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320 ÉPOCA VIRREINAL

La poesía novohispana del siglo xv111: del barroco al neoclasicismo

El contexto histórico cultural

En la historiografía literaria novohispana, el siglo xv111ha sido quizá el periodo


menos estudiado y más injustamente valorado, pues sobre éste han pesa-
do no sólo prejuicios estéticos sino numerosas descalificaciones. Su ubi-
cación entre dos siglos altamente significativos, tanto en el plano literario
como en el histórico-político y cultural de la Nueva España, es decir, entre
el esplendor barroco del xv11 y el surgimiento del México independiente y
la entrada del romanticismo en el siglo x1x, ha provocado que aún no cuen-
te con una caracterización simbólicamente significativa, pues los sucesos
estético-políticos que lo cruzan (cambio de familia gobernante de la monar-
quía hispánica, introducción del pensamiento ilustrado, prolongación de la
estética del barroco, adopción tardía del neoclasicismo, establecimiento
de reformas político-administrativas y anuncios del movimiento de eman-
cipación que se daría en las primeras décadas del siguiente siglo) parecen
elementos difíciles de conciliar y explicar.
En efecto, si bien es cierto que el cambio dinástico en la monarquía hispáni-
ca de la casa de Austria a la de Borbón favorecería -como parte de su política
reformista-la difusión en la Península de ideas ilustradas y de su complemen-
to estético, es decir, del neoclasicismo, 105 en sus territorios americanos este
cambio de familia gobernante no afectó sensiblemente ni el panorama político-
administrativo ni el cultural, sino hasta muy avanzado el siglo dieciocho.

105 Cabe señalar, sin embargo, que en España -a pesar de los esfuerzos dirigidos
desde el poder monárquico y encabezados por un minoritario grupo de intelectuales- la
Ilustración y el Neoclasicismo se fueron dando de manera paulatina, al igual que en la
Nueva España, y que tardaron varias décadas en manifestar sus más genuinos productos .
Por otra parte, la creencia de que el cambio dinástico fue decisivo para la difusión del idea-
rio ilustrado y en este sentido proponer una "ilustración española afrancesada" ha sido
matizada en distintos estudios, pues ahora es bien sabido que mucho del pensamiento
moderno fue conocido antes del cambio dinástico e incipientemente difundido por los lla-
mados novatores. (Vid. Francisco Aguilar Piñal, Historia literaria de España en el siglo xv111;
Joaquín Álvarez Barrientos, Ilustración v neoclasicismo en las letras españolas; Francisco
Rico (dir.), Historia v crítica de la literatura española, t. 4 /lustración v neoclasicismo).

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LA POES ÍA OVOH ISPANA: DESARROLLO H ISTÓR ICO... 321

El pensam iento ilustrado novohispano: renovación


filosófico-científica, humanismo dieciochesco y defensa americana

A pesar de la prohibición que la monarquía decretó en torno a los libros (prin-


cipa lmente franceses) cons iderados pernicio sos tanto en lo pol íti co como
en lo religioso, las ideas de la Ilustración , fincadas en la razón y la críti ca com o
medios necesarios para el progreso y bienestar de l hombre, fu eron conoci-
das gracias a la circulación libraria clandest ina . De esta suerte, a lo largo del
siglo xv111 y en particular en su segunda mitad , se perfilan di stintos elementos
que abrieron las puertas a un pensam iento il ustrado en la Nueva España, que
tuvo una notable pre sencia en los miembros de la Compañía de Jesús hasta
el momento de su expulsión en 1767 y aun desde el destierro en Italia .
En el ámbito filosófico-científico destacan va rias obras 106 que -no obs-
tante presentar una postura en algunos casos ambi valente y aun co ntraria-
apuntan hacia la paulatina adopción de los principios del pensamiento mo-
derno, a partir de una actitud ecléctica más que reacc ionaria, pues casi todos
sus autores, al pertenecer al estado rel ig ioso, mantuvie ron "la base esco-
lástica de la f ilosofía',' aunque también buscaron" renovarla med iante la inte-
gración de los contenidos y métodos modernos que [eran ] compatib les con
ella, [pero] sobre todo que no contrad[ecían] s u fe cató lica'.' 107 Este afán re-
novador y modernista propició la creación de varias instituciones científi cas,
educativas y artísticas, tales como : la Real Academ ia de Bellas Artes (1783),
e l Jardín Botánico (17 87), el Real Seminario de Minería (1792) o e l Museo de
Historia Natural (1793) .

106 Entre otras, pueden cita rse las obras de Juan José de Eguiara y Eguren (Diserta-
ciones mexicanas selectas, 1746), Diego José Abad (Metaphysica, 1754- 1756), Francisco
Javier Clavijero (Physica particularis, s. d.), Cristóbal Mariano Coriche (Oración vindicativa
del honor de las letras y de los literatos, 1763), Juan Benito Díaz de Gamarra (Elementos
de filosofía moderna, 1783), Francisco Javier Alegre (Instituciones teológicas, 1789) y José
Antoni o de Alzate (responsable de varias publicaciones periódicas que difundían las nue-
vas idea s). Por las obras de estos autores circulan nombres tan disímiles como Juan Jaco-
bo Rousseau, Pablo Segneri, Benito Jerónimo Feijoo, Nicolás Copérnico, René Descartes,
Francis Bacon, Gali leo, Tycho Brahe, Samuel von Pufendorf, Hugo Grocio, Montesquieu,
Gottfried Wilhelm von Leibniz, Thomas Hobbes, Christian Thomasius, Johann Gottlieb Hei-
necio o John Locke, ya sea para atacarlos, corregirlos, matizarlos o suscribirlos. Vid. Mauri-
cio Beuchot, Filósofos mexicanos del siglo xv111, pp. v-xxxv.
107 /bid., p. XIX.
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Como quedó dicho, los ideales del humanismo renacenti sta repercuti eron
de manera directa en la práctica literaria novohispana. Durante el sig lo xv111,
los principios humanistas se adaptaron o reinterpretaron de acuerdo con los
nuevos tiempos y en este sentido es posible referir un neohumanismo o hu-
manismo dieciochesco. Las principales señas de identidad de este neohu-
manismo están dadas por el refrendado interés en las lenguas clásicas no só-
lo como lengua de conocimiento, sino como de medio de creación poética,
lo cual confiere un notable impulso a la poesía neolatina y a la traducción de
autores clásicos; por el reconocimiento de las culturas preh ispánicas como
parte integrante de la cultura novohispana, y por la revaloración histórica del
pasado indígena y virreinal en tanto elementos indispensables para entender
el desarrollo de la sociedad novohispana crio lla y mestiza (es, pues, evidente
una acentuación del llamado criollismo). 108
Precisamente la recuperación del pasado indígena, el repaso de la histo-
ria virreinal y, como conclusión , la imagen positiva de la cultura novohispana
serán las principales bases de la defensa de la patria (entendida aún no como
una entidad política independiente, sino como el lugar de nacimiento y de per-
tenencia) contra los ataques europeos que difundían la idea de que el hombre
americano, por una suerte de malhadado determinismo geográfico, estaba
intelectual y físicamente incapacitado, debido a lo insano del clima, del suelo
y de la naturaleza de América . Ciertamente desde Alemania, Inglaterra y Fran-
cia surgieron varias publicaciones 109 que acusaban la inferioridad primero de la
fauna y flora americana, para después extenderla a sus habitantes, indígenas
y criollos. 110 Estas imputaciones tuvieron varias respuestas , entre las cuales
desta ca -desde el campo de la historia- la Historia antigua de México (Ce-
se na, 1780-1781 ), del jesuita Francisco Javier Clavi jero. La obra se centra en la
defensa y exaltación del México prehispánico, semejante en valor a las mayo-
res civilizaciones antiguas, y la refutación de los ataques de Cornelio de Pauw.
Como antecedente de esta defensa o polémica americana debe citarse la
obra biobibliográfica inconclusa de Juan José de Eguiara y Eguren, Biblioteca

108 Vid. Gabriel Méndez Plancarte, Humanistas del siglo xv111 , y Julio Jiménez Rueda,
Historia de la literatura mexicana, pp. 107-120.
109 Estas obras fueron: Histoire naturelle, générale et particuliére de Buffon , Recher-
ches philosophiques sur les américains de Cornelio de Pauw, His toire philosophique et
politique des établissements & du commerce des Européens dans les deux lndes de Gui-
llaume Raynal y Historv of America de William Robertson.
11 o Vid. Karl Kohut, "Clavijero y las disputas sobre el Nuevo Mundo en Europa y América''
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mexicana (1755), que pretendía demostrar la releva ncia del patrimonio cul-
tura l novohispano ante las acusaciones del deán de Al icante, Manuel Martí,
quien aconsejaba a un joven desi stir de la intención de viajar a la Nueva Espa-
ña, pues este territorio-decía-era un absoluto des ierto cultural. 111

Prolongación de la poesía barroca

En el ámbito literario, es in cuestionable la prolongación de la corriente ba-


rroca por lo menos hasta 1770. En efecto, los distintos géneros tanto en
prosa como en ve rso cont inuarán recreando -con mayor o menor fortu-
na- los pri ncipales mode los de la centuria anterior. 112
Por lo que respecta a los géneros poéticos, la lírica en sus modalidades
cu lta y popu lar se mantiene vinculada a las celebraciones novohispanas,
sean éstas del orden religioso o civil. Relaciones de festejo s, certámene s
literarios, descripciones de arcos de triunfo e incluso descripción de exe-
quias y de túmulos funerarios guardan en sus páginas las huellas de este
género (en sus versiones panegírica y eleg íaca o fúnebre ), una parte del cua l
fue ya rescat ado por Alfonso Méndez Plancarte .113 Los ecos gongorinos
fundame ntalme nte siguen apareciendo en este tipo de poesía, aunque no
son extrañas las fi liaciones conceptistas; por ello es fác il encontrar a Gón-
gora, Calderón y Quevedo como los modelos de imitación poéti ca, aunque
también se hacen presentes Matías de Bocanegra y Sor Juana Inés de la
Cruz como modelos locales . Entre los ejemplos antologados por M éndez

111 Vid. K. Kohut, op. cit., y Ernesto de laTorreVillar, "Defensa y elogio de la cultura americana'.'
112 Este hecho ha propiciado en pa rte de la crítica el rechazo a los productos literarios
de est a primera mitad del siglo xv111, por considerarlos ejemplos deturpados del esplendor
barroco de l xv11, "en franco decl ive hacia la decadencia que se manifiesta por la exage-
rac ión y la pedante ría',' por ser poesía sin sen timiento y por su lenguaje "cada vez más
intrincado e inintel igible" (J. Jim énez Rueda, op. cit., p. 96); muestras de la "continuación
de l domini o de l barroco y el conceptismo, que pau lat inamente se van vaciando de toda
sign ificación lite ra ria " (José M iguel Oviedo, Historia de la literatura hispanoamericana, t. 1.
De los orígenes a la emancipación, p. 281 ).
113 A. M éndez Plancarte, Poetas novohispanos. Segundo siglo, 7621 -1721, Parte pri-
mera, y Poetas novohispanos. Segundo siglo, 7621-1721 , Parte segunda, op. cit.
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Plancarte pueden citarse: Loren zo González de la Sancha ("Canción heroica


a San Juan de Dios"), José Francisco de Isla ("Vuelos de la imperial águila
tetzcucana"), Gabriel de Mendieta Rebollo ("Dos jeroglíficos de la Rosa y el
Lis"), José Luis deVelascoArellano ("Invocación"), Pedro Manuel de Gama
("Panegiris de San José"), José Gil Ramírez ("Loa de las ciudades de Nueva
España") o Lucas Fernández del Rincón(" Floreat in superis"). Por otra parte,
las palestras poéticas en este siglo dieron oportunidad al sector femenino de
lucir sus talentos literarios, mismos que fueron reconocidos en los nombres
de María Dávalos, Ana María González Zúñiga, Juana de Góngora y en los seu-
dónimos de Madona o Fenisa .114
Caso aparte lo constituye el padre jesuita Matías de Bocanegra (1612-
1668) y su Canción a la vista de un desengaño. La fama de este poeta po-
blano quedaría garantizada por las reimpresiones que de la Canción -algo
raro para la época- se realizaron durante el siglo xv111 (México: 1755, 1782;
Puebla: 1775), pero se corrobora por la serie de continuadores dieciochescos
que-bajo el principio poético de la imitati~ tuvo el poema: Juan de Arriola,
Francisco José de Soria, Tomás Cayetano de Ochoa, Manuel Antonio Va ldés,
José Manuel Colón Machado 115 y algunos anónimos. 116
La poesía épica barroca dieciochesca evidencia un cierto auge del tema
religioso. Así se conformarán grupos de poemas en torno a héroes de la Iglesia
como la Virgen de Guadalupe, San Ignacio de Loyola, San Juan Nepomuceno
y Francisco Javier; sin embargo, el tema histórico tendrá algunas manifesta-
ciones en obras como la Hernandia(1755) de Francisco Ruiz de León o México
conquistada(1798) de Juan Escóiquiz.

114 M. Peña, Historia de la literatura mexicana. Periodo colonial, pp. 112-113.


115 Juan de Arriola, Canción famosa a un desengaño (México: 1724, 1755, 1767; Pue-
bla 1776); Francisco José de Soria, Romance de D. Francisco Joseph de Soria Americano
(Puebla, 1776); Tomás Cayetano de Ochoa, Canción famosa a la vista feliz de un desenga-
ño (Puebla, 1777); Manuel Antonio Valdés, Canción a la vista de un desengaño (Puebla ,
1776); José Manuel Colón Machado, Canción a un desengaño (Puebla, 1777). Vid. Martha
Lilia Tenorio, "'La Canción famosa' fama y fortuna·; p. 524, y Alicia de Colombí Monguió,
"La Canción del padre Matías de Bocanegra: trayectoria de una imitación" y" La Canción
famosa a un desengaño del padre Juan de Arriola: textos y contextos imitativos'.'
116 Alfonso Méndez Plancarte cita además las décimas manuscritas (s xv111 ) de un tal
"estudiante Peza ·;"cuya introducción puede añadirse a las imitaciones del P Bocanegra, con
finos rasgos de colorismo y de gracia" (Poetas novohispanos. Segundo siglo, 1621-1721 ,
Parte primera, p. 133). Entre estas versiones anónimas debe contarse la "Famosa canción a
un desengaño" (Puebla, 1776).
L A POESÍA NOVO HI SPANA : DESARROLLO HISTÓRICO.. . 325

En cuanto a la poesía satírica y burlesca, la mayor parte de los testimonios


pertenecen a la modalidad popular, de circu lación manuscrita y frecuente men-
te vinculada a procesos inquisitoriales, que hace "violento contraste [ ... ] con la
literatura oficial y de circunstancias" 117 por el tratamiento más que burlesco, re-
bajado, de los tema; en otros términos, es poesía que no se caracteriza por sus
cualidades poéticas, pero ofrece la otra cara de la práctica literaria novohispana.
No obstante, se conservan unos pocos testimonios de poesía satírico-burles-
ca que podría considerarse si no culta, por lo menos sí de mayor inspi ración,
como los sonetos de Juan de Villa y Sánchez contenidos en el manuscrito inti-
tulado el Muerde-quedito(1714), y que siguen de cerca el modelo quevediano:

A la corcova de Rui-Díaz

Érase un hombrecillo que asomaba


de allá de lo profundo de una Jiba,
y érase una Corcova tan altiva
que cuasi con las nubes se rozaba
Era un nuevo Babel que se labraba,
la Cuesta de Maltrata era hacia arriba;
érase una Corcova infinitiva,
corcova perdurable, que no acaba.
Érase el Esco rial de la s corcovas,
era el Cáucaso monte in accesible,
el Olimpo y el Osa y Pelión; era
las Siete Maravillas de jorobas:
Corcova tan atroz y tan terrible,
que la espalda de Atlante la rindiera. 118

117 M. Peña, La palabra amordazada, p. 43.


118 A. Méndez Plancarte, Poetas novohispanos. Segundo siglo, 1621-1721, Parte se-
gunda, p. 290.
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La poesía neolatina y los comienzos de la modernidad


en la crítica literaria

Como mencionamos previamente, el humanismo dieciochesco dio nuevo


énfasis a la creación poética en latín y a la traducción de algunos autores
griegos al latín y en otros casos al español. 119 Esta vertiente tuvo sus mejo-
res representantes entre los miembros de la Compañía de Jesús, quienes
pretendían un "mayor acercamiento a los autores latinos[ ... ] al par que un
elevado número de textos en la lengua del Lacio [y] una exigencia en su fi-
liación clásica'.' 120 Destacan en este grupo Juan Luis Maneiro (Pro reparata
patriae forma carmen), Diego José Abad (De Deo homine.carmina heroica;
traducciones al españo l de varias Églogas virgi lianas), Francisco Javier Ale-
gre (Alejandriados; vers iones latinas de la llíaday de la Batrachomyomaquia;
traducciones al español de algunas Odas horacianas) y Rafael Landívar (Rus-
ticatio mexicana). Junto a esta promoción de autores neolatinos debe men-
cionarse la vasta obra del oratoriano Cayetano Cabrera y Quintero, 121 y la de
los hermanos Francisco y José Rafael Larrañaga .
Y es precisamente en la recepción de las traducciones donde se pueden
rastrear los cambios en la concepción poética, y literaria en general, como
parte de la adopción teórica y práctica de los principios neoclásicos, lo cual
daría luga r a una serie de po lémicas literarias . La primera de ellas se centraba
en discernir cuál traducción de la Égloga octava de Virgilio era mejor: la de Jo-
sé Rafael Larrañaga o la del jesuita expulso Diego José Abad, y fue propiciada
por José Antonio de Alzate a través de su publicación periódica Observacio-
nes sobre física, ciencias naturales y artes útiles en 1787 A lzate retomand o
las palabras de Abad -ya en el destierro- critica la versión de Larrañaga y
descubre sus errores en estos términos:

119 No debe olvidarse que la poesía neolatina siempre estuvo presente -en mayor
o menor medida- en la Nueva España, ya fuera en los ejercicios académicos de la Real
Universidad o de los colegios administrados por órdenes regulares o del clero secular, en
los certámenes literarios o en las celebraciones gozosas y luctuosas (vid Ignacio Osario
Romero, "Latín y neolatín en México").
120 /bid., p. 40.
121 Vid Lía Coronati, Obras poéticas latinas de Cavetano de Cabrera v Quintero. Catálogo.
L A P O ES Í A N OVO HI SPA NA: DESA RR O LLO HI STÓRI CO ... 327

La majestad del idioma y del verso castellano es sin duda la más proporcio-
nada a apurar toda la hermosura de tan sublime original. Y aunque la empresa
es muy difícil y arriesgada , debiera acometerse no ya sólo por franquear a
nuestra nación el gusto, por la mayor parte depravado, de la poesía española.
Esto consegu iría una buena traducción de Virgilio a nuestro castellano que
hiciese ver que la hermosura de la poesía no consiste en atropar hipérboles v
metáforas atrevidas vdescomunales, ni en amontonar alusiones a la mitolo-
gía, ni menos en cierta pretendida sublimidad de estilo, que no viene a ser más
que una jerigonza de palabrones hinchados sin trabazón vsin sentido. Éstos
son los vicios que comúnmente notan los extranjeros en otros poetas.122

Los aspectos formales de esta polémica aparecieron de nueva cuenta


en otras disputas que el mismo Alzate protagonizaría pocos años después
(1788-1790) . Primero por el prospecto de Una Eneida Apostólica, o Epope-
ya, que celebra la predicación del V Apóstol de Occidente P Fr Antonio de
Margil de Jesús: intitulada Margileida, de Bruno Francisco Larrañaga; y luego
en 1792 por la publicación de La portentosa vida de la muerte, emperatriz
de los sepulcros, vengadora de los agravios del altísimo, y muy señora de la
humana naturaleza del franciscano Joaquín Bolaños, obra en prosa de evi-
dente asunto piadoso e intención moral. 123 En ambos casos se acusaba a
los autores (Larrañaga y Bolaños) de se r completos ejemplos de l ma l gusto
literario : por el desapego de las reglas poéticas en sus respectivas obras ; por
el empleo de" símiles violentos','" ripios insulsos " y" macarronismo"; por te-
ner ideas "extrañas y ridículas" ; en suma de ser completamente ajenos a los
principios poéticos de la moderna literatura .124

122 M aría Isabe l Terán Elizondo, Orígenes de la crítica literaria en M éxico: la polémica
entre A lzate v Larrañaga, p. 50.
123 Los ca uces de estos debates f ueron - como en la polémica de la s tra ducc iones
virgil ianas- las pu blicaciones periódicas; en estos casos, la Gazeta de México y la Gazeta
de literatura. Téngase presente que durante la segunda m ita d del siglo xv1 11, las publ ica-
ciones periódicas -producto característ ico del idea rio ilust rado- sirvieron t ambién pa ra
difu nd ir los pri ncipios de la poética neoclásica.
124 M . 1. Terán Eli zondo, op. cit.
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Principios de poética neoclásica

Es evidente que las polémicas literarias que hemos reseñado transmiten


dos maneras de concebir la literatura: una considerada moderna (es decir, la
neoclásica) y otra anacrónica (o sea, barroca). La primera-que es la que final-
mente se va a imponer- tiene como telón de fondo la crítica extranjera que
veía en la literatura española barroca la muestra ejemplar de un gusto literario
deturpado. Los prime ros neoclásicos españo les haciendo suya esta noción
de atraso literario transmitieron la idea de que el buen gusto en las letras es-
pañolas se había corrompido y degenerado por culpa del mal gusto barroco.
De ahí que hayan propuesto la necesaria restauración de la buena literatura
mediante el rescate de los princ ipios poéticos clasic istas, que -de's de la óp-
tica neoclásica- se habían perdido por la oscuridad, dificultad, extravagan-
cia, irregularidad e inmoralidad de las obras barrocas, suponiendo además
que no contaban con un verdadero sistema poético, sino, todo lo contrario,
eran resultado de una práctica asistemática, dispersa y relativista, dicho de
otro modo, sin método ni regularidad teóricos.
No obstante, dichos principios no se interpretan de igual modo como lo
hicieron los poetas del siglo xv1. A partir de las tres dua lidades de concep-
tos establecidas por los humanistas renacentistas para explicar cualquier
proceso poético, los neoclásicos postulan que la capacidad innata de l poe-
ta (ingenium) no es suficiente, sino que debe complementarse a través del
conocim iento y práctica de una técnica (ars) universal y atemporal; asimis-
mo, consideran que la finalidad primordial de la literatura no es el disfrute
de los sentidos (detectare) sino la enseñanza (docere) que permita al hom-
bre alcanzar el bienestar individual y social, por tanto en la obra literaria de-
be prevalecer el contenido o mensaje (res) frente a la expresión artificiosa
(verba). Podríamos, en suma, resumir el ideal neoclásico como la búsqueda
de la restauración del buen gusto 125 mediante la claridad, sobriedad y mode-

125 Acerca del buen gusto se pronunció el padre jesuita Pedro José Márquez con
estas palabras: "Mas en eso que llamamos buen ojo y buen oído se encuentra lo que me-
tafóricamente llamamos buen gusto por la semejanza que existe entre la percepción de
lo bello y la sensación de los sabores. Un paladar sano y bien conformado, apenas toca un
alimento, inmediatamente percibe su dulzura o amargor; y por semejante manera, quien
posee buen gusto para las artes, en el acto mismo de ver o escuchar sus producciones,
percibe su belleza o su fealdad'.' (Sobre lo bello en general, vid. Gabriel Méndez Plancarte,
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ración clás icas -cuyos principios bás icos se encuentran en una preceptiva
universal- , pero subordi nada a una intención didáctica, lo cual garantizaría la
utilidad social de la lit eratu ra.

Poesía neoclásica

La consolidación de la poética neoclásica -de acuerdo con lo dicho hasta


aquí- se da en dos fases : la primera se caracte ri za por la atenuación de la
erudición, dificultad y oscuridad barrocas y por la refuncionalización de los
recursos barrocos; 126 la segunda, propiamente neoc lás ica y practicada en
las dos últimas décadas de l siglo y que se prolonga a las postrimerías del
virreinato, ya en el x1x (1800- 1821 ), tiene que ver con el proceso de secula-
rización de la poesía, que entre otros aspectos promueve la difusión de va-
lores cívicos, útiles para el bienestar social, y persigue una mayor difusión
en virtud de que busca como destinatario ideal a la sociedad entera, a la
cual pretende reformar y educar. En consecuencia , la expresión poética se
basa en un lenguaje claro y en el uso moderado de recursos estilísticos . Sin
embargo, no debe pasarse por alto que la tradición barroca, con todos sus
altibajos, estuvo presente hasta el final del siglo dieciocho.
Siguiendo las pautas de la nueva tendencia poética, algunos géneros em-
pezaron a declinar o a transformarse. Tal es el caso de la épica que -pese al
prestigio que siempre mantuvo- casi desapareció, y las muestras manus-
critas conservadas, sobre todo de temática rel igiosa , acusan una marcada
simplificación forma l, por ejemplo, disminuye notoriamente la extensión,

Humanistas del siglo xv111 , p. 150) El buen gusto consiste entonces en la capaci dad ra -
ciona l del hom bre para disting uir las cualidades estéticas de las obras artísticas, esto es,
aq uellas que producen placer a través del reconocimiento de la belleza, no obstante, debe
in di ca rse que el buen gusto depen de rá del paradigm a estético de cada época.
126 M erece aunq ue sea una escueta mención el nombre del carmelita fray Juan de la
Anunciac ión, cuya producción poética (que ocu pa los primeros treinta años del siglo xv111)
res ulta, en parte, una te mpran a antici pación de esta simplificación y refunc ionalización
de la poética barroca, aun que sin desprenderse -no podía ser aún de otro modo- por
completo de ella, pero con adelantados visos neoclasicistas (vid. Juan de la Anunciación,
Poemas religiosos y profanos y A. Méndez Plancarte, Poetas novohispanos. Segundo siglo,
1621-172 1, Parte segunda, op. cit, pp. 3 12-32 6)
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razón por lo cual sue len denominarse rasgos, esto es, casi un ensayo o ejerci-
cio épico; y en el nivel elocutivo se alejan por completo del artificio gongorino
que caracterizó a la épica barroca.
De la poesía satírico-burlesca contamos con algunos ejemplos incorpo-
rados en los certámenes literarios a modo de burla académica hacia los auto-
res premiados, y tamb ién otros ejemplos de los considerados pe rseguidos,
insertos en expedientes inquisitoriales, que parodian actos y textos religio-
sos-como proces iones de Corpus y oraciones litúrgicas-o que retratan los
ambientes ruf ianescos de la capital. Aunque t ambién podemos encontrar sá-
tiras a las costumbres, como el poema de Manuel Gómez Marín, El currutaco
por alambique (México, 1792), que critica la ridicu lez de la moda en el vestido.
La poesía lírica con ti núa al ampa ro de los festejos públicos; aconteci-
mientos como re levos de la autoridad virreinal, sucesiones de monarcas, vic-
torias mi litares del imperio español, decesos de miembros de la familia real,
así como algunos actos de carácter re ligioso, incorporan diversas expresio-
nes líricas . Los paradigmas mitológico y emblemático permanecen todavía
en la base compositiva de buena parte de esta poesía lírica, pero despojados
de la erudición y agudeza barrocas, lo cua l da por resultado obras en las que
la claridad y sobriedad -exig idas por la preceptiva neoclásica- tropiezan
varias veces hasta caer en lo prosa ico .

Poesía del siglo x1x: prolongación del neoclasicismo

Una nueva orientación temática

Las primeras décadas del siglo x1x const ituyen en rea lidad el periodo de cla-
ra presencia de la corriente neoclásica . En los primeros años, la poesía con-
t inúa su forma de expres ión habitual en celebración de entradas de virreyes
y festejos en torno a la fami lia rea l, o en exaltac iones de carácter re ligioso;
sin embargo, los acontecimientos de 1808-la invasión napoleónica a Es-
paña, la abdicación de Fernando v11 y el nombram iento de José Bonaparte
como rey- propician que los discursos poéticos manifiesten un abierto
compromiso de defensa de l monarca y de rechazo a la política de Napo-
L A P OESÍA NOVOH ISPANA : DESARROLLO HI STÓ RI CO... 331

león . La percepción de que el sistema monárquico hispánico estuviera bajo


amenaza -a diferencia de otros momentos en que los discursos poéticos
tendían a la reafirmac ión de dicho sistema, mas no a su defensa- exacer-
ba un sentimiento de unidad política y cultural a través del panegírico y la
diatriba, pues, por una parte, se exalta la fi gura del rey Fernando v1 1y se inci-
ta la lealtad americana hacia la monarquía, y, por otra, se satiriza y repudia la
actuación de Napoleón y del ejército francés .
En este escenario, la poesía lírica adquiere un cariz cívico-patriótico-en
el cual, sin embargo, no está ausente el fervor guadalupano-en defensa de
la monarquía hispánica y su legítimo representante-Fernando v11- , que fue
vertido en himnos, canciones y poemas de tono grave y heroico, 127 conserva-
dos en recopilaciones de la época :

Soneto irregular

El nombre Gachupín queda extinguido,


el de Criollo también es sepultado,
el de Indio y demás ya no es mentado,
cuando en Fernando todos se han unido.
Unánimes por él hemos gemido,
por su causa inocente hemos rogado ,
formando un cuerpo en todo tan amado,
que maridaje tal ha confundido ;
admirándonos más que el alocado
del gozo en que han estado aquestos días,
el lépero más ru in no se ha embriagado,
desgracia no se ha vi st o, ni porfías;
casa de pobre o de rico no han robado,
esto sí no es violar las alegría s,
en lo que advertirás, joven Fernando,
cuánto todos te estamos venerando. 128

127 A manera de ejemplo podemos ci tar el Poema heroico en la celebridad de la colo-


cación de la estatua de bronce de Carlos tv, de Bruno Larrañaga (México, 1804); La fortale-
za. Poema, dedi ca do al "adorable Fern ando v11 ',' de Luis Montaña (M éxico, 1808). e inc luso
de tema hi stórico Canto a Cortés en Ulúa (M éxico, 1808), sin nombre de auto r.
128 José M aría Valenzuela, Colección de poesías que se han podido juntar {en la acla-
mación] de Fernando v11.
332 ÉPOCA VIRREINAL

Para la poesía heroica de este periodo, se retoman los modelos clásicos;


como parte de los modelos del ámbito hispánico persisten, si bien diluidos,
algunos elementos de la épica renacentista, y los ejemplos de la poesía pa-
triótica neoclásica. Los autores paradigmáticos son Píndaro, Virgilio y Hora-
cio; Alonso de Ercilla; Manue l José Quintana, Nicas io Álvarez Cienfuegos y
Juan Nicasio Gallego.

La Arcadia de México

Según quedó esbozado, las publicaciones periód icas de la época -ade-


más de la minoritaria impresión o de la transmis ión manuscrita que seguirá
funcionando como mecanismo de intercambio y difusión literaria-fueron
los principales medios de promoción de la nueva concepción literaria. A
través de las páginas de l Diario de México (1805-1817), se dieron a conocer,
en el panorama de la lírica neoc lásica de la primera década decimonónica,
la Arcadia de México, asociac ión literaria que se formalizó en 1808, no obs-
tante que venía funcionado desde 1805. 129 La Arcadia de México estuvo con-
formada, entre otros, por Manuel Martínez de Navarrete, Mariano Barazábal,
Anastasia María de Ochoa, Juan María Lacunza, Ramón Quintana de Azebo,
Francisco Manuel de Tag le, Juan Sánchez de la Barquera y José María del
Castillo. La Arcadia recuperó principalmente la temática amorosa de am-
bientes y modelos bucólicos que expresaron en églogas, anacreónticas,
odas e idil ios, aunque también manifestaron una vertiente satírico-burles-
ca; en consonanc ia con la tendenc ia bucól ica, los árcades nombraban a
sus musas poéticas comoArmida, Clori, Be lisa, Fabia oAnarda, y aun algu-
nos de ellos ocultaban sus nombres en los pastoriles Anfriso, Zagal, Que-
brara, Amintas o Batilo. La mayoría de estos autores fueron versificadores
de mediana calidad, y uno que otro de mayor inspiración poética. Entre
todos ell os, la crítica ha destacado a Manuel Martínez de Navarrete, cuyos
poemas cantan a la naturaleza como escenario idea l del amor y sobre el
cual se perfila la belleza ya de Fil is, ya de Doris o Celia:

129 Esther Martínez Luna, Estudio e índice onomástico del Diario de México. Primera
época (7805-1872), p. XXXV.
LA POESÍA NOVOHISPANA: DESARROLLO HI STÓRICO... 333

Por milagro del amor


que a tu beldad me sujeta,
Celia hermosa, ya de poeta
me he transformado en pintor.
[.. l
Lo apacible de la luna,
cuando sus cóncavos llena,
para tu frente serena
escosa muyoportuna. 13º

Su poesía, sin embargo, no está exenta de las doloridas cuitas de des-


amor y desprecio:

¿De qué me sirve, papeles,


hijos de un bastardo amor,
veros con tanto favor
si vosotros sois crue les ?131

Incluso se ha visto en alguno de sus poemas elementos que pueden consi-


derarse románticos: el llanto dolorido ante la muerte de la madre, el ambiente
lúgubre de la noche, la naturaleza que parece compartir del dolor del poeta ...

Un silencio profundo
guardan todos los entes
de la naturaleza diferentes.
Sólo el fúnebre canto
con que pasan la noche búhos roncos,
melancólico suena,
esparciendo el espanto
entre caducos troncos. 132

130 " Retrato de Celia',' Manuel Martínez de Navarrete, Poesías profanas, p. 20.
131 "En la destrucción de unos papeles amatorios': /bid., p. 13.
132 "Noche triste',' ibid., p. 104.
334 É PO C A VIRREI NA L

La poesía patriótica y la guerra de Independencia

Hacia 1810, año en que inic ia el movimi ento armado que desemboca en la
Independencia, en la poesía novohispana continúa el discurso patriótico
en defensa de la monarquía, pero ahora no del ataq ue francés, sino de los
insurgentes novohispanos . De este modo, la poesía heroico-patriótica de
este periodo (1810-1821) sigue dos caminos que reflejan, en cierta medida,
la evolución de la propia lucha armada.
En una primera etapa, se distingue una poesía que podríamos denominar
patriótico-monárquica, en tanto que defiende el derecho monárquico y por
lo tanto el sistema virreinal. 133 En este panorama surge una serie de poemas
que exaltan las victorias del ejército realista, el desempeño de los líderes mi ji-
tares y la actuación del virrey, así como numerosas invectivas que desacredi-
tan al movimiento rebelde y sus principales caud ill os . De aquí se desprenden
ejemplos como el Poema a la batalla de las Cruces, Oda al señor general don
Félix María Calleja, canciones que elogian a dirigentes de la milicia, elegías
que lamentan el asalto insurgente de ciertas ciudades, etcétera. 134
En la segunda etapa, que bien puede considerarse como de poesía pa-
triótico-nacional ista, las posturas políticas de adhesión o rechazo se polari-
zan. Es decir, por un lado, se mantienen los tópicos de fidelidad a la monar-
quía y de oposición a la insurgencia, y, por otro, se incrementan los textos
-en los cuales la poesía de carácter popular se hará notar- de simpatía
hacia la causa insurgente. El cam in o está trazado para que una vez terminada
la guerra de Independencia se asiente una poesía patriótica que configure
una idea de nación más homogénea:

133 Sin embargo, la misma defensa monárquica será asumida desde distintas perspec-
tivas por los partidarios de las facciones enfrentadas: los realistas asum ían como legítimos
representantes de la monarquía a los nombrados desde la España en revuelta contra los
franceses; mientras los in dependentistas proclamaban el desconocimiento de esos mismos
funcionarios, pues sus designaciones no podían ser legítimas en ausencia del monarca , y
exigían la constitución de una junta de gobierno local y, por lo tanto, el retorno de Fernando v11.
134 Vid Francisco Pimentel, Historia crítica de la literatura y de las ciencias en México.
Poetas, pp. 359-360, y Justo Sierra (dir.), Antología del centenario. Estudio documentado de la
literatura mexicana durante el primer siglo de Independencia, t. 1. Primera parte (1800-1821).
L A POESÍA NOVO HI SPANA : DESARRO LLO H ISTÓ RI CO . . . 335

Dieciséis de septiembre

Renueva ¡oh musa 1 el victorioso aliento


Con que, fiel de la patria al amor santo,
El fin glorioso de su acerbo llanto
Audaz predije en inspirado acento:
Cuanto más orgul loso
Y con mentidos triunfos más ufano,
El ibero sañoso
Tanto ¡ay! en la opresión cargó la mano
Que al Anáhuac vencido
Contó por siempre a su coyunda unido.
[. .. ]
¡Sombras ilustres, que con cruento riego
De libertad la planta fecundasteis,
Y sus frutos dulcísimos legasteis
Al suelo patrio, ardiente en sacro fuego!
Recibid hoy, benignas,
De su fiel gratitud prendas sinceras
En alabanzas dignas,
Más que el mármol, el bronce y duraderas,
Con que vuestras memoria
Coloca en el alcázar de la gloria. 135

135 Andrés Quintana Roo, en J. Sierra, op. cit., pp. 190, 194.

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