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Ariel Gravano
Sentidos amplio y restringido de cultura
En: Cristina Chiriguini (comp.): Apertura a la Antropología. Alteridad-Cultura-Naturaleza humana.
Proyecto Editorial, Buenos Aires, 2006.
1“Poseedor de un tesoro de signos que tiene la facultad de multiplicar hasta el infinito, el hombre es capaz de
asegurar la conservación de las ideas que ha adquirido, de comunicarlas a otros hombres y de transmitirlas
a sus sucesores como una herencia constantemente creciente”, decía Turgot [1750] (en Harris 1978: 12).
Con la expresión “tesoro de signos” se sintetizaba lo que nosotros hoy englobamos en la
noción de cultura en un sentido amplio, que incluye básicamente el lenguaje, sus
imágenes materializadas en relatos, íconos, gestos, que aluden a valores, metáforas,
símbolos, y que se “atesoran” precisamente porque los grupos sociales (y en conjunto la
Humanidad, dirá Turgot) le asignan valor, sentido y necesidad de preservarlos.
Mitos, creencias, tabúes, cultos, ideas, recetas, sistemas de clasificación, transformados
también en prácticas: ceremonias, ritos, oraciones, cantos, formas de conseguir y tratar
el alimento, criar a los niños, de saludar, de considerar a los mayores, a las mujeres, a
los hombres, todo de acuerdo con valores implícitos o expresados públicamente. Lo que
nosotros incluimos en el conjunto de representaciones simbólicas que refieren a
significados compartidos y a prácticas llevadas a cabo en forma regular precisamente
por estar valoradas culturalmente.
La primera asociación es con la noción de cultivo; esto es: lo que hacen o producen los
hombres, lo que no es natural. Y un eje inicial constitutivo del concepto puede ser
señalado por esta distinción entre herencia social y herencia biológica. Esta última es
lo que los hombres -a nivel de su especie- tienen en común con el resto de los seres
vivos. Pero la cultura, los signos, hacen que los hombres se diferencien cualitativamente
del reino de lo puramente orgánico, constituyendo un algo más, que el componente
biológico no puede explicar.
A ese algo más, la cultura, cada generación debe aprenderla en su totalidad, ya que no
se recibe por legado genético. De acuerdo con esta noción inicial, todos los hombres son
igualmente capaces de producir cultura, poseerla, transmitirla y fundamentalmente
renovarla, ya que en la cultura no hay copia; siempre implica innovación, porque el
signo es eso: un resultado de la relación dialéctica entre algo familiar (p.e. el significante,
la forma) y algo nuevo: el efecto de significado que puede tener en los receptores. Por
eso la cultura es un terreno de interminables interpretaciones de esos signos que, para
mayor precisión, llamaremos símbolos2.
Pero el símbolo sólo re-presenta (vuelve a presentar), no “es” esa cosa, estado o
situación, sino que, por medio de la abstracción y la síntesis, es posible incluir en él
numerosos casos particulares de referentes que se condensan en el mismo símbolo y
hacen posible la comunicación y la comprensión. Ser “estudiante de la Universidad” es