1. Las palabras designan algo para dejar de ver todo lo existente como un signo.

Son signos porque

guardan un significado. Aquí resultan evidentes varias ironías, discursos que se caen, más los pro
vida, de orden religioso, y la distorsionada concepción que se posee sobre la libertad individual en
una sociedad cuyo estado centra todas sus fuerzas en la maximización de la acumulación de capital.
El rayado es coherente, posee cohesión, y mucho sentido. “Te importa más un mall que los niños
del SENAME”. Años de vulneración a los derechos de la infancia, 1313 niños muertos, tan solo 23
autopsias, y la prensa deja de manifiesto la preocupación que las personas poseen sobre lo material
sobre la condición humana más denigrada, desplazada y marginada. Signos reconocidos en la calle
y su desenvolvimiento en ella que no debiese extrañar a nadie, ya que nadie ha hecho algo efectivo
por ellxs.

3. Un ejemplo claro son las noticias en el fenómeno de la información, donde el ejercicio

hermenéutico (o performativo, a lo Lyotard) es ejercido según la subjetividad de quién exterioriza y
su contexto para fines concretos. El humano es atravesado por un horizonte de entendimiento
manifiesto en todo lo que pueda decir de algo mediante el lenguaje. Por ejemplo, canal 13 dice:
Hombre es agredido al intentar apagar barricada, permanece con lesiones graves en su rostro, en
cambio, Prensa piensa, señala que el agredido intentaba agredir a los manifestantes con un cuchillo.
En este sentido, la información se transmite acomodaticiamente según sea el interés de la
hegemonía que manipula la información y es preponderante en el alcance que el emisor posea sobre
una gran masa consumidora. Otro ejemplo, el abogado de Chadwick dice que si defendió los DDHH,
cuando la comisión de DDHH señala lo contrario, y podemos escuchar detenidamente los
argumentos a favor y en contra en el senado en plena acusación constitucional. Es cuestión de
posición y poder, sin descartar la intencionalidad que hay tras las afirmaciones.