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La III República en Francia
La III República en Francia
La derrota de las tropas de Napoleón III en Sedán —y la prisión del propio emperador— a
manos de los prusianos provocó un tremendo trauma en Francia.
Tras la derrota y derrumbe del gobierno imperial de Napoleón III en la guerra franco-
prusiana (1870-1871), París fue sometida a un sitio de más de cuatro meses (19 de
septiembre de 1870-28 de enero de 1871), que culminó con la entrada triunfal de los
prusianos —que se retiraron de inmediato— y la proclamación imperial de Guillermo I de
Alemania en el Palacio de Versalles.
Recordemos que Thiers (1797 - 1877) había sido repetidas veces primer ministro bajo el
reinado de Luis-Felipe de Francia. Después de la caída del Segundo Imperio, se convirtió en
presidente provisional de la Tercera República Francesa. , ordenando la supresión de la
Comuna de París en 1871.
Hasta 1870, Thiers había sido uno de los impulsores de la guerra franco-prusiana,
pero cuando los ejércitos franceses sufrieron derrota tras derrota en tan sólo unas
pocas semanas, cambió rápidamente su estrategia y empezó a hablar en contra de la guerra,
cuando ésta estaba prácticamente perdida.
Logró esto separándose lo más posible del Gobierno de Defensa Nacional, el gobierno
que estaría obligado a rendirse y capitular frente a Alemania.
Emprendió a finales de septiembre y en las tres primeras semanas de octubre un viaje por
diferentes cortes de Europa, con la esperanza de obtener alguna intervención, o al
menos algunos buenos oficios.
En mayo de 1871, Thiers envió soldados franceses, con el apoyo de los alemanes, a París
para aplastar la Comuna parisiense. Entre 10.000 y 30.000 trabajadores murieron en las
calles de París. Miles más fueron detenidos y 7.000 fueron exiliados de por vida de Francia
El vacío de poder en París provocó que la milicia ciudadana, la Guardia Nacional Francesa, se
hiciera de forma efectiva con el poder a fin de asegurar la continuidad del funcionamiento de
la administración de la ciudad.
Fue sustituido como Presidente Provisional por Patrice MacMahon, duque de Magenta,
quien se convirtió en Presidente de la Tercera República, título que Thiers había codiciado, en
1875 cuando una serie de Leyes Orgánicas crearon oficialmente la Tercera República
Francesa.
Los desórdenes unieron a los grupos conservadores —y a los mismos campesinos, opuestos a
las revueltas urbanas—, de suerte que los primeros años de la III República fueron de temple
conservador hasta el punto de que durante siete años presidió el régimen republicano un
monárquico, el almirante Mac Mahon.
Luego,
Socialista.
Estas son:
Sufragio universal
Responsabilidad ministerial ante el parlamento
Servicio militar obligatorio y de corta duración
Separación de la Iglesia y el Estado
Instrucción gratuita, obligatoria y laica
Impuesto a la renta
Liberalismo económico, aunque algunas fracciones eran partidarias
de mayores derechos sociales a las clases trabajadores.
Francia se convirtió hacia 1900 en una república laica y aun anticlerical. Este proceso
obedece en parte al afán —paralelo al del resto de Europa, pero en este caso más militante—
de asunción por parte del Estado de todas las funciones educativas, que llevó a la prohibición
de enseñar a los jesuitas, y a la proclamación de un sistema de enseñanza laico-estatal.
El lema de Ferry era que «el futuro y la grandeza de Francia están fuera de Francia»
(en las colonias).
LA BELLE EPOQUE
Francia tuvo una «Belle époque» más agitada que Inglaterra, con abundancia de
escándalos públicos, como…
el «affaire Dreyfus»,
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El populismo de Boulanger cala cada vez más entre el pueblo francés, quien
le apoda "General Revanche", su popularidad es tal que pese a la caída del
gobierno es de nuevo nombrado ministro de Defensa.
El movimiento Boulangista
Esta destitución fue un mal cálculo político por parte del Gobierno ya que ya
nada podía impedir ahora que Boulanger presentara su candidatura en las
elecciones.
Ese hecho decisivo marcaría el principio del fin del Boulangismo tal y como
profetizaba Thièbaud (uno de los principales dirigentes boulangistas) tras el
rechazo de Boulanger de tomar el poder por la fuerza: «Las doce y cinco.
Desde hace cinco minutos el Boulangismo está a la baja».
Polémico asunto en el que se vio implicado el oficial del ejército francés Alfred Dreyfus, por el que
se le declaró culpable del cargo de traición en 1894. Su condena provocó un conflicto nacional que
llevó al sector republicano progresista a una posición dominante en la vida política francesa y que
culminó con la separación de la Iglesia y el Estado en Francia.
En 1899, el caso Dreyfus fue llevado ante la Cour de Cassation (Tribunal de Apelación),
que ordenó celebrar un nuevo juicio. En este segundo proceso se volvió a declarar culpable al
militar judío, pero su condena quedó reducida a diez años de prisión.
Diez días después, un nuevo gobierno, más progresista, encabezado por Pierre Waldeck-
Rousseau y con Émile Loubet como presidente, anuló el veredicto y otorgó el perdón a
Dreyfus. Fue totalmente rehabilitado siete años después, en 1906, gracias a una sentencia del
Tribunal de Apelación; el ejército le readmitió con la graduación de comandante y le
concedió la Legión de Honor. Sirvió en la I Guerra Mundial como teniente coronel. Con
respecto a los demás implicados en el caso, Esterházy permaneció en Inglaterra y confesó
haber sido un espía alemán a finales de 1899; Picquart, su acusador, fue restituido en su
puesto, ascendido a general y nombrado ministro de Guerra del gabinete presidido por
Georges Clemenceau.
El caso Dreyfus fue el detonante que originó la explosión social y política de la inestable
Francia de finales del siglo XIX. Los grupos extremistas de la derecha y la izquierda utilizaron
este suceso para demostrar su descontento ante el orden imperante. Cuando se declaró a
Dreyfus culpable en su primer consejo de guerra, las poderosas fuerzas antisemitas de
esa época, arraigadas especialmente en el ejército francés, desencadenaron una ola de
propaganda contra los judíos.
En 1906 Dreyfus fue readmitido en el ejército y su juicio fue anulado. El hecho tuvo
también una enorme repercusión fuera de Francia e importantes consecuencias a largo
plazo.
Por la última década del siglo XIX se hizo frecuente el terrorismo social, de carácter
anarquista. Pero todo ello no fue obstáculo para que el país recibiese un fuerte impulso
industrializador, se desarrollase la cultura, existiese una ambiciosa política exterior, y se
adquiriese un gran imperio colonial. Francia no solo seguía siendo una de las más prestigiosas
y respetadas potencias mundiales, sino que alcanzó un gran renombre por sus comentes
intelectuales, por sus gustos literarios y artísticos, que en gran manera lideraron a Europa, y
hasta por su hegemonía en el arte de la moda, que convirtió a París en punto de referencia
obligado en todo el mundo occidental.