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Dado lo corto del tiempo para esta exposición, la abordo de inmediato en sus
contenidos.
1) Voy a empezar destacando la necesidad de entender que no sólo en
Ecuador sino en toda Latinoamérica, estamos asistiendo al surgimiento
cada vez más evidente de una serie de versiones “renovadas” de
movimientos -y especialmente fuerzas partidarias- que se podrían
caracterizar como “de derecha” y que este rasgo afecta de manera
sustancial a la forma de ejercer el poder y de disputar el acceso a éste.
2) En segundo lugar propondré algunos elementos que tienen en común
las diferentes versiones de las derechas y sus estrategias político-
discursivas, en el caso ecuatoriano.
3) Finalizaré con una aproximación a cómo estas estrategias han ubicado
al campo mediático e hiper-mediático como el espacio clave de su
posicionamiento y qué tipos de “discursos-clave” se pretende
posicionar en esta reconfiguración del espacio de disputa simbólica .
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básicas: la populista y la “izquierda moderna” y así el mapa político-
ideológico mostraría tal bifurcación.
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Desde esta perspectiva, todo proyecto político, y más aún si se acerca a un
cambio estructural, tiende obligadamente a devenir en reforma (dirección)
intelectual y moral de la sociedad, y tiene afectación en las formas de pensar
y conocer, así como de explicar la realidad, con el propósito de unificar el
bloque social, que es siempre heterogéneo y contradictorio.
(..)hay dos elementos que resultan clave para comprender no solo sus consecutivos
éxitos electorales, sino el mantenimiento de la credibilidad y la legitimidad aun en
situación de abierta conflictividad contra varios sectores económicos, políticos e
incluso sociales de importancia. Por un lado, electoralmente el gobierno ha puesto
en práctica una estrategia de comunicación política basada en el uso intensivo del
marketing político y por el otro ha polemizado respecto a un tema sumamente
sensible en el país: la libertad de expresión.
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MARCO CONCEPTUAL
II) Entender la política a nivel del país supone un esfuerzo para no mirarla”
“desde arriba” (es decir desde el poder) sino comprender la heterogeneidad
social y política que no es un espacio homogéneo sino más bien diverso en
tradiciones, trayectorias, interpretaciones y posicionamientos, y obviamente
en tensión permanente, donde las distintas discursividades políticas
fundamentan su accionar en lograr una identificación, que generalmente
toma la forma de una “polarización”.
Gramsci sugiere que la hegemonía implica que los valores y visión del mundo de las
clases dominantes se convierten en una especie de “sentido común” compartido por
los grupos dominados, en virtud del cual terminan aceptando –aunque no
necesariamente justificando– el ejercicio del poder por parte de los grupos
dominantes. Dicho sentido común es diseminado y adquirido a través de un proceso
complejo en el que la educación, la religión y la cultura juegan un papel crucial
(Szumurk y McKee, 2009).
Para Stuart Hall, “la noción de hegemonía implica una política de identificación
del imaginario. Este ocupa un lugar discursivo que no está exclusivamente
delimitado por la historia de la izquierda o de la derecha. De alguna manera
existe entre estas polaridades políticas”1
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Lo anterior implica que a nivel discursivo se da una continua reconformación
de “dos campos antagónicos, en el cual la una parte se profundiza la
identificación de un enemigo “directo” (por ejemplo en “la derecha” o
anteriormente en “el comunismo”) , que puede extenderse a la de un enemigo
“interno” dentro del propio movimiento o partido en el poder, de un enemigo
“externo” en el plano internacional, y hasta una diferenciación “dentro del
propio campo popular” encarnada en el debate que mantienen con lo que
consideran –en el caso ecuatoriano- una izquierda “infantilista” o “ecologista”.
Según Schuttenberg
ese esfuerzo por reducir la diversidad de lo social es lo que Laclau (1990, 2005)
denomina como hegemonía. El terreno de la constitución de la hegemonía es el
discurso, es decir, requiere de una operación hegemónica significante orientada a la
articulación de elementos. Retoma como central la categoría de discurso puesto que
se entiende a la sociedad como discurso a partir que es una ordenación particular
de elementos. Discurso en términos de Laclau es el conjunto de relaciones sociales
y producciones de sentido que componen determinada sociedad. Lo social es
entonces el campo en donde se da la lucha por la hegemonía que es una lucha
política. En este marco lo político se concibe como un modo de relación entre
colectivos humanos –la relación de tipo amigo-enemigo– en vez de fenómeno que
surge en un sitio o esferas específicas. (Arditti, 2005, cit. Por Shuttenberg, 2009).
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III) En este mismo sentido según J.J. Brunner (1988) “existe una conexión
profunda entre el sistema político prevaleciente en una sociedad determinada
y el régimen comunicativo que aquél en parte condiciona y al cual necesita
para subsistir (p. 65)”. Esta aproximación nos es útil para analizar cómo “en
diversos momentos en la vida de las sociedades, distintos regimenes
comunicativos “pugnan por imponerse y por controlar en la sociedad la
producción de sentidos, de verdades, de temas públicos, de esquemas de
comprensión y de evaluación (p. 75)”.
En la lógica planteada por Laclau (2010) acerca del populismo como modalidad
de articulación de sentidas demandas sociales, se tiene que recoinocer el papel
de los MM.CC –y no solo en el caso de Colombia- en la permanente
construcción de información que retrata como “excluyentes, ideológicas y
poco pragmáticas”, hacia los gobiernos de orientación socialista,
posneoliberal, neodesarrollista o de izquierdas en la región (el Ecuador de
Correa, la Bolivia de Evo Morales, la Venezuela de Chávez, e incluso la
Argentina de los Kirchner), así como a las distintas variaciones del chavismo
(De la Roche)
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neoliberal que desvaloriza y descalifica radicalmente otras posibles
interpretaciones de la realidad y otras posibles orientaciones de la política pública
que no se inscriban en ese tipo de sentido común y de discurso hegemónico
Por estas razones, rechazamos la tesis del posible “fin de las ideologías”
propuesta con fuerza por D. Bell en los 60s, puesto que tal fin no se ha
materializado” según estos autores sino más bien ha adquirido nueva vida y
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Schuttenberg Mauricio, Antagonismo, identidad y diferencia. La construcción del
enemigo político como puente discursivo de inserción en el gobierno de los movimientos
sociales “nacional populares”, Revista Oficios terrestres, UNLP, 2009
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nuevo significado en la política occidental, al tener una participación activa en
los conflcitos políticos.
Sin sectarismo, yendo mas alla de la ideología y la política , mas alla de lo local
y regional (Nebot en Expreso24-II)
DESDE LA IZQUIERDA:
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b) Hay que advertir la creciente potencia de sus discursos y que tal avance
tiene que ver con temas tales como “las libertades”, “la ineficiencia del
modelo económico”, “los abusos” y seguramente muy pronto “la
corrupción”
c) La necesidad de reconocer que la importancia estratégica prioritaria de
la disputa simbólica por los sentidos. La lucha por la hegemonía
adquiere nuevos modalidades desde la competencia entre el discurso
gubernamental frente a la discursividad de las derechas y de ciertas
izquierdas , lo que se potencia en épocas de dificultades económicas o
de traspiés políticos y jurídicos
d) Las políticas de comunicación y cultura generadas por los gobiernos que
se han asumido de izquierad en la región parecen havberse denbilitado
en sus resultados sin que se avizores nuevas estrategias de
comunicación política y solamente un eventual levantamiento der
procesos continuados y vigorosos de movilización social, frente a as
propuestas de las derechas y sus acompañantes
e) Tal debilitamiento de los referentes discursivos opera a tres niveles:
político, moral e incluso incipientemente en lo económico; y que éstos
“malestares” operan con mucha fuerza en la dimensión emocional de la
política, reconfigurando los frames o encuadres en términos más
positivos para las derechas y los actores mediáticos que oportan sus
discursos.
f) Por ultimo, especial atención merecen la expansión del espacio para la
construcción de representaciones sociales (o como se dice
convencionalmente de opinión pública) desde los medios masivos hacia
las redes sociales, produciendose nuevas articulaciones para la
producción y difusión de referentes claramente identificados con los
discursos de las derechas.
Como se ve, aún resta mucho por explorar respecto a este espacio de
constitución de nuevas referencialidades y de remapeo semántico de la
política, siendo éstas apenas gruesas reflexiones iniciales.
MUCHAS GRACIAS
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ADENDUM
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la última crisis, descubren complicidades arriesgadas y un abandono del papel
esencial de servicio a la opinión pública (Schiffrin 2011: 71)
Para Geert Lovink Hay que considerar la accion en la red de fuentes aparentemente espontaneas,
que en realidad se corresponden con las estrategias de induccion de intereses comerciales, politicos,
corporativos o religiosos, a veces amparadas en el anonimato (Lovink 2012: 38). Es significativo,
en este sentido, el despliegue de iniciativas en Estados Unidos en torno a las cuestiones
que polarizan la vida politica, que si bien pudieran parecer una manifestacion de pluralidad y libertad
expresiva, son en realidad vectores de intoxicacion. Una muestra de estas manifestaciones,
que tambien alcanza a los medios convencionales, se pone de relieve en las paginas y blogs profesionales
que niegan la naturaleza antropogénica del cambio climatico, y con ello el mensaje del consenso cientifico, y lo
reducen a una estrategia de las fuerzas que pretenden acabar con el modo de vida americano. 174
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He aquí el paradójico juego de las derechas: a un mismo tiempo abogan en sus
discursos públicos por la unidad y el fin consensuado del conflicto y por otro
alimentan la explosión de opiniones individuales desde la defensa de la
“libertad de expresión de cada persona”, lo que torna imposible lo primero y
complica enormemente la discusión racional de temas de interés general,
asentándose su efecto en la generación de “estados de ánimo” que fluctúan
entre la euforia y la disforia.
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