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Y en ella va Panchito con una gran sonrisa diciendo:

Valeria Seminario Melgar


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Panchito,
El Mensajero de la Navidad
Hace unos años atrás, en la cálida ciudad de Piura,
vivía Valeria, una niña muy alegre y buena, que
siempre estaba dispuesta a ayudar a su mamá en lo
que ella necesitara y se esforzaba por sacar buenas
calificaciones en el colegio.
Sin embargo, un día su alegría se vio opacada por que
su padre tuvo que cerrar su fábrica y se quedó sin
trabajo.
Un día, Valeria sola en su cuarto, en medio de su
tristeza, junto sus manitas y muy fervorosamente rezó:
- Ángel de la Guarda, mi papito Panchito hace un mes
se ha quedado sin trabajo, y desde ese día se ha
puesto muy triste y anda muy preocupado. Te pido
por favor le regales un MILAGRO: un trabajo para
mi papá, para que vuelva a ser el padre cariñoso
que era antes. Amén.

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Panchito, tu hija oró muy fervorosamente y pidió un
trabajo para ti. Dios, desde el cielo, en su infinita
misericordia, ha escuchado sus ruegos y ha creado Y entrando en la gran fábrica, el ángel preguntó:
una fábrica de dulces aquí en Piura. Tú has sido - ¿Aceptas el trabajo?
elegido para ser el director de ella y repartir los ricos - Pues sí. –dijo Panchito, abrazándolo y
dulces celestiales que están empapados del amor de entusiasmado de su nueva labor. -
Dios y cuando los niños los prueben llenaran de alegría - Uuunn momentito -dijo Ronco, el pacaso- No
su corazón. todo es color de rosa, hay algunos problemas. Necesitamos
personas para hacer los dulces. Nosotros no tenemos manos.
Sin salir de su asombro, tomó la mano del ángel quien lo A lo que Panchito dijo:
transporto al centro del desierto de Piura y detrás de una gran - Creo que tengo las personas indicadas para ello -
loma de arena, se encontraba FRANKVALÚ, un mundo pensando en los trabajadores de la fábrica que cerró, pues
totalmente diferente. ellos eran personas trabajadoras y de buen corazón. - Pero
debemos tener seres para que todo el año los niños sientan
cariño y aliento y no solo en Navidad. - añadió. -
- Eso se puede solucionar. -dijo la perrita Quori. -
Yo conozco muchos de mi raza que nos pueden ayudar y que
están dispuestos a dar mucho cariño y aliento a los niños
durante el año.
- Y ¿cómo repartiremos todo esto? -dijo Panchito. -

En él había lindas casas de fachadas blancas, con techos de


calamina roja, decoradas con hermosas Bugambilias y
jarrones de barro llenos de geranios multicolores, rodeada de
grandes algarrobos. Y en el centro la gran y fenomenal fábrica.
¡Bienvenidos! -les dijo, Rene, el chilalo-.

No pudiendo dejar su asombro, Panchito vio que el pajarito


podía hablar. Sin embargo, Dios hace imposibles.
Si te preguntas por qué las personas no ven la ciudad, es
porque solo la ven las personas honradas y de buen corazón. -
dijo Esqui, el jañape-.

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- Eso no es problema –dijeron los piajenos: Zas, Bolgorio
y Travieso. Nosotros lo haremos, además tenemos
nuestra propia carreta.
- Y Rene, el chilalo, refiriéndose a los piajenos dijo:
Si les das un poco más de
algarroba, vuelan rapidisisisisimo.

Luego, el Ángel dijo: Ahora todo depende de ti, mi querido


Panchito. Dios te eligió para ser el mensajero de la
Navidad. -y diciendo ello desapareció. -

¡Y claro que Panchito se puso a trabajar! En primer lugar,


llevo a ese lindo lugar a su familia, también llamó a todos
los trabajadores de la fábrica que trabajaron con él,
quienes, junto a sus familias, aceptaron encantados el
nuevo reto, mudándose al ciudad de FRANVALÚ y
construyendo una escuela para los niños.
Quori, la perrita, visitó a cada perro viringo de Piura,
quienes aceptaron ser dar cariño y alientos a cada niño en
la ciudad durante todo el año.

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Y en ella va Panchito con una gran sonrisa diciendo:

Valeria Seminario Melgar


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