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INTRODUCCIÓN ..............................................1
1.2. Dworkin: ¿Impuestos como primas de seguros contra la mala suerte? .18
4. CONCLUSIÓN .............................................32
REFERENCIAS ...............................................34
INTRODUCCIÓN
2 Ibid., p. 3.
2
una determinada interpretación de aquello que la justicia
demanda. Hacia el final de este artículo, como esbozo,
mostraré que estas deficiencias acarrean problemas para
una comprensión no formalista del razonamiento jurídico
en materia tributaria que de cuenta de la justificación
filosófica-política de esta institución. En términos
positivos, el argumento que desarrollo en este trabajo
busca mostrar que la justicia distributiva requiere de
una definición política previa (la justicia general en
términos aristotélicos) conforme a la que, con
posterioridad, se han de fijar los estándares de
distribución. Como se verá, ésta es una cuestión
importante para mostrar que los tributos no están
necesaria ni principalmente justificados por su
rendimiento económico sino que por otros ideales morales
de mayor importancia, i.e. el reconocimiento político. En
otros términos, la justicia distributiva no puede ser
comprendida exclusivamente como la asignación de ciertos
bienes que corresponde a un individuo sin considerar la
definición política que eso supone. Al mismo tiempo, el
argumento busca mostrar cómo la operatividad de estos
ideales políticos depende, en parte, del derecho
tributario como institución. El conjunto de reglas y
prácticas que conocemos como derecho tributario no es
sólo un instrumento para la recaudación fiscal y el gasto
público, sino que da cuenta de la identidad política de
una comunidad y hace posible la adjudicación de problemas
de justicia distributiva en nuestras relaciones sociales,
permitiendo dejar atrás el auto-interés para dar lugar a
la solidaridad.
3
1. IMPUESTOS Y JUSTICIA DISTRIBUTIVA
4
El segundo elemento central en el argumento de Murphy
y Nagel consiste en notar que los instrumentos utilizados
para enfrentar esta discusión, los llamados principios
tributarios -que especifican criterios clásicos de
equidad en materia tributaria-, parten de un error. Si el
primer problema al discutir sobre justicia tributaria
consiste en aproximarse parcialmente a un esquema de
distribución atendiendo sólo a los ingresos fiscales sin
considerar los beneficios asignados por el gobierno y los
beneficios derivados de vivir en una comunidad política
institucionalizada; el segundo problema, i.e. la
aplicación de los principios tributarios, consiste en dar
por sentado que la base sobre la que se discute la
justicia tributaria es una distribución justa e
independiente del efecto en la distribución que tienen
los impuestos y un esquema convencional de derechos, en
especial de la definición del derecho de propiedad
privada4 . Con este argumento, Murphy y Nagel pueden
mostrar la insuficiencia de los criterios de equidad
vertical y horizontal en materia tributaria como
criterios de justicia5 . Según el primero de estos
criterios de equidad, la justicia del sistema tributario
depende de que los desiguales contribuyan de manera
desigual en la recaudación fiscal. El estándar de
igualdad en este caso está dado por la base imponible del
impuesto que se analice (v.gr. ingreso, bienestar,
consumo, etc.). Conforme al segundo de estos criterios,
una vez determinado el criterio que servirá para
establecer la justicia vertical, los iguales han de
4 Ibid., p. 15.
5 Ibid., pp. 16-39.
5
contribuir de manera igual6. A juicio de Murphy y Nagel el
problema radica en que estos criterios tradicionales de
justicia tributaria asumen que la distribución de mercado
es la base adecuada sobre la cual predicar la justicia de
un sistema impositivo. En otras palabras, determinar
quiénes y bajo qué criterios son iguales en este esquema
supone aceptar que la distribución producida por el
mercado es justa. Esto es lo que Murphy y Nagel llaman el
“libertarianismo de cada día”7 , bajo el que se asume que
el derecho de propiedad privada no depende de nuestras
decisiones sino que es un derecho natural, independiente
de nuestras convenciones políticas. Sostener que la
distribución de mercado es justa supone que existen
razones de filosofía política que justifican la
aplicación de este calificativo a esa distribución y esas
razones no pueden sino ser razones provistas por teorías
de la justicia libertarias. De esta forma, uno de los
presupuestos del argumento desarrollado en The Myth of
Ownership es que la propiedad privada es un derecho
convencional cuya definición también depende de la
adopción de una determinada teoría de la justicia (de una
determinada concepción de la justicia distributiva).
6
concepción de justicia distributiva8. Así, los tributos
son necesariamente un elemento más en un esquema de
justicia que define convencionalmente la propiedad
privada. La conclusión del argumento es que no podemos
discutir sobre la justicia pre y post tributos; sólo
podemos entender que la discusión sobre impuestos y
propiedad privada queda cubierta por el arco determinado
por una concepción de justicia distributiva,
7
utilitaristas, liberales e igualitarias, Murphy y Nagel
no creen necesario tomar una decisión porque, a su
juicio, puede haber un margen de desacuerdo teórico
respecto de los aspectos fundamentales en teoría política
y moral (tal como ocurre entre ellos) y, sin embargo,
estar de acuerdo en el tipo de función que desempeña un
sistema tributario10 . Claro, mientras más robusta la
concepción de justicia distributiva que se defienda, más
se exigirá del sistema tributario. Pero será necesario,
para fijar los límites de estas demandas, tener a la
vista los efectos económicos de los impuestos. Y aquí me
gustaría citar en extenso,
10 Ibid., p. 181.
11Ibid., p. 181. El mismo argumento se repite en p. 164. Traducción
personal.
8
liberal. De acuerdo a esta tradición, entre las funciones
asignadas al gobierno se encuentran aquellas que buscan
asegurar condiciones mínimas para la vida de quienes no
se benefician directamente del mercado. Quienes se
benefician, en cambio, deben compartir parte de sus
beneficios con quienes se encuentran en peores
condiciones. Así, el gobierno no sólo provee condiciones
que hacen posible que el mercado funcione adecuadamente
sino que debe intentar eliminar la pobreza. Esta es “la
responsabilidad positiva fundamental que tenemos con
nuestros conciudadanos”, que es más importante que
“atacar las desigualdades en el sector alto de la
distribución”12 . La justicia distributiva es, puramente,
justicia económica en el sentido que busca asegurar un
cierto nivel de distribución del producto social de
manera adecuada entre los miembros de una sociedad
determinada. Es así como Murphy y Nagel justifican la
función que los impuestos deberían cumplir. No se trata
sólo de obtener medios para que el estado provea de
bienes públicos, sino que también busca asegurar ciertos
efectos distributivos13 . De esta manera, sería posible
asegurar progreso económico con un nivel mínimo de
bienestar individual para todos. Esto es importante
porque, como veremos más adelante, esta parece ser una
versión limitada de la justicia distributiva incluso para
un liberal como Rawls.
12 Ibid., p. 182.
13 Ibid., pp. 25, 26, 147.
9
según algún proceso de decisión colectiva, y
cuánto quedará bajo el control discrecional
de individuos privados, como parte de su
propiedad personal. Llame a esta función la
división público-privado. (2) Juega un rol
central en la determinación de la forma en
que el producto social es compartido entre
diferentes individuos, tanto bajo la forma de
propiedad privada como en la forma de
beneficios previstos a través del sistema
público. Llame a esta función distribución 14.
10
tributario óptimo sino que también han de tener algún
grado de formación en teoría política16 .
11
el principio de igual libertad y el principio de la
diferencia, son aquellos que serían acordados por
cualquier persona que actúa en un escenario hipotético
ideal, tras un velo de ignorancia, que asegura que en
condiciones de igualdad inicial y teniendo en
consideración las circunstancias de la justicia, un grupo
de personas decidirá de manera definitiva los estándares
que se aplicarán en sus futuros acuerdos sociales. De
esta forma, en un esquema de justicia puramente procesal
regido por los principios de justicia, la distribución
del producto social será siempre justa puesto que todas
las personas tendrán igual acceso a las posiciones
sociales de privilegio y las inevitables desigualdades
sociales serán aceptables para todos porque no empeorarán
la situación de ningún miembro de la sociedad18.
12
La importancia de las instituciones en una teoría
ética como el constructivismo rawlsiano es evidente21. Sin
la particularización que supone un diseño de reglas, la
abstracción y generalidad de los principios de justicia
hace difícil determinar la forma en que nuestras
conductas particulares se ajustan a las restricciones que
impone la justicia. En los términos de Onora O’Neill,
“[i]nstituciones y prácticas justas proveen la
especificación necesaria para juzgar la justicia de actos
o decisiones particulares”22. Así, el diseño institucional
debe ajustarse lo más posible a los principios de
justicia de manera tal que el resultado conjunto de
acciones individuales dentro del esquema deóntico
definido por la(s) institución(es) sea justo.
13
de justicia24 . En este caso, los principios de justicia
son relevantes cada vez que debemos dejar atrás las
reglas para determinar reflexivamente qué es lo justo,
qué es aquello que la justicia demanda. Estas versiones
de la relación entre justicia y reglas institucionales
nos permiten separar lo que la justicia demanda de
aquello que es posible en atención a las circunstancias
de hecho que restringen la posibilidad de obtener (en
nuestras sociedades imperfectas) distribuciones justas,
sin afectar la defensa de una determinada concepción de
justicia25 .
14
Al momento de analizar las instituciones básicas de
la sociedad que forman parte de la economía política26 ,
Rawls parte su análisis dividiendo las actividades del
Estado en cuatro ramas27 . En lo que interesa para efectos
de este artículo me concentraré en aquellas ramas en que
los impuestos cumplen alguna función. Recuérdese que lo
que nos interesa aquí es revisar si dentro de la teoría
liberal los impuestos cumplen otras funciones que las
puramente económicas. En el esquema rawlsiano, los
impuestos desarrollan funciones en las ramas de
asignación y la de distribución. La primera rama es
aquella encargada de: (i) mantener un sistema de precios
competitivo y evitar las formaciones irrazonables de
poder de mercado; y (ii) identificar y corregir las
desviaciones más obvias de la eficiencia que son producto
de la incapacidad del mercado para medir los costos y
beneficios sociales. Aquí los impuestos, junto con los
subsidios y las modificaciones en el derecho de
propiedad, pueden ser instrumentos útiles para conseguir
los objetivos de esta rama28 . Es en la rama de
distribución donde los impuestos cumplen un rol
principal. Según Rawls, esta rama tiene la “tarea de
conservar una justicia aproximada de las porciones
distributivas mediante la tributación y los reajustes a
los derechos de propiedad” y para ello pueden
15
distinguirse dos aspectos. El aspecto relevante para el
punto que me interesa mostrar ahora, es aquél que busca
“corregir, gradual y continuamente, la distribución de
riqueza y prevenir las concentraciones de poder
perjudiciales para la equidad de la libertad política y
de la justa igualdad de oportunidades”29 . El segundo
aspecto es el de la tributación que busca “recabar los
ingresos que requiere la justicia”30 . Rawls es bastante
claro al hacer esta distinción respecto del primer
aspecto de la rama de distribución: los impuestos a la
donación y sucesión no tienen como propósito “recabar
ingresos (ceder recursos al gobierno) sino corregir
[…]”31.
16
[r]ecibir por herencia una riqueza desigual
no es más injusto, intrínsecamente, que
recibir por herencia una inteligencia
desigual. Así, la herencia es permisible,
siempre que la desigualdad resultante vaya en
ventaja de los menos afortunados y sea
compatible con la libertad y la justa
igualdad de oportunidades32.
32 Ibid., p. 260.
33La misma idea pero desde una perspectiva del análisis del
igualitarismo con la finalidad de destacar las diferencias entre la
teoría de la justicia de Rawls y las teorías de la justicia que
defienden alguna versión del igualitarismo de suerte (luck
egalitarianism) se encuentra en Scheffler, S: "What is
egalitarianism?", (2003) 31, Nº 1 Philosophy & Public Affairs, pp.
24-6.
17
justicia. En términos más abstractos es posible sostener
que la función de corrección de los impuestos busca
asegurar las condiciones que hacen posible el orden de
una sociedad justa.
18
suelen ser sus desafíos. Dworkin critica no sólo a
quienes defienden un pluralismo de valores sino también a
quienes defienden una comprensión de la igualdad por
sobre la libertad. Su ideal de igual libertad es
interesante y la forma en que intenta mostrar que ambos
valores pueden vivir conjuntamente es altamente
provocativa. Lo que me interesa ahora para efectos de
este trabajo es mostrar cómo Dworkin proyecta estos
valores en un análisis de la justicia económica.
19
iguales, vale decir, con igual preocupación y respeto36 .
La aplicación de estos principios a la justicia económica
toma la forma de una teoría de justicia distributiva que
se conoce como “igualdad de recursos”37 . No tengo espacio
aquí para discutir sobre los presupuestos teóricos sobre
las que se funda el proyecto de justicia distributiva
dworkiniano. Baste con decir que a diferencia de la
teoría de la justicia rawlsiana, en que no se defiende
una visión comprehensiva del bien y la igualdad económica
depende del principio de la diferencia, Dworkin defiende
una concepción robusta del bien dentro de la tradición
liberal y agrega la necesidad de asignar responsabilidad
por las decisiones que cada individuo toma. De esta
forma, la igualdad que defiende Dworkin no es ex post
sino ex ante. Dworkin sostiene que esta es la forma en
que la justicia económica recoge de manera efectiva los
principios de igual preocupación y respeto. El problema
en esta concepción de la justicia distributiva radica en
conseguir que las consecuencias de las decisiones de cada
individuo le sean imputables y que no dependan de la
suerte o de diferencias en la distribución de aquellos
talentos naturales que son más valorados en el mercado.
Dworkin encuentra la solución a esta tensión en su
interpretación de los impuestos como primas de un seguro
hipotético. Esta es una idea compleja, pero trataré de
mostrar cómo se puede entender que las funciones
económicas de los impuestos pueden ser entendidas a la
luz de esta analogía con los seguros.
20
Como en las sociedades actuales no existe un momento
de definición en que podamos acordar la forma en que una
cierta distribución de bienes satisface el ideal de
igualdad de recursos, principalmente porque ciertos
riesgos propios de la vida ya se han materializado, es
que Dworkin plantea la idea de un seguro hipotético. En
este esquema, el ejercicio consiste en determinar bajo
qué condiciones las personas con una prudencia adecuada
se habrían asegurado contra esos riesgos. El precio de la
prima de estos seguros sería determinado tal como ahora
lo hace el mercado de seguros. Así, frente a ciertos
riesgos que normalmente las personas preferirían evitar,
un sistema de seguros entregaría la posibilidad de
hacerse responsable por las posibles desigualdades
futuras, i.e. aquellos que no se aseguran estarían en
peores condiciones pero derivadas de sus elecciones. Pero
como no diríamos esto respecto de aquellas situaciones en
que las personas se encuentran en peores condiciones por
efectos de la suerte o la distribución de talentos
naturales, tenemos que imaginar que esas personas
hubiesen contratado un seguro en algún momento de
igualdad inicial. Y lo mismo se aplica respecto de
aquellos que por tener buena suerte o ciertos talentos,
hoy se encuentran entre aquellos que consideramos
afortunados en la distribución de bienes. Así, todos
contribuirían en este esquema de seguro hipotético para
prevenir desigualdades que no les son imputables.
Aquellos que tienen más también pagarían más, puesto que
las primas estarían determinadas conforme a las
remuneraciones actuales que serían reflejo del nivel de
bienestar esperado con el que las compañías determinarían
el precio. Entendido de esta forma, el esquema de seguro
actuaría de manera redistributiva para compensar las
21
desigualdades injustificadas. La idea de Dworkin es
replicar este esquema de seguro en el sistema tributario
de una sociedad.
22
supone que el asegurado paga por un beneficio sujeto al
cumplimiento de una condición. Después del cumplimiento
de las obligaciones del asegurado, la compañía
aseguradora está obligada a pagar al beneficiario del
seguro en caso que se produzca el daño que se buscaba
evitar. El punto es que aún en aquellos casos en que el
beneficiario del seguro sea alguien distinto de quien
debe pagar la prima, es el asegurado quien tiene la
potestad de determinar quién recibirá el beneficio. La
lógica del impuesto, si bien semejante en términos
económicos, niega el auto-interés. El contribuyente
pierde del todo la posibilidad de determinar quién se
beneficiará con sus impuestos y la posibilidad de
determinar directa e individualmente la forma en que esos
recursos serán utilizados. Esto supone la redistribución:
la radical contingencia de la propiedad privada. La
redistribución es un constante recordatorio del carácter
convencional de la propiedad privada.
23
ciudadanos llegan a tener, y también
determina, en parte, la clase de personas que
quieren ser, y la clase de persona que son.
Así, un sistema económico no es sólo un
mecanismo institucional para satisfacer los
deseos y las necesidades, sino un modo de
crear y de adaptar los deseos futuros. El
cómo los hombres trabajan en conjunto para
satisfacer sus deseos presentes afecta los
deseos que tendrán después, la clase de
personas que serán. […] Como los esquemas
económicos tienen estos efectos, y deben
tenerlos, la elección de estas instituciones
supone una concepción del bien humano y de
los proyectos de las instituciones para
conseguirlo. Esta elección debe ser hecha
sobre bases morales y políticas tanto como
económicas39.
24
privada que supone la aplicación de un principio de la
distribución distinto de los principios históricos
defendidos por Nozick, no está moralmente justificada en
este esquema. Sin embargo, y vinculado con lo que he
estado sosteniendo en este trabajo, Nozick señala lo
siguiente,
44 Ibid., p. 175.
25
autonomía y heteronomía. Si seguimos a Zenon Bankowski,
podemos decir que en el derecho es donde encontramos una
clara interacción entre autonomía y heteronomía, que se
expresa en el valor de la legalidad, i.e. “la
articulación de sistemas autónomos y heterónomos”45.
26
fraternidad derive de la ayuda forzada, parece que
tenemos que buscar alguna explicación que vincule la
forma en que hacemos las cosas con los posibles cambios
en nuestras relaciones políticas que esas prácticas
puedan traer. Aquí es donde quiero aventurar un argumento
teológico que puede traer luz a esta idea.
27
potencia. “Todo signo es producto de la esperanza, la
esperanza de que este mundo pueda devenir en otro y que
la fragmentariedad que experimentamos pueda adquirir
sentido”51 .
28
Así, partiendo de igualdad de recursos no se espera
igualdad de resultados puesto que las personas son
responsables de sus decisiones (dentro de ciertas
condiciones que buscan asegurar que las diferencias
sociales sean reflejo de estas decisiones y no del azar).
29
con ciertas formas sociales. Fuera de estas sociedades, o
sin estos arreglos sociales, la potencialidad de
desarrollo de las personas -aquello en que consiste su
dignidad- es una ilusión.
30
está en respetar la estructura porque “todo lo que
transgreda sus límites estaría en abierta violación de la
naturaleza de los bienes distribuidos o de los agentes a
que quienes se distribuye”59.
31
comunidad política. Así los impuestos muestran que para
poder vivir en comunidad política, es necesario concurrir
en la mantención de la organización social y que esto
supone un compromiso con una concepción de desarrollo de
cada individuo como un sujeto moral. La forma jurídica
que adopta este ideal social es también parte de la
estructura constitutiva de la comunidad. A través del
derecho transformamos nuestra comprensión del mundo. En
particular, notamos que nuestras estructuras sociales son
convencionales y que al hacer ciertas cosas
constantemente se nos recuerda que dependemos de otros.
4. CONCLUSIÓN
32
enfrentamos en el derecho tributario. Uno de los
problemas más difíciles de (entender) y resolver hoy es
el de la elusión fiscal. Las teorías del derecho
tributario disponibles hoy descansan en una noción
puramente instrumental económica de los tributos. De esta
forma, el gobierno recauda ingresos fiscales para la
materialización del gasto público. El ciudadano deviene
contribuyente sólo una vez que surge la obligación
jurídica al cumplirse con las condiciones del hecho
gravado. Una interpretación formalista de estas normas es
el brazo armado de estas teorías. El problema de las
teorías interpretativas substantivas del derecho
tributario hasta ahora disponibles es que asumen la
función económica de los tributos como su única función.
Así, si el contribuyente demuestra que la estructura
tributaria de la operación no está motivada por fines
elusivos, nada puede hacerse para que el monto de su
contribución sea la originalmente buscada en la ley. Si
entendemos en cambio el derecho tributario a la luz de la
teoría que aquí comienzo a esbozar creo que es posible
defender lo siguiente: el ciudadano, per se, tiene la
obligación de contribuir. Quienes utilizan el derecho
tributario para sus propios fines realizan una especie de
reificación de sus conciudadanos, negándoles el
reconocimiento debido. En esta nueva teoría, lo que hoy
conocemos como “obligación tributaria” sólo tiene por
finalidad determinar el quantum de la contribución.
33
entonces seremos capaces de cumplir con la ley. Antes de
esto, claro, todavía queda trabajo por hacer.
REFERENCIAS
34
17 ---: A Theory of Justice (Cambridge: Belknap Press,
1999), 538 pp.
18 Scheffler, S: "What is egalitarianism?", (2003) 31,
Nº 1 Philosophy & Public Affairs, pp. 5-39.
19 Taylor, C: "The nature and scope of distributive
justice", In Philosophy and the Human Sciences.
Philosophical Papers 2, (Cambridge: Cambridge
University Press, 1985), pp. 289-317.
20 Walzer, M: Spheres of Justice. A Defense of
Pluralism & Equality (Oxford and Cambridge:
Blackwell, 1983), 345 pp.
21 Williams, R: On Christian Theology (Oxford:
Blackwell Publishing, 2000), 310 pp.
35