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A lo largo de la historia, en la sociedad se han marcado parámetros y comportamientos

concebidos como normales y otros como anormales, a estos últimos se les ha atribuido

diferentes explicaciones desde diferentes perspectivas como: religiosas, místicas, espirituales,

médicas y psicológicas. Siendo la explicación psicológica la causa que menor relevancia y

confiabilidad se le ha otorgado. Para poder llegar a un compendio y guiarse por un mismo

lenguaje, se tuvo que pasar por diferentes modelos explicativos teóricos.

En la actualidad se puede hablar de una definición de salud mental estandarizada y se

cuenta con un manual (DSM-V), el cual se actualiza periódicamente de acuerdo a la dinámica

de los individuos y las enfermedades, éste permite conocer los criterios para poder

diagnosticar a una persona con presunta enfermedad mental. Sin embargo, los criterios

mencionados anteriormente primordialmente son de conocimiento del área de la salud, no

obstante, para la comunidad en general la divulgación de dicha información no se realiza de

manera eficiente y eficaz contribuyendo al desconocimiento que a su vez lleva al prejuicio y

estigmatización de la enfermedad mental.

Un individuo que padece una enfermedad mental se encuentra expuesto a estos prejuicios

en los ámbitos sociales en que se desenvuelve, incluso en su núcleo familiar. El

desconocimiento sobre las enfermedades mentales expone a quien la padece a riesgos que

pueden ser irreparables a nivel físico, emocional y mental, ya que pueden recibir estímulos

que agraven su estado mental. Esto resalta la importancia de informar sobre la enfermedad

mental, que es, cuál es su gravedad y sus consecuencias; esto contribuirá al mejoramiento del

trato social y ético que recibe el individuo, mejorando así su calidad de vida.
Colombia, es un país que está en una etapa inicial de desarrollo en cuestión de la salud

mental y sus implicaciones. Razón por la cual apenas en el año 2013, se hace evidente la

necesidad de crear una ley que enmarque las directrices, funciones y responsabilidades,

además de especificar las instituciones que deben cumplir estos lineamientos. La necesidad de

crear dicha ley se originó a partir de un caso en particular donde la vida de una mujer estuvo

en riesgo a causa de una depresión aguda no diagnosticada, este caso tuvo relevancia ya que la

mujer en cuestión es hermana de una electa representante a la cámara de dicho año. Este caso

es el iceberg de la salud mental, puesto que anterior a este hay múltiples casos de

enfermedades mentales no diagnosticadas que siguen aún en desconocimiento, generando

malestar a quienes la padecen al no contar con un diagnostico ni un tratamiento oportuno que

contrarreste los efectos de su padecimiento. Lo anterior dio como resultado la creación de la

ley 1616 de Salud Mental y tiene como objeto:

(…) Garantizar el ejercicio pleno del Derecho a la Salud Mental a la población colombiana,

priorizando a los niños, las niñas y adolescentes, mediante la promoción de la salud y la

prevención del trastorno mental, la Atención Integral e Integrada en Salud Mental en el

ámbito del Sistema General de Seguridad Social en Salud, de conformidad con lo preceptuado

en el artículo 49 de la Constitución y con fundamento en el enfoque promocional de Calidad

de vida y la estrategia y principios de la Atención Primaria en Salud. (Ley No. 1616, 2013)

Con lo anterior, se hace énfasis en la salud mental como un derecho de los colombianos y por

ello, el deber de las instituciones involucradas en la salud mental tienen el deber de brindar

óptimos servicios para el cumplimiento de este, incluyendo fomentar la educación en temas de

salud y enfermedad mental en la comunidad en general; con ello se busca la diminución del
desconocimiento de estas enfermedades para así, terminar con los estigmas y mitos que existen

en torno a este tema. En consecuencia, esto conlleva al mejoramiento del trato que se les da a las

personas con estos padecimientos, la educación en el tema es una garantía para minimizar el

malestar social que afecta a estos individuos y con esto hacer posible un trato respetuoso y ético

para con ellos. La educación también sirve como herramienta de prevención y promoción de la

enfermedad mental, para así terminar con los casos que se encuentran en desconocimiento y

poder brindar ayuda eficiente a quien lo necesita.

Al hablar de enfermedad mental se debe tener en cuenta el concepto de Rehabilitación

psicosocial, puesto que, a través de ésta el individuo que presenta la enfermedad mental se podrá

adaptar y ajustar a su contexto social.

La psicología está vinculada con los temas de enfermedad mental, por ello en el pleno

ejercicio de la profesión, cada psicólogo en cuestión debe regirse por los principios éticos que

están contemplados en la ley 1090 de 2006, en la cual se dicta el Código Deontológico y

Bioético de Psicología. Siguiendo estos lineamientos, el profesional deberá contribuir al trato

ético del paciente, excluyendo los prejuicios y la discriminación; velando así, por el bienestar

mental del individuo.

La sola aplicación de los conocimientos y métodos de la psicología no es indicadora de una

atención integral de calidad, es necesario implementar el trato ético para los pacientes con

enfermedad mental. Entender que se debe actuar desde la Empatía, mas no desde la simpatía,

para así comprender las limitaciones que impone una enfermedad mental en el funcionamiento

óptimo del individuo, y de acuerdo a ello actuar desde la validez y confiabilidad de la disciplina

sin olvidar que se ésta tratando con personas, que ameritan un trato digno y ético. Como

profesionales y estudiantes de éste disciplina no podemos olvidar e invisibilizar su humanidad.

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