Está en la página 1de 7

ANALISIS DEL LIBRO

‘’ARQUITECTURA DE LA CIUDAD DE ALDO ROSSI’’


ESTRUCTURA DE LOS HECHOS URBANOS
1.1. INDIVIDUALIDAD DE LOS HECHOS URBANOS

Por arquitectura de la ciudad se puede entender dos aspectos diferentes: en el primer

caso es posible asemejar la ciudad a una gran manufactura, una obra de ingeniería y de

arquitectura, más o menos grande, más o menos compleja, que crece en el tiempo; en

el segundo caso podemos referirnos a contornos más limitados de la propia ciudad, a

hechos urbanos caracterizados por una arquitectura propia y, por ende, por una forma

propia. También sucede que mientras visitamos un palacio, y recorremos una ciudad,

tenemos experiencias diferentes, impresiones diferentes. Hay personas que detestan un

lugar porque va unido a momentos nefastos de su vida, otros reconocen en un lugar un

carácter fausto; también esas experiencias y la suma de esas experiencias constituyen

la ciudad.

La ciudad, como cosa humana por excelencia, está constituida y formada por su

arquitectura y por todas aquellas obras que constituyen el modo real de transformación

de la naturaleza. El tipo se va constituyendo según la necesidad y según la aspiración de

belleza; único y por lo tanto muy variado en sociedades diferentes y unido a la forma y

al modo de vida. Rossi pota por creer que los tipos del edificio de vivienda no han

cambiado desde la antigüedad hasta hoy, pero esto no significa sostener

completamente que no haya cambiado el modo concreto de vivir desde la antigüedad a

hoy y que no siga habiendo nuevos posibles modos de vivir. La casa con corredor interior

es un esquema antiguo y presente en todas las casas urbanas que queramos analizar;

un pasillo que da acceso a las habitaciones es un esquema necesario, pero son muchas

las variedades entre cada casa en cada época.


Al enfrentar un hecho urbano se habían indicado las cuestiones principales que surgen;

entre ellas la individualidad, el locus, la memoria y el diseño mismo; sin hacer referencia

a la función. Se rechaza aquí la concepción funcionalista según la cual las funciones

asumen la forma y constituyen unívocamente el hecho urbano y la arquitectura. Si los

hechos urbanos pudiesen continuamente renovarse a través del simple establecimiento

de nuevas funciones, los valores mismos de la estructura urbana, puestos de relieve por

su arquitectura, estarían disponibles continua y fácilmente; la permanencia misma de

los edificios y de las formas no tendría ningún significado y el mismo valor de transmisión

de determinada cultura de la que la ciudad es un elemento sería puesto en crisis. (A.

Rossi, 1966). Es por ello, que se puede afirmar que el criterio funcional de clasificación

es aceptable como regla práctica y al igual que otros criterios; por ejemplo, asociativos,

constructivos, de utilización de la zona, etc. Clasificaciones de este tipo tienen su

utilidad; pero no cabe duda de que sirven más para decirnos algo desde el punto de vista

adoptado por la clasificación (por ejemplo, el sistema constructivo) que sobre el

elemento en sí. Precisamente éste es el punto de vista para el que pueden ser aceptadas.

Para proceder al análisis del lugar es necesario establecer los límites dentro de los que

viene definido. Tricart establece así tres órdenes o tres escalas diversas: La escala de la

calle que comprende las construcciones y los espacios no construidos que la circundan;

la escala del barrio que está constituido por un conjunto de manzanas con características

comunes; y la escala de toda la ciudad considerada como un conjunto de barrios. La calle

adquiere así gran importancia en el análisis de Poète; porque la ciudad nace en un lugar

dado, pero es la calle lo que la mantiene viva. Asociar el destino de la ciudad a las vías

de comunicación es una regla fundamental de método.


La clasificación propuesta por Milicia distingue los edificios urbanos en privados y

públicos, entendiendo por los primeros las viviendas y por los segundos los elementos

principales que yo llamaré primarios. La mayor comodidad pública requiere que estos

edificios (de utilidad pública) estén situados no muy lejos del centro de la ciudad, y

distribuidos en torno a una gran plaza común. También sin sus fábricas, la ciudad puede

aparecer bella y respirar hermosura. Pero lo mismo es decir bella ciudad que buena

arquitectura. Esta afirmación parece decisiva para todos los tratadistas de la

arquitectura de la Ilustración; bella ciudad es buena arquitectura, y la proposición es

irreversible. (A. Rossi, 1966).

La teoría de las permanencias está en parte relacionada con la hipótesis de la ciudad

como manufactura. Las persistencias se advierten a través de los monumentos, los

signos físicos del pasado, pero también a través de la persistencia de los trazados y del

plano. Las ciudades permanecen sobre ejes de desarrollo, mantienen la posición de sus

trazados, crecen según la dirección y con el significado de hechos más antiguos que los

actuales, remotos a menudo. La permanencia más significativa está dada así por las

calles y por el plano. A primera vista puede parecer que las permanencias absorben

toda la continuidad de los hechos urbanos, pero sustancialmente no es así porque en

la ciudad no todo permanece, o lo hace con modalidades tan diferentes que a menudo

no son confrontables. Los hechos urbanos son una parte insuprimible de la ciudad, ya

que constituyen la ciudad. “Me inclino a creer que los hechos urbanos persistentes se

identifican con los monumentos; y que los monumentos son persistentes en la ciudad

y efectivamente persisten aun físicamente.” (A. Rossi, 1966).


1.2. LOS HECHOS URBANOS COMO FORMA DE ARTE
Para Rossi, los hechos urbanos hasta cierto punto son interpretados como obras de

artes; lo cual también implica a la arquitectura en el desarrollo de la ciudad. Una obra

de arte posee distintas características a partir de las cuales, pueden ser analizadas; lo

mismo sucede con un hecho urbano, ya sea a través del lugar geográfico, de la

topografía, de los sistemas de calle, de los mismos ciudadanos quienes la habitan, etc.

También se debe recalcar la diferencia que existe, en el análisis del hecho urbano a

través de los ojos de quien reside ahí como de quienes miran y observan desde afuera

como visitantes; para cada uno la visión del hecho urbano es distinto.

Como obra de arte, un hecho urbano también contempla el sentido del espacio y su

manifestación artística desde un punto antropológico, tomando al ser humano como

principal actor. Además de remarcar la permanencia de sus valores, traducidas en

memorias y que prevalece desde años antiguos.

Finalmente son todos estos conceptos, el lugar, el acontecimiento, la forma, etc; quienes

representan en sí la condición humana en su más amplio esplendor, y todo lo que trae

consigo al representarse en el diseño, composición y construcción de la ciudad; dentro

de la cual se desarrollará día a día.


1.3. CUESTIONES TIPOLOGICAS
La tipología se presenta como el estudio de tipos no reducibles ulteriormente de los
elementos urbanos de una ciudad como de una arquitectura (Rossi,1966, pg. 17). Por
tanto, ningún tipo se identifica con una forma, aunque todas las formas arquitectónicas
son remisibles a tipos.

Entonces, se entiende que el tipo es constante y presenta caracteres de necesidad que


deben reaccionar de acuerdo a la técnica, las funciones, el estilo, el carácter colectivo y
el momento individual del hecho arquitectónico.

1.4. CRITICA AL FUNCIONALISMO INGENUO Y PROBLEMA DE


CLASIFICACIÓN

En primer lugar, en el libro se rechaza rotundamente el explicar los hechos urbanos en


cuanto a su función, esto lo califican como “funcionalismo ingenuo” debido a que
consideraban que por un lado la función era muy cambiante en el tiempo, y, por otro
lado, ellos creían que realmente no existe una función específica que ordene toda la
ciudad. Esto último, por ejemplo, se refiere a que denominar “ciudad comercial” o
“ciudad industrial”, se basa en que toda la ciudad va a regirse en función a esta actividad,
y no es real porque si bien puede existir una función que destaca, siempre existen
funciones complementarias; este concepto simplifica y estandariza a todos como iguales
y se ciega ante la diversidad existente. Además, se afirma que el funcionalismo ingenuo
establece relaciones muy lineales de causa-efecto, donde la función justifica la forma y
la alteración de la función va a alterar la forma, y la realidad es que los hechos urbanos
generan relaciones complejas.

En segundo lugar, el autor también aclara que la función no debería ser entendida para
establecer una clasificación, sino para establecer relaciones. Critica la teoría de Tricart
quien busca dar una lectura continua de la ciudad y a la arquitectura relacionando el
contenido social y factores geográficos, donde el contenido social o hechos sociales, son
los que van a justificar a la forma y función. De esta manera, establece 3 escalas de
clasificación de los hechos urbanos según su extensión: calle, barrio y ciudad. Sin
embargo, este estudio sociológico en términos de localización afirma que la ciudad se
modifica al extenderse, y el autor niega que esto sea una realidad porque los hechos
urbanos no cambian por su dimensión. Entonces, es erróneo aplicar una lectura
continua de la ciudad estableciendo una clasificación, cuando cada hecho urbano es
único y existen múltiples variables en juego, no se trata de su extensión geográfica.

1.5. LA TEORIA DE LA PERMANENCIA Y LOS MONUMENTOS


En primer lugar, se entiende por permanencia a el pasado que aun experimentamos en
la actualidad. Según la teoría de Poéte, estas persistencias se perciben por medio de
monumentos (signos físicos del pasado) o también a través de elementos urbanos como
la persistencia de trazados en el plano de la ciudad. Es decir, como las ciudades
permaneces sobre ejes de desarrollo (calles) y mantienen la posición de dichos trazados
a pesar del crecimiento urbano.

En segundo lugar, las permanencias presentan un problema dividido en dos vertientes,


por un lado, se puede considerar a estos elementos permanentes como elementos
patológicos, y por otro lado se les puede considerar elementos propulsores (vitales).

Elemento propulsor

Para explicar este punto, se presenta al Palazzo de la Ragione de Padua pues en este
caso la permanencia ha asumido funciones diferentes y ha continuado funcionando de
modo que su entorno urbano se ha condicionado para que esta edificación sea siempre
un foco importante. El palacio funciona como mercado en su primera planta lo cual
aporta vitalidad al entorno y permite que esta permanencia se mimetice con el contexto,
las necesidades y las actividades actuales de su medio.

Elemento patológico

Este caso se presenta cuando la permanencia se encuentra aislada de la ciudad, como


un elemento en donde nada se puede añadir o modificar. Por ejemplo, La Alhambra de
Granada, un conjunto de edificios que servían para albergar a los reyes sin embargo en
la actualidad no presenta otra función más que la de monumento.

Finalmente, ya sea que la permanencia se presente como patológica o propulsora,


ambos casos son parte insuprimible de la ciudad por poseer un valor constitutivo, por
su historia, por el arte, por su ser y por la memoria.

También podría gustarte