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Lección 6

para el 8 de
febrero de
2020
Tan solo 23 años pasaron
desde la muerte de
Nabucodonosor (562 a.C.)
hasta el día de la fiesta ofrecida
por Belsasar (539 a.C.).
La mayor parte de este
periodo, Babilonia fue
gobernada por Nabodino,
casado con Nitocris, hija de
Nabucodonosor (La reina
mencionada en Daniel 5).
Nabodino nombró corregente a
su hijo Belsasar, dejándolo a
cargo del gobierno de la ciudad
de Babilonia.
Arrogante como su abuelo
Nabucodonosor, Belsasar se
creía invencible, e hizo una
gran fiesta mientras Babilonia
estaba sitiada por los persas.
Alegre por el vino, Belsasar ordenó traer los
vasos sagrados traídos del templo de Jerusalén.
En su arrogancia, usó los elementos de culto al
verdadero Dios para alabar a falsos dioses.
Dado que los babilonios usaban el sistema
sexagesimal, mencionar seis tipos de materiales
implicaba la mención a todo el panteón de
divinidades babilónicas.
En el tiempo del fin,
“Babilonia” usará también
elementos de la religión
verdadera [la copa de oro]
para que el mundo acepte
toda clase de mentiras
[las abominaciones]
(Apocalipsis 17:4-6).
“En aquella misma hora aparecieron los
dedos de una mano de hombre, que escribía
delante del candelero sobre lo encalado de
la pared del palacio real, y el rey veía la
mano que escribía” (Daniel 5:5)

La fiesta quedó interrumpida por la aparición


sobrenatural de una mano escribiendo sobre la pared.
Todos se llenaron de terror. Inmediatamente, Belsasar
mandó llamar a los sabios de su reino. Pero buscaba la
sabiduría en el lugar equivocado.
Como premio, ofreció grandes dones:
1. Vestimenta púrpura. Dignidad real.
2. Cadena de oro. Autoridad.
3. Tercero en el reino. Él mismo era el
segundo, tras su padre Nabodino.

Al igual que en ocasiones


anteriores (Daniel 2, 4), los
sabios de este mundo fueron
incapaces de interpretar el
mensaje de Dios.
“Llámese, pues, ahora a Daniel, y él te dará la interpretación”
(Daniel 5:12)
La reina le recordó a Belsasar que, en su
reino, había una persona excepcional:
↘ Posee el Espíritu Santo [“espíritu de los
dioses santos”].
↘ Tiene luz, inteligencia y sabiduría
superiores.
↘ Era jefe de los sabios.
↘ Puede interpretar sueños, descifrar
enigmas y resolver dudas.
Daniel había trabajado para Belsasar, al menos,
hasta su tercer año de reinado (Daniel 8:1, 27). Pero
el rey no deseaba tener a su lado una persona fiel
que perturbase su conciencia.
La reina conocía bien la influencia que Daniel
ejerció sobre su padre. Si había alguien en el reino
que podía ayudar a Belsasar, era Daniel.
Daniel rechazó los regalos del rey. Su interpretación no estaría influida por los
regalos. Antes de interpretar el escrito, mostró a Belsasar su verdadera condición:
Conocía la experiencia de Nabucodonosor y cómo se había
arrepentido cuando fue humillado por Dios. Pero no había
querido seguir su ejemplo.

Había querido humillar a Dios profanando los vasos sagrados.

Había dado alabanza a sus dioses que ni ven, ni oyen, ni saben.

Sabiendo que su vida dependía de Dios, no había querido


honrarlo.

Por estas razones, Dios había enviado un mensaje especial para él.
“Contado, contado, pesado, dividido”.
El mensaje, escrito en arameo, podía
ser fácilmente leído, pero
interpretarlo era otra cuestión.
MENE [Contado]. Dios ha contado tu
reino y le ha puesto fin.
TEKEL [Pesado]. Se te ha pesado en
balanza, y no has pasado el examen.
UPARSIN [Dividido]. Tu reino se ha roto
y se ha dado a los medos y a los persas.
Daniel no endulzó su
mensaje. Belsasar había
traspasado los límites.
No hubo ningún cambio en el
corazón del rey.
Su sentencia se cumpliría esa
misma noche.
Mientras Babilonia celebraba
alegremente su día festivo, los
persas cavaban un canal para
desviar el curso del Éufrates.
Atravesando las murallas por
el lecho del río, accedieron
con facilidad a las puertas del
interior de la ciudad (sin
vigilancia, a causa de la fiesta).
En pocas horas, la ciudad había sido
tomada, y Belsasar fue asesinado.
Ciro se lanzó en persecución de
Nabodino, dejando a Dario el medo
como regente de la ciudad de Babilonia.
La historia de Belsasar nos enseña a no desaprovechar las
oportunidades que Dios, en su misericordia, nos ofrece para
que aceptemos su salvación.
“Poco pensó Belsasar que un Vigilante
invisible contemplaba su orgía idolátrica.
Pero no hay nada que se diga o haga que no
esté registrado en los libros del cielo. Los
caracteres místicos trazados por la pálida
mano testifican que Dios es testigo de todo
lo que hacemos, y que es deshonrado por las
francachelas y orgías. No podemos ocultar
nada de Dios. No podemos escapar de
nuestra responsabilidad ante él. Doquiera
estemos y cualquier cosa que hagamos,
somos responsables ante Aquel a quien
pertenecemos por creación y redención”
E.G.W. (La temperancia, pg. 44)

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