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FACULTAD DE FILOSOFIA Y HUMANIDADES
CENTRO DE ESTUDIOS JUDAICOS
Miraflores 579 – Metro Estación Bellas Artes
Tel. 9771550 ‐ Fono‐fax 6387513 – POBox 14837
Santiago de Chile
DIPLOMA DE EXTENSIÓN EN RELIGIONES COMPARADAS CON MENCION EN
JUDAISMO, CRISTIANISMO E ISLAM
Año lectivo 2011
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CONTINUIDAD Y RUPTURA,
¿Constante en la historia judía?2
1 Medalla israelí conmemorativa de Judea Capta que conmemora la caída de Jerusalem, en el reverso aparece
Israel liberata. Imágenes de: http://cgi.ebay.es/ISRAEL‐Medaille‐conmemorative‐JUDAEA‐CAPTA‐61‐mm‐
/380233163577
2 Documento de circulación restringida. Necesita revisión para su publicación.
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CONTINUIDAD Y RUPTURA, ¿Constante en la historia judía?3
Prof. Ana Maria Tapia Adler
Centro de estudios Judaicos
El postmodernismo se ha caracterizado por el individualismo. Este fenómeno no es ajeno al
judaísmo. Para muchos esta pareciera una situación anómala, como lo es la falta de compromiso y
el peligro de desaparición, lo que lleva a enfrentar una crisis de grandes proporciones y surgen
cuestionamientos importantes: ¿Sobreviviremos? ?Desaparecerá el judaísmo?.
A decir verdad, ante la realidad del judaísmo a través de la historia, que ha demostrado no ser
monolítico sino pluralista, lo pertinente es preguntarse acerca de cual forma de judaísmo podrá
sobrevivir a la crisis.
La palabra crisis puede representar un peligro para la mayoría de las personas pero no hay que
olvidar que gracias a ella viene la creación, las nuevas y originales respuestas que permiten la
sobrevivencia de un grupo.
A través de la historia el pueblo judío ha respondido de diversas formas las que, en una u otra
forma han representado peligro para su integridad. Como ejemplos tienen la Emancipación, en el
siglo pasado (XIX) que permitió la inserción de los judíos en la sociedad general y, no obstante
significó la destrucción del autogobierno porque limitó la aplicación del a Torá. Como ese, hay
otros abundantes ejemplos a través de la historia.
Puede sonar a perogrullo pero es común escuchar que no existe judaísmo sin judíos y que los judíos
no pueden existir sin el judaísmo. Una cosa es cierta, hay un legado religioso cultural importante
que une a este grupo humano en la medida en que carecían de otros elementos básicos de una vida
gregaria como lo son la tierra, el idioma y el estado. Les mantiene solo los lazos de sangre y la
tradición.
La tradición, dice Barón, es lo que hace a los judíos mas judíos ʺcuando confirman su judaísmo con un
compromiso consciente y voluntario que cuando lo aceptan, como un simple azar de nacimiento” (HSRPJ,
1:18)ʺ. Lo importante es, pues, el compromiso que se asume una vez que se está consciente de que
se es judío no solo por nacimiento sino también por elección.
Salo Baron señala que estamos obligados a analizar con mayor detenimiento el carácter distintivo
de la religión judía4 porque ʺa partir del momento mismo de su nacimiento y con el transcurso posterior
del tiempo, el PJ fue cada vez una religión histórica en permanente contraste con todas las religiones
naturales... ““Desde el comienzo el elemento histórico predomino de tal manera en las ideas religiosas del
pueblo judío que se puede considerar que el monoteísmo histórico (o ético histórico) es la mayor contribución
de la de la religión de Israel a la historia de los credos humanos (HSRPJ, 1:19).
3 Documento de circulación restringida. Necesita revisión para su publicación.
4 Baron habla de religión, en lo personal, prefiero el término cultura.
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¿Que significa la oposición entre religión natural y religión histórica? Religión natural es aquella
que depende de los factores naturales a los que ha deificado. Necesita de lo material para hacerlo
objeto de su adoración. El Judaísmo ha trascendido lao material. La nación no solo es el vehículo
principal de la historia en si misma sino además para esta conquista de la naturaleza por la historia
es indispensable un grupo selecto de hombres para que puedan ejemplificar ante los demás.
LA PREHISTORIA DE LA HISTORIA.
La prehistoria de Israel esta inserta, curiosamente, en la historia de las naciones con las que esta en
contacto. Estamos hablando del segundo milenio aec (aprox, 1800), ya han caído reinos tanto en
Egipto como en Mesopotamia. Si nos remitimos a la historia sagrada el punto de partida lo
encontramos en Mesopotamia, con un hombre que estando inmerso en una cultura extraña decide,
por propia voluntad ante lo que siente como llamado divino, alejarse de ese mundo de fastuosa
vida material, de cultura avanzada y dirigirse a un lugar que no conoce pero que se le ha
prometido.
Continuidad se encuentra en las costumbres que mas tarde podemos encontrar en la época
patriarcal y que están ilustradas por los descubrimientos e las tablillas de Nuzu. Ruptura inmediata
lo da el hecho de la adoración de un dios único, clánico, que no depende de ningún lugar y
acompaña a sus adoradores al lugar donde estos van.
Un segundo momento importante es el Exodo un acontecimiento que siendo fundamental para la
vida del pueblo judío es, no obstante, un acontecimiento de menor significancia en la historia
egipcia.
Es a contar de ese momento en que la historia de Israel se desenvuelve como una historia insólita y
se mueve entre la marcha de una nación individual y la de muchas naciones (o la humanidad). Su
historia es una historia de invasiones, expulsiones, exilio y de vivir como minoría entre la mayoría,
con los problemas que ello conlleva.
¿Es este un accidente de la historia?. No, para salo W Baron ʺEs indudable que, en idénticas
circunstancias, muchos otros pueblos habrían perecido y habrían desaparecido de la historiaʺ.
Hay un factor que siendo negativo se convierte en positivo, la independencia que se evidencia entre
la nación y el estado. El estado requiere de un territorio, lugar de culto. La nación, en cambio, puede
hallarse dispersa, como así ha acontecido en la mayoría del tiempo de nuestra historia.
Lo importante es que esta nación dispersa tiene la noción de una memoria histórica, de un nosotros
que recuerda y a la luz de esos recuerdos amparados por sus fuentes, lee y relee, estudia y
reestudia, interpreta y reinterpreta. Pero el vivir disperso le produce ciertamente crisis de identidad
en la que asume distintas actitudes. Por un lado una actitud de apertura total que puede llevarles a
la asimilación total porque a mayor participación en la sociedad general hay menor identificación
con los valores que le son propios como minoría y como miembro de una nación dispersa. Por el
otro lado, también extremo, la actitud es de cerrazón en pos de la defensa de sus particularidades y
solo el aislamiento les brinda seguridad. Un mayor número de personas se ha inclinado por una
tercera actitud, la de acomodación.
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Ante una situación nueva, el judío se dice, ‘Veamos, pues, que es lo que la sociedad me ofrece y
puedo extraer de ella amoldándome a las circunstancias sin, por ello, perder la singularidad judía’.
Es decir, buscar poder congeniar judeidad con mundaneidad.
Es importante distinguir entre dos términos vitales: Torá y judaísmo, que a través del tiempo
parecen haber sido términos intercambiables entre si. No obstante, presentan algunas variaciones.
Torá debe entenderse como aquello que es lo revelado, divino, fijo e inmutable y puede traducirse
como enseñanza, teoría, doctrina. Judaísmo, en cambio, apunta a lo creativo y dinámico, a los
elementos que se presentan en una civilización a través de los distintos estadios históricos. Desde
esa perspectiva uno puede hablar de Judaísmo helenístico, judaísmo rabínico, judaísmo medieval,
etc.
Así también hay que prestar atención a un nuevo término acuñado: Judaísmo secular, que apunta a
la filosofía de judíos que aceptan los valores judíos específicos pero rechazan la religión judía.
Nuevamente aparece el termino Religión, Digamos que en hebreo no existe una palabra para
designar religión, se utiliza el termino dat, que viene del persa dit, que significa mandato. Yo diría
que empezamos a mencionar el término religión justamente cuando se entra en contacto con otras
civilizaciones y, mas especialmente en el siglo XVIII, como lo veremos más adelante.
Lo que sí es importante recalcar es el cuestionamiento constante, la búsqueda de identidad
permanente del judío envuelto en un mundo ajeno donde debe aceptar ciertas normativas.
LA IDENTIDAD JUDIA
Las preguntas son ¿Qué es el judaísmo? ¿Qué es ser judío? ¿Quién es judío?, ¿Quién soy? ¿Por qué
soy? ¿Para quien soy?
La literatura judía nos ilustra con hermosos y didácticos cuentos esta preocupación constante. Por
un lado la historia de Rab Zusia y por el otro, la del rabino jefe de una yeshiva5 y su futuro
discípulo sirve como ejemplos.
¿Que es ser judío? a modo de ejemplo demos tres posibilidades.
a) Ser judío es ser miembro de un grupo religioso,
b) ser judío es ser miembro de un pueblo secular,
c) ser judío es compartir rasgos comunes.
Cualquiera de ellas que se escoja deja, inmediatamente fuera a los otras dos. Son excluyentes. Eso
quiere decir que ni siquiera hay rasgos comunes que nos identifiquen a todos y que la respuesta es
subjetiva y relativa, maximalista o minimalista, porque algunos exigen mas y otros exigen menos.
Hay judíos religiosos y judíos laicos, religiosos sionistas y religiosos no sionistas, laicos sionistas y
laicos no sionistas, judíos blancos, amarillos y negros, sefaradim, ashkenazim y edot hamizraj
(orientales), judíos que hablan hebreo y los que no lo hablan, judíos hijos de padres judíos y otros
que se han convertido al judaísmo.
5 Academia de estudios rabínicos
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La mayor parte de las personas dicen ʺidentificarse como judíosʺ. ¿A través de que puede un judío
identificarse? A través del sentimiento, por la mera afirmación de ʺme siento judíoʺ, por la
afirmación ʺsoy judíoʺ o bien, por el sentimiento de pertenencia. Los anteriores pueden resultar
validos sin embargo muy poco creíbles. El ultimo, el sentimiento de pertenencia me parece ser el
mas aceptable porque en tanto judío se hace participe del destino histórico común del pueblo judío
en Israel y la diáspora y comparto su traición y valores que conforman su cultura cuya base es la
Tora.
La última respuesta es una afirmación que contiene en si la historia y los valores judíos, conjuga
ambas cosas y pareciera ser la única forma de ser judío. Aun cuando ya dijimos que la respuesta es
subjetiva y relativa. Por lo tanto no es posible encontrar una definición que calce y sea aceptada por
todos los judíos.
¿POR QUE HABLAR DE CONTINUIDAD Y RUPTURA?
Es esperable encontrar en Israel las huellas de las culturas con las que ha estado en contacto a través
del tiempo. Dicho contacto ha significado continuidad y ruptura desde el momento mismo en que
llega a Cana’an.
En la época primera encontramos, entre otros, elementos mesopotámicos, egipcios, hititas,
cana’aneos, filisteos y beduinos.
No debemos olvidar que según el texto bíblico los orígenes del primer patriarca están en
Mesopotamia, lugar con el que no cortan relaciones. Así pues, hay contactos desde la edad primera
y más tarde, con las culturas asirias y babilonias. La memoria histórica de Israel esta consciente de
ello. Y, por sobre todo, rememora la época del destierro que ejerció un influjo poderoso en la
espiritualidad. El destierro pese a todo lo que significo, es para Israel una época inmensamente
creativa.
De Egipto conserva la tradición de permanencia en el Delta, la figura y la historia de Moisés junto al
ciclo de relatos de José. Además, hubo largos periodos en que Egipto domino Cana’an y, en la
época de Shlomoh hamelej (el Rey Salomón) hubo estrechas relaciones diplomáticas.
De los hititas se detecta específicamente un aporte: el ʺmodelo de alianzaʺ que Israel usò para su
entramado socio‐religioso y su devenir histórico (cfr. Ezra 16:3)
Los aportes cana’aneos se vislumbran tanto en diplomacia como en política, arquitectura, comercio,
y el estrecho contacto que mantuvieron con ellos. De los filisteos queda una convivencia larga y
difícil, los rastros son difíciles de pesquisar. Y la cultura beduina, nómade por excelencia, es lo que
caracterizó la vida patriarcal. De hecho, según las tablillas de Nuzu, eran identificados con los
habiru/hapiru de donde se cree viene el termino hebreo) y tenidos como shashu por los egipcios.
La cultura de Israel es, pues , mestiza desde el punto de vista cultural, Israel recogeió elementos
importantes de todas ellas y las integró en un nuevo conjunto. Si continuidad hay entre Israel y
estas culturas también hay una ruptura porque la creación que resulta es original, propia y
diferente de la del resto.
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LOS INICIOS DE ISRAEL.
Recién puede hablarse de Israel en la época del asentamiento en Cana’an. Y en el Tanaj ese término
designa a la Confederación de las Doce Tribus Es importante notar que indistintamente se habla de
Yaacov y de Israel. Jaime Moreno asevera que ʺla yuxtaposición de ambos nombres esconde un complejo
proceso de asimilación de epónimos de tribus que, originalmente distintas, llegaron alguna vez a fundirse en el
Pueblo de Israelʺ.
El Pueblo de Israel es un pueblo familia, que privilegia por lo tanto los lazos de sangre y pone en el
centro de su atención y unión el pacto o la alianza.
La historia de la formación del Pueblo de Israel es larga y mucho mas complicada que la que
presenta el relato bíblico: ʺPartió como historia de clanes distintos e independientes que, atravesando un
lento y difícil proceso de ʺtribalización, destribalización y retribalizaciónʺ, se hallaron finalmente como las
Doce Tribus de Israel, gracias al sistema ideacional ya descrito6.ʺ
ʺIsrael, unidad en construcción, se encontraba sumergido en un medio que lo superaba culturalmente. Por
eso, la fisonomía propia que se estaba dando se hallaba amenazada no tanto por las fuerzas militares o políticas
externas sino por el medio que, como tentación, invitaba a abandonar lo ya construido de la identidad propia
para enfeudarse al modo de ser cananeo”.
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Ya en esa época encontramos dos tendencias al interior de Israel, los que postulaban una adopción
de las costumbres del entorno, el Cana’aneo, y aquellos que se aferraban a las tradiciones que les
acompañaban desde su vida nómade.
LA MONARQUIA
Israel quería ser un pueblo como todos, y eso significaba adoptar la monarquía.
“Entonces los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a
Samuel, y le dijeron: “He aquí que tú has envejecido y tus hijos no andan
6 Cfr. J.Moreno, la Cultura cananeo‐Israelita. Es posible señalar una serie de indicadores que permiten detectar
la resistencia de los fenómenos a ser encuadrados dentro del sistema ideado. Por de pronto, la enumeración de
la Tribus de Israel vacila entre Doce y Trece. Con esta enumeración se vincula el problemático status tanto de
la Tribu de Leví como de la ʺcasa de Joséʺ. Esta última aparece a veces como una sola unidad, a veces como
dos, ʺEfraim y Manasésʺ. En ciertas listas aparecen nombradas algunas Tribus de las que pocas huellas se han
conservado en la tradición posterior. Makir es un caso clamoroso. En otras ocasiones no aparecen Tribus que
sabemos muy importantes. Tal es, por ejemplo, el caso de Judá, ausente en la enumeración de las 10 Tribus
conocidas por el autor del Canto de Débora.
Un caso de especial interés es el de la superposición de los nombres de los epónimos Israel ‐ Jacob: ¿Por qué la
vacilación del hablar a veces de ʺhijos de Israelʺ y otras de ʺhijos de Jacobʺ? Hoy suele proponerse que,
originalmente, se trataba de clanes distintos que alguna vez se fusionaron.
El sistema de matriarcas (ʺhijos de Leaʺ, ʺhijos de Raquelʺ, ʺhijos de Silpaʺ, ʺhijos de Bilhaʺ) reposa sobre una
complicada historia de alianzas parciales de distintos clanes que alguna vez llegaron a federarse todos como
ʺhijos de Jacobʺ.
7 Ibid.
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en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue,
como tienen todas las naciones...”
(1 Samuel 8,4 y ss)
“La crisis que había provocado la caída de la organización anfictiónica de Israel se produjo en la última parte
del siglo XI. Esto puso en movimiento una cadena de acontecimientos que, en poco tiempo, transformó
totalmente a Israel y le convirtió en una de las potencias más vigorosas del mundo contemporáneo. Ese corto
periodo es uno de los más significativos de la historia israelita” (Bright, 185).Las fuentes para el período la
constituyen los libros de Samuel 1 y 2 y el libro 1º de Reyes
Así como hubo muchos partidarios del sistema también hubo detractores. Razón por la cual nunca
tuvo asegurada su existencia en Israel. Pero lentamente fue imponiéndose pese a la resistencia que
encontró a su paso por ser considerada como una traición al verdadero rey, el Dios de Israel. A ello
se sumó toda la reforma administrativo económico que ello representaba y el fuerte gravamen de
impuestos a los que se vieron forzados las tribus a pagar al poder central.
No cabe duda que, cuando la Biblia señala que la de Salomón fue la edad de oro de Israel, describe
la incomparable prosperidad de la que gozaron lo que permitió, además, el florecimiento de las
artes y letras. Las riquezas fueron empleadas en numerosas obras de construcción, ‐aparte de las
instalaciones militares e industriales que realizó‐, y la mayor de todas las empresas fue la
construcción del Templo de Jerusalem, construido en forma rectangular, orientado hacia el este.
El Templo fue iniciado en el año 4º del reinado de Salomón y terminado siete años más tarde, El
Templo encerraba una doble finalidad: Era un santuario dinástico, una capilla real, cuyo Sumo
Sacerdote era elegido por el rey y formaba parte del gobierno; y era también, como lo indica la
presencia del arca de la alianza, el santuario nacional de Israel.
Pero en esta historia del progreso y prosperidad existía la otra cara de la moneda: si para unos trajo
riqueza para otros significó esclavitud. El precio de esa época de oro se tradujo en el aumento del
poder real y de impuestos como nunca antes había sucedido. De ahí que Salomón se vio enfrentado
a problemas de orden financiero puesto que los gastos superaban los ingresos.
Si hubiera que simplificar, podría decirse que se debilitó la democracia tribal y que la base efectiva
de la obligación social se centró ya no tanto en la Alianza con YHVH cuanto en el Estado.
La monarquía que desde un comienzo había sido rechazada por algunos israelitas y aceptada por
otros, no era la forma de gobierno que hubiese librado de la tensión existente siempre entre las
tribus del norte y las del sur. Es más, la política de Salomón –con toda la desigualdad social que
trajo consigo‐ contribuyó mucho más a abrir la brecha y, al final de su reinado, se encontró Salomón
con serios disturbios: el jefe del complot, Jeroboam, tuvo que huir a Egipto una vez que el
conspiración fue aplastada.
A la muerte de Salomón, le sucedió su hijo Roboam quien, incapaz de mantener la unión y mal
aconsejado por sus amigos jóvenes, no dio tregua al pueblo. Entonces el reino se dividió y, así es
cómo surgieron dos reinos hebreos rivales que vivieron lado a lado, a veces en paz otras en guerra.
7
LA DIVISION DEL REINO
Los reinos de denominaron, el del norte, Israel, y al que pertenecieron diez de las tribus, escogieron
a Samaria como capital del reino y más tarde erigirían en ella su propio templo, y, el reino del Sur
se llamó Judá. El Reino de Judá quedó compuesto por las tribus de Judá y Benjamin, que
permanecieron leales a la dinastía de David y su capital fue la ciudad de Jerusalem.
Una de las características sobresalientes del reino del Norte fue su debilidad interna. El trono
cambió de manos, violentamente, 3 veces en un lapso de 50 años. La realeza en Israel era
carismática, por designación divina y consentimiento popular y como el Estado no podía permitirse
esta inestabilidad se produjeron numerosos choques internos
Se arrastraba una descomposición social y religiosa desde hacía mucho tiempo. Aunque los templos
estaban llenos de adoradores, no cabía duda alguna de que el yahvismo no se mantenía en la forma
más pura y que muchos de los santuarios locales eran abiertamente paganos.
La azarosa historia política de Israel llegó a su fin bajo el embate de los asirios. Los restos del
territorio fueron organizados como la provincia de Samaria bajo un gobernador asirio pero como
estallaron nuevamente rebeliones, atacaron y deportaron a la población trayendo a la localidad
gente proveniente de otros lugares, extranjeros que trajeron consigo costumbres y creencias
propias.
Con la destrucción del reino de Israel se perdieron diez de las tribus.
La historia de Judá también tuvo altibajos: gozó de algunos reyes de buen juicio que supieron
elevar el nivel del pequeño reino e incluso más, llevarlo a un sitial muy parecido al que un día
tuvieron en la época de Salomón. Sin embargo, fuertes potencias extranjeras mantuvieron en jaque
a la pequeña Judea y lo que habían conseguido comenzó a derrumbarse.
Y aunque Judá se convirtió en satélite de Asiria a la que debían pagar elevados tributos ardía en su
corazón el deseo de independencia. Es muy posible que ayudara a ello el hecho de que en el culto
se afirmara regularmente que Dios había hecho de Sión su morada y había prometido a David una
dinastía que reinaría eternamente y triunfaría sobre sus enemigos.
Podía darse el caso de que un rey pecador pudiese atraer sobre sí el castigo y también sobre la
nación pero eso no significaría, en modo alguno, de que la dinastía llegase a su fin.
Entre la muerte de Ezequías y la caída de Judá bajo los babilonios transcurrió aproximadamente un
siglo, en él Judá experimentó dramáticos y repentinos cambios de fortuna. Conoció periodos de
independencia y sometimiento: Asiria, Egipto, Babilonia, para caer violentamente aplastada por
esta última al rebelarse contra ella.
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Entre el 640 y 609, cuando Asiria perdió su imperio y Judá recobró su libertad, fue una época que
coincidió con el gobierno de un joven rey, Josías, quien llevó a cabo la reforma mas amplia de la
historia. 8
En el concierto internacional de los acontecimientos, una concertación entre Medos y Babilonios
había aniquilado a Asiria, conquistando y destruyendo Nínive en el 612.
A los medos solo les interesaba, ‐en ese momento‐, consolidar sus posesiones del este y norte de las
montañas. De ahí que, los despojos del imperio asirio se repartieron entre Egipto y Babilonia: Judá,
en el centro, sería llevado al desastre total.
En el año 586 a.e.c. Judá fue conquistada por Nabucodonosor, el Templo de Jerusalem fue
destruido y sus habitantes fueron deportados a Babilonia. Comenzó así el periodo denominado
“Galut babel” (el exilio babilónico).
EL DESTIERRO.
Este periodo de tiempo abarca desde el 587 hasta el 536, aproximadamente , y constituyó uno de
los periodos de mayor trascendencia en la historia judía puesto que permitió consolidar el judaísmo
de modo tal, que pudiera existir aún cuando aquellas cosas ‐hasta entonces fundamentales‐ no
existieran.
Si hubiese que hacer una apretada síntesis, habría que señalar que la rebelión contra los babilonios
trajo consigo la destrucción de Jerusalem y el destierro a Babilonia.
Ello equivalía al fin de la existencia nacional judía: El estado fue destruido y el culto, ‐por la
destrucción del Templo‐, quedó suspendido. Los que permanecieron en Judá formaron una
aglomeración de individuos desarraigados y vencidos sin una clara señal de pueblo.
El panorama era desolador, todo indicaba que al igual como aconteció con los habitantes del norte
(las 10 tribus perdidas) también Judá desaparecería
.
Por su parte, Nabucodonosor arrasaba ciudades y diezmaba a la población. No sólo a consecuencia
de las deportaciones sino también porque muchos murieron en batallas y otros miles huyeron
despavoridos.
En el siglo VIII vivían en Judá, aproximadamente 250.000 hbtes. En el siglo VI no quedaban más de
20.000. Las fuentes para el estudio de la época están contenidas en le Biblia, sin embargo ellas
resultan inadecuadas ya que encontramos referencias indirectas.
8 Esta reforma aparece detallada, en 2 Re 22,3‐23,25 y en 2 Cró 34, 1‐35,19). La reforma tuvo lugar en el año 18
de Josías (622) cuando en el curso de unas excavaciones en el Templo se encontró una copia del Libro de la ley.
Visiblemente impresionado convocó a los ancianos y juraron solemnemente cumplir con el pacto con YHVH:
fueron prohibidos, entre otros, la práctica de la adivinación y la magia, la prostitución cultural y otras prácticas
que estaban en boga en ese momento.
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Entre el 587 y el 537 se desconoce lo acontecido en Judá. Es posible que fugitivos se unieran a la
población y se reincorporaran a una existencia local lamentable y precaria. El Templo, reducido a
escombros, continuaba siendo un lugar de peregrinación.
Los habitantes se lamentaban y lloraban por Sión, estaban sin dirección alguna y vivían de sueños y
del recuerdo de glorias pasadas. Los deportados de Babilonia llegaron en tres etapas, la primera en
el 597, la segunda en el 587 (donde se da una cifra de aprox.4.600 varones adultos) y, la tercera
etapa, en el 582. Los deportados formaban parte de la crema de la dirigencia política, religiosa e
intelectual.
No hay que pensar que el destierro fue algo malo para ellos porque si bien es cierto soportaron
humillaciones y opresión, su suerte no parece haber sido extremadamente severa. Asentados al Sur
de la Mesopotamia, no lejos de Babilonia, no fueron dispersados en medio de la población local sino
que se les permitió instalarse en asentamientos propios, en una especie de “internado”. No eran
libres, pero tampoco eran esclavos.
Se les permitió edificar casas, dedicarse a la agricultura, reunirse y continuar una suerte de vida
comunitaria. (Ver. Ez.3,15/Esd 2,59/8,17/ Jer 29,5 y ss). Inclusive Joaquín, que había sido deportado
con el primer grupo en el 597 fue tratado como un pensionado de la corte y considerado, inclusive,
como rey de Judá.
Si hubiésemos de resumir la situación de los judíos en Babilonia, podríamos señalar que tenían una
floreciente situación económica, gozaban de cierta autonomía política y religiosa. Y que, reunidos
en torno a las tradiciones, modelaron el futuro Israel.
El Exilio en Babilonia es, pues, una ruptura con el pasado; una ruptura de reconversión.
¿Qué hizo posible el desarrollo creador de la Diáspora del Exilio? Cómo sobrevivió el Judaísmo al
cautiverio babilónico? ¿Por qué no sucumbieron los judíos de Babilonia como aconteció con los
judíos de Assur? ¿Qué diferenciaba a éstos de aquellos?
Los judíos de Babilonia poseían una colección de escritos que mas tarde llegaría a formar el núcleo
del Tanaj. Estaban compuestos en su lengua nacional y constituía el único vínculo correcto con el
pasado, lo que les permitía mantener vivos recuerdos que debían ser conservados.
De ahí entonces que la situación de los judíos en Babilonia exigía nuevas respuestas y adecuaciones
a una situación diferente.
Se encontraban en tierra extraña, pero una tierra donde les estaba permitido reunirse en una suerte
de “vida comunitaria”. Hasta entonces, en su lugar de origen habían tenido un lugar importante al
que peregrinaban en las grandes festividades y donde se ofrecían sacrificios diarios. Ahora se
encontraban en un lugar extraño, no hay Templo, ya que fue destruido, luego no podían realizar
sacrificios porque el culto está suspendido. Si bien es cierto no existe al altar, “La Enseñanza” está
con ellos, pueden estudiarla.
¿Dónde y con quien estudiarlas?. Surgió el lugar de reunión, la “casa de la asamblea” donde se
leían las escrituras y quienes tenían mayor conocimiento las explicaban al resto. Surgió entonces el
maestro, el rabino.
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También nació una nueva forma de culto. Como sin el Templo no podía realizarse sacrificios, estos
fueron reemplazados por oraciones: tres oraciones diarias, Shajarit, minjá, arbit.
SHAJARIT Viene de Shajar, madrugada, aurora. Es el oficio de la mañana, antes de asistir al trabajo
y de servirse la primera comida del día.
MINJA Significa “ofrenda”, es el servicio de la tarde, quizás efectuado a la hora del sacrificio
en el templo. Se realiza después de almuerzo y antes de anochecer.
MA’ARIV De ‘erev, noche. Es el servicio nocturno que se realiza antes de la cena y después que
hayan surgido 8 estrellas.
Las oraciones reemplazaron, pues, a los sacrificios del templo. Los servicios se mantuvieron hasta
nuestros días. En los días de reuniones, además de recitar unas cuantas plegarias, se hizo
obligatorio la lectura de la Torá (Keryat haTorá) la que pasó a constituir un rasgo central del ritual
de la Sinagoga.
¿Qué pasó con los sacerdotes del templo con la “democratización religiosa” que hubo en Babilonia
y donde surgieron maestros de la Enseñanza?. Todo parece indicar que habrían quedado cesantes.
Sin embargo, si bien es cierto ya no cumplen sus deberes específicos, no lo es menos el hecho de que
comienzaron a estructurar con toda suerte de especificaciones el culto y el ritual.
Los sacerdotes eran, por excelencia, hombres de Torá y rito. Se inició la redacción del Código
sacerdotal y todo lo que dice relación con el servicio del Templo y con una forma de vida que
implicara un acercamiento al ideal de Santidad (Kedushá), se fueron afinando las genealogías para
saber “quien es quien” de donde vienen. La preocupación esencial es la pureza del pueblo, la
santidad, las observancias cultuales. Y, por supuesto, estructurar el servicio del templo para cuando
éste sea reconstruido.
Pero no siempre podían reunirse. Era necesario reducir aún más el núcleo básico que permitiera
mantener la forma de vida que estipulaba la Torá.
No había Templo, ya lo dijimos, pero había oraciones que reemplazaban a los sacrificios y estaba la
Torá. Entonces bien, la mesa donde se reunía la familia pasó a constituirse en el “altar”, los
alimentos correspondían a “las ofrendas”. Además no sólo se comía sino que junto con consumir
alimentos se hablaba de “Torá”.
Era importante entonces no sólo “lo que se comía” sino “la forma como se comía”. Era importante
consumir sólo lo apto, lo kasher. El padre hacía las veces del “oficiante”, bendecía el pan y el vino.
La madre debía mantener todo preparado, y velar para que pudiese celebrarse el Shabat.
La familia se convirtió en un “templo en miniatura”. Se había conformado una nueva comunidad,
una comunidad que no dependía de edificios ni de sacerdotes por lo tanto eta nueva comunidad
formada por el núcleo mínimo del pueblo es indestructible.
Mientras exista una sola familia judía existirá judaísmo, por lo que la comunidad es indestructible.
Pero esta búsqueda de una forma de vida basada en los preceptos de la Torá no es individual, es
compartida, por eso es también importante la asamblea. La Beit haknéset (beit: casa, Knéset:
asamblea), la Sinagoga que, como vimos, surgió también en esa época.
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Esta Casa de la Asamblea tampoco depende de un edificio por lo tanto, nada externo a ella puede
destruirla.
Ahora bien. Sucedieron cosas, muchas cosas: Hubo una vez un reino, el reino se dividió, diez tribus
desaparecieron, de las dos restante, gran parte está en el exilio, pero aún sobreviven: Tienen Torá,
se han reagrupado. Dios habla a través de la historia, estos hechos demuestran Su participación en
la historia del pueblo.
Los acontecimientos por los que han pasado deben ser recordados y es así como surgieron los
ayunos ¿Qué es lo que debemos recordar en esta época? Principalmente lo relacionado con
Yerushalayim, p.e. La toma y destrucción de la ciudad y el asesinato de Guedalías. Las fechas son:
17 de Tammuz Nabucodonosor toma Jerusalem (586)
9 de Av9 Nabucodonosor destruye Jerusalem (586)
3 de Tishri Es asesinado Guedalías(582)
Pero vayamos mucho mas adelante. A la época de cambios que se avecinan y que se relaciona
íntimamente con este período del exilio babilónico.
Los exiliados retornaron. La historia podemos leerla en los libros de Esdras y Nehemías. Los que
retornaron se percatan que la “visión idílica” que tenían de Sión no existía, que los descendientes
locales se habían asimilado a través de matrimonios mixtos y que poseían costumbres extrañas y
adoraban a dioses igualmente extraños. En esas condiciones no hay absorción posible, la hostilidad
hacia los recién llegados era notoria.
Resultaba fundamental mantener el espíritu de la familia porque si ella se quebrantaba, ¿qué
sucederíá? La Enseñanza no perdurará. Se hacía necesario un trabajo que permitiera que todo lo
elaborado en Babilonia se concretara también en Judá para que el Judaísmo pudiera seguir
existiendo.
Nuevamente la historia del pueblo de Israel se vio dividida ya que no todos los exiliados
retornaron a Sión y hay que considerar también a aquellos que huyeron a Egipto..
No parece descaminado suponer que una vez pasada la urgencia de la amenaza de absorción y
desaparición del Pueblo, la observancia se haya hecho más laxa y muchos se hayan acomodado a la
situación. De hecho, cuando los judíos pudieron volver a reconstruir su Templo en la Tierra de
Israel no volvieron ni la mayoría ni los que gozaban de mejor situación. Fue una minoría ortodoxa,
entusiasta y más bien pobre la que tomó sobre sí la reconstrucción de la mediná de Judá. El resto se
quedó tranquilo en Mesopotamia haciendo aportes económicos y maniobrando en los círculos del
poder.
Impulsados por el miedo, una masa de judíos huyó y se instalaron en Migdol, Tafnis, en el Alto y
Bajo Egipto. Isa 49: 12, antes del 540 a.C., habla de exiliados que volverán de Sinim (Assuán).
9 Mas adelante, y, y no por coincidencia. El 9 de av se convertirá en un día nefasto, las más grandes desgracias
se dejarán sentir sobre el pueblo de Israel.
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¿Hubo guarniciones judías establecidas allí en época de Psamético II (663 ‐ 588 a.C.)?. Aristeas
informa de judíos que participaron en la campaña de este Faraón contra los etíopes.
He aquí como interpretaron lo sucedido:
ʺCumpliremos lo que tenemos prometido: Quemar incienso a la Reina de los Cielos y hacerle
libaciones, como venimos haciendo nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros
jefes en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, cuando nos hartábamos de pan,
éramos felices y ningún mal nos sucedía. En cambio, desde que dejamos de quemar incienso
a la Reina de los Cielos y de hacerle libaciones, carecemos de todo y por el hambre y por la
espada somos acabadosʺ
(Jer 44 : 16‐19).
En algún momento antes del 525 a.C., un destacamento judío construyó un Templo a Yhwh en
Elefantina, condenado por el resto de los judíos (los papiros arameos de Elefantina van desde el 495
a.C.).
Nada más sabemos de estos dispersos en Egipto hasta el advenimiento de la época helenista.
Del rápido esbozo realizado emerge diáfano, el hecho de que la reserva espiritual y nacional del
Pueblo de Israel estuvo principalmente en la Diáspora babilónica, por las razones anteriormente
expuestas.
Fue gracias a la diáspora babilonica que Israel llevó consigo a su regreso gran parte del Tanaj. De
esa época son la redacción de los Códigos de Santidad y la relectura de la Historia de Israel puesta
por escrito en el llamado Documento Sacerdotal, El Deuteroisaías, contenido en Isa 40 ‐ 55.El Libro
de Ezequiel. La redacción final del ʺcorpusʺ histórico deuteronomista. Novelas y cuentos
edificantes, Tobías, por ejemplo.
De hecho, la judería babilónica que continuo floreciente durante siglos legaría lo que se conoce
como el Talmud Babilónico, desarrollado en una firme tradición legal.
LA IMPORTANCIA DE LA DIASPORA BABILONICA10
ʺVamos a entender por Judaísmo aquel estado de desarrollo logrado por la cultura (y la religión) de Israel a
partir del Exilio babilónico.
Paulatinamente, la cultura de Israel se fue reestructurando con novedades provocadas por la nueva situación
que la distingue de la época anterior más propiamente israelita. Israel debió desarrollar un estilo de vida que
le permitiera vivir como tal y conservar su identidad en la Dispersión.
A partir del Exilio babilónico, se instaura una manera de vivir israelíticamente que no es como antes. Y este
ʺestilo diasporalʺ influyó fuertemente sobre el modo de vivir en la tierra de Israel. Me atrevería a decir que el
impulso creador y renovador fue llevado adelante por la Diáspora babilónica que, por un buen tiempo,
proporcionó a Israel conductores y orientaciones de vida.
10 Moreno, J. Op. Cit.
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A consecuencias de la quiebra del sistema político en el Exilio, la medina de Israel se volvió hacia el
sacerdocio; se fue convirtiendo en una hierocracia. Y así la figura del Sumo Sacerdote se fue convirtiendo en
gravitante para la vida del judío tanto de Israel como de la Diáspora. Sólo que el sacerdocio se encontraba sin
Templo, sin sacrificios: Se convirtió en depositario de la Ley.
La experiencia babilónica le demostró a Israel que era posible seguir viviendo como pueblo a pesar de estar sin
Tierra, sin Templo y sin Rey. Lo importante era vivir ʺsegún la tradición de los padresʺ, tradiciones
conservadas y defendidas por la Ley. La Ley se convirtió en el referente de la identidad de Israel: La urgencia
de la circuncisión, de la observancia del Shabat, de las leyes dietéticas y de la endogamia fueron consideradas
como la valla de protección del Pueblo. Israel encontró en la Ley la piedra fundamental del edificio de su
cultura. Desde la Diáspora se estimuló hasta en forma drástica la observancia estricta (recordar la ʺcuestión
samaritanaʺ, Esd 5, y la ʺcuestión de los matrimonios mixtosʺ (Esd 9 : 1‐2; 10 : 11.18.44 y Neh 13 : 23).
Importado de la Diáspora, comienza a instalarse también en la medina de Judá el servicio sinagogal. Allí se
discuten y tratan los problemas de la comunidad, eventualmente funcionan tribunales vecinales y, por sobre
todo, se estudia la Torah. El culto se va identificando con la oración el estudio de la Torah (Neh 8) y la ofrenda
de sacrificios pierde urgencia e importancia.
Propiamente, la Sinagoga no es un Templo, sino una casa de la comunidad donde, por supuesto, también se
ora y se alaba al Dios de Israel.
El Judaísmo, tal como lo conocemos nosotros, no parece ser sino la conservación y el desarrollo de las grandes
líneas trazadas en esa época: Entonces se pudieron los fundamentos y se hizo posible la construcción del
edificio.
El respeto por la palabra escrita y por la interpretación oral interpretativa, los embriones sinagogales y, por
sobre todo, la centralidad de la Torah son la herencia que quedó después del derrumbe del antiguo Israel.
En el fondo, la pregunta fundamental que se plantea el judío contemporáneo es la misma que en su momento
debió enfrentar el deportado que halló al borde del ʺríoʺ Kebar:
¿Vale la pena seguir siendo judío?. Una vez que opinó que sí, viene inevitablemente la segunda: ¿Cómo puedo
seguir siéndolo, mantener mi identidad, contribuir a conservar mi Pueblo?
Los Ancianos de la época de Ezequiel, los inquietos pensadores sacerdotales y proféticos dieron una respuesta
funcional, no exenta de tensiones: ʺLey nuevaʺ ‐ ʺAlianza nuevaʺ ‐ ʺCorazón nuevoʺ, es decir, novedad. Y
junto con ella, al mismo tiempo, la urgencia por el apego a las viejas tradiciones. Y la resistencia política ‐
cultural salpicó la propuesta con tímidas aperturas universalistas.
Es del máximo interés estudiar el fenómeno histórico‐social del Destierro y el de la reconstrucción de Judá, a
la vuelta, cuando Ciro llenó, ‐ a lo menos en parte ‐, las esperanzas de sus simpatizantes judíos. Es de interés
repasar el choque creador entre los que volvieron y los que allí estaban, los lideratos asumidos y las soluciones
(drásticas, incluso crueles) impuestas.
El proceso del Destierro, la vuelta y la reconstrucción no ha perdido actualidadʺ.
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