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Artritis Reumatoide Iladiba Inflamacion 2006
Artritis Reumatoide Iladiba Inflamacion 2006
Artritis Reumatoide Iladiba Inflamacion 2006
Introducción
Generalidades
Esta entidad suele iniciarse en adultos jóvenes, pero puede aparecer a cualquier edad con
una incidencia máxima en la tercera y cuarta décadas de la vida. La prevalencia en la
población general es de 0,8%, por lo que se la considera el trastorno articular más
frecuente; se estima que alrededor de 80% de los pacientes desarrolla la enfermedad entre
los 30 y los 50 años de edad y las mujeres son afectadas con mayor frecuencia que los
hombres, con una relación de 3:1.
También ha sido propuesto que IL-15 activa células T autorreactivas que reconocen
antígenos HLA clase II, en ausencia de péptidos antigénicos; por lo tanto, los individuos
que expresan ciertos antígenos HLA (entre ellos DR4), podrían desarrollan un cuadro de
inflamación crónica como resultado de la secreción de la mencionada citocina.
Criterios diagnósticos
Manifestaciones clínicas
Acerca de las manifestaciones extraarticulares, las más comunes son nódulos subcutáneos,
vasculitis, lesiones pleuropulmonares, osteoporosis y síndrome de Felty. En realidad,
ninguna de ellas tiene una importancia clínica significativa, su frecuencia de presentación
es variable y en tanto que algunas como los nódulos subcutáneos y la serositis son
evidentes con mayor frecuencia durante los episodios de agudización, la vasculitis suele
manifestarse durante las fases de inactividad de la enfermedad (tabla 3).
Hallazgos de laboratorio
Hasta el momento no está disponible una terapia capaz de revertir por completo el daño
tisular causado por la artritis reumatoide; no obstante, están disponibles varias alternativas
efectivas para controlar la progresión de la enfermedad y ofrecer alivio sintomático. Si bien
el tratamiento debe ser individualizado, existen algunos parámetros generales, que vale la
pena tener en cuenta (figura 5).
Para un manejo óptimo de los enfermos se requiere de un diagnóstico temprano y el
comienzo oportuno de aquellos medicamentos capaces de reducir el daño y la deformidad
de las articulaciones. Desde el momento del diagnóstico se debe educar al paciente sobre su
enfermedad y ofrecer apoyo físico, ocupacional y psicológico. De igual manera hay que
concientizar al paciente respecto a la importancia de los controles médicos periódicos,
sobre todo cuando está recibiendo terapia con drogas modificadoras de la enfermedad, pues
éstas pueden causar efectos secundarios indeseables que deben detectarse a tiempo y
ameritan un cuidadoso seguimiento con pruebas hematológicas, así como de función renal
y hepática.
Figura 5. Flujograma para el tratamiento de artritis reumatoide
Opciones farmacológicas
Por fortuna, en los últimos dos años se han desarrollado los inhibidores selectivos del tipo 2
de la enzima ciclooxigenasa, más conocidos como anti-COX-2. Estos compuestos, que
incluyen nabumetona, celecoxib, rofecoxib, nimesulide, meloxicam y etodolac, ofrecen un
importante efecto antiinflamatorio sin inducir trastornos gastrointestinales.
Los estudios clínicos con celecoxib han confirmado la eficacia de este compuesto para
aliviar el dolor y mejorar el desempeño funcional de los pacientes con artritis reumatoide, a
dosis entre 40 y 200 mg dos veces por día; por otra parte, las evaluaciones endoscópicas
muestran que este fármaco no induce el desarrollo de ulceraciones en la mucosa gástrica
(0% de incidencia de úlceras durante el tratamiento), es tan seguro como placebo y no
interfiere con la agregación plaquetaria ni reduce las concentraciones plasmáticas de
tromboxano B2.
2. Corticosteroides
En ocasiones es necesario combinar dos o más de estos compuestos; por ejemplo, varios
estudios muestran que la terapia con metrotexate y salazopirina es más efectiva que el uso
de cada uno de ellos por separado; otra alternativa eficaz es ciclosporina A más
hidroxicloroquina. Las combinaciones mencionadas ofrecen beneficios superiores a la
monoterapia y no se acompañan de incremento de la toxicidad.
Con respecto a leflunomida, los resultados de un estudio clínico multicéntrico, de fase III,
realizado hace pocos meses en varios países europeos, muestran que dicha sustancia ofrece
una eficacia terapéutica equiparable a la de sulfasalazina y es bien tolerada, pues sus
efectos colaterales más frecuentes (que incluyen diarrea, náusea y erupción cutánea), son
transitorios y manejables. Los datos publicados indican que leflunomida reduce la
progresión del daño articular y mejora las manifestaciones clínicas de la enfermedad.
Los estudios clínicos previos a su aprobación, mostraron que ambas moléculas inhiben la
respuesta inflamatoria, disminuyen de manera dramática la sintomatología articular y su
administración se acompaña de normalización de los marcadores inflamatorios (velocidad
de sedimentación globular, concentraciones de proteína C reactiva). A la vez que no alteran
el sistema inmune de los pacientes, tampoco ocasionan efectos colaterales y al parecer,
pueden lograr una remisión completa de la enfermedad.
Por lo pronto, y hasta tanto no se publiquen los resultados de estudios más completos, están
indicados para el tratamiento de aquellos pacientes que no han tenido una respuesta
favorable con las demás alternativas disponibles y pueden combinarse con dosis bajas de
metrotexate.
Conclusiones
No cabe duda que todos los aspectos relacionados con la artritis reumatoide son clomplejos;
por fortuna la identificación de los mediadores químicos involucrados en el mantenimiento
y amplificación de la respuesta inflamatoria ha abierto las puertas de novedosas y más
seguras alternativas de tratamiento.
La identificación y aplicación clínica de los modificadores biológicos, junto con el
creciente desarrollo de las opciones basadas en terapia génica conducen hacia una
verdadera revolución en el pronóstico de la artritis reumatoide y acercan cada vez más la
probabilidad de llegar a disponer de ofrecer, en un futuro cercano, un régimen curativo a los
millones de pacientes afectados.
La artritis reumatoide juvenil es la entidad reumática más frecuente en la población pediátrica, siendo
manejada de igual forma que su contraparte en adultos. Sin embargo, hasta 30% de los casos de artritis
progresiva no muestran respuesta a metotrexate y en aquellos que sí, la frecuencia y severidad de sus efectos
secundarios hace necesaria la búsqueda de otra estrategia terapéutica.
Por su parte, etanercept es una molécula obtenida por ingeniería genética que inhibe de manera efectiva a
factor de necrosis tumoral y linfotoxina , citocinas proinflamatorias que juegan un papel importante en la
fisiopatología de la enfermedad, y ha mostrado beneficios clínicos en pacientes adultos que no responden a
otros medicamentos.
Un grupo multicéntrico de investigadores estadounidenses, dirigido por el doctor Daniel J. Lovell, del
Children’s Hospital Medical Center, en Cincinnati, llevó a cabo un estudio de diseño doble ciego y controlado
con placebo en 51 pacientes de 4 a 17 años con artritis reumatoide juvenil poliarticular, refractaria al manejo
con. Los participantes fueron asignados a recibir 0,4 mg/kg subcutáneos de etanercept dos veces por semana o
placebo, por otros 4 meses.
Al cabo de este tiempo, los resultados mostraron que 81% de los sujetos que recibieron placebo presentaron
exacerbación aguda de la enfermedad, en comparación con 28% en los pacientes tratados con etanercept
(p=0,003).
De igual forma, en este último grupo el tiempo promedio para la ocurrencia de dichos episodios agudos fue
mucho mayor (116 días) que el observado en las personas asignadas a placebo (28 días) (p<0,001) y la tasa de
respuesta a los 7 meses, definida como mejoría de al menos 30% en los indicadores clínicos y de laboratorio
de la enfermedad, fue superior (80% vs. 35%, p<0,01). No se observaron diferencias significativas entre los
grupos con relación a efectos secundarios.
Con base en tales datos, los autores concluyen que etanercept constituye una estrategia recomendable en
pacientes con artritis reumatoide juvenil que no han mostrado respuesta a metotrexate.
En el editorial que acompaña el estudio, el doctor David S. Pisetsky, vinculado al Duke University Medical
Center, señala que para pacientes con artritis reumatoide ha comenzado una nueva era en el tratamiento de la
enfermedad, pues tanto en adultos como en niños, los bloqueadores de factor de necrosis tumoral han
mostrado su eficacia y seguridad.
(Nature Medicine, julio; Science, junio 4; Arthritis & Rheumatism, junio; Nature Medicine, junio 1999)
Desde hace algunos meses ha resurgido el interés por las metaloproteasas, pues tales enzimas desempeñan un
papel fundamental en la génesis y progresión de diversas enfermedades, entre ellas el cáncer, la artritis
reumatoide y la osteoartritis.
Estas enzimas comprenden una extensa familia de péptidos, compuesta por, al menos, 16 moléculas
diferentes, identificadas hasta la fecha. En términos generales, se trata de enzimas proteolíticas, caracterizadas
por la presencia en su estructura de uno o más átomos de distintos metales, que no sólo participan en diversos
mecanismos celulares, tales como el ensamblaje de péptidos después de la síntesis, la estructuración de
moléculas de adhesión, la comunicación intercelular y la activación de otras enzimas, sino que, además,
intervienen en la degradación de colágeno y otras moléculas que hacen parte del tejido conectivo.
Aunque la mayoría de tales enzimas son extracelulares, algunas de ellas, conocidas como MT-MMP (por
Membrane-type Matrix Metalloproteinases) y ADAM (del inglés A Disintegrin And Metalloproteinases)
están localizadas en las membranas de las células y son esenciales para la activación de numerosos
mensajeros químicos, como el factor de necrosis tumoral alfa o TNF- (del inglés Tumor Necrosis Factor-),
varias moléculas de adhesión y muchos receptores; estas proteasas escinden las correspondientes
macromoléculas precursoras, permitiendo que las porciones con actividad biológica sean expresadas y
secretadas.
Las mayoría de las metaloproteasas de membrana, identificadas hasta el momento, comparten una estructura
química muy similar, pues son moléculas diméricas en las cuales, uno de los dominios exhibe actividad
proteolítica (contiene el centro activo, asociado a un átomo metálico), en tanto que el otro ejerce funciones
diferentes, bien sea como molécula de adhesión (integrina) o como receptor transmembranal.
Tales péptidos han sido empleados con fines diagnósticos, tal como lo demuestra un estudio publicado en un
número reciente de la revista Obstetrics and Gynecology, la cual indica como la determinación en líquido
amniótico de metaloproteasa 9 o MMP-9 (por Matrix Metalloproteinase 9), podría ser una alternativa valiosa
para detectar infección intraamniótica. El análisis del líquido amniótico de 44 mujeres con edades
gestacionales entre 22 y 35 semanas y amenaza de parto pretérmino, reveló concentraciones elevadas de
MMP-9 (de 352 ng/ml a 1066 ng/ml) en 6 pacientes y en todas ellas los cultivos del líquido amniótico
demostraron la presencia de infección.
Además, es imprescindible para la aparición de metástasis tumorales pues para que este evento tenga lugar, es
precisa la destrucción de las membranas basales de modo que las células malignas puedan alcanzar los vasos
sanguíneos y los linfáticos (figura).
La enzima en cuestión es secretada por los fibroblastos y las células tumorales malignas invasivas, en forma
de una proenzima, que contiene una secuencia polipeptídica con actividad inhibidora intrínseca; ahora bien, la
eliminación de este fragmento, gracias a proteasas específicas extracelulares, descubre el sitio catalítico de la
enzima.
Figura. Esquema que ilustra los eventos involucrados en la activación de la enzima
metaloproteasa de matriz tipo 2 o MMP-2. La degradación de las fibras de colágeno tipo IV,
por acción de esta enzima, favorece la dispersión de las células tumorales.
Mediante estudios cristalográficos complejos, los investigadores del Instituto Karolinska han establecido la
estructura tridimensional de la forma activa de MMP-2 y sus distintos precursores. El sitio activo de la
molécula presenta un átomo de zinc y dos átomos de calcio, uno de los cuales está localizado en un asa
flanqueada por un puente disulfuro, estructura que no ha sido identificada en ninguna otra enzima de esta
clase.
La consecuencia más significativa del estudio mencionado es que ofrece una base sólida para el desarrollo de
compuestos sintéticos capaces de bloquear de manera selectiva el sitio activo de MMP-2, interfiriendo, en
consecuencia, con la degradación de colágeno tipo IV; ello podría constituir una interesante alternativa para
combatir las metástasis tumorales.
La enzima responsable de dicha escisión en particular, fue identificada hace pocas semanas por un equipo
interdisciplinario de científicos vinculados a la Escuela de Medicina de la Universidad de Kansas City
(Estados Unidos), en colaboración con investigadores de la compañía farmacéutica DuPont.
Tras analizar extractos de cartílago articular humano, identificaron una enzima de la familia de las
metaloproteasas de matriz que, de manera selectiva, fraccionaba la molécula de agrecán, al romper el enlace
entre GLU 373 y ALA 374, por lo que fue bautizada con el nombre de agrecanasa-1. Estudios ulteriores más
cuidadosos han permitido establecer que dicho péptico pertenece al grupo de las proteinasas ADAM y posee
dos dominios, uno con actividad proteolítica sobre agrecán, mientras que el otro, al parecer, funciona como
receptor para integrinas presentes en la membrana de los condrocitos.
Puesto que ya se conoce la estructura molecular de agrecanasa y ha sido posible sintetizar una forma
recombinante humana de dicha enzima, es muy factible que en poco tiempo sean desarrollados inhibidores
selectivos, como una posible estrategia para el tratamiento de los pacientes con artritis reumatoide.
La comprensión del papel primordial que desempeñan las metaloproteasas en diversas condiciones
fisiopatológicas abre un nuevo horizonte terapéutico para el manejo de entidades tales como las enfermedades
degenerativas articulares y el cáncer.