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LOPEZ AMOZURRUTIA, J.A., Filosofía y Teología Fundamental PDF
LOPEZ AMOZURRUTIA, J.A., Filosofía y Teología Fundamental PDF
Inter-Seminarios
Región Noroeste
24 –26 marzo de 2003
Consideración previa
Antes de iniciar, debemos evitar un equívoco que puede generarse por el título de la
presente participación. El tema del Congreso es la reflexión, a partir de Fides et ratio, sobre
la relación entre distintas ramas del saber eclesial con la Filosofía. Se ha hablado de la
contribución de la Filosofía a la hermenéutica bíblica, a la Teología Dogmática y Pastoral,
y al planteamiento racionalmente responsable del sentido de la vida. Nos corresponde ahora
reflexionar sobre la relación entre la Filosofía y la Teología fundamental. En el título se
habla de «un diálogo perenne en la Iglesia». En realidad, no podemos afirmar que haya
habido un diálogo perenne en la Iglesia entre Filosofía y Teología fundamental, por el
simple hecho de que la Teología fundamental en cuanto tal es una rama muy joven en el
árbol del saber teológico1. Sin embargo, en cuanto ella ha asumido la tarea de responder a
la necesidad de justificar epistemológicamente la racionalidad teológica, podemos decir que
siempre que el conocimiento de la fe ha querido dar razón de su propio ser, ha habido una
vinculación natural entre conocimiento de la fe y conocimiento radical de la realidad. En
este sentido, prefiero hablar de un diálogo perenne entre racionalidad teológica y
racionalidad filosófica.
En nuestra reflexión, Fides et ratio se mantendrá como una referencia estable, y ello
en dos niveles. En primer lugar, por el marco global de la Encíclica y sus orientaciones
generales, que se estructuran claramente desde una concepción que podemos llamar
teológico-fundamental. En segundo lugar, por los puntos específicos en los cuales trata
expresamente sobre la Teología Fundamental.
largo del tiempo. Sin embargo, parece útil entresacar de la historia algunos ejemplos,
referidos todos por la misma Fides et ratio. El primero es Justino de Roma; el segundo,
Clemente de Alejandría2; el tercero es Anselmo de Canterbury, y el último, Tomás de
Aquino3.
De San Justino nos habla el número 38 de la Encíclica, llamándolo «un pionero del
encuentro positivo con el pensamiento filosófico, aunque bajo el signo de un cauto
discernimiento»4. El carácter novedoso de este mártir cristiano queda más claro cuando se
compara con la actitud de desconfianza e irreductibilidad entre pensamiento filosófico y
doctrina cristiana, representada de alguna manera por Tertuliano e Ireneo. Se pregunta, en
efecto, Tertuliano – en un texto citado también por Fides et ratio –: «¿Qué tienen en común
Atenas y Jerusalén? ¿La Academia y la Iglesia?»5. La actitud crítica de la fe de cara a la
racionalidad secular no debe desaparecer, y es por ello que el mismo Justino reconoce
como «única filosofía segura y provechosa» al cristianismo6. Pero la crítica no impide a
Justino la incorporación de elementos valiosos de la tradición filosófica griega. De nuestro
autor es conocida la teoría del Lógos sperkamatikós: el Verbo de Dios, manifestado
proféticamente a los hebreos, se habría manifestado también de modo parcial a los filósofos
griegos como semillas del Verbo; siendo Cristo la manifestación histórica, personal y
definitiva del Logos en su totalidad, se puede afirmar que «todo lo bello (kalôs) que ha sido
dicho por cualquiera, nos pertenece a los cristianos»7. De esta manera, podemos reconocer
en Justino el precursor de la noción de un «cristianismo anónimo». Por una parte, evita el
rechazo integrista – tan difundido hoy en ciertos grupos eclesiales – de lo que se puede
percibir en bloque como amenaza a la fe; pero por otra – y esto es oportuno recordarlo hoy
también a tantos entusiastas promotores de una inculturación del Evangelio con poco
discernimiento – deja a la filosofía su carácter profano, respondiendo a sus insuficiencias y
contradicciones y orientando todo a Cristo, en una primera fundamentación racional de la
pretensión universalista del cristianismo8. Esta concepción a la vez positiva y crítica de la fe
ante la filosofía de la antigüedad encuentra tal vez una de sus expresiones sintéticas más
curiosas en Minucio Félix, que llega a decir: «Los cristianos son los filósofos de hoy y los
filósofos eran los cristianos de otros tiempos»9.
2
Sobre los autores antiguos citados por FR, cf. el comentario a la Encíclica de E. DAL COVOLO , «L’itinerario
dei primi secoli cristiani», aparecido en L’Osservatore Romano del 14 de noviembre de 1998.
3
Sobre los autores medievales, cf. el trabajo de P. GILBERT, «La ricchezza della scolastica», L’Osservatore
Romano del 18 de noviembre de 1998, que se puede completar con el artículo de M. SÁNCHEZ SORONDO, «Per
una istanza metafisica aperta alla fede», publicada en el mismo diario el 16 de diciembre de 1998.
4
FR 38.
5
De praescriptione haereticorum, VII, 9, citado por FR 41 y nota 40.
6
Diálogo con Trifón 8,1, citado por FR 38.
7
2 Apología 13,4.
8
Cf. E. DAL COVOLO , «L’itinerario dei primi secoli cristiani», L’Osservatore Romano del 14 de noviembre de
1998.
9
Octavio 20,1.
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Filosofía y Teología fundamental
b) Clemente de Alejandría
c) Anselmo de Canterbury
10
Cf. FR notas 32-37.
11
Stromata VII,10,57,3.
12
Stromata I,20,100,1, citado por FR 38.
13
FR 14.
14
Cf. FR notas 42 y 43.
15
FR 42.
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Filosofía y Teología fundamental
d) Tomás de Aquino
No cabe duda que santo Tomás poseyó en grado eximio audacia para la búsqueda
de la verdad, libertad de espíritu para afrontar problemas nuevos y la honradez
intelectual propia de quien, no tolerando que el cristianismo se contamine con la
filosofía pagana, sin embargo no rechaza a priori esta filosofía. Por eso ha
pasado a la historia del pensamiento cristiano como precursor del nuevo rumbo
de la filosofía y de la cultura universal. El punto capital y como el meollo de la
solución casi profética a la nueva confrontación entre la razón y la fe, consiste en
conciliar la secularidad del mundo con las exigencias radicales del Evangelio,
sustrayéndose así a la tendencia innatural de despreciar el mundo y sus valores,
pero sin eludir las exigencias supremas e inflexibles del orden sobrenatural18.
16
Con significativas citas en las notas 44, 45, 48, 49 y 50.
17
FR 43.
18
FR 43, citando Lumen Ecclesiae (20 noviembre 1974), 8: AAS 66 (1974), 680.
19
Muy sugestiva aparece, a este propósito, la recomendación que da el Doctor Angélico al hermano Juan:
«non respicias a quo audias, sed quidquid boni dicatur, memoriae recommenda». TOMÁS DE AQUINO, Carta “de
modo studendi”.
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Filosofía y Teología fundamental
católica se alce ahora, ante la debilidad de un pensamiento doblegado sobre sí mismo, como
una voz que defiende la fuerza de la razón»20.
2. Principios generales
Sobre este aspecto quisiera detenerme más adelante, porque me parece una de las
indicaciones más originales de la Encíclica.
Por último, un aspecto sapiencial de la actividad filosófica humana resulta de la
indicación de diversos niveles de conocimiento que no se quedan en el nivel empírico, de la
constatación experiencial personal. Reconocer el acto de fe, es decir, la peculiaridad del
confiarse, como una modalidad de conocimiento, lleva a destacar el necesario vínculo
social implicado en todo conocimiento y la urgencia de un ambiente de amistad para
fomentar el cultivo de la verdad, opuesto a un clima de sospecha; se subraya así que la
credibilidad de las personas y su interrelación ponen en juego la dignidad misma del ser
humano. «La capacidad y la opción de confiarse uno mismo y la propia vida a otra persona
constituyen ciertamente uno de los actos antropológicamente más significativos y
expresivos»24.
c) Fecundidad de la fe
27
Esta misma preocupación había sido objeto de estudio de la COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL . «El
problema fundamental de la interpretación puede por ello formularse de esta manera: ¿Cómo podemos tomar
en serio el círculo hermenéutico entre sujeto y objeto sin caer con ello en un relativismo en el que sólo se dan
interpretaciones de interpretaciones, que conducen, de nuevo, a interpretaciones constantemente nuevas? ¿Se
da [...] una verdad en sí?» CTI, Documentos 1969-1996, Madrid 1998, 421.
28
FR 84.
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Filosofía y Teología fundamental
d) La unidad de la verdad
29
FR 70.
30
Cf. FR 43.
31
Cf. FR 15.
32
Para lo siguiente, puede ser muy útil confrontar con P. HENRICI, «La Verità e le verità», en L’Osservatore
Romano del 11 de noviembre de 1998.
33
FR 5.
34
FR 34.
35
FR 27.
36
FR 33.
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Filosofía y Teología fundamental
El primer principio nos expresa la naturaleza de la Revelación: «No hay que olvidar
que la Revelación está llena de misterio»37. El concepto de «misterio» aquí manejado
parece integrar la visión paulina con la visión vulgar del término: por una parte, se recuerda
que Jesús es el revelador del rostro del Padre y quien explica al hombre los secretos de
Dios; por otra parte, se recuerda que el conocimiento humano es fragmentario y limitado.
El modo de conocimiento que se adecua al misterio y favorece su comprensión coherente es
la fe. La epistemología teológica encuentra en esta afirmación su principio fundamental.
37
FR 13.
38
DV 5, citado por FR 13.
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39
FR 13.
40
FR 13.
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Filosofía y Teología fundamental
Por una parte se respeta la defendida autonomía humana, pero por otra se insinúa
que una autonomía inmanentista termina por sofocar al mismo ser humano. La dinámica
natural del conocimiento humano – la acción, de nuevo –, rescata de la semiótica un
elemento antropológico muy valioso: la tendencialidad, la referencialidad y la
significatividad denotan un vínculo real entre el sujeto y la realidad, que se realiza a través
de una apertura permanente al ser. La Revelación se verifica en esta misma estructura de
significatividad que evidencia la naturaleza trascendente del hombre y su valencia
metafísica.
e) Sacramentalidad de la Revelación
Por último, y como consecuencia de lo anterior, cabe hablar del principio sintético
de la sacramentalidad de la Revelación. La Revelación se lleva a cabo a través de signos
que están al alcance del hombre, desde los cuales el hombre es elevado a la realidad misma
de Dios. Así, podemos unir las afirmaciones de que Dios verdaderamente se ha revelado, de
que el hombre acoge su revelación en la fe, de que el asentimiento de la fe es un acto
personal y de que la Revelación respeta la estructura cognoscitiva humana. El número que
aquí consideramos de la Encíclica eleva una última mirada contemplativa al signo
eucarístico, para encontrar en él «la unidad inseparable entre la realidad y su significado»
que «permite captar la profundidad del misterio»41. En una feliz cita de Pascal, se
parangona la Eucaristía a la verdad revelada: «Como Jesucristo permaneció desconocido
entre los hombres, del mismo modo su verdad permanece, entre las opiniones comunes, sin
diferencia exterior. Así queda la Eucaristía entre el pan común»42. La estructura
sacramental sintetiza, así, la estructura misma del conocimiento de fe, que «no anula el
misterio; sólo lo hace más evidente y lo manifiesta como hecho esencial para la vida del
hombre»43.
2. La Teología fundamental
45
Cf. FR 80-85.
46
Cf. FR 86-91.
47
Cf. FR 92-96.
48
Cf. FR 97.
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Filosofía y Teología fundamental
a) El nexo epistemológico
b) El nexo antropológico
El segundo punto de encuentro es un nexo antropológico. Nada humano hay que sea
indiferente a la Filosofía y a la Teología. Tanto el saber filosófico como el teológico
quieren servir al hombre y requieren un concepto de ser humano. También en este caso
existe una reflexión específicamente filosófica – tendríamos que decir, variadas reflexiones
específicamente filosóficas – que analizan el fenómeno humano y buscan expresarlo desde
diversas perspectivas y con mayor o menor profundidad. La antropología teológica ha de
cribar las nociones filosóficas sobre el hombre desde su propio conocimiento por la
Revelación, para llegar a una visión específicamente teológica de él, y será función de la
Teología fundamental aportar a la Filosofía la riqueza de la reflexión teológica que da
nuevas luces y perspectivas sobre el hombre al mismo saber natural. El punto en común que
tiene el saber filosófico y el teológico no es una idea del ser humano, sino el hombre
mismo. La convergencia entre distintos enfoques se da necesariamente en la realidad
concreta de la persona humana. También en la perspectiva antropológica hay que recordar
que por compleja que sea la realidad humana, y por encima de aparentes contradicciones e
irreductibilidades, el ser humano es uno.
c) El nexo metafísico
49
Sobre las escuelas de Teología fundamental, cf. S. PIÉ-NINOT, «Las dos escuelas actuales de teología
fundamental», EE 73 (1998) 255-260; ID., La Teología fundamental, Salamanca 2001, 49-51. Sobre los
modelos usados para la teología de la revelación, cf. A. DULLES, Models of Revelation, Maryknoll 19922.
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d) El nexo semiológico
e) El nexo sapiencial
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TOMÁS DE AQUINO, STh II-II, q. 1, a. 2, ad 2.
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Filosofía y Teología fundamental
Quisiera, para finalizar esta exposición, tres principios de racionalidad humana que
prestan un servicio la Teología, y que son formulados por la Teología fundamental.
52
FR, frase inicial.