Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
I X ace unos años, después de haber escrito dos libros que elogiaban
la vida doméstica del siglo XIX, me disponía a escribir una nueva obra
sobre detalles decorativos de la época victoriana. Sin embargo, la pers
pectiva de pasar un año reflexionando sobre volantes y fiorituras me
horrorizaba en lo más hondo de mi corazón. Lo que deseaba era escri
bir un libro que me mostrara cómo reconciliar mis más hondos anhe
los espirituales, auténticos y creativos, y mis, a menudo, contradic
torias y abrumadoras obligaciones con mi marido e hija, mi madre
inválida, el trabajo en casa, el trabajo en el mundo, mis hermanos, mis
amigos y mi comunidad.
Sabía que no era la única mujer que vivía el trajín de la vida real en
cuerpo pero no en alma. Sabía que no era la única mujer agotada,
deprimida, confundida. Pero también tenía la certeza de que yo no
era, ni por asomo, la mujer poseedora de las respuestas.
Ni tan siquiera sabía cuáles eran las preguntas.
Deseaba tantas cosas — dinero, éxito, reconocimiento, genuina ex
presión creativa— pero no tenía ni la más remota idea de lo que ver
daderamente necesitaba. En ocasiones, mis apasionados anhelos eran
tan voraces que sólo conseguía aplacarlos mediante la negación. Era
adicta al trabajo, a cuidar de los míos y una perfeccionista. Era incapaz
de recordar la última vez que había sido amable con mi persona. ¿Lo
había sido alguna vez? Con más frecuencia de lo que me gustaría
admitir, era una mujer iracunda y envidiosa que se comparaba cons
tantemente con los demás sólo para sentirse agraviada por lo que pa
recía faltar en su vida, si bien no habría sido capaz de expresarlo en
palabras. Aquel descontento interior me producía un constante senti
miento de culpabilidad, pues comparto mi vida con un hombre mara
villoso y nuestra bella, inteligente, dulce e ingeniosa hija, a quien ado
ro. Tenía tanto... Me sentía como si no tuviera derecho a querer nada
más.
El dinero era un enorme problema con una gran carga emocional
que controlaba mi capacidad para ser feliz porque yo se lo permitía: el
dinero era el único medio para calibrar mi éxito y valía personales. Si
mis logros no se traducían en un cheque, no existían. Frustrada e inca
paz de comprender por qué algunas mujeres parecían sentirse mucho
más realizadas con sus vidas — aunque intentaba concienzudamente
no dejar ningún cabo suelto— , me debatía entre el sentimiento de
estar desperdiciando mi vida y la sensación de estar sacrificándola en
el altar de mi ambición personal.
Era una mujer que necesitaba desesperadamente El encanto de la
vida simple.
Sin embargo, antes de poder escribir este libro, tuve que hacer
inventario de lo que funcionaba en mi vida y de lo que no. Quizá, por
primera vez en mi vida, tuve que ser despiadadamente honesta con
migo misma y con los demás. Durante este período de profunda
introspección, seis principios prácticos, creativos y espirituales — la
gratitud, la simplicidad, el orden, la armonía, la belleza y la alegría—
se convirtieron en los catalizadores que me ayudaron a definir una
vida propia.
Una mañana, me desperté con la certeza de que, casi impercepti
blemente, me había convertido en una mujer feliz que experimentaba
más momentos de satisfacción que de inquietud. Recuperada la con
fianza en mi persona, me propuse escribir un libro de fácil lectura que
transmitiera un estilo de vida al alcance de las mujeres que quisieran,
como yo, vivir siendo ellas mismas.
No obstante, el libro que tienes en tus manos no guarda ni el más
lejano parecido con el libro que empecé ni con el que mi editor espe
raba. Durante los dos años que tardé en escribirlo, E l encanto de la
vida simple experimentó una extraordinaria metamorfosis, al igual que
yo misma. Cada mañana, la espiritualidad, la autenticidad y la creativi
dad convergían en sus páginas en una íntima búsqueda de la Totali
dad. Empecé escribiendo sobre cómo superar la confusión y terminé
participando en un safari por el yo y el Espíritu. Yo fui la primera sor
prendida.
A medida que E l encanto de la vida simple evolucionaba y pasaba
i ; crear un estilo de vida asequible a vivir en estado de gracia, empe
zó i resultarme difícil reconocer a la mujer que una vez fui. E l encan
to la vida simple me ha ayudado a tener revelaciones cotidianas, a
tilla r lo Sagrado en lo ordinario, lo Místico en lo mundano, a imbuir-
—= ; : m pletamente en el sacramento del momento presente. He
kechc el inesperado pero estremecedor descubrimiento de que todo
mi vida es tan importante como para ser una continua fuente de
r^-exión, revelación y reasociación: los cambios de humor, hacer de
c íi: íer. las acongojantes fechas límite, las cuentas bancarias en núme
ros roios, los suelos sucios, las compras semanales, el agotamiento, la
d íerm edad, no tener nada que ponerme, la compañía imprevista,
hzszA _is últimas cinco mil pesetas.
5. encanto de la vida simple me ha recordado lo que puedo hacer
unas cuantas hogazas de pan y unos cuantos peces y me ha mos-
~ n : cómo hallar los tesoros más ocultos. Con E l encanto de la vida
s r t c : he tenido la trascendente certeza interior de que una existencia
i - H ' zlzi es la forma más personal de adoración. La vida cotidiana se
32 : : - vertido en mi oración.
Escribir E l encanto de la vida simple me ha permitido percibir que
^ rizrr. de que estuviera tan descontenta, frustrada, resentida, agra-
t é c í e ir.dignada se debía a que no estaba viviendo la Vida Real para
ii : _ e había sido creada. Una vida auténtica.
.-.ñora lo intento.
Al menos, ahora soy capaz de reconocer los límites; es más, estoy
f —- ezando paulatinamente a fijarlos. Para una mujer de los años
r r.:i, esto es nada más y nada menos que un milagro. No tengo un
—____de dólares en el banco, pero es ahora cuando me doy cuenta de
.1 abundancia y la ausencia son realidades paralelas; a diario, elijo
cor. cuál quedarme. Ahora comprendo que todas mis horas no son
¿ i —_r ir les; encontrar un centro sereno en el cual crear y llevar una
m i mténtica se ha convertido en algo tan esencial como el aire que
rfsriro. Sé todo esto porque la finalidad última del camino diario
'.i £egría y el bienestar entraña un despertar estimulante y cla
moroso. un despertar que ha modificado radicalmente mi percepción
i : —; misma y de mi entorno cotidiano. E l Yo auténtico es el Alma
visible.
Hr.t libro está organizado como un recorrido anual que empieza el
£e Año Nuevo. Pero si el libro llega a tus manos en abril, no creas
: _e n-o va a serte útil. Sin embargo, mi sugerencia es que vuelvas atrás
r ¿ n eer el mes de enero, en el que se explican los seis principios de El
m csr.zo ¿e la vida simple y su aplicación. Febrero está dedicado a
íes;r.:err¿r tu yo auténtico; a partir de ahí, cada mes reflexiona sobre
lescubrir la autenticidad en el entorno cotidiano: las artes
domestica», el trabajo, I.» bell.v.i, U moda \ !«>•. in t.rc» .* f»rn«inalw
que proporcionan satislaci ion.
Leer libros cam bia vidas, l o m iim o ocu rre al «?m iibirlt>s. Q ue / /
encanto d e la vida simple, a través de sus amenas le a iones de consue
lo y alegría, te ayude a descubrir la vida auténtica pata 11 que luUtr
traída a este inundo.
SARAH B a N B r i AT11NAC II
Mayo 1995
ENERO
Züra N ea le H u r sto n
IN
embargo, como en todos los bellos tapices bordados, es difícil deter
minar dónde acaba un punto y empieza el siguiente. Lo mismo ocurre
ron el encanto de la vida simple.
Enhebra la aguja conmigo y da el primer punto en el bastidor de
tu vida. Invoca al Espíritu para que abra los ojos de tu conciencia
interior.
Manten la calma y espera con expectación, sabiendo que la urdim
bre1 y la trama de tu existencia cotidiana actual contienen las hebras
cloradas de un futuro de sencilla plenitud.
4 DE EN ER O
5 DE EN ER O
T
X e ha ocurrido en alguna ocasión? Te estás lavando la cara y, de
repente, no reconoces a la mujer que te devuelve la mirada. «¿Quién
es?», le preguntas al espejo. No hay respuesta. Resulta vagamente
familiar pero guarda un parecido muy lejano con la mujer que espera
bas ver reflejada. Los psicólogos describen este fenómeno como un
«desplazamiento del yo» y suele producirse en temporadas de mucho
estrés (lo que, para muchas de nosotras, es el pan de cada día).
Pero, ¿qué falla? ¿Cuál es esa tristeza que no sabemos definir? He
aquí una pregunta sobre la que debe reflexionarse con amor. Tal vez el
origen de nuestra melancolía resida en que echamos en falta a la mujer
que deberíamos haber sido. Añoramos nuestro yo auténtico. Pero las
buenas noticias son que, incluso habiendo ignorado sus propuestas
durante décadas («Vístete de rojo... Córtate el pelo... Estudia arte en
París... Apúntate a clases de tango...»), nuestro yo auténtico no nos ha
abandonado. En vez de ello, ha estado esperando pacientemente a que
lo reconociéramos y volviéramos a conectar con él. Aléjate del mundo
este año y empieza a escuchar. Escucha los susurros de tu corazón.
Mira en su interior. Tu compañera muda ha encendido faroles de
amor para iluminar el camino de la unidad. Después de tanto tiempo,
el viaje que estabas destinada a realizar ha empezado.
6 015 E N IIH O
>>
« DI'. I'.NI'RO
Ll deber infravalorado
N o h ay ningún d e b e r q u e m ás in frav alorem os com o el
d e b e r d e ser felices. A l ser felic es sem bram os e l m un do de
fru tos anónim os.
R o b e r t L o u is S t e v e n s o n
TX al vez pienses que serás feliz cuando tengas una cocina más gran
de o un nuevo empleo, o la persona perfecta con quien compartir tu
viil.i. Pero, ¿no deseas empezar a convertir la felicidad en un hábito
desde este preciso momento? Al despertar cada mañana, recibimos un
maravilloso obsequio — otro día de vida— , así que saquémosle el
máximo jugo. Nadie puede hacerlo por nosotras. «La felicidad no es
una posesión a la que pueda ponerse precio — escribió Daphne du
Maurier en R ebeca— . Es una cualidad del pensamiento, un estado
mental.»
Adoptemos un nuevo estado mental con respecto a la felicidad.
Dejemos de pensar que las cosas que escapan a nuestro control nos
traerán la felicidad.
Es innegable que reformar la cocina, acceder al empleo con el que
habíamos soñado o encontrar a nuestra media naranja puede hacernos
felices, al menos momentáneamente. Pero las semillas mágicas de la
dicha están plantadas en lo más hondo de nuestro ser. La felicidad que
el mundo no puede quitarnos sólo florece en el jardín secreto de nues
tras almas. Si cuidamos nuestro jardín interior y arrancamos de raíz las
malas hierbas de las expectativas externas, estaremos alimentando nues
tra auténtica felicidad de la misma forma que alimentaríamos algo que
es bello y está vivo. La felicidad es una emoción vital.
Tu felicidad no es un lujo frívolo y sustituible. La búsqueda de la
felicidad es un derecho inalienable garantizado en la Declaración de
Independencia de Estados Unidos. Pero debemos querer aspirar a ella.
En último término, la auténtica felicidad sólo puede materializarse
una vez que nos comprometemos a convertirla en una prioridad de
nuestras vidas. Para algunas de nosotras, este paso puede entrañar una
conducta nueva no exenta de temores. Sé comprensiva con tu persona.
Todo llegará de manera natural. Quizás hoy no estés familiarizada con
el hábito de la felicidad. Pero, como cualquier conducta nueva, la feli
cidad puede ser aprendida.
¿Qué es lo que verdaderamente necesitas?
En la caden a de acon tecim ientos de m i v id a , n ad a h a sido
a ccid en tal T odo tuvo lugar de acu erdo con una n ecesidad
interior.
H a n n a h Se n esh
T.
JL ienes todo lo que necesitas en este preciso momento? ¿Qué me
dices de tus carencias? Pocas de nosotras tenemos lo que queremos y
en ocasiones tenemos la sensación de que nuestras carencias acaparan
toda nuestra energía. Nuestra sensatez se ofusca ante el bombardeo de
los medios de comunicación que glorifican a las personas agraciadas y
los objetos caros. Es fácil dejar de tener una noción clara de lo que
necesitamos verdaderamente para vivir con autenticidad. La mayoría
de nosotras ansiamos algo más en nuestras vidas. Pero, ¿pensamos
realmente que la respuesta puede hallarse en una revista de moda o en
las películas?
Si deseamos tener una vida feliz, creativa y realizada, es crucial
hacer la distinción entre nuestras carencias y nuestras necesidades. Por
desgracia, muchas mujeres confunden estos términos y luego se sor
prenden de sentirse tan insignificantes.
Haz las paces con la certeza de que no puedes poseer todo lo que
deseas. ¿Por qué? Porque, para nosotras, es más importante conseguir
todo lo que necesitamos. Como los bebés, estamos satisfechas cuando
nuestras necesidades básicas están cubiertas.
Ten valor. Pregúntate: ¿Qué es lo que de verdad necesito para ser
feliz? Las respuestas profundamente personales a esta pregunta vital
variarán en cada una de nosotras. Confía en la amorosa sabiduría de tu
corazón. Sólo después de tomar conciencia de nuestras necesidades
interiores somos capaces de investirnos con la energía creativa necesa
ria para que se manifiesten en nuestras vidas. «Es inevitable; cuando se
tiene una gran necesidad de algo, se encuentra — nos recuerda Gcrtru
de Stein— . Lo que necesitas, lo atraes como un amante.»
Hasta que la muerte nos separe
Sólo cu an do sabem os y com pren dem os v erd a d era m en te
q u e nuestro tiem po sobre la tierra es lim itado — y es im posi
b le sab erlo cuando nuestro tiem po se h a consu m ido— em p e
zam os a v iv ir cada día con la m áx im a plenitu d, com o si fu e
ra el único q u e tenem os.
E l isa b e t h K ü b l e r - R o ss
La escasez no existe
C u an d o el dinero ab u n d a , éste es un m un do d e hom bres.
C u an d o el dinero escasea, es un m un do de m ujeres. C uan do
p arece q u e tod o lo dem ás h a fra ca sa d o , entra en ju eg o el ins
tinto fem en in o. L a m u jer tom a las riendas. Esta es la razón
p o r la q u e, a p esar de tod o lo qu e ocurre, continuem os te
n ien do un m undo.
L ames ’ H ome J ournal, octubre de 1932
E. E. C ummincís
16 DE E N ER O
17 D E EN ER O
S -----------------------
La armonía: alcanzar el equilibrio vital
N o soy m ás diestro con las notas q u e m uchos pianistas.
P ero las pau sas entre las notas, ah, a h í es d on d e reside el v er
d ad ero arte.
A rtur Sch n a bel
L o u is e B o g a n
20 DE EN ER O
Acres de diamantes
Tus diam an tes no se hallan en m on tañ as lejanas o en
m ares recónditos; están en el jard ín de tu p rop ia casa; sólo
tienes qu e desenterrarlos.
R u ss e l l H . C o n w e l l
P
X ocas charlas han influido o conmovido a tanta gente como la
famosa conferencia victoriana conocida con el título de «Acres de dia
mantes». Russell H. Conwell, anterior corresponsal y ministro, pro
nunció su discurso más de seis mil veces entre 1877 y 1925. Cuando
fue publicado, éste se convirtió automáticamente en un bestseller y en
un clásico de la literatura religiosa.
La historia que Conwell explicaba en su conferencia tenía un gran
poder de convocatoria. Relataba la vida de un granjero persa llamado
Ali Hafed que vendió su granja y abandonó a su familia para recorrer
el mundo en busca de riquezas. Buscó por todas partes, pero no pudo
hallar los diamantes que tanto ansiaba. Por último, solo y desesperado
como un indigente sin techo, puso fin a su existencia. Su búsqueda de
riquezas lo había consumido. Entretanto, el hombre que había com
prado las tierras de Hafed estaba agradecido por cada brizna de hierba
que ahora le pertenecía e invertía grandes dosis de esfuerzo y amor en
su granja. Por la noche, rodeado de su familia y comiendo los frutos de
ii 11.ili.ijo, \e mui i.i (Ik limo. I’oi lili niu i, un Imeii día lii/.o un deseubi i
inii mi) c\iiaoulinaiio I ii el jardín que Ali I laled había abandonado
había iii i.i iimi.i ilc diamantes Iii c*i .límenle* un acre de diamantes— . El
humilde rr.mjero se hi/o más rico de lo que jamás había soñado.
( nmvrll recurría .1 esta parábola para ilustrar un mensaje extraor-
• 111i . i i i d y maravilloso: que albergamos en nuestras entrañas un manan-
n.il «le plenitud y las semillas de la oportunidad. Para cada uno de
in >.<>iros existe un sueño estrictamente personal a la espera de ser des-
i ubicuo y hecho realidad. Si apreciamos nuestro sueño e invertimos
amor, energía creativa, perseverancia y pasión en nuestra persona,
ali an/aremos el éxito auténtico.
¿ I )ónde está tu acre de diamantes? Si pudieras hacer lo que quisie
ras, ¿qué harías? ¡Sí, lo que estás pensando es totalmente imposible
ahora mismo! ¿Abrirías una tienda, formarías una familia, diseñarías
un vestido, escribirías un guión?
Todas tenemos un acre de diamantes en espera de ser descubierto,
apreciado y explotado. Todas tenemos un lugar por donde empezar.
I )eja volar tu imaginación, pues es el anteproyecto de tu alma para el
éxito. En el camino hacia la alegría y el bienestar descubrirás que tu
oportunidad para alcanzar el éxito personal, la auténtica felicidad y la
serenidad económica está tan próxima como tu propio jardín.
21 D E EN ER O
22 DE E N ER O
La prosperidad de vivir
L a m u jer d eb e ser la p ion era en este volverse hacia a d en
tro p a r a cobrar fu erzas. En cierto m odo, siem pre h a sido la
pion era.
A n n e M o r r o w L in d b e r g h
U
éste es mi peso, éste es el saldo de mi cuenta corriente, aquí es donde
trabajo ahora. Esto es lo que realmente está pasando en mi vida en el
momento presente. Está bien. Es la vida real.
Hoy, abandonemos la lucha. Deja que el proceso curativo del
cambio dé comienzo.
Estás lista para seguir avanzando.
24 DE EN ER O
25 DE EN ER O
R a in e r M a r ía R il k e
u
JL Aasta ahora, muchas de nosotras hemos creído en secreto que
debíamos esperar a que las cosas se calmaran un poco antes de em
pezar a organizamos. Mañana comenzaremos a descubrir placeres
auténticos. Mañana nos trataremos mejor. Mañana dedicaremos algo
de tiempo a pasárnoslo bien. Mañana, cuando todo se calme. Desde la
línea de fuego puedo transmitir que la vida nunca se calma el tiempo
suficiente para que nosotras esperemos hasta mañana para vivir como
nos merecemos. La vida es siempre movimiento, cambio, circunstan
cias imprevistas. Siempre habrá algo que intentará captar tu atención:
la llamada telefónica, el niño, el fax, la avería del coche, el cheque por
correo que nunca llega. Reconozcamos sencillamente que, en lo que
respecta a la vida real, estamos a un sólo paso de sufrir una disfunción.
Y, ¿qué vamos a hacer al respecto? Podemos dejar de esperar que
la vida sea perfecta y empezar a trabajar con lo que tenemos para
hacerla tan satisfactoria como nos sea posible. Podemos aceptar, ala
bar, dar las gracias y seguir adelante. Hoy, podemos empezar a invo-
. ii I.im t miiii , i'. 111 mii",ii,i vida c( >11<Ii.ill.i I I•»v |>«kIciiií >n Mr.inmi Lis
. niin i.i■. poi l.i plenitud I .1 l.ili.i de resolución nos li.i robado doma
.11111. i ipi ti i uiii<l.ul<"• precios.i-.. In vil a .i li tía amiga a comer, empieza a
I••i o incluso c.cribii una novela, organiza tus papeles, prueba una
H11 i.i iiiicv.i cu la cena, sonríe a todo el mundo con quien te cruces,
su m.iii \ suena ante un luego crepitante, vuelve a coger el bordado,
i<iti i ionio si estuvieras agradecida por estar viva, reparte alegría.
I 1.1\, piensa en algo que te proporcionaría un genuino instante de pla-
II i v hazlo. ¡Muy bien! Las primeras etapas del viaje son siempre las
ni is J i! úi les de salvar. «La vida concibe vida. La energía crea energía
nos recuerda la famosa actriz francesa Sarah Berhardt— . Es gastan
do nuestra propia persona que nos enriquecemos.»
26 DE EN ER O
27 DE E N ER O
El diálogo diario
E scribiendo alca n z aré e l bienestar.
N a n c y M a ir
\
Alison I,lirio conlcsó «11u* ion papel y l.ipi/, c‘i .1 i .11>.1. de irvis.ii
el mundo». Escribir 1111 diálogo diario os una lorm.i s1•)•u1.1 di irvi
sar el tuyo mientras buscas tu autenticidad.
28 DE EN ER O
29 D E E N ER O
30 D E E N ER O
31 DE E N ER O
A
j l j LI
convertirnos en dueñas de nuestra dicha a medida que avanza
mos en el camino de sencilla plenitud, uno de los grandes beneficios es
que empezamos a hallar la paz y el bienestar en las pequeñas alegrías.
I .os ilri,illes comion/iin .1 si^mlu .11 1mu lio pal .1 nonoii as I as peque
ñas ale|’,i las alimenlan el cuerpo y el .tlm.i .1 11aves de los sen 1ulos. Nos
ensenan a vivu el momento presente, l a vida cobra sentido cuando
hallamos lo sublime en lo ordinario.
En nuestras vidas tenemos días que destacan por sus extraordina
ríos momentos de regocijo y alegría: nace el niño, por fin el ascenso, se1
firma el contrato del libro. Pero la vida no es una ronda infinita de tai
ta y champán. Casi todos los días están llenos de tarcas monótonas:
cambiar las sábanas sucias, ir a la tintorería, sacar la basura. Para evitar
que en nuestra ronda diaria no cale la monotonía, debemos saborear el
arte de la pequeñez: descubrir los diminutos placeres que nos aportan
placer y gozo. En 1949, el dramaturgo británico J. B. Priestly reunió
esos momentos en un libro de ensayos titulado D elight. Algunos de
sus momentos favoritos son: despertarse por la mañana con el olor a
café, huevos y beicon; leer relatos de detectives en la cama; de repente
no hacer nada en pleno día; comprar libros y disfrutar con la compa
ñía (en vez de sólo soportarla) de niños pequeños.
Es un día de invierno. ¿Puedes hacer una olla de sopa casera para
cenar esta noche? Yo me recreo en esta pequeña alegría una vez a la
semana durante el invierno. Pelar, cortar y rallar son actividades muy
relajantes. Aprecia los colores de las hortalizas — el naranja de las
zanahorias, el lustroso verde del apio, la cebolla de un blanco perlado— .
Tienes un bello bodegón ante tus ojos. No hagas las cosas deprisa y
disfruta de la conciencia m ental, o el Zen, de cocinar. ¿No es el aroma
de la sopa casera maravilloso? Hace que celebres estar viva o, al me
nos, en casa para cenar.
¿Te das cuenta de cómo tenemos que aprehender la esencia de la
vida? Tenemos que aprovechar cada momento. «La gente necesita
la alegría casi tanto como la ropa. Algunos la necesitan mucho más»,
escribió Margaret Collier Graham en 1906. Hoy, haz que el descubri
miento de esas pequeñas alegrías que te reconfortan y te serenan se
convierta en una de tus prioridades.
T é c h in o , e l p e r f u m e d e ja c in to s , un b u e n
f u e g o y u n os r a m ito s d e v io le ta s , és a es la im a
g e n q u e a c u d e a m i im a g in a c ió n c u a n d o p ie n
so en u n a a g r a d a b l e t a r d e d e fe b r e r o .
CONSTANCE SPRY
Excursiones creativas:
El don del tiempo
C eleb ro la p erson a qu e soy, y m e canto a m í m ism o; doy
un p a seo e invito a m i alm a...
W a l t W h it m a n
A
jLA.hora que ya conoces a tu yo auténtico, ¿no te gustaría proíundi
zar en él? Puedes hacerlo emprendiendo con él unas excursiones crea
tivas.
Las excursiones creativas consisten en unos encuentros periódicos
y a solas con tu yo auténtico, destinados a tal fin. Al comienzo de toda
relación íntima el mejor regalo que puedes ofrecer a la otra persona es
tu tiempo. Lo mismo sucede con tu yo auténtico. Probablemente no le
has prestado la atención debida; ha llegado el momento de remediar
esa situación.
¿Qué puedes hacer? Concédete un capricho, busca actividades que
te alegren el corazón y te levanten el ánimo. Vete al cine (a ver uno de
esos melodramas ingleses de época que tanto te gustan), desayuna tem
prano antes de ir a trabajar en un nuevo café francés, date una vuelta
por ese increíble mercado italiano, explora una fabulosa tienda de artí
culos de ocasión, rebusca en las estanterías de una librería de libros
usados, o visita una galería de arte e imagina las innumerables formas
en que puedes expresarte. Cuando te embarques en una excursión
creativa, tu yo auténtico te revelará el maravilloso misterio que eres tu.
Eso ocurrirá espontáneamente a medida que conviertas la búsqueda del
desarrollo personal en una misión sagrada.
Tras animarte a emprender unas excursiones creativas con tu yo
auténtico, debo advertirte que no es tan fácil como parece. De hecho,
las excursiones creativas constituían para mí la parte más difícil del
encanto de la vida simple. No estaba acostumbrada a divertirm e sola.
Me parecía frívolo, demasiado autocondesccndientc. Prepárate para
experimentar una fuerte resistencia emocional. I Iallarás mil excusas:
no tienes dinero, estás demasiado ocupada, quién va a quedarse con
los niños, quizá la semana que viene cuando estés menos agobiada. No
te des por vencida. Las excursiones creativas requieren que inviertas
una parte de tu tiempo, no dinero Ninguna mujei está tan ocupada
U
........ i'.n .i no disponei tic tíos horas a la semana para dedicarlas a sí
miMiu ln t aso contrario, debería examinar sus prioridades personá
is , < «miiala a un canguro, pide a tu marido que se quede con los
mui.',, aprovecha el rato que están en la escuela, o la hora del almuer-
-«• <11 el n abajo. 1 lay muchas formas de hacerlo, una vez que hayamos
....... ndido que el hecho de dar alas a nuestra imaginación y desa
n c l a r una relación con nuestro yo auténtico es una inversión que no
p o ilm io s obviar. Esta semana comprométete a emprender una excur-
Mnii . realiva semanal con tu yo auténtico mientras sigues el camino
•11o i <induce al encanto de la vida simple. Te asombrarán los signos y
pni lentos que hallarás en él.
2 D E FEBRERO
I arece muy fácil saber lo que uno ama. Pero no lo es. Tras varias déca-
ila-, de dejarnos influir por todo — la televisión, las revistas, nuestra
madre, nuestros amigos— debemos aprender a prescindir de lo que
di|;an los demás. A partir de ahora la única opinión que cuenta es la tuya.
I 'sia semana, prueba un experimento. Planea una excursión creativa
a una tienda de decoración y objetos para la casa. Ve a un estableci-
.... ... que no conozcas, déjate sorprender por lo que veas. ¿Qué es lo
•Iu• n llama la atención? Apúntalo en un pequeño bloc que puedes lle-
v.u en el bolso. ¿Quizá la forma de una tetera, los colores de una
alfombra tejida a mano, las texturas de un exquisito arreglo de flores
. a , ' l n cuanto veas algo que te atrae pensarás: «¡es fantástico, me
. n. ania! •. ( Ion lia en tu intuición, atrapa el momento, toma nota de los
sentimientos que te provoca. Todo ello te será muy útil más adelante.
I a ■.emana que viene emprende otra excursión creativa, date una
\in lia (aunque no compres nada) por una nueva boutique de ropa. Ya
al 'i esa tienda que siempre te ha intrigado pero que jamás has pisa
do porque e1. demasiado cara. No tardarán en llegar los modelos de
primavera. Ve .1 ei li.u un vi si.i/o a l.r. novedades. (,hu/.i veas ,i !)•,<» «pie
te sienta estupendamente, como un chaqueta de hilo amarillo que te
arrebata. ¿Entonces por qué vistes siempre de negro? C) qui/.í
te seduzca una fabulosa falda y top de gasa estampada con flores, aun
que sueles llevar vaqueros porque resulta más práctico. Puede que el
hecho de sentirte maravillosa prevalezca sobre otras consideraciones
de orden práctico. Ábrete a tus auténticas aspiraciones y deseos.
Recuerda que éste es el año para formular preguntas. La pregunta
esencial es: ¿qué es lo que realmente me gusta? Ten paciencia. No
podemos reorganizar nuestra vida, nuestro hogar y nuestro guarda
rropa en una semana. Confía en ti misma y tu vida auténtica se desa
rrollará de forma natural y favorablemente.
3 DE FEBRERO
Descubrir tu yo auténtico
A m arse a sí m ism o m arca el principio d e un idilio q u e du
rará eternam ente.
u
O sc a r W il d e
4 DE FEBRERO
5 D E FEBRERO
7 DE FEBRERO
8 DE FEBRERO
t id ,u l.
I loy, piensa tjue estás creando una obra de arte al tomar grandes y
pequeñas decisiones entre ir a lo seguro y arriesgarte. ¿Te gustaría
h.icei algo nuevo y diferente? ¿Por qué no pides un café espresso des
pués de comer, si no lo has hecho nunca? Podrías entrar en una perfu-
mei ia y probar un perfume nuevo. O comprar una botellita de vinagre
balsámico para aliñar la ensalada. O sintonizar una emisora de música
Kiimtry en lugar de escuchar música clásica mientras regresas a casa.
Cada vez que experimentas algo nuevo, te vuelves más receptiva a la
inspiración. Cada vez que pruebas algo diferente, haces saber al Univer
so que estás escuchando. Confía en tu intuición. Piensa que tus deseos
son legítimos. Respeta tus aspiraciones creativas. Si estás dispuesta a
confiar en ti y dar un salto en la oscuridad, descubrirás que tus decisio
nes son tan auténticas como tú misma. Es más, descubrirás que tu vida
se ha convertido en lo que debe ser: un alegre soneto de gratitud.
9 D E FEBRERO
-^^.ntes de que una pintora comience una nueva obra, debe realizar
una serie de preparativos. Probablemente ha hecho un boceto de la
escena que trata de plasmar. Mezcla sus pigmentos para obtener los
colores que desea. También prepara el lienzo con una capa de fijador
para que los colores se adhieran. Todo ello requiere tiempo. Por su
puesto, cuando contemplamos la obra terminada no vemos los prepa
rativos. Sólo percibimos la totalidad de la visión de su autora. Y tal
como comentó en cierta ocasión la artista Helen Frankenthaler: «Un
cuadro hermoso, que te atrae, da la impresión de haber sido pintado
de un trazo. No me gusta advertir la huella de una pincelada o unas
gotas de pintura.»
T o d as las artes requieren una lase de preparación. I a vida también
si querem os vivirla auténticam ente. C ad a veinticuatro horas debem os
preparar el lienzo, dispuestas a plasm ar nuestra visión. C alm arn os a
través de la m editación, sacar tiem po para soñar y expresarnos m e
diante nuestro diálogo cotidiano y nuestro diario de descubrim ientos
ilustrado, tom ar conciencia de nuestros deseos, concentrarnos en co m
pletar una tarea antes de acom eter otra, ésas son las m edidas previas
que debem os tom ar a fin de sentirnos satisfechas.
N u e stro s preparativos no serán en vano. C u an d o sentim os que
form am os parte del caudal de la vida, saboreando el m om ento, las pin
celadas no se ven. H o y , realiza tus preparativos interiores con calm a
m ientras te dispones a p lasm ar una parte de tu alm a sobre el lienzo.
10 DE FEBRERO
fifi
\i> autentico tranquilizaba a mi yo consciente (al cual no le gustaba
demasiado el nuevo programa), asegurándole que estaba experimen
tando un profundo cambio en mi percepción de la realidad. Estaba
.i|Tendiendo a diferenciar entre mis necesidades y deseos y procuran
do asimilar esta poderosa lección antes de seguir avanzando. Debía
t omprender que podía prescindir de muchas cosas. Lo que necesíta
la podía obtenerlo, pero lo más importante era el descubrimiento per-
sonal.
( Alando comprendes que puedes vivir sin muchas cosas, puedes
pedirle lo mejor a la vida porque posees el don del discernimiento. Te
vuelves más paciente, lo cual te permite esperar con dignidad y grati
tud, sabiendo que al fin obtendrás lo mejor. Eres capaz de crear una
villa auténtica para ti misma y las personas que amas porque eres
i apa/ de tomar decisiones consciente y responsablemente. «Mucho
mas tarde, ella recordaría el momento en que cambió el curso de su
vida escribe Evelyn Anthony en The A venue o f the D ead— . No
estaba predestinado; ella era capaz de tomar sus propias decisiones. O
al menos eso creía. Podía aceptar o rechazar algo. Tomar un camino u
otro hacia el futuro.» Emprender el camino de la autenticidad signifi
ca volverse de espaldas al mundo y buscar tu propia felicidad.
11 D E FEBRERO
íiH
>
12 DE FEBRER O
(tl)
Tu punto de vista es único:
valora tu autenticidad
H a z te la siguiente p regu n ta: ¿he desarrollad o tod o m i
p o ten cia l com o m u jer y com o person a?
J ane Wagner
/O
Sueños enterrados
C u an d o existe m ucho a m o r siem pre se prod u cen m ilagros.
W il l a C a t h e r
16 DE FEBRERO
18 D E FEBRERO
17 D E FEBRER O
La vida durante un safari
\Jn safari del yo y del espíritu
E l corazón es un ca z a d o r solitario q u e caza en una colina
Los bosqu es fu ero n hechos p a ra los cazad ores d e sueños, solitaria.
los ríos p a ra el p esca d o r d e canciones. F io n a M a c l e o d
Los ríos y los bosqu es p erten ecen a los cazadores
qu e cazan sin escopeta.
19 D E FEBRERO
j ^ ^ .1 igual
que el explorador interior que busca aventuras en parajes
desconocidos, el arqueólogo auténtico sabe desenterrar fragmentos de
recuerdos que yacen sepultados en la tierra fértil del subconsciente.
Los arqueólogos saben «interpretar» artefactos del mismo modo que
un detective interpreta las pistas que halla. El motivo por el que pre
tendemos despertar al auténtico arqueólogo es para que excave en tu
interior.
«Cómo recordamos, qué recordamos y por qué lo recordamos
configuran el mapa más personal de nuestra personalidad», nos
recuerda la escritora Christina Baldwin. Hoy, dedícate a recordar.
Disponte a realizar una poco fatigosa pero auténtica excavación que te
ayudará a descubrir el misterio en el que se halla envuelta tu alma.
Aunque quizá no lo sepas, has vivido numerosas vidas, y cada una
de ellas ha dejado una señal indeleble en tu alma. No me refiero a la
reencarnación, sino a la forma episódica en que evoluciona nuestra
vida: la infancia, la adolescencia, el instituto o los primeros años de
carrera, el matrimonio, la maternidad, quizá la circunstancia de ser
madre soltera, la viudedad, etcétera. Cada etapa de nuestra vida está
jalonada por risas y lágrimas. Pero lo más importante es que desarro
llamos unas preferencias personales. Cada experiencia vital deja una
capa de recuerdos, como un depósito de sedimento: las cosas que
Iicin< is .1111,111( * y lo'. molliriili >s de .ilcgi 1.1 <(lie recordamos i cvcl.in lllíos
iri.i/os de nuestro yo .iiiténlico.
Algunas mujeres se resisten .t evocar el pasado porque temen
(Ic.scntcrr.u recuerdos dolorosos. Pero al igual que cada enfermedad
nos proporciona un regalo si sabemos buscarlo, cada recuerdo doloro-
.o nos aporta paz. No hay nada que temer. El pasado sólo pide que lo
i acordemos.
20 DE FEBRERO
La excavación auténtica
A veces una person a tiene qu e retroced er hasta el pu n to de
p artid a — a fin de percibir, d e com pren der todo lo qu e h a
g an ad o y p erd id o — antes de seguir adelan te.
Pa u le M a rsh a ll
21 DE FEBRERO
______________ W H - ___________________
través de su aspecto personal, la decoración de sus casas, la forma de
relacionarse con los demás, en su trabajo y en la búsqueda de sus pasio
nes personales. Cuanto más aprendamos sobre nosotras mismas y nues
tras preferencias, más fácil nos resultará tomar las decisiones adecuadas.
Y las decisiones creativas constituyen el núcleo de la autenticidad.
La libertad de elección nos permite abrazar lo nuevo porque esta
mos abiertas al cambio. Hoy, mientras repasas tu vida trata de analizar
las decisiones que tomaste anteriormente. ¿Han sido unas decisiones
que te han beneficiado? ¿Sueles dejarte guiar por el corazón, la cabeza
o la intuición? ¿Estás satisfecha del sistema que empleas a la hora de
tomar decisiones o te gustaría probar otro? ¿Te lamentas de algo que
no hiciste en el pasado?
Quizá recuerdas con nostalgia un sueño que enterraste hace mu
cho en lugar de tratar de alcanzarlo. En tal caso, deja de pensar que es
demasiado tarde y consuélate con las palabras de Faith Baldwin: «El
tiempo es una modista especializada en arreglos.» El hecho de haber
se demorado no significa que nuestros sueños no vayan a cumplirse.
Quizás hayas adquirido la suficiente sabiduría para reformar tus sue
ños y lograr que se realicen. Quizás hayas aprendido a tomar otras
decisiones.
Excava con tu pluma. Mantén un diálogo con tu yo auténtico. Pre
gúntale sobre las decisiones que tomaste y las que dejaste de tomar.
Escucha sus sabios consejos.
22 D E FEBRERO
E s t a m a ñ an a nos h a lla m o s d e n u e v o en el y a c im ie n to d o n d e a y e r
co m e n z a m o s a d e s e n te rra r tu v e rd a d e ro yo . Q u iz á te p re g u n te s p o r
24 DE FEBRERO
ce la vida.
¿Cuántas veces hemos desperdiciado la ocasión de transformar
nuestras vidas de forma positiva? Hoy debes tomar una decisión. Pue
des proseguir el camino del encanto de la vida simple o cerrar ahora
este libro.
Si decides cerrarlo, mi bendición te acompañará siempre. Confío
en que alcances la paz y la plenitud. Pasa este libro a una amiga.
Si todavía me lees, ya sabes lo que debes hacer hoy mismo, no
mañana. Examina tu vida. Da las gracias. Acepta tus circunstancias. Da
las gracias. Haz un repaso de todo lo bueno que te ha dado la vida.
Da las gracias. Dedica todos los días un rato a la meditación. Utiliza las
herramientas básicas de que dispones, te ayudarán a hallar el camino.
Pero por encima de todo, ten fe en ti misma y en el cambio divino. «Es
imposible descubrir nuevos territorios si uno no está dispuesto a per
der de vista durante una larga temporada tierra firme», nos advierte el
escritor francés André Gide.
Despliega las velas, leva anclas, arroja el lastre. Siente el viento en
tu espalda. Mantén la vista en el horizonte.
O quédate en tierra.
Pero toma una decisión.
25 DE FEBRERO
T -/a mayoría de las mujeres que conozco tiene una sola prioridad:
sortear los obstáculos cotidianos sin perder la vida en el intento. Es el
resultado directo del agobio que venimos experimentando día a día y
año ii.is .ino. Anuc M o n o w I imlluif'Ji, ONiiiiora, piloto, rspoN.i y
madre lo denomina «las luet/as ccnti ii *• que tiran di .pi.td.ula
mente de nosotras. 1.1 Iteeho de reconocci y rcorden.n uncMias priori
dades para que den un significado a nuestras villas constituye una
tarea profundamente personal que todas debemos cumplir si quere
mos aprender a vivir según nuestras propias luces.
Una prioridad consiste en algo que es importante para ti, como ini
ciar un plan de ahorro para pagar los estudios de tus hijos, o aumen
tar tu salud y vitalidad a través de la dieta y el ejercicio. Adquirir una
seguridad económica es otra prioridad para muchas de nosotras, así
como cuidar de nuestra familia y procurar que nuestro matrimonio sea
feliz y duradero.
Las prioridades no están escritas sobre granito. Deben ser flexibles
y cambiar a medida que lo hacemos nosotras. Para mí las prioridades
representan el caballete sobre el que colocamos el lienzo de nuestros
días a fin de aplicar colores y formas a la obra de arte que creamos sin
que el cuadro se desplome.
Reordenar nuestras prioridades personales exige serenidad de áni
mo y claridad. Quizá sea ése el motivo de que muchas de nosotras
arrojemos la toalla. Pero cuanto más segmentada esté nuestra vida por
nuestros hijos, nuestra carrera, nuestro hogar, nuestro matrimonio y
nuestras necesidades de expresión personal, mayor debe ser nuestro
empeño en identificar lo que realmente es importante en nuestra vida.
Muchas de nosotras damos por supuesto que podemos continuar
así indefinidamente, limitándonos a sortear los obstáculos. Pero no es
cierto. Necesitamos un antídoto para aliviar el estrés y el agobio que
experimentamos en nuestra vida cotidiana. Sigue los consejos de Anne
Morrow Lindbergh y convierte el tiempo que dedicas a ti misma to
dos los días en una de tus prioridades personales. «Es necesario dispo
ner de un rato a solas para meditar, rezar, escuchar música, leer, estu
diar o trabajar. Puede ser una actividad física, intelectual o artística,
cualquier tarea personal creativa. No tiene por qué ser un proyecto
gigantesco ni una obra maestra. Pero debe ser algo absolutamente per
sonal. Disponer unas flores en un jarrón puede aportarnos una gran
sensación de paz. Lo importante es que durante un rato prestemos
atención a nuestro yo auténtico.»
Hoy convierte el hecho de ponerte en contacto con tu silencio
interior en tu primera prioridad. Al hacerlo, te asombrará comprobar
que todo lo demás encaja automáticamente.
2 (, DI' l l'.HKI'.KO
27 D E FEBRERO
28 DE FEBRERO
29 D E FEBRERO
Un día de gracia
¡V ein tin u eve d e fe b r e r o !
Este es nuestro añ o d e gracia.
¡R áp id o, estúpido corazón,
atrap a tu p rerrog ativ a !
W a l t e r d e la M a r e
E s e l p r i m e r d ía a p a c ib le d e m a r z o .
C a d a in sta n te m á s g r a t o q u e e l p r e c e d e n te ...
Y en e l a ir e f l o t a u n a b e n d ic ió n ...
WlLLIAM WORDSWORTH
2 DE MARZO
4 D E MARZO
A
J L W disponerme a escribir, pongo en práctica un cuidadoso ritual de
comodidades que me facilitan la creación. Trabajo en la cama, con una
tetera de té recién hecho en mi mesita de noche y una preciosa graba
ción de nocturnos para piano sonando suavemente a lo lejos. A mi
lado está la nueva libreta con el lomo en espiral y un bote lleno con
mis rotuladores favoritos, junto con un montón de libros adorados
llenos de páginas dobladas en las esquinas. Como ves, no estoy sola,
sino en compañía de mi círculo de santas -escritoras a las que amo— ,
cada una poseedora de una voz autentica y de un mensaje especial para
mí. Saboreo una y otra vez el trabajo de sus manos, de sus coiazones
y de sus mentes para conseguii que el caudal <le mi ctención Huya
ininterrumpidamente.
Mi i i11i.i I p a r a escribir es a lo que llamo «bombear en busca de ins-
I>11ación». ( a i a n d o h a y que sacar agua de un pozo a la antigua usanza,
os d e c ir, a mano, primero hay que verter un jarro de agua en la bomba
p a t a que ésta funcione. Yo alimento mi propia bomba de una manera
6 DE MARZO
O i U 7 D E M A R Z O
Zambullirse de cabeza
H asta qu e no hagas las paces contigo m ism a, nunca estarás
satisfecha con lo q u e tienes.
D oris Mortman
9 DE MARZO
Un reflejo radiante:
proyectar el yo auténtico
Son m uchísim as las m ujeres qu e ignoran cuán fan tásticas
son. L leg an a nosotras m uy elegantes p o r fu e r a , p e ro m uy
inseguras p o r dentro.
M a r y K a y A sh
10 D E M ARZO
12 DE M ARZO
13 DE M ARZO
14 D E MARZO
Quiérete íntegramente
N o m e p e r d í de repente. M e fr o t é la cara du ran te años
p ara b o rra r m i dolor, d el m ism o m od o q u e la corriente d el
agua talla las piedras.
A my T an
L # a vida nos golpea tanto si somos ricas como si somos pobres, tan
to si trabajamos en público como en privado. La herida que padece
mos puede ser ya un corte abierto o una lenta y silenciosa hemorragia
en el alma. Por fuera puede que parezca que hemos conseguido domi
nar la situación, pero a todas nos llegan esos días oscuros y tormen
tosos, en los que nos sentimos muy pequeñas, muy frágiles y muy
asustadas, como si fuéramos a estallar en mil pedazos y romper en
desgarradores sollozos ante una pregunta tan sencilla como «¿Qué tal
estás?».
Cuando esto ocurre, tenemos que ser consideradas con nosotras
mismas y no castigarnos más. Deja eso para los otros. Nuestros senti
mientos son válidos, nuestros temores son muy reales, incluso aunque
no estén basados en la realidad. Recuerda en todo momento que la
mejor definición del miedo es ésta: «Una falsa evidencia que parece
real.»
Cuando esto ocurra en tu vida, ten presente que tu primera obliga
ción es quererte íntegramente. ¿Y cómo se consigue esto? Mimándote
con sencillos placeres y pequeños caprichos. Tratándote como la niña
pequeña que eres ahora. ¿Por qué no encargar un espléndido menú
para cenar esta noche en casa? ¿Por qué no te obsequias con alguna de
esas macetas de narcisos o de tulipanes que empiezan a verse en Jas
floristerías por esa época? ¿Y tomarte la tarde libre para ir al primer
pase de alguna película de estreno? Si esto no es posible, ¿qué tal si
alquilas algunos clásicos en el videoclub y disfrutas de una sesión de
cin c i'dii mi enorme ( i i c i u o lleno de palomitas «Ir maíz? ¿Poi <111r un
deleitarte io n mi cono tic helado pata <1 a lm u e i/o , paladearlo en el
parque mientras tomas el sol y escuchas el c.mto de los pájaros? ri 'i
contestar «no» la próxim a ve/, que te pidan que hagas algo?
¡Sí, puedes hacerlo! No tienes por qué hacerlo todo y serlo todo
para los demás en todo momento. Si piensas que 110 puedes haeei nada
más sin ponerte a gritar o echarte a llorar, probablemente es que tiene,
todo el derecho del mundo. Empieza diciendo: «No, lo siento. P e r o
tengo un compromiso anterior.»
Y por supuesto lo tienes. Hoy necesitas estar pendiente de ti
Recuérdalo: no nos perdemos de repente, sino que recuperamos núes
tro yo auténtico mediante un gesto amable en cada ocasión.
15 D E MARZO
El propio cuidado:
la tarea más difícil de llevar a cabo
C u a lqu ier p eq u eñ o experim en to relacion ado con el prop io
cu id ado resulta aterra d o r p a ra la m ayoría de nosotras.
J u l ia C a m e r o n
P
JL or qué el cuidado hacia nosotras mismas resulta tan aterrador para
la mayoría de las mujeres? Si crees que esto no es así, piensa en cuán
tas excursiones creativas has realizado este mes. ¿Has equipado un
cajón de los remedios para ti? ¿Has empezado el baúl del ajuar o la
caja de los juguetes? ¿Has trabajado en tu diario de descubrimientos o
escrito tu diálogo diario? Vaya, vaya...
Tal vez todas seamos avaras por lo que se refiere a nuestro propio
cuidado, ya que si fuéramos amables con nosotras mismas, nuestra
creatividad probablemente empezaría a florecer como una planta diri
gida hacia la luz. Claro que esto significaría que queremos introducir
algunos cambios en nuestra existencia, y todas sabemos qué se siente
respecto a los cambios, incluso cuando éstos son positivos. Es posible
que vayamos por un sendero trillado, pero al menos nuestras rutinas
familiares resultan cómodas dentro de su propio carácter insidioso.
I I•• n|)'.i,inte, I.i mili .1 m .mn.i de ilai /.meadas de p,i^.nIIc* hacia
um ii i |n iipi.i .11ili iilk iil.wl es .1 Ii aves do los peqiirnos cambios. 1,eou
I ol io n i i’i.i que 'I.i vi-i il.uli i .i vichi so vivo i ii ,nulo oourrcn pequeños
......I ..... I rli.i ti i i.i mii,\il,i honesta a lo buena, que oros contigo mis-
ni i /< u.mi.r. hoi ,is dr surno to concedes? ¿Caminas con frecuencia o
I... . .nli. i. nic ejercicio? ¿I las concedido alguna justa oportunidad a
I I nn ihi.i. ion? f;< auntas horas dedicas a relajarte durante la semana?
,i i ,i ...... i' Y a ocupaciones personales que te proporcionen placer?
1 n ni.I.. lut I.i última ve/ que te reiste? «Existe una gran similitud
i un. . I propio cuidado y el respeto hacia una misma», nos recuerda
|u 111 ( a in e r o n .
16 D E MARZO
Acentuar lo positivo
Si uno es un gitlgo, ¿ p o r q u e fin g ir q u e ex un p eq u in és ?
F.ditii Sitwei i
18 D E MARZO
19 D E MARZO
I l><
Belleza interior y encanto exterior
¿N o os en can ta cuando algu na m u jer in creíblem en te h er
m osa com o L in d a Evans o C indy C ra w fo rd nos dice qu e el
secreto d e la auténtica b ellez a está en en con trar la p rop ia luz
in teriorf Y lo dicen en serio. Sin em bargo, y o h e h ech o lo
m ism o q u e estas m ujeres p a ra encontrar m i p rop ia luz inte-
riory , si bien es cierto q u e m e siento m ás fe liz , to d av ía no he
conseguido ten er su aspecto.
M a r ia n n e W il l ia m s o n
21 DE MARZO
22 DE MARZO
23 DE MARZO
Y o habría sido una pésima Judy Garland, pero he sido una Sai ah
Ban Breathnach bastante buena. He necesitado casi toda una vida |>ai a
llegar a esta conclusión, pero desde que lo averigüé ya no he vuelto a
ser la misma mujer. Tampoco tú lo serás en cuanto esta verdad se abi a
paso en tu corazón.
Observa que, tanto si somos conscientes de ello como si no, el
mundo nos programa constantemente para que seamos otras m u j a es
en lugar de nosotras mismas. Se supone que debemos parecem os a
Cindy Crawford, actuar como Martha Steward y saber deeorai conu»
Alexandra Stoddard. Con esta incisiva esquizofrenia social, no es de
extrañar que muchas mujeres se hallen terriblemente desconcertadas
respecto al tema de la autenticidad.
Según el diccionario Wtbstcr's, set auténtico es lo opuesto a futí
< i", laUo o imitación». Sci auténtico significa sci “genuino, verdadero,
• i. l il-.ril.iil, siendo exactamente lo que se asegura»». Lo único que
I I •nid . ascgur.u que somos verdaderamente es nosotras mismas. Sin
t mil iiiv. It» mejor que hay en nosotras ya es bastante, incluso cuando
li ii. ni", uu m.il día. Cono/co a una mujer que es una importante eje-
....... .1 . 1( i nenias en una agencia de publicidad de Nueva York. No sé
I ii i'ln cu este mundo que sea tan creativa, lúcida, realizada y diver
tid i, |>ei <i hay días en que no se la ve así. Se educó en un hogar en don-
'I' i..... . se poma nota al comportamiento, y a consecuencia de esto
tu mpii lia sido muy dura consigo misma. Su calificación personal de
- ipn ik-dt - probablemente sería un sobresaliente para los demás.
I ...lis si unos excesivamente duras respecto a nosotras mismas. No
•mi.. •11iri emos sei otras personas, sino que queremos ser la versión
I 11.1 t.i de ellas.
Nimia deja que te hable de otra mujer que conozco. Cuando le
i•111ihi .......i su primei libro — sus amigos íntimos pueden corroborar
lo ai tuo como si estuviera loca de atar. En vez de felicitarse por
luí., i .i. .ido un libro tan hermoso después de varios años de esfuer
zo, i .niv.i .i punto de lanzarse de un acantilado porque en una frase
I•<lo i mili/ado un tiempo verbal que no correspondía. En lugar de
i vh lo .ii su éxito, se quitó la alegría.
Ahín .i, gracias a Dios, ha comprendido que estaba en un error.
/'mI.i i . que las mujeres amish añaden deliberadamente a cada colcha
mi nozo de tela que no encaja, a fin de recordar que sólo el Espíritu
.......I. i n .ii la perfección? También nosotras necesitamos recordarlo.
I ni .i11. i deberíamos esforzarnos por ser una versión excelente de
as mismas. Y hacer cuanto podemos, siempre es bastante.
El saboteador oculto:
cuando te sientes triste
N o es sencillo h acer caso a tu propio corazón. T am poco lo
es av erig u ar qu ién eres. H a ce fa lta m ucho v a lo r y tra ba jar
m uy duro, p a ra llegar a sa b er quién eres y q u é quieres.
Sue B en d er
-
cas sobre lo que está o no de moda y sustituyámoslas por ideas nuevas
respecto a lo que nos puede ayudar en la vida real, al tiempo que refle
ja verdaderamente nuestra autenticidad.
¿Y si todo lo que cuelga del armario fuera algo que te encanta, algo
que hace que te sientas hermosa o que te sientas maravillosa cada vez
que te lo pones? Piensa en lo bien que te sentirías cada día. Adoptar el
segundo principio del encanto de la vida simple — la sencillez— puede
producir espiritualmente semejante milagro.
Más adelante podrás limpiar tus armarios y los cajones del toca
dor, pero no hoy. Hoy sólo quiero que pienses en tu vida real y en las
prendas que vistes cada día. ¿Reflejan éstas verdaderamente a la mujer
que hay en tu interior? ¿Y las prendas que te hablan desde las páginas
de tu diario de descubrimientos ilustrado? ¿Y qué me dices de las que
cuelgan abandonadas en tu armario? Cada vestido, falda, pantalón,
téjanos, blusa, suéter, camiseta o chaqueta te cuenta una historia. «Las
prendas de vestir tienen una historia completamente independiente de
su forma y su color», nos recuerda Kennedy Fraser en The Fashiona-
hle Mind. Serénate, sumérgete en tu interior, y disponte a escuchar de
verdad la historia que los hilos de tu vida han tejido.
26 D E MARZO
27 D E MARZO
má
Hacer limpieza:
desprenderse de modelos equivocados
N un ca es d em asiad o tarde p a ra rectificar, tanto en la fic
ción com o en la realidad.
N a n cy T hayer
MU -
gustan? Guarda únicamente las que sean una talla inferior a la que uti
lizas ahora, puesto que volver a caber en ellas es un objetivo bastante
11alista y algo por lo que vale la pena esforzarse.
< Considera los distintos ambientes en que se mueve tu existencia y
I r. |»i rudas que necesitas para ello: para el trabajo, para las fiestas, para
ii <(nnoda... Si hay algo que no te has puesto en todo el año, ¿por qué
• o servarlo? Decídete a desprenderte de ello, aunque sea un vestido
niiiv raro. No lo conserves a menos que tenga un valor tremendamen-
i- <*mimental. Por ejemplo, hace unos diez años pasé por una etapa en
'|in no me ponía nada que no fuera de Laura Ashley. Hoy el estilo de
llni n nas silvestres no va conmigo. Sin embargo, debido a los muchos
....... -idos felices con mi hija de cuando me vestía así, no soportaba
m|mi .11me de mi pasado Laura Ashley, así que ahora todo está empa-
imrtrtdo en el desván para que mi hija lo considere cuando sea mayor,
'.i di .pones de espacio suficiente para almacenar tus recuerdos senti
mentales favoritos, entonces hazlo. Si no, entonces dáselos a alguien a
.Ini.'ii le gusten tanto como en otro tiempo te gustaron a ti.
Ahora ármate de valor y regala el resto a quienes bendecirán tu
........o .idad. A cambio, vas a experimentar un sentimiento de grata
ilniiidaiu ia cuando descubras lo mucho que eres capaz de dar. Esta
m i n nd positiva es esencial para atraer más prosperidad hacia nuestras
vid iv Una amiga mía ha descubierto un método terapéutico para
f u l i rularse al hecho de desprenderse de prendas caras que su cons-
i n iiii ahoi i ador desearía conservar. Las da a una organización benéfi-
i i |mi .i mujeres en paro que necesitan prendas elegantes para acudir a
11. i m icvisia s en busca de empleo. Esto le facilita la revisión de su ves
tí , pues con ello ayuda a otras mujeres de manera maravillosa-
......... p. ••.ii iva. También podría añadir que mi amiga siempre va extra-
' .idi.......míenle bien vestida y que encuentra fantásticos modelos a
|m i io .......lUcmentc rebajados. Ella piensa que es tan sólo cuestión
di ii. i n I’cro yo pienso que es la forma en que el Universo la recom-
l<t M i pni mauirnci un ciclo de acciones benéficas.
11nla mujei adquiere modelos equivocados que provocan confu-
............ mi sentido de la elegancia y la inducen a quejarse de su vestua-
ii" i impi ii de pasadas encarnaciones nuestros armarios nos propor-
. lona ■ *|..i* io y libertad para que en el futuro elijamos prendas que
o II. |. n aun mu amenté a la mujer en que nos estamos convirtiendo.
Prendas cómodas y su significado
B aso m i gusto en in du m en taria eligien do a q u ello qu e no
piqu e.
G il d a R a d n e r
I va mayoría de las mujeres siente pasión por sus prendas más cómo
das. Yo tengo un par de pijamas de punto de algodón a los que quiero
tanto, que los llevaría las veinticuatro horas del día, siete días a la
semana si pudiera idear la forma de llevarlo a cabo. Durante el día me
aguardan pacientemente en un estante del armario del dormitorio; de
noche susurran mi nombre. Debido a que me pongo religiosameiiic
estos pijamas, tengo que lavarlos a menudo, y eso ha hecho que sean
tan suaves como la mejilla de un recién nacido.
He intentado inútilmente encontrar otro par, a fin de disponer de
una mayor variedad de «prendas de estar por casa», pero, por desgra
cia, tanto el modelo como la tela no coinciden a la perfección con lo-,
que ya tengo, de modo que la búsqueda continúa.
Yo tenía un suéter especial que estaba tejido con una increíble
mezcla de seda y algodón. Me lo ponía y lo lavaba tan a menudo que
empezó a deshilacliarse por los costados. A pesar de todo, me lo
seguía poniendo. Lo llamaba «mi suéter de la fortuna literaria», pues
los días que me lo ponía eran extraordinariamente productivos, l i a
sincronicidad se producía porque sentía tal exquisito placer y experi
mentaba una comodidad tan indescriptible durante todo ese día, qtn
me sentía libre para convertirme en una especie de manguera ereaii\ a
Finalmente, cuando concluí el libro que estaba escribiendo, mi marid* •
me rogó que me deshiciera de aquella vieja prenda deshilacliada. I >ad. ■
que la gente de fuera de nuestra ciudad tan sólo me conocía conu* «la
mujer del alcalde», accedí a disgusto. Ahora una de nuestras j’,ai a•. lia
hecho un nido en el sótano, utilizando para ello mi perdido amoi Su
mirada de sincera dicha al haber heredado semejante tesoro me aln ia
de algún modo de semejante pérdida. Pero sólo de algún modo, no d, I
todo.
Estoy convencida de que cuando nos ponemos prendas cómoda
sale lo mejor que hay en nosotras. De alguna maneia, a través di la
alquimia de la libra y de como se ajusta la premia, nos sentimos mi,
vamente restituidas al l ’.uaiso, si bien esta \i no nos hallamos de im
•Ir. delante del Creador, sino con las prendas que éste quería que lle-
' n,unos.
I’m desgracia, para nosotras las prendas cómodas existen sólo co-
..... iin.i nota a pie de página en nuestras vidas, no como el foco de
il<ii. ion, que es lo que serían si una mujer sensible estuviera al mando
•leí esquema de las cosas terrenales. Es posible que estemos a gusto
mi luí horas de las veinticuatro que tiene el día, pero esto no es en
P
JL roclamar tu auténtica elegancia mediante las prendas que te pones
es una forma de arte. Pero, al igual que cualquier rama artística, el sen
tido de la elegancia necesita que se le eduque después de haberlo intui
do y planeado. La elegancia empieza cuando buscas y encuentras tus
propias energías y luego cuentas con ellas según su valía. La elegancia
personal se desarrolla cuando descubres que en realidad no necesitas
tantos vestidos, complementos, joyas o maquillaje como habías creído
en el pasado porque estabas en disposición de permitírtelo.
«Todas reconocemos la elegancia cuando la vemos: Bogart y Ba-
call, Garbo y Jackie O., Audrey Hepburn, Lauren Hutton, Lena Hor-
ne..., todos distintos y todos sinónimo de elegancia — escribe Leah
Feldon-Mitchell— . Las prendas que llevan, tanto si son lujosas como
sencillas, proclaman no sólo buen gusto, sino inteligencia, talento... y
un poco de atrevimiento. Lo que vemos en ellos es autodefinición, en
lugar de limitarse a seguir las pautas de la moda. La elegancia es una
conjunción de lo que nos ponemos con lo que somos.»
Hoy debes recordar que eres una artista. Al ir en busca de tu
autenticidad vas a descubrir el sello de tu propia apariencia. Tal vez
sea una manera fantástica de llevar sombrero, una sorprendente mane
ra de resaltar los ojos con un maquillaje de tono ahumado, exhibir una
elegante melena corta con unos pendientes fabulosos, lucir unas pier
nas extraordinariamente esbeltas mediante unas medias sencillas y ele
gantes zapatos de tacón, o tener el valor suficiente para combinar una
camiseta blanca de algodón con una chaqueta de lana de alta costura.
Este año debes estar dispuesta a experimentar para averiguar que
es lo que a ti te sienta bien y lo que no. Luego quédate con lo
que mejor te vaya, independientemente de lo que vista todo el mun
do... Linda Ellerbee piensa que «la moda, al igual que todo lo demás,
va cambiando. La elegancia no». Es posible que tu sentido de la ele
gancia se mueva a sacudidas, pero lo cierto es que apareecra, y ruando
lo haga set a fantástico.
Nunca te dejes cautivar por la moda,
siempre por la elegancia
L a m o d a se desvanece. Sólo la elegan cia perdu ra.
Coco C h a n e l
I i'»
J
Pequeñas alegrías para marzo
JUDITH JAMISON
2 DE ABRIL
3 DE ABRIL
^ ^ ^ u é vas a ser cuando seas mayor? Hoy vamos a pensar en unos ca
minos por los que todavía no has transitado: los caminos de nuestro
yo imaginario y secreto. Cada una de nosotras lleva muchas vidas por
delegación y a menudo simultáneamente. Si reconocemos nuestra vida
secreta y conectamos con la sabiduría de nuestro alter ego imaginario,
podemos obtener consejos que nos ayudarán a potenciar nuestro sen
tido propio y personal del estilo.
Si tuvieras otras diez vidas que vivir, ¿qué harías? Cada vez que
escucho a Mary Chapin Carpenter, soy cantautora country. Cuando
leo al monje místico Thomas Merton, soy una monja entregada a la
contemplación.
Quizá desearías ser pinchadiscos en la radio, escaladora, composi
tora para Broadway, cineasta, novelista romántica, neurociruj.uu,
columnista, psicóloga, horticultor.!, vcterin.ui.i liolisii» .1 o all.irer.i. ^ a
comprendes lo que quiero decir. A si que lo piim ero que debes haeei
es adivinar quién serías si no hieras ni I sci 11»*• en un papel l.i lista ile
tus yoes secretos. ¿Cómo viven? ¿Cómo visten? ¿Qué puedes hacer
para introducir en tu existencia cotidiana un poco de la magia de tus
vidas imaginarias? Sostén una conversación con tu yo auténtico, a ver
qué sale de ella. Por ejemlo, adoro el estilo colorido de las actuales
cantantes country. Me atrae su extravagancia exuberante aun cuando
mi inclinación natural como comunicadora es más comedida. ¿Cómo
se compagina la fantasía con la realidad y se introduce más animación
en mi vida? Tal vez es tan sencillo como darme cuenta de que real
mente me encantaría llevar botas vaqueras de cuero rojo. Como esta
fantasía se repite una y otra vez, estoy ahorrando y buscando dichas
botas. Cuando las encuentre (a la venta, naturalmente), me las pondré
con un traje que combine.
Hoy mira dentro de ti y diviértete. Puede que las botas vaqueras
de color rojo no estén hechas para ti. Pero uno de tus yoes secretos
podría revelar algún deseo apasionado. Tus vidas imaginarias secre
tas están llenas de sorpresas. Debes estar preparada para recoger sus
secretos sobre tu estilo personal.
4 DE ABRIL
Un arte elegante:
aprender que menos es más
A m i m o d o d e ver, la elegan cia no consiste en p a sa r desa
p ercibid o, sino en llegar a l alm a m ism a d e lo qu e uno es.
C h r is t ia n L a c r o ix
IN ^tuchas personas piensan que Ludwig Mies van der Rohe, uno de
los fundadores del movimiento arquitectónico moderno, fue el prime
ro en declarar que «menos es más». Curiosamente, el primero fue el
poeta inglés Robert Browning en 18 55 . Pero lo que es aplicable a la
arquitectura y a la poesía lo es también al estilo personal.
I a elegancia es el arte de la moderación. Las mujeres ricas y famo
sas que destacan por su elegante sentido del estilo prefieren la senci
llez: trajes cómodos y de buen corte, de colores neutros para el día;
vestidos sencillos y elegantes para la noche; complementos de buen
tono 11tu* nunca resulten Abrumadores pero qur den sicmpie I.i nm i
y/ apropiada. Lo que hace que una mu¡ei elegante distinga de la mulii
tud es su discreta seguridad en sí misma; sabe que lo di)',no ile at. n. n>n
es ella misma y no un brazo cargado con brazaletes de <»u».
Aunque el dinero es una ayuda, la mayoría de las mujeres d.i p..i
sentado que es esencial para conseguir un estilo elegante. Alotiunada
mente no es así. La incomparable Coco Chanel nos ascgm.i (|ue 11
elegancia no consiste en ponerse un vestido nuevo». I .1 clcgam i.i en <I
estilo personal exige sólo que una mujer se especialice en lo 1 l.r.n «»: I.i
comodidad, el color, la forma, la tela, el valor y la idoneidad. Sei ele
gante significa que el atuendo nunca eclipsa a la mujer que lo II \.1
sino que permite que su luz interior brille. En la moda, como en la
n vida, el conocimiento es como el dinero: necesitas menos cuando m.is
sabes. He aquí una lección fundamental que toda mujer puede .ipieu
der si se lo propone.
Quizás el alma de la elegancia es un estado mental de cih auto «I•
las cosas simples. De hecho, Diana Vreeland creía que «la mu» .1 . le
gancia real está en la mente; si la tienes, el resto surge con natm.ilidad
de ella».
5 DE ABRIL
¿A quién admiras?
In d u d a b lem en te , nos convertim os en lo q u e visualizam os.
C laudf M. Rristoi
Coco C h a n e l
C
V —/uando vivía en Londres a principios de los setenta y escribía
sobre mod ^ 5 J0 primero que aprendí fue a hablar del color. Esto se
debía a qu<^ durante una temporada los colores preferidos eran los
«neones», t^ }es como el rosa intenso y el verde limón y durante la
temporada siguiente los «tonos tierra», por ejemplo el púrpura tiran
do a negro y e\ amarillo dorado. De modo que si te gastabas una
pequeña fortu na para seguir la moda, en tu vestuario no había nunca
nada que c o ^ b i ^ s e
En los d ^ sfiles moda que tenían lugar en Europa había dos gru
pos de m ujeres separados por la pasarela: las que trabajaban en la
industria de ¡a moda o informaban sobre ella y las que dicha industria
trataba de CQ)nqUistar< L as primeras vestían denegro, las segundas eran
mujeres nca,s qUe llevaban vestidos de colores clásicos. La moraleja
que cabía sac^ar ello era qUe los colores efímeros que se exhibían en
la pasarela, <jen Jos escaparates de las tiendas y en las páginas de las
revistas de rrlocla podían resultar deslumbrantes, pero las mujeres adi
neradas sabí^n qUe e} estilo confía en lo clásico.
Si has ertnpeza¿ 0 a replantearte tu vestuario y tu estilo personal,
piensa en el ^papel que el color desempeña en tu vida. Para crearte un
vestuario du;*-acler0j invierte en colores clásicos como elementos fun
damentales: ínegro, blanco, azul marino, gris, beige, pelo de camello,
canela, caqui^ marfil, y los «rojos», incluidos el rojo burdeos y el ber
mejo. Esta p ale ta contiene literalmente un centenar de tonalidades
entre las que puedes escoger. Los colores clásicos no limitan, sino que
liberan. Puedes usar el color para cultivar y coordinar una apariencia
elegante con confianza. Esto significa que la espléndida chaqueta de
color clásico q Ue te compras este año puedes llevarla con una falda del
año pasado o Con unos pantalones el año que viene, y así sucesivamen
te. Con los Ci0 lores clásicos tu vestuario crece gradualmente y nunc.i
pasa de mod^. Complementa luego m estilo personal con los colores
que más te gusten y mejor te sienten.
¿ C ó m o so» encuentran los colotes que m.ísy ntcjoi nos í.worccen?
I mebate ilisl nitos colores del.inte del espejo, A lod.r. nos I.m u e r e n
más unos que otros, según sea el color de nuestro cutis. Durante los
años ochenta, descubrir los colores que mejor te sentaban se convirtió
en una industria floreciente. En la actualidad, abundan los libros que
enseñan a encontrar los colores que favorecen y muchos cursos para
adultos incluyen clases didácticas de cómo seleccionar los colores que
mejor sientan a una persona.
Finalmente, no menosprecies nunca el poder del amor. Fíace años
me enamoré apasionadamente de un pañuelo de seda negro con bellas
cerezas rojas, peras de color dorado intenso y hojas de color verde
oscuro. Era tan bonito, que mi corazón se disparaba al verlo. Aunque
tuve que escatimar en otras cosas durante un mes, me compré aquel
pañuelo que pasó a ser una paleta de colores personal que nunca ha
dejado de complacerme. Confía en tus instintos y cada vez que te
mires en el espejo, te verás recompensada con la visión de tu yo autén
tico.
7 DE ABRIL
El color da vida
U tilizan do el color, p o r e l p recio de un b o te d e pintura, las
p erson as p u ed en expresar su p rop io estilo y su in dividu ali
dad. P ero, a l igual q u e en el caso d el estilo, h ay q u e experi
m en tar p a r a ad qu irir el don d e escoger los colores. Si no te
atrev es a experim entar, estás con d en ad a a la insulsez.
S h ir l e y C o n r a n
8 DE ABRIL
9 DE ABRIL
Lujos asequibles
N o es n ecesario qu e e l lujo ten ga precio... la co m o d id a d
m ism a es un lujo.
G eo ffrey B eene
no
1.1 l Jnivorso no es tacaíio. Somos nosotras las tacañas. Algunas teñe
mos nn alma muy cicatera. Q uizá no en lo que se refiere a la forma de
n ai ai a los demás a la familia, los amigos y a otros menos afortuna
dos —, sino a la manera de tratarnos a nosotras mismas. Sin embargo,
¿cómo puede el Espíritu darnos más si cerramos con fuerza los puños,
el corazón y la mente? El camino diario hacia la alegría y el bienestar
significa aprender finalmente a liberarnos de los sentimientos de pobre-
za y carencia y sustituirlos por sentimientos de prosperidad y riqueza.
U 11a de las formas de experimentar mayor riqueza en la vida coti- »
diana consiste en mimarnos a nosotros mismas con lujos asequibles.
Comprar leña por el placer de sentarnos ante un buen fuego durante
todo el invierno es uno de ellos. Echar crema batida auténtica y cho
colate rayado en una taza y tomárnosla delante del fuego, es otro.
Transforma un placer sencillo en una satisfacción total. Los lujos ase
quibles despiertan nuestra conciencia a la abundancia que tenemos a
nuestra disposición una vez que por fin «la obtenemos».
Muchas personas piensan que la sencillez y el lujo no hacen buenas
migas. Los shakers — miembros americanos de la Iglesia milenarista—
llevaban una vida austera, pero, también apreciaban el sublime lujo de
comer bien y reconocían la importancia de cocinar con los ingredien
tes más frescos, así como servirse con imaginación de especias y hier
bas un siglo antes de la Nouvelle Cuisine. En 1886 una persona que
comió con los shakers declaró que la comida había sido «digna de
Delinonico’s», el famoso restaurante de Nueva York frecuentado por
un público selecto.
Cuando pienses en nutrir tu estilo personal piensa en lujos asequi- v '
bles. ¿Qué placeres sencillos podrían hacer que te sintieras mejor?
Quizá llevar calcetines de cachemir mientras ahorras para comprarte
un suéter del mismo tejido; quizá permitirte el placer embriagador de
usar tu combinación de perfumes preferida: perfume, talco para el
cuerpo y loción; el contacto sensual de las prendas interiores de seda
y de un pijama de algodón puro con la piel; comprarte un bonito bol
so de cuero que combine con todo; cambiar los pañuelos de papel por
los de lino blanco; hacerte arreglar el pelo entre una visita regular a la
peluquería y la siguiente; hacerte la manicura semanalmente para esti
mular el crecimiento de las uñas; sustituir los botones de plástico bara-
tos por otros más bonitos; disfrutar de un masaje facial o corporal;
lucir joyas «para ocasiones especiales» en un día normal y corriente.
I )eclara hoy al Universo que estás preparada para recibir toda la
abundancia que el Universo, pacientemente, espera darnos. Cada uno
de los días nos ofrece la posibilidad de ser una ocasión especial si po
demos sencillamente aprender que además de dar, es una bendición re
cibir con gracia y con un corazón agradecido.
10 l)li AKkll
11 DE ABRIL
13 D E ABRIL
14 DE ABRIL
16 DE ABRIL
Pasear y meditar
Os d iré lo qu e aprendí. Un p aseo largo, d e ocho o n u eve
kilóm etros, es una ayuda. Y una tiene q u e darlo sola y todos
los días.
B ren d a U ela n d
A ..
jL JL quién ves cuando miras la cara que aparece e n e l . .|*. i..
'9
¿Empiezas a ver a tu yo auténtico? ¿Comienzas a sentirte mas .1 i;iih
to con el rostro singularmente hermoso que te devuelve l.i mn ulit!
Espero que así sea. Pero este crecimiento de la propia accptai ion v df
la estima es lento y muy sutil, especialmente después de anos <1. I>. n.
volo descuido.
Uno de los procedimientos para empezar a amar nucst......... mío
consiste en realzarlo con maquillaje. En lo que se refiere ,il ni.k|n 1111|>
he pasado por muchas etapas. Hubo una época, cuando lem.i v. mii<
años y pico y trabajaba en el mundo de la moda y en el leal 10, « qn» mi
19 DE ABRIL
20 D E ABRIL
TJL oda mujer debería ser consciente de que hay una diferencia
importante entre bañarse y tomar un baño. Bañarse es sencillamente
asearse, pero para eliminar la suciedad y el sudor basta con una ducha,
¡por Dios! Tomar un baño, tal como dijo el c r ític o social V ic to ria n o
Ambrose Bierce, es «una especie de ceremonia mística que sustituye al
culto r e lig io s o » .
Creo en el poder rejuvenecedor de la hidroterapia como accesorio
positivo de la psicoterapia. Hace un siglo, los métodos curativos por
medio del agua hacían furor como procedimientos para combatir la
llamada «el nuevo nerviosismo americano» o «neurastenia» que empe
zaba a invadir el país a medida que nuestros tatarabuelos se adaptaban
a la implacable intrusión de la tecnología en su vida, con los consi
guientes trastornos propios de la «frenética vida moderna» encarnados
por el telefono y la electricidad.
Los V i c t o r i a n o s acudían en masa a los balnearios, donde bebían
agua mineral y se daban baños medicinales para curarse la agitación y
iilios 11 ,i M o m io s pardillos pt Dilúcidos poi los ,\l.t i|t ir s de .111 j *tu •»t i.t, el
insomnio, l.i depresión y las jaquecas.
I loy podemos «hacer la cura» en la intimidad de nuestro propio
i darlo de baño. V, como somos poseedoras de sentido común, debería
mos hacerla diariamente. No menosprecies la bendición de un baño.
I’uede calmar tu mente, relajar tu cuerpo tenso y cansado y apaciguar
la turbación de tu espíritu. Puede ayudarte a alcanzar el alivio exquisi
to del sueño o despertarte y ayudarte a recibir el día con entusiasmo.
Mi filosofía de la vida es muy sencilla: en caso de duda, date un
baño.
Cierra la puerta, abre el grifo, echa en la bañera las sales de baño o
los aceites esenciales, prepara las toallas suaves, recógete el pelo y olví
date del mundo introduciéndote en el agua. A mi modo de ver, para
rejuvenecer y centrar el espíritu los baños son tan esenciales como la
plegaria y la meditación. De hecho, un buen baño es una de las mejo
res maneras de meditar, ya que, una vez te has sumergido en el agua
caliente y delicadamente perfumada, ¿dónde querrías estar salvo en
ese momento presente? Báñate a la luz de las velas, en compañía de
música clásica, una bebida fría o un buen libro (uno que pueda leerse
sin gran esfuerzo), o simplemente deja que el silencio sosegador te
envuelva mientras la bañera se llena de agua caliente.
Cómprate accesorios que contribuyan a que el baño sea más su
blime: un cepillo de mango largo, una almohada hinchable, una cu
beta. Cuando te pregunten qué regalo quieres para tu cumpleaños, tu
santo, el Día de la madre, etcétera, pide productos para el baño y de
esta forma tendrás siempre un buen surtido a mano. Actualmente se
encuentran gran variedad de sales perfumadas, aceites, polvos, baños
de burbujas y baños de leche. Pruébalos para ver cuáles son los que
más te gustan y considéralos lujos accesibles. «No se me ocurre nin
guna pena en el mundo que un baño caliente no pueda mitigar, aun
que sea sólo un poquito», escribió sabiamente Susan Glaspell en The
visioning en 1911 (probablemente lo escribió sentada en la bañera), y
sabía de lo que estaba hablando.
La aromaterapia: la confortabilídad
restauradora de la fragancia
L os olores contribuyen m ás q u e los sonidos y las im ágen es
a h acer q u e v ibren las fib r a s d e l corazón.
R u d y a r d K ip l in g
22 DE ABRIL
El despertar sensorial
N ad a p u ed e curar el a lm a salvo los sentidos, d el m ism o
m od o q u e n ad a p u ed e curar los sentidos salvo el alm a.
O s c a r W il d e
23 DE ABRIL
24 DE ABRIL
I X c llegado a esa etapa difícil de la vida en que no veo con l.r. \\il m
puestas o sin ellas, así que las llevo encima constantemente \ |nn
sa del pánico cuando no sé dónde las he puesto. A medida que mi \i
ta de persona de mediana edad cambia, me he dado cuenta <l> I- |•<.
ciosa que es la capacidad de ver claramente.
Una amiga mía, Susan Abbott, es una artista extraordinai ia <11u*
crea acuarelas panorámicas con una asombrosa riqueza de detalle'. <i
quisitos. Sus ojos y sus manos captan todo un catálogo visual de la volt
cotidiana de una mujer con una atención asombrosa a los mam r \ m u i
les, ya que nada es demasiado insignificante o poco inspirador p.u a .111«
se le escape. Al igual que una buena fotografía, sus naturalezas mu. 11 n
captan un momento y producen un efecto deslumbrador. El sentid» ■. 1.
la vista es especialmente sagrado para los artistas.
Pablo Picasso dijo una vez: «Si pudiéramos arrancarnos el ceiebm
y usar sólo los ojos, quedaríamos asombrados al ver el mundo que n<»•»
rodea.» El artista suizo Paul Klee declaró: «Un ojo ve, el otro sienu-
A medida que fue envejeciendo, Paul Cézanne empezó a dudar de m i s
facultades de percepción y a preocuparse al pensar que la autenticidad
de su arte podía ser un capricho de la naturaleza. Debido a los probli
mas que tenía con la vista, se preguntaba si la forma singular de vei . I
mundo que plasmaba en el lienzo era tal vez una simple casualidad en
vez del fruto de su genio. Pero quizá Georgia O ’Keeffe fue quien
mejor lo expresó cuando dijo que «en cierto sentido, nadie ve una ll<n
realmente, es tan pequeña, no tenemos el tiempo necesario para ello...
y ver requiere tiempo, del mismo modo que tener un amigo requiere
tiempo».
Ver requiere tiempo. N o tenem os el tiem po necesario p ara ello. lie
aquí la verdad rigurosa, una verdad que hiela el alma. La mayoría cil
las personas hemos recibido un don milagroso — la capacidad de ver- ,
pero nos limitamos a mirar las cosas de manera superficial. No damos
la importancia debida al sentido de la vista. Una amiga muy querida
- 174 -
II» n> pioblemas pavés ion l.i visi.i donde li.u e alquil tiempo y cuando
mu habla ile mi preocupación por perderla, me siento impotente. Lo
>jM> l ímenla perdei es la capacidad de llevar a los niños a la escuela en
• Ii» , i. al dentista, liaeer la compra, probar recetas nuevas, leer el pe-
.... ln <•, vei las caí as de los seres queridos, maquillarse. Momentos pre-
•i..... . infinitesimales que constituyen los días de nuestra vida.
« uiitempla hoy realmente el mundo que te rodea: la familia, el ho-
u n . los animales de compañía, las personas que trabajan contigo y los
•I. 11 <mol idos con los que te cruzas por la calle. Sonríe a todas las per
linas i on las que te encuentres porque puedes verlas. No olvides nun-
»■i que el don de la vista era tam importante, que Dios, al crear el mun
do, lo primero que hizo fue la luz para poder ver, y después de
ti i iuin.u la tarca de cada día, el gran creador contemplaba su obra y
- \i ia que era buena».
También nosotros necesitamos ver lo bueno.
26 DE ABRIL
/H
2K 1)1? A B R Il.
El sentido intuitivo
/,i mi un ion r s una facu lta d espiritual y no explica e l cam i
no, unn (/he son lilam en te lo señala.
F l o r e n c e S c o v e l S h in n
c .....................................
1 Ii i 11iv lio de I.i intuición que es nuestro «sexto sentido» y es una
•>«|......I i.i •111< Mide atribuirse a las mujeres. El escritor inglés D. H.
I au o ii. c . m u que la inteligencia que «surge del sexo y la belleza es
Imiii........ . mininas que la antropóloga Margaret Mead concluyó que
|«t mu i....... Innniiua era fruto de nuestro «eterno aprendizaje de las
ii
29 D E ABRIL
ISO
son oslas mu joros y do i|uc ina ñora so convirtieron en eslos sei es supo
riores?
I .as ves en las reuniones de negocios — llenas de confianza y segu
ndad en sí rrnsmas, con dotes de mando— o sonriendo serenamente
en el vestíbulo de la escuela mientras esperan pacientemente recoger a
los niños para llevarlos a casa en el coche, con un recién nacido al
hombro y un niño de corta edad cogido de la mano. Estas mujeres no
parecen agotadas, ni cansadas, ni hartas, sino que su aspecto es fabulo
so. No sólo hacen juegos malabares, sino que vuelan por el aire con la
mayor facilidad. Al verlas, te preguntas en qué consiste su secreto.
¿Toman todas Prozac? ¿Se debe a que tienen mucho dinero, a que
saben organizarse bien, a que son partidarias de pensar de manera
positiva o a que la alineación de los cuerpos celestiales les es favorable?
Quizá se trata de algo más profundo: una honda conexión espiritual.
¿Se les estropea el ordenador cuando tienen que entregar un traba
jo un día determinado? ¿Los niños se quejan alguna vez? ¿Se les avería
el coche y tienen que pedir ayuda? ¿Alguna vez han tenido que llevar
al veterinario un perro que acabara de pelearse con un puerco espín?
Tú y yo hemos tenido que soportar o hacer alguna de estas cosas o
todas ellas y por esto a veces nos dan ganas de irnos a Río de Janeiro.
Luego, sin alterarte, limpias la nariz mocosa, cambias los pañales
sucios, descongelas la hamburguesa en el microondas, empiezas a pre
parar la salsa para los espaguetis, coses un botón, ayudas a alguien a
hacer los deberes. Haces una breve pausa y te preguntas qué harían si
tú no estuvieras aquí y al instante te das cuenta de que te alegras
muchísimo de estar aquí. Con gran sorpresa por tu parte, se te ocurre
pensar que tú también debes de tener cierto atractivo, toda vez que
todos los que viven en la casa gravitan hacia ti. Te llaman en plena
noche.
Y, desde luego, también hay bastante misterio: por ejemplo, el
misterio de lo que pasará a continuación. Pero en vez de preocuparte
y obsesionarte, decides no hacer nada y ver qué pasa. Optas por dis
frutar de tu vida real a medida que va pasando día tras día, hora tras
hora, latido del corazón tras latido del corazón. Emily Dickinson con
fesó que «vivir es tan sorprendente, que deja poco tiempo para otras
cosas». Puede que tu rostro nunca aparezca en una pantalla de cine.
Tampoco aparecerá el mío. Pero podemos adquirir la conciencia inte
rior de que simplemente vivir y disfrutar viviendo es suficientemente
atractivo.
íCuándo te sentiste más hermosa?
N o creo q u e e l m aqu illaje y el p ein a d o ap rop iad o sean
suficientes p a r a qu e una m u jer esté herm osa. L a m u jer más
rad ian te d e la habitación es la q u e está llena d e v id a y ex p e
riencia.
Sh a r o n St o n e
P
JL iensa hoy en los momentos de tu vida que más hermosa te sen
tiste. Yo lo he hecho y quedé sorprendida al descubrir que mis ver
daderos momentos de belleza fueron fruto de algo mucho más potente
que la simple combinación del peinado apropiado, el maquillaje y la
ropa.
Las veces que más bella me he sentido fueron el día de mi boda, el
día en que di a luz a nuestra hija y la primera vez que enseñé el encan
to de la vida simple en un seminario. Pero el día de mi boda no había
forma de quedar bien peinada. Mientras mi futuro marido esperaba
nerviosamente en una sala llena de invitados curiosos y perplejos, yo
intentaba arreglarme el pelo y a causa de ello llegué con veinte minu
tos de retraso a mi propia boda. Como la ceremonia iba a celebrarse
en casa de unos amigos y yo estaba arriba, en un dormitorio del
segundo piso, mi futuro marido no acababa de entender por qué me
estaba retrasando. Finalmente, me puse el sombrero con velo y bajé al
salón con una sonrisa para empezar mi nueva vida. Hoy día, cuando
los amigos ven las fotos de la boda, nunca hacen comentarios sobre mi
pelo y lo único que mencionan es la expresión de felicidad exultante
que aparece en mi rostro.
La siguiente vez que tuve la sensación de ser la mujer más hermo
sa del mundo fue el día en que nació nuestra hija. En las fotos que me
hicieron entonces parezco una ballena varada en la playa o, mejor
dicho, sentada en una cama de hospital, pero sigo sonriendo. La sonri
sa es lo que me llama la atención ahora.
Después de dar clases en mi primer seminario del encanto de la
vida simple y volver a la habitación de mi hotel, vi por casualidad a
una mujer hermosa y me sentí verdaderamente asombrada. «¿Quien
eres tú?», pregunté a la cara del espejo y mi yo auténtico me devolvió
la sonrisa. Las clases en el seminario me habían llenado tanto, habían
sido tan interesantes c inspiradoras, la afinidad con las almunas había
IH.>
tan mande, que me veía atrapada en la estimulante* corriente de la
vula y se me notaba.
I le aquí el secreto que descubrí cuando trataba de resolver el acer
i l l o d e la belleza. Las situaciones de mi vida en las que me sentí hermo-
Q u e to d a s las a le g r ía s sea n c o m o e l m e s d e
m ayo.
F r a n c is Q u a rles
u
A nne dk L knclos
IKK
cáliz,míos el trabajo que n o s gusta; el jubilo que rodea .1 un
l i e m o s si i
2 DE MAYO
4 DE MAYO
La personalidad de tu hogar
Una casa es qu ien eres, no quien deberías ser.
J il l R o b in s o n
A
X j L no ser que vivas sola, ¿es tu hogar tuyo? Sí, hasta cierto punto, el
dominio supremo prevalece. Pero también pertenece o lo utili/.m
otras personas. Es por ello que el salón de tu pequeño apartamento cu
la ciudad es a su vez el estudio de tu marido escritor durante el día.
O que la mesa y las sillas del comedor también sean las murallas tic
un castillo. Es por ello que el cuartito de tus labores ha vuelto a con
vertirse en el dormitorio de un hijo mayor que regresa a casa. C) que
la habitación de invitados se haya transformado en el cuarto de I.i
abuela; tu suegra está enferma pero es reacia a internarse en un hospi
tal. O es tal vez por ello que la habitación donde se centra la vida en
familia se ha remodelado para convertirse en el escondrijo perfecto
para los adolescentes que claman por ejercer su propio dominio su
premo.
Reconocer y aceptar las necesidades de las personas con las que
convives además de las tuyas propias es el primer paso para lograr una
convivencia feliz y armoniosa en un verdadero hogar.
Durante los casi cuatro años que siguieron al nacimiento de nues
tra hija Katie, las mesas de casa estuvieron vacías (sin contar los lápices
de colores o los juegos educativos) hasta que Katie tuvo edad pau
contemplar los objetos bellos sin querer jugar con ellos. Lo hice por
su seguridad y por mi equilibrio mental. Paulatinamente, los regalos
de boda de cristal de Waterford empezaron a coexistir apaciblemente
con sus juguetes y nuestras pertenencias se entrelazaron, reflejando las
personalidades de todos los que allí residimos. Pero, recientemente,
un garito macho llamado Mikey, que no está sujeto a las leyes del
dominio supremo ni a las de la gravedad, vino a vivir con nosotros
(gracias a Katie) y algunos de nuestros amados objetos Iragiles han
vuelto al armario hasta que aprenda que no debe subirse a la repisa de
la chimenea.
Dado que el espacio no es un lujo que puedan peí milirse muchas
mujeres de los .ifios noventa, ¿significa eso que debemos posponer
indefinidamente nuestra labor transformadora de cuidar de nuestro
hogar con autenticidad? ¿Podemos seguir aplazando la decisión si ver
daderamente valoramos nuestra paz mental? La tranquilidad de un
hogar siempre se origina en tu interior, independientemente de las cir
cunstancias.
El espacio que necesita tu alma no puede medirse en centímetros,
metros o monedas.
No permitas que tus circunstancias personales te desalienten, aun
cuando ahora mismo tal vez se desvían de tu sueño de expresarte ver
daderamente en lo que te rodea. Empieza a cooperar con las limitacio
nes de tu vida real en vez de luchar contra ellas.
No olvides nunca que tus estilos de vida y de decoración son obras
de arte en curso.
La decoradora de interiores y escritora Alexandra Stoddard cree
que «el punto en el que nos encontramos en nuestra vida y en nuestra
i elación con los demás» debe tener prioridad sobre nuestras decisiones
decorativas, y está en lo cierto. «En ocasiones, lo que queremos senci
llamente no es práctico o apropiado para nosotras en este preciso
momento. Un hogar con niños pequeños debería diseñarse de una
lorma distinta a otro habitado por niños mayores. Si estás divorciada
o casada en segundas nupcias y los hijos de tu cónyuge te visitan a
menudo, tendrás que hacer los cambios apropiados para que se
encuentren a gusto. No es tanto una cuestión de estilo de vida cuanto
de iniciaciones vitales... Un hogar honrado que es auténtico para las
personas que lo ocupan siempre será encantadoramente refrescante
para sus visitantes.» Y con la perspectiva correcta, también puede ser
lo para las personas que lo habitan.
En pos de los hechos: el arte
de la indagación decorativa
C u an do las am istades entran en un h og ar, p erciben -su
p erson alid ad y su carácter, el estilo d e v id a de la fa m ilia ;
estos elem en tos hacen q u e una casa co b re v id a con una
noción de identidad, una noción de energía, entusiasm o y
calid ez declaran do: «así som os nosotros; a sí vivim os».
R alph L au ren
P
A oco después de que mi marido y yo nos uniéramos en matrimo
nio, mis padres se trasladaron a una casa más pequeña de otro estado v
empezaron a deshacerse de muebles y enseres. Debido a mi adoración
por el estilo Victoriano, mi madre me regaló unos muebles de salón del
siglo XIX propiedad de mi abuela, un canapé y dos sillas, que ésta habi.i
adquirido en una subasta celebrada en el hotel Ritz de Nueva York en
19 21 . También me regaló un par de lámparas de porcelana de finales
de siglo. Similares a grandes teteras, las lámparas (que se. sustentaban
en pedestales de bronce y medían un metro aproximadamente) eran de
color verde intenso con un ribete dorado y un enorme lirio rosa en el
centro.
Las lámparas eran horrorosas. Pero tardé años en abrir los ojos y
darme cuenta.
Tomé conciencia de su fealdad cuando intentaba poner orden, el
tercer principio del encanto de la vida simple, en nuestra vida. Empe
cé a hacerlo merodeando por las habitaciones y observando con
imparcialidad nuestras pautas de vida: cómo guardábamos las cosas (o
cómo no lo hacíamos), en qué zonas tendían a acumularse los chismes,
dónde sucumbíamos a la tentación de sacar las cosas de su sitio y no
volverlas a poner porque costaba demasiado. En el curso de esta inves
tigación, centré mi atención, como el detective que inspecciona la
escena del crimen, en el examen de los objetos decorativos que me
rodeaban todos los días, notando especialmente su presencia y validez.
«¿Quién vive aquí?», pregunté al emprender la búsqueda de mí mis
ma. Cada vez que entraba en el salón, notaba la profunda repugnancia
que me producían aquellas lámparas. «Dios mío, son horrorosas»,
murmuraba entre dientes y proseguía mi inspección. Finalmente, un
buen clí.i, el interioi ista divino dijo desesperado: <•Bueno, (jiiílate esos
muertos de encima y deja de gimotear.»
—¿Qué estás luciendo? me preguntó mi marido al verme sacar
de la habitación aquellos objetos repugnantes.
- Odio estas lámparas y no puedo soportar vivir con ellas ni un
minuto más — le dije.
Llevo quince años odiando esas lámparas pero nunca dije nada
porque creía que te gustaban.
—Creía que tenían que gustarme porque crecí con ellas y mi ma
dre me las regaló. Pero no me gustan ni en pintura.
—A ver si me entero — dijo con incredulidad— . ¿Has tardado quin
ce años en descubrirlo? ¿ Quince añ os?
¿Qué puedo decir? Algunas de nosotras tenemos el sueño profun
do y nos cuesta mucho despertarnos. Pueden pasar veinte años antes
de que, una soleada mañana, te des cuenta de que el ostentoso piano
de tu madre no encaja en tu estilo de vida urbano e informal, sobre
todo cuando tú además no tocas el piano. O tal vez el juego de dormi
torio de madera contrachapada, que compraste en una tienda de saldos
para tu primer piso y que ya has pintado tres veces, ya está desfasado.
Si el pensar en volver a coger el pincel te produce ganas de gritar, no lo
hagas, aunque sea práctico. En su lugar, busca otra ganga con la que te
gustaría vivir.
Durante las décadas de 1870 y 1880 , nació a ambas orillas del A t
lántico una filosofía denominada «movimiento ascético» centrada en
ensalzar todos los aspectos de la vida victoriana. El movimiento recal
caba la importancia de cultivar el alma a través de un entorno bello,
lista semana, me gustaría que vagaras sin prisas por tu hogar y con
templaras los objetos que te rodean todos los días. ¿Te sientes verda
deramente cómoda con ellos? ¿Los quieres, o sencillamente convives
con ellos? No importa cómo los adquiriste. No es necesario que deci
das inmediatamente si debes conservarlos o no. Lo único que busca
mos es tener la certeza interior. Por encima de todo, no te avergüences
de lo mucho que has esperado para iniciar la búsqueda de tu au
tenticidad. «Para el que espera, todas las cosas se revelan por sí so
las — nos alienta el poeta inglés decimonónico Coventry Patmore— ,
siempre que tengas el valor de no negar en la oscuridad lo que has
visto en la luz.»
Edenes cotidianos:
pasar un día más en el paraíso
El hogar es la definición de Dios.
E m ily D ick in so n
■ E fl Edén es esa Casa antigua que habitamos todos los días» m<
recuerda Emily Dickinson mientras merodeo por mi salón recogicndi •
una cinta de pelo morada, fichas de colores, el cuaderno de dibujo del
joven artista, una raqueta de tenis, actas de la reunión de la scman.i
pasada en el ayuntamiento, una pila de la publicación mensual sobre
béisbol, compactos diversos, una viola, varios catálogos de venta poi
correo, los periódicos de tres días, dos pares de zapatos, una bolsa de
Doritos vacía hecha una pelota y tirada en el suelo junto al sofá y mi
cepillo de pelo (mío, pero probablemente utilizado por la dueña de I.i
cinta de pelo morada).
¿Is esto el Edén?
Los poetas, por lo que parece, llevan siglos cantando al lirismo dr
la vida doméstica, sin lugar a dudas porque convivieron con mujeres
tiernas, pacientes y enriquecedoras que crearon refugios de sereno or
den en los que ellos pudieran trabajar en paz y armonía.
Pero, ¿sabías que Emily Dickinson — que nunca se casó y apena1,
salió desde que cumplió treinta y cuatro años— era también una gran
amante del hogar? De hecho, se decía que sus mayores placeres eran
cocinar y escribir poesía. Y, debido a que sus poemas no se publicaron
hasta después de su muerte en 1886 , fueron sus habilidades gas tronó
micas las primeras en encumbrar a la bella de Amherst, Massachuseti
por (entre otras maravillas culinarias) la esponjosa tarta de fruta que
servíacon el té y los suculentos paquetes de pan de jengibre que baja
ba en una cesta desde su santuario en un segundo piso a los niños
hambrientos del vecindario. Separada de nosotras por el abismo de
más de un siglo, su retiro voluntario e independiente me parece el
antídoto perfecto a la existencia de finales de este siglo. "N o salgo d<
casa ano ser que la emergencia me lleve de la mano —escribió a una
amiga en 1854 — , y en esc caso lo hago a regañadientes y, si puedo, doy
media vuelta.»
Cómo me gustaría dai media vuelta también yo. Sentarme sin más
cu el jardín y toni.u el sol, observai a los pájaros construii sus nidos,
observai ,i los gatos acechando .1 los pájaros, cclcbrar los nuevos retó
nos del jardín y disi rular de una taza de té recién hecho y de la corres
pondencia de la señorita Dickinson.
Sin embargo, antes de que esta idílica ensoñación pueda dar comien
zo, debo hacer limpieza. Debo recoger los escombros de nuestra vida
cotidiana y poner esta habitación en orden, pues ya no aguanto ni un
segundo más que aquí reinen el caos, el desorden y la confusión.
Sencillamente, no es momento para meditaciones poéticas.
¿O sí?
Tal vez ahora, más que nunca, cuando casi me he dejado vencer
física, emocional y psicológicamente por las minucias de lo mundano,
sea el momento en que más necesito de la reverencia de poetas que
atestigüen la sacralidad de lo ordinario. Quizás entonces veré, no sim
plemente pertenencias ajenas, sino toda la belleza, alegría y abundancia
que yacen literalmente a mis pies. Si logro serenarme un instante y
zambullirme de lleno en la experiencia de traer el orden y la armonía a
mi hogar, es posible que descubra que la poesía de esta tarde debe
hallarse en la percepción de mis quehaceres.
Porque, ¿cuál es el propósito de limpiar esta habitación? ¿Es senci
llamente recoger la porquería y tirar los periódicos de ayer? ¿O esta
mos en presencia de un acto genial? En el proceso de transformar esta
habitación en un refugio seguro y sereno donde mi familia pueda reu
nirse para disfrutar de la compañía mutua, ¿no estoy adoptando una
perspectiva errónea?
'l odos los días nos proponen elecciones. Podemos reaccionar ne
gativamente a lo que nos exigen o podemos escoger vivir plenamen
te, transformar lo negativo para que tenga sentido. La actitud lo es
todo. Si no doy un sentido a mi vida y a mi trabajo, nadie podrá nun
ca hacerlo por mí. Si no reconozco el valor de lo que estoy haciendo
en este salón, es obvio que nadie más lo hará. Y si el cuidado del ho
lgar no es sagrado, perdonadme, pues entonces carecería del concep
to de lo divino.
Así pues, para animarme y celebrar mi elección, escucho un con
cierto de Bach mientras limpio. Pongo el agua a hervir para preparar
me un té. Abro las ventanas de par en par para sentir la brisa primave-
ral. Pronto, mi familia regresará a esta habitación colmada de belleza y
amor.
Sin embargo, antes de que eso ocurra, me reservaré un precioso
intervalo de tiempo para mí. Me quedaré sentada en silencio durante
veinte minutos en el jardín y tomaré el sol en compañía de los pájaros,
los ral os y los nuevos retoños y saborearé la bendición de haber pasa
do otro día en el paraíso.
Redescubrir la sagrada labor espiritual
de cuidar del hogar
f L as artes corrientes q u e practicam os en casa todos los días
tienen m ás im portan cia p a ra el alm a de lo qu e su sim plicidad
llev aría a pensar.
T hom as M o o re
9 DE MAYO
10 D E MAYO
11 DE MAYO
\
V
El tao del cuidado del hogar
/ v h ora d e qu itar el p o lv o otra vez.
i'.s h ora d e acu n ar m i casa,
acariciar todas sus superficies.
Me gusta p en sar en ello com o en una especie d e acto
am oroso
...la op ortu n idad de p alp ar
las cosas con las qu e con vivo y a las q u e quiero.
G u n il l a N o r r is
- 206 -
Mi
Restaurar el sentido de la armonía
en tu entorno
Me dicen q u e cuando los chinos, q u e lo saben todo, se
construyen una casa, consultan los preceptos d e una antigua
<icncia, el fe n g shui, la cual les dice con exactitu d cóm o,
•u án do y d ón d e d eb en realizarse las obras y de esta fo r m a
trae /a b u en a fortu n a a l h o g a r p a ra siem pre jam ás.
J a n M o r r is
13 DE MAYO
M e i .in d a B u r n s
14 D E MAYO
Un encanto especial
y f e c no eírte c.At,
¿P or q u é am am os ciertos hogares y p o r q u é p arece qu e
ellos nos am an ? Es la efusión d e nuestro corazón q u e se refle
ja en nuestro entorno.
T . H . R o b s jo h n - G ib b in g s
15 D E MAYO
Progreso, no perfección
E l perfeccion ism o es m altrato d e uno m ism o en p rim er
grado.
Anne W il s o n Sc h a e f
16 DE MAYO
17 D E MAYO
18 DE MAYO
19 D E MAYO
\\
El orden interior
Q u é ben dición de la gracia divin a p o d e r sacar el caos de
nuestro interior y a p artir de él crear cierta aparien cia de
orden.
K a t h e r in e P a t er s o n
\ v 20 DE M AYO
21 DE MAYO
Un nido de comodidades
¡A h ! N o h ay n ad a com o qu edarse en casa p a ra estar v er
d ad era m en te cóm oda.
J a n e A usten
A
x JL y e r por la noche mi marido regresó a casa del trabajo y se quedó
perplejo:
— ¿Por qué está vacía la repisa de la chimenea? ¿Y dónde están
todos los cuadros?
Mientras servía una copa de vino para cada uno, le dije que estaba
experimentando con el espacio negativo y positivo.
— ¿Positivo y negativo, el qué?
— El espacio, papá — explicó la artista de la familia, alzando la vista
de sus deberes, que estaban esparcidos sobre la mesa del comedor— .
Los artistas lo utilizan para lograr armonía en su obra.
— También los japoneses — añadí yo.
— Bien, los artistas, los japoneses, quien sea, pero, ¿qué significa y
cómo se explica el paradero de todo lo que había aquí?
No des nunca por sentado que las personas de tu vida, sobre todo
las más cercanas, no van a inmiscuirse inocentemente en tus asuntos
internos mientras recorres el camino hacia tu autenticidad. Recuérda
lo siempre: la mujer predecible que conocen les resulta menos chocan
te que la mujer que desconocen, aunque sea tu yo real.
Cuando un artista se dispone a dibujar o pintar un cuadro, consi
dera con detenimiento el equilibrio entre «las formas positivas» y los
«espacios negativos». Las formas positivas son los objetos plasmados
sobre el papel o el lienzo que se reconocen automáticamente, como el
frutero de un bodegón. Los espacios negativos rodean a los objetos y
los delimitan. Como te dirán muchos artistas, es mucho más fácil di
bujar los espacios negativos entre las formas positivas que ninguna
otra cosa. Ello es debido a que, para el ojo entrenado para ver la belle
za, nada es invisible. Lo que al resto de nosotros nos parece vacío, el
ojo del artista lo percibe lleno, un misterio con todas las de la ley. I 'l
espacio que rodea al frutero es tan importante como el propio frutero
si queremos que emerja la plenitud.
E n la c u l t u r a j a p o n e s a , los e s p a c i o s n e g a t iv o s d el a rte , la f i lo s o f ía ,
la r e l ig ió n , la d e c o r a c i ó n , los n e g o c i o s y la vida n o s e c o n c i b e n v a c ío s
sino más bien como «llenos de nada». Richard Tanner Pascale explica
en Zcn an d the Art o f M anagement que los espacios vacíos, o «el velo
de lo desconocido que rodea a ciertos acontecimientos», se denomi
nan en japonés «m a», una palabra para la que no existe traducción en
nuestro idioma. La mentalidad occidental tiene ciertas dificultades
para entender este concepto. Pero para la mentalidad oriental, el espa
cio vacío está preñado de posibilidad, envuelto en el velo de lo desco
nocido hasta que llegue el momento de que sea revelado. En palabras
del enigmático dramaturgo irlandés Samuel Beckett (que era más zen
que celta), «nada es más real que nada».
Lo que explica por qué la repisa está vacía en este momento. Pau
latinamente, a través del encanto de la vida simple, he descubierto que
ya no me siento vinculada a los objetos que han vivido durante años
en mi casa y mi auténtico yo aún no ha revelado lo que ahora debería
ocupar su lugar, si es que se trata de algo. Así que, durante unos ins-
Iantes, estoy disfrutando de la plenitud de la nada. Para muchas de
nosotras es difícil aceptar que el vacío — en la vida o en el salón— pue
de influir positivamente. Creo que debemos aprender a tolerar más
espacios vacíos. Debemos sentirnos más cómodas esperando a que lo
que está vacío se llene de lo que es auténtico o simplemente estar dis
puestas a aceptar la exquisita plenitud de la nada. El paisaje de la vida
cobra mucho más interés cuando apreciamos una nueva dimensión
que nunca habíamos considerado antes sencillamente porque no la
percibíamos.
Mi repisa vacía emana una espaciosa elegancia, en la habitación rei
na una moderación que nos invita con su frescura. Yo invito a mi au
tenticidad a que se exprese en lo que me rodea, tal vez en un objeto
cada vez. Hoy, tal vez desees crear algunos espacios vacíos en tu hogar
para despertar tu capacidad de ver las cosas con una nueva luz. Retira
algunos muebles de una habitación. Quita los cuadros de una pared.
Vacía las mesas. Experimenta la plenitud de la nada durante una sema
na. Luego, simula que acabas de trasladarte a un nuevo hogar. No te
sorprendas si la mujer en que te estás convirtiendo te revela que nece
sita más espacio para desarrollarse.
La pasión: la musa auténtica
¿ Q u é es la p a sió n ? P osiblem en te convertirse en persona.
Jo h n Boorm an
26 MAYO
27 D E MAYO
29 D E MAYO
MO
remover entre viejos recipientes de plástico para encontrarlo. Aun con
todo, mirar no hace daño. Las liquidaciones hechas por agentes inmo
biliarios ofrecen el mejor surtido de muebles reciclados, utensilios para
ii hogar, incluso ropa. Son liquidaciones que suelen estar dirigidas por
profesionales, por lo que a menudo están mejor organizadas.
Planea llegar pronto para tener más oportunidades de elegir, pero
será al final del día o en la tarde del domingo cuando harás los mejores
i ratos.
I ,os mercadillos de fin de semana son el lugar donde los anticuarios
profesionales — muchos desde cientos de kilómetros— se reúnen para
vender su mercancía al aire libre. Puedes encontrar prácticamente de
iodo, desde antigüedades hasta quincalla, y los precios lo reflejan.
«La estrategia de comprar en un mercadillo es simple aunque com
pleja — nos revela la decoradora de interiores Charlotte Moss en su
libro A Passion fo r D etail— . Si vas en busca de un objeto en particular
tu ojo “tachará” otros objetos muy aptos. Este método te prepara para
la decepción. Sin embargo, si vas por el mero placer de ir, por la bús
queda y nada más, es seguro que verás algo para llevarte a casa... No
olvides que los objetos no son el único beneficio de comprar en un
mercadillo. Tu curiosidad se verá recompensada y tal vez regreses a
casa con algunas ideas brillantes, ¡y el buen rato que pasas es gratuito!»
Tengo cuatro sugerencias del camino hacia la alegría y el bienestar
que compartir con vosotras para que vuestras salidas sean más placen
teras:
1 . Recuerda siempre y afirm a que la divina abundancia es la única
realidad y que la divina abundancia se manifestará copiosamente en la
compra perfecta al precio perfecto si es para tu mayor bien.
2 . Pregunta siempre «¿Éste es el mejor precio que puede hacerme?». V
Ls una forma amistosa de regatear y nunca se sabe.
3 . Ten siempre pensado lo que vas a hacer con el artículo cuando
lo lleves a casa. Conozco a una mujer que organizó una liquidación
para deshacerse de todas las cosas que había acumulado en una década
de obsesivas visitas a todo tipo de liquidaciones. Que sea barato no
significa que sea el saldo que tú estás buscando.
4. Fíjate siempre un límite preciso de lo que vas a gastar en compras X
sin sentirte culpable. Yo suelo poner un tope de diez a veinte dólares
por fin de semana en verano para la compra de saldos. (Todo lo que
supere esta cantidad no es un impulso creativo sino una decisión que
exige una profunda reflexión.) Lleva siempre dinero contante y sonan-
ic; te ayuda a controlar tus gastos y, en cualquier caso, casi ninguna
liquidación al aire libre acepta tarjetas de créditos o cheques. La canti
dad que te fijes no importa tanto como tu límite psicológico. Muchos
linos do semana, acabo por no comprar nada. Disfruto simplemente
con l.i búsqueda. V com o, lutm .límente, luis decidido com pnu unii .i
mente lo que es mil o bollo (preleront,emente ainluis cosas), no csla.s
m algastan d o tu dinero: estás in v in ien do en tu creatividad. D espu és
de to d o , p uedes experim entar con una nueva técnica de pintura, en
un escritorio de diez d ólares y, si no te queda bien, puedes volvet a
intentarlo.
«No se trata del precio o de la procedencia — nos recuerda la escri
tora y fotógrafa Mary Randolph Cárter sobre la belleza de los objetos
que descubrimos— . Conectas con algo. Quieres darle un hogar y una
nueva vida.» Buscar saldos nos permite contemplar lo viejo y lo aban
donado desde otra perspectiva — recuperándolo del olvido con creati
vidad y capacidad de elección, de igual forma que hacemos todos los
días de nuestra vida— y redimiéndolo con el amor.
31 DE MAYO
M e p r e g u n to c ó m o s er ía v iv ir en un m u n d o
en q u e s ie m p r e f u e r a ju n io .
L. M . M o n t g o m e r y
2 D E JU N IO
En defensa de la modestia
P oseer estilo es v er la b ellez a en la m odestia.
A n d rée P utm an
3 DE JU N IO
5 DE JU N IO
6 D E JU N IO
7 D E JU N IO
8 D E JU N IO
TJL odos deseamos creer que nuestra presencia resulta grata en el mun
do. Generalmente sólo pensamos eso cuando nuestros amigos nos
invitan a sus casas. Pero he llegado a la conclusión de que lo que anhe
lamos por encima de todo es experimentar la sensación de sentirnos a
gusto en nuestro propio hogar.
En estos momentos estoy sentada en la mesa del comedor, escri
biendo, mientras espero que terminen de asarse unas patatas en el hor-
Hit I i hermosa mesa redonda tic roblo ‘.ol»ic I.i *|iic dejaré que se
* nli írn constituye el núcleo de nuestra vida lamiliar. I )csde su solido
•i niro emanan unos i adiós, a la manera de una rueda, formados por
i muida, hebilla, conversac ión, convivencia, tradición y recuerdos, los
i nales hallan expresión en nuestra vida cotidiana.
Aquí hacemos mucho más que comer. Leemos el periódico, revi-
unos el correo, conversamos, hacemos deberes, pagamos facturas,
decoramos tartas, rellenamos los impresos de Hacienda, colocamos
llt >ies en un jarrón, jugamos a cartas u otros juegos, compartimos con-
Iitleticias y se reúnen familiares y amigos. Aquí, en esta réplica del
hogar circular sobre el que aparece representada la diosa Hestia, con
memoramos ritos de iniciación, celebramos las vacaciones, bendeci
mos los alimentos que tomamos y nutrimos nuestros cuerpos, nues-
II as mentes y nuestros espíritus.
Unas cuantas veces al año invitamos a parientes y amigos a com
partir esta querida y pequeña habitación con nosotros. Pero vivimos y
gozamos en ella todos los días.
Actualmente, debido al tipo de vida que llevamos, está de moda
recomendar a las familias que no instalen un comedor, tan reverencia
do por nuestros padres y abuelos, independiente de la zona de estar y
de la cocina.
El progreso tiene su precio y es preciso ser prácticos, sobre todo
viviendo en un diminuto apartamento o un modesto edificio de ve
cinos urbano. Las personas que marcan tendencias nos aconsejan
anteponer los imperativos de nuestra vida a un ideal que no es sino
una quimera. Si disponemos de poco espacio, debemos transformar
el comedor en una biblioteca, un cuarto de juegos o una salita para ver
la televisión.
En realidad no comprendo por qué esa sugerencia se considera
tan chic, dado que nuestro comedor cumple todas esas funciones. Mi
colección de recetarios ocupa un rincón, los niños y los gatos juegan
aquí, el pequeño televisor instalado en una silla del comedor junto a
la puerta de la cocina me permite ver las noticias de las seis mientras
preparo la cena. Nuestro comedor es una estancia multiuso: nos reú
ne a todos por las mañanas, por las noches y a lo largo del día. La apa
sionada realidad de esta habitación — los maravillosos momentos que
pasamos en ella todos los días— invoca reverencia y exige ser con
servada.
Aquí, generaciones de familias se hallan ligadas de forma tangible
mientras la vajilla, la cristalería y la plata que han pasado de padres a
hijos son sacadas de las estanterías y dispuestas sobre la mesa en un
perpetuo ritual de hospitalidad, amor y voluntad de preservar la ar
monía familiar. Grace Aquilar, la novelista e intelectual inglesa victo-
riana de origen hebreo, escribió en IK47 que «lo real es el único lun
damento de lo ideal». Mientras preparo este lugar y mi corazón para
recibir otro don auténtico, me pregunto si Grace llegó a esta sabia
conclusión en el comedor de su casa.
9 D E JU N IO
10 DE JU N IO
11 D E JU N IO
13 DE JU N IO
J
I )eja l o 1, suelos tli". iitulos o i ubre I.i moqueta con unas esteras de
sisal o tic' esparto. Retira los objetos pesados de la repisa de la chime
nea y las mesas. 1)ecóralas con llores frescas adquiridas en el puesto de
flores más cercano, en un mercadillo de productos del campo o de tu
propio jardín. Los arreglos sencillos pero abundantes de un solo tipo
de flores en un jarrón resultan muy vistosos.
Recoge todos los objetos que requieran ser pulidos: bronce, peltre,
cobre y plata. Sustituye los objetos pesados de cerámica por cestas de
rafia, mimbre y paja. Coloca una cesta llena de flores secas en el hueco
de la chimenea, si tienes una. Aparta los muebles instalados junto al
hogar y colócalos contra la pared para crear un espacio más abierto v
despejado.
Las conchas y motivos decorativos naturales dan un ambiente
veraniego aunque no vivas junto al mar. Cubre la repisa de la chime
nea con una red de pescadores y coloca sobre ella grandes estrellas de
mar. Añade unos trozos de madera que hayas hallado en la playa,
unos marcos para fotografías de bambú, un nido de pájaros (después
de que los pájaros lo hayan abandonado), o una decorativa jaula de
pájaros para dar mayor encanto a la habitación.
Unos toques de vivos colores, en lona o algodón, resultan muy
atractivos en verano. Utiliza tejido de toalla a rayas o una colcha de
felpilla de alegres colores para forrar los desteñidos cojines del porche
o el jardín. Las comidas veraniegas resultan más apetitosas si colocas
sobre la mesa un mantel a cuadros rojos y blancos o blancos y azules.
Las velas blancas de cera de abeja colocadas en unos velones propor
cionan un suave resplandor a las habitaciones en verano.
No todas podemos permitirnos el lujo de pasar un mes en el cam
po o en la playa, pero podemos transformar nuestra casa en un agra
dable refugio estival siguiendo los dictados del calendario. Al igual
que todo lo relacionado con el camino diario hacia la alegría y el bie
nestar, crear una «casa veraniega» comienza con un estado de ánimo.
Los aniversarios secretos del corazón
Las fiestas m ás sagradas son
las q u e m an ten em os en silencio y ocultas,
los an iversarios secretos d el corazón...
H e n r y W a d s w o r th L o n g f e l l o w
16 D E JU N IO
El fragante hogar
O jalá la v id a no fu e r a barata, sino sagrada,
o jalá los días fu e ra n co m o los siglos, cargados, frciv.intey
R a lp h W ai do I mi ust »r¡
L______ I_____
- 278 -
do la chispa de nuestro ingenio. 1 Ioy me gustaría convencerte de que
no existe una habitación en tu casa que no puedas transformar utilizan
do unos metros de tejido, pintura, una sierra, un martillo, clavos, aguja
e hilo, una máquina de coser, cola, tu imaginación, tiempo y energía.
«Lo más importante a la hora de decorar un ambiente — nos ase
gura Diana Phipps— es pasarlo bien. Divertirnos descubriendo un
objeto aparentemente inservible y convertirlo en algo útil... Lo mejor
es lanzarse adelante con decisión, entusiasmo y unas tijeras bien afila
das para eliminar obstáculos.»
18 D E JU N IO
Florecer
Y llegó el día en q u e el riesgo qu e represen taba p erm a n e
cer en cerrada en el capullo era m ás doloroso qu e el riesgo de
florecer.
A n a ís N in
c
V>-/uanto tiempo, energía creativa y emociones consumimos resis
tiéndonos al cambio porque suponemos que el hecho de crecer siem
pre resulta doloroso? Buena parte de las cosas relacionadas con el
desarrollo personal son molestas, sobre todo aprender a establecer
unos límites en nuestras relaciones. Cuando decidimos mimar a nues
tro yo auténtico y ayudarlo a desarrollarse, la gente cercana a nosotras
advierte los cambios que experimentamos. Ésta es la época en que el
desarrollo de las plantas en el jardín, que hasta ahora había sido paula
tino, se acelera. A nosotras, que iniciamos hace cinco meses el camino
diario hacia la plenitud, nos sucede lo mismo.
Es difícil expresar tus auténticas necesidades diciendo «lo siento,
no puedo», cuando todo el mundo da por sentado que puedes. Pero es
peor entorpecer el desarrollo de tu autenticidad. Llega un día — quizás
hoy en que el hecho de «permanecer encerrada en el capullo resulta
más doloroso que florecer». «La jardinería es una actividad tan creati-
v.i como pintai o escribir un poema -afirma la escritora victoriana
I l.mn.i Rion . Viene' ,\ ser una expresión personal de una misma, un
eoiuepto individual di’ la belleza.» Asi mismo, l.i jardinería es una
buena loi m;\ tle explorat delii adamenie l.i i ue .lión del dcs.u i olio peí
sonal planteado por la autenticidad, l a Madre Naturaleza es una men
tora muy paciente.
¿Has conseguido hallar una rosa perfecta en tu jardín o en la lio
ristería? Colócala sobre tu escritorio o tu mesita de noche. El Talmud
nos dice: «Cada brizna de hierba tiene un ángel que se inclina sobre
ella y musita “crece, crece”.» Nosotras también.
19 D E JU N IO
L o u ise D r is c o i .i .
I-/ a s décadas de los treinta y cuarenta fueron unos años de vacas fia
cas en América. Durante los treinta la gente pasaba hambre debido a la
Depresión: deudas, sequía, tormentas de polvo, carestía y desempleo.
Desde 1942 a 1945, la gente tenía hambre de paz, orden, seguridad, de
ver de nuevo a sus hijos que habían partido a la guerra, así como de
carne, azúcar, queso, mantequilla y aceite, los cuales estaban raciona
dos porque eran enviados a las tropas que luchaban en el extranjero.
Durante esas décadas, mientras las mujeres procuraban arreglarse
con lo que tenían, el hecho de cultivar un huerto revistió una nueva
importancia. En la década de los treinta, las revistas femeninas anima
ban a sus lectoras a cultivar su propio huerto por razones de econo
mía. En los cuarenta, el presidente Franklin Roosevelt ordenó crear
«huertos de la victoria» a fin de contrarrestar la escasez de alimentos.
La propaganda doméstica exhortaba a las mujeres americanas a tener
presente que «desperdiciar la comida en tiempos de guerra equivale a
sabotaje», y las americanas respondieron a esa llamada patriótica culti
vando más de un millón de toneladas de verduras al año — la mitad del
consumo doméstico— en sus jardines traseros.
El huerto de la victoria es un concepto que ha vuelto a ponerse
de moda, no tanto por razones económicas sino por placer. Proba
blemente el argumento más convincente para que cultives tu propio
huerto sea un suculento tomate que empieza a madurar en la tomate
ra. Dentro de un par de semanas, este producto típicamente veraniego
alegrará mis mediodías, cuando haga una pausa para comerme un boca
dillo de tomate y una limonada. Corta unas rodajas gruesas de tomate
maduro, unta dos rebanadas de pan integral con mayonesa y aderézalo
con una pizca de sal marina y pimienta recién molida. La boca se me
hace agua al pensar en ello.
Ahora piensa en unos deliciosos calabacines, pepinos, espinacas,
guisantes, todo ello cultivado en tu huerto. Ha llegado el momento de
pensar en cultivar nuestras propias verduras y hortalizas. El huerto
de la victoria de los años noventa tiene un marcado aire gourm et, pero
es un lujo .t1alcana* de todos. ( lultiv.imos nuestros productos no sólo
poi razones económicas sino por placer.
I loy en día prácticamente toda persona aficionada a la cocina cul
tiva su propio huerto, puesto que la jardinería y la cocina son dos
pasatiempos creativos complementarios. Si no habías pensado nunca
en ello, no tienes más que hojear el delicioso libro de Geraldene Holt,
The G ourm et G arden, y si no eres aficionada ni a la cocina ni a culti
var tus propios productos, descubrirás dos nuevas pasiones.
Quizás este verano tengas un huerto digno de un gourm et. Los
huertos hay que planificarlos y cultivarlos antes de que rindan fruto.
Pero puedes sembrar las semillas de este sencillo placer en tu imagina
ción para el año próximo. «La primera cosecha de ensaladas, rábanos
y hierbas me hizo sentir como una madre respecto a su hijo. Me pare
cía increíble que aquella maravilla fuera mía — declaró Alice B. T o
ldas— . Cada vez que cogía una verdura u hortaliza en mi huerto expe
rimentaba la misma emoción y asombro. No existe nada comparable a
ello, ni nada tan satisfactorio y emocionante como coger los produc
tos que cultivas en tu huerto.»
23 D E JU N IO
24 DE JU N IO
25 D E JU N IO
Manos a la obra
P lán talo con la p a rte v er d e hacia arriba.
M a r y A n n y F r e d e r ic k M c G our i y
26 D E JU N IO
A
JLJLy! Se le caen las hojas. ¿Qué ha pasado? La planta ha sido regada;
tiene suficiente luz; no hace ni demasiado frío ni calor. Levanto el ties
to y observo el pequeño orificio de drenaje situado en la parte inferior.
Veo unas pequeñas raíces blancas asomando por el agujero, tratando
de huir o al menos hallar espacio donde respirar.
Las plantas se asfixian. ¿Sabías que es necesario trasplantarlas co
mo mínimo cada dos años? Hasta ahora eso no había representado un
problema para mí, puesto que mis plantas no solían durar tanto tiem
po. Pero a medida que empecé a cuidar mejor de mí misma, cuido más
de todo cuanto me rodea. No obstante, aunque las raíces no necesiten
más espacio para crecer, es necesario cambiar la tierra porque la plan
ta ha consumido todos los nutrientes y el interior del tiesto se ha con
vertido en un erial.
«A veces no me doy cuenta de que me asfixio, de que necesito más
espacio para respirar — confiesa Gunilla Norris en su espiritual y
mágica obra, Being H om e— . Me falta el valor para trasplantarme, para
absorber el impacto de la tierra nueva, de sentir y echar raíces en un
terreno desconocido.»
Nosotros también debemos trasplantarnos de vez en cuando para
crecer más. ¿Pero cuándo?
Cuando nos sentimos marchitas antes de que comience la jornada.
Cuando no somos capaces de visualizar o soñar. Cuando no recorda
mos la última vez que nos reímos. Cuando creemos haber perdido las
ilusiones. Cuando eso ocurre, semana tras semana, debemos recono
cer que nos estamos asfixiando. Tenemos que desprendernos suave
mente de la tierra que rodea nuestra alma, hallar algo que estimule
nuestra imaginación, que nos acelere el pulso, que nos haga sonreír o
hablar más animadamente.
Pero trasplantarse no significa que debemos romper nuestro matri-
- 296 -
L___________
monio o .il >.i ncloi i.i i nuestro 11.il ».ij« >. Significa 111u* necesitamos alj»o
nuevo, ¿P o r qué es demasiado tarde para regresar al instituto y estudiar
alguna materia que te interesa?
Quizás este verano sea el momento ideal para aprender francés o
montar un negocio de objetos de regalo. Quizá puedas llevar a reparar
I.i máquina de coser, tratar de preparar un refresco de grosellas o prac
ticar la esgrima. ¿Qué te impide escribir solicitando ese crédito, hacer
le socia de un club, asistir a un ciclo de conferencias, publicar tu pro
pio boletín o pedir que te envíen esc interesante catálogo de venta por
correo?
Mientras me ocupo de mis plantas, veo que las raíces se han enre
dado y las separo suavemente con los dedos.
Hoja. Tallo. Raíz.
Mente. Cuerpo. Alma.
Tres en uno. El infinito hilo misterioso del Espíritu. Con frecuen
cia pienso que si pudiera descubrir dónde comienza una hebra y ter
mina otra, lo comprendería todo. Comprendo muy poco, pero de
alguna manera lo intuyo.
Coloco la planta en un tiesto algo mayor. No demasiado; no debe
mos abrumarla sino alentarla a que siga creciendo. Asimismo, no de
bemos tratar de arreglar el mundo, sino ocuparnos lenta y concienzu
damente de las tareas que nos corresponden. Ahora añado al tiesto
tierra fértil y riego la planta.
Lentamente, la traslado a un lugar sombreado durante un día, para
que pueda adaptarse a su nuevo entorno. Pero incluso en este momen
to, el tallo parece que está más tieso, las hojas más vivas. «Habla con Él
y te escuchará — nos dice Tennyson— . El Espíritu se encuentra con el
Espíritu; Él está más cerca que nuestra propia respiración y más cerca
que nuestras manos y nuestros pies.»
La raíz y la flor asisten en silencio a la restauración.
2') Di: JU N IO
1
30 D i : J U N I O
H a c e treinta años, Eileen y Peter Caddy, sus tres hijos y una ami
ga llamada Dorothy MacLean, obedeciendo un mandato espiritual
interior, se trasladaron a una zona situada en la costa septentrional de
Escocia. Allí, junto a un vertedero rodeado de dunas, crearon un jar
dín siguiendo sus dictados espirituales. A través de la oración y la
meditación, Eileen y Dorothy consiguieron contactar con la esencia
espiritual, o «deva» de cada especie de plantas, que Dorothy describió
como «unos ángeles, unos seres inmensos que infunden vida y crean
todo cuanto existe en la naturaleza». Cada planta impartía unas órde
nes espirituales respecto a lo que precisaba para prosperar en circuns
tancias adversas. Al cabo de unos años, la Comunidad Findhorn,
como acabó llamándose el asentamiento que crearon, alcanzó fama
internacional debido a la abundancia de plantas, vegetales, frutas y
hierbas que cultivaban en aquel lugar pese a las nefastas condiciones,
constituyéndose en la manifestación espiritual de un oasis en medio de
un erial. «Ten la seguridad de que todas tus necesidades se verán col
madas, de que hallarás respuesta a todos tus problemas, de que alcan
zarás la abundancia a todos los niveles, de que crecerás espiritualmen
te», me dice Eileen Caddy mientras remuevo la tierra, planto las
semillas, arranco las malas hierbas, riego y espero. Ésas son las leccio
nes que ella aprendió en su jardín. Unas lecciones que ansio aprender
yo misma.
Estudia los ciclos de la Madre Naturaleza, los murmullos del jar
dín, pues se corresponden con los ciclos de crecimiento de tu alma.
Sosiega tu mente. Reprime tu ansiedad. Aprende a esforzarte. Apren
de a aguardar. Aprende a aguardar esperanzadamente.
Otra importante lección que te enseña el jardín es a sembrar y
cosechar, así como el momento en que hay que hacerlo. Cosecharás lo
que siembres.
Si planto lechugas, no cosecharé tomates. Si sólo planto semillas
positivas en mi subconsciente — pensamientos de abundancia en lugar
de ptMi.NíimirntoN de lm i(Mici.i en nn |.ii(lin llo ro ie ia l.i abundancia
I',ii cuanto al momento de sembrai y cosechar, debo advertirle tjik* el
tiempo, .i nivel espiritual, no discurre al mismo ritmo que el tiempo
que experimentamos en el plano terrenal. Un año para nosotros es un
segundo en la dimensión espiritual. Ello explica por qué una pintora
que lleva años esforzándose en darse a conocer se convierte en un éxi
to de la noche a la mañana. He aprendido esa lección sembrando y
esperando sin perder la paciencia. Ello no significa que las semillas
hayan caído en terreno estéril. Me niego a creerlo, pues he preparado
la tierra, he cavado hoyos profundos, he añadido la mezcla adecuada o
turba, arena y tierra caliza. El suelo es fértil. Algunos cultivos — las
frambuesas, los espárragos, las uvas— requieren mucho tiempo antes
de obtener una buena cosecha. Si pretendo que mi cosecha sea un
camino diario hacia la alegría y el bienestar enraizado no en el mundo
sino en el Espíritu, debo ser paciente.
«No vives conforme a las leyes humanas sino divinas — nos re
cuerda Eileen Caddy— . Los milagros ocurren. No pierdas nunca de
vista la idea de prosperidad y abundancia, y ten por seguro que al ha
cerlo pones en marcha unas fuerzas que las convertirán en realidad.»
Sa n P a b lo
los veinte pensaba que con la fama tendría suficiente. A los trein
ta estaba convencida de que la respuesta estaba en añadirle un cero al
saldo de mi cuenta corriente. Ahora que estoy en los cuarenta sé que
toda mi búsqueda puede resumirse con una palabra: «satisfacción».
A mis cuarenta años me he dado cuenta — afortunadamente— de
que la fama se paga a un precio demasiado alto. Ser considerada como
una mujer «realizada» que dirige con éxito proyectos creativos — des
de su concepción hasta su culminación— es mucho más apetecible que
Y ser famosa. Y en lo más hondo de mi ser sé que el dinero no puede
garantizar la felicidad. De la absoluta certeza de eso me percaté una
mañana de verano en que leí que una famosa y rica escritora, cuyos
libros se mantienen durante meses en las listas de bestsellers, había
perdido a su querido hijo en un extraño accidente. Mientras yo lavaba
los platos del desayuno, miré por la ventana de la cocina y vi a Katie
lanzando una pelota de tenis contra la pared posterior de la casa: feliz,
a salvo, viva. Entonces supe que la famosa escritora habría cambiado
en el acto todo su éxito mundano por poder disfrutar de la bendición
que a mí se me concedía aquella mañana. Después de rezar por ella,
recé por mí. Por favor, que nunca olvide cuán extraordinariamente
espléndida es mi vida en estos momentos. Por favor, que nunca olvide
que todo cuanto tengo es todo lo que necesito. Por favor, que nunca
olvide dar las gracias por ello.
No obstante, sé que soy una mujer mucho más feliz cuando puedo
pagar sin problemas mis facturas, satisfacer todas mis necesidades,
permitirme algunos caprichos y disponer de un holgado saldo en mi
cuenta de ahorros. También sería maravilloso — y confío poder expe
rimentarlo una vez antes de morir— ver algo fabuloso y simplemente
decir «me lo quedo» sin preguntar el precio.
Sin embargo, estos días la satisfacción es mi anhelo constante.
Hasta tal punto que, durante las prometedoras veinticuatro horas que
se abren ante mí, luminosas con todo su potencial para conceder pla
cer, he empezado a preguntarme qué es lo que podría querer para mí...
A vei es se 11.ti.i de ultfo i.in sencillo co m o prep.w .11 me p.u .1 el .ilimiei
/o mi delicioso emparedado de atún con apio y mayonesa al estragón
sobre una rebanada de pan de especias, i.d y como lo preparo para mis
invitados o para mi familia, y para lo que raramente dispongo de tiem
po cuando se trata de hacerlo para mí. O algo tan fácil como permane
cer sentada en la playa, sin nada de trabajo en mi regazo (aunque el
plazo de entrega esté próximo), mientras leo un buen libro.
Del mismo modo que los hábitos negativos nos asaltan continua
mente cada día, también lo hacen los anhelos positivos. Meditación,
movimiento creativo, momentos para el propio cuidado que puedan
proporcionarnos satisfacción..., todo esto puede convertirse en hábi-
los positivos que nos produzcan bienestar. He descubierto que cuan
do me tomo veinte minutos para tranquilizarme y sumergirme en mi
interior, trabajar con las imágenes de mi diario de descubrimientos
ilustrado, dar un paseo o preguntarme cómo conseguir que mi próxi
ma tarea resulte más agradable, mis necesidades disminuyen.
Considera hoy los deseos que realmente importan: aquello que
realmente necesitas para sentirte satisfecha. Luego asegúrate de que hoy
hay tres instantes, como mínimo, que satisfagan tu mente, tu espíritu y
tu cuerpo tuyos completamente.
2 D E JU L IO
3 D E JU L IO
El espíritu hambriento
Es in con table la gen te b u en a q u e con ozco que, en m i opi
nión, sería m ucho m ejor si dirigiera sus esfuerzos a l estudio
d e sus propias apetencias.
M. F. K. F ish er
5 D E JU L IO
Compañeras culinarias
N a d ie q u e cocine lo h ace a solas. Incluso en la m ás absolu
ta soledad, una cocinera m etid a en la cocina se h alla rod ea d a
p o r gen eracion es de cocineras d el pasado, p o r los consejos y
los m enús d e cocineras d el p resen te y p o r la sabidu ría de las
escritoras especializadas en cocina.
L a u r ie C o l w in
6 D E JU L IO
La buena vida
E l único h ech o qu e m e gustaría p reg on ar a los cuatro vien
tos es esto: la bu en a v id a nos está esperando... a q u í y ahora.
B. F. Sk in n e r
7 DE JU L IO
8 DE JU L IO
\
Durante los últimos veinticinco anos, siempre que lie regresado a
casa para visitar a mis padres, la primera y la última comida que mi
madre me preparaba era una sopa de habichuelas, un transporte i ai *,
ij i
ble a través del tiempo hasta su viejo hogar — y el mío en kentiu !■\
La sopa de habichuelas son judías pintas que han hervido lentamente
durante horas, hasta soltar su propio caldo. Hay que verter esta so|u
encima de patatas majadas y servirla con ensalada de repollo, pan
de maíz caliente untado con mantequilla de verdad, y una cerveza he
lada. Este verano, mi madre cayó gravemente enferma, y mi hermana,
hermanos y yo tuvimos que luchar contra la dramática realidad de de
cirle adiós. Al cabo de unos días, Katie y yo viajamos al norte para
celebrar una reunión familiar con todos los hijos de mi madre y sir.
nietos. Allí charlamos, cocinamos, nos consolamos y nos dijimos adiós.
Aunque intelcctualinente soy capaz de preparar mis platos favoritos,
emocionalmente soy incapaz. No pienso en mi madre agonizando,
pienso en ella la última vez que me sirvió su sopa de habichuelas. Exis
ten muchas maneras para expresar el dolor.
Cuando preparamos comida del Sur, o comida espiritual, no pode
mos hacerlo siguiendo las instrucciones de un libro, sino por instinto,
utilizando nuestros sentidos. «Aprendes a saber cuándo dar la vuelta
al pollo frito por el chisporroteo de la sartén, a oler cuándo una ban
deja de galletas está terminando de hornearse, a sentir cuándo un biz
cocho está a punto sólo por el tacto — nos dice Sheila Ferguson— . Es
probando, y no midiendo, como condimentas; y utilizas los ojos, y no
el reloj, para juzgar cuándo una tarta de cerezas ha creado una capa lo
bastante dulce y atractiva. Estas habilidades son difíciles de enseñar
con rapidez. Se deben sentir... y llegar directamente del corazón y del
espíritu.» Mientras escribía, he llegado a la angustiosa certeza de que
necesitaría como mínimo otra vida para aprender a cocinar como mi
madre, pero sólo dispongo de hoy, con un poco de suerte.
Este verano colecciona recetas de cocina para el espíritu, o haz al
gunas que te gusten y que no hagas a menudo para ti. O, mejor aún,
¿por qué no tomar algún cursillo sobre cocina? Es posible que creas
que sabes hacer un bizcocho de mermelada con cobertura de carame
lo, pero ¿lo sabes hacer realmente?
Alimentos de la infancia
para niños de todas las edades
G alletitas d e an im ales y cacao p a ra b e b e r
es la m ejor d e las cenas, y o pienso.
C u an d o crezca y lo q u e qu iera p u e d a ten er
q u erré siem pre eso com er, y o pienso.
C h r is t o p h e r M o r l e y
m-
lora ilc Ialentó «pie se lúe realmente a un monasterio ion el Im ilc ion
centrarse, creai con claridad y terminal su libro a tiempo, Va puedes
imaginar qué parte del libro me causó mayor impresión. I )ado que,
como es lógico, no puedo seguir su ejemplo sin abandonai a mi mai i
do, mi hija y mis animales, los cuales esperan en este mismo momento
que los alimente, voy a detenerme aquí y a trasladarme a la cocina. I
posible que hoy no pueda decir misa ni meditar, pero al menos puedo
preparar la comida.
«El hogar es un lugar sagrado donde puedes comunicarte con los
cuatro elementos del Universo: tierra, agua, aire y fuego — dice la
escritora y mística de la cocina Laura Esquivel, autora de la brillante
novela C om o agua para chocolate— . Debes aderezarlo con tu amor y
tus sentimientos para crear la magia. Al cocinar elevas tu nivel espiri
tual y consigues el equilibrio en un mundo materialista.» En un mun
do que con frecuencia está en descomposición, la cocina es un lugar
tan místico como un monasterio.
Corta a tiras delgadas pimientos rojos, pimientos verdes, berenje
nas y calabacines. Pica finamente cebolla roja, albahaca fresca, orégano
y tomate maduro. Saltéalo todo a fuego lento con aceite de oliva y unos
ajos picados, hasta que los vegetales se ablanden. Toma un sorbito de
vino. Pon agua a hervir y cuece en ella unos macarrones durante unos
seis minutos. Ralla queso parmesano fresco. Calienta en el horno una
pizza de requesón al romero comprada en la tienda. Mezcla la pasta
con los vegetales y salpícala con el queso. Llama a todos a la mesa. Haz
una pausa para dar las gracias. Haz un brindis para agradecer la salud,
el amor, la compañía, la deliciosa comida y un momento de tranquili
dad. Un día vivido plenamente, sencillamente abundante.
Evelyn Underhill, una mística y escritora inglesa de principios de
siglo, creía que las mujeres místicas con responsabilidades mundanas a
menudo se convertían en «visionarias y profetisas» porque eran capa
ces de combinar «la trascendencia espiritual con una gran habilidad
práctica». Ya sean poetisas, santas o cocineras «siguen siendo toda su
vida devotas amantes de la realidad» mientras buscan el Espíritu.
Ahora esto suena a música en mis oídos. ¿Quieres tararear con
migo?
11 ni; j u l i o
La cocina como arte:
descubrimientos creativos en la cocina
IT descu brim ien to de un n u evo p lato contribu ye m ás a la
felicid a d d e la raza h u m an a qu e el descu brim ien to d e una
estrella.
J e a n A n t h e l m e B r il l a t -Sa v a r in
u
W o m a n ’s H o m e C o m p a n io n , ju lio d e 1925
14 D E JU L IO
La mesa de la celebración
La mesa es un lugar de encuentro, un centro de reunión,
fuente de sustento y nutrición, alegría, seguridad y satis
facción.
L a u r ie C o l w in
17 DE JU L IO
18 D E JU L IO
20 D E JU L IO
El verdadero norte
Es bueno tener un destino hacia el cual viajar pero a fin ,
de cuentas lo que importa es el viaje.
U rsu la K. L e G u in
La importancia de la soledad
Si las mujeres estuvieran convencidas de que un día libre o
una hora de soledad es una ambición razonable, encontra
rían la manera de conseguirla. Tal como están las cosas, sien
ten que su petición es tan injustificada que raramente lo in
tentan.
A nne M orrow L in d b e r g h
22 DE JU L IO
0 ) h , por supuesto que sí! Es posible que volvamos para vivir otra
vida — y yo estoy abierta a esa posibilidad— , pero hasta que no lo
sepa seguro, no quiero desperdiciar la que estoy viviendo ahora mis
mo... He resistido. Y he sobrevivido. Y he vivido marginalmente. Pero
vivir bien es tan bueno como lo pintan.
Durante años — sobre todo mientras intentaba gradualmente hon
rar al Espíritu que se desarrollaba en mi vida, procurando no descui
dar las cualidades que hay dentro de mí— he meditado largo y tendi
do sobre esta exigencia interior, sobre estas ansias de soledad. Pues me
encanta la compañía de mi esposo y de mi hija; me estimula el análisis
de nuevas ideas y los fabulosos proyectos creativos con un equipo
profesional; adoro pasar el rato con mis mejores amigos. Pero lo que
he descubierto mientras componía mi auténtico concierto es que algu
nos de los compases necesitaban una pausa. Suspiro por lo que May
Sarton denominaba «tiempo abierto, sin otras obligaciones que para el
mundo interior y lo que ocurre en él». Para mantener la armonía inte
rior me es imprescindible rescatar al menos una hora de soledad cada
veinticuatro horas, y defender esa tregua sustentadora del espíritu con
tra todo tipo de intrusos y distracciones.
Buscar deliberadamente la soledad — instantes de calidad que pasa
mos lejos de la familia y los amigos— tal vez parezca egoísmo. Pero
no lo es. La soledad es tan necesaria para que nuestro espíritu creativo
m' desarrolle* y llore/c.i u h i i o el m i c h o y l.i enmiela lo son para la
supervivencia ele nuestro c uerpo. <■l .s una IcccieSn dilícil la que hay que
aprender hoy: dejai a los amigos y a la familia y deliberadamente prac
ticar el arte de la soledad durante una hora, o un día, o una semana
-admite Anne Morrow Lindbergh— . Y sin embargo, una vez reali
zado, encuentro que hay una calidad increíblemente preciosa en el
hecho de estar a solas. La vida vuelve a precipitarse en el vacío, más
rica, más intensa, más colmada que antes.»
Creo que Anne Morrow Lindbergh — que soportó lo que ninguna
ele nosotras hubiera creído poder soportar— demostró con su existen
cia valerosa y creativa que no es suficiente simplemente con que resis
tamos y sobrevivamos. Debemos superarnos, aprender a descollar y a
interpretar nuestra propia composición. Subir o bajar una octava, lo
que haga falta para encontrar el delicado equilibrio entre nuestras
pasiones más profundamente personales y nuestra entrega a la familia,
amigos, amantes y demás. Por lo que a mí se refiere, he descubierto
que la manera más segura de escuchar los suaves acordes de la armonía
es en el silencio.
23 D E JU L IO
24 D E JU L IO
25 D E JU L IO
26 D E JU L IO
27 DE JU L IO
Placeres solitarios
Sola, sola. ¡Oh! Nos habían advertido sobre los vicios soli
tarios. ¿ Alguna vez se han alabado adecuadamente los pla
?
ceres solitarios ¿Hay mucha gente que conoce su existenciaf
J essam yn W est
J^ .ecu erd as, hace mucho tiempo, cuando todas sabíamos cómo ju
gar? Para ir en busca de pistas tendremos que viajar hacia atrás, a
cuando éramos más jóvenes. ¿Te gustaba jugar a solas cuando tenías
diez años? ¿Cuáles eran tus actividades extraescolares favoritas en el
instituto o en la universidad? Nada de nuestras vidas anteriores se ha
desperdiciado. Nada de lo que una vez nos hiciera sentir felices y rea
lizadas se ha perdido. Hay un hilo de oro que recorre nuestras vidas.
Sólo necesitamos redescubrir este hilo antes de que la alegría de vivir
se desenrede por completo.
¿Por qué no efectuar sobre el papel una sesión de aportación de
ideas a fin de sacar a la superficie tus enterrados deleites? Haz una lista
apresurada de diez placeres solitarios. No te entretengas demasiado
pensándolo, pero tampoco te desanimes si necesitas unos minutos para
dar con algo.
¿Necesitas un poco de ayuda? Bien, ¿cuál era tu juego favorito en
la infancia? ¿Y tu deporte favorito? ¿Y tu película favorita cuando eras
una niña? ¿Tu libro favorito? ¿Y tus cómics? ¿Tu cantante o grupo
musical favoritos? ¿Cuándo fue que mejor te lo pasaste de pequeña?
¿Y de adolescente? ¿Y ya adulta? ¿Puedes recordarlo? ¿Eres capaz de
recrear el recuerdo?
Si pudieras adquirir de inmediato tres habilidades, ¿cuáles serían?
¿Tocar el piano, patinar, hacer maravillosas fotografías? ¿Qué tres co
sas extravagantes harías si nadie fuera a enterarse? ¿Bailar la danza del
vientre*, hacer el payaso, volar en jj;lobo? ¿Que u es cosas te parecen un
reto, incluso aunque lo ñ u s probable es que minea intentaras llevarlas
a cabo? ¿Subir a un escenario, escalar montañas, hacer submarinismo?
¿Qué tres vacaciones con todos los gastos pagados te atraen mas?
¿Una excavación arqueológica en Egipto, un viaje con el Orient
Express, una visita a las colecciones de alta costura en París? ¿Te gus
ta trabajar con las manos? ¿Hacer encaje, encuadernación de libros,
jardinería? ¿O lo que te atrae es el aspecto visual? ¿Enmarcar cuadros,
hacer vidrieras de colores, crear cajas de siluetas?
¿Captas la idea? Ahí afuera hay un mundo fabuloso a la espera de
que lo exploren. Sencillamente, basta con tener deseos de experimen
tar. Los pasatiempos nos ofrecen la maravillosa oportunidad de des
pertar nuestras aptitudes naturales. Tan sólo se precisa un pequeño
esfuerzo. Lo primero que hay que hacer es pensar qué nos gustaría
hacer para sacudirnos esta modorra. Luego tenemos que encontrar
tiempo para hacerlo. Alice James, la hermana de Henry y de William
James, creía que en la vida «verdaderamente nada es tan esperado
como lo inesperado». Si buscas y encuentras un placer solitario que te
obligue a saltar de la cama cada mañana para obtenerlo, descubrirás
cuánta razón tenía Alice James.
28 DE JU L IO
29 D E JU L IO
u
A rnold B en n ett
31 DE JU L IO
3 DE A G O STO
•I
Una red para atrapar días
Un plan de trabajo nos defiende del caos y del capricho. Es
una red para atrapar días... Un plan de trabajo es una ma
queta de razón y orden: la queremos, la fingimos y de esta
manera le damos vida.
A n n ie D il l a r d
La l is t a u n iv e r s a l d e l a s c o s a s q u e h a y q u e h a c e r
Trabajo:
(Reuniones, prospección, márketing/publicidad, tareas burocráti
cas, planificación, facturación, lectura, investigación, escritura,
viajes.)
Diligencias:
(Banco, tintorería, biblioteca, estación de servicio, videoclub, esta
feta de Correos.)
Niños:
(Escuela, salud, lecciones, deportes, exploradores, transporte esco
lar, clubes, juegos, fiestas.)
Citas:
(Médico, gimnasio, belleza, mecánico, veterinario.)
Compras:
(Comestibles, ropa, perfumería y farmacia, hogar, regalos.)
v Correspondencia:
(Facturas, cartas, tarjetas y paquetes.)
Teléfono/fax:
V Hogar:
(Limpieza, lavar ropa, decoración, mejoras, cocinar, reparaciones,
recibo, jardinería.)
Familia:
Amigos:
Iglesia/comunidad:
Personal:
(Inspiración, introspección, descanso, recuperación, relajación,
acicalamiento, visitar tiendas, educación, actividades lúdicas.)
I )ii i.tst* que deNpuéN tle Inu ei l.i maye>i i.i de esias ei>sas, 110 queda
tiempo para la última categoría, que e*. I.t m.r. impórtame: la personal.
I .1 Ion na tle icsolvei este problema de la vida real consiste en trasladar
l.i citada categoría del último lugai al primero y darle la máxima prio
ridad al planificar tus actividades.
Para empezar, coge el subrayador y reserva una hora cada día;
escribe en la lista tus iniciales seis veces a modo de clave subliminal
para la autonutrición.
La belleza subversiva de este método radica en que una vez has
anotado una tarea en la lista, ya se trate de alguna diligencia o de algo
personal, no tienes que volver a pensar conscientemente en ella por
que el lado izquierdo de tu cerebro — el lugar donde está la lógica— es
entusiasta de las listas. Funciona con piloto automático cuando haces
listas y clasifica y hace cambios hasta que aparece un programa en el
que todo tiene cabida. A veces hasta puede hacerse. Si tienes la espe
ranza de hacer algo, escríbelo en la lista.
Echa un vistazo a la lista por la mañana y por la noche. Cuando
hayas terminado una tarea, táchala ceremoniosamente con un rotula
dor rojo, aunque yo prefiero una pluma con tinta roja. Se siente una
gran satisfacción al ver que la lista se va volviendo roja a medida que
transcurre la semana.
Si tienes la sensación de que pasas demasiados días haciendo poco
o nada, durante una semana puedes redactar una lista de lo que hayas
hecho. Quizás entonces comprobarás que haces mucho más de lo que
crees.
Probablemente también descubrirás que malgastaste sin querer
momentos de oro porque no había ninguna red para atraparlos. Me
refiero a momentos para crecer, para soñar, para nutrir tu visión
auténtica.
La escritora Annie Dillard cree que «por supuesto, nuestra manera
de pasar los días es la de pasar la vida». Y todos reconocemos la ver
dad cuando la oímos.
La televisión
H a y días en qu e cu alqu iera d e los electrodom ésticos qu e
ten em os en casa, incluida la aspiradora, p a rec e ofrecer m ás
p osib ilid a d es d e diversión q u e el televisor.
H a r r ie t van H orne
5 DE A G O STO
8 D E A G O STO
Las antigüedades:
una atracción por el pasado
N o se trata d e qu e y o p erten ez ca a l pasad o, sino d e qu e el
p asa d o m e p erten ece a mí.
M a r y A n t in
10 D E A G O STO
A
xlL n h elas poner en marcha tus dones. Explorar tu talento. Descubrir
. y recuperar tu creatividad. Pero ¿por dónde empiezas? Empiezas
abriendo tu corazón y mostrándote dispuesto a servir.
«El artista es un sirviente que desea dar vida — nos dice la escritora
Madeleine L ’Engle en Walking on Water: Reflections on Faith and Art— .
Creo que toda obra de arte, ya sea la obra de un gran genio o algo muy
pequeño, se presenta al artista y le dice: “Aquí me tienes. Ponme carne.
Dame vida.” Y el artista, o bien dice: “Mi alma ensalza al Señor” y se
convierte gustosamente en el que da vida a la obra, o se niega.»
Que sirvamos o no depende exclusivamente de nosotros. El pri
mer don que Dios nos otorga es el libre albedrío, que distingue a los
mortales de los ángeles, los cuales, después de haber visto la gloria,
cambiaron gustosamente el libre albedrío por la pasión de servir. Al
ser superiores a los ángeles, podemos tenerlo todo: el libre albedrío y
la pasión de servir. Quizás algún día nos percataremos de que lo que
hemos de temer no es la voluntad de Dios, sino más bien que no nos
dejen li.u ci l<> <|tie q n eiaiuos. Siempre nos <|iied,i l.i opción de tUu 11
n o - a l.i próxima L u m b res borrascosas, l lp ia n o o Barney.
«L o siento, busca a otro.»
Y el Espíritu lo buscará y lo encontrará.
Para ser justas, hay que decir que a veces no usamos literalmente
esas palabras, sino que decimos: «Lo siento, en este momento estoy
muy liada. Vuelve más tarde.»
De manera que el Gran Creador sigue su camino hasta que un
artista bien dispuesto y con el corazón abierto se brinda a ser el con
ducto de la creatividad.
Este ejemplo explica en gran parte por qué se te parte el corazón y
te sientes desconcertada y furiosa cuando después de años de no aca
bar de decidirte, otra persona se te adelanta y patenta un cochecito que
se parece al que ideaste cuando nació tu primer hijo; o distribuye su
tarjeta de felicitación para madres solteras cuando la tuya todavía está
a medio terminar en el tablero de dibujo; o registra la marca de tu
comercio de artículos de fantasía; o escribe una columna en la prensa
sobre el mismo tema que llevas cinco años dándole vueltas sólo en tu
cabeza; o gana el concurso de galletas caseras con una receta que tú lle
vas años perfeccionando y dando a probar a tu familia.
No quiero decir con ello literalmente que alguien te haya robado
lo que pensabas hacer, ya sea un libro, un dibujo, un nombre comer
cial o una receta. Se trata de algo que ocurre cuando otra persona pre
senta al mundo una idea creativa tan parecida a la tuya, que, al verla, te
desmayas de la impresión. Te sientes anonadada y a la vez asustada.
¿Cómo diablos ha podido ocurrir esto a menos que alguien haya leído
tu pensamiento?
Bueno, no fue tu mente la que leyó esa persona, sino la mente divi
na. Recuerda que antes de que algo exista en la tierra, existe plenamen
te formado en el Espíritu. El Gran Creador no sabe de favoritismos;
todos nosotros nacimos para continuar la recreación del mundo a tra
vés de nuestros dones.
Y aunque la vida te ofrece numerosas oportunidades que hacen
que tu cabeza dé vueltas, el Espíritu acude a ti sólo una vez cuando se
trata de una obra de expresión creativa, y luego sigue su camino. Lo
esencial es que la obra debe hacerse y si tú no la haces, la hará otra per
sona.
Así que cuando una gran idea pase fugazmente por tu cerebro
rodeada de luz, ¡préstale atención! Una vez tome forma en tu cere
bro, piensa que otros podrán captar la pauta de energía creativa muy
pronto si son receptivos. Piensa que tu mente es una antena parabóli
ca. Continuamente se transmiten mensajes celestiales de carácter crea
tivo. La frecuencia queda bloqueada y sólo la captas tú durante un
momento infinitesimal, el Milieienie para «11u* eleves ni eora/on, aeep
tes el encargo y des las gracia.'.,
¿La idea es absolutamente fabulosa? ¿Lies capa/ de imaginártela
convertida en una realidad tangible? ¿Te quita la respiración? I ,a nove
lista Gail Godwin nos dice que «algunas cosas llegan a su propia y mis
teriosa hora, te imponen sus propias condiciones en lugar de aceptar
las tuyas y tienes la opción de aprovecharlas o renunciar a ellas para
siempre».
De modo que simplemente di «sí», ¡por Dios!... y por ti misma.
11 DE A G O STO
Después de reflexionar...
L o q u e pu edas h a cer o sueñes qu e p u ed es h a cer em p iézalo;
en la au dacia h ay gen io, p o d e r y m agia.
JOMANN WOLFGANG VON GOETHE
12 DE A G O STO
La gran colaboración
N o p o d em o s atribuirnos el m érito d e nuestro talento. L o
q u e cuenta es la fo r m a en q u e lo utilizam os.
M a d e l e in e L ’E n g l e
14 D E A G O STO
El valor de crear
N o h ay lágrim as en el escritor, no hay lágrim as en e l lec
tor. N o h ay sorpresa p ara el escritor, no hay sorpresa p a ra el
lector.
R o b e r t F rost
16 D E A G O STO
u
R a lp h W a l d o E m erso n
tHN
Emprender una tarea considerable
Vivir plen am en te, p o r fu era y p o r den tro, no h acer caso
om iso de la realid ad externa en aras de la v id a interior o
viceversa, es una tarea considerable.
E t t y H illesu m
20 DE A G O STO
u
R obert H aven Sc h a u f f l e r
K
El olor del maquillaje, el rugido
de la multitud
Al parecer, deseo tener cierta importancia en la obra tea
tral del tiempo... Lo que es profundo, como el amor es pro
fundo, lo tendré profundamente. Lo que es bueno, como el
amor es bueno, lo tendré bien. Luego, si el tiempo y el espa
cio tienen algún propósito, a ellos perteneceré.
o
JENNET JOURDEMAYNE
( C h r is t o p h e r F r y )
26 D E A G O STO
tinque te parezca que no tienes buen ojo para triunfar en las artes
visuales, ni personalidad para hacer teatro, danza, etcétera, ni pacicn
cia para cultivar las artes manuales, todavía te queda la posibilidad de
explorar las delicias y los placeres de convertir tu hogar eu un autrnii
co arte.
Cuando el hogar se convierte en una afición, son nun lia-, la*, h ab í
lidades que entran en juego, tanto decorativa , como ari im ii .r. I a .11 ir
sania puede convertirse en arte cuando damos un acabado n u e v o a l<>.
muebles, pintamos una pared de un color personalizado, .i|»li< amo*,
acabados falsos a lo que hemos encontrado en el rastro, cambi....... . la
pantalla de una lámpara antigua, tapizamos una silla, cosemos una
funda para un mueble, ponemos azulejos, estampamos unos versos
favoritos en la pared de la cocina, adornamos una almohada, planta
mos unas flores.
La artista Judyth van Amringe tiene en su casa piezas atrevidas que
ella llama «arte hogareño». Son ejemplares únicos de lámparas, sillas,
almohadas, mesas, etcétera, que provocan comentarios. Cuando apren
des a crear tus propios elementos decorativos para el hogar, puede que
de paso se despierte tu identidad de artista. «Olvida tus ideas precon
cebidas sobre lo que debe y lo que no debe ir junto. Haz exactamente
lo contrario de lo que hubieras hecho en otro tiempo y te encontrarás
en un paisaje creativo totalmente nuevo», nos dice en H om e Art: Cre-
ating R om ance an d Magic with Everyday Objects. El arte hogareño
empieza por el reciclaje. «Todos sabemos el horrible despilfarro que
tiene lugar a nuestro alrededor todos los días. Creo que hay que apro
vechar siempre todo lo que pueda aprovecharse, ya sea algo mío, del
vecino, algo procedente de una tómbola, del rastro, encontrado en la
calle; porque si haces algo maravilloso partiendo de un desecho, alio
nas energía y contribuyes a que haya menos trastos tirados por ahí.
La gracia del asunto está en coger algo y iranslormarlo, hacci que sea
totalmente tuyo, de acuerdo con tu estilo, que lleve tu sello.-
El sello y el estilo de Judyth son más atrevidos que los tic la mayo
ría: quizá no nos sentiríamos a gusto en nuestra salita con una lumia
flamenca para el televisor. Pero su creencia de que hay que vivir rodea
dos de cosas muy personales y raras que nos parezcan adorables relie
ja auténtica sabiduría y merece que meditemos sobre ella. (Ion un
poco de afán, ingenio y tiemp», lo maravilloso puede materializarse
ante nuestros propios ojos.
Hoy debes estar dispuesta a ser audaz sólo con un pequeño proveí
to: crea una nueva pantalla para una lámpara, cuelga una cortina de dibu
jos o colores extravagantes, decora una bandeja con recortes de papel,
dora el marco que compraste en la tómbola y conviértelo en un espejo.
Sé que hay algún proyecto de esta clase en el que llevas pensando muclii •
tiempo. Lo sé porque yo tengo varios. Olvídate de tus ideas preconcebí
das, sigue los dictados de tu corazón, honra tus impulsos creativos, con
lía en tus ojos. Arreglar tu casa es una manera perfecta de hacer pinitos
artísticos.
29 D E A G O STO
Artistas de lo cotidiano:
amar, conocer, hacer
E l a m o r es el espíritu qu e m otiv a e l v iaje d e l artista. El
a m o r p u ed e ser sublim e, crudo, obsesivo, apasion ado, espan
toso o em ocionante, p e r o sea cual fu e r e su índole, es un m oti
v o p o d ero so en la v id a d el artista.
E r ic M a is e i .
30 DE AGO STO
Si no es ahora, ¿cuándo?
A p laz ar el m om en to d e h acer las cosas nos r o b a tiem po.
E dw ard Y o u n g
T
X engo una amiga que está organizando un nuevo movimiento
femenino que llevará el nombre de «Si ahora no, ¿cuándo?». Todas
estamos invitadas a ser partícipes. La misión del nuevo movimiento es
clavar una estaca en el corazón de las dilaciones que perpetuamente
nos roban el placer personal.
Otra amiga es comerciante de joyas antiguas y viaja con frecuencia
a Inglaterra por asuntos de trabajo. También es esposa de un político
y madre de dos hijos. A pesar de ello, se ha matriculado para aprender
italiano y yoga y está pensando en hacer un curso para aprender a pin
tar acuarelas. Insiste en que tenemos que encontrar tiempo para noso
tras mismas y yo estoy de acuerdo con ella (si ahora no, ¿cuándo?) Me
ha preguntado si quiero hacerme socia de su nuevo club dedicado a los
libros del siglo XIX. El club se reunirá una vez al mes, en domingo,
para tomar té y jerez. Los asistentes a las reuniones llevarán algo de
comer para que no sea la mente lo único que encuentre alimento. La
idea de fundar el club me parece maravillosa. Volveré a hablar con mi
amiga cuando acabe de escribir este libro sobre la creación de una vida
auténtica.
••Para l.i mayoría de nosotros l.t vid.1, como l.t llaman, es un larj»o
aplazamiento-, escribió melancólicamente I lenry Miller en 1947. ¿Qué
sat isíaeción estas aplazando tú? Yo acabo de aplazar el momento de
hacerme socia de un club fabuloso. Voy a llamar a mi atareada amiga.
Todavía me noto el pulso, aunque es débil.
31 DE A G O STO
2 DE SEPTIEMBRE
UJ
¿Fritos o revueltos?
En el trabajo, piensas en los hijos que has dejado en casa.
En casa, piensas en el trabajo que has dejado sin terminar.
Esa es la lucha que se desencadena dentro de ti. Tu corazón
está escindido.
G o l d a M e ir
JN ^Iás mujeres de las que crees alimentan una fantasía secreta que no
tiene nada que ver con el erotismo. Pero, en cierto modo, se centra en
lo prohibido. Denomino esta fantasía: «¿Fritos o revueltos?»
Otro día perfectamente normal de exigencias interminables, hijos
mal atendidos y trabajo sin finalizar y tú tienes la sensación de que ya
no puedes más. Te invade un arrollador impulso de desaparecer sin
dejar rastro. Metódicamente, retiras todo el dinero en metálico de tu
cuenta bancaria (las tarjetas de crédito pueden localizarse), haces la
maleta con lo mínimo, te encaminas hacia la terminal de autobuses y
vuelves a empezar de cero como camarera en un local perdido del
Oeste americano. En esta fantasía, algunas mujeres se llevan a sus hijos
con ellas, sobre todo si son pequeños; otras no, pero sus hijos suelen
ser adolescentes.
Naturalmente, tú no vas a hacer una cosa así, pero un posible plan
de huida es un mecanismo imaginario que libera el vapor de la olla a
presión de la vida. N o más recibos vencidos e impagados, se acabaron
las discusiones sobre la cocina, la limpieza, el sacar la basura, las
cuentas de crédito o el cuidado de los niños; no más conflictos entre
los hijos y la vida profesional, se acabó el extenuante deber de cuidar
de un padre anciano, no más responsabilidades de las que eres capaz
de afrontar en un período de veinticuatro horas. Cuando crees que
no puedes soportarlo más, una vida dedicada tan sólo a preguntar a
los clientes si quieren los huevos fritos o revueltos encierra cierto
atractivo.
Recientemente, una mujer de treinta nueve años, madre de cinco
hijos con edades comprendidas entre los ocho y los dieciséis años,
desapareció de la la/, de la tierra cerca de nuestra casa. El día en cues
tión, había llevado de excursión a una clase de primaria. Cuando
regresó, metió a su hi|.i en un autobús para que lucra a jugar un parti
do de baloncesto du iendole que volvei ía a casa andando porque hacía
muy buen día. Nunca llegó. I lacia la hora «I< la ccna, mi ti i)•,ii i i i<I i
familia llamó a la policía y se inició una colosal búsqueda con viph r,
para rezar incluidas. Naturalmente, todos temían lo peor, pues cía
impropio de una mujer como aquélla desaparecer sin dejai ir.im I .>
tenía todo: una buena formación, una bella familia, un hogar eiu ama
dor, un estilo de vida extremadamente cómodo y un matrimonio peí
fecto con un diplomático. Tres días después, la mujer que lo tema
todo, pero que, obviamente, no lo suficiente de lo que en realidad
necesitaba, apareció ilesa (gracias a Dios), confusa por su propio com
portamiento y aturdida ante la conmoción que había ocasionado.
He aquí lo que ocurrió. De regreso a casa, buscó un enclave sólita
rio para aclararse las ideas. Siguiendo un impulso espontáneo, anduvo
unos cuantos kilómetros hasta su lugar favorito, la catedral nacional
de Washington, un santuario exquisito. En el silencio, oyó sus propios
pensamientos. Al cabo de unas horas, fue incapaz de abandonar aque
Ha paz para regresar al caos que la ahogaba en su hogar, por lo que
pasó dos noches en una pequeña capilla. En el momento de escribir
esto, ella no había regresado aún a casa y nadie sabía a ciencia cierta
cuándo regresaría o si llegaría, incluso, a hacerlo. Esto es cuanto sabe
mos: por alguna razón, su corazón estaba escindido. Ella no hallaba su
centro. Su vida no era, después de todo, tan perfecta como parecía. Las
vidas reales rara vez lo son, aunque superficialmente tengan una bella
pátina. Sólo me habría gustado poder decirle: «Desaparece si debes
hacerlo, pero llama a casa y diles a los niños que estás bien.»
Cuando oí en la radio que no había sido secuestrada sino que
había desaparecido por voluntad propia, me invadió una tremenda
sensación de alivio que confié a mi marido. Su respuesta fue que la
inestabilidad mental de aquella mujer era obvia. Estaba desequilibra
da. No cabía otra explicación para su extraña conducta. Estuve de
acuerdo en que el peso de su vida era demasiado ominoso para que
pudiera cargarlo ella sola, pero como tenía que escribir una reflexión
(sobre cómo afrontar el estrés), opté por no contradecir su interpreta
ción. Habría hecho falta una larga perífrasis para señalar que en sus
circunstancias particulares, que por supuesto desconocíamos, la actua
ción de aquella mujer podría haber sido extremadamente sensata. De
sesperada, desde luego. Desgarradora, sin lugar a dudas. Pero no nece
sariamente disparatada.
Cuando nuestra fantasía de ser camareras sale a la superficie, esta
mos física, emocional, psicológica y espiritualmente exhaustas por esa
lucha interior y exterior que nos arrastra en cien direcciones diferen
tes. Estamos heridas de gravedad por la antigua hostilidad entre la vida
cotidiana y la gran obra. Las vendas ya no nos sirven de nada.
En realidad, la fantasía de emprender la huida puede ser muy tera-
peutica porque blando 11 m.i bandt •r.x toja psíquica que nos advierte que
l;i vid.t real se nos está escapando dc“las manos. 1 lay que hacer cambios,
hay que tomar decisiones creativas, hay que empezar conversaciones y
acabarlas. Si la lantasía persiste hasta el punto de querer materializarla,
es mucho mejor pedir ayuda que comprar un billete de autobús.
«Si supierais con qué frecuencia me digo: al diablo con todo, al
diablo con todos, yo he hecho mi parte, ahora les toca a los demás
hacer la suya, basta, basta, basta», confesó en una ocasión Golda Meir,
la única primera ministra de Israel.
No tendrás que huir si eres capaz de aprender a decir sencillamen
te: «basta, basta, basta».
Y lo dices de verdad.
4 DE SEPTIEMBRE
6 DE SEPTIEMBRE
Trabajar de corazón
E l tra ba jo es el a m o r h ech o visible.
K a h l il G ib r a n
Ü N Ío es posible que sea la única mujer adulta del mundo que se des
haga en lágrimas cada vez que Pepito Grillo mira por la ventana del
bondadoso viejecito Gepeto, ve la primera estrella de la noche y em
pieza a cantar «Cuando pides un deseo a las estrellas...» en la película
Pinocho. Tal vez llore, como acaso tú también, porque pedimos un de
seo a las estrellas y esperamos de todo corazón que nuestro sueño se
haga realidad. Pero convertir un muñeco de madera en un niño de car
ne y hueso y un sueño en realidad no se limita, en la década de 1990, a
blandir una varita mágica. ¿Qué me dices de un hada madrina sabia,
compasiva y avispada que nunca ha oído un sueño que ella considera
ra frívolo o no pudiera ser liberado de su destino con vigor espiritual?
Barbara Sher es esa hada madrina, todo un carácter. Lo sabe todo
sobre las «transformaciones vitales», la forma en que ella define la per
secución de nuestros auténticos sueños. Ella pasó de ser una madre
divorciada que vivía de la asistencia social a convertirse en psicotera-
peuta y asesora laboral — la trasformación vital más espectacular que
cabría imaginar— . En su labor como terapeuta, empezó a sospechar
que en realidad muchos de sus pacientes aquejados de depresión no
requerían tanto un tratamiento a largo plazo como sí una razón para
levantarse cada mañana. Como Barbara había transformado su propia
vida, supuso que sus conocimientos para convertir los sueños en reali
dad eran tan válidos como los de cualquier otro y empezó a ofrecer
seminarios de orientación vital. El éxito de sus talleres originó su pri
mer libro Wishcraft: H ow to G et What Yon R eally Want (escrito con
Annie Gottlieb). En él puedes hallar consejos prácticos que te ayuda
rán a materializar tus indefinidos anhelos en aventuras auténticas para
que «tengas una vida que ames y te levantes cada mañana entusiasma
da ante el día que te espera y encantada de hacer lo que estás haciendo,
aunque en ocasiones te sientas un poco nerviosa y asustada».
Yo era una escritora por cuenta propia que soñaba con escribir y
publicm libros cumulo me inscribí cu uno de sus seminarios .1 princi
pios tic la década de 1980. Una de las primeras enseñanzas de Barbara
es que para «crear la vida que quieres, no necesitas mantras, auto-
lúpnosis, un programa de formación del carácter o cambiar de dentí-
Irico. Necesitas técnicas prácticas para resolver problemas, planificar y
acostumbrarte a manejar materiales, habilidades, información y con
tactos... Necesitas estrategias de sentido común para afrontar las debi
lidades y sentimientos humanos que no van a desaparecer, como
el temor, la depresión y la indolencia... Y necesitas formas de capear
los temporales emocionales transitorios ocasionados por tus cambios
vitales en tus relaciones más íntimas, sin dejar de recibir la dosis suple
mentaria de apoyo emocional que necesitas para correr el riesgo».
El mundo necesita soñadoras y el mundo necesita hacedoras. Pero,
por encima de todo, el mundo necesita soñadoras que actúen. No te
limites a confiar tus esperanzas y deseos a las estrellas. Hoy, empieza a
aprender la maestría que te permitirá llegar a alcanzarlos.
V 8D E SEPTIEM BRE
Dar un paso adelante: cuando no
sabes qué diantres hacer
L a v id a es una arriesgada aven tu ra o no es nada. N o v o l
v e r la espalda a l ca m bio y conducirnos com o espíritus libres
en presencia d e l destino es una fo r ta le z a im batible.
H elen K eller
9 DE SEPTIEMBRE
11 DE SEPTIEMBRE
Un salmo a la vida
L ev an tém on os pu es y hag am os
con el corazón dispuesto a to d o;
sin d ejar de conseguir, sin d ejar de perseguir,
ap ren d am os a tra ba jar y a esperar.
H e n r y W a d s w o r th L o n g f e l l o w
13 D E SEPTIEMBRE
ocas somos las mujeres que creemos haber alcanzado el éxito, pues
no sentimos que lo hemos alcanzado. En lo más hondo de nuestro
corazón, nos sentimos un fracaso — falsificaciones, fraudes— . Pero
incluso cuando sabemos que hemos alcanzado el éxito, rara vez lo
admitimos. Al mundo no le caen bien las fanfarronas. Y queremos
gustar al mundo — a todas y cada una de las personas que lo pue-
1) 1. m Estamos aquejadas de una potente eoinbiniu io n de condicio
namiento público y privado durante toda una vida.
El diccionario Webster dcline el éxito como la consecución del
fin deseado» y «la obtención de riquezas, favores o eminencia-. ( ütian
do alcanzamos el éxito, «prosperamos, medramos, florecemos».
Cuando no lo alcanzamos, queremos que la tierra se nos trague liasi.i
que la vergüenza remita. El éxito y el fracaso son una cuestión de
blanco o negro. Es lo bueno o es lo malo. Es un golpe de suerte o es
tener mala pata. En realidad, no e$ ninguna de estas cosas. El fracaso y
el éxito son el yin y el yan de la realización, las dos fuerzas del Üni
verso sobre las cuales no tenemos absolutamente ningún control.
Seguimos olvidando que lo único que podemos controlar es nuestra
respuesta al fracaso y al éxito.
Durante la época victoriana, el éxito, el poder y la riqueza se con
sideraban manifestaciones físicas del beneplácito de la Divina Provi
dencia. Siguen teniéndose en el mismo concepto. William James de
finía la búsqueda del éxito como «nuestra enfermedad nacional» y
advertía que «la adoración exclusiva a la diosa del éxito mundano
podía matar si no se obraba con cautela». Pocos fueron los Victorianos
que creyeron sus palabras. Un siglo después, aun cuando vemos a las
víctimas desmoronándose a nuestro alrededor, seguimos sin creerlas.
No debemos olvidar nunca que lo que el mundo nos da, puede volver
a quitárnoslo, y lo hace con frecuencia.
A la mayoría de nosotras no nos enseñaron que hay dos clases de
éxito: el terrenal y el auténtico. Sin embargo, para tener una vida feliz
y realizada, necesitamos saber la diferencia entre lo que es Real y lo
que no, porque el éxito forma parte del plan de estudios obligatorio de
la universidad de la Vida. No hay absolutamente nada de malo en la
búsqueda del éxito terrenal y la independencia económica; yo aspiro a
ellas mientras escribo esta reflexión. Pero el encanto de la vida simple
me ha enseñado, como ahora yo os enseñaré a vosotras, que el autén
tico éxito es vivir con la luz de nuestra razón, no el deslumbrante des
tello de un flash al dispararse.
Y eso no nos lo pueden arrebatar.
A I I 1)1. S I . I ’ l lI . MBKI-.
\»
El éxito auténtico
16 DE SEPTIEM BRE
El miedo a triunfar
El conflicto entre lo que uno es y lo que se espera de él nos
afecta a todos. Y en ocasiones, en vez de aspirar a lo que
podríamos llegar a ser, optamos por el cómodo papel del fra
casado, prefiriendo ser una víctima de las circunstancias, la
persona que no tuvo ninguna oportunidad.
M e r l e Sh a in
16 DE SEPTIEM BRE
El miedo a triunfar
El conflicto entre lo que uno es y lo que se espera de él nos
afecta a todos. Y en ocasiones, en vez de aspirar a lo que
podríamos llegar a ser, optamos por el cómodo papel del fra
casado, prefiriendo ser una víctima de las circunstancias, la
persona que no tuvo ninguna oportunidad.
M e r l e Sh a in
j A l los ojos del mundo, Clare Booth Luce fue una de las mujeres con
más éxito del siglo XX. Fue escritora y dramaturga, diputada durante
dos períodos presidenciales y embajadora en Italia. También fue
madre y esposa del magnate de la publicidad Henry Luce, cofundador
de las revistas L ife y Time. Sin embargo, esta mujer extraordinaria
confesó que a menudo pensaba que «si tuviera que escribir mi auto
biografía, la titularía L a autobiografía del fracaso».
Y yo os pregunto, si Clare Booth se sentía así con respecto a su
persona y a su brillante carrera, ¿qué esperanzas nos quedan al resto
de nosotras?
Afortunadamente, nos quedan muchas esperanzas siempre que no
abandonemos el camino hacia la autenticidad. Clare Booth Luce se
sentía fracasada porque creía que había vivido sin autenticidad y no
había seguido su verdadera vocación. «Diría que mi mayor fracaso,
paradójicamente, fue una serie de éxitos relativos bastante prolongada,
ninguno de ellos en teatro. En otras palabras, mi fracaso fue no reto
mar mi verdadera vocación, que era escribir. Desde la infancia, no
recuerdo que quisiera hacer o ser otra cosa que escritora.»
Para empezar, ella nunca quiso presentarse a diputada, fue entera
mente idea de su marido; Henry Luce era poderoso porque sabía
cómo manejar los hilos del poder para su propio beneficio. La carrera
teatral de Clare Booth iba viento en popa (había escrito cinco obras)
cuando contrajo matrimonio con Luce en 1935, y su obra The W'ornen
sería un clamoroso éxito en Broadway el año siguiente. Pero su mari
do creía que el teatro era una distracción, nada más que «trabajo noc
turno». Por lo tanto, cuando Clare Booth añadió Luce a su apellido,
sublimó a regañadientes su pasión. Después de ser diputada durante
dos períodos presidenciales, intentó dejar la política para retomar su
actividad literaria. Luego, fue víctima de una rápida sucesión de dolo-
rosas pérdidas: los fallecimientos de su madre, su hermano y su única
hija en un accidente. Para Clare Booth Luce, la vida se detuvo abrup
tamente y tuvo que pasar mucho tiempo antes de que se sintiera capaz
ilc- seguir adelante. Al calió ile un tiempo, cu ipe/o a ilei ir.se: I al ve/
no seas escritora. Tal v e / no vuelvas a cscribii nunca más.» Y, auiujue
finalmente escribiría artículos y libros, nunca retomó sü primer amor,
el teatro. Se lamentó el resto de su vida por el camino que había aban
donado.
La pérdida de Clare Booth Luce fue una pérdida oculta, nos dicen
Carole Hyatt y Linda Gottlieb en su inspirador y práctico manual
sobre la superación del fracaso When Smart People Fail: Rebuilding
Y ourself fo r Success. «Los fracasados ocultos no sufren tanto un agudo
sentimiento de pérdida comto sí un sentimiento crónico de decepción.
Pero aun así sufren, anhelando cambiar de alguna forma, a menudo
están asustados y avergonzados, como las personas que han sido des
pedidas de su trabajo. ¿Cuántas personas que han sido despedidas
injustamente sienten sin embargo que en cierta medida han fracasado?
¿Cuántos de nosotros nos sentimos ligados a trabajos que odiamos y
aterrorizados ante los riesgos que implica el cambio, despreciándonos
por no hacer todo lo que está en nuestra mano? A menudo, en el pre
ciso momento en que el mundo nos alaba, albergamos en algún rincón
de nuestra mente el conocimiento de que hemos fallado a nuestras
mayores esperanzas.»
A todas nosotras nos aterroriza fracasar. Pero, tanto si lo arriesga
mos todo como si obramos con cautela, no podemos eludir el fracaso
— público u oculto— en nuestras vidas. «La verdadera fortaleza reside
en saber que somos capaces de sobrevivir», nos reconfortan Carole
Hiatt y Linda Gottlieb. El fracaso nos proyecta más allá de nuestra
capacidad consciente para que podamos desarrollar nuestro yo autén
tico. Este es el generoso regalo del fracaso. En la vida, lo peor que
puede pasarnos no es fracasar. Es no haberlo intentado nunca. «Desde
esa perspectiva, los listos no pueden fracasar nunca.»
Afinidades
O h , ten er am bicion es es delicioso... Y nunca p arecen ten er
fin — eso es lo m ejor de todo— . Tan p ron to com o logras sa
tisfacer una am bición , y a atisbas otra q u e resplan dece aún
m ás arriba. H acen qu e la v id a sea realm en te interesante.
A n n e Sh ir l e y (L. M. M o n t g o m e r y )
20 DE SEPTIEMBRE
21 DE SEPTIEMBRE
El camino en espiral
M i dicha, m i pen a, m i esperanza, m i am or,
¡tod o se m ov ía en el interior d e este círculo!
E d m u n d W aller
A
j L JL menudo me preguntan si, después de llevar cuatro años reco
rriendo el camino del encanto de la vida simple, vivo con autenticidad.
Algunos momentos, algunas horas, algunos días me parecen totalmen
te perfectos, completamente auténticos. Y, la mayoría de las veces,
puedo afirmar que mis conversaciones con mi familia, amigos, colegas,
incluso conocidos y desconocidos, son encuentros auténticos. Tam
bién lo son mis elecciones, incluso las difíciles, y mis dichas, mis
penas, mis esperanzas, mis amores. Pero todos los minutos de todos
los días aún no son auténticos. Creo que se tarda toda una vida en
vivir auténticamente. Es esforzarte en vivir con autenticidad lo que te
hace auténtica, no el resultado final. Cuando crees que has llegado, te
d,i', ct i<*111,i de cllic hii *• l <•( i H fid o I oda c'..i distancia solo i o n el I ni de
prepararte para volvci .1 em pezar.
I ,¡\ mayor sorpresa que encierra el emocionante viaje hacia la
autenticidad, sea como filosofía o como camino espiritual, es que se
trata de un camino en espiral. Ascendemos, pero lo hacemos en círcu
lo. En cada vuelta, el panorama se abre un poco más. El psicólogo
Cari Jung creía que nuestra experiencia espiritual de «el Self», que yo
denomino «yo auténtico», sólo podía realizarse verdaderamente
mediante la circunvalación.
El la antigüedad se veneraba el poder del círculo. En la tradición
africana, y en las películas de Disney, nuestra existencia terrenal recibe
el nombre de «el círculo de la vida». Alce Negro, el jefe de los sioux
oglala, enseñaba que «el poder del mundo siempre opera en círculos».
Los peregrinos budistas e hindúes rodean el perímetro del monte tibe-
tano Kailas como un acto de adoración. Los musulmanes rodean la
Kabah en la Meca. Durante miles de años, la creación de mandalas
— diseños circulares geométricos— ha formado parte de las tradicio
nes espirituales de Oriente y Occidente. Los creyentes crean sus pro
pios mandalas para invocar lo sagrado a través de lo visual. Los círcu
los se hallan en enclaves sagrados de todo el mundo. Existe un laberinto
circular en la nave de la catedral de Chartres en Francia. Las gigantes
cas esculturas prehistóricas de Stonehenge, Inglaterra, forman un cír
culo. La hostia de la comunión ofrecida en la misa católica es redonda.
Si buscamos círculos, los encontraremos por doquier. Platón creía que
el alma era un círculo. Si lo es, y el yo auténtico es el alma hecha visi
ble, ¿cómo iba a transcurrir nuestro camino hacia la autenticidad en
línea recta y no en círculo?
Tengo constancia del trayecto en espiral en que discurre el viaje
auténtico cuando me veo inmersa en una serie de circunstancias de las
que me parece imposible salir. Cuando esto ocurre, me pregunto:
«¿Qué enseñanzas puedo sacar de esta situación, para poder seguir
adelante?» Normalmente descubro que he dejado de emplear los prin
cipios del encanto de la vida simple como los peldaños que me lleva
rán a la plenitud. He estado demasiado ocupada para escribir en mi
diario de agradecimientos; he vuelto a las andadas porque he sido
incapaz de decir «no»; estoy muy susceptible porque mi casa está he
cha un desastre y soy incapaz de encontrar nada; estoy agotada por
que he olvidado que necesito momentos de soledad y meditación para
centrarme. He hecho esta ruta muchas veces. Sé que si no espero
armonía en mi rutina diaria, no estoy tomando parte en el proceso.
Así que vuelvo a comenzar. Empezar desde el principio. Convertir
la gratitud en una oración más activa que pasiva, traer conscientemen
te la simplicidad y el orden a mi rutina cotidiana, dar preferencia al ser
con respecto .ti hacei. N o I*.ist.t to n sabei o cscrib ii so b ie *1 cm . i n i o
de la vida simple; hay c|lic- vivirlo para apred.u su belleza y su dicha.
Cuando vuelvo a vivir siendo yo misma, suelo descubrir que puedo
avanzar. Pero aunque no pueda cambiar mis circunstancias extei n.is, el
encanto de la vida simple me permite cambiar la forma en que reacci» >
no ante ellas.
«La vida que queremos no es simplemente la que hemos elegido y
hecho — nos dice el poeta Wendell Berry— . Es la que estamos elisión
do y haciendo.»
22 D E SEPTIEMBRE
A
jLJLhora las revelaciones llegan con celeridad y por doquier porque
estás preparada para empezar a hacer asociaciones. En el Viejo Testa
mento, Dios emplea asnos, rocas y arbustos ardientes para expresar
sus mensajes divinos; por lo tanto, no cuestiones la validez de lo que
oyes ni de cómo lo oyes si la v erd ad resuena en su seno. Tal vez estés
leyendo un relato, viendo un vídeo o charlando con una tendera agra
dable. No te niegues el acceso a fuentes de inspiración.
Uno de los saltos agigantados que se produce en el camino diario
hacia la alegría y el bienestar es la repentina certeza de que nos hemos
pasado la vida entera retrocediendo en vez de avanzar.
Tal vez creías que la búsqueda de un camino espiritual sólo entra
ñaba sumisión, sacrificio y sufrimiento y que únicamente el camino
terrenal podría proporcionarte libertad, realización personal y buena
suerte. Entonces, una mañana — a lo mejor incluso esta mañana—
haces una asociación. Y en este punto, te das cuenta de que tienes que
desaprender prácticamente todo lo que habías dado por sentado, del
principio al fin.
No te alarmes. No es tan difícil como parece. ¿Te ha funcionado el
- 454 -
otro la m in o ? ¿ IV lia aportado alalino de los regalos del intitulo la
autentica felicidad? ¿ IV lias scn tiilo realizada durante mas de una
semana con el trabajo, las relaciones, la casa o el dinero perfectos, o
con cu a lq u ie r otra cosa con la que creías que lo conseguirías? Por lo
tanto, confía en tus experiencias e impulsos; no los tienes en vano. La
vida real tiene una curva de aprendizaje muy pronunciada, pero en
cuanto respondes a partir de tu propio saber y no de memoria, es más
sencillo de lo que podrías haber pensado. Es más, la vida real empieza
a ser divertida.
He aquí lo que en mi opinión ocurre. Justo antes de llegar a la Tie
rra para iniciar esta vida, nos entregan una fotografía de nuestro futuro
— el proyecto divino— para que nos entusiasmemos ante la gran aven
tura que nos espera. Cuando la instantánea sale de la cámara celestial,
tenemos tanta prisa por hacernos con ella que nos apoderamos del
negativo en vez de la fotografía. De esta forma, tenemos el modelo de
una vida fabulosa, pero la perspectiva está invertida. Lo que es blanco
se ve negro. Lo que es negro blanco. Tenemos el cuadro entero, pero
está del revés.
Y por ello lloramos cuando deberíamos reír, sentimos envidia
cuando deberíamos sentir inspiración, experimentamos la privación en
vez de la abundancia, lo hacemos de la manera más difícil y no de la
más fácil, nos retraemos en vez de aventurarnos. Y, lo que es peor, ce
rramos nuestro corazón para que no nos hagan daño, cuando abrirlo es
la única manera de llegar a conocer la dicha.
¿Cuántas veces hemos confiado en que el Espíritu actuará por
nosotras cuando en realidad se halla a la espera de colaborar con noso
tras? Hoy, coge el negativo de tu proyecto divino y haz que el amor lo
revele para que puedas empezar a vivir la vida para la que fuiste creada.
Ha llegado el momento de avanzar.
23 d i : s i:i > t i i :m b r i :
24 DE SEPTIEMBRE
IN^Úe encanta el optimismo que encierra esta cita y creo que es cier
to. Si no has leído nada suyo, Marsha Sinetar te puede convertir en
creyente a ti también. Creo que su libro (con el mismo título) te pare
cerá un manual práctico e inspirador sobre cómo sacar provecho de tu
pasión. v
En realidad, Sinetar no es la primera que nos aconseja en este sen
tido. Son incontables los sabios, poetas y filósofos que han ofrecido
consejos similares, si bien cada uno los ha expresado de forma distin
ta. Una de las principales etapas que Buda recomienda para alcanzar la
iluminación, por ejemplo, es descubrir la forma de ganarte la vida ade
cuada' para tu manera de ser. Al otro extremo del espectro, John
D. Rockefeller creía que la capacidad de amasar dinero era un don de
Dios, lo que no es más que otra forma de decir: «Haz lo que te gusta,
y el dinero vendrá por sí solo.»
Sin embargo, seguimos preguntando: ¿Es eso cierto?
Sí, peto ni) ile I.i m.itu'ta en que suele haeeise. T.n primci lugar, el
dinero no vendrá de golpe, especialmente .ti principio. I .n segundo lu
gar, el dinero llegará de lueutes inesperadas. Pero llegará, y lie aquí I.i
explicación. Cuando empiezas a seguir tu auténtico camino, estás Ii
nalmente empleando los dones que el Espíritu espera que uses. Estás
buscando activamente el Reino de los Ciclos aquí en la Tierra. Tú
mantienes tu parte del pacto. El,Espíritu se ha comprometido a asegu
rarse de que dispones de todo lo necesario para ser verdaderamente fe
liz. Eso incluye el dinero. El Espíritu sabe que la moneda de cambio
que aquí se emplea es el dinero, no las conchas ni las ovejas. Pero la
moneda de cambio en el Cielo es el milagro. Hacer lo que te gusta no
tiene nada que ver con el dinero sino con lo milagroso. En cuanto
comprendas que debes pedir milagros y no dinero, empezarás a expe
rimentar el bienestar. Confía en mí, hacer lo que te gusta acaba por
conducirte al cajero automático. Sin embargo, tal vez tengas que hacer
algunos rodeos antes de llegar a él.
Lo que nos lleva a la tercera y última advertencia: N o debem os
decirle a l Espíritu cómo debería sernos entregado el dinero, cuándo
debería llegar o bajo qu é concepto. Esto no es un rescate. El Espíritu
lleva mucho tiempo repartiendo el bien. El Espíritu no necesita que lo
atosiguen, aunque según mi experiencia hacerle amables sugerencias y
refrescarle la memoria de vez en cuando sobre qué facturas en concre
to hay que pagar no parece estar de más.
Esencialmente, lo que ocurre cuando empiezas a hacer lo que.te
gusta es que te pones a las órdenes de un nuevo jefe: el Espíritu. El
Espíritu siempre nos paga proporcionalmente al esfuerzo que inverti
mos en nuestro trabajo. Probablemente, para muchas de nosotras, será
la primera vez que nos sintamos justamente recompensadas. Pero la
nómina no llega cada viernes ni siquiera una vez al mes. No quiero
alarmarte, pero en ocasiones puede tardar años. Sin embargo, acaba
llegando. Y la primera vez que te paguen por hacer lo que te gusta será
uno de los momentos más emocionantes de tu vida.
La espera merece la pena. Es gloriosa. Es la máxima felicidad. Es
nada más y nada menos que experimentar el Cielo en la Tierra. Como
nos recuerda la novelista Enid Bagnold: «Tal vez el dinero sea un
milagro, pero, Dios mío, los milagros traen dinero.»
25 1)1 SI'.I* ril'.MBRI-:
S i quieres hacer algo con tu vida que otra mujer ya haya hecho
antes, no existe ninguna razón para que no puedas conseguirlo tam
bién tú. Y si ninguna mujer ha hecho jamás lo que tú sueñas hacer, no
existe ninguna razón para que tú no seas la primera. Alguien tiene que
serlo. ¿Quiénes son las mujeres que más admiras? ¿Por qué? Averigua
todo lo que puedas sobre sus vidas porque tienen secretos que com
partir contigo.
En 1908, Napoleon Hill estaba estudiando en la universidad y daba
sus primeros pasos como escritor. Consiguió una entrevista con An-
drew Carnegie, quien por aquel entonces era el hombre más rico del
mundo. Hill quería escribir un retrato que revelara los secretos de Car
negie para amasar su inmensa fortuna. Carnegie se quedó tan impresio
nado con aquel joven que la entrevista inicial de tres horas duró tres
días. Durante ese tiempo, Carnegie preguntó a Hill si le gustaría dedi
car los próximos veinte años de su vida a uno de los proyectos favori
tos del millonario: entrevistar a otros prósperos empresarios y resumir
sus secretos para alcanzar el éxito en una fórmula que el hombre y la
mujer de la calle pudieran usar para materializar sus sueños. Carnegie
no ofreció a Hill ningún incentivo económico pero sí le prometió pre
sentarle a hombres tan famosos como Thomas Edison, Henry Ford,
Harvey Firestone y Luther Burbank. Hill aprovechó la oportunidad.
El resultado fue una trayectoria literaria de gran éxito que acabaría
con la publicación en 1937 de la filosofía de Hill sobre el éxito perso
nal, Think an d G row Rich. Al aparecer oportunamente en plena Gran
Depresión, el edificante mensaje del libro: «Todo lo que la mente pue
de concebir y creer... puede conseguirlo», captó la imaginación de
todo el país. El libro de Hill se convertiría en uno de los libros más in
fluyentes jamás publicado y de él se venderían más de diez millones de
ejemplares. ( reo el g é n e r o literario de l.i re.ili/.u ion personal l jno «l<
los secretos que I lili descubrió lúe que muchos de los soñadores que
alcanzan el éxito mantienen diálogos imaginarios con sus modelos .1
imitar. Hill propone convocar un consejo imaginario con un grupo de
«asesores invisibles» compuesto por las personas que más admiras. I'oi
la noche, antes de conciliar el sueño, cierra los ojos y realiza sesiones tle
estrategias para el éxito en las que pidas consejo a tus heroínas. Si bien
las reuniones son «puramente imaginarias», Hill cree que aumentan
nuestra «receptividad en las ideas, los pensamientos y el conocimiento-,
lo que nos permite acceder a nuestro sexto sentido, la intuición.
Si tus modelos de actuación viven y están triunfando, piensa en
ellas como en las personas que te abren camino. Sigue sus huellas. In
vestiga tanto como puedas sobre sus viajes vitales. ¿Aparecen en públi-
co, organizan conferencias o talleres a los que puedas asistir? Hazte
socia de asociaciones de mujeres ejecutivas, haz contactos en conven
ciones, pide asesoramiento y mira al suelo de tanto en tanto. Alguien
ha trazado un camino para que tú lo sigas.
26 D E SEPTIEMBRE
No me he rendido a la desesperación,
no enloquecí al recolectar miel,
no enloquecí,
no enloquecí,
no enloquecí.
L
Sólo el corazón lo sabe
Sólo el corazón sabe cómo encontrar lo que es precioso.
F y o d o r D o sto yevsky
28 DE SEPTIEMBRE
29 DE SEPTIEMBRE
Cuidados en el trabajo
Cuando nos cuidamos de verdad, somos capaces de cuidar
de los demás con mucha más profundidad. Cuanto más
receptivos y sensibles estamos a nuestras propias necesidades,
más amorosos y generosos podemos ser con los demás.
E d a L e Sh a n
30 DE SEPTIEMBRE
En viaje de negocios
¿ Hay algo que sea más horroroso que emprender un viajef
En cuanto te has puesto en camino, todo va sobre ruedas,
pero los últimos momentos son como un terremoto y una
convulsión, y la sensación de que eres un caracol al que están
arrancando de su roca.
A n n e M o r r o w L in d b e r g h
^ > a d a año por estas fechas, la tierra empieza a temblar bajo los pies
de dos buenas amigas mías que trabajan en el mundo editorial y se ven
obligadas a asistir a una convención internacional de libreros celebra
da en Alemania cada otoño. Algunas mujeres guían a equipos de
perros en el Iditarod, una maratón de mil ochocientos cuarenta kiló
metros que atraviesa la tundra helada de Alaska; otras venden libros
ui I r.un lorl I as arduas i.u lictis dr ambos acontei límenlos competid
^ L ’été c’est fin i, como dicen los franceses; por lo tanto, celebra
el fin del verano por todo lo alto. Haz todo un acontecimiento de la
última comida estival. Sirve tus recetas veraniegas favoritas con un
toque personal. Quédate en la penumbra, contempla el ocaso y despi
de el verano con un afectuoso adiós.
El Día del Trabajo — que en Estados Unidos se celebra el 1 de
septiembre— dedica quince minutos a plasmar por escrito todo lo que
hubieras querido hacer durante el verano y no hiciste. Mete la lista en
un sobre. Cuando recibas el calendario del año que viene, sujeta el
sobre con un clip en el día 1 de junio y ábrelo entonces. Intenta reser
var algún tiempo en tu calendario para dar prioridad a estos placeres
aplazados cuando vuelva el verano.
Renueva tus propias reservas de material escolar. Cómprate
cuadernos, libretas, tijeras, celo y lápices de colores. Encarga por
correo lápices que lleven grabado tu nombre. Es barato y divertido.
Flaz una excursión creativa en busca del tipo de bolígrafo que prefie
res para escribir. Ve a un establecimiento de artes plásticas. Prueba
todos los tipos de bolígrafos hasta que encuentres uno que escriba de
maravilla. Cuando hayas identificado tu marca, cómpralos cuando
estén rebajados.
Haz manzanas acarameladas.
Disfruta del sabor de la sidra natural y del néctar de pera.
Haz experimentos con diferentes clases de palomitas de maíz.
Guarda tu traje de baño. Saca las prendas de lana. ¿Tienes
algún jersey preferido que adores profundamente? Si no, ¿por qué no?
^ i Celebra el equinoccio de otoño con una cena casera. Hazlo
sobre todo si vives sola y rara vez te cocinas como Dios manda. Lleva
a casa una pequeña maceta de crisantemos para colocarla en la mesa
donde cenas. Acércale al luego del hog.n y enciende las velas, sírvete
el vino o la sidra y dislruta de los sencillos placeres de comer rodeada
de comodidades. ¿Has probado alguna vez la fidgct pie inglesa, una
comida tradicional de la temporada? Se compone de patatas, cebollas,
manzanas y trozos de jamón cocidos en caldo de verdura y adereza
dos con una pizca de azúcar moreno, sal y pimienta. Vierte la mezcla
en un molde de pasta dulce, cúbrela con una capa crujiente y hornéala
como cualquier otra tarta rellena.
^ Reúne paulatinamente los artículos para tratarte bien en la ofi
cina.
Observa la fiesta de San Miguel Arcángel el 29 de septiembre.
Esta antigua festividad inglesa con motivo de la cosecha se remonta al
siglo VI. Según la leyenda, aquel día el diablo fue expulsado del Cielo
por san Miguel y cayó en un terreno cubierto de zarzamoras. Es tradi
ción cocinar dulces de moras — pasteles, tartas o bollos de mermelada
para tomar con el té— .
Este mes, empieza a confeccionar tu lista de Navidad para no
andar como una loca en diciembre.
<♦5 Si tienes hijos, éste es el momento de que decidan sus disfraces
para la festividad americana de Halloween. No te desesperes. En el
colegio, no dividen a los niños en dos grupos: ¡los que llevan disfraces
comprados y los que llevan disfraces de fabricación casera! Pide los
disfraces por catálogo este mes o reúne todos los que tengas. Pronto
todo estará agotado y no hay nada más decepcionante para los niños
(o más frustrante para ti) que descubrir que no encuentras justo lo que
necesitas. Si confeccionas tú misma los disfraces, ten siempre presente
la persona a la que están destinados. Algunas de nosotras nos entusias
mamos tanto que acabamos confeccionando disfraces para impresio
nar más que para satisfacer a nuestros hijos.
Da un paseo bajo la luna cazadora.
'^=5 Busca en los mercados agrícolas flores secas para confeccionar
tu propio ramo. Los ramos preparados pueden ser maravillosos, pero
cuestan mucho dinero. Crear tu propio ramo en un domingo de sep
tiembre es reconfortante y restaurador y te recuerda durante todo el
invierno que la belleza aporta abundancia a tu vida sencilla si no cejas
en su búsqueda.
OCTUBRE
I
Saber reconocer a tiempo un inminente
agotamiento nervioso
M i v ela a rd e p o r am b os extrem os;
no du rará tod a la noche.
E d n a St .V in c e n t M il l a y
E s t á s quemada.
Hasta el extremo de estar irreconocible.
Quemada por el estrés que padeces.
Querer abarcar demasiado no deja de tener sus riesgos. Por des
gracia, no nos damos cuenta de ello hasta que estamos a punto de
sufrir un agotamiento nervioso.
El agotamiento nervioso es una condición causada por el desequili
brio: demasiado trabajo o demasiadas responsabilidades, demasiado po
co tiempo para realizarlo a lo largo de un plazo demasiado largo. Hemos
estado circulando por la vía rápida y el combustible se ha terminado.
Solemos pensar que el agotamiento nervioso es algo que afecta a
otras mujeres, a las perfeccionistas y a las que trabajan demasiado.
Pero las mujeres que se preocupan en exceso — por sus hijos, su traba
jo, sus relaciones, sus padres, sus hermanos, sus amigos, sus comuni
dades, etcétera— también corren el riesgo de padecerlo. Al igual que
casi todas las mujeres que conozco. Quizá prestaríamos más atención
al agotamiento nervioso si fuera algo tan dramático como un ataque al
corazón. Pero un fuego que arde lentamente es tan peligroso como
una breve e intensa llamarada.
En ocasiones el agotamiento nervioso se manifiesta cuando hemos
completado un proyecto que nos ha llevado meses de trabajo duro. En
ese caso, tomarnos una semana de descanso basta para que nos recupe
remos. Pero cuando nos sentimos permanentemente agobiadas y estre-
sadas es por haber vivido una situación de desequilibrio durante años;
es cuando una situación temporal se convierte en nuestro estilo de vida.
El agotamiento nervioso comienza a menudo con una enfermedad
— desde una gripe que no consigues atajar hasta un síndrome de fatiga
crónica— , y suele ir acompañado por una depresión. A veces es difícil
diferenciar lo de una época poco fecunda en el sentido creativo, sobre
todo si eres una mujer acostumbrada a sacrificarte por el bien de los
demas, como l.f, ni.ty(>t ia tic mujeres. Si le ai tiestas \ ir levantas can
sada iotlns los tli.ts aunque hayas dormido ocho horas , es porque
sufres un agotamiento nervioso. Si iodo supone un esluer/o dcscomu
nal, incluso peinarte, salii a cenar, visitar a litios amigos el fin de sema-
na o me di- vat at iones, es porque suIres un agotamiento nervioso. Si
crees que jamás sentirás deseos de volver a hacer el amor, esporque
~süfres~~~uh agotamiento nervioso. Si te pasas el día quejándote, rom
piendo a llorar o perdiendo los nervios a la menor provocación, es
porque sufres un agotamiento nervioso. Si te aterroriza que suene el
teléfono, es porque sufres un agotamiento nervioso. Si te sientes atra
ca d a e indefensa, incapaz de soñar, experimentar placer o hallar satis
facción, es porque sufres un agotamiento nervioso. Si nada te conmue
ve, ni las cosas importantes ni los pequeños momentos, si nada te
satisface porque no sabes a qué se debe tu desgana ni cómo solucio-
7iarlo, es porque sutres un agotamiento nervioso. Sólo sabes que algo
Tío funcioñáTtíi Estás convencida de que no existe nadie en el mundo.
capaz de ayudarte^
T ien es razón. Cuando padeces un agotamiento nervioso, la única
persona que puede ayudarte eres tú misma, porque eres la única capaz
de realizar los cambios necesarios en tu forma de vivir: detenerte,
emprender un camino más lento o dar un rodeo. Cuando ya no te
quedan fuerzas, no tienes más remedio que recurrir a la fuerza de un
poder superior que restituya el equilibrio y la armonía que has perdi
do. Si emprendemos la búsqueda de nuestro yo auténtico, el Espíritu
nos ayudará a remontar los obstáculos.
2 DE O CTU BR E
La gran seducción
N a d a nos seduce tanto com o el tra ba jo q u e realizam os.
P a b l o P icasso
3 DE O CTU BRE
Doña Perfecta
E l perfeccionism o es la v oz d el opresor, d el en em igo d el
p u eblo. Te atorm en tará toda la v id a hasta hacerte enloquecer.
A n n e L am o tt
4 DE O CTU BR E
Trabajar en casa
C iertas cosas se apren den m ejor en un a m b ien te apacible,
otras en una torm enta.
W lLLA CATHER
5 DE O CTU BR E
I-/ o s límites son las alambradas de espino de la vida real. Los límites
son las barreras de un paso a nivel. Si traspasamos esos límites, perso
nales o profesionales, corremos el riesgo de lesionarnos. Pero los lími
tes sirven también para separar con elegancia lo sagrado. Siempre po
demos maniobrar entre los raíles si estamos dispuestas a agacharnos.
Si queremos que nuestras vidas sean ilimitadas, debemos aprender
el arte de crear unos límites que protejan y defiendan lo que amamos.
Para la mayoría de las mujeres, crear unos límites representa una tarea
complicada, de modo que nos abstenemos de hacerlo hasta no vernos
obligadas por las circunstancias. A fin de marcar unos límites debemos
aprender a decir hasta a q u í hem os llegado.
Eso significa protestar. Expresar nuestro criterio. Manifestar nues
tras preferencias. Son momentos tensos que pueden degenerar en
serios conflictos, incomprensiones y rencores. Esa es la razón por la
que muchas mujeres permanecen mudas, tragándose la rabia sin atre
verse a expresar lo que piensan.
Pero aunque nos quedemos mudas, no somos incapaces de trazar
una línea en la arena. Una amiga de gran talento, la cual ha escrito
varios libros, lleva muchos años casada con un hombre inteligente y
encantador pero muy exigente. Dado que su marido es más culto que
ella, mi amiga le pedía siempre que leyera su trabajo e hiciera.algunas
sugerencias. El marido solía expresar su opinión bruscamente, sin dar
se cuenta de que su falta de tacto hería a mi amiga. A veces tardaba
varios días en leer el manuscrito que yacía abandonado sobre su mesa,
demostrando falta de interés y de respeto hacia el trabajo de su mujer.
Después de esos episodios, mi amiga tardaba varios días en coger de
nuevo la pluma. Al fin decidió no enseñarle a su marido sus trabajos,
imponiendo de este modo unos límites para proteger sus sueños.
Cuando mi amiga publicó su primer bestseller, el marido se mostró
asombrado de que su esposa recibiera tantos elogios y desconcertado
porque no sabía de qué iba la cosa. Una noche, según me contó mi
amiga, lo sorprendió leyendo su libro. «Es muy bueno — reconoció su
marido con aire |>n piejo , ¿pero por qué no me pediste que leyeia el
manuscrito?»
Porque no imaginabas que fuera capa/ de escribir un bestseller»,
respondió mi amiga, satisfecha de atreverse al fin a expresar lo que
pensaba.
Una buena forma de empezar a imponer límites es aprender a decir V
«no».
«La palabra “no” puede ser tan hermosa como la palabra “sí”, afir
man los escritores John Robbins y Ann Mortifee. Cada vez que repri
mimos el deseo de decir “no”, disminuye nuestro respeto hacia noso
tros mismos — nos dicen en su libro In Search oj Balance: Discovering
H arm ony in a Changing World— . No sólo tenemos el derecho sino el
deber de decir “no” en determinadas ocasiones. Nos hacemos un rega
lo a nosotros mismos cuando decimos “no” a esos viejos hábitos que
disipan nuestras energías, “no” a lo que nos roba la paz interior, “no”
a lo que nos impide alcanzar nuestras metas. Y hacemos un regalo a los
demás diciéndoles “no” cuando creemos que sus expectativas no se co
rresponden con la realidad, pues de este modo les ayudamos a explorar
el camino de la verdad auténtica. Decir “no” puede ser una experiencia
liberadora cuando expresa nuestra voluntad de defender lo que cree
mos que necesitamos realmente.»
8 DE O CTU BRE
u, n pasito hacia delante. Tres pasos hacia atrás. Llevaba casi cuatro
años experimentando con los primeros cuatro principios de mi teoría
sobre el encanto de la vida simple y creía haber superado el síndrome
de «cómprame». Me gustaba mirar escaparates y no me sentía frustra
da por no poder adquirir todo lo que me apetecía. Un día vi un libro
de decoración que costaba cuarenta y cinco dólares, repleto de cosas
que me fascinan: suntuosos arreglos florales, grupos de fotografías en
hermosos marcos de plata, cretonas estampadas con rosas, etcétera.
I 1ojee* el libro, admirando los maravillosos ambientes que presen (aban
sus páginas, y lo devolví a la estantería luriosa poi no podei comprar
lo y no poder vivir como creía que quería vivir. Quiza tuviera todo
cuanto necesitaba, pero desde luego no todo cuanto deseaba.
Tras varias horas sintiéndome frustrada y rabiosa, comprendí que
había ocurrido algo en mi interior que había desencadenado aquella
reacción emocional. Cuando logré calmarme, traté de averiguar qué
había pulsado el resorte. ¿Quizás el hecho de haber vivido ajustándo
me demasiado al presupuesto? ¿O estaba deprimida porque no tenía
dinero para comprar unos objetos de decoración que tiempo atrás sí
habría podido permitirme adquirir? ¿O acaso me había sucedido algo
a un nivel más profundo? Cuanto más pensaba en ello, más claro vi
que no había prestado la suficiente atención a mi pasión por la belleza.
Mi sensación de privación estaba motivada por el hecho de no apre
ciar, saborear ni celebrar la belleza que existía en mi vida, hasta el
extremo de que mi alma había estallado violentamente para manifestar
su disgusto. Cuando algo reclama nuestra atención a un nivel lo bas
tante profundo para hacernos reaccionar emocionalmente, es necesa
rio tomar nota de ello. Era la belleza, no unos objetos decorativos, lo
que reclamaba mi atención. En cuanto lo comprendí me dirigí a un
mercadillo para comprar unas flores. Pero en lugar de un ramo, com
pré dos. Cuando coloqué el ramo en la sala de estar, me sentí inmedia
tamente mejor. Había logrado aplacar mi ansia de belleza por muy
poco dinero.
No te sientas obligada a negar o ignorar tus sentimientos cuando
deseas algo bello pero no puedes permitírtelo. El deseo siempre ofre
ce pistas sobre el medio de satisfacer esa hambre sagrada. Explora por
qué una determinada cosa te parece bella; utiliza tus impresiones para
poner en marcha tu imaginación. Estamos rodeados de belleza. Se
halla en todas partes, sólo tenemos que buscarla y abrirnos a ella.
«Henos aquí, rodeados de una cascada de oro — escribió en 1938 la
novelista australiana Christia Stead— , sosteniendo una simple hor
quilla.»
') l)K OCTUURI!
Eliminar el estrés
En este m u n do desprovisto d e rincones tranquilos, no exis
te e l m ed io d e escapar fá cilm en te d e l bullicio, d e l espantoso
trajín cotidiano.
Sa l m a n R u s h d ie
10 DE O CTU BRE
u
GOOD HOUSEKEEPJNG, sep tiem b re d e 1947
A ■
x 1 tiempo.
Andando el tiempo.
A su tiempo.
De tiempo en tiempo.
Correr el tiempo.
Dar tiempo al tiempo.
Desde los albores del tiempo, hemos tratado de comprender su
naturaleza. ¿Por qué? Para controlarlo. Pero el tiempo constituye un
misterio sagrado, un extravagante regalo destinado a ser experimenta
do, no comprendido. Y menos aún controlado. ¿Por qué crees que
vivimos casi siempre a un ritmo frenético?
A las mujeres nos cuesta apreciar el misterio del tiempo debido a
que tenemos siempre muy poco. Aunque todas disponemos de veinti
cuatro horas cada día, apenas nos cunden. El tiempo nos infunde,
sobre todo, angustia, pues siempre andamos obsesionadas con el reloj.
Da lo mismo que sea la hora de G reenw ich, el horario de verano, la
hora oficial. Lo importante es que nunca tenemos suficiente tiempo.
Lo cual explica por qué la mayoría de mujeres que conozco van siem
pre corriendo de un lado a otro.
Durante siglos aquellos que disponían de tiempo — los santos, los
poetas, los místicos, los maestros, los sabios y los filósofos— , han
meditado sobre el enigma del tiempo. Han descubierto su dualidad:
tal como explica el escultor y poeta Henry van Dyke: «El tiempo es/
demasiado lento para quienes aguardan / demasiado rápido para quie
nes temen / demasiado largo para quienes sufren / demasiado corto
para quienes gozan...» La lentitud y la rapidez son las realidades para
lelas del tiempo, el yin y el yang de la existencia.
A fin de experimentar cierta serenidad durante los días de nuestra
vida, debemos descubrir la doble naturaleza del tiempo, que los anti
guos griegos llamaban «Chronos» y «Kairos».
C hronos representa relojes, fechas límite, calendarios,, agendas,
gráficos, horarios, «buscas», despertadores. Chronos es el aspecto
negativo del tiempo. Chronos nos persigue. Chronos es el delirio de
grandeza. ( ’lironos es dit igit I.i inar.it(>n de los nh trines con tacón alto.
E n C h ron o s pensamos solo en nosotros mismos. Cllironos es el tiein
po del mundo.
Kairos significa lo trascendente, la infinidad, la reverencia, la ale
gría, la pasión, el amor, lo sagrado. Kairos es tener intimidad con lo
real. Kairos es el aspecto positivo del tiempo. Kairos es libertad. En
Kairos huimos de las mazmorras de nuestro yo. Kairos es bailar un
vals de Schubert en la Viena del siglo XIX con tu alma gemela. Kairos
es el tiempo del Espíritu.
Existimos en Chronos. Ansiamos hallarnos en Kairos. Ésa es
nuestra dualidad. Chronos requiere velocidad para no malgastarlo.
Kairos necesita espacio para ser saboreado. H acem os en Chronos. En
Kairos podemos ser.
Aunque creamos que no conocemos Kairos, no es cierto: lo cono
cemos cuando hacemos el amor, cuando meditamos o rezamos, cuan
do escuchamos embelesadas una música o estamos enfrascadas en un
libro, cuando plantamos bulbos o arrancamos hierbajos, cuando vela
mos junto a la cabecera de un niño, cuando leemos los cómics del
domingo en la cama con nuestros hijos, cuando admiramos una pues
ta de sol, cuando gozamos de nuestras pasiones. En Kairos conocemos
la alegría, vislumbramos la belleza, recordamos lo que significa estar
vivas, conectamos de nuevo con nuestra Divinidad.
¿Cómo podemos sustituir Chronos por Kairos?
Disminuyendo el ritmo de nuestra vida.
Concentrándonos en una sola cosa a la vez.
Haciendo lo que debemos hacer como si fuera lo más importante
en aquel momento.
Fingiendo que disponemos de todo el tiempo del mundo, a fin de
que nuestro subconsciente lo asimile y convierta en realidad.
Concediéndonos el tiempo preciso.
Tomándonos el tiempo necesario.
Sólo lleva un momento cruzar la distancia que separa Chronos de
Kairos, pero se requiere un m om ento. Lo único que pide Kairos es
que nos detengamos unos instantes para oír la música de las esferas.
Hoy, incorpórate al baile.
Ahora estás en Kairos.
Absolutamente fabuloso
I rrigo una p eq u eñ a som bra qu e m e acom p añ a a todas
p artes, p ero p or m ás q u e m e esfuerzo no alcan zo a com pren
d er su utilidad.
R o b e r t L o u is Ste v e n so n
14 D E O CTU BR E
T «¿a sabiduría que contiene esta frase merece que reflexionemos so
bre ella durante el resto de nuestras vidas; probablemente es la razón
por la que el doctor Johnson conquistó su eterno descanso junto a los
«Inmortales» en la abadía de Westminster.
¿Por qué trabajas tanto? Para ser feliz en casa. Pero si nunca estás
en casa — ni mental, física ni espiritualmente— porque siempre estás
trabajando. ¿Así que por qué trabajas tanto? Para ser feliz en casa.
Esto no es un koan zen. La vida es una paradoja, sí, pero no es
necesario que nos la compliquemos más de lo que es. Hace diez meses
que emprendimos este camino, pero si crees estar a punto de compren
der ese enigma, significa que nos llevas una gran ventaja a las demás.
Retén este pensamiento: «el Fin último de toda ambición es ser
feliz en nuestra casa». Graba esta verdad en tu conciencia. Grábala
profundamente, de modo que aunque funciones según tu propia ver
sión del piloto automático, te dirijas directamente a casa. Escríbela en
la palma de la mano; mírala tres veces al día. Pronúnciala en voz baja
antes de asistir a una reunión para revisar el presupuesto que comien
za media hora .mies d e ( j u c leudas <|uc n .1 u ' i o ^ i .1 l os n i ñ o s ; .mle.s d e
acceder a llevar .t eenai .1 unos clientes extranjeros el día de tu .mivei
sario; antes de contestar laxes el domingo o dejai recados grabados e n
el contestador a medianoche.
¿Cuál es el Fin último de toda ambición?
Ya lo sabes. Inscríbelo en tu corazón. Bórdalo en un cojín. Dilo en
voz alta cuando te levantes y antes de retirarte. Conviértelo en tu
m antra, esa frase personal que hace que todas las cosas adquieran sen
tido. Hacerlo te ayudará a recordar que la mayor aventura de nuestra
vida es hallar el camino de regreso a casa.
15 DE O CTU BRE
La calidad de la jornada
E l arte m ás su blim e es lograr influir en la ca lid ad de la
jorn ad a.
H e n r y D a v id T h o r e a u
Ya lo sabíamos.
16 DE O CTU BRE
17 D E O CTU BRE
La costumbre de ser
Tantos m undos, tantas cosas p o r hacer.
Se h ace m uy poco, qu ed an m uchas cosas p o r realizar.
A lfred , lo rd T en n yso n
18 DE O CTU BR E
JE rra un lunes, otro día de mucho ajetreo para Nancy, Cheryl, Vale-
rie, Kathleen, Gilda, Elizabeth y Patricia. Se trataba simplemente de
otro viaje de negocios, otra pirueta sobre el trapecio. Besaron a sus
hijos y los enviaron a la escuela; dejaron a los más pequeños con las
«canguros»; recordaron a sus maridos asistir a los entrenamientos de
fútbol, que el guisado estaba en el frigorífico, que tenían que recoger
la colada. Su jornada fue irritante o agradable, fructífera o decepcio
nante, qué importa. Al final de la misma, quizá tuvieran oportunidad
de comprar alguna chuchería en la tienda del aeropuerto antes de co
ger el vuelo 4148 de la compañía American Eagle para Chicago. Tras
una breve escala, aterrizarían en el aeropuerto O ’Hare, cogerían un
taxi y regresarían a casa, donde las esperaban sus seres queridos, ansio
sos de relatarles los pormenores del día.
Pero en lugar de lo previsto hubo unos boletines de noticias alar
mantes, llamadas telefónicas, desconcierto, incredulidad, angustia,
dolor, corazones rotos, sueños destrozados. Nancy (cuarenta y ocho
años), Cheryl (cuarenta y cuatro), Valerie (cuarenta y cuatro), Kath
leen (cuarenta y siete), Gilda (cuarenta y tres), Elizabeth (treinta y sie
te) y Patricia (cuarenta y dos) no consiguieron regresar a casa. Cuando
el avión en el que vi.ij.il>.m inició el descenso, ocui iió lo inconcebible
Las siete mujeres perecieron en un tráfico accidente, junto con otros
sesenta y un pasajeros. En sus últimos momentos, ¿se dieron cuenta
de que iban a morir? ¿Cuáles fueron sus últimos pensamientos?
Seguro que no pensaron en el acuerdo comercial que habían alean
zado o perdido ni en el trajín de la jornada. No, sus pensamientos sin
duda fueron reales. Quizá los rostros de sus seres queridos mitigaron
el terror que experimentaron en aquellos momentos. Quizá no tuvie
ron tiempo de lamentarse ni arrepentirse de nada. Confío sinceramen
te en que así fuera.
Si estamos vivas, no podemos evitar sufrir una pérdida irreparable
o una desgracia. Las desgracias forman parte de la vida real. «¿Has
pensado alguna vez, cuando ocurre una tragedia: “Hace un momento
todo era distinto, Dios mío, no permitas que ocurra ahora”? — nos
pregunta la novelista inglesa Mary Stewart— . Luego tratas de rehacer
aquel instante, pero sabes que no puedes. De modo que tratas de rete
ner el momento sin dejar que se mueva ni se asome.»
Hoy puede ser un día duro para ti. Quizá no quieras que el próxi
mo momento se revele, mostrando los entresijos del misterio de la
vida. Pero al menos lo tienes. Todavía estás viva. Tienes la oportuni
dad de vivir hoy, este precioso día, según tus deseos.
No lo malgastes. Por el amor de todo lo sagrado, redime esta ho
ra. Sujétala con fuerza. Abrázala. Ante todo, muéstrate agradecida de
poseerla. Deja que tu oración de gracias se eleve sobre el clamor de la
decepción, las frustraciones, los errores, todo lo que no ha ocurrido
todavía.
Y si hoy es un día tan horrendo que no te apetece dar las gracias
por este don, si no hallas un solo momento agradable, un placer que
saborear, una amiga a quien llamar, una persona a quien amar, algo
que compartir, una sonrisa que ofrecer; si la vida te resulta tan difí
cil que no quieres molestarte en vivirla intensamente, no vivas este día
pensando en ti.
Piensa en Nancy, Cheryl, Valerie, Kathleen, Gilda, Elizabeth y
Patricia.
\ < Cumplidos
Hoy en día todos somos tan pobres que lo único que pode
mos permitirnos regalar es un cumplido.
O sc a r W il d e
T
JL odas las mujeres necesitamos más cumplidos en nuestras vidas.
Debemos dedicar más cumplidos a nuestras familias, amigos y extra
ños. Necesitamos oír más cumplidos, aunque tengamos que piropear
nos nosotras mismas. Pero ante todo, necesitamos sentir el calor de un
cumplido sincero.
En el fondo de nuestro corazón, la mayoría de nosotras creemos
que nos merecemos más cumplidos de los que recibimos. Pero quizás
una de las razones por las que no recibamos tantos cumplidos como
quisiéramos, es que cada vez que nos dedican uno lo devolvrnuv. ,il
que nos lo envía.
«¿Esta baratija?»
«La compré en las rebajas.»
«La encontré en unos encantes.»
«¿De veras té gusta?»
«Pero si no vale nada.»
Recuerda, si devolvemos las cosas agradables que nos ofrece la
vida o no estamos dispuestas a recibirlas, llegará un momento en que
la gente dejará de ocuparse de nosotras. Lo cual sería más que lógico.
A nadie le gustan los ingratos, y eso es lo que somos cuando rechaza
mos un cumplido.
Resulta interesante que la primera definición que leemos en el dic
cionario de un cumplido es «una expresión de estima». Quizá tenga
mos problemas en aceptar cumplidos porque en el fondo creemos que
no los merecemos. Si no estamos dispuestas a aceptar un elogio, es
porque nuestra autoestima empieza a tambalearse.
Hoy, procura mostrarte receptiva. Empieza por imaginar que eres
guapa, atractiva, absolutamente fabulosa. Pide al Espíritu que te reve
le lo maravillosa y brillante que eres. Cada vez que alguien te haga un
cumplido, acéptalo como si un ángel te hubiera susurrado un elogio
procedente del Espíritu. Sonríe y di: «Gracias. Eres muy amable.» Sé
más generosa con los cumplidos que dedicas a los demás. Todos
somos frágiles, especialmente cuando queremos aparentar lo contra-
rio. Un cumplido sincero puede íltr.ives.u l.t mas st>1isticMcla de las
máscaias y tranquilizar un alma atribulada. I a mujei que uves ijiic no
desea oír cumplidos probablemente es quien más los necesita.
Procura dedicar al menos un cumplido al día a otro ser luimano, así
como a ti misma. Te sentirás estupendamente, y al cabo de un tiempo
se convertirá en una costumbre. Del mismo modo que las palabras
pueden herir, también pueden sanar.
20 DE O C TU BRE
Quejarse
Tanto si no has pegado ojo como si has dormido, si padeces
jaquecas, ciática, lepra o te ha caído un rayo encima, te rue
go, por todos los ángeles, que cierres la boca y no contamines
la mañana.
R a l p h W a l d o E m erso n
T
X odas sabemos quejarnos. La mayoría de nosotras dominamos ese
arte en sus múltiples variantes: gemir, gruñir, lloriquear, dar la lata,
protestar, etcétera. Probablemente la única mujer sobre la faz de la tie
rra que no se comporta de ese modo sea la madre Teresa de Calcuta.
Una de las razones por las que queremos tanto a nuestras amigas
es porque nos permiten quejarnos sabiendo que algún día les devolve
remos el favor. Pero si las queremos tanto, ¿por qué les damos la taba
rra con nuestros problemas? Algunas mujeres nos pasamos media vida
lamentándonos. Debemos aprender a controlarnos. Si nos pasamos
todo el tiempo gimiendo y quejándonos la gente acabará aburriéndose
de nosotras; el hecho de que no veas a la persona que está al otro lado
del hilo telefónico no significa que no esté bostezando. Trata de des
cargar tu hostilidad a través de otros medios: quéjate sobre tus páginas
de diálogo, grita en la ducha, masculla palabrotas mientras caminas
por la calle o ponte a dar alaridos en el coche mientras esperas que el
atasco se resuelva. El Espíritu ya es mayorcito y no se va a escanda
lizar.
No sugiero que reprimamos nuestros sentimientos negativos. Pero
es absurdo quejarse continuamente por tonterías. Nuestras palabras
son p o d o oNtiN, t.11it 11 i". .1m que pueden cam bial nuestra lealid.ul, l.i
calidad de nuesiros días nuestras no» lies, lil quejarse consi.m tem en
le no nos beneficia ni ,1 nosotras ni .1 las personas ijiie nos rodean. A l
contrario , hace <|ue todo el m undo se sienta peor, lis im portante
aprender a no dar im portancia a lo que 110 la tiene.
Trata de protestar de forma creativa. Barbara Shcr cree «en la efi
cacia de quejarse al igual que algunas personas creen en la eficacia de la
oración», lis más, nos anima a organizar unas «sesiones para sacudir
nos de encima lo que nos reconcome». En su libro Wishcraft, Barbara
sugiere que la próxima vez que sientas que estás a punto de estallar
anuncies que necesitas una sesión para sacudirte de encima lo que te
reconcome. Explica a las personas que te rodean que estás loca, ner
viosa, harta y que no estás dispuesta a seguir soportando esa situación.
Adviérteles que durante los próximos cinco minutos vas a soltar todo
lo que llevas dentro. Diles que no hagan caso y no se lo tomen de for
ma personal. Luego despáchate a gusto. Te sentirás mucho mejor sin
tener que disculparte ni secarte las lágrimas. Quizás incluso acabes
riéndote a carcajadas.
Hoy, si tienes ganas de quejarte, al menos hazlo de forma creativa.
21 DE O CTU BR E
Comparaciones
D e b o ten er presen te q u e cada v id a sigue su p rop io curso,
q u e lo q u e les ocurra a los d em ás no tiene n ad a q u e v er con
migo.
M a r jo r ie H o lm es
^JL*anto si estás soltera, casada, con hijos o sin ellos, es imposible que
a lo largo de todo el día no te veas obligada a transigir y pactar. Exis
ten pequeños pactos, como acceder a recoger a los niños al colegio u
ocuparse de ciertas tareas domésticas, y otros de más envergadura
como aquéllos referentes a las condiciones de trabajo o el hecho de
coexistir con adolescentes. Los pactos tolerables los aceptamos
de forma consciente y responsable, sabiendo de antemano a qué ate
nernos. El otro tipo de pactos — los que muchas de nosotras hacemos
día tras día— son los pactos fuertes, silenciosos. Son fuertes porque
no podemos librarnos de ellos y silenciosos porque son inconscientes
o tácitos.
Transigir es el arte de ceder hasta cierto punto, más allá del cual
corremos el riesgo de salir perjudicadas. El primer paso para llegar a
un pacto aceptable es conocer ese punto, pero eso no es tan sencillo
como parece.
Cuanto más complicada sea la vida, más sencillas deben de ser tus
exigencias. Piensa en lo siguiente: ¿Qué puedes sacar de esta situación?
¿Se trata de algo absolutamente necesario? Si lo es, debes conseguirlo.
No es negociable. Si no lo necesitas para sobrevivir — sea lo que
fuere— , no se trata de una necesidad. Es un deseo. Lamentablemente,
los «deseos» son el valor de cambio de un pacto. Yo quiero eso, tú
quieres lo otro... Esa es la base de un trato. Ten presente que lo que tú
deseas puede constituir una necesidad legítima para otra persona. Los
mejores pactos, al igual que un estilo de vida viable, cubren todas tus
exigencias y algunos de tus deseos.
Si te horroriza, no lo aceptes. Si lo haces a pesar de que te‘horrori
za, acabarás lamentándolo y despreciando a la mujer que lo aceptó: tú
misma.
Muéstrate afable. Trata de comprender el punto de vista de la otra
persona. Procura ser flexible. Sé tan generosa como puedas sin pasarte.
El pacto debe satisfacer a ambas partes. Confía en tu intuición. Presta
atención a las señales físicas, especialmente tu tripa: no sólo contribuye
a la digestión de los alim entos, sino <|iie te Ayuda a com prendei lo que
te conviene.
Ante todo, sigue el consejo de Janis Joplin: «No te comprometas
tú misma. Eres todo lo que tienes.»
23 DE O CTU BRE
24 D E O CTU BRE
P
JL reocuparse del dinero no basta para pagar las facturas. Si bastara,
habría al menos una razón legítima para que nos pasemos la vida pre
ocupadas por ese tema. En realidad, la preocupación por el dinero
repele, más que atrae, la prosperidad, lo cual es todo lo contrario de lo
que pretendemos. Cuando el subconsciente recibe constantemente
impulsos negativos, duplica lo que se le ordenó que manifestara, como
temor, dolor, angustia.
Pero no te inquietes. Cada pequeño pensamiento que has tenido
no se materializa instantáneamente. A Dios gracias. Los resultados de
nuestras reflexiones pueden tardar años en aparecer en nuestra vida,
pero en general a las mujeres nos va según los pensamientos negativos
o positivos que alimentemos.
He aquí un ejemplo perfecto. Mucha gente cree que la razón por la
que Amy Dacyczyn, la autora del bestseller titulado The Tightwad
Gazette (y una gaceta con este nombre), ganó su primer millón de
dólares, pagó la hipoteca y contrató a unos asesores financieros, se
debe a su parsimoniosa filosofía.
I •. . i* |
iiii i >I m,n mu. ()|i,i explicación, m.is metafísica, podría sci
que .1 Aniy le un ,mu <I dinero. Durante más de una década antes de
lundai la gaceta, »|iie i <mt 111)<>,i su libro, Amy practicó todos los días
su pasión. Su amor por el dinero se caracterizaba — y se caracteriza—
por una celosa frugalidad y un obsesivo afán de ahorrar. Amy es una
mujer que no suelta un penique a menos que se lo arranquen de la
mano. Ahora bien, el amor es la emoción positiva más poderosa que
existe. El amor atrae como un imán. La pasión de Amy por el dinero
se expresaba continuamente a través de su pensamiento. Y cosechó lo
que había sembrado. Al cabo de un tiempo empezó a ganar grandes
cantidades de dinero en concepto de derechos de autor y suscripcio
nes a su gaceta.
Pensar cada minuto del día en el dinero no es mi forma ideal de
vivir. ¿Pero qué otra cosa puedo hacer si no quiero preocuparme con
tinuamente por mi situación económica?
En primer lugar, calcula si tienes suficiente dinero para cubrir
todas tus necesidades hoy. En caso afirmativo, deja de preocuparte
inmediatamente por la falta de dinero. Probablemente dispones del
dinero que necesitas para cubrir tus necesidades actuales y aún te so
bra. No importa si te sobra mucho o poco. Si tienes más dinero del
que necesitas, es suficiente. La próxima vez que empieces a preocupar
te por lo que no tienes, echa un vistazo a tu alrededor y procura apre
ciar lo que posees. A medida que esto se convierta en una costumbre
personal, empezarás a sentirte satisfecha del dinero de que dispones en
lugar de preocuparte por él.
La preocupación es una emoción ligada al futuro. La preocupación
constituye una proyección de una situación posible, aunque no nece
sariamente probable. ¿Tendré suficiente dinero? ¿De dónde lo sacaré?
¿Cuánto tiempo durará?
Mi remedio favorito para dejar de preocuparme por el dinero pro
viene de Sanaya Román y Duane Packer, los autores de Creating
Money: Keys to Abundance. En lugar de preocuparte, piensa en lo que
harías para crear dinero. Pregúntate: «¿Cómo puedo crear dinero
hoy?» Existe una gran diferencia en la energía que transmites al Uni
verso cuando te concentras en crear dinero en lugar de necesitarlo; lo
primero atrae el dinero, lo segundo no.»
Si transformas cada «¿qué voy a hacer?» en «¿qué puedo hacer?»,
ello estimulará tu creatividad económica, aportándote una sensación
de serenidad mientras persigues tus objetivos de prosperidad.
«La constante preocupación por el dinero bloquea nuestra energía
creativa y nos impide pensar con claridad — nos recuerdan Román y
Packer— . Cuando tienes poco dinero aprendes muchas lecciones que
más adelante, cuando lo consigas, te ayudarán a administrarlo adecúa-
llám enle. A Iin ile alcan /ai t -.ie nivel, procu ra no e o m p lic.u le l.i viil.i
en m ateria de d inero, gastos, exigencias y necesidades. Im agina »|iie
eres un rosal que debe ser podado en in vierno para que florezca en
primavera con mayor vigor.»
25 DE O CTU BRE
con un talón o mu 1.11 jeta ilc crédito, ni siquiera cambia de manos cier-
1.1 cantidad de diñe 1 0 , sólo hay un intercambio de energía. Si existe una
reserva de energía ilimitada en el Universo, podemos utilizarla siempre y
cuando no bloqueemos ese flujo de energía con nuestras actitudes nega
tivas. Podemos mantener un flujo de dinero constante en nuestra vida
cotidiana dando con amor y pagando lo que debemos con gratitud.
En cierta ocasión, durante una época en que no tenía motivos para
preocuparme por el dinero, creé un rito para pagar mis facturas. Al
principio y a mediados de cada mes, dedicaba media hora para revisar
con tranquilidad y minuciosamente mis cuentas. Tras retirar todos los
demás objetos de mi mesa de trabajo, dejaba sólo a la vista las facturas,
el talonario, la calculadora, unos sobres y unos sellos. Mientras traba
jaba, ponía un disco de música suave, bebía una reconfortante taza de
té y me concentraba en la tarea. Al cabo de un tiempo empecé a dis
frutar de la experiencia.
Cuando llegaron tiempos de vacas flacas, seguí apoyándome en el
poder de ese rito para mantener una actitud positiva. Si estaba angus
tiada, recordaba los días en que pagaba las facturas cómodamente, evo
cando los sentimientos positivos de bienestar, paz, seguridad y liber
tad. Puesto que nuestro subconsciente no distingue entre la realidad y
la fantasía, al cabo de un rato empezaba a relajarme. Aunque mi reali
dad no se correspondía con una época de abundancia, poco a poco lle
gué a sentirme satisfecha de mi situación, que aunque precaria me per
mitía salir adelante.
Eso no significa que no me acometa de vez en cuando el pánico
cuando recibo una factura enorme. Pero me he enseñado a mí misma a
alcanzar una realidad virtual a la hora de pagar facturas, y tú también
puedes conseguirlo.
Coge tu billetero y saca un dólar. Dale la vuelta. ¿Qué ves?
C onfiam os en Dios.
Coloca ese billete, con la cara en la que figura esa inscripción boca
arriba, donde puedas verla la próxima vez que revises tus cuentas.
«Protégeme de la arrogancia del privilegio, de la fatua sensación de
que no poseo suficiente, y de la pobreza de espíritu que se niega a
reconocer lo que recibo cada día — escribe Gunilla Norris en su her
moso libro de meditaciones, Being H om e— . Ilumíname para que sepa
siempre en qué gasto el dinero, dónde se hallan mis valores.
»No permitas que olvide este ejercicio mensual — pide Gunilla al
Espíritu, un ejemplo que deberíamos imitar nosotras— . Ayúdame a
gastar con tino e infinita gratitud.»
En qué gastamos el dinero
No sé lo que siente una al ser millonaria, pero sé que haría
ese papel maravillosamente.
D o ro th y P arker
visual las iebajas y mau liarse sin haber comprado nada. En caso tle te
nei ijue gastai dinero, los ahorradores se preguntan: «¿Deseo esto real-
menie? ¿l ,o neceMiot' . ruedo prescindir de ello? ¿Dónde puedo com
prarlo poi cincuenta centavos menos?» Al igual que las personas
normalmente delgadas que no comen si no tienen hambre, los ahorra
dores no gastan a menos que se vean obligados. Y jamás despilfarran el
dinero. Ahorran para el día de mañana, lo cual les proporciona una gran
seguridad.
Sería interesante comprobar cuánto dinero has ganado en tu vida.
Trata tle recordar todos los trabajos que has desempeñado y calcula
tus ingresos. Si eres un ama de casa y el que trabaja es tu marido, cal
cula su sueldo. Te asombrará comprobar la cantidad de dinero que ha
pasado por tus manos. Quizás incluso varios millones de dólares.
Ese dato no sorprende a Joe Dominguez y a Vicki Robin, autores
de Your M oney or Your L ife , una guía para alcanzar la independencia
económica transformando tu relación con el dinero. «El dinero es el
objeto por el que canjeamos nuestra energía vital. Nuestra energía
vital es el plazo de tiempo de que disponemos aquí en la Tierra, el pía
zo que nos ha sido asignado... Es un plazo limitado e irrecupci ablc.
la forma en que lo utilicemos expresa el significado y propósito de
nuestro tiempo en la Tierra.»
Aunque parezca increíble, esa acertada definición del dinero puede
alterar la experiencia de ir de compras. ¿Crees realmente que esa blusa
de noventa dólares vale seis horas de tu vida?
Esta semana, haz una lista de todos tus gastos, ya sean importantes
o insignificantes, periódicos o extraordinarios, por servicios prestados
o compras, y si los has pagado con dinero, un talón o una tarjeta de
crédito. Utiliza una pequeña agenda, que puedes llevar en el bolso,
para anotar en ella todo lo que gastas y comprobar dónde se va el
dinero. Al final de la semana, coge un papel y haz una lista de tus gas
tos bajo los siguientes epígrafes: Necesidades, Comodidades, Deseos,
Caprichos, Despilfarros, Locuras. ¿Cuánta energía vital has gastado?
¿Merecía la pena? ¿Qué gastos te hacen suspirar? ¿Es un suspiro de
satisfacción o de tristeza?
Ahora observa los gastos que te hacen sentirte incómoda. ¿Crees
que pudiste haber renunciado a alguno sin experimentar una gran
frustración? Multiplica esa cantidad por cincuenta y dos.
Apuesto a que la cifra total asciende a una bonita suma de dinero
que pudiste haber ahorrado para emplearlo en algo más importante y
que te hubiera proporcionado una mayor satisfacción, o meterlo en
una libreta tle ahorros. Y probablemente no te habría costado ningún
esluerzo.
Otras sugerencias para cambial ins malos h.íbiios en materia ci<-
aitiero: dejar tus tarjetas de crédito y tu talonario en casa y comniat
sólo con dinero; pedir ayuda a una amiga que también desea conti olat
sus gastos y actuar como si cada una fuera la conciencia de la otra; v
no ocultar lo que compras. Cuando entras en casa sosteniendo las bol
sas con tus compras a plena luz del día en lugar de ocultarlas en el
maletero del coche hasta que anochezca, te darás cuenta de que has
penetrado en la zona de la moderación.
Hoy, proponte explorar suavemente tus gastos de energía vital.
No te culpes por haber cometido torpezas. Trata de corregirte. Buena
parte de nuestros problemas de dinero no se deben a unos impulsos
incontrolables, sino a unos esquemas que no nos hemos molestado en
analizar.
27 DE O CTU BRE
MH
vos. ¿Cuánto deberías ahorrar? Comienza con l<> qu< puedas, pero
trata de ahorrar el diez por ciento de tus ingreso-., deportándolos en
una libreta de ahorros antes de que te los gastes.
«Tus ahorros constituyen la confirmación de que posees más de lo
que necesitas en estos momentos — nos recuerdan Sanaya Román y
Duane Packer en Creating Money— . A medida que alcanzas la abun
dancia, empiezas a atraer más dinero, como un imán... Piensa en la
cantidad de dinero que te gustaría tener en tu libreta de ahorros; ima
gínalo tan vividamente como puedas. Imagina que depositas dinero en
tu cuenta. Piensa en la alegría que sentirás cuando veas el saldo. Visua
liza tus ahorros como tu cuenta de riqueza, como un dinero que te
enseña a manejar una prosperidad cada vez mayor.»
29 D E O C TU BR E
Afianzar la abundancia
Quienquiera, que crea que contribuye a mantener la obra
de Dios en la Tierra no puede por menos creer que Dios le
ayudará.
C harles F il l m o r e
MV
mos que el dinero es una lotm,i dr energía. I .1 energía 110 aumenia '.i I.i
enterramos. La energía debe eireulai libremente para liberal podei.
Cuando obtenemos un incremento de dinero en nuestra vida, el eedei
una parte del mismo hace que las vías de la abundancia Muyan libie
mente, tal co m o pretende el Espíritu.
A nivel práctico, el diezmo nos permite expresar nuestra gratitud
por medio de la acción. Devolver una parte de los bienes materiales
que recibimos supone una demostración tangible de nuestra confian
za. Asimismo, dicha práctica cambia nuestra actitud respecto al diñe
ro. Aumenta nuestra confianza y nuestras esperanzas. Hemos cumpli
do nuestra parte del trato. Al dar, podemos confiar en recibir.
Aunque no lo creas, la práctica del diezmo hará que atraigas el
dinero como un imán. La mecánica de dicha práctica supone apartar
una décima parte del dinero que percibes — a través del sueldo, regalos
o intereses sobre tus ahorros o inversiones— y donarla periódicamen
te a la iglesia, templo, mezquita u otra organización espiritual que ins
pire, anime y aliente tu desarrollo personal. Si no conoces ninguna,
puedes entregar el diezmo a una organización sin fines de lucro que
desarrolle la obra del Espíritu en el mundo asistiendo a los desfavore
cidos: los enfermos, la gente que pasa hambre y que carece de un
techo. Así es como lo hago yo. Pero cada mujer debe obrar según le
dicte su corazón.
Mi experiencia respecto a la práctica del diezmo, dentro del cami
no diario hacia la alegría y el bienestar, no ha sido sistemática pero sí
muy interesante. Cuando cumplo este mandamiento experimento una
mayor serenidad económica que cuando no lo cumplo. El dinero pa
rece cundir más, o mis gastos disminuyen. Cuando entrego el diezmo
consigo ahorrar más dinero con mayor facilidad, y tengo mayores
oportunidades para ganar dinero, aunque no las busque. Se abren las
compuertas del cielo y me llueven bendiciones, que recibo con infini
ta gratitud.
Cuando no entrego el diezmo, no es que de pronto tema arruinar
me, pero empiezo a preocuparme sobre el dinero. Parece como si
aumentara el tiempo que transcurre entre los depósitos bancarios y los
gastos inesperados, los cuales siempre acaban costándome más que mi
diezmo. Entonces comprendo que ha llegado el momento de extender
un talón. Al poco tiempo, la tendencia se invierte y comienza a fluir de
nuevo la abundancia. ¿Una coincidencia?
Algunas personas sostienen que si no te sobra el dinero, puedes
entregar un diezmo de tu tiempo o tus bienes. Según he podido com
probar, cuando entrego un diezmo de mi tiempo, recibo más tiempo.
Cuando entrego un diezmo de mis bienes, recibo regalos. Si deseo
recibir más dinero, entrego mi diezmo en dinero.
( l i a n d o |i,r..i 11 u>•. .ipuios económicos, creemos «pie no podemos
peí mil ii n o s e l l n | o «I* cntre^ai un diezmo de nuestros ingresos.
Pero tu.indo pasamos set ias estrecheces, ¿acaso podemos permitir
nos no enircgai un (Invino de lo que leñemos? ¿ () convencernos de
que cuando no tendamos preocupaciones económicas seremos más
generosos con los demás? No me cabe duda de que lo cumpliremos.
Pero el dinero dejará de ser motivo de preocupación sólo cuando con
sigamos olvidarnos del tema. Si afianzamos nuestra abundancia ahora,
conviniéndonos en donantes generosos, demostraremos nuestra pros
peridad a la escéptica que reside dentro de nosotras. Deja que tu yo
auténtico la convenza y los resultados te sorprenderán.
J
30 DE O C TU BR E
Aceptar el reflujo
L a época de llegar, y d e m archarse,
d e cantar, o d ejar d e cantar, eso no lo sabem os.
A lexa n d er Pope
F ,
JL_/rase una vez una reina muy propensa a los accesos de ira. Un oto
ño, cuando el año comenzó a declinar, la reina cayó en una profunda
melancolía. No probaba bocado, no dormía, y unas lágrimas de origen
desconocido rodaban con frecuencia por su rostro, lo cual la enfure
cía, desencadenando unos ataques de cólera que hacían que las perso
nas que la rodeaban se echaran a temblar.
Cada día, la reina mandaba llamar a uno de los consejeros de su
estimado círculo de sabios para que le explicara la causa de su inexpli
cable tristeza. Entraron y salieron de sus aposentos el médico de la cor
te, el astrónomo, el adivino, el alquimista, el herbolista y el filósofo.
Todos fueron destituidos fulminantemente por la reina, quien los
tachó de charlatanes por no ser capaces de descifrar el misterio de su
melancolía. Los sabios se consideraron afortunados de haber visto cer
cenada tan sólo su ilustre carrera.
«Debe de existir uno entre vosotros que conoce el motivo de mis
sufrimientos», exclamó la reina desesperada. Pero sus patéticas protes
tas eran acogidas con silencio, pues todos temían su furia. Por fin, el
jardinero real, conmovido por la angustia de la pobre mujer, se apro
ximó lentamente al trono.
«Salid al jardín, majestad, traspasad los muros de la prisión en la
que os habéis encerrado y os revelaré el enigma.» La reina estaba tan
desesperada, que le obedeció. Al salir al jardín por primera vez desde
hacía varias semanas, observó que el alegre y vivo colorido del verano
había desaparecido y el jardín aparecía desnudo. Pero no estaba des
provisto de belleza, pues exhibía los resplandecientes tonos rojos y
dorados del otoño que le daban un aire majestuoso. La brisa era fres
ca y límpida, y el firmamento mostraba un maravilloso azul celeste.
«Habla, jardinero — le ordenó la reina— , pero mide bien tus palabras,
pues exijo saber la verdad.»
«Majestad, no es vuestro cuerpo ni vuestra mente los que están
enfermos, sino vuestra alma. Aunque seáis una reina poderosa, no sois
divina. Padecéis una condición humana que nos aflige a todos. Las
almas U'i renales ,i v>11 ilt'i Iilil.is |u >i l.i tristeza o I.i alearla '.(‘i’Uii Lis
épocas del .1110, i orno el IItijo y rellujo de I.i marca, del mismo modo
que Lis estacione', d<l inundo natural cuniplcn un ciclo de vida, muer
te y renacimiento, l u esta época debéis sentiros agradecida por la
cosecha del corazón, por modesta que sea, y prepararos para la con
clusión del año. 1,a estación de luz diurna remite y aumentan las horas
de oscuridad. Pero la Luz verdadera nunca se extingue en el mundo
natural, ni tampoco en vuestra alma. Aceptad el reflujo, amada reina, y
no temáis las sombras. Pues del mismo modo que la noche sucede al
día, la Luz aparecerá de nuevo y volveréis a sentiros dichosa. Os lo
aseguro.»
La acongojada reina meditó sobre las sabias palabras del jardinero
y le preguntó cuál era el secreto para alcanzar la paz interior durante
las estaciones que provocan turbulencias emocionales. El jardinero la
condujo a un reloj solar de bronce, en el que figuraba la siguiente ins
cripción:
«Esto también pasará.»
2 D E NO VIEM BRE
Cuidar el alma
Im agin em os, pues, e l cu idado d el alm a com o una aplica
ción d e lo p oético a la v id a cotidiana.
T i-io m a s M o o r i -
3 DE N O VIEM BRE
Ser real
Una v e z q u e te has con vertido en rea l no p u ed es d ejar de
serlo. L o serás siempre.
M a r g i -.r y W i i .i .ia m s
4 D E NO VIEM BRE
El regreso de la diosa
Y escribe sobre ello, diosa, y sobre ello.
A l e x a n d e r P o pe
7 D E N O V IEM BRE
Hotel Shepheard
En su juventud se vio obligada a ser prudente. Luego,
a medida que se hizo mayor conoció el romanticismo de la
aventura, la consecuencia normal de un comienzo anor
mal.
J a n e A u sten
8 DE NO V IEM BRE
9 DE NO VIEM BRE
Las lagunas
Después de plisar tantas horas con v en cién d om e d e q u e
estoy en lo cierto, ¿no existirá algu na razón p a r a tem er
h a b e r m e equ iv ocad o?
J a n e A u sten
11 DE NO VIEM BRE
t ....................................................
.1—/a gracia es una intervención divina directa que soslaya las leyes de
la naturaleza — tiempo, espacio, causa y efecto, un espacio donde
aparcar— destinada a beneficiarnos. Los teólogos nos dicen que la
gracia es una demostración inmerecida del amor de Dios, prueba de
que no nos hallamos solos. Teniendo en cuenta que la mayoría de no
sotras estamos convencidas de que la vida es una batalla que libramos
solas, no es de extrañar que cuando aparece de pronto ese poder divi
no nos quedemos pasmadas. La gracia es fuerza, un campo de energía
espiritual que nos protege y ayuda. La gracia es el vuelo de prueba del
Espíritu; tenemos la sensación de deslizamos a través del momento,
del encuentro, del día, remontando los obstáculos. Experimentamos,la
vida real.
Accedemos a la gracia como a cualquier otro instrumento espiri
tual, solicitándola específica y periódicamente. Por la mañana te lavas
los dientes, pones agua a hervir para hacer café. Una vez despierta,
pides con gratitud y esperanza una porción de gracia. Los niños desa
yunan, se visten sin rechistar y se marchan a la escuela. El conductor
di I .un oí .11 lt". t".|u i i I I 11i.i 11 .i i i si m i i » sin in t|iíi / os A I j •,1111 •i i if pie
ginit.i si li.is perdido peso. A L i s cuatro de I.i i.m lr le il.r. i uriii.i de «|lie*
sonríes y piensas que debe de haber algo de veril.id en esto. Al ili.i
siguiente pides oí i .i poreion de grac i . Al poco tiempo se convertirá en
un ejercicio tan natuial y necesario como respirar.
12 DE NOVIEM BRE
Momentos celestiales
Esto son sólo conjeturas y suposiciones,
conjeturas seguidas p o r suposiciones, y el resto
es oración, observan cia, disciplina, pen sam ien to y obra.
1 '. S. E l i o t
13 DE N OVIEM BRE
14 DE N O VIEM BRE
Milagros
Sólo h ay dos fo rm a s d e v iv ir la vida. U na es fin g ir qu e
n ad a es un m ilagro. L a otra fin g ir qu e todo es un m ilagro.
A lb e r t E in s t e in
15 DE NOVIEM BRE
16 DE NO V IEM BRE
n
JL^/éjate arrastrar. Atrapa la ola, cabalga sobre ella. ¿No te encantaría
hacerlo? Pero la vida real no suele incluir una parada en Surf City a
menos que vivas en Malibú.
Cada vez que experimentamos el flujo mágico, experimentamos
iin.i sensación luminosa com o si nos devalamos, alm as, eufóricas,
autenticas, con nuostias facultades potenciadas ,il máximo, Nos olvi
clamos de comer, i lt beber, del sexo, de dormir. ¿P o r qué? Porque
funcionamos con un combustible de un elevado octanaje. El amor con
mayúscula. I m o i a mo - . mu-,tros dones a pleno pulmón coreadas por
un "¡bravo!" colcaia!. N o s regocijamos en nuestra pasión. No necesi
tamos unos mantias que nos motiven; la felicidad nos impulsa como
una exhalación hacia nuestras aspiraciones. Los obstáculos se disuel
ven. Las emociones tóxicas, las preocupaciones y la depresión desapa
recen. Estamos en este mundo, pero no pertenecemos a él. Experi
mentamos una profunda satisfacción que no se halla en las zonas
erógenas ni erróneas, una paz que supera nuestro modesto entendi
miento. Euforia. Alegría. Una trascendencia que lo transforma todo.
Lo que buscamos cuando pedimos al médico que nos recete Prozac.
Lo que creíamos que era el sexo cuando teníamos dieciséis años.
Lo malo es que no cabalgamos sobre la gran ola lo suficientemen
te a menudo. La buena noticia es que el «flujo» puede ser invocado e
inducido; incluso puede convertirse en una de las especialidades más
productivas de la investigación psicológica de la próxima década. D u
rante los últimos veinte años, Mihaly Csikszentmihalyi ha encabezado
el movimiento pionero del estudio científico sobre la alegría, analizan
do los estados alterados de «experiencia óptima», esos momentos en
que nos sentimos profundamente ligados a la vida real, que él denomi
na el «flujo». Mihaly sostiene que la alegría puede formar parte de la.
vida diaria, y yo lo creo. Si lees su increíble libro Flow : The Psychology
of O ptim al Experience, quizá te conviertas también en una creyente en
sus teorías.
Esa luminosa sensación que he descrito antes solemos alcanzarla a
través de cosas simples, incluso nuestro trabajo, cuando realizamos
nuestras tareas con el adecuado talante. El ser plenamente conscien
te — centrar nuestra energía psíquica en lo que estamos haciendo—
induce ese «flujo». Cuando aprendemos a alejar de nosotras el caos,
concentrando nuestras energías creativas en nuestro interior, nuestra
atención estimula nuestra capacidad de acelerarnos más allá de nues
tras facultades normales.
Cuando trabajamos, jugamos o creamos, el ritual desempeña un
importante papel a la hora de preparar nuestra mente, cuerpo y alma
para conectarnos al filón principal. La forma en que ordenas tu mesa
al comienzo de la jornada, el tipo de lápiz que prefieres, la música que
escuchas cuando escribes en tu diario de descubrimientos personal
constituyen una invocación del «flujo». Los pequeños momentos —leer,
trabajar en el jardín, cocinar, pintar o coser— asumen un nuevo signi
ficado cuando lo contemplamos como olas que pueden conducirnos
hasta el «llujo». Explorar el líii.tjc de m lamili.t, conmemorando mo
mentos especiales o personas que lian l o m u d o parte tle in vula a lia
ves de talismanes que lias ido coleccionando, puede invocai el flujo»
al ligar el pasado con el presente.
El hecho de variar la rutina de tu vida cotidiana induce también el
«flujo», pues la novedad incrementa la frecuencia de las olas; pensar en
hacer el amor de manera distinta puede estimular unas olas de deseo
que la monotonía había adormecido. Memorizar citas literarias,
versos, canciones y datos, utilizándolos para animar nuestras conver
saciones, puede invocar también el «flujo». Al igual que dominar un
juego, un deporte o una nueva actividad estimula el proceso del «flu
jo». Pero también lo conseguimos a través de la soledad y de soñar
despiertas, porque la imaginación es el medio que emplea el alma para
comunicarse con nuestra mente consciente.
«La opinión que tenemos de nosotras mismas, la alegría de vivir,
todo ello depende en última instancia de cómo la mente filtra e inter
preta las experiencias cotidianas — nos recuerda Mihaly Csikszent-
mihalyi— . El que seamos felices depende de nuestra armonía interior,
no de los controles que podamos ejercer sobre las grandes fuerzas del
Universo.»
17 DE NO VIEM BRE
Informe meteorológico
Es m uy divertido co m p ro bar los diferen tes clim as senti
m entales qu e uno experim en ta a lo largo d el día.
A n n e M o r r o w L in d b e r g h
18 DE N OVIEM BRE
El valor de la amistad
Cada amigo representa un mundo dentro de nosotros, un
mundo que posiblemente no nace hasta que llega, y es a tra
vés de ese encuentro que nace un nuevo mundo.
A n a ís N in
20 DE NO VIEM BRE
21 DE N OVIEM BRE
Hacer novillos
Sabes que no debes dejar escapar las preciosas horas del
día. Sí, pero algunas son preciosas precisamente porque deja
mos que se nos escapen.
j . M. B a r r í i*:
22 DE N O VIEM BRE
23 DE NO VIEM BRE
24 DE NO VIEM BRE
El don de la salud
L a p rim era riqu eza es la salud.
R a lp h W a l d o E m erso n
F #n esta época del año solemos pensar más bien en lo que nos falta
que en lo que poseemos, lo cual tiene una explicación. Ha llegado la
época de lanzarnos a comprar regalos. Pasado el Día de Acción de
Gracias comienza la carrera para prepararse para las fiestas navideñas.
Apenas acabamos de celebrar la estación de la abundancia cuando, con
la llegada de los primeros días oficiales de compras navideñas, inicia
mos unas semanas frenéticas de búsqueda, compras y encargos, pero
no para nosotras mismas. Nos sentimos abrumadas por una época de
carencia.
Así que antes de que nos dirijamos a unos grandes almacenes, con
vendría no sólo hacer un repaso de lo que poseemos, sino pensar de
tenidamente en ello. El dinero servirá para comprar muchas cosas
durante las próximas semanas, pero no se pueden comprar los regalos
más importantes: la salud, un matrimonio sólido, unos hijos sanos, la
posibilidad de expresar nuestra energía creativa, la paz interior. Es
algo que solemos olvidar, no porque seamos unas ingratas, sino por
que el ajetreo de la vida cotidiana nos impide pensar en ello. Ahora es
el momento de recordarlo. Supongamos que te ofrezco una elección.
Tienes garantizados todos los dones que he citado más arriba, pero no
un BM W aparcado frente a la casa. O tienes garantizado el BMW, con
dinero para comprarte la lujosa casa frente a la que está aparcado, pero
te arriesgas a perder los dones de la vida real. ¿Qué elegirías?
El don del que nos ocuparemos hoy es la salud. La salud no puede
comprarse, aunque tengas todo el dinero del mundo. Podemos ad
quirir los mejores servicios médicos, pero la salud no está en venta. La
salud es un don inestimable que nos concede el Espíritu y que la ma
yoría de nosotras da por descontado hasta que nos ponemos enfer
mas. «Una de las experiencias más sublimes que podemos vivir es des
pertarnos habiendo recuperado la salud tras una enfermedad — nos
recuerda el rabino Harold Kushner en Who N eeds G od — . Aunque
hayamos padecido una simple jaqueca o dolor de muelas, la salud a la
que no solemos dar importancia de pronto se convierte en algo muy
valioso.» Hoy reconoce que aunque sólo tengas salud, eres una mujer
rica. Si tienes una mente sana, un corazón sano y una buena reserva de
vitalidad y energía creativa, tienes el mundo a tus pies. Teniendo sa
lud, lo tienes todo.
Pero la salud no es sólo la ausencia de enfermedad. La salud es
vitalidad, vigor, energía, equilibrio emocional, claridad mental y resis
tencia física. Esos son los dones que debes pedir en tus oraciones, no
que aplacen el pago de las compras con la tarjeta de crédito y te aho
rres el bochorno.
Toma vitaminas. Agradece al Espíritu la salud de la que gozas, y
pide más. Si hay una lección espiritual que deseo que grabes en tu
mente, es la conveniencia de pedir. Pide y te será concedido. Pide y si
no lo consigues, al menos lo habrás intentado. Pide específicamente lo
que deseas. Hoy, pide la suficiente dosis de energía creativa y física que
necesitarás no sólo para sobrevivir a las fiestas navideñas, sino para
disfrutar de ellas.
Cuando estás enferma
L a e n ferm ed a d es el m édico a l q u e hacem os m ás caso; a la
am ab ilid ad , a los conocim ientos, sólo h acem os prom esas; a
la e n ferm ed a d la o b ed ecem o s sin rechistar.
M a r c e l P ro u st
Aig unas noches, unas olas de cansancio nos golpean la mente, rom
pen contra nuestro corazón, invaden nuestro cuerpo amenazando con
erosionar nuestras mejores defensas como las dunas de arena que se
alzan en la playa. El agua es fría, tenebrosa y profunda. Los recursos
que anteriormente funcionaban — el alcohol, las drogas, la comida, el
sexo, ir de compras, trabajar— sólo sirven para ocultar una insidiosa
corriente. Nada es capaz de frenar la marea. Necesitamos que alguien
nos arroje un cabo para evitar que nos ahoguemos en nuestras frustra
ciones.
Cuando se producen esas noches y me siento abandonada como
un náufrago en la playa de mis dudas y mi falta de fe, hallo refugio en
una oración muy reconfortante de Dame Julián de Norwich, una mís
tica inglesa del siglo XIII.
Todo se arreglará,
y todo se arreglará,
y todas las cosas se arreglarán.
Todo se arreglará,
y todo se arreglará,
y todas las cosas se arreglarán.
27 DE NOVIEM BRE
28 DE N O VIEM BRE
Soñar despierta
Soñar despierto no es p e r d e r el tiem po, sino el don de una
h ora du ran te la cual el alm a alcan za la plenitud.
G astó n B a c h e l a r d
29 DE N O VIEM BRE
Escapadas nocturnas
L os sueños son ilustraciones... sacadas d e l libro qu e tu
a lm a está escribiendo sobre ti.
M ar sh a N o r m a n
- -
— la búsqueda de mi yo auténtico— es el camino que debo proseguir a
fin de convertirme en la mujer que soy realmente. Pero no creo que el
mensaje fuera dirigido únicamente a mi persona.
El Santo Grial es nuestra autenticidad. Lo vislumbramos oculto
entre lo que nos es familiar: nuestra casa, familia, trabajo, aficiones.
Pero lo que aparece como objetos corrientes — los azucareros— es en
realidad un tesoro porque están hechos de metales preciosos. El jarrón
que cae al suelo y se hace añicos es la persona que éramos antes de ser
conscientes de nuestra Divinidad.
Nuestra autenticidad comienza a emerger en nuestra vida cotidiana,
pero a medida que lo hace, estallan de improviso unas tormentas mien
tras el ego trata de intimidamos y obligarnos a retroceder en nuestro
camino. Nosotros somos los niños que están en la playa, temerosos de
avanzar. Nos sentimos solos y desvalidos. Luego, al alzar la vista,
vemos a nuestro yo auténtico correr hacia nosotros, fuerte, hermoso y
valiente. Suavemente, nos coge en brazos y nos tranquiliza. No teñe
mos nada que temer. Ha venido a rescatarnos. A conducirnos de' nuevo
a la plenitud. A llevarnos a casa.
30 DE NO VIEM BRE
Perder el control
A u n qu e cream os q u e controlam os todos los resortes, en
realid ad estam os dorm idos.
A n n ie D tllard
Vidas encantadas
Hay demasiado encanto por todas partes y debe hacerse
algo para impedirlo.
D o r o th y P arker
idas encantadas. Una y otra vez nos las presentan en las satinadas
páginas de las revistas. Las pagamos con parte de nuestra energía vital.
Es un asco, te lo digo yo, un asco. ¿Sabes quién era famoso por llevar
una vida encantada? Macbeth. He aquí un pensamiento sobre el que
vale la pena meditar. ¿Era lady Macbeth de la misma opinión?
En realidad, todas llevamos una vida encantada. Ocurre sólo que
no somos conscientes de ella, especialmente después de leer las versio
nes idealizadas de las vidas de otras mujeres. Tiene que ser una versión
de la historia de la mujer de los años noventa la que nos ayude a ver.
El año había sido desastroso para la mujer. Todo lo que podía ir
mal había ido mal. Al menos eso parecía. El dinero escaseaba porque
la mujer trabajaba a comisión. Por más que trabajara, la recesión hacía
que sus ingresos fuesen irregulares. Debido a los apuros económicos,
había tensión en su matrimonio y la tensión aumentó después de que
el tipo hipotecario regulable se disparara. Su marido tenía dos em
pleos. Muchas de las conversaciones del matrimonio (cuando habla
ban) se referían a la necesidad de que la mujer encontrase un trabajo
fijo. La mujer disfrutaba de su trabajo y lo hacía bien; lo único que
necesitaba era un poco más de tiempo para que fuese rentable. Pero, al
parecer, el tiempo se estaba acabando.
Aquel año había descubierto que sus diversos dolores y achaques
se debían a una dolencia crónica. Su médico le aconsejó que cambiara
un poco su forma de vivir, que eliminara el estrés y la fatiga que le
provocaban arrebatos de cólera. Uno de sus hijos había necesitado
atención especial debido a sus problemas emocionales, lo que provocó
que los otros hijos se enfadaran. La primavera pasada su padre había
muerto repentinamente. Poco después, su madre había padecido una
serie de ataques cardíacos y un ataque de apoplejía que la había debili
tado mucho. Como no podía valerse por sí sola, habían tenido que
ingresarla en una residencia. A su suegra, que era viuda, las cosas le
iban mejor. Había venido a pasar «una temporada» con ellos durante
el verano y aún no se había marchado. Su hija adolescente se quejaba a
menudo de lubei tenido que rodci u d o im ilo iio i l.i ib iu li Al vi i i
su suegi a Neniada cu I.i mesa .1 I.i I101 .t de eeuai, 1.1 inujci se se ni 1,1 1 ul
pable y euladada poi no poder li.nei lo misino poi su propia madre.
I .1 mujer estaba agolada. I loy suplit aba .1 quienquiera (pie I.i estuvie
se escuchando que le permitiesen un respiro.
• Tienes razón. I la sido duro - le dijo la bondadosa voz de su
ángel de la guarda —. Anímate. Toda vida tiene sus momentos difíci
les. El jefe dice que hay un especial para las fiestas en este momento.
Sube y escoge otra vida, o escoge el conjunto fuerza-sabiduría-gracia.
Fuerza para hacer frente a tus dificultades; sabiduría para abrazar la
vida real; y gracia para estar agradecida no sólo por lo que tienes, sino
también por haberte librado de otras cosas.»
— Quiero una vida encantada — dijo la mujer.
— Una vida encantada, ¿eh? Bueno, vamos a ver qué tenemos.
De pronto, la mujer se encontró sentada frente a un ordenador
celestial que le mostró la vida encantada de mujeres de todo el mundo.
Los rostros eran conocidos, pero con diferentes caras en privado. No
eran muy atractivas. Le dijeron que podía cambiar su vida por la de
cualquier otra mujer. Apareció la vida de una mujer: «¿Qué te parece
ésta? — le preguntó el angelical asesor de cambios— . Lleva una vida
cómoda, tiene ama de llaves en casa... pero lleva una vida muy agitada.
Tuvo que abandonar su carrera de afamada abogada debido a la libro
sis quística de sus hijas mellizas.»
La mujer pidió que le mostraran otras vidas.
Vio la de la mujer hermosa a quien su marido pegaba, una superes
trella del cine; la mujer cuyo hijo está en coma porque fue atropellado
por un conductor borracho; la mujer estéril que finalmente quedó
embarazada y poco después se encontró con que tenía cáncer de ma
ma; la mujer famosa cuyo marido era un personaje público con fama
de mujeriego; la mujer cuyo marido está a punto de ir a la cárcel por
usar indebidamente información financiera confidencial.
La mujer quedó desconcertada. «He pedido que me mostraseis
mujeres que llevan una vida encantada — dijo en tono quejoso— .
Y sólo me habéis expuesto mujeres que soportan grandes penas, hu
millaciones, dolores y desesperación vestidas con ropa de diseño.»
— Cada una de estas mujeres ha aparecido en las revistas que tanto
te gusta leer porque llevan una vida encantada. El tiempo se acaba.
¿Cuál escoges?
— ¿Es demasiado tarde para escoger el conjunto fuerza-sabiduría-
gracia? — preguntó la mujer, titubeando.
— Has elegido bien. ¿Alguien te ha dicho últimamente que llevas
una vida encantada?
2 m í DK :ii muki
Besos apasionados
Un beso puede ser una coma, un interrogante o una excla
mación.
M is t in g u e t t
TX odas las mujeres conocen los sutiles matices del besar: besos fuga
ces, besos de despedida, besos de verdad, besos de cierra la puerta con
llave.
Ah, los besos «de cierra la puerta con llave» recordados vagamen
te, con melancolía. Ha pasado algún tiempo desde que nos dábamos
besos de esta clase. De hecho, ha pasado tiempo desde que nos hemos
dado besos aquí, besos de cualquier clase. Durante el último mes
todos los besadores de esta casa se han visto atrapados en un inexora
ble ciclo de contagio que las megadosis de todos los antibióticos de la
medicina moderna no han podido vencer: inflamación séptica de la
garganta, gripe, bronquitis. En este momento no quiero que me bese
nadie de esta casa convertida en hospital y tampoco ellos quieren que
yo les bese.
La parte positiva del asunto es que los preciosos recursos naturales
que no se gastan placenteramente haciendo el amor pueden encauzar
se hacia tu creatividad. No malgastes y no te faltará. La pasión encien
de la energía sexual o la energía creativa. A ti te toca elegir. A no ser
que mienta, todo artista confesará que el impulso sexual disminuye
cuando trabaja a toda marcha, ya sea escribiendo un libro, haciendo
una película, dirigiendo una obra de teatro, preparando una exposi
ción, ensayando para un concierto, haciendo la coreografía de un nue
v o de deux. Francamente, querida mía, nos importa un bledo. Esto
se debe a que podemos hacer el amor apasionadamente o cultivar el
arte apasionadamente. Pero raras veces podemos hacer ambas cosas al
mismo tiempo.
Este proceso natural de sublimación funciona igualmente bien al
revés. ¿Te encuentras sola porque no tienes ninguna relación íntima?
No malgastes el tiempo poniéndote-de mal humor. Procura no obse
sionarte por lo que te falta y, en vez de ello, dedica tu interés a lo que
tienes. La suerte llama a tu puerta. Invítala a entrar. Es el momento
perfecto para tomarte en serio aquel guión que pensabas escribir para
el cine, para matricularte en las clases de fotografía y asistir a ellas,
|Ml a \ M ai >1 III lili i UtlIVei sil.II i(), M'i'lM l .111• i ll i I lin li I ‘'ln | <lir.ii 11, cil.i
m orarte tic* m yo aulóiUico. N o h , i y n , i < l , i i o n / n . i y n i . i l h u l i i ' o s e x u a l
q u e Li m ujer q u e emite l,i / eromornt <ir l>i >e,th/,u n)n />ns'onul. N o es
taras sola m ucho tiem po, a no sei c|iie til q u in a .,
Sólo se me ocurre una cosa que pimía ptivarnos ele tener todo lo
bueno además de besos apasionados: la \ula real. Todas las mujeres
conocen momentos en los que están solas: porque quieren, por casua
lidad, por las circunstancias. Anímate. A veces ocurre que no has en
contrado los labios que quieres besar. ( )tras veces los labios que quie
res besar no están libres. Y hay ocasiones en que la persona a la que te
gustaría besar está sudando y temblando, tosiendo y gimiendo en otro
dormitorio.
3 DE DICIEM BRE
4 DE DICIEM BRE
5 DE DICIEM BRE
TJL engo un hábito que saca a mi marido de sus casillas y que conser
va mi cordura: suspirar.
Obviamente, a veces suspiro sin darme cuenta. No obstante, he
observado que cuando me llaman la atención sobre mis suspiros tengo
buenas razones para proferirlos.
Las mujeres suspiramos para no chillar. Hay varias ocasiones du
rante la jornada en que no cabe duda de que chillar es la respuesta más
apropiada que puede dar cualquier mujer. No obstante, se considera
que chillar no es propio de personas bien educadas.
De manera que suspiramos.
Primero aspiramos aire, rápidamente, y con ello inhalamos la rea
lidad, reconocemos la situación presente: la disputa o la decepción, el
enfrentamiento o el desafío, la larga espera o la falta de cooperación.
Contenemos la respiración un momento.
Luego expulsamos el aire, lentamente, exhalamos y dejamos correr
nuestra respuesta inicial: desánimo, impaciencia, frustración, enfado,
decepción, remordimiento. La dejamos salir. Dejamos que se vaya.
II ,u t u tic ' . m p í l ' . l l e s l il i Vi t í o M !(• l il K >N< i i li .11 i | >1.11 11 til, i Ir i II p e
rarlo» y s i ‘)’, i m adelante.
I . I S mujt'IlVS <| l I C |ÍCUCII p.lll'j.l O III II O . ' . l l ’. p l l .111 III.I*. 4111(‘ MI'. I i r i
nía n;is solitarias po rque tienen ip ie c>ei i p.i i .• 1 1c nir.r. p re lc rc iu ias, ne
cesidades, apetencias, voluntades y esif.riu ias m ip iie re ii elim in ar ten
siones en la vida cotidiana.
Tienen que ser mas flexibles para no romperse.
De modo que, si hoy sientes la nei csidad de suspirar, no te prives
de hacerlo. Respira lenta y profundamente. Respira expresivamente.
Piensa que el suspiro es como el aire caliente que te eleva hasta estar a
la altura de las circunstancias. El aire caliente, si se acumula, acaba
provocando una explosión y el vapor puede abrasar. Pero el vapor que
se deja salir deliberadamente por medio de una válvula de seguridad
puede convertirse en energía creativa. Así que suspira sin vacilar. Sus
pira sin sentirte culpable. Suspira sin avergonzarte. Suspira con placer.
Suspiren un poco más, señoras mías, suspiren un poco más.
6 D E D ICIEM BRE
7 DR DICIEM BRE
8 D E DICIEM BRE
9 DE DICIEM BRE
La carta de Navidad
Esta, es m i carta a l m undo.
E m il y D ic k in s o n
11 D E D ICIEM BRE
u
P a m e la G l e n c o n n e r
12 D E DICIEM BRE
13 D E DICIEM BRE
Aplaude si crees.
14 D E D ICIEM BRE
irginia Woolf creía que cuando las mujeres que leemos demasia
do lleguemos a las puertas del cielo cargadas con nuestros queridos
libros, el Todopoderoso le dirá a san Pedro: «Mira, éstas no necesitan
ninguna recompensa. Aquí no tenemos nada que darles. Han amado la
lectura.»
En la vida real hay mujeres que leen y mujeres que leen demasiado
poco.
N o hay mujeres que leen demasiado porque esto es imposible.
¿Cómo puede una leer demasiado si sólo dispone de días de veinticua
tro horas, de vidas cuyo promedio es tan sólo de ochenta años?
Cualquier momento del día es perfecto para leer. Cualquier lugar.
Cualquier excusa. La lectura es el último refugio para las personalida
des proclives a la adicción. Leer demasiado no tiene efectos secunda
rios nocivos. Louisa May Alcott piensa que aficionarse demasiado a
los libros nos «transtornará» el cerebro. Por supuesto, no puede estar
totalmente equivocada una mujer que tenía tanta afición a los libros,
que se sintió empujada a escribir unos cuantos de su propia cosecha.
Es verdad que los libros nos afectan. Los libros hacen que nos demos
cuenta de nuestras pasiones y que nos dediquemos a ellas. Nos con
vierten en mujeres auténticas. Cuando una oración que leemos en
un libro resuena en tu interior, es la voz de tu yo auténtico. Escucha
lo que trata de decirte. El Espíritu se comunica constantemente con
nosotras. La mayoría de nosotras anhelamos experimentar el paraíso
en la tierra. Las mujeres que leen lo experimentan. Es obvio que
quien dijo que no te lo puedes llevar al otro mundo nunca leyó un
buen libro. Porque todo lo que has leído, te ha gustado y recuerdas,
forma ahora parte de tu conciencia. Lo que se quiso una vez nunca
puede perecer.
Italo Calvino nos dice que «leer significa estar preparado para cap
tar una voz que se hace oír cuando menos lo esperas, una voz cuya
procedencia es desconocida, que viene di más .11I.i del libio, m.r. .1II.1
del autor, más allá de la convención de escribir procede de lo 110
dicho, de lo que el mundo aún o ha dii lio sobre sí mismo y que toda
vía no tiene palabras para decirlo».
16 D E DICIEM BRE
T
JL odavía no he alcanzado el punto en el que no necesite estrellas
doradas: prueba reluciente, dorada de cinco puntas, de que he logrado
hacer algo un tanto difícil, especialmente si se trataba de conseguir tra
tarme a mí misma con la amabilidad y el cariño con el que trato a los
demás. En los tiempos de la pizarra y la tiza, las estrellas de oro iban
en una cajita de cartón. Abrías la cajita y encontrabas quinientas estre
llas doradas de papel con el dorso engomado. Al pasar los dedos por el
montoncito de posibilidades oías el crujido de tu propia valía. Hoy día
las estrellas de oro se sacan de hojas autoadhesivas. Ni siquiera perci
bes el sabor del éxito en la lengua, pero me encantan de todos modos.
Una buena amiga mía tiene un recuerdo diferente de los tiempos
de las estrellas de oro. Su madre llevaba gráficos con estrellas para cada
uno de sus ocho hijos. Todos los domingos, después de cenar, pasaban
cuentas en el comedor y los gráficos indicaban quién había sobresali
do en cosas tales como hacer los deberes, hacer tareas domésticas, la
higiene personal y el comportamiento... y quién no. En teoría, esfor
zarse por ganar estrellas doradas era un juego destinado a fomentar las
motivaciones. Sin embargo, acumular estrellas de oro por obligación
no era divertido para Anne, a pesar de que sobresalía en todo y era un
modelo de «buena chica». La presión de la evaluación constante le
resultaba insoportable. Abrir la caja de cartón era una especie de tor-
IIII.I ||‘.I( ológli .1 V 4*111(11 lnll.il 1*1-11) I o n ( l l . l N ( I r ('NlK’ll.lN (Ir oto N O I I 11 1 11y
dil cíenles i liando nos l,r. damos .i nosotras m is m a s . ( Alando le cías .i li
misma i i i i . i rsiirll.i de oro y l.i pegas en d calendario, la estrella cente
lira, te guiña rl ojo y ir felicita en voz baja. Me gusta de forma especial
otorgarme a mí misma estrellas doradas cuando me embarco en un
nuevo pasatiempo que me satisface o reanudo otro que tenía abando
nado: caminar, movimiento creativo, comer cosas sanas, escribir mis
páginas de diálogo, meditar, tomarme las cosas con más calma, buscar
el equilibrio entre el trabajo y la diversión. Puede que el espíritu esté
dispuesto, pero con demasiada frecuencia la carne se desvía.
Los días extraordinarios no necesitan estrellas doradas. Pero no
cabe duda de que los días corrientes pueden resultar más alegres con
una reluciente palmadita de cinco estrellas en la espalda.
17 D E DICIEM BRE
Segundo acto
D u ran te años h e d esead o ser m ayor, y ah o ra lo soy.
M argaret A tw o o d
18 DE DICIEM BRE
•J
vida las mujeres se encuentran llen.r. •l< rm■nu. i v d e talento c o m o
nunca había ocurrido e n la h i s t o r i a .1 e s t a s alturas, Lis liu 11.1 •
. que
agotaban una parte tan grande de su e n n p a emocional h . m disminui
do. Los resultados de los estudios tle S h e e h v indican claramente que la
influencia dominante en el bienestar de una mujer no es el nivel de
ingresos ni el estado civil, sino que el íactoi más decisivo es la edad.
Más vieja significa más feliz.»
Coco Chanel nos recuerda que «la naturaleza te da la cara que tie
nes a los veinte años. La vida da forma a la cara que tienes a los trein
ta. Pero de ti depende ganarte la cara que tengas a los cincuenta. Mien
tras la cara que te devuelve la mirada desde el espejo sea auténtica,
puedes llamarte del modo que te apetezca. Pero me encontrarás entre
bastidores con cantantes al rojo vivo y no con viejas».
20 DE DICIEM BRE
I S a h ! ¡Paparruchas!
¡No lo dirás en serio, cuatro días antes de Navidad!
Oh, sí, ¡sí lo dices en serio, especialm ente cuatro días antes de
Navidad! Esta mañana empiezan los días que ponen a prueba el alma
de una mujer. Al igual que en las Navidades pasadas, este año la prue
ba tendrá múltiples facetas, puesto que hay que decidir quién duerme
dónde, quién cocina qué, quién lleva la voz cantante en la mañana de
Navidad; hay que comprobar qué regalos no han llegado, qué regalos
todavía no se han enviado, quién va a recoger a los invitados al aero
puerto, quién ingresa en el manicomio. De repente Ebenezer Scrooge
parece la figura más calumniada y peor comprendida de la literatura.
Pero yo sé de alguien cuya reputación literaria necesita una mayor
rehabilitación que la de Scrooge. ¿Te acuerdas de Pollyanna? ¿«La
chica contenta»? Vamos, no te burles al pensar en ella. Puede que Po-
llyana, con su empeño en encontrar la parte buena de toda situación,
te parezca demasiado almibarada cuatro días antes de Navidad, pero
|iiciis( > ili ir l, i*. ilist i U n íi i i i i N 1
1 1 .11 juego |M 1 / 1 i m i t Ir I ir i i.i ii rn v t ilvri sr
1 mujer.
c o n p a p e l d r i <■)',. 1 »i v c o l oí ,u s r .t I pi e del ,\i b o l d e I.i
Mól.ite i n o licúes m.r. remedio, pero el juego gozoso es el anii
doto peífecio cu.indo dr repente se plantea algún problema. «Pollyan
na no pretendía que todo lucra bueno -insiste su creadora, Eleanor
I lodgman Porter* En vez de ello, representaba la aceptación alegre
y valiente de los hechos. Comprendía que no podemos librarnos de
cosas desagradables, pero creía que podían mitigarse buscando lo que
hay de positivo en lo que nos ocurre.»
Cuando Pollyanna se publicó en 1913 nadie se vio más sorprendida
que la propia señora Porter al comprobar el súbito y enorme atracti
vo que poseía la huérfana de once años que había creado, con su habi
lidad para encontrar lo bueno dentro de lo malo. Aunque el libro se
publicó sin darle publicidad, obtuvo muchísimo éxito porque las per
sonas se lo recomendaban unas a otras y llegaron a venderse más de un
millón de ejemplares, fue traducido a una docena de idiomas y se hizo
tan popular que el nombre de la protagonista se convirtió en un sinóni
mo de la lengua inglesa del optimismo irreprimible.
En la novela, Pollyanna Whittier es la hija de un misionero pobre
que predica continuamente el sermón de la alegría a quien quiera escu
charle. El reverendo Whittier señala que en la Biblia hay constancia de
ochocientos casos en que Dios ordena a sus hijos que se alegren y regó
cijen. El reverendo saca la conclusión de que, obviamente, I )ios quería
que viviéramos así, al menos durante una buena parte del tiempo. I Jna
Návidad, las creencias del reverendo se ven puestas a prueba cuando
llega la cesta de la Sociedad de Ayuda cié Damas Misioneras. Pollyan
na ha pedido una muñeca de porcelana auténtica. Pero cuando abre la
cesta la mañana del día de Navidad se encuentra con que las damas le
han mandado por error un par de muletas infantiles. Como es natural,
se lleva un disgusto tremendo. El reverendo trata de consolarla y para
ello inventa un juego consistente en averiguar qué podía haber de
positivo en el hecho de recibir unas muletas como relago de Navidad.
Lo encuentran, por supuesto: ¡que Pollyanna no las necesita! De esta
manera se crea el juego gozoso.
Al morir su padre, Pollyanna es enviada a vivir con su tía Polly
Harrington, una rica solterona solitaria. Nadie duda que miss Po
lly nunca se casó por su severa y desagradable personalidad.
Cuando Pollyanna llega a la pequeña ciudad del estado de Vermont
donde vive su tía, no tarda en transformar a la comunidad con su áni
mo y su alegría. Los enfermos se curan, los solitarios encuentran ami
gos y novias, los matrimonios infelices se salvan. Todo el mundo,
menos la tía Polly, empieza a buscar el lado luminoso de la vida. Pero
la tía Polly continúa siendo un hueso duro de roer. En un momento
dado pierde los estribos y dice: «¿Alguna vez dejarás de usar la palabra
“contenta”? No paras de pronunciarla de la mañana a la noche... me
parece que voy a volverme loca.» (¡Pienso que de vez en cuando ten
dría la misma reacción!) Sin embargo, hasta la tía Polly se deja hechizar
por la alegría después de que Pollyanna, gracias a su valor y a la buena
voluntad de los habitantes de la ciudad, se salve de un grave accidente.
Puede que Pollyanna sea una novela excesivamente sentimental y
anticuada, pero merece la pena que reconsideremos lo de las ochocien
tas exhortaciones a alegrarse, qu e la cosa no está tan mal. Quizás es la
buena noticia sobre la que deberíamos meditar mientras adornamos
la casa y sacamos la alfombra roja.
21 D E DICIEM BRE
Y se hizo la luz
H a y dos fo rm a s de p ro p a g a r la luz: ser
la llam a d e la v ela o el espejo qu e la refleja.
EDITO W l IARTON
23 DE DICIEM BRE
A
jLJLlgunas de las tradiciones navideñas son sagradas. En nuestra casa
una de ellas consiste en la celebración anual del cine clásico. Durante
una semana, mientras hacemos los preparativos de Navidad, vemos
N avidades blancas, H oliday Inn, Christmas in Connecticut, The Bi-
sh op ’s Wife, D e ilusión tam bién se vive, Los teleñecos en un cuento de
N av id ad y, por supuesto, ¡Q u é bello es vivir!, la fabulosa y conmove
dora película interpretada por James Stewart y Donna Reed. Después
de casi cincuenta Navidades, esta película, con su potente alquimia de
idealismo e ironía, aún evoca la magia del cine.
En 1946 Frank Capra no tenía idea de que su fantasía sentimental
sobre la vida en una ciudad de provincias se convertiría en una de las
películas preferidas del público durante las Navidades. The N ew Yor-
k e r reconoció de mala gana que «a su manera, una manera pegajosa y
agridulce, es terriblemente eficaz». Estamos en la víspera de Navidad,
la noche de los milagros, y, desde luego, George Bailey necesita un
milagro. Después de pasarse toda la vida salvando la vida a otras per
sonas, está a punto de renunciar a la suya. Está en la ruina, caído en
desgracia, expuesto a ir a la cárcel y desesperado por la desaparición de
una importante suma de dinero, aunque él no tiene la culpa. Deseando
no haber nacido, se dispone a suicidarse cuando su ángel de la guarda
lo salva y le concede temporalmente su deseo de no haber nacido y le
muestra cómo hubiera sido el mundo sin su auténtica contribución.
George cree que nunca ha tenido suerte. Pero cuando se para a
pensar en las cosas que ha hecho en la vida, se da cuenta de que hizo lo
que tenía que hacer. También es un hombre rico: tiene una esposa que
lo quiere y lo apoya, hijos sanos, un trabajo importante y más amigos
de los que cabrían reunidos en su casa. Francamente, la vida que que
ría quitarse ha sido bella.
Podemos descubrir lo bella que es nuestra vida — exactamente
como lo es en este mismo momento— haciendo lo que hace George
(¡sin la escena del puente!). Podemos pararnos a repasar nuestra vida y
la de las personas con las que hemos tratado. Una de las bendiciones
inesperadas de escribir el presente libro ha sido la oportunidad de bus
car sentido en los momentos normales y corrientes de mi vida. Escri
bir una meditación sobre un encuentro, un error, un remordimiento o
una conversación es muy revelador, más aún que llevar un diario. T o
dos los días, durante los dos años que he tardado en escribir El encan
to de la vida simple, he tenido que reflexionar sobre un tema, general
mente un título, a menudo una cita, pero siempre sobre una página en
blanco. La mayoría de las veces he averiguado sobre qué estaba escri
biendo cuando ya llevaba escrita buena parte de ello. Y lo que he des
cubierto — como puedes descubrir tú— es que he disfrutado de una
vida bella. Este descubrimiento ha resonado en lo más hondo de mí y
me siento verdaderamente agradecida. Obviamente, hay muchas cosas
que desearía no haber hecho y muchas crisis que han caído sobre mí
por mi propia culpa, pero ahora me doy cuenta de que cada experien
cia es una maestra cariñosa.
Quiero que el año que viene pienses seriamente en escribir tus
meditaciones auténticas. Empieza a escribirlas despacio. Escribe sólo
una cada semana o cada mes. Busca lo ,.aj*ii .ulo en lo normal y corricn
te y lo encontrarás. En tu villa nada es i.m insi|>nirii ante que no pueda
ser fuente de inspiración. ('liando empiece', a escribí i tus propias
meditaciones con iegul.ii ¡dad te Ilev ai as una |>i au soi piesa al vei cuan
AH
tas cosas recuerdas o reconoces. El poeta inglés Cecil Day-Lewis nos
dice confidencialmente: «No escribimos con el fin de que nos com
prendan, sino que escribimos con el fin de comprender.» Si empiezas
a escribir tus propias meditaciones auténticas, lo que recordarás, reco
nocerás y comprenderás es que la vida es bella.
24 DE DICIEM BRE
He aquí todo
lo que he considerado espléndido
P onlo p o r escrito, cu an do y o h ay a p erecid o:
h e a q u í tod o lo qu e h e q u erid o;
q u e estas p ared es relucieran d e b ellez a
espoleó m i alm a rez a g a d a a cum plir con su d eb er;
q u e h u b iera fe lic id a d a q u í
. m e h izo tra ba jar sin descanso, añ o tras año...
T od o pen sam ien to y to d o acto
fu ero n p a r a qu e este h o g a r siguiera intacto.
E d g a r A. G uest
É Mí»
deja de Natividad, que es mu costumbre medieval inglesa que niiiu ,i
deja de poner de relieve el verdadero signiiieado de esta noche espei ial.
Cuenta la leyenda que en la noche de la Natividad quienquiera que
se aventure a salir bajo una copiosa nevada portando un hueso sucu
lento para un perro perdido que se lamenta, un poco de heno para un
caballo que tiembla de frío, una capa de abrigo para un viajero desam
parado, una guirnalda de alegres bayas para quien ha llevado cadenas,
un plato de migajas para los pájaros ateridos que creían que su canto
había muerto y dulces para los niños pequeños que miran desde ven
tanas solitarias, quienquiera que prepare esta bandeja de sencilla abun
dancia «recibirá regalos asombrosos que rivalizarán con los colores
del pavo real y las armonías del cielo».
Así que bajo de lo alto del armario una bandeja enorme, la forro
con un paño y pongo en ella un jugoso hueso del asado de la cena, una
escudilla de comida para gatos, heno de la bala que he utilizado para
los adornos, un abrigo que se le haya quedado pequeño a alguien, una
tarta de arándanos, un plato con migajas de pan y semillas de girasol y
una bandeja de confites. Sin hacer ruido, salgo de casa y dejo la bande
ja sobre la pared de piedra que queda cerca de la calle. A veces nieva y
a veces, no, pero siempre hace frío. Alzo los ojos en busca de una
estrella brillante. ¿Es la estrella? Lo es a mis ojos. Me estoy helando.
Es imposible, en esta noche santa, no pensar en las personas sin hogar
cuando deposito la bandeja en su sitio. Hace dos mil años otra familia
sin hogar dependía de la caridad ajena. No la encontró hasta que una
mujer apurada y agotada, una mujer normal y corriente, se detuvo el
tiempo suficiente para escuchar lo que su corazón le decía. El mío se
siente culpable; que a primera hora de la tarde dejase una cesta y rega
los en un asilo mitiga un poco la sensación de culpa, pero me siento
decepcionada y triste por no haber hecho más. Prometo que lo haré el
año que viene. A veces cumplo estas promesas bienintencionadas, a
veces la vida real me distrae de la Vida Real. No hago lo suficiente y
tanto el Espíritu como yo lo sabemos.
Empece a preparar la bandeja de Natividad porque un misticismo
casi palpable parecía envolver la leyenda. También me interesaba
mucho la promesa de regalos asombrosos que rivalizarían con las
armonías del cielo. Todos los años, cuando el día de Navidad por la
mañana salgo a recoger la bandeja, muchas de las ofrendas han desapa
recido. Un año desapareció incluso el abrigo. Que yo sepa, soy el
Papá Noel de las ardillas. Pero me siento feliz al pensar que los sueños
navideños de alguien se habrán hecho realidad. ¿Y los regalos asom
brosos que rivalizan con el cielo? Están en todas partes. Pero el mejor
de ellos es que ahora verdaderamente los veo.
2!5 DI- l ) l ( 11 M B K i :
Navidad
Si, como Herodes, llenarnos nuestra vida de cosas, y nue
vamente de cosas; si nos consideramos tan poco importantes
que debemos llenar todos los momentos de nuestra vida de
acción, ¿ cuándo tendremos tiempo para hacer la larga y lenta
travesía del desierto que hicieron los Reyes Magos ¿O pa ?
ra sentarnos y contemplar las estrellas como hicieron los
?
pastores ¿ O para meditar sobre el nacimiento del niño como
hizo Maríaf Cada uno de nosotros debe atravesar un de
sierto. Descubrir una estrella. Y un ser dentro de nosotros
mismos al que hay que dar vida.
A n ó n im o
Dos vidas
Debemos estar dispuestos a librarnos de la vida que hemos
planeado para poder disfrutar de la vida que nos está
esperando.
J o seph C am pb ell
28 D E DICIEM BRE
ítaca
A l p artir en busca d e ítaca,
ruega q u e tu viaje sea largo,
lleno d e aventuras, lleno de despertares.
N o tem as a los m onstruos d e antaño...
no los encontrarás en tus viajes
si tus pen sam ien tos son elev ad os y a sí perm an ecen ,
si pasion es auténticas agitan tu m ente, tu cuerpo y tu
espíritu.
N o encontrarás m onstruos tem ibles
si no los llevas den tro de tu alm a,
si tu alm a no los coloca fr e n te a ti.
CONSTANTINE CAVAFY
X-/a vida como viaje. La vida como safari. La vida como peregrina
ción. La vida como jardín. La vida como el arte más elevado.
Descubridoras. Buscadoras. Pioneras. Detectives. Exploradoras.
Arqueólogas. Peregrinas. Poetisas. Transeúntes. Jardineras. Artistas
de lo cotidiano.
Mujeres de espíritu. Mujeres sustanciales. Mujeres con estilo.
Mujeres que han vivido los interrogantes. Mujeres dispuestas a abra
zar las respuestas. Mujeres que están estupendas con sombrero. Por
esto llevamos tantos sombreros diferentes.
Buscadoras de lo sagrado en lo normal y corriente. I ,a vida real. I ,o
místico en la locura. Los misterios santos en lo mundano.
Buscadoras del amor. La pasión. La plenitud.
La autenticidad.
¿Hacia dónde nos dirigimos?
Vamos camino de casa.
ítaca.
Pero antes de llegar, hay inmensos mundos que esperan que los
exploren. Mundos dentro. Mundos fuera. La tierra. El cielo.
El cielo en la tierra.
A veces el terreno es rocoso y las laderas, empinadas. A veces la
jungla es espesa y su interior, muy oscuro. A veces el agua es profun
da y las olas, violentísimas.
¿Ves ahora por qué necesitamos un poco de variedad en nuestros
métodos?
¿Cómo sabremos que hemos llegado allí?
Lo sabrás.
Es muy sencillo. Las cosas reales lo son.
¿Hemos llegado ya?
No del todo.
Pero estamos tardando demasiado.
A menudo lo parece. Cronológicamente, hemos llegado al fin del
año, pero estamos en el principio del viaje. No te preocupes. Tendre-
mos todo el tiempo que necesitamos en Kairos p.u.i encontrarnos a
nosotras mismas.
Aquí es donde hemos de despedirnos. Al menos de momento. Nece
sito hacer algunos descubrimientos por cuenta propia. Y tú, también.
Pero no estarás sola. Alguien que te ama incondicionalmente lleva
el timón. El amor divino te sostiene, te rodea, te envuelve, te protege.
Ve en paz. Estás tan preparada como puedas estarlo y cuentas con lo
necesario para correr las aventuras que te esperan. La sustancia divina
— que es tu única realidad— provee con abundancia. Pero tienes que
pedir. Pedir ayuda, provisiones, orientación. Gracia. Pide que pongan
en marcha el poder. Pide atrapar el flujo. Pide remontarte en los aires.
Pide. Pide. Pide.
Pide un respiro de todas tus crisis. Renuncia al sufrimiento, la pena
el dolor. Renuncia a las expectativas. Pide que te sorprenda el gozo.
Da las gracias. Espera. Observa lo que pasa. Emociónate. Abre los
brazos tanto como puedas para recibir todos los milagros que llevan
tu nombre.
N o olvides nunca que todo lo que tienes es lo único que necesitas.
El encanto de la vida simple es un camino diario hacia la alegría y
el bienestar creativo y práctico, que espera revelarse en los pequeños
momentos. Pero no lo olvides, el camino es en espiral. Si te encallas,
contempla el panorama más amplio y comprueba cuánto camino has
recorrido. Para las partes del viaje en que sólo el lejano horizonte es
visible, el encanto de la vida simple se convierte en una carabela de
contento, un bajel pequeño, pero recio, lo bastante fuerte como para
resistir las tempestades. Sus velas triangulares se han diseñado espiri
tualmente para aprovechar los vientos que soplan desde cualquiera de
los dos lados de la vida real: las tinieblas y la luz.
Vamos a ver. ¿Lo tienes todo? Saca tu mapa del tesoro. Piensa que
tu diario de descubrimientos ilustrado es el cuaderno de bitácora de tu
barco. Tu corazón sabio y amoroso es tu brújula para determinar la
latitud y la longitud del anhelo. Compruébala todos los días. Confía
en que te hará seguir el rumbo previsto, sin desviaciones. El amor no
te fallará.
Cree. Cree en ti misma. Cree en El que cree en ti. Todas las cosas
son posibles para la que cree.
Bendito sea tu valor.
Navega guiándote por las estrellas. Busca la tuya en los cielos.
Síguela. Permanece con ojo avizor para ver lo-, indicadores espirituales.
Te rodean. El despertar del alma es la j-,i al ¡uní I a esem ia del alma es la
simplicidad. La serenidad del alma <•, el <u.leu . I a s e i enidad del alma es
la armonía. Lapasión del alma es la I m ||, -a I I p i o p o s i t o del alma es la
alegría.
\
Kuega •|i i c i i i viaje sea largo v saboiea Ir. <*u ala que hagas duran
te <*I misino I .is es» alas li.u en que l.i Imim11u da m .i ui.u i\ i IIt>•..i I lena
de sentido. Memorable. Ihise.i tu propio liiino v se lu í i el Quedan
aún tantos puertos que'ver poi piimeia ve/ V.r. i animo de algún
lugar en el que minea lias estado I la que lie. p» ii'.amientos sean ele
vados en todo momento. Deja que las pastom •• peí'tonales agiten tu
mente y tu espíritu.
1 )irige el rumbo hac ia la Auieuiii a. I )iee l.i leyenda que cuando te
marches de ella no set as la misma mii|ei Morque i encuentras esta isla
sagrada, recordarás lo que siempre ha . .aludo. I )eseubrirás a la mujer
que siempre has sido. Dejaras de vei las cosas como son y las verás
como eres tú. Al separarse las tinieblas donde la duda y la fe se en
cuentran, verás que el yo auténtico es el alm a hecha visible.
Buen viaje.
- (>Jt)
a la criolla con espinas. N o necesitas utili/at el h om o paia ihslmiai
de las galletas de Navidad. Empieza a peus.u en las calorías el 1 do
enero. Olvídate del pastel do fruta con nueces. I'iensa en el Mlack
Cake. «Existe el pastel de fruta con nueces y existo el Black ( alu\ que
es a aquél lo que los cuartetos con piano do Brahms son a la música
ambiental», nos dice Laurie Colwin. Te dirá cómo se elabora uno en
H om e Cooking.
Organiza un festival de películas clásicas. Además de las favo
ritas de siempre, hay muchas más películas maravillosas que probable
mente no conoces y cuyo motivo principal o su argumento secundario
celebra la Navidad. Encontrarás una lista de estas películas en The
G reat Am erican Christmas Alm anac, de Irena Chalmers y amigos.
<^=5 Frederic y Mary Ann Brussat, directores del Servicio de
Información Cultural, escriben y publican un boletín de noticias dedi
cado a identificar las dimensiones espirituales de la vida real que pue
den encontrarse ahora encerradas en libros, películas, vídeos, televi
sión y programas de radio. Son también los autores del delicioso libro
100 Ways to Keep Your Soul Alive: Living Deeply an d Fully Every Day.
Para más información sobre su boletín, escribe a: Cultural Informa
tion Service, P.O. Box 786, Madison Square Station, New York, New
York 10159.
Haz que se cumplan los sueños navideños de un niño que no
sea tu hijo.
Comparte tus bendiciones en un refugio para mujeres o per
sonas sin hogar.
Prepara una bandeja de Natividad.
Busca tu estrella. Sigue su luz. Si realmente quieres una estre
lla a la que puedas considerar tuya, puedes tenerla. Cada día se descu
bren nuevas estrellas en los cielos. The International Star Registry
pondrá tu nombre a una de ellas, o le pondrá el nombre de un sueño o
de un ser querido a modo de recordatorio. (Ponte en comunicación
con The International Star Registry, 34523 Wilson Road, Ingleside,
Illinois 60041).
^ El inspirador arte caligráfico de Michael Podesta es exquisito.
Para recibir un catálogo de sus grabados, escribe a Michael Podesta
Graphic Design, 8847 Eclipse Drive, Suffolk, Virginia 23433; 804-238-
3595.
Si deseas información sobre cómo se obtiene el grabado de
edición limitada firmado por Margaret Chodos-Irvine que aparece en
la portada y en otras partes del presente libro, escribe a Margaret
y adjúntale un sobre con tu dirección escrita y el debido franqueo:
311 First Avenue South, # 306, Seattle, WA 98104.
«•§ Lee las aspiraciones que escribiste el 1 de enero. No te desani
mes si no se Ii.iii i t i m p l i d o , I o im pon,m n es n u n i Ir ali an/ . »i I.is
nueva. Incluye r n ri l a lo 1111«- loilavía l e n ^ a impon.mi ia
I l. i/ 111 i.i Iím.i
para ti de la lisia a n t e r i o i ( o n l l a l us n u e v o * s u m o s a u n a amiga mti
nía, que sera tu testigo.
•*<$ Antes ile ilar la bienvenida al Ano Nuevo liemos de dejar
atrás los asuntos no terminados del ano viejo: errores, remordimien
tos, limitaciones y decepciones. I le aqm cómo se hace: escribe en unos
papelitos lo que te gustaría olvidar, luego mete los papelitos en una
caja pequeña de cartón. Acto seguido, envuelve ceremonialmente la
caja con papel negro o de color muy oscuro, encerrando dentro de ella
las penas y la mala suerte. Luego pronuncia en voz alta las palabras
«¡A paseo!», y lanza la caja al fuego para quemar el pasado. Si no tie
nes chimenea, tira los malos recuerdos del pasado a la basura, que es el
lugar que les corresponde. Guarda sólo los buenos.
Pon champán a refrescar. Despide el año viejo con un brindis
y da la bienvenida al Año Nuevo. Da las gracias. Celebra lo lejos que
has llegado, lo mucho que has aprendido y la mujer fantástica que en
realidad eres.
¡Feliz Año Nuevo!