados en el siglo
XVI en España, sobre todo en los hospitales en los cuales los religiosos eran las
personas responsables directas de la asistenta a los enfermos. Esta obra es un punto de
referencia y un marco de influencia para la cultura de los cuidados y para la ciencia de
enfermería. Además está fundamentada en técnicas, métodos y recursos de enfermería
para asistir a los enfermos en los hospitales.
El término "Facultad" implicaba conferir a la enfermería una cierta autonomía y una
actividad independiente de la práctica médica. Una "Facultad" importante estaba en
Granada, en las primeras décadas del siglo XVII. En ese contexto, surge el libro
"Compendio de los tratados de flebotomía, capítulo singular, y cartapacio de cirugía para
practicantes",12 en 1674, de autoría del religioso Fray Francisco de la Cruz y que fue
publicado con el fin de formar enfermeros y practicantes del Hospital de San Juan de
Dios en Filipinas. En ese libro el autor utilizó un estilo propio de la época, conocido como
estilo catequético, basado en preguntas y respuestas y que tenía como objetivo dinamizar
el aprendizaje involucrando al estudiante, para hacerlo reflexivo sobre la asistencia
enfermera.
A mediados del siglo XVII, fue publicado el libro titulado "Breve compendio de cirugía
para practicantes",13 de Fray Matías de Quintanilla, en 1683, que también fue religioso de
la orden de San Juan de Dios y aplicaba el mencionado estilo catequético, que se tornó
una marca de la "Facultad de Granada", que se implantó en donde estaba el primer
hospital de San Juan de Dios y que después se expandió para el Hospital General de
Misericordia de Madrid, el segundo en el cual los religiosos de esa orden asumieron las
actividades asistenciales en España.
Así, en Granada en el siglo XVI bajo la influencia de San Juan de Ávila, fue construido
el Hospital de San Juan de Dios imitando un poco el Hospital General de Granada que
había sido fundado por los Reyes Católicos y el emperador Carlos V. Cabe resaltar que
San Juan de Ávila fue el consejero que apoyó la ideas de San Juan de Dios,
incentivándolo a dedicar su vida al servicio de los pobres y más necesitados. Además, el
ideal de San Juan de Dios consistía en el servicio al prójimo pero fue también un gran
constructor de hospitales y reformador de las prácticas asistenciales de su tiempo, en
especial en lo que se refiere a los métodos deshumanizados y agresivos (cuando no
meramente crueles) aplicados a los enfermos mentales. San Juan de Dios en apenas tres
años fundó tres hospitales en el siglo XVI en España.
Este siglo es considerado como un periodo de oro por varios autores desde el punto de
vista cultural, debido al surgimiento de grandes filósofos como Luis Vives y otros que
contribuyeron con el Concilio de Trento. Se trata, pues, de un siglo de oro,
metafóricamente.5,6,14
En el siglo XVIII, se produjo un hundimiento de la sanidad española, porque fueron
desapareciendo grandes hospitales y permaneciendo los pequeños debido al costo de
manutención. Por otro lado, los hospitales de San Juan de Dios fueron mantenidos en
este periodo porque eran pequeños y atendían a una población también pequeña y que
se mantenían bajo una economía rigurosa, con el control económico y sobre todo con el
apoyo de limosnas.15
Desde la fundación del primer hospital de San Juan de Dios, el propio fundador pedía
ayuda a las personas adineradas de la sociedad, incentivando a sus seguidores a hacer
lo mismo al fin de atender las necesidades de atención caritativa de los pobres.
Asimismo, los hermanos de la orden salían a las calles y casas para solicitar apoyo de
toda índole, desde ropas, aceite, leña, carbón o servicios que pudiesen ser ofrecidos a
los pobres en los hospitales y en las casas de atención. Los religiosos continuaron el
ideal de su fundador con el mismo espíritu de abnegación, tenían el reglamento de los
hospitales que dirigían, los cuales comprendían las funciones de gestión y asistencia de
enfermería a los enfermos.16
No podemos olvidar que las cuestiones políticas estaban influidas por el desarrollo
económico de la sociedad y viceversa. Desde otro ángulo, propiedades y bienes de los
institutos religiosos estaban bajo ese contexto del siglo XVIII en España. Asimismo las
desamortizaciones (que comenzaron con Carlos IV y su ministro Godoy en 1798) tuvieron
una serie de implicaciones sobre la gestión de los hospitales y atención a los enfermos.
Debido a esas desamortizaciones muchos bienes de la iglesia fueron expropiados por el
Estado, incluyendo conventos, monasterios y otras propiedades, lo que contribuyó a una
degradación de la atención sanitaria en muchos hospitales españoles, en general y
también los conducidos por los religiosos.
San Juan de Dios fue un hombre del Renacimiento español, pero muy poco cultivado
en las ciencias profanas, como se acostumbraba decir en su época. También era poco
versado en las ciencias divinas, en la Teología. En su condición de enfermero no tenía
preparación adecuada, pero tenía inteligencia y conciencia de la realidad que lo rodeaba,
sobre todo tenía la determinación de hacer algo para mejorar la atención dispensada a
los pobres. Después de su experiencia como enfermo, decía: "¡oh, traidores, enemigos
de la virtud! Por qué tratáis tan mal y con tanta crueldad a estos pobres miserables y
hermanos míos, que están en esa casa de Dios en mi compañía? No sería mejor que se
compadecieran de ellos y de sus trabajos y los limpiasen y dieran de comer con más
caridad y amor que como lo hacéis, pues los Reyes Católicos han dejaron para ellos
(enfermos) la renta necesaria para atenderlos...".17
El primer biógrafo de San Juan de Dios hablaba sobre su locura voluntaria diciendo:
"Pasados algunos años que Juan de Dios estuvo en el hospital padeciendo de esos
tratamientos y otros más para disimular y poner en práctica su plan de servir a sus pobres
y enfermos y pasando el tiempo necesario, comenzó a mostrarse quieto y sosegado...". 18
Para implementar su modelo asistencial, San Juan de Dios, tras su experiencia
habiendo pasado por loco, fue al Monasterio-Hospital de Guadalupe, provincia de
Cáceres, en España, siendo enviado por San Juan de Ávila a trabajar en ese hospital en
el año de 1539. En el archivo del Monasterio-Hospital de Guadalupe había un "Cuaderno
de Mayordomía", el cual podría ser considerado como los principios filosóficos de ese
hospital. Tal documento determinaba la ordenación del hospital bien regido, que consistía
en tres pilares: "buena mesa" (alimentación y cama limpia); "buen físico" (médicos que
conociesen a sus pacientes), y "buen ministro" (enfermeros y servidores caritativos). El
referido hospital disponía de una clasificación de los enfermos en cuatro categorías:
"heridos; calenturas; enfermedades de mayor peligro y sífilis, enfermos de las bubas,
tumores luéticos.6 Después de su convivencia y aprendizaje en el Monasterio-Hospital de
Guadalupe, San Juan de Dios decía: "Jesucristo me conceda tiempo y me de la gracia
para que yo tenga un hospital para recoger a los enfermos desamparados y faltos de
juicio para servirlos como deseo...".10
De 1539 hasta 1550 (cuando murió), San Juan de Dios se dedicó de manera obstinada
a realizar hechos y escribir sus tesis y teorías sobre gestión y principios filosóficos-
asistenciales para los hospitales. La visión humanística del cuidado se desarrollo en las
siguientes actividades o funciones: gerenciales (mayordomía); clasificación de los
diagnósticos o patologías; actividades de enfermería, basada en la asistencia integral,
antropológica y ética. Las funciones generales competían al mayordomo o gerente del
hospital, el cual debía ocuparse del sostenimiento del mismo. Una manera muy propia de
la época de San Juan de Dios era solicitar ayuda a las personas adineradas para
mantener las obras asistenciales.19
Siguiendo las normas que aprendió en el Monasterio-Hospital de Guadalupe, San Juan
de Dios comenzó haciendo una clasificación de las patologías que se atendían en su
hospital. El mismo decía: "Siendo esta casa de carácter general se reciben en ella
enfermos y gentes de todas las clases, habiendo allí tullidos, mancos, leprosos, mudos,
locos, paralíticos, tiñosos y otros muy viejos y muchos niños". El propio San Juan de Dios
exhortaba a sus compañeros: "Tengamos caridad con nuestros prójimos y hermanos,
haciendo para ellos lo que queremos para nosotros".15
San Juan de Dios es considerado un gestor sanitario comprometido con el humanismo,
pues fue hijo del renacimiento español y sintió una necesidad de implementar una
filosofía humanística, antropológica y ética a la asistencia de enfermería que fuese
coherente con el individuo y la colectividad.
Por lo tanto sus principios filosóficos están
basados en inquietudes y aspiraciones
personales, sociales y trascendentales.17
La estructura moral y la realidad ética de
la acción juandediana se fundamentó en
tres niveles: el sociológico que centraba al
hombre en sus circunstancias y
necesidades; el jurídico que consistía en
modificar las normas inhumanas y crueles
aplicadas a los enfermos mentales; el
trascendente que asumió el concepto de la
antropología moral o sea un ser humano
integral con una oferta de cuidados bio-
psico-socio-espiritual, considerando la
multiplicidad de factores cultural. De esa
manera la antropología juandediana se
revelaba en la defensa de los valores
humanos. Por esa razón, el hospital de San
Juan de Dios era "casa general para los
enfermos y gentes de todas las clases".
Además, en una cierta ocasión dijo: "Los
socorrí como pude, pero no como hubiese
querido".15
La filosofía humanística o antropológica de San Juan de Dios se puede llamar de
hospitalidad pues este término significaba "alteridad" o humanización de las relaciones
personales (de los profesionales y también de los enfermos, de la colectividad social), es
decir la preocupación hacia el otro. La hospitalidad significaba acogida, apoyo físico,
moral, psíquico y social, valorando las múltiples facetas de las necesidades humanas.
Esta concepción humanística de la asistencia antropológica de la enfermería fue
compartida por otros autores religiosos o no, en el siglo XIX.11,20,21
La responsabilidad de la enfermería consiste en prestar una asistencia-hospitalidad,
ocupándose de ofrecer servicios y atención a los enfermos, recogiéndolos y llevándolos a
la dignidad, por medio de la prestación de cuidados, conocimientos y terapias adecuadas
que logren reintegrarlos sanos al camino de la vida. Anteriormente la hospitalidad
consistió en dar sepultura a los muertos y acogida a los heridos, como se hacía
antiguamente.22
Conclusiones
La enfermería es interpretada como "gente que cuida de gente" y por lo tanto la cultura
de los cuidados en el enfoque religioso en la asistencia a los enfermos fue concebida y
continúa siendo una fuente de enseñanza, sobre todo para el rescate de la formación
humanística de la enfermera.
La cultura religiosa referente a los cuidados representa una contribución inestimable
por su aporte al cuidado centrado en la persona, bajo la perspectiva de la caridad. Esa
idea se refleja en los manuales, compendios y tratados de enfermería, desde el siglo XVI
en España. Así el libro "El arte de enfermería" (producido en el siglo XIX) es un ejemplo
de la asistencia integral de enfermería considerando la múltiples dimensiones del
enfermo. Esa obra se destinaba a los novicios de la orden de San Juan de Dios con el
objetivo de prepararlos para el cuidado cristiano de la caridad y del amor al prójimo. Los
contenidos de ese libro representan una contribución para la conducta ética y la práctica
asistencial, guiándola por principios y reglas claras de cómo deberían ser atendidos los
enfermos en el cuerpo y el espíritu.
Así, la medicalización es un neologismo creado para caracterizar la tendencia que va a
cambiar la institución hospitalaria transformándola en un hogar en donde las actividades
clínicas eran dirigidas por los médicos.23
La cultura religiosa de los cuidados fue un modelo influyente en la cultura de cuidados,
basada en los principios cristianos de la caridad y altruismo tanto en la gestión de la
asistencia y la práctica de enfermería a lo largo de la Edad Media, pautando conductas,
imponiendo normas y reglamentos tanto a las instituciones como a los cuidadores.
Bibliografía