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Catequesis: Preparad el camino del

Señor

El mensaje del Bautista es una llamada a


cambiar de vida y a recuperar la esperanza en
la Promesa que estaba próxima a cumplirse

EGUERRERO
Catequesis: Preparad el camino del Señor 8 de agosto de 2017
1. Cita
Mc 1,1-8
1 Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. 2 Conforme está escrito en Isaías el
profeta: “Mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino. 3 Voz del que
clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas”, 4 apareció Juan
bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para perdón de los
pecados. 5 Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran
bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. 6 Juan llevaba un vestido de pie
de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre. 7 Y proclamaba: «Detrás de mí viene
el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus
sandalias. 8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»

2. Catequesis
Marcos, como Juan, omite todo lo referente a la infancia de Jesús y comienza el evangelio
introduciendo a Juan Bautista como el precursor de Jesús, argumentando citas de Malaquías
(Ml 3,1) e Isaías (Is 40,3).
Casi todos los miembros de la comunidad de Marcos proceden del paganismo. Marcos se
propone confirmar a sus hermanos de comunidad en el seguimiento a Jesús de Nazaret por
ello, al escribir su evangelio, lo primero que hace es presentar a Jesús.
La primera frase del evangelio puede traducirse también como: “Orígenes de la Buena Noticia
que es Jesús, Mesías, Hijo de Dios” (Mc 1,1). La palabra “origen” hace referencia al Génesis:
“Al principio creó Dios el cielo y la tierra” (Gn 1,1). De este modo Marcos presenta a Jesús
como el origen de la creación.
Marcos proclama que Jesús es la buena noticia, que Jesús es el Mesías en quien se cumple la
Promesa hecha por Dios al pueblo de Israel, y que es Hijo de Dios. Esta referencia a Jesús
como Hijo de Dios, aparece dos veces más en el evangelio de Marcos: en la Transfiguración y
en la Crucifixión, cuando, tras expirar Jesús, el centurión dice: “Verdaderamente este era el
Hijo de Dios” (Mc 15,39).
Juan se presenta en el desierto, no en el Templo, prescinde de la institución religiosa, y lo hace
como un profeta tal como lo denotan su vestimenta y sus costumbres que imitan a Elías. Eran
muchos los que seguían a Juan. Hoy día todavía existen, son los Mandeos que han sido
masacrados en Irak y han emigrado a otros países. Unos seis mil viven en EEUU.
Se acercan a Juan los que se consideran pecadores, insatisfechos de su propia vida social y
religiosa. Juan proclama la venida del Mesías y contrapone su bautismo de agua con el que
dará Jesús que será en Espíritu. El bautismo lo realiza en el rio Jordán, símbolo del paso desde
el desierto a la tierra prometida.
Posiblemente Jesús fuera seguidor de Juan antes de ir al desierto. Al oír que Juan anunciaba
la llegada del Reino, acude a escucharle y a recibir su bautismo. Llega Jesús desde la remota
Galilea, la provincia del norte, socialmente más oprimida, políticamente más inquieta y
religiosamente menos observante.
El mensaje del Bautista es una llamada a cambiar de vida y a recuperar la esperanza en la
Promesa que estaba próxima a cumplirse. Solo pide allanar el camino del Señor. (“Voz del que
clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas” Mc 1,3). El
bautismo que impartía Juan no era uno más de los ritos de purificación judíos, sino un signo de
conversión personal (metanoia).
Catequesis: Preparad el camino del Señor 8 de agosto de 2017
Nosotros damos testimonio de Jesús cuando se ve en nosotros la luz de Jesús. Esta luz se ve
incluso siendo pecadores, porque no anunciamos al mundo nuestra luz, sino la luz de Jesús
que va cambiando nuestra vida y hace a la gente preguntarse por qué.
Así, nuestro anuncio profético, nuestro testimonio de Jesús, no son preferentemente nuestras
palabras, sino nuestro modo de vivir, nuestra jerarquía de valores, nuestro modo de estar en el
mundo al estilo de Jesús.
Esta idea se expresa perfectamente en el sermón del monte: “Que brille vuestra luz ante los
hombres de modo que al ver vuestras buenas obras reconozcan a vuestro Padre de los cielos”
(Mt 5,16). Dios ha de ser visible en nuestra conversión.

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