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LA CAMISA DEL HOMBRE FELIZ

León Tolstoi (adaptado)

• Texto corto con breves semblanzas biográficas

• Valores implicados:
AUTOCONTROL, AUSTERIDAD, SOBRIEDAD, TEMPLANZA,
CUIDADO DE LAS COSAS Y DEL ENTORNO

• EDAD: 10 años en adelante (5º de Primaria – ESO)

• ÁREA DE CONOCIMIENTO: Valores éticos, filosofía, tutoría…

• DURACIÓN / TEMPORALIZACIÓN: una hora

• MATERIALES Y RECURSOS NECESARIOS: Texto fotocopiado y cuestionario.


Hojas para responder a las preguntas.

• SINOPSIS: Célebre relato de León Tolstoi, que cuenta la historia de un


deprimido zar para quien alguien sugiere la forma de curar su mal: enfundarse
la camisa de un hombre feliz. Tras una búsqueda denodada, los enviados
descubren que el único hombre feliz que habían encontrado… no tenía camisa
debido a su pobreza.

• REFERENTE TEÓRICO: El control de las ganas, las desganas y de los


estados de ánimo, así como el dominio de la tendencia a satisfacer caprichos o
necesidades artificialmente creadas o suscitadas, son algunos de los rasgos de
una personalidad madura y de un carácter sólido. Ser dueño/a de uno/a
mismo/a, y en último término ser una persona libre, pasa entre otras cosas por
evitar la dependencia incontrolada, la codicia y el desmedido afán de consumo,
y también por el aprecio y cuidado de las cosas que se tienen.

• DESARROLLO: Tras la lectura del texto, y de unas cuantas preguntas


dirigidas a aclarar el significado del mismo, se plantearán una posible actividad
de investigación en grupo.
LA CAMISA DEL HOMBRE FELIZ
León Tolstoi (adaptado)

• Texto corto con breves semblanzas biográficas

• Valores implicados:
AUTOCONTROL, AUSTERIDAD, SOBRIEDAD, TEMPLANZA,
CUIDADO DE LAS COSAS Y DEL ENTRONO

• EDAD: 13 años en adelante (2º - 4º ESO)

• ÁREA DE CONOCIMIENTO: Valores éticos, Filosofía, Tutoría, Religión…

“En las lejanas tierras del norte, hace mucho tiempo, vivió un zar famoso
por la prosperidad de su reino pero que enfermó gravemente de tristeza y
melancolía. Se reunió junto a su lecho a los mejores médicos de todo el imperio,
que le aplicaron todos los remedios que conocían y otros nuevos que
inventaron sobre la marcha, pero lejos de mejorar, el estado del zar empeoraba
más y más. Le hicieron tomar baños calientes y fríos, ingirió jarabes de
eucalipto, menta y plantas extrañas traídas en caravanas de lejanos países.

Le aplicaron cremas y bálsamos con los ingredientes más insólitos, pero la


salud del zar no mejoraba. Tan desesperado estaba que prometió la mitad de
lo que poseía a quien fuera capaz de curarle.

El anuncio se propagó rápidamente, pues las riquezas del monarca eran


cuantiosas, y llegaron médicos, magos y curanderos de todas partes del mundo
para intentar devolver la salud al zar. Pero todos fracasaron en sus intentos.

Sin embargo fue un viejo poeta de la corte quien aseguró:

—Creo que conozco el remedio, la única medicina para vuestro mal, señor.
Sólo hay que buscar a un hombre feliz: vestir su camisa es la cura a vuestra
enfermedad.

La conmoción fue general y muchos protestaron por la ocurrencia. Pero


nadie tenía un remedio mejor, y así, a la vista del agravamiento sufrido por el
zar, partieron emisarios hacia todos los confines de la tierra.

Sin embargo, ocurrió que encontrar a un hombre feliz no resultaba tarea


fácil: aquel que tenía fama se quejaba de su falta de salud, quien tenía salud
echaba en falta el dinero, quien lo poseía, carecía de amor, y quien lo tenía se
quejaba de los hijos, del mal tiempo o de lo que fuera... Todos los entrevistados
coincidían en que algo les faltaba para ser totalmente felices aunque nunca se
ponían de acuerdo en aquello que les faltaba. Por satisfechos que debieran
sentirse, y no careciendo de nada que los demás envidiaran, se sentían
descontentos e infortunados.

Finalmente, una noche, un mensajero llegó al palacio. Habían encontrado


al hombre tan intensamente buscado. Se trataba de un humilde campesino que
vivía en la zona más árida del reino.

Los soldados del zar habían acertado a pasar casualmente junto a una
pequeña choza. A través de las ventanas sin cristales se veía a un hombre que,
tras un día de duro trabajo y rodeado por su numerosa familia, descansaba
sentado junto a la lumbre de la chimenea y exclamaba satisfecho:

—¡Qué bella es la vida, hijos! No puedo pedir nada más. ¡Qué feliz soy!

Al enterarse en palacio de que, por fin, habían encontrado un hombre feliz,


se extendió la alegría. En medio de una gran algarabía, comenzaron los
preparativos para celebrar la inminente recuperación del zar. El primer ministro
ordenó inmediatamente:

—Traed rápidamente la camisa de ese hombre. ¡Ofrecedle a cambio lo


que pida!

Grande era la impaciencia de la gente por ver volver a los emisarios con la
camisa que curaría a su rey, mas, cuando por fin llegaron, traían las manos
vacías:

—¿Dónde está la camisa del hombre feliz? ¡Es necesario que la vista el
zar!, vociferó el ministro.

—Señor -contestaron apenados los mensajeros-, el hombre feliz es tan


pobre... que no tiene camisa.”

* * *

Muchos han meditado sobre esta historia, llena de ironía y tan sorprendente.
Aunque quizás no lo sea tanto, porque la experiencia confirma que al corazón humano
no le satisface siempre la abundancia de cosas pues, como suele decirse, “todos
queremos más”, y no está claro dónde está el límite, y menos aún en una sociedad
altamente consumista como la nuestra.

Todos queremos y aspiramos a ser felices, ciertamente es como una


necesidad vital de todo ser humano. Pero parece que el cumplimiento de esta
aspiración no se encuentra en los estilos de vida o en los modelos sociales basados
en el mero bienestar material o el egoísmo, sino en la satisfacción de los deseos más
hondos del corazón, más allá de cualquier condicionamiento material o imposición
social: “Sé apreciar lo que tengo y no deseo demasiado lo que no tengo”. Ese es el
secreto del hombre feliz de esta historia, toda una actitud ante la vida.

Quizás el afán de poseer o la envidia han cegado a muchos hombres y mujeres,


impidiéndoles comprender que la verdadera felicidad posiblemente no consiste en
llegar a tener lo que se quiere, sino, más bien, en aprender a querer lo que se tiene.
En el fondo, una cosa parece clara: tiene más quien menos necesita.
ACTIVIDADES
1. Comprensión e interpretación del texto:
Este relato se basa en un cuento de un gran escritor ruso, León Tolstoi, que ha
alcanzado justa fama por su profunda enseñanza y por la ironía que desprende.

• El cuento narra que un viejo poeta de la corte aseguró conocer el remedio para
la enfermedad que aquejaba al zar: “Sólo hay que buscar a un hombre feliz:
vestir su camisa es la cura a vuestra enfermedad.” ¿Cuáles eran los síntomas
de la enfermedad del zar? ¿Sabrías explicar en qué consiste la melancolía?

• ¿Cómo llamarías tú a la enfermedad que padecía el monarca? Investiga sobre


el asunto y explica cuál podría ser el diagnóstico.

• En el cuento se habla de personas -empezando por el propio zar- que eran


envidiadas por mucha gente porque eran poseedoras de fama, riquezas, salud
u otros bienes, y sin embargo no se sentían satisfechos. ¿Por qué piensas que
se podían sentir descontentos y desventurados?

• ¿Por qué el último personaje era feliz cuando ni siquiera tenía camisa?

• ¿Qué piensas que el autor nos ha querido decir con ese cuento? ¿Qué querrá
decir que para ser felices es preciso vestir la camisa de un hombre feliz?

2. Trabajo de investigación por equipos:

• Formar equipos constituidos por tres alumnos/as, que vendrían a convertirse en


grupos de investigación que lleven a cabo un estudio/reportaje (escrito o
audiovisual), entrevistando a varias personas. Puede hacerse de acuerdo con varios
criterios; uno, por ejemplo, podría ser el de la edad:

Un niño o niña de 7 a 10 años


Un preadolescente, chico o chica, de 11 a 13 años
Un adolescente, chico o chica: de 14 a 16 años
Una persona joven: 17 a 35 años.
Una persona adulta (36 a 59 años)
Una persona mayor o anciana (60 en adelante)

• Se trataría de que estas personas contestaran un cuestionario, elaborado


previamente en clase entre todos bajo la dirección del profesor (ver un posible modelo
en el Anexo).

• Cada equipo aporta después y analiza las respuestas obtenidas y expondrá el


resultado en clase, bien de manera oral o bien mediante alguna presentación
audiovisual (power point, etc.), ofreciendo a todos sus conclusiones razonadas.

• Tras las exposiciones, el grupo de clase, bajo la guía del profesor o profesora,
procura sacar unas conclusiones generales.
ANEXO

UN POSIBLE CUESTIONARIO PARA EL TRABAJO DE


INVESTIGACIÓN POR EQUIPOS (sugerencias)

• ¿Crees (o cree Vd.) que es fácil encontrar la felicidad?

• ¿Que necesitaríamos para ser más felices? ¿Por qué cuesta tanto encontrar a
un hombre o a una mujer absolutamente feliz?

• ¿Quién crees (o cree Vd.) que podría ser la persona más feliz del mundo y por
qué? (rico, famoso, sabio, etc.) ¿Conoces (conoce Vd.) a alguien que podría
ser “la persona más feliz del mundo”? Explicar, en su caso, el por qué.

• Ordena (orden Vd.) diferentes valores para conseguir la felicidad según una
escala de valores (Puntuando de cero -mínimo- a diez -máximo-, por ejemplo):

Dinero Poder Fama Inteligencia


Justicia Belleza Salud Otros…

• Conclusiones del trabajo elaboradas por el equipo investigador (para una


posible puesta en común, reportaje, etc.)

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