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LA FAMILIA ROMANA Y LA CASA

Uno de los fundamentos esenciales de la sociedad romana era la


familia. Estaba formada por el cabeza de familia, pater familias y por
la esposa, los hijos, las esposas de sus hijos, los esclavos y los
clientes.
Lo que unía a la familia no solo era los lazos consanguíneos sino
el depender del pater familias. Con el paso del tiempo, en el Imperio,
la situación empezó a cambiar y se comenzó a tener solo en cuenta
los lazos sanguíneos. La familia romana estaba formada pues por las
personas sometidas a la autoridad del pater familias, la madre, los
hijos, los esclavos y clientes. Todos los miembros de la familia estaban bajo la autoridad del padre, quien podía
comprar, vender o matar a cualquiera de ellos. A este derecho del pater familias se denominaba Patria
Potestas.
La familia era también una sociedad religiosa, que tenía su culto y fiestas ( sacra privata). El pater
familias, como correspondía a su autoridad, presidía las ceremonias religiosas en honor de los dioses
familiares. El rito se dirigía a los dioses Penates, protectores de las provisiones de la familia, al Lar
Domesticus, protector de la casa, y a los dioses Manes, almas de los antepasados. Estas ceremonias religiosas
privadas se hacían en el atrium de la casa, donde se encontraba el altar, el focus y las imágenes de los
antepasados en el lararium.

El matrimonio

En Roma, el matrimonio fue siempre considerado un pilar básico de la sociedad.


Por ello en momentos de crisis, las autoridades se esforzaban en revitalizarlo
penalizando a los solteros y dificultando los divorcios.
El fin del matrimonio era la procreación de los hijos con los que se aseguraba la
perpetuidad de la familia. La esposa gozaba de un lugar privilegiado en la casa y
en la ciudad y por el matrimonio participaba del rango social del marido, de los
honores con los que estuviera investido y del culto privado.

Los esponsales (petición de mano) y la dote

El matrimonio romano tenía una serie de rituales, que en algunos casos podemos relacionar con el actual. Así,
podemos decir que al matrimonio precedían los esponsales, o la mención o promesa de las nupcias futuras, de
donde venía a los prometidos el nombre de sponsus, sponsa (esposo y esposa). Se celebraba una comida
familiar y se intercambiaban regalos entre los prometidos; era un acto parecido a «la peti ción de mano» de
nuestra sociedad. Él le regalaba un anillo que se colocaba en el dedo anular (< anulus, anillo) de la mano
izquierda porque se pensaba que en este dedo había una vena que llegaba directamente al corazón.
Después se llegaba al matrimonio, que desde el punto de vista legal podía ser cum manu, cuando la esposa
abandonaba el culto de su familia y la autoridad de su padre y pasaba a la autoridad absoluta del marido, o
sine manu, cuando la esposa permanecía bajo la autoridad de su padre conservando sus bienes.
Al final de la República y en el Imperio el matrimonio sine manu es el más frecuente, sobre todo para las
mujeres que quieren conservar sus bienes. Este matrimonio se contrae por el consentimiento de los esposos.
El día de la boda
El día de la boda era uno de los más importantes de la vida familiar. Se elegía cuidadosamente el mes y el día

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porque no todos eran de buen agüero para la felicidad de los esposos. Para
conseguir un día oportuno y recabar la voluntad de los dioses se recurría a los
auspicios, y en caso de no ser favorables se posponía la boda. La novia, vestida
con una túnica blanca, velo amarillo y corona, y acompañada en todo momento
de una madrina (pronuba) firmaba junto con el novio el contrato matrimonial
(tabulae nuptiales) en presencia de diez testigos y la madrina unía las manos de
los contrayentes como símbolo de fidelidad. Después se celebraba una cena
nupcial en casa de la novia con la participación de todos los invitados. El
momento de mayor emoción para la esposa tenía lugar cuando se preparaba la
deductio o “rapto” de la novia que se echaba en manos de la madre y el novio
fingía arrancarla violentamente (recordando el mito del Rapto de las Sabinas).
Entonces se iniciaba el traslado de la novia a su nuevo hogar, en una especie de procesión con todo el cortejo
de parientes, amigos e invitados, entonando el himeneo o canción de boda. Todo el rito terminaba con un
banquete en casa del esposo, al que sólo asistían los más íntimos de ambas familias.
La familia romana de los primeros tiempos de Roma se fue desmoronando con la corrupción de las buenas
costumbres en el Imperio. A pesar de las leyes y medidas que promulgó Augusto para paliar la escasez de
nacimientos, que había llegado a ser preocupante, y proteger a la familia, el divorcio estaba muy
generalizado. Se podía obtener por mutua voluntad o por la repudiación de una de las partes.

Los hijos

La procreación de los hijos es el fin del matrimonio, pero el pater familias no


está obligado a aceptar a todos los hijos que vengan. Es necesario que sean
legitimados por el padre; así, al nacer se depositaba al niño a los pies del padre.
Si éste lo levanta públicamente (liberum tollere), el niño quedaba admitido en
la familia, pero también podía volver la espalda (liberum repudiare) y en este
caso el niño quedaba excluido de la domus, pudiendo ser vendido como esclavo o
matado.
Después de ser reconocido, el niño es purificado (lustratus), se le impone
nombre y se inscribe en el censo de los ciudadanos. Si se trataba de un varón, el
nombre constaba de tres elementos:

- Praenomen, que era el nombre personal. Generalmente lo había llevado alguno de sus antepasados
y suele aparecer abreviado. Ej. L. = Lucio, M = Marcus, Q = Quintus, etc.
- Nomen, que era el apellido o nombre de la familia, común a todos los miembros de la gens. Ej. gens
lulia, Tullia...
- Cognomen, que era un sobrenombre y tiene su origen en un apodo relacionado con un defecto
físico. Ej. Cicero, o cara de garbanzo; Balbus, el tartamudo...

Las niñas sólo tienen el nomen: lulia, Tullia y si hay más de una se
añadía maior para la mayor y minor para la menor.
Además de imponérsele el nombre en el
octavo día, el niño recibía la bulla, medallón
de oro o metal inferior colgado al cuello que
con el tiempo se convirtió en una especie de
amuleto con virtud especial para los hechizos y
males que pudieran causarles las maldiciones y

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envidias ajenas. El vestido de
gala de los niños era la toga
praetexta (toga con un franja
púrpura que vestían los niños y
los magistrados) que
abandonaban al igual que la
bulla por la toga viril (toga
blanca) a los 17 o 18 años, edad
en la que se celebraba el paso de
la infancia a la vida pública con
una gran fiesta y ofrendas a los
Lares.
Cuando una familia no tenía hijos varones podía adoptarlos, ya que la extinción del
nombre y del culto constituía una especie de deshonra. Por esta razón la adopción en
Roma fue muy frecuente.

La vivienda familiar

En la ciudad, la familia podía vivir en dos tipos de viviendas según su riqueza: la domus, que eran las casas de
los ricos y la Ínsula, que eran casas de vecindad para las familias más humildes. A estos dos tipos de viviendas
añadimos la villa, o casas de campo, que con el tiempo se convirtieron, para los más acomodados, en la
residencia de descanso de la vida política y social de la ciudad.

DOMUS

Eran viviendas habitadas por una sola familia y de un


solo piso. En Pompeya y Herculano se encuentran
ejemplos bien conservados. Aunque no todas las casas
tienen un plano uniforme, podemos decir que todas
constan de una pieza central llamada atrium,
alrededor del que se situaban casi todas las
habitaciones. La entrada se hacía a través de un
pequeño vestibulum, en el que había una leyenda de
saludo bajo la figura de un perro: «Salve, Cave Canem».
Además de esta entrada principal, podía haber otra
entrada, que daba a una calle posterior, utilizada
generalmente por la servidumbre. A través del
vestibulum se accedía al atrium, que era el punto de
reunión familiar y donde el padre de familia recibía a sus clientes. El atrium era un patio porticado, que tenía
una gran abertura en el techo, compluvium, por la que entraba el agua de lluvia que se recogía en un estanque
situado debajo llamado impluvium. En un rincón del atrium estaba el lararium u hornacina destinada al
culto doméstico, donde la familia romana veneraba a los dioses del hogar y a sus antepasados.

Alrededor del atrium podemos distinguir, según su situación, distintas habitaciones:


 Tabernae. Eran locales ubicados en los ángulos delanteros de la casa con puerta abierta
directamente a la calle, que servían de tiendas y podían estar alquiladas, o regentadas por esclavos.

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 Cubicula. Tenían abertura al atrium, y eran dormitorios.
 Tablinum. Era la estancia del pater familias de trabajo y archivo. Estaba situada frente a la puerta
de la entrada a la casa, al fondo del atrium. A veces, para
evitar que el tablinum se convirtiera en una habitación de
paso, entre el atrium y el peristylium se hizo una especie
de corredor llamado andron. pasó a ser la zona de
tranquilidad familiar. Se trataba de un gran espacio
descubierto, rodeado de un pórtico columnado con un
jardín y una fuente en el centro. Es de clara influencia
griega, como así lo atestigua el nombre de alguna de sus
dependencias:
 Exedra. Situada en la parte extrema del peristilo, en
correspondencia con el tablinum, es una sala grande que se utiliza a menudo para conversar sobre
temas de trabajo.
 Triclinium. Era un comedor lujosamente decorado y ornamentado, con lechos triples en el que los
invitados se recostaban para cenar.
 Oecus. Era un gran salón que se podía utilizar como comedor.

Las casas estaban bastante cuidadas y decoradas con vistosos mosaicos. Las paredes se pintaban al fresco en
colores vivos, con motivos arquitectónicos o vegetales, escenas familiares, mitológicas o rurales.

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INSULAE

Las familias más humildes vivían en casas de vecindad, de varios pisos,


rodeadas por todas partes por un jardín o una calle, formando lo que hoy
llamamos una manzana. Se trataba de casas parecidas a las de los arrabales de
las ciudades actuales, de mala construcción y con el tiempo, y debido al
crecimiento demográfico, de gran altura, hasta el punto de que Augusto prohibió
elevarlas más de 5 o 6 pisos. Debido a estas características había frecuentes
incendios y hundimientos.

VILLAE

En el campo romano siempre hubo, desde la antigüedad, cabañas llamadas casae y tuguria de construcción
sencilla, donde vivían familias humildes de labradores y pastores. Con la evolución socioeconómica de Roma,
las explotaciones agrícolas y ganaderas de los terrenos agrarios cobran importancia, y «las construcciones e
instalaciones que giran en torno a esta explotación recibían el nombre de villae. Podemos distinguir la villa
rústica, destinada a los trabajadores, al ganado y al almacenaje de los frutos y cereales, y la villa urbana,
vivienda reservada al dueño de la hacienda, que en muchas ocasiones pasó a ser una vivienda de lujo destinada
al recreo y al placer. Para la
construcción de estas villae se
buscaba, en el caso de la villa
rústica, buen clima, buena tierra y
fácil acceso; en el caso de la villa
urbana, un buen emplazamiento
(borde de un lago, pies de una
montaña...), y no presentaban un
modelo de construcción ya que se
acomodaban al tipo de explotación
(ganadera, producción de cereales,
vino...) y a las necesidades del
señor.

Mythos viget

1. Femina dum plorat, hominem superare laborat. “La mujer


mientras llora, se esfuerza en vencer al hombre”. Aforismo medieval.

2. Beatus ille. Horacio. “Feliz aquel…”. Se elogia la tranquilidad y vida


sencilla del campo. Es un tópico literario.

3. Ubi tu Caius ego Caia. Frase pronunciada por la esposa mostrando


lealtad y fidelidad al esposo. De ahí procede la palabra tocayo (tu
Caius).

4. Si voles apte nubere, nube parí «Si quieres casarte bien, cásate
con tu igual». Ovidio Heroidas, 9, 32

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Ejercicios

1. Escucha estas otras expresiones latinas y escríbelas. Después escribe una frase con cada una de ellas y coméntalas.

2. Realiza un cuadro sinóptico del tema.

3. Define brevemente: Triclinium, Lares, matrimonium cum manu, bulla, atrium, domus.

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