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Antes de analizar la forma en el que las personas perciben e interpretan los síntomas de

enfermedad es necesario identificar en primicia el contexto en el que viven, la influencia de la

cultura y los hábitos que desarrollan pueden actuar como potenciadores de enfermedades así como

en la percepción de las mismas.

El Ecuador se enmarca en una nación con características interculturales y pluriculturales, donde

las creencias ancestrales forman parte de nuestra identidad, por ello, es normal que en el día a día

las personas utilicen métodos de la medicina ancestral para calmar sus dolencias, el amplio

espectro de medicinas alternativas abarcan un sin fin de tratamientos, que en el contexto actual,

pueden servir para el tratamiento de algunas enfermedades, pero a su vez, puede actuar como un

factor que demore la atención médica. Siendo la medicina ancestral una de las alternativas que por

lo general se utilizan como primera opción, en el contexto de las enfermedades actuales terminan

siendo insuficientes (Guzmán & Moreno, 2016). Ante esto se realizó una investigación en la

ciudad de Quito donde evidencian los factores del abandono de tratamientos con medicina

ancestral por el de atención médica. De una muestra de 100 personas que han utilizado medicina

ancestral previa a consulta externa, más de la mitad afirman que la medicina ancestral alguna vez

fue efectiva, siendo predominante el consumo de bebidas elaboradas con alguna planta por un

periodo de tiempo predominante de 30 a 58 días, es decir, hubo un retraso de atención médica en

un promedio de más de un mes, según los autores, factores como la influencia social,

conformismo, condescendencia y obediencia social actúan al momento de modificar el

comportamiento de salud. Si bien existe cierto abandono de la medicina ancestral este todavía

perdura, por lo tanto se puede estar evidenciando una fusión entre medicina ancestral y

contemporánea (Guzmán & Moreno, 2016).

Otra de las variables a considerar dentro de la percepción e interpretación de los síntomas de

enfermedad es los malos hábitos presentes en los individuos, que incluso pueden depender del

contexto de la cultura en la que viven, para el caso ecuatoriano según cifras del Instituto Nacional
de Estadísticas y Censos (INEC, 2012) vivimos en un país que está sumergido en el hábito de

consumo de alcohol, las familias ecuatorianas de ingresos bajos estarían destinando 545 mil

dólares mensuales al consumo de alcohol, mientras que las familias con ingresos superiores

estarían rondando los 2 millones de dólares (INEC, 2012), por ende, vivimos en una sociedad

donde el consumo de alcohol está normalizado al límite de ser considerado el segundo país de

América Latina con mayor consumo de alcohol, llegando a la ingesta de 9,4 litros de bebidas

alcohólicas por habitante al año (OMS, 2013). Con estas cifras es necesario preguntarse ¿Cuán

probable es que la población pueda interpretar a cabalidad los síntomas relacionados con

enfermedades ligadas al alcohol?, y no solo los problemas a nivel orgánico, también las

psicológicas, familiares, laborales, académicas, y demás. El consumo de alcohol es solo la punta

del iceberg, si se analiza el consumo de tabaco que también es un hábito normalizado en el

Ecuador, el 4,5% (431.509) de la población fuma diariamente, y de este porcentaje el 37% lleva

fumando más de 20 años, seguido del 25% con un rango de tiempo de 11 a 20 años, el 15,4% entre

los 6 y 10 años, el 20,7% entre 1 y 5 años seguido del 1,7% menos de un año, todos estos rangos

tienen un promedio de consumo de 5 cigarrillos al día (INEC, 2012). Todos estos datos se reflejan

en un conglomerado de enfermedades pulmonares, solo en el 2010 hubo 707 personas que

fallecieron por tumores malignos de la tráquea, bronquios y pulmones, sin mencionar el alto

número de personas que sufren enfermedades respiratorias producto del consumo de tabaco

(INEC, 2012). Con lo anterior mencionado, el consumo de sustancias no es la única fuente de

problemas de salud, la ausencia de una buena alimentación y actividad física son determinantes al

momento de padecer una enfermedad, según la OMS (2017) la obesidad es considerada una

epidemia a nivel mundial, en 2016 existían 1900 millones de adultos con sobrepeso así como 650

millones con obesidad, 41 millones de niños menores de 5 años tenían sobrepeso, enfermedades

como la diabetes, cardiopatía isquémica y cáncer estarían asociados a estos factores (OMS, 2017),

solo en Ecuador existen más de 100.000 personas con obesidad, cabe recalcar que los productos
más consumidos por los ecuatorianos son los carbohidratos como pan y arroz, además de bebidas

azucaradas como colas o gaseosas (INEC,2012). Por lo tanto, estamos frente a una situación donde

la mayor parte de las personas no son conscientes de las enfermedades ni mucho menos de los

síntomas asociados a ellas, por ello, es necesaria una evaluación rigurosa de los malos hábitos que

producen enfermedad, de esta forma las instituciones públicas podrán generar planes para combatir

estos problemas.

La población en general tiene que atravesar por una constante y permanente capacitación en

temas referentes a la percepción de su propia salud, el cómo interpretan los síntomas y cómo

actúan dependerá de factores característicos de cada población marcados por la cultura, diferencias

individuales, rasgos de personalidad, atribuciones causales de la enfermedad, estrato social,

ingresos, escolaridad, sexo, entre otras variables tanto individuales como colectivas que pueden

moldear la forma en cómo la población interpreta los síntomas (Morrison & Bennett, 2008).

Tomando en cuenta estos factores, la evidencia encontrada por Alejandra Soto (2007) en mujeres

que presentan dolor torácico producto de una enfermedad coronaria, demoran su atención médica

por factores como la interpretación de los síntomas, según la evidencia encontrada por la autora,

las mujeres con estas dolencias tienen una falta de habilidad del reconocimiento de síntomas

asociados, las mismas que a su vez retrasan su atención médica debido a la necesidad de tratarse a

sí mismas para mantener el control, roles que desempeñan y experiencias negativas previas, las

mujeres con este cuadro de salud perciben a los síntomas como una experiencia de dolor que causa

desprotección a sus seres queridos, también tienen un deseo de no preocupar a las personas de su

entorno, miedo a la incapacidad, miedo a la muerte y subestimación de la sintomatología (Soto,

2007).

López, Findling & Abramzón (2006) realizaron una investigación para observar si existe

diferencias en la percepción de morbilidad entre hombres y mujeres, dada la evidencia los hombres

consultan menos que las mujeres ya que tienen una percepción de que su salud es buena, en ambos
sexos, a medida que la edad aumenta la percepción de la salud se considera más deteriorada, los

niveles de instrucción tienen una relación directa proporcional con la percepción favorable de su

salud. (López, Findling & Abramzón, 2006). En lo que respecta a la interpretación de síntomas de

carácter psicológico, Caraveo, Colmenares & Martínez (2002) evidenciaron de una muestra de

1685 menores que la mitad de ellos presentó sintomatología psicológica, la necesidad de atención

fue considerada solo por el 25% de los padres y la búsqueda de atención solo fue percibida para el

13% de casos, incluso evidenciando a los padres los síntomas psicológicos que presentaban sus

hijos, menos de la mitad de los menores con mayores probabilidades de padecer algún tipo de

trastorno recibieron ayuda. Respecto a la interpretación de los síntomas, los padres no tenían el

suficiente conocimiento de la naturaleza de la sintomatología de externalización que presentaban

sus hijos, al parecer las perciben más aceptables que los síntomas de internalización como el

aislamiento y el nerviosismo. (Caraveo, Colmenares & Martínez, 2002).

Las campañas por parte del Ministerio de Salud para concientizar el consumo de sustancias

nocivas para la salud, así como promover hábitos saludables han ido incrementando a lo largo de

los años, campañas como la Detección Precoz del Cáncer de Mama o “Respira Ecuador,

derrotemos a la TB” han ayudado a generar un ambiente de conciencia de la sintomatología de

distintas enfermedades. Sin embargo, las instituciones de salubridad no pueden actuar como el

único responsable de la salud de la población, es necesario una cooperación interinstitucional y

multidisciplinaria para educar a la población y volverla más consciente de su propia salud,

ayudándolos a identificar e interpretar de manera óptima los síntomas que producen enfermedad.

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