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La Amazonia, es una vasta región de la parte central y septentrional

de América del Sur que comprende la selva tropical de la cuenca del río
Amazonas. Esta selva amazónica es el bosque tropical más extenso del mundo.
Se considera que su extensión llega a los 7 000 000 km² (siete millones de
kilómetros cuadrados) repartidos entre nueve países, de los
cuales Brasil y Perú poseen la mayor extensión, seguidos
por Bolivia, Colombia, Venezuela, Ecuador, Guyana, Francia (Guayana Francesa)
y Surinam. La Amazonia se destaca por ser una de las ecorregiones con
mayor biodiversidad en el planeta.
La selva Amazónica se desarrolla alrededor del río Amazonas y de su cuenca
fluvial. Las altas temperaturas favorecen el desarrollo de una vegetación tupida y
exuberante, siempre verde. El título de el Pulmón del Planeta que ostenta la
Amazonia no es casualidad, ya que mantiene un equilibrio climático: los ingresos y
salidas de CO2 y de O2 están equilibrados. Los científicos ambientalistas
concuerdan en que la pérdida de la biodiversidad es resultado de la destrucción de
la selva, y que se evidencia con la aparición en el área del río Caquetá a un
sistema anterior del bosque selvático en el cual se utilizaron suelos de forma
permanente “tierras prietas” gracias a su progresivo abono y por lo que así evitó
las migraciones.
Entre los mamíferos, el Amazonas posee enorme cantidad de especies, como
los monos, el jaguar, el puma, el tapir y los ciervos. En sus aguas viven dos
especies de delfines, como el delfín rosado.
Se encuentran reptiles con gran cantidad de especies de tortugas acuáticas y
terrestres, caimanes, cocodrilos, y multitud de serpientes, entre ellas
la anaconda —el mayor ofidio del mundo—, etc.
No hay otro ecosistema en el mundo con tanta cantidad de especies de aves;
entre estas destacan los guacamayos, tucanes, las grandes águilas como el águila
harpía, y otras muchas especies, en general de coloridos plumajes. Un 20% de las
especies mundiales de aves se halla en el bosque amazónico.
Un 50% de las especies mundiales de plantas se halla en el bosque amazónico.
En las lagunas a lo largo del río Amazonas florece la planta Victoria amazonica,
cuyas hojas circulares alcanzan más de cuatro metros de diámetro. Está
constituido por los bosques donde se encuentran una cantidad increíble de árboles
de todo tipo: itahuba, caricari, tajibos, cedro, ruta barcina, mandrilo y otros. El 50%
de las especies de madera son exóticas.
Existen muchas especies de plantas medicinales que pueden curar toda clase de
enfermedades como ser: úlceras, asma, mordeduras de víbora, problemas
sanguíneos, apendicitis, problemas cardíacos, respiratorios, dentales, problemas
digestivos y otros.
La superficie de la selva amazónica se ha reducido de un 20%, desde que se
inició la deforestación en el año 1970. Los informes del Center for International
Forestry Research (CIFOR) señalan que el rápido crecimiento en las ventas
de carne de res brasileña, han acelerado la destrucción de la selva tropical de la
Amazonia. La combinación del calentamiento global y la deforestación hace que
el clima regional sea más seco y se podría convertir gran parte de la selva tropical
en una sabana.
"La principal causa de la deforestación es la búsqueda de tierras", le dice a BBC
Mundo Carlos Eduardo Young, profesor del Instituto de Economía de la
Universidad de Río de Janeiro.
"La forma tradicional de conseguir derecho sobre la tierra es ocuparla
económicamente, transformándola para pasto de ganado o cultivos. Quemar el
bosque, poner ahí ganado y luego vender la tierra".
Claudia Azevedo-Ramos, investigadora del Centro de Altos Estudios Amazónicos
de la Universidad Federal de Pará, califica este ciclo de "estrategia especulativa".
"Actores capitalizados compran los terrenos a los pequeños propietarios,
aumentando su área de producción y la concentración de la tierra", afirma a BBC
Mundo.

Posibles causas políticas


La política de exploración y ocupación de la Amazonía fue instaurada por el
gobierno militar (1964-1985), con su estrategia de "Integrar para no
entregar", destinada a proteger la selva de su internacionalización.
El Instituto Nacional para la Colonización y la Reforma Agraria (INCRA) trasladó a
migrantes de distintos estados a los márgenes de la carretera Transamazónica y
el gobierno otorgó incentivos fiscales para grandes proyectos agropecuarios.
Estos asentamientos fueron responsables del 13,5% de toda la deforestación en la
Amazonía Legal (que incluye los estados de Amazonas, Roraima, Rondônia, Pará,
Amapá, Acre, Tocantins, Mato Grosso y parte de Maranhao), aunque solo ocupan
un 5,3% de la región, según un estudio presentado ante el Congreso Nacional de
Brasil en 2016.
Las políticas sobre la tierra son un importante factor para entender las dinámicas
económicas y también criminales de la Amazonía.
En 2017, el gobierno de Michel Temer aprobó una ley que permitió a las personas
que habían ocupado hasta el año 2011 ilegal o irregularmente terrenos del Estado
de hasta 2.500 hectáreas obtener un título de propiedad.
En agosto de 2019, surgió una gran preocupación impulsada por activistas
ambientales y políticos respecto a los incendios registrados en la Amazonía. A eso
se sumó el oscurecimiento del cielo de Sao Paulo en pleno día del 19 de agosto.
Las tendencias en redes sociales llamaron la atención de lo que se ha calificado
como una crisis ambiental.
La Amazonía es considerada la suma de cuencas hidrográficas que alimentan al
Río Amazonas que, a su vez, constituyen el bosque tropical más grande del
mundo, el cual retiene enormes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera,
reduce el cambio climático, regula parte del clima de Sudamérica y emite grandes
cantidades de oxígeno. Pero este año ha sido el peor año para la Amazonía en
materia de incendios desde 2010. Cifras oficiales han registrado más de 87.000
incendios forestales en Brasil en los primeros ocho meses del año, mientras en
2018 hubo 49.000 en el mismo período. Para tener una idea del área que estos
incendios deforestan, vale señalar que solo en julio pasado se habría perdido
1.864 km2 de selva, lo que equivale a más del triple que en el mismo mes de
2018.
Las regiones más afectadas de la Amazonía pertenecen a los estados brasileños
del norte, como Roraima, Acre y Amazonas, y a sus zonas aledañas
en Venezuela, Colombia, Perú y Bolivia.
"Las consecuencias son demoledoras en términos ambientales, sociales y
climáticos, ya que afectarán al mundo provocando pérdida de biodiversidad y
desplazamiento de poblaciones", explica Inés Camilloni, investigadora de
CONICET en el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (FCEN-UBA)
Junto con el mayor número de incendios registrados desde 2010, también se ha
producido la mayor cantidad de dióxido de carbono liberada hacia la atmósfera.
Desde enero hasta agosto, los incendios han emitido el equivalente a 228 millones
de toneladas de CO2. Además, inmensas cantidades de monóxido de carbono (un
gas tóxico) se han propagado más allá de las costas de Sudamérica, producto de
la quema de madera.
Aunque la quema de zonas amazónicas es un fenómeno que se evidencia desde
hace varias décadas, es en las últimas semanas que actores políticos y activistas
ambientales han apuntado al actual Gobierno de Brasil como responsable
parcial del reciente incremento de incendios.
Según el Instituto de Pesquisa Ambiental da Amazônia de Brasil, el reciente
aumento de incendios es producto de la deforestación intencional mas no el
resultado de una estación extremadamente seca.
Jair Bolsonaro, actual presidente de Brasil, ha blandido un discurso a favor de la
liberación de espacio en la Amazonía para usos agrícolas, ganaderos y
mineros desde que inició su campaña política. Con esta lógica extractiva de
recursos, el Presidente ha ganado el apoyo de pequeños y medianos productores
rurales y de grandes corporaciones agroindustriales y mineras. La retórica de
apertura comercial ha sido complementada con un debilitamiento sistemático de
las instituciones e iniciativas que regulan las actividades en la Amazonía y
una abstención del Presidente al condenar la deforestación.
La tala de árboles es motivada por la búsqueda de tierras para agroindustria. El
mecanismo por el que se obtiene derecho sobre las tierras es la ocupación
económica: quema de bosque seguido de siembra para agricultura o
ganadería. Las zonas que pueden ser potencialmente apropiadas conforman el
40% de la Amazonía, siendo estas propiedades privadas o territorios no
designados.
Las autoridades aún no han determinado quiénes pueden ser los responsables. Y,
consultado este jueves por la prensa, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro,
ironizó sobre el asunto.
"Son los indios, ¿quieres que culpe a los indios? ¿Vas a escribirle a los indios
mañana?¿Quieres que culpe a los marcianos?", dijo Bolsonaro ante un grupo de
periodistas.
El presidente volvió a señalar a las ONG como las responsables, algo de lo que
tampoco ha aportado pruebas.
"Las ONG perdieron dinero, están desempleados. ¿Tienen que intentar hacer
qué? Tratan de derribarme", agregó.
"Puede haber, no lo estoy afirmando, acciones criminales por partes de estos
trabajadores de las ONG para llamar la atención en mi contra, en contra del
gobierno de Brasil. Esta es la guerra que enfrentamos. Vamos a hacer lo posible y
lo imposible para contener ese incendio provocado", agregó.
El mandatario, sin embargo, reconoció que no existen pruebas de que sean las
ONG las responsables de los incendios y apuntó que no hay forma de demostrarlo
excepto que se encuentre de forma flagrante.
Y presionado por las preguntas de los reporteros, también admitió que no se
puede descartar que los culpables estén el sector agroindustrial, tesis que
favorecen sus rivales políticos.
"Todo el mundo es sospechoso, pero la mayor sospecha recae sobre las ONG",
señaló.
Ante la presión política internacional, Bolsonaro ha levantado una prohibición de
60 días a la quema deliberada y ha desplegado 44.000 tropas para luchar contra
los incendios. Sin embargo, solamente en los dos días que siguieron a la
prohibición, se estima que se generaron cuatro mil nuevos incendios.
La suma de estos eventos ha puesto en marcha una investigación de la Fiscalía
Federal de Brasil en la que, entre otras cosas, se está determinando la
participación de grupos delincuenciales y la ejecución de acciones
orquestadas que podrían ser origen del aumento de incendios.
Cabe recalcar que las causas no son solamente internas. Las industrias del
ganado y la agricultura en Brasil son masivas y buena parte de esos
productos son comprados por otros países. Un 80% de la carne producida en
Brasil se consume internamente y el 20% restante en el exterior. Aun así, Brasil es
el mayor exportador de este producto. De igual manera, es el principal
exportador de soya a nivel mundial, de la cual un 13% se produce en la Amazonía.
Las corporaciones mineras han ejercido también presión por explotar la región. En
la Amazonía, el 8% de las áreas protegidas y el 28% de las tierras indígenas han
sido registradas oficialmente en el Ministerio de Minas y Energía como “zonas de
interés minero”.
A nivel internacional, entre la inquietud global que genera la serie de incendios en
la Amazonía, ha asomado una idea polémica: conferir un estatus internacional a
esa región.
La posibilidad fue planteada por el presidente francés, Emmanuel Macron, quien
sostuvo que "es una cuestión real que se impondría si un Estado soberano tomase
medidas concretas que claramente se opusieran al interés del planeta".
Macron aclaró que el debate es ajeno a la propuesta de ayuda de US$22 millones
de los países ricos a Brasil para combatir los incendios en la Amazonía.
Sostuvo que el estatus internacional "es un camino que permanecerá abierto en
los próximos meses y años", ya que el reto del climático afecta a todos y nadie
puede decir "éste es solo mi problema".
Esos dichos tocaron una fibra sensible del presidente brasileño, Jair Bolsonaro,
quien este martes exigió a Macron que se retracte como condición para aceptar la
ayuda exterior.
"El señor Macron debe retirar los insultos que me ha hecho. Primero me llamó
mentiroso. Y luego, por información que tuve, (dijo) que nuestra soberanía está
abierta en la Amazonía", aseguró Bolsonaro ante la prensa.
Consultado sobre si Brasil aceparía los fondos extranjeros en caso de que Macron
retire sus palabras sobre la internacionalización de la Amazonía, Bolsonaro dijo:
"Primero él retira, después ofrece, ahí respondo".
Pero, ¿qué implicaría realmente la propuesta planteada por Macron?
"Patrimonio global"
Especialistas coinciden en que falta claridad a la idea que manejó el mandatario
francés.
De hecho, Macron se refirió a la palabra "statut", que en francés puede significar
tanto "estatus" como "estatuto", traducción que también utilizaron diversos medios
para informar al respecto.
"Aparentemente significa algo como una presencia extranjera mayor en la
Amazonía o una supervisión extranjera mayor sobre las acciones de los gobiernos
de la región (en la selva)", dice Mauricio Santoro, profesor de relaciones
internacionales en la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ), a BBC
Mundo.
Aunque las palabras de Macron fueron las más polémicas, otros líderes han
aludido a la protección de la Amazonía como un reto internacional.
El presidente colombiano, Iván Duque, dijo el domingo que planteará en la
Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre la idea de un "pacto de
conservación" entre los países que tienen territorio amazónico.
No obstante, desde 1978 existe el Tratado de Cooperación Amazónica entre
Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela, que
contempla "la conservación y utilización racional" de los recursos de la cuenca.
Por su lado, el secretario general de la ONU, António Guterres, se refirió el lunes a
la selva amazónica como un "patrimonio global".
Una vieja cuestión
El tema de la soberanía ha sobrevolado el debate internacional por los incendios
que consumen parte de la selva amazónica, principalmente en Brasil.
El gobierno de Bolsonaro procuró desde el inicio tratar el asunto como una
cuestión doméstica, cuestionando el interés de países desarrollados en la
Amazonía.
"No podemos aceptar que un presidente, Macron, (…) disfrace sus intenciones
detrás de la idea de una 'alianza' del G-7 para 'salvar' la Amazonía, como si
fuéramos una colonia o una tierra de nadie", tuiteó el mandatario de extrema
derecha el lunes.
La tesis de que es necesario proteger el territorio amazónico brasileño de
intereses extranjeros ha tenido tradicionalmente resonancia en las Fuerzas
Armadas de ese país, de las que Bolsonaro formó parte en el pasado.
Pero la noción de que la Amazonía "pertenece al mundo" tampoco es nueva, dice
Anthony Pereira, director del Instituto Brasil de la Universidad King's College, en
Londres.
Recuerda, por ejemplo, que Brasil abrió el río Amazonas a la navegación
internacional en 1866, tras un pulso con Estados Unidos, Francia y el Reino Unido,
que reclamaban derecho a acceder al mismo bajo el espíritu del liberalismo, según
consigna el libro "Diplomacia en la Construcción de Brasil 1750-2016" del ex
embajador Rubens Ricupero.
Al referirse a la Amazonía el lunes, Macron dijo haber ideado una iniciativa que
será presentada a la ONU "para respetar la soberanía de cada país".
Y sostuvo que lo mismo vale "para aquellos que tienen espacios glaciares en su
territorio o tienen un impacto en todo el mundo".
Sin embargo, Christopher Sabatini, experto en América Latina del centro de
investigaciones londinense Chatham House, cree que las naciones ricas tratan
con "arrogancia" la Amazonía.
"Los países que, en su proceso de desarrollo, contribuyeron con las emisiones de
dióxido de carbono ahora quieren proteger la Amazonía", dice Sabatini a BBC
Brasil. "Han contaminado en los últimos dos siglos. Es una visión colonialista".

Lo Ético
La ética ambiental es un relato sistemático de las relaciones morales entre los
seres humanos y su medioambiente. La también llamada ética medioambiental, es
una rama relativamente nueva de la ética filosófica, la cual describe los valores
que lleva el mundo natural no humano y prescribe una respuesta ética apropiada
para asegurar la preservación o restauración de dichos valores.
Hans Jonas sostiene que el hombre con el poder de la civilización técnica, “se ha
colocado en situación de poner en peligro a todas las demás formas de vida y con
ellas a sí mismo”. Así, si ante el desequilibrio ecológico originario la técnica fue la
compensación y simultáneamente la causa de un desequilibrio etológico, ante éste
ultimo la ética es el nuevo invento compensatorio. De esta manera, la técnica y la
ética han estado vinculadas de un modo conflictivo, en el que los términos se
oponen y al mismo tiempo se suponen entre sí. Bajo ésta premisa la ética tiene
que ponerse en funcionamiento o renovar sus modos de intervención, porque las
acciones del hombre en la naturaleza tales como la apropiación de los recursos
naturales, en tanto auténtica intervención técnica y cultural, provoca un
desequilibrio tanto ecológico como etológico. A la ética corresponde entonces,
como lo plantean Maliandi y Thüer, la tarea de hallar instancias que eviten estos
nuevos desequilibrios o que los compensen cuando se produzcan, esas instancias
serán la semilla de futuras complicaciones, pero en esto no hay alternativa. Como
lo sostiene Broncano, el hombre es creador de mundos, es actor en su propio
escenario, pero estos escenarios están en movimiento, se hacen en la marcha y
en ese constante hacer del hombre y de su mundo, se transforma a sí mismo, por
lo que no es posible entonces, ser observador externo, es en esa interacción
estrecha en la cual la tecnología deja de ser producto, material, construcción,
aparato, para ser operador de transformación.
El riesgo de la problemática ecológica no se restringe al campo ambiental, sino
que representa también un inmenso riesgo social, un riesgo para la supervivencia
del género humano. Como lo apunta Rifkin “no hay revolución tecnológica que no
traiga consigo beneficios y costes, cuanto mayor sea el poder de la tecnología de
expropiar y controlar las fuerzas de la naturaleza, más riguroso será el precio que
se habrá de pagar en forma de perturbaciones y destrucciones sembradas en los
sistemas de los que depende la vida”.
En base a lo anterior, éticamente nos preguntamos ¿Cuáles son
las amenazas antrópicas que atacan al Amazonía?
La población creció a un ritmo acelerado
y también la economía, pero no tanto la calidad de la vida
Estimados de 1994 indican que la población amazónica era ya de más de 22
millones de personas, de las que casi un millón son indígenas y el 60% de esa
población es urbana. Manaus, fundada en 1848, tiene hoy más de 1.6 millones de
habitantes y sigue creciendo. En todos los paises, aunque en unos más que en
otros, la economía de la región amazónica ha crecido paralelamente a los índices
demográficos. La mayor parte de ese crecimiento se ha debido a la expansión de
las actividades agropecuaria y de la minería; por cierto, también a la expansión del
comercio y de los servicios condicentes con el aumento de la población.
La deforestación con fines agropecuarios y la
degradación de los bosques continuaron aumentando
rápidamente y los beneficios que generan son escasos
Las estadísticas sobre deforestación valen muy poco. Existen sobradas evidencias
de que en casi todos los casos la realidad las supera largamente, bien sea por la
dificultad de interpretar las imágenes como por un enraizado nacionalismo mal
comprendido, que esconde la verdad sobre la deforestación. Además, los
sensores remotos son aún incapaces de revelar la degradación de los bosques,
que es un problema tan serio como la propia deforestación. Pero aún siendo así,
las mismas estadísticas oficiales revelan un acelerado proceso de deforestación
en todos los países amazónicos que, en la década de 1980, alcanzó casi tres
millones de hectáreas de bosques densos por año (WRI, 1987). El Brasil era, dado
su gran tamaño, el mayor contribuyente a la deforestación de la Amazonia, con 1.4
millones de hectáreas por año o un 45% de la deforestación total de la Amazonia
Caza y pesca predatorias: mucho más y peor que antes
La caza y la pesca son actividades tradicionales en la Amazonía que, si son
practicadas con mesura, pueden contribuir para siempre a la calidad de la vida de
los habitantes rurales y, en el caso de la pesca, también urbanos. La caza con
fines comerciales ha desaparecido oficialmente pero, aún se practica ilegalmente
en todos los países. La caza de subsistencia continúa tan intensa como siempre.
Existe por cierto un riesgo de extinción de ciertas especies, pero este es
incomparablemente mayor a consecuencia de la destrucción total de los
ecosistemas por deforestación.
La explotación forestal está cambiando de manos y aumenta
su intensidad, pero el manejo forestal sigue siendo una utopía
En la Amazonia la explotación forestal es esencialmente de tipo selectivo,
oportunista y anárquico, habiendo resistido todos los esfuerzos para su
ordenamiento y para aplicar prácticas de manejo forestal (Douro-jeanni, 1997). El
volumen producido (madera en rollo) viene aumentando rápidamente. Por
ejemplo, en el Brasil pasó de 10 millones de m 3 en 1975 a 54.3 millones de m3 en
la zafra 1990/91 (Funatura/itto, 1994). Algo similar ocurre en Perú, Bolivia y
Ecuador. Aunque la explotación forestal difícilmente puede causar extinción de
especies ocasiona, en cambio, la rarificación de muchas de ellas y su extinción
comercial.
La explotación minera y petrolera
crecen continuamente, con pocos cuidados ambientales
Cobre, oro, caolin, sal gema, manganeso, niquel, zinc, fierro, bauxita, diamantes
son algunos de los muchos recursos minerales de la Amazonia que ya estan
siendo explotados y cuyas enorme reservas aseguran, en muchos casos, siglos de
producción. El petróleo y crecientemente el gas natural ya están siendo explotados
en proporciones considerables en Ecuador, Perú y Colombia y los planes de
expansión son grandes. Con pocas excepciones, a pesar de mucha retórica y de
algunos esfuerzos destacados pero no perfectos – como la Companhia Vale do
Rio Doce en el Brasil – la explotación de estos recursos naturales no renovables
se ha hecho en detrimento de los renovables, especialmente de los recursos
hídricos y de su potencial ictiológico.
La infrastructura vial llega
a los últimos reductos naturales, creando nuevas amenazas
La Amazonia contaba, hasta 1991, con más de 42 mil km de carreteras y 2.700 km
de vías férreas (TCA, 1991), lo que admitidamente es poco. Pero docenas de
proyectos de carreteras nuevas en la Amazonia, que durmieron durante la década
perdida de la economía están siendo relanzados y algunos de ellos ejecutados.
Apenas entre Brasil y los demás paises amazónicos se registraron en la prensa
brasileña, en los últimos dos años, dos proyectos con Bolivia, cuatro con el Perú, y
un proyecto con cada uno de los demás paises. En el interior de cada pais
amazónico existen también numerosos proyectos de carreteras nuevas o de
mejoramiento de las existentes, totalizando un costo de muchos miles de millones
de dólares que, ahora, se prevén serán esencialmente del sector privado.
Las áreas protegidas y las tierras indígenas no reciben
el tratamiento adecuado a pesar de su rol esencial
Quizá por ser más fácil que en otras regiones, el crecimiento de las áreas
protegidas en la Amazonia ha sido considerable. De no existir prácticamente
ninguna en los años 1940 se ha pasado a tener 74 áreas protegidas de uso
indirecto (parques, reservas, estaciones ecológicas) en 1990, que abarcan 32.2
millones de hectáreas o 4.5% de la Amazonia (Rojas y Castaño, 1991). A eso hay
que sumar las áreas protegidas de uso directo (bosques nacionales, áreas de
protección ambiental, parques y reservas indígenas), las que tan sólo en el Brasil
cubren 109 millones de hectáreas (Rylands, 1991). Pero además existen
numerosas reservas y asentamientos extractivistas.
Coca, cocaína y tráfico de estupefacientes
Uno de los cambios más dramáticos ocurridos en la Amazonia en los últimos 20
años es el de la explosiva expansión del cultivo de la coca y, más recientemente,
también de otros cultivos para fabricación de estupefacientes. No cabe discutir
aquí las controvertidas versiones sobre la superficie que estos cultivos ilegales
abarcan en cada país. Baste decir que Perú, Bolivia y Colombia son los que
albergan la mayor extensión que, en cualquier hipótesis, es muy significativa. Este
negocio impacta en la Amazonía y en los países que lo albergan en las vertientes
ecológica, económica y social. Los impactos ecológicos corresponden al cultivo y
a la producción de la droga y, resumidamente, son deforestación tanto para el
cultivo ilegal como para cultivos de subsistencia; fuerte erosión de los suelos por
mal manejo de estos; contaminación de las aguas y suelos por agroquímicos para
controlar plagas del cultivo; invasión de áreas protegidas y correspondiente
destrucción de ecosistemas únicos y de la biodiversidad que contienen; grave
contaminación de los cursos de agua por el uso de grandes volúmenes de
diversas sustancias tóxicas para preparar la droga, en especial la pasta básica de
cocaína.
La comunidad internacional
aporta poco, pero de un modo mas consistente
Los gritos de alarma sobre la Amazonia que se profieren en los paises
desarrollados no se expresan en aporte sustanciales. Ofrecimientos de miles de
millones de dólares como los del G7 se transformaron en pocas centenas de
millones dirigidas a uno sólo de los paises amazónicos y, curiosamente, no a
aquel cuyos recursos de biodiversidad corren más peligro. El uso de esos
recursos, además, está condicionado a reglas complejas que, sumadas a los
entraves burocráticos nacionales, ha demorado sustancialmente la ejecución.
Otras fuentes ofrecidas durante la Unced, en 1992, no se han materializado o,
como en el caso de la Facilidad Ambiental Global (GEF), se han mantenido en
niveles mínimos. Otras fuentes más tradicionales, como las cooperaciones
técnicas multilaterales o bilaterales, se han reducido en virtud de los aportes al G7
y al GEF o se han apartado de la Amazonia, región que frecuentemente se
considera privilegiada en relación a otros biomas mas amenazados, como los
Bosques Atlánticos o el Cerrado del Brasil.
¿Porqué no se aplica
lo que se sabe para desarrollar la Amazonia?

Aqui se enumeran las razones por las que tantas buenas ideas sobre el desarrollo
amazónico, incluído el desarrollo sustentable, no prosperan o no prosperan más
rápido. Es contradictorio, en efecto, que una estratégia de desarrollo que, en el
papel, parece tan positiva a todos los actores no despierte más entusiasmo y más
adhesión. Entre las causas se han identificado algunas:
 la imprecisión del concepto que es controversial hasta en los mismos
medios intelectuales que lo crearon;
 el desconocimiento general de la nueva propuesta, aún poco divulgada a
nivel popular y la desconfianza que provocan ideas nuevas, en especial despues
del escaso éxito de conceptos similares que lo ante-cedieron;
 los intereses conflictivos del influyente segmento social que se considera
afectado negativamente por el desarrollo sustentable, entre ellos muchos
agricultores, los madereros, los pescadores comerciales, los mineros informales y
muchos formales y, los campesinos sin tierra;
 la incapacidad del Estado, en sus ramas ejecutiva, legislativa y judicial, para
conducir el proceso de desarrollo, brindando tanto los alicientes como los
correctivos;
 la dificultad, para muchos, de percibir la degradación del ambiente
amazónico;
 la existencia de indicadores de éxito no siempre adecuados. Pero esa
enumeración, aunque explica en parte el problema, no es completamente
satisfactoria.

Que se puede hacer?


Priorizar la intensificación
del uso de la tierra agrícola ya habilitada
Nada nuevo existe bajo el sol: la recomendación más importante para orientar
mejor el desarrollo amazónico es dar la máxima prioridad a usar bien la tierra que
ya fue deforestada y que se encuentra dramáticamente sub-utilizada en toda la
Amazonia (Dourojeanni, 1990). En esas tierras es esencial proveer las
infrastructuras de trasporte y de apoyo técnico necesarias para alcanzar una
productividad compatible con la capacidad de uso de los suelos, que es mayor que
lo que generalmente se reconoce. La infraestructura social debe crearse en
paralelo con el crecimiento de la economía de esas áreas. Intensificar la
producción y productividad es mucho más importante que la expansión de la
agricultura, la opción preferida de los demagogos.
Manejo del bosque para bienes
y en especial para servicios ambientales
Mantener un balance apropiado entre el área cubierta por actividades
agropecuarias y la cubierta por actividades forestales o de conservación es
esencial. Pero, como bien se sabe, no acontece en la práctica y la expansión
agropecuaria a niveles local y regional avasalla los bosques. La principal razón es
que las teorías sobre el valor económico del bosque no se materializan en la
práctica, excepto a través de la explotación destructiva. El manejo forestal para
productos maderables y no maderables no es rentable bajo las condiciones
sociales y económicas actuales en América Latina. Los obstáculos tradicionales al
manejo forestal impuestos por las nuevas dimensiones de sustentabilidad lo hacen
aun menos rentable en términos financieros.
Asegurar, por lo menos,
un sistema representativo de áreas protegidas
La importancia de conservar un muestrario representativo de los ecosistemas
amazónicos y de la biodiversidad que contienen es evidente y, generalmente
aceptada. Pero es menos comprendido que si todos los esfuerzos futuros para
realizar desarrollo sustentable fracasaran, un buen sistema de áreas protegidas
podría ser la mejor y la principal garantía de no perder totalmente la esencia de los
recursos genéticos de la región (Douro-jeanni, 1997a). Por eso ese tema es tan
crucial en esta época en que el proceso de transformación de los ecosistemas
amazónicos naturales en completamente antrópicos se acelera rápida e
inevitablemente.
Acabar con el criterio
de que la naturaleza es tierra improductiva
Los argumentos del economicismo de corto plazo imperante en el mundo ha
contaminado, en la Amazonia, a aquellos que procuran la justicia social para los
que no tienen tierras. Los bosques, la naturaleza en general, es vista como tierra
improductiva o desperdiciada que debe ser utilizada casi exclusivamente a través
de sus sustitución por tierra productiva, es decir tierra sin árboles pero con pastos
o agricultura (GTA/Amigos da Terra, 1994). Curiosamente, pocos llaman tierra
improductiva a las decenas de millones de hectáreas abandonadas por la
agricultura después de un efímero pasaje, cubiertas de purmas o capoeiras es
decir de vegetación secundaria de escaso valor económico actual.
Redefinir «éxito» en materia de desarrollo amazónico
Éxito, en desarrollo amazónico, no puede ser muy diferente de éxito en cualquier
otra región. Es injusto, en una región cubierta de bosques de la que se abre una
porción a la agricultura, asumir que la deforestación es automáticamente un
indicador de fracaso. Todo depende, como se explicó antes, de donde se
deforesta y de qué ocurre con la tierra deforestada. Si la agricultura se instala
donde los suelos son aproriados, si se respeta un equilibrio determinado entre
áreas boscosas y áreas agrícolas, si la producción es alta o razonable, si la
productividad se mantiene, si los agricultores tienen ingresos y una calidad de vida
comparable a otras regiones o mejor que la que tenían antes de venir, entonces se
está en presencia de un caso de éxito. Bajo esas premisas es posible deforestar
un porcentaje muy significativo de la Amazonia sin amenazar los servicios
ambientales. Y, en la práctica, existen muchos casos de esos en la Amazonia.
Pero, si como es frecuente, las evaluaciones se centran en la tasa de
deforestación, se crea una figura incongruente. Pero éxito en la Amazonia también
debe, como en otros lugares, medirse en términos de crecimiento económico y de
progreso social, asimismo comparando las condiciones socio-económicas de la
población migrante antes y después de instalarse en la región.
Reforestación y forestación para producción
de madera, leña, pulpa y/o fijación de carbono
Existe la posibilidad de que las plantaciones forestales reduzcan la presión sobre
los bosques naturales siempre y cuando éstas no sean establecidas a través de la
deforestación, la que es innecesaria considerando la inmensa superficie de tierra
deforestada y sub-utilizada o en descanso. Estas plantaciones pueden
proporcionar madera, leña y materia prima baratas para pulpa y papel permitiendo
un uso mas valioso de la madera de los bosques naturales. En el Brasil existe una
ley que requiere que las haciendas mantengan un procentaje de sus tierras como
bosques naturales, especialmente en las orillas de ríos, laderas y cualquier otra
área no apta para la agricultura. Esta legislación a pesar de que es ignorada
ampliamente, está siendo aplicada por algunas grandes empresas de plantaciones
forestales para conservar los remanentes de los bosques originales.
Agrosilvicultura, rehabilitación de bosques
degradados y manejo forestal del crecimiento secundario
No hay mucho que añadir a estas opciones bien conocidas para conservar los
recursos forestales. La promiscuidad de plantas en los sistemas agroforestales
podría ser un socio importante de la conservación de la biodiversidad en los
ecosistemas naturales al igual que una reserva excelente de carbono y debe ser
alentada. Lo mismo es cierto para la rehabilitación de ecosistemas la cual, en
términos de servicios ambientales, es excelente aún más debido a que las
inversiones en rehabilitación son generalmente muy pequeñas comparadas con la
reforestación. El caso mejor conocido está siendo desarrollado con éxito en la
región de Guanacaste en Costa Rica. Los bosques en barbecho pueden también
ser manejados para producir bienes que no tienen efectos negativos importantes
sobre los servicios ambientales que proporcionan, como está siendo demostrado
en Pucallpa, Perú, por los trabajos conjuntos de la Universidad de Toronto y la
Universidad Nacional Agraria de La Molina, en Perú (Dourojeanni, 1987; Blain,
1996).
Oportunidades para ecoturismo
El ecoturismo, ya equivalente al 6% de las exportaciones mundiales está
creciendo. La Sociedad de Ecoturismo y otros grupos de ecoturismo indican que
en 1991 el turismo ecológico generó alrededor de US$12 billones. En la Amazonia
ya existe un desarrollo significativo del ecoturismo en algunas regiones del Perú y
del Brasil. En principio el ecoturismo podría pagar por la conservación de los
bosques, sea directamente con inversiones en áreas protegidas, o indirectamente
si las autoridades nacionales pudieran cobrar impuestos a esta industria difícil de
controlar. Actualmente, al igual que para el turismo en general, la mayor parte de
las operaciones de ecoturismo están en manos de empresas extranjeras.
Conclusión
La conclusión a sacar del examen que antecede es la misma que en análisis
hechos durante los últimos 50 años: se asume saber qué hacer en el propósito de
reorientar el desarrollo amazónico y hacerlo crecientemente sustentable, con todo
lo que ello implica en cuanto a crecimiento económico, justicia social y prudencia
ecológica, pero continúa sin saberse bien cómo hacerlo. En efecto los obstáculos,
aunque con algunos cambios positivos, continúan omnipresentes. Los cambios
favorables, si bien importantes, no permiten mucho optimismo considerando la re-
aceleración de los procesos clásicos de explotación amazónica y algunos
problemas nuevos como son el enorme peso político de la población urbana.
El cambio difícilmente podrá salir de abajo pues los habitantes rurales
tradicionales de la Amazonía son proporcionalmente cada vez menos significativos
y, además, porque sus anhelos inmediatos coinciden con las de los políticos
tradicionales. Por ejemplo, ellos siempre y lógicamente proponen que la inversión
prioritaria sean las carreteras que les comunican con el resto del mundo. El
cambio, al menos el cambio pacífico, será gradual y posiblemente deberá salir
esencialmente de arriba, es decir de políticos e intelectuales, como en el pasado.
Las carreteras, en ese caso, siempre serían prioritarias pero en términos de su
mejoramiento en áreas donde ya existen tierras abiertas a la colonización y donde
su calidad sustenta la inversión. Pero para que eso acontezca se enfrenta el
hecho de que la Amazonía de cada país es, asimismo, la porción menos influyente
en la política y en los gobiernos. Los intelectuales escapan a la generalización
anterior y en gran parte está en sus manos crear las condiciones políticas para
que la Amazonia tenga la prioridad necesaria para salir del marasmo actual.

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