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1962, escrito en junio-julio, publicado en diciembre -

Contradicción y sobredeterminación (notas para una investigación)

Desmistificación: Una desmistificación (démystification) es “una operación que transforma


aquello que extrae” (p. 91). Se extrae [... ¿lo real?...] de su envoltura, capa o cáscara
ideológica. Althusser distinguirá entre la realidad material y la ideología abstracta. ¿Es la
ideología la “conciencia de sí” de un sujeto? La ideología sería un fenómeno de la vida
material.

La teoría del eslabón más débil: Althusser intentará reflexionar “sobre el concepto marxista
de contradicción a propósito de un ejemplo preciso: el tema leninista del ‘eslabón más débil’”
(p. 92). “Lenin daba ante todo un sentido práctico a esta metáfora. Una cadena vale lo que
vale su eslabón más débil. Quien quiera, en general, controlar una situación dada, velará por
que ningún punto débil vuelva vulnerable el conjunto del sistema. Quien quiera, por el
contrario, atacarlo, incluso si las apariencias de la potencia están contra él, le es suficiente
descubrir la única debilidad que vuelve a toda esta fuerza precaria. Hasta aquí no hay
revelación alguna cuando se ha leído a Maquiavelo o a Vauban, que conocían tanto el arte de
defender como el de arruinar un lugar, juzgando toda coraza a partir de su defecto” (p. 93). Al
parecer con esto se puede pensar aquello que hace posible y victoriosa un proceso de
experimentación científica: la situación objetiva que revela y pone en evidencia. La debilidad
es creada y precipitada por la situación objetiva específica privilegiada (un conjunto o
ensamble de acontecimientos, circunstancias excepcionales, la mayor acumulación y
exasperación de contradicciones internas y externas de sus elementos; todos estas condiciones
objetivas fundamentales hacen posible, en el momento decisivo, el juego que permite, como
efecto suyo, la producción de nuevos conocimientos [el asalto revolucionario al régimen
existente]).

Contradicción: “Para que esta contradicción devenga ‘activa’ en sentido fuerte, es decir,
principio de ruptura, hace falta una acumulación tal de ‘circunstancias’ y de ‘corrientes’ que,
cual sea el origen y el sentido (y varios de entre ellas son necesariamente, por su origen y su
sentido, paradójicamente extranjeras [extrañas], incluso ‘absolutamente opuestas’ a la
revolución), se ‘fusionan’ [confunden de un modo coherente] en una unidad de ruptura” (p.
98). “Cuando en esta situación entran en juego, en el mismo juego, una prodigiosa
acumulación de ‘contradicciones’ de las cuales algunas son radicalmente heterogéneas, y que
no todas tienen el mismo origen, ni el mismo sentido, ni el mismo nivel y lugar de aplicación,
y que no obstante ‘se funden’ en una unidad de ruptura, no es posible seguir hablando de la
única virtud simple de la ‘contradicción’ general. Ciertamente la contradicción fundamental
que domina este tiempo (en que la revolución ‘se halla a la orden del día’) está activa en todas
sus ‘contradicciones’ y hasta en su ‘fusión’. Pero no se puede, sin embargo, pretender con
todo rigor que estas ‘contradicciones’ y su ‘fusión’ no sean más que el puro fenómeno. Pues
las ‘circunstancias’ o las ‘corrientes’ que las realizan son más que su puro y simple fenómeno.
Ellas dependen de las relaciones de producción que son evidentemente uno de los términos de
la contradicción pero al mismo tiempo su condición de existencia; de las superestructuras,
instancias derivadas, pero que tienen su consistencia y eficacia propias; de la misma
coyuntura [conjoncture] internacional, que interviene como determinación jugando su rol
específico. Esto quiere decir que las ‘diferencias’ que constituyen cada una de las instancias
en juego (y que se manifiestan en esta ‘acumulación’ de la que habla Lenin), si se ‘funden’ en
una unidad real, no se ‘disipan’ como un puro fenómeno en la unidad interior de una
contradicción simple. La unidad que ellas constituyen en esta ‘fusión’ de la ruptura
revolucionaria, ellas la constituyen con su esencia y su eficacia propias, a partir de lo que
ellas son, y según las modalidades específicas de su acción. Constituyendo esta unidad, ellas
reconstituyen y logran bien la unidad fundamental que las anima, pero al hacerlo indican
también su naturaleza: que la ‘contradicción’ es inseparable de la estructura del cuerpo social
en su conjunto en el que ella actúa, inseparable de sus condiciones formales de existencia, y
de las instancias mismas que ella gobierna, que ella misma es, pues, en su corazón, afectada
por ellas, determinante pero también determinada en un solo y mismo movimiento, y
determinada por los diversos niveles y las diversas instancias de la formación social que ella
anima; podríamos decirle: [intensamente] sobredeterminada en su principio” (pp. 98-100).

Sobredeterminación: “No me aferro especialmente al término sobredeterminación (tomado


prestado de otras disciplinas [¿cuáles?]), sino que lo empleo, a falta de uno mejor, a la vez
como un índice y como un problema, y también porque permite ver bastante bien porqué nos
referimos a algo totalmente distinto a la contradicción hegeliana” (p. 100). La contradicción
hegeliana no se halla jamás efectivamente sobredeterminada (p. 100). Lo que constituye la
especificidad de la contradicción marxista frente a la contradicción hegeliana es la
sobredeterminación: se trata de una contradicción sobredeterminada (p. 106).

Crisis: “La situación de ‘crisis’ juega, como Lenin lo ha dicho varias veces, un rol revelador
de la estructura y de la dinámica de la formación social que la vive. Lo que se ha dicho de la
situación revolucionaria concierne también, por lo tanto, guardando las proporciones, a la
formación social en una situación anterior a la crisis revolucionaria” (p. 99).

Las condiciones subjetivas consistirían en “el medio de asalto decisivo contra el eslabón más
débil de la cadena” (p. 96). Se trata de discernir e identificar a través de las condiciones
objetivas las circunstancias que hacen posible la producción de lo nuevo.

Cada formación social determinada tedría su propio modo de producción.

Complejo estructura-superestructura: El “complejo estructura-superestructura” “constituye


la esencia de toda formación social” (p. 111). Estructura o base económica: fuerzas de
producción y relaciones de producción. Superestructura: Estado, formas jurídicas, políticas
(movimientos políticos organizados) e ideológicas (ideología dominante), religiosas. “Que
estas relaciones específicas entre la estructura y la superestructura aún merecen una
elaboración e investigaciones teóricas, no cabe ninguna duda. Sin embargo, Marx bien nos ha
dado los ‘dos extremos de la cadena”, y nos dice que es entre ellos que hay que buscar...: por
una parte, la determinación en última instancia por el modo de producción (económico); por
otra parte, la autonomía relativa de las superestructuras y su eficacia específica.” (p. 111)
Esto no quiere decir en ningún caso que la producción económica sea el único factor
determinante. Las superestructuras también imponen sus propias determinaciones. Se trata
siempre de una acumulación de determinaciones eficaces o efectivas: en esto consiste la
sobredeterminación. “la teoría de la eficacia específica de las superestructuras y otras
‘circunstancias’ [coyunturas nacionales e internacionales, etc.] queda en gran parte por
elaborar; y antes que la teoría de su eficacia, o al mismo tiempo (pues es por la constatación
de su eficacia que uno puede alcanzar su esencia), la teoría de la esencia propia de los
elementos específicos de la superestructura. Esta teoría sigue siendo, como el mapa de África
antes de las grandes exploraciones, un dominio reconocido en sus contornos, en sus grandes
cadenas montañosas y sus grandes ríos, pero muy frecuentemente, fuera de algunas regiones
bien trazadas, desconocida en sus detalles. ¿Quién, después de Marx y Lenin, ha
verdaderamente intentado o proseguido su exploración? No conozco más que a Gramsci. No
obstante, esta tarea es indispensable para permitir enunciar aunque sea proposiciones más
precisas que esta aproximación sobre el carácter, fundado ante todo en la existencia y la
naturaleza de las superestructuras, de la sobredeterminación de la contradicción marxista” (pp.
113-114).

Gramsci: “Los desarrollos y las notas de sus Cuadernos de la cárcel tocan todos los
problemas fundamentales de la historia económica, social, política y cultural italiana y
europea. Uno encuentra allí visiones absolutamente originales y por veces geniales sobre este
problema, hoy en día fundamental, de las superestructuras. Uno encuentra también allí, como
ocurre cuando se trata de verdaderos descubrimientos, nuevos conceptos, por ejemplo el
concepto de hegemonía, notable ejemplo de un esbozo de solución teórica a los problemas de
la interpenetración de lo económico con lo político. Desgraciadamente, ¿quién ha retomado y
prolongado, al menos en Francia, el esfuerzo teórico de Gramsci?” (p. 114)

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